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“AÑO DE LA PROMOCION DE LA INDUSTRIA RESPONSABLE Y DEL COMPROMISO CLIMATICO”
UNIVERSIDAD NACIONAL DE PIURA
Facultad de Ciencias Contables
Escuela Profesional de Contabilidad
TEMA: CRISIS ECONOMICA DE LOS AÑOS 30 Y SUS REPERCUSIONES EN AMERICA LATINA Y EL PERU.
CURSO: VISION CONTEMPORANEA DEL PERU Y EL MUNDO
DOCENTE: ELIANA BARRETO APONTE
INTEGRANTES:
BARRIENTOS CASAVERDE, DAVID CHAVEZ GALLARDO, BLADIMIR GARCIA RUFFINO, DAMARIS
CICLO: II
AÑO: 2014
LA GRAN DEPRESION EN LOS AÑOS 30 Página 1
Índice
1 Antecedentes
1.1 Las consecuencias económicas de la primera guerra mundial
1.2 El crecimiento de Estados Unidos
2 Causas
3 Desarrollo de la crisis
3.1 El crack bursátil .
3.2 La quiebra del sistema bancario
4 Efectos de la crisis
5 La difusión de la crisis
5.1 El hundimiento del comercio internacional
6 El papel del Keynesianismo
7 La recuperación en Estados Unidos
7.1 El primer New Deal
7.2 El segundo New Deal
7.3 La Segunda Guerra Mundial
8 La recuperación europea
8.1 La recuperación en Gran Bretaña
8.2 La recuperación en Francia
8.3 La recuperación en Alemania y el nacimiento del Nazismo
9 la crisis mundial y sus efectos en el Perú
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LA GRAN DEPRESION
Madre migrante, foto de Dorothea Lange, muestra a los desposeídos cosechadores de California, centrándose en Florence Owens
Thompson, de 32 años, madre de 7 hijos, en Nipomo, California (marzo de 1936).
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INTRODUCCION:
La Gran depresión, también conocida como crisis del veintinueve, fue una crisis
económica mundial que se prolongó durante la década de 1930, en los años
anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Su duración depende de los países que
se analicen, pero en la mayoría comenzó alrededor de 1929 y se extendió hasta
finales de la década de los años treinta o principios de los cuarenta. Fue la
depresión más larga en el tiempo, de mayor profundidad, y la que afectó a más
países en el siglo XX. En el siglo XXI ha sido utilizada como paradigma de hasta
qué punto puede llegar a disminuir la economía mundial. La llamada Gran
Depresión se originó en los Estados Unidos, a partir de la caída de la bolsa del 29
de octubre de 1929 (conocido como Martes Negro, aunque cinco días antes, el 24
de octubre, ya se había producido el Jueves Negro), y rápidamente se extendió a
casi todos los países del mundo.
La depresión tuvo efectos devastadores en casi todos los países, ricos y pobres.
La renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios y los precios cayeron, y
el comercio internacional descendió entre un 50 y un 66%. El desempleo en
los Estados Unidos aumentó al 25%, y en algunos países alcanzó el
33%.1 Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente afectadas, especialmente
las que dependían de la industria pesada, y la construcción se detuvo
prácticamente en muchas áreas. La agricultura y las zonas rurales sufrieron la
caída de los precios de las cosechas que alcanzó aproximadamente un 60%. Ante
la caída de la demanda, las zonas dependientes de las industrias del sector
primario, con pocas fuentes alternativas de empleo, fueron las más perjudicadas.5
Los países comenzaron a recuperarse progresivamente a mediados de la década
de 1930, pero sus efectos negativos en muchos países duraron hasta el comienzo
de la Segunda Guerra Mundial.6 La elección como presidente de Franklin Delano
Roosevelt y el establecimiento del New Deal en 1932 marcó el inicio del final de la
Gran Depresión en Estados Unidos. Sin embargo, en Alemania, la desaparición de
la financiación exterior, a principios de la década de 1930, y el aumento de las
dificultades económicas, propiciaron la aparición del nacional-socialismo y la
llegada al poder de Adolf Hitler.
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ANTECEDENTES
Las consecuencias económicas de la primera guerra mundial
La guerra tuvo unas consecuencias económicas profundas y duraderas al poner fin al orden
económico internacional existente desde la segunda mitad del siglo XIX. Supuso un descenso
demográfico directo e indirecto de alrededor del 10 % de la población europea y de un 3,5 %
del capital existente. Desde el punto de vista financiero, el conflicto bélico conllevó un gasto
público descomunal en Europa financiado por deuda pública tanto interna como externa que
supuso la multiplicación por seis de la deuda ya existente, también se valieron de la creación
de dinero lo que supuso una fuerte presión inflacionista.
En el transcurso de la guerra, diversas naciones no participantes en el conflicto como Estados
Unidos y Japón se apoderaron de algunos mercados internacionales, tradicionalmente
dominados por los europeos, que en ese momento centraban sus esfuerzos industriales en la
producción militar. En el sector agrícola la demanda exterior de productos alimenticios de los
países participantes creció durante la guerra, lo que estimuló la producción agrícola de los
países neutrales, que al acabar la guerra y volver a la situación anterior vieron como contaban
con una oferta excesiva de productos agrícolas que forzó una bajada de los precios en este
sector.
La guerra también estableció un nuevo mapa político de Europa con nuevas fronteras que
trastocó la estructura económica y comercial del continente al romper mercados y perder
eficiencia económica, exigiendo nuevas inversiones.
Las reparaciones económicas impuestas por los vencedores de la guerra a los derrotados
fueron astronómicas. La cantidad fijada para Alemania por el Comité de Reparaciones, en
1921, fue de 132.000 millones de marcos oro,8 lo que significaba, en su momento inicial, el
pago anual del 6 % del Producto Interior Bruto (PIB) de este país. Los acreedores cobraron
solo una pequeña parte de las deudas, a costa de que la economía internacional perdiese
oportunidades de fortalecimiento y crecimiento.
El crecimiento de Estados Unidos
Tras el final de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos experimentó un fuerte crecimiento
económico, desplazando a Gran Bretaña del liderazgo económico mundial. Durante los años
previos a la Gran Depresión se incrementó en aquel país la producción y la demanda de sus
productos, con una profunda transformación productiva dominada por la innovación
tecnológica. Del optimismo y de la bonanza económica también participó la Bolsa que vivió un
prolongado incremento de las cotizaciones, que permitió la formación de una burbuja
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especulativa, financiada por el crédito. Desde antes del verano de 1929, varios indicadores
macroeconómicos habían empezado a sufrir un suave descenso.
CAUSAS
Hacia 1925, la economía mundial se hallaba bastante equilibrada: la producción había vuelto
al nivel de antes de la Primera Guerra Mundial, la cotización de las materias primas parecía
estabilizada y los países que atravesaban un periodo de alta coyuntura eran numerosos. Sin
embargo, no era un retorno a la belle époque. Una serie de equilibrios tradicionales quedaban
alterados: la producción y el bienestar progresaban de manera espectacular en unas
partes Estados Unidos, Japón, mientras que en otras, perdida la prosperidad anterior a la
guerra, vivían abrumados por el desempleo y las crisis endémicas; en particular en el Reino
Unido. Al propio tiempo, los estadounidenses complicaban de singular manera la posición de
los europeos. La deuda internacional no podía pagarse sino con oro o mercancías, y los
estadounidenses frenaban sus importaciones de Europa con nuevos y cada vez más elevados
derechos de aduana, al tiempo que utilizaban su superioridad para imponer sus exportaciones
a Europa.
Por otra parte, los Estados Unidos disponían de las mayores reservas de oro del mundo, por
lo que, para mantener el patrón oro, hubo de conceder cuantiosos préstamos a Europa. Tal
fue el origen de los planes Dawes y Young. En 1924, la economía estadounidense vivía en
plena era de prosperidad, y la guerra europea la acrecentó: durante tres años sucesivos,
los Estados Unidos fueron los proveedores de un mercado casi ilimitado, mientras las
potencias europeas se aniquilaban entre sí. La capacidad industrial de los Estados Unidos
también había aumentado considerablemente, y su agricultura progresaba a idéntico ritmo.
Desde 1925, la actividad de la Bolsa había evolucionado tan vertiginosamente como la
producción industrial del país. La cotización de las acciones subía regularmente de año en
año, y fueron numerosos los estadounidenses que hallaron en la especulación de la bolsa la
fuente de una rápida fortuna: la fiebre de jugar a la Bolsa tentaba a todos los estratos de la
población de modo irresistible, tanto rentistas y jubilados, como aprendices, que ignoraban
todo lo relativo a la industria, a la economía y a la misma Bolsa. Todo el mundo consideraba
que la economía del país se encaminaba hacía niveles insospechados, y todos estaban
persuadidos de que las "mejores acciones" podían conseguirse con muy poco dinero,
pensando que debía aprovecharse de aquella buena suerte antes de que pudiera terminarse.
La continuada demanda hizo subir las acciones a alturas increíbles, y pronto la cotización en
Bolsa fue pura especulación, que nada tenía de común con la auténtica solvencia de una
sociedad. Mientras sólo se trató, para el ciudadano medio, de invertir sus economías, la
especulación siguió dentro de unos límites más o menos razonables, pero transcurrió el
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tiempo y los estadounidenses empezaron a jugar a la Bolsa con dinero prestado. Una acción
de cien dólares nominales podía obtenerse solo por diez, mientras el resto, llamado
"excedente" -o sea, noventa dólares-, se pagaba a crédito. Si la acción seguía subiendo, todo
iba perfectamente: un alza del 10 %, esto es, que pasara de 100 a 110 dólares proporcionaba
al accionista un beneficio neto del 100 % sobre los 10 dólares que en realidad había
desembolsado. En cambio, si la acción bajaba en un 5 o en un 10 %, el corredor bursátil
exigía nuevo pago al contado, y si el cliente no podía hacer frente al mismo, se veía obligado a
vender con pérdidas, con el fin de cubrirse él y cubrir a otros acreedores eventuales. Entre los
pequeños especuladores -decenas de millares de ciudadanos- eran muy pocos los que
poseían reservas de liquidez apreciable.
DESARROLLO DE LA CRISIS
El crack bursátil
Multitud reuniéndose en la intersección de Wall
Street con Broad Street, al enterarse de la
quiebra de la bolsa en 1929.
La coyuntura del alza, denominada allí Big Bull
Market, descansaba así sobre una base sumamente
frágil. Todo el sistema se derrumbó en octubre de
1929, y en pocos días -en cuestión de horas,
incluso- las cotizaciones perdieron todo cuanto
habían ganado durante meses o, mejor dicho,
durante años. Los pequeños especuladores
quedaron arruinados y tuvieron que vender con
enormes pérdidas, y al cundir el pánico los
grandes capitalistas se encontraron también con
dificultades. El 23 de octubre de 1929 las
cotizaciones registraron un pérdida media de 18 a
20 puntos, y pasaron de mano en mano unos seis millones de títulos; al día siguiente, nueva
caída de las cotizaciones, entre 20 y 30 puntos, e incluso de 30 a 40 para las grandes
empresas. En tan crítico momento, los primeros bancos del país y los corredores de Bolsa
más destacados intentaron salvar los negocios y reunieron 240 millones de dólares para
sostener las cotizaciones mediante compras masivas, y en aquella sola jornada cambiaron de
mano trece millones de acciones.
Tan desesperada tentativa produjo sólo resultados de carácter momentáneo; el lunes 28 de
octubre, se produjo un nuevo descenso de 30 a 50 puntos, y al día siguiente -que pasó a la
historia con el nombre de "martes negro"- fue la jornada más sombría de Wall Street. El pánico
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fue absoluto: en pocas horas, dieciséis millones y medio de acciones se vendieron con
pérdidas a un promedio del 40 %. Más tarde en noviembre, cuando se habían calmado un
poco los ánimos, las cotizaciones habían descendido a la mitad desde el comienzo de la crisis
de la Bolsa, y no menos de 50.000 millones de dólares se habían desvanecido como el humo.
La quiebra de la Bolsa de Nueva York fue el momento más dramático de una crisis sin
precedentes; de todos modos, el derrumbamiento de Wall Street no fue el prólogo ni la causa
de la crisis económica mundial, fue solo su más espectacular síntoma. La desmedida
producción no planificada, la brutal competencia que acarreó, supuso un rápido aumento de
productos que no hallaban mercado, a la par de una acumulación monopolística de capitales
en unas cuantas manos de grandes propietarios - "vejez de la industria" se la denominó -,
sistema de una peligrosa concentración de capitales.
Los primeros indicios de recesión se dejaban sentir ya en los países productores de materias
primas, mientras Wall Street vivía aún en plena euforia. La depresión tenía causas múltiples:
tras un periodo de fuerte expansión, sobrevino una crisis de coyuntura y adaptación, que
podría decirse "normal", pero que estalló con violencia inaudita. De todas formas aquella crisis
"normal" hasta cierto punto, era asimismo estructural, resultado de la guerra y sus funestas
consecuencias, tales como la presión fiscal, las deudas de guerra y las reparaciones
alemanas.
La racionalización y las nuevas técnicas industriales y agrícolas contribuían igualmente a la
crisis. El aumento de producción por hora trabajada, sin aumentar la mano de obra, es
beneficioso para la industria, pero no en todas las circunstancias. Un ritmo de expansión
demasiado rápido acarrea dificultades de transición y adaptación. La racionalización del
trabajo suprime empleos, y los trabajos disponibles para otros sectores de la producción, al
haber desempleo, no pueden adaptarse siempre con suficiente rapidez; por tanto, este
problema de re-adaptación provoca, en la mayoría de los países, un bache importante apenas
transcurre el periodo de alta coyuntura. Aparte de ello, las dificultades internas y la
inestabilidad de la política mundial impedían entonces la elaboración de cualquier planificación
a largo plazo.
La quiebra norteamericana no fue en sus comienzos sino una quiebra de índole bolsística, el
brusco estallido y desmoronamiento de un mito creado por los especuladores; no obstante,
sus consecuencias serían hondas y duraderas. Las personas arruinadas a causa del
derrumbamiento del Stock Exchange limitaron sus gastos, los afortunados que todavía
disponían de algún capital quedaron atemorizados y se negaban a invertirlo de nuevo, y las
fuentes de crédito se agotaron. Las consecuencias de todo ello fueron fatales en general para
Europa y en particular para la economía alemana, que dependía casi por entero de los
préstamos americanos a corto plazo.
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La quiebra del sistema bancario
La inexistencia en Estados Unidos, de un sector bancario fuerte de ámbito nacional y la
quiebra inicial de algunos bancos hizo que la crisis bancaria se extendiera por todo el país,
multiplicando los efectos de la crisis. La Reserva Federal era la única que podía haber evitado
una caída en cadena de los bancos, mediante concesión de liquidez de forma masiva a los
bancos, pero los gestores de la Reserva Federal, muy al contrario redujeron la oferta
monetaria y subieron los tipos de interés, provocando una oleada masiva de quiebras
bancarias. Esta reducción de la oferta monetaria también provocó el inicio de un proceso
deflacionista y la reducción drástica del consumo y el comienzo de una intensa depresión.
EFECTO DE LA CRISIS
La depresión subsiguiente fue con diferencia la peor de la historia estadounidense. Durante al
menos tres años y medio todos los indicadores sociales y económicos reflejaron un progresivo
deterioro de la situación. En 1932 el PIB había disminuido un 27 % y la producción industrial
un 50 %. La inversión ni siquiera alcanzaba para el mantenimiento de las instalaciones
existentes. Bajo estas presiones, el sistema bancario acabó por derrumbarse. En el año 1933,
el desempleo llegó al 25 %. Solo en 1940 se recobró el nivel de producción previo al 29 y esto
se debió al estallido de la II Guerra Mundial. Durante los primeros años de la depresión, entre
1929 y 1932, el índice general de precios en Estados Unidos, disminuyó el 35,6 %.9 Muchos
economistas piensan que este proceso de deflación fue responsable de la profundidad y
duración de la depresión y también parece probable que esta prolongada deflación sólo fue
posible por la política del Sistema de Reserva Federal de disminución de la oferta monetaria.
Reducción del PIB en E.E.U.U. durante la depresión
Año Reducción del PIB (%)
1930 9,9
1931 7,7
1932 14,9
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Instituto Universitario de Análisis Económico y Social. Universidad de Alcalá11
Los sectores más gravemente afectados por la depresión fueron la agricultura, la producción
de bienes de consumo y la industria pesada. Esto provocó que ciudades como Detroit y
Chicago, que dependían de la industria pesada, sufrieran la crisis con más intensidad. A su
vez, hubo ciudades dependientes de una sola industria que terminaron totalmente arruinadas.
En 1932 el nivel de actividad al que estaba funcionando la industria era tan bajo que incluso
una eventual demanda del mercado podía ser satisfecha sin necesidad de inversión y sin
recurrir a más mano de obra. De modo semejante, el sector de la vivienda estaba también
saturado de casas vacías cuyos propietarios no habían podido hacer frente a las hipotecas.
Pero lo que más se resintió fue la confianza de los empresarios quienes poseían grandes
dudas sobre la utilidad de nuevas inversiones. El hundimiento de la bolsa fue además una
causa directa de la reducción de los beneficios empresariales y destruyó el incentivo individual
al ahorro, reduciendo así el volumen de los recursos destinados a la inversión. El nivel
extraordinariamente bajo de los ingresos agrícolas fue decisivo y retardó considerablemente la
recuperación. La agricultura fue el sector más deprimido de la economía y los productores
habían disminuido sus ingresos en un 70 %. Gran parte de las cosechas no se vendían y
comenzaron a disminuir la producción demasiado tarde. A su vez, como la gran mayoría de
los pequeños agricultores estaban endeudados, se veían forzados a vender sus productos o
perder sus propiedades.
PIB estadounidense en el período 1910–60 con los años de la Gran Depresión (1929–1939) remarcados.
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Desempleo en Estados Unidos en el período 1910–60 con los años de la Gran Depresión (1929–1939)
remarcados.
La depresión norteamericana de la actividad económica fue acompañada por una reducción
adicional del préstamo hacia el extranjero y una fuerte contracción de la demanda de
importaciones. Esto produjo una gran reducción del flujo de dólares hacia Europa y el resto del
mundo. Dado la importancia de Estados Unidos en la economía mundial, el impacto de su
crisis sobre el resto del mundo fue fuerte; por eso se dice que Estados Unidos exportó su
crisis. Prácticamente todos los países padecieron declives tanto en la producción industrial
como en el PIB, siendo la URSS la principal excepción al estar aislada de los estragos del
capitalismo moderno. El siguiente cuadro muestra la caída de la renta y la producción
industrial entre el comienzo de la crisis en 1929 y 1932, año que marcó el momento de mayor
profundidad de los indicadores económicos.
País PIB 1932 (1929 =100)Producción industrial 1932
(1929=100)
Austria 80 62
Francia 86 74
Alemania 77 61
Japón 101 -
Reino Unido 95 89
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Italia 98 86
Países Bajos 93 84
España 97 84
A principios de 1931, si bien persistía la deflación y la desocupación era alta, los países más
afectados eran los exportadores de materias primas, y varios de ellos debieron abandonar el
patrón oro. Sin embargo, con la quiebra del Credit Anstalt, el principal banco de Austria, se
produjo una fuga de capitales en Alemania, Gran Bretaña y en Estados Unidos, quien decidió
terminar con el patrón oro. Hacia finales de 1932, casi todos los países del mundo lo habían
hecho.
Alemania, logró una moratoria en el pago de las reparaciones de la deuda pero igual decidió
aumentar las tasas de interés. Esto provocó una profundización en la caída de la actividad
económica y un incremento de la desocupación. La devaluación del marco fue descartada por
temor a la inflación. La alta desocupación creó un clima de conflictividad social y política que
allanó el camino a la llegada de Hitler al poder. Gran Bretaña, por su parte, abandonó el
sistema monetario tradicional dejando flotar la libra, esto produjo su depreciación. Esto fue la
demostración del liderazgo británico y permitió que la economía británica se recuperara de
forma razonable librada de las condiciones impuestas por una moneda sobrevaluada y altas
tasas de interés.
En poco tiempo se produjo la desorganización y la destrucción parcial de la maquinaria que
movía la economía internacional. Los países buscaron una salida individual a la crisis al
desaparecer la cooperación financiera. Esto produjo un deterioro de los términos de
intercambio y significó el descenso de los precios de las materias primas respecto a los
productos manufacturados. En un contexto de escasez de crédito, el resultado para los países
periféricos fue la perdida de reservas y la depreciación del tipo de cambio. Los países
periféricos adoptaron dos tipos de políticas: las pasivas y las activas. La pasividad fue el
mantenimiento de la ortodoxia monetaria y cambiaría con respecto a los países centrales, y
fue realizado por países pequeños con alta dependencia del mercado como Haití, Honduras y
Panamá. Las políticas activas fueron modificar el tipo de cambio, controlar las importaciones,
intervencionismo estatal e industrialización por sustitución de importación. Estos fueron el
caso de Argentina, Brasil y Uruguay.
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El hundimiento del comercio internacional
Uno de los factores de propagación de la crisis fue el hundimiento brutal del comercio
internacional, que llegó a perder dos terceras partes del valor alcanzado en 1929. Este
descalabro del comercio trasladó los efectos de la crisis hasta aquellos países que tenían sus
economías abiertas al exterior.
El hundimiento del comercio internacional se prolongó durante mucho tiempo. En 1938 el valor
del comercio mundial se situaba todavía por debajo de la mitad del nivel del año 1929. La
razón del mantenimiento de la caída fue la adopción generalizada de políticas comerciales
proteccionistas encabezadas por Estados Unidos y Gran Bretaña que desencadenaron
unaguerra comercial que junto con la bajada de la demanda por la propia depresión redujo el
comercio mundial.13 Durante la década se tomaron diversas medidas:
Control de cambios: diferentes formas de restricciones oficiales sobre las transacciones
privadas de divisas extranjeras. Los gobiernos exigieron de los exportadores las divisas
recibidas por sus ventas entregándoselas a los importadores como pago de sus compras, en
ambas operaciones el precio era fijado por el gobierno. Esto produjo aislamiento y favoreció el
desarrollo de las industrias internas al limitar la entrada de mercaderías.
Acuerdos bilaterales: buscaban el equilibrio entre las cuentas mutuas de dos países que
querían mantener alto el nivel de comercio sin movilizar oro ni divisas. Un ejemplo son los
acuerdos de compensación que consistía en una forma moderna de trueque en los cuales no
era necesario ningún tipo de movimiento monetario. Otro tipo de acuerdo bilateral era el
clearing, que consistía en abrir una cuenta en cada país a través de los cuales se efectuaban
los pagos por exportación e importación. Alemania fue uno de los que utilizó estos dos tipos
de acuerdos. Finalmente, los acuerdos de pagos, que se establecían entre países con tipo de
cambio fijo y países con controles de cambio, buscaban resolver los problemas de deudas
congeladas e intereses impagos de los últimos países. Fueron utilizados preferentemente por
Gran Bretaña.
Aranceles al comercio: las tarifas fueron el mayor obstáculo para el intercambio internacional
de bienes. Incluso Gran Bretaña, país con fuerte tradición liberal, aprobó una ley de derechos
de importación que imponía una tasa del 10% sobre todas las importaciones fuera de la
Commonwealth.
El colapso en el que se encontraba la economía en 1932 fue extendiendo la idea de que era
necesaria la colaboración internacional para combatir la crisis comercial y financiera. Por esta
razón, se convocó a la Conferencia económica mundial en 1933. Pero como Estados Unidos
salió del patrón oro convirtiendo al dólar en una moneda fluctuante, la reunión se clausuró sin
ningún éxito.
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Tres años más tarde, con el dólar estabilizado, se produjeron nuevos intentos de cooperación
internacional como el acuerdo tripartito entre Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, con el
objetivo de regular los tipos de cambio. Varios países hicieron acuerdos regionales como el de
la Cuenca del Danubio en el cual Hungría, Rumania, Bulgaria y Yugoslavia concedieron
preferencias arancelarias a sus productos. Pero el pacto más famoso fue el realizado por los
países de la Commonwealth en la Conferencia de Ottawa celebrada en 1932, donde se
acordó un sistema de preferencias mutuas para las importaciones provenientes de los
miembros de la comunidad.
EL PAPEL DEL KEYNESIANISMO
John Maynard Keynes, economista británico,
considerado como uno de los más influyentes del siglo
XX, cuyas ideas tuvieron una fuerte repercusión en las
teorías y políticas económicas.
La crisis tuvo profundas repercusiones en el
universo de la teoría general. La caída de la
producción y la prolongación en el tiempo de altas
tasas de desocupación pusieron en duda
las concepciones neoclásicas. Estas destacaban
que los desajustes ocasionados por las variaciones
de la actividad económica serían superados a partir
del libre funcionamiento de las fuerzas de mercado. En el marco de la crisis del 30 surgieron
posturas heterodoxas que recomendaban una política activa frente a la depresión, la más
importante es el Keynesianismo. Sus dos aspectos principales son: Los fenómenos deben ser
contemplados desde una perspectiva global y macroeconómica; y el Estado ocupa un lugar
significativo dentro del sistema económico.
La argumentación de Keynes atacaba la concepción neoclásica del desempleo. Si los
empresarios reducen los salarios en una situación de desempleo, el flujo de la capacidad
adquisitiva (es decir, la demanda agregada) disminuye paralelamente con la bajada de los
sueldos. La contracción de la demanda afectará por tanto a los empresarios y aumentará el
desempleo. No puede esperarse en este supuesto una reacción espontánea de fuerzas que
corrigieran la situación, pues el equilibrio con desempleo y menos producción puede ser
permanente. De no aparecer pues inversión privada, sería el estado el que debe intervenir
para elevar el nivel de la inversión, incrementando el gasto público para recuperar la
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demanda. Esto corresponde a una política económica anti-cíclica, que se traduce
necesariamente en un aumento del déficit fiscal en momentos de crisis para lograr reactivar la
economía.
LA RECUPERACION EN ESTADOS UNIDOS
El primer New Deal
Al asumir Roosevelt la presidencia en 1933 se aprobaron rápidamente varias leyes en el
Congreso como fondos asistenciales para desocupados, precios de apoyo para los
agricultores, servicio de trabajo voluntario para desempleados menores de 25 años, proyectos
de obras públicas en gran escala, reorganización de la industria privada, creación de
organismo federal para salvar el valle del Tennessee, financiación de hipotecas, seguros para
los depósitos bancarios y reglamentación de las transacciones de valores. Estas leyes crearon
nuevos organismos encargados de llevar a cabo estas medidas. El New Deal, había sido
elaborado durante la carrera presidencial por un grupo de intelectuales, que Roosevelt reunió
en torno suyo, conocidos como el ‘Brains Trust’.
El problema más importante para Roosevelt era la quiebra casi total del sistema bancario, a tal
punto que era imposible cobrar un cheque. La producción industrial, por su parte, había tocado
fondo en 1932. La crisis bancaria era esencialmente de confianza y pudo ser solucionada
fácilmente. En un discurso radial, Roosevelt informó la población sobre la reapertura de los
bancos incitando a depositar ya que no se corrían más riesgos, por lo que varios individuos
volvieron a depositar. La recuperación de los bancos no fue más que el preludio de una
revisión a fondo del sistema financiero, gravemente distorsionado desde 1929 por la
contracción del crédito, el incremento de las deudas y el impago de las hipotecas.
Otro problema importante en 1933 era el desempleo. La primera medida adoptada en este
terreno fue la creación de campamentos de trabajo donde los desempleados realizaban tareas
de conservación de parques naturales y otros espacios verdes. Si bien el Gobierno federal
encaró la realización de obras públicas, estas no llegaron a compensar la enorme reducción
experimentada por el gasto a nivel estatal y municipal. El New Deal nunca dispuso de un
programa concreto para bajar la desocupación mediante obras públicas ya que se carecían de
proyectos de antemano y la planificación requería tiempo. Los proyectos debían
autofinanciarse lo que hacía difícil su elaboración. Además, para lograr el máximo beneficio
social había que emplear a la mayor cantidad de mano de obra posible, ya sea calificada
como no califcada por lo que estos empleos eran tachados de constituir en la práctica una
auténtica limosna. No solo el New Deal no pudo disminuir considerablemente el desempleo,
sino que los trabajos otorgados eran precarios al tratarse de obras públicas que por su propia
naturaleza no duraban mucho tiempo.
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El New Deal se enfrentó constantemente al dilema de emplear el dinero en aliviar el
sufrimiento actual o en estimular la economía para el futuro. Gran parte de las inversiones del
New Deal procedían de los impuestos, ya que de otro modo, el gobierno federal tendría que
haber aceptado un déficit presupuestario. Esto significaba que una parte del dinero destinado
a pagar el sueldo de los nuevos empleados se deducía del salario del que disfrutaba de un
empleo. Esto comprueba que Roosevelt desconocía de fondo las medidas recomendadas por
Keynes ya que este indicaba que el aumento de gasto, y en consecuencia, del déficit era algo
positivo en épocas de crisis.
Otro problema gravísimo, era el bajo y permanente nivel de las rentas agrícolas. Era necesario
aumentar los precios y ello se conseguía disminuyendo la producción agraria. Para lograrlo, se
concedían primas a aquellos agricultores que deseaban producir menos. Esto implicaba que al
menos una parte del costo recayera sobre el consumidor, que en algunos casos estaba en la
miseria si se trataba del proletariado de las grandes urbes. Sin embargo, el aumento del nivel
de vida de los agricultores significaba más dinero, más demanda y más empleo. Igualmente,
estas medidas no lograron disminuir la producción y gran parte de los subsidios se utilizaron
para la compra de fertilizantes lo que aumentó la productividad. Otra medida para aumentar
los precios fue la devaluación del dólar pero tampoco tuvo éxito. Lo que sí logró aumentar los
precios agrícolas fue la severa sequía que azotó la zona Oeste a lo largo de la década.
El segundo New Deal
El segundo New Deal se implementó en el segundo mandato de Roosevelt y consistió en la
promulgación de una ley sobre la vivienda, la puesta en marcha de la seguridad social, la
creación de organismos de planificación regional, el respaldo a los sindicatos y un sistema
fiscal más progresivo con impuestos más elevados a los ingresos y a la riqueza. Igualmente,
las consecuencias de las nuevas imposiciones a los ricos fueron insignificantes y no hubo tal
redistribución de la riqueza. En 1937, se reconocieron oficialmente las constituciones de
sindicatos en forma irrestricta. Las empresas tuvieron que aceptar la libertad de sindicación de
sus empleados. Se logró la sindicalización de los trabajadores de las industrias de producción
en masa; todos los empleados, cualquiera sea su calificación, debían integrarse a un mismo
sindicato industrial en tanto el gobierno federal los emplearía como "correas de transmisión"
de las normas estatales sobre asuntos laborales.
En estas circunstancias, el gobierno cometió un grave error económico que retrasaría en dos
años la recuperación. En 1936, el ritmo de expansión era acelerado y los precios subieron
rápidamente. Temiendo un auge especulativo, Roosevelt puso fin al déficit presupuestario y al
año siguiente la economía se sumió a una depresión que no sufría ningún otro país y aumentó
el desempleo. Tan pronto como el gobierno redujo los gastos, los empresarios perdieron la
confianza y dejaron de invertir. Roosevelt seguía sin entender la política fiscal, pensaba que
era la obra pública y no el déficit presupuestario lo que promovía el empleo. Los gastos
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federales aumentaron en 1938 pero la hostilidad hacia el New Deal había aumentado. A
medida que el desempleo se prolongaba, crecía la impopularidad de Roosevelt.
Si bien se dice que el segundo New Deal fue un ‘giro a la izquierda’, no era en absoluto hostil
a los empresarios, lo que hizo fue poner al burócrata donde había fracasado el hombre de
negocios hasta que la empresa privada pudiera florecer de nuevo. Por haber sabido evitar una
solución más radical fue el salvador del capitalismo. El efecto más perdurable del New Deal
fue aumentar el poder del gobierno federal y del presidente en particular: se redujo el poder de
los Estados y el presidente y su gabinete sustituyeron al congreso como principal fuente
legislativa. La sociedad estadounidense experimentó una profunda transformación debido al
incremento del poder federal y presidencial sobre la economía. Es por eso que el auténtico
legado del New Deal fue revolucionar las expectativas.
LA RECUPERACION EUROPEA
La recuperación en Gran Bretaña
La política económica británica en los años 30 estuvo marcada por la trascendente decisión de
abandonar el patrón oro en 1931. La flotación de la Libra no fue acompañada de una mayor
intervención estatal como en los otros países. La nueva política británica se sustentó en el
crédito barato y en el proteccionismo. Las posibilidades de acceso a préstamos a bajo costo
fue uno de los factores que contribuyó a impulsar el mercado de la construcción. Por otro lado,
el establecimiento de una política arancelaria dio por finalizado un período de casi noventa
años de libre comercio, con la importante consecuencia de colocar al mercado interno como
motor del crecimiento. Este rasgo se vinculaba con la pérdida de competitividad de los
productos ingleses y con las posibilidades de expansión del consumo de masas que se
desarrollaría plenamente en la posguerra.
Si bien la economía británica experimentó una recuperación más prolongada y sostenida que
la del resto de los países industriales, hubo dos aspectos negativos importantes: el alto
desempleo y la concentración empresarial producto del proteccionismo y la preferencia
imperial. Gran Bretaña, la potencia industrial menos concentrada en 1914, se transformó en
una de las que más competitividad estaban perdiendo.
La recuperación en Francia
La economía francesa, de buen comportamiento en la posguerra, se vio enfrentada a la crisis,
cuando en 1931, Gran Bretaña y otros numerosos países decidieron abandonar el patrón oro.
Hasta ese momento, la devaluación del franco y el proteccionismo hicieron que Francia fuera
alcanzada débilmente por la crisis. El problema se presentó ante la disyuntiva de mantener el
patrón oro, favorecido por su gran cantidad de reservas de este material, o devaluar. La
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decisión de mantener el patrón oro, por el temor a la inflación, impuso una línea de acción
deflacionaria para adecuar los precios franceses a los niveles mundiales en un marco de
devaluación general. Así, se promovió la deflación mediante la reducción de gastos, una baja
en los salarios y el mantenimiento de altas tasas de interés. Esto provocó tensión social, caída
de las inversiones y ningún resultado positivo.
Sin embargo, en 1936, un nuevo gobierno de carácter socialista produjo un viraje de
significación. Se abandonó el patrón oro con la consecuente devaluación del franco, se realizó
un moderado plan de obras públicas, se regularon los precios agrícolas y se aumentaron los
salarios. El traslado inmediato de los incrementos salariales a los pecios relanzó la inflación y
reapareció la tensión social. Recién en 1939 la economía francesa pareció despegar debido al
aumento de los gastos militares, pero la entrada en la guerra y la ocupación por parte de
Alemania al año siguiente cambiaron el rumbo de la historia de Francia.
La recuperación en Alemania y el nacimiento del Nazismo
Discurso de Hitler en 1935.
Hacia 1933, la economía alemana no había
superado aún el impacto negativo de la política
económica implementada por un gobierno que
había apostado por la deflación para salir de la
crisis. Como la economía alemana dependía
fundamentalmente de los préstamos
estadounidenses, la reducción de los mismos a
partir del 1929, tuvo efectos directos en la economía. La decisión del gobierno de mantenerse
en la ortodoxia generó más desempleo, la caída del producto interno bruto y el colapso del
sistema bancario. La mala situación social, más el temor del avance del comunismo son
claves para entender la llegada de Hitler y el partido Nacional Socialista al poder. Los
comunistas alemanes fueron acusados del incendio del Reichstag, y en un clima de terror e
inseguridad, se le otorgó el poder absoluto de una forma legal y constitucional.
El nazismo se caracterizaba por un ultranacionalismo totalitarista y expansionista,
anticomunismo, antiliberalismo, antisemitismo y por la idea de supremacía racial del pueblo
alemán. La política nazi en relación a lo económico estuvo caracterizada por el alto grado de
intervención estatal. Los objetivos finales de esta política económica eran el control totalitario
de la sociedad, los planes bélicos y la idea de superioridad racial. El sistema económico fue
parte del sistema político de dominación. La recuperación alemana comenzada en 1933,
estuvo caracterizada por la creación de empleo y en una serie de disposiciones fiscales con el
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objetivo de favorecer a las grandes empresas. El gasto militar subió del 3% del PIB en 1933 al
23% en 1939. El sector estatal fue el mayor inversor y el mayor consumidor en la economía
alemana disminuyendo el papel de la economía de mercado por las regulaciones impuestas
por el Estado. A su vez, se profundizó la concentración en las distintas áreas de la economía,
rasgo característico de la estructura productiva alemana. Es por eso que los grandes
beneficiarios de la política económica nazi fueron las grandes empresas, bancos y
terratenientes.
LOS AÑOS 30: LA CRISIS MUNDIAL Y SUS EFECTOS EN EL PERU
los años 30, afectados por la crisis mundial, marcaron un punto culminante en la presión por liquidar el Estado oligárquico con el ingreso de la clase media y los grupos populares a la política. El surgimiento de nuevos partidos radicales de izquierda y de derecha (el APRA y la Unión Revolucionaria, principalmente) y la expansión acelerada de los gremios obreros demostrarían la incorporación de estos grupos al juego democrático, sin embargo, el fenómeno se manifestó como exclusivo de los medios costeños y urbanos. Salvo en el caso del APRA, ninguno de los otros partidos logró movilizar a los campesinos.
Pero la irrupción de estos nuevos grupos no significó que se crearan niveles de participación adecuados para transformar al Estado peruano y darle un perfil más democrático. La elite exportadora, que ahora formaría un germen de burguesía empresarial, pareció estar mejor dispuesta a la negociación y a la apertura política, pero no vaciló en reprimir cualquier intento que pudiera poner en peligro su dominio sobre el Perú. Por ello, se escudó en militares como Sánchez Cerro o Benavides para seguir manejando al país. A lo largo de estos años, se recortaron las libertades públicas y sindicales y se persiguió a los partidos considerados subversivos o fuera del orden. Esa fue la esencia de este tercer militarismo.
Palacio Torre Tagle (Lima, 1930)La crisis mundial y sus efectos.- Las limitaciones del modelo exportador de productos primarios se hicieron patentes con la crisis de 1929. Dos de sus manifestaciones más importantes fueron la caída de los precios en el mercado mundial y la concentración de los capitales. Estados Unidos y Alemania disminuyeron su producción en un 50% entre 1929 y 1932. Esto hizo que se diera una contracción en la demanda de materias primas y que los precios de éstas cayeran.
Toda América Latina padeció la crisis. En el Perú, entre 1929 y 1932, el valor de las exportaciones de cobre se redujo en 69%, lanas en 50%, algodón en 42% y azúcar en 22%. Ahora se dejó sentir el endeudamiento dejado por el Oncenio de Leguía. El país tuvo que reducir sus gastos y disminuir la obra social. El presupuesto nacional que era de 50 millones
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de dólares en 1929, descendió a 16 millones en 1932, el año más duro de la crisis. La Libra Peruana desapareció y se creó el Sol de Oro como nueva moneda en 1930. Hubo una continua devaluación de la moneda y el costo de vida aumentó. Se emitieron bonos y la deuda pública quedó suspendida. El flujo de capital se hizo más lento y muy difícil la renovación de la capacidad instalada. Muchas empresas cerraron y el desempleo se extendió por todo el país. Para los grupos medios populares los años 30 significaron reducción de salarios, desocupación y auge de huelgas y revueltas.
La caída dura hasta 1933 y no se detiene hasta 1936, en que se inicia una leve recuperación. En esta coyuntura crítica el capital norteamericano pierde el dinamismo de los años 20 y el grupo exportador se debilita. Pero una suerte de burguesía nacional, interesada en el mercado interno, se deja sentir en el poder político. De otro lado, la crisis obligó a desarrollarse con autonomía respecto al mercado mundial e impulsar la industrialización. El Perú se reacomodó y, ante la ausencia de capitales foráneos, debió autofinanciar su recuperación. En 1939, por ejemplo, más del 40% de los ingresos públicos estaban cubiertos por los impuestos directos. Este esfuerzo permitió, por ejemplo, construir y culminar una serie de carreteras, asfaltadas o afirmadas, para articular algunas regiones del país. Se hicieron trabajos en la sierra sur, incluyendo Arequipa, y a principios de los 40 se culminó la Carretera Panamericana quedando unidas las ciudades de Lima, Trujillo y Arequipa. En 1934 había en el Perú 19,867 kilómetros de carreteras y en 1944 la cifra se elevó a 33,468. En otros aspectos, no hubo una política demasiado proteccionista para favorecer a la industria nacional, sin embargo, en 1940, se dio la ley 9140 mediante al cual el Ejecutivo se reservaba el derecho de estimular aquellas industrias que juzgara convenientes.
Un Estado cada vez más grande.- El Estado tuvo que seguir creciendo para atender las demandas sociales. Aparecen los ministerios de Educación, Salud y Agricultura. La reforma del Banco de Reserva y la ampliación de la Banca de Fomento le dieron a los gobiernos mayor injerencia en el manejo financiero. También el Estado se dejó sentir en el mundo empresarial (Corporación del Santa, Corporación del Caucho y CORPAC). Pero la burocracia también aumenta: entre 1938 y 1945 se incrementó en un 100%. Por último, este crecimiento estatal estuvo acompañado de un peligroso centralismo. Los Congresos Regionales desaparecieron y las decisiones se concentraron cada vez más en el Poder Ejecutivo de Lima. Nunca llegaron a funcionar los Congresos Departamentales contemplados en la Constitución de 1933. Tampoco existía la autonomía municipal. Por ello, ante la ausencia de instancias regionales o locales, se prefirió el "trato directo" entre el Estado y los gremios.
Ferrocarril Central (Chosica, 1930)
En octubre de 1930 la Junta de Gobierno Presidida por Sánchez Cerro nombró una Comisión de reforma monetaria. El trabajo de la Comisión estuvo asesorado por el profesor norteamericano Edwin W. Kemmerer quien antes había reorganizado las finanzas de Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile. Kenmmerer llegó a Lima acompañado de varios técnicos de la más alta calidad. La tarea básica de la Misión fue evaluar la situación de la moneda y las funciones del Banco de
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Reserva respecto a ella. Varias fueron las recomendaciones finales de la Misión, lamentablemente la Junta de Sánchez Cerro sólo aceptó algunas, especialmente la reforma del Banco de Reserva.
El profesor Edwin W. Kemmerer
Por ello, en abril de 1931 se creó el Banco Central de Reserva tomando a su cargo el activo y el pasivo del Banco de Reserva creado por Leguía. Su principal objetivo era mantener la estabilidad monetaria y regular el circulante, función que no tenía el anterior. Se había creado el mecanismo para que el gobierno pudiera manejar la política bancaria y el control o devaluación del tipo de cambio. Entre 1930 y 1933 se produjo una devaluación, para luego, hasta 1937, revalorizarse la moneda; entre 1938 y 1940 hubo otro proceso devaluatorio, pero durante los años cuarenta el signo monetario se mantuvo estable. La sistemática intervención del nuevo Banco tuvo mucho que ver en esto.
De otro lado, se amplió la Banca de Fomento con la creación del Banco Agrícola (1931), El Banco Industrial del Perú (1936) y el Banco Minero del Perú (1942). Pero como todos ellos dependían del Banco Central, terminaron privilegiando las actividades sólidamente establecidas o aquellas que garantizaban una alta rentabilidad. En la práctica no democratizaron el crédito por lo que no actuaron como una verdadera banca de fomento. El Banco Agrario, por ejemplo, dirigió sus préstamos a los valles de la costa norte y de Lima e Ica (el 98% de sus créditos). El Banco Industrial privilegió las actividades industriales con miras al mercado interno (así lo hicieron también el Banco Popular y el Banco Italiano, convertido ahora en el Banco de Crédito).
Los créditos a provincias no se distribuyeron en forma homogénea. La sierra sur y la Amazonía estuvieron sistemáticamente desatendidas. Después de Lima (entre el 70 y 75%), las zonas privilegiadas fueron la costa norte (10%) y Arequipa (7%). Como vemos, la concentración del crédito en Lima fue demasiado alta, favoreciendo el desarrollo de la industria capitalina y el centralismo.
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