dramaturgia de paz buelta serrano y juan pedro enrile

18
Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016; págs. 213-230. 213 cartapacio 213 TEXTO DE CREACIÓN COLECTIVA DRAMATURGIA DE P AZ BUELTA SERRANO Y JUAN PEDRO ENRILE Libres hasta el final www.resad.com/Acotaciones/

Upload: others

Post on 21-Nov-2021

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016; págs. 213-230. 213

cartapacio

213

TexTo de creación colecTiva

dramaTurgia de Paz BuelTa Serrano y Juan Pedro enrile

Libres hasta el final

www.resad.com/Acotaciones/

214Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016

Libres hasta el final

214

Una imagen de la obra: https://www.youtube.com/watch?v=c6lC4ciT2RA

Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016 215

cartapacio

215

Espacio vacío, público a la italiana, en el escenario 10 sillas en semicírculo. En los asientos de los espectadores, ejemplares del modelo oficial de testamento vital de la Comunidad en la que se representa la obra.

Una música alegre homenajea a otras grandes artistas y da comienzo a la obra. Un sonido de pies que golpean a ritmo el suelo se cuela en la sala, precediendo la entrada del ejército de no actores/trices que viene a defender su bandera. Entran por cada lado del escenario divididos en dos grupos. Danzan. Cada uno de los pasos que bailan re-presenta un verbo relacionado con la muerte digna. Y dicen: subir, morir, descansar, sonreír, consultar, cuidar, amar.

Mientras danzan se colocan en primer término, en línea y de frente al público. La música cesa y entre todas crean una nueva, al exponer en voz alta y todas a la vez su testimonios reales. De entre esta fila se desmarca José Luis, avanzando al centro y pidiéndo silencio a las demás.

José Luis.– Un momento, por favor. (Todas se callan. Al público.) Buenas

tardes. Soy José Luis Rodríguez y este es mi testimonio. (El resto de actores/trices van sentándose en las sillas mientras le escuchan.) Mi madre sufrió un infarto cerebral masivo que la llevó el 25 de noviembre de 2009 al hospital público Infanta Leonor, en Madrid. Mi madre es-tuvo así días, sin apenas reaccionar, con los ojos abiertos, pero sin hablar ni moverse. Tenía demencia senil y otras complicaciones. Su médico no le daba esperanzas de mejoría, pero insistió, en contra de la voluntad de la familia, en alimentarla artificialmente. Presentamos un escrito firmado por mi padre y los cuatro hijos en el que recor-dábamos que, como la enferma era incapaz de expresar su voluntad, nos correspondía tomar una decisión y que la Ley de Autonomía del Paciente, de 2002, nos permitía rechazar el tratamiento. Eso fue lo que hizo el hospital: acudió al juez de guardia para que obligara a alimentar a la paciente, había recibido también el escrito con la vo-luntad de la familia, pero dio la razón al hospital y este le ordenó alimentar a la paciente.

Mi hermana estaba en la habitación cuando llegó la policía, se plantó e impidió que hicieran cumplir la orden judicial. Entonces de-cidimos pedir el alta voluntaria y llevárnosla a casa. Tras unas horas de espera, en las que el centro pidió permiso al juez para dejarla salir,

216Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016

Libres hasta el final

216

mi madre estaba en casa. Me dio la impresión de que su rostro se relajaba camino a casa. Cerca de las once de la noche la sedamos con morfina (un analgésico), dormicum (un sedante) y un poco de buscapina (un relajante muscular). Se quedó dormida y mi padre y mis hermanos nos quedamos con ella. Sobre las seis de la mañana falleció. El certificado médico refleja que la causa del fallecimiento fue una parada cardiorespiratoria tras un accidente cerebrovascular extenso. Yo siempre le había tenido miedo a la muerte, pero ver a mi madre tranquila, en casa y sin cables, con mi padre abrazado a ella me hizo ver que hay otra forma de morir. Fue un momento muy bo-nito y, desde entonces, no le tengo miedo a la muerte.

ELEna se ha levantado de su silla y va a encender un cigarro. Su hermana isabEL, sin levantarse, le increpa.

isabEL.– ¡Ya estás otra vez! Elena, no fumes.ELEna.– No empieces y déjame en paz.isabEL.– Parece mentira, con lo que tienes encima: cuatro muelles en tu

cuerpo y un riesgo altísimo de que te pase algo gordo.ELEna.– Pues a mí no me vas a quitar el vicio que más me gusta en la

vida. Quiero tener libertad para vivir y morir y si me muero, pues me enterráis.

isabEL.– Bueno, mira, así heredo antes. Pero eso no es lo malo, lo peor es que te de un torozón que te quedes lela y menuda papeleta nos dejas.

ELEna.– Pues en ese caso, me quitáis del medio, que para eso tenemos médicos en la familia.

isabEL.– Muy bonito, ¿qué pretendes? ¿Que vayamos a la cárcel? A mí no me importaría estar encerrada una temporada por ayudarte a morir, si es tu deseo, pero ten en cuenta que a nuestros sobrinos podrían prohibirles ejercer la medicina o acabar entre rejas por tu culpa.

ELEna.– Pues tendré que pedir ayuda a DMD, por si me encuentro algún día en esa situación.

isabEL.– ¡Anda, maja! Deja el cigarrito de una vez, que te irá mejor a ti y a los demás.

ELEna.– ¡Vete a freír espárragos!ÁngELa.– (Desde su asiento.) Elena, estás pidiendo a gritos un testamento

vital para evitar todos estos problemas.

Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016 217

cartapacio

217

ELEna.– Cuéntame eso bien.ÁngELa.– (Se levanta llevando en sus manos un ejemplar de testamento vital.) Un

testamento vital es el documento en el que tú dejas claro las instruc-ciones que se han de seguir en el ámbito sanitario en caso de que no puedas expresar tu voluntad porque el deterioro físico o psíquico es grave. (Al público.) Todos habéis encontrado en vuestro asiento unos impresos que se corresponden con el ejemplar oficial de Testamento Vital que proporciona la Comunidad de Madrid (en cada Comuni-dad el correspondiente a esta). Este Testamento Vital es el mejor se-guro que podéis concertar por el momento para tener la posibilidad de una buena muerte. Las circunstancias en las que se aplica son una ENFERMEDAD TERMINAL, UNA ENFERMEDAD INCU-RABLE AVANZADA O ESTADO DE AGONÍA. Algunas de las instrucciones indicadas en estas situaciones críticas serían:

No aplicar técnicas de soporte vital, o de respiración asistida o medidas cuyo fin sea mantener una supervivencia artificial... Y de estar iniciadas estas medidas, pedir que se retiren.

Que me proporcionen tratamientos para paliar el dolor físico o psíquico.

Rechazar medicamentos, tratamientos o pruebas de diagnóstico que en nada van a mejorar mi recuperación o aliviar mis síntomas.

TErEsa garcía se levanta y, a capella, canta.

TErEsa.– Libres, libres, libres hasta el final. Libres, libres, libres hasta el final.

Toda/os.– (Se levantan y, junto a TErEsa, avanzan hacia proscenio mientras cantan a coro.) Libres, libres, libres hasta el final.Libres, libres, libres hasta el final.Hasta el final. Hasta el finalsiendo libres. Libres.Hasta el final. Hasta el finalsiendo libres. Libres.Libres, libres, libres hasta el final.Libres, libres, libres hasta el final.

Quedándo en línea, y mirando al público, hacen el silencio.

218Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016

Libres hasta el final

218

MarisoL.– Hola.

Todas miran a Marisol, que está en el extremo de la línea. Marisol avanza y se dirige al público.

MarisoL.– Me llamo Marisol Eizarri y soy una mujer de la transición, por edad y por circunstancias. Me educaron para ser una buena esposa y una buena madre. Pero me rebelé, y he andado un camino de pequeñas peleas y grandes satisfacciones. No fue fácil que mi padre me permi-tiera pasar un año en Londres estudiando inglés, y lo conseguí. (¡¡Una auténtica extravagancia, entonces!!) Accedí a la universidad, (en mi generación éramos una minoría) y tuvimos trabajos profesionales. La pelea personal se convirtió en social y política al unirme a otras mujeres (y algunos hombres) para que los ginecólogos nos recetaran la píldora anticonceptiva. Fue una pelea muy dura, y tuvimos que oír barbaridades. Mi hija cree que exagero, pero se cerraban centros de planificación, se procesaban a los médicos... Aun así se siguió con la ley del divorcio y luego con la del aborto. Son peleas contra los que no aceptan que las personas tengan control sobre su propia vida, sobre su cuerpo.

Hoy estoy aquí de nuevo para invitarles a otra pelea. La muerte de mi hermana de 50 años, de mi sobrina de 34, de mi cuñada, de su madre de 68 años... han sido dramáticas. Amo la vida y quiero vivirla lo más largamente posible, pero no quiero sufrimientos inútiles, no quiero alargarla cuando la salida natural sea la muerte. Quiero morir con dignidad.

Casi 200.000 personas hemos hecho testamento vital en España. Hoy les invito a pelear con todos nosotros para que las Comunida-des informen a la población de sus derechos, para que a las personas que quieran hacerlo se les facilite en todos los consultorios y hospi-tales del país, para que quede registrado en la ficha médica de cada paciente y para que esa voluntad vital sea accesible desde todos los hospitales de España.

Hoy les invito a reivindicar con firmeza el derecho a decidir sobre el cómo y cuándo queremos morir. A liberar a nuestros hijos, a nues-tra familia, a nuestros médicos. Que no tengan que decidir porque ya lo hemos hecho nosotros.

HOY DEJEMOS EL TRABAJO BIEN HECHO.

Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016 219

cartapacio

219

Una música llena el espacio, la iluminación convierte la atmósfera en cálida y pe-numbrosa. Los actores/trices caminan en varias líneas horizontales. Deambulan de un lado a otro del escenario mientras improvisan palabras que relacionan con la muerte digna. Ejemplos de ellas: escaras, otoño, ventana, amor, música, adiós, libertad, eutanasia, alegría, hospital, solidaridad, manos, etc.

Abruptamente, TErEsa PachEco se gira al público y recita asépticamente un caso clínico. A continuación, uno a uno, van realizando la misma acción, quedando repartidos por todo el espacio y de frente al público. Todos los casos clínicos que se relatan pertenecen a personas con enfermedades que les podrían hacer necesitar el derecho a una muerte digna, si ellas así lo desearan.

Ejemplo: Mujer. 77 años. Llega deshidratada y en estado de shock. Se le administran 150 mg de lorazepan y suero por vía intravenosa. Sufre alzheimer en estado avanzado.

lucía avanza al proscenio y desde el centro se dirige al público, rompiendo el juego anterior.

Lucía.– Hola, me llamo Lucía Prieto y estoy aquí para defender la vida. (Toda/os los demás se dirigen al fondo y se sientan.) Todos deseamos vivir. La vida es un don único que nos ha sido concedido al nacer, y es nuestro deber y nuestro DERECHO conservarla y vivirla con dig-nidad, evitando el sufrimiento. Con frecuencia olvidamos que la vida termina inevitablemente cuando llega la muerte, pero hasta ese pre-ciso momento está. Y si vivir con dignidad es un derecho, morir con dignidad también lo es. Morir dignamente significa morir sin dolor, cuidar la vida; no prolongar la agonía.

Desgraciadamente, existen muchas personas en situación incura-ble e irreversible que desean acabar con sus sufrimientos. No pueden hacerlo solas. No soportan tanto dolor. Piden desesperadamente que alguien les libere de esa tortura, pero nadie puede cumplir su última voluntad sin miedo a ser penalizado por ello. La ley no permite ayu-dar a bien morir a un «ser humano» que VOLUNTARIAMENTE desea morir. Todo ser humano tiene derecho a un final en paz, al des-canso, a la liberación, a una LEY que nos permita dejar dulcemente la vida que hemos amado.

220Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016

Libres hasta el final

220

carMEn se levanta de su silla y se acerca a Lucía, escuchándola.

carMEn.– Totalmente de acuerdo contigo, Lucía. (Dirigiéndose al público.) Hola, me llamo Carmen del Mazo y soy técnico de Emergencias en la comunidad de Madrid. He participado en las emergencias de los atentados del 11 M, en el accidente de Barajas, con el jefe de guar-dia en muchos accidentes de tráfico, en trasplantes llevando órganos de un Hospital a otro y, aunque nos digan que los profesionales nos acostumbramos a todo, no es cierto. La muerte siempre impresiona, porque no nos educaron para morir y mucho menos para aceptar una muerte joven e inesperada.

Actualmente trabajo en una UAD (Unidad Asistencia Domicilia-ria). Acompaño a un médico conduciendo y ayudándole en lo que él me requiera, como llevar oxígeno o asistir al enfermo en una parada.

Mi experiencia en el servicio, sobre la muerte digna, es que de-pende de quién te atienda y en qué zona te encuentres esos cuidados paliativos funcionan mejor o peor. Lo que yo vivo en mi trabajo es que hay muchos médicos que no son capaces de administrar un mór-fico o un simple calmante por miedo a que les pase lo mismo que le pasó al doctor Montes.

He visto morir a un joven de 40 años terminal al pasarle del sofá a una silla de ambulancia porque la doctora hizo caso omiso al joven, que suplicaba que no le movieran porque quería morir en su casa. Muchos decimos, entre ellos yo, que queremos morir en casa, pero no siempre se nos facilitan los medios.

A pesar de todo esto una de las cosas curiosas que me pasan en mi trabajo es que me dan miedo los muertos, pero cuando vamos al domicilio el médico me dice que les haga un electro.

Os lo voy a enseñar. Chema, ¿me ayudas? (chEMa trae el monitor e intenta irse.) No, no, no te vayas, que tienes que hacer de muerto.

chEMa.– ¿Yo?carMEn.– Sí, sí.chEMa.– No creo.carMEn.– Que sí, ven, túmbate. chEMa.– Qué va, yo no.carMEn.– ¡Necesito un muerto, Chema!

Silencio.

Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016 221

cartapacio

221

chEMa.– Bueno. (Se tumba.)carMEn.– Pero te tienes que morir de acá para allá. (Señalando una zona

en el centro del escenario en la que caerá la luz cuando cambie, al tumbarse el muerto. chEMa obedece en silencio y se recoloca.) ¡Mirad, mirad! Al final, como os he dicho, me quedo con el muerto, nunca mejor dicho. El médico ha pedido los informes y se lo han llevado al salón, olvidán-dose de mí.

Cuando intenta poner el primer electro llega ElEna con el pañuelo. carMEn se asusta.

ELEna.– Por favor, póngale el pañuelo, que tiene la boca abierta.carMEn.– No, no, si ahora vienen los de la funeraria y lo hacen ellos.ELEna.– No, no, pero póngaselo usted, por favor, que yo no puedo verle

así.

ELEna le da el pañuelo rosa y se va.

carMEn.– Aquí manda todo el mundo; el médico que haga un electro, el familia que le ponga el pañuelo… Solo falta que venga el cura y me diga que rece el rosario. En fin, en mi pueblo no hacían falta estos protocolos, se les ponía un espejo en la boca y ya se sabía si estaba muerto o no. Bueno, voy a cerrarle la boca. No sé qué habrás hecho en tu vida, pero al menos te vas de rositas. Una ventaja tengo, que al hacer el electro no hace falta decir «quieto, no respires», estoy completamente segura de que no se va a mover. Bueno, cuanto antes termine, antes salgo de esta. Mira, fíjate, Teresa, cómo sale el electro.

TErEsa se acerca a mirar, carMEn le enseña el electro: plano. TErEsa, arrodi-llada, acaricia al muerto, le coloca las manos sobre el cuerpo, le mira.

TErEsa.– Morir es un arte, como todo. Yo lo hago excepcionalmente bien.Tan bien, que parece un infierno.Tan bien, que parece de veras. Supongo que cabría hablar de vocación.

carMEn.– Silvia Plath.

222Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016

Libres hasta el final

222

TErEsa.– (Tararea. En seguida comienza a cantar.)Libres, libres, libres hasta el final.Libres, libres, libres hasta el final.

Toda/os.– (Todas las demás, excepto ÁngELa, cantan junto a TErEsa. A la vez se colocan alrededor del muerto, velándolo.) Libres, libres, libres hasta el final.Libres, libres, libres hasta el final.Libres, libres, libres hasta el final.Libres, libres, libres hasta el final.

ÁngELa se acerca al círculo y se dirige al público.

ÁngELa.– Acabamos de presenciar una escena en la que descubrimos que la postura ante la muerte (Le ofrece la mano a chEMa para ayudarle a levantarse) es ÚNICA Y PERSONAL. (Chema se coge a ella y se pone de pie.) Hemos visto el miedo INNATO del personal sanitario, y la aceptación absoluta del ejercicio de autoliberación. En este caso eje-cutado en la realidad por la poetisa Silvya Plath, de quien Teresa nos ha recitado un fragmento de un poema relativo al tema.

La muerte es un TABÚ desde siempre y, como tal, utilizado para manipular al ser humano. Creo que se deben reescribir las formas en las que la sociedad la experimenta y que tenemos un gran reto para nuestro tiempo en todo aquello que es relativo al PROCESO DE MORIR.

En este proceso, las personas seriamente enfermas necesitan OP-CIONES para el final de su vida, opciones que deben convertirse en un DERECHO. El derecho a poder morir igual de dignamente a como se ha vivido. Tomar CONCIENCIA de que tenemos derecho a un buen morir y ejercer el control sobre el final de nuestra vida es primordial.

Debemos informarnos y documentarnos de forma precisa, adqui-rir conocimientos acerca de todo lo que rodea al tema sobre el final de la vida y planificarlo más posible.

Todo esto implica un EMPODERAMIENTO de la persona que, por supuesto, puede implicar la pérdida de control por parte del sis-tema y de los distintos elementos implicados, a quienes interesa que todo siga siendo TABÚ: el Estado se debilita ante una ciudadanía capaz y soberana, la santa madre iglesia y sus jerarquías equivalentes

Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016 223

cartapacio

223

en otras religiones porque pierden su venerada influencia, y en la economía, qué me decís de las farmacéuticas perdiendo ingresos… Eso no puede convenirles.

Pero la realidad nos confirma que cuanto UNO más conoce, más quiere descubrir. Aunque ya están ellos para ocultar informa-ción, para restringir actuaciones practicando una forma de conducta CRUEL, PARTIDISTA E INJUSTA. Y que penaliza, como siem-pre, a quienes sin medios o sin los contactos oportunos no pueden acceder a un final digno y elegido. EN DEFINITIVA, a una buena muerte.

No sé si sabéis que en la actualidad, por un acuerdo tácito de editores, o por una autocensura, lo ignoro, hay libros no accesibles al gran público porque no están traducidos, siendo tremendamente importante su contenido. Citaré alguno como The final Exit o The Pea-cefull Pill Handbook, ambos procedentes del mundo anglosajón, en los que se nos invita a adquirir un amplio conocimiento de todo lo tra-tado anteriormente y de cómo conseguir una autoliberación respon-sable.

chEMa sale del círculo en el que todas siguen colocadas y, tomando el centro de este, expone al público.

chEMa.– Todo lo que habéis visto es real, no imaginado. En España se muere mal, muy mal, por eso se creó «DMD»: Derecho a Morir Dig-namente. Morir dignamente, qué menos se puede pedir...

DMD se ha extendido por todo el país, y se ha unido a otras asociacio-nes similares establecidas a nivel mundial. En DMD, se actúa dentro de las leyes vigentes que rigen el Estado, pero con la intención de que nuestra situación se vaya equiparando a la de otros países y se llegue a despenalizar la eutanasia. Evitando, así, que personas que están empleando sus energías y parte de su vida para ayudar a los demás, sean encausados y enjuiciados.

Ante la dejadez, la apatía y las ideas viejunas de nuestra Adminis-tración, trabajamos voluntariamente en todos los aspectos que ayu-den a las personas a conocer y decidir libremente la forma de vivir sus últimos días.

224Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016

Libres hasta el final

224

MarisoL, desde el lateral opuesto al principio de la obra, apoya a chEMa con su siguiente intervención. Las demás se colocan en línea y la miran.

MarisoL.– La muerte voluntaria es un tema tabú en este país, decidir sobre el cómo y cuándo queremos morir es un derecho humano, que no obliga a nadie a tener que hacerlo, pero que tiene que facilitar poder ejercerlo con seguridad a quien lo desea.

La legislación española no menciona la palabra eutanasia, pero en el artículo 143 del Código Penal, que penaliza el auxilio al suicidio, la menciona como una atenuante, es decir, rebajando la pena que tienen las personas que auxilian al suicidio.

Muchos interpretamos que la ley no penaliza todos los casos de auxilio al suicidio si nuestros actos no son necesarios y directos. Pero es el Tribunal Supremo quien puede hacer una interpretación de esta ley que obligue a los demás jueces.

¡Mala noticia! En todos los años de existencia del artículo, el Tri-bunal Supremo no se ha pronunciado. ¡Extraño!

Extraño, si, pero sobre todo indignante. ¿Qué pueden hacer los enfermos, los familiares, los médicos, ante un artículo tan impreciso?

Se está jugando con el desamparo de todos. Esto es un abuso. No me quiero indignar con ustedes, solo quiero invitarles, piensen lo que piensen, a construir un país más democrático, una sociedad más compasiva.

Suena La Lacrimosa de Mozart. Todas se disponen por parejas por el espacio, con sus cuerpos reproducen La Piedad de Miguel Ángel. Cada una cuida a su muerto, acaricia a su muerto para, a continuación, convertirse ellas mismas en el muerto acariciado, el muerto cuidado.

TErEsa PachEco se incorpora y mira al público.

TErEsa.– Hola, me llamo Teresa Pacheco.

Las demás miran a TErEsa, se incorporan también. José Luis, que es su pareja, le ofrece su espalda para que TErEsa se apoye y pueda contar su testimonio. El resto actúa del mismo modo, apoyándose unas en las espaldas de otras para escuchar atentamente a TErEsa.

Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016 225

cartapacio

225

TErEsa.– (Con mucho amor.) Mi hermana Belén murió hace ya dos años. Era una mujer inteligente, vital, que disfrutaba de su trabajo (profe-sora de adolescentes), de las plantas, de los bichos… y sobre todo de su hija.Todo era normal, e incluso feliz, hasta que, con tal solo 40 años y una

hija de 11 meses, le diagnosticaron un cáncer de mama, con el añadido de metástasis vertebral.

Ella quería vivir y se sometió a los tratamientos que le plantearon, por duros que fueran.

Amaba la vida y se empeñó en seguirla viviendo con la mayor norma-lidad posible. Los tres primeros años fueron buenos. A partir del cuatro las cosas empezaron a ir peor: tratamientos duros que afrontaba con mucha valentía. Recuerdo cuando salíamos a las 7:30 de la mañana para ir al Hospital de Leganés. Le hacían la analítica y con la vía protegida por un manguito íbamos al colegio. Daba sus clases y a las 12:30 vol-víamos a Leganés. Entrevista con la oncóloga y tratamiento de quimio. Salida a las 2 de la tarde, vomitona y a pasar la tarde hecha un trapo. Fue muy duro para ella y para todos, pero siguió aferrándose a la vida hasta que fue perdiendo las fuerzas. No quería afrontar la muerte abier-tamente, pero sí me dijo que no quería ser un vegetal ni que su hija la viera con un gran deterioro. Al final no hizo falta, aunque lo hubiéramos hecho. No podía andar y prácticamente no comía. La noche del 12 de abril del 2014 no quiso que la llevaran a la cama y se quedó en el sofá. A las 10 de la mañana del día 13 pase a verla y noté que respiraba con agitación y dificultad. No respondía a estímulos. El día 13 a las 13 horas murió. Mira tú, con el 13… No hizo falta que la ayudáramos, pero os aseguro que lo hubiéramos hecho con todo el amor del mundo.

ÁngELa, que estaba sentada en una silla al fondo, se acerca paseando entre sus compañeras sentadas.

ÁngELa.– NADIE ha dicho que familiarizarse con la muerte sea fácil o sencillo. Casi siempre el miedo, la incertidumbre o la angustia hacen que dejemos el asunto para más tarde. Enfrentar nuestra desaparición y aceptarla nos permite preparar a familiares y amigos, despedirnos de todos y todo cuanto nos rodea. Se puede organizar la salida de la propia vida, o al menos tener el conocimiento preciso sobre lo que la rodea y lo que va a acontecer. Todos los que lo han hecho comentan

226Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016

Libres hasta el final

226

que «poner tu casa en orden» para organizar como ha de ser tu final, te proporciona una sensación ÚNICA de control sobre la vida.

MARÍA, una compañera que participó con nosotros en el proceso de creación de la obra. (A sus compañeras.) ¿Os acordáis de ella?

Toda/os.– Sí, sí.ÁngELa.– Ella nos contaba que a raíz de haber sufrido un ictus dejó

organizado su final. Nos decía, y creo que todos pudimos percibirlo, que tener ese control le había proporcionado un ánimo sosegado y una particular tranquilidad de espíritu. Sobre todo porque había li-berado a su único hijo de la responsabilidad última de decidir sobre el final de su vida.

José Luis se levanta del suelo y saca un silbato.

José Luis.– Bueno, chicas, vamos a quitarnos este mal rollo de encima. ¡Que la gente se nos va a amuermar! (Toca el silbato.)

Todas se levantan y se dividen en dos grupos. Mientras unas llevan el ritmo dando palmas, otras cantan. Cambian la tarea al final de cada párrafo. José Luis acompaña con el silbato, todos bailan y dan grititos; cantan una ranchera.

Toda/os.– Hace tiempo que ya estoymás pallá que las antillas.No veo ni con lentillas,y el corazón va a su bola.De los mareos que tengo,parezco una pirindola.

Ya no saben qué tocarme,ni que pastillas mandarme.(x2)Estoy cansao, estoy empanao,dejad ya de marearme.(x2)

Dicen que debo acatarla voluntad del Altísimo,pero aquí abajo ya estoy

Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016 227

cartapacio

227

que todo me importa un pito.Quieren abrirme otra vezdel ombligo para arriba,¿qué están buscando? ¿Tocinoo la lámpara de Aladino?

Vive tu vida en corduracomo te aparezca a ti,pero déjame la míacuando ponerle su fin.Van a matarme a disgustos,yo quiero morir en paz.En mi casa y en mi camacon mi gente y mi pijama.

Porque mi vida se acaba,dejadme morir en paz.(x2)Defiendo mi muerte en paz.(x2)Porque mi vida se acaba,que sea con dignidad.

isabEL, que no cantaba, interrumpe la fiesta. Las demás se quejan, y la llaman amuermada, pero se acaban callando.

isabEL.– ¡Pero bueno! ¡¿Qué juerga es esta?! Menos cachondeo, que este tema es muy serio. Que esto no es de chufla. Tranquilidad, porque nuestro objetivos como ciudadanas, cuando no tenemos respuesta de quienes nos gobiernan, es organizarnos para transmitir a la sociedad la necesidad de evitar el sufrimiento que muchísimas personas pade-cen y denunciar el desdén y la agresividad con el que somos tratadas por quienes no piensan como nosotras.

Pero no podemos quedarnos aquí. Tenemos que hacer un llama-miento a nuestros representantes en el Parlamento porque, hasta hoy, ningún partido político ha afrontado con valentía la defensa de una ley que nos proporcione una muerte digna. Regularon nuestros dere-chos al nacer, pero se olvidaron de nuestros derechos al morir.

228Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016

Libres hasta el final

228

Y al Gobierno de la nación le exigimos, de una vez por todas, elabore una Ley de Eutanasia que nos ofrezca libertad de decisión al final de nuestra vida y proteja al enfermo, familiares y personal sanitario.

isabEL regresa junto al grupo que, colocado detrás en semicírculo, espera que llegue para comenzar a cantar. Todas juntas incitan al público. El público canta.

Toda/os.– Libres, libres, libres hasta el final.Libres, libres, libres hasta el final.Libres, libres, libres hasta el final.Libres, libres, libres hasta el final.Hasta el final. Hasta el finalsiendo libres. Libres.Hasta el final. Hasta el finalsiendo libres. Libres.Libres, libres, libres hasta el final.Libres, libres, libres hasta el final.

Acotaciones, 37, julio-diciembre 2016 229

cartapacio

229

Una imagen de la obra: https://www.youtube.com/watch?v=c6lC4ciT2RA