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Econ. José L Moran
La Economía Comunal.
LA ECONOMIA COMUNAL
“Modelo de estrategias para la creación de Empresas de Producción Social Comunitarias, EPSC.”
INTRODUCCIÓN GENERAL.
I.- La demanda de dinero en Venezuela, periodo 1984 – 2006: Un análisis econométrico. II.- Modelo econométrico para explicar la demanda de dinero. III.- La ocupación en Venezuela. Un Análisis econométrico; periodo 1984-2006. 3.1.- El empleo en los Clásicos. 3.2.- Teoría neoclásica del empleo. 3.3.- Demanda de trabajo. 3.4.- Oferta de trabajo. 3.5.- Teoría Keynesiana de la ocupación. 3.6.- Teoría marxista. 3.7.- Diferentes enfoques teóricos sobre el empleo. IV.- La Ocupación en Venezuela; 1984-2006, Un análisis Econométrico. V.- La pobreza en Venezuela.
5.1. El Fenómeno de la Pobreza:
5.2. El Empobrecimiento de Venezuela: “Un Recuento histórico”
VI.- Modelo de estrategias para la creación de empresas de producción social comunitarias.
6.1.- Definición de Política Social.
6.1.1.- Funciones básicas de la política social. 6.1.2.- El Capital Humano y la Política Social.
6.1.3.- Redes de Protección Social
6.1.4.- Elementos de la Protección Social
6.2.- Principios Rectores del Sistema de Protección Social
6.3.- Elementos de las Redes de Protección Social
6.4.- Principios orientadores de la Política Social
6.5.- Universalidad de la Política Social
6.6.- Impacto y eficiencia de la Política Social
6.7.- Principios básicos para la Administración de la Política Social
6.8.- Atributos en la construcción de instituciones sociales
6.9.- Articulación entre la Política Económica y Social
6.10.- Coordinación de la Política Social VII.- Aspectos teóricos conceptuales que caracterizan las Estrategias del Desarrollo Endógeno para la creación de EPSC. 7.1.- Definición, Finalidades, Principales Rasgos Característicos y Tipos de Empresas de Producción Social Comunitarias. 7.2.- Dimensiones del Desarrollo Endógeno.
PROLOGO
El debate sobre el desarrollo ha sido desde los inicios de la humanidad una
continua búsqueda por la estabilidad de la calidad de vida del ser humano.
Sobre estos debates debo enunciar una experiencia que pude vivir en la
formación de una Red Productiva basada en el Fríjol; La siembra y
procesamiento de este grano, pensé en este momento, que solo era lanzar una
semilla en la tierra y recoger su fruto en el tiempo de su cosecha, pero nunca
me imagine lo que ello significaría para los productores y los consumidores.
Los primeros, con las mejores técnicas enseñadas por los cuerpos de
ingenieros del Ministerio de Ciencia y Tecnología, hizo que el rendimiento por
metro cuadrado se incrementara, con lo cual, las nuevas intenciones de los
productores era producir nuevas alternativas de consumo de este producto,
además de hacer las tan ricas y conocidas “sopitas” , ellos me enseñaron que
se podía hacer atoles y otras bebidas, y por otro lado, algunos estudios
recientes nos demostraron que la utilización de una fina harina de fríjol para
producir Pan, podía reducir hasta el 20% en el consumo de Trigo, con el por
supuesto impacto, en el precio del preciado alimento y la utilización de las
divisas de la nación en dólares.
Con ello me pudieron enseñar la capacidad productiva del campesino y las
diferentes formas de comercializar el producto en pro de la eficiente cosecha
del Fríjol; pero por si fuera poco, al no recibir suficiente apoyo de los entes del
Estado, los mismos se vieron obligados a almacenar y a vender al mejor postor
su producción, creando el des estimulo a la producción nacional, hecho que
persiste en las nuevas organizaciones de desarrollo endógeno creadas para la
sustentación de la Familia Venezolana.
De ello se desprende las definiciones connotativas de la responsabilidad social
del empresariado moderno, por cuanto sugiere el compromiso de todos los
integrantes de la unidad productiva. Por tal razón, el desagregar las diferentes
inquietudes del colectivo conducen al aseguramiento de tres aspecto que toda
empresa debe cumplir; la primera es una actitud empresarial socialmente
dispuesta, la segunda es socialmente competente y la tercera es socialmente
inteligente. Estas tres actitudes permiten tener una organización con el
compromiso de la responsabilidad socialmente empresarial más allá que una
actitud filantrópica, donde las desigualdades e injusticias sociales impiden el
desarrollo socialmente armónico.
La felicidad colectiva pasa por reformar la superestructura, con lo cual, las
condiciones legales y constitucionales persiguen establecer las nuevas
relaciones de producción en la comunidad que se vea afectada; por esta razón,
los nuevos modelos socio económicos de una nación estarán siempre sujeto a
las relaciones entre los hombres y los medios con que se generan los productos
y servicios necesarios por la sociedad. En el campo de los cambios sociales y
económicos se hace necesario comprender los diferentes elementos
relacionados al sistema que permite el funcionamiento del desarrollo social. Es
a partir del conocimiento sistémico, en el marco del desarrollo social, que
debemos conceptualizar los argumentos pertinentes a procesos sustentables y
sostenibles, factores de relaciones laborales, objetivos de crecimiento,
características, y dimensiones éticos, culturales y tecnológicos.
En este sentido, el trabajo aquí presentado sobre “La Economía Comunal”
precisa con gran atino el tema del desarrollo endógeno en el contexto
Macroeconómico, manejando variables relativas al factor laboral, como
objetivo fundamental del desarrollo social endógeno; variables que vienen a
dar respuesta a la condición social de la producción comunal para el sustento
de sus miembros, sin perjuicio de los medios utilizados de propiedad colectiva.
Un modelo es la expresión y composición de un sistema socio organizacional, el
cual permite explicar los eventos en una situación ideal del comportamiento de
sus miembros y la sociedad.
El caso particular del modelo utilizado en el presente trabajo, posee un
planteamiento hipotético, pertinente al manejo de las restricciones
Gubernamentales y la presentación de nuevos parámetros de organización de
la fuerza laboral, con el propósito de dignificar la labor de quienes ofrecen
dicha fuerza.
Entre las diferentes relaciones de trabajo señaladas por sus autores se
encuentran las Empresas de Producción Social, como expresión fundamental
requerida para interconectar los diferentes factores de la producción, y
completar la creación de las redes productivas para interrelacionar el sistema
de distribución de la riqueza y elevar las condiciones de vida de la fuerza
laboral.
En lo conducente al proceso de desarrollo endógeno, el crecimiento de las
actividades socio-productivas, que junto a los cambios tecnológicos, permiten el
proceso de descentralización de las localidades y la propiedad de los medios de
producción, el desarrollo territorial de las comunidades y uso de los medios de
producción son fundamentalmente con que cuentan los ciudadanos para el
desarrollo de su calidad de vida.
Finalmente, el trabajo aquí presentado pretende demostrar de forma científica,
como las nuevas organizaciones empresariales, las políticas sociales y
económicas del estado, los incentivos a la producción y los cambios
tecnológicos, pueden ser los elementos fundamentales para producir el
desarrollo local y endógeno precisado por la nación.
ECON. VALMORE JOSE LUGO GARCIA
INTRODUCCIÓN GENERAL.
La noción del Desarrollo Endógeno tiene su alfa en profundos debates respecto
a la acepción del desarrollo; a partir de estos choques de carácter
epistemológicos fue configurándose, creándose, desenvolviéndose a la luz de la
construcción científica a entrelazar un compendio de teorías que dan sustento,
base y articulación a esta propuesta.
Desde “NUESTRO FUTURO COMUN” aportado por la Comisión
BRUNDTLAND en 1987, la postura del desarrollo debe ser sostenible y
sustentable en la cual se asigna un cambio en la asignación de los recursos
escasos con múltiples usos.
La teoría del desarrollo local, planteara un espectro de estrategias formuladas a
partir de realidades comunidad adentro, para potenciar las posibilidades
albergadas en el núcleo mismo de pequeños territorios, la gran mayoría de las
veces excluidos de las políticas oficiales que al traste han desarticulado la
entidad comunal.
A estas alturas de la civilización seria craso error cimentar la construcción
teórica del conocimiento del desarrollo endógeno en los clásicos del marxismo.
Esta corriente teórica que forma una herencia socialista, necesaria pero no
suficiente ni única, constituyo en todo caso una elaboración a partir de las
luchas obreras del siglo XIX y un conocimiento social, económico y político que
oriento los intentos de transformación del siglo XX, en un horizonte histórico que
compartía la visión de una sociedad industrializada, de masas y, naturalmente,
urbana.
En esta perspectiva histórica la naturaleza es concebida como un recurso a ser
explotado o dominado por la inteligencia y el trabajo humano, para lo cual la
tecnología establecía algo desmaciado importante.
Visto así el Socialismo consistía esencialmente en la articulación del desarrollo
técnico y nuevas formas políticas de la organización social. Mas allá en
nuestras vertientes del acontecer histórico la propuesta de un Socialismo
Bolivariano, alimentado sin duda por la corriente marxista pero nutrida por la
evidencia empírica del Socialismo indo-Venezolano, del mismo texto de las
sagradas escrituras, y en las múltiples ideas de Bolívar, Rodríguez, Abreu de
Lima y Mariategui. En esta senda no tenemos duda alguna habrá de
conectarse las propuestas Socialistas y Endógena.
Mas luego; no fue sino bien entrado el siglo XX que se ponen sobre la mesa de
la reflexión asuntos como el impacto ambiental de las tecnologías industriales,
la relación entre el tamaño de las unidades productivas y las posibilidades de
realización humana, los valores éticos, tales como la solidaridad, la
complementariedad, la cooperación, la equidad, la reciprocidad y
sustentabilidad entre otros; asociados a modelos de desarrollo, y la relevancia
de la confianza mutua y la comunicación en la consolidación de modos
asociativos de producción.
Desarrollar es des-arrollar, es decir; permitir que lo que esta oculto sea
desplegado. Pero, ¿Qué es lo que se despliega cuando se trata del hombre? Si
reconocemos al hombre como una construcción histórico-cultural, entonces lo
que se despliega no es un objeto previamente determinado ni las condiciones o
potencialidades de una naturaleza especifica del hombre. En realidad, lo que se
despliega, lo que se desarrolla, son las potencialidades del quehacer social.
El desarrollo endógeno es una alternativa frente al desarrollo neoliberal
decadente cuya mayor consecuencia los muertos por hambre, de gobiernos
despóticos implantados para resguardar los intereses de los grandes capitales
transnacionales y las empresa maquiladoras, de la implantación de una cultura
como consecuencia del mercado y de la manutención estructural, lo cual es la
vía para perpetuar el flujo racional del mercado activando los mecanismos mas
sutiles y talentosos de alineación al colectivo.
Entonces, un grupo de economistas, sociólogos y planificadores se aplicaron en
plantearse formas alternativas a la importación de capitales, a la flexibilización
de las relaciones de trabajo, al dominio absoluto del capital transnacional, a la
reducción del estado a un gendarme de los intereses de los pocos más ricos
contra los muchos más pobres, a escala planetaria.
El desarrollo endógeno es mas bien una guía practica, con elementos
sistematizados para lograr cubrir las necesidades de la gente, inventar
tecnologías baratas, suaves y limpias que no dañen el ambiente.
Lo que propone el desarrollo endógeno es la posibilidad de aprovechar las
oportunidades y las fortalezas de los recursos, habilidades, conocimientos,
tradiciones, de una localidad, de una etnia, de una comunidad, para realizar
negocios, producir bienes o prestar servicios.
Todo ello, en formas asociativas de producción, cooperativas, pequeñas
empresas, iniciativas comunitarias de distribución y servicios, autogestión; en
síntesis todo lo que significa darle poder al pueblo, a la gente, al colectivo.
Este modelo traducido en estrategias de carácter endógeno para crear
unidades de producción, servicio, distribución y comercialización comunitaria
habrá de servir y estar al servicio del objeto y sujeto que transforma su dura
realidad, habrá de permitir mas allá de su emancipación un desarrollo integral e
integrador de su propio entorno, en colectivo; arraigando su noción
antropocéntrica de que el planeta fue hecho para el hombre y no para el
planeta.
El desarrollo no lo hace nadie sino las personas en su individualidad y en su
sociabilidad. Ni el estado ni el capital, ni el sector privado, ni el público pueden
producir el desarrollo de las personas; tan solo pueden crear las condiciones del
entorno.
El desarrollo local es un proceso endógeno observable en pequeñas unidades
territoriales, capaz de generar dinamismo económico y mejoría en la calidad de
la vida.
El papel de los actores y de su identidad en una visión sociológica; destaca tres
dimensiones, la económica, la socio-cultural y la político-administrativa;
enfatizando así mismo el esencial papel de la INNOVACION. La interrogante
es: ¿Para que las EPSC? En nuestra modesta perspectiva es en definitiva para
generar en un territorio dado las condiciones del entorno, permitiéndole a los
seres humanos potenciarse a si mismo y lograr un desarrollo humano integral.
I.- LA DEMANDA DE DINERO EN VENEZUELA, PERIODO 1984 –
2006: ANÁLISIS ECONOMÉTRICO.
Para realizarlo, previo al planteamiento y análisis del modelo propuesto para
ello, decidimos recabar información teórica respecto a las diferentes teorías que
han explicado la demanda de dinero; en este sentido desarrollamos la siguiente
síntesis.
II.- SINTAGMA GNOSEOLÓGICO SOBRE TEORÍAS DE LA DEMANDA DE DINERO. Históricamente ha quedado evidenciado, que la economía se ha preocupado
por estudiar el dinero, y la influencia de esta variable sobre el comportamiento
de la actividad real. “Los clásicos liberales, plantea Maza Zavala (1966) desde
Adam Smith hasta Arthur C Pigou, consideraban que las relaciones monetarias
forman una cubierta, un velo que se extiende sobre las relaciones económicas,
sin afectarlas; pero cumplen con la útil función de facilitar las transacciones
entre los sujetos económicos.”
Los mercantilistas del siglo XVII-XVIII sostenían que la riqueza de un país
dependía de la cantidad de oro que poseía el país. Los clásicos creían que
tanto el volumen de las transacciones que se realizan en la economía, como la
velocidad de circulación del dinero (V) dependían de aspectos tecnológicos e
institucionales, lo cual hacia suponer que los valores de equilibrio de ambas
variables eran relativamente constantes.
Por su parte Carlos Marx en su obra El Capital, aun cuando no desarrolla una
teoría de la demanda de dinero como tal, explica en el dinamismo de la
economía capitalista una función del dinero que califica de atesoramiento y otra
de medio de pago en el proceso de circulación.
En su función de atesoramiento; dice: “en cuanto comienza a desarrollarse la
circulación de mercancías, comienza a desarrollarse también la necesidad y la
pasión de retener el producto de la primera metamorfosis, la forma trasfigurada
de la mercancía, o sea su crisálida dinero.
Ahora, las mercancías se venden, no para comprar con su producto otras, sino
para sustituir la forma mercancía por la forma dinero. De simple agente
mediador del metabolismo, este cambio de forma se convierte en fin supremo.
La forma enajenada de la mercancía tropieza con un obstáculo que le impide
funcionar como su forma absolutamente enajenable, como su forma dinero,
llamada constantemente a desaparecer. El dinero se petrifica, convirtiéndose en
tesoro, y el vendedor de mercancías en atesorador”.
Luego Marx, explica cuando observa el proceso circulatorio de la economía
capitalista, en los tiempos de la revolución industrial, que el dinero tiene otra
función la cual denomina como medio de pago. “Pero al desarrollarse la
circulación de mercancías, se interponen una serie de factores que separan
cronológicamente la venta de una mercancía de la realización de su precio.
Bastara con que apuntemos, entre estos factores; los más simples. Unas
clases de mercancías requieren más tiempo que otras para producirse. La
producción de ciertas mercancías es inseparable de diversas estaciones del
año. Unas mercancías surgen en el mismo sitio en que tiene su mercado, otras
tienen que emprender, para encontrar mercado, un largo viaje…..Por tanto ,
unos poseedores de mercancías pueden actuar como vendedores antes de que
los otros actúen como compradores. A fuerza de repetirse las mismas
transacciones entre las mismas personas, las condiciones de venta de las
mercancías se ajustan a sus condiciones de producción”. “Uno de los
poseedores de mercancías vende mercancías que ya existen, mientras
que el otro compra como simple
representante del dinero, o como representante de un dinero futuro. El
vendedor se convierte en acreedor, el comprador en deudor, se desplaza; el
dinero asume una función distinta. Se convierte en medio de pago”.
Y prosigue Marx refiriéndose al Dinero en su análisis de la esfera circulatoria
que: “en todo periodo concreto del tiempo del proceso de circulación, las
obligaciones liquidas representan la suma de precios de las mercancías cuya
venta las ha provocado. La masa de dinero necesario para realizar esta suma
de precios depende; ante todo, del ritmo circulatorio de los medios de pago”.
Por lo cual de algún modo postula Marx que la demanda de dinero va estar
condicionada por el proceso circulatorio de las mercancías, o en términos de la
teoría cuantitativa del dinero pura de los clásicos por la velocidad del dinero (V),
factor este de algún modo condicionado por el nivel de actividad de una
economía.
Los clásicos postulan que las variaciones en el nivel de precios son
proporcionales a las variaciones de la cantidad de dinero, vale decir establecen
una relación directa entre el nivel de precios y la cantidad de dinero. La teoría
cuantitativa del dinero, consistía en ser “una teoría de la determinación general
de los precios y enfatizaba el papel de la oferta de dinero y no de la demanda,
aunque ya se había reconocido la necesidad de los agentes económicos de
poseer tenencias de dinero. (Fisher, 1911)”.
Por su parte en la escuela de cambridge consideraron “que el concepto de
demanda de dinero tuvo su origen en la teoría de saldos reales en donde la
distinción entre oferta y demanda de dinero fue esencial en las cuestiones
monetarias”, esos elementos fueron aportados por Marshall y posteriormente
por Pigou.
La teoría de la demanda de dinero de la escuela de Cambridge consiste “en
que la razón principal por la cual los individuos optan por tener una cierta
fracción de su riqueza en forma de dinero era la facultad que tiene el dinero
para llevar a cabo transacciones”. Aquí se observa un punto de coincidencia
por los clásicos y entre ellos Marx así como el aporte que realizan los
representantes de la escuela de Cambridge; al sostener un motivo
transaccional para demandar dinero.
De tal forma que la gente prefería mantener saldos monetarios ya que tiene la
facultad de actuar como medio de pago, la existencia de costos de
transacción en el intercambio y la necesidad de los agentes económicos de
enfrentar contingencias de gasto. Afirman que “entre mayor sea el volumen de
transacciones que los individuos desean o deben realizar, mayor será la
cantidad de dinero demandada por estos”.
Posteriormente se creía que existía una relación estrecha y estable entre la
riqueza, el nivel de transacciones y el ingreso de los individuos, lo que llevó a
reformular la teoría cuantitativa, la ecuación de cambio (MV = PT), se
interpretaba como “una ecuación de demanda de dinero expresada en términos
de valor nominal del ingreso y no del valor de las transacciones, esto ultimo,
junto con la condición de equilibrio entre las cantidades de dinero ofrecidas y
demandadas y a los supuestos de que los valores de equilibrio de la velocidad-
ingreso de circulación y del nivel de ingreso real eran relativamente constantes,
daba también por resultado una teoría sobre la determinación del nivel general
de los precios”.
Luego, Keynes en el periodo de 1930 a 1936, desarrolló la teoría de la
preferencia por la liquidez, lo que significa que en adición a la demanda
motivada por la necesidad de realizar transacciones, existe de igual manera una
demanda especulativa de dinero, lo que traslada a Keynes concluir “que las
variaciones en la tasa de interés forma un determinante de los cambios en la
cantidad de dinero demandada”. La teoría de la preferencia por la liquidez dice
que, “el tipo de interés se ajusta para equilibrar la oferta y demanda de dinero.
“La función de la preferencia por la liquidez es L1 (Y) + L2 (r), y muestra que la
demanda de saldos efectivos reales, ante una baja de los precios reduce la
preferencia por la liquidez en términos reales y sí aumenta la demanda de
bonos, lo que hace es bajar la tasa de interés”. De ahí que la curva de demanda
de dinero tenga pendiente negativa. Keynes prosigue en su análisis planteando
que “donde los tenedores de bonos pueden experimentar ganancias y perdidas
de capital en el valor real de su riqueza cuando varié el valor de mercado de
dichas tenencias, lo cual ocurrirá cambios inesperados en las tasas de interés”.
Estos individuos pueden evitar perdidas de capital en sus tenencias de bonos
manteniendo su riqueza en efectivo, lo cual tiene el inconveniente de que
estarían renunciando al costo de oportunidad ofrecido por los bonos y a la
posibilidad de obtener ganancias de capital. Ahora bien, “si la tasa de interés
fuese constante, los bonos serian preferidos al dinero como la mejor forma de
mantener riqueza, por el simple hecho de que los bonos pagan un cierto
rendimiento”.
Si eliminamos el supuesto de que la tasa de interés es constante, es claro, que
sí los tenedores de los bonos anticipan una reducción futura en la tasa de
interés, “estos seguirán prefiriendo mantener su riqueza en forma de bonos”,
debido a que el aumento resultante en el precio les produciría una ganancia de
capital. Por el contrario, “si los tenedores de bonos esperan mayores tasas de
interés en el futuro, entonces preferirán mantener su riqueza en efectivo”.
Siendo este el caso, Keynes concluyo: “que si los agentes consideran que el
nivel actual de las tasas de interés es anormalmente más alto, estos tendrán un
incentivo para preferir la tenencia de bonos a la de dinero debido a que la
reducción esperada en las tasas de interés induciría a un aumento en el valor
de la riqueza”.
Keynes planteo la teoría de la preferencia por la liquidez en términos de tasas
de interés esperado en el futuro, lo que finalmente lo llevaría a considerar
también al nivel actual de las tasas de interés como otro determinante de la
demanda de dinero. Keynes añadió para explicar el motivo transacciones de la
demanda de dinero, “la necesidad de los agentes económicos de contar con un
activo que les permitiera cerrar la brecha entre sus ingresos y gastos”.
También hizo referencia al denominado motivo precaución donde sostiene: “la
conveniencia del dinero como un activo que permite a sus tenedores enfrentar
fácilmente contingencias inesperadas de gasto.”
Luego; los modelos desarrollados por Baumol y Tobin, se basaron en la teoría
de optimización de inventarios, formularon modelos “que permitieran apreciar y
formalizar la relevancia de las tasas de interés y otros factores, como las
practicas de pago y la existencia de costos de transacción, en la determinación
de la cantidad de dinero demandada”.
Aunque ambos modelos consideran a la tasa de interés como el costo de
oportunidad de las tenencias monetarias, en realidad se trata de una teoría que
enfatiza la importancia del motivo transacciones, lo cual permitió definir con
mayor claridad el tipo de consideraciones y variables que explican este
segmento de la demanda de dinero.
Estos modelos, consideran “a un individuo que recibe ingreso una sola vez en
un determinado periodo de tiempo y que puede mantener el sobrante de sus
ingresos sobre sus gastos corrientes en la forma de dinero u otro activo. En la
versión más simple, el elemento central que motiva a los individuos a mantener
cierta fracción de su riqueza en efectivo es la falta de sincronía entre el
momento en que se reciben los ingresos y aquellos en que deben realizarse los
pagos”.
En este modelo la persona incurre en dos tipos de costos: 1). El costo de
convertir los bonos u otro activo financiero menos liquido en efectivo. 2).
El costo de oportunidad al que renuncia el individuo al optar por mantener parte
de su riqueza en forma de dinero.
El primer costo crea un incentivo para que estos mantengan parte de su riqueza
en la forma de dinero. El costo de oportunidad en términos de intereses a los
que se renuncia con la conversión de bonos a efectivo crea un incentivo para
que los individuos economicen en sus tenencias monetarias.
“El problema que enfrenta el individuo consiste en determinar la frecuencia de
las transferencias de su riqueza de bonos a dinero que le permita maximizar
sus ingresos por intereses derivados de la tenencia de esos instrumentos, una
vez descontados los costos de transacción”.
La demanda de dinero que resulta de estos modelos postula “que la cantidad
optima de tenencias monetarias depende del flujo de ingresos que se obtiene
para cierto periodo de tiempo, de los costos de transacción y del nivel de la tasa
de interés que devengan los activos distintos al dinero”.
Otras exposiciones modélicas sobre la demanda del dinero; como MILLER Y
ORR (1966), “desarrollaron una versión estocástica del modelo de inventarios,
en la que hay la incertidumbre con respecto a la frecuencia de ingresos y
pagos. La cantidad de tenencias monetarias fluctúa en el interior de la banda y
las conversiones de bonos a dinero o viceversa, ocurren cuando dichas
tenencias alcanzan los límites de la banda”. Este modelo fusiona los motivos
transacciones y de precaución de la demanda de dinero, además de que se
obtiene el resultado de que la variable de escala apropiada en la demanda de
dinero es la varianza promedio de los flujos de efectivo y no el nivel de estos.
AKERLOF Y MILBOURNE (1980), “hicieron extensiones a este enfoque de la
demanda de dinero y destacaron la importancia de los cambios en las reglas de
la conversión de los bonos u otros activos financieros a dinero sobre la
determinación de la velocidad de circulación”.
Ahora para Milton Friedman y los monetaristas: “postulan la demanda de dinero
y el objetivo de estabilización monetaria mediante la oferta de dinero (M),
proponiendo que el aumento de ella sea una tasa constante en función de
ciertos parámetros, lo cual permite el control de la inflación”. Pero en específico
para Milton Friedman la demanda de dinero estará determinada entre otros
factores por los bienes raíces, bienes durables, precio de bonos y acciones y la
tasa de interés. Considera que el dinero es una mercancía más por lo cual
habrá de dársele el mismo tratamiento de análisis que se aborda respecto de
todas las mercancías.
Pero nos corresponde, examinar la demanda de dinero; en cuya dinámica no
esta inscrita en el espacio que ocupa la oferta monetaria; la cual esta controlada
hasta cierto punto por la política monetaria e incluso la fiscal.
Según Maza Zavala: “el dinero es un activo del publico (personas naturales y
jurídicas), incluso del gobierno.
El dinero como activo, su tenencia depende de la utilidad real que pueda
proporcionar para el consumo, el ahorro y la inversión”.
En este análisis solo nos ocupa la demanda de dinero nacional.
El estudio se ocuparía pues, de verificar los efectos de un conjunto de variables
que tienen o deben tener una incidencia significativa sobre las aptitudes o
motivaciones de los agentes económicos, para demandar dinero.
III.- Modelo econométrico para explicar la demanda de dinero.
Originalmente su construcción fue motivada por los diferentes factores o
variables que a lo largo de la historias; diversas corrientes del pensamiento
económico, como economistas y escuelas plantearon para explicar este
fenómeno estudiado por la ciencia económica; debido principalmente a sus
implicaciones sobre la economía real y este sobre la dinámica del mercado de
trabajo.
Por lo tanto solo tomamos en consideración las variables que mas explican
nuestra variable endógena, además de considerar desde la perspectiva
estadística un conjunto de índices, indicadores o coeficientes que le dan validez
al modelo.
Nuestro modelo econométrico, propuesto es entonces:
L = a + b*PTB + c*IPC + d*R
Donde:
L = Demanda de dinero
PTB = Producto interno bruto
IPC = Índice de precios al consumidor
R = Riqueza
a,b,c y d = Son los Parámetros que miden la sensibilidad de cambio de las
variables explicativas sobre la demanda de dinero.
La estimación de una función de demanda de dinero teóricamente coherente y
empíricamente consistente es de vital importancia para un programa de
políticas monetarias y fiscales.
El objeto de la investigación como parte de este análisis sobre la demanda de
dinero o saldos reales de la economía venezolana, tomando como base la
información recopilada y ordenada del periodo 1984-2006; arranca por la
definición de M1 (Circulante: Monedas y Billetes), como de M2 (M1 mas
Depósitos bancarios a plazos y M3 que incluye a M2 o también conocida como
liquidez ampliada.
La importancia concebida en este estudio se centra en la verificación y
determinación del conjunto de variables macroeconómicas que son explicativas
de las variaciones que se producen en la demanda de dinero; vale decir
encontrar la proporción de la variación de esta respecto de aquellas que mejor
explican su comportamiento; aptitud esta que corresponde a diversas
motivaciones por parte de los agentes económicos.
En este particular las apreciaciones del profesor Maza Zabala, quien infiere que
si “la demanda de dinero fuese una variable determinada por el nivel de las
transacciones corrientes de la economía -incluida la demanda para inversión de
reposición de activos- y las expectativas habituales o institucionales que se
identifican con la previsión o la precaución, tendría una estabilidad relativa, lo
cual permitiría mediante el control de la oferta monetaria; el equilibrio
monetario”.
En este sentido; nos planteamos la siguiente interrogante, la cual pretendemos
dar respuesta en el curso de la investigación.
¿En que medida los efectos del valor global del producto (PIB), el índice de
precios al consumidor (IPC) y el valor real de la riqueza (R), determinan las
diferentes motivaciones de los agentes económicos para demandar dinero (L)
en el proceso de cambio de la economía venezolana en el periodo 1984-2006?
Para dar respuesta a esta interrogante se construyo la correspondiente tabla de
datos, cuya fuente el Banco Central de Venezuela (BCV) y el Instituto Nacional
de Estadísticas (INE), a precios constantes del año base 1997 y, realizando con
estos la regresión correspondiente se obtuvieron los siguientes resultados:
L = 65431,6 -0,84571741 * (R) +0,63443293 (PIB) -1585,88 * (IPC)
Uno de los aspectos que se deben tomar en cuenta a la hora de formular un
modelo econométrico tiene que ver con el hecho de que se consideren las
variables explicativas, relevantes o significativas. De esta manera debemos
asegurar que la selección de las variables sean las que mas contribuyan a
explicar el comportamiento de la variable endógena; en nuestro modelo de
demanda de dinero o saldos reales.
En este sentido y apoyados en el valor adquirido por el coeficiente de
determinación que resulto ser de 0,9976%; lo cual significa que la demanda de
dinero en Venezuela viene explicada en un 99,76% por el núcleo del modelo,
dejando apenas un 0,24% a las variables no incluidas. En nuestro caso el
núcleo del modelo esta constituido, por: La Riqueza, El Índice de precios al
consumidor y El producto interno bruto.
Además se obtuvo un coeficiente de correlación múltiple de 0,9988 lo cual
significa en nuestro caso, que el mismo se acerca a uno (1), permitiendo
considerar en primer lugar que el modelo explica acertadamente el
comportamiento de las variables independientes o explicativas, y en segundo
lugar que la relación entre ellas es lineal.
En el proceso de estimación del modelo, no solo hay que tener cuidado de
haber seleccionado muy bien las variables explicativas, para lo cual se toman
en cuenta las teorías relacionadas con el fenómeno en estudio, sino además,
que los valores observados representen el sentido teórico de la variable
seleccionada, es decir; que no existan errores de observación. En este caso, las
observaciones fueron tomadas de las publicaciones del Banco Central de
Venezuela y del Instituto Nacional de Estadísticas, por lo cual se presume que
los errores de observación están minimizados al provenir de las fuentes
oficiales.
Al estimar el modelo, los valores de los parámetros representan un indicador de
mucha importancia al momento de explicar el fenómeno en estudio, pues en
base a ellos se determina la forma y el grado de influencia de cada variable
explicativa.
En función a los resultados de las estimaciones obtenidas se logran las
siguientes características:
1.- Cada 1% de aumento en la Riqueza ocasiona una disminución de
10.905.804 MMBs sobre la demanda de dinero por lo que el motivo
especulación no se expresa como lo determinante en la aptitud de demandar
saldos reales, en este periodo.
2.- Cada 1% de aumento en el PIB, ocasiona un aumento de 20.816.722 MMBs
en la demanda de dinero por motivos transacionales.
3.- Cada 1% de aumento en el IPC, origina una disminución en la demanda de
dinero de 19.030,56 MMBs, por lo que en nuestro modelo tampoco se cumple la
motivación precautivativa en la demanda de saldos reales.
De esta manera logramos determinar no solo cual es el impacto en la demanda
de dinero como consecuencia de los cambios en las variables explicativas sino
además determinar el tipo de motivo que mueve a los agentes económicos
asumir la aptitud de demandar saldos reales.
Para el periodo 1984-2006, la demanda de dinero o de saldos reales ha estado
explicada por un fuerte motivo transacional lo que pone de manifiesto de que en
la medida que crece el producto se eleva la demanda. Este resultado nos llama
a revisar la forma como se distribuye esta riqueza que genera nuestra
economía encontrando que la tendencia se mantiene a favor de los dueños o
perceptores de Renta en con un 60,4% Vs un 39,6% entre los años 1984 y
1998 pero entre los años 1999 y 2006 la proporción resulto ser de 60,8% contra
39,2%. Esta distribución que consideramos no equitativa o injusta responde a
las condiciones estructurales de la economía venezolana y su grado
mercantilista de los medios de producción observándose claramente el tipo de
relaciones sociales que se orientan mas hacia un modelo productivo capitalista.
Partiendo de estas conclusiones, la propuesta se centra en profundizar la
aplicación de instrumentos de política monetaria para aminorar los efectos que
la liquidez presente en la economía reduzca sus efectos sobre el aparato
productivo interno, además de reducir paulatinamente las importaciones a fin de
aumentar la tasa de empleo y seguir en la senda de un crecimiento económico
sostenido.
IV.- La ocupación en Venezuela. Periodo 1984 – 2006: Un
Análisis econométrico.
El desempleo es una preocupación insoslayable de las autoridades y del pueblo
en general. El desempleo conlleva a una dilapidación de recursos humanos que
de otro modo podrían estar produciendo bienes y servicios para satisfacer las
necesidades de la sociedad. Al mismo tiempo puede significar extrema miseria
personal para los trabajadores cesantes y es, en consecuencia, una
preocupación social fundamental.
He aquí la importancia de este trabajo de investigación, el cual se propone por
un lado indagar las causas que fundamentan o explican la reproducción de
empleo en la economía y por otra parte la justificación de nuestra propuesta que
descansa en la profundización de la política social generando un modelo de
estrategias para crear empresas de producción social comunitarias hacia la
generación de empleo productivo y estable en las localidades pobres o
excluidas del sistema capitalista.
A pesar de que existe consenso en cuanto a la gravedad del desempleo para la
sociedad, no existe consenso respecto a las causas que lo originan como
tampoco los decisores políticos se han puesto de acuerdo en cuanto a las
posibles soluciones.
Hablando en general – y dejando a un lado los tipos híbridos que son muy
comunes en nuestros tiempos debido al desarrollo intelectual, económico, etc.
Que hacen que las teorías vayan modificándose y adaptándose a las nuevas
condiciones- se ofrecen tres explicaciones del fenómeno del empleo: las
neoclásicas, las keynesianas y las marxistas.
V.- Sintagma Gnoseológico sobre las teorías de la Ocupación. :
Para Smith; solo esboza el problema del empleo en el contexto de su teoría
del salario, no constituyendo objeto específico de su investigación. Para Smith
existe una estrecha relación entre la variación del salario y el empleo, lo cual
puede sintetizarse en las siguientes afirmaciones:
1. Los salarios varían en proporción inversa a lo grato del empleo.
2. Los salarios varían en proporción directa al costo de su aprendizaje
como la educación en las artes y en las profesiones liberales, aun es
más largo y costosa.
3. Los salarios varían en proporción inversa a la continuidad del empleo
(ningún otro trabajo es más fácil de aprender que el del albañil). Su
compensación es la eventualidad del empleo.
Luego, Ricardo tenía plena conciencia de que con el desarrollo de las
máquinas estas sustituirían al hombre como mano de obra, es decir, con la
incorporación de las máquinas al proceso productivo el nivel de mano de obra
necesaria sería menor, pero a la vez creía que esa mano de obra sustituida,
encontraría trabajo más adelante, aunque en los primeros momentos le traería
sus inconvenientes.
Si el capitalista, “al utilizar las nuevas maquinarias logra obtener el ingreso neto
usual, estará estimulado a aumentar la demanda de trabajo y por tanto, se
incrementará la producción”. Esta es la ocupación eminentemente burguesa;
reconoce las contradicciones entre obreros y terratenientes al admitir el
empeoramiento de la situación de la clase obrera, pero en todo momento los
obreros no pueden resolver ellos mismos su destino.
Teoría neoclásica del empleo:
Los neoclásicos le otorgan un papel fundamental al mercado, pues lo
consideran el mejor distribuidor de los recursos. Según la teoría de la
competencia del laisser-faire, el paro se debe, bien a una interferencia del
gobierno en el libre juego de las fuerzas del mercado, o generalmente, a
prácticas monopolísticas. Solo con que el gobierno se abstuviera de intervenir
en los asuntos económicos mediante la legislación social, los subsidios, los
derechos arancelarios, etc. y abandonara el campo a la iniciativa privada y a la
libre contratación en el mercado, se aseguraría automáticamente un alto nivel
de ocupación. (Oxford. U, 1948)
Reducido a su expresión teórica: el paro existe porque los salarios son
demasiados altos, este nivel, indebidamente alto se mantiene por las prácticas
monopolísticas de los sindicatos obreros, e indirectamente por el sistema de
distribución que garantiza un nivel mínimo.
Si se suprimieran estas restricciones, la competencia obligaría a los salarios a
descender hasta el nivel en que resultara provechoso para los empresarios
emplear más trabajo.
Pigou, contemporáneo con Marshall, tiene varias obras, dentro de las que
destaca “La Teoría del empleo”, donde desarrolla lo que se ha considerado la
teoría neoclásica de la ocupación, que no es más que la teoría del empleo
voluntario, la que explica a través de la ley de los rendimientos decrecientes de
los factores de la producción, principalmente del trabajo.
Este esboza que la relación entre el nivel de ocupación y el salario real es
inversamente proporcional, lo que quiere decir que a media que aumente el
salario real, menor será el nivel de ocupación y viceversa.
Para Keynes, la teoría de la ocupación del profesor Pigou “…es la única
descripción detallada que existe de la teoría clásica de la ocupación” (Keynes,
1976, Pág. 21), donde su esencia está dada por las formas de aumentar la
ocupación.
De manera general la teoría neoclásica del empleo parte del equilibrio en el
mercado de trabajo (gráfico 1), pues plantea que el nivel de empleo es
determinado mediante la igualdad de la demanda de trabajo (DL) y la oferta de
trabajo (OL). Ambas curvas expresan una relación entre los salarios, los precios
y el empleo.
Grafica Nº 1. “Equilibrio en el mercado de trabajo”
La curva de demanda de trabajo (DL) es decreciente, lo que significa que a
medida que disminuya el salario real (W/p) aumentará la cantidad demandada
de trabajo. La curva de oferta de trabajo (OL) es creciente, pues a medida que
aumenta el salario real aumentará también la cantidad de trabajo ofertada. El
equilibrio en el mercado de trabajo se alcanza cuando DL = OL, y esto ocurre en
el punto E, donde No corresponde al nivel de pleno empleo. Fuente:
Macroeconomía. Pág. 503.
Demanda de trabajo:
La demanda de trabajo representa la parte de los empresarios en el
mercado de trabajo. Ella expresa una relación inversa entre el salario real, que
es la relación entre el salario y los precios, y el empleo, lo que puede deducirse
gráficamente por la pendiente negativa de la curva de demanda de trabajo.
Los economistas neoclásicos parten de que la ley de los rendimientos
decrecientes (Campbell et. al, 2003) se pone de manifiesto en la productividad
del trabajo, siendo esto una de las causas de que la curva sea de pendiente
decreciente.
Suponen que la productividad marginal del trabajo disminuye a medida que se
emplea más trabajadores. Existe una cantidad fija de capital por lo que al
emplear más mano de obra, corresponde a cada nuevo trabajador menos
maquinaria que a los anteriores, añadiendo menos a la producción este nuevo
trabajador que los otros trabajadores. Por tanto, el producto marginal del trabajo
es decreciente al igual que la demanda de trabajo.
Según estos economistas, en un mercado competitivo, esta es la única causa
de la pendiente decreciente de la demanda de trabajo, pues en este tipo de
mercado los precios están dados. En el caso del mercado imperfecto además
de la productividad marginal del trabajo decreciente existe otra razón, los
precios del producto, pues estos bajan a medida que aumenta la producción.
Las empresas son competitivas y por tanto, desean pagar un salario real igual
al producto marginal del trabajo.
Según lo explicado anteriormente esta curva de demanda agregada sería a
corto plazo (Dcp), porque existe una cantidad fija de capital, por lo tanto,
también puede existir una curva de demanda en el largo plazo (Dlp), donde
tanto el trabajo como el capital son factores variables.
Esta curva de demanda de trabajo a largo plazo (gráfico 2) también tiene
pendiente negativa, en este caso porque el salario provoca un efecto-
producción a corto plazo y un efecto-sustitución a largo plazo, que alteran
conjuntamente el nivel óptimo de empleo de la empresa.
Una reducción del salario de W1 a W2 eleva a cantidad de trabajo a corto plazo
de equilibrio de Q a Q1 (efecto-producción). Sin embargo, a largo plazo la
empresa también sustituye capital por trabajo, lo que produce un efecto-
sustitución de Q1Q2. Por tanto, la curva de demanda de trabajo a largo plazo es
el resultado de ambos efectos y se halla conectado, por ejemplo, a los puntos a
y c. Fuente: Campbell et. al (2003) Pág. 141
El efecto-producción también llamado efecto-escala no es más que la variación
del nivel de empleo ante una modificación del costo de producción del
empresario al variar los salarios de los trabajadores. Normalmente una
reducción del salario de los trabajadores disminuye el costo marginal del
producto, por lo que los empresarios pueden producir una unidad adicional a un
menor costo. Al aumentar la producción aumenta la demanda de trabajo.
El efecto-sustitución es la variación que experimenta el empleo debido
únicamente a una variación del precio relativo del trabajo, manteniéndose
constante la producción. En este caso el empresario decidirá sustituir algunos
tipos de capital (que es un factor variable al ser un efecto en el largo plazo) por
trabajo, el que es relativamente menos caro. La respuesta a largo plazo es
mayor que a corto plazo pues genera un mayor nivel de empleo, expresando
gráficamente en una curva de demanda de trabajo a largo plazo más elástica
que la de corto plazo.
Estos dos efectos en conjunto provocan un aumento del nivel de empleo de
mayor magnitud. Existen otros factores que aumentan más la elasticidad de la
demanda de trabajo a largo plazo como la demanda del producto, la relación
entre trabajo y capital y la tecnología.
La curva de demanda de trabajo del mercado es menos elástica que la mera
suma horizontal de las curvas de demanda de cada empresa. Por ejemplo, una
reducción de salario motiva a las empresas a aumentar su producción y el
número de trabajadores, lo que provocará un aumento de la oferta del producto,
lo que a su vez tiende a disminuir el precio del mismo en el mercado.
Precisamente el precio de producto es un factor que influye sobre la demanda
de trabajo de cada empresa, provocando un efecto contrario aunque en menor
cuantía, pues en términos absolutos el nivel de empleo aumenta pero menos
que si se sumaran horizontalmente las demandas de trabajo de cada empresa.
Oferta de trabajo:
La oferta de trabajo representa la parte de los trabajadores en el mercado
de trabajo. Esta curva expresa una relación directamente proporcional entre el
salario nominal y el empleo, si aumenta uno también aumenta el otro.
Cada individuo ofrece al mercado una cantidad de trabajo, la cual está
determinada por la distribución diaria de su tiempo (el que es fijo) entre las
actividades que realiza dentro del mercado de trabajo (trabajo) y las actividades
que realiza fuera del mismo (ocio). El trabajo también es definido como el
empleo en el cual se recibe remuneración, mientras que el ocio incluye todas
las actividades realizadas por los individuos y por las que no reciben
remuneración alguna.
Según los neoclásicos para que cada individuo distribuya su tiempo de forma
óptima entre estas actividades necesita dos tipos de información: la información
psicológica subjetiva sobre sus preferencias por el ocio y el trabajo, las que se
representa a través de las curvas de indiferencia; y la información objetiva del
mercado representada por la restricción presupuestaria. (Campbell et. al, 2003)
Una curva de indiferencia expresa diferentes combinaciones de horas de ocio
(o de trabajo) y de renta diaria, estas combinaciones son indiferentes entre sí
pues representan un mismo nivel de utilidad para el individuo. Un individuo
puede sentir satisfacción ante el trabajo, el ocio o la renta, pero para poder
obtener una cantidad mayor de uno de esos bienes debe renunciar a alguna
cantidad de otro para mantener el mismo nivel de utilidad.
Esto explica empíricamente la pendiente decreciente de las curvas de
indiferencia. Pero además de ser decrecientes las curvas de indiferencia son
convexas porque cada vez más los individuos son más reacios a cambiar una
cantidad de bien escaso por otro cualquiera, por ejemplo a medida que
aumenta su nivel de ocio, el individuo está dispuesto a renunciar a menos
cantidad de renta a cambio del ocio, el cual posee en abundancia no pasando lo
mismo con la renta. En términos técnicos la curva de indiferencia se mide por
la relación marginal de sustitución (RMS) de renta y ocio y estas suelen
diferenciarse para cada individuo pues todos no tiene los mismos gustos o
preferencias, también se pueden diferenciar por el tipo de trabajo, si este es
más agradable o no; así como de las circunstancias específicas de cada
persona, su entorno familiar, circunstancias económicas, de salud, etc.
La restricción presupuestaria muestra todas las combinaciones de renta
(bienes) y ocio que puede acceder un trabajador según su salario, bajo el
supuesto de que la única fuente de renta monetaria es el trabajo, es decir, que
el individuo no tiene ahorros acumulados ni puede pedir prestado. La pendiente
no es más que el reflejo del salario por hora.
La oferta de trabajo de un individuo es creciente y esta se puede ver afectada
por una variación de la renta o por una variación del salario.
El Efecto-renta: Se refiere a la variación del número deseado de horas de
trabajo por una variación de la renta, manteniendo constante el salario. En el
caso de una persona específica, las horas de trabajo pueden aumentar durante
un tiempo a medida que suben los salarios, pero hay un punto a partir del cual
las nuevas subidas pueden provocar una reducción de la oferta de horas de
trabajo. La curva de oferta de trabajo de este individuo es ascendente durante
un tiempo y a continuación, se vuelve hacia atrás, denominándose curva de
oferta de trabajo que se vuelve hacia atrás.
El Efecto-sustitución: Indica la variación del número deseado de horas de
trabajo provocado por una variación del salario, manteniéndose constante la
renta. Cuando suben los salarios y el ocio se encarece, es razonable sustituir
ocio por trabajo (comportándose el ocio como un bien normal). Es decir, en el
caso de una subida salarial, el efecto-sustitución lleva al individuo a desear
trabajar más horas. (Gráfico 3)
Estos efectos se pueden combinar. Si el efecto-sustitución domina al efecto-
renta, el individuo optará por trabajar más horas cuando suba el salario, lo que
coincide con la parte ascendente de la curva de oferta de trabajo que se vuelve
hacia atrás. En caso contrario, el individuo tenderá a trabajar menos horas,
correspondiendo la parte hacia atrás de la curva.
En este modelo se supone implícitamente que los trabajadores pueden elegir
individualmente el número de horas que trabajan. La curva de oferta de trabajo
del mercado es creciente e indica que los trabajadores desean ofrecer más
horas de trabajo cuanto más elevado es el salario real.
Según estas teorías, las curva de demanda y oferta de trabajo se cortan en un
punto (E), con un nivel correspondiente de factor trabajo o empleo (No) y un
nivel de salario real en equilibrio (Wo/Po). Dicho en otras palabras, en el punto
donde coincidan los criterios de utilidad, correspondientes a la demanda de
trabajo que formulan los empresarios, con los de des-utilidad (sacrificio por
trabajar), que forma la función de oferta de trabajo de los obreros, en ese punto
quedará determinado el volumen de ocupación.
Los economistas neoclásicos llegan a la conclusión de que la economía
siempre funciona en el nivel de pleno empleo.
Gráfico 3. Efecto - renta y efecto - sustitución de una subida salarial
Suponiendo que el ocio es un bien normal, el efecto-renta correspondiente a
una subida salarial siempre provoca una reducción del número de horas de
trabajo, que en esta figura es una reducción del tiempo de trabajo de h1h´2
horas. El efecto-sustitución, provocado por una subida de salario, se traduce en
un aumento de las horas de trabajo de h´2h2 horas. En este caso, el efecto-
sustitución es mayor que el efecto renta y el trabajador decide trabajar h1h2
horas adicionales como consecuencia de la subida de salario.
Fuente: Campbell (2003). Pág. 29
En la década de los sesenta los economistas llegaron a la conclusión de que el
objetivo alcanzable de la política de pleno empleo era una tasa de desempleo
del 4%. En las décadas de 1970 y 1980, muchos factores llevaron a subir esta
cifra hasta un 6% para los Estados Unidos y entre un 8 y 10% para los países
europeos. Dos de estos factores fueron el cambio de la composición de la
población activa total correspondiente a grupos que tenían elevados tasas de
paro, como los adolescentes; y que las tasas de desempleo cuando se
encontraban alrededor del 4% estaban acompañadas de unas tasas cada vez
más rápidas de inflación.
La tasa natural de desempleo es aquella tasa que corresponde al equilibrio
macroeconómico, en que la inflación esperada es igual a su nivel efectivo, es
aquella tasa a la que retornaría la economía después de una recesión o auge.
Esta tasa también es llamada tasa de desempleo de inflación estable, debe
este nombre a la teoría elaborada por A. W. Phillips.
La curva de Phillips es una relación inversa entre la tasa de desempleo y la
tasa de crecimiento de los salarios monetarios; cuanto más elevada es la tasa
de desempleo, menor es la tasa de incremento de los salarios, expresado en
otras palabras, existe una aceleración de intercambio o un compromiso entre la
inflación de salarios y el desempleo.
Este concepto fue corregido por primera vez en 1968 por Milton Friedman; de
modo independiente lo desarrolló Edmund Phepls. Ellos pronosticaron la
muerte de la curva de Phillips sencilla, planteando que esta curva podía
trasladarse a lo largo del tiempo, a medida que los trabajadores y las empresas
se iban acostumbrando a la inflación y esperaban que ésta continuara.
La proposición de Friedman y Phelps es que a largo plazo la economía se
desplazará hacia la tasa natural de desempleo, cualquiera que sea la tasa de
variación de los salarios y de los precios. El argumento se basaba en la
definición de la tasa natural de desempleo como la tasa de desempleo
friccional que es coherente con el equilibrio del mercado de trabajo. Siempre
que el desempleo esté por encima de la tasa natural de desempleo, estará
buscando empleo más gente que la que es compatible con el equilibrio del
mercado de trabajo.
Este exceso de desempleo dará lugar a que el salario real caiga, de modo que
las empresas querrán contratar a más trabajadores y habrá menos personas
que quieran trabajar, volviendo a descender la tasa de desempleo hasta volver
a la tasa natural. En el caso contrario, en que la tasa de desempleo esté por
debajo de la tasa natural, hay muy pocas personas que están disponibles para
que las empresas cubran sus puestos de trabajo tan deprisa como lo hacen
normalmente, por lo que el salario real subirá, dando lugar a que las empresas
deseen contratar a menos trabajadores y atrayendo más personas a la fuerza
laboral. La tasa de desempleo se elevará hasta volver a la tasa natural de
desempleo. Por tanto, coexiste una relación de intercambio a largo plazo entre
inflación y desempleo (Gráfico 4).
Los neoclásicos definen tres tipos de desempleo (Sachs – Larrain, 1993):
1. Desempleo friccional: es el desempleo que se debe principalmente a las
bajas voluntarias, a los cambios de trabajo y a las personas que entran
por primera vez en la población activa o que retornan a ella. Incluso
aunque una economía tuviera pleno empleo, siempre habría rotación, ya
que los individuos buscan trabajo cuando terminan sus estudios o se
trasladan de una ciudad a otra, etc. Algunos lo consideran como un tipo
de desempleo estructural.
2. Desempleo estructural: es el desempleo que forma parte de la tasa
natural de desempleo de un país este tipo de desempleo tiene muchas
características comunes con el desempleo friccional, pero se diferencian
en que es más prolongado. Por lo tanto, puede tener grandes costos
para los desempleados y suponer una pérdida considerable de
producción para la sociedad. Significa un desajuste entre la oferta de
trabajo y la demanda de trabajo, estos desajustes pueden deberse a
diferencias entre las cualificaciones necesarias para ocupar los puestos
de trabajo existentes y las que poseen los demandantes de empleo; o un
desajuste geográfico entre el lugar donde se encuentran las vacantes y
el lugar donde se encuentra los demandantes de empleo.
3. Desempleo cíclico: existe cuando hay un nivel insuficiente de demanda
agregada, lo que obliga a las empresas a suspender temporalmente el
empleo a los trabajadores o despedirlos. Cuando disminuyen el gasto y
la producción totales, el desempleo aumenta en casi todas partes. No
existe como consecuencia de las diferencias entre las tasas de inflación
esperada y efectiva. La distinción entre desempleo cíclico y otros, ayuda
a los economistas a diagnosticar la salud general del mercado de trabajo.
Existe desempleo cíclico cuando disminuye el empleo a consecuencia de
la oferta y demanda agregada, como subproducto de las recesiones y las
depresiones.
Gráfico 4. La curva de Phillips a largo plazo y a corto plazo
Con la curva de corto plazo (CP) se cría que se podía ir desde el punto A hasta el B en forma
permanente, por lo que había que enfrentar una inflación más alta a cambio de una disminución
de desempleo o mantener un desempleo permanentemente más bajo. Sin embargo, el principio
acelerador nos enseña que en el largo plazo (LP), tal “trade-off” es imposible. Cuando se
mantiene el desempleo por debajo de la tasa natural (U), la inflación no solo va a ser más alta
sino que va a ser creciente. Cuando el desempleo se mantiene por encima de la tasa natural, la
inflación caerá en forma continua. En el largo plazo no hay “trade-off” entre inflación y
desempleo. Solo la tasa natural de desempleo es consistente con cualquier tasa de inflación
estable. En otras palabras, sin importar cuál sea la tasa de inflación, el desempleo siempre tiene
que retornar a su tasa natural. Fuente: Sachs-Larrain. 1993. Macroeconomía en la economía
global. Pág. 453.
Teoría Keynesiana de la ocupación:
Keynes señala que la mayoría de los economistas habían estudiado el proceso
económico a partir de la existencia de un determinado nivel de ocupación y era
importante conocer que condiciones explicaban ese nivel de ocupación.
Para explicar las causas del desempleo se basa en el principio de la demanda
efectiva, categoría que constituye la base del modelo keynesiano y, en el
centro de ésta la propensión marginal a consumir, en donde la ley psicológica
tiene un papel fundamental, la que plantea que los hombres están dispuestos,
por regla general y como promedio, a aumentar su consumo a medida que su
ingreso crece, aunque no en la misma proporción. Por lo anterior se plantea que
en el centro de la teoría keynesiana está en la subjetividad del individuo,
demostrando la influencia del subjetivismo neoclásico.
Para Keynes el nivel de ocupación queda determinado por el equilibrio entre la
oferta global y la demanda global, es decir, donde ambas funciones se
interceptan, por lo que el desempleo quedaría resuelto cuando se cierra la
brecha donde la curva de oferta es mayor que la curva de demanda (Gráfico 5).
La demanda global expresa el nivel de ingresos y por tanto, el beneficio
obtenido por los empresarios; a su vez la oferta expresa el nivel de rendimiento
que se obtiene a medida que varía el nivel de ocupación. Mientras que la
demanda sea mayor que la oferta o los ingresos mayores que los rendimientos,
no existirá desempleo, pues los empresarios seguirán aumentando el número
de trabajadores como único factor variable para aumentar sus ingresos
(aplicando el principio de ceteris paribus).
Entonces en el punto donde la demanda es igual a la oferta, los ingresos
obtenidos coinciden con los rendimientos, por lo que es aquí donde queda fijado
el nivel de ocupación, pues después de este punto, cada unidad adicional de
factor trabajo incrementada dará rendimientos en la producción que excede el
nivel de ingresos que se pueden obtener, pues no habrá demanda en el
mercado que pueda ofrecerlos.
Por lo que si los empresarios desean seguir teniendo beneficios tendrán que
variar otros factores que intervengan en la producción como el capital, la tierra,
la tecnología, etc.
Para Keynes la brecha que determina el nivel de desempleo se elimina
mediante “el incentivo del consumo y de la inversión”, ya que al aumentar estos
componentes, aumentaría la demanda global, pues está compuesta por la
sumatoria de la demanda de consumo (D1) y la demanda de inversión (D2).
Gráfico 5. Demanda efectiva
En N1, la demanda es mayor que la oferta (D>Z), por lo que habrá un estímulo a la ocupación.
En el punto donde la demanda se iguala a la oferta (D=Z) queda fijado el nivel de ocupación,
porque este es nivel preciso en el cual las esperanzas de ganancia de los empresarios alcanzan
el máximo. N0 es el punto de la demanda efectiva. Después de ese punto (en N2), la oferta
será mayor que la demanda (D<Z), aumentado la brecha entre estas dos curvas y por tanto
aumentando el desempleo.
Fuente: Besada, R. 1981. Pág. 29
Para que haya empleo tiene que existir inversión y ésta solo se realiza si
existen ingresos. Según el esquema lógico del modelo keynesiano, con los
ingresos se pueden realizar dos cosas, consumirlos o invertirlos, donde el
consumo está dado por la propensión marginal a consumir, ya sea en bienes o
en servicios, mientras que la inversión está dada por el incentivo a invertir, que
está dado por la tasa de interés, la que a su vez está determinada por la
liquidez y la cantidad de dinero en circulación.
“...la ocupación solamente puede aumentar pari passu con un crecimiento de la
inversión, a menos, desde luego, que ocurra un cambio en la propensión a
consumir; porque desde el momento en que los consumidores van a gastar
menos de los que importa el alza de los precios de oferta total cuando la
ocupación es mayor, el aumento de ésta dejará de ser costeable, excepto si hay
un aumento de la inversión para llenar la brecha,” (Keynes, 1976, pág. 101.)
De estos planteamientos surge la implementación del modelo conocido como
keynesiano o de Estado de bienestar, que se fundamenta en la liquidación del
liberalismo y se apoya en el intervencionismo estatal, donde el Estado debe ser
un inversionista importante para animar el mercado y la economía.
Keynes propone la inexistencia de mecanismos de ajustes automáticos que
permitan a la economía recuperarse de las recesiones. Afirmaba que el ahorro
no invertido prolonga el estancamiento económico y que la inversión de las
empresas de negocios depende de la creación de nuevos mercados, nuevos
adelantos técnicos y otras variables independientes del tipo de interés o del
ahorro.
Puesto que la inversión empresarial fluctúa, no se puede esperar que pueda
preservar un alto nivel de empleo y unos ingresos estables. Keynes planteaba
que el gasto público debe compensar la insuficiente inversión privada durante la
recesión, es aquí donde el Estado juega un papel fundamental, al tomar
medidas que hagan que la tasa de interés de la esfera de la especulación sea
menor que la tasa de rendimiento en la esfera real, ya que ésta es la única que
genera empleos. O lo que es lo mismo, es necesario incrementar el nivel de
ingresos de los trabajadores, para que puedan consumir pero al mismo tiempo,
puedan ahorrar y por tanto incrementar las inversiones, partiendo del supuesto
de que el ahorro es igual a la inversión.
Esto solo se logra por la acción del Estado como agente regulador del mercado
y de la economía en su conjunto, incrementando el empleo a través de obras
públicas como carreteras, hospitales, puentes, etc. Cavar agujeros en el suelo
y volver a llenarlos de nuevo producirá, como observara Keynes, una plena
ocupación, lo mismo que la acumulación de armamentos o de equipos
industriales.
Plena ocupación es sinónimo de una economía donde solo existe un mínimo
de parados involuntarios, en tránsito a otro que ya está esperando. Keynes
introduce la categoría de desempleo involuntario.
Teoría marxista
Marx trata del problema de empleo a partir del análisis del proceso de
acumulación capitalista. La acumulación capitalista genera un proceso de
exclusión de mano de obra que tiende a formar una reserva permanente de
personas, a través de una progresiva sustitución de mano de obra por
maquinaria, lo que coincide con las ideas de Ricardo sobre la introducción de
nuevas maquinarias.
Ello posibilita frenar la tendencia alcista de los salarios, promotora de una
demanda de mano de obra que creciera al mismo ritmo que la acumulación.
Dicha reserva de mano de obra sirve como reserva en sí misma para los
períodos de expansión capitalista y a la vez como mecanismo de presión para
la baja de los salarios. La acumulación genera un excedente de mano de obra,
pero a la vez, precisa de él para continuar la acumulación: es causa y condición
de la acumulación capitalista.
Dice Marx en El Capital: “el incremento del capital lleva consigo el incremento
de su parte variable, es decir, de la parte invertida en fuerza de trabajo. Una
parte de la plusvalía invertida en fuerza de trabajo. Una parte de la plusvalía
invertida necesariamente tiene que volver a convertirse en capital variable o en
fondo adicional de trabajo. Si suponemos que, sin alterar las demás
circunstancias, la composición del capital permanece invariable (...) es evidente
que la demanda de trabajo y el fondo de subsistencia de los obreros crecerá en
proporción al capital y con la misma rapidez con que este aumente (...) la
acumulación del capital supone, por tanto, un aumento del proletariado.”(Marx,
1973, Pág. 557).
Sobre las consecuencias de este crecimiento constante de la demanda de
fuerza de trabajo tiene sobre los salarios, el autor señala: “como todos los años
entran a trabajar más obreros que el año anterior, llega forzosamente, más
temprano que tarde, un momento en que las necesidades de la acumulación
comienzan a exceder la oferta normal de trabajo y en que, por lo tanto, suben
los salarios” (Marx, 1973, Pág. 574)
Este tipo de proceso se dio efectivamente, durante los períodos de gran
expansión del capitalismo.
Los salarios tienen una relación inversa con las ganancias de los capitalistas o
empresarios, pues el aumento de los salarios genera una baja de la tasa de
ganancias. Esta situación trae como consecuencia que los empresarios tengan
que decidirse entre invertir más o no. Si toma la primera opción el volumen
global de ganancias obtenidas puede compensar la disminución porcentual de
la tasa de ganancia y, la disminución de la inversión capitalista inicia un ciclo
descendente de la economía, un excedente de trabajadores y, finalmente, una
baja de los salarios y una recuperación de la tasa de ganancias.
En la medida que no varíe la composición del capital (en su componente
variable o destinado a la compra de fuerza de trabajo y constante, o destinado a
los bienes de capital), la crisis son el mecanismo propio del capitalismo de
generar desempleo coyuntural, y así, bajar los salarios y mantener las
ganancias. Pero ello no alcanza, es decir, en el propio proceso de acumulación
debe existir un mecanismo de ajuste de la relación salario-ganancia y no
esperar hasta que el ajuste los provoque la crisis.
La competencia entre los capitalistas los lleva a la búsqueda del abaratamiento
de las mercancías. Esto se consigue logrando una mayor productividad del
trabajo. Pero si en el proceso, la relación entre el capital constante y variable
permanece igual, las nuevas inversiones generan pleno empleo y favorecen las
condiciones de la clase obrera para pelear por aumentos salariales y por
mejoras en las condiciones de trabajo, lo que determina que la productividad
tienda incluso a bajar (Olesker, 2004 ).
Esto es uno de los factores que llevan a los capitalistas a invertir de manera
creciente en capital constante, maquinarias, nuevas tecnologías, métodos
modernos de producción, etc.
En otras palabras, la búsqueda de mayor productividad no se basa en la fuerza
de trabajo, generando un cambio casi permanente en la composición orgánica
del capital. Por esta razón, no se produce un aumento proporcional de la
demanda de trabajo, sino por lo contrario, una disminución progresiva. Como la
demanda de trabajo no depende del volumen de capital total sino solamente del
capital variable, disminuye progresivamente a medida que aumenta el capital
total, en vez de crecer proporcionalmente en relación con este, como antes
suponíamos.
Marx señala que aunque el aumento del capital total supone también un
crecimiento del capital variable (y la demanda de fuerza de trabajo que este
representa), y este ritmo de crecimiento comienza a ser menor que el de la
población obrera y, por tanto, surge un excedente o sobrante de los
trabajadores, que tiende a ser mayor cuanto mayor es el ritmo de la
acumulación capitalista. Esta población obrera sobrante se genera por dos
vías: el despido de los obreros que antes tenían trabajo, y la imposibilidad de
conseguirlo por una parte de los nuevos contingentes de trabajadores.
Es importante señalar que los procesos no se enmarcan en una situación de
crisis, sino que resultan del proceso natural de acumulación capitalista. Y como
los nuevos capitales invertidos son, en última instancia, resultado del trabajo
acumulado, es la clase obrera, con su trabajo, la que genera las condiciones
para su futuro desempleo.
Marx denomina a la “población obrera sobrante” Ejército Industrial de
Reserva (EIR). Su primera función es deprimir los salarios: una alta dotación de
mano de obra desocupada o subocupada presiona a la baja de los salarios, por
existir gente disponible a trabajar por menores salarios.
Su segunda función es la de reserva, ya que en los momentos de expansión de
la economía, siempre habrá disponibilidad de mano de obra que, de no haberla,
presionaría a los salarios al alza.
En períodos de crisis, el EIR, integrado hasta ese momento por desplazados de
la acumulación o buscadores de trabajo por primera vez que no consiguen
empleo, se incrementa en volumen con el ingreso de todos los trabajadores
desplazados por las empresas cerradas en las crisis. En definitiva, el
desequilibrio del mercado de trabajo es la sumatoria de un componente
estructural (modelo de acumulación) y un componente coyuntural (crisis
cíclicas).
El EIR tiene cuatro componentes:
• Los desempleados propiamente dichos, es decir, la superpoblación
excedente relativa (SER) flotante, por su entrada y salida del mercado
de trabajo. Seria el desempleo abierto.
• Los que tiene trabajo esporádico, en malas condiciones y por ende
siempre están dispuestos a ingresar al trabajo formal. Son los precarios
e informales que Marx llamó SER intermitente.
• Los que están en sectores que serán destruidos y están en espera de ser
reserva. Marx los llamó SER latente.
• Los desplazados definitivamente, es decir, los desocupados crónicos.
Las teoría neoclásica del empleo ha predominado en el pensamiento
económico por más de un siglo, además de ser la más conocida y divulgada en
el mundo académico, por tal razón la tomamos como teoría base para la
comparación entre las diferentes teorías sobre el empleo (la propia neoclásica,
la keynesiana y la marxista).
La teoría neoclásica defiende el criterio de la mano invisible, donde de forma
automática los mecanismos del libre mercado regulan la igualdad entre la
oferta y la demanda de trabajo, manteniendo la economía en el equilibrio de
pleno empleo.
Para sus representantes los altos salarios provocaban un aumento de la oferta
de trabajo, estos eran rígidos debido a la intervención del Estado y de los
sindicatos y por tanto eran los causantes principales del desempleo.
En la década del 30 el mundo capitalista se vio afectado por la crisis más
grande hasta ese momento, la crisis del 29 al 33. A la par de esta crisis se
produjo otra desde un punto de vista teórico, dado que la teoría neoclásica fue
construida sobre la base de un capitalismo ascendente de finales del siglo XIX y
por tanto, no podía dar respuesta a los nuevos fenómenos que acontecían.
Desde inicios del siglo XX se manifestaron con inusitada contundencia las
contradicciones del capitalismo monopolista, la I Guerra Mundial fue la
sangrienta concertación de estas contradicciones interimperialistas que se
acumularon con tal magnitud, que después del período de prosperidad de
posguerra, confluyeron en la terrible depresión.
En esta época ya había triunfado el socialismo en la Unión Soviética y el
marxismo se había difundido. La teoría general de Keynes representa un
intento de pensamiento alternativo que significó un cambio metodológico de la
ortodoxia neoclásica, en cuanto al rechazo de su sesgada percepción
microeconómica, la cual según Keynes, había desviado su atención de los
esfuerzos de analizar problemas macroeconómicos importantes.
En consecuencia dirigió la atención hacia los agregados, como algo diferente a
la suma del resultado del comportamiento individual. (Castaño, H. 2003).
Según Keynes, el análisis neoclásico era parcialmente correcto, lo que lo llevó
a compartir muchas de sus ideas, como la que el salario es igual al producto
marginal del trabajo, lo que era aplicado a cualquier factor de la producción.
Según Benito Besada Ramos este postulado es inconsistente con la teoría del
valor trabajo, además de contradecirse a sí mismo, pues aunque se aceptara
que el último obrero ocupado se le paga el producto marginal de su trabajo,
este no sería cierto para los obreros anteriores, salvo que se aceptara el que
rijan diferentes salarios para el mismo tipo de trabajo, lo cual no entra dentro de
los supuestos neoclásicos. (Besada R. B. 1981).
Sin embargo, existen otras ideas de los neoclásicos de la que Keynes, a partir
de su crítica, expone sus propios argumentos.
“De este modo la teoría clásica supone que los obreros tienen siempre la
posibilidad de reducir su salario real, aceptando una rebaja en el nominal. El
principio de que el salario real tiende a igualarse con la desutilidad marginal del
trabajo, claramente supone que los obreros están en disposición de fijar por sí
mismo el salario real, aunque no el volumen de ocupación que de el se deriva.
La teoría tradicional sostiene, en pocas palabras, que los convenios sobre los
salarios entre los empleados y trabajadores, estos pueden, si lo desean, hacer
coincidir sus salarios reales con la desutilidad marginal del trabajo resultante del
empleo ofrecido por los empresarios con dicho salario. De no ser cierto esto, no
queda razón para esperar que exista tendencia a la igualdad entre el salario
real y la desutilidad marginal del trabajo.” (Keynes, 1976, Pág. 24).
Estas ideas pueden resumirse de la forma siguiente:
1. Los trabajadores no aumentan su resistencia a una rebaja salarial en
tanto el nivel de ocupación aumenta, sino que ocurre todo lo contrario,
están dispuestos a aceptar un salario menor por tal de no quedarse en la
calle.
2. Los trabajadores nunca discuten el salario real, pues este depende del
nivel de precios de los productos en el mercado; ellos discuten el salario
nominal.
3. Contradice el planteamiento de que los salarios reales y los nominales
varían de forma proporcional, es decir, al bajar unos bajan los otros, por
lo que los trabajadores se niegan a prestar servicios por el salario
nominal ofrecido, actuando de esta manera sobre el salario real. Aunque
el no fundamenta esta apreciación pudiera pensarse que se basa en
cualquiera de estos criterios:
a) Al disminuir el nivel de ocupación, el salario nominal, baja algo, pero el nivel
de precios disminuye más, buscándose por los empresarios el fenómeno de
la elasticidad precio, mayor que la unidad.
b) Pudiera entenderse que el salario nominal disminuye el producto de que hay
más presión entre los obreros por la desocupación sobrevenida, y que el
nivel de precios puede bajar más por la acción combinada de la
productividad más alta de ese factor en ese punto, junto a lo referido a la
elasticidad. (Besada R, B, 1981)
Estos son los argumentos que Keynes opone a las explicaciones neoclásicas,
dentro de sus propias concepciones, que no son otros que considerar que el
nivel de empleo se determina y resuelve dentro de las relaciones bilaterales con
los obreros y empresarios.
Esta convicción nos había conducido a pensar que los trabajadores podían
encontrar empleo si aceptaran una reducción de sus salarios reales, y este era
el único obstáculo que encontraba la ley de Say para conducir la economía al
pleno empleo.
Estas generalizaciones ahistóricas fueron atacadas por Marx y Engels. Los
fundadores del marxismo – leninismo habían incentivado a la necesidad de
analizar las leyes de cada modo de producción.
Desde este punto de vista, la oferta no puede crear su propia demanda en el
modo de producción capitalista, debido precisamente a su propia ley
fundamental. Es decir, antes de que una crisis de proporciones universales,
como la del 29 al 33, hubiera evidenciado que la oferta no crea su propia
demanda, ya esta ruptura había sido descubierta por Marx y Engels.
Keynes se dio cuenta de que el enfoque neoclásico era excesivamente
microscópico, y quiso contribuir con un punto de vista complementario, que
llamó macroscópico.
Para Keynes, no eran los elevados salarios la causa del masivo desempleo
involuntario que existía en Inglaterra, en los Estados Unidos y en otros países
desarrollados en la época de Gran Depresión. La verdadera causa había que
buscarla en un problema de insuficiencia de demanda agregada, y,
fundamentalmente, en el componente más volátil de la misma, que era la
inversión privada de los empresarios.
Keynes se dio cuenta de que la inversión empresarial dependía de lo que él
llamaba el estado de ánimo de los capitalistas, y de que éste se formaba de
acuerdo sobre todo con las expectativas de beneficio (de rentabilidad) que ellos
mismos se hacían --sobre la base de un complejo entramado de razones,
donde operaban factores de tipo subjetivo y objetivo al mismo tiempo--; y,
finalmente, de que muy bien pudiera ocurrir que ese estado de ánimo fuera más
bien depresivo debido a las pobres expectativas, provocando un bajo nivel de
inversión, disminuyendo con ella, la demanda de trabajo por parte de los
empresarios capitalistas.
Estas nuevas ideas de Keynes también lo condujeron hacia un tipo de recetas
muy distintas de las que propugnaban los neoclásicos. Puesto que el problema
era de demanda agregada, y más concretamente de la inversión privada, de lo
que se trataría, según él, es de reactivar la deprimida demanda poniendo fin a
las causas de esa depresión.
Para ello, a largo plazo se trataría de reproducir las condiciones de confianza
empresarial que llevaran a la clase capitalista de forma espontánea a generar el
nivel de inversión suficiente como para impulsar la recuperación, que vendría
seguida por un nuevo aumento de la producción y de la oferta, y, por
consiguiente, del empleo. Pero Keynes estaba mucho más interesado en el
corto que en el largo plazo, partiendo del supuesto de que mañana todos
estaremos muertos, se concentró en las medidas necesarias a corto plazo.
Un conjunto de políticas que, según él, deberían ponerse en práctica por la
sociedad, y más particularmente por el Estado, con el objetivo de reducir las
tasas de desempleo a los niveles más bajos posibles en el más corto espacio
de tiempo posible.
Desde este punto de vista, Keynes creía que, en tiempos de crisis, no había
tiempo para esperar que las fuerzas de mercado se pusieran a corregir por sí
solas los desequilibrios, y defendió públicamente la necesidad de que el Estado
tomara cartas en el asunto y se encargara él mismo, directamente, de dirigir la
economía hacia la dirección adecuada. A falta de una demanda de mercado
espontánea suficiente, proponía que fuera el Estado el que completara su
insuficiencia con una demanda pública adicional destinada a favorecer las
ventas y la producción de las empresas (es decir, el empleo).
De todos es sabido que las recetas de Keynes fueron a la vez monetarias y
fiscales. De hecho proponía simplemente que el Estado gastase más sin
necesidad de recaudar más impuestos, sino mediante la estrategia de incurrir
en déficit públicos sucesivos, directamente financiados por nuevas emisiones
monetarias.
Keynes introdujo en su teoría general la categoría del desempleo involuntario,
que hasta ese momento no era tratada por los neoclásicos, pues estos
defendían la teoría del profesor Pigou del desempleo voluntario.
Aunque esta categoría resultara novedosa para el mundo económico burgués,
esta ya había sido tratada por Carlos Marx cuando definió el ejército industrial
de reserva.
Los análisis de Keynes parten de la demanda, desde el punto de vista
metodológico, igual que los marginalistas. Acepta al pie de la letra la ley de los
rendimientos decrecientes y utiliza hasta las últimas consecuencias los
problemas del margen (propensión marginal a consumir, eficacia marginal del
trabajo, etc.).
El modelo keynesiano es considerado como un modelo cortoplacista,
inflacionario y deficitario. Estas mismas características hicieron que muchos lo
consideraran como un fracaso para los años posteriores a la crisis.
Los neoclásicos siguieron desarrollando sus teorías, perfeccionándolas y
adaptándolas a las nuevas condiciones, ejemplo de esto lo constituye la curva
de Phillips y las modificaciones de esta curva realizada por Friedman y Phelps
tal y como fue tratado en líneas anteriores.
El Estado es, según los neoclásicos, una fuerza intervencionista y
distorsionante porque con sus regulaciones y leyes --siempre excesivas, a juicio
de estos autores--, impide que se forme en el mercado de trabajo, un verdadero
precio libre.
Al imponer salarios mínimos, subsidios y otras protecciones frente al
desempleo, al regular de forma intervencionista el mercado de trabajo, los
derechos de huelga y despido, la contratación colectiva, etc.; al actuar, en
suma, como un Estado de bienestar (en la expresión favorita de los
keynesianos), y no como un simple Estado liberal en realidad lo que hace el
Estado es contribuir a elevar artificialmente el precio del mercado de trabajo (es
decir, la tasa salarial) por encima del nivel que correspondería a los
fundamentos internos de la economía (es decir, al funcionamiento libre y flexible
de este mercado).
Por su parte, los sindicatos hacen otro tanto de lo mismo al imponer su poder
de monopolio en el lado de la oferta del mercado de trabajo. En lugar de dejar
en libertad al trabajador para decidir que llegue a un acuerdo libre con el
empresario, guiados ambos exclusivamente por las exigencias de sus
respectivos comportamientos individuales racionales --que en el fondo
comparten, pues se basan ambos grupos, según los neoclásicos, en la
búsqueda consecuente de la maximización de sus respectivas funciones de
utilidad--, en vez de eso, lo que consiguen los sindicatos es hacer efectivo un
monopolio en el mercado de trabajo, generando así todos los efectos nocivos
que la teoría económica convencional asocia con el monopolio, como uno de
los fallos de mercado típicos, a saber: la obtención de precios más altos y
cantidades más bajas de las que corresponderían en igualdad de circunstancias
a la situación de libre competencia.
Si ellos culpan al Estado y a los sindicatos de ser los responsables últimos del
elevado nivel salarial y hacen recaer sobre el elevado nivel de salario la
explicación del desempleo, la solución que ofrecen no puede ser más lógica
desde su propio punto de vista.
Se trata de poner todos los medios al alcance de la sociedad para conseguir
que los salarios desciendan hasta su nivel de equilibrio, de forma que, una vez
puesta en práctica de verdad la flexibilización del mercado de trabajo, y
eliminada de hecho la rigidez, se volvería el equilibrio.
En términos gráficos se traduciría en el desplazamiento hacia abajo y hacia la
derecha a lo largo de la curva de demanda de trabajo, el consecutivo descenso
salarial traerá aparejadas, simultáneamente, el aumento de la cantidad
demandada, la disminución de la cantidad ofrecida y, al mismo tiempo, el
automático vaciado final del mercado, con lo que el equilibrio finalmente
resultante significará el anhelado retorno al nivel de pleno empleo.
A su vez consideran que existen tres tipos de desempleo: el friccional, el
estructural y el cíclico.
Los economistas burgueses han desarrollado sus teorías prácticamente al
margen de la teoría marxista.
“Para Marx, los cambios que se producen en la esfera de la producción son los
que determinan los cambios en la esfera de la circulación.” (Molina, E, 1979,
Pág. 43)
Para Marx el desempleo es inherente del sistema capitalista. Los capitalistas
en su afán de aumentar sus ganancias tratan de aumentar la rentabilidad
invirtiendo cada vez más en capital fijo, ya sea mediante la introducción de
equipos más modernos, nuevas tecnologías y métodos, con lo que la tasa de
crecimiento del nivel de empleo va disminuyendo, es decir, la demanda de
trabajo depende del capital variable. Por tal razón plantea que una parte del
desempleo es estructural, pero a la vez existe un desempleo coyuntural,
provocado por las crisis cíclicas propias del sistema, constituyendo una
necesidad del mismo de contar con un ejército de obreros para los períodos de
expansión económica y para que ejerzan presión a la baja de los salarios.
Esta superpoblación excedente relativa la subdivide en: flotante, intermitente,
latente y crónica.
La acumulación del capital es un proceso profundamente contradictorio.
Por una parte, la acumulación del capital es fuente de progreso de la
producción, del desarrollo y perfeccionamiento de las fuerzas productivas
de la sociedad capitalista.
Por otra, va acompañada del incremento de la explotación de los
trabajadores, del desempleo, del empeoramiento de la situación tanto de
los parados como de los que tienen trabajo. Al respecto Marx escribió:
“Cuanto mayor es la riqueza social, el capital en funciones, y la intensidad de su
desarrollo y mayores por tanto, la magnitud absoluta del proletariado y la fuerza
productiva de su trabajo, mayor es también el ejército industrial de reserva. La
fuerza de trabajo disponible se desarrolla por las mismas causas que la fuerza
expansiva del capital. La magnitud relativa del ejército industrial de reserva
crece, por consiguiente, conforme crecen las potencias de la riqueza. Pero
cuanto mayor es este ejército de reserva en comparación con el ejército obrero
en activo, mayor es la masa de superpoblación consolidada, cuya miseria está
en razón directa a su tormento de trabajo. Y, finalmente, cuanto más crece la
miseria dentro de la clase obrera y el ejército industrial de reserva, más crece
también el pauperismo oficial. Tal es la ley general, absoluta de la acumulación
capitalista.” (Marx – Engels, T 23, Pág. 659)
Esta particularidad de la acumulación capitalista engendra una determinada
tendencia histórica en el desarrollo del capitalismo y es que en el seno de este
régimen social se encuentra el germen de la destrucción, de su sustitución por
un régimen social nuevo, que es el socialismo.
Pero tanto Marx como Engels no se limitaron a trazar el derrotero general del
desarrollo futuro de la sociedad; en el proletariado, en la clase obrera
descubrieron la fuerza social encargada de llevar a cabo esta gran
transformación: destruir al capitalismo y construir el socialismo. De forma
reducida podemos ver las principales diferencias de estas teorías en el cuadro
que aparece a continuación:
Parámetros Teoría neoclásica Teoría keynesiana Teoría marxista
Causas del
desempleo
Rigidez de los
salarios por la
intervención del
Estado y el
sindicato que no
dejan que el
mercado de trabajo
automáticamente
retorne al equilibrio
(OL = DL)
Insuficiente demanda
agregada,
fundamentalmente,
en el componente
más volátil de la
misma, que era la
inversión privada de
los empresarios.
El proceso de
reproducción del
capital, es inherente
al sistema de
acumulación
capitalista.
Tipos de
desempleo
- friccional
- estructural
- cíclico
Comparte las
clasificaciones de los
neoclásicos, pero
introduce la categoría
de desempleo
El desempleo tiene
una característica
coyuntural o cíclica
y una estructural.
Los subdivide en:
involuntario. - flotante
- intermitente
- latente
- crónicos
Solución Para que los
salarios desciendan
hasta su nivel de
equilibrio se debe
poner en práctica la
flexibilización del
mercado de trabajo,
eliminando de
hecho la rigidez. No
intervención estatal.
Intervención del
Estado para
completar la
insuficiencia de
demanda pública
adicional,
favoreciendo las
ventas y la
producción de las
empresas. Proponía
que el Estado gastase
más sin necesidad de
recaudar más
impuestos, sino
mediante la estrategia
de incurrir en déficit
públicos sucesivos.
Los marxistas
defienden al estado
como el mejor
regulador y
distribuidor de los
recursos, pero que
represente al
proletariado.
Desaparición del
capitalismo e
instauración del
socialismo.
En conclusión:
• La teoría marxista del empleo se diferencia de la no marxista en cuanto a
las causas y posibles soluciones que le dan al problema del empleo,
mientras que coinciden en las clasificaciones generales del desempleo
(cíclico y estructural)
• La teoría marxista del empleo parte de la oferta para explicar las causas
del empleo, siendo este producto del proceso de acumulación capitalista.
La demanda de trabajo depende del capital variable por lo que la
disminución proporcional en su inversión provoca un exceso de mano de
obra, formándose el ejército industrial de reserva.
• La teoría keynesiana plantea que el exceso de la demanda global es la
causante del desempleo y que el mercado, en épocas de crisis, no es
capaz de regular automáticamente la economía, principalmente para
mantener el nivel de empleo. En el corto plazo, son las rigideces de los
salarios nominales las que impiden el ajuste del mercado de trabajo.
• La teoría neoclásica plantea que la intervención del Estado y de los
sindicatos provocan el aumento de los salarios reales por encima del
nivel de equilibrio y por tanto, el desempleo. De no existir dicha
intervención, la economía trabaja a un nivel de pleno empleo, donde la
demanda de trabajo es igual a la oferta de trabajo.
Partiendo pues de estas consideraciones de tipo teórico, construiremos nuestro
modelo para explicar la ocupación en Venezuela durante el periodo más
reciente de la misma; 1998-2006; con sus variables explicativas y las posibles
soluciones.
VI.- MODELO ECONOMETRICO PARA EXPLICAR LA
OCUPACION:
Nos ocuparemos en este segmento a evaluar en función de la teoría económica
ya revisada para explicar la ocupación en una economía; los diferentes factores
que hemos considerado para el caso de la economía Venezolana.
En este sentido, como ha quedado señalado al principio de este capitulo, una
de las variables económicas que causa mayor preocupación en una sociedad
es el empleo; sobre manera porque de allí procede en buena parte la
producción de bienes y servicios del país, así como también los ingresos
directos que obtienen las personas para satisfacer sus necesidades.
Así pues, en el manejo de esta variable no obstante conocer su comportamiento
teórico, es tener una idea sobre aquellas otras variables económicas que
explican su comportamiento y, de esta manera poder elaborar las políticas de
empleo tomando en consideración este conjunto de variables que llamamos
explicativas. Es precisamente a través de la econometria como se logran
desarrollar modelos que pueden ayudar a explicar los fenómenos económicos
y, en este caso muy particular haremos uso de esta disciplina a fin de construir
un modelo econométrico que sirva a los fines antes expuestos.
En esta investigación se efectuaron, las pertinentes pruebas teóricas,
econometricas y estadísticas para desplegar y validar un modelo que explicara
en forma razonable el empleo en el caso venezolano partiendo como base del
periodo objeto de toda nuestra investigación, vale decir 1984-2006.
En este orden de ideas se presenta un modelo con tres variables explicativas
cuyo coeficiente de determinación representa el 99,67% con la idea de poder
ser utilizado no solo para explicar el comportamiento del empleo en Venezuela
sino además manejarlo para orientar la política en materia de creación de
puestos de trabajo, que es el objetivo central de nuestro trabajo.
El modelo pretende explicar la actuación del empleo (numero de personas
ocupadas) en el país en función de las variables independientes seleccionadas.
Para la escogencia de las variables independientes nos basamos en la Teoría
Económica en correspondencia a las relaciones teóricas entre el empleo y sus
determinantes; luego realizamos un análisis sobre el acontecer de la economía
venezolana a los fines de incorporar las características propias de su
desempeño y, por ultimo realizar las estimaciones correspondientes de las
variables explicativas. Se trata por tanto de plantear un modelo con tres
variables determinantes del empleo siguiendo un enfoque práctico y sencillo sin
que se sacrificara la bondad del ajuste del modelo.
Las variables explicativas seleccionadas, son las siguientes:
Fuerza de trabajo (FT): Esta variable mide la cantidad de personas que
pertenecen a la población económicamente activa y que están en la fuerza de
trabajo en función a lo tomado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Esta puede ser considerada como la oferta bruta de trabajo, ya que esta
constituida por todas aquellas personas mayores de 15 años que suministran la
mano de obra disponible (INE).
Por lo tanto la fuerza de trabajo, que incluye los ocupados, los desocupados, los
cesantes y los que buscan trabajo por primera vez; viene a ser la oferta de
trabajo efectiva.
En la medida en que exista fuerza de trabajo se espera que la demanda sea
cubierta y el empleo pueda crecer, de forma tal que la relación esperada entre
la Ocupación (numero de personas empleadas) y, la fuerza de trabajo debe ser
positiva.
Esto se explica, ya que en la determinación de la ocupación es importante
tanto la demanda como la oferta de trabajo; vale decir que las empresas y en
general las unidades económicas de producción, que configuran la demanda;
soliciten de personal para la elaboración de los bienes y servicios que
comercializan, al igual que exista por otro lado la disposición y cantidad de
mano de obra para cubrir los requerimientos de las empresas.
Formación Bruta de Capital real (FBCr): En la teoría económica
encontramos, que existe una relación directa y positiva entre la inversión y la
generación de empleo. La inversión es a su ves considerada en la perspectiva
económica, como la creación de activos; es decir cuando se instalan o amplían
industrias o se construyen edificios, maquinarias, se crean nuevos procesos, o
se incorporan nuevas tecnologías.
Importaciones reales (IMPr): Cuando una economía compra bienes y servicios
importados los esta adquiriendo del sector externo; o sea se están comprando
bienes y/o servicios a empresas ubicadas en otros países, lo cual implica, que
por alguna razón se esta dejando de comprar la producción nacional o la oferta
interna es insuficiente para cubrir la demanda agregada.
De acuerdo a lo anterior, si aumentan las importaciones el empleo debe
disminuir, de manera que la relación entre estas es negativa o inversa.
El modelo econométrico que nos permitirá explicar la ocupación en Venezuela,
queda por tanto definido en su forma implícita de la siguiente manera:
Ocupados = f (FT, FBCr, IMPr);
Donde:
Ocupados: Numero de personas trabajando.
FT: Fuerza de trabajo.
FBCr: Formación Bruta de Capital real.
IMPr: Importaciones reales.
La valoración de las variables FBCr e IMPr; se consideran medida en términos
reales a fin de eliminar el sesgo que significa la variación en los precios.
La expresión matemática escogida para el modelo es de tipo sumativo
siguiendo los planteamientos generales respecto al estudio de los fenómenos
económicos, considerando que estos tienen teóricamente un comportamiento
lineal entre sus variables. En base a esta consideración el modelo explicito es el
siguiente:
Oc = b1 + b2 * FT + b3 * FBCr + b4 * IMPr
Variables:
Oc: Ocupados (miles /personas)
FT: Fuerza de trabajo (miles/personas)
FBCr: formación bruta de capital real (miles de mills Bs)
IMPr: Importaciones reales (miles de mills Bs)
Los valores están expresados a precios de 1997.
Parámetros:
b1: Parámetro independiente.
b2, b3: Son los parámetros que acompañan a la Fuerza de trabajo y a la
Formación bruta de capital. Se espera que sean positivos y mayores que cero.
b4: Parámetro que acompaña a las Importaciones, se espera que tenga signo
negativo.
Con atención a las cifras publicadas por el Banco Central de Venezuela y el
Instituto Nacional de Estadísticas; durante el periodo 1984-2006, se realiza la
regresión del modelo propuesto.
Estimación del empleo en Venezuela.
VALIDACION ESTADISTICA DEL MODELO.
Coeficiente de determinación = 99,67%
Estadístico F (Snedecor) = 969,55
Prueba de significación de los parámetros:
* Desv Est Estd t
b2 0,018757 40,154739
b3 0,00145339 4,70558462
b4 0,00126843 1,01784378
Al aplicar el método de los mínimos cuadrados ordinarios sobre las 23
observaciones correspondientes al periodo 1984 – 2006, se obtienen los
resultados mostrados anteriormente. El modelo estimado se presenta entonces
de la siguiente manera:
Ocupados = 417,1168 + 0,75318227 FL + 0,00683906 FBCr + 0,00129107 IMPr
Con respecto a la especificación del modelo, ya que el coeficiente de
determinación resulto ser de 99,67% significando que el comportamiento del
empleo en Venezuela se explica en esa proporción por el núcleo del modelo,
quedando por fuera apenas un 0,33% correspondientes a las variables no
incluidas. En nuestro caso el núcleo del modelo lo constituyen la Fuerza de
Trabajo, la Formación Bruta de Capital real y las Importaciones reales.
En el modelo existe además, una relación lineal entre las variables
involucradas; toda ves que el coeficiente de correlación múltiple adquiere un
valor cercano a uno y es equivalente a 0,9935.
Esta información da cuenta entonces de la magnitud del incremento que debe
operarse en la variable Inversión a los fines de generar empleo productivo y
estable, además de la reducción de bienes de consumo final de origen
importados. De allí la urgente necesidad de emprender un ambicioso plan de
creación de EPSC para aumentar la base económica e incrementar el empleo
interno.
VII.- LA POBREZA EN VENEZUELA.
De acuerdo con Carlos Sabino, el problema de la pobreza resume, de algún
modo, una compleja situación, y por ello se encuentra como en el centro de las
dificultades por las que aun atraviesa Venezuela. Porque la pobreza no es
solamente una magnitud cuantitativa, no es un fenómeno simple que tenga
siempre el mismo significado en todo tiempo y lugar. No puede, por ello, ser
comprendida a cabalidad por la vía de calcular un índice numérico determinado,
pues existen aspectos cualitativos, históricos y vivenciales que es
imprescindible tomar en cuenta para entender su significado dentro de una
sociedad concreta.
No todo lo que llamamos pobreza tiene el mismo sentido en todas las
circunstancias, pues no se vive del mismo modo la pobreza en un país que se
desarrolla o en uno que se empobrece, ni es igual el origen de la pobreza en
una sociedad con altos ingresos por habitante o en una nación que vive en los
límites de la subsistencia.
La breve referencia anterior que a su vez sirve de somera introducción; puede
valernos de punto de partida para precisar el objetivo principal de nuestro
trabajo. No puede ser éste el de describir una situación que en líneas generales
es bastante conocida sino el de situar, en un contexto histórico y económico
más amplio, los orígenes, las características y el sentido de la pobreza en
Venezuela.
Con esta comprensión general estaremos en mejores condiciones,
naturalmente, para descubrir las claves que nos permitan adelantar posibles
respuestas al problema.
7.1. EL FENÓMENO DE LA POBREZA:
La pobreza, antes que nada, es un concepto fundamentalmente relativo.
Nadie es pobre o rico en sí mismo sino en relación a otras personas, ya sean
éstas miembros del mismo grupo dentro del cual se efectúa la comparación o
pertenezcan a ámbitos sociales completamente disímiles.
Pobreza es privación, falta, escasez, ausencia de algo y, en tal forma, una
noción negativa que nos refiere de inmediato a su antónimo, la riqueza.
Cuando hablamos de la pobreza como problema social, por otra parte, nos
estamos refiriendo no a la ausencia de ciertas cualidades intelectuales o
morales en las personas que denominamos como pobres sino a una carencia
de recursos materiales, de bienes y servicios concretos que consideramos
como importantes, necesarios o indispensables para la vida.
Dicho en términos más directos, y aunque esto parezca un juego de palabras, el
problema social de la pobreza es, por definición, un problema económico.
Así lo asumen, implícita o explícitamente, todos aquellos investigadores
sociales que intentan cuantificarla, aunque se olvide muchas veces su carácter
relativo y se pase por alto, especialmente cuando de dar soluciones se trata, su
íntima relación con la generación de riqueza.
Quienes se dedican al trabajo de investigar la pobreza tienen como objetivo, por
lo general, determinar un valor que indique el número de personas que pueden
considerarse como pobres dentro de un grupo social, región o país
determinado.
Dicho índice asume normalmente la forma de un porcentaje que expresa la
proporción de personas o de hogares que son pobres dentro del conjunto que
se está considerando.
Para describir mejor el fenómeno suele distinguirse, además, entre pobreza
extrema y pobreza crítica.
La pobreza medida a través del ingreso per capita del hogar y su relación con
las canastas per càpita básica y la canasta per càpita alimentaría, define para
los hogares las condiciones de pobreza y pobreza extrema.
Ahora bien atendiendo a la metodología propuesta por el Instituto Nacional de
Estadísticas (INE), el método integrado se basa en la aplicación conjunta de los
métodos NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas) y Línea de Pobreza, para
captar algunos rasgos descriptivos de la heterogeneidad de la pobreza.
Es posible que hogares que se clasifican como pobres por NBI, señalen
ingresos suficientes para adquirir la Canasta Básica, resultando en
consecuencia no pobres, de acuerdo al criterio de la Línea de pobreza.
De igual manera, hogares no pobres por NBI, pueden presentar insuficiencias
de ingreso y clasificarse como pobres por Línea de pobreza.
La aplicación conjunta de NBI y Líneas de Pobreza, da como resultados la
obtención de cuatro categorías para ubicar a los hogares. El INE a los fines de
aplicar el método define los siguientes indicadores:
Indicadores: Definición Operacional:
• Inasistencia escolar
Hogares en los cuales al menos un
niño en edad escolar (7 a 12 años),
no asiste a la escuela.
• Hacinamiento Hogares que presentan más de tres
personas por cuarto para dormir.
• Vivienda inadecuada
Hogares que habitan en ranchos,
casas de vecindad, cuevas u otro tipo
de vivienda improvisada.
• Carencia de servicios básicos
Hogares que presentan
inaccesibilidad al agua potable o a los
servicios de eliminación de excreta.
• Dependencia económica
Hogares con 4 ò mas personas por
miembro ocupado y cuyo jefe alcanzo
a lo sumo segundo grado de primaria.
Se considera pobres los hogares que presenten al menos un indicador y pobres
extremos aquellos que presenten dos o mas.
7.2. EL EMPOBRECIMIENTO DE VENEZUELA: “UN RECUENTO
HISTÓRICO”
La distribución del ingreso en Venezuela ha sido históricamente
desigual; similar a lo ocurrido con buena parte de los países de América Latina.
Esta región tiene la mayor desigualdad de ingresos del mundo, donde el 10%
más rico de la población recibe en promedio el 36% del ingreso total y el 40%
más pobre recibe apenas en promedio el 14% del ingreso total.
El Gráfico 1 recoge la medida de desigualdad en la distribución del ingreso para
algunos años entre 1971 y 2002 según estimaciones que elige Rosemary Thorp
(1998) para el estudio del BID sobre la historia de América Latina (1971, 1980 y
1986) y las obtenidas de la base de datos de CEPAL (1990, 1997, 2002).
Gráfico 1. Índice de Gini para Venezuela. Varios años de 1971 a 2002
Fuente: Thorp (1998) y CEPAL (2005)
El coeficiente más utilizado para medir la desigualdad es el Índice de Gini (IG).
Este refleja para el caso de Venezuela una desigualdad significativa que, sin
embargo, es menos pronunciada que el respectivo índice de otros países de la
región.
El rango de variación del IG no es tan importante a lo largo de las tres décadas
observadas, sí lo es la constatación de que éste tendió a empeorar durante la
década de los noventa, al situarse a los niveles de principios de los setenta
(0,49). Entre los años 2004 y 2005 el indicador mostró valores entre 0,4608 y
0,4771 respectivamente.
Esta relativa involución; que tiende a revertirse a partir del año 2004; se ha
sugerido tiene por causa, entre otras, los efectos negativos del programa de
ajuste estructural implementado en 1989. En general, los programas de ajuste
puestos en práctica en la mayoría de los países latinoamericanos durante los
noventa, tuvieron el denominador común de acentuar la ya de por sí
desfavorable distribución del ingreso de la región, motivo por el cual la
población comenzó hacia finales de esa década y con mayor énfasis en lo que
va del siglo XXI a cuestionar y oponerse políticamente al modelo de crecimiento
sustentando en las políticas económicas aparejadas a esos ajustes,
concatenadas con una visión que apuntalaba la reducción del peso y la acción
del Estado en la economía.
Aparentemente, el mismo efecto que tuvo la aplicación de las reformas
económicas en Venezuela, en el sentido de empeorar la desigualdad, se
observó en la mayoría de las economías latinoamericanas, pues en general hay
consenso que durante los noventa la distribución del ingreso no mejoró.
De situarse en promedio para la región el I.G. en 0,58 en 1970, la desigualdad
disminuyó hasta situarse en 0,54 en 1982, para luego agravarse,
particularmente durante los noventa y volver a alcanzar el índice de desigualdad
de los setenta hacia 1995.
Unas de las causas, a nuestro juicio relacionado con la anteriormente expuesta
situación descansa en la brecha de los ingresos laborales por diferencias de
ocupación.
Mientras entre una cuarta y tercera parte de los individuos del quintil más rico
tienen ocupaciones en funciones directivas y profesionales, esta cifra es de
apenas 0,5-1% en el 30% más pobre.
Otra explicación se desprende de constatar las debilidades inherentes a la
participación laboral femenina, la cual va de la mano con los más bajos niveles
de instrucción de las mujeres pertenecientes a los deciles de la población de
menores ingresos. No es sólo que existe una diferencia apreciable entre los
ingresos que perciben los hombres y las mujeres en la región, sino también
existen importantes diferencias entre las mujeres ocupadas dependiendo del
estrato socioeconómico al que pertenezcan.
En el caso de Venezuela, esta realidad significa una diferencia notable en la
obtención de ingresos de la población femenina entre 25 y 45 años.
En efecto, a finales de los noventa mientras la tasa de participación laboral de
las mujeres pertenecientes al decil de mayor ingreso era de 77%, dicha
participación era de 32% en el caso de las mujeres pertenecientes al decil de
menores ingresos.
Esta situación se agrava al corroborar que desde la perspectiva del tipo de
trabajo, es decir si éste es formal o informal, mientras sólo un 27% de las
mujeres trabajadoras pertenecientes al decil de más alto ingreso se
desempeñaban en el sector informal, el porcentaje respectivo para las
trabajadoras del decil más pobre era de 84%. Siendo el sector informal un
sector donde la estabilidad laboral y la obtención de ingresos son precarias, no
cabe duda que este aspecto acentúa la desigualdad.
En función de lo indicado, se muestra en el Cuadro 1 la desigualdad de
ingresos en Venezuela en una comparativa histórica que cubre cuatro décadas,
examinado qué porcentaje del ingreso le corresponde al 5% más pobre, el decil
(10%) y el quintil (20%) más pobre, comparativamente con el ingreso
correspondiente al 5% de la población más rico.
Cuadro 1. Participación en el ingreso total de la población venezolana.
1962, 1970 1980, 1998.
Años 5% más
pobre
10%
20% 5% más rico
1962 0,6 1,1 2,4
27,2
1975
0,5 0,9 2,1 27,2
1980 0,7 1,2 2,6
24,9
1990 0,7 1,2 2,4
23,7
1998 0,5 0,9 2,2
27,2
Fuente: Baptista (2000)
A pesar que no se observan variaciones significativas para el caso del quintil
más pobre, en el caso del 5% más rico de la población se constata que éste
retornó hacia finales de los noventa al control de la misma proporción del
ingreso de principios de los sesenta, en torno al 27%, luego que esta
participación disminuyera un tanto, lo cual parece corroborar el efecto
concentrador del ingreso de las políticas de ajuste implementadas desde 1989.
Las cifras del Cuadro 2, extraídas de un informe de la CEPAL, aunque no
coinciden por cuanto se elaboraron con una metodología diferente, vienen a
corroborar, no obstante, la tendencia en la concentración del ingreso.
Cuadro 2. Participación en el ingreso total de la población venezolana.
1981, 1990, 2002
Años 10% más
pobre
20% más
pobre
20% más
Rico
10% más
rico
1981 2,5 6,9 37,8 21,8
1990
2,0 5,7 44,6 28,4
2002 1,2 4,3 48,3 31,3
Fuente: CEPAL (2004)
Otra perspectiva para observar los niveles de desigualdad, resulta de medir la
participación en el ingreso de los factores productivos trabajo y capital. Por
supuesto, la participación en el ingreso total de los trabajadores puede estar
solapada con el hecho que su ahorro agregado recibe remuneración del capital
por los intereses generados por éstos o cualquier otro instrumento financiero
que un trabajador tenga en su poder y devengue un rendimiento.
En el caso de los trabajadores venezolanos, la caída del salario real ha
significado un desgaste de sus ingresos que hace poco significativa la cifra de
remuneraciones al capital derivada de sus ahorros.
Al respecto, según cifras de Baptista (2000), la evolución del salario real desde
1950 hasta 1998, medida en bolívares de 1997, muestra una clara tendencia
hacia el deterioro.
En el año 1950 el trabajador venezolano promedio percibía un salario real
equivalente a 2.715.298 de bolívares, cifra que experimentó un ascenso
sostenido hasta alcanzar su máximo histórico de 5.305.208 de bolívares en
1979. A partir de este año el salario real se contrae y hacia 1990 era de
2.928.401 bolívares, para continuar deteriorándose hasta los 2.375.254 de
bolívares en 1998, representando aproximadamente un 45% del salario real de
fines de los setenta.
Bajo este escenario, la participación de los trabajadores medida por la
remuneración salarial en el ingreso nacional siguió la misma tendencia del
salario real. Dicha participación empeoró marcadamente desde la década de los
ochenta.
En efecto, si se toma la participación del factor trabajo en el ingreso, tomando
en consideración casi medio siglo de medida de esta variable (1950-1998), se
observa como los trabajadores van perdiendo paulatinamente participación en
el ingreso frente al capital, hasta el punto que; de representar en 1950 y en
1960 cerca del 60%, lo cual la aproximaba a los estándares de los países
industrializados, en 1998 dicha participación había disminuido a sólo alrededor
de una tercera parte del ingreso total (Gráfico 2).
Esta tendencia contrasta, por ejemplo, con lo sucedido en Francia y Bélgica. En
estos países, los trabajadores tenían hacia 1960 una participación de 55,4% y
53,8% respectivamente en el total de la renta y hacia 1980 exhibían un
incremento en dicho total de 62,2% y 68,6% respectivamente.
Por el contrario, comenzando los años ochenta la participación del trabajador
venezolano en el total de la renta había disminuido hasta 45,9%, muy inferior al
que exhibía dos décadas atrás.
Gráfico 2. Participación del factor trabajo en el ingreso total en Venezuela.
1950-1998.
Fuente: BCV. Varios años.
Esta caída en la participación del trabajo en los ingresos, aunado a la pérdida
continua del poder adquisitivo de la gran mayoría de las familias venezolanas,
se retroalimentó con el aumento sostenido de la tasa de desempleo y el
incremento de la población económicamente activa que pasó a engrosar las
filas de la economía informal.
Los canales de transmisión de una mayor desigualdad económica por el efecto
del aumento de la economía informal se relacionan con el hecho que el empleo
informal generalmente tiene una remuneración menor que el correspondiente
en los sectores formales.
En Venezuela y otros países latinoamericanos, el crecimiento económico
exhibido durante ciertos períodos no ha logrado revertir la tendencia hacia el
aumento constante de la economía informal.
Las cifras del Cuadro 3 muestran las tendencias de la tasa de desempleo y de
la tasa de ocupación en el sector informal para varios años a partir de 1981.
Cuadro 3. Tasa de desempleo y tasa de informalidad en Venezuela. Varios
años. 1981-2003.
Año
1981 1990 1998 2001 2003
Tasa de
desempleo
6,2 9,2 11,2 13,3 18,1
Tasa de
informalidad
44,3 34,2 45,5 50,3 53,0
Fuente: CEPAL (2004)
La situación de desempleo e informalidad tiene diversas explicaciones causales
que no responden exclusivamente a la mera existencia de desigualdad en la
distribución del ingreso.
En realidad, la desigualdad ha sido impactada por políticas como la seguridad
social y las políticas de empleo, que son mecanismos de protección social que
buscan atenuar el impacto sobre los trabajadores de la alta volatilidad de la
economía ya mencionada anteriormente.
Paradójicamente, tanto en Venezuela como en el resto de América Latina, la
evidencia apunta a constatar la poca efectividad en la reducción de la
desigualdad que han tenido estas políticas.
En el caso de la fijación de un salario mínimo, una política regularmente
seguida en Venezuela, ésta no ha sido muy efectiva para mejorar el ingreso de
los grupos más pobres, pues se trata de un instrumento poco focalizado de
redistribución.
En general, tiende a proteger más a los trabajadores de mayores ingresos que
a los trabajadores pobres y beneficia casi exclusivamente a los trabajadores ya
empleados, pues desincentiva la contratación de nuevos trabajadores.
Si a esta situación se añade que en Venezuela la legislación laboral es muy
rígida, lo cual estimula la informalidad y desestimula especialmente el empleo
femenino formal, las diferencias de ingresos se amplían antes que atenuarse
con la fijación de un salario mínimo.
No resulta extraño entonces constatar que ante la ausencia de una política
social integral, neutralizadora de los efectos negativos de las políticas
económicas implementadas desde la década de los ochenta, los índices de
pobreza en Venezuela hayan experimentado un aumento sostenido desde esa
década, acentuándose de forma alarmante a partir de la década de los noventa.
El Cuadro 4 recoge la variación del porcentaje de familias que se encuentran
dentro de lo que se denomina pobreza total y pobreza crítica con diferencia de
un quinquenio partiendo de 1975 y hasta el año 2000.
Por supuesto, existen diferentes metodologías para medir la pobreza y no todas
coinciden. Para el caso que nos compete, las cifras se han tomado de los datos
obtenidos por Riutort y Orlando (2001).
La definición metodológica que ellos utilizan para la estimación de los niveles de
pobreza se conoce como “la línea de pobreza”. Se entiende por “línea de
pobreza” al valor de una Canasta Normativa de Consumo Total la cual incluye
alimentos y otros bienes y servicios.
Un hogar está en situación de pobreza si sus ingresos no logran cubrir el costo
de esa canasta. La línea de pobreza crítica es el valor de una Canasta
Normativa que sólo incluye los alimentos necesarios para cubrir los
requerimientos calóricos y proteicos de los individuos que conforman un hogar.
Un hogar está en condición de pobreza crítica si sus ingresos no logran cubrir el
costo de esta canasta.
Cuadro 4. Pobreza total y crítica en Venezuela 1975-2000
Años 1975 1980 1985 1990 1995 2000
Pobreza
Total (%) 26,1 24,3 42,3 68,9 66,7 58,8
Pobreza
crítica (%) 17,3 6,6 14,5 30,7 25,3 25,8
Fuente: Riutort y Orlando (2001)
Las cifras aquí presentadas son bastante elocuentes. En el quinquenio que va
de 1975 a 1980 tanto la pobreza total y, de forma importante, la pobreza crítica
cedieron terreno y ambos niveles porcentuales disminuyeron. Comenzando los
ochenta la realidad cambia y los niveles porcentuales de población en situación
de pobreza se incrementan de forma alarmante.
La pobreza total, es decir el número de hogares venezolanos que no puede
cubrir de forma completa una canasta alimentaria más un grupo de bienes y
servicios básicos, se dobló y un poco más en veinte años desde 1980. En el
caso de la pobreza crítica la situación fue aún más desfavorable, puesto que en
el mismo período se cuadruplicó.
En el año 2000 aproximadamente una cuarta parte de los hogares venezolanos
no podían cubrir completamente la canasta de alimentos.
Otras cifras, extraídas del sistema de estadísticas de la CEPAL, a partir de su
estudio sobre el Panorama Social de América Latina y el Caribe del 2005,
revelan una situación un tanto diferente a la planteada más arriba.
Metodológicamente se define a una persona como “pobre” cuando el ingreso
por habitante de su hogar es inferior al valor de la “línea de pobreza” o monto
mínimo necesario para satisfacer sus necesidades esenciales.
Las líneas de pobreza, expresadas en las monedas de cada país, se
determinan a partir del costo de una canasta de bienes y servicios, empleando
el método del “costo de las necesidades básicas”.
La “línea de indigencia” representa el grupo de hogares o de población que
tiene unos niveles de ingreso insuficientes para cubrir el componente
alimentario de la canasta de bienes y servicios.
En la mayoría de los casos la CEPAL utiliza como fuente de datos la
información sobre la estructura del consumo de los hogares, tanto de alimentos
como de otros bienes y servicios, realizada por cada país mediante encuestas
de presupuestos familiares.
No necesariamente los años de las encuestas coinciden con las estimaciones
de las líneas de pobreza que hace la institución, para lo cual ésta las actualiza
al valor acumulado del índice de precios al consumidor.
En estos términos, el Cuadro 6 presenta información del porcentaje de hogares
y población venezolana que se encuentra por debajo de la línea de pobreza y el
porcentaje de hogares y población venezolana que se encuentra por debajo de
la línea de indigencia para varios años de 1990 a 2002.
Cuadro 6. Indicadores de pobreza e indigencia. Varios años 1990-2002.
Años 1990 1997
1999 2002
Pobreza
Hogares (%) 34,2 42,3 44,0 43,3
Pobreza
Población
(%)
39,8 48,0 49,4 48,6
Indigencia
Hogares (%) 11,8 17,1 19,4 19,7
Indigencia
Población
(%)
14,4 20,5 21,7 22,2
Fuente: CEPAL (2005)
Estas cifras corroboran que los índices de pobreza e indigencia en Venezuela
empeoraron durante la década de los noventa, pero la tendencia en los
primeros años del presente siglo parece ser que dichos índices tan
desfavorables comienzan a ceder terreno.
En efecto, el informe de la CEPAL al referirse a Venezuela señala que se está
en presencia de un caso donde la política social estaría contribuyendo a reducir
sensiblemente la pobreza.
Según las cifras reveladas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de
Venezuela la pobreza se habría reducido significativamente en el año 2004.
Desde la perspectiva de las instituciones de gobierno venezolanas, se está en
presencia de una política pública que tiende a priorizar la prestación de
servicios gratuitos o subsidiados y las transferencias en especie, más que a
través de transferencias monetarias.
Los programas sociales insertos dentro de las denominadas “misiones” son el
instrumento de apuntalamiento de esta política de combate contra la pobreza.
Pero no es suficiente.
El problema de la pobreza en Venezuela no es de distribución de ingresos ni
puede compensarse mediante subsidios: es un problema de generación de
riqueza, de producción, y sólo puede encararse razonablemente atacando este
punto central.
Por ello el cambio decisivo debe operarse en la política económica general a
través un programa de cambios estructurales profundizando el rol del Estado
reforzando su papel como protector de los derechos de todos los ciudadanos.
VIII.- MODELO DE ESTRATEGIAS PARA LA CREACION DE
EMPRESAS DE PRODUCCION SOCIAL COMUNITARIAS.
El modelo de estrategias para crear o conformar empresas de producción social
comunitarias vinculadas al desarrollo endógeno a partir de organizaciones como
los Consejos Comunales; están soportados en el desarrollo e instrumentación
por parte del estado de una verdadera y consona Política Social.
En este sentido haremos el siguiente desarrollo donde se Irán perfilando estado
y comunidad el conjunto de estrategias aquí propuestas.
8.1.- DEFINICIÓN DE POLÍTICA SOCIAL:
Se conceptualiza a la política social como el conjunto de directrices,
orientaciones, criterios y lineamientos conducentes a la preservación y
elevación del bienestar social, procurando que los beneficios del desarrollo
alcancen a todas las capas de la sociedad con la mayor equidad.
Ceja, define a la política social como la forma, por medio de estrategias y
políticas (medidas) concretas que acomete el Estado para construir una
sociedad cohesionada y equitativa. En una perspectiva de mayor equidad e
integración social, la política social tiene como fin principal facilitar la
convergencia entre los intereses individuales y los intereses comunes de la
sociedad.
Maingnon, por otra parte señala que existe una diversidad de definiciones de
política social que presentan diferentes posiciones tomando en cuenta sus
objetivos, extensión y límites; agrupándolas en atención a ello en dos.
Primero están las definiciones que la limitan a los programas de bienestar
social y a las políticas que sustentan o conforman dichos programas. De
acuerdo con ello, “política social” hace referencia a un conjunto de medidas que
contribuyen al mejoramiento de una situación determinada, por lo tanto son
políticas transitorias y sus objetivos son los de aminorar o de regular los
embates de las políticas económicas. En otras palabras, la política social tiene
que ver con las fallas de la política económica, es de carácter asistencial y se le
asigna, por tanto, una función residual. Los ejemplos más palpables en
Venezuela lo tenemos con la instrumentación de las misiones en el campo
educativo, salud, distribución de alimentos, etc.
Un segundo concepto considera que la función principal de la política social es
la reducción y eliminación de las inequidades sociales a través de la
redistribución de los recursos, servicios, oportunidades y capacidades.
Esta significación incluye todas aquellas actividades que contribuyen a la salud,
educación, asistencia pública, seguridad social y vivienda de la población, y
también aquellas que afectan, en general, la redistribución y distribución del
ingreso y las dirigidas a construir y conservar el capital social.
Es esta la política social que nos interesa a los fines de desarrollar nuestro
Modelo de estrategias para crear empresas de producción social comunitarias.
Repetto, manifiesta que las políticas sociales y sus expresiones programáticas,
entendidas en un sentido amplio, incluyen intervenciones sectoriales clásicas
(educación, salud, seguridad social, vivienda, infraestructura básica) así como
las tendencias a desarrollar acciones focalizadas en la pobreza, a la vez que
también deben incorporarse bajo el concepto de política social las
intervenciones estatales destinadas a promover el empleo y brindar
protección ante los males sociales. Consideramos esta la principal
estrategia del estado a cumplir para la creación de empresas de
producción social comunitarias.
8.1.1.- FUNCIONES BÁSICAS DE LA POLÍTICA SOCIAL
Franco, sustenta que las funciones básicas de la política social, son a su
juicio tres:
i) Inversión en capital humano (educación, salud y vivienda). Los
países no podrán ser competitivos, y agregaríamos cooperativos si; no
disponen de una fuerza laboral adecuadamente formada y capacitada
que pueda incorporar ese conocimiento en su trabajo. Es posible,
entonces, concebir a la competitividad y la equidad como objetivos que
pueden perseguirse de manera simultánea y retroalimentarse. Desde esa
óptica, la política social que se orienta a invertir en capital humano
constituye un prerrequisito del crecimiento económico.
ii) Compensación social (redes de protección social). La lucha por la
superación de la pobreza y la indigencia continuarán siendo medular. Cobran
importancia las redes de protección social, que deben ser estables y formar
parte de sistemas institucionales permanentes, con personal especializado y
cuenten con mecanismos de elegibilidad de quienes serán beneficiarios de sus
servicios, así como de carteras de proyectos (Bancos de Proyectos) impulsados
por empresas del estado en conjunto con las estructuras de la organización
social y comunitarias que puedan llevarse a cabo con metodologías
comprobadas de monitoreo y evaluación. De no ser así, no tendrán la
capacidad para responder adecuadamente a las necesidades de protección en
épocas de crisis.
iii) Cohesión social. Una sociedad integrada es aquella en la cual la población
se comporta de acuerdo a patrones socialmente aceptados y genera un ajuste
entre las metas culturales, la estructura de oportunidades para alcanzarlos y la
formación de capacidades individuales para aprovechar tales oportunidades.
8.1.2.- EL CAPITAL HUMANO Y LA POLÍTICA SOCIAL:
Respecto al capital humano, a continuación se exponen una serie de
criterios:
- Ugarte, Quijandría y Monares señalan que el fortalecimiento del capital
humano y social se relaciona directamente con la mejora de la capacidad de
integración de la población pobre y marginada a la corriente central de las
actividades económicas, sociales y políticas locales, regionales y nacionales,
con lo cual se facilita el aumento sostenible de sus ingresos y su evolución
fuera de la línea de pobreza y pobreza extrema.
La formación y la mejora del capital humano resultan particularmente
importantes para los sectores mas discriminados de la población rural pobre:
indígenas, mujeres rurales y otras minorías, ya que les ayuda a alcanzar la
plena integración social y económica, tanto en la sociedad rural como en el
ámbito nacional.
Para el fortalecimiento del capital humano, se deben integrar acciones
básicas de mejoramiento del acceso y la calidad de los servicios de
educación y salud, así como de inversiones en infraestructuras; por parte del
Estado, Local, Regional o Nacional.
- La construcción de capital humano significa invertir en la formación de
habilidades y capacidades que permitan a los grupos vulnerables ser
ciudadanos beligerantes en la sociedad. Pero no sólo debe priorizarse la
formación de habilidades para insertarse en el mercado, sino la consolidación
de habilidades políticas y culturales de las personas, de manera que su
intervención en la sociedad tenga eficacia.
- Yánez, indica que el capital humano dota a los individuos de un conjunto de
capacidades que además de permitirles ejercer plenamente sus objetivos de
realización personal, les concede la capacidad personal para producir
riqueza, económicamente hablando. Lo que en otras palabras significa que
les capacita para tener un trabajo con una mayor productividad, susceptible
de producir una mayor cantidad de bienes y servicios que le permiten llevar
una vida material menos precaria (o más holgada) y tener unos incrementos
de rentas asociados a esa mayor eficacia económica, que es el resultado de
las capacidades instaladas en su persona: mayor salud, instrucción y calidad
de vida.
8.1.3.- REDES DE PROTECCIÓN SOCIAL
En lo relativo a las redes de protección social, Acosta y Ramírez sostienen
que:
- Una red de protección social debiera ser un instrumento y un concepto central
para avanzar hacia la equidad, y lograrlo en circunstancias particulares y
concretas. Pero, ante la evidencia que la cobertura de los distintos riesgos
sociales no es universal, hay que reconocer que no se cuenta con una
verdadera red de protección.
El país tiene programas, actividades, normas, reglamentaciones y experiencias
frente a casi todos los riesgos y aunque la visión pretende ser integral, en la
práctica se presentan desprotección e inequidades, porque no funcionan todos
los programas, o porque cada uno no funciona plenamente, de modo que no
existe la cobertura universal en ningún riesgo.
- No es suficiente que existan los programas o las normas. Programas de
protección social sujetos al mercado y a la acción individual, por ejemplo, que
tienden a privilegiar la relación entre el beneficio y la cantidad de pago y los
precios de mercado (equivalencias individuales) producen severas inequidades
y exclusiones, y no vislumbran la solidaridad.
La introducción de mecanismos de mercado (abierto o cuasi-mercados)
necesita el acompañamiento de regulaciones claras y efectivas del estado, que
eviten la exclusión. El enfoque de manejo de riesgo, que promueve una
utilización eficiente de los seguros, expresa la necesidad de combinar e integrar
seguros de mercado, con autoseguros y autoprotección.
La fundamentación de la protección con base exclusiva o predominante en
seguros privados y autoaseguro significa, en la práctica, que no se cuenta con
la protección, o con una red con mecanismos de solidaridad en su conjunto.
La capacidad y necesidad de las redes de crear equidad se ve comprometida
con la incertidumbre en la asignación de los recursos. En este caso por las
restricciones que se presentan durante las crisis como por la falta de suficiente
prioridad. En este sentido, cuanto más previsibles y ciertos sean los
mecanismos y las magnitudes orientadas a la protección, mayor impacto
equitativo se podrá tener.
- Esto no excluye el hecho que muchos trabajadores del sector formal y con
altos ingresos, pueden autofinanciar ciertas protecciones, más allá de su
esfuerzo de solidaridad, lo que permite disminuir la influencia por protección
social pública de parte de esta población, pero manteniendo la obligatoriedad
social de realizarlo por sus externalidades.
Mecanismos como las cuentas de ahorro individual (cesantías, pensiones)
permiten contar con esquemas adecuados en este propósito; en algunos casos,
el incentivo individual logra hacer avanzar en coberturas.
- La responsabilidad pública sobre la protección social tiene los alcances y
límites que adopta ética y legalmente la misma sociedad, así como los que
determinan condiciones económicas propias y exógenas. La responsabilidad
pública también está en definir las responsabilidades obligatorias tanto para el
estado como para los hogares y personas.
Por ello, esta institucionalidad bien puede, siempre en forma equitativa,
acompañar las estrategias públicas con las acciones obligatorias particulares.
Nos referimos, por ejemplo, a la financiación de la educación, con la
obligatoriedad de los padres a enviar a sus hijos a la institución escolar; a la
atención en salud de los accidentados con el seguro obligatorio para los
automotores; o la existencia de pensión de vejez con la obligatoriedad de un
ahorro. Un asunto definitivo de equidad es que en aquellas protecciones
básicas que se consideran como derechos, irrenunciables, siempre se pueda
acceder cuando se requiera.
- También se presenta inequidad por la falta de integración de los diferentes
programas. En este sentido, cuando no se puede tener acceso a alguno de
ellos, necesitándolo, se enfrenta la desprotección de un aspecto fundamental de
la vida presente y/o futura; además, quedar excluido de una determinada
protección (atención de salud, ingresos, educación) también afecta el acceso a
otras. Por ello, la protección social tiene efectos de largo y corto plazo sobre la
equidad.
- En la práctica, hasta ahora la RED como tal es altamente desarticulada, y
aunque, en general, existan políticas que expresan la voluntad de avanzar en
tejer esta red, resulta evidente que, de una parte, no se logran articular los
diferentes mecanismos y programas de protección, y que, por lo tanto, no se ha
conformado un sistema de protección; o que tal sistema es parcial, incompleto,
segmentado y, por lo tanto, excluyente.
- El concepto y la existencia de una red de protección, supone una articulación
e integración frente a los diversos riesgos que la sociedad desea proteger a sus
miembros. En términos financieros, esto se traduce en estrategias para
diversificar el riesgo, las maneras de financiarlo, anticiparlo, lograr ahorros y
prevenirlo.
El agrupamiento diversificado, significa que se financia con diferentes fuentes y
mecanismos, en distintas coyunturas, atendiendo eventos que probablemente
no ocurran en forma simultanea ni generalizada.
Engel público que concebir la protección social como el primer camino de un
proceso para salir de la pobreza implica articular los programas y servicios que
buscan aumentar el capital humano de los diferentes miembros de las familias
pobres a través de los siguientes mecanismos, entre otros:
a.-) Transferencia condicionada de ingresos,
b.-) Orientación a la demanda,
c.-) Acceso a la oferta y,
d.-) Priorización de la atención.
Asimismo, es fundamental que se garantice no sólo la oferta de servicios,
especialmente en las áreas de educación y salud, sino que además se facilite
orientación sobre cómo ingresar en ellos y se creen condiciones de acceso a
los mismos.
8.1.4.- ELEMENTOS DE LA PROTECCIÓN SOCIAL
Ramos y Lobato enfatizan los nuevos elementos de la protección social en
Brasil, los cuales queremos señalar a continuación:
- Descentralización. Si en el modelo de protección social anterior la gestión de
las acciones (su definición, diseño, ejecución, control, etc.) estaba centralizada
en la instancia federal del gobierno, en el nuevo paradigma observamos una
nítida tendencia hacia la descentralización. Esta descentralización más bien
entendida como la asuncion directa por parte de un colectivo en materias que
les atañen.
Una mayor flexibilidad en función de las características locales tiene varias
justificaciones. Las de orden económico tienden a hacer énfasis en la mayor
eficacia y eficiencia de los recursos asignados a los programas sociales cuando
éstos se descentralizan. Esa mayor eficacia y eficiencia se lograría, por un lado,
porque la forma concreta de la intervención tiene en consideración las
singularidades de la región, y por otro, debido a la mayor proximidad de la
comunidad en lo que tiene que ver con el control de la ejecución, reduciendo el
desvío de recursos y el clientelismo, entre otras distorsiones.
- Criterios técnicos en la distribución de los recursos y selección de los
destinatarios. En el antiguo paradigma, la distribución de los recursos no
obedecía a criterios definidos y se encontraba bajo la influencia del poder de
presión de cada región, grupo social, partido político, ciclo electoral, etc. Esa
indefinición se extendía a los destinatarios, quienes podían ser elegidos por
afinidades políticas, identidades religiosas u otras características. En el
marco de la nueva generación de políticas sociales, tanto la distribución de
los recursos, como la definición de los beneficiarios potenciales se realizan
según criterios técnicos.
Por ejemplo, en Brasil, es común utilizar el Índice de Desarrollo Humano (IDH)
de cada estado/municipio para pautar la distribución espacial de los recursos.
Lo cual a nuestro juicio es una medida más contundente para la distribución de
los recursos ya que se estaría atendiendo a los más necesitados.
En el caso del público beneficiario, se recompensa la misma racionalidad:
definir criterios en los cuales se deben encuadrar los candidatos. Por ejemplo,
el ingreso familiar per cápita es un parámetro que permite dimensionar al
público beneficiario potencial la clientela de un programa.
- Focalización de programas. En el antiguo paradigma predominaba la
tendencia hacia la universalidad, es decir, a que todo ciudadano tenía derecho
a determinados beneficios o servicios. El caso típico lo constituyen la educación
y salud. Los programas del nuevo paradigma tienden a definir el público en
forma más restringida, utilizando herramientas técnicas.
Reducir el universo potencial puede responder a diversas justificaciones.
Encontramos nuevamente en este caso aspectos ligados a la eficiencia y
eficacia. Dada la limitación de recursos, el programa debería privilegiar, o
directamente restringirse, a determinado público. De esa forma, el impacto del
proyecto sería mayor debido a que se minimizarían las “fugas” (beneficios que
le llegan a un público que, por ejemplo, cuenta con un nivel de ingreso que le
permite satisfacer sus necesidades por la vía del mercado). Y no significa ello
exclusión de ningún tipo sino justa asignación.
En el principio de focalización también puede primar un criterio de equidad. En
la medida en que los recursos son escasos, se debería privilegiar el acceso de
aquellos individuos-familias menos favorecidos a los beneficios del programa.
- Participación de la sociedad civil. Al igual que la descentralización y la
focalización, la participación de las organizaciones de la sociedad civil en la
concepción, diseño, ejecución, monitoreo y evaluación de los programas
sociales puede dar lugar a diversas lecturas.
También en este caso, los aspectos ligados con el logro de una mayor eficacia
y eficiencia en la asignación de los recursos pueden ser una forma de justificar
la cooperación con sindicatos, iglesias, universidades, ONG, etc. Se podría
decir, por ejemplo, que esas organizaciones serían menos burocráticas que las
instancias del Estado, lo que aceleraría la ejecución de un programa.
Por otra parte, al igual que en el caso de la descentralización, la participación
activa de la sociedad civil reduciría el desvío de recursos y las prácticas
clientelistas, lo cual contribuiría a mejorar la calidad de los procesos políticos.
- Contrapartidas (Combinación de aspectos compensatorios y estructurales).
Una de las críticas actuales al Estado Benefactor tradicional se basa en la
identificación de elementos que inducen una relación de dependencia
estructural de los beneficiados con las políticas y programas.
Por diversos motivos; (estigmas que dificultan la reinserción, pocos incentivos
que induzcan a alterar la situación que llevó al individuo a ser beneficiario, etc.),
los beneficiarios del sistema de protección terminaría en una situación de
inercia, sin que se le suministren los mecanismos que le permitan revertir las
causas estructurales que la llevaron a depender del sistema.
La nueva concepción de las políticas sociales tiende a ofrecer una “puerta de
salida”, tanto para la actual generación (cursos de formación profesional para
los beneficiarios, acceso a líneas de microcrédito, etc.) como para las futuras
(obligación de permanencia escolar para los hijos jóvenes de los beneficiarios,
por ejemplo).
De esta forma, se pretende romper el círculo estructural de reproducción de la
pobreza, inclusive entre generaciones. Así, cada receptor de un beneficio debe
dar una contrapartida (alfabetización, cursos de formación profesional,
permanencia de los hijos en la escuela, exámenes médicos) que le permita
prescindir del mismo en el futuro.
- Presupuestos estables. Por lo general, las fuentes de recursos de los
programas sociales tradicionales no estaban definidas, de modo que se
financiaban con recursos generales (impuestos). En ese contexto, los montos
anuales destinados al financiamiento de los programas eran motivo de periódica
negociación y se encontraban bajo la influencia de numerosos factores como
los ciclos electorales y macroeconómicos.
En épocas de crisis, por ejemplo, cuando las fuentes de recaudación se
reducían debido a la caída en el nivel de actividad, la disputa por los recursos
más escasos aumentaba, es decir, en el preciso momento en que las
demandas por compensaciones en el área social se elevaban. En general, los
recursos destinados al área social eran residuales y se convertían en la
“variable de ajuste” cuando era necesario realizar recortes. Practica y políticas
de corte neoliberal y contradictorias al propio tiempo con la dignidad del ser
humano.
En el nuevo paradigma de políticas públicas en el área social, vinculadas al
desarrollo endógeno; las fuentes de financiamiento son más o menos estables,
con sus orígenes bien definidos, de manera que los montos no están sujetos a
procesos anuales de negociación o correlacionados con el ciclo político.
- Monitoreo y evaluación. Las prácticas de monitoreo y evaluación de los
programas son un componente usual del nuevo paradigma. Controlar las metas
financieras y físicas, así como determinar el grado de cumplimiento de los
objetivos y la relación costo-beneficio son actividades corrientes en las formas
modernas de intervención en el área social.
Se trata de actividades realizadas tanto por sectores de la propia burocracia del
Estado (especialmente en el monitoreo), como por organismos externos
(universidades, centros de investigación, etc., en el caso de las evaluaciones de
impacto), cuyos resultados sirven para rendir cuentas a la sociedad y como
insumo para realimentar el diseño y la ejecución de los propios programas.
8.2.- PRINCIPIOS RECTORES DEL SISTEMA DE PROTECCIÓN
SOCIAL
MIDEPLAN recalca los principios rectores del Sistema de Protección Social
“Chile Solidario”:
a) Igualación de capacidades básicas. Una forma moderna de interpretar la
inquietud igualitaria, es a través del enfoque de capacidades. Este enfoque
reconoce la libertad de las personas para buscar sus propios destinos, pero
procura que todos arranquen desde el mismo punto de partida, es decir, se
preocupa para que todos puedan acceder a un mínimo de capacidades básicas.
Por capacidad se entiende aquello que una persona puede ser capaz de hacer
o ser, lo que equivale a la libertad real con que cuenta una persona. Se refiere
al mismo despliegue de sus potencialidades, bajo la cripta de que el desarrollo
endógeno tiene una diversidad de dimensiones encontrándose el hombre en el
medio de ellas. Lo que realice la persona con el vector de libertades que posee
equivaldrá a sus realizaciones y, a través de sus realizaciones una persona
llega a ser lo que es.
De esta forma, a mayor cantidad de capacidades –libertades- mayores son las
posibilidades de seguir avanzando en la profundidad de sus realizaciones, y
mayor podrá ser su desarrollo humano.
Un enfoque como éste es, en esencia, promocional, favoreciendo la creación de
activos y capital que reviertan permanentemente condiciones de vulnerabilidad
y precariedad. Por lo tanto, incorporar este enfoque de capacidades traslada el
eje de demandas, desde medios hacia fines.
b) Enfoque de derechos. En la política social nacional, su enfoque implica
reunir y expresar el conjunto de objetivos, normas y sistemas por medio de los
cuales la sociedad se compromete a garantizar los derechos sociales,
económicos y culturales, y pretende crear y consolidar capacidades y
oportunidades para que las personas incrementen su bienestar, cuenten con
mayor libertad e influyan en las decisiones que las afectan.
Una política social entendida como un marco ético político amplio, significa
introducir como criterio prioritario de diseño, ejecución y evaluación de esa
política, su contribución al respeto, garantía y exigibilidad en el cumplimiento de
ciertos derechos reconocidos como básicos para la gestión estratégica de un
Gobierno, en el marco de una apuesta de desarrollo nacional.
El enfoque de derechos sirve como parámetro para determinar de qué modo la
oferta de programas y servicios aporta al cumplimiento de los derechos de las
personas, y también, para determinar de qué manera la inversión pública y los
modelos de intervención aportan a reducir brechas que afectan a la población,
en distintas áreas.
c) Integralidad de las acciones. Las personas y grupos que se encuentran en
situación de mayor vulnerabilidad, requieren recibir los apoyos necesarios para
hacer uso efectivo de la estructura de oportunidades disponible. Dichos apoyos
suponen el uso de estrategias tanto asistenciales como promocionales para la
restitución de las capacidades de funcionamiento de las personas y el
desarrollo de funcionalidades y prácticas necesarias para su inserción social
efectiva.
Para lograr lo anterior, se requiere un sistema de provisión de servicios y
beneficios oportuno y pertinente a las necesidades de cada una de las familias
y personas, sujetos de protección. Es necesario disponer de distintos servicios y
beneficios para las mismas personas y familias, en el marco de una estrategia
integral de intervención. Sólo así es posible contribuir a lograr resultados
efectivos en un fenómeno multidimensional como la pobreza extrema.
d) Equidad y manejo de la vulnerabilidad. La noción de equidad actúa como
principio regulador de los accesos y distribución de servicios y beneficios
sociales de acuerdo a la priorización de los grupos sociales más vulnerables en
base a la solidaridad y no discriminación.
La noción de equidad asume que para lograr un modelo de desarrollo humano y
sustentable, se debe procurar el goce universal de los beneficios del
crecimiento. Por lo tanto, promueve la generación de condiciones y
mecanismos redistributivos que basados en la igualdad de oportunidades,
apliquen estrategias de discriminación positiva sobre aquellos que se
encuentran en situación de mayor rezago, esto es, que no cuentan con
condiciones suficientes para lograr un desenvolvimiento autónomo y sostenible
y que requieren de recursos auxiliares para su promoción social efectiva.
Por su parte, la vulnerabilidad surge en el contexto de visualizar el fenómeno de
la pobreza no sólo desde la perspectiva de las condiciones de ingreso
económico sino también desde las dimensiones psicosociales, educacionales,
laborales, y familiares que se expresan en la desigualdad de oportunidades.
e) La familia como núcleo de desarrollo humano. La familia es un sistema de
relaciones sociales que cumple naturalmente una función protectora respecto
de sus integrantes y que, contando con las condiciones básicas para su buen
funcionamiento, es capaz de cumplir eficiente y eficazmente este rol.
En este espacio relacional se pueden incentivar valores, conductas y prácticas
favorables a proyectos de desarrollo individual y grupal. Por lo mismo, es
responsabilidad del Estado, contribuir a restituir las capacidades de
funcionamiento que han sido suspendidas o dañadas, como consecuencia de
políticas económicas erradas y concentrar en ellas diversos apoyos para
aportar al bienestar de la familia y sus miembros.
Desde esta perspectiva, los esfuerzos por proteger a la familia y potenciar el
sistema de vínculos que en ella tienen lugar, pasa necesariamente por dignificar
su rol y generar estrategias protectoras que a la vez contribuyan a su
autodesarrollo.
f) Desarrollo local y la participación ciudadana. Para que una estrategia
social resulte eficaz en su plan de integración, debe operar en los espacios
sociales e institucionales más cercanos a sus receptores. La ampliación de la
estructura de oportunidades y la movilización de recursos puestos a disposición
de este proceso, debe ocurrir en los territorios donde las familias residen, de
forma de alterar las barreras de accesibilidad que son propias de los diseños
que no contemplan el espacio local como nodo articular de los esfuerzos
institucionales.
De igual forma, la potenciación de procesos de desarrollo en el nivel local, se ve
facilitado y fortalecido por la participación de las personas y grupos que son
sujetos de protección, en las distintas formas y en los distintos niveles en que
esto puede ocurrir.
La incorporación de la perspectiva de los usuarios es eje central en la gestión
de soluciones oportunas y pertinentes. Y deben ser éstos quienes efectúen los
controles de calidad correspondientes en procesos de evaluación y contraloría
social que tenga consecuencias sobre el desempeño de la institucionalidad.
Los principios rectores que orientan el diseño y la ejecución del Sistema de
Protección Social, antes identificado, se constituye en el marco de las
estrategias de acción e intervención que se lleven a cabo y, al mismo tiempo,
sirven de criterios para la evaluación de los resultados que se alcancen en el
desarrollo.
8.3.- ELEMENTOS DE LAS REDES DE PROTECCIÓN SOCIAL
Hicks y Wodon revelan por su parte que la red de protección social debe
tener los siguientes elementos:
- Estar basada en un análisis acabado de quiénes tienden a verse más
afectados por las crisis, y qué clase de mecanismos utilizan normalmente los
afectados para enfrentarlas;
- Ofrecer una cobertura suficiente de la población a la que se desea llegar,
sobre todo los grupos más vulnerables y excluidos;
- Estar bien focalizada en los pobres, con reglas claras en materia de
elegibilidad y cese, de manera que el acceso sea simple y predecible;
- Hallarse bajo la supervisión de instituciones ya establecidas y que funcionen
bien;
- Ser anticíclica (es decir, recibir más financiamiento cuando hay una crisis
económica), y en algunos casos aplicarse automáticamente cuando se den
factores desencadenantes previamente convenidos, como un aumento del
desempleo o un incremento de la pobreza sobre cierto nivel;
- Ser sustentable desde el punto de vista fiscal;
- Poder entregar beneficios con rapidez, y lograr que la mayor parte posible de
los costos vaya a incrementos netos del ingreso;
- Complementar, y no sustituir, los programas de redes de seguridad y otros
mecanismos de protección social de carácter privado;
- Reducirse proporcionalmente una vez pasada la crisis.
Sobre la cohesión social, la Unión Europea indica:
- El concepto de cohesión social abarca el tratamiento de los problemas
relacionados con la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.
- La preocupación por la cohesión social hace hincapié en el carácter
pluridimensional de la pobreza. El PIB per cápita ya no puede considerarse el
único indicador de bienestar.
Por lo tanto, el crecimiento no es condición suficiente para el desarrollo, sino
sólo una condición necesaria. A este respecto, la renta per cápita relativamente
elevada no es garantía de un menor grado de desigualdad y pobreza. El acceso
a la educación y la sanidad, a infraestructuras básicas como el agua potable y a
un empleo decente, así como la participación en la vida política y social del
país, son elementos tan importantes como la renta por sí sola. La no
participación en la vida social, la representación política y la justicia son una
fuente de exclusión ignorada con demasiada frecuencia.
- Un planteamiento basado en el concepto de cohesión social permite detectar
mejor los mecanismos que conducen a situaciones de precariedad. La
exclusión se ve intensificada a menudo por la discriminación, declarada o no, de
grupos sociales definidos en función del sexo, la raza, la posición social, el
origen étnico, etc. Asimismo, la localización de los individuos puede afectar
sustancialmente su nivel de inserción, como consecuencia del aumento de las
desigualdades regionales en un mismo país, y poner en peligro la cohesión de
una nación.
Por lo tanto, el análisis de la identidad y del origen de los individuos es un
elemento clave para la comprensión profunda de los procesos de marginación;
un banco de pruebas para la cohesión social.
- El papel del Estado es fundamental para garantizar una cierta cohesión
social. Y así, sin desatender la necesidad de estabilidad macroeconómica o
las Finanzas Públicas, el Estado puede actuar principalmente sobre el
sistema fiscal, para hacerlo más equitativo y progresivo, y sobre el gasto
público, para garantizar la redistribución y corregir la fractura social, que
genera la exclusión).
Así mismo, para contribuir al objetivo de la cohesión social, el Estado puede
concentrar sus esfuerzos en mejorar la protección social de todos los
ciudadanos.
La búsqueda de una mayor cohesión requiere también la continuación de los
esfuerzos de democratización mediante la gobernanza participativa. La
participación de los ciudadanos en los procesos de toma de decisiones
mediante la consulta y participación de las organizaciones de la sociedad civil
es un complemento esencial de la democracia participativa y protagónica. La
robustez de un verdadero poder comunal.
8.4.- PRINCIPIOS ORIENTADORES DE LA POLÍTICA SOCIAL
Franco plantea que los principios orientadores de la política social tienen que
ver con la definición de su población-meta –universalización-, la consecución
del objetivo buscado –impacto- y, la utilización de los medios asignados para
alcanzarlo –eficiencia-.
a) El universalismo ha sido parte del discurso social tradicional, aunque en
general se lo ha interpretado como el esfuerzo por generalizar una oferta de
bienes y servicios igual para todos aduciendo, entre otras cosas, que ello
contribuiría a elevar la cohesión social.
Pero la práctica latinoamericana siempre mostró desigualdades notorias en esa
provisión, por lo cual se ha hablado de universalismo excluyente, en unos
casos, y estratificado, en otros.
La primera acepción pone énfasis en los que quedan al margen de cualquier
protección; la segunda, si bien acepta que muchos son atendidos, destaca que
reciben prestaciones que varían en monto y calidad y enfatiza que esas
diferencias no tienen que ver con las necesidades, mayores o menores, de
cada cual sino con el status de los beneficiarios.
Quienes reciben las mejores atenciones pertenecen a los sectores más
instruidos, más informados, más organizados, o viven en áreas mejor dotadas
de servicios, y disponen de un mínimo de recursos para hacer frente a los
costos en los que debe incurrirse para obtener los bienes o servicios que
implica la prestación (transporte y tiempo, como mínimo; a veces pago de una
tarifa). El acceso a esa oferta ha sido siempre difícil para quienes, aún teniendo
mayores necesidades, carecen de las características enunciadas.
Las políticas universalistas así entendidas tienen alto costo y bajo impacto.
Una oferta que quiera igualar por arriba y llegar a todos resultará muy cara.
Para ajustarla a los recursos disponibles conservando el principio, suele
disminuirse la calidad de las prestaciones y, por tanto, se deteriora casi
seguramente el impacto del programa sobre los beneficiarios, o bien se
recorta la "universalidad" por criterios no transparentes que orientan los
servicios hacia un grupo restringido que tiene el poder suficiente para
imponer su interés.
No es superficial recordar que el corporativismo suele ser un rasgo
característico de los sistemas políticos de la región.
Por ello, hay que entender la universalización de otra manera. Se trata, en
verdad, de perseguir la satisfacción de las necesidades básicas de todas las
personas. Algunas podrán solventarlas con sus propios ingresos, mientras que
eso sería imposible para otras, en diferente proporción y será responsabilidad
del Estado el facilitarlos.
b) El elemento clave en los programas sociales es el impacto, esto es, la
medida en que un proyecto, en función de sus objetivos, transforma algún
trecho de la realidad. Pero hay factores no relacionados con la eficiencia
operacional que pueden dificultar y hasta impedir que muchos proyectos
sociales alcancen los fines que persiguen. La evaluación de impacto calcula los
efectos netos del proyecto, eliminando los cambios derivados del contexto.
Determina, en fin, en qué medida el proyecto ha alcanzado sus objetivos, qué
cambios ha producido en la población beneficiaria, y cuáles fueron sus efectos
secundarios.
c) La eficiencia, mide la relación que existe entre los productos (bienes o
servicios) que se entregan a través de la política social y los costos de los
insumos y las actividades que se llevan a cabo para obtenerlos.
Como los recursos siempre son escasos frente a necesidades crecientes, la
eficiencia es muy importante también en la política social, aunque erróneamente
algunos tiendan a pensar que es propia de un enfoque economicista.
También debe tenerse presente que los productos, en los programas sociales,
son necesarios para lograr el fin, pero no son el fin.
Cabe sostener que al descentralizar, puede mejorarse el diagnóstico, por
cuanto es posible suponer que en el nivel local resulta más fácil identificar
necesidades, conocer en profundidad los problemas a enfrentar y, por tanto,
también postular soluciones más pertinentes, dado el tamaño más pequeño del
territorio como de las personas implicadas, lo que permitía realizar un mejor
cálculo de las ventajas e inconvenientes de las acciones a implementar, y
llevarlas a cabo de manera más directa y rápida.
Todo lo anterior puede ser cierto siempre que el cuerpo técnico encargado de
realizar el diagnóstico y plantear soluciones tenga la suficiente formación
técnica y conocimiento de las soluciones que se están llevando a cabo en otros
lugares del país, de la región y del mundo. En caso contrario se corre el riesgo,
común por cierto, de no aprovechar la acumulación de experiencias producidas
fuera de su limitado terruño.
8.5.- UNIVERSALIDAD DE LA POLÍTICA SOCIAL
Sobre este tema, son relevantes las siguientes ideas:
Machinea acota que la acepción de universalidad implica garantizar a todos los
ciudadanos, precisamente en virtud de tal condición, determinadas protecciones
o beneficios fundamentales que se consideran necesarios para que participen
plenamente en la sociedad en que viven. Como tal, dicho principio busca que
todos los miembros de la sociedad cuenten con la certeza de que ésta les
asegura un nivel y una calidad de bienestar considerados básicos, que deben
ser los máximos que permita el desarrollo económico en un momento dado.
Esta universalidad es la que genera cohesión social y pertenencia y, en última
instancia, la gobernabilidad indispensable para la construcción de un consenso
social.
Señala que si bien el principio de universalidad apunta a asegurar la protección
para quien no pueda autónomamente acceder a ella en forma definitiva, parcial
o temporal, por razones involuntarias, ello no necesariamente significa que el
acceso a los servicios sociales se deba otorgar siempre de manera
enteramente gratuita o automática, sin que medie una contribución específica,
el pago de impuestos generales o una prueba de medios. Sin embargo, la
universalidad no es contraria a la posibilidad de establecer criterios de
selectividad o focalización.
Indica que puesto que la falta de universalidad afecta principalmente a los más
pobres, la selectividad o focalización debe entenderse como el instrumento, o
conjunto de instrumentos, que permiten orientar las acciones, particularmente la
asignación de subsidios, para que la población más carente acceda a los
servicios y garantías sociales básicas.
Por ello, la focalización no debiera ser el objetivo de la política social, sino una
condición que, bien aplicada, hace más eficaz la universalización de los
programas sociales y por ello constituye también parte integral de una política
social de Estado.
Cordera sustenta que la universalización de la política social debería buscar
materializar los derechos sociales constitucionales, en particular en el caso de
la educación, la salud, la vivienda, y la seguridad social. Aumentar con solidez
la calidad de vida de todos, y al mismo tiempo fortalecer la formación de
recursos humanos para el desarrollo y la cohesión social, debería ser un
propósito explícito que reforzará los mandatos constitucionales,
Apunta que el carácter universal de las políticas sociales, genera cohesión
social y le da vigencia y materialidad al concepto de ciudadanía. Garantizar a
todos los ciudadanos, en virtud de tal condición, determinadas protecciones y
beneficios asoma a cada día con más claridad, como una condición
fundamental para que sus perceptores participen plenamente en la sociedad en
la que viven.
8.6.- IMPACTO Y EFICIENCIA DE LA POLÍTICA SOCIAL
Respecto al impacto, el Centro Centroamericano de Población subraya que la
evaluación de impacto de los programas sociales, es crucial para determinar
sus efectos y decidir si se necesitan cambios y reformulaciones para hacerlos
más efectivos, o si deben ampliar, renovar, o en última instancia, eliminar el
financiamiento.
En un contexto donde los recursos son escasos, las entidades que financian y
ejecutan los programas sociales requieren cada vez más precisión en los
resultados de la evaluación. En este sentido, la evaluación de impacto juega un
papel fundamental porque mide los cambios en las condiciones sociales de los
sujetos intervenidos y explica si estos cambios pueden ser o no atribuidos a los
programas.
Sostiene que a pesar de la importancia que se obtiene mediante la evaluación
de impacto en el desarrollo de los programas, la realidad es que año tras año se
invierten grandes sumas de dinero para el financiamiento de programas
sociales que no llegan a medir el impacto en la calidad de vida de las personas
a las que van dirigidos.
La escasez de evaluaciones de impacto obedece, en gran medida, a la falta de
capacitación idónea del personal encargado de diseñar, ejecutar y evaluar los
programas.
Machinea cree que la eficiencia debe orientar la organización y gestión global
de los servicios y prestaciones sociales, para asegurar la universalidad y
solidaridad, los estándares de calidad y, asimismo la minimización de los costos
y la maximización de los resultados. La eficiencia demanda una adecuada
transparencia y una continua evaluación de los resultados.
La búsqueda de la eficiencia implica que se establezca una estructura de
incentivos que permita el mejor uso y asignación de los recursos en cada
actividad y entre diferentes actividades; que el interés de los actores de
maximizar sus beneficios coadyuve al cumplimiento de los objetivos y a
maximizar la eficiencia global de la estructura de los sistemas de protección; y,
finalmente, que los beneficios que se logren en cada área tengan las menores
consecuencias perversas sobre otras esferas del desarrollo social o económico.
8.7.- PRINCIPIOS BÁSICOS PARA LA ADMINISTRACIÓN DE LA
POLÍTICA SOCIAL
Frediani esboza una serie de principios básicos para la administración de la
política social, con el propósito de contribuir a desterrar la tradicional y
anacrónica cultura político-administrativa que ha estado vigente para atender a
esta área vital del Estado, basada en una multiplicidad de programas, acciones
y emprendimientos inconexos, asistemáticos, sin transparencia en el manejo de
los recursos públicos, con ausencia de mecanismos de selección y eficiencia en
el destino de los fondos, condicionados la mayoría de las veces a una
conducción personalizada institucional y por ende no participativa, ausente de
controles de gestión, y sin preocuparse por el grado de cumplimiento en la
efectividad de la asistencia y la llegada a la población objetivo que
supuestamente se pretendía originalmente atender.
i) Carácter sistémico. El modelo de gestión de la Política Social parte de la
existencia operativa y debidamente respaldada por la autoridad política, de una
estructura de Planeamiento y Coordinación de todos los programas existentes o
a crearse en el ámbito de la Política Social, para evitar equivocaciones,
superposiciones, contradicciones o conflictos entre ellos.
Se trata de rescatar el principio de unidad que debe prevalecer en todo este
campo de la acción del Estado, dejando de lado el modelo anárquico de diseño
y ejecución de proyectos aislados que no responden a una visión de conjunto
en el marco de los objetivos, políticas y estrategias definidas para el área social
por sus máximas autoridades.
ii) Centralización en el diseño y conducción, pero descentralización y
participación en la ejecución. Se busca centralizar a nivel nacional todo lo
referente al establecimiento de objetivos, políticas y estrategias, como así
también las labores de planeamiento y control de gestión, pero
descentralizando a niveles inferiores del estado (regional y local), como así
también a nivel de las Organizaciones sociales y comunitarias, la ejecución de
las acciones específicas y la llegada y atención a los sectores objetivos que se
pretende apoyar, por su mayor proximidad y, por ende mayor conocimiento de
ellos.
iii) Regulación y marco preceptivo a cargo del Estado. Aunque en el campo
de la Política Económica ha sido factible privatizar extensas áreas que
tradicionalmente han estado a cargo del Sector Público y reorientarlas hacia el
mercado, es no obstante atribución indelegable del Estado, todo lo concerniente
a la Política Social. Sin embargo, puede haber una transferencia hacia ciertas
instituciones de la sociedad ajenas al Estado (Organización Comunal) en lo que
respecta a la ejecución de ciertos programas y proyectos, por razones de
proximidad, operatividad y mayor conocimiento de los sectores-objetivos de que
se trate.
iv) Institucionalización del sistema. Se trata de automatizar las políticas y los
programas sociales, para asegurarles no sólo continuidad y permanencia en el
tiempo sino también dotarlos de una inserción institucional dentro de las
estructuras del Estado y la Sociedad.
La precariedad temporal y fragilidad institucional atenta contra el logro de
objetivos de más largo plazo. Las políticas sociales no son de los funcionarios ni
de partidos políticos a los que pertenecen. Es una cuestión de Estado.
v) Eficiencia en el uso de los recursos. Significa optimizar desde el punto de
vista económico-financiero, el uso de los recursos destinados a los Programas
Sociales, desde el momento en que al provenir de impuestos o deuda, son
aportados por la comunidad en su conjunto y, su aplicación implica un sacrificio
alternativo en términos de costos de oportunidad social, que lo soporta la
sociedad en su conjunto. El costo económico de un dólar destinado a financiar
un programa o un proyecto de política social, está dado por todo aquello que el
Estado deja de hacer alternativamente (obras de infraestructura, por ejemplo, o
reducción de impuestos existentes para reactivar la producción y el empleo en
la economía).
vi) Eficacia en el logro de los objetivos. La efectividad de los programas debe
ser permanentemente evaluada en términos no sólo económicos (óptimo uso de
recursos y maximización de la tasa de beneficio social) sino también en
términos de efectividad (cuantificada) en el logro de los objetivos perseguidos
(por ejemplo, porcentaje de la población objetivo que se pensaba asistir y que
fue efectivamente asistida por el programa de que se trate).
vii) Precisa definición de los sectores-objetivos a asistir. La efectividad de
los programas exige como condición indispensable una precisa definición,
conceptualización, justificación y cuantificación del sector objetivo a ser asistido
por cada programa (estimación de la demanda potencial y real), es decir,
focalización precisa del proyecto en términos de destinatarios, incluyendo su
localización geográfica, y la distribución de metas cuantitativas durante un
cronograma temporal, durante la vigencia del programa o proyecto.
viii) Transparencia en el sistema. Se trata de sistematizar información para su
posterior publicación y difusión, y así dar a conocer los programas con la mayor
difusión posible, no sólo en lo referente a sus características, procedimientos,
recursos empleados, fuentes de financiamiento, costos operativos, sectores
objetivos destinatarios, criterios de elección de beneficiarios, y alcances, sino
también comunicación a la sociedad sobre el logro de sus objetivos y del
manejo de los recursos públicos destinados a ellos.
No se trata de publicar datos con fines de marketing electoral en vistas a las
elecciones. Se trata de publicar información para dar transparencia al manejo
de los fondos públicos, y para que la sociedad como un todo pueda juzgar
sobre la real efectividad, eficiencia, racionalidad y honestidad en la ejecución de
estos programas.
ix) Participación comunitaria. La Administración de la Política Social alcanza
su legitimidad en la medida que contemple y exprese las reales necesidades de
la población y ello se logra sólo si existen mecanismos de participación de la
sociedad civil organizada para captar sus puntos de vista y opiniones respecto
al diseño, cobertura, y localización de los Programas Sociales, como así
también durante el correspondiente proceso de retroalimentación y
actualización de los mismos.
x) Control de la gestión. Todo el sistema de Administración de la Política
Social debe ir acompañado de un Control de Gestión institucionalizado, el que
no debe limitarse a los aspectos presupuestarios, contables y administrativos
que exige la Contabilidad Pública, sino además de ello, debe avanzar
primordialmente en la implementación de mecanismos y sistemas que permitan
implementar un control de gestión de la eficiencia y eficacia que se vaya
alcanzando en cada Programa, para permitir la postevaluación del éxito
alcanzado por los Programas y Proyectos, para su perfeccionamiento y
reorientación de los mismos en los años subsiguientes.
8.8.- ATRIBUTOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE INSTITUCIONES
SOCIALES
Machinea, destaca la necesidad de considerar los siguientes atributos en la
construcción de instituciones sociales:
Un primer aspecto es la presencia de reglas claras, explícitamente acordadas
y que permanezcan en el tiempo. Las dos primeras contribuyen a la
transparencia y solidez, la segunda tiene que ver con que la intervención sobre
lo social, especialmente cuando no es asistencial y focalizada sino universal y
estructural, requiere sostenibilidad en el tiempo para consolidarse y rendir los
resultados esperados. Precisamente, la “razón política”, sobre todo vinculada
con la competencia electoral, reclama resultados rápidos y visibles que muchas
veces la política social no puede dar (caso de la educación, cuyos resultados se
hacen visibles en el largo plazo). Entonces la única manera de mantener
políticas sociales de impacto diferido (pero estructural o exhaustivo), es no
someterlas a esa razón política. En efecto, tienen que ser políticas de Estado.
Para esto se requiere un Pacto fiscal y un Acuerdo Político y Social. El
primero porque sin un monto mínimo de recursos es casi imposible pensar
que se pueden atender las demandas sociales. El segundo, porque sin un
acuerdo social y político es difícil que se pueda mantener ciertas políticas en
el mediano y largo plazo. Esto no significa que los gobiernos no puedan
cambiar ciertos aspectos de las políticas sociales. Se trata, por último,
partiendo del pacto fiscal y de un acuerdo político social, de “blindar” aquella
parte del gasto social que se considera más importante. Esta definición
cumple con un doble propósito. Por un lado, la prioridad recibe el acuerdo
político explícito en el ámbito parlamentario y, por otro lado, se aseguran los
recursos fiscales para el financiamiento que permite la continuidad en el
tiempo de los programas incluidos en dicha definición.
Un segundo atributo es que las instituciones deberían atender el requisito de
gestión eficaz. Gerenciar programas sociales, especialmente los que tienen
carácter focalizado y orientados a grupos de riesgo, no es lo mismo que en
otras áreas de la economía. El modelo gerencial debe ser el adecuado para
llegar a las poblaciones con carencias. De lo contrario el esfuerzo no alcanzará
a los más necesitados.
Esto requiere dos ingredientes. Por un lado el desarrollo de capacidad técnica
permanente en los organismos sociales, la continuidad de actores claves, tal el
caso de los responsables de los programas sociales. Por el otro, se requiere
institucionalizar la transparencia de la información, información para el diseño,
la evaluación de los resultados y la rendición de cuentas y, muy especialmente,
para que los sectores a los que se pretende llegar con el programa tengan
conocimiento de los medios con que cuentan para mejorar su situación. Esta es
la mejor manera de terminar con el clientelismo político. Los programas deben
estar condicionados a los progresos que se hagan en este ámbito:
empadronados con los beneficiarios, evaluación y rendición de cuentas. De esta
forma, la constitución de cuerpos técnicos encargados de los programas así
como la publicidad de información sistemática junto a mecanismos externos de
control, pueden ser vistos como innovaciones institucionales.
Un tercer elemento es la capacidad para articular entre instituciones la
política social. Esta necesidad surge de las características multidimensionales
de los temas sociales. El concepto es claro pero su aplicación difícil: en la
medida que hemos afirmado que existen actores múltiples, donde la
intervención tiende a ser cada vez más comprensiva y donde los programas
específicos tienen propósitos relacionados, resulta clave la articulación. A ella
van asociados beneficios netos: se evitan superposiciones y se reducen costos.
No obstante, la necesidad de coordinación es real y ha alentado diversas
soluciones: Gabinetes Sociales, donde se articulan diversos ministerios y
autoridades sectoriales; Consejos de Políticas Sociales, o también la
conformación de una Autoridad Social.
Se puede sostener que dicha Autoridad Social permitiría avanzar en mejorar la
coherencia intertemporal e intersectorial. Al respecto caben dos
consideraciones. Por un lado, debiera existir es una secretaría técnica que
informe, proponga y a su vez incorpore directivas del Gabinete Social.
Por otro lado, esa autoridad de coordinación no debe quitarle el poder en el
manejo de los programas a los ministros y por lo tanto no es conveniente que
haya un súper ministro del área porque ese debilita el poder político de los
distintos ministros. Si bien no hay recetas únicas, parece conveniente que ese
gabinete social esté presidido por una autoridad política, idealmente, el
Presidente o Vicepresidente dependiendo de las modalidades políticas del
funcionamiento del gabinete en cada país.
De esa manera la negociación del presupuesto para los temas sociales estará
mejor coordinada. De otra forma, el ministerio de finanzas se podría convertir de
hecho en esa autoridad social al priorizar ciertos pedidos sobre otros.
Cuarto, es el de participación y reclamo, empoderamiento, según suele
decirse frecuentemente. Es importante fortalecer y estimular la participación de
la población en la asignación de recursos y la definición de prioridades y
programas.
Una capacidad importante para desarrollar en la región y potenciar la
participación ciudadana es acercar los trabajos del gobierno, con la sociedad
civilmente organizada y los Consejos Comunales, armando redes de
colaboración que incorporen los diferentes actores sociales y aprovechen los
voluntariados.
Creemos que este es un camino que contribuye a vigorizar la democracia con
un contenido real y supone el debilitamiento de los mecanismos de
representación tradicionales. Frente a la mala gestión, la corrupción o el abuso
no hay mayores alternativas, de ahí la necesidad de incentivar la participación.
Esta participación tiene que estar institucionalizada a distintos niveles. Es
necesaria la coordinación.
Por un lado a través de Consejos Políticos Sociales en el ámbito nacional y por
el otro a través de Consejos comunales. Además, la participación de la
Sociedad Civil es muy importante para ayudar a mantener la continuidad de
ciertas políticas sociales, es decir, puede ser la voz de la continuidad, de los
objetivos de largo plazo.
Quinto, las instituciones sociales deben concebirse para atender estas
angustias sociales tomando debida nota de las dimensiones territoriales. Es
en esta dimensión espacial de la cuestión donde las políticas públicas,
especialmente aquellas que convergen sobre los procesos de descentralización
juegan, como veremos, un papel central. También tiene que ver con la
posibilidad de que la gente se haga oír.
En cuanto a la prestación de servicios sociales la descentralización es
presentada habitualmente como una alternativa interesante; sin embargo, no
está exenta de problemas. Hoy son muchos los gobiernos que se
embarcaron en procesos signados por políticas que responden al
denominador común de “descentralización”.
Sin embargo, su orientación es dispar, según sea la dirección sobre las que
se construyeron las federaciones y los estados nacionales. El proceso de
descentralización reciente tiene dimensiones políticas y económicas, y
comprende de manera especial a la provisión de servicios sociales. En el
plano político, mientras que en la década de los 80 las autoridades locales
eran elegidas democráticamente sólo en 6 países, hoy en día en 123 países
las autoridades locales son elegidas por el voto popular.
Naturalmente estas tendencias están relacionadas con el proceso general de
consolidación y profundización democrática del continente latinoamericano.
En el plano económico y fiscal, los gobiernos subnacionales también están
jugando un rol más importante en la gestión de los asuntos públicos. En
menos de veinte años, la participación promedio de los gobiernos
subnacionales en el total del gasto público pasó de 8% a 15% del total del
gasto. No obstante, existen significativas diferencias entre países: mientras
que en Argentina, Brasil, y Colombia el gasto ejecutado por los gobiernos
subnacionales representa más del 40% del gasto público consolidado; en
Costa Rica, Dominicana y Panamá menos del 5%. Por otro lado, en
Barbados y Bahamas los gobiernos centrales están a cargo de todo el gasto
público.
La descentralización ha comprendido de manera no despreciable el diseño de
las políticas sociales y la provisión de dichos servicios, fundamentalmente,
educación y salud. En gran parte de los países de la región, la administración
de los servicios está siendo traspasada a los gobiernos subnacionales.
Las ventajas son evidentes. Construcción de una democracia más profunda,
estar cerca de los beneficiarios para que estos puedan exigir, reconocimiento
de la realidad regional, etc. Los eventuales problemas no son menores:
aumento del clientelismo, pérdida de eficiencia por la existencia de cuadros no
preparados, aumento de la inequidad en ausencia de mecanismos de
compensación, etc.
Debemos avanzar hacia la descentralización, pero la velocidad y la secuencia
no es un tema menor. La descentralización debe ser gradual, hay que capacitar,
compensar, regular, generar incentivos para un buen comportamiento, y
evaluar, para lo cual la información es esencial; y fundamentalmente darle
participación y auge al poder comunal. En particular, antes de descentralizar es
importante evaluar la capacidad institucional del gobierno que va a recibir la
nueva función. El agregado subnacional esconde realidades muy diversas y
significa diferentes capacidades materiales, humanas y financieras. Estas
prevenciones bastante obvias acerca de la descentralización, no siempre han
estado presentes en la práctica. Lamentablemente, mucho de la racionalidad
del proceso se ha perdido frente a las urgencias fiscales y de ajuste
macroeconómicos desnaturalizando así los otros principios.
Como es sabido, se ha hecho menos progreso en materia de descentralización
de recursos fiscales, no obstante que en teoría no son fenómenos disociados.
Existen restricciones económicas además de político-institucionales. Dada la
desigualdad regional al interior de los países, no resulta sencillo apelar a bases
locales de tributación. Por la misma razón, la fuerte disparidad territorial en la
distribución del ingreso, no solo requiere un delicado diseño de los esquemas
de transferencias de igualación, sino que le pone un límite a muchas de las
iniciativas descentralizadoras.
En la medida que la descentralización supone la asignación de nuevos roles a
las distintas instancias del gobierno se requiere asimismo el fortalecimiento
institucional del gobierno nacional. Corresponde a este nivel reforzar su papel
formativo, regulador y orientador del proceso y a las municipalidades y las
instancias intermedias del gobierno la modernización de su capacidad técnica
para asumir con mayor eficacia la prestación de servicios básicos, asegurando
y motivando la participación de la comunidad en el seguimiento y en la
evaluación de la gestión pública territorial.
Sexto, la mayor mezcla público-privada en la provisión y financiamiento de
los servicios han implicado nuevos y significativos desafíos regulatorios. Esto
es particularmente visible en sectores como la salud y la previsión social, donde
se presentan considerables complejidades de medición de calidad y acceso a
los distintos tipos de prestaciones y servicios.
Las materias en las cuales se deben desarrollar las normas y actividades
reguladoras comprenden, en primer lugar, la protección del acceso. Esto implica
prevenir y sancionar prácticas de exclusión o discriminación, y garantizar la
posibilidad de elección dentro de los marcos establecidos.
Luego, la regulación debe establecer las normas de calidad y contenidos de los
servicios, tales como el uso de protocolos de atención clínica y los contenidos
curriculares de la educación escolar.
Posteriormente, se debe promover la eficiencia en la gestión, mediante el
establecimiento de parámetros y estándares de costos y rendimientos, así como
reglas para fijar tarifas.
La regulación debe asegurar condiciones de competencia y organización del
mercado que eviten prácticas indeseables como la competencia desleal o
monopólica y el establecimiento de barreras de entrada, tales como formas de
integración vertical u horizontal no deseables.
También, se debe asegurar y promover la producción, disponibilidad y acceso a
información veraz y oportuna sobre los recursos, metas e impacto de los
diversos servicios sociales, como coberturas efectivas, costos unitarios,
evaluación de logros académicos, índices de morbimortalidad y desnutrición,
condiciones de hacinamiento, etc.
Finalmente, la organización de la regulación debe contar con las instancias que
permitan arbitrar los conflictos entre proveedores y la población usuaria. Para
asegurar la independencia del esquema, la regulación debe estar a cargo de
entes especializados, que en algunos casos pueden ser autónomos, sin
perjuicio de la responsabilidad pública global, y para ello se deben fortalecer los
entes que cumplen tareas formativas, reguladoras y de supervisión.
Puede tener sentido crear una capacidad regulatoria que coordine a través de
criterios generales la conducta de los entes reguladores sectoriales. Esa
autoridad tiene la ventaja de permitir que se apliquen criterios generales en las
políticas sectoriales y, de alguna manera, es el equivalente a la autoridad social
desde la óptica de la regulación.
Séptimo, es necesario crear instituciones donde los ciudadanos hagan valer
sus derechos sociales. Sus derechos a ciertos niveles de educación, salud o
alimentación. Desde ya que esos derechos individuales deben enmarcarse en
los derechos colectivos, para que el cumplimiento de los mismos no afecte a los
segundos.
8.9.- ARTICULACIÓN ENTRE LA POLÍTICA ECONÓMICA Y LA
POLITICA SOCIAL.
Merchant, citando a Boltvinik, Arroyo y Valencia, señala que debe articularse
en forma armoniosa la política económica y la política social, si se quiere
mejorar el bienestar humano y que no alcanza con una sola de las dos políticas
e incluso, se dice que la mejor política social es una buena política económica.
Se necesita una articulación virtuosa entre lo económico y lo social.
Menciona que debe haber una base y condición para que la política social
tenga éxito, esto es, se necesita un modelo de desarrollo y de política
económica que produzca efectos sociales positivos. Pero también es claro que
la mejor de las políticas económicas seguirá necesitando de una buena política
social. En este plano es indiscutible la coherencia de toda la política económica
(fiscal, monetaria, comercial, cambiaria, etc), a fin de que en ella prevalezca un
sentido o alcance social.
Sugiero que sin la coherencia entre la política económica y la política social, el
combate a la pobreza no será posible. Sin embargo, en la realidad siempre ha
habido desincronización entre la política social y la económica. La primera ha
sido la encargada de atender a la población en situación de riesgo social y
evitar de alguna forma un mayor empobrecimiento a través de los sistemas de
salud, educación, alimentación y vivienda, mientras que la política económica al
menos en el último cuarto de siglo, se preocupo por el control salarial, para
sofocar la demanda y frenar la inflación; logrando con este mecanismo
aumentar aun mas los ya alarmantes niveles de la pobreza.
Sostengo que el impacto de la política económica, entendida como aquella que
promueve el crecimiento de la producción, mediante el estimulo de la demanda
agregada; no se debe limitar a las variable estrictamente económicas
(crecimiento del producto, inflación, tasa de cambio, entre otras); debe incluir
también impactos sociales, si entendemos a lo social como aquello que define
las condiciones de vida de la población. En la medida en que la política
económica influye sobre el nivel de empleo, los salarios o las condiciones de
producción, determinara de manera muy importante las condiciones de vida de
la población.
En ese sentido, podría decirse que la mejor política social es una buena política
económica. A su vez, la política social, en su expresión sectorial, políticas de
educación, salud, vivienda, seguridad social, tiene también impactos
económicos en la medida en que las condiciones de salud de la población, sus
niveles educativos, y en general, de bienestar determinan el nivel de
productividad de la fuerza de trabajo, el desarrollo de la capacidad de
emprendimiento de los empresarios y el clima de confianza y estabilidad que
promueve, o retarda, el crecimiento económico. En ese sentido, difícilmente
puede pensarse en altas tasas de crecimiento y estabilidad económica sin una
buena política social.
Añado además que una buena política macroeconómica es aquella que
expande las oportunidades de generación de ingresos de amplios sectores
de la población, de la misma manera que una buena política social es aquella
que expande su potencial productivo. En particular, las únicas políticas de
reducción de la pobreza que son sostenibles en el largo plazo, son aquellas
que promueven la incorporación productiva de la población en condiciones
de pobreza a la dinámica del resto de la economía. La única manera de
integrar a los pobres al resto de la economía es a través de la redistribución y
creación de activos productivos, junto con el aumento en la productividad de
dichos activos. Esta propuesta, para ser efectiva, requiere de un alto grado
de articulación entre la política macroeconómica y la política social.
Cordera, dice que la necesidad de lograr una buena integración de
instrumentos, junto con una relación explícita y coherente con la política
económica general, es una condición para la eficacia de la política social. Se
trata de unos vínculos movibles, que cambian en función del ciclo económico
pero también del político, sobre todo en condiciones de la democracia.
Así entonces, señalo que no es posible proclamar la garantía de los derechos
económicos y sociales sin atender a la situación y las tendencias económicas.
El desarrollo social no puede descansar exclusivamente en la política social,
entre otras cosas porque no hay presupuesto que resista esta hipótesis, pero
por otro lado, el crecimiento económico y la política económica no pueden, por
si solos, ofrecer panoramas realistas de equidad y mejoramiento sociales.
Indico que el ritmo y la calidad del desarrollo económico, condicionan las
posibilidades e impacto de la política social, mientras la inversión en capital
humano e infraestructura social, así como un ambiente de equidad, crean
condiciones favorables para el desarrollo económico y la estabilidad política y
social. En ese sentido, el crecimiento económico y la política macroeconómica
de control de la coyuntura, son determinantes en la generación de empleo y de
la estructura de oportunidades laborales y, por ende, de los niveles de ingreso y
de superación de la pobreza.
Otro criterio señala que la política económica siempre debe estar articulada a la
política social en un solo proceso integral, incluyente y pro-pobre, buscando
generar las oportunidades de empleo y acceso a activos productivos, con el
objetivo de producir una verdadera inclusión económica y social de toda la
población sin diferencias de género, etnia, edad o territorio.
Todo ello apunta a que la articulación de las políticas y agendas económicas y
sociales deben ser vistas como el vehículo que genere un desarrollo social con
equidad e inclusión y como el enfoque que active procesos de cambio
endógenos y autosostenidos de reducción de la pobreza, entendida como un
fenómeno multidimensional y, por tanto, que produzca una ruptura con los
mecanismos tradicionales de transmisión intergeneracional de la pobreza y de
la desigualdad, promoviendo una modificación profunda a la concepción
asistencial del Estado.
8.10.- COORDINACIÓN DE LA POLÍTICA SOCIAL
Para Rey es fundamental articular lo económico, lo social y lo institucional en el
diseño de una política o un programa social si se quiere que haya
sostenibilidad.
No hay política o programa social sostenible en el mediano o largo plazo si las
consideraciones económicas no tienen en cuenta las consideraciones sociales.
Al mismo tiempo no hay política ni programa social sostenible en el mediano
plazo si sólo tiene en cuenta las consideraciones de tipo social y no introduce
las consideraciones - restricciones - de tipo económico, y aún cuando estas
dos dimensiones se articulen, si no se ajustan a las realidades institucionales
donde van a operar, estarían condenadas al fracaso.
Sostengo que para lograr la articulación, la coordinación entre actores es
fundamental. Dicha coordinación tiene múltiples niveles. Es necesario lograr
cierta coordinación inter-agencial e inter-sectorial. También se requiere
coordinación intra-agencial e intra-sectorial.
Como si eso no fuera suficiente, se requiere coordinación entre los niveles de
diseño y niveles de ejecución, y entre quienes ejecutan las políticas o
programas y los beneficiarios. Hay aspectos técnicos, políticos y culturales en la
ecuación. En ocasiones es necesario construir consensos, en otras ganar
aliados y siempre habrá que negociar.
En suma, es un proceso complejo, no lineal y muchas veces engorroso. Sin
embargo, una y otra vez el examen de la realidad nos enseña que la ausencia
de coordinación lleva a políticas que no se aplican y a proyectos que no son
exitosos.
Dicha ausencia de coordinación conduce a un diálogo entre sordos,
desafortunadamente frecuente en las políticas públicas y muy especialmente en
las sociales, lo cual en últimas no beneficia a nadie.
Por tanto, indico, que parte del proceso de construir una gerencia social
adecuada es aprender a coordinar. Y como sucede tan frecuentemente,
tenemos que entrar en este aprendizaje aceptando que un sólo lado no tiene
todas las soluciones y que en la interacción de los diferentes actores del juego
se construirá algo mejor.
Repetto señala, al respecto que es posible diferenciar una serie de potenciales
y alcances que a nivel concreto se pueden explorar en materia de programas y
políticas sociales.
Un primer potencial de alcance está más bien concentrado en intentar lograr
que la coordinación de intervenciones estatales en lo social, en particular en el
combate a la pobreza, reduzca los costos administrativos y colabore con la
necesaria salud de las cuentas públicas.
Un segundo potencial de alcance apunta a asociar la coordinación en materia
social con el fortalecimiento de sistemas de información, monitoreo y evaluación
que permitan evitar la duplicación de esfuerzos de los programas focalizados.
Un tercer potencial de alcance es cuando los intentos de coordinación se
vinculan a articular el conjunto de intervenciones tanto a nivel de políticas como
de programas, de las distintas áreas del Estado con algún grado de
responsabilidad en materia de política social, entendida ésta en sentido amplio
y no solamente como lucha contra la pobreza.
Finalmente, un cuarto potencial de alcance se liga a entender la coordinación
en las intervenciones sociales del Estado como un mecanismo necesario para
equilibrar las relaciones de poder intra-gobierno, en particular con las áreas
estatales de economía y finanzas.
Señalo que resultan múltiples los ámbitos que requieren coordinación en
materia de programas y políticas sociales, resaltando así cinco ámbitos
prioritarios. Un espacio fundamental que merece destacarse se refiere a la
potencial coordinación entre las instancias del Poder Ejecutivo al interior del
aparato estatal central.
Asimismo, en sistemas democráticos con cierto grado de consolidación, es
también importante reconocer la importancia que reviste la potencial
coordinación entre los poderes estatales, en particular entre el Ejecutivo y el
Legislativo, a efectos de gestionar lo social en el ámbito de lo público.
Otro de los espacios donde puede registrarse potencial coordinación es aquel
que articula el nivel central de gobierno con los niveles subnacionales. Otro
ámbito de potencial coordinación en materia social está representado por el
vínculo entre el Estado en sus diversas organizaciones y jurisdicciones y los
múltiples actores de la sociedad civil con algún grado de protagonismo en
programas y políticas sociales.
Finalmente, este listado siempre incompleto no puede obviar la necesidad de
explorar la potencial coordinación entre los actores nacionales involucrados en
lo social; sean actores estatales o sociales con los actores internacionales, en
particular aquellos organismos relacionados de una u otra forma con la
cooperación para el desarrollo.
Licha y Molina manifiestan que la coordinación de la política social requiere de
un conjunto de condiciones y criterios que se exponen a continuación:
- Voluntad y cohesión política. Este primer criterio se refiere a la importancia
que tienen la determinación y unión de las autoridades de máximo nivel de un
país para desplegar el ejercicio de la coordinación. Este factor está
estrechamente vinculado con la convergencia necesaria de perspectivas de
intervención en las principales áreas sociales, al más alto nivel político.
- Definición de objetivos estratégicos. Este criterio se refiere a la razón de
ser de la coordinación, que es definir los objetivos estratégicos y prioritarios que
comparten los distintos entes, niveles de gobierno y actores sociales. Como
sabemos, los diversos actores involucrados en el proceso obedecen a diversas
lógicas, intereses y expectativas, a diferentes mandatos y recursos, por lo que
generar una convergencia entre ellos en función de la definición de objetivos
estratégicos es el mayor desafío del proceso de coordinación.
Los mecanismos de consulta y los sistemas de planificación estratégica,
ampliamente aplicados en el ámbito de la coordinación, vienen en ayuda de
esta tarea, que se traduce luego en la organización por prioridades de los
programas de trabajo de los distintos departamentos y unidades involucrados
en las políticas.
A través de estos instrumentos y procesos la coordinación logra orientar y
decidir las acciones prioritarias, asegurando la coherencia y pertinencia de las
políticas.
Para la articulación e integración de los objetivos también se requieren
estructuras que vinculen el diseño con la ejecución de las políticas y sistemas
de información que retroalimenten el proceso de formación de las políticas.
- Estructuras y mecanismos de coordinación con objetivos y funciones
claramente definidos. Un tercer criterio para ejercer la función de coordinación
es la creación de mecanismos y estructuras dotados de legitimidad, apoyo
político y capacidad técnica. Son estas instancias las que aseguran la
coherencia y pertinencia de las estrategias, articulan el diseño con la ejecución
de las políticas, y promueven acciones de fortalecimiento de las unidades de
política de los distintos ministerios y secretarías sociales, dotándolas de los
apoyos técnicos necesarios.
- Participación de los actores claves. La participación de los actores claves
aparece como un criterio básico de la coordinación como proceso que permite
articular y sistematizar los aportes de los distintos entes y actores de la
administración federal, municipal, universitaria, comunal y de los dirigentes de
las Organizaciones de la Sociedad Civil involucrados en las políticas,
programas y proyectos, haciendo más estratégico y concertado el proceso de
formación de políticas en todas sus fases. El enfoque participativo y concertado
de la coordinación surge como un factor de éxito del proceso, a condición de
que la participación se abra genuinamente a los actores relevantes de cada
sector y apunte a establecer acuerdos fundamentales entre ellos que se
expresen en políticas concretas.
Es importante que la participación sea amplia e incluyente para que logre llevar
la deliberación sobre las mejores opciones de políticas más allá de los círculos
tecnocráticos, que son los que tradicionalmente participan en el proceso de
definición de las políticas.
- Institucionalidad legítima. Este quinto criterio se refiere a un marco formal en
el que se inscribe el funcionamiento de las acciones de coordinación. El
proceso de coordinación lo entendemos como un tipo de ejercicio democrático
de gobierno, coherente con el interés público, que genera reglas, instancias,
conductas, decisiones y prácticas legítimas y eficaces, consensuadas mediante
procesos participativos incluyentes y fundamentadas en los valores
democráticos.
Este elemento está estrechamente relacionado con la necesidad de que el
gobierno central ejerza liderazgo y desarrolle una visión para dirigir las políticas
desde un conjunto de valores e ideas comunes, de manera no autoritaria ni
jerárquica. También para avanzar en una transformación progresiva del Estado
“estratégico”, para lo cual es necesario recurrir tanto a capacidades para
desarrollar y difundir ideas, como a enfoques compartidos de gobernabilidad,
con la intervención de los actores claves.
- Capacidad de gestión. Este sexto criterio destaca las capacidades políticas y
técnicas que se requieren para ejercer la coordinación. Son capacidades de
gestión que aseguran legitimidad, aprendizaje, efectividad, cohesión,
negociación, participación, resolución de problemas, creación y difusión de
conocimiento, articulación e implementación. Todas ellas estarían contenidas
en una capacidad colaboradora inter-agencias, construida para transformar en
términos conceptuales, institucionales, organizativos y operativos el modo en
que se desarrollan las políticas y programas.
- Espacios de diálogo y deliberación. Este criterio se centra en el diálogo
social como parte de la institucionalidad a crear para enmarcar y legitimar las
acciones de coordinación.
Los alcances del diálogo pueden limitarse o ampliarse, según nos guiemos por
enfoques minimalistas o maximalistas de la coordinación. Es deseable que el
proceso de diálogo conduzca a la “integración de políticas”, que consiste en
generar cooperación para lograr compatibilizar –armonizar- las distintas
misiones organizacionales entre sí, para desarrollarlas sin contradicciones y de
manera más integrada. Adicionalmente, desde una perspectiva maximalista, el
proceso de diálogo y deliberación constituye un mecanismo democrático que
sirve para alcanzar acuerdos sustanciales, no sólo en torno a los objetivos
organizacionales, sino también en relación con una clara visión sobre el futuro
de las políticas y del desarrollo social. A través del diálogo deliberativo, el
proceso de formación de políticas se desplazará más hacia soluciones
holísticas de los problemas sociales y hacia respuestas más democráticas,
equitativas y consistentes con las demandas y expectativas ciudadanas.
- Sinergias. Puesto que la coordinación busca establecer mecanismos de
colaboración entre agencias gubernamentales y organizaciones no
gubernamentales para desarrollar acciones de desarrollo social, es preciso
contar con visiones de largo plazo y esquemas compartidos y complementarios
de un conjunto de recursos técnicos y financieros. Estos esquemas de
cooperación son de alcance macro -centrados en conceptos. Apelan a un
enfoque holístico de las políticas para superar su fragmentación y, micro -
centrados en proyectos que tienen asignados tiempos y recursos limitados y,
funcionan con sinergias, esto es, con interacciones virtuosas cuyos efectos
combinados permiten alcanzar mejores resultados que los que se pueden lograr
sin cooperación.
La articulación y coordinación de las políticas sociales requieren una visión
estratégica compartida y una estrecha colaboración operativa entre diferentes
entes y sectores interministeriales. También requieren de una articulación y
coordinación intergubernamental.
Las sinergias cognitivas y de recursos -experiencia y habilidad e información-,
las de actividades –operativas-, las de autoridad (mandatos organizacionales) y
las sinergias culturales buscan asegurar esquemas de cooperación para
desarrollar políticas complejas y de gran escala, reducir costos y desarrollar el
capital social.
- Cultura de cooperación e incentivos. Este criterio está relacionado con la
importancia de contar en el sector público con el desarrollo de valores y
comportamientos proclives a la acción conjunta de las organizaciones y
estructuras involucradas en los procesos de coordinación. La voluntad de
trabajo conjunto y una cultura que estimula las prácticas y comportamientos
cooperativos están en la base de un desempeño satisfactorio. La acción de
colaboración genera un conjunto de intangibles, tales como confianza, respeto,
reconocimiento, aprendizaje y relaciones sinérgicas.
- Sistemas de información, comunicación, monitoreo y evaluación. El
último criterio de coordinación se refiere a la disponibilidad de sistemas de
Monitoreo y Evaluación, junto con una estrategia de información y
comunicación, con el fin de poder informar, sensibilizar, asegurar equidad en el
acceso a la información y favorecer el diálogo entre los actores claves para
mejorar la pertinencia de las políticas. La articulación y coordinación de las
políticas sociales requieren una estrecha colaboración operativa entre
diferentes entes y sectores interministeriales. También requieren articulación y
coordinación intergubernamentales, para lo cual los sistemas de información,
comunicación, monitoreo y evaluación constituyen un instrumento fundamental.
La coordinación necesita marcos novedosos de gobernabilidad para pautar los
esquemas de cooperación y que dichos marcos deben incluir: liderazgo claro,
papeles y responsabilidades bien definidos, procesos concertados para el
trabajo conjunto y claridad de resultados y expectativas. Para todo esto, la
disponibilidad de sistemas de monitoreo y evaluación es clave.
XI.- ASPECTOS TEÓRICOS CONCEPTUALES QUE
CARACTERIZAN LAS ESTRATEGIAS DEL DESARROLLO
ENDÓGENO.
Al tratar de caracterizar las estrategias del desarrollo endógeno, para la
creación de empresas de producción social comunitarias; resulta ineludible la
necesidad de realizar algunas precisiones de carácter conceptual.
En primer termino la ECONOMIA, se concebirá como el “conjunto de acciones
para la obtención de medios escasos, que realizan las personas para satisfacer
sus necesidades fundamentales”. (Maria Mas H; 2006).
Luego la teoría y política económica; la primera se define “como la ciencia que
tiene por objeto de estudio los medios alternativos y escasos, para satisfacer
necesidades humanas limitadas” (Maria Mas H; 2006) y la segunda “se concibe
como el plan de acción que tiene por propósito construir el futuro en materia
económica” (Maria Mas H; 2006).
Estas precisiones de útil importancia lo son en el terreno de ubicar la principal
interrogante del presente estudio toda vez que a la luz de las definiciones
anteriores la podemos situar en la política económica ya que las estrategias del
desarrollo endógeno que se intentan construir para crear empresas de
producción social comunitarias responderán a un conjunto de acciones para
alcanzar un fin determinado.
Pero útil y necesario lo es, también realizar un examen del DESARROLLO,
pues hablar del; es abordar un tema muy complejo y de múltiples dimensiones,
la complejidad que representan los prolongados y sostenidos procesos y la
diversidad de relaciones sistémicas que existen en ellos, además de la
multiplicidad de enfoques, niveles y dimensiones, que abarca.
Partiendo de la definición clásica del Desarrollo, Danilo Saravia (2003), nos dice
que en el diccionario Larousse (1999) se entiende como tal: a la mejora
cuantitativa y durable de una economía y de su funcionamiento. Por otro lado, el
informe sobre Desarrollo Mundial (Banco Mundial, 1991) define como
desarrollo: el mejoramiento del nivel de vida, el cual comprende el consumo
material, educación, salud, y protección del medio ambiente; mas adelante el
mismo informe señala que el objetivo global del desarrollo es dotar de mayores
derechos económicos, políticos y civiles a todos los seres humanos, sin
distinción de sexo, grupo étnico, raza, región o país.
Mas adelante, sin embargo el tema del Desarrollo se ha visto limitado al marco
de conceptualizaciones y categorizaciones de la teoría económica. Esta
exaltación trae aprestada la premisa que el problema del Desarrollo, entonces
se ubica en una dimensión estrictamente estudiada por la ciencia económica,
vale decir, que de acuerdo al objeto de estudio de esta ciencia se trata,
exclusivamente, de un problema de medios con características muy
particulares.
La economía es la ciencia que estudia la conducta humana como una relación
entre fines y medios que tienen diversa aplicación (Robbins, L., 1977).
Por consiguiente, cualquier interpretación en torno al Desarrollo Económico que
contemple elementos ubicados fuera del objeto de estudio de la ciencia
económica, desautoriza, de entrada, la pureza y el grado de validez de la
interpretación económica. (Maria Mas H; 2006).
De este modo, el problema del Desarrollo definido y asimilado culturalmente
como el conjunto de pasos para alcanzar los criterios de actuación económica,
no constituye la premisa fundamental sobre la cual se debe concebir la
aproximación al desarrollo y su planificación.
Es precisamente lo contrario, se trata de idear al Desarrollo como una pregunta
que interroga a la sociedad desde los aspectos más elementales de su
funcionamiento hasta su núcleo de identidad colectiva.
Por lo tanto presentaremos aquí al Desarrollo endógeno como fin y como
estrategia, más allá de las propias fronteras de la ciencia económica.
Se entenderá el Desarrollo Endógeno como Fin, “construido desde la
perspectiva del análisis estático, como la asunción, por parte de una comunidad
interesada, de formular y poder alcanzar una imagen objetivo del Desarrollo
asumido este como estado a lograr, como propósito alcanzable que se
convierta en el norte, dirección y rector de las acciones por desempeñar. Desde
este ángulo el Desarrollo es entendido como estado a lograr y todo estado, se
interpreta como quietud, donde se presentan detención de las fuerzas y
movimientos implícitos en el fenómeno, dado un nivel de eficiencia alcanzable”.
(Maria Mas H; 2006).
De esta forma el desarrollo endógeno concebido y asumido como Finalidad se
arma en una “imagen objetivo” que encierra crípticamente el cúmulo de eventos
y cirscuntancias por conseguir, dado un conjunto de potencialidades y
posibilidades existentes. Sin embargo, el recorrido que se da entre el presente y
la acción para alcanzar el futuro augura un cambio.
¿Cuál es el tramo de la estrategia? El Desarrollo endógeno como estrategia se
presenta en el contexto de un análisis dinámico y cambiante.
Se trata de un recorrido realizado por una “Gran Acción”, caracterizado por el
conjunto de elementos y relaciones en constante movimiento que permiten
alcanzar un propósito en términos multidimensionales: económico,
administrativo, gerencial, político, ético, cultural y estético, entre otros
elementos de constitución; no sin antes mencionar; la tecnología, la religión, la
ciencia y la historia.
El Desarrollo endógeno como estrategia se constituye en una acción
compartida a largo plazo que permea a través de organizaciones, instituciones,
cultura y medios existentes para dar forma y organicidad, plenos de sentido y
significado particular, a la vida, en fin y estrategia al mismo tiempo.
Esto se debe a que toda imagen objetivo es, en última instancia, una
abstracción concebida y detenida en el mundo de las ideas, pero que a lo largo
de su implementación se convierte, por su propia naturaleza de guía, en
caduca, una vez que ha podido ser alcanzada.
Llegado a ese punto, donde la acción humana materializa sus fines imaginados,
de inmediato, es sustituida por una nueva imagen que impone una nueva
noción de Desarrollo”. (Maria Mas H; 2006).
De esta forma el Desarrollo se convierte en la perpetuidad de una búsqueda
hacia el futuro. Así, el Desarrollo Endógeno se constituye en Fin y Estrategia al
mismo tiempo (Maria Mas H; 2006).
Luego, cuando nos referimos a desarrollo local “entendemos un proceso en el
que una sociedad local, manteniendo su propia identidad y su territorio, genera
y fortalece sus dinámicas económicas, sociales y culturales, facilitando la
articulación de cada uno de estos subsistemas, logrando mayor intervención y
control entre ellos”. (Enrique Odesta; 1999).
Para llevar adelante dicho proceso, es fundamental la participación de los
agentes, sectores y fuerzas que interactúan dentro de los limites de un territorio
determinado, los cuales deben contar con un proyecto común que combine: la
generación de crecimiento económico, equidad, cambio social y cultural,
sustentabilidad ecológica, enfoque de genero, calidad y equilibrio espacial y
territorial, con la finalidad de elevar la calidad de vida y el bienestar de sus
pobladores.
En la medida que la estrategia del Desarrollo Endógeno potencie y acelere las
capacidades endogenizadoras, se generará una “efecto derrame” cuyos frutos
permearán, a través de todos las dimensiones y espacios de la sociedad y de
sus constituyentes básicos, sean estos: económicos, éticos, culturales,
políticos, tecnológicos, ambientales o de cualquier otra índole, lo que redundará
en el logro de los fines esperados. No es posible perder de vista que más allá
de una eficiente planificación y administración de la Estrategia de Desarrollo
Endógeno, si los fines son mediocres, el Desarrollo Endógeno como futuro
alcanzable sufrirá de la misma mediocridad (Maria Mas H, 2007).
El concepto fundamental de Desarrollo es entonces formulado en los siguientes
términos: “en el despliegue del quehacer social en armonía con su entorno”,
entendiendo por entorno al espacio de relaciones espaciales, materiales,
culturales, políticas y económicas en donde el hombre construye sentido
colectivo. (Alejandro Ochoa Ortiz; 2006)
En este contexto, un proceso de Desarrollo orientado al despliegue de las
potencialidades del hombre en su entorno, es decir del que hacer social; exige:
• La decisión local sobre las opciones de desarrollo.
• El control local sobre los procesos de desarrollo.
• La retención de los beneficios del desarrollo en la misma comunidad.
Y finalmente la denominación de estrategias del desarrollo la cual se aplica a
una variedad de instrumentos que, por oposición a la tradición de las políticas
centralistas de desarrollo, procuran animar los procesos de fortalecimiento de
las ventajas comparativas que se manifiestan en determinados territorios.
Para ello, las estrategias se centran más en lo que se reconoce como factores
“endogenos” vale decir del tejido económico local, los recursos humanos y el
marco institucional local.
En definitiva las estrategias consisten en trabajar sobre la base de que la
actividad económica dependa de las condiciones socioeconómicas del lugar y
no; lo contrario.
9.1.- DEFINICIÓN, FINALIDADES, PRINCIPALES RASGOS
CARACTERÍSTICOS Y TIPOS DE EMPRESAS DE PRODUCCIÓN
SOCIAL COMUNITARIAS.
En principio debemos indicar definiciones particulares de las Empresas de
Producción Social, ya que desde esta perspectiva podremos ir señalando las
finalidades y principales rasgos característicos de estas empresa en la
actualidad no como figuras jurídicas sino más como un modelo particular de un
nuevo sistema económico en construcción a partir de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela y del conjunto de normas y nuevo
marco legal que las define.
“Las Empresas de producción social, son entidades integrales cuya misión se
fundamenta en la formulación e implementación de nuevas formas de
producción social eficientes, acompañadas de procesos de distribución de
beneficios con justicia, equidad y reciprocidad entre toda la comunidad
participante; a través de la utilización de técnicas propias y tecnología de
vanguardia, en el contexto del socialismo bolivariano” (Maria Mas H, 2007).
Como se desprende de la anterior definición; las empresas de producción social
son entidades integrales, ellas pueden ser empresas de carácter mercantil, civil
o cooperativas pero con la misión de establecer nuevas formas de producción
social y eficientes con una distribución de sus excedentes o
beneficios en base a principios de justicia, equidad y reciprocidad hacia toda la
comunidad que participa y el uso de técnicas y tecnología de punta en el
contexto del socialismo bolivariano.
Otra definición de empresas de producción social, es la aportada en el decreto
3.895 desarrollo endógeno y empresas de producción social del 12 de
septiembre de 2005, en el cual se define a estas de la siguiente manera:
“Las Empresas de Producción Social son unidades productivas
comunitarias que tienen como objetivo fundamental generar bienes y
servicios que satisfagan las necesidades básicas y esenciales de las
comunidades y su entorno (alimentación, vestimenta, vivienda,
educación y salud) a través del trabajo digno de hombres y mujeres”.
Se desprende de la anterior; la característica de ser esencialmente unidades
productivas comunitarias para generar bienes y servicios para la satisfacción de
necesidades colectivas mediante el trabajo digno de hombres y mujeres.
Por otra parte y entendidas así las E.P.S.; según lo planteado por el Presidente
de la Republica de Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez en el programa
dominical Alo Presidente No 241 del 27 de Noviembre de
2005,
“Las Empresas de Producción Social “son entidades económicas dedicadas a la
producción de bienes o servicios en las cuales el trabajo tiene significado
propio, no alienado y auténtico; no existe discriminación social en el trabajo y de
ningún tipo de trabajo, no existen privilegios en el trabajo asociados a la
posición jerárquica, existe igualdad sustantiva entre sus integrantes, basadas
en una planificación participativa y protagónica, y pueden funcionar bajo
régimen de propiedad estatal, propiedad colectiva o la combinación de ambas”
Las Empresas de Producción Social (EPS) asumirán por tanto compromisos
que generen beneficios en las comunidades en que se desenvuelven.
Otra definición que nos parece por igual interesante es aquella en la cual las
E.P.S. son Unidades de producción de bienes, obras y servicios, constituidas
bajo la figura jurídica que corresponda, que tienen la particularidad de destinar
parte de sus ganancias generadas a un reparto equitativo entre sus miembros y
otra parte se transfiere a planes y proyectos de desarrollo social de la
comunidad.
De las anteriores aproximaciones a una definición de Empresas de Producción
Social ya estamos en capacidad de mostrar un inventario de finalidades de
empresas de producción social; que como se subrayo desde el inicio responden
más bien a un modelo determinado que a un tipo especifico de figura jurídica.
Así entonces; en el contexto de la construcción de un nuevo modelo productivo
rumbo a la construcción de un nuevo sistema económico en el marco del
socialismo bolivariano, hoy en construcción; las empresas de producción social
tienen las siguientes finalidades; constituyéndose estas en la célula
fundamental del nuevo modelo:
• Fortalecer la economía popular y alternativa como medio para optimizar
la distribución del ingreso y la riqueza e incrementar la calidad de vida
del pueblo bajo principios de justicia y equidad.
• Producir bienes y servicios que satisfagan necesidades básicas y
esenciales, mediante la participación comunitaria.
• Generar beneficios colectivos, mediante mecanismos de propiedad
comunitaria, gestionados y controlados democráticamente.
En esta misma dirección saltan a la vista entonces los principales rasgos
característicos de este tipo de empresas de producción social; los cuales son a
saber los siguientes:
• La Propiedad es Colectiva, ya que el control de los medios de
producción no es ni privado ni estatal; son de la comunidad o del
colectivo de los trabajadores.
• Su Objetivo es Generar puestos de trabajo estables,
• La producción está fundamentada en la solidaridad, la cooperación, la
complementariedad, reciprocidad y sustentabilidad de sus miembros,
construyendo así las nuevas relaciones sociales de producción.
• El trabajador tiene un compromiso social y procura su desarrollo
integral,
• La producción se destina a satisfacer las necesidades básicas y
esenciales de la colectividad,
• Desarrollan las cadenas productivas, incorporando valor agregado
nacional (REDES PRODUCTIVAS),
• Reinvierten sus excedentes en la producción social, su finalidad no es
la generación de lucro,
• Mantienen precios de ventas solidarios en sus productos y servicios,
• Impulsan la desconcentración territorial,
• Operan en forma armónica con el medio ambiente,
• La remuneración de los trabajadores se realiza bajo el criterio del
aporte de trabajo que cada quien realice.
Estos rasgos indicados anteriormente deben conducir por parte del ejecutivo a
impulsar las EPSC y la construcción de las redes de producción comunitarias
para hacer realidad la participación masiva, activa y protagónica del colectivo
trabajador en los procesos de generación y distribución equitativa de la riqueza
y del ingreso nacional. El logro de este objetivo debe propender al otorgamiento
a las comunidades de PODER para que puedan desarrollar en su seno todas
las potencialidades; es decir desplegar un desarrollo en todas las dimensiones
desde adentro y generar una reacción colectiva que denominaremos Reactor
Endógeno Nuclear.
En cuanto a su tipologia, puede variar de acuerdo con al menos tres aspectos
diferenciados. Las E.P.S. adquieren una tipologia determinada según el objeto,
su tamaño y la naturaleza del capital.
- Según su objeto: EPS de Producción; EPS de Servicio y EPS de
Comercialización.
- Según su tamaño: Unidades de producción comunitaria, Unidades de servicio
comunitarios o Unidades de Comercialización comunitario.
- Según la naturaleza del Capital: EPS de Capital Estatal, EPS de Capital
Privado, EPS de Capital Mixto y EPS de Capital Comunitario.
9.2.- DIMENSIONES DEL DESARROLLO ENDÓGENO.
Antes de precisar las indicaciones aproximativas y notables de las Dimensiones
del Desarrollo Endógeno, introducimos en nuestro discurso señalando un
párrafo que ilustrara la trama que expondremos.
La emergencia de nuevos territorios regionales en el mundo globalizado y
crecientemente impactado por la tecnología y el conocimiento del siglo XXI,
comienza a deparar algunas sorpresas para los antiguos enfoques del
crecimiento económico, surgidos en escenarios bien diferentes al actual.
En el intento de explicar porque algunas regiones inesperadamente han
conseguido desarrollarse (como el caso de la tercera Italia), la teoría regional ha
ido incorporando nuevos conceptos de gran potencial (tales como capital social,
gobernanza, capital cívico; entre otros), dando lugar a lo que ya muchos autores
consideran, un verdadero cambio paradigmático. (Patricio Vergara, 2004).
Desarrollaremos por tanto en este capítulo una pequeña mirada por cada una
de las dimensiones del desarrollo en la perspectiva endógena humana;
partiendo de las que consideramos mas importantes y útiles a los fines de este
estudio que propenderá la construcción de estrategias para emprender este
viaje impulsado por la idea de alcanzar el despliegue de las potencialidades del
ser humano.
“El Desarrollo, en su modalidad endogénica, se concibe como la transformación
total y beneficiosa del sujeto. Lo endógeno no se ata al límite de la existencia
económica, física, espacial, geográfica, cultural, ambiental, política, ética.
No tiene límites. El desarrollo endógeno es una concepción holística e integral
del sujeto. Este último, a los fines metodológicos, puede caracterizarse de
acuerdo a la mirada interesada del “agente” que busca alcanzar el desarrollo.
De esta forma, el ente puede ser comprendido como un ser humano de manera
individual, una agrupación de personas, un barrio, una localidad pequeña o
grande, un Municipio, un Condado, una Nación o un grupo de países
mancomunados. La integralidad y armonía en las dimensiones participantes
para el desarrollo endógeno otorga una nueva mirada en torno al fenómeno”.
(Maria Mas H, 2007).
El Desarrollo Endógeno no pretende entonces, la mejora parcial en las
personas, pues en tanto su visión de futuro y estrategia al mismo tiempo;
consiste en crear un conjunto de oportunidades multidimensionales para lograr
la mejoría integral del ser humano.
La búsqueda del Desarrollo Endógeno, no descansa sólo en el encuentro por la
persona de mejorar la calidad y cantidad de bienes y servicios para satisfacer
necesidades humanas, no consiste en permitirle solo el acceso a un empleo, o
en mejorar su sistema de aprendizaje, salud, vivienda, vialidad; más allá
busca una mejora en su posesión integral y global del ser humano.
Así de entrada, al aproximarnos a la complejidad que significa el fenómeno del
Desarrollo Endógeno, que envuelve un sinnúmero de hechos y relaciones que
participan de elementos muy puntuales existentes en sus dimensiones, propone
nuestra investigación a los fines de lograr su comprensión; el delimitar los
ámbitos que poseen mayor importancia en la crista del Desarrollo Endógeno.
En este sentido las dimensiones más relevantes seleccionadas para el análisis
en torno al tema planteado son la Social, Ética, Cultural, Tecnológica,
Económica y Organizacional y Gerencial., siendo de vital grado precisar que
para cada dimensión señalada es posible la creación de una imagen objetivo;
es decir la construcción de un propósito para cada perímetro de pertenencia, Y
sin dejar de mencionar que la Dimensión Ecológica esta incluida en cada una
de ellas.
Al respecto la profesora Maria J Mas, (2006) plantea: “Esto supone una
propuesta de futuro para la cultura, para la economía, para la ética, para la
tecnología, etc., hasta llegar a poder consolidar una imagen objetivo integral de
comunidad, nación o sociedad, y que el desarrollo endógeno proponga como fin
y como futuro alcanzable”.
“De esta misma forma, para cada ámbito escogido existirá una acción temporal-
espacial sostenida y pertinente que permita alcanzar la imagen objetivo. Como
se parte de la premisa que en cada dimensión existen elementos diversos y
además, estos elementos no se relacionan siempre con la misma regularidad ni
en la misma proporción, pues, su desenvolvimiento es cambiante y en ultima
instancia dependen de la imagen objetivo deseada y de la capacidad
endogenizadora que le sea propia, se requiere articular, para cada
dimensión del desarrollo endógeno, una estrategia singular que a su vez,
participe en todo momento, de la Estrategia Maestra.” (Maria Mas H, 2006).
Así pasamos a realizar una descripción muy sucinta de cada una de las
dimensiones del Desarrollo Endógeno seleccionada para la presente
investigación, sin antes afirmar que existen mas dimensiones que pueden ser
objeto de estudio.
• Dimensión Social:
El desarrollo endógeno es en Sociedad. Sus logros y propósitos, así como los
recursos con los que cuenta, tienen por escenario y mística; lo social.
• Dimensión Ética:
Todos los actos humanos requieren una valoración previa. Esta valoración se
realiza en atención a unos valores, los cuales, constituyen la esfera moral. Y
como esta afecta poderosamente las elecciones y desiciones de las personas
ejercen una gran influencia en todos los campos de la vida humana.
La ética afecta las valoraciones en cuanto a ¿qué y como producir?, los
procesos empresariales y en ultima instancia, define un tipo de convivencia en
sociedad. De esta forma, la moral se desempeña trascendentalmente en el
Desarrollo Endógeno, pues determina el marco valorativo social-individual
desde donde se propone el futuro y se preparan las condiciones necesarias
para su consecución definitiva.
• Dimensión Cultural:
Todo cuanto el ser humano aporta así mismo se expone en la trama cultural. El
comportamiento humano se constituye en una de las palancas fundamentales
que favorece o frena las estrategias y finalidades del desarrollo endógeno.
Desde la perspectiva de la gestión, el elemento común en todas las
dimensiones es el ser HUMANO. No existe Ética sino se comienza por vivir en
sociedad.
En ella se desarrolla la búsqueda de conocimientos científicos, técnicos y se
dan los pasos para el encuentro con la tecnología. Dada una cultura las
personas exigen y producen medios económicos y se crean empresas y
organizaciones para estos fines. La cultura es abarcarte y envolvente. Cada
organización social desde la familia hasta la gran empresa global desarrolla una
cultura que participa a su vez de la totalidad. De esta forma, será necesario
poseer algunas aproximaciones de la Cultura y del Desarrollo Endógeno.
Valdría la pena sugerir desde esta trinchera, una mejora sustancial a las
misiones educativas (Rivas, Robinsón y Sucre), en cuanto y en tanto son
iniciativas que en el tiempo deben propender producir –los impactos necesarios
y suficientes a partir de la Cultura- los cambios de carácter estructural y de
superestructura en la sociedad.
• Dimensión Tecnológica:
La tecnología es una creación humana para obtener medios a menor costo y
lograr satisfacer fines. Sin embargo, su utilización ha dado origen a grandes
conflictos de orden social, ético, ecológico y en general, humanos. La
tecnología es una palanca clave para el desempeño de los procesos
productivos, para el ejercicio organizacional y para la economía en general.
Citando a Celso Furtado, recordemos que el control y dominio de este aspecto
constituye un elemento para derrotar el entramado complejo de la dependencia.
De tal magnitud es su importancia que la industria petrolera en el diseño de sus
estrategias y en el marco del programa “Siembra Petrolera” le ha conferido a la
Filial INTEVEP la responsabilidad de brindar Fortaleza Tecnológica al proyecto
EPS (Empresas de Producción Social), que lleva adelante la Corporación
Petrolera Venezolana
• Dimensión Económica:
El desarrollo Endógeno se sostiene sobre un conjunto de relaciones de
producción, transformación, distribución y consumo de medios materiales y
económicos que se obtienen a partir de la acción de las personas. Esta
ocurrencia sella el fenómeno del Desarrollo en el ámbito económico. Desde
aquí y atendiendo a los constructos de la teoría económica es probable
determinar los elementos y relaciones existentes para la red de economía real y
nominal. La red de economía real se concibe como el conjunto de bienes y
servicios que se producen en la economía bajo unas condiciones de producción
dadas, a lo largo de un periodo de tiempo. La red de economía nominal se
refiere a la actividad monetaria y financiera que existe como fundamento y
reflejo de la red de producción real. Ambas redes, actuando conjuntamente, dan
sustento a la trama económica.
• Dimensión Organizacional y Gerencial:
El fenómeno del Desarrollo Endógeno asigna como elemento clave de
sustentación, la existencia de organizaciones eficientes que se dediquen a la
producción de bienes y servicios. Además, se requiere la inclusión de otras
Organizaciones a los fines, de dar apalancamiento al sistema productivo
general y a la comunidad social interesada en el Desarrollo Endógeno.
Finalmente declaro que el conjunto de estrategias aquí desarrolladas y que
justifican el impulso, desarrollo y creación de este nuevo tipo de empresas y de
nuevas relaciones sociales de producción para construir un nuevo modelo
productivo, tiene que alcanzar y ganar la batalla de la independencia económica
en el país y poder proclamar nuestra plena e integrar soberanía. Así pues de la
revisión mediante el análisis ecometrico realizado en esta investigación quedo
claro que el aparato productivo nacional es la expresión de un país con una
economía subdesarrollada y dependiente, con una estructura sectorial y una
distribución regional que lucen profundamente desequilibradas.
Venezuela pues cuenta todavía con abundantes recursos naturales y
energéticos que facilitan el transito de un país o de una sociedad rentista e
importadora de bienes de consumo final a una economía productiva y
exportadora; sin menoscabo del mercado interno así como tampoco reeditar la
sustitución a ultranza de importaciones de bienes para sectores de medio y alto
poder adquisitivo. Por lo tanto la gran estrategia del gobierno bolivariano en la
construcción del nuevo modelo es propiciar, impulsar y afianzar el desarrollo
desde adentro.
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