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ltimos ttulos publicados
100. C. Losilla EI cine de terror101. J. Bassa y R. Freixas EI cine de ciencia ficcin102. J. E. Monterde Veinte anos de cne espariol (1973-1992)103. C. Geertz Observando el Islam104. C. Wissler Los indios de 105 Estados Unidos de Amrica105. E. Gellner Posmodernismo, razn y religin106. G. Balandier EI poder en escenas107. Q. Casas EI western. EI gnero americano108. A. Einstein Sobre el humanismo109. E. Kenig Histeria de 105 judios espanoles hasta 1492110. A. Ortiz Y M. J. Piqueras La pintura en el cme111 . M. Douglas La aceptabilidad dei riesgo segn Ias ciencias sociales112. H. G. Gadamer EI inicio de Ia filosofia occidental113. E. W. Said Representaciones dei intelectual114. E. A. Havelock La musa aprende a escribir115. C. F. Heredero y A. Santamara EI cine negro116. B. Waldenfels De Hussert a Derrida117. H. Putnam La herencia dei praqmatisrno118. T. Maldonado i,Ou es un intelectual?119. E. Roudinesco y otros Pensar Ia locura120. G. Marramao Cielo y tierra121. G. Vattimo Creer que se cree122. J. Derrida Aperas123. N. Luhmann Observaciones de Ia modernidad124. A. Quintana EI cine italiano 1942-1961125. P. Berger y T. Luckmann Modernidad, pluralismo y crisis de sentido126. H. G. Gadamer Mito y razn127. H. G. Gadamer Arte y verdad de Ia palabra128. F. J. Bruno Diccionario de trminos psicolgicos fundamentales (R.)129. M. Maffesoli Elogio de Ia razn sensible130. C. Jamme Introduccin a Ia filosofia dei mito en Ia poca moderna y contempornea131. R. Espsito EI orgen de Ia politica132. E. Rlambau EI cine francs 1958-1998133. R. Arn Introduccin a Ia filosofia poltica134. A. Elena Los cines perifricos135. T. Eagleton La funcin de Ia crtica136. A. Kenny La metafsica de Ia mente137. A. Viola (comp.) Antropologia dei desarrollo138. C. Cavell La mente psicoanalitica139. P. Barker (comp.) Vivir como iguales140. S. Shapin La revolucin cientfica141. J. Saerle EI misterio de Ia consciencia142. R. Motina y D. Ranz La idea dei cosmos
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Steven ShapinLa revolucin cientfica
Una interpretacin alternativa
~I~E~n~.Pe2~~S.MX~OtrrIT C/',..l\1P
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Introduccin
La Revolucin cientfica: historia de un trmino
La Revolucin cientfica nunca existi, y este libro trata de ella.
Hace algn tiempo, cuando el mundo acadmico ofreca ms cer-
teza y era ms cmodo, los historiadores anunciaron Ia existencia
real de un acontecimiento coherente, turbulento y culminante que,
esencial e irrevocablemente, cambi 10 que se saba dei mundo
natural y Ia manera en que se consegua el conocimiento correcto
de ese mundo. Fue el momento en que el mundo se hizo moderno;
fue Algo Bueno que ocurri en algn momento dei perodo que va
desde finales dei siglo XVI hasta comienzos dei siglo XVIII. En 1943,el historiador francs Alexandre Koyr celebr los cambios con-
ceptuales que constituan el ncleo de Ia Revolucin cientfica afir-
17 mando que suponan Ia revolucin ms profunda que ha logrado o
sufrido Ia mente humana desde Ia antigua Grecia Fue una revolu-
cin tan profunda que Ia cultura humana durante siglos no com-
prendi su alcance y significado, el cual, incluso ahora, a menudo ni
se entiende ni se valora adecuadarnente, Unos pocos anos ms
tarde, el historiador ingls Herbert Butlerfield juzg -utilizando
-
palabras que se han hecho famosas- que Ia Revolucin cientfica
deja en Ia sombra todo 10 acaecido desde el nacimiento de IaCristiandad y reduce el Renacimiento y Ia Reforma a Ia categora
de meros episodios ... [Es] Ia verdadera fuente dei mundo y Ia men-
talidad modernos. La Revolucin cientfica, adems, fue interpreta-
da como una revolucin conceptual, una reordenacin fundamental
de nuestros modos de pensar 10 natural. De acuerdo con esta inter-pretacin, se podra contar adecuadamente Ia historia de Ia Revo-
lucin cientfica mediante una explicacin de los cambios radicales
que sufrieron Ias categoras fundamentales dei pensamiento. Para
Butlerfield, los cambios mentales que constituyen Ia Revolucin
cientfica equivalen a =ponerse unas nuevas qafas, Y para A.
Rupert Hall fue nada menos que una redefinicin a priori de los
objetos de Ia investigacin cientfica y filosfica.
Esta concepcin de Ia Revolucin cientfica se ha hecho ya tra-
dicional. Pocos episodios histricos resultan ser tan importantes o
tan claramente dignos de estudio. En los currculos de humanida-
des de Occidente, Ia Revolucin cientfica tiene reservado un lugar,
y este libro es un intento de lIenar ese espacio sencillamente y de
despertar un inters adicional acerca dei proceso de construccin
de Ia ciencia que tuvo lugar a comienzos de Ia edad moderna 1 Sin
embargo, como muchas tradiciones dei siglo xx, Ia concepcin
tradicional de Ia Revolucin cientfica no es, ni mucho menos, tan
antigua como podramos pensar. La frase "Ia Revolucin cientfica"
no se utilizaba habitualmente antes de que Alexandre Koyr empe-
zara a hacerlo en 1939. Y fue en 1954 cuando dos libros -escritos
desde posiciones opuestas dei espectro historiogrfico- Ia incluye-
ron en su ttulo: La Revolucin cientfica2 de A Rupert Hall, obra quemanifestaba Ia influencia de Koyr, y La Revolucin Cientfica y Ia
1. los historiadores usan Ia expresin comienzos de Ia edad moderna para referirse, ge-neralmente, ai perodo de Ia histeria europea que abarca, aproximadamente, desde 1550hasta 1800. Yo usar Ia expresin en un sentido ligeramente ms restrictivo, para denotarel perodo que termina alrededor de 1700-1730. Posteriormente, usar los trminos mo-derno y modernista para designar algunas reformas especficas dei conocimiento y deIa prctica que se pusieron en marcha en el siglo )(VIL2. En Ia dcada de los treinta, el filsofo francs Gaston Bachelard se refera a Ias muta-ciones- (o discontinuidades a gran escala) en el desarrollo de Ia estruetura conceptual de
La RevoIucincientifica
18
Inlroduccin
19
Revolucin Industrial, uno delos volmenes de La ciencia en Ia
historia, Ia obra de orientacin marxista que public J. D. Bernal'Aunque muchos autores dei siglo XVII expresaban su intencin de
introducir cambios inteleduales radicales, los supuestos protago-
nistas de Ia revolucin no utilizaron el trmino para referirse a 10que estaban haciendo.
A 10 largo de un perodo de tiempo que comienza en Ia anti-gedad e incluye los comienzos de Ia edad moderna, una revolu-
cin evocaba Ia idea de un ciclo peridicamente recurrente. En Ianueva astronoma de Coprnico de mediados dei siglo XVI, por
ejemplo, los planetas completaban sus revoluciones alrededor dei
Sol, mientras que los que se referan a Ias revoluciones polticas
apuntaban a Ia nocin de flujos y reflujos o ciclos -Ia rueda de Ia
fortuna- en los asuntos humanos. La idea de revolucin como una
reordenacin radical e irreversible se desarroll junto con concep-
ciones lineales y unidireccionales dei tiempo. Segn esta nueva
concepcin, revolucin no significaba recurrencia, sino su inver-
sa, Ia produccin de una situacin nueva que el mundo nunca
haba conocido antes y que quiz nunca volvera a conocer. Esta
nocin de revolucin, as como Ia aparicin de una idea de revolu-
cin en Ia ciencia, se remonta a los escritos de los filsofos de Ia
lIustracin francesa dei siglo XVIII, que gustaban de presentarse a
s mismos, y sus disciplinas, como subversores radicales de Ia cul-
tura dei antiguo rgimen. (Algunos escritores dei siglo XVII que se
discuten en este libro no se vean a s mismos como introdudores
de situaciones totalmente nuevas, sino como restauradores y puri-
ficadores de situaciones antiguas.) Es posible que Ia nocin de
que una revolucin es un cambio irreversible que inaugura una
poca se aplicara por primera vez de forma sistemtica a aconte-
cimientos en Ia ciencia, y slo posteriormente a acontecimientos
polticos. En este sentido, Ias primeras revoluciones pueden haber
Ia ciencia, un uso que Koyr pronto desarroll: -t.a Revolucin cientfica dei siglo XVII fue,sin duda, una mutacin de este tipo [...1. Una profunda transformacin intelectual de Ia cualIa fsica moderna 1...1 fue Ia expresin y el fruto'. la versin espaiiola de Ia obra de Bernallleva el ttulo Historia social de Ia ciencia y el vo-lumen I, que es ai que se refiere Shapin, se titula La ciencia en Ia historia (N. dei i)
-
sido cientficas, y Ia Revolucin rusa, Ia americana y Ia france-
sa son su progenie.
Debido aios cambios que ha experimentado en los ltimos anos
nuestro conocimiento de Ia ciencia dei siglo XVII, los historiadores
cada vez consideran con ms receio Ia idea misma de Ia Revolucin
cientfica. Incluso Ia legitimidad de cada una de Ias palabras que
constituyen Ia frase ha sido discutida Muchos historiadores ya no
estn satisfechos con Ia idea de que se pueda considerar un acon-
tecimiento singular y discreto, localizado en el tiempo y en el espa-
cio, como Ia Revolucin cientfica. Ahora, estos historiadores
rechazan incluso Ia nocin de que existiera en el siglo XVII una nica
entidad cultural coherente lIamada ciencia que pudiera experimen-
tar un cambio revolucionario. Lo que haba, ms bien, era una diver-
sidad de prcticas culturales que se proponan comprender, explicar
y controlar el mundo natural. Cada una de ellas tena caractersticas
diferentes y experiment un tipo de cambio distinto. Las afirmacio-
nes que sostienen que existe algo como un mtodo cientfico -un
conjunto coherente, universal y eficaz de procedimientos para Ia
construccin dei conocimiento cientfico- nos suscitan muchas
dudas, y todava ms Ias historias que sitan su origen en el siglo XVII
y 10 hacen lIegar hasta nosotros sin ningn problema Son muchoslos historiadores que no aceptan que los cambios introducidos en Ias
creencias y prcticas cientficas durante el siglo XVII fueran tan
revolucionarios como han sido presentados con tanta frecuencia
Afirmar Ia continuidad de Ia filosofa natural dei siglo XVII con su
pasado medieval es ahora cuestin de rutina, mientras que Ia idea
de revoluciones retrasadas, Ia de Ia qumica en el siglo XVIII y Ia de
Ia biologa en el XIX, sigue de cerca Ia identificacin efectuada por
los historiadores de IaRevolucin cientfica original.
,Por qu escrlbir acerca de Ia Revolucin cientfica?
La incomodidad actual de los historiadores con Ia categora de Ia
'Revolucin cientfica, tal y como ha sido interpretada tradicional-
La Revolucincientfica
mente, tiene todava ms motivos. En primer lugar, los ltimos anos
han atestiguado una insatisfaccin creciente de los historiadores
con Ia costumbre tradicional de tratar Ias ideas como si flotaran
libremente en un espacio conceptual. Aunque Ias explicaciones
previas interpretaban Ia Revolucin cientfica en trminos de ideas
Introduccin autnomas o mentalidades incorpreas, Ias versiones ms recien-
tes han insistido en Ia importancia de situar Ias ideas en contextos
culturales y sociales ms amplios. Ahora se oye hablar con msfrecuencia que antes de Ias relaciones entre los cambios cientfi-
cos dei siglo XVII y los cambios en Ias pautas religiosas, polticas y
econmicas. Y 10 que es ms fundamental, algunos historiadoresdesean ahora comprender Ias prcticas humanas concretas
mediante Ias que se construyen Ias ideas y los conceptos. l,Ou
haca Ia gente cuando efectuaba o confirmaba una observacin,
probaba un teorema o realizaba un experimento? Una explicacin
de Ia Revolucin cientfica en trminos de una historia de concep-
tos que flotan libremente es un animal muy diferente de otra for-
mulada en trminos de una historia de Ias prcticas que
construyen los conceptos. Por ltimo, los historiadores se interesan
cada vez ms en el quin de Ia Revolucin cientfica. l,Ou tipo
de gente intervino en estos cambios? 6Crea todo el mundo 10mismo que ellos, o slo unos pocos? Y si slo unos pocos tomaron
parte en estos cambios, en qu sentido, si es que hay alguno,podemos hablar de Ia Revolucin cientfica como el acontecimien-
to que efectu cambios masivos en Ia manera en que -nosotros-
vemos el mundo, como el momento en que Ia modernidad fue
construida para
-
de buena fe y sin pedir disculpas por ello, acerca de Ia Revolucin
cientfica. En este punto hay que tener presentes dos considera-
ciones importantes. La primera es que rnuchas figuras clave de
finales dei siglo XVI y dei siglo XVII expresaron enrgicamente suconviccin de estar proponiendo algunos cambios muy nuevos y
muy importantes en el conocimiento de Ia realidad natural y en Ias
prcticas mediante Ias que se poda adquirir, evaluar y comunicar el
conocimiento legtimo. Se identificaban a s mismos como moder-nos que se oponan aios antiquos modos de pensamiento y
prctica Nuestra percepcin de que un cambio radical estaba en
marcha proviene sustancialmente de ellos (y de los que fueron
objeto de sus ataques), y no es simplemente una creacin de algu-
nos historiadores de mediados dei siglo xx. As que podemos decirque el siglo XVII fue testigo de algunos intentos, conscientes y de
gran envergadura, de cambiar Ias creencias acerca dei mundo
natural y los modos de conseguirias. Y un libro acerca de Ia Re-volucin cientfica puede legtimamente contar una historia de esos
intentos, independientemente de si tuvieron xito o no, de si fueron
o no discutidos en Ia cultura local o de si fueron completamente
coherentes o no.6Pero por qu contamos estas historias en lugar de otras? Si
tipos diferentes de personas dei siglo XVII crean cosas diferentes
acerca dei mundo, crno confeccionamos nuestro reparto de
caracteres y sus creencias asociadas? Algunos filsofos natura-
les, por ejemplo, abogaban por una teorizacin racional, mientras
que otros impulsaban un programa relativamente aterico de expe-
rimentacin y de recopilacin de hechos.' La fsica matemtica era,
por ejemplo, un tipo de prctica muy diferente de Ia botnica. Haba
3. En el siglo XVII Ia palabra 'ciencia' (dellatn scienlia, que significa 'conocimiento', 'sabi-dura-) tenda a designar cualquier cuerpo de conocimiento propiarnente constituido (estoes conocimiento de verdades universales necesarias), mientras que Ias investigaciones delos tipos de cosas que existan en Ia naturaleza y de Ia estructura causal dei mundo reci-ban los nombres de .historia natural. y filoscfa natural>. respectivamente. Por 10general,este libro aceptar el uso habitual a comienzos de Ia edad moderna. incluyend~ Ia design~-cin de los autores relevantes como filsofos naturales, naturalistas, matemticos, astro-nomes, qumicos, y as sucesivamente. EI trmino 'cientfico' no se invent hasta el sigloXIX. y no se emple habitualmente hasta comienzos dei siglo xx.
La Revolucincientfica Introduccin
22 23
versiones muy diferentes de 10 que implicaba practicar Ia astro no-ma y tener Ias creencias propias de un astrnomo; Ias relaciones
entre Ias ciencias propiamente dichas, como Ia astronoma y Ia
qumica, y Ias pseudociencias, como Ia astrologa y Ia alquimia,eran muy problemticas; e incluso Ia categora de
-
tipo de historia distorsiona frecuentemente Ia comprensin dei
pasado en sus propios trminos. Sin embargo, no hay ninguna
razn en absoluto que nos prohba sentir el deseo de saber cmo
lIegamos desde all hasta aqu, quines fueron nuestros antepasa-
dos y cul es el linaje que nos conecta con el pasado. En este
sentido, una historia de Ia Revolucin cientfica dei siglo XVII puede
ser una explicacin de los cambios que consideramos que condu-
jeron -nunca directa o sencillamente, sin duda- a ciertas carac-
tersticas dei presente que nos interesan por algn motivo. Esto
sera una expresin de exactamente el mismo tipo de inters his-
trico legtimo que manifiestan los evolucionistas darwinianos
cuando cuentan historias acerca de Ias ramas dei rbol de Ia vida
que condujeron a los seres humanos, sin que ello suponga que
dichas historias constituyan una explicacin correcta de Ias carac-
tersticas de Ia vida hace cientos o miles de anos. No es rproba-ble contar historias de este tipo, si bien hay que tener mucho
cuidado en no pretender que tengan demasiada trascendencia.
No es probable que Ias historias acerca de antepasados, en tanto
que antepasados, sean explicaciones precisas de cmo era el
pasado: difcilmente Ias vidas e ideas de Galileo, Descartes o
Boyle son tpicas de los italianos, franceses o ingleses dei siglo
XVII; y no es probable que Ias historias adaptadas nicamente a su
papel ancestral en Ia formulacin de Ia ley de cada libre de los
cuerpos que aceptamos hoy, Ia ptica dei arco iris o Ia ley de los
gases ideales capten una gran parte dei significado e importancia
de sus propias carreras y proyectos en el siglo XVII.
EI pasado no se transform en el mundo moderno en un
momento singular: no debera ser motivo de sorpresa el descubrir
que los que practicaban Ia ciencia en el siglo XVII tenan, a menu-
do, tanto de modernos como de antiguos. Sus ideas tuvieron que
ser sucesivamente transformadas y redefinidas por generaciones
de pensadores hasta convertirse en Ias nuestras. Y, por ltimo,
Ias historias que contamos acerca de Ia gente, de Ias ideas y de Ias
prcticas que consideramos como nuestros antepasados, o
como los comienzos de nuestro linaje, siempre reflejan algn inte-
i.1
III
I1I,
La RevoIucincientifica
rs actual, Que contemos historias de Galileo, Boyle, Descartes y
Newton dice algo acerca de Ias creencias cientficas que tenemos
a finales dei siglo XX, y de 10 que nos parece valioso en ellas. Si
nuestro propsito fuera distinto, podramos relacionar aspectos dei
mundo moderno con los filsofos que fueron derrotados por
Inlroducci6n Galileo, Boyle, Descartes y Newton, y con concepciones de Ia
naturaleza y el conocimiento muy diferentes de Ias que elaboraron
los que reconocemos oficialmente como nuestros antepasados
cientficos. Asimismo, un propsito distinto nos lIevara a sacar
mucho partido dei hecho de que Ia mayora de los que vivieron en
el siglo XVII nunca oy nada de nuestros antepasados cientficos y,
probablemente, contemplaba creencias acerca dei mundo natural
muy diferentes de Ias que tenan los que hemos escogido como
nuestros antepasados. En realidad, Ia abrumadora mayora de los
que vivieron en el siglo XVII no viva en Europa, no saba que viva
en el siglo XVII, y no era consciente de que estaba ocurriendo una
Revolucin cientfica. Las mujeres, que constituan Ia mitad de Ia
poblacin europea, apenas si podan participar en Ia cultura cient-
fica, y 10 mismo ocurra con Ia abrumadora mayora -hombres ymujeres- que eran analfabetos o que, por algn otro motivo, no
tenan Ia posibilidad de acudir a los lugares que ofrecan una edu-
cacin formal.
A1gunas cuestiones historiogrficas
24
Pretendo que este libro est historiogrficamente puesto ai da,
pues utiliza algunos de los ms recientes anlisis histricos, socio-
lgicos y filosficos de Ia Revolucin cientfica Por otra parte, no
25 quiero turbar aios lectores con repetidas referencias a los debates
conceptuales y metodolgicos que ocupan aios profesionales. Este
libro no se ha escrito pensando en los especialistas, y los lectores
que se interesen por Ia situacin en que se encuentra el debate
que se desarrolla en el mundo acadmico encontrarn orientacio-
nes en el ensayo bibliogrfico. No hay ninguna razn para negar
-
que esta historia de Ia Revolucin cientfica representa un punto de
vista particular y que, si bien me sirvo libremente dei trabajo de
muchos estudiosos distinguidos, el libro representa mi punto de
vista. Sin duda, otros especialistas estarn en desacuerdo con mi
enfoque -algunos mostrarn su desacuerdo con vehemencia- y
una gran parte de Ias interpretaciones existentes ofrecen una pers-
pectiva bastante diferente de 10 que es digno de contarse acercade Ia Revolucin cientfica. Las posiciones representadas aqu
sobre algunas cuestiones historiogrficas recientes se pueden
resumir brevemente:
La Revo!ucincientfica
Introduccin
1. Doy por supuesto que Ia ciencia es una actividad social his-
tricamente situada, que debe ser entendida en relacin con los
contextos en los que se desarrolla. Los historiadores han discutido
largamente Ia cuestin de si Ia ciencia se relaciona con sus con-
textos histricos y sociales o si se debera estudiar aisladamente.
Yo simplemente escribir sobre Ia ciencia dei siglo XVII como si
fuera el fruto de una prctica colectiva que se desarrolla en un
momento histrico determinado, e invito aios lectores a juzgar si
esta interpretacin es plausible, coherente e interesante.
2. Durante mucho tiempo, ha parecido que los debates acerca
de Ia correccin de un enfoque histricamente contextual y so-
ciolgico de Ia ciencia dividan a los historiadores en dos grupos:
los que dirigan Ia atencin aios lIamados factores intelectuales
-ideas, conceptos, mtodos, evidencia- y los que acentuaban los
factores sociales -formas de organizacin, influencias polticas y
econmicas sobre Ia ciencia y usos sociales o consecuencias de Ia
ciencia-. Muchos historiadores, y yo me cuento entre ellos, consi-
deran ahora que esa demarcacin es ms bien estpida, y no har
perder el tiempo aios lectores con una discusin de Ias razones
por Ias que esas disputas tuvieron un lugar tan relevante en los
antiguos estudios histricos de Ia ciencia que se desarroll a
comienzos de Ia edad moderna. Si Ia ciencia se debe comprender
en su situacin histrica y en su aspecto colectivo (por ej., sociol-
gicamente), esta comprensin debera abarcar todos los aspectos
26
___ .1__
27
de Ia ciencia, tanto sus ideas y prcticas como sus formas institu-
cionales y sus usos sociales. EI que quiera estudiar Ia ciencia
desde un punto de vista sociolgico no puede ignorar el cuerpo de
conocimiento que haban construido los que Ia practicaban y cmo
obtuvieron ese conocimiento. La tarea dei historiador con mental i-
dad sociolgica es, ms bien, poner de manifiesto que Ia construc-
cin dei conocimiento y su posesin tienen Ia estructura de los
procesos sociales.
3. La interpretacin tradicional de los factores sociales (o el
aspecto sociolgico de Ia ciencia) se ha centrado en conside-
raciones que se toman como externas a Ia ciencia en sentido
propio, por ejemplo, el uso en el desarrollo dei conocimiento cien-
tfico de metforas provenientes de Ia economa o los usos ideol-
gicos de Ia ciencia para justificar ciertos tipos de decisiones
polticas. Se ha hecho una gran cantidad de excelente investiga-
cin histrica basada en esa interpretacin. Sin embargo, me pare-
ce que identificar el aspecto sociolgico de Ia ciencia con 10 quees externo a ella es un modo de proceder curioso y limitado. Hay
tanta sociedad en el laboratorio dei cientfico, y en el desarrollo
dei conocimiento cientfico, como fuera, Y, en realidad, Ia distin-
cin misma entre 10 social y 10 poltico, por un lado, y Ia verdadcientfica, por otro, es en parte un producto cultural dei perodo
discutido en este libro. La concepcin comn de Ia ciencia, que se
tiene a finales dei siglo XX, es en parte un producto de los episo-
dios histricos que queremos entender aqu. Lejos de tratar pro-
saicamente Ia distincin entre 10 social y 10 cientfico como unrecurso para contar un relato histrico, pretendo converti ria en un
tema de investigacin. 6Cmo, y por qu, hemos lIegado a pensar
que esa distincin es naturaf?
4. Considero que no existe nada parecido a una esencia de
Ia ciencia dei siglo XVII o de Ias reformas de Ia ciencia que se hicie-
ron en el siglo XVII. Por consiguiente, no existe una historia cohe-
rente nica que pueda captar todos los aspectos de Ia ciencia, o
de sus cambios, que pudieran interesarnos a nosotros, los moder-
nos de finales dei siglo xx. No hay ni una sola caracterstica de Ia
-
ciencia de comienzos de Ia edad moderna que, habindose identi-
ficado tradicionalmente como su esencia revolucionaria, no haya
presentado formas contemporneas con variaciones significativas,
o que no haya estado sometida a Ia crtica contempornea de los
que practicaban Ia ciencia, los cuales tambin han sido considera-
dos como modernos revolucionarios. Ya que, desde mi punto de
vista, no existe una esencia de Ia Revolucin cientfica, es legtimo
contar una multiplicidad de historias, en Ia que cada una de ellas
centra Ia atencin en alguna caracterstica real de esa cultura dei
pasado. Esto implica que Ia seleccin es una caracterstica nece-
saria de cualquier relato histrico, y que no puede existir nada
parecido a Ia historia definitiva o exhaustiva, por mucho espacio
que el historiador dedique a escribir sobre un episodio dei pasado.
Lo que seleccionamos representa inevitablemente nuestros intere-
ses, incluso si nos proponemos siempre contar 10 que realmenteccurri, Es decir, inevitablemente hay algo nuestro en Ias histo-
rias que contamos dei pasado. ste es el problema dei historiador,
y es tonto pensar que existe algn mtodo, por bienintencionado
que sea, que puede librarnos de l.
li!II:1I:II,lili'i Ii'I IIIIII1I
Las interpretaciones de los historiadores profesionales respe-
tan Ia gran cantidad de conocimiento factual dei pasado que tene-
mos ahora. Este respeto cuenta, correctamente, como una medida
de Ia honestidad intelectual, y todos los historiadores que quieren
ser honestos sienten el deseo de introducir matizaciones sin fin en
cualquier generalizacin acerca de Ia ciencia dei pasado. Yo 10experimento con tanta fuerza como cualquier otro historiador: en
Ias pginas que siguen hay muchas ocasiones en que habra de-
seado tener espacio suficiente para matizar y refinar afirmaciones
tajantes. Sin embargo, sucumbir a ese deseo tiene su precio. Es
poco probable que alguien que no sea un especialista lea historias
de complejidad infinita, con innumerables matices, cercadas de
modificaciones y rodeadas por un foso de citas. Y aunque estas
interpretaciones puedan ampliar nuestro conocimiento factual dei
pasado, es menos probable que sean 10 bastante coherentes co-\
i.III1
l.a Revolucincientfica
28
Introduccin
29
mo para hacer avanzar nuestra comprensin global. Sin duda, mi
objetivo es, en parte, lIamar Ia atencin sobre Ia heterogeneidad
cultural de Ia ciencia dei siglo XVII, pero he elegido hacerlo siguien-
do un nmero relativamente pequeno de cuestiones y temas a 10largo dei perodo de inters.
No me importa aceptar que esta interpretacin de Ia Revolucin
cientfica es selectiva y parcial. Tiene un sesgo moderado hacia Ias
ciencias empricas y experimentales y hacia los temas ingleses. Esto
se debe, en parte, a mis intereses histricos y, en parte, es Ia conse-
cuencia de mi conviccin de que muchas interpretaciones histricas
previas estn excesivamente sesgadas hacia Ia fsica matemtica y
los contextos continentales.' Esta concentracin estaba justificada
por Ia idea de que 10 realmente nuevo y realmente importante enel siglo XVII fue Ia matematizacin dei estudio dei movimiento y Ia
destruccin dei cosmos aristotlico, de 10 cual se segua una con-centracin casi exclusiva en figuras como Galileo, Descartes, Huy-
gens y Newton. Ellugar de honor que algunas historias tradicionales
conceden a Ia fsica matemtica y a Ia astronoma ha favorecido Ia
impresin de que nicamente estas prcticas constituyeron Ia
Revolucin cientfica, o incluso Ia de que su anlisis equivale a 10 quemerece Ia pena contar acerca de Ias novedades importantes en Ia
ciencia de comienzos de Ia edad moderna. Merece Ia pena retener
buena parte de estos supuestos, a condicin de que se los interpre-
te con ms moderacin, pero en este libro se lIamar Ia atencin, de
tanto en tanto, sobre Ia significacin que tuvieron, en una gama ms
amplia de ciencias, Ias prcticas reformadas mediante Ias que se lIe-
vaban a cabo Ias observaciones y se constitua Ia experiencia En
realidad, parte de Ia investigacin histrica reciente sostiene que el
siglo XVII, y especialmente Inglaterra, fue testigo de innovaciones
notables en los modos de identificar, conseguir, validar, organizar y
comunicar Ia experiencia, y quiero que este libro refleje Ia significa-
4. En muchos casos, mi utilizacin de temas ingleses no pretende implicar o afirmar que105desarrollos peculiares de Inglaterra fueran centrales, sino que es un modo de ilustrarlocalmente tendencias que estuvieron, en una forma general, ampliamente distribui das enEuropa .
-
cin de esas afirmaciones. A pesar de que este libro dedica mucha
atencin a Ias filosofas que se han lIamado mecrucas, -experi-
mentales y corpuscutares-, tampoco pretendo implicar que estas
prcticas equivalgan a Ia Revolucin cientfica No toda Ia filosofa
natural dei siglo XVII era mecnica o experimental, y entre Ias versio-
nes de ella que abrazaron el mecanicismo y Ia experimentacin, su
alcance y papel precisos fueron cuestiones discutidas. Sin embargo,
creo que los intentos de mecanizar tanto Ia naturaleza como los
medios de conocerla y los conflctos acerca de Ia conveniencia deIas versiones mecanicistas y experimentales de Ia filosofa natural,
captan buena parte de 10 que merece Ia pena entender acerca dei
cambio cultural en este perodo.Si hay alguna originalidad en Ia concepcin de este Iibro, posi-
blemente proviene de su organizacin bsica. Los tres captulos
tratan, sucesivamente, de 10 que se conoda dei mundo natural, decmo se consigui ese conocimiento y de Ia cuestin de los pro-
psitos a los que serva ese conocimiento. Ou, cmo y para qu.
Algunas interpretaciones existentes se han concentrado casi ex-
clusivamente en el qu, mientras que Ias explicaciones dei cmo
han tendido a adolecer de idealizacin y el para qu apenas si se
ha considerado, y cuando se 10 ha considerado ha sido de manera
relativamente aislada respecto dei qu y dei cmo.Ouiero resumir, y enfrentarme con, una interpretacin, ms o
menos cannica, de los cambios de creencia que, segn se afirma
frecuentemente, son caractersticos de Ia Revolucin cientfica,
mientras doy algunas indicaciones de que Ias creencias relevantes
variaron e incluso fueron intensamente discutidas. Comienzo se-
leccionando varios elementos, que estn presentes en cambiantes
pautas de creencia acerca de Ia naturaleza, que han sido tratados
rutinariamente por otros historiadores. Aunque he afirmado que no
existe nada parecido a una esencia de Ia Revolucin cientfica, cri-
terios pragmticos me empujarn, en algunas ocasiones, hacia una
explicacin artificialmente coherente de los cambios distintivos
que se produjeron en el conocimiento de Ia naturaleza. (Cuando
aparece esa coherencia artificial, todo 10 que puedo hacer es
La Revolucincientfica
Introduccin
31
sefialarla y, de vez en cuando, indicar los problemas que estn aso-
ciados con ella.)
Llamar Ia atencin especialmente sobre cuatro aspectos inte-
rrelacionados de los cambios que tuvieron lugar en el conocimiento
dei mundo natural y en los medios de conseguir dicho conocimien-
to. Primero, Ia mecanizacin de Ia naturaleza: el uso creciente de
metforas mecnicas para interpretar fenmenos y procesos natu-
rales; segundo, Ia despersonalizacin dei conocimiento de Ia natura-
leza: Ia separacin creciente entre los sujetos humanos y los objetos
naturales de su conocimiento, que se manifiesta especialmente en
Ia distincin que se estableci entre Ia experiencia humana munda-
na y Ias concepciones de 10 que Ia naturaleza es realmente; terce-ro, el intento de mecanizar Ia construccin dei conocimiento, esto
es, el uso propuesto de regias de mtodo explcitamente formuladas
que pretenda disciplinar el proceso de produccin dei conocimien-
to mediante el controlo Ia eliminacin de los efectos de Ias pasio-
nes e intereses humanos; y cuarto, Ia aspiracin a usar el
conocimiento natural reformado resultante para conseguir fines
morales, sociales y polticos, cuya condicin era el consenso res-
pecto a Ia idea de que el conocimiento en cuestin era verdadera-
mente benigno, poderoso y, sobre todo, desin terese do. Los dosprimeros temas se introducen en el captulo 1; el tercero se aborda
principalmente en los captulos 2 y 3; y el cuarto se trata casi exclu-
sivamente en el captulo 3.
EI captulo 1 traz a una panormica de algunos temas estndar
que se abordan en Ia mayora de Ias explicaciones de Ia Revolucin
cientfica: el desafio que plantearon los modernos a Ia filosofa
natural aristotlica y, especialmente, a Ia distincin entre Ia fsica
apropiada para entender los cuerpos terrestres y los celestes; el
ataque a un modelo con una Tierra central esttica y su reemplazo
por el sistema copernicano con el Sol situado en el centro; Ia met-
fora mecnica de Ia naturaleza, su asociacin con los medios mate-
mticos de comprender Ia naturaleza, y Ia rnatematizacin de Ias
cualidades>, puesta de manifiesto por el generalizado contraste
entre cualidades 'primarias y secundarias,
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EI segundo captulo se comienza a alejar de los modos tradi-
cionales de hablar acerca de Ia Revolucin cientfica. En vez de
tratar el conocimiento como si fuera simplemente un producto,
desarrolla una apreciacin ms activa y pragmtica de 10 que sig-nificaba construir el conocimiento cientfico: qu requera conse-
guir y comunicar persuasivamente una parte dei conocimiento de
Ia naturaleza. 6Cmo difera en forma y textura el nuevo conoci-
miento dei antiguo, y cmo diferan Ias nuevas prcticas de adqui-
sicin de conocimiento de Ias antiguas? Mi propsito es que el
lector lIegue a apreciar que el conocimiento y los cambios descri-
tos en el primer captulo se tuvieron que construir y justificar labo-
riosamente y, en cierta medida, que 105 que practicaban Ia cienciatenan opiniones divergentes acerca de cmo arreglrselas para
adquirir y justificar el conocimiento de Ia naturaleza. Ouiero intro-
ducir una apreciacin dinmica dei funcionamiento de Ia ciencia y
de su construccin, en lugar de interpretar Ia ciencia como una
creencia incorprea y esttica.
Una idea semejante informa el ltimo captulo, que se propone
describir Ia gama de fines, histricamente determinados, a los que
estaba destinado el conocimiento en el siglo XVII. EI conocimiento
de Ia naturaleza no era simplemente una cuestin de creencia; era
tambin algo a 10 que se recurra en una gama de actividadesprcticas. l.os que abogaban por una filosofa natural reformada,qu idea tenan de su utilidad? 60u pensaban que se poda hacer
con ella que no se pudiera hacer con Ias formas tradicionales de
conocimiento? 6Por qu debera ser valorada y apoyada por Ias
otras instituciones de Ia sociedad?
Aunque reconozco Ia naturaleza selectiva de esta interpreta-
cin, quiero entremezclar Ias generalizaciones interpretativas con
una serie de descripciones breves, relativamente detalladas, de
creencias y prcticas cientficas particulares. Lo hago as porque
quiero que este libro, por arbitrariamente selectivo que sea, d aios
lectores una idea de 10 que significaba, en Ia sociedad de comien-zos de Ia edad moderna, poseer un cierto tipo de conocimiento,
dedicarse a construi rio, aunque fuera en una parte pequena, hacer-
iiI
La Revo!ucincientfica
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Introduccin
10 pblico y reconocer su valor. No creo que esta tarea se hayaintentado an satisfactoriamente en un estudio con estos objetivos
y este alcance. Pretendo que Ias descripciones breves sirvan de
ventanas ai pasado, e invito ai lector a que se asome a ellas. Ouiero
dar una idea, ai menos, de Ia ciencia de comienzos de Ia edad
moderna que Ia represente no slo como un conjunto de creencias,
sino aderns como algo que se construy y se utiliz. Ouiz no
haya una intencin histrica ms trillada que el deseo de revivir Ia
histeria, sin embargo, algo muy semejante a ese deseo anima este
libro.
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