Download - La Epoca Revolución Rusa
lio uai.?~a<hiflre 24.090 MADRID---VíerKiés 9 ¡áe SToviembre de 1§W damero snéBo. 10 tf^Bam PRECIOS DE SÜSCRIPCIOII
KADBII).—Un mm, S pesetef ¡ trimeitre, • ; m-u ^ t r e , 19; año, 24.
PROVlNClAS.~Trlmettre, 0 p«ietiia; lemM-tre, l a ; »ño, 24. ; Portugal, Gibraltar 7 HairaeoM, •! mismo pr«elo. I EXTRANJERO.^ Trimestre U ürtaoos; lemiaft-tre, 30; año, 60 finmcoh
Nfimero del dfa, 10 (^ntlmoa—AfenuHldo, i», LK correspondencia de AdmiBÍ«tE«eite dMJaM tf
Bdmdnistrador de U l ÉPOOA.
Seíaüciiüjábiliístracii: ETfflOS TELEGRAMAS ! toUCIAS DE LATABi
ELECCIOHfig BDÜICIPAMS Ei lADBID
ID l i d i f B lll! [ O i i iBímBÚD En las elecciones que se celebrarán el domingo
próximo, los electores monárquicos tienen el deber ele votar la siguiente candidatura: Distrito del Centro.—CUATRO VACAWTES. (Puede vo
tarse á tres candidatos.)
1). l íaiael Jlart ínez AguUó, marqués de Vive! (conservador j .
IJ. José Diaz Guerra (conservador;; y . \i. .losó Francos liodríguez (liberal - demó
crata) . Distrito del Hospicio.—TRES VACANTES. (Puede vo
tarse á dos candidatos.) I). vVugusto del Cacho y Fernández-Cadiila-
iios ff-onservadori; y I), líicardo JJarea y Lorente (conservador).
Distrito de Chamberí,—CUATRO VACANTES. (Puede votare á tres candidatos.)
D. ]\Iartín de Rosales y Martel, duque de Al-rnodóvar del Valle (liberal-demócrata;.
D. Antonio Flórez UrdapUleta (conservador,/; y •
J-). César Donoso Montesinos (conservador).
Distrito de Buenavlsta,—Dos VACANTES. (Puede votarse á vn candidato.)
D. Ricardo Rodríguez Vilariño (conservador).
Distrito del Congreao.-CUATRO VACANTES. (Puede votarse á tres candidatos.)
D. Emilio Zurano Muñoz ('conservador). D. .losé Guimón Eguiguren 1 conservador); y
- D. Alfonso Senra Jiernárdez (liberal).
Distrito del Hospital. — Dos VACANTES. (Puede votarse á un candidato.)
1). Adalberto Suárez Aguilar (conservador).
Distrito de la Latina.—UNA VACANTE.
1). Emilio Ignacio de la Portilla (conservador 1.
Distrito de Palacio.—UNA VACANTE.
D. .José Serrano y Ruiz de la Puente (conservador).
Distrito déla ünlveraldad.—CUATRO VACANTES. (Pue-* de votarse d tres candidatos.)
I). Luis Sílvela y Casado (liberal-demó-c rata i.
i). Ángel (Jubero Rodríguez (conservador); y IJ. Enrique Benito Chavarr i y Alcalde (con
servador;. • .
LR S m Ó H EH BDSIfl Los sucesos de Rusia no -pueden ex t rañar á
^adie (lue haya seguido a tentamente la raar-'•ha de la revolución. Los efectos de ésta fue-J"on desde el primer instante la indisciplina y 'it desorganización en el Ejército; y con tropas ^ue desertaban en masa, que no reconocían la ^utoridad de sus generales, que obligaban á estos á comparecer en meetings presididos por Soldados, y dar las explicaciones que se les pe-<|ían, e ra demasiado el exigir la continuación de la guerra .
La experiencia demuestra que el espíritu m i - ' litar en un pueblo revolucionario sólo puede 1 eaíirmarse cuando sobreviene la dictadura. Rusia, por desgracia pa ra ella, no encontró en su seno alientos para ir á esa anormalidad salvadora. liOs generales fueron sucediéndoae en ®1 Mío mando, y ninguno se encontró asistido iiel Gobierno pa ra el restablecimiento de la dist'iphna en el frente. El partido cadete, con jMiliukoff ú la cabeza, fué expulsado del Gobierno, y el secialismo se apoderó del pueblo y del Ejército.
Las instituciones más absurdas empezaron á Surgir. El Soviet, el Consejo de delegados cam-pcsmos, todo se quiso constituir sobre una base deriiocríUica, en un pueblo incapacitadovpara la vida de ciudadanía, y todo se quiso que fuese supeiior al Gobierno.
Los soldados, en vez de combatir, se dedica->an á elegir representantes pa ra esas asam-
hleas; los obreros de industrias militares cesaban en sus tareas , y las fábricas más importantes, como la de Putiloff, se veían condenadas •"i una inacción casi constante; los políticos luchaban entre sí y desatendían los problemas •••premiantes de oMen económico; la Marina se sublevaba en el Golfo de Finlandia; la's aspi-i'aciones desmembradoras de Ukrania y ITin-latidia resurgían con vigor, y asi Rusia iba ca->ttino del desastre.
Las concepciones de la paz fueron cada 'Vez máa atrevidas. Abiertas las fronteras á toda propaganda, y^ fuese pacifista, ya fuese ííermanizaute, el pueblo ruso se vio objeto d e todos los manejos, y en la memoria de todos se llalla el caso dé Lenine y el de Grimm. Prime-í"o se abandonó toda ideg, de expansión por los estrechos; después se habló de paz sin anexio-'les ni indemnizaciones; luego el Soviet lanzó ^na propuesta de paz,.qu© en Viena y Berlín ^nó comentada con elogio, y últ imamente, el
. ^ 'onaejo de delegados campesinos llegó áfor-^iula,f algunas más radicales, ent re ellas el so-inetimiento del pleito de Alsacia-Lorena á un .Plebiíicito, en el ^e sólo tomasen par te losna-<iidos en dichas provincias.
iJos niomcntoe hubo en que pareció poder Salvarse Rusia de la anarquía: el primero, Cuando la exaltación de Kerenski, y el segundo, cuando la marcha de Komiloff sobre Petro-íírado.
En los dos sobrevino el fracaso. Kerenski se «-ntregó íl los revolucionarios, sin tener fuerza 'li prestigio para imponerse; Komiloff no se encontró tampoco seguido de fuerzas bastantes l>ara rentablecer fel orden en el puebloy ladis-^^iplina en las tr incheras.
Pasadas esas dos oportunidades, Rusia fue de ' Salto en salto hacia el abismo. Las posiciones
^el («olio de'Riga-cayeron rápidamente en malos del enemigo; loa raaíximalistas se hibieron 'i<íeños de la situación; Skobeleff se negó a ir á la (Conferencia aliada de París , acompañando al ministro de-Negocios Extranjeros, l e res t -
' ^henko, porque le parecía éste demasiado conservador; las huelgas ae multioheflron, v ae V«Hó, f)ov últtimo, al bochorno del debate so-'^ff política (extranjera en el AHCep|ii;laMieniü.
fiii fea» debate, el aoL-iuliata iJnn Uiju que 'Ja
desorganización era producida por que no S3 satisfacían las aspiraciones del Ejército para la paz», y Tchernoff subrayó lo dicho por Dan, diciendo que loa raaximalistas deseaban el «armisticio inmediato».
¿Puede ext rañar que los maxiraalistas derri ben al Gobierno, hagan caer á Kerenski y expresen su propósito de ofrecer la paz inmediata?
No faltará quien aún confíe en el resurgimiento de Rusia para seguir combatiendo; pero, ¡cuan difícil es! Un pueblo sin ideales guerreros, con una Administración desorganizada, con una incultura extremada, viciado por la propaganda anarquista, sin caudillos, aislado de socorro, padeciendo hambre , no puede cont inuar una lucha que exige los esfuerzos que la actual . Rusia ha prestado á la Entente valiosos servicios, pero no será fácil que la preste otros nuevos.
VELADAS TEATRALES I . l l l 1 * 1
ESLAVA.—Esperanza nuestra; comedia en tres actos, original de Gregorio Martínez Sierra.
Aunque se llama comedia en el cartel, JEípeí-aw za nuestra es un drama. El arte fino, delicado, elegante, un poco menudo y frágil, de miniaturista, con que Gregorio Martínez Sierra debutó en las letras, ba criado nervios y sangre, y ha aprendido como habla la pasión. Anoche dio. un paso más — desde luego un malpaso—, lanzándose al estudio de las luchas sociales, moderno y antiguo, que habla ahora en los meeím<7s, y hablaba en los comicios de la Roma republicana, en las luchas agrarias de patricios y plebeyos.
Esperanza nuestra se titula la comedia. No entiendo bien el título. ¿Cu^l es nuestra esperanza? ¿Que surja una España nueva, de una vaga justicia social? ¿Que de los nuevos patricios ó poseedores salgan los redentores del pueblo, á imitación del Lorenzo de la comedia? Siempre las revoluciones las hicieron patricios ó gente que merecía serlo. Patricios publicaron en Roma las fórmulas secretas del Derecho. Patricios eran los Gracos. Esa esperanza es antigua.
El socialismo agrada poco en el teatro. * ¿Y Juan Joséh—áiTá, algún lector- . Juan José no es socialismo. Es Calderón, de blusa. El público aguanta resignado las tiradas de sátira política de Las ciudades alegres y confiadas, y hasta las escucha complacido cuando reproducen los lugares comunes en que sestea su pensamiento. Concede un largo margen de tolerancia á la sátira de costumbres y á la eterna intriga del amor; se ríe de buen grado de sí mismo; va perdiendo el miedo—el miedo tea-'^^1—á lo erótico; escucha interesado el discreteo, I^as ó menos alambicado, del diálogo; se entrega sin reservas al chiste de astracán; pero, ¡que no le vengan con problemas sociales, conjo no sea en tono de guapa! Eso le parece cosa de meetings, y aún tratándose de comedias buenas, que no siempre es el caso, se torna hostil y receloso.
Poetas: •podéis jugar con muchos ídolos y muchos chirimbolos, pero cuidado, mucho cuidado con el dinero, ya esté representado por numerario ó efectos mobiliarios, ya por bienes inmuebles. Es un ídolo antiguo y respetado de todos, con el que las gentes no quieren chanzas. En el teatro y en todas partes es verdad aquello de Poderoso caballero ..Caballero, es poco. Emperador, y de tal poder, que hasta los que no le tienen le reverencian, por si acaso llega algún día. ¿Cómo Martínez Sierra no ha visto que el público de un teatro bien, como Eslava, es un público burgués, para quien el socialismo agrario'no es un tema grato, siquiera por el buen parecer? De fijo, entre los espectadores de ayer había muchos que no tendrán más tierra que la de los tiestos del balcón, si los tienen; pero á nadie le gusta parecer un descamisado. Es cuestión de una psicología elemental, á flor de piel.
No digo que el contenido social de Esperanza nuestra sea en absoluto el responsable del fracaso. Ha contribuido, sin duda. La última Obra del se- J ñor Martínez Sierra es, como eonstrúoción dramática, bastante endeble. Es un drama deshilvanado, en cuyo primer acto, que es el mejor, eV más artísticamente compuesto, se inician varías acciones diferentes, que despiertan el interés del espectador curioso. El dramaturgo parece vacilar después. Laí principal acción—la lucha entre el cacique, que representa el áspero derecho quiritario, y el hijo, softador y generoso, qué pretende emancipar á los oprimidos — languidece , y pi«rde la intensidad con que se anunciaba, entre las otras acciones concurrentes, que se salen á veces de su papel mo ¿esto de episodios.
No menos de tres de estas acciones coinprende el drama: el amor de una muchachita sentimental, frivola y mal criada, buena en el fondo, con un muchacho altivo y honrado (una versión de la novela y el drama del Joven pobr?); el coqueteo de una casada, joven, con un tonto, lo cual no es incompatible, ni mucho menos, con ser un conquistador; la elegía de la hija natural, retrato vivo de la madre muerta, que se presenta, como un reproche, en casa del padre, que quiere ignorarla. Cada' uno de estos episodio» es una comedia eij capullo. Falta unidad y coordinación entre ellos. La inventiva del autor y él interés del público andan pere-frinando de uno en otro, sin saber dónde fijarse.
I último de los mencionados es el que parecía llamado á tener mayor desarrollo é importancia en la comedia (hasta el hecho de correr & cargo de la señora Barcena su principal figura, parece indicarlo); pero después de prometer mucho en el primer acto, acaba de un modo raquítico y forzado.
Ha trazado el autor dos ó tres figuras dramáticas acabadas: la primera de ellas, Daña Isabelita, la tremenda abuela, que es una especie de'Dofia Perfecta del dinero, y pertenece también á la familia de la Dofia Juana de Casandra. El capataz ó mayordomo Pantaleón es una figura de firme y seguro realismo; Carmita, la muchacha frivola y mimada, que abre al fin los ojos y el corazón á la fravedad de la vida, es una interesante criatura
ramátáca... El Sr. Martínez Sierra no ha desdeñado usar de
algunos efectismos ó teatrálisnws de Caballería rústica, que se apartan de su habitual estilo. Uno (el de la navaja clavada en la petición de los colonos), tiene fuerza dramática; el otro (la entrada de Isidro, labrador que viene á vengar a,l hijo que acaban de matarle, y se entretiene en retos y discursos), es francamente convencional. No son así las venganzas campesinas. O solapadas y seguras, ó de una brutalidad fulminante, pero sin preludios caballerescos.
La presentación de la obra es notable, singularmente en la caracterización de los personajes. Aquellos paZeíos convencen á los ojos más que al oído. Están, sencillamente, admirables. La Barcena tiene un papel abortado. Cotapuso tina figura interesante, y acertó á darle acentos de pasión. Era lo que se podía hacer. Las heroínas de la velada fueron la señora Quijada—la Doña Isabelita—y Josefina Morer, que hizo con mucho talento, y con
1 más que talento, con emoción, como Upa consumada artista, la ingenua, frivola al principio, y des-IJÜésamante y baefaa; Aguirre ó Hidalgo, eñ los tipos rústicos, mo parecieron excelentes; Hernández, París y los dos Vegas están bien, aunque ios primeros luchan con papeles qné no se amoldan del todo á su temperamento. Y no debe quedar olvidada la sefloía Muñoz: una bella Nene. La dwo-ración única, zaguán de una casa grande desabor,
' es muy aftísti<2aí
PUNTOS DE SÜSCRJPOrOJ»
! » US 7IIIKIHIB ismiBK iWD r m n m
Fwiii.—Messlean B^jrejite et ObtviU^ mtétU Banquo, 22, •
Annaolo* espftSolcí^ I t i ét&Vimtm d i ¡MNefl línea on cuarta plaaa. ( . t d e n «ztruMwoB y r t o I u i M , f fmém •oa»^ Tenclonalea. * ( I Cada anuncio satisforf I t fltatiaiof i» laipBMMft^ (Tjey 1." Enero 1906.)
BXSECCTÓS TBLBOalnOAt ifePO^—HAMl&i, paánto lúM. 39 truktmt lÉt M
so m Dtvvurm wm om&msam
Para los lectoreí que qui#en enterarse de todo, diremos que el primer' actoÉué aplaudido sin reservas. En el segundo y t e r# ro hubo algunas protestas, acalladas por la majrfría del público, atento á guardar al ilustre au to i dramático las consideraciones que merece. Masía comedia terminó en medio de una gran frialdad.!
ANDRENIO.
EL ion . DE^Sflil lüFO En una de las var ias vei | iones que de su pen
samiento nos ha ofrecido ^ 1 estos días el señor Alba, l lamaba al Sr. Ca#ibó,«mi ondulante amigo». ¡Nunca, más ondi lante que en estos días el ilustre político baífelonés! Cuando todos... ó casi todos loa pi r lamentar ios de la asamblea son á zaherirle i | denostarle, él pasa de largo por delante de l i s injurias, y afirma una y otra vez su resol ue | jn inconmovible de fidelidad al espíritu de la; asamblea y á sus acuerdos, que el (xobiern^ actual representa en el Poder.
La asamblea se ha disuelto, pero su obra per-iñanece en pie, y cada c u ^ servi rá su espíritu desde donde le correspon(^: el Sr. Cambo desde el Poder, que por d e l e ^ c i ó n suya ejercen los Srea. Ventosa y R o d ^ ; los demas íen la propaganda fecunda de 1*3 ideales comunes. El isMer nacionalista recuerda á sus exeom-pañeros de asamblea aquéllo del fumar y del escupir... ¡quedándose el (^n el cigarro en la boca! !
Pero observamos, y obsfii-vará quien quiera, que no es todo igual, enla^hostilidad hacíalos regionalistaa, en los demáf elementos de la disuelta asamblea. El Sr. Lerroux no logra parecemos tan incomodado como el Sr. Alvarez ó loa demás republicanos. El Sr. Alba rompe precipitada y alborozadamente con el Sr. García Prieto, pero loa albistaá de la asamblea no pierden del todo el contacto con los ministros que de ella proceden... Yk se despejará todo eso.
Nosotros hemfii proclamado, antes que el señor Cambó, el triunfo de su labor, tan peraeve-rantemente m a ^ n i d a desde el mes de .Junio, en que, libre de la tutela que le enojaba ya, del Sr. Pra t de m Riba, dio rienda suelta á su oportunismo de«olitico á la antigua española. Es evidente, á juzgar por la solución, que la crisis planteadíi en 23 del pasado Octubre no tenía otra finalidad que la de echar á un lado los partidos históricos de la Monarquía, é incorporar a l Gobierno de España á la, Lliga de Cataluña.
Pero dudamos mucho de que cuando se escriba la Historia con el debido desapasionamiento, se pueda admitir un triunfa del pueblo español, el éxito de un verdadero movimiento popular, en ese de que con' tanto fundamento se alaba el Sr. Cambó, que pone en la cuenta de Cataluña, en el haber de Cataluña respecto de España*, has ta el movimiento de las Juntas de Defensa.
Porque, apar te el contenido de representación nacional que en los diputados y senadores de la fenecidíi. asamblea puede reconocerse, y que el otro día analizamos, ¿cómo desconocer que si se hubiera atendido al gusto y á los' deseos del Sr. Cambó, no habría existido semejan te asamblea? Si á las primeras indicaciones hechas por él en pro de la .apertura de Cortea, sé hubiera accedido, no habría habido en Barcelona la reunión del 5 de Julio.
Si el Gobierno no hubiera velado tan celosamente por el decoro de las prerrogativas constitucionales, frente á los acuerdos de aquella reunión del 5 de Julio, no se hubiese celebrado la asamblea del l'.i. ¿beríaposible tal cosa, si la asamblea a r rancara realmente de las entrañas de la voluntad popula??
No. Ha sido una maniobra política, que ha triunfado al t ravés de episodios tan dolorosos como la huelga general , y más que por la propia, por ajenas virtualidades, pero nada más; y de ahí nuestra falta de fe en sus frutos p a r a el país.
Por lo demás, el Sr. Cambó -habla nada menos que de que haga la Lliga ahora lo (jue en su día no acertaron á hacer, ó no quisieron hacer, los Reyes de la Corona de Aragón: extender poí toda España la hegemonía de Cataluña. Eso fué también el sueño de Salmerón, cuando se vio al frente de Solidaridad catalana. Esa es una tesis muy interesante, que no podemos abordar ahora.
¡Ah! Pero eJKSr. Cambó acabó su discurso dirigiendo un vehemente llamamiento a l capital y á la cultura de los catalanes, pa ra que le ayuden en la empresa de la irrupeción peninsular, y á los capitalistas dice que esa será l a manera de gue paguen á Cataluña la prosperidad Y la riqueza que en una centuria les h a permitido foi-raar.
Es decir, que en Cataluña, al menos, ha habido una gran prosperidad y una gran fortuna; y como durante esa centuria, durante cuarenta años, han, gobernado loa abominados part idos de turno, ¿dónde va á pa ra r la tesis de laa recriminaciones violentas contra éstos?Comenzaron los partidos de turno por l ibrar al t r abajo espailol, y principalmente al trabajo catalán, de los efectos del delirio l ibrecambista de loa revolucionarios; ha aído su última obra parlamentaria la concesión de los bonos de exportación á la industria catalana.
¿Merecerán esos partidos la execración do Cataluña, tan próspera y tan rica, que su Zea-der la considera obligada á sacrificarse por la salvación de España, que él, el Sr. Cambó, so propone acometer?
Sobre la disolución de las Cortes. Heraldo de Madrid dice que, hablando de plañe»
para elecciones generales, el Sr. Dato manifestó que consideraba aquéllos prematuros; pues no creía próxima la disolución de las Cortes.
«Antes dellfegar á eso—añadió—, el Gobierno tendrá que trazar un programa, pues hasta ahora no lo conocemos, y. marcar una orientación que, dados los elementos hetetogéneos que lo componen, no'parece labor fácil.»
Sin ((ue esto se haga, el Sr; Dato croe que Ho se puede hablar de disolución de Cortes. . ' Los Sres. Alba v Cambá. Cuenta La Iribuna que «11168 de marchar á Bar
celona el Sr. Cambó, visitó al Sr. Alba, con quien sostuvo una conversación política.
Desde que el Sr. Alba publicó sus declaraciones «xponiendo su criterio de qu« los regSonalistas debían ser incorporados á la política general, dándp-les partielpaaíóa to el Poder ajuicio qtte líreeTsa-
mente no compartían los Sres. García Prieto y Vi-llanueva, y que fué el primer disentimiento "ferio entre el Sr. Alba y el marqués de Alhucemas—, tenía el propósito él Sr. Cambó de visitar al Sr. Alba, para exponerle las simpatías con que los regiona-íistas veían sus declaraciones.
El Sr. Alba se felicitó de que una fuerza tan importante como la regionalista se incorpore pwr fin á la política general de España.
El Sr. Cambó se congratuló de que el Sr. Alba, de cuyas actividades y de su gran talento tanto puede esperar el país, se haya desligado de los viejos partidos, y pueda recoger un movimiento de opinión en sentido izquierdista.
Reclamaciones obreras. En las primeras horas de anoche, hallándsse el
presidente del Consejo en su despacho del ministerio de listado, recibió la visita de I).' Pablo iglesias, el cual formuló reclamaciones de carácter obrero. »
Solicitó que se ordene la reapertura c e algunos Centros obreros que fueron clausurados con ocasión de la última huelga general, y la libertad de varios obreros que prosiguen encarcelados desde que se declaró el referido paro.
El presidente prometió trasladar las reclamaciones del Sr. Iglesias á los ministros de la Gobernación y Gracia y Justicia.
La cartera de Estado. El jefe del Gobierno negó anoche que-haya pen
sado en ofrecer la cartera de Estado al conde de la Mortera, ni al Sr. González llontoria.
Añadió el marqués de Alhucemas que se propone seguir al frente del citado ministerio mu,p|io tiempo.
La Comisaria general de Subsistencias. . El próximo Consejo de ministros estará dedicado
casi por entero al problema de las subsistencias. Contra lo que se había dicho, no desapítrecerá la
Comisaría general de Subsistencias; por el contra-' rio, es propósito del Gobierno darla amplitud.
Centralizadas en dicho organismo estadísticas y datos, que antes se hallaban diseminados e»distintos ministerios, facilita mucho la labor, por encontrarse en él cuantos elementos son necesarios para apreciar la gravedad del problema y la&jnedidas que deben adoptarse. «•
JBeos del día Las elecciones municipales que ae verifica
rán pasado mañana, deben despertar al Cuerpo electÓTpI de su letargo.
Si la organización del Estado ha de basarse en algo solido, es en la del Municipio. Los intereses locales, la administración de los Ayuntamientos, son pilares inexcusables en que so asienta el Poder público.
El apartamiento d<3 la lucha electoral, el no acudir á, los comicios, ea cometer un delito cont ra el país..
Piénsenlo los elementos conservadores, y piensen que su sufragio es una t r inchera cont ra el reyolucionarismo, contra esa confabulación de elementos de las izquierdas, uno de eu-y<» estallidos hemos presenciado hace poco.
Votar á los elementoa de orden, ea coadyuvar al ordeil mismo. Si cada uno cumple con su deber el domingo, y se logra el triunfo en la constitución de loa Ayuntamientos, se habrá realizado un buen servicio.
La nueva tasación que en Francia han dado a l precio del trigo p a r a l a cosecha de 191H, demuestra cuan artificioso es el procedimiento de la tasa, que perjudica al productor, sin favorecer al consumidor.
Las estadísticas del precio de los cereales probaron al agricultor francés que el del trigo había tenido un incremento inferior en un 2;") por KX) al de los demás granos, y fué consecuencia obligada que en muchas extensiones de territorio, dedicadas al trigo, fuesen sembrados avena, cebada, centeno o maíz.
La cosecha de I'JIT ha disminuido tanto—claro que también por otras causas—, que el ICe-tado francés se ha creído en el deber ae e levar la tasa á (!0 francos los cien kilos, en vez de no, par{|, la cosecha próxima.
Y es curioso ver cómo la tasa ae ha desacre-ditado^ya en el país vecino. Una Revista nos enseña un caso elocuente. Se tusó l.-i mantequil la de leche de vaca, y no hubo casi mantequilla en los mercados francesea, y aun en la poca que había ae burlaba la tasa. iJesapareció ésta, y en seguida hubo mantequilla á precios más la/.onables.
Asi va pasando una moda, que en todas partes tomó car ta de naturaleza, y que ea de difícil ejecución, por su complejidad y sus efectos.
Ea una lástima que el Gobierno no acelere el asunto relativo á la mejora de la condición económica de los empleados.
El agricultor, el industrial, el comerciante, tienen algún medio á mano para ir sobrelle vando la carestía de la vida.
Sólo el empleado modesto es la victima. "Con sueldos de há medio siglo tiene que subvenir .i unas necesidades que representan, ppr término medio, el iioQ por lOf) de lo que eran entonces. Bien merecen esoa funcionarios un auxilio deljEstado, que les redima\ siquiera sea en poca parte , de su actual situación.
Al escribir ayer nuestro artículo «Dificultades de la situación*, no hicimos sino rettejar por cuen ta . propia, y bajo nuestra exclusiva responsabilidad, loa hecnoa que se están desarrollando á la vista de todos. No era el partido conservador el que hablaba, ya que para hacerlo tiene su jefe, y sólo á las declaraciones de éste puede atenderse. Somos nosotros los <]ue, cumpliendo con la misión del periodista, reliejál)ainos los acontecimientos, (jue hoy son asi, y mañana pueden ser de otra manera.
AÍiora bien: hecha esta aclaración, á que nuestro estimado colega El Iniparcial nos invita , hemos de insistir en el mismo punto de vista.
Cierto que la neutralidad ea convicción firme, propósito inquebrantable del pueblo éspa-pol, y nosotros tendremos siempre como título •de honor ser voceros del partido que la declaró y que la mantuvo, con beneplácito de ambos bandos beligerantes: cierto quo ese sentimiento ea tan firme, que eñ la lejanía del horizonte no se divisa nada que pueda torcerlo; pero, ,-;cabe desconocer que la situación de la guer ra es hoy distinta de antes? , ,
Eatamos viendo aparecer y desaparecer factores nuevos; estamos presenciando una exaltación de pasiones, lógica y natural , por lo prolongado de la contienda. ¿Cómo no hemos de preocuparnos?
Y nos preocupamos más porque obsérvase en muchos oí despertar no de filian, sino de fobias, que pueden presentarnos como sospechosos a uiití ú otro grupo de beligerantes. Contra eso
hemos pugnado siempre, entendiendo perjudicial no lo que alaba á unos, sino lo quo tuohíata ;'i otros. Por ello decíamos bien claro que 110 ea el peligro de la guerra el <iue nos preocupa, pero sí el de que Gobiernos y opinión no aunen .sus voluntades en caminos definidos, con la práctica de una política neutral sincera, que es lo que caracterizó á los Gabitietes Uato, y contó con nuestros aplausos.
El señor presidente del Consejo se muestra decidido á continuar por esa senda, y dice que no hay motivo de a larma. De ambas eosaa nus felicitamos sinceramente. •
Entre las cosas inusitadas que se escriben, ligara lo que leemos en un colega vespertino, de que «esa misma presión extranjera fué, sin dada, la que mantuvo la candidatura del señor marqués d« Lema para ministro de Estado».
Mal concepto tien(% por lo visto, ese artícuÜBta de los políticos españoles. El Sr. Sánchez de Toca, el Sr. Maura y el marqués de Alhucemas, ¿habían de plegarse á tal exigencia? ¿Es que se les cree tan dóciles ó tan ambiciosos?
¡Y eso se escribe, no siendo ministro de Estado nuestro ilustre amigo el señor marqués de Ijema! ¡Si llega á serlo!
EL DÍA POLÍTICO Lo que dice el presidente.
El señor marqués de Alhucemas despachó hoy algo más tarde que de ordinario con S. M. «1 Rey. Marchó después al ministerio de Estado, donde le esperaba el Sr. Vilianueva, con quien conferenfcíó.
Cuando el Sr. García Prieto recibió á los periodistas, uno de éstos, refiriéndose á la anterior conferencia, le preguntó:
- ¿Ua sido para tratar de la próxima apertura do Cortes?
—No hemos hablado ni una sola palabra sobre ese particular.
y añadió después: —En el despacho he puesto á la firma de H. Ai, laa
cartas credenciales para el Sr. Gutiérrez Afi'Uíra, como embajador nuestro en Rusia, y las de! Hr. Padilla para la legación en Lisboa.
A este último pienso recibirle ahora, y por la tüi'-de iré á la Presidencia. Nos proponemos tnibajar sin descanso en la cuestión do las subsistencias.
También en breve nos ocuparemos de la distribución de los socorros recaudados para preiuiíu-servicios en los sucesos de Agosto último.
El Si-, l.íato me,ha hecho entrega del libro <i« cheques, icticto, relativo á la cuenta corrient« <le la Presidencia, y cuyas cifras son las siürniencfis:
(Krecido por.el Banco de España, 100.» üf(p*;,'<í;f.ii3. Cueíita corriente de la Presidencia, T- . O?.
. Total, 172 :)07 pesetas. Sobre política Internacional.
l ie visto - continuó diciendo el señor marqués de Alhucemas—el artículo quo anoche publiC(> i.A ÉPOCA, que me ha llamado la atención, y que hoy comenta A'í Imparcial, preguntando si aquél r« presenta la opinión del partido conservaaor. \'i> entiendo que no, y que es hijo de la fantasía del periodista. *
tfó quo sí he de declarar termínantemeiUe es que el Gobierno actual está dispuesto á mantener hi política de neutralidad en la misma forma que ha venido manteniéndose, sin que haya motivo de alarma. Precisamente para persistir en esteprojn'»-sito estoy decidido, á pesar del gran sacrificio ipie para mí supone, á seguir desempeñando la canora de Estado.
Actualmente estoy ocupado en el estudio del cainbio de Notas, quo llevaba muy adelantada.^ ol señor maniués de Lema, sobre una negociación comercial con Inglaterra, para atender reclamaciones justas y ansias muy legítimas de los expor-tH.d< res españoles, entre otros los de Almería, pura dar salida á la cosecha de uva.
La labor del Gobierno. Es probable, aunque no seguro -continuó di
ciendo—, que mañana celebremos Consejo de ministros, y desde luego deben ustedes- y la opinión — irse habituando á la frecuencia de csios Consejos, cuyo objeto principalísimo será todo lo relativo al fomento de los intereses nacionales.
No es cierto, como algunos indican, que haya dr-flcultades en el Gobierno para el nombraini(;nto del alto personal; asunto que ni siquiera hemos aboi-dado, sino en las líneas generales, para acordaí" aplazarlo hastd^dcspués que se celebren las eleccio-clones municipales, y tratar de que las personas que se nombren sean aptas para el cargo. Esta aptitud hay que buscarla, lo mismo en el campo ue la política que en otros; pues yo no creo que el figurar en ella incapacite para nada, y prueba de ello es que la inmensa mayoría ha desempeñado siempre sus cargos coa la mayor honorabilidad, .si bien reconozco al mismo tiempo que fuera del campo de la política hay asimismo hombres muy útiles, que pueden igualmente ser aprovechados.
En Qobernaclón. El ministro do la Gobernación recibió esta ma
ñana la visita de una Comisión del Instituto de Reformas sociales, compuesta por los Sres. AzcáríJtc, Marvá, Buylla y Puyol, los cuales cambiaron impresiones acerca de determinados asuntos de carácter social.
PESTITlfCiÓN DE KERENSKI
El Soviet borjoferíosdeíoz Kerenski y su Gobierno, destituidos.-En el Parla-
mentó. L0KDKK8 8 . - U n a proclama radiotoleerafiada
cursada por las estaciones del Gobierno ruso d W que la guarnición y el proletariado de Petro¿rado han destituido al Gobierno de Kerenski ''""^'^*^'^''
Antes de esto el Pariamento votó, iior 12>! vr,fr,s contra 102. una resolución prometi¿ndo apoyar al Gobierno 81 éste se comprometía á realizkrinme diatamente el programa de la democracia r e v X -cíonana. i«5V()iu
Una proclama de la JunU revolucionaria militar.
PARÍS 8.^-Telegrafían de Petrogrado que la Jan-
Te r roclama"^"* ° ' ' "*" ' ""^ W c t a d o i r s i g S n -
s o í d a S s ' ' , ? S f p ! i t S ¿ r " ^ ' tocios 103 Soviets de La guarnición y ol proletariado de Petrogrado
han destituido al Gobierno de Kerenski, quefe há bía erigido contraía revolución popular Éste cam-bio se Ha efectuado sin efusión ¿e iangre
El Soviet de Petrogrado se congratula del cam • bio, y proclama la autoridad de las Juntas fevoS
deCsíj'vi^íl!*"''' ^"''* ' ^^ '^ ^'^ «I C l ^ C •La; Junta revolucionaria confía á los soldados re
volucionarios la estrecha vigilancia de la conducta ^ I n r e S r ^ ' " ' ''""^ ""'^^ encargados def S o
Los oficiales que no se adhieran á la revolución deben ser arrestados inmediatamente, consideran -doseles como enemigos. «.-onsiaeran-
El Soviet, como primera- autoridad, tiena el «i. guíente programa. ' ^°^ ®' ®*
Primero. Oferta de una ]>az inmediata
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