Cada cuento surge en una situación diferente de la vida y éste vino
en una situación de “emergencia infantil” coincidiendo con un cielo
estrellado de una noche de verano y con la inolvidable noche en que mi
primera hija dejó el chupete. Por supuesto con los siguientes hijos fue
recordado el cuento y ampliado. Ahora de vez en cuando paseando en
verano también me piden que se lo cuente, dándome cuenta que si
encuentras un sitio lejano o cercano para algo que no vas a tener o ver
nunca más, jamás lo olvidas.
Hay un lugar por encima de nosotros y al que no podemos
llegar, donde las noches que no hay luna se ven millones de luces.
Unas son grandes y brillan muchísimo y otras forman preciosas
formas dibujadas en el cielo. Son las estrellas.
Cuando por la noche las miréis, hay una en especial que
brilla más que el resto. Pues bien, esa es la más vanidosa,
presumida, engreída y hermosa estrella del universo: la Osa
Mayor.
-No sé para qué sales si ni siquiera se te ve - Le dice a las más
chiquititas.
-Yo si fuera como tú me iría detrás de cualquier planeta para
que nadie me viera -les decía a las pobres enanas rojas, que son
las estrellas más viejecitas de la galaxia. En fin, muy hermosa pero
insoportable.
Había una estrella que tenía tan sólo unos cientos de años,
que se llamaba Casiopea. Era chitita y brillante pero sobre todo
muy valiente y estaba harta de ver como cada noche aquella
hermosa estrella maltrataba a todo el mundo que le rodeaba.
Pensó y pensó ¿qué podía hacer para terminar con aquella
situación? Lo primero era que ella sola no podría hacer nada. Así
que pensó en convocar una reunión. Mandó a una amiga suya, que
era una estrella fugaz y que no paraba de moverse, que diera el
mensaje a todas las estrellitas que encontrara por su camino.
Las convocó para la noche en que la luna estuviese en cuarto
menguante, de manera que la luna también fuera testigo de
aquella reunión.
Y llegó la tan esperada noche. La sala estaba a rebosar.
Habían llegado de lugares muy lejanos y todas tenían quejas de la
misma estrella. Presidía la reunión la luna y una estrellita anciana
y sabia que vivía al lado de ella.
-Estamos aquí reunidos -dijo la estrella anciana- porque nos
han convocado para solucionar un problema que nos tiene a todos
enfadados y tristes: el comportamiento de la Estrella Polar, que
es tan brillante y bonita como tonta y arrogante.
Se escuchó un murmullo en la sala; todas las estrellas
querían opinar sobre el tema. La luna dijo: “una a una por favor.
Quién tenga una idea que levante la punta de su estrella y la diga,
pero siempre en orden y silencio”.
En seguida, levantó su punta una estrella del fondo: “Yo he
pensado que si nos ayudaran las nubes, con muchísima agua, la
podríamos apagar”. Unas decían que si, otras que no…
-Estrellas, por favor - dijo el anciano-. Las medidas contra la
Estrella Polar no pueden ser tan drásticas.
En la segunda fila levantó la punta una estrella con voz
chillona que dijo: “¿Y si le ponemos la zancadilla entre todas y la
convertimos en fugaz? Así no la volveríamos a ver nunca más”
La luna se puso seria: “No me parece bien que nos estemos
portando en esta sala como ella se comporta con vosotros. Hay
que buscar otra forma menos agresiva de hacerle ver sus
errores”.
Todas estuvieron de acuerdo. De pronto, Casiopea levantó
su punta y dijo: “Mirad, yo he pensado una manera de hacerle ver
lo mal que se porta con todas las estrellas que la rodean”.
-Prosigue- le dijo la estrella anciana.
-Para mi plan necesito que todas las estrellas pequeñitas nos
unamos y que la luna esté de acuerdo. Me explico: Si todas las
estrellas pequeñas salimos una noche juntas y la luna se pone
junto a ella, su resplandor y su brillo casi no se notarán.
Todas empezaron a dar brincos de alegría y estuvieron de
acuerdo en intentarlo de aquella manera. La luna también apoyó
la idea y no le importó salir justo al lado de la Osa Mayor. Así que
quedaron en que lo harían la noche siguiente a la reunión.
El sol iba desapareciendo por el horizonte. Todas estaban
supernerviosas. El momento se acercaba, la oscuridad iba
inundando el cielo y… allí estaba ella pavoneándose con sus
mejores brillos. De repente, algo le cegó la vista. Cientos de
estrellas pequeñas resplandecían a su lado haciendo dibujos
preciosos en la oscuridad de la noche. Para colmo quiso volverse
para no ver dicho resplandor y se encontró con el pico de la luna
que brillaba como nunca y que la miró picarona al verle tan
sorprendida.
Fue entonces, cuando sintiéndose humillada fue a
esconderse detrás de una montaña. Todas las estrellas saltaban
de alegría y vitoreaban a Casiopea.
Desde esa noche la Osa Mayor fue amable con todas las
estrellas que se cruzaban por su camino y no le importaba para
nada que la luna estuviese a su lado ya que se hicieron buenas
amigas.
Quedaron tan bonitos los dibujos de las estrellas pequeñas
en el cielo que decidieron que en las noches oscuras y sin luna,
dibujarían el cielo para que todo el mundo pudiera ver esas
figuras tan espectaculares. Al grupo de estrellas que salieron con
la estrellita valiente la llamaron la Constelación de Casiopea, para
que todo el mundo recordara que la unión hace la fuerza.
Y todo lo que hemos contado está genial, pero más increíble es pensar
que cada vez que un niño tira su chupete al cielo, se convierte en estrella
y que a lo mejor algún chupete tuyo puede ser valiente como Casiopea o
puede ser artista y dibujar constelaciones o puede ser juguetón y no
parar y ser una estrella fugaz…
Si alguna vez los echas de menos, sólo tienes que mirar al cielo. Los de
mis hijos son brillantes y siempre aparecen por el mismo sitio en verano.
Cada estrella tiene la personalidad de cada uno de ellos, como sus
chupetes que unos eran rosas muy femeninos y presumidos; otros de
coches y aviones muy inquietos y divertidos; y otros de mariposas y
flores, muy dulces y cariñosos.
Colorín colorado este cuento se ha acabado y recuérdalo si te ha
gustado.
Este cuento es un pequeño teatro que he hecho para los niños de infantil y primaria
del colegio de mis hijos. Para que resulte divertido, es fundamental que cada animal tenga sus
características propias. El búho es serio y tranquilo en su forma de hablar. El camello habla
gesticulando muchísimo . La oveja es muy nerviosa. La mula y el buey son los dos viejecillos y si
les incorporas los ruidos propios de los animales quedará mejor el cuento. La gallina habla en
verso y el burro andaluz cerrado (eso nosotros lo hacemos de perlas). El perro, pues en
principio es un poco gruñón, luego se le pasa. Por supuesto la música la podéis omitir, si
contáis la historia como cuento en vez de escenificarla.
Espero que os guste y que paséis unas muy felices fiestas en compañía de todos vuestros seres
más queridos.
ESCENARIO: ARBOL CON BÚHO, ESTRELLAS Y OSCURO
BÚHO: Hace una noche preciosa y aunque hace bastante fresquito, es agradable pasar la
noche viendo las estrellas. Además yo que presumo de conocer todas las del cielo, aquella que
brilla a lo lejos nunca la había visto antes. UH, UH, UH.
SALE UN REY Y ATA EL CAMELLO AL ÁRBOL. EL CAMELLO SE SIENTA Y ENTONCES EL BÚHO
ABRE LOS OJOS Y LO MIRA.
BÚHO: Eh amigo, uh, uh
CAMELLO: (GESTICULANDO Y HABLANDO COMO SI TUVIERA UN CHICLE ENORME EN LA BOCA)
¿Es a mí?
BUHO: No eres de aquí. ¿De dónde vienes?
CAMELLO: Del lejano oriente.
BUHO: y ¿qué te trae por estas tierras?
CAMELLO: Mi amo parece haberse vuelto loco. En cuanto ha visto aquella estrella en el cielo se
puso sus mejores galas y llevo una semana de viaje con dos camellos que se juntaron con
nosotros en el camino, que por cierto, hablan muy raro y como me tocó ir el último iba
pisando todas sus cacas, así que figúrate como tengo las pezuñas.
SE ACERCA UN OVEJA DANDO SALTOS Y MUY ALEGRE
OVEJA: Hola, holita, animalillos.
BÚHO: ¿Qué haces por aquí a estas horas en vez de estar recogida en tu establo?
OVEJA: Mi pastor estaba tumbado debajo de un árbol y de pronto ha aparecido un ángel que le
ha dicho que siga aquella estrella y que tienen que adorar a un NIÑO, que va a nacer en un
portal del pueblo cercano, Belén. Mi amo ni corto ni perezoso ha cogido el rebaño y hacia allí
nos dirigíamos cuando hemos parado a descansar.
BÚHO: Tula y Bartolo, ¿qué hacéis por aquí? Tú sorda y él ciego. Sin compañía y a estas horas.
TULA: ¡Qué me está diciendo gorda que como judías!
BARTOLO: Tula, sorda y sin compañía (gritándole en la oreja)
TULA : (Ayuda a Bartolo a qué no se tropiece). Es que Sr. Búho, vamos de misión especial
(música de misión imposible).
BARTOLO: Mujer, cuéntaselo a todos. No debe de ser secreto pues es algo que nos incumbe a
todos.(en la oreja a tula)
TULA: Está bien, porque veo que estáis muy intrigados..
OVEJA: Yo es que soy así de nerviosa sieeempre…
CAMELLO: Vaya a mí de los nervios que me han entrado me ha dado un tic en un ojo
TULA: Vaya, (SEÑALANDO A LA OVEJA), y a mí que me importa si tú eres pegajosa y si
tú(señalando al camello) tienes piojos..
BARTOLO: TULA, presta atención que te ha dicho que es nerviosa y que él tiene un tic en un
ojo…
TULA: Bartolo, es que parece que me estoy quedando sorda
BARTOLO: No me había dado cuenta, anda sigue con la historia.
TULA: Pues bien, la otra noche vino un señor muy amable a nuestro establo y nos dijo,
arreglándolo un poco, qué nosotros íbamos a ser protagonistas para siempre en la historia de
los cristianos. Qué siempre que llegara esta fecha, todo el mundo nos tendría en su casa. Eso
no lo entendí muy bien, pero lo que sí entendí es que teníamos que tener el establo calentito
porque iba a nacer allí el Rey de los Cielos. Así que ante tanto protagonismo, Bartolo y yo nos
hemos ido a asearnos un poco a la charca de los peces y cuéntale, cuéntale a ellos lo que tú
has odio, puesto que yo no he escuchado nada de nada.
BARTOLO: Los peces estaban cantando una canción. Ellos también sabían lo del Niño Rey,
puesto que cantaban algo parecido a pero mira como beben los peces en el rio, pero mira
como beben por ver a Dios nacido, beben y beben y vuelven a beber los peces en el rio por ver
a Dios nacer…
¿No os parece increíble?
BUHO: Para nada, todos están aquí por el mismo motivo.
CAMELLO: Yo llevo a mi amo y señor, el rey Baltasar, para una ofrenda presentarle y viene de
muy lejos
OVEJA: QUEEE..QUEE..yo no he descansado en todo el día para llegar a adorarle y mi amo
seguro que le hace un buen regalo.
GALLINA: co..co…co…
BÚHO: Yo esperaba tener una noche tranquila pero me temo que se me está complicando.
Y tú ¿dónde vas?
GALLINA: (Habla en verso) Pues no lo sé, pero estoy preocupada
Creo que me van a comer en sopa o empanada.
BUHO: Qué cosas tienes, lo mismo te quieren para ponedora de huevos, mujer.
GALLINA: Los peces cantaban porque nadie los va a cocinar
Pero no, como yo, que en una olla voy a terminar
Yo al Niño con gusto alimentaré
Con mis huevos que en el día pondré.
BUHO: No ves, no seas pesimista. Y ¿adónde te llevan?
GALLINA: Soy una ofrenda de mi señor
Aunque yo hubiera querido
Que regalara un sonajero, mejor cococo
BUHO: y ¿quién es el afortunado?
GALLINA: Pues un niño chiquito
Que va a nacer en un portal
Y por eso he pensado
Que para mi será mortal
Pues habrá mucha gente que alimentar.
BUHO: Ya verás como serás más útil de ponedora
con todos los que serán
ni a una pizquita tocarán
anda, lo de hablar en verso se pega
sin haberlo pensado
me ha salido un pareado.
GALLINA: Pues yo creo que no
Aunque he oído algo de huevos con jamón.Cococo
CAMELLO: Pues yo creo que mi amo lleva un buen regalo también. Porta un cofre pesado,
metido en las alforjas y patillas del cofre me hacen cosquillas en las tripas. Por eso me he
pasado el camino riendo y como él pensaba que no estaba cansado por las risas hemos hecho
el doble de camino. Estos humanos… ya podían hablar camellato.
OVEJA: Gallina, pues ya me has dejado preocupada, mira que si también me comen…
BUHO: Seamos sensatos, lo único que te puede pasar es que te esquilen para hacerle al recién
nacido algo de abrigo o con tu leche podrán alimentarlo, o hacer queso o..
GALLINA: sabéis lo que os digo
Que me voy a comer un higo
Con la tripa llena podré dormir
Para poder decir
A primera hora kikiriki
Auque yo realmente cocorocó hago
He tenido que mentir
Para una rima así conseguir.
Mañana iré a Belén
Y al final sabré
Lo que me va a suceder.
BUHO: Descansa y no pienses más
Que ya no te sale bien lo de trovar.
No si al final me he vuelto poeta.
BURRO: IO, IO,IO Buenaz Nochez.
TODOS: Buenas noches.
BURRO: Eztoy vardaico perdio.
BUHO: ¿Qué te pasa, amigo?
BURRO: Vengo de beber agua der rio, Ha Zido una jornada zuper canzada, he tenido que traer
de muy lejos a una buena mujer que venía a punto de parir. Zu marido eztá preocupadízimo
porque tienen que llegar a Belén cuanto antez y yo la verdaz, no doy maz de zi. Me gustaría
ayudarlez maz de lo que hago, pero he tenido que parar porque sino me ezpatarro de lo
canzao que iba. Amigoz, tengo que volver con ellos, pues entre el agua y la converzazión me
encuentro mejor y he de proZeguir con el camino.
MULA Y BUEY: Nos vamos contigo.
BUHO: Hasta pronto.
TODOS: Adiós.
BUHO: Creo que ya es hora de que descanséis, mañana será un gran día. Yo velaré vuestro
sueño. Hasta mañana.
TODOS: Buenas noches
SE QUEDAN TODOS DORMIDOS Y EL CAMELLO RONCA. SE PONE MÚSICA RELAJANTE .
BÚHO: Yo pienso que todo tiene relación, que no es coincidencia todo lo que está ocurriendo
AMANECE SOBRE EL ESCENARIO. LOS ANIMALES EMPIEZAN A DESPEREZARSE. CANTA A LOS
LEJOS UN GALLO KIKIRIKI (VOZ EN OFF)
GALLINA: ¡Huy¡, que voz tan varonil
Al final este viaje me va a gustar
Quizás un novio he de encontrar.
BÚHO: Buenos días. Id preparándoos que vuestros amos os vendrán a recoger de un momento
a otro. Me ha encantado pasar una buena velada con todos vosotros. Me gustaría saber como
termina esta historia, así que si alguno pasa por aquí a la vuelta que descanse en mi árbol,
¿vale?
TODOS: De acuerdo
EMPIEZAN A VENIR LOS AMOS A POR ELLOS Y SE VAN DESPIDIENDO. SE VAN MARCHANDO
POR EL ESCENARIO
CAMELLO: Adiós amigos, ha sido un placer. SALAM MALECUM
LOS QUE QUEDAN: Hasta la vista
GALLINA: Ya me voy que mi amo ha recogido
A ver si al final me deja en el olvido.
LOS QUE QUEDAN: Adiós y buena suerte.
PERRO OVEJERO: Guau, Guau, llevo buscándote un rato. Si yo soy el pastor tú te hubieras
quedado con el ojos de huevo, éste.
OVEJA: ¿No estarás ofendiendo a mi amigo el Búho?
BUHO: No te molestes, los animales que son así es mejor dejarlos, son dignos de lástima
PERRO OVEJERO: Hombre que ha sido una broma, es que estoy un poco cansado y ya no
aguanto tener que buscar a más ovejas.
OVEJA: Es tu trabajo y no tenías que ser tan gruñón.
PERRO OVEJERO: perdona, vamos que nos están esperando. Llegamos tarde y el amo está
nervioso. Tanto que se le ha caído una loncha de queso que yo amablemente he recogido.
OVEJA:Vamos. Adiós amigos
PERRO OVEJERO: Adiós y perdona si te he ofendido..
BUHO: Adiós, que tengáis buen viaje. Ay (un poco triste) espero que se acuerden de mi y me
cuenten lo que suceda. Ahora me toca a mí descansar. (CIERRA LOS OJOS, SE PONE MÚSICA Y
SE CIERRA EL TELÓN)
CUANDO SE ABRE EL TELÓN APARECE UN PORTAL DE BELÉN COMPLETO VIRGEN, SAN JOSE,
NIÑO, TULA Y BARTOLO QUE MIRAN CON ALEGRÍA COMO VAN LLEGANDO LOS AMIGOS QUE
HAN CONOCIDO LA NOCHE ANTERIOR y EL BURRO ATADO AL LADO DEL PORTAL Y LA
ESTRELLA.
OVEJA CON PASTOR- OVEJA: ¡Mira qué alegría!, SALUDANDO A TULA Y BARTOLO (SE COLOCA
EN SU SITIO) EL PASTOR ENTREGA UN QUESO DE REGALO A SAN JOSÉ.
SAN JOSE CON UN GESTO LO AGRADECE
UN MOMENTO DESPÚES LLEGA LA GALLINA CON OTRO PASTOR: Hola ovejita que alegría verte
Y más al pensar
Que no voy a servir de manjar.
OVEJA: ¡Qué alegría¡, ¿sabes? Al final ha hecho con mi leche un hermosos queso y se lo ha
regalado.
GALLINA: Pues yo soy el regalo que mi dueño va a ofrecer
Pero muy contento estaré
Y así de mucho huevos los proveeré
CAMELLO CON SU REY MAGO: ¡Hola amigos¡,
OVEJA: Es sorprendente la de gente que viene contigo
CAMELLO: Es que soy parte de una corte real
OVEJA: Mira, tu dueño le está dando algo
CAMELLO. El cofre que te dije…así no me picará más la barriga.
SE QUEDAN TODOS MIRANDO LA ESCENA.
CAMELLO: Ha merecido la pena el viaje. No te sé decir por qué pero siento que estamos
viviendo algo extraordinario.
GALLINA: Tengo las plumas de punta
De la emoción que me entra
Al ver a ese Niño recién nacido
Parece estar bendecido.
OVEJA: Eso es seguro.
CAMELLO: He oído decir a mi amo, que es el Hijo de Dios que ha bajado a la tierra para darle su
amor a los hombres buenos y a enseñarles el camino que deben de seguir para llegar a Dios.
OVEJA: Seguro que el Sr. Búho entenderá lo que dices.
PERRO OVEJERO: Guau, Guau, parece un animal muy sabio
CAMELLO: A la vuelta hablaré con él y todo con detalle le contaré.
Yo también soy poeta.
OVEJA: ¿Nos dejarán que nos acerquemos..?
LA VIRGEN SE LEVANTA Y ACERCA EL NIÑO A LOS ANIMALES
CAMELLO: (Después de que el niño ha pasado) Parece que nos ha entendió ¿Hablará
camellato, ovejuno o gallináceo?
OVEJA: Yo creo que ÉL, SÍ
MÚSICA DE VILLANCICO. FIN
El caracol molón,…. Maria Eugenia Naranjo Página 1
EL CARACOL MOLÓN, LA ARDILLA RITA, LA HORMIGA FEDERICA Y LA MARIQUITA MARGARITA
El caracol molón,…. Maria Eugenia Naranjo Página 2
Érase una vez que se era, un bosque donde vivían los animalitos tan tranquilos y felices. Aunque siempre hay algunos más raros que otros.
Todos los animalitos pensaban que había un grupito de animales que tenían su sede en un hueco de un sauce anciano y que hacían cosas extrañas. Estaba formado por el caracol Molón, la ardilla Rita, la hormiga Federica y la mariquita Margarita. Estos cuatro amigos se informaban de todo lo que pasaba en el bosque y por eso las demás criaturas que allí vivían, los llamaban los C.P.A. Cotillas por Aburrimiento.
También se ayudaban y complementaban en muchos asuntos de la vida cotidiana del bosque. Por ejemplo: Federica, la hormiga, contaba las incidencias de su hormiguero, las bajas de sus compañeros si algún excursionista las pisaba. Una vez, las lluvias habían tapado el agujero con una gran piedra y con el consejo del caracol Molón supieron hacer palanca y les costó a las hormiguitas mucho menos quitar la piedra que cubría su casa.
La ardilla Rita, tuvo una vez un problema porque era muy glotona y se encontró una cosa que ella creía que era una bellota. Resultó ser un chicle. Eso lo sabemos porque Margarita, la mariquita, sabe idiomas y pudo leer el papel donde venía envuelta la supuesta “bellota”. El caso, es que a Rita se le pegaron las patas, el hociquillo y hasta las orejas con esa cosa y gracias a las babas de nuestro amigo el caracol Molón, pudo despegarse de aquello y aprendió que sólo comería lo que a primera vista reconociera.
Un día estando reunidos en el tronco del viejo sauce, vino una visita inesperada. No lo podían creer pero allí estaba. El señor búho.
El caracol molón,…. Maria Eugenia Naranjo Página 3
Señores dijo con mucha seriedad, vengo porque a lo mejor vosotros me podéis ayudar.
Todos le miraron sorprendidos.
Bueno, díganos Dijeron.
Bien empezó el señor búho. Llevo varias noches que no puedo dormir por unos ruidos extraños. Provienen de la zona norte del bosque y según me ha comentado la zorra Lola su olfato detecta unos olores muy raros. Es por eso, que he pensado en vosotros para que busquéis el motivo de todo lo que está ocurriendo.
El grupo, no quiso manifestar su alegría por ver que alguien les podía necesitar, pero la el caracol Molón le contestó sin hacerle ver lo orgulloso que por dentro sentía.
Haremos todo lo que esté en nuestras patas.
Muchas gracias contestó el búho. Y lo mismo de serio que llegó se fue.
Todos saltaron de alegría. Pero, de repente, nos dimos cuenta que aquello iba en serio y que nunca habíamos hecho nada por el estilo.
Teníamos que trazar un plan, organizarnos de alguna manera ¿cómo hacerlo?
La Mariquita Margarita propuso que cada uno utilizara sus características propias de cada especie. ¡Qué bien habla está hembra! Se nota que sabe idiomas (pensó la ardilla Rita).
El caracol molón,…. Maria Eugenia Naranjo Página 4
En fin, la ardilla tendría que inspeccionar el bosque desde la altura de los árboles, la mariquita a media altura hablando con quién se encontrara, el caracol a ras de suelo, viendo que podía encontrar y la hormiga en el subsuelo. Así seguro que alguna información encontrarían.
Quedaron para el día siguiente al amanecer. No os podéis imaginar cómo aparecieron esos cuatro animalitos a la hora señalada. Iban cargados de utensilios, comida y todo aquello que ellos creyeron que podía serles de utilidad.
Allí se vieron, marchando los cuatro como valientes hacia la aventura.
Llegando a la zona norte del bosque, Rita, se subió a los árboles más altos, Margarita echó a volar, la hormiga Federica, encontró un agujero en la tierra y allí se lanzó en la búsqueda de alguna pista y el caracol Molón se puso a inspeccionar la zona.
De pronto, un ruido ensordecedor hizo que el caracol se escondiera en su casa. Cuando volvió a salir ya había pasado, pero a unos metros de él encontró una huellas que jamás había visto. Dibujó las huellas en su cuadernillo.
La hormiga, encontró debajo de la tierra, unas goteras que no eran de agua. Era una cosa negra que no se atrevió a probar y de la cual, manchó su cuadernillo para llevársela como pruebas a sus compañeros.
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Desde el cielo, la mariquita y la ardilla, habían visto el animal más grande, ruidoso y horrible que jamás habían imaginado. Margarita había leído en su lomo: “Alquitranes Martínez”. Los dos decidieron seguirlo. La ardilla, llegó hasta donde pudo, puesto que en el parte más alta del bosque habían desaparecido muchos árboles. Todos cortados. Habían sido sustituidos por unos de un material que intentó morder y se le rompió una paleta.
La mariquita Margarita llegó hasta donde sus alitas dieron de sí. Quedó horrorizada. El suelo no era de tierra, era negro y había “humanos” que hablaban todos a la vez y que ella no pudo entender. Eso sí, vio una cosa tumbada en el suelo que ponía A92.
Todos se vieron en el punto de encuentro. Cada uno comentó lo que había visto y llegaron a una conclusión. No sabía lo que era aquello, pero no era bueno. Sobre todo pensaron en que los animales de la zona más al norte se iban a quedar aislados si aquello continuaba. Los árboles de hierro los separarían e iban a quedarse sin ver a sus familiares de la zona sur, sin poder ir al rio y sin poder alimentarse.
Corriendo, decidieron avisar por todos los medios a los animales, sobre todos a los que tenían alas para que fueran a la otra parte y avisaran a todos los que allí vivían. Todavía había tiempo de pasarse a nuestro lado. No tenían que tener miedo de dejar su hogar. En el sur los acogerían como hermanos y era mucho mejor eso que morir. Ese fue el mensaje que llevaron todos los enviados.
Pasaron unos días. Todos los habitantes del bosque sur veían desesperados cómo no aparecía ningún animal del otro lado. No se habían creído el mensaje.
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Se reunieron en el centro del bosque bajo la luz de las estrellas para pedirle a la madre naturaleza que iluminara a sus compañeros. Estando todos muy concentrados escucharon voces y murmullos. Eran ellos, todos los animales cargados con sus más preciosos enseres. ¡Qué alegría! Cada uno de nosotros acogió a los que en su casa cabía. Desde mañana construiríamos hogares para todos.
Los cuatro amigos sintieron que aquel era el día más feliz de sus vidas. Todo el mundo los felicitaba. Ya nos le dirían nunca más los C.P.A. y serían respetados en todo el bosque.
Se dieron cuenta que su misión en la vida sería ir de bosque en bosque viendo si se iba a hacer algún camino negro, avisando a sus compañeros para que nada malo les ocurriera.
Cuando veas una autopista o autovía rodeada por una alambrada, piensa que nuestros amigos han avisado a todos los animalillos de ese lugar y que serán felices viviendo en su dulce hogar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, recuérdalo si te ha gustado
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JULIA
Había una vez, una princesa que se llamaba María, era princesa
porque, para todas las mamás sus hijas son princesas de su casa ya que
ellas son las reinas y los papás los reyes consortes.
María era preciosa, sus ojos eran marrones. Tenía unos mofletes
sonrosados y unos labios que parecían pintados.
Pues bien, esta princesa nació un frio día del mes de febrero y por
ser la primogénita del reino, recibió muchísimos presentes. Tantas flores
llegaron al hospital que el cuarto parecía un jardín. Le regalaron ropita
como para vestirla todos los días durante un año sin repetir modelito.
Colonias como para poderse bañar en ellas, pendientes de diferentes
colores y tamaños…en fin, mil cosas adorables que a los papás les hizo una
ilusión enorme ya que los regalos demostraban que había mucha gente
que los quería y que se alegraban con ellos por la suerte que habíamos
tenido de tener a la alegría de la casa.
María tenía una tía‐abuela que era muy mayor, su tía‐abuela Inés,
que les trajo un regalo maravillosamente envuelto. Tenía un enorme lazo
color carmesí y llevaba una piruleta en forma de corazón pegada en el
papel de regalo. Como María era muy chica para abrirlo, fue su mamá
quién lo abrió con mucha ilusión. Y…allí estaba…una muñeca de trapo. Con
un gorro rojo, unas grandes trenzas rubias, unos zapatitos verdes y un
original vestidos a rayas blanco y rojo con un letrerito cosido en él que
ponía JULIA.
Las flores se fueron marchitando, los trajes y pendientes se fueron
quedando pequeños, la colonia se gastó. Nunca se pudo imaginar su
mamá que JULIA iba a acompañar a su pequeña durante tantísimo tiempo.
Al principio, cuando empezó María a reconocer los colores, le
llamaba la atención su colorido gorro y sus largas trenzas amarillas.
Julia Maria Eugenia Naranjo Página 2
Cuando empezó a coger objetos, intentaba atrapar a JULIA, que siempre
terminaba cayéndole encima sin hacerle nunca daño, puesto que era de
trapo.
Más adelante María empezó a comer en la trona y JULIA estaba
sentada a su lado, así que más de una vez la pobre también probó de la
papilla de María, pero como era de trapo, su mamá la lavaba y quedaba
como nueva.
JULIA, le servía para casi todo. Lo mismo cuando tenía mucha
alegría la lanzaba mil veces al techo gritándole ¡chupi!, que también le
servía como paño de lágrimas cuando se caía o sus papás le regañaban
por alguna travesura.
JULIA estaba con ella cuando por las noches tenía alguna pesadilla,
le agarraba bien fuerte hasta dormirse, apareciendo por la mañana la
pobre muñeca en cualquier lugar de la cama.
El tiempo pasaba y María tenía ya dos hermanitos, se había
convertido en hermana mayor. El príncipe Antonio, siempre que se quería
meter con ella, mandaba a la princesa pequeña, Lucía, a secuestrar a JULIA
y así hacer rabiar a María.
Desde lejos los dos pequeños tiraban de las trenzas a JULIA o de sus
pequeños zapatos verdes. Entonces era cuando María se enfurecía y
correteaba a sus hermanos por toda la casa hasta que conseguía salvar a
JULIA de las garras de los malvados príncipes. El juego siempre terminaba
con la aparición de mamá para que María no le hiciera a sus hermanos
pequeños lo mismo que ellos le habían hecho a su querida muñeca.
Después la niña consolaba a su muñeca y le prometía que ya no se
acercarían nunca más esos energúmenos.
Pero el tiempo pasa y para las dos protagonistas de nuestro cuento
también, María cambió de mente y de cuerpo. Tenía un montón de amigos
y continuamente llamaban por teléfono para contarse los más mínimos
detalles tanto buenos como malos del día. En su diario, contaba todos
“sus secretos” y despertaba la curiosidad de sus hermanos pequeños. Y
sobre todo había formado un club, que se llamaba CM, con sus tres
Julia Maria Eugenia Naranjo Página 3
mejores amigas. Se reunían cada dos por tres para “sus cosas” y habían
inventado hasta un vocabulario secreto.
Su cuarto también cambió. Los dibujos que ella había hecho en las
paredes fueron pintados encima del color que ella eligió. Color frambuesa.
Llenando las paredes de posters de perros y de algún que otro cantante de
moda. Su estantería de juguetes fue cambiada por su mesa de estudio, la
cocina con la comida de los muñecos, por un armario para su ropa y los
muchos complementos de moda que tenía. Su cama tuvo que ser
sustituida por una más grande porque María era ya muy alta ¡jugaba en
un equipo de baloncesto en el cole!. La cama estaba cubierta por un
llamativo edredón de colorines. En la parte de la almohada había dos
cojines grandes y acomodada entre ellos JULIA. Con su misma carita
aunque un poco más desteñida. Sus colores fuertes se habían puestos más
dulces del tiempo y los lavados. Ya no es tan protagonista de la vida de
María, pero sigue ahí y hasta que ella quiera, entre los cojines estará.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, recuérdalo si te ha gustado.
La máquina de la felicidad Maria Eugenia Naranjo Página 1
LA MÁQUINA DE LA FELICIDAD
Benito era un inventor que vivía solo porque hacía ya muchos años que había enviudado. Vivía
sólo para sus inventos que, a veces, le traían más de un quebradero de cabeza. Pero ahora
estaba fabricando un aparato que él pensaba le iba a hacer famoso en el mundo entero.
Conseguiría mucho dinero y le darían el Novel de la Paz, por lo menos.
Estaba construyendo “la máquina de la felicidad”. Podría ayudar a mucha gente y ¡sería
fantástico!
Tan sólo le faltaba un combustible básico para que funcionara el engranaje de su invento.
Necesitaba unas gotas de AMOR VERDADERO ¿Cómo las conseguiría?
Todo lo que salía de aquella máquina, hasta el momento, eran natillas…riquísimas… pero
natillas. Necesitaba encontrar esas gotas de AMOR VERDADERO.
En el pueblo todo el mundo comentaba el invento de Benito.
Enriqueta le dijo a Antonia que Benito estaba haciendo una máquina para conseguir la
felicidad de las personas. Antonia dijo” con lo solita que yo estoy y lo que necesitaría una pizca
de felicidad”.
Antonia se fue a su casa rondándole en la cabeza el tema de la máquina. Se lo pensó y pensó y
decidió al fin ir a visitar al señor Benito para probar un poco de ese preciado elixir.
Tocó a la puerta más de una vez pero nadie contestó. Al estar la puerta entreabierta decidió
entrar.
Benito escuchó ruido tras el aparato. Se asomó y asombrado vio como Antonia tomaba un
poquito de aquellas deliciosas natillas. Creyendo que nadie la había visto se dirigió hacia la
puerta para irse. Detrás de ella escuchó una voz, “¿venías a verme? Ella hizo como si en vez de
salir estuviese entrando.” Pues si… verás…pasaba por aquí”.
Antonia era una mujer de muy buen ver. Tenía la piel de la cara tersa y sonrojada como una
manzana. Su cabello era negro azabache y sus ojos aunque pequeños, llamaban la atención de
los vivos que los tenía. A Benito, le gustaba su compañía.
¡Qué bien! Exclamó Benito, pues es hora de comer y si me acompañas podemos hablar
tranquilos. Me han regalado un besugo tan grande que yo no me lo puedo comer.
Antonia alucinada, pensó que en vez de una pizca de aquel líquido de la felicidad, tenía que
haberse tomado cuatro tazas ¡aquello hacía efecto! Hoy por lo pronto, no comería sola y
aburrida.
Pasaron un almuerzo adorable. Se tiraron toda la tarde al lado de la chimenea contando las
hazañas e historietas de las vidas de cada uno de ellos.
La máquina de la felicidad Maria Eugenia Naranjo Página 2
En el pueblo había dos muchachos en edades casaderas, que por falta de tiempo, pues
trabajaban en el campo, no podían salir a divertirse. Se acostaban cuando el sol se ponía y se
levantaban al amanecer.
Un día se encontraron en el camino que los llevaba al campo. Cada uno llevaba una mula.
¡Buenos días, nos dé Dios!, dijo Carlos
¡A la paz de Dios!, respondió Alberto.
Oye Carlos, ¿sabes que Benito ha hecho una máquina que da felicidad? Me lo ha dicho
Antonia. Ella la ha probado y dice que funciona.
Carlos se puso triste y le dijo que él se conformaría con encontrar una buena mujer con la que
poder compartir su vida y formar una bonita familia.
Alberto le dijo que aún se conformaba con menos. Que él sólo con conocer a chicas de su edad
y pasarlo bien, se conformaba.
Carlos entonces le dijo que por qué no se acercaban aquella tarde a casa de Benito. No
perderían nada con probar. Quedaron para después del trabajo.
Cuando llegaron a la casa de Benito, encontraron que éste, según le dijo la vecina, había salido
con Antonia a contemplar el atardecer sobre la pradera llena de espigas de trigo. Una vez allí,
ellos tenían que lograr su objetivo. La puerta de Benito, como en muchos pueblos, siempre
estaba abierta, así que entraron. Allí estaba la respuesta a sus plegarias. La máquina que
cambiaría sus vidas. Se llenaron unos tazones y se lo zamparon del tirón. Como eran algo
burros y venían con hambre de la jornada en el campo, llenaron los tazones una y otra vez
hasta que no pudieron más.
Cuando estos dos benditos hombres salieron de la casa de Benito, sufrían de un dolor de
barriga tremendo. D. Fausto al verlos así pensó que se habían envenenado con algún producto
para las plantas. Los subió en la furgoneta de reparto y los llevó al centro de salud más
cercano.
Allí fueron atendidos por las enfermeras más guapas que jamás habían visto. Eran dos ángeles.
Quedaron totalmente prendados y desde esa tarde, todos los días terminaban un poco antes
de sus labores en el campo e iban a visitarlas ¡qué ilusión!
Alberto y Carlos contaron a Benito lo sucedido.
Benito se puso a pensar en que aquella máquina no le iba a hacer llegar a ser millonario, ni
conseguir el premio Nobel, pero ya había conseguido mucho más de lo que él esperaba. Todos
habían conseguido AMOR VERDADERO y además … las natillas estaban buenísimas, je, je.
Colorín colorado este cuento ha terminado, recuérdalo si te ha gustado
La nube borreguito Maria Eugenia Naranjo Página 1
LA NUBE BORREGUITO
Erase que se era, una nube blanca y esponjosa como las
que vemos en el cielo cuando hace un día despejado, adornando
con su color y sus múltiples formas. Esta nube, era una nube
borreguito y era un borreguito viajero. Borreguito por su forma y
color y viajero porque vivía en el Estrecho de Gibraltar, entre
Ceuta y Algeciras. Y ya sabemos los vientos que hay en esta zona.
Tenía amigas con formas de otros animalitos, de trenes, aviones
o coches. También depende de la persona que las mire. Porque
lo que uno dice que es un avión otro dice que es una mujer
haciendo el pino. Pasa igual que con los humanos para lo que
para unos es feo para otros es guapo y para lo que unos es verde
para otros es una clase de azul raro.
La nube borreguito estaba casi siempre en el Estrecho, pero
muy a menudo tapadas por sus amigas las gruñonas nubes
negras. Ella soñaba con lucir su blancura y su forma, pero raras
veces al año podía mostrarla porque cada vez que podía llegaba
don Eolo, el viento y la mandaba a Marbella o a Portugal.
A ella le encantaba viajar y conocía a muchos compañeros:
gaviotas, golondrinas, nubarrones, globos que los niños perdían y
luego se posaban sobre ella… Los rayos de sol muchas veces la
atravesaban haciéndole sentir un calorcillo estupendo y
poniéndola de un color naranja maravilloso.
La nube borreguito Maria Eugenia Naranjo Página 2
Le encantaba Andalucía y conocía casi toda la provincia
menos Almería, porque cada vez que Eolo la empujaba cerca de
esta provincia, se hincaban las montañas de Sierra Nevada en su
barriguita y no podía pasar.
Sus amigas le habían comentado que Almería era muy
diferente a donde ella vivía y a lo que había hasta entonces
visitado. El sol siempre brillaba, las gruñonas, allí, tenían poco
trabajo. No había mucha vegetación y algunas zonas parecían el
desierto. Había bonitos espacios naturales protegidos y por eso
muchas aves amigas suyas le contaban lo “a gustito” que
reposaban allí antes de seguir sus largos caminos.
La nube borreguita sabía lo bonita que era Granada en
donde conoció a un nublo encantador y con el que fue a Córdoba
y a Jaén. Estas zonas eran verdes, llenas de árboles y hermosura.
También vio Sevilla y Huelva, alegres y también con mucho sol y
muchos animalitos con un acento muy graciosillo. Málaga la
conocía solo de pasada, porque Eolo, juguetón, siempre que se
entretenía en algún sitio, hinchaba sus mofletes y la mandaba a
dibujar otro cielo en cualquier lugar.
Un día de mucha tormenta, las gruñonas alborotaban con
sus ruidos. Esos truenos y relámpagos iluminaban el camino para
seguir su jolgorio por toda la provincia. Eolo, enfadado por tanto
ruido soplaba como jamás yo lo había visto, echando a las
ruidosas gruñonas cuanto más lejos mejor de su lado. Claro está
a las gruñonas, a mí y a mis amigas, que aunque encima de ellas
empezamos a salir esparcidas por todos lados. Era una gran
borrasca.
Después de muchísimas vueltas, la nube borreguita cayó
mareada, como niebla, en el valle de un rio. ¡Un rio seco!
La nube borreguito Maria Eugenia Naranjo Página 3
Advirtió cuando se recuperó. Nunca había visto un rio lleno
de todo menos de agua.
Cuando se levantó y se puso en medio del cielo azul no
pudo reconocer el paisaje y un poco atolondrada preguntó a una
gaviota que por su lado pasaba: “¿Dónde estamos amiga?”
La gaviota que era tartamuda le contestó: “En el pa pa
pa…”. La nube le dijo: “¿en el Papapa? ¿y donde se encuentra
eso?”
La gaviota con el pico retorcido del enfado y creyendo que
se estaba pitorreando de ella le contestó: “No mu‐mu‐jer en el
pa‐ pa‐ raiso…”y se alejó echando pestes por su pico. Al ratito
regresó con una gaviota amiga suya dispuesta a poner perdida a
la nube de picotazos.
La gaviota acompañante de la tartamuda le dijo a la nube:
“¡oye tú, listilla! Los extraños son siempre bienvenidos a esta
tierra. Siempre y cuando no empiecen metiéndose con los que
somos de aquí”.
‐Me vais a perdonar si os he ofendido ‐dijo la nube‐. Jamás
pensé decir o hacer algo para molestar a tu amiga y para que
veas mis buenas intenciones, reposad sobre mí mientras me
contáis dónde estoy.
Entonces le contaron que estaba en Almería y que en la
zona donde se encontraba en ese momento estaba prohibido
pescar para los humanos y ellas tenían mucho alimento porque
el mar era transparente y los peces tan confiados que desde el
cielo podían elegir que pez podían cazar. Ella pudo comprobar la
maravilla que se veía desde el cielo. Le pareció increíble.
La nube borreguito Maria Eugenia Naranjo Página 4
Estuvieron varios días con un suave viento de poniente que
les permitió visitar todos los pueblos costeros y luego un viento
del Sahara, la puso marrón y la mandó tierra adentro, donde
pudo ver los pueblos del interior y la zona que parecía desierto.
Ya conocía Almería, para las vacaciones estaba muy bien, pero
añoraba su tierra y aunque parezca mentira, a las gruñonas
también.
Se pasó todo el verano en el cielo mostrándose esponjosa y
bonita a los ojos de todos los almerienses. Pero llegó el otoño y
con él, una levantera imponente. A ella le pilló en la costa y su
velocidad fue tal, que el mar y ella parecían bailar. En un par de
horas dejó de ver el mar y debajo de ella ¿a quién encontró? El
Peñón de Gibraltar.
Estoy en casa otra vez y aquí de sombrero me he de poner.
Y… colorín colorado este cuento se ha acabado, recuérdalo
si te ha gustado.
Lucía Detective: El misterio de los burundones Maria Eugenia Naranjo Página 1
LUCÍA DETECTIVE: EL MISTERIO DE LOS BURUNDONES
Querido diario: he desistido de la idea de investigar sobre zombis porque el
último que creí ver en una sombra una noche de tormenta con truenos y
relámpagos, con los pelos tiesos y con algo en la mano parecido a un martillo, era la
sombra de mi madre que se había levantado porque mi hermano le había pedido
agua. Quiere decir, que hasta nuevas pruebas o evidencias, los zombis no existen. A
no ser que los mayores sin maquillar y recién levantados cuenten como zombis,
entonces cada uno tenemos por lo menos dos en nuestras casas.
Ahora tengo en mente conocer la identidad de unos seres que según he oído, a
mi padre, habitan en los coches y especialmente en el de mi madre. Siempre dice:
“Un día aparecerán en este coche burundones”.
Para descartar cualquier dato que sea igual a cualquier otro coche y no
teniendo para comparar nada más que el coche de papá, me he dispuesto a descartar
las coincidencias que halla en los dos.
Verás diario, el coche de mamá es un Rover 214 matrícula de Cádiz y el de papá
un pedazo de VOLVO (lo pongo con mayúscula porque es muy grande). Mamá dice
que le falta una banderilla en la parte de delante para ser del consulado de Lituania.
El caso, que también la matrícula es de Cádiz. Hasta aquí una coincidencia normal si
fuéramos de Cádiz, pero somos de Almería. ¿Será que los burundones vivían en Cádiz
y al traer los coches alguno se quedó en el de mamá? Mis dudas se despejaron
cuando mi padre me dijo que el de mamá lo compró de soltero y él vivía en Algeciras
y el otro lo compró el abuelo que también vive allí. Primer misterio resuelto.
No es necesario explicar que el de mamá ya es un coche adolescente, tiene
unos dieciséis añitos y el de papá, ya puede votar porque me han explicado mis papis
este fin de semana cuando ellos fueron a votar que yo, no podía hacerlo porque no
he cumplido los dieciocho años. El coche ya tiene veinte, pues ya puede votar.
Aclarado el tema de la antigüedad del parque automovilístico de mi casa, pensé que
los olores de los dos coches eran muy diferentes. El de papi todavía huele a nuevo y
eso a mis hermanos y a mí nos marea. El de mi madre… huele… a humanidad. En fin,
Lucía Detective: El misterio de los burundones Maria Eugenia Naranjo Página 2
que marea a todo el mundo menos a mis hermanos y a mí. Ese olor es debido a que
no tiene aire acondicionado y encima, no le funciona una de las dos ventanillas que
tiene. Esto, unido al pestazo a pies que llevamos cuando venimos de hacer deporte
los tres más las “gracias” que se tira mi hermano, que parece estar podrido (eso lo
dice mamá) pues hace que el coche tenga “un olorcillo especial”. Para colmo papá es
alérgico a los ambientadores. Menos mal que mamá lleva una colonia que huele a
mamá y parece que cuando nos viene a recoger al cole el coche huele a ella.
Tampoco creo que un burundón sea un olor, si no se hubiera ido del coche huyendo,
ja, ja, ja.
La hipótesis más probable, pensé, era que el burundón fuera algo de comer, ya que
en el coche de papá está “terminantemente prohibido comer” y en el de mamá si
levantamos los asientos elevadores, encontramos chuches, trozos de galletas, cosas
sin identificar…ya está ¡esto van a ser los burundones! Mamá deshizo la hipótesis
más probable diciendo directamente que aquello sin identificar…era porquería y que
lo echáramos a cualquier papelera que no fuera el hueco que hay en la puerta del
coche…En seguida, se nos iluminó una bombilla en la cabeza a los tres hermanos. ¡Ya
está! Los burundones podían estar allí. Registramos los bolsillos de la parte trasera
del coche y había de todo…una marioneta de una rana con un chicle pegado en un
ojo que le daba un aspecto siniestro, batidos de chocolate arrugados con sus pajillas
y todo; tornillos, tuercas y una cosa redonda que nos dimos cuenta que era la rueda
del asiento delantero que sirve para mover el sillón. Un pendiente que mamá no
encontraba…y restos mortales de seres sin identificar (porquería).
Los burundones no me dejaban dormir. Por la noche soñaba que me agarraban
por los pies. Eran como las bolas que aparecen en las calles desiertas en las películas
de vaqueros.
¿Estaría llevando mal la investigación? ¿Y si en vez de una cosa se trataba de
un animal?
El coche de papá estaba siempre para pasarle revista (término utilizado por el
abuelo Agustín ya que había sido militar y significa que estaba impecable) y el de
mamá… era un coche porque nos llevaba y nos traía. No se parecía en nada a los que
anunciaban en la tele, bueno sí, tenía “dirección asistida” y la ventanilla que
funcionaba lo hacía con “elevalunas eléctrico”. Y te preguntarás porqué conozco esos
términos, pues bien, la respuesta es sencilla. Mamá tenía un RENAULT 5 CAMPUS (lo
Lucía Detective: El misterio de los burundones Maria Eugenia Naranjo Página 3
pongo con mayúscula porque ninguno lo hubiéramos cambiado por el ROVER) tenía
una manivela para subir y bajar la ventanilla y ¡funcionaban las cuatro! Mamá lo
aparcaba donde quería puesto que si le daban un golpe, no se le notaba…Pero si hay
algo que mami decía cuando aparcaba era:”Cuando yo tenga un coche quiero que
tenga dirección asistida”. Podía haber pedido la pobre más cosas, pero como pidió
solo eso…
A lo que iba… si un burundón fuera un bicho nos lo hubiéramos cargado
porque nosotros somos unos miedicas y damos unos gritos que el burundón hubiera
huido o mi madre lo hubiera matado por el riesgo de accidente que supone tener un
bicho en un coche con tres niños histéricos.
Debajo de las alfombrillas del coche, en el maletero o quizás en el motor puede
que habite el burundón, pero yo no lo he visto y a lo mejor vosotros sí. Buscad debajo
de los asientos, limpiad los ceniceros, echad la basura en las papeleras…fuera del
coche…quizás conseguiremos que desaparezcan. Ellos pueden ser como el espíritu de
la porquería que está en todo lo que he contado o en nada. De todas formas tiene
que ser inofensivo, porque si en el coche de mamá no nos ha hecho nada, nada
seguro, en vuestros coches puede pasar.
Con este pensamiento me duermo tranquila porque yo… Lucia detective, a los
seres extraños no les temo, ni brujas, ni fantasmas, ni zombis…ni burundones.
Y…colorín colorado este cuento se ha acabado recuérdalo si te ha gustado.
Lucía detective Maria Eugenia Naranjo Página 1
LUCIA DETECTIVE
Soy Lucía, tengo siete años y soy…detective.
El asunto empezó porque al ser la más pequeña de tres
hermanos, tuve que buscarme algún juego con el que me
entretuviera sola, ya que mis hermanos casi siempre, ponían
pegas para que yo no jugase con ellos: “Tú de esto no entiendes”
o “contigo siempre perdemos”, o su preferida, “tú eres
cascarilla”.
Así fue como ni corta ni perezosa, me decidí a buscar lo que
más me gustaba para poder emplear mi tiempo libre.
Me di cuenta, de que quien probaba las comidas de mamá
primero, siempre era yo. Las probaba a riesgo de que alguna…no
me gustara. Pero yo al menos, lo intentaba. Tenía muy
desarrollado el sentido del gusto.
Cuando mamá movía la nariz, ponía gesto raro y decía con
una extraña voz: “¿Quién ha sido? ¡Parecéis que estáis podridos!
Yo olfateaba a todos por todas partes y señalaba al culpable.
Cosa que, inexplicablemente, resultaba asquerosa al resto de la
familia. El olfato también lo tenía muy bien desarrollado.
Me gusta mucho experimentar en el cuarto de baño con
todos los líquidos que allí hay y crear nuevas fragancias. Si pones
líquido de las lentillas de papá, su crema de afeitar, el
acondicionador del pelo de mami, su crema hidratante y unas
gotas de colonia del bote chiquitito de mamá, sale un perfume
con burbujas que regalé a mi madre en su cumple en un tarro
precioso.
Lucía detective Maria Eugenia Naranjo Página 2
Todo ello me hizo ver que con mi intuición y valentía,
podría llegar a ser un buen sabueso. Sé que así también llaman a
los buenos detectives.
Mi primer y por el momento único caso, comenzó en el
momento que ya supe leer de corrida. Leía todo lo que caía en
mis manos y más desde que me pusieron unas preciosas gafas,
que me hacen mucho más guapa e interesante (eso es lo que me
dice mamá) y que me vienen muy bien para mi nuevo oficio.
Pues bien, un día curioseando en el cuarto de mamá, vi en
el fondo de un cajón un libro. Su título en letras grandes y
doradas: ”Duendes, Gnomos, Trolls y otros seres maravillosos”.
Lo abrí y…allí descubrí un mundo que yo jamás creí que podía
existir y menos… entre nosotros. Veréis.
El primer ser que describía el libro era un TROLL y ponía:
“TROLL: Ser enorme del que no se sabe bien su origen. Se
mete con todo bicho viviente que sea más chico que él. Hace
ruidos raros y huele mal.”
A mí, en seguida, se me encendió una luz en mi cabeza. Yo
conocía a más de uno y no lo sabía… Mi tío Rafa, es enorme, se
mete mucho conmigo, hace ruidos por arriba y por abajo y oler,
sí que olía mal…YA CACÉ A UN TROLL.
Luego venía lo que era un… “DUENDE: personaje de cuento,
con los pelos de punta y que pueden ser buenos o malos. Su
estatura es pequeña y le huelen los pies.”
La verdad, es que de principio, no encontraba a nadie que
encajara con la descripción de un duende. En fin, seguí leyendo…
Lucía detective Maria Eugenia Naranjo Página 3
“GNOMO: Ser del bosque, pequeñito pero con mucha
fuerza. Capaz de hacer cosas como un gigante. Tiene los pies muy
ligeros y también puede hablar con los animales.”
Bueno, mi madre habla con “Cantarín”, nuestro canario.
Hace cosas increíbles con los pies...abre los dedos como un
abanico, pero ella es muy grande y creo que nació en una ciudad
y no, en el bosque.
Mi padre, mi padre…tampoco. Es rápido, inteligente, tiene
mucha fuerza pero no habla con los animales ni es pequeñito.
En fin, en mi primera jornada como detective no iba mal.
Pasaron los días y yo me iba dando cuenta, que en mi
colegio sospechaba que había muchos trolls, pocos duendes y
ningún gnomo.
Un día mis padres nos llevaron a ver a mis primos.
Teníamos un bebé en la familia y no lo habíamos visto desde
hacía, por lo menos…muchos días…Cuando lo vi… ¡era el primer
duende verdadero! Me ajusté las gafas a la nariz y lo observé: los
pelos los tenía de punta, era chiquitillo y lo único que no pude
olerle fueron los pies pero no cesaré en mi intento de olérselos
¡qué chulo! Era mi primer duende o, ¿quizás tenía un duende en
casa y no me había dado cuenta?
Le cortaron el pelo a mi hermano Antonio y descubrí que
los tenía de punta… estaba ocultando pruebas…Era duende
seguro. Sus pies apestaban como jamás le hayan olido a nadie.
Era buena persona y parecía sacado de un cuento. Tenía mucha
fantasía. ¡Veía cosas que yo no veía! Jugaba con unas cosas que
yo no entendía…UN DUENDE REAL.
Lucía detective Maria Eugenia Naranjo Página 4
Estamos rodeados de seres maravillosos y no nos damos ni
cuenta. Mi mamá dice que tiene un libro sobre hadas, brujas y
otros seres de tierras lejanas. ¿Quieres investigar conmigo?
Y colorín, colorado este cuento se ha acabado…recuérdalo si te
ha gustado.
MANOLÍN: EL NIÑO DEL FUTBOLÍN
Manolín: el niño del Futbolín Maria Eugenia Naranjo Página 1
MANOLÍN : EL NIÑO DEL FUTBOLÍN
Sejosán, era un precioso pueblecito dentro del país de los mil
y un cuentos, donde como todo pueblo del país de la fantasía que se
precie, encontrabas un montón de seres creados por la imaginación.
Todos los seres que aparecen en los cuentos. Os explico:
En el pueblo había una bruja con sus brujillas. Vivían en la zona
más alta del pueblo, pegada a los verdes montes. Su casa se podía
distinguir fácilmente, puesto que siempre había un cuervo dando vueltas
sobre ella. Además, en una casa cercana, un poco derruida donde
siempre había una gran cola de gente en la puerta, habitaba el gran
hechicero de nunca jamás, llamado Menija. Curaba y deshacía entuertos; sobre todo, era muy apreciado porque hacía rejuvenecer. Por eso, las
brujas siempre iban a la última. Eran muy llamativas y a las brujitas les
daban brebajes para que adelgazaran. En fin, hasta las brujas en este
pueblo eran guapas.
Un poco más abajo de la casa de las brujas había una casa con el
tejado de teja roja. Tenía dos plantas y un gran garaje. El garaje era tan
grande porque antes había sido de las brujas y allí guardaban las
escobas y todos sus utensilios. Se la vendieron a unos duendes blancos.
Éstos son los duendes de los dulces sueños. Entre ellos, había uno que no
se parecía nada a un duende blanco, puesto que era moreno, delgado y
alto. Ellos pensaban que se tuvo que resbalar por un agujerillo, del
mundo de los humanos. No tenía los mismos poderes que los duendes
blancos… pero…tenía muchos otros. Se llamaba Manolín y sabemos que
se llamaba así, porque, normalmente los duendes blancos nacen de los
estambres de las flores y según como sea la flor así se llama el duende.
Manolín, se tuvo que caer de la flor o de donde sea, en un charco que no
olía muy bien y como era chiquitín le llamaron de “mal olor”, mal olín” y
de ahí a Manolín. En fin, cosa de duendes.
MANOLÍN: EL NIÑO DEL FUTBOLÍN
Manolín: el niño del Futbolín Maria Eugenia Naranjo Página 2
Manolín era muy amable y simpático a la vez que hiperactivo y
mosca…”alada” (en este reino se les llama así a los pesados) . Papá
duende blanco lo quería muchísimo porque siempre les hacía reír.
Manolín tenía mucha imaginación y le gustaba hacer toda clase de
deportes. Como él no tenía alas, como la mayoría de los seres del reino,
se construyó artefactos para poder ir rápido por el suelo y el agua.
Construyó con troncos una barca y con Shen Shei, el sabio del lugar en materia de agua, se iba a escuchar sus enseñanzas en medio del mar Plis
Plas. Shen Shei estaba intentado que Manolín aprendiera a pescar, pero
de una manera muy especial: ¡con las manos! Shen Shei apoyaba su
barriga en el borde de la barca dejando las piernas y la cabeza como en
una balanza, lanzaba su enorme mano y cogía una pieza. He de decir que
Shen Shei era un cucux. Los cucux, eran seres de tierras adentro cuyos
conocimientos los habían pasado de generación en generación. Era
moreno y alto como Manolín, pero tenía una gran cabeza. Manolín
pensaba que era para guardar todo lo que sabía.
Nuestro amigo se tiraba todo el día jugando de aquí para allá. Se
había construido un aparato con ruedas con el que hacía competiciones
con sus amigos los gnomos Epep, Opac y Onianto. Ellos, subían en animales variopintos, puesto que podían hablar con ellos. Corrían por
senderos tan pequeños que parecían hecho por hormigas. Por eso,
Onianto, que era un poco más torpe, siempre andaba de visitas a Menija
para curarse de sus muchas magulladuras. Eran sus mejores amigos. Con
ellos hacía excursiones a las cimas más altas de su pueblo, desde donde
podían ver las mejores vistas de la zona. Aunque muchas veces, por
meterse donde no debían, eran atacados por diferentes animales. Una
vez, fueron correteados por todo un avispero y aunque los gnomos
quisieron hablar con ellas para apaciguarlas, fue imposible. Llegaron con
picaduras por todo su cuerpo.
También jugaban al futbolín, un juego que había inventado
Manolín y que tenía en el gran garaje de su casa. Había tallado en
madera unos equipos de duendes en dos colores y con un solo palo
atravesado podías mover varios a la vez. Consistía en que un escarabajo
MANOLÍN: EL NIÑO DEL FUTBOLÍN
Manolín: el niño del Futbolín Maria Eugenia Naranjo Página 3
pelotero, dándole con los pies de los duendes de madera, llegara hasta
el extremo contrario, donde cada equipo tenía una red con un duende
delante. Si el escarabajo pelotero entraba en la red le decían ¡gol!, para
un equipo o para el otro según donde se colara. En fin, Manolín hizo
crecer muchas envidias entre la chavalería del pueblo. Todos querían
probar el futbolín. Para ello, muchas tardes invitaban a Manolín a
merendar, cosa que era aceptada inmediatamente, puesto que era el
más goloso del lugar, cogiendo siempre el pastel mejor y escondiendo
los que más le gustaba. ¡Era un elemento! Claro está, que tuvo que crear
competiciones de futbolín para satisfacer a todos. Desde los más grandes
a los más pequeños pasaban por la casa para jugar.
Todo ello era inmortalizado en el pueblo por un famoso cacuni.
Los cacuni, eran seres de extraordinaria visión tanto nocturna como
diurna, mimetizados con la naturaleza. No les gustaba mucho el sol,
pero les encantaban hacer “fotografía”. Era como un dibujo instantáneo
de lo que ellos en esos momentos veían. ¡Era espectacular!. Gracias a él
muchas veces encontramos a Oemilí, un troll superdespistado que se perdía con facilidad, muchas veces en el bosque, pero otras veces se
perdía en sus propios pensamientos y se le pasaban las horas sin darse
cuenta. Entonces era cuando su mujer Solmarin una elfo muy buena y
paciente, nos pedía que lo buscaramos. Lemisra, que así se llamaba el
cacuni, con su magnífica visión y sus conocimientos lo solía encontrar
enseguida.
Existía en el pueblo la casa del Hada Despistada Coca, estaba muy
bien situada entre el mar y el centro urbano. En ella vivían además sus
dos preciosas hijas el hada Teres, que había heredado la belleza y el despiste de la madre y Maim un hada bondadosa y generosa que
también tenía su genio. Era todo eso lo que había enamorado a Manolín.
Maim no le hacía mucho caso porque siempre andaba con bromas
y no sabía si realmente la quería o no. Él, si normalmente hacía
tonterías, cuando estaba ella, era aún peor.
Lo pasaban en grande en la playa todos los amigos juntos. Iban las
hadas, los duendes blancos, los gnomos, los cacunis, los trolls, los elfos,
MANOLÍN: EL NIÑO DEL FUTBOLÍN
Manolín: el niño del Futbolín Maria Eugenia Naranjo Página 4
el cucux, el hechicero y hasta de vez en cuando se juntaban con ellos las
brujas.
Manolín hizo con ellos lo mismo que había hecho en el garaje de su
casa. Un futbolín a lo grande. Se lo pasaban fenomenal. Ellas los
animaban y se veía con claridad quién animaba más a quién.
Manolín también era poeta y le dedicaba preciosos versos que
nunca le decía a Maim. Empezaba siempre…Esta noche va a nevar, está
muy blanca la luna, esta noche va a nevar…en el “corazón” de alguna.
No, no era eso lo que quería expresar, al final la iba a espantar y él sólo
soñaba en estar con ella, viajar a lugares lejanos y vivir una y mil
aventuras. Tenía que hacer algo ¿ pero qué ?.
Una noche cerrada, caminando hacia su casa, vio luciérnagas.
¡Claro!, ya lo tenía.
Al día siguiente envió un pergamino a Maim, en él le decía que
tenía que ir cuando oscureciese a Cala Higuera, una cala que como bien
indica su nombre, solo tenía una higuera. En dicho árbol se encontrarían
al atardecer.
Manolín, había hablado con sus amigos los gnomos para que ellos
a su vez hablaran con las luciérnagas.
Cuando llegó la hora señalada, se encontraron en la higuera. Los
dos estaban supernerviosos de manera que Manolín al no poder ni decir
palabra, sólo pudo chasquear los dedos (que era la señal). Entonces fue
cuando el cielo se llenó de miles de luciérnagas que en un precioso dibujo
escribieron TE QUIERO MAIM. Ella emocionada se echó a sus brazos.
Desde ese momento fueron el uno para el otro. Ya en todas las
historias que contemos sobre Manolín, siempre estará a su lado su hada
preferida.
Y COLORIN, COLORADO…ESTE CUENTO SE HA ACABADO. RECUERDALO SI TE HA GUSTADO
Mis ratos más bonitos Maria Eugenia Naranjo Página 1
MIS RATOS MÁS BONITOS
Ser un niño es difícil, ser un niño de diez años más, pero ser
el mediano y entre dos niñas es lo peor que te puede pasar del
mundo entero mundial. Pues bien, en ese lugar estoy yo:
Antonio.
Si malo es eso, peor es si son dos niñas enormes. La mayor,
María, me saca dos cabezas (será una por cada año de diferencia
de edad conmigo) y pesa también en la misma proporción. Así
que una pelea con ella significa tener todas las de perder.
Aunque yo sea muy bravucón, cualquier empujón de esa
grandullona supone como si pasara encima de mí un tren de
mercancías.
Para colmo, yo soy el que mejor notas saca de mi casa y el
que más premios recibe, pero a la hora de discutir de cualquier
tema, también me gana. Tengo un pequeño defectillo y es que
mi mente va más deprisa que mi boca y…me atranco. De manera
que cuando voy a soltarles algo, entre el genio, los nervios y la
velocidad de las neuronas…en fin terminan riéndose de mí esas
dos víboras.
Porque esa es otra, la más pequeña me está amargando la
vida. Ya cuando tenía dos meses empezó a hacerme perrerías.
Estando tumbadita en la cama de los papás, me asomé para verla
y ella me atacó cogiéndome del pelo…y no me soltaba. Entonces
yo la tiré de la cama para defenderme. Mis padres me querían
matar porque la niña se quedó como atolondrada durante un
buen rato. Yo tenía sólo tres años pero desde ese instante me di
Mis ratos más bonitos Maria Eugenia Naranjo Página 2
cuenta que ella sería “la intocable”, además de la “marisabidilla”,
la “graciosa” y la “valiente”…esto último es porque desde
pequeña se pasea sin problemas a oscuras. No le da miedo nada.
¡Pero cómo le va dar miedo algo si ella da miedo al miedo! Ella es
la que me enciende las luces para que yo pueda llegar a mi
cuarto y cuando voy por mitad del recorrido me la apaga con el
consiguiente pitorreo y burla porque yo corro hacía la luz como si
me faltara la vida.
Soporto una y mil cosas de esas dos brujas.
Tengo que decir que tengo muchas cosas positivas en mi
vida. Soy el único niño. Mi padre me compra estampas de futbol
(porque en el fondo a él también le gusta) y mi madre sabe que
soy el más goloso y como estoy “espichao”, según dice ella,
siempre me tiene las galletas que más me gustan y me guarda
todo lo de chocolate para que coma algo. Además, si hay futbol
en la televisión, lo primero que se ve en la casa es mi deporte
favorito. Cuando me voy a la cama mi madre y yo pasamos el
mejor rato de todo el día. Ella con todo su cariño me ayuda a
meterme en la cama y no le importa acariciarme…hasta los pies,
cosa que a mis hermanas les parece repugnante. Después
rezamos. Ella dice que parezco un “cura loco”, porque lo hago
muy deprisa. Mi madre me hace cosquillas y nos echamos unas
risas. Se tumba a mi lado y me cuenta historias que hace que
armemos tanto jaleo que mi padre tiene que venir a poner
orden. Entonces es cuando ella me dice “hasta mañana, vida
mía” y yo empiezo a dormir con una sonrisa.
Y…colorín colorado este cuento se ha acabado.
Sana sanita Maria Eugenia Naranjo Página 2
Ogroland era una aldea de ogros situada alrededor de una enorme ciénaga.
Los ogros suelen ser solitarios y viven con sus parejas y sus hijos, pero en los tiempos que corrían, tuvieron que unirse puesto que las armas que utilizaban los humanos se habían vuelto mucho más mortíferas y ellos habían tenido que agudizar sus sentidos y unirse para así poder mejor defenderse.
Pues bien, aquella ciénaga era la más grande en muchas regiones a la redonda y estaba poblada por ogros y muchos más bichos del bosque.
En aquella aldea vivía una familia con sus tres ogrillos. Al mayor de ellos le llamaban PARCHE, puesto que tenía una mancha negra, como un lunar, que le rodeaba todo el ojo. La verdad, es que no se sabía si aquello podía se porquería…como nunca se había lavado... En fin, el segundo hijo, era una ogrita a la que llamaban FETI, claro está que el nombre completo era FÉTIDA y ya os podéis imaginar por qué. Además la pobre sufría de un problema a la hora de hablar. Se comunicaba con los demás como si fuera un indio. Decía “yo FETI” o “yo comer”. Mamá ogra no se preocupaba por ello porque sabía que papá ogro, de pequeño, había tenido el mismo problema y cuando creció, se solucionó.
Al último, más pequeñín y regordete, le decían TORPÓN, el nombre le venía como anillo al dedo puesto que se caía cada dos por tres. Mamá ogra pensaba que tenía dos pies izquierdos. Su cabeza estaba descompensada con el resto del cuerpo. Era enorme, semejante a la forma de una seta de esas tan bonitas con lunares que hay en los bosques. El caso es que el pobre TORPÓN tenía la cabeza mucho más grande que el cuerpo. Papá ogro le decía con mucho cariño que seguro llegaría un momento que esa cabezota se compensaría con el cuerpo. ¡Menudo ogro llegaría a ser!
Era una familia muy unida y se querían mucho. Cada uno tenía su misión. Papá ogro se ocupaba de alimentar a la familia. Todos los días salía a buscar comida. Lo mismo traía algún alimento que encontraba en el bosque, que se acercaba a una granja horrorizando a sus dueños y se traía algo de lo que encontrara en su propiedad.
Sana sanita Maria Eugenia Naranjo Página 3
La mamá ogra era cariñosa y paciente con los ogritos. Éstos, siempre traían a la casa pequeños problemas que ella, con mucho mimo, procuraba resolver.
Como los ogrillos son un poco guarrillos, muchas veces se revolcaban en charcas pestilentes sin importarles que contenían y llegaban con toda clase de porquería y bichos por todo el cuerpo. Algunos de aquellos bichos estaban buenos y se los iban comiendo de camino a casa. Ellos le llamaban el “aperitivo”, pero otros les picaban y hacían heridas. Mamá ogra se los quitaba y les daba alguna cataplasma elaborada por ella, a base de plantas, que les aliviaba un montón el picor en sus pobres cuerpecillos. Mientras se las aplicaba les decía:
“Sana, sanita
Culito de rana
Si no se cura hoy
Se curará mañana”
A ellos parece que aquella cantinela más lo que mamá les había aplicado por el cuerpo, les mejoraba un montón.
Ellos pensaban que sería horrible ponerse malito y que mamá no estuviera para curarlos. Su sola presencia los consolaba un montón.
Cuando se caían, sobre todo TORPÓN, llegaba a casa lloriqueando, normalmente, con un enorme chichón. Mamá le ponía una cremita que ella la había denominado TORPONCID, ya se la había dedicado al hijo que más la usaba. Le aplicaba el TORPONCID con su enorme mano acariciando la zona afectada y diciéndole con mucho amor:
“Sana, sanita
Culito de rana
Si no se cura hoy
Se curará mañana”
FETi, un día se cayó a un pozo lleno de una suciedad indescriptible. Su hermano mayor logró salvarla. Se rieron un montón puesto que ella no podía oler peor y todos los animales, pequeños, grandes y hasta las aves, huían a su paso.
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No sabemos que tenía aquel pozo, lo cierto es que al día siguiente FETI, tenía mucha fiebre. No sabemos si era porque había dejado toda la noche la ventana abierta al ser imposible respirar el olor que desprendía o por el contenido del pozo. En fin, mamá se dirigió a la parte más sombría del bosque y vino cargada de moho. Con él, preparó un brebaje que le dio a FETI. Durante unos días se lo estuvo tomando. Mamá era una buena doctora. Con su sana, sanita, culito de rana, si no se cura hoy se curará mañana, conseguía hacerle tragar a FETI aquél preparado tan malo. Al poco, se recuperó.
Un día jugando los tres en la parte más tenebrosa del bosque, ya que estaban jugando al escondite, PARCHE, tropezó con un tronco que no vio cayendo todo su cuerpazo en una pequeña charca. El golpetazo fue tan grande que quedó inconsciente durante unos segundos. Cuando abrió los ojos, lo primero que vio fueron unos ojos saltones pegados a su enorme nariz. Era una rana.
Con cuidado levantó su brazo y sigilosamente cogió a la rana por las ancas. Como PARCHE, tenía todo el cuerpo condolido, se restregó el culito de rana por todo, acordándose mentalmente de la cancioncilla que recitaba su madre cada vez que se hacían daño: “Sana, sanita, culito de rana, si no se cura hoy, se curará mañana”.
Cuando hubo restregado el culo del animal por todo su cuerpo dañado, lo soltó. Se incorporó… Ahora no solo le dolía sino que le empezó a picar, como si le quemara. Corrió a su casa gritando.
Su madre al verlo, quedó espantada. Él le explicó lo ocurrido.
¡Dios mío!, dijo mamá, se había restregado con un sapo venenoso. Empezó a elaborar mejunjes y pringues que se los extendió por todo el cuerpo. Le dio un jarabe que a ellos les gustaba mucho. Le decía DALSY, porque a FETI, le parecía delicioso y cuando le dolía algo siempre decía DAR Sí, eso a FETI bueno.
En fin, con todo lo que le dio parece que PARCHE se tranquilizó y pudo dormir toda la noche.
Al día siguiente mamá y papá ogros reunieron a la familia para decirles que tuvieran cuidado con las cosas que les rodeaban. No todo era bueno, ni tampoco malo, pero cuando algo no se sabe o se tienes dudas de lo que es, a los primeros que se pregunta, es a los papás. Así se ahorrarían muchos problemas.
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También dijo mamá que la mejor cura, es la que no se tiene que hacer. Que había que andarse con cuidado. A eso le llamó PREVENCIÓN. Es mejor no caerse que curarse.
Ellos se dieron cuenta que sus papás tenían razón y aunque siguieron con su vida, tenían más cuidado.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Recuérdalo si te ha gustado.