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8/4/2019 LOS IMPACTOS ECOLGICOS DE LOS SISTEMAS DE PRODUCCIN DE BIOCOMBUSTIBLES A BASE DE MONOCULTIVOS A GRAN ESCALA EN AMRICA
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Resumen
Este artculo examina la expansin de los agrocombustibles en Amrica y los impactos ecol-
gicos asociados a las tecnologas usadas en la produccin de monocultivos a gran escala de maz
y soya. Adems de la deorestacin y el desplazamiento de tierras dedicadas a alimentos debido
a la expansin de los agrocombustibles, el uso masivo de cultivos transgnicas y la entrada de
agroqumicos, principalmente de ertilizantes y herbicidas que se usan en la produccin de los
agrocombustibles, plantean graves problemas medioambientales.
Palabras claves: Biocombustibles, monocultivo, deorestacin, impactos ecolgicos.
Summary
The ecological impacts of large scale biofuel monocultures in the Americas
The paper examines the expansion o biouels in the American continent and the ecological
impacts o the agrochemical technologies linked to soybean and maize monocultures. In addi-
tion to deorestation and displacement o lands devoted to ood production, the massive use o
transgenic crops and agrochemicals (ertilizers and pesticides) used in the production o biouels
represent grave environmental risks.
Key words: Biouels, monocultures, deorestation, ecological impacts.
LOS IMPACTOS ECOLGICOS DE LOS SISTEMAS DEPRODUCCIN DE BIOCOMBUSTIBLES A BASE DEMONOCULTIVOS A GRAN ESCALA EN AMRICA
Miguel A AltieriDepartment o Environmental Science, Policy and Management, Division o Insect Biology, University o Caliornia, Berke-
ley, 137 Mulord Hall-3114, Berkeley, CA 94720-3114. E-mail: [email protected]
Introduccin
Varias corporaciones, gobiernos, instituciones cien-
tcas y algunas organizaciones ambientales estn
promocionando los agrocombustibles como una alter-
nativa prometedora al petrleo armando que servi-
rn como una alternativa que reemplazar al petrleo,
mitigando el cambio climtico, reduciendo las emisio-
nes de gas de invernadero, mejorando los ingresos del
agricultor y promoviendo el desarrollo rural (Demirbas
2009). Sin embargo, investigacin y anlisis rigurosos
conducido por ecologistas y cientcos sociales respe-
tados sugieren que el auge industrial a gran escala de
los agrocombustibles resulta ya ser desastroso para pe-
queos y medianos agricultores, el medioambiente, la
biodiversidad y los consumidores, en particular los po-
bres (Bravo 2006).
Este artculo analiza las implicaciones ecolgicas de
los sistemas de produccin de agrocombustibles, sos-
teniendo que al contrario de las alsas armaciones de
las corporaciones que promueven estos combustibles
verdes, el cultivo masivo de maz, caa de azcar, soya,
palma de aceite, y otras cosechas actualmente omen-
tadas por la industria de combustibles, no reducir las
emisiones de gas de invernadero, sino que desplazar
decenas de miles de agricultores, reducir la seguridad
alimentaria en muchos pases, acelerar la deoresta-
cin y proundizar la huella ecolgica de la agricultura
industrial, causando una variedad de nuevos problemas
econmicos, ambientales, y sociales. La consolidacin y
el poder sin precedentes de una serie de corporaciones,
las cuales aprovechan las dbiles polticas nacionales
que avorecen la expansin de los agrocombustibles,
han puesto en marcha la expansin de un sistema de
produccin especializado que se basa en grandes gran-
jas con monocultivos de cultivos manejados con nive-
les altos de agroqumicos, en especial de herbicidas y
ertilizantes nitrogenados que cuando se aplican masi-
vamente dejan como resultado consecuencias ambien-
tales (Altieri y Bravo 2007). En regiones ya bajo estrs de
agua, la produccin de agrocombustibles puede dismi-
nuir posteriormente la utura disponibilidad de agua
para la irrigacin y otras opciones de desarrollo (Shat-
tuck 2008).
Los agrocombustibles se estn introduciendo en un
mundo gobernado en gran parte por polticas neolibe-
rales con reglas comerciales que tienen una tendencia
uerte contra la regulacin y cualquier restriccin co-
Agroecologa 4: 59-67, 2009
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mercial para proteger el medioambiente, el clima o las
comunidades. Qu cosechas se cultivan, cunto, cmo y
dnde se determina, en trminos generales, por un mer-
cado que avorece los agrocombustibles ms baratos, es
decir, la produccin ms alta de plantas tropicales, como
la palma de aceite y la caa de azcar. Los cultivos ine-riores pueden capturar el mercado si los costos se man-
tienen bajos y los gobiernos garantizan un suministro
ilimitado de tierras y subsidios nuevos. El biodiesel de
soya y el etanol de maz son ejemplos undamentales
(Shapouri y McAloon 2004). Los bosques, la biodiversi-
dad, el suelo sano, el agua limpia, y las emisiones de gas
de invernadero permanecen como externalidades en
los reportes, que inevitablemente se estn sacrican-
do por verdaderas ganancias rpidas. A pesar de que
en algunos pases, como Argentina, Brasil y los Estados
Unidos, el modelo de produccin de los agrocombus-
tibles parece tener xito a un nivel macroeconmico,
los impactos ambientales asociados a la produccin de
los agrocombustibles se acumulan en porcentajes alar-
mantes y no se refejan en los indicadores econmicos.
Hasta ahora no hay ningn sistema claro para cuanti-
car los costos ambientales de estos nuevos modelos de
desarrollo.
Los agrocombustibles: Extensin, expansin yniveles de produccin
Mientras los Estados Unidos, Brasil y la Unin Euro-
pea daban cuenta del 75% de la produccin global de
biocombustibles en 2006, sta se est expandiendo conrapidez a otras partes del mundo alcanzando aproxi-
madamente el 3 % del rea agrcola cosechada a nivel
mundial, que era alrededor de 850 millones de hect-
reas en 2005 (Scharlemann y Laurance 2008).
El rea global cultivada con cosechas transgnicas al-
canz114.3 millones de hectreas en 2007, con la mayo-
ra del maz y soya transgnicos usados para la produc-
cin de biocombustible. Del rea global, el 57% (58.6
millones de hectreas) est dedicado a la soya Roundup
Ready (RR). Slo En Brasil, aproximadamente 750.000 ha
de soya RR se usaron en 2007 para la produccin de bio-
diesel. En Argentina en el 2007/2008, 16.0 millones de
hectreas se usaron para cultivar soya biotecnolgica y
2.8 millones de hectreas se usaron para cultivar el maz
transgnico (James 2007). Los investigadores estn ma-
nipulando genticamente variedades de caa de az-
car y de maz que contienen la enzima ala-amilasa, que
acilitara la elaboracin de etanol.
1. Produccin de etanolDesde el ao 2000 ha habido un crecimiento expo-
nencial del sector de los biocombustibles. Slo entre
2004 y 2005, la produccin global de etanol subi casi
el 13%, de 10.77 mil millones de galones a 12.15 mil mi-
llones de galones; entre 2005 y 2006 hubo un aumento
adicional del 11% a 13.49 mil millones de galones. Se es-
pera que el etanol derivado del maz constituya el 99%
de todo el biocombustible usado en los Estados Unidos
y que su produccin exceda los objetivos para el 2012
de 7,5 mil millones de galones por ao (Pimentel 2003).
En los Estados Unidos la cantidad de maz que se cultivapara producir etanol en las destileras se ha triplicado,
de 18 millones de toneladas en 2001 a 55 millones de
toneladas en 2006 (Bravo 2006). El rea cultivada de
maz en los Estados Unidos aument de 78 millones de
acres en 2006 a 92 millones de acres en 2007.
Brasil ha producido azcar para combustible de eta-
nol desde 1975. A partir del 2005, haba 313 plantas pro-
cesadoras de etanol, con una capacidad de produccin
de 16 millones de metros cbicos. Brasil es el productor
ms grande de caa de azcar en el mundo y produce
el 60 % del etanol de azcar total del mundo con la caa
cultivada en 3 millones de hectreas (Jason 2004). En
2005, la produccin alcanz un record de 16.5 mil mi-
llones de litros, de los cuales 2 mil millones de litros se
destinaron para la exportacin.
Dedicando toda la produccin actual de maz y soya
estadounidense a los biocombustibles suplira slo el
12% de las necesidades de gasolina del pas. El rea de
tierra agrcola de los Estados Unidos suma 625.000 acres
cuadrados. Con los porcentajes actuales, satisacer la de-
manda de aceite de los biocombustibles requerira 1.4
milln de millas cuadradas de maz para etanol. Dakota
del Sur e Iowa ya dedican ms del 50% de su maz a la
produccin de etanol, lo cual ha llevado a la disminu-
cin del suministro de maz para la alimentacin de losanimales y del consumo humano. Aunque una quinta
parte del maz estadounidense cosechado se dedic a
la produccin de etanol en 2006, slo satiszo el 3% del
total de las necesidades de combustible de los Estados
Unidos (Pimentel y Patzek 2005).
2. BiodieselLa produccin de biocombustibles tambin est au-
mentando. En el 2006, el biocombustible dio cuenta del
12.35% de la produccin global de biocombustibles,
es decir 15.39 mil millones de galones. Los principales
pases productores de biodiesel (explicando al menos
el 10% del rea de tierra global destinado a los biocom-
bustibles) son China, India y Canad para la colza; la Fe-
deracin Rusa, Ucrania e India para la semilla de girasol;
Malasia, Indonesia, Colombia y Nigeria para palma de
aceite; y los Estados Unidos, Brasil, Argentina y China
para la soya. Actualmente, ms del 95% de la materia
prima para el biodiesel lo suministra la colza (el 84%),
la semilla del girasol (13%), la palma aricana (1%), y la
soya (1%). Incluso si la mitad de la produccin agrcola
de estas principales materias primas ueran dedicadas
a la produccin de biodiesel (el rea actual de tierra
global con cultivos para el biodiesel 150.6 millones de
hectreas con una capacidad de produccin ecaz de
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61Los impactos ecolgicos de los sistemas de produccin de biocombustibles a base
biodiesel de 120 millones de toneladas/ao), an satis-
ara aproximadamente menos del 60% 156.7 millones
de toneladas/ao de la capacidad requerida para 2050
(Pahl 2008).
En los Estados Unidos, la produccin de biodiesel se
triplic de 25 millones de galones en 2004 a 75 millonesde galones en 2005. En 2006, los Estados Unidos produ-
jeron 250 millones de galones de biodiesel, un aumento
de 10 veces desde el 2004. Alrededor de 67 nuevas re-
neras estn en construccin, con inversiones de gigan-
tes de la agroindustria como ADM y Cargill. Alrededor
del 1.5% de la cosecha de soya produce 68 millones de
galones de biodiesel, equivalente a menos del 0.1% del
consumo de gasolina. Por lo tanto, si toda la cosecha de
soya se dedicara a la produccin de biodiesel, abastece-
ra slo el 6% de las necesidades nacionales de diesel;
se requeriran casi 8.8 millones de millas cuadradas de
soya para la autosuciencia de biodiesel, ms de 8 ve-
ces la tierra arable de Estados Unidos (Pimentel y Patzek
2005). Puesto que los Estados Unidos no ser capaz de
producir localmente suciente biomasa de biocom-
bustibles para satisacer su apetito de energa, estn
aumentando el rea bajo cultivos de energticos en el
hemiserio sur. Grandes plantaciones de caa de azcar,
palma de aceite y soya reemplazan ya bosques, prados
y cosechas de comida en Brasil, Argentina, Colombia,
Ecuador y Paraguay.
Impactos ecolgicos del modelo de produccin deagrocombustibles
1. Deforestacin y prdida del hbitatLos aumentos de la demanda de biocombustibles
en los Estados Unidos y la Unin Europea tienen un im-
pacto proundo en el modelo de produccin agrcola y
el uso de tierra global, poniendo en peligro las tierras
orestales de los pases en va de desarrollo. Aumentar la
produccin de agrocombustibles para cumplir con las
exigencias de energa de los pases industrializados, im-
plica un aumento sustancial de la extensin de los cul-
tivos energticos, lo cual llevar a confictos potenciales
relacionados al uso de la tierra, en especial con la ne-
cesidad de conservar hbitats naturales restantes en el
mundo (Donald 2004). Clculos conservadores sugieren
que, usando los cultivos con valores de energa netos
ms altos, se requerira un mnimo de 2.5 a 27.5 veces de
la tierra global potencialmente cultivable para producir
suciente biocombustible para satisacer las demandas
globales de combustible sil. Obviamente esto podra
aectar dramticamente el medioambiente al aumentar
la prdida y la ragmentacin del hbitat, disminuyendo
la biodiversidad e impactando la calidad del suelo y dis-
ponibilidad del agua de manera negativa (Jason 2004).
Clculos conservadores sugieren que el escenario
de la produccin biodiesel basada en la soya para sa-
tisacer la utura demanda global de biodiesel causara
probablemente la mayor prdida de hbitat (76.4-114.2
millones de hectreas) comparado con escenarios alter-
nativos de produccin de biodiesel con semilla de gira-
sol (56.0-61.1 millones de hectreas), de colza (25.9-34.9
millones de hectreas) y palma de aceite (0.4-5.4 millo-
nes de hectreas). Brasil es un buen ejemplo, donde eltotal de tierra para la produccin de soya aument el
3.2 % por ao (320.000 ha por ao). Hoy en da la soya,
junto con la caa de azcar, ocupa el rea ms grande
de cualquier cultivo en Brasil, el 21% del total de la tierra
cultivada. El total de tierra utilizada para los cultivos de
soya ha aumentado por un actor de 57 desde 1961, y el
volumen de la produccin se ha multiplicado 138 veces.
El cincuenta y cinco por ciento de la cosecha de soya, o
11.4 millones de hectreas, es genticamente modica-
da. Brasil tendra que aumentar su produccin en unos
135 mil millones de litros adicionales por ao, y se es-
pera que la agricultura basada en agrocombustibles se
expanda a las tierras orestales (Morton et al. 2006). El
rea sembrada se ampla rpidamente en la regin del
Cerrado, cuya supercie de vegetacin natural se espe-
ra que haya desaparecido para el 2030. El sesenta por
ciento de las tierras donde se cultiva caa de azcar son
manejadas por 340 grandes destileras que controlan
ms del 60% del rea cultivada de caa de azcar (Klink
y Machado 2005).
Considerando el nuevo contexto de energa global,
los polticos e industriales brasileos han ormulado
una nueva visin para el uturo econmico del pas,
enocado a la produccin de uentes de energa (prin-
cipalmente la caa de azcar) para desplazar el 10 %del uso mundial de gasolina en los prximos 20 aos.
Esto requerira quintuplicar el rea de tierra dedicada a
la produccin de azcar, de 6 a 30 millones de hect-
reas. Los nuevos cultivos inducirn una deorestacin
en nuevas reas comparable con la deorestacin de la
regin de Pernambuco, donde permanece slo el 2.5 %
de la supercie orestal original (Fearnside 2001). En Pa-
raguay, los cultivos de soya ocupan ms del 25% de toda
la tierra agrcola. Esta expansin ha sido acompaada
por una intensa deorestacin: por ejemplo, la mayor
parte del bosque Atlntico de Paraguay se ha limpiado,
en parte para la produccin de soya que comprende el
29 % del uso de la tierra agrcola del pas (Altieri y Pen-
gue 2006).
En los 9 aos pasados, segn ciras ociales, 2.5 mi-
llones de hectreas de bosques nativos se han perdido,
especialmente al norte de Argentina, debido a la expan-
sin de la soya, un equivalente en 2007, a un promedio
de unas 821ha de bosque perdido por da. Entre 1972
y 2001, 588.900 ha (aproximadamente el 20 % de los
bosques) se deorestaron en el semirido del Chaco.
Despus de 1997 la deorestacin se ha acelerado, al-
canzando >28.000 ha/ao. La deorestacin inicial tuvo
que ver con la cultivacin de rijol negro despus del au-
mento de lluvias durante la dcada de 1970. En la dca-
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62 Agroecologa 4
da de 1980, los altos precios de la soya estimularon una
deorestacin posterior. Finalmente, la introduccin de
soya transgnica en 1997 redujo los costos de siembra
y estimul un aumento adicional en la deorestacin,
alcanzando niveles de ms que 300.000 ha (Grau et al.
2005).
2. La huella ecolgica de mazLa escala de produccin que se necesita para producir
la biomasa proyectada para el etanol, estimula mtodos
industriales de produccin de monocultivos de maz que
dependen del uso intenso de herbicidas y ertilizantes
qumicos nitrogenados, con drsticos eectos ambienta-
les secundarios. La produccin de maz lleva a ms ero-
sin del suelo que cualquier otra cosecha estadouniden-
se. Cuando el uso del etanol hace subir ms los precios
del maz, los agricultores abandonan cada vez ms la
tradicional rotacin de maz y soya, animando a los agri-
cultores a sembrar maz ao tras ao. Una intensicacin
que promueve la erosin del suelo, pero tambin la de-
manda de ertilizantes y pesticidas (Pimentel et al. 1995).
A lo largo del medio oeste, el promedio de erosin del
suelo aument de 2.7 toneladas por acre anualmente a
19.7 toneladas en tierras que abandonaron las rotaciones
de cultivos (Pimentel y otros, 1995). La carencia de la rota-
cin de cultivos tambin ha aumentado la vulnerabilidad
a plagas y, por lo tanto, requiere dosis ms altas de pesti-
cidas que la mayora de los cultivos en los Estados Unidos,
aproximadamente el 41 % de todos los herbicidas y el 17
% de todos los insecticidas se aplican al maz (Pimentel
y Lehman 1993). La especializacin en la produccin demaz puede ser peligrosa: a principios de 1970, cuando
los hbridos uniormes de maz de alto rendimiento cons-
tituan el 70% de todo el maz cultivado, una enermedad
oliar que aect a estos hbridos llev a una prdida del
15 % en las producciones de maz a lo largo de la dcada.
Puede esperarse que esta clase de vulnerabilidad de las
cosechas se d en nuestro clima cada vez ms cambiante,
causando un eecto domin en todo el suministro de ali-
mentos (Cassman 2007).
El cultivo de maz generalmente implica el uso del
herbicida atrazina, un conocido disruptor endocrino.
Dosis bajas de disruptores endocrinos pueden causar
dao en el desarrollo interriendo con los activadores
hormonales en puntos claves del desarrollo de un or-
ganismo. Los estudios muestran que la atrazina puede
causar anormalidades sexuales en poblaciones de ra-
nas, incluso el hermarodismo (Hayes et al. 2002).
El maz requiere grandes cantidades de ertilizantes
qumicos nitrogenados, que llevan a la contaminacin del
agua supercial y subterrnea. Los ertilizantes lixiviados
que viajan por el Ro Misisip han disminuido el oxgeno
de una parte del Golo de Mxico llamada la zona muerta,
que hace pocos aos alcanz el tamao de Nueva Jersey.
Los porcentajes medianos de aplicacin del nitrato en
tierras de labranza estadounidenses oscilan de 120 a 550
kilogramos de nitrgeno por hectrea. Los residuos car-
gados de nitrgeno son el resultado del uso ineciente
de ertilizantes de nitrgeno en los cultivos que alcanzan
el agua supercial y el agua subterrnea. La contamina-
cin de acueros por nitratos es bastante extensa, y a ni-
veles peligrosamente altos, en muchas regiones rurales.En los Estados Unidos, se considera que ms del 25 % de
los pozos de agua potable contiene niveles de nitrato por
encima del estndar de seguridad de 45 partes por mi-
lln (Conway y Pretty 1991). Altos niveles de nitrato son
peligrosos para la salud humana, y estudios han relacio-
nado el consumo de nitrato a la metahemoglobinemia
en los nios y a cncer gstrico, de vejiga y de esago en
adultos (Altieri 2007).
Los ertilizantes sintticos de nitrgeno tambin
pueden convertirse en contaminadores del aire y han
estado implicados recientemente al contribuir al calen-
tamiento global y a la destruccin de la capa de ozono.
El N2O es liberado a la atmsera por la aplicacin de
ertilizantes nitrogenados, y tiene casi 300 veces el po-
tencial de calentamiento global que una misma masa
de CO2. Para el biodiesel de colza, un anlisis disponible
indica que el calentamiento global por N2O es en pro-
medio de 1.0 a 1.7 veces ms grande que el eecto de
enriamiento debido a la emisin de CO2 sil liberado,
excluyendo el ingreso de energa sil (Searchinger et
al. 2008).
El excesivo uso de ertilizantes qumicos nitrogena-
dos puede llevar a desequilibrios alimenticios en plan-
tas, dando como resultado una recuencia ms alta del
dao por parte de parsitos y enermedades de insec-tos (Conway y Pretty 1991, McGuiness, 1993). Al revisar
50 aos de investigacin relacionada con la nutricin de
las cosechas y el ataque de insectos, Scriber (1984) en-
contr 135 estudios que demuestran el dao incremen-
tado y/o el crecimiento de insectos que se comen las
hojas, o caros en cosechas ertilizadas con nitrgeno,
contra menos de 50 estudios en los cuales el perjuicio
herbvoro se redujo por medio de regmenes normales
de ertilizacin. En total, estos resultados sugieren una
hiptesis con implicaciones para los modelos de uso de
ertilizantes en la agricultura, a saber: que los ingresos
altos en nitrgeno pueden precipitar niveles altos del
perjuicio herbvoro en las cosechas.
El auge del etanol ha elevado vertiginosamente la
demanda de agua. La expansin del maz en reas ms
secas, como Kansas, requiere irrigacin, aumentando
la presin en las uentes subterrneas ya disminuidas,
como el acuero Ogallala al Suroeste de los Estados Uni-
dos. En partes de Arizona, el agua subterrnea se est
bombeando ya a un ritmo de 10 veces del ritmo de re-
carga natural de estos acueros (Pimentel et al. 1997).
3. Impactos ambientales de los cultivos de soyaAltos ndices de erosin acompaan la produccin
de soya, sobre todo en reas donde no se implemen-
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63Los impactos ecolgicos de los sistemas de produccin de biocombustibles a base
tan ciclos largos de rotacin de cultivos. La prdida de la
supercie del suelo tiene un promedio de 16 toneladas
por hectrea en soya en el oeste medio de los Estados
Unidos. Se considera que la prdida de suelo de Argen-
tina y Brasil promedia entre19 y 30 toneladas por hec-
trea, dependiendo de las prcticas de manejo, clima ypendiente. Las variedades de soya tolerantes a herbici-
das han aumentado la viabilidad de la produccin de
soya para agricultores, muchos de los cuales empeza-
ron a cultivar en tierras rgiles propensas a la erosin
(Jason 2004).
En Argentina, el cultivo intensivo de soya ha llevado
a la reduccin masiva de nutrientes del suelo. Se consi-
dera que la continua produccin de soya ha causado la
prdida de 1 milln de toneladas mtricas del nitrge-
no y 227.000 toneladas mtricas de soro de los suelos
a escala nacional. El costo para reabastecer esta prdida
nutritiva con ertilizantes se estima en $910 millones
de dlares. El aumento de nitrgeno y soro en varias
cuencas de ros de Latinoamrica est seguramente
ligado al aumento de la produccin de soya (Pengue
2005).
La produccin de monocultivos de soya en la cuen-
ca del Amazonas ha dejado gran parte del suelo estril.
Los suelos pobres requieren que se incremente la apli-
cacin de ertilizantes industriales para lograr niveles
competitivos de produccin. En Bolivia, la produccin
de soya se est expandiendo hacia el este, y las reas
del este ya suren de suelos compactados y degradados.
Cien mil hectreas de tierras de soya agotadas han sido
dejadas al pasto para ganado, lo cual lleva a la degrada-cin adicional del suelo (Fearnside 2001).
La mayora de la soya de los Estados Unidos es trans-
gnica, creada por Monsanto para que resista su propio
herbicida, el Roundup, (30.3 millones de hectreas de
soya RR se cultivaron en el 2006, ms del 70% de la co-
secha domstica). En Brasil, se sembraron 14.5 millones
de hectreas de soya RR en 2007 (James 2007). La de-
pendencia de la soya resistente al herbicida lleva a un
incremento de los problemas de resistencia de malezas
y la prdida de la vegetacin natural. La presin indus-
trial impuesta, aumenta el uso de herbicidas, incremen-
tando las cantidades de tierra que sern tratadas con
gliosato. Ya se ha registrado la resistencia al gliosato en
poblaciones australianas de raigrs, agropiro, cuerneci-
llo y Cirsium arvense. En Iowa, las poblaciones de la ma-
leza Amaranthus rudis muestra seales de retraso en la
germinacin que le permite adaptarse mejor a aspersio-
nes tempranas, la maleza velvetlea demostr tolerancia
al gliosato, y en Delaware se document la presencia
de resistencia al RR en la maleza horseweed. Incluso
en reas donde la resistencia de maleza no se haba
observado, los cientcos han notado aumentos de la
presencia de especies de malezas ms uertes, como la
hierba mora del Este en Illinois y el camo acutico en
Iowa (Cerdeira y Duke 2006). Los cultivos resistentes al
gliosato tienen una alta probabilidad de convertirse en
problemas como cosechas voluntarias. Los transgenes
resistentes al gliosato se han encontrado en campos
de canola que supuestamente no son transgnicos. En
algunas circunstancias, el mayor riesgo de las cosechas
resistentes al gliosato puede ser el fujo de transgenes(introgresin) de los cultivos a especies relacionadas
que podran llegar a ser problemas en ecosistemas na-
turales. Es poco probable que los mismos transgenes
resistentes al gliosato sean un riesgo en poblaciones
de plantas silvestres, pero cuando se unen a transgenes
que pueden dar ventajas de adaptabilidad uera de la
agricultura (p.ej, resistencia a insectos), se podran ver
aectados los ecosistemas naturales (Rissler y Mellon
1996).
En la Pampa argentina, la aplicacin de gliosa-
to a campos de soya OGM aument de 1000.000 a
160000.000 de litros en 8 aos. La aplicacin continua
de este herbicida ha causado la aparicin de malezas
resistentes al gliosato: Parietaria debilis, Petunia axilaris,
Verbena litoralis, V. bonariensis, Hybanthus parviforus, Ire-
sine diusa, Commelina erecta e Ipomoea sp. La aparicin
de resistencia implica un aumento adicional del uso de
herbicidas, que incluye las combinaciones del gliosato
con otros herbicidas, restableciendo el uso del viejo her-
bicida 2,4-D (Pengue 2005).
Actualmente no existen datos a nivel de residuos de
Roundup en el maz y la soya, porque los productos de
grano no se incluyen en estudios convencionales del
mercado que monitorean residuos de pesticida. Sin
embargo, se sabe que debido a que el gliosato es unherbicida sistmico (aplicado en 12 millones de acres
de tierras de labranza en los Estados Unidos), llega a las
partes cosechadas de plantas y no se metaboliza cil-
mente, acumulndose as en regiones meristemticas,
incluyendo races y ndulos (Duque et al. 2003).
Aunque, la inormacin sobre los eectos biolgicos
de este herbicida en el suelo es incompleta, no obstante
la investigacin ha demostrado que las aplicaciones de
gliosato estn probablemente ligadas a los siguientes
eectos (Bun y Topsy 2001, Cerdeira y Duke 2006, Mo-
tavalli et al. 2004, Yamada 2009):
La investigacin experimental sugiereque algu-
nas importantes bacterias y hongos bencos del
suelo, incluyendo bacterias y hongos que jan el
nitrgeno, y otros responsables de la descomposi-
cin de materia orgnica, se ven aectados por el
gliosato. Algunos estudios han mostrado que los
impactos del tratamiento con gliosato pueden
durar por varios meses. Esto sugiere que el glio-
sato pueda permanecer activo en el suelo y ser
tomado por organismos del suelo.
Ademsdeafectarlasbacteriasquejanelnitr-
geno, se ha encontrado que el gliosato inhibe los
hongos micorrzicos que ayudan a que las plan-
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64 Agroecologa 4
tas absorban nutrientes y ayudan a la proteccin
contra enermedades o la sequa. Se inhibi la or-
macin de ndulos que jan el nitrgeno en las
races del trbol a niveles entre 2 y 2 000 mg/kg de
gliosato. El eecto persisti 120 das despus del
tratamiento. La ertilidad del suelo y el crecimien-to de los cultivos se pueden ver aectadas drsti-
camente por una disminucin en la presencia de
microorganismos en el suelo, los cuales realizan
unciones regeneradoras necesarias que incluyen
la descomposicin de materia orgnica, la libera-
cin de nutrientes y la supresin de organismos
patgenos. En resumen el eecto neto de las apli-
caciones de gliosato parece ser el desbalance de
las comunidades micobiales del suelo al estimular
unas poblaciones y suprimir otras.
Tambin se encontr queelglifosato afecta ne-
gativamente a las lombrices. Un estudio en Nue-
va Zelanda revel que las repetidas aplicaciones
quincenales en porcentajes bajos de gliosato
(1/20 de los porcentajes tpicos) causaron una re-
duccin del crecimiento, un aumento del tiempo
de madurez y de la mortalidad de la lombriz que
comnmente se encuentra en suelos agrcolas.
Sehaencontradoqueelglifosatoysusformula-
ciones comerciales, tienen eectos de toxicidad di-
rectos e impactos indirectos al destruir su hbitat,
sobre poblaciones de insectos bencos, caros, y
araas. Un estudio descubri que la exposicin al
gliosato mat ms del 80% de la poblacin de de
un escarabajo predador y el 50% de las poblacio-nes de avispas parasitoides, comejn, mariquitas, y
caros predadores. Un estudio en campos de trigo
de invierno en Carolina del Norte descubri que
las poblaciones de carbidos predadores gran-
des disminuyeron despus del tratamiento con
una ormulacin de gliosato y no se recuperaron
durante 28 das. Se insinu que el incremento en
la recuencia de brotes de pulgn del cereal en
campos tratados se debi a la disminucin en el
nmero de artrpodos predadores y la baja densi-
dad de malezas subsecuente al uso de herbicidas.
Lasaplicacionesdeglifosatopuedentornarciertas
cosechas ms vulnerables a enermedades. El gli-
osato aument la patogenicidad y la superviven-
cia de una enermedad causada por el hongo Gae-
mannomyces gramminis. El hongo causa el mal del
pie en las cosechas de trigo. Adems, disminuy
la proporcin de hongos del suelo que actuaban
como antagonistas del hongo del mal del pie. El
gliosato aument la susceptibilidad de las legu-
minosas a la enermedad parasitaria antracnosis.
Tambin, se encontr que rociar Roundup antes
de sembrar cebada aumentaba la Rhizoctonia en
la cosecha y disminua su produccin. De hecho
se sabe que muchas enermedades como la pudri-
cin de la raz en soya causada por Corynespora,
son estimuladas por la exudacin de gliosato des-
de las races de malezas o cultivos. El mecanismo
involucrado en la prolieracin de estas enerme-
dades asociadas a las races es la disrupcin de
la sntesis de sustancias de deensa (toalexinas)predisponiendo a las plantas al ataque de hongos
patgenos del suelo.
Aunqueelglifosatoestdestinadoalusoterres-
tre, puede contaminar el agua supercial directa-
mente como consecuencia de su uso en el control
de malezas acuticas o indirectamente cuando el
gliosato adsorbido a las partculas del suelo es
arrastrado a los ros o quebradas. El gliosato, que
contiene el suractante polietoxilado tallowamine
es aproximadamente 30 veces ms txico para los
peces e invertebrados acuticos que el gliosato.
Estudios han mostrado que la toxicidad aguda del
gliosato vara segn la especie y edad del pez y bajo
condiciones ambientales dierentes, como la dureza, el
pH y la temperatura del agua. Un estudio en Luisiana
prob el eecto de las concentraciones subletales del
gliosato en una especie de caracol acutico,Pseudosuc-
cinea columella. El estudio descubri que niveles bajos
de gliosato aectan negativamente la reproduccin y
el desarrollo del caracol (Bun y Topsy 2001). Relyea
(2005) encontr que el Roundup caus una disminu-
cin del 70% en la biodiversidad de anbios y una dis-
minucin del 86% en la poblacin total de renacuajos.
Seguridad alimentaria y el futuro de los agricultores
Quienes proponen la biotecnologa deenden la ex-
pansin del cultivo de soya como un ejemplo exitoso
de adopcin de la tecnologa transgnica por los agri-
cultores. Pero estos datos ocultan el hecho de que la ex-
pansin de soya lleva a la concentracin extrema de tie-
rras e ingresos. En Brasil, el cultivo de soya desplaza a 11
trabajadores agrcolas por cada nuevo trabajador que
emplea. Esto no es un enmeno nuevo, en la dcada de
1970, 2.5 millones de personas ueron desplazadas por
la produccin de soya en Paran, y 300.000 ueron des-
plazados en Ro Grande do Sul. Muchas de estas perso-
nas ahora sin tierras se trasladaron al Amazonas donde,
sin otra opcin, deorestaron los bosques prstinos. En la
regin del Cerrado donde la produccin de soya trans-
gnica se est expandiendo, el desplazamiento ha sido
relativamente moderado ya que el rea no est densa-
mente poblada (Altieri Pengue 2006).
En Argentina, quebraron ms de 60.000 granjeros
cuando casi se triplic el rea sembrada de soya RR.
En 1998, haba 422.000 granjas en Argentina, mientras
que en el 2002 haba slo 318.000, una reduccin de un
cuarto. En una dcada, el rea de soya aument el 126%
a expensas de la produccin lctea, maz, trigo, y rutas.
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65Los impactos ecolgicos de los sistemas de produccin de biocombustibles a base
En la poca de cultivos 2003/2004 se sembraron 13.7
millones de hectreas de soya, pero hubo una reduc-
cin de 2.9 millones en las hectreas de maz y 2.15 mi-
llones de hectreas de girasoles. En la provincia noreste
del Chaco, donde el algodn era la cosecha tradicional,
la invasin de la soya redujo la poblacin rural del 40% al 20 %. Para el pas, esto signica ms importacio-
nes de alimentos bsicos, por lo tanto la prdida de la
soberana alimentaria, el aumento de los precios de los
alimentos y el hambre, sobre todo en la regin noreste
donde la soya es el rey, y donde el 37% de la gente est
por debajo del umbral de la pobreza y no se pueden ali-
mentar debidamente (Pengue 2005).
El avance de la rontera agrcola para los biocom-
bustibles es un atentado contra la soberana alimentaria
de naciones en va de desarrollo, ya que la tierra para
la produccin de alimentos se dedica cada vez ms a
alimentar los automviles de personas en el Norte. La
produccin de los biocombustibles tambin aecta di-
rectamente a los consumidores al aumentar el precio de
los alimentos. Muy pronto el precio del maz, la soya y
la caa de azcar ser determinado por su valor como
materia prima para el biocombustible ms que por su
importancia como alimento para las personas o comida
para el ganado. Los agricultores a gran escala en pases
que dan cuenta de la mayora de la produccin de bio-
combustibles, disrutarn de la promesa de precios de
materias primas e ingresos marcadamente ms altos. En
contraste, los pobres urbanos y rurales en pases que im-
portan alimentos pagarn precios mucho ms altos por
los principales alimentos bsicos y habr menos cerealdisponible para la ayuda humanitaria (Shattuck 2008).
A medida que se siembra ms maz, se desplaza el
trigo y la soya, aumentando sus precios en el mercado.
Puesto que el maz estadounidense da cuenta de casi el
40 % de la produccin global, la expansin de agrocom-
bustibles estadounidense aecta los mercados globales
para todos los cereales y exacerba la infacin del precio
de los alimentos en todo el mundo. En 2006-2007, en
los Estados Unidos, el auge del etanol llev a un rpido
aumento en los precios del maz y otros productos, ya
que la tierra se desvi de otras cosechas a la de maz, en
particular la de soya. En un ao el precio de maz subi
de $2.20/bu ($87/mt) a $3.50/bu ($138/mt) o ms alto,
un aumento del 60%. Los precios de los alimentos han
aumentado, pero no proporcionalmente al precio de los
biocombustibles ya que hay otros actores implicados
en los aumentos del precio de los alimentos. La carne de
aves y los huevos estn enrentando el mayor impacto
ya que el maz constituye aproximadamente dos tercios
de la racin avcola. En consecuencia, el costo total de
producir carne de aves y huevos ha aumentado casi el
15 %, pasando el aumento de costo a los consumido-
res. Clculos recientes ubican el aumento del costo de
alimentos del consumidor hasta ahora, debido al etanol
de maz, entre el 1.5% y el 25% los consumidores esta-
dounidenses pagaron aproximadamente $22 mil millo-
nes de dlares ms por los alimentos en 2007 debido
a los biocombustibles. La demanda de biocombustibles
en los Estados Unidos tambin se relacion con un au-
mento masivo del precio del maz, el cual llev a un re-
ciente aumento del 400% de los precios de la tortilla enMxico (Holt-Gimnez y Peabody 2008).
Conclusiones
El progresivo agotamiento del petrleo ha propor-
cionado una oportunidad para la creacin de potentes
sociedades globales entre corporaciones de cereales, de
ingeniera gentica, petrolera y automotriz. Estas nue-
vas alianzas de alimentos y combustibles cada vez ms
deciden el uturo de los paisajes agrcolas del mundo. El
auge de los biocombustibles consolidar posteriormen-
te su dominio de los sistemas alimentarios y de com-
bustibles, y les permitir determinar qu, cmo, y cun-
to se cultivar, causando ms pobreza rural, destruccin
ambiental y hambre. Los beneciarios nales de la revo-
lucin del biocombustible sern los gigantes comercia-
lizadores de cereales, incluyendo a Cargill, ADM, y Bun-
ge; las compaas petroleras como BP, Shell, Chevron,
Neste oil, Repsol, y Total; las compaas automotrices
como General Motors, Volkswagen AG, FMC-Ford Fran-
ce, PSA Peugeot-Citroen, y Renault; y los gigantes de la
biotecnologa, como Monsanto, DuPont y Syngenta. Los
perdedores son los pequeos y medianos agricultores,
los consumidores, y el medioambiente.
Hoy en da, los monocultivos de agrocombustiblesestn aumentando en porcentajes dramticos por todo
el mundo, principalmente va una expansin geogrca
a expensas de bosques con prdida de hbitats natu-
rales y desplazamiento de reas dedicadas a cultivos
alimenticios, amenazando la seguridad alimentaria de
regiones enteras. Las tecnologas que acilitan este cam-
bio hacia estos monocultivos a gran escala son la me-
canizacin, la mejora de variedades de cultivos a travs
de la ingeniera gentica, y la aplicacin de cantidades
masivas de ertilizantes y herbicidas qumicos. La inver-
sin corporativa y la seduccin de los gobiernos han
sido claves en el estmulo de la expansin de los agro-
combustibles. Claramente, los ecosistemas de las reas
en las cuales se estn produciendo los biocombustibles
se estn degradando rpidamente, no slo debido a la
deorestacin sino tambin debido a los impactos eco-
lgicos asociados con las tecnologas de produccin
de los cultivos (ertilizantes nitrogenados, herbicidas, y
cultivos transgnicas) y la mayor emisin de gases de
invernadero (Searchinger et al. 2008). Por estos y otros
motivos, la produccin de agrocombustibles no es sos-
tenible ni ambiental ni socialmente ahora o en el uturo.
La industria biotecnolgica est utilizando la actual
ebre por los biocombustibles para limpiar su imagen
desarrollando y desplegando semillas transgnicas
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66 Agroecologa 4
para la produccin de energa y no para la produccin
de alimentos. Dada la creciente desconanza pblica
y el rechazo de y hacia los cultivos transgnicos como
alimentos, la biotecnologa ser utilizada por las corpo-
raciones para mejorar su imagen armando que ellos
desarrollarn nuevos cultivos genticamente modi-cados para la produccin de biomasa mejorada o que
contengan la enzima ala-amilasa, lo cual permitir que
el proceso del etanol comience mientras el maz toda-
va est en el campo, una tecnologa que aseguran no
tener ningn impacto negativo en la salud humana o
el medioambiente. El despliegue de tales cosechas en
el medioambiente aadir una amenaza ambiental adi-
cional a aquellas ya relacionadas con el maz trasgnico,
que en 2006 alcanz 32.2 millones de hectreas: la in-
troduccin de nuevos rasgos en la cadena alimenticia
humana ha ocurrido ya con el maz Starlink y el arroz
LL601.
Cuando los gobiernos son persuadidos por las pro-
mesas del mercado del biocombustible global, ellos
idean proyectos de biocombustibles nacionales que
promueven una produccin basada en monocultivos a
gran escala, que dependen del uso intensivo de herbi-
cidas y ertilizantes qumicos, desviando as millones de
hectreas de valiosa tierra cosechable de la produccin
de alimentos muy necesitados. Hay una gran necesidad
de un anlisis social y ecolgico para anticipar las im-
plicaciones ambientales y de seguridad alimentaria del
despliegue de los proyectos de biocombustibles de pa-
ses pequeos como Ecuador. Este pas espera ampliar la
produccin de caa de azcar en 50.000 has, y limpiar100.000 has de bosques naturales para dar paso a las
plantaciones de palma de aceite. Las plantaciones de
palma de aceite estn causando ya un gran desastre
ambiental mayor en la regin Chocoana de Colombia
(Bravo 2006).
Tambin es inquietante que las universidades pbli-
cas y los sistemas de investigacin caigan vctimas de
la seduccin de grandes cantidades de dinero y de la
infuencia del poder poltico y corporativo. La intrusin
del capital privado en la ormulacin de la agenda de
investigacin y composicin de la acultad, que dete-
riora la misin pblica de las universidades a avor de
intereses privados, minando la libertad acadmica y la
acultad de gobernar. Estas alianzas apartan a las uni-
versidades de tomar parte en la investigacin imparcial
e impiden que el capital intelectual explore alternativas
realmente sostenibles a la crisis energtica y al cambio
climtico.
No cabe duda de que la conglomeracin del petrleo
y el capital de la biotecnologa decidirn cada vez ms el
destino de los paisajes rurales del continente america-
no. Slo las alianzas estratgicas y la accin coordinada
de movimientos sociales (las organizaciones de agricul-
tores, los movimientos ambientales y de trabajadores
agrcolas, las organizaciones no gubernamentales, las
conederaciones de consumidores, miembros del sector
acadmico comprometidos, etc.) pueden presionar a los
gobiernos y a las compaas multinacionales para ase-
gurar que estas tendencias sean detenidas. Ms impor-
tante an, tenemos que trabajar juntos para asegurar
que todos los pases retengan el derecho de conseguirla soberana alimentaria por medio de sistemas locales
de produccin, reorma agraria, acceso al agua, semillas
y otros recursos, y polticas alimentarias y de desarrollo
agrcola local basados en la agroecologa que respon-
dan a las necesidades verdaderas de los agricultores y
de todos los consumidores, sobre todo los pobres.
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