Download - Inmemorian marulanda
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Vivemanuelmarulandavlez
In memriam
26 de marzoda del derecho universal
de los pueblos a la
rebelin armada
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC-EP
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Se puede decir que su lucha
S seor. La lucha es por la toma del poder.
es por la toma del poder?
Eso no es para que se quede por ah en los
papeles... Se produce a travs de las trans-
formaciones polticas, o se tiene que producir
a travs de una insurreccin del pueblo apoyado
por un movimiento guerrillero... Entonces, es la
toma del poder definitivamente.
ViveManuel Marulanda Vlez
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Manuel Marulanda Vlez PEDRO ALCNTARA
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In memoriam
ll en el monte adentro, donde la hiprbola
del bombardero estalla el trueno,
desatando el canto fiero de los AKalaschnikov All, donde tremola la
flama de Bolvar, resisten los invisibles, los
insurgentes de Manuel, envueltos en el humo del
olvido, de la plvora que difumina el viento
All, donde la cortina de plomo y de candela
detuvo el avance en masa
de la tropa y la puso a
deambular sin
objetivos en la
selva, se oye el grito
herido de Guevara: No
se trata de desear
xitos al agredido; hay
que correr su misma
suerte; acompaarlo a
la victoria o a la
muerte. El fuego de
los invisibles,
hermano, es el
fuego de todos
La solidaridad
nos abrir los
caminos de la
esperanza.
Vive
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Lo hemos dicho y lo repetimos, nuestros lutos son de combate. Quienes
nos vinculamos al ejrcito del pueblo, a las FARC-EP, con el compromiso
indoblegable de buscar la justicia social en condiciones de libertad y
dignidad para las mayoras, lo hacemos hasta las ltimas consecuencias.
Conscientes estamos de la dureza y los riesgos de la confrontacin, pero
honor sentimos por tener la oportunidad de ir hasta la victoria o hasta la
muerte en pos de los intereses ms sentidos del pueblo.
Tratamos de evitar al mximo los riesgos innecesarios, pero nadie en el
desenvolvimiento de una guerra justa en la que nos comprometemos a
fondo, pensando en la emancipacin y la paz con justicia social, est
exento de la muerte en combate o como producto de alguna accin
prfida del enemigo. No podemos entonces sentarnos a llorar y a
lamentarnos eternamente compungirnos por cada situacin que se nos
presente, por grave que parezca.
De cada uno de nuestros cados hacemos la memoria venerable de la
lucha que libramos por la instauracin del comunismo; del ejemplo
heredado tomamos los bros para seguir adelante, tal como ahora lo
hacemos evocando en este sencillo y sentido compendio de homenaje la
gesta sacrificada de los comandantes y camaradas Ral Reyes, Ivn Ros
y nuestro legendario Manuel Marulanda Vlez, a tres aos de su marcha
hacia los encumbrados riscos de la eternidad. Todos ellos partieron en
aquel luctuoso marzo de 2008, que desde entonces se ha convertido en un
mes de dignidad y mayor combatividad para la insurgencia que celebra la
fecha 26 en que de muerte natural falleci Manuel Marulada Vlez, como
el da del derecho universal de los pueblos a la rebelin armada.
En la mente de cada revolucionario estar tallada como en mrmol esta
fecha de decoro y resistencia, como el carcter perverso tambin del
enemigo de clase, que utilizando los mtodos criminales ms morbosos
y aleves asesin en la frontera con el Ecuador a Ral junto a 21 com-
batientes ms y 5 estudiantes universitarios mexicanos. Seis das despus
a mansalva, con tiros de gracia, mientras dorman, fueron acribillados
mediante la accin de un infiltrado Ivn y su compaera, llegando incluso
DA, DEL DERECHO UNIVERSAL DE LOS
PUEBLOS A LA REBELIN ARMADA.
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a la abominable degradacin de cercenar la mano al comandante.
Sin duda, al exaltar a estos queridos compaeros, rendimos homenaje a
todos nuestros hermanos de lucha que han entregado generosamente su
sangre por esta nuestra tierra sumergida en el odio de los oligarcas y del
imperio, por esta nuestra patria herida por la tirana, pero que poco a poco
ir saliendo erguida, avanzando hacia la victoria, con la fuerza de las
muchedumbres oprimidas que tienen en el pecho el sueo de Bolvar.
Comandante Ivn Ros, Comandante Ral Reyes, camaradas cados,
all donde la tierra de nuestra amada Colombia recibi vuestros cuerpos
exnimes, estar marcada la huella valerosa de la resistencia; desde all,
viniendo de los rboles y del canto de las aguas montaeras, desde all
envuelta en la brisa del bosque estar floreciendo y fructificando el
ejemplo bolivariano de la justa guerra, de esa guerra que es el camino de
la vida a pesar de la muerte.
Comandante Manuel Marulanda Vlez, en nombre de nuestros sueos
que son los sueos de justicia del pueblo sojuzgado, en nombre de los
ideales de una patria libre sin explotadores ni explotados, germinando
cada da desde la sangre de nuestros muertos, les decimos presente, y
elevamos las voces para gritar con emocin gloria a los hroes cados en
la resistencia al opresor, gloria a Ral Reyes, gloria a Ivn Ros, gloria a
los cados en Sucumbos, gloria a Jorge Briceo..., gloria a todos los
combatientes que han entregado su vida por la causa de la libertad!
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No ha muerto; est en medio de la plvora,
de pie, como mecha ardiendo. Pablo Neruda.
Camaradas: mi mayor satisfaccin en
este aniversario es verlos de todo corazn
comprometidos sin descanso en una cons-
tante lucha por los cambios por los que
muchos combatientes han ofrendado sus
vidas motivados en la gran causa de la paz
con justicia social y la soberana. Estoy
seguro que con el aporte de cada uno de
ustedes, apoyados siempre en las masas,
el triunfo ser nuestro ms temprano que
tarde", es la voz viva del comandante Manuel
que sigue vivo en sus combatientes y el pueblo que am, esparciendo su
certeza, sealizando la ruta.
60 aos de rebelda contra un rgimen injusto, de lucha consecuente por
la paz con justicia social, 60 aos de combate y de construccin de la
victoria popular, no podan morir con la muerte fsica de un hombre.
Manuel Marulanda Vlez dej a su paso por la noche de Colombia la
estela fulgurante de la resistencia a la opresin. Quiz su sueo slo
encontrar reposo cuando se asegure para el pueblo el laurel de la
victoria.
Evocar la gesta de Manuel en este tercer aniversario de su partida es
provocar el tropel de los recuerdos que acometen por todos los flancos -
como su tctica invencible-, para hablarnos del altruismo generoso del
hroe legendario.
Manuel Marulanda Vlez
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Pedro Antonio Marn (1930-2008) naci para la historia como Manuel
Marulanda Vlez en la escuela poltica de El Davis, en 1953. Su nombre
de guerra fue un merecido homenaje poltico al destacado dirigente
sindical comunista, Manuel Marulanda Vlez, asesinado a golpes en los
calabozos del Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC) por su
consecuente defensa del pueblo trabajador y por su combativo rechazo a
la utilizacin de soldados colombianos en la guerra de Corea como
desechables peones de la geopoltica del gobierno de Washington.
Desde el asesinato del caudillo liberal Jorge Elicer Gaitn en abril de
1948, Manuel Marulanda trasciende como smbolo de la resistencia y
como comandante de la esperanza de un pas que siempre ha soado
vivir en dignidad. Pregonaba Gaitn en las plazas pblicas colmadas
que "El hambre no tiene color poltico; no es liberal ni es conservadora/
En Colombia existe una plutocracia liberal-conservadora que asfixia al
pueblo/ El pas poltico no puede someter al pas nacional/ El pueblo es
superior a sus dirigentes/ Pueblo: por la restauracin moral de la
Repblica, A la carga!" Por este discurso subversivo Gaitn fue
asesinado por la CIA y la oligarqua colombiana. De alguna manera
estas ideas haban encendido el fuego de la rebelda en el alma del joven
Manuel, fuego que unido ms tarde al del anhelo comunista, lo convierte
en invencible guerrero de la causa de pueblo.
Desde los albores de su personalidad, el prestigio fue una de sus ms
fulgurantes cualidades. El entorno le reconoca su extraordinario don de
mando. Por eso sus primos (los Marn) en Gnova Quindo esperan la
llegada del muchacho de 18 aos para hacerlo jefe de la resistencia
armada. Luego del asesinato de Gaitn, la dictadura conservadora de
Mariano Ospina y Laureano Gmez dio rienda suelta al terrorismo de
Estado contra el pueblo que se haba sublevado frente el crimen, para
sofocarlo y someterlo. Pueblos enteros, campesinos de amplias zonas,
huan tras las masacres, el incendio y el despojo de sus propiedades. Era
el comienzo de la oscuridad que se apoder de un captulo de la historia
de Colombia conocido como poca de la violencia partidista. El suelo de
Colombia fue anegado con la sangre de 300 mil de sus hijos, y muchos
ms colocados frente al imperativo del desplazamiento forzoso.
Manuel Marulanda se hace comandante guerrillero en la respuesta y
resistencia del pueblo a la violencia terrorista del Estado. Cuando en el
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Quindo se agotan las condiciones para el accionar del pueblo armado,
Manuel traslada al sur del Tolima el escenario de su gesta combatiendo
inicialmente en las guerrillas liberales de los Loaiza en las que gana
ascendencia por su arrojo y sagacidad. All se encuentra con su alma
gemela en la lucha, el gran Jacobo Pras Alape (Charro Negro). En esa
misma zona entr en contacto con la guerrilla comunista. Lo cautiv la
causa poltica y la disciplina de dicho Movimiento. En 1953 en el
comando de El Davis, a orillas del Cambrn, se hace comunista. Y de all
parte con Jacobo Pras -como comunistas los dos- para la regin de
Riochiquito a proseguir la resistencia. Mientras las guerrillas liberales se
desmovilizan durante la dictadura del general Rojas Pinilla, las comu-
nistas no se rinden ni entregan sus armas. En 1956 en una Conferencia
guerrillera realizada en Marquetalia Manuel Marulanda Vlez es
designado jefe militar del Movimiento, y Jacobo Pras jefe poltico. Los
dos comandantes afrontan las agresiones de los desmovilizados,
denominados guerrilleros "limpios" (limpios de ideologas comunistas)
urdidas por los jefes polticos liberales y conservadores. Los "limpios" se
haban desmovilizado en la lucha contra el gobierno, pero ste les haba
permitido conservar sus armas para que persiguieran a los comunistas.
Apoyados en las masas, en el pueblo que los rodeaba, Manuel y Charro,
capean el nuevo reto planteado por el Frente Nacional (pacto de las
oligarquas) que les exige desmovilizacin. Luego de arrancar del
gobierno el compromiso de satisfacer sus demandas polticas, econ-
micas y sociales, sin entregar sus armas el movimiento se establece en
Marquetalia a la espera del cumplimiento de las promesas.
El 11 de enero de 1960 Jacobo Pras es asesinado en Gaitania por los
"limpios" en cumplimiento de rdenes expresas emitidas por el gobierno
central. Este asesinato es la causa poltica del surgimiento de las FARC
en Marquetalia. Ms tarde Manuel
Marulanda expresara su conviccin
de que "con el correr del tiempo la
muerte de Charro nos ha llevado a una
confrontacin nacional con grandes
perspectivas para producir cambios; y
si ello nos permite, crear todas las con-
diciones para tomarnos el poder. No
todas las veces se producen levanta-
mientos armados por la muerte de un Jacobo Pras (Charro Negro) y Manuel
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comandante; prcticamente es caso nico. De todas maneras en Marque-
talia ha comenzado el chispazo y comienzo de la revolucin en serio de
acuerdo a lo que estamos viendo".
Es a partir de Marquetalia que el nombre de Manuel se consagra en la
historia de Colombia como genuino arquetipo de la resistencia popular
frente a la violencia terrorista del Estado potenciada por la geopoltica
del imperio, y como fanal que alumbra el camino de la victoria con su
certera estrategia militar y poltica.
En el Programa Agrario de los Guerrilleros y en las nueve Conferencias
de las FARC estn plasmadas las huellas de la construccin gradual de
una alternativa poltica de poder para Colombia, con una fuerza funda-
mental que no puede ser ignorada a la hora de sentar colectivamente las
bases de una nueva sociedad justiciera, pacfica, democrtica, boliva-
riana, que le d al pueblo "mayor suma de felicidad posible, mayor suma
de seguridad social y mayor suma de estabilidad poltica".
El guerrero de la paz
La paz, la solucin poltica del conflicto so-
bre la base del cambio radical de las injustas
estructuras polticas, econmicas y sociales,
es el basamento esencial de la estrategia
guerrillera de Manuel. Personalmente con-
dujo todas las conversaciones con los go-
biernos dirigidas a ese propsito de huma-
nidad. As lo registra la historia.
En 1958, desde su puesto de mando en la
montaa instrument a los voceros insur-
gentes, encabezados por Charro, para el di-
logo con el gobierno del Frente Nacional. Ms tarde, en 1984, junto a
Jacobo Arenas, comanda la estrategia del dilogo con el gobierno de
Belisario Betancur. Como resultado de este esfuerzo se firm el Acuerdo
de La Uribe, se pact con el gobierno una tregua bilateral y las FARC se
convirtieron en plataforma de lanzamiento de un nuevo movimiento
poltico, la Unin Patritica. Pero el Estado, dominado por el guerre-
rismo, arroja por la borda la extraordinaria posibilidad de paz para
Colombia abierta por el Acuerdo y opta por el exterminio fsico de la
Manuel y Jacobo Arenas
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Unin Patritica dando rienda suelta al accionar criminal del parami-
litarismo institucional. 5.000 dirigentes y militantes de la UP fueron
asesinados, entre ellos, dos candidatos presidenciales y un rosario de
senadores, representantes a la Cmara, diputados, alcaldes, concejales,
dirigentes comunistas y lderes comunales. De nada sirvi el genocidio,
el exterminio fsico de toda una generacin de revolucionarios para
apaciguar el temblor de las lites frente a la inconformidad social. Casi
tres dcadas despus de haber sido descabezada la oposicin por una
oligarqua terrorista arrodillada al imperio, hoy ha empezado a despertar
y a movilizarse en Colombia la gran causa del pueblo que est ms viva
que nunca.
En diciembre 1990 la Fuerza Area bombarde a Casa Verde por orden
del presidente Csar Gaviria porque las FARC no aceptaron su inaudita
propuesta de desmovilizarse a cambio de una representacin en la
Asamblea Nacional Constituyente. En respuesta al aleve ataque, el
movimiento insurgente desat una contundente ofensiva militar que se
extendi por todo el pas. La situacin generada oblig al gobierno a
buscar por todos los medios, dilogo con urgencia. Luego de arduas
discusiones llenas de incidentes polticos pudo abrirse el captulo de las
conversaciones de Caracas y Tlaxcala. De nuevo est Marulanda, con
sus compaeros de la Coordinadora Guerrillera Simn Bolvar, al frente
de su obsesin: la paz por la va menos dolorosa, la de la solucin
poltica, la del acuerdo nacional. Pero finalmente, como dice Alfonso
Cano, "los dilogos se frustraron porque el gobierno solo requera
pretextos para intensificar su guerra integral e imponer a sangre y fuego
la apertura econmica neoliberal. En el contexto de la poltica nacional,
el gobierno Gaviria estaba muy desprestigiado por el apagn
(desabastecimiento elctrico), su alianza con el cartel de Cali y los
llamados "pepes", sus tratos con Pablo Escobar,
su nefasta apertura econmica, el manejo
represivo que dio a la protesta popular, etc., y
decidi, para ganar en gobernabilidad, romper el
proceso".
En 1999, durante el gobierno de Pastrana, el
espacio de los dilogos de paz se traslada a San
Vicente del Cagun. El comandante Manuel,
conocedor como el que ms de la importancia de
esta batalla poltica, establece su cuartel a cinco
Ma
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l pre
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ente
Lpez
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minutos de Los Pozos, lugar donde se haba instalado la mesa, para
orientar en tiempo real a los portavoces rebeldes y seguir el pulso y la
progresin del debate en torno a la agenda convenida con el gobierno. Y
Marulanda desata su arrolladora dinmica. Exige al presidente Pastrana
frenar las masacres del paramilitarismo de Estado. Es artfice de la
iniciativa de la Mesa Temtica donde se escucha el cuestionamiento de
los diversos sectores sociales del pas a la poltica neoliberal. Propone
establecer un subsidio estatal a los desempleados mientras se convienen
en la mesa frmulas para superar el desempleo. Promueve en audiencia
pblica internacional ante el cuerpo diplomtico acreditado en el pas un
plan de sustitucin de los denominados cultivos ilcitos a travs de un
proyecto de desarrollo dirigido a los campesinos cultivadores y a sus
regiones olvidadas. Dialoga con obreros, estudiantes, campesinos, afro
colombianos, indgenas, mujeres, acadmicos, dirigentes polticos, con
el jefe de la bolsa de valores de Nueva York, con los empresarios
colombianos, con la reina Noor de Jordania, con el Presidente Pastrana y
con todos los que quisieron escuchar el punto de vista de las FARC en
torno al problema crucial de la guerra y de la paz en Colombia. Tom en
sus propias manos el asunto del canje de prisioneros de guerra como su
responsabilidad y reto, pero el gobierno no quiso entender la
importancia de un acuerdo en ese campo ni la calidad de su interlocutor.
El gobierno desech la oportunidad histrica de impulsar el proceso
cuando las FARC, buscando generarle condiciones propicias, liberaron
de manera unilateral a 305 prisioneros de guerra en su poder.
El presidente Pastrana slo estaba interesado en ganar tiempo para
fortalecer la mquina de guerra de consuno con el South Command del
ejrcito de los Estados Unidos y en la ejecucin del Plan Colombia que
ya haba sido diseado por los halcones y estrategas del gobierno de
Washington. Era evidente que no quera producir cambios en las injustas
estructuras ni mejorar las condiciones de vida de los colombianos.
Marulanda tena la certeza que la contraparte ya estaba buscando los
pretextos para romper el dilogo y proseguir la guerra, la que en efecto
declar a partir del 20 de febrero del 2002.
Jorge Briceo y Manuel Marulanda con el presidente Andrs Pastrana
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El Movimiento Bolivariano
por la Nueva Colombia
De los dilogos del Cagun qued sin embargo
una propuesta de combate poltico para el
pueblo: el Movimiento Bolivariano por la
Nueva Colombia, cuyo lanzamiento tuvo lugar
el 29 de abril del ao 2000. Ese da San Vicente
se llen de pueblo. Treinta mil almas abarro-
taron la sabana ardiente. Por las trochas, los
ros y las carreteras brotaba el pueblo que iba
llegando en busca de la esperanza, en busca de
Simn Bolvar, de su pensamiento y de su
espada, hombres y mujeres sedientos de justi-
cia y dignidad, dispuestos a organizarse, a enrolarse en el ejrcito de
pueblos que est forjando el Libertador a su regreso, convencidos con el
padre de Nuestra Amrica de que no hay mejor medio de alcanzar la
libertad que luchar por ella.
En el escenario a cielo abierto, bajo la mirada paternal del Libertador,
estaban reunidos casi todos los integrantes del Estado Mayor Central de
las FARC, los voceros insurgentes en los dilogos de paz, la comisin
temtica, los combatientes guerrilleros, el pueblo trabajador, y las
blancas banderas, y el amarillo, azul y rojo tremolando con Bolvar, con
Manuel, con el pueblo al poder.
Y habl el legendario jefe guerrillero, el comandante Manuel: "Este
encuentro va a ser histrico en Colombia por el surgimiento de un nuevo
movimiento en donde todos sin distingos polticos, razas o credos,
puedan agruparse para defender sus intereses polticos, econmicos y
sociales con la certeza que estamos abriendo caminos a una nueva
democracia
Y el comandante Alfonso Cano, jefe en ese entonces del Movimiento
que empezaba a fulgir desde San Vicente, explic la propuesta poltica
como un instrumento civil, amplio, policlasista, orientado hacia la
conquista del poder, hacia el resurgimiento de Colombia bajo un nuevo
orden social justo, con unas Fuerzas Armadas Bolivarianas garantes de
la libertad, la soberana y las conquistas sociales.
Manuel en e
l la
nzam
iento
del M
ovim
iento
Boliv
ariano
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"El rostro semioculto de El Libertador Simn Bolvar que hace parte de
la presidencia de este acto y que descubre su noble y profunda mirada -
deca Alfonso Cano- significa que el nuevo Movimiento Poltico tendr
un funcionamiento clandestino. La amplitud de los objetivos a conquis-
tar no ocultan los peligros que se ciernen sobre su existencia. No
repetiremos la experiencia de la Unin Patritica en donde la heroicidad
de sus integrantes y la generosidad que caracteriz su compromiso,
fueron brutalmente abatidas por las fuerzas armadas oficiales en traje de
civil, hasta prcticamente hacerla desaparecer".
El Movimiento Bolivariano crece hoy en la clandestinidad como alter-
nativa poltica, como espacio de encuentro y de lucha por la Nueva
Colombia, la Patria Grande y el Socialismo, la paz, la democracia, el
nuevo poder.
El derecho universal a la rebelin armada
Tanto Manuel Marulanda, como su ejrcito revolucionario, son conse-
cuencia congruente del ejercicio de un derecho universal: el que asiste a
todos los pueblos del mundo a alzarse en armas contra la injusticia y la
opresin. La Declaracin Universal de los Derechos Humanos aprobada
por la ONU en 1948, consagra y legitima en su prembulo el derecho a la
rebelin. Pero Independientemente de que haga parte de un corpus
normativo reconocido por los estados, es un derecho natural. Por encima
de la legalidad predomina la legitimidad de la rebelin derivada de la
justicia de sus actos.
"Es la insurreccin por su naturaleza un acto legtimo -expresaba el
Libertador-: ella anuncia que si hay en un Estado un poder esencialmente
perverso, el hombre-ciudadano sabr buscar los medios de derribarlo".
Es el derecho que tom en sus manos Manuel Marulanda Vlez. La
legitimidad de la resistencia a la violencia terrorista del Estado, violencia
injusta de los poderosos, no admite en la situacin concreta y en el
contexto colombiano dudas en su entorno. El debate sobre la vigencia o
no de la lucha armada, entronizado por la euforia neoliberal hace un
cuarto de siglo, no nos desvela, porque actuamos con la certeza de que
hacemos uso de un derecho universalmente aceptado por la razn,
legitimado adems por el altruismo y la sed de justicia que el acto de la
rebelin encierra.
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Por eso las FARC reciben, como un reconocimiento colmado de justicia
y solidaridad, la decisin del Movimiento Continental Bolivariano de
instituir el 26 de marzo, fecha de la desaparicin fsica del comandante
Manuel, como da del derecho universal de los pueblos a la rebelin
armada. Nada ms justo que esta generosa decisin.
El maestro de la Guerra de Guerrillas Mviles
Marulanda fue original, autntico. Sigui
el camino de sus propios pensamientos, de
sus reflexiones. Tomando los elementos
del acumulado de su experiencia fue ela-
borando una doctrina militar insurgente
que ha probado en el campo de combate su
eficacia. Sin duda, su estudio de los proce-
sos revolucionarios fortalecieron su con-
cepcin tctica y estratgica, pero su
talento militar y poltico proviene esen-
cialmente de su profundo anlisis de la operatividad enemiga de la que
extrae conclusiones que convierte en directrices, no solo para neutralizar
el esfuerzo adversario, sino para superarlo y derrotarlo en el teatro de la
contienda. En realidad Marulanda fue un talentoso comandante rebelde
egresado con las ms altas calificaciones de la escuela de la experiencia.
Marquetalia, Riochiquito, El Pato, Guayabero, La Sonora, las opera-
ciones Centauro, Thanatos, Destructor I y II, el Plan Colombia, el Plan
Patriota, fueron sus academias en el arte militar.
Su tctica es la de Guerra de Guerrillas Mviles cuya dinmica y
concepcin se fundamenta en el secreto, la movilidad y la sorpresa, en el
Nuevo Modo de Operar que es un acoplamiento a los cambios en la
modalidad operativa del enemigo. Su rasgo esencial es el accionar mili-
tar permanente, tambin poltico, lo cual exige una nueva mentalidad en
mandos y combatientes, que reclama eficacia en sus emprendimientos.
La inteligencia de combate es el factor objetivo generador de la dinmi-
ca. En palabras de Marulanda, se trata de explotar las vulnerabilidades
del enemigo, golpearlo en los desplazamientos, fuera de sus fortifica-
ciones; tambin en sus fuertes y bases con artillera y sorpresa, atacar su
dispositivo de seguridad, quitarle la iniciativa y la tranquilidad con el
golpeteo permanente, sin descanso. Esto exige, dice el estratega, mandos
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preparados cumplidores de los planes y de sus deberes, disciplinados,
dispuestos a darlo todo por la causa, sin aspi-raciones personales,
siempre al frente de sus tropas educndolas, formndolas. Manuel
Marulanda es un concierto de modos de operar, de accionar permanente,
sostenido, con objetivos principales y alternos disponibles para
garantizar el ataque de todas maneras.
Para el comandante Manuel el ataque a Marquetalia que diera origen a
las FARC en 1964, siempre fue un referente para el anlisis y la
prospectiva militar. La modalidad operativa del enemigo en ese entonces
fue la base para establecer comparativamente la evolucin de la doctrina
contrainsurgente aplicada en el momento actual por los estrategas del
South Command estadounidense.
Marulanda frente al Plan Patriota
Teorizando, intercambiando sobre el Plan Patriota, Manuel Marulanda
conceptuaba que su objetivo era la derrota militar de la guerrilla
utilizando todo el podero del Estado en lo militar, poltico, econmico,
diplomtico y propagandstico; exterminar a los jefes insurgentes y
disuadir la inconformidad social para consolidar la poltica neoliberal y
generar seguridad inversionista. La modalidad operativa es el despliegue
en masa de la fuerza con elevado poder fuego, apoyo areo, tecnologa
militar de punta e informacin satelital en tiempo real.
Para lograr el propsito la economa toda fue volcada
en funcin de la guerra y la inversin social arrojada al
basurero del olvido. Y los medios slo deban difundir
la versin manipulada de los hechos. El objetivo final:
obligar a la guerrilla a "negociar".
Desde la Operacin Marquetalia hasta Destructor II -
anota Marulanda-, las acciones eran dirigidas por
oficiales colombianos; a partir del Plan Patriota la
conduccin es asumida directamente por oficiales de
South Command del ejrcito estadounidense mientras
los militares colombianos pasan a jugar papel secun-
dario como subalternos. Todas las fuerzas: Ejrcito,
Marina, Fuerza Area, paramilitares y policas que-
dan subordinadas a los militares de Washington.
Esta observacin de Marulanda es refrendada por las
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aseveraciones del general James T. Hill quien oficiara como jefe mximo
del Comando Sur: "La mayor parte de los activos disponibles por
nosotros estn siendo enfocados en la pelea tctica en Colombia". Por
eso pululan asesores militares extranjeros en las principales guarniciones
del pas y se anuncia la instalacin mltiple de bases militares yanquis en
territorio colombiano. El Plan Patriota es la geopoltica de Washington
pretendiendo en medio de la crisis sistmica del capital asegurar su
predominio en el continente.
El Plan Patriota es la respuesta al despliegue estratgico de las FARC en
todo el territorio nacional en su objetivo de toma del poder con apoyo de
masas, por la va poltica o militar segn las circunstancias. La primera
fase es el despliegue de Divisiones y Brigadas en un gran cerco contra los
Bloques y Frentes de las FARC. La segunda fase fue el estrechamiento
del cerco en medio de combates, movimiento acompaado de un frreo
control de carreteras, trochas, ros y abastecimientos; destruccin del
apoyo de masas con bloqueos econmicos a las comunidades, masacres,
"falsos positivos", bombardeos, detenciones masivas, desapariciones,
incendio, destruccin de cosechas, para motivar el desplazamiento
forzoso de la poblacin. La tercera fase fue la penetracin en la selva con
la fantasa de desalojar a la guerrilla del terreno y obligarla a transitar
zonas ya controladas por el ejrcito para golpearla desde posiciones
favorables. El 50 por ciento de la tropa penetr a pie y el resto
desembarcados, en decenas de misiones, en helipuertos abiertos en la
profundidad de la selva. Desde las nuevas posiciones, luego del
"ablandamiento" de la ruta con bombardeos de la Fuerza Area y
artillera pesada, avanzan en masa y suficiente poder de fuego
estructurados en hileras separadas a una distancia de 100 a 200 metros,
cubriendo un frente de hasta 8 kilmetros y ms.
La resistencia de las FARC al Plan Patriota es un homenaje de plvora y
combate a Manuel Marulanda Vlez. El cambio de tctica es la
movilidad completa. In memriam, en combativo homenaje al
comandante, los guerrilleros reciben al ejrcito con su tctica de guerra
de guerrillas mviles. Los comandos aparecen y desaparecen, atacan por
sorpresa. Planifican muy bien sus movimientos y exploraciones. Ubican
al enemigo, y cuando ste se pone en movimiento, entran en accin. El
ataque por vanguardia o retaguardia, o por los flancos, es una
combinacin letal de activacin de minas con fuego de francotiradores.
La movilidad permite a la guerrilla golpear al enemigo dentro y fuera del
teatro de operaciones.
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Es evidente que la insurgencia ha asimilado la nueva modalidad opera-
tiva implementada por el Comando Sur. En medio de la confrontacin, de
los bombardeos de aniquilamiento, la guerrilla de las FARC no ha dejado
ni un instante de realizar sus escuelas militares, practicar cirugas de
guerra en la selva, abastecerse de todo lo necesario para atender los
requerimientos logsticos de la contienda blica. El Plan Patriota no ha
sido obstculo para efectuar las necesarias reuniones de sus estados
mayores en todos los niveles. Si alguno de sus mandos cae en combate,
hay siempre disponible una lista de cuadros suplentes muy capaces. La
fortaleza de las FARC est en su cohesin, en la claridad de sus principios
y en el apoyo de la poblacin.
La ilusin de la victoria militar agitada durante dcadas por el Estado es
una ilusin vencida y taciturna, derrotada por la estrategia insurgente del
pueblo en armas en marcha hacia su destino: la Nueva Colombia, la
patria grande y el socialismo.
La miseria creciente, el desplazamiento forzoso, los falsos positivos, la
aparicin cada da de grandes fosas comunes, el desempleo, la desaten-
cin de la deuda social, la indignante entrega de la soberana patria a los
Estados Unidos, constituyen una poderosa bomba de tiempo a punto de
estallar. La inconformidad social, conjugada con el accionar militar de la
guerrilla, puede, como afirma Manuel Marulanda, abrir las puertas a un
nuevo orden regido por la justicia.
De espaldas a esta realidad, la oligarqua colombiana ebria de triunfalis-
mo, habla del fin del fin de la guerrilla, como si el conflicto pudiera
dirimirse con conjuros o trucos de prestidigitacin. El autismo de la clase
dominante no le permite ver la derrota del Complejo Militar Industrial en
Irak y Afganistn. Diga lo que quiera la oligarqua a travs de sus usinas
de desinformacin, en Colombia el Plan Patriota del Comando Sur del
ejrcito de los Estados Unidos no logr derrotar la insurgencia de
Manuel.
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-
La plataforma bolivariana por la Nueva Colombia
En la Plataforma ondea la estra-
tegia poltica de Manuel. En su
manifiesto de septiembre de 2007,
las FARC pusieron a considera-
cin del pas, de sus organizacio-
nes polticas y sociales, la Plata-
forma Bolivariana por la Nueva
Colombia, como aporte a la discu-
sin y al intercambio sobre las
banderas y programa de un nuevo
gobierno, de carcter patritico,
democrtico, bolivariano, hacia un nuevo orden social, comprometido
en la solucin poltica del grave conflicto que vive el pas.
Un nuevo gobierno que materialice el proyecto poltico y social del
Libertador, que conforme un nuevo Ejrcito Bolivariano para la defensa
de la patria y las garantas sociales. Un nuevo orden edificado sobre la
democracia y la soberana del pueblo, que agregue a las ramas del poder
pblico los poderes moral y electoral, instituya el congreso unicameral y
la revocatoria del mandato. Un nuevo sistema de gobierno que ponga fin
a la poltica neoliberal, asuma el control de los sectores estratgicos y
estimule la produccin en sus diversas modalidades, que haga respetar la
soberana patria sobre los recursos naturales y que implemente polticas
eficaces de preservacin del medio ambiente.
Un gobierno que garantice la gratuidad de la educacin en todos los nive-
les, instrumente la redencin social y la justicia agraria, que renegocie
los contratos con las trasnacionales que sean lesivos para la nacin, y
deje sin vigencia los pactos militares, tratados y convenios que man-
cillen la soberana de la patria; que no extradite nacionales y que objete el
pago de la deuda externa en aquellos prstamos viciados de dolo en
cualquiera de sus fases.
Un gobierno cuya divisa en poltica internacional sea la Patria Grande y
el socialismo y que priorice las tareas de la integracin de los pueblos de
Nuestra Amrica.
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-
Manuel sigue vivo
No ha muerto Manuel. No puede morir quien comand la ms bella de las
batallas, la de liberar a su patria. Un grupo de medios colombianos
difundi hace poco un documental a travs de la National Geographic,
titulado "Tirofijo est muerto". El ttulo en s es una exhalacin de una
oligarqua que siempre lo percibi como amenaza a sus privilegios,
porque Manuel Marulanda haba hecho suyo el anhelo de paz, de justicia
y dignidad de las mayoras. La vida del legendario fundador de las FARC
no es la parbola del fracaso de las armas como camino para hacer poltica
en Colombia, tal como lo pretenden los promotores del documental. Es
que no se ha permitido hacer oposicin de otra manera. Siempre preten-
di la clase dominante el monopolio de las armas para el Estado y la
indefensin del pueblo.
La justeza de la lucha de Manuel es incuestionable. Hasta los realizadores
del documental tuvieron que reconocer que: "a Marulanda se le puede
vituperar, detestar o admirar, pero nadie puede negar que es uno de los
colombianos ms importantes de la historia reciente del pas. No hubo
general de la Repblica ni presidente que no se propusiera darle muerte".
17 gobiernos sucesivos, con sus generales, recursos y medios blicos, no
pudieron con l. De Manuel Marulanda, dice el general Valencia Tovar:
"fue uno de los ms sagaces estrategas militares gracias a una intuicin
poco comn y a un sistemtico aprendizaje de la experiencia".
El orgullo de los combatientes farianos es ser soldados de Manuel,
sentirse libertadores bajo sus banderas justicieras de independencia y
soberana, con Bolvar, con Jacobo, Efran, Ral, Ivn, Jorge y la compa-
a sagrada de los camaradas cados.
Manuel Marulanda el guerrillero estadista que concibi el proyecto de
Gobierno Alternativo; que previ, anticipndose a los acontecimientos,
que en caso de acceder al poder por la va de las armas, el Estado Mayor
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-
Central asumira funciones de gobierno nacional, los Bloques de
gobierno departamental, los frentes de gobierno municipal, que las
FARC asumiran funciones de nuevo Ejrcito, y que tambin nos entreg
su idea de cmo integrar un eventual gobierno surgido de las alianzas
polticas, sigue vivo en los guerrilleros, batallando por sus sueos.
Imposible olvidar su admirable campaa ideolgica frente al desplome
del campo socialista, reuniendo a los partidos revolucionarios del
continente para instarlos a la unidad de esfuerzos y a reafirmar las
convicciones de cambio y revolucin.
In memriam, seguiremos firmes en la senda de soberana poltica que
caracteriz a las FARC bajo su mando, trabajando con mente abierta la
construccin de una alternativa poltica hacia la paz, buscando la apro-
ximacin necesaria con los militares patriotas y bolivarianos con miras a
la solucin poltica y la reconstruccin del pas.
La cohesin del Estado Mayor, comandante Manuel, sigue siendo uno de
los ms importantes logros de las FARC. Sus directrices, camarada, para
enfrentar con xito las vicisitudes de los planes blicos del adversario
siguen la senda trazada. El parte militar de las FARC en el 2010 arroja los
siguientes resultados: bajas causadas a la fuerza pblica: 4.371/
Helicpteros averiados: 75/ Derribados: 1/ Aviones impactados: 20/ 2
barcos y 11 lanchas artilladas batidas por el fuego.
Las FARC le dan vida a Manuel con sus acciones.
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En una hermosa y justiciera rememoracin de Manuel Marulanda, el
comandante Fidel Castro expres: "consider y considero que Maru-
landa fue uno de los ms destacados guerrilleros colombianos y latino-
americanos. Cuando muchos nombres de polticos mediocres sean
olvidados, el de Marulanda ser reconocido como uno de los ms dignos
y firmes luchadores por el bienestar de los campesinos, los trabajadores y
los pobres de Amrica Latina".
En una ocasin, Manuel Marulanda Vlez fue sorprendido con la
pregunta de un estudiante en la Escuela nacional de cuadros Hernando
Gonzlez Acosta, sobre lo que podra significar su eventual muerte para
las FARC. Mirndolo fijamente, el comandante respondi: "yo ya hice lo
que tena que hacer, y ah estn el Ejrcito del Pueblo y sus comandantes
formados para que continen la lucha hasta ms all del triunfo".
Desde la montaa, su cuartel de siempre, Manuel sigue iluminando el
camino de la victoria.
Venceremos.
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC
Montaas de Colombia, marzo de 2011
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Marzo 7 de 2011. A tres aos de la
muerte fsica de los comandantes
Ral Reyes e Ivn Ros
En vanguardia guerrilleros farianos/ Atencin,
hacen honores/ Cuando la sangre dan por sus
con paso de vencedores/ En el combate al pueblo
hermanos. (Fragmento del himno En vanguardia)
Invencible voz de pueblo en armas. Victoriosa
marcha de la memoria. Escenario de la subje-
tividad imbatible haciendo el ara de la rebelin
posible. Un sol de ocaso que prepara el renacer
constante del alba de los sueos insurgentes.
Escoltada del bosque entero est la presencia de
los recuerdos, encontrando materialidad en los
puos erguidos que se juntan como primaveras o
como lluvias estivales en luna de menguante frtil; en el espacio de lo
real maravilloso, que vuelve inmarcesibles las consignas de la Patria
Nueva.
A qu le canta la montaa, a qu le habla la clandestinidad sigilosa que
no sea a la justicia, desde cada latido de nuestros corazones altivos que se
embelesan con el aire puro, con la floresta sin dueo, con el agua sin
venenos, con la geometra de la arena , transitando la aventura del otro
mundo posible, el lance de la lucha por el comunismo cierto, surcando los
laberintos del rastrojo, los recodos de la barriada humilde, los acertijos
de las sombras? En fin, el silogismo de la victoria junto a la masa
erguida de los sufrientes en vindicta.
De qu depende la historia de nuestra patria que no sea, en lo esencial,
del desenlace de la confrontacin desenvuelta entre los oligarcas y
nuestro amado pueblo que resiste a la opresin con gallarda?
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De qu depende, que no sea del rumbo del combate
decidido frente a la violencia impuesta por los explo-
tadores?
En los profundos acantilados de la rebelin ha de caer la
arrogancia de los genios del terrorismo de Estado,
lacayos imperdonables de los mortferos y srdidos
designios del imperio.
En la estrada de la vida y de la muerte sobre la que
marcha un pueblo oprimido y condenado a la miseria, y
una gran parte de l guerreando desde la clandestinidad,
levantado en armas, jugndose la vida por la paz de todos,
est palpitando la historia de la Colombia comunera, definien-
do la opcin de la vida a pesar de la muerte, prefiriendo morir en la
lucha antes que dejarse decaer por el hambre y la tanta humillacin,
buscando que el mundo por fin termine de conmoverse por todas las
ignominias que padece este rincn de la Amrica Nuestra por cuenta de la
codicia depredadora del neoliberalismo.
No obstante el terror del imperio y sus escuderos locales, una digna
grey de combatientes, sacrificio tras sacrificio al lado de valerosos
militantes del decoro, enciende el fuego de la voluntad y la razn, para
que en l destelle como relmpago que no cesa la rebelda insurrecta de
las masas oprimidas, como luz del porvenir, como resplandor rojo de la
solidaridad, como tonante canto por la felicidad del mundo, por la alegra
de la humanidad sin cadenas, diciendo arriba los pobres de la tierra, de
pie los esclavos sin pan.
Un hombre solo no es nada, una mujer en solitario es efmera para la
historia; se requiere ser pueblo, se necesita palpitar con el fervor de las
masas para pervivir en el tiempo como ejemplo de aliento, tal como ahora
estn Ral Reyes y los mrtires de Sucumbos, Ivn Ros y su compaera,
Jorge Briseo y todos los abatidos hijos de bolvar, al lado de hombres y
mujeres que, tambin como Judith Grisales, Mariana Pez, Lucero
Palmera, Adn Izquierdo, Christian Prez, Jacobo Arenas, Efran
Guzmn..., o el eterno Marulanda, se nos acrecientan como factores de
emancipacin en la conciencia; se prolongan en el ser del Partido
Clandestino que ayudaron a forjar, en las huestes milicianas que han
contribuido a construir, en los ncleos bolivariano que contribuyeron a
crear, en la organizacin de los frentes de masas que con nosotros
inventaron.
As, qu alivio y orgullo da saber que nuestro optimismo deriva de la
verdad dulce de sabernos parte de un indoblegable ejrcito que acta
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como un frreo colectivo que desborda los individualismos los
personalismos, para elevarse tras la estrella lumnica que entraan el
imaginario, las razones, amores y sueos de los pueblos, mostrando con
ejemplo prctico el camino a seguir, haciendo sin reparos el sacrificio
indispensable para construir la victoria definitiva.
De nada valdra vivir con existencia vaca de sueos, de propsitos
altruistas, si se es revolucionario; de nada valdra existir si no es por
mantener y ayudar en la construccin de la resistencia triunfante que
logre hacer flamear sempiterna la bandera del amor justiciero sobre las
ruinas de la explotacin infame.
Qu pensarn los burgueses de hoy, quienes si en algo cambian es para
empeorar en su "santo oficio" de la explotacin hiriente y criminal?
Qu pensarn las altas jerarquas eclesisticas que se alinderan con las
hienas que laceran al pueblo o se amangualan con supuestos neutrales,
que ningn reparo tienen para posar de humanitaristas mientras traman
trampas que favorezcan al establecimiento?
La lucha de nuestros cados ha sido y continuar en las razones y en las
armas del ejrcito del pueblo. El accionar indoblegable por liberar al
mundo de los abusos extremos del capital se multiplicar cada da desde
los brazos de los pueblos indciles; no habr masa explotada e incon-
forme que no ponga manos para elevar la conciencia de la humanidad al
cenit del Hombre Nuevo de Guevara, as tambin le toque a cada rebelde
quizs padecer tras el sacrificio, la excomunin banal de los que pon-
tifican desde sus cmodas curules del oportunismo, o la demonizacin
que le extienden los charlatanes que defienden la depravacin social que
significa el capitalismo.
No nos es posible admitir el destino fatal que condene a la humanidad
por los siglos de los siglos a padecer el salvajismo de los imperios y sus
oligarquas locales sumisas. Ya vemos como la resistencia popular
afgana, por ejemplo, ha hecho decir a los asesinos de la OTAN que
podran pasar decenas de aos sin que puedan doblegar la resistencia de
ese pueblo, conducindolos a admitir como urgente la necesidad de
abandonar aquel golpeado pas asitico; ya tenemos innmeros ejemplos
en la historia de cmo los pueblos que perseveran vencen las tiranas por
grandes e inicuas que sean.
Siempre ser necesario, entonces, mantener y multiplicar la dignidad;
cultivar el arte de la justa guerra y emular a hombres y mujeres de temple
y capacidad de sacrificio, mientras se mantenga erguida la tirana con
pretensiones de globalizar sus infamias.
La gloria de cada combatiente y de cada hijo del pueblo abatido en esta
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larga lucha por el cambio revolucionario, ha sido y ser la de la justa
guerra, la de continuar elevando las palabras con el vigor de la razn de
los oprimidos y la plvora de la resistencia, haciendo valer el honor de las
mayoras explotadas.
Pero, en s estos genocidas hasta dnde creen que llegarn? Pretenden
hacer de Colombia, a punta de fosas comunes, masacres, desapariciones,
torturas, encarcelamientos masivos, bombardeos, etc., un territorio
desolado, prefiriendo acabar con la vida de millares de inocentes
inermes. Claro est que eligen hacer del pas un inmenso mar muerto,
antes que ceder en sus privilegios enfermizos y desagradables, o en su
intencin de entregarse de rodillas a las catastrficas fantasas neoli-
berales impuestas por los yanquis y la Unin Europea.
Somos un pueblo en resistencia contra quienes nos han declarado sus
enemigos porque nos oponemos a su pillaje, o porque levantamos
nuestras voces contra las injusticias que Mster Sam, el sionismo y sus
cmplices han desatado sobre gente inocente en Irak, Afganistn, Euskal
Herra, Palestinay en la Amrica Latino-caribea toda.
Con Ivn Ros y con Ral Reyes, especialmente en este marzo de
dignidad, expresamos que hemos combatido y lo seguiremos haciendo,
tal como lo ensearon Jorge Briseo, Efran Guzmn, Jacobo Arenas
Manuel Marulanda, contra las injusticias que han colocado en condicin
de sometimiento y miseria a nuestro pueblo. Y aunque con miles de
operaciones ms de barbarie anuncien que van a destruirnos, jams
huiramos dejando a su suerte a los oprimidos, pues hacemos parte
integral de este pueblo que sufre la depredacin de los explotadores y
junto a l echaremos nuestra suerte.
Es indeclinable el propsito de las FARC-EP de construir un orden
social donde no se sigan presentando esas atrocidades del Estado, esos
crmenes que han llamado falsos positivos y que ya sobrepasa el nmero
de las 1200 vctimas, cifra que acrecienta espantosamente la de desapa-
recidos y asesinados, y que supera de manera abominable, segn ya lo
han dicho muchos columnistas, a los desaparecidos causados durante los
17 aos de dictadura de Augusto Pinochet entre 1973-1990 o a los
crmenes causados por la dictadura militar argentina.
Nuestros cados, entonces, no sern masa de la muerte estril, mientras
la construccin colectiva que son las FARC mantenga en alto sus bande-
ras de origen; es decir, mientras el pueblo mantenga su determinacin de
acabar de una u otra manera con el Estado criminal que desaparece,
tortura, asesina sin frmula de juicio alguna. Los sueos de los nuestros
que abonan la sagrada tierra colombiana estarn ah creciendo, anhe-
lando y luchando desde nuestras conciencias y con nuestras fuerzas,
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-
porque cesen las desapariciones que en los ltimos 10 aos suman
millares. La lucha se mantendr para que no sigan impunemente
ascendiendo al gobierno personajes cuyas regencias, como en el caso
Uribe Vlez, entre el 7 de agosto de 2002 y la fecha de su partida haba
suscitado ms de 30 mil desaparecidos, de las cuales la fiscala misma
que hace parte de la institucionalidad terrorista, admite la cifra de por lo
menos 17 mil, pero que Medicina Legal eleva a ms de 60 mil segn
"datos sin depurar" an y que organismos independientes tasan en ms de
200 mil para la ltima dcada trascurrida.
Nadie olvide ni pierda de vista, que las razones de esta lucha no son
abstracciones sino cosas tangibles que responden a los intereses ms
sentidos de las mayoras. Nadie pierda de vista que Ivn Ros, Ral
Reyes, Jorge Briceo y todos los nuestros que han sido asesinados,
recibieron el odio de sus victimarios porque luchaban, tambin, para que
los familiares de las vctimas desaparecidas por los paramilitares pudie-
ran recibir respuestas de justicia y no el terror que el Estado les ha
suscitado desapareciendo al menos a 20 de sus lderes que asistieron a las
"audiencias pblicas" que supuestamente -segn las promesas del
Estado- serviran para dar solucin a sus reclamos.
A mediados del ao 2009 -segn lo haba dicho la Unidad de Justicia y
Paz de la Fiscala- cerca de 4000 paramilitares; es decir, asesinos pagos
por el Estado, haban reconocido pblicamente, o confesado, la comisin
de 30.470 homicidios cometidos en los ltimos 20 aos. Y en el mismo
informe se reporta que los desmovilizados del paramilitarismo han
admitido que cometieron mil masacres en todo el pas, as como la
desaparicin forzada de 2.500 personas. En la misma lnea, se haban
registrado ante la Fiscala ms de 280 mil vctimas de las acciones
delincuenciales cometidas por las "autodefensas" (es decir, los para-
militares). Para equilibrar cargas en contra de la insurgencia legtima, las
autoridades tramposas incluyen como ciertas las falsedades que para
lograr prebendas propalan los llamados guerrilleros desmovilizados que
se sometieron a la llamada Ley de Justicia y Paz. Pero la realidad es que la
criminalidad contra el pueblo la ha desbocado el terrorismo de Estado
utilizando a sus paramilitares como uno de los instrumentos ms aberran-
tes, y que ahora para seguirlos usando como herramienta de terror los
enmascara bajo el nombre de BACRIM (Bandas Criminales), preten-
diendo incluir a las mismas FARC dentro de este concepto engaoso.
Todos estos males y los raizales histricos problemas sociales que
padecen las mayoras en Colombia requieren de una solucin urgente, sin
que el destino sea el de la guerra. Las FARC-EP, dentro de ese rumbo,
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-
persistentes han intentado una y otra vez procesos de reconciliacin que
han sido saboteados por los guerreristas de la oligarqua. Ahora, bajo la
conduccin del ex ministro de los falsos positivos, es decir bajo el
gobierno del Presidente Santos, se pretende colocar cualquier opcin de
dilogo como si se tratara de una ddiva y no como el anhelo que es del
pueblo colombiano. Contina la fascista poltica de seguridad demo-
crtica que impuso Uribe con el silencio cmplice de la oligarqua
colombiana y toda su onerosa carga de guerrerismo, mientras se
contina adems propalando la demeritada tesis del fin del fin de la
insurgencia armada en Colombia.
Las muertes de nuestros camaradas, sin dudas, suman dolores que
estremecen el alma, pero que al mismo tiempo generan fuerza moral
superior que nos impulsa con mayor determinacin a seguir adelante.
Por ello, reiteramos, que en la historia de las FARC, las adversidades no
detuvieron nunca la lucha ni la detendrn. As ha sido y as seguir
siendo, con la conviccin absoluta en la victoria.
Comandante Ral Reyes, presente!
Comandante Ivn Ros, presente!
Hemos jurado vencer y venceremos!
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La historia no hace nada a medias y atraviesa muchas fases cuando quiere
conducir una vieja forma social a la tumba Karl Marx Contribucin a la crtica
de la filosofa del derecho de Hegel, 1844.
Muchas veces tuvo que haber visto nacer el alba mientras se embele-
saba contemplando el firmamento sembrado de estrellas; muchas veces
tuvo que haber contemplado manojos de silvestres loros retando las
tormentas. Y, cuntas veces sentimos su mirada escrutadora escarbando
en los luceros las rutas ciertas del maana? No nos preguntbamos,
Por Jess Santrich
Integrante del Estado Mayor Central de las FARC
En memoria del Comandante Jorge Briseo y todos nuestros
camaradas que han partido tras la luz de la utopa.
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acaso, como haca para encontrar con tanto sencillo acierto las trazas
necesarias de lo emancipante concreto?
Guardin incansable del sagrado vientre de la tierra, hermano del
monte, amigo del viento, guerrero de lluvia con lanzas de sol y flechas de
tempestad entre sus manos; l sola interpretar la jerga hmeda del
bosque para llenar de fe la conciencia rebelde de los oprimidos.
Hendida la historia por la tormenta, su cuerpo se vierte sobre la aurora
y en forma de amor se extiende sobre las cosas.
La dcada muere adolorida, pero el grito de guerra del pueblo sufrido
emerge en vindicta por el gladiador cado. Entonces, el mal presagio se
disipa, al sentirse la manigua sonriendo en verde su esperanza, porque
nunca un pueblo tuvo un salvador diferente a s mismo; es decir, al
universo colectivo de sus mejores hijos.
Confiamos a la selva, el fuego nuestro que detenga el caos, elevando
hasta el eterno el resplandor creciente del ideal. Los anaqueles de la
floresta resguardan su imagen de luz contra el ocaso.
Para un hombre que tuvo el valor de morir sin doblegarse, en una
muerte que no es quietud y polvo sino simiente vegetal de los sueos
justicieros; para un jaguar de azul celeste y verdor de fronda en el
invierno; austero en todo menos en coraje y entrega por su pueblo, es
decoroso partir entre la plvora, como entre la plvora se ha ido slo para
quedarse en la voz de las horas que derrama el tiempo.
Entre tanto, a las puertas de su gloria, las moles firmes del guardin
andino, velan armadas la amada semilla de su humanidad cada; una
estampida de sueos desata las riendas de la plvora encendida: canto
pico de la jungla, poemas de acero lanzando el verbo de sus balas y el
sigilo de la ira incendiaria, combativa, asaltando con su fuego las feroces
hordas del averno.
Ellos, ordenan su extincin, condenando sus restos al fondo
melanclico de una fosa inaudita, lanzando su honor al ptrido fango de
las mentiras Pero, qu maligna fuerza puede abatir por siempre la
frrea dimensin de la verdad erguida?
As, entonces, en el tumulto del amor encuentran el retorno nuestros
muertos: un sepulcro de luna, un sarcfago de estrellas, un ara de ternura
en el panten del corazn y en la montaa, se eleva para cada
combatiente que parte tras la luz de la utopa.
En lo extenso de los cielos, en la dimensin del da, en el socavn de la
noche y en las cavernas de las sombras, an ante las garras de la muerte,
ante la evidencia del estruendo aleve, innmeros sern los das de la
evocacin para los nuestros, en su larga marcha admirable hacia los
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intersticios del origen, hacia el regazo de la memoria, hacia las radculas
del agua; para elevarse cnsonos en las espigas del viento, o estirarse
en la historia, aferrados a los largos dedos del destino con un haz de
tempestades en el alma y un escudo de luna y hojalatas de niebla, y ms
coros de balas, de pjaros y bestias; ms coros de lianas, de robles y de
insectos, agitando las brasas encendidas del rojo deseo de la leyenda
guerrillera.
Entre revolucionarios, si la llama de la sangre se enciende en el pecho y
el fugaz fantasma de la vida se vuelve adis de caracolas, no hay voces
fnebres de sueos vencidos que le den cimiento al fsil del olvido,
porque donde caen, los que luchan, con la magia de su propio ejemplo se
elevan resplandecidos, alargando la aurora desde la alabanza del ayer
dormido.
En l, los diluvios de la gloria derriban con creces la muerte ociosa.
Por eso, mientras el pueblo humilde lo quera y admiraba, ellos, los
oligarcas, le teman y odiaban.
Queran sus enemigos, que son los enemigos del pueblo, verlo muerto y
destruida su imagen, su memoria, su siembra.
Para los oligarcas, Jorge Briceo era un campesino ignorante, al que
detestaban porque no era de su clase y sobre todo porque desde las
pobreras se haba levantado en armas como un guerrillero de las FARC,
del ejrcito del pueblo, encumbrndose como smbolo de rebelda y
dignidad contra el pestilente orden de injusticias que reina en Colombia,
impuesto por los capitalistas y sucios elementos aptridas que sirven a los
intereses de las transnacionales extranjeras.
Quizs no les pareca simptico, adems. Pero bueno, eso sera lo de
menos. Lo esencial es que era su opositor peleando del lado de los
amplios y mayoritarios sectores sociales empobrecidos, que tanto claman
por sus derechos en nuestro desangrado pas.
Como hombre pobre e inconforme, convertido en magnfico
revolucionario conductor de la lucha contra los opresores, tena las
caractersticas perfectas para generar el aborrecimiento absoluto de los
portentosos "dueos" del pas. Habran querido eliminarlo hace muchos
aos, creyendo que en l radicaba la fuerza fundamental de ese ingente
colectivo insurgente que l haba ayudado a forjar. Pero, no; lo peor para
ellos es que el Mono se les haba convertido en un imbatible partisano, en
un ejemplo para el pueblo sobre cmo hay que enfrentar los oprobios de
los oligarcas con dignidad.
Qu gran militante era el mono, que gran guerrillero, que gran
comunista, que gran revolucionario. Con sencillas palabras era capaz de
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enervar a sus perseguidores y a los enemigos todos de los explotados y de
las FARC; pues su verbo concreto y sencillo, era enseanza directa para
los marginados y vilipendiados; cada orientacin y consigna era ruta para
la organizacin y la enseanza, para la resistencia y la construccin de
poder entre las pobreras.
Ahora bien, sin exagerar habra que reflexionar en que la utilizacin de
todos esos procedimientos de barbarie destinados para realizar un ataque
sobre un campamento guerrillero, no tienen que ver solamente con la
destruccin ni de un hombre como tal, ni de la particular organizacin
revolucionaria a la que pertenece. Los procedimientos burdos y
morbosos de la accin criminal que emplearon para asesinarlo a l y a 9
de sus camaradas, y luego la manera en que emprendieron la difusin
noticiosa ensandose contra su imagen, engranan perfectamente, como
prctica, en lo que podra ser la mentalidad de una oligarqua decadente,
subordinada al abominable desenvolvimiento de un imperio en crisis,
cuya civilizacin colapsa ineluctablemente, poniendo en peligro el
destino mismo de la humanidad.
Utilizada la ciencia y la tcnica en la prfida empresa de crear
inconmensurables armas para matar, inverosmiles factores de alienacin
y chantaje, inimaginables fuerzas de destruccin que depredan la
naturaleza y el equilibrio ambiental, los revolucionarios son vistos por los
explotadores como su anttesis, como la amenaza a sus deseos
mezquinos, sencillamente porque bien saben que con rebelda creadora y
profundamente humana, se est dispuesto a emprender la emancipacin y
reconstruccin radical de la sociedad, en manera tal que se proscriba para
siempre la sumisin, el servilismo, la venalidad y las injusticias
criminales que laceran al pueblo.
Pero los hombres y mujeres revolucionarios, de la condicin
incorruptible de Jorge Briceo, por ser enemigos de la explotacin y la
hegemona imperial, sern perseguidos por los lacayos de la reaccin; y
esta persecucin ser a muerte, porque bien saben los monstruos
incubados en el cieno del srdido capital, que el revolucionario
verdadero, el que no juega con los principios, jams abandona sus valores
espirituales, ni su compromiso altruista con la humanidad.
De tal condicin era Jorge, cuyo nombre antes de ingresar a las filas
insurgentes era Vctor Julio Surez Rojas. Y aunque mucho se especula
sobre el lugar de su nacimiento, lo concreto es que con su gran sentido del
humor, alguna vez escribi al comandante Ivn Mrquez para cerrar uno
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de sus tantos mensajes: "Cordialmente Vctor Julio Surez Rojas, y si
necesita esa partida de bautismo, mndela a sacar de la iglesia de
Icononzo (Tolima), que est pasando el ro Sumapaz, al frente de Pandi
(Cundinamarca)", y agreg con chispa de jovialidad que "firmo con parte
de mi nombre y enseguida lo comienzo a escuchar por radio, televisin y
prensa; qu vaina!, eso significa que me robaron porque hace rato pagu
para que me borraran de esos registros".
Tena 57 aos al momento de su muerte. Sus padres tambin haban sido
luchadores campesinos; como agraristas del Sumapaz estuvieron ligados
desde siempre a las luchas de las empobrecidas masas de ese sector en el
que por tanto tiempo reson el nombre de otro insigne luchador
comunista: Juan de la Cruz Varela. As, su condicin de revolucionario
no le viene de la nada. Era hechura del entorno de lucha en el que creci
desde los tiempos en que a su familia le toc enfrentar, como parte del
pueblo oprimido, los desmanes del dictador Gustavo Rojas Pinilla, quien
con las tropas mismas que venan de la odiosa guerra imperialista contra
Corea, atac los territorios de Sumapaz y Villarrica en el oriente del
Tolima.
Mucho le toc lidiar en el seno de su familia humilde, que como muchas
otras se vieron obligadas a trashumar en las montaas para sobrevivir y
finalmente establecer la resistencia en los histricos comandos comunis-
tas de autodefensa armada que estuvieron activos despus del ataque a
Villarrica, en territorios de El Pato y Guayabero. Estos comandos
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integrados en gran medida por los campesinos que tuvieron que hacer el
quite a la muerte en La Cortina de la Resistencia de Villarrica,
conducidos por el Comandante Jos Alfonso Castaeda (el comandante
Richard) en el campo de batalla y luego en la retirada por la cordillera
Oriental, en lo que sera el desplazamiento de la Segunda Columna de
Marcha que tomara rumbo sur hacia la mesa selvtica de Galilea, entre
los lmites de Huila con el Meta. Una vez lograron estabilizarse y darle
respiro a los centenares de hombres, mujeres y nios que viajaban con la
autodefensa armada, Richard se moviliz con el pequeo grupo que
desarrollara el trabajo organizativo en el Ariari, El Pato y Guayabero.
Estos, junto a los comandos comunistas armados de Riochiquito y
Marquetalia, fundados por el legendario Jacobo Pras y el imbatible
Manuel Marulanda Vlez, despus de la desintegracin del campamento
del Davis y el rompimiento de la alianza de resistencia con los liberales,
seran los semilleros de la lucha insurgente que dio origen a las FARC-
EP. Sus aliados tcticos de entonces, como lo eran los Loaysa y Jos
Mara Oviedo (Mariachi), entre otros, que se hacan llamar "Liberales
Limpios" para diferenciarse de los que ellos llamaban "comunes" por su
afinidad con los comunistas, tomaran el rumbo paramilitar a favor de las
actividades de guerra sucia del gobierno.
En ese trasegar de la resistencia agrarista y patritica de los comunistas,
Jorge Briceo aprendi de la vida todos los trucos de los perseguidos que
han tomado la determinacin de enfrentar al rgimen. Poco a poco fue
asimilando desde lo ms elemental de la escritura y la lectura, entre
campamento y campamento, hasta lo ms esencial de la guerra de
guerrillas, observando y conviviendo con los guerrilleros, quienes de
manera cariosa le llamaban El Mono, haciendo alusin a su tez blanca y
cabello un poco rubio.
Especialmente observando y aprendiendo de Manuel Marulanda y de
Jacobo Arenas, insignes formadores de dirigentes revolucionarios,
cualific su condicin de combatiente, adquiri el habito de la lectura, se
form como marxista y bolivariano y con sus hechos y su buen ejemplo,
se convirti en un comandante guerrillero de magnficas calidades, cuya
condicin ms importante era el sentido de lo colectivo en la direccin de
los aspectos polticos y militares de la organizacin.
La fraternidad y la camaradera era el ambiente que floreca en sus
campamentos, la confianza para opinar y controvertir dentro de los
cnones del centralismo democrtico que rige la disciplina fariana y
siempre en el sendero de la crtica y la autocrtica, eran los rumbos del
colectivo que rodeaba a Jorge. La semblanza que con motivo de su
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partida elabor el Secretariado de las FARC para enaltecerlo a l como
uno de sus ms sencillos y abnegados integrantes, habla sucinta pero
claramente de su condicin de revolucionario intachable.
Pero siempre se podr decir ms sobre sus cualidades: cunta tenacidad
y arrojo prodigaba; como combatiente o conductor haba participado en
centenares de batallas, difundiendo un ejemplo muy elevado de
disciplina, audacia y respeto por el enemigo. As, cuando como
consecuencia del golpe del destino que le quit la vida, los asesinos que
lanzaron 7 mil kilogramos de explosivo letal sobre su cuartel de la
montaa le creyeron vencido, derrotado y an su imagen sepultada bajo
el terror aleve de las hordas mediticas que vilipendian su memoria sin
cesar, el Comandante Jorge Briseo les ha reaparecido creciente, ingente,
como una legin de valientes en las voces de los oprimidos que le
reverencian, en los puos del pueblo en armas multiplicado en dignidad y
en convencimiento absoluto por la causa a la que entreg su vida. Miles
de guerrilleros le han dicho presente haciendo tronar sus fusiles contra el
rgimen opresor. De oriente a occidente, de norte a sur, cada Bloque de
las FARC-EP ha entregado sus partes de victoria en esta rpida campaa
de homenaje que hemos denominado JORGE BRICEO VIVE, la cual
contribuy con creces a elevar los resultados de castigo que el Ejrcito
del Pueblo caus a las tropas del rgimen en el ao 2010, y que suman
4371bajas entre muertos y heridos.
La cada de Jorge en las montaas, ha desbordado sin duda el coraje, las
ganas de la justa vindicta, el deseo de emularle, el recuerdo de lo que fue
su vitalidad avasallante, el deseo de tanto combatiente queriendo ser
como l para as rendirle homenaje a la causa noble y altruista que
encarnaba.
Sabemos en lo que andamos, los riesgos y sacrificios que implica una
lucha revolucionaria al lado de los desposedos. Por eso asumimos que
cualquier padecimiento sera poco frente a lo mucho que merecen los
pueblos en funcin de sus reivindicaciones. Por ello nuestros dolores no
son ni sern jams de lamentaciones; tampoco de conformidad o
tolerancia, pues para los farianos la resignacin es como una enfermedad
del alma. Nuestro luto es de combate. As que los guerrilleros en todos
los campamentos le han rendido tributo a Jorge y a cada uno de nuestros
muertos desbordando audacia contra el enemigo y desbordando, adems,
amor y ms amor en cantos, poesas, palabras sentidas, que quisieran
definir el herosmo y la abnegacin de ellos, en significados que fluyen
hacia la excelsa idea de la justicia y la emancipacin para los
vilipendiados y explotados.
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En homenaje pstumo al coloso de la
Macarena, El Bloque Oriental que
comandaba al lado de un aguerrido
Estado Mayor de inclaudicables, ha
pasado a llamarse Bloque Comandante
Jorge Briceo, y su mensaje lanzado
pocos das antes de su muerte, ahora es
consigna que retumba como conviccin
desde el campo y las barriadas humildes
de Colombia: Nacimos para vencer y no
para ser vencidos! Y no se trata ello de un
vano convencimiento fundado en la idea
de la predestinacin como clave de la
salvacin del hombre, no.
No se trata de una confianza inerte en
cuanto a que tenemos la fe de haber sido o de que seremos elegidos
porque creemos estar actuando dignamente, no. No es dable que el
comandante Jorge pensara o se esperanzara en la "gracia de la eleccin
divina". Nuestro Dios es el pueblo, sin duda alguna, y por ello nuestra fe
radica en el convencimiento y credo en sus infinitas capacidades que nos
permiten repetir con El Mono, nuestro querido Mono, que "somos
pueblo y el pueblo es invencible!".
Apuntamos acaso a un determinismo religioso? NO. Creemos acaso
en que nuestra salvacin vendr de la "librrima, eterna y omnipotente
voluntad divina"?, , acaso estamos pensando en un destino con
determinismo natural de salvacin? NO.
Nuestro convencimiento bolivariano es que los pueblos se salvan a s
mismos y que nosotros, somos pueblo organizado en armas, que ms
temprano que tarde lograr sus pretensiones con la solidaridad de
quienes en cada rincn del mundo luchan por la libertad humana en
dignidad. Sin creer que sea la lucha contra los explotadores el "pecado"
que nos condenar. Nuestra nica salvacin est en la confianza que
tenemos en las inagotables potencialidades revolucionarias de los miles
de millones de miserables del mundo, en esa enorme masa de sufrientes
que crece como negacin del sistema porque ese sistema los niega como
seres humanos.
En trminos de Marx, con la confianza en que es ingente la fuerza
liberadora de la humanidad sufriente que piensa y de la humanidad
pensante que sufre como propia la opresin ajena; con certezas en cuanto
a que la rebelin de los oprimidos ha de ser, su marcha necesaria hacia
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una sociedad universal sin clases y sin Estado se presiente; es decir, con el
vivo credo en la era del comunismo, es que marchamos sin pausa,
convencidos de la victoria.
Sin abundar en relatos referidos a los combates victoriosos que
protagoniz Jorge, sin hablar esencialmente de su innegable genio militar
y de su loable empeo poltico por hacer posible el propsito socialista,
podemos dar su dimensin diciendo que era un extraordinario cultor de
las enseanzas del comandante Manuel Marulanda Vlez, siempre
apegado a la lnea y a las orientaciones del Estado Mayor Central y su
Secretariado, a los planes, a las ideas del colectivo, a la causa mayor del
conjunto fariano, sin denotar individualismo ni sugerirlo siquiera por
accidente. Esa era su fortaleza, su poder, o la magia que le hacan parecer
invulnerable, imbatible, desbordando energa creadora que se
desenvolva slo al lado y en funcin de todos los que le rodeaban
querindole igualar.
Nadie puede negar que junto a l no era posible dejar de ser intrpido,
denodado, incansable, fervoroso, intenso, parte misma de su genio y de
su ciclnica presencia a favor de la libertad. Pero, entre tanta cualidad,
sencillamente Jorge, era un revolucionario de corazn, de cuerpo y alma,
entregado a la causa sagrada de la Nueva Colombia, la Patria Grande y el
socialismo. Nada para s, siempre, siempre, pensando en los suyos y en el
futuro del pueblo, en primer lugar.
Si le tocaba morir no poda ser sino en la trinchera, en la primera lnea, al
lado de sus guerreros, enhiesto en sus convicciones y decoro, erguido y
sereno en la montaa, sin importarle la perversidad del enemigo, sin
pensar un instante en despertar compasin por los males del cuerpo que le
aquejaban y pesaban como fardos de plomo sobre su existencia,
Ms all de la perfidia enemiga, es gloriosa su muerte, es heroico su
sacrificio, y un smbolo y divisa el valor de los valientes que con l
cayeron; de los resistentes que por dcadas han entregado su sangre y sus
vidas para que florezcan los sueos de libertad. Pero qu difcil es hablar
de cada uno de nuestros muertos, pues tanto y tanto hay que decir de cada
cual que no habra palabras que puedan expresar lo que merecen. Cuntos
que no estrecharon nuestras manos, cuntos respecto a quienes apenas
dijimos alguna vez sus nombres, cuntos que slo vimos de paso pero que
an as estn en nuestras almas sembrados como semillas del pundonor,
generndonos el mayor compromiso de abnegacin por sus sueos.
Tantos, tantos que tenan en sus almas la magia inmaculada y generosa del
amor al prjimo, el aliento superior de su decisin de entregarlo todo por
la causa de los pobres, y que por ello ganan los corazones ms
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agradecidos del pueblo y el mrito de recibir su admiracin.
Al hablar del Mono y de nuestros muertos, los pensamientos se elevan
hasta el cenit de la grandeza que entraa el sacrificio de cada camarada
cado en cada lugar de la patria donde hunde sus races la memoria de esta
larga lucha, haciendo florecer la certidumbre que nos mantiene en la
batalla dispuestos a entregarlo tambin todo por la libertad, o por un poco
de esperanza para los oprimidos.
Por eso, en estas palabras que inspira Jorge, por todos los cados en la
lucha es que expresamos nuestros ms altos sentimientos y nuestro
compromiso de llevar adelante sus ideas. Y a quienes por temor a los
victimarios, o engaados por las avalanchas de mentiras que el rgimen
vierte sobre las obras de los revolucionarios, deciden tomar distancia y
hasta sumarse a las acechanzas de los vilipendios, simplemente como se
hace con la maraa de la selva que no se quiere maltratar, la apartamos del
camino con la esperanza de que un da, cuando a ellos llegue el sol de la
verdad, se conviertan en el abrigo tambin de estos sueos de patria digna
que albergamos.
Quienes le conocimos al Mono personalmente o por sus historias
formidables de lautrico guerrero y conductor poltico; quienes le
sentimos a l y la vvida flama de cada guerrillero abatido, les llevaremos
en nuestros corazones, ahora ms que nunca, recordando su resplandor de
comunistas. En el basalto de la memoria colectiva estar inscrita la
leyenda de cada combatiente valeroso, de cada camarada
indoblegable, de cada hijo de este pueblo aguerrido.
Reiteremos que testimonio debe quedar, entonces, en esta hora de luto
combativo, cuando la tristeza emerge como plomo y metralla de la justa
guerra victoriosa, que se ha hecho sentir la emocin de millares de
combatientes en las aulas guerrilleras y en centenares de puntos de
Colombia; en unos lados recordando la obra del Comandante abatido,
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manando el todo como un ferviente orfen patrio hecho por una enorme
masa bolivariana de partisanos y militantes, que espontneamente han
homenajeando a Jorge, y junto a l a nuestros muertos, desbordando
admiracin y cario, haciendo fluir la poesa, la prosa cotidiana y el canto,
agigantando en cada corazn la determinacin de continuar adelante
hasta triunfar. Y en muchos otros lugares, con ms entusiasmo que ayer,
con ms exaltacin que antes, con crecientes de arrojo y valor,
accionando los fusiles y morteros, la osada y el temple de la guerra de
guerrillas mvil.
Entonces surge un gran convencimiento en cuanto a que ha sido
inmensa la herencia de nuestros muertos, esa herencia del pundonor
desbordado en el deber que con conviccin nos imponemos ms all de
las ardidas consignas, pensando -en trminos de Bolvar-, en que nada nos
detendr si el pueblo nos ama; nada nos detendr porque sabemos que es
el futuro de la humanidad lo que est en juego en cada rincn del mundo
donde se enfrenta a las oligarquas y al imperialismo. Y qu mayor
humanismo que aquel que implica la entrega plena a la causa de los
pobres rubricando el compromiso con la sangre propia?, sin titubear
frente a la descomunal mquina blica del decadente imperialismo en
crisis estructural. En tal sentido, qu mayor humanismo que aquel que se
conjuga siguiendo la ensea de Manuel Marulanda, de Bolvar, del Che;
es decir, por ejemplo, siguiendo a Jorge en su cotidiana prctica del
pensamiento de Ernesto Guevara: "En cualquier lugar que nos sorprenda
la muerte, bienvenida sea, siempre que se, nuestro grito de guerra, haya
llegado hasta un odo receptivo, y otra mano se tienda para empuar
nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos
luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de
victoria".
Y as estamos entonces, empuando las armas, ms all de las crticas de
los engaados, de los distrados y de los mal intencionados que nos piden
que tomemos el camino del desarme. Con todo el amor que podemos
prodigar a los oprimidos, en pro del comunismo, en pos de la
emancipacin humana, hasta en medio del luto combativo alzando la
bandera de la solidaridad y del internacionalismo; de la comunin de
los explotados, de la dignidad del ofendido.
Por nuestros muertos ni un minuto de silencio, toda una vida de combate!
Nacimos para vencer y no para ser vencidos!
Viva la memoria del Comandante Jorge Briceo!
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Con datos fabricados fundamentalmente a partir de la visin
del Ministerio de Defensa Nacional, la Corporacin Nuevo
Arco Iris ha divulgado su Informe de Seguridad y Conflicto
Armado 2010 bajo el ttulo Balance de las FARC despus de
"Jojoy" y los Nuevos carteles del narcotrfico.
Sobre la base de un anlisis precario y parcializado, no es
posible una medicin objetiva que permita dimensionar el
grado de escalamiento del conflicto armado en Colombia. El
ttulo del informe parece salido de una fbrica de
desinformacin y de manipulacin de la opinin. Nada tiene
que ver el balance de las FARC despus de la cada del
comandante Jorge Briceo, con los nuevos carteles del
narcotrfico. La mala intencin manifiesta no hace ms que
meter una interferencia, un ruido perverso a un anlisis que
debe ser objetivo porque toca un tema incrustado desde hace
aos en el alma de los colombianos: el de la guerra y la paz,
la bsqueda de una solucin poltica.
El conflicto armado no se da en el aire, ni por prurito;
obedece a una causa social, no mencionada -ni siquiera
tangencialmente- en el informe de la Corporacin. Una
investigacin de la Universidad Nacional establece que cerca
del 70% de los colombianos viven en la pobreza y la miseria.
El desempleo, sumado al sub-empleo (empleo informal o
precario) alcanza el 50%. Segn organismos como el DNP y
el CINEP el desplazamiento forzoso se cuantifica en 4
millones 600 mil campesinos. En ninguna parte del informe se
alude a las vctimas civiles de los "falsos positivos" ni a fosas
comunes como la de la Macarena Estos son, tambin,
datos de la guerra, pero, por alguna turbia razn, se ignoran o
no se asimilan en el informe como resultados del accionar del
Los datos del conflictoIvn Mrquez
Integrante del Secretariado de las FARC
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Estado. Sin duda, se trata de un informe tuerto y cmplice
destinado a asperjar incienso santificador sobre la criminal
poltica de seguridad del Estado.
"Es difcil de creer -dice la Corporacin Nuevo Arco Iris: las
bajas de la Fuerza Pblica, entre muertos y heridos, en el
ao 2010, pueden llegar a 2.500". Fallaron
abrumadoramente en su prospeccin. El total de bajas fue
de 4.371, incluidos 72 oficiales. Pero en realidad las bajas
pueden ser mayores porque las FARC no contabilizan en su
data los SDR (Se Desconocen Resultados) con los que
cierran muchos de sus partes militares. Y no se incluyen
porque no se pudo constatar qu ocurri. Los combatientes
farianos slo pudieron observar la evacuacin de los cados
en los innumerables vuelos de los helicpteros Black Hawk.
Las 4.371 bajas sufridas por la Fuerza Pblica, estan
distribuidas de la siguiente manera: 2.078 muertos, 2.242
heridos y 21 desaparecidos, una cifra mucho mayor que las
bajas causadas por la resistencia a las tropas de los Estados
Unidos y de la OTAN en Afganistn (2.000 muertos, segn
Radio Habana), lo cual da una idea ms objetiva de la
intensidad de la guerra que se libra en Colombia. A estos
resultados, las FARC agregan 75 helicpteros averiados, uno
derribado, 19 avionetas y un avin, impactados, 2 barcos y
11 lanchas artilladas batidas por el fuego rebelde.
Los datos de las FARC sobre los resultados de la
confrontacin armada en Colombia durante el 2010 se
complementan con el parte general adjunto (de 162 folios)
en el que se detallan fecha y lugar de las acciones blicas.
Nunca un "post-conflicto" ha sido tan conflictivo. Desde luego
la realidad descrita en los partes militares de las FARC, deja
sin piso la fbula oficial del fin del fin de la guerrilla y justifica
cualquier esfuerzo dirigido a una solucin poltica, como
ahora lo proponen los mismos gringos para Afganistn.
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La Corporacin Nuevo Arco Iris adolece de fallas
estructurales en su anlisis: mide la guerra de guerrillas con
el rasero de la guerra regular; convierte en orculo infalible la
informacin privilegiada que obtiene de la Sala Situacional
del Ejrcito, de la que participa peridicamente; profesa un
culto exagerado al fetiche de los nmeros, pretendiendo
explicar con ellos fenmenos sociales cuyas motivaciones
van ms all de la matemtica.
Ariel Fernando vila, investigador del observatorio del
conflicto armado de la Corporacin Nuevo Arco Iris presenta
una visin plagada de anlisis y conclusiones precipitadas
que slo sirven de estmulo a un triunfalismo tonto, que en
nada ayuda a buscar objetivamente una solucin. La
aseveracin de que la muerte del comandante Jorge Briceo
significa la derrota del Bloque Oriental y el fin de una era de
guerra de las FARC, es algo absolutamente descabellado.
Expresa una ignorancia total del funcionamiento interno de
las FARC. El mencionado investigador no sabe qu es el
Nuevo Modo de Operar y asombrosamente dice que es una
modalidad adoptada por las FARC en 1995. En realidad el
Nuevo Modo de Operar fue una directriz emanada de la VII
Conferencia de las FARC, que tuvo lugar en la regin de El
Duda en 1982. Para rematar el investigador da rienda suelta
a la fantasa y le da vida a un inexistente "Plan 2010", cuya
autora atribuye a la comandancia guerrillera. Con descaches
tan garrafales cualquier prospectiva que se intente sobre el
conflicto carece de seriedad.
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Repliegue
Comando guerrillero
Enemigo
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De manera reiterada se ha venido hablando ltimamente de
la superioridad area del Estado, pero nos preguntamos con
base en qu referente, si las FARC no tienen Fuerza Area.
Lo que s tienen, es un derecho inalienable a la legtima
defensa. Sin duda el Estado ostenta una gran superioridad
de medios y recursos para la guerra, pagados con soberana
patria al gobierno de los Estados Unidos. El Plan Patriota,
por ejemplo, es dirigido por oficiales del South Command
desde la base de Larandia en el Caquet. Colombia es el
tercer pas receptor de "ayuda" norteamericana en el mundo.
16 mil millones de dlares ha invertido Washington en el
Plan Colombia, pero no ganan la guerra. Algo est
pasando: el gobierno de Colombia dispone de un pie de
fuerza cercano a 500 mil hombres, tecnologa militar de
punta, pero no gana la guerra. Tal