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Río: XLVIAuthor(s): José Luis RivasSource: Callaloo, Vol. 26, No. 4 (Autumn, 2003), pp. 1105-1108Published by: The Johns Hopkins University PressStable URL: http://www.jstor.org/stable/3300796 .
Accessed: 12/06/2014 09:52
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XLVI
por Jose Luis Rivas
Para Tinina
Y todavia salta por tu sueiio
igual que una tonina el rio de tu infancia caudalosa y un pez aguja de cristal hilvana con su hocico el musgo terciopelo de la margen donde se estrella a veces blando el oleaje Y si una lancha de motor cruza dando tumbos
hasta la otra orilla entonces se abre una flor
radiosa espuma
Te acuerdas oh prodigio de aquella agua tan clara
acostada a la sombra de sofiolientas lanchas ancladas en el muelle como potros atados a un horc6n
en el lindero de dos fincas
Aun tienes por delante como un sueno por sonar
el rio transparente de tu infancia el rio subterraneo de tu sangre tumultuosa Tus ojos lo devoran con blando canalete que va trazando una estela en el agua
a su balsa a su balsa de varas de mangle atadas con bejuco
Ah el rio era azul verde o dorado y al caer la tarde a los petalos del crepusculo
mezclaba flores de framboyan
Callaloo 26.4 (2003) 1105-1108
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CALLALOO
Oh prodigio rodeado de calor por todas partes
era un islote de frescura un oasis donde se empozaban los aparejos de bogar
y los de ver
Te hablaba siempre de ti de lo que has olvidado de tus suenios Te hablaba siempre de tu
y su rumor subia hasta los cerros a buscarte
Y cuando a su llamada tu presto acudias
en vez del magico tapete ponia a tus pies
aquella arca construida con varas de mangle y con bejuco
Y noche a noche el sueiio
antes de zarpar recitaba el listado de Noe
Y no habia prisa porque quedara nadie fuera
pues que los escogidos lo eran por amor
por su amor a los soles
y a las palmas temblorosas de la tarde
y al escandalo de las ranas en el zarzal
y al estrepito de los tordos en los guayos
Y el suefio
que creias perdido surca ahora aquel rio
y te despierta con un silbo
Es la sirena del chalan
que regresa de rio arriba
repleto de racimos amarillos
pecosos platanos y ramos de fragantes nispolas
Los hombres ya descargan en las gradas del muelle
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CALLALOO
canastas con rodantes sabores melones de agua
enormes calabazas que seran un dia medidas de la sed
sandias rotundas como una sentencia
Y el alba bulliciosa tiende su tenderete de aromas que cruzaron a traves de la noche con los ojos abiertos
deslumbrados
Y el rio que creias perdido estero adentro
cual tibur6n varado sofiaba llevandote de la mano susurrandote al oido
como una tepa al mediodia como un travieso duende a medianoche (de esos que arrojan piedras al vecino
y atraen las maldiciones del tejado al tiempo que despiertan
el graznido de las aves luctuosas)
Y aquel rio no acaba porque es afluente de tu dicha y va contigo a todas partes
sin que te enteres que es el quien vuelve del reves
tus parpados para que veas como lo hacias de nifio oh maravilla
con los ojos enormes arrobados
Miralo: ya te lleva de la mano
por todos sus rincones y los dos pueblos que acuna en sus riberas malencarados
te miran con inquina
Y aquel rio no acaba
porque es afluente de tu dicha y trep6 por una madreselva
hasta el cielo
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CALLALOO
hasta la tierra de promisi6n que florece
cuando los parpados se cierran o los ojos se ahondan con su vertigo y se hacen pensamiento voluptuoso jardin plantado de delicias mazorca desgranada en abalorios y cuentas de coral ...
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