"Oigan: si encienden las estrellas
es porque alguien las necesita, verdad?,
es que alguien desea que estén,
es que alguien llama perlas a esas escupitinas.
Resollando tormentas de polvo
del mediodía penetra hasta Dios,
teme haber llegado tarde, llora.
Le besa la mano carniseca,
implora que pongan sin falta una estrella,
jura que no soportará este tormento inestelar,
y luego anda preocupado,
aunque aparenta calma.
Dice a alguien:
Ahora no estás mal, eh?
A que ya no tienes miedo?
Oigan si encienden las estrellas
es porque alguien las necesita, verdad?
Es indispensable que todas las noches sobre los tejados
arda aunque sea una sola estrella."
Oigan
Vladimir Mayokovsky
Vladimir Mayakovsky
Lilichka
" El humo del tabaco resquemó el aire, el cuarto,
un capítulo en el infierno kruchonijiano, ¿te acuerdas?
Tras esa ventana por vez primera acaricié, frenético, tus manos.
Hoy estás con el corazón acorazado, otro día más
y me expulsarás abrumándome de injurias,
en la turbia antesala no acierta con la manga
la mano quebrada de temblor.
Huiré, arrojaré el cuerpo a las calles, arisco,
enloqueceré tajado de desesperación. ¿Para qué eso?
Querida, piadosa, déjame decirte adiós,
aunque no quieras es mi amor lastre que arrastrarás adónde vayas,
deja que llore en el último grito el amargor del desaire,
el buey cansado de trabajar va y se tumba en las aguas frías,
para mí no hay otro mar que tu amor,
y tu amor no concede descanso,
si quiere calma el elefante agotado
se acuesta majestuoso en la arena encendida,
para mí no hay otro sol que tu amor,
y no sé dónde estás, ni con quién.
Si atormentaran así a un poeta, él, por dinero,
cambiaría a su amada y la fama,
pero a mí no me alegra otro sonido
que el sonido de tu nombre entrañable,
no me arrojaré al patio, no beberé veneno
ni podré apretar el gatillo en la sien,
en mí aparte de tu mirada, no manda el filo de las navajas.
Olvidarás mañana que te coroné,
que abrasé en el amor el alma florida,
y el carnaval agitado de los días vanos
aventará las páginas de mis libros,
las hojas secas de mis palabras
¿harán detenerte y respirar con ansiedad?
Déjame que con mi última ternura alfombre tus pasos que se van. "
ADOLESCENTE
La juventud tiene mil ocupaciones.
Estudiamos gramática hasta atontarnos.
A mí,
me echaron del quinto año,
y fui a apolillar las cárceles de Moscú.
En nuestro pequeño mundo doméstico,
para las camas aparecen poetas de pelo rizado.
¿Qué saben estos líricos anémicos?
A mí, pues,
me enseñaron a amar en la cárcel.
¿Qué vale comparado con esto,
la tristeza del bosque de Boulogne?
¿Qué vale comparado con esto,
los suspiros ante un paisaje de mar?
Yo, pues,
me enamoré de la ventanilla de la cámara 103,
de la "oficina de pompas fúnebres".
Hay gente que mira al sol todos los días
y se enorgullece.
"No valen mucho sus rayos" -dicen.
Pero yo,
entonces,
por un rayito de sol amarillo,
reflejado sobre mi pared,
hubiera dado todo en el mundo.
MI UNIVERSIDAD
¿Sabe francés,
restar,
multiplicar?
Declina maravillosamente!
¡Que decline!
Pero oiga,
¿acaso usted podría cantar a dúo,
con los edificios?
¿Usted acaso comprende
el idioma de los tranvías?
El hombre, a veces,
apenas sale del cascarón
y ya lleva libros bajo el brazo,
y cuadernos escritos.
Yo,
aprendí el alfabeto en los letreros,
hojeando páginas de estaño y hierro.
Los maestros,
toman la tierra,
la descarnan,
la destrozan,
y enseñan:
-Toda ella
no es más que un globo pequeño, redondo.
Pero yo,
con los codos aprendí geografía.
No en vano he dormido tanto sobre la tierra.
Los historiadores se atormentan con
/importantes preguntas:
-¿Era o no era roja la barba de Barbarroja?
¡Que sea!
No me gusta meterme en las mentiras con
/telaraña.
Yo conozco de Moscú, cualquiera de sus
/historias.
Hablan de Dobroliubov (para que lo odien)
pero su apellido está en contra,
protesta la familia.
Yo,
desde niño
aprendí a odiar a los gordos,
a los que se venden por una comida.
Se sientan,
charlan,
y para gustarle a la dama,
hacen sonar sus pobres ideas
con sus frentes llenas de monedas.
Yo,
dialogaba sólo con los edificios,
y las tomas de agua eran mis interlocutoras.
Con la ventana del oído atento escuchando,
los techos oían lo que les arrojaba al oído.
Y luego,
de noche,
sobre una cosa
o la otra
nos pasábamos charlando,
moviendo la "sin hueso".
AMO
COMÚNMENTE ES ASI
El amor le es dado a cualquiera
pero...
entre el empleo,
el dinero y demás,
día tras día,
endurece el subsuelo del corazón.
Sobre el corazón llevamos el cuerpo,
sobre el cuerpo la camisa,
pero esto es poco.
Sólo el idiota,
maneja puños
y el pecho lo cubre de almidón.
De viejos se arrepienten.
La mujer se maquilla.
El hombre hace ejercicios con sistema Müller,
pero ya es tarde.
La piel multiplica sus arrugas.
El amor florece,
florece,
y después se deshoja.
ASCENSION
Yo soy poeta.
Enseñad a los niños que el sol se levanta
/detrás de los pilares del Este.
En el tálamo de amor aparece la cabeza
/querida con sus pocos pelitos.
Lancé a lo alto una flecha de desafío.
¡Quítate esa sonrisa!
Mi corazón busca el balazo, y la garganta
/delira con una navaja.
Es la pesadilla deshilvanada del demonio,
en la que crece mi angustia.
Me persigue,
me atrae con su abismo el agua del mar.
Me arrojaría también desde cualquier techo.
Las nieves me rodean.
Las nieves me cubren,
crecen, hacen espuma, caen,
de nuevo en el hielo cae una esmeralda
/escarchada.
Tiembla mi alma.
Entre los hielos está ella aprisionada,
y no puede salir.
Así embrujado,
iré caminando por las orillas del Neva.
Doy un paso,
y nuevamente estoy en el mismo lugar.
Corro,
pero es en vano.
De pronto me encontré ante un edificio.
Se alzó detrás de las ventanas de hielo,
en un amanecer redondo.
Allá voy.
Maulló un gato.
Arde la luz nocturna,
de la farmacia de turno.
Toco el timbre.
¡Boticario!
¡Boticario!
Esperé colgado de mis propios hombros.
Crecieron,se turbaron mis pensamientos,
crecieron enredados,
como cuernos de ciervos.
Manché el piso de llanto.
Me hinqué de rodillas,
llorando mi paraíso perdido.
¡Boticario!
¡Boticario!
¡Boticario!
¡Déme de beber algo!
Cómo puedo hacer,
para beberme hasta el fin la angustia del
/corazón.
¡Habrá en el cielo virgen, infinito,
o en el Sahara delirante,
o en un desierto enloquecido,
habrá un asilo para celosos?
Detrás de los frascos y las probetas,
hay tantos secretos.
Tú conoces la más alta justicia.
¡Boticario!
Ayúdame para que sin dolor,
emigre mi alma al cielo.
Me extiende un frasco,
veo un cráneo.
"Veneno"
debajo dos huesos cruzados.
¿A quién se lo da?
Si yo soy inmortal,
tu huésped es extraordinario.
Los ojos ya no ven.
Estoy mudo,
cierro la puerta detrás de él,
y bien,
¿qué hacer ahora?
¡No faltaba más,
con un veneno perecer intoxicado!
Una turbia suposición
cruzó la mente del tonto boticario.
En las ventanas, los curiosos.
Se oyen voces.
Y de pronto,
asciendo a los aires,
pasando los mostradores.
El techo se abre solo, sin dificultad.
Chillidos.
Ruido.
¡Sobre la casa hay uno colgado!
Ya estoy sobre la casa. ¡Paso!
Veo la iglesia al atardecer,
la cruz iluminada. ¡Paso!
La cima de los árboles y el bosque.
Graznan los cuervos. ¡Paso!
¡Estudiantes!
Todo lo que aprendimos es un cuento.
Y también todo lo que enseñamos.
La Física, la Química y la Astronomía son un
/cuento.
Si se me antoja volar,
vuelo por las nubes.
Y voy a todas partes,
y puedo estar donde quiero,
asombrando la rutina de todas las baladas
/poéticas.
Cantad ahora al nuevo demonio con alas,
de abrigo americano,
y brillo en sus zapatos amarillos.
Conversación con el inspector fiscal sobre poesía
Ciudadano inspector:
perdone la molestia...
Gracias...
no se preocupe...
estoy bien de pie...
vengo a tratar
de un asunto
delicado:
el sitio
del poeta
en las filas obreras.
Junto a
los que tienen
tiendas y fincas
ha sido gravado
y debo pagar.
Usted
me exige
quinientos por semestre
y veinticinco
por no declarar.
Mi trabajo
es semejante
a cualquier otro.
Mire
mis perdidas,
los gastos
de mi producción
y cuánto se invierte
en los materiales.
Usted,
por supuesto,
no sabe qué es una “rima
Si la primera línea
pongamos
acaba en
“atún”
entonces
en la tercera repitiendo las sílabas,
ponemos
algo así como
“tacatún”.
Empleando su lenguaje
la rima
es un cheque.
Cóbrese el verso alternado-
dice la disposición.
Y buscas
la calderilla de sufijos y flexiones
en la caja exigua
de las declinaciones
y conjugaciones.
Intentas meter
una palabra
en la estrofa
y como no entre
las fuerzas y se rompe.
Ciudadano inspector:
le doy mi palabra,
el poeta
paga caras las palabras.
Empleando nuestro lenguaje,
la rima
es un barril.
Un barril de dinamita
la estrofa es la mecha.
Se consume la estrofa,
estalla la rima
y la ciudad
vuela
como un verso.
¿Dónde encontrar,
a qué precio,
rimas
que maten al primer estallido?
Quizá
sólo queden
unas cinco rimas
sin estrenar
en Venezuela.
Y me lanzo a viajar
haga frío o calor.
Me lanzo
trabado por anticipos y préstamos.
Ciudadano
tenga en cuenta el billete es de trasbordo.
-La poesiía
toda-
es un viaje a los desconocido.
La poesía
es como la extracción del radio.
Un gramo de producto
por un año de trabajos.
Por una palabra
transformas
miles de toneladas
de mineral verbal
Pero, ¡qué abrasador
es el calor de esas palabras
comparadas
con el chisporroteo
de la palabra cruda!
Esas palabras
mueven
millones de corazones
durante milenios.
Claro
hay poetas de calidad distinta.
Algún poeta
con destreza de manos
saca
como el malabarista
el verso de la boca,
de la propia
y de la ajena.
¿Y para qué hablar
de los castrados líricos?
Pone un verso
ajeno
y es feliz.
Es
otro robo y despilfarro
entre los despilfarro que azotan el país.
Estos
versos y odas
de ahora
que son aplaudidos
a rabiar
pasarán
a la historia
como gastos accesorios
sobre lo hecho
por nosotros
por dos o tres.
Consumes
una arroba de sal
y fumas un centenar de cigarrillos
hasta
extraer
la palabra preciosa
de las profundidades artesanas
de la humanidad.
Por eso baje
la suma del impuesto.
Quite
de la imposición
la rueda de un cero.
Uno noventa
cien cigarrillos,
uno sesenta
la arroba de sal.
En una encuesta
hay un cúmulo de preguntas:
¿Ha viajado
o no ha viajado?
Y si
en los últimos 15 años
reventé
una docena de Pegasos,
¿qué?
Usted
-`póngase en mi caso-
pregunta por criados
y bienes-
¿Y
si soy
caudillo popular
y a la vez
criado del pueblo
La clase
se expresa
con nuestras palabras
somos proletarios,
propulsores de la pluma.
La máquina
del alma
con los años se desgasta.
Te dicen:
-estás pasado,
fuera.
Cada vez amas menos
te arriesgas menos,
y el embate
del tiempo
golpea mi frente.
Llega
el más terrible de los desgastes-
el desgaste
del corazón y del alma.
Y cuando
este sol
cerdo cebado,
se levante
sobre el futuro
sin pobres ni tullidos-
yo
ya
estaré podrido
muerto en la cuneta,
junto
a una decena
de mis colegas.
Haga
mi balance mortuorio,
afirmo
seguro que no miento:
en medio
de los actuales
bribones y pelotilleros
seré
el único
con deudas impagables.
Nuestro deber
es tronar
como sirena de bronce
entre la neblina de filisteos
entre el bullir de tormentas.
El poeta
siempre
es deudor del universo,
paga por el dolor
intereses
y multas.
Soy
deudor
de los lampiones de Broadway,
de vosotros
cielos de Bagdadi,
del ejercito rojo
de los cerezos de Japón_
de todo
sobre lo que
no tuve tiempo de escribir.
Al cabo
¿ Para qué
necesito este jaleo?
¿Para disparar rimas
y enfurecer el ritmo?
La palabra del poeta
es un resurrección
su inmortalidad
ciudadano burócrata.
Dentro de siglos,
en el marco de la cuartilla
cogerán el verso
y resucitarán el tiempo.
Y surgirá
este día
con inspectores fiscales
con brillo de asombros
y hedor a tinta.
Usted, habitante convencido
del presente,
saque en el Comisariado de Caminos
un billete para la eternidad
calcule
el efecto de mis versos
y reparta
mis ganancias
en trescientos años.
Pero la fuerza del poeta
no sólo está
en que le recuerden a usted
y les de un respingo.
No.
Hoy también
la rima del poeta
es caricia
y lema
bayoneta
y látigo.
Ciudadano inspector,
pagaré cinco,
quitando los ceros
detrás.
Yo,
por derecho,
reclamo un hueco
en las filas
de los obreros y campesinos
más pobres.
Y si
ustedes se imaginan
que mi trabajo
consiste en utilizar
palabras ajenas,
aquí tienen
camaradas
mi estilográfica
y escriban
ustedes
si quieren.
LA FLAUTA ESPINAZO
Por todas
las que me gustaron o me gustan,
guardadas como imagen guardados en la cueva del alma,
igual que la copa de vino en un brindis,
alzaré mi cráneo colmado de versos.
Pienso más y más
si no sería mejor poner
un punto con bala a mi final.
Hoy,
por si acaso,
doy un concierto de despedida.
¡Memoria!
Junta en la sala de la frente
los turnos incontables, mis amores.
Trasiega la risa de un ojo a otro,
adorna la noche con sartas de pasadas bodas.
Que nadie olvide esta noche:
hoy tocaré la flauta
en mi propio espinazo.
1
Las lenguas de las calles aplasto con los pasos
¿Adónde ir, consumiendo este infierno?
¿Qué celeste Hoffmann
te inventó, maldita?
A la borrasca del gozo las calles le quedan estrechas.
Del día festivo salen y salen, acicalados todos.
Yo pienso.
Pensamientos, coágulos,
malsanos, espesos, me escurren del cráneo.
Yo,
obrador de todo lo festivo,
yo no tengo con quien ir a celebrar.
Ahora mismo me caeré de espaldas,
me saltarán los sesos en las piedras del Nevski.
He blasfemado, sí,
voceado que no hay Dios;
pero Dios, de las honduras infernales sacó
a la que estremecería las montañas
subió y ordenó:
¡Quiérela!
Dios está contento.
Bajo el cielo, en un candil,
un hombre agotado , se apaga.
Dios se frota las manitas.
Piensa Dios:
-¡Ya veras, Vladímir!
A él, sí, a él,
para que no adivinase quién eras,
se le ocurrió darte marido de verdad
y en el piano poner humanas notas.
Si alguien se deslizara de pronto a la puerta de la alcoba,
si hiciera el signo de la cruz sobre la colcha y
tú y él,
lo sé:
olería a lana quemada,
como azufre humearía la carne del diablo.
Pero en vez de eso, hasta que fue mañana,
de horror, que te llevaban a quererte,
anduve errante,
y gritos en líneas tallaba,
joyero loco a medias ya.
¡Jugar con los naipes!
¡Con vino
enjuagarte el gaznate al corazón devuelto en un
¡No me haces falta!
¡No quiero!
Da igual;
sé
que pronto me iré al carajo.
Si es verdad que existes tú,
Dios,
Dios mío;
si la alfombra de estrellas por ti fue tejida;
si este dolor
multiplicado cada día
es la tortura que mandas, Señor,
cuélgate la cadena de juez.
Espera mi visita.
Soy puntual,
no tardo nada.
¡Escucha,
supremo inquisidor!
Me sellaré la boca;
ni un grito escapará de mis labios mordidos.
Átame a cometas como a colas caballunas,
y que me arrastren
desgarrándome entre los dientes de las estrellas.
O sí no,:
cuando mi alma se vaya
pasmón enfurruñado,
tú
alza la Vía Láctea como una horca,
préndeme y cuélgame: delincuente.
Haz lo que quieras.
Si quieres, descuartízame.
Yo mismo a ti, justiciero, las manos te lavaré.
Pero
-¿me oyes?-
¡llévate a la maldita esa
que has hecho mi amada!
Las lenguas de las calles aplasto con los pasos
¿Adónde ir, consumiendo este infierno?
¿Qué celeste Hoffmann
te inventó, maldita?
2
El cielo,
olvidando su azul entre los humos,
las nubes, prófugas en jirones,
amanecen en mi último amor,
animado como el rubor de un tísico.
Gustoso acallaré el rugido
de la multitud,
olvidados hogar y bienestar.
¡Escuchad!
¡Salid de las trincheras!
ya seguiréis luchando.
Aun si
revolcándose en sangre, como un Baco,
cunde la batalla ebria,
aun entonces no están gastadas las palabras del amor.
Queridos alemanes!
Yo sé
que está en vuestros labios
la Gretchen de Goethe.
El francés
sonriendo muere en la bayoneta,
el aviador también sonríe y se desploma
si recuerdan
en el beso la boca
tuya, Traviata.
.
Mas no estoy para esa pulpa de carne rosada
que siglos han mascado.
¡ Rendíos Hoy a nuestros pies!
A ti te canto,
pintada,
pelirroja.
Tal vez de estos días,
dolorosos, como filos de bayonetas,
cuando a los siglos les blanqueen las barbas,
sólo quedaremos
tú
y yo,
lanzado tras de ti de ciudad en ciudad.
Esposada más allá del mar,
te ocultas en la madriguera de la noche,
mis besos te llegaran entre las nieblas de Londres
en los labios lucientes de los faroles.
En el ardor del desierto,
donde acechan leones extenderás caravanas
y tú,
bajo el polvo que levanta el viento
sentirás mi quemante mejilla de Sahara.
Envainada la risa en la boca
mirarás:
-¡Qué gran torero!
Y yo de pronto
te lanzaré al tendido los celos
desde el ojo moribundo del toro.
Si te lleva al puente tu paso perdido
y piensas
que el río es hermoso,
seré yo,
que bajo el puente, disfrazado de Sena,
te llamo
con una mueca de dientes cariados.
EN el fuego de caballos trotones quemaras con otro
la Strelka, el Sokol'niki:
yo, desde arriba, encaramado
seré como la luna atormentadora, impaciente y desnuda.
Soy fuerte;
me necesitan
para mandarme:
-¡Muere en la guerra!
Lo último será
tu nombre
cuajado en el labio deshecho por la bala.
¿Acabaré en un trono?
¿En Santa Elena?
Montando las oleadas de la vida en tormenta
soy, igual aspirante
al dominio del mundo
y
al grillete.
Me tocará ser zar:
tu perfil
en el oro soleado de mis monedas
ordenaré a mi pueblo:
-¡Estampadla!
Pero allá,
donde el mundo se disuelve en tundra,
donde con el viento norte trafica con el río,
en la cadena rgrabaré un nombre: ¡Lilia!
para besarlo en la tiniebla del presidio.
¡Escuchen pues, los que olvidan que el cielo es azul,
erizados
como fieras!
Éste, acaso,
es el amor último del mundo,
amaneciendo como el carmín de un tísico.
3
Olvidaré año, el día, la fecha.
Me encerraré a solas con este papel.
¡Nace con sufrimiento de palabras lúcidas,
magia más que humana!
Hoy llegué de visita;
sentí
algo mal en la casa.
Y qué ocultabas en tu vestido de seda.
Olía a incienso en el aire.
-¿ Estás contenta?
Tú, frío:
---”Mucho”.
El muro de la razón turbada se derrumba,
y yo, ardiendo en fiebre, acumulando angustia.
Escucha,
da igual:
no ocultarás un cadáver
-¡atroz palabra, lava en la cabeza!-
Da igual:
cada músculo tuyo
como por una bocina
lo clama:
¡muerta, muerta, muerta!
No;
contesta.
¡No mientas!
(¿Cómo irme así?)
los agujeros de dos tumbas
abren los ojos en tu rostro.
Escucha,
Las tumbas se ahondan.
No llega allí la luz.
Sin duda
caeré desde el cadalso de los días.
He tendido mi alma como una soga sobre el precipicio,
con malabarismos de palabras me he columpiado en ella.
Lo sé,
a él lo ha gastado ya el amor.
Adivino tedio en tantos indicios.
Vuelve a ser joven en mi alma,
presenta el corazón a la fiesta del cuerpo.
Lo sé,
cada quien paga por mujer.
Qué importa
si mientras tanto,
en vez de la elegancia parisiense,
te vistiera con humo de tabaco.
El amor mío,
como un apóstol de aquellos tiempos,
lo llevaré por miles y miles de caminos.
Los siglos te conceden la corona
y en la corona mis palabras,
arco iris de espasmos.
Como los elefantes con juegos de quintales
remataron el triunfo de Pirro,
yo a paso de genio devasté tu cerebro.
Para nada.
No pude arrancarte..
¡Alégrate,
alégrate!
¡Acabaste conmigo!
Ahora
con tanta tristeza.
Correría al río
a meter en el agua la cabeza y su mueca.
Me diste los labios:
qué cruel con ellos.
Al tocarlos sentí frío
como si pusiera mi beso penitente
en un monasterio labrado en roca helada.
Sonaron
puertas.
Entró él,
calado de regocijo callejero.
Yo,
partido en dos por mi queja,
le grité:
-¡Está bien!
¡Me voy!
¡Está bien!
Tuya quedará.
Cósele con trapos,
tímidas alas entre sedas: que engorden.
Cuida, no se te vaya.
Como piedra al cuello,
cuélgale a tu esposa un collar de perlas.
¡Oh, aquella
noche!
Apreté la desesperación, más y más.
Con los lamentos míos, con mi risa,
el hocico del cuarto en se torció de miedo.
Y la visión surgía, imagen de ti arrebatada,
con los ojos la encendías en la alfombra,
cual si soñara algún nuevo Byalik
a la radiante reina del Sión hebreo..
Torturado,
ante aquella a la que me rendí
caí de rodillas.
El rey Alberto,
todas sus ciudades
era, comparado conmigo, un obsequiado.
Dórense al sol flores y hierbas!
¡Primavera en las vidas de tantos elementos!
Yo sólo quiero un veneno
beber y beber versos.
Ladrona del corazón,
todo te lo llevaste,
atormentaste mi alma en delirio;
recibe este regalo, amiga,
tal vez nunca imaginaré más nada.
Pintad de fiesta la fecha de hoy.
¡Crea,
magia o crucifixión!
Miradme:
con clavos de palabras
clavado al papel estoy.
EL POETA OBRERO
Gritan al poeta:
“quisiéramos verte al torno.
¿Los versos?
¡Bobadas!
Eso es para no dar el callo”
Tal vez
para nosotros
el trabajo
es la tarea mas afín.
Yo también soy fábrica,
aunque sin chimeneas,
pero quizá
sin ellas
se pasa peor.
Sé--
odiáis la palabrería.
Talar el alcornoque es vuestro quehacer.
¿Y nosotros?
¿No somos ebanistas'
Transformamos el alcornoque de las cabezas humanas.
Sin duda,
pescar es cosa distinguida.
Sacar la red
y en ellas el pescado.
Pero el trabajo del poeta es más delicado:
pesca a gentes, que no a peces.
Enorme trabajo arder ante el horno,
el rojo hierro templar.
¿pero quién
nos tilda de holgazanes?
Con la lima de la lengua desbastamos los cerebros.
¿quién es mas-- poeta
o el perito
que al hombre el bien material?
Iguales.
El corazón es otro motor.
El alma es otro ingenio.
Somos parejos.
Compañeros, dentro de la masa obreras.
Proletarios de cuerpo u alma.
Sólo juntos
hermosearemos el mundo
y lo impulsaremos con himnos.
Pondremos un dique a los chorros verbales,
¡A la obra!
El trabajo es vivo y nuevo.
Y los oradores ociosos--
¡AL molino!
¡Con los molineros!
A girar las muelas con el torrente de las palabras.
Jamás comprenderéis
por qué yo,
tranquilo,
entre el vendaval de burlas.
Llevo en un plato el alma
al festín de los años futuros.
Por el carrillo rasposo de las calles,
resbalando como lágrima inútil,
yo,
quizá sea
el último poeta.
¿Habéis visto?
En las avenidas pedregosas
se contonea
la cara listada de la abulia ahorcada,
y sobre la cerviz espumajosa
de los ríos veloces
retuercen los puentes sus brazos de hierro.
El cielo llora
desconsolado,
sonoro;
una nubecilla
una mueca en la comisura de los labios
parece una mujer que esperaba un niño
y Dios le dio un idiota tuerto.
Con dedos rollizos, cubierto de vello rojo,
el sol acarició con la insistencia del tábano
vuestras almas fueron esclavizadas a besos.
Yo, intrépido,
mantuve en los siglos el odio a los rayos de día;
con el alma tensa, como nervios de cable,
soy
el rey de las lámparas.
Vengan a mí
los que rasgaron el silencio,
los aullaron
cuando el dogal del mediodía apretó,
les mostraré,
con palabras
sencillas,. Como un mugido,
nuestras nuevas almas,
zumbantes,
como arcos de lámparas.
Apenas toque con los dedos vuestra cabeza
os crecerán los labios
para enormes besos
y una lengua
afín a todos los pueblos.
Yo, con el lama renqueante,
me retiraré a mi trono
con agujeros de estrellas en las bóvedas gastadas.
Me acostaré
luminoso
con ropas hechas de indolencia
sobre el blando lecho de estiércol legítimo
y silencioso,
besando las rodillas de las traviesas
me abrazará por el cuello la rueda de un tren.