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MOVIMIENTOS SOCIALES EN COLOMBIA: LA MELODÍA SONORA DE LA DEMOCRACIA; EL CASO MOVICE
Un análisis del impacto que el contexto socio-político puede tener en el desarrollo
de movimientos sociales en Colombia y el factor contribuyente de estos al
desarrollo de la democracia.
ALEJANDRA ARROYAVE RAMÍREZ
TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR TÍTULO DE POLITÓLOGA
DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADO
GUSTAVO ADOLFO SALAZAR
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES
CIENCIA POLÍTICA
BOGOTA
2017
MOVIMIENTOS SOCIALES EN COLOMBIA:
LA MELODÍA SONORA DE LA DEMOCRACIA; EL CASO MOVICE
Un análisis del impacto que el contexto socio-político puede tener en el desarrollo
de movimientos sociales en Colombia y el factor contribuyente de estos en el
desarrollo de la democracia.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES
CIENCIA POLÍTICA
BOGOTA
2017
«Es arduo el camino que le espera: los poderosos lo calificarán de comunista por
reclamar justicia para los desvalidos y los hambrientos; los comunistas lo tildaran
de reaccionario por exigir libertad y respeto por la persona»
Ernesto Sábato, Antes del fin. (1999)
INTRODUCCIÓN
0.1 Contexto Pág. 1
0.2 Planteamiento de la investigación Pág. 4
0.2 Línea argumentativa
Pág. 7
1. MARCO CONCEPTUAL Y TEÓRICO
1.1 Democracia Pág. 8
1.2 Historia de movimientos sociales Pág. 14
1.3 Movimientos Sociales Pág. 18
1.4 Relación entre democracia y Movimientos Sociales Pág. 21
1.5 Aproximaciones teóricas a los movimientos sociales Pág. 24
1.6 Definiendo éxito en el análisis de movimientos sociales
Pág. 26
2. CONTEXTO EN COLOMBIA
2.1 Opinión Publica Pág. 28
2.2 Derechos Humanos
Pág. 32
3. ESTUDIO DE CASO DEL MOVICE
Pág. 36
4. ANÁLISIS
Pág.
5. CONCLUSIONES Pág.
5.1 Recomendaciones
Pág.
6. ANEXOS
7. BIBLIOGRAFIA
1
0. Introducción
Los movimientos sociales no son un fenómeno de la modernidad. Sin embargo,
aunque éstos han sido actores visibles a través de la historia, no siempre han sido
percibidos como actores importantes de procesos democráticos y sociedades
progresivas. Como consecuencia de haber asociado el concepto ‘movimientos
sociales’ con fenómenos como la revolución francesa, el comunismo y el
marxismo, éstos se han convertido en sinónimo de caos y desobediencia. En
palabras de Sunstein (2007, p.71) «La realidad que alude los movimientos
sociales a nivel mundial, los disidentes son ocasionalmente retratados como
desleales, antipatriotas e incluso los enemigos de las sociedades».
En Colombia, aunque los movimientos sociales han estado presentes desde los
procesos independentistas (CINEP, 2009), la preponderancia de distintas
dinámicas de violencia en el país como el conflicto armado interno, han opacado
su labor tanto en el escenario cotidiano nacional como en el estudio de las
ciencias sociales en el país. Incluso, han contribuido a la construcción de
estereotipos negativos que han alejado a los investigadores sociales de la
objetividad en su estudio, llevando a que, aunque sean parte fundamental del
devenir histórico nacional, sólo hayan entrado a formar parte importante de la
investigación académica colombiana desde la segunda mitad del siglo XX (Archila,
2001). 0.1 Contexto Colombia y su devenir histórico ha sido caracterizado por el conflicto armado
interno y la violencia que ha sido un proceso de estructuración decisivo e
importante (Oquist, 1980). En cuanto a la relación que este contexto tiene con los
temas abordados en esta investigación: movimientos sociales y democracia,
Schock (1996) argumenta que los conflictos armados están acompañados no solo
2
de la presencia de inequidad económica, sino también de la falta de oportunidades
políticas. Dado esto, cuando un Estado no ofrece medios para que los ciudadanos
puedan incidir en el sector socio-político, estos agentes se ven obligados a buscar
alternativas exógenas del sistema para alcanzar sus objetivos.
Como resultado de inequidad económica y ausencia de oportunidades políticas,
entre otras razones, se crearon grupos al margen de la ley como el ELN, las FARC
y el M19, quienes protagonizaron, junto con el Estado, el conflicto armado interno
extendido por décadas. Oquist (1980, p.140) afirma que la violencia social «en
Colombia ha sido principalmente el resultado de una insuficiencia
institucionalizada de las normas democráticas. Es decir, la violencia está
estrechamente vinculada con fracaso en las instituciones democráticas».
A lo largo de la historia, observamos como con un discurso de orden y seguridad
se ha buscado «reprimir los movimientos agrarios, obreros y populares urbanos
aglutinados» tildándolos de comunista (CNMH, 2013, p.112). Cabe resaltar que
este discurso origino como el «intento de algunos de los grupos élites de mantener
un status quo económico del país que conllevo al uso de la violencia como
instrumento de represión en contra de toda fuerza, que más adelante se
institucionalizó.» (Oquist, p.133).
Encontramos instancias en la historia donde ésta represión no se dio sin
oposición. Podemos observar el caso de Jorge Eliécer Gaitán, quien logró, a pesar
de las masacres desatadas y posteriormente su asesinato, incitar protestas
populares a gran escala. Sin embargo, con el miedo desatado con la creación de
«la policía chulavita y los pájaros, al servicio del Gobierno Conservador» (CNMH,
2013 p.112) lograron paralizar la energía del pueblo gaitanista1 en aras de que
estos veían en «la revolución en marcha una fuente peligrosa de desestabilización 1 El movimiento gaitanista representaba un esfuerzo de aglutinamiento de las fuerzas populares bajo la conducción de una capa predominantemente pequeño-burguesa y en torno a un programa ciertamente no anticapitalista, pero si decididamente democrático. (Sánchez, 1983, p.31)
3
social» (Sánchez, 1983 p.31). Con infundir temor y miedo lograron limitar por
muchos años que los trabajadores se organizasen. Lograron silenciar al
campesino, desatar un genocidio político y generar desconfianza contra todos los
que plantean un cambio.
Claus Offe (1985) establece que los discursos basados en el temor y la promoción
de seguridad nacional han venido siendo uno de los instrumentos que el Estado
ha utilizado para influir en la opinión pública. Esto ha permitido establecer una
agenda política que ha tenido la tendencia de ser caracterizada por exclusión
política, centralización del gobierno nacional y la ausencia del Estado, con el fin de
mantener estabilidad y control sobre lo político y promover el crecimiento
económico. En Colombia los estereotipos negativos que han contribuido a opacar
la labor de los movimientos sociales ha sido fomentado por el uso de este
instrumento que tiene como base de razón el conflicto armado.
En otras palabras, con «la degradación del conflicto armado y la intolerancia de
diversos sectores se produjo un clima de intimidación que afecto de manera
notoria las libertades de opinión, expresión, información, conciencia y religión, de
periodistas, miembros de organizaciones sociales, así como de académicos y
estudiantes» (OACDH, 2000).
Partiendo de la premisa que «a veces cumplimos con una ley aparentemente
injusta porque tenemos miedo al castigo o no queremos decepcionar a otros»
(Sunstein, 2005. p 40), al desaparecer gradualmente la lucha armada en
Colombia, debilitarse la narrativa de miedo y expandirse la aceptación del
pensamiento izquierdista dentro del escenario político, encontramos la posibilidad
de una sociedad democrática. Esto en cuanto a que una sociedad democrática es
aquella que promueve las libertades democráticas, entre otras, para garantizar un
intercambio de opiniones e ideas y permitir el escrutinio continuo del status quo
4
para así fomentar el desarrollo y progreso de una sociedad (Crawshaw &
Williamson, 2007).
La configuración de movimientos sociales es entonces de suma importancia a
medida que éstos permiten una organización de colectivos tener un acercamiento
a las instituciones e insertarse a la democracia y por medio de mecanismos
formalizados, presentar dinámicas de contienda, más no subversivas,
manifestando sus demandas e insatisfacciones. Chandoke (2001, p.20) establece
que la «democracia requiere de un espacio donde varios grupos de la sociedad
civil puedan expresar sus opiniones frente a la manera que la sociedad y política
deben ser organizadas. La ausencia de este espacio equivale a la ausencia de la
democracia».
Entonces, es de suma importancia que se de el debido reconocimiento a los
movimientos sociales ya que es gracias a éstos que se ha dado apertura a nuevos
canales de acceso al sistema político, contribuyendo no solo a la identificación
sino también a la solución de un sinnúmero de problemas que acarrea la
democracia representativa (Della Porta y Diani, 2006). En el caso Colombiano,
fueron aquellas contradicciones económicas y políticas que, por falta de
aceptación de aquellos mecanismos, los conflictos no se pudieron resolver de
manera pacífica. Esto conllevó a una situación de alto nivel de violencia: el
conflicto armado interno que se ha extendido por más de 50 años (Oquist, 1980,
p.46).
0.1 Planteamiento de la investigación A partir del contexto Colombiano y los vacíos que se encuentran en el estudio de
movimientos sociales y su rol en el desarrollo de la democracia, en esta
investigación se propone establecer la importancia que hay en la relación entre
movimientos sociales y democracia, lo cual resulta fundamental en la construcción
5
de paz que se plantea el país. Después, se busca identificar, mediante un análisis
del contexto socio-político, algunos obstáculos que han impedido un óptimo
desarrollo de éstos en el país. Para corroborar los hallazgos, se utilizará al
MOVICE como estudio de caso para responder a la siguiente pregunta ¿Dadas las
dificultades políticas y sociales que enfrentan los movimientos sociales en
Colombia, porque se podría afirmar que el Movimiento de Víctimas de Crímenes
de Estado (MOVICE) es un caso de éxito?. Esto con el fin de reconocer que pese
a las dificultades que han enfrentado los movimientos sociales en Colombia, han
sido actores visibles a través de la historia.
La hipótesis general de esta investigación plantea que los movimientos sociales en
Colombia alcanzan sus logros, pese a las dificultades sociales y políticas, pues ha
existido un sentimiento permanente de lucha, coraje y resistencia dentro de varios
sectores vulnerados, que tras emprender un arduo camino de perseverancia,
valentía y paciencia, logran forzar oportunidades políticas y sociales. Para
corroborar esta hipótesis, surgen dos interrogantes que requieren un estudio
dedicado con el fin de darle una posible y una correcta aclaración a los siguientes
cuestionamientos: ¿Que rol tienen los movimientos sociales en la democracia
Colombiana? y ¿Qué dificultades socio-políticas enfrentan los movimientos
sociales en Colombia?
A lo largo de esta investigación, se entenderá que los movimientos sociales son un
componente esencial dentro de toda sociedad democrática. Así pues, el
debilitamiento de los espacios donde éstos puedan deliberar lleva a acciones
alternativas que, en ocasiones, se pueden encontrar al margen de la ley. En
Colombia, a estos espacios no se les han otorgado la debida importancia o los
recursos necesarios. En aras de un escenario de posconflicto, para que no se
repitan aquellas dinámicas que propiciaron el conflicto armado, está en el interés
de la sociedad y el Gobierno Nacional Colombiano fortalecer aquellos espacios de
deliberación.
6
Siguiendo a Hernández Sampieri (2010), el alcance de esta investigación es en
esencia descriptivo ya que busca analizar las dimensiones de los movimientos
sociales en Colombia a través de la caracterización, con el objetivo de ayudar
resolver una problemática socio-política y contribuir al fortalecimiento democrático.
Para esto, se ha escogido como técnica de recolección de información el análisis
documental a través de fuentes secundarias que permitan construir una narración
del contexto socio-político2 que enfrentan los movimientos sociales en Colombia al
igual que la historia y formas de participación dispuestas por el MOVICE a lo largo
de su historia.
Por otro lado, entendiendo que la entrevista es un instrumento muy útil para
indagar un problema y comprenderlo tal como es, conceptualizado e interpretado
por los sujetos de estudio (Rodríguez, 1997 p.93), se realizará una entrevista a
Luz María Hache, fundadora del MOVICE, quien nos podrá relatar a partir de su
experiencia, ¿cuáles han sido las dificultades que el MOVICE ha enfrentado y
¿Qué logros ha alcanzado el MOVICE?. Esto nos permitirá, «por medio de
preguntas y respuestas recoger información (datos, opiniones, ideas, críticas)
sobre temas y situaciones específicos, así como la interpretación que le dan los
entrevistados, lo cual se ajusta con los objetivos de esta investigación, el tiempo y
los recursos que se disponen para su realización» (Salinas, 2000. p.274)
El planteamiento metodológico de esta investigación se encuentra basado en la
hermenéutica, puesto que se ocupa de un ejercicio que es interpretativo
(Cárcamo, 2005). En cuanto al enfoque, esta investigación es de carácter
cualitativo, puesto que se utiliza la recolección de datos sin medición numérica
para responder a las pregunta planteadas, mediante un proceso de interpretación
del fenómeno de movimientos sociales en Colombia. En últimas, el objetivo de
2 Limitado a la opinión pública de los ciudadanos colombianos en torno a los movimientos sociales e informes del Alto Comisionado de derechos humanos en Colombia
7
esta investigación es ayudar resolver una problemática socio-política para
contribuir a un fortalecimiento democrático. Cabe aclarar que no se pretende
generalizar los resultados sino más bien ofrecer una perspectiva que pueda ser
considerada en otros estudios de caso o en futuras investigaciones.
0.2 Línea argumentativa
Para acercarnos a una posible respuesta a la primera pregunta planteada en esta
investigación, es necesario comenzar con las perspectivas teóricas que rodean los
estudios sobre los movimientos sociales, el concepto de movimiento social, y el
concepto de democracia y sus distintas formas de expresión. Después resulta
necesario hacer una relación entre ambos conceptos, movimientos sociales y
democracia, y la relevancia de esto en el caso Colombiano. Por último, se
establecerá cómo se entenderá ‘éxito’ para el análisis de los movimientos sociales.
Posteriormente, se busca responder el segundo interrogante que ofrecerá al lector
una ampliación sobre cuál es el contexto que actualmente enfrentan los
movimientos sociales en Colombia. Por practicidad, nos limitaremos a analizar,
gracias a una consulta hecha en la página web de las Naciones Unidas (ONU), los
informes de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos
(OACDH) en Colombia, que documentan algunos sucesos ocurridos desde el año
1998 hasta el 2017 que revelan algunas problemáticas que se han venido
presentando en Colombia desde tiempo de antaño y que enfrentan ciertas
comunidades. También se han analizado algunos estudios hechos por la
polimétrica quien se encargó de recolectar los resultados de las encuestas para
calcular la opinión pública en torno a los movimientos sociales.
Tras esbozar el contexto socio-político que enfrentan los movimientos sociales en
Colombia, es necesario establecer cuáles son las condiciones con las que estos
han venido desarrollándose. Para ello, se tendrá en cuenta al MOVICE como
estudio de caso ya que este se considera apropiado para alcanzar el fin de esta
8
investigación, a medida que trata toda la problemática que las víctimas de nuestro
país enfrentan casi a diario. El objetivo de esta investigación es «analizar
profundamente el fenómeno de movimientos sociales y su importancia en el
desarrollo y fortalecimiento de la democracia, para responder al planteamiento del
problema, probar hipótesis y desarrollar algunas reflexiones» (Sampieri, 2010,
p.224).
Para finalizar, se presentan las conclusiones, con el fin de establecer si en nuestro
país existen las condiciones necesarias que permitan el desarrollo necesario y
efectivo de los movimientos sociales en Colombia. Las conclusiones serán
basadas en los estudios, tanto teóricos como de consulta, realizados durante esta
investigación, el conocimiento adquirido durante la trayectoria que he tenido dentro
del programa de ciencias políticas, junto con lo visto y vivido dentro del país.
1. Marco Teórico y Conceptual
1.1 Democracia En primera instancia, debemos dar una definición concisa de lo que es el concepto
de democracia. A priori, es necesario establecer que la Democracia es una forma
de gobierno que ha venido cambiando a lo largo de la historia. Offe y Preuss
(1990, p.45) establecen que «las diferencias referidas a las diversas formas de
gobierno y, particularmente, a su variante específica de democracia parecían
corresponder a la superestructura de las sociedades y al arsenal de armas
ideológicas empleadas en el conflicto mundial entre capitalismo y socialismo»
Ahora bien, Adela Cortina (2011) establece que originalmente, el ideal
democrático se expresaba en términos de agregación de preferencias e intereses,
a través de mecanismos como el voto o la representación. No obstante, al
identificarse una serie de insuficiencias, nacieron los partidarios de la democracia
deliberativa. Como ejemplo de insuficiencia, podemos encontrar un escenario
9
donde se dice con mucha facilidad que la persona que no vota, no debe dar su
opinión. Sin embargo, al momento en el que se da el voto, se referencia a
compartir los ideales de dicho sistema y, que independientemente del resultado,
se está obligado a cumplir con lo que las mayorías decidan. De esta manera,
vemos como se intenta hacer deslegitimar del abstencionismo electoral
relacionado con el voto, haciéndolo parte de la apatía. Sin embargo, Offe y Preuss
(1990) argumenten que el abstencionismo también se debe considerar como una
posición política.
Entonces, hablar hoy de democracia no se restringe netamente al derecho del
sufragio. Su alcance se ha extendido de tal manera, que ha llegado a la regla de
leyes, donde se establece la igualdad entre los hombres bajo la ley y los
mecanismos de participación. En relación a esto, Mouffe y Laclau (1987)
presentan la idea sobre la radicalización de la democracia que se realiza mediante
la ampliación de la ciudadanía a través del aprovechamiento de las distintas
oportunidades políticas.
Habermas (1994) hace una importante diferencia entre la democracia entendida
desde la teoría liberal y republicana. La teoría liberal establece que el status del
ciudadano es determinado de acuerdo a los derechos negativos que ellos tienen
vis-a-vis el Estado y otros ciudadanos. Como portadores de estos derechos, estos
disfrutan de la protección que brinda el gobierno, siempre y cuando busquen sus
intereses privados dentro de los límites establecidos por el status legal. Entonces,
a los ciudadanos se les brinda la oportunidad de aportar sus intereses privados de
tal manera que por el medio electoral, la composición del cuerpo parlamentario y
la formación de un gobierno, estos intereses sean agregados a la voluntad política
que hará un impacto en la administración.
De acuerdo a la perspectiva republicana, el status del ciudadano no está
determinado por el modelo de las libertades negativas. Contrario a esto, los
10
derechos políticos - principalmente derechos de participación y comunicación
política - son libertades positivas. Es aquí, donde se garantiza una libertad, no
desde una compulsión externa sino desde una posibilidad de participación en un
praxis común. Esto se da por medio del ejercicio en el cual los ciudadanos podrían
llegar a convertirse en autores políticamente autónomos de una comunidad libre y
de personas igualitarias.
Es en esta medida, el proceso político no solo sirve para mantener la actividad de
un gobierno bajo la supervisión de los ciudadanos, sino que de antemano han
adquirido una autonomía social en el ejercicio de los derechos privados y de
libertades pre-políticas. Asimismo, tampoco actúa como una bisagra entre el
Estado y la sociedad. Es en este punto, donde la autoridad emerge del poder de
los ciudadanos puesto que es producido comunicativamente en la praxis de la
auto legislación, y encuentra su legitimidad en el hecho de que protege a esta en
la medida que institucionaliza la libertad pública. Entonces, «la raison d’etre del
Estado no recae ante todo en la protección igual de derechos privados sino en la
garantía de la formación de la opinión inclusiva - y voluntad - en que ciudadanos
libres e iguales alcanzan un entendimiento donde las metas y normas recaen en el
interés de todos». (Habermas, 1994, p.2)
De esta manera, Habermas (1994) propone el modelo de la democracia
deliberativa, el cual él denomina como la ‘perspectiva comunitaria’, estableciendo
aquí una conexión necesaria entre el concepto deliberativo de la democracia y la
referencia a una comunidad ética y que a su vez esté integrada sustantivamente.
Él argumenta que «la democracia se convierte en equivalente a la auto
organización política de una sociedad en su conjunto» (p.6) en vez de «la
formación de voluntad democrática que tiene la función exclusiva de legitimar el
ejercicio del poder» (p.8). Similarmente, Elster (1998) argumenta que la teoría de
la democracia deliberativa «reemplaza el lenguaje del interés por el lenguaje de la
11
razón» (p.111) lo cual es un componente intrínseco en la búsqueda del bien
común. En el siguiente diagrama, se resumen las tres corrientes mencionadas:
Fuente: Elaboración propia basado en Habermas (1994)
Para Norberto Bobbio (1989) la plena aceptación del principio democrático3 y el
elogio de la democracia representativa4 como la mejor forma de gobierno, suele
ser de carácter burocrático con el poder de toma de decisiones concentrado en las
élites. No obstante, «el ideal de la democracia perfecta sigue aún muy lejos de ser
alcanzado» (Della Porta y Diani, 2006. P.239). Bobbio alude a que es solo la
llegada de la ‘sociedad socialista’5 que fundada sobre el principio de la democracia
deliberativa, es la que podría reforzar y ampliar la participación política6 y por lo
tanto hacer posible una realización plena de la democracia.
3 La democracia como la ampliación de los derechos políticos a todos los ciudadanos (Bobbio, 1989). 4 Dufragio universal: representantes elegidos toman las decisiones (Bobbio, 1989). 5 La sociedad socialista es una síntesis de las condiciones necesarias para establecer variadas formas de vida emancipadas, en las cuales son los intereses de las personas autónomas los que deben constituir el consenso. (Bobbio, 1989) 6 La aplicación del derecho a participar en la toma de decisiones colectivas en lugares diferentes de aquellos en los cuales se toman las decisiones políticas. En conquistar nuevos espacios para la
12
Cortina (2011) indica que la democracia deliberativa no puede tener éxito a no ser
que sea y esté basada en ciertas condiciones. Es decir, debe encontrarse sin
participantes que tengan el carácter correcto, no manifieste respeto por las
personas y llevar a tomar decisiones mutuamente aceptables o sucumbir ante la
justicia. Las condiciones necesarias, incluyen la reciprocidad7, donde se permita el
derecho al pensamiento libre y diferente, a espacios de diálogo donde se logren
realizar intercambios de manera respetuosa; la publicidad8; y la rendición de
cuentas. Similarmente, Offe (1985) plantea que «las reglas que deberían regular el
contenido de las políticas serían la libertad básica, la oportunidad básica y la
oportunidad equitativa» (p.15)
En cuestión al rol importante que juega la sociedad civil en una democracia, Claus
Offe y Preuss (1990) argumentan que este se muestra no sólo como lugar de
descubrimiento y formación de juicio, sino también como lugar de justificación y
decisión en niveles decisivos, ya que existe una esfera institucionalizada de la
sociedad civil en la que también se toman decisiones racionalmente justificadas,
aunque dicha institucionalización no se ejecute por la vía jurídica. En términos al
aporte que tienen las democracias deliberativas al progreso, ellos aluden que:
«ya no es el desarrollo autónomo de las relaciones de producción lo que da
lugar al surgimiento de las nuevas instituciones y a nuevas formas de
gobierno popular. Se está descubriendo más bien que las instituciones y
procedimientos democráticos son fuerzas emancipadoras y productivas suis
generis que muestran, al margen de sus aspectos políticos, una notable participación popular y por tanto inducir el paso de la fase de la democracia de equilibrio a la fase de la democracia participativa. (Bobbio, 1989) 7 La reciprocidad, que ha de regular la razón pública, prescribiendo que cada miembro haga propuestas y ofrece justificaciones que otros pueden entender y aceptar. Cada uno ha de hacerlo, esperando que los demás lo hagan también. (Cortina, 2011. p.24) 8 Exige que cada miembro sea libre de comprometerse en el proceso deliberativo, directamente o mediante representación. Ello requiere por supuesto una cultura política e instituciones que hagan posible la publicidad, aunque por diversos motivos. (Cortina, 2011. p.24)
13
capacidad para inyectar energía al sistema económico y allanar así hacia el
progreso económico y social» (p.46)
Por consiguiente, la democracia no necesariamente puede llegar alcanzar la
verdad o la justicia, dado que esta es un simple método de resolución de conflictos
o toma de decisiones. La democracia se fundamenta en un principio básico, donde
las mayorías siempre triunfan. No obstante, con el transcurrir del tiempo se le han
venido añadiendo nuevas potestades, como son la división de poderes y el
respeto a las minorías, sin embargo, la esencia de esta democracia no deja de ser
la misma de un principio, el poder de las mayorías que son quienes eligen el
camino que se debe seguir (Offe & Preuss, 1990).
En ultimo lugar, de acuerdo al Congreso Nacional de Colombia, la democracia es
entendida como: «una forma de gobierno en la que los ciudadanos escogen a los
gobernantes o dirigentes que los representarán en la conducción del país. Esta
escogencia se hace a través del voto y los elegidos por mayoría deben actuar
según lo que indique nuestra Constitución Política de 1991 y las leyes, procurando
siempre lo mejor para el país». Esta definición se restringe al sufragio universal y
no incluye otros mecanismos de participación. No obstante, en la constitución de
1991, se mencionan los derechos del ciudadano en la participación política que va
más allá del sufragio a la conformación de movimientos sociales y grupos
colectivos.
Entonces, adoptar una idea de democracia participativa radical, como se hace en
el presente trabajo, nos lleva a pensar en una democracia más allá de la simple
representación. Sumando a ella el pluralismo, la igualdad y la efectividad de la
participación social, parte donde los movimientos sociales son sumamente
importantes. Siguiendo a Gomá (2002), esta adopción conceptual implica
entonces trascender de la clásica representación electoral, al ser evidente la difícil
existencia de ciertos intereses generales y armónicos, pero sobre todo, la
14
capacidad de los mandatarios electos para interpretar y dar satisfacción a tales
interés. Por ende, la noción de radicalidad y participación, actúa más como un
garante ante la ‘captura’ de las instituciones y los espacios de participación por
parte de grupos sociales reducidos y desconectados de la mayoría de la sociedad,
ya que estos cuentan con suficientes recursos de poder para sobreponer sus
intereses particulares o privados a los del pueblo en su conjunto.
1.2 Historia de Movimientos Sociales De acuerdo a Wallerstein (2008) la Revolución Francesa dada en el año 1789 es
el hito histórico que marcó el inicio de los movimientos sociales, dado que fue este
el evento que permitió la realización de una sociedad capaz de cambiar el orden
establecido a partir de una dinámica ‘bottom-up’. Posteriormente, nos
encontramos con los movimientos sociales dados en el centro de Europa, quienes
fueron denominados anti-sistémicos nacidos durante el periodo de la revolución
industrial y fueron conformados principalmente por la clase obrera. Della Porta y
Diani (2006) resumen la trayectoria en los siguientes eventos:
«El movimiento de derechos civiles en América y el movimiento anti-guerra;
la revuelta Mai de 1968 en Francia; protestas estudiantiles en Alemania,
Inglaterra y México; la coalición estudiante-trabajador de 1969 en Italia
conocido como el otoño caliente; las movilizaciones en pro de la
democracia en ubicaciones tan diversas como Francoist Madrid y Praga
Comunista; la creciente crítica del catolicismo en Latinoamérica y Roma; las
muestras tempranas de los movimientos feministas y ambientales que
moldearon las políticas de modernismo» (VII).
Oquist (1980) establece que ideológicamente, la Revolución Americana y la
Revolución Francesa fueron importantes a medida que son ejemplos históricos
exitosos para justificar las rebeliones y sentimientos anti-monarchiales. Estos
antecedentes históricos tuvieron, por supuesto, una aplicación limitada para los
15
Americanos Españoles, sin embargo fueron sumamente importantes para la
oligarquía criolla, los líderes de los movimientos de acción colectiva en América
Latina, quienes apoyaban el fomento de las doctrinas de igualdad y relaciones
económicas no obstaculizadas.
En su parte, en Epistemologías del Sur, Boaventura de Sousa Santos y Maria
Paula Meneses (2010), interpretan a los movimientos sociales como una
represalia en contra del colonialismo a medida que impuso uno «dominación
epistemológica, una relación desigual entre el poder-conocimiento» en América
Latina y estos surgen como una forma de emancipación social.
De acuerdo a los planteamientos de Mónica Bruckmann Dos Santos (2005), la
historia de los movimientos sociales en América Latina se puede enmarcar en
cuatro diferentes etapas: La primera, dada a principios del siglo XX más
exactamente en 1919, donde fue desatada la influencia anarquista por Lenin y el
Partido Comunista de Rusia. La segunda, dada entre 1920 y 1960 fue de carácter
populista y fue propiciada por las luchas nacional-democráticas. La tercera etapa,
dada principalmente entre principios de los años ochenta y finales de los años
noventa, presentó la autonomización de los movimientos sociales y las nuevas
formas de resistencia de desarrollo. Finalmente, nos encontramos con la
globalización de las luchas sociales quienes se hallaban en contra de la
desigualdad social, el autoritarismo, la pobreza y otros factores que han estado
afectando los principales objetivos de las luchas sociales.
En cuanto a Colombia, en los primeros años del siglo XX, la sociedad vivió
inmersa en un escenario lleno de ligeros cambios socioeconómicos. Unos de
estos cambios fueron: la disponibilidad de tierras que se tenía pensada para la
colonización en la zona central del país disminuyó; la construcción de la
infraestructura de transporte, financiada por deudas externas masivas, fue
acelerado; y el proceso de industrialización comenzó a causa de un considerable
16
cambio socio-económico. Bajo estas circunstancias, la estructura tradicional de
dominación comenzó a debilitarse al igual que los conflictos de la interclase
(Criollos vs indígenas) y los interpartidarios (Conservadores vs liberales). Además,
surgieron unas fuertes tensiones sociales (proletariado y burguesía) que dieron pie
a la conformación de sindicatos y a la aparición de movimientos sociales que se
fue consolidada a finales de los años sesenta. 1918 fue un año marcado por un
incremento de actividades organizadas, conflictividad laboral, y el recurso de
huelgas como un medio para la lucha. (Oquist, 1980).
Lastimosamente, con la floración de estos grupos, la violencia, que ha acechado a
Colombia desde los tiempos de la conquista e independencia, se encontraba un
paso atrás. Dos de los eventos más significativos fueron los casos de United Fruit
que ahora es conocido como la masacre de las bananeras y FEDENAL9. En
ambos eventos los colombianos se vieron obligados a optar por medios
democráticos, como los derechos constitucionales a la huelga, a la petición, y
derecho de reunión, para manifestar su insatisfacción y presentar demandas ante
el Gobierno, pero este respondió de manera beligerante, dejando un ambiente de
hostilidad y mensaje de amenaza a aquellos que pensasen optar por estos
mecanismos en el futuro. En 1946, el gobierno de Ospina Pérez comenzó a
declarar una serie de huelgas como subversivas y a incrementar la actividad
sindicalista en algunas regiones como el Valle del Cauca lo cual incrementó los
riesgos para aquellos que pertenecieran a un sindicato (Oquist, P. 1980)
Más adelante, el surgir de los movimientos sociales se propició a finales de la
década de los años sesenta, época enmarcada por el plano nacional, con la
9 El sindicato más poderoso de Colombia en los 40’s que representaba a los trabajadores de transporte fluvial en el río Magdalena que demandaban un aumento de salario. Las empresas de envío tildó la la huelga encabezada por FEDENAL como revolucionarias, entonces el gobierno Colombiano inmediatamente lo declaró ilegal. Un dia despues de la huelga, el Presidente Alberto Lleras dio la siguiente declaración: “En este gobierno, solo hay un gobierno, el mio…. Si los trabajadores no regresan a sus labores, recibirán sanciones ejemplares… no se pueden permitir dos gobiernos, uno en el río y otro en el resto del país. (Oquist, 1980. p.112)
17
desaparición del Frente Nacional en 1974 ya que en este periodo fue advertido un
serio declinamiento de la democracia al excluir toda forma de oposición, llevar la
clientelización de los partidos políticos, dar autonomía a los militares en el manejo
del orden público y abandonar el orden social (Archila, 2001).
Por otra parte Archila (2002) establece pues, que en el plano económico existen
dos fenómenos que marcaron el contexto del surgimiento de nuevos movimientos
sociales. En primer lugar, desde 1975 hasta los años ochenta se vivieron en el
país varios ciclos de recesión e inflación. En segundo lugar, la esperanza de que
algunos sectores se priorizaran en la agenda pública, el desarrollo del sector
económico se vio frustrado en el momento en que los dos gobiernos decidieron
iniciar con el cierre del Frente Nacional y emprendieron las persecuciones políticas
con la apertura de la corte neoliberal. Este descontento se evidencia en el auge de
los movimientos cívicos y laborales desde 1975.
En los años 80, surgieron nuevas formas de participación ciudadana donde se
impulsaron los valores culturales y simbólicos en la reivindicación de derechos y,
es a partir de este momento, donde se destacaron las movilizaciones rurales y
urbanas. Por ello, cobran importancia en el debate del establecimiento de
movimientos étnicos y de género, que transforman el concepto de acción colectiva
hacia la articulación de relaciones con el Estado, yendo más allá del solo hecho de
reivindicar valores revolucionarios (Torres, 2014).
Luego, la década de los años noventa, caracterizado por el proceso constitucional
de 1991 que marcó un hito histórico para la acción colectiva del país, se
incentivaron futuros movimientos sociales. Como ejemplo encontramos la
Corporación Reiniciar, una de las primeras ONG de Derechos Humanos fundada
en la época post constitución de 1991, que desató un efecto dominó. En el período
2002-2008, las luchas sociales se incrementaron a 643 luchas sociales por año, lo
cual evidencia entonces que los movimientos sociales y las distintas luchas se han
venido reforzando de manera significativa (CINEP, 2009).
18
Para ilustrar la actividad de acción colectiva en Colombia a lo largo de la historia,
vemos como entre los años 1958 y 1974, se registró una media anual de 173 en
las luchas sociales, entre los años 1975 y 1990 ésta, después asciende a 476,
entre los años 1991 y 2001 y luego de esto, desciende ligeramente a 429. Estos
datos, me permiten abrir camino para hacer constataciones donde se descubre
que las luchas sociales en Colombia hacen parte, de manera permanente, del
escenario político nacional. (CINEP, 2009),
Considerando este breve recorrido histórico de los movimientos sociales a nivel
mundial, se puede concluir que hoy, en el siglo XXI, los movimientos sociales se
han convertido en un componente permanente de las democracias (Della Porta y
Diani, 2006). Sin embargo, cabe resaltar como en Sociedad y Política en la Región
de Sumapaz (2011), Roció Londoño Botero señala la tendencia de estigmatizar
«las luchas sociales a través de la negación de las causas en defensa por parte de
las autoridades» (...) «y la atribución de la lucha a agentes de la subversión».
Tendencia que no es ajena a la interpretación de movimientos sociales en
Colombia actualmente.
1.3 Movimientos Sociales De esta manera y teniendo una definición del concepto democracia y un breve
resumen de la historia de los movimientos sociales, cabe mencionar algunas de
las características relevantes a la hora de describir los movimientos sociales. Para
comenzar, es necesario establecer algunas características que se les atribuye a
estos para diferenciarlos de otros tipos de actores colectivos: la intensidad de la
estructuración, el discurso que desarrollan, el ámbito preferente de intervención, la
orientación hacia el poder, la estrategia para la obtención del poder y, la
naturaleza de los recursos (Ibarra, Martí, y Gomá, 2002). En la siguiente tabla, los
autores resumen una tipología ideal de los actores colectivos.
19
Tipología de actores colectivo
Fuente: Ibarra, Martí y Gomá, 2002, p.25
Dado esto, los movimientos sociales se distinguen de las organizaciones
colectivas en tanto que ésta representa una acción puntual, en un contexto
específico y con unos protagonistas particulares. Mientras que el movimiento
social trasciende los límites espaciales y se constituye más allá de sus
protagonistas particulares para ampliarse a categorías identitarias e ideológicas.
La protesta social tiene una temporalidad fugaz (CEDAE, 2014), sin embargo, esto
en conjunto con el movimiento social comparten su forma de organización no
convencional para la búsqueda de la emancipación. Así pues es necesario resaltar
que las acciones colectivas que busquen defender, promocionar y/o reproducir el
orden establecido, no se puede denominar movimiento social (Cardozo & Suarez,
2014).
En este orden de ideas, existe una dinámica de movimiento social cuando
«episodios singulares son percibidos como componentes de acciones a largo
plazo en vez de eventos discretos; y cuando aquellos participantes se sienten
conectados por lazos de solidaridad y comunión ideal con protagonistas de otras
movilizaciones análogas» (Della Porta y Diani, 2006, 23)
20
Sidney Tarrow y Charles Tilly en su texto contentious politics (2012) diferencian a
los movimientos sociales como formas de opinión de masa, las organizaciones de
protesta como formas de organizaciones sociales y los actos de protesta como
formas de acción. Ellos dan como aclaración de movimientos sociales una
campaña sostenida de reivindicación, utilizando actos repetidos que anuncian la
demanda, basada en organizaciones, redes, tradiciones y solidaridades que
sostienen estas actividades.
Por otra parte, Tarrow (1994, p.21) establece que «los movimientos sociales son
desafíos colectivos planteados por personas que comparten objetivos comunes y
solidaridad en una interacción mantenida con las elites, los oponentes y las
autoridades». Tilly (2004, p.7) añade a esta definición que los movimientos
sociales son «una forma distintiva de llevar a cabo la política pública».
Touraine (1985) define los movimientos sociales como, la conducta colectiva de un
actor luchando contra su adversario por la dirección social de la historicidad en
una colectividad concreta, el cual ha sido denominado por un régimen político y
económico impuesto por leyes y creencias, donde los individuos en cierta medida
continúan en ese sistema pero se revelan en el momento en que este amenaza
con su existencia física y cultural, haciendo que se genere una ruptura entre las
barreras interpuestas por el interés particular y el progreso general y natural de la
sociedad. Es decir, toda manifestación debe tener un propósito claro, así mismo,
cada persona que participe con su asistencia debe saber los propósitos y los
motivos por los cuales está en dicha manifestación. De esta manera, Touraine
hace énfasis en que los movimientos sociales se definen por la combinación de un
principio de identidad, oposición y totalidad.
Similarmente, Mendiola (2002) establece que un movimiento social es un
entramado relacional que posee límites estructurales, espaciales y temporales
21
difusos. La base de estos, es la búsqueda de la emancipación y la transformación
del orden establecido por medio de movilizaciones o acciones no convencionales.
A partir de las características anteriores, queda resumida la perspectiva y la base
teórica que se utilizara como base para trabajar el tema de movimientos sociales a
lo largo de esta investigación.
1.4 Democracia y Movimientos Sociales Claus Offe (1985) establece que los movimientos sociales desarrollan una crítica
metapolítica fundamental del orden social y democracia representativa. Es decir,
estos «presentan críticas al modelo democrático organizado, basado en la
mediación de partidos políticos masivos y la estructuración de intereses fuertes, y
buscan convertir el proceso de toma de decisiones a un espacios de mayor
transparencia y control» (Della Porta y Diani, 2006 (p.239). Al mismo tiempo, los
movimientos sociales permiten sustentar un sistema de democracia directa, lo cual
está más cerca a los intereses del pueblo que la democracia liberal.
Es pertinente resaltar, que aunque la democracia deliberativa «no puede liberarse
del conflicto10 de preferencias e intereses ni del conflicto moral, el pueblo si ha de
ser quien gobierne, entonces es esencial atender al proceso por el que se llega a
los acuerdos o por el que se reducen los desacuerdos» (Cortina, A. 2011, p.20).
Es decir, una sociedad que permite el conflicto es una sociedad democrática, lo
cual es la antesala de una sociedad sin violencia. Por otro lado, se podría pensar
que el conflicto podría llegar a ser perjudicial simplemente porque dificulta la
cooperación. Por otra parte, el argumento hasta ahora, sugiere que el conflicto
posiblemente puede ser productivo, ya que fabrica información sobre lo que se
debe hacer (Sunstein, 2005 p.135).
10 Conflicto entendido como una relación de oposición entre actores que buscan control de una misma estaca - sea político, económico o poder cultural - y en el proceso hacen reclamos negativos del uno al otro. (Della Porta and Diani, 2006. p.21)
22
Por consiguiente, «Las diversas expresiones de los movimientos sociales
concebían la democracia participativa como una forma de lucha contra las
diferentes modalidades de opresión, subordinación, dependencia, explotación y
exclusión de las grandes mayorías nacionales» (Hernández, 2008. P. 233).
Entonces, se puede afirmar que los movimientos sociales suelen contribuir a la
evolución de la democracia. Charles Tilly (2004, p.125) afirma que «existe una
correspondencia amplíe entre democratización y movimientos sociales». Es decir,
los movimientos sociales han ayudado a los procesos de democratización en
regímenes autoritarios, y a la vez han contribuido a un acercamiento más
participativo en las democracias representativas (Della Porta y Diani, 2006).
Boaventura de Sousa Santos (2016) percibe a los movimientos sociales como una
expresión tanto la democracia como de la emancipación social. La democracia en
lo que se refiere a estos, permiten una «traducción intercultural que consiste en la
búsqueda de preocupaciones isomórficas y presunciones subyacentes entre
culturas» (...) «para fortalecer los movimientos sociales en su lucha en contra del
capitalismo, colonialismo, sexismo y por la justicia social y dignidad humana».
Esta interacción dada en cualquier sociedad, permite la inclusión de la diversidad y
disminuye los índices de conflicto, los cuales, son dos elementos fundamentales
en toda sociedad democrática. Entonces, puede decirse que son aquellas
Sociedades y Estados quienes reprimen el desarrollo de la acción colectiva.
Dados estos factores, el crecimiento de la democracia se ha venido frenando, ya
que ésta en su naturaleza es plural y debe fomentar espacios de interlocución, con
opiniones opuestas para promover una sociedad que resuelve conflictos por
medios institucionales y no subversivos puesto que la violencia deteriora la
democracia.
En efecto, es responsabilidad del Estado mediar estos espacios de conflicto para
garantizar que estos no se salgan de control. Oquist (1980, p.12) hace hincapié en
que aquellos lugares donde ocurren ciertos enfrentamientos los oficiales del
23
gobierno no dan la prioridad suficiente y dadas estas circunstancias, empiezan a
adoptar medidas violentas para contrarrestar con dichas problemáticas. En
Colombia, durante el periodo de conflicto, se vio afectada por el poco respaldo
militar que el Estado brindó a las políticas sociales, quienes se encargaron de dar
respaldo a grupos que se hallaban en desventaja con otros. El país se encontró
también damnificado por la poca capacidad que tuvo el Estado para intervenir
como tercero en las disputas de los grupos no representados en la estructura
efectiva del poder gubernamental.
Continuando con los planteamientos de Oquist (1980, p.140) para un Estado estar
en la posición de sobreentender aquellos espacios de conflicto y deliberación, en
primera instancia debe disminuir la rivalidad entre elites, ya que un conflicto inter-
elite moderado, secuencialmente conlleva a altos niveles de violencia. Como
segundo, las fuerzas públicas no deberían ser utilizadas como un ente de
represión política dado que en casos como estos suelen ser vistos como los
protagonistas principales de actos violentos. En tercer lugar, se debe asegurar que
el sistema judicial se mantenga libre de corrupción, libre de ineficiencia y no
favorecer hechos violentos de actores que tengan una afiliación política
determinada en nombre de un sectarismo.
Es necesario resaltar que en ocasiones hay algunos movimientos sociales - por
ejemplo fascistas y neofascistas - que niegan la democracia en su colectivo y,
otros como los movimientos de izquierda en Latinoamérica que tuvieron un efecto
no intencional de producir un retroceso en los derechos democráticos (Tilly, 2004).
Rodríguez (2012) establece que el deterioro de la democracia, que es evidenciado
en la corrupción, el clientelismo, la censura, entre otros, es aquello que impulsa la
formación de los movimientos sociales y a su vez, la existencia de estos colectivos
que pueden llegar a ser un mecanismo para fortalecerla. Es entonces, que
comprendiendo que el futuro de la democracia, la libertad, y la justicia dependen
24
del avivamiento de la sociedad civil, resulta absolutamente necesario que se
promuevan los movimientos sociales para así fortalecer los sistemas democráticos
y evitar la posibilidad del totalitarismo. En el caso de Colombia, que se encuentra
en un escenario de posconflicto donde la forma más eficiente, eficaz y económica
de transformar una nación es por medio de la no violencia, los movimientos
sociales ocupan un lugar trascendental como un mecanismo de participación que
reemplace las posibilidades de alzarse en armas.
1.5 Aproximaciones teóricas a los movimientos sociales En lo que concierne a la teoría de los movimientos sociales, existen distintas
aproximaciones, a continuación presentaré algunas de ellas:
En cuanto a oportunidad social, se hace una similitud con el concepto de cultura
política ya que el sentimiento de aceptación y apoyo hacia las implicaciones de
participación política resultan ser, más concretamente, los movimientos sociales.
Sunstein (2005) argumenta que «los grupos no necesariamente tienen éxito
debido a la falta de oportunidades, sino por la forma en que se etiquetan en la
sociedad» (pp.102-103). Es por esto, que los gobiernos se encuentran en la
obligación de permitir la libre expresión en vías públicas y en parques. Dado que
es de esta manera donde también transeúntes del común pueden llegar a
expresar sus disgustos frente a dichas manifestaciones.
En otras palabras, si algún defensor de los derechos civiles desea hacer públicos
sus argumentos, este se encuentra en toda la libertad de hacerlo. No obstante,
también merece ser escuchado y respetado ya que dado lo contrario, esto podría
llegar a generar un conflicto violento. Es decir, se debe aprender a observar
ambas caras de la moneda al momento de hablar del conflicto, ya que este no solo
resulta ser perjudicial, sino que en vista de lo que lo haya generado, puede
analizarse la información generada en dicho conflicto y de esta manera generar
hipótesis de las causas y las consecuencias que se están desarrollando en medio
25
de la disputa para de esta manera crear soluciones que logren mejorar esas
luchas.
Se podría pensar que el conflicto es perjudicial simplemente porque hace más
difícil la cooperación. No obstante, este puede ser productivo en vista de que este
proporciona información sobre lo que está presentando fallas y qué sería lo que se
debería hacer. Con esta idea, se facilita la importancia de la diversidad de
información como la variable más importante dentro de una sociedad progresiva.
En cuanto a la teoría de procesos políticos o Estructura de Oportunidad Política
(EOP) se entiende como un puente en el espacio publico para generar
transformaciones. Con esta teoría se toma en cuenta el grado de apertura que hay
en la política formal en relación a las necesidades de los movimientos sociales.
Para esto se debe tener en cuenta la posibilidad de acceso al poder político, por
medio de aspectos tales como la centralización de poder, los sistemas de partidos
políticos y su apertura a los movimientos sociales. Además, se encuentran aliados
influyentes que son personas que juegan del lado de las causas de los
movimientos sociales en los escenarios de poder (Cardozo & Suarez, 2014).
Tarrow (1994) argumenta que «los movimientos dependen de sus entornos
externos y especialmente en las oportunidades políticas que proporcionan
incentivos» (p.10). Entonces, «oportunidad política se refiere a las características
de los regímenes e instituciones que facilitan o inhiben la acción colectiva»
(Tarrow, & Tilly, 2012, p.49).
Entonces, la EOP definirá las condiciones externas al movimiento que conllevan a
su aparición y posiblemente facilitan su accionar, de manera que puedan incidir en
la esfera política y con ello, quizás cumplir con sus objetivos primordiales. No
obstante, desde esta perspectiva no puede limitarse al accionar y a la aparición de
los movimientos sociales a la existencia de una EOP, sino que estos gozan
26
también de cierto grado de autonomía. En mi opinión, considero que las
oportunidades políticas no son un elemento necesario para la incidencia política y
la existencia de formas de acción colectiva y además de esto, los mismos
movimientos sociales pueden estar en capacidad de crear nuevas EOP.
Por último, se ha considerado como sustento teórico básico e importante la
propuesta de McCarthy & Zald (1977) denominado la teoría de movilización de
recursos que expone cómo surgen y toman decisiones los movimientos sociales,
haciendo hincapié tanto en el apoyo social y restricciones con que cuentan los
movimientos sociales, con el fin de «examinar la variedad de recursos que deben
ser movilizados, los vínculos entre los movimientos sociales y otros grupos, la
dependencia de los movimientos en apoyo externo para tener éxito, y las tácticas
utilizadas por las autoridades para controlar o incorporar movimientos» (p.1213).
Asimismo, Cardozo y Suárez (2014) establecen la premisa de que los
movimientos son una organización racional, entonces estos por naturaleza
persiguen un objetivo en común; calcula los costos y beneficios; y al mismo tiempo
tiene en cuenta los éxitos y fracasos de su accionar.
1.6 ‘Éxito’ en el estudio y análisis de movimientos sociales En cuanto al éxito de un movimiento social, uno podría pensar rápidamente que
cuanto mayor es el grupo, más exitoso será. Sin embargo, no se puede ignorar el
poder que un solo hombre puede poseer, pues cuando este decide revelar una
verdad, más personas se unen a este, no solo para apoyar esa evidencia
proporcionada, sino para hablar de más hechos y más realidades que han llegado
a afectarlos. Entonces, un solo disidente podría ser capaz de cambiar el rumbo de
esta, energizando y motivando a ambivalentes miembros del grupo que de otro
modo seguirán a la multitud (Sunstein, 2005). En los estudios sobre movimientos sociales, la definición de éxito varía. D.M Cress
(2000) explica que conceptualmente, «el rango de resultados atribuidos a los
27
movimientos sociales varían a gran escala, extendiéndose a las decisión políticas
a nivel Estatal, a la expansión del capital de un movimiento social, a cambios en
biografías de participantes» (Cress 2000, p.1064).
Burstein (1985) limita el alcance de éxito al impacto que puede tener un
movimiento social en la legislación de un gobierno. Mientras que Rochon y
Mazmanian (1993) expanden dicho alcance y definen el éxito por su impacto, que
se caracteriza en tres esferas: cambios en políticas, cambios en los procesos
políticos, y cambios en los valores sociales.
En muchas instancias porque existen falencias entre los acuerdos que se hacen
con los líderes de movimientos y participantes en las metas del movimiento social.
Pese a estas limitaciones, los teóricos ven más allá de las demandas. Gamson
(1975) por ejemplo define éxito como el avance gradual de los objetivos de un
movimiento social. Con esto, él reconoce que un movimiento social puede ser
considerado exitoso sin haber alcanzado todas sus demandas. Mas adelanta,
Gamson (1990) extender su definición previa y establece que las medidas de éxito
también pueden incluir la aceptación de los retadores como oponentes legítimos y
el alcance de ventajas para sus participantes.
Así mismo, Escobar (1999) propone que:
«en vez de evaluar o medir el éxito de los movimientos sociales principal o
exclusivamente con base en cómo las demandas de los movimientos son
procesadas dentro de las políticas de representación institucional, hay que
indagar sobre la manera como los discursos y las prácticas de los
movimientos sociales pueden desestabilizar y, en esta medida, por lo
menos parcialmente, transformar los discursos dominantes y las prácticas
excluyentes de la democracia» (p.147)
28
Para el desarrollo de esta investigación, el éxito de un movimiento social se
entenderá como aquella capacidad de transformar discursos dominantes y las
prácticas excluyentes de la democracia frente. Esto se medirá al estudiar la
manera en que el MOVICE ha influenciado en la esfera de opinión publica y
políticas publicas.
2. Contexto Socio-Político en Colombia
Es necesario analizar algunos componentes del contexto social y político de
Colombia, puesto que modificaciones recientes a la estructura política y social de
un país tienen una relación directa con el desarrollo de movimientos sociales. Para
ejemplificar esto, podemos ver una transformación reciente de la esfera
económica, esta ha venido socavando a la clase obrera y también a las
condiciones laborales y de vivienda, habiendo facilitado el accionar de clases.
(Della Porta y Diani, 2006)
2.1 Contexto Social en Colombia
Aunque la esfera de la opinión pública se abre en espacios de deliberación, no es
el lugar donde se toman las decisiones, ya que las estas son tomadas por las
instituciones legítimas democráticamente para ello, si «es un lugar privilegiado de
descubrimiento, de modo que solo puede haber democracia radical si los
afectados por los problemas pueden elaborar discursivamente, convirtiéndolos en
poder comunicativo» (Cortina, 2011, p.45). Es por esto que analizará la opinión
pública en Colombia para descubrir el discurso general de los ciudadanos en torno
a los movimientos sociales. Esto nos dará un plano más amplio de las limitaciones
y las oportunidades sociales con las que cuentan los movimientos sociales en el
país.
Giugni (1998) alude que las condiciones ambientales, como la opinión pública,
moldean el resultado de un movimiento social. Los movimientos sociales
29
usualmente usan demostraciones públicas para presentar su mensaje, tanto a
aquellos en posiciones de poder y como también al público en general. Por estas
acciones, el apoyo por parte del público crea resultados favorables a medida que
el movimiento intenta encontrar respuestas a sus demandas. Burstein (1985), en
su estudio de grupos discriminados, encontró una relación entre opinión pública,
las actividades de un movimiento y las acciones que toma un gobierno. Como
resultado, la probabilidad de éxito puede resultar en el cómo se enmarca un
movimiento social y logra generar una opinión pública positiva.
Haciendo sinapsis entre movimientos sociales y su aporte a la formulación de la
opinión pública, Sunstein (2005) plantea que:
«las naciones libres permiten que la gente diga lo que quiera, pero las
presiones sociales exigen la conformidad, ya veces estas presiones son
intensas. Los disidentes pueden encontrarse impopulares o incluso en paro.
Sin embargo, las verdaderas víctimas son los que están privados de
información y puntos de vista que necesitan» (p.71).
Así pues, los movimientos sociales aportan información en la esfera de la opinión
pública, razón por la cual se le debe reconocer como actores importantes dentro
de una democracia y con esto, brindarles espacio y tolerancia.
Entonces, partiendo de la premisa que la opinión pública es la expresión de la
voluntad general, analizaremos los resultados arrojados por una encuesta que
recogió polimétrica para indagar la percepción de los ciudadanos colombianos
sobre los movimientos sociales en el país. Esto, con el fin de conocer con qué
nivel de popularidad y oportunidad social cuentan los movimientos sociales en
Colombia como incentivo para participar en la democracia de manera deliberativa.
30
Polimétrica aplicó 2,981 encuestas en: Barranquilla (412), Bogotá (956),
Bucaramanga (379), Cali (415), y Medellín (818), a personas que hubieran votado
en elecciones de los últimos cinco años.
Figura I. Resultados de encuesta ‘percepción de la opinión pública nacional sobre los movimientos
sociales en Colombia y su democracia’ (CEDAE, 2014)
Dado esto, es importante resaltar la favorable percepción que tienen los
ciudadanos de los movimientos sociales, en la medida en que los identifican como
un mecanismo que aporta a la construcción de la ciudadanía (61%), en la medida
en que facilita procesos de diálogo y discusión (65%), y es en esta dimensión que
tienen diferentes maneras creativas y pacíficas de exponer sus demandas (59%).
No obstante, es necesario mencionar que los resultados que arrojaron las
encuestas revelan que algunos ciudadanos consideran que los movimientos
sociales eventualmente terminan recurriendo a la violencia para lograr sus metas
31
(47%) y que estos alteran el orden público y son un inconveniente para las
ciudades (35%).
Figura II. Resultados de encuesta ‘percepción de la opinión pública nacional sobre los movimientos
sociales en Colombia y su democracia’ (CEDAE, 2014)
Al indagar y analizar sobre la posición que el Estado debe asumir frente a los
movimientos sociales, tan solo 7% consideran que el Estado debe limitar los
alcances de los movimientos sociales, mientras que un abrumador 70% considera
que el Estado debe escuchar las propuestas de los movimientos sociales e
incorporarlos en la agenda pública. Esto da clara muestra de la importancia de
abrir nuevos caminos de diálogo y ganar mejores espacios de interlocución entre
el Estado y dichos movimientos, para así permitir la inclusión de estos temas
dentro de la agenda pública.
Sader (2007, p. 456) argumenta que cuando los movimientos sociales son
«victimizados por el Estado, (por medio de la represión, exclusión,
estigmatización) estos se acercan a los movimientos guerrilleros» (...) de lo
32
contrario, «si luchan por inclusión, reconocimiento, espacio de acción
implícitamente buscan medios de incorporación, expandiendo la capacidad de
inclusión del Estado».
2.2 Contexto político en Colombia
Partiendo del hecho que Colombia es un Estado social de derecho, resulta
necesario revisar lo que establece la constitución en cuanto a movimientos
sociales y acción colectiva.
La constitución Colombiana establece ciertas garantías de libertad, entre ellas se
encuentra el derecho a fundar, organizar y desarrollar partidos y movimientos
políticos, así como también se ofrece la libertad de unirse a ellos o de retirarse.
Con ello, se garantiza a las organizaciones sociales el derecho a manifestarse y
se respalda su participación en eventos políticos. En término generales, la
constitución colombiana es la consolidación de un proceso emancipador a medida
que ha sido «vigorosa en la protección de los derechos de los individuos y
minorías, al igual que controlar el abuso del poder» (Uprimny & Villegas, 2007 p.
66)
Ahora bien, «se suele creer que el reconocimiento constitucional solamente activa
un actor que está ahí esperando el guiño institucional» sin embargo, «los cambios
constitucionales no activan un sujeto social preexistente, sino que median y
enmarcan su propia auto-producción como actor, como movimiento» (Bolívar,
200I, p.222)
Entonces, los colombianos tienen el derecho a crear y formar parte de un
movimiento social. Por otro lado, el Estado tiene la responsabilidad de garantizar
las condiciones mínimas que respalden el ejercicio de este derecho. Esto nos da
un bosquejo de lo que la letra dice, sin embargo para poder captar la realidad del
país, es necesario estudiar las acciones que se dan en el país. Entonces, con el
33
fin de conocer el contexto político en Colombia que enfrentan los movimientos
sociales, me limitaré únicamente a analizar los informes del Alto Comisionado para
los Derechos Humanos en Colombia desde el año 1999 hasta el actual año 2017
(Anexo I).
Finalizado este proceso y tras haber hecho el análisis de estos informes, me
entero de que las dificultades políticas que han venido enfrentado los movimientos
sociales en el país han sido permanentes e increyentes. Sus defensores ilustran
como entre los años 2009 y 2015, 1.786 líderes sociales recibieron amenazas por
distintas actividades de participación políticas que emprendieron pero que no
fueron aceptadas por ciertos grupos de la población. Por otra lado, 378 líderes
sociales fueron asesinados. Estas cifras, al ser interpretadas en el costo real al
momento de haber sido participes en movimientos sociales designan una gran
reducción en cuanto a apoyo.
Figura III. Tipo de agresión a líderes 2009-2015 (Somos Todos, 2016)
También se observó de los informes del Alto Comisionado para los Derechos
Humanos que en muchos de los casos de violencia y maltrato habían sido incluso
por parte de los grupos armados del ejército y la policía nacional, quienes se
supone, son agentes que deben velar no solo por el cuidado sino también por la
seguridad de todos y cada uno de las personas que se veían afectadas en el
34
conflicto. Dentro de este punto, cabe resaltar que el grupo Escuadrón móvil anti-
disturbios (ESMAD) fue también quién más violencia trajo cuando se hacían
presentes en alguna manifestación. Expresiones que en sus inicios fueron
pacíficas pero que dadas las circunstancias y el uso excesivo de la fuerza por
parte de los funcionarios públicos, se convertían en hechos violentos y muy poca
protección se veía por parte de los uniformados.
Dentro de este análisis, me encontré que gran parte de las personas que
fallecieron durante tantos años eran generalmente líderes sociales, líderes
comunitarios, líderes indígenas, sindicalistas, y muchos de los defensores de los
derechos humanos. Somos Todos ilustra esto en el siguiente diagrama:
Figura IV. Asesinato por tipo de liderazgo 2002-2016 (Somos Todos, 2016
Con esto me puedo hacer a la idea, de que situaciones como estas se
presentaban para que muchas creencias, concepciones y hechos que se querían
llevar a cabo no se lograsen, y de esta manera se buscaba infundir en el país
temor y llenarlo de una violencia que no cesaba de derramar sangre inocente y
sangre que luchó hasta el final por ver un país libre de todos los males que
35
siempre lo han acompañado. En el año 2001, entre muchos otros ejemplos, vemos
como se «hizo manifiesto que con ciertas ejecuciones extrajudiciales buscaban los
paramilitares catigar a las victimas por sus ideas, opiniones, o actividades de
carácter político o social» (OACDH, 2002).
En los informes, se repite año tras año preocupaciones por el uso excesivo de la
fuerza en manifestaciones sociales, la criminalización de lideres sociales y
sindicalistas, y las omisión de protección por parte del Estado hacia miembros de
movimientos sociales ante constantes amenazas y desapariciones. No obstante,
cuando los informes se adentran a años más cercanos al presente, donde se
comienza a dar el proceso con el tratado de paz en los grupos armados al margen
de la ley, me entero de que las muertes, las protestas, y los ultrajes tienes una
baja significativa y, que efectivamente los tratados de paz hechos con las FARC
empiezan a rendir sus frutos, que aunque dichos progresos se vean lentos, vienen
siendo significativos para toda la historia de nuestro país.
En el informe del Alto Comisionado para los Derechos Humanos del año 2015,
observamos como los diálogos iniciados después de las protestas sociales como
el Paro Nacional Agrario y la Huelga Minera, desencadenaron procesos que «han
creado un cambio positivo en la relación de los movimientos sociales con el
Gobierno, aunque el progreso en la obtención e implementación de acuerdos
desiguales». No obstante, la OACDH en Colombia resalta que a pesar de los
esfuerzos estatales, «la política de reparación colectivos no la logrado su propósito
principal de brindar herramientas para transformar la desigualdad, violencia,
estigmatización, desconfianza, y dolor» (2016).
Stammers (2009) argumenta que los movimientos sociales tienen una conexión
directa con la emergencia y evolución de derechos humanos. Esta premisa es
paradójica, en el sentido de que un sistema Estatal de protección de derechos
humanos fácilmente puede ser un obstáculo para que los movimientos sociales
36
lleven a cabo sus propósitos, sin embargo, a medida que estos persisten en medio
de las dificultades, eventualmente, el sistema se fortalece. Stammers, entonces
hace la pregunta de si esta contradicción puede llegar a ser resuelta o si es una
necesidad que se debe reconocer como un problema necesario y perennial, y
alude a que la praxis de los derechos humanos debe tener una conexión
permanente con retar al privilegio y poder arbitrario en nuestras sociedades; las
personas deben tener el derecho absoluto de retar y transformar, poder injusto e
ilegítimo o como a ellos les parezca.
Entonces, los movimientos sociales pueden ser vistos como una expresión de este
ejercicio, sin embargo Stammers menciona que no se debe considerar como el
único medio. Es decir, «la violencia política no siempre es creadora de caos y
desorden y para los actores sociales tiene un significado ambivalente: tanto inhibir
como estimular la movilización» (Archila, 2004, pp.39-40).
Se puede decir que los gobiernos se encuentran en la obligación de permitir que el
discurso se produzca libremente en las calles y en los parques. Esto es incluso si
las personas lo encuentran molesto o no compartan los mismos ideales. Debemos
aprender a comprender al otro y a tolerarlo aún con sus diferencias. (Sunstein,
2005 p.102)
3.ESTUDIO DE CASO
3.1 Historia del MOVICE
Los noventas fueron una de las décadas más violentas para Colombia debido las
dinámicas de un conflicto armado que ya no solo era protagonizado por guerrillas
sino también con organizaciones criminales al servicio del narcotráfico y grupos
paramilitares. En cuestión del fenómeno del paramilitarismo, cabe resaltar que
este «incremento el exterminio físico y selectivo de lideres políticos de oposición, y
de dirigentes sociales» (…) «acusados de colaborar con la guerrilla» (OACDH,
37
1998). Sin embargo, encontramos cómo, pese a las dificultades afrontadas en el
país, se fortalecieron los esfuerzos y los sentimientos de lucha de la comunidad
por luchar contra la injusticia y la impunidad.
El Seminario Internacional sobre Comisiones de Verdad que se llevo a cabo en
1994 en Bogotá fueron compartidas diferentes experiencias de luchas sociales por
la memoria y en contra de la impunidad de varios países latinoamericanos. Entre
estos países se encontraba Argentina, Guatemala, Chile, entre otros. Al concluir la
comisión se concluyó que la mayoría de esfuerzos de aquellos países
latinoamericanos que fueron victimas de impunidad no habían sido del todo
exitosos pues en muchos casos la lógica de ‘perdón y olvido’ terminó
imponiéndose respondiendo a la fuerza e influencia del oficialismo en los distintos
países. A partir de esto, se expuso el reto que enfrenta Colombia al experimentar
una situación mucho más compleja que la mayoría de los otros países vecinos por
la perennidad de la violencia en el territorio y la mayor magnitud de crímenes de
lesa humanidad. Frente a este reto, se incito a los participantes a la lucha por la
transformación de esta sociedad (Colombia Nunca Más Zona 7, 2001).
Colombia al asumir esta responsabilidad de luchar por un cambio a favor de las
victimas de impunidad, el 10 de abril de 1995, se reunieron diecisiete
organizaciones defensoras de los derechos humanos, quienes acordaron en
implementar el proyecto Nunca Más. Los ejes centrales del proyecto fueron la
reconstrucción de la memoria histórica respecto a los crímenes de lesa humanidad
acontecidos en Colombia desde 1966 hasta 1998 y la lucha contra la impunidad.
Entre sus principales objetivos figuraba de forma importante el de «Estimular a las
Organizaciones Sociales, Víctimas, Familiares de Víctimas y Organizaciones de
Derechos Humanos de Colombia a la creación de un movimiento social de lucha
en contra y por la superación de la impunidad en que se encuentran los Crímenes
de Lesa Humanidad en el país» (Objetivos – Colombia Nunca Más, 2008) lo cual
concierne bastante al posterior nacimiento del MOVICE.
38
Los esfuerzos conjuntos de este Proyecto produjo la documentación de más de
40.000 casos de crímenes a lo largo de esta periodización, los cuales se han ido
publicando por medio de diferentes informes que además de reconstruir la
memoria, han contribuido a la visibilización de esta problemática nacional a la que
muchos sectores y regiones del país se consideran ajenos. Además, esta
documentación resulto como herramienta fundamental para la lucha e
investigación, a medida que es utilizada como una de las bases que dan sustento
a las denuncias que hasta la actualidad viene haciendo el MOVICE.
Para la documentación de estos casos, el Proyecto utilizó como estrategia
metodológica el siguiente proceso: en primer lugar, se hace un acercamiento a
memorias y testimonios existentes y disponibles que narran los acontecimientos
de crímenes de lesa humanidad para así, clasificar tales memorias en una base de
datos común (Agencia Prensa Rural, 2008).
En segundo lugar, se pasa a una etapa de focalización para analizar una zona
específica del país a través de la recolección propia de testimonios y
acercamientos a la sociedad, donde además, se solicitan informes judiciales
oficiales por medio del derecho de petición. En esta etapa, se busca luchar por la
verdad restituyendo las dimensiones históricas y culturales de la memoria
trabajando directamente con las víctimas para entender las causas de los sucesos
y sus responsables (Colombia Nunca Más, 2009).
Por último, se realiza una sistematización y análisis a todos los datos que se han
reunido para así redactar y publicar informes, los cuales tienen el objetivo de
informar las dinámicas de violencia que enfrenta el país y así mismo, de las
formas de resistencia social que se han presentado contra estas (Agencia Prensa
Rural, 2008). Se sigue este proceso con el fin de propiciar la lucha por la justicia a
través de la presión porque no se den fenómenos de impunidad en los espacios
39
de juzgamiento a responsables por crímenes; y por último, lucha por la reparación
integral de las víctimas (Colombia Nunca Más, 2009).
La labor del Proyecto en Colombia tiene relación directa con el impulso de la
movilización social en Colombia y con la articulación de las víctimas del conflicto
armado, puesto que éste impulso el trabajo continuo con las víctimas en diferentes
regiones del país, lo cual ha fomentado a gran escala la capacidad y el deseo en
los ciudadanos por luchar en contra de la impunidad enfrentándose de forma
directa con el Estado. Entonces, se puede deducir que Colombia Nunca Más fue el
antecedente directo del nacimiento del MOVICE. Este génesis del movimiento se
puede catalogar dentro de la teoría de la EOP como la posibilidad de tener aliados
influyentes, en este caso, intelectuales académicos diversos pertenecientes a la
sociedad civil que con su trabajo potenciaron la configuración del MOVICE.
Ahora bien, es la Ley de Justicia y Paz y lo que ella acarrea posteriormente junto
con el proceso constitucional de 1990-1991, donde se marcó un hito histórico para
toda la acción colectiva del país, lo que cimientan la base de la EOP que consigue
el MOVICE para aparecer en la escena pública de Colombia.
Para ilustrar esto, encontramos como creación del MOVICE de carácter
institucional, fue la Ley de Justicia y Paz, ya que esta ley estimuló el MOVICE con
nuevos elementos políticos y sociales, y consideraciones estratégicas. Pese a que
dicha Ley es percibida como negativa, es necesario reconocer que esta abrió
espacios de participación y de discusión pública a las víctimas de crímenes de
Estado haciendo posible una dinámica de mayores alcances internos y externos.
Para nada quiere decirse con esto que la Ley va a ser la que genere los proceso
de verdad, justicia y reparación integral. Esta es la tarea precisamente del
MOVICE, a partir de la cual ensaya su autonomía y su viabilidad como catalizador
social y político frente a la impunidad estatal cometida en ejercicio de la
excepcionalidad y la ilegalidad juntas.
40
Tanto el proyecto Nunca Más como la Ley 975 de 2005 constituyen desde la
perspectiva de EOP de Tarrow (1994) formas de estas oportunidades ya que son
las características del entorno que permiten explicar el nacimiento y la
consolidación del movimiento social de víctimas en el país. La reconocida
ineficacia de la Ley de Justicia y Paz en relación a las víctimas (verdad, justicia,
reparación) generó no solo un incentivo para el accionar de las víctimas sino
también conflictos en las élites políticas que generaron espacios y vacíos llenados
por la aparición de los movimientos sociales y su irrupción en la esfera pública.
Como se ha mencionado, una característica de las EOP es que está basada
también en la posibilidad de tener aliados influyentes los cuales actúan como un
recurso externo utilizado frecuentemente por los actores sociales para hacer
visibles sus demandas. Tal fue el caso descrito inicialmente con la historia del
Proyecto Nunca Más, pero a esto, cabe nombrar otros acontecimientos
importantes que también caben dentro de esta categoría o dimensión: el caso de
la elección de Iván Cepeda Castro (vocero y representante del MOVICE) como
senador de la República y la elección de Alirio Uribe como Representante a la
Cámara, son una clara muestra de aliado influyente para el movimiento social de
víctimas debido a su capacidad de incidencia en los espacios de toma decisiones
públicas en una coyuntura nacional donde el debate de víctimas es protagónico.
Ambos, defensores y representantes de los intereses de las víctimas, son recursos
valiosísimos y hoy en día fundamentales para que el MOVICE pueda posicionar
sus demandas en la agenda política nacional.
Martí y Gomá (2002) señalan que «la acción colectiva prolifera cuando la gente
tiene acceso a espacios necesarios para escapar de su pasividad habitual y
encuentra oportunidades para usarlos», tales espacios y oportunidades fueron
ofrecidos por el proyecto Nunca Más y Justicia y Paz, unos nacientes de la misma
41
sociedad civil y los otros creados por el Estado. Es esta EOP la que
posteriormente marcará la posibilidad de incidencia del MOVICE en las
negociaciones de paz, la Ley de Víctimas y un escenario de posconflicto.
Asimismo, podemos corroborar el planteamiento de Tarrow (1994) que establece
que los movimientos dependen de sus entornos externos y especialmente en las
oportunidades políticas que proporcionan incentivos. La Ley de Víctimas confirmó
la labor del MOVICE y le abrió un espacio para incidir en la agenda política del
gobierno frente el tema de víctimas. En este orden de ideas, se puede reconocer
que el contexto político incentiva la participación a medida que un fragmento de la
sociedad frente a una acción por parte del gobierno para expresar su
insatisfacción y demandar un cambio.
Es decir, el MOVICE resulta como una forma de resistencia y de demanda social
persistente ante la ineficacia de la ley, y la posterior Ley de Víctimas aparece
como la nueva propuesta de política pública que pretende resolver los problemas
de reparación y justicia para las víctimas del conflicto generados por Justicia y
Paz. Asimismo, el MOVICE es considerado un movimiento democrático que busca
promover la garantía derechos en materia de participación política y defiende los
principios democráticos. Como antagonista se reconocen la institucionalidad
excluyente, no garante de los derechos de los ciudadanos (CEDAE, 2014). Una de
las particularidades de este movimiento social es que enfrenta y denuncia
directamente al Estado colombiano por su participación en los hechos
victimizantes, siendo (según este) el fenómeno del paramilitarismo uno de ellos.
Tal situación ha hecho que el objetivo de incidencia política del movimiento sea un
gran reto al ser un atacante directo del oficialismo.
No obstante, el MOVICE no surge como un acontecimiento espontáneo en la
escena sociopolítica de Colombia, sino como el producto de un largo proceso
lucha social, diálogos de paz y organización que han servido de base para la
42
consolidación del movimiento social. Este ha marcado la coyuntura nacional en lo
que respecta al conflicto armado y que sin duda, tendrá una inmensa influencia en
la difícil tarea de construir paz en Colombia.
Para concluir con el breve recuento de la historia del MOVICE, podemos
corroborar la información recolectada con la lectura de fuentes secundarias con la
experiencia vivida de Luz Marina Hache (5 Octubre 2017, entrevista de voz),
fundadora y vocera del MOVICE:
«Iniciamos a reunirnos varias personas y organizaciones en el año 2005
pero se fundó en el 2007. Estaba Álvaro Uribe estaba como presidente y
estaban en plenos diálogos con los Paramilitares. Entonces la discusión era
que a las víctimas no las tienen en cuenta entonces ese diálogo iba a ser
más impunidad que cualquier otra cosa. Producto de eso varias
organizaciones como el comité permanente de derechos humanos, el
CAJART, la fundación Manuel Cepeda Vargas, Justicia y Vida, la USO,
Justicia y Paz empezaron a discutir ya que las víctimas estaban algunas
aglutinadas en distintas organizaciones y pensaron que las víctimas debían
tener una organización que fuese la expresión de la inconformidad que
tenían frente el diálogo con los paramilitares.»
4. Análisis
Se encuentra que El MOVICE se ha desarrollado dentro de un contexto donde las
oportunidades políticas y sociales requeridas para favorecer que un movimientos
social llegue a alcanzar éxito, han sido nulas. El MOVICE al igual que otros
movimientos sociales en Colombia siguen siendo objeto de una revictimización
continua, donde los asesinatos y desapariciones de varios de sus integrantes, las
denuncias injustas que han llevado a algunos de sus líderes a la prisión y el
43
ambiente lleno de amenazas y persecuciones constantes, son un común
denominador.
Queda claro que en las dos últimas décadas los movimientos sociales en el país
no ha desaparecido, sino que por el contrario se han venido renovando en torno a
los cambios y modificaciones hechas desde la constitución de 1991. Sin embargo,
es evidente que los distintos sectores sociales de la sociedad civil de abajo han
sido víctimas del Estado colombiano y los grupos paraestatales, debido a su
constante cuestionamiento y disentimiento sobre el statu quo y sobre los temas
económicos y sociales.
Estamos entonces frente a una circunstancia contradictoria, por un lado, a partir
de la constitución de 1991 se da el auge de temas como la participación, los
Derechos Humanos, la democracia participativa que sin lugar a dudas potenció al
movimiento social. Los años entre 1998-2017 han sido caracterizados por
manifestaciones sociales e intentos de sindicatos, movimientos sociales y
comunitarios de presentar demandas a un Gobierno de oídos sordos (OACDH).
No obstante, paradójicamente con los dispositivos de guerra implantados por el
Estado, se frenaron los proceso sociales impulsados formalmente desde la nueva
constitución. En efecto, algunas cifras nos reafirman esta idea; en el periodo 1988-
2004 fueron asesinados en Colombia 2326 sindicalistas, así como 1125 indígenas,
62 religiosos y 780 maestros. (Otero, 2008, p. 169).
En palabras de Luz Marina Hache (5 Octubre 2017, entrevista de voz), fundadora
y vocera del MOVICE:
«Además de las dificultades económicas que tienen todas las
organizaciones, nos enfrentamos en una parte de la invisibilización que se
hace a las víctimas de crímenes de Estado, por otra lado encontramos las
amenazas que se siguen presentando y con esto, también la eliminación
44
física de algunos integrantes del movimiento. Es a esto a lo que nos
enfrentamos cada día en el país y que no solo lo podemos ver reflejado en
nuestra realidad, sino que también nos da a entender que en definitiva las
víctimas de criminales del Estado son cada vez más invisibles para la
sociedad. Esas dificultades influyen en el cumplimiento de los objetivos que
tiene el MOVICE. Sin embargo, rescatamos que gracias a este hoy en día
conocemos que existen víctimas. Hemos cumplido un papel nacional e
internacional que ha logrado catapultar al movimiento. Por ejemplo, ahora
que se está discutiendo en el congreso de la república lo de la JED, hemos
sido las nuevas víctimas de crímenes de Estado, somos nosotros quienes
hemos visibilizado que tenemos esperanzas en ese proyecto y que es el
Estado quien debe cumplir el acuerdo que firmó. Y lo que se ha dado en el
Congreso es que los opositores, los enemigos de las FARC y el Señor
Fiscal están cumpliendo el papel del palo en la rueda queriendo que no se
apruebe.»
Por otra parte, pese a que las encuestas de Polímetro revelan que en Colombia
hay una percepción favorable frente a los movimientos sociales, Luz Marina Hache
(5 Octubre, Entrevista de voz) considera que los hechos actuales aluden a una
realidad distinta:
«Uno lo ve por ejemplo en el paro de Avianca. La gente opina que los
sindicalistas son un poco de vagos. La gente desconoce la realidad de los
trabajadores y con ese solo ejemplo se muestra que definitivamente hay un
desconocimiento de los que viven las organización sociales. En el caso de
las víctimas, uno habla con el común de la gente y la gente no cree que
seamos víctimas de crímenes de Estado. Por eso el trabajo que se tiene es
el doble: dar a conocer que efectivamente existimos víctimas que ha
originado el Estado. Y por otra parte que las diferentes organizaciones
tenemos que aportar en la construcción de un país diferente».
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El MOVICE, desde su fundación en el año 2005, ha venido construyendo ocho
estrategias de trabajo que buscan movilizar a todas las organizaciones
pertenecientes al movimiento. La primera es la Jurídica, seguida de la de Verdad y
Memoria Histórica, Comisión Ética, No Repetición, Catastro Alternativo, Contra la
desaparición Forzada, Contra el genocidio político y por último la estrategia de
organización.
De acuerdo a Luz Marina Hache, uno de los logros fundamentales que el MOVICE
ha alcanzado es lograr posicionar a las víctimas ante la opinión pública. Por otra
parte la incidencia que ha tenido el movimiento en la Ley de Víctimas que
finalmente parece que el proyecto es unilateral y que no se tiene en cuenta lo que
las víctimas han dicho, pero esto ha permitido que nos reconozcan y que en
diferentes espacios se nos tengas en cuenta. «Las víctimas reclaman, se han
registrado 240 mil, antes no lo hacían por temor a la retaliación o porque lo
encontraban inútil. El tema no pasaba de expresiones de pésame en los funerales.
En los años recientes las víctimas han sido apoyadas por recursos estatales que
superan los 300 millones de dólares» (El Espectador, edición online 20 de julio de
2009).
Para responder puntualmente a la pregunta central de esta investigación, tomando
las premisas que presenta Escobar (1999) frente a la definición de un movimiento
social exitoso, podemos establecer que el MOVICE ha alcanzado en hasta cierta
proporción éxito a medida que ha logrado transformar los discursos dominantes y
las prácticas excluyentes de la democracia frente el concepto de víctima.
Entonces, pese a las dificultades políticas y sociales para el desarrollo de los
movimientos sociales en Colombia, se puede afirmar que el Movimiento de
Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) es un caso de éxito.
5. Conclusiones
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El objetivo principal de esta investigación no fue otra que el de identificar aquellos
aspectos negativos y obstáculos que el MOVICE ha tenido que enfrentar en estos
últimos años. Al analizar la información recolectada se puede afirmar que el
MOVICE ha logrado consolidarse y encauzar su lucha dentro de la esfera pública
e institucional, hasta el punto de influir en la agenda pública nacional colombiana.
Si bien las victimas has logrado parcialmente sus pretensiones en la demanda de
la Ley de Justicia y Paz, no emplearon grandes recursos para exigir el
cumplimiento de la Ley, sino que iniciaron toda una serie de movilizaciones
alternas en relación con las consolidación del movimiento de victimas, tales como
los procesos de la parapolítica, el lanzamiento de un candidato a la Cámara de
Representantes, la promoción de mecanismos de verdad y memoria histórica
(MOVICE, 2008-2010), entre otros.
En realidad, las propuestas del MOVICE en lo que respecta al trámite y contenido
de la Ley de víctimas no fueron muy bien desarrolladas y por ende no generaron
los resultados deseados para el movimiento social. No obstante, la puesta en
marcha de los diálogos de paz entre el Estado colombiano y las FARC ha venido
creando espacios y mecanismos de participación que movimientos sociales como
el MOVICE aprovechan para incidir y posicionarse de forma protagónica en el
tema de víctimas que resulta tan fundamental en la coyuntura nacional. Los
diálogos de paz se presentan como un escenario facilitador para el accionar y
incidencia de los movimientos sociales; funcionan como configuradores favorables
para la acción colectiva crítica.
Por otra parte, durante los años de existencia del MOVICE, se han encontrado
obstáculos. El principal siendo el mismo conflicto armado interno y las formas de
revictimización que este sigue produciendo con la prolongación de la violencia y la
proliferación de nuevos actores armados que atacan a sus integrantes. Ante esto,
47
es imperativo resaltar la necesidad de voluntad política del Estado para ofrecer
garantías de seguridad y no repetición.
Entonces, los movimientos sociales en nuestro país se vienen desarrollando
paulatinamente, pero cada vez se están conformando de mejor manera, con más
organización y más apoyo por parte de entidades tanto económicas como
políticas, culturales y sociales. No obstante, con esto no se quiere decir que no
hay falencias institucionales que deben ser identificadas y corregidas en aras de
promover un desarrollo efectivo de la democracia en Colombia. Se informa que ya
son mas de aproximadamente 50 lideres sociales asesinados desde la
implementación del Acuerdo de Paz, lo cual representa un paso atrás para la paz
y la falta de voluntad por parte de varios sectores sociales y políticos de abrir el
espacio político. «Colombia está tratando de salir de un ciclo de violencia, si se
sigue asesinando a los líderes, la paz no pinta bien, porque esos homicidios son
síntomas de algo, ahora hay que diagnosticar la enfermedad» (El Pacifista, edición
online 27 de Octubre del 2017).
Retomando el concepto de democracia y el papel fundamental que juegan los
movimientos sociales, en Colombia es importante fortalecer los espacios de
deliberación. Es decir, el Estado debe garantizar y hacer cumplir los derechos
básicos de cada colombiano para así promover una cultura política que acepte y
apoye las dinámicas de acción colectiva. Esto permitirá establecer el bien común
por medio del diálogo y consenso.
Al permitir la inserción de diversas opiniones políticas, sociales y económicas al
diálogo público del país, se podría incrementar la cantidad de información
disponible para que los ciudadanos formulen críticas hacia el status quo y
retengan las decisiones del gobierno. Y es precisamente con esta dinámica que
fomentamos el progreso en el país y se promoverá las difusión de los valores
democráticos mencionados al principio de esta investigación.
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Para Colombia, esto es de suma importancia no solo para fortalecer la
democracia, sino para garantizar que no se repitan aquellos eventos que
atormentaron al país por más 50 años como consecuencia a una exclusión
política, centralización Estatal, inequidad, y falta de protección de los derechos
básicos de todo ser humano. Ejemplo atroz de esto, encontramos el genocidio de
la Unión Patriótica, cuyos miembros fueron victimas de amenaza y exterminio por
causa de su defensa de principios e ideales políticos situadas en la izquierda del
espectro político. Es por esto que la OACDH en Colombia, «reitera la utilidad del
dialogo, la concertación y el seguimiento como herramientas para la participación
democrática en la gobernabilidad, con el fin de facilitar acciones para abordar las
preocupaciones sociales» (2017).
Considero que esta investigación se podría profundizar al realizar una
comparación entre Colombia y otros países Europeos, para así determinar cual es
el peso real que el contexto socio-político puede tener en el desarrollo de
movimientos sociales en general y el factor contribuyente de estos al desarrollo de
la democracia.
Dentro de este análisis, existe la posibilidad de encontrar que hay países con
democracias fuertes y bajos índices de violencia con una participación baja de
acción colectiva. Asimismo, se podría corroborar la hipótesis de esta investigación;
que los movimientos sociales son un síntoma de una democracia saludable. Es
decir, que los movimientos sociales ciertamente son la melodía sonora de la
democracia.
5.1 Recomendaciones
A partir de los hallazgos de esta investigación, si en Colombia se desea reconstruir
el tejido social y construir un país en paz, es de suma importancia que se
reconozca el rol fundamental y esencial que juegan los movimientos sociales
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dentro de una sociedad democrática. Este reconocimiento se da a partir de
distintas acciones que corresponden tanto a los ciudadanos como al Estado.
Tras haber estudiado los informes de la OACDH en Colombia, queda claro que la
impunidad as uno de los obstáculos mas importantes que se deben remover para
incentivar la acción colectiva. Entonces el Estado debe garantizar que cuando
haya una violación a los derechos humanos de líderes e integrantes de un
movimiento social o sindicato, o hecho de cualquier índole, se siga un proceso
judicial efectivo que traiga verdad y justicia para dejar en claro a los posibles
futuros perpetradores que no se tolerara abusos o crímenes en contra de estos
grupos que han sido vulnerados a lo largo de la historia.
El Estado también debería aspirara despolitizar sus instituciones Estatales para
que haya una imparcialidad a la hora de tratar con líderes e integrantes de un
movimiento social. Es decir, la constitución de 1991 reconoce la democracia,
participación y pluralismo. Por ende, se debe ampliar la aceptación del espectro
político en el país. Esto con el fin de evitar lo que Sunstein (2005) denomina
‘cascadas sociales’11. La autora sustenta que los movimientos no tienen éxito
debido a la falta de oportunidades, sino debido a la forma en la que se etiquetan
en la sociedad como una norma social: "epistemología lisiada".
Por otra parte, el Estado debe priorizar ampliar espacios de diálogo donde se
pueda presentar información ante el proceso de formulación de opinión pública
para garantizar un proceso integral. Para ilustrar la situación actual y lo que se
debe corregir, Luz Marina Hache argumenta que:
«En los diálogos que el Estado y las FARC han venido teniendo no solo se
11 Cuando un grupo pequeño comienza algo y otros creen que pueden ser correctos y comienzan a seguir. Si varias naciones promulgan la misma ley dentro de un corto período, es probable que haya cascadas involucradas. (Sunstein, 2005)
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celebran reuniones donde estos dos entes participan, sino que también las
víctimas del Estado, quienes deberían ser agentes activos de dichas
reuniones, pero que por ciertos motivos no lo son y que no solo deben
contender con estos para lograr hacer parte de estas celebraciones, ya que
son las víctimas de las FARC las que tienen los privilegios y dejan de lado a
las personas a las que el Estado también ha afectado no solo física sino
también psicológicamente. Considero que el Estado tiene la
responsabilidad tanto por la acción como por la omisión y por tal razón esta
y existe el MOVICE».