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4 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
ENCEFALOSCOPIO
COMPORTAMIENTO
La onicofagia puede deberse al perfeccionismoLas conductas repetitivas centradas en el cuerpo obedecen posiblemente a una reacción por aburrimiento o frustración
A menudo se piensa que la onicofagia
(el hábito de morderse las uñas) se
debe al nerviosismo, mas parece que la
ansiedad no sea la causa. Cada vez exis-
ten más pruebas de que comerse las uñas,
arrancarse los padrastros o tirarse del
pelo son gestos propios de perfeccionis-
tas y que en tales actos se busca aliviar el
aburrimiento, la irritación o el fastidio.
Alrededor de una de cada veinte per-
sonas experimenta conductas repetitivas
centradas sobre su propio cuerpo y se im-
plica en actividades como las descritas
hasta afear su aspecto o lesionarse. Estas
conductas corresponden a tics y se encuentran emparentadas,
más lejanamente, con los trastornos obsesivo-compulsivos. Los
tics y otros comportamientos reiterativos son sumamente difíci-
les de abandonar. Por otro lado, muchas personas siguen pensando
que se trata de un mero hábito nervioso y que su voluntad para
corregirlo es demasiado débil.
Un nuevo estudio apoya una teoría que asigna tales comporta-
mientos al perfeccionismo, no a la ansiedad. Los investigadores
examinaron a 48 probandos: la mitad de ellos manifestaba esta
conducta; la otra mitad, no. Quienes lo exhibían fueron califica-
dos de perfeccionistas organizativos, por su tendencia a la pla-
nificación minuciosa, a trabajar más de lo necesario y a sentirse
frustrados sin un alto grado de actividad.
Los investigadores crearon situaciones con el fin de provocar
emociones de cuatro tipos en los probandos: para suscitarles es-
trés les mostraron una película sobre un ac-
cidente aéreo; para relajarlos les proyectaron
una grabación en la que aparecía el oleaje del
mar; para provocarles frustración les pidie-
ron que solucionaran un difícil rompecabe-
zas que, según les comentaron, era fácil, y,
finalmente, para aburrirlos, los mantuvieron
solos en una habitación. Quienes sufrían una
conducta repetitiva centrada en el cuerpo se
aplicaron a actividades insistentes en todas
las situaciones, excepto en la relajante.
El trabajo, que publicó a principios de este
año el Journal of Behavior Therapy and Expe-
rimental Psychiatry, baila en pareja con otra
teoría reciente, a saber, que el estrés dista de ser la única causa de
estos actos compulsivos. El aburrimiento y la frustración, sensacio-
nes que se dan con frecuencia en una personalidad perfeccionista,
pueden ser desencadenantes más vigorosos. Investigaciones ante-
riores proponen que rascarse o morderse consiguen, en efecto, que
estos individuos se sientan mejor por un instante, tal vez porque
satisfacen la urgencia en ocuparse en algo. Ahora bien, tras el alivio
inicial llegan el dolor, la vergüenza y el bochorno.
Estos hallazgos podrían ayudar a los terapeutas en el tratamiento
de pacientes que sufren este tipo de trastornos. Se ha constatado que
este tipo de conductas perfeccionistas se pueden aliviar mediante
terapia cognitivo-conductual. Si los pacientes lograsen aprender
a pensar y actuar de diferente modo cuando aumenta la tensión,
podrían bloquear sus impulsos antes de que estos se inicien.
—Susan Cosier
Si destaca usted en un deporte, tal vez
le convenga apartar la mirada cuando
sea el turno de deportistas menos diestros.
Un estudio reciente señala que observar la
actuación de un novato puede degradar la
de un experto.
En experimentos dados a conocer en lí-
nea en Scientific Reports en otoño de 2014,
los investigadores solicitaron a expertos
lanzadores de dardos que presenciaran
vídeos de novatos y pronosticaran dónde
irían a parar sus lanzamientos. Los exper-
tos iban siendo informados de los aciertos
de sus respuestas durante el proceso, lo que
incrementaba la capacidad predictiva. Sin
embargo, se observó que, a la par que me-
joraba esta con respecto a los tiros de los
novatos, declinaba el tino de los lanzadores
expertos. El efecto era específico de la ta-
rea: su actuación con los dardos no resultó
afectada al pronosticar la de jugadores de
bolos.
Desde hace largo tiempo, los investiga-
dores debaten si las neuronas del sistema
motor participan en la comprensión de las
acciones de otros. En el estudio, la degra-
dación sistemática del tino de los expertos,
pareja a la mejoría en capacidad predictiva,
proporciona una prueba causal de que el
sistema motor se halla implicado, al menos
en ciertos aspectos (concretamente, en la
predicción de resultados) de la compren-
PSICOLOGÍA
Influencia negativa de los inexpertosEl sistema motor cerebral sufre sesgos al analizar la actuación de deportistas novatos
CO
RBIS
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sión de acciones ajenas, explica Gowsris-
hankar Ganesh, neurocientífico experto en
robótica en el Instituto Nacional de Ciencia
Industrial y Tecnología, en Japón, y coau-
tor del estudio con Tsuyoshi Ikegami, del
Centro de Información y Redes Neuronales
en Osaka.
Los autores confían en que su trabajo
contribuya algún día a la rehabilitación
cognitiva y motora. A más corto plazo,
proponen que los deportistas no deberían
prestar mucha atención a las actuacio-
nes de compañeros menos diestros. Por
otra parte, educadores y entrenadores no
tendrían por qué apartar la vista de los
esfuerzos de sus discípulos. «Aunque los
resultados son preliminares, nuestros da-
tos indican que los expertos que enseñan
sufren menor deterioro», afirma Ganesh.
«Creemos que gracias a su gran experien-
cia con aprendices, los profesores pueden
aprender a no verse afectados por este
proceso.»
—Tori Rodriguez
Casi todo el mundo cree que
el dolor es algo que sufre el
cuerpo: si me empeño en girar
demasiado la cabeza, el cuello
envía una señal de dolor al cere-
bro para indicar que la torsión
puede ser lesiva. Sin embargo,
el dolor no es sino una adver-
tencia del cerebro, que avisa
de un peligro. Aunque ciertas
terminaciones nerviosas del
cuerpo pueden detectar da-
ños, sus señales son solo uno
de los factores que el cerebro
utiliza para determinar si he-
mos de experimentar dolor.
Se cree que muchos casos de
dolor crónico son resultado de
asociaciones obsoletas entre
movimientos y dolores.
Para explorar la influencia
de la mente sobre el dolor, Da-
niel Harvie, doctorando en la
Universidad de Australia del
Sur, junto con otros colabora-
dores solicitó a 24 probandos
que sufrían dolor cervical cró-
nico que, sentados en una silla
y con unas gafas de realidad
virtual, girasen la cabeza. Los
visores creaban la sensación en
los participantes de que esta-
ban girando la cabeza en ma-
yor o menor grado de lo que
realmente hacían.
Los probandos lograban vol-
ver la cabeza un 6 por ciento
más de lo habitual si creían
estar girándola menos, y un 7
por ciento menos si creían estar
girándola más.
Estas observaciones llevan a
pensar que la terapia por rea-
lidad virtual ofrece la posibi-
lidad de entrenar de nuevo al
cerebro para que comprenda
que movimientos que fueron
dolorosos ahora son seguros,
extinguiendo la asociación
con el peligro. Harvie cree
que esta terapia puede ayudar
a restaurar los movimientos
dolorosos en personas con
lesiones y, tal vez, a tratar a
individuos con enfermedades
neurodegenerativas, como el
párkinson.
—Esther Hsieh
PSICOTERAPIA
Realidad virtual contra el dolorComprueban que sumergirse en una realidad alternativa ayuda a eliminar el dolor crónico
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ENCEFALOSCOPIO
PSIQUIATRÍA
Detección precoz de la demencia por cuerpos de LewyUn cúmulo de síntomas ayuda a pronosticar quiénes van a sufrir una de las demencias más frecuentes
Gritar durante una pesa-
dilla. Tener dificultades
para cuadrar los gastos. Debi-
litamiento del olfato. Alucina-
ciones. Estreñimiento crónico.
Tan curiosa mezcolanza de
síntomas desconcierta a los
médicos y, no pocas veces, son
algunos de los signos delatores
de la demencia por cuerpos de
Lewy, la segunda causa más
común de la demencia (tras
la enfermedad de Alzheimer)
[véase «Demencia por cuerpos
de Lewy», por Nele Langosch;
Mente y cerebro n.o 69, 2014].
Los cuerpos de Lewy son
agregaciones de proteínas
que matan neuronas. Según
dónde se apiñen pueden pro-
vocar el mal de Parkinson o
la demencia por cuerpos de
Lewy, aunque, al progresar,
ambas enfermedades tienden
a superponerse. La demencia
por cuerpos de Lewy resulta
más difícil de diagnosticar,
en parte porque sus primeras
señales de aviso eran desco-
nocidas. Ahora, en un nuevo
estudio, se ha encontrado que
ciertos síntomas sensoriales
y motores pueden ayudar a
predecir quiénes van a sufrir
la enfermedad.
Científicos del Centro de In-
vestigación Avanzada del Sueño
(vinculado a la Universidad de
Montreal) y de la Universidad
McGill efectuaron un segui-
miento de 89 pacientes que,
sin ser sonámbulos, se agitaban
en la cama o hablaban en voz
alta durante el sueño REM. La
incapacidad para suprimir tal
actividad nocturna puede ser
indicio precoz de una alteración
en el cerebro: estudios anterio-
res han mostrado que hasta un
80 por ciento de los pacientes
que actúan en sueños acabarán
por manifestar alguna forma de
neurodegeneración.
A lo largo de diez años, los
investigadores de McGill ras-
trearon en los sujetos posibles
síntomas de enfermedades ner-
viosas, como pérdidas leves de
cognición, depresión o dificul-
tades de movimiento. Según
el estudio que publicaron en
Neurology en febrero pasado,
descubrieron una multitud
de síntomas (anomalías en la
ALIMENTACIÓN
¿Por qué algunos niños son reacios a comer?Ciertos comportamientos a la hora de comer pueden no tener que ver con los alimentos
No existe una definición científica para el niño remiso a
la hora de comer. Sin embargo, algunos padres conocen
muy bien esa situación. Y probablemente estén en lo cierto: sus
hijos son diferentes. Pero no todos los niños reacios son iguales,
según señala un estudio reciente. La manida frase «mi niño
no come» alude, en realidad, a un amplio abanico
de comportamientos. Saber en qué categoría encua-
drarlos puede ayudar a los progenitores a dar con
soluciones constructivas.
Los investigadores reunieron a 170 niños de entre
dos y cuatro años de edad, de los cuales, según sus
padres, alrededor de la mitad eran «difíciles» con las
comidas. Durante dos semanas se les alimentó con
comidas estandardizadas. Los padres tenían que ob-
servar y registrar las respuestas de sus hijos.
Los niños sin problemas comieron cantidades más
abundantes que los otros y no pusieron dificultades.
Los «malos comedores» actuaron de distinto modo
antes y durante las comidas: se negaban a sentarse
a la mesa, mostraban cierta repugnancia o sospecha
hacia ciertos alimentos, se encogían y apartaban la cara, daban
manotazos a la cuchara o se atragantaban con la comida y la
escupían.
Según explica la coautora del estudio Sharon M. Donovan,
profesora de nutrición en la Universidad de Illionois Urbana-
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visión de los colores, pérdida de
olfato y disfunción motora) que
duplicaban la posibilidad de que
una persona con trastornos en el
sueño REM llegase a sufrir pár-
kinson o demencia por cuerpos
de Lewy en el plazo de tres años.
Quienes presentan este cúmulo
de síntomas tienen un riesgo del
65 por ciento de padecer la en-
fermedad en los próximos tres
años, por lo que es recomenda-
ble su participación en estudios
de sintomatología y tratamiento
precoz. Existe una acuciante ne-
cesidad de tales estudios porque
los médicos se encuentran a me-
nudo perplejos ante lo que pare-
ce ser una mezcla de alzhéimer,
párkinson y esquizofrenia, y un
diagnóstico erróneo puede resul-
tar lesivo. Por ejemplo, si el sínto-
ma más preocupante del paciente
son las alucinaciones, es posible
que se le administre un antipsicó-
tico. Sin embargo, tales fármacos
agravan rápidamente la demencia
por cuerpos de Lewy. Incluso si se
identifica correctamente esta pa-
tología, los médicos solo disponen
de tratamientos sintomáticos.
Los investigadores de McGill
confían en que sus hallazgos lle-
varán en breve a estudios orienta-
dos a determinar cómo progresa
la demencia por cuerpos de Lewy
con el tiempo. Un conocimiento
más pleno de esta enfermedad
podría llevar a terapias más efi-
caces o incluso a medidas pre-
ventivas.
—Katie Free
Champaign, identificaron cuatro catego-
rías de comportamientos, posiblemente
superpuestas, que serían responsables de
que los padres considerasen «difíciles» a
sus hijos.
Algunas de estas preferencias, como el
rechazo al brécol, pueden ser innatas. Las
investigaciones indican que algunos niños
pueden ser genéticamente más sensibles
a los sabores amargos y, por consiguien-
te, tardar más en tomarle gusto a ciertas
hortalizas. Otras conductas, como mostrar
tristeza o incluso atragantarse o vomitar,
pueden no tener ninguna relación con la
comida. Una niña, por ejemplo, puede estar
enfadada porque tuvo que dejar de jugar
para ir a la mesa y trata de manifestar su
independencia rechazando la comida, ex-
plica Soo-Yeun Lee, coautora del estudio y
también profesora de nutrición en Illinois.
No es raro que los niños le hagan ascos a la comida: Donovan
afirma que entre el 19 y el 50 por ciento de los sujetos de hasta
dos años son considerados malos comedores por sus cuidado-
res. La renuencia a comer puede depender de las reacciones de
sus padres.
Los autores no disponen todavía de
pruebas para cada tipo de comensal rea-
cio, pero Lee opina que podría ayudar a los
padres darse cuenta de que las reacciones
infantiles a la hora de comer no siempre
tienen que ver con los alimentos. En tal
caso, no tiene mucho sentido que los pro-
genitores planteen conflictos de autoridad
con los pequeños sobre la comida, sobre
todo, porque tal comportamiento suele
desaparecer o atenuarse cumplidos los
cinco años.
Los nutricionistas, mientras no desarro-
llen métodos más afinados, recomiendan
algunas estrategias. Si al niño no le gustan
las mezclas, preséntele los ingredientes por
separado la primera vez que vaya a servirle
una. Admita que su hijo tiene preferencias,
pero sírvale alimentos que considere in-
aceptables junto a sus favoritos. No fuerce
al niño a comer algo nuevo, pero anímele para que lo pruebe.
Y sobre todo, paciencia e insistencia, aconseja Donovan. «Puede
ser necesario ofrecer al niño diez veces un alimento nuevo antes
de que lo acepte. Los padres, a menudo, ceden antes.»
—Francine Russo
Cuatro tipos de «malos comedores»n Niños sensorio-dependientes:
Pueden rechazar un plato por su textura u olor.
n Niños preferenciales: Rechazan comidas nuevas o la combinación de alimentos.
n Niños perfeccionistas: Presentan exigencias peculiares; por ejemplo, que un alimento no toque a otro.
n Niños conductistas: Pueden encogerse o atragantarse cuando la comida no les parece «correcta» («¡El jamón y el queso tienen que estar en pan blanco, no en pan integral!») o negarse a ir a la mesa antes de saber lo que hay para comer.
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ENCEFALOSCOPIO
SUEÑO
La salud mental del adolescente padece si no duerme lo bastanteCada hora menos de sueño nocturno eleva los riesgos de depresión
Son muchos los estudios que
han examinado los diferen-
tes efectos de no dormir lo su-
ficiente. En un nuevo trabajo,
publicado en febrero pasado en
Journal of Youth and Adolescen-
ce, se adopta un enfoque más
matizado, pues se propone de-
terminar el coste que les supo-
ne a los adolescentes cada hora
menos de sueño nocturno.
Los investigadores explo-
raron una muestra de 27.939
estudiantes de secundaria de
barrios residenciales de Virgi-
nia. Según los Institutos Na-
cionales de Salud de EE.UU.,
los adolescente necesitan, en
promedio, dormir nueve ho-
ras por la noche, pero solo un
3 por ciento declaraba dormir
tanto; un 20 por ciento de los
encuestados decía dormir cin-
co horas o menos. La media,
según estos informes subjeti-
vos, era de 6,5 horas de lunes
a viernes. Tras tener en cuenta
variables ambientales, como la
¿Se inclinaría usted por adquirir un
costoso tratamiento adelgazante
si supiera que fue de ayuda para un 40
por ciento de usuarios, pero ineficaz en
el 60 por ciento? La respuesta es fácil.
Planteada la elección en forma positiva,
es mucho más probable que la acepte-
mos, incluso aunque sea como jugar a
cara y cruz. Nuevas investigaciones indi-
can que nuestros primos evolutivos, los
simios, comparten con nosotros estas
querencias, lo que lleva a pensar que la
respuesta está más arraigada en la biolo-
gía que en la mera socialización cultural
y económica.
Los científicos denominan «sesgo irra-
cional» a la tendencia a la interpretación
positiva. Para comprender mejor por
qué nuestra psique responde de mane-
ra tan elaborada, Christopher Krupenye
y Brian Hare, de la Universidad Duke,
junto con Alexandra Rosati, de la Uni-
versidad Yale, reunieron a 40 de nuestros
parientes biológicos vivos más cercanos
(23 chimpancés y 17 bonobos) y les pro-
pusieron opciones para elegir comida:
podían recibir una o dos piezas de fru-
ta, o un número fijo de cacahuetes. En
ocasiones se les presentaba a los simios
una pieza de fruta cada vez que habían
de elegir, pero la mitad de las veces en
lugar de una se les daban dos (encuadre
positivo). En otros ensayos, se les pre-
sentaban dos piezas de fruta, pero en la
mitad de las veces solo se les daba una
(encuadre negativo). Al final, los anima-
les acababan recibiendo la misma can-
tidad de fruta, independientemente del
planteamiento o encuadre. Se observó,
sin embargo, que era más probable que
eligieran fruta cuando se les presentaba
solo una pieza, pues esta iba seguida a
menudo de una «prima», que cuando
se les ofrecían dos y sufrían «pérdida»,
pues solo se les daba una.
Krupenye opina que, puesto que com-
partimos estos efectos del planteamien-
to con nuestros parientes no humanos,
tales resultados apuntan a que estos ses-
gos se hallan biológicamente inscritos y
han podido implicar ciertos beneficios
evolutivos cuando los simios buscaban
comida. Ahora bien, una tendencia in-
nata no tiene por qué ser una sentencia
obligatoria. Aunque llevemos en la san-
gre esta tendencia cognitiva, tener cons-
ciencia del sesgo puede ayudarnos a no
tomar decisiones erróneas. La próxima
vez que encontremos un anuncio su-
gestivo, pruebe a imaginar cuál sería
su encuadre negativo y considere si la
tentación perdura. Lo más probable es
que sepa usar el cerebro para prevalecer
sobre la biología.
—Francine Ruso
COGNICIÓN
Los simios también interpretan la realidad en positivoNuestra tendencia humana a ver la botella medio llena podría tener fundamento anatómico
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EVOLUCIÓN
El gran papel de los lípidos en el desarrollo del cerebroLa inteligencia humana puede estar ligada a los cambios en el perfil lipídico de la neocorteza
Es posible que debamos nuestras excepcionales facultades
intelectuales a los lípidos del cerebro. Un estudio publicado
en Neuron en febrero de este año revelaba que la diversidad de
moléculas grasas que se encuentran en la neocorteza humana,
región cerebral responsable de funciones cognitivas superiores,
como el lenguaje, han debido evolucionar con excepcional rapidez
tras la escisión de humanos y simios.
Los investigadores analizaron la concentración de 5713 lípidos
(moléculas grasas o sus derivados) en muestras de tejido cerebral,
renal y muscular tomadas de humanos, chimpancés, macacos y
ratones. Los lípidos son responsables de un abanico de funciones
críticas de todas las células y constituyen un componente funda-
mental de la membrana celular. Revisten especial importancia en
el cerebro, porque permiten la transmisión de señales eléctricas
entre neuronas. Pero hasta el estudio del que hablamos, se igno-
raba si los lípidos del cerebro humano diferían de los lípidos de
otros mamíferos.
El equipo descubrió que las concentraciones de diversos lí-
pidos hallados en muestras de tejido cerebral humano eran
singulares, sobre todo en la neocorteza. Según muchos datos
evolutivos, humanos y grandes simios se escindieron de un
ancestro común más o menos al mismo tiempo. Dado que es-
tas dos especies han dispuesto de casi el mismo tiempo para
acumular cambios en sus perfiles lipídicos, los investigadores
esperaban encontrar aproximadamente el mismo número de
lípidos específicos en cada especie, explica Kasia Bozek, del
Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig.
De hecho, en el cerebelo, una porción primitiva del cerebro
que es similar en todos los vertebrados, los cambios lipídicos
en humanos y chimpancés eran equiparables. En cambio, la
neocorteza humana ha acumulado unas tres veces más cambios
lipídicos que la corteza cerebral del chimpancé desde la escisión
del antepasado común.
Estos resultados llevan a pensar que, a la par que evolucionaba
la cognición humana, los tipos y cantidades de lípidos en áreas
cerebrales clave estaban variando y mutando rápidamente y que
este desarrollo fue esencial para nuestras capacidades comple-
jas. Los investigadores explican que se tiende a dar a los genes la
máxima atención, pero estos solo son parte de la explicación. Por
ejemplo, una enzima codificada por un solo gen puede regular
la síntesis de muchos lípidos diferentes. «La importancia de este
estudio es que vamos a ver más análisis comparativos de concen-
traciones macromoleculares, como las diferencias en proteínas y
lípidos, que revelarán hechos que no podemos observar directa-
mente» a partir del genoma, indica Todd Preuss, neurocientífico
de la Universidad Emory especializado en evolución del cerebro
humano, quien no participó en el estudio. Saber que los lípidos
han desempeñado un papel esencial en la evolución de la inte-
ligencia humana «es la punta de un enorme iceberg», apunta.
—Andrea Alfano
renta o el estatus familiar, los
investigadores determinaron
que a cada hora de sueño per-
dida se asociaba una probabili-
dad un 38 por ciento mayor de
sentirse triste y sin esperanza,
un 42 por ciento más de pensa-
mientos suicidas, e incremen-
tos del 58 y el 23 por ciento,
respectivamente, de tentati-
vas de suicidio y de abuso de
sustancias.
Estos hallazgos no son de
carácter causal, sino correla-
cional, es decir, no demues-
tran que los déficits en sueño
sean responsables de estos
problemas. De hecho, muy
bien pudiera ocurrir lo con-
trario, pues la depresión y la
angustia se acompañan de
insomnio. «Pero la mayoría
de los datos obtenidos en in-
vestigaciones respaldan que
el sentido causa-efecto va de
la falta de sueño a los trastor-
nos, y no al contrario», expli-
ca Adam Winsler, coautor del
estudio y profesor de psicolo-
gía en la Universidad George
Mason. Los déficits en sueño
merman la función cerebral y
perturban todavía más regio-
nes donde tropiezan incluso
los adolescentes bien descan-
sados: la función ejecutiva, el
control de sí mismos y la pru-
dencia en sus juicios.
«Los padres, los educadores y
los terapeutas tienen que pres-
tar atención al papel del sueño
en la prevención de enfermeda-
des mentales en la juventud»,
opina Winsler. «Probablemente
su efecto sea más acusado que
la mayoría de las terapias y me-
dicaciones.»
—Tori Rodríguez
CEREBROS GRASOS El cerebro de todos los mamíferos
posee un elevado contenido gra-
so, pero el perfil lipídico del hu-
mano ha evolucionado a un ritmo
mucho más rápido.
Ratón Macaco Chimpancé Humano
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