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REVISTA ISLAM
Nº 9. mayo de 2012
Dirección: C/ Anastasio Herrero, nº 5, 2º Madrid - 28020. Tel: 915714040 Fax: 915708889 Decano de la prensa musulmana en España 1971 1971
Edita: UCIDE
Las opiniones y juicios expresados
por los autores de los artículos y
trabajos publicados en la revista
ISLAM no reflejan necesariamente
los puntos de vista de los editores.
SUMARIO
Presentación
SAGRADO CORÁN
Comentario del Sûrat-ul-Fâtihah
por M. Abûl Kalâm Âzâd
LA MEDICINA DE LAS ALMAS
de Ibn Hazm
Capítulo segundo: no hacer caso
de las palabras de los hombres,
sino de las del Creador
VIDA DESPUÉS DE LA
MUERTE por Abul Aala Maududi
LA VIDA DEL PROFETA
MUHAMMAD
Capítulo segundo: nacimiento e
infancia del último profeta
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Presentación
Continuamos en este número de la
revista que os ofrecemos, en primer
lugar, con los trascendentes comentarios
sobre el primer sura del Corán, en esta
ocasión profundizando en la reflexión
sobre nuestro paso por esta vida terrenal
entre diferentes pruebas, dificultades y
superaciones. Es en este contexto el
Corán habla de los comportamientos
alternantes de la noche y el día. En ellos
yacen ocultos numerosos signos para
quienes reflexionan, en esa dualidad en
la que nos movemos en diferentes
esferas y aspectos de la vida, y en ese
equilibrio, todas las cosas, señala el
Corán, son la creación de uno que no es
simplemente un creador sino un creador
que al mismo tiempo es Dios de Gracia,
de misericordia y que allí donde la
misericordia trabaja tendrá que haber
belleza y perfección.
A continuación os ofrecemos el
segundo capítulo del libro “La medicina
de las almas” del cordobés Alí
Abenhazam o Ibn Hazm, en el que nos
muestra sus reflexiones sobre la virtud
de la humildad y el rechazo de la
vanagloria. En cambio, el que tenga un
entendimiento lúcido, una cultura
científica extensa y una conducta moral
intachable, ese sí que puede regocijarse
de lo que posee, porque en esas
cualidades no le aventajarán más que
los ángeles y los mejores de los
humanos, viviendo con humildad un
presente continuo en esta existencia.
Seguidamente el desaparecido profesor
Abul-Aæla Maududi nos ofrece su
disertación sobre la vida después de la
muerte terrenal, tanto desde el punto de
vista de la deducción lógica como de la
revelación divina a la humanidad.
Basándonos en el conocimiento
científico no podemos afirmar que
existe una vida después de la muerte,
pero tampoco podemos negarlo. Sin
embargo creer o no en la vida postrera
afecta en las actitudes del individuo ante
los acontecimientos y pruebas de la vida
terrenal, si esta es la única existente o si
solo es una etapa a continuar en la otra
vida ulterior.
Por esto, debería quedar claro que la
cuestión de la vida después de la muerte
no es simplemente un ejercicio
intelectual o filosófico sin fruto, sino
una cuestión que relaciona íntima y
vitalmente los efectos de nuestra vida
cotidiana.
Por encima de todo, está el aspecto
moral del ser humano, que está dotado
con la conciencia de lo bueno y de lo
malo, que tiene la facultad de discernir
entre los dos y el poder de hacer el bien
tanto como el mal. El Corán nos asegura
que el mundo que nuestra naturaleza y
nuestra razón exigen, será una realidad
algún día.
Continuamos finalmente con el relato
del nacimiento e infancia del último
profeta, su época de crianza con su
nodriza y su primer viaje a tierras
siríacas y la narración de su encuentro
con el monje cristiano Bahira, quien le
reconoció como el profetizado que
habría de venir.
El pudor, y la protección que Alláh
concede a sus Elegidos, le preservaron
de los excesos a los que se entregaban a
veces los adolescentes al advenimiento
de la pubertad. De entre todos los de su
edad, él era el más hermoso, generoso,
agradable en sus relaciones, verídico en
sus palabras, alejado de todo libertinaje
y el más devoto de sus amistades; hasta
tal punto, que recibió de sus
compatriotas el apodo de "El Amín", es
decir, el "Fiel".
Esperamos sea de vuestro interés.
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SAGRADO CORÁN
Comentario de la Sûrah al-Fâtihah
De
MAULÂNÂ ABÛL KALÂM
AZÂD
(1888-1958)
(Continuación)
ENTUSIASMO POR LA VIDA.
Tomemos otro ejemplo. La vida
del hombre está marcada por una
lucha por la existencia. Esto lo
vemos en cada esfera de la vida y
en cada rincón. La vida en su
conjunto es una serie de pruebas.
ن فى كبد ـ لقد خلقنا ٱلنس
“Hemos creado al hombre en
dificultad.” (Q:90:4)
A pesar de la presencia de esta
lucha en la vida, la naturaleza
humana ha sido formada de tal
manera que bajo la tensión de los
deseos y las pasiones, el hombre
se dedica con entusiasmo a una u
otra actividad. Es este gusto por la
vida lo que le ayuda a sobrellevar
las dificultades de la vida, y a
extraer de ella la comodidad y
felicidad que necesita. Cuanto
mayor es la dificultad a la que hay
que hacer frente, mayor es el
entusiasmo que uno manifiesta
por la vida. Si en la vida no
hubiese pruebas, el hombre sin
duda sentiría un vacío y llegaría a
considerarla indigna de luchar por
ella.
¡Observemos! Hay tanta variedad
en la vida.
Diferentes disposiciones,
temperamentos, ocupaciones y
propósitos se entrecruzan y
vuelven a cruzar; y sin embargo,
todos, hombres y mujeres, altos y
bajos, están igualmente
obsesionados con la vida, y nadie
puede decir quién está más
obsesionado.
¡Observemos de nuevo! El
alumbramiento de un niño es una
seria prueba para una madre, e
igual de ardua es la prueba de
criarlo. Ella sacrifica todas las
comodidades por su hijo.
Ejemplos de experiencias
semejantes podrían multiplicarse.
Pero nadie se sentirá a gusto con
la vida si ésta está desprovista de
sus dificultades y pruebas. Es a
través de ellas como la felicidad
emerge, y esta es la Rahmat de
Dios. Es esta Rahmat la que
produce el placer en el dolor. Esa
es su exigencia.
El Corán muy a menudo dirige la
atención hacia los diferentes
aspectos de la paz en la vida. Al
hombre por naturaleza le
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desagrada la monotonía y la
uniformidad. Las contrariedades y
contradicciones tanto en la
naturaleza y en la vida del hombre
existen unas al lado de las otras,
actuando y reaccionando entre sí
para contribuir a la paz en la vida.
Es en este contexto que el Corán
habla de los comportamientos
alternantes de la noche y el día.
En ellos yacen ocultos numerosos
signos para quienes reflexionan.
Si el tiempo hubiese sido una
noche o día continuos, la vida
habría sido imposible.
ف ـ وٲت وٱلرض وٱختل ـ م إن فى خلق ٱلسب ـ ولى ٱللب ت لأ ـ ہار لي ٱليل وٱلن
“Ciertamente en la creación de
los cielos y de la tierra y en la
alternancia de la noche y el día
hay signos para quienes
comprenden.” (Q: 3:190)
Es esta diferencia entre la noche y
el día la que ha dividido la vida en
dos partes. La luz del día es para
ayudar al hombre a ocuparse en
las actividades de la vida, y la
oscuridad de la noche para
producir en él el deseo de
descansar. A la actividad del día le
sigue el descanso de la noche, y el
descanso de la noche introduce un
nuevo día de actividad.
هار لتسكنوا حمتهۦ جعل لكم ٱليل وٱلن ومن ر فيه ولتبتغوا من فضلهۦ ولعلكم تشكرون
“Y como resultado de Su
misericordia ha hecho para
vosotros la noche y el día para
que descanséis en ella y para que
busquéis Sus favores, y para que
seáis agradecidos.” (Q:28:73)
No solamente esto, sino que
incluso el tiempo del día es una
sucesión de fases variadas, todas
orientadas a mantener nuestro
entusiasmo por la vida.
حين تمسون وحين تصب ن ٱلل ـ حون فسبحوٲت وٱلرض (٧١) ـ م وله ٱلحمد فى ٱلس
ا وحين تظهرون (٧١)وعشي
“¡Glorificado pues sea Dios
cuando anochece y cuando
amanece, y alabado sea en los
cielos y en la tierra, por la tarde y
al mediodía!” (Q: 30:17-18)
Que el hombre observe
detenidamente su propio ser y el
mundo animal. ¡De qué forma tan
buena la naturaleza permite que su
multiplicidad promueva su
encanto!
م مختلف ألوٲنه ـ وابأ وٱلنع اس وٱلد ومن ٱلن
“Y [hemos creado] a los seres
humanos, a las bestias y al
ganado de diferentes colores.” (Q:
35:28)
El mismo fenómeno se observa en
el mundo de las plantas.
أولم يروا إلى ٱلرض كم أنبتنا فيہا من كلأ زوج كريم
“¿No han mirado a la tierra, [y
visto] cuántas nobles [especies de]
plantas hemos hecho brotar en
ella? (Q: 26:7)
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إن ۥ وما ذرأ لڪم فى ٱلرض مختلف ا ألوٲنه رون ڪ لأقوم يذ
فى ذٲلك لية
“Y de todo lo que ha dispuesto
para vosotros en la tierra de
distintos colores: ciertamente en
ello hay signos para gentes que
recuerdan” (Q: 6:141)
ت وغير ـ عروش ت م ـ وهو ٱلذى أنشأ جنرع مختلف ا أڪله خل وٱلز ت وٱلن ـ ۥ معروش
ا وغي بہ ـ ان متش م يتون وٱلر به وٱلز ـ ر متش
“Y Él es quien ha creado huertos
emparrados y sin emparrar, y las
palmeras y los cultivos diversos
en fruto y sabor, y los olivos y los
granados, semejantes y
diferentes.” (Q:6:141)
Lo mismo se observa en la esfera
geológica de la vida.
ختلف ألوٲنہا ومن ٱلجبال جدد بيض وحمر م وغرابيب سود
“¿Y [no veis] que en las montañas
hay vetas blancas y rojas, de
variados colores, y [otras]
intensamente negras?” (Q:35:27)
TAZWIŶ– LA LEY DE
PRODUCIR UNA COSA POR
PAREJAS. Esta ley de la
variedad en la vida se expresa en
lo que el Corán llama Tazwîŷ o
Tatniyyah –la ley de producir una
cosa por parejas. Nada es
producido solitario, único.
Siempre aparece en pares, uno
siendo complemento del otro. El
día tiene su contrario en la noche,
la mañana en la tarde, el macho en
la hembra, el hombre en la mujer,
la vida en la muerte.
رون ومن ڪلأ شىء خلقنا زوجين لعلكم تذك
“Y de todas las cosas hemos
creado parejas, para que así
quizás reflexionéis” (Q: 51:49)
ا تنبت ن ٱلذى خلق ٱلزوٲج ڪلها مم ـ سبحا ل يعلمون ٱلرض ومن أنفسهم ومم
“Glorificado sea quien creó todas
las parejas: las que la tierra
produce, y las de los seres
humanos mismos, y de lo que
desconocéis.” (Q:36:36)
HOMBRE Y MUJER. Es esta
ley de la naturaleza la que ha
clasificado a la especie humana en
dos sexos, masculino y femenino,
e infundido en ellos el talento para
la atracción mutua, suministrando
así la oportunidad necesaria para
la vida familiar.
وٲت وٱلرض ـ م ن فاطر ٱلس جعل لكم مأا م أزوٲج ـ ا ومن ٱلنع كم أنفسكم أزوٲج يذر
فيه
“Creador de los cielos y la tierra,
ha hecho para vosotros parejas de
entre vosotros mismos, y del
ganado; mediante ello os
multiplica.” (Q:42:11)
El Corán afirma que este orden ha
sido concebido para inducir el
amor entre ellos y la paz interior,
para que a través de su
cooperación mutua puedan con
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confianza soportar y afrontar las
pruebas de la vida.
ہا ٱلن أي ـ ن ي كم ٱلذى خلقكم مأ قوا رب اس ٱتفس وٲحدة وخلق منہا زوجها وبث منہما ن
ا ونساء كثير ٱلذى رجال
قوا ٱلل وٱت كان عليكم تساءلون بهۦ وٱلرحام
إن ٱللا رقيب
“¡Hombres! ¡Prestad atención a
vuestro deber hacia vuestro
Señor, Quien os creó de un único
ser, y creó de él su pareja y a
partir de ambos diseminó multitud
de hombres y mujeres. Y prestad
atención a vuestro deber hacia
Dios, en cuyo nombre os exigís
(vuestros derechos), y hacia los
vínculos de parentesco.
Ciertamente, Dios os vigila.”
(Q:4:1)
جعل لكم ن انفسكم ازواجا و وہللا جعل لكم م
ن ازواجكم بنین وحفدۃ م
“Dios os ha dado esposas de
vuestra propia especie, y de
vuestras esposas os ha dado hijos
y nietos.” (Q:16:72)
VARIACIÓN EN EL LAPSO
INDIVIDUAL DE VIDA. De
igual manera, tiene gran
importancia la variación que
advertimos en el lapso de vida que
los diferentes individuos tienen.
Cada vida individual tiene que
atravesar por la infancia, la
juventud, la adolescencia, la
madurez y la decrepitud. Cada
etapa suscita nuevas sensaciones y
sentimientos, y presenta nuevas
experiencias y pruebas, tantas que
antes de que podamos saciarnos
de las experiencias propias de una
etapa, la siguiente etapa hace
discretamente su aparición,
volviéndonos insensibles a la
longitud de la vida que hemos
vivido.
ن تراب ثم من نطفۃ ثم من ہو الذی خلقكم م
ا ثم ثم یخرجكم طفل علقۃ كم لتبلغو اشد
ی من قب ن یتوف ل ثم لتكونوا شیوخا و منكم م
ا سم ی و لعلكم تعقلون و لتبلغو اجل م
“El es quien os creó de tierra,
luego de una gota [de semen],
luego de un coágulo de sangre,
luego os hace salir como un niño,
para que alcancéis la madurez, y
luego seáis ancianos –aunque
algunos morís antes- y lleguéis a
un plazo fijado. Quizás así
comprendáis.” (Q:40:67)
Diversos deseos, pasiones,
ambiciones de riqueza, honor y
poder, anhelos de progenie y amor
por los hijos han sido arrojados en
nuestro camino para mantenernos
ocupados mientras tenemos que
vivir.
ت من النساء والبنین زین للناس حب الشہو
ۃ والقناطیر المقنطرۃ من الذہب والفض
لک مۃ والنعام والحرث ذ والخیل المسو
ب نیا وہللا عندہ حسن الما وۃ الد متاع الحی
“Se ha hecho hermoso para los
hombres el amor por las cosas
deseables: las mujeres y los hijos,
el atesoramiento de oro y plata,
los caballos de raza, los ganados
y los campos de cultivo. Esos son
los placeres de esta vida, pero con
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Dios está la belleza de la morada
final.” (Q:3:14)
En realidad, las desigualdades
económicas que prevalecen en la
sociedad y que originan
numerosos conflictos y tensiones
contribuyen al entusiasmo por la
vida del que hemos estado
hablando.
ئف الرض ورفع و ہو الذی جعلكم خل
كم ت ت لیبلوكم فی ما ا بعضكم فوق بعض درج
حیم و انہ لغفور ر ان ربک سریع العقاب
“Y Él es quien os ha hecho
sucesores en la tierra y ha
elevado a algunos de vosotros por
encima de otros para probaros en
lo que os ha dado. Ciertamente tu
Señor es rápido en castigar, pero
también es indulgente,
misericordioso.” (Q:6:165)
LA RAHMAT COMO
EVIDENCIA DE LA UNIDAD
DIVINA. Esta es la razón por la
que el Corán extrae sus
deducciones analógicas en apoyo
de la unidad de Dios de la
expresión o manifestación de la
gracia divina tal y como se
percibe en la vida, de la misma
manera que extrae su argumento
de la manifestación de la
Rubûbiyat. Este es un método más
de hacer su llamamiento. Dice que
cada fase de la creación manifiesta
una medida de gracia divina, e
impulsa la idea de que la
presencia en ella de esta gracia
tiene que proceder de uno que
dispensa gracia. Siempre emplea
este método cuando dirige la
atención hacia el bien inherente en
cada objeto, su equilibrio y
proporción, y su belleza y
perfección.
ـہكم ہ و ال ن ال حم ہ ال ہو الر احد ل ال و
حیم ت والرض 361الر و ان فی خلق السم
واختلف الیل والنہار والفلک التی تجری
ن فی البحر بما ینفع الناس وما انزل ہللا م
اء فاحیا بہ الرض بعد موتہا ماء من م الس
ح وبث فیہا من كل دابۃ ی تصریف الر و
ت ی ماء والرض ل ر بین الس والسحاب المسخ
361لقوم یعقلون
“Y vuestro Dios es un Dios único.
No hay dios salvo Él, el
Benevolente, el Misericordioso.
Por cierto que en la creación de
los cielos y de la tierra y en la
sucesión de la noche y el día, y en
las embarcaciones que surcan el
mar con lo que beneficia a los
hombres, en el agua que Dios
hace descender del cielo
vivificando con ella la tierra
después de muerta, y diseminando
en ella toda clase de bestias, y en
el cambio de los vientos y en las
nubes sujetas entre el cielo y la
tierra hay signos para quienes
comprenden.” (Q:2:163.164)
ا افلم ماء ینظرو ہا الی الس فوقہم کیف بنین
ہا و ما لہا من فروج و الرض و زین
بتنا فیہا من ہا و القینا فیہا رواسی و ان مددن
بہیج كل ی لكل و ذ تبصرۃ زوج كر
نیب عبد م
“¿Acaso no han observado el
cielo que está encima de ellos,
cómo lo hemos edificado y
embellecido, y cómo no hay en él
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grieta alguna? Y la tierra la
hemos extendido y arrojado sobre
ella montañas, y hecho crecer en
ella toda clase de hermosas
especies, como ilustración y
admonición para los siervos
arrepentidos.” (Q:50:6-8)
ہا ماء بروجا و زین ولقد جعلنا فی الس
ظرین للن
“Y hemos puesto constelaciones
en el cielo y las hemos
embellecido para quienes las
contemplan.” (Q.15:16)
نیا بمصابیح و لقد ماء الد زینا الس
“Y hemos embellecido el cielo
inferior con luminarias.” (Q:67:5)
ولكم فیہا جمال حین تریحون وحین
تسرحون
“Y os resultan bellos [los
rebaños] cuando los recogéis por
la tarde y cuando los sacáis a
pastar por la mañana.” (Q:16:6)
¿Cuál es la realidad de lo que
llamamos bello, hermoso? Es
simplemente el equilibrio o
proporción existentes. Es este
equilibrio o proporción lo que
distingue cada manifestación de
belleza.
وزون بتنا فیہا من كل شیء م و ان
“Y hemos hecho crecer en ella
todas las cosas en una medida
proporcionada.” (Q:15:19)
Para expresar la misma idea el
Corán usa otro término—Taswiyâ,
que significa ‘formar las cosas
proporcionadamente’
ى ﴾١﴿سبح اسم ربك العلى الذي خلق فسو
﴾٣﴿والذي قدر فهدى ﴾٢﴿
“Glorificado sea el nombre de tu
Señor, el Altísimo, Quien creó y
formó todas las cosas
proporcionadamente, y Quien
estableció su curso y las guió.”
(Q:87:1-3)
ایہا ک بربک الکریم ی نسان ما غر الذی ال
ىک فعدلک ا ورۃ ای ص فی خلقک فسو م
شاء رکبک
“¡Hombre! ¿Qué es lo que te
engañó acerca de tu Señor, Quien
te creó y te dio forma y te
proporcionó. En la forma que
quiso te constituyó.” (Q:82:6-8)
El Corán usa también el término
Itqân para indicar la misma cosa.
Significa que todo en el Universo
ha sido dispuesto
convenientemente y que en esta
disposición no es perceptible
ningún defecto o fallo.
اتقن كل شیء صنع ہللا الذی
“La obra de Dios, quien hizo
todas las cosas perfectamente.”
(Q:27:88)
ت طباقا م الذ و ی فی ی خلق سبع سم ا تر
ن من حم وت فارجع خلق الر البصر ہل تف
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ی من فطور تین ارجع ثم تر البصر کر
البصر خاسـ ا و ہو حسیر الیک ینقلب
“[Bendito sea] Quien creó siete
cielos superpuestos: No verás
ningún defecto en la creación del
Dios de Gracia. Vuelve a mirar,
¿ves alguna falla? Mira dos veces
más: La mirada volverá a ti
apagada y exhausta.” (Q:67:3-4)
“La creación del Dios de Gracia”
es el termino que se emplea aquí.
Todas las cosas, señala el Corán,
son la creación de uno que no es
simplemente un creador sino un
creador que al mismo tiempo es
Dios de Gracia, de misericordia y
que allí donde la misericordia
trabaja tendrá que haber belleza y
perfección.
(Continuará, ان شاء ہللا)
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MEDICINA DE LAS
ALMAS
CAPÍTULO II
QUE LA CONDUCTA MÁS DIGNA
DE LA RAZÓN Y MÁS APTA PARA
CONSEGUIR LA PAZ DEL ALMA
ESTRIBA EN NO HACER CASO
DE LAS PALABRAS DE LOS
HOMBRES, PREOCUPÁNDOSE
SÓLO DE LAS PALABRAS DEL
CREADOR. DIJE MAL, ESTA
CONDUCTA ES LA ÚNICA
DISCRETA Y LA ÚNICA
IMPERTURBABLE.
13. El que crea poder estar libre de
las maledicencias y calumnias de las
gentes es un loco.
14 El hombre dotado de espíritu
reflexivo, el hombre que esté
habituado a permanecer tranquilo
enfrente de las realidades de la vida,
aunque éstas al primer embate le
hagan sufrir, ese hombre se alegrará
de las censuras de las gentes más
que de sus alabanzas, porque
aunque éstas sean fundadas, si
llegan a sus oídos, despertarán en
su corazón la vanidad que destruirá
todo el mérito de sus virtudes; y si
son infundadas, al conocerlas se
alegrará y caerá en el defecto no
pequeño de alegrarse de la mentira.
En cambio, las censuras de las
gentes, si son fundadas y llegan a su
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noticia, quizá le muevan a corre-
girse de los vicios de que le
censuran, y ésta es una ventaja
despreciable sólo para el que no
busque la propia perfección; y si
carecen aquellas censuras de
fundamento y él las conoce y las
sufre con paciencia, obtiene un
mérito mucho mayor con la man-
sedumbre y la conformidad; sale,
además, ganando, porque esas
injustas censuras son ocasión de
actos de virtud, los más necesarios
para la salvación, cuya recompensa
conseguirá en el otro mundo, y esto
mediante actos en los cuales no ha
tenido que poner esfuerzo ni fatiga,
lo cual es también una ventaja
grande que nadie, si no es un loco,
dejará de apetecer. Finalmente, si
los elogios de las gentes no llegan a
sus oídos, igual que hablen o que
callen; pero no es lo mismo si las
gentes le censuran, pues entonces
saca provecho en ambos casos,
entérese o no de las censuras.
15. Si el Profeta no hubiese dicho
que el elogio de las buenas obras es
como las albricias que el creyente
recibe, aun en este mundo, en pago
de sus virtudes, debería el discreto
preferir que lo vituperasen
injustamente, antes que desear que
lo alabasen con razón. Pero, ya que
eso dice el Profeta, conviene
también añadir que las albricias sólo
se dan por algo bueno que
realmente sucede, no por una
buena noticia falsa. Luego el que las
recibe, sólo debe alegrarse de la
virtud que le alaban, no de ser
alabado por ella.
16. Entre las virtudes y los vicios,
como entre las buenas y las malas
obras, no hay otra diferencia
realmente que la que media entre
dos movimientos del alma: la
aversión, alejamiento o fuga y la
inclinación, amor o familiaridad: es
feliz aquel cuya alma se ha
familiarizado con las virtudes y
buenas obras, hasta sentir aversión
a los vicios y pecados; es
desgraciado aquel cuya alma está
familiarizada con los pecados y los
vicios, hasta sentir repugnancia
hacia las virtudes y buenas obras. Y
en todo esto no existe otra cosa que
obra de Dios Altísimo y
preservación de su parte.
17. El que busca la vida futura
para salvarse en ella, se asemeja a
los ángeles. El que apetece el mal,
se parece a los demonios. El que
busca la superioridad y el
predominio, se asemeja a las fieras.
El que apetece los deleites, se
parece a las bestias. El que busca
las riquezas sólo por las riquezas y
no para satisfacer con ellas las
obligaciones de la ley o aplicarlas a
obras de piedad supererogatorias,
ese es de condición asaz abyecta y
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vil para que se encuentre algún
animal con quien compararlo. A lo
único que se parece es a las aguas
estancadas en el fondo de las
cavernas que se encuentran en lu-
gares abruptos e inaccesibles, que
por eso no pueden aprovecharlas
los animales.
18. El hombre discreto no se
debe gloriar de poseer cualidades
en que le superan las fieras o las
bestias o los seres inanimados. Sólo
es razonable que se regocije de
poseer aquella excelencia por medio
de la cual el Altísimo Dios lo
distinguió de las fieras, de las
bestias y de los seres inorgánicos,
que es la inteligencia que posee en
común con los ángeles.
19. El que se envanece de su
valentía puesta al servicio de fines
ajenos a la gloria de Dios, tenga
bien entendido que el tigre es más
bravo que él, y que el león, el lobo y
el elefante le ganan en coraje.
20 El que de su fuerza
corpórea se jacta, sepa que la mula,
el buey y el elefante son más fuertes
que él.
21. El que se envanece de
poderse cargar grandes pesos,
piense en que el asno los soporta
mayores.
22. El que de su buena voz se
gloria, advierta que muchas aves
tienen más hermosa voz, y que el
son de las flautas es más dulce y
deleitoso que el de su garganta.
23. ¿Qué vanagloria, pues, cabe
ni qué lactancia en cosas en que
todas esas bestias superan al
hombre?
24. En cambio, el que tenga un
entendimiento lúcido, una cultura
científica extensa y una conducta
moral intachable, ese sí que puede
regocijarse de lo que posee, porque
en esas cualidades no le aventajarán
más que los ángeles y los mejores
de los humanos.
25. Estas palabras de Dios
Altísimo (1): "El que tiemble ante la
majestad de su Señor y prohíba a su
alma las pasiones, tendrá el paraíso
por morada", son cifra y
compendio de toda virtud; porque
prohibir al alma las pasiones
equivale a dominar el apetito
irascible y el apetito concupiscible,
ya que ambos caen bajo la denomi-
nación colectiva de pasiones; y por
tanto, obrando así, ya no le queda al
alma otro camino que ponerse al
servicio de la razón que Dios le
otorgó y por la cual se diferencia de
las bestias, insectos y fieras.
1 Alcorán, LXXIX, 40, 41.
13
26. Estas palabras que el Profeta
de Dios contestó a uno que le pedía
consejos: "¡No te encolerices!" (2), y
este otro precepto suyo: "El
hombre debe querer para su
prójimo lo mismo que para sí
quiera" (3) son cifra y compendio
de toda virtud, porque evitando
encolerizarse domina el alma, que
está dotada de apetito irascible, sus
pasiones de este género; y en el
precepto de querer para los demás
lo que uno quiere para sí, va
implícita la represión del apetito
concupiscible, además de tener
sujetas las riendas de la justicia, que
es el fruto útil de la razón, puesta
por Dios en el alma racional.
2 Este hadiz o tradición de Mahoma se
cita por los escritores ascéticos del
islam, como argumento de revelación,
en cabeza de todos los tratados de la ira.
Así Algazel en su Ihia (Cairo, 1312
hég.), III, II4. Cfr. Ithaf (Cairo, 1311
hég.), de Said Mortada, VII, 4-6, donde
se hace la crítica de la autenticidad de
este hadiz, cuyo origen es
indudablemente evangélico. (Matth., V,
22.).
3 Este hadiz de Mahoma, copiado
literalmente del evangelio (Matth., VII,
12), puede verse con sus fuentes apud
Ithaf, VI, 215.
27. He visto siempre que la mayoría
de las gentes (excepto aquellas
contadas personas a quienes el
Altísimo Dios preserva de tal error)
se buscan en este mundo para sus
propias almas grandes disgustos,
cuidados y ansiedades, a la par que
se echan a la espalda un pecado
gravísimo acreedor al infierno en la
vida futura, y todo ello solamente
por una cosa que ningún provecho
positivo les granjea en modo
alguno; es a saber, por las
intenciones perversas o malos
deseos que abrigan en su corazón;
cuales son el desear, por ejemplo, el
mercader que los artículos de
primera necesidad se encarezcan
extraordinariamente, aunque con
esa carestía perezca de hambre el
pueblo, sobre todo las clases
humildes, completamente
inocentes; o como el desear la
muerte a las personas a quienes
odian. Ahora bien, ellos saben de
seguro que esas perversas
intenciones en nada han de influir
para acelerar el advenimiento de lo
que desean o la realización de lo
que forzosamente tenga que suce-
der; y saben además que si
justificasen sus intenciones y las
convirtiesen de malas en buenas,
inmediatamente conseguirían una
cosa: la tranquilidad de espíritu, con
la cual, libres de todo cuidado,
podrían ocuparse en la más atinada
gestión de sus propios negocios, y
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además se granjearían grandes
méritos para la otra vida; y todo
esto sin que su conducta influyese
en nada para retardar la realización
de lo que antes deseaban o para
impedirla. ¿Qué ilusión cabe, pues,
que exista más engañosa que esta
que acabo de reprobar? Y ¿qué
felicidad mayor que esa otra a que
os invito?
28. Si bien examinas la duración
de esta vida, encontrarás que no es
más que el momento presente, es
decir, la separación entre dos
momentos y no más, pues lo que ya
pasó y lo que ha de venir son dos
tiempos inexistentes, como si no
fueran. Y ¿cabe aberración mayor
que vender una permanencia eterna
por una duración menor que un
abrir y cerrar de ojos?
29. Cuando el hombre duerme,
sale del mundo y olvida toda alegría
y toda tristeza. Si hiciese esto
mismo despierto, sería del todo
feliz.
30. El que hace mal a sus parientes
y amigos, es más vil que ellos; el
que les devuelve el mal que le han
hecho, es semejante a ellos; el que
no lo devuelve, es el señor de
ellos, mejor y más noble.
VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE
PROF. ABUL A`LA MAUDUDI ¿Existe una vida después de la
muerte? Y si es así, ¿qué clase de
vida es? La cuestión va mucho más
allá de nuestro sentido de la
percepción. No tenemos ojos con
los que veamos mas allá de las
fronteras de la vida humana y saber
qué hay detrás de ella. No tenemos
oídos con los que podamos oír
algo más allá de esos limites.
Tampoco tenemos instrumento
alguno que pueda determinar con
exactitud si existe una vida después
de la muerte. Por tanto, la cuestión
de si hay una vida después de la
muerte esta completamente fuera
del campo del conocimiento
científico relacionado con la
clasificación e interpretación de
datos sensibles. Cualquiera que
afirme en nombre de la ciencia que
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no hay vida después de la muerte,
hace una afirmación muy poco
científica. Basándonos en el
conocimiento científico no
podemos afirmar que existe una
vida después de la muerte, pero
tampoco podemos negarlo. Hasta
que descubramos un medio seguro
para adquirir conocimiento de este
tema, la actitud científica correcta
sería la de ni negar, ni afirmar, la
posibilidad de que existe vida
después de la muerte. La cuestión
está por encima de su jurisdicción.
Pero, ¿podemos mantener esta actitud en la vida?, ¿Podemos unirnos a esta neutralidad? Teóricamente hablando, esto puede parecer bien, pero contemplando la dura realidad de la vida con que debemos enfrentarnos a cada paso, nuestra respuesta sería, naturalmente, que no. Al no tener los medios para conocer una cosa directamente, entonces sí es posible para nosotros, desde el punto de vista puramente racional, el evitar tanto negarlo como afirmarlo. Pero si la cuestión esta directamente relacionada con nuestra vida cotidiana, no podemos mantener esta actitud y debemos negar o afirmar su existencia. En orden a vivir una vida completa sobre la tierra, deberemos adoptar una actitud definitiva sobre tales problemas. Estas cuestiones no pueden ser sencillamente evitadas. Por ejemplo, si no conoces a una persona y no has tenido relación con ella, evitas el formarte una
opinión sobre su integridad y honradez; pero si tienes que tratar con dicha persona, debes asumir la idea de que o es honrado o no lo es. También puedes aceptar la idea de que hasta que no se demuestre en la práctica su honestidad, trataras con dicha persona asumiendo el que su integridad es dudosa. Pero esta forma de tratar con esa persona no será diferente de la forma en que la tratarías si estuvieses convencido de su falta de honradez. Por tanto, es posible, un estado de duda entre la afirmación y la negación, únicamente como una idea abstracta, si no se pueden formar las bases de una relación práctica, lo que requiere una actitud positiva de afirmación o de negación.
EL SIGNIFICADO
DE LA VIDA DESPUÉS DE LA
MUERTE
Una pequeña reflexión nos ayudará a ver que la cuestión de la vida después de la muerte no es simplemente una cuestión filosófica; está más profunda y más íntimamente relacionada con nuestra vida diaria. De hecho, nuestra actitud moral depende de esta cuestión. Si una persona tiene el punto de vista de que la vida en este mundo es la vida y de que no existe vida de ningún tipo después
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de esta, entonces deberá desarrollar una particular actitud moral. Una actitud radicalmente diferente será la de una persona que cree que esta vida va seguida de otra, uno de los actos de este mundo y que el destino final en el más allá dependerá de la conducta que se tenga en este mundo. A ver si comprendemos esto a través de un sencillo ejemplo. Una persona inicia un viaje desde Lahore a Karachi (dos ciudades de Pakistán), sabiendo que está viajando a su destino final, en donde estará fuera del alcance de la policía que le puede quitar el botín de un delito que ha cometido, y que fuera de la jurisdicción de los tribunales de justicia que le pueden pedir cuentas. Otra persona realiza el mismo viaje, sabiendo que solo es el primer paso de un largo camino que le llevará mas allá de Karachi, a un país extranjero, gobernado por el mismo soberano que gobierna en Pakistán. También sabe que los tribunales de justicia de ese soberano tienen informes secretos completos de todas sus actividades en Pakistán y que estos registros serán examinados a fondo en orden a decidir qué rango y tratamiento merece, en virtud de su actuación en el pasado. Ahora será fácil comprender qué diferente será la conducta de estos dos viajeros en el mismo tren. El primero se prepara únicamente para el viaje hasta Karachi; mientras que él ultimo tendrá en cuenta también la necesidad de otras etapas a lo largo del viaje.
El primero asumirá todos los posibles beneficios que podrá obtener o todas las pérdidas o daños que podrá sufrir, y se limitará solo al viaje hasta Karachi y ese será el fin del mismo. Por otro lado, el segundo sabrá que los verdaderos beneficios o pérdidas del viaje se verán en su última parada y no en la primera. El primer viajero tendrá a la vista solo aquellos resultados de sus acciones tal y como se manifestarán a su llegada a Karachi; la visita del segundo tendrá resultado a largo plazo que se desvelarán en las lejanas tierras a donde eventualmente le conducirá su viaje. Ahora está claro que la diferencia entre el método y las actitudes de los dos viajeros es el resultado directo de su punto de vista del tipo de viaje que realizan y de su final. De igual manera, la idea de una persona con respecto a la vida después de la muerte tiene una influencia decisiva sobre su conducta moral en este mundo. La decisión de cada acto en su vida práctica dependerá de si considera a esta vida mundana como el primer y último paso en la vida, o si, por el contrario, tiene la perspectiva del más allá y las consecuencias de su conducta en este mundo o en el próximo. Según sea el caso, se moverá en una dirección o en la otra totalmente opuesta. Por esto, debería quedar claro que la cuestión de la vida después de la muerte no es simplemente un ejercicio intelectual o filosófico sin
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fruto, sino una cuestión que relaciona íntima y vitalmente los efectos de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, no existe justificación para un exceptivo en este asunto. Cualquier actitud que fuese determinada por el exceptivo con respecto al más allá, puede que efectivamente no fuese diferente de la actitud basada en un rechazo definitivo de la idea de vida después de la muerte. Estamos, por tanto, obligados a decidir si hay una vida después de la muerte o no. Si la ciencia no puede ayudarnos aquí, deberemos buscar la ayuda del pensamiento racional y del razonamiento lógico.
¿ADÓNDE NOS CONDUCE LA RAZÓN?
Pero, ¿cuáles son los datos en los que podamos basar este lógico razonamiento? Primero está el hombre y después el sistema del universo. Por tanto, intentaremos estudiar al hombre en el fondo del universo y veremos si todas sus necesidades se cumplen en este sistema o alguna de ellas permanece insatisfecha y necesita algún otro tipo de sistema para su realización. El hombre tiene varios aspectos. En primer lugar, tiene un cuerpo que está formado por diferentes minerales, sales, gases y agua. El universo es un gran sistema que contiene desde una mota de polvo hasta los grandes planetas que se mueven en sus órbitas. Nos
encontramos deslumbrados por el espectáculo de una multitud de cosas: la tierra, piedras, metales, sales, gases, ríos, océanos, y un sin fin de cosas del mismo tipo. Estas cosas necesitan un conjunto de leyes que gobiernan su existencia y funcionamiento, y todas estas leyes se encuentran trabajando dentro del universo. Proporcionan una libre oportunidad a los diferentes elementos y fuerzas naturales que desarrollan su papel en el universo; de forma similar, el cuerpo humano tiene una total y libre oportunidad de vivir y trabajar bajo estas leyes. En segundo lugar, el hombre es un ser que crece mediante los alimentos que obtiene de las cosas que lo rodean. Igualmente, existen diferentes tipos de árboles, plantas y hierbas en el universo, que están regidas por las leyes y que son esenciales para los cuerpos que se desarrollan. Además, el hombre, es un ser vivo que se mueve y actúa a su libre voluntad; se procura alimento, se protege a sí mismo y asegura la preservación de la especie. Nuevamente nos encontramos con que hay otros seres diferentes a esta clase en el universo; sobre la tierra, en el agua y en el aire, existen millares de animales cuyas vidas y funciones están completamente regidas por las leyes que son suficientes para acabar toda su gama de actividades. Por encima de todo, está el aspecto moral del ser humano, que está
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dotado con la conciencia de lo bueno y de lo malo, que tiene la facultad de discernir entre los dos y el poder de hacer el bien tanto como el mal. La naturaleza del hombre exige que los buenos actos deban tener buenos resultados y que los malos actos conduzcan a malas consecuencias. El hombre puede discernir la justicia de la tiranía, la verdad de la falsedad, lo bueno de lo malo, la clemencia de la crueldad, la bondad de la arrogancia, la generosidad de la avaricia, la honestidad del abuso de confianza, y así sucesivamente. Estas cualidades no son ideas abstractas sino que son en la actualidad una experiencia de la vida humana y tienen un profundo y extenso efecto sobre la cultura humana. Por tanto, la naturaleza con que está dotado el hombre exige que sus actos le lleven inexorablemente a sus consecuencias morales, de la misma forma que le conducen a sus efectos físicos. Pero, veamos y reflexionemos un poco más profundamente sobre el sistema del universo. ¿Pueden las consecuencias morales de las acciones humanas desarrollarse completamente en este sistema?. Basándonos en el conocimiento que poseemos, podemos asegurar que esto no es posible porque, por todo lo que conocemos, no existe ninguna otra criatura en el universo
que esté dotada de una conciencia moral. Todo el sistema está regido por las leyes físicas del universo y las leyes morales del reino humano no funcionan ya en ningún lado en toda su capacidad. Por ejemplo, el dinero supone valor y fuerza en los asuntos humanos, aunque, a menudo, falten ambos. La semilla del mango siempre dará un campo de mangos; el que dice la verdad a veces recibe elogios, pero por otro lado con demasiada frecuencia, recibe palabras hirientes. Los objetos materiales del mundo están gobernados por unas leyes que siempre conducen a unos resultados predeterminados, pero dentro de la dinámica del funcionamiento de estas leyes, la actuación de las fuerzas morales en el mundo humano no es tan manifiesta. Las leyes de la naturaleza a menudo no logran asegurar las consecuencias morales lógicas de las acciones humanas; e incluso, donde encontramos tales consecuencias, solo suceden en la extensión que permite las leyes de la naturaleza. Vivimos en un mundo físico. Y a menudo, sucede que las consecuencias de acto bajo las leyes de la naturaleza son sencillamente contrarias a las que exige las leyes de la ética. A través de la vida cultural y civilizada y de la organización política, el hombre no duda por luchar en asegurarse en cierto modo que los actos del hombre lleven a tener unas consecuencias
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morales preordenadas, de acuerdo al código de la ética. Pero estos intentos se han realizado a una escala muy limitada y de manera deficiente. Por otro lado, han sido estropeados por el funcionamiento de las leyes naturales y por la propia debilidad y defectos del hombre. Intentemos comprender esto con la ayuda de unos ejemplos. Si una persona prende fuego a la casa de su enemigo, la casa se destruirá, este será el resultado natural del acto. La consecuencia moral del acto será el castigo del hecho criminal por el daño que ha causado a la familia cuya casa ha quemado. Pero esta consecuencia solo puede existir si el culpable puede ser localizado y aprehendido por la policía, demostrado el cargo que se le imputa, que los tribunales de justicia estimen que es una pérdida total la originada por ese delito para la familia afectada y para sus futuras generaciones, y entonces castigar al culpable con un castigo de acuerdo a su delito. Si cualquiera de estas condiciones no esta totalmente cumplimentada, la consecuencia moral no se manifestará de forma completa, o solo se expondrá de una forma parcial; mejor dicho, es muy posible que el culpable pueda quedar libre e incluso ser feliz y hacerse rico después de haber arruinado a su enemigo. Tomemos otro ejemplo: a menudo, vemos que unas pocas personas,
por las buenas o por las malas, llegan a tener el control de toda una comunidad, que se ve obligada a seguirles. Tomando ventaja de su posición esos líderes embaucan a la gente para que sigan su patriotería y militante imperialismo. Conducen a esta gente a la guerra con sus vecinos. Muchos países se arruinaron en estas guerras, millones de hombres mueren y muchos más se ven obligados a vivir en la miseria y degradación. Sus crímenes han tenido efecto sobre la historia humana durante generaciones incontables, incluso durante muchos siglos. Ahora, ¿es posible que dichos maníacos criminales puedan ser castigados de forma adecuada por sus crímenes y locuras en esta vida?. Naturalmente que no serían castigados adecuadamente, incluso aunque todos ellos fueran literalmente arrojados a los lobos, o quemados vivos, o castigados por cualquier otra tortura de la que el hombre sea capaz. Ningún castigo imaginable podría ser comparado con el daño causado por ellos a millones de hombres durante varias generaciones. Bajo las leyes naturales que rigen el sistema del universo no podrían ser castigados de manera acorde a sus crímenes y maldades. Incluso si un Chenghiz o un Hitler fuesen cortados en pedacitos, este castigo no tiene comparación con el daño que hicieron a la humanidad. Tomemos, por otro lado, el ejemplo de los grandes Profetas, los humildes, piadosos y virtuosos hombres que llamaron a los
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hombres a la verdad y al camino recto y que les guiaron de la oscuridad hacia la luz, y cuyas ideas, enseñanzas y ejemplos prácticos, han beneficiado a millones de hombres durante siglos. Y ellos hicieron todo este bien a la humanidad soportando toda clase de adversidades que se cruzaron en su camino y sufriendo tristemente en manos de unos intereses privados. ¿Es posible recompensar a estos hombres adecuadamente en este corto tiempo de vida dentro de los límites de las leyes físicas que rigen el mundo? Como decíamos mas arriba, ´´ las leyes que rigen el actual sistema del universo no dan la oportunidad de desarrollar totalmente las consecuencias morales de las acciones humanas ´´ En segundo lugar, las acciones de los hombres en sus cortos espacios de vida sobre la tierra, frecuentemente tienen reacciones y efectos tan grandes y extensos que todas sus consecuencias llevarían miles de años en desarrollarse y manifestarse totalmente; y esto es obviamente imposible para cualquier persona bajo las actuales leyes naturales el poder conseguir tan larga carrera sobre la tierra. Después de esto, naturalmente, surge el hecho que mientras que en el presente mundo físico sus leyes naturales son suficientes para los componentes materiales y animales del hombre, por otro lado, son
totalmente inadecuadas para el elemento moral de su ser. Este componente exige otro mundo en donde las leyes de la ética sean las que gobiernen y las leyes naturales estén sometidas a ellas; en donde la vida es ilimitada; en donde todas las consecuencias morales de las acciones humanas en el mundo material que no puedan manifestarse aquí, se manifestaran completamente y de manera adecuada allí. Exige un mundo en donde la verdad y la bondad reinen, y no el oro, ni la plata, en donde el fuego queme las cosas que están destinadas a ser quemadas, de acuerdo a la ley moral; en donde la felicidad y el bienestar será la recompensa de los virtuosos y el sufrimiento sea el castigo de los malvados. Tanto la naturaleza, como la razón, exigen este orden.
LA LUZ DEL CORÁN
En lo que se refiere al razonamiento, esta solo indica que dicho mundo ``debería ser``. Pero, en cuanto a la cuestión de si dicho mundo existe de hecho, ni razón, ni el conocimiento, pueden darnos una respuesta categórica. Y aquí es donde puede ayudarnos el Corán. Nos asegura que el mundo que nuestra naturaleza y nuestra razón exigen, será una realidad algún día. El actual sistema del universo, que
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fue creado de acuerdo a las leyes físicas, será demolido de un plumazo y será sustituido por otro mundo en donde la tierra, los cielos y las demás cosas, serán esencialmente diferentes de cómo son ahora aquí. El Altísimo resucitará entonces a todos los hombres que nacieron de la creación hasta su final, y les hará presentarse a todos delante de Él a un mismo tiempo. La historia de todos los actos de cada persona, comunidad, y de toda la humanidad, estará allí presente, sin el más ligero error u omisión. Habrá también informes completos de los efectos y consecuencias de todas las acciones humanas en el mundo material; y todas las generaciones de hombres afectadas por ellas estarán presentes en el estrado de los testigos. Cada partícula afectada de cualquier forma por los actos o palabras de los hombres, contarán su propia historia. Y cada miembro, los ojos, oídos y demás partes del cuerpo humano, serán testigos de cómo fueron utilizados o de cómo se abuso de ellos en la vida. Sobre las bases de esta irrefutable evidencia y estos completos datos, Allah, el supremo soberano del universo, decidirá en cada caso con perfecta justicia y pronunciará la recompensa o castigo, según exija el caso. La recompensa, como el castigo, será de una magnitud que ni siquiera puede ser estimada por los limitados patrones de que disponemos en el mundo material.
Los criterios de tiempo y espacio, pesos y medidas, y las leyes naturales, serán esencialmente diferentes de aquellas que prevalecen en el mundo presente. Las virtudes, cuyos beneficiosos efectos se extienden a lo largo de varios siglos de este mundo, serán totalmente recompensadas allí, y ni la muerte, ni la enfermedad, ni la edad, podrán mermar el placer de la recompensa. Por otro lado, las malas acciones, cuyos efectos y consecuencias dañaron la vida de millones de seres en este mundo, durante cientos de años, serán plenamente castigadas, y ni la muerte, ni el coma profundo, serán capaces de aliviar el placer y la angustia del que lo sufre. Si el actual sistema del universo con sus leyes naturales es una posibilidad y una realidad, ¿por qué se mira con una imposibilidad la existencia de otro mundo, con un conjunto de leyes naturales diferentes?
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La Vida del Profeta Muhammad
CAPÍTULO SEGUNDO
EL NACIMIENTO DE MUHAMMAD Nuestro señor Muhammad (Que Allah extienda sobre él sus Bendiciones y le conceda la paz) nació algunos instantes antes del amanecer de un lunes, el doceavo día del mes de Rabi´el Aw-wal en el año del elefante (el 29 de Agosto del 570 de la Era Común). Cuando vino al mundo, estaba limpio de toda mancha, circunciso por su naturaleza y su cordón umbilical había sido cortado por los cuidados del Ángel Gabriel. El aire de la ciudad era funesto para los niños de su edad; y los nobles tenían por costumbre él confiarlos a nodrizas beduinas, quienes los criaban en sus Badiya (tierra habitada por los Beduinos o nómadas). Poco después del nacimiento de Muhammad, una decena de mujeres de la tribu de los Bani Sa-ad, sanas, y bronceadas por el aire vivificante de su país, llegaron a Mekka a la búsqueda de niños de pecho; Y una de ellas, Halima, cuyo nombre significa ´´ la dulce, le seria reservado el honor de servir
de nodriza (madre de leche) al Profeta de Allah. SU INFANCIA EN LA BADIYA DE LOS BANI SA´AD Halima bint Zu´aib dijo: ´´ El año era seco, y nos hallábamos mi marido Hariz ben Abd el Ozza y yo en un gran apuro. Decidimos dirigirnos a Mekka, donde buscaría un niño de pecho cuyos padres nos ayudarían a superar nuestra miseria, y nos unimos a una caravana de mujeres de nuestra tribu que se dirigían allí con la misma intención. ´´ La burrilla que me servía de montura estaba tan en los huesos, debido a las privaciones, que terminó por caerse en el camino; y durante toda la noche el sueño se nos interrumpía por el llanto de nuestro desafortunado hijo torturado por el hambre: ni en mis senos ni en las mamas de una camella que conducía mi marido quedaba una gota de leche para calmarlo´´. ´´ Y en mi insomnio me desesperaba: ¿Cómo podía en esta situación, pretender hacerme cargo de un niño de pecho?. Mucho mas tarde que nuestra caravana, pero, por fin,
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llegamos a Mekka. Al llegar vimos que todos los niños de pecho habían sido adoptados por mis compañeras, salvo uno: Muhammad. Su padre había muerto y su familia era poco acomodada, a pesar de la alta situación que ocupaba en Mekka. Ninguna de las nodrizas había querido ocuparse de él. También nosotros nos desentendimos de él al principio; Pero tuve vergüenza de volver con las manos vacías y temía las bromas y las chanzas de mis compañeras; además, me conmovió particularmente el ver que ese niño tan guapo iba a sucumbir en el aire malsano de la ciudad. La compasión lleno mi corazón; Sentí la leche volver milagrosamente a mis senos presta a brotar hacia Muhammad, y dije a mi marido: ´´¡Por Allah!, Siento un gran deseo de adoptar a este huerfanito, a pesar de lo improbable de que ello nos sea rentable´´, tienes razón me dijo y puede ser que con él venga la Bendición a nuestra tienda. Sin poderme contener, me precipité sobre el hermoso niño que dormía y le puse mi mano sobre su pechito; sonrió y abrió sus ojos centelleantes de luz entre los que le bese. Luego, estrechándole entre mis brazos, me volví al campamento de nuestra caravana. Entonces, lo coloque a mi seno derecho para que tomara el alimento que Allah le
concediese y, ante mi asombro, encontró en él con qué saciarse; entonces, le ofrecí mi pecho izquierdo, pero lo rechazó, dejándoselo a su hermano de leche; y siempre obraba del mismo modo. ´´¡ Qué fenómeno más extraordinario! Para calmar el hambre que me atenazaba, mi esposo obtuvo suficiente leche de las ubres anteriormente secas de nuestra camella, y, por primera vez en mucho tiempo, la noche nos trajo un sueño reparador. ¡Por Allah!, ¡Halima – dijo mi marido al día siguiente – Has adoptado una criatura realmente bendita!. Volví a subir con el niño a mi borrica, que, emprendiendo una marcha veloz, no tardó en alcanzar y dejar tras de sí incluso a mis compañeras, que, asombradas, me gritaban: Halima sujeta a tu borrica para que lleguemos juntas. ¿Pero, es esa la burra que montabas al salir? Sí, por supuesto. Entonces, tiene algún prodigio que no podemos comprender. Llegamos a nuestros campamentos de Bani Sa´ad; No conocía tierra más seca que la nuestra, y nuestros rebaños estaban diezmados por el hambre. Pero, para nuestro asombro, los encontramos en mejor estado que en los años más prósperos, de tal forma que las repletas de nuestras ovejas nos proporcionaban más leche
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de la que necesitábamos. Los rebaños de nuestros vecinos se hallaban, por el contrario, en el estado más lamentable, y sus dueños echaban la culpa de ello a sus pastores: ¡desgraciados, estúpidos – gritaban -, llevadlos a pastar allí donde pacen los de Halima!. Loa pastores obedecían, pero era en vano; la hierba tierna que parecía salir de la tierra para nuestros corderos, se marchitaba inmediatamente tras su paso. La prosperidad y la Bendición no cesaban de entrar en nuestra tienda. Muhammad alcanzó la edad de dos años, y entonces lo desteté. Era de naturaleza verdaderamente excepcional: con nueve meses hablaba ya con un encanto y un acento que llegaba al fondo del corazón; nunca se ensuciaba; nunca gritaba o lloraba, a no ser cuando su desnudez se hallaba expuesta a la vista. Si se incomodaba por la noche y no quería dormirse, lo sacaba de la tienda e inmediatamente su mirada se clavaba con admiración en las estrellas; su alegría estallaba y cuando sus ojos se saciaban del espectáculo, consentían en cerrarse y en dejarse invadir por el sueño. Pero, después del destete, Halima debía devolver a Muhammad a su madre, la cual deseaba volverlo a tomar. ¡Que pena para la pobre mujer!. No podía resignarse a tan cruel separación.
Desde el instante de su llegada a Mekka, se arrojó a los pies de Amina y, besándoselos, estalló en súplicas: ´´ Mira le dijo, como le ha sido beneficioso el aire puro de la Badiya a tu hijo. Piensa que le será todavía, más beneficioso ahora que empieza a andar. No quieras para el aire enrarecido de la ciudad; lo veras debilitarse poco a poco bajo tus ojos y, cuando ya sea tarde, recordarás mis palabras. Sensibilizada por estas enternecedoras súplicas que no miraban sino por la salud de su hijo, Amina contuvo sus sentimientos maternales y acabó por consentir que Muhammad regresase con su nodriza a la Badiya. Y la buena mujer, llevándolo a cuestas, volvió a reprender alegremente el camino hacia su campamento. A su vuelta a la Badiya de los Bani Sa´d, Muhammad dio sus primeros pasos sobre la negra alfombra de arena inmaculada y respiro allí a pleno pulmón los perfumes de las plantas aromáticas de la duna. Durmió bajo la tienda azul oscura del cielo estrellado y su pecho se ensanchó aspirando el aire límpido de la noche del desierto. Se fortaleció gracias a la sana y sobria alimentación del nómada: lactinicios, galletas cocidas bajo brasas y, a veces, carne de camello o de cordero exenta del repugnante olor a la grasa de la
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lana que le comunica la reclusión en los establos. Esta salud moral y física que debía a la Badiya le fue de gran ayuda para sus futuras pruebas; le gustaba recordarlo y repetía frecuentemente: ´´ Allah me concedió dos favores inestimables: El de nacer en la tribu de los Quraises, la más noble entre las tribus Árabes, y el de haber sido criado en el país de Bani Sa´d, el más salubre de todo el Hiyaz´´. Y en su ánimo quedaron siempre grabadas las imágenes del desierto que impresionaron sus primeras miradas cuando, acompañado por jóvenes nómadas, trepaba a un roquedal para vigilar los rebaños en el pasto. Sin embargo, su carácter soñador y meditativo concordaba mal con la exuberancia alborotada de los pequeños beduinos de su edad, y prefería mantenerse al margen en sus juegos para vagar solo por los alrededores del campamento. MUHAMMAD Y LOS DOS ÁNGELES Una mañana, había salido con su hermano de leche para conducir a pastar al rebaño de sus padres de leche.
De repente, hacia el medio día, el pequeño compañero de Muhammad volvió solo y, con voz entrecortada por el miedo, gritó a sus padres: ¡Venid rápidos; Al apartarse de nosotros mi hermano el Quraise según su costumbre, dos hombres vestidos de blanco se apoderaron de él, lo arrojaron al suelo y le rajaron el pecho!. Enloquecida la pobre Halima, seguida de su marido, corrió con toda la velocidad de sus piernas en la dirección indicada por el joven pastor. Encontraron a Muhammad sentado en la cima de una colina; estaba totalmente tranquilo, pero en su rostro tenía el color siniestro del polvo al que todos deberemos regresar. Lo abrazaron tiernamente y lo llenaron de preguntas: ¿Qué tienes hijo, qué te ha sucedido?. Mientras vigilaba a los corderos pastar – respondió – vi aparecer dos formas blancas que tomé al principio por dos pájaros grandes; luego, estas formas se acercaron rápidamente y comprendí mi error: eran dos hombres vestidos con túnicas de un blanco cegador. Uno dijo al otro señalándome: ¿Es él? Sí, es él. Mientras estaba inmovilizado por el miedo, me cogieron, me arrojaron al suelo y me rajaron el pecho; entonces, quitaron de mi corazón un coagulo negro que
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arrojaron lejos; luego volvieron a cerrar mi pecho y desaparecieron como fantasmas. Las palabras de Allah en el Corán: ¿No te hemos abierto el pecho y hemos separado de ti el fardo que agobiaba tu dorso? (Corán 94; 1-2-3) se aplican a este incidente. Este relato, como todos los del mismo género que se encontrarán a lo largo de esta obra, debe ser interpretado en parábola; y significa que Allah abrió el pecho de Muhammad a la felicidad de la verdad monoteísta desde la edad más temprana, desembarazándolo del pesado fardo de la idolatría. Sin embargo, los padres de leche de Muhammad quedaron muy perplejos. Hariza dijo a su esposa: ´´ Temo que este niño esté afectado por un mal extraño, y esto se debe evidentemente al mal de ojo de nuestros vecinos, celosos de la prosperidad y de la Bendición que con él han entrado en nuestra tienda. Pero, ya este poseído por el demonio, a inspiración del cual habría experimentado esta alucinación, o por el contrario que su visión fuese verídica, presagiándole un gran porvenir, nuestra responsabilidad es igual de grave; Devuélveselo inmediatamente a sus padres, antes de que su mal se haya manifestado por accesos mas violentos. Muy a pesar suyo,
Halima tuvo que plegarse ante este juicioso razonamiento, y reemprendió con Muhammad el camino de Mekka seguido. El niño, de cuatro años de edad, caminaba a su lado, y en las inmediaciones de la ciudad se mezclaron con una muchedumbre que se dirigía ya al mercado, ya a la peregrinación del Templo. La noche se había echado encima y en medio de un remolino de la muchedumbre, Halima se vio separada de su hijo de leche. A pesar de su intensa búsqueda y de sus gritos desesperados, la oscuridad de la noche no le permitió encontrarlo. Sin tardanza se apresuro a prevenir a Abd el Muttálib, quien por su alta reputación se decidió a enviar gente diestra tras la pista del pequeño, al mismo tiempo que él mismo, montado en su caballo, dirigía la búsqueda. Pronto uno de los que andaban buscando descubrió en el Wadi Tihama a un niño sentado bajo un arbusto que se divertía tirando de sus ramas: ¿Quién eres, pequeño? – le pregunto – Soy Muhammad, hijo de Abd Allah Ben Abd el Muttálib. Contento de encontrar lo que andaba buscando, tomó al muchacho consigo y lo puso en los brazos de su abuelo que acababa de llegar. Abd el
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Muttálib abrazó cariñosamente a Muhammad, lo colocó ante sí, sobre su silla y lo llevó a Mekka. Para celebrar su alegría, sacrificó unos corderos y distribuyó su carne entre los pobres de la ciudad; y, llevando a su nieto a horcajadas sobre su cuello, realizó las vueltas rituales alrededor de la Ka´ba en señal de agradecimiento. Luego, en compañía de la pobre Halima, respuesta de su angustia, condujo a Muhammad ante su madre Amina. ¿Y bien? Dijo a Halima esta última, después de haber remitido en las efusiones de su ternura maternal. ¿No estabas tan deseosa de conservar a mi hijo cerca de ti? ¿Cómo me lo devuelves tan de repente? – Pensé – dijo que tenia una edad en la que todo lo que podía hacer por él lo había realizado ya; y luego, por temor a cualquier accidente inesperado, te lo he devuelto sabiendo que deseabas volverlo a ver. Pero el apuro y la tristeza se reflejaban demasiado claramente en la fisionomía de la buena nodriza. Amina no creyó esta explicación y dijo: ´´ Me ocultas el motivo real de tu regreso; Habla sin miedo, espero de ti toda la verdad. Halima se decidió y repitió las palabras de su marido. Amina, herida en su orgullo de madre, le replicó vivamente: ¡Que! ¿Temías que mi
hijo fuera presa del diablo? – Lo juro - ¡Pues bien! Sabe que sobre él los maleficios del demonio no tienen poder alguno, pues le está preservado un destino glorioso. Y le contó los sucesos maravillosos ocurridos en su embarazo y su parto.
LA MUERTE DE AMINA
(AÑO 576 DE LA ERA COMÚN)
Con una familia numerosa y poco acomodado, a pesar de haber heredado del Intendente de la Ka´ba Abu Táleb tenía necesidad de dedicarse al comercio con los países del Yemen y Siria. A poco de entrar su sobrino en su casa, tuvo que organizar una caravana de Quraises que debería conducir a este último país. Los preparativos estaban acabados; las cargas estaban repartidas, atadas y equilibradas sobre los bastes de los camellos arrodillados, que hacían alarde de sus peculiares ronroneos, y a los que sus conductores volvían a poner de pie mediante gritos o golpes para colocarse rumbo al Norte. Este espectáculo evocaba a Muhammad al recuerdo de su querida Badiya, surcada en todas direcciones por caravanas similares a la que se preparaba para partir. Una nueva
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separación, la de su amado tío, iba a volverlo a sumergir en las tristezas de la soledad; por ello permanecía taciturno y silencioso... Finalmente, sintiendo su corazón a punto de estallar, se arrojó al pecho de Abu Táleb abrazándolo con sus brazos, y hundió su rostro entre los pliegues del vestido de su tío para ocultar unas lágrimas en las que el deseo se unía a la desesperación. Emocionado por este gesto de afecto espontáneo y adivinando el deseo ardiente de su sobrino por acompañarle, Abu Táleb dijo: ¡Por Allah! ¡Marchemos con él! ; ni se separara de mí ni me separare de él. Muhammad enjugo sus lagrimas saltando de alegría activo los últimos preparativos para el viaje; Y a una señal de su tío, saltó sobre la camella a la grupa detrás de él.
Primer viaje a Siria (Año 582 de la Era Común) Cuando la caravana desfilaba por los terrenos recorridos por las tribus Beduinas, el pecho de Muhammad, que se había encogido respirando el aire viciado de calles y casas, se dilató de gozo al aspirar a pleno pulmón el aire limpio de la Badiya al que estaba
acostumbrado. Y este hábito de la vida nómada, que había adquirido desde su infancia, permitió al joven viajero soportar admirablemente las duras privaciones y la terrible fatiga de este interminable camino en medio de los desiertos del Hiyaz. A lo largo de más de un mes, los países atravesados ofrecían tales similitudes entre sí de arena y terreno pedregoso, luego otra vez de arena y luego de terreno pedregoso... que la caravana parecía no progresar en forma alguna. Y en este desierto sin misericordia, no se hallaba ningún signo de vida, salvo la presencia de Aquel que está en todas partes, eternamente vivo, pero al que ninguna mirada puede ver.
ENCUENTRO DE MUHAMMAD CON EL
MONJE BAHIRA En la azotea de un convento que coronaba la cima de una abrupta colina, último contrafuerte del Yabal Hauran, el erudito monje Bahira contemplaba la planicie siria que se desplegaba hasta el infinito en la dirección de Arabia. De repente, su atención queda presa por el aspecto insólito de una nube aislada de color blanco y
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de forma oblonga que surcaba el azul inmaculado del cielo. Esta nube, como un pájaro enorme, planeaba sobre una pequeña caravana que se dirigía hacia el Norte, cubriéndola con su sombra azul y desplazándose con ella. La caravana se detuvo al pie del monasterio, cerca de un gran árbol que se erguía al borde de un wadi seco, y se dispuso a acampar. Al mismo tiempo, la nube se detuvo y se esfumó en las profundidades celestes mientras que las ramas de los árboles se encorvaron como si el soplo de una brisa las impulsara a ellas solas, inclinándose sobre uno de los caravaneros para protegerlo de los rayos del sol. Testigo de estos prodigios, Bahira comprendió que entre estos viajeros que llegaban del Hiyaz se encontraba el que esperaba desde hacía tanto tiempo: el Profeta anunciado por los libros Sagrados. Inmediatamente, Bahira bajó de la azotea, ordenó la preparación de una abundante comida y envió a la gente de la caravana un mensajero encargado de invitarles a todos sin excepción alguna, jóvenes o viejos, nobles o esclavos. El mensajero volvió acompañado por los mecanos que Bahira esperaba en el umbral de su puerta. ¡Por Lat y Ozza! Tu conducta me intriga, Bahira –
dijo uno de los invitados -. ¿Cuántas veces hemos pasado por delante de tu monasterio?, pero hasta hoy, nunca te habías preocupado de nosotros, nunca te habías dignado a ofrecernos la más modesta hospitalidad. ¿Qué te sucede, pues hoy?. No te equivocas – dijo Bahira – tengo razones especiales para actuar de este modo. Pero sois mis huéspedes en este día, y os ruego que me honréis reuniéndoos alrededor de la comida que os he preparado. Mientras que los invitados hacían honor al banquete con el apetito propio de una gente que acababa de sufrir rudas privaciones, Bahira los observo a todos, uno tras otro, esforzándose por distinguir entre ellos al que encajara con las señales anunciadas en sus libros. Para su decepción, no logró hacerlo; a ninguno de ellos podían aplicarse esas señales. Pero, como había sido testigo de aquellos prodigios, inexplicables a no ser por la presencia de un Elegido de Dios, no se desanimó y preguntó: ´´Gente de Qurais´´, ¿ha quedado alguno de vosotros en el campamento? Uno solo le respondieron le hemos dejado allí porque es muy joven. ¿Por qué le habéis dejado? : llamadlo enseguida para que tome su ración en vuestra compañía. Por Lat y Ozza, juró uno de los
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comensales, que tenéis razón. Somos unos infames por haber relegado a uno de los nuestros, el hijo de Abd Allah ben Abd el Muttálib, mientras que nosotros nos beneficiamos de tu invitación. Y, levantándose, fue a traer a Muhammad y lo colocó en medio del grupo de invitados. Bahira se puso a examinar al recién llegado con la más minuciosa atención y, al levantarse sus invitados, se acercó a su lado preguntándole: ´´ Muchacho, dijo, tengo que hacerte una pregunta: por Lat y Ozza ¿accederás a contestarme? ´´ Bahira quería probarle invocando a los ídolos de Lat y Ozza, por el nombre de los cuales había oído jurar a los convidados; pero Muhammad le replicó: No me preguntes en el nombre de Lat y Ozza, pues no hay nada en esta tierra que odie más. Bien, ¿y por Allah me responderás? Pregúntame por Allah te responderé. Entonces, Bahira le interrogó sobre todos los puntos que le interesaban: sobre su familia, su situación, sobre los sueños que, a veces, atravesaban su sueño y muchas otras cosas. Todas sus respuestas concordaron con lo que esperaba. Al final, cuando el joven, después de haberse despedido, volvió su espalda, el cuello de su túnica quedo ligeramente separado y permitió a Bahira descubrir entre sus
hombros el ´´ Sello de la Profecía ´´ bajo su nuca, exactamente en el lugar indicado por los Textos Sagrados. La última duda se había disipado: era con toda seguridad el Profeta anunciado el que tenía ante sus ojos. Entonces, Bahira se acercó a Abu Táleb y le dijo: ¿Qué es para ti este joven? Es mi hijo. No, no es tu hijo. En efecto, no es mi hijo, es el de mi hermano, ¿y qué le sucedió a tu hermano?. Murió cuando su mujer todavía estaba en cinta de mi sobrino. Es verdad. Pues bien recuerda cuidadosamente mis palabras: vuelve lo antes posible a tu país con el hijo de tu hermano y cuida de él constantemente. ¡Desconfía especialmente de los judíos! ¡Ah! Si le vieran y descubrieran en él lo que yo acabo de descubrir, por Allah que lo maltratarían; ¡pues este hijo de tu hermano está llamado a desempeñar un papel inmenso en esta tierra! Abu Táleb, impresionado por tales recomendaciones de un hombre cuya sabiduría era universalmente reconocida, se apresuró a terminar sus asuntos en Bosra de Siria y regresó con su sobrino a Mekka, adonde llegaron sin dificultad. Sentado, es el encanto de mi vejez y su audacia proviene del presentimiento que tiene de su destino, pues él será elevado a un rango que ningún árabe
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alcanzará". y colocó a Muhammad a su lado, acariciando sus mejillas, su espalda y extasiándose con sus gestos o palabras. El destino iba, sin embargo, a privar a Muhammad de este tierno afecto: Abd el Muttálib murió a los 95 años de edad, llevándose a la tumba el sentir unánime de todos sus conciudadanos. El infortunado huérfano fue recogido en la casa de su tío Abú Táleb expresamente designado por su abuelo debido a que era el único de sus tíos que eran hermano de padre y madre de Abd Allah el padre de Mohammed.
Bajo la protección de Alláh y bajo la tutela de su tío, que cuidaba de él con un mimo paternal, Muhammad crecía y se hacía un adolescente. Su pudor era extremo: estando Abú Táleb encargado de reparar el pozo de Zamzam, varios jóvenes Quraises, entre ellos Muhammad, transportaban las piedras necesarias para este trabajo. Para más comodidad se habían levantado sus izares (especie de túnica), pasándoselas sobre sus cabezas y enrollándolas alrededor de sus nucas, protegiéndolas de las asperezas de las piedras transportadas sobre sus hombros; y esto, sin reparar en la desnudez de sus cuerpos.
Muhammad se vio obligado a imitarlos; pero cuando sintió su desnudez expuesta a las miradas, fue preso de una angustia atroz y gruesas gotas de sudor aparecieron en su frente un escalofrío de vergüenza recorrió su cuerpo y cayó desvanecido. Este pudor, y la protección que Alláh concede a sus Elegidos, le preservaron de los excesos a los que se entregaban a veces los adolescentes al advenimiento de la pubertad. De entre todos los de su edad, él era el más hermoso, generoso, agradable en sus relaciones, verídico en sus palabras, alejado de todo libertinaje y el más devoto de sus amistades; hasta tal punto, que recibió de sus compatriotas el apodo de "El Amín", es decir, el "Fiel".