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San Camilo de Lelis
Torreón, Coah.
25 de Septiembre 2013
AGOSTO 1582
«Mientras Camilo ejercía el cargo de mayordomo, día a día crecía en él la caridad hacia los
enfermos de su hospital y reflexionaba sobre cómo podría alcanzar la altura de esta santa
virtud... Le apenaba, en gran manera, ver cómo sufrían por el trato de los empleados
mercenarios... se daba cuenta de que al no proceder su servicio del verdadero amor …
frecuentemente faltaban a su deber, en detrimento de los pobres.
Estando, pues, una noche ya tarde (podía ser la una de la madrugada) en medio del hospital se le
ocurrió el siguiente pensamiento: Que tal inconveniente no se podía remediar si no librando
a los enfermos de aquellos mercenarios, instituyendo en su lugar una Compañía de hombres piadosos y de bien que, no por
salario, sino voluntariamente y por amor a Dios, los sirviesen con la caridad y ternura
que suelen emplear las madres con sus propios hijos enfermos.
Se le ocurrió igualmente en esta primera idea que estos piadosos hombres … podrían llevar algún distintivo en el vestido, por ejemplo una
cruz ... Vuelto en sí de sus reflexiones se propuso, con la ayuda del Señor, ser él quien
diera comienzo a tal obra...Esto le sucedió el año 1582, …, en torno a la fiesta de la Asunción de la Virgen de Agosto.
Este primer pensamiento (simple esbozo del que sacó Dios la Orden) no aspiraba más que a formar una sencilla compañía de seglares, elegidos entre los más generosos de los
empleados del propio Hospital de Santiago.De ninguna manera pensó entonces en fundar una Congregación, ni en salir de dicho hospital. Tampoco en servir a los apestados, recomendar
el alma a los agonizantes o en visitar a los encarcelados.
A todo esto, poco a poco, le fue encaminando Dios estimulando aquella primera y sencilla
idea…».
Camilo había nacido el 25 de Mayo 1550 en un pequeño poblado – Buquiánico – de Italia central
(Reino de Nápoles)
Siguiendo las huellas paternas se hace soldado, pero una llaga en la pierna lo detiene; va a Roma a un famoso hospital; se alivia, retoma su carrera.
Se queda en miseria, se pone a trabajar como albañil con los Capuchinos.
Se convierte a Dios (2 de febrero de 1575); intenta hacerse fraile; de nuevo enfermo: vuelve a Roma y ahí se queda, atendiendo a los enfermos.
Volvamos a Agosto 1582.5 colegas aceptan su programa. Los dirigentes
del Hospital, los demás colegas y hasta San Felipe Neri (su confesor), lo atacan y lo
humillan; éste último lo rechaza de entre sus penitentes.
Camilo está a punto de renunciar, cuando una noche el Crucifijo se anima, desprende los brazos y le habla: “¿De qué te afliges, cobarde? Sigue adelante que Yo te
ayudaré, porque ésta es obra mía y no tuya”
Camilo recibe la Ordenación sacerdotal el 26 de Mayo 1584
Recibe la aprobación de la Congregación el 18 de Marzo de 1586, con el Papa Sixto V.
De ahora en adelante se llamarán “Ministros de los Enfermos”, es decir “servidores”; y para ellos pide, como signo distintivo, una cruz roja cocida en el pecho del hábito
Empiezan a ir a otro Hospital: el Santo Espíritu de Roma
Terrible, amenazante de muerte y muy frecuente en aquellos años es la peste.
Estalla en verano y siempre en aquella multitud de escuálidas chozas,
amontonadas alrededor de las ruinas antiguas de Roma. Carestía y sequía, falta
de las más elementales medidas de prevención y de higiene, favorecen la
expansión de los microscópicos enemigos de la vida.
1590 – Agosto
Dondequiera y siempre que es posible, los Ministros de los Enfermos están presentes: el
cuarto Voto de su Regla los compromete al servicio de los enfermos “aún en caso de peste”.
Las antiguas ruinas se llenan de muerte y de desesperación. Camilo se lanza, en alma y cuerpo, a aliviar los sufrimientos: es el
Bautismo de sangre de la Congregación.
La cruz roja sale aún más roja por la sangre de muchos muertos en nombre de
la caridad y el amor.
El 21 de Septiembre de 1591 la Iglesia reconoce este holocausto anónimo de
muchos jóvenes y eleva la Compañía del P. Camilo a Orden Religiosa
En las Reglas “para servir con perfección a los enfermos” (1584-85) Camilo vierte su experiencia y fervor; confía en particular en los jóvenes,
llenos de entusiasmo como él, generosos y dispuestos a inmolarse por
el prójimo.
Vuelve también a los campos de batalla, pero con su cruz roja para llevar vida y salvación a los soldados heridos.
Hombre “de pocas letras”, apodan a Camilo, sin embargo de grande y fina intuición, gracias al amor y la devoción
que tiene hacia quien está enfermo o pobre, hasta el punto de imponer normas
higiénicas y de salud ni siquiera imaginables en su tiempo.
“Padres y Hermanos míos, miremos en los pobres y enfermos a la persona del mismo Cristo quien nos dice: Lo que han hecho al
más pequeño de éstos, a mí me lo han hecho. Hermanos míos, estos pobrecitos y enfermos, a quienes servimos, nos harán ver un día el rostro de Dios. Los enfermos son nuestros señores y amos, y nosotros los debemos
servir como sus siervos y esclavos”.Aquí radica el secreto de la conversión de
Camilo: el haber descubierto a su Dios en los enfermos
La Orden se desarrolla, se abren comunidades por toda Italia.
En el año 1607 Camilo renuncia a ser superior general y puede dedicarse a lo
que más le atrae: estar con los enfermos.
Sin embargo los superiores lo involucran en la animación de las comunidades
Camilo quisiera tener cien brazos y una casa grande para acoger a todos los que
sufren.
En otoño de 1613 lo encontramos en el hospital de Milán. Aquí resumió toda la
experiencia de su larga vida al servicio de los enfermos y de su obra de reforma en
unas. “Reglas que deben cumplir nuestros hermanos en el Hospital Mayor de Milán para servir con todo esmero a
los enfermos"
En los 71 artículos se encuentran normas y sugerencias para todos: los de turno, los jefes
de los servicios corporales, los asistentes espirituales, etc. Se recomienda ternura y
cariño al recibir los nuevos, y al proporcionarles las camas, atención y solicitud para atender la
historia de su enfermedad. Se insiste en la limpieza de los locales; en el aseo y la higiene de los enfermos procurando cambiarles la ropa
sucia y limpiarles la boca y los dientes; en el respeto a la dieta recetada por el médico, etc. El
enfermero-jefe tiene el deber de darse cuenta de todo lo que ocurre o se necesita.
La asistencia espiritual a los moribundos debe ser asegurada en absoluto; los enfermos sean
preparados para recibir los sacramentos y acompañados en todo momento con palabras
de fe y de confianza en Dios, Padre de misericordia... Y otros pormenores que indican la seriedad del servicio exigido y los criterios prácticos que animan la acción de Camilo.
En 1614 se siente viejo y enfermo. Al llegar la primavera no piensa más que en su Hospital
Santo Espíritu donde tiene reservado su cuarto y del que guarda la llave. "Esta llave - va
repitiendo - me abrirá las puertas del cielo". Un día de sol saca sus últimas fuerzas y quiere
ir a visitar a sus enfermos. Arrastrando su pierna llagada, pasa de cama en cama
consolando y animando a cada uno... Luego se despide. Con los ojos rojos por la emoción les dice: "Hermanos míos, me sentiría dichoso de
morir aquí entre ustedes... me voy con el cuerpo, pero les dejo mi corazón...".
Como Fundador envía a todos sus religiosos presentes y futuros una Carta - testamento:
"Me parece que faltaría a mi deber, encontrándome gravísimo y casi desahuciado
de los médicos, si no dijera con la mayor sencillez y rectitud de intención lo que he
sentido sobre nuestro santo Instituto, para que todos procedamos con aquella rectitud y
fidelidad que Dios pide de nosotros para no enterrar el talento tan precioso que el Señor nos
ha entregado ...
«…Y porque el diablo no ha cesado, ni cesa, ni cesará de procurar destruir esta pequeña
planta, maltratándola de una manera u otra y procurando desviar y alterar nuestro Instituto, todos eviten tan grande sacrilegio y ofensa del
Señor...”."Recomiendo que siempre se sirva no sólo a las almas sino también a los cuerpos de los
enfermos... Y para poder perseverar en tal servicio hay que practicar la santa pobreza con
toda diligencia, cultivar la unión, la paz y la concordia entre todos y cumplir los votos...
«… Exhorto por lo tanto a todos los presentes y venideros a no querer sobresalir, y a caminar con santa sencillez por el camino trazado en
nuestra Bula de fundación y a que todos sean fidelísimos en esto...
Envío mil bendiciones a todos los presentes y futuros que trabajarán en esta santa viña del
Señor hasta el fin del mundo»
En esta Carta - testamento está todo el corazón de Camilo. Lleva la fecha del 10
de julio de 1614
Cuatro días después, el 14 de julio entregado a la oración y rodeado de sus hijos, murió en paz del Señor. Tenía 64 años de edad, 40 dedicados al servicio
de los enfermos
Servir a Jesús en el enfermo
No existe espacio para la división entre contemplación y acción cuando la propia acción se dirige hacia la oración, cuando el servicio al enfermo se hace culto a
Dios.
La centralidad del enfermo
En la institución hospitalaria, el enfermo ocupa el lugar de “señor
y amo”. Todo debe de ser finalizado a su cuidado.
La globalidad de la asistencia al paciente
El cuerpo y el alma no son separables en el enfermo, y sus necesidades se deben atenderlas con una visión unitaria de la
persona.
El compromiso afectivo
No sólo se debe acercarse al enfermo, tratándolo como un ser íntegro (alma y cuerpo), sino acercarse a él con toda la integridad de
nuestra personalidad: conocimiento y afectividad, técnica profesional y corazón. Es
famosa la frase de Camilo, dirigida a un hermano: “Más corazón en aquellas manos”.
Camilo entraba en éxtasis mientras servía a los enfermos y desconfiaba de la espiritualidad de quien pasaba su tiempo en compañía de Cristo en
el sagrario, mientras el Cristo enfermo se moría por falta de asistencia
Servir a Jesús en el enfermo favorece grandemente la unidad de la vida
espiritual. No existe espacio para la división entre contemplación y acción cuando la propia acción se dirige hacia
la oración, cuando el servicio al enfermo se hace culto a Dios.
Donde está el enfermo, ahí está Dios y se hace lugar de celebración. La
cama del enfermo se hace altar alrededor del cual se desarrolla la
liturgia del servicio