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cer profesional, sin conseguirlo, como apostilla el autor en un prrafo noexento de cierto desencanto.
Don Nicols Tenorio aprovech, a no dudarlo, su estancia profesional enViana. No es La aldea gallega su nica aportacin al estudio de nuestra cul-tura. Se preocup por adquirir inmediatamente la informacin necesaria sobreel partido judicial. Consulta protocolos de la antigua escribana de O Bolo yde Viana, interesndose por su historia, reuniendo as diversos materiales que
pronto ordena para su publicacin. En1903 sale en el n.31del Boletn de laComisin Provincial de Monumentos de Orense el artculo Unas elec-ciones en El Bollo en1614, transcribiendo las funciones de su Concejo y los in-cidentes ocurridos en la villa con motivo de la eleccin de los justicias que la re-
giran. Al ao siguiente da a la luz en los nmeros40y41del mismo Boletnel trabajo Viana del Bollo. Pobladores pre-romanos. En l demuestra un buenconocimiento de la problemtica desencadenada por el estudio de los primiti-vos pobladores de Galicia en aquellos aos y en los inmediatamente anterio-res. Citas y referencias nos perfilan a un autor que maneja con soltura todo unconjunto de fuentes antiguas y que apoya sus juicios en un amplio abanico bi-bliogrfico del momento: Vasconcelos, Martnez Padn, Barros Sivelo, Mur-
gua, Costa, Hbner, etc.
Don Nicols Tenorio se nos muestra como un hombre de talante liberal en ningn momento emite juicios de valor desaprobatorios para las costumbresque recoge, tan frecuentes en otros trabajos de la poca y dotado de capacidadde observacin. Abierto y consciente de que ejerca su cargo en un pas que pose-a un peculiar derecho consuetudinario, lo estudia. Se interesa por sus gentes, porsus costumbres, por su manera de vivir, por su historia, que intenta comprender
para as poder desempear mejor su cometido.Varias son, desde la perspectiva actual, las razones que avalan el inters de
esta publicacin. Pensemos en el marco fsico y en el contexto temporal en que re-copila sus observaciones.
Viana do Bolo, partido judicial de la zona sudoriental de Galicia, estabaintegrado entonces por los concejos de Viana, O Bolo, A Gudia, A Mezquita
y Vilario de Conso. El rea se mostraba por dems interesante. Zona de sierra,escasamente comunicada, con aldeas de montaa aisladas en las largas invern-as, era una comarca que por aquellos aos deba conservar an con cierta pure-
za el tradicional vivir aldeano y, por aadidura, de extraordinaria riqueza fol-klrica. Tierras en decir de Otero Pedrayo en1926 en alto grado interesantes
para el estudio de la lengua y costumbres arcaicas de Galicia. En ella se siente laGalicia brava y montaosa, dotada de grandes bellezas bien diferentes de las quecaracterizan las tierras ribereas y marianas. Esta riqueza se patentiza en estelibro y en los trabajos posteriores de Laureano Prieto, en especial el bello conjun-to de sus Contos vianeses, o en la monografa de Castells Vila.
Resaltemos tambin la cronologa de la recopilacin. Los datos fueron reu-nidos en los primeros aos del siglo actual, puede que entre1904y1906. Pese
La aldea gallegaEstudio de derecho consuetudinario y economa popular
Nicols TenorioIntroduccin de Carlos Garca Martnez*
introduccin
Una cultura popular como la gallega, dotada de caractersticas originales ydiferenciales tan acusadas, tena por fuerza que ser objeto de la atencin deobservadores y eruditos de muy distinta procedencia. Desde las interesantesapreciaciones de gegrafos y naturalistas griegos y romanos, peregrinos de laruta jacobea, vendedores de Biblias, viajeros laicos, hasta los anlisis y estu-
dios cientficos ms o menos recientes, se fue conformando un abundante ma-terial imprescindible para el conocimiento de nuestra antropologa cultural.Unos aportan testimonios aislados, a veces anecdticos, cuyo mayor intersestriba en lo alejado de su cronologa; otros evidencian una comprensin dela realidad galaica que traduce, bien una notable capacidad de observacin,o bien la aplicacin al estudio y explicacin de aqulla de un mtodo de an-lisis cientfico. Evidentemente, estos ltimos son los menos y estn ms prxi-mos a nuestro tiempo. Entre ellos, unos constituyen un excelente material ex-clusivamente documental e informativo, mientras que otros intentan dar unainterpretacin global a nuestra particular cultura.
El libro de Nicols Tenorio La aldea gallega. Estudio de derecho con-suetudinario y economa popular, publicado en Cdiz en1914, es un buen
ejemplo de aquel tipo de obras documentales. Su rareza impona la reedicin, quese lleva a cabo ahora de la mano de Edicins Xerais de Galicia. En1972 reprodu-ca, aunque no completo, la revista Grial el captulo1, acercando esta obra, par-cialmente, a un pblico para el que su existencia supuso en cierta medida una re-velacin. Libro escasamente citado, incluso por los especialistas, debe ocupar unlugar destacado en nuestra bibliografa etnogrfica.
Poco es, a falta de una puntual investigacin, lo que sabemos del autor. An-daluz de nacimiento, llega a Galicia en 1900 como Juez de Primera Instancia eInstruccin, en primer destino y recin ingresado en la carrera judicial. Descono-cemos el tiempo que permaneci desempeando el cargo en Viana do Bolo, adonde fue destinado, aunque no debi ser mucho. Parece desprenderse que al menos
ya antes de la publicacin del libro (1914) se encontraba en Cdiz, donde se im-
prime en los talleres de lvarez, por el inters manifestado por don Manuel Polo,a la sazn magistrado de la Audiencia provincial de aquella ciudad, a quien,segn confiesa el autor, se debe el que los apuntes no quedaran inditos.
No debi ser fcil la estancia del juez Tenorio en Viana. Mal interpre-tado por sus aficiones, que le llevaban a convivir y a tratar con los campe-sinos y a trasladarse a lugares y aldeas para presenciar fiestas y faenas agr-colas, recogiendo el material base de su estudio, fue objeto de insidias y
presiones por parte de los caciques de turno, que, sin duda, y como se des-prende de la pequea introduccin al libro, intentaron influir en su queha-
* Esta introduccin fue publicada en la nica edicin de esta obra en Galicia, rea-
lizada por Edicins Xerais en el ao 1982, siendo director Luis Mario Pampn.
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al subttulo, estudios de derecho consuetudinario y economa popular, la te-mtica del libro encaja perfectamente en lo que hoy se entiende por antropolo-
ga cultural. Esto no deja de ser significativo, si tenemos en cuenta que pocoantes se establecan de forma ms o menos rigurosa las primeras bases paraalgunos verdadero arranque cientfico de los estudios sobre el folklore en Ga-licia, con la fundacin en1883, por influencia de don Manuel Machado y l-
varez y bajo la presidencia de doa Emilia Pardo Bazn, de la Sociedad deFolklore gallego. Significativo adems porque, a excepcin de los libros de J.Prez Ballesteros Cancionero popular gallego (1885-86) y de J. RodrguezLpez Supersticiones de Galicia y preocupaciones vulgares, editado en1895, no se haban compendiado en Galicia estudios como el que nos ocupa.En esto estriba uno de los mritos del libro de Nicols Tenorio. Abra caminoen este tipo de investigacin, ya que nuestra tradicin era en este campo toda-va escasa. Ciertamente, en los eruditos del XVIII, Sarmiento, Feijoo y Sobrei-ra, encontramos las primeras aproximaciones a nuestro acervo folklrico, y enlas obras de historiadores como Murgua, Verea y Aguiar, Barros Sivelo, Gar-ca de la Riega, etc., figuran numerosas referencias etnogrficas utilizadas como
fuente de informacin o explicacin histrica y como justificacin de la perso-
nalidad de Galicia. La literatura popular es objeto tambin de varias recopi-laciones (Valladares, Saco y Arce) y son frecuentes los artculos en revistas defin de siglo (Galicia. Revista regional de Ciencias, Artes, Letras, Folklo-re, Galicia diplomtica o La Ilustracin Gallega y Asturiana) y comien-
zos del actual (sobre todo en elBoletn de la Real Academia Gallega). Tra-diciones, costumbres y leyendas son recreadas literariamente, como el libroLeyendas, tradiciones y episodios histricos de Luciano Cid Hermida,o son utilizadas con frecuencia por los poetas del Rexurdimento.
Al analizar este contexto se desprende la precariedad de los estudios fol-klricos en Galicia. No existen todava unas lneas definidoras de lo que se en-tiende por folklore, que vara de unos a otros autores. Sin duda, la mejor y msclara concepcin fue la expuesta por la Sociedad del Folklore gallego, pero su
corta vida le impidi lograr una mayor proyeccin.De otro lado, tampoco eran abundantes los estudios sobre las institucio-nes populares o sobre el derecho consuetudinario. Mencionemos, por la similarlnea, el libro de Alfredo Garca Ramos Arqueologa jurdico-consuetudi-naria-econmica de la regin gallega (1912).
Si la recopilacin de Tenorio destaca por su temprana cronologa, su con-tenido acrecienta su inters. En l se separa de la tnica que caracteriza a otrosestudios sobre el folklore gallego del momento o inmediatamente anteriores, di-rigidos ms a la relacin de leyendas, tradiciones, cuentos y del cancionero po-
pular debido en parte a un justificado inters por el idioma. Tenorio se apro-xima ms al moderno concepto de la antropologa.
Puede que sean dos los factores que condujeran al autor a plasmar este en-
foque, en gran medida novedoso. A medida que observ dice Tenorio lasgentes, costumbres y manera de vivir, not la gran diferencia que exista con lasandaluzas, y ciertas particularidades que entraban de lleno en el derecho con-suetudinario, y pens, sera por lo menos curioso, reunir apuntes de lo obser-vado, a lo que quizs me determin la aficin que se despertaba al estudio deese derecho y de la economa de las distintas regiones de Espaa. Esto es, elhecho de no ser gallego y su formacin y aficiones. Lo primero le permite reco-
ger una serie de testimonios que, a fuer de conocidos, otros autores gallegos noreflejaron en sus trabajos. La capacidad de observacin, la diferencia que por
forneo apreciaba en lo observado y las facilidades de que sin duda le proveael cargo en el ambiente rural, constituyen las bases que configuraron el entra-mado del libro. La formacin jurdica de Tenorio es, a no dudarlo, la clave que
conforma la orientacin de su relato, como se perfila por el subttulo. Sin em-bargo, la ausencia de referencias bibliogrficas, a excepcin de una mencin deH. S. Maine, sobre el que volveremos, nos impide hacer una aproximacinreal sobre este interesante aspecto.
A finales delXIXy primeros aos del XX el estudio del Folklore en otraszonas de Espaa gozaba ya de cierto desarrollo. Las Sociedades de Folklore
promovan la recogida de datos a escala local mediante cuestionarios, y mu-chas de ellas editaron revistas o boletines en los que divulgaban sus noticias.En1901el Ateneo de Madrid editaba una larga encuesta, sin duda de las me-
jores realizadas hasta el momento, para recoger informacin en el campo delas costumbres populares y en los tres hechos ms caractersticos de la vida: elnacimiento, el matrimonio y la muerte.
Por su parte, la Antropologa mereca desde haca aos un lugar destaca-do en los cursos de la Institucin Libre de Enseanza. Se discuten las teorasde Tylor, Wirchow, Lbbock, Spencer, Morgan, Bachofen y, salvo excepcionescentradas en la Sociedad antropolgica y en la Institucin, el evolucionismo esduramente criticado y repudiado. Se enfrentan dos corrientes bien definidas:la que considera a las Ciencias Sociales integradas en las Ciencias Naturales
y la que las incluye en las Morales y Filosficas. Esta dialctica (presente tem-pranamente en Santiago en algunas esferas) tiene un abundante reflejo litera-rio. En 1893 aparecen las Lecciones de Antropologa de Luis de HoyosSinz y Telesforo de Aranzadi, reeditadas en1899y1900, que influiran gran-demente en los estudios folklricos y etnogrficos.
Es factible que Tenorio se sirviese al menos de algunos de aquellos cues-tionarios que circulaban en Espaa, bien el de la Sociedad del Folklore an-daluz, (no hay que olvidar su origen) o bien del elaborado por la gallega yrepartido en1885o mismo el del Ateneo. Esto parece colegirse de ciertas coin-cidencias y de la ordenacin de los datos que sigue el autor en alguno de suscaptulos. Sin embargo, parece ser ajeno a las corrientes de pensamiento quecaracterizaban a la naciente ciencia antropolgica en la Pennsula. En aque-
llos aspectos que l engloba bajo el trmino derecho consuetudinario los es-tmulos semejan ser de otra procedencia. En este extremo la cita de Mainees interesante. Henry Sumner Maine, fundador de la jurisprudencia antro-
polgica, ej ercera a fines del siglo pasado y comienzos del actual una graninfluencia con sus estudios sobre el origen de las leyes y su teora de los tipos
polares ideales (modelo revitalizado luego por Redfield, si bien con conteni-do distinto), expuesta en su Ancient Law (1861). Su concepcin hegelianade la evolucin del Derecho debi estar muy presente en las enseanzas ju-rdicas de la Espaa finisecular. No es de extraar, pues, que Tenorio recu-rra en sus escasos excursos y explicaciones a la autoridad y a las ideas deMaine sobre el origen de las instituciones y el derecho primitivo. Debemos
pensar tambin en influencias de don Joaqun Costa, puesto que el autor lo
conoce y cita su Poesa popular espaola y Mitologa y Literatura celto-hispanas (1888) en sus Pobladores pre-romanos de Viana. Un cierto pa-ralelismo se reconoce entre algunos captulos del Colectivismo agrario deEspaa (1898) del pensador aragons y los primeros de La aldea gallega(tierras patrimoniales del Concejo, del vecindario, explotacin comunal, co-munidades de aguas, cofradas).
El libro es novedoso en otros aspectos. Creemos que es el primer intentoms o menos exhaustivo y global de recogida de datos etnogrficos de una co-marca homognea y definida. Represe que las recopilaciones y observacionesque en el campo folklrico se venan realizando pecaban de ser demasiado ge-nerales y de mltiples procedencias. No deja de ser curioso constatar que el que,andando el tiempo, llegar a ser el sistematizador de la etnografa gallega, Vi-
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cente Risco, publica hacia1913 o14, siendo an alumno de la Escuela Su-perior del Magisterio, un pequeo estudio de otra comarca, sin duda suprimer trabajo de ndole cientfica, Castro Caldelas. Monografa ge-ogrfica. Habr que aguardar a la creacin del Seminario de Estudios
galegos para que este tipo de monografas, anlisis pormenorizados de co-marcas, constituyan una de las bases fundamentales de nuestra investi-
gacin etnogrfica (Vila de Calvos de Randn, 1930, Terra de Meli-de, 1933, Santa Marta de Velle,1936).
Es preciso resaltar la manera quizs debiramos decir tcni-ca en que Tenorio realiza su investigacin. Recoge directamente lostestimonios recorriendo personalmente lugares y aldeas. Se trata, pues,de una observacin emprica de primera mano, s in encuestas cubier-tas por intermediarios ms o menos cultos y, por lo tanto, presumible-mente libre de las deformaciones que tal forma de hacer lleva muchasveces aparejadas. Sealamos ya que el libro se aparta por su enfoquede la normalidad de los pocos estudios de folklore efectuados hasta en-tonces en Galicia. Precisemos que es fundamentalmente descriptivo, li-neal, con una explcita inclinacin por los hechos asociativos y jurdi-
co-consuetudinarios y en el que son escasos los excursos y las explicacionesde lo o bservado y recogido. Las pocas explicaciones las procura Teno-rio en el campo de la Historia del Derecho. Ni una sola vez recurre acomparaciones o contrastes que, en ciertos casos, al menos para los ca-
ptulos III, IV y V, podra encontrar en autores contemporneos, cuyostrabajos le eran bien conocidos, como se desprende de su artculo sobrelos pobladores de Viana, o en libros sobre el derecho consuetudinariode Galicia, que seguramente no le seran desconocidos. Parece, pues,desprenderse que fue intencin del autor ofrecernos slo el testimoniode la vida cotidiana de las aldeas de la comarca de Viana, haciendoquizs mayor hincapi en aquellos aspectos sociales y econmicos, re-curriendo en pocas ocasiones a fuentes documentales histricas. Son
muchas las referencias que se presentan a la luz por primera vez, sob retodo algunos niveles organizativos q ue caracterizaban a las comuni-dades rurales por l observadas. A modo de ejemplo pueden citarse elconcejo de aldea, las particiones de agua, la organizacin de la seitu-ra o la asociacin de segadores, interesante consorcio que rega el durotrabajo de las cuadrillas en la siega de Castilla. Tal vez la formacin
jurdica del autor le lleve a ser menos preciso en los captulos donde es-tudia fenmenos ms estrictamente folklricos, como son el carnavalo las creencias de la comarca (entre aqullas las interesantes reunionesa la luz de la luna, que constituye el pasaje ms citado del libro quenos ocupa) y en los que se pueden notar algunas ligeras confusiones(trasgo-diablo, por ejemplo). Aqu el lector informado podr echar de
menos una serie de elementos etnogrficos caractersticos del folklo-re gallego y que el autor no recogi en su relato.Para finalizar, podemos congratularnos de que nuestro juez andaluz
nos legase este hermoso libro, que nos permite adentrarnos en el mundo di-fcil y sufrido de las aldeas serranas de la Galicia sudoriental en los pri-meros aos de nuestro siglo. Congratularnos tambin porque su reedicinacaba con su extremada rareza, devolvindonos este sugestivo relato, quedesde ahora est llamado a ocupar el lugar que le corresponde en nuestrabibliografa antropolgica.
Carlos Garca Martinez
Compostela, Enero1982
para el lector
En el ao de 1900 fui trasplantado desde Sevilla a la provincia de Orense yPartido judicial de Viana del Bollo, por obra de mi suerte y del entonces Mi-nistro de Gracia y justicia que me nombr juez de 1 instancia e Instruccinde aquellas tierras, despus de varios aos de aguardar la entrada en la carre-
ra como Aspirante a la judicatura. Rara vez, por no decir nunca antes, habasalido de la hermosa regin de Andaluca, y las necesidades del cargo me hi-cieron estudiar el pas, para m nuevo, donde iba a desempearlo. A medidaque observ las gentes, sus costumbres y manera de vivir, not la gran diferen-cia que exista con las andaluzas, y ciertas particularidades que entraban delleno en el derecho consuetudinario, y pens, sera por lo menos curioso, reu-nir apuntes de lo observado, a lo que quizs me determin la aficin que sedespertaba al estudio de ese derecho y de la economa popular de las distintasregiones de Espaa.
Poco a poco y con gran trabajo, como indico en el texto, reun los apun-tes que despus constituyeron el estudio que ahora publico, escrito en aquellosdas de invierno en que por estar lloviendo o nevando de continuo no poda
salir de la casa y a veces de mi habitacin, y cuando las atenciones del Juzga-do me lo permitieran.Es evidente, que para haber podido observar bien las costumbres de los
aldeanos de esa parte de Galicia, se necesitaba convivir con ellos en ciertos mo-mentos y fue preciso que me trasladara, alguna que otra vez a las aldeas, es-
pecialmente en poca de fiestas. Esto, que nada tena de particular y que porello no dej nunca desatendidas las obligaciones del Juez, fue causa de que al-
gunos personajes de Viana, que confundieron lastimosamente por malicia yfalta de discernimiento mi manera de proceder, se valieran del caso y tratarande mortificarme, sin conseguirlo, porque no me adaptaba como Juez a sus gus-tos y procedimientos caciquiles.
Hubiera quedado lo escrito entre mis papeles y para recuerdo de aquel
tiempo, a no haber hecho conocimiento y amistad estrecha en esta ciudad deCdiz con el ilustre magistrado de su Audiencia Sr. D. Manuel Polo. Aficio-nado el Sr. Polo, como yo, a los estudios histricos y sociales, le habl ciertoda de estos apuntes; me hizo que le leyera parte de ellos, y desde entonces, siem-
pre que nos hemos visto o paseado juntos me ha instado para que los publi-que. Le doy gusto hacindolo, pues ello no cuesta ms que unas cuantas pese-tas para el impresor lvarez, que no valen la pena comparadas con la satisfaccinque experimento, complaciendo a tan buen amigo.
Ya sabes, lector, cmo y por qu escrib lo escrito, aunque nada te importe, ya ms la razn de haber estado guardado varios aos y que ahora lo publique.
capitulo i
1. Descripcin del Partido Judicial de Viana del Bollo en el anti-
guo reino de Galicia.
El Partido judicial de Viana del Bollo, sito en el antiguo Reino de Ga-
licia y extremidad oriental de la Provincia de Orense, en donde toca
con la de Zamora y Portugal, lo forman los Ayuntamientos de El
Bollo, Viana del Bollo, Villarino de Conso, La Gudia y La Mezqui-
ta. Entre todos renen ochenta y dos feligresas, correspondiendo de
ellas veintiuna a El Bollo, cuarenta y una a Viana, diez a Villarino de
Conso, nueve a La Gudia y siete a La Mezquita, siendo la villa de
Viana del Bollo la capital del Partido.
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Confina este, al Norte con el Partido judicial de Villamartn de
Valdeorras; al Sur, con Portugal; al Este, con el Partido judicial de
La Puebla de Sanabria, en la Provincia de Zamora, y al Oeste, con
los de La Puebla de Trives y Verin, en la misma de Orense. El terre-
no es muy escabroso y quebrado, predominando las rocas granti-
cas y cuarzosas, entre las que suelen encontrarse algunos minerales
de hierro y estao. Los montes principales son: al E. las Sierras Se-gundera y de Porto; al S. los montes de Las Frieiras y Sierra Seca, y
al O. los del Invernadero y Sierra de San Mamed, de donde se de-
rivan otros que cruzan todo el Partido, hallndose entre ellos algu-
nas explanadas y pequeos valles, con tierras de regular calidad para
el cultivo.
Atraviesan el territorio varios ros y gran nmero de arroyos; el
principal de todos es el Bibey, en cuya ribera est fundada Viana,
sobre una eminencia rodeada por el agua en su mayor parte y muy
cerca del sitio donde se unen el Bibey y el Camba. Nace el Bibey en
la Sierra Segundera y el Camba en los montes del Invernadero. Tam-
bin toman su origen en estos montes el Conso, a cuyas mrgenes
se extiende el valle de su nombre, y el Cenza, que cae en el Consocerca de Villarino con un salto de muy cerca de setenta metros de al-
tura. En la tierra de El Bollo, existen adems el Jares, que nace en la
Pea Trevinca, y varios arroyos sus afluentes, y en las Frieiras, ms
afluentes del Diabredo que fertilizan las tierras con sus aguas repar-
tidas por canales de riego.
El clima es fro y los terrenos de calidad inferior; en los valles
estn destinados a praderas; en los dems sitios cultivan la vid, el
castao, centeno, patatas, lino y legumbres, siendo de notar, en la
parte dedicada a la vid, que es frecuente que se haya hecho la plan-
tacin rompiendo la roca a pico, y ver construidas, en las vertientes
de los montes, paredes escalonadas para contener las tierras. Hay poca
industria; consiste casi toda en el hilado y tejido de lienzos ordina-rios y telas de lana basta que batanean; algn molino harinero mo-
vido por el agua y un poco de cerera; despus de la agricultura, la
cra de ganados es la principal base de la riqueza: lo hay vacuno, de
cerda, lanar y cabro. El caballar es escaso; las yeguas las dedican a la
produccin de mulos. En los montes abunda la caza mayor y menor
y los ros cran muy buenas truchas y otros peces pequeos.
La difcil comunicacin con centros de mayor cultura, es causa
de que se hayan conservado en este rincn de Galicia, y especialmen-
te en las aldeas de lo que llaman la montaa, muchos usos y costum-
bres que son, a mi entender, supervivencias de un estado social muy
antiguo que se ha ido modificando con el tiempo; usos y costum-
bres que se refieren a la constitucin de la misma aletea, a las formasy maneras de cultivo, a las fiestas pblicas, a las supersticiones, y es-
pecialmente, a la constitucin de la familia aldeana. He observado
directamente algunas de estas prcticas pblicas y familiares, y ellas
me darn la materia para el trabajo presente, advirtiendo, a guisa de
preliminar, que por haber estado el territorio desde antiguo someti-
do a la legislacin general, no existe derecho consuetudinario escri-
to; que los documentos pblicos se revistieron siempre de las forma-
lidades necesarias para que fuesen vlidos, y cuesta gran trabajo separar
en ellos lo que pertenece a la costumbre de lo que es derecho gene-
ral, y por ltimo, que dado el carcter de los aldeanos montaeses,
quienes desconfan de todo por creer que cualquier noticia acerca de
su vida o la de su familia puede perjudicarles en la hacienda, es dif-
cil y penoso enterarse bien de sus costumbres.
2. La aldea: su fundacin
La aldea gallega en general, y las del Partido judicial a que me refie-
ro, es un organismo social muy digno de ser estudiado. Constituyela aldea un grupo de poblacin bastante pequeo; cuarenta a sesen-
ta casas habitadas por otras tantas familias. La Iglesia en donde se ve-
nera el Santo patrono preside el poblado, soliendo ser edificios pe-
queos y de escaso mrito artstico, a los cuales rodea una extensin
de terreno llamado atrio, que es a la vez cementerio de los aldeanos.
Las aldeas estn fundadas en los sitios donde el terreno es ms fruc-
tfero, en las vertientes de los montes, al respaldo de los vientos, en
los pequeos valles, cercanas a las corrientes de los ros y arroyos,
cuyas aguas utilizan los aldeanos para el riego. Es indudable que mu-
chas de ellas se poblaron despus de la reconquista; pero las ms mon-
taosas parece que tienen mayor antigedad.
Por el actual sistema de organizacin administrativa, la villa opoblado, Cabeza de Ayuntamiento, preside cierto nmero de alde-
as que lo forman; independientemente de esa organizacin, la aldea
tiene la suya propia regida por la costumbre. Hay en ella un conce-
jo director, propiedad comunal, prcticas determinadas de cultivo,
fiestas pblicas, y se encuentran algunas familias organizadas en forma
distinta de la comn de derecho.
De los tres crculos sociales de la organizacin celtbera, tribu,
clan y familia, el segundo parece haber sido el progenitor de la aldea.
El clan estuvo constituido por la reunin de todas las familias de co-
laterales que procedan de un solo ascendiente, agrupadas alrededor
de su jefe; la aldea procede de un corto nmero de familias que han
ido aumentando por las uniones sucesivas de varones y hembras yalgn elemento extrao de otro grupo de poblacin cercano que ha
venido a la aldea. Los individuos del clan fueron parientes entre s y
descendan todos de una sola pareja; el parentesco se halla tan exten-
dido entre los aldeanos de cada grupo, que en el mayor nmero de
casos no pueden casarse cannicamente sin licencia, siendo cada vez
ms cercano con poco que se suba en la lnea ascendiente, de donde
procede el que haya aldeas en las cuales las dos terceras partes de los
moradores tengan un solo apellido. El clan obedece a un jefe; hasta
hace poco, la aldea elega de entre los suyos al llamado Postor, a quien
todos respetaban y que tena cierta autoridad, cargo que hoy existe
en algunas y recae casi siempre en el varn ms anciano o que tiene
ms prestigio por su talento y honradez. El clan tena sus dioses (dii-gentiles) y su totem que lo diferenciaba de los dems; la aldea tiene
su santo patrono, tutelar del poblado, distinto en cada una y a quien
veneran especialmente. El clan fue una pequea poblacin o behe-
tra situada en un altozano o tozal; de pocas casas consta la aldea, es-
tando fundadas en los altozanos o en los valles, donde es ms fruc-
tfero el terreno.
La aldea se form de la reunin de varios casares y el casar fue la
primera habitacin y tierra de la familia, La fundacin se verific, se-
parndose una o varias familias de un ncleo mayor de poblacin y
establecindose en el sitio que encontraron ms apropsito, constru-
yendo casas y roturando la tierra en extensin suficiente para aten-
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der con sus frutos a la subsistencia. El crecimiento natural y la pose-
sin continuada del suelo hicieron lo dems. Este sistema de poblar
fue el que se emple por los nobles gallegos y los monasterios en sus
tierras durante la edad media y parte de la moderna, con la condi-
cin del foro y el vasallaje, por la cual conservaron el dominio direc-
to de las propiedades y la jurisdiccin sobre las personas; pero el abo-
lengo del casar es ms aejo. De las antiguas escrituras forales sededuce que las aldeas que proceden de su tiempo nacieron en la forma
dicha anteriormente. En la escritura de foro del Casar de Otero de
Raygada, que se otorg entre doa Juana de Castro, seora de la tie-
rra, y Juan Gmez, en la villa de Manzaneda, a 5 de Enero de 1409,
cuyo original poseo, se lee uos affuero el my casar de otero sito en
raygada con todas sus casas y eredades arbores y prados e pastos e di-
visos, y ms adelante fuera ende que uos non afuero la eredad de
palleyros porque la quiero para fazer enella un casar que sy fuere mo-
rado sea del que lo morare. Lo que en 1409 era leyra de Palleirs,
tierra apropiada para el cultivo de cereales, que es a la que llaman lei-
ros en el pas, hoy est convertido en aldea de Palleirs, compuesta
de treinta y cinco edificios y cerca de ciento cincuenta habitantes.Puede asegurarse que el casar gallego fue hermano gemelo del
solar de cinco cabnadas de huerto, casa y era, que constituy el he-
redamiento del labrador a fumo muerto de Castilla e inalienable
como l. Todava en el siglo XVI se encuentran noticias por las que
se llega a saber que el casar gallego se compuso de la casa habitacin
de la familia y una cantidad de tierra fija unida a l. En el inventario
de los bienes dejados por Juana Garca, de Quintela, ao de 1591,
que existe en el protocolo correspondiente a este ao en la Notara
de Viana del Bollo, se halla una partida que da idea bastante exacta
de lo que fue el primitivo casar y su identidad con el solar castella-
no. Dice yten un casar redondo de casa e prados eredades prados
e lamas y arbores con fruto e sin el e lo ms al dcho casar anexo eperteneciente en el cual estan sembrados cinco moyos de pan a lle-
nas e ocho jeiras de dos bueyes de una balbuena. Pero, en la poca
de la inforacin, el casar se modifica merced a la influencia del dere-
cho romano en las costumbres y el desenvolvimiento de las ideas in-
dividuales, y pierde poco a poco su condicin primitiva, pudiendo
enagenarse y an volverlo a dar en foro el que as lo recibi. La por-
cin de tierra, de fija que era, se convirti en variable, siendo unas
veces propiedad colectiva de la familia y otras patrimonio individual,
llegando hasta la poca presente en que slo se conserva un recuer-
do del antiguo casar, al encontrar que se da este nombre al conjun-
to formado por la casa y la propiedad de cada uno de los vecinos de
la aldea, como puede verse en las inscripciones de los que llaman Li-bros de avances, de que dar razn ms tarde.
3. Condicin Social de los Aldeanos
La propiedad es quien determina la condicin social de los aldeanos,
siendo distinta segn la mayor o menor porcin de su riqueza: unos
son labradores, otro: obreros. Llaman labrador al individuo que tiene
casa propia con varias parcelas de tierra que constituyen el casar, unas
para sembrar pan, otras con castaos y robledales, algn prado que
produce buena hierba y mejor pasto con que mantienen la facenda.
Adems, el labrador ha de ser dueo por lo menos de una pareja de
vacas y su casa hallarse provista de mantenimientos para la familia y
de los tiles de labor comunes y necesarios en el pas. El carro y el
arado, que poco o nada variaron en su forma desde la poca antigua,
uno que emplea para mover la tierra, el otro para la conduccin de
mieses, granos y leas; la grada o rastrillo, con que allana los terre-
nos antes de sembrar ciertos frutos; la guadaa para segar el prado,
la hoz, la azada, guincha, macheta, podadera y dems instrumentosmanuales. Es dueo el obrero de menor propiedad y no tiene gana-
do. Posee una casa o parte de ella, pues raro es el aldeano que no
tiene casa propia, aunque se componga solamente de una habitacin
y la cocina. La propiedad se reduce a un pedacito de huerto, en donde
siembra legumbres, especialmente cierta variedad de col cuyas hojas
utilizan como verdura en la confeccin del caldo, una de las bases de
su alimento, y lleva en foro o arrienda alguna leirapara pan o sem-
brar patatas con que criar el cerdo. Labradores y obreros viven en la
aldea en armona y se auxilian mutuamente.
4. El consejo de la Aldea
Los aldeanos practican la autonoma por costumbre, sin que entre
ellos haya barajas ni contiendas, debido sin duda, a la extensin del
parentesco, por cuya causa las familias viven en paz. Siempre se les
encuentra unidos para rechazar lo que les perjudica y defender lo
que creen beneficioso a sus intereses. El cuerpo director de la aldea
se conoce con el nombre de Concejo. Se compone el Concejo de la
aldea de todos los hombres mayores de edad, cada uno de ellos re-
presentando una de las familias de labradores u obreros de las que
habitan en la aldea. No es condicin precisa que sean casados; basta
con que cada uno represente la casa o familia a que pertenece, por
lo cual forman parte de este organismo los hijos de viudas mayores
y solteros que viven con sus madres, y aquellos otros que tienen casaseparada de la paterna. Estos son los que deliberan y acuerdan; pero
a las reuniones del Concejo pueden asistir todos los hombres de la
aldea. Celebran las juntas los domingos y das festivos, generalmen-
te despus de la misa de precepto, por ms que en caso de urgencia
se rene el Concejo en los das de trabajo. Es costumbre convocar-
lo a toque de campana o voz de pregn; dos badaladas despus del
segundo toque es la seal de que comienza la junta, constituyndo-
se al aire libre y en el atrio de la Iglesia. Preside, hoy el Alcalde pe-
dneo, antes el Postor, elegido en concejo por los mismos aldeanos.
En la reunin, todos estn de pie y cubierta la cabeza; el que presi-
de se coloca en sitio ms alto que los dems, para que as puedan
or mejor lo que dice. Abierta la sesin, el presidente da cuenta delos asuntos a tratar, primero uno, despus otro y as sucesivamente.
Cada aldeano de los que asisten tiene derecho a exponer su opinin
acerca de lo que se discute, y toman los acuerdos con arreglo al pa-
recer de la mayora. Es costumbre que todos se cumplan con fideli-
dad por los vecinos de la aldea.
Se tratan en concejo asuntos de ndole distinta; unos son y se re-
fieren propia y exclusivamente a la aldea, otros se relacionan con la
organizacin administrativa del Ayuntamiento a que pertenece. En
stos, el Concejo sirve de intermediario para la publicacin de los
acuerdos municipales y bandos de buen gobierno; en aqullos se
muestra como representacin y organismo propio de la aldea. Uno
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de los principales asuntos de que se ocupa el Concejo, es el nombra-
miento de Postor; el Postor puede considerarse hoy con el carcter
de sndico de la aldea. En unas, lo eligen por San Juan, recayendo el
nombramiento en aqul que obtiene mayor sufragio; en otras, des-
empean el cargo todos los que son individuos del Concejo, uno
cada ao. La votacin se hace de viva voz y nominalmente, siendo
casi siempre el elegido el aldeano que por su carcter y edad goza demayor autoridad y ascendiente entre los dems. El Postor es el encar-
gado de guardar los pesos y medidas fieles de la aldea, las herramien-
tas propiedad de ella y que usan en los trabajos comunales, y susti-
tuye al Pedneo cuando se ausenta o enferma.
Adems del nombramiento de Postor, se ocupa el Concejo de
todo aquello que interesa al bien general de la aldea. Acuerda cun-
do y por quines se ha de hacer la compostura de los caminos veci-
nales y veredas del trmino; nombra los guardas para el campo, se-
alando la cantidad que en dinero o en especie ha de pagar por el
servicio cada vecino; reparte cuotas, para comprar herramientas cuan-
do se necesitan en la aldea, y otras para el sostenimiento del horno
donde todos cuecen el pan; trata del arrendamiento u ordenacin delos pastos de la lama; nombra, en los meses de Abril, Junio y No-
viembre, los vecinos que, acompaando al Postor, han de hacer el
recuento de los ganados lanar y cabro y confeccionar la tarja; acuer-
da la compra de perros para que acompaen y defiendan el ganado
de la aldea, y se ocupa de otros asuntos de menor importancia. Los
acuerdos del Concejo no se escriben, pero no por ello dejan de cum-
plirse por el vecindario.
Merece ser citada separadamente la costumbre de Pradorramis-
quedo, de Viana, referente a la forma cmo el Concejo de la aldea
reparte y paga los impuestos de contribucin territorial y de consu-
mo. A su tiempo, se rene el Concejo y elige dos vecinos que bajen
de la montaa a la villa, paguen lo que corresponda a la aldea porambos impuestos y recojan los recibos del ao. Los comisionados
cumplen el mandato, y a la vuelta a la aldea dan cuenta de cunta
fue la suma pagada, presentando los recibos; el Concejo, en la misma
Junta, reparte la cuota proporcionalmente, segn la riqueza de cada
vecino, sin preocuparse para nada de la cantidad que le asign la Ad-
ministracin. No hay memoria de protestas por el reparto, que todos
aceptan casi sin discutirlo, y en la prctica resulta ms equitativo que
el oficial.
5. Propiedad comunal de la Aldea
La aldea tiene su propiedad comunal rstica y urbana. A pesar de ha-berse apoderado el Estado de casi todos los bienes de los pueblos, en
el mayor nmero de las aldeas existen tierras de propiedad y disfru-
te comn. Esta costumbre reconoce por causa la necesidad de esos
bienes para la vida de la aldea, y tiene tal arraigo, que hay algunas,
como las de Pijeiros, El Castro y La Bouza, de Viana, que cuando
fueron vendidos sus propios en subasta pblica, cada uno de los po-
blados compr la porcin de su trmino, que hoy disfrutan comu-
nalmente. Las tierras de la aldea llevan nombre distinto, segn la clase
de aprovechamiento a que estn dedicadas. Llmense lamas las des-
tinadas solamente a pastos para el ganado vacuno, y montes a las que-
bradas que producen pastos, aunque en cantidad menor, y adems
leas. Los montes distan algo del poblado y su aprovechamiento lo
hacen en distinta forma que el de la lama. El Concejo de la aldea es
quien lo regula, cuidando especialmente de las lamas por ser mejo-
res los pastos y grande la importancia del ganado vacuno entre los
labradores.
La lamade la aldea se arrienda o la pasta comunalmente el ga-
nado vacuno de todos los vecinos. Cuando el Concejo acuerda elarrendamiento de la lama, se hace en los primeros das del mes de
Enero, por subasta, y adjudicndose al mejor postor. El acto es p-
blico, se celebra a la puerta de la Iglesia, y en contrato verbal; basta
slo que el Concejo adjudique el arrendamiento a uno de los posto-
res, para que todos los vecinos respeten el acuerdo. Cobra la renta de
la lama el alcalde pedneo o el postor, y se invierte en beneficio de
la aldea. Conozco casos, en que con ella costearon las construccio-
nes de fuentes de agua potable; otros, en que sirvi para la fbrica de
algn pontn de paso en arroyo caudal, y tambin hay veces en que
el postor o el alcalde suelen aprovecharse de ella, pero son las menos.
Hasta hace poco, en la villa de El Bollo, con la renta de la lama pa-
gaban al mdico su servicio de asistencia a los vecinos enfermos; hoy,con esos fondos atienden a la recomposicin de los caminos vecina-
les y gastos de las fiestas del Santo Patrono del pueblo. El arrenda-
miento de la lama es por aos, repitindose la subasta cuando llega
el mes de Enero. Si la lama no se arrienda, los pastos que produce se
aprovechan comunalmente por el ganado de todos los vecinos. Co-
mienza el pasturaje, de la primera porcin en que se divide, en el mes
de Abril, y dura hasta San Pedro, final del mes de Junio, que es el
tiempo que los prados necesitan para criar la hierba de siega. Cada
vecino puede mandar a la lama todo el ganado vacuno que posea,
sin tener en cuenta el nmero de cabezas, pero est prohibido que
paste en la parte reservada para Otoo, y que entre en la lama otra
especie de ganado que no sea la dicha. Las dems porciones de lalama se aprovechan desde Octubre a Diciembre, en la misma forma.
La existencia en las aldeas de estos terrenos de pastos es de grandsi-
ma importancia y utilidad, pues establecidas las reservas de que hice
mencin, los labradores tienen siempre algo que dar de comer al ga-
nado de labor, siendo las pocas del pasturaje de las lamas aquellas
en que los prados comienzan a criar la hierba que ha de segarse, y
cuando despus de segados no han producido todava pastos apro-
vechables. En algunas aldeas hay tambin la que llaman lama de los
cerdos, y est dedicada a esta clase de animales.
6. Aprovechamiento de los montes y reparto de las tierras entre
los vecinos
El aprovechamiento de los montes lo practican en dos formas distin-
tas: o para pastos, o roturando peridicamente las tierras para sem-
brar centeno. Los pastos que los montes producen se aprovechan por
todos los ganados de la aldea, sin distincin de clases; lo mismo lle-
van las vacas y bueyes al monte, que las ovejas, cabras y cerdos. En
algunas aldeas acotan parte del monte para que paste en ella, duran-
te el verano solamente, el ganado vacuno. A esto llaman coutadas, y
para que produzca buena hierba, hacen rozas y quemas en los sitios
que creen ms a propsito. Esta costumbre es muy general en las al-
deas ms montaosas, y especial de las situadas en el llamado valle
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de Conso, que pertenecen al Ayuntamiento de Villarino. En cuanto
a las leas, es lo usual que los montes slo produzcan brezo y reta-
mas, y cada aldeano utiliza las que necesita para su casa.
El reparto de tierras para sembrar, es costumbre que he observa-
do en las que llaman aldeas de la montaa, del Ayuntamiento de
Viana. Por lo general, las tierras que aprovechan para el caso pertene-
cen al Estado y las disfrutan por un canon o contribucin de mon-tes, que pagan entre todos. En Villaseco de la Sierra, los repartos son
anuales; en otras aldeas, como Ramilo y Cepedelo; son peridicos,
generalmente cada cinco aos. Dedican las rozas al cultivo del cen-
teno y a la siembra de patatas. La poca del reparto es la Primavera:
se rene el Concejo de la aldea, nombra dos aldeanos prcticos que
en el sitio ms aprovechable del monte hagan la divisin de las par-
celas, tantas como vecinos, y despus las sortean entre todos. Hacen
el sorteo con papeletas; en unas inscriben el nombre del vecino, en
otras, el nmero de las parcelas, las echan en un cntaro y un mu-
chacho pequeo las saca: cada uno recoge la papeleta de la parcela
que le toc en suerte. Todos entran al sorteo, y el vecino que no quie-
re utilizar su parte, puede cederla a otro: generalmente, lo hacen acambio de trabajo para su campo. En lo roturado, casi siempre cogen
dos cosechas, y cuando levantan la ltima dividen y sortean otra parte
del monte, dejando balda la parte aprovechada antes. Estas rozas
proporcionan a la aldea dos ventajas: primera, que las cosechas se
producen con poqusimo trabajo, pues apenas si remueven las ceni-
zas que dej en la tierra el monte quemado, para sembrar el cente-
no; y segunda, que las quemadas dan despus mejores pastos, apro-
vechables para el ganado vacuno, en las pocas en que los prados y
lamas apenas tienen yerbas. Durante el verano es cuando rozan y
queman el monte, para que la tierra recoja bien las primeras aguas y
se ponga en condiciones de sembrar.
7. El horno de la aldea
Cada aldea tiene un horno comunal, donde se cuece el pan de todos
los vecinos. Los hornos estn construidos dentro de una caseta en
un extremo de la aldea y tienen sitio suficiente para que no se moje
la lea en invierno, y otros con tablas, donde ponen a levar la masa.
El primer horno de la aldea se coste por todas las familias del po-
blado; los actuales se reparan y conservan por las de hoy. Cuidar del
horno es atribucin, o mejor deber, del Concejo. Cuando hace falta
repararlo, se rene, acuerda la reparacin, encarga al alcalde de ba-
rrio que se haga en forma; y despus de concluida, se vuelve a reu-
nir el Concejo y reparte a prorrata el gasto entre los vecinos. La llavedel horno est en poder del alcalde, y por costumbre, lo usan turnan-
do y seguidamente; cada vecino cuece su pan cuando le toca.
El amasado del pan de centeno, que es el que se come en la aldea,
es faena de las mujeres y tiene dos partes. Primero mezclan la harina
con agua y sal y disuelven la levadura, faena que se hace en la casa
en grandes artesas de madera que llaman maseiras, donde primera-
mentepeneiraron la faria; despus ponen la masa en cestos grandes
de madera que forran con paos de lino y la dejan fermentar toda
junta, siendo necesario en invierno acercarla al fuego para que leve-
de. En los mismos cestos la llevan al horno, y, mientras se caldea ste,
hacen los panes sobre tablas que hay dispuestas para el caso. Aqu
acaba de levar el pan y ponerse en condiciones de ser cocido. Cada
pan pesa generalmente de cinco a seis libras gallegas, doble de las cas-
tellanas, que el sistema decimal se aplica poco o nada en la aldea. Las
mujeres tienen cierta supersticin acerca del amasado, y cuando co-
locan la masa en el cesto para que fermente, hacen en ella con la
mano tres cruces recitando quedamente lo que sigue: Santa Maria
me d boa faria. San Mamede la levede. San Vicente la acrecente. San Juante faga boo pan. El horno es el sitio de reunin de los mozos de la
aldea, sobre todo en el invierno, pues como las muchachas ayudan
a sus madres en la faena de la confeccin del pan, al horno acuden
los mozos para charlar con ellas, que se puede atender a la masa y
parrafear al propio tiempo.
8. Los libros de Avances
Todas las aldeas tienen sus Libros de avances. Llaman as a unos cua-
dernos de papel de hilo en donde se encuentra inscrita la propiedad
individual y familiar de la aldea. Las inscripciones aparecen hechas
en conjunto, por casares, con ttulos separados, y algunas hojas blan-cas para anotar las variaciones que con el tiempo pueda sufrir el
casar. Cada casar o casal comprende la casa habitacin de la fami-
lia o individuo a quien pertenece y adems la propiedad rstica de
que es dueo. Hay aldea que tiene varios libros de avance, pero el
que rige es el ms moderno que lo forman de acuerdo todos los ve-
cinos, cuando las variaciones de la propiedad fueron muchas des-
apareciendo unos casares y crendose otros. En el libro la riqueza
est valuada por ducados; encontrndose la contabilidad y sistema
monetario antiguo, amalgamados con lo moderno, pues cada cinco
ducados de capital son tres pesetas de lquido imponible. Guarda y
conserva los libros de avance, el aldeano que es ms conocedor de
las tierras del trmino de la aldea, y pasan de padres a hijos mien-tras estos tienen la confianza de los dems; caso de perderla, se re-
nen y acuerdan quin ha de tener los libros de avance. Cuando hay
trasmisiones de la propiedad por contrato o por herencias, los inte-
resados acuden a quien guarda el libro para que tachen las fincas en
el casar del uno y la inscriba en el del otro; abriendo, caso necesa-
rio, asiento nuevo a nombre de aquel que no aparece con casar. Por
lo general, estas operaciones las practican en la poca del ao en que
el Ayuntamiento de la villa da las altas y bajas en la contribucin te-
rritorial; entonces acuden los aldeanos a la Secretara con las notas
del libro, para que se le aumente al que adquiri, la parte de contri-
bucin que corresponda a sus predios, o se cambie a nombre de los
herederos lo que pagaba su causahabiente. Tambin tiene el librouna seccin para los hacendados que no viven en la aldea.
Del cuaderno de avance de Mourisca he copiado las notas que
siguen para que se forme idea exacta de la forma cmo hacen las ins-
cripciones: Casal de Inocencio Boan: la casa de habitacin, era prado
y dems accesorios, cabida catorce ferrados; linda calle pblica y lama
comn en setenta y cinco ducados 75. un souto a olecera, cabida
seis ferrados; linda Francisco Barros y prado de D. Francisco Yez,
veinte y ocho ducados 28 una via o cabaxe, cabida ocho jorna-
les, linda Francisco Barros y Ramona Rodrguez, doce ducados 12
una cortia, la de atrs de la casa, cabida cuatro ferrados, linda Se-
bastin Vidueira y camino, veinticinco ducados 25 una tierra a Pe-
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reira, cabida dos ferrados, linda Francisco Domnguez y camino, dos
ducados 2 otra as cintas, cabida cuatro ferrados, linda Juan Anto-
nio Casares, cuatro ducados 4.
En el asiento que corresponde al casar de D. Jos Villanueva se
lee: un prado o bol, cabida dos ferrados, linda D. Antonio Armada
y lama comn, en doce ducados 12. La finca que antecede pas al
casal de D. Melchor Courel de Viana = en el de D. Francisco Do-mnguez, al final de todas las inscripciones = de este casal se le qui-
tan dos partes y se le agregan al casal de Juan Antonio Casares, diez
ducados 10 y en el de Pedro Yez se agregan al casar de Pedro
Yez la riqueza siguiente continan unos cuantos asientos de fin-
cas, notndose en otros casares iguales o parecidas alteraciones.
capitulo iicostumbres agrcolas de la aldea
1. El ao de los labradores
El ao agrcola en esta parte de la regin gallega es diferente segn laclase de cultivo a que aplican la tierra. Para los arrendamientos de
prados y dehesas, principia el ao al par que el natural y dura como
ste de Enero a Diciembre; para las tierras de labor es de Marzo a
Marzo. Los arrendamientos de las fincas se hacen con arreglo al ao
agrcola, variando en su duracin de uno a cuatro, siendo la fecha en
que se avisa al colono que deje las tierras por el mes de Agosto, que
es cuando pagan las rentas. Es muy general que el precio del arrien-
do se estipule en especie, centeno casi siempre, y tambin, que el
arrendatario pague la contribucin de la finca arrendada. Cuando el
ao es malo y no hay cereales o la tierra produce poco, reducen la
mitad de la renta a dinero, valundose el grano al precio de venta en
el mercado. La distincin del ao segn la clase de fincas est en re-lacin con los cultivos.
Las tierras de labor requieren diferentes faenas antes de la siem-
bra. Un refrn de las aldeas marca las pocas de hacer las labores;
dice, decrua en Mayo, bina en San Juan, esterca ben e coieras boo pan; falta
en l una labor porque son cuatro el estercolado o abonado de las
tierras y tres aradas que llaman decrua, bina y alevanta. Las leyras dan
centeno a ao y vez; es decir, estn divididas de modo que cada cua-
tro aos produzcan dos cosechas, recibiendo a su tiempo las labores
indicadas. Al conjunto de tierras de la aldea sembradas de centeno,
lo llamanfaceirade la aldea.
Sacan los estircoles al campo, al final de Septiembre o princi-
pio de Octubre y los dejan dentro de las heredades en pequeosmontones hasta la poca de la decruao primera arada. Estos abo-
nos se componen de lo que llaman estrume; hojas y ramas peque-
as de robles y tojo, y adems el excremento de los animales. En el
mes de Mayo reparten el abono por la tierra, operacin casi siem-
pre de mujeres, y el arador o aradores con el ganado hacen la pri-
mera labor o decrua. Por San Juan dan la segunda arada o binay en
Agosto la tercera o alevanta, quedando con ellas la tierra dispuesta
para ser sembrada.
La siembra del centeno la hacen en dos formas diferentes, en
surco y a voleo, prefirindose la primera porque da mejor resultado.
En la montaa echan el grano a la tierra en el mes de Septiembre y
en la ribera en Octubre. En algunas aldeas tienen la costumbre de
hacer pastar el centeno por el ganado vacuno por Diciembre y dicen
que as se cra ms fuerte, y en la primavera lo limpian de yerbas
malas, faena que tambin es de las mujeres. En los meses de Marzo
y Abril siembran la patata y el lino. El trabajo para la siembra de ce-
reales lo hacen en el mayor nmero de aldeas axeiray tornaxeira.
2. La xeira y la tornaxeira
La escasez de numerario en que generalmente viven los aldeanos,
debido a que en proporcin son mayores los tributos que pagan
que los frutos producidos por la tierra, es causa de la supervivencia
de ciertas prcticas y costumbres. Es frecuente que cambien entre
s los productos de sus propiedades sin que intervenga el dinero, y
tambin se observa cierta mancomunidad para el trabajo de la tie-
rra, sin que haya otra remuneracin que los servicios compensados.
Lo primero no es otra cosa que la prctica del contrato de permu-
ta, uno de los primitivos en la historia del derecho, y la mancomu-
nidad en el trabajo se exterioriza por la costumbre de la que llamanxeiray tornaxeira.
En el lenguaje del campo, el vocablo gallegoxeiraexpresa siem-
pre la idea de medida, y se usa en dos sentidos distintos; uno con re-
lacin a la tierra, otro referente al trabajo que se necesita para hacerla
producir. Unaxeirade tierra es la extensin de sta que pueden labrar
en el da dos vacas uncidas al arado con un hombre que las gua; una
xeirade trabajo es el da de labor de la yunta y el gan. Tornaxeira
vale tanto como devolucin de laxeirao del beneficio recibido por
ella, y esta es la causa de que la idea que encierran los dos vocablos se
pueda interpretar por trabajo hecho y trabajo devuelto. La xeiraes,
pues, el trabajo del labrador y su ganado en beneficio del obrero; la
tornaxierael de ste para el labrador como recompensa. Cadaxeiradellabrador se computa por cuatro jornales del obrero.
Por causa de la topografa del terreno, la clase de plantaciones y
la variedad de las faenas agrcolas del ao, hay casos en que se nece-
sita el auxilio del ganado y otros en que son imprescindibles los bra-
zos del obrero. Sera muy difcil y penosa la preparacin de las tie-
rras y siembra del centeno sin la ayuda de la yunta y el arado, y ms
todava el trabajo de las vias y el arranque de las yerbas malas en los
terrenos sembrados de patatas, haciendo la labor con animales. La
xeira y tornaxeira facilitan las operaciones campestres de la aldea; los
aldeanos labran en grupos, como si las tierras fueran comunes a cada
uno de ellos, y los individuos y familias aprovechasen para s una
porcin mayor o menor de los productos.A su poca, los labradores hacen el trabajo de preparacin de las
leyras que han de sembrarse, tanto suyas como de los obreros del
grupo, y ms tarde, los necesarios para echar la semilla. Con los ca-
rros trasportan los estircoles a las que se barbechan, las mieses a las
eras de majar, las leas a las casas, para quemar en las interminables
noches de invierno. En cambio los obreros del grupo, cada uno con
utensilios de su propiedad, ayudan en la sementera al labrador, cavan
las vias, siegan la hierba, majan el centeno, rendan las patatas, y, de
una vez, ejecutan todos los trabajos que son puramente manuales.
Aquel para quien se labra da la comida, lo mejor que tiene en su casa,
que los das de xeira y tornaxeira son de alegra para los aldeanos; el
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labrador lleva siempre la del ganado. Cada grupo se forma con uno
o dos labradores, segn el nmero de los que habitan la aldea, y tan-
tos obreros asociados cuantos son necesarios para que los trabajos
todos sean hechos a tiempo. La constitucin del grupo no se hace
por pacto ni contrato expreso, practican la costumbre por tradicin;
as lo aprendieron de sus padres y as lo ensean a sus hijos. Por esta
causa la asociacin no tiene tiempo determinado, a veces dura variosaos, mientras la amistad y relacin que existe entre los agrupados
no se rompe. Puede acontecer que alguno de los obreros se aparte
del grupo por diferencias con el labrador o labradores; esta ha de ha-
cerlo al final del ao agrcola, cuando haya prestado la tornaxeira. Al-
gunas veces las xeiras tambin se pagan en pastos; esto sucede en cier-
tas aldeas del Ayuntamiento del Bollo, como son Tuje y Bujn; los
ganados comen los pastos de aquel para quien se labra mientras dura
el trabajo; y, en casi todas existe la costumbre de que cuando muere
un vecino y deja viuda e hijos pequeos, los dems hacen la faena
de la siembra y recoleccin de ellos sin otro jornal que la comida.
As acontece en las aldeas del Ayuntamiento de La Mezquita.
3. Asociacin de segadores para trabajar fuera del pas
Tres enemigos capitales persiguen continuamente al aldeano: el foro,
la contribucin territorial y el impuesto de consumo. La tierra ape-
nas produce para el pago de tales gabelas, y mantener a la familia y
eso a fuerza de abonos y trabajos. Por ello la miseria cunde en las al-
deas, las casas se arruinan y los hombres necesitan buscar fuera de la
regin medios de vida, para volver despus a desempear las fincas
o comprar otras y morir en la aldea donde nacieron. La emigracin
se impone; muchos marchan a las Amricas, prefiriendo la Repbli-
ca del Brasil; otros van peridicamente a trabajar fuera, en las minas
de Vizcaya y Andaluca, en la recogida de las mieses en Castilla y Ex-tremadura, en el laboreo del aceite. Los que marchan a segar, es cos-
tumbre, principalmente de las aldeas del Ayuntamiento de El Bollo,
que se asocien en grupos, y van y vuelven juntos, siendo interesante
cmo se organizan y funcionan estas asociaciones de segadores.
Uno de los individuos, que en aos anteriores seg en tierras de
Castilla, conoce los pueblos y sabe dnde se puede encontrar traba-
jo, se erige en mayoralde grupo. Al llegar la poca, final de Mayo o
principio de Junio, procede a la formacin de una cuadrilla, buscan-
do en su aldea y en las vecinas los hombres capaces para el trabajo y
que deseen acompaarle. Cada grupo se compone de doce trabaja-
dores, contando el mayoral; cuatro muchachos, y para el servicio de
todos, una caballera.Cuando hombres y muchachos estn conformes en marchar
juntos a la siega, el primer domingo o da de fiesta que sigue, se re-
nen en la taberna de la aldea del mayoral, pactando en ella las con-
diciones del destajo; y como seal de conformidad, toman el albo-
roque; varios cuartillos de vino y un pedazo de pan cada uno, que
es costumbre en toda la regin gallega comer pan cuando beben
en la taberna. Constituida la asociacin en esa forma, y reconocien-
do todos los asociados la autoridad del mayoral, ste se encarga de
lo dems: busca el dinero para el viaje, generalmente a prstamo
con inters; reparte a cada uno la cantidad que se conviene; nom-
bra quin ha de ser el asistente de la cuadrilla y ltima todos los
preparativos necesarios antes de la salida. Generalmente, verifican
sta el da de San Antonio, y aun cuando el camino cada uno puede
hacerlo a su manera, con tal de que llegue a tiempo al sitio o pue-
blo donde se dirigen, casi siempre marchan juntos, y a pie, hasta la
estacin del ferrocarril ms cercana, yendo uno por la Sierra con la
bestia de servicio. Dan a ste, adems de su participacin en dine-
ro, cinco pesetas para el mantenimiento del animal y se le prohbecargar en l otra cosa que su propia persona, la manta y los instru-
mentos del trabajo.
Llegados al pueblo donde se dieron cita, el mayoral busca el tra-
bajo y lo ajusta con los dueos de las sementeras, el mayor nmero
de veces a destajo y en precio de cuatro a cinco pesetas la fanega de
sembradura, siendo tambin la comida de cuenta del dueo de la
tierra. Convenidos en el precio, comienza el trabajo: todos los das
han de segar trece fanegas de sembradura, cada uno la suya, y otra
entre todos para el mantenimiento de la bestia. La siega se empieza
muy de maana, al salir el sol, y dura todo el da, hasta la noche: en
el mes de Agosto tambin suelen segar a la luz de la luna. La cua-
drilla se abre en ala por la tierra sembrada, con el mayoral a la cabe-za, y cuando la mies est sembrada a surcos, cada trabajador lleva el
suyo, soliendo poner en el centro a los ms flojos para que sieguen
apretados por los que le anteceden y los que le siguen. Los mucha-
chos atan los haces, y el asistente, encargado de ir por la comida y
el agua, tan pronto ata como siega, segn el mayoral le manda, pues
est a sus rdenes. Usan para la faena hoz de corte y dediles de cuero
en todos los dedos de la mano izquierda hasta la segunda falange,
unidos entre s por una pequea correa que pasa por todos. Sirven
los dediles para evitar las heridas que pudiera producir la hoz en esta
mano, al cortar las pajas. Comen tres veces al da; por la maana y
tarde, gazpacho; a medio da, cocido de garbanzos, tocino y un poco
de carne para cada trabajador, adems del pan y vino correspondien-te. Duermen sobre las pajas las pocas horas que descansan, si stas
son de trigo, que las de cebada y avena son malas para la salud. Con-
cluido el destajo, el mayoral cobra el dinero: separa primeramente
la cantidad que se tom a prstamo, el inters de ella y el coste del
mantenimiento de la bestia; lo restante lo dividen por partes igua-
les, llevando los muchachos la mitad de la cantidad que correspon-
da a cada hombre, contados los dineros a jornal por da. La reparti-
cin del dinero ganado la hacen en el pajar de la casa para cuyo
dueo trabajaron, en el suelo, sobre una manta extendida, alrede-
dor de la cual se sientan todos; el mayoral hace la cuenta y entrega
su porcin a cada uno. A un destajo sigue otro, hasta que concluye
la temporada, siendo el mayoral el encargado de buscar los camposde siega, yendo de pueblo en pueblo, mientras los dems aguardan.
Despus del ltimo destajo vuelven a la tierra, generalmente para el
da de la Virgen de Agosto, y en la misma forma que salieron. Lle-
gados a la aldea, el mayoral devuelve el dinero y su rdito a quien
le prest, y se disuelve la cuadrilla hasta el ao siguiente.
4. La xeitura
Las mujeres de la aldea intervienen muy directamente en las faenas
agrcolas con su trabajo personal. Cualquiera que viaje por la regin
gallega en las distintas pocas del ao en que los labradores hacen el
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cultivo de las tierras, podr haber observado cmo las mujeres ayu-
dan a sus padres y maridos en las faenas del campo. Vestidas con mu-
radanas y jubones de colores muy vivos, pauelo a la cabeza, suecos
a los pies, y casi siempre cantando, se las encuentra por los valles y
laderas, unas veces conduciendo los bueyes y el arado; otras, exten-
diendo los abonos sobre la tierra, sembrando patatas, regando los
prados y huertas, y muchas, con la guincha y la azada, removiendoel suelo con sus propios brazos. Pero la ms interesante de todas las
operaciones en que intervienen, por la forma como se organizan para
efectuarla y los contratos que celebran es la siega del centeno, que
llamanxeituraen el lenguaje de la aldea.
As como los jvenes, en el tiempo de segar las mieses, se asocian
y marchan juntos a buscar trabajo en las tierras de Castilla y Extrema-
dura, las muchachas de la aldea hacen la siega del centeno unas veces
solas y otras alternando con los hombres. Estas son las que trabajan
en su propio campo; las primeras recorren el pas, organizadas en gru-
pos. Cada grupo dexeitureiras lo forman ocho o diez mujeres, regidas
por la mayorala, la ms prctica de todas en el trabajo y la ms cono-
cedora de los pueblos en donde mejor se puede ganar el dinero.Cuando se acerca el tiempo de la siega, las mozas de la aldea que
tienen pensamiento salir a la xeitura, hablan entre s y se ponen de
acuerdo acerca de quines son las que han de formar el grupo y cul
ha de ser la mayorala: es raro que estando convenidas, falte despus
alguna a su palabra. El viernes de la primera semana de julio, que lla-
man viernes de Santa Maria, se renen las de cada grupo en casa de
la mayoralarespectiva, y salen de la aldea todas juntas, provista cada
una de su hoz, y casi siempre cantando. A pie y cantando entran en
la villa, que toman como centro para celebrar sus contratos, y a sta
acuden a su vez los labradores que necesitan del trabajo.
El contrato dexeituraes verbal y se celebra entre el dueo de la
mies y la mayoraladel grupo. El labrador busca una de stas, se in-forma del nmero de mujeres de que se compone el grupo, y tenien-
do en cuenta la extensin de sus sembrados, se pone de acuerdo con
la mayoralarespecto al jornal que ha de ganar cada obrera por da de
siega. La entrega de la hoz de todas las obreras, o solamente la de la
mayorala, es la seal de que el contrato est concluido. Las condicio-
nes de l, son casi siempre como sigue: el labrador ha de pagar de
jornal diario a cada mujer una cantidad de dinero que vara de tres a
seis reales, segn la demanda de obreras que hay en el ao; les da de
comer, segn la costumbre del pas, y adems sitio donde recogerse
y dormir por las noches. El grupo de xeitureiras, en cambio, se com-
promete con el labrador a segarle todos sus campos de centeno, con
las otras operaciones que comprende la xeitura, sin que puedan dejarel trabajo para ir con otro labrador, hasta terminar. En la misma forma
y condiciones celebran varios contratos con distintos labradores, guar-
dando turno en el trabajo, segn la prioridad de los contratantes, y
concluido el da de parada en la villa, que es domingo, salen a la siega
en compaa del labrador a quien le corresponde. Toda la semana la
pasan en el campo, hasta el domingo, que vuelven a la villa porque
ste es da de descanso.
Este interesantsimo contrato de xeitura, que forma parte del de-
recho consuetudinario de la regin, es muy digno de ser estudiado.
En l no se tiene en cuenta para su validez real, en ningn momen-
to, la condicin y edad de una de las partes contratantes; se perfec-
ciona sola y, exclusivamente por el concurso de las voluntades, ex-
presado por un simbolismo, la entrega de la hoz; y, por la falta de
capacidad del mayor nmero o todas las mujeres del grupo, no es
posible obligarles civilmente a cumplir lo pactado. No obstante estas
dificultades, el contrato existe, sin que se recuerde que vez alguna
hayan faltado las xeitureiras a su compromiso; y la entrega de la hoz
de la mayoralaindica la conformidad de las voluntades en cuanto aque el trabajo ha de practicarse en la forma estipulada. Tambin prac-
tican las segadoras, por costumbre, el descanso dominical, como casi
todos los labradores v obreros aldeanos.
La operacin de la xeitura comprende dos partes; la siega pro-
piamente dicha y el atado y recogidaza de los haces de centeno, que
despus han de trasportar los carros a la era. A la salida del sol co-
mienzan las segadoras el trabajo de cortar las mieses, que dura hasta
la tarde, cerca del anochecer, descansando slo el tiempo de las co-
midas. Llegadas a la leyra del pan, rompe la siega la mayoraladel
grupo; detrs van las otras compaeras, ayudndose mutuamente en
el caso de que alguna de ellas trabaje menos. Comen cuatro veces al
da; por la maana el desayuno, patatas condimentadas con arroz ocosa similar; al medio da el clsico caldo, carne cocida, tocino y pan;
a la tarde la merienda, otro guiso de patatas con un poco de carne; a
la noche el caldo antes de dormir. Duerme la cuadrilla en la casa del
amo, y generalmente en la misma habitacin.
Lasxeitureiras siegan cantando, y lo hace la cuadrilla a coro; una
de ellas entona la cancin, las dems repiten los mismos versos o es-
trofa que cant la primera, sin que por ello dejen de cortar la mies.
Con las canciones populares de la xeitura podra formarse un libro no
pequeo, tal es la variedad; en algunas se refieren episodios amoro-
sos, en otras, historias y asuntos de carcter distinto. Para dar una idea,
copio las que siguen, recogidas oralmente a un grupo de segadoras:
I
Mia nai mandoume fonte,
fonte do salgueirio;
mandoume lavar xarra
con flores de romeirio.
Eu laveila con area
e fixenle un buxeirio;
anda tu perra traidora
donde tias sentido
que non tias na roca
nin tias no sarillo,
taslo n aquel galanqu anda en amores contigo.
Este cantar acabou.
Virxe la madre de Dios.
II
Andandome eu paseando
unha tarde duas horas,
vin estar nunha xanela
duas doncellas hermosas.
Unha era muito branca,
outra morena graciosa:
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namoreime da morena
da color muy melindrosa;
a branca qu aquelo via
logo se mostrou queixosa,
cale V. seora branca
non sea tan invidiosa:
morenas son as abellaspro seu dono proveitosas,
moreno tamen e o manto
da virxe nosa seora
e con eso terminamos
esta cancion por agora.
La segunda parte de laxeituraconsiste en la operacin de atar los
haces y recogerlos. Esta faena la practican los hombres, auxiliados de
las segadoras. A cada cuadrilla acompaan tres o cuatro atadores,
segn la extensin de las tierras y la cantidad de paja que tiene el cen-
teno, y van detrs de las mujeres haciendo los moyos y atndolos cada
uno con sugraeira. Cuando acaban de segar la tierra o centenar, lasobreras recogen los haces o moyos, agrupndolos a trechos; los hom-
bres forman con ellos los medoucos, pequeos montones con los cua-
les se carga despus el carro, y si las espigas o pajas estn hmedas,
las que llamanzorras. Se distinguen los medoucos de laszorras, en la
forma en que estn colocados los haces en el montn; ambos son de
forma redonda, pero en el medouco ponen las espigas hacia el centro
y los ltimos haces de modo que si llueve no se moje el grano, y en
laszorras, las espigas de un haz van sobre las del otro, para que les d
el sol y se sequen.
Concluida laxeitura, las mayoralas cobran los jornales de sus cua-
drillas y stas siguen cumpliendo los contratos pendientes, hasta que
es llegada la poca en que no hay mieses que segar. Entonces repar-ten lo ganado por partes iguales, descontando lo que gast cada obre-
ra, y todas vuelven a la aldea para el da de la Virgen de Agosto, a pie
y cantando, como salieron.
5. La malla del centeno
Despus de la siega o xeitura, los medoucos y zorras son trasporta-
dos en carros, de que tiran casi siempre dos parejas de vacas, al sitio
donde ha de hacerse la malla. Casi todos los vecinos labradores de la
aldea tienen un lugar a propsito destinado a majar la cosecha de
centeno, que se conoce en el pas con el nombre de arao era. La era
est situada, frecuentemente, detrs de la casa del labrador o en losalrededores de la aldea y orientadas a naciente, para que d pronto
el sol; son de forma cuadrada, y algunas, aunque las menos, tienen
el suelo de cantera. Cercanas a ellas colocan las mieses en grandes
montones, que llaman medas, poniendo los haces de modo que todas
las espigas converjan al centro, y con los ltimos forman el remate
en forma cnica para evitar que el grano se moje y que lo coman las
aves. La primera operacin de la malla es la de preparar el suelo de
la era; para ello, renen gran cantidad de estircol de vaca, lo ama-
san con los pies, echndole agua y lo extienden despus sobre el suelo
de la era, pasndole por encima unos rodillos de madera, para alla-
narlo; cuando est seco, ya se puede comenzar la maja.
Sacan los granos del centeno con un instrumento de madera,
que llaman mallo, que se compone de dos partes, la moucay elprti-
go o mazo, de forma apropiada, ambos unidos por correas. Cada una
de las partes del mallo termina en su extremo, que en el prtigo es
ms delgado, por un asa de cuero: llaman carrachola, la de la mouca,
y cidoiro, a la que tiene el prtigo. Cidoiro y carracholase unen por una
correa fuerte, quedando as armado el mallo y en disposicin de tra-bajar con l. No todos saben manejar el mallo; necesita cierto apren-
dizaje y prctica para que produzca el efecto de romper la espiga y
sacar el grano, pues al levantarlo en aire dan un poco de vuelta a la
moucapara que el prtigo caiga a plomo sobre las espigas y no se rom-
pan las correas que los unen. El trabajo de la malla es axeiraen casi
todas las aldeas; los vecinos majan juntos, y por turno, el grano de
todos y la operacin resulta una verdadera fiesta, especialmente cuan-
do ayudan las mujeres.
Comienza la malla por lo que llaman estrar las pallas, es decir, ex-
tender las gavillas de centeno sobre la era de manera que todas las es-
pigas queden en la parte superior: despus viene la maja propiamen-
te dicha; los hombres se colocan en dos alas, la mitad en un lado yla otra mitad en el otro, armados de mallo, y con l apalean el cen-
teno. Majan a comps, y mientras todos los prtigos de un lado caen
a la vez sobre las pajas, los del otro estn en el aire. Al concluir la pri-
mera vuelta, que llaman decrua, los majadores dan voces llamando
a las mujeres, mulleres, ara!mulleres, ara!; llegan stas, y mientras
los hombres descansan y echan un trago, remueven las pajas, y cuan-
do acaban, comienza la binao segunda vuelta, majando ahora en sen-
tido opuesto a la decrua. Es costumbre majar cada da cinco eradas,
y concluida la ltima, limpian el grano, si hay viento. Ahora usan
tambin unas pequeas mquinas para limpiar, que se alquilan pa-
gando una tega de grano por cada cien de centeno limpio. Las espi-
gas que quedan sin romper sobre el suelo de la era, las separa unamujer con la barredeira, escoba de ramas largas. El ltimo da de maja,
es costumbre que el que deshace el ltimo haz o mollo de centeno
se quede con la graeira o atadero, y con l van a la casa a prender a
la duea y pedirle las mexudas. La mujer ha de estar a la puerta de la
calle cuando los majadores, dos por lo menos, salen de la era; des-
pus se esconde donde le parece, pero dentro de la casa, y para ganar
las mexudas es necesario que los de la era la encuentren y la aten con
la graeira. En tanto, los dems hombres de la era gritan: acabouse!
ju ju ju ju !! acabouse! ju-ju-ju!! acabouse! ju-ju-ju-ju! Llaman mexu-
das a ciertas rodajas de pan de trigo rebosadas con huevo y fritas, las
que despus rocan con azcar y canela o envuelven en miel. Si en-
cuentran al ama, da, adems de las mexudas, convite, que consisteen un cuneo grande Lleno de vino mezclado con miel y pan. Lo lle-
van a la era y todos de pie, hombres y mujeres, se ponen a comer al-
rededor del cuneo hasta que acaban el contenido. Como final de
todo, bailan las danzas del pas.
6. Particiones de aguas y cultivo de los prados
Excepcin hecha de las tierras destinadas a huertas, las de prados son
las de mayor valor, sin excluir las plantadas de vias y castaos. El
rea de tierra para centeno vale, segn los datos oficiales, treinta pe-
setas cincuenta cntimos la de segunda y catorce ochenta y cinco la
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de tercera; la de castaos, treinta y cinco setenta y cinco y diez y siete
veinticuatro; la de via, cuarenta y una ochenta y dos y veintinueve
diez y siete, en iguales calidades; el rea de prado de regado ascien-
de a setenta pesetas noventa y un cntimos la de segunda y cuaren-
ta y cinco setenta la de tercera. Verdad es, que la tierra destinada a
esta clase de cultivo es de buena calidad, pero la diferencia de valor
en relacin a las otras, indica la importancia del ganado, especialmen-te el vacuno, en consideracin a la riqueza del pas. El buey es ali-
mentado casi exclusivamente con hierba seca o verde, segn las po-
cas del ao, y como la cra y venta de esta clase de ganado produce
dinero, la tierra que proporciona su alimento aumenta de valor por
la relacin ntima que entre ambos existe. Por esto, donde quiera que
hay una corriente de aguas aprovechable para el riego, tanto de arro-
yos como de manantiales, se encuentran las tierras convertidas en
prados, cada uno con su cauce derivado del principal, o con reman-
sos, que llaman pozas, hechas ex profeso donde recogen el agua, que
despus sueltan a tiempo.
Desde muy antiguo, el aprovechamiento para el riego de las co-
rrientes naturales de agua viene organizado por la costumbre, y todoslos propietarios de terrenos enclavados dentro del trmino de la misma
aldea, fertilizados por una de estas corrientes, forman asociacin o
comunidad de regantes. Si se quiere indagar el origen del derecho a
regar, hay que atribuirlo a la posesin continuada del uso ce las aguas,
que es inmemorial y fue considerada siempre de inters general de la
aldea. Al ao de 1585 se remonta la escritura de concordia otorgada
en Viana del Bollo, ante Francisco de Castaeda, que est en su pro-
tocolo y se conserva en el Archivo Notarial de la villa, por los veci-
nos de los lugares de San Martn y Penouta referente al aprovecha-
miento de las aguas de los llamados regueros de val da franca, lama de
bajas, das fontaias y baladais, de donde parece que convinieron: enes-
ta manera; que los vecinos del lugar de San Martio puedan llevar ylleven dicha agua de los dchos regueros do val da franca y lama de
barja y toda otra agua que viene a la presa y caldera que los dchos ve-
cinos de San Martio tienen hecha para llevar dcha agua... y que se
entienda la dcha agua que han de llevar los dchos vecinos de San
Martirio, desde primero dia del mes de marco de cada ao hasta el
da de san Juan, ecepto que los vecinos de penouta puedan aprove-
char la dcha agua de los regueros dos valadays y da fontaya desde
el dia de san Juan hasta diez Bias del mes de mayo, y que esta agua
se aprovechen de ella los vecinos de dcho lugar de penouta por el
dcho tiempo, sin que los vecinos de san martio la puedan llevar ni
juntar dcha agua con la de los dems regueros hasta los diez das del
mes de mayo de cada ao, y que desde los diez das del mes de mayode cada ao hasta el dia de san Juan de cada ao los vecinos de san
martirio lleven la dcha agua de los dchos regueros de baladys, y das
fontayas con la mas agua de los dchos regueros de val da franca y
lama de barja, sin que los vecinos de penouta le quiten ni perturven
dicha agua. He incluido esta clusula de la escritura, porque en esa
forma hacen hoy los vecinos de los dos lugares el aprovechamiento
de las aguas de los citados arroyos.
La zona de tierras que riega una de estas corrientes naturales, en-
clavadas dentro de un mismo trmino, est divida siempre en dos o
tres parcelas que comprenden cierto nmero de fincas cada una. Todas
toman el agua de una presa que ataja la corriente y dirige las aguas
por varios cauces de donde se derivan a su vez los de las fincas. A los
cauces principales llaman caldeiras, y regos a los secundarios. Para el
aprovechamiento de la corriente tienen en cuenta la extensin y si-
tuacin de cada parcela para determinar el tiempo que ha de durar
el riego, y dentro de ellas, las de las fincas o prados entre s, porque
las ms cercanas a la presa o cauce principal y primeras en regar solo
aprovechan el agua que viene por ellos, y las ms bajas utilizan ade-ms los que llaman decurres o sobrantes de las otras fincas. La canti-
dad de agua que recibe cada prado o huerta se mide por el tiempo,
y tanto la medida como el orden establecido para regar, no obedece
a otra ley ni reglamento que la costumbre establecida desde antiguo,
pero a tiempos ha ocurrido que naciesen contiendas entre los regan-
tes, y entonces se procedi siempre a lo que llamanpartijas de aguas,
por las cuales teniendo en cuenta el caudal de las corrientes, se asig-
na a cada predio la que puede aprovechar, segn su extensin y el
sitio en donde est enclavado. Lapartijao particin de agua la hacen
de dos maneras; convencionalmente, o por el procedimiento judi-
cial del prorrateo, y en ambos casos, por mano de peritos nombra-
dos por los propietarios conjuntamente, o por aquel que pidi la par-ticin y aceptado por los dems. El trabajo pericial constituye entonces
la regla del riego para todos los propietarios del trmino, siendo a la
vez el ttulo escrito en donde consta la parte de propiedad que cada
uno tiene en las aguas, o mejor, su derecho a regar.
En el ao de 1885 se sustanci en el Juzgado de Viana una de
estas particiones, a instancia de los propietarios de las tierras sitas a
los nombramientos de Broya, Rimelo y Fragredo, trminos del lugar
de Solveira, que riegan con las aguas llamadas fuentes de Broya y
Cuco. Nombraron perito, y ste hizo la divisin que extracto segui-
damente, para que se forme idea exacta de todo lo expuesto. Des-
pus de haber medido todos los prados y una porcin de huerta, dice
el perito, y reconocer los grandes aumentos de las aguas desde su ori-gen, se han formado tres trozos. El primero contiene doce partidas
(fincas) las que dan y tienen de mesura dos hectreas, cuarenta y seis
reas y cuarenta centireas a las cuales regulo y correspondi a vein-
te minutos cada rea. El segundo trozo, que consta de quince parti-
das, correlativas a las anteriores y tienen una gran parte de aumentos
de los decurres de aguas, la regulo al rea doce minutos; ste contie-
ne una hectrea, noventa y una reas con veinte y tres centireas. El
tercer trozo contiene trece partidas y tiene de mesura tres hectreas,
ochenta y una reas con setenta y siete centireas, a las que regulo,
por los mayores aumentos de aguas al rea a siete minutos; y en este
estado sigue la distribucin semanalmente de siete das con sus no-
ches, advirtiendo que por no dividir por menos de cuarto de hora,alguno tendr que perder algn minuto y otro ganarlo. Comenzar
el riego a las diez de la maana del lunes y los primeros trozos o par-
celas riegan hasta las doce de la noche del jueves, los de la segunda
hasta las dos de la tarde del sbado, y los ltimos, desde esta hora
hasta las diez de la maana del lunes. Cada finca aprovecha el agua
el tiempo que le corresponde conforme a su cabida, marcndose en
la particin con nmeros correlativos p. e. 2., Don S. M. es lleva-
dor de un prado, en seguida, a broya, de veinte y cinco reas con cin-
cuenta centireas y le corresponden ocho horas y tres cuartos que re-
gar en seguida, desde las doce y cuarto del lunes a medio da, hasta
las nueve de la noche del lunes. Por ltimo, aparecen regulados los
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decurres o sobrantes. Las vertientes del prado de abajo de Don S.
M. las percibir el prado de arriba de Don J. P. desde las cuatro de la
tarde del martes hasta las doce y cuarto de la noche. Con el tiempo
la presa y los cauces principales se destruyen; la recomposicin es de
cuenta de todos los regantes, y lo hacen de dos maneras; o acuden
todos con su propio trabajo y en comn arreglan los desperfectos, o
encargan la faena a determinadas personas a quienes dan un jornal,y despus reparten el costo a prorrateo. La codicia de las aguas suele
ocasionar alguna que otra vez conflictos entre los cultivadores de las
fincas, que se resuelven en procesos criminales o interdictos; de ambos
casos conozco ms de un ejemplo.
El ao para los prados comienza con el natural, y en Enero em-
piezan las labores en esta clase de fincas. Llaman a la primera escal-
deirar, y consiste en limpiar los cauces y regos que reparten el agua
por el prado o cambiarlos, segn exige el cultivo. En casi todos los
meses del ao hay faenas que hacer en los prados, en Febrero se co-
mienza a regar y establecen la vela de los topos porque estos ani-
males hacen mucho dao en las heredades de prado, pues con sus
gateras subterrneas levantan la tierra y secan la hierba, estropean-do adems la guadaa en la poca de la siega. A fines de Marzo o
principio de Abril, es la traspunta, entonces el ganado pasta la hier-
ba por quince o veinte das, y desde este tiempo hasta que est cum-
plida y puede segarse no hay otra operacin que hacer; durante l
no se debe andar por el prado.
Hacen la siega en el mes de Julio, y en las aldeas de la montaa
alta un poco ms tarde, empleando para ella la guadaa, y unas veces
es a jornal y otras a tornaxeira. El segador de hierba gana de jornal
diario dos a dos pesetas y media y la comida; tocino, patatas, pan
abundante y vino. La siega a tornaxeira constituye una verdadera
fiesta, siendo las operaciones iguales en los dos casos. El dueo del
prado mata un carnero para que lo coma la gente que asiste, y lasmujeres de la casa estn todo el da ocupadas con la comida. A las
cuatro de la maana, cuanto amanece, comienza el traba