La Perspectiva Bíblica de la Autoestima Jay E. Adams
En La Perspectiva Bíblica de la Autoestima, Jay Adams responde a la influencia
asombrosa de la “psicología cristiana” dentro de los círculos evangélicos de hoy. A
pesar de la persuasión religiosa, muchas personas parecen oponerse a lo que
perciben que es un enemigo compartido: la baja autoestima. ¡Pero nuestra
búsqueda para las respuestas nos ha guiado demasiado lejos en la dirección
equivocada, fuera de nuestra posición verdadera en Cristo, y hacia un énfasis
peligroso en el yo! Adams examina los fundamentos bíblicos con una exposición
clara y aguda de las Sagradas Escrituras relevantes, y le ofrece a la Iglesia y a cada
creyente una perspectiva verdaderamente Bíblica.
Jay Edward Adams se crio en Baltimore, Maryland. Él se especializó en el griego en
la Johns Hopkins University, y ha estudiado en el Reformed Episcopal Seminary,
Temple University School of Practical Theology, y en la Universidad de Missouri. Él
ha pastoreado iglesias en Pensilvania y Nueva Jersey, dentro de varias
denominaciones presbiterianas conservadoras. Él fue miembro de la facultad de la
Universidad de Missouri antes de unirse al Westminster Theological Seminary en
Filadelfia, y luego al Christian Counseling and Educational Foundation. Sus libros
sobre consejería bíblica son bien respetados.
1. Amarás… ¿como a Ti mismo?
Los cristianos que han propagado estas enseñanzas de la “autoestima” hacen una
exposición poco convincente al encontrar prácticas y principios de autoestima en la
Biblia. Mientras que admitimos que fueron los psicólogos incrédulos los que
tomaron la delantera, han hecho todo intento posible por obtener cierto apoyo
bíblico. Las Escrituras son registradas de arriba abajo y los versículos son torcidos
con el propósito de dar cierta clase de credibilidad bíblica a la teoría. Pero la Biblia
es usada no para descubrir lo que Dios tiene que decir o lo que debemos creer; sino
que, la perspectiva ya ha sido llevada a la Biblia cuando la búsqueda bíblica
comenzó.
Esta metodología es siempre peligrosa. No obstante ha sido la especialidad de los
cristianos que son psicólogos: adoptar un sistema pagano; luego se menciona la
Biblia para apoyarla. Primero fue la perspectiva de Freud sobre la “identidad” que
1
se suponía que se aproximaba a las enseñanzas de la Biblia sobre el pecado
original. Luego, desde que Jung hizo declaraciones religiosas hoy y entonces, se
dijo que él estaba “cercano” al cristianismo. (Por supuesto, que su pensamiento
abiertamente se basaba en tales puntos de vista “religiosos” como aquellos
encontrados en el Libro Tibetano de los Muertos fueron raras veces mencionados.)
Luego, los puntos de vista de Carl Rogers sobre el escuchar y la aceptación fueron
fácilmente comparadas a las ideas bíblicas (aun cuando declaraciones en Proverbios
18 y a otros lugares se oponían al pensamiento Rogeriano y a la práctica en ambas
áreas). Luego el conductismo de Skinner fue conformado con declaraciones bíblicas
acerca de la recompensa y el castigo (sin notar el hecho de que lo más reciente
está condicionado por el programa de recompensa y castigo de Dios, y por
consiguiente es totalmente diferente). Ahora, como la última moda pasajera, es el
dogma de la autoestima que se dice ser similar o idéntico a la doctrina bíblica.
Esta inclinación por “encontrar” las últimas ideas psicológicas en las Sagradas
Escrituras es peligrosa por varias razones:
1. La perspectiva extra bíblica recibe autoridad bíblica a los ojos de muchos
cristianos. Para contestar la pregunta con la cual este capítulo comenzó, la
razón por la que tantos cristianos son conducidos a la aceptación de puntos
de vista psicológicos es que a estos puntos de vista se les da un molde
bíblico y son apoyados por pasajes bíblicos que han sido torcidos fuera de su
contexto y los han obligado a dar un servicio que nunca se pretendió que
hicieran. Desafortunadamente, muchos cristianos son conducidos
engañosamente a pensar que la Biblia realmente enseña cosas así.
2. Dios es tergiversado. Esto, claro está, es el hecho más peligroso de todo. Que
los psicólogos cristianos (pocos de los cuales toman tiempo para volverse
competentes en una exégesis seria) puedan utilizar la Palabra del Dios vivo
en una moda tan arrogante como algunas veces lo hacen, y que cristianos
sin discernimiento acepten fácilmente sus interpretaciones es tanto aterrador
como abrumador. Los pasajes son distorsionados y malversados con
descuido; a las Escrituras se les hacen decir lo que el intérprete quiere que
ellas digan; y la Biblia, como si estuviera hecha de cera, es moldeada para
que se ajuste a la última moda pasajera. Hay una cierta falta de reverencia
evidente hacia Dios mismo en este proceso.
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3. Cualquier sistema que se propone solucionar problemas humanos sin la Biblia
y el poder del Espíritu Santo (como todos estos sistemas paganos lo hacen,
incluyendo el sistema de la autoestima) es automáticamente condenado por
la Sagrada Escritura misma. Ni Adler ni Maslow profesaron una fe cristiana.
Ni su sistema depende en alguna manera del mensaje de salvación. Amor,
gozo, paz, etc., son tratados como si no fueran fruto del Espíritu sino
meramente el fruto de correctas perspectivas del yo que alguien puede lograr
sin la Biblia o la obra del Espíritu en su corazón.
Por estas razones el sistema de la autoestima con sus correspondientes
afirmaciones bíblicas debe ser rechazado. No proviene de la Biblia; los cristianos
llamaron a la Biblia mucho después de que el sistema fuera desarrollado por otros
que no tuvieron la intención de basar su sistema en la Palabra de Dios. Cualquier
parecido entre la enseñanza bíblica y la enseñanza de los iniciadores de la
autoestima son tanto inventados como accidentales.
Pero, debido a que los cristianos han tratado de hacer un caso bíblico para este
sustituto no bíblico de la forma en que Dios ayuda a los hombres, debemos tomar
una postura firme sobre los pasajes principales que han sido metidos a la fuerza a
disposición. Hay tres:
1) Mateo 22:36-40,
2) Romanos 6/Colosenses 3
3) Santiago 3:9.
Mateo 22:39b
Conjuntamente con estos versos, también tendremos necesidad de observar el
pasaje paralelo en Lucas 10:25-37.
Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el
primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. –
Mateo 22:36-40
Para los propósitos de nuestro debate, el verso más importante es Mateo 22:39b:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Este es probablemente el verso más citado
3
por los defensores de la enseñanza de la autoestima. Trobisch, por ejemplo, le
llamó una “orden de amarse a usted mismo,” [1] y dice:
La autoestima es así el prerrequisito y el criterio para nuestra conducta hacia
nuestro prójimo. [2]
¡Esa es una declaración asombrosa! ¡Trobisch no nos dice sólo que Jesús nos
ordenó amarnos a nosotros mismos, sino que no podemos amar a nuestro prójimo
correctamente a menos que primero aprendamos a amarnos a nosotros mismos
porque el criterio, o estándar, por el que determinamos decidir cómo amar al
prójimo es cómo nos amamos a nosotros mismos!
Él tiene la temeridad para decir, “esto [el hallazgo de la psicología moderna de que
el hombre debe procurar amarse a sí mismo] derrama luz nueva sobre el mandato
que Jesús enfatizó colocándolo en el mismo orden de importancia que el amar a
Dios”. En otras palabras, ¡Trobisch piensa que hasta que los psicólogos modernos
descubrieron la verdad en otro lugar: este importante mandato bíblico – en este
aspecto nuevo muy importante – estaba escondido y que no estaba correctamente
comprendido! ¡Por casi 2000 años la iglesia había estado en tinieblas!
En verdad, el verso no dice nada sobre eso. Considere los hechos. Primero, que no
hay ningún mandamiento aquí (o en cualquier otra parte de la Biblia) de amarse a
sí mismo. ¿Le asombra eso? Escuchando hablar a los líderes de la imagen propia,
usted pensaría que la Biblia contiene algo de eso. Pero de hecho no hay ningún
mandamiento aquí o en otro lugar en la Escritura de amarse a sí mismo.
Cristo lo dejó perfectamente claro que él hablaba acerca de dos, y sólo dos
mandamientos. En los versículos 39 y 40 Él habla del “segundo” mandamiento y de
“estos dos mandamientos”. No hay un tercer mandamiento. Toda la Sagrada
Escritura puede ser colgada en dos clavijas: Amar a Dios y amar a su prójimo.
¡Pero las personas de la autoestima crean tres mandatos de Cristo de estos dos! No
hay absolutamente ninguna excusa para tratar las Escrituras de esta manera.
Como si tal distorsión de la enseñanza francamente bíblica no fuese suficiente, van
más allá y hacen los primeros dos mandatos depender de un supuesto “tercer”
mandato. Según el grupo Adler/Maslow, las necesidades de bajo nivel deben ser
satisfechas antes que las necesidades de nivel alto. Esto quiere decir que las
4
necesidades de nivel 4 (la autoestima) deben ser suplidas antes que las
necesidades de nivel 5 (auto-realización) lo puedan ser. O, para ponerlo en
términos del versículo que está siendo forzado a entrar en el sistema Adler/Maslow,
usted no puede amar a su prójimo (una actividad de nivel 5) hasta que usted
primero aprenda a amarse a usted mismo (una actividad de nivel 4). Por esto es
que Trobisch sostiene que “que el amor propio es así el prerrequisito” para amar a
su prójimo. Él procede a decir:
Usted no puede amar a su prójimo, usted no puede amar a Dios a menos que usted
primero se ame a sí mismo…Sin amor propio, no puede haber amor para los demás.
[3]
Esta forma de pensar no es limitada a Walter Trobisch. Recuerde la declaración de
Crabb sobre el asunto:
Para ser equilibrado, usted debe alcanzar la etapa de auto-realización. Para
alcanzar esa etapa usted debe pasar primero a través de las otras cuatro etapas….
[4]
Ahora escuche a Philip Captain:
Realmente nuestra habilidad para amar a Dios y amar a nuestro prójimo es limitada
por nuestra habilidad para amarnos a nosotros mismos. No podemos amar a Dios
más de lo que amemos a nuestro vecino y no podemos amar a nuestro
prójimo más de lo que nos amamos nosotros mismos. [5]
Captain aun pule la jerarquía con una distorsión suya: El amor hacia Dios está bajo
la dependencia del amor hacia el prójimo, lo cual a su vez está bajo la dependencia
del amor hacia uno mismo.
En cada una de estas construcciones el escritor está completamente convencido de
que el amor hacia Dios y al prójimo es contingente en el amor hacia uno mismo.
Pero en el pasaje bíblico no sólo no existe un tercer mandamiento, sino que ni
siquiera existe una relación dependiente establecida entre los dos mandamientos.
Ambas afirmaciones de la autoestima son llevadas al texto para cambiar la forma
del mismo; entonces, en su forma cambiada, el texto es metido a la fuerza en el
sistema.
5
Jesús realmente presupone un amor propio en este pasaje. Él dice, “amarás a tu
prójimo como a ti mismo.” El mandato es amar a tu prójimo como tú ya mismo te
amas. El verso podría ser traducido [del griego] literalmente, “tú debes amar a tu
prójimo como tú ya mismo te amas”.
Ese mismo amor propio que es presupuesto por Jesús es asimismo presupuesto en
el argumento de Pablo en Efesios 5:28, 29, dónde él insta a los maridos a amar a
sus esposas “como a sus mismos cuerpos”. Él procede a decir:
Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida,
como también Cristo a la iglesia – Efesios 5:29
En otras palabras, todo el argumento de Pablo se conecta con el hecho de que ya
exhibimos amor hacia nosotros mismos.
Lucas 10:29
Comparando Lucas 10:29 con Mateo 22:36-40, aparece una adición contextual
importante. Lucas nos dice:
Pero él [el intérprete de la ley], queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y
quién es mi prójimo?
Después de esto Jesús contó la parábola del Buen Samaritano.
¿Cuál fue el problema del intérprete de la ley? ¿Estaba el sufriendo una baja
autoestima? Todo lo contrario. Lucas dice que “queriendo justificarse a sí
mismo”. Esto es decir que la pregunta que él hizo, “¿Y quién es mi prójimo?” no fue
realmente hecha para pedir información sino para confundir a Jesús. Y note que él
quiso confundirlo a fin de que él pudiera justificar sus propios actos
pecaminosos. Hizo la pregunta, por consiguiente, fuera de un interés propio. Él
estaba a gusto en la condición en la que estaba y no quería dar su tiempo o dinero
a su prójimo. Él deseaba permanecer absorto en sí mismo.
La parábola del Buen Samaritano ciertamente no fue diseñada para fomentar un
mayor interés propio, sino justo lo contrario. El mismo punto de la parábola es que
uno debe amar a su prójimo – o sea alguien necesitado – como a sí mismo. Él debe
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cuidar de las necesidades de los demás y aun debe tomarse muchas molestias por
los demás. Jesús no dijo que con el fin de involucrarse en tal actividad de alto nivel
como el samaritano hizo, uno primero debe llegar a un lugar donde todas sus
necesidades en niveles inferiores fuesen satisfechas. ¿Qué del sacerdote y el
Levita? ¿Estaban deprimidos? ¿Tenían baja autoestima? Claro que no.
Probablemente se consideraban mucho mejores que el samaritano. Su problema
era el mismo del intérprete de la ley: Se amaban tanto a sí mismos que no se
tomarían muchas molestias por alguien más.
Trobisch nos dice que nuestro amor hacia nosotros mismos es el “criterio” así como
también el prerrequisito para amar a los demás. Él explica esto diciendo: “es la
vara medidora que Jesús nos da para amar a los demás. [6] Lo que él afirma es
que cuando Jesús dijo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, él quiso decir “Haz
las mismas cosas a los demás que haces para ti mismo”. Pero eso no sería correcto
por varias razones. Primero, los criterios para amar a los demás son los Diez
Mandamientos que Jesús aquí resumía en dos:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” – Lucas 10:27
Al decir esto todos los libros de la Biblia (la ley y los profetas) podrían ser
resumidos en esos dos mandamientos, él también señalaba las Escrituras como el
ejercicio de los mandamientos en la vida diaria. En efecto, entonces, Jesús decía
que los criterios para amar a Dios y a los demás han de encontrarse en la Biblia – y
no en nosotros.
Claramente debemos amar a nuestro prójimo como la Biblia manda, y no haciendo
las mismas cosas que hacemos a nosotros mismos. Fuera de un amor propio, no
hacemos sólo buenas cosas, sino toda clase de cosas dañinas y pecaminosas a
nosotros mismos: Cometemos adulterio, mentimos, cometemos robo, comemos
demasiado, nos suicidamos, etc. Las cosas que hacemos para nosotros mismos,
entonces, no son los criterios para amar a los demás.
Entonces ¿Qué quieren decir las palabras de Jesús “como a ti mismo”? No hay
pensamiento de criterio en ellos, puesto que, explícitamente, los criterios han de
ser encontrados en Los Diez Mandamientos y en su ejercicio en toda la Escritura. El
pensamiento tiene que ver con intensidad, fervor, y cantidad de amor. Note
7
cuidadosamente que Jesús dice que el segundo mandamiento es justo como el
primero (Mateo 22:39). ¿Con respecto a que son semejantes? Primero, que ambos
hablan de amar; ambos son mandamientos a amar. Pero esto no puede ser la
semejanza principal de la cual Jesús señalaba; es demasiado obvio hacer este
punto. Hay una segunda forma en la cual los dos mandatos son semejantes. El
mandamiento de Jesús de amar a Dios “con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente” (v 37) quiere decir con todo lo que usted es y todo lo que usted
tiene. Quiere decir amar a Dios genuinamente y sinceramente, fervientemente e
incondicionalmente. Es en relación a esto que los dos mandamientos “justamente”
se parecen. ¡Cuando a usted se le manda amar a su prójimo como a “ti mismo,”
quiere decir ¡amar tan incondicionalmente como usted se ama a usted mismo!
Ya tenemos un amor ferviente, dedicado, genuino, y sincero para nosotros mismos.
Con los pecadores, este amor es casi siempre excesivo. Ahora, dice Jesús, extiende
la misma cantidad de amor hacia tu prójimo: Ámele “como a usted mismo”. El
argumento equivale precisamente a la argumento que Pablo hace para un marido
amando a su esposa “lo mismo que” él ya ama su propio cuerpo. ¿Cómo debe
hacerse eso? En lo misma actitud ferviente, sustanciosa, y de corazón con la cual
un hombre cuida de él mismo (no necesariamente haciendo aquello mismo para su
esposa que él se hace para sí mismo).
Es claro que Mateo 22, supuestamente el pasaje más firme que apoya la
autoestima, es de hecho el pasaje que realmente señala al movimiento mismo.
Cualquier consideración seria de este pasaje completamente repudia el tipo de
enseñanza de amor propio que vemos hoy.
Para resumir este capítulo, debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros
mismos. Pero Mateo 22:39 no contiene un mandamiento de amarse uno mismo,
puesto que no necesitamos preocuparnos en amarnos a nosotros mismos si
verdaderamente amamos a Dios y a nuestro prójimo. Puesto que el cumplimiento
de estos dos mandatos es el cumplimiento de todo, siempre haremos lo correcto
para nosotros mismos. El amor, en la Biblia, es cuestión de dar: “De tal manera
amó Dios al mismo, que ha dado…” (Juan 3:16); “Él me amó y se dio …” (Gal.
2:20); “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella…” (Efes 5:25). Porque es de mayor bendición dar que
recibir, los proponentes del autoestima (quiénes defienden el obtener de los demás
y dar a si mismos antes que dar a Dios y los demás) substraen una bendición
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enriquecedora de aquellos que siguen su énfasis no bíblico. No hay necesidad de
preocuparse en como amarse a uno mismo, por tanto tiempo como uno trata
primero de amar a Dios y a su prójimo en un modo bíblico, todo el mórbido interés
por sí mismo correcto aparecerá como un subproducto. Por esto es que la Biblia
nunca nos ordena amarnos. Puesto que la Biblia guarda silencio al respecto,
deberíamos hacerlo también.
2. ¿De un Valor Infinito?
Romanos 6:1-13/Colosenses 3:1-10
Ahora es tiempo de ver Romanos 6/Colosenses 3. Primero debemos pensar acerca
de las secciones de las dos cartas de Pablo. En los pasajes paralelos encontrados en
Romanos 6 y Colosenses 3 el creyente recibe instrucciones de “considerarse” a sí
mismo muerto al pecado y vivo para Dios. A él se le asegura que él es una persona
nueva a los ojos de Dios y que la vieja persona que el solía ser está legalmente
muerta. Además, él es exhortado a ser, en la vida diaria, la persona nueva que él
es tal y como es considerada a los ojos de Dios en Cristo.
Los teóricos de la imagen propia se han dado prisa en atacar estos pasajes,
volviéndolos hacia sus propósitos y dándole poca o ninguna consideración a los
propósitos para los cuales fueron escritos. Es claro aunque en una lectura
superficial de los dos capítulos que Pablo no tuvo intención alguna de enseñar una
doctrina de autoestima. Y ningún cristiano alguna vez ha encontrado tal enseñanza
en estos pasajes por un período de 1900 años hasta que los psicólogos humanistas
les “alertaron” de los dogmas que ellos ahora profesan de encontrar tan
explícitamente lo que allí enseñan. No obstante, los defensores de la autoestima
toman consuelo en lo que ellos piensan que pueden decir estos pasajes.
Un defensor celoso de las afirmaciones del sistema:
Nuestra imagen propia como cristianos, por consiguiente, debe ser de nosotros
mismos como personas que han rechazado decisivamente la manera de vivir
antigua que es llamada el hombre viejo, y permanentemente han adoptado el
nuevo método de vivir el cuál es designado el hombre nuevo.
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En apoyo a esto él se refiere a Romanos 6:11:
“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en
Cristo Jesús, Señor nuestro.”
Luego, para establecer su punto, él insiste que:
Ésta es una declaración bíblica tan clara de la imagen propia cristiana como uno
puede encontrar cualquier parte. [1]
Si el profesor que hizo esa declaración está en lo correcto, y si no hay una clara
“declaración bíblica” de la doctrina supuestamente encontrada, entonces el
movimiento está en un problema serio. La realidad es que no hay nada claro acerca
de la imagen propia en el pasaje en absoluto.
De cierto, Colosenses 3 y Romanos 6 nos dicen que Dios nos ve a nosotros “en
Cristo” que nuestra posición ante El como el Juez es perfecta; ninguna falla puede
ser encontrada. Hemos sido completamente perdonados cuando creímos, y ahora
Dios nos ve como personas completamente nuevas en Su Hijo. En El todos los
antiguos caminos se han ido y los nuevos caminos se han quedado para siempre.
Todo esto es asombrosamente claro. Pero lo que es también claro es que Pablo no
nos dice a nosotros esto para “hacer que nos sintamos bien acerca de nosotros
mismos” o “para apapacharnos” o “subir nuestra autoestima”. Su propósito
es urgirnos a convertirnos en nuestro diario vivir lo que ya se nos es contado que
somos en Cristo. En otras palabras, él quiere que nosotros veamos que en nosotros
mismos nos quedamos mucho más cortos de lo que estamos en Cristo.
Escuche Romanos 6:1-2:
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En
ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en
él?
¡El verso 2 suena más como una exhortación que como aun halago! El profesor que
citó Romanos 6:11 fue selectivo; para dar el sentido completo, él debería haber
citado los siguientes versos también. Versículos 12 y 13 continúan el pensamiento
de Pablo:
10
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en
sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como
instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de
entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Lo que es claro es que el propósito de Pablo al instarnos “a considerarnos” muertos
al pecado y vivos para la justicia en Cristo debe obligarnos a vivir de una manera
diferente. El “Así también” con el cuál el verso 12 empieza (en algunos textos
griegos) introduce la conclusión a la que deberíamos llegar del hecho indicado en el
verso 11. Pablo no dice, “por eso ustedes deben sentirse bien acerca de ustedes
mismos”. Él dice: “en la vida diaria comiencen a vivir a la altura del estándar alto
de su posición legal en Cristo”.
Pablo, escribiéndole a los Colosenses, indica:
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios… Haced
morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas,
malos deseos y avaricia, que es idolatría; Pero ahora dejad también vosotros todas
estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.
No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus
hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va
renovando hasta el conocimiento pleno”. – Colosenses 3:3,5, 8-10
Otra vez, se afirma el hecho de que la vida antigua ha sido reemplazada por la vida
nueva en Cristo. Y otra vez, justamente como lo fue antes, lo que Pablo hace de
esto es que: puesto que esto es cierto en Cristo, comiencen a vivir en esta realidad
en sus asuntos diarios. No hay ni siquiera una ligera insinuación en estos pasajes
acerca de mirarnos a nosotros mismos como personas de gran valor o acerca de
ganar una mejor imagen propia. Todo lo que él está haciendo es sostener en alto el
ideal (nuestra posición perfecta en Cristo) e instarnos a aproximarnos más
plenamente a ello en nosotros mismos.
¿Nos autorizan estos pasajes a decir alguna cosa como lo que el siguiente escritor
cristiano dice?
…Debemos vernos a nosotros mismos como excepcionalmente maravillosos,
inherentemente valiosos. 2
11
¡Seguramente no! El propósito de estos pasajes es mostrarnos el gran vacío que
hay entre lo que somos contados o considerados en Cristo (la justificación) y lo que
somos en realidad en nosotros mismos en nuestro diario vivir (la
santificación), para instarnos a cerrar ese vacío. Ellos son diseñados no para
mantenernos satisfechos con nosotros mismos a fin de que nos podamos
aceptarnos como lo que somos, sino para destruir cualquier autosatisfacción que
pueda existir y para motivarnos a hacer un mayor progreso en la vida cristiana.
¡Nada podría ser mejor diseñado para reducir a fondo cualquier sentido de orgullo,
valía, o satisfacción para la cual pudiésemos aferrarnos y retrasar nuestra
perfección en Cristo y luego pedirnos que comparemos nuestra función real con
ella! Romanos 6 y Colosenses 3 eficazmente atacan la enseñanza de la autoestima
mas que reforzarla.
Estos pasajes, entonces, no fueron escritos para hacernos sentir mejor acerca de
nosotros mismos sino para mostrarnos cómo nos ve Dios en Jesús a fin de
estimularnos a una vida cristiana más consistente. Hay un gran potencial en la vida
nueva que tenemos en Cristo, pero nunca comenzaremos a darnos cuenta de eso si
holgazaneamos pensando qué tan dignos somos.
Santiago 3:9
Ahora iremos a Santiago 3:9 y su trasfondo del Antiguo Testamento encontrado en
Génesis 1:27 y 9:6:
Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que
están hechos a la semejanza de Dios – Santiago 3:9
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los
creó… El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será
derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. – Gen 1:27; 9:6.
Las palabras operantes en estos versos son “imagen” y “semejanza”. Los
pensadores de imagen propia se dan prisa en señalar (correctamente) que en estos
pasajes se dice que el hombre es hecho a la imagen de Dios no sólo antes de la
caída sino también después. Puesto que Efesios 4:24 y en Colosenses 3:10 se nos
dice que la imagen de Dios y la semejanza están siendo renovadas en el creyente,
es cierto que la imagen completa y semejanza no permanecen después de la caída;
12
no obstante, algo que los escritores de Génesis 9 y Santiago 3 pueden llamar “la
imagen” de Dios y “la semejanza” aun permanece. No es importante discutir las
distinciones entre que es lo que se podría llamar la semejanza moral e intelectual
del hombre y su semejanza constitucional en este punto, puesto que no
contribuyen a nada a la pregunta en estudio. Lo que es seguro es que, en algún
sentido, el hombre aun tiene la semejanza de Dios.
Más aún, nos deja observar que las penalidades y advertencias así como también
las reprensiones y las exhortaciones son aducidas al hecho de que el hombre es el
portador de la imagen de Dios. Aquellos que maldicen a otras personas o atentan
contra sus vidas corren un gran peligro simplemente por ese hecho. Los
proponentes de la autoestima han interpretado estas sanciones bíblicas en una
manera inaceptable.
Escuche para algunos, argumentos de la autoestima:
¿Significa esto (la caída del hombre) que el hombre ahora se convirtió en un ser de
ningún valor? Nada puede estar más allá de la verdad. Aun después de que la caída
del hombre era todavía, considerado un ser de un valor infinito...Las Escrituras…
afirman que aun el hombre caído aun es portador de la imagen de Dios. [3]
Otro escribe:
Aun los escritores del Nuevo Testamento reconocen la imagen de Dios en el
hombre. Santiago advierte en contra de maldecir porque se hecho a la imagen de
Dios.
Él cree que esto – es el fundamento para la autoestima. Somos creados por la
mano de Dios y a Su imagen. [4]
Un tercero habla con entusiasmo acerca de – la nobleza, la singularidad, el
significado, la valía y el significado del hombre.
Todos ellos, nos aseguran – a descansar en el ser hechos a la imagen de Dios. [5]
Es verdad que el hombre todavía está a la imagen de Dios en algún sentido
(aunque la imagen moral e intelectual ha sido tan deformada que debe ser
13
restaurada), pero ¿Qué es lo que quiere decir esto? El hecho mismo no dice
absolutamente nada acerca de la autoestima. En ninguno de los contextos en el
cuál la imagen de Dios en el hombre es mencionada hace que el escritor utilice ese
hecho para enseñar las cosas que hemos estado leyendo en las citas de arriba.
¿Cómo puede ser posible extrapolar la idea de que el hombre es “de infinito valor”
del hecho de que él fuese creado a la imagen de Dios? El solo concepto no sigue
lógicamente al otro. Además, la naturaleza del hombre, la cual lleva la imagen de
Dios, no es nunca sostenida como una razón para tener una alta autoestima.
Entonces ¿Por qué somos advertidos firmemente en contra de cometer agresión a
Dios al agredir al hombre, el portador de imagen de Dios? Aquí está el punto crucial
del asunto, y es aquí donde los escritores de la autoestima se pierden.
Considere esto: Le muestro una foto de mi esposa. ¡Si usted la maldice, se burla de
ella, escupe en ella y la rompe – ¡usted tendrá que responderme!
“¿Por qué?” Usted preguntará. “Después de todo, es sólo una foto”.
¡Sí, pero es una foto de mi esposa! Eso es lo que marca la diferencia.
La foto misma – el papel y la tinta, etc.- No es de mucho valor. Vale sólo algunos
centavos. Lo que me incumbe no es la foto misma sino lo que esta representa.
Inherentemente el hombre vale poco; él no es ciertamente de un “valor infinito”.
Ningún ser finito creado, ya sea caído o no caído, no redimido o redimido, lo puede
ser. Las advertencias de Génesis 9 y Santiago 3 no son debido al hecho del valor
infinito del hombre; ¡Más bien, resultan del hecho del valor infinito
de Dios! Deshonrar al hombre y maltratarle debe deshonrar y maltratar a Dios
porque él es hecho a la imagen de Dios. Eso es lo que trae la advertencia y el
castigo. Es la imagen y semejanza del Único o la que es portador lo que tiene
importancia – no del hombre quien porta la imagen y semejanza. Él es meramente
una foto.
Recientemente un estudiante del seminario le dijo a un criminal en prisión quien
pensaba que él era “nadie”:
14
William, usted es alguien. Dios le hizo a Su imagen. Usted tiene es de un valor
infinito a Sus ojos. [6]
¿Por qué no le dijo él que él es un pecador que esta en una condición desesperada,
apartado de la gracia gratuita de Cristo, que el Dios infinito que se encarnó y murió
en una cruz para pagar la pena de pecadores como él, y mediante la fe él ahora
podría tener vida eterna?
Puesto que hemos encontrado tales declaraciones como “valor infinito” aplicada al
hombre en más de un lugar, sigamos esa línea de pensamiento un poco más. Se
hacen afirmaciones extrañas hacia el hombre, afirmaciones que uno esperaría
escuchar sólo de panteístas o humanistas que colocan al hombre en el trono de
Dios. Aquí hay simplemente unas cuantas:
… el ser humano es una criatura gloriosa, digna de un valor infinito. [7]
Dios quiere que nosotros nos veamos como un regalo suyo hacia el mundo. [8]
Somos algo precioso que Dios ha hecho. Somos algo exquisito que él ha
planificado. [9]
¿Dónde está el precedente bíblico para usar tal lenguaje? Ciertamente nada como
eso puede ser encontrado en toda la Biblia. ¿Esperaría usted que algún escritor,
hablando en el nombre de Dios, que tuviese el cuidado de hablar como la Biblia lo
hace? A estos escritores, y muchos más como ellos, parecen haberse quitado de
encima toda cohibición en su deseo de glorificar al hombre.
Aquí hay lo que un tercer escritor opina:
Por la creación, cada ser humano es una persona única, de gran valor y
dignidad. [10]
Dejaré estas declaraciones, todas hechas por profesantes evangélicos que están
profundamente involucrados en propagar la enseñanza de la autoestima, hablar por
ellos mismos. Cuando usted pueda encontrar alguna cosa como lo que están
diciendo en las Escrituras usted debería tomarla en serio. Hasta entonces usted
debería tachar sus palabras como totalmente equivocadas.
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Mateo 6:26, 10:31; Lucas 12:7
¿Ocasionalmente el entusiasta de la autoestima se referirá a Mateo 6:26, “No valéis
vosotros mucho más que ellas?” O Mateo 10:31, “más valéis vosotros que muchos
pajarillos.” O Lucas 12:7, “más valéis vosotros que muchos pajarillos.” ¡El
entusiasta luego establecerá el punto diciendo que “¡esta es una declaración acerca
del gran valor del hombre!” Los pasajes se usan para mostrar el “el valor infinito”
del hombre a Dios. ¿Pero es esto así?
Examínelos de cerca; note lo qué dice Jesús realmente. Hagamos dos preguntas: 1)
¿Cuánto valor se dice que debe tener el hombre? 2) ¿A Quién dice que le es de
valor?
En los pasajes Jesús es explícito: Dos pajarillos son vendidos por un centavo, y
cinco por dos centavos. Se dice que el hombre es más valioso que “muchos
pajarillos”. Esto quiere decir que si “muchos” pajarillos significan 500 pajarillos,
usted vale $2.50 a lo sumo; ¡Si quiere decir a 1000 pajarillos, su valor excede a
$5.00! El punto no es el gran valor del hombre sino el gran alcance del cuidado
providencial de Dios. Si se extiende hasta pajarillos, los cuales valen tan poco,
entonces seguramente se extiende hacia el hombre, quien vale más.
La respuesta a la segunda pregunta, ¿A Quién dice que le es de valor? Emerge de la
primera. Puesto que Jesús discute el valor en términos monetarios, es claro que él
habla del valor del hombre (contra del valor de un pájaro) hacia otros hombres. El
pájaro vale un tanto así para el hombre; un hombre vale más. El valor del hombre
para Dios no está en cuestión. El argumento de menor hacia el mayor en la escala
de la persona tiene que ver con la providencia de Dios y no con el valor del hombre.
Si, en Su bondad infinita, Dios cuida pues de las aves del aire, ¿no cuidará El de
usted?, ¿quién, a los ojos de los hombres vale más?
Si los entusiastas de la imagen propia desean decir que Dios cuenta el valor del
hombre para El de manera monetaria, y que este valor tiene importancia en
comparación a los pajarillos, el hecho es que ¡a duras penas hizo un cálculo para
alentar la autoestima de uno! La comparación sólo puede servir para enfriar el
entusiasmo, y no para alentarlo.
La realidad es que estos versos no enseñan nada acerca de la autoestima.
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3. ¿Qué Enseña La Biblia?
Hasta ahora he intentado evaluar el movimiento de la autoestima bíblicamente y
mostrar que, colocándolo en la balanza de Dios, se encuentra deficiente. Usted
podría pensar que el libro terminara en este punto, llegando a una conclusión
natural. Sin embargo, si lo dejara hasta aquí, todo lo que he logrado sería en vano.
No es suficiente incendiar una casa; también hay que erigir otro su lugar. Esto es lo
que ahora trataré de hacer.
¿Cuál es la alternativa bíblica para el enfoque de la autoestima? En una sección
anterior discutí Mateo 6, en donde Jesús mismo colocó por adelante dos formas de
vida contrastantes: La forma pagana y la forma cristiana. La forma pagana tuvo
como su prioridad volviéndose segura y significativo a través de la acumulación de
“cosas” para satisfacer “necesidades”. La forma cristiana pone a Dios y a Su
imperio primero. Pero ¿cómo? ¿Qué es lo que marca la diferencia?
La auto-negación: 2 Timoteo 3:2, Mateo 16:24-25
Jesús expone la auto-negación en vez de la auto-afirmación como la forma para
entrar en una relación correcta con Dios. Rara vez nosotros leemos en la literatura
de la autoestima acerca de la auto-negación, el único énfasis es en el ego que fluye
a través del Nuevo Testamento. Echaremos un vistazo en algunos de los pasajes
cruciales referente a este énfasis bíblico e intentaremos comprender lo que dice
Dios, relacionándolo todo al enfoque de la autoestima.
En 2 Timoteo 3:2 leemos de “amadores de sí mismos” (philautoi). Aquí está la
palabra enlistada junto con un montón de otras aberraciones pecaminosas que
Timoteo tendrá que evitar durante los días de su próximo ministerio. La advertencia
de Pablo es oportuna para los ministros hoy. Probablemente hay un tipo de amor
propio que es claramente condenado en las Escrituras. Puesto que la
palabra philautoi ocurre sólo en 2 Timoteo 3:2, en una lista, sin más explicación, no
podemos descubrir nada acerca de su significado exacto en el contexto. Todo lo que
podemos decir es que conserva una mala compañía con tales características:
“avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos,
impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles,
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aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los
deleites más que de Dios”
Una consideración prudente de la lista en 2 Timoteo 3 le guiará a la conclusión de
que cada una de los elementos en ella (y es mucho más grande lo que he
considerado aquí) se podría mencionar ya sea para tener un enfoque egocéntrico o
para aumentar tal enfoque. Es fácil de ver los peligros del egocentrismo
estudiándolo. Y nos debería afligir pensar acerca de los niños en Grand Rapids o de
otro sitio estimulándolos a pensar que merecen una “palmadita en la espalda” y
darles a entender que se “sientan buenos” acerca de ellos mismos, con lo cual los
introduciría en la misma senda egoísta que Dios condena. Muchos de los problemas
señalados en la lista 2 Timoteo 3 podrían aparecer en sus vidas más tarde como
resultado de alentar, en vez de reprimir, las tendencias pecaminosas que son
propias en la naturaleza humana caída (cf. Proverbios 22:15).
Lo correcto que se ha de promover, según la Palabra de Dios, es la auto-negación.
El mandato para negar el ego ocurre seis veces explícitamente en los Evangelios,
pero el concepto está en todas partes en las Escrituras. Eso es lo que el Señor daba
a entender cuando Él ordenó a sus discípulos a olvidarse de sus intereses y poner
Sus asuntos primero (“buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia”).
¿Qué dice Dios acerca del ego? Él dice, “niéguese a sí mismo”:
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. –Mateo 16:24,26
Esto no quiere decir que una persona deba negar de sí mismo alguna cosa en
particular, como algunos erróneamente suponen (“dejaré la goma de mascar “para
la cuaresma”), sino que quiere decir negar su propio ego (Literalmente “para
decirse que no a usted mismo” o “repudiarse uno mismo”). Si alguna cosa pudiese
estar en contraste conciso con el mandato de Cristo a negar el ego que el énfasis
de auto-afirmación, auto complacencia del que hemos estado leyendo en la
literatura de autoestima, yo no sé lo que es entonces.
Tal como Jesús puso por encima la forma gentil en contra de la forma cristiana de
la vida en Mateo 6, aquí también El contrasta dos caminos completamente
diferentes e irreconciliables. El hecho interesante que no debería faltar es la forma
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antitética de Jesús de indicar este asunto: No hay lugar para el compromiso.
Bastante opuesto de los integracionistas eclécticos, quienes quieren unir y mezclar
tanto como se pueda lo que el mundo tiene que decir con las enseñanzas bíblicas,
Jesús mismo se aparta de la forma de vida pagana (Mateo 6) y de aquellos que no
niegan el ego y le siguen, sino que en lugar de eso quieren “salvar sus vidas”. Esta
antítesis ocurre en cada uno de los relatos del Evangelio (Marcos 8:34-38; Lucas
9:23-25; Juan 12:25). Jesús dice, “Porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” – Mateo 16:25.
Es difícil de ver cómo pueden afrontar esto lo integracionistas.
Las palabras traducidas “vida” y “alma” (beauton y psuche) ambos significan “ego”
y se refieren a lo mismo. De hecho, son usados de forma intercambiable. (Cf.
Mateo 16:26 con Lucas 9:25. En Mateo se usa Psuche, considerando que en Lucas
es beauton.) Cristo nos dice a nosotros no sólo que digamos no a nosotros mismos
y sí a El (“sígame”), sino que El afirma que le debemos hacer morir el ego
“tomando nuestra cruz” (Lucas agrega “cada día”). Llevar la cruz no quiere decir
hacer algún sacrificio en particular, ni se refiere a alguna carga en particular (“mi
marido es mi cruz”). En aquel día, alguien que leyera esas palabras, sabría
explícitamente que llevar la cruz quería decir una y solamente una cosa: La
ejecución de un criminal infame. Jesús, por tanto, está diciendo: “usted debe
tratarse a ustedes mismos, con todas sus formas pecaminosas, prioridades, y
deseos, como a un criminal, y hacer morir su ego todos los días”. ¡Eso dice algo
acerca de la imagen propia que Cristo espera que nosotros tengamos!
Esa es una medicina amarga para todos nosotros, y especialmente para los
proponentes de la autoestima. Pero es la única cura para una iglesia que
progresivamente se vuelve enferma – de sí misma. La paradoja aparente es que la
persona que enfoca la atención en sí misma perderá todo lo que él quiera conservar
para sí mismo, mientras que la persona que pone primero a Cristo y Sus intereses
es el que gana todo lo que el otro pierde. Ésta es la misma verdad que Jesús
enseñó en Mateo 6. Allí los gentiles celosos buscaban con cautela y preocupación (y
nunca realmente encontraban satisfacción en ello) las cosas que el cristiano, quien
se olvida de sus “necesidades” y pone a Cristo primero, encuentra por “añadidura”.
Un Contraste: Juan 12:25
En Juan 12:25 leemos esto:
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“El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para
vida eterna la guardará.”
Aquí hay una advertencia fuerte. Ciertamente, la promoción de la autoestima es la
misma advertida que se da en contra: “Cualquiera que ame el yo… lo perderá”. En
lugar de amarse así mismo, Cristo dice, que en este mundo deberíamos eliminar el
yo, o, como él le dice aquí, “aborrecerla,” para conservarlo para la eternidad.
Las dos palabras “perderá” y “aborrece” significan realmente la misma cosa y nos
ayudan a interpretar una a la otra. Significan poner a un lado los deseos, intereses,
y preocupaciones propias (aun las legítimas) para hacer cumplir el mandato de
Cristo. “aborrecer” su vida quiere decir “amarla menos,” como explícitamente lo
hace en Lucas 14:26:
Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y
hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.
Sabemos que la palabra “aborrece” en todos estos pasajes tiene tal significado de
frase paralela en Mateo 10:37, donde en lugar de “aborrecer” leemos:
El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o
hija más que a mí, no es digno de mí.
“Aborrecer” a otra persona o nuestro propio ser equivale a anteponer a Cristo y Su
reino antes que a los demás ó a uno mismo.
Este punto de negar el yo no es un asunto periférico. Golpea duramente el corazón
del pensamiento de la autoestima y el amor propio. En la enseñanza del amor
propio la idea no es meramente que tanto Cristo y el yo pueden ser puestos en el
mismo nivel de prioridad (de las palabras de Jesús es claro que aun esto es
imposible; Él nos llama a escoger entre los dos), sino que antes de que podamos
amar y servir a Cristo primero debemos ser servidos y amados, y nos debemos
amar a nosotros mismos. ¿Puedo haber alguna enseñanza más explícitamente
opuesta a lo que Jesús dijo?
Las consecuencias del dogma de la autoestima son muy serias. Estas palabras de
Jesús dan advertencia de la privación eterna. Uno se pregunta cuántos jóvenes
serán desviados del buen camino, guiado a apartarse del discipulado de Cristo, el
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cuál demanda que eliminar nuestro “yo,” porque se les dijo que “se sintieran bien
acerca de ellos mismos” en vez de decirles que haya un criminal adentro de ellos
que necesita ser ejecutado diariamente. El peligro es obvio según las palabras del
psicólogo que argumentó en contra de las palabras de su cliente, diciéndole a ella
que el “colocar la prioridad de aceptarse a sí mismo es el primer paso que muchos
de nosotros necesitamos tomar” en vez de primero buscar el reino de Dios.
Dios quiere que nosotros “eliminemos” nuestro egoísmo en este mundo
postrándonos mismos incondicionalmente a el servicio y amor de Cristo y de Su
imperio. Habiendo realizado una obra teatral de niños satírica, “una palmadita en la
espalda,” y alentándolos a escribir ensayos sobre lo que les agrada de ellos mismo,
son actividades que dirigen toda la atención al yo. Tal énfasis tan equivocado puede
ser devastador para la educación cristiana. [1]
El discipulado: Lucas 14:25-27
Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no
aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun
también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene
en pos de mí, no puede ser mi discípulo.
Déjeme decir una palabra más acerca del pasaje de Lucas 14:25-27. El discipulado,
el tema en cuestión en todos los pasajes que hemos estado estudiando en este
capítulo, significa el abandono de todas las ataduras – aun los seres más queridos y
más cercanos en la vida. No siempre quiere decir que debamos abandonar a todos
los demás para seguir a Cristo, sino que quiere decir que le debemos tener tal
lealtad hacia El que debemos estar listos en todo momento, si nos llama a hacer
eso. Jesús especialmente lo señala, como si ésta fuera la parte más difícil de todo lo
que debemos hacer, que el discípulo debe renunciar “aun a su propia vida
también”. El punto más grande que se ha de señalar a las personas es el agradar a
Cristo, seguirle, y cumpliendo con Su voluntad. ¡Eso no confundirá a los niños – o a
los demás – o les inducirá al mal camino! Alguien, incluyendo yo, que se interponga
en medio del camino está equivocado.
No puede haber duda acerca del hecho de que Cristo se preocupó por el yo; no es
como si El ignorara el tema. Ciertamente, él pensó que eso era tal importancia que
El habló de ello en la conexión más cercana posible al discipulado y a las
declaraciones definitivas hechas acerca de ello. Aún en todo esto El no dio
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indicación del gran valor del hombre, ni dio lugar para atenuar las circunstancias:
“Usted puede renunciar a todas sus relaciones y me puede seguir después de que
todas sus necesidades hayan sido satisfechas y usted haya aprendido a amarse a sí
mismo”. ¡La misma idea suena ridícula cuando usted la coloca en la boca de Jesús!
Anteponga A Cristo al yo.
2 Corintios 5:15, Romanos 14:7-8
Y por supuesto hay también otros pasajes que hablan de anteponer a Cristo al yo.
Tome por ejemplo, 2 Corintios 5:15:
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que
murió y resucitó por ellos.
Allí lo tiene usted: Uno ya no debe vivir para sí, como él lo hizo antes de venir a
Cristo. La forma de vida antigua fue postergada en Cristo, y ahora debe ser
postergada en nuestras vidas. El centro de la vida ahora debe ser “para mí el vivir
es Cristo” si bien una vez era “para mí el vivir es mi yo”. ¿Qué podría ser más
claro?
Ahora considere Romanos 14:7-8:
Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos,
para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que
vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Otra vez, el punto central del pasaje es que Cristo debe llevar el lugar de yo en la
vida del cristiano. No es que éste suceda en algún sentido sustantivo, por supuesto,
pero en términos de los deseos y la voluntad y cosas por el estilo. Comer y guardar
los días (v 6) no son un asunto en particular; afecta a otras personas, a otros
incluyendo nuevos convertidos. Ningún cristiano debe vivir en consideración a sí
mismo. “¿Qué hay del bienestar del reino y del honor de Cristo?” Es el tipo de
pregunta que él debería hacerse. Su respuesta debe ser, “viviré en tal camino,
cuando haya que tomar una decisión, gustosamente serviré a Cristo y a los demás
primero”. Él debe vivir para Cristo, y, como Pablo dice: si fuera necesario, morir por
El.
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Interesantemente, la última parte del verso 7 habla convincentemente del asunto
del suicidio: “ninguno muere para sí.” Liddon dice que estas palabras quieren decir
–
Para darle la bienvenida o buscar la muerte como un alivio a los problemas de esta
vida. De este egoísmo en la muerte, el suicidio es la expresión máxima. [2]
Las palabras de Liddon son importantes. Todo el punto de Pablo es que no debemos
hacer nada – vivir o morir – por nuestro yo; todo debe hacerse para Cristo. Un
suicidio muere para sí mismo; ningún suicidio podría hacerse por Cristo. Es debido
a este verso que se sabe que el suicidio es un acto del hombre antiguo, del
pensamiento egocéntrico, que aún a veces (entre los estoicos y algunos
existencialistas modernos) se motivado a hacer.
Holliday, quien se pegó un tiro, y Wanda Williams, quien se ahorcó, ambos
cometieron actos egoístas de homicidio. Le restaron importancia a los seres
queridos, o los estudiantes, o a cualquier otro. Pensaban en ellos mismos como
ciertamente sus notas suicidas indican. No fue la baja autoestima que los liquidó,
sino una consideración demasiada alta por su yo. Dijeron, efectivamente, “soy
demasiado bueno para ser tratado así. Ya no lo soportaré”.
Las Escrituras nos enseñan que los cristianos no poseen nada ni aun sus vidas,
puesto que Cristo las ha comprado. ¡En el momento en que usted entienda mal ese
hecho, y piense que cualquier cosa, aun su ego, es realmente suyo, usted no lo
poseerá – sino que le posee!
La conclusión
El amor mismo es la misma cesación de la vida guiada por la voluntad propia,
egoísta y egocéntrica. Por eso es que viviendo para Cristo y para los demás y
amándoles nos alejará de nosotros mismos. La búsqueda de la autoestima desvía la
atención de uno hacia los demás y así destruir el amor cristiano. En vez de echar
los cimientos del amor (estratos sobre los cuales edifican, como dice el esquema
Adler/Maslow), erosionan todo lo que vale la pena. El amor – preocupación dirigida
hacia los demás – a solas nos pone en libertad del yo.
En contra del énfasis moderno que hemos estado estudiando: la Biblia enseña que
usted correctamente no puede llevarse bien con usted mismo (“encontrarse” o
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“salvarse”) hasta que usted aprenda a amar a los demás. Como siempre, el
pensamiento pagano pone al revés el mandato de Dios.
Jesús deshizo el mito de que podemos amar a los demás sólo después de que
primero nos hayamos amado a nosotros diciendo:
“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los
pecadores aman a los que los aman.” (Lucas 6:32).
En efecto, refiriéndose a los “pecadores” (i.e., los enemigos de Dios), él tipificó, de
una vez por todas, la postura de “yo te amo a ti, si tu primero me amas” como
impía.
Para un cristiano, la alternativa para el amor propio, la autoestima, la valía propia,
y cualquier otra enseñanza egocéntrica que pueda aparecer en el futuro es
claramente la negación del yo. Cuando usted trata de ganarse a sí mismo, usted
sólo lo perderá; cuando usted esté dispuesto a perderse para Cristo, usted se
salvará. Es tan simple – y tan profundo.
Notas
¿Amarás… como a Ti Mismo?
1 Walter Trobisch, Love Yourself (Downers Grove: Inter-Varsity Press, 1976), page
11.
2 Ibid., p. 11.
3 Ibid.
4 Lawrence Crabb, Effective Biblical Counseling (Grand Rapids: Zondervan, 1977),
p. 81.
5 Philip A. Captain, Eight Stages of Christian Growth (Englewood Cliffs: Prentice
Hall, 1984).
6 Trobisch, op. cit., p. 11.
¿De un Valor Infinito?
1 Anthony A. Hoekema, The Christian Looks at Himself (Grand Rapids: Eerdmans,
1975), p. 45.
2 Robert Morey, Death and the Afterlife (Minneapolis: Bethany, 1985), p. 37.
3 Hoekema, op. cit., p. 22.
4 Bruce Narramore, You’re Someone Special (Grand Rapids: Zondervan, 1978), p.
23.
5 Morey, op. cit., p. 37.
24
6 Bruce Rathbun, un estudiante del Westminster Theological Seminary en Filadelfia.
Reportó en El Presbyterian Journal, abril. 24 de 1985. El nuevo evangelismo de
palmaditas de Schuller ha tenido éxito ampliamente. En un tratado evangelístico
titulado: “Usted Es Especial” se lee: “¡Usted es especial ciertamente! ¡La Biblia
revela el interés total de Dios en usted como un individuo… ¡sí!, ¡usted es de valor
para Dios”! (Ted Grifiin, Good News Publishers, n.d., #6C04).
7 Robert H. Schuller, Self Steem: The New Reformation (Waco: Word Books, 1982),
p. 151.
8 Rouner, Arthur, You Can Learn to Like Yourself (Grand Rapids: Baker Book House,
1978), p. 4.
9 Ibid., p. 5
10 Dennis J. De Haan, Daily Bread, feb. 1985.
¿Qué Enseña La Biblia?
1. Para información acerca de un programa escolar verdaderamente cristiano, en el
cual el énfasis no sea en el yo sino en el ministerio a los demás en el nombre de
Cristo, vea see my Back to the Blackboard (Presbyterian and Reformed Publishing
Co., 1982).
2. 2 H. P. Liddon, Explanatory Analysis of St. Paul’s Epistle to the Romans (London:
Longman’s Green and Co., 1899), p. 262.
Traducción por Armando Valdez © 2008