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Región, Revista del Centro de Estudios Regionales, Universidad del Valle, Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia/ No. 9 / enero - junio 2018
LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA: CAMBIOS EN EL SEGUNDO VIRREINATO,
EN LA ÉPOCA DE INDEPENDENCIA Y LA REPÚBLICA DE LA “GRAN
COLOMBIA” (1770-1830)
María del Carmen Álvarez Domínguez.
Juan Alberto Mardach.
Stephanie Perdomo Guiral.
Andrés Felipe Quibano.
María Camila Rodríguez.
Angie Melissa Tabares.
Hillary Valencia León.
Leydy Johana Holguín P.
Estudiantes de Licenciatura en Historia
Universidad del valle
La educación al igual que otros aspectos sociales no permanece estática, es decir cambia con
el tiempo. Teniendo en cuenta esto, el presente ensayo propone dar una mirada a los cambios
ocurridos en la educación desde las reformas borbónicas, la lucha de independencia y las
transformaciones ocurridas con la creación de la república de la “Gran Colombia”.
Reconociendo la importancia del proyecto educativo planteado en la época de la primera
república de Colombia, pues éste marcó un antes y un después en la historia educativa de
este territorio. Procediendo de una instrucción limitada, la cual se trató de mejorar mediante
las reformas borbónicas; posteriormente la formación de patriotas y el inicio de un proyecto
institucional con respecto a la instrucción pública liberal en la nueva república. Ante esto se
debe preguntar ¿Cómo fue el desarrollo de la educación desde la independencia del virreinato
de la nueva granada hasta la república de «La Gran Colombia»?
Transformación en la educación bajo el régimen colonial.
En España durante el siglo XVIII, se presentó un cambio en la sucesión de la corona, la cual
paso de la casa de los Habsburgo a la casa de los Borbones. Con ello llega al poder Carlos
III, un hombre educado y formado bajo el pensamiento de la ilustración, con ideas para
mejorar al Estado y volver más eficiente el gobierno de las colonias. Por lo cual, las reformas
fueron la vía que vieron los reyes borbónicos para poder hacer cambios que consideraron
pertinentes en cuanto la administración eficiente de los territorios españoles de ultramar.
Las reformas de los borbones tocaron varios temas, entre ellos el de la educación. Jaramillo
(1998) dice que en la educación del nuevo Reino de Granada se cumplía con los “únicos
RECIBIDO: abril 14/18 ACEPTADO: junio 4/18
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propósitos sociales del […] mantenimiento del status de las personas educadas y la
preparación para la salvación del alma, bastaba la educación religiosa, el latín y algún
conocimiento de los autores clásicos” (p.15). Esto cambia con las reformas, una de las
medidas hizo que expulsaran a los jesuitas del país, esta organización llevaba a cabo la labor
de instruir, por lo cual el Estado pasó a encargarse de esa función. Ahora es el Estado quien
debe pensar el enfoque que desea dar a la educación y a quienes debe ir dirigida ésta.
La mencionada tarea fue encomendada a Francisco Antonio Moreno y Escandón, quien
propone las escuelas para niños, regular el pago de los profesores y sobre todo fijarse en el
maestro, pues en el modelo, es visto como el eje central en la enseñanza (De él depende lo
que aprenden los niños). Moreno y Escandón también habla de unos saberes que se deben
enseñar, en lo que resaltan las ciencias útiles, geografía, filosofía y derecho, este último muy
practicado en el virreinato (Moreno y Escandón, 1774). Moreno y Escandón “se quejaba de
que las ciencias y cualquier otra asignatura secular estuvieran siendo eclipsadas por la
teología” (Lane, 1994: 41)
Del mismo modo, otro hombre que ayudó en términos educativos a finales del siglo XVIII
fue el virrey Antonio Caballero y Góngora, quien propone un plan de estudios enfocado en
las ciencias útiles y la educación civil (Caballero y Góngora, 1787). El virrey Caballero y
Góngora “estaba dispuesto a que todas las artes y ciencias profanas se enseñaran en español.
En su plan, ningún estudiante mayor de 15 años debería estudiar más el latín, a menos que
estuviera estudiando teología o la biblia” (Lane, 1994, p.41)
El contexto económico y de pensamiento que se estaba viviendo en Europa, propició que la
corona española hiciera cambios para lograr competir, seguir en la lucha por la hegemonía,
y no quedar rezagada. Por este motivo, empieza hacer un cambio en la educación para así
sacar un mayor beneficio a lo producido en las colonias. Ejemplo de ello es la expedición
botánica realizada por el interés de investigación científica del territorio de la nueva granada,
dicho cambio de foco hacia el ámbito formativo mostró el interés de seguir por parte de la
corona, de propiciar el uso la razón en la educación; por lo cual, se necesita la educación, la
investigación y la ciencia. Por este motivo se promueven las ciencias útiles, sin dejar de lado
lo espiritual, la filosofía (que ayuda a generar pensamientos) y la jurisprudencia; la educación
civil también es importante, toda esta educación va enfocada a preparar habitantes que sean
capaces de ocupar puestos en el Estado por medio del mérito, estos hombres por medio de su
preparación y experticia puedan hacer crecer el comercio y la economía del reino, volver a
España un competidor en el ámbito científico y comercial en Europa y el mundo.
La educación colonial: la educación como ejercicio del poder y de lucha de intereses.
En el reino de la Nueva Granada ya existían colegios, con el virreinato se crearon algunas
universidades, aunque estas se ubicaban en Santa fe. Según Lane (1994) esas universidades
de órdenes religiosas son las que conceden el derecho a la obtención de títulos. La medicina,
las ciencias eclesiásticas y el derecho “eran las 3 profesiones tradicionales” (Pág.41), aunque
la medicina tenía el inconveniente de que el estudiante debía saber francés porque los textos
estaban en ese idioma.
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Eran muy comunes que los títulos en aquel momento fuera de bachilleres, maestros,
abogados, eclesiásticos, doctores, e idioma; las ciencias eran poco promovidas, éstas vinieron
a ser importantes y ganar su lugar con las reformas borbónicas; durante esas reformas, los
borbones “divulgaron la idea de que la gloria y la prosperidad de un pueblo dependían de la
aplicación del conocimiento útil” (Págs, 40-43)
Como se mencionó anteriormente, había problemas para moldear e innovar la educación.
Después de la dominación hispánica en la nueva granada, solo existe datación de dos colegios
mayores para todo el país, tres seminarios de provincias y aulas privadas de Franciscanos,
Dominicos y Agustinos; asimismo, una fuerte restricción en la lectura de libros impuesta por
la inquisición o por el propio monarca.
Pensar la educación del Reino de Granada durante las reformas borbónicas, es reflexionar
sobre las estructuras de poder que configuran y ejecutan el Plan de Estudios. Con la
coronación de un rey Borbón (nieto de Luis XIV, rey de Francia) en la monarquía española,
las dinámicas del poder a lo largo de América no serán las mismas, ahora tendrán una visión
de tinte ilustrado. De esta forma se introduce el discurso de la fraternidad e igualdad en el
plan educativo. ¿En qué consiste este nuevo paradigma en la educación? ¿Cuáles son los
proyectos que se generan a partir de estas reformas y cómo se ejecutan? ¿Qué tan profundos
son estos cambios?
En la segunda mitad del siglo XVIII se manifiesta la necesidad de un cambio de espíritu que
toma fuerza con la propuesta de reformar los estudios superiores y la creación de una
universidad. (Jaramillo, 1998). Hay que señalar que la educación en el reino se sostiene
primordialmente con los recursos que provienen del clero. Los jesuitas son la orden de mayor
cubrimiento educativo. Carlos III ordena la expulsión de estos del reino de Nueva Granada y
sus bienes pasan a disponerse para el plan de reforma educativa. Muchas veces la educación
era financiada por las rentas propias y eran controladas por los cabildos de villas y ciudades
(Zuluaga, 1999: 24-25).
Francisco Antonio Moreno y Escandón tiene la tarea de la formación de una Universidad en
la capital, el fiscal Escandón choca con la orden examinadora de los dominicos (Lane, 1994:
40), quienes son los que pasan a dominar el panorama educativo y acreditan la titulación,
pero con unos parámetros ambiguos. El fiscal crea la primera biblioteca pública con los libros
de los jesuitas como un intento de promover la ilustración.
La capital del Reino de Granada no obtiene su universidad pública, entonces ¿Qué tan
profundo es el cambio que se propone en el plan educativo? Hay que señalar que son los
Dominicos los que más aportan a la educación y que si bien se da la inclusión de nuevas
disciplinas en el panorama educativo, los valores católicos permanecen. Estas acciones
reformistas suponen una transición en el panorama educativo, que corresponde a las
convulsiones generadas en el poder. No hay una ruptura repentina, sino, una graduación entre
valores que prevalecen y el paradigma moderno que va tomando fuerza en la sociedad.
La incorporación de cambios en la educación pasa en un principio a un segundo plano, por
las fricciones entre lo público y lo clerical, y por la falta de recursos como libros y profesores
para ejecutar las cátedras que estaban establecidas. Con los cambios políticos, la modernidad
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se abrirá paso en los planes educativos e influirá en las prácticas culturales. “Durante la
segunda mitad del siglo XVIII la educación fue apresada por el Estado y declarada objeto
público” (Zuluaga, 1999: 24). Así la enseñanza se fortalece como un ejercicio del poder. Pero
aun así los recursos destinados a lo público siguen siendo muy pocos.
Un nuevo tipo de educación nace, se conforman de las escuelas patrióticas.
En la crucial coyuntura histórica marcada por la declaración de independencia nacional,
precedida por el cambio de régimen y la adopción de las famosas reformas borbónicas, surge
una ruptura considerable de pensamiento y la consecuente adaptación a las nuevas formas de
gobierno y necesidades sociales. Repercutiendo en el nacimiento del modelo de escuela
patriótica.
Tras el vacío dejado por los jesuitas en el ámbito educacional a mediados del siglo XVIII, (la
compañía de Jesús controlaba casi la totalidad de instituciones de índole educativa, como los
colegios mayores y seminarios, enfocados en la formación religiosa) se enfrenta con la
ausencia estatal donde la falta de sólidas decisiones respecto al problema educativo son el
factor común de esos años, tratando de suplir necesidades educacionales con medidas
urgentes que no ayudaban a la consolidación de un modelo educativo nacional, se llega usar
vieja infraestructura abandonada como centros educativos (Martínez, 1986), esto hacía de los
esfuerzos por solucionar las exigencias de la sociedad, poco contundentes y por lo tanto
carecían de una misión ideológica más allá de la instrucción de algunos conocimientos.
Después de establecer la independencia de la nación, se hace preponderante la necesidad de
erigir una idea unificadora dentro de las filas sociales que los identificara a todos como
partícipes y formadores de la naciente patria. La escuela patriótica nace como respuesta a
esta necesidad, debido a que está se fundamenta sobre la proyección de objetivos de índole
moral y ética que busca la formación de hombres puros, virtuosos, de buena moral y
obedientes, que sientan la necesidad y el orgullo de identificarse como partícipes de una
nación (Martínez, 1986).
Para lograr estos objetivos la planta física de la escuela debe representar un espacio para la
prevención y corrección, por ende, su arquitectura debe corresponder a las necesidades de un
aparato de vigilancia con el fin de “organizar a los individuos alrededor de la norma”
(Martínez, 1986: 59). Esta formación de los niños, supervisada por maestros que debían
garantizar el óptimo aprendizaje de buenas costumbres y ciega moral, obediente siempre al
ideal de patria, garantiza que a futuro se convirtieran en hombres siempre fieles a la nación
y sus preceptos éticos. Aunque la instauración de este modelo educativo debía corresponder
a la formación laica de los estudiantes, para hombres como Francisco José de Caldas, por
ejemplo, era inevitable usar apoyo de herramientas que además de apoyar la concepción de
moralidad en los niños desempeñarán funciones ornamentales dentro de la materialidad de la
escuela, estas herramientas eran cuadros representativos de escenas clásicas religiosas
basadas en la biblia y refinados carteles de madera con inscripciones demostrativas, tanto de
la gracia como del castigo divino. Claro, todo esto acompañado de himnos y cantos en honor
a la patria y a los padres de la nación. (Caldas, 1808).
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La conformación de estas escuelas patrióticas repercuten claramente en la consolidación de
la idea de identidad nacional, pues fueron el laboratorio para sustentar las siguientes acciones
a tomar dentro de la carrera por ubicar a todos los grupos sociales dentro de un único concepto
de nacionalidad, acciones reflejadas por ejemplo en el decreto oficial en 1904 que buscaba
que la devoción a los símbolos patrios (escudo, himno, bandera) fuera ese refuerzo necesario
a la idea de patria, demuestran que era necesario para la conformación de la nación, plantar
desde los cimientos, es decir desde niños, esa representación de lo que significaba pertenecer
y estar orgulloso de ello, ser una sola unidad.
Presentándose repercusiones, notables aún en los actuales sistemas educativos, donde el
saludo a la bandera es un momento obligado dentro del desarrollo de las actividades
escolares, o donde los textos escolares enmarcan el heroísmo, gallardía y gracia de los padres
de la patria subiéndolos a un pedestal de honor y justicia. Demuestran que la instrucción del
patriotismo es usando como medio para la institución escolar, representaron una herramienta
indispensable para la consolidación de esa idea de nación y unidad.
Los principios educativos liberales y la instrucción Pública según Bolívar y Santander.
Lograda la independencia, se piensa en una educación impregnada por los principios
liberales; dado que los radicales mantenían la idea de que la educación era la herramienta
más útil para unificar la nación, formar ciudadanos con valores republicanos y poner al país
en el camino de las naciones civilizadas. Desde el mandato del general Santander se marcó
la diferencia, pues éste buscaba hacer todo un cambio en el sistema educativo.
El analfabetismo preocupaba en gran medida al general Santander, así lo demuestra la carta
que dirigió en 1819 a don Guillermo White: "la educación forma al hombre moral, y para
formar un legislador, se necesita ciertamente de educarlo en una escuela moral, de justicia y
de leyes" (Gonzalo, 1945: 4). Santander sabía que sin educación iba a ser muy difícil, por no
decir imposible, afianzar la independencia y como vicepresidente encargado de las funciones
presidenciales se preocupó por la fundación de colegios, escuelas y universidades. Fue así
como creo un plan de estudios que pedía que cada parroquia mantuviera una escuela, cada
provincia un colegio y cada departamento una universidad. Pero, la inestabilidad del reciente
gobierno y los incipientes recursos con el que éste contaba, no permitieron que este plan se
consumara a cabalidad. Sólo quedó el imaginario de lo que debía ser la educación popular en
la nueva república independiente.
Vemos que Santander proponía que la educación debía ser radical y laica, basada en el
modelo europeo o norteamericano. El objetivo era que se instruyera a los individuos en
aritmética, ciencias útiles y se despertará en ellos un gusto por la buena literatura, para así
formar ciudadanos capaces de hacer por su patria lo que otros hombres habían hecho en los
países desarrollados.
Él fijo un reto enorme, puesto que, el cambio en la educación incluía también la
responsabilidad de generar una transformación en los valores que permitieran fundamentar
el ideal educativo, así como también implicaba toda una renovación cultural que no olvidara
las raíces, pero tampoco descuidara el futuro.
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Una educación gratuita, más el establecimiento de escuelas en todos los distritos y colegios
en todas las capitales de provincias, era la forma como el general Santander pretendía sacar
adelante la naciente república. Sin embargo, estos deseos se vieron prontamente frustrados
por varios motivos, el más complejo de ellos radicaba en la difícil situación económica por
la que pasaba el país, el cual tenía otras urgencias como la tarea de construir un Estado
republicano, el desconocimiento de su geografía, la carencia de vías y las enfermedades en
muchas zonas. Sin duda la realidad superaba el imaginario. Sumado a esto estaba la falta de
maestros lo suficientemente capacitados.
Una de las cosas más llamativas sobre la creación de la primera república liberal de
Colombia, es que se pensó en la educación como uno de los pilares para transformar la
sociedad, la educación se convirtió en poder, junto con otros poderes como el de los grupos
y logrando poder sobre el territorio. El aspecto educativo se apoyó en una variable de
enseñanza representada bajo la figura de la Instrucción Pública, cuya finalidad era educar al
hombre con un carácter individualista, por medio de instituciones del Estado, e instituciones
particulares. (Quiceno, 2003)
Lo que se buscaba era una organización de carácter formal para la educación en la cual, tanto
los individuos como los grupos se vieran acompañados y vislumbrados por la ley, el derecho
y la distribución del poder. Anclado a la construcción de una figura de ciudadano que se ve
a sí mismo como representante de lo que significaba el aparato republicano y el poder
conjunto.
Para el nuevo gobierno la instrucción pública se percibe como la base primigenia del devenir
social y sin la cual la República no es más que un concepto vano, sin un trasfondo claro el
cual pueda perpetuarse y arraigarse efectivamente en la sociedad; Santander busca fortalecer
nuevas lealtades de los ciudadanos al Estado en formación; implantar nuevos valores civiles
sobre las empobrecidas instituciones educativas y políticas del régimen colonial.
La instauración de la instrucción pública en la formación de la República fue caracterizada
en sus primeras instancias por una serie de divergencias y discrepancias ideológicas
protagonizadas por sus fundadores Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar. Quienes
estaban infundidos profundamente por las corrientes ilustradas de la época, lo cual les
concedió la oportunidad de ver la educación de una manera muy distinta a la del imperio
español. (Báquiro, 2017). Estos dos personajes imaginaron el modelo de educación que
necesitaba la naciente juventud neogranadina, pensaron el diseño de planes de estudio que
solo se verían plasmados una vez fuera concluida la campaña de liberación que estaba en
curso. Permitiendo entrever no solo una inquietud de carácter político y social esencial de
dicho período, sino también las aspiraciones ideológicas que debían identificar a la nueva
élite.
La posición de Bolívar frente a la educación se oponía a la de Santander, no en lo que tiene
que ver con la escuela, pues ambos rivales decidieron apoyar la escuela mutua. (Zuluaga,
1984). Se distanciaban en su concepción de educación necesaria para la sociedad, en donde
el discurso de Bolívar era ampliamente moral, mientras que el de Santander era legal, lo cual
evidenciaba que pensaban en dos tipos de hombre para educar. Bolívar concebía que la moral
estaba por encima de lo legal, de la norma, de lo que se proponía como civil. Hay que aclarar
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que para Bolívar no perdía validez lo legal, sino que esto era secundario y se formaba después
de lo moral y natural. Esta forma de pensar era una clara identificación con Rousseau. Por el
contrario, Santander creía que la ley humana era la encargada de educar la conciencia, el
cuerpo, la que brindaba los valores y creaba el ser. Esta posición era claramente Utilitarista,
fundada en el derecho y en el orden de la civilización, reconocido y apoyado en las doctrinas
de Bentham, Say y Tracy. (Quiceno, 2003: 36)
Bolívar pensaba en un orden naturalista que sirviera para la vigilancia de las acciones
humanas. Pensaba más en ejercer el control, en el orden común de las cosas, en la coerción
de los instintos, ya que consideraba que el hombre es por la educación que se le imparte y no
por sí mismo. Santander pensaba más en un buen plan de estudios, en leyes que ordenen
efectivamente las cosas y en unos administradores que pudieran cuidar de ese orden. El
pensamiento de Santander era el plan de estudios, no la ley natural, no la conciencia
ínfimamente natural de considerarse hombre. Las tres piezas claves de la educación fueron
pensadas por Santander y de este modo el método adquirió la calidad de Plan. El ser hombre
se vio transformado en una sola conciencia que era basada en las leyes y en el estado de
derecho y la naturaleza se fue transformando en civilización, en un orden de carácter civil.
Bolívar y Santander protagonizan un amplio progreso en el señorío y control de la educación,
entre 1819 y 1821 efectuando el fomento de ideales que para el momento resultan irreales;
como el querer ofrecer educación a todos los niveles de forma conjunta, igualitaria y gratuita.
Se propusieron, como razón de Estado, el asunto de la instrucción pública. El libertador se
planteó: la educación primaria debería ser la base desde la cual se formarán las futuras
generaciones, encargándose ésta de la instrucción física y moral de los niños desde su
nacimiento hasta los doce años y de esta manera las naciones se encaminan hacia el término
de su honor con el mismo paso que marcha la educación.
Los dirigentes de la República jamás titubearon en expresar que todas las formas de
educación deberían estar reglamentadas y bajo la vigilancia del Estado para terminar con el
pasado colonial. Santander extendió la tarea del libertador y dictó varias normas respecto a
la educación primaria por medio del Decreto General sobre la Instrucción Pública de 1820,
el cual dictaba: conocimiento de los derechos y deberes para ser mejores ciudadanos, y
batallar contra el analfabetismo, tomando en cuenta que después de 1830 quien no supiera
leer ni escribir no podía tener el derecho al voto, convirtiéndose en una imposición para las
escuelas públicas tanto en las ciudades como en las villas del territorio, las nociones de
aritmética, primeras letras y saber militar. Es así cómo se decide optar por una orientación de
carácter regalista y un control tangible del Estado sobre la instrucción pública, dicho asunto
incluye a los denominados colegios seminarios.
Las leyes de Instrucción Pública que fueron consignadas por el Congreso de 1821 dieron
cimiento y camino libre a las medidas de Santander. Se trata entonces de un plan sigiloso de
implantación, más que de una revolución catastrófica que derrumbe todo lo que llevaba a
cuestas la educación colonial. Dicho de otra forma, Santander no se lanza instantáneamente
a una regeneración radical, para no causar agitaciones en las más profundas raíces del alma
popular, prefiere hacerlo de manera moderada y consensuada.
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A la supresión de los bienes conventuales le acompañaría la incursión ideológica, la cual se
llevó a cabo con una amplia expansión de autores destacados como contradictorios a la
rectitud católica. Cuando Santander da vía libre a algunos colegios para impartir el español,
se da una coyuntura bastante importante en la concesión del latín como una lengua
académica. Se abre un mundo de posibilidades y la instrucción política se alterna con la
religiosa, definiéndose los catecismos políticos con la ordenación de preguntas y respuestas.
Referente a la educación superior, se cumplió la utopía del arzobispo Caballero y Góngora
de crear una Universidad General, con dicha Universidad Central se pretendía realizar una
unificación de las labores ejercidas por los colegios mayores. Como resultado de esta serie
de acontecimientos que dieron la forma y el concepto de Nación y de República, se abre el
camino a un nuevo individuo, el cual se identifica como un ciudadano que es capaz de leer y
escribir, el cual posee un sin número de cualidades y de costumbres rectas y virtuosas que le
permiten poseer un trato social adecuado, así como un perfil religioso estructurado. Aunque
cabe aclarar que paralelo a esto se introducen temas como la legitimidad del Estado y las
relaciones de la iglesia con el Estado.
A partir de 1823 se amplían las importaciones de obras literarias y se ve en aumento la
cantidad y variedad de cátedras. Pero se analiza que desde 1826 se ve agudizado el ambiente
político con las latentes corrientes del proyecto que promovía el Libertador. El alzamiento
que tiene lugar en Valencia (1826) provoca un distanciamiento perceptible entre Bolívar y
Santander lo cual acelera el progreso de sus ya citadas discrepancias.
Cuando Bolívar asume el poder absoluto, tras el fracaso de la Convención De Ocaña, suprime
la Vicepresidencia y concede a Santander el puesto de embajador ante los Estados Unidos.
El Libertador Presidente consigna entre 1828 y 1829 una serie de decretos contra reformistas
que suspenden el código de 1826, restableciendo los conventos no ocupados por colegios,
eliminando las cátedras de ciencias políticas y restableciendo el latín como exigencia para
poder avanzar a cátedras que se inscriben en las facultades de educación superior.
La Institucionalización de la educación y el modelo educativo
Podría creerse que durante este periodo se innovo al crear una institución que se encargará
del saber, pero, las instituciones educativas ya venían existiendo y era la Iglesia quien se
encargaba de ellas, lo que se dio durante el periodo de la “Gran Colombia” con respecto a
esto fue un cambio en quien controlaría la educación además por primera vez se hablaría de
instrucción pública, por otra parte veremos en este momento cambios, continuidades,
adaptaciones y transformaciones del proceso educativo, que se dará desde políticas estatales
en la institucionalización que involucró a diferentes actores que intervienen en las reformas
a la educación.
En la época de la conquista es donde nacen las primeras instituciones donde se orientan las
primeras letras y la catequización de la religión católica, más adelante durante la colonia la
educación es orientada por la influencia del renacimiento y nacen escuelas por mandato real,
la instrucción se convirtió en una necesidad, y los primeros profesores eran los curas
doctrinarios, sin embargo la escuela era sólo para los hijos de personas pudientes (los
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hombres estudiaban en el colegio de San Bartolomé y las mujeres de alcurnia en la escuela
del rosario).
La educación estuvo agraviada por los conflictos entre partidos políticos conservistas y
progresivos, reaccionarios y liberales por apoderarse de la educación y de la escuela para sus
intenciones, sumándose al conflicto ya presenté con la Iglesia. Todo concluye con el dominio
del Estado sobre el saber. Al entregarse la educación al Estado, se consideró la necesidad de
construir un sistema educativo que estuviese acorde con la condición de la nación, que llegase
a todos los ciudadanos y que fuese capaz de transmitir el ideario republicano (para ello se
tuvo en cuenta el método de enseñanza mutua).
En el proceso de institucionalización se desarrolla una doble naturaleza, la del poder y la del
saber, el sistema que se diseñó entonces pretendía dar solución al problema de la baja
cobertura, ya que únicamente llegaba a los sectores privilegiados de la sociedad, el fin era
llegar con las primeras letras y con las matemáticas al mayor número que fuese posible de
los jóvenes y niños en la sociedad, el proceso comienza con lo que se conoce como
instrucción pública organización que garantizara la instrucción elemental para el pueblo a
través de la escuela primaria y algunos colegios provinciales, las casas de educación y los
conventos.
Justamente en el Congreso de Angosturas de 1819 y la Constitución de Cúcuta de 1821 se
sentaron las bases de la educación colombiana, dejando definida la organización de la
instrucción pública que reformaba las viejas costumbres coloniales.
Para llevar a cabo el objetivo de la cobertura y bajar de la tasa de alfabetismo entre los
jóvenes, el Estado empezó con la determinación de construir y dotar escuelas primarias o de
primeras letras en cada pueblo que tuviera cien o más habitantes. Así quedó consagrado en
el artículo primero de la ley del 6 de agosto de 1821: “Habrá por lo menos una escuela de
primeras letras en todas las ciudades, villas, parroquias y pueblos que tuvieren cien vecinos
y de ahí arriba” (Ocampo & Soler, 2012: 194). Y también en 1821, el Congreso de Cúcuta
dictó una serie de normas tendientes a la creación de colegios en algunas ciudades, donde se
enseña a varones y mujeres, lectura, escritura, aritmética, geometría, religión, moral e
instrucción cívica. La educación secundaria igualmente contó con gran apoyo, fundándose
colegios en Ibagué, Medellín, Cali, Pamplona, San Gil y Tunja.
Hemos dicho que el proceso se inició con la instrucción pública, la cual empieza con el
gobierno del general Francisco de Paula Santander, además que, se le otorgó al sistema
educativo, la facultad de ser responsable de la formación de los ciudadanos. Aunque
existieron propuestas en el siglo XVIII, como las de Francisco Moreno y Escandón.
Sin embargo, la instrucción y la educación en los primeros años no se dirigía a darle respuesta
a las necesidades del pueblo, o a desarrollar las potencialidades, haciendo visible el
predominio de un modelo controlado por el Estado central, que se basa en el poder del
derecho y el orden legal administrativo, la instrucción se asume como una herramienta para
formar al nuevo ciudadano de la república, es decir, pretendía convertir al individuo en
ciudadano y hacerlo parte de la república.
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El proyecto educativo se materializó cuando en el Congreso de Cúcuta, el 6 de agosto de
1821, se aprobó la Ley de Educación, que contempló crear colegios o casas de educación en
las capitales de las provincias, con planes provisionales de estudio similares a los de los
colegios de la capital, los cuales habían sido reformados mediante el decreto de 26 de octubre
de 1820 (Restrepo, 1835: 16).
En el plan de estudios del 3 de octubre de 1826 ordenó la creación de las escuelas de
enseñanza mutua en todas las capitales de provincia y parroquia, y el establecimiento de las
siguientes materias en el plan de estudios: escritura, moral, religión, constitución del Estado,
urbanidad, principios de gramática y ortografía castellana, aritmética, geografía,
agrimensura, geometría, veterinaria y agricultura. La principal escuela normal lancasteriana
fue organizada por el vicepresidente Santander en Bogotá, y de la cual los maestros que se
proyectaron a todo el país. (Ocampo & Soler, 2012: 36), el vicepresidente Santander ordenó
la creación de escuelas de enseñanza mutua en Bogotá, Tunja, Popayán, Medellín, Socorro,
Santa Marta, Cartagena, Villa de Leiva, Ramiriquí, Chiquinquirá, Cali, Buga, Cartago,
Mompós, Maracaibo y otros pueblos. El mayor número de escuelas lancasterianas fueron
fundadas en las provincias de Bogotá y Tunja.
Entre los intentos de creación de escuelas primarias encontramos el Colegio de Boyacá
(fundado por el vicepresidente Santander en el año 1822), fue el primer colegio que se
consolidó en Colombia como institución educativa pública y oficial. En el artículo 4º del
Decreto 55 del 17 de mayo de 1822, con el cual se fundó este colegio oficial se estableció lo
siguiente: “Por ahora se establece en el Colegio de Boyacá una escuela de primeras letras,
bajo el método lancasteriano, una cátedra de gramática castellana latina y retórica, y otra de
filosofía, debiéndose ocupar estas cátedras por oposición o indistintamente por seculares,
eclesiásticos o regulares” (Castillo, 1985: 63-65).
Por otra parte, “El problema primordial después de la independencia era el de cómo educar
a los hombres, a cada individuo y a toda la población” (Quiceno, 2003: 23), como se
mencionó anteriormente, debido a la alta tasa de analfabetismo que había en todo el territorio.
Movidos por la doctrina utilitarista de Bentham necesitaban ciudadanos letrados que
sirvieran al florecimiento de la nación, por ende, se consideró la necesidad de implantar un
modelo educativo acorde a los recursos y necesidades que se tenían en ese momento; de esta
manera se tuvo en cuenta el método de enseñanza mutua de Joseph Lancaster.
Este método es introducido en Colombia por Fray Sebastián Mora, perteneciente a la orden
franciscana. El Fray había sido deportado a España por su participación en las luchas
revolucionarias y durante su estadía aprendió este método. A su regreso a Colombia en 1820,
fundó una escuela en Capacho, Venezuela. Santander lo invito a Bogotá con el fin de que
abriese una escuela lancasteriana en la Nueva Granada, convirtiéndose así en la primera de
las tres escuelas normales del método lancasteriano que Santander ordenó fundar en Bogotá,
Caracas y Quito; las cuales recibirían estudiantes de provincias cercanas con el fin de que
aprendieran este método y lo difundieran por todo el territorio nacional (García, 2007).
Método de la escuela Lancasteriana
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El método lancasteriano se caracterizaba por una enseñanza simultánea o mutua en la cual,
los estudiantes aprendían en forma grupal y el maestro se apoyaba en alumnos destacados o
que eran más grandes que sus compañeros los cuales recibían el título de monitores. Estos
monitores eran los encargados de dar a conocer los temas y enseñarle al resto de sus
compañeros; era además un intermediario ya que este informaba al maestro de cualquier
situación que se presentará en las clases. En el aula se acomodaban según sus conocimientos
y el grado que estaban cursando, en las primeras filas se encontraban los grupos de los más
pequeños y a medida en que iban adquiriendo nuevos conocimientos se iban sentando en las
filas posteriores. El maestro era quien daba las instrucciones de lo que se debía realizar
durante la jornada; su lugar se encontraba al frente del aula tras un escritorio el cual, estaba
ubicado en una plataforma que lo hacía estar más arriba que el resto y desde donde podía
observar toda el aula.
La ventaja de este método reside en que fomenta la propagación de las escuelas de instrucción
pública a muy bajo costo y con un reducido número de maestro ya que se necesitaba uno por
establecimiento; formando así a un gran número de ciudadanos que era el fin de las reformas
liberales. Su éxito se debió en gran parte a los adelantos técnicos que presentaban como signo
de progreso con respecto a la enseñanza colonial.
Esta escuela permitía resolver el problema sobre la formación moral del hombre: orden,
control interno y externo, reglas de comportamiento, autoridad y técnica. Sus contenidos de
enseñanza eran la lectura, la escritura, la gramática, el dibujo, la costura y el canto; su
didáctica era mecánica, repetitiva y memorística.
Una educación no oficial, el accionar de las sociedades educativas.
El paso del sistema educativo colonial al planteado por la república dirigida por Bolívar y
Santander no significó el fin de las antiguas asociaciones formadas por los cuerpos
coloniales, sólo representó su pervivencia bajo otros órdenes. Estas sociedades educativas no
estaban incluidas dentro del plan educativo oficial de la república, sin embargo, esto no les
impidió existir y actuar.
Por tanto, podemos mencionar a varias como son: las sociedades de amigos del país, las
sociedades filantrópicas, de beneficencia, de ayuda, de moralidad, católicas e incluso logias
masónicas. (Quiceno, 2003: 41). Cada una de estas ejercía como organización educativa y
actuaban en distintos niveles, unas tenían su foco de atención en sectores populares, otras en
las elites y en grupos religiosos. Así estas organizaciones presentaban objetivos y
motivaciones variados según el grupo social o político del cual dependieran.
La instrucción ofrecida por estas tenía un carácter no oficial, no correspondía a los intereses
institucionales de la república respecto a la educación y en este sentido estarían por fuera de
la ley. Por tanto, estas organizaciones privadas de educación actuaban a voluntad y sin más
restricción que las propias para impartir una educación a medida de sus propios intereses.
Los cuales a veces chocaban con el plan institucional, por ejemplo, en las sociedades
católicas las cuales se oponen a una educación sin los principios católicos, es decir a una
educación laica. Sin embargo, otras se preocupaban por el avance de los conocimientos
científicos en el país, caso de las sociedades de amigos del país (Quiceno, 2003).
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La formación ofrecida por estas sociedades era de primeras letras, moral y técnico para los
sectores populares cubiertos por estas. Sin embargo, para los miembros de la elite esta
educación tenía un mayor peso, pues se les educaba para gobernar y al hacerlo defender sus
intereses, así su educación era profesional (Quiceno, 2003). Por tal razón estas sociedades
amasaron influencia y poder social, lo que sumado a los intereses propios de esta se formó
en poder político ya sea para afianzar el proceso institucional de educación o ser un foco de
oposición para el mismo en regiones de la república (Echeverry, 1989). Pugnas que expresan
el espíritu de la lucha entre una república centralizada y otra en defensa de la determinación
regional.
Así pese al aparente y bien intencionado actuar de las sociedades, estas no propenden a una
educación para la libertad de los hombres, no son tan bien intencionadas, estas buscan hacer
de sus afectos a estos hombres, hacerlos instrumentos y participes de sus causas políticas o
ideológicas. Las cuales llegan a corresponder al sostenimiento del estatus colonial en la
república. Como es el caso de las sociedades católicas que luchaban por mantener su lugar
de rectora moral y educativa, hasta ser reconocida por el estado como responsable de velar
por la educación y moral de los ciudadanos (Quiceno, 2003).
Otro tipo de sociedad y cuyo papel debe resaltarse fue el de las logias masónicas cuyos
miembros están altamente educados y capacitados. Los cuales se piensan el régimen
republicano y la importancia de tener un estado independiente a los intereses eclesiales
(Quiceno, 2003). Es un tipo de sociedad que si bien no fue abierta al público en general contó
con miembros inmersos en los estamentos de poder. En su interior se pensaban y discutían
ideas que posteriormente algunos de sus miembros llegaban a aplicar institucionalmente, su
importancia radica en la fuerte influencia ideológica del libre pensamiento, en la promoción
y discusión de ideas liberales para la transformación de los estamentos heredados de la
colonia. Se constituye en una escuela de dirigentes políticos para la república, la elite política
de la nación se reunía en ellas.
A manera de conclusión, podríamos sacar varias conclusiones acerca de la educación durante
la Gran Colombia, con base en todo lo expuesto a lo largo de este ensayo.
En primer lugar, se puede expresar que el desarrollo de la educación desde las reformas
borbónicas en el virreinato hasta la primera república liberal de Colombia podría decirse que
está marcado por el interés, el poder que confiere, pues en los primeros años se ve enfocado
por promover las ciencias, ya que España requiere de ellas, durante la independencia se
desean hombres patriotas, que se identifiquen con la causa americana, después, en la
república liberal se necesitaran ciudadanos capaces de llevar a cabo lo mejor posible los
ideales de los liberales, así que para esto el Estado asumirá la responsabilidad de educar, para
poder formar los ciudadanos que necesita y desea según las condiciones del momento. Esta
instrumentalización de la educación para el control social perdura hasta nuestros días,
evidenciada en la sociedad actual con la carencia de pensamiento crítico en la mayoría de la
población con respecto al actuar de las elites políticas.
Por otra parte, en la “Gran Colombia”, la realidad de la educación era frágil, escasa y precaria;
se podía apreciar una escasez de escuelas, ausencia de población letrada que pudiese ocuparse
como docente y, sobre todo, ausencia de recursos educativos que contribuyeran a que el
proyecto fuese exitoso. La educación está mediada por los intereses de la élite ya que, por
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medio de ésta se hace posible la coerción del otro, pues en ella es donde se forman las virtudes
del ser en relación con su papel dentro de la sociedad.
Otra conclusión sería que la educación pasó a ser sinónimo de progreso y construcción de
identidad en la medida en que, para ser un considerado un “ciudadano” tenía que ser una
persona letrada. El método Lancasteriano o de enseñanza mutua se adoptó porque se
consideraba que con él se iban a requerir menos escuelas, menos docentes, y, menos gasto
en el erario público. En la enseñanza mutua se mostraría una fuerte presencia de discursos
sobre el trabajo, la moral, la disciplina, la vigilancia y las facultades; discursos que toman
forma en la manera de enseñar (repetición, memorización, imitación, control y castigo).
Por último, en paralelo y en cierta manera al margen de la ley pervivieron organizaciones
que ofrecían en mayor o menor medida, según el sector social, una educación estructurada y
con la cual podían tener influencia, así como poder político sobre sectores sociales y/o
regiones del país, lo cual constituyó en el germen de conflictos sociales y civiles. Tal es el
caso de la iglesia católica, que aún determina ciertos aspectos de la educación pública del
país. Pues pese a ser un estado laico existe cátedra de religión católica en escuelas y colegios
públicos del país.
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