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  • Mtodos y Tcnicas de Investigacin Histrica I

    Coordinadora

    MARA J. PERX AGORRETA

    UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIN A DISTANCIA

  • MTODOS Y TCNICAS DE INVESTIGACIN HISTRICA I Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulare del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medioo procedimiento, comprendidos la reprografay el tratamiento informtico y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamos pblicos.

    Universidad Nacional de Educacin a Distancia

    Madrid 2012

    www.uned.es/publicaciones

    Mara J. Perx Agorreta (coord.) y otros

    Ilustracin de cubierta: Mar Zarzalejos Prieto

    Todas nuestras publicaciones han sido sometidas a un sistema de evaluacin antes de ser editadas.

    ISBN electrnico: 978-84-362-6511-8

    Edicin digital: octubre de 2012

  • 7NDICE

    Presentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    Tema 1. LA INVESTIGACIN HISTRICA. CONCEPTOS GENERALES. HISTO-RIA, TEORA Y PRAXIS HISTRICADavid Hernndez de la Fuente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

    Tema 2. APRENDIENDO A INVESTIGAR LA HISTORIA. TIPOLOGA Y TCNICAS DEL TRABAJO HISTRICO UNIVERSITARIODavid Hernndez de la Fuente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

    Tema 3. EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA PREHISTORIA Y LA ARQUEOLOGA Y LAS FUENTES MATERIALES DE CONOCIMIENTOCarmen Guiral Pelegrn, Jess F. Jord Pardo, Francisco J. Muoz Ibez, Sergio Ripoll Lpez y Mar Zarzalejos Prieto . . . 81

    Tema 4. LAS TCNICAS DE OBTENCIN DEL DATO ARQUEOLGICO (I): LA PROSPECCIN ARQUEOLGICAJess F. Jord Pardo, Mar Zarzalejos Prieto y David Cocero Matesanz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151

    Tema 5. LAS TCNICAS DE OBTENCIN DEL DATO ARQUEOLGICO (II): LA EXCAVACIN ARQUEOLGICAJos Manuel Quesada Lpez, M. Pilar San Nicols Pedraz y Mar Zarzalejos Prieto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227

    Tema 6. EL TIEMPO EN PREHISTORIA Y ARQUEOLOGA. MTODOS Y TC-NICAS DE DATACINJess F. Jord Pardo y Virginia Garca-Entero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279

    Tema 7. MTODOS Y TCNICAS APLICADOS AL ESTUDIO DE LA CULTURA MATERIAL (I)Jess F. Jord Pardo, Alberto Mingo lvarez, Jos Manuel Quesada Lpez y Virginia Garca-Entero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329

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    Tema 8. MTODOS Y TCNICAS APLICADOS AL ESTUDIO DE LA CULTURA MATERIAL (II)Carmen Guiral Pelegrn, Francisco J. Muoz Ibez, Jos Ma-nuel Quesada Lpez, Sergio Ripoll Lpez, Mar Zarzalejos Prieto y Virginia Garca-Entero. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 383

    Tema 9. CONSERVAR Y TRANSMITIR EL PASADO. TCNICAS DE CONSERVA-CIN, RESTAURACIN Y DIFUSIN DEL PATRIMONIO ARQUEOLGICOJos Manuel Quesada Lpez y Mar Zarzalejos Prieto. . . . . . . . . . . . . . 457

    Tema 10. EL TRABAJO CON FUENTES LITERARIAS EN HISTORIA ANTIGUA: EL MTODO FILOLGICO Y LA CRTICA HISTRICA David Hernndez de la Fuente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 525

    Tema 11. LA INVESTIGACIN SOBRE FUENTES EPIGRFICAS. LAS INSCRIP-CIONES Y SU CONTRIBUCIN A LA HISTORIA DE LA ANTIGEDAD: LA EPIGRAFA LATINAJavier Andreu Pintado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 579

    Tema 12. LA MONEDA COMO OBJETO DE ESTUDIO HISTRICO EN LA ANTI-GEDAD: LAS FUENTES NUMISMTICASJavier Andreu Pintado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 627

    Tema 13. REPERTORIOS, OBRAS MONUMENTALES Y COLECCIONES DE REFE-RENCIA EN LA INVESTIGACIN EN CIENCIAS DE LA ANTIGEDADJavier Andreu Pintado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 657

  • 9Este libro va dirigido principalmente a los estudiantes de la UNED del nuevo Grado del EEES (Espacio Europeo de Educacin Superior) en Geografa e Historia, que cursan la asignatura de MTODOS Y TCNI-CAS DE INVESTIGACIN HISTRICA I, aunque tambin puede ser de utilidad para todos aquellos que estn interesados en cuestiones de metodologa y de tcnicas de investigacin referidas a la Prehistoria, la Arqueologa y la Historia Antigua.

    Esta asignatura se imparte en el primer semestre de cuarto curso del mencionado Grado, y con ella se pretende introducir a los estudiantes en lo que supone la metodologa de la investigacin histrica, mostrarles la problemtica que plantean determinadas fuentes y proporcionales unas tcnicas que les permitan el anlisis y la comprensin de documentos his-tricos de muy diversa ndole.

    El estudiante de la UNED que inicia el cuarto curso, ya ha tenido la oportunidad de cursar varias asignaturas que le proporcionan una base terica suficiente para abordar la investigacin en los campos que nos ocu-pan. As, en primer curso, Prehistoria I (Las primeras etapas de la Humani-dad) y Prehistoria II (Las sociedades metalrgicas), Historia Antigua I (Prxi-mo Oriente y Egipto) e Historia Antigua II (El mundo Clsico), e Historia de la cultura material del mundo clsico, y en tercer curso las referidas a la Pe-nnsula Ibrica: Prehistoria Antigua y Prehistoria Reciente, Historia Antigua I (desde las colonizaciones hasta el siglo III) e Historia Antigua II (pocas tar-doimperial y visigoda), e Historia de la Cultura Material desde la Antigedad Tarda a la poca Industrial. Todas ellas con unos contenidos tericos en los que, no obstante, se abordan cuestiones de metodologa en los muy diver-sos campos de investigacin que abarcan.

    La rigidez en los planteamientos de los nuevos ttulos de Grado, en cuanto a su valoracin en crditos, horas de estudio y horas de trabajo prctico, extensin en los temas y plazos de entrega de las Pruebas de Eva-

    PRESENTACIN

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    luacin Continua, hace que el estudiante tenga serias dificultades para pro-fundizar en las materias de estudio. De ah el planteamiento de esta asig-natura, con la que se pretende contribuir a iniciarle en una especializacin que no se contempla en un ttulo de Grado generalista como es el que nos concierne. Especializacin que puede servir de pauta para cursar un ms-ter de investigacin como el que ofrece nuestra Facultad y para la rea-lizacin de una futura tesis doctoral, cuya formulacin se encuentra tam-bin en proceso de cambio.

    Dada la amplitud cronolgica, que afecta a la Prehistoria y a la Anti-gedad, y la diversidad de materiales y fuentes a analizar, los contenidos de esta asignatura se han planteado como una herramienta para abordar la investigacin, de ah que su calificacin dependa de un trabajo prctico y no de un examen, ni de pruebas de evaluacin continua.

    Teniendo en cuenta que, al ser una asignatura de cuarto curso, coincide con la elaboracin del Trabajo de Fin de Grado, consideramos que puede ser de suma utilidad para aquellos que opten por alguno de los referidos a Prehistoria, Arqueologa o Historia Antigua.

    La elaboracin de este manual ha corrido a cargo de profesores per-tenecientes a los departamentos de Prehistoria y Arqueologa y de His-toria Antigua, reconocidos especialistas en los temas que tratan. Consta de dos temas introductorios, siete especficos de Prehistoria y Arqueolo-ga, y cuatro de Historia Antigua. En total trece temas cuyos contenidos y naturaleza de los mismos vienen marcados por el nmero de crditos de la asignatura. Todos ellos van acompaados de una bibliografa que ser de gran utilidad a la hora de realizar el trabajo de investigacin, cu-yas caractersticas sern planteadas en la Gua de Estudio y en el Curso Virtual.

    Dicha bibliografa no pretende ser exhaustiva. Se trata ms bien de una seleccin bibliogrfica encaminada a proporcionar al estudiante la infor-macin necesaria sobre los temas que aqu se presentan. Evidentemente, no es obligatoria su adquisicin ni la consulta de toda ella. De lo que se trata es de dar unas referencias a partir de las cuales profundizar para po-der enfrentarse al trabajo prctico.

    Consideramos, por tanto, que este manual puede servir de herramien-ta para abordar tanto la realizacin del TFG, como para cursar el Mster

  • PRESENTACIN

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    en Mtodos y tcnicas avanzadas de investigacin histrica, artstica y geo-grfica que se imparte en esta Universidad, y, por tanto, de consulta obli-gada a la hora de plantearse emprender una investigacin en alguno de los campos que aqu se incluyen: la Prehistoria, la Historia Antigua y la Arqueologa aplicada a los distintos momentos histricos que comprende esta asignatura.

    Mara J. PERX AGORRETA

  • Tema 1

    La investigacin histrica. Conceptos generales. Historia, teora y praxis histrica

    DAVID HERNNDEZ DE LA FUENTE

    Universidad Nacional de Educacin a DistanciaDepartamento de Historia Antigua

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    1. Introduccin1.1. Competencias disciplinares1.2. Competencias metodolgicas

    2. La investigacin histrica y sus fuentes. Historia e Historiografa. Concep-tos generales

    3. Filosofa de la historia e Historia terica: Historia, mito y literatura4. Teoras y praxeis. Hacia la historia cientfica5. Bibliografa.

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    1. INTRODUCCIN

    , 1 (Herdoto VII 152).

    La historia es la disciplina que estudia e intenta reconstruir sobre cri-terios epistemolgicos de veracidad los hechos acaecidos al ser humano en pocas precedentes, tomando como base diversas fuentes e instrumen-tos desde los textos antiguos o modernos a los restos de la cultura mate-rial de cada poca que le permiten acceder al conocimiento de lo pretri-to. Es una indagacin humana en los asuntos del pasado de la humanidad a la que inspira una pretensin de globalidad, certeza y validez para otros mbitos culturales y temporales alejados de la labor del historiador. Aun-que la actividad historiogrfica, es decir la investigacin histrica, se refie-re, segn la convencin terica, a los periodos histricos de los que posee-mos fuentes escritas, la arqueologa y la prehistoria han hecho avanzar el conocimiento de los espacios y tiempos ms remotos sobre criterios cient-ficos de validez cognoscitiva semejante.

    En esta unidad introductoria al presente manual de mtodos y tcnicas de investigacin histrica nos ocuparemos, pues, de esbozar algunos con-ceptos generales sobre esta actividad cientfica y humanstica, a fin de pro-porcionar un marco terico y conceptual al resto de la gua que pueda ser til para las diversas pocas de especialidad en la formacin del historia-dor y, sobre todo, para proponer al lector una reflexin preliminar y meto-dolgica que estimamos de todo punto necesaria antes de emprender toda indagacin en el campo de la historia. Esta investigacin histrica sobre el pasado de la humanidad comienza, al menos en su vertiente de disciplina cientfica, en el siglo V a. C. con la obra del historiador jonio Herdoto de

    1 Mi deber es informar de todo lo que se dice, pero no estoy obligado a creerlo todo igualmente.

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    Figura 1. Busto de Herdoto. Grabado del siglo XVIII.

    Halicarnaso (fig. 1). Desde entonces, se ha escrito historia con el sentido de investigacin que tiene an hoy y con diversos criterios y mtodos de los que se ha de dar noticia en lo que sigue, a modo de introduccin a una materia que, en el ltimo curso del grado en Geografa e Historia, aspira a poner al estudiante en disposicin de emprender sus propias pesquisas en el campo de la historia.

    Existe un hilo tenue e invisible pero con vocacin de permanencia que se origina en las Historias de Herdoto, en el momento en que los griegos crean su racionalidad a partir del pensamiento mtico pero sin renunciar a l. Desde entonces la historia pretende dar cuenta de los hechos a partir de fuentes y testimonios, pero haciendo uso de una metodologa crtica que permita discernir si se ha de dar crdito o no a sus fuentes como en la cita que encabeza este captulo y proponer una interpretacin de lo ocu-rrido. Esta pretensin de cientificidad de la historia tiene sus races en la

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    Grecia clsica, cuando la historiografa se desarrolla, en paralelo a la filoso-fa o las ciencias naturales, como saber autnomo y se empieza a perfilar su teorizacin en un momento en que el pensamiento lgico comienza a des-ligarse de lo mtico. El empeo de escribir una historia de los sucesos acae-cidos a los hombres con visin de conjunto, y acaso con una leccin para el futuro, ser heredada despus por Tucdides, que la contina all donde He-rdoto se detiene. Hay en l la misma vocacin de perdurabilidad ( ), pero se incorporan nuevos elementos tericos y crticos. Pese a todo, como veremos, el arte o ciencia humana que es la historia jams alcanzar su pre-tensin de cientificidad total. Despus vendr la obra de otros tantos histo-riadores que retomarn la indagacin del autor anterior en los hechos del momento, pero tambin, con ella, toda la problemtica de la historiogra-fa, de la teora de la historia, de la filosofa de la historia, desde su pro-pia personalidad y circunstancias subjetivas: griegos, como Polibio, roma-nos, como Salustio o Tcito, bizantinos, como Procopio o Miguel Pselo. Y an ms all: Beda, Geoffrey de Monmouth, Gregoire de Tours, Maquia-velo, Vico, Gibbon o Hegel continuarn la Historia en su sentido clsico de narracin del pasado y a la vez en su consideracin filosfica hasta llegar a la sistematizacin terica que se dar en la Alemania de finales del si-glo XVIII y comienzos del XIX y de la que es heredera, entre tradicin y crti-ca, la metodologa histrica de hoy. Es un hilo que no cesa y del que hemos de ser responsables en nuestro tiempo y en lo que quede de los das.

    1.1. Competencias disciplinares

    Singularizar el objeto de estudio de la investigacin en el campo de las humanidades, y en concreto en el de la historia, tomando con-ciencia de los problemas que son inherentes al estudio diacrnico de la Historia humana, desde la Prehistoria hasta el Tiempo Presente.

    Tomar conciencia de la necesidad de emprender una reflexin teri- ca y metodolgica sobre las principales categoras y problemas de la historia como proceso continuo y diverso, en mbitos espaciales y es-calas del conocimiento variadas, y con las continuidades y los cam-bios que implica el proceso histrico

    Estimular en el estudiante la creacin de una conciencia crtica acer- ca de la construccin del mtodo histrico en sus diversas aproxima-

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    ciones tericas, desde su nacimiento en la antigua Grecia hasta su sistematizacin cientfica en la Alemania de principios del siglo XVIII y primera mitad del XIX, para comprender cmo el historiador ha explicado el proceso histrico vinculndolo a los problemas del pre-sente y reparando en que la Historia no es una mera acumulacin de datos y fechas, sino una ciencia humana de gran complejidad y di-versidad.

    1.2. Competencias metodolgicas

    Familiarizar al estudiante con los principios tericos y metodolgicos que han configurado la disciplina histrica como ciencia desde su na-cimiento en la antigua Grecia hasta su sistematizacin cientfica en la Alemania de principios del siglo XVIII y primera mitad del XIX.

    Sentar las bases tericas para una reflexin sobre los fundamentos de la investigacin histrica en sus distintas especialidades (en nues-tro caso Arqueologa, Prehistoria e Historia Antigua) desde el tronco comn del estudio de las antigedades humanas y tomar conciencia de los problemas inherentes a su desarrollo.

    Tomar conciencia de que la Historia es una ciencia humana en per- petua construccin y de la evolucin conceptual en las formas de ha-cer Historia, desde la Antigedad hasta los tiempos actuales.

    Estimular la adquisicin de las competencias acerca de los principa- les tipos de fuentes para el estudio y la investigacin histrica y de la metodologa relativa a su adecuada utilizacin

    2. LA INVESTIGACIN HISTRICA Y SUS FUENTES. HISTORIA E HISTORIOGRAFA. CONCEPTOS GENERALES

    La bsqueda de una definicin de historia es algo sobre lo que an no hay un consenso universal, pese a lo dicho hasta ahora, y estas lneas solo pretenden ser una introduccin a los problemas tericos que plantea la no-cin de historia y su mtodo, en el marco de las diversas interpretaciones y, especialmente, desde los griegos al idealismo alemn y a los comienzos

  • LA INVESTIGACIN HISTRICA. CONCEPTOS GENERALES. HISTORIA, TEORA Y PRAXIS HISTRICA

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    de la historia como disciplina cientfica a finales del siglo XVIII y comien-zos del XIX. Vaya por delante que, si sobre el significado de la historia y su utilidad no hay consenso, mucho menos lo esperaremos acerca de la defi-nicin propuesta aqu de la Historia como narracin y reconstruccin de los hechos del pasado a partir del presente, aunque tal puede ser nuestro punto de partida.

    Comenzaremos por la propia etimologa de historia, la palabra , del dialecto jonio del griego antiguo, que proporciona claves cer-teras para entender qu implica la investigacin histrica, la actividad con pretensin cientfica de conocer con la mayor exactitud y veracidad posi-ble el pasado de los hombres. Relacionada con la raz indoeuropea weid-, un tema nominal y verbal significante para el campo semntico de la vi-sin y el conocimiento (presente en el latn uideo, el griego o el anti-guo indio veda), este trmino fue usado por Herdoto de Halicarnaso en primer lugar para hablar de su indagacin personal o investigacin de los asuntos que haban pasado por su juicio cognoscitivo, siglos despus de que Homero usara para designar al hombre sabio por su ex-periencia. El primer historiador de Occidente, que narr con gran brillan-tez en el siglo V a. C. las guerras entre persas y griegos, sigue siendo con-siderado an hoy da el fundador de la disciplina de la , que somos conscientes de haber recibido como legado de los griegos. Ya los roma-nos heredaron este modo de acercarse a los hechos del pasado y Cicern rebautiz al gran Herdoto como pater Historiae. Para nosotros Herdo-to tambin ha de ser el precursor y el punto de partida de todos aquellos que se dedican con celo a transmitir el relato de los reinados, los pueblos, las guerras y las grandes migraciones y turbulencias, las interpretaciones y valoraciones crticas de los hechos acaecidos al ser humano, a la socie-dad, a lo largo de los muchos siglos de los que se tiene constancia docu-mental y material.

    Si la historia es la ciencia que versa sobre los hechos ocurridos al ser humano en pocas pasadas, que toma como objeto de estudio, la historio-grafa (de , escribir) puede definirse como el arte o ciencia de es-cribirla. El debate sobre si la escritura de la historia ha de ser considerada como ciencia o como arte y si puede incorporar juicios de valor es antiguo y permanente en la teora de la historia. Es complejo determinar la histo-riografa como ciencia, al menos en el sentido de las ciencias experimen-tales y mecanicistas. En todo caso, valga aqu la vieja distincin terica de

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    Platn entre y , entre arte o, mejor, habilidad adquirida para hacer algo, y ciencia o conocimiento verificable empricamente, en la que el filsofo ateniense trataba de englobar la retrica y la dialctica en dilogos memorables como el Gorgias o el Fedro. La historiografa po-dra entenderse, en este sentido, como un arte humanstico (o una ciencia social) una en progreso, que tiende a ser pero est condicio-nada por debates sociales y culturales que la dejan en una eterna potencia de veracidad y limitada a la verosimilitud. La historia, como veremos, dis-curre al albur de una antigua pugna entre idealismo y positivismo, entre su realidad humana y su tendencia seguramente irrealizable a constituirse en un saber epistmico construido metodolgicamente ms all de las opi-niones individuales.

    En cuanto a las fuentes de la historiografa, la verdadera materia pri-ma de la investigacin histrica, se las divide entre fuentes primarias, es-critas, orales o arqueolgicas, contemporneas de los hechos del pasado objeto de estudio y fuentes secundarias, que reflejan un tratamiento o ela-boracin de materiales o documentos primarios e incluso una interpreta-cin de los mismos. El trabajo meticuloso y respetuoso sobre las fuentes en su proceso de recopilacin, disposicin, contraste, crtica e interpre-tacin, es la marca del buen historiador desde Herdoto hasta nuestros das. Tras la recogida de fuentes y testimonios histricos, su anlisis cr-tico es el primer paso para la investigacin sobre los hechos histricos de un momento y un lugar dados. La investigacin parte de ese juicio crtico que debe incluir la jerarquizacin de los elementos de la investigacin his-trica, en la prelacin de fuentes, y la valoracin de la credibilidad de las mismas. Dentro de este anlisis se contempla el trabajo separado acerca de los campos problemticos de la historia economa, poltica, cultura y sociedad as como la estructuracin en las diversas historias, univer-sal, nacional, regional y local.

    Todo historiador ha de hacer frente al problema metodolgico previo que atae a la definicin de su labor, a la escritura de la historia o historio-grafa, que versa ante todo sobre la relacin entre los hechos y quien los re-coge, expone e interpreta tratando de obtener un sentido de ellos. Cuando se lee un libro de historia a menudo el lector se enfrenta a la ficcin lite-raria de que el historiador no existe y se narran los acontecimientos como por parte de un narrador omnisciente que detalla los hechos, las batallas o

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    los reinados con una pretensin de objetividad total. Existe una vieja que-rella entre los partidarios de la postura positivista, que otorga un carcter sagrado a los hechos y ve al historiador como un ser imparcial y un desapa-sionado recopilador, y los que descartan la posibilidad de un tratamiento objetivo de los hechos y alejado de los condicionamientos sociales, polti-cos y culturales de la propia poca del historiador.

    Las categoras de la historia incluyen, pues, no solo los materiales so-bre los que trabaja el historiador, sino tambin la propia nocin del tiem-po y del espacio histricos que se tiene en su poca, la del sujeto o su-jetos histricos (otra vieja disputa entre el individuo y la sociedad), as como la de memoria y conciencia de la historia. Los principales proble-mas tericos de la historia conciernen a estas categoras: en primer lugar, la cuestin de la objetividad-subjetividad de la historia, que se relaciona con la pretensin de cientificidad y veracidad de la misma. En segundo lugar, la concepcin filosfica que informa la obra del historiador, regi-da, o no, por las leyes de la causalidad, por la creencia o no en las regula-ridades y las tendencias de la historia; y, en tercer lugar, la problemtica relacin entre pasado y presente. Si el escritor de historia selecciona ne-cesariamente hechos para formular sus hiptesis de partida y luego dis-poner de ellos, en esta seleccin existe tambin una subjetividad y los propios hechos van modificando las hiptesis y el trabajo del historiador. El tiempo de sempea un papel crucial en el desarrollo de esta labor, tan-to como las propias circunstancias vitales del historiador y su necesidad, o la necesidad de su poca, de comprender el pasado desde el presente o el presente desde el pasado. En su Apologie pour lHistoire ou Mtier de lhistorien (traducida al espaol como Introduccin a la historia) el histo-riador francs de origen judo Marc Bloch (que acabara fusilado por los nazis en 1944, poco antes de la liberacin de Pars por los aliados), pro-pone una historia basada en lo social y lo econmico, con una nueva for-ma de acercarse a las fuentes. En ese momento histrico crtico Bloch plantea que la historia no es disciplina del pasado es la disciplina de los acontecimientos humanos a lo largo del tiempo. Entre la gran varie-dad de temas que planteaba el cofundador de la Escuela de los Annales destacan sus agudas reflexiones sobre la nocin de tiempo histrico y la comprensin del pasado a travs del presente y viceversa. El mismo ao que Bloch mora, el dramaturgo Jean Anouilh estrenaba su Antgona en el Thtre de lAtelier de Pars, actualizando el mito griego a la realidad

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    contempornea de la Francia ocupada. De manera similar a estos ejem-plos se entrelazan continuamente el presente y el pasado en los planos de la historia y la literatura que evocan la antigedad.

    Pero la Historia con mayscula, como nos recuerda en la distancia la obra de Herdoto y tambin la de cuantos epgonos han continuado su la-bor historiogrfica, es algo ms que un fro catlogo. Comprende las in-quietudes intelectuales, espirituales y artsticas de los hombres; las emo-ciones que han hecho vibrar y ponerse en movimiento a los pueblos, las corrientes de pensamiento, cientficas y artsticas, y el sentir religioso, en una disciplina total que tambin ha devenido gnero literario y que debe trascender por necesidad el mero registro historiogrfico para interesar-se por cuanto atae al ser humano. Es cosa sabida que los hechos histri-cos ya no son solo las grandes conquistas y batallas, las luchas dinsticas y los tratados de paz ni los sujetos de la historia en el avance concep-tual y en las diversas teoras sobre la investigacin histrica, los reyes, generales, obispos y caudillos. Tampoco la disputada cuestin de los su-jetos de la historia puede soslayarse aqu, es decir, si es la sociedad o el individuo quien protagoniza la historia. La solucin de compromiso ha de tender a una combinacin de sujetos y puntos de vista, a una interac-cin entre ellos y a una concatenacin de objetos. La visin actual es que la Historia es una red compleja, problemtica e interdependiente de gran-des y pequeas historias que abarcan desde la historia poltica y mi-litar hasta la llamada intrahistoria, desde la historia cultural a la historia de las mujeres combinando el estudio de una sucesin diacrnica de eventos interconectados y el estudio sincrnico de un periodo particular en su multiplicidad de relaciones internas, sociales, econmicas, cultura-les, ideolgicas e incluso familiares. Algo as nos sugiere la polisemia cas-tellana de la historia, que contrasta con las palabras del ingls history / story, ambas procedentes del mismo timo griego mencionado. El trabajo del historiador pasa entonces a ser el de un cronista de lo humano, en su ms variada policroma y en su inefable complejidad. Como ha destacado Paul Veyne, el historiador debe sumar a su manejo leal de las fuentes his-tricas, que usa como punto de partida o base de sus hiptesis, una cierta imaginacin y un arte narrativo que contribuyan a edificar un relato con-ceptual y literariamente slido en su reconstruccin del pasado humano. Se ha de reflexionar con carcter preliminar sobre el carcter del histo-riador como mente ordenadora que plasma en su obra una determinada

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    construccin de la historia partiendo de los elementos objetivos, s, pero impregnndolos de una subjetividad conceptual innegable y, por otra par-te, sobre ciertas caractersticas casi gremiales que marcan la escritura de este gnero literario, desde el estilo a las valoraciones crticas, en el marco de una escuela de pensamiento o de una teora determinada.

    Desde los comienzos de la historia hasta hoy da ha continuado la co-rriente de la historiografa poltica, de las luchas por el poder, guerras ci-viles y entre naciones, pero tambin desde bien pronto se han ocupado los historiadores de otras cuestiones institucionales, jurdicas, etnogrficas o culturales. Como la filosofa o las ciencias empricas, la historia se consti-tuye como saber autnomo en la Grecia antigua y lo hace con estas pala-bras aurorales del historiador jonio en el incipit de su magna obra:

    Esta es la exposicin del resultado de las investigaciones ( ) de Herodto de Halicarnaso, para evitar que, con el paso del tiempo, los hechos de los hombres queden olvidados y que las hazaas grandes y admirables tanto de los griegos como de los brbaros y en es-pecial las causas por las que se enfrentaron unos a otros queden puestas de manifiesto.

    As se inaugura, en fin, la investigacin de los hechos humanos del pasado que es objeto de la Historia, con el firme propsito de comenzar un legado que habr de ser transmitido para la posteridad sin interrup-ciones. Y tal cosa ocurre en un momento clave para la evolucin intelec-tual del ser humano, cuando se estn deslindando epistemolgicamen-te las vas del saber mtico y cientfico, que aun en el siglo V a. C. estaban entrelazadas. Por supuesto que Herdoto no separa lo racional y objetivo de los elementos subjetivos en su construccin pionera, y pasa un testigo que, despus de l, habran de recoger todos los historiadores del porve-nir, y una discusin metodolgica de la que todos, en cierto modo, somos aun parte. No en vano, la obra de Herdoto la , en el sentido de investigacin, pero tambin la , la prueba o publicacin, como resea de los materiales recogidos, autntico compte rendu, de los mate-riales y documentos por parte del historiador con afn crtico, exegtico e indagador es la primera que se ocupa en tal sentido de recoger una suerte de memoria universal para la humanidad, pero siempre impregna-da de aspectos ms subjetivos e incluso irracionales y, por supuesto, del placer esttico de la narracin.

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    3. FILOSOFA DE LA HISTORIA E HISTORIA TERICA: HISTORIA, MITO Y LITERATURA

    En su titnico empeo de estudiar verazmente los sucesos pasados de la humanidad, la historia ha de regirse por un mtodo cientfico basado en criterios de verdad y experiencia. Aunque esta nocin de metodologa de la historia tiene sus races en la Grecia clsica, cuando la historia empie-za a perfilarse como saber independiente y terico, ser en la Alemania del siglo XIX cuando la moderna teora de la historia quede configurada al fin por una metodologa cientfica caracterstica de las llamadas ciencias so-ciales. Hay que insistir en que el desarrollo paralelo a la historiografa o es-critura de la historia de una visin epistemolgica de la misma como fuen-te de conocimiento o teora de la historia surge ya desde la antigedad, con autores como Tucdides o Polibio. La teora de la historia estudia la es-tructura y las posibles leyes que condicionan la realidad histrica y consis-te en una epistemologa de la ciencia de la historia. Por ltimo cabe men-cionar la filosofa de la historia, que se ocupa de darle un sentido global o particular a la historia, una finalidad o propsito, una linealidad, circu-laridad, progresividad o regresividad como los ejemplos, entre muchos otros, de autores como Hegel, Spengler o Popper o en negar tal sentido. Se discuten las diversas aproximaciones al respecto, sobre todo si los acon-tecimientos histricos pueden comprenderse desde la causalidad o desde la nocin de progreso imparable o dialctico, con rupturas y continuacio-nes, en grandes ideales de avance o en metas puntuales, y si se puede es-clarecer de alguna manera el sentido filosfico de la historia. Al hilo de ese debate comenta el historiador britnico Edward H. Carr que el progreso es un trmino abstracto; pero las metas concretas que se propone alcanzar la humanidad surgen de vez en cuando del curso de la historia.

    La historia se opone a otros tipos de relato fabuloso o religioso, de ori-gen patrimonial o folklrico, como pueden ser el mito o el cuento popular, por su propia metodologa cientfica y su pretensin de veracidad. El ori-gen de la investigacin histrica, en la antigua Grecia, se debate en torno a su oposicin y combinacin con el concepto de mito. Por mito () se entiende frecuente o alternativamente cualquier tipo de relato de cor-te legendario en el que intervienen personajes extraordinarios, como h-roes, dioses o monstruos, y que tiene lugar en un tiempo ms all de la ex-periencia humana, un illud tempus que se relaciona con los fundamentos

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    de las antiguas religiones: mito y rito son dos caras de la misma moneda, pues el rito actualiza en la religin el relato de los orgenes que compo-ne el mito. Los mitos estn prximos, por lo tanto, a aquello que posee ca-rcter mgico o religioso, aunque en la antigua Grecia desde muy pronto se irn desvinculando del mundo del rito y estarn presentes como mate-ria prima para la literatura: tambin en el nacimiento de la historiografa como gnero literario est presente lo mtico y los personajes de tintes he-roicos. Pero ya no es in illo tempore, sino en una poca determinada por la narracin histrica. En Herdoto, pese a su pretensin de indagacin en la verdad a travs de las diversas fuentes que recibe, puede constatarse una cierta fascinacin por el elemento heroico y sobrenatural que, acaso como herencia comn ese conglomerado heredado del que hablaba Gilbert Murray con la tragedia sofoclea o la pica homrica, desempea an un papel en su narracin de los hechos histricos.

    Pero en la configuracin del nacimiento del gnero historiogrfico aparecen tambin otros monumentos de esa antigua Kunstprosa que se genera en el mbito cultural jonio en los siglos VI-V a. C. La filosofa y la retrica, que florecen tambin desde esta poca, comparten el discurso prosaico, el con la historia, adems de dos presupuestos me-todolgicos: con la filosofa desde al menos Parmnides, por un lado, la pretensin de buscar la verdad ontolgica () a partir de una inda-gacin en las fuentes epistemolgicas del saber que ha de conducir al fin a su contemplacin () usando un mtodo que va despojando el ra-zonamiento de todo lo superfluo u opinable (), incluso si pertenece a la tradicin religioso-cultural, para centrarse en lo esencial; con la re-trica de Protgoras o Gorgias, por otro, comparte la gua por la persua-sin gracias a un discurso que siga la pauta de lo verosmil ( ), lo que usar la historia tambin cuando en el mismo curso de sus investi-gaciones sobre las fuentes transmitidas no encuentre sino indicios de ve-rosimilitud para realizar inferencias que conduzcan al historiador cerca de la verdad.

    Como el griego, el latn emplea el trmino fabula para esta clase de relatos no comprobables que a menudo se oponen a lo lgico, a lo racional. El mito, sin embargo, es fuente de la ms remota histo-ria, como lo es tambin su reflejo literario y as, en el ciclo de Troya que transmite Homero, en el Nibelungenlied, o en el Poema de Mo Cid hay que saber discernir lo que para la historia puede ser til. En efecto, a ve-

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    ces el mito se aproxima y casi diramos que se identifica con los relatos histricos de la antigedad, aunque las ms de las veces mito e historia son trminos contrapuestos en los antiguos autores. Recordemos, por ejemplo, cmo Tucdides se distancia de su antecesor Herdoto y se es-fuerza en subrayar el carcter de lo no mtico ( ) con el que pretende revestir a su Historia de la Guerra del Peloponeso, sin duda el primer modelo de historia con pretensiones epistemolgicas de verdad perdurable para las generaciones venideras. As se vio en el positivismo histrico del siglo XIX, y en los diversos historiadores que prefirieron a Tucdides y su pretendida imparcialidad. Sin embargo, en la distancia, es Herdoto el que hoy brilla de nuevo al conjugar en su obra las marcas de los mtodos histricos ms modernos, la historia cultural, la historia econmica y social con el relato de los hechos polticos.

    Los nueve libros de sus Historias, tal y como los tenemos hoy da res-ponden a la edicin de los gramticos alejandrinos, que dividieron la obra asignando a cada seccin el nombre de una de las nueve musas. Es Clo, segn la mitologa, musa de la Historia, la que acaso simblicamente abre su obra (libro I) con los primeros contactos entre Oriente y Occidente, casi en el territorio mgico del mito. Lo cierra Calope (libro IX), muy signifi-cativamente musa de la epopeya. En l se ve la pica victoria de los griegos en Platea y el declive persa. Herdoto oscila as entre la narracin histri-ca y el relato mtico-cultural de acento homrico o trgico y enorme altu-ra literaria. En efecto, las Historias no suponen solo la crnica fra de los hechos, en este caso de los enfrentamientos entre griegos y persas, sino tambin un completo registro cultural. En ese sentido Herdoto establece modelos que incluso tendrn vigencia en la antropologa y la historia mo-dernas. La narracin del hecho histrico incluye numerosas digresiones (), en forma de historias personales o notas curiosas sobre un lugar. Cuando son ms completos, se habla de (sobre Egipto, Asiria, Escitia, etc.). En todo caso, es en esos nueve libros donde surge por prime-ra vez la historiografa, dando un notable salto con respecto a lo hecho an-teriormente. He ah el carcter pionero de la obra de Herdoto: lejos de las ridas crnicas anteriores historias locales o relatos de viajes como los de Hecateo de Mileto, las Historias van ms all. Por primera vez hay una visin universal del pasado humano.

    Apuntaba Arnoldo Momigliano que entre Herdoto y los historiado-res del antiguo Oriente se alzan varias diferencias que sealan el naci-

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    miento de la historiografa: mientras que las crnicas mesopotmicas son meras compilaciones y catlogos de reyes, ofensas, guerras y victo-rias, la obra de Herdoto es una autntica investigacin, con aliento na-rrativo, de las causas de la guerra, de sus circunstancias y las de los pue-blos implicados en el marco de las costumbres y creencias de cada uno, que sirven para explicar los sucesos: en palabras de R. Kapuscinski, un reportaje de la historia. La primitiva historiografa griega, de la que restan fragmentos en autores posteriores, ya da idea de la direccin que to-maba la prosa hacia la inmensa figura de Herdoto. Tambin se detectan en Herdoto influencias de los gegrafos antiguos y notables descripcio-nes en las que, a modo de un explorador, incluye tambin apuntes de flo-ra y fauna. No encontraremos nada de semejante colorido hasta los cro-nistas de Indias espaoles del siglo XVI o hasta el Kosmos de Alexander von Humboldt: esta combinacin de narrador ilustrado y vivaz configu-ra un modelo de historiador que toca los fenmenos culturales, las cos-tumbres, la geografa, la etnologa y, en cierto modo, tambin la filoso-fa. Herdoto no se cie solo a los acontecimientos y sus causas, como postular Tucdides, sino que ofrece su propia cosmovisin, que inter-preta el sentido del destino humano. En las Historias influye la tragedia con su y la intuicin de una filosofa de la historia, tal vez por pri-mera vez, en el sentido en que ms tarde comprender Platn la arqueo-loga de la presencia humana en la tierra en su dilogo Timeo. Recorde-mos que, no en vano, Herdoto era amigo del gran Sfocles, quien lleg a dedicarle una oda, y que se desenvolvi en los crculos de la filosofa jonia. El pensamiento, si se puede decir tal cosa, de Herdoto inaugura la filosofa de la historia posterior.

    Tucdides est muy lejos de su predecesor y marca sus distancias como cima de la historia cientfica, crtica y poltica en la antigedad. Sealemos su caracterstico pensamiento pesimista y su bsqueda racional de las cau-sas de las acciones humanas (y su distincin de los pretextos), junto a su honda reflexin sobre el poder. Se refleja en esta nueva filosofa de la histo-ria la retrica sofstica, que dar nuevo impulso a la prosa historiogrfica en la segunda mitad del siglo V a. C. dotndole de una estructura ms comple-ja y de una capacidad de anlisis cientfico ms profunda. Tucdides se en-cuentra enmarcado e influido por la sofstica, en una prosa acreedora de la retrica gorgiana y a la que debemos esa exactitud quirrgica que es propia de la historiografa cientfica desde su obra. Tucdides quiere escribir para

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    Figura 2. Busto de Tucdides, Holkham Hall (R.U.).

    la eternidad, extrayendo lecciones que tengan una validez universal y logra un relato exhaustivo y metodolgicamente admirable de un conflicto pun-tual, pero demuestra nuevamente la limitacin terica del acto de narrar historia: su Historia de la Guerra del Peloponeso est circunscrita a un m-bito sociocultural determinado, a una cosmovisin propia de su poca, a una corriente de pensamiento y se enmarca en una filosofa de lo parti-cular (fig. 2). Tradicionalmente, el tercer lugar en esta trada de historia-dores de los orgenes es para Jenofonte, pero su altura intelectual mucho menor nos hace pasar pgina de sus Helnicas, que adolecen de una vi-sin monocolor y poco crtica, y quedarnos con sus recuerdos de hombre de accin y discpulo de Scrates.

    Como vemos, en sus orgenes, la historia tiene muchos puntos de con-tacto con ciertas modalidades del narrar: la pica, narracin potica, y la fi-losofa, narracin cosmolgica, ambas surgidas del mundo del mito. Preci-samente dice Aristteles en su Potica (cap. IX 1451b) que lo que distingue a la historia de la poesa no es que esta ltima est en verso, sino que la pri-

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    mera describe lo ocurrido y la segunda lo que podra haber ocurrido. La cita es ineludible antes de continuar:

    De lo dicho resulta claro que el oficio del poeta no es contar las co-sas como sucedieron sino como desearamos que hubieran sucedido y tra-tar lo posible segn verosimilitud o necesidad. As, la diferencia entre poe-ta e historiador no reside en que uno escriba con mtrica y el otro sin ella pues se podra poner a Herdoto en verso y, con mtrica o sin ella, no dejara de ser historia, sino en que uno narra las cosas tal y como pasa-ron y el otro como querra que hubieran pasado. Por eso la poesa es ms filosfica y esforzada empresa que la historia, ya que la poesa trata sobre todo de lo universal ( ) y la historia, por el contrario, de lo par-ticular ( ).

    Aunque aqu Aristteles defiende a los poetas, tan denostados por su maestro Platn en la Repblica, y da a la poesa un carcter filosfico, sin duda para contradecir a este, lo que nos interesa sealar es, por un lado, las bases metodolgicas que, con respecto a la historia y su iter particu-lar, establece el Estagirita y, por otro, la consideracin de la historiogra-fa como un gnero prosstico dentro de una potica de la creacin lite-raria. En cuanto a lo primero, hay que subrayar la distincin aristotlica en el sentido de que la historia trata de particulares, mientras que la poe-sa versa sobre universales. Lo universal ( ) recoge partes de la retrica aristotlica, pues se refiere a una manera de escribir en la que se cuenta qu cosas segn lo verosmil o lo necesario dira o hara tal per-sonaje, ponindole un nombre. Lo particular ( ) recoge, dice Aristteles, qu hizo o le pas a Alcibades. Por otra parte, Arist-teles, poniendo la historia en los preliminares a la potica, le niega la ca-tegora de ciencia () precisamente por ocuparse de los asuntos humanos y porque, segn las formulaciones del conocimiento cientfico en los Tpicos y en los Primeros Analticos, no admite tratamiento de cien-cia al no contener unidades esenciales. Ms cercana est, pues, a la ret-rica, lo que recoge el testigo de la discusin platnica entre arte y ciencia. Paradjicamente, cualquier intento de teorizar la historia para hacerla ms cientfica la convertira en poesa, por su carcter especulativo y no referido a la realidad de los hechos ocurridos.

    El debate terico entre universales y particulares quedar anclado por un tiempo en la distincin aristotlica. Tras Jenofonte, que no introduce

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    reflexiones perdurables sobre el tema, habr que saltar tambin a los histo-riadores posteriores, como Teopompo o foro, y a los llamados historia-dores de Alejandro, con los fragmentos que ha dejado cada cual, y espe-rar a la entrada de Roma en escena para hallar la tercera gran figura de la historiografa terica antigua: Polibio de Megalpolis. Si hay que creer el celebrado motto horaciano, la Grecia vencida encuentra su mayor victoria en la memoria colectiva de la humanidad gracias a su fiera y hegemnica conquistadora. El gran historiador Polibio, mulo de Tucdides en cuanto a imparcialidad, veracidad y rechazo de elementos divinos en la historia, as como en su distincin de causas y pretextos, avanza tericamente como testigo de una poca de cambios en la concepcin de una historia global. Es el primero que ve una interconexin o correlacin () geopol-tica de los acontecimientos en ambos extremos del mundo conocido. Ade-ms, Polibio reflexiona a menudo sobre el oficio de escribir historia de l dijo Ortega y Gasset que fue la cabeza ms clara de historiador o, si se quiere, de filsofo de la historia que produjo el mundo antiguo de for-ma que ha sido recuperado modernamente, por ejemplo, por la historia es-tructural, como modelo terico. Supone, pues, una revolucin metodol-gica que empequeece la historia parcial de sus predecesores y, al tiempo que acredita el ascenso de Roma a la hegemona universal, proporciona un panorama de todo el escenario poltico de la poca buscando las causas in-trnsecas en el desarrollo de la historia. Su obra se basa en una continua concatenacin de causas y efectos, pues para Polibio no hay nada de lo que debamos estar tan pendientes y buscar de tal manera como las causas de todo suceso que ocurre (III, 7), teorizando en varias ocasiones sobre lo que implica escribir historia universal ( V, 33). Con esta declaracin de principios se estn superando los lmites de la distin-cin aristotlica que deja los universales a la poesa (y, aunque no lo espe-cifique, a la filosofa y la ciencia), y considera la historia como saber de lo particular: desde Polibio, la historia se orienta hacia lo universal, no solo en cuanto al mbito geopoltico que se trata, sino tambin en lo tocante a la teorizacin de sus interpretaciones con un alcance vlido para siempre. Otro caso interesante es el de la Biblioteca histrica de Diodoro Sculo, que hizo pblica su obra seguramente antes de la conversin de Egipto en pro-vincia romana. Diodoro supone acaso una cierta vuelta al modelo herodo-teo (aunque polemice con Herdoto en su descripcin de Egipto), por la inclusin de digresiones varias, religiosas, antropolgicas o geogrficas, ajenas al estricto mtodo histrico-cientfico de un Tucdides o un Polibio.

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    Figura 3. Tito Livio y Salustio. Grabado de 1537.

    Pero el desarrollo paralelo de la historiografa romana produce dos monumentos perdurables y metodolgicamente relevantes para el naci-miento de la investigacin histrica. Por un lado est Salustio, que con su tratamiento puntual de la conjuracin de Catilina, de la que fue contem-porneo, o de la Guerra de Yugurta, actualiza la investigacin histrica de las causas intrnsecas del episodio poltico e indaga en la decadencia po-ltica de la Repblica Romana. La concatenacin meticulosa de causas y consecuencias mientras se narran los hechos, su observacin del trasfon-do sociopoltico y su consciencia de poder contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido desde los presupuestos metodolgicos de la correlacin lgica a partir de las diversas fuentes, le convierten en un gran filsofo de la his-toria (fig. 3). Pero el gran hombre que intuy la ruina de Roma y el triun-fo de los brbaros, el mayor prosista latino de la edad de plata y maestro de historiadores latinos fue sin duda Tcito, republicano en su corazn, que vivi en plena poca del poder autoritario e incuestionable de los em-peradores. Las dos grandes obras de Tcito, que le han hecho merecedor de una fama imperecedera, son las Historias y los Anales, ambas incom-pletas. Tcito comienza agradeciendo vivir en una poca en que se pue-de pensar como uno quiera y decir lo que uno piensa, proponiendo como modelo poltico al optimus princeps Trajano. En un proemio programtico tambin planea, si la vejez se lo permite, escribir sobre esos tiempos me-jores. Se trata de una historia en el sentido ms etimolgico de la palabra: una investigacin personal, escrita con pretensin de imparcialidad (neque

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    Figura 4. Retrato idealizado de Tcito.

    amore quisquam et sine odio) en la que el historiador repasa los momen-tos de mayor crisis. Es el gran estilo la marca de su historia y un pen-samiento denso, liberal y un tanto pesimista de un historiador que cree asistir a una decadencia progresiva de su patria y que supo transmitir esa sensacin de declive como maestro de otros grandes historiadores, sobrios, brillantes o sombros, como Mommsen, Gibbon o Spengler (fig. 4).

    Queremos localizar una ltima etapa de los orgenes y fuentes de la in-vestigacin histrica en el nacimiento de un nuevo gnero, la biografa his-trica, en Plutarco de Queronea. Su proyecto de escribir Vidas paralelas de hombres ilustres griegos y romanos marca el nacimiento de este nuevo g-nero, que proviene de la historiografa y, desde la pseudohistoria de Alejan-dro, dirige la antigua prosa hacia otros derroteros novelescos, como ha es-tudiado Momigliano. En sus Vidas Plutarco despliega su visin profunda y complementaria de la historia universal y de la historia personal, que es-boza en un retrato de ocasin de personajes que simbolizan virtudes y mo-

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    mentos concretos comparados de la historia griega y romana. La habilidad del bigrafo es precisamente componer, en pocas pinceladas maestras, una narracin casi impresionista, que vaya desde el detalle al cuadro general o, en palabras del propio Plutarco:

    No escribimos historias, sino biografas, pues la manifestacin de la virtud o maldad no siempre se encuentra en las gestas ms famosas, sino, por el contrario, frecuentemente una accin insignificante, una palabra o una humorada dan mejor prueba del carcter que las batallas en que hay millares de muertos, impresionantes despliegues de tropas y sitios de ciu-dades (Vida de Alejandro I 2-3).

    A propsito de la tcnica narrativa del bigrafo como retratista, de la pequea historia de las ancdotas frente a la gran historia de las batallas, Plutarco formula la afortunada comparacin en el pasaje mencionado:

    Pues igual que los pintores tratan de captar las semejanzas en el ros-tro y en las expresiones de los ojos en las que se manifiesta el carcter, sin preocuparse prcticamente de las dems partes, as tambin a nosotros se nos ha de permitir que penetremos con preferencia en las seales del alma y que a travs de stas configuremos la vida de cada personaje, dejando a otros los sucesos grandiosos y las batallas.

    As, el carcter () queda reflejado en estas seales (), pe-queos detalles percibidos por el bigrafo-historiador para, a partir de ah, extrapolar a un plano ms general con una visin moralizadora del mo-mento histrico que protagoniz el biografiado. Es curioso cmo hoy en da las modernas escuelas de historiografa, como las herederas de la his-toria econmica y social o la microhistoria italiana, han recuperado la vi-sin impresionista de Plutarco usando el detalle para componer su lienzo histrico global (fig. 5).

    En definitiva, en su progreso secular la historia se configura y se rein-venta continuamente como saber autnomo, que nace del tronco comn de la cognicin humana y de los relatos fundacionales. Desde los griegos hay una suerte de continuidad natural entre literatura, filosofa e histo-ria: la historia del cosmos y los dioses en Hesodo, la historia de las luchas y afanes de los hroes en Homero, la historia del conocimiento en Platn o Aristteles y la historia de las guerras de los hombres en Herdoto. La contrapartida que se deduce de este antiguo debate entre poesa, filosofa e

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    Figura 5. Retrato idealizado de Plutarco procedente de la traduccin francesa de Amyot (1565).

    historia se encuentra, por ltimo, en su diverso valor esttico. En cada una de estas disciplinas se observa un nivel epistemolgico diferente, s, pero tambin un deleite propio. Tambin se encuentra placer, estticamente, en la escritura de la historia, en su lectura, como gnero literario. Acaso en res-puesta a esta discusin griega, siglos despus escribira M. Bloch en su ya ci-tada obra:

    La historia tiene indudablemente sus propios placeres estticos, que no se parecen a los de ninguna otra disciplina. Ello se debe a que el espectcu-lo de las actividades humanas, que forma su objeto particular, est hecho, ms que otro cualquiera, para seducir la imaginacin de los hombres.

    Ninguna historia, parece decirnos el historiador francs, es ms atracti-va que el relato de los hechos ocurridos a la humanidad: qu le pas a Alci-bades nos fascina tanto, al menos, como qu pudo decir el colrico Aqui-les (fig. 6).

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    Figura 6. Escena de batalla en la Ilada. Cod. F. 205, Biblioteca Ambrosiana, Miln.

    4. TEORAS Y PRAXEIS. HACIA LA HISTORIA CIENTFICA

    Hoy da no hay duda acerca de que la investigacin histrica posee sus propios mtodos, sobre los que han escrito desde hace mucho tiempo los te-ricos de la historia y sobre los que existen incluso campos de investigacin como la historia terica. Tras las reflexiones tericas que acompaaron en el mundo antiguo el nacimiento de la historiografa como gnero literario se impuso durante demasiado tiempo una historia ms rida y basada en los hechos polticos con las notables excepciones, no pocas, de quienes imitaron literariamente los modelos clsicos en diversas pocas, desde Pselo a Gibbon, en sus praxeis individualizadas, y que conducirn ms adelante al surgimien-to de un mtodo histrico moderno. La praxis se contempla aqu en un doble

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    sentido: en el de los hechos que narra el historiador y en el del propio he-cho de su historiar. La etapa clave en la recepcin de toda la problemtica terica de la historia heredada del mundo griego es el nacimiento de la histo-riografa cristiana y del providencialismo. Como afirma Jos Carlos Bermejo,

    ... el anlisis de los orgenes de la historiografa cristiana constituye un pro-blema enormemente complejo, puesto que se inserta en el marco de lo que durante mucho tiempo ha sido la cuestin historiogrfica por excelencia: el fin del mundo antiguo y la decadencia del Imperio romano.

    La teora de la historia se transforma a partir de la figura histrica y el ejemplo de Jesucristo de una doble manera que Bermejo ha analizado en su trabajo El cisma en el alma. Ensayo sobre las relaciones entre el cris-tianismo y la historia (incluida en el volumen Replanteamiento de la histo-ria, 1989). A la par se revolucionan las nociones ticas y filosficas hereda-das de la tradicin clsica en la encrucijada ideolgica y religiosa que supone la Antigedad tarda, como bien han mostrado estudiosos como E.R. Dodds o P. Brown, junto a una nueva sensibilidad esttica y una peculiar interpre-tacin del helenismo a la luz de las nuevas corrientes de pensamiento (no-tablemente el neoplatonismo) y de espiritualidad (el cristianismo). La in-fluencia del providencialismo de San Agustn, que precisamente conjuga neoplatonismo con cristianismo, en el terreno de lo histrico, deja una hue-lla profunda en el magma ideolgico, entre religin y poltica, de esta po-ca: los siglos IV-VI estn marcados por el prestigio social del hombre santo, con un desplazamiento evidente de los modelos de ejemplaridad pblica que transitan desde lo poltico o lo militar hasta lo religioso. Los ideales de as-cesis, pobreza, huda del mundo y contacto privilegiado con la esfera de lo divino se encuentran en la explicacin de la historia que sirve de base a la historiografa cristiana. El cristianismo se integra en la civilizacin griega adoptando sus modos, su retrica, su filosofa especialmente la neoplat-nica y sus gneros literarios, como expone magistralmente W. Jaeger en Cristianismo primitivo y paideia griega. Si ya en las primeras generaciones de escritores cristianos en griego se nota una adaptacin de los modelos his-toriogrficos clsicos en una nueva historia de hechos (), como los Hechos de los Apstoles, los Padres de la Iglesia adaptarn el mensaje evan-glico a los diversos gneros literarios, no solo la filosofa, la poesa o la ret-rica, como se ve en los escritos de Gregorio de Nacianzo, Sinesio de Cirene o Basilio de Cesarea, sino tambin en la historia y la biografa. Las reflexiones tericas aristotlicas sobre el deslinde conceptual de la historia como saber

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    autnomo del rbol de las ciencias cobran nuevo vigor con el providencialis-mo cristiano y, sobre la base de la figura de Cristo como piedra angular de la historia, adquieren ahora ms relieve que nunca por su teleologa tan defini-da, de la que da cuenta el gnero de la historia eclesistica cultivado por S-crates, Eusebio de Cesarea o Sozmeno. Otro tanto suceder con el despla-zamiento de la historia individual o la biografa histrica plutarquiana por la hagiografa cristiana desde la Historia Monachorum in Aegypto en adelante.

    A partir de ah todo el debate terico sobre la historiografa puede considerarse marcado por la recepcin cristiana del legado clsico, con notables e importantes opositores que, no obstante, lo son por defini-cin de ese magma originario judeo-cristiano y helnico al que reaccio-nan. Captulos en esa recepcin, que exceden el propsito de estas lneas, son la historia como crudo realismo y pragmatismo que expone Maquia-velo, deudor y admirador del romano Tcito, la racionalizacin cartesia-na de la historia, la historia globalizadora y humanista de Giambattista Vico, la filosofa de la historia de Voltaire, el romanticismo de Herder o el idealismo de Hegel, que otorga un papel clave a la historia en su siste-ma filosfico y en la comprensin de la sociedad y del propio ser huma-no. Las diversas aproximaciones filosficas a la historia, desde la teleolo-ga histrica al historicismo hegeliano, sirvieron para justificar en cada momento todo tipo de acontecimientos desdichados que eran explicados como anttesis (en la terminologa de Fichte) o como precio a pagar para el progreso, la sntesis, el avance o la libertad de la humanidad. Por ello interesa ms a nuestro propsito pasar a referir la configuracin cientfi-ca de la historia como saber independiente entre los siglos XVIII y XIX, que quiso desligarse de sistemas filosficos, de consideraciones literarias o teolgicas y que, aunque ciertamente influido por estas en cada corriente historiogrfica y en el marco de la historia de la cultura y de las ideas, y anclado en cada visin de una filosofa de la historia progresiva, regresi-va, salvfica o dialctica, vino a sentar las bases de lo que hoy son las mo-dernas perspectivas tericas del trabajo cientfico del historiador.

    La historia como saber autnomo, tras sus orgenes clsicos y su recep-cin, encuentra sus races en el mtodo histrico-crtico surgido en Alema-nia desde finales del siglo XVIII: no est de ms recordar aqu que la His-toria, al menos en el caso de la Historia Antigua, est enraizada con otras disciplinas como la Filologa Clsica, en el tronco comn de las llamadas Altertumswissenschaften o Ciencias de la antigedad, de raigambre ale-

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    mana. En esta poca se configura un mtodo cientfico para la historia, basado en el mtodo filolgico y, a la vez, la curiosidad por la historia hace que esta rebase lo poltico y se extienda a lo eclesistico, cultural, jurdico, institucional, econmico. Los historiadores buscan nuevas fuentes de co-nocimiento ms all de las crnicas en las leyes, contratos, testamentos, archivos y se utilizan nuevas disciplinas y mtodos crticos como la Paleo-grafa, que nace con J. Mabillon y B. de Montfaucon, la Diplomtica, la Cro-nologa, la Geografa histrica, la Numismtica, etc. Ante la abundancia de fuentes y el surgimiento de mtodos cientficos para estudiarlas aparece la necesidad de dotarse de una historia crtica con pretensiones de cientifici-dad que supere la anterior historia narrativa o pragmtica, que haba llega-do a constituir, como hemos visto, un gnero literario de ndole totalizadora.

    Puede considerarse as que la moderna investigacin histrica se gene-ra a partir del ambiente intelectual propiciado por la reflexin sobre la ar-queologa y la historia del arte y la cultura de la antigedad clsica que se da en Alemania desde finales del siglo XVIII, desde la precursora figura de Johann Joachim Winckelmann (1717-1768) y desde el clasicismo de Wei-mar. Es la recepcin del legado clsico, y griego por ms seas, la que sus-cita el debate sobre la necesidad de indagar en el pasado ms remoto para comprender la identidad presente. De nuevo,como en los ejemplos de Bloch y Anouilh, se trataba de la compresin del presente por el pasado y viceversa, Alemania en el espejo de Grecia, como en el Hiperin de Hl-derlin (1797-1799). La importancia clave de la aparicin en esta poca de la Filologa clsica, como disciplina cientfica entonces abarcadora de las denominadas ciencias de la antigedad y provista de una estricta meto-dologa para reconstruccin y la explicacin de los acontecimientos hist-ricos del pasado, reside en el hecho de que proporcion un modelo episte-molgico para la investigacin y la comprensin del pasado de cualquier poca cuya validez ha sido tal que se han sentado sobre ella las bases de toda ciencia histrica posterior, desde el positivismo a esta parte.

    Pese a la creciente especializacin de la indagacin en la historia de la antigedad, que es marca de los tiempos modernos, es preciso reconocer el peso de este momento fundacional de la investigacin histrica. Con el tiempo se produjo una fragmentacin de las Ciencias de la Antigedad en diversas disciplinas, como la arqueologa, historia de la religin, numism-tica, epigrafa, filologa, papirologa, que fueron desarrollando mtodos de investigacin y de exposicin cientfica completamente diferentes entre s.

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    Sin embargo, en estas reflexiones metodolgicas e histricas sobre el tra-bajo del historiador, de la antigedad o de otras pocas, y del arquelogo, procede analizar los fundamentos y fuentes de los mtodos cientficos de la historia, surgidos en un momento clave para la fundacin de la Europa moderna, marcada polticamente por la revolucin francesa y por la figura de Napolen. Como expusiera W. Jaeger en su monumental Paideia, el es-tudio de la Antigedad clsica ha funcionado siempre como un elemento de transmisin de los ideales de la educacin humanista y, en diversos mo-mentos histricos, ha conllevado una profunda reflexin sobre los valores del presente y una reinterpretacin de la propia identidad actual.

    Las ciencias de la antigedad y su consiguiente metodologa cientfica nacen, si hay que creer a Friedrich Nietzsche, el 8 de abril de 1777, cuando Friedrich August Wolf (1759-1824) se matricul en la Universidad de Go-tinga como studiosus philologiae, en vez de studiosus theologiae. Diez aos despus Wolf publicara su famosa obra Prolegomena ad Homerum, que sentaba las bases del mtodo analtico y fijaba por vez primera el con-cepto moderno de la Ciencia de la Antigedad, Altertumswissenschaft o Altertumskunde como la

    ... disciplina que abarca el conjunto de conocimientos que, con los hechos, la ordenacin poltica y la literatura de los pueblos antiguos, nos informa sobre su cultura, sobre la lengua, las artes, las ciencias, las costumbres, la religin, las caractersticas nacionales.

    Para Wolf esta ciencia, que l denomina tambin filologa, combina el estudio histrico y documental para aprehender, en lo posible, el espri-tu de las antiguas naciones, su Volksgeist. Se iniciaba entonces un camino hacia la sistematizacin del conocimiento cientfico del pasado que iba a culminar en el positivismo de finales del siglo XIX y en el que filologa era un sinnimo de historia y, en especial, de la historia de la antigedad, una va de investigacin que trataba de introducirse en las mentalidades clsi-cas integrando diversas disciplinas (fig. 7). Era propio tambin de esta no-cin de ciencia de la antigedad su carcter modlico para la formacin del espritu humano. En palabras de Wolf,

    ... nuestra idea de Antigedad, concebida como un todo, es parecida a un mundo cerrado en s mismo; como tal, toca todos los gneros de cada observa-dor en su propia modalidad, y le proporciona a cada cual aspectos diferentes para ejercitar y practicar sus dotes, para ampliar sus conocimientos a travs

  • MTODOS Y TCNICAS DE INVESTIGACIN HISTRICA I

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    Figura 7. Friedrich August Wolf. Retrato de Johann Wolf (1823).

    de lo que es digno de ser estudiado, para agudizar su sentido de la verdad, para refinar su juicio sobre lo bello, para dar a su imaginacin regla y me-dida y para estimular, en fin, todas las potencias del alma a travs de tareas atractivas y maneras de afrontarlas de forma que queden constituidas en equilibrio. Afortunadamente, este mundo est abriendo aqu y all, ya desde las edades ms tempranas, su visin instructiva y entretenida, con la prome-sa de variadas ganancias (Darstellung der Altertumswissenschaft nach Begriff, Umfang, Zweck und Wert, 1807).

    La reforma de la enseanza prusiana proyectada por Wilhelm von Humboldt (1767-1835), que culmin en 1810 con la fundacin de la Uni-versidad de Berln, refleja la importancia de este concepto abarcador de la ciencia de la antigedad como educacin del individuo de la po-ca: su nfasis el estudio de las lenguas antiguas y de la historia de la an-tigedad como materias clave para la formacin humana as lo eviden-

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    cian. Casi cien aos despus, en el solemne acto de apertura de curso en la Universidad de Berln en 1900, Ulrich von Wilamowitz-Moellendorf (1848-1931) proclam que la filologa clsica era la ciencia ms avanza-da y la abanderada del futuro. Pero para entonces la ciencia histrica de la antigedad ya haba entrado en crisis. Nietzsche, que a la sazn repre-sentaba todo lo contrario que Wilamowitz, haba acusado la falta de vi-sin panormica de la que adoleca cierta filologa estrecha de miras.

    No debemos ignorar deca el filsofo alemn en una carta de 6 de abril de 1867 que a la mayora de nuestros fillogos les falta toda visin global estimulante de la Antigedad porque se quedan demasiado cerca del cuadro y se limitan a investigar tal o cual mancha de aceite en lugar de ad-mirar y lo que an vale ms gozar de los rasgos grandes y audaces de la pintura de su conjunto.

    Qu haba ocurrido entre ambos momentos clave, la fundacin de la Uni-versidad de Berln con su curriculum histrico y la inauguracin del curso de 1900 en los albores de la crisis del modelo positivista? Y, lo ms importante, cmo determinaran el devenir de la investigacin histrica hasta hoy?

    La tendencia a la especializacin en la investigacin histrica se empez a notar en la figura de August Boeckh (1785-1867), discpulo de F.A. Wolf que acentu la vertiente histrica, dentro de la idea de una cien-cia total de la Antigedad, y la dot de un alto grado de reflexin filosfica, acaso como influencia de su otro maestro, F. Schleiermacher (1768-1834) (fig. 8). El contexto del surgimiento del mtodo histrico-crtico, que pa-sar del mbito filolgico al histrico en estas figuras inaugurales de la moderna metodologa cientfica para las ciencias humanas y sociales, se localiza en los primeros intentos de restituir los textos clsicos o bblicos: ah se comienza a deslindar la crtica inferior o textual, que intenta res-tablecer la integridad de las fuentes, de la crtica superior, que trata de reconstruir la interpretacin ms fidedigna de esos textos, desde los tra-bajos pioneros sobre el Nuevo Testamento de Schleiermacher a la llama-da Escuela de Tubinga, de Ferdinand Christian Baur (1792-1860) y otros estudiosos. Entre ellos destacar tambin la figura de Karl Lachmann (1793-1851), que revolucion la filologa con la sistematizacin del m-todo crtico o stemmtico (Stammbaumtheorie) para la confeccin de textos crticos, que fue aplicada con xito a la Biblia y a obras clsicas como el De rerum natura de Lucrecio.

  • MTODOS Y TCNICAS DE INVESTIGACIN HISTRICA I

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    Figura 8. August Boeckh. Retrato de Franz Krger.

    Tambin la figura de Boeckh puede ser considerada pionera en la apli-cacin de esta metodologa filolgica a la historia, en su gran obra teri-ca Enzyklopdie und Methodologie der philologischen Wissenschaften (1877) y, desde un principio, en su vertiente prctica como editor del Corpus Ins-criptionum Graecarum. En la polmica que se desat, a raz del trabajo de Boeckh sobre las inscripciones griegas, entre este y Gottfried Hermann (1772-1848) se evidenci un debate metodolgico sobre el objeto y el fin de las investigaciones sobre la antigedad. Hermann defenda el predomi-nio de la interpretacin y la crtica textual frente al inters histrico por as decir global de Boeckh: es decir, lengua y fuentes frente a instituciones e ideas. Aqu se atestigua el primer divorcio conceptual entre filologa cl-sica e historia antigua, si bien haban existido otros intentos de separar la

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    historia de la ciencia filolgica al menos en lo que a la concrecin metodo-lgica se refiere: dos buenos ejemplos de ello son las obras de J.G. Droysen Grndriss der Historik (1867) y Erhebung der Geschichte zum Rang einer Wissenschaft, (1863), y la de E. Berheim, Lehrbuch der historischen Methode und der Geschichtsphilosophie (1889). El caso ms paradigmtico ser el de Droysen, creador del concepto del helenismo y defensor de la histo-ria ejemplar de los grandes hombres, como se ve en su influyente Alejandro Magno, pues este autor entiende la ciencia histrica an con esa funcin educativa que ostentaban las ciencias de la antigedad en su primera con-cepcin ya desde Wolf.

    Pero la cuestin del deslinde entre filologa e historia tiene ms rele-vancia para nosotros en el plano del refinamiento cientfico de esta ltima: si la historia se conceba anteriormente como mera narracin cronolgi-ca de los hechos, gracias a la aplicacin del mtodo filolgico de las Alter-tumswissenschaften abarcar un campo mayor en su rigor documental y en su pretensin de hermenutica global, como historiografa y filosofa de la historia a la par, que trasciende el anlisis de lo particular para ofrecer esa visin global (bersicht), que ms tarde reclamara el propio Nietzsche, de ideas generales que transmitir. La hermenutica, llammosla sin menosca-bo inferior, de la determinacin y fijacin de las fuentes y documentos ira desde entonces quedando relegada a las posteriormente llamadas discipli-nas auxiliares de la historia, desde la epigrafa a la crtica textual, mien-tras que la hermenutica superior que, desde el estudio cientfico y detalla-do de las fuentes se ergua con interpretaciones globales dotadas de cierto vuelo filosfico y antropolgico y de una cierta pretensin de ofrecer un cuadro de las ideas y los hechos, de las instituciones y los sistemas polti-cos, del derecho y la cultura de una poca, pasaba a denominarse historia. Se atestiguaba paulatinamente, a la vez que un desplazamiento semnti-co, un avance notable en la sistematizacin cientfica del mtodo histrico frente a las crnicas ridas y los registros cronolgicos de eventos.

    Aunque la unidad de las ciencias de la antigedad, y la idea de que la Filologa es Historia y la Historia es Filologa, segua defendindose en fi-guras como las de Hermann Usener (Philologie und Geschichtswissen-schaft, 1882) y Alfred Gercke (Einleitung in die Altertumswissenschaft, 1909), la especializacin progresiva era imparable. Otros captulos de esta evolucin estn marcados por la obra de Friedrich Haase (1808-1867), que propugnaba superar esta disyuntiva redefiniendo la finalidad de la investi-

  • MTODOS Y TCNICAS DE INVESTIGACIN HISTRICA I

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    gacin de la ciencia filolgica: su fin sera obtener el conocimiento del es-pritu esencial de la antigedad, tanto a partir del estudio de los textos como del arte y los restos materiales de la poca. Otro es el caso de Karl Otfried Mller (1797-1840), que retom el debate conceptual proponien-do buscar vnculos rigurosos entre las diversas manifestaciones que han sido transmitidas sobre la vida de los pueblos antiguos en una suerte de antropologa anticuaria. En paralelo a lo que sucede con la filologa y la historia, otro tanto ocurrir con el deslinde de la arqueologa del tronco comn de las Altertumswissenschaften. Eduard Gerhard (1795-1867), el fundador de la primera sociedad cientfica de arqueologa, la Archolo-gische Gesellschaft zu Berlin, reclamaba para esta disciplina un lugar inde-pendiente que consolidaron suyos epgonos como, por ejemplo, Emil Hb-ner (1834-1901), que se dedic sobre todo a la arqueologa de la Pennsula Ibrica. Pero este fecundo divorcio entre disciplinas traera consigo el na-cimiento de la historia cientfica gracias a la aplicacin del mtodo filol-gico a la historia antigua, en concreto a la historia romana y germnica, por parte de un cuarteto de grandes historiadores, Niebuhr, Ranke, Mommsen y Burckhardt, que suponen el punto de arranque de la moderna metodologa histrica y sus diversas sensibilidades, y que ser expuesta en el captulo siguiente.

    5. BIBLIOGRAFA

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  • LA INVESTIGACIN HISTRICA. CONCEPTOS GENERALES. HISTORIA, TEORA Y PRAXIS HISTRICA

    45

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    Historia, vol. 1, Barcelona, pp. 75-104.VILAR, P. (1982): Iniciacin al vocabulario del anlisis histrico, Barcelona.

  • Tema 2

    Aprendiendo a investigar la Historia. Tipologa y tcnicas del trabajo histrico universitario

    DAVID HERNNDEZ DE LA FUENTE

    Universidad Nacional de Educacin a DistanciaDepartamento de Historia Antigua

  • 48

    1. Introduccin1.1. Competencias disciplinares1.2. Competencias metodolgicas

    2. El mtodo histrico-crtico: escuelas y aproximaciones3. Metodologa de investigacin histrico-cultural: tcnicas del trabajo hist-

    rico universitario3.1. La fase preliminar: objeto de la investigacin y punto de partida3.2. La fase heurstica: recopilacin y sistematizacin de fuentes3.3. La fase hermenutica: anlisis, crtica e interpretacin de fuentes3.4. La fase ensaystica: sntesis, argumentacin y redaccin

    4. Bibliografa

  • 49

    1. INTRODUCCIN

    Usted plantese el problema de su ciencia cada maana, nunca se ponga a trabajar como si estuviera seguro de la direccin que su especialidad lleva (J. Ortega y Gasset1).

    El trabajo de investigacin histrica universitaria en los comienzos del siglo XXI, desde la base de la tradicin historiogrfica clsica e incorporan-do o al menos teniendo en cuenta los diversos movimientos y corrientes que han aglutinado en su derredor a los historiadores desde el positivismo decimonnico en adelante, ha de fundamentarse en una definicin de la propia idea de investigacin. La investigacin es sencillamente el proceso de bsqueda del conocimiento epistmico basado en materiales comproba-bles y sobre criterios de verdad, crtica y causalidad. Se basa en una serie de operaciones que incluyen invariablemente:

    la recogida de materiales; 1.

    la clasificacin de estos materiales; 2.

    su anlisis crtico;3.

    el estudio de las relaciones entre ellos extrayendo la informacin que 4. proporcionan y;

    la interpretacin conclusiva de lo que significan. 5.

    En este proceso completo la investigacin es necesariamente explica-tiva, aunque tambin cabe una investigacin descriptiva, que se queda en el punto cuarto, y se limita nicamente a la recopilacin, revisin y des-cripcin de los materiales en cuestin. La investigacin histrica inclu-

    1 Citado por Antonio Tovar en Lingstica y Filologa Clsica. Revista de Occidente, Madrid, 1944, p. 10.

  • MTODOS Y TCNICAS DE INVESTIGACIN HISTRICA I

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    ye irremediablemente el camino completo, que va desde la recogida de los datos y su hermenutica bsica a travs del anlisis primario hasta la hermenutica superior. Este recorrido siempre implica una toma de posi-cin ms o menos explcita por parte del investigador con respecto a la metodologa historiogrfica que se ha de adoptar para interpretar y va-lorar los hechos, que atae especialmente a la causalidad de los eventos del pasado que son objeto de estudio, pero tambin a la consciencia de la subjetividad del ser humano tanto en lo que a la falibilidad o parciali-dad de las fuentes se refiere como en cuanto a las propias inclinaciones y prejuicios del historiador y a lo inalcanzable de la verdad histrica ab-soluta. La gran cantidad de fuentes disponibles, en muchos casos, o la es-casez de las mismas, en otros, pueden suponer problemas en el trabajo del investigador.

    Paradjicamente la sobrecarga de fuentes primarias y, sobre todo, de documentacin secundaria produce los efectos ms negativos. Existe en-tonces la necesidad de emprender una cuidadosa seleccin de materiales aun a riesgo de oscurecer el proceso o iter investigador en su totalidad. El investigador, que se dota de instrumentos tcnicos para el anlisis de la documentacin escrita u oral, puede acabar sobrepasado por sus m-todos y tcnicas. La crisis del modelo investigador cientfico se ve en aquella investigacin de metodologa estricta, pero que, desprovista de una base filosfica y humanstica, alcance un escaso vuelo intelectual. En la carta de Nietzsche que citbamos en el captulo anterior, el pensa-dor alemn acusaba el hasto de la rgida ciencia y de los mtodos de las Altertumswissenschaften tradicionales:

    La verdad es que nuestro modo de trabajar es [...] deprimente. Los cien libros que hay encima de mi mesa son otras tantas tenazas que esterilizan el nervio del pensamiento autnomo.

    Ese peligro amenaza, por cierto, al investigador de la historia, que debe combinar un mtodo riguroso, como argumentaremos en las pginas que siguen, con las intuiciones y sensibilidad que surgen de una educacin inte-gral y de una perspectiva humanstica. El historiador no debe nunca estar seguro por completo de que su mtodo es infalible y acertado ni de que sus conclusiones son universalmente vlidas y por esta razn es preciso tomar en consideracin diversas teoras y corrientes, forjarse un mtodo con vali-dez epistemolgica y someterlo peridicamente a la duda metdica de las

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    preguntas sobre la cientificidad, la objetividad y la veracidad. No hay que olvidar que el historiador no es un ente abstrado del mundo que le rodea y que muy a menudo sufre las influencias consciente o inconscientemen-te de ideologas o prejuicios diversos.

    Por otro lado, la tendencia a la especializacin y a la creacin de me-todologas separadas en el moderno panorama acadmico a menudo hace olvidar la visin de conjunto que debe inspirar la labor investigadora. Las leyes que rigen la universidad actual estn intentando crear un nuevo mo-delo caracterizado por una conexin ms profunda con la vida prctica, a imagen de las ciencias naturales y experimentales. Esta tendencia se ha traducido en una especializacin y aplicacin prctica de los estudios uni-versitarios, que hoy da sigue en boga. Sin embargo, hay una vertiente ne-gativa de esta aproximacin que en cierto modo supone un menoscabo para los estudios humansticos y ms an para reas como la historia an-tigua, la arqueologa o la filologa clsica. El acercamiento a la vida prcti-ca de la labor del investigador ha de asentarse sin duda sobre la excelencia cientfica, la independencia y el dominio de las disciplinas humansticas, ms que sobre las exigencias de la vida moderna y de la sociedad de mer-cado. Como afirma Carlos Garca Gual en su obra Sobre el descrdito de la literatura y otros avisos humanistas,

    ... los tiempos son ciertamente malos para la defensa y el cultivo de las Hu-manidades. La cultura general no es rentable a primera vista, como lo es la formacin especializada y la seria preparacin tcnica para cualquier ca-rrera u oficio. En un mundo preocupado por la conquista de nuevos pues-tos de trabajo, por la especializacin, por la preparacin tecnolgica cada vez ms precisa, la rentabilidad de la cultura humanstica no resulta nada evidente. Por otro lado, esos objetivos de un examen crtico, afn de com-prensin de los dems humanos y una visin personal del mundo no pare-cen figurar entre las propuestas ideales de ningn grupo poltico.

    El deber del investigador de la historia es vital e ineludible. Ha de ad-quirir una slida formacin y una metodologa estricta en el proceso que va desde la recogida de datos a la interpretacin pero, ms all de su ri-gor cientfico, tambin debe dirigir su obra hacia la sociedad de la que forma parte, para poner los resultados de su investigacin humanstica a disposicin de la comunidad y en aras del progreso social. Tiene una gra-ve responsabilidad, especialmente en tiempos de crisis social, intelectual

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    o de valores a fin de evitar, para decirlo con George Steiner el eclipse de lo humano en la cultura y la sociedad de hoy. La decadencia de las cien-cias humanas no slo es una tendencia general en nuestra sociedad por el auge de lo audiovisual o la pasin por las nuevas tecnologas: como han puesto de manifiesto en una serie de escritos los profesores norteamerica-nos Hanson, Heath y Thornton tambin se debe a problemas internos en las organizacin de las propias disciplinas humansticas, en la docencia y la investigacin, donde se priman otros intereses no estrictamente liga-dos con los criterios de excelencia, bsqueda de la verdad, independencia cientfica y proyeccin social de la disciplina.

    Frente a esta situacin, la investigacin moderna exige hoy, ms que nunca, que la universidad regrese a su idea originaria de comunidad de sa-ber entre estudiantes y profesores en la bsqueda de la verdad y la excelen-cia como compromiso tico a travs de los contenidos especficos de cada disciplina. No debe olvidarse la faceta humanstica de la ciencia histrica, si se nos permite la expresin, y hay que reivindicar, en ese sentido, el pa-pel fundamental que la historia y, en particular, la investigacin en el cam-po de la historia, de sempean no solo en el panorama acadmico, sino tambin en su proyeccin social para el mejoramiento de la comunidad desde la comprensin de su pasado. En la actualidad, en el marco de la lla-mada crisis de las humanidades se hace ms necesario reivindicar la va-lidez de la investigacin humanstica y, especialmente, de la histrica. La necesidad de leer con mtodo cientfico el pasado y los hechos de los hom-bres de las ms distintas pocas, dando cuenta de sus anhelos, preocupa-ciones e inquietudes de forma siempre viva y relacionada con el mundo ac-tual, es ms patente hoy que nunca.

    1.1. Competencias disciplinares

    Estimular en el estudiante la reflexin sobre la labor del historiador a partir de la construccin del mtodo histrico en sus diversas aproxi-maciones tericas y tomar conciencia de la necesidad actual de una labor acadmica rigurosa y con pretensin de veracidad y cientifici-dad que asuma valores humansticos y de progreso social.

    Comprender las diversas escuelas y corrientes que han explicado el proceso histrico desde la sistematizacin del moderno mtodo his-

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    trico-cientfico hasta las diversas aproximaciones historiogrficas del siglo XX y comienzos del XXI.

    Singularizar una metodologa de investigacin histrico-cultural y una serie de directrices tericas para el trabajo histrico universita-rio en el estudio diacrnico o sincrnico de la Historia humana, en sus diversas perspectivas.

    1.2. Competencias metodolgicas

    Familiarizar al estudiante con los distintos principios metodolgicos que han dirigido la labor de los historiadores desde la sistematiza-cin del moderno mtodo histrico-cientfico hasta hoy.

    Proporcionar ejemplos y modelos de investigacin histrica que ten- gan validez para sus distintas especialidades (en nuestro caso Ar-queologa, Prehistoria e Historia Antigua) desde el tronco comn del estudio del pasado humano y tomar conciencia de los problemas inherentes a su desarrollo, que an hoy se plantean en la investiga-cin universitaria.

    Estimular la adquisicin de las competencias acerca de los diversos principios metodolgicos para el estudio y la investigacin histrica y de unas directrices para el trabajo prctico con las fuentes y su inter-pretacin.

    2. EL MTODO HISTRICO-CRTICO: ESCUELAS Y APROXIMACIONES

    El moderno mtodo histrico-crtico queda fijado en el siglo XIX, enla-zando con el captulo precedente, cuando varias figuras emblemticas de historiadores adaptan la metodologa de las Altertumswissenschaften para la investigacin histrica no solo de la antigedad clsica, sino de cualquier tiempo pasado, creando unas reglas estrictas para toda indagacin en la his-toria de la humanidad. En primer lugar destaca el historiador de la cultura, el derecho y las instituciones Barthold G. Niebuhr (1776-1831), considerado uno de los fundadores de la moderna historiografa, en particular a partir de la historia romana. Desde su estancia en Roma como embajador escribi

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    Figura 1. Barthold G. Niebuhr. Retrato de Luise Seidler.

    una Rmische Geschichte (3 vols. publicados entre 1811-1832) en la que demostr una metodologa basada en el anlisis filolgico de las fuentes, poniendo el nfasis en la comprensin de los fenmenos generales a partir del examen de los documentos particulares. A ese mtodo contribuy su trabajo de investigador de la historia del derecho romano y de la literatura latina, en las que destac como descubridor de textos clave de la antigua Roma como las Institutiones de Gayo (fig. 1).

    Entre sus sucesores descoll Leopold von Ranke (1795-1886), que qued hondamente impresionado por la aproximacin de Niebuhr a la historia, declarndose seguidor del viejo Tucdides, as como de la filo-sofa kantiana, frente al idealismo de Hegel. A Ranke, que mostraba su rechazo a introducir el concepto hegeliano de espritu en la historia y se opona a la mera nocin de filosofa de la historia, se le reconoce la sis-tematizacin definitiva del mtodo histrico-crtico y la extrapolacin de la metodologa cientfica de la filologa clsica a la historia, no solo de la

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