Necropsia de un fujimorismo corrupto y criminal
Hace buen tiempo que no volvía a César Lombroso para explicarme algunos puntos referidos a la
teoría positivista del crimen. El motivo de mi retorno al discurso del profesor italiano obedece al
debate de la coyuntura electoral en torno al dizque errado aserto de vincular el pasado funesto
del fujimontesinismo con las posibilidades de un “buen” gobierno bajo la presidencia de la hija
del dictador de los noventa. Es cierto que las afirmaciones del criminólogo de Turín están ya
fuera de contexto. A guisa de ello, no existen aún pruebas irrefutables acerca del delincuente
nato. Por tanto, no podríamos colegir tampoco que los genes de un padre criminal sean
fácilmente transferibles a la carga genética de la hija. Por lo demás, esto está fuera de discusión.
Lo que sí entra de lleno en el debate es la metástasis funcional del sistema corrupto de los años
noventa que nuevamente irrumpe en el escenario político, no con la templanza y la vergüenza del
arrepentido, sino más bien con la virulencia de un tozudo energúmeno, siempre al punto de
despreciar las normas constitucionales y los principios jurídicos vinculados principalmente al
tema de derechos humanos. Es ese el quid del asunto. No es tanto un problema de herencia
biológica de caracteres, sino más bien la existencia de un grupo humano, bueno eso dicen ser, los
que como primafásicos comechados desean alimentarse nuevamente de la pobreza, y porque no
decirlo también de las riquezas de la mayoría de peruanos.
1
Por: Aldo Callalli Pimentel.
Lima-Perú[email protected]://cronopiocortazar.blogspot.comhttp://cronopiocortazar.lamula.pe/07 de mayo de 2011.
Ahora, se juzga con acertada acritud la praxis de un fujimontesinismo consubstancialmente
corrupto y criminal; porque con los ladrones y galifardos no puede haber concesión alguna, tan
sólo la reclusión carcelaria ipso facto. Así, son los badulaques que se nutrieron de los manuales
de economía de Boloña quienes hoy intentan dar clases de desarrollo sostenible y redistribución
de la riqueza. Para estos indeseables la única fórmula que viabilice el crecimiento es la ciega
apuesta por los dinámicos desequilibrios del mercado. Del mismo modo, los archipámpanos
también han regresado, y con la pata en alto, dispuestos a ganarse el puestito en la
administración de un podrido fujimontesinismo. Por último se hallan los torvos galifardos, la
fuerza de choque de la mafia. Son los Tontons Macoutes del dictador. Los discursos flamígeros
de esta horda siempre ensayan en los medios de comunicación genuflexos un circunloquio lleno
de bravatas como la expresada por una ex congresista y frustrada candidata presidencial quien no
dudó en amenazar a la máxima autoridad del Poder Judicial.
En esencia es este el verdadero rostro del fujimontesinismo, el de la trapaza y el achoramiento.
Nada ha cambiado en la caracterología política de esta red mafiosa. Sigue siendo una yakuza
feroz que dosifica adecuadamente sus discursos. Para las élites prioriza los paradigmas ortodoxos
del mercado, añadiéndole una cuota de control social sobre las expectativas de los sectores
mayoritarios. De otro lado, su relación con la clase media es siempre proteica. Al contrario de su
sinergia casi natural con los grupos más recalcitrantes y termocéfalos de la derecha peruana; con
2
los sectores medios prima más bien un doble discurso tendiente a flexibilizar los espacios de
acción de la protesta civil. Un meridiano ejemplo que advera esta última afirmación sigue siendo
el proceso y destrucción de los principales sindicatos y gremios de trabajadores en la década de
los noventa.
Qué duda cabe, el fujimontesinismo hizo trizas todas las herramientas políticas de la ciudadanía
con el objetivo de neutralizar los diferentes movimientos sociales. Por ello privilegió
decididamente sus nexos con una parte importante de las clases populares. En suma, desplegó el
ejercicio de un asistencialismo retrechero tendiente a liquidar cualquier vestigio de descontento e
insatisfacción social. Se logró así lo que Michel Foucault denomina la disciplina de los cuerpos,
y también de las mentes. La lobotomía cerebral de buena parte de la ciudadanía se materializó a
través de la puesta en marcha de un programa político-ideológico de derecha lumpen. De esta
forma se aniquiló la funcionalidad democrática de la prensa para convertirla en una herramienta
de control y direccionamiento social. Toda la maquinaria de la dictadura fujimontesinista apuntó
siempre al rol preponderante de los medios de comunicación. En esa dinámica se hallan también
hoy algunos de los periódicos y canales de televisión adictos al palo y la zanahoria. Así mismo,
la telebasura sigue siendo un mecanismo de control casi recurrente para viabilizar los programas
políticos del establishment autoritario.
Es este el torvo y fidedigno semblante del fujimontesinismo. Es la faz, hedionda y única, que
muchos intentan escamotear con miras de salvaguardar intereses subalternos. Es un cáncer que
se halla en metástasis donde incluso los sombríos representantes de la Iglesia han logrado
acoplarlo con agrado. No fue acaso un purpurado que hoy regenta la catedral de Lima quien se
zurró en los derechos humanos, además de desgañitar sus sermones a favor del dictador
genocida. Es entonces un fujimontesinismo de malas artes, soberbio y envalentonado cuando se
encienden los micrófonos de las geishas; marrullero, corrupto, achorado, chusco y criminal.
3