Pregón de las Fiestas de Santiago Apóstol Gáldar 2013
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PREGÓN FIESTAS DE SANTIAGO 2013
Cuando el 14 de mayo, víspera del día de San Isidro me llamó
el señor Alcalde Don Teodoro Sosa, para invitarme a pregonar las
fiestas en honor a nuestro patrono Santiago, afloraron en mí
sentimientos variados. Primero sorpresa y desconcierto, similar al que
me invadió cuando hace 16 años el entonces cura párroco de nuestro
pueblo, don José Díaz Alemán, me llamó para que me hiciera cargo de
la catequesis de padres. Un segundo sentimiento fue el de una enorme
responsabilidad. Por mi mente pasaron los nombres de ilustres
personas, galdenses y no galdenses, que pregonaron la fiestas
Patronales de nuestra querida y noble Ciudad de Gáldar.
El tercer sentimiento que afloró en mí y aún sigue presente es
el del agradecimiento. Gracias a los que me propusieron y a los que
secundaron la propuesta. No sé si merezco este privilegio pero para mí
fue un gran honor que me eligieran, honor que no pude rechazar
porque sé que la principal razón de esta elección ha sido como muestra
de cariño y reconocimiento a la labor que desde Cáritas realizamos en
el municipio. Por tanto, este honor no me pertenece en exclusiva, sino
que lo que lo hago extensivo a todo el voluntariado de la parroquia.
Pretende esta pregonera, participar y compartir con todos los
galdenses las emociones y sentimientos que estas fiestas patronales
despiertan en todos nosotros.
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Nací en el barrio de San Isidro, en el seno de una familia
humilde, hija de Micaela Molina y Manuel Mujica, siendo la menor de
los cuatro hermanos.
Nuestra vida, como la de muchas de las familias de la época no
fue fácil. Quizás en mi casa, los problemas se agudizaron, pues mi
hermana Lucía enfermó gravemente siendo niña. Ello obligó a que mi
padre tuviera que desplazarse con ella hasta Madrid y durante varios
meses mi familia en San Isidro tuvo que sobrevivir gracias al esfuerzo
de mi madre y de mis hermanos mayores, Suso y Nieves y también a la
generosa colaboración de personas como Isidrito Súarez y Florita,
propietarios de tiendas en el barrio, de las conocidas como de aceite y
vinagre, que tanto contribuyeron a mitigar y paliar el hambre y las
necesidades de la época con los famosos fíaos que nos hacían y que
luego reflejaban en aquellas libretas que servía de apuntes deudores y
que se llenaban de cruces cada vez que ibas entregando a cuenta.
Desde aquí, mi emocionado recuerdo y agradecimiento.
Aprendí a leer y a escribir en la escuela pública de San Isidro,
que aún conserva su estructura original al lado de la Plaza y fue en la
humilde parroquia de mi barrio, donde se venera al santo patrono de
los Agricultores, en la que recibí los sacramentos de Iniciación:
Bautismo, Eucaristía y Confirmación y donde años más tarde
contraería matrimonio con Salvador, siendo párroco Don Santiago
Godoy Herrera.
Mi primer contacto con las fiestas mayores de Gáldar se
remonta a los años 60, cuando nos reuníamos los vecinos en la plaza
del barrio, para contemplar el encendido del volcán anunciador de las
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fiestas y de cómo fijábamos la mirada a la espera de que alguna rueda
incandescente rodara montaña abajo con el consiguiente algarabío. Al
día siguiente, el olor a pólvora quemada de los fuegos artificiales
invadía el barrio. Y el día de Santiago, esperábamos ansiosos la traca
que anunciaba la salida y entrada del santo patrono al templo matriz.
A medida que los años iban pasando, mi contacto con el casco
de Gáldar iba siendo más directo e intenso.
Ya adolescente y cursando estudios de bachiller en el instituto
de Guía, el círculo de amigos fue creciendo. Mi familia, empezaba a
permitirme frecuentar el pueblo con más asiduidad y todos los
domingos acudíamos al cine caminando, ya que el dinero de la guagua
lo reservábamos para comprar el trozo en casa de Paquito.
A esta aventura dominical me acompañaban mis amigas Loly,
Victoria y Juana Francisca. Cuando terminaba la película, nos
acercábamos a la plaza y dábamos las vueltas de rigor a la fuente,
dónde paseábamos para encontrarnos con los muchachos venidos de
todos los barrios y pueblos cercanos, siempre bajo la mirada
protectora de mi hermano Suso, que sólo con mirarme me hacía
temblar…
Recuerdo con nostalgia las verbenas del 18 de julio en la plaza,
que al igual que en el día de Santiago y siempre que podíamos
permitírnoslo, estrenábamos traje y zapatos, con el inconveniente
añadido de tener que regresar descalzos por el daño que nos hacían
los dichosos zapatos nuevos. Esos días eran intensos ya que nos
pasábamos semanas con el trajín de ir y venir a casa de la costurera.
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Finalizados mis estudios de Magisterio, mi primer destino fue
la Aneja en la que pude continuar durante mucho tiempo, pero la
llamada de mi pueblo, Gáldar, hizo que pidiera traslado a los dos años.
Una vez resuelto el concurso, fui destinada a Hoya de Pineda,
destino éste en el que estuve un sólo curso escolar. Muchos recuerdos
tengo de aquellos momentos. De cómo Salvador, mi marido, me llevaba
casi todos los días la comida al mediodía y a mi hija Noemí pequeñita
para que nos acompañara en aquel edificio viejo y destartalado.
Fue un año difícil el que pasé allí, por no haber no había ni
baño. Allí teníamos distintos ocupaciones, a ratos maestra, a ratos
albañil porque hasta el techo se estaba cayendo. A pesar de las
dificultades guardo un entrañable recuerdo de aquella época y sobre
todo de la gente que allí vivía, como Elena la de la tienda, que siempre
que lo necesitaba, estaba dispuesta a arrimar el hombro por el bien de
la escuela. Quiero destacar que gracias a las gestiones de Chano
Santana, concejal de educación de aquel momento se hicieron un año
después las dos unidades que hoy se encuentran en aquel lugar.
Una nueva etapa de mi vida, importante y además
determinante empezó en la Escuela Hogar allá por el año 1981. El
equipo docente estaba formado por Salvador, mi gran amiga Loli,
Martín y esta que les habla. Al frente de la cocina estaba Lady ayudada
por Loli. En esos primeros momentos ese era todo el personal con el
que se contaba, y con él teníamos que cubrir 24 horas cada día de
Lunes a Viernes. Años más tarde, y tras unas reformas en el
planteamiento de las residencias escolares, la plantilla aumentó tanto
en el personal docente como en el laboral.
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Esta etapa tuvo una duración de veinte y seis años, toda una
vida. En este largo periodo convivimos de lunes a viernes con chicos y
chicas en edad escolar, venidos de casi toda la Isla. Era como una gran
familia, vivíamos con ellos, mis hijos Noemi, Rubén, Cristina y Miguel,
nacieron y se criaron allí. Fue en este Centro, donde empezó a
despertar en mí ese espíritu de servicio que una vez jubilada, decido
enfocarlo como voluntaria en mi parroquia.
Por cierto, la Residencia tuvo una contribución importante en
las fiestas de Santiago. Allí se celebraban actos de las mismas, se
alojaban grupos culturales, deportivos y musicales que venían a
participar en todos los eventos que se programaban.
Durante muchos años se organizó en ella, el tradicional
almuerzo de Santiago, donde se agasajaban a todos los invitados a la
procesión del Santo Patrono.
Cuando mis hijos empiezan a crecer, vivimos las fiestas de
otra manera, pues no había acto que se quisieran perder.
Todavía siento su emoción, por participar en las tradicionales
carrozas y hoy en día la seguimos viviendo con mis nietos Marta y
Jorge, que esperan ansiosos que llegue el 23 de julio, para participar en
ellas.
Y qué decir de la batalla de flores, en la que chicos y grandes,
bola en mano descargan toda la adrenalina contenida durante el año y
desahogan de esa forma toda la energía acumulada, tiñendo los
alrededores de la plaza de una enorme alfombra blanca formada por
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pequeños recortes de papel y que tardan días en desaparecer del
escenario de los pelotazos.
Destacar también como el día de la feria de ganado el Barranco
de Gáldar a la altura de Huertas del Rey cobra vida, acogiendo a cientos
de animales para celebrar la tradicional feria. Feria que es visitada por
muchísimas personas, a la búsqueda de qué toro es el más grande, o
qué vaca da más leche, y otros como mi marido, que quieren invertir
en comprar animales, pues hace años compró un burro llamado
Nicolás que aún conserva hoy en día, para alegría de mis nietos y sus
amigos.
Otro de los actos que en el pueblo y me atrevo a afirmar que
en gran parte de la Isla se vive también con muchísima intensidad, es la
romería-ofrenda al Santo patrono. En casa, al igual que en la mayoría
de los hogares Galdenses, se dan cita hijos, nietos, nueras, yernos y
amigos, formando tal trajín que llego a la iglesia con el tiempo justo
para recibir a la carreta del Ayuntamiento, que como es tradición, es la
primera en hacer la ofrenda.
Este es un día especial para Cáritas y sus voluntarios, pues no
damos abasto a recibir a todos los romeros y romeras, que
engalanados con las vistosas ropas tradicionales, y rebosantes de
alegría, se acercan hasta los pies del Apóstol Santiago a depositar sus
ofrendas, acompañados de isas, folias, seguidillas y malagueñas, con los
que nos deleitan los numerosos grupos folclóricos venidos desde los
distintos puntos de las Islas. Quiero apelar desde este atril a que en
este año, seamos más solidarios si cabe en la ofrenda romería y que al
igual que los romeros infantiles, vengamos cargados de productos no
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perecederos que vayan destinados a llenar el banco de alimentos de
Cáritas.
La romería infantil es un ejemplo a seguir y a continuarlo en el
tiempo, porque con ella se van forjando los valores solidarios entre
nuestros niños.
Una anécdota curiosa del estado en que llegan algunos
romeros al pórtico del templo, la comentó con su habitual simpatía,
Don Agustín Monroy, nuestro cura párroco en la reunión de
coordinación para la recogida de alimentos, y cuenta que en alguna
ocasión algún romero se acerca a él y le dice a algún compañero
“sácame una foto con el Santo Padre”.
Vemos con regocijo, como en pocas horas, la iglesia se va
llenando de productos de nuestra tierra: papas, las ricas cebollas de
Gáldar, tomates, frutas de todo tipo y entre todos ellos sobresalen, los
enormes racimos de plátanos de nuestras fértiles tierras galdenses.
Todos los productos recibidos van destinados a abastecer a nuestra
Cáritas parroquial y a los comedores sociales de la isla.
Pero a pesar de vivir con emoción cada uno de los actos
populares de las fiestas, la función del día de Santiago y la procesión
del Santo Patrono son sin duda alguna, los actos religiosos más
importantes.
Hay que destacar la labor de las distintas corporaciones, que
año tras año y sorteando las dificultades, se esfuerzan por mantener
los actos tradicionales de las fiestas, con el fin de que sus ciudadanos e
invitados disfruten de ellas.
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Todos las Pregoneras y Pregoneros que me han precedido en
este honorable menester, se han encargado de hacernos recordar los
momentos tan entrañables y cariñosos de todos los actos
programados. Asimismo, nos han deleitado con anécdotas simpáticas y
familiares, pero quisiera abusando de la confianza de vds, y siendo
conscientes de la realidad económica y social en que estamos viviendo,
añadir o incorporar una reflexión. Y la hago al amparo de la carta del
Apóstol Santiago en el nuevo Testamento, que es todo una llamada a la
Solidaridad, fraternidad e igualdad entre las personas.
Quien me conoce sabe que no soy una religiosa, solo soy una
persona que tengo firme mis convicciones, mi fe en Jesucristo, por lo
que pido disculpas si alguien no está de acuerdo o no comparte mis
creencias.
Estamos de fiesta, y no quiero empañar la alegría que
acompaña siempre a esta celebración, pero la realidad es que en los
últimos años una sola palabra parece presidir cada uno de nuestros
días: CRISIS.
Desde primera hora de la mañana, los medios de comunicación
nos ponen al día de los avatares del sistema financiero, de nuestra
realidad económica y social. Las referencias al paro, a la mala
alimentación y desnutrición infantil, el aumento de la marginalidad, a
los desahucios y sus fatales consecuencias, la corrupción, la irritación y
la pérdida de la esperanza son constantes. Y si nos dejamos llevar por
el bombardeo de la información, podemos quedarnos perdidos en el
cuadro sombrío de una realidad que no parece tener fin.
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No voy a hacer aquí una valoración de la situación que
vivimos, ni a repetir hechos que son por todos conocidos. Sin embargo,
creo que es bueno parar un momento para reflexionar brevemente e
intentar desenredar la madeja de conceptos y sentimientos que se
agolpan en nosotros ante semejante situación.
Tampoco pretendo hacer aquí un discurso filosófico pero,
frente a todo lo que vemos y nos dicen, quizás la mejor receta sea
probablemente poner en práctica un puñado de valores universales,
que no por conocidos dejan de ser necesarios, y que desde Cáritas nos
esforzamos por hacer realidad calladamente cada día entre quienes
nos necesitan. Y es que, si nos vamos a la realidad de lo que vivimos
hoy, la causa de todo, seguramente esté en la profunda crisis de valores
que padece nuestra sociedad.
Frente a ello es preciso reivindicar el significado profundo y la
importancia del concepto de altruismo, como una actitud de
servicio desinteresado a los demás, hecho sin esperar nada a
cambio, aceptada y querida de buen grado.
El altruismo y la solidaridad tienen una dimensión claramente
humana y de servicio a la sociedad que se pone a prueba si para
prestar ayuda a los demás tenemos que renunciar a beneficios propios,
inmediatos y significativos, es y ha sido a través de la historia la base
de una sociedad más justa y solidaria.
El verdadero altruismo no conoce razas, ni lenguas, ni
pasaportes, ni documentos de inmigración, ni religiones, ni opciones
personales, ni ideologías, ni riquezas, ni posición social. Se basa en la
generosidad y en la solidaridad, en ofrecer al que lo necesita lo que
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está en nuestra mano: un auxilio material, un consejo, una palabra de
aliento o un gesto de cariño. Es dar y darse sin medida.
El altruismo es generoso y solidario también desde la
tolerancia hacia el que es diferente, siente de otra manera o piensa de
forma distinta. Eso implica que servir a los demás por el deseo del
propio bien nos obliga a hacer primero un profundo ejercicio de
humildad personal. Quizás, el mejor ejemplo de ello sea un texto tan
antiguo y conocido por todos que por eso a veces pasa desapercibido:
la parábola del buen samaritano, la historia de aquel que siendo
diferente, siendo extranjero, atendió al necesitado sin preguntarle
nada, sin demandarle nada. Es el triunfo de la compasión en su
sentido etimológico: compartir el sufrimiento, identificarse con el que
sufre y buscar remedio a su dolor.
Es difícil ser verdaderamente solidario y altruista pues supone
aceptar sacrificios personales, porque se entregan como mínimo el
tiempo y las fuerzas propias.
Para hacerlo hasta convertirlo no ya en un trabajo, sino en un
modo de vida, se nos exige muchas veces una buena dosis de
integridad personal, de coherencia con lo que se cree y mucho
desapego hacia lo material para hacernos inmunes a la avaricia, la
ambición y la corrupción.
Hoy llama la atención cómo en los medios de comunicación no
faltan algunos que intentan convencernos de que algunas personas lo
pierden todo y sufren porque se lo merecen, porque no supieron hacer
las cosas bien, porque vivieron por encima de sus posibilidades... Pero
no tenemos ni podemos juzgar ni castigar a nadie, sino atender la
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necesidad ajena; de lo contrario, caminaremos hacia una sociedad cada
vez más deshumanizada: frente al sufrimiento respondamos con
humanidad.
Seguramente, la causa de buena parte del dolor ajeno está en
las injusticias, en lo abusos, en los engaños, en la visión del otro como
un medio y no como fin. Y ante eso, sólo cabe actuar con firmeza desde
los principios, ser consecuentes y tener fe en el ser humano y en el
futuro de nuestra sociedad.
En definitiva amar a los demás, es la esencia de la
verdadera caridad. Como dijo San Agustín:
“Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si
gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor;
si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor
arraigado en ti, ninguna otra cosa, sino amor serán tus
frutos”.
Justo en estos días que celebramos la fiesta de nuestro Patrono el
Apóstol Santiago, su ejemplo ha de cundir en nosotros que lo
nombramos constantemente.
Es curioso que poco se le nombre en el Evangelio y, sin embargo,
unos años después aparece como obispo de Jerusalén. Paradójicamente
apenas se mencionan sus escritos en el Nuevo Testamento, pero su
carta o epístola, siendo una de las más pequeñas, es todo un llamado a
la justicia, cualidad tan necesaria en estos tiempos que vivimos.
Como si viviera en el hoy de la realidad que nos rodea, nos
recuerda que “la religión verdadera y perfecta consiste en esto: visitar
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a los huérfanos y a la viudas, que necesitan ayuda y guardarse de
la corrupción de este mundo”(Santiago 1,27).
Las fiestas en honor a Santiago han de ser en medio del jolgorio y
la alegría, una llamada a hacer un mundo más igual y justo, pues como
escribe el apóstol es incorrecto “hacer diferencias entre las
personas”(Santiago 2,1-4).
Es más, si hemos de privilegiar a alguien en nuestra sociedad es a
los más pobres pues “¿acaso no escogió Dios a los pobres de este
mundo para hacerlos ricos en la fé?”.
Y es nuestro patrono, a quien celebramos, el que afirma:” si dicen
que tiene fe, y que están festejando lo cristiano, pero no lo demuestran
con su forma de actuar, no tiene sentido” (Sant 2,14). Y nos ayuda a
concretar: “Si a un hermano o a una hermana les falta la ropa y el pan
de cada día, y uno de ustedes le dice: ¡Qué les vaya bien¡, que no
sientan frío ni hambre, sin darles lo que necesitan, ¿de qué les sirve?.
Así pasa con la fe, si no se demuestra con las obras está muerta” (Sant
2,15-17).
Es nuestro patrono quien directamente nos indica: Festejar mi
nombre, hacer danzas con motivo de mi trabajo, recordarme por el
nombre, pero no continuar con mis obras y vivir replegados en sí
mismo, olvidándose de los que lo pasan mal, es una fiesta sin sentido,
una fiesta agridulce, algo que en lugar de alegrarme, me entristece.
“Basta una llama pequeña para incendiar un bosque inmenso”
(Sant 3,6). Que el anuncio de estas fiestas sea como esa pequeña
llamita que nos vuelque a partir de ahora en defensa de la
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solidaridad, de la colaboración, del trabajo por hacer un mundo
de iguales donde nadie pase hambre ni frío o cualquier tipo de
necesidad.
Lo dicho hasta ahora, es únicamente una sincera llamada a
recuperar lo mejor de la naturaleza humana, a construir un espíritu
humanista colectivo basado en valores aceptables desde múltiples
ideologías y creencias, que considero imprescindible poner en práctica
hoy, ahora mismo, si queremos no sólo superar la situación que
vivimos, sino salir de ella reforzados y con perspectivas de lograr una
sociedad mejor, más justa, más solidaria, más tolerante en la que las
personas puedan vivir y formarse con esos valores.
Todo eso lo intentamos llevar a cabo, los voluntarios de Cáritas
cada día, en las instalaciones de la casa parroquial de nuestro
municipio, atendiendo a familias necesitadas, proporcionándole
alimentos, ropa, así como paliando otras carencias que les surjan.
Y todo ello, la mayoría de las veces se cumple y se hace realidad,
gracias por un lado, a la generosidad de la Comunidad Cristiana, que
cada primer domingo de mes y en las diferentes eucaristías se vuelcan
con su aportación económica y por otro a colectivos y personas de
buena voluntad, que independientemente de su forma de pensar o de
creencias religiosa, se acercan a nuestra sede a colaborar de forma
desinteresada y amparados en el anonimato con aquellos que lo
necesitan.
Gáldar, ha demostrado en estos momentos difíciles que
atravesamos, que es un pueblo SOLIDARIO, si no hubiese sido así,
nunca hubiéramos podido llegar a cientos de hogares de nuestro
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pueblo que nos han necesitado. Desde aquí y en nombre de Cáritas, mi
agradecimiento.
En esta tarea estamos coordinados y recibimos el apoyo
constante de los Servicios Sociales de nuestro Ayuntamiento. Por ello,
es de Justicia, agradecer al mismo y en especial a la Concejalía de
Servicios Sociales, el apoyo que nos ha mostrado, contribuyendo a
resolver las distintas problemáticas planteadas por los usuarios como
por ejemplo el restablecimiento de cortes de agua de abasto a familias
carentes de recursos.
Destacar el trabajo generoso, que hacen los y las voluntarios del
desayuno que día tras día lo preparan y lo sirven para todas aquellas
personas que lo necesitan.
Quiero también hacer una mención en este trabajo altruista a la
Asamblea de la Cruz Roja.
Aprovecho la ocasión que se me brinda, para hacer un RUEGO A
QUIEN CORRESPONDA, para que en lo sucesivo, a ninguna familia, en
riesgo de exclusión social, se le corte el suministro de Agua, elemento
éste imprescindible para la subsistencia de las personas.
El Apóstol llega, pues, de nuevo a nuestro pueblo con un mensaje de
esperanza y anuncio de una vida nueva, no en vano son muchas las
personas que año tras año peregrinan desde todos los pueblos hasta
nuestra ciudad. Este continuo peregrinaje, es símbolo y señal del
intercambio entre personas. Un peregrinar, o reunir personas en un
sereno intercambio que están muy por encima de todo tipo de
fronteras.
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Es hora también, de hacer una llamada a la ilusión, a la esperanza, para
que podamos superar los malos momentos que corren y que nos
afectan a todos, pidiendo en estas fiestas al apóstol que ilumine el
camino de los responsables políticos para que su trabajo sea el espejo
donde se refleje honestidad y honradez..
Vecinos de todos los pagos de Gáldar, Barranco Hondo, Juncalillo, El
Tablado, Fagajesto, San José del Caideros, Saucillo y Picos de Viento,
Tegueste y Hoya de Pineda, El Agazal y Los Quintanas, Piso Firme,
Marmolejos, San Isidro, El Roque, Barrial y Sardina, La Furnia, Punta de
Gáldar y Los Dos Roques, El Agujero, Caleta de Arriba y Abajo, La
Montaña, Becerril, Palma de Rojas y del Casco de Gáldar; vecinos de
Santa María de Guía y Agaete, vecinos de Gran Canaria y foráneos,
pónganse sus mejores galas que ya estamos en fiesta, demos muestra
de lo que somos; un pueblo SOLIDARIO, ABIERTO Y ACOGEDOR.
Disfrutemos de nuestras de ellas en paz y armonía, apartemos por
unos días los problemas que nos perturban, y participemos de todos
los Actos Cívicos y Religiosos programados y que la sana alegría
presida todos y cada uno de ellos.
¡QUE VIVA EL APÓSTOL SANTIAGO, QUE VIVA GÁLDAR Y QUE
VIVAN SUS FIESTAS!
Buenas noches y muchas gracias a todos.