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piedad no le ayuda por entero a librarse de esa humillacin, le procura al menos el
nimo ms apto para afrontarlo. (lentada por esa conciencia, la piedad se empe8a
en evitar a los hombres las dems afrentas que puedan sobrevenirle. 9esde sus
innumerables sufrimientos propiciados por la hiriente desi!ualdad social, cuando la
compasin es un clamor por la $usticia, hasta los mltiples anticipos de la muerte,
para los que se vuelve una voluntad de consuelo. '(rteta, )**+, pp. :-+
l poder pol"tico, al que encomendamos la funcin de preservarnos de la
muerte violenta, encuentra su arma favorita y su ultima ratio en la universal
amena%a de muerte. /i la muerte es el poder supremo, el individuo capa% de
dispensarla a los dems se arro!a el m&imo poder entre los hombres; son slo
busca sobrevivirles, sino que acaricia la ilusin de sobrevivir a la muerte misma.
' 5a piedad es fuerte, primero, porque no se hace ilusiones sobre lanaturale%a del enemi!o ni se conforma con un remedo de perpetuacin. /abe que
todo porder humano se revela al final ficticio por estar sometido al de la muerte y
por ser tan slo dele!ado o portavo% de su amena%a. '(rteta, )**+, p. *
sa piedad bienintencionada pero dominante, que impide al otro hacerse
car!o de s", empeque8ece al apiadado, ( ella se opone un modo de 00procurar
por22 00que no tanto sustituye al otro, cuanto se le anticipa en su '@C, )*; n tanto que e&ista in$usticia, la indi!na situacin
de quien la padece cuestiona mi propia di!nidad y slo devolvindole su humanidad
puede aquel otro devolverme la m"a. A como la compasin es la primera en percibir
la asimetr"a de esas relaciones, ella es el primer paso para reponernos en nuestra
rec"proca condicin de su$etos. >al es la ra%n de que la piedad, si bien no ha de
descuidar 'despus de la $usticia atender incluso a los verdu!os, debe ele!ir por
principio el bando de las v"ctimas. '(rteta, )**+, p. 4
Pero el triunfo del hombre no es la victoria completa, sino el !anar
crecientes porciones de libertad a la necesidad f"sica y social, arrancar $irones a la
fatalidad para construir ah" su morada. 5o que si!nifica, ms particularmente,
reducir palmo a palmo el espacio del dolor en el mundo. '(rteta, )**+, p. 4+
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s la visin del mal 00en quien no lo merece22 y su consi!uiente piedad 'e
indi!nacin, se!n la frmula aristotlica, las que proporcionan el motivo y el
impulso inicial para la $usticia. '(rteta, )**+, p. D
5a ambi!6edad liberal ante la piedad estriba en el reconocimiento del deber
moral de la beneficencia y su simultneo recha%o como deber $ur"dico. l contrato
social en que se asienta establece como base de los derechos y obli!aciones el
intercambio de equivalentes# la beneficencia, por principio una relacin de no
reciprocidad, no puede derivar de obli!acin al!una. '(rteta, )**+, p. D
l mismo impulso que le !u"a hacia la $usticia le induce a quebrar los l"mites
de cualquier r!imen le!al positivo# en su inicio toda compasin es injusta. EF
Bs all del contrato social entre los individuos, se ha firmado un contrato de
solidaridad entre la sociedad y sus miembros con vistas a la proteccin individual ycolectiva frente a los mltiples ries!os de la vida. Estado providenciaF '(rteta,
)**+, p. D:
para no caer ella misma Ela compasinF en in$usticia y da8o, para no
presentarse como virtud lo que puede tornarse un vicio, ha de e$ercer una
permanente vi!ilancia sobre sus propios impulsos emotivos. Pues, adems de incitar
a la $usticia y de ampliar a cada paso sus fronteras, la compasin ha de asociarse a la
equidad, para llenar de carne y san!re individual el precepto le!al, y a la clemencia,
a fin de suavi%ar los ri!ores de su aplicacin. >an sospechosa es una $usticia
implacable como una piedad in$usta. '(rteta, )**+, p. DG
n definitiva, la misma piedad que reclama $usticia para los ofendidos,
reclama tambin 7durante la e$ecucin de la $usticia y tras ella- compasin para los
ofensores.
Hada cuesta aceptar, en lu!ar de la compasin, una nocin de solidaridad
que, 00pese a que pueda ser promovida por el padecimiento, no es !uiada por l22
'(rendt, Sobre la revolucin, D*, con tal que se admita su "ntimo parentesco. Poco
importa que esa solidaridad sea definida como un principio nacido de la comn
participacin en la idea de la di!nidad del hombre, cuando esa idea sur!e
principalmente all" donde aquella di!nidad se encuentra ultra$ada# es decir, merced a
los buenos oficios de la piedad. 5lmese compasin o como se quiera, su otro
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fundamento estriba en la comn su$ecin humana al dolor y, su tarea, en e&tender al
m&imo el c"rculo de cualquier 00nosotros22. A lo decisivo es que, desde la
solidaridad bsica, la compasin no cesar de proponer proyectos ms ambiciosos a
la $usticia y de superar la $usticia misma.
EF Ho es la clase de compasin que se inclina slo hacia la v"ctima
inocente, sino ante todo ser humano como v"ctima. Irente a la medida del derecho,
ella invoca lo ilimitado. s la piedad, en fin, que trasciende los modos de $usticia
humana o que espera otra$usticia siempre ms all de toda plasmacin le!al. Por
anhelar una $usticia inalcan%able, este grado de compasin ser siempre una
justicia insatisfecha, y toda justicia real, a su vez, una compasin imperfecta.
EF 9esde el hori%onte de la mortalidad, cada una de nuestras penas es
absoluta. '(rteta, )**+, p. DD la compasin predispone, me$or que otros afectos, a la sociabilidad.
'(rteta, )**+, 4
la piedad desarma desde dentro al compasivo tanto como al que demanda
compasin. (l identificarme con el infortunado, al comprobar en l el mal que
presumo para m" mismo, mi amor propio queda sofocado en sus e&cesos y el otro
resulta as" prote!ido de mi eventual a!resin. 5a piedad vendr"a a ser como un
mecanismo natural de preservacin rec"proca, lo mismo que el miedo, pero
operando en la direccin opuesta.
A es que sentir miedo ante la desgracia del otro, y por eso compadecerle en
su des!racia, resulta lo contrario a sentir miedo del otro. '(rteta, )**+, 4
sa pena ante el mal del otro, que me priva del miedo hacia l mismo y a l
le libera de su temor ante m", pu!nar por mantenernos en nuestros l"mites sin
destruirnos. '(rteta, )**+, 4
/i no hay emocin sin deseo, la benevolencia ser"a el componente
desiderativo de la compasin, un efecto suyo tan inmediato que forma parte de su
si!nificado con derecho propio. ' en la medida en que la voluntad !enrica de
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hacer bien se despierte en particulara la vista del mal, tal deseo adoptar la forma
espec"fica de voluntad de socorro al des!raciado y la pasin que la anima ser por
fuer%a la compasin. '(rteta, )**+, GG
entre ese sentimiento puramente pasivo y resi!nado, al que le basta
condolerse del infortunio a$eno y ese otro ms activo que induce al conocimiento
de ese mal y de sus causas y se pone de inmediato a idear los medios de remediarlo
o procurar su alivio. (s", paso a paso, la emocin de la benevolencia conducir"a a la
virtud de la beneficencia.
' /i an "ntima es su
correspondencia que los vicios contrarios a la indi!nacin, la envidia y la
mali!nidad, sern los impedimentos mismos de la compasin.
Por el ob$etivo al que apuntan, en suma, piedad e indi!nacin son las
pasiones propias de la justicia, los fenmenos ms inmediatos de ese
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piedad e indi!nacin se e&i!en entre s" hasta el punto de formar las dos
caras de una misma emocin. 5o que hay es una piedad indi!nada o una indi!nacin
piadosa. Nuien de verdad se compadece, tiene que indi!narse y, quien se indi!na, da
se8al por ello mismo de compadecerse. Piedad e indi!nacin brotan por i!ual de la
misma situacin de in$usticia, si bien la una atiende ante todo a quien la sufre,
mientras la otra a quien la comete. '(rteta, )**+, :)
Ho por ello se han de olvidar los evidentes peli!ros que incuba la
indi!nacin. A el primero es, parad$icamente, que esta pasin puede colaborar ms
que nin!una otra a a!ravar esa in$usticia que en principio trata de combatir. so es
lo que le reprocha /pino%a, a saber, que
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dudado en conceder a la piedad; ese
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respectivamente# piedad y amor propio se enfrentan porque, siendo ambos relativos
o referidos a los otros 'y no a uno mismo aquella es primera
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9e modo que atribuir a sta un carcter natural no implica considerar al
hombre necesariamente y siempre piadoso. 5a
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(s" !ana esta compasin en calidad y cantidad de compasin de los males
susceptibles de promoverla y, con ello, en el nmero de los seres di!nos de recibirla.
Aa no puede estar re8ida con la simpat"a o la complacencia hacia la felicidad a$ena,
sino que es capa% incluso de apiadarse del que parece dichoso por que
inevitablemente tiene de infeli% 'em. ** ' Hi siquiera los hombres ms !randes
se en!a8an sobre su estado, sino que su misma autoconcienca de lo que les falta les
inclina a la compasin 'm. *-M. Por eso a la piedad virtuosa -menos comn,
ms tard"a- le afectan tambin pesadumbres ms "ntimas y soterradas.
Pero no hay virtud de lapitimientras sta no de$e de ser compasivay se
vuelva activa, hasta que no culmine en la beneficencia. '
A as" es, en fin, como esta clase de piedad no hace acepcin entre sus ob$etos
humanos posibles y tiende hacia una universalidad sin reservas. '(rteta, )**+, p.*
&tender el amor de s" es transformarlo en virtud '(rteta, )**+, p. *4
/i la piedad virtuosa cubre con su manto incluso al prspero, su !enerosa
amplitud le lleva a co!er asimismo al perverso. ' Tien se ve, pese a ciertas tesis
de tenor opuesto, que para @ousseau la piedad ni coincide con la $usticia ni es una
clase de ella. '
/e atisban entonces dos !rados en la virtud de la piedad. n tanto que
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H 5( 1RBP(/JLH 1RBR CJ@>S9; (unque su discernimiento le
permite depurar el mecanismo natural de la simpat"a, no por ello lo elimina. '(rteta,
)**+, p. )M
(l presentarse como una potencia activa, y no ya slo como una emocin
pasiva, la piedad busca los medios eficaces de acabar con aquella desdichada cadena
contando de ra"% la causa de la desdicha inicial que la en!endra. A cuando es
impotente ante lo irremediable, al menos lo conforta, pero no lo e&tiende. '(rteta,
)**+, p. )
5( PJ9(9 1RBR CJ@>S9 es el fruto primero del reconocimiento de lo
que nos rene ms all de cualquier diferencia. Sna seme$an%a, si se quiere, mse&presa y tangibleen nuestra comn mortalidad que en nuestra comn di!nidad,
porque sta slo se muestra en !rados diversos de desarrollo individual. '
Kracias a ella contamos con la posibilidad de tomar parte en muchas vidas y entodas
las muertes que amena%an a esas vidas. '(rteta, )**+, p. )+
n realidad, la confian%a en que haya siquiera una historia futura para los
hombres depende de las reservas de la humanidad para la compasin activa. 5a
crueldad moderna, esa crueldad nica porque ya no cree en lo que indestructible hay
en el ser humano, no de$a resquicio a la esperan%a intramundana. '(rteta, )**+, p.
4D
; 5a len!ua an!losa$ona y la francesa, por e$emplo, distin!uen entre pity o
piti, que connotan una idea de superioridad, y compassion.
' 00ay en la piedad una suficiencia que subraya la insuficiencia de su
ob$eto '. 5a piedad se e&perimenta de arriba aba$o. 5a compasin, al contrario,
es un sentimiento hori%ontal22 '1omte-/ponville. Pero aqu" sostenemos que una y
otra, y ms cuando son virtud, slo tienen cabida en relaciones hori%ontales. A, dado
que nuestro idioma otor!a un si!nificado muy apro&imado para ambos trminos,
nos ser permitido usarlos como sinnimos y apreciar en cualquiera de ellos cundo
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denotan el mero afecto o la virtud cumplida, se!n puedan o no herir la di!nidad del
otro. '(rteta, )**+, p. )G
/iempre hay un !esto de inferioridad relativa en la demanda de compasin,
como hay un !esto de primac"a cuando se tributa. Para que haya adems afrenta, se
requiere que aquella superioridad se acompa8e de desprecio o que el compadecido
as" lo perciba. / decir, que superior e inferior pasen por alto el carcter meramente
coyuntural y respectivo de su situacin o, lo que es lo mismo, olviden la fra!ilidad
esencial que ambos comparten. n cuanto el compasivo reconoce, ms all de su
fuer%a momentnea, aquella debilidad y, en cuanto el apiadado asume la suya
propia, cesa toda tentacin de humillar o de sentirse humillado. 1arece de sentido
que lo que nace de una honda conciencia de nuestra mortalidad est llamado a
mortificar# que lo que cuida de nuestra di!nidad nos atropelle. '(rteta, )**+, p. )GHo nos es dado compadecer lo que despreciamos ni despreciar aquello de lo
que nos compadecemos. '(rteta, )**+, p. )D
Pero el indi!nado repudio de la piedad ba$o el sambenito de humillante viene
a ser, en demasiados casos, otro fruto maduro del resentimiento '/cheler, @B.
'(rteta, )**+, pp. )D-)*
(s" que la piedad es una pasin de triste%a, una afecto acompa8ado de dolor.
/er"a preciso el celo cristiano de un Pascal para suponer que esa pena que embar!a
al compasivo no procede tanto de su piedad misma con de la impiedad que an
subsiste en l. 1omo lo que el piadoso comparte al com-padecer no es la dicha del
otro, sino su des!racia, le toca entristecerse ' 1laro que, ba$o ciertos supuestos,
se dir"a que el pesar propio de la compasin va empare$ado con al!n !o%o. Tasta,
por e$emplo, que se ampl"e etimol!icamente su si!nificado hasta confundirlo con
el desimpata, para que esa emocin abarque tanto el sentimiento de triste%a como
el de ale!r"a. '(rteta, )**+, )G
5a misericordia Econmiseracin en la traduccin de (rtetaF es el amor en
cuanto afecta al hombre de tal modo que se !o%a en el bien de otro y se entristece
con su mal. '/pino%a, )***, +*, def. OJC
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Pero, aun reconociendo la cercan"a entra ambos afectos Ecompasin y
conmiseracinF, la compasin habr de ser tomada slo en su sentido habitual, como
una forma particular de la simpat"a. 5a piedad es la simpat"a hac"a el mal del otro# y
por ello, su componente afectivo dominante es la triste%a. '(rteta, )**+, )D
Aa 5ucrecio hab"a advertido la cierta sensacin de dul%ura que invade al que
contempla desde tierra las penalidades de quien lucha contra un mar embravecido;
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su propia piedad, sino su condicin necesaria. Pero, claro est, si quiere reconocerse
como piedad, con tal de que esa ale!r"a ni le impida acercarse al otro sufriente ni
prevale%ca sobre la triste%a que entonces debe embar!arle. ' Pues si, llevado
hasta la beneficencia activa, la conciencia de nuestra capacidad para remediar o
siquiera aliviar los males del otro por fuer%a debe satisfacernos, ya el simple deseo
de hacer el bien ha de provocarnos al!una complacencia. (unque se quede en eso,
el compasivo se !o%ar en su buena voluntad hacia el otro sufriente. '(rteta, )**+,
)*-M
(nte la piedad, al revs que ante la $usticia, cualquier mal es inmerecido al
i!ual que toda v"ctima es inocente. ' A es que ya, el mero sentimiento de piedad
encierra sin duda un testimonio a favor de la humanidad del hombre y se asienta enla conviccin impl"cita, en el pre-sentimiento de su valor. /in ellos no cabe la
compasin, sino tan slo el desprecio o la apat"a. ' E5Fa creencia en el valor de lo
humano en !eneral, se eri!e en sustrato previo de toda compasin. '(rteta, )**+,
A, si no siempre tiene que ser !rande, di!amos al menos que la intensidad de
la compasin variar de acuerdo con la ma!nitud del mal a$eno# pero tambin de la
medida en que sea percibido. l mismo infortunio que en un !rado intenso produce
piedad, en un !rado ms dbil puede ori!inar incluso desprecio# y, an siendo dbil,
tambin dar lu!ar a la compasin se!n influyan otros factores 'pro&imidad, fuer%a
ima!inativa que toca an e&plicar. '(rteta, )**+, G
1uando se trata del mal del otro, estamos sobre todo ante su mal presente,
aunque tambin ante el pasado y el por venir# en cambio, si tenemos en cuenta el
mal que anticipamos para nosotros mismos en presencia del mal a$eno 'o de su
recuerdo o su premonicin, entonces nos hallamos principalmente ante el mal del
futuro, ante la e&pectativa de nuestro propio mal. Qsta es para muchos la cualidad
ms espec"fica de la des!racia que mira la piedad y a ella toca referirse. '(rteta,
)**+, *
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el peculiar movimiento an"mico en que se funda la compasin o, por
decirlo de otro modo, que le sirve de mediador. (l!unos lo llaman en !eneral
simpata, un mecanismo que comunica entre s" las emociones y ser"a, por tanto, la
matri% de nuestra sociabilidad '(rteta, )**+, *
para el afecto compasivo no basta con conocer el mal que afecta al otro#
se requiere tambin, claro est,sentirlode al!n modo. /i as" no fuera, si bastara el
mero saber de esa des!racia, la malicia se confundir"a con la compasin, y tanto el
cient"fico del sufrimiento humano como el ave%ado torturador merecer"an el t"tulo
de compasivos. '(rteta, )**+, ) /R PK( BSA TJH 1RH 5(
9JI@H1J(1JLH H>@ BP(>V( A 1RBP(/JLH. (SHNS >R9(
1RBP(/JLH / BPW>J1(, HR >R9( BP(>V( ( 9 /@ 1RBP(/JC(.
HS//T(SB1@V>J1( ( @RS//(S A /1RPH(S@ Pero slo se sufre en uno
mismo.Parece absurdo que el !inebrino, a fin de dilucidar esta ima!inacin que est
a la base de la piedad, se obstine en sostener que ( ( 1@V>J1( 9 /PJHRX( ( 5( 1RBP(/JLH
s cierto, con todo, que
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conocimiento verdadero de nuestra naturale%a, lo prueba el hecho de que la ra%n
puede despus hacerlo e&preso y convenir con l. '(rteta, )**+, GM
umildad y arrepentimiento 'as" como esperan%a y miedo e, impl"citamente,
conmiseracin EJC, :D, esc.F no son virtudes porque no nacen de la ra%n, pero
predisponen a su su$eto hacia la virtud. '(rteta, )**+, G
5a compasin puede conducir hacia la ra%n y sta, tras purificar los rastros
irracionales de aquella, debe e&i!ir lo que la piedad ya oscuramente ped"a. lla es la
que ante todo se adelanta al principal dictamen de nuestra ra%n para la vida
humana; la bsqueda por todos los medios de la concordia. (s" que lo que comen%
siendo propedutica para el e$ercicio racional o para la virtud acaba siendo su
resultado, lo que era fruto de un conocimiento inadecuado o nacido de la
servidumbre, ahora es obra del saber adecuado de lo que conviene a nuestranaturale%a y libertad. Primero ra%onable y lue!o racional, la piedad es una de las
pasiones que preparan en trnsito de los afectos al reino de la virtud. '(rteta, )**+,
G
1RBP(/JLH R BJ9R?
5a piedad ser"a entonces un modo que adopta, ante el mal del otro, nuestro
propio temor a que nos sobreven!a ese o parecido mal. obbes lo afirma
cate!ricamente;
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(hora, adems, ya la mera posibilidad de que tal emocin sur$a y el "ndice
de nuestra inclinacin a ella dependen ante todo de la destre%a para reproducir en
nuestra ima!inacin aquella miseria. 5a fuer%a de nuestra compasin lle!a hasta
donde alcan%a el poder de nuestra ima!inacin. A, de la mano de esta, la piedad
variar en funcin del !rado de temor que nos embar!ue en ese acercamiento ideal a
la miseria a$ena. '(rteta, )**+, +-G
P@R, 9 (1S@9R 1RH (@J/>L>5/; la compasin requiere de su
su$eto no estar muy atemori%ado, y ello se e&plica porque
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sufrir, ni a aquellos de parte de quienes no piensan que las sufrirn, ni entonces
cuando piensan que no las sufrirn. ' s necesario sin embar!o, que subsista
al!una esperan%a de salvacin respecto a aquello por lo cual se an!ustian. A es
se8al# pues el temor los hace deliberantes y ciertamente nin!una delibera acerca de
cosas desesperadas. '(ristteles, M)M, D-D4, )Da
/ea, pues, compasin cierto pesar por manifiesto mal destructivo o penoso,
de al!uien no merecedor de alcan%arlo# el cual tambin podr"a uno mismo
'alcan%arlo o bien al!uno de los suyos, y esto, cuando se manifieste cercano.
'(ristteles, M)M, *), )D:b
Aa sea en definitiva, por la tena% ocupacin con los males de uno mismo opor la confusin de la des!racia a$ena conla propia, lo que sucede, lo que sucede es
que uno ha quedadoposedopor el miedo 'y en ese ser pose"do por el miedo estriba
el terror y no queda sitio para la compasin. '(rteta, )**+, D
n ese temeroso a!uardar el mal para uno mismo, como est atravesado por
la duda, todav"a hay esperan%a; cabr"a concebir que la calamidad a$ena sea ms
tarde la m"a, pero cabe asimismo esperar !ue no. (s" contemplada, la compasin
revela unas entra8as hechas de miedo y de esperan%a, y, se!n la proporcin en que
se encuentren cada uno de estos dos elementos admite contener ciertas dosis de
ale!r"a me%cladas con otras de triste%a. '(rteta, )**+, D
5a solidaridad en el miedo ha de suponer una insolidaridad previa# la
solidaridad en el dolor acaba con toda sinsolidaridad. l temor propio del miedo
'perm"tasenos la licencia viene suscitado por el poder del otro y trata de !aranti%ar
en lo posible la mera pervivencia f"sica m"a o de los m"os. '(rteta, )**+, 4)
en tanto que el miedo solo se fi$a en uno mismo 'y en el otro tan solo
como su potencial enemi!o, la compasin atiende a uno mismo y al otro; es miedo
por uno mismo, pero a propsito del mal del otro. '(rteta, )**+, 4
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l miedo ser una emocin ms ori!inaria que la piedad, pero tambin ms
simple. Por eso mismo, el temor induce a formar una asociacin ne!ativa y e&terior#
la piedad, a otra unin ms positiva e "ntima. '(rteta, )**+, 4
(s" que en la piedad, y precisamente merced a su mediacin inevitable por el
miedo, el pesar por el otro va empare$ado con el pesar por uno mismo. (hora bien,
supuesto el miedo, carece de sentido distin!uir entre el temor de la propia des!racia
y otro causado por la a$ena; el miedo es sentido siempre y esencialmente por mu y
de m" mismo 'o de los ms "ntimamente m"os, que ser"an mi prolon!acin.
1oncluyamos entonces que, en el caso de la piedad -como escribe 5essin!-
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toda piedad encierra una llamada impl"cita a la compasin a$ena; no hay
atencin a la pena del otro que, tal ve% sin palabras, no reclame tambin piedad para
la des!racia de uno mismo. Por parad$ico que resulte, ese componente de
autocompasin, en lu!ar de adulterar la piedad como forma ver!on%ante del amor
propio, la e&alta y humani%a ms si cabe. Pues, en el fondo, implica el
reconocimiento por parte del piadoso de su "ntima seme$an%a 7la e&posicin al mal,
la vulnerabilidad- con el des!raciado# de que la pretendida altura desde la que se
inclina es aparente y circunstancial. A esta conciencia de que es una cierta
autocompasin la que 'como v"a de acceso y a la ve% resultado de su compasin
anima al piadoso deber"a, entonces, hacer su trance ms li!ero al compadecido. (l
menos, le ahorrar"a siquiera diri!ir contra quien le compadece esos pesarosos
sentimientos de humillacin o envidia que l mismo suele a!re!ar al pesar bsico desu des!racia. '(rteta, )**+, 4+-4G
l temor apare$ado a la piedad ' procede de la apertura hacia el
sufrimiento a$eno y slo decae o desaparece con el alivio o la anulacin de este
ltimo. '(rteta, )**+, :*
5KJ>JBJ9(9 95 (BR@ 9 /V 9 5( 1RBP(/JLH '1RH>@( 5
(BR@ P@RPJR
para @ousseau la piedad es un afecto primario inscrito en la naturale%a
humana y al que slo las leyes o convenciones humanas 7o sea, las formas de amor
propio nacidas de la civili%acin- pueden sofocar. '(rteta, )**+, p. D4
5a piedad, define @ousseau, es aquel
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Pero no se olvide ni por un momento el sustrato ltimo del que, como
cualquier otro afecto, emer!e la piedad. se es el amor de s", la fuente de nuestras
pasiones y del que todas las otras cosas no son ms que modificaciones 'm. D
' S@(5/ ( H1JRH/ 1S5>JC(9(/=
(l arrai!ar como virtud bsica de la comunidad de morituri, la compasin es
siempre autocompasin. R tal ve% ser"a me$or decir que sta es requisito
imprescindible de aquella, en la medida en que la autocompasin es una forma
inmediata de la autoconciencia, que es a su ve% e&i!encia de toda virtud. /omos
capaces de condolernos. /omos capaces de condolernos como seres "ntimamente
dolientes y slo desde una autocompasin refle&iva podemos ser compasivos. '
' Ho hay dilema for%oso entre amor propio y piedad. n lu!ar de sembrar
la sospecha, ser un desdoro o ir en detrimento dela verdadera piedad, esa
autocompasin 7ms que su sombre obli!ada- constituye entonces una condicin de
su presencia, su acicate necesario. '(rteta, )**+, pp. )*D-)**
H 5( 1RBP(/JLH 1RBR CJ@>S9 / 5( @I5OJLH, HR 5(
JB(KJH(1JLH, 5R NS 1RH/>J>SA /S T(/ H >(H>R CJ@>S9;
1omo no se trata ya de sentirla Ela des!raciaF de modo parecido al del pr$imo, el
esfuer%o de refle&in debe suplir la falta de e&periencia. ' 5a piedad es una
preocupacin de mi propia finitud en mi ocupacin con la a$ena. 1omo tal, la
autocompasin tanto contiene una llamada impl"cita a la compasin del otro para
conmi!o, como el impulso necesario para la compasin hacia el otro. '(rteta, )**+,
p. )**
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n toda compasin, desde lue!o, habita el miedo. Pero el caso es que,
mientras su forma sentimental inmediata por lo comn slo o sobre todo miedo, en
la piedad virtuosa hay adems y sobre todoreconocimiento de una e&istencia que 7
abocada a la muerte- se muestra atravesada por el mal. ' H 5( 1RBP(/JLH
1RBR CJ@>S9, 5 BJ9R, NS HR 9/(P(@1, 9Y( /S
1H>@(5J9(9 P(@( 19@5( (5 @1RHR1JBJH>R 95 B(5 NS
/R1(C( >R9( OJ/>H1J( SB(H(. n resumidas cuentas, slo el
sentimiento compasivo podr"a reducirse a una reaccin temerosa volcada a con$urar
el dolor o el espanto que nos embar!an a la vista de la desventura a$ena. 5a virtud
piadosa trata ms bien de reafirmarnos en 'y frente a la conciencia del mal, en la
lcida y an!ustiada asuncin de un malestar para el que no hay con$uro posible.
'(rteta, )**+, p. MM1omo no quiere causarlo ni consentirlo, pero tampoco puede evitarlo, la
piedad viene a ser el me$or e$ercicio de convivir con ese mal que tanto amena%a al
otro como a m". /iempre es una compasin por todos nosotros. '(rteta, )**+, p.
M)
/iendo lo que por su conciencia es, el hombre no deberamorir, aunque 7
desde esa misma conciencia- cuente de antemano con la frustracin de seme$ante
propsito. A como est se!uro de no alcan%ar lo que quiere 'y lo que cree que se le
debe, pero a un tiempo considera todo resi!narse a la muerte como una traicin a
su naturale%a, lo que solicita es piedad. (s" que no es sta la que postula la
inmortalidad, sino ms bien el afn de inmortalidad 'que se conoce incumplido el
que e&i!e la piedad. '(rteta, )**+, p. M
>al ve% lo otro de la muerte haya de ser tambin al!o humano, al!o que no
rechace todo dolor en el hombre, pero s" la an!ustiosa previsin de su desenlace. (
eso que se8ala la piedad como su polo positivo conven!amos en llamarlo plenitud,
para distin!uirlo de la ms va!a, a%arosa, improbable felicidad. 5a plenitud en cada
ser no es precisamente su decadencia postrera, sino el cumplimiento hasta el l"mite
de lo ms propio# en el hombre, de su di!nidad, ese ras!o que le confieren su
conciencia o su libertad. A as", desde el acercamiento posible a esa plenitud, o en la
m era esperan%a de ella, a lo me$or ya no importar"a tanto de$ar de ser al!n d"a.
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Pues la tragedia del hombre no radica tanto en su muerte, sino en !ue su muerte no
coincida con su perfeccin posible.'(rteta, )**+, pp. M4-M:
5a comunidad de los morituri es la quienes, por saberse al final solos,
aciertan a for$ar de aquella soledad esencial su ne&o ms "ntimo. Ho temamos
proclamar que sa ser una comunidad de rec"procos consoladores. 1omo no sea
por motivos ms di!nos 'el afn de un creciente autodominio, la voluntad de no
a!obiar al otro que los vul!armente e&presados, el ocultamiento de la propia
desventura no tiene por qu ser virtuoso. '(rteta, )**+, p. M
(ll,, pues, esa compasin cristiana dedicada a reprobar el valor de la vida, a
espiar el menor asomo de infortunio para all" hundir con placer sus ra"ces. Por s"
misma, la piedad no es ne!acin de la vida, sino ms bien censura y protesta frente
a todo lo que oscurece esta vida y contra lo que al final la aniquila.' A ello hasta el punto de que, si bien se mira, la piedad es directamente
proporcional al valor concedido a la e&istencia; cuanto ms alto se $u%!ue ste, con
tanta mayor intensidad se mostrar aqulla. ' l que ha penetrado en el mila!ro
de su propia di!nidad, podr deplorar su finitud, pero nunca detestar la vida. Porque
la ama como nadie se apiada el piadoso de las penas que arrastra la vida. '(rteta,
)**+, p. MD
5( /JBP(>V(, OP(H/JLH 9 5( 1RBP(/JLH
/JKSJH9R 5( 5VH( 9 5R/ BR@(5J/>(/ JHK5//, OJ/>
SH S#$S%S &'((%$)S R SH( /P1J 9 JH>R /R1J(5= NS /
OP@/( H SH /H>JBJH>R 9 /JBP(>V( R THCR5H1J( NS
HR/ SH ( 5R/ R>@R/,
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uno y otro, compasin y con!ratulacin, no son sino e&presiones de un
solo principio ms !eneral; la simpat"a. ' Bs en concreto es la condicin de
posibilidad de la comunicacin de las emociones entre s". >al es su naturalidad y
principalidad, que la simpat"a vendr"a a ser entre los hombres lo mismo que la
atraccin universal entre los cuerpos f"sicos. ( quien le faltara, a quien careciera de
esa respuesta ante la miseria y !oces de los otros, habr"a que reputarlo de criatura
contranatural y monstruosa. '(rteta, )**+, p. *+
H SB 'inv. Princ. Bor. C, JJ, +M, 5( /JBP(>V( 1RBP(@> SH(
H(>S@(5X( /JBJ5(@ 1RH 5( 1RBP(/JLH, >R9( CX NS /
BR9S5( 9 (1S@9R 1RH 5R/ K@(9R/ 9 1@1(HV( R 9J/>(H1J(
9 /S RTY>R;
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sufrimientos son valiosos, pero todos reclaman compasin. '
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carcter virtuoso consiste precisamente en provocar la anulacin misma como
individuos de su su$eto y de su ob$eto. '(rteta, )**+, p. )M
P(@( HI@H>(@ />( PR/J1JLH; Tasta, sin embar!o, advertir que el
individuo y su dolor pertenecen al orden de la representacin# basta caer en la
cuenta de que /chopenhauer reduce el cometido primordial de la piedad a mostrar el
carcter aparentede la diferencia entre yo y el otro, para concluir que la misma
compasin ser"a ilusoria o sin sentido. Hi habr"a individualidad ni alteridad;
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desvalori%acin de la vida. sta vida pierde su densidad cuando es descar!ada de la
muerte que la inunda.
5a reli!in nos desposee de la vida y de la muerte# porque transfi!ura tanto
la belle%a de aqulla como la tra!edia de sta. 5e reli!in supone en definitiva, la
quiebra de toda piedad. '(rteta, )**+, p. 4:
Piadoso de veras slo puede ser el ateo# no el que conf"a en salvarse sino el
que tiene la certe%a de estar perdido de antemano. /u esperan%a, dir @orty '1J/,
+:, est depositada en los hombres. 5os seres humanos finitos, mortales, de
e&istencia contin!ente no pueden e&traer el si!nificado de sus vidas ms que de
otros seres humanos finitos, mortales, de e&istencia contin!ente. '(rteta, )**+, p.
4+
5( 1RBP(/JLH; s la primera por representar el mnimo que el su$etohumano, en tanto que consciente de su finitud, solicita del otro y debe ofrecer al
otro. 5a compasin comparece como el l"mite, el umbral, el punto cero de las
virtudes de la humanidad. Por deba$o de ella, estamos en lo inhumano. EF
Pero es tambin la ltima virtud. Ciene al final de todas ellas, porque
nin!una es suficiente para lo que el ser humano demanda. '(rteta, )**+, p. G4
5a piedad EF es la virtud que se hace firme slo en este marco terreno, y
precisamente por perecedero; de ah" que sea la virtud ms adecuada a nuestra
condicin mortal, la mspropia del hombre. '(rteta, )**+, p. G:
>an bsica es esta virtud Ela compasinF, como que las dems vienen siempre
a partir de ella; puede pensarse una piedad carente acaso de cualquier otra
e&celencia, pero no cabe ima!inar nin!una de las disposiciones virtuosas que no la
d ya por supuesta. EF Ho representa un adems del deber, una capacidad sobrante
o e&cepcional, sino el suelo nutricio de todos los deberes y la ms perentoria de las
capacidades morales. '(rteta, )**+, p. G:
5a compasin va a la %a!a del amor y slo en l se completa. /i no abre el
camino hacia l, la sombra de cierta sospecha pesar sobre una virtud que no
aprende a ale!rarse con la felicidad del otro i!ual que sabe entristecerse con mal.
'(rteta, )**+, p. D)
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s piadoso quien profesa un odio mortal al sufrimiento, compadece el que no
est dispuesto a padecer. 5a piedad predica una especie de reli!in del bien-estar
por puro pnico al dolor que entra8a la e&istencia humana 'X JJJ, 4M, 4*, :G,
+M. '
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(dems de conservarlo, la compasin (@ 5 9R5R@, (5 9SP5J1(@5R / 1RH>@(9J1 ( /V BJ/B(.
H />R HR @P(@( HJ>X/1.
>oda esta de!eneracin de nuestra cultura, este palpable espectculo de una
vida humana declinante, se e&presa en una sola palabra; nihilismo. Hihilismo esvoluntad de poder diri!ida contra la vida. 5os que en verdad ya nada valen,
pre!onan que la vida no vale nada. (hora bien, como conservadora y multiplicadora
de todo lo miserable, en virtud de su mismo efecto persuasivo de entre!arse a la
nada,
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arrai!ar en todo caso en una valoracin ms acertada resulta siquiera compatible
con los ms altos valores. sta compasin entrevista se compadece de, y sobre todo
se levanta contra, aquella decadente compasin anterior. Pendiente del esfuer%o por
acceder a una humanidad ms cumplida y perfecta, se apiada de los dolores que
a!uardan a los individuos a la hora de este colosal alumbramiento. '(rteta, )**+,
pp. ))G-))D
/e debe persistir en la opinin de que la benevolencia y los favores hacen al
hombre bueno# 00pero no de$emos de a8adir;
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primac"a de la crueldad hubiera cedido ante la de la piedad, ello slo probar"a que
tan instintiva es una como la otra y que un instinto se ha impuesto sobre el contrario.
(l fin y al cabo, qu querr"a decir que la compasin sea el m&imo peli!ro, sino
que se trata del instinto ltimo y ms enrai%ado? '(rteta, )**+, p. )4
en al!una anotacin de la oluntad de poder 'JJ, DD, EHiet%scheF lle!
a atisbar que la fe y la esperan%a cristianas por fuer%a hab"a de e&cluir la piedad. 9e
modo que hay que liberar a la compasin de ciertas instancias a las que se ha
adherido, de funciones sociales que la tradicin le ha encomendado, de demasiadas
ficciones. ay que pre!onar, al contrario, que ella no slo es forma de voluntad de
poder, sino de esa voluntad de poder !ue afirma la vida.
Pues ser"a contradictorio que el compasivo sintiera o actuara se!n el criteriode que 00la vida no vale nada22. so slo puede pensarlo el cruel o el escptico. l
piadoso no valora como buena en s" misma la des!racia# para l, al revs, sta slo
adquiere valor 7pero ne!ativo- por ser ne!acin de la vida. La piedad no es
condena de la vida, sino condena de lo que condena a la vida. No es un amor a
lo que declina y termina en la vida, sino a una vida que declina y termina.
'(rteta, )**+, p. )4-):. />R \5>JBR IS 5R NS HR @1RHR1JL
HJ>X/1.
asta se dir"a que, a mayor fidelidad a la tierra, ms amplio territorio para la
compasin y, a ms profunda conciencia de la muerte de 9ios, mayor necesidad de
compasin para el hombre mortal.
' n realidad no se trata de una piedad propuesta para el futuro, sino para
el presente# la que ha de prestarse a los hombres actuales por los padecimientos, y
slo por ellos, sufridos en su deber de alumbrar al superhombre. s la piedad que ha
de re!ir hasta que ste ven!a y con vistas a su venida. '(rteta, )**+, p. ):
/i podr"a lle!ar a entenderse 7nunca sin piedad- la afirmacin !o%osa del
dolor e&i!ido por la vida humana que asciende, unsindiscriminado a todo
sufrimiento ser siempre aberrante. 5a comparacin con Bar&, casi su cotano,
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A es que, en fin, slo muerepropiamente quiensabeque ha de morir del
todo. ' (s" que, a diferencia de la simple e&tincin que sucede a los dems seres
vivos, la muerte es una propiedad humana. ' Ho hay otro ser que en verdad
muera, y por ello haya estrictamente que compadecer, ms que el hombre. '(rteta,
)**+, p. ):+
Sna banalidad insi!nificante desde el orden natural, la muerte representa
para el hombre la mayor tra!edia; Yan[lvich llama a nuestra finitud 00la
enfermedad de las enfermedades22. 'PB, :-+ '(rteta, )**+, p. ):G
ay que vitar la ar!ucia de abstraer, primero, en la vida del hombre lo
biol!ico respecto de lo propiamente humano, para concluir despus que lo humano
est por encima de la simple vida. 5a vida humana es una unidad y, en tanto que
humana, es decir, consciente y libre, ya un valor por s" misma; su muerte tampocoser un hecho bruto, sino un contravalor. 5a vida humano no es, pues, el espacio
neutro o el indiferente decurso temporal en los que el hombre inventa y cultiva
valores; es ms bien valiosa por ser la posibilidad de valor, y un valor que
trasciende a la vida misma. Por eso la muerte no es tan slo la prdida en cada ser
humano de la vida, sino la prdida para l mismo y para el Sniverso de la vida
humana, esto es, la aniquilacin del valor. '(rteta, )**+, p. ):D
abr que distin!uir, entonces, entre el mal y el sufrimiento. l de la muerte
no es el peor sufrimiento si por l esperamos librarnos de otros que estimamos
mayores. Pero es sin duda el peor de los males, puesto que sie!a de ra"% cualquier
bien real, del que el mayor de los dolientes !o%a en al!una medida# y tambin
porque arrebata todo bien posible, una esperan%a a la que hasta los ms afli!idos no
pueden sustraerse. ' 5a vida humana EF no puede ser medio para otra cosa, es
un fine en s" misma# vivir humanamente es requerir se!uir viviendo como hombre.
'(rteta, )**+, pp. ):*-)+M
l hombre es el nico que se sabe ser-para-la-muerte, el ser en cuya
e&periencia la vida est diri!ida en cada punto temporal 'pasado, presente, futuro
hacia la muerte '/cheler, B/, G y si!s.. '(rteta, )**+, p. )+)
n esa misma previsin de su merte emer!e en el hombrela vivencia
des!arrada de constituirse a la ve% en un ser natural y sobrenatural. Hatural, desde
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lue!o, ya que perece como todo ser vivo# pero asimismo sobre-natural y anormal,
porque sabe que muere, y este carcter de e&cepcin le sita por encima de la norma
de la naturale%a a la que al final no obstante queda sometido. '(rteta, )**+, p.
)+4
1mo no ha de ser, entonces, abrumadora la previsin de su muerte en
aquel a quien nunca abandona la conciencia doliente de su carcter incompleto
frente a la plenitud entrevista? Huestro desconcierto proviene de que, aquello que
nos concede la preeminencia sobre todos los seres naturales, eso mismo nos
condena en otro sentido a la inferioridad suma y nos impone la mayor de nuestras
des!racias. >oda vida humana ha de calificarse de esencialmentefallidao truncada,
as" como la muerte de cada individuo siempre serprematura.'(rteta, )**+, p. )+:
A si la muerte al final procura un sentido, ella, que es el sinsentido, ser
porque incita a los hombres a la piedad. >al es nuestra tesis ltima; la piedad es el
sentido de ese sinsentido que para la vida del hombre representa su muerte. '(rteta,
)**+, p. :
Snamuno ''bermann, 1arta O1;
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Ho# la desesperacin de la que emana la piedad slo puede ser la del hombre
que desea, pero que ya no espera la satisfaccin de su deseo y, por lo mismo,
tampoco temeno alcan%ar su ob$eto. '(rteta, )**+, pp. 4M-4)
00Ho es una e&tra8a iron"a 7e&clama Yan[lvitch- que la desesperacin de
sentirse imperfecto sea a su manera una perfeccin?22 '>C, JJ, **. R, si se quiere,
el efecto primero de la falta de esperan%a, la perfeccin sur!ida de la conciencia de
la imperfeccin, es la virtud de la piedad. Piedad para con uno mismo, cuando brota
de la propia desesperacin# compasin, si se reconoce y se comparte la a$ena.
'(rteta, )**+, p. 4
Bientras el dolor del otro le vuelve mi pr$imo, su ms honda desdicha le
convierte en un ser irremediablemente le$ano. Nuienes no hayan tenido contacto conella son tan incapaces de entenderla como un sordomudo para comprender los
sonidos. ' 00Ponerse en lu!ar de un ser cuya alma est mutilada por la des!racia,
o en peli!ro inminente de estarlo, es aniquilar la propia alma22 Pero ese l"mite
ltimo, que vale sin duda para el sentimiento piadoso, debe e&tenderse as" mismo a
su virtud? Ho lo parece, pero un sentido de respeto pide de$ar la respuesta en el aire.
1ontentmonos con insinuar que hay desventuras, tan fuera de toda capacidad
humana de comprensin y de accin, que ante ellas la compasin ha delimitarse a
asistir en silencio. '(rteta, )**+, p. )*
Pero que nadie se en!a8e; a pesar de su encantadora apariencia, ese
sentimiento EcompasinF no es un sentimiento moral. Qste, el nico principio
sub$etivo o mvil que la voluntad requiere para atenerse a la ley moral, solo es el
respeto a la ley. '(rteta, )**+, G:
(l compadecerse por deber, demostrar"a un verdadero carcter moral del que
carece quien se re!oci$a en su compasin 'I-Zant.
' A como la virtud es la fuer%a para no ceder a las imnclinaciones, sern
ms bien el dominio de s" y la apat"a, y no la compasin, los requisitos de los
deberes para con uno mismo y los dems. '(rteta, )**+, G+
P@R, (5 BJ/BR >JBPR Z(H> P5(H>(;
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la compasin ser"a as" mismo
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me vuelve piadoso. ( la postre, la compasin ser una de las muestras de mi
di!nidad. '(rteta, )**+, p. )4D
9JKHJ9(9; se valor eminente del hombre estriba, de una parte, en su
posibilidad de lle!ar a ser todo. ' 9esprovisto de las propiedades que le amarren
a su medio y le ase!uren su pervivencia, slo podr sobrevivir in!eniando
renovados recursos de adaptacin. /u limitacin le vuelve ilimitado, es cultural
porque no es natural. /u carencia, en definitiva, es la madre de su rique%a. '(rteta,
)**+, p. )4*
/u libertad Ela del ser humanoF es la capacidad de todas las capacidades
00aquella propiedad que subyace, como fundamento y condicin necesaria, a todas
las perfecciones22 'Zant, 5, )+). sa di!nidad de su libertad 'de su
autodeterminacin constituye su 00valor interno22, un valor absoluto, al!o que notiene precio; 00(quello que tiene precio puede ser sustituido por al!o e!uivalente#
en cambio, lo que se haya por encima de todo precio y, por tanto, no admite nada
equivalente, eso tiene una di!nidad22. 5a di!nidad representa as" el valor ltimo de
la humanidad en cada hombre, la e&celencia de la personalidad en cada persona
sin!ular, la prerro!ativa del individuo humano sobre los individuos f"sicos, lo que
hace del ser humano al!o nico en el mundo y a cada hombre un ser nico entre los
dems hombres. ' /i en ella Ela di!nidadF descansa la propia autoestima moral,
de los dems e&i!e el respeto.'(rteta, )**+, p. ):)
Ser dignos significa hacernos a cada momento dignos de nuestra dignidad.
'(rteta, )**+, p. ):)
n resumidas cuentas, decir que la vida humana est dotada de di!nidad es
un modo de hablar performativo. Ho relata tanto lo que e&iste, cuanto el propsito
de instaurar una situacin humana 'por e$emplo , la e&pansin de derechos ms
deseable. '(rteta, )**+, p. ):
/i la di!nidad propia e&i!e el respeto del otro, es porque no puede darse sin
la di!nidad a$ena capa% de prestarle tal respeto. ' 9i!nidad equivale a
reciprocidad en el reconocimiento de la di!nidad de todos. '(rteta, )**+, p. ):
9ios es ahora 7si as" valiera decirlo- el isantrops, el seme$ante al hombre, y
ste, el dios para el hombre mismo. sa di!nidad, su posibilidad real, ha de hacerla
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suya o l mismo ha de hacerse di!no de ella. A tanto ms intenso ser su dolor, y
con l la compasin que se le debe, cuanto mayor sea el intervalo entre la di!nidad
proclamada o posible o posible y la de hecho e$ercida o conquistada. '(rteta, )**+,
p. )::
Piedad, di!nidad y $usticia muestran aqu" su "ntima cone∈ la compasin
se sita como el trmino medio entre las otras dos. ' Precisamente por su v"nculo
con la $usticia 'e in$usticia, ser una piedad que viene de la mano de la indignacin,
pues el da8o inmerecido del uno habr sido producto o productor del 00&ito
inmerecido del otro22 'Zant '(rteta, )**+, p. )+G
A as", con Zant diremos que 00puedo tener complacencia en la humanidad,
aunque no en el hombre22. Puedo tener seme$ante complacencia hasta en un
malvado, si distin!o convenientemente al malvado de la humanidad# pues incluso enel mayor malvado persiste an un !ermen de bueno voluntad. '
/e!n eso, tambin para los cr"menes ine&piables, los que superan toda
escala humana, cabr el perdn de la compasin /" 7contestar Yan[lvitch-, con
tal de que los culpables, confesndose tales, se adelanten a solicitarlo de sus
v"ctimas; 00/lo la afliccin y el desamparo del culpable dar"an sentido y ra%n de
ser al perdn '. Huestro horror ante lo que propiamente el entendimiento no
puede concebir, aho!ar"a la piedad a su nacimiento si el acusado pudiera
inspirarnos piedad22 'Jm, :-:. Bientras tanto, la piedad ser"a una escandalosa
indul!encia y, el perdn, una traicin postrera a los sacrificados.
Porque el hombre no pide tan slo ser respetado en su valor# e&i!e ese
respeto, no a costa de su felicidad o al mar!en de ella, sino por la cuota misma de
felicidad que entra8a. A, puesto que su ser-para-la-muerte se la rehsa de antemano,
esa di!nidad impotente e infeli% e&i!e entonces la compasin como nico
sustitutivo. '(rteta, )**+, p. )G
l hombre es ahora di!no, o sea, consciente y libre# ms, como aquella
di!nidad la conquist mediante una insumisin, en su mortalidad est su casti!o.
' a preferido la autonom"a a la inmortalidad y slo podr reconquistar sta si
renuncia a aquella. '(rteta, )**+, p. )G:
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Porque una cosa es clara; la constatacin de la mortalidad tanto puede ser la
ocasin de anonadar nuestra di!nidad como de acrecentarla. ' Pero si queremos
ser acordes con nuestra humanidad, slo nos cabe optar por el valor# es decir, por lo
que nos distin!ue y contra lo que nos arruina, por la libertad y contra la fatalidad.
'(rteta, )**+, p. )G*
(quella di!nidad espec"fica de la humanidad, por tanto, slo e&iste en forma
individual, se vuelve propia de cada su$eto# el valor del hombre toma cuerpo en cada
hombre. ' s su caducidad la que, al hacer de cada uno un ser irrepetibley de sus
actos al!o irreparable, fi$a su autntico precio y le convierte en di!no de ser
apreciado. '(rteta, )**+, p. )DM
9esde esa comunidad ontol!ica de los hombres, el curarse de unoya no es
a$eno alprocurar porlos otro. A entre los modos posibles de mirar por el otro, mspropicio a la entre!a que a la indiferencia o la hostilidad, estar"a la compasin.
'(rteta, )**+, p. )D)
9i!nidad y finitud; tales son las dos notas primordiales que, en su unidad,
constituyen al hombre. '(rteta, )**+, p. )++
l mismo la%o que 7aho!ndonos hasta la muerte- nos separar al!n d"a de
los vivos es el que, entretanto, ms estrechamente nos enla%a a los humanos.
'(rteta, )**+, p. )D
' la comunidad de los morituries la comunidad moral. /omos morales
porque somos di!nos y a la ve% mortales. Pues, como intuye Troch, 00all" donde no
e&iste una autntica relacin con la muerte y no se reconoce constantemente su
valide% absoluta en lo terreno, no e&iste autntico ethos22 '(rteta, )**+, p. )D
(H>/ NS 9(@ OP5J1(1JRH/ 95 BSH9R R NS
>@(H/IR@B(@5R, 5( >(@( />(@V( H 5( BH>V/ 9 5( IJHJ>S9
B9J(H> 5( (11JLH 9 HS/>@( 9JKHJ9(9, NS / (5 BJ/BR
>JBPR (11JLH NS 9/BJH> ( 5( BS@>, /(TJH9R NS
9/9 5 1RBJHXR />W 1RH9H(9(. (B(@@(@ 1RH >@(K9J(
H HS//T(SB. sa tarea en que probar nuestra di!nidad no ser"a otra que
combatir a muerte contra la muerte# y no en la creencia de lle!ar a vencerla, sino en
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el afn de merecer superarla. S, somos dignos por!ue somos mortales, pero slo
mientras nuestra conducta sea un constante ments de nuestra finitud. l valor del
conocimiento, lo mismo que el de la accin, no se han de medir por su alcance en
aclarar o transformar el mundo. an de !uiarse ms bien por el nico criterio de su
eficacia para resolver el eni!ma de la muerte, para retrasar su venida# y, sobre todo,
repitmoslo cuanto ha!a falta, para convocar a la piedad a sus v"ctimas. '(rteta,
)**+, p. )D
(quella tarea que la finitud reconocida asi!na a nuestra di!nidad es la
compasin# este carcter sa!rado de la vida humana es el que descubre la virtud
piadosa. Birada desde la muerte, la vida se muestra sa!rada y desesperada# los
hombres, preciosos y patticos; en ese doble ras!o de la e&istencia humana, y en su
mutua correspondencia, se hace fuerte la llamada a la compasin. '(rteta, )**+, p.)D4
5a piedad ha de prestarse, pues, incluso a pesar de los hombres# lo que
si!nifica, en primer lu!ar; hasta frente a su mismo recha%o. ' l ser humano
merece piedad precisamentepor!ue es lo !ue ms mereceo porque, en definitiva, es
lo nico que merece, ms all de mrito al!uno y por encima de cualquier
desmrito. Bs an, como es el nico ser con capacidad de merecer, y ya slo por
eso, merece la compasin en la misma medida en que aspira a un bien que no
alcan%a y a la liberacin de un mal que le a!obia. (h" reside una diferencia esencial
entre el afecto y la virtud de la piedad. l afecto no aquilata, y tanto nos puede
conducir a aborrecer al otro como a enternecernos involuntariamente ante su
debilidad.. /u virtud trata de entender lo que el sentido no de$a atisbar y pre!ona
que, a los o$os del compasivo, todo hombre es suprjimo.'(rteta, )**+, p. )*)
l memento mori resulta insufrible hasta para el filosofo o el creyente
(hora bien, dnde est escrito que, por contraste con su pronto afecto, haya virtud
que se adquiera sin esfuer%o? >anto mayor an en el caso de la compasin, cuanto
que se atreve a mirar de frente a los s"ntomas de nuestra precariedad sin caer por
ello enla parlisis.
' 5o que recha%a el des!raciado es que slo se compade%can de sus
males, sin que se ten!an en cuenta tambin sus bienes reales o posibles. 1omo no se
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conforma con ella, hasta tendra derecho a repudiar una compasin !ue fuera slo
compasin, una compasin sentimental a cuya mirada escapen todos los ras!os que
no sean pesarosos. 5a virtud piadosa, sin embar!o, salta estos escollos. 9e un lado,
porque a sus o$os la di!nidad del miserable precede por principio a su miseria, que
slo se mide desde las virtualidades contenidas en aquella di!nidad. 9el otro, y
sobre todo, porque tanto sabe compadecer sus penas como ale!rarse con sus dichas.
'(rteta, )**+, p. )M
l piadoso es todo lo optimista que al hombre sin fe le es dado lle!ar a ser;
saca la fuer%a de su piedad de s" mismo,, no de Rtro# entre!a tan slo esa compasin
que !uarda, no una promesa incierta de salvacin# las ener!"as que no invierte en el
otro mundo las dedica a evitar en lo posible que haya por siempre desdichados en
ste. '(rteta, )**+, p. ))5a piedad es una virtud !rave y la de los hombres !raves. Para decirlo con
ms precisin, es la virtud propia de la seriedad# slo en su !rado m&imo, ser
dems la de lo tr!ico, la virtud tr!ica por e&celencia. '(rteta, )**+, p. )
5a !ravedad o seriedad de la compasin no se oponen, pues, a la ale!r"a,
sino ms bien a la li!ere%a, a la frivolidad, a la irresponsable indiferencia. 5a
compasin es la virtud que nos obli!a a tomar las cosas humanas, de por s" serias
como encaminadas a la muerte, en serio. ' n realidad, han de fundirse; el humor
celebrando piadosamente el sinsentido# la compasin, acompa8ando con humor el
pesar por tama8a condena. '(rteta, )**+, p. )4
5a piedad es virtuspor ser se8al de la fortale%a de su su$eto y no de su
debilidad. '(rteta, )**+, p. G
sta fortale%a del piadoso es, ciertamente, peculiar. @eside en su capacidad
de asumir su di!nidad mortal, la condicin tr!ica y a un tiempo comunitaria que
ello supone, y las consecuencias para su conducta que de ah" se derivan. '#s la
fuerza de los !ue se saben dbiles frente a los !ue falsamente se creen fuertes.
'(rteta, )**+, p. D
Hadie puede suplirme en mi deber de compasin, y sloen ese sentido yo
soy elegidopor el doliente que me la solicita. Pero la piedad misma consiste en el
libre e$ercicio de mi capacidad de sustituir al otro doliente. @esponsable soy tanto
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