Download - LEGADO DE ROMA EN HISPANIA
El legado de roma en
Hispania
Restos arqueológicos romanos en España y Portugal
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Introducción
Tras la conquista de la Península Ibérica por Roma, el mosaico de pueblos
prerromanos dejó paso a una unidad política peninsular bajo el signo de la gran urbe.
La nueva cultura aportaba el concepto de la ley y la ciudadanía; el sentido práctico
de los romanos los convirtió en maestros de la administración, el derecho y las obras
públicas. Roma sentó las bases de las legislaciones occidentales, construyó calzadas,
puentes, acueductos y faros; asimiló la cultura griega y supo trasmitirla a sus súbditos.
HISPANOS EN ROMA
Durante el s. I d.C., desde Tiberio hasta Trajano, los hispanos que afluyen a
Roma son los más gloriosos representantes de la literatura latina. Primero los oriundos
de la Bética: Séneca, Lucano, Columela, Pomponio Mela. Más tarde, los procedentes
del valle del Ebro: Marcial y Quintiliano. Séneca, maestro de Nerón, fue el filósofo más
importante de la Roma imperial. Lucano en su Farsalia da un nuevo estilo a la poesía
épica, apartándose del modelo virgiliano. Quintiliano se convirtió en maestro
indiscutible de rétores y abogados. Marcial con sus epigramas cargados de humor
satírico y mordaz ingenio fue leído por todo el mundo.
En el año 98 d.C., asume el mando el primer emperador de origen no itálico,
Trajano, oriundo de la Bética, dio al Imperio romano los límites más dilatados de su
historia. Su nuevo estilo de gobierno, basado en la moderación del príncipe y el
respeto a las viejas instituciones, consolidó el poder imperial. En el año 76 d.C., nace en
Itálica Adriano, criado y adoptado como sucesor por el anterior. Amante de la cultura
griega, se rodeó de poetas y de filósofos; el celo en el cumplimiento de su deber, que
le impulsaba a comprobar in situ la justicia de la administración imperial, unido a su
deseo de visitar todas las maravillas del mundo romano, le movió a recorrer todo el
Imperio, estudiando en cada lugar su situación y necesidades e intentando encontrar
soluciones rápidas y eficaces. El último emperador oriundo de Hispania fue Teodosio,
que, al repartir el imperio entre sus hijos, Arcadio y Honorio, fue el último de los
gobernantes en un imperio romano unificado.
LEGADO ARQUEOLÓGICO
En primer lugar hay que decir que los monumentos arquitectónicos
principalmente conservados en nuestra península datan de la época imperial, lo que
demuestra lo mucho que tardó Hispania en someterse al yugo romano.
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CALZADAS
Son uno de los mayores logros de la ingeniería romana. Básicas para el dominio
efectivo, traslado de tropas, información y comercio, la red de calzadas romanas ha
permanecido hasta nuestros días.
Las más importantes eran anchas y con arcenes, lo que permitía el cruce de
dos carruajes. El firme tenía hasta un metro de espesor; al fondo, cimientos de piedra
sobre los que se asentaba una capa de grava. Y, por encima, un empedrado de
grandes losas irregulares.
La península estuvo surcada de ellas. Había dos vías principales:
La Vía Hercúlea o de Augusto iba por toda la costa levantina, uniendo la
Junquera con Sagunto y Játiva para, desde allí internarse por Linares y Córdoba hasta
Cádiz.
La Vía de la Plata unía Cádiz y Huelva
con Astorga. El tramo más importante, y tal vez
el más frecuentado, era el comprendido entra
Mérida y Salamanca. Ha resistido de forma
excelente al paso de los años; la carretera N
630, hoy Autovía de la Plata, mantiene su
trazado, e incluso su nombre en la actualidad.
Hermoso es el contemplar desde el Puerto del
Pico (Sierra de Gredos, Ávila) el ramal, que data del s.I a.C., que une la Vía de
la Plata con Extremadura; éste, en muy buen estado de conservación, aunque
cortado en varios puntos por la actual carretera, se retuerce para llegar hasta el alto
de este bello puerto, salvando desniveles a más de 1.400 metros de altura.
Otra gran vía enlazaba Cataluña con Galicia, siguiendo los valles del Duero y
el Ebro.
PUENTES
Debido a lo muy accidentado del suelo español, hubo necesidad de construir
muchos puentes para que las calzadas salvaran los desniveles. Sencillos, sólidos, firmes,
todos se construyeron con sillería, no con ladrillo, con almohadillado más o menos
resaltado. El modelo romano de puente prevaleció hasta el siglo XIX, produciéndose
ligeras transformaciones.
El más monumental puente
conservado, sobre el río Tajo, es el de
Alcántara, en un ramal secundario de la Vía
de la Plata, que conducía de Cáceres a
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Coimbra, levantado en honor de Trajano por el arquitecto C. Julio Lacer, como consta
en un templete situado frente al puente (curiosamente, el arquitecto esculpió su
nombre y pagó de su bolsillo la construcción del templete, hecho nada habitual, ya
que estos profesionales solían ser de condición humilde). No fue sufragado por Roma:
a comienzos del siglo II, una mancomunidad de municipios de Lusitania asume un
proyecto para salvar el Tajo, el gran obstáculo para el desarrollo de la región, entre
Cáceres y la Beira Alta portuguesa. Seis arcos que descansan sobre sólidos pilones
asentados sobre roca se ven coronados por un arco sencillo de tipo honorífico, en el
que se detalla la relación de municipios que sufragaron la construcción del puente.
Edificado en sillería de granito sobre un barranco de cierta profundidad, alcanza una
altura de más de 58 metros, siendo su longitud de 194 metros.
También en la Vía de la Plata se hallan los de Alconétar en Cáparra (Cáceres)
y el de Salamanca sobre el Tormes, aunque sólo los quince arcos más próximos a la
ciudad son reconocibles hoy en día; y, por supuesto, el puente de Mérida, uno de los
más largos de la arquitectura romana, en la calzada que llevaba de Huelva a Sevilla.
Otros puentes, todos relacionados con la Vía Augusta, son:
-el de Manresa sobre el río Cardoner
-el de Martorell sobre el Llobregat
-el de Córdoba sobre el Guadalquivir
-y, bastante deteriorados, los de Pedroches y Villa del Río
LAS VILLAS
Las casas de campo de los romanos, villae, tuvieron una enorme importancia
para el desarrollo económico. Destaca en ellas el lujo y el confort del que disfrutaban
sus moradores. Catón, Varrón y Columela, dieron indicaciones relativas a la ubicación
ideal para dichas villas: buen terreno, aire sano, agua disponible y, a ser posible,
buenas comunicaciones. Las que han llegado hasta nosotros son algunas de las villas
señoriales, pertenecientes a hombres acaudalados de la última época imperial.
La Villa de la Olmeda, situada en Pedrosa de la Vega, Palencia, a orillas del río
Carrión, es muestra del lujo de que disfrutaban los terratenientes rurales, y también de
una finca agrícola. Data de la segunda mitad del siglo IV. En torno al peristilo se
extienden las dependencias, que están flanqueadas por cuatro torres de planta
cuadrada –norte- y octogonal–sur-. De esas dependencias destacan algunas por la
belleza de sus mosaicos, que cubren unos 1.800 m.cuadrados. El mosaico principal
representa una escena mitológica: el
descubrimiento de Aquiles por Ulises en el
gineceo de Nicomedes; está rodeado
por medallones con los retratos de la
familia del propietario de la villa. Unas
termas más que notables completan el
conjunto residencial. Al Sur se
encontraba la necrópolis, que muestra
ajuares funerarios de gran valor económico y
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artístico.
Villa de Materno, en Carranque, Toledo. A orillas del río Guadarrama, en el
cruce de las calzadas Segovia-Toledo y Mérida-Zaragoza, Materno Cinegio,
lugarteniente del emperador Teodosio, levantó un conjunto de edificios tratando de
trasplantar el modelo urbano al campo. La razón de ello fue la crisis de las ciudades en
el siglo IV, que alteró el sistema de producción y favoreció el auge de la villa rural
manteniendo las ventajas de la urbe. En Carranque sólo se han excavado tres
construcciones, pro con un magnífico balance: la primera iglesia de España; la casa-
palacio, para cuya decoración trabajaron dos talleres, se importaron muebles de
Egipto y se instaló calefacción por aire caliente; y la red de represas y molinos,
garantía de su autosuficiente.
Otras villas son:
-Colonia Celsa; pocos pueblos romanos llegaron a tener una vida tan efímera como
Colonia Celsa: apenas duró un siglo. Fundada en el año 44 a.C. por el gobernador
Emilio Lépido en nombre de Julio César, servía de nudo de comunicaciones y puerto
del río Ebro como cabeza de puente en el acceso al interior desde Tarraco. Sin
embargo, desapareció en el año 60 para ceder el relevo a Caesaraugusta, fundada
por Augusto como capital jurídica del territorio. De aquella fulgurante pero funcional
existencia de Colonia Celsa queda como testigo el cuidadoso empedrado de las
calles, los cimientos de las casas y algunas pinturas (a destacar: los Trabajos de
Hércules).
-la de Quintanilla de la Cueza, también en Palencia
-la Villa Fortuna, en Fraga, Huesca
-la Villa de Almenara-Puras en Valladolid, con el museo de las villas romanas de la
Península Ibérica y la reconstrucción a escala de una villa tipo
-el llamado Palacio de Augusto en Tarragona
-la villa de Veranes en los alrededores de Gijón
LAS MURALLAS
Los pueblos prerromanos celtibéricos conocieron las fortalezas amuralladas. Los
romanos perfeccionaron este tipo de construcción, bien aprovechando las murallas
anteriores de las ciudades indígenas, bien fundando nuevas ciudades amuralladas. En
general, lo normal es que las murallas fueran de
planta rectangular con ángulos redondeados, con
dos vías perpendiculares (cardus y decumanus), con
puertas a los extremos, coincidiendo cada una con
un punto cardinal (todo esto con la misma
distribución que un campamento). Unas torres
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remataban la muralla, que solía estar precedida por un foso.
La muralla de Lugo (tardía, s.III), declarada Patrimonio de la Humanidad,
cubre una superficie de 28 hectáreas; tiene un perímetro elíptico, acomodado al
terreno, de 2.140 m., una altura que oscila entre los 10 y los 15 m. y un espesor de 6m.
A lo largo de toda ella se alinean, a modo de torretas, diversos cubos de tipo cilíndrico;
85 en sus orígenes, hoy son reconocibles 80, 72 en buen estado. Se conservan dos
puertas antiguas, con arcos de medio punto, enmarcadas entre torres. Hoy se utiliza
como privilegiado paseo en torno a la ciudad.
Otras murallas en diferente grado de conservación son las de León, Astorga,
Tarragona, Coria, Carmona, Zaragoza, Gerona, Ampurias, Termania, Cáceres, Osuna,
Baelo Claudia, Itálica, Munigua, Acinippo y Carteia.
ACUEDUCTOS Y PANTANOS
Ligados con el agua y la técnica de los puentes están los acueductos, que
tienen una función práctica: asegurar el abastecimiento de agua a las ciudades. Sin
embargo, los romanos convirtieron estas obras de ingeniería en obras de arte.
El acueducto consta de un caput aquae, especie de depósito o cisterna
donde se recogen las aguas que han de alimentarlo, sea de lluvias o de manantiales.
Le sigue después el canal propiamente dicho, specus, por donde discurre el agua;
acaba en el castellum aquae o piscina limaria, depósito en el que se recogen las
aguas y desde el que se distribuyen por la ciudad.
El más imponente y conocido de los acueductos hispanos es el de Segovia.
Construido a mediados del siglo I d.C.,
parece ser que por iniciativa de Domiciano,
aunque su asesinato hizo recaer la autoría
sobre Trajano, es sin duda una de las
muestras más destacadas del arte romano
en la península y está en excelente estado
de conservación, sobre todo si tenemos en
cuenta que no hace tanto que se prohibió la
circulación de vehículos bajo sus arcos. Su
arquitecto fue Cayo Julio Lacer, que
construyó en la misma época el puente de
Alcántara. Las arquerías tienen una longitud de 818 m. y una altura máxima de casi 30
m. Se compone de 160 arcos distribuidos en dos niveles; 44 en el nivel inferior y 116 en
el superior. Está construido con sillares de granito que descansan sobre pilares de
planta rectangular. Estos bloques de piedra no están unidos por masa ni cemento
alguno, pero se mantienen en un perfecto y sólido equilibrio de fuerzas. Sobre los arcos
centrales inferiores se hallaba una inscripción, hoy desaparecida.
Nadie ha descubierto el manantial que surtía de agua a Segovia y que el
célebre acueducto transportaba salvando la vaguada de la Plaza del Azoguejo. Todo
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apunta a que un canal recorría 13 kilómetros desde Riofrío en la sierra de
Guadarrama, hasta este monumento.
Aunque en peor estado de conservación son de notable importancia los
acueductos de Las Ferreras, en Tarragona, de comienzos del imperio y San Lázaro y los
Milagros en Mérida, este último puente-acueducto.
En cuanto a los pantanos, carecían éstos de intención o finalidad artística, a
base de diques y contrafuertes se contenía y regulaba el agua procedente de la
lluvia.
El pantano de Proserpina fue construido para el abastecimiento de la ciudad
de Mérida, es una obra maestra de la ingeniería. El muro de contención mide 426 m.,
su trazo es ligeramente quebrado y su altura, medida desde el nivel normal de las
aguas, es de aproximadamente 7,5 m. Fabricado con tierra y hormigón, está cubierto
de sillares de granito en forma de talud. Nueve contrafuertes cuadrados lo refuerzan. El
agua llegaba a Mérida por una larga conducción hidráulica y el Acueducto de los
Milagros. Su nombre se debe a una placa encontrada en el siglo XVIII, en la que se
invocaba a esta diosa. Hoy en día sus aguas y alrededores proporcionan una zona de
esparcimiento para los emeritenses.
Otro pantano destacable y cercano es el de Cornalvo, a 15 kilómetros de
Mérida, es otro buen ejemplo de lo que fueron las construcciones de pantanos en la
antigua Hispania.
LA TORRE DE HÉRCULES
Aunque el faro más conocido de Hispania fue el
de Caepionis (Chipiona), la supervivencia a través de los
tiempos del coruñés de Hércules ha tejido a su alrededor
numerosas leyendas. Construido según el modelo del faro
de Alejandría, la reforma neoclásica que sufrió en el siglo
XVIII no ha logrado borrar su origen clásico (del edificio
primitivo, construido entre el siglo I y II sólo se conserva la
estructura interna). Sus 36 metros de altura estaban
coronados por un cilindro con los braseros del fuego que
guiaba a los barcos. Aunque según la versión mitológica
de Alfonso X el Sabio, Hércules levantó la torre, hoy se
sabe que su verdadero promotor era humano: Gayo Servio Lupo, de Conimbriga
(Portugal).
TEMPLOS
Herederos de los griegos y etruscos, los templos
romanos tienen algunas peculiaridades específicas
que los hacen fácilmente identificables como tales. Se
elevaban sobre un podio y se accedía a ellos por una
escalera abierta en uno de los laterales. Por lo
general, se empleaba para su construcción piedra de
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canteras cercanas, granito po caliza revestida, en ocasiones, de estuco. El empleo del
mármol fue posterior al siglo I d.C. El fuste d las columnas solía ser liso, y el capitel,
corintio.
En el centro de Mérida podemos admirar (surgiendo sorprendentemente entre
las estrechas calles de un pueblo extremeño) el llamado Templo de Diana (en realidad
parece que estaba dedicado a la Tríada Capitolina: Júpiter, Juno y Minerva) del siglo I
d.C. Es el único ejemplar de la arquitectura religiosa que se ha mantenido en pie en la
ciudad. Es de planta rectangular y se alza sobre un podio como es lo habitual según
hemos dicho. Tiene once columnas corintias en los lados mayores y seis en los menores.
El frontón tiene un motivo decorativo semicircular.
Otros templos importantes son el de Marte, también en Mérida, el de Trajano,
en Alcántara, y el de Vich (antigua Ansa, provincia de Barcelona). En Évora, Portugal,
se encuentra el mejor conservado.
EDIFICIOS PARA ESPECTÁCULOS
El anfiteatro
Para espectáculos de combates entre
gladiadores, luchas con fieras e, incluso, crudas
representaciones de batallas navales, tenía
forma elíptica y constaba de la arena
(normalmente con una fossa bestiaria excavada
bajo ésta, galería que servía para el transporte y
encierro de los animales), a la que se accedía
por dos puertas situadas en cada extremo del eje
principal; graderío o cavea con tres alturas –ima,
media y summa- debidamente separadas por pasillos –praecinctiones, y al que se
accedía por los vomitoria.
El de Itálica es uno de los mayores del mundo romano, con capacidad para
unos 25.000 espectadores. Fue construido en época de Adriano con intención de
albergar los juegos y de enriquecer la ciudad. Tiene unas dimensiones de 160 por 137
m. De él se conservan casi toda la cavea, los pasillos, los vomitoria y la arena, con
sótanos de servicio.
Otros anfiteatros son el de Mérida, Segóbriga, Tarragona, Carmona y Ampurias.
El circo
Para las carreras carros, fue de muy difícil conservación por su magnitud, y por
ser, desde antiguo, provisor de materiales de construcción para las ciudades. Consistía
en un rectángulo de tierra alargado –arena-
flanqueado a ambos lados por graderíos –cavea-,
sobre un podio que acababa en semicírculo abierto
y ligeramente descentrado en relación con el eje.
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En el extremo opuesto se encontraban las carceres o cuadras, en las que los animales
aguardaban el momento de salda. En el centro de la arena estaba la spina, línea que
la dividía en dos mitades. Obeliscos, estatuas e incluso fuentes podían adornar y
embellecer el recinto.
Podemos contemplar al menos la planta del de Mérida y también podemos
citar el de Tarragona. El circo de Toledo (no tan espectacular como los anteriores) es
también un notable ejemplar en tierras de Hispania. Construido en el s.
II,aprovechando la orografía del terreno, tiene una longitud de 400 m. y unos 86 m. de
ancho en la parte del hemiciclo y de las carceres, respectivamente. La spina, que se
ajusta al esquema clásico, mide unos 23 m. la cavea tiene dos niveles, maenianum
primum (de piedra), sustentados por 28 bóvedas trapezoidales. Varios de esos restos
abovedados pueden verse hoy con nitidez. Tenía una capacidad de 13.000
espectadores.También Sagunto y Calahorra conservan restos de circos romanos.
Teatros
Los teatros romanos podían construirse, como los griegos, aprovechando el
declive de un terreno, lo que facilitaba el asentamiento de la cavea. Pero no siempre
era así. Constaba de cavea para el público, que se dividía en dos sectores –imma y
summa-, orchestra, semicircular (para las evoluciones del coro), y proscenium o
pulpitum, que con el tiempo evolucionó hacia una plataforma cada vez más amplia
entre la orchestra y la scaena. Esta última pasó a ser un edificio sólido y espectacular,
cuyo cuerpo frontal, frons scaenae, aparecía decorado profusamente, constituyendo
una obra de arte; en él se abrían generalmente tres puertas, una central y dos
laterales. Las primeras gradas se reservaban a los senadores y demás personalidades.
El teatro hispano mejor conservado es el de
Mérida, del 16 al 15 a.C. La scaena fue reconstruida
a fines del siglo I a.C., y en el IV se realizaron las
últimas reformas. Tiene capacidad para unos 6.000
espectadores. Mide 96 m. de diámetro, y el graderío
se divide en tres sectores, dotados de pasillos,
escaleras y vomitorios. La orchestra mantiene el
primitivo pavimento de mármol.
Conocemos unos veinte teatros romanos en Hispania, casi todos ellos
construidos entre los siglos I a.C. y I d.C., y, en consecuencia, relativamente
homogéneos.: Itálica, Sagunto (con una más que dudosa rehabilitación llevada a
cabo hace unos años), Acinippo, Segóbriga, Clunia Sulpicia, Tarragona, Bilbilis,
Pollentia y Cartagena.
En muchos de estos teatros se celebran, sobre todo en los meses de verano,
bajo los cielos estrellados de las suaves noches hispanas, representaciones de obras de
los autores clásicos, más o menos adaptadas, o de obras actuales de tema clásico,
que atraen a numerosos espectadores que, siglos más tarde, seguimos disfrutando de
la misma magia teatral que nuestros antepasados hispanorromanos.
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Termas
Las termas y balnearios se integraban en la red de baños públicos y privados de
la cultura romana, que transformó los espacios de higiene en lugares de relación
social.
Las termás más importantes de uso público
aparecieron en Itálica; otras son las de Centcelles en
Tarragona o las de Caldas de Malavella en Gerona.
El balneario de Alange (Badajoz), todavía en
funcionamiento, sigue el modelo de baños circulares,
con gradas concéntricas para sumergirse
cómodamente. Sus dos piscinas separadas señalan la
división por sexo. Y su monumentalidad –diez metros de alto y cúpula con lucernario-
demuestra la alta posición social que tenían sus usuarios. Las aguas, que manan a 28
grados, son idóneas para tratar enfermedades nerviosas: en un epigrama del siglo III
hallado en estas instalaciones, el senador Licinio sereno y su mujer agradecían a la
diosa Juno la curación de su hija.
ARCOS CONMEMORATIVOS
Los llamados arcos de triunfo son construcciones independientes y aisladas,
propiamente romanas. Se erigen con intenciones conmemorativas o laudatorias; en
ocasiones incluso servían para delimitar y marcar fronteras entre diversos territorios.
Consiste en un pórtico, de tipo arquitrabado, con un arco al que enmarcan dos
pilones decorados con columnas. Sobre ellos se dispone una especie de cornisa, en la
que se fija la inscripción que explica al razón de ser del arco.
El más emblemático es el de Bará, de
época augústea o finales del s.I. Conserva una
inscripción de quien lo mandó construir, el general
L. Lininius Sura (antepasado directo del homónimo
senador que llegó a Roma de la mano del
emperador hispano Trajano). Cercano a
Tarragona, bordeando la Via Augusta, era, al
parecer, la marca visible de la separación entre
cesetanos e ilergetes, dos puebos iberos.
Posiblemente era también el punto de recaudación de tasas por el transporte de
mercancías, algo semejante a las aduanas fronterizas contemporáneas. Sus medidas
son: 12 metros de longitud, 12,28 de altura y 3,34 de anchura.
Son varios y muy hermosos los arcos romanos repartidos a lo largao y ancho de
nuestra geografía. Así, los de Medinaceli (Soria), Cáparra (Cáceres, cuadrifonte,
probablemente colocado en el cruce de dos vías), Cabanes (Castellón) y, en Mérida,
el llamado Arco de Trajano.
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ENTERRAMIENTOS Y MONUMENTOS
FUNERARIOS
Los monumentos funerarios revistieron en la Hispania romana formas
muy diversas según el momento, el lugar y la tradición histórica en que fueron erigidos.
Los monumentos en forma de templo, torre, altar o estela eran más propios de la
llamada Hispania Tarraconense; en Lusitania se han hallado restos de columbarios; en
la Bética se alternaban la inhumación –en una primera etapa- con la cremación,
después, o con la inhumación en ánforas.
En la margen del río Matarraña, en Aragón, está
la villa de Fabara. Cerca de ella se ubica uno de los
monumentos funerarios más importantes de la Hispania
Tarraconense. Se trata de un templete erigido sobre un
podio. Dedicado a los manes familiares de L. Aemilius
Lupus (niño de trece años) y costeado por sus padres,
según la inscripción, data de la época de los
Antoninos.
La Torre Ciega de Cartagena, el Altar de los Moros o Mausoleo de los Atilios en
Sádaba (Zaragoza) y la Torre de los Escipiones en Tarragona son buenas muestras de la
importancia que este tipo de edificaciones funerarias tuvo en Hispania. Esto sin olvidar
la necrópolis de Carmona (Sevilla), que alberga varias tumbas monumentales.
RESTOS PICTÓRICOS y MOSAICOS
Entre los restos pictóricos hallados en Hispania figuran los
de un columbario en Mérida, donde se ven las figuras de cuatro
personajes incinerados y cuyo retrato se perpetúa en los
frescos. Otras pinturas murales se han encontrado en la
necrópolis de Carmona en Sevilla y en el Ninfeo de Santa
Eulalia de Bóveda (Lugo).
España es rica en mosaicos;
destaca el que representa el
Sacrificio de Ifigenia encontrado en
Ampurias. En Zaragoza el del Triunfo
de Baco y el de Orfeo amansando a
las fieras. En Liria (Valencia) hay una representación de Los
doce trabajos de Hércules; en Dueñas (Palencia)
representación de Océano y un caballo.
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MINERÍA
La mayor explotación minera del imperio romano estaba en las Médulas (El
Bierzo, León). Sus más de 5,5 millones de metros
cuadrados de extensión representan la más
importante alteración artificial sobre el medio
natural de toda la antigüedad. Trombas de
agua deshacían y arrastraban las moles de
rocas auríferas para obtener el mineral. La
enorme cantidad de agua que necesitaban
provocó la construcción del primer trasvase de ls
cuenca del Duero a la del Sil, mediante un
acueducto de 100 kilómetros. El taponamiento del valle del arroyo del Balao supuso,
tras dos siglos de actividad, la formación del lago de Carucedo. Incluso los castaños
de la zona vienen de Roma, que encontró en su fruto un recurso nutritivo rico y barato
para los esclavos mineros.
YACIMIENTOS URBANOS
Emérita Augusta. La actual Mérida nació a finales
del siglo I a.C., como regalo a los veteranos de las
legiones. La ciudad se consolidó pronto como
punto estratégico sobre el Guadiana y la Vía de la
Plata, beneficiándose de los cambios
administrativos dictados por Roma hasta tal punto
que llegó a ser la novena más importante del
Imperio. Su primer foro, el colonial, recogió la moda
oficial del revestimiento en mármol. Como capital
de la provincia de la Lusitania, contó con un segundo foro, el provincial, cuya entrada
marcaba el llamado Arco de Trajano. De los tres acueductos que llevaban agua a la
ciudad, se conserva el de Los Milagros, y tres pilares del de San Lázaro. Sus espacios
para el ocio –teatro, anfiteatro y circo- figuran
entre los primeros de Hispania.
Tarraco. El único edificio romano que puede
recibir la categoría de palacio es el del Pretorio,
construido en Tarraco. En él estableció Augusto en
los años 26 y 25 a.C. el centro de operaciones de
las campañas contra astures y cántabros, a la par
que dividía la Península en tres provincias: Lusitania,
Bética y Tarraconensis, esta última con capital en
Tarraco. Así empieza la carrera ascendente de esta
ciudad, en detrimento de la más antigua de Ampurias. Las construcciones de Augusto
configuran una urbe con foro colonial, teatro y el acueducto de Las Ferreras.
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Avanzado el siglo I, se amplió con el foro provincial, el circo y el anfiteatro. Además de
los restos monumentales urbanos, no hay que olvidar las villas señoriales de Centcelles
y dels Munts, ni la cantera del Mèdol.
Emporiae. En Ampurias se superponen dos
ciudades: la griega y, desde el siglo II a.C., cuando
se levantó el foro, la romana. De esta última época
data la ampliación del puerto marítimo, y el refuerzo
de la muralla y, ya en el siglo I d.C., la edificación
del anfiteatro. Es recomendable visitar las casas
patricias, con espacios ajardinados y mosaicos.
Aunque parte de los restos se han trasladado a
museos, aún quedan el mosaico del Sacrificio de Ifigenia, la estatua del Magistrado
del foro y un ara con pinturas figurativas, las dos últimas del
siglo I.
Saguntum. Sagunto fue la excusa que necesitaba
Roma para intervenir en Hispania frente a Cartago. Tras
ocho meses de asedio en el año 219 a.C. por parte de
Aníbal, los habitantes romanos de Sagunto prefirieron
incinerarse con la ciudad antes que ceder. La primera
construcción romana fue un conjunto religioso del que se
conserva el podio. Posteriormente llegaron el foro, el teatro
(siglo I), la muralla y el circo (siglo II). El teatro, primer edificio
declarado Monumento Nacional en España (1896), culminó
su rehabilitación en 1993, con una polémica intervención al
ocultar el material original. De su circo sólo queda visible una puerta, pero el rastro de
Roma puede seguirse en el castillo.
Itálica . Itálica fue tan romana como la propia
Roma. Sus habitantes tenían a gala que por sus venas
corría sangre patricia –fue fundada por Cornelio
Escipión en el año 206 a.C, con una parte de su
ejército- y, desde luego, sólo ella tuvo el honor de dar
dos emperadores: Trajano y Adriano. Nunca destacó
por su actividad mercantil o industrial, pero el apoyo
de ambos emperadores definió lo que se observa en
sus restos, a pesar del expolio: dos ciudades en una, la Vetus Urbs, o ciudad original, y
la Nova Urbs, construida con Adriano en el siglo II. Su teatro, en obras, data de la
época de la Vetus Urbs, y el anfiteatro, circo y Traianeum –recinto de culto imperial- de
la Nova Urbs.
Segóbriga. El yeso traslúcido, exportado a
todo el Imperio, y la producción de cereal,
convirtieron a Segóbriga en un gran núcleo urbano
del Alto Imperio. En el siglo I se lleva a cabo su
programa monumental con la construcción de un
teatro, un anfiteatro, dos termas y una basílica
distribuidos por el cerro desde donde se dominaba
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la región. Sobresale el único complejo hispano de teatro y gimnasio con termas, el
primero situado extramuros y el segundo en el interior, originalmente destinado a
adoctrinar a los hijos de las élites indígenas. De estos edificios, el que mejor estado ha
llegado a nuestros días es el teatro, a lo que hay que añadir un entrono natural
prácticamente intacto desde hace veinte siglos.
Conimbriga. Municipio de los Flavios en época
romana, en sus inicios, es decir, a finales del siglo I a.C.
el desarrollo de Conimbriga corrió paralelo a los
destinos de Emérita Augusta como capital de
Lusitania. Centro agrícola, ganadero y textil al que se
le suponen las consiguientes industrias derivadas,
alcanza su apogeo entre el siglo I y la primera mitad
del II. La ciudad romana mejor conservada de
Portugal gozó de un soberbio foro (las excavaciones
se llevaron a cabo a partir de 1965), presidido por una gran escultura del emperador
Augusto, de la que se conserva la cabeza, y de un anfiteatro. Especialmente
recomendables es la casa de Los Surtidores, casa de patricios, con un altar dedicado
a las divinidades acuáticas y unos magníficos mosaicos polícromos muy valiosos. La
ciudad decayó con las invasiones del siglo III y, posteriormente, fue vuelta a ocupar y
amurallada.
MUSEOS
Museo arqueológico de Cataluña. Los gustos
de la Roma patricia quedan reflejados en la parte
romana de este museo. Por ejemplo, la moda
femenina del peinado en nido de avispa está
representada en una cabeza-retrato en bronce
encontrada en Ampurias (Gerona). Del siglo I proviene
también el friso de arenisca de Montjuïc, que
alternaba cabezas de buey y motivos vegetales;
además del mosaico de Belerofonte cabalgando a
Pegaso, del siglo III.
Museo arqueológico provincial de Sevilla. Su colección
romana se nutre de la vecina Itálica e incluye documentos
jurídicos, esculturas y mosaicos. Entre los primeros, destaca
una placa de bronce que recoge el castigo impuesto a Cneo
Pisón por causar la muerte de su hijo adoptivo Germánico,
legado en Siria. De las esculturas, los desnudos de Venus y
Mercurio revelan el dominio de la anatomía en el siglo II, que
se repite en el retrato de Trajano. Aunque Itálica proporciona
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la mayor parte de los mosaicos de este museo, el Triunfo de Baco, procedente de
Écija, reivindica un espacio propio.
Museo nacional de arte romano de Mérida. El
19 de Septiembre de 1986 se inauguraba la sede
actual del Museo, obra de Rafael Moneo Vallés,
exponente clave de la Romanización de Hispania,
explicada a través de las piezas recuperadas del
yacimiento emeritense.
Centro investigador y difusor de la cultura romana, en
él se celebran congresos, coloquios, conferencias,
cursos, exposiciones y otras muchas actividades de
ámbito nacional e internacional.
Museo arqueológico nacional. Sus salas recogen piezas de
producción prerromana, romana y con matices hispánicos.