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Revista Iberoamericana de Teología

ISSN: 1870-316X

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Universidad Iberoamericana, Ciudad de

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México

Medellín Erdmann, Rodrigo Antonio

La fórmula litúrgica "En la unidad del Espíritu Santo" y la controversia de un jesuita y un

benedictino a mediados del siglo XX

Revista Iberoamericana de Teología, vol. IX, núm. 16, enero-junio, 2013, pp. 69-105

Universidad Iberoamericana, Ciudad de México

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=125247734003

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La fórmula litúrgica �En la unidad del Espíritu Santo� y la controversia de un jesuita y un benedictino a mediados del siglo XX

Rodrigo Antonio Medellín Erdmann*

Resumen A mediados del siglo pasado hubo una controversia teológica sobre el signi-ficado de la fórmula �in unitate Spiritus Sancti� de la doxología final del ca-non romano, entre el jesuita austríaco Jungmann y el benedictino francés Botte, ambos destacados liturgistas. El jesuita la considera cristológica y, apelando a la tradición, la equipara al �in sancta Ecclesia tua� de san Hipóli-to. El benedictino también investigó la tradición, y sostiene que no es cristo-lógica sino trinitaria, y que alude a la unidad del Padre y el Hijo en el Espíritu Santo. La controversia no parece haberse resuelto en aquel tiempo. Este artículo profundiza en el tema y propone un planteamiento cristológico/trinitario,que puede enriquecer la vida cristiana. El tema no deja de tener su importan-cia y actualidad teológica, aun en el ámbito social latinoamericano y en la necesidad de transformarlo. Es la esperanza que con las precisiones aporta-das los celebrantes de la misa, sacerdotes y laicos, revisen el sentido que le dan a esta fórmula, que quienes luchan por la justicia en América Latina encuen-tren una inspiración, y que la vivencia de la Trinidad alcance una mayor plenitud entre los fieles cristianos.

* Licenciado en Relaciones Industriales, con amplia experiencia en desarrollo rural en México. Doctor en Sociología por la Universidad de Harvard, licenciado en Ciencias Teológicas por la Universidad Iberoamericana, con especialidad en Patrística por el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos, ciudad de México. Correspondencia: Pro-longación Niños Héroes 259-B, Tepepan, 16020, México, D. F. Tel. + 52 (5) 5676-2952. Correo electrónico: [email protected].

Ribet / Vol. XI / N° 16, enero-junio 2013, 69-105Derechos reservados de la Uia, ISSN 1870316X

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Summary Around the middle of last century there was a theological controversy be-tween the Austrian Jesuit Jungmann and the French Benedictine Botte, two distinguished liturgy experts, regarding the meaning of the formula �in the unity of the Holy Spirit� of the Roman Canon�s concluding doxology. The Jesuit regards the formula as Christological, and, taking recourse to tradi-tion, considers it equivalent to the �in sancta Ecclesia tua� of St. Hyppolitus. The Benedictine, also reaching back to tradition, argues that the formula is not Christological but Trinitarian, and refers to the unity of the Father and the Son in the Holy Spirit. The controversy does not seem to have been solved at that time. The present article explores the theme deeper, and pro-poses a Christological/Trinitarian interpretation, that might enrich today�s Christian life, along with the social implications for Latin America and its need for social change. Hopefully those celebrating the Eucharist, priests and laymen, will revise their understanding of the formula and find a new mean-ing to it, those striving for justice will be inspired, and believers will achieve a more vital Trinitarian experience.

1. Planteamiento Como sabe cualquier católico practicante, la fórmula �en la unidad del Espíritu Santo� pertenece a la doxología1 final del canon de la misa de la Iglesia latina: �Por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Es-píritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén�.2

Pero, ¿a qué se refiere esta fórmula? ¿Quién o quiénes están o viven �en la unidad del Espíritu Santo�? Una atención cuidadosa a la entonación del 99 % de los sacerdotes celebrantes al proclamarla mostraría con claridad que la fórmula se refiere a la unidad del Padre y el Hijo en el Espíritu Santo. Así parece confirmarlo también de manera inobjetable uno de los finales de oraciones dentro de la misa: �Por el mismo Señor Nuestro Jesucristo, que contigo vive y reina en la unidad del

1 Del griego do,xa y lo,goj: palabra de glorificación. 2 Originalmente pertenece al canon romano (cfr. CONFERENCIA EPISCOPAL MEXICANA, Misal romano, Buena Prensa13, México 2003, 378) y se ha conservado inalterada al fi-nal del canon de las otras tres plegarias eucarísticas de la actual liturgia en español de la Iglesia católica. Ibid., 383, 394 y 402.

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Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén�.3 Casi podría-mos hablar de una obviedad y, por tanto, de una pregunta ociosa: en la mencionada fórmula en efecto se trata de una glorificación de la Santísima Trinidad: el Padre y el Hijo �en la unidad del Espíritu Santo�. Cierto es que, durante siglos, la tradición de la Iglesia ha desarrollado como uno de sus dogmas fundamentales el de la Santísima Trinidad. Esta fórmula sería como el compendio de ese dogma. En terminología teológica, el sentido obvio aludido haría referencia a la Trinidad inmanente, es decir, al Dios trino y uno, a la vida intratrinitaria de comunión de las tres personas divinas en una misma naturaleza,4 a quien estaríamos dando �todo honor y toda gloria� al final del canon. Sin embargo, esta interpretación que parece obvia es opinable y ha sido dis-cutida. Empecemos por lo último que ha sido discutida, para abordar después lo opinable.

2. Términos de la discusión En su destacada obra sobre el Espíritu Santo,5 Congar cierra el libro segun-do, �Señor y Dador de Vida�, con la conclusión: �En la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria�. En ella, al referirse a la doxología de final del canon, nos dice:

Respecto de la doxología, dos especialistas han presentado sendas interpre-taciones que se contraponen. Para J. A. Jungmann, �en el Espíritu Santo� equivale al �en la santa Iglesia� de Hipólito. Dom B. Botte sigue el trazo de la historia de la fórmula, que aparece en el [año] 420: es una fórmula esen-cialmente trinitaria que expresa la unidad de las personas divinas y su glo-rificación común. No queremos entrar en esta discusión.6

Sin embargo, aun cuando Congar la haya declinado, es posible que esta dis-cusión pueda esclarecer el tema abordado e iluminar aspectos medulares de la liturgia y la vida cristianas.

3 Ibid., passim. 4 Sobre esta terminología, ver W. KASPER, El Dios de Jesucristo, Sígueme, Salamanca 2001, 311: �La unidad de trinidad inmanente y trinidad económica�. 5 Y. M. J. CONGAR, El Espíritu Santo, Herder2, Barcelona 1991. 6 Ibid., 430.

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3. Una controversia de mediados del siglo pasado Empecemos donde se quedó Congar: con las obras que cita del jesuita Jugmann7

y del benedictino Botte.8 En efecto, en una polémica de la década 1950, Jung-mann expone su pensamiento. Botte muestra su desacuerdo y lo fundamenta. No se llegó a ningún acuerdo, de manera que la discusión quedó pendiente. Analicemos los argumentos de uno y otro, empezando por Jungmann.

3.1 Los argumentos del jesuita Jungmann analiza las oraciones del canon romano y las vincula con la tradi-ción hasta llegar a la terminación de la última, �Nobis quoque peccatoribus... per Christum Dominum Nostrum�, que se continúa con el preámbulo de la doxología: �Per quem haec omnia, Domine, semper bona creas, sanctificas, vivificas, benedicis et praestas nobis�. Aquí Jungmann realza la intermediación de Cristo, por quien el Padre nos da todas las cosas que se han venido aludiendo a lo largo de la misa. Por Cristo las crea, las santifica, las vivifica, las bendice y nos las proporciona como siempre buenas. Y es esta mediación la que da sentido a la doxología, que inicia con la clara intermediación de Cristo:

Per ipsum, et cum ipso, et in ipso, est tibi Deo Patri omnipotenti, in unitate Spiritus Sancti, omnis honor et gloria per omnia saecula saeculorum

Jungmann señala que desde la antigüedad las oraciones terminaban con una doxología trinitaria al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo. Así, por ejemplo, el rezo de los salmos:9

7 J. A. JUNGMANN, �In der Einheit des Hl. Geistes�, en Gewordene Liturgie, Innsbruck 1941, 190-205; El sacrificio de la misa, BAC4, Madrid 1965, 948-949; �In unitate Spiritus Sancti�, en Zeitschrift für katholische Theologie 72 (1950) 481-486. 8 B. BOTTE, ��Excursus� sur deux points obscures du Canon de la messe�, en La Mai-son-Dieu 23 (1950) 49-53; L�Ordinaire de la Messe, París 1953, 133-139.9 JOSÉ A. JUNGMANN, El sacrificio de la misa, Madrid, BAC 1951, 948.

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En cambio, la fórmula final de la oración sacerdotal está redactada con arreglo a otro tipo, poniendo en el centro de la atención la mediación del Redentor; pero no olvida ni aun entonces una alusión por lo menos a su reinado eterno con carácter doxológico. Sólo en la oración príncipe de to-das las liturgias, la suprema oración eucarística se ha conservado, en su forma romana, una solemne doxología final, y esto en una fórmula don-de se aúnan acertadamente la sencillez con la grandeza. Su redacción ac-tual coincide con la de los más antiguos documentos del canon. Delata, además, su tradición antiquísima la circunstancia de que no expresa la alabanza de Dios sino �por Cristo�, rasgo que en la mayoría de las litur-gias orientales, a consecuencia de las turbulencias arrianas, se perdió no sólo en este pasaje, sino generalmente en el final de todas las oraciones.10

Y continúa:

Efectivamente, la doxología final del canon romano guarda estrecha relación con la que se lee en la Eucaristía de San Hipólito de Roma; relación tanto más visible si comparamos ambos textos poniéndolos uno al lado del otro (basta un pequeño cambio en la posición de las palabras del canon actual):

Canon actual San Hipólito Per ipsum et cum ipso et in ipso Per quem est tibi tibi omnis honor et gloria gloria et honor Deo Patri omnipotenti Patri et Filio cum Sancto Spiritu in unitate Spiritus Sancti in sancta Ecclesia tua per omnia saecula saeculorum et nunc et in saecula saeculorum

Sobre este texto11 Jungmann comenta:

10 Idem. 11 Idem. El texto de Hipólito citado por Jungman se puede encontrar en Hippolyte de Rome, La Tradition Apostolique, d�après les anciennes versions (introducción, traduc-ción y notas de B. Botte), O. S. B., Sources Chrétiennes2 11bis, París 1984, 52. En la in-troducción se explican las diversas tradiciones textuales (pp. 18-24). Sobre el pasaje en cuestión, Botte presenta la versión latina (L) que reza: �per puerum tuum Ie(su)m Chr(istu)m, per quem tibi gloria et honor patri et filio cum s(an)c(to) sp(irit)u in sancta ecclesia tua et nunc et in saecula saeculorum. Amen�, que es la que Jungman cita. La

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La diferencia principal se advierte en que los nombres de las tres perso-nas divinas, que en San Hipólito se encuentran juntas como objeto co-mún de la alabanza, en nuestro canon, atendiéndose a la economía de nuestra salvación, aparecen en parte como participando activamente en esta alabanza. La �unidad del Espíritu Santo� de nuestro canon es lo equivalente a la expresión de �santa Iglesia� en el texto de San Hipólito. La Iglesia está formando una unidad y una comunidad en el Espíritu Santo: Sancto Spiritu congregata [Colecta del viernes infraoctava de Pen-tecostés], y está siendo santificada por su inhabitación. Ella es la unidad del Espíritu Santo y de ella sube toda gloria y alabanza a Dios, el Padre todopoderoso, y sube �por Él�, pues Cristo es la cabeza de la humanidad redimida y de toda la creación que en Él está compendiada (Ef 1,10) [...] In Ipso e in unitate Spiritus Sancti indican, por lo tanto, la fuente de don-de dimana toda glorificación al Padre celestial [...]12

Hasta aquí lo esencial de la argumentación del jesuita.

3.2 Refutación y argumentación del benedictino En el contexto de un artículo sobre la traducción del canon romano del latín al francés, Botte hace un �excursus sobre dos puntos obscuros del canon de la misa�, uno sobre el término rationabilem, y el otro sobre In unitate Spiri-tus Sancti.13 De este último se pregunta: �¿Qué significa exactamente esta fórmula que tenemos en la doxología del canon de la misa y en la conclusión de las oraciones? Es bastante difícil decirlo. El único estudio que ha apareci-do sobre este problema es el del P. J. Jungmann,14 y me es imposible estar de acuerdo con sus conclusiones�.15 Y continúa:

traducción latina de la versión etíope (E) dice: �per filium tuum Iesum Christum, per quem tibi [Deo Patri] gloria et honor in sancta ecclesia nunc et semper et in saecula saeculorum. Amen.�12 Ibid., 949. 13 B. BOTTE, ��Excursus� sur deux points obscures du Canon de la messe�, en La Mai-son-Dieu 23 (1950), 49. 14 Se refiere a Die Stellung Christi im liturgischen Gebet, Münster 1925, 151, y Missarum Solemnia, Viena 1948, t. II, 321.15 B. BOTTE, ��Excursus� sur deux points...�, 49.

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Se puede resumir así la explicación del sabio jesuita: 1) la fórmula pertene-ce primitivamente a la doxología del canon, y sólo posteriormente se ex-tendió a la conclusión de las oraciones; 2) en el canon, la fórmula in unitate Spiritus Sancti significa la unión producida en la Iglesia por el Espíritu San-to, y responde exactamente a la fórmula in Ecclesia de la anáfora16 de Hi-pólito. La doxología no es por tanto, hablando propiamente, trinitaria, sino cristológica. Se trata de la gloria rendida al Padre por Cristo en la Iglesia, cuya unión es obra del Espíritu Santo. En la conclusión de las oraciones, la fórmula debe entenderse en forma análoga, pero se trataría de la Iglesia del cielo.17

¿Qué piensa al respecto Botte? Tras resumir la argumentación de Jungmann, da su opinión:

Todo me parece endeble en esta teoría, no obstante la autoridad del autor en materia litúrgica. Para empezar, la interpretación de la conclusión de las oraciones es evidentemente forzada. Si el sentido in unitate Spiritus Sancti = in Ecclesia es primitivo, es claro que ya no se comprendía cuan-do se introdujo la fórmula en la conclusión de las oraciones. Pero nada prueba que esta fórmula haya pertenecido sólo a la doxología del canon [�] Que la doxología del canon romano sea puramente cristológica es más que discutible. Dom Casel ha sostenido contra el P. Jungmann su ca-rácter trinitario,18 y eso me parece evidente. Hay un vicio metodológico al interpretar esta doxología según la de la anáfora de Hipólito. Entre las dos hay un buen número de intermediarios, y los dos o tres siglos que separan la época de Hipólito de cuando el texto de nuestro canon fue de-finido fueron marcados por las controversias trinitarias. Que se recuerde, en particular, la lucha de los Padres ortodoxos a favor de la fórmula �con el Espíritu Santo� en lugar de la expresión tradicional que los arrianos

16 En griego avna,fora, de avna.&fe,rw, etimológicamente significa �anuncio� y �ofrenda�. En las liturgias griegas y orientales es la sección de la misa que corresponde al prefacio y al canon en la liturgia romana, y cuya parte esencial es la consagración. Al respecto, ver G. W. H. LAMPE, D.D., A Patristic Greek Lexicon, Clarendon Press, Oxford 1961, 127-128, y A. DI BERARDINO, Diccionario patrístico y de la antigüedad cristiana, Sí-gueme2, Salamanca 1998, vol. 1, 106-111. 17 B. BOTTE, ��Excursus� sur deux points...�, 49. 18 Jahrbuch für Liturgiewissenschaft 7 (1927) 181.

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querían sostener �en el Espíritu Santo�. Sería sorprendente que la doxo-logía romana no sea tan trinitaria como todas las otras.19

Y vuelve a expresar su perplejidad:

Muy a mi pesar, no puedo, por lo tanto, adherirme a esta interpretación. Si digo �muy a mi pesar� no se trata de una simple fórmula de cortesía. Es que nadie ha propuesto hasta el presente una explicación satisfactoria, y no oculto mi perplejidad. Las personas competentes que he consultado me han confesado que nunca se habían planteado la cuestión y que no tenían una respuesta que darme.20

A continuación Botte presenta el resultado de su búsqueda personal entre los Pa-dres de la Iglesia y autores antiguos �que en resumen cita Congar (cfr. supra).

3.3 Relevancia ¿Qué pensar de este debate de mediados del siglo pasado? Frente a los gran-des retos que enfrentan la Iglesia actual y el mundo moderno parecería ésta una discusión bizantina o, en el mejor de los casos, una discusión de escuela, interesante para algunos, pero sin mayor relevancia. Este planteamiento se re-fuerza por el hecho de que si bien en determinados sectores de la Iglesia ha habido un renovado interés por el Espíritu Santo y su papel en la Iglesia, la fór-mula en cuestión no parece que haya ocupado a los teólogos en las últimas dé-cadas.21 La posición de Congar: �No queremos entrar en esta discusión�, parece haber sido aceptada, de manera implícita o explícita, por todos.

3.4 Conveniencia Sin embargo, por razones de interés teológico, y por su presumible trascendencia social, parece conveniente esclarecer el punto. El resto del artículo estará de-dicado, por consiguiente, a tratar de dilucidar la controversia, así como a resaltar las implicaciones cruciales que tiene una solución, tanto en el ámbito de la

19 B. BOTTE, ��Excursus� sur deux points...�, 49-50. 20 Idem. 21 Al menos en las pesquisas que he realizado hasta ahora no ha aparecido ninguna in-formación.

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teología y de la vida cristiana, como en el ámbito social de nuestro mundo glo-balizado, en especial en el contexto latinoamericano.

4. Planteamiento metodológico

4.1 Una quaestio disputata: ¿fórmula cristológica o trinitaria? Nos encontramos frente a una especie de quaestio disputata, tan frecuente en la historia de la teología, con su correspondiente sic et non:22 respecto a la doxología final del canon, Jungmann sostiene que es una fórmula cristológi-ca; Botte está en desacuerdo, y sostiene que es trinitaria. ¿Quién de los dos tiene la razón? ¿Hay alguna forma de resolver la controversia? ¿Qué conse-cuencias tendría la solución?

4.2 Procedimiento propuesto Proponemos una investigación con los siguientes pasos: a. Ulterior esclarecimiento de los argumentos de cada autor (sección 5). b. Planteamiento de una hipótesis explicativa (sección 6). c. Dos concepciones de la Trinidad (sección 7). d. Las doxologías, siempre presentes (sección 8). e. Las ortodoxologías (sección 9). f. El tsunami arriano y la reacción ortodoxa (sección 10). g. La liturgia de la misa y la doxología del canon romano (sección 11). h. Propuesta de solución (sección 12). i. En la dinámica de la Trinidad económica (sección 13). j. Trinidad y sociedad en América Latina. El caso de México (sección 14). k. Enriquecimiento de la vida cristiana (sección 15).

5. Ulterior esclarecimiento de los argumentos de los dos polemistas

5.1 Ulterior análisis de Jungmann Apelando a la tradición (San Hipólito), Jungmann afirma que la fórmula �in unitate Spiritus Sancti� significa en tu santa Iglesia, es decir, en la glorifica-

22 Cfr. PEDRO ABELARDO (1079-1142) en E. VILANOVA, Historia de la teología cristiana, Herder, Barcelona 1987, t. I, 553-565.

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ción de Cristo con su cuerpo místico al Padre. La fórmula es, pues, cris-tocéntrica, con la participación de las tres personas divinas. Sin embargo, la apelación que Jungmann hace a San Hipólito, comparando la doxología del canon con la reportada por dicho Padre en igual función doxológica, en realidad debilita su argumento. Por una parte es atendible la objeción meto-dológica de Botte de efectuar un brinco hacia atrás de varios siglos en la tra-dición, al comparar ambas doxologías, cuando hay de por medio siglos de una discusión intensa sobre el tema. Por otra parte, la forma como se plantea la comparación de Jungmann no parece válida. La comparación tendría que establecerse tomando como eje las personas divinas, y no las simples frases, cambiadas de orden de manera arbitraria. En el caso de Hipólito la doxología menciona a:

Per quem [Jesum Christum] tibi [Trinitati]

Patri et Filio cum Sancto Spiritu

in sancta Ecclesia tua

Es decir, Hipólito menciona a la persona de Cristo como mediador, luego ti-bi, presumiblemente a la Trinidad (al Dios trino y uno), a continuación cada una de las tres personas el Padre, y el Hijo con el Espíritu Santo, y fi-nalmente a la Iglesia santa. En cambio, la doxología del canon romano es más escueta:

Per ipsum, et cum ipso et in ipso [Christus] Est tibi, Deo Patri omnipotenti, In unitate Spiritus Sancti

Esto es, que menciona de manera específica a las tres personas divinas por sus nombres propios. No se menciona al Hijo aparte de Cristo, ni se menciona a la Iglesia, como lo hace Hipólito, ni, en forma explícita, a la Trinidad al Dios Triuno. En suma, la fórmula es bastante distinta de la de Hipólito. De la comparación entre ambas doxologías no se puede concluir de tajo, co-mo lo hace Jungmann, que el �in unitate Spiritus Sancti� del canon romano equivalga al �in sancta Ecclesia tua� de la doxología de Hipólito salvo de

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forma analógica. En ese sentido consideramos que con este solo argumento, Jungmann no prueba su tesis, y que Botte está en lo correcto en objetarlo. Respecto a si la doxología es una fórmula cristológica como afirma Jung-mann o trinitaria como lo hace Botte, por el momento conviene diferir el jui-cio, pues aún faltan elementos para llegar a una conclusión fundamentada.

5.2 Ulterior análisis de Botte Ahora bien, si �in unitate Spiritus Sancti� no significa lo que dice Jungmann, ¿significa lo que afirma Botte?, es decir ¿la unidad que entre el Padre y el Hi-jo establece ab aeterno el Espíritu Santo? Ciertamente esta interpretación pa-rece estar mucho más cerca de la fórmula de Hipólito: �tibi [...] Patri et Filio cum Sancto Spiritu�. Sigamos los argumentos de Botte. En el mismo artículo de 1950, ��Excursus� sur deux points...�, afirma23 que tras hacer una indaga-ción histórica llegó a las conclusiones siguientes: la fórmula �in unitate Spiri-tus Sancti� es exclusivamente latina. No hay paralelo en los ritos orientales, en los que se alternan las fórmulas �en el Espíritu Santo� y �con el Espíritu Santo�. Es más, en Occidente no es una fórmula primitiva. Se encuentra por primera vez en un sermón de Gaudencio de Brescia en el año 420:

[...] es seguro que antes de in unitate Spiritus Sancti las fórmulas análo-gas tenían claramente cum Spiritu Sancto, y que la tradición anterior unía al Espíritu Santo con el Padre y con el Hijo en la doxología. Es inverosí-mil que se haya pretendido atenuar esta igualdad del Espíritu con las otras Personas divinas a principios del siglo V, época de la lucha antiarriana. Al contrario, es mucho más probable que se haya tenido la intención de acentuarla.24

De todo lo cual Botte concluye que la intención al introducir la fórmula en cuestión en la doxología sea más bien de índole teológica: �Se ha querido traducir a la vez cum Spiritu Sancto para asociar al Espíritu Santo a la gloria rendida al Padre y al Hijo, e in Spiritu Sancto, para afirmar la unión íntima de las Personas divinas en una sola y misma esencia�. 25 Sin embargo, confie-sa que no está muy satisfecho con esta solución.

23 B. BOTTE, ��Excursus� sur deux points...�, 50. 24 Ibid., 52. 25 Ibid., 53.

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5.3 Reacción de Jungmann Posteriormente, en un artículo publicado también en 1950,26 el jesuita afirma que, después de 25 años de investigación sobre la expresión in unitate Spiri-tus Sancti, por primera vez hay un tratamiento del tema, el del benedictino Botte, con resultados esencialmente distintos. Resume la discusión, y en es-pecífico expone la posición del benedictino:

Pero Botte relaciona la unitas no con una dimensión extra-divina, en la cual el Espíritu Santo opera la unidad, sino con la vida intratrinitaria de Dios mismo: es la unidad de la esencia (Wesens) divina, a la cual se quiere salvaguardar contra la acusación de triteísmo. Más en detalle, es una vía media entre las dos fórmulas in Spiritu Sancto y cum Spiritu Sancto, por tanto entre la fórmula más antigua del tiempo anterior al anti-arrianismo sobre la glorificación de Dios en el Espíritu Santo (que habita en los creyen-tes), y la formulación que en el siglo IV se abrió paso en todo el Oriente sobre la glorificación del Padre con el Hijo y con el Espíritu Santo, cuya prerrogativa se afirma aun en el Credo: qui cum Patre et Filio simul ado-ratur et conglorificatur.27

Jungmann hace ver que el propio Botte sostiene que aun él está poco satisfe-cho con su solución, y duda si con ella vaya a encontrar aprobación. Sin em-bargo, le reconoce a Botte el mérito de haber indagado las primeras instancias de la fórmula en la literatura latina extra-litúrgica, y haber locali-zado citas importantes, que muestran que muchas se refieren a la unidad del Padre y el Hijo con el Espíritu Santo. Pero concluye: �Sin embargo, de ahí no se sigue nada en contra de la fórmula in unitate Sp. S. en la doxología final del canon�,28 tal como Jungmann la entiende. En el resto del artículo Jungmann argumenta a favor de la posición que ha sostenido y a la validez de su referencia a la anáfora de Hipólito. Aduce al-guna cita de la escritura (Ef 4, 3), de Gregorio de Nisa y Agustín, sobre la unitas Spiritus. En todo caso sostiene Jungmann sería arbitrario concluir que la expresión no es adecuada en la doxología por el hecho de no encontrar

26 Cfr. J. A. JUNGMANN, S. J., �Beiträge zur Geschichte der Gebetsliturgie. V: In unitate Spiritus Sancti�, en Zeitschrift für katholische Theologie 72 (1950), 481-486. 27 Ibid., 481. 28 Ibid., 483.

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muchas citas en la literatura extra-litúrgica. Además, ubica en el contexto post-niceno �cuando la unidad esencial de la Trinidad ya no se cuestionaba entre los católicos� el surgimiento de la doxología, cuando ya no había ne-cesidad de insistir en dicha unidad. En cualquier caso, Jungmann concede a Botte el derecho de declarar oscuro este texto.29

6. Hipótesis sobre el trasfondo de la controversia Se puede postular la hipótesis de que, en la base de una y otra interpretación del sentido de la fórmula �in unitate Spiritus Sancti� en la doxología aludida se encuentran sendas concepciones teológicas del misterio de Cristo y de la Trinidad. La interpretación de Botte tiene como trasfondo la denominada Tri-nidad inmanente la unidad de las tres personas divinas en sí mismas,mientras que la de Jungmann tendría como base la Trinidad económica cuya figura central es Cristo. Ambas concepciones son fruto de siglos de discusiones y controversias doctrinales sobre la revelación y el mensaje salvífico, y ambas son teológicamente sostenibles. Sin embargo, para dilucidar la controversia, podemos preguntarnos cuál de las dos es más aplicable a la doxología final del canon y, por lo mismo, cuál esclarece mejor el sentido de la fórmula �in unitate Spiritus Sancti�. Para ello conviene detallar algo más el sentido de las dos concepciones de la Trinidad, y acudir brevemente a la historia escritura y tradición como principio hermenéutico.

7. Dos concepciones de la Trinidad30

A lo largo de los siglos, la reflexión teológica sobre el misterio central del cristianismo, la Trinidad, ha tenido dos vertientes, a saber:

7.1 La Trinidad en la historia humana (Trinidad económica) Durante siglos, una vertiente de la reflexión trinitaria retomaba los principios y volvía a ellos: a los planteamientos mismos de la revelación tal como los en-contramos en la Escritura. En el Antiguo Testamento, Yahveh se manifiesta

29 En un artículo de publicación póstuma, Jungmann aclara y profundiza su pensamiento sobre el tema: Cfr. J. A. JUNGMANN, �Die Doxologie am Schluß der Hochgebete�, en T.MAAS-EWERD y K. RICHTER (eds.), Gemeinde im Herrenmahl, Benzinger / Herder, Freiburg 1976, 314-322. 30 Sobre el tema, ver, por ejemplo, P. SCHOONENBERG, El Espíritu, la Palabra y el Hijo,Sígueme, Salamanca 1998, 217-219.

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como el Dios que salva a su pueblo y lo conduce por el camino de la alianza. Es una especie de paideia o pedagogía para la restauración de la humanidad. Al llegar a la plenitud de los tiempos, ese Dios Yahveh fue revelado por Jesús como su Padre y nuestro Padre, como su Dios y nuestro Dios. Al hacerlo, Jesús se revela a sí mismo como el Hijo de Dios, a quien Dios, el Padre, ha mandado al mundo para salvarlo mediante su cruz y resurrección. El Padre es el Dios de Jesucristo, y él es su Hijo. Tras la pascua, Jesús nos envía al Espíritu Santo, que nos incorpora a Cristo y nos hace hijos de Dios por adopción y herederos del Reino, capaces de dirigirnos a Dios como Abba, Padre. En terminología teoló-gica especializada a esta concepción se le llama la Trinidad económica, es de-cir, la Trinidad que irrumpe en la casa del hombre [oivkonomi,a son �las normas de la casa�] en la historia de la salvación. En lenguaje más accesible se podría denominar la Trinidad [históricamente] salvífica.

7.2 La Trinidad en sí misma (Trinidad inmanente) Casi podemos afirmar que una vez logradas las definiciones básicas la refle-xión teológica sobre la Trinidad fue adquiriendo una dinámica propia. En efecto, se buscó profundizar y hacer lo más inteligible posible el misterio in-comprensible y supremo de la divinidad cristiana. Así, los conceptos de tri-nidad de personas y unidad de sustancia (trei/j uposta,seij mi,a ouvsi,a) dieron lugar a los conceptos procesiones, circuminsesión o perijóresis (pericw,resij31), misiones, dentro de la vida íntima de la Trinidad, desde luego, siempre en la analogía del más profundo misterio. La visión resultante es lo que en termi-nología teológica especializada se llama la Trinidad inmanente o la Trinidad en sí, y que en lenguaje más accesible se podría denominar la Trinidad[dogmáticamente] contemplada: el Dios Triuno.

7.3 La Trinidad se aleja Así, al correr de los siglos, la doctrina de la Trinidad se fue haciendo particu-larmente profunda, compleja y especializada, hasta llegar a ser un tanto arcana y esotérica. Además, tendió a separarse de la liturgia y del kerigma pastoral de la Iglesia, pueblo de Dios. Ahora la Trinidad quedaba tan lejos de la vida

31 El concilio de Florencia describe así la circuminsesión: �Propter hanc unitatem Pater est totus in Filio, totus in Spiritu Sancto; Filius totus est in Patre, totus in Spiritu Sanc-to; Spiritus Sanctus totus est in Patre, totus in Filio. Nullus alium aut praecedit aeterni-tate, aut excedit magnitudine, aut superat potestate [...]�. Ds, 1, 331.

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espiritual del cristiano, que sólo unos cuantos podían acceder a ella. Como una consecuencia paradójica no pretendida, el esfuerzo por hacer más inteli-gible el misterio alejó a los fieles de la Trinidad o a la Trinidad de los fie-les. K. Rahner lo plantea con claridad en su artículo �Observaciones sobre el tratado dogmático �De Trinitate��:

[�] los cristianos, a pesar de su profesión ortodoxa de la Trinidad, son en la realización de su existencia religiosa casi exclusivamente �mono-teístas�. Podríamos atrevernos a afirmar que si hubiera que desechar, por falsa, la doctrina trinitaria, la mayor parte de la bibliografía religiosa po-dría permanecer casi tal y como está.32

7.4 Hacia una concepción unificada En opinión de Congar, �la de K. Rahner es la aportación contemporánea más original a la teología trinitaria�.33 Dice Rahner en el artículo apenas citado:

La tesis fundamental que establece esta vinculación entre los tratados [sobre la Trinidad] y desentraña la Trinidad como misterio de salvación para nosotros (en su realidad y no primariamente como doctrina) podría formularse así: La Trinidad �económica� es la Trinidad �inmanente� y al revés. Hay que explicar esta proposición, fundamentarla en la medida de lo posible, y aclarar su significado y aplicación a la cristología.34

32 K. RAHNER, �Bemerkungen zum dogmatischen Traktat �De Trinitate��, en Schriften zur Theologie, Benzinger Verlag4, Einsiedeln 1964, vol. 4, 105 (hay traducción al español por J. MOLINA, Taurus, Madrid 1961, vol. 4, 107): �[�] die Christen bei all ihrem orthodoxen Bekenntnis zur Dreifaltigkeit in ihrem religiösen Daseinsvollzug beinahe fast nur �Monotheisten� sind. Man wird die Behauptung wagen dürfen, daß, wenn man die Trinitätslehre als falsch ausmerzen müßte, bei dieser Prozedur der Großteil der religiösen Literatur fast unverändert erhalten bleiben könnte�. 33 Y. M. J. CONGAR, op. cit., 454. 34 K. RAHNER, op. cit., 115 (traducción del autor): �Die Grundthese, die diese Verbindung zwischen den Traktaten herstellt und die Trinität als Heilsmysterium für uns (in ihrer Wirklichkeit und nicht erst als Lehre) herausstellt, könnte so formuliert werden: Die �ökonomische� Trinität ist die immanente Trinität und umgekehrt�. Y continúa: �Diesen Satz gilt es zu erklären, nach Möglichkeit zu begründen und auch im seiner Bedeutung und Anwendung auf die Christologie zu verdeutlichen�. Parece haber un consenso generaliza-do entre los teólogos contemporáneos sobre la primera parte de esta �tesis fundamental�: �La Trinidad �económica� es la Trinidad �inmanente��, es decir, sólo a lo largo de la historia de la salvación, de la intervención salvífica de Dios en la historia, conocimos la realidad de

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Si bien esta �tesis fundamental� rahneriana vincula dos tratados teológicos y desentraña el misterio trinitario de salvación, las implicaciones y aplicacio-nes de uno y otro aspecto (económico e inmanente), ambos pueden diferen-ciarse con claridad, como veremos.

8. Las doxologías, siempre presentes Un elemento central del pensamiento cristiano, presente desde el Nuevo Testamento, los padres apostólicos, los apologistas, las controversias cristo-lógicas y trinitarias y, en general en todos los Padres de la Iglesia, son las doxologías: las fórmulas de glorificación referidas a la divinidad, por lo ge-neral con los términos gloria y honor.

8.1 Tipología Hay dos formulaciones doxológicas básicas que se desarrollaron a lo largo del tiempo. La primera y más primitiva es la glorificación que tiene como objeto a

Dios en cuanto Padre primera Persona de la Trinidad, �creador del cielo y la tierra�, por intermediación de Jesucristo la segunda Per-sona encarnada, �por quien todo fue hecho�, �en el Espíritu Santo� la tercera Persona �que habita en nuestros corazones�. La fórmula clásica es: Gloria al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.

La segunda, que tiene raíces en la primera, se dirige a las tres Perso-nas conjuntamente, en un orden sucesivo siempre idéntico: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.35 Ésta subraya la igualdad plena de las tres Personas en una sola naturaleza.

las tres personas divinas y pudimos remontarnos a la unidad de su vida íntima. Sin embar-go, en la segunda parte, respecto al �und umgekehrt � �y al revés�, es decir, la Trini-dad inmanente es la Trinidad económica; no todos están de acuerdo, y plantean que requiere al menos de alguna matización. Así, el propio CONGAR, op. cit., 457; también KAS-

PER, op. cit., 313-314.35 Fuera de algunas devociones privadas, es raro encontrar una doxología que for-malmente tenga por objeto la Trinidad como tal, sin la mención explícita de las tres Personas; es decir, una fórmula como Gloria al Dios trino y uno, o bien, Gloria a la Trinidad. Desde luego, no aparece nunca en la liturgia de la Iglesia latina.

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8.2 Correspondencia Sin que sea de manera biunívoca, se puede plantear que la primera corresponde más bien a una concepción económica de la Trinidad, y podríamos denominarla doxología económica. Enfatiza la sucesiva irrupción de cada una de las tres per-sonas divinas en la historia humana, cada una en una función específica en la in-tervención salvífica, y hace explícita la correspondiente respuesta humana de acción de gracias y glorificación, según el papel que cada Persona ha desempe-ñado en este plan de salvación. Alude de manera implícita el movimiento kata-bático descendente de la intervención divina, y formula explícitamente la respuesta y el movimiento anabático ascendente del hombre. En cambio, la segunda es más acorde a la concepción inmanente de la Trini-dad, y podríamos denominarla doxología inmanente. Hace énfasis en la igualdad de naturaleza de la tres Personas divinas en la unidad de una misma sustancia, a las cuales se dirige la glorificación humana. Más en específico, hace referen-cia a la unidad que entre el Padre y el Hijo realiza el Espíritu Santo. Las fórmulas doxológicas concretas en uno y otro caso tienen variantes y mati-ces, pero la diversidad siempre se puede reducir a estos dos modelos básicos.

9. Las ortodoxologías Desde luego, ambas doxologías son ortodoxas, en el sentido de que las dos son glorificaciones teológica y doctrinalmente correctas y, por lo tanto, admisibles en su totalidad. Sin embargo, históricamente no son idénticas, y puede señalarse entre ellas algún orden de prioridad en cuanto a su origen y evolución. Así como sólo a lo largo de la historia de la salvación, de la intervención sal-vífica de Dios en la historia humana, pudimos conocer la realidad de las tres Personas divinas cada una en su función soteriológica específica, y pudo la teología remontarse hasta el misterio de la vida íntima de Dios en su triunidad, así también se pudo dar la evolución de la doxología económica a la doxología inmanente en el pensamiento de los Padres de la Iglesia, y en el desarrollo teológico posterior, sin que una ni la otra perdieran en forma al-guna su valor como una correcta glorificación de Dios. Hubo predominio de alguna en ciertas épocas, y de otra en otras; y, no obstante la evolución, am-bas tienen su lugar en la plegaria de la Iglesia, sobre todo en la plegaria por excelencia, la liturgia.

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9.1 Las primeras doxologías Al igual que las expresiones de acción de gracias, bendición y alabanza, las doxologías de los primeros siglos parten de una convicción autoevidente so-bre Dios en ese tiempo. En palabras de K. Rahner, una Selbstverständlichkeit la cualidad de ser algo evidente por sí mismo. Esto aparece con toda clari-dad en Pablo: Dios se da por un hecho, sin necesidad de mayor explicación o demostración, incluyendo su unidad y su unicidad. Ahora bien, ese Dios evidente se reveló como Yahvé en el Antiguo Testamento. Salvo excepcio-nes, cuando el Nuevo Testamento habla de Dios en el original griego o` qeo.j path,r pantokra,twr [con artículo definido] se está refiriendo a Yahvé, precisamente a la primera persona de la Trinidad, como después se le de-nominaría.36 La gran revelación de Jesús de Nazaret es que ese Dios es su Padre, �el que me envió� para salvación del mundo. Tras su pasión y muerte, ese Dios resucita a Jesucristo, y ambos envían al Espíritu Santo para continuar en los creyentes la obra salvadora: la divinización del hom-bre. Por ello, los escritores neo-testamentarios, las comunidades de seguidores de Jesús, los Padres de la Iglesia, la liturgia, todos glorifican a Dios, el Padre todopoderoso (o qeo.j path,r pantokra,twr), por intermediación de Jesucristo (dia. vIhsou/ Cristou /), y con frecuencia añaden en la comunión del Espíritu Santo (h koinwni,a tou/ agiou/ Pneu,matoj).

9.2 Fórmulas neo-testamentarias Equivalentes a doxologías son fórmulas paulinas como las de Efesios (1, 3-14):

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (Euvloghto,j o qeo.j

kai. path,r tou/ kuri,ou h`mw/n vIhsou/ Cristou/), que nos ha bendecido con to-da clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo (dia. vIhsou/ Cristou /), según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha

36 Ver K. RAHNER, �Theos im Neuen Testament�, en Schriften zur Theologie, Benzinger Verlag7, Einsiedeln 1964, vol. 1, 91-167.

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prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo. En él también ustedes, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de su salvación, y creído también en él, fueron sellados con el Espíritu Santo de la Promesa (evn w|` kai, pisteu,santej evsfragi,sqhte tw| Peu,mati th/j evpaggeli,aj tw/| agi,w, que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria.

En este párrafo, preñado de sentido, aparece con claridad la fórmula económi-ca de alabanza a Dios, el Padre, por Jesucristo, en el Espíritu Santo, en el de-signio salvífico. Como éste, se pueden multiplicar los ejemplos neo-testamentarios.

9.3 Ejemplos patrísticos tempranos La Didaché.37 Como parte de la acción de gracias (eucaristía), la Di-

daché señala: �Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino [Padre nuestro]. Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente� (IX, 4). Explícitamente se da gloria al Pa-dre por Jesucristo, e implícitamente se alude a la acción unitiva del Espíritu Santo. Esta doxología se repite en forma constante.

San Clemente Romano. En su carta a los corintios,38 las doxologías siempre van dirigidas a Dios, el Padre a Él sea la gloria por los si-glos de los siglos. Amén. (XX,12; XXXII,4), ordinariamente median-te Jesucristo. Por ejemplo: �[�] por el cual (Jesucristo) sea a Él (Dios) la gloria (dia. ou- auvtw|) y la magnificencia, fuerza y honor, ahora y por todos los siglos de los siglos. Amén� (LXIV).

37 D. RUIZ BUENO (ed.), Padres apostólicos, BAC, Madrid 1965, 77-94. 38 Ibid., 177-238.

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Casi al final de la carta leemos:

La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con ustedes y con todos los que en todo lugar son, por medio de Él [Jesucristo], llamados por [el] Dios, por el cual sea a Él [Dios] gloria (kai. meta, pa,ntwn pantach/ tw/n keklhme,nwn upo, tou/

qeou/ kai. dV auvtou/( di v ou- auvtw/| do,xa)))), honor, poder y magnificencia, trono eterno, desde los siglos hasta los siglos de los siglos. Amén (LXV, 2).

San Justino. �Seguidamente se presenta al que preside entre los her-manos pan y una copa de agua y de vino mezclado con agua. Cuando lo ha recibido, alaba y glorifica al Padre de todas las cosas por (dia.) el nombre del Hijo y del Espíritu Santo�. 39

�Y por todas las cosas de las cuales nos alimentamos bendecimos al Crea-dor de todo, por medio (dia.) de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo�.40

San Ireneo de Lyon. Sus obras41 son refutación de herejías y exposi-ción de la Regla de la Verdad (ka,non th/j avleqei,aj). Sólo parece haber un par de doxologías en sus textos:

Yo también te invoco �Señor Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Ja-cob y de Israel� que eres el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Dios que por la multitud de tu misericordia te has complacido en nosotros para que te conozcamos; que hiciste el cielo y la tierra, que dominas sobre todas las co-sas, que eres el único Dios verdadero, sobre quien no hay Dios alguno; por nuestro Señor Jesucristo danos el Reino del Espíritu Santo [�]42

Y una doxología de carácter inmanente al final de la Demostración: �Gloria a la santísima Trinidad y única Deidad, al Padre, al Hijo y al omniprovidente Espíritu Santo, por los siglos. Amén�.43

39 D. RUIZ BUENO (ed.), Padres apologetas griegos. Apología primera, BAC, Madrid 1996, 256.40 Ibid., 258. 41 IRENEO DE LYON, Contra los herejes, C. I. González (ed.), CEM, México 2000; A.ROUSSEAU / L. DOUTRELEAU (eds.), Sources Chrétiennes, París, 10 vols. Démonstration de la prédication apostolique, A. Rousseau (ed.), Sources Chrétiennes 406, París 1995. 42 Contra los herejes, III, 2.1.3 (p. 273 en la edición castellana de C. I. González). 43 Un análisis crítico quizá consideraría esta frase como una glosa anacrónica.

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10. El tsunami arriano y la reacción ortodoxa Las herejías de diverso signo han estado presentes desde el principio de la era cristiana, y han sido combatidas con vigor por los Padres de la Iglesia, herederos de la tradición apostólica. De alguna manera han contribuido a la clarificación del pensamiento ortodoxo, a una mayor precisión del lenguaje y a planteamientos teológicos cada vez más refinados.

10.1 La herejía de más impacto Tal vez la herejía de más impacto en la época patrística la representa el arrianismo irrumpió a principios del siglo IV, que de golpe atacaba to-das las verdades centrales del pensamiento cristiano: rechazaba la divinidad de Jesucristo, negaba su humanidad verdadera y trastocaba las relaciones entre las Personas divinas. En efecto, sostenía que sólo el Padre es Dios; que Jesucristo fue creado por Dios, y por lo tanto es posterior a él y de naturaleza distinta; que está subordinado al Padre; que se unió a un cuerpo inanimado, sin alma racional, y es él quien lo anima, por lo que tampoco es verdadero hombre. El Espíritu Santo también es criatura, la primera creada por el Hijo por voluntad del Padre, y por lo tanto está subordinada a ambos. La Trini-dad consta de tres hypóstasis (Personas) de distinta sustancia y subordinadas entre sí.

10.2 Aclaraciones ortodoxas Tal cúmulo de errores desató una verdadera tormenta teológica y grandes polémicas. En defensa se levantaron gigantes del pensamiento tradicional y la autoridad de los concilios ecuménicos Nicea, Constantinopla, Éfeso, Calcedonia. Triunfó la ortodoxia al afirmar la divinidad de Jesucristo (qeo,j evk qeou /), la igualdad de naturaleza con el Padre (omoou,sioj tw/ñ patri ,), verdadero Dios y verdadero hombre (qeo,j avleqw/j kai. a'nqrwpoj avleqw/j), la divinidad del Espíritu Santo, la realidad de la divinidad: tres Personas, una sustancia (trei/j u`posta,seij( mi,a ouvsi,a). De ahí en adelante la tendencia fue subrayar la igual-dad de las Personas, en reacción contra el error del subordinación.

10.3 Aclaración de Basilio de Cesarea La defensa de estas verdades tuvo implicaciones en las fórmulas doxológi-cas. Junto con la doxología temprana, adquirió relevancia la fórmula �Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo�. Basilio de Cesarea, uno de los tres pa-

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dres capadocios paladines de la ortodoxia contra el arrianismo, explica en su Tratado sobre el Espíritu Santo44 contra quienes lo acusaban de introducir palabras extrañas por qué recientemente glorificó a Dios y Padre de doble manera: �unas veces �con� el Hijo �con� el Espíritu Santo, otra veces �por� el Hijo �en� el Espíritu Santo�.45

En su exposición defiende la rectitud de los dos tipos de doxología, dada la naturaleza divina del Espíritu Santo, y concluye: �Por lo tanto, cuando, por una parte, pensamos en la dignidad propia del Espíritu, lo contemplamos junto con el Padre y el Hijo. Cuando, por otra parte, ponderamos la gracia operada en los que la participan, decimos estar en (evn) nosotros el Espíritu�.46

En la terminología arriba sugerida, la primera sería una doxología inmanen-te; la segunda, una doxología económica. Por lo que toca a nuestra discusión, Basilio, haciendo alusión al planteamiento paulino de cómo los miembros de un cuerpo se necesitan unos a los otros,47

utiliza precisamente la expresión �en la unidad del Espíritu [Santo]� (evn thñ/

eno,thti tou/ Pneu,matoj [agi,ou]) para referirse a que �todos los miembros en conjunto integran el cuerpo de Cristo en la unidad del Espíritu�.48

11. La liturgia de la misa y la doxología del canon romano

Tenemos ya suficientes elementos para abordar el problema planteado en la discusión entre Jungmann y Botte, sobre el sentido de la doxología final del canon romano.

44 Cfr. BASILE DE CÉSARÉE, Traité du Saint-Esprit, texto griego, introducción, traducción y notas de Benoit Pruche, O. P., Sources Chrétiennes 17 bis, París 1945. 45 nu/n me.n meta. tou/ Ui`ou/ su.n twñ/ Pneu,mati twñ/ a`gi,wñ( nu/n de. dia. tou/ Ui`ou/ evn twñ/ agi,wñ Pneu,mati (ibid., 109). 46 ,`Wste o`,tan me.n th.n oivkei,an avxi,an tou/ Pneu,matoj evnnow/men meta. Patro.j kai. Ui`ou/ auvto. qewrou/men) `,Otan de. th.n eivj tou.j meto,xouj evnergoume,nhn ca,rin evnqumhqw/men( evn h`mi/n ei;nai to. Pneu/ma le,gomen (ibid., XXVI, 184, c, p. 230). 47 I Cor 12, 4-30. 48 VAlla. pa,nta me.n o`mou/ sumplhroi/ to. sw/ma tou/ Cristou/ evn thñ/ e`no,thti tou/ Pneu,matoj (ibid., XXVI, 181, b, p. 227). Botte no localizó esta fórmula, más antigua y autorizada que la de Gaudencio de Brescia.

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11.1 El sentido de la misa: sacrificio y comida La misa es la re-presentación el hacerse presente de nuevo del sacrificio que Jesús ofreció de sí mismo a su Padre en la cruz. Es el memorial de su pasión. En la consagración, el Padre envía su Espíritu sobre los dones de pan y vino que la comunidad cristiana le ha ofrecido, para que se conviertan en el cuerpo y la san-gre de Jesucristo. Los fieles nos unimos a Cristo en acción de gracias y adoración a Dios, el Padre. En la comunión, comemos del cuerpo y la sangre de la víctima sacrificada. Unidos a Cristo, y por su intermediación, dirigimos nuestra acción de gracias y glorificación al Padre. Del Padre hemos recibido todos los bienes, creación, redención, justificación, por Cristo. De Él hemos recibido el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo. A Él, el Padre, le rendimos el sacrificio eucarístico, y el honor y la gloria.

11.2 Síntesis doxológica La doxología final del canon romano sintetiza en una fórmula extraordina-riamente bella y precisa el sentido todo de la salvación. Es la celebración de la Trinidad económica. Tiene el doble movimiento. Por un lado, el movi-miento descendente (katabático): Dios, el Padre, se acerca al hombre, se le revela, lo dirige, y en la plenitud de los tiempos le envía a su Hijo, revelación total e irreversible de Dios para restaurar nuestra humanidad caída. Tras su muerte, y muerte en cruz, Dios lo resucita y lo eleva a los cielos. De ahí des-ciende el Espíritu Santo, enviado por Dios y por su Hijo para consumar la acción salvífica. Todo este movimiento descendente de la Trinidad económica se describe en el preámbulo de la doxología. Dicho de otro modo, después de la consagra-ción del pan y el vino, y tras la oración: �Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del cuerpo y sangre de Cristo�49 la unidad del Espíritu Santo, el conjunto de oracio-nes del canon termina:

Per Christum Dominum Nostrum

Y el sacerdote continúa:

49 Canon de la plegaria eucarística II.

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Per quem [Cristo] haec omnia, Domine [Padre], semper bona creas, sanctificas, vivificas, benedicis et praestas nobis [a los hombres, por el Espíritu Santo]

Hasta aquí rememoramos el movimiento descendente, del Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. Sigue, a continuación, el movimiento ascendente:

Per ipsum [Cristo] et cum ipso et in ipso est tibi Deo Patri omnipotenti [objeto y término de nuestra glorificación y alabanza] in unitate Spiritus Sancti [en la unidad que entre nosotros realiza el Espí-ritu Santo] omnis honor et gloria, Per omnia saecula saeculorum. [Y el pueblo asiente con el] Amén.

De esta forma se consuma sacramentalmente el doble movimiento de la Tri-nidad económica:

Descendente: del Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo. Ascendente: al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.

O, en forma más precisa y esencial: en el Espíritu Santo, por Cristo, glorifi-camos y regresamos al Padre.

12. Propuesta de solución a la polémica En el caso de la polémica entre Jungmann y Botte, que nos dio ocasión de repa-sar elementos centrales de nuestra fe, y aun llegar a una mayor intelección de ellos, se puede afirmar que en el fondo no hay razón para una discrepancia. A Botte le diríamos que la doxología, en efecto, es una fórmula trinitaria, sí, pero que enfatiza la Trinidad económica más que la Trinidad inmanente. Por lo mis-mo no es honor y gloria al Padre y al Hijo en la unidad del Espíritu Santo como afirma y enfatiza Botte, sino al Padre por Cristo en la unidad del Espíritu Santo [los miembros de Cristo]. Es más, en la doxología está figurado el doble movi-

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miento: el descendente del Padre por el Hijo en el Espíritu Santo nos viene todo (haec omnia), y ascendente al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo respondemos con nuestra acción de gracias y glorificación. Ahora bien, por tratarse de la Trinidad económica, la formula trinitaria es también eminentemente cristocéntrica, puesto que Cristo está en el centro de ese doble movimiento descendente y ascendente, y es la razón de ser de nuestra salvación. Por lo mismo, Jugmann tiene razón si el cristocentrismo se entien-de inserto en la Trinidad económica, y no como una consideración independien-te y autónoma de ella. En cuanto a la frase concreta, motivo de la controversia, �in unitate Spiritus Sancti �, por todo lo dicho se puede afirmar que, en este caso, no se refiere a la unidad del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo, en la Trinidad inmanen-te; si bien tampoco se refiere exactamente a la Iglesia: �in sancta Ecclesia tua�, como Jungmann le hace decir a Hipólito, forzando incluso su fraseolo-gía. A la luz de los elementos analizados, se trata más bien de la unidad que el Espíritu Santo realiza en primer término entre �cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo�; más ampliamente, entre todos los miembros del cuerpo de Cristo (recordar a Basilio) y, en definitiva, entre toda la huma-nidad entera, que de algún modo se encuentra salvíficamente unida por la acción del mismo Espíritu Santo, pues por las semillas del Verbo que ha sembrado ha sido penetrada por Él para, unida por el Espíritu a Cristo en un solo cuerpo místico, asistirnos en nuestro camino, por Cristo, de retorno a Dios, el Padre, ya como hijos suyos, participantes plenos de su vida divina.50

En este sentido tiene razón Jungmann cuando afirma que �in Ipso� e �in uni-tate Spiritus Sancti� es exactamente lo mismo. Sin embargo, Jungmann no parece haber logrado encuadrar plenamente esta afirmación en el contexto trinitario y sacar todas las consecuencias para expresar con plenitud su plan-teamiento cristocéntrico.51

50 Así, Cirilo de Alejandría: e`no.j ga.r h`mi/n evnaulizome,nou tou/ Pneu,matoj( ei-j o` tw/n o[lwn Path.r evn h`mi/n e;stai Qeo.j diV Ui`ou/ pro.j e`no,thta sune,con( th.n eivj a;llhla kai. pro.j e`auto.n( ta. tou/ Pneu,matoj me,toca. �Porque siendo uno el Espíritu que habita en nosotros, estará en nosotros también un solo Dios, Padre de todos, que por medio del Hijo realiza la unidad entre unos y otros y consigo mismo, [que es] la participación del Espíritu�. J. SOLANO, Textos eucarísticos primitivos 2, BAC 3, Madrid 1997, 423-424. 51 Jungmann hubiera simplificado y reforzado su argumento si hubiera aludido a la doxología de la anáfora de Hipólito en la traducción latina de la versión etíope (E) que, más sencilla, dice: �[�] per filium tuum Iesum Christum, per quem tibi [Deo

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13. En la dinámica de la Trinidad económica

13.1 Misiones Para terminar, un par de planteamientos más. En la doctrina de la Trinidad, la forma como se nos reveló Dios, quien nos envió a su Hijo y al Espíritu Santo, corresponde a lo que se denominan procesiones en la vida intratrini-taria del Padre procede el Hijo, y de ambos procede el Espíritu Santo y a las misiones en la intervención divina en la historia humana: el Padre envía al Hijo, y ambos al Espíritu Santo. Como se indicó, es el movimiento descen-dente del Dios que nos salva por conducto de su Hijo, en el Espíritu Santo.

13.2 Teología de los retornos En congruencia con la teología de las misiones, habría que desarrollar tam-bién la teología de los retornos, del movimiento ascendente del hombre en la Trinidad económica, que arranca en la resurrección de Cristo por la acción del Padre, su ascensión a los cielos donde ya alguien de nuestra especie es-tá sentado a la diestra del Padre, y la venida del Espíritu Santo, que nos ayuda a emprender el mismo camino en sentido ascendente. Es decir, noso-tros, arrancando de la inhabitación del Espíritu Santo en nuestros corazones, por nuestra unión con Cristo, por Él y en Él, en su muerte y resurrección, retornamos a la casa de Dios, el Padre. En aquel momento, consumados to-dos los retornos, se volverá a identificar plenamente la humanidad en la Tri-nidad económica y en la Trinidad inmanente, más ya no contemplada como desde fuera, como a través de un cristal obscuro, sino en la incorporación to-tal a la vida divina, en la unidad plena de todos con Todos, ahora sí, en la plena inmanencia divina. Sin embargo, es necesario enfatizar que la primera etapa de los retornos ha-cia el destino final en la dinámica trinitaria económica es la vida terrenal del ser humano. Es aquí, en esta realidad terrena, donde se debe desarrollar en plenitud la vida en el Espíritu Santo. Ahora bien, el núcleo de la vida cristia-na en el Espíritu Santo es el conjunto de relaciones que cada uno, y el con-junto humano, establezca con su próximo. La calidad de las relaciones interpersonales y sociales es fruto de la inspiración del Espíritu, y la respuesta

Patri] gloria et honor in sancta ecclesia nunc et semper et in saecula saeculorum. Amen�. Ver nota 11.

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humana determina el grado de incorporación de los individuos y la sociedad en el plan salvífico de Dios.

14. Trinidad y sociedad en América Latina; específicamente el caso de México

Siendo la vida terrenal la etapa inicial del retorno en el Espíritu Santo por el Hijo al Padre, y siendo lo primordial de ésta la calidad de las relaciones entre los seres humanos, conviene desentrañar el impacto que sobre la vida social pueden tener una y otra concepción de la Trinidad. Además de un análisis teológico abstracto, se hará una aplicación a la sociedad en América Latina, más en específico al caso de México en la actual coyuntura.

14.1 Trinidad inmanente y sociedad ¿De qué forma la concepción inmanente de la Trinidad puede influir en la vida social? Se han propuesto algunas reflexiones al respecto. En ciertos teólogos aflora la preocupación de que la vida cristiana no refleje de alguna forma el misterio de la Trinidad que la teología ha desarrollado de manera tan elaborada. Su propuesta es la siguiente: que la práctica de la vida cristiana imite lo que con-templamos de la comunidad y las relaciones interpersonales al interior de la Trinidad. Greshake y Boff, entre muchos otros, nos lo ilustran. Greshake, por ejemplo, a partir de una analogía del carácter individual y so-cial de la persona humana, plantea que vivir la Trinidad es vivir en relación, en comunión con Dios y con el próximo.

Si Dios es communio, y el hombre fue creado como imagen de este Dios para expresar en sí dicha imagen cada vez más y, de este modo, hacerse más semejante a Dios, con ello se pone de relieve también el destino úl-timo del hombre: está llamado a convertirse en lo que Dios es desde siem-pre �comunidad, intercambio de vida� para tener parte de una vez por todas en la consumada communio del Dios trinitario.52

Y más adelante:

52 G. GRESHAKE, Creer en el Dios uno y trino. Una clave para entenderlo, Sal Terrae, Santander 2002, 55-56.

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Ahora bien, si el Dios trino es comunidad, de ahí se sigue que nos hare-mos más semejantes a él precisamente en la medida en que nos hagamos más comunidad, en que escapemos de nuestra existencia aislada, de nuestro narcisismo y egoísmo, y nos convirtamos en hombres comunionales, co-munitarios y capaces de comunión, en correspondencia con el Dios comu-nional y comunitario. Sólo así podremos participar de manera definitiva en el juego de la vida de Dios.53

Por su parte, en el contexto de la Teología de la Liberación y tras analizar de la perijóresis trinitaria, Leonardo Boff propone una analogía en proyección descendente que nos dé pistas sobre la forma como debemos comportarnos los humanos si hemos de vivir al Dios Triuno.

[�] nos interesa saber cuál es el tipo de sociedad que Dios quiere para sus hijos e hijas. La forma de convivencia social que hoy tenemos no puede agradar a Dios. En ella no encuentran lugar la mayor parte de las personas. Hay poca participación, poca comunión y mucha opresión de los pobres. Estos gritan justicia y se organizan para la liberación de sus cadenas y para que brote la vida, la creatividad, el aprecio entre todos y la fraternidad. ¿Dónde se inspiran los oprimidos que creen para proyectar su utopía social y buscar concreciones históricas de una sociedad diferente? Aquí es donde la fe en la santísima Trinidad de personas, en el misterio de la perijóresis, de la comunión trinitaria y de la sociedad divina ad-quiere especial resonancia, ya que la Trinidad se presenta como el mode-lo de toda convivencia social igualitaria, respetuosa de las diferencias y justa. A partir de la fe en Dios trino, los cristianos postulan una sociedad que pueda ser imagen y semejanza de la Trinidad. Por otro lado, la fe en la Trinidad de personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, viene a responder a la gran búsqueda de la participación, igualdad y comu-nión que hace arder a las conciencias de los oprimidos. Tanto en las bases de la sociedad como en los medios eclesiales se rechaza el tipo de sociedad ex-cluyente que todos sufrimos.54

53 Ibid., 62-63. 54 L. BOFF, La Trinidad, la sociedad y la liberación, Paulinas2, Madrid 1987, 19.

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Esta propuesta de Boff hunde sus fundamentos en el misterio de la Trinidad en sí misma, para proponer una forma de sociedad que imite y refleje al Dios triuno. Toda una veta, pues, del pensamiento teológico propone una forma de con-cebir y vivir la Trinidad, que consiste en imitar la vida intratrinitaria del Dios triuno entre nosotros los seres humanos en la comunicación, en la co-munidad y en el amor de unos con otros.

Aquilatamiento Sin quitarle mérito a este planteamiento, se puede objetar que, al concebir a Dios como Trinidad Inmanente, se enfatiza a tal grado su trascendencia que se la aleja de la vida humana. Se la observa de lejos y desde fuera como una realidad distante que se contempla y se intenta imitar en sus relaciones in-terpersonales internas, sin una verdadera especificidad en las relaciones dis-tintas de cada Persona con los seres humanos. El planteamiento teológico trinitario inmanentista sostiene, así mismo, que todas las acciones de Dios uno y trino ad extra son de la sustancia divina, no de las Personas aquéllas sólo se les atribuyen a éstas; que no hay una relación propia y real de cada Persona con las creaturas, en específico con los seres humanos. Por lo mis-mo, no es posible una interacción propiamente dicha de cada Persona divina con el hombre, en lo individual y en conjunto, ni al revés. Lo más que pode-mos hacer es contemplar a la Trinidad en sus relaciones recíprocas y tratar de imitarla, lo cual restringe y debilita el dinamismo trinitario de la historia de la salvación, desde siempre y en la actualidad.

14.2 Trinidad económica y sociedad La conciencia y la operatividad de la intervención divina en la historia huma-na, no sólo durante los tiempos de la revelación vetero- y neo-testamentaria, sino en la actualidad y permanentemente, con una especificidad de la función económica de cada Persona, y la relación e interacción ad extra entre cada una de ellas y nosotros los hombres, es de crucial importancia, dadas las di-fíciles condiciones socio-económicas que afronta América Latina y en espe-cial México.

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La situación actual de México En efecto, al empezar el siglo XXI, la sociedad mexicana enfrenta una verda-dera catástrofe.55 Tras varias décadas de imponerle un esquema devastador, comúnmente llamado neoliberalismo que está dañando aun a los países más desarrollados, el resultado es un estancamiento económico, el des-mantelamiento del aparato productivo nacional con una fuerte dosis de ena-jenación de empresas al capital extranjero, desigualdad extrema entre su población un pequeño grupo extremadamente rico a costa de un enorme sector extremadamente pobre, desempleo rampante, falta generalizada de oportunidades de vida digna (en especial para la juventud), élites económi-cas y políticas depredadoras y corruptas, corrupción generalizada y creciente en todos los ámbitos, masas sometidas a la explotación y la represión, y una depauperización atroz. Tal parece que el gobierno mexicano en eso sí ha cumplido a cabalidad el planteamiento evangélico: �A quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene aun lo que tiene se le quitará� (Mt 13,12), como principio de política económica. Adicionalmente, en los últimos años el país ha sido sometido a una denomi-nada guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado. Fue lanzada por un poder ejecutivo cuestionado en su legitimidad electoral y con la preten-sión de lograrla. Para ello se embarcó en un combate armado contra la delin-cuencia, pero sin la necesaria perspicacia y capacidad de inteligencia, sin conocimiento profundo de la realidad, ni de métodos adecuados e infraes-tructura sólida, ni previsión de los resultados. Las consecuencias han sido paradójicamente contrarias a las intenciones.56 Lejos de acabar con la delin-

55 No todos en México estarán de acuerdo con esta apreciación, lo cual es explicable. Un axioma de la sociología del conocimiento plantea que �la posición que ocupa una persona en la sociedad condiciona la forma como la concibe y valora�. Es necesaria-mente distinta la visión de los privilegiados que la de los perjudicados. En el habla co-loquial: �Cada cual habla de la feria según le va en ella�. En este trabajo estamos asumiendo el punto de vista del grueso de la población mexicana. 56 El sociólogo alemán Max Weber propone una explicación con su concepto �paradoja de las consecuencias�: una acción social puede tener consecuencias objetivas paradóji-camente contrarias a la intención que la orienta. Weber aplica el concepto al caso de �la cotidianización de la acción carismática� (Die Veralltäglichung des Charisma). Cfr. M. WEBER, Wirtschaft und Gesellschaft, Kiepenheuer & Witsch, Colonia 1964, 182-188 (hay versión castellana en el Fondo de Cultura Económica). Ver también From Max Weber: Essays in Sociology, traducción al inglés y edición de H. H. Gerth / C. Wright

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cuencia ésta se incrementó enormemente, y se volvió más poderosa y letal.57

El narcotráfico ha infiltrado buena parte del sistema político. El grueso de los crímenes no se castiga; impera la corrupción y la impunidad. El país se ha ido militarizando, y en demasiadas ocasiones las mismas fuerzas armadas agreden a civiles inocentes y violan sus derechos humanos. Como consecuencia de la imposición ininterrumpida de las políticas neolibe-rales y de la guerra contra el crimen organizado, el país se hunde en un pro-ceso de decadencia aparentemente irrefrenable.58 La violencia cunde y se agrava, las víctimas se multiplican se contabilizan alrededor de 80 000 muertes en seis años de gobierno, se agrede a comunicadores y defensores de derechos humanos, se criminaliza la protesta social, el miedo se apodera del grueso de la población. Poco a poco perece instaurarse un verdadero proceso de descomposición so-cial, en el que organizaciones complejas del tejido social se van desarticulando y retrotrayendo a sus unidades más elementales con relaciones crecientemente

Mills, Oxford University Press, Nueva York 1958, donde se usa la expresión �Paradox of unintended consequences�. 57 Si el Jefe del Ejecutivo ataca al crimen organizado con la mano derecha lanzando a las fuerzas armadas a la calle, con la mano izquierda le facilita (o al menos no le obsta-culiza) los medios para fortalecer su acción criminal, a saber: 1) ingentes recursos eco-nómicos por el irrestricto lavado del dinero fruto de la droga, los secuestros, las extorsiones; 2) ilimitado acopio de armas estadounidenses a través de aduanas mexica-nas porosas y corruptas; 3) abundante personal capacitado proveniente de desertores de las fuerzas armadas, de policías corruptos dados de baja, de jóvenes sin futuro en la so-ciedad. En violencia cruda contra violencia cruda, los criminales van ganando la batalla. 58 Ver lo que dice sobre el proceso de decadencia social, B. J. F. LONERGAN, S. J., In-sight: A Study of Human Understanding, Philosophical Library2, Nueva York 1958, XIV-XV (hay edición castellana: Universidad Iberoamericana / Sígueme, México / Sal-amanca 1999, 16-17: �[�] insight into oversight reveals the cumulative process of de-cline. For the flight from understanding blocks the insights that concrete situations demand. There follow unintelligent policies and inept courses of action. The situation deteriorates to demand still further insights and, as they are blocked, policies become more unintelligent and actions more inept. What is worse, the deteriorating situation seems to provide the uncritical, biased mind with factual evidence in which the bias is claimed to be verified. So in ever increasing measure intelligence comes to be regarded as irrelevant to practical living. Human activity settles down to a decadent routine, and the initia-tive becomes the privilege of violence�. Es ésta una descripción perfecta del proceso de decadencia al que ha conducido al país la aplicación del neoliberalismo durante va-rias décadas, combinada con la guerra anti-crimen de la pasada administración en los últimos años.

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restringidas, en un esfuerzo desesperado de aparente auto-defensa individual al tiempo que muchas instituciones globales se van corrompiendo. En el campo, en particular en las regiones indígenas, la situación es aún más grave. La pobreza extrema y la miseria, consecuencias no sólo del abandono sino de un verdadero saqueo sistemático de los recursos naturales y los exce-dentes productivos, han llegado a extremos intolerables, que ni la migración logra paliar. Se les imponen esquemas depredadores como la deforestación y la minería arrasadora en sus territorios aun los más sagrados, junto con la represión (encarcelamiento o asesinato) a cualquier intento de resistencia. A esto se agrega el impacto del cambio climático. La sequía de los meses recientes en la zona norte del país conlleva el amago de una hambruna grave. Las cosechas se pierden, el ganado muere, los alimentos escasean. Miles de niños, hombres y mujeres se encuentran en peligro de morir de hambre o desnutrición en un futuro cercano, no obstante las promesas de los políticos. Teológicamente, la situación actual de México provoca reminiscencias del prendimiento de Jesús preámbulo de su pasión y muerte y de su profé-tica explicación del evento: �Sino que es la hora de ustedes [políticos ineptos y corruptos, monopolios insaciables, criminales desalmados] y del poder de las tinieblas�. 59

La lucha por el cambio ¿Enfrenta México una situación desesperada, aparentemente insoluble? El reverso de la medalla de toda esta catástrofe es la creciente iniciativa de múl-tiples sectores de la sociedad mexicana por revertir la situación, por encon-trar soluciones específicas, aunque sean parciales, a los ingentes problemas, a nivel individual, familiar, de grupo, de barrio, de colonia, de la ciudad, de la comunidad rural, de la región y del país en conjunto; soluciones a la inse-guridad, a la violencia, a la violación de los derechos humanos, al desem-pleo, a la pobreza, a la represión. Para quienes saben mirar, hay un fermento de iniciativas limitadas, disgregadas e inconexas si se quiere, pero pujan-tes y con potencialidad de coaligarse en procesos cada vez más amplios. Es-pecial mención merece el movimiento juvenil �#Yo soy 132�, que surge a partir de eventos sucedidos en la Universidad Iberoamericana. Sin embargo, es verdad que estas iniciativas sociales están luchando contra fuerzas adver-

59 avllV au[th evsti.n u`mw/n h` w[ra kai. h` evxousi,a tou/ sko,touj (Lc 22, 52).

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sas enormes y muy poderosas que resisten el cambio porque se benefician grandemente del status quo. La situación es, en verdad, incierta. ¿Cuál pue-de ser el resultado?

14.3 Reconocimiento de la acción divina No es éste el lugar para exponer y analizar teorías sociológicas del cambio social, ni las estrategias y acciones eficaces para lograrlo. En contraste, desde la fe cristiana y la teología, es aquí donde se puede barruntar la influencia de la Trinidad en la vida social. Ahora bien, en este contexto social no parece ser suficientemente eficaz una mirada contemplativa a la comunidad de amor, que es la Trinidad inmanen-te, para tratar de imitarla en nuestras relaciones sociales, y lograr así la re-construcción y reconfiguración de la sociedad. Más congruente parece apoyarse en la acción trascendente de la Trinidad económica en la historia de salvación del mundo y del México contemporáneo, empezando por la in-fluencia y actuación del Espíritu Santo. Lo primero es reconocer que en esa lucha por cambiar la situación actual de la sociedad por parte de muchos mexicanos está ya presente la acción del Espíritu. En consecuencia, la tarea por realizar desde la fe y en general la fe de los mexicanos es mucha es cooperar intensamente con esa acción di-vina. Y es que sólo una fuerza omnipotente, como la de una Persona divina, secundando la acción humana, es capaz de lograr las ingentes transforma-ciones que el país requiere.

14.4 La acción del Espíritu El Espíritu, como el viento, sopla dondequiera, y su acción en favor de los hombres es eficaz e irresistible, aunque en ocasiones no se perciba con clari-dad (Jn 3, 8). El Espíritu influye y actúa en forma incesante en todos los ámbitos y niveles, desde lo íntimo del corazón de cada persona base fundamental de cualquier transformación social, hasta la reconfiguración de las estruc-turas socioeconómicas más complejas; siempre combatiendo la maldad y re-forzando lo bueno y fraterno. En el plano teológico, el Espíritu impulsa a los individuos y grupos, y a la so-ciedad en conjunto, hacia: el perdón y la reconciliación; la sanación de lo en-fermo y corrupto; la inclusión y la participación solidaria, y la comunicación y la distribución equitativa de los bienes. Nada queda fuera de su influjo, ni el corazón del criminal más empedernido. El único obstáculo insalvable es �la

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blasfemia contra el Espíritu Santo�,60 como Jesús la llama: el rechazo tajante, absoluto y definitivo de su inspiración y su acción. En ese caso, la única solu-ción para una sociedad es que una persona así llegue al destino común de to-dos los hombres, a la muerte la exclusión radical de la vida social y a las consecuencias finales de esa opción. En la situación de deterioro social en que se encuentra el país, habrá que se-cundar la acción del Espíritu en varios ámbitos:

a) Hacer de la necesidad virtud por parte de quienes padecen en carne propia la situación. Es decir, en vez de padecer un sufrimiento absur-do y sin sentido la miseria, el desempleo, el secuestro o asesinato de seres queridos, la impotencia ante la arbitrariedad, la represión, la violación de los derechos humanos, transformarlo en un sufrimien-to redentor y valioso al unirlo a los padecimientos de Jesucristo. Ya que se les impone el sacrificio, al menos darle un valor cristiano, al tiempo que luchan por cambiar la situación.

b) Conciencia clara y creciente de la raíz y las causas de la catástrofe. c) Reconocimiento sincero por parte de cada actor social del grado de

responsabilidad y forma con que ha contribuido a este deterioro. Por acción u omisión, todos tenemos algún nivel de responsabilidad y ne-cesitamos convertirnos.

d) Confianza en Dios y en uno mismo, y así no depender más de políti-cos y otras fuerzas socioeconómicas para resolver la situación aun-que sin cesar de presionarlos para que cambien. La sociedad tendrá que valerse por sí misma.

e) Inspiración en el curso de acción a seguir, individual y colectivamen-te, para lograr los cambios.

f) Fuerzas para luchar de manera eficaz y organizada.

En el fondo, la acción del Espíritu lleva necesariamente a la unidad entre los seres humanos en la comunidad (común-unidad). Y esa unidad se realiza en la incorporación a Jesucristo, a su cuerpo místico, a la comunión con su muerte y resurrección. La acción del Espíritu conduce precisamente a la mi-sión de Jesucristo en su encarnación: a la instauración del Reino de Dios, el

60 Mt 12, 31.

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Padre, en la tierra. En el caso de México, como en el de otras sociedades en América Latina, el advenimiento de ese reino implica una verdadera resu-rrección social: el paso de una condición de muerte a la vida en el Espíritu: a una vida de paz con justicia y dignidad para todos, sobre todo para los más perjudicados. La expectativa tampoco ha de ser que se resuelvan todos los problemas y que se superen todas las deficiencias y dificultades el dueño de la mies siempre tolera la coexistencia del trigo y la cizaña. En conclusión, la situación social de México es tan grave que sólo la acción todopoderosa del Espíritu Santo, en colaboración con todos los hombres de buena voluntad incluida, desde luego, la siempre presente y muy particu-lar protección de Ntra. Sra. de Guadalupe, puede sacar adelante al país. Desde esta óptica, el resultado exitoso puede considerarse garantizado. La ruta teológica de México es, pues, la lucha del grueso de los mexicanos en el Espíritu Santo, por, con y en Cristo, para la instauración del Reino de Dios en estas tierras. Así, desde un punto de vista no sólo eclesiológico y ecumé-nico-religioso, sino social, económico, político, cultural, ecológico, la con-ciencia y la práctica de la unidad que entre todos los hombres realiza el Espíritu Santo, y la dinámica de la incorporación a Cristo en el retorno al Padre, tiene una trascendencia inagotable.

15. Enriquecimiento de la vida cristiana Más allá del ámbito sociológico, el énfasis en la concepción de la Trinidad como económica, más que como inmanente, tiene una enorme potencialidad de enriquecimiento del kerigma cristiano, de la liturgia y de la vida espiri-tual. El cristiano, como todo hombre, es un ser-en-relación, y tanta más es su riqueza personal y su plenitud de vida cuanto más establezca relaciones es-pecíficas más significativas con cada una de las tres Personas divinas.

15.1 La especificidad de las relaciones En el caso de Jesús, como en el de Pablo y los demás cristianos del primitivo cristianismo, era muy claro el papel salvífico que jugaba cada Persona, y la relación que con cada una establecía el hombre como fruto de la revelación. No había fusión ni confusión. Así lo sostienen los símbolos conciliares de los primeros siglos:61

61 Cfr. símbolos niceno y constantinopolitano (DS 125 y 150).

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Creemos en un solo Dios (o Qeo,j), el Padre todopoderoso, nuestro creador y objeto de nuestra adoración y culto; es el Padre de nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro. Nosotros somos sus hijos por adopción. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, de la misma naturale-za divina que el Padre, encarnado para nuestra salvación y redención, her-mano nuestro y mediador ente nosotros y Dios. Y en el Espíritu Santo, el don de ambos, que nos da la vida, que clama por nosotros al Padre �con gemidos inenarrables�, y que nos une entre nosotros y con Cristo. Así pues, en el Espíritu Santo, por el Hijo, caminamos de regreso a la casa del Padre. Consecuentemente, podemos aclamar con la doxología de la Igle-sia primitiva, y con toda ortodoxia: �Gloria al Padre, por el Hijo, en el Espíri-tu Santo�. Sobre estas bases se pueden vislumbrar, ulteriormente, las relaciones íntimas de las Personas divinas dentro de la vida trinitaria, como nuestro destino final.

15.2 Hacia una plenitud de sentido Reiterando, con la concepción y la vivencia de la Trinidad como económica, la Escritura, la tradición, la liturgia y toda la vida cristiana así como la ac-ción social adquieren su sentido pleno; la predicación de la Iglesia logrará su máxima riqueza. En la actualidad ya no hay el peligro de minusvalorar la naturaleza divina del Hijo y del Espíritu, ni de reintroducir el error del subordinacionismo, o confundir los papeles propios de cada Persona. Más bien, hay que fomentar una vida espiritual que acepte más amplia y profun-damente la revelación, hasta que el corazón cristiano cante a las tres Perso-nas divinas, en el papel de cada una en la historia de la salvación, con el lirismo de la carta a los Efesios,62 y, con los Romanos, viva nuestra condición de hijos de Dios, por Cristo, en el Espíritu Santo, así como nuestra responsa-bilidad con toda la creación:

[...] los que son movidos por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios que no han recibido el espíritu de siervos para recaer en el temor, antes han recibido el espíritu de adopción, por el que clamamos: Abba ¡Padre! El Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y

62 Ver los versículos transcritos más arriba en 9.2.

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si hijos, también herederos; herederos de Dios, coherederos de Cristo, supuesto que padezcamos con Él para ser con Él glorificados. Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros; porque la expectación ansiosa de la creación está esperando la manifestación de los hijos de Dios, pues las criaturas están sujetas a la vanidad, no de gra-do, sino por razón de quien las sujeta, con la esperanza de que también ellas serán liberadas de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que la crea-ción entera hasta ahora gime y siente dolores de parto, y no sólo ella, sino también nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos den-tro de nosotros mismos suspirando por la adopción, por la redención de nuestro cuerpo [...] Y así mismo, también el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; mas el mismo Espíritu abo-ga por nosotros con gemidos inenarrables, y el que escudriña los corazones conoce cuál es el deseo del Espíritu, porque intercede por los santos según Dios.63

Así, unidos en la unidad del Espíritu Santo, podremos exclamar: �¡Oh pro-fundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán inson-dables son sus juicios e inescrutables sus caminos!�64

63 Rom 8, 14-23 y 26-27. 64 Rom 11, 33.


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