TUTELA FINANCIERA
Un hecho que formalmente pudiera calificarse como microeconómico en el sentido de que afecta la vida de una empresa-, cual es la intervencióndel Banco Latino, realmente tiene el carácter de macroeconómico ymacrosocial, con trascendencia en el ámbito nacional e internacional. Encircunstancias normales de la economía y del país, este hecho no tendria laimportancia que tiene; pero las circunstancias son extraordinarias, en unescenario de crisis, de potencial conmoción social y de transición política einstitucional. Por ello, el hecho de referencia se ha convertido en un elemento más de la crisis y le ha imprimido a ésta una aguda sensibilidad. Hapuesto en evidencia graves fallas estructurales y funcionales del sistemafinanciero del país, que es como decir el aparato circulatorio de la economía y el espejo del acontecer nacional.
La primera consideración que debe hacerse en este caso es la de que hanfallado los dispositivos y mecanismos de la supervisión directa e indirectadel sistema financiero, y particularmente del sector bancario. Se nota unaausencia de coordinación de los organismos, que, de una u otra manera,tienen una función supervisora del sistema: Superintendencia de Bancos,Fogade, Consejo Bancario, Banco Central. Es no sólo posible sino indispensable que las unidades de análisis y seguimiento de esos organismostengan la capacidad de detectar oportunamente los signos de una situacióny de un movimiento irregular de una entidad del sistema; lo que es másexigente cuando se trata de una organización financiera de grandes dimensiones y alcances como la centrada en el Banco Latino. La anormalidadque condujo a la intervención no surgió repentinamente, sino que veníaformándose y acentuándose los últimos meses, y era observable para unexperto y aun para gente algo ducha en asuntos bancarios. Estimo, comotodo el mundo, que hay que fijar responsabilidades institucionales y personales en este caso. Pero también estimo la necesidad perentoria de un fortalecimiento de la legislación bancaria -cuya reforma apenas se estrena-,
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sobre todo en cuanto a la prevención, el control interno y externo, la seguridad de los depositantes, los derechos de los accionistas minoritarios, y lacobertura de los riesgos que afectan a terceros.
El caso del Banco Latino no es aislado. Las organizaciones financierasen el país han crecido, se han diversificado, se han hecho complejas, enbuena parte con la práctica de negocios y operaciones no rigurosamentebancarias, en provecho de los grupos que controlan tales organizaciones ysus «entornos». Una interpretación perversa parece haberse extendido: lade que los recursos captados del público (y de entidades oficiales) son de lalibre disposición de los directivos y principales accionistas o factores de larespectiva entidad financiera. La propia captación de recursos (cuentascorrientes, ahorros, plazo fijo y otras modalidades) se hace, en buena medida, bajo señuelos evidentemente engañosos, falsos, de rendimientos ybeneficios que realmente están fuera de la capacidad de los depositarios.La publicidad bancaria, por lo general, ha sido escandalosa y no ha habido, supuestamente, regulación alguna por parte del organismo supervisor.El debilitamiento de los requisitos de encaje ha hecho depender de la confianza y de las fuentes institucionales superiores de liquidez la posibilidadde responder al público por retiros que pudiera hacer en magnitudes mayores que las ordinarias. Las insuficiencias de liquidez en determinados bancos han sido cubiertas mediante nuevas captaciones de recursos, y cuandohay declinación de éstas se agudiza el problema del desequilibrio entreobligaciones y disponibilidades.
Es lugar común en este tiempo el de que la función intermediaria de labanca -captación de recursos para concesión de créditos legítimos a losproductores e inversionistas- hasido disminuida sustancialmente, y en carnbio ha ocurrido una hipertrofia patológica de negocios especulativos, definanciamiento de empresas ajenas al desenvolvimiento económico, de tráfico de divisas y valores, entre otras. El Banco Central, en procura de laregulación de la liquidez del sistema, ha facilitado la desviación rentísticade las operaciones bancarias, con la emisión y colocación persistentes delos bonos cero cupón, que da lugar a una transferencia neta de fondospúblicos a los bancos privados. Los instrumentos clásicos de la políticamonetaria han pasado a segundo plano en obsequio a los bonos cero cupón.
El sistema financiero del país no es un asunto privado. Constituye unservicio público de alta función estratégica, y por ello se organiza y funciona por delegación del Estado. El respaldo del Estado es la garantía de
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últimainstancia que tienen losdepositantes y demás acreedores de las entidadesbancarias. El Estado noes unprovisor incondicional e ilimitado derecursospara atender las consecuencias de la malaadministración privadade aquellas instituciones. Porque el Estado somos todos.los ciudadanos yaquellos auxilios financieros correna cargo, inevitablemente, de éstos, enuna u otra forma. No es cierto, en estecaso,que la caída de una empresaprivadaafectaa sus accionistas únicamente: el fracaso de la empresaprivada bancariaes asuntode interés público. Por elloel Estado,a través desus órganos competentes, y como política superior, tienela obligación ineludible de tutelaral sistema financiero, loquenosignifica necesariamentela estatización de éste, sinola sujeción efectiva a una supervisiónpermanente no simplemente auditorial, sinode regulación de operaciones.
No puedo dejarde exigir, como todoel país, que los responsables y losculpables de esta especie de sismo financiero que es la caída del BL seansancionados ejemplarmente, en lo civil, en lopenal, en lo económico, en lomoral. Sería una inmensa frustración social -peligrosa, por demás- queaquéllos quedaran sincastigo y coneldisfrute de losdineros malhabidos.
"ElNacional"> Caracas, 22 de febrero de 1994; p. A-4
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EL CONTROL CAMBIARlO
La persistente fuga de capital durante el primer semestre de este año,causada principalmente por la crisis financiera, afectó fuertemente al mercado de divisas en dos formas: pérdida considerable de reservas monetarias del Banco Central y aumento pronunciado del tipo de cambio. El régimen conocido como «crawling peg», vigente hasta fines de abril, sin restricción de la oferta de divisas y con deslizamiento paulatino del tipo decambio, se agotó evidentementecon la turbulencia financiera y fue necesario sustituirlo, a comienzos de mayo, por un nuevo mecanismo de asignación de divisas, con restricción de la oferta y determinación de una franjade cotizaciones cuyo promedio ponderado sirvió de precio de referenciadel dólar. Este régimen, con flotación cambiaria, generó prácticamente dosmercados de moneda extranjera: el que se basaba en la adjudicación dedivisas por el Banco Central entre operadores cambiarios y un precio dereferencia determinado conforme a lo mencionado, y el paralelo, una decuyas vertientes importantes eran las divisas adquiridas en el Banco Central. Este último mercado, poco después de un breve tiempo de relativaestabilización, acusó un movimiento incontenible de alza del cambio hastala barrera psicológica de los Bs. 200 por dólar, manteniéndose la expectativa de mayores alzas. Ante esta situación, se hizo indispensable tomarotra alternativa y se plantearon virtualmente tres opciones: lamaxidevaluación (que algunos situaban en Bs. 220 por dólar, un régimende mercado dual: uno bajo control selectivo con tipo de cambio fijo yúnico y otro marginal con cambio flotante y un régimen de mercado controlado integral, con un tipo de cambio único y fijo. Por diversas razonesel Gobierno nacional escogió esta alternativa, la cual fue desarrolladanormativamente en el Decreto número 268 del 9-7-94 y en el ConvenioCambiario número 1celebrado entre el ministro de Hacienda y el presidente del Banco Central.
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El régimen establecido, técnicamente denominado de administracióncambiaria y comúnmente conocido como control de cambio, fija como tipode cambio único el de Bs. 170 por un dólar de EE.UU. Esta determinacióntiene un fundamento técnico -la ponderación de factores tales como la inflación relativa y la dinámica de los pagos internacionales- y un elementopolítico. No es posible afirmar que ese tipo de cambio corresponde al equilibrio, pero es un parámetro estratégico de la administración cambiariaque puede ser útil durante algún tiempo. El llamado control afecta simultáneamente a la oferta y la demanda de divisas, y por consiguiente a otrasvariables macroeconómicas: la importación de bienes, el nivel de precios,los movimientos de capital, las tasas de interés, entre otras. La oferta global de divisas debe corresponder a la totalidad de los ingresos externos queobtenga el pais por diferentes conceptos: exportaciones de bienes y servicios, ingresos sobre inversiones venezolanas en el exterior, turismo, remesaspersonales y familiares recibidas por residentes en el país, gastos del servicio diplomático y consular de gobiernos, extranjeros, entradas de capital,entre otros. Todas las divisas que ingresen al país deben ser convertidas amoneda nacional a través de los operadores cambiarios autorizados (bancos y casas de cambio) y enteradas en el Banco Central. Las asignacionesde divisas se hacen en dos niveles: (Pdvsa tiene un régimen especial), enprimer lugar para atender las necesidades de pago al exterior del Gobiernoy del propio BCY: el saldo restante constituye el flujo periódico que debeser distribuido en el mercado controlado, bajo la administración de la Junta de Administración Cambiaria y su Oficina Técnica (OTAC) y segúnlineamientos y criterios generales que fija el Ejecutivo Nacional oída laopinión de la junta.
El objetivo del régimen establecido es permitir que las necesidades normales u ordinarias de pago al exteríor, en cuenta corriente o de capital,sean atendidas en las proporciones y magnitudes razonables. En principiosólo quedarían fuera del mercado controlado las transferencias excesivas yla salida especulativa de capital. Desde luego, se impone un ajuste de lademanda de divisas, incluso importaciones, remesas personales o familiares, viajes, becas de estudio y deudas no comerciales ni financieras. Haydivisas para las necesidades normales, legítimas y racionales. No hay parael gasto superfluo, para el tráfico irregular ni para salidas de fondos nocorrespondientes al desenvolvimiento de la economía. Estos son tiemposde escasez, de restricciones, de austeridad. Hay que afirmar la convicciónde que el país tiene que someterse a una disciplina. a nuevos patrones decomportamiento, a la prioridad de lo esencial, al trabajo y al esfuerzo. Laadminístración cambiaria no puede abrir camino a los privilegios, ni a las
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corruptelas. Este camino le ha costado al país más de US dólares 200.000millones en fuga de capital, en importaciones de lujo, en gastos de alegresviajeros, en servicio de una deuda absurda. Si en verdad queremos superarla crisis que nos agobia, hay que estar dispuestos a incurrir en costos, quedeben ser justamente compartidos.
Los controles económicos no se imponen por capricho, ni por sadismo, .sino por necesidad. Tenemos que procurar que el control cambiario seaeficiente y eficaz para que sea breve y su costo sea el menor posible. Esbueno advertir, sin embargo que ello no depende únicamente del propiocontrol, sino de un conjunto orgánico de políticas públicas; fiscal, monetaria, financiera, comercial, de producción y social, orientadas al abatimiento de la inflación, la recuperación económica, la mejor distribución delingreso y el desarrollo social, sobre la base de un acuerdo nacional efectivo y equilibrado.
"El Nacional".- Caracas, 24 de julio de 1994; p. A-4
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EMERGENCIA CAMBIARlA
La implantación de un régimen de restricciones cambiarias, como elestablecido por decreto ejecutivo el 9 de julio del año en curso, luego de unperiodo prolongado -alrededor de 5 años y 4 meses- de libre covertibilidadde la moneda, no es fácil. Todo nuevo sistema es un aprendizaje y como talgenera al comienzo dudas, desconcierto, desorientación, fricciones y problemas de adaptación. En nuestro país un régimen de restriccionescambiarias tiene el antecedente relativamente cercano del conocido comoRecadi, cuyo negativo recuerdo pesa sobre el que ahora se inicia. Se haborrado el recuerdo, lamentablemente, del régimen cambiario establecidoen noviembre de 1960, de control, que permitió alcanzar objetivos de estabilidad, recuperación de la balanza de pagos y fortalecimiento del signomonetario, entre otros, y cuya administración se hizo con absoluta honestidad y transparencia. Desde luego, la situación presente es muy distinta deaquella de hace casi 34 años; ahora padecemos una grave crisis global, deextrema complejidad, sin precedentes en el país. La crisis financiera, enparticular, ensombrece el escenario, lo mismo que el desequilibrio monetario aunque éste en mucho menor grado. No existe actualmente, como entonces, un pacto político -parcialmente excluyente- que proporcionaba baseamplia para las decisiones del Gobierno. La democracia representativahabía comenzado su camino. En este momento hay escepticismo y frustración con respecto al régimen democrático que no ha logrado avanzar haciala efectiva participación popular. Hay que reconstituir la credibilidad en lademocracia, en la dimensión social, económica y política. El mundo exterior se transforma y hay que transformar al país para no quedar el margende la Historia.
La huella de años de bonanza fiscal, cambiaria y financiera no capitalizada en desarrollo nacional, persiste en las actitudes y los comportamientos de importantes grupos sociales. Otros, los más numerosos y vulnerables, experimentan en carne propia, en su pobreza real. el ajuste penoso de
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estos últimos años de crisis. Muchos miles de millones de dólares se consumieron en el despilfarro, la corrupción, el enriquecimiento impresionantede una minoría, la mala gestión de los gobiernos y la hipertrofia de unEstado que no superó sus niveles de incompetencia y desorganización. Haquedado la imagen perversa de un Estado rico y de un pueblo sometido a lapenuria. Se jugó con la ilusión de la libertad económica, sin conversión endemocracia económica. Viejas y nuevas oligarquías se combinan para disfrutar de privilegios y poderes y nunca dejaron de crecer a la sombra delEstado, negándolo y responsabilizándolo de todos los males. Ha sido menguado y disperso el esfuerzo de desarrollar una economía privada y sumanifestación más evidente y actual es la crisis financiera, cuyas consecuencias y costos todavía son imponderables y penden como amenaza sobre todo intento de recuperación y cambio.
Ante el régimen de restricciones cambiarias establecido -junto con untímido control de precios, bancario y monetario-, los intereses materialesse alzan desafiantes, con el reclamo de la continuidad de su dominio. Esosintereses, con las excepciones notables que siempre hay en estos casos,quieren que se les satisfaga y atienda sin ajuste, como si nada hubieraocurrido, como si la oferta de divisas fuese ilimitada. Pretenden que lanormativa cambiaria se adapte a sus exigencias y no a la inversa. Esto esun juego de incompatibilidades. Hay que entender que la situación es deescasez, que las fuentes ordinarias de divisas han menguado, que las reservas monetarias internacionales del país han sufrido el embate de todas lascontingencias y se han reducido a niveles que es indispensable preservarporque es condición de seguridad. Ello implica la fijación de un orden deprioridades, desde lo esencial hasta lo accesorio. Lo que debe quedar fueraes la fuga de capital. También debe quedar fuera el dispendio exagerado einjustificable. Entendemos que las necesidades de la producción, la inversión y el consumo vital tienen que ser atendidas ponderamente. Hay divisas para ello bien administradas. Nadie puede querer que el aparato productivo se paralice, sobre todo si se considera que en estos tiempos ha sidoafectado negativamente, e importantes ramas de la actividad económicaestán postradas o gravemente deteriorados. Nadie puede querer que hayadesabastecimiento de bienes esenciales.
Dentro de las restricciones que tenemos, la preocupación que nos asistees precisamente la de que se asegure el flujo de materias primas, insumos,
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repuestos, equipos, servicios para la producción, así como el de alimentosbásicos. Pero la época de los alegres viajeros, del consumo de derroche, delas compras «mayameras», de los abalorios y de la ostentosa quincallería,ha concluido.
Reconocemos que las exigencias normativas de la administracióncambiaria son altas. Es posible que en el camino haya necesidad de reducirlas y simplificarlas, sin mengua del control. Aspiramos al funcionamiento de un régimen cambiario eficiente, honesto, transparente, limpio ybreve en lo posible. Mientras mejor funcione este régimen, más prontodejará de ser necesario. Para ello se requiere la cooperación, la comunicación sincera, el reajuste de las demandas, el cumplimiento de las normas ylos procedimientos. Es evidente que algunos abrigan el designio de hacerfracasar el control y lo socavan, lo desprestigian, le crean una falsa imagen, lo obstaculizan. Distingo claramente entre quienes adversan el controlpor razones teóricas o ideológicas, y quienes intentan enturbiar el climaeconómico para hacer daño al país. Admito la discusión de alternativas,pero no la conspiración contra los intereses nacionales.
"El Nacional".- Caracas, 7 de agosto de 1994; p. A-4
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LA ECONOMIA DOLARIZADA
En las pocas semanas de vigencia del control de cambio, en cuya administración participo compartiendo responsabilidades con otros venezolanos distinguidos y honorables, me he dado cuenta directa -antes lo presumía en virtud de indicios y estimaciones- del grado de dolarización denuestra economía, de la elevada dependencia de nuestro país con respectoa la disponibilidad de divisas y de la acendrada cultura del dólar que parece ser uno de los rasgos que conforman el perfil venezolano de hoy. Lacontribución de factores propiamente nacionales a la creación del Producto Bruto Interno parece significar una proporción minoritaria del total:otra interpretación es la de que muy pocas actividades no requieren dedólares para su realización fuera del ámbito puramente económico, también la necesidad de dólares es esencial, sea para la ciencia y el arte, o parael deporte y la recreación, o para la educación y la salud, o para el funcionamiento del hogar doméstico o para la ayuda tecnológica o la creaciónliteraria. Las divisas -y específicamente el dólar de Estados Unidos- sonbienes de primera necesidad, escasos, de demanda hasta cierto puntoinelástica, por los cuales se vive o se muere, se disfruta o se padece, selogra la salvación o se sufre la condena.
El país puede paralizarse, sufrir un colapso, entrar en estado de postración, por la falta de dólares. Desde el cultivo de la yuca hasta la producción de telenovelas; desde la pesca hasta la comunicación por satélite: desde la lección que dicta el maestro en la escuela rural hasta el complejoexperimento de laboratorio en los centros de investigación, todo dependedel dólar, todo gira en tomo al dólar, todo existe por el dólar. Es como lasangre en el cuerpo humano. El bolívar es apenas una referencia en elcalculo económico y social. O una molestia en las arcas monetarias. O laexpresión de una serie de ceros que se van agregando a la derecha de losdígitos, tantos ceros que se pierde la noción del valor y se entra en el reinode la ficción. La vuelta a la realidad ocurre cuando se convierte aquella
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serie de bolívaresen dólares: se mideentonces la gravedaddeldeteriorodenuestro signomonetario, la pobrezade nuestro poderadquisitivo, la devaluación, más que del signo monetario, de la economía venezolana.
La actual es una experiencia singular, sin precedentes en Venezuela. Nien 1960,cuandose estableció un controlde cambiosque duró poco más de3 años; ni en 1983 cuando se estableció otro control de cambios que semantuvohasta 1989,la reacción de la economía fue tan fuerte, casi violenta como ahora. En aquellos regímenes cambiarios se hizo lugar para mer'cados paralelos, marginales, grises o negros: en el régimen de 1960, aplicado a una economía de modestas proporciones, todavía medio rural, y aun país en el que semantenían en pie losvaloresde la conciencia, pocofue,si es que hubo alguno,el aprovechamiento ilícitoo irregularde las divisasdisponibles. En el régimen de la décadade los 80 toda suertede manipulaciones, de artificios, de desbordamiento especulativo, de tráfico delictivo,se hizo presente, y muy escasas fueron las sanciones impuestas efectivamente. En el país de 1994, de considerables dimensiones aparentes, profundamente quebrantadoen su moralpública y privada, relajados los vínculos de la responsabilidad, un régimen cambiarioblando, complaciente,permeable, abriría -o permitiríala continuación, mejordicho-eljuego delenriquecimiento fácil, del privilegio y la concentración del poder. Se exigen divisas imperiosamente para todo. Nadie dispone de dólares y todo elmundo debeen dólares. Las divisasque salierondel fondo de reservas delpaís, alrededorde USdólares4.000 millones el primersemestre del año, seesfumaron sin dejar huella,y nadieahorrónada en dólares. Si la situaciónexistentehasta el 23 dejunio del año en curso se hubieseprolongado hastael presente, sin restricciones cambiarias, el descenso de aquella reservamonetaria -quees un elemento de la seguridad económica nacional-habríasido de US dólares 2.000 millones adicionales, sin que por ello se hubieradetenido el alza del cambio, hasta alcanzar, quizá,el nivel de los 240 ó 250bolívares por dólar. El reclamo que se hace por algunoses precisamente elde que aquella situación se interrumpió. Algunos han quedado defraudados en sus expectativasdeganancia: comprara Bs. 190eldólar y venderlodespués a Bs. 220 ó 230.
Sin duda la economía, en buenaparte, ha sufridoun «choque». Por mesy medio, aproximadamente, se ha detenido prácticamente el flujo de divisas para importaciones y serviciode la deuda privadaexterna. No es algodeliberadoni perverso: nadie se ha propuestoel tratamiento de «choque».Las dificultades de implantación e implementación de un control de cambio integral, en una economía en crisis, en un país desorganizado, son
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evidentes, y hay que incurrir en un costo. Ha hecho falta seguramente, unverdadero régimen de transición, mientras el sistema logre su plenitudoperativa. Se trata ahora de llenar ese vacío, sin pérdida esencial del control. Cinco venezolanos sin vinculaciones con el poder económico, con lacooperación de otros venezolanos en el campo técnico y operativo, procurarnos, con los apoyos institucionales indispensables, alcanzar las metasnecesarias: la estabilización, el fortalecimiento del bolívar, el restablecimiento posible de las reservas monetarias, la reactivación del aparato productivo, el descenso del índice de dolarización de la economía, el saneamiento de las conductas y las actitudes. Quizás demasiada exigencia paratan modestos hombres. .
"El Nacional"> Caracas, 21 de agosto de 1994; p. A-4
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LA CAJA DE PANDORA
En pos de la mejor regla cambiaria se nos quiere vender la caja dePandora: el descubrimiento genial de Hanke denominado caja de Conversión. En términos corrientes, fuera de los círculos académicos, se conoce,en relación con Venezuela corno «bolívar-oro» o «bolívar-dólar». Se trata,simplemente, de establecer una relación precisa entre la variación de lasreservas monetarias internacionales del país y la variación del circulantemonetario: de este modo se evitaría la tentación, o la imposición, de crearoferta monetaria en exceso de las necesidades reales de la economía (transacciones y precaución, corno motivos de demanda de dinero); y, en lalínea de pensamiento estrictamente monetarista, ello sería la mejor vacunacontra la inflación. No podría emitirse dinero «inorgánico», es decir, sinrespaldo efectivo, bien sea en capacidad de pago al exterior (reservas deoro y divisas) o bien en producción de bienes y servicios. La dinámicamonetaria dependería del curso de las transacciones internacionales delpaís: un superávit externo daría lugar a una expansión monetaria, en términos vinculantes: un déficit ocasionaría una contracción monetaria. Tendrán que ajustarse, en forma correspondiente, las variables circulatoriasde la economía: costos nominales, precios, salarios nominales, tasas deinterés nominales, ingresos monetarios. Estos ajustes serían automáticos yeficientes. Los llamados equilibrios rnacroecon6micos (convencionales) expresarían la estabilidad del sistema.
El descubrimiento de Hanke tiene una vieja historia: data, cuando menos, del siglo XVIII, en los albores del liberalismo, con secuelas, entonces,del mercantilismo metalista. En la época actual, de crisis global en el mundo, de padecimientos. e inestabilidad, se presentan fórmulas novedosas,con nuevo ropaje, que la historia económica registra en infolios amarillospor el paso del tiempo. El patrón oro tuvo su esplendor y su caída. La
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paridad de la moneda consistía en una determinada cantidad de oro y eltipo de cambio no podía variar más allá de los llamados «puntos de oro»;un pequeño tanto por encima o por debajo de aquella paridad metálica.Así, la franja de flotación de la divisa estaba predeterminada y asegurada.La balanza comercial podía oscilar entre el superávit y el déficit por períodos muy breves, pues la afluencia o la salida de oro en el país constituíapor si misma el mecanismo de ajuste, bajo la condición, por supuesto, deque no ocurrieran interferencias de la índole de la intervención del Estado(o de las manipulaciones monopolisticas privadas). Era el mundo ideal dela libre competencia, del mercado abierto, de la libre circulación de mercancías. Un mundo que pronto se topó con las imperfecciones, la concentración del poder económico, las fluctuaciones en la producción de oro, elatesoramiento de este metal precioso para fmes no monetarios (los grandesy medianos ciclos de precios, de comercio y de ingresos que registra lahistoria económica). Las innovaciones estuvieron acompañadas por ciclosde financiamiento, de inversiones, de ganancias y precios, y pronto fueronobjeto de tentaciones monopolisticas. Este mundo hizo crisis en la PrimeraGuerra Mundial, pero su tumba histórica se abrió con el «Crack» de 1929y la gran depresión de los años treinta de este siglo.
Después de la Segunda Guerra Mundial se hizo el intento de reproducir,en otro escenario más complicado que el del siglo XIX, un sistema monetario y financiero con un mecanismo de liberación comercial, la trilogía deBretton Woods, que presidió la segunda edad de oro del capitalismo durante 25 años. La crisis monetaria (evidenciada en la inconvertibilidad nominal del dólar) que estalló a comienzos de los 70, erradicó al oro de la basedel sistema (desmonetización del oro, decretada por el Fondo MonetarioInternacional) y sujetó al dólar (patrón de cambio) a fluctuaciones que aúnpersisten, contenidad por la intervención convenida de los bancos centrales de los países más ricos y poderosos. La crisis monetaria (financieratambién) puso de relieve una más profunda, del.propio modo de producción capitalista, con tasas menguadas e inestables de crecimiento económico, presiones inflacionarias subyacentes, elevados índices de desempleo yfuerzas productivas parcialmente en receso, lo que conforma el cuadroactual de la economía mundial. El Keynesianismo que durante cuatro décadas suministró armas teóricas y políticas a los gobiernos para sostenerelevados niveles de actividad económica, con relativa estabilidad de precios, cayó en desgracia y se le ha intentado reemplazar por diferentes modalidades de neoliberalismo, de economía de mercado, de políticas ortodoxas en el campo monetario y fiscal, y en este empeño se renuevan viejas
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fórmulas, una de las cualeses la caja de Conversión de Hanke,especiedeancla milagrosapara calmar la tempestad inflacionaria, para imponer ladisciplina a gobiernos y autoridades monetarias, para darle buen pie alfuncionamiento del mercado, para lograr la tan ansiada estabilidad. Si lacuestiónfuese tan simple comoesta caja de Pandora, pródigaen bienes ypródigios, el gran desafio delsistema capitalistaen laspostrimerías deestesiglo: crecer sostenidamente, con estabilidad y equidad, estaría resuelto.Sin embargo, muypocosejemplos enel mundo pueden ilustrar,en la rebelde dialécticade los hechos, esedescubrimiento de la piedrafilosofal de laeconomia quees la fórmula deHanke. Tema, hayque reconocerlo, intelectualmente apasionante, que conviene seguirexplorando.
"El Nacional"> Caracas, 19de febrero de 1995; p. A-4
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LA CAJA DE PANDORA (11)
Una norma reguladora de la oferta monetaria es indispensable: en esencia, la caja de' conversión es un mecanismo regulador monetario y, en lamedida que la inflación sea causada por desequilibrios monetarios (liquidez en exceso de las necesidades efectivas de la economía), la aplicaciónde una norma que fije límites a la creación de dinero (límites que no dependen de la voluntad o la facultad discrecional de ninguna autoridad o agenteeconómico) puede contribuir sustancialmente al abatimiento de la inflación. Es igualmente sostenible que la existencia de estabilidad monetariapropicia la actividad económica y abre camino al crecimiento. Lo que nopuede afirmarse con igual propiedad es que la estabilidad monetaria seacondición suficiente para el crecimiento de la economía: tampoco es sostenible la afirmación de que la inflación es generada exclusivamente portrastornos de índole monetaria. Estimo que éste es uno de los puntos endiscusión. El otro punto, en mi opinión, es que el mecanismo de ajuste,prácticamente automático, a impactos de origen externo o interno, no puede ser tan sencillo y operativo como lo pretende la teoría.
LaS viejas leyes de Banco Central de Venezuela, desde su creación, establecen las normas por las cuales el instituto emisor puede poner en circulación sus billetes y monedas metálicas. Por ejemplo, la Ley de 14/12/60,en su artículo 69, pauta tres formas u operaciones: i) mediante la comprade oro; ii) mediante la compra de cambio extranjero; iii) mediante las operaciones autorizadas por la propia Ley. Los billetes emitidos serían convertibles al portador en moneda legal venezolana, en oro o en divisas convertibles. La misma Ley obliga al banco a mantener un encaje no inferioral 33 por ciento de sus pasivos a la vista: ese encaje debía ser mantenido enoro y divisas convertibles (la posición crediticia neta en el Fondo Monetario Internacional también podía formar parte del encaje). Lo que deseodestacar es que existía legalmente entonces una norma regulatoria de la
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emisión de billetes u otros pasivos a la vista. Es conveniente mencionarque entre las operaciones por virtud de las cuales el BCV podía emitirbilletes o abonar en depósitos, estaban las de crédito al Gobierno Nacional, estrictamente reguladas, las de descuento, redescuento y anticipo y lasde mercado abierto. Una caja-deconversión sólo permite la formación debase monetaria mediante las operaciones en oro y divisas. La Ley de 30/12174 no cambia la normapara la puesta encirculaciónde billetesy monedas metálicas, sin embargo,en relacióncon la convertibilidad de la moneda nacional, hace exclusióndel oro y sólo pauta la convertibilidad en divisas de libre convertibilidad. Esta mismaLey fija normas de regulacióndelcomercio de oro y de negociación de divisas en el país. En cuanto a lacomposiciónde las reservasmonetarias,enumeraloselementos siguientes:oro, divisas convertibles, valores extranjeroso internacionales de primeraclase, Derechos Especialesde Giro (DEG) y posicióncrediticia neta en elFMI.
La Ley de 24/12/92, en vigencia, no tiene, en el aspecto que examino,modificaciones con respecto a las anteriores. Conviene hacer notar las diferencias entre las facultades de emisiónde dineroy creación de depósitospor el BCV y las que podría tener una caja de conversión: los pasivosmonetarios del BCV pueden crearse mediante compra de oro y divisas,pero también en virtud de «otras operaciones», entre las cuales hay quemencionar: las de crédito, en dos categorías:descuento, redescuento, anticipo y reporto con instituciones financieras y anticiposa Fogade, para queéste, a su vez, pueda asistir a bancos en situacionesde liquideze insolvencia (auxilios financieros): las operaciones de mercado abierto (compra yventa de valores en el mercado secundario) y las que puede efectuar consus propios títulos (bonos cero cupón o TEM). Está prohibido al BCV elfinanciamientoal Gobierno,aunque puedeadquirir, en virtud de las operaciones descritas, valores públicos en circulación. La posibilidad legal decrear dinero fuera de las operaciones de compra de oro y divisas, y sinlímite preciso o explícito, significa, en el aspecto que ahora interesa, unadiferencia sustancial con la caja de conversión, la cual, como se dijo, sólopuede emitir dinero contra adquisición de oro y divisas.
Consideroque es conveniente estudiar una fórmula, como la establecidaen la Ley de BCV de 1960 que cité, que fije una relación cuantitativaexplícita entre el monto de la base monetaria y el de las reservas internacionales netas del institutoemisor;esto permitiría una regulacióneficaz dela oferta monetaria, sin la rigidezautomática de una caja de conversión. El
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BCV no puede, particularmente en la situación actual en el país, renunciara su función de oferente de crédito de última instancia ni la utilización deinstrumentos de política monetaria consistentes en operaciones de mercado abierto y con sus propios títulos, la fijación de encajes bancarios y detasas nominales de interés activas y pasivas, máximas y mínimas. La disciplina monetaria eficaz, que es lo que interesa en todo caso, puede serlograda mediante la relación mencionada, que evitaría excesos y deformaciones.
En otro orden de ideas, aunque relacionado con el tema que examino, ladisciplina fiscal-otro elemento influyente en la estabilidad monetaria- puede ser lograda y mantenida si se regula por Ley un margen de tolerancia dedéficit de presupuesto (y del consolidado del sector público) y se toman lasprovidencias para que el crédito público esté sujeto a normas y patrones deestricto cumplimiento. Para alcanzar esa situación, a partir de la actual, esindispensable un programa de ajuste fiscal que persiga sistemáticamente lareducción del déficit en un período no superior a tres años, lo cual exigeuna reestructuración del gasto público (reforma integral del Estado), unareforma orgánica del régimen tributario, la documentación instrumental dela deuda pública existente y una política objetiva y viable de privatizaciónde empresas y activos del Estado.
"El Nacional".- Caracas, 26 de febrero de 1995; p. A-4
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LA TENTACION DEVALUACIONISTA
La expectativa de una devaluación de nuestro signo monetario tieneinfluencia en el cálculo económico y estimula la difusión de impulsosinflacionarios. Una vez que esa expectativa toma cuerpo, se convierte enun factor de inflación, generándose así, en este aspecto, un círculo vicioso:expactativa devaluacionista-eálculo proinflacionario-reforzamiento de laexpectativa devaluacionista. En el supuesto de que se tomara la decísiónde ajustar el tipo de cambio en el sentido del alza, el mecanismo de lainflación tomaría mayor fuerza y obligaría posteriormente a un nuevo ajustecambiario. En el camino de la inestabilidad cambiaria -y, por tanto, de lainestabilidad general de la economía- habría ciertamente que aplicar políticas drásticas de ajuste, como las tan estrechamente vinculadas a losrequerimientos del Fondo Monetario Internacional.
El ajuste cambiario aisladamente considerado, no es eficaz para lograrel objetivo de la estabilización. Es indispensable, conjuntamente, tomarmedidas de políticas fiscal, monetaria y de producción, entre las más importantes. Aunque elgobierno no deseara utilizar el recurso de la devaluación para obtener mayores ingresos fiscales, necesariamente los obtendría.Es lugar común el de que la devaluación representa un impuesto indirecto,ya que sustrae poder de compra de los contribuyentes -y no contribuyentes- que, de uno u otro modo vierte en las arcas fiscales. Sin embargo, elgobierno debe tener en cuenta que, al mismo tiempo, la devaluación exigemayores desembolsos monetarios para atender los gastos públicos en elexterior, incluido el servicio de la deuda. La industria petrolera, si bienobtendría un mayor ingreso nominal en virtud del mayor tipo de cambio,tendría que erogar mayor suma de moneda nacional, de sus depósitos en elBanco Central, para sus gastos en el exterior, al convertirla en divisas.Desde luego, algún efecto neto positivo en este balance favorecería a la
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industria petrolera. Otros exportadores, cuyo costo global en divisas representa aproximadamente un 70 por ciento de su ingreso de exportaciónpodrían beneficiarse marginalmente de un alza del cambio. Los que noserían beneficiados serían los importadores, como tales, pues tendrían quedesembolsar mayor cantidad de bolívares para sufragar su importación debienes y servicios. Desde luego, este incremento del costo en términos demoneda nacional seria trasladado inexorablemente a los consumidores, que,en su carácter de asalariados, no podían lograr de inmediato el ajuste desus ingresos nominales, sobre todo en una situación de fuerte desempleocomo la actual.
Una devaluación, por otra parte, favorecería en príncipio a los productores que orientan su oferta al mercado interno, ya que los precios de lasimportaciones, particularmente las que compiten con aquella producción,aumentarían y, aunque también aumentarían los precios de los artículossustitutivos de las importaciones, el diferencial de precios entre las doscategorías de bienes inclinaría la balanza hacia los productores internos.El10 podría ser así en el supuesto de que existiera cierta elasticidad de laproducción nacional en el corto plazo, es decir, que la respuesta positiva auna devaluación fuese pronta y eficaz. En este aspecto debería actuar lapolítica económica, para estimular al aparato productivo nacional, probablemente «adormecido» por una prolongada recesión, como la que padeceel país desde hace más de dos años. Si hubiese necesidad -como estimo quela hay- de renovar y ampliar la capacidad productiva instalada, el costo dehacerlo en términosde moneda nacional, sería más elevado que en la actualidad.
Otra consideración importante, en este orden de ideas, es la del costo delservicio de la deuda prívada externa a consecuencia de una devaluación.Registros preliminares de esta deuda permiten indicar un monto -sujeto amodificación- de US dólares 6.000 mil1ones, con vencimiento en el cortoplazo. Aporte de la circunstancia de que el país no dispone. en los términoscasi perentorios que se plantea esa exigencia, de una suma de divisas paraatender esa deuda (y es indispensable su refinanciamiento) la incidencia dela devaluación en el costo financiero de las empresas deudoras podría serbastante apreciable. Huelga mencionar que ese incremento del costo seríatrasladado sin duda al consumidor.
La sobrevaluación, por supuesto, tiene sus desventajas, como tambiénsus ventajas. Si el valor agregado nacional de nuestras exportaciones fuese
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mayor que el actual, habría ventaja en una devaluación y desventaja en lasobrevaluación. Se dice que la sobrevaluación tiende a inclinar la balanzacomercial en sentido negativo, por el efecto restrictivo en la exportación yel expansivo en la importación. En el caso venezolano, por las razonesexpuestas, no es tan evidente que ello ocurra así. El mayor caudal de exportación -la petrolera- tiene poca elasticidad al tipo de cambio, aunque enla medida que se integra la respectiva industria a la economía interna, esaelasticidad se hace mayor. Como política a mediano y largo plazos, conviene estimular las exportaciones en general, y en particular las no petroleras, para lo cual un adecuado tipo de cambio, entre otros medios, puede sereficaz. De lo que no cabe duda es que la importación -en la medida de queconsista en insumos y equipos productivos- se favorece con lasobrevaluación y facilita las cosas a la producción nacional. Desde luego,siempre hay que considerar el aspecto negativo de la afluencia de bienesque compiten con aquella producción. ¿No es ésto lo que plantean coninsistencia los adalides del libre mercado?
En resumen sostengo la opinión de que una devaluación per se no contribuye a la solución de nuestros problemas mayores: inflación, desempleo, recesión, quebranto del aparato productivo, deterioro del ingreso real.Como medida aislada, puntual, sería un contrasentido, si no se tomaranprovidencias efectivas para lograr el equilibrio fiscal, el monetario y el deproducción.
"El Nacional".- Caracas, 5 de marzo de 1995; p. A-4
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LA CAlDA DEL DOLAR
La crisis del dólar -y en general del sistema monetario mundial- se inició a fines de la década de los 60 y aún persiste. La devaluación del dólarde EE.UU., luego de que el gobierno declaró su inconvertibilidad en oro,ha sido un largo y accidentado proceso, con altibajos y peripecias diversas. En estos días asistimos a una nueva declinación del dólar en su relación con las monedas de los países desarrollados, principalmente Alemania y Japón. A mediados de semana la divisa norteamericana se cotizaba a92,70 yenes, un mínimo histórico según las estadísticas internacionales; lacotización con respecto al marco era de 1,4048, otro mínimo. Los bancoscentrales han intervenido sin éxito en el empeño de frenar la caída deldólar. No conviene al sistema económico mundial en estos momentos undescenso tan fuerte del dólar, que sigue siendo la divisa clave de aquél. Lospaíses "en vías en desarrollo", principalmente los latinoamericanos, sonsimples espectadores de este drama, aunque les afecte directamente. Ladependencia con respecto al dólar se manifiesta con particular evidencia.
Diferentes explicaciones se han intentado para entender el fenómeno dela declinación del dólar. En el plano puramente monetario -favorito de losneoliberales- se indica que los diferenciales de tasas de interés, en un escenario de expectativas inestables en cuanto a la inflación y el crecimientoeconómico, tienen mucho que ver con lo que está ocurriendo: la ReservaFederal de EE.UU., no ha tomado decisión sobre una nueva alza de lastasas de interés a corto plazo, pendiente, quizá, de que la economía ofrezcaseñales concretas de reactivación, ya que un alza de los intereses en estacoyuntura podría debilitar el moderado ritmo económico: sin embargo, laactitud de espera inhibe la entrada de capitales a corto plazo y estimula,hasta cierto punto, la salida de éstos. La persistencia de los «déficit gemelos» de EE.UU., el comercial y el fiscal, no ayuda al dólar y la credibilidad
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en el presidente Clinton no está en su mejor momento. Desde luego, tampoco son muy firmes los signos económicos de Japón y Alemania y hay seriasdificultades en la Comunidad Europea para la unificación monetaria. Recientemente se ha exigido el ajuste de la peseta y el escudo portugués.
La crisis mexicana tiene alcances mayores que los inicialmente previstos. Sus efectos no se circunscriben al continente americano, sino que seproyectan en la escala mundial. Considerables recursos financieros norteamericanos y del Fondo Monetario Internacional se han comprometidopara apuntalar el peso mexicano, sin éxito definido: la cotización de lamoneda azteca llega a 7 por dólar y no hay indicígsde estabilización inmediata. Los sucesos políticos recientes de México no contribuyen a esa estabilización. En Brasil, se ha intentado una nueva política cambiaria equivalente a una devaluación del real en un 12 por ciento, dentro de una bandade flotación comprendida entre 86 y 90 centavos de dólar, que probablemente tendrá que ser ajustada. Argentina se debate entre el sostenimientodel"ancla" nominal del cambio fijo y la devaluación.
Las menciones anteriores parecen indicar que la economía mundial estáen las puertas de una nueva turbulencia en el plano monetario, con incidencia en el plano de la inversión, el ahorro y la producción. Una incipientedesconfianza en las monedas -fuertes, menos fuertes y débiles- parece extenderse en los mercados fmancieros. No se ha encontrado la piedra filosofalde la estabilidad monetaria, salvo la «milagrosa» fórmula de Hanke (laCaja de Pandora o de Conversión), sacada como un conejo del sombrerode copa del siglo XVIII: Algunos ingenuos -y otros no tanto- creen que lafórmula de Hanke puede curar todos los males y prodigar todos los bienes,como por arte de magia.
Es posible que el dólar se recupere de la caída que sufre actualmente;pero seguirá planteada la cuestión de si se aproxima el fin del dominio deldólar como divisa clave de la economía mundial y si hay necesidad (oexiste la posibilidad concreta) de establecer una nueva divisa que haga lasfunciones internacionales del dólar. como moneda de cuenta. de reserva,de transacción. El dominio del dóiar va para seis décadas el de la libraesterlina duró alrededor de un siglo. La idea de J. M. Keynes, expuestaante la conferencia de Bretton Woods, en las postrimerias de la 11 GuerraMundial, de la creación de una moneda auténticamente internacional. novinculada a pais alguno y. por tanto, no dependiente de la política moneta-
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ria de ningún gobierno, es teóricamente válida y quizás viable, aunqueentonces fue derrotada por la potencia del dólar, en un escenario en queEE.UU, emergía como el verdadero vencedor de la contienda. Ideas realmente nuevas en el campode la moneda no hay: aunque no se quiera, enalgunos casos hay que volver al pasado.
En Venezuela, la turbulencia monetaria no se ha dejado sentir. Desdeluego, la tentación devaluacionista está vigente y se habla con desenfadode un mercado paralelo o gris, o negro, como desviación del régimencambiario existente. Sería interesante y oportuno orientarla discusión sobre el bolívar-dólar, ahora que la divisa norteamericana acusa signos degrave declinación e inestabilídad; en todo caso existe el bolívar-petróleoquees una realidad concreta. Sindudael debilitamiento deldólarnos afecta, ya quecotizamos endólares nuestros principales productos exportables(básicamente el petróleo, (nosendeudamos mayormente en dólares y compramosunaproporción significativa de nuestras importaciones en dólares.Seríaconveniente fomentar el intercambio dentro de la AméricaLatina, enel marcode Aladí, coneconomía de dólares y fortalecimiento del mercadoregional. Y pensar serenamente en un manejo equilibrado de nuestro comercio exteriory de nuestras reservas monetarias internacionales.
"El Nacional".- Caracas, 12de marzo de 1995; p. A-4
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TRES MERCADOS
La inscripción y subsiguiente negociación en la Bolsa de Valores deCaracas del título valor denominado Bono Brady, correspondiente a ladeuda pública externa de la República de Venezuela, en dólares de losEstados Unidos, aunque cotizados y pagados en bolívares en las operaciones de la Bolsa mencionada, constituyen la apertura de un mercado paralelo al mercado cambiaría oficial, controlado, establecido según el DecretoLey número 326 del 31/8/94, que sustituye al Decreto-Ley 286 de 22/7/94(y éste, a su vez, había sustituido por reforma al Decreto-Ley de 9/7/94).El régimen cambiaría vigente, tipificado como único, integral, con un solotipo de cambio, se implementa con el Convenio Cambiario número 1, entreel Ministro de Hacienda y el Presidente del Banco Central de Venezuela.La normativa cambiaría vigente excluye la existencia de cualquier otromercado y la formación de cualquier tipo de cambio diferente del fijado enel citado Convenio Cambiario, que es de Bs. 170 por un dólar de EE.UU.La realización de operaciones cambiarias irregulares, al margen de la normativa legal, es un delito sujeto a penas, asi mismo, la promoción, divulgación o difusión por cualquier medio de esas operaciones irregulares y detipos de cambio que supuestamente se formaren de esa manera, son delitospenables.
La Bolsa de Valores de Caracas, entidad privada pero sujeta a la Ley deMercado de Capitales y, naturalmente, a toda la normativa legal del país,ha decidido, por su cuenta y riesgo, inscribir, propiciar y registrar operaciones con títulos valores denominados en dólares, cuyos intereses sonpagaderos en esa misma divisa y cuya cancelación a su vencimiento sehará en dólares. Estos títulos se cotizan en los llamados mercados secundarios internacionales, sujetos a la oferta y la demanda. La BVe ordenaque, en el caso de referencia, las cotizaciones se hagan en bolívares y la
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liquidación de las operaciones respectivas también en la moneda nacional,por lo que pudiera parecer que no se trata de un mercado cambiario. Sinembargo, si se tiene en cuenta la índole efectiva de la operación; una ofertade instrumentos denominados en dólares y una demanda de esos mismosinstrumentos, es decir, un cambio de tenencia de instrumentos en dólaresen un mercado público, no cabe duda de que se trata de operacionescambiarias. La oferta de dólares -instrumentada en bonos Brady u otrostítulos similares- implica una demanda de bolívares; y la demanda de dólares, documentados en el instrumento de referencia, es oferta de bolívares,todo lo cual tipifica la existencia de un mercado de divisas. El hecho de quese determine una diferencia considerable en términos de la moneda nacional, un tipo de cambio, sustancialmente diferente al controlado oficial. Laesencia de los mercados de divisas es precisamente ésta: se cambian oconvierten unas monedas en otras a través de instrumentos hábiles paraesta operación, como los bonos Brady u otros similares.
Lo anterior conduce a observar la coexistencia de tres mercados de cambio en el país; el oficial controlado (legalmente único e indivisible), el paralelo (formalmente público, ubicado en la Bolsa) y el «negro» clandestino. En consecuencia, se forman tres tipos de cambio: el fijo oficial, de Bs.170 por un dólar de EE.UU.; el paralelo (virtualmente formado en la Bolsay variable) yel «negro». Esta coexistencia, en los hechos, quebranta sinduda la estructura del régimen cambiario vigente desde el 9/7/94 y da lugar, inevitablemente, a procesos múltiples y simultáneos que afectan a lastransacciones internas e internacionales del país y, por tanto, a la dinámicaeconómica y financiera. Esta dinámica permite, de manera espuria, la formación de cálculos económicos y de expectativas económicas variablescon efecto en los mercados monetario, financiero y de bienes y servicios.En los hechos se trata de una modalidad de cambios múltiples, lo quecontradice, a todo evento, el carácter del sistema cambiario único, con unsolo tipo de cambio fijo (no inamovible) que la autoridad nacional en ejercicio de sus facultades ha establecido.
Ante la situación planteada hay que considerar, como simple ejercicio,varias alternativas: el restablecimiento de la normalidad legal cambiaria,mediante la rectificación que haga la BVe en el sentido de anular la inscripción de los títulos valores del caso (bonos Brady y similares) y, portanto, de las operaciones hechas sobh:·este·,¡nsti'Umémo;.oeI restablecimiento de esa normalidad mediante dís~osiéiói1 de la Comisión Nacionalde Valores a la que compete tomar esa decisión; debe estar fuera de consi-
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deración la alternativa-que seguramente se ha pensado- de modificacióndel Decreto-Ley que regula la materiacambiariay el Convenio Cambiariocorrespondiente, para abrir oportunidad de realizar las operaciones encuestión. En mi opinión, la modificación de la normativacambiaria puedeser necesariasi las circunstancias de interés nacional, objetivamente analizadas y ponderadas, así lo indican; pero no para arreglar easuísticamentesituacionesde hecho, irregulares, comola que es objetodel presenteartículo. La materia cambiariaes de carácter estratégico y no puede ni debeestar sujeta al arbitrio de decisiones particulares, que pretendan, en basede hechos cumplidos, imponer tales modificaciones.
"El Nacional".- Caracas, 16de abril de 1995; p. A-4
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EVALUACION CAMBIARlA
A los 15 meses de la implantación de un régimen de restriccionescambiarias en el país es oportuno y conveniente intentar una evaluaciónpreliminar de sus resultados -positivos unos, negativos otros-, en vísperasde la iniciación de una nueva etapa de la política cambiaria -y, presuntamente, de toda la política económica del Gobiemo- exigida por las circunstancias de la economía nacional y por diferentes factores y actores de lasociedad venezolana. Me limitaré a los hechos y su situación en un escenario donde intervienen personajes cuyas actuaciones, aunque debe ser coordinadas frecuentemente no lo son y por ello el drama no siempre es coherente como probablemente lo proyectó el autor.
Pueden observarse claras diferencias entre lo ocurrido el segundo semestre de 1994 (primero del nuevo régimen cambiario) yel primer scmcstre del año en curso. Si se escogen como criterios de evaluación los referentes al movimiento de las reservas monetarias internacionales, de la balanza de pagos y de la inflación -frecuentemente mencionados por los críticos- puede observarse lo siguiente: la balanza de pagos global registró enel segundo semestre de 1994 un saldo favorable de US$ 2.793 millones, encomparación con uno negativo de US$ 3.800 millones el primer semestre;bueno es hacer notar que en el segundo semestre de 1993 la balanza depagos había resultado desfavorable en US$ 2.460 millones. Además delconsiderable saldo activo de la cuenta corriente en el segundo semestre delaño pasado, la cuenta de capital no monetario fue positiva en US$ 600millones, contrastando fuertemente con el cuantioso saldo negativo del primer semestre (fuga de capital). Hay que recordar que en el segundo semestre de 1993 la cuenta corriente había sido negativa. En relación con loshechos mencionados, las reservas monetarias internacionales al cierre de1994 ascendieron a US$ 11.500 millones, en comparación con US$lU~6()
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millones el 30/6/94, lo que indica un incremento de US$2.640 millones.Las reservas netas al 31/12/94 se situaron en US$7.262 millones en comparación con US$4.471 millones seis meses antes. Evidentemente las restricciones cambiarias fueron eficaces, en el segundo semestre de 1994,para la recuperación de la balanza de pagos y de las reservas internacionales.
En cuanto a la inflación, hay que mencionar que enjunio de 1994 la tasade aumento del ¡PC fue de 9 por ciento, enjulio bajó a 5 por ciento, lo quese repitió en agosto; en setiembre bajó a 4 por ciento, en octubre ascendióa 5 por ciento, pero en noviembre y diciembre descendió a un promedio de3,7 por ciento. Evidentemente el régimen cambiario contribuyó a moderarel ritmo intermensual de la inflación en el segundo semestre de 1994.
Los resultados han sido diferentes este año. Al cierre de junio las reservas monetarias internacionales habían descendido a U8$10.548millones con respecto a diciembre de 1994; pero seguían siendo muysuperiores a las existentes el 30/6/94, cuando eran de U8$8.861 millones. El saldo global de la balanza de pagos el primer semestre del año encurso fue negativo en US$756 millones, en comparación con un saldo negativo de US$3.696 millones el primer semestre de 1994. En particular, lacuenta de capital registró un saldo pasivo de US$2.139 millones el primersemestre de este año, contra uno pasivo de U8$4.434 millones en igualperíodo de 1994. Por tanto, aun cuando los resultados este año han sidodesfavorables en las cuentas internacionales (la cuenta corriente sigue favorable), son relativamente mucho mejores que los acusados el primer semestre de 1994, antes del nuevo régimen cambiario.
La tasa acumulada de inflación el primer semestre de 1995 fue de 22por ciento, en comparación con 29 por ciento el primer semestre de 1994.Puede notarse, por tanto que, en lo que corresponde al régimen cambiario,no ha sido un factor de aceleración inflacionaria. Otros factores han actuado para mantener un cierto impulso al alza de precios.
La Junta de Administración Cambiaría (JAC) tiene un control relativo sobre el 45 por ciento de las divisas que ingresan al país, por lo querespecta al flujo de salida. PDVSA, el gobierno nacional, el Banco Centraly los exportadores no petroleros utilizan directamente el 55 por ciento dedicho flujo. La asignación de divisas a la JAC por parte del BCV. según el
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decreto que ordena el régimen de restricciones cambiarias, ha sido administrada, en términos cuantitativos, con absoluta prudencia, por lo que elmonto de las liquidaciones hechas por el BCV sobre las autorizacionesgenéricas y específicasde la JAC (la OTACpuedeautorizar para importacioneshasta U5$500.oo0 por solicitud y la bancacomercial hasta U5$5.000por solicitud) en lo que va de año se ajustan casi enteramente. En cuanto ala aplicación en importaciones, sin programas selectivospersistentementereclamados por la JAC al alto gobierno nacional, pueden mencionarse lasproporciones siguientes: alimentos, 18 por ciento; materias primas y enproceso, 32 por ciento; maquinaria y equipos, 15 por ciento; automotriz(partes y respuestos), II por ciento telecomunicaciones, 10 por ciento;otros, 14%.
"El Nacional".- Caracas, 4 de octubre de 1995; p. A-6
POLITICA CAMBIARlA
La normalidaddelmercadode cambio,comode todos los mercados,es lasituación-deseable para el país. Los llamados equilibrios macroeconómicos,en su conjunto, expresan un estado general de la economíaen el cual estánausentes la recesión y la inflación, y el empleoalcanza un nivel compatiblecon la oferta efectiva de fuerza de trabajo. Este paradigma del equilibriogeneral no existeen ningúnpaís del mundoactual. Históricamente han existido situaciones denominadas "vecindades del equilibrio", muy eventuales.La realidad económicaes dinámica, compleja, en buena medida impredecible, no obstante los adelantosde la ciencia -y arte- del pronósticoeconómico.
En Venezuela estamos lejos de la normalidad económica. Diferentes,aunque interrelacionados, perfiles de la crisis expresan graves desajustesfiscales, monetarios, financieros,de producción, de inversión,de consumoy, por supuesto, de las transacciones internacionales. Estos desajustes sonde índole estructural, complicados con factores coyunturales. No son corregibles simplemente con un programa de ajustes que afecte sólo a losmecanismos de la circulación: el monetario, el cambiario, el fiscal, elfinanciero, el comercial. Se requiere una acción a fondo, sostenida, hastalas propias raíces: las bases de la creación de riquezas,las condiciones desu aprovechamiento y los factores de su distribución. Esto implica, desdeluego, una reforma social, política e institucional. Sin embargo, hay quecomenzar por los fenómenos más agudos de la crisis e ir abriendo caminohacia la reestructuración económico-social.
Existe una presión crecientepara la supresión de los controles económicos, el cambiario en primer lugar. Se espera que esta supresión modifiquerápidamente el estado de confianza en la economía y se inicie un movi-
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miento hacia la estabilización y la recuperación. Hay que decir, en primerlugar, que en Venezuela nunca ha existido un régimen de controles económicos, de carácter orgánico e integral, por lo que no se puede enjuiciar enla propia experiencia la eficacia o el fracaso de aquel régimen. En el presente lo que hay es un régimen de restricciones cambiarias muy flexible,muy parcial, muy débil y muy aislado. Prácticamente no ha habido restricciones a la importación de bienes y servicios, ni a la exportación, variablesfundamentales de las transacciones corrientes externas. Si se han impuestoregulaciones y restricciones para el movimiento de capitales; pero estasexisten en varios países, con diferentes modalidades. En cuanto a los viajeros -turismo y negocios- la salida de divisas apenas ha disminuido conrespecto a 1993. Sanciones cambiarias prácticamente no han ocurrido.Este es un régimen "blando". Control de precios, por otra parte, no hemostenido en realidad. Ni control de tasas de interés. La generosidad fiscal hasido evidente: subsidios, exoneraciones, evasión tributaria, largueza en elgasto. Se ha abierto un mercado paralelo de cambio -eufemísticamentedenominado de arbitraje con bonos Brady a cargo de la República, sinrestricciones. El dólarlBrady (si así puede lIamársele) se ha disparado losúltimos días y esto se toma como indicación de la devaluación «real» delbolívar. El carácter integral del régimen cambiario nunca ha existido.
La política cambiaria es de la responsabilidad del alto Gobierno. Ni elBanco Central ni la Junta Cambiaria tienen facultades en este nivel. Lapolítica cambiaria, cuyos lineamientos principales se ordenan en el decretoejecutivo N° 714 del 14-6-95, es incompleta, como tantas veces he sostenido. La JAC-OTAC administra entre 40 y.45 por ciento de las divisas queingresan oficialmente al país. El decreto de referencia fija como objetivos:un nivel adecuado de reservas monetarias internacionales del país, la utilización racional de las divisas y su manejo dentro de una estrategia decrecimiento económico. No obstante, aunque el artículo 29 del decreto 714lo ordena, aún no se han trazado los lineamientos generales y las políticaspor parte del Presidente de la República en Consejo de Ministros, para queefectivamente la administración cambiaria pueda actuar dentro de un marco estratégico y funcional, principalmente en lo que corresponde a importaciones, capítulo que representa más del 70 por ciento del total. Tampocoha sido formulado un presupuesto de divisas, instrumento elemental de unrégimen de cambio controlado. Pero, lo que es más importante a mi juicio,la política cambiaria no ha jugado sistemáticamente en un conjunto depolíticas públicas y programas de índole económica, y por ello su eficaciaha sido muy limitada.
En relación con lo anterior, es indispensable advertir que una modificación aislada, casuística, del régimen cambiario -inclusive el tipo de cambio- sin una estrategia global de cambios económicos con proyección almediano plazo, cuando menos haría correr graves riesgos al país en cuantoa mantenimiento de reservas internacionales, inflación, situación financiera y fiscal, empleo y actividad económica, entre otros efectos. El apremioy la prisa, en un escenario de intereses contradictorios, sólo conducen amayores desajustes críticos.
"El Nacional". - Caracas, 11 de octubre de 1995; p. A-4
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LA DEVALUACION REPTANTE
La cotización del dólar en el mercado venezolano continúa subiendo. Elgobierno ha recalculado el presupuesto para 1992 tomando como referencia un cambio de Bs. 56. Cuando ese presupuesto entre en vigencia elcambio habrá sobrepasado con creces el nivel de Bs. 60. No hay ningúnindicio de que, en el corto plazo, el bolívar se revalúe: por el contrario, laperspectiva es de una continua devaluación, que la autoridad nacional tolera, o admite, o favorece de algún modo. Supuestamente, el Banco Central hace esfuerzos para frenar la caída del bolívar, bien sea mediante elmanejo de instrumentos monetarios o bien mediante la oferta marginal dedólares cuando la demanda del cambio prosigue remontándose. Este fenómeno entra en los cálculos económicos ordinarios. No hay fluctuacionesviolentas, sino suaves. Pudiera hablarse de estabilidad de las expectativascambiarias.
La oferta de divisas en el país no es escasa: el ingreso petrolero se estima en 14.000 millones de dólares anuales; otras exportaciones, declinantes,pueden estimarse en 2.500 millones de dólares. Hay que agregar entradasde divisas por concepto de capital (retomo parcial de los que se fugaron,préstamos extranjeros, operaciones financieras para ajustar disponibilidades en moneda nacional y extranjera, quizá algunas inversiones); un factorominoso tiene que ser considerado: el lavado de dólares originados en elnarcotráfico. Todo ello puede sumar 20.000 millones de dólares al año,flujo muy considerable para un país de las dimensiones del nuestro, másaun si se tiene en cuenta que la importación de bienes no alcanza su nivelnormal y que el servicio de la deuda externa se ha reajustado apreciablemente. Lo que impulsa la divisa al alza no son las transacciones ordinariasexternas (salvedad hecha de las variaciones estacionales) sino el margenespeculativo, cuya dinámica está influida por la compleja relación entre laliquidez monetaria, tasas de interés, curso de los valores bursátiles, expectativas inflacionarias y apreciaciones sobre el déficit, entre otras variables.
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Los elevados niveles de liquidez monetaria mantienen presiones simultáneas sobre el mercado interno de bienes y servicios y sobre el mercado decambio, dadas las circunstancias de que la demanda de créditos para laproducción y la inversión es débil en razón de las altas tasas nominales deinterés (en la situación actual las tasas reales de interés son positivas). Porotra parte, el gobierno no se contiene en su propensión al gasto y, de manera implícita, propicia la devaluación, para mejorar, falsamente, el balancefiscal, aunque ello no permita un control efectivo de la inflación.
La devaluación reptante, que así puede llamarse, no beneficia al país.No tenemos una verdadera capacidad exportadora, fuera de petróleo yaluminio, y la devaluación no constituye un incentivo real para fomentarla, si no existe una estrategia coherente, sostenida, de desarrollo de la exportación. Todo parece apuntar, en la óptica oficial y en el designio respectivo, al reforzamiento de la posición petrolera como fuente de divisas, deingresos fiscales y de crecimiento económico. La orientación perversa dela política, además, consiste, evidentemente, en la apertura comercial externa, proclive a la importación, pero que afecta al proceso de sustituciónde importaciones y, aunque parezca paradójico, también tiene efecto desfavorable en el fomento de exportaciones no tradicionales. La devaluaciónaumenta el costo de la importación en moneda nacional y, como somosimportadores de casi todo lo que se requiere para la producción y granparte del consumo directo, los precios internos suben en proporción mayorque la indicada por la devaluación. Con una presión inflacionaria así sostenida, la eficiencia competitiva de la producción exportable no alcanza elnivel indispensable para participar con éxito en mercados exigentes.
Es paradójico que mientras las reservas monetarias del Banco Centralregistran incrementos significativos y la oferta de divisas supera con creces la de años anteriores a 1990, el curso del cambio sea adverso al bolívar. Es obvio que detrás de la oferta y la demanda de divisas actúan factores que alteran la relación que normalmente se establecería entre el bolívary el dólar. Tarde o temprano el gobierno se verá obligado a introducir unmecanismo correctivo.
"EI Nacional"> Caracas, 25 de junio de 1991; p. A-4
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