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Todos los niños esTán
nerviosos. se acerca
la noche de reyes.
después de preparar-
lo Todo para que sus
majesTades y los ca-
mellos puedan en-
Trar en su casa sin
problemas, pupi se
va a la cama. de re-
penTe, algo le des-
pierTa. no puede ser,
pero uno de los reyes
magos esTá robando
los regalos. ¡aquí hay
sapo encerrado!
María Menéndez-Ponte
Pupi y las extrañas huellas de betúnIlustraciones de Javier Andrada
seri
ep
up
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OTRA DIVERTIDA AVEN-
TURA DE NUESTRO SIM-
PÁTICO AMIGO, LLENA DE
HUMOR Y, COMO DIRÍA
PUPI, TERNERA, ¿O SERÁ
TERNURA?
Dirección editorial: Elsa Aguiar Coordinación editorial: Gabriel Brandariz Ilustraciones: Javier Andrada
© del texto: María Menéndez-Ponte, 2013© de las ilustraciones: Javier Andrada, 2013© Ediciones SM, 2013
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A León Andrada, ese duende que inspira a su papá
las ilustraciones más superestupenfásticas.
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Pupi va con Conchi a casa de Coque, donde han quedado todos los amigos para leer las cartas que han escrito a los Reyes y luego ir a entregárselas al rey Baltasar, que ha venido con su paje a la ciudad para recogerlas.
Al pasar por delante de la pastelería donde suelen comprar el turrón, Conchi le comenta a Pupi:
–Ay, neniño, ¿te acuerdas de cuando creías que la Navidad era una señora muy glotona que se comía todo el turrón que compraba la gente?
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–Es que cuando yo te preguntaba por qué no nos lo comíamos, tú me decías que era para Navidad. Y yo pensaba: «¡Qué egotista, qué gorda se va a poner con tanto terrón!». Luego, cuando nos lo zampullamos el día de Nochebuena, estaba muy puercupado porque no le habíamos dejado ni las migas, y creía que se enfadaría con nosotros. Es lógica de armario, Conchi. Pero ahora sé que son unas fiestas superestupenfásticas.
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Pupi aspira el olor a castañas que se esparce por la calle. Le recuerda al aroma que dejan los sueños que hace Pimpam. Y al pasar por la Plaza Mayor, exclama entusiasmado:
–¡Mira, Conchi, cuántos luceritos! Son como las esteritas de mi plataneta. Me retequetechifla la Navidad. ¡Vamos a cantar un villacinco!
Y se pone a cantar a grito pelado, mezclando la letra y la música de todos los villancicos que conoce con los de otras canciones:
Hacia Belén van unos peces, ring ring, que beben y beben y se comen todo el cocholate.Toca toca la zam-booooomba. Rompompompón...
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–¡Achúndala, Pupi! Vaya mezcolanza que estás haciendo.
–Pero, Conchi, si no tengo ninguna lanza. ¿No ves que estoy cantando villacincos? –se extraña él de su comentario.
Conchi se muere de la risa con su salida, pero Pupi cree que se ríe de puro contenta que está y se suma a su alegría. Aunque tiene que ir muy pendiente de Lila porque, en cuanto se descuida, ya se ha escondido en algún belén, o entre las ramas de los abetos que venden en los numerosos puestos que hay en la plaza.
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Un día se coló dentro de una zambomba y no la descubrieron hasta que se puso a sonar sin que nadie frotara la caña: era la propia Lila quien lo hacía desde dentro.
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