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LOS INICIOS DEL PROGRAMA NUCLEAR COLOMBIANO,
1955-1965: DIPLOMACIA Y AYUDA INTERNACIONAL EN LA
FORMACIÓN DE UNA COMUNIDAD CIENTÍFICA DEL TERCER
MUNDO DURANTE LA ERA DEL DESARROLLO.
TRABAJO PARA ACCEDER AL GRADO DE HISTORIADOR
PRESENTADO POR:
JUAN ANDRÉS LEÓN GÓMEZ
DIRECTOR: ALEXIS H.A. DE GREIFF ACEVEDO
Diciembre de 2003
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TABLA DE CONTENIDO
AGRADECIMIENTOS................................................................................................................................ 3 GLOSARIO DE ABREVIACIONES............................................................................................................ 5 INTRODUCCION........................................................................................................................................ 6 CAPÍTULO 1. ¿UN CENTRO DE INVESTIGACIONES ATÓMICAS EN ESTE PAÍS DE ZULÚS? .......................................................................................... 30 CAPÍTULO 2. LA RESPUESTA COLOMBIANA ..................................................................................... 50 CAPÍTULO 3. INSTITUTO DE ASUNTOS NUCLEARES: UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD .................................................................................. 63 CAPÍTULO 4. LA CASA DEL REACTOR................................................................................................ 79 CAPÍTULO 5. EL CIRCO DEL REACTOR............................................................................................... 99 ANOTACIONES FINALES..................................................................................................................... 110 ANEXO 1. EL IAN EN LA PRENSA ...................................................................................................... 120 FUENTES CONSULTADAS ................................................................................................................... 125
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AGRADECIMIENTOS
La presente monografía, mucho más que un aporte individual, sintetiza cerca de un año de
interacción con muchas personas que siguieron con interés el progreso de la investigación.
Primero que todo, agradezco el cercano, paciente y muy minucioso trabajo de dirección
proveído por Alexis de Greiff. Aspectos como la temática principal y varias de las tesis que
se exponen fueron además de su directa inspiración. Reportes de investigación y ediciones
preliminares fueron leídas y comentadas dentro del Seminario de Estudios Sociales de la
Ciencia, la Tecnología y la Medicina de la Universidad Nacional, sin duda el más destacado
espacio en el país para la discusión de los temas de que trata este trabajo. Las profesoras (y
profesores) Diana Obregón, Olga Restrepo, Stefania Gallini, Néstor Miranda y Mauricio
Nieto estuvieron pendientes de la investigación y con sus preguntas aportaron elementos que
sin duda reconocerán con facilidad en su lectura.
El continuo aplazamiento de esta monografía es ejemplo de lo urgente atravesándose en el
camino de lo importante, y aprecio mucho la inmensa paciencia que se me tuvo en el
Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, y en especial Diana Bonnett.
Espero que la calidad del documento esté a la altura de la excelente labor formativa que allí
se realiza.
Agradezo también a Hugo Fazio cuyo punto de vista hizo posible que la sustentación final
del trabajo fuese fiel a los propósitos de la monografía de no permanecer limitada al espacio
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de los Estudios Sociales de la Ciencia, al tiempo que sus interrogantes abrían camino para
posibles profundizaciones posteriores en el campo.
A la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional y su Observatorio Astronómico se
agradece el haber facilitado a Alexis de Greiff para trabajar en el proyecto y se reconoce la
labor que está desempeñando en abrir un espacio para perspectivas contemporáneas sobre la
ciencia que aún no permean con facilidad las comunidades científicas.
El trabajo con fuentes primarias habría sido imposible sin la valiosa labor del Doctor Dimas
Salamanca y su equipo en el Ministerio de Minas para preservar la memoria documental de
dicha institución, que incluye todo el archivo del Instituto de Asuntos Nucleares. Dimas
además proveyó valiosa información sobre la localización dentro del inmenso archivo de la
documentación relevante a esta monografía.
Se agradece finalmente al Archivo General de la Nación, dentro del cual se complementó la
información primaria concerniente a la Cancillería, el Instituto Colombiano de Asuntos
Nucleares y la Comisión de Energía Atómica de Colombia.
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GLOSARIO DE ABREVIACIONES
AMF: American Machine and Foundry Co.
CEAC: Comisión de Energía Atómica de Colombia
IAEA: International Atomic Energy Agency
IAN: Instituto de Asuntos Nucleares
IANEC: Inter-American Nuclear Energy Comission
ICAN: Instituto Colombiano de Asuntos Nucleares
ICTP: International Centre for Theoretical Physics
OEA: Organización de Estados Americanos
OIEA: Organismo Internacional de Energía Atómica
ONU: Organización de Naciones Unidas
UNAEC: United Nations Atomic Energy Comission
USAEC: United States Atomic Energy Comission
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INTRODUCCION
Reactor Nuclear IAN-R1
Las obras que hoy inauguramos representan la feliz culminación de un prolongado y
muchas veces agotador esfuerzo. Para llegar a este día, hemos desbrozado largos
caminos en el terreno de la incomprensión. Aún hoy, no son pocos los que piensan que
la Energía Nuclear es para países desarrollados y no para pueblos como nosotros que
pobremente se hayan empeñados en la dura lucha contra el subdesarrollo
Tulio A. Marulanda.
Discurso de inauguración del reactor nuclear del Instituto de Asuntos Nucleares en
Bogotá, Colombia. Febrero 20 de 1965.
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El anterior fragmento de discurso es una excelente condensación de los elementos
principales que serán desarrollados a lo largo de esta monografía, que tiene como propósito
el análisis de los primeros años de una institución científica del Tercer Mundo1
especialmente representativa de la década de los años 50s y 60s. El estudio abarca el período
entre 1955 y 1965 durante el cual surge la idea de dar apoyo estatal importante a una
institución destinada a la investigación e incorporación al país de las promisorias ciencias
nucleares, y que desde muy temprano tuvo entre sus objetivos principales la consecución de
un reactor nuclear.
El presente trabajo se localiza en la rama de Historia de la Ciencia, en el sentido de que
describe la evolución temprana de una institución dedicada a las ciencias nucleares, uno de
los grandes símbolos del progreso científico del siglo XX. Dicha disciplina, algo marginada
por los historiadores propiamente dichos, fue por mucho tiempo y aún hoy en buena parte
cultivada por personas cercanas a sus temas de estudio. Pero en las últimas décadas se ha
expandido rápidamente un cuerpo de profesionales en la materia con sus correspondientes
instituciones educativas, publicaciones y lugar dentro de las ciencias sociales y puente de
diálogo de éstas con las naturales. Ha además hecho frente al interrogante, tan primordial en
una sociedad hipertecnológica e hipercientífica, de cuál es la naturaleza misma de lo que se
denomina “ciencia”.
1A lo largo del presente documento se hace repetida referencia a términos como Tercer Mundo, países en
desarrollo ó subdesarrollados, o países del Sur, los cuales se tratarán como conceptualmente equivalentes a pesar de los matices ideológicos que cada uno carga. Mientras que el primero fue promovido por sus connotaciones políticas en analogía con el “tercer estado” y preferido por el grupo de los no alineados, el segundo es el de mayor difusión durante el período estudiado en esta monografía y su significado será analizado con detalle en la monografía. El tercero ha tomado fuerza en los últimos años probablemente por su aparente vaguedad ideológica. En cualquiera de ellos en todo caso destaca el tratarse de identificaciones relativas a un Norte poderoso y “desarrollado”.
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Uno de los principales logros de las últimas décadas consistió en dejar de percibirse la
ciencia como actividad eminentemente externa a las condiciones sociales en que es creada,
para pasar a analizarse no sólo su institucionalidad sino también su contenido bajo la lupa del
científico social, por lo que la historia de la ciencia suele inscribirse contemporánemente
dentro de lo que se denominan los Estudios Sociales de la Ciencia.
Aunque cada día se constituye en una tarea más importante para quien investiga la ciencia
desde una pespectiva social, el presente trabajo no tendrá mayor discusión sobre el
contenido de las teorías de las ciencias nucleares. Concentra su atención en la manera como
lo relacionado con lo nuclear fue percibido durante los primeros años de la guerra fría,
partiendo de la experiencia colombiana.
Como primer aporte importante, mostrará cómo lo nuclear se constituye en un caso ejemplar
de la relación en este período entre la retórica de los científicos, que proclama a dicha
actividad como aquella que permitirá al ser humano alcanzar su mayor potencial y bienestar,
y la ideología del llamado desarrollo, que a grandes rasgos proclama similares consecuencias
como resultado de someterse a las políticas de ayuda y reestructuración económica. Todo
esto ejemplarizado mediante el estudio de una institución local plenamente inmersa en dichos
universos.
En función de dicho propósito, es importante discutir sobre lo que se ha escrito respecto a la
práctica científica en países que pueden considerarse en la “periferia” de lo que Xavier
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Polanco en analogía al concepto Braudeliano-Wallensteiniano llamaría “ciencia-mundo2”. De
por sí muy minoritarios aunque en crecimiento, los trabajos académicos que se concentran
en la adopción de la ciencia por fuera de la esfera occidental se encuentran concentrados
precisamente en aquellos países que, a pesar de haber estado marginados de la actividad
científica, pueden considerarse hoy en día como parte del centro. Alguna dedicación es dada
a las contadas excepciones de países como Brasil, Argentina, cuya producción científica es
muy notoria dentro del Tercer Mundo.
El muy conocido trabajo de George Basalla3 se nutre de ejemplos como Estados Unidos y
Rusia de comienzos del Siglo XX, Argentina, Brasil, Canadá o Australia. Algunos de los
principales investigadores del campo como Pyenson4 en Canadá, McLeod5 en Australia, o
Antonio Lafuente en España6 confirman esta tendencia. La debilidad de la comunidad
académica local dificulta la existencia de personas que se dedican a los estudios de la ciencia
2Polanco toma prestada la idea originalmente planteada por Fernand Braudel y Inmanuel Wallenstein de
economías – mundo: “Un espacio que varía lentamente...” “Una economía – mundo es una suma de espacios individuales, económicos y no económicos, reagrupados por ella...” “...en principio es la más vasta zona de coherencia en un período y parte dados del mundo...” “... transgrede ordinariamente los límites de otros agrupamientos masivos de historia...”. El concepto pretende contrastar con la noción de una “economía mundial” universal y democratizada, resaltando una interacción jerarquizada, con centros y periferias geográficos e ideológicos que además engloba más que aspectos puramente económicos. Polanco pretende además resaltar la fuerte interrrelación de la ciencia con el entorno económico internacional. Una “ciencia – mundo” de Polanco para el período tratado en esta monografía comprenderá como centros a las metrópolis europeas y Norteamérica, con los países del mundo en desarrollo en relación periférica. Polanco, Xavier. “Une science-monde: la mondialisation de la science europeénne et la création de traditions scientifiques locales” en Polanco, X. (ed.) Naissance et Developpement de la Science-Monde. Éditions de la Découverte, Conseil de l-Europe, UNESCO. 1990. págs 11-17.
3Basalla, George, “The Spread of Western Science”, en Science, 156, 611 (1967). Washington: American Association for the Advancement of Science.
4Pyenson, Lewis. “Science and Imperialism” en Olby, R.C. (ed.), Companion to the History of Modern Science. London: Routledge 1990.
5McLeod, Roy. “On visiting the moving metropolis: reflections on the architecture of imperial science” en Historical Records of Australian Science Vol 5 No. 3 1982.
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(y paradójicamente de la ciencia periférica) y que los trabajos puedan adentrarse en forma
crítica a su historia científica7. Muchos de los estudios centrados en regiones hoy periféricas
surgen en instituciones académicas de élite de países industrializados. Los trabajos en
historia de la ciencia producidos en países más representativos del Sur como Colombia son
minoritarios aún dentro de lo que se escribe de ciencia periférica.
En el caso particular de nuestro país, los estudios sociales de la ciencia han tenido un
importante auge en las últimas décadas que se ve reflejado en un cubrimiento cada vez más
completo de lo que ha sido la actividad científica en el país con una perspectiva cada vez
más consciente de la ciencia como un fenómeno social. En disciplinas como la medicina y la
historia natural los trabajos son destacados8.
Lo mismo no puede decirse, sin embargo, sobre las ciencias físico-matemáticas que a lo
largo del Siglo XX se constituyeron en el paradigma máximo del ideal científico en
occidente. Dichas disciplinas hasta el momento han sido investigadas principalmente sus
profesionales, lo que explica las temáticas fuertemente internalistas de los trabajos, que en
general tienen como uno de sus propósitos servir como memoria fundacional para jóvenes
profesiones en busca de legitimidad, si bien cada vez con una mayor conciencia respecto a la
6Lafuente, Antonio y Maria Ortega “Modelos de mundialización de la ciencia” en Arbor 142, 93. Junio
1992. 7Restrepo, Olga “En Busca del Orden: Ciencia y Poder en Colombia”. Asclepio 50, No. 2, 33-75 (1998).
Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 8Amaya, Jose Antonio. Mutis, apotre de Linee en Nouvelle-Grenade. Histoire de la Botanique dans la vice-
royauté de la Nouvelle-Grenade (1760-1783). Barcelona: CSIC, Institut de Cultura, 1999. Nieto Olarte, Mauricio. Remedios para el Imperio: Historia Natural y la Apropiación del Nuevo Mundo.
Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2000. Obregón, Diana. Batallas contra la Lepra: Estado, Medicina y Ciencia en Colombia. Medellín: Fondo
Editorial Universidad EAFIT – Banco de la República, 2002.
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importancia del entorno social para la producción científica. Una mayoría considerable de
estos se concentra en la biografía de héroes científicos colombianos del campo como
Francisco José de Caldas9 o Julio Garavito10, o en la introducción al país de teorías
científicas importantes. Recientemente han empezado los trabajos sobre las ciencias exactas
desde la perspectiva de las ciencias sociales11.
Otro propósito importante de la presente monografía será pues hacer un aporte a los
estudios sobre la adopción del tipo de conocimiento de las ciencias físico-naturales en un
país sin notoria tradición en el campo como Colombia.
El principal tópico que permea la monografía se vislumbra en las palabras de Tulio
Marulanda: el desarrollo a mediados del siglo XX. Las décadas que abarcan desde el final de
la Segunda Guerra Mundial hasta los años 80s suele denominarse “la era del desarrollo” con
el propósito de denotar la radical transformación que ocurrió en el mundo y, en especial, los
territorios antes bajo control colonial, hacia la modernidad. Durante este período el anhelo
por alcanzar de alguna manera los logros que llevaron a Occidente al dominio global se hizo
universal, acompañado por la certidumbre de que dicha transformación necesariamente
traería consigo un bienestar material nunca antes visto. Más importante, la retórica a partir
de la cual se articularon las relaciones entre los países industrializados y el resto del mundo
9Martinez-Chavanz, Regino. “La Física en Colombia y su Filosofía” en Vasco, Carlos E. Orozco, L.E. y
Obregón D (eds.) Historia Social de la Ciencia en Colombia. Vol. 6. Bogotá, Colciencias 1993.. 10Arias de Greiff, Jorge. La Astronomía en Colombia. Bogotá: Academia Colombiana de Ciencias Exactas
Físicas y Naturales 1993. 11Quintero, Camilo. La Astronomía en Colombia, 1867-1949 : reflexiones sobre el problema centro-
periferia en la producción de conocimiento científico. Bogotá: Universidad de los Andes (Tesis Historia), 2002.
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se adaptó a dicho clima, formandose lo que sería ya no la “idea” sino la práctica del
desarrollo de manos de una amplia constelación de mecanismos de ayuda internacional. La
doctrina llegó a proclamar que para vencer el subdesarrollo era imprescindible el apoyo por
parte de los “desarrollados”, en efecto creándose unos nuevos lazos de dependencia que
reemplazaron las estructuras colonialistas en desaparición.
La hegemonía del discurso del desarrollo fue tal que en su período de formación algunos de
los elementos de contraposición comunismo-capitalismo en el Tercer Mundo se
desdibujaron ante el fomento de las estrategias de desarrollo con similar entusiasmo por los
Estados Unidos y la Unión Soviética. La pregunta no fue si debía o no producirse el
desarrollo y, en todo caso, las estrategias tomadas por países pobres cercanos al mundo
socialista tampoco serían fundamentalmente diferentes en muchos casos a lo recomendado
por los desarrollistas occidentales (industrialización, urbalización, etc.). La discusión sobre
la idoneidad de un sistema económico – político se hacía muchas veces en función de cuál
era el más apropiado para alcanzar el desarrollo.
Durante la última década y ya desde una perspectiva coherente con la decadencia de la “era
del desarrollo”, han surgido obras importantes sobre el tema, incluyendo una cuyo caso
principal de estudio es Colombia. Arturo Escobar12, desde una perspectiva foucaultiana,
hace un completo recorrido por la manera en que a lo largo de cuarenta años se pretendió
“desarrollar” a Colombia, concentrando especial atención en la idea inherente al modelo de
que el propósito es la occidentalización de la humanidad como única vía hacia el bienestar.
13
Señalará que para efectos prácticos este discurso, en el sentido de Foucault, constituye una
herramienta de dominación. Gilbert Rist13, desde una posición claramente en defensa de la
autonomía (self-reliance) económica como una alternativa para los países del Sur, hace un
recorrido histórico por los diversos matices que ha tomado la ideología del desarrollo que ve
fuertemente arraigada en Occidente, y cuyas implicaciones materiales reales son la
dominación del otro. Ambos coincidirán en que un elemento central de la doctrina del
desarrollo es adopción de un discurso universalista. Para Rist nadie discute que desarrollarse
es un propósito noble. Como una doctrina religiosa, la ideología del desarrollo además de su
mesianismo universalista habla en términos muy amplios (vagos) de ser la clave para la
salvación, justificando prácticamente cualquier política, que a pesar de sus nefastas
consecuencias de corto plazo se considere necesaria para el desarrollo.
Hay sin embargo un hecho notorio en ambos trabajos, y es la falta de atención en ellas hacia
la ciencia. Y es que aunque una parte constitutiva del discurso del desarrollo es la
transferencia tecnológica, manifestaciones menos directamente aplicables del conocimiento
occidental también jugaron un papel, como se apreciará en el presente trabajo. Más aún, el
papel de la comunidad científica en el desarrollo fue fuertemente promovido, lo que por otra
parte reitera la idea de Rist respecto a la interpretación mesiánica del desarrollo teniendo en
cuenta que en la modernidad se percibe a los científicos como los depositarios de los
métodos y saberes que separan a Occidente de las sociedades tradicionales. Si queremos
llegar a ser como el Occidente utópico, debemos hacer un sacrificio “al corto plazo” e
12Escobar, Arturo. La Invención del Tercer Mundo. Construcción y Deconstrucción del Desarrollo. Bogotá:
Grupo Editorial Norma, 1998.
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invertir en empresas cuyos beneficios son imponderables (en el triple sentido de inmensos
pero también indeterminados o inexistentes), lo que es prácticamente una reproducción del
discurso científico sobre la manera como llegan los beneficios de la investigación “pura”.
Esto no quiere decir que no haya habido científicos que considerasen que, por el contrario,
la práctica científica era una labor a la que sólo debían dedicarse países con recursos
suficientes y que el Tercer Mundo se debía concentrar en la adaptación de tecnologías para
su desarrollo, pudiendo aprovechar la ciencia que fuese necesaria gracias a haber sido ésta
ya probada por los países que la desarrollaron en primer lugar14. Sin embargo, los científicos
que regresaban a sus países después de un período de formación en el Norte tendían a
adherirse a la visión de que parte importante del camino hacia el desarrollo era la adopción
de una mentalidad “científica” en la sociedad, labor para la cual ellos debían jugar un papel
importante15.
La presente monografía por tratar el tema de las ciencias nucleares es muy particular dentro
de la historia de la ciencia por cuanto que, en especial durante el período investigado, dichas
disciplinas tienen asociado mucho más que la idea tradicional de la ciencia como búsqueda
13Rist, Gilbert. The History of Developlment. From Western Origins to Global Faith. 2nd Ed. Londres: Zed
Books Ltd, 1999. 14Véase por ejemplo de De Greiff, A. The International Centre for Theoretical Physics, 1960-1979.
Ideology and Practice in a United Nations Institution for Scientific Cooperation and Third World Development. Londres: Imperial College of Science and Technology (Tesis Doctoral), 2001 y De Greiff, A. “A tale of two peripheries: The creation of the International Centre for Theoretical Physics in Trieste”. Historical Studies in the Physical and Biological Sciences 33, No. 1. Número especial, A. de Greiff y David Kaiser, eds. 33-59 (2002).
15Para el período en cuestión tiene gran influencia la visión de Walter W.Rostow según la cual una de las precondiciones para superar la “sociedad tradicional” es la adopción de la ciencia, llegando a denominar a las sociedades no modernizadas como “pre-newtonianas”. (Rostow, Walter W. The Stages of Economic Growth: A non-communist Manifesto. Cambridge, Cambridge Univ.Press 1960).
15
desinteresada por el conocimiento. Antes de los años 40s, los fenómenos asociados con el
núcleo atómico, eran hasta cierto punto campo de la investigación “pura” teniendo como
mayor aplicación práctica el fenómeno de la radioactividad en el tratamiento del cáncer16.
Con el desarrollo de la bomba nuclear durante la Segunda Guerra Mundial, esta ciencia
“pura” pasó a ocupar un papel central en la política de defensa en los países industrializados.
Las ciencias nucleares son la primera línea de batalla y el instrumento político central de la
Guerra Fría. Esto sin duda fomentó la investigación de los programas nucleares del mundo.
Pero el interés principal en este campo está concentrado en países que podrían denominarse
“superpotencias” nucleares: Estados Unidos, URSS/Rusia, Reino Unido, Francia, y China17.
La historiografía de los programas nucleares es uno de los campos centrales dentro de lo
que se ha escrito sobre la guerra fría.
Más interesante y cercano al tema de este trabajo son las obras realizadas acerca de los
programas nucleares en países del denominado Tercer Mundo. De nuevo el principal interés
de los investigadores se enfoca en aquellos países que desarrollaron eventualmente
armamento nuclear. Itty Abraham18 ha realizado una completa obra dedicada al desarrollo
del programa nuclear de la India. Avner Cohen19 ha estudiado el caso Israelí, y hay
16Heilbron, J.L. y Seidel, R.W. Lawrence and his Laboratory: A History of the Lawrence Berkeley
Laboratory. University of California Press 1989. 17Rhodes, Richard. The Making of the Atomic Bomb. New York: Touchstone, 1996; Hansen, Chuck. US Nuclear Weapons: The Secret History. New York: Aerofax, 1998; Holloway, David. Stalin and the Bomb. New Haven: Yale University Press. 1994; Cochran, T.B., Norris, Robert S. y Bukharin, Oleg A. Making the Russian Bomb: From Stalin to Yeltsin.
Boulder: Westview Press, 1995; Norris, R., Burrows, A.S., y Fieldhouse, R.W. British, French and Chinese Nuclear Weapons. Boulder,
Westview Press, 1994. 18Abraham, Itty. The Making of the Indian Atomic Bomb. Science, Secrecy and the Postcolonial State.
Londres: Zed Books Ltd. 1998. 19Cohen, Avner. Israel and the Bomb. New York, Columbia University Press, 1998.
16
bibliografía creciente sobre los programas nucleares de países como Iraq20, Iran21,
Pakistan22, Corea del Norte23, Sudáfrica24, Brasil y Argentina25. Algunos de estos estudios
serán útiles en la monografía, aunque precisamente por lo que dicen respecto a las
intenciones no armamentistas de los esfuerzos nucleares en dichos países. Bibliografía que se
dedique a la historia de un programa que no haya incluido la creación de bombas nucleares
es prácticamente inexistente con excepción de un estudio del caso mexicano para un período
posterior26. La presente monografía pretende hacer frente a este vacío al mostrar las
características del programa nuclear colombiano y contrastarlas con aquellas de los países
cuyos esfuerzos en materia nuclear han sido ampliamente documentados.
Durante las últimas décadas los esfuerzos de no-proliferación en el Tercer Mundo, por parte
de las potencias nucleares establecidas, han impulsado con relativo éxito la idea de que los
esfuerzos de un país en materia nuclear son de por sí sospechosos de tener como objetivo la
obtención de “la bomba”. Para el mundo industrializado fue en particular escandaloso cómo
un programa a todas las luces eminentemente civil como el de la India eventualmente hizo el
paso hacia un “explosivo nuclear pacífico” probado en 1974, momento en que ya se ha
tomado consenso entre las superpotencias de que las explosiones atómicas deben ser
20Hamza, Khidir. “Inside Saddam's Secret Nuclear Program”. Bulletin of Atomic Scientists Sept. 1997. 21Albright, David. “An Iranian Bomb?” Bulletin of Atomic Scientists Jul 1995. 22Samina, Ahmed y Cortright, David. Pakistan and the Bomb: Public Opinion and Nuclear Options. Notre
Dame: Notre Dame University Press, 1998. 23Sigal, Leon V. Disarming Stragers: Nuclear Diplomacy with North Korea. Princeton: Princeton
University Press, 1998. 24Albright, David. “South Africa and the Affordable Bomb”. Bulletin of Atomic Scientists Jul. 1994. 25 Mariscoti, M. El Secreto Atómico de Huemul. Buenos Aires: Suramericana-Planeta 1985; Hymans, Jacques C. “On Gauchos and Gringos: Why Argentina never wanted the bomb and why the United Stated Thought it did”. Security Studies 10 No. 3. 153-185 (2001). 26Stevis, D y Mumme, S.P. “Nuclear Power, Technological Autonomy and the State in Mexico”. Latin
American Research Review 26 No 3, 55-82 (1991)
17
consideradas como beligerantes independientemente de cualquier retórica. Hasta comienzos
de los años 60s eran comunes las explosiones nucleares “pacíficas”, indistinguibles en la
práctica de pruebas armamentistas27. Pero a causa de la creciente oposición pública y del
reconocimiento de un interés común en la limitación de espacios legítimos de desarrollar
explosivos nucleares, estas pruebas se limitaron fuertemente en el primer gran tratado de
limitación de explosiones de las superpotencias en 1964, el “Limited Test Ban Treaty”, y
luego en el “Nonproliferation Treaty” de 1968 donde son tratados a la par con bombas de
uso militar. Si había de usarse explosivos nucleares para obras civiles, estos deberían ser
proveídos por alguno de los estados ya oficialmente nuclearizados.
El excesivo enfoque que se ha dado al aspecto de elaboración de bombas de un programa
nuclear explica el desinterés por casos como el colombiano, que evidentemente no tenían
capacidad ni intención de desarrollar armas de destrucción masiva. Una contribución de la
presente monografía es ayudar a responder a la siguiente pregunta: ¿qué es lo que impulsa a
un país pobre a embarcarse en un proyecto nuclear si no es su ambición militar? Colombia
no es para nada un caso aislado, estando la mayoría de los países que eventualmente
formarían el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en similares
circunstancias. Aunque no se tiene elementos para un estudio comparativo, las situaciones
que llevan a formar un Instituto de Asuntos Nucleares y la adquisición de un reactor nuclear
27Barletta, Michael. Pernicious Ideas in World Politics: Peaceful Nuclear Explosives. Monterrey:
Monterrey Institute of International Studies, 2001; Nordyke, M.D. The Soviet Program for Peaceful uses of Nuclear Explosions. Livermore: Lawrence
Livermore National Laboratory, 2000; El entonces exdirector del programa nuclear indio Raj Ramanna diría en 1997 sobre la prueba de 1974:
“The [1974] Pokhran test was a bomb, I can tell you now... An explosion is an explosion, a gun is a gun, whether you shoot at someone or shoot at the ground...”. Reportado por la Press Trust of India, Octubre 10, 1997.
18
en Colombia, Venezuela, Egipto o Vietnam del Sur deben tener similaridades importantes.
Incluso, puede que estos casos puedan ser extrapolados en parte a países que de hecho
tuvieron intenciones bélicas. El que las hayan tenido no descarta que los motivos principales
de sus programas nucleares fuesen distintos de la producción de un explosivo nuclear. A la
luz de la historiografía estudiada, el único programa nuclear temprano del Tercer Mundo
con intenciones claramente bélicas desde un comienzo fue el israelí. Más bien lo que sí
destaca es que la gran mayoría de los países tercermundistas que pensaron en la bomba
tenían ya un programa establecido antes de la posibilidad de ayuda estadounidense, mientras
que en países como el nuestro la institucionalización en materia nuclear fue directamente
causada por la política de “Átomos para la Paz”28. Esto en sí mismo provee una gran pista
respecto a los posibles alcances de dichos programas nucleares, ya que antes de que fuese
introducidos los mecanismos de control internacional, un país no tenía incentivo alguno para
desatender aquellos aspectos que podrían en un momento dado ser útiles para la producción
de bombas. Así no se tuviera un deseo inmediato de ser potencia nuclear, era posible
mantener una ambiguedad tecnológica tal que, en el momento que se tomara la decisión,
gran parte del camino estuviera recorrido. Dichos países por lo general además introdujeron
una cultura del secreto en sus programas que resaltaba dicha ambiguedad, lo que por otra
parte era un efecto deseable. Itty Abraham muestra cómo en la India la alta confidencialidad
28Países como Pakistán, Iraq e Irán, empezaron con proyectos parecidos al colombiano iniciados por
“Átomos para la Paz”, pero no es a raíz de estos que surgen los programas armamentistas. En todos estos casos los primeros proyectos coinciden con regímenes muy cercanos a Washington que luego son depuestos para dar paso a regimenes populistas o fundamentalistas que alteran radicalmente la política exterior de sus países y que incian nuevos programas nucleares bajo control de las fuerzas armadas.
19
servía, mucho más que contra el espionaje extranjero, para incrementar la admiración hacia
el programa nuclear en su aura misteriosa29.
Esta monografía resaltará cómo el programa en un país con poco interés en el tema, cuyo
principal motor es la ayuda externa, funciona de forma radicalmente diferente. En Colombia
habrá un fuerte interés en mantener una imagen internacional favorable resaltando su
carácter pacífico, y permanentemente en búsqueda de una mayor consolidación institucional
dado que las investigaciones nucleares no son consideradas prioritarias por el gobierno
nacional. Los científicos colombianos encontrarán en el prestigio que gozan los programas
nucleares, y en especial un instrumento central de la monografía que será el reactor nuclear,
los principales aliados en la búsqueda de un espacio de realización profesional.
Antes de entrar en materia es conveniente tener en consideración las fuentes utilizadas para
la realización de la presente monografía. Pese a sus algo más de treinta años de existencia, la
literatura sobre el Instituto de Asuntos Nucleares de Colombia (IAN) es muy escasa para el
período en cuestión, existiendo únicamente una breve historia institucional preparada para la
publicación que conmemoraba los treinta años del Instituto en 198930. Los datos contenidos,
aunque muy valiosos no tratan el tema del reactor nuclear y su adquisición, asunto que,
como veremos, es central en la concepción, construcción y consolidación del IAN.
29Abraham, Itty, opcit cap. 5 30Zamora C, Héctor H. y Ahumada B. Jaime J. “Breve Reseña Histórica” en Ahumada B. Jaime J et al
Instituto de Asuntos Nucleares: Ciencia y Tecnología Para el Progreso. Bogotá, Instituto de Asuntos Nucleares, 1989.
20
Existe también una tesis de grado de Sociología de la Universidad Nacional31, pero salvo un
primer capítulo que trata sobre el período del primer Instituto Colombiano de Asuntos
Nucleares (ICAN, 1956-1959), se concentra en un análisis institucional de su situación
contemporánea hacia 1990. Notoriamente el papel del reactor nuclear en los años 1960-
1965 es inexistente.
La mayoría de las fuentes en que se basa la monografía es por lo tanto de carácter
primario32. Por una parte se acudió a las actas de la junta directiva de la institución,
disponibles en el archivo del Ministerio de Minas y Energía. Además, se examinó la
correspondencia del período que abarca desde inicios del IAN en 1959 hasta 1965, tanto en
el archivo del Ministerio de Minas como en el Archivo General de la Nación, donde residen
comunicaciones diplomáticas concernientes a temas nucleares, casi exclusivamente
relacionadas con el Instituto. En general las entrevistas realizadas no llevaron a información
no disponible en archivos, y quien fuera el principal protagonista humano de la historia,
Tulio Marulanda, falleció hace ya más de quince años. La ya mencionada tesis de grado
sirvió para esclarecer algunos aspectos concernientes al primer ICAN, habiéndose realizado
para su elaboración una entrevista al ex-director de entonces. Notoriamente hay un hueco
documental en el archivo del IAN respecto a esa primera institución que obligó a recurrir
únicamente a la correspondencia de dicha entidad para dilucidar sus actividades. La razón
como se mencionará posteriormente, tiene que ver con la intención deliberada del nuevo
Instituto de borrar la existencia de una entidad anterior al año 1959.
31Ortiz G. Isabel Cristina y Benavides J. Liliana. Papel del IAN en la conformación de una comunidad
profesional científica en Colombia. Bogotá, Universidad Nacional (Tesis Sociología) 1990.
21
En cuanto a consideraciones teóricas que vale la pena tener en cuenta, primero que todo,
dado que la monografía trata sobre el hoy tan controversial tema de la energía nuclear, es
difícil evitar un sesgo que desacredita el optimismo con que en los primeros años de la
Guerra Fría se veía a esta tecnología. Teniendo en cuenta que una característica notoria a lo
largo del texto es la omnipresencia del Reactor Nuclear como elemento central, aún cuando
éste estaba ausente como objeto material, surge la tentación, sobre todo a la luz del fracaso
en el mundo en general y en Colombia en particular de la promesa de la utopía atómica, de
valorar de antemano la adquisición de dicho instrumento como una tragicómica aventura
tercermundista sin beneficios reales, más bien motivada por esperanzas sobredimensionadas
en el instrumento. Hacia 1960 no era la visión predominante, todo lo contrario. Prueba de
ello es el casi centenar de reactores similares que fueron instalados en varias partes del
mundo. Itty Abraham33 concentra gran atención al simbolismo que rodea el programa
nuclear indio que rebasa sus posibles repercusiones materiales. Para él los reactores y todo el
programa califican como un fetiche, cuya función principal es despertar la admiración y el
respeto, en sustitución de una realidad material, y asevera que debido a ello necesariamente
éste ha de producir nuevos “logros” ante el cuestionamiento al que la admiración
inevitablemente conduce, produciéndose eventualmente una bomba atómica. Veremos más
adelante cómo, guardadas proporciones, el caso del reactor nuclear colombiano tiene
elementos parecidos. Obviamente nunca hubo aquí intenciones de armamento nuclear, y
debido a su naturaleza de receptor de ayuda tampoco una cultura de secreto. Pero a lo largo
32Para comprender la notación de fuentes primarias utilizada a lo largo del documento ver el apéndice
correspondiente al final de la monografía. 33Abraham, Itty, opcit. cap. 5
22
de la monografía se hará presente cómo el reactor nuclear como elemento central de la
formación del IAN en sus primeros años es principalmente un elemento de prestigio.
Pero hay en todo caso que cuestionar algo la concepción misma de Abraham respecto al
carácter de “fetiche” de los reactores y programas nucleares. El autor es especializado en
estudios postcoloniales, no en las corrientes contemporáneas que estudian socialmente la
actividad científica.
Bruno Latour, en un valioso intento de cuestionar profundamente lo que considera los más
graves problemas de la ciencia occidental34, nos recuerda que éstos en gran medida están
sostenidos sobre la separación entre hechos y “creencias”: lo objetivo y lo subjetivo. Los
primeros fuera del alcance del escrutinio público por su proclamanda neutralidad y
universalidad, a pesar de ser estos también una realización humana. El autor nos despierta
ante las pretensiones de quien reconoce al fetiche, el iconoclasta. Su labor no es más que
descubrir para todos que el objeto es fabricado, construido. Pero para hacerlo, debe estar
inmerso dentro de la división occidental de hechos “reales” y hechos fabricados. La
propuesta de Latour es desdibujar totalmente la dicotomía entre fabricado y real (o natural),
reconociendo que debe haber una unificación de criterios que aplique al conocimiento.
Pretender denunciar la idolatría del reactor a comienzos de los sesentas, “destapando la farsa
que se esconde detrás” sería de por sí una actitud absolutista respecto a la naturaleza del
reactor. Más bien debemos concentrarnos en lo que representa para los actores que giran en
torno a éste y cómo estos además tendrán actitudes hacia éste que no podrían descalificarse
23
fácilmente de ingenuas. Hay que evitar la tentación de ver en las acciones de quienes
trabajaban en el IAN ciencia “imperfecta”, más bien procurando obtener valiosas pistas
sobre elementos que forman parte de la labor científica, que no necesariamente deben
concordar con el tipo ideal de ciencia que aún se publicita.
Dentro de lo que consideraba como una de las directivas principales en el camino hacia una
sociología “fuerte” del conocimiento científico, David Bloor enfatizaba el respeto a lo que
denomina el principio de neutralidad35. Una característica común de los trabajos en historia y
sociología de la ciencia temprana es su intento de, basados en el conocimiento actual de una
disciplina, adentrarse al estudio de investigaciones científicas cuyos resultados no tienen
validez ante la comunidad contemporánea con el propósito de intentar explicar las causas
sociales que podrían haber permitido la prevalencia de una idea “falsa”. Los resultados
“verdaderos” por el contrario no debían ser explicados sociológicamente al ser el fruto de un
método científico bien aplicado. Es importante mantener esto en mente cuando se trabaja
con una tan desacreditada tecnología como la nuclear, procurándose que el análisis no sea
distinto que el que podría hacerse de una rama del saber que contara hoy en día con una
legitimidad como la que podría tener las ciencias nucleares hacia los años 60s.
Piénsese nada más en la otra gran hazaña tecnológica de la Guerra Fría: la exploración
espacial36. Los paralelos con el caso nuclear son evidentes tratándose en las superpotencias
34Latour, Bruno. La Esperanza de Pandora. Ensayos Sobre la Realidad de los Estudios de la Ciencia.
Barcelona, Gedisa, 2001. cap. 9 35Bloor, David. Knowledge and Social Imagery, 2nd Edition. Chicago: University of Chicago Press 1991. 36McDougall, W.A. Heavens and the Earth: The Political History of Space. Baltimore, Johns Hopkins
University Press 1997.
24
principalmente de un efecto secundario del desarrollo de una tecnología militarmente vital
como los misiles. Los cohetes enviados al espacio despertaron esperanzas de un futuro para
la humanidad fuera de la Tierra, convirtiéndose en una prioridad para el prestigio nacional, al
tiempo que presentaban un enorme potencial de uso militar (satélites espías, plataformas con
armamento). La gran diferencia es el aún gran prestigio que gozan los programas espaciales
actualmente, considerándose incluso un campo en que países del Tercer Mundo compiten
con las potencias tradicionales por un lucrativo mercado de lanzamiento de satélites
comerciales. A mediados de los 60s sería difícil prever que mientras que los programas
espaciales continuarían contando con apoyo popular y siendo percibidos como valiosos, en
la mayoría de los países los esfuerzos en materia nuclear son vistos con sospecha, costosos y
riesgosos.
Otro recurso teórico de gran utilidad en esta monografía tiene que ver con el novedoso
tratamiento que autores como el ya mencionado Bruno Latour, dada su renuncia a la
pretensión de una distinción entre sujeto y objeto, proponen para explicar la actividad de los
científicos37. En contraposición con la noción ingenua según la cual el éxito de un proyecto
científico es consecuencia de un método bien aplicado que hace que los hechos por sí
mismos despejen cualquier duda, se propone al científico como persona cuya tarea es enrolar
aliados que le permitan consolidar sus pretensiones. La principal novedad consiste en incluir
dentro de los potenciales aliados los “actores no humanos” que modernamente tendrían la
categoría de objetos pasivos, y que abarcan desde animales y herramientas de trabajo hasta
los contenidos mismos del trabajo científico. De esta manera puede integrarse bajo un mismo
25
esquema de interpretación lo que anteriormente se distinguiría como intrínsecamente
científico o como “aspectos sociales” de la ciencia. Va a hacerse notorio a lo largo de la
presente monografía que el reactor nuclear asume muy bien la categoría de actor no humano
siendo punto de encuentro de los grupos de intereses que convergen en la historia. Mucho
más que un pasivo instrumento científico cada uno necesita al reactor como aliado para su
causa, pero también el reactor impone condiciones a cada uno de ellos que hacen que deban
modificar sus pretensiones originales.
Un último tópico recurrente en la monografía está relacionado con la interrelación que se
presenta entre investigación científica y diplomacia. Cabe anotar que dentro de lo que se ha
escrito en materia de relaciones internacionales de Colombia38, no hay mención al papel que
jugaron en éstas las instituciones encargadas del programa nuclear colombiano, omisión
considerable teniendo en cuenta la magnitud de recursos económicos que fueron movidos en
este campo. A lo largo del documento se mostrará la manera como las circunstancias del
período llevan a un científico, el director del Instituto de Asuntos Nucleares, a convertirse
en un diplomático ante las instituciones nucleares de los Estados Unidos y los organismos
internacionales. Una manifestación del surgimiento de “diplomáticos-científicos”39 a
mediados de Siglo XX cuando debido a su notoriedad en la fabricación de la bomba atómica
y otros proyectos tecnológicos, los físicos y químicos son considerados con autoridad moral
37Latour, Bruno. opcit. 38Véase por ejemplo Pardo, Rodrigo y Tokatlian, Juan G. Política Exterior Colombiana: ¿De la
subordinación a la autonomía? Bogotá: Tercer Mundo Editores y Ediciones Uniandes, 1988. y Ardila, Martha. ¿Cambio de Norte? Momentos Críticos de la Política Exterior Colombiana. Bogotá, Tercer Mundo Editores e Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, 1991.
39El término ha sido introducido a la historiografía de la ciencia por parte de Alexis de Greiff. Véase De Greiff, A. (2001) opcit. Cap 2.
26
significativa en materia de cooperación internacional y desarrollo. En el caso colombiano
esto ocurrirá en oposición al manejo de la diplomacia que ejercía la Cancillería y que era
incapaz de hacer frente a los requerimientos impuestos por unas relaciones internacionales
orientadas hacia temas científicos y técnicos.
La monografía por otra parte es rica en ejemplos que refuerzan la idea de Colombia como
un país fuertemente sometido en política exterior a los Estados Unidos durante las
dictaduras militares y las primeras administraciones del Frente Nacional. Nada más hay que
recordar el fragmento del discurso de inauguración como Presidente de Colombia de
Guillermo León Valencia el 7 de Agosto de 1962:
Desde el punto de vista de la política internacional el gobierno seguirá las luminosas
huellas de mi ilustre antecesor, que corresponden a la más egregia tradición colombiana
en esta materia... ubicada dentro de la organización hemisférica y del lado del mundo
libre... nos consideramos dentro de la órbita de los Estados Unidos de América, como
potencia hegemónica, y hoy lo hacemos además con fervor y entusiasmo porque la gran
democracia del Norte ha rectificado con nobleza, justicia y valor indiscutibles viejos
métodos imperialistas40.
Sin embargo, si bien la superpotencia juega un importante papel en la entrada del país al
Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la experiencia de Tulio Marulanda en
dicho organismo multilateral puede verse como una de las primeras incursiones del país en
40Reproducido en Ardila, Martha opcit. p 139.
27
una institución que los países del Tercer Mundo lograron apropiar para sus intereses41. Se
observa que durante el período investigado en esta monografía la delegación colombiana
tiende a tomar preferencia por causas tercermundistas, en ocasiones contra la voluntad
estadounidense.
Es difícil tratar un tema como el Instituto de Asuntos Nucleares sin que haya alusión a
aspectos técnicos específicos. Por ejemplo, tener idea de lo que significan las características
técnicas del reactor nuclear adquirido ayuda a comprender las posibles esperanzas que éste
inspiraba y la naturaleza del programa nuclear mismo. Tampoco debe olvidarse la
importancia que tuvo la aplicación de radioisótopos en agricultura o medicina. El
conocimiento sobre la manera particular en que la materia prima para las reacciones
nucleares debe ser procesada para su utilización en reactores nucleares y bombas atómicas
es fundamental para comprender los objetivos de los prograhimas de “salvaguardia” o para
tener idea de las implicaciones económicas del precio del Uranio en la dirección que tomaría
la tecnología de reactores. Sin embargo, teniendo en cuenta que la mayoría de los
interesados en esta monografía, ya sea por tener conocimientos suficientes en la materia, o
por concentrar su interés en otros aspectos del documento, considerarían inoportunas las
disgresiones técnicas, se prefirió no profundizar en este aspecto más de lo esencial para
sustentar las tesis centrales del trabajo. Se previene al lector que no es un desconocimiento
41De Greiff (2001) ,opcit; De Greiff (2002), opcit y Fischer, David. History of the International Atomic
Energy Agency; The First Forty Years. Viena: IAEA, 1997
28
de su importancia y que, si tiene un mayor interés en el tema se le remite a bibliografía
pertinente42.
El documento ha sido estructurado en seis capítulos además de la presente introducción. El
primero de ellos introduce al lector al clima internacional de la postguerra y abarca de 1945
a 1955. Especial énfasis se da a lo relacionado con el papel que en el período juega el
reciente desarrollo de la bomba atómica por parte de los Estados Unidos, pero también se
discute la otra gran temática que permea la monografía que es el surgimiento del discurso
del desarrollo. El interés de los países del Sur en instaurar programas nucleares se mostrará
entonces como fuertemente impulsado en términos de las consecuencias que podría traer
para conseguir el desarrollo.
El segundo capítulo relata los años en que surge la posibilidad de formar un programa de
investigación nuclear en Colombia y el primer intento de formar una institución para
concentrar dichos esfuerzos durante la dictadura de Rojas Pinilla y el período de transición
de la junta militar, abarcando los años 1955-1959.
El tercer capítulo se concentra en la descripción del nuevo Instituto de Asuntos Nucleares
surgido en 1959 trazando importantes diferencias, pero también notorias continuidades, con
su antecesor. Se explica la relación de éste con el gobierno nacional y se contrastan sus
características con aquellas de institutos equivalentes en otros países.
42Sobre la inherencia de aspectos técnicos de los reactores nucleares en política véase Winner. L. La
Ballena y el Reactor. Barcelona, Gedisa 1987 y Winner, L. “Do Artifacts have Politics?”, en Teich, Albert (Ed.) Technology and the Future, Boston, Bedford/St. Martin's, 2000.
Para una introducción a los aspectos característicos de los programas nucleares, véase “nuclear energy”, Encyclopedia Britannica. Encyclopedia Britannica Premium Service, http://www.britannica.com/eb/article?eu=57849.
29
El cuarto capítulo trata sobre los primeros años de la que sería la institución definitiva a
cargo del programa nuclear colombiano, el Instituto de Asuntos Nucleares, y abarca desde
su creación ya en período del Frente Nacional en 1959 hasta 1963. Durante estos primeros
años se logra pasar de una modesta oficina burocrática a una instución de prestigio con
majestuosas instalaciones y una planta de expertos en un tema del que pocos años antes no
se había logrado conseguir un sólo colombiano con los mínimos conocimientos.
El quinto capítulo se refiere al período que abarca de 1963 a 1965 y que tiene como
característica principal un instituto ya bastante consolidado pero dentro del cual hay gran
incomodidad ante la demorada adquisición del reactor nuclear, que en primer lugar ha
permitido tan exitosa institucionalización. El capítulo culmina con la inauguración del
anhelado instrumento.
En la última parte del documento se presentan algunos comentarios a manera de conclusión.
30
1. ¿UN CENTRO DE INVESTIGACIONES ATÓMICAS
EN ESTE PAÍS DE ZULÚS?
Georges Remi (Herge) Objetivo La Luna Primera Edición: Paris-Tournai, Casterman, 1953.
En este capítulo se hace una introducción al clima internacional que ronda el problema de la
energía nuclear desde 1945 hasta aproximadamente 1955, que será el factor determinante
del surgimiento de programas nucleares a lo largo del mundo, incluso en países en
desarrollo. Se introduce además la fuerte relación que tiene entonces el incipiente discurso
31
del desarrollo con el deseo de los países del Tercer Mundo de adentrarse en los estudios
nucleares. Finalmente se destaca el importante papel que juega el cambio de direccción en
política nuclear de los Estados Unidos a finales de 1953 al asumirse el fracaso en mantener
un monopolio en el campo. La nueva política de “Átomos para la Paz” además de significar
una apertura en competencia comercial internacional en materia nuclear estará acompañada
de una fuerte retórica de ayuda para el desarrollo del Tercer Mundo que impulsará
programas en países antes desinteresados como Colombia.
La naturaleza de un instituto de asuntos nucleares en un país como Colombia implica
algunas anomalías respecto a otros casos en la historia de la ciencia. El primero de ellos
tiene que ver con sus mitos de origen. Lo corriente en instituciones científicas es que los
orígenes se tracen bastante tiempo atrás de su constitución real. Gran esfuerzo se dedica en
las historias oficiales a ilustrar que no se nació “de la noche a la mañana” sino que la
institución en cuestión era la consecuencia lógica de una lenta conformación de líneas
ideológicas, grupos de discusión, instituciones educativas, etc. Se ha dicho que el intento de
una institución por mostrarse de amplia tradición está relacionado con una búsqueda de
legitimidad43, y en caso de poder exhibir antecesores de amplio reconocimiento, apropiarse
de éstos en función de su consolidación como institución científica seria y prolífica.
No ocurre esto con el Instituto de Asuntos Nucleares. Por el contrario, sus historias
oficiales dedican si acaso un par de líneas a su historia pre – institucional, incluso evitando
detallar los años del “Instituto Colombiano de Asuntos Nucleares” y “Comisión de Energía
32
Atómica de Colombia”, de 1955 a 1959 que serán relatados en el próximo capítulo.
Considero que tal anomalía debe analizarse de cerca y será una importante pista en el camino
hacia una descripción de la naturaleza del Instituto en los primeros años de los 60s y del
papel que jugaría el reactor nuclear.
Una razón evidente de que un Instituto de Asuntos Nucleares no pueda trazar una tradición
que abarque décadas anteriores a su fundación es que, exceptuando las potencias aliadas en
la Segunda Guerra Mundial, el mundo se enteró que lo “nuclear” existía el 6 de Agosto de
1945 con la explosión del primer artefacto sobre Japón. La bomba atómica significó un hito
cultural significativo, incorporándose en la realidad y la fantasía de los ciudadanos de los
Estados Unidos, y luego rápidamente al resto del mundo. Llegó a haber poca duda de que el
futuro era nuclear, donde la energía ilimitada llevaría a una transformación tan radical como
la revolución industrial.
No es que fenómenos hoy denominados nucleares no permearan ya la cotidianidad
colombiana, pues las aplicaciones de algunas substancias radioactivas en medicina eran ya
conocidas en el país, donde desde 1934 existía un “Instituto del Radium”, más adelante
Instituto de Cancerología, nutrido de la tradición francesa tan dominante en el país en la
primera mitad de siglo. El nombre evoca el Instituto del Radium de París de los años de su
fundación.44
43Véase por ejemplo para el caso colombiano Obregon, Diana, Sociedades Científicas en Colombia: La
invención de una tradición. Bogotá, Banco de la República 1992. 44Otero Ruiz, Efraim. 70 años del Cancer en Colombia. Bogotá, Instituto de Cancerología, 2001.
33
Pero sin duda las explosiones nucleares le dieron un nuevo sentido al tema, pasando de ser
una curiosidad con algunas aplicaciones médicas a una fuente de ilimitada energía, o
ilimitada destrucción. De hecho las aplicaciones médicas pasan a tener una mayor
importancia al surgir la posibilidad de obtención de materiales radioactivos útiles mucho más
económicos que el Radium como subproductos de operación de los reactores nucleares.
No hay la menor duda que los factores que impulsaron el desarrollo de la fisión nuclear
fueron netamente armamentistas, incurriéndose en esfuerzos económicos y tecnológicos
monumentales en los Estados Unidos en busca de materializar lo que teóricos de primera
línea anunciaban como una posible fuente de destrucción extraordinaria, potencialmente al
alcance de la amenazante Alemania nazi. En medio de un considerable secreto, la creación
de la bomba atómica sentó de paso las raíces de lo que podrían ser las aplicaciones “civiles”
a través de los reactores nucleares45.
Durante el período de monopolio nuclear (1945-1949)46, la percepción en Estados Unidos
era que si bien era posible que eventualmente otros países adquirieran la capacidad de hacer
armamento atómico, esto tardaría alrededor de una década, y con requerimientos
tecnológicos que consideraban por encima de las posibilidades de la Unión Soviética. El
primer programa nuclear del mundo tuvo como impedimento importante la escasez de
materia prima para las bombas nucleares. El mineral de uranio no había sido explotado a
escala industrial, y en tiempos de guerra el abastecimiento extranjero se hizo poco confiable.
45Rhodes, opcit.
34
La purificación a partir del mineral y su posterior enriquecimiento jamás se habían realizado
a una escala comparable, sin mencionar los múltiples detalles técnicos que hubo que
desarrollar para realizar los procesos. Era por lo tanto la esperanza americana que
dificultando el acceso al mineral de uranio y manteniendo en secreto los detalles técnicos de
la industria se lograría un largo período de supremacía absoluta en materia nuclear. Se
introdujo lo que sería la doctrina en materia nuclear desde final de la guerra hasta “Átomos
para la Paz” y condensada en la Atomic Energy Act de 1946: los Estados Unidos compraría
toda la producción mundial de uranio a buen precio para evitar que éste cayera en manos
indeseables. Se impusieron draconianas medidas en pos de mantener en secreto el
conocimiento necesario para desarrollar un programa nuclear. El uranio, entonces en
permanente escasez por la demanda americana, era costoso, lo que explica la dirección que
tomó en dichos años el desarrollo de reactores nucleares, siendo estos diseñados para hacer
el uso más eficiente posible del combustible, para lo cual se hacía uso de material muy
enriquecido y reprocesamiento de combustible usado para obtención de plutonio y restos de
uranio nuevamente fisibles. Durante este período en todo caso los reactores son una
herramienta para la guerra como productores de plutonio, siendo vistas sus posibilidades de
generación de energía como un subproducto. En los Estados Unidos se consideraba
entonces que la energía nuclear era una posibilidad tecnológica pero no económica en el
presente al ser bastante más costosa que las alternativas tradicionales, pero había confianza
en que en las próximas décadas la producción nuclear de electricidad tendría considerable
importancia por lo cual se invertía en el desarrollo de plantas de generación experimentales.
46Excepto donde se haga notar, el presente capítulo se fundamenta principalmente en Strauss, Lewis L. (ed.)
“Atomic Energy Today and Tomorrow” en Encyclopedia Britannica Book of the Year 1955. Chicago: Encyclopedia Britannica, 1955. véase también Fischer, David. opcit.
35
Esperanza muy de entonces es por otra parte la aplicación de reactores nucleares no en
generación de electricidad sino para el transporte. Empiezan a ser desarrollados reactores
para instalar en submarinos y barcos, y hay alguna esperanza de que en un futuro pueda
también emplearse estos en locomotoras o incluso naves espaciales (entonces aún
inexistentes). A nivel popular empieza a soñarse con hogares y vehículos nucleares que
podrían funcionar por años sin recarga de combustible, si bien en círculos técnicos se
reconocía la imposibilidad a mediano plazo de dichas esperanzas.
La estrategia en materia nuclear de los Estados Unidos es por otra parte muy comprometida
con el modelo de economía mixta que dominó la postguerra. Bajo la Atomic Energy Act de
1946 se establece la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos (USAEC)
encargada de coordinar el programa nuclear americano, militar y civil. Bajo este esquema, el
desarrollo de armamento y tecnologías no están limitados al estado sino distribuido en
contratistas, lo que será un fuerte impulsor del crecimiento de lo que sería el “sector
defensa” de la economía. También se pretendía que la apropiación privada de conocimiento
en materia nuclear sería mucho más eficiente que el mismo Estado en cuanto a identificar y
desarrollar las posibles aplicaciones lucrativas de lo nuclear. Durante el período 1946-1953
está en formación el sector civil de la tecnología nuclear. Ya desde tiempos del Proyecto
Manhattan se había movilizado para el programa nuclear a las industrias con más experiencia
en áreas relacionadas incluyendo Westinghouse, General Electric, Du Pont, Union Carbide
entre muchas. Durante la postguerra, el gobierno mantuvo un esquema de estrecho control
de sus contratistas, decretando los margenes de ganancia más bajos posibles para los
contratistas privados, compensando con la reducción casi total de riesgo al asumir gran parte
36
del valor de las inversiones. Toda invención relacionada con aplicaciones nucleares quedaba
fuera de la reglamentación de patentes haciéndose propiedad del gobierno. Se sumaba a
todo esto un monitoreo permanente del personal empleado por cuestiones de seguridad
nacional. El sector privado tiene acceso a escuelas de capacitación en tecnología nuclear
para entrar en la competencia de la industria, notoriamente la escuela de reactores de Oak
Ridge abierta en 1951.
La investigación armamentista de vanguardia permanece en laboratorios gubernamentales
fuertemente protegidos contra el espionaje en Los Alamos, Livermore y Sandia.
Para disgusto de los Estados Unidos sus aliados principales dentro del proyecto Manhattan,
el Reino Unido y Canadá, también continuaron sus propias e independientes investigaciones,
y pocos años después explotaría la primera bomba británica. Más amenazador para los
intereses americanos es el énfasis en ambos programas nucleares por las aplicaciones civiles
en generación eléctrica. Las circunstancias particulares de Gran Bretaña hacían esta
tecnología económicamente factible y se consideraba a principios de los 50s que los ingleses
estaban a la vanguardia en reactores nucleares. Los canadienses, por su parte, invirtieron en
el desarrollo de reactores que no requirieran combustible enriquecido, lo que facilitaría
notoriamente su instalación evitando la costosísima infraestructura de separación de 235U, si
bien éstos implicaban un mayor costo operativo al gastar el combustible en forma menos
eficiente. Este tipo de reactores es además especialmente útil para la producción de plutonio
como subproducto.
37
Francia también inicia un programa nuclear basado en científicos que participaron en el
Proyecto Manhattan, en especial en Canadá. Para comienzos de los 50s están desarrollando
también reactores nucleares de material no enriquecido, y se explora la posibilidad de
construir un arsenal propio, si bien éste sería impulsado fuertemente tan sólo después de la
crisis del canal de Suez de 195647, cuando el país tuvo que ceder ante la presión conjunta de
los Estados Unidos y la URSS, quedando patente que sus intereses no serían garantizados al
estar bajo la protección nuclear americana.
El interés por lo nuclear también se extiende aunque con mayor discreción a todo el
continente europeo. En 1954, ya hay comisiones de energía atómica en toda la esfera
occidental salvo Dinamarca, Turquía y Grecia.
Finalmente, existen programas nucleares en países más periféricos. Israel (con intenciones
bélicas), Argentina, India, y Sudáfrica dan sus primeros pasos en el período anterior a
“Átomos para la Paz”.
El optimismo estadounidense en el monopolio nuclear se tornó en pesadilla en muy pocos
años. La Unión Soviética detonó un artefacto nuclear en 1949 y el Reino Unido igualmente
en 1953. Inicialmente la reacción fue de incredulidad y se justificó el logro comunista como
engendrado en su potente red de espionaje, no la capacidad propia de un país tan atrasado
de desarrollar un programa nuclear. El miedo se profundiza cuando cuando en 1953 explota
un artefacto termonuclear soviético basado en un diseño diferente al americano y por lo
47Cohen, opcit. y y Norris et al. opcit.
38
tanto de invención indudablemente independiente48. Había entonces no una sino tres
potencias nucleares, considerable conocimiento del tema y gran interés en alrededor de
media docena de países, y prueba suficiente de que aún sin recurrir al espionaje era posible el
desarrollo independiente de armamento nuclear.
Es entonces que empieza a formarse la idea del apocalipsis nuclear en que la desaparición de
la raza humana era una posibilidad, y peor aún, el fin de la civilización y retorno a la barbarie
primitiva una amenaza real.
Además de esto, en todo caso existía la percepción generalizada en el mundo de que la
energía nuclear traía consigo una transformación radical por las implicaciones económicas
que tendría la energía muy barata e ilimitada, si bien esto era cierto sólo en términos del
costo del mineral combustible en comparación con la energía que generaría su totalmente
eficiente utilización. Los costos de la infraestructura necesaria en conjunto eran en todo caso
muy elevados. Pero en los países con programa nuclear armamentista, la generación de
electricidad en reactores era una inminente posibilidad al beneficiarse de la infraestructura ya
existente, que además tendría un fuerte papel de relaciones públicas al mostrar a la
ciudadanía que los esfuerzos en asuntos nucleares no eran una aventura bélica sino un paso
hacia la inminente “era nuclear”49.
48Goldschmidt, Bertrand. “From Nuclear Middle Ages to Nuclear Renaissance”, en Pilat, Joseph F. et al.
Atoms for Peace. An Analysis after Thirty Years. Boulder CO, Westview Press. Inc. 1985 49Barletta, Michael. opcit.
39
Dentro del Tercer Mundo el optimismo nuclear también se hizo presente. Así como una
bomba atómica podía eliminar una desigualdad militar en forma nunca antes vista,
rápidamente se empezó a pensar en el desarrollo de tecnología nuclear como la oportunidad
de borrar de golpe las enormes desventajas tecnológicas respecto a los países
industrializados, cuya infraestructura se haría obsoleta en la era nuclear. El caso de la India
fue notorio: un monumental estado recién independizado, gobernado por una ideología laica
nacionalista que veía la ciencia y la tecnología como el camino para alcanzar a Occidente. En
India el ejemplo histórico de cómo los británicos dominaron el subcontinente según se
percibía gracias a su dominio de la máquina de vapor y el telar mecánico se pensaba podría
repetirse con la tecnología nuclear. Pero se pensaba que aún había tiempo de alcanzar a los
países a la vanguardia en el campo pues entonces sólo llevarían unos siete años de ventaja en
un área tan nueva. Además, al percibirse que en dichos países el esfuerzo era
primordialmente bélico, se pensaba que con menos recursos, pero encaminados
exclusivamente hacia usos pacíficos podría llegarse al liderazgo en el campo50.
Otro caso notorio ocurrió en la Argentina peronista, entonces con considerable capacidad
económica sobre todo en relación con la devastada Europa. A finales de los años 40s, de
mano de un físico austriaco llamando Ronald Richter, Perón se encamina hacia lo que
prometía ser la obtención de energía de la fusión nuclear, entonces aún no dominada por
ningún país. De hecho, en 1951 Argentina proclama públicamente haber logrado controlar la
energía termonuclear. Para su desgracia el esfuerzo se convirtió en un escándalo bochornoso
basado en rsultados científicos manipulados, afirmándose incluso que pudo haberse tratado
50Abrahams, Itty, opcit.
40
de un fraude consciente de Richter. Este incidente se convertiría en una de las múltiples
leyendas trágicas sobre la ciencia tercermundista. En todo caso el proyecto de Richter
impulsó la formación del programa nuclear en dicho país, que es uno de los más destacados
del Tercer Mundo. El propósito de Perón, y que contradice el mito en expansión de que los
programas nucleares encabezados por militares tenían en mente la producción de bombas era
parecido al caso indio. Perón se contrapone a las intenciones nefastas de las superpotencias
asumiendo la bandera de los usos pacíficos de la energía nuclear, pensando sobre todo en
una fuente de energía de inigualable poder y bajo costo para impulsar su programa de
industrialización51.
A comienzos de los 50s era una esperanza generalizada en todo el mundo el que los
reactores nucleares eventualmente permitirían la generación de energía con costos
considerablemente menores que los métodos tradicionales. Para países como India, en su
gran mayoría no electrificado, el riesgo de apostar por infraestructura que podría tornarse
obsoleta en pocos años no era despreciable. La sola presencia de reactores nucleares,
además, casi presupone la capacidad para un país de producir armas nucleares. En especial
en los primeros años de la era nuclear, la tecnología necesaria para la producción de energía
y el “know how” requerido eran una parte importante del camino hacia las explosiones.
Tratándose de programas de gran autonomía, generalmente rodeados de gran misterio, aún
si no había una intención declarada de desarrollar armamento, la posibilidad material se veía
cercana. Esto lleva a significativas consecuencias en las relaciones internacionales y prestigio
51Mariscoti, M. El secreto atómico de Huemul. Buenos Aires, Suramericana-Planeta 1985.
41
de un país nuclearizado52. También era motivo de gran preocupación para las potencias
establecidas.
A comienzos de los años 50s, el interés de países incipientes en el terreno nuclear es
correspondido por los países avanzados en el área, jugando en especial los franceses y
canadienses un gran papel en el inicio de los programas más destacados del Tercer Mundo
como el indio, argentino e israelí.
Para resumir, para 1953 todos los países industrializados tienen fuerte interés en el
desarrollo de programas nucleares y la vanguardia del Tercer Mundo está dando sus
primeros pasos en esa dirección, considerando la tecnología nuclear como clave para
alcanzar el desarrollo. No entrar en el campo nuclear constituía para un país un riesgo
notable de aislarse de las oportunidades que prometía la energía ilimitada. Estados Unidos
estaba muy lejos de tener dominio sobre los avances en materia nuclear.
En diciembre de 1953, se propone por parte del presidente Eisenhower el plan de “Átomos
para la Paz” en las Naciones Unidas, que alterará en forma radical la posición de los Estados
Unidos en materia nuclear para hacer frente a las condiciones mencionadas: una naciente
carrera armamentista con la Unión Soviética, múltiples programas nucleares, tanto del
mundo desarrollado como del subdesarrollado, con facilidad de tornar sus esfuerzos hacia la
52Con el paso de los años se haría notorio que cerca de una docena de países pobres con programas originalmente pacíficos harían su transición hacia esfuerzos por conseguir la bomba cuando las circunstancias geopolíticas lo hicieron necesario. Sudáfrica, que originalmente basó su programa en la existencia en su territorio de los más grandes yacimientos uraníferos del mundo, desarrolló bombas ante la amenaza de países africanos apoyados por la URSS y la percibida falta de simpatía de occidente de proteger al país en caso de un ataque. India lo hizo en parte como manifestación de poder ante sus vecinos enemigos de Pakistán y China, la última ya nuclear desde mediados de los 60s. Argentina y Brasil tuvieron intenciones
42
producción de armamento y un creciente mercado de tecnología nuclear en que las potencias
aliadas se benefician del aislacionismo norteamericano.
Al parecer inspirada muy directamente por Eisenhower, la nueva estrategia ante todo estaba
motivada por la realidad innegable de haberse perdido el monopolio nuclear y estar bajo una
amenaza de ataque nuclear por parte de la Unión Soviética, que además en armamento
convencional era ya un adversario formidable. Ante la perspectiva cada vez más
popularizada de un holocausto nuclear o tal vez un ataque accidental catastrófico, y teniendo
en cuenta la inviablilidad de un desarme mutuo o interdicción nuclear universal (retórica muy
repetida durante la primera fase del monopolio nuclear 1946-1949 tanto por los Estados
Unidos como la URSS53), Estados Unidos ideó una hábil estrategia de control de armas: se
procuraba desviar el material fisible disponible hacia programas pacíficos de modo que este
no pudiera utilizarse para bombas atómicas. Por supuesto, dicha estrategia se basaba en las
realidades de comienzos de los 50s, en que todavía el gran cuello de botella de los
programas nucleares era la obtención del mineral de uranio y sus derivados54. La propuesta
inicial de “Atomos para la Paz” prevé la instauración de una Agencia Internacional de
Energía Atómica de las Naciones Unidas la cual debería recibir por parte de sus miembros
de obtener la Bomba retroalimentadas por la sospecha de la existencia de programas nucleares secretos en su contraparte debido a la adquisición de tecnología que podría servir para este propósito. 53Inmediatamente después de la guerra las recién creadas Naciones Unidas impulsaron la Comisión de
Energía Atómica de las Naciones Unidas UNAEC bajo la cual se discutieron propuestas para hacer frente a los riesgos de una carrera armamentista nuclear. Los Estados Unidos impulsaron el llamado Plan Baruch bajo el cual el armamento nuclear debía quedar bajo control internacional, lo cual fue inaceptable para la Unión Soviética, que impulsaba la interdicción absoluta de este tipo de armas. Al mismo tiempo ambas potencias invertían enormes cantidades de recursos en sus programas armamentistas, a sabiendas de la inviabilidad real de sus propuestas. Ver Fischer, David. opcit. y también Bechhoefer, Bernard B. (ed.) Postwar Negotiations for Arms Control. Washington DC: Brookings Institution, 1961.
54Goldschmidt, Bernard. opcit.
43
cuotas establecidas de material fisible para luego ser desde allí distribuído hacia programas
de uso pacífico supervisando además que estos programas no desarrollaran capacidad
armamentista. A éste se le denominaría el “sistema de salvaguardas”. Sin embargo, la parte
correspondiente a la acumulación bajo control internacional nunca despegó y fue haciéndose
irrelevante cuando el acceso al uranio dejó de ser una dificultad principal en la construcción
de armamento nuclear.
Un objetivo secundario muy importante, en especial a la luz del fracaso del depósito de
material fisible, tenía que ver con la realidad de la competencia por posibles mercados en
usos civiles de la energía nuclear no con la URSS sino con potencias aliadas. Como ya se
mencionó, para comienzos de los años 50s hay considerable conocimiento del tema en
Canadá, Francia y el Reino Unido, cuyos programas nucleares son comparativamente
avanzados en áreas no armamentistas. Hacia 1953 hay certeza de que en los próximos años
entrarán en operación los primeros reactores nucleares de generación eléctrica de carácter
comercial en el Reino Unido, y la promesa de los motores nucleares se está haciendo
realidad en submarinos y barcos experimentales. Otros países europeos están empezando a
hacer esfuerzos serios en materia nuclear basados en la adquisición de conocimiento y
equipos a quienes ya controlan el átomo, y hay una percepción en los Estados Unidos de que
las restrictivas leyes están excluyendo a la industria nuclear local de un muy lucrativo
mercado ya existente pues, como se mencionó, hay comisiones de energía atómica a lo largo
de todo el continente europeo.
44
En términos propagandísticos “Atomos para la Paz” cumple también un muy importante
papel. Dado el nacimiento eminentemente bélico de la Era Nuclear, un importante campo de
lucha durante la Guerra Fría era el ideológico, cada una de las superpotencias dedicando
considerable esfuerzo a mostrar al contrario como agresor. La Unión Soviética llevaba en
efecto la delantera a los Estados Unidos en la implementación de la energía nuclear en la
generación de electricidad, logro que proclamaba como muestra del mayor compromiso de
dicha superpotencia con la paz y el progreso. Para Estados Unidos era importante tomar la
delantera en esta lucha, y si se tiene en cuenta la gran acogida de “Átomos para la Paz”, el
logro fue considerable.
Especialmente de gran interés para esta monografía, la propuesta norteamericana se enmarca
en el discurso del desarrollo del Tercer Mundo. Cuatro años antes de su proclamación, en su
discurso de segunda inauguración como Presidente de los Estados Unidos55, Harry S.
Truman anunciaba cuatro aspectos centrales en la estrategia de la superpotencia para hacer
frente a las amenazas del momento. Las tres primeras eran de carácter eminentemente
atlántico: El fortalecimiento de las Naciones Unidas, la continuación de la reconstrucción de
Europa bajo el Plan Marshall, y la creación de una alianza para hacer frente a la amenaza
soviética (OTAN). Como cuarto punto y de ahí en adelante así denominado (Point Four),
Truman introducía por primera vez como política oficial del país el esquema básico de la
ideología del desarrollo. Por primera vez en la historia, decía, la humanidad y en particular
los Estados Unidos, tenían la capacidad de aliviar la miseria en la que dice vive la mayoría de
la población del mundo. Se tiene la capacidad de mejorar y hacer crecer las áreas
45
“subdesarrolladas”. Y ello no a través de asistencia económica directa (como fue el caso en
Europa), sino por medio de la inversión y especialmente llevando a ellos los avances
científicos e industriales, que denomina “en continuo crecimiento e imponderables”.
Al momento que es ideado “Átomos para la Paz” la maquinaria del desarrollo ya se ha
puesto en movimiento, y hay apreciable optimismo respecto a sus planteamientos. Dado el
impresionante resurgimiento europeo, los posibles beneficiarios del Punto Cuatro tienen
motivos para soñar con pronto compartir la mayor “calidad de vida” de los desarrollados. La
ayuda para el desarrollo también sería otro de los caballos de batalla en el aspecto
propagandístico de la Guerra Fría, si bien como ya se dijo las propuestas occidentales y
comunistas son notoriamente convergentes, e incluso hay una alianza de facto entre las
nuevas superpotencias respecto a la política hacia el Sur en contra del colonialismo.
La propuesta de Eisenhower es, dentro de los lineamientos del Punto Cuatro, poner a
disposición de los subdesarrollados la más valiosa pieza de conocimiento en poder de los
americanos que es la energía atómica. Dado el optimismo respecto a las posiblidades civiles
de la energía atómica esta parte de la estrategia sería de gran impacto mundial. De hecho, en
la reunión asiático-africana de Abril de 1955 en Bandung Indonesia que llevaría a la
proclamación del Grupo de No-alineados, uno de los puntos del comunicado final dice:
The Asian-African Conference emphasized the particular significance of the
development of nuclear energy for peaceful purposes, for the Asian-African
countries. The conference welcomed the initiative of the powers principally
55Reproducido en Rist, opcit. págs. 249-250.
46
concerned in offering to make available information regarding the use of atomic
energy for peaceful purposes; urged the speedy establishment of the International
Atomic Energy Agency which should provide for adequate representation of the
Asian-African countries on the executive authority of the Agency; and
recommended to the Asian and African Governments to take full advantage of the
training and other facilities in the peaceful uses of atomic energy offered by the
countries sponsoring such programmes56.
Pero, además, la administración Eisenhower está obteniendo varios beneficios
extraordinarios notorios: por una parte, desde la obtención de la bomba en la URSS hay
notable preocupación por la posibilidad de que países no necesariamente a la vanguardia
económica y tecnológica puedan en todo caso desarrollar armamento nuclear. El
involucramiento de los Estados Unidos en los programas locales permitiría un estrecho
control en función de no permitir el desvío de éstos hacia la producción de bombas57. Y por
otra parte, se estaría abriendo un mercado para la industria nuclear aún no muy explorado
por la ávida competencia de los países aliados. Como eventualmente sería el caso, una parte
considerable de la “ayuda” en subsidios que recibirían los países subdesarrollados sería
efectiva sólo para la adquisición de equipo americano, en efecto lográndose un impulso
económico a los productores de ese país. El limitado mercado de reactores de investigación
creció marcadamente por la política de Eisenhower.
Los nuevos lineamientos en política nuclear se condensan en la Atomic Energy Act de 1954,
y muy rápidamente se empieza a implementar políticas para enfrentar los anteriores
problemas. Hay que notar que en todo caso éstos para nada influyen el programa
56Rist, G. Opcit. p. 84
47
armamentista. De hecho, es en el período de Eisenhower que es proclamada la idea de
“disuación masiva”; la política de mantener un arsenal de suficiente tamaño para hacer que
para otro país lanzar un ataque nuclear lleve a su completa destrucción.
La propuesta de Eisenhower se concentra en los siguientes aspectos:
a) Se acelera la investigación en los usos civiles de la energía nuclear, que más allá de los
reactores incluye el uso de radioisótopos artificiales en la medicina, agricultura e industria.
b) Se declasifica gran cantidad de información potencialmente aplicable a programas
nucleares civiles y se inicia la capacitación de personal extranjero en tecnología nuclear
estadounidense con vista hacia aumentar las posibilidades de comerciar con la tecnología.
Dadas las diferencias tecnológicas entre los países, debido al desarrollo muy independiente
en los primeros años de la era nuclear, era de esperar que personal capacitado en cierto tipo
de instrumentos luego prefiriera adquirir éstos en vez de los de la competencia58. En esto
además se tiene experiencia, ya que puede aprovecharse la infraestructura de capacitación
que se había montado para facilitar el trabajo cooperativo entre el estado y la industria
doméstica para el nuevo propósito de capacitación internacional.
Es notable que la ayuda de “Atomos para la Paz” si bien no penetra detrás de la Cortina de
Hierro, no es muy restrictiva en cuanto a la alineación política de los países receptores.
Además de los aliados “naturales” de Europa Occidental, y el área tradicional de influencia
57Smart, Ian “A Defective Dream” en Pendley, R.E. et al., opcit.
48
en América Latina, los Estados Unidos ayudarán en programas como el español franquista59,
el indio60 y el sudafricano61.
Aquello concerniente a la conformación de la Agencia Internacional de Energía Atómica
resulta más problemático: la recepción de la propuesta en Naciones Unidas por parte del
bloque socialista está rodeada de escepticismo. Durante los años de 1954-1955 no se tiene
certeza de cuánto tiempo pueda tomar una decisión final respecto a la Agencia. Como
estrategia provisional los Estados Unidos empiezan a ejercer el papel que eventualmente
tendría ésta en cuestión de vigilar que los programas nucleares se mantengan encarrilados en
usos civiles a partir del ofrecimiento de acuerdos bilaterales de cooperación en usos
pacíficos de la energía nuclear. Como “gancho” para embarcar países a estos acuerdos
ofrecen un subsidio para la adquisición de un reactor nuclear de investigación.
Uno de los propósitos de los acuerdos bilaterales sería forzar la inclusión de un marco legal
apropiado para evitar el riesgo de que en los países pobres con yacimientos uraníferos se
estableciera un tráfico de este material hacia países interesados en armamento nuclear. Hasta
entonces no había legislación internacional alguna que impidiera este comercio, cuya
regulación se pensaba hiciera parte de las actividades de la nueva agencia nuclear de la
ONU. Para Estados Unidos es importante además realizar un inventario completo de los
yacimientos de uranio para tener un control efectivo en este sentido, y para su hambrienta
58Goldschmidt, Bertrand. opcit. 59Véase también Sánchez Ron, José Manuel “International Relations in Spanish physics from 1900 to the
Cold War. Historical Studies in the Physical and Biological Sciences, vol 33 No. 1. Número especial, A. de Greiff y David Kaiser, eds., 2002. 3-31.
60Abraham, opcit.
49
industria nuclear. Hacia 1955 aún hay interés en la compra de materia prima atómica a todo
quien pueda producirla.
Como parte de “Átomos para la Paz” y adicional a la creación de la Agencia, se promueve el
involucramiento de las Naciones Unidas en la causa nuclear pacífica, notoriamente con la
realización del Primer Congreso Internacional sobre Usos Pacíficos de la Energía Atómica
de 1955 en Ginebra.
En 1956 finalmente se concretaría la fundación del Organismo Internacional de Energía
Atómica (OIEA) con sede en Viena62.
61Albright, David. “South Africa and the Affordable Bomb”. Bulletin of Atomic Scientists Jul. 1994. 62Destaca el hecho de que en español se haya denominado oficialmente “organismo” cuando su nombre en
los demás idiomas oficiales de la ONU es “agencia” (International Atomic Energy Agency), nombre que hoy en día es favorecido en la prensa. A lo largo de este documento se toma preferencia por su nombre oficial, que además es aquel con el cual es identificada por los actores en el período investigado.
50
2. LA RESPUESTA COLOMBIANA
En este capítulo se describe la manera como Colombia, anteriormente desinteresada en tener
un programa nuclear, toma la decisión de formar parte del proyecto de “Átomos para la
Paz” mediante la firma de un acuerdo bilateral con los Estados Unidos, lo que impulsa la
creación del entonces llamado Instituto Colombiano de Asuntos Nucleares, durante la
dictadura de Rojas Pinilla. Destaca la completa escasez de personal capacitado en las
ciencias necesarias para un programa de este tipo al momento de su fundación. La
instalación del reactor nuclear prometido en el acuerdo bilateral se muestra como una de las
prioridades de dicho instituto. Se describe la forma como a raíz del fin de la dictadura de
Rojas y las circunstancias que vivió el país en los años de transición hacia el Frente Nacional
(1957-1959) la instalación del reactor nunca se concreta. Termina así cuatro años de vida la
primera institución nuclear del país convertida básicamente en una oficina regulatoria.
Colombia a comienzos de los años 50s se encontraba en un momento crítico de su conflicto
interno, sin amenazas externas inminentes ni tradición bélica o militarista63. Tampoco
contaba entonces con una comunidad científica significativa en las ciencias físicas, que
63Véase por ejemplo Bushnell, David. Colombia, una Nación a pesar de sí misma. Bogotá, Planeta, 1996.
también Safford, Frank y Palacios, Marco Colombia: Pais Fragmentado, Sociedad Dividida, su Historia. Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2002. Capítulos 14 y 15.
51
pudiera asumir la tarea de introducir el país en la era nuclear. No estaba entre las prioridades
nacionales adentrarse en los estudios nucleares ni se estaba dispuesto a destinar el monto de
recursos que un programa de este tipo requeriría.
Sin embargo, y dentro de los programas de las Naciones Unidas encaminados hacia el
control y aprovechamiento de las nuevas tecnologías nucleares ya mencionadas, es continua
la correspondencia oficial del tema que recibe el país, incluyendo invitaciones a participar en
reuniones y hacerse beneficiario de los esfuerzos que se realizarán con el fin de utilizar la
energía nuclear para el desarrollo de los países pobres.
Si se juzga la estrategia de los Estados Unidos a la luz del caso colombiano, podría decirse
que fue inicialmente muy exitosa. A pesar de la baja prioridad que tenía en el país lo nuclear,
Colombia firma un acuerdo bilateral sobre usos pacíficos de la energía atómica el 30 de
Junio de 1955 por el embajador en Washington Eduardo Zuleta Ángel por Colombia, y
Henry F. Holland y Lewis L. Strauss por parte de los Estados Unidos. Es importante anotar
que en la historia oficial del IAN se enfatiza el hecho de haber sido este acuerdo el primero
de su tipo firmado por los Estados Unidos:
...Es de anotar que Colombia fue el primer país en el mundo en suscribir dicho
convenio con posterior aprobación del Congreso Nacional y precusor en este género de
52
acuerdos internacionales. Ante esta actitud nacional rápidamente pactaron muchas
otras naciones del globo.64
Como se verá más adelante en este capítulo, la primacía colombiana más que protagonismo
internacional es indicador de fuerte subordinación ante Washington, además de la ingenuidad
con que se firma el acuerdo, sin haber sido revisado por expertos en materia nuclear. De
haberlo hecho se habría notado la necesidad de negociar algunos términos para que al menos
pudiera cumplirse con lo que el mismo programa “Átomos para la Paz” publicitaba.
Rápidamente es proclamada en el país una primera ley en materia nuclear65 que a grandes
rasgos instaura restricciones básicas al manejo de materiales radioactivos y en especial
aquellos con potencial uso bélico, y da un fuerte papel al Estado en la regulación de asuntos
concernientes al comercio de minerales radioactivos. Para 1956 se funda un primer Instituto
Colombiano de Asuntos Nucleares.
Un indicador del estado de las ciencias nucleares en el país al momento de firmar el acuerdo
es que entre otros asiste como delegado Mario Laserna66 al Primer Congreso de Usos
Pacíficos de la Energía Nuclear (1955) convocado por la ONU. Sin ser un experto en el
64Zamora C, Héctor H. y Ahumada B. Jaime J. “Breve Reseña Histórica” en Ahumada B. Jaime J et al.
Instituto de Asuntos Nucleares: Ciencia y Tecnología Para el Progreso. Bogotá, Instituto de Asuntos Nucleares, 1989. pág. 29.
65Decreto 2638 de 1955. 66Mario Laserna Pinzón, Filósofo y Matemático de la Universidad de Columbia (1948), Doctor en Filosofía
de la Universidad Libre de Berlin, y muy representativo de la élite académica colombiana de la segunda mitad de siglo es conocido entre otras cosas por haber sido partícupe en la fundación de la Universidad de los Andes en 1948 para luego repetidamente ser su rector. También Consejero en cuestiones académicas del gobierno, reactor de la Universidad Nacional, congresista, periodista y embajador. Al momento del congreso de Ginebra se presume fuera la persona con conocimientos más cercanos a los que se tratarían en la reunión, si bien éste reconoce gran ignorancia en materia nuclear. AGN, OIEA
53
tema envía un informe en que enfatiza la gravedad de no tener en el país una persona lo
suficientemente preparada para tener mayor comprensión de los temas de la reunión67.
¿Qué motivos podría tener el gobierno Colombiano, anteriormente tan desinteresado en
materia nuclear, para firmar dicho tratado? Éste dedica una proporción considerable a la
posibilidad de que el gobierno americano subsidie la adquisición de un reactor nuclear de
investigación por valor de hasta 350.000 dólares, un monto considerablemente elevado para
Colombia. Hasta entonces nunca se había dado en el país oportunidad de hacer una inversión
de tal magnitud con destinación científica.
Y en cualquier caso, no habiendo interés alguno por desarrollar un programa bélico nuclear,
parecería no perderse nada al comprometerse con una línea civil de trabajo. El optimismo en
la era nuclear en todo caso estaba presente, y en el campo diplomático se hacía evidente que
la falta de personal con adecuada preparación restaba oportunidades de negociación al país
en las múltiples reuniones sobre cooperación nuclear o desarme de los años 50s. El Instituto
Colombiano de Asuntos Nucleares pretendía reunir un cuerpo de expertos apropiado para
aconsejar al país en materia de diplomacia nuclear y permitirle jugar algún papel en ésta
además de, de alguna manera, sacar provecho de las oportunidades que podía abrir el
ofrecimiento americano.
Carpeta No. 2. Septiembre 5 de 1955. véase también Sánchez, Clara Helena, “Una Charla con Mario Laserna”, Lecturas Matemáticas 18 (1998). Bogotá, Sociedad Colombiana de Matemáticas.
67AGN, OIEA Carpeta No. 2. Septiembre 5 de 1955
54
El primer Instituto Colombiano de Asuntos Nucleares funcionó de noviembre de 1956 hasta
octubre de 1959, a cargo del mayor (r) Gerardo Cabrera Apraez. Al parecer el entonces jefe
de estado General Gustavo Rojas Pinilla buscó largamente algún militar que tuviese
conocimientos suficientes para dirigir la institución, teniendo que recurrir a Cabrera, ya en
retiro y quien tenía entonces un postgtrado en ingeniería nuclear obtenido en Nuevo
México68. Es de resaltar que la idea de Rojas de que el Instituto fuera dirigido por un militar
para nada insinúa intenciones belicistas. Por el contrario, dado el fuerte interés de el General
por dar a las fuerzas armadas un papel más comprometido con el desarrollo económico y a
la vanguardia intelectual (su llamado “binomio pueblo-fuerzas armadas”), las ciencias
nucleares podrían ser un campo apropiado para ello. Siendo además Cabrera amigo personal
de Rojas la fidelidad de la institución estaría garantizada.
Es interesante anotar que para aquel momento ya se han logrado identificar en el país a
personas con mayor cercanía a las ciencias nucleares. Además de Gerardo Cabrera, empieza
a emerger el que será el personaje del Instituto de Asuntos Nucleares durante el período
estudiado: Tulio Marulanda, nacido en Bugalagrande en 1919 e ingeniero químico de la
Universidad Católica de Chile. Habiendo estudiado una especialización en metalurgia de la
Colorado School of Mines, puede suponerse que Marulanda tendría sus primeros contactos
con los temas nucleares allí en lo que fuera el centro de la minería de uranio de los Estados
Unidos. De allí se desplazó luego a estudiar una especialización en la escuela de energía
nuclear de Oak Ridge que ya se ha mencionado, y a Washington. Al igual que Cabrera, fue
de los primeros beneficiados por la política de apertura del gobierno americano impulsada
68Ortiz Gómez, Isabel C. Y Benavides Jurado, Liliana. opcit.
55
por “Átomos para la Paz”. Para 1956 está de regreso en Colombia como subdirector del
Laboratorio Químico Nacional. Su director y fundador, Jorge Ancizar Sordo, estaba
interesado en que fuese dicha institución la que acaparara los esfuerzos en energía nuclear69
probablemente asesorado por Marulanda y en vista de la firma del acuerdo bilateral. Sin
embargo siguiendo el ejemplo americano lo acostumbrado es que la entidad encargada del
tema nuclear se dedicase exclusivamente a ello y tuviese un perfil más alto, directamente
dependiente de la Presidencia70, por lo que el Instituto estaba directamente adscrito a ésta.
Consecuencia directa de los intereses de inventariar yacimientos de mineral de uso nuclear,
es enviada una misión de la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos (USAEC)
para realizar numerosas expediciones geológicas en América Latina. Colombia es visitada en
marzo de 195671 por una misión geológica de la USAEC a cargo de Glendon Collins y
William Isachsen, que informa sobre los posibles yacimientos explotables de uranio en el
departamento de Santander.
En julio de 1956 John E. Hall de la USAEC se reune con Tulio Marulanda, aún en el
Laboratorio Químico Nacional, con el propósito de ayudar en el emplazamiento del
naciente instituto. Al momento de iniciar labores, Marulanda entra a formar parte de éste
como jefe de su departamento técnico. También perfilándose como la figura central de la
diplomacia colombiana en materia nuclear, Marulanda es parte de la delegación a la
69Villaveces, J.L. y Cubillos, Germán “Apuntes para una historia social de la quimica en Colombia” en
Vasco, Carlos E. et al (eds) Historia Social de la Ciencia en Colombia. Bogotá, Colciencias 1993. págs. 232-233.
70Alonso, Marcelo. “The Impact in Latin America” en Pilat, Joseph F. et al. opcit. 71AGN, OIEA Carpeta No. 2. Folio 121. Marzo 30 de 1956.
56
Asamblea de la ONU en que se daría nacimiento al OIEA dicho año, estando la firma del
jefe de la delegación Francisco Urrutia en el estatuto de fundación del organismo72.
Internamente lo que puede rescatarse en la documentación sobre la labor del Instituto
Colombiano de Asuntos Nucleares en sus primeros años es que se tenía una visión del futuro
más bien discreta en comparación con otros países latinoamericanos, haciéndose labores
principalmente regulatorias, y basado en un edificio de oficinas del centro de Bogotá: Calle
12 No. 9-34 piso 6.
Las comunicaciones con la Cancillería colombiana permiten saber que para la segunda mitad
de los 50s hay una gran proliferación de programas pacíficos de investigación nuclear, en
parte fruto de los acuerdos con Estados Unidos, en parte de las contraposiciones soviéticas
a éstos73, y en todo caso impulsados por la promesa del futuro nuclear. La competencia en
América Latina incluye además de los poderosos Argentina y Brasil, proyectos
comparables en Venezuela, Perú, Chile y México74.
En un principio, y como resultado de la visita geológica norteamericana de 1956, el interés
se enfoca principalmente hacia la posibilidad de la exportación de mineral de uranio hacia los
Estados Unidos. Para mediados de los 50s la cantidad de metal extraído en el mundo
empezaba a diluir las expectativas de que el mineral llegase a ser una fuente considerable de
72AGN, OIEA Carpeta No. 2. Septiembre 9 de 1956 y AGN, ICAN, caja 283. 73La Unión Soviética empieza a ayudar en la formación de institutos nucleares en países europeos de su área
de influencia incluyendo la elaboración de reactores nucleares. En 1958 es inaugurado un reactor nuclear en Checoslovaquia. IAN, correspondencia, oficios recibidos 1959-1961. Carta del cónsul en Praga (sin fecha) Noviembre de 1959.
57
riqueza para países como Colombia debido a la enorme explotación doméstica en las
potencias nucleares. Pero siendo el futuro nuclear, podría abrigarse esperanzas de que el
uranio fuese valioso a pesar de su abundancia e incluso se convirtiera en fuente importante
de divisas como el petróleo empezaba a hacerlo en Venezuela. En todo caso, de acuerdo con
la legislación instaurada en 1955 el Instituto estaba encargado de comprar toda la
producción de uranio y funcionar de intermediario ante el comprador internacional, que se
asumía era la USAEC75.
Por otra parte, una característica de países con ambiciones nucleares es la importancia
estratégica que se da al abastecimiento propio de material fisible (incluyendo explotación y
enriquecimiento). Esto debido a los esfuerzos de las superpotencias de obstaculizar la
circulación de estos materiales, y a las fuertes restricciones que podrían imponer a los
programas nacionales al ofrecer materiales con características que dificultan su utilización
bélica, pero también de difícil elaboración por lo que comprometen la independencia de
abastecimiento del país en materia nuclear. No es por lo tanto extraño que la minería fuera el
primer campo de interés del ICAN.
Por algún tiempo se le apostó a los yacimientos de uranio en el Departamento de Santander,
a cargo de una concesión hispano-colombiana llamada Minuranio. La segunda mitad de los
años 50s dicha concesión exploró la viabilidad técnica de extraer el material llegando a
producir muestras piloto para ofrecer al comercio mundial76. Pero los esfuerzos coincidieron
74IAN, correspondencia, oficios recibidos dirección, Abril 18 de 1961. 75Decreto 2638 de 1955. 76IAN, AJD No. 38. Julio 6 de 1961.
58
con el detenimiento en la compra de uranio por parte de la USAEC. Se buscaron clientes
alternativos sin mayor éxito. En los primeros años de los 60s, ya en el Instituto de Asuntos
Nucleares, se observa gran escepticismo respecto a la minería de uranio y de hecho se criticó
públicamente a Minuranio cuando Efraim Otero del IAN declaró por televisión que el
mercado mundial de uranio estaba saturado y que si en algún momento se necesitase para un
proyecto doméstico, se importaría más barato de los Estados Unidos77.
El Instituto también asume labores diplomáticas en cuestión nuclear, asistiendo desde
entonces tanto Cabrera como Marulanda a los eventos internacionales a que el país fue
invitado. Y desde que, en Septiembre de 1956, se firma el acta de creación del OIEA, el
ICAN procurará permanentemente la rápida ratificación de esta firma por parte del
legislativo para entrar a formar parte como miembro activo del organismo.
No hay que olvidar sin embargo que para entonces Colombia se encuentra bajo la dictadura
de Rojas Pinilla, ya en decadencia. La dirección del Instututo es sin duda simpatizante del
gobierno, pero no puede solucionar el hecho de que la ratificación es imposible ante un
congreso cerrado, sugiriendose incluso entonces que ésta se hiciera ante la entonces activa
asamblea constituyente gobiernista78. Esto no alcanza a ocurrir antes del derrocamiento del
General el 10 de mayo de 1957.
Posteriormente, el ente es plenamente identificado como favorable al régimen militar, y
como tal tendría problemas en materia de percepción pública. De hecho, su tarea
77IAN, Correspondencia, Oficios Recibidos Dirección 1962. Septiembre 15 de 1961
59
diplomática se vio muy perjudicada ya que, a pesar de repetidamente afirmar Colombia que
sus intereses en cuestiones nucleares eran netamente civiles, el Instituto estuviera dirigido
por un militar, “y tener alguna vinculación al ministerio de guerra”79. Siendo el director del
Instituto un militar, al parecer favoreció la idea de que las fuerzas armadas se involucraran
en el proyecto nuclear. Pero esto como ya se dijo precisamente para involucrar la milicia en
labores de buena imagen y no por tener intenciones bélicas80.
Es notorio encontrar que su director, a pesar de su interés en el tema y estudios, no es
reconocido como experto en materia nuclear en un momento en que se daba especial
importancia a que la diplomacia en materia nuclear estuviera en manos “de los cientificos”.
Todo esto sería utilizado a la hora de justificar internamente la disolución del Instituto
Colombiano de Asuntos Nucleares81.
Sin embargo, el involucramiento de los militares en programas nucleares no era una
característica peculiar colombiana, ya que el más ambicioso programa nuclear de América
Latina, Argentina, estuvo por mucho tiempo en manos del almirante Oscar Quillihalt, de
reconocimiento mundial por los logros de su Comisión Nacional de Energía Atómica.
Igualmente, en Venezuela se inicia hacia 1955 un ambicioso programa nuclear de manos de
la dictadura de Perez Jimenez que trascendería su gobierno para jugar un papel importante
como institución educativa; años después sería uno de los cimientos del Instituto
Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).
78AGN, ICAN, caja 284. carpeta 29. Abril 10 de 1957 79AGN, ICAN, caja 284, carpeta 29. Octubre 12 de 1957. 80Ortiz Gómez, Isabel C. Y Benavides Jurado, Liliana, opcit.
60
El periodo de iniciación de labores del ICAN concuerda con las primeras inauguraciones de
reactores nucleares en países que no participaron en la carrera armamentista inicial: naciones
europeas como Noruega, Holanda o España; países de la esfera soviética como
Checoslovaquia, y la vanguardia de países latinoamericanos, Argentina y Brasil. Para
entonces se encuentra además ya en construcción uno en Venezuela.
A pesar de lo que se diría posteriormente, el primer instituto pensó en la adquisición de un
reactor propio. Hacia 1957 se inicia la gestión para hacer efectivo el subsidio del reactor82,
pero inmediatamente se verían los efectos de que el convenio bilateral hubiese sido firmado
por pesonas poco versadas en temas nucleares, ya que el gobierno de Estados Unidos hace
notar que éste no permite el envío a Colombia de la cantidad de combustible nuclear mínima
para el funcionamiento de un reactor del tipo ofrecido (no puede importarse uranio de más
de 20% de enriquecimiento o cantidad alguna de plutonio y es éste material el que inicia la
reacción nuclear). Esto esclarece además en forma inmediata la duda de si los acuerdos
bilaterales de cooperación que ofreció Estados Unidos fueron de idéntico contenido, ya que
es notorio observar que la cooperación dada a países europeos aliados (Noruega) trascendía
por mucho estas restricciones pudiéndose por ejemplo transferir hasta 500kg de Uranio
enriquecido al 20% mientras que el acuerdo Colombiano prevé un máximo de 6kg83.
81AGN, ICAN, caja 284, carpeta 29. Octubre 12 de 1957. 82Ortiz Gómez Isabel C. Y Benavides Jurado Liliana, opcit. 83AGN, ICAN, Caja 284. carpeta 29. Mayo 1 de 1957.
61
El gobierno americano es consciente de este problema y está dispuesto a renegociar los
términos, sobre todo teniendo en cuenta que el acuerdo inicial tenía duración de 5 años. De
hecho desde antes de la instauración del Instituto en junio de 1956 está haciendo propuestas
de enmienda84. Pero la espera hacia un nuevo acuerdo significaría otra debilidad para el
instituto. Hacia 1958 se hace el intento de construir, para ser usado mientras se consigue el
reactor definitivo, un reactor “subcrítico” (que no tiene material suficiente para iniciar una
reacción en cadena), pero esta posibilidad también se ve frustrada al requerirse en todo caso
una cantidad pequeña de plutonio85.
En 1958 se toma la decisión de cambiar de nombre al ICAN a “Comisión de Energía
Atómica de Colombia”, CEAC. Dado que es éste el nombre que recibía la gran mayoría de
instituciones homólogas en el mundo, el cambio era en parte un asunto de estandarización.
Pero según Cabrera, además el nuevo nombre resaltaría que su entidad era más que un sitio
de investigación86, lo que entonces tampoco era el caso.
El período de transición hacia el Frente Nacional implicó de nuevo una espera en la
ratificación de la carta del OIEA, por lo que hacia 1958 ya hay preocupación en el
organismo, así como en Estados Unidos, sobre las intenciones al respecto. Esto impidió que
la CEAC lograra resultados reales del orden de los que se verán en el nuevo Instituto, que
en sus inicios recibiría asistencia técnica del nuevo Organismo.
84AGN, OIEA, carpeta 1. Junio 6 de 1956. 85AGN, OIEA carpeta 3. Agosto 6 de 1959. 86Ortiz Gómez Isabel C. Y Benavides Jurado Liliana, opcit.
62
Una vez llega Alberto Lleras a la Presidencia de la República en 1958, la situación para la
Comisión se hace insoportable, estando expuesta a hostilidad frontal del nuevo régimen por
haber sido un proyecto de la dictadura. Se congelan las transferencias presupuestales y se
comenta repetidamente que la entidad no ha cumplido las metas de ella esperadas. Cabrera
replicará que la dilatación en la adquisición del reactor nuclear (y renegociación del acuerdo
bilateral) ha sido obra de la delegación en los Estados Unidos, hostil a él.87
Finalmente, en octubre de 1959, ya en administración de Alberto Lleras, se entierra viva a la
Comisión al instaurarse el Instituto de Asuntos Nucleares, a cargo de Tulio Marulanda.
87Ibid
63
3. INSTITUTO DE ASUNTOS NUCLEARES: UNA
SEGUNDA OPORTUNIDAD
Este capítulo describe las características del instituto que finalmente llevaría a cabo la
gestión de adquisición del reactor nuclear y lograría la estabilidad institucional. Se hace una
contraposición de su funcionamiento con aquel de la dictadura, al mismo tiempo resaltando
el hecho de ser heredero directo de éste con idéntico personal salvo su director. También se
procura mostrar particularidades del caso colombiano en comparación con otras
instituciones nucleares de América Latina, teniendo en general el IAN un papel más
periférico que sus homólogos en la política científica de sus países. Se describe el papel del
IAN en materia de diplomacia nuclear internacional y las estrategias que debe emplear
Marulanda para mantener control de las relaciones internacionales, que son las que en buena
parte garantizan la continuidad del Instituto.
Como ya se mencionó anteriormente, un detalle significativo del Instituto de Asuntos
Nucleares es que repetidamente ignora la existencia de entidades anteriores. En historias
oficiales, discursos importantes y conmemoraciones hace lo posible por no recordar cuatro
años de ICAN-CEAC. Igualmente significativo es que el documento que crea el nuevo IAN
hace explícito que ha existido antes otra entidad y que esta se liquida para dar paso a la
nueva:
64
... debido a circunstancias de distinto orden, y de modo especial a su organización
técnica y administrativa, la mencionada entidad pública no ha dado los resultados
esperados, siendo necesario, en consecuencia, sustituirla por otra que se acomode a los
fines y propósitos del caso;
Que por razón de la organización internacional y los compromisos para el desarrollo de
la energía atómica para usos pacíficos, se hace indispensable que la entidad encargada
de antender este servicio sea autónoma y mantenga un criterio estrictamente científico;
...
El decreto 2345 de 1959 hace explícitos algunos de los problemas anteriormente tratados,
como la mala imagen de un instituto encabezado por un militar que además no es un experto
en el campo. De hecho, queda fijado que el director del IAN deberá ser persona con
“conocimientos acreditados” en materia nuclear. Basándose en lo que dice el decreto podría
pensarse sin embargo que el principal motivo de la disolución de la CNEA sería no haber
“dado los resultados esperados”.
¿Qué se esperaba del instituto cuando se creó en 1956? ¿Sería comparable a lo que se quería
de éste dos administraciones y un derrocamiento después en 1959? Si partimos de que era
genuina la impresión de que el ICAN-CNEA no cumplió sus funciones (y no que se trata de
una disculpa para justificar su extinción por motivos políticos únicamente), podremos tener
alguna explicación de la forma en que se desarrolla la gestión del nuevo IAN en sus
primeros años. Por supuesto, ésta estaría muy favorecida por unas distintas condiciones
políticas del país y el que su instauración fuese cercana al momento en que se podría
renegociar el acuerdo bilateral con los Estados Unidos, así como ratificar la carta del OIEA.
65
Como diferencia importante respecto a la extinguida Comisión de Energía Atómica, la toma
de decisiones del nuevo Instituto es ejercida por una junta de cuatro directores delegados
por cuatro ministerios: Fomento, Salud, Educación y Guerra (por lo que la nueva institución
también tendrá “cierta vinculación” con las fuerzas armadas). El director ejecutivo,
Marulanda, no tiene poder de decisión real en la junta directiva, pero es evidente que desde
un comienzo se le considera como una persona mucho más versada en temas nucleares que
los delegados presentes y su posición es respaldada por éstos. Es importante resaltar que
además los delegados harán de puente entre el IAN y el poder ejecutivo, además de formar
algunos vínculos con otras instituciones que podrían tener interés en asuntos nucleares.
Según informe de Marulanda ante la Comisión Interamericana de Energía Nuclear (CIEN,
ver más adelante), para finales de 1959, además del IAN hay importación de radioisótopos
por parte del Instituto de Cancerología, cuyo director Mario Gaitán Yanguas es de la junta
directiva del IAN, del Instituto de Investigaciones Tecnológicas adscrito al ministerio de
Fomento, e Icollantas (empresa a que no vuelve a encontrarse referencia en documentación
alguna). Puede observarse también que la presencia del coronel David Figueroa como
representante del Ministerio de Guerra provee un vínculo real con las fuerzas militares y de
alguna manera con la antigua Comisión de Energía Atómica. Figueroa formó parte de los
esfuerzos encaminados a la adquisición del reactor en aquellos tiempos88. Entre el personal
técnico que hereda el IAN se encuentra además Edmundo Sandoval, capitán de la fuerza
aérea, y en sus primeros años es remitido a la institución el teniente, luego capitán, Hernán
88IAN, AJD No. 10. 4 de Marzo de 1960.
66
Ramírez Yusti, quien se convertiría en segundo director del Instituto cuando Marulanda
partiera a Viena como delegado permanente ante el OIEA en 196889.
La gestión del nuevo instituto necesariamente es, al menos en sus inicios, similar a la de su
antecesor: una oficina regulatoria. Pero con la notable diferencia de que hay un esfuerzo
sustancial en especial de Marulanda, de dar a conocer en forma amplia la labor de éste,
asistendo regularmente a conferencias, instaurando cursos divulgativos para secundaria y
profesores90. En materia diplomática el IAN continúa la labor de reformar el convenio
bilateral de cooperación, que es la vía hacia la posible adquisición del reactor. Es muy
interesante que el director asume labores sin conocer el contenido claro de éste, aún
habiendo formado parte de la antigua comisión91.
También en materia diplomática, en vista de los problemas que ha habido con la ratificación
de la carta del OIEA, se pretende que el convenio bilateral se firme directamente con la
Comisión Americana de Energía Atómica (USAEC) de manera que no sea necesaria la
ratificación del Congreso colombiano, entonces muy ocupado al estar estableciéndose la
política del Frente Nacional. Sin duda Marulanda desea obtener lo antes posible entrada en
el Organismo lo cual revertiría en logros visibles para la nueva institución.
89Zamora C. Héctor H y Ahumada B. Jaime J. Opcit. 90Ver por ejemplo IAN, AJD No. 7 Enero 13 de 1960. 91IAN, correspondencia. Despachos 1959. Noviembre 10 de 1959.
67
En las historias oficiales92, se da importancia al hecho de que para 1959 no se hubiera puesto
en marcha la construcción de un reactor nuclear, insinuando el descuido de la antigua
Comisión. Sin embargo, ya hemos visto que se esperaba a la renegociación del acuerdo
bilateral, jurisdicción de la cancillería, que entonces no es receptiva. Durante los primeros
meses de existencia del IAN la posible fabricación de un reactor nuclear no está en las
discusiones. El interés es revivido por parte de la embajada americana, que en febrero de
1960 envía un comunicado93 recordando al Instituto que el subsidio sería efectivo si se tiene
un acuerdo bilateral vigente. El gran interés del Instituto al respecto se aprecia en que muy
rápidamente es conocida esta posibilidad en la prensa local.94
Dada la proximidad de la fecha de vencimiento del primer acuerdo, puede plantearse que a
los Estados Unidos le preocupa que Colombia no haga una renovación de éste, y de nuevo
necesita el Reactor como instrumento político para mantener dicho convenio, conservando
la posibilidad de mantener bajo control las actividades en materia nuclear del país. En todo
caso no hay duda que desde ese momento esta nueva oportunidad de adquirir un reactor
nuclear se convertirá en la actividad de mayor prioridad dentro del Instituto, lo que además
dio a los Estados Unidos un poder muy grande de negociación que se tradujo en tener en el
IAN, y, especialmente en Marulanda, a un aliado en su propósito de agilizar los trámites
diplomáticos que eran de su interés, en especial la ratificación de entrada al OIEA y la firma
del nuevo convenio bilateral. Ambos han sufrido de gran dilación en manos de la Cancillería
92Zamora, Héctor H. Y Ahumada, Jaime J. “Breve Reseña Histórica” en Ahumada (ed). opcit. 93IAN, AJD No. 8. Febrero 12 de 1960. 94Correspondencia, 19 feb 1960
68
y del Congreso de Colombia. El poder de negociación que daría a Estados Unidos el interés
colombiano por el subsidio se haría evidente a los pocos meses como se verá más adelante.
Por otra parte, la razón por la que un reactor nuclear era tan apetecido para el Instituto
puede parecer curiosa a la luz retrospectiva del rumbo que finalmente tomó la tecnología
nuclear en el mundo y que, como ya hemos dicho, hay que manejar con cuidado. Sin algún
sentido de clarividencia, y dentro de las capacidades reales de un instituto nuclear de un país
como Colombia, la estrategia puede decirse es bastante hábil. Por una parte, para el personal
técnico, que debía identificarse con las ciencias nucleares, era aquel instrumento el que
demostraría la calidad del trabajo que realizaban. Las ciencias nucleares y sus aplicaciones
son en buena medida basadas en lo que puede obtenerse de un reactor nuclear, si bien no
idealmente del tipo que se obtiene finalmente.
Este instrumento es además fuente casi inigualable de admiración en la sociedad moderna.
Es el lugar donde ocurre bajo control humano una explosión nuclear, donde se libera energía
de una manera que la naturaleza nunca había hecho antes. Para el país en general, el reactor
sería un importante símbolo de su camino hacia el desarrollo tecnológico. Y en general se
consideraba un primer paso en lo que podría ser la adquisición posterior de reactores de
potencia y creación de una infraestructura medianamente autosuficiente en materia nuclear,
si bien Tulio Marulanda es muy cauteloso al respecto. Él hace notar que la decisión respecto
a la instalación de reactores de potencia debe responder a la viabilidad económica de dichos
69
proyectos95, la cual se reconoce entonces como bastante remota dada la abundancia de
fuentes tradicionales de energía en el país. Opinión por cierto compartida por el OIEA.
Marulanda también es hábil en insinuar a la opinión pública colombiana durante el transcurso
de las negociaciones que más bien es Colombia que está sacando provecho de los Estados
Unidos, ya que, según indica, los convenios bilaterales no lesionan la soberanía mientras que
no se tenga intenciones bélicas96. Si se tiene en cuenta que era ésta una de las principales
razones de que los subsidios fueran ofrecidos en primer lugar, el reactor sería un beneficio
que el clima internacional ofrecía a Colombia sin que ésta tuviera que renunciar a mayor
cosa. Dadas las menciones contemporáneas respecto a la inviabilidad económica de la
explotación de uranio en Colombia, se está sentando definitivamente el lineamiento de sacar
provecho de los incentivos que entonces han sido desarrollados para disuadir países de los
programas bélicos nucleares, sin perder nada al no haber estado nunca interesado en ellos.
Cabe destacar que, contrario a lo que sería la principal justificación a posteriori de su
existencia, hacia 1960 las referencias a su utilidad en la fabricación de radioisótopos para la
medicina son muy escasas, y de hecho su diseño es poco apropiado para ello buscándose
desde un principio un reactor de muy baja potencia (10kW), sin objeción alguna por parte de
Mario Gaitán Yanguas del Instituto de Cancerología, que sería el principal consumidor de
los materiales radioactivos que podría producir el reactor.
95Marulanda, Tulio, opcit. p. 97 96Ibid. p. 11
70
La perspectiva de instalar un reactor nuclear en el instituto altera radicalmente todas las
actividades al interior de éste, y puede decirse que marca la diferencia definitiva con la
anterior institución.
Para entonces el Instituto funciona en parte del edificio actual de Inravisión (entonces
edificio del Diario Oficial) de la Avenida Eldorado con Carrera 48, en medio del proyecto
urbanístico con que la dictadura de Rojas pretendía simbolizar el paso hacia la modernidad
de Colombia, y donde alcanzó a funcionar la Comisión de Energía Atómica. Para lograr
obtener el reactor debía en cambio establecerse un instituto que por lo menos tuviera un
edificio propio, con un diseño que cumpliera los requerimientos mínimos de seguridad.
Además los costos que implicaba esta obra eran una parte indisoluble del subsidio al
concederse este por una cantidad equivalente a lo que se gastase en Colombia para la
adecuación del programa nuclear, con tope de 350.000 dólares97. Es evidente que al interior
de la institución se da por sentado que se necesitarían los 350.000 del gobierno colombiano.
Más notorio aún es que el gobierno nacional tampoco cuestinara la realización de la obra.
Es muy interesante además que los gastos empiezan a realizarse antes de que haya total
certeza de que habrá una renegociación del acuerdo bilateral, lo que podría llevar
eventualmente a la construcción de majestuosas instalaciones para un reactor cuya llegada es
incierta. Pero, desde el punto de vista del Instituto, incluso en tal escenario los beneficios
serían enormes, pasando de ser casi una oficina de asuntos nucleares, fácilmente liquidable
por cierto, a una entidad con uno de los mejores edificos de la ciudad, sofisticados equipos,
71
y mucho más consolidada en términos de su permanencia. Repetidamente se hace referencia
en los años de su adquisición, a que el reactor es una pieza indispensable para la estabilidad a
largo plazo del Instituto98. Un primer gran empujón que lanzara definitivamente al país a la
era nuclear. La naturaleza del subsidio americano, que exige significativos gastos domésticos
al parecer estaría encaminada a fomentar un compromiso serio de los gobiernos hacia sus
recién creados institutos lo cual es también del mayor interés de estos99. Dicho
comportamiento no es una característica típica tercermundista, y en los mismos Estados
Unidos suele ser común la estrategia. Una vez el estado ha dedicado una suma importante a
un proyecto, es más probable que continúe inviertiéndosele y también que sea más difícil dar
retroceso. Práctica por cierto además no deshonesta desde el punto de vista de los
científicos involucrados que “saben” que es del mejor interés del país continuar dicha línea, y
que más bien están protegiendo los beneficios futuros que inevitablemente traerá el proyecto
de las fluctuantes opiniones de los políticos.
Pero detemgámonos un momento, antes de entrar de lleno en el relato principal de la
monografía, para también observar algunas características que se instauraron al instituto,
herencia de sus antecesoras, y que marcan una notable diferencia con instituciones similares
del continente.
97IAN, AJD No. 9. Febrero 25 de 1960. 98IAN, AJD No. 58. Septiembre 3 de 1962 99 Las promesas de la energía nuclear de hecho nunca se cumplieron en forma tan radical como era usual se pensase hacia 1960, y cabe anotar que de hecho uno de los factores que podrían haber dilatado la disolución final del IAN en 1997 tuvo que ver con la presencia del reactor nuclear (además recién modernizado), en que se había invertido una cantidad considerable de recursos y que no podía simplemente desecharse debido a la gran cantidad de acuerdos internacionales a que estaba sujeto.
72
Primero que todo, durante toda su existencia, y especialmente en sus primeros años, se dio
mayor énfasis a la prestación de servicios y administración de asuntos nucleares, que se
esperaba con el tiempo fueran cada vez más numerosos debido al inevitable progreso hacia
la era nuclear. El personal es en su gran mayoría de orientación práctica y se aprecia desde
temprano el descontento de quienes buscan que el instituto dé mayor interés a la
investigación “pura”100.
Hacia el periodo de su fundación, era imposible la obtención del grado de físico en el país,
que abría las puertas a las ciencias nucleares. Los paises subdesarrollados de mayor empuje
en los proyectos en la promisoria ciencia como India y Argentina por el contrario en general
tenían al momento de su planteamiento alguna tradición en las ciencias físicas, y por lo
menos academias locales donde entrenar ciudadanos en dichas actividades. En otros países
con menor tradición, como Venezuela, la solución a la falta de sitios de entrenamiento
locales fue el que las comisiones de energía atómica jugaran un amplio papel en su fomento,
de hecho formándose así algunos de los primeros programas de estudios avanzados en la
región, aún hoy de gran importancia. De hecho en Argentina también la Comisión Nacional
de Energía Atómica asumiría labores de educación superior en el campo de las ciencias
nucleares.
En Colombia por el contrario el papel del Instituto de Asuntos Nucleares en el camino que
tomaría la educación superior fue relativamente marginal. No hay vínculo formal sólido con
la Universidad Nacional (la localización en su vecindad tiene que ver más bien con ser el
100 IAN, AJD No. 16. Junio 23 de 1960
73
Estado el principal propietario de la zona), y de hecho los físicos en el período que nos
concierne (como al parecer durante toda su existencia) constituyeron una minoría. En sus
primeros años se tuvo al alemán Werner Westphal, quien rápidamente se desvincularía para
ser fundador de la carrera de electrónica de la Universidad Javeriana. Al parecer no se
encontró a gusto con la orientación eminentemente práctica que tomaba el Instituto101. La
institución se atribuye haber favorecido el surgimiento de la carrera de física de la Nacional,
y en documentos se observa que consideraba de importancia su existencia, pero la relación
principal una vez esta inició fue a través de quienes, además de trabajar en el Instituto, eran
profesores en la universidad, y por estudiantes realizando su tesis de grado.
Un componente sustancial del personal sería compuesto por químicos, formados en el
exterior o en la Universidad Nacional. La Facultad de Química, de larga tradición para
entonces y que además manejaba el venerado Laboratorio Químico Nacional, tuvo intereses
en involucrarse a la rama nuclear, pero de hecho, la fuerte atención económica que recibió el
IAN ayudó al debilitamiento del laboratorio102, lo que sin duda crearía algún resentimiento
de la comunidad académica.
La otra mayoría la conforman ingenieros químicos y agrónomos, que con el tiempo se irían
especializando en materia nuclear a través de becas de estudio de corta duración en el
exterior. Además de los programas educativos del OIEA que se explican luego, el personal
del IAN se capacita en Puerto Rico, Inglaterra e Italia entre otros lugares.
101 IAN, AJD No. 16. Junio 23 de 1960
74
Durante la elaboración de la monografía se procuró elaborar estadísticas sobre el número de
personas que fueron beneficiarias de becas del IAN en temas nucleares, pero dentro de la
documentación primaria revisada no fue posible localizar documentación certera, lo cual
sería un trabajo pendiente para futuros investigadores. En todo caso, a partir de los
documentos disponibles es posible discernir la capacitación en el exterior de alrededor de 15
profesionales en diversos campos de los usos pacíficos de la energía nuclear para el período
estudiado.
El Instituto es desde un comienzo reticente al ofrecimiento de becas para programas
académicos de larga duración103, y en todo caso empieza a beneficiarse de la afluencia de
personas que por otras vías han estudiado asuntos relacionados con la energía atómica en el
exterior. Más adelante de hecho la administración de becas se convertiría en fuente de
problemas característicos que se verán en capítulos posteriores.
Las labores que cumpliría directamente en materia educativa el IAN se centrarían en forma
muy mayoritaria en lo divulgativo, ofreciéndose cursos en seguridad radiológica y
conferencias sobre la importancia de la energía nuclear, haciéndose repetido énfasis en la
orientación práctica del Instituto.
102 Villaveces, J.L. y Cubillos, Germán “Apuntes para una historia social de la quimica en Colombia” en
Vasco, Carlos E. et al (eds) Historia Social de la Ciencia en Colombia. Bogotá, Colciencias 1993. pp 232-233.
75
Una vez se crea el Departamento de Física de la Universidad Nacional, el IAN intentó
ofrecer algún cursos en física nuclear, pero para el período estudiado la relación es mucho
más estrecha con los estudiantes de química. Incluso, a pesar de pregonar la inminencia del
futuro nuclear, muy temprano empezó a notarse que el trabajo que podía ofrecer el Instituto
se estaba haciendo escaso, de nuevo prefiriendo preparar a quienes ya tenía bajo su
nómina104.
En cuanto a su labor de investigación el mismo concepto debe entenderse en el contexto de
la era del desarrollo. Al momento de su creación no se pensó en que el IAN fuese una
institución que compitiese a nivel mundial en la producción de conocimiento. La idea
principal de la labor investigativa sería la aplicación de las ciencias nucleares en áreas
concretas de interés nacional, como la erradicación de plagas, irradiación de semillas,
diagnóstico médico, etc.105 Quienes habían estudiado en el exterior, en especial Estados
Unidos, consideraban inútil cualquier intento de competir científicamente con un país que
dedicaba en investigación nuclear algunas docenas de veces el producto interno bruto
colombiano.
La investigación que adelantó estuvo además poco ligada al nuevo reactor. En una mirada
retrospectiva al programa “Atomos para la Paz” en América Latina, Marcelo Alonso, quien
fuera alguna vez director de la Comisión Interamericana de Energía Nuclear (CIEN) de la
103 El único becario que tuvo el IAN por largo tiempo en el exterior fue heredado de la Comisión de
Energía Atómica. Jorge Eduardo Bernett, quien estudiaba tecnología nuclear en Londres y al que las directivas del IAN hicieron notar continuamente su hostilidad una vez tuvo que asumirlo.
104 IAN, AJD No. 34. Abril 21 de 1961. 105 Marulanda, T. (ed.) Instituto de Asuntos Nucleares. Bogotá, Ed. Minerva, 1961.
76
OEA (ver más adelante) reconoce que entre las premisas básicas del programa estaba el que
los reactores nucleares eran instrumentos de gran valor científico no sólo en los campos
arriba mencionados, sino herramienta vital para las ciencias nucleares en general, lo cual
llevaría a los receptores a sobredimensionar las expectativas respecto a estos.
Los reactores de investigación tenían su principal uso en la física experimental y en la
investigación para desarrollo de nuevos reactores, ambas tareas por fuera de los propósitos
del IAN. Países más experimentados y proyectos nucleares más ambiciosos en el lado
armamentista, si bien sacaron provecho de la oportunidad de adquirir reactores americanos
de investigación, se dieron cuenta rápidamente de que no se les podía sacar provecho mucho
más allá de su valor simbólico y el acceso a alguna información en materia nuclear, ya que
estaban además sujetos a un control demasiado estricto por parte de los Estados Unidos. Es
corriente en dichos países la construcción subsecuente de otros reactores nucleares ya sea de
diseño local o en todo caso no americano. A mediados de los años 50s, India construyó su
primer reactor con ayuda estadounidense, pero su verdadero interés estaba en la instalación
de un reactor canadiense alimentado con uranio natural, del que aún hoy se obtiene el
plutonio para sus explosivos nucleares106. En Israel también se instala un reactor nuclear
americano, pero paralelamente se está trabajando con los franceses para la obtención de un
reactor de uranio natural a partir del cual elaborarían sus primeras bombas de plutonio107.
En cambio, el programa colombiano al parecer desde un principio se basa en la premisa de
que, al no tener intención bélica alguna, podría recibir los equipos y materiales que pudiera
77
necesitar en el mercado mundial y al mismo tiempo capacitar su personal. El papel que
tendría el reactor entonces sería no principalmente investigativo sino para mantener personal
suficientemente acostumbrado al trabajo con un reactor para cuando las (inevitables se
pensaba) circunstancias llevaran a la adquisición de nuevos instrumentos de este tipo. En
ningún documento se enfatiza el papel que el reactor tendría científicamente.
Finalmente, las labores del IAN en cuestiones administrativas y diplomáticas (en que más
adelante se profundizará) son ambiguas. Ante el Ministerio de Salud hay discrepancias sobre
quién es el encargado de regular los asuntos de seguridad nuclear108, y es evidente que hay
descontento en el IAN sobre la manera como la Cancillería maneja las labores concernientes
a temas nucleares. El problema consiste en que el IAN no tiene potestad de representar
oficialmente al país pero sí es la entidad encargada de cumplir los acuerdos en asuntos
nucleares, además de la principal beneficiaria de la ayuda internacional. Ya desde tiempos de
la Comisión el poder de la Cancillería sobre el Instituto se hizo ver con el obstruccionismo a
la adquisición del reactor y la renovación del convenio. El Ministerio de Relaciones
Exteriores podría haber firmado el primer convenio bilateral pues consistió en una acción
más bien pasiva en que era del interés de los Estados Unidos que ésta se realizase, pero sin
duda no era un canal adecuado cuando era la parte colombiana que tenía que tomar la
iniciativa. Posteriormente se haría patente otro problema embarazoso para el IAN, cuando
las delegaciones de otros países le hacen notar que las personas que ha delegado la
Cancillería para conferencias de temas nucleares no tienen la capacitación suficiente, lo que
106Abraham, Itty. opcit. 107Cohen, Avner. opcit. 108 IAN, AJD No. 20. Septiembre 2 de 1960.
78
insinúa favores políticos109. La estrategia que utilizaría Marulanda para hacer frente a este
obstáculo consistiría en asumir personalmente las gestiones internacionales de forma que la
labor de la Cancillería se limitara a la firma oficial. La manera de lograrlo sería aprovechar
los viajes que debía hacer como director del Instituto a reuniones internacionales
relacionadas con el tema nuclear, que por lo menos incluían la visita anual a la conferencia
general del OIEA en Austria cada septiembre y la conferencia de la Comisión Interamericana
de Energía Nuclear (CIEN) en Washington hacia mayo. Ninguno de estos viajes sería
desaprovechado para gestionar directamente los asuntos diplomáticos y técnicos de interés
del instituto, y de hecho en muchos éste sería el objetivo principal más que asistir a dichas
conferencias.
109 AGN, ICAN caja 284, carpeta 30. Octubre 9 1963.
79
4. LA CASA DEL REACTOR
En este capítulo se detalla el período en que se realizan las obras que son una precondición
para la obtención del subsidio estadounidense y que culmina con la inauguración de bajo
perfil del edificio del Instituto de Asuntos Nucleares a comienzos de 1963. Para Marulanda
es este un período de gran actividad diplomática estando pendiente la firma del nuevo
acuerdo bilateral además de empezar a formar parte en las reuniones del OIEA y recibir su
asistencia técnica. También durante este período empieza a notarse desinterés
estadounidense en la instalación del reactor nuclear. Esto lleva a que al momento de estar
listo el edificio para albergarlo, no haya certeza de la llegada de su más importante
componente.
La planificación del edificio del IAN ocurre de forma fulminante. Estados Unidos condiciona
el subsidio una vez se soporte la existencia de instalaciones adecuadas para este fin,
argumento que el Instituto ya ha esgrimido desde el inicio de sus operaciones para acceder a
los terrenos en que se localizará definitivamente110, así como a recursos suficientes para
acceder a los 350.000 dólares. En cualquier caso, los reactores candidatos que se mencionan
más adelante rondan en precio los US$ 300.000.
110 IAN, correspondencia. Despachos 1959. Diciembre 1959.
80
En los meses que siguen a febrero de 1960 en que se recibe la propuesta americana de
reactivar los trámites para el subsidio, son elaboradas las propuestas para la edificación que
albergará definitivamente al Instituto. Se encargó el diseño a la Firma Ibañez & Manner
Ltda, entonces conocida por realizar obras del calibre de las Residencias El Nogal, El
Edificio de la Universidad de la Salle, y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi entre otros,
estos últimos de costo similar al que espera destinarse al IAN111. Los planos definitivos son
muy urgidos pues es a partir de éstos que se demostrará ante la USAEC que se obedecerá
con los requerimientos técnicos mínimos para hacer efectivo el subsidio. Hacia junio de
1960 los planos son presentados por Marulanda ante la Comisión en Washington recibiendo
su aprobación112.
Con la aprobación técnica y el completo convencimiento de la llegada pronta del reactor
nuclear, se efectúan las licitaciones entre septiembre de 1960 y febrero de 1961 cuando se
define como constructora la empresa Martinez y Hernandez Ltda113. Ya se tienen las
adjudicaciones presupuestales, con lo que la obra empieza su ejecución hacia marzo de 1961
tardando ésta hasta septiembre de 1962. El período de construcción coincide a grandes
rasgos con las labores de ratificación del nuevo convenio bilateral, de modo que si estas
negociaciones no hubieran sido problemáticas, la instalación del reactor habría ocurrido
poco después de la culminación de la obra. La realidad es que para la fecha de culminación
del edificio no se cuenta con un convenio firmado. Para entonces ha sido gastada una
111 IAN, AJD No. 11. Marzo 25 de 1960 112 IAN, AJD No. 15. Junio 10 de 1960. 113 IAN, AJD No. 30. Febrero 1 de 1961.
81
cantidad de recursos suficiente para acceder al monto superior del subsidio. Sólo falta el ala
de la edificación destinada al reactor y que depende de las características específicas de éste.
Inicialmente la planificación del edificio estuvo acompañada de una selección del que sería el
reactor a instalar una vez fuese firmado el nuevo acuerdo bilateral. Una vez informada la
embajada de los Estados Unidos sobre la intención de hacer uso del subsidio, se toma la
decisión de retomar la idea original de la antigua CEAC de instalar un reactor de baja
potencia de los llamados de “investigación y enseñanza”, de 10kW. La antigua Comisión
había empezado trámites con la AMF (American Machine Foundry Co) para la adquisición
de su reactor “Educator”114. En la toma de decisión no se hace alusión a la posibilidad de un
reactor nuclear de mayor potencia, que habría sido factible teniendo en cuenta los equipos
que se enviaban entonces a otros países Latinoamericanos. En Venezuela en particular el
reactor nuclear que se estaba instalando tenía una potencia de 3MW115. El precio sería sin
duda un factor, aunque se aduce en los documentos a que el reactor de 10kW era “suficiente
para los programas en que se utilizará”116. Esto recalca nuevamente el hecho de que en ese
momento no se tenía intención de su utilización para la producción de radioisótopos para la
medicina. En las décadas posteriores a su instalación, el Instituto procuró la adquisición de
un nuevo reactor apropiado para dicha tarea al tiempo que hizo el mayor esfuerzo por
destinar a dicho uso el reactor original, para lo cual tuvo que aumentar paulatinamente su
potencia de operación hasta 30kW.
114 IAN, AJD No. 10. Marzo 4 de 1960 115 IAN, correspondencia. Oficios recibidos 1959. Diciembre 28. 116 IAN, AJD No. 10. Marzo 4 de 1960.
82
Por el contrario, se hace referencia a las ventajas que presenta el hecho de ser el reactor
idóneo para “experimentos ilustrativos”, y que no requieren de personal especializado para
su operación. Por otra parte y como se verá más adelante, una de las constantes trabas que
pone la Comisión americana es el requerimiento de que el reactor sea operado por personal
adecuadamente capacitado. El hecho de solicitarse uno de “enseñanza”, hizo menos
problemática la objeción acerca del personal, que debía ser aprobada y efectuada en Estados
Unidos (Puerto Rico en realidad). Además podría entonces capacitarse nuevo personal en el
país.
En junio de 1960, se efectúa el primero de lo que se convertiría en rutinarios viajes al
exterior de Tulio Marulanda de múltiple propósito. Como director del IAN y de lejos su más
experimentado diplomático, Marulanda asume la tarea de representar al país ante los
organismos internacionales y comisiones extranjeras de energía atómica (en especial la
americana). Antes de la incorporación definitiva del país al OIEA, los viajes consistieron en
visitas regulares a lo que entonces se denominó Comisión Interamericana de Energía
Nuclear (CIEN o INEC), de la OEA en Washington. Dicho organismo, de clara dominación
americana, y muy escasos recursos, fue muy temprano reconocida como bastante poco útil
en sí misma117, pero los viajes a Washington permitieron de paso realizar otras posibles
gestiones del Instituto además de darse a conocer entre los homólogos latinoamericanos.
Como propuesta interesante de dicha Comisión se encuentra la intención de fomentar la
educación en ciencia en los países latinoamericanos por medio de la publicación de ediciones
117 IAN, correspondencia. Oficios recibidos 1962. Abril 18.
83
de bajo costo de literatura en ciencias básicas, que podrían ser un inicio de las famosas
ediciones técnicas de la OEA.
En cualquier caso, en el viaje de junio de 1960 Marulanda logra que la Comisión dé un visto
bueno inicial a las instalaciones colombianas y por lo tanto a la posible instalación del
reactor, siempre supeditando el subsidio al acuerdo bilateral vigente, apropiadamente
modificado. Esto es para Marulanda un logro considerable, pues inmediatamente después de
la propuesta inicial de febrero de 1960, y en un intento de acelerar el ingreso de Colombia al
OIEA, hay repetidas insinuaciones de la embajada americana en Bogotá sobre que Colombia
debía más bien gestionar el reactor ante el organismo internacional118. La figura misma de
los convenios bilaterales está entonces en decadencia ya que uno de sus principales motivos
de su existencia, impulsar regulaciones locales en material nuclear mientras entra en
funcionamiento el organismo de control de las Naciones Unidas, es ya innecesario.
Marulanda insiste en los derechos adquiridos por el país debido al convenio de 1955 y pone
en marcha la adquisición de un reactor por convenio bilateral en un momento en que los
Estados Unidos ya están desmontando el esquema. En todo caso, la USAEC le hace
explícito a Marulanda que la ratificación e ingreso al OIEA es un prerrequisito para todo, así
sea porque la transferencia del reactor debe ser aprobado por el Organismo, ya que una de
sus funciones es la verificación en transferencias de tecnología nuclear y del combustible
altamente enriquecido que el reactor utiliza.
118 IAN, AJD No. 13. Mayo 16 de 1960.
84
Es evidente que para Estados Unidos hacia 1960 es proritaria la entrada de Colombia al
Organismo mucho más que el mismo acuerdo bilateral. Incluso después de dichas
conversaciones los americanos insisten en la obtención del subsidio a través del OIEA,
infructuosamente119. Lo que sí logran es un continuo ambiente de presión respecto a la
ratificación del estatuto de dicho organismo, ya que toda negociación estuvo congelada
hasta entonces. Y encima de todo esto, la Comisión recuerda a Marulanda que si Colombia
entra al organismo con rapidez, será elegible para la Junta de Gobernadores, candidatura que
los Estados Unidos podría apoyar120.
Finalmente y como última consecuencia de dicho primer viaje, Marulanda gestiona la
entrega de una unidad de Telecobaltoterapia destinada al instituto de Cancerología,
donación de la USAEC, del considerable precio de 60.000 dólares. Consecuencia de su
gestión, además de indicador de que se avanza en la obtención del subsidio, es el hecho de
que en agosto de 1960 Charles Zucker de la USAEC visita al país para hacer
recomendaciones al Instituto sobre la obra y adquisiciones que entonces están
planteándose121.
A su retorno al país, y paralelo con la licitación del edificio, se inicia por parte de Marulanda
una intensa campaña de cabildeo ante el Congreso y el Ejecutivo para que se ratifique lo más
pronto posible la entrada al OIEA. Aquel trámite congelado desde 1956 logra ser aprobado
en apenas tres meses desde la visita a Washington. Hay que anotar en cualquier caso que
119 IAN, AJD No. 18. Agosto 5 de 1960. 120 IAN, AJD No. 13. Mayo 16 de 1960. 121 IAN, AJD No. 20, Septiembre 2 de 1960
85
aunque inmediatamente incentivado por el reactor, los motivos principales que se aducen
para la ratificación son los beneficios que traerá formar parte de dicho organismo, lo cual
por otra parte es una opinión universalmente compartida por el Instituto. Ante personas
externas al IAN se anuncia además que aunque hay una cuota anual relativamente elevada
que debe aportarse, ésta se retorna varias veces al país sólo considerando las múltiples becas
a que podrán acceder colombianos122. Pero uno de los problemas recurrentes luego de la
entrada al organismo sería procurar que no fuese del presupuesto del Instituto que se pagase
la cuota anual del OIEA de por sí nada despreciable al rondar los 20.000 dólares123.
La posibilidad de entrar a la junta de gobernadores de la institución también sería un
incentivo al Congreso, argumentándose que dicha posición podría traer grandes beneficios
adicionales al país124. El prestigio y capacidad de negociación diplomática que dicho puesto
traería sin duda también hacían atractiva la ratificación.
De hecho, se logra tener ratificada la entrada al Organismo a comienzos de septiembre, justo
a tiempo para asisitir a su asamblea general anual el día 20. El gobierno inicialmente piensa
enviar al embajador en Viena125, persona sin el entrenamiento necesario para sacar provecho
de una organización de carácter técnico como el OIEA y acción contradictoria dada la
existencia del IAN. Marulanda y la junta de directores del Instituto logran que sea él quien
viaje a dicha Asamblea, lo que se convertirá en procedimiento regular en septiembre de
todos los años. De nuevo el viaje será siempre aprovechado para gestiones internacionales
122 IAN, correspondencia. Despachos 1959. Noviembre 20 123 IAN, AJD No. 17. Julio 5 de 1960 124 IAN, AJD No. 22- Septiembre 9 de 1960.
86
pendientes, no sólo en Viena sino en los Estados Unidos, donde hay que hacer escala de
camino a Austria.
El viaje de septiembre-octubre de 1960126 es de gran importancia al ser el primero en que
Marulanda participará nominalmente “al mismo nivel” en la sociedad de países con
intenciones nucleares. Ya desde tiempos del antiguo instituto ha habido visitas del director,
pero es en ésta en que debe empezar a ejercer el cargo de país miembro de un organismo
multilateral. Empiezan a formarse las alianzas para votación en defensa de intereses
regionales. Colombia cooperará con Argentina en vista de la ayuda que considera éste país
puede prestarle, además de la admiración que siente hacia su programa nuclear. Uno de los
puestos en la silla de gobernadores para la región latinoamericana está reservado para el
“país más avanzado” en materia nuclear, y el país austral considera que debe ser suyo, no de
Brasil que entonces se beneficia de él. Marulanda acuerda votar por el candidato argentino.
También se procurará cumplir con las promesas de conseguir para el país otro de los puestos
de gobernador, pero para el desagrado de quienes trabajan en el IAN la candidatura de
Colombia para la Junta de Directores del OIEA no es posible. Marulanda informa que
debido a haber llegado la ratificación de entrada al organismo demasiado tarde al
Departamento de Estado de los Estados Unidos, depositaria del documento, el país no
puede presentarse como candidato al no ser aún oficialmente miembro. El informe de
Marulanda tiene insinuaciones de que esto habría sido una acción deliberada de los Estados
Unidos, que tendría compromisos con otros países de apoyarlos a acceder a la silla vacante.
125 IAN, AJD No. 22. Septiembre 9 de 1960.
87
Todo esto no deja de sorprender por cuanto los expertos en relaciones internacionales de
Colombia enfatizan que en especial en este período el país destaca por su fuerte
subordinación a los Estados Unidos en cuestiones de política exterior127. De hecho, una
razón adicional que habrían tenido los Estados Unidos para presionar la entrada del país al
OIEA es aumentar el número de votos aliados en el organismo. Pero desde las primeras
reuniones, Marulanda exhibe gran interés por seguir una línea, si bien no confrontacional con
los Estados Unidos, más acorde con planes de cooperación con otros países del Tercer
Mundo, no siempre reflejando en sus votaciones los deseos norteamericanos.
El optimismo de Marulanda hacia el Organismo se aprecia en la presentación en Diciembre
de 1960 de un proyecto de adquisición por medio de la ONU, de un acelerador lineal de
partículas y generador de neutrones, por valor de 300.000 dólares128. La insistencia de
Colombia de hacer uso del acuerdo bilateral parece a la luz de este proyecto como la manera
de dejar abierta la posibilidad de otros subsidios por parte del organismo multilateral. El
proyecto sin embargo no vuelve a mencionarse, y habría conformidad con que el OIEA
provee principalmente ayuda en capacitación de personal y no equipos.
La consecuencia inmediata del ingreso al OIEA para el Instituto es la posibilidad de acceder
a becas que tanto se usaron para justificar la ratificación y que empiezan a ser ofrecidas
inmediatamente, al parecer con muchos aspirantes. Hasta aquel momento el Instituto ha
126 IAN AJD No. 25. Noviembre 6 de 1960 127 Pardo, Rodrigo y Tokatlián, Juan G. opcit y Ardila. Martha, opcit. 128 IAN, AJD No. 27. Diciembre 9 de 1960
88
aprobado el viaje al exterior de múltiples personas, ya profesionales, para especializarse en
temas nucleares. Durante estos primeros años ha estado abierto a la capacitación de
personas no directamente vinculadas al Instituto al tiempo que consolida su planta
profesional, siendo las primeras convocatorias de becas del OIEA divulgadas
universalmente, y finalmente adjudicadas a personas externas al IAN129. Es de recordar que
el tener un programa activo de capacitación en temas nucleares es importante para justificar
ante los Estados Unidos la experticia local necesaria para operar un reactor.
La gestión diplomática en Viena se centrará de nuevo en 1961 ante la posibilidad de acceder
a un puesto en la presidencia del organismo en octubre. Como delegado permanente ante el
OIEA la Cancillería ha designado a Mario Uribe Uribe, externo al instituto130, pero se hará
costumbre la asistencia de Marulanda a las conferencias generales.
Un tema importante es el esquema de adjudicación de becas del OIEA. Uno de los
argumentos para entrar al Organismo era la posibilidad de acceder a becas en ciencias
nucleares, que en efecto para mediados de 1961 están ofreciéndose. Muy rápidamente sin
embargo empieza a haber problemas al respecto. Los cursos ofrecidos son de corta
duración, lo cual gusta en el IAN, pero el trámite para acceder a ellos puede ser muy
demorado, ya que los candidatos son seleccionados por los posibles países receptores131. Es
corriente entonces que durante el proceso el aplicante pierda interés y deba haber
reemplazos, lo que alarga aún más el proceso. También se argumentará luego que muchos
129 IAN, AJD No. 29. Enero 24 de 1961 130 IAN, AJD No. 32 Marzo 3 de 1961 131 AGN, OIEA, carpeta 3. Junio 30 de 1961
89
cursos son altamente especializados y por lo tanto beneficiosos ante todo para los países
líderes en el campo. Dentro de la defensa de los intereses del Tercer Mundo, la delegación
colombiana procurará que los planes educativos sean acordes a las necesidades de estos
países.
Para entonces además de las becas, se ha recibido como primer gesto de colaboración
importante la visita de la radioquímica argentina Sonia Nassiff, que a partir de Julio de 1961
y a lo largo de todo el año llevaría a cabo una importante labor de capacitación de personal
en el área. De hecho, a partir de su visita se plantea que el mejor uso que puede darse a la
membresía del OIEA son las visitas de capacitación de técnicos extranjeros, ya que permiten
la enseñanza simultánea a múltiples personas, además de obtener provecho de la experiencia
del invitado en temas de carácter organizativo. La experiencia de la Dra Nassiff sería útil en
momentos en que las instalaciones del Instituto estaban en plena construcción.
Al ingresar al organismo el Instituto ha cumplido con el principal requerimiento de la
Comisión americana. Surge sin embargo el primero de una serie continua de mensajes
preocupantes por parte de los Estados Unidos. Se informa que el subsidio está pendiente de
la aprobación presupuestal en dicho país, lo que puede significar un tiempo de espera132.
Además empieza a surgir un interés minucioso en la Comisión Americana respecto a las
capacidades técnicas del país receptor de un reactor nuclear133, al tiempo que se está
negociando el documento del acuerdo bilateral, lo que genera un clima de incertidumbre e
impulsa al Instituto hacia una posición defensiva. La serie de interrogantes planteados
90
entonces son tema de discusión para tratar por Marulanda aprovechando su viaje a la CIEN
de 1961134, cuando además visita los laboratorios de Brookhaven y Oak Ridge.
La negociación del contenido del nuevo acuerdo por otra parte no presenta mayores
obstáculos, siendo éste una modificación de aquel de 1955 con las correcciones necesarias
para permitir la instalación del reactor de investigación. Tulio Marulanda lo verifica y
comenta minuciosamente135. Éste será tema predominante hacia mitades de año, mientras se
espera su firma, de manera que el reactor sea instalado en fecha cercana a la inauguración
del edificio. Pero luego de visitar Washington en mayo continúan los requerimientos
técnicos americanos, cada vez más preocupantes136 al estar la construcción más avanzada, de
modo que para el viaje de septiembre a Viena hay de nuevo necesidad de programar una
visita de aclaración de dudas a la USAEC.
Meses antes de la visita a Washington de vuelta de Viena, la Comisión americana, en vista
de la inminencia de la ratificación de entrada al OIEA deja de lado el tema centrándose ahora
en obstáculos de carácter técnico-administrativo a la adjudicación del subsidio. Para
completar, la USAEC, luego de su aprobación inicial, presenta interrogantes respecto a la
idoneidad del edificio, entonces ya en etapas avanzadas de construcción. En informe al
ministro de relaciones exteriores Julio César Turbay, Marulanda aclara a éste que la actitud
dilatatoria de la comisión americana está relacionada con el hecho de que un subsidio similar
132 IAN, AJD No. 28 Enero 19 de 1961 133 IAN, AJD No 34 Abril 21 ed 1961 134 IAN, AJD No. 36. Junio 14 de 1961 135 AGN, OIEA, carpeta 4. Febrero 26 de 1961. 136 IAN, AJD No. 45. Octubre 5 de 1961
91
a “un país vecino”, necesariamente Venezuela, ha sido malaprovechado al estar en ese
momento el reactor adquirido apagado137 (luego de gran pompa en su inauguración un año
antes por el presidente Rómulo Betancourt). Marulanda planea, durante la siguiente visita a
Washington, insistir a Glenn Seaborg, premio Nobel de química y entonces director de la
USAEC, que no será el caso colombiano, al ser el reactor deseado de menor tamaño y costo
operativo138. Aún así, se aprecia que los planes del Instituto no son vistos con mucho
entusiasmo por los americanos.
El embajador colombiano en Washington, Carlos Sanz de Santamaría, ha anunciado además
que el nuevo acuerdo bilateral será firmado precisamente en septiembre-octubre, incluyendo
los detalles del subsidio del reactor139, por lo que la visita de Marulanda es muy oportuna.
La visita de octubre fue destinada pues más que a afinar los últimos detalles del acuerdo
bilateral, a defender las pretensiones colombianas de acceder a un reactor nuclear, interés
principal de Colombia para firmar el acuerdo en primer lugar. Washington por lo contrario
ya ha logrado su meta principal de acelerar el ingreso del país al OIEA. La Comisión además
exige en ese momento una relación completa de gastos efectuados en Colombia para evaluar
el monto del subsidio, lo que en efecto informa muy bien sobre las instalaciones locales. En
todo caso, contrario a indicaciones anteriores, el acuerdo está lejos de ser firmado. Continúa
137 AGN, OIEA, carpeta 5. Agosto 22 de 1961 138 AGN, OIEA carpeta 5. Septiembre 3 de 1961 139 IAN, AJD No. 43. Septiembre 19 de 1961
92
la insistencia en verificar que los requerimientos técnicos para la instalación sean
cumplidos.140
La visita de 1961 a Viena se distingue por cuanto que Marulanda y el IAN ya tienen
experiencia de primera mano con el tipo de provecho puede sacarse al Organismo y en qué
aspectos debe trabajarse en él. En dicho año la Asamblea General estuvo centrada en la
elección de su segundo director general, que sería el sueco Sigvart Eklund. Colombia,
dentro de su posición de apoyo al bloque latinoamericano y tercermundista respalda la
presidencia de la asamblea por parte del Almirante Quillihaldt de Argentina. Eklund se
consideraba favorable a la intención de los países pobres de que la agencia fuese
principalmente un organismo de asistencia técnica y científica141. En cualquier caso el
informe para Colombia de Marulanda denota de alguna manera que sus pensamientos en el
momento están mucho más dedicados al tema del reactor que a la diplomacia multilateral142.
Sin embargo, esta vez se ha logrado entrar a la junta de gobernadores del OIEA.
La segunda mitad del 61 fue también muy activa en relaciones internacionales para quienes
se quedan en Colombia. Además de la mencionada visita de la Dra Nassiff, hubo dos visitas
de la comisión americana, de Frank Comas y John W. Norris, hacia septiembre143. Y hacia
noviembre de 1961 llegó la primera visita oficial de una misión por parte del OIEA que ya
había sido postergada varios años en espera de tener un instituto bien instalado y la
ratificación de entrada al organismo. Y dentro del clima optimista respecto a las
140 IAN, AJD No 45. Octubre 5 de 1961 141 De Greiff, A. (2002), opcit. y Fischer, David. opcit. 142 IAN, AJD No. 46. Noviembre 3 de 1961
93
posibilidades que brinda el organismo, a finales de año se solicitó infructuosamente la visita
de dos nuevos expertos, un agrónomo aún no definido, y un físico y clérigo de nombre
Ignacio Cantorell (Cantrell?), conocido a través de un científico del IAN (Jaime Toro), quien
entonces estaba siendo capacitado para el manejo del reactor en Puerto Rico144.
1962 se destaca por un cambio fuerte de énfasis en el tema del reactor desde el asunto del
acuerdo bilateral a lo concerniente a la adquisición misma de éste. De alguna manera se
esperaba, como la construcción misma del edificio lo indica, que una vez firmado el acuerdo
ya se tendría definido el intercambio comercial con la constructora del instrumento. Desde
comienzos de año la Comisión americana ha dado el visto bueno a la transferencia del
reactor, pero el convenio no ha sido firmado. La AMF ha empezado a plantear problemas
respecto a la forma como debe realizarse el desembolso del dinero145, siendo el problema
principal el que la constructora exige un pago por adelantado, mientras que la Comisión
efectúa el desembolso una vez éste ha sido instalado y se ha verificado una ejecución
satisfactoria de los requerimientos para acceder al subsidio. Esto implica que debe buscarse
algún medio de financiar los más de 300.000 dólares que cuesta el equipo, sin tener aún
firmado el acuerdo que garantiza su pago. Pero esperar a su aprobación implica un retraso
incómodo en la llegada del reactor. En todo caso, una solicitud de crédito por 350.000
dólares al Citibank por parte del Instututo es rechazada, lo que podría ser un indicador de la
143 IAN, AJD No. 42. Septiembre 12 de 1961 144 IAN, AJD No. 47. Noviembre 24 de 1961 145 IAN, AJD No. 49. Febrero 9 de 1962.
94
falta de confianza que se tiene en los Estados Unidos respecto a que el subsidio se haga
efectivo146.
Marulanda efectúa una visita extraordinaria al OIEA en Viena en marzo de 1962,
concerniente principalmente a, dentro de la delegación latinoamericana, buscar un aumento
en las ayudas del organismo. También, y dentro del problema de las becas, Marulanda
empieza a informarse de las propuestas que han surgido de construir un centro nuclear
regional, y también la posibilidad de la creación de un centro de física teórica del
organismo, fomentado fuertemente por la delegación italiana. Al regreso, efectúa lo que
sería el principal motivo para dejar el país, en los Estados Unidos. Esta vez el asunto a tratar
es el problema de la eventual financiación del reactor mientras es instalado y que ha sido
negada147. Se tomará inicialmente la determinación de procurar que la AMF acceda al
crédito en vez del Instituto, el cual parece no ser sujeto de préstamos de monto semejante.
Las hasta entonces visitas anuales a la CIEN serán culminadas este año con el viaje de
Marulanda a Ciudad de México, en la cual se reconoce el definitivo fracaso de dicha
institución148, que no ha inspirado mayores esperanzas en los países latinoamericanos
prácticamente desde su instauración y que nunca jugaría un papel importante a pesar de
continuar existiendo por varias décadas149.
146 IAN, Correspondencia Oficios Recibidos 1962. Feb. 22 de 1962. 147 IAN, AJD No. 51. Marzo 23 de 1962. 148 IAN, AJD No. 53, Marzo 28 de 1962 149Alonso, Marcelo opcit.
95
Finalmente el convenio bilateral es firmado en los Estados Unidos en abril de 1962, en todo
caso supeditado a la ratificación por parte del congreso nacional. Se intensifica por tanto la
negociación con la AMF, que por otra parte continúa reacia a iniciar obras sin el dinero
adelantado, el cual en todo caso sólo podrá ser liberado al ser ratificado el convenio, con lo
cual nuevamente la Comisión americana consigue en Marulanda un muy efectivo impulsor
ante el legislativo. En todo caso, como ya se mencionó, para septiembre de 1962 la
edificación definitiva del Instituto está lista y el convenio bilateral no ha sido ratificado, por
lo que no hay seguridad aún ni sobre el subsidio, ni sobre el contrato con la firma
proveedora del reactor.
La situación hacia finales del '62 es preocupante, lo que se constata en la reunión de Junta
Directiva por parte del representante del ministerio de guerra, David Figueroa, respecto a la
próxima visita a Washington de Marulanda: “... a fin de que se busque, igualmente, la
manera de financiar la adquisición de dicho reactor, el cual considera indispensable no sólo
para la estabilidad de la institución, sino para satisfacer también el deseo ciudadano de ver
realizada una obra que viene anunciándosele desde hace mucho tiempo, sin que vea
justificada una demora que solo nosotros sabemos a qué poderosas razones obedece150”
(énfasis míos).
El acostumbrado viaje de octubre al OIEA151 es pues utilizado en la negociación del
contrato con AMF, intentándose la modalidad de pago directo de la Comisión a la
compañía, lo cual presenta dificultades al tratarse de una instalación en suelo extranjero.
96
Surgen además los acostumbrados interrogantes sobre la capacidad técnica local de operar
el reactor una vez instalado esta vez por parte de la compañía, a los que Marulanda se ha
venido acostumbrando en los ya alrededor de dos años de gestiones.
Cabe anotar que en Viena152 Marulanda ha logrado para Colombia un subsidio por la
considerable suma de 48.000 dólares en especie y que dicho año además la delegación
colombiana votará a favor de la creación del centro de investigaciones del OIEA en Trieste
Italia de Física Teórica, aduciéndose como principales motivos el descontento con el sistema
de becas del Organismo, dispersadas alrededor del mundo153. Sin embargo cabe anotar que
el IAN, dado su carácter manifiestamente práctico, no percibirá mayor beneficio directo del
nuevo Centro Internacional de Física Teórica (International Centre for Theoretical Physics,
ICTP), prefiriendo como ya se dijo la modalidad de visitas expertas al Instituto. En cualquier
caso se espera que la existencia de éste permita por lo menos una mayor centralización de la
ayuda educativa, garantizando mayor agilidad y capacitación más homogenea. Es importante
anotar que dicha votación es contraria a los deseos de los Estados Unidos. El impulso del
ICTP es una de las ocasiones notorias en que los representantes del Tercer Mundo ante el
OIEA se imponen a los deseos tanto de los Estados Unidos como del bloque socialista,si
bien con poderoso apoyo italiano, reclamando que el organismo se concentre sus esfuerzos
en asistir en el desarrollo de los países del Sur154.
150 IAN AJD No. 58. Septiembre 8 de 1962. 151 IAN AJD No 60. Noviembre 16 de 1962. 152 AGN, OIEA carpeta 6. Octubre 1 de 1962. 153 De Greiff, A. (2001) opcit. 154 Ibid.
97
El Instituto de Asuntos Nucleares para 1962 está empezando a sufrir los efectos de la
proliferación de becas, al haber a grandes rasgos ya completado un equipo técnico suficiente
para sus labores y considerable para su capacidad económica. Es entonces imposible
garantizar a personal capacitado su incorporación al IAN, siendo sin embargo éste la única
institución donde podría aplicarse lo aprendido en el exterior. En los primeros años de
funcionamiento del Instituto tampoco se ha materializado lo que se esperaba fuera un
estrecho vínculo con el sector productivo, que podría haber llevado a un crecimiento en la
planta profesional.
Y esto definitivamente no por desconocimiento público. Una de las labores que se ha
tomado más en serio desde su creación y también en gran parte asumida directamente por
Marulanda ha sido la publicidad. En sus primeros años, además de la noticia circulante del
próximo reactor nuclear, el IAN se presenta repetidamente en eventos como la feria
exposición, congresos profesionales, y visitas guiadas a las nuevas instalaciones. El gobierno
de los Estados Unidos ha prestado su asistencia con el préstamo de películas divulgativas
sobre usos pacíficos de la energía nuclear, además de presentar una exposición denominada
“Átomos para la Paz”155 en los primeros años del IAN. Pero sin duda uno de los eventos
más recordados y de primordial importancia en cuanto al asunto del reactor, es la visita
programada para 1963 de la exhibición de la USAEC “Átomos en Acción” que va de gira
por Latinoamérica y que incluye como atracción central un reactor nuclear en plena
operación156. La idea es que ésta se instale en terrenos del Instituto para lo cual se decide la
inauguración de su edificio sin haber sido instalado el reactor. De hecho, las preocupaciones
98
respecto a éste se han materializado en una suspensión de comunicaciones con la AMF157.
No es que no haya propuestas de otras casas productoras de reactores nucleares158, pero sin
duda el tema de la financiación se percibe como posiblemente generalizado a cualquier
proveedor. Todo depende en todo caso de la ratificación en Colombia del convenio bilateral,
para lo cual la exposición podría ser útil. Por unas semanas el IAN se convierte en objeto de
atención en la prensa.
155 IAN, AJD No. 35. Mayo 5 de 1960 156 IAN, AJD No. 62. Febrero 1 de 1963 157 IAN, AJD No 62. Febrero 1 de 1963 158 Ver por ejemplo IAN, correspondencia, oficios recibidos 1962. Septiembre 12.
99
5. EL CIRCO DEL REACTOR
Este capítulo describe los eventos ocurridos a partir de la exhibición de “Átomos en Acción”
de 1963 y que abarcan hasta comienzos de 1965. Es durante este período que por fin se
realizan las gestiones de adquisición del reactor nuclear, que en sí mismas son una pista
importante sobre el significado de este instrumento para el Instituto, así como de las
estrategias de las compañías proveedoras de reactores. Cabe destacar la reacción que se
tiene ante la posibilidad de adquirir un reactor usado a muy bajo precio lo que podría dejar
recursos importantes para otros instrumentos. El que finalmente se descarte dicha opción
destaca el propósito que tiene el instrumento para ese momento como elemento de prestigio.
Durante la investigación y presentaciones preliminares del presente trabajo, ocurrió de
manera repetida un fenómeno bastante curioso. En algún momento llegaba a mencionarse
respecto a las continuas frustraciones en la adquisición del reactor, que “... sólo faltaría que
les acabaran entregando un reactor de segunda mano”. La mitología latinoamericana
respecto a la adquisición de instrumentos que simbolizan la lograda occidentalidad y que
resultan ser una caricatura del tercermundismo abundan en el imaginario popular, y su
surgimiento espontáneo en el caso del reactor es una muestra de ello. Pero el asunto se
complica bastante cuando en los documentos del IAN se descubre que sí se estuvo
negociando en algún momento por un reactor usado, si bien precisamente la fortaleza del
100
mito del aparato de segunda podría ser uno de los principales riesgos para que no se
concretara dicha adquisición.
Todo comienza en 1963. El edificio ha sido inaugurado y se encuentra en Bogotá la
exposición de “Átomos en Acción” de la Comisión Americana de Energía Atómica. El éxito
publicitario de ésta se constata en que el suceso es recordado ampliamente por quienes
vivieron en Bogotá en la época. La exposición se realizaba al interior de una carpa gigante
inflable en cuya parte central se encuentra un reactor nuclear en que se realizan
experimentos demostrativos. Finalmente esta fue instalada en la Cra 13 con calle 37, siendo
transmitida en vivo por televisión nacional la erección de la carpa y convirtiéndose en noticia
y tema de discusión principal159.
La Comisión Americana ha sido muy cuidadosa en seleccionar personal local o al menos
latinoamericano para ésta, a cargo del IAN. Éste incluso instaura un plan de incorporación
de estudiantes de secundaria con trabajos meritorios para que se presenten durante la
exhibición. La inmensa carpa es durante su estadía un evento de incomparable éxito en
cuanto a afluencia de público (ver fotos anexas al final de la monografía).
El distanciamiento con AMF ha ocurrido paralelo a la demostración de interés de nuevas
compañías constructoras de reactores a lo largo del segundo semestre de 1962. La próxima
159 EL TIEMPO, 1963. Marzo 2, pag 23; Marzo 3, pag 21; Marzo 4, pags 1, 11 y 24; Marzo 7, pag 5;
Marzo 9, pag 5.
101
ratificación al parecer despierta interés, y ésta finalmente ocurre en marzo de 1963160, a
pocas semanas del evento.
Es precisamente durante estos días que le es insinuado a Tulio Marulanda que una vez la
exhibición de “Átomos en Acción” haya culminado su gira por América Latina, el reactor
estaría disponible para la venta a un precio muy cómodo (también se ha ofrecido a la
Universidad Nacional)161. Por primera vez no es Marulanda quien tiene que ir a Washington
sino que las oportunidades llegan directo a él en Bogotá. Sin duda la propuesta es muy
interesante, al tener el reactor un precio de 95.000 dólares en contraposición con los más de
300.000 del negociado con la AMF. Ésto despierta la posibilidad de poder adquirir un
reactor nuclear y además contar con más de 200.000 dólares para otros equipos, pues en
todo caso ya se ha gastado sumas cercanas del tope del subsidio en la adecuación del
edificio, cumpliendo con las obligaciones colombianas del acuerdo bilateral. La casa
constructora del reactor, Lockheed, está además dispuesta a recibir el pago luego de la
instalación. Por primera vez desde su apropiación del cargo, Marulanda viaja a Washington
en Junio de 1963 sin objeto diferente de negociar la adquisición del reactor de “Átomos en
Acción”.162.
Ya en términos mucho más concretos, al estar ratificado el convenio bilateral, las
negociaciones en Washington163 están dedicadas a los pormenores del contrato. Se acuerda
que el pago será una vez realizada la instalación del equipo, y gestiona el precio del
160 IAN, AJD No. 64. Marzo 8 de 1963 161 IAN, AJD No. 67. Junio 4 de 1963 162 IAN, AJD No 67 Junio 4 de 1963
102
combustible del reactor. Éste, proveído por la USAEC, ha de ser a título de arrendamiento
lo que es la práctica común estadounidense. Al conservarse la posesión del combustible se
tiene, bajo cualquier legislación, control sobre su utilización, lo que evita su desviación hacia
proyectos armamentistas. El precio de arrendamiento es simbólico, de alrededor de 2000
dólares. Debido a la baja potencia del reactor, el combustible no se consume para efectos
prácticos, pero debido a la corrosión tiene una vida útil de alrededor de 10 años. También
empiezan a ser exploradas opciones de equipo para adquirir con los dos tercios de subsidio
que quedarían libres gracias al nuevo negocio, lo cual es aprobado por la USAEC.
Marulanda también presenta oportunidad a la AMF de efectuar una nueva oferta para
contraponer a la de Lockheed pero como se verá más adelante sin duda la maniobra está
destinada más a romper definitivamente con la constructora con justa causa que a ofrecer
una oportunidad real de competir con Lockheed.
AMF eventualmente efectuará una nueva propuesta de reactor significativamente mayor
(100kW)164. Pero el propósito principal del comunicado más bien es recordarle al IAN
sobre la cantidad de gestiones que ha realizado la empresa desde tiempos de la Comisión de
Energía Atómica de Colombia, insinuando posibles acciones legales por rompimiento de la
transacción. Esto no evita por otra parte un nuevo ambiente de optimismo respecto a la
próxima compra del reactor usado, acompañado de preparativos para la posible contienda
legal con la AMF. El viaje de octubre al OIEA (donde desde febrero de 1963 es delegado
permanente Daniel Henao Henao), en que Marulanda actúa como vicepresidente de la
163 IAN, AJD No. 69. Julio 2 de 1963
103
conferencia165, será además destinado en Washington para informar a las empresas
interesadas la decisión definitiva de iniciar la elaboración del nuevo contrato.
Este hecho sin embargo presenta un nuevo desafío para el Instituto ya que, al no haber
llegado el reactor durante la construcción del edificio, no se ha realizado el ala de éste
destinada al instrumento. La instalación del nuevo reactor requería que estuviera lista la obra
civil, para la cual no hay recursos suficientes. La segunda mitad de 1963 en Colombia estuvo
por lo tanto destinada a solucionar a la mayor brevedad la financiación de la construcción,
con valor estimado de 500.000 pesos (unos 50.000 dólares entonces) que subió luego a algo
más de 900.000. Nuevamente fue necesaria la activación de mecanismos políticos. Se
aprovechan las buenas relaciones que tiene Marulanda con el Secretario General de la
Presidencia, Guillermo Isaza, para pedirle que gestione la transferencia de recursos166, así
como la cercanía con el Ministro de Salud Renjifo167. Por otra parte, es necesario enviar
personal para capacitación en manejo del reactor. Al parecer por fin el reactor es una
realidad.
Pero poco después, en diciembre, reaparecen las dificultades por parte de la Comisión
americana. Se recuerda al Instituto que el subsidio se había planteado para un reactor como
el de la AMF168, por lo que el de la Lockheed debe tener un uso equivalente al planteado
para aquel. Para el desembolso definitivo del subsidio es requerido además un exhaustivo
164 IAN, AJD No. 70 Agosto 23 de 1963 165 IAN, AJD No. 72. Octubre 4 de 1963. 166 IAN, AJD No. 73. Noviembre 7 de 1963 167 IAN AJD No. 74 Diciembre 5 de 1963 168 IAN, AJD No. 75. Diciembre 23 de 1963
104
informe de los costos del proyecto colombiano, y se recuerda que además el transporte del
instrumento al país debe realizarse en barcos de propiedad privada y americanos, para al
menos la mitad de los componentes. La USAEC de paso menciona a los colombianos que al
parecer hay también en Uruguay interés por el reactor usado.
Es muy interesante la facilidad con la que, una vez planteada la posible compra uruguaya,
Marulanda determina que se abandonará el interés por dicho reactor a cambio de uno nuevo
de iguales características169, que subiría los costos nuevamente al orden de 300.000. Las
negociaciones se mantendrán con la Lockheed, que con la venta total de dos reactores de
investigación habrá sacado muy buen provecho de la gira “Átomos en Acción” 170.
Puede especularse que la razón por las que se pierde interés con tanta facilidad en el reactor
usado está precisamente relacionada con la mitología anteriormente mencionada. Aunque
nunca hay menciones al respecto, es poco probable que nunca haya surgido entre las
directivas del Instituto dudas respecto a lo que la adquisición de un instrumento de segunda
mano representaría ante la opinión pública. Una vez habiendo logrado su cometido como
impulsor para la construcción del edificio y consolidación del IAN, el reactor nuclear es un
instrumento que además de su limitada utilidad técnica tiene un importante papel ante la
ciudadanía. De hecho es bastante notoria la marcada depreciación que sufre en el mercado
un reactor nuclear por haber tenido un par de años de uso, si se considera que la vida útil de
estos instrumentos supera los treinta años. De alguna manera el precio del instrumento
169 Ibid. 170 Puede constatarse por medio de Internet que el reactor Uruguayo estuvo en operación hasta los años 80s
cuando fue desmontado. http://erres.org.uy/noti0101a.htm.
105
refleja la importancia simbólica de éste ya que independientemente del indistinguible
funcionamiento de un reactor usado respecto a uno nuevo, pierde dos terceras partes de su
valor.
Sin embargo, y una prueba bastante contundente de la fortaleza del mito de institución
tercermundista, pude comprobar a través de entrevistas que por fuera del Instituto persiste
aún hoy en día la idea de que el reactor finalmente adquirido es de segunda mano.
En todo caso, 1964 sería el año en que por fin se concretarían los esfuerzos de media década
por parte de Marulanda para hacer efectivo el subsidio americano, cuya idea tenía entonces
casi diez años de existencia. Luego de obtenerse un préstamo de 600.000 pesos del Banco
Popular para la construcción destinada a albergar el reactor y de negociaciones preliminares
del contrato con la Lockheed, hay a finales de enero de 1964 la primera negociación del
reactor realizada no en Washington sino en Bogotá. El director de mercados de la empresa
G.B. Methvin encabeza la delegación de la empresa171.
El resultado de dicho viaje es el contrato definitivo de instalación del reactor nuclear del
Instituto, que en todo caso demora ocho meses, tiempo durante el cual se alista el edificio.
Éste eventualmente fue rediseñado en forma que su costo rondó los 900.000 pesos172.
La labor diplomática de Marulanda dados sus logros deja entonces de centrarse en el reactor
nuclear mismo. En 1964 asiste a Chile a una reunión convocada por la CIEN, y luego en
106
septiembre acude a Ginebra a una nueva Conferencia sobre Aplicaciones Pacíficas de la
Energía Nuclear de la ONU, para luego ir a la acostumbrada Asamblea General del OIEA en
Viena173, donde consigue un subsidio de 30.000 dólares. Como última gestión relacionada
con el reactor, pasa de vuelta por Washington para negociar con la USAEC el giro de la
diferencia entre el costo total del reactor (316.000 dólares) y el monto superior del subsidio,
que se reconoce aplica al exceder los gastos en Colombia los 350.000 dólares. Naturalmente
Marulanda para entonces ha publicitado amplimente la próxima inauguración del reactor, y
el director de la Comisión Americana, Glenn Seaborg, es personalmente invitado a su
inauguración.
El reactor se instala a partir de octubre bajo dirección de la Lockheed, paralelo con la
culminación de la obra civil que lo contiene, de forma que se fija como fecha del evento de
inauguración febrero 20 de 1965. El evento, en publicidad, es mucho más notorio que la
inauguración del edificio dos años atrás. Son invitados los directores de la Comisión
Americana y del OIEA, además del contralmirante Quillihalt, director del programa nuclear
argentino174.
Tulio Marulanda recibe la Cruz de Boyacá por parte del Presidente Guillermo León Valencia
durante la inauguración, donde además pronuncia un discurso en que el reactor nuclear,
como manifestación del uso de la tecnología para el bienestar humano, forma parte
171 IAN, AJD No 78. Enero 30 de 1964 172 IAN, AJD No 80. Febrero 13 de 1964 173 IAN, AJD No 87. Noviembre 13 de 1964 174 IAN, AJD No. 89. Enero 22 de 1965.
107
indispensable en el camino hacia el desarrollo del país175, viéndose en éste claramente
ideología que promulga el Instituto en defensa de su existencia.
Para empezar, Haciendo una contraposición entre el gran avance tecnológico del Siglo XX
y las miserias a que ha dado lugar la política, enfatiza la importancia de la investigación
nuclear para el desarrollo como antagonismo a sus usos bélicos. La tecnología en sí misma,
dice, es neutral:
... En términos generales, como se ha dicho, el acelerado progreso tecnológico de este
siglo, no se puede clasificar como bueno o malo. Buena es la bomba nuclear que abre
canales y bahías, para el bienestar humano; malo es el artefacto de igual potencia que
convierte urbes populosas en campos calcinados...
... Y esto es más cierto en lo que se refiere a la energía nuclear. Si se emplea bajo las
banderas de la soberbia y el odio, la tierra se convertirá en un gigantesco cementerio del
hombre; en un rincón habitado por insectos y especies inferiores; en un yermo sin
mentes audaces, ni pensamientos nobles, ni afectos generosos. Y durante siglos, los
esqueletos de los niños y viejos, de hombres y mujeres, de los poderosos y de los
humildes, se desintegrarán lentamente en medio de la desolación, como mudos testigos
de la gran traición al destino Rey de la Creación.
Por el contrario, si esta colosal energía del átomo se dirige al bienestar humano, al
enriquecimiento de las mentes, a la búsqueda de la verdad, a la solidaridad de las
naciones, al acercamiento de las razas y los credos, estas generaciones del presente
siglo habrán cumplido su destino histórico y merecerán la admiración y gratitud de los
más remotos descendientes...
...Eliminar la función destructiva de los átomos, para transformarlos en átomos que
permitan dar el pan y vino de la cena para todos, debe ser nuestra meta y aquí en este
Instituto ya la estamos buscando.
175 AGN, ICAN, caja 284, carpeta 31. folios 144-153.
108
Nótese en el fragmento subrayado (mío) el énfasis que Marulanda da a la cooperación
internacional para la obtención de los beneficios pacíficos de la energía nuclear, en
contraposición tácita con el hermetismo nacionalista de los programas armamentistas. Con
esta parte del discurso se hace frente al escepticismo que han tenido las potencias nucleares
frente a programas como el colombiano. También en parte dentro de estos propósitos puede
interpretarse un fragmento posterior donde dice
...Aqui serán bienvenidos, como pueden atestiguarlo quienes han golpeado nuestras
puertas, ya para satisfacer su curiosidad científica, ya para solicitar servicios, ora para
complementar sus estudios, o, simplemente, para visitar lo que saben que es suyo y que
está creado para servirles, directa o indirectamente...
Marulanda por otra parte se dispone a destacar el papel de la investigación científica en
términos del desarrollo, siendo en este caso el público a persuadir en colombiano
principalmente:
... Todo ascenso es proporcional a un impulso. La industrialización de un país, como
ascenso que es hacia las metas de desarrollo material y de bienestar humano, necesita el
impulso de la investigación científica para que crezca sana y próspera. Hoy en día, sin
investigación es físicamente imposible que los pueblos puedan progresar de modo
ordenado y eficaz. De aquí nuestro empeño en organizar este Instituto como un centro
auténtico de investigación, que le ayude a Colombia a resover sus grandes problemas...
También sienta posición respecto a la complicada posición del Instituto respecto a la
investigación pura y aplicada anunciando una vez más el papel formal del reactor nuclear:
109
... El Instituto de Asuntos Nucleares, a pesar de las muy difíciles situaciones
económicas a que le ha tocado enfrentarse, es hoy una casa de estudio, donde se
realizan investigaciones con radio isótopos, en la agricultura, en la preservación de
alimentos, en la eliminación de plagas, en la industria, la medicina y la biología.
Nuestras inquietudes van también hasta los campos de la investigación pura, que es la
base de la investigación aplicada. El reactor que hoy se inaugura gracias a la
generosidad del Gobierno Americano, es instrumento de imponderable valor en la
investigación...
Es interesante recordar cómo al mismo tiempo que se dice que el uso que se dará al reactor
nuclear es en el campo de la investigación, los artículos de prensa circulan la idea del reactor
como teniendo un uso aplicado en la producción de radioisótopos (véase Anexo). A la luz
de esto puede pensarse que es precisamente en vísperas de la inauguración que puede haber
un cuestionamiento respecto a la adquisición de un instrumento tan costoso para realizar
investigación pura. La producción de radioisótopos, en un trasfondo económico de
sustitución de importaciones tendría una mayor resonancia pública.
Y finalmente, también de interés para esta monografía al comprobarse una vez más el papel
que juega la experiencia de disolución de la CEAC, llegado el momento de dar
agradecimientos, Tulio Marulanda no resta oportunidad para dejar claro cuál es el momento
que debe mirarse como fundacional:
... Nuestros agradecimientos también para el Doctor Alberto Lleras Camargo, bajo cuyo
gobierno se creó este instituto...
110
6. ANOTACIONES FINALES
En 1997 el Instituto fue liquidado y su edificio evacuado para, pocos años después, albergar
a la nueva gran promesa de oportunidad científica, ya no en los términos del “desarrollo” del
Siglo XX liderado por la física nuclear, sino la “competitividad” del Siglo XXI de mano de
la biotecnología: El Instituto de Inmunología dirigido por Manuel Elkin Patarroyo.
Seguramente la dependencia que tenía el IAN con el clima diplomático internacional tendría
gran incidencia en el futuro y clausura de la institución casi cuarenta años después de su
fundación como también lo tuvo al impulsar su creación. Para finales de siglo la energía
nuclear, más que la utopía tecnológica que simbolizaba en los años 60s, traía asociada las
catástrofes ambientales y la proliferación de armas en países del Tercer Mundo.
El reactor durante los últimos años del Instituto se convirtió en un embarazoso problema
con los Estados Unidos y el OIEA debido a su combustible altamente enriquecido (80%),
entonces considerado como un posible riesgo de proliferación. Luego de ser reconstruido
para funcionar con combustible de menor enriquecimiento (20%) a expensas principalmente
del OIEA, éste aún ejerce su presencia durmiente en la parte posterior de la edificación,
recordando a sus nuevos ocupantes las experiencias anteriores de instituir en el país
aparentes panaceas tecnológicas.
111
Luego de casi diez años de expectativas, y cinco de presión continua por parte de
Marulanda, se tiene en 1965 un reactor nuclear instalado en la capital de Colombia.
Denominado IAN-R1, resaltaba el hecho de considerarse como el primero de una multitud
de pasos que mantendrían al país actualizado en tecnología nuclear, lista para ser utilizada en
la facilitación de acceso al tan anhelado desarrollo. Pero en efecto, además del instrumento,
el Instituto de Asuntos Nucleares cuenta en ese año con un amplio y bien dotado edificio,
una planta de personal que ha capacitado a lo largo de más de siete años en aplicaciones
prácticas de las ciencias nucleares, y un lugar en la diplomacia internacional. Por una
parte, por la posesión misma de un reactor nuclear176, pero también gracias a no haber
dejado Marulanda a la Cancillería el manejo directo de las relaciones internacionales
nucleares y haber interactuado con sus contrapartes de todo el mundo. Esta negociación
directa fue lo que posibilitó la adquisición del reactor. Muy desde el comienzo de las
gestiones de Marulanda para obtener el instrumento, hay señales de que el gobierno de los
Estados Unidos es escéptico respecto a lo apropiado de instalar un reactor nuclear en
Colombia. Se puede concluir que Estados Unidos utiliza el reactor como un instrumento de
seducción para asegurar el ingreso de Colombia al OIEA. El reactor sin duda representa
para el IAN un salto definitivo hacia una institución consolidada, cuyos problemas serios de
legitimidad desaparecerían hasta la década de los 90s. Todo indica que desde muy temprano
la estrategia que más frutos daría es el aprovechamiento de oportunidades internacionales
diplomáticas, lo que permite obtener, además del reactor, acceso a considerable asistencia
176 De hecho, hasta hoy en día el más publicitado tratado de cuestiones nucleares, el tratado de prohibición
total de pruebas nucleares (Comprehensive Test Ban Treaty) tiene como requerimiento para entrar en operación que haya sido firmado por todos los países con capacidad nuclear, categoría que incluye cualquier país que tenga un reactor nuclear.
112
técnica y educativa del OIEA. El Organismo se convertiría en el principal interlocutor
internacional del Instituto.
A la luz de los sucesos relatados en esta monografía, pueden trazarse una serie de
características que diferencian claramente el programa nuclear colombiano con aquellos de
los países del Tercer Mundo que más han sido estudiados. Primero que todo, mientras que
en aquellos el interés por desarrollar un programa nuclear es lo suficientemente marcado
para que éstos surjan en forma autóctona y con recursos propios, en nuestro país fue la
promesa de ayuda externa considerable lo que encendió los motores del proyecto. Esto lleva
por sí mismo a notorias diferencias entre los dos casos. Un programa de inspiración
autóctona como el argentino o el de la india si bien tiene interés en mantener buenas
relaciones con países desarrollados, defiende ante todo su autonomía, por la que está
pagando un alto precio económico. Si bien puede que se acepten proyectos de cooperación
como “Átomos para la Paz”, estos no constituyen el elemento central de sus esfuerzos en
tecnología nuclear. Paralelamente se negocia con otros poseedores de tecnología nuclear
que ofrezcan equipos y conocimientos que no comprometan la autonomía del programa.
También estos programas se convierten en el núcleo de los esfuerzos educativos en ciencias
físicas de sus países. En general este tipo de programas tiene un fuerte componente de
orgullo nacionalista y parte de su función es servir de íconos del desarrollo en sus países. El
que de éstos pueda surgir una bomba no hace sino reforzar este papel. No es de extrañar que
surjan entonces en países que han mantenido una política exterior con fuerte grado de
autonomía.
113
Colombia, además de su bajo interés por un programa nuclear, es un país que no se ha
destacado a lo largo del Siglo XX por tener una política exterior autónoma, y sólo estaría
dispuesta a iniciar investigaciones atómicas que no tuviesen costo en el terreno diplomático.
Se habría pensado que la autonomía del naciente programa era un aspecto negociable a
cambio de oportunidades económicas, por lo que el Instituto de Asuntos Nucleares además
de ser construido gracias a una oferta de subsidio, repetidamente hará énfasis en su carácter
civil y abierto al público, en contraposición con la dirección militar y la cultura del secreto
prevalentes en otros programas.
En vista de lo anterior, la política de “Átomos para la Paz” en el Tercer Mundo tuvo éxito
notorio precisamente en aquellos países que constituían la menor amenaza a los intereses de
los Estados Unidos, como Colombia. En éstos se logró que los programas nucleares que
surgieron tuviesen características que harían muy difícil su utilización con fines bélicos y que
además probablemente tendrían una preferencia fuerte por tecnología americana. Al mismo
tiempo se instituyeron los instrumentos regulatorios que impiden el tráfico de substancias de
uso bélico hacia otros países menos complacientes.
Sin embargo, y a pesar del fuerte grado de subordinación que se aprecia en que el país
accedió a iniciar un programa nuclear por iniciativa estadounidense, esta monografía ha
mostrado cómo una vez se forma el grupo de científicos interesados en la consolidación del
programa nuclear, el Instituto de Asuntos Nucleares toma una actitud diplomática diferente
favoreciendo causas tercermundistas en el OIEA al mismo tiempo que ante la Comisión de
Energía Atómica de los Estados Unidos se resiste a ser un actor pasivo en las negociaciones.
114
Observando el desarrollo del Instituto de Asuntos Nucleares en sus primeros años, puede
decirse que, si bien “Átomos para la Paz” logró sus objetivos en el país, puede verse también
como un ejemplo en que el beneficiario es también un grupo de actores que han sabido
sacarle provecho a la estrategia estadounidense, más que dicho país. El reactor nuclear
ofrecido es para Estados Unidos básicamente un instrumento de coacción para que el país
introduzca legislación en materia nuclear e ingrese al OIEA. En el caso colombiano,
probablemente el país hubiese accedido a hacer ambas cosas sin dicho incentivo, actuando el
reactor más bien como catalizador diplomático. Mientras tanto, la componente de
prevención de proliferación de “Átomos para la Paz” para los países en desarrollo daría
pocos resultados en aquellos países que realmente significaban un problema por su
inclinación hacia la independencia tecnológica e intención de desarrollar armamento.
Una de las motivaciones de la iniciativa de Eisenhower era indudablemente el impacto que
ésta tendría en el prestigio de los Estados Unidos. Independientemente de los resultados
materiales que arrojara “Átomos para la Paz”, su sola existencia juega un papel importante
en la lucha ideológica con la Unión Soviética, demostrándose el interés de los Estados
Unidos en el uso pacífico de la energía nuclear para la más noble tarea y leit motiv de los
años 50s: El Desarrollo. Dentro de dicha lógica, el haber ayudado a formar las instituciones
de investigación nuclear en países del Tercer Mundo como Colombia fue vista como un
éxito, que, teniendo en cuenta los escasos logros en sus componentes más importantes, hace
pensar que “Átomos para la Paz” acaba conviertiéndose en un proyecto de influencia
115
ideológica principalmente, para la cual símbolos materiales como el reactor nuclear son
indispensables.
En cuanto a su impacto al interior del país y en la formación de una comunidad científica,
una vez el país ratifica su entrada al OIEA, es evidente que Washington prefiere un Instituto
de Asuntos Nucleares sin reactor. Pero para dicho momento en adelante entran a jugar los
intereses de los científicos nucleares colombianos liderados por Marulanda, que reconocen
en dicho instrumento la oportunidad para dejar de ser funcionarios de una oficina regulatoria
de futuro incierto para convertirse en los gestores en Colombia del inminente futuro que
prometía la energía nuclear. Tulio Marulanda se encarga de que el bajo interés del gobierno
colombiano, el obstruccionismo americano, y el bajo estatuto que tiene el Instituto en
relaciones internacionales no sean un obstáculo para entrar a jugar un papel en la era
nuclear. Y entiende que dadas las circunstancias colombianas, la vía para lograrlo es
diplomática. Dentro de esta lógica el reactor se convierte en un instrumento de estabilización
diplomática, y las gestiones para su obtención así como su actuación ante el OIEA impulsan
la carrera de Marulanda como un diplomático-científico, tarea que incluye, además una
continua presencia y cabildeo ante las instancias políticas colombianas, una intensa labor
ante la ciudadanía comprendiendo que su apoyo es crucial para la permanencia de la
institución. Luego de la consolidación del IAN el trabajo continuará al convertirse
Marulanda en el delegado permanente ante el Organismo Internacional de Energía Atómica.
La estrategia de acudir a la promesa del subsidio tendrá sin embargo sus consecuencias. La
promesa del reactor nuclear posibilita el fortalecimiento del Instituto, pero una vez esto ha
116
sido logrado, se convierte en una necesidad pública, a riesgo de terminar el asunto a ojos de
los ciudadanos como un fiasco. Un edificio construido para albergar el reactor que nunca
llega. Un templo sin consagrar. La utilidad científica del instrumento sin duda no es su
función principal, habriéndose preferido, dada la opción, adquirir uno menos costoso y
gastar los recursos en otra instrumentación. El reactor es en este contexto un elemento de
legitimación profesional. Su presencia simboliza que el Instituto y su personal están a la
altura de aquellos de los países desarrollados. Cualquier alternativa se ve y presenta como un
símbolo de tercermundismo. El reactor nuclear, que inicialmente era un medio de obtención
de los recursos necesarios para adquirir prestigio institucional, se resiste a ser tratado como
tal y reclama la posición que en búsqueda de este fin se le ha dado retóricamente.
La relación del IAN y su reactor nuclear se convierte entonces en una fiel reproducción de la
actitud del Gobierno Nacional y en especial la Cancillería hacia el Instituto mismo. Una
oficina de asuntos nucleares era un requerimiento que el clima diplomático imponía sobre el
país, y un oportuno elemento de prestigio. Pero el nuevo Instituto se resiste a ser solamente
eso y reclama un papel como institución científica, garantizándose un sitio central en la
política nuclear colombiana. Para el gobierno la producción científica que pueda salir de éste
tiene una importancia secundaria frente al papel que tiene por el sólo hecho de estar allí,
sobre la vía que simboliza la transición de medio siglo del país hacia el desarrollo, sobre el
camino que lleva del Aeropuerto al Palacio Presidencial.
Naturalmente, una vez el aspecto retórico de “Átomos para la Paz”, el reactor nuclear, y el
Instituto de Asuntos Nucleares son los que se han establecido, sus instituciones gestoras se
117
los apropian. Su reputación hace políticamente beneficiososa su exaltación y costoso un
retractamiento. Uno de los campos en que a mi parecer la presente monografía será un
aporte interesante es en mostrar el papel que tiene la apropiación de causas de prestigio
dentro de la consolidación de proyectos, y la forma como dicha estrategia tiene importantes
consecuencias en la forma como estos finalmente se desarrollan. Incluso si para sus
impulsores el componente asociado al prestigio es inicialmente una herramienta política,
puede acabar desarrollando una dinámica propia que sobrepasa los resultados materiales.
A la luz de esta proposición, puede recaerse nuevamente en la tesis de Itty Abraham
respecto al papel de “fetiche” que indica tiene el programa nuclear indio. Pero me interesa
problematizar que dicho punto de vista tiende a hacerlo parecer una aberración a alguna
“verdadera y pura” manera de ejecutar grandes proyectos científicos estatales. Dentro de
dicha onda, podría entonces entrarse a criticar aquellos aspectos que habrían hecho del caso
colombiano un ejemplo de ciencia imperfecta. Considero que por el contrario, la historia de
los primeros años del Instituto de Asuntos Nucleares contiene elementos importantes de lo
que es la formación de una comunidad científica en un contexto local específico, así como de
la habilidad de los científicos para avanzar sus propósitos en un medio indiferente y a veces
hostil a su actividad. En el contexto de esta monografía, las estrategias necesarias incluyen la
exaltación de un instrumento por encima de su posible utilidad técnica, y especialmente un
intenso trabajo diplomático.
Destaca finalmente en forma notoria cómo el reactor nuclear es mucho más que un
instrumento pasivo en la narración, constituyéndose en un ejemplo de actor no-humano de
118
gran protagonismo. Todos los grupos que intervienen en la instauración del programa
nuclear colombiano giran en torno a éste siendo conscientes de su enorme poder de
seducción y pretendiendo hacer de éste un aliado en su causa. Así, la Comisión Americana
pretende que el reactor nuclear se convierta en el diplomático más persuasivo ante un
desinteresado país tercermundista, tanto para impulsar legislación local en materia nuclear
como para simbolizar la generosidad estadounidense y su compromiso con el desarrollo. El
gobierno colombiano a su vez procura alinear el reactor hacia la búsqueda de mayor
reconocimiento internacional, mientras que para los científicos del Instituto de Asuntos
Nucleares, que reconocen su limitada utilidad en el campo de la investigación, se le reconoce
como vital para su consolidación institucional asumiendo distintos papeles ante cada una de
las amenazas externas que debe afrontar: además de mediar la estabilidad del Instituto al
impulsar cuantiosas inversiones, su imponente presencia es clave para el reconocimiento
público de las labores del IAN, lo cual hará políticamente improbable su disolución. Ante
otros países con programas nucleares, el reactor es un indispensable comunicador, sin el cual
no hay reconocimiento de que el país es un jugador serio en el campo. Y ante todos ellos el
reactor es un participante activo induciendo modificaciones en los propósitos que cada uno
de los grupos originalmente se planteaba. Ante los Estados Unidos el reactor termina
movilizando a Tulio Marulanda para que garantice su instalación en Colombia. Ante el
gobierno colombiano, impone un Instituto de Asuntos Nucleares de dimensiones
considerables. Y ante el IAN, además de imponer una estructura compatible con el hecho de
ser una institución receptora de ayuda internacional, obliga a hacer efectiva la promesa de un
flamante reactor nuclear ante la alterbativa de invertir los recursos en instancias de mayor
119
provecho científico, dada la completa incapacidad de un reactor usado de sustituirlo en su
papel de símbolo del desarrollo del país ante la ciudadanía.
Quedan en todo caso muchas preguntas abiertas a partir de este trabajo. Como se mencionó
en la introducción, el principal problema en el estudio de programas nucleares como el
colombiano es el escaso interés que se ha tenido por ellos, y por lo tanto la escasa
bibliografía existente. Una de las principales dudas una vez leído el documento es si en otros
países con programas similares las estrategias desarrolladas por los científicos fueron las
mismas. En dicho caso, “Átomos para la Paz” habría tenido un papel adicional generalizado
de propiciar grupos de interés científicos con capacidad de negociación política en entornos
que difícilmente habrían surgido espontáneamente. Espero que en los próximos años
trabajos similares sean útiles ya sea para validar o refutar esta hipótesis.
125
FUENTES CONSULTADAS
1. Primarias
Archivo General de la Nación, Ministerio de Relaciones Exteriores: AGN
Fondos:
– Instituto Colombiano de Asuntos Nucleares : ICAN
– Organismo Internacional de Energía Atómica :OIEA
Archivo Ministerio de Minas y Energía, Instituto de Asuntos Nucleares: IAN
Fondos:
– Actas Junta Directiva: AJD
– Correspondencia: Correspondencia
Cuando se hace referencia a fuentes primarias, el formato utilizado es el siguiente:
<nombre del archivo>, <fondo>, <detalles de localización específicos>.
Por ejemplo la referencia “IAN, AJD No. 17. Julio 5 de 1960” refiere a un documento contenido en el
archivo del Ministerio de Minas correspondiente al Instituto de Asuntos Nucleares: El Acta de Junta
Directiva Número 17, de Julio 5 de 1960.
2. Secundarias
126
Abraham, Itty. The Making of the Indian Atomic Bomb. Science, Secrecy and the
Postcolonial State. Londres: Zed Books Ltd. 1998.
Ahumada B. Jaime J. (ed.) Instituto de Asuntos Nucleares: Ciencia y Tecnología para el
Progreso. Bogotá, IAN, 1989.
Albright, David. “South Africa and the Affordable Bomb”. Bulletin of Atomic Scientists Jul.
1994.
Albright, David. “An Iranian Bomb?” Bulletin of Atomic Scientists Jul. 1995.
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Botanique dans la vice-royauté de la Nouvelle-Grenade (1760-1783). Barcelona: CSIC,
Institut de Cultura, 1999.
Ardila, Martha. ¿Cambio de Norte? Momentos Críticos de la Política Exterior
Colombiana. Bogotá, Tercer Mundo Editores e Instituto de Estudios Políticos y Relaciones
Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, 1991.
Arias de Greiff, Jorge. La Astronomía en Colombia. Bogotá: Academia Colombiana de
Ciencias Exactas Físicas y Naturales 1993.
127
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Basalla, George, “The Spread of Western Science”, en Science, 156 (1967). Washington,
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