El Perdón
UCDM Perdón
PERDÓN: Mirar nuestro especialismo en unión del Espíritu Santo o de Jesús, sin culpa o sin juicio; nuestra función especial la cual cambia la percepción que tenemos de otro como "enemigo" (odio especial) o como "ídolo-salvador" (amor especial) a una percepción de hermano o amigo, y le quita todas las proyecciones de culpa; la expresión del milagro o visión de Cristo, que ve a toda la gente unida en la Filiación de Dios, y que mira más allá de las aparentes diferencias que reflejan la separación: así pues, el percibir el pecado como real hace imposible el verdadero perdón; el perdón reconoce que lo que pensamos que nos hicieron nos lo hicimos nosotros mismos, puesto que somos responsables de nuestros guiones, y por lo tanto sólo nosotros podemos privarnos de la paz de Dios: así pues, perdonamos a los demás por lo que no nos han hecho, no por lo que han hecho. (Glosario de Términos – UCDM)
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Los milagros son expresiones naturales de perdón. (T.1.I.21.1)
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Por medio de los milagros aceptas el perdón de Dios al extendérselo a otros. (T.1.I.21.2)
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Los milagros son parte de una cadena eslabonada de perdón que, una vez completa, es la Expiación. La Expiación opera todo el tiempo y en todas las dimensiones del tiempo. (T.1.I.25.1)
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Un milagro es una bendición universal de Dios a todos mis hermanos por mediación mía. Perdonar es el privilegio de los perdonados. (T.1.I.27.2)
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Los perdonados son el medio de la Expiación. Al estar infundidos por el espíritu, perdonan a su vez. Aquellos que han sido liberados deben unirse para liberar a sus hermanos, pues ése es el plan de la Expiación. Los milagros son el medio a través del cual las mentes que sirven al Espíritu Santo se unen a mí para la salvación o liberación de todas las creaciones de Dios. (T.1.III.3.1)
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El vacío que el miedo engendra tiene que ser substituido por el perdón. Eso es lo que la Biblia quiere decir con "Ya no habrá muerte", y por lo que yo pude demostrar que la muerte no existe. Vine a dar cumplimiento a la ley al re-interpretarla. La ley en sí, si se entiende correctamente, sólo ofrece protección. Son los que aún no han cambiado su manera de pensar quienes han introducido en la ley la idea de "las llamas del infierno". Te aseguro que daré testimonio a través de todo aquel que me lo permita, y en la medida en que me lo permita. Aquello de lo que das fe demuestra tus creencias, y de esta manera las refuerza. Aquellos que dan testimonio de mí están expresando, por medio de los milagros que obran, que han dejado de creer en la carencia en favor de la abundancia que han aprendido les pertenece. (T.1.IV.4.1)
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Tú que quieres la paz sólo la puedes encontrar perdonando completamente. (T.1.VI.1.1)
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El poder del milagro para ajustar niveles genera la percepción correcta que da lugar a la curación. Hasta que eso no ocurra será
imposible entender lo que es la curación. El perdón es un gesto vacío a menos que conlleve corrección. Sin ella, lo que hace es básicamente juzgar, en vez de sanar. (T.2.V.A.15.3)
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El perdón que procede de una orientación milagrosa tan sólo ofrece corrección. No posee elementos de juicio en absoluto. La frase "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" no evalúa en modo alguno lo que las personas en cuestión estén haciendo. Es una petición a Dios para que sane sus mentes. En ella no se hace referencia al resultado del error, pues eso es irrelevante. (T.2.V.A.16.1)
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La oración es una forma de pedir algo. Es el vehículo de los milagros. Mas la única oración que tiene sentido es la del perdón porque los que han sido perdonados lo tienen todo. Una vez que se ha aceptado el perdón, la oración, en su sentido usual, deja de tener sentido. La oración del perdón no es más que una petición para que puedas reconocer lo que ya posees. Cuando elegiste la percepción en vez del conocimiento, te colocaste en una posición en la que sólo percibiendo milagrosamente podías parecerte a tu Padre. Has perdido el conocimiento de que tú mismo eres un milagro de Dios. La creación es tu Fuente y es también la única función que verdaderamente tienes. (T.3.V.6.3)
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El perdón es lo que sana la percepción de la separación. (T.3.V.9.1)
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Por lo tanto, aquellos que han sido perdonados deben dedicarse en primer lugar a curar, pues al haber aceptado la idea de la curación, deben compartirla para así conservarla. (T.5.IV.7.2)
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Los errores que tu hermano comete no es él quien los comete, tal como no eres tú quien comete los tuyos. Considera reales sus errores, y te habrás atacado a ti mismo. Si quieres encontrar tu camino y seguirlo, ve sólo la verdad a tu lado, pues camináis juntos. El Espíritu Santo en ti os perdona todo a ti y a él. Sus errores le son perdonados junto con los tuyos. La Expiación, al igual que el amor, no opera aisladamente. La Expiación no puede operar aisladamente porque procede del amor. Cualquier intento que hagas por corregir a un hermano significa que crees que puedes corregir, y eso no es otra cosa que la arrogancia del ego. La corrección le corresponde a Dios, Quien no conoce la arrogancia. (T.9.III.7.4)
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El Espíritu Santo lo perdona todo porque Dios lo creó todo. No trates de asumir Su función, o te olvidarás de la tuya. Acepta únicamente la función de sanar mientras estés en el tiempo porque para eso es el tiempo. Dios te encomendó la función de crear en la eternidad. No necesitas aprender cómo crear, pero necesitas aprender a desearlo. Todo aprendizaje se estableció con ese propósito. Así es como el Espíritu Santo utiliza una capacidad que tú inventaste, pero que no necesitas. ¡Ponla a Su disposición! Tú no sabes cómo usarla. Él te enseñará cómo verte a ti mismo sin condenación, según aprendas a contemplar todas las cosas de esa manera. La condenación dejará entonces de ser real para ti, y todos tus errores te serán perdonados. (T.9.III.8.1)
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La Expiación es para todos porque es la forma de desvanecer la creencia de que algo pueda ser únicamente para ti. Perdonar es pasar por alto. Mira, entonces, más allá del error, y no dejes que tu percepción se fije en él, pues, de lo contrario, creerás lo que tu percepción te muestre. Acepta como verdadero sólo lo que tu hermano es, si quieres conocerte a ti mismo. Percibe lo que él no es, y no podrás saber lo que eres porque lo estarás viendo falsamente. Recuerda siempre que tu Identidad es una Identidad compartida, y que en eso reside Su realidad. (T.9.IV.1.2)
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El ego tiene también un plan de perdón porque estás pidiendo uno, aunque no al maestro adecuado. El plan del ego, por supuesto, no tiene sentido y nunca será viable. Al seguir su plan te pondrás simplemente en una situación imposible, que es adonde el ego siempre te conduce. El plan del ego consiste en que primero veas el error claramente, y en que luego lo pases por alto. Mas ¿cómo ibas a poder pasar por alto aquello a lo que has otorgado realidad? Al verlo claramente, le has otorgado realidad y no lo puedes pasar por alto. En este punto es donde el ego se ve forzado a recurrir a misterios, insistiendo en que para salvarte tienes que aceptar lo que no tiene sentido. Son muchos los que han tratado de hacer esto en mi nombre, olvidándose de que mis palabras tienen perfecto sentido porque proceden de Dios. Son tan sensatas ahora como lo fueron siempre porque expresan ideas que son eternas. (T.9.IV.4.1)
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El perdón que se aprende de mí no se vale del miedo para deshacer el miedo. Ni tampoco otorga realidad a lo que es irreal para más tarde destruirlo. Perdonar a través del Espíritu Santo consiste simplemente en mirar más allá del error desde un principio, haciendo que, de esta manera, nunca sea real para ti. No dejes que ninguna creencia que afirme que el error es real se infiltre en tu mente, o creerás también que para poder ser perdonado tienes que deshacer lo que tú mismo has hecho. Lo que no tiene efectos no existe, y para el Espíritu Santo los efectos del error son inexistentes. Mediante la cancelación progresiva y sistemática de los efectos de todos los errores, en todas partes y con respecto a todo, el Espíritu Santo enseña que el ego no existe y lo demuestra. (T.9.IV.5.1)
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Sigue, pues, las enseñanzas de perdón del Espíritu Santo porque el perdón es Su función y Él sabe como llevarla a cabo perfectamente. Eso es lo que quise decir cuando dije que los milagros son naturales, y que cuando no ocurren es que algo anda mal. Los milagros son simplemente la señal de que estás dispuesto a
seguir el plan de salvación del Espíritu Santo, y de que reconoces que no sabes lo que dicho plan es. La función que a Él le corresponde llevar a cabo no es la que te corresponde a ti, y a menos que aceptes esto no podrás saber cuál es tu función. (T.9.IV.6.1)
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El plan de perdón del ego se utiliza mucho más que el de Dios. Esto se debe a que lo ponen en práctica sanadores que no han sanado, y pertenece, por lo tanto, al ámbito del ego. Consideremos ahora con más detenimiento al sanador no sanado. Por definición, está tratando de dar lo que no ha recibido. Si un sanador no sanado es un teólogo, por ejemplo, puede que parta de la premisa: "Soy un miserable pecador, y eso es lo que eres tú también". Si es un psicoterapeuta, es más probable que parta de la creencia igualmente absurda de que el ataque es real tanto para él como para su paciente, aunque eso es algo que a ninguno de los dos debiera importar. (T.9.V.1.1)
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Todos los sanadores no sanados siguen de una u otra forma el plan de perdón del ego. (T.9.V.3.3)
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Mientras de algún modo creas que está justificado considerar a otro culpable, independientemente de lo que haya hecho, no buscarás dentro de ti, donde siempre encontrarías la Expiación. A la culpabilidad no le llegará su fin mientras creas que está justificada. Tienes que aprender, por lo tanto, que la culpabilidad es siempre demente y que no tiene razón de ser. El propósito del Espíritu Santo no es desvanecer la realidad. Si la culpabilidad fuese real, la Expiación no existiría. El propósito de la Expiación es desvanecer las ilusiones, no considerarlas reales y luego perdonarlas. (T.13.X.6.6)
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Si perdonas completamente es porque has abandonado la culpabilidad, al haber aceptado la Expiación y haberte dado cuenta de que eres inocente. (T.14.I.1.7)
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No hay nada que perdonar. (T.14.III.7.5)
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Cuando hayas permitido que todo lo que empaña a la verdad en tu santísima mente sea des-hecho y, consecuentemente, te alces en gracia ante tu Padre, Él se dará a Sí Mismo a ti como siempre lo ha hecho. Darse a Sí Mismo es lo único que Él sabe, y así, todo conocimiento consiste en eso. Pues lo que Él desconoce no existe, y, por consiguiente, no se puede dar. No pidas ser perdonado, pues eso ya se te concedió. Pide, más bien, cómo aprender a perdonar y a restituir en tu mente inmisericorde lo que siempre ha sido. La Expiación se vuelve real y visible para los que la ponen en práctica. Ésa es tu única función en la tierra, y debes aprender que eso es lo único que te interesa aprender. Hasta que no lo aprendas te sentirás culpable, pues en última instancia y sea cual fuere la forma en que tu culpabilidad se manifieste, ésta procede de no llevar a cabo tu función en la Mente de Dios con toda tu mente. ¿Cómo ibas a poder escapar de esa culpabilidad si dejas de cumplir tu función aquí? (T.14.IV.3.4)
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El perdón se hace imposible, pues el ego cree que perdonar a otro es perderlo. De la única manera en que el ego puede asegurar la continuidad de la culpabilidad que mantiene a todas sus relaciones intactas es atacando y negando el perdón. (T.15.VII.7.7)
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El perdón radica en la comunicación tan inexorablemente como la condenación radica en la culpabilidad. La función docente del Espíritu Santo consiste en enseñar que la comunicación es la salvación a aquellos que creen que es condenación. Y Él llevará a cabo Su función, pues el poder de Dios en Él y en ti están unidos en una relación real tan santa y tan poderosa, que puede superar incluso esa creencia sin temor alguno. (T.15.VII.13.1)
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El instante santo no es un substitutivo de tu necesidad de aprender, pues el Espíritu Santo no puede dejar de ser tu Maestro hasta que el instante santo se haya extendido mucho más allá del tiempo. A fin de llevar a cabo Su tarea docente, el Espíritu Santo tiene que valerse de todo lo que hay en este mundo para tu liberación. Tiene que aprovechar cualquier señal o indicación de que estás dispuesto a aprender de Él lo que es la verdad. No se demora en utilizar cualquier cosa que le ofrezcas en favor de eso. Su interés por ti y el cuidado que te profesa son ilimitados. En vista del miedo que tienes del perdón, que Él percibe con la misma claridad con la que sabe que el perdón libera, Él te enseñará a recordar que el perdón no conlleva ninguna clase de pérdida, sino que, por el contrario, es tu salvación. Y te enseñará asimismo que perdonando completamente, es decir, reconociendo que no hay nada que necesite ser perdonado, quedas completamente absuelto. (T.15.VIII.1.6)
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El instante santo no es un substitutivo de tu necesidad de aprender, pues
el Espíritu Santo no puede dejar de ser tu Maestro hasta que el instante santo
se haya extendido mucho más allá del tiempo. A fin de llevar a cabo Su tarea
docente, el Espíritu Santo tiene que valerse de todo lo que hay en este mundo para tu liberación. Tiene que aprovechar cualquier señal o indicación
de que estás dispuesto a aprender de Él lo que es la verdad. No se demora en
utilizar cualquier cosa que le ofrezcas en favor de eso. Su interés por ti y el cuidado que te profesa son ilimitados. En vista del miedo que tienes del
perdón, que Él percibe con la misma claridad con la que sabe que el perdón
libera, Él te enseñará a recordar que el perdón no conlleva ninguna clase de
pérdida, sino que, por el contrario, es tu salvación. Y te enseñará asimismo que perdonando completamente, es decir, reconociendo que no hay nada que
necesite ser perdonado, quedas completamente absuelto. (T.15.VIII.1.7)
☼
No hay nada por lo que tengas que guardarle rencor a la realidad. Lo
único que debes perdonar son las ilusiones que has albergado contra tus hermanos. Su realidad no tiene pasado, y lo único que se puede perdonar son
las ilusiones. Dios no le guarda rencor a nadie, pues es incapaz de albergar
ningún tipo de ilusión. Libera a tus hermanos de la esclavitud de sus
ilusiones, perdonándolos por las ilusiones que percibes en ellos. Así aprenderás que has sido perdonado, pues fuiste tú quien les ofreció ilusiones.
En el instante santo esto es lo que se lleva a cabo por ti mientras estés en el
tiempo, para de este modo brindarte la verdadera condición del Cielo. (T.16.VII.9.2)
☼
Libera a tus hermanos de la esclavitud de sus ilusiones, perdonándolos
por las ilusiones que percibes en ellos. (T.16.VII.9.5)
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Busca y encuentra Su mensaje en el instante santo, en el que se perdonan
todas las ilusiones. (T.16.VII.11.1)
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El instante santo no es un substitutivo de tu necesidad de aprender, pues
el Espíritu Santo no puede dejar de ser tu Maestro hasta que el instante
santo se haya extendido mucho más allá del tiempo. A fin de llevar a cabo
Su tarea docente, el Espíritu Santo tiene que valerse de todo lo que hay en
este mundo para tu liberación. Tiene que aprovechar cualquier señal o
indicación de que estás dispuesto a aprender de Él lo que es la verdad. No
se demora en utilizar cualquier cosa que le ofrezcas en favor de eso. Su
interés por ti y el cuidado que te profesa son ilimitados. En vista del miedo
que tienes del perdón, que Él percibe con la misma claridad con la que sabe
que el perdón libera, Él te enseñará a recordar que el perdón no conlleva
ninguna clase de pérdida, sino que, por el contrario, es tu salvación. Y te
enseñará asimismo que perdonando completamente, es decir, reconociendo
que no hay nada que necesite ser perdonado, quedas completamente
absuelto. (T.15.VIII.1.7)
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No hay nada por lo que tengas que guardarle rencor a la realidad. Lo
único que debes perdonar son las ilusiones que has albergado contra tus
hermanos. Su realidad no tiene pasado, y lo único que se puede perdonar
son las ilusiones. Dios no le guarda rencor a nadie, pues es incapaz de
albergar ningún tipo de ilusión. Libera a tus hermanos de la esclavitud de
sus ilusiones, perdonándolos por las ilusiones que percibes en ellos. Así
aprenderás que has sido perdonado, pues fuiste tú quien les ofreció
ilusiones. En el instante santo esto es lo que se lleva a cabo por ti mientras
estés en el tiempo, para de este modo brindarte la verdadera condición del
Cielo. (T.16.VII.9.2)
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Libera a tus hermanos de la esclavitud de sus ilusiones, perdonándolos
por las ilusiones que percibes en ellos. (T.16.VII.9.5)
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Busca y encuentra Su mensaje en el instante santo, en el que se
perdonan todas las ilusiones. (T.16.VII.11.1)
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Perdónanos nuestras ilusiones, Padre, y ayúdanos a aceptar nuestra
verdadera relación Contigo, en la que no hay ilusiones y en la que jamás
puede infiltrarse ninguna. Nuestra santidad es la Tuya. ¿Qué puede haber
en nosotros que necesite perdón si Tu perdón es perfecto? El sueño del
olvido no es más que nuestra renuencia a recordar Tu perdón y Tu amor.
No nos dejes caer en la tentación, pues la tentación del Hijo de Dios no es
Tu Voluntad. Y déjanos recibir únicamente lo que Tú has dado, y aceptar
sólo eso en las mentes que Tú creaste y que amas. Amén. (T.16.VII.12.1)
☼
El sueño del olvido no es más que nuestra renuencia a recordar Tu
perdón y Tu amor. (T.16.VII.12.4)
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La traición que el Hijo de Dios cree haber cometido sólo tuvo lugar en
ilusiones, y todos sus "pecados" no son sino el producto de su propia
imaginación. Su realidad es eternamente inmaculada. El Hijo de Dios no
necesita ser perdonado, sino despertado. En sus sueños se ha traicionado a
sí mismo, a sus hermanos y a su Dios. Más lo que tiene lugar en sueños no
tiene lugar realmente. Es imposible convencer al que sueña de que esto es
así, pues los sueños son lo que son debido a la ilusión de que son reales.
Sólo al despertar se libera uno completamente de ellos, pues sólo entonces
resulta perfectamente evidente el hecho de que no afectaron en modo
alguno la realidad y de que no la han cambiado. Las fantasías cambian la
realidad. Ése es su propósito. En realidad no lo pueden hacer, pero sí
pueden hacerlo en la mente que quiere que la realidad sea diferente.
(T.17.I.1.3)
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Procura estar dispuesto, pues, a entregarle todo lo que has ocultado de la
verdad a Aquel que la conoce, y en Quien todo se lleva ante ella.
Lograremos salvarnos de la separación completamente, o no lo lograremos
en absoluto. No te preocupes por nada, excepto por estar dispuesto a que se
logre. Él será Quien lo logre, no tú. Pero no te olvides de lo siguiente:
cuando te alteras y pierdes la paz porque otro está tratando de resolver sus
problemas valiéndose de fantasías, estás negándote a perdonarte a ti mismo
por haber hecho exactamente lo mismo. Y estás manteniéndoos a ti y al
otro alejados de la verdad y de la salvación. Al perdonarlo, restituyes a la
verdad lo que ambos habíais negado. Y verás el perdón allí donde lo hayas
otorgado. (T.17.I.6.5)
☼
¡Imagínate cuán hermosos te parecerán todos aquellos a quienes hayas
perdonado! En ninguna fantasía habrás visto nunca nada tan bello. Nada de
lo que ves aquí, ya sea en sueños o despierto, puede compararse con
semejante belleza. Y no habrá nada que valores tanto como esto ni nada
que tengas en tanta estima. Nada que recuerdes que en alguna ocasión
hiciera cantar a tu corazón de alegría te brindó ni una mínima parte de la
felicidad que esta visión ha de brindarte. Pues gracias a ella podrás ver al
Hijo de Dios. Contemplarás la belleza que el Espíritu Santo adora
contemplar, y por la que le da gracias al Padre. Él fue creado para ver esto
por ti hasta que tú aprendas a verlo por tu cuenta. Y todas Sus enseñanzas
conducen a esa visión y a dar gracias con Él. (T.17.II.1.1)
☼
¡Imagínate cuán hermosos te parecerán todos aquellos a quienes hayas
perdonado! (T.17.II.1.1)
☼
Este paso, el más corto que jamás se haya dado, sigue siendo el mayor
logro en el plan de Dios para la Expiación. Todo lo demás se aprende, pero
esto es algo que se nos da, y que es completo en sí mismo y absolutamente
perfecto. Nadie, excepto Aquel que planeó la salvación, podría completarlo
tan perfectamente. El mundo real, en toda su belleza, es algo que se
aprende a alcanzar. Todas las fantasías se desvanecen y nada ni nadie
continúa siendo prisionero de ellas, y gracias a tu propio perdón ahora
puedes ver. Lo que ves, sin embargo, es únicamente lo que inventaste,
excepto que ahora la bendición de tu perdón descansa sobre ello. Y con
esta última bendición que el Hijo de Dios se da a sí mismo, la percepción
real, nacida de la nueva perspectiva que ha aprendido, habrá cumplido su
propósito. (T.17.II.3.5)
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El mundo real se alcanza simplemente mediante el completo perdón del
viejo mundo, aquel que contemplas sin perdonar. (T.17.II.5.1)
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Esta belleza brotará para bendecir todo cuanto veas, conforme
contemples al mundo con los ojos del perdón. Pues el perdón transforma
literalmente la visión, y te permite ver el mundo real alzarse por encima del
caos y envolverlo dulce y calladamente, eliminando todas las ilusiones que
habían tergiversado tu percepción y que la mantenían anclada en el pasado.
La hoja más insignificante se convierte en algo maravilloso, y las briznas
de hierba en símbolos de la perfección de Dios. (T.17.II.6.1)
☼
Desde el mundo perdonado el Hijo de Dios es elevado fácilmente hasta
su hogar. (T.17.II.7.1)
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¿Cuánto deseas la salvación? Pues ella te dará el mundo real, el cual está
esperando ansiosamente ese momento. Las ansias del Espíritu Santo por
dártelo son tan intensas que Él no quisiera esperar, si bien espera
pacientemente. Une Su paciencia a tu impaciencia para que tu encuentro
con Él no se demore Más. Ve gustosamente a encontrarte con tu Redentor,
y con absoluta confianza abandona con Él este mundo y entra al mundo
real de belleza y perdón. (T.17.II.8.5)
☼
Perdonar no es otra cosa que recordar únicamente los pensamientos
amorosos que diste en el pasado, y aquellos que se te dieron a ti. Todo lo
demás debe olvidarse. El perdón es una forma selectiva de recordar que no
se basa en tu propia selección. Pues las tenebrosas figuras que quieres hacer
inmortales son "enemigos" de la realidad. Procura estar dispuesto a
perdonar al Hijo de Dios por lo que él no hizo. Las tenebrosas figuras son
los testigos que traes contigo para demostrar que el Hijo de Dios hizo lo
que no hizo. Puesto que las traes contigo, las oirás. Y tú que las conservas
porque tú mismo así lo elegiste, no puedes entender cómo llegaron hasta tu
mente ni cuál es su propósito. Representan el mal que crees que se te
infligió. Las traes contigo sólo para poder devolver mal por mal, con la
esperanza de que su testimonio te permita pensar que otro es culpable sin
que ello te afecte a ti. Hablan tan decididamente en favor de la separación
que nadie que no estuviese obsesionado por perpetuar la separación podría
oírlas. Te ofrecen las "razones" por las cuales deberías entablar alianzas no
santas a fin de apoyar los objetivos del ego y hacer de tus relaciones
testimonios de su poder. (T.17.III.1.1)
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Pues el presente es perdón. (T.17.III.8.2)
☼
Nunca solicites el instante santo después de haber tratado de eliminar
por tu cuenta todo odio y temor de tu mente. Ésa es su función. Nunca
intentes pasar por alto tu culpabilidad antes de pedirle ayuda al Espíritu
Santo. Ésa es Su función. Tu papel consiste únicamente en estar dispuesto,
aunque sea mínimamente, a que Él elimine todo vestigio de odio y de
temor y a ser perdonado. Sobre tu poca fe, unida a Su entendimiento, Él
establecerá tu papel en la Expiación y se asegurará de que lo cumplas sin
ninguna dificultad. Y con Él construirás los peldaños, tallados en la sólida
roca de la fe, que se elevarán hasta el Cielo. Y no serás tú el único que se
valga de ellos para ascender hasta él. (T.18.V.2.5)
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Este mundo de luz, este círculo de luminosidad es el mundo real, donde
la culpabilidad se topa con el perdón. Ahí el mundo exterior se ve con ojos
nuevos, libre de toda sombra de culpabilidad. Aquí te encuentras
perdonado, pues aquí has perdonado a todo el mundo. He aquí la nueva
percepción donde todo es luminoso y brilla con inocencia, donde todo ha
sido purificado en las aguas del perdón y se encuentra libre de cualquier
pensamiento maligno que jamás hayas proyectado sobre él. Ahí no se ataca
al Hijo de Dios, y a ti se te da la bienvenida. Ahí se encuentra tu inocencia,
esperando para envolverte, protegerte y prepararte para el paso final de tu
viaje interno. Ahí se dejan de lado los sombríos y pesados cortinajes de la
culpabilidad, los cuales quedan dulcemente reemplazados por la pureza y el
amor. (T.18.IX.9.1)
☼
Pero ni siquiera el perdón es el final. El perdón hace que todo sea bello,
pero no puede crear. Es la fuente de la curación; el emisario del amor, pero
no su Fuente. Se te conduce ahí para que Dios Mismo pueda dar el paso
final sin impedimentos, pues ahí nada se opone al amor, sino que le permite
ser lo que es. Un paso más allá de este santo lugar de perdón paso éste que
te lleva aún más adentro pero uno que tú no puedes dar, te transporta a algo
completamente diferente. Ahí reside la Fuente de la luz; ahí nada se
percibe, se perdona o se transforma, sino que simplemente se conoce.
(T.18.IX.10.1)
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Tu relación con tu hermano ha sido extraída del mundo de las sombras,
y su impío propósito conducido sano y salvo a través de las barreras de la
culpabilidad, lavado en las aguas del perdón y depositado radiante en el
mundo de la luz donde ha quedado firmemente enraizado. Desde allí te
exhorta a que sigas el mismo camino que tu relación tomó, al haber sido
elevada muy por encima de las tinieblas y depositada tiernamente ante las
puertas del Cielo. El instante santo en el que tú y tu hermano os unisteis no
es más que el mensajero del amor, el cual se envió desde más allá del
perdón para recordarte lo que se encuentra allende el perdón. Sin embargo,
es a través del perdón como todo ello se recordará. (T.18.IX.13.3)
☼
Y cuando el recuerdo de Dios te haya llegado en el santo lugar del
perdón, no recordarás nada más y la memoria será tan inútil como el
aprendizaje, pues tu único propósito será crear. (T.18.IX.14.1)
☼
El perdón deshace únicamente lo que no es verdad, despejando las
sombras del mundo y conduciéndolo -sano y salvo dentro de su dulzura- al
mundo luminoso de la nueva y diáfana percepción. (T.18.IX.14.3)
☼
La fe es el regalo de Dios, a través de Aquel que Él te ha dado. La falta
de fe contempla al Hijo de Dios, y lo juzga indigno de perdón. Pero a través
de los ojos de la fe, se ve que el Hijo de Dios ya ha sido perdonado y que
está libre de toda culpa que él mismo se echó encima. La fe lo ve sólo
como es ahora porque no se fija en el pasado para juzgarlo, sino que
únicamente ve en él lo mismo que vería en ti. No ve a través de los ojos del
cuerpo, ni recurre a cuerpos para darse validez a sí misma. La fe es el
heraldo de la nueva percepción, enviada para congregar testigos que den
testimonio de su llegada, y para devolverte sus mensajes. (T.19.I.11.2)
☼
En el instante santo tú y tu hermano os encontráis ante el altar que Dios
se ha erigido a Sí Mismo y a vosotros dos. Dejad a un lado la falta de fe y
venid a él juntos. En él veréis el milagro de vuestra relación tal como fue
renovada por la fe. Y en él os daréis cuenta de que no hay nada que la fe no
pueda perdonar. Ningún error puede obstruir su serena visión, la cual lleva
el milagro de curación con la misma facilidad a todos ellos. Pues lo que se
les encomienda hacer a los mensajeros del amor, ellos lo hacen, y regresan
con las buenas nuevas de haberlo consumado en ti y en tu hermano, que os
encontráis unidos ante el altar desde donde ellos fueron enviados.
(T.19.I.14.4)
☼
Se me da la bienvenida en un estado de gracia, lo cual quiere decir que
finalmente me has perdonado. (T.19.IV.A.I.17.1)
☼
Perdóname por todos los pecados que crees que el Hijo de Dios
cometió. (T.19.IV.B.6.2)
☼
Deja que yo sea para ti el símbolo del fin de la culpabilidad, y
contempla a tu hermano como me contemplarías a mí. Perdóname por
todos los pecados que crees que el Hijo de Dios cometió. Y a la luz de tu
perdón él recordará quién es y se olvidará de lo que nunca fue. Te pido
perdón, pues si tú eres culpable, también lo tengo que ser yo. Mas si yo
superé la culpabilidad y vencí al mundo, tú estabas conmigo. ¿Qué quieres
ver en mí, el símbolo de la culpabilidad o el del fin de ésta? Pues recuerda
que lo que yo signifique para ti es lo que verás dentro de ti mismo.
(T.19.IV.B.6.3)
☼
Gracias a tu perdón puede escapar de la sentencia que el pecado quería
imponerle. (T.19.IV.C.2.7)
☼
¿Qué peligro puede asaltar al que es completamente inocente? ¿Qué
puede atacar al que está libre de culpa? ¿Qué temor podría venir a perturbar
la paz de la impecabilidad misma? Si bien lo que se te ha concedido
todavía se encuentra en su infancia, está en completa comunicación con
Dios y contigo. En sus diminutas manos se encuentran, perfectamente a
salvo, todos los milagros que has de obrar, y te los ofrece. El milagro de la
vida es eterno, y aunque ha nacido en el tiempo, se le da sustento en la
eternidad. Contempla a ese tierno infante, al que diste un lugar de reposo al
perdonar a tu hermano, y ve en él la Voluntad de Dios. He aquí el bebé de
Belén renacido. Y todo aquel que le dé abrigo lo seguirá, no a la cruz, sino
a la resurrección y a la vida. (T.19.IV.C.I.10.7)
☼
No olvides que tú y tu hermano habéis llegado hasta aquí juntos. Y
ciertamente no fue el ego el que os guió. Ningún obstáculo a la paz se
puede superar con su ayuda. El ego no revela sus secretos, ni te pide que
los examines y los transciendas. No quiere que veas su debilidad, ni que te
des cuenta de que no tiene poder alguno para mantenerte alejado de la
verdad. El Guía que os condujo hasta aquí aún está con vosotros, y cuando
alcéis la mirada estaréis listos para mirar cara a cara al terror sin temor
alguno. Pero primero, alza la mirada y mira a tu hermano con inocencia
nacida del completo perdón de sus ilusiones, y a través de los ojos de la fe
que no las ve. (T.19.IV.D.I.8.7)
☼
Hacerle frente al temor a Dios requiere cierta preparación. Sólo los
cuerdos pueden mirar de frente a la absoluta demencia y a la locura
delirante con piedad y compasión, pero sin miedo. Pues sólo les podría
parecer temible si la comparten, y tú la compartes mientras no contemples a
tu hermano con perfecta fe, con perfecto amor y con perfecta ternura.
Mientras no lo perdones completamente, tú sigues sin ser perdonado.
Tienes miedo de Dios porque tienes miedo de tu hermano. Temes a los que
no perdonas. Y nadie alcanza el amor con el miedo a su lado.
(T.19.IV.D.I.11.4)
☼
Temes a los que no perdonas. (T.19.IV.D.I.11.6)
☼
Este hermano que está a tu lado todavía te sigue pareciendo un extraño.
No lo conoces, y la interpretación que haces de él es temible. Y lo sigues
atacando, para mantener a salvo lo que tú crees ser. Sin embargo, en sus
manos está tu salvación. Ves su locura, que detestas porque la compartes
con él. Y toda la piedad y el perdón que la curaría dan paso al miedo.
Hermano, necesitas perdonar a tu hermano, pues juntos compartiréis la
locura o el Cielo. Y juntos alzaréis la mirada con fe o no la alzaréis en
absoluto. (T.19.IV.D.I.12.7)
☼
A tu lado se encuentra uno que te ofrece el cáliz de la Expiación, pues el
Espíritu Santo está en él. ¿Preferirías guardarle rencor por sus pecados o
aceptar el regalo que te hace? ¿Es este portador de salvación tu amigo o tu
enemigo? Decide cuál de esas dos cosas es, sin olvidar que lo que has de
recibir de él dependerá de lo que elijas. Él tiene el poder de perdonar tus
pecados, tal como tú tienes el de perdonar los suyos. Ninguno de vosotros
puede conferirse ese poder a sí mismo. Vuestro salvador, no obstante, se
encuentra al lado de cada uno de vosotros. Deja que él sea lo que es, y no
trates de hacer del amor tu enemigo. (T.19.IV.D.I.13.5)
☼
Contempla a tu Amigo, al Cristo que está a tu lado. ¡Qué santo y
hermoso es! Pensaste que había pecado porque arrojaste sobre Él el velo
del pecado para ocultar Su hermosura. A pesar de ello, Él te sigue
extendiendo el perdón para que compartas con Él Su santidad. Este
"enemigo", este "extraño" te sigue ofreciendo la salvación por ser Su
Amigo. Los "enemigos" de Cristo, los adoradores del pecado, no saben a
Quién atacan. (T.19.IV.D.I.14.4)
☼
Éste es tu hermano, que ha sido crucificado por el pecado y que aguarda
para ser liberado del dolor. ¿No le concederías tu perdón, cuando él es el
único que te lo puede conceder a ti? A cambio de su redención, él te dará la
tuya, tan indudablemente como que Dios creó cada cosa viviente y la ama.
Y te la dará de verdad, pues será ofrecida así como recibida. No hay gracia
del Cielo que no puedas ofrecerle a tu hermano, y recibir de tu santísimo
Amigo. No permitas que te la niegue, pues al recibirla se la ofreces a él. Y
él recibirá de ti lo que tú recibiste de él. La redención se te ha concedido
para que se la des a tu hermano, y para que de esta manera la recibas.
Liberas al que perdonas, y participas de lo que das. Perdona los pecados
que tu hermano cree haber cometido, así como toda la culpabilidad que
crees ver en él. (T.19.IV.D.I.15.2)
☼
Liberas al que perdonas, y participas de lo que das. (T.19.IV.D.I.15.9)
☼
Pero un Cristo resucitado se convierte en el símbolo de que el Hijo de
Dios se ha perdonado a sí mismo; en la señal de que se considera a sí
mismo sano e íntegro. (T.20.I.1.5)
☼
Ni tampoco puede consumarse la resurrección hasta que tu perdón
descanse sobre Cristo, junto con el mío. (T.20.I.2.10)
☼
La Pascua no es la celebración del costo del pecado, sino la celebración
de su final. Si al mirar entre los níveos pétalos de las azucenas que has
recibido y ofrecido como tu regalo vislumbras tras el velo la faz de Cristo,
estarás contemplando la faz de tu hermano y reconociéndola. Yo era un
extraño y tú me acogiste, a pesar de que no sabías quién era. Mas lo sabrás
por razón de tu ofrenda de azucenas. En el perdón que le concedes a ese
forastero, que aunque es un extraño para ti, es tu Amigo ancestral, reside su
liberación y tu redención junto con él. La temporada de Pascua es una
temporada de júbilo, no de duelo. Contempla a tu Amigo resucitado y
celebra su santidad junto conmigo. Pues la Pascua es la temporada de tu
salvación, junto con la mía. (T.20.I.4.5)
☼
Ves cada instante santo como un punto diferente en el tiempo. Mas es
siempre el mismo instante. Todo lo que jamás hubo o habrá en él se
encuentra aquí ahora mismo. El pasado no le resta nada, y el futuro no le
añadirá nada más. En el instante santo, entonces, se encuentra todo. En él
se encuentra la belleza de tu relación, con los medios y el fin perfectamente
armonizados ya. En él se te ha ofrecido ya la perfecta fe que algún día
habrás de ofrecerle a tu hermano; en él se ha concedido ya el ilimitado
perdón que le concederás; y en él es visible ya la faz de Cristo que algún
día habrás de contemplar. (T.20.V.6.7)
☼
Ten piedad de ti mismo, tú que por tanto tiempo has estado esclavizado.
Regocíjate de que los que Dios ha unido se han juntado y ya no tienen
necesidad de seguir contemplando el pecado por separado. No es posible
que dos individuos puedan contemplar el pecado juntos, pues nunca
podrían verlo en el mismo sitio o al mismo tiempo. El pecado es una
percepción estrictamente personal, que se ve en el otro, pero que cada uno
cree que está dentro de Sí mismo. Y cada uno parece cometer un error
diferente, que el otro no puede comprender. Hermano, se trata del mismo
error, cometido por lo que es lo mismo, y perdonado por su hacedor de
igual manera. La santidad de tu relación os perdona a ti y a tu hermano, y
cancela los efectos de lo que ambos creísteis y visteis. Y al desaparecer
dichos efectos, desaparece también la necesidad del pecado. Hermano, se
trata del mismo error, cometido por lo que es lo mismo, y perdonado por su
hacedor de igual manera. (T.22.IN.1.6)
☼
Lo único que necesitas hacer para morar aquí apaciblemente junto a
Cristo, es compartir Su visión. Su visión se le concede inmediatamente y de
todo corazón a todo aquel que esté dispuesto a ver a su hermano libre de
pecado. Y tienes que estar dispuesto a no excluir a nadie, si quieres
liberarte completamente de todos los efectos del pecado. ¿Te concederías a
ti mismo un perdón parcial? ¿Puedes alcanzar el Cielo mientras un solo
pecado aún te tiente a seguir sufriendo? El Cielo es el hogar de la pureza
perfecta, y Dios lo creó para ti. Contempla a tu santo hermano, tan libre de
pecado como tú, y permítele que te conduzca hasta allí. (T.22.II.13.4)
☼
¡Pensad en la hermosura que veréis, vosotros que camináis a Su lado!
¡Y pensad cuán bello os parecerá el otro! ¡Cuán felices os sentiréis de estar
juntos después de una jornada tan larga y solitaria en la que caminabais por
separado! Las puertas del Cielo, francas ya para vosotros, las abriréis ahora
para los que aún sufren. Y nadie que mire al Cristo en vosotros dejará de
regocijarse. ¡Qué bello es el panorama que visteis más allá del velo y que
ahora llevaréis para iluminar los cansados ojos de aquellos que todavía
están tan extenuados como una vez lo estuvisteis vosotros! ¡Cuán
agradecidos estarán de veros llegar y ofrecer el perdón de Cristo para
desvanecer así la fe que ellos aún tienen en el pecado! (T.22.IV.4.7)
☼
Cuando hayas contemplado a tu hermano con absoluto perdón, del que
no se haya excluido ningún error ni nada se mantenga oculto, ¿qué error
podría haber en cualquier parte que tú no pudieses pasar por alto?
(T.22.VI.7.1)
☼
Extender el perdón es la función del Espíritu Santo. (T.22.VI.9.2)
☼
Abre la puerta de Su santísimo hogar y deja que el perdón elimine todo
vestigio de la creencia en el pecado, la cual priva a Dios de Su hogar y a Su
Hijo con Él. (T.23.I.10.3)
☼
Niégale el perdón a tu hermano y lo estarás atacando. No le estarás dando
nada y sólo recibirás de él lo que le diste. Niégale el perdón a tu hermano
y lo estarás atacando. (T.23.III.2.5)
☼
El perdón no se puede negar sólo un poco. (T.23.III.4.5)
☼
Tampoco es posible atacar por una razón y amar por otra, y entender lo
que es el perdón. (T.23.III.4.6)
☼
Mas aún no puede asumir la sagrada función que Dios le encomendó a
Su Hijo, puesto que todavía no has perdonado a tu hermano
completamente, y, por ende, el perdón no se puede extender a toda la
creación. (T.23.IV.4.2)
☼
Piensa en la hermosura que verás dentro de ti cuando lo consideres tu
amigo. Él es enemigo de tu deseo de ser especial, pero amigo de lo que es
real en ti. Ni uno solo de los ataques que pensaste haber lanzado contra él
lo ha despojado del regalo que Dios quiere que él te dé. Su necesidad de
dártelo es tan imperiosa como la tuya de recibirlo. Permítele que te perdone
tu deseo de ser especial, y que restaure la plenitud de tu mente y te haga
uno con él. Él está en espera de tu perdón, pero únicamente para poder
devolvértelo a ti. No fue Dios Quien condenó a Su Hijo, sino tú, para salvar
su especialismo y matar a su Ser. (T.24.II.8.5)
☼
El perdón pone fin al deseo de ser especial. (T.24.III.1.1)
☼
El perdón pone fin al deseo de ser especial. Lo único que se puede
perdonar son las ilusiones, que entonces desaparecen. El perdón es lo que
te libera de todas las ilusiones, y por eso es por lo que es imposible
perdonar sólo parcialmente. Nadie que se aferra a una sola ilusión puede
considerarse a sí mismo libre de pecado, pues en tal caso aún está
afirmando que un error acerca de sí mismo es hermoso. Y de este modo, lo
califica de "imperdonable" y lo convierte en un pecado. ¿Cómo iba a poder
entonces conceder perdón de manera total cuando aún no lo quiere aceptar
para Sí mismo? Pues es seguro que lo recibiría completamente en el
instante en que así lo concediese. Y de esta manera, la culpabilidad que
mantiene oculta desaparecería, al él mismo haberla perdonado.
(T.24.III.1.3)
☼
Dios te pide que perdones. (T.24.III.5.1)
☼
¿De dónde podría proceder tu paz sino del perdón? (T.24.V.3.1)
☼
El Cristo en ti contempla solamente la verdad y no ve ninguna
condenación que pudiese necesitar perdón. (T.24.V.3.2)
☼
Perdona a tu hermano, y no podrás separarte de él ni de su Padre. No
necesitas perdón, pues los que son totalmente puros jamás han pecado. Da,
entonces, lo que Él te ha dado, para que puedas ver que Su Hijo es uno, y
dale gracias a su Padre como Él te las da a ti. No creas que Sus alabanzas
no son para ti también. Pues lo que tú das es Suyo, y al darlo, comienzas a
entender el don que Él te ha dado. Dale al Espíritu Santo lo que Él le ofrece
al Padre y al Hijo por igual. Nada tiene poder sobre ti excepto Su Voluntad
y la tuya, la cual no hace sino extender la Suya. Para eso fuiste creado, al
igual que tu hermano, quien es uno contigo. (T.25.II.10.2)
☼
En Su percepción del mundo, no hay nada que no justifique el perdón y
la visión de la perfecta impecabilidad; nada que pueda ocurrir que no
encuentre perdón instantáneo y total, ni nada que pueda permanecer un solo
instante para empañar la impecabilidad que brilla inmutable más allá de los
fútiles intentos del especialismo de expulsarla de la mente -donde no puede
sino estar- e iluminar al cuerpo en su lugar. (T.25.III.5.2-4)
☼
Este mundo tiene mucho que ofrecerle a tu paz y son muchas las
oportunidades que te brinda para extender tu perdón. (T.25.III.7.8)
☼
El Hijo de Dios sólo te pide esto: que le devuelvas lo que es suyo, para
que así puedas participar de ello con él. Por separado ni tú ni él lo tenéis. Y
así, no os sirve de nada a ninguno de los dos. Pero si disponéis de ello
juntos, os proporcionará a cada uno de vosotros la misma fuerza para salvar
al otro y para salvarse a sí mismo junto con él. Si lo perdonas, tu salvador
te ofrece salvación. Si lo condenas, te ofrece la muerte. Lo único que ves en
cada hermano es el reflejo de lo que elegiste que él fuese para ti. Si decides
contra su verdadera función -la única que tiene en realidad- lo estás
privando de toda la alegría que habría encontrado de haber podido
desempeñar el papel que Dios le encomendó. Pero no pienses que sólo él
pierde el Cielo. Y éste no se puede recuperar a menos que le muestres el
camino a través de ti, para que así tú puedas encontrarlo, caminando con él.
(T.25.V.4.5)
☼
Al perdonar entenderás cuánto te ama Dios, pero si atacas creerás que te
odia, al pensar que el Cielo es el infierno. (T.25.V.6.4)
☼
La gracia de Dios descansa dulcemente sobre los ojos que perdonan, y
todo lo que éstos contemplan le habla de Dios al espectador. (T.25.VI.1.1)
☼
El perdón es la única función que tiene sentido en el tiempo.
(T.25.VI.5.3)
☼
El perdón es para todos. (T.25.VI.5.5)
☼
Sólo el perdón ofrece milagros. (T.25.IX.8.5)
☼
Y el perdón tiene que ser justo con todo el mundo. (T.25.IX.8.6)
☼
Por eso es por lo que tu única responsabilidad es aceptar el perdón para
ti mismo. (T.25.IX.9.6)
☼
En este mundo el perdón es el equivalente de lo que en el Cielo es la
justicia. (T.26.IV.1.1)
☼
El perdón transforma el mundo del pecado en un mundo simple, en el
que se puede ver el reflejo de la justicia que emana desde más allá de la
puerta tras la cual reside lo que carece de todo límite. (T.26.IV.1.2)
☼
En este mundo el perdón es el equivalente de lo que en el Cielo es la
justicia. El perdón transforma el mundo del pecado en un mundo simple, en
el que se puede ver el reflejo de la justicia que emana desde más allá de la
puerta tras la cual reside lo que carece de todo límite. No hay nada en el
amor ilimitado que pudiese necesitar perdón. Y lo que en el mundo es
caridad, más allá de la puerta del Cielo pasa a ser simple justicia. Nadie
perdona a menos que haya creído en el pecado y aún crea que hay mucho
por lo que él mismo necesita ser perdonado. El perdón se vuelve de esta
manera el medio por el que aprende que no ha hecho nada que necesite
perdón. El perdón siempre descansa en el que lo concede, hasta que
reconoce que ya no lo necesita más. De este modo, se le reinstaura a su
verdadera función de crear, que su perdón le ofrece nuevamente.
(T.26.IV.1.3)
☼
El perdón convierte el mundo del pecado en un mundo de gloria,
maravilloso de ver. (T.26.IV.2.1)
☼
Sin embargo, en cada acto o pensamiento que aún no hayas perdonado,
en cada juicio y en cada creencia en el pecado, se evoca ese instante, como
si se pudiese volver a reconstruir en el tiempo. (T.26.V.5.5)
☼
El perdón es lo que nos libera totalmente del tiempo y lo que nos
permite aprender que el pasado ya pasó. (T.26.V.6.1-2)
☼
Lo que no se ha perdonado es una voz que llama desde un pasado que
ya pasó para siempre. (T.26.V.8.1)
☼
El Hijo que Dios creó sigue siendo tan libre como Dios lo creó. Renació
en el mismo instante en que eligió morir en vez de vivir. ¿Y te negarías
ahora a perdonarlo porque cometió un error en un pasado que Dios ni
siquiera recuerda y que no existe? Estás ahora oscilando entre el pasado y
el presente. A veces el pasado te parece real, como si fuese el presente.
Oyes voces del pasado y luego dudas de que las has oído. Eres como
alguien que aún tiene alucinaciones, pero que no está seguro de lo que
percibe. Ésta es la zona fronteriza entre los dos mundos, el puente entre el
pasado y el presente. Aquí todavía ronda la sombra del pasado; sin
embargo, se vislumbra ya la luz del presente. Una vez que esta luz se ve, es
imposible olvidarse de ella. Y esa luz te rescatará del pasado y te conducirá
al presente, donde realmente te encuentras. (T.26.V.11.3)
☼
Perdona el pasado y olvídate de él, pues ya pasó. Ya no te encuentras en
el espacio que hay entre los dos mundos. Has seguido adelante y has
llegado hasta el mundo que yace ante las puertas del Cielo. Nada se opone
a la Voluntad de Dios ni hay necesidad de que repitas una jornada que hace
mucho que concluyó. Mira a tu hermano dulcemente, y contempla el
mundo donde la percepción de tu odio ha sido transformada en un mundo
de amor. Perdona el pasado y olvídate de él, pues ya pasó. (T.26.V.14.1)
☼
Perdonar es la única función que se puede tener aquí, y su propósito es
llevarle la dicha que este mundo niega a cada aspecto del Hijo de Dios allí
donde parecía reinar el pecado. (T.26.VII.8.5)
☼
Tal vez no comprendas el papel que juega el perdón en el proceso de
poner fin a la muerte y a todas las creencias que surgen de las brumas de la
culpabilidad. (T.26.VII.8.6)
☼
El perdón elimina lo que se interpone entre tu hermano y tú. El perdón
es el deseo de estar unido a él y no separado. Lo llamamos "deseo" porque
todavía concibe otras opciones, y aún no ha transcendido enteramente el
mundo de las alternativas. Aun así, está en armonía con el estado celestial y
no se opone a la Voluntad de Dios. Y aunque no llega a darte toda tu
herencia, elimina los obstáculos que has interpuesto entre el Cielo donde te
encuentras, y el reconocimiento de dónde estás y de lo que eres. Los hechos
no cambian. Sin embargo, se pueden negar y así desconocerse, si bien se
conocían antes de que fueran negados. (T.26.VII.9.1)
☼
¿Qué es el perdón, sino estar dispuesto a que la verdad sea verdad?
(T.26.VII.10.3)
☼
La crucifixión se abandona en la redención porque donde no hay dolor
ni sufrimiento no hay necesidad de curación. El perdón es la respuesta a
cualquier clase de ataque. De esta manera, se cancelan los efectos del
ataque, y se responde al odio en nombre del amor. Gloria eterna a ti que se
te ha encomendado salvar al Hijo de Dios de la crucifixión, del infierno y
de la muerte. Pues tienes el poder de salvar al Hijo de Dios porque su Padre
así lo dispuso. Y en tus manos yace la salvación, para ser ofrecida y
recibida como una. El perdón es la respuesta a cualquier clase de ataque.
(T.26.VII.17.2)
☼
El único problema pendiente es que todavía ves un intervalo entre el
momento en que perdonas y el momento en que recibes los beneficios que
se derivan de confiar en tu hermano. Esto tan sólo refleja la pequeña
distancia que aún deseas interponer entre vosotros para que os mantenga un
poco separados. Pues el tiempo y el espacio son la misma ilusión, pero se
manifiestan de forma diferente. Si se ha proyectado más allá de tu mente,
piensas que es el tiempo. Cuanto más cerca se trae a tu mente, más crees
que es el espacio. (T.26.VIII.1.1)
☼
Las huellas de tus pasos iluminan al mundo, pues por donde tú caminas,
el perdón te acompaña jubilosamente. (T.26.IX.7.2)
☼
Los que no han sanado no pueden perdonar. Pues son los testigos de que
el perdón es injusto. Prefieren conservar las consecuencias de la
culpabilidad que no reconocen. No obstante, nadie puede perdonar un
pecado que considere real. Y lo que tiene consecuencias tiene que ser real
porque lo que ha hecho está ahí a la vista. El perdón no es piedad, la cual
no hace sino tratar de perdonar lo que cree que es verdad. No se puede
devolver bondad por maldad, pues el perdón no establece primero que el
pecado sea real para luego perdonarlo. Nadie que esté hablando en serio
diría: "Hermano, me has herido. Sin embargo, puesto que de los dos yo soy
el mejor, te perdono por el dolor que me has ocasionado". Perdonarle y
seguir sintiendo dolor es imposible, pues ambas cosas no pueden coexistir.
Una niega a la otra y hace que sea falsa. (T.27.II.2.1)
☼
Nadie sobre quien el verdadero perdón descanse puede sufrir, pues ya
no exhibe la prueba del pecado ante los ojos de su hermano. (T.27.II.3.6-7)
☼
El perdón no puede ser para uno y no para el otro. (T.27.II.3.9)
☼
El que perdona se cura. (T.27.II.3.10) Y en su curación radica la
prueba de que ha perdonado verdaderamente y de que no guarda traza
alguna de condenación que todavía pudiese utilizar contra sí mismo o
contra cualquier cosa viviente. (T.27.II.3.11)
☼
El perdón no es real a menos que os brinde curación a tu hermano y a ti.
(T.27.II.4.1)
☼
El perdón no es real a menos que os brinde curación a tu hermano y a ti.
(T.27.II.4.1)
☼
Tu función no es corregir. La función de corregir le corresponde a Uno
que conoce la justicia, no la culpabilidad. Si asumes el papel de corrector,
ya no puedes llevar a cabo la función de perdonar. Nadie puede perdonar
hasta que aprende que corregir es tan solo perdonar, nunca acusar. Por tu
cuenta, no podrás percatarte de que son lo mismo, y de que, por lo tanto, no
es a ti a quien corresponde corregir. Identidad y función son una misma
cosa, y mediante tu función te conoces a ti mismo. De modo que si
confundes tu función con la función de Otro, es que estás confundido con
respecto a ti mismo y con respecto a quién eres. ¿Qué es la separación sino
un deseo de arrebatarle a Dios Su función y negar que sea Suya? Mas si no
es Su función, tampoco es la tuya, pues no puedes por menos que perder
aquello de lo que te apoderas. (T.27.II.10.3)
☼
Cuando percibas que la corrección es lo mismo que el perdón, sabrás
también que la Mente del Espíritu Santo y la tuya son una. (T.27.II.12.2)
La corrección debe dejarse en manos de Uno que sabe que la corrección y
el perdón son lo mismo. (T.27.II.16.1)
☼
Y cada uno perdona al otro, a fin de poder aceptar su otra mitad como
parte de sí mismo. (T.27.II.16.7)
☼
El perdón es el medio que representa a la verdad temporalmente.
(T.27.III.5.5)
☼
El milagro perdona porque representa lo que yace más allá del perdón,
lo cual es verdad. (T.27.VI.6.2)
☼
Sueña dulcemente con tu hermano inocente, quien se une a ti en
santa inocencia. Y el Mismo Señor de los Cielos despertará a Su Hijo
bienamado de este sueño. Sueña con la bondad de tu hermano en vez
de concentrarte en sus errores. Elige soñar con todas las atenciones
que ha tenido contigo, en vez de contar todo el dolor que te ha
ocasionado. Perdónale sus ilusiones y dale gracias por toda la ayuda
que te ha prestado. Y no desprecies los muchos regalos que te ha hecho
sólo porque en tus sueños él no sea perfecto. Él representa a su Padre,
a Quien ves ofreciéndote tanto vida como muerte. Perdónale sus
ilusiones y dale gracias por toda la ayuda que te ha prestado.
(T.27.VII.15.5)
☼
Cuando le perdones al mundo tu culpabilidad, te liberarás de ella.
(T.27.VIII.13.2)
☼
No te pide que concibas otro sueño, sino sólo que te des cuenta de que
inventaste el que quieres intercambiar por los de perdón. (T.28.II.5.8)
☼
En Sus sueños de perdón, los efectos de tus sueños quedan des-hechos,
y aquellos que eran tus enemigos acérrimos se perciben ahora como amigos
que te desean el bien. (T.28.II.10.3)
☼
El sueño de curación reside en el perdón, que dulcemente te muestra que
nunca pecaste. (T.28.III.8.4)
☼
Si perdonas al soñador, y percibes que él no es el sueño que él mismo
tejió, no estás compartiendo con él su nefasto sueño. Por lo tanto, él no
puede ser parte del tuyo, del cual ambos os liberáis. El perdón separa al
soñador del sueño nefasto, y así, lo libera. Recuerda que si compartes un
sueño de maldad, creerás ser ese sueño que compartes. Y al tener miedo de
él, no desearás conocer tu verdadera Identidad porque pensarás que es
temible. Y negarás tu Ser, y caminarás por tierras extrañas que tu Creador
no creó, donde parecerás ser algo que no eres. Lucharás contra tu propio
Ser, el cual parecerá ser tu enemigo, y atacarás a tu hermano, como parte de
lo que odias. En esto no hay términos medios. O bien eres tu Ser o bien una
ilusión. ¿Qué puede haber entre la ilusión y la verdad? Creer que hay un
lugar intermedio donde puedes ser algo que no eres, no puede ser la verdad,
sino un sueño. (T.28.V.3.1)
☼
El perdón separa al soñador del sueño nefasto, y así, lo libera.
(T.28.V.3.3)
☼
A todo aquel que perdonas se le concede el poder de perdonarte a ti tus
ilusiones. (T.29.III.3.12)
☼
En la tierra eso quiere decir perdonar a tu hermano, para que las
tinieblas desaparezcan de tu mente. (T.29.III.4.2)
☼
Una vez que la luz haya llegado hasta tu hermano a través de tu perdón,
él no se olvidará de su salvador ni lo dejará sin absolver. (T.29.III.4.3)
☼
Los sueños de perdón son medios para dejar de soñar con un mundo
externo a ti. (T.29.V.8.5)
☼
¿Cuán dispuesto estás a perdonar a tu hermano? ¿Cuán dispuesto
estás a perdonar a tu hermano? ¿Hasta qué punto deseas la paz en lugar de
los conflictos interminables, el sufrimiento y el dolor? Estas preguntas son
en realidad la misma pregunta, aunque formuladas de manera diferente. En
el perdón reside tu paz, pues en él radica el fin de la separación y del sueño
de peligro y destrucción, de pecado y muerte, de locura y asesinato, así
como de aflicción y pérdida. Éste es el "sacrificio" que pide la salvación, y,
a cambio de todo ello, gustosamente ofrece paz. (T.29.VI.1.1)
☼
No obstante, el tiempo sólo está a la espera del perdón para que las
cosas del tiempo puedan desaparecer, ya que no son de ninguna utilidad.
(T.29.VI.2.14) Pues el perdón no se propone conservar el tiempo, sino
abolirlo una vez que deja de ser de utilidad. (T.29.VI.4.5)
☼
¡Qué bello es el mundo cuyo propósito es perdonar al Hijo de Dios!
¡Cuán libre de miedo está, y cuán repleto de bendiciones y felicidad! ¡Y
qué dicha es morar por un tiempo en un lugar tan feliz! Mas no debemos
olvidarnos de que en un mundo así, no transcurre mucho tiempo antes de
que la intemporalidad venga calladamente a ocupar el lugar del tiempo.
¡Qué bello es el mundo cuyo propósito es perdonar al Hijo de Dios!
(T.29.VI.6.1)
☼
No es necesario que los sueños de perdón sean de larga duración. No se
concibieron para separar a la mente de sus pensamientos, ni intentan probar
que el sueño lo está soñando otro. En ellos se puede oír una melodía que
todos recuerdan, si bien no la han oído desde antes de los orígenes del
tiempo. El perdón, una vez que es total, hace que la intemporalidad esté tan
cerca que entonces se puede oír el himno del Cielo, no con los oídos, sino
con la santidad que nunca se ausentó del altar que se encuentra eternamente
en lo más profundo del Hijo de Dios. Y cuando éste vuelve a oír este
himno, se da cuenta de que nunca había dejado de escucharlo. ¿Y adónde
va a parar el tiempo una vez que se han abandonado los sueños de juicios?
(T.29.IX.8.1)
☼
Los sueños de perdón te recuerdan que estás a salvo y que no te has
atacado a ti mismo. (T.29.IX.10.1) Los sueños de perdón son benévolos
con todo aquel que forma parte de ellos. (T.29.IX.10.3)
☼
Y ahora Dios ha sido perdonado, pues decidiste ver a tu hermano como
amigo. (T.30.II.5.4)
☼
¡Qué paradójica es la salvación! ¿Qué otra cosa podría ser, sino un
sueño feliz? Lo único que te pide es que perdones todas las cosas que nadie
jamás hizo, que pases por alto lo que no existe y que no veas lo ilusorio
como si fuese real. Se te pide únicamente que permitas que se haga tu
voluntad y que dejes de buscar las cosas que ya no deseas. Y se te pide
también que permitas que se te libere de los sueños de lo que nunca fuiste y
desistas de tu empeño de querer substituir la Voluntad de Dios por la fuerza
de los deseos vanos. (T.30.IV.7.3)
☼
El mundo real es el estado mental en el que el único propósito del
mundo es perdonar. El miedo ha dejado de ser el objetivo, pues
escapar de la culpabilidad se ha convertido ahora en la meta. Se
reconoce el valor del perdón, que pasa a ocupar el lugar de los ídolos,
los cuales dejan de perseguirse porque ya no se les atribuye ningún
valor a sus "regalos". No se establecen reglas fútiles, ni se le exige a
nada ni a nadie que cambie y se amolde al sueño de miedo. Por el
contrario, hay un deseo de querer comprender todas las cosas creadas
tal como realmente son. Y se reconoce que todas las cosas tienen que
ser primero perdonadas, y luego comprendidas. (T.30.V.1.1)
☼
Aún no se recuerda el Cielo totalmente, pues el propósito del perdón
todavía necesita alcanzarse. (T.30.V.3.1)
☼
Sin embargo, todo el mundo está seguro de que irá más allá del perdón y
de que sólo seguirá aquí hasta que éste se perfeccione en él. (T.30.V.3.2)
☼
Y el perdón purifica felizmente todo lo que se interponía entre tu
imagen de ti mismo y lo que realmente eres. (T.30.V.6.2)
☼
La faz de Cristo se ve antes de que el Padre se pueda recordar, pues Éste
permanece en el olvido hasta que Su Hijo haya llegado más allá del perdón
hasta el Amor de Dios. (T.30.V.7.5-6)
☼
El perdón está siempre justificado. Sus cimientos son sólidos. Tú no
perdonas lo imperdonable, ni pasas por alto un ataque real que merece
castigo. La salvación no reside en que a uno le pidan responder de una
manera antinatural que no concuerda con lo que es real. En lugar de ello, la
salvación sólo te pide que respondas adecuadamente a lo que no es real, no
percibiendo lo que no ha ocurrido. Si el perdón no estuviese justificado, se
te estaría pidiendo que sacrificases tus derechos cuando devuelves perdón
por ataque. Mas se te pide simplemente que consideres el perdón como la
respuesta natural ante cualquier aflicción basada en un error que, por ende,
no es más que una petición de ayuda. El perdón es la única respuesta
cuerda, pues impide que tus derechos sean sacrificados. El perdón está
siempre justificado. (T.30.VI.2.1) El perdón que no está justificado es un
ataque. (T.30.VI.3.5)
☼
Mientras creas que el perdón es un regalo inmerecido, ello no podrá sino
reforzar la culpabilidad que quieres "perdonar". (T.30.VI.3.4)
☼
Si puedes darte cuenta de que tu hermano es digno de perdón, es que has
aprendido que tú tienes el mismo derecho a ser perdonado que él.
(T.30.VI.4.7)
☼
Tienes que perdonar al Hijo de Dios completamente, pues, de lo
contrario, conservarás una imagen de ti mismo fragmentada, y seguirás
temiendo mirar en tu interior y encontrar allí tu liberación de todos los
ídolos. (T.30.VI.7.5-6)
☼
Sólo los sueños de perdón se pueden compartir, pues significan lo
mismo para ti que para tu hermano. (T.30.VII.6.17-18)
☼
Nuestro idioma común nos permite hablar con todos nuestros hermanos,
y entender con ellos que el perdón se nos ha otorgado a todos, y que, por lo
tanto, podemos comunicarnos nuevamente. (T.30.VII.7.8)
☼
Perdona a tu hermano por todo lo que aparenta ser, lo cual procede de
las viejas lecciones que te habías enseñado a ti mismo acerca de tu
pecaminosidad. Oye únicamente su petición de clemencia y liberación de
todas las pavorosas imágenes que tiene con respecto a lo que él es y a lo
que tú no puedes sino ser también. El teme caminar a tu lado, y cree que tal
vez si se atrasa o se adelanta un poco será menos peligroso para él. ¿Cómo
ibas a poder progresar tú si piensas lo mismo, y avanzas únicamente
cuando él se rezaga y te quedas atrás cuando él se adelanta? Pues al hacer
esto, te olvidas del objetivo de la jornada, que no es otro que la decisión de
caminar a su lado, de modo que ninguno sea ni líder ni seguidor. Se trata,
por lo tanto, de que caminéis juntos y no cada uno por separado. Y
mediante esta decisión, el resultado del aprendizaje cambia, pues Cristo
habrá vuelto a nacer para vosotros dos. (T.31.II.9.1)
☼
Perdónate a ti mismo tu locura, y olvídate de todas las jornadas fútiles y
de todas las metas sin objetivo. No significan nada. No puedes dejar de ser
lo que eres. Pues Dios es misericordioso, y no permitió que Su Hijo lo
abandonara. Siéntete agradecido por lo que Él es, pues en ello reside tu
escapatoria de la locura y de la muerte. No puedes estar en ningún lugar,
excepto donde Él está. Y no hay camino que no conduzca a Él.
(T.31.IV.11.1)
☼
¿Perdonas? (T.31.VI.6.3) Entonces el mundo es misericordioso, pues
le has perdonado sus ofensas, de modo que te contempla tal como tú lo
contemplas a él. (T.31.VI.6.4)
☼
Vives en ese mundo tanto como en éste, pues los dos son conceptos de ti
mismo que se pueden intercambiar, pero que jamás pueden albergarse
simultáneamente. El contraste es mucho mayor de lo que te imaginas, pues
amarás ese otro concepto de ti mismo porque no se concibió sólo para ti.
Aunque nació como un regalo para alguien a quien no percibías como tu
propio ser, se te ha dado a ti. Pues el perdón que le concediste a él ha sido
aceptado ahora para los dos. (T.31.VII.4.5)
☼
Ten fe en aquel que camina a tu lado, para que tu temeroso concepto de
ti mismo pueda cambiar. Y contempla lo bueno en él, para que tus "malos"
pensamientos no te asusten al no poder nublar la manera en que lo ves. Y lo
único que se requiere es que estés dispuesto a que este feliz cambio tenga
lugar. No se te pide nada más. En apoyo de ese cambio, recuerda lo que el
concepto de ti mismo que ahora abrigas te trajo en su estela, y dale la
bienvenida al grato contraste que se te ofrece. Extiende la mano y recibe el
regalo de dulce perdón que le ofreces a aquel que tiene tanta necesidad de
él como tú. Y permite que el cruel concepto que tienes de ti mismo sea
intercambiado por otro que te brinda la paz de Dios. (T.31.VII.5.6)
☼
De todas las ideas que hemos presentado hasta ahora, ésta es la primera
que está relacionada con una de las fases principales del proceso de
corrección: la inversión de la manera de pensar del mundo. Parece como si
fuese el mundo el que determina lo que percibes. La idea de hoy introduce
el concepto de que son tus pensamientos los que determinan el mundo que
ves. Alégrate en verdad de practicar la idea en su forma original, pues en
esta idea reside la certeza de tu liberación. La llave del perdón se encuentra
en ella. (L.PI.11.1.5)
☼
Una percepción que ha sanado se convierte en el medio por el que el
Hijo de Dios perdona a su hermano, y, por ende, se perdona a sí mismo.
(L.PI.43.2.7)
☼
Dios no perdona porque nunca ha condenado. Y primero tiene que haber
condenación para que el perdón sea necesario. El perdón es la mayor
necesidad de este mundo, y esto se debe a que es un mundo de ilusiones.
Aquellos que perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras que
los que se niegan a hacerlo se atan a ellas. De la misma manera en que sólo
te condenas a ti mismo, de igual modo, sólo te perdonas a ti mismo.
(L.PI.46.1.1)
☼
Aquellos que perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras
que los que se niegan a hacerlo se atan a ellas. (L.PI.46.1.4)
☼
Pero si bien Dios no perdona, Su Amor es, no obstante, la base del
perdón. (L.PI.46.2.1)
☼
El miedo condena y el amor perdona. (L.PI.46.2.2)
☼
El perdón, pues, des-hace lo que el miedo ha producido, y lleva de
nuevo a la mente a la conciencia de Dios. (L.PI.46.2.3)
☼
Pero si bien Dios no perdona, Su Amor es, no obstante, la base del
perdón. El miedo condena y el amor perdona. El perdón, pues, des-hace lo
que el miedo ha producido, y lleva de nuevo a la mente a la conciencia de
Dios. Por esta razón, al perdón puede llamársele verdaderamente salvación.
Es el medio a través del cual desaparecen las ilusiones. (L.PI.46.2.4)
☼
[Nombre], Dios es el Amor en el que te perdono. (L.PI.46.4.4)
☼
Dios es el Amor en el que me perdono a mí mismo. (L.PI.46.5.3)
☼
Cuando me haya perdonado a mí mismo y haya recordado Quién soy,
bendeciré a todo el mundo y a todo cuanto vea. (L.PI.52.2.5)
☼
A medida que el perdón permita que el amor retorne a mi conciencia,
veré un mundo de paz, seguridad y dicha. (L.PI.55.3.4)
☼
Habiendo perdonado, ya no me considero culpable. (L.PI.58.1.3)
☼
Con todo, el perdón es el medio por el cual reconoceré mi inocencia.
(L.PI.60.1.4)
☼
No es con mi propia fortaleza con la que perdono. (L.PI.60.2.2) Es
con la fortaleza de Dios en mí, la cual recuerdo al perdonar. (L.PI.60.2.3
Perdono todas las cosas porque siento Su fortaleza avivarse en mí.
(L.PI.60.2.5)) ¿Qué puedo temer en un mundo al que he perdonado y que
a su vez me ha perdonado a mí? (L.PI.60.3.6) No hay un solo momento
en el que la Voz de Dios deje de apelar a mi perdón para salvarme.
(L.PI.60.4.2)
☼
Para ello, el ataque tiene que ser reemplazado por el perdón, de manera
que los pensamientos de vida puedan reemplazar a los pensamientos de
muerte. (L.PI.62.2.5)
☼
Recuerda que en todo ataque apelas a tu propia debilidad, mientras que
cada vez que perdonas apelas a la fortaleza de Cristo en ti. ¿Te vas dando
cuenta, pues, de lo que el perdón hará por ti? Eliminará de tu mente toda
sensación de debilidad, de tensión y de fatiga. Arrasará con todo vestigio
de temor, culpabilidad y dolor. Reinstaurará en tu conciencia la
invulnerabilidad y el poder que Dios le confirió a Su Hijo. (L.PI.62.3.1)
☼
Perdonar es mi función por ser la luz del mundo. (L.PI.62.5.2)
☼
La luz del mundo le brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón.
(L.PI.63.3.4)
☼
El propósito del mundo que ves es nublar tu función de perdonar y
proveerte de una justificación por haberte olvidado de ella. (L.PI.64.1.2)
Para el Espíritu Santo el mundo es un lugar en el que aprendes a perdonarte
a ti mismo lo que consideras son tus pecados. (L.PI.64.2.3) La salvación
del mundo aguarda tu perdón porque a través de él el Hijo de Dios se libera
de todas las ilusiones y, por ende, de toda tentación. (L.PI.64.3.3)
Déjame perdonar y ser feliz. (L.PI.64.6.4)
☼
Es tan cierto que aquellos que abrigan resentimientos sentirán
culpabilidad, como que los que perdonan hallarán la paz. (L.PI.68.3.2) Y
es igualmente cierto que aquellos que abrigan resentimientos se olvidarán
de quienes son, como que los que perdonan lo recordarán. (L.PI.68.3.3)
☼
El perdón despeja las tinieblas, reafirma tu voluntad y te permite
contemplar un mundo de luz. (L.PI.73.5.4)
☼
Ya no quedan sombras del pasado que puedan nublar nuestra vista y
ocultar el mundo que el perdón nos ofrece. (L.PI.75.3.2) He perdonado
al mundo. (L.PI.75.5.5) Date cuenta de que tu perdón te hace acreedor a
la visión. (L.PI.75.7.1) Entiende que el Espíritu Santo jamás deja de
darles el don de la visión a los que perdonan. (L.PI.75.7.2) Regocíjate de
que el perdón tenga el poder de sanar completamente tu vista. (L.PI.75.9.4)
Manténla en la conciencia que tienes de ti mismo y contémplala en todas
partes hoy, según celebramos el comienzo de tu visión y del panorama que
ofrece el mundo real, el cual ha venido a reemplazar al mundo que no
habías perdonado y que pensabas era real. (L.PI.75.11.2)
☼
Pidámosle entonces a Aquél que conoce la realidad y la verdad de este
Hijo de Dios, que se nos conceda poder contemplarlo de otra manera y ver
a nuestro salvador resplandeciendo en la luz del verdadero perdón que se
nos ha concedido. (L.PI.78.7.1)
☼
Perdonar es mi función por ser la luz del mundo. (L.PI.81.3.1)
☼
Mi perdón es el medio por el que la luz del mundo se expresa a través de
mí. (L.PI.82.1.2) Mi perdón es el medio por el que cobro conciencia de
la luz del mundo en mí. (L.PI.82.1.3) Mi perdón es el medio por el que el
mundo sana, junto conmigo. (L.PI.82.1.4) Permítaseme, entonces,
perdonar al mundo para que éste pueda sanar junto conmigo. (L.PI.82.1.5)
Mediante mi perdón puedo ver esto tal como es. (L.PI.82.2.4)
☼
Resolvamos, por consiguiente, especialmente durante los próximos siete
u ocho días, estar dispuestos a perdonarnos a nosotros mismos nuestra falta
de diligencia y el no seguir al pie de la letra las instrucciones que se nos
dan para practicar la idea del día. (L.PI.95.8.3)
☼
Espíritu soy, un santo Hijo de Dios; libre de toda limitación, a salvo,
sano y pleno. Libre para perdonar y libre para salvar al mundo.
(L.PI.97.7.2)
☼
La salvación y el perdón son lo mismo. Ambas cosas implican que algo
anda mal, algo de lo cual es necesario que se nos salve y se nos perdone;
algo impropio que necesita corrección; algo aparte o diferente de la
Voluntad de Dios. Ambos términos, por lo tanto, implican algo totalmente
imposible, pero que, sin embargo, ha ocurrido, dando lugar a un estado de
aparente conflicto entre lo que es y lo que nunca podría ser. (L.PI.99.1.1)
Perdona todo pensamiento que se oponga a la verdad de tu compleción,
unidad y paz. (L.PI.99.10.1) Perdónate a ti mismo la que crees haber
inventado. (L.PI.99.10.5) El perdón y la salvación son lo mismo.
(L.PI.99.10.6) Perdona lo que inventaste y te habrás salvado.
(L.PI.99.10.7)
☼
Esto es lo mismo que decir que una sola corrección bastará para que
todo quede corregido, o que perdonar a un solo hermano completamente es
suficiente para brindarle la salvación a todas las mentes. (L.PI.108.5.2)
☼
La salvación es mi única función aquí. Mi función aquí es perdonar al
mundo por todos los errores que yo he cometido. Pues así me libero de
ellos junto con él. (L.PI.115.1.2)
☼
Hoy lo perdonaré todo, para así poder aprender a aceptar la verdad
acerca de mí, y llegar a reconocer mi impecabilidad. (L.PI.119.2.2)
☼
La mente que no perdona vive atemorizada, y no le da margen al amor
para ser lo que es ni para que pueda desplegar sus alas en paz y remontarse
por encima de la confusión del mundo. (L.PI.121.2.1) La mente que no
perdona está triste, sin esperanzas de poder hallar alivio o liberarse del
dolor. (L.PI.121.2.2) La mente que no perdona vive atormentada por la
duda, confundida con respecto a sí misma, así como con respecto a todo lo
que ve; atemorizada y airada. La mente que no perdona es débil y
presumida, tan temerosa de seguir adelante como de quedarse donde está,
de despertar como de irse a dormir. Tiene miedo también de cada sonido
que oye, pero todavía más del silencio; la obscuridad la aterra, mas la
proximidad de la luz la aterra todavía más. (L.PI.121.3.1) ¿Qué puede
percibir la mente que no perdona sino su propia condenación?
(L.PI.121.3.2) La mente que no perdona no ve errores, sino pecados.
(L.PI.121.4.1) Desea el perdón, sin embargo, ha perdido toda esperanza.
(L.PI.121.4.4) La mente que no perdona vive desesperada, sin la menor
esperanza de que el futuro pueda ofrecerle nada que no sea desesperación.
(L.PI.121.5.1) El perdón es algo que se adquiere. (L.PI.121.6.1) Del
mismo modo en que el pecado es una idea que te enseñaste a ti mismo, así
el perdón es algo que tienes que aprender, no de ti mismo, sino del Maestro
que representa a tu otro Ser. (L.PI.121.6.3) A través de Él aprendes a
perdonar al ser que crees haber hecho, y dejas que desaparezca.
(L.PI.121.6.4) Cada mente que no perdona te brinda una oportunidad
más de enseñarle a la tuya cómo perdonarse a sí misma. (L.PI.121.7.1)
La mente que no perdona tiene que aprender, mediante tu perdón, que se ha
salvado del infierno. (L.PI.121.7.5) Nuestra práctica de hoy consiste en
aprender a perdonar. (L.PI.121.8.1) La mente que no perdona no cree
que dar y recibir sean lo mismo. (L.PI.121.9.1) Ahora te has perdonado a
ti mismo. (L.PI.121.13.3) No te olvides a lo largo del día del papel que
juega la salvación en brindar felicidad a todas las mentes que no perdonan,
incluyendo la tuya. (L.PI.121.13.4) El perdón es la llave de la felicidad.
(L.PI.121.13.6)
☼
¿Qué podrías desear que el perdón no pudiese ofrecerte? ¿Deseas paz? El
perdón te la ofrece. ¿Deseas ser feliz, tener una mente serena, certeza de
propósito y una sensación de belleza y de ser valioso que transciende el
mundo? ¿Deseas cuidados y seguridad, y disponer siempre del calor de una
protección segura? ¿Deseas una quietud que no pueda ser perturbada, una
mansedumbre eternamente invulnerable, una profunda y permanente
sensación de bienestar, así como un descanso tan perfecto que nada jamás
pueda interrumpirlo? (L.PI.122.1.1) El perdón pone un destello de luz en
tus ojos al despertar, y te infunde júbilo con el que hacer frente al día.
(L.PI.122.2.2) El perdón te ofrece todo esto y más. (L.PI.122.2.5) El
perdón permite que se descorra el velo que oculta la faz de Cristo de
aquellos que contemplan el mundo sin piedad. (L.PI.122.3.1) ¿Qué
podrías desear que el perdón no pudiese darte? (L.PI.122.3.3) ¿Qué
imaginado valor, efecto trivial o promesa pasajera que nunca se ha de
cumplir puede ofrecerte más esperanza que la que te brinda el perdón?
(L.PI.122.3.5) Perdona y serás perdonado. (L.PI.122.6.3) El perdón es
el medio por el que este mundo feliz viene a ocupar el lugar del infierno.
(L.PI.122.8.2) Teniendo presente los regalos que el perdón concede,
emprenderemos nuestra práctica de hoy con la esperanza y la fe de que éste
será el día en que alcanzaremos la salvación. (L.PI.122.9.1) Hoy se te
concederá experimentar la paz que ofrece el perdón y la dicha que te
proporciona el descorrimiento del velo. (L.PI.122.11.2) El perdón te
ofrece todo lo que quieres. (L.PI.122.13.1) El perdón me ofrece todo lo
que quiero. (L.PI.122.14.3)
☼
Y el verdadero perdón, que es el medio por el que se alcanza la
salvación, no puede sino sanar a la mente que da, pues dar es recibir.
(L.PI.126.7.5)
☼
Repasemos hoy lo que significa "perdonar", ya que es algo que puede
tergiversarse muy fácilmente y percibirse como que entraña un sacrificio
injusto de la justa indignación, como una dádiva injustificada e inmerecida
y como una total negación de la verdad. (L.PI.134.1.1) Esta perspectiva
distorsionada de lo que significa perdonar puede corregirse fácilmente, si
puedes aceptar el hecho de que no se te está pidiendo que perdones lo que
es verdad. (L.PI.134.2.1) El perdón se limita únicamente a lo que es
falso. (L.PI.134.2.2) La verdad es la creación de Dios, y perdonar eso no
tiene sentido. (L.PI.134.2.4) La mayor dificultad a la que te enfrentas
para poder perdonar realmente, es que todavía crees que tienes que
perdonar lo que es verdad, no lo que es ilusorio. (L.PI.134.3.1) El perdón
no apoya las ilusiones, sino que, riendo dulcemente, las congrega a todas
sin muchos aspavientos y las deposita tiernamente ante los pies de la
verdad. (L.PI.134.6.2) El perdón es lo único que representa a la verdad
en medio de las ilusiones del mundo. (L.PI.134.7.1) La fuerza del perdón
estriba en su honestidad, la cual es tan incorruptible que ve las ilusiones
como ilusiones y no como la verdad. (L.PI.134.8.1) Por eso, en presencia
de las mentiras, el perdón se convierte en aquello que desengaña; en el gran
restaurador de la simple verdad. (L.PI.134.8.2) Ahora eres libre para
recorrer el camino que al perdonar de verdad se despliega ante ti.
(L.PI.134.8.4) Hay una manera muy sencilla de encontrar la puerta que
conduce al verdadero perdón y de percibir que está abierta de par en par en
señal de bienvenida. (L.PI.134.9.1) El perdón se alza entre las ilusiones y
la verdad; entre el mundo que ves y lo que se encuentra más allá; entre el
infierno de la culpabilidad y las puertas del Cielo. (L.PI.134.10.4) El
perdón tiene que practicarse, pues el mundo no puede percibir su
significado ni proveer un guía que muestre su beneficencia. (L.PI.134.13.1)
No hay un solo pensamiento en todo el mundo que conduzca a un
entendimiento de las leyes que rigen el perdón o del Pensamiento que
refleja. (L.PI.134.13.2) El perdón es algo tan ajeno al mundo como lo es
tu propia realidad. (L.PI.134.13.3) Hoy vamos a practicar el verdadero
perdón, para que el momento de la unión no se demore más.
(L.PI.134.14.1) A tal efecto, dediquemos hoy un cuarto de hora en dos
ocasiones a pasarlo con el Guía que entiende el significado del perdón y
que nos fue enviado para enseñárnoslo. (L.PI.134.14.4) Permítaseme
poder percibir el perdón tal como es. (L.PI.134.14.6) Debes practicar el
perdón a lo largo del día, pues todavía habrá muchas ocasiones en las que
te olvidarás de su significado y te atacarás a ti mismo. (L.PI.134.17.1)
☼
Así como el perdón pasa por alto todos los pecados que nunca se
cometieron, la curación desvanece las ilusiones que jamás tuvieron lugar.
(L.PI.137.5.2) Así como el perdón desvanecerá con su luz todo pecado y
el mundo real ocupará el lugar de lo que has fabricado, asimismo la
curación reemplazará las fantasías de enfermedad con las que nublas la
simple verdad. (L.PI.137.7.1) La curación, el perdón y el feliz
intercambio del mundo del dolor por uno en el que la tristeza no tiene
cabida, son los medios por los que el Espíritu Santo te exhorta a que lo
sigas. (L.PI.137.9.1)
☼
Los sueños que el perdón le permite percibir a la mente no inducen a
otra forma de sueño, a fin de que el soñador pueda soñar otro sueño.
(L.PI.140.3.2)
☼
Hay un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora
emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas
palabras: Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios. Esto es un hecho,
y representa la verdad de lo que eres y de lo que tu Padre es. Éste fue el
pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así
como co-creador con Él. Éste es el pensamiento que garantiza plenamente
la salvación del Hijo. Pues en su mente no puede haber otros pensamientos,
salvo los que su Padre comparte con él. La falta de perdón es lo que impide
que este pensamiento llegue a su conciencia. No obstante, es verdad
eternamente. (L.PI.R4.IN.2.7) Comencemos nuestra preparación tratando
de entender las múltiples formas tras las que se puede ocultar muy
cuidadosamente la falta de verdadero perdón. Puesto que son ilusiones, no
se perciben simplemente como lo que son: defensas que te impiden ver y
reconocer tus pensamientos rencorosos. Su propósito es mostrarte otra cosa
y demorar la corrección mediante autoengaños diseñados para que ocupen
su lugar. (L.PI.R4.IN.3.1)
☼
El perdón es la llave de la felicidad. (L.PI.141.0.2) El perdón me
ofrece todo lo que deseo. (L.PI.141.0.3)
☼
Permítaseme poder percibir el perdón tal como es. (L.PI.147.0.3)
☼
Así es como aprendes a dar tal como recibes. Y así es como la visión de
Cristo te contempla a ti también. Esta lección no es difícil de aprender si
recuerdas que en tu hermano te ves a ti mismo. Si él se encuentra inmerso
en el pecado, tú también lo estás; si ves luz en él, es que te has perdonado a
ti mismo tus pecados. Cada hermano con quien hoy te encuentres te brinda
una nueva oportunidad para dejar que la visión de Cristo brille sobre ti y te
ofrezca la paz de Dios. (L.PI.158.10.4)
☼
Aceptas que el perdón se ha consumado en ti cuando perdonas.
(L.PI.159.2.2)
☼
La visión de Cristo es el puente entre los dos mundos. Y tú puedes tener
absoluta confianza de que su poder te sacará de este mundo y te llevará a
otro que ha sido santificado por el perdón. Las cosas que aquí parecen
completamente sólidas, allí son meras sombras, transparentes, apenas
visibles, relegadas al olvido a veces e incapaces de poder opacar la luz que
brilla más allá de ellas. A la visión se le ha restituido la santidad, y ahora
los ciegos pueden ver. (L.PI.159.5.2) La visión de Cristo es la tierra
santa donde las azucenas del perdón echan raíces. (L.PI.159.8.1) Cristo
ha soñado el sueño de un mundo perdonado. (L.PI.159.10.4)
☼
Nos alzamos perdonados ante los ojos de Cristo, tal como el mundo se
alza perdonado ante los nuestros. (L.PI.164.7.5)
☼
Esto está más allá de la experiencia que estamos tratando de acelerar.
No obstante, cuando se enseña y se aprende lo que es el perdón, ello trae
consigo experiencias que dan testimonio de que el momento en que la
mente misma decidió abandonarlo todo excepto esto, está por llegar. No es
que realmente lo podamos acelerar, toda vez que lo que vas a ofrecer es
algo que simplemente se había ocultado de Aquel que enseña el significado
del perdón. (L.PI.169.7.2)
☼
El perdón es el eje central de la salvación, pues hace que todos sus
aspectos tengan una relación significativa entre sí, dirige su trayectoria y
asegura su resultado. (L.PI.169.12.1)
☼
El perdón es una forma terrenal de amor, que, como tal, no tiene forma
en el Cielo. (L.PI.186.14.2) La salvación del mundo depende de ti que
puedes perdonar. (L.PI.186.14.5)
☼
Ninguna forma de sacrificio o de sufrimiento puede prevalecer por
mucho tiempo ante la faz de uno que se ha perdonado y bendecido a sí
mismo. (L.PI.187.8.6)
☼
Tal vez parezca que el mundo te causa dolor. Sin embargo, al no tener
causa, no tiene el poder de ser la causa de nada. Al ser un efecto, no puede
producir efectos. Al ser una ilusión, es lo que tú deseas que sea. Tus vanos
deseos constituyen sus pesares. Tus extraños anhelos dan lugar a sus
sueños de maldad. Tus pensamientos de muerte lo envuelven con miedo,
mientras que en tu benévolo perdón halla vida. (L.PI.190.7.7)
☼
El Hijo de Dios ha venido radiante de gloria a redimir a los que estaban
perdidos, a salvar a los desvalidos y a darle al mundo el regalo de su
perdón. (L.PI.191.8.3)
☼
192
Tienes, por lo tanto, una función en el mundo de acuerdo a sus
propias normas. Pues, ¿quién podría entender un lenguaje que está
mucho más allá de lo que buenamente puede entender? El perdón es tu
función aquí. No es algo que Dios haya creado, ya que es el medio por
el que se puede erradicar lo que no es verdad. ¿Pues, qué necesidad
tiene el Cielo de perdón? En la tierra, no obstante, tienes necesidad de
los medios que te ayudan a abandonar las ilusiones. La creación
aguarda tu regreso simplemente para ser reconocida, no para ser
íntegra. El perdón es tu función aquí. (L.PI.192.2.3) Lo que la
creación es no puede ni siquiera concebirse en el mundo. No tiene
sentido aquí. El perdón es lo que más se le asemeja aquí en la tierra.
Pues al haber nacido en el Cielo, carece de forma. Dios, sin embargo,
creó a Uno con el poder de traducir a formas lo que no tiene forma en
absoluto. Lo que Él hace es forjar sueños, pero de una clase tan similar
al acto de despertar que la luz del día ya refulge en ellos, y los ojos que
ya empiezan a abrirse contemplan los felices panoramas que esos
sueños les ofrecen. (L.PI.192.3.3) El perdón contempla dulcemente
todas las cosas que son desconocidas en el Cielo, las ve desaparecer, y
deja al mundo como una pizarra limpia y sin marcas en la que la
Palabra de Dios puede ahora reemplazar a los absurdos símbolos que
antes estaban escritos allí. (L.PI.192.4.1) El perdón es el medio por el
que se supera el miedo a la muerte, pues ésta deja de ejercer su
poderosa atracción y la culpabilidad desaparece. (L.PI.192.4.2) El
perdón permite que el cuerpo sea percibido como lo que es: un simple
recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje haya
terminado, pero que es incapaz de efectuar cambio alguno en el que
aprende. (L.PI.192.4.3) Sólo el perdón puede liberar a la mente de la
idea de que el cuerpo es su hogar. (L.PI.192.5.5) Sólo el perdón
puede restituir la paz que Dios dispuso para Su santo Hijo.
(L.PI.192.5.6) Sólo el perdón puede persuadir al Hijo a que
contemple de nuevo su santidad. (L.PI.192.5.7) No obstante,
necesitamos el perdón para percibir que esto es así. Sin su benévola
luz, andamos a tientas en la obscuridad usando la razón únicamente
para justificar nuestra furia y nuestros ataques. Nuestro entendimiento
es tan limitado que aquello que creemos comprender no es más que
confusión nacida del error. Nos encontramos perdidos en las brumas
de sueños cambiantes y pensamientos temibles, con los ojos
herméticamente cerrados para no ver la luz, y las mentes ocupadas en
rendir culto a lo que no está ahí. (L.PI.192.7.1) ¿Quién puede nacer
de nuevo en Cristo sino aquel que ha perdonado a todos los que ve, o
en los que piensa o se imagina? (L.PI.192.8.1) Sé misericordioso hoy.
El Hijo de Dios es digno de tu misericordia. Él es quien te pide que
aceptes el camino de la libertad ahora. No te niegues a ello. El Amor
que su Padre le profesa te lo profesa a ti también. Tu única función
aquí en la tierra es perdonarlo, para que puedas volver a aceptarlo
como tu Identidad. Él es tal como Dios lo creó. Y tú eres lo que él es.
Perdónale ahora sus pecados y verás que eres uno con él. Tu única
función aquí en la tierra es perdonarlo, para que puedas volver a
aceptarlo como tu Identidad. (L.PI.192.10.6)
☼
193
Éstas son las lecciones que Dios quiere que aprendas. Su Voluntad
se refleja en todas ellas, y ellas reflejan Su amorosa bondad para con el
Hijo que Él ama. Cada lección encierra un pensamiento central, que se
repite en todas ellas. Su forma es lo único que varía, según las
circunstancias, los acontecimientos, los personajes o los temas, los
cuales parecen ser reales, pero no lo son. Su contenido fundamental es
el mismo y es éste: Perdona, y verás esto de otra forma. (L.PI.193.3.5-
7) Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta
de perdón. (L.PI.193.4.1) Perdona, y verás esto de otra forma.
(L.PI.193.5.1) ¿Cómo puedes saber cuándo estás viendo
equivocadamente o cuándo no está alguien percibiendo la lección que
debería aprender? ¿Parece ser real el dolor en dicha percepción? Si lo
parece, ten por seguro que no se ha aprendido la lección, y que en la
mente que ve el dolor a través de los ojos que ella misma dirige
permanece oculta una falta de perdón. (L.PI.193.7.3-4) Dios no
quiere que sigas sufriendo de esa manera. Él quiere ayudarte a que te
perdones a ti mismo. Su Hijo no recuerda quién es, y Dios no quiere
que se olvide de Su Amor ni de todos los dones que Su Amor trae
consigo. ¿Renunciarías ahora a tu propia salvación? ¿Dejarías acaso
de aprender las sencillas lecciones que el Maestro celestial pone ante ti
para que todo dolor desaparezca y el Hijo pueda recordar a su Padre?
(L.PI.193.8.2) Hoy, y en los días venideros, dedica un poco de tiempo
cada hora a practicar la lección del perdón tal como se indique.
(L.PI.193.12.1) Perdonaré, y esto desaparecerá. (L.PI.193.13.3)
☼
Cuando tu perdón sea total tu gratitud lo será también, pues te darás
cuenta de que todas las cosas son acreedoras al derecho a ser amadas por
ser amorosas, incluyendo tu propio ser. (L.PI.195.8.6)
☼
He aquí el segundo paso que damos en el proceso de liberar a tu mente
de la creencia en una fuerza externa enfrentada a la tuya. Tratas de ser
amable y de perdonar. Pero si no recibes muestras de gratitud procedentes
del exterior y las debidas gracias, tus intenciones se convierten de nuevo en
ataques. Aquel que recibe tus regalos los tiene que recibir con honor, o de
lo contrario, se los quitas. Y así, consideras que los dones de Dios son, en
el mejor de los casos, préstamos; y en el peor, engaños que te roban tus
defensas para garantizar que cuando Él dé Su golpe de gracia, éste sea
mortal. (L.PI.197.1.2) Dios bendice cada regalo que le haces, y todo
regalo se le hace a Él porque sólo te los puedes hacer a ti mismo. Y lo que
le pertenece a Dios no puede sino ser Suyo. Pero mientras perdones sólo
para volver a atacar, jamás te darás cuenta de que Sus regalos son seguros,
eternos, inalterables e ilimitados; de que dan perpetuamente, de que
extienden amor y de que incrementan tu interminable júbilo. (L.PI.197.5.3)
Retira los regalos que has hecho y pensarás que lo que se te ha dado a ti se
te ha quitado. Mas si aprendes a dejar que el perdón desvanezca los
pecados que crees ver fuera de ti, jamás podrás pensar que los regalos de
Dios son sólo préstamos a corto plazo que Él te arrebatará de nuevo a la
hora de tu muerte. Pues la muerte no tendrá entonces ningún significado
para ti. (L.PI.197.6.2)
☼
Condena y te vuelves un prisionero. Perdona y te liberas. Ésta es la
ley que rige a la percepción. No es una ley que el conocimiento entienda,
pues la libertad es parte del conocimiento. Por lo tanto, condenar es en
realidad imposible. Lo que parece ser su influencia y sus efectos jamás
tuvieron lugar en absoluto. No obstante, tenemos que lidiar con ellos por un
tiempo como si en realidad hubiesen tenido lugar. Las ilusiones forjan más
ilusiones. Excepto una. Pues el perdón es la ilusión que constituye la
respuesta a todas las demás ilusiones. Perdona y te liberas. (L.PI.198.2.2)
El perdón desvanece todos los demás sueños, y aunque en sí es un
sueño, no da lugar a más sueños. (L.PI.198.3.1) El perdón representa
el fin de todos los sueños, ya que es el sueño del despertar.
(L.PI.198.3.4) El perdón es el único camino que te conduce más allá
del desastre, del sufrimiento y, finalmente, de la muerte. (L.PI.198.4.1)
Sólo mi propio perdón me puede liberar. (L.PI.198.9.4) No olvides
hoy que toda forma de sufrimiento oculta algún pensamiento que niega
el perdón. (L.PI.198.9.5) Nuestras prácticas de hoy consisten en
dejar que la libertad venga a establecer su morada en ti. La verdad
deposita estas palabras en tu mente, para que puedas encontrar la
llave de la luz y permitir que a la obscuridad le llegue su fin: Sólo mi
propia condenación me hace daño. Sólo mi propio perdón me puede
liberar. No olvides hoy que toda forma de sufrimiento oculta algún
pensamiento que niega el perdón. Y que el perdón puede sanar toda
forma de dolor. (L.PI.198.9.6) Acepta la única ilusión que
proclama que en el Hijo de Dios no hay condenación, y el Cielo será
recordado instantáneamente, el mundo quedará olvidado y todas sus
absurdas creencias quedarán olvidadas junto con él, conforme la faz de
Cristo aparezca por fin sin velo alguno en este sueño de perdón.
(L.PI.198.10.1) ¿A quién podría ocurrírsele ofrecer perdón al Hijo
de la Impecabilidad Misma, tan semejante a Aquel de Quien es Hijo,
que contemplar al Hijo significa dejar de percibir y únicamente
conocer al Padre? (L.PI.198.12.5)
☼
De este modo se convierte en un vehículo de ayuda para que el perdón
se extienda hasta la meta todo abarcadora que debe alcanzar, de acuerdo
con el plan de Dios. (L.PI.199.4.5)
☼
Perdónate a ti mismo tus vanas imaginaciones y deja de buscar lo que
no puedes encontrar. (L.PI.200.3.5) En realidad no tiene ninguna, ni hace
nada, pues es desconocido en el Cielo. Es sólo en el infierno donde se le
necesita y donde tiene una formidable función que desempeñar. ¿No es
acaso un propósito loable ayudar al bienamado Hijo de Dios a escapar de
los sueños de maldad, que aunque son sólo fabricaciones suyas, él cree que
son reales? ¿Quién podría aspirar a más, mientras parezca que hay que
elegir entre el éxito y el fracaso, entre el amor y el miedo?¿Qué función
tiene el perdón? (L.PI.200.6.1)
☼
El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en
realidad nunca ocurrió. El perdón no perdona pecados, otorgándoles así
realidad. Simplemente ve que no hubo pecado. Y desde este punto de vista
todos tus pecados quedan perdonados. ¿Qué es el pecado sino una idea
falsa acerca del Hijo de Dios? El perdón ve simplemente la falsedad de
dicha idea y, por lo tanto, la descarta. Lo que entonces queda libre para
ocupar su lugar es la Voluntad de Dios. (L.PII.Preg1.1.1) Un
pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en
duda a pesar de que es falso. (L.PII.Preg1.2.1) Un pensamiento que no
perdona hace muchas cosas. (L.PII.Preg1.3.1) El perdón, en cambio, es
tranquilo y sosegado, y no hace nada. (L.PII.Preg1.4.1) El que no
perdona se ve obligado a juzgar, pues tiene que justificar el no haber
perdonado. (L.PII.Preg1.4.4) Pero aquel que ha de perdonarse a sí mismo
debe aprender a darle la bienvenida a la verdad exactamente como ésta es.
(L.PII.Preg1.4.5) No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo
que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Protector,
Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente triunfarás. Él ya te
ha perdonado, pues ésa es la función que Dios le encomendó. Ahora tú
debes compartir Su función y perdonar a aquel que Él ha salvado, cuya
inocencia Él ve y a quien honra como el Hijo de Dios. (L.PII.Preg1.5.1)
La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no
apoyar el mundo de sueños y de malicia. De esta manera, las ilusiones
desaparecen. Al no prestarles apoyo, deja que simplemente se conviertan
en polvo. Y lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo
Nombre de Dios donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de tu
perdón depositadas ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de
Dios. (L.PII.Preg2.3.4)
☼
Cuando el pensamiento de separación haya sido substituido por uno de
verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta;
de una manera que conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino
desaparecer junto con todos sus errores. (L.PII.Preg3.1.4) No nos
quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva
percepción. No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total. Y
no intentemos cambiar nuestra función. Tenemos que salvar al mundo.
Pues nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los
ojos de Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese
pueda ser restituido a la vida eterna. (L.PII.Preg3.5.2)
☼
¡Qué alegría tan grande la de hoy! Éste es un día de una celebración
especial. Pues este día le ofrece al mundo de tinieblas el instante que se fijó
para su liberación. Ha llegado el día en que todos los pesares se dejan atrás
y el dolor desaparece. La gloria de la salvación alborea hoy sobre un
mundo que ha sido liberado. Éste es un tiempo de esperanza para millones
de seres. Ahora ellos se unirán conforme tú los perdones a todos. Pues hoy
tú me perdonarás a mí. (L.PII.241.1.7) Ahora nos hemos perdonado
los unos a los otros, y así podemos por fin regresar a Ti. Padre, Tu Hijo,
que en realidad jamás se ausentó, retorna al Cielo y a su hogar. ¡Qué
contentos estamos de que se nos haya restituido la cordura y de poder
recordar que todos somos uno (L.PII.241.2.1)
☼
Pues el perdón es el único medio por el que puedo alcanzar la visión de
Cristo. El pecado es el símbolo del ataque. Si lo veo en alguna parte,
sufriré. Pues el perdón es el único medio por el que puedo alcanzar la
visión de Cristo. Permítaseme aceptar que lo que Su visión me muestra es
la simple verdad y sanaré completamente. Ven hermano, déjame
contemplarte. Tu hermosura es el reflejo de la mía. Tu impecabilidad, la
mía propia. Has sido perdonado, y yo junto contigo. (L.PII.247.1.3)
☼
El perdón nos ofrece un cuadro de un mundo en el que ya no hay
sufrimiento, es imposible perder y la ira no tiene sentido. (L.PII.249.1.1)
☼
La única manera de llegar a Dios aquí es mediante el perdón.
(L.PII.256.1.1) Pero podemos soñar que hemos perdonado a aquel en
quien todo pecado sigue siendo imposible, y esto es lo que elegimos soñar
hoy. (L.PII.256.1.8) Dios es nuestro objetivo, y el perdón, el medio por
el que nuestras mentes por fin regresan a Él. (L.PII.256.1.9)
☼
☼
Padre, el perdón es el medio que Tú has elegido para nuestra salvación.
(L.PII.257.2.1)
☼
La paz llena mi corazón e inunda mi cuerpo con el propósito del perdón.
(L.PII.267.1.3)
☼
Padre, la visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el
poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el
panorama de un mundo perdonado. (L.PII.270.1.1)
☼
Un mundo perdonado significa que Tu Hijo reconoce a su Padre,
permite que sus sueños sean llevados ante la verdad y aguarda con gran
expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre,
conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. (L.PII.270.1.4)
☼
Pues cuando el perdón descanse sobre el mundo y cada uno de los Hijos
de Dios goce de paz, ¿qué podría mantener las cosas separadas cuando lo
único que se puede ver es la faz de Cristo? (L.PII.Preg6.4.3)
☼
El Espíritu Santo es el mediador entre las ilusiones y la verdad. Puesto
que tiene que salvar la brecha entre la realidad y los sueños, la percepción
conduce al conocimiento a través de la gracia que Dios le ha dado para que
sea el regalo que le hace a todo aquel que acude a Él en busca de la verdad.
A través del puente que Él tiende se llevan todos los sueños ante la verdad
para que la luz del conocimiento los disipe. Allí los sonidos y las imágenes
se descartan para siempre. Y donde antes se percibían, el perdón ha hecho
posible el tranquilo final de la percepción. (L.PII.Preg7.1.5)
☼
Desde el conocimiento, donde Dios lo ubicó, el Espíritu Santo te
exhorta a dejar que el perdón repose sobre tus sueños para que puedas
recobrar la cordura y la paz interior. (L.PII.Preg7.4.1) Sin el perdón, tus
sueños seguirán aterrorizándote. (L.PII.Preg7.4.2)
☼
Y así, le ofrecemos nuestra bendición a todas las cosas y nos unimos
amorosamente al mundo, el cual nuestro perdón ha hecho que sea uno con
nosotros. (L.PII.283.2.2)
☼
Padre, mi santidad es la Tuya. Permítaseme regocijarme en ella y
recobrar la cordura mediante el perdón. Tu Hijo sigue siendo tal como Tú
lo creaste. Mi santidad es parte de mí y también de Ti. Pues, ¿qué podría
alterar a la Santidad Misma? (L.PII.285.2.2)
☼
Perdóname hoy. Y sabrás que me has perdonado si contemplas a tu
hermano en la luz de la santidad. Él no puede ser menos santo que yo, y tú
no puedes ser más santo que él. (L.PII.288.2.1)
☼
A menos que el pasado se haya borrado de mi mente, no podré
contemplar el mundo real. Pues en ese caso no estaría contemplando
nada, sino viendo lo que no esta ahí. ¿Cómo podría entonces percibir el
mundo que el perdón ofrece? El propósito del pasado fue precisamente
ocultarlo, pues dicho mundo sólo se puede ver en el ahora. No tiene
pasado. Pues, ¿a qué se le puede conceder perdón sino al pasado, el
cual al ser perdonado desaparece? (L.PII.289.1.3)
☼
El mundo real sólo lo pueden percibir los ojos que han sido bendecidos
por el perdón, los cuales, consecuentemente, ven un mundo donde el terror
es imposible y donde no se puede encontrar ningún testigo del miedo.
(L.PII.Preg8.1.4) El mundo real te ofrece una contrapartida para cada
pensamiento de infelicidad que se ve reflejado en tu mundo, una corrección
segura para las escenas de miedo y los clamores de batalla que pueblan tu
mundo. El mundo real muestra un mundo que se contempla de otra manera:
a través de ojos serenos y de una mente en paz. Allí sólo hay reposo. No se
oyen gritos de dolor o de pesar, pues allí nada está excluido del perdón. Y
las escenas que se ven son apacibles, pues sólo escenas y sonidos felices
pueden llegar hasta la mente que se ha perdonado a sí misma
(L.PII.Preg8.2.4) El Espíritu Santo no tiene necesidad del tiempo una
vez que éste ha servido el propósito que Él le había asignado. Ahora espera
un sólo instante más para que Dios dé el paso final y el tiempo desaparezca
llevándose consigo la percepción y dejando solamente a la verdad para que
sea tal como es. Ese instante es nuestro objetivo, pues en él yace el
recuerdo de Dios. Y al contemplar un mundo perdonado, Él es Quien nos
llama y nos viene a buscar para llevarnos a casa, recordándonos nuestra
Identidad, la cual nos ha sido restituida mediante nuestro perdón.
(L.PII.Preg8.5.4)
☼
Mi mente se aquieta hoy, para recibir los Pensamientos que Tú me
ofreces. Y acepto lo que procede de Ti, en lugar de lo que procede de mí.
No sé cómo llegar hasta Ti. Mas Tú lo sabes perfectamente. Padre, guía a
Tu Hijo por el tranquilo sendero que conduce a Ti. Haz que mí perdón sea
total y completo y que Tu recuerdo retorne a mí. (L.PII.291.2.6)
☼
El miedo ya se acabó porque su fuente ha desaparecido, y con ella,
todos sus pensamientos desaparecieron también. El amor sigue siendo el
único estado presente, cuya Fuente está aquí para siempre. ¿Cómo iba a
parecerme el mundo claro y diáfano, seguro y acogedor, cuando todos mis
errores pasados lo oprimen y me muestran manifestaciones distorsionadas
de miedo? Mas en el presente el amor es obvio y sus efectos evidentes. El
mundo entero resplandece en el reflejo de su santa luz, y por fin percibo un
mundo perdonado. (L.PII.293.1.5)
☼
El perdón es el único regalo que doy, ya que es el único regalo que
deseo. Y todo lo que doy, es a mí mismo a quien se lo doy. Ésta es la
sencilla fórmula de la salvación. Y yo, que quiero salvarme, la adoptaré,
para regir mi vida por ella en un mundo que tiene necesidad de salvación y
que se salvará al aceptar yo la Expiación para mí mismo. (L.PII.297.1.1)
☼
Mi gratitud hace posible que mi amor sea aceptado sin miedo. Y, de esta
manera, se me restituye por fin mi Realidad. El perdón elimina todo cuanto
se interponía en mi santa visión. Y me aproximo al final de todas las
jornadas absurdas, las carreras locas y los valores artificiales. En su lugar,
acepto lo que Dios establece como mío, seguro de que sólo mediante ello
me puedo salvar, y de que atravieso el miedo para encontrarme con mi
Amor. (L.PII.298.1.3)
☼
El Segundo Advenimiento de Cristo, que es tan seguro como Dios, es
simplemente la corrección de todos los errores y el restablecimiento de la
cordura. Es parte de la condición que reinstaura lo que nunca se perdió y
re-establece lo que es eternamente verdad. Es la invitación que se le hace a
la Palabra de Dios para que ocupe el lugar de las ilusiones: la señal de que
estás dispuesto a dejar que el perdón descanse sobre todas las cosas sin
excepción y sin reservas. (L.PII.Preg9.1.3) La naturaleza totalmente
inclusiva del Segundo Advenimiento de Cristo es lo que le permite
envolver al mundo y mantenerte a salvo en su dulce llegada, la cual abarca
a toda cosa viviente junto contigo. La liberación a la que el Segundo
Advenimiento da lugar no tiene fin, pues la creación de Dios es ilimitada.
La luz del perdón ilumina el camino del Segundo Advenimiento porque
refulge sobre todas las cosas a la vez y cual una sola. Y así, por fin, se
reconoce la unidad (L.PII.Preg9.2.3)
☼
Padre, amenos que juzgue no puedo sollozar. Tampoco puedo
experimentar dolor o sentirme abandonado o creer que no se me necesita en
este mundo. Éste es mi hogar Porque no lo juzgo, y, por lo tanto, es
únicamente lo que Tú quieres que sea. Hoy lo quiero contemplar sin
condenarlo, a través de ojos felices que el perdón haya liberado de toda
distorsión. Hoy quiero ver Tu mundo en lugar del mío. Y me olvidaré de
todas las lágrimas que he derramado, pues su fuente ha desaparecido.
Padre, hoy no juzgaré Tu mundo. (L.PII.301.1.4)
☼
Padre, por fin estamos abriendo los ojos. Tu santo mundo nos espera,
pues por fin hemos recobrado la visión y podemos ver. Pensábamos que
estábamos sufriendo. Pero era que nos habíamos olvidado del Hijo que Tú
creaste. Ahora vemos que las tinieblas son el producto de nuestra propia
imaginación y que la luz está ahí para que la contemplemos. La visión de
Cristo transforma las tinieblas en luz, pues el miedo no puede sino
desaparecer ante la llegada del amor. Déjame perdonar hoy Tu santo
mundo, para poder contemplar su santidad y entender que no es sino el
reflejo de la mía. (L.PII.302.1.7)
☼
Sólo puedo nublar mi santa vista si permito que mi mundo se entrometa
en ella. Y no puedo contemplar los santos panoramas que Cristo contempla
a menos que utilice Su visión. La percepción es un espejo, no un hecho. Y
lo que contemplo es mi propio estado de ánimo reflejado afuera. Quiero
bendecir el mundo contemplándolo a través de los ojos de Cristo. Y veré
las señales inequívocas de que todos mis pecados me han sido perdonados
(L.PII.304.1.6) Tú me conduces de las tinieblas a la luz y del pecado a la
santidad. Déjame perdonar y así recibir la salvación del mundo. Ése es Tu
regalo, Padre mío, que se me concede para que yo se lo ofrezca a Tu santo
Hijo, de manera que él pueda hallar Tu recuerdo, y el de Tu Hijo tal como
Tú lo creaste. (L.PII.304.2.2)
☼
El concepto que yo he forjado del tiempo impide el logro de mi
objetivo. Si elijo ir más allá del tiempo hasta la intemporalidad, tengo que
cambiar mi percepción acerca del propósito del tiempo. Pues su propósito
no puede ser que el pasado y el futuro sean uno. El único intervalo en el
que puedo librarme del tiempo es ahora mismo. Pues en este instante el
perdón ha venido a liberarme. Cristo nace en el ahora, sin pasado ni futuro.
Él ha venido a dar la bendición del presente al mundo, restaurándolo a la
intemporalidad y al amor. Y el amor está siempre presente, aquí y ahora.
(L.PII.308.1.5)
☼
Nuestro Padre nos llama. Oímos Su Voz y perdonamos a la creación en
Nombre de su Creador, la Santidad Misma, Cuya santidad Su creación
comparte con Él; Cuya santidad sigue siendo todavía parte de nosotros.
(L.PII.Preg11.5.2)
☼
Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso
mental que comienza con una idea de lo que quiero. A partir de ahí, la
mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto,
procura encontrarlo. Estas imágenes se proyectan luego al exterior, donde
se contemplan, se consideran reales y se defienden como algo propio de
uno. De deseos dementes nace un mundo demente, y de juicios, un mundo
condenado. De pensamientos de perdón, en cambio, surge un mundo
apacible y misericordioso para con el santo Hijo de Dios, cuyo propósito es
ofrecerle un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de
proseguir su jornada, y donde él puede ayudar a sus hermanos a seguir
adelante con él y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios.
(L.PII.325.1.6)
☼
Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única función. ¿Por qué atacar
nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor? ¿Por qué enseñarles que
son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a
servirse de lo que ya es Suyo? La mente que ha llegado a estar dispuesta a
aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al espíritu, y extiende su
libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya
propia. El Ser que Dios creó no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir.
Elijamos hoy que Él sea nuestra Identidad, para poder así escapar para
siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecernos.
(L.PII.330.1.1)
☼
El perdón nos muestra que la Voluntad de Dios es una sola y que la
compartimos. Contemplemos los santos panoramas que hoy nos muestra el
perdón, de modo que podamos encontrar la paz de Dios. Amén
(L.PII.331.2.1). El perdón nos muestra que la Voluntad de Dios es una
sola y que la compartimos. Contemplemos los santos panoramas que hoy
nos muestra el perdón, de modo que podamos encontrar la paz de Dios.
Amén. (L.PII.331.2.2)
☼
El ego forja ilusiones. La verdad desvanece sus sueños malvados con el
brillo de su fulgor. La verdad nunca ataca. Sencillamente es. Y por medio
de su presencia se retira a la mente de las fantasías, y así ésta despierta a lo
real. El perdón invita a esta presencia a que entre, y a que ocupe el lugar
que le corresponde en la mente. Sin el perdón, la mente se encuentra
encadenada, creyendo en su propia futilidad. Mas con el perdón, la luz
brilla a través del sueño de tinieblas, ofreciéndole esperanzas y
proporcionándole los medios para que tome conciencia de la libertad que es
su herencia. (L.PII.332.1.6)
☼
Padre, el perdón es la luz que Tú elegiste para que desvaneciese todo
conflicto y toda duda, y para que alumbrase el camino que nos lleva de
regreso a Ti. Ninguna otra luz puede dar fin a nuestro sueño malvado.
Ninguna otra luz puede salvar al mundo. Pues dicha luz es lo único que
jamás ha de fallar, ya que es el regalo que le has hecho a Tu Hijo
bienamado. (L.PII.333.2.1)
☼
Perdonar es una elección. Nunca veo a mi hermano tal como es, pues
eso está mucho más allá de la percepción. Lo que veo en él es simplemente
lo que deseo ver, pues eso es lo que quiero que sea verdad. A eso es a lo
único que respondo, por mucho que parezca que es a los acontecimientos
externos. Elijo lo que deseo contemplar, y eso, y sólo eso, es lo que veo. La
impecabilidad de mi hermano me muestra que quiero contemplar la mía
propia. Y la veré, puesto que he decidido ver a mi hermano en la santa luz
de su inocencia. Perdonar es una elección. (L.PII.335.1.1)
☼
El perdón es el medio a través del cual a la percepción le llega su fin. El
conocimiento es restituido una vez que la percepción ha sido transformada
y ha dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su
más elevado alcance. Pues las imágenes y los sonidos tan sólo pueden
servir, en el mejor de los casos, para evocar el recuerdo que yace tras todos
ellos. El perdón elimina las distorsiones y revela el altar a la verdad que se
hallaba oculto. Sus blancas azucenas refulgen en la mente, y la instan a
regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en vano ha buscado
afuera. Pues ahí, y sólo ahí, se restaura la paz interior, al ser la morada de
Dios Mismo. (L.PII.336.1.1) El perdón es el medio a través del cual a la
percepción le llega su fin. El conocimiento es restituido una vez que la
percepción ha sido transformada y ha dado paso enteramente a lo que por
siempre ha de estar más allá de su más elevado alcance. Pues las imágenes
y los sonidos tan sólo pueden servir, en el mejor de los casos, para evocar
el recuerdo que yace tras todos ellos. El perdón elimina las distorsiones y
revela el altar a la verdad que se hallaba oculto. Sus blancas azucenas
refulgen en la mente, y la instan a regresar y a mirar en su interior para
encontrar lo que en vano ha buscado afuera. Pues ahí, y sólo ahí, se restaura
la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo. (L.PII.336.1.4) Que el
perdón elimine en la quietud mis sueños de separación y de pecado. Y que
entonces pueda mirar, Padre, en mi interior y descubrir que Tu promesa de
que en mí no hay pecado es verdad; que Tu Palabra permanece inalterada
en mi mente y que Tu Amor reside todavía en mi corazón. (L.PII.336.2.1)
☼
Padre te doy las gracias por el día de hoy y por la libertad que estoy
seguro me ha de brindar. Hoy es un día santo, pues hoy Tu Hijo será
redimido. Su sufrimiento ha terminado. Pues él oirá Tu Voz exhortándole a
que busque la visión de Cristo a través del perdón y se libere para siempre
de todo sufrimiento. Gracias por el día de hoy, Padre mío. Vine a este
mundo sólo para llegar a tener este día, así como la alegría y libertad que
encierra para Tu santo Hijo y para el mundo que él fabricó, el cual hoy se
libera junto con él. (L.PII.340.1.4)
☼
En el milagro reside el don de la gracia, pues se da y se recibe como
uno. Y así, nos da un ejemplo de lo que es la ley de la verdad, que el
mundo no acata porque no la entiende. El milagro invierte la percepción
que antes estaba al revés, y de esa manera pone fin a las extrañas
distorsiones que ésta manifestaba. Ahora la percepción se ha vuelto
receptiva a la verdad. Ahora puede verse que el perdón está justificado.
(L.PII.Preg13.2.5) El perdón es la morada de los milagros. Los ojos de
Cristo se los ofrecen a todos los que Él contempla con misericordia y con
amor. La percepción queda corregida ante Su vista, y aquello cuyo
propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir. Cada azucena de perdón
le ofrece al mundo el silencioso milagro del amor. Y cada una de ellas se
deposita ante la Palabra de Dios, en el altar universal al Creador y a la
creación, a la luz de la perfecta pureza y de la dicha infinita.
(L.PII.Preg13.3.1)
☼
Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno
que yo mismo fabriqué. No es real. Y Tú me has proporcionado los medios
para comprobar su irrealidad. Tengo la llave en mis manos, y he llegado
hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. Me encuentro
ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. No dejes
que hoy siga indeciso. Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la
creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. Quiero recordar que
soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las
ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo
retorna a mí. (L.PII.342.1.7)
☼
Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo. Y según
avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios.
Hermano, perdóname ahora. (L.PII.342.2.1)
☼
Lo que perdonamos se vuelve parte de nosotros, tal como nos
percibimos a nosotros mismos. Tal como tú creaste a Tu Hijo, él encierra
dentro de sí todas las cosas. El que yo Te pueda recordar depende de que lo
perdone a él. Lo que él es no se ve afectado por sus pensamientos. Pero lo
que contempla es el resultado directo de ellos. Así pues, Padre mío, quiero
ampararme en Ti. Sólo Tu recuerdo me liberará. Y sólo perdonando puedo
aprender a dejar que Tu recuerdo vuelva a mí, y a ofrecérselo al mundo con
agradecimiento. (L.PII.350.1.3)
☼
Somos los portadores de la salvación. Aceptamos nuestro papel como
salvadores del mundo, el cual se redime mediante nuestro perdón conjunto.
Y al concederle el regalo de nuestro perdón, éste se nos concede a nosotros.
Vemos a todos como nuestros hermanos, y percibimos todas las cosas
como buenas y bondadosas. No estamos interesados en ninguna función
que se encuentre más allá del umbral del Cielo. El conocimiento volverá a
aflorar en nosotros cuando hayamos desempeñado nuestro papel. Lo único
que nos concierne ahora es dar la bienvenida a la verdad.
(L.PII.Preg14.3.2)
☼
El perdón ve sólo impecabilidad, y no juzga. Ésta es la manera de llegar
a Ti. Los juicios me vendan los ojos y me ciegan. El amor, que aquí se
refleja en forma de perdón, me recuerda, por otra parte, que Tú me has
proporcionado un camino para volver a encontrar Tu paz. Soy redimido
cuando elijo seguir ese camino. Tú no me has dejado desamparado. Dentro
de mí yace Tu recuerdo, así como Uno que me conduce hasta él. Padre, hoy
quiero oír Tu Voz y encontrar Tu paz. Pues quiero amar mi propia
Identidad y encontrar en Ella el recuerdo de Ti. (L.PII.352.1.1)
☼
El perdón -el reflejo de la verdad- me enseña cómo ofrecer milagros y
así escapar de la prisión en la que creo vivir. Tu santo Hijo me es señalado,
primero en mi hermano, y después en mí. Tu Voz me enseña con gran
paciencia a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo. Y conforme contemplo a
Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como
Tú dispusiste que ésta debía ser. "Contempla su impecabilidad y sé
curado". (L.PII.357.1.1)
☼
Padre, hoy vamos a perdonar Tu mundo y a dejar que la creación sea
Tuya. Hemos entendido todas las cosas erróneamente. Pero no hemos
podido convertir a los santos Hijos de Dios en pecadores. Lo que Tú
creaste libre de pecado ha de permanecer así por siempre jamás. Ésa es
nuestra condición. Y nos regocijamos al darnos cuenta de que los errores
que hemos cometido no tienen efectos reales sobre nosotros. El pecado es
imposible, y en este hecho descansa el perdón sobre una base mucho más
sólida que el mundo de sombras que vemos. Ayúdanos a perdonar, pues
queremos ser redimidos. Ayúdanos a perdonar, pues queremos estar en paz.
(L.PII.359.1.1)
☼
El pecado es imposible, y en este hecho descansa el perdón sobre una
base mucho más sólida que el mundo de sombras que vemos.
(L.PII.359.1.7)
☼
Consagremos nuestras mentes a este propósito, poniendo todos
nuestros pensamientos al servicio de la salvación. La meta que se nos
ha asignado es la de perdonar al mundo. Ésa es la función que Dios nos
ha encomendado. Y lo que buscamos es el final del sueño, no como
nosotros queremos que dicho final sea, sino como lo quiere Dios. Pues
no podremos sino reconocer que todo aquello que perdonamos es parte
de Dios Mismo. Y así, Su recuerdo se reinstaurará en nosotros
completamente y en su totalidad (L.PII.IN.3.2) Nuestra función es
recordarlo a Él aquí en la tierra, tal como se nos ha dado ser Su Propia
compleción en la realidad. No nos olvidemos, por lo tanto, de que
nuestro objetivo es uno que compartimos, pues en ese recordar es
donde radica el recuerdo de Dios y lo que nos señala el camino que
conduce hasta Él y hasta el Remanso de Su paz. ¿Cómo no vamos a
perdonar a nuestro hermano, que es quien nos puede ofrecer esto? Él
es el camino, la verdad y la vida que nos muestra el sendero. En él
reside la salvación, que se nos ofrece a través del perdón que le
concedemos. (L.PII.IN.4.3) No terminaremos este año sin el regalo
que nuestro Padre le prometió a Su santo Hijo. Hemos sido
perdonados. Y nos encontramos a salvo de toda la ira que le
atribuíamos a Dios y que después descubrimos no era más que un
sueño. Se nos ha restituido la cordura, en la que comprendemos que la
ira es una locura, el ataque algo demente y la venganza una mera
fantasía pueril. Nos hemos salvado de la ira porque nos dimos cuenta
de que estábamos equivocados. Eso es todo. ¿Y se encolerizaría un
padre con su hijo porque éste no hubiese comprendido la verdad?
Hemos sido perdonados. (L.PII.IN.5.2)
☼
He aquí la base sobre la que descansa su capacidad para llevar a cabo su
función. La percepción es el resultado de lo que se ha aprendido. De hecho,
la percepción es lo que se ha aprendido, ya que causa y efecto nunca se
encuentran separados. Los maestros de Dios tienen confianza en el mundo
porque han aprendido que no está regido por las leyes que el mundo
inventó. Está regido por un Poder que se encuentra en ellos, pero que no es
de ellos. Este Poder es el que mantiene todas las cosas a salvo. Mediante
este Poder los maestros de Dios contemplan un mundo perdonado.
(M.4.I.1.7)
☼
El papel central que ocupa la mentalidad abierta -quizá el último de los
atributos que el maestro de Dios adquiere- puede entenderse fácilmente
cuando se reconoce la relación que guarda con el perdón. La mentalidad
abierta procede de una ausencia de juicios. De la misma manera en que los
juicios cierran la mente impidiéndole la entrada al Maestro de Dios, de
igual modo la mentalidad abierta lo invita a entrar. De la misma manera en
que la condenación juzga al Hijo de Dios como malvado, de igual modo la
mentalidad abierta permite que sea juzgado por la Voz de Dios en Su
Nombre. De la misma manera en que la proyección de la culpabilidad sobre
él lo enviaría al infierno, de igual modo la mentalidad abierta permite que
la imagen de Cristo le sea extendida. Sólo aquellos que tienen una
mentalidad abierta pueden estar en paz, pues son los únicos que ven
razones para ello. (M.4.X.1.1)
☼
¿Cómo perdonan los que tienen una mentalidad abierta? Han renunciado
a todas las cosas que les impediría perdonar. Han abandonado realmente el
mundo, y han permitido que éste les sea restaurado con tal frescura y en
júbilo tan glorioso, que jamás hubiesen podido concebir un cambio así.
Nada es ahora como era antes. Todo lo que antes parecía opaco y sin vida,
ahora no hace sino refulgir. Lo que es más, todas las cosas les dan la
bienvenida, ya que ha desaparecido toda sensación de amenaza. Ya no
quedan tinieblas que oculten la faz de Cristo. Ya se ha logrado el objetivo.
El perdón es la meta final del programa de estudios, pues allana el camino
para lo que se encuentra más allá de todo aprendizaje. El programa de
estudios no hace ningún esfuerzo por excederse de su verdadero objetivo.
El perdón es su único objetivo, en el cual converge en última instancia todo
aprendizaje. Ciertamente eso es suficiente. (M.4.X.2.1)
☼
Habrás notado que la lista de atributos de los maestros de Dios no
incluye las características que constituyen la herencia del Hijo de Dios.
Términos tales como amor, inocencia, perfección, conocimiento y verdad
eterna no aparecen en este contexto, pues no serían apropiados aquí. Lo que
Dios ha dado está tan remotamente alejado de nuestro programa de
estudios, que el aprendizaje no puede sino desaparecer ante su presencia.
Sin embargo, mientras su presencia esté velada, el enfoque ha de centrarse
necesariamente en el programa de estudios. La función de los maestros de
Dios es llevar al mundo el verdadero aprendizaje. Propiamente dicho, lo
que llevan es un des-aprendizaje, que es a lo único que se le puede llamar
"verdadero aprendizaje" en este mundo. A los maestros de Dios se les ha
encomendado la función de llevar al mundo las buenas nuevas del
completo perdón. Bienaventurados son en verdad, pues son los portadores
de la salvación. (M.4.X.3.8)
☼
Los maestros de Dios van a estos pacientes representando otra
alternativa que dichos pacientes habían olvidado. La simple presencia del
maestro de Dios les sirve de recordatorio. Sus pensamientos piden el
derecho de cuestionar lo que el paciente ha aceptado como verdadero. En
cuanto que mensajeros de Dios, los maestros de Dios son los símbolos de la
salvación. Le piden al paciente que perdone al Hijo de Dios en su Nombre.
Representan la Alternativa. Con la Palabra de Dios en sus mentes, vienen
como una bendición, no para curar a los enfermos sino para recordarles que
hay un remedio que Dios les ha dado ya. No son sus manos las que curan.
No son sus voces las que pronuncian la Palabra de Dios, sino que dan
sencillamente lo que se les ha dado y exhortan dulcemente a sus hermanos
a que se aparten de la muerte: "¡He aquí, Hijo de Dios, lo que la Vida te
puede ofrecer! ¿Prefieres elegir la enfermedad en su lugar?" (M.5.III.2.5)
☼
Donde se requieren cambios es en las mentes de los maestros de
Dios. Esto puede entrañar o no cambios en las condiciones externas.
Recuerda que nadie está donde está por casualidad y que nada en el
plan de Dios es al azar. Es bastante improbable que en la formación
del nuevo maestro de Dios, los primeros pasos a dar no sean cambios
de actitud. No hay, sin embargo, una norma fija al respecto, toda vez
que el entrenamiento es siempre altamente individualizado. Hay
quienes son llamados a cambiar las circunstancias de sus vidas casi de
inmediato, mas éstos son generalmente casos especiales. A la gran
mayoría se les proporciona un programa de entrenamiento que
evoluciona lentamente, en el que se corrigen el mayor número posible
de errores previos. Las relaciones personales, en especial, tienen que
percibirse debidamente, y se tiene que eliminar la piedra angular de la
falta de perdón. De lo contrario, el viejo sistema de pensamiento
mantendrá aún una base a donde poder regresar. (M.9.1.8)
☼
Mientras el perdón no sea completo, el mundo seguirá teniendo un
propósito. Es el hogar donde nace el perdón, donde crece y donde se vuelve
más fuerte y abarcador. Aquí se le alimenta, pues es aquí donde se le
necesita. Un benévolo Salvador, nacido donde el pecado fue concebido y
donde la culpabilidad parecía real. Éste es Su hogar porque aquí
ciertamente se le necesita. Él trae Consigo el fin del mundo. Es a Su
llamada a la que los maestros de Dios responden, dirigiéndose a Él en
silencio para recibir Su Palabra. El mundo acabará cuando todas las cosas
que hay en él hayan sido correctamente juzgadas mediante Su juicio. El
mundo acabará con la bendición de la santidad sobre él. El mundo
desaparecerá cuando ya no quede ni un solo pensamiento de pecado. No
será destruido, ni atacado y ni siquiera sufrirá el más mínimo rasguño.
Simplemente dejará de parecer que existe. (M.14.2.1) Ciertamente
parece que esto se encuentra muy, pero que muy lejos en el futuro.
"Cuando ya no quede ni un solo pensamiento de pecado" parece ser, en
efecto, un objetivo a largo plazo. Pero el tiempo se detiene y sirve al
objetivo de los maestros de Dios. En el instante en que cualquiera de ellos
acepte la Expiación para sí mismo, no quedará ni un solo pensamiento de
pecado. Perdonar un solo pecado no es más fácil que perdonarlos todos. La
ilusión de que hay grados de dificultad es un obstáculo que el maestro de
Dios tiene que aprender a pasar de largo y dejar atrás. Un pecado que un
maestro de Dios perdone completamente, puede consumar la salvación.
¿Puedes comprender esto? No; esto no tiene ningún sentido para los que
están aquí. Sin embargo, es la lección final con la que se restaura la unidad.
Esto va en contra de la manera de pensar del mundo, pero recuerda que el
Cielo también va en contra. (M.14.3.7) El mundo acabará con alegría
porque es un lugar triste. Cuando la alegría haya llegado, el propósito del
mundo habrá terminado. El mundo acabará en paz porque es un campo de
batalla. Cuando la paz haya llegado, ¿qué propósito podrá tener el mundo?
El mundo acabará entre risas porque es un valle de lágrimas. ¿Quién puede
seguir llorando allí donde hay risa? Y sólo el completo perdón da lugar a
todo esto para bendecir el mundo. El mundo partirá en bendiciones, pues
no acabará como comenzó. Convertir el infierno en Cielo es la función de
los maestros de Dios porque lo que enseñan son lecciones que reflejan el
Cielo. Siéntate ahora por un momento con verdadera humildad y date
cuenta de que puedes hacer todo lo que Dios desea que hagas. No seas
arrogante ni digas que no puedes aprender Su programa de estudios. Su
Palabra afirma lo contrario. Su Voluntad se hará. No puede ser de otra
manera. Y da gracias de que así sea. (M.14.5.7)
☼
Para que el maestro de Dios pueda curar, es esencial, pues, que permita
que sus propios errores le sean corregidos. Si siente la más leve irritación al
responder a otro, que se dé cuenta de inmediato de que ha hecho una
interpretación falsa. Que se dirija entonces a su Eterno Guía interno y deje
que sea Él Quien juzgue cuál debe ser su respuesta. De este modo, el
maestro de Dios se cura y en su curación su alumno se cura con él. La
única responsabilidad del maestro de Dios es aceptar la Expiación para sí
mismo. La Expiación es sencillamente la corrección o anulación de los
errores. Cuando se haya alcanzado, el maestro de Dios se habrá convertido,
por definición, en un obrador de milagros. Sus pecados le habrán sido
perdonados, y él ya no se condenará a sí mismo. ¿Cómo podría entonces
condenar a otros? ¿Y habría alguien al que su perdón no pudiese curar?
(M.18.4.8)
☼
¿Cómo se encuentra esta quietud? Nadie que busque únicamente sus
condiciones puede dejar de encontrarla. La paz de Dios no puede hacer acto
de presencia allí donde hay ira, pues la ira niega forzosamente la existencia
de la paz. Todo aquel que de alguna manera o en cualquier circunstancia
considere que la ira está justificada, proclama que la paz es una insensatez,
y no podrá por menos que creer que no existe. En esas condiciones no se
puede hallar la paz de Dios. El perdón es, por lo tanto, la condición
indispensable para hallarla. Lo que es más, donde hay perdón tiene que
haber paz. Pues, ¿qué otra cosa sino el ataque conduce a la guerra? ¿Y qué
otra cosa sino la paz es lo opuesto a la guerra? Aquí el contraste inicial
resalta de una manera clara y evidente. Cuando se halla la paz, no obstante,
la guerra deja de tener sentido. Y ahora es el conflicto el que se percibe
como inexistente e irreal. (M.20.3.6)
☼
Vivir es júbilo, pero la muerte no es sino llanto. Ves en la muerte tu
escapatoria de lo que has hecho. Pero lo que no ves es que tú mismo
inventaste la muerte, la cual no es más que la ilusión de un final. La muerte
no puede ser una escapatoria porque el problema no radica en la vida. La
vida no tiene opuesto, pues es Dios. La vida parece ser lo opuesto a la
muerte porque tú has decidido que la muerte acaba con la vida. Perdona al
mundo y comprenderás que nada que Dios creó puede tener fin, y que nada
que Él no haya creado es real. Con esta frase se resume nuestro curso. Con
esta frase se le da a nuestras prácticas el único objetivo que tienen. Con esta
frase se describe el programa de estudios del Espíritu Santo exactamente
como es. (M.20.5.7)
☼
La curación y la Expiación no están relacionadas: son lo mismo. No hay
grados de dificultad en los milagros porque no hay grados de Expiación.
Éste es el único concepto total que es posible en este mundo porque es la
fuente de una percepción completamente unificada. La idea de una
Expiación parcial no tiene sentido, del mismo modo como es imposible que
haya ciertas áreas en el Cielo reservadas para el infierno. Acepta la
Expiación y te curarás. La Expiación es la Palabra de Dios. Acepta Su
Palabra, y ya no quedará nada que pueda dar lugar a la enfermedad. Acepta
Su Palabra y todo milagro se habrá realizado. Perdonar es curar. El maestro
de Dios ha decidido que aceptar la Expiación para sí mismo es su única
función. ¿Qué puede haber, entonces, que él no pueda curar? ¿Qué milagro
se le podría negar? Perdonar es curar. (M.22.1.9)
☼
Para que el maestro de Dios progrese, necesita comprender que
perdonar es curar. (M.22.3.1)
☼
La resurrección, al ser la afirmación de la vida, es la negación de la
muerte. De esta manera, la forma de pensar del mundo se invierte por
completo. Ahora se reconoce que la vida es la salvación, y cualquier clase
de dolor o aflicción se percibe como el infierno. Ya no se le teme al amor,
sino que se le da jubilosamente la bienvenida. Los ídolos han desaparecido
y el recuerdo de Dios brilla en el mundo sin ninguna obstrucción. Se ve la
faz de Cristo en toda cosa viviente, y no se mantiene nada en la obscuridad,
excluido de la luz del perdón. Ya no quedan pesares sobre la tierra. El
júbilo del Cielo ha descendido sobre ella. (M.28.2.6)
☼
Ahí termina el programa de estudios. De ahí en adelante no habrá
necesidad de más instrucciones. La visión ha sido totalmente corregida y
todos los errores han sido des-hechos. El ataque no tiene sentido y la paz ha
llegado. Se ha alcanzado la meta del programa de estudios. Los
pensamientos se dirigen hacia el Cielo y se apartan del infierno. Todo
anhelo queda satisfecho, pues, ¿qué queda ahora que no tenga respuesta o
que esté incompleto? La última ilusión se extiende sobre el mundo,
perdonándolo todo y substituyendo todo ataque. Se ha logrado la inversión
total. No queda nada que contradiga la Palabra de Dios. No hay nada que se
oponga a la verdad. Y ahora, por fin, la verdad puede llegar. ¡Cuán pronto
vendrá cuando se la invite a entrar y a envolver semejante mundo!
(M.28.3.8)
☼
Éste no es un curso de especulación filosófica, ni está interesado en una
terminología precisa. Se orienta únicamente hacia la Expiación o
corrección de la percepción. El medio de la Expiación es el perdón. La
estructura de la "conciencia individual" es esencialmente irrelevante,
puesto que es un concepto que representa el "error original" o "pecado
original". Estudiar el error en sí no conduce a la corrección, si es que en
efecto quieres tener éxito en poder pasarlo por alto. Y es precisamente este
proceso de pasar por alto lo que el curso se propone enseñar. El medio de
la Expiación es el perdón. (C.IN.1.3)
☼
La mente puede gozar de rectitud o estar errada, dependiendo de la voz
que escuche. La mentalidad recta escucha al Espíritu Santo, perdona al
mundo, y en su lugar ve el mundo real a través de la visión de Cristo. Ésta
es la visión final, la última percepción, la condición en la que Dios Mismo
da el paso final. Ahí, al tiempo y a lo ilusorio les llega su fin. (C.1.5.2)
La mentalidad errada escucha al ego y teje ilusiones; percibe el pecado,
justifica la ira, y considera que la culpabilidad, la enfermedad y la muerte
son reales. Tanto este mundo como el mundo real son ilusorios, pues la
mentalidad recta simplemente pasa por alto -o perdona- lo que nunca
ocurrió. Por lo tanto, la mentalidad recta no es la Mentalidad-Uno de la
Mente de Cristo, Cuya Voluntad es una con la de Dios. (C.1.6.2)
☼
El milagro perdona; el ego condena. No se necesita ninguna otra
definición para ninguno de ellos excepto ésta. Mas ¿qué definición podría
ser más cierta, o estar más a tono con lo que es la salvación? Con esto el
problema y la respuesta se llevan uno al lado del otro, y al estar finalmente
juntos, la elección es obvia. ¿Quién elegiría el infierno de reconocer que
eso es lo que está eligiendo? ¿Y quién no seguiría adelante un poco más,
cuando le ha sido dado comprender que el camino es corto y que el Cielo es
su meta? (C.2.10.1)
☼
☼
El perdón es el medio que nos lleva a Dios y que nos permite alcanzarle,
mas es algo ajeno a Él. Es imposible concebir que algo creado por Él pueda
necesitar perdón. El perdón, entonces, es una ilusión, pero debido a su
propósito, que es el del Espíritu Santo, hay algo en ella que hace que sea
diferente. A diferencia de las demás ilusiones, nos aleja del error en vez de
acercarnos a él. (C.3.1.1)
☼
Al perdón podría considerársele una clase de ficción feliz: una manera
en la que los que no saben pueden salvar la brecha entre su percepción y la
verdad. No pueden pasar directamente de la percepción al conocimiento
porque no creen que ésa sea su voluntad. Esto hace que Dios parezca ser un
enemigo en lugar de lo que realmente es. Y es precisamente esta
percepción demente la que hace que no estén dispuestos a simplemente
ascender y retornar a Él en paz. (C.3.2.1)
☼
Antes de que el recuerdo de Dios pueda retornar es necesario ver la faz
de Cristo. La razón es obvia. Para ver la faz de Cristo se requiere
percepción. El conocimiento no es algo que se pueda ver. Pero la faz de
Cristo es el gran símbolo del perdón. Es la salvación. Es el símbolo del
mundo real. El que la ve, deja de ver el mundo. Está tan cerca ya del
umbral del Cielo como es posible estar mientras aún esté afuera. Mas desde
ahí, un paso más basta para entrar. Es el paso final. Y ése se lo dejamos a
Dios. Pero la faz de Cristo es el gran símbolo del perdón. (C.3.4.5)
El perdón es un símbolo también, pero en cuanto que símbolo exclusivo de
la Voluntad del Padre, no puede ser dividido. (C.3.5.1)
☼
El conocimiento no es el remedio para la percepción falsa, puesto que al
proceder de distintos niveles, jamás pueden encontrarse. La única
corrección posible para la percepción falsa es la percepción verdadera. Ésta
no perdurará. Pero mientras dure, su propósito será sanar. La percepción
verdadera es un remedio que se conoce por muchos nombres. El perdón, la
salvación, la Expiación y la percepción verdadera son todos una misma
cosa. Son el comienzo de un proceso cuyo fin es conducir a la Unicidad
que los transciende a todos. La percepción verdadera es el medio por el que
se salva al mundo de las garras del pecado, pues el pecado no existe. Y esto
es lo que la percepción verdadera ve. El perdón, la salvación, la
Expiación y la percepción verdadera son todos una misma cosa.
(C.4.3.6)
☼
Un mundo perdonado no puede durar mucho. Era la morada de los
cuerpos. Pero el perdón mira más allá de ellos. En eso radica su santidad;
así es como sana. El mundo de los cuerpos es el mundo del pecado, pues
sólo si el cuerpo existiese sería posible el pecado. El pecado acarrea
culpabilidad, tan irremediablemente como el perdón acaba con ella. Y una
vez que ha desaparecido todo rastro de culpabilidad, ¿qué queda que pueda
seguir manteniendo al mundo separado y fijo en su lugar? Pues la idea de
lugar habrá desaparecido también, junto con el tiempo. El cuerpo es lo
único que hace que el mundo parezca real, pues, al ser algo separado, no
puede permanecer donde la separación es imposible. El perdón prueba que
es imposible porque no lo ve. Y lo que entonces pasas por alto, deja de ser
comprensible para ti, tal como una vez estabas seguro de su presencia.
(C.4.5.3)
☼
Este es el cambio que brinda la percepción verdadera: lo que antes se
había proyectado afuera, ahora se ve adentro, y ahí el perdón deja que
desaparezca. Ahí se establece el altar al Hijo, y ahí se recuerda a su Padre.
Ahí se llevan todas las ilusiones ante la verdad y se depositan ante el altar.
Lo que se ve como que está afuera no puede sino estar más allá del alcance
del perdón, pues parece ser por siempre pecaminoso. ¿Qué esperanza puede
haber mientras se siga viendo el pecado como algo externo? ¿Qué remedio
puede haber para la culpabilidad? Mas al ver a la culpabilidad y al perdón
dentro de tu mente, éstos se encuentran juntos por un instante, uno al lado
del otro, ante un solo altar. Ahí, por fin, la enfermedad y su único remedio
se unen en un destello de luz curativa. Dios ha venido a reclamar lo que es
Suyo. El perdón se ha consumado. (C.4.6.1)
☼
Y ahora el conocimiento de Dios, inmutable, absoluto, puro y
completamente comprensible, entra en su reino. Ya no hay percepción, ni
falsa ni verdadera. Ya no hay perdón, pues su tarea ha finalizado. Ya no
hay cuerpos, pues han desaparecido ante la deslumbrante luz del altar del
Hijo de Dios. Dios sabe que ese altar es el Suyo, así como el de Su Hijo. Y
ahí se unen, pues ahí el resplandor de la faz de Cristo ha hecho desaparecer
el último instante del tiempo, y ahora la última percepción del mundo no
tiene propósito ni causa. Pues ahí donde el recuerdo de Dios ha llegado
finalmente, no hay jornada, ni creencia en el pecado, ni paredes, ni cuerpos.
Y la sombría atracción de la culpabilidad y de la muerte se extingue para
siempre. (C.4.7.3)
☼
Todos tus pecados, por lo tanto, te han sido perdonados, ya que jamás
tuvieron consecuencia alguna. Y así, no fueron más que sueños. Levántate
con aquel que te mostró esto, ya que se lo debes por haber compartido
contigo tus sueños para que pudieran ser disipados. Y todavía los comparte,
para mantenerse en unión contigo. (C.5.4.1)
☼
¿Es él el Cristo? Por supuesto que sí, junto Contigo. Su vida en la tierra
no fue lo suficientemente larga como para poder enseñar la poderosa
lección que aprendió por todos vosotros. Mas él permanecerá contigo para
conducirte desde el infierno que tú hiciste hasta Dios. Y cuando unas tu
voluntad a la suya, verás a través de su visión, pues los ojos de Cristo se
comparten. Caminar con él es algo tan natural como caminar con un
hermano al que conoces desde que naciste, pues eso es en verdad lo que él
es. Se han hecho amargos ídolos de aquel que sólo quiere ser un hermano
para el mundo. Perdónale tus fantasías, y comprende lo mucho que amarías
a un hermano así. Pues él por fin le brindará descanso a tu mente y la
llevará contigo ante tu Dios. (C.5.5.8)
☼
Al Espíritu Santo se le describe como el último vínculo de
comunicación que queda entre Dios y Sus Hijos separados. A fin de llevar
a cabo esta función especial, Él ha asumido una doble función. Goza de
conocimiento porque es parte de Dios; percibe porque fue enviado para
salvar a la humanidad. Él es el gran principio corrector, el portador de la
verdadera percepción, el poder intrínseco de la visión de Cristo. Él es la luz
en la que se percibe el mundo perdonado, en el que solamente puede verse
la faz de Cristo. Él nunca se olvida del Creador ni de Su Creación. Él nunca
se olvida del Hijo de Dios. Él nunca se olvida de ti. Te brinda el Amor de
tu Padre en un eterno resplandor que nunca será extinguido porque Dios
Mismo lo depositó ahí. (C.6.3.5)
☼
¿Qué mejor propósito podría una relación tener que el de invitar al
Espíritu Santo a entrar en ella y dar Su Propio gran regalo de regocijo?
¿Qué más alta meta podría haber para cualquiera que la de aprender a
invocar a Dios y escuchar Su Respuesta? ¿Y qué objetivo más trascendente
puede haber que el de evocar el camino, la verdad y la vida, y recordar a
Dios? Ayudar en esto es el propósito correcto de la psicoterapia. ¿Podría
algo ser más santo? Pues la psicoterapia, entendida correctamente, enseña
el perdón y ayuda al paciente a reconocerlo y a aceptarlo. Y en su sanación
el terapeuta se perdona junto con él. (P.1.2.6)
☼
Para ser un maestro de Dios, no es necesario ser religioso o creer
siquiera en Dios de modo reconocible. Es necesario, sin embargo, enseñar
perdón en lugar de condenación. Aún en esto no se requiere completa
consistencia, puesto que cualquiera que haya alcanzado ese punto podría
enseñar la salvación completamente, en un instante y sin una palabra. No
obstante, quien ha aprendido todas las cosas no necesita maestro, y los que
han sanado no tienen necesidad de terapeuta. Las relaciones son aún el
templo del Espíritu Santo, y se perfeccionarán en el tiempo y se restituirán
a la eternidad (P.2.II.1.2)
☼
Nadie que aprenda a perdonar puede dejar de recordar a Dios. El
perdón, pues, es todo lo que necesita enseñarse, pues es todo lo que
necesita aprenderse. Todos los obstáculos al recuerdo de Dios son formas
de falta de perdón, y nada más. Esto nunca está claro para el paciente, y es
muy raro que lo esté para el terapeuta. El mundo ha enfilado todas sus
fuerzas contra esta conciencia específica, pues en ella radica el fin del
mundo y todo lo que representa. (P.2.II.3.1)
☼
Sin embargo, la conciencia de Dios no constituye una meta razonable
para la psicoterapia. Ésta llegará cuando se complete la psicoterapia, puesto
que donde hay perdón la verdad tiene que llegar. Sería injusto en verdad si
la creencia en Dios fuera necesaria para el éxito terapéutico. La creencia en
Dios tampoco es un concepto significativo, puesto que a Dios sólo puede
conocérsele. La creencia implica que la no creencia es posible, pero el
conocimiento de Dios no tiene opuesto verdadero. No conocer a Dios es no
tener ningún conocimiento, y es a esto a lo que conduce toda falta de
perdón. Y sin el conocimiento uno sólo puede tener creencia. (P.2.II.4.2)
☼
El proceso de la psicoterapia, pues, se puede definir simplemente como
perdón, pues no hay sanación que pueda ser otra cosa. Los que no perdonan
están enfermos, pues creen que ellos no han sido perdonados. El asirse a la
culpa, el abrazarla estrechamente y cuidarla, el protegerla con amor y el
mantener en alerta su defensa, todo esto no es otra cosa que una implacable
negativa a perdonar. "Dios no puede entrar aquí" repiten los enfermos, una
y otra vez, mientras lamentan su pérdida y, sin embargo, se regocijan en
ella. La sanación ocurre a medida que un paciente comienza a escuchar el
canto fúnebre que entona y a cuestionar su validez. Hasta que no lo
escuche, no puede entender que es él quien se lo canta a sí mismo.
Escucharlo es el primer paso en la recuperación. Cuestionarlo tiene que
convertirse entonces en su elección. (P.2.VI.1.1)
☼
☼
La enfermedad toma muchas formas, y lo mismo hace la falta de
perdón. Las formas de una sólo reproducen las formas de la otra, pues son
la misma ilusión. Tan fielmente la una se traduce en la otra, que un estudio
cuidadoso de la forma de una enfermedad revelará con bastante claridad la
forma de falta de perdón que representa. Sin embargo, ver esto no efectuará
una sanación. Eso se logra mediante un solo reconocimiento: que sólo el
perdón sana una falta de perdón, y sólo una falta de perdón puede ser el
origen de cualquier clase de enfermedad. (P.2.VI.5.1)
☼
Esta comprensión es la meta final de la psicoterapia. ¿Cómo se alcanza?
El terapeuta ve en el paciente todo lo que no ha perdonado en sí mismo, y
de esta manera se le da otra oportunidad de mirarlo, someterlo a una nueva
evaluación y perdonarlo. Cuando esto ocurre, ve cómo desaparecen sus
pecados en un pasado que ya no está aquí. Hasta que lo haga, tiene que
pensar que el mal lo asedia aquí y ahora. El paciente es la pantalla para la
proyección de sus pecados, lo cual hace posible que se deshaga de ellos.
Pero si llega a retener una mancha de pecado en lo que mira, su liberación
es parcial y no será segura. (P.2.VI.6.3)
☼
En el proceso que tiene lugar en esta relación, en realidad, el terapeuta
en su corazón le dice al paciente que todos sus pecados han sido
perdonados, junto con los propios. ¿Qué diferencia podría haber entre la
sanación y el perdón? Sólo Cristo perdona, pues conoce Su impecabilidad.
Su visión sana la percepción y la enfermedad desaparece. Y no regresará de
nuevo, una vez su causa se ha eliminado. Esto, sin embargo, necesita la
ayuda de un terapeuta muy avanzado, capaz de unirse con el paciente en
una relación santa en la cual todo sentido de separación, finalmente, se
supera (P.2.VII.3.1)
☼
La desaparición de la culpa es el verdadero objetivo de la terapia y el
evidente objetivo del perdón. (P.2.VII.5.1)
☼
Piensa lo que en realidad significa la unión de dos hermanos. Y
entonces, olvídate del mundo y de todos sus pequeños triunfos y sus sueños
de muerte. Los mismos son uno, y nada puede ahora recordarse del mundo
de la culpa. La habitación se transforma en un templo, y la calle en una
corriente de estrellas que pasa rozando levemente, más allá de todos los
sueños enfermizos. La sanación se ha realizado, pues lo que es perfecto no
necesita sanación, y ¿qué queda para ser perdonado donde el pecado no
existe? (P.2.VII.8.5)
☼
Se dice que Dios contempló todo lo que había creado y lo declaró
bueno. No, Él lo declaró perfecto, y así fue. Y como Sus creaciones no
cambian y duran para siempre, así es ahora. Pero no puede ser posible que
exista un perfecto terapeuta ni un perfecto paciente. Ambos tienen que
haber negado su perfección, pues su misma necesidad del otro implica un
sentimiento de carencia. Una relación de uno-a-uno no es Una Relación.
Sin embargo, es el medio de retorno: el camino que Dios escogió para el
regreso de Su Hijo. En ese extraño sueño tiene que entrar una extraña
corrección, pues sólo eso es la llamada a despertar. Y ¿qué otra cosa debe
ser la psicoterapia? Despierta y alégrate, pues todos tus pecados te han sido
perdonados. Éste es el único mensaje que dos personas deben darse
mutuamente para siempre. (P.3.II.4.10)
☼
Los terapeutas de este mundo son ciertamente inútiles para la salvación
del mundo. Hacen exigencias, y por tanto, no pueden dar. Los pacientes
pueden pagar solamente por el intercambio de ilusiones. Esto, en verdad,
tiene que exigir pago, y el costo es grande. Una relación "comprada" no
puede ofrecer el único regalo por el que se consigue toda sanación. El
perdón, el único sueño del Espíritu Santo, no debe tener costo. Puesto que
si lo tiene, simplemente crucifica de nuevo al Hijo de Dios. ¿Puede ser esta
la manera en que se le perdone? ¿Puede ser así como termine el sueño del
pecado? (P.3.III.3.6)
☼
Hay una regla que siempre debe observarse: no debe rechazarse a nadie
porque no pueda pagar. Nadie es enviado a otro por accidente. Las
relaciones siempre tienen un propósito. Cualquiera que pueda haber sido el
propósito antes de que el Espíritu Santo entrara en ellas, son siempre Su
templo potencial; el lugar de descanso de Cristo y el hogar de Dios Mismo.
Quien quiera que llegue, ha sido enviado. Tal vez ha sido enviado a dar a
su hermano el dinero que necesita. Ambos serán bendecidos de este modo.
Tal vez fue enviado a enseñar al terapeuta cuánto necesita el perdón, y cuán
poco valor tiene el dinero al compararlo con éste. De nuevo, ambos serán
bendecidos. Sólo en términos de costo podría uno tener más. Al compartir,
todos deben ganar una bendición sin costo alguno. (P.3.III.6.8)
☼
Que nunca se olvide que la oración en cualquier nivel es siempre por ti
mismo. Si te unes a cualquiera en oración, lo haces parte de ti. El enemigo
eres tú, lo mismo que el Cristo. Antes de que pueda tornarse santa, pues, la
oración se vuelve una decisión. Tú no decides por otro. Sólo puedes
escoger por ti mismo. Ora verdaderamente por tus enemigos, puesto que
aquí radica tu salvación. Perdónalos por tus pecados, y serás realmente
perdonado. (S.1.II.6.8)
☼
El perdón le ofrece alas a la oración, para hacer fácil su elevarse y
rápido su progreso. Sin su fuerte apoyo sería vano tratar de elevarse por
encima del escalón inferior, e incluso tratar de elevarse en absoluto. El
perdón es el aliado de la oración; hermano en el plan para tu salvación.
Ambos deben llegar a sostenerte y conservar seguros tus pies; tu propósito
firme e incambiable. Contempla la más grande ayuda que Dios ordenó que
estuviera contigo hasta que Lo alcances. El fin de la ilusión vendrá con
esto. Contrario a la naturaleza intemporal de su hermana, la oración, el
perdón tiene un final. Pues se hace innecesario cuando la elevación
termina. Pero ahora tiene un propósito más allá del cual no puedes ir, ni
necesitas ir. Logra esto y te has redimido. Logra esto y te has transformado.
Logra esto y salvarás el mundo. No hay regalo del cielo que haya sido más
incomprendido que el perdón. Se ha convertido, de hecho, en un azote; en
una maldición donde debía bendecir, en una cruel burla de la gracia, en una
parodia de la santa Paz de Dios. Pero aquellos que aún no han elegido
comenzar los pasos de la oración no pueden sino usarlo así. La bondad del
perdón es oscura al comienzo, puesto que la salvación no se comprende, ni
se busca en realidad. Lo que se hizo para sanar se usa para herir pues el
perdón no se quiere. La culpa se convierte en la salvación, y el remedio
parece ser una terrible alternativa a la vida. (S.2.IN.1.1)
☼
¿Te perdonarías a ti mismo por hacer esto? Aprende entonces que Dios
te ha dado los medios con los cuales te es posible regresar a Él en paz. No
veas el error. No lo hagas real. Selecciona lo amoroso y perdona el pecado
al elegir en su lugar la faz de Cristo. ¿De qué otra manera puede la oración
regresar a Dios? Él ama a Su hijo. ¿Puedes Recordarlo a Él y odiar lo que
Él creó? Odiarás a su Padre si odias al Hijo que Él ama. Pues como ves al
Hijo te ves a ti mismo, y como te ves a ti mismo es Dios para ti. (S.2.I.3.1)
☼
De la misma manera en que la oración es siempre por ti, así te es siempre
concedido el perdón. Es imposible perdonar a otro, porque son sólo tus
pecados lo que ves en él. Quieres verlos allí, y no en ti. Es por eso por lo
que el perdón a otro, es una ilusión. Sin embargo, es el único sueño feliz en
todo el mundo; el único que no conduce a la muerte. Sólo en otro puedes
perdonarte a ti mismo, pues lo has hecho culpable de tus pecados, y en él
tienes que hallar tu inocencia. ¿Quién sino el pecador necesita que se le
perdone? Y no pienses jamás que puedes ver pecado en nadie excepto en ti.
(S.2.I.3.1)
☼
Cristo te ha perdonado, y en Su visión el mundo se torna tan santo como
Él mismo. (S.2.I.7.5)
☼
El perdón es la llamada a la cordura, porque ¿quién si no un demente
podría fijarse en el pecado cuando podría ver en su lugar la faz de Cristo?
(S.2.I.8.1)
☼
Este es el mundo de los opuestos. Y tienes que escoger entre ellos cada
instante mientras este mundo conserve realidad para ti. Pero tienes que
aprender alternativas de elección, o no serás capaz de lograr tu libertad.
Que te sea entonces claro lo que el perdón significa exactamente para ti, y
que aprendas lo que debe ser para que te liberes. El nivel de tu oración
depende de ello, pues aquí espera su libertad para ascender desde el mundo
del caos a la paz. (S.2.I.10.4)
☼
Otra forma, muy parecida a la anterior si se comprende, no se manifiesta
con tan flagrante arrogancia. El que quiere perdonar a otro no proclama ser
mejor. En su lugar, ahora dice que aquí hay alguien cuya pecaminosidad él
comparte, pues ambos han sido indignos y merecen la retribución de la ira
de Dios. Esto puede parecer un pensamiento humilde, y puede ciertamente
inducir a una competencia en pecaminosidad y culpa. ¿No es el amor por la
creación de Dios y la santidad lo que constituye Su regalo para siempre?
¿Puede Su Hijo condenarse a sí mismo y aun así Recordarlo? El que
quiere perdonar a otro no proclama ser mejor. (S.2.II.3.2)
☼
¿Qué le mostrarías a tu hermano? ¿Intentarías reforzar su culpa y así
también la tuya? El perdón es el medio para tu escape. Cuán lastimoso es
hacer de él un medio para más esclavitud y dolor. En el mundo de los
opuestos hay una manera de utilizar el perdón para la meta de Dios, y
encontrar la paz que Él te ofrece. No tomes otra cosa, o has buscado tu
muerte y orado por tu separación de tu Ser. Cristo es para todos porque está
en todos. Es Su rostro lo que el perdón te permite ver. Es en Su rostro en el
que ves el tuyo. El perdón es el medio para tu escape. (S.2.II.7.3)
☼
El perdón-para-salvar tiene una forma, y sólo una. No pide prueba
alguna de inocencia, ni paga de ninguna clase. No discute, ni evalúa los
errores que desea pasar por alto. No ofrece regalos traicioneros, ni promete
libertad mientras reclama muerte. ¿Te engañaría Dios? Él sólo pide la
confianza y la buena voluntad de aprender cómo ser libre. Él le da Su
Maestro a quien quiera que lo pide, y a quien busca comprender la
Voluntad de Dios. Su disposición para dar está más allá de tu comprensión
y de tu simple alcance. Sin embargo, es Su Voluntad que aprendas el
camino hacia Él, y en Su Voluntad hay certeza. (S.2.III.1.1)
☼
Tú, Niño de Dios, los regalos de Dios son tuyos, no por tus planes sino
por Su santa Voluntad. Su Voz te enseñará lo que es el perdón, y cómo
darlo como Él quiere que lo des. No busques, entonces, comprender lo que
aún está más allá de ti, sino deja que sea un camino que te ascienda donde
los ojos de Cristo se convierten en la visión que escoges. Abandona todo lo
demás, pues no hay nada más. Cuando alguien pide ayuda en alguna forma,
Él es el Único que responde por ti. Lo único que necesitas es hacerte a un
lado y no interferir. El perdón para-salvar es Su tarea, y es Él Quien
responderá por ti. (S.2.III.2.2)
☼
No establezcas qué forma debe tomar el perdón de Cristo. Él conoce la
manera de convertir cada llamada en una ayuda para ti, mientras te levantas
de prisa para marchar por fin a casa de tu Padre. Ahora Él puede hacer
seguros tus pasos, sinceras tus palabras; no con tu propia sinceridad, sino
con la Suya Propia. Deja que Él se haga cargo de cómo perdonarías, y cada
ocasión será entonces para ti un nuevo paso hacia el Cielo y hacia la paz.
(S.2.III.3.1)
☼
"¿Qué debo hacer por él, Tu santo Hijo?" debe ser lo único que
preguntes siempre que se necesite ayuda y se busque el perdón. No
necesitas juzgar la forma que adopte la búsqueda. Y que no seas tú quien
establezca la forma en la que el perdón viene a salvar al Hijo de Dios. La
luz de Cristo en él es su liberación, y es ésta la que responde a su llamada.
Perdónalo como el Cristo decide que debes hacerlo, y que sea a través de
Sus ojos que lo mires, y que hables por Él también. Él conoce la necesidad;
la pregunta y la respuesta. Él dirá exactamente qué hacer, en palabras que
puedes entender y usar. No confundas Su función con la tuya. Él es la
Respuesta. Tú el que escucha. (S.2.III.5.3)
☼
Y ¿acerca de qué te habla Él? Acerca de la salvación y del regalo de
paz. Acerca del fin del pecado y de la culpa y de la muerte. Acerca del
papel que el perdón ocupa en Él. Sólo escucha. Pues Él será escuchado por
quien quiera que invoque Su Nombre, y ponga su perdón en Sus manos. El
perdón se Le ha dado para que lo enseñe, para que lo salve de la
destrucción y para que haga que los medios para la separación, el pecado y
la muerte se conviertan de nuevo en el santo regalo de Dios. La oración es
Su Propia Mano derecha, liberada para salvar cuando se le permita al
verdadero perdón provenir de Su eterno amor y cuidado. Escucha y
aprende, y no juzgues. Es hacia Dios que te vuelves para oír lo que debes
hacer. Su respuesta será clara como la mañana, y Su perdón no es lo que tú
crees que es. (S.2.III.6.4)
☼
Pero Él sabe, y eso deberá ser suficiente. El perdón tiene un Maestro
Que no fallará en nada. Descansa un poco en esto; no intentes juzgar el
perdón, ni limitarlo a un marco mundano. Deja que se eleve hacia Cristo,
Quien le da la bienvenida como un regalo para Él. Él no te dejará sin
consuelo, ni dejará de mandar Sus ángeles a que desciendan para
responderte en Su Propio Nombre. Él está junto a la puerta para la cual el
perdón es la única llave. Dásela a Él para que la utilice en tu lugar, y verás
la puerta abrirse silenciosamente sobre el radiante rostro de Cristo.
Contempla allí a tu hermano más allá de la puerta; el Hijo de Dios tal como
Él lo creó (S.2.III.7.2)
☼
El cuerpo se puede sanar como efecto del verdadero perdón. Sólo eso
puede brindar recuerdo de inmortalidad, la cual es el regalo de la santidad y
del amor. El perdón tiene que ser concedido por una mente que entienda
que debe pasar por alto todas las sombras de la faz de Cristo, entre las
cuales debe considerarse la enfermedad. Nada más que eso: la señal del
juicio hecho de hermano a hermano, y del Hijo de Dios sobre sí mismo.
Pues ha condenado su cuerpo a ser su prisión, y olvidó que fue él quien le
adjudicó semejante papel. (S.3.I.3.1)
☼
Este suave pasaje a una oración más elevada, a un amable perdón de las
maneras del mundo, sólo puede recibirse con agradecimiento. Pero primero
la verdadera sanación tiene que haber llegado a bendecir la mente con
amoroso perdón por los pecados con los que soñó y puso sobre el mundo.
Ahora sus sueños se desvanecen en tranquilo descanso. Ahora su perdón
viene a sanar el mundo y está lista para partir en paz, el viaje concluido y
las lecciones aprendidas. (S.3.II.4.4)
☼
El perdón es el único regalo que tú das y que quieres recibir.
(S.3.II.5.11)
☼
¿Existe, entonces, un papel para la sanación que uno pueda usar para
ofrecer ayuda a otro? Para la arrogancia la respuesta debe ser "no". Pero en
la humildad existe verdaderamente un lugar para los que ayudan. Es como
el papel del que ayuda en la oración, y deja que el perdón sea lo que está
destinado a ser. No te haces a ti mismo el portador del regalo especial que
trae la sanación. Sólo reconoces tu unidad con aquel que pide ayuda. Pues
en esta unidad desaparece su sentido de separación, y es éste lo que lo
enfermó. No hay sentido en dar remedio apartado de donde radica la fuente
de la enfermedad, pues de esa forma nunca puede sanarse verdaderamente.
(S.3.III.4.4)
☼
¡Cuán santos son los que se han sanado! Pues en su visión sus hermanos
comparten su sanación y su amor. Portadores de paz, -la voz del Espíritu
Santo, a través de los cuales Él habla por Dios, Cuya Voz Él es,- tales son
los sanadores de Dios. Ellos sólo hablan por Él y nunca por ellos mismos.
No tienen más regalos que los que reciben de Dios. Y éstos los comparten
porque saben que esta es Su Voluntad. No son especiales. Son santos. Han
optado por la santidad, y han desistido de todos los sueños separados de
atributos especiales que les permiten otorgar regalos desiguales a los menos
afortunados. Su sanación ha restaurado su totalidad así que pueden
perdonar, y unirse al canto de oración en el cual los que se han sanado
cantan su unión y agradecimiento a Dios. (S.3.IV.1.10)
☼
¡Piensa en lo que significa ayudar al Cristo a sanar! ¿Puede algo ser más
santo que esto? Dios agradece a Sus sanadores, pues Él sabe que la Causa
de la sanación es Él Mismo, Su Amor, Su Hijo, restituido como Su
compleción y quien ha regresado a compartir con Él la santa alegría de la
creación. No pidas sanación parcial, ni aceptes un ídolo en lugar del
recuerdo de Aquél Cuyo Amor nunca ha cambiado ni cambiará jamás. Eres
tan querido por Él como lo es la totalidad de Su creación, pues ésta radica
en ti como Su regalo eterno. ¿Qué necesidad tienes tú de sueños cambiantes
en un mundo triste? No olvides la gratitud de Dios. No olvides la santa
gracia de la oración. No olvides el perdón del Hijo de Dios. (S.3.IV.3.9)
☼
Primero perdonas, luego oras, y te sanas. Tu oración se ha elevado y ha
invocado a Dios, Quien escucha y responde. Has comprendido que
perdonas y oras tan solo por ti mismo. Y en esta comprensión eres sanado.
En la oración te has unido a tu Fuente, y has comprendido que jamás te
fuiste. Este nivel no se puede alcanzar hasta que ya no quede odio en tu
corazón, ni deseo de atacar al Hijo de Dios. (S.3.IV.4.1)
☼
La creación se inclina a través de las barreras del tiempo para levantar
del mundo la pesada carga. Eleven sus corazones para acoger su
advenimiento. Miren las sombras desvanecerse en la bondad; las espinas
caer suavemente de la frente sangrante de aquel que es el santo Hijo de
Dios. ¡Cuán bello eres, Hijo de Santidad! ¡Cuán parecido a Mí! Cuán
amorosamente te sostengo en Mi corazón y en Mis brazos. Cuán querido es
para Mí cada regalo que Me has hecho, tú que sanaste a Mi Hijo y lo
bajaste de la cruz. Levántate y deja que te dé Mis gracias. Y con Mi
gratitud vendrá el regalo primero del perdón, y luego de la eterna paz. Y
con Mi gratitud vendrá el regalo primero del perdón, y luego de la eterna
paz. (S.3.IV.9.9)