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EL VOC BUL RIO DE L SED EN EL
DI LECTO MURCI NO
Semasiologa y Onomasiologa)
POR
JOS MUOZ OARRieS
CONTENIDO DEL TRABAJO
0. Introduccin.
1. Vo cabu lario alfabtico.
II. Semasiologa.
0. Introduccin.
1. La m ore ra.
a Variedades del rbol.
b Ciclo vita l.
c Acciones hu m anas sobre ella .
2. Descripcin del gu san o de seda.
a Tipos de gu sano s.
b Elem entos de su anatom a.
3 .
Ciclo vital del gu san o.
4.
Enferm edades del animal.
5.
Re sulta do s finales del pro ceso de crian za del gu san o de seda .
III.
Onomasiologa.
0. Introduccin.
1.
Voces especficamente sederas.
2. Voces pro ced en tes del cam po lxico de la zoolog a.
a M ediante especializaciones.
b M ediante mo vimiento s traslaticios del s ignificado.
c El caso especial de palom a.
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J OS
MU OZ G A RRI G OS
3 .
Voces proc ede ntes del campo lxico de la agricultura.
a) En sentid o rec to.
b) En se ntid o figurado.
4. Voces relacionada s con el hogar . El hom bre y su en torn o) .
a) Acciones y objetos com unes.
b) Voces que se han especializa do en el rea lxica de la seda.
5. Voc abular io descript ivo.
6. Lxico de la valora cin.
7. O tras proce denc ias.
8. P rocesos anton om sticos.
IV. Conclusiones.
0. INTRODUCCIN
La crianza del gusano de seda ofrece al huertano de la cuenca del
Segura un no desdeable complemento econmico, desde prct icamente
los tiempos de la dominacin rabe; bien que con una serie de altibajos
en su importancia, cabe decir , pues, que ha sido y es una act ividad
tradicional , 1) . Ju nto a esta clasificacin, directam ente em anad a de los
datos de experiencia, es absolutamente necesario establecer otras, si no
queremos correr el albur de una comprensin parcial de las coordenadas
que siguen los contenidos del rea lxica que nos ocupa. En primer lugar
hay que tener en cuenta que nos vamos a encontrar con una act ividad
planteada inequvocamente hacia la obtencin de un beneficio econmico,
el cual slo puede ser conseguido a travs de la exacta conjuncin entre
las act ividades del hombre y del animal que produce la seda; esta armo-
na entre ambos elementos es tanto ms dif ci l cuanto que la mayor
parte de las tareas real izadas por el hombre slo indirectamente ejercen
su influencia sobre el xito final del proceso: lo pueden favorecer o em-
pecer , pero muy pocas acciones suyas pueden considerarse defini t ivas.
Estas aportaciones del hombre sobre el proceso de produccin t ienen un
marcado mat iz ar tesanal , son manuales y requieren una tcnica muy
concreta que ha ido per feccionndose paula t inamente teniendo s iempre
puesta la mirada en una mayor rentabil idad. Esto nos introduce de l leno
en otro eje ordenador de los contenidos semnticos, y que simultneamen-
te caracter iza de modo global el vocabular io como tcnico; ante el hecho
1) Para la historia, vicisitudes y porm enores de esta fuente de ingresos en la
ciudad de Murcia, que en este aspecto puede servir de paradigma de lo acontecido en
el resto de la zona, se puede acudir al estudio de Pedro Olivares: l cultivo y la
industria de la seda en Murcia en el siglo XVIII Murcia, 1976.
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8 JOS M U OZ GARRIOS
cualquier planteamiento basado en la dicotoma cronolgica. Este modo
de recopilacin del caudal lxico objeto de nuestro estudio incide, adems,
en las actuales directrices de la dialectologa, por cuanto es partcipe de
las tcnicas y metodologa de los atlas l ingsticos y de las monogra
fas,
ms o menos intuitivas o ajustadas al conocimiento directo de los
hech os, citad as en la no ta 2, 7).
En lo que se refiere a la extensin geogrfica en que se registran estas
voces ,
es necesario precisar que la actividad sedera no aparece a todo
lo largo de la cuenca del Segura, sino casi exclusivamente en las zonas
de la huerta de Murcia y Orihuela, en razn de ello los materiales direc
tamente recogidos por nosotros proceden de puntos de estas comarcas,
autnticos enclaves sederos, habiendo aceptado los procedentes de los
citados repertorios a t tulo de complementos, bien que indispensables,
dado que omiten, salvo el de Guillen Garca, y algo el de Garca Soriano,
toda referencia a lugares o zonas, pudindoseles otorgar, en consecuen
cia, el carcter de cosecha monogrfica de materiales, no en el aspecto
geogrfico sino slo en lo referente al rea lxica estudiada, aunque algu
nos formen parte de una ordenacin ms ambiciosa; de esta manera
podemos obtener el necesario complemento monogrfico, geogrficamente
restringido, a la zona del Sureste peninsular en la que venimos realizando
las encuestas correspondientes al Atlas Lingstico de Espaa y Portu
gal, 8). Con esta forma de reunir los ma teriales par a nuestro estudio
parece que tambin hemos podido obviar algunas de las dif icultades y
limitaciones denunciadas por Gregorio Salvador a los mtodos de encues
ta dialectal, si con sus resultados se pretende estudiar el significado, ya
que todos los vocabularios util izados fueron elaborados a partir de pala
bras que llegaban a sus recopiladores, ya por va oral, ya escrita, y cuyo
significado desc ribiero n, 9).
Despus de las investigaciones de Gregorio Salvador sobre el habla
de Cllar-Baza, 10), no pare ce que sea estrict am ente ne cesario plan tear
se el problema de la posicin del investigador respecto de los materiales
7) Cfr s . adem s MANUEL ALVAR:
Estructwalismo, geografa lingstiq.a y dialec
tologa
actual, Madrid, 1968, pgs. 166 y ss.
8) A es te respecto conviene reprodu cir las pala bras de Jul io Fern nd ez Sevi lla en
tomo a la repar t ic in espacia l que debe subyacer a la metodologa entre a t las l ings
t ico y monografa d ia lec ta l : El a t las l ings t ico de un dominio dado debe recoger
aquel lo que es com n a ese dominio , de jando para las correspo ndien tes mo nografas
lo que es privativo de una zona reducida; op. cit . , pg. 8.
9) Cfrs. GREGORIO SALVADOR:
Estudio del campo semntico Arar en Andaluca.
Archivum, XV, Oviedo, 1965, pgs . 73-111, especia lmente la 80.
10) GREGORIO SALV ADOR: El haba de
Cllar-Baza. (Contribucin al estudio de la
frontera del andaluz). R. F. E.,
XLI, 1957, pgs. 161-252, y XLII, 1958-9, pgs. 37-89.
El
habla de Cllar-Baza. Vocabu lario. R. D. T.
R, X IV , 1958, p gs . 223-267.
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l ingsticos que va a estudiar, especialmente en orden a lo que el dialec-
tlogo puede saber sobre ese dialecto, con anterioridad a su trabajo, por
haber estado en contacto vital con l, e incluso haberlo util izado. Este
podra ser nuestro caso si no fuera porque tratndose de un lxico estric
tamente tcnico y especializado, tal y como apuntbamos arriba, la super
ficialidad de los conocimientos previos que, ya no slo quien esto escribe,
sino tambin cualquier persona que no se haya dedicado a esta actividad,
o la haya vivido muy de cerca, hacen vlido el sentir expresado por
Rafael Lapesa acerca del distanciamiento del fillogo respecto de la lengua
que se estudia, dando lugar a una doble perspectiva o medio camino entre
el conocimiento previo o apriorstico, y el nacido como consecuencia direc
ta de la misma investigacin, (11).
Como ya hemos adelantado en el t tulo, tenemos la intencin de
emplear una doble metodologa en el estudio de esta parcela del vocabu
lario;
el aspecto semasiolgico lo ofrecemos, a su vez, en un doble plan
teamiento: 1) una ordenacin alfabtica de las voces, acompaadas de
su definicin (en este sentido hemos de advertir que, en las voces toma
das de los repertorios lxicos arriba citados, hemos respetado al mximo
las definiciones ofrecidas por sus autores, siempre y cuando su sentido
quedara suf ic ientemente aclarado para e l lec tor actual no especia l is ta) ;
2) partiendo de aqu se realiza la tarea de establecer los campos semasio
lgicos que se integran en el rea estudiada. Este proceso, l levado a cabo
mediante la bsqueda contras t iva de una ser ie de e lementos comunes
a varias voces, (12), agota las posibilidades semasiolgicas, pero nos abre
el camino de las onomasiolgicas, por cuanto, aceptando con Gregorio
Salvador que las formas del contenido lxico son aislables y pueden ser
objeto independiente de estudio, (13), y que con la posibilidad de estudiar
su origen es factible localizar algunos lexemas en otras reas lxicas, (14),
podemos conseguir el marco adecuado para el estudio de un vocabulario
que, como hemos repet ido ya anter iormente , t iene un carcter eminente
mente tcnico, siguiendo el supuesto de Baldinger segn el cual cette
limitation de la signification due k l emploi du m ot da ns u ne situation
(11) El texto de Rafael Lapesa hace alusin expresa al distanciam iento cronol
gico,
pero creemos que es igualmente vlido para la relacin espacial. Cfrs. RAFAEL
LAPESA: Ideas y palabras: Del vocabulario de la ilustracin al de los primeros libe
rales. Asciepio. Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina y Antropologa
Mdica, Vols. XVIII-XIX, 1966-7. pgs. 189-218, especialmente la 189.
(12) Et ce element X, nous le reconnaissons seulem ent si nous examinon s les
attestations... dans leurs rapport avec la structure totale du champ smasiologlque.
(KuRT BALDINGER: Smasiologie et onomasiologie.
Revue de Linguistique Romane
28,
Pars, 1964, pgs. 249-272, la cita en la pg. 256).
(13) GREGORIO SALVADOR: Ar t. cit., pg. 90.
(14) GREGORIO SALVADOR: Art. c it., pg. 97.
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JOS M UO Z GARRIOS
par t icul ire , correspond au fait connu du rt rcissement de la signification
lors du passage d un mot de la l angue commune une langue de mtier
ou une terminologa spciale, (15).A tendemos as a uno de los carac
teres
ms
descol lantes ,
por lo
bsico,
de
este conjunto orgnico
de
voces:
la extensin a una actividad muy par t icular y concreta , por medio de
restr icciones de sus contenidos , de voces cuya sus tancia del contenido
las haca encuadrables en reas lxicas ms generales .
As las cosas , al afirmar con Baldinger la impor tancia que, para los
estudios lxicos, t iene el es tablecimiento de los campos semasiolgicos,
1 6 ) , no prescindimos tampoco de la tesis de Feller, segn la cual le
problme est double: il faudrait part ir du mot pour about i r
la pense
smant ique) , et par t i r de la pense pour about i r aux mo ts onomasiolo-
gie),
(17).
Este lt imo p roceso viene
muy
ligado
al
desarrollo histrico
de la palabra en cues t in, y engloba toda una serie de mecanismos lgico-
semnt icos en vi r tud de los cuales el hab lan te ha pues to en relacin la
idea o el concepto que t iene necesidad de comunicar con una forma
lingst ica casi s iempre pre-existente en otras reas lxicas; esos signi
f icantes preexistentes, con la adicin del g rupo de voces especficas, van
formando el corpus lxico, conforme a unas directr ices cuya impor
tancia ya fue r esa l t ada por Cassirer , al t iempo que p ropugnaba una clara
metodologa de inves t igacin: para com prender el lenguaje no hay que
detenerse en susformas , s ino buscar la leyin te rnade suformacin,(18),
y
ms
ade lan te :
No se
puede
ms que
p robar
a
subir,
por una
conclusin
regresiva,
de lo
formado
al
principio formador,
de la
forma formato
a la
forma formans
(19).
Este
es,
r ea lmente ,
el
proceso
que
nosotros deseamos conocer ,
con
inters preferente ,
por
cuanto
l nos va a
permit i r
el
descubr imiento
del hombre
que lo
llev
a
cabo; pero
si
esto
es
posible
lo es
solamente
en vir tud
de que nos
hemos s i tuado
en una
perspect iva pancrnica,
ya
desde
el
principio,
y de que ya se ha
t rascendido
la
pura es t ructura l ings
t ica,
con lo
cual creemos haber salvado
los
escollos denunciados
por
Rafael
Lapesa
al
escribir : Aun admitiendo
que la
mental idad
de los
hablantes
determine
su
lengua,
la
afirmacin recproca
no
s iempre resul ta verda
dera, como
ha
hecho notar Terracini ,
no
s iempre vale tomar
la
es t ruc
tura
de una
lengua dada como pun to
de
par t ida para deducir
la
menta-
(15) KuRT BALDINGER: Art. cit., pg. 257.
(16) KuRT BALDINGER: Art. cit., pg. 255.
(17) Apud K U R T B A L D I N G E R : Art. cit. pg. 272.
1 8) E. CASSIRER: El lenguaje y la creacin delm u n d o de los obje tos. Traduccin
de Manuel Muoz Corts .Escor ia / , Madrid , 1947, pgs . 231-263,la c i taen lapg 235.
(19) E.
C A S S I R E R :
Art. cit., pg. 236.
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E L VOCABULARIO DE LA SEDA EN EL DIALECTO MURCIANO H
l idad de quienes la hablan en un momento concreto, porque en la lengua
se conservan huel las de formas mentales anter iores, (20) . Nos aproxi
mamos, de es ta manera , a un concepto metal ings t ico muy ant iguo, pero
todava hoy aprovechable, y por ende digno de ser revitalizado, espe
cialmente si no queremos caer en la deshumanizacin de la lengua: aludi
mos a la forma interior del lenguaje, entendida no al viejo modo romn
tico de abstraccin punto menos que inaprehensible, sino con las formu
laciones exactas de R. Lapesa y G. Mounin, (21). La validez cientfica de
este planteamiento creemos que puede residir en esa conexin que esta
blece entre la lengua y su creador el hombre, relacin que es la gran
ausente en las metodologas lingsticas desde el estructuralismo ac, y
que hace que sea feliz realidad el axioma de A. Alonso segn el cual una
palabra nunca significa escuetamente su objeto; siempre la tensin vital
entre el sujeto y el objeto, (22); esa tensin fue ya descrita por E. Cassi-
rer como un proceso continuo de formacin a nivel individual, (23), poco
despus de habernos dado la medida exacta de las posibilidades e impor
tancia de esta metodologa, (24).
Todo lo anter iormente dicho, expuesto , y creemos que demostrado,
se refiere a la l ingstica en general, es preciso ahora que nos constria
mos a los estudios dialectales en particular; debemos empezar diciendo
que desde que Amado Alonso utilizara un rea lxica hispanoamericana
para la formulacin de su postura acerca de la forma interior nadie
ha vuelto sobre la cuestin, relegando todas las posibilidades que esta
metodologa encierra para el estudio de los dialectos a un ms que injusto
olvido. No por ello se puede decir que la dialectologa no haya avanzado
en este perodo de tiempo, pero s es cierto que solamente ha perfeccio-
(20)
RAFAEL LAPESA:
Evolucin sintctica y forma lingstica interior en espaol.
Actasdel XI Congreso Internacional de Lingstica y Filologa Romdnica. Vol. I, Madrid,
1968, pg. 134.
(21) La forma interior no es el contenido psquico, sino la conformacin psquica
del contenido, correspondiente a cada construccin con estructura propia. (Rafael
Lapesa: Art. cit., pg. 139).
Cfrs. asimismo la pg. 137, a propsito de la actualizacin del concepto que
nos ocupa.
Todo sistema lingstico encierra un anlisis del mundo interior que le es propio
y que se diferencia del de otras lenguas o de otras etapas de la misma lengua.
(Georges Mounin: Los
problemas tericos de la traduccin
Madrid, 1971, pg. 60).
(22)
AMADO ALONSO:
Americanismo en la forma interior del lenguaje, en Estudios
lingsticos.
Temas hispanoamericanos
2. ed., Madrid, 1961, pg . 63.
(23) Pues la lengua no es jam s transm itida como un ejemplo de propiedad
absoluta, sino que su aproximacin efectiva exige siempre todas las fuerzas del indi
viduo. El lenguaje humano no se adquiere nunca por simple imitacin, sino que
debe,
en cada caso individual, ser conquistado de nuevo y de nuevo formarse (E. Cassi-
rer: Art. cit., pg. 251).
(24) ...Reclama, por el contrario, una interpretacin y un anlisis que muestren
que cada lengua particular contribuye a la formacin de la representacin objetiva y
cmo procede a esa formacin. (E. Cassirer: Art. cit., pg. 234).
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JOS MUOZ GARRIOS
nadoy am pl iadosusmtodosde recogida, descripciny anlisisde hechos
lingst icos, pero no ha l legado a traspasar esos l mites en busca de su
ms n t ima razn de ser, pese a que, insist imos de nuevo, A. Alonso
haba esbozado
una
esplndida senda
que, al
menos
en lo
lxico, vala
la pena explorar ; las siguientes palabras del mae st ro h ispanoargent ino
han pasadopor losojosde loses tudiosos sinenc ontr ar recipiendario: Con
qu
cmo
peculiar
han
cumplido
esa
acomodacin,
y que no se
t ra ta
de
un puro reajuste del idioma a un nuevo orden de cosas impuesto ntegra-
mente desde fuera, sino que el nuevo orden. . . ha sido creado por ellos,
demandado
por sus
nuevos cent ros
de
inters vi tal,
25).
Algn t iempo,
despus R. Lapesa escr iba palabra3 parecidas y obtena similares resul-
t ados;
decididamente la dialectologa estaba convencida de que el viejo
concepto de forma inter ior en nada poda ser le t i l ; quizs el olvido
general
de que era
objeto, debido
a sus
iniciales planteamientos excesiva-
mente individualistas, y la tcnica est ructural que no trasciende en su
anlisisde lopur am ente l ingstico, seanlacausadeesta postergacin , 26) .
Todava es posible la aplicacin de esta tcnica a niveles ms con-
cretos;por lo que a nuest ros propsi tos respecta hemos de resal tar que
la perspectiva pancrnica, a la que ya hemos aludido en varias ocasiones,
faci l i ta grandemente
el
aden t r amien to
en el
proceso creat ivo
que da
como
resul tado el rea lxica quepre tendem os estudiar , segn parece despren-
derse de las siguientes l neas de Am ado Alonso: Procediendo con su
inters vi tal ,
conl s
experienci s cumu l d s gener cin tr s gener cin
ycon las fantasas y apet i tos que en esa organizacin interna del idioma
hallan su expresin colect iva, 27). Lo incompleto de los p lanteamien-
tos lgicos para analizar estos signos,que implicanuna no pequea dosis
de juicios de valor, no olvidemos lo que decamos al principio acerca
del matiz econmicode la act ividad sedera, de fantasa y de afectividad,
segn veremos despus al anal izar el proceso onomasiolgico, lo afirm
y a A. Alonso en el trabajo ci tado repetidas veces, 28), y sus palabras
25)
AMADO ALONSO:
Art. cit., pg. 71.
26) Esta cuad rcula
de
conceptos dirigentes,
de
intuiciones
y
valores, privativa
de cada lengua, representa
un
modo especial
de ver,
imaginar, sentir
y
clasificar
las
ideas
y las
cosas.
Art. cit., pg. 133).
27) AMADO ALONSO: Art. cit., pg. 63. El subrayado es nuestro.
28) Es os... conceptos
no
implican meros juicios
de
conocimiento,
son
juicios
de
valor.
Pg. 69).
Adems
de esa
guiada econmica,
el
paisano tiene para
los
animales... largas
miradas fantasfsticas, humorsticas, afectivas, estticas.
Pg. 75).
Las representaciones
de la
fantasa tienen como
un
esqueleto intelectual,
y los
conceptos
se
refuerzan
y se
cumplen gracias
a
representaciones
de la
fantasa,
siquiera sean fragmentarias y genricas. Pg. 76).
Los trminos...
no
implican meros juicios lgicos;
son
tambin juicios
de
valor;
pero
no
slo
de
valor econmico..., sino tambin
de
valor afectivo.
Pg. 77).
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E L VOCABULARIO DE LA SEDA E N E L DIALECTO MURCIANO 13
tendran plena y validez y perfecta vigencia si las refirisemos al vocabu-
lario que vamos a estudiar.
Queremos cerrar esta introduccin metodolgica con las palabras con
que, posiblemente, debimos abrirla , pero slo ahora, cuando ya sabemos
lo que vamos a hacer y por qu, cobran toda su fuerza y adquieren su
mximo sentido: Algo de la historia ntima de un pueblo se puede ras-
trear en la historia de su lengua. Algo que medio nos descubra sus anhe-
los, sus luchas, sus fantasas, sus prejuicios, sus hitos, sus temores hechos
forma en el lenguaje, 29). Ese algo quizs nos pueda explicar tambin
por qu un recio hombre de nuestra huerta se emociona al hablar del
gusano de seda y vibra profundamente cuando narra al investigador las
faenas precisas para su crianza; por qu, en definit iva, lo siente como
algo suyo.
I. VOCABULARIO *)
* )
NOTA
AL
VOCABULARIO.Con respecto
al D. R. A. E.,
sealamos
con un
asterisco
si se registra la entrada aun cuando no lo sea con el mismo contenido; con dos,
si la entrada no aparece prescindiendo de mutaciones fonticas; se incluye la indi-
cacin de murcianismo M u r e ) , cuando asi lo liace el diccionario acadmico
y no indicamos nada si la entrada y el contenido vienen registrados en el D. R. A. E.
ABOCHORNARSE*.Enfermar
las larv as de sed a por exce so de calor.
ABORRONARS E*. Enfermar las larvas del conducto de salida de la seda,
de tal forma que, aun teniendo sedal, no llegan a hilar.
ALMENDRA M ure.) .r Capullo de seda de un solo gusa no y de la m ejor
calidad.
AMORTIGUADA*.Dcese de la hoja de morera que se ha cogido de un
da para otro, y que ha perdido su lozana.
ANDANA.Cada uno de los caizos sobrepuestos en forma de estantera ,
que se uti l izan para la cra del gusano de seda.
AN ILLO. Cada
uno de los msculos que conforman el cuerpo del gusano
de seda.
ARAIS ** . Enfermedad , sin causa conocida, que suele presentarse en los
gusanos de seda.
ASOLEARSE.1) Vid. Abochornarse. 2)* Quedarse el gusano de seda
bajo las hojas del lecho.
ATACADO*.Dcese del gusano de seda que no puede desechar la piel
mudada tras las dormidas, y queda aprisionado en ella.
29 ) A M A D O A L O N S O : Art. cit., pg.
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4 JoSE
MUO Z G RRIOS
AVIVADOR
Mure).Papel agujereado que se pone sobre la simiente de
seda para que se suban los gusanos que se han avivado.
AVIVAR .1 Nacer
el
gusano
de
seda.
2)*
Poner
la
simiente
del
gusano
de seda
al
calor para
que
nazca
la
larva.
BAJOCA
Mure).Gusano de seda que,despus de muerto, se pone rgido
y tieso como
la
vaina
de una
judia.
BERRENDO Mure).Dfcese del gusano de seda que tiene el color more
no ,
y del que
contrae cierta enfermedad
que le
hace tomar este color.
BO JA* .To t a l i d a d del
embojo.
BORDE* .Ca a delgada con la que se orillan los zarzos para que no
caigan
al
suelo
los
gusanos.
BORDO * .V i d .
Borde.
BORRONICO DEH O J A * * . H o ja de morera recin nacida y muy tierna que
se pone
a las
larvas
de
seda como alimento cuando
son
pequeas.
CAARSO**.^Gusano deseda muypequeoy muyvoraz quehila muybien.
CAGARRUTA* .Exc r eme n t o del gusano de seda.
CAHARZO .Sed a
que
deja
el
gusano
en la
boja antes
de
hacer
el
capullo.
C A J A * . V i d . Cauza.
CALABRES* .D ce s e delcapullo de seda de color muyencendido.
CAMISA.^Piel
que
deja
el
gusano
de
seda tras
las
dormidas,
o la
cris
lida
al
salir
del
capullo.
MUDAR
LA
CAM ISA:
Mudar la piel losgusanos de seda.
CANTO
DELAHOJA*.Dfcese del que se entona durante la recoleccin de
las hojas de morera.
CANTOS ,
recoger los**.^Poner el primer embojo en los zarzos.
CANUTE
Mure).
Larva de seda que ha enfermado por exceso de calor,
normalmente despus de recordar, quedndole la piel extendida y
lustrosa,
y
muriendo poco despus.
CANZA * * .V i d .
Cauza.
CANUTE Mure).Vid. Canute.
CAUTO
Mure).
Vid. Canute.
CAP I L LO .Ca p u l l o de seda.
CAPULLO .En v o l t u r a de seda en la que se encierra, hilando su baba, el
gusano de seda.
CARA recordada, tener la*.Haber perdido
el
gusano
de
seda
el
casca-
roncillo, despus de recordar.
CASA* .Capu l l o de seda.
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E L VOCABULARIOD LA SED EN EL DI LECTO MURCIANO 5
CASCARA Mure).
Capullo
de
seda
del que se
saca
el
gusano muerto para
hacer
el
filadiz.
C A S C A R O N C I L L O . C a s c a r i l l a
de la
cabeza
del
gusano
de
seda cuando
se
le
cae.
C A S E T A . E s p a c i o que
queda entre
dos
bloques
de
embojo.
C A S I T A . V i d .
Caseta.
CA U ZA
Mure).Cestillo
de
esparto
en el que se
aviva
la
simiente
del gusano
de
seda.
C E B A R . E s p a r c i r la
hoja
de
morera sobre
los
gusanos
de
seda para
alimentarlos.
C E B O . H o j a de
morera
que se da
como alimento
a los
gusanos
de
seda.
C O L G A D O . D c e s e
del
gusano
de
seda
que se
sube
al
embojo
y no
hila
por
haber quedado clavado
en
alguna pincha,
o
haber muerto
de
enfermedad.
C O R A Z N . P a r t e
interior
del
capullo
de
seda.
C R E S A . P o s t u r a de
huevos
que
hacen
las
palomas
de
seda.
C R U Z A R . P o n e r el
primer embojo
en los
zarzos.
C H A P A . E s p e c i e de
capullo
con muy
poca seda
y muy
floja,
de
forma
generalmente extendida,
que
fabrica
el
gusano bajo
el
lecho,
y que
suele contener muerta
la
crislida.
D E S C A B E Z A R . R o m p e r el
gusano
de
seda, cuando nace,
la
cascarilla
de
la simiente.
DSETVIBOJADERA.Vid. Desembojadora.
D E S E M B O J A D O R A . O p e r a r l aque
entresaca
el
capullo
de
seda
del
embojo.
D E S E M B O J A R . Q u i t a r el
capullo
de
seda
del
embojo.
D E S E M B O J O . A c c i n
de desembojar.
D E S L E C H A R
Mure).Quitar
el
lecho.
D E S L E C H O
Mure).
Accin
de
deslechar.
D E S N U D O . D c e s e del
gusano
que
despus
de
haberse despojado
de la
ltima piel, fuera
o
dentro
del
capullo,
que
deja abierto
por una
punta,
se sale
de l y
queda hecho ninfa entre
el
lecho,
o
debajo
del
embojo.
D O R M I D A . L e t a r g o del
gusano
de
seda.
D O R M I R . ^ A l e t a r g a r s e
el
gusano
de
seda.
DE
LAUNA,DE LAS D O S , DE LAS T R E S
O
DE LASCU A TRO :
Referencia
a
cada
una de las
ocasiones
en que el
gusano
se
aletarga antes
de
hacer
el
capullo.
E M B O J A R . P o n e r
el
embojo
en los
zarzos.
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12/42
6 JOS MU OZ GARRIGOS
E M B O J O . C o n j u n t o de matas y leas f inas que se ponen en los zarzos
para que los gusanos se suban a l a hacer el capul lo .
E MPA R E JA R * .^ Procu ra r
igualar e l desarro l lo de los gusanos , median te la
adecuada dis t r ibucin de los cebos.
E N C A S I L L A R * . P o n e r el primer embojo en los zarzos.
ENRAIGONAR Mure . ) .Embo jar con r a igones o a t ochas .
E S M U I R Mure). C orrer la ma no por las ram as de la m o rera para co ger
sus ho jas .
ESTACI N . Tiempo que t ranscurre en t re dos dormidas del gusano de
seda.
F L A U T O Mure).Vid. Pi to .
F R A I L E
Mure).
Par te super ior del embojo.
F R E Z A . T i e m p o en que el gusano de seda es t comiendo, desde que
recuerda de una dormida has ta la s iguien te .
G A R R O F E T A * . G u s a n o
de seda que queda r gido t ras la l t ima dormida,
y muere poco despus .
GAVETA
Mure). A nillo de hier ro , o lazo de cuerda, que se pon e en la
pared de la casa para asegurar los zarzos.
GORRN. D cese del gusano de seda que se ar ruga y queda pequeo,
inu t i l izndose para hi lar .
G R A N I T O M ure) . Hu eveci l lo de l que nace e l gusan o de seda .
G U S A N O * . P o r
an tonomasia, e l de seda.
H ILA DO R * .D ces e
del gusano de seda que hace normalmente su capul lo .
H I L A R . F o r m a r
capul lo el gusano de seda.
H O J A * . P o r an tonomasia, la de la morera que se da como al imento al
gusano de seda.
P E L A R H O J A : Arrancar la ho ja de la morera para dar la como al i -
men to a l gusano de seda .
HORADADO.Dcese
del capul lo de seda agujereado por los lados .
J A R C I A * . C o n j u n t o formado por los zarzos y los dems u tens i l ios que
se emplean en la cr ianza del gusano de seda.
J U D A S . V i d . Colgado
JUGADA D E C A N U T E S * . C o n j u nto muy numeroso de canu t es .
LANDREADO** .Dcese
del gusano que se vaca y extena al hacer el
capul lo , que puede resu l tar de gran cal idad y abundancia de seda, o por
el con t rar io chapa.
L E C H O * . C o n j u n t o de ho ja de morera seca y excrementos de los gusa-
nos de seda que se amontonan en los zarzos.
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E L VOCABULARIO DE LA SEDA EN EL DIALECTO MURCIANO 17
LA.Cuerda trenzada de esparto curado y picado con que se sujetan
los zarzos a las andanas.
L IS T A
DE
HOJAS*.Montonci to
de hoja de nvorera que se pone al pie de
los pilares que sujetan los zarzos, a todo lo largo de las andanas,
para que los gusanos que se caen de lo alto den en blando y no se
revienten.
LUCIO*.Vid. Canute.
MEONA*.Gusano
de seda que se revienta y vaca por el ano.
MONA M ure) . G usan o de seda que se queda blanco y rg ido t ras las
dormidas, careciendo de seda.
MONA CL ARA* * : Vid. Mona.
MONA COLORADA**:
Gusano de seda afectado por una enfermedad,
de origen desconocido, que lo deja de color rojizo y muere bajo
el lecho.
MONJA*.Vid.
Fraile.
M O R E R A .
CAS TE L L ANA* : En la provincia de Alicante, macocana.
CRI S TI ANA* : Vid. Fina Mollar.
D E DOA LUC A: Variedad de hoja menos lozana que la macocana
poco frecuente en la zona estudiada.
DURA: Vid. Fuerte.
FINA CRISTIANA*: Vid. Fina Mollar.
F I NA MOL L AR* : Variedad de morera de hoja muy blanda y fina; es
la mejor para el gusano de seda.
F U E R T E * : Variedad de morera de la cual se sacan los injertos de
las primeras hojas del vastago; su hoja es particularmente difcil
de coger.
MACOCANA**: Variedad de morera de hoja muy abundante y basta;
es la peor para el gusano de seda, y su recoleccin dificultosa.
M O L L A R * :
Variedad de morera de hoja muy fina y liviana, de
abundante savia.
N A T U R A L * : Dcese de la morera que no est injertada.
PUNTA DE LANZA*: Dcese de la morera que se injerta con la s lti-
mas hojas del vastago, y se conoce en que tiene sus hojas ms
puntiagudas que las dems variedades.
VAL E NCI ANA* : En la provincia de Murcia, macocana.
MORTAJA*.Ultimo
embojo que se pone sobre los zarzos a fin de
que hilen los gusanos de seda ms rezagados.
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JOS MUOZ G RRIGOS
MUDA*.^Accin
de
mudar .
M U D A R* . Lim p ia r el lecho a losg u sa n o s de seda.
N E G R O * . V i d .
Caarso
N I N F A . G u s a n o
de
seda cuando est convi r t i ndose
en
cr isl ida dentro
del capullo.
OCAL.Dfcese
del
cap ul lo
de
seda formado
por dos o ms
gusanos jun tos .
OVARSE*.Ponerse de
color blanco
la
s imiente
del
g u sa n o
de
seda,
cuando est a p u n t o de n a c e r Ja larva.
PA LO M A *. M a r i posa
de la
seda.
PANECITO*.Conjunto
de
gusanos rec in avivados
que se
colocan sobre
un pape l an tes de poner los en las andanas .
PARADA*.^Parte
del
embojo
que
a t rav iesa todo
el
zarzo.
PA RET N * . Pa r t e del
embojo
que se
apoya
en la
pa red .
PASEANTE*.Gusano de
seda
que
en fe rma
y
deja
de
comer , movindose
c o n t i n u a m e n t e
por los
zarzos.
P E D I R B R O Z A * . D a r
mues t r as
los
g u sa n o s
de
quere r empezar
a
hi lar
el
capul lo .
P E Q U I C A * . M a n c h a oscura que t i enen los g u sa n o s de seda en el hoc ico
mient ras es tn a le targados .
PESC A R* . C oge r
y
sepa ra r
los
gusanos
de
seda sapos para ext raer les
la hijuela.
PiLARiLLO.Varas
o
caas, ver t i ca lmente colocadas,
a las que se
a tan
los zarzos de las andanas .
P I N T A D E C E B O * . P e qu e a
can t i dad
de
hoja
de
morera
que se
esparce sobre
los gusanos
de
seda para poder qui tar les
el
lecho.
P I T O
M u r e ) . C a p u l l o
de
seda abier to
por una
pun ta .
P L A N T A R A H E C H O * . H a c e r banca les de morera .
P L A N T N B O R D E * . M o r e r a sin injertar.
REB O JA R** . V olve r
a
poner embojo pa ra
que
hilen
los
gusanos
de
seda rezagados .
R E B O L O T N * * . V i d . Rebrotn
REB RO T N ** . Se gundo
brote
de las
moreras .
RECOGIDO*.Dcese
del
g u sa n o
de
seda
que se
r ezaga mucho
al
hilar,
man ten i ndo lo a l imen tado
en un
r i n cn
del
zarzo.
RECORDAR*.Desper ta r
de los
letargos
los
g u sa n o s
de
seda.
R E T A L E R A * * . M a n t a hecha conre ta les con la que se cubren los zarzos.
REVOLOTEAR.Bati r
las
alas
la
c r i s l ida
del
g u sa n o
de
seda.
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E L
VOC BUL RIO
DE LA
SED
EN EL
DI LECTO MURCI NO
9
R E V O L O T N * * . V id .
Rebrotn.
ROCADOR*.Capu l l o
de
seda agu je reado .
SBANA DE COGER HO JA *. Red
de
e s p a t t o ,
de
f o rm a ova l a d a ,
que se usa
p a r a t r a n s p o r t a r
la
hoja
de
morera desde
el
rbo l has t a
el
l u g a r
en
qu e
se
cr an
los
g u s a n o s
de
seda .
SACADA*.Porcin
de
g u s a n o s
de
seda
que
nacen
al
mismo t i empo .
SACAR
GUSANOS.Avivar
la
simiente
del
gus a no
de
seda .
S A P O * . V i d .
Zapo.
SEDERA.Operar a
que se
dedica
a las
t a r e a s p r op i a s
de la
c r i anza
del
g u s a n o
de
seda .
SEDISTA**.Dlcese
del
g u s a n o
de
seda
del que se
obt iene
un
p t i m o
re-
su l t a d o .
S E P U L C R O * . V i d . Casa.
SiMENTAR*.Poner huevecillos
la
m a r i p o s a
del
g u s a n o
de
seda .
SIMIENTE*.Huevecil los
de
donde nacen
los
g u s a n o s
de
seda .
TROMPETA*.Oca l
que
p resen t a
una
forma s imi la r
a la de
este inst ru-
mento .
ViRAO**.Dlcese
del
gus a no
de
seda
que
t iene
el
cue rpo m o t e a d o
de
manchas negras .
VIRUELA*.Enfermedad
que
deja rgidos
a los
g u s a n o s
de
seda .
VOLOTEAR .Vid.
Revo lo t ea r .
Z A L E F A * * . Z a m a r r a
de
cordero
en la que se
envue lve
la
cauza .
Z A P O
M u r e ) . G u s a n o
de
seda
que
enferma po co a n tes
de
embojar,
pon indose p l i do
y
a r rugado ; t i ene seda , pe ro
no
fue rza suficiente
pa ra h i l a r .
ZARANDA*.Criba g r a nd e ,
con los
a r o s
de
m a d e r a ,
y de
o t r o m a t e r i a l
sin
agu je ros
el
s ue l o ,
en la que se
ponen
los
g u s a n o s
de
s ed a cu a nd o
son
t od a v a pequeos .
ZARCERA*.^Abertura
en la
pa red ex te r i o r
de las
casas pa ra po der m eter
y s a c a r
de
can to
los
za rzos , an tes
y
d e spus
de la
cra
de los
gus a -
no s
de
seda .
ZARZO.Tejido
de
c a a s
en el que se
p o n e n
los
g u s a n o s
de
s ed a p a r a
su cra .
A L T E R O * * : El
s i t u a d o
en la
p a r t e s upe r i o r
de la
a nd a na .
A L Z A R
LOS
ZA RZOS*:
D e s m o n t a r l o s
de las
a nd a na s d espus
de
haber c r i ado
los
g u s a n o s
de
seda .
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E L VOCABULARIO DE LA SEDA EN EL DIALECTO MUR CIANO 21
t ivas,
giran en torno a dos lexemas,
mollar
y
macocana
respect ivamente,
definindose los dems miembros del rea,
Cristina fina cristiana fina m o-
llar
de una parte, y dura,
fuerte castellana y valenciana
de otra, por refe-
rencias muy directas, a veces se trata simplemente de variantes locales, a
los dos lexemas centrales.
El dato lingstico de mayor inters puede ser la constatacin de que
la morera se clasifica en funcin de su hoja, segn los esquemas expues-
tos anteriormente, prescindiendo del siempre secundario aprovechamiento
de que es objeto el tron co y el fruto su mad era slo es utilizada pa ra
algunos elementos del mobil iario ms rstico, mientras que las moras
se le suelen dar a las aves de corral como alimento supletorio, y aunque
a veces las comen las personas, nunca son objeto de transacciones co-
mercia les) .
b)
Ciclo vital del rbol.
En el presente trabajo nos vamos a l imitar
al estudio de aquellas voces que son exclusivas o privativas del cul tivo
de la morera, prescindiendo de todas aquellas otras que pertenecen al
vocabulario agrcola general de la zona; de esta forma creemos no traspa-
sar los l mites del campo lxico que nos hemos propuesto estudiar, para
adentranos en otras zonas col indantes del vocabulario.
De nuevo hay que indicar que es la rentabilidad el principio rector de
los contenidos semnticos de estas voces, siempre desde la perspectiva del
gusano de seda, nica justificacin existente para que se atienda al desa-
rrol lo y cuidado de un rbol cuya abundante sombra es claramente perju-
dicial para los cultivos colindantes, al margen de lo mucho que esquilma
la tierra. La aceptacin de estos inconvenientes, y la posible superacin
con un bien mayor, se patentizan l ingsticamente en el sema de volunta-
riedad que aparece en
plantar a hecho
siendo suficientem ente significativo
el grado cero del antnimo, origen de una laguna en la estructura
conceptual .
Una situacin estructural muy similar presenta la lexa compleja
plantn borde
pues carece tambin de antnimo en este campo lxico de
la seda, aun cuando exista en el vocabulario agrcola general ; en esta
ocasin el trmino que se destaca es el no marcado de la oposicin
borde/injerto.
De esta forma observa mos cmo en la estr uct ura lj iica
del campo se destaca un nuevo elemento en funcin de la util idad poste-
rior, aun cuando el miembro destacado sea, contrariamente a lo que hemos
vsito en
plantar a hecho
el que contiene el sema de la inutil idad cara
al proceso productivo de la seda, dado que la morera ha de ser injertada
de alguna de las variedades ya conocidas, para que sus hojas sirvan de
al imento adecuado al gusano de seda.
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22 JOS MU OZ GARRIGOS
De cuanto l levamos escri to hasta el momento se puede suponer, acer
tadamente, que ha de ser el desarrollo de la hoja, el aspecto lxico ms
importante de todo el ciclo vital del rbol, ya que aquella es el nico ele
mento que desempea una funcin cara al resultado final de la produccin
sedera. En virtud de un proceso antonomst ico, que estudiaremos al hacer
el planteamiento onomasiolgico, con el lexema hoja sin necesidad de
ningn otro t ipo de determinacin, se alude a la de la morera; desde un
punto de vista estructural podramos decir que ocupa la posicin archi-
lexemtica, por cuanto es el trmino genrico que subyace a todas las
dems designaciones, el inespecfico que no presenta ningn sema relativo
a variantes cronolgicas de su desarrollo, pero en el que van enroladas
todas las dems. Am ortiguada borronico de hoja y rebrotn con las que
a t tulo provisional podemos considerar como variantes suyas
rebolotn
y revolotn completan el eje de las designaciones para la hoja de morera;
mientras las dos primeras se ordenan entre las variantes posi t ivamente
valoradas, en el sent ido de ser la hoja que en determinados momentos es
necesario suministrar a los gusanos, la tercera t iene una clara nota de
inutilidad para la crianza del gusano de seda; de alguna manera es el
factor t iempo el que est cambiando en cada una de estas designaciones:
en las dos primeras en funcin del animal que en cada perodo de su vida
necesita una hoja distinta, y en la tercera el de la propia hoja, tarda
mente brotada y por ello intil .
c Acciones humanas. Sin sali m os del re a lxica relativa a la
agricul tura de la morera, vamos a estudiar ahora dos lexas, una simple
y otra compleja, que hacen referencia a la accin que podemos definir
como puente entre lo estrictamente relacionado con el desarrol lo vi tal del
rbol, y la finalidad para la cual se cultiva; nos estamos refiriendo al
hecho de separar la hoja del rbol, contenido semntico de la lexa com
pleja pelar hoja que ocupa una posicin archi lexemtica, o de trmino
genrico para esta accin, respecto de la lexa simple esmuir que aade
al contenido un sema de modalidad, de forma correcta de llevar a cabo la
accin. Parece bastante claro que en esta zona del lxico se da una con
densacin de las si tuaciones anteriores, por cuanto los planteamientos
expu estos en los epgrafes a y b estn orientado s a la consecucin de
este resultado final.
Por la t rascendencia que la vamos a ver adquiri r a part i r de este mo
mento conviene que hagamos alusin aqu a un rasgo que se destaca en
el lexema esmuir se t rata de la habi l idad manual con que es necesario
llevar a cabo la accin, ya que se realiza sin el concurso de ningn instru
mento, para no herirse con las varas del rbol , ni estropear en demasa
las hojas. Este rasgo, cuya existencia constatamos aqu por vez primera.
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EL VOCABULARIO DE LA SEDA EN EL DIALECTO MURCIANO 23
i r hacindose patente, y aun consolidndose, como elemento imprescin-
dible en todas aquellas voces que hacen alusin a las manipulaciones a
que hay que someter al gusano de seda a lo largo de su ciclo vital. De
esta caracterst ica, precisamente, emanar una de las notas defini torias
del cultivo de la seda: su carcter artesanal, cuyo reflejo en el vocabula-
rio va a ser la presencia de este sema como constante en las acciones
a las que aludamos arriba.
Como real idad concomitante a las que acabamos de estudiar, pero
formando una isla dentro de la estructura lxica que nos ocupa, hay que
citar el canto de la hoja, accin que nos sita ya en los mismos lmites
del campo lxico de la seda, lindando ya con el folklore.
Podemos, pues, concluir que el rasgo dominante y caracterst ico de
esta parcela del vocabulario sedero es la orientacin constante hacia ese
nico fin, que es el mejor desarrollo del gusano de seda, lo cual puede
ser suficientemente significativo en una comunidad de economa funda-
mentalmente agrcola como la del sureste peninsular.
2.El segundo campo de significaciones que vamos a analizar es el
relat ivo a las caracterst icas morfolgicas del gusano de seda. No se t rata,
ciertamente, de un nmero amplio de voces las que el huertano emplea
para designar los dist intos elementos de la morfologa del animal, pero,
en su parquedad, es suficientemente significat iva de sus preocupaciones
y de sus intereses la eleccin que hace de los ejes ordenadores de esta
parcela lxica.
Una si tuacin idntica a la que hemos visto en el apartado anterior
para el antonomst ico hoja regis t ramos ahora para gusano no slo en
la antonomasia, sino tambin en ocupar la posicin de archilexema que
agrupa a todas y cada una de las designaciones que hacen referencia a
las variedades del animal. Sin presuponer lo que despus diremos al
hablar del proceso onomasiolgico, haremos mencin de un dicho popu-
lar en el que se puede apreciar con toda ni t idez esta doble antonomasia:
el que tenga gusano que pele hoja en el que, ut i l izando como referente
nociones implicadas en el mundo de la seda, se alude a la necesidad de
que cada cual resuelva los asuntos de su incumbencia.
a Las designaciones de los t ipos de gus ano s de seda no respon den,
en su estructura, al planteamiento de una nomenclatura cient fica, basada
en voces estrictamente tcnicas, al menos en boca de los criadores de
gusanos; los tecnicismos de este campo no van ms al l de los l mites
del personal especial izado, dependiente de las fbricas. El huertano clasi-
fica los gusanos segn nociones que l t iene ms a la vista: la apariencia
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20/42
24 Jos MUOZ GARRIGOS
externa del animal y el mayor o menor rendimiento que obtiene de l .
As, responden a la primera clasificacin citada
virao
y
negro
alusivos
a los matices cromticos del gusano, mientras que el resto de los trmi
nos del rea,
hilador sedista
y
caarso
responden claramente a una pers
pectiva econmica, por cuanto t ienen presente la cal idad del animal para
ofrecer un mayor beneficio. Ambas perspectivas, la apariencia externa y
la mayor utilidad, confluyen en la pareja sinonmica caarso-negro, que
cubre las designaciones con que se conoce a un solo y mismo t ipo de
gusanos. Creemos que es de necesidad resal tar aqu el contraste existente
entre este ltimo eje de designaciones y el grupo de voces que se refieren
a las enfermedades o procesos anormales que sufren las larvas de seda,
y que estudiaremos ms adelante, por cuanto en el que estudiamos ahora
es casi inexistente el anlisis de las razones, limitndose a la exposicin
de los hechos que pudiramos considerar como normales.
b Una estr uct ura muy similar a la que acaba mo s de describir sos
t iene las designaciones relat ivas a las partes o elementos de la anatoma
del animal: una como leve concesin a la experiencia sensorial en anillo
destacando quizs lo ms apreciable de la presencia externa del gusano,
y despus tres voces cuya importancia, ms que en las relaciones entre
ellas,
habida cuenta de que sus diferencias de contenido l ingst ico no
son sino fidelsimo reflejo de diferencias realmente existentes, reside en
que son una prueba evidente de que el huertano abstrae todas aquellas
nociones que carecen de ut i l idad prct ica para l , prescindiendo de el las
en el planteamiento l ingst ico. Estas voces son: camisa cascaroncillo y
pequica; las dos pr imeras aluden a real idades que se presentan en los
momentos ms del icados de la vida de los gusanos, t ras las dormidas
y se ref ieren ambas a la piel mudada, proceso al que conviene estar muy
atento, so slo porque hay que al imentar de nuevo a las larvas, sino tam
bin porque es necesario evitar que se produzcan atacados al no poderse
desprender bien los gusanos de la vieja piel; la diferencia entre
camisa
y
cascaroncillo
es puramente de nomenclatura, al refer irse la pr imera voz
a la piel del cuerpo y la segunda a la de la cabeza. El tercer trmino va
refer ido tambin a una real idad importante en la cr ianza del gusano de
seda: las
dormidas;
a t ravs de esa
pequica
el huertano advier te que la
larva se encuentra en alguno de sus cuatro perodos de letargo, durante
los cuales cesa de comer.
Al terminar el estudio de esta parte de nuestro vocabular io podemos
hablar , como conclusin parcial , de cmo, paralelamente a lo que en el
rea de la agricultura era ordenacin hacia el consumo del producto
por parte del gusano, ahora est la mirada puesta en el rendimiento f inal
de la larva, y en aquellos momentos cruciales para la obtencin de un
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E L VOCABULARIO DE LA SEDA EN EL DIALECTO MURCIAN O 25
mayor beneficio, con el aditamento de algunas nociones basadas en la
experiencia sensorial, de escasa importancia lingstica por haber que-
dado prct icamente a is ladas .
Con este epgrafe terminamos el estudio de dos zonas lmite del
campo lxico de la seda, la primera se aproxima al estrictamente agrcola,
del que quizs pueda considerrsele como integrante, mientras la segun-
da mantiene idnticas distancias con el zoolgico, aunque en ambos casos
es evidente, y en razn de ello se han incorporado aqu las voces anterior-
mente estudiadas, que han sido objeto de abstracciones y reorganizacio-
nes muy concretas para integrarse en este campo lingstico.
El
rea lxica ms importante de cuantas se integran en el campo
conceptual de la seda es, sin lugar a dudas, la que ampara aquellas voces
referentes al ciclo o desarrollo vital del gusano. Esta afirmacin es vlida
incluso desde una perspectiva estrictamente lingstica, por cuanto ocupa
una buena parte de la zona medular de este vocabulario, sin concomitan-
cias o confusiones con campos limtrofes. Por otra parte, no podemos
olvidar que las acciones humanas ms importantes y decisivas se produ-
cen, precisamente, en torno a este ciclo vital de la larva, lo cual supone
que el vocabulario correspondiente a la accin humana tiene tambin
aqu su mayor expresin.
En esta zona lxica el elemento tiempo es el dominante, ya que con
su transcurso se van produciendo las distintas etapas de este ciclo vital,
variando en funcin de ellas los tipos de acciones que el hombre ha de
llevar a cabo; por ello es posible considerar el t iempo como eje central,
desarrollndose en su devenir dos tipos de acciones: la animal, que no
es sino el cumplimiento de su propio desarrollo orgnico o vital, y la
humana, que surge como respuesta continua a l es t mulo que puede supo-
ner la primera; de alguna manera, como ya anuncibamos al principio,
las acciones del hombre no pueden ser consideradas como primarias, en
el sentido de ser ellas quienes vayan marcando los hitos del proceso, sino
que no pasan de ser subsidiarias, impuestas por los acontecimientos de la
vida del gusano de seda. En razn de lo anteriormente expuesto nos pare-
ce lo ms indicado presentar en primer lugar las acciones que son previas,
las del animal, y despus las humanas, haciendo subdivisiones cronolgicas.
a Poco ante s de nace r la larva del gusa no de seda, se dice que la
simiente
empieza a o\>arse a cambiar de color: es el primer sntoma de
que el ciclo vital de la larva va a dar comienzo, y es el momento de que
los criadores preparen la jarcia Desde el punto de vista semasiolgico
hay que destacar en
ovarse
el sema de manifestacin, de primer sntoma
de que va a dar comienzo todo el proceso de la seda, mientras que en
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26 JOS MU OZ GARRIGOS
jarcia en la respuesta humana a ese est mulo, destaca el carcter colec
t ivo,
no especfico, de su contenido; este trmino podra ser considerado
como el correlato, en el mundo de los cr iadores de seda, de lo que para el
agricultor son los aperos. En este mismo orden de cosas, y como desig
nacin genrica de la operar a que se contrataba para ayuda del ser i
cicultor en todas aquellas faenas que hay que llevar a cabo en el proceso
de cr ianza del gusano de seda, aparece el lexema
sedera.
En el plano de
la pura accin humana el paralelo de ovarse es sacar gusanos cuyo sema
central podra ser el de la act ividad humana coadyuvante al proceso; ya
hablbamos anter iormente de este carcter de las acciones del hombre
en este proceso de la seda: en la mayoraa de los casos no se trata de
acciones definitivas cara al resultado final, sino solamente complementa
rias,
capaces de mejorar o empecer los resultados f inales, pero estos nunca
dependen exclusivamente de estas acciones.
b Tras esta etapa , que pud iram os conside rar como prel iminar , co
mienza realmente el ciclo vital de la larva. Desde el punto de vista de la
accin humana, el puente entre ambas podra estar en el significado de
avivar/2, que se ref iere a la ayuda que el hombre puede prestar en con
creto en el lapso de t iempo que media entre ovarse y avivar I; este
lt imo trmino ocupa una posicin archi lexemtica, se recogen en l todos
los semas relat ivos al acto de comenzar a vivir el gusano, mientras que
descabezar ser a uno de sus lexemas subyacentes, alusivo a uno de los
hechos concretos que t ienen lugar en ese momento, e incluso, si se
quiere, el principal, y
cascaroncillo
el objeto de dicha accin. En el eje
de las acciones humanas encontramos emparejar voz cuyo contenido se
mntico es, nuevamente, una derivacin del factor t iempo, por cuanto
es l el pr imer causante de las diferencias que se tratan de corregir
con la accin humana, aplicndose directamente sobre la
sacada;
la reali
dad fruto de esa accin es paneco, cuyo contenido semntico coincide con
el primer efecto de la accin de
emparejar.
En el plano de los instrumentos utilizados por el sericicultor en estas
primeras etapas de la andadura biolgica del gusano, nos encontramos con
avivador zaranda
y la t r ipleta de sinnimos
caja-cauza-canza.
El pr imero
de los ci tados, junto con cauza ser a encuadrable en la pr imera etapa,
mientras que el segundo entrar a ya en la b , y se opone a
zarzo
en razn,
precisamente, de la etapa del desarrollo larvario en la que se utilizan
ambos objetos. Parece claro que los contenidos lxicos de estas voces no
estn ordenados en vir tud de una estructuracin propiamente l ingst ica,
sino atendiendo a diferencias, realmente existentes, entre los dist intos
tipos de operaciones que el hombre necesita llevar a cabo, y de los distintos
objetos de que se ha de valer para mejor cumplir su cometido; nos acerca-
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E L VOCABULARIO DE LA SEDA EN EL DIALECTO MURCIANO 27
riamos, quizs, con el lo ms a lo que debera ser un vocabulario tcnico,
o nomencltor. Pese a ser cierto esto, es necesario aclarar que la verda
dera estructuracin l ingst ica creemos que puede hal larse no a nivel de
lexemas, ni siquiera de semas, sino en los ejes ordenadores de estos
contenidos, en tomo a los cuales se si tan las dist intas voces. En este
caso ya hemos dicho arriba que poda ser el t iempo, de modo paralelo a
como, en el rea lxica de lo agrcola, era la utilidad.
c) El arch ilexem a, po r el cual se definen tod os los ape ros y accion es
que es necesario l levar a cabo en la etapa inmediatamente siguiente, es
zarzo.
Se trata de las voces que hacen referencia al habitat del gusano
durante todo el proceso de su crianza, y ste es, en la real idad, el zarzo
aun cuando no est en forma aislada, sino formando andanas uti l izndose
para su construccin las Ifas, las gavetas y lo s pilarillos; como comple
mentos de el los habra que considerar lista de hojas zarcera y la pareja
bordo/borde mientras que zarzo altero seala concretamente a uno de
ellos,
y a la operacin completa de prepararlos le corresponde el signi
ficante alzar los zarzos. La oposicin que hemos sealado arriba entre
avivador y cauza por una parte, y zarzo en el otro eje temporal, se
reproduce de nuevo ent re zalefa y retalera respect ivamente. Es obvio que
esta parcela del lxico es la ms estrictamente tcnica de las que l leva
mos vistas hasta ahora; su estructura es la menos l ingst ica. En contra
posicin, en el la aparecen con bastante ni t idez los rasgos de ese prag
matismo que caracteriza a toda la crianza del gusano de seda como act i
vidad econmica.
d) Una vez que los gusa nos ya han sido traslad ado s a las andanas
y antes de que d comienzo el proceso final , que es el que termina con
la obtencin del capullo de seda, hay un lapso de t iempo durante el cual
t iene lugar la mayor parte del desarrol lo vi tal del gusano. Es un perodo
de t iempo de acciones repet idas sucesivamente, siendo otra vez el gusano,
como en la etapa anterior, el desencadenante de el las. El eje lxico en
tomo al cual se van a agrupar ahora todas las significaciones es el de
letargo vs. act ividad, o lo que es lo mismo en el plano lexemtico,
dormida v s . freza. Cada una de estas dos voces t iene en torno de el la
una pequea parcela de significaciones: dormir que representa la accin,
recordar , su antnimo, cara recordada alusiva al sntoma que aparece;
como accin colindante, referida a la mutacin anatmica que se l leva a
cabo cada vez que se produce la dormida habra que considerar mudar
la camisa con forma de lexa compleja, mientras que la simple camisa
va referida a la anatoma del gusano, pero slo en tanto en cuanto es
objeto de cambio en las dormidas. En tomo a freza podemos encuadrar
su casi sinnimo estacin la diferencia entre ambos radica en que mien-
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8 JOS MU OZ GARRIOS
tra s el prim ero co ntem pla el tiem po en funcin de la activida d fisiolgica
del gusano, el segundo prescinde totalmente de esta consideracin; habra
entr e el los , pue s, un rasg o de funcionalidad tem po ral , y cagarruta voz
as mismo relacionada con esa actividad fisiolgica del gusano a la que
aludamos arr iba.
El plano de las actividades humanas de esta fraccin temporal est
tambin estructurado en torno a dos s ignif icaciones: lecho y cebo. A este
respecto no debemos olvidar que las dos atenciones principales que requie
re el gus ano , y que de alguna m ane ra pueden ser totalme nte satisfechas
por el hombre, son la l impieza y la al imentacin, la tercera de estas nece
sidades, la ambiental , no est nicamente vinculada a la actividad humana,
siendo el factor principal el climtico, y muy someras las rectificaciones
que en l puede imprimir el hombre. En base a lecho hay que definir la
accin de l impiarlo, representado por una pareja de s innimos deslecho
y muda y por sus respectivos verbos, deslechar y mudar. Respecto del
otro elemento, cebo, encontramos una especif icacin del mismo, entron
cada con l en virtud de una cuantificacin, pinta de cebo de la que no
est ausente un rasgo modal de habil idad; existe tambin, como en el
caso anterior el trmino que expresa el hecho verbal: cebar.
e La lt ima etapa del perodo larvario, aunq ue no del ciclo vital
del gusano de seda, comienza tras la lt ima dormida cuando al animal
deja de comer y empieza a prepararse para formar el capullo. Contra
r iamente a lo que hemos vis to en prrafos anteriores , la estructura lxica
ms densa es la correspondiente a la actividad humana, aun cuando sta
sea, como en ocasiones precedentes, una respuesta a los est mulos pre
sentados por la propia larva. El centro de este campo de significaciones
est ocupado por la del lexema hilar que ocupa una posicin archilexe-
mt ica, mientras que pedir broza recoge rasgos de ndole cronolgica,
es anterior en el t iempo y el valor de s ntoma que, como en casos ante
r iores , se orienta hacia la provocacin de la actividad humana. En lo
que se refiere a esta actividad humana, y a las realidades en que se
concreta, el centro del campo de s ignif icaciones est ocupado por embojo
y embojar; en torno al pr imero cabr a agrupar boja en un eje cuanti tat ivo
y globalizador, fraile y monja alusivos a la forma externa que adopta el
embojo y caseta casita parada paredita y paretn que concretan la
signif icacin del archilexema con determinaciones de ndole espacial . En
t o m o a embojar situaramos las significaciones de recoger los cantos cru-
zar y encasillar en un eje cronolgico, mientras que enraigonar estara
relacionado con la materia empleada para l levar a cabo la accin.
Un segundo bloque de s ignif icaciones dentro de esta misma rea man
tendra con el anterior unas relaciones de t ipo cronolgico; aquellos gu-
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E L VOCABULARIO DE LA SEDA EN EL DIALECTO MUR CIANO 29
sanos que se rezagan excesivamente a la hora de
hilar
son conocidos
con el nombre de recogidos y a ellos se les dedican una serie de cuidados
especiales. Las acciones humanas que se corresponden a esta actuacin
retardada por parte del animal son, en orden cronolgico:
rebajar
unido
al ya citado
embojar
por un nexo claramente rei terat ivo, y
mortaja
lexema con el que se designa la que pudiramos considerar l t ima inten
tona, por parte del sericicul tor, de que la larva cumpla con normalidad
su ciclo.
El fin de es-te ciclo vital es la elaboracin del caplo por parte del
gusano, rea lxica que estudiaremos no en este momento, sino desde la
perspect iva part icular y propia de este resul tado, no como nal del ciclo.
Ello,
no obstante, s que es aconsejable anal izar aqu aquellas acciones
humanas que se producen en el momento de dar por final izado este
ciclo vital; la razn de esta diversidad de criterios creemos que se puede
hallar observando cmo este fin del ciclo se abre, si tomamos como base
el resultado final que es el
capillo
en dos perspect ivas: una estrictamente
biolgica, cara a un nuevo ciclo, y otra puramente econmica, cara a la
obtencin de unos beneficios, de una rentabilidad econmica; sin embar
go desde el plano de las acciones humanas l levadas a cabo en esta l t ima
parte del ciclo vi tal , encontramos que son realmente las que cierran toda
la act ividad humana relacionada con la cra del gusano de seda; la act i
vidad subsiguiente sera encuadrable dentro de la industria sedera ya.
La significacin central de este grupo es la de
desembojar
siendo
desem-
bojadora y desembojadera
las voc es que design an a quien es llevan a
cabo esta accin y
desembojo
el efecto de la mism a. Una vez llevada a
cabo esta operacin se procede a la accin de
enrastrar
significacin que
est aislada de todo el resto del campo semasiolgico.
4.Hemos considerado en el epgrafe anterior el desarrol lo normal
de la vida del gusano de seda, pero en mlt iples ocasiones esta normali
dad se ve alterada, llegndose incluso a la inutilidad desde el punto de
vista del rendimiento econmico que se esperaba obtener. Este campo
semasiolgico presenta unas caracterst icas muy peculiares dentro del
vocabulario de la seda: en primer lugar hemos de admit ir que, desde el
plano de los estrictos contenidos smicos, su grado de ordenacin l in
gst ica no es muy al to, nos hal lamos muy cerca de una ordenacin
natural , en los l mites de un vocabulario tcnico; en segundo lugar es
igualmente destacable la ausencia casi total de voces relat ivas a actua
ciones hum anas la excepcin es pescar que analizaremos en su m om ento) ,
como corresponde a un rea de significaciones referida a una serie de
hechos en los que el hombre nada puede hacer por modificar su curso.
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3 0 J O S M U O Z G A R R I O S
Del acoplamiento mutuo de estas dos caracterst icas van a surgir los
ejes ordenadores de estas significaciones.
Ante la imposibilidad casi total de una teraputica que mitigue los
efectos de es tas enferm edad es no exis te un bloque de significaciones
relat ivas a los posibles remedios lo cual era evidentemente presumible;
pero tambin se refleja en lo relativo a las posibles causas: solamente
aparecen lexemticamente vivas aquel las que de alguna manera y a
fuer de evidentes pueden ser disminuidas por el sericicultor. As aparece
el calor como determinante de abochorna rse asolearse 1 y en canute-
canute-cauto mientras que podemos encuadrar en un eje de accidentes
las de asolearse 2 atacado y colgado-judas cada una de las cuales va
referida a una circunstancia dist inta que de alguna manera el huertano
tratar de evitar que se produzcan; as pinchar y romper con un alfiler
la piel del
atacado
para evi tar que ste muera o procurar que las matas
pa ra embojar tengan pocas pinchas o pas para no correr el r iesgo de
que aparezcan colgados o judas.
Tambin puede resultar suficientemente significativo el estudio de
aquellas voces que hacen referencia a los efectos que sobre las larvas
t ienen las diversas enfermedades. En el vocabulario murciano de la seda
aparecen ordenadas en torno a dos ejes: el cambio que se experimenta
en el aspecto exterior del animal y el mayor o menor grado de nuliuad
que representa cara al resultado econmico final sin que ello suponga
en ningn momento que no sea posible encontrar el entrecruzamiento de
ambos en algn lexema. En el primer eje podramos encontrar
bajoca
garrofeta mona como voces referidas a los animales cuyo sema domi
nan te sera el de la rigidez m ientras viruela designa una de las enferme
dades que la producen; la dist incin entre los t res lexemas referentes
al gusano viene establecida en funcin del t iempo por cuanto el primero
de el los se apl ica cuando la nota de rigidez aparece despus de muerto
el gusano el tercero t ras cualquiera de las
dormidas y
e l segundo espe
cficamente tras la segunda. Las variaciones en el color dan lugar a las
diferencias entre mona
clara mo ia colorada sapo-zapo berrendo
y canu-
te-caute-cauto-lucio un sema de intensificacin cuantitativa de lugar
a la lexa jugada de canutes. Las modificaciones de los tamaos estn
presentes en
gorrn
y
sapo-zapo
mientras que una anormalidad en su
modo de actuar es la determinante en paseante.
M uy dire cta m ent e vinculado s con el res ultad o final la obtenc in de la
seda estn aborronarse con sema de negacin de hilar mona y mona
clara
caren tes de sedal y
sapo-zapo
que s t ienen sedal pero que no
llegan a hacer capullo; con el n de sacar la mxima util idad de estos
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E L VOCABULARIO DE LA SEDA EN EL DIALECTO MUR CIANO 31
ltimos se destinaban a la obtencin de la hijuela, para lo cual se les
separaba de los dems y se les someta a un tratamiento especial , la
accin de separarlos se conoce como pescar y representa la nica act i-
vidad humana en todo el campo de los procesos patolgicos de las larvas
de seda.
No hemos podido encontrar descripcin alguna de los contenidos
smicos de aras ni en las fuentes documentales, ni en las orales.
El
l t imo campo semasiolgico que nos queda por estudiar es el
referido a los resultados finales del proceso de crianza del gusano de
seda. Como distincin de base de este conjunto lxico hay que atender
a dos aspectos: el beneficio econmico, de una parte, y de otra, aquellas
voces que se incluyen en la perspectiva de un nuevo ciclo vita . Las voces
englobadas en el primer grupo contienen todas el las referencias a un
juicio de va'or, si es que no lo son ellas mismas. Conjunto aparte hay que
considerar el formado por las designaciones apl icadas a este resul tado
final, el capullo y a su configuracin o cualidades morfolgicas.
El centro de este l t imo campo de contenidos lxicos est ocupado
por ninfa cuyo contenido est en relacin con la metamorfosis del gusa-
no, y con la que se designa al propio animal desde la perspectiva de sus
propias modificaciones. El mismo resultado final es conocido con estos
cuat ro s innimos capillo-capullo-casa y sepulcro de los que estn ausen-
tes las referencias a cualquier otro aspecto o juicio de valor. El plano de
la conformacin del capuo encuadra las significaciones de caZabrs, en
funcin del color, corazn voz que marca la dist incin entre una parte
del capullo y el todo, y la pareja ocal/trompeta alusiva a la cantidad de
gusanos que han intervenido en su formacin.
Las significaciones que encierran juicios de valor se engloban, lgica
y l ingst icamente, en dos ejes: el posi t ivo aparece centrado en almendra
mientras que el negativo admite dos niveles dist intos, segn el mayor o
menor aprovechamiento que se puede obtener de esos capullos; mient ras
que cascara chapa y landreado suponen la no prdida absoluta y total ,
la distincin de contenidos entre ellos viene dada por la utilizacin espe-
cfica del primero para el filadiz, la baja calidad del segundo, y lo aleatorio
de los beneficios en el tercero, desnud o pito rocado r flauto y landreado
significan la prdida total del producto, teniendo todos como sema comn
la perforacin, nica u varia, del capullo. Tambin contiene semas de valo-
racin negativa el trmino caharzo aun cuando no se refiere al resultado
final pro pia m en te dicho, sino a la seda que qu eda fuera de , y c uyo
valor es mnimo.
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32 JOS MUOZ GARRIOS
La segund a perspe ctiva la que se orienta ca ra a un nuev o ciclo de
crianza est ordenada como parece lgico en funcin de la propia fisio-
loga del animal; el protagonismo vuelve ahora a l convertido en
paloma
la crislida. La accin de sta no relacionada con la reproduccin
vole-
tear
est fijada en el orden del movimiento corporal que le es caracters-
t ico. La accin bsica en el orden reproductivo es simentar mientras
cresa es el acto en s y simiente o granito el resultado propiamente dicho.
in.Como ya adelantbamos en la introduccin del presente trabajo
una vez estudiado el asp ecto semasiolgico hem os de com pletar el estu-
dio con los planteamientos onomasiolgicos de este vocabulario. En este
aspecto nos parece del mayor inters en es te momento atender al pro-
ceso de nom inalizacin de bsqu eda de significantes adecu ados a esos
contenidos especf icos y presumiblemente nuevos por parte de los seri-
cicultores. El anlis is de este proceso de nominalizacin nos debe condu-
cir a ver cmo se ha forma do el re a lxica que nos ocupa de qu me dios
se ha servido el hombre para cubrir las necesidades que en el aspecto
comunicativo le planteaba la nueva actividad.
Entendemos que el estudio onomasiolgico ha de ser doble: debe
atender de una parte al origen de esas voces a su procedencia y de otra
a cmo se ha l levado a cabo el proceso de adaptacin a las nuevas reali-
dades
en vir tud de qu movimiento semntico se ha producido esa nueva
ampliacin de su significado originario qu mecanismos lingsticos ha
sido necesario poner en juego para completar el mosaico de las designa-
ciones.
Para aclarar la pr imera de las cues t iones planteadas hemos agrupa-
do las dist intas voces por el rea lxica a la que pensamos que perte-
nece en vir tud evidentemente de la s ignif icacin de la que parece haber
derivado la acepcin sedera. Hemos actuado as por dos razones: En pri-
mer lugar hem os credo que de es ta forma podamos patent izar con
m ayo r exac ti tud e idoneidad aquellos cam pos lxicos de ma yor im portan-
cia y trascen den cia ha sta el pu nto de pod er exte nd erse m s all de sus
lmites iniciales; el vocabulario de la seda es part icularmente apto para
esta f inalidad por cu an to se tra ta de un conjunto de voc es perten ecien-
tes a una actividad econm ica no hered ada sino surgida en un m om ento
muy concreto de la historia del sureste peninsular y agrupadas as ante
la necesidad de hacer frente al reto que la nueva actividad exiga. Lo que
acabamos de decir es fci lmente comprobable bas ta con observar cmo
la gran mayora de las voces pertenecientes al rea lxica de la serici-
cultura no t ienen como contenido originario el relat ivo a esta actividad
sin perjuicio de qu e con pos terio rida d es ta significacin hay a pa sad o a
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E L VOCABULARIODE LASEDA EN EL DIALECTO MURCIANO 33
primer plano, ni de aquellos otros casos especiales que, en su momento ,
des t acaremos . En segundo lugar hay que contar con una gran penuria de
documentacin histrica, sobre
la
problemt ica sedera, an ter ior
al
siglo
XV;
a este respecto, slo vale
la
pena ci tar a lgunos prrafos recogidos
por
Torres Fontes ,
32), y que
pueden
ser
vlidos para testificar
la
continuidad
de la produccin en la Murcia medieval , e incluso para constatar la exis
tencia de alguna voz como serigano, hoy total y absolutamente perdida,
pero que son claram ente insuficientes p ara inten tar establec er un nexo
inequvoco entre los valores et imolgicos de las principales voces del
rea estudiada y los actualmente vigentes .Ya en Cscales, primeros aos
del siglo XVII, los valores semnt icos de las voces en cuest in son clara
mente actuales ,por lo que su valor, al his tor iar la formacin del vocabu
lario de la seda, es muy l imitado. Si a impulsos del nuevo inters que
est despertando todo lo relativo a la cr ianza delgusano de seda, saliesen
a luz documentos vl idos para la investigacin filolgica, se podra inten
tar llevar
a
cabo esta tarea
con
autnticas posibi l idades
de
veracidad.
Las razones antedichas nos han obligado tambin a dar un marcado
carcter esquemt ico y provisional a nuestra opinin sobre los movi
mientos semnt icos,
en los que se ha
basado
la
formacin
de
este voca
bulario especial izado;
no
obstan te , hemos querido expo ner nu est ra opinin
a
fin de
poder ofrecer
una
visin on omasiolgica com pleta,
en la
medida
en
que la documentacin ut i l izable lo es.
Hechas ya estas aclaraciones iniciales, veamos ya cmo se dis t r ibuyen
estas voces por reas lxicas, y las causas posibles del cambio semnt ico.
1) Hemos de considerar , en primer lugar, aquellas voces que ya
desde el principio, son originariamente sederas; dent ro de ellas, cabria
comenzar por aquellas derivadas de seda: sedera y sedista podramos
considerarlas como voces morfolgicamente t ransparentes , en el sentido
de Ullmann.
De
modo aprox imadam ente p aralelo habra
que
considerar
los casos de hilar e hilador la segunda mot ivada sobre la primera, y sta
a
su vez
aplicable
a la
accin pura
y
simple,
con
independencia
de
quin
sea
su
sujeto. Caharzo debe
ser
considerado como
un
tecnicismo,
aun
cuando et imolgicamente puede ser incluidoen la misma rea lxicade la
mezcla o mixtificacin. Estricto tecnicismo de raza es calabrs con una
clara motivacin de proce denc ia geogrfica.
2)
a)
Como cabe suponer,
el
campo
de la
vida animal est amplia
mente representado en t re
las
voces relat ivas
a la
seda.
No
obs tan te ,
es
32)
JUAN TORRES FONTES:
Produccin sedera murciana
en
l
Edad Media
Murgetana XLVI, 1977,pg s. 29-37.
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34 JOS MU OZ GARRIGOS
imprescindible hacer unas precisiones aclaratorias: la mayor parte de las
voces de esta procedencia han l legado al rea lxica de la seda en vir tud
de aplicaciones concretas de su significado a este campo, sin que apenas
se haya producido cambio semntico alguno; a lo sumo, podramos hablar
de un proceso de adaptacin al nuevo contexto en que ha de vivir la
palabra; en esta si tuacin se encuentran voces como:
caseta cebar/cebo
avivar/avivador voletear revoletear mu dar/mud a ninfa sacada cresa
freza gaveta anillo cagarruta dormir/dormida pequica recordar/cara
recordada granito; de entre todas el las nicamente freza admitira la
doble posibi l idad de una procedencia vinculada estr ictamente al mundo
anim al en el sentid o de huella dejada por los anim ales ), o una relacin
con la bas e etimo lgica en el sen tido de res trega r, roz ar ), debido a la
peculiar forma de comer las larvas de seda; si aceptsemos esta segunda
posibilidad, habra que incluir esta voz con las extradas del vocabulario
general . El segundo aspecto a considerar en estas voces es su escaso valor
como tecnicismos zoolgicos; es innegable su relacin con el mundo ani-
mal, pero ninguna de el las sobrepasa los ms estr ictos l mites de un voca-
bular io general , antes de entrar a formar parte del vocabular io de la
seda, donde ya adquiere un grado ms de especial izacin.
b) De ntro de este mism o grup o de voces, hay otras que plantean
otros problemas dist intos: son aquellas que han l legado a designar real i-
dades del mundo de la ser icicultura en vir tud de algn movimiento tras-
lat icio del signif icado. Estos movimientos metafricos, basados siempre
en un aspecto o rasgo comn entre su contenido primit ivo y la nueva
real idad a la que ha de aplicarse la voz, estn representados aqu por:
cascaronc illo sapo/zapo ovarse corazn; la primera de ellas es, clara-
mente, una metfora formal, para explicar la l t ima habra, quizs, que
acudir a la idea del elemento central, tanto en el aspecto posicional
cuanto en el est imativo, mientras que el color ser a determinante en
ovarse.
Matices claramente despectivos pueden percibirse en las ser ies
sapo/zapo y mona/mona clara/mona colorada independientemente del
aspecto cromtico de los dos l t imos trminos; en la misma medida en
la que admitamos un carcter metafrico en las acepciones generales
peyorat ivas de
sapo
y
mona
deberemos admitir la aqu , en el vocabular io
especfico de la seda, aun cuando las rugosidades de la piel del sapo y de
la larva de seda as designada, puedan establecer un refuerzo en el nexo
antedicho; en cualquier caso, lo que no es posible omitir a la hora de
intentar establecer el proceso onomasiolgico, es que ambos trminos se
emplean con alguna frecuencia en la huerta como despectivos, el segundo
de el los, a veces, con marcado carcter famil iar e incluso con matices
afectivos el segundo.
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E L VOCABULARIO DE LA SEDA EN EL DIALECTO MURCIAN O 35
c Nos que da que con siderar, por ltimo, el caso de
paloma.
En opi
nin de Elgueta y Virgili , se trata, desde luego, de un caso de significacin
metafrica basada en el color blanco de los dos animales. Lo autntica
mente interesante son las circunstancias que rodean este proceso. No hay
que olvidar que en el vocabulario murciano es perfectamente usual el
trmino mariposa, que es el ut i l izado en este caso por el vocabulario
general; por otra parte, tambin hay que tener en cuenta que, excepcin
hecha de la acepcin que nos ocupa, la distr ibucin semntica de paloma
es la normal en el vocabulario comn espaol; hay que descartar , pues,
de una parte, la neutral izacin por desconocimiento o infrecuencia de uso
de cualquiera de los dos trminos, y de otra, el proceso antomstico
de paloma por cuanto es estr ictamente necesaria, para el caso de la acep
cin sedera, la aclaracin contextual o la especificacin gramatical. Des
cartadas estas posibil idades, como as mismo todas aquellas relacionadas
con la anatoma o la ut i l idad de ambos animales, no queda otra posibi
l idad que la apuntada por Elgueta. El trmino paloma se uti l iza para
designar algunas mariposas en zonas dialectales, peninsulares y extra-
peninsulares, en las que