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Tirso Mejía-Ricart: un día antes de morir.
Por Mario Bonetti
Para Ángela Caba
1. Conocimiento en Alemania
Yo tuve la suerte de conocer a Tirso en el primer lustro
de la década del 1960 cuando él desempeñaba
funciones diplomáticas en la ciudad de Bonn, la antigua
capital de la República Federal de Alemania.
Desde ese momento simpatizamos mutuamente y ahí
se dio inicio a una amistad que perduraría hasta el día
de su muerte.
Tirso y Marcio
2. Pero antes de continuar considero de rigor,
ateniéndome a las reglas del biografiar científicamente
a intelectuales, científicos, artistas, etc., que
identifique qué tipo de intelectual era Tirso Mejía.
Para eso lo compararemos con el poeta Marcio, un
ególatra de marca mayor que en vida disfrutó de
buena prensa.
Para Marcio, las personas y las circunstancias en las
que viene viviendo este país desde los años sesenta
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del siglo pasado, eran cosas que giraban en torno a su
persona.
Para un escrito de prensa tengo que ser breve, y por
eso pondré un ejemplo de indiferencia intelectual
frente a una situación muy, pero muy delicada para el
país de parte del poeta que murió esperando la
concesión del Premio Nobel de Literatura.
Cuando la población dominicana agonizaba, y sigue
agonizando, por la gran pandemia del Corona-virus, y
cuando se espera de los intelectuales más atentos a los
problemas del país de la manera que sea, cada uno a
su manera, que persigan con preocupación la
calamidad mayor de la nación, Marcio se destapa con
un artículo de prensa que versaba sobre la pluma
Parker de fulano de tal (“La Parker de Héctor José
Díaz”) en el Listín Diario y que trataba de la
admiración que causaba la posesión de las plumas
fuentes de esa marca en los años cincuenta del siglo
pasado .
De Marcio no se conoce haber creado (hasta donde yo
sepa) una obra cultural, social o política para el
beneficio de la población.
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Esa brevísima pincelada describe que tipo de
intelectual era Marcio.
Tirso, por el contrario, no sólo era un hombre de
pensamiento y acción sino que ese pensar y actuar
fueron siempre en beneficio del pueblo y el Estado
dominicanos.
El intelectual Mejía-Ricart entendió siempre que su
condición de hombre de pensamiento implicaba la
ineludible obligación moral de servirle a su país
contribuyendo a buscar soluciones en vez de, como
Marcio, sentarse en una cómoda butaca a esperar
honores servidos en bandeja de plata.
3. La fundación de la Academia de Ciencias de la
República
Impulsado por mi condición de “intelectual
comprometido”, me decidí en el 1970 a fundar un
proyecto de academia de ciencias en el marco
inevitable de lo que existía en la región del Caribe y
Centroamérica como tradiciones científicas.
Esa decisión fue impulsada y motivada por el gran
humanista alemán Erwin Walter Palm, a la sazón
profesor de historia del arte en la prestigiosa
Universidad de Heidelberg, Alemania, donde yo
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estudiaba (1962-1967). Palm me animaba a
menudo a contribuir con el desarrollo cultural de la
atrasada República Dominicana con la creación de una
academia de ciencias como la que había y hay en dicha
ciudad, y cuya administración central estaba alejada
apenas unos cien metros del edificio del Aula Magna
de la Universidad, donde muchos estudiantes nos
deleitábamos oyendo las cátedras del gran filósofo
Hans- Georg Gadamer.
Palm (y yo mucho menos) no se imaginaba las grandes
dificultades y los sinsabores que me traería fundar y
mantener en vida una entidad para impulsar el
crecimiento y el desarrollo de las ciencias naturales
como sociales en un país sin tradiciones científicas (ni
siquiera en las universidades) y con un Estado
gobernado por el Balaguerato, reacio a toda idea de
invertir en las ciencias.
Después de dos años de intenso trabajo se fundó la
Academia el 20 de diciembre de 1974 en el Auditorio
del Palacio de Bellas Artes.
Tirso sabía de mis esfuerzos para realizar ese proyecto
propio de idealistas y siempre me brindó apoyo
emocional.
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Es para dejar fluir las lágrimas el ver que lo que fue en
aquél entonces un proyecto científico serio lo hayan
degradado hoy a un club social de la zona colonial,
donde más del 80% de los inscritos no califica para ser
miembros, según los Estatutos vigentes.
¿ A qué viene esto? Viene al caso porque en los
pasados momentos de luz de la Institución Tirso era un
miembro estrella por la cantidad y calidad de sus
publicaciones.
Esa relación entre él y yo llegó a su estado más elevado
cuando a propuesta mía el entonces Consejo Directivo
de la Academia de Ciencias aprobó concederle a la
Fundación Mejía-Ricart de aquellos años la distinción
del “Reconocimiento al Mérito Cívico” que quería
decir, en tanto ese reconocimiento no fue eliminado
por los posteriores directivos, “Una Institución
Meritoria de la Sociedad Dominicana”.
La existencia y otorgamiento del Reconocimiento al
Mérito Cívico fue una de las varias medidas que yo
me imaginé, en mi condición de intelectual
comprometido con el progreso social, que debería
ofrecerle la Academia a la población dominicana.
II
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4. Tirso y la UASD
Después de mi expulsión de la Madre y Maestra vine a
la UASD a buscar trabajo como profesor de sociología.
Si la memoria no me engaña, después de haber pasado
de aquél incidente cincuenta primaveras y haber visto
yo caer de los árboles cincuenta veces sus hojas secas,
y no sólo de los árboles las hojas secas, sino de mi
propia cabeza los pelos negros de entonces para dar
paso a los blancos, repito, si la memoria no trastorna
mis vivencias, creo que allí me encontré con Tirso que
ostentaba merecidamente el cargo de Vicerrector.
Junto con él laboraban en la Institución dos personas
que eran dos personalidades de la vida política y que
significaban un lujo social para la UASD y para
cualquier entidad pública o privada que los hubiere
tenido como integrantes del cuerpo administrativo.
Me refiero a José Rafael Abinader y a Luís Scheker
Ortíz , quienes junto a Tirso prestigiaban ellos tres no
sólo a la UASD sino que prestigiarían a cualquier
institución que los hubiesen tenido como funcionarios,
incluyendo al Pentágono y al Departamento de Estado
del Gobierno norteamericano.
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Hoy día en ese antro de mediocridades que es la
UASD, reducido a un centro de empleos lujosos para
una clase media administrativa que no podría ganar
esos sueldos, ni aquí ni en el extranjero, sobre la base
de sus logros académicos, o ni siquiera científicos para
suponer lo imposible.
Recalco que hoy día en la UASD no hay una sala donde
se puedan admirar las fotografías de esas tres
recordables personas que bastante prestigio le
aportaron a la Universidad en aquellos tiempos tan
convulsos. Pero independientemente de aquellos años
de la década de los 70 y fuera de las tres
personalidades mentadas, recordemos con nostalgia y
con la gratitud que la UASD no ha sabido brindarle a
nadie, no importando cuanto bien le haya hecho, a
los profesores españoles llegados como “refugiados”
durante y después de la II Guerra Mundial, ante todo
después de la Guerra Civil Española ( 1936-1939) .
Recordemos al grandísimo matemático catalán Amós
Sabrás Gurrea, a los eminentes juristas Constancio
Bernaldo de Quiróz, asi mismo a Javier Malagón, quien
luego fue Secretario General de la OEA; José Almoina
Mateo, al intelectual y escritor Vicente Lloréns, al
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filósofo Alfredo Matilla y al músico Enrique Casals
Chapí.
Recordemos ante todo al humanista y grandísimo
historiador del arte, el profesor alemán Erwin Walter
Palm, quien después de abandonar Santo Domingo,
después de la II Guerra Mundial regresó a su patria y
en la Universidad de Heidelberg llegó a ser profesor de
historia del arte y Director del Instituto de Historia del
Arte Hispánico.
Todos ellos fueron profesores hoy olvidados de la
desgraciadamente desaparecida Universidad de
Santo Domingo (no UASD).
5. Pero no sólo con los extranjeros la UASD ha sido
mezquina e ingrata, sino también con destacadísimas
figuras del profesorado dominicano, como los filósofos
Andrés Avelino y Juan Francisco Sánchez y Sánchez. No
basta que le hayan dado el nombre de Avelino a un
aula, lo cual no significa nada en comparación con sus
merecimientos. Se debieron crear sendas plazas con
los nombres de Andrés Avelino y Sánchez y Sánchez.
Ellos no tienen ni una plaza ni bustos con sus respectivos nombres, pero lo tiene José Fco. Peña Gómez. ¡Sin comentarios!
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La degeneración académica y política de una institución que, según los Estatutos es una Universidad de Excelencia Académica y de Educación Superior, se produce cuando ella pierde tales funciones y pasa a ser una fuente de empleos lujosos para una clase media necesitada urgentemente de asegurar su nivel de consumo participando en la redistribución de ingresos del país por la vía de los sueldos que ella misma se pone en la UASD.
¿Ahora bien, de cuáles persona que le hayan
aportado a la Institución prestigio socio-político o
académico-científico hay salas con sus fotos
colgando? ¡Sin comentarios!
III
6. Los merecimientos de Tirso Mejía Ricart.
En este país Hugo Tolentino Dipp fue un
intelectual de tercera categoría si uno lo mide por
la cantidad y calidad de sus publicaciones. Logros
intelectuales (para no decir científicos) que
hubiese valido la pena ocuparse de ellos no tuvo
Hugo nunca. Tampoco se destacó como un
intelectual revolucionario, y cuando fue Rector de
la UASD no ocurrió allí nada que merezca ser
recordado.
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En los países de América Latina con alto desarrollo
intelectual, como Méjico, Cuba, Costa Rica,
Colombia, el Brasil, la Argentina, Chile, Hugo
hubiera pasado desapercibido con la calidad de lo
que llegó a publicar.
Para no hablar el gran continente, ni siquiera en
España.
Bueno, Tirso tuvo la mala suerte de que no fue lo
suficientemente querido en ningún medio para
recibir el merecimiento de que su foto apareciera
en la primera página de un periódico de
circulación nacional, como apareció la foto de
Hugo Tolentino cuando murió. Muchos de los
intelectuales dominicanos nos sorprendimos al
ver la foto de Hugo en la primera página de un
periódico de gran importancia anunciando su
muerte, cuando ese mismo honor le fue
concedido a Juan Bosch, a Joaquín Balaguer, a
Peña Gómez, el jefe político de Hugo, a Majluta,
que llegó a ser Presidente de la República,
también se le concedió ese honor al Presidente
Antonio Guzmán Fernández, de igual manera a
Freddy Beras Goico, el cómico de televisión,
quien fue un verdadero héroe popular. Hugo no
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tenía ni la importancia política de Bosch, de
Balaguer, de Peña Gómez, de Majluta, de
Guzmán Fernández, ni la popularidad de Beras
Goico ni el nivel intelectual de Tirso Mejía Ricart
para merecer el tratamiento periodístico cuando
murió como se lo dieron a los expresidentes y a
Peña Gómez.
El hacha de la baja valoración se le descargó a
Tirso cuando tuvo que conformarse, en la dación
por parte de la prensa de la noticia de su
fallecimiento, con una pequeña foto dentro de un
aviso de 25 centímetros cuadrados de grosor en
la primera plana. Esto ocurrió en el mismo
periódico que le rindió a Hugo Tolentino los
máximo honores en la primera plana y en las
páginas interiores; también tuvo que conformarse
con un breve reportaje de tira larga y estrecha en
el interior de dichos medios.
En “el Caribe” se publicó la noticia en la octava
página dentro de una tira informativa, pero nada
en las páginas anteriores. (v. El Caribe del 05.07.
2021).
Plúgome saber que el Presidente Abinader……..
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Por otro lado plúgome saber que el actual
Presidente de la República, el excelentísimo señor
Don Luís Abinader Corona, junto con su esposa,
en un gesto de solidaridad con la viuda de Tirso y
para ratificar el valor y utilidad para la sociedad
dominicana del Dr. Mejía-Ricart, se apersonó a la
residencia del entonces matrimonio de Tirso y
Ángela Caba para expresarle a la viuda sus
condolencias personales y las de su distinguida
esposa. Ese gesto enaltece a la pareja presidencial.
IV
7. En mi última comunicación enviádale a
Tirso en el pasado abril, le expresaba la pena
que nos causaba a los miembros de la Unión
Patriótica Dominicanista la continuidad de la
política pro-haitiana del PLD en el Gobierno
del PRM, que como es sabido, es un centro
confeso de los partidarios de la haitianización
de la República.
Esa continuidad de la política haitianizante del
PLD en el Gobierno de Milagros Ortíz Bosch,
del Canciller Roberto Álvarez, del ministro
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Fulcar, de Juan Bolivar Díaz Santana, de
Wilfredo Lozano, del difunto Hugo Tolentino,
y de muchos más, se observa, entre otras
cosas,
a. en la mantenida porosidad de la frontera,
hecho este que facilita la inundación de
haitianos, y que si bien algunos son
capturados y deportados, la mayor parte de
estos retorna furtiva y fácilmente al país.
Se debe destacar que siempre se ha dicho que
en el Gobierno del PLD como en el del PRM a
la guardia fronteriza se le tiene prohibido
aplicar las reglas de control con la severidad
con que están escritas y que son
urgentemente necesarias para defender al
territorio dominicano de la progresiva
invasión de los nuevos bárbaros africanoides.
¿Será eso cierto?
b. Según se me informó en una reunión de
Padres y Amigos de la Escuela del pasado
abril, continuaba yo en mi comunicación a
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Tirso, en las escuelas públicas se enseñaba,
por lo menos hasta esa fecha, historia de
Haití. No es necesario denunciar que detrás
de la enseñanza de la historia de Haití para
escolares dominicanos se oculta el perverso
deseo de hacer digerible la haitianización del
país.
c. En la tolerancia por parte del Gobierno
del PRM, de los proyectos de las NN UU y de
la Unión Europea de haitianizarnos
silentemente gracias a la implementación de
diferentes actividades, de las cuales la más
peligrosa es la conversión del territorio
nacional en un espacio declarado por dichas
instituciones como territorio de “refugiados”.
Los haitianos no son refugiados si se respeta
la semántica, es decir, el verdadero sentido
de ese concepto. Los haitianos de los que
aquí se trata son inmigrantes ilegales, o sea,
elementos que cruzan la frontera hacia
territorio dominicano delictivamente, lo que
es muy diferente a ser un “refugiado”.
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Y cuando haya una gran cantidad de haitianos
declarados por dichos organismos como
“refugiados”(!) entonces declararán a esos
“refugiados” como “Minorías Étnicas”, según
la resolución de las NN UU 47/135.
Esa fue la resolución que les aplicaron a los
trabajadores de la provincia del Kósovo,
antigua provincia del sur de Yugoeslavia, que
laboraban en el norte de su país antes de su
aniquilamiento militarmente por la OTAN.
Para desmembrar al Estado socialista de
Yugoeslavia, que era la segunda potencia
militar del “Pacto de Varsovia”, que
significaba la asociación de Repúblicas
Socialistas de Europa del Este, dirigida por la
Unión Soviética, se declararon a los
trabajadores kosovares, o sea, del Kósovo,
como una “Minoría Étnica,” supuestamente
Subyugada por el Gobierno de Belgrado,
capital de la entonces República Socialista de
Yugoeslavia, y como la Resolución 47/ 135
prescribe la defensa incluso armada de las
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minorías que sufren bajo las mayorías,
entonces la OTAN en nombre de los EE UU y
de la Unión Europea, destruyó a Yugoeslavia y
crearon la República del Kósovo.
Algo igual a eso o parecido le podrían
aplicar a la República Dominicana si los
organismos internacionales declararan a
los haitianos que viven en este país como
una “minoría étnica”. (ver: minorías
étnicas según las NN UU en internet)
En ese caso se crearía en territorio dominicano (no en el
haitiano) un Estado bi-nacional domínico-haitiano.
d. La otra canallada de dichos organismos es
lograr conseguirles a los haitianos que se
encuentran viviendo en el país, la ciudadanía
dominicana para con ello crear las
condiciones políticas necesarias para la
aplicación de la ley de protección a las
minorías étnicas. Se sobreentiende que la
derogación de la sentencia del Tribunal
Constitucional 168-13 es una condición previa
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para la realización del proyecto de declaración
de minorías étnicas.
IV
Mi última comunicación con Tirso
Mi última comunicación con Tirso fue muy
diferente a la penúltima.
En la última se trató exclusivamente de
expresarles a él y a su encantadora esposa mis
condolencias por la muerte de su hijo Tirso
Felix, quien había fallecido dos días antes.
Un día después de la muerte del hijo yo hablé
con Tirso por teléfono, luego le envié una
tarjeta luctuosa al matrimonio, entonces él,
“sacando fuerzas de abajo” (como se dice
popularmente) consiguió llamarme por
teléfono. Esta vez me llamó la atención que
no me saludara con la fórmula usual con la
que me saludaba siempre:” ¿Qué tal Mario,
cómo te va?”. Esta vez fue diferente porque
Tirso balbuceaba algunas palabras con cierta
dificultad. Era un hombre con una voz
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quebrada, detrás de la cual no se podía
suponer la fortaleza física que él siempre tuvo
y que lo caracterizaba.
Pero aún así consiguió decirme que estaba
terminando su biografía y que desde ya me
invitaba a la puesta en circulación.
Comprendiendo yo la situación en que se
encontraba la persona al otro cabo del
teléfono, me apresuré con voz enérgica a
decirle: “Como siempre puedes contar
conmigo. Allí estaré.”
A continuación me dijo que estaba buscando
con la mente el lugar donde podría ser la
puesta en circulación; a lo cual yo le
espeté:”podría ser en la UASD”. Ahí me llamó
la atención de que al antiguo Vicerrector de
la UASD, la supuesta Casa de Altos Estudios,
no le interesara mi propuesta y me dijo:”No,
yo prefiero en el Archivo General de la
Nación”.
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Al día siguiente con las brisas mañaneras
entró a mi residencia la infausta noticia de
que Tirso había partido hacia la nada.
“Después de todo, todo ha sido nada,
A pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo,
Supe que todo no era más que nada.
Grito: ¡todo! y el eco dice: ¡Nada!
Grito: ¡Nada! Y el eco dice ¡todo!
Ahora sé que la nada lo era todo,
Y todo era ceniza de la nada.”
(José Hierro; poeta español)