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Texto para la reflexión
JORNADA DE “EPIFANÍA”
12-12-2012
PROMOVIDA POR LA SEEC Y
AMUPROLAG
Si bien ya casi nadie leía, por lo
menos ya todo el mundo sabía leer e
incluso escribir, debemos confesar
que el estudio de las humanidades y
de las lenguas muertas (incluido el
francés) se había sacrificado bastante;
el latín y el griego no sólo eran
lenguas muertas, sino enterradas;
existía aún, por mantener las formas,
alguna clase de literatura con pocos
alumnos, de poca envergadura y muy
mal considerada.
Los diccionarios, los textos, las
gramáticas, las antologías y las
ediciones críticas, los autores clásicos,
toda la panoplia de De Viris, de los
Quintos Curcios, de los Salustios, de
los Titos Livios, se pudría
tranquilamente en los estantes de la
vieja casa Hachette.
Pero las nociones de matemáticas, los
tratados descriptivos de mecánica, de
física, de química, de astronomía, de
comercio, de finanzas, de artes
industriales, todo lo relacionado con
tendencias especulativas del
momento, esos circulaban en miles de
ejemplares.
Hacia fines del siglo pasado, la Escuela
Nacional estaba en franca decadencia;
se presentaban pocos jóvenes a
quienes la vocación condujera a las
letras, ya se habían visto muchos casos
en que los mejores abandonaban el
atuendo de profesor para precipitarse
en la multitud de periodistas y
autores; pero un espectáculo tan
molesto ya no se reproducía: hacía
diez años que los estudios científicos
se abarrotaban de candidatos a los
exámenes de ingreso de la Escuela
y los últimos profesores de griego y
latín terminaban de extinguirse en
sus clases abandonadas…
Julio Verne. París en el siglo XX