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Las FARC – EP, el Estado colombiano y la producción de marcos discursivos
sobre el conflicto colombiano1
Carlos Arbeláez
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Pontificia Universidad Javeriana
Jaime Otavo3
Pontificia Universidad Javeriana
Introducción
El objetivo de este artículo es analizar los marcos discursivos de las FARC-EP, como
organización político – militar durante los últimos 40 años. Es decir, considerando a
esta organización como productora de significados sobre el conflicto colombiano. No
obstante, también nos interesa el Estado colombiano, representado en sus élites
gobernantes y en las fuerzas armadas, como productoras de discursos, desde su función
de confrontación armada y política con esta organización. Consideramos como
sociólogos que no sólo las estructuras sociales explican y condicionan las acciones de
los sujetos, sino que además los significados de estas acciones, contribuyen a
conformar, reforzar y cuestionar las identidades de los individuos y de los grupos y las
estructuras sociales en las que estos se enmarcan. En este caso las acciones
significativas que una organización como las FARC y una institución como el Estado
puedan construir sobre el conflicto, sobre las problemáticas del país y sus posibles
salidas. En tal sentido, el análisis de la construcción y consolidación de la identidad de
las FARC como organización y de los objetivos de su movilización en el tiempo,
también nos llevan indudablemente a preguntarnos por los marcos discursivos que el
Estado colombiano ha estructurado en su relación y confrontación con esta organización
político- armada. En tal sentido, este artículo ofrecerá simultáneamente el enmarcaje
cognitivo de ambos discursos en el mismo período.
Cabe aclarar que nos ubicamos en un plano de análisis discursivo de marcos de
interpretación que no entra a cuestionar y valorar el impacto y los efectos políticos,
económicos y sociales actuales del accionar militar y político de esta organización, ni
del Estado en su confrontación con ella. La noción de marcos de interpretación que
utilizamos aquí hace referencia a un conjunto de creencias, utopías, mitos, y discursos
que orientan la acción colectiva de esta organización y que tiene incidencia simbólica y
material en la realidad. Ahora bien, el análisis de marcos en este articulo, se hace en
varios contextos de coyuntura nacional, donde se producen correlaciones de fuerza entre
los protagonistas, donde hay acontecimientos que desencadenan y revelan
contradicciones sociales, económicas y políticas manifiestas en los discursos de ambos
actores y donde existen especialmente nudos críticos, es decir, momentos de mayor
condensación de contradicciones, de presión y tensión entre ambos. Este análisis se
realiza a partir de un corpus de textos emitidos en estas coyunturas políticas
particulares, los cuales nos permiten dar cuenta de la correlación de fuerzas entre las
FARC-EP y el Estado Colombiano, así como los marcos de interpretación frente al
1 Artículo resultado de un proceso de investigación formativa realizado en la asignatura “Cambio y
Organización Social” orientado por la socióloga Lina Medina durante el primer semestre de 2008. 2 Estudiante de sociología - Septimo semestre.
3 Estudiante de sociología - Sexto semestre.
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conflicto colombiano. Los textos que hemos seleccionado y que dan cuenta de los nudos
críticos en el conflicto armado son los siguientes: a) Programa agrario de los
guerrilleros de las FARC-EP (1964); b) La VI brigada explica la “Operación
Marquetalia” (1964); c) La plataforma política de las FARC-EP (1993); d) El discurso
FARC-EP en el marco de la inauguración de los diálogos de Paz en San Vicente del
Caguán (1999); e) El discurso presidencial de Andrés Pastrana en la inauguración de los
diálogos de paz en San Vicente del Caguán (1999); f) La política de consolidación de la
seguridad democrática (2002) y g) La 9ª conferencia de las FARC-EP: “Por la Nueva
Colombia, la Patria Grande y el socialismo (2007)
En el desarrollo de la investigación aplicamos la metodología de análisis de marcos y
análisis de discurso a los actores en conflicto (FARC-EP y Estado). Esta metodología,
como veremos más adelante desde diversas perspectivas teóricas, permite comprender
cómo los agentes se organizan, movilizan, interpretan y producen narrativas frente a sus
formas de organización y movilización. Desde esta óptica, hemos tenido en cuenta cinco
componentes o dispositivos básicos en el análisis de marcos discursivos: a) el
protagonista; b) el antagonista; b) el problema; c) las metas y d) la audiencia. Cada uno
de estos dispositivos será analizado en los textos y coyunturas identificadas. Es
importante anotar aquí que en el estudio de los movimientos sociales y las
organizaciones, ha prevalecido el análisis de los aspectos políticos y estructurales, sin
embargo, en nuestro estudio, se le dará predominio a la organización guerrillera y al
Estado en su papel de confrontación, como productoras de significado.
El artículo está organizado de la siguiente manera. En un primer apartado nos
concentramos en el contexto histórico de surgimiento y transformación de las FARC –
EP y del Estado en su confrontación con ellas. En este apartado nos interesa señalar el
origen y mito fundacional de las FARC como organización, es decir la forma como se
imagina y construye como organización en el tiempo. Además hacemos referencia
también, desde algunos analistas del conflicto colombiano, a cómo se recomponen y
transforman en un proceso de cuarenta años, las FARC y el Estado en su confrontación
con ellas. En un segundo momento presentamos los elementos conceptuales básicos que
permiten potenciar el análisis de marcos discursivos para nuestro estudio, con base en
algunas referencias teóricas revisadas. Además se presenta el grueso del análisis de
marcos desde los cinco dispositivos mencionados arriba, en los que se evidencia la
construcción de diversas textualidades sobre el accionar de estos actores en el marco de
diversas coyunturas nacionales. Por último realizamos unas consideraciones de cierre
en el que realizamos un balance general de los diversos momentos de construcción y
producción de significados de estos dos actores sobre el conflicto nacional.
1. La genealogía de un mito fundacional de las FARC – EP y su transformación en
el tiempo4
“la acción o actitud del intelectual que, al tomar conciencia de su pertenencia
a la sociedad y al mundo de su tiempo, renuncia a una posición de simple
espectador y coloca su pensamiento o su arte al servicio de una causa. En
momentos de crisis como el que vive actualmente América Latina, ese
compromiso solo podría ser con la transformación de la sociedad actual en
una sociedad mejor. El compromiso implica dos planos: por un lado, la
4 Para la realización del contexto histórico hemos utilizado las siguientes referencias: Guzman, Fals Borda
y Umaña Luna (1964); Pizarro León Gómez ((1991); Melo (1991); Jaramillo (1991); Pécaut (1976);
Uribe (2007); Medina y Uribe (2002).
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conciencia de los problemas de la sociedad; por otro, el conocimiento de la
teoría y los conceptos aplicables a esos problemas. Por lo tanto no son dos
niveles paralelos e independientes, sino que se trata de dimensiones
simbióticas de un mismo conjunto científico que ejerce mutuos efectos en el
proceso de sistematización y avances del conocimiento. Por eso, el
compromiso-acción, aunque ideológico no queda fuera de los procesos
científicos. Todo ello, en su entender no es contradictorio con la objetividad de
la ciencia. Esta no es neutral, pero si objetiva. Sucede que en la mayoría de los
casos se confunde objetividad con indiferencia moral, lo que es una forma de
compromiso con el estatus quo”.
Orlando Fals Borda (1976: 67)
1.1 Breve genealogía de “La Violencia” y el enmarcamiento histórico del mito
fundacional
Para poder entender el origen y el mito fundacional de las FARC-EP como organización
político - militar, consideramos fundamental comprender el conflicto armado y social
del país en términos de proceso. Es decir, no podemos entenderlo como un hecho
aislado en el tiempo, o un simple accidente histórico en la realidad nacional, sino como
un proceso histórico y social de larga duración, que se viene gestando desde el siglo
XIX, pasando por la independencia de 1810, el periodo republicano, la “Guerra de los
Mil Días”, las hegemonías conservadora y liberal, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán,
la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, el periodo de La Violencia (bipartidista) y el
surgimiento de las autodefensas campesinas. Si bien, todos estos momentos
corresponden a coyunturas políticas nacionales, se enmarcan en un proceso de
maduración de condiciones sociales y económicas donde se ha hecho evidente la
incapacidad de las elites nacionales para canalizar institucionalmente las demandas de
amplios sectores de la población, que con notorias excepciones, han terminado por
quedar excluidas de la política nacional. En este sentido, la ausencia de canales
institucionales para canalizar las múltiples demandas sociales, permiten comprender en
parte la búsqueda de medios ilegítimos, como la vía armada, para acceder a la política,
pero también el mito fundacional de las FARC. Precisamente, en un rápido barrido
histórico, pero teniendo en cuenta la noción de proceso, daremos cuenta de las
principales condiciones que configuraron la fundación de las FARC-EP, como una
organización “político-militar”.
En la historia nacional, durante el periodo Republicano se conformaron dos grupos bien
diferenciados, los conservadores, heredados del régimen colonial, y los liberales,
defensores de hacer reformas generales y de eliminar los monopolios. Ambos grupos
implementaron visiones divergentes respecto al papel de la Iglesia Católica en la vida
política, y a la naturaleza del Estado, que para los conservadores debería ser centralista,
y para los liberales, federalista. A mediados del siglo XIX los partidos liberales y
conservados sirvieron de encuadre básico a la política y a la guerra en Colombia. Esto
tuvo como consecuencia la concentración del poder político alrededor de unas elites
urbanas y rurales que, hasta bien entrado el siglo XX estuvieron adscritas a ambos
partidos. Durante el siglo XIX las elites de ambos partidos fueron las protagonistas de
numerosas guerras civiles a partir de las cuales se definieron jefaturas políticas, el
control territorial del naciente Estado y las candidaturas presidenciales. Sin embargo,
estas guerras civiles no fueron nunca un escenario revolucionario, más bien fueron el
lugar para la repartición burocrática y la vinculación al aparato institucional de los
grupos de poder.
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Ahora bien, según Jaramillo (1991), tanto en las luchas independentistas como en las
guerras civiles de mediados del siglo XIX y principios del XX, la guerra de guerrillas
fue un recurso utilizado por los campesinos aparceros en varias regiones del País,
modalidad de lucha que nunca fue del agrado de los jefes políticos y militares que
lideraron las contiendas. Por otro lado, durante la primera mitad del siglo XX se dieron
dos importantes confrontaciones entre liberales y conservadores. La primera de ellas
puede ubicarse entre 1930 y 1934 durante el gobierno del presidente liberal Enrique
Olaya Herrera, sus escenarios fueron algunos departamentos del área andina central del
país. La segunda contienda fue la verdadera guerra, debido a su mayor magnitud y
escenario de conflicto, la cual abarcó un mayor número de departamentos. Esta segunda
contienda es conocida genéricamente como “La Violencia”5, y tuvo lugar entre 1946 y
1964, dejando a su paso más de 200.000 muertos. Sin embargo, para la mayoría de los
violentólogos, el verdadero detonante de “La Violencia” puede ubicarse exactamente el
9 de Abril de 1948, día en el que fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá. Es
importante anotar que las implicaciones históricas de esta segunda confrontación entre
liberales y conservadores serán duraderas y profundas, siendo solo el preámbulo de un
conflicto social y armado que se ha extendido hasta la actualidad, entre el Estado y la
guerrilla de las FARC.
Durante el periodo de “La Violencia” y tras el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer
Gaitán, los campesinos liberales se organizaron para contrarrestar la persecución de los
“pájaros”, también denominados “Chulavitas6”, leales al partido conservador en
Colombia y verdugos implacables de liberales y comunistas. Sin embargo, siguiendo a
Hobsbawm (1986), consideramos que “La Violencia” fue la expresión de “un hambre
de tierras y luchas agrarias aunque en general se la presente como si se tratara de
campesinos conservadores asesinando y arrojando a los liberales y viceversa”
(1986:367-377). En este sentido, Hobsbawm considera que durante estos años de
anarquía, una clase media rural en ascenso se valió del ejercicio de la violencia para
adquirir riqueza y poderío, la que no hubiera podido adquirir por otros medios debido a
la naturaleza feudal (señorial) de la sociedad rural.
Haciendo eco de lo mencionado por Hobsbawn es posible considerar entonces que el
periodo de “La Violencia” no solo fue una lucha política entre liberales y
conservadores, sino, principalmente una lucha económica, específicamente agraria. En
la cual se encontraban enfrentados los intereses latifundistas por mantener su estructura
dominante, y el campesinado desposeído y en algunos casos los minifundistas. Así, en
el seno del movimiento de resistencia campesina que se originó en la zona andina de
Colombia antes y durante “La Violencia”, se perciben dos tendencias. Por un lado,
estaría todo el proceso que se dio en la región del Sumapaz y el Tequendama en
Cundinamarca liderado por el campesino Juan de la Cruz Varela. Sin embargo, a pesar
de su importancia y beligerancia, este movimiento campesino nunca logró
independizarse completamente de la tutela del partido liberal, además, factores como el
ascenso de Rojas Pinilla al poder y el proceso de paz que él emprendió con las guerrillas
liberales, hacen que este movimiento campesino se desarme y desmovilice
5 Se utiliza el entrecomillado para darle una connotación discursiva especial al período que denota no sólo
unas prácticas específicas de violencia, sino también una forma de ordenamiento social, político e
histórico de la nación en un período específico. 6 Los Chulavitas eran policías al servicio del partido Conservador que tenían reputación de ser crueles,
extremadamente sectarios y despiadados. Fueron los autores de numerosas masacres en la que murieron
mutilados y despedazados gran cantidad de campesinos liberales.
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completamente. Por el otro, se encuentra el proceso que tuvo lugar en el sur del Tolima,
alrededor del municipio de Chaparral y que estuvo tutelado por dirigentes campesinos
como Isauro Yosa y Pedro Marín, y dirigido políticamente por el Partido Comunista
Colombiano. Este último proceso (el de los campesinos del sur del Tolima) según Uribe
(2007: 64) “dará lugar al surgimiento de una identidad política entre sus protagonistas
que romperá la condición de subalternidad respecto a los partidos tradicionales,
erigiéndose en un movimiento anti-hegemónico y anti-estatal.”. Precisamente, este será
el movimiento campesino, que con la “Operación Marquetalia”, dará inicio a las FARC-
EP.
Podemos afirmar entonces que el telón de fondo de “La Violencia” en Colombia, que
fue reducido a una lucha política, fue ante todo en sus orígenes una lucha agraria, cuya
principal manifestación fue la dicotomía entre hacendados y colonos. Es decir, por un
lado, se encontraban los colonos y campesinos abriendo la frontera agrícola,
desmontando tierras agrestes y convirtiéndolas en tierras aptas para el cultivo, sin
embargo, no podían legalizar estas tierras a través de la política de adjudicación de
baldíos, debido a que esta legalización no solo implicaba un viaje hasta Bogotá, sino,
también costos jurídicos y legales para la adjudicación del baldío a su propiedad. Por el
otro, se encontraban los hacendados, los cuales, usurpaban las tierras de frontera
agrícola abiertas por los colonos a través de mecanismos legales, debido a que los
hacendados tenían los recursos para viajar a Bogotá y financiar el proceso jurídico y
legal que implicaba la adjudicación de baldíos, en donde escrituraban como suyas las
tierras trabajadas por los colonos, así como sus haciendas. Este fenómeno ha sido
denominado como “usurpación de baldíos” (Uribe, 2007) y se produjo a nivel nacional,
creando así una gran cantidad de campesinos desposeídos a los cuales no les quedaba
otra opción que volver a empezar. Por lo tanto, fue debido a la usurpación de baldíos
por parte de latifundistas lo que hizo emerger los movimientos de resistencia y
autodefensas campesinas, para protegerse del hambre de tierras de los hacendados y del
avance del latifundio. En este sentido, según Uribe “estas cosmovisiones antagónicas
habrán de convertirse en la contradicción fundamental de la estructura política y social
del agro colombiano y al tenor de la cual se han articulado muchas de las luchas que tan
tenido lugar durante los dos últimos siglos” (2007:67).
A partir de los movimientos de resistencia campesina que se conformaron durante “La
Violencia” en Colombia, específicamente en los departamentos del Tolima y Huila y
que configuraron un hito político, social y económico en su momento, comienza un
proceso de maduración en ciertos sectores campesinos de una nueva concepción del
trabajo, la justicia y la propiedad. En este sentido, de acuerdo con Uribe (2007), cuando
la estructura de poder de un país es firme y cerrada, los campesinos se mantienen en sus
posturas habituales y esperan a que cambien las condiciones, pero cuando la estructura
empieza a abrirse o quebrarse, los campesinos se preparan para la acción. Esto fue
precisamente lo que sucedió a propósito del sentimiento de injusticia que embargó a los
campesinos durante las últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX. Se
trataba de un sentimiento relacionado con la lucha por la tierra y con la forma como los
latifundistas habían adquirido sus grandes propiedades. Cabe señalar que, los
campesinos alzados en armas en 1960 estuvieron precedidos por el reclamo pacifico y
paciente de los mismos campesinos que se sometieron a un proceso de batallas
burocráticas por la posesión de la tierra, y que fueron reprimidos por los terratenientes y
su ejército privado conservador, los “Chulavitas”. Por otro lado, consideramos que el
reclamo de los campesinos que precedieron la insubordinación armada de los sesentas
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fue un factor clave que nos permite hablar de la existencia de un movimiento social que
en sus orígenes se conformó sobre la base de solidaridades primarias y del compromiso
campesino en sus reclamos al Estado. Cabe recordar aquí que en el año de 1936 el
presidente López Pumarejo expidió la Ley 200, la cual confirió legitimidad a las tierras
adquiridas por los terratenientes mediante la usurpación de baldíos con anterioridad a
1926. Según Uribe “con esta ley empezó a cerrarse la posibilidad de redistribuir la tierra
entre los campesinos, privilegiando a empresarios y terratenientes y creando el clima
político que habría de enmarcar la radicalización de los reclamos que los campesinos le
venían haciendo al Estado. El ciclo culmino con la Ley 100 de 1944 que termino por
consolidar la nueva alianza que se venía gestando entre las elites bipartidistas y los
grandes propietarios rurales” (2007: 69).
Ahora bien, “La Violencia” duraría en el país 16 años (1948-1964) y se destacaría por
su magnitud, por la fractura de la Nación y por la impunidad que acompañó los actos
atroces que se cometieron durante esos años. Fue una confrontación que, aunque
permitió que las tierras cambiaran de manos mediante la expulsión de sus atemorizados
dueños, en lo fundamental no alteró la estructura agraria que venía prevaleciendo en el
país, ni tampoco la distribución general de la riqueza, ni las condiciones de la
dominación política. En este sentido, “La Violencia” puede ser interpretada o bien,
como el escenario propicio para el surgimiento de formas entreveradas de resistencia
campesina, bandolerismo, clientelismo, y agrarismo, que se salen de los canales
institucionales y oficiales del ejercicio de la acción política; o bien, como una gesta
punitiva de los latifundistas en contra de la resistencia armada campesina que había
ocupado las tierras de los grandes señores de la tierra entre 1930 y 1964.
Finalmente, es importante anotar, que las autodefensas campesinas que van a surgir en
el período de “La Violencia” se enmarcan en la coyuntura política del Frente Nacional,
firmado en 1958 por Laureano Gómez, Alberto Lleras Camargo y Alfonso López
Pumarejo. Este Frente básicamente va a representar una coalición política y electoral
colombiana entre liberales y conservadores, vigente entre 1958-1974, la cual, si bien
“solucionó” la fractura entre la elite política, desencadenó en un monopolio de la
democracia en manos de los intereses bipartidistas, excluyendo al campesinado de
representación política democrática. Una de las consecuencias directas fue precisamente
la radicalización de la protesta armada campesina. De esta manera, el Frente Nacional
contrajo la estructura de oportunidad política para la movilización de los sectores no
representados en el sistema bipartidista. Lo que generó que el movimiento campesino se
movilizara en respuesta a los cambios en las reglas de acceso a la política,
concretamente como una reacción al Frente Nacional.
1.2 La resistencia campesina del sur del Tolima: el mito de origen de las FARC
La resistencia campesina en algunos municipios del sur del Tolima, particularmente en
Chaparral, adquirió la forma de autodefensa propuesta en 1949 por el PCC, como parte
de su política de masas. Con ella, las autodefensas campesinas y el PCC pretendían
contrarrestar la arremetida violenta que los conservadores y la policía “Chulavita”
habían implementado contra los liberales y los comunistas. El PCC definía la resistencia
campesina concretamente como una “defensa armada y la organización de
destacamentos armados y de peones revolucionarios”.
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De esta manera la región del sur del Tolima se caracterizó por la múltiple presencia de
conflictos agrarios y por los ataques cruzados entre liberales, conservadores,
comunistas, soldados y policía. Así, los terratenientes sindicaban a varios dirigentes
agrarios del sur del Tolima (Isauro Yosa, Raúl Balbuena, Alfonso Castañeda y Eliseo
Manjarrés) de los mismos delitos que le imputaban a los colonizadores de baldíos de las
zonas de Sumapaz y Tequendama, a saber: asociación para delinquir, invasión arbitraria
de terrenos ajenos, alteración y destrucción de mojones, hurto de frutos, robos de
madera e injurias. Por lo tanto, lo que confluyó alrededor de estos dirigentes campesinos
antecesores del las FARC fue un tradición de lucha agraria, una marcada antipatía hacia
los partidos tradicionales y un sentimiento de injusticia acumulado a través de varios
años de infructuosa lucha por la tierra.
Por otro lado, si bien podemos hablar de actores que antecedieron la lucha agraria y
política de las FARC, hay que tener en cuenta los escenarios simbólicos que ayudaron a
configurar el marco de acción colectiva y discursiva del movimiento en sus orígenes y
que solidificaron el mito fundacional de su organización. Si bien los sucesos de
Marquetalia fueron el detonante de la consolidación como organización armada, El
Davis7 (1953) es un claro antecesor de Marquetalia, y el modelo de las “repúblicas
independientes” (Marquetalia, Riochiquito, El Pato, y Guayabero). La resistencia
armada campesina de Chaparral se caracterizo por la alianza de familias campesinas que
optaron por defenderse de las comisiones punitivas integradas por civiles conservadores
y policías Chulavitas. Durante esos mismos años el PCC ejerció una influencia notoria
sobre el movimiento de resistencia campesina a la cual se sumó la experiencia
acumulada por los colonos en su lucha contra los hacendados. Sin embargo, acciones
militares adelantadas por el ejército obligaron a los campesinos de Chaparral a moverse
y a buscar sitios donde esconderse, ello los llevó a conformar una columna de marcha,
que contaba con 200 hombres armados, la cual se desplazó por varias regiones del sur
del Tolima. Después de recorrer varios municipios del sur del Tolima, los integrantes de
la columna de marcha se establecieron en un sitio denominado “El Davis”, en donde
conformaron un enclave guerrillero. Es importante anotar que es con el asentamiento en
“El Davis” donde el movimiento campesino adopta la disciplina militar. El
desplazamiento es narrado por los insurgentes en términos épicos, lo cual lo convierte
en parte del mito fundacional de las FARC. Según la descripción hecha por Marulanda
y citada por Uribe (2007:79): “El Davis era una mezcla de cuartel militar y de
asentamiento campesino, pues estaba integrado no solo por los combatientes, sino, por
mujeres, ancianos y niños no combatientes que seguían a los guerrilleros buscando su
protección. Ese fue el embrión de la guerrilla de las FARC, cuyos integrantes provenían
mayoritariamente del municipio de Chaparral. Los integrantes del Davis, no solo se
defendían de las agresiones de los conservadores, sino, que organizaban acciones
ofensivas […] Con el objeto de coordinar las acciones militares se creó un estado mayor
conjunto que estuvo integrado por campesinos liberales y comunistas del cual
dependieron cerca de cinco mil personas”8
De esta manera el Davis, fue el embrión de una nueva manera de organización
campesina. En efecto, allí se implementaron ciertas prácticas novedosas que no eran
7 El Davis fue “un inmenso refugio humano situado en el corazón de la zona de operaciones militares, una
organización exiliada en medio de una región que era cien por ciento liberal.” Tomado de Marulanda
Vélez, Manuel. Cuadernos de campaña. Citado en Uribe (2007: 79). 8 Las descripciones sobre el Davis han sido tomadas de Marulanda Vélez, Manuel. Cuadernos de
campaña, citado en Uribe (2007); Matta Aldana (1999); Medina (1986).
8
comunes entre los campesinos liberales, como el reparto colectivo de los bienes, que
permitió a liberales y comunistas convivir en un mismo asentamiento a partir de la
definición de dos enemigos comunes, el sistema político bipartidista y los latifundistas.
Por otro lado, también se implementaron en la organización campesina algunas
prácticas delincuenciales como el secuestro, las masacres de civiles inermes y los
fusilamientos extrajudiciales. Estos últimos comportamientos formaran parte de la
historia de la guerrilla de las FARC, impidiéndole en muchos casos diferenciarse a
cabalidad de los delincuentes comunes.
Como mencionábamos arriba, El Davis fue el modelo de las repúblicas independientes
que se reprodujeron en algunas zonas del sur del Tolima. Las repúblicas independientes
fueron unos enclaves campesinos ubicados en zonas agrestes apartadas de los centros
urbanos y conocidos bajo los nombres de Marquetalia, Riochiquito, El Pato, y el
Guayabero. Precisamente, en el trabajo de archivo con fuentes de periódicos, pudimos
observar, que, tanto en los comunicados emitidos por los campesinos que conformaron
las repúblicas independientes, como, en los boletines militares de la época, quedaron
plasmadas las representaciones que tanto guerrilleros como militares se hacían de sí
mismos y de sus enemigos. Esto mismo lo confirma Uribe cuando comenta que “los
comunistas, consideraban que lo que el establecimiento llamaba “repúblicas
independientes” no era más que una construcción mitológica que no dejaba conciliar el
sueño a los millonarios del Frente Nacional. Según ellos, los ataques del gobierno
buscaban liquidar no un grupo de bandoleros, como afirman sus dirigentes, sino, a un
movimiento organizado de campesinos trabajadores, progresistas y revolucionarios que
defendían los principios democráticos de un pueblo largamente azotado por la violencia
de los grandes capitalistas. Los insurgentes consideraban que la violencia que los
acosaba era un respuesta global de los terratenientes y de las elites contra el
campesinado liberal y comunista que se mostraba reacio a entrar en los causes políticos
tradicionales. Dicha insubordinación amenazaba con desvertebrar algunos de los
grandes latifundios, lo que representaba una amenaza para el régimen.” (2007: 85).
Según nuestra percepción, La Operación Marquetalia llevada acabo por el ejército
colombiano fue un intento militar para liquidar las llamadas “repúblicas independientes”
que existían sólo en la cabeza de Álvaro Gómez. Marquetalia hizo parte de esas
repúblicas independientes, donde los campesinos se organizaron alrededor de la tierra,
cultivándola y defendiéndola con las armas. En este sentido, nos parece pertinente lo
que Ferro y Uribe (2002: 26) comentan sobre el asunto en tanto consideran que “esta
organización autogestionaria de producción y defensa les daba a los campesinos la
seguridad que nos les proporcionaba el Estado ante el avance del latifundio”. Sin
embargo, fue en este intento de organización donde surgieron diferencias entre las
guerrillas liberales y las comunistas, estas últimas caracterizadas por una estructura
militar más rígida y un objetivo político más definido. De allí que si bien el proceso de
la conformación de las FARC podemos ubicarlo en el momento de esta escisión, fue la
operación Marquetalia y sus bombardeos, dentro de la operación de exterminio a las
repúblicas independientes lo que daría origen a este movimiento guerrillero.
Ahora bien, desde la perspectiva de las FARC, su origen se percibe de la siguiente
forma:
“El 27 de mayo de 1964, bajo la presidencia del conservador Guillermo
León Valencia (1962-1966), las fuerzas militares desatan la Operación
9
Marquetalia, bajo los lineamientos generales del plan LASO, Latin
America Security Operation, diseñado por el pentágono estadounidense
y la embajada norteamericana, para que de una vez por todas queda claro
de donde partieron en última instancia las ordenes de la operación
militar. Comienza la operación militar contra Marquetalia, el más grande
operativo militar realizado hasta el momento en Colombia. Es el
comienzo de nuevo de la resistencia armada en Colombia. Por meses se
combate en la montaña y en la selva y el pequeño y valerosos grupo de
48 hombre se convierte en guerrilla móvil, dirigidos por Manuel
Marulanda Vélez, un maestro de la guerra popular guerrillera […] el
ejercito toma simbólicamente la región de Marquetalia, pero
militarmente les fue imposible, a pesar de su nueva concepción contra
guerrillera, acabar con la simiente de la lucha que había emergido en
esas tierras. Esa simiente es la raíz de las FARC-EP. Marquetalia es
pues, el símbolo de esa etapa prolongada del movimiento guerrillero
moderno de nuestra patria.” (Citado en Ferro y Uribe, 2002: 27)
Lo anterior nos lleva entonces a considerar que el hito fundacional de las FARC está
sostenido sobre la base de la importancia simbólica que representan los acontecimientos
en el sur del Tolima y que giran en torno a la “Operación Marquetalia”, dirigida por el
coronel Joaquín Matallana y el comandante de la VI Brigada coronel Currea Cubides
bajo la orden presidencial de Guillermo León Valencia. Este hito fundacional y su
implicación simbólica serán retomados una y otra vez en los discursos posteriores de las
FARC-EP, la mayoría de las ocasiones presentado bajo la forma de una “deuda
histórica” con 48 campesinos a los cuales el Estado expropió por la fuerza “fincas,
ganado, cerdo y aves de corral”. Deuda que tendrá en el ejército y la oligarquía dos
responsables directos.
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos entonces afirmar que Marquetalia funge como
un mito de origen de las FARC, mito que funciona a la manera de un “dispositivo de la
memoria, y a la vez, [una] construcción utópica que se estructura a partir de
determinadas condiciones sociales, políticas y culturales” (Uribe, 2007: 32). Pero
también como un “proceso discursivo [que] condensa elementos tomados de diferentes
fuentes, los destila y, una vez ejecutados ambos procedimientos, propone derroteros
para la acción […]” (Uribe, 2007: 32). Sin embargo, también funciona como una
construcción que se nutre de la historia, y a la vez de [unos] mundos posibles que le
dan sentido a la lucha insurgente a largo plazo […] (Uribe, 2007: 32).
Además para Uribe los mitos fundacionales se convierten en mecanismos privilegiados
de integración, en “tanto articulan el pasado con el futuro, llenando de sentido el vacío
del presente mediante una sobredeterminacion de la memoria. Su eficacia reside en que
facultan para actuar a partir de la fuerza de los efectos y de lo que se considera
verdadero, sin importar que definición de la verdad y de la realidad tengan sus adeptos.
En este sentido los mitos condensan lo afectivo, lo emotivo y lo cognitivo en un plano
simbólico de gran intensidad […] (Uribe, 2007: 32). Y en igual forma, según Uribe,
suelen recubrir, recortar, distorsionar e incluso invertir los contenidos mismos de los
proceso históricos. De allí que según la autora “cada actor sociopolítico vea como
mascara las concepciones del adversario y considerare su propia explicación del mundo
y de la vida como la única válida y digna de provocar los mayores sacrificios.” (Uribe,
2007: 32).
10
De acuerdo con lo anterior Marquetalia representa para las FARC-EP una construcción
mítica de suma importancia para la configuración, orientación y transformación de la
acción estratégica de enmarcamiento de la organización y de sus atribuciones de
identidad a largo plazo. De esta forma, desde Marquetalia es posible trazar una línea
divisoria entre la acción colectiva no organizada antes del ataque militar, e impulsada
por las autodefensas campesinas con ayuda del PCC, y una solidificación con aire
organizativo de la acción colectiva post - marquetaliana. En este sentido, además de la
importancia simbólica de la resistencia en Marquetalia, son estos acontecimientos los
que solidifican la identidad del movimiento campesino bajo la consigna de la lucha
armada popular, que durante la segunda conferencia el 5 de Mayo de 1966, toma el
nombre oficial de Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Finalmente, en palabras de uno de los líderes de las FARC, Iván Ríos, fallecido
recientemente, el principio fundacional de esta organización se resume en que “la
actitud de la gente de Marquetalia fue una actitud de dignidad, de asumir lo que está
haciendo y no someterse a las condiciones del otro en una inferioridad de condiciones
totales. Y ese gesto se extiende, por que los marquetalianos no son simplemente los que
empezaron ahí, sino, los que siguieron, los combatientes que se vinculan hoy. Mucha
gente se ha vinculado por dignidad […]. La palabra resistencia sintetiza todo, porque es
armada, política e ideológica. Nosotros que le venimos diciendo a la gente, hay que
resistir, y si hay que hacer dos o tres Marquetalias, pues las haríamos, podemos hablar
de una cultura Fariana, la cultura de la resistencia, la cultura de la igualdad, son valores
que identifican a la organización.” (Ferro y Uribe, 2002: 29).
1.3 La configuración postmarquetaliana de las FARC y del Estado colombiano
Es importante anotar, que las FARC a partir del hito fundacional de Marquetalia dejan
de representar una organización de autodefensa campesina, y pasan a convertirse en una
organización que resiste al Estado por todos los medios, tanto políticos como militares.
Sin embargo, si queremos ofrecer una visión de ellas como actores protagonistas de la
historia nacional de estos últimos cuarenta años, más allá de lo discursivo, es necesario
mostrar cómo se han configurado militar y políticamente. En ese sentido, es posible
afirmar que tras Marquetalia, las FARC comienzan a extenderse como estructura
armada hacia el oriente colombiano, por los frentes de colonización del Meta, Caquetá,
Guaviare y Putumayo, además del río magdalena, desde su nacimiento hasta el
magdalena medio. También van a instalarse en Urabá, aprovechando la concentración
de trabajadores del eje bananero, y el conflicto causado por la distribución de la nueva
riqueza. (PNUD, 2003) De esta manera, la guerrilla dejó de limitarse a acciones
defensivas, como lo fueron las autodefensas, y pasaron a realizar acciones ofensivas en
contra de establecimiento, principalmente atacando los sectores económicos estratégicos
y la infraestructura del país.
En esa medida podemos afirmar que las FARC han evolucionado a la par de las
múltiples transformaciones del conflicto armado y social en Colombia. Aunque
tuvieron su nacimiento ideológico y armado en regiones de colonización, fueron
expandiéndose a las regiones donde imperaba el latifundio tradicional. En parte ello
obedeció a la frustración que tuvo el movimiento campesino, con el fracaso de un
intento de reforma agraria en el 71, y a la represión que ejercieron sobre el movimiento
campesino desde el 68 las fuerzas políticas (PNUD, 2003). La frustración popular por la
imposibilidad de reformas agrarias estructurales permitiría que en la década de los
11
sesentas y setentas, las poblaciones campesinas de las regiones afectadas tuvieran una
adhesión al proyecto político y económico de esta organización, a la vez que permitiera
su movilización. .
Sin embargo, en la década de los ochentas, bajo la tregua pactada con el gobierno de
Belisario Betancur, las FARC siguieron profundizando su influencia armada y política
en las regiones de dominio tradicional y abrieron nuevos frentes para acercarse a las tres
ciudades principales del país: Bogota, Medellín y Cali. Con el cese al fuego pactado, las
FARC se politizaron y fundaron la Unión Patriótica para buscar una representación
electoral e implementar todas las formas de lucha en contra del régimen. Esto les
permitiría a varios de sus representantes políticos salir de la clandestinidad, pero
también con el tiempo ser exterminados, lo que frustraría por completo el cese al fuego
pactado en el gobierno de Belisario Betancur y continuado por el de gobierno de
Virgilio Barco. A finales de los ochenta, las FARC abortarían la vía política
institucional para acceder al poder, haciendo un voto decidido por la lucha armada y por
la creación de movimientos políticos clandestinos, como el bolivariano. Esto por
supuesto haría que el Estado cambiara su visión y acción frente a las FARC, pasando a
combatirlas mediante ofensivas militares más intensas en las regiones, con la
colaboración de las nacientes estructuras paramilitares.
Además en este escenario la guerrilla de las FARC, específicamente el bloque oriental,
se inicia en el negocio del narcotráfico en las zonas de frontera agrícola, con la
intención de financiar su estrategia de todas las formas de lucha en particular, y la
guerra en general. Además van a intensificar ciertas prácticas delincuenciales que
continúan hasta el día de hoy como la extorsión, el secuestro y el asesinato. Estas
prácticas se ejercieron principalmente en contra de los sectores económicos estratégicos
del país y los latifundistas, incluyendo en esta última categoría a los agroindustriales y
ganaderos. Para finales de los ochenta y comienzos de los noventa las FARC están
consolidadas militar, política y económicamente, extendiéndose desde el sur del país
hasta la Sierra Nevada, creando el corredor norte, con la intención de manejar pasos
estratégicos para el tráfico de drogas. De la misma manera, van a crear un corredor
desde la selva amazónica hasta el pacifico con la misma intención. Adicionalmente, se
crean y consolidan frentes de combate en las zonas económicamente productivas y
estratégicas de país, iniciando ofensiva contra dichos sectores estratégicos, como por
ejemplo en las explotaciones de petróleo, específicamente en Caño Limón y la agro-
industria.
No obstante, a finales de los ochenta, con el cese al fuego, las FARC se instalan en Casa
Verde a negociar la paz con el gobierno, siendo ocupado su campamento en 1990. Este
ataque disperso del ejército al mando central de la guerrilla, al igual que en Marquetalia,
representó para él primero una toma simbólica de la zona, aunque militarmente las
FARC siguieron ejerciendo su dominio en la zona. A partir de allí, las FARC iniciarían
una feroz ofensiva en contra del Estado en todas sus regiones de influencia,
concentrando su escalada ofensiva en tres regiones: el Magdalena Medio, la región de
Córdoba y en la cordillera oriental. A finales de 1997 las FARC van a tener su punto
más alto de derrota militar al ejército colombiano. Sin embargo, a comienzos del 99 se
van a iniciar nuevos diálogos de paz, esta vez con el presidente Andrés Pastrana.
Diálogos que nuevamente serían fracasados.
12
Podríamos decir entonces que durante la década de los noventa las Farc van a consolidar
su accionar político y militar en todo el territorio nacional, pasando de ejercer dominio,
como lo fue en un principio, en las zonas periféricas y de frontera agrícola, para
expandirse y ejercer su accionar militar y política en las zonas mas productivas del país,
que es donde se encuentran los sectores económicos estratégicos, de esta manera,
comenzaron a asediar los grandes enclaves económicos como el ganadero, la
monocultivo, el petróleo, además de la infraestructura del país. Además tuvieron que
enfrentarse con los paramilitares y el narcotráfico en zonas donde antes eran absolutas
dominadoras. Las FARC llegarían entonces a ejercer una presión mucho más fuerte
sobre los gobiernos y el estado, como la que nunca antes habían tenido.
Durante el 2002, tras el fracaso de los diálogos de San Vicente del Caguán con el
presidente Andrés Pastrana, viene un relativo cierre de oportunidad política para las
FARC de firmar la paz. Este cierre se profundiza con la implementación del Plan
Colombia, con la posesión de Álvaro Uribe Vélez y la puesta en práctica de la política
de seguridad democrática. La correlación de fuerzas comienza entonces a cambiar
radicalmente para las FARC con la mayor campaña bélica emprendida por gobierno
alguno contra esta organización. Atendiendo los lineamientos de Washington el
gobierno de Uribe Vélez da inicio en el 2004 al “Plan Patriota”, el cual es esencialmente
un refuerzo militar del Plan Colombia financiado por los Estados Unidos con la
pretensión de aniquilar por la fuerza a la guerrilla de las FARC-EP, la cual es entendida
y considerada por las elites dominantes y por algunos sectores económicos (la industria,
las multinacionales, los ganaderos, los latifundistas, etc.) como un problema de orden
publico, como una amenaza “terrorista” y como un enemigo interno.
Finalmente, desde el 2002 hasta ahora podríamos decir que las FARC han tenido que
enfrentar un contexto político nacional donde la seguridad democrática pretende su
derrota militar como condición para una negociación política con esta organización. Es
evidente entonces el giro de las correlaciones de fuerza entre la guerrilla de las FARC y
el Estado colombiano en el conflicto armado. De ser una estructura armada y política
ofensiva, pasa a ser una guerrilla replegada en las fronteras, con un estatuto político y de
beligerancia en crisis o no reconocido por la comunidad nacional e internacional.
2. Los marcos discursivos de las FARC-EP y del Estado colombiano. Los textos y
las coyunturas desde el análisis de marcos.
2.1 Los “marcos” y su potencial analítico
En la teoría de los movimientos sociales la construcción de la identidad es un
componente esencial de la acción colectiva, ya que permite que los actores involucrados
en un conflicto se vean así mismos, se construyan y se movilicen como individuos o
grupos unidos entre sí por intereses, valores, e historias compartidas. La definición de la
identidad en los movimientos sociales supone a su vez una definición de la realidad
social sobre la base de unos marcos que tienen una doble función, tanto interna como
externa. Por un lado, lo interno del movimiento social permite establecer el campo de
identificación del actor, es decir quién es él como protagonista, quién es su antagonista,
cuál es el problema frente al cual se moviliza, cuáles son las metas que persigue como
organización, y cuál es su audiencia. Por otro lado, lo externo del movimiento se
articula a la movilización de potenciales consensos sociales, mediante los cuales
persigue el apoyo y la movilización de la sociedad a favor de él.
13
Para autores como Hunt, Snow y Benford (1994) al realizar análisis de movimientos
desde una perspectiva de marcos habría que distinguir analíticamente entre el campo de
identidad y el enmarcado del problema. Estos dos elementos configuran lo que ellos
denominan el proceso enmarcado (framing process), el cual se constituye en una
estrategia para aumentar las capacidades de identificación y movilización de los actores.
El campo de identidad está personificado por tres actores: el protagonista, el antagonista
y la audiencia.El protagonista es aquel que promueve o simpatiza con los valores, metas
y prácticas de un movimiento social, beneficiándose de las acciones del movimiento. El
antagonista es aquel que se opone a los esfuerzos de los protagonistas. Finalmente, la
audiencia estaría representada por individuos o grupos que son neutrales o son
observadores no comprometidos, aunque algunos de ellos puedan responder o informar
de los acontecimientos que presencien, además de reaccionar positivamente a las
actividades y el discurso del movimiento social, y unirse a el como aliados potenciales.
Por su parte, el enmarcado del problema abarca los marcos de diagnostico y pronostico.
El primero implica la definición de una situación como un problema, paso importante si
se quiere lograr la movilización de una audiencia. Esta movilización puede ser más
efectiva si se definen además los agentes causales del problema. El segundo, ofrece
soluciones y propone estrategias específicas para resolver el problema. Desde nuestra
perspectiva este enmarcamiento discursivo, tanto del campo de la identidad como del
problema, es lo que nos interesa respecto de las FARC – EP como organización y del
Estado en su confrontación con ella. Veamos un ejemplo empírico de como se presenta
el framing process en el programa agrario de los guerrilleros de las FARC en 1964, que
consideramos uno de los documentos trascendentales, debido a que es el documento
(manifiesto) con el que se funda la organización guerrillera en Colombia, el cual será
analizado detalladamente más adelante con otros documentos emitidos en álgidas
coyunturas políticas. Sin embargo, es importante anotar, que el framing process se
percibe a lo largo de todos los documentos analizados en este artículo, permitiéndonos
observar cómo se identifican y enmarcan el problema de la realidad social colombiana
ambos actores (las FARC-EP y el Estado colombiano).
Por lo tanto, podemos identificar el framing process, en el documento de 1964, de la
siguiente manera: por un lado, podemos observar cómo se definen e identifican las
FARC-EP a sí mismas y como definen e identifican a sus enemigos y audiencia, para
esto procedimos metodológicamente con el análisis de marcos propuesto por Snow en
donde se identifica, por una parte, un protagonista, un antagonista y una audiencia, que
permiten establecer la identidad de la organización guerrillera, la de sus enemigos y la
audiencia a la cual se dirigen. En el año 64 las FARC se define e identifica a sí misma
como un “grupo de campesinos sin tierra del sur del Tolima, Huila y Cauca”, que han
sido “víctimas de cinco guerras”, de la “política de sangre y fuego”, de la “furia
latifundista” y de “una guerra de exterminio”. Circunstancias que, según ellos, los han
llevado a organizarse militar y políticamente en un “movimiento guerrillero
revolucionario popular de tradición libertaria” que “recoge la bandera Bolivariana”, y en
el cual se ven representados los intereses del pueblo y de los sectores populares. Por
aquel entonces se definen de forma genérica como un “pueblo alzado en armas”.
(Extraído de: Las FARC y el Programa agrario del 64. En:
http://bolivarsomostodos.org/index.php?option=com_content&task=blogcategory&id=0
&Itemid=45). En este momento, las FARC identifican básicamente cuatro grandes
enemigos. En primer lugar el latifundio, representado por los grandes ganaderos, el gran
comercio, los gamonales de la política oficial, los comerciantes de la violencia, los
14
grandes señores de la tierra, el paramilitarismo de entonces (los Chulavitas). En
segundo lugar, la oligarquía, representada por los monopolios financieros, la clase
dominante “rapaz y reaccionaria”, los especuladores, las instituciones oficiales y
semioficiales de crédito, el “fascismo” y la “seguridad nacional”. En tercer lugar, los
militares, representados sobre todo por los altos mandos y las fuerzas armadas oficiales.
Finalmente, en cuarto lugar el Imperialismo, representado en “las bestialidades de un
régimen podrido”, en las compañías imperialistas norteamericanas, y en los especialistas
militares norteamericanos. Por último, en lo que respecta a la cuestión de la identidad
del framing process, encontramos a la audiencia, permitiéndonos afirmar, que en la
medida en que se autoperciben como portavoces revolucionarios del pueblo su
audiencia se concentra básicamente en tres grandes sectores. El primero de carácter
popular, representado por los campesinos, colonos, ocupantes, arrendatarios, aparceros,
terrazgueros, agregados, obreros, empleados, artesanos, soldados y policías. El segundo
relacionado con las fuerzas políticas, sociales y económicas del momento, es decir,
pequeños comerciantes, burguesía nacional, partidos y corrientes políticas de izquierda
y de centro, oficiales patriotas, comunidades indígenas, fuerzas democráticas
progresistas y revolucionarias, la alianza obrero campesina, los sindicatos, comité de
usuarios y las juntas comunales. Finalmente, un sector de opinión informada
representada por, intelectuales demócratas, revolucionarios y estudiantes.
Por el otro lado, se encuentra la otra parte del framing process, el enmarcamiento del
problema, que se divide analíticamente en un diagnostico y un pronóstico de la realidad,
que para nuestro caso es el conflicto armado colombiano. Por un lado, el diagnostico,
identifica las causas y consecuencias del problema, es decir, del conflicto económico,
social, político y humanitario que azota a Colombia desde hace cuarenta años. Por el
otro lado, el pronóstico no propone únicamente los medios y los fines, es decir, los
medios para alcanzar las metas propuestas para cambiar la realidad, sino que también,
es lo que permite la movilización política y armada, no solo de la organización
guerrillera, sino también, de sus audiencias y simpatizantes que se adhieren emocional y
racionalmente a la causa y a la lucha armada y política de la organización guerrillera.
Veamos cómo se evidencia esto empíricamente en el programa agrario de los
guerrilleros de las FARC. Respecto al diagnostico podemos afirmar, que en este
documento es claro y explicito que el problema diagnosticado en el año 64 es la
persistencia de una vieja estructura latifundista en Colombia. Y respecto al pronostico,
podemos afirmar, que es posible identificar tres grandes metas. Las primeras en el orden
económico están relacionadas básicamente con la defensa de una política agraria
revolucionaria, que consiste en transformar de raíz la estructura social del campo y
elevar el nivel de vida material y cultural del campesinado. Lo cual implica para ellos la
defensa de la soberanía nacional, la generación de subsidios al campo y el control social
de los precios de los productos agrícolas. Las segundas metas son de carácter político y
tienen que ver con la construcción de un gobierno revolucionario y democrático, por
medio del protagonismo histórico del campesinado. Lo anterior implica un cambio de
régimen a través de la lucha armada y revolucionaria por el poder, y el establecimiento
de un frente único democrático, progresista y revolucionario. Finalmente, unas metas
sociales que consisten básicamente en la salida política y democrática al conflicto, en la
defensa de la soberanía popular y en un proteccionismo económico.
15
Ahora bien, el concepto de marcos que utilizamos aquí, hace referencia según Snow
(1986: 464-476) “a esquemas de interpretación que permiten al individuo localizar,
percibir, identificar y etiquetar ocurrencias en su espacio vital y en el mundo en
general”. En este sentido, según Snow “al dar significado a los eventos u ocurrencias, la
estructura se pone en marcha para organizar la experiencia y guiar la acción, sea
individual o colectiva” (1986: 464-476). De tal forma que los marcos organizan las
creencias y significados que orientan la acción y legitiman las actividades de un
movimiento social. (Snow y Benford, 1992). Llegando incluso el marco a representar el
esquema mental con el que los individuos interpretan y orientan los acontecimientos.
Podemos definir los marcos como una especie de plantilla preexistente, por medio de la
cual filtran la realidad exterior, ordenándola y clasificándola, haciéndola inteligible. En
suma, los marcos en tanto dispositivos de significación permiten interpretar cómo
funciona la política para los actores, cómo en coyunturas especiales se constituyen
temas que atraen la atención de unas audiencias sobre un asunto particular, y cómo se
proveen en coyunturas y contextos particulares explicaciones a los problemas. En este
sentido, los marcos reúnen un conjunto de dimensiones para interpretar procesos
políticos en general y procesos políticos en particular.
Sin embargo, si bien utilizamos a Snow (1986) para definir la noción de marcos,
debemos también reconocer la deuda que esta noción tiene con su creador, Erving
Goffman (1974). Para este sociólogo el marco hace referencia a esquemas de
interpretación que permiten a los individuos ubicar, percibir, identificar y clasificar los
acontecimientos ocurridos dentro de su espacio de vida y en el mundo en general. En tal
sentido, una vez que se otorga significado a los acontecimientos, los marcos funcionan
para organizar la experiencia y guiar la acción individual y colectiva. Particularmente
en el contexto de los movimientos sociales, los marcos de referencia para la acción
colectiva destacan ciertos aspectos de la realidad, y también actúan como base para la
atribución y articulación de significados. Mediante ellos (los marcos y el framing
process) se puede atribuir identidades, definir un problema y ofrecer soluciones
(enmarcamiento del problema).
De otra parte no nos ha interesado sólo definir la noción de marco sino también ubicarla
en el terreno del análisis de discurso. Este enfoque parte del supuesto teórico de que el
lenguaje construye la realidad social y no sólo es un reflejo de ella (Phillips y Hardy,
2002; Fairclough y Wodak, 2000). Su objetivo analítico de largo aliento es comprender
cómo el discurso constituye el mundo social y cómo éste no puede ser conocido si
separa del discurso. Ahora bien, el análisis de discurso nutre el análisis de marcos en
cuanto permite comprender los esquemas de interpretación y de discurso mediante los
cuales los individuos y grupos filtran la realidad exterior, ordenándola, nombrándola y
orientando su acción social a partir de ella.
En nuestro trabajo, a partir de la noción de marcos propuesta por Snow, Goffman y la
vinculación con el análisis de discurso, hemos considerado pertinente utilizar la noción
de “marco discursivo” entendida como el conjunto de dispositivos y mecanismos
cognitivos y sociales que los sujetos y grupos estructuran interior y exteriormente para
definir la realidad frente a la que se movilizan, y frente a la cual, producen elementos
ideológicos, por medio de cuales interpretan y significan de la realidad social. Esta
categoría nos proporciona entonces pistas importantes acerca de la ideología de la
organización armada, y del Estado en su confrontación con ella, además que nos
permite observar en qué circunstancias ocurre la cohesión social necesaria para la
16
acción colectiva de dicha organización como actor político y armado, cómo se organiza
y moviliza la lucha durante un período de más de 40 años. Además nos permite
comprender cómo el Estado se percibe y se identifica en la confrontación, como
clasifica y combate a sus adversarios y cómo interpreta las coyunturas nacionales del
conflicto armado y social.
En este punto, considero importante hacer referencia a Karl Mannheim y a su “obra
magna” Ideología y utopía, la cual nos proporcionara una bases teóricas solidas acerca
de los conflictos entre los diferentes modos de pensar, lo cual nos permitirá
aproximarnos mejor al problema que estamos analizando. De esta manera, podemos
iniciar el análisis realizando la misma pregunta con la que Mannheim empieza dicha
obra: ¿cómo es posible que idénticos procesos de pensamiento, relacionados con el
mismo mundo, produzcan concepciones divergentes de ese mundo? Y de ahí preguntar:
¿no es posible que los procesos en cuestión no sean en modo alguno idénticos? No hay
más que un paso. ¿No podría ser que una vez examinadas todas las posibilidades del
pensamiento humano encontráramos que existen muchos caminos entre los cuales se
puede elegir?” (Mannheim; 2004; 41). Podemos afirmar entonces, que ambos actores,
las FARC-EP y el Estado colombiano (representado en sus elites políticas y altos
mandos militares) han percibido el problema a lo largo del tiempo desde diferentes
perspectivas, las cuales responden a las condiciones materiales, relacionales,
existenciales y a la visión del mundo que poseen los dirigentes de ambos actores
colectivos. De este modo, según Mannheim, “La sociología del conocimiento se ocupa
no tanto de las deformaciones debidas a un propósito deliberado de engañar, como a las
varias maneras en que se presentan los objetos al sujeto, según las diferencias del marco
social. Así, pues, las estructuras mentales se deforman inevitablemente de un modo
diferente, según las diferencias del ambiente social e histórico.”(Mannheim; 2004; 302).
Veamos otro ejemplo empírico de cómo ambos actores enmarcan e interpretan de
maneras diferentes el mismo conflicto y escenario socio-histórico: en el documento del
periódico El tiempo: La VI brigada y la “Operación Marquetalia” del 64, podemos
observar la manera en la que las FFAA diagnostican el problema frente al cual se
movilizan las FARC-EP: Según el diagnostico del Estado, las FARC desinforman a los
campesinos con versiones irresponsables sobre lo que ocurre en el país y en las
regiones, con la única finalidad de generar confusión y desorden en ellos, y así
conducirlos a que se armen, se agrupen, y se levantes en armas, en contra de las
autoridades institucionales legitimas. También, afirman que las FARC “posan” ante los
campesinos como autodefensas regulares con el fin de movilizarlos y armarlos en
regiones ricas, “donde siempre ha habido tranquilidad y concordia”, impidiendo con
ello la acción de control, vigilancia y seguridad del Estado. Por otro lado, las FARC-EP
perciben la operación Marquetalia, en palabras del fallecido miembro del “secretariado”
Iván Ríos, de la siguiente manera: “la actitud de la gente de Marquetalia fue una actitud
de dignidad, de asumir lo que está haciendo y no someterse a las condiciones del otro en
una inferioridad de condiciones totales. Y ese gesto se extiende, por que los
marquetalianos no son simplemente los que empezaron ahí, sino, los que siguieron, los
combatientes que se vinculan hoy. Mucha gente se ha vinculado por dignidad […]. La
palabra resistencia sintetiza todo, porque es armada, política e ideológica. Nosotros que
le venimos diciendo a la gente, hay que resistir, y si hay que hacer dos o tres
Marquetalias, pues las haríamos, podemos hablar de una cultura Fariana, la cultura de la
resistencia, la cultura de la igualdad, son valores que identifican a la organización.”
(Ferro y Uribe, 2002: 29). Por lo tanto, es evidente que ambas partes tienen un
17
enmarcaje diferente del problemas y una interpretación y significación de la realidad
diferente que corresponde a sus condiciones materiales, existenciales y relacionales con
el mundo y con los otros, en donde ambos actores se plantean en sus pronósticos como
la utopía y califican a su oponente de ideológicos y de visiones distorsionadas de la
realidad, como se hace evidente en el documento anterior, sin comprender que dichas
visiones antagónicas de la realidad responden a condiciones materiales, relacionales,
socio-históricas y existenciales en su relación con el mundo y con los “otros”, es por
esta relación con el mundo y con los otros, lo que hace pensar a las personas y a los
grupos lo que piensan, es esa relación con el mundo y con los otros, que se produce de
acuerdo a la posición relativa que los actores ocupan en la estructura social, la que
permite que existan posiciones antagónicas de pensamiento e interpretaciones
divergentes acerca de una misma realidad o de un mismo problema.
De otra parte, conviene puntualizar aquí que al referirnos a la noción de marco
discursivo desde unos textos y unas coyunturas específicas, no estamos desconociendo
la noción de “marco maestro”, la cual desempeña la misma función que un marco de
significación para la acción colectiva, pero a una escala mayor que la aquí nos interesa:
por ejemplo una lucha por la transformación de la sociedad a nivel latinoamericano o
bolivariano o transcontinental Sin embargo, vale la pena anotar, que lo que nos ha
interesado detallar es el enmarcamiento de un campo de luchas que se va construyendo
en coyunturas nacionales más amplias que las que los textos revisados dan cuenta y la
misma interpretación que hacemos aquí en el artículo, como puede ser el caso de El
Frente Nacional, la Operación Marquetalia, los diálogos de San Vicente del Caguán, la
política de seguridad democrática, entre otros. También es importante anotar que
cuando hablamos de análisis de coyuntura dentro del análisis de marcos discursivos
estamos comprendiendo por lo primero el estudio de una arena política específica en el
tiempo, donde existe un actor protagonista, un antagonista, una audiencia, un problema
y unas metas. No estamos olvidando entonces el análisis estructural de largo aliento,
simplemente estamos situándonos en un momento del proceso.
A continuación, ofreceremos una visión del esquema interpretativo de marcos para los
dos actores en conflicto en los siete documentos analizados. Detallaremos cómo el
Estado y las FARC se perciben como protagonistas del conflicto, cómo definen a sus
antagonistas, a qué audiencia pretenden llegar, cómo diagnostican la realidad nacional y
que soluciones pretenden ofrecer.
2.2 Los marcos discursivos de las FARC y del Estado frente al conflicto armado y
social. Los textos y sus coyunturas.
2.2.1 Las Farc y el Programa agrario del 64
a. ¿Cómo se define las FARC? En el año 64 las FARC se define e identifica a sí
misma como un “grupo de campesinos sin tierra del sur del Tolima, Huila y Cauca”,
que han sido “víctimas de cinco guerras”, de la “política de sangre y fuego”, de la “furia
latifundista” y de “una guerra de exterminio”. Circunstancias que, según ellos, los han
llevado a organizarse militar y políticamente en un “movimiento guerrillero
revolucionario popular de tradición libertaria” que “recoge la bandera Bolivariana”, y en
el cual se ven representados los intereses del pueblo y de los sectores populares. Por
aquel entonces se definen de forma genérica como un “pueblo alzado en armas”.
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b. ¿Cómo definen a su enemigo? En este momento, las FARC identifican básicamente
cuatro grandes enemigos. En primer lugar el latifundio, representado por los grandes
ganaderos, el gran comercio, los gamonales de la política oficial, los comerciantes de la
violencia, los grandes señores de la tierra, el paramilitarismo de entonces (los
Chulavitas). En segundo lugar, la oligarquía, representada por los monopolios
financieros, la clase dominante “rapaz y reaccionaria”, los especuladores, las
instituciones oficiales y semioficiales de crédito, el “fascismo” y la “seguridad
nacional”. En tercer lugar, los militares, representados sobre todo por los altos mandos y
las fuerzas armadas oficiales. Finalmente, en cuarto lugar el Imperialismo, representado
en “las bestialidades de un régimen podrido”, en las compañías imperialistas
norteamericanas, y en los especialistas militares norteamericanos.
c. ¿Cómo diagnostican el problema o los problemas frente al cual o los cuales se
movilizan? En este documento es claro y explicito que el problema diagnosticado en el
año 64 es la persistencia de una vieja estructura latifundista en Colombia.
d. ¿Cómo las FARC definen sus objetivos de acción y estrategias de lucha? Es
posible identificar tres grandes metas. Las primeras en el orden económico están
relacionadas básicamente con la defensa de una política agraria revolucionaria, que
consiste en transformar de raíz la estructura social del campo y elevar el nivel de vida
material y cultural del campesinado. Lo cual implica para ellos la defensa de la
soberanía nacional, la generación de subsidios al campo y el control social de los
precios de los productos agrícolas. Las segundas metas son de carácter político y tienen
que ver con la construcción de un gobierno revolucionario y democrático, por medio
del protagonismo histórico del campesinado. Lo anterior implica un cambio de régimen
a través de la lucha armada y revolucionaria por el poder, y el establecimiento de un
frente único democrático, progresista y revolucionario. Finalmente, unas metas sociales
que consisten básicamente en la salida política y democrática al conflicto, en la defensa
de la soberanía popular y en un proteccionismo económico.
e. ¿A qué público se dirigen? En la medida en que se autoperciben como portavoces
revolucionarios del pueblo su audiencia se concentra básicamente en tres grandes
sectores. El primero de carácter popular, representado por los campesinos, colonos,
ocupantes, arrendatarios, aparceros, terrazgueros, agregados, obreros, empleados,
artesanos, soldados y policías. El segundo relacionado con las fuerzas políticas, sociales
y económicas del momento, es decir, pequeños comerciantes, burguesía nacional,
partidos y corrientes políticas de izquierda y de centro, oficiales patriotas, comunidades
indígenas, fuerzas democráticas progresistas y revolucionarias, la alianza obrero
campesina, los sindicatos, comité de usuarios y las juntas comunales. Finalmente, un
sector de opinión informada representada por, intelectuales demócratas, revolucionarios
y estudiantes.
2.2.2 La VI brigada y la “Operación Marquetalia” del 64
a. ¿Cómo se autodefine el Estado (gobierno y FFAA)? Para aquella época el Estado
representado, en el Gobierno y las FFAA se percibe y se nombra básicamente como una
autoridad institucional legítima y una fuerza constitucional y armada que se encargada
del control, la vigilancia y la seguridad.
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b. ¿Cómo definen a su enemigo? En este momento el Estado define y construye a las
FARC como un grupo de campesinos armados en campos y ciudades que están en
contra del progreso, la paz, las autoridades legítimas, y el orden constitucional. Aquí las
FARC son vistas como una “amenaza” que ejerce una feroz ofensiva militar contra
regiones campesinas, atropellando el derecho de libre opinión, libre asociación y libre
trabajo.
c. ¿Cómo diagnostica el Estado la situación frente a la cual se moviliza y confronta
a las FARC? Según el diagnostico del Estado, las FARC desinforman a los
campesinos con versiones irresponsables sobre lo que ocurre en el país y en las
regiones, con la única finalidad de generar confusión y desorden en ellos, y así
conducirlos a que se armen, se agrupen, y se levantes en armas, en contra de las
autoridades institucionales legitimas. También, afirman que las FARC “posan” ante los
campesinos como autodefensas regulares con el fin de movilizarlos y armarlos en
regiones ricas, “donde siempre ha habido tranquilidad y concordia”, impidiendo con
ello la acción de control, vigilancia y seguridad del Estado.
d. ¿Cómo el Estado define sus objetivos de acción? Por esta época, es posible
identificar dos grandes metas del Estado en su ofensiva contra las FARC. De un lado
están las metas políticas, básicamente expresadas en someter a los bandoleros al imperio
de la ley. Pero es interesante observar como se asume Marquetalia como un plan cívico-
militar legítimo que busca defender los intereses nacionales mediante el mandato de las
fuerzas armadas en las regiones donde no se ha tenido presencia. De otra parte están las
metas sociales, las cuales ratifican la necesidad de combatir a las FARC mediante la
rehabilitación de los campesinos tolimenses a través de un plan cívico-militar que
incluya “campañas medico asistenciales, construcción y reparación de caminos, de
escuelas, repartición de marcados, instrucción cívica y respeto a los emblemas de la
patria”, además de convertir al campesino en un “amigo del orden” y en un “informante
seguro”.
e. ¿A qué público se dirigen? El Estado se dirige de manera genérica a una población
civil representada en los campesinos tolimenses y del Huila. Aunque se coloca especial
interés en los “campesinos honrados y pacíficos” que se sitúan dentro del orden
institucional.
20
2.2.3 Plataforma Política de las FARC-EP (1993)9
a. ¿Cómo se define las FARC? De manera muy sucinta las FARC aparecen aquí ya no
como una “organización de autodefensa”, sino como una “organización Bolivariana,
pluralista patriótica y democrática”.
b. ¿Cómo definen a su enemigo? Aquí sus enemigos son básicamente tres: “El
latifundio”, “los policías” y “los militares”
c. ¿Cómo diagnostican el problema o los problemas frente al cual o los cuales se
movilizan? Esencialmente el problema sigue siendo el mismo treinta años después, es
decir la persistencia histórica de una estructura latifundista en la sociedad colombiana.
Sin embargo, lo justifican de forma más ampliada, a través de dos factores estructurales,
en primer lugar, la exclusión social, económica y política de amplios sectores de la
sociedad y, en segundo lugar, la ausencia de soberanía social, económica y política de
nación frente a los recursos naturales (la selva, el petróleo, las minas; la industria) y los
sectores estratégicos de la nación (el agua, la luz, las telecomunicaciones, y el sector
energético).
d. ¿Cómo las FARC definen sus objetivos de acción y estrategias de lucha? Como
metas políticas las FARC consideran prioritario la solución política al conflicto, además
de ofrecer una solución política al fenómeno de producción, comercialización, y
consumo de narcóticos y alucinógenos y de priorizar la integración regional y
latinoamericana Como metas económicas el énfasis se coloca en la lucha por la defensa
de la soberanía de los recursos naturales, industriales, y estratégicos de la nación,
además de la aplicación de un modelo de desarrollo y de modernización económica con
justicia social y de la aplicación de una política “agraria proteccionista y democrática”.
Además de la renegociación de la deuda externa, la redistribución social del ingreso
mediante una afectación a los que más ganan y la afectación del impuesto de IVA, solo
a bienes y servicios suntuarios. Finalmente como metas sociales estarían principalmente
la defensa de la soberanía nacional, la conformación de un gobierno nacional, pluralista,
patriótico y democrático. Además de considerar como fundamental destinar el 50% del
presupuesto nacional para la inversión en el bienestar social.
e. ¿A qué público se dirigen? Básicamente las FARC consideran que su audiencia son
“todos los colombianos”, representados en los sectores populares, los gremios, las
organizaciones sindicales, populares, los entes académicos y científicos.
2.2.4. Discurso FARC-EP: Inauguración de los diálogos de Paz en San Vicente del
Caguán (1999)10
a. ¿Cómo se define las FARC? En este documento, las FARC siguen siendo los
colonos y campesinos expropiados por el Estado. Aunque enfatizan en su condición de
como organización politico-militar, de “fuerza insurgente” y “ejército guerrillero del
pueblo”.
9 Treinta años después, pasando por un fallido proceso de paz con el presidente Belisario Betancur y la
constituyente de 1991, las FARC emiten su plataforma política 10
Discurso emitido por Joaquín Gómez, durante el comienzo de los diálogos con el presidente Andres
Pastrana.
21
b. ¿Cómo definen a su enemigo? En este documento los enemigos de las FARC
básicamente son cuatro. En primer lugar la clase gobernante y la elite política,
representada en actores personificados en las figuras de Guillermo León Valencia,
Laureano Gómez, Rojas Pinilla, Álvaro Gómez, Belisario Betancur, Virgilio Barco,
Cesar Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, y el Frente Nacional. En segundo
lugar, el Estado, el cual es significado como una “maquinaria excluyente”, como
“estructura vieja” y como un “agente expropiador” En tercer lugar, los militares,
representados en los altos mandos militares. Y finalmente, otros actores, más dispersos
y menos homogéneos en el discurso, como los paramilitares y Carlos Castaño, los
monopolios nacionales y extranjeros, y el narcotráfico.
c. ¿Cómo diagnostican el problema o los problemas frente al cual o los cuales se
movilizan? Para las FARC el problema básico es una deuda histórica del gobierno
nacional (la elite gobernante) para ofrecer una salida al conflicto social y armado
nacional con justicia social y soberanía. Para ellos esa deuda histórica azota el país
desde hace 150 años, donde las principales víctimas han sido los campesinos, entre ellos
las FARC. Sin embargo, sobresale en este documento el que las FARC consideren que
parte del problema es la ausencia de reconocimiento de su condición de actor político y
beligerante en la estructura política nacional a lo largo del tiempo; lo que quiere decir,
es que el Estado nunca ha permitido acceder a la política nacional a los sectores
populares, convirtiéndose en una maquinaria política excluyente, una democracia
oligarquía. Por último, estaría el falso reconocimiento de la confrontación armada y
social del país, es decir, que el conflicto que vive el país es reducido a un problema de
orden público, desconociendo el factor económico y político.
d. ¿Cómo las FARC definen sus objetivos de acción y estrategias de lucha? En este
texto y coyuntura nacional las FARC únicamente definen metas políticas y sociales,
habiendo una ausencia de las metas económicas. Dentro de las metas políticas sobresale
la solución política al conflicto nacional y la transformación radical de las viejas
estructuras del Estado. Dentro de las metas sociales sobresale la salida al conflicto con
justicia social y soberanía. Es de señalar que las FARC reconocen aquí una “salida
institucional al conflicto armado y social” por medio de una asamblea constituyente,
con la representación de los distintos estamentos de la sociedad.
e. ¿A qué público se dirigen? Al igual que en los otros textos las FARC privilegian los
sectores populares como su auditorio primordial. Estos estarían representados por los
agricultores, el campesinado, los desplazados por la violencia y los otros insurgentes.
También toman en consideración a las fuerzas políticas, sociales y económicas,
representadas por los partidos políticos, intelectuales, industriales y organizaciones de la
sociedad civil.
2.2.5 Discurso presidencial de Andrés Pastrana en la inauguración de los diálogos
de paz en San Vicente del Caguán (1999)
a. ¿Cómo se autodefine el Estado (gobierno y FFAA)? En este documento el Estado
se define de dos formas, en primer lugar, como un gobierno, representado por el jefe de
Estado y las FFAA. Y en segundo lugar, como vocero del pueblo, en el cual el
presidente Andrés Pastrana representa la voz de un país que “quiere paz y busca justicia
social”
22
b. ¿Cómo definen a su enemigo? El antagonista, en este documento, es contundente y
explicito, Manuel Marulanda Vélez.
c. ¿Cómo diagnostica el Estado la situación frente a la cual se moviliza y confronta
a las FARC? Para el gobierno de Pastrana, el conflicto colombiano tiene sus raíces en
la injusticia social. De forma retórica este gobierno considera que la “guerra de la paz”
se gana en el empleo, en la vivienda, en la nutrición, en la salud, en la educación, en el
respeto a la ecología, y en la certeza de la supervivencia siempre abierta a la felicidad.
Por otro lado, según el presidente, Colombia no puede seguir dividida en tres países
irreconciliables, en donde “un país mata, otro país muere, y un tercer país, horrorizado
agacha la cabeza y cierra los ojos”
d. ¿Cómo el Estado define sus objetivos de acción? Como metas sociales el Estado
considera prioritario, la reconciliación nacional para superar la división de la nación,
luchar contra la pobreza y la corrupción. Ahora bien, se considera que el Estado debe
buscar la creación de condiciones para dar empleo seguro y confiable, luchar contra el
secuestro, la construcción de una nación civilizada. Como metas políticas se coloca
especial atención, a la instalación de una mesa de diálogos para acordar una agenda de
conversaciones con las FARC, el reconocimiento del carácter político de las FARC
como organización, la humanización del conflicto, respeto pleno al derecho
internacional humanitario, la aplicación del Plan Colombia, y fortalecer la imagen de
Colombia en el exterior. Y por ultimo, como metas económicas, se percibe que el
Estado debe trabajar por la sustitución agrícola y la eliminación de los cultivos
vinculados al tráfico de drogas. En este documento no se hace referencia alguna al
problema agrario estructural.
e. ¿A qué público se dirigen? El público al que se dirige el Estado, representado en
Andres Pastrana, está básicamente representado en tres grupos. En primer lugar, se
encuentran los sectores populares, que cobija a los campesinos, las madres de familia,
los desplazados, los soldados, los insurgentes, los secuestrados, los desaparecidos, los
huérfanos y los niños. En segundo lugar, a los grupos de presión y de poder,
representados por los embajadores, empresarios y la comunidad internacional. Y en
tercer lugar, se encuentran los iconos nacionales, representados en “Dios”, “el pueblo”,
“la bandera”, la gloria de “Gabo”, la “maestría de Botero”, la “jugada del Pibe”, la
“letra original de Shakira y los Aterciopelados”, la “ciencia de Patarroyo y Rodolfo
Llinás”, y “el profundo orgullo de ser colombianos”
2.2.6 Novena Conferencia de las FARC-EP: “Por la Nueva Colombia, la Patria
Grande y el socialismo 200711
a. ¿Cómo se definen las FARC? Las FARC-EP se autodefinen como una fuerza
beligerante político- militar.
b. ¿Cómo definen a su enemigo? Aquí las FARC identifican unos enemigos internos y
externos que mantienen cierta continuidad desde el 64. Los externos con presencia
directa en el país son “El Plan Colombia”, “El Plan Patriota” y “La Casa Blanca”. Los
internos son básicamente el “sistema electoral tramposo”, la “gran prensa”, los distintos
gobiernos de la historia nacional, los dueños del poder, de las haciendas y del dinero,
11
Este texto es generado en el contexto de la seguridad democrática y del segundo gobierno de Uribe
Vélez. Debido al asedio de las FFAA la conferencia se realizó de forma virtual, por internet.
23
las fuerzas policiales y militares oficiales, el “Estado paramilitar y mafioso de
características fascistas”, un régimen ilegítimo, el “terror del Estado”, los capos del
narcotráfico Pablo Escobar Gaviria, don Berna y los hermanos Castaño Gil, el
presidente Álvaro Uribe, las Convivir, la oligarquía, las “mafias enquistadas en el
aparato del Estado. Sin embargo sobresale específicamente el uribismo y el
paramilitarismo como enemigos centrales.
c. ¿Cómo diagnostican el problema o los problemas frente al cual o los cuales se
movilizan? Los problemas que las FARC-EP mencionan en este documento son
principalmente siete, en primer lugar, el oprobioso incremento y accionar de las tropas
gringas en el territorio nacional y de las operaciones del llamado Plan Colombia las
cuales están dirigidas principalmente contra la población civil. En segundo lugar, la
ausencia de soberanía nacional y la imposición desde la Casa Blanca de las políticas
para el país, de unas concepciones de Estado, de unas estrategias y planes de la fuerza
pública, y de unas reglas ajenas a la realidad nacional para las finanzas, la industria y el
comercio. En tercer lugar, una profunda crisis social y económica cuyos efectos golpean
no a los ricos, sino al pueblo, a través de la cotidianidad de una violencia económica,
social, militar y moral como consecuencia de un ordenamiento político corrupto, apenas
justificado por un sistema electoral tramposo y una gran prensa adocenada. En cuarto
lugar, la arremetida criminal de terratenientes y latifundistas que ambicionan las tierras
de indígenas, colonos y afrodescendientes. En quinto lugar, el proceso de la para
política que está demostrando los profundos y sólidos nexos entre el poder político, el
militarismo, la corrupción administrativa y el narcotráfico. En sexto lugar, el incremento
del poder de las mafias enquistadas en el aparato del Estado. Y finalmente, la profunda
crisis que atraviesan los partidos tradicionales y la institucionalidad.
d. ¿Cómo las FARC definen sus objetivos de acción y estrategias de lucha? En este
documento sobresalen especialmente las metas de orden político. Básicamente enuncian
siete metas, a saber: 1) la solución democrática, patriótica y de profundo contenido
popular a la crisis nacional, con la plena participación de las FARC. 2) la construcción
de una Nueva Colombia fundada sobre principios de soberanía, democracia cierta,
justicia social y ética. 3) la construcción de una nueva institucionalidad, de profundo
contenido bolivariano como la señalada en la plataforma para un nuevo gobierno de
reconciliación y reconstrucción nacional. 4) la unidad popular y democrática por la
nueva Patria. 5) el canje de los prisioneros políticos. 5) la construcción clandestina del
movimiento bolivariano por la nueva Colombia. 6) persistir en la organización y
fortalecimiento del Partido Comunista Clandestino. 7) el fortalecimiento de todas las
modalidades de democracia directa en cada localidad, barrio, vereda, caserío y
municipio. Dentro de las metas sociales se pretende básicamente alcanzar un sistema
social acorde con las realidades del siglo XXI, que reivindique las tradiciones, valores y
riquezas, que mantenga viva la dignidad de nuestro pueblo por la autodeterminación y
contra la injerencia imperial. Además se esgrime la idea de “defender la vigencia del
ideario bolivariano de felicidad para nuestros pueblos”. Una sola meta económica,
aunque contundente encontramos en este documento y es la defensa del patrimonio
colectivo de la nación, en este caso de Ecopetrol
e. ¿A qué público se dirigen? De nuevo, como en los otros documentos, el público al
cual se dirigen las FARC está representado en el pueblo colombiano, los indígenas, los
campesinos, los colonos, los afro-descendientes, la comunidad internacional, la
guerrillerada, los milicianos bolivarianos, los lisiados de guerra, los familiares de los
24
guerrilleros caídos. Destaca sin embargo, la mención que realizan de los prisioneros de
guerra (Sonia y Simón Trinidad), así como los integrantes de los núcleos bolivarianos,
los integrantes de células clandestinas, los integrantes de las diferentes organizaciones
populares y uniones de lucha, los convencidos de la necesidad del canje y de la solución
política. También la mención tácita que realizan de los presidentes latinoamericanos que
representan hoy con su actitud independiente, la dignidad de los pueblos.
2.2.7 “Documento de la Política de Seguridad Democrática 2003: Consolidación de
la seguridad democrática”12
a. ¿Cómo se autodefine el Estado (gobierno y FFAA)? El Estado se representa
básicamente en sus fuerzas militares y de policía nacional.
b. ¿Cómo definen a su enemigo? Se enfatiza a lo largo del documento en la noción de
“grupos criminales” para nombrar a las FARC. Hace presencia la idea de unas “lógica y
estructuras criminales”, también la idea de “fuerzas dispersas que llevan a cabo
acciones terroristas”. Las FARC son básicamente construidas como terroristas y
narcotraficantes.
c. ¿Cómo diagnostica el Estado la situación frente a la cual se moviliza y confronta
a las FARC? El Estado no identifica un conflicto armado y social como causa del
problema, sino más bien una “amenaza terrorista” que debe ser combatida con
seguridad democrática. En este sentido, se identifica como problema a una estructura
terrorista que busca el desgate de las fuerzas del Estado, además de influir en espacios
políticos nacionales e internacionales en búsqueda de reconocimiento y percepción de
legitimidad.
d. ¿Cómo el Estado define sus objetivos de acción? Las metas de la seguridad
democrática, son esencialmente políticas, y van orientadas a la derrota militar de las
FARC, aunque no se puede negar que la política de la seguridad democrática, tiene, por
otro lado, la intención de proteger la agro-industria y la inversión extranjera en el país,
lo cual es claramente una meta económica. En términos generales las metas de la
política de la seguridad democrática se pueden resumir en: a. el fortalecimiento de la
estrategia de seguridad ciudadana a cargo de la Fuerza Pública (Policía y Ejército
Nacional); b. el debilitamiento de las estructuras armadas y las amenazas de los grupos
insurgentes; c. El fortalecimiento de la inversión extranjera.
e. ¿A qué público se dirigen? La audiencia a la que se dirige la política de la seguridad
democrática es la ciudadanía y la comunidad internacional.
3. Consideraciones finales
Los marcos de interpretación aunque varíen en su grado de organización, la mayoría de
las veces son presentados como un sistema complejo de entidades, postulados y reglas;
que si bien, puede que no tengan alguna aparente y bien definida articulación,
proveyendo apenas una eredución de entendimiento, un acercamiento o apenas una
perspectiva. Estos, brindan y habilitan a los actores, la viabilidad para localizar,
percibir, identificar y etiquetar convincentemente una gran variedad de ocurrencias
12
Este documento hace parte de la política del Ministerio de Defensa de Colombia en el marco de la
Política de Seguridad Democrática
25
concretas. Desde las cuales, resulta posible para los actores evaluar y organizar la
realidad social misma, como un todo coherente y significativo que los individuos
entienden y con la que lidian. En este orden de ideas, los cinco componentes que hemos
tenido en cuenta para el análisis de discurso, nos ha permitido leer e interpretar las
proyecciones y narrativas que los actores en conflicto (FARC-Estado) han producido en
coyunturas particulares sobre la confrontación armada colombiana de más de cuarenta
años de historia.
Es así que, en suma, podemos enunciar algunas consideraciones finales:
1. A lo largo de este artículo nos ha interesado detallar el proceso de enmarcamiento de
dos actores protagónicos del conflicto armado y social colombiano, como son las
FARC como organización político - militar y el Estado, representado en sus élites
políticas y sus fuerzas armadas. Hemos enfatizado que para explicar este proceso es
necesario acudir al análisis de marcos para comprender como producen discursos y
significados sobre la realidad nacional que permiten movilizar su acción colectiva. Esto
nos ha llevado no obstante a mostrar que en diversas coyunturas nacionales y bajo
diversas formas discursivas que van desde Marquetalia en el año 64 hasta la seguridad
democrática a comienzos del 2000, se estructura un campo de luchas y producción de
significados donde unos y otros se enmarcan como protagonistas, definen a sus
antagonistas, construyen una audiencia e identifican un diagnostico de país, y ofrecen
una perspectiva de pronóstico sobre el mismo. También, podemos afirmar, que la
modulación de marcos de los dos actores para identificar el conflicto a lo largo del
tiempo, pero la modulación no es estática sino dinámica, es decir, que responde a la
coyuntura y de acuerdo con esta se construyen las narrativas. De pro-sovietico a
bolivarianos. Este es el potencial analítico de los marcos, es decir, que a diferencia de la
ideología los marcos permiten modular a los actores su interpretación de la realidad y el
texto del discurso más fácilmente, de esta manera, el enmarcaje de ambos actores
modula de acuerdo a las diversas coyuntura nacionales, así las FARC-EP pasa de
declararle una total guerra al Estado en 1964 a optar por una salida negociada al
conflicto a partir de los diálogos entablados con Belisario Betancur. Por otro ado,
podemos ver como el Estado colombiano a re-significado y re-interpretando el conflicto
de acuerdo a las diversas coyunturas y jefes de Estado, así el Estado pasa de significar a
este grupo guerrillero de bandoleros y autodefensas campesinas en 1964 a
narcoterroristas con la victoria presidencial de Álvaro Uribe en el 2000.
2. En el proceso de investigación, la utilización del análisis de marcos, el análisis de
discurso y la categoría de marcos discursivos nos han permitido mostrar cómo los
actores se definen y frente a que se movilizan. Sin embargo, consideramos que es
importante anotar, que la realidad no se limita al discurso, sino, que este, hace parte de
la realidad, pero también la construye. La manera en la que los actores se definen,
significan la realidad diagnosticando el problema, proponen soluciones y frente a que
causas se movilizan, las hemos rastreado en siete documentos que hemos considerados
claves para nuestro análisis. Documentos producidos en medio de coyunturas nacionales
específicas. Esto último no significa que hayamos olvidamos el análisis estructural de
largo aliento en el que ha tomado lugar el desarrollo del conflicto. Solo nos situamos en
un momento del proceso, donde la coyuntura alcanza un momento álgido
3. En el análisis de marcos se ha podido identificar a las FARC como una organización
político – militar que se ha construido y consolidado sobre la base de un mito
26
fundacional que buscan mantener vigente a toda costa, con relativo éxito en ciertas
coyunturas pero en declive en otras, especialmente hoy en el marco de la seguridad
democrática. Este mito fundacional les ha permitido en las coyunturas de relativo éxito
cohesionarse ideológicamente y movilizar sus causas.
4. La vigencia del mito fundacional en las FARC, retomado una y otra vez por sus
combatientes en las narrativas producidas aún a comienzos del siglo XXI. Nos brinda
un valioso potencial analítico a través del cual se podría reflexionar sobre los caracteres
que aglutinan y mantienen cohesionado al movimiento insurgente tras casi medio siglo
de confrontación armada con el Estado. Frente a lo que es posible argumentar que
además del componente disciplinal - militar, la importancia de las dimensiones
ideacionales y simbólicas configuran, orientan y transforman pero sobre todo
cohesionan moralmente las practicas de esta organización guerrillera a lo largo del
tiempo. En este orden de ideas, el entendimiento del fenómeno insurgente no debe
desprenderse nunca de sus misterios, de sus virtudes trascendentes, de sus rituales
catárticos; específicamente, de su intensa e incomprensible emocionalidad que vuelve
rigurosa y densa sus relaciones de solidaridad. La teoría social y la racionalidad del
método científico, en estos términos, deben entender esta “mitificación” alejándose y
renunciando al denominado proyecto de desmitificación. Sin que esto signifique, que la
racionalidad de la disciplina deba renunciar a los métodos intelectuales que “permiten
una relación critica y descentrada con el mundo” (Alexander. 2000; P 127)
5. En el discurso de las FARC ha sido esencial establecer la conexión de sus luchas con
una deuda histórica y asumirse como víctimas de múltiples guerras, con el fin de
generar en la audiencia una base emocional que incite a involucrarse en una
movilización social junto con ellas. Además han reconstruido su propia versión
genealógica del conflicto armado y social de los últimos 40 o 50 años. Sin embargo,
esto no es exclusivo de las FARC, puesto que tanto el Estado como otras organizaciones
armadas desde las propias genealogías que han construido y legitimado también han
reivindicado su condición de víctimas y de unas deudas históricas.
6. El análisis de marcos nos ha permito comprender que tanto las FARC como el Estado
estructuran sus respectivos discursos anclándose en asideros emotivos y significativos,
desde el cual, las figuras y episodios emblemáticos a las que ambos actores rinden culto,
faciliten el reconocimiento y legitimación de una audiencia que los lee de modo
altamente significativo. De ahí que, la narración que las FARC han producido sobre el
ataque militar a Marquetalía se ha caracterizado por la construcción de componentes
épicos y contornos míticos que feminizan el escenario de resistencia del que nace el
movimiento campesino armado; y cuyos relatos han adoptado el retrato de “victimas de
cinco guerras” en el que el Estado les expropio “ganado, cerdos, y aves de corral”. El
Estado, por su parte, ha construido sus propias figuras emblemáticas representadas en
las imágenes de iconos nacionales como, “Shakira, “Gabo”, Botero, el Pibe, y los
Aterciopelados.
7. A partir de la lectura que se haga de los episodios y figuras emblemáticas a las que la
organización político-militar de las FARC-EP ha rendido culto guerrillero, y que se
hace explicita en sus discursos, bajo el nombre de “Marquetalía, Bolivar, Manuel
Marulanda, entre otras; se podría sugerir que la estructura interna de esta organización
se organiza sobre basamentos cuasi-religiosos que además de cohesionar moralmente a
sus integrantes, propone derroteros para la acción militar “{…} por la lucha y búsqueda
27
de cambios políticos” (Aldana. 1999; P 163) En este sentido, Las FARC-EP como
organización político-militar, coincide en integrar los aspectos sociales y estructurales
con las dimensiones ideacionales y simbólicas, desde las cuales la fantasía, la magia, la
religión, los significados y las creencias, se funden, pero sobre todo organizan
autónomamente el componente estructural, formando un todo integrado, que cohesiona
e imprime el accionar “revolucionario” de la guerrilla colombiana.
8. El análisis de marcos nos ha permitido también comprender que las FARC como
organización y el Estado como institución que las combate, deben ser vistas en términos
de proceso. Es decir, como agentes que se encuentran en constante estructuración,
modulada ésta a partir del contexto crítico y particular en el cual se enmarcan, se
organizan, luchan y se movilizan.
9. Por su parte para el Estado ha sido problemático reconocer a las FARC como actor
político. En diversas coyunturas han cerrado las oportunidades para este proceso,
aunque también lo ha facilitado en algunas. Sin embargo, desde el 2002 para acá se ha
empeñado en negar el conflicto armado y los actores del mismo, calificándolos como
narcotraficantes y terroristas. Negando con ello, desde la propia genealogía que realizan
del conflicto, la existencia de un conflicto agrario, económico y político. La
construcción discursiva de la insurgencia como “narcoterroristas” como se hace
evidente en el documento de la Política de Seguridad Democrática de 2003, sin
desconocer la magnitud de los crímenes cometidos por esta organización, ha puesto un
velo sobre el verdadero problema económico, político y social, pero ante todo agrario de
la nación.
10. El desconocimiento de la dimensión política de las FARC como actor no obstante
no es problema único de esta última década. Ha estado presente en varias coyunturas
nacionales, donde las categorías de “bandoleros”, y “antisociales” explicitas en el
documento “La VI brigada y la “Operación Marquetalia” del 64”; y de “terroristas y
narcotraficantes” mencionadas en el documento de la Política de Seguridad
Democrática de 2003”, han sido emergentes.
11. Finalmente, lo que expresan estos diversos textos y coyunturas es que ha habido un
cierre de oportunidades políticas de parte y parte de los actores. Las elites políticas en
tanto han sido incapaces de canalizar institucionalmente las demandas políticas y
económicas de amplios sectores de población. Las FARC por no saber aprovechar los
momentos coyunturales de protagonismo político
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