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GloriaV.Casañas
LunaquebradaMilagrodeamorenNavidad
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AlamemoriadeHermesTrottiydesuesposaGraciela,quemerecibieronsiempreensugranjaserranaconel
amorreservadoaunahija.
“LasierradeCórdoba,comolasuizaenEuropa,seráenbrevecomplementodelavidacultayelegantedeBuenos
Aires.”
DOMINGOFAUSTINOSARMIENTO,1870
E
PRÓLOGO
MinadelcerroFantasma,Córdoba,1895
lsocavónparecetragarlosatodosensupenumbrosahumedad.Lasparedesde la galería, resplandecientes de cuarzo, contemplan a los mineros con
oscuros ojos que revelan el tesoro incrustado en la roca: tungsteno. AquellaspiedrasnegrasylustrosasqueLuisysuscompañerosapilansobrelosrielessindescanso, viajan en montacargas hacia la luz del sol. ¡Dichosas piedras, quepueden sentir la brisa embalsamada que esconden las sierras en sus valles yquebradas!ALuislecuestarespirar,elairefríoselepegaalcuerpoatravésdelasropas.
Letocabajardespuésdequeladinamitavacíelasentrañasdelcerroyexpongasusvaliosasvísceras.Pasadaunaesperaprudente,ysinosehadesmoronadoeltechoderoca,Luisylosotrosdesciendenhastaelvientredelamontaña,dondelaluzdesuslinternaslespermitedistinguirelmaterialquedebenescoger.Casino hablan entre ellos, tienen estudiados los movimientos para conservar elaliento.Ycuandoalgunodaseñalesdemareo,losotroslosubenalmontacargaspara que se beneficie del aire de arriba, donde los jotes vuelan en círculos,compadeciendoaloshombresquevivenaciegasmásabajo.Luisenjugaelsudorfríodesufrenteconeldorsodelamanoytose.Hatosido
muchoenlosúltimosdías.Suscompañerosdelpabellóndelos“hombressolos”lehandichoquesecalle,setapeconlamantaosalga,puesnolesdejadormirenpaz.Yelsueñoeslaúnicaliberacióndelosmineros.Tambiénseburlanunpocodequeunmuchachoguapoyvirilcomoél,capazdecargaruntroncodemolle
bajo un brazo, demuestre debilidad. Luis calla. Los pulmones han sido elestigmadelafamiliaMorándesdesiempre.Sumadreeratísicayadesdejoven,ysupadre,quetrabajabaenlaminadelotroladodelasierra,habíamuertodeun edema pulmonar. Luis se sorprende, sin embargo, de haber sucumbido tanprontoalmal.Nisiquieraelintensofríodelasalturaslehabíaafectadocuandopasabanochesenterasalraso,alpiedesutostado,mirandolasestrellas.Aquellasí era vida, guiando a los geólogos que inspeccionaban la zona en busca demineralesparaanalizar.Luisesexpertoenlamontaña,conocelossenderosqueseentreveranconlascortaderas,presientelosmalospasosyescapazdealertaralosdemásparaenderezarelrumbocuandolacañadaterminaenpuntomuerto.Nadie entiende cómo Luis puede oler el peligro, confundirse con el monte ocomprenderlasseñalesqueotrospasanporalto.Loconsideranunrastreador,unbaqueano,unguía.Nadiesospechaque,además,Luisespoeta.Nisiquierasuspadressupierondesusescritosalaluzdelfarolenlagaleríao
memorizadosenvozaltaalomosdelcaballo,paranoperderlarimahastallegara casa. Había guardado ese secreto por pudor. ¿Qué haría un hombredesgranandoversos? ¡Hasta sumadre sehubieseescandalizado!Lapobre,quenohizosinolavarropaajenaparasustentarlo,mientraselpadreibayveníaentreCórdobaySanLuis, trabajandoen loquepudiera.Hastaqueélcrecióypudosecundarlo,fuesumadrelaquesalvóelpuchero.LosMoránnuncasupieronqueteníanunhijopoeta.Mejorasí,habríasidounaburladeldestinopretenderalgomásquepartirseel
lomoenloslabrantíos.Luisapenashabíaterminadolaescuela.La tos le sube en un remolino por el pecho y lo sacude en un espasmo
incontenible.Lasfaucesdelsocavónselatragantambién.Unhombrearrugadocomopasadehigolomiraconpreocupación.—Hijo,hayqueveresatos—lediceenvozbaja.Luis se inclina para recoger la linterna que perdió durante el acceso, y
descubreunamancharojaquehabíasalpicadoelvidrio.Enlaoscuridadnadiela
ve,peroparaéleslacondenademuerte.Haheredadoelmaldelafamiliayeltrabajoenlaminasóloloaceleró.Quépenanohaberescritomásversos…Algodeélhubieseperduradoentreloscerros,enelairefragantedelosyuyosqueelvientomeceenlosfaldeos.Quétristemorirsinhaberconocidoelamordeunamujer,laesperaanhelanteparatomarlaensusbrazosyrecostarlasobreeltapizde hierba, hacerla suyamientras la cascada se arroja de bruces en el río queatraviesaelcañadón,muyabajo.—¡Eh!—escuchadecirLuis,envueltoyaenunamareaalgodonosa.Ylacuevadenegromineralsetragasumundoenuninstante.
Lollevaronenangarillasatravésdelpuentequesebalanceabasobreelarroyosembrado de piedras.En la enfermería lo auscultaron, le hicieron oler alcoholmezclado con hierbas y llamaron al médico, que a la sazón se hallabaalmorzando en el sector reservado al personal jerárquico. El doctor meneó lacabeza,apesadumbrado.—Estehombrenopuedeseguiracá—dijo,confirmandoloinevitable—.Está
tuberculoso.—¡Perosiesfornidocomountoro!—seasombróelencargadode labotica
delpueblominero.—Eso no significa que esté sano. Desde esta distancia puedo escuchar el
silbidodesuspulmones.¿Cuántohacequeseinstalóenlamina?Elboticariosealzódehombros.Jamáslohabíavistoantes,yasujuicioese
muchachoteníasaludpararepartir,perosieldoctordecíaqueestabaenfermo,éllosabríamejorquenadie.Cosasmásrarassehabíanvisto.—Ungrupo nuevo vino a quedarse hace cosa de un año, cuando el alemán
instalóelmolinoylapiedrademoler.Eldoctorasintió,pensativo.EnlaminadelcerroFantasmaseencontrabatoda
clase de gente, desde profesionales y aventureros que buscaban el éxito
repentino,hastalugareñosqueveíanenelsocavónlaoportunidaddellevaralgodedineroasusranchos,sinsaberquelamayorparteselesevaporaríaencomerybeberenlospuestosquelapropiacompañíalevantabaenlazona.Aesaaltitudyenunsitiotanalejadodecualquierpoblación,noquedabaotraquegastarenelcomercio instalado a esos fines, y al cabo los jornales se agotaban y losresignadosminerosregresabanasushogaresconlabolsavacía.Destinofataldelapobreza.Elmédicoescribióalgoensutalonarioyestampósufirma.—Entrégaleestoalcapataz—indicóaunodelosminerosquehabíacargadoa
Luisyaguardabaafuera—.Dilequeestehombredebedarsedebajayquehayquellevarloalsanatoriodelasierraalta.¡Urgente!—agregóalverlaexpresiónatónitadelotro.—¿Alacoloniaclimatérica,doctor?—inquirióelboticario.—Ahímismo.Es loúnicoquepodemoshacerpor él.Noestá inconsciente,
sóloagotadoyfaltodeoxígeno.Aver,pongámosloenlatarimajuntoaltanqueydemelamascarilla.EntreambostrasladaronelcuerpoinánimedeLuisyloconectaronauntubo
metálico que le daría aire puro a sus estropeados pulmones. Poco a poco, susojosnegrosseabrieronycontemplaronconestuporlosrostrosquelorodeaban.¿Habríamuerto,acaso?¿EstaríaalaspuertasdelPurgatorio?Cuandoniño,su
madre le hablaba de ese sitio donde las almas cumplían una penitencia parallegaralCielo.Yaunquecreíaquenohabíasidodeltodomalo,enlosasuntoscelestialeshabíaquecumplira rajatabla lospreceptosdelSeñor.Talvez lodeescribir poemas en lugar de trabajar, o tener pensamientos impuros sobre elcuerpoblandodelasmuchachas…—¿Cómosesiente?—dijounavozafableymuyterrenal.Luis asintió apenas, dando a entender que bastante mejor que antes, y el
médicolesonrióparainfundirleánimo.—Irá usted a un sitio privilegiado,mi amigo, un sanatorio único en el país
dondeloatenderánespecialistasquesanaránsuspulmones.Sóloverdondeestá
emplazado,yaobrarámilagrosensuespírituyensuorganismo.—Yeldoctorpalmeóel hombrodeLuisparaocultar la desazónque le producíapensar quequizá no hubiese sitio en el mundo capaz de evitar el triste final que leaguardaba.Aqueljovennoseríaelprimeronielúltimoensucumbiralaenfermedaddel
socavón,ysinembargoelmédicosesintióconmovidoporlaexpresiónsoñadorade sus ojos. Como muchos otros que habitaban los rincones serranos, aquelmuchacho semostraba huraño, pero el doctor de losmineros había convividocon ellos lo suficiente como para captar la intensidad de sus sentimientos,azuzadosavecespor la intemperanciade lospatronesysiempreardidosen lainjusticiadesucondición.—Espero que tengas almenos una dulce agonía—murmuró para símismo
cuandoLuisyaestuvofueradelhabitáculodelasemergencias.Miróelrelojquellevabaenelbolsillodesuchalecoysuspiró.Habíapasado
lahoradealmorzar.Mejorharíaenecharseunasiestayaguardar lamerienda,que gozaría del lujo del faldeo de las sierras dorándose en el esplendor de latarde.
E
BuenosAires,1894
l recinto de la Facultad de CienciasMédicas estaba sumido en sombrascuandoJulianaapagóla lámparadesupupitre.Era laúltimaen irse,yel
secretariodelabibliotecasehallaríaimpacientecomootrasveces;lamiraríaporsobrelamonturadecareydesusgafasyaguardaríaconelbigotefruncidoaqueaquellaestudianterezagadaledevolvieseellibracoquehabíaestadoconsultandotoda la tarde.Ya podía imaginar sumirada incendiaria cuando ella le diese laespalda,yhastaadivinarlaspalabrasquemorderíaenvozbaja:—¡Mujeresmédicos!¡Aquiénseleocurre!Lidiaba con esa idea cada día de su vida. No tanto en la misma facultad,
dondelamayoríadesuscompañeroslaadmitíansinreparos,sinoensupropiacasa,cuandolasamigasdesumadrelamirabanfijoconlatazadetésuspendidaenelaire,alsaberqueaspirabaaconvertirseendoctor.—¿No es poco adecuado que unamuchacha vea las partes pudendas de un
hombre?—habíaoídodeciraunadelasmásconspicuasvisitantesunatarde,sinsaberqueellaseencontrabaalotroladodelasala.Enaquellaocasiónsumadre,quehabíasidopioneracomomaestranormalen
elRíodelaPlata,soltóunarespuestaquesellóloslabiosdesuinvitada:—Lasverátardeotemprano,Adelaida,cuandosecase.Julianacreyóoíraladamaofendidacuandomurmuró:—Siesqueconsigueesposo.Aúnno lohabía conseguido, y cierto eraque el tiempopasaba entre libros,
microscopios y frías paredes azulejadas.Ninguno de los estudiantes lamirabacon ojos de varón. A la hora de elegir damisela para cortejar, preferían a lasjóvenes de buena familia que sabían administrar un hogar y aspiraban aengendrarunanumerosaprolequecontinuaseelapellidopaterno.Julianaerahermosaenunsentidovital.Poseíaojosdoradosdeextrañofulgor
como los de su padre, y una indómita cabellera rojiza, herencia de sumadre.Bellaerasusonrisa,siempreprontaavolversecarcajada,yesbeltasusilueta,ysinembargoseguíasoltera.Sucondiciónyaprovocabarumoresylamentosentrelabuenagentedelasociedadporteña.Enlostiemposquecorrían,ypesealosesfuerzosdehombrespúblicoscomoelpresidenteSarmiento,queensutiempohabíalogradotraeralpaísmaestrasnorteamericanasparadifundirelnormalismoyconelloofrecerprofesiónyvidaindependienteamuchasmujeres,lasociedadseguíaconsiderandoqueunajovensinesposoquedabasinamparo.Inútileraqueviesen ante sus ojos ejemplos que habían desafiado ese prejuicio; las buenasseñoras y los gentiles caballeros anhelaban para sus hijas el preciadomatrimonio.LotristeeraqueJulianatambiénlodeseaba,sóloquenoacostadesusmetas.Soñabaconunhombrequeentendiesesuvocaciónysieraposible,lacompartiese.QuizáhabíahechomalenregresardeNorteaméricatanpronto.Talvez era una quimera pensar que en laArgentina le resultaríamás fácil cursarmedicina. Allá en Boston había un hospital que educaba a las mujeres quequerían estudiar ciencias médicas, debería haberlo considerado al concluir supreparaciónenelMountHolyokeCollegedeAmherst.Aldespedirsedesuamadaabuela,laancianalahabíaalentadoaperseguirsus
sueños, pero a la distancia y pasados algunos años, Juliana se preguntaba siGranny no le habría hecho ese comentario porque ella misma se encontrabacumpliendo un sueño romántico: el reencuentro con el único hombre al quehabía amado de verdad. Esperaba que Emily y el señor Jeffrey, pariente delprimer baróndeAmherst, se hallasengozandode ese renovado tiempoque lavida les había ofrecido al final de sus días, y en secreto añoraba esa felicidaddoméstica que permitía confiar la propia intimidad al otro sin recelos. Era la
felicidadquereinabaenelhogardelosBalcarce,suhogar.Elrecuerdodelosañospasadosencompañíadesuabuelalacondujoaotro
recuerdoagridulce:suprimerbeso.HabíasidoenvísperasdeNavidadcuandoconociólamagiadelaLunaLarga,laúltimalunadelsolsticiodeinviernoenelhemisferionorte,lalunamásprolongadaenlanocheylaúnicacapazdeofrecerelrenuevoalosespíritusqueaellaserindiesen.Julianasupotodoesodebocadeunhombresingular,unnativodelatribudeloshuronesporelquesesintióatraída,quizádebidoaquetambiénellallevabasangreindiaenlasvenas,yaquesupadre,FranciscoBalcarce,erahijodeunacautivayuncaciquedeldesierto.Recordóconunasonrisanostálgicaqueeseno fuesuúnicobeso,yquehabíarecibido otro de labios delmismísimo hijo de JeffreyAmherst, un soldado decaballería que regresaba derrotado de la frontera y al que ella logró entendermuybienensuatormentadaexistencia.¿Dónde estarían esos hombres que la habían hecho vibrar cuando era más
joven?¿QuéseríadeIsmaelAmherst,Wanakaparaloshurones?¿Habríaencontrado
sudestino?¿YquéharíaDavidMalcolmAmherstconsuvidamilitar?¿Habríavueltoalafronteraparaenfrentarsudesignio,comoprometióenesaNavidad?Eraunaépocatanlejanaensumemoriacomosihubierantranscurridosiglos
desde entonces. Parecía un trozo de historia del que ella era una meraobservadora. Lo único que atestiguaba que la Navidad con los Amherst y suabuelahabíasidoalgotangibleeranlosregalosquehabíatraídoyqueatesorabaentre sus cosas: una pluma de águila engarzada en un collar y una cajita demúsicaconformadepianodecola,obsequiosdecadaunodeaquelloshombres.Julianadescendiólospeldañosdelaanchaescalerademármolycaminósobre
losmosaicosdelvestíbulodelafacultad.Aesahoratardía,sóloloscandilesyelecodesuspasoslaacompañaban.Ibasinapuro,disfrutandodelasensacióndeperteneceraunambientedeestudiossuperiores.Alfin,esehabíasidosusueñoyloestabacumpliendo.Depronto,leparecióquealecodesuspisadassesumabanotrasquevenían
desdeelfondodelpasillo.Sedetuvoyatisbóenlaoscuridad.—¿Quiénva?—dijoconvozfirme,dispuestaaenfrentaralquefuese.Se había criado única mujer entre varones, y no la iban a intimidar con
facilidad.Lassombrasarrojaronlafigurarollizadeunadamadeausteraelegancia.EraElla.La sorpresa no impidió a Juliana reparar en los detalles: en el rostro de
expresión bondadosa contrastaba la agudeza de la mirada azul, que revelabacarácterfirmeyempecinamiento.Alta,erguida,majestuosa,elcabellorecogidodespejandolafrentepura,reflejodelainteligenciaqueanimabaaaquellamujerextraordinaria.Vestíauntrajeoscurodelqueemergíauncuelloblanco,ydesubrazopendíaunbolsodeviaje.—¡DoctoraGrierson!Juliana no podía creer que ese encuentro se estuviese produciendo en la
soledadde laFacultaddeCienciasMédicas,cuandohabíanacabado lasclasesdeldíaysóloquedabanlosserenos.Latenueluzdelafarolacallejerapenetrabaa través del portón, iluminando las facciones de Cecilia Grierson, la primeramujer en graduarse demédico en la Argentina. ¡Cuántas veces había queridoJuliana entrevistarse con ella! ¡Cómo le hubiera gustado referirle que fue lanoticia de su graduación, unida a la de otros proyectos que Cecilia llevabaadelanteapesardeladesventajadesusexo,loqueladecidióaregresaralpaísyperseguirlavocaciónquedesdeniñalatíaensusvenas!—¿Seencuentrabien,señorita?Sinduda,ladoctoracaptabalaalteraciónenlosrasgosdeJuliana.—Sorprendidadeverlaaquí,doctora—atinóadecir.Ladamasonrió,yunaluzáureailuminóelrostroamable.Julianaentendiópor
quélosquelaconocíandecíanqueellasonreíayavanzaba.—Estoyapuntodeemprenderunviajeyvinea recoger algunascosas. ¿Es
ustedestudiante?—Sí,ymetemoquemeretraséenlabiblioteca.Elsecretariosehaenfadado,
noeslaprimeravez.La doctora Grierson animó a Juliana a caminar junto a ella mientras se
dirigíanhacialasalida.Laúnicahojaabiertadelportónrevelóqueuncochelaaguardaba.—Lashorasdesoledadsonlasmejores,puedoaseverarlo.¿Yestáavanzada
enlosestudios,señorita…?—JulianaBalcarce,doctora.Ynoestoytanadelantadacomoquisiera.Antes
dedecidirme,estuveestudiandoenuncolegiodeMassachusetts.—Entiendo.Séquenoesfácilemprenderestacarrera,aunquelavocaciónse
abrepasocuandoesauténtica.Amímecostómuchoinclusoquemedieseneldiploma.¡Despuésdehabercumplidocontodaslasasignaturas!Julianahubieseprorrumpidoenunaandanadadecríticashacialosqueosaron
negarleesederechonadamenosqueaCeciliaGrierson,perosedetuvoatiempo,puesentreaquellosrecalcitrantesqueargumentabanqueunacosaeraestudiaryotra ejercer, habría de seguro prestigiosos hombres de ciencia, y la jovenignorabaquépensabaladoctoraGriersondetodosellos.ElcarácterdesupadreFranciscoBalcarcebrotabaenellatempestuosoavecesydebíareprimirlo.—Yaesaguapasada—siguiódiciendo ladoctoracondulzura—,yhayque
mirar hacia adelante siempre. Disculpe mi intromisión. ¿Le hacen la vidacomplicadasuscompañerososusprofesores?DenuevoJulianapudohaberaprovechadoparacontarledealgunasmiradas
torcidasocomentariosentredientes,olamaneraenqueciertosprofesoresveíanpor sobre su cabeza como si ella fuese un fantasma cuya aparición resultabaominosaenlabutaca.—Melasarreglobastantebien,doctora—sonrió.—Laclaveesrecibirlasbromasconaltura;haymáscelomasculinoenellas
quemaldad.ACeciliaGriersonleagradabalafortalezaquedesprendía la joven,comosi
en su interior hubiese un fuego ardiendo. Algo vio en Juliana que le trajo elrecuerdodeFlorenceNightingale,lapioneradelaenfermeríaentodoelmundo.
Aquelladamahabíarenunciadoalascomodidadesdesurangoparairacuidaralosheridosde laguerraenCrimea,ynocontentaconeso,seatrevióasugerirnormasdeconductaparalasenfermeras.LadoctoraGriersonhabíaseguidosuejemplo.Fueporesoquedemaneraintempestivahizolapropuesta.—¿Sabe adónde me dirijo? —Y ante la mirada expectante de Juliana,
prosiguió—.SehainauguradounaestacióndereposoenlassierrasdeCórdoba,un lugar pensado para enfermos de los pulmones. Mi escuela de enfermeríaofrecióelserviciodealgunas internasparaatenderaesospacientesydepaso,aprenderlaespecialidad.Buenosmédicosirántambién,yaquelacienciaesperamuchodeltratamientodelatuberculosis.Esunadolenciaqueaquejaatodosporigual, aunque las víctimas principales son los niños desnutridos. Voy aacompañar a mis enfermeras para dejarlas instaladas y ver cómo está todoaquello.Salgoenpocosdías.Lapreguntaasomóalosojosazulesdeladoctora,ypesealapenumbradel
recintoJulianaladistinguióconclaridad.—Yo no pertenezco a la escuela de enfermería —adujo la joven con
melancolía.Otravezlasonrisadeladoctora,capazdeabrirtodaslaspuertas.—Venga a conocerla. Funciona en el Círculo Médico, que es además un
centrode investigación científica.Usted, comobuena estudiante, debe agregarpráctica a su conocimiento teórico y tal vez una orientación a su carrera.Tenemos pocos sitios donde hacerlo, fuera del hospital Buenos Aires y laMorgue.Lasclasesteóricassonexcelentes,perounmédicodebeverdecercaalpaciente.¿Yatienedecididodóndevaaejercer?—Enabsoluto.—Bien.Entonces,talvezpodamoshablarsobrealgunasideasquetengo.¿La
llevoaalgunaparte,señoritaBalcarce?ElcochedeladoctoraGriersonaguardaba,conlalinternaenelpescanteysu
conductorsosteniendolaportezuelaconpaciencia.Julianamiróhaciaunoyotro
lado de la calle y no vio rastros de Francisquito. Otra vez atrasado, o quizáperdidoensusjuergasdeamigos.Eraelmásdíscolodesusdoshermanos,yelmásmimado.Ellamismaloconsentía,aunqueeraconscientedequeningúnbienle hacían al no exigirle compostura como la que revelaba el mayor, quefrecuentabaelestudio jurídicodeJuliánZaldívar,unviejoamigode la familiadelqueSantosmuyprontoseríasocio.—Sinoesmolestiaparausted,doctora.—Alcontrario,meagradarásucompañía.Casinuncapuedohablardeestos
temasconotrasmujeres.Aquel trayecto entre la esquina de Córdoba y Junín y su casa de la calle
Posadas, cercana a la avenida de los palacetes deBuenosAires, resultó ser elmomentomás revelador de toda la corta vida de Juliana.CeciliaGrierson fuedesgranandopara ella las posibilidades queofrecía lamedicina, sobre todo enrelación con las necesidades de la gente, y para ilustrarla le contó sobre ellamismaysuinfanciaenloscamposentrerrianos.—Jugaba a sermaestra y tiranizaba amis hermanos—le dijo entre risas y
nostalgia—. Era implacable con los castigos. Luego fui maestra de verdad,esperoquenomerecuerdenpormiseveridad.—Mimadre es una de lasmaestras queSarmiento hizo venir para forjar el
normalismo.—¿De veras?—Y los ojos de Cecilia se clavaron en Juliana con genuino
interés.—Susalumnoslavisitanadiarioencasa,muchosyasonmaestrostambién,y
recuerdansuspenitenciascongrancariño.Creoqueelrigordelamanodelamorobramilagros.
Cada vez más convencida de que aquella joven era la indicada, la doctoraGriersoncontinuóllevandoaJulianaporelrecorridodesuvidaysusplanes.—Yo también tuve una madre ejemplar —le dijo—; su temple sobresalió
cuandomipadreenfermódegravedad,engranmedidaporlasvicisitudesenlaprovincialuegodelasesinatodelgeneralUrquizayladecadenciaeconómicadelaestancia.EntreesospesaresylafiebreamarillaqueazotóBuenosAiresynosobligóareplegarnosenelcampo,mipadreviviósuagonía.El semblante diáfano de la doctora se ensombreció un poco al recordar los
tiemposenqueelpadrehabíayacidopostrado,sinpodergozardelafamiliaquetantoamaba.—Fue mi primera sensación de dolor en mi vida y me dejó una huella
perenne.Mimadre, comobuena irlandesa, vivía impregnadade espiritualidad.Unanoche,recuerdo,nosreunióamishermanosyamí,noshizoencenderuncirio y dijo que en la víspera de Navidad debíamos ofrecer el fuego de larenovaciónporquelosduendesvisitanloshogares,atentosaesaceremonia.Ellasabía que mi padre iba a morir en breve y quería que nos mantuviésemos
orantes.Juliana reprimió una lágrima antes de que la doctora, con una dulzura que
parecíaprovenirdeotromundo,contasecómoJohnParishRobertsonGriersoncerrólosojosaquellanochepróximaalnacimientodeJesús.Asumenteacudióel recuerdo de la fogata que aquel indio de la tribu de los hurones habíaencendido para ofrecer votos de renovación para ella y para el joven David,prisionerodesuspropiascuitas.—¡Mipadrenosenseñótantosinprivarnosdelibertad!—exclamóCecilia,y
eltonodesuvozsacóaJulianadesunostalgia—.Ledebomitesónymiamorporlaciencia.Fueensubibliotecadondenaciómideseodesabermásymás.Creo haber sido la única en casa que hojeaba los tomos de la EnciclopediaBritánicacomosifuesennovelasdeamor.—¿Ysumadreviudadebiósacaradelantealafamiliaellasola?—Oh,conmiayuda.—Ydenuevo losojosclarosbrillaronconpicardía—.
Lasaludestádemilado,siemprefuiunaniñafuerteyrepresentabamayoredadde laque tenía.MeofrecícomoinstitutrizenBarracas,encasadeunafamiliaamiga.¡Losquisetanto!Yellosamí.Esetrabajomehizomadurarcomonadalohabríahecho.Aveces,laspruebasdelavidamarcannuestrorumbo.JulianapensóensudecisiónderegresardelacasadesuabuelaenAmherst,y
se preguntó si podía considerar aquella primera melancolía de amor —porpartidadoble,ensucaso—comounapruebadeldestinoqueahoralaarrojabaanteesamujerquetantohabíaadmiradodesdequesupodesugraduación.—Hastaquemimadremerequirióparaqueoficiasedemaestraenlaestancia.
Esafuemivocaciónprimera.—¿Sepuedetenerdosvocacionesyqueseanigualmentevalederas?—Sivanhaciaelmismolado,porsupuesto.Enseñarycurar,ambassirvena
lacomunidad.Creoquehayseñalesqueaparecenen la infancia.¿Acasoustednolashavisto?La joven recordó su afán por sanar las heridas de sus hermanos, curiosear
entre los frascos que venían de la botica y entender palabras latinas que
reflejaban dolencias.Además, su propio padre había padecido unmal crónicoque sólo un especialista poco ortodoxo supo curar. Calló ese dato porque nosabíasiladoctoraGriersonsimpatizaríaconloshomeópatascomoelquehabíavisitadoasupadreensujuventud.—Leoensumiradaquehasentidoelllamado—prosiguióladoctora—.Amí
semepresentómientrasenseñabaa loshijosde lospeones,gentesencillaquevivíaenlamiseria.Comíansiemprelomismoyenfermabandetuberculosis.Sí—agregóalverlaexpresióndeJuliana—,deahímiinterésentodoesto.Tuveque enseñarles mucho más que la letra y el cálculo, hice de enfermera ycosturera, impartíclasesdehigieneydepuericulturaalasmadres.Servira losdemásfuelaideaquemeempujóaformarmeenelnormalismo.Ladirectoradela primera escuelaNormal deBuenosAires era una de aquellasmaestras queustedmenciona:EmmadeCaprile.—¡Emma Nicolay de Caprile! ¡Por supuesto, mi madre la conoció! —se
maravillóJuliana.—¿Cómosellamasumadredeusted?—ElizabethO’Connor.La doctora Grierson manifestó sorpresa ante el apellido irlandés y las
coincidencias con aquella joven pelirroja. Por algo era que se había sentidoimpelidaaconfiarlesusproyectos.Presentíaplanesdivinosentodoello.—Ella y yo deberíamos encontrarnos un día, esta casualidad es muy
misteriosa—repuso.—Venga a tomar el té a la casa —respondió Juliana en un arrebato de
entusiasmomuypropiodeella—.Mimadreadoraofrecermeriendas,ylasalasecolmademujeresdediversosoficios.—Iré.—Yenlabreverespuestahabíatodaunapromesa.El coche traqueteabaya en lasúltimas cuadras cuando ladoctora se inclinó
sobrelaventanillaycomentó:—Prontoasomarálaluna.Serálamismaquealumbrelassierrascordobesas,
unalunadecomechingones.
—Y volvió el rostro hacia Juliana con una sonrisa pícara—. Los primeroshabitantesdeaquellaregión,losindiosserranos.—Asíes—asintiólajoven,másfamiliarizadaconelasuntoindiodeloquela
doctorasuponía—.Imaginoquenoquedaráyaningunatribu.—Quiénsabe.Lasangredelatierraessaviaquediosusfrutos,ylosfrutos,
como me enseñó mi maestro en ciencias naturales Eduardo Holmberg, sedispersanpordoquier.Julianaguardósilencioreverenteanteaquellaafirmaciónsencillayprofunda.Sedejómecerporelcochemientrasreconocíalafamiliarcalledesuinfancia.¿Qué cara pondrían todos al saber que había compartido el regreso con la
primeramujermédicodelpaís?¿Ycuandolesdijesequepensabaadentrarseenelmundodelaenfermeríaenunlugartanlejano?Elcorazónlelatíaconfuerzaalatravesarlaacerahacialaaldabaconcabeza
de león. Desde el interior del coche, la doctora Grierson le sonreía. Parecíaesperaralgodeella,confiarleunamisión.YnohabíanadaqueincentivasemásaJulianaBalcarcequesentirsedestinadaaunalabortrascendental.Unacruzada.Antesdequeelportalseabriesemiróhaciaelcielo,dondeunalunaamarilla
sedilatabaenelhorizonte.Comounfaroquealumbraraelporvenir,aquellalunaadquirióparaellaelvalordelapredestinación.—Lunadecomechingones—murmuróimpresionada,pensandoenlaprofecía
delaLunaLargadelbosquedeAmherst,dondehabíarogadoporunanuevavidapara todos: su abuela, el señor Jeffrey, el enigmático Ismael y el atormentadoDavid.Y,porsupuesto,tambiénparaellamisma.Entróa lamansiónBalcarcepresade laemociónycolmadadeexpectativas
porlosdíasquelaaguardaban.“Poresohevenido”,sedijoantesdeacudirahablarconsufamilia,“parairal
sanatoriodelassierras.Estaeralanovedadquemeesperaba”.Una vez más, el camino se abría ante ella para mostrarle la senda que
conveníaseguir.Faltabaconvencerasuspadresdequeeralasendacorrecta.
E
HospitalColoniaSantaCruzdeLorena,valledeCamínCosquín,Córdoba,1895
lsoldorabaapenaslacrestadelasmontañascuandoyalacampanadelacapilla tañía, llamando a los rezos matinales y a la labor diaria. La
organizacióndelavidacotidianaenelsanatoriodelvalleestabaacargodelasHermanas de la Caridad de Lorraine, que venían practicando el oficio deenfermeras desde antiguo. La llegada del grupo de internas de la escuela deenfermería de la doctora Grierson había provocado cierto revuelo entre lasmonjitas, poco habituadas a rendir cuentas de su misión. Los médicos quedirigían la institución en cambio respiraron aliviados, pues les resultaba másfácilreprenderaunaenfermeraqueaunareligiosa.Juliana compartía una habitación en el pabellón del este, de modo que los
primerosrayosdesolsiempredabandellenoensuventana,bañandodeluzlaespartana sencillez del cuarto. Su compañera se tapaba hasta las orejas con elcobertorymurmurabaencontradelacostumbrederezarenvozalta,enlugarderespetarelsueñodelosdemás.LucindaVélezeraunarobustajovendemanerasfrancas, indispensablea lahorade levantarelánimode los internoscuando lamelancolía los invadía. A Juliana le divertía su temperamento procaz quemuchas veces hacía fruncir el ceño a las hermanas. Le sorprendía descubrircuánto había aprendido en el tiempo que llevaba sirviendo en el sanatorioclimatérico.HabíahechobienenatenderelllamadodeladoctoraGrierson,puessentía que era ahí donde podía dar rienda suelta a su vocación y de paso,
acumularpráctica.Ladoctorasehabíamostradofirmealenfrentaralpersonal,alos directores e incluso a las religiosas. Nada debía opacar la labor de lasenfermeras, que los pacientes aguardaban conmás ansiedadque a losmismosmédicos,puessupresenciaresultabareconfortanteylesbrindabaalgodelhogarqueenaquelsitiosentíanlejano.Julianaentendióquelacondiciónfemeninanosólonoeraunóbiceparaelejerciciode laprofesión, sinoque leagregabaunvalorolvidadoporlosespecialistas,másocupadosenlosasuntoscientíficosqueenlosdetalleshumanos.—Elhospitaldebeserunhogarparalosenfermos—lecomentóCeciliauna
tardeenqueordenócolocarmacetasenlosventanalesycolgaralgunasacuarelasenlasparedes.Julianaaprendióquelaeficiencianoestabareñidaconladulzurayque,como
habíaescuchadodecirmuchasvecesensucasa:“Locortésnoquitalovaliente”.Observaba tambiénque lospueblerosconsiderabanelsanatoriounaantesala
delamuerte,yquelosmédicosdeguardapolvolesproducíantemor.Porgravequefueseeldiagnóstico,nadajustificabaignoraraquellasdebilidades,ylajovenhizosuyalaluchadeladoctoraporintroducireltratohumanoenmediodelasnormasdehigieneyprofilaxissocial,delasqueporotraparteCeciliaGriersoneragranpromotora.Enelbrevetiempoquecompartiólainstalacióndelgrupodeenfermerascon
sucreadora,Julianaaprendiómásqueenlosmesespasadosenelanfiteatrodelafacultad.Hizo sus abluciones matinales en la jofaina del cuarto y se vistió con el
uniformederayasazules.Ladoctorahabíasidoprecisaencuantoaladisciplina:ropa de trabajo limpia, cabellos sujetos, instrumental siempre a mano y unasonrisaparalospacientes.AJulianano lecostabacumplirningunodeesosrequisitos,demodoquese
preparóparasurondaderutinaconunacanciónen los labios,en tantoquesucompañerarefunfuñabaporlatemperaturadelagua.—Nodigoquedebasercalienteenestaépocadeverano,peroalmenosque
nocortelapiel—sequejó.—Viene de la vertiente de Las Higueritas—le recordó Juliana—, y como
aguademanantial,esbienfresca.—Helada,másbien.Supongoqueformapartedelapenitenciadiaria—gruñó
laotraenclaraalusiónalasmonjas,quellevabanvidadeascetasenlacoloniadereposo.—Nodemores,Lucinda,teesperoabajo.—Ya,yavoy.Dicenquellegaronnuevospacientes.—Poresomedoyprisa.Enlacocinatomaréunrefrigerioyseguirédelargo
haciaelpabellónMuñiz.—Allínosveremos,entonces.Juliana descendió a los brincos las escaleras, saludando en el camino a los
encargados delmantenimiento de los edificios, que la apreciaban por su buenhumor.Reinaba en la colonia una armonía nacida del convencimiento de estar
llevando adelante una obra de bien, pero existían problemas que no podíannegarse. Los rumores corrían, y las enfermeras a menudo escuchabancomentarios sobre la mala administración de los recursos otorgados por elEstado, tomando en cuenta que la mayoría de los internos eran enfermosparticularesquepagabansuestadíaylosbecadospobreseranpoquísimos.—Arazóndetrespesospordíayporpaciente,estodeberíarendir—escuchó
decirapenasentróalacocina.Elpeligroeraquelasmalasfinanzasestropeasenelloablepropósitodeaquel
hospitaltannecesarioenelpaís,dondelasmuertesportuberculosisalcanzabanproporcionesalarmantes.Silvio, el hijo del cocinero a cargo de la pastelería, le hizo señas con la
cuchara no bien la vio. Una bandeja acababa de salir del horno con suespecialidad: profiteroles rellenos con crema. Los enfermos requerían para sucuranosóloreposoylasbondadesdelclima,sinotambiénunaalimentaciónquelosrobusteciese.
—Parausted,doctora,reciénhechas.La llamaba así pese a que sabía que Juliana oficiaba de enfermera, porque
conocía su condición de estudiante demedicina, y con ese título la distinguíaentre lasdemás.Envanohabíasidopedirlequeno lohiciera,demodoque lajoven se contentócon sonreíry tomarunadeaquellasdeliciaspara saborearlamientrassalíarumboalpabellóncontiguo,eldelospacientesgraves.Siempreleproducíaaprensiónentrarallí,puesdebíaenfrentar losrostrosesperanzadosdelosqueno teníanesperanza.Laciencia lesofrecíaalmenos la ilusióndevivirsus últimos días en un ambiente agradable, bien atendidos, mirando el belloatardecersobrelassierras.
Alpasarporlasalitadelosmenesteres,recogiólospapelesdelajornadaconlas instrucciones, y debajo de la cartilla antituberculosa que por orden delmédico tisiólogofigurabaen todos losmurosdelhospital,viounanuevafichaquependíadeungancho.Avuelodepájaroleyólascolumnasconlosdatosdelosanálisis,elresultadodelapunciónpleural,ysedetuvoenlasentenciafinal:se observan abundantes bacilos de Koch. Todo lo demás era por añadidura.Habíaundetallequesobresalía:elpacienteproveníadelamismaprovincia,erabeneficiario de una beca de atención, y muy joven. Juliana frunció el ceño.Debería redoblar su sonrisa; esperaba tener fuerzas para hacerlo sin flaquear.
Tragóelúltimobocadodeconfiturayenderezólaespalda.—Allávamos—seanimó,mientrasatravesabalapuertadehojasdobles.
Luis contemplaba el recinto adonde el destino lo había arrojado sinpreámbulos.Unaenormesalade techosaltísimos,cuajadadeventanaspor lasqueel sol
entraba a raudales, y dos hileras de camas de hierro enfrentadas. Pudo contartreintaaojodebuencubero,todasconsussábanaslimpias,almohadasqueolíanalavandayunrosariopendientedelcabezal.Lasmonjasdehábitoazulibanyvenían como sombras silenciosas, inclinando sus tocas puntiagudas ypronunciandopalabrasconacentoextranjero.ALuislehabíanungidolafrentecon agua bendita y obsequiado con un rezo antes de dejarlo enmanos de losmédicos.Elviajeeneltrencitodetrochaangostahabíasidounbálsamoparasucorazón
acongojado.La vista de los faldeos florecidos de garabatos y espinillos, y loscardos flotando en el aire atravesado por el sol, le habían inspirado unasendechas que él memorizó para escribirlas luego. Todavía aguardaba laoportunidaddepedirpapelylápiz,nosehabíaanimadoaencararalasmonjasnialosdoctoresdeaspectoseveroqueloauscultaronymuchomenosalencargadodellaboratorio,quelohabíaobligadoatoseryaescupirenunapalangana.Todaaquellaeficiencialeresultabadolorosamentefría.Aldescenderenelapeaderoferroviario,apenasunvagóndetenidoenlasvías
alquedenominaban“laParada”,tuvolasensacióndequemoriríaenaquelvallejuntoalríorumoroso.Escoltadoporpersonaldelsanatorioquehabíaacudidoarecibiralosreciénllegados,elcocheatravesóunpuentemontadosobrepilaresdecalyrecorrióunaavenidadetierraqueseabríasobrelafachadadeledificioparatísicos,unconjuntoimponentequebienhubierapodidopasarporunhotelparaveraneantes.Comparadoconelmodestoranchodondesehabíacriadoyel
pueblo minero en el que vivió el último tiempo, el sanatorio era de un lujoinconcebible.Recordaba elmísero dispensario de su pueblo, que sólo contabaconlosoficiosdeunboticarioyunacomadrona.Luisjamáshabíavistodecercamédicosdeguardapolvonienfermerasconbonete;eraajenoalosinstrumentoso los tubosde laboratorio,yapesardequesuspadresvivieronenfermosgranparte de sus vidas, jamás tuvo contacto con tratamientos como los que lebrindabanenlacoloniaSantaCruzdeLorena.Porsupuesto,aquellasmonjasdesagradadiscreción tampocoleeranfamiliares.Ensuolvidadopueblitoserranoapenas había un cura que dormía largas siestas y jugaba a la pelota con loschicosdespuésdelamisadeldomingo.—Bueno,miamigo,esperamosqueseencuentreagustoentrenosotros.Verá
quelashermanitassonseverasperobondadosas,nodudeenpedirlesqueleleanlosEvangeliossiasílodesea.Ellasestarándispuestas.Luis abrió la boca para decir que prefería un cuaderno y un lápiz, pero los
médicosseapartaroncomolasaguas,dejándolosolo.Losminutostranscurrieronen lastimosa incertidumbre. El trajinar de las monjas, el rumor de las tosesapagadas y el golpeteo de las palanganas en los pasillos se superponía con ellejanolatirdeuncencerroenlasalturas.Luisdejócaersumorenacabezasobrela almohada y cerró los ojos, intentando imaginar la escena de los cabritosmordisqueandolosmatorrales.Alabrirlos,setopóconunaaparicióninesperada.Julianasonreíaaljovendeaspectorobustoquelamirabapasmado.Lohabía
creído dormido y se entretuvo contemplando sus pestañas largas y su bocaancha. Sintió un puntazo de lástima al pensar que estaba condenado por suhistorial clínico, pero al ver de repente sus ojos negros y la intensidad de sumirar, algo indefinible se abrió paso en su pecho, un incomprensible afán pordeshacer el fatalismo de los análisis y luchar a brazo partido por aquella vidajovenqueteníatantoparaofreceraún.LidiabaconaquelimpulsocuandoLuismurmuró:—¿Esustedmédico?
—Para eso estudio, pero vengo a atenderlo como enfermera. ¿Se sientecómodoenestepabellón?LamiradadeLuisadquirióunmatizdeironía.—Notantocomoalláafuera.—Losé.Prontoorganizaremosloshorariosparaquetomeelsolenlaterraza.
Desdeahísecontemplalamejorvistadelassierras.¿Cómodecirle a aquellapreciosa jovenque él conocíadememoria losmás
recónditossecretosdeaquellaserranía?—Megustaelsol—selimitóacontestar.—Entoncesya somosdos—repuso Julianadebuenhumory sinmentir, ya
quelareconvenciónquemáshabíaescuchadodurantesuvidaeraqueeldoradode sus mejillas resultaba poco atrayente en una dama, además de provocarlepecasyarruinarsucutis.Luis observaba admirado el intenso color de los cabellos que el prolijo
peinadonoalcanzabaadisimular,yeltonoambarinodeaquellosojos.Letraíael recuerdo de las flores del manzanillo. El halo de luz proveniente de lasventanasotorgabaalasiluetafemeninaciertairrealidad.Superfumedegardeniaerasinembargomuyterrenal.Élpodíaatestiguarlo.Julianaseacercóal lechoparaesponjar laalmohadayagregaruncojín.Era
convenienteparalospulmonesqueelpacienteestuvieseamediassentado,sisesentíafuertecomoparaello.Ajuzgarporlasapariencias,aquelhombreposeíatodalafuerza.—Muybien,señorMorán—ledijo,luegodehabermemorizadoelnombrede
lacuartilla—,mevaaayudaraenderezarlounpoco.Algocohibidoporlacercaníadelcuerpocálido,Luisseirguiócuantopudo.
El ruboroscurecióaúnmássusmejillasmorenas.Habíandejadodeprodigarlecuidados femeninos a la edaddedoceaños,yhacíamuchoqueno lo tocabanconesosfines.Sesentíaextrañoytorpeantelasolicituddelaenfermera.—Noestoybaldado—dijoconciertaacritud.
Julianaledirigióunvistazo,preocupada.Debíasercauta,puesaquelpacientemostrabaunagallardíaquedesmentíasuestadoclínico.Quiénsabíasiestabaaltanto de su gravedad. Y ella no deseaba causarle tristeza, que ya bastantesobrevendríaalolargodeltratamiento.—Claroqueno.Esquesoydelgadaydeboadvertirleparaquemeliberedel
trabajo.Sonrió,yLuissesintiómalvadoporhaberlatratadoasí.—Perdón—murmuró.Julianaprefiriósaltearelasuntoycomentarotrascosas.—¿Vendrásufamiliaavisitarlo?Luisrespondióconsencillez:—Estoysolo.—Viene de la mina Fantasma—insistió Juliana mirando la cuartilla—, un
lugarhúmedo.—Sí.Yadesesperabadeencontraruntemaenelqueexplayarse,cuandodepronto
elpacienteclavóenellasusojosconinsistencia.—¿Podrátraermeunlápizyunpapel?Enlacoloniafuncionabaunaoficinadetelégrafosyerahabitualelenvíoyla
recepción de cartas o paquetes, pero si aquel hombre carecía de familia habíaquedescartaresepropósito.LafugazideadeuntestamentopasóporlamentedeJuliana.—Esperoquenoseaunlibrodequejas—bromeó,conelalmaenvilo.Luisvolvióaruborizarsecuandodijo:—Megustaríaescribirunasideas.Ni loco ibaaconfiarleaaquella señoritaqueaél se ledabapor losversos.
Antes,preferíaarrojarseporlaventana.—Lotraerédeinmediato.Sihayalgoquesobraenlasaladeenfermeras,son
lospapeles.Supongoquenolemolestaráquellevenalgúnsello.Luisaceptóensilencioycontemplólafiguradelajovenmientrassealejaba
paracumplirsupedido.Lapresencialohabíaatontadomásdelohabitual.Éleracortoparahablar, tantocomosesoltabaalescribir.Suescasa ilustraciónno leimpedía encontrar las palabras adecuadas para expresar el sentimiento quebombeaba en su pecho cuando estaba inspirado, y en ese preciso momento,despuésdehabervistoa laenfermera,elcorazón lebailabaa talpuntoque losintió hasta en las sienes. Cuando ella regresó triunfal con un talonario y unlápiz, él ya no recordaba las endechas memorizadas durante el viaje en tren.Nuevosversosacudieronasumenteanteesecaudaldesensaciones.Julianaevitómirarlomientrasvigilabaquelabacinillaestuvieseadentrodela
mesadeluzyrevisabalasanotacionesdelosmédicos.Aellaletocabaverificarlas pulsaciones y constatar la temperatura del cuerpo, algo que hizo conmovimientos concisos y profesionales. Él parecía impaciente por quedarse asolas.—Lo dejo en buenas manos —le dijo Juliana al ver entrar a una de las
hermanasdelacaridadportandounajarradeestañoconagua.LaexpresióndesoladadeLuiscasilearrancaunacarcajada.—Vendréenunrato,cuandoyaestécansadodeescribirsusideas—comentó
risueña.Él la miró con tal seriedad, que la joven temió haberse propasado con la
broma.—Traeré una carpeta para que guarde allí sus escritos—agregó en son de
disculpa,ysealejódeprisarumboaotracamayaotrocaso.Luisempuñóel lápizycomenzóadesahogar sualmaatribulada.Lohabían
diagnosticado enfermo y se sentía sano. Fuera de toser y escupir sangre, norevelaba ningún otro síntoma. Los mismos médicos se sorprendieron alinterrogarloysaberquenosecansabaniseagitaba,ycomprobarquetampocoteníafiebre.Atribuíanlaresistenciaalajuventuddelpacienteyasucrianzaenunmediorústicoquelohabríafortalecido,aunqueelantecedentedesuspadresagregabaunmalpronóstico.Sindudalostrabajosforzadoshabríanprecipitadoloqueportabacomodebilidad.
La tisis o enfermedad del pecho, como se la llamaba, preocupaba por laconstante nómina de fallecidos que arrojaba y por atravesar todas las clasessociales.Lospobresydesamparadosnoeransusúnicasvíctimas,elmalatacabaen lascasasmásdistinguidas,yaunqueallí adquirieseunbarniz románticodefragilidad, el final trágico los igualaba a todos.A pesar de que en los últimosinformessedescartabaquelatuberculosisfueseun“maldefamilia”,seadmitíala contagiosidad, y por ello los tratamientos enfatizaban la higiene de losutensilios y las ropas de los afectados. En ese sentido, la llegada de lasenfermerasdeladoctoraGriersonhabíasidounabendición,puesactuabanconunprofesionalismoquelasHermanasdelaCaridaddesconocíanaveces.Elairetónicoyvivificantedelasmontañas,elsol,lacomidasanayelreposohacíanelresto.Lacuradealtituderauntratamientoreconocidoenlosmejoressanatorioseuropeos, y la medición barométrica de las sierras cordobesas arrojaba lasprecisionesadecuadas.Aunasí,algunospacientesllegabanalfinaldelderroterosinremedio.Luishabía sidocatalogadocomouncasoatípicoypor ende, su tratamiento
podíaabarcardiferentesmedidas,sobretodoporquenohabíanadaqueperder.—Segúnsusparámetros—decíaelmédicotisiólogoaJuliana—,deberíaestar
postrado. Se lo ve fuerte como un toro y eso nos extraña, pero no debemosolvidarqueestaenfermedadsuelecamuflarse.—¿Sabeélqueestáenelpabellóndelosincurables?—Hasta hoy no lo sabe, pero sin duda alguien comentará algo en algún
momento.Esunhombrerazonableyatarácabos.—Doctor,megustaríamantenerloalmargende lossobresaltos—argumentó
lajovenilusionada—,paraquelatristezanoagravesucondición.Mepreguntosi podría salir a caminar y tomar la merienda en los jardines. Creo que estáacostumbradoalairelibreyverseencerradopuedeafectarle.—Ningúnbienharíamosprohibiéndoselo—reconocióeldoctor—,perousted
deberá estar atenta a cualquier recaída. El reposo es parte esencial deltratamiento.
—Lovigilarédecerca.—Lerecomiendoqueanotecuantoobserve.—Nosepreocupe,doctor,conozcolaregla:todoporescrito.El tisiólogo suspiró y siguió su ronda. ADios gracias, aquellas enfermeras
estabanbieninstruidasyeranresponsables.Juliana abandonaba el servicio al anochecer, la hora en que las hermanas
desplegaban la mayor actividad y las enfermeras descansaban. Le habíaprometidoalnuevopaciente regresar averloantesde retirarse,y cumpliría supromesa.Encontró aLuis de pie,mirando cómo despuntaban las estrellas en el cielo
sereno.Elaromadelaverbenayellaurelsefiltrabaporlaventanaentreabierta,embalsamando el aire del salón. La doctora Grierson había observadocomplacidaqueenlacoloniaseseguíanlasnormasdehigieneyventilacióndelashabitaciones,indispensablesenlasenfermedadespulmonares.DesdedondeLuisestabaseveían losalfalfaresdescendiendohaciaelvalle,
dondeenesemomentopastabanalgunoscaballos.Laluzpenumbrosaprestabaalpaisajeunabellezaincorpóreaqueinvitabaalsilencioyalaoración.Julianase sintió transportada también y comprendió el anhelo de su paciente porencontrarsealláafuera.—Esmuybonito—comentóenvozbaja,paranoromperelencanto.Luisse tensóalescucharla.Habíapensadoenella luegodededicarleversos
encendidos.Unpocoavergonzado,lehizositiojuntoalaventana.Condisimulocontempló el perfil de naricita respingona. La enfermera tenía pecas y unaexpresiónquerecordabaladeunaniñatraviesa,apesardeserunajovenformaly adulta.No era como lasmozas que él solía cortejar. Inmune al encanto quedesplegaba,seentregabaal trabajosinpensarenellamismacomomujer.Luispercibiótodoesodereojo.—Aquellos caballos—dijomelancólico— sonmás felices que nosotros en
estedía.Juliana lo miró y se regodeó en el perfil masculino como él había hecho
momentosantes.LuisMoránerafornido;sunarizrectayanchaconcordabaconel rostro de rasgos fuertes; las pestañas largas, duras como cerdas de cepillo,impedíanquesusojospudiesenresultarafeminados;labocagrandeydelabiosgruesos no había sonreído aún. Deseosa de conocer esa sonrisa, Julianarespondió:—Yyoseríafelizdemontarlosenunatardecomoesta.—¿Deveras?Lasorpresaborróelrictusdeamarguraqueafeabalabocamasculina.Eraun
hombreapuesto,ensuestilorústico.—Soylamejoramazonaenmuchoskilómetros.Entonceslologró.Labocasefruncióprimeroyporfinmostróunahilerade
dientesparejosyalgomanchadosenelesmalte,quizádebidoalosmineralesdelaguasubterránea.—Estáporverse,segúnconquiénsecompare.—¿Meestádesafiando,señorMorán?—Noestoyenmimejormomento,peropuedocompetirconmuchostodavía.—Trato hecho. Cuando mejore, iremos allá abajo y elegiremos nuestras
montasparaunacarrera.Luissegiróhaciaellaparaversihablabaenseriooseburlabadeél.Adecir
verdadnoesperabaquesemofase,peroel tono juguetón lesonóacoqueteoyestuvo a punto de cambiar su opinión sobre la enfermera,mas cuando vio susonrisailuminándoleelrostroylosojosdoradosllenosdeluz,supoqueaquellamujer era incapaz de mentir a nadie, estuviese o no condenado a morir.Entrecerrólospárpadoscomoloharíaconunigualquelotorease,yrepusoenvozbajayprofunda:—Acepto.Julianasintióunrevueloenlasentrañas.Sehabíaembarcadoenuninocente
juegoparadevolverelespíritualenfermoyresultóafectadacomosiéldeprontose hubiese transformado en otra persona distinta de la que entró con aquelmalhadadodiagnóstico.
Olvidóquehablabaconunpaciente.Estabafrenteaunhombre.—Letrajelacarpeta—dijo,parasalirdelincómodoinstante.Luisagradecióconungestoyacomodóentrelastapasdecartónlospapeles
escritos. Con la escasa luz nadie hubiera podido distinguir las palabras, y lacuriosidaddeJulianaquedóinsatisfecha.—Prontoservirán lacena,peroapartirdemañanapodrá tomarsuscomidas
enelcomedor,noseránecesarioqueguardecama.Élsemostrósorprendido.—Québien—fueloúnicoquedijo,aunqueyaJulianacaptabalosmaticesde
sucarácter,yesabreverespuestaencerrabaunprofundoalivio.Observólabataquelocubríahastalostobillosyrepuso:—Haréqueletraiganropaadecuadaparasaliralaterraza.—Yonotengoropa,vinedelaminaasícomoestaba.—Por eso le haré traer una muda completa. Aquí hay un lugar donde
remiendanycosenlasprendas,yencontraremosalgoapropiado.Sutallaes…—Lamásgrandequesepueda—lacortóél,mirándose lospiesenfundados
enchinelas.Julianaseechóareír.—Veréquéhagoconesedato,señorMorán.Ustedduermatranquilo.Estirólasmantassóloporhaceralgo,yacomodóelvasoylajarraconagua,
loúnicoque sepermitía tener sobre lamesilla.Vioundiminutocamafeoy lotomó.—Esmimadre—explicóLuissinaguardarlapregunta—.Muriódetisis.Elrostrode la imagen,ennegrecidopor lapátinadel tiempo,revelabaauna
mujerdelicadadeaspectonervioso,consumidaporlaenfermedad.Suhijonoseleparecía en absoluto, aunque el datodelmal del pechoquedó flotando entreelloscomounpresagio.—Eramuyhermosa.—Nunca pudo ir a un lugar como este, no conocíamos que hubiera
tratamiento.
Julianamiró de frente a Luis, ya con las sombras de la noche nublando surostro.—Su madre estaría feliz de saber que usted tiene la oportunidad de sanar,
señorMorán.Porellaesquedebesaliradelante.
Elentornodelhospitalcoloniaera tanbelloqueelsolazqueprovocabasuvista ya obraba milagros en el espíritu de los enfermos. Las sierras
respaldabanlosdospabellonesprincipales:elDoctorMuñizyelDoctorTornú,ambosnombresdestacadosenmedicina.Desdeesaaltura,unanchocaminodecortaderas descendía hasta atravesar el ríoCosquín a la altura del puente. Erauna gloria contemplar en verano losmanzanillos silvestres, la hierba brotandoentrelaspiedrasolosespinillosalternandoconelverdordelromero.Ríoarriba,enelantiguoyolvidadopuebloindiodeQuisquisacate,labarrancabermejadeareniscaalzabasucrestadechañares.Laserraníaserevelabafrondosayáridaalavez.Aunenlosveranossecoscomoese,elvallemanchabadefrescorlaorilladelarroyo,cuajadadehelechosydeberros.A laescalinatadelhospital seacercóunamujerdecurtidapiel, calzadacon
sandaliasyportandouncestorepletodeenvoltorios.—Para la salú—decía a quien se cruzase en su camino—. Zarza bendita,
culantrillo, yuyitos buenos por moneditas. Dios lo bendiga —agregaba, sialguiensedeteníaahusmearenelcanasto.—Señora,porfavorretírese.Esteesunhospital,nousamosyuyos.—Estossonremediostambién—porfiabaladoña,molestaconlosdotores.Julianaseleacercócondisimulo.—Vaya por detrás, señora, a la puerta de la cocina. Allá puede que le
compren.Noharíamalanadieusarhierbasparacondimentarlasopa,despuésdetodo
lascurashomeopáticassebasabanenelementosnaturales,yellapodíaafirmarquealalargaeranefectivas.Revolvióunpocoenlacestayeligiódospaquetitos
por los que desembolsó lasmonedas que llevaba en su bolsillo. Era frecuenteque los “yuyeros” acudiesen al hospital a vender lo que recolectaban en losfaldeos de la sierra, pródiga en hierbajosmedicinales comouna botica a cieloabierto. Por mucho que hiciese el doctor Fermín Rodríguez, propietario ydirector de la estación climatérica, aquellos lugareños seguían ofreciendo susaludacuestas.Julianamiróhacialaterrazadondesealineabanlasreposerasafindequelos
internosseasolearan.Cubiertospormantaslivianasparaevitarlascorrientesdeaire, los pacientes gozaban de los beneficios que brindaba la naturaleza conprodigalidad.LuisMoránrecorríaaquelbalcónprivilegiadoconlasmanostraslaespalda.
Se resistía a permanecer quieto, casi comoun acto de rebeldía. Juliana ocultóuna sonrisa al ver que rechazaba el agua azucarada que le ofrecía una de lasmonjitas. Él era reacio a dejarse cuidar pero a ella se lo permitía, aunque aregañadientes.Julianahabíalogradoquetrabaserelaciónconlosdemásinternos.Solíaenfrascarseenpartidasdenaipesconsusvecinosdedormitorioyella lohabíanotado interesadoen el ajedrez, apesardenohaberlo jugadoantes.Erapuntilloso con el reglamento que se exigía a los pacientes: las ablucionesmatinales,lahigienedelaboca,eltendidodelacama,elordenenlamesadeluzyelmarcadodesuropa;respetabaloslugaresderecreoylashorasdesilencio;jamás levantaba la voz, y si en el comedor masculino surgía alguna disputa,contribuía a disiparla. Muchas veces su presencia evitaba la intervención delcabo,unaespeciedemucamosupervisorqueseocupabadelacorrespondencia,delaropasuciaydeservirlacomida.LaúnicademandadeLuishabíasidoquele reemplazaranel té con lechede lameriendaporuna tazade chocolate.Esepedido,queconstituíaunaelecciónválidaparalosdemáspacientes,desatóunapolémicaportratarsedeuninternobecado,peroalcaboelcocinerolaresolviódiciendo que de todas las manías que él tenía que satisfacer, esa era la máspueril.—Ya quisiera yo tener pedidos así todos los días—proclamó, zanjando la
discusión.Luis despertaba simpatía entre el personal por su falta de pretensiones. El
depósitoparabaúlesquelecorrespondíaseencontrabavacíodebidoaquenadaposeía,demodoquelopusoadisposicióndeotrosquenecesitasenmásespacioparasuequipaje.Gestoscomoeselegranjeabanlaamistaddetodos.Undíasolicitóalcaboqueselepermitieselavarélmismosuropa.—Nopuede—contestó confuso el hombre—, es nuestra tarea y usted debe
guardarreposo.—Sipuedocaminarymoverme,puedotrabajar.Nosoyunparásito.Yaqueno
recibenmidinero,déjenmepagarconmitrabajo.Elasuntofuetratadoenlagerenciayseresolvióquesiaquelinternoquería
ayudar,lohicieseentareaslivianasquenoagravasensuestado.Elairefríodellavaderoerainadecuadoparasucondición.Selepermitióasistiralcaboypodarlasplantasdeloscanteros,quenorequeríanmayoresfuerzo.Esa mañana, mientras Juliana cotejaba los datos de las fichas junto con
Lucindaenlasaladeenfermería,unadelashermanasdelacaridadlasabordóansiosa.—¿Han visto ya los preparativos de Navidad del padre Antonio? Hará un
pesebregigantescoenlacapilla,yhasolicitadolaayudadetodos.UnvelodenostalgiacruzólamiradadeJulianaalescucharla.¡OtraNavidad
lejos de su familia! En Amherst, al menos, estaba la abuela. Y aquellos doshombres de los que nunca volvió a saber nada y que llenaron sus noches deensueñosylocasimaginaciones.—PuedequeelseñorMorándeseecolaborar—sugirióLucinda,maliciosa.Bromeaba sobre él en presencia de Juliana, porque decía que era su
enamorado y ella una tonta por no darse cuenta. Claro que esa chanza lareservaban para los momentos privados, puesto que las enfermeras tenían unseverocódigodeconducta,ysilaespeciellegabaaoídosdelsupervisor,Julianapodría estar en problemas aunque nada hubiese hecho. Lucinda advirtió suindiscreciónalverlacaradesorpresadelamonjita.
—¿Selodiríausted,Juliana?Eslaúnicapersonaqueélescuchayobedece.—Hablaréconeldoctor.Losinternosnopuedensalirdelhospitalylacapilla
esfrecuentadasóloporpersonassanas.Juliana ya sabía la respuesta que oiría. Esa orden era estricta y no habría
excepciones,muchomenosenelcasodeLuis,alqueseconsiderabagrave.Losfamiliares que permanecían cerca de los enfermos reservaban habitaciones enhotelesopensiones,ylasvisitassepermitíansóloendeterminadoespacioyconelrigordelhorario.DecidióacudiralpadreAntonioparaairearseydepaso,verlospreparativos
deNavidad,quedesdepequeñasiemprelahabíanentusiasmado.La capilla SanRoque era un edificio colonial, sencillo y sólido, de paredes
blanqueadasycúpularedonda.Lastejascubríanelalero,yelpisodebaldosasbrillabaporobradelaceraconqueelsacristánlofregaba.Adentroserespirabaelaromadelinciensomezcladoconeldelosjazmines,unperfumequedespertóentrañables recuerdos en Juliana. El jardín de la mansión Balcarce poseíajazminerosque trepaban lasparedesyasomabana lasventanas, inundando losdíaspreviosalaNavidadconsuexquisitonéctar.Enlapenumbrasilenciosadelrecinto,botesdebarrorepletosdeesasfloresrendíancultoalaVirgen,vestidaderasoytules,enunaltarcitosituadoaladerechadelprincipal.LasHermanasde laCaridad dedicaban horas de costura a vestir santos y vírgenes, y habíanquerido que esa imagen de la conquistadora estuviese espléndida. En la navecentral, san Roque emergía de un ramaje de cortaderas a las que la brisaarrancabanubesdecardossuspendidosenelsol.—Bienvenida.—Bendición,padre.El enjuto sacerdote parecía vivir del airemismo, su andar etéreo transmitía
unapazenvolventequeaJulianalehacíamuchobien.—Diostebendiga,hija.¿Hasvenidoporelpesebre?—Parasaberquétipodeayudanecesita.¿Dóndelolevantará,aquímismoen
elaltar?
—Bajoelalero,sielclimalopermite.Enestosdíascálidosyserenos,nocreoqueelvientovayaavolarmelasfiguras.Julianamiróenderredor,buscandoalgúnmaterialyadispuesto.—Tengo un tallador—comentó el sacerdote con aire misterioso— que me
prometiómaravillas.Esperemosqueseacumplidor.—¡Quégrannoticia!¿Quémáspodemoshacernosotras,entonces?—Megustaríacolgaresasguirnaldasconqueadornanlaplazadelpueblo.Iría
yomismoenlamula,peromireumametieneamaltraer.—Noseaflija,padre,creoquepodréencontrarlas.¿Algunaotracosa?—Nada que las hermanitas no puedan resolver. Son unas santas, están
pendientesdetodo.—Me quedaré un rato entonces, para rezar y rogarle a la Virgen por mi
familia.—Yporesaspobresalmasquepadecenalláarriba—agregóelcuramientras
se alejaba con el hábito arremangado, para evitar tropezarse con los bártulosamontonados.—¡Remo!—exclamóunavezafuera, llamandoal sacristán—. ¡Necesitamos
reponerelaguaenlapila!LasvocessealejaronenelvientoyJulianasedejómecerporelrecogimiento
quereinabaenlacapilla.Concentradaensuoración,casisedurmióuninstante.Al abrir los ojos, sobresaltada, vio la sombra que se proyectaba sobre san
Roque.Una figura alta y elegante llenaba el arco de la entrada, tapando el sol. A
contraluzeraimposibleverdequiénsetrataba,salvoqueeraunhombreporsuapostura,yquellevabaunsombreroentrelasmanos.Elreciénllegadoavanzó.Parecía dudar de algo cuando dijo “buenos días” con una voz que produjoremolinosenelpechodeJuliana.Eraimposibleque…—Perdone mi intromisión —siguió el caballero, con marcado acento
extranjero—,creíquelaiglesiaestabaabandonada.
Julianaentrecerrólosojosparacalarmejorlafiguraquecaminabahaciaella.Cojeabaunpoco, loqueladesconcertó;sinembargolaalturaera lamisma,elmismogarbo,idénticavoz...—Elsacerdotesalióporunmomento—leinformó,turbada.Elhombresí teníalavisiónclaradelrostrodeJulianaalaluzdelsol,yera
evidentequesehallabatanconmocionadocomoella.DavidMalcolmAmherstsufríaunacataratadeemocionesalveralajovencita
quehabíadejadounahuellaindelebleensucorazón,vestidacomoenfermeraysentadaenelbancodeunaiglesiadecampo.Lanietadelamujerquesupadreamaba,enaquel lugarperdidoentre sierras. ¡Lahabía recordado tanto!Fuesuconstantevigiliaenlasnochesquepasóenlafrontera,hastaqueunaheridaenlapiernaloobligóalretiro.Esetiempoleresultabanosólolejanosinoajenoaél,retazosdeunavidaqueyanolepertenecía.Cuando regresó al Séptimo Regimiento de Caballería después de aquella
NavidadenqueconocióaJulianaBalcarce,lohizopensandoqueeraalgoquesedebíaaélmismo,peroque tambiénse lodebíaaella,que lohabíaalentadoycomprendido en esos días de tormento. Su viejo amigo Ismael y la pequeñaJuliana, como le gustaba pensarla, fueron custodios de su espíritu derrotado yrogaron por su redención. La Navidad de la Luna Larga le había devuelto lailusiónperdidaydurantemuchotiemposoñóconencontrardenuevoalamujerquecontribuyóaello.Fueronmesesdeincertidumbre.EmilyAmherstlehabíadado una dirección adonde escribirle, pero ninguna de sus cartas obtuvorespuesta. David no sabía si sospechar de la anciana o suponer que aquellahermosa joven lo había olvidado apenas llegó al Río de la Plata. Al fin, lascircunstanciaslollevaronporotrocaminoyseresignóanosabernuncadeella.¡Maldito destino que lo arrojaba delante de la musa que inspiró sus sueñosvaronilescuandoaúnteníaderechoaposeerlos!—Creo que nos conocemos, señorita —dijo de pronto en inglés, sin
inflexionesenlavoz.Julianalomirabaconojosagrandados.
—¿David?—murmuróenelmismoidiomaqueamboscompartían.Sonabaabsurdalapregunta,cuandoellapodíareconocerelacerodesusojos,
losrasgosfinosyelcabelloespesoenelquealgunashebrasgrisesdespuntaban.Esoyciertocansancioenlamirada,plieguesdesufrimientoqueJulianayasabíadetectarconagudeza,revivieronunremolinodesensacionesensupecho.Seincorporóyletendiósumano,aguardandoytemiendoloqueesecontacto
pudiese provocar. El hombre la miró y luego envolvió esa mano en la suyafuerte,apretándolamásde lodebido.Sonrió,perohabíacinismoen lasonrisa.Era un matiz propio del carácter de David, aunque en esa ocasión Julianapercibiótristezatambién.—¿Quéestáshaciendoaquí?Élrioporlobajo.—Estaba por preguntar lomismo, pero dado que esta es tu tierra y yo soy
extranjero en ella, me toca responder primero. Vine acompañando a… unpaciente. Llegamos hace dosmeses aBuenosAires, y nos recomendaron estelugar.—Oh…Juliananoseatrevíaapreguntarquiénsufríadelmaldelpecho.Pensóenel
señor Jeffrey Amherst, muy anciano ya, pero de inmediato razonó que si elhombrejuntoalquesuabuelapasabasusdíasestuvieseenfermo,ensucasalohabrían sabido, de modo que articuló el único nombre que ella ligaba al deDavid.—NoseráIsmael.EsavezDavidrioconmásfuerza.—Nuestroamigonoenfermaríanunca.Aestasalturas,hadeestarrecorriendo
el oeste en busca de oro. Lo último que supe es que se ha convertido en unexpertoguíade lascaravanasdecolonos.Enmipaís seambicionasuperar lasRocallosas, que al parecer ocultan grandes riquezas. No, no creo que Ismaeltengaproblemasdesalud.Confíoenquealgunavezmehagasabersuparadero,yaquenuestropadresetornamelancólicoyesunhombremayor.Apropósito,tu
abuelaestáespléndida,podríadecirsequerejuvenecióvariosaños.—Laextraño—reconocióJuliana—,peromealegrasaberlaacompañada.—Nuestrosmayoressísupieronhacerbienlascosas.Lo dijo con pesadumbre, como dando por sentado que no era ese su caso.
Juliana seguía sin entender la razón de que un hombre como aquel, militarretiradoy heredero de unapropiedad enMassachusetts, se dedicase a recorrerlugarescomoelvalledelCosquín.AlgúnotrosanatoriohabríaenNorteamérica,ellanocreíaquefuesenecesariollegarhastalacoloniaSantaCruzdeLorena.Susdudasdebierondehaberafloradoasusojos,porqueDavidaclaró:—Estabadegira,ymedabaigualacercarmeaestesitiotanbeneficiosopara
lasalud.Jamás le confesaría que había orientado su viaje hacia Buenos Aires para
saberdeella,niquevisitólamansiónBalcarceconlaexcusadeunenvíodelaabuela Emily a su familia porteña. Tampoco le diría que en la amableconversaciónquesostuvoconElizabethO’Connorpudosonsacarleelparaderodelahijarebeldeenlassierrascordobesas.—¿Degira?—articulóJuliana.Cadavezentendíamenos.—PequeñaJuliana—yelapelativolosconmovióaambos—,recordarásque
en la Navidad que compartimos te regalé una cajita de música con forma depiano.Mimadre fue una gran pianista, y no bien descubriómi padre que yoposeíalasmismasdotesseocupódehacerdesaparecerelpianoquehabíaenlasala.Eraunrecuerdoborrosoparamíentonces,perodespuésdequehicimoslaspacesmipadreyyo,muchascosasdelpasadosalierona la luz,entreellasmiinclinaciónmusical, quepudecultivar cuandome retirédel ejército.Ahoranoempuñounfusil,sinoqueaporreolasteclasdelpiano.Extendiólamanoparaqueellacomprobasequeposeíadedosdepianista,pero
loúnicoquevioJulianafueunanilloenelanularizquierdoyesavisiónlequitóelaliento.—Ahoradimequéhacesvestidadeenfermeraenunsitioparatuberculosos.
—Soy practicante interna del hospital colonia. Estudiomedicina enBuenosAires,yalguienaquienrespetoyadmiromesugirióhacermisprácticasdeestaforma,paraacumularprestigioalahoraderendirmisexámenes.Alsermujer,esnecesariodemostrarlacapacidadentodomomento.Un brillo de aprobación iluminó los ojos grises de David. Siempre había
sabidoqueaquellajoveneraundiamante,ysusactosloconfirmaban.Alavez,unasensacióndepérdidaloenvolvió.¡Silahubieseencontradoantes!—Eresvalientealafrontar losprejuicios—comentó—.Aunquesinderecho,
mesientoorgullosodeti.Juliananoesperabaesoyseruborizó.EnlaNavidadpasadaconsuabuelay
losmiembrosdelafamiliaAmherst,sucorazónhabíalatidodesacompasadoporcausa de aquellos dos hombres que le provocaban sensaciones desconocidas.Luego, al despedirse y seguir cada cual su camino, el recuerdo la persiguiódurantemeses.HabíadíasenquepensabasobretodoenIsmael,elnativodelatribuhurona,
ensumiradaoscurayenigmática,ensuspalabrasqueparecíanesconderotras,yen lamanera sensitivaconqueseaproximabaaella.OtrasveceseraDavidelqueaparecíaconinsistenciaensumente,lasturbulenciasdesualma,lamiradaquereclamabacariñomientraslabocaduradecíalocontrario,esaambigüedadensucarácterqueaellalesuscitabaternura.¡Hastahabíadeshojadomargaritas,comosiellosfuesenlosúnicoshombressobrelaTierra!Ciertavez,suhermanoFrancisquito la persiguió por los rincones burlándose, proclamando que iba aacabar con el jardín entero. Juliana jamás confió a nadie sus confusossentimientos sobre los Amherst. Al estar ligados al caballero que su abuelaamabadesdesujuventud,preferíaocultarcualquiercosaquepudieseperturbarla armonía familiar. Sin embargo, la ausencia de noticias de ambos la habíaherido en lo más profundo. Y cuando ya no esperaba saber de ellos, DavidAmherst se le aparecía de la nada, visitando el hospital de las sierras yconvertidoenpianista.Yconunsignificativoanilloeneldedo.
David ladevorabacon lamirada.Estabamásbellaqueantes,siesohubierasidoposible, porque lamadurez acentuaba los rasgos sobresalientes, como losojosylaboca.Altayespléndida,agregabaasubellezanaturalunadesenvolturadebida quizá a sus conocimientos. ¿Lo habría añorado ella también, o elrecuerdo de los días compartidos enAmherst serían un resabio pintoresco delpasado?—ProntollegaráNavidadotravez—repuso,paraalentarlaahablar.—Sí,sóloqueaquíenelsurnotendremosningunanochedelunalarga,pues
estamosenverano.—¿Yesesomalo?—Nolocreo.Ismaelmedijoquesindudahabríaunalunacalienteoalgoasí.—Recuerdasbien.—FueunalindaépocaladeAmherst.Lamiradagrissetornóagudayfría.—¿Pensaste alguna vez enmí, Juliana, o fui el único que recordó nuestras
charlas?Lo abruptodel comentario lanzó a la jovendepronto al pasado, y los años
transcurridosvolaronenunsuspiro.Denuevoestabaen lacasitadeAmitySt.con su abuela y la vieja Adela, armando el árbol de Navidad. Revivió supreocupaciónporGranny entonces, por cómo llevaría adelante su vida si ellaregresabaalRíodelaPlata,yenunchispazorememoróelmomentoenquesetopóporprimeravezconDavidysuperroenelbosquenevado.Esedetallelepermitióresponderconotrapregunta:—¿CómoestáFalcon?¿Lodejastecontupadre?Davidsonrióconelairecínicoqueellatanbienconocía.—Loúltimoqueesperabaelviejoeraocuparsedeél,perolotienemerecido
pornohaberloqueridoantes.Segúnsupe,Falconselocobraconcreces,puesnoseseparadesuspiesniunmomento,yhaceloshonoresalasvisitasdetuabuelacomosifueseelanfitrión.Veoquesírecuerdas,Juliana,hastaamiviejoperrodecaza.
—Esunbuenanimal,unfielcompañero.La idea de la fidelidad estuvo a punto de arrancar a David un comentario
sarcástico,masdeprontocomprendióqueéleraelmenosindicado,demodoquesuavizóeltono.—Me alegra verte.Y espero que no sea la única vez. ¿Dónde te hospedas,
Juliana?—Aquímismo,enelhospital,estoycomoenfermerainterna.—Entonces nos veremos, porque yo tengo permiso para quedarme también.
Ocupoelalaoeste.“PabellónTornú”,pensóJulianamientrasintentabasacarconclusionesdeesa
charla.Todavíanolehabíaaclaradoaquiénacompañaba,yella temíasaberlo.Talvezélestuvoapuntodedecirlocuandoaparecióelcuraconelsacristánalazaga.—¡Tenemos las guirnaldas!—anunció gozoso—. Un alma caritativa fue al
puebloporellas.JuliananopudoalegrarsecomohubiesequeridoyDavidnoestabaal tanto,
asíqueningunoacompañóeljúbilodelpadreAntonio,quedisimulólairrupciónconbrevescomentariossobreponermanosalaobraenesatardequecorríasinhacernadaútil.—¿Deseaalgo,caballero?—preguntóaDavid,quesemanteníaaparte.—Nada,padre,sólovineaconocerlacapilla.—Yarezar,supongo,queesloquesehaceenella.Lareclamanalláarriba,
doctoraJuliana,alpareceresustedindispensable.Lajovenaprovechólaoportunidadparahuirdelencuentroquetantolahabía
perturbado,yalpasarjuntolafiguragallardadelmilitarloescuchódecir:—Venalsalónestanoche,tocaréparatodos.Ellasubióalacarreralaempinadacuestaqueseparabaelterrenodelacapilla
delhospital.Alllegararriba,jadeante,sedetuvoatomaraire.Labrisaremovíalascortaderasdelcaminoyloscardosformabanunaneblinaquedifuminabaloscontornosdelpaisaje.Latardedeveranoseprolongabaenunasiestasosegada;
las chicharras pronosticaban calor y las torcazas se arrullaban entre las ramas.Cada tanto,unestallidode cotorrasperturbabael silenciobalsámicodelvalle,dondeelúnicorumorconstanteeraeldelríocorriendobajoelpuente.Juliana se oprimió el pecho con su puño,mortificada. ¿Por qué le afectaba
tantovolveraveraDavidAmherst?¿Acasolohabíaesperadotodosesosaños?¡Nisiquierapudosaberporquénuncasecomunicóconella!Hubierasidofácilaveriguarladirección,enviarleunaslíneasdecompromiso.Yeseanillo…Levantó lavistaydescubrióaLuisMoránobservándoladesde la terraza.El
vientosacudíalosfaldonesdelsacoqueusabadesdequeellaleproporcionóunamudaderopa.Losaludóconlamismamanoqueintentabaaquietarloslatidosdelcorazón,yélmoviólacabezaenseñaldeaquiescencia.LosojosdeLuisnosedetuvieronenlafigurafemenina,sinembargo;miraban
máslejos,haciadondelacuestadescendíaenlaprofundidaddelvalle.Allí,depie como un vigía, un hombre alto contemplaba a Juliana sin que ella loadvirtiese.La enfermedadno había afectado la vista deLuis, él podía afirmarqueaquelsujetoclavabasusojosenlajovenconalgomásqueadmiraciónporsutalleesbeltoosuandargracioso.Aquel hombre provenía del pasado de la enfermera, un pasado del que él
estabaexcluido.Lesobrevinounaccesodetosyocultólasalivaderaparaquelahermanadelacaridadnosupiesequeescupíasangre.
LucindaobservabacondisimulocómoJulianaacariciabaesacajademúsicaquejamáslehabíamostrado.Eraunpequeñopianodelqueemanabauna
melodíamelancólica.Lucindanocomprendíaquénecesidadteníasucompañeradetorturarseconesoscompasessinisiquieraescuchabalapiezacompleta,puesalsegundoacordecerrabalatapa,ensimismada.—Lindamaneradeentretenerse—bufóconlaintencióndehacerlareír—.No
seteocurrallevaresepianoalasaladeenfermos,oacabaránpordescerrajarseuntiroenlasien.Julianasuspiróyguardólacajademúsicaensuequipajebajolacama.El batifondo del personal acomodando las sillas en el gran vestíbulo de la
entrada le recordaba el concierto de esa noche. Era extraordinario que unpianistaextranjeroofrecieseunespectáculoenaquel lugar solitario. ¡Enépocade Navidad! Tanto los médicos como las enfermeras y el personal loconsideraron un honor y un detalle que otorgaba al hospital colonia ciertoprestigio. Después de todo, muchos de los pacientes eran personasacostumbradasalastertulias,ysolíanacudiralteatroconfrecuencia.Brindarlesalgoasílosharíasentirsemásagusto,comoencasa.El doctor Rodríguez se alivió también al saber que el teniente Amherst no
cobraríaporsuactuación,puestoqueallímismoseatendíasuesposa.Suesposa.Julianalahabíavistoderefilóndesdelaventanadesucuarto,esamismatarde
alvolver.AhoraentendíaporquéDavidnohabíamencionadoalpacientequeacompañaba. ¡Qué tonta!De haberse tratado de un compañero de armas o unparientelejano,nohabríaexistidoningúnresquemorennombrarlo,oinclusoen
detallarsussíntomas.Ellaenelfondolosospechaba,aunquenohabíaqueridoponerle nombre a su miedo. La presencia de David estaba tan aureolada depresagios como antes, cuando él arrastraba sus pérdidas en la fríaNavidad deAmherst. El corazón de Juliana latió con dolor. Le pesaba el sentimiento quebrotabadenuevoalveralhombrequelahabíacautivadoenotrotiempo.Parecíamentiraqueensólopocosañoslascircunstanciasdeamboshubiesencambiadotanto.Davidcasadoconunatísica,yellaestudiantedemedicinapracticandolaenfermería. Julianasentíaunaenormeresponsabilidadhacia lospacientesynopodíacaervíctimadelosensueños.Ademáseraimpropiodeelladejarsevencerpor el desánimo, demodo que se sacudió la tristeza y comenzó a preparar suatuendo.Lespermitiríanasistirdeparticularportratarsedeunacontecimientoajenoal
trabajoyfestivoporañadidura.Julianahabíallevadopocaropa,asesoradaporsumadreylaíntimaamigadelafamilia,BrunildaMarconi,quedirigíaunamaisondemodaenBuenosAires.Brunildajamásfallabaalahoraderecomendarcómoycuándousarlasprendas;habíanacidodotadadebuengusto,ymuchoantesdeconvertirseendueñayrectoradeunacasadecategoría,trabajócomocosturerayaprendióeloficioendurascondiciones.Ningúndetalleseleescapaba.—Ni blanco ni azul, ya que ese es tu color de rutina—le había dicho—.
Debesllevarotrostonosqueresaltentuespléndidacabellera.Así fue que entre Brunilda y Elizabeth, cómplices como niñas traviesas,
forzaronaJulianaallevarunvestidoverdeyuntrajecompuestoporunafaldagrisquecombinabaconunablusacolorframbuesa.—Voyaparecerunpostre—habíaopinadoJuliana,perocontrasumadreyla
amigajuntasnosepodíaganar.Eligióelvestidoporquesetratabadeunanochecálidaqueinvitabaabailaren
laterraza.Algoilusorio,porcierto,aunqueesaeralasensaciónquelainvadíaalmirarlasestrellastitilantesdesdesuventana.—Estáshechaunareina—laelogióLucindaconsinceraadmiración.Las enfermeras solían echarse un chal sobre los hombros para cubrir el
uniforme cuando abandonaban el hospital; eran raras las ocasiones en quepodíanlucircomopersonascorrientes.YJulianaestabapreciosaconesevestidodeescotecuadradoymangasabullonadasquedejabanverladelicadapieldesusantebrazos. Recogió sus rizos en una apretada corona, que destacaba losdiminutospendientesderodocrosita,regalodesupadre.Surostrosaludablenonecesitaba de tintes, de manera que cuando estuvieron listas, ambas salieronrumboalvestíbulo,alasazónabarrotadodegente.Las sillas formaban un arco en torno al piano que acompañaba al teniente
Amherstensusviajes,yquesealzabasobreunatarimaenelcentrodelasala.El taburete había sido cubierto por un lienzo para que el terciopelo no seensuciasedurantelospreparativos.Apesardetratarsedeunhospital,eledificiodelaSantaCruzdeLorenaeralo
bastante elegante como para que en esa ocasión luciese cual salón de fiesta.Sobre los arcosde las ventanas ramilletesde flores sostenían los flecosde lascortinas,yglobosdegas iluminabaneldamerodemosaicosnegrosyblancos.Desdeafueraentrabaelaireperfumadoque tornaba innecesarios lospebeterosdeincienso,sindudaunaportedelpadreAntonio,queseveíamuysolemneenprimerafila.Porprevención,losinternosdelpabellóndeincurableshabíansidoubicadosenlagaleríasuperior,demodoquelasnormashigiénicasdelhospitalno se infringiesen. Allí, acodado sobre la balaustrada, Luis contemplaba laconcurrencia con aire adusto. Bien pronto distinguió a Juliana, un diamantepulido entre rocas grises, con su vestido verde y su cabello rojizo. Él podíaapreciarinclusoeldetalledelospendientesensuspequeñoslóbulos.Poseíaunavista privilegiada. Cuando ella alzó sus ojos hacia el balcón, no le dio lasatisfaccióndesaludarla.Suánimosehallabaconturbadodesdelamañana.Las primeras filas de asientos estaban reservadas al personal jerárquico y
detrás se alineaban las Hermanas de la Caridad, con sus tocas blancasentrechocándose como inmensas corolas de magnolias. Hubo un murmullocuandoelartistaapareció,concuelloalmidonadoyelcabellolustrosopeinadohaciaatrás.Sucabezaseinclinóenseñaldesaludo,ylanzóunamiradafurtiva
que Juliana siguió hasta dar con su destinataria: una mujer pálida y delgada,vestidaconprendaslivianasyunsombrerodepajaqueleensombrecíaelrostrobajo las lámparas. Sobre la tela clara del vestido se derramaba una cabelleranegradebuclesdesparejos.Julianalamiróconatenciónparafijarensumemorialosrasgosdelamujerquehabíaenamoradoalhombrequelabesóaquellavez.Lahabíanubicadoenunsitiodepreferencia,enunareposerademimbrequelepermitía observar estando recostada. Guardaba serena compostura, con lasmanos juntas sobre el regazo, las piernas cruzadas y un aire de recato en lacabeza inclinada bajo el ala del sombrero, como si no se atreviese amirar defrente a su esposo.Él, en cambio, se erguía con la prestancia que le daban elejército y su condición aristocrática. Había aprendido a disimular la cojera.Quitóel lienzodel tabureteyrepasóel tecladodelpianosin tocarlo,sóloparadesentumecer los dedos. Juliana observó que el instrumento contaba con doscandelabros incorporados en los que flameaban las velas. Eso creaba unaatmósferaespecial, comosi elpianista sehallase solocon sumúsica, ajenoalmundillodeespectadoresquelorodeaban.Lajovennotuvotiempodelamentarque David no le hubiese dirigido siquiera una mirada, pues un torrente deacordes irrumpió de pronto y su espíritu se impregnó de la sonata que lasvaronilesmanosdesgranaban.Lahabíavisto.Cómonodistinguirlaentretodoslospresentes,conesevestido
queresaltabaeldoradodesupielyelrojodesusrizos.Condenadamuchacha,nopodíahaberelegidopeoratuendoparaponerlonervioso.Silehabíaparecidohermosa en su uniforme de enfermera, qué decir de aquel tono verde queacercabaelbosquealasaladeconcierto.Élhabíaofrecidotocarparadistraerasuesposadelamelancolíayporquenecesitabaperderseenlamúsicayolvidarlatediosa rutina que lo envolvía desde su matrimonio. Donde fuera, DavidintentabatocarsupequeñopianocompradoduranteunviajeaEuropa,yacallarasílospensamientoslúgubresqueloinvadían.Extrañabaelejército,añorabalacompañía salvaje de Ismael, resentía el tiempo que pasaba sin disfrutar de larecuperadaarmoníaconsupadre,yaunqueintentabanegárselo,sufríaporaquel
amorquehabíaaparecidoensuvidacuandoerademasiadotontoparaadmitirlo.Él debería haber dado a la muchacha algo más que una caja de música enNavidad, debería haberle ofrecido una palabra de compromiso para cuandovolvieran a verse. Creyó, en su soberbia, que al regresar de la frontera laencontraría en su ventana de Amity St., aguardándolo. ¿Es que no la habíareconocido, al verla cabalgar en su yegua con sus ojos llameantes, la cinturaflexibleylarisafresca?Juliananoeraunamujerdecalcetaybordados.Pruebade ello era que la descubría convertida en enfermera y estudiando medicina.¡Medicina! Ya se vislumbraba la vocación cuando se preocupó por aquelaccidentequelohabíatumbadoenelcaminodelValledelosPioneroslatardeenqueseconocieron,yluego,alrevisarconojoclínicoelvendajequeIsmaellehizo.Tambiénhabíaacudidoaatenderasupadrecuandoelviejosedesmayóenlacasa.YDavidnoolvidabalaspalabrasfirmesconlasquelehabíaaseguradoque aquellos momentos de confusa ceguera que lo aquejaban entonces no sedebíanalametrallacomoélcreía,sinoasupropianegativaaenfrentarloquetantohorrorlehabíacausadoenlaguerra:lamasacredeinocentesenWoundedKnee, el campamento lakotaen lasdesoladas tierrasdeDakotadelSur.AquelfunestoepisodiohabíasumidoaDavidenunrechazoalregimiento,asufamiliadeapellidoilustreyasuvidamisma,quecarecíadesentido.FueJulianalaquesupoentendercuáleraelcaminocorrectoparadisipareltormento.—Debesretornaralafrontera—lehabíaaconsejado,consujuventudintacta
llenadesabiduría—,yprocurardevolverelhonoraeseregimiento,enlugardehuirdeél.¿Porquénolabuscópormarytierraalregresar?¿Porqué?ElacordesonóconestrépitocuandolasmanosdeDavidsedejaronllevarpor
suspensamientos.Elairesecolmódenotasquesubieronhastaelartesonadodeltechoycayeronencascadasobrelospresentes.Todosseconmovieron.Luisapretabalosdientesmientrasescuchabaaquellamúsicadesesperada.Sus
conocimientos no le alcanzaban para saber si el artista era bueno o no; sucorazón de poeta, sin embargo, captaba los efluvios del hombre atormentado.
Ignoraba las razones, pero algo indefinible le decía que tenían que ver con laenfermeradeojosdorados.Elcerradoaplausocoronóelfinaldelapieza,yDavidsaludóalpúblicocomo
siestuvieseenunteatroparisino,congarboyesaestudiadamodestiadelartista.Eldirectordelhospitalse levantóparaestrecharle lamano,efusivo,y luego
señalóalaesposadelpianistapidiendoparaellaotroaplauso.ErasumaneradeponerenevidencialavalíadelospacientesdeSantaCruzdeLorena.FueasíqueJulianapercibióconclaridadlafisonomíadeChloe.Lajovenmujererabellaenun sentido dramático: negros ojos en un rostro pálido como perla, cejaspinceladas y labios descoloridos. El gesto con que agradeció los aplausos fuelánguido, como si estuviese acostumbrada y hasta fatigada de recibirlos. Lamiradaquedirigióasumaridopudohabersidodereproche,quizáporexponerlacomounagemaounaexcusaparatocarelpiano.Julianapensóentoncessinosería eso lo que hacíaDavid, usar a la esposa enferma en los conciertos paracrear una imagen romántica de símismo.Desechó ese pensamiento con furia.¿Porquéibaahaceralgoasí?¿Acasonoeraunsufrimientopadecerlatisisdesuesposa?Ellabiensabíaque los familiareseranvíctimasdelmal también,puesveíanlanguideceralenfermosinpoderevitareltristefinalenloscasosgraves.ClaroqueChloenoloera,sitomabaencuentaquelahabíaninstaladoenelotropabellónypermitíanquesumaridolaacompañase.La mujer se fijó en ella. Sus ojos abandonaron el tinte melancólico para
adoptar lamiradaagudadelarivalfemenina.Julianalesonrióyelladesviólaatenciónhaciaotrolado.Luiscaminabarumboasusalaconlasmanosenlosbolsillos,pensativo.No
había podido quitar los ojos de la situación que se desarrollaba ante él y quenadiemásqueélveía.Eseeraeldefectodesersensible,secaptabansutilezasyjamásseestabaenpaz.Al llegar a su cama, abrió la carpeta que Juliana le había dado y garabateó
palabrassueltas,frutodelacongojademomentosantes.Estabatanensimismadoquenoadvirtiólapresenciahastaquelatuvojuntoaél.
—Doctora…—Queríasabercómoestaba,ysilehabíagustadoelconcierto.Ella se cubría los hombros conun chal, pero la hermosuranodisminuíaun
ápice.—Nosédemúsica—repusoesquivo.—Tampocoyo.Encasahayunpiano,ysólomiamigoDolfitolotocacuando
nosvisita.Élesunverdaderoartista,pintayejecutainstrumentossinquenadielehayaenseñado.Nosécómosepuedehacereso.Luispensabaque tambiénélescribíapoemassinhaberasistidoa laescuela,
peronadadijo.Loavergonzabareconoceresacarenciaantelaenfermera.—¿Lehagustado?—insistióella.Luissealzódehombros.—Meparecióunamúsicatriste.JulianasopesóesarespuestayluegomirólospapelesqueLuisteníasobreel
regazo.—¿Escribiendootravez?Él manoseó el lápiz, turbado por no haber podido ocultar las hojas de la
miradadela joven,yentoncesJulianareparóenquehabíaciertamétricaenlaescritura.—¿Sonversos?—exclamósorprendida.Aquellofuemásdeloqueunhombrepodíasoportar.Luiscerróconfuerzala
carpeta, arrugando el trabajo entre las tapas, y la miró con encono. Por unmomento pareció haber un duelo de miradas entre ambos, algo insólitotratándosedeunpacienteyunaenfermera,y luegoJulianaesbozóunasonrisacomprensiva.—Soy curiosa, nopuedo evitarlo.Mi padremedice siemprequeundíami
nariz quedará apretada por una puerta, y mi hermano pequeño aduce que sevolverámáschatadeloquees.—Ustednotienelanarizchata—dijoLuismuyserio.La carcajada femenina le evitó arrepentirse de las palabras que salieron sin
controldesuboca,ydenuevoJulianasemostróespontáneaydesprejuiciada.—Quécabezalamía,loestoymolestandoaestashorascuandousteddebería
descansar.Noolvideapagarlalámpara,ovendrálahermanitaareprenderlo.Yasabecómoson.EsavezfueLuiselquesonrióconcomplicidad,alverqueamboscompartían
cierta opinión sobre las monjas de Lorena. La sonrisa ancha en ese rostromorenodebellosojosconmovióaJulianaylallevóaponersumanosobreladeél,ásperaygrande.—Duermatranquilo,asíundíadeestoscumplimosnuestrodesafío.Su figura se perdió en las sombras. Luis quedó petrificado, sintiendo la
suavidaddelamanodelaenfermerasobrelasuyacomosiselahubiesedejadoconél.¿Habíaentendidomal,oellacoqueteabadenuevo?¡Quéabsurdo!Unamujerasí, cultae independiente, sólopodía sentir lástimaporunenfermo.Talvez compasión y cariño, sí, pero nunca lo vería como un hombre. Metió lacarpetabajolacamayapagólalámpara,obediente.Enlaoscuridadreinante,sinprestaratenciónalcorodetosesqueresonabanentrelasparedes,Luisimaginóun valle soleado y una pirca que dos jinetes montados en briosos criollossaltabancondonaire.—Puedoganarle,doctora—murmuró,antesdehundirseenelsueño.
—¡Qué buen mozo es el pianista! —decía Lucinda—. ¿Te fijaste en suesposa?Esunamujerdistinguida,aunquealgoantipática.Claroquees lógico,pobre,siestáenferma.¿Creesquesecure?Selanotadébil,sinembargonoestáentre los más graves. Me pregunto si será correcto averiguar cuánto tiempoestaránaquí.Juliana,¿estásbien?Lajovenparlanchinamiróasucompañeraconrecelo.Enlosúltimosdíasla
notabadistante,ylepreocupabapensarquesehubiesecontagiado.Sibienellaseran estrictas en el cumplimiento de las normas higiénicas, la enfermedad
solapada podía filtrarse en los organismos predispuestos. Se trataba de unainfección,despuésdetodo,ylaprevenciónerafundamental.
—Puedo hacer la ronda hoy, si quieres descansar—le ofreció, tratando desonaralegre.—Estoybien,Lucinda, unpoco tristeporque se acercaNavidadynopodré
compartirlaconmifamilia,nadamásesomeafecta.Mentía, ya que su cabeza estaba convertida en un remolino.Ver al teniente
paseando con su esposa por la terraza y los jardines del hospital le provocabadolor, y por otra parte, haber descubierto que su paciente favorito escribíapoemas le producía zozobra, como si hubiese en él algo que ella todavía noalcanzabaavislumbrar.LuisMoránresultabaunenigma.Ynosólomédico,ya
que todos se sorprendían de su fortaleza pese al diagnóstico, sino tambiénpersonal,puessediferenciabamuchodeloslabriegosominerosqueellahabíaconocido.Debía recuperar laserenidadocometeríaerroresensu trabajoyesoera imperdonable. Como les había explicado la doctora Grierson al citar aFlorenceNightingale,“laenfermeríaesunarteque requierede tantadevocióncomoeldeunpintorounescritor”.Julianapretendíadedicarseencuerpoyalmaaeseartequeprocurabaconsueloycuidadosalosquemáslosnecesitaban.LuisMorán,porejemplo.OlaesposadeDavid.—¿Hasconsideradoinyectartetuberculina?—dijoLucindacontiento.Era un descubrimiento reciente de Robert Koch en el mundo científico, y
servía para constatar el riesgo de padecer tuberculosis. Al inyectar una dosisatenuada del mismo bacilo, el cuerpo reaccionaba si se hallaba predispuesto.LucindatemíaqueelestadomelancólicodeJulianasedebieseaunaincubacióntemprana,yerasuobligaciónalertarla.—Loharé,peronocreoestarenfermándome—contestóJuliana,quesedaba
perfectacuentadequesuánimocomenzabaainfluirsobresutrabajo.Decididaaactuarcomoacostumbraba,bajóa laboticaquefuncionabaenel
subsuelo del edificio y pidió autorización para revisar las vitrinas. Allí sealineaban cientos de frascos de porcelana con etiquetas que anunciaban suspropiedadesenlatínoencastellano:jarabedesauceblancoparaaliviarmigrañasydoloresarticulares,arropedechañarparalatos,tinturadecannabisyextractodeguayacánparaapaciguarelasma.Tambiénhabíapotesdevidrioconetiquetasdelasdroguerías,lamayoríaemulsionesabasedeaceitedehígadodebacalaoyextractodecarnequeseofrecíancomotónicosbajoelnombregenéricode“vinofortificante”. Juliana repasó las indicaciones con ayuda de un catálogo quereposabasobreelmostrador.Teníaenmenteunpropósitoyanhelaba lograrlo.Anotóen lacartilladelpaciente lasdosisqueconsideróapropiadasyconsultóconelmédico.EsteaceptótrataraLuisMoránconaquellassustanciasqueenuncasocomoelsuyoningúnmalpodíanhacerle,demaneraqueJulianacomenzóuntratamientoquereforzaríalasdefensasdelcuerpodelminero.
—Sinosepuedecombatirelmal,hayqueatrincherarse—fuelaexplicaciónqueledio,yLuistragabasusdosisconobedienciaconmovedora.Un atardecer, antes de que sonaran las campanas de la oración, Juliana se
encontrabaencaramadaenunodelospilaresdelcaminodebajadaalrío,cuandolasorprendiólavozdeltenienteAmherst.—Trabajastanduroqueapenaspuedoencontrarte.Ynovasalpabellóndemi
esposa.Yanopodíaocultarelparentescodespuésdelconcierto.Inútilerafingir.—Me toca sobre todo asistir a los incurables—y Juliana omitió decir que
habíadecididodedicarseaellosporcompletoparaeludirlo.—Juliana, te pareceráprecipitadoquemehaya casado en tanbreve tiempo,
perolascircunstanciasmeobligaronahacerlo.—¿Quécircunstancias?—exclamóellavolviéndosehaciaél.—Miesposaera lahijademisuperior,yensu lechodemuerteélmepidió
quenoladesamparase.Tuvequellevarlaconmigocuandoquedóhuérfanaenelfuertedondenosdesempeñábamos.Ella…bueno,siemprefuedelicadadesalud,ysupadretemíadejarlasola.Elcoroneleraunbuenhombre,medevolviólafeen mi profesión, le debo mucho. Además, yo ya estaba por retirarme; habíarecibidounafeaheridaenlapiernaquemeimpedíadesplazarmealavelocidadrequerida.Julianarecordóquelohabíavistocojearlaprimeravez.—¿Yanovolverásalejército?—Yano.Herecibidolabajaconhonores,perolaverdadesquemesientomás
prisioneroenlavidacivildeloquemesentíenlafrontera.—Seráquetuvocaciónsonlasarmas.Élnotóelsarcasmo.—Mivocaciónfuelamúsicaymipadreseencargódeprivarmedeellatodo
lo que pudo.Ahora que nos hemos reconciliado recuperé algo de eso aunque,comohabrásnotado,nosoyningúnportento,apenassiaporreoelpiano.—Amímeparecióbuenotuconcierto.Claroquenosénadademúsica.
—Aesosedebetuamableopinión—comentóélrisueño,ysesentósobreunarocaasulado.Mordisqueabaunabriznayseloveíarelajado.Lucíamásapuestoquenunca,conlaenterezadeunhombrealquelaspenuriasfortalecieron.EraunDaviddistinto;lamuecaqueendurecíasubocahabíadejadomarcas,peroenlosojoshabíaunaprofundidadquerevelabalareconciliaciónconelpasado.—Nomedebes explicaciones—adujo ellamirando hacia la serranía, que a
esahorasetornabamorada.—Creo que sí. Nosotros intimamos en cierto modo, y para mí fuiste
importante,Juliana.Éllaestabamirandoconintensidad.—Pensé mucho en ti durante mi estadía en el regimiento, creí que te
encontraríaalregresar.Fuetontosuponerquenoharíasotracosaqueacompañaratuabuela,eralógicoquevolviesesatutierra.LepedíaEmilytudirecciónymeladio,peronuncarespondistemiscartas.¿Lasrecibiste?Julianaquedóconlabocaabierta.¡Éllehabíaescrito!Nuncasupodeninguna
carta,yrecordababienqueenlosprimerosmesesellarevisabaconcuidadolabandeja del recibidor buscando señales del hombre que le había causado suprimer anhelo amoroso. De Ismael el hurón no esperaba escritos, pero sí deDavid,ylaausenciadenoticiaslahabíaentristecido.—Jamásleícartaalguna.Sehabránperdidoenelcamino.Davidfruncióelceño.—Lo dudo. Otras misivas a otras partes del mundo llegaron sin problema.
Salvoqueelserviciopostalaquíseadeplorable.—¿Y qué me decías en esas cartas? —quiso saber Juliana, ignorando el
comentario.—Lomuchoqueañorabaverte.La respuesta, sincera y simple, quitó el aliento a la joven. Era casi una
declaracióndeamor,dichaporunhombrecasado.¡Yenelhorariodeservicio!Intentó levantarse, pero él la sujetó con su fuerte mano, que más parecía desoldadoquedepianista.
—Quédate.Noquieroofenderte,sóloserhonesto.—Aunasínadamedebes,puesnadaprometiste.—Tebesé,yesotieneunsignificadotratándosedeunajovencomotú.—Para liberarte del tormento, te diré que también recibí otro beso en esa
Navidad.Yaestá,lohabíasoltado.Nopodíaecharseatrás.Pudopercibireldesconcierto
deDavid,yhastaadivinarelgestodeasombroyrabiacombinados.—¿Ismael?—farfulló.—Wanaka, como se llama en realidad. Creo que quiso asustarme y no lo
consiguió.—¡Vaya!—resoplóDavid,ofuscado.Lo último que esperaba oír sobre su hermano. Aquella Navidad les había
regaladounaverdadquelosuníamásqueantes:amboshabíansidoengendradospor el mismo hombre, Jeffrey Amherst III, pariente del primer barón deAmherst.DavidsabíaqueWanakayélnonecesitabancompartirlasangreparasentirseunidos,perode todosmodosesoeraunnudomás fuerte en la cuerdaquelosataba.Amigosdesdeniños,hermanosenlaadultez.QueelsinvergüenzahubierabesadoaJulianaleparecíaunatrevimiento,aunquehubieseocurridoenotromomentoyotrascircunstancias.—Supongoquesalíperdiendoenlacomparación—respondióconacritud.Juliana sonrió. Sin proponérselo, había dado en el punto débil: el orgullo
masculino. Estaba ducha en esas lides, al haberse criado en una familia contantosvaronesdominantes.Yteníaasumadre,quelahabíaaleccionadoeneseyotrostemas.—SeñorAmherst,noesperequerevelemisemocionesaunhombrecasado—
contestóconseriedadfingida.—Mimatrimonioesunacuerdodevoluntades—respondióélaúnmásserio
queella—,yunactodecaridaddelquenopuedoarrepentirme.Ledebíaesoamisuperior.Juliana pensó en la cantidad de razones que podía esgrimir en contra de la
compasión comomotivo dematrimonio, pero calló.De nada valía ahondar laculpaenDavid,yapropensoalainfelicidaddesdequeellaloconoció.—La vida nos pone por delante desafíos —fue lo que dijo—, y nosotros
reaccionamos como podemos. Yomismame siento a veces empujada por lascircunstancias.Éllamiróconinterés.—Notehascasado.—¡Claroqueno!Seríadifícilestaraquíentonces,aisladaenunhospitalenlas
sierras.Sialgunavezcontraigomatrimonio,seráconalguienquesepaentendermivocación.—Ytúladeél.Juliana alisó una arruga invisible de su delantal de enfermera mientras
pensaba la respuesta.El tenientehabía figuradoprimeroen la listadeposiblesfuturosmaridos,entretodosloshombresqueellaconocía.Selohabíaimaginadoviviendo en elRíode laPlata cuando la horade las armashubiese terminadoparaél, talvezafincadoenalgúncampode laprovinciadeBuenosAires.Poralgunarazón,ellanoalbergabalaideadeabandonardenuevosupaísparavivirenelextranjero,ysedabacuentadesuegoísmoahoraqueélmencionabaeseasunto.Otrasalternativasnupcialesseborroneabanensumente.Dolfitoerasuamigodelainfancia,ypormásquelodescubrieraobservándolaavecesconunextraño fulgoren susojos rasgados, jamásdejaríade serelmuchachitoque laseguía a sol y a sombra durante los juegos de la niñez.Había en Juliana unamadurez que la colocaba por encima de los varones díscolos, como si esetemperamentomasculino desatase en ella un espíritumaternal, en lugar de lapasión femenina. Del mismo modo que toleraba y reprendía a su hermanoFrancisquito, obraba con los jóvenes irresponsables que necesitaban una guía.Por eso, pese a la diferencia de edad que mediaba entre ella y David, habíapuestosusojosenél.Eraunhombrecon todas las letras,ysu tormentohabíasido el de un adulto castigado por la vida. No había mayor afrodisíaco paraJulianaBalcarcequeunalmasufriente.
Suspiróyselevantódesuasientocuandoelsolyaseponíatraslasierra.—Estetiempoquecorreeseldelasoportunidadesparalasvocaciones,noes
parapensar en casarsey tenerhijos.Esovendrá,Diosmediante, si esquemeestádestinado.Eltenienteselevantótambién,ysucabezasobrepasópormucholadeJuliana.
Mientrasmirabalacoronillaalborotadaporlosrizosqueelúltimorayotornabarojos,lepidióenvozbaja:—VenaveraChloe.Ellanecesitadeunacompañíafuerteyvalerosacomola
tuya.Y cuando ya Juliana caminaba hacia la explanada del edificio, el hombre
murmuróasuespaldademanerainaudible:—Yyotambién.Másabajo, enelvalle en sombras,unpardecaballos criollospastabancon
mansedumbre, como si buscaran fortalecerse para algún desafío en el que esarazaautóctonaresultabasiemprevictoriosa.
Losdíasquesiguieron fueronajetreados,pues llegaronnuevospacientesyhubo que habilitar otro sector de las salas. La proximidad de las fiestas
navideñas agregaba un toque de nostalgia a esas jornadas calurosas deventanales abiertos y sábanas flameantes en la colina trasera del edificio. Elpradoseencendíademariposasamarillasbajoelsoldelmediodía.Lagravedaddelmalsedisimulabaconlospaseosporlaterraza,losserviciosdetédehierbasbajoelemparrado,ylasvisitasdelosparientes.JulianayLucindadividíansustareasentreloscontrolesmédicosylospreparativosdelasfiestas.Las Hermanas de la Caridad disfrutaban como niñas de los secretos de la
Nochebuena.Alparecer,Davidhabíainfluidoparaqueselepermitiesecompraralgunaschucheríasquedejaríaa lospiesdelárboldelvestíbulo,apesardelasprotestasdelpadreAntonio.—Pesebre es lo que necesitamos—refunfuñaba el cura ante quien quisiera
oírlo—,ynoestossímbolosquenadatienenqueverconlafedenuestroSeñor.Juliana,quedesdeniñagozabadelárboldeNavidadtantocomodelpesebre,
apaciguabaalsacerdoteconánimoligero.—Esparalosextranjeros,padre—ledecíaconsagacidad—,asínoextrañan
suscostumbres.Mimadremeexplicóelsignificadodelárbolpara lospueblosnórdicos,yesatradiciónsedesparramóportodoelmundo.—Comotodaslascosasmalas—gruñíaelsacerdote.Sinembargo,elbuenhombreestabaeufóricoconlasfigurasquesutalladorle
enviabaamedidaque las terminaba.Loscuerposeransólopiedrasunidasquelashermanasseocupabandevestir,peroelartistalograbadefinirunperfilenlasqueoficiabande cabeza. Juliana contemplaba admirada aun reymagocon su
capa, su corona, y un aire moruno que le recordó las imágenes del libro decatecismo.—¡Esmuybueno!—exclamóadmirada.—Yfaltalomejor:laVirgenyelNiño.Presientoqueseránmaravillosos.—¿Eslugareñoelartista?—quisosaberJuliana.—Supongoquesí,aunquenoloconozco.—Padre,tendremoselmejorpesebredetodoelvalle.Elsacerdotesecontoneóorondoalescuchareso.Habíasidosuambiciónun
pesebre que quedase grabado en la memoria de todos y le diese ciertoprotagonismoalacapilla.En cumplimiento de su promesa, Juliana visitó a la esposa del teniente
Amherst.Había postergado el momento porque no se sentía con ánimo, pero al fin
decidió que lomejor era afrontar las situaciones ingratas lo antes posible, demodoquesedirigióhaciaelpabellónTornúconun ramitode floressilvestresquefuerecogiendoenelcamino.EncontróaChloesentadaenunareposeraenunsaledizosobrelaglorietade
espléndida glicina.Las flores aliladas y los faldeos tornasolados de las sierrasresultaban de gran ayuda para recuperar el espíritu. La esposa del teniente sehallabasola. Julianapudoapreciar suespaldaestrecha; sindudasuspulmonesno estarían bien desarrollados y eso habría sido un factor proclive a laenfermedad.Despojadadesusombrero,lacabellerarevelababuclesdesprolijos.El perfil era algo deprimido, elmentónhuidizo y la frente angosta. Si bien elconjuntoresultabaatractivo, losrasgosdeChloeporseparadonoeranbonitos.Juliana se arrepintió de su deformación profesional, que la impulsaba a hacerhincapiéenelaspectofísicodelaspersonas.—Buenosdías.La voz devolvió a Chloe al presente. Reconoció de inmediato en esa
enfermeraalahermosajovenvestidadeverdequemirabaasuesposoduranteelconcierto.
—Lehetraídounramitoparaalegrarelcuarto,aunqueveoqueespocacosacomparadoconlavistaquetienedesdeaquí—comentóJuliana,apresuradapordeciralgoqueladistrajesedeesosojososcurosquelataladraban.LaesposadeDavidseadmiróalescucharlahablaringlésfluido,noesperaba
oírsulenguaenaquelsitioperdidodelamanodeDios.—Mimadreesnorteamericana—explicóJulianaalcaptarsuasombro—,yo
mecriéhablandolosdosidiomas,eldemitierrayeldemisangre.Esperoquese sienta cómoda en nuestro hospital. Sé que no es un hotel de vacaciones,aunqueenalgoseleparece.Sonrió,yChloedistendiósugestonervioso.—Todossonmuyamables—concedió.Juliana la observó de reojo mientras acomodaba el ramito en un vaso de
vidrio.—¿Sehasentidomejordesdequeestáaquí?Chloefruncióloslabios.—Estarenfermaenesteoenotrositiodalomismo—contestóconamargura.Julianadetectóunabandonodelavoluntaddevivir,algomuypeligrosoenla
enfermedadcrónica.Sepreguntósisedeberíaalmaldelpechooasusituaciónmarital.Lamaneraenqueel teniente lahabíaabordadoantesnoreflejabaqueamara mucho a su esposa. Por primera vez, una oleada compasiva hacia esamujerquesinsaberlolehabíaarrebatadolailusióndelprimeramorlasacudió.Chloe eramásdesdichadaque ella, pues tenía al hombreperono su completaatención.Acercóunasillayseubicójuntoalareposera,mirandolasierra.—Este es un lugar distinto—le dijo—, beneficioso para la salud del alma.
Confíoenquenoteesadiferenciaamedidaquepasenlosdías.Losojosdelamujerlaobservaronconagudeza.—¿Saluddelalma?Es laprimeravezqueoigoalgoasí.Por loquemehan
dicho,aquíseatiendelasaluddelcuerpo.Elalmaespara losclérigos.YparaDios.
—Bueno,esoescierto,aunque tengomis reparosencuantoaqueestén tanseparadasquenoincidalaunaenlaotra.Mipadrevivióaquejadodeunoscuromaldurantemuchotiempo,hastaqueunmédiconaturistaleindicóremediosqueenestehospital resultaríanescandalosos.Porotro lado,yaunquemimadrenoahondó demasiado en el tema, tengo entendido que hubo alguien que poseíapoderesmágicosyloayudótambién.—Hablamuyraroparaserunaenfermera.—Esquelosoyporahora,mipretensiónesgraduarmedemédico.Cuandolo
logre,estudiarémuchoestascuestionesfilosóficas.Chloeclavólamiradaenelcieloresplandecienteantesdedecirentonobajo:—¿Conocióamiesposoeneseentonces?—Oh,no—seapuróJuliana—,enesaépocadelaquelehablo,yonisiquiera
habíanacido.Fuecuandomispadresseconocieron.Trató de soslayar la intención que había en la pregunta. Estaba claro que
ChloesabíaqueellayDavidseconocíandesdemuchoantes.—Yoyanotengopadres—dijolamujerconairecansado—.Mimadremurió
amisquinceañosymipadrefallecióenlafrontera,mientrascumplíafuncionesmilitares.Miesposoerasusubordinado.Davidmecontóquemisuegroestáenamoresconsuabuela.Eraunaformabruscadedecirlo,peroJuliananolotomóamal.Habíaverdad
enellodespuésdetodo,yaqueEmilyO’ConnornosehabíavueltoacasarysurelaciónconelviejobarónAmhersteraunasuertedenoviazgoretomadoconeltiempo. El comentario le permitió observar que las preguntas de Chloe ibandirigidasasonsacarlealgoíntimo.—Ellos estuvieron comprometidos en su juventud, pero el destino quiso
separarlos.—Lindamaneradedecirlo.Elviejolemetióloscuernosysuabuelasevengó
casándoseconotro.Julianasequedódeunapieza.Laamarguradeaquellamujertodavíajovenla
espantó.Ignorabacuántosabríadelavidadeellaydesufamilia,sindudaDavid
habíasoltadolalenguayeraevidentequeensumenteChloeeracapazdeatarcabosysacarperversasconclusiones.
—Eltiempodulcificaloserrores—selimitóadecir.Leestabaresultandodifícilcompadecersedelaesposadelteniente.—¿Cómosellamausted?—dijoChloedepronto.—JulianaBalcarce.Lamujer asintió, comosi esenombre significasealgo.Despuéspermaneció
calladahastaqueJulianarompióelsilencio.
—¿Desea que le traiga algún libro? Tenemos una biblioteca pequeña yalgunostítulosestáneninglés,puessondonacionesdefamiliasquehantenidoenfermosaquí.—Yquehanmuerto.—Nonecesariamente.Haygentequerecuperasusfuerzasypuederegresara
casa.Latuberculosisreconocedistintosgradosdegravedad,ysucasonoesdelospeores.Creyó que la mujer se aliviaría al oírla, y en cambio quedó pasmada al
escucharladecir:—Lástima,seríamejoracabardeunavezcontodo.LapacienciadeJulianarebasósu límite.Yaerabastantemalo lidiarcon los
ánimosdecaídosdelosenfermosgraves,paratenerquesoportarloshumoresdelosquegozabandemejorsalud.Aesosnopodíaperdonarlesquenovaloraranloquetodavíatenían.—Mepareceinjustoquedigaeso,señoraAmherst.¿Sabeustedcuántagente
seencuentrainternadasinesperanzaderedención?Muchosdeelloslosabenolosospechan,yaunasí,agradecenestaratendidosenunhospitalespecializado.Hayotrosquenisiquierahanpodidollegarhastaaquíypadecieronsumalsinpoder aliviarse.—Y al decirlo pensó en la madre de Luis Morán, que habíamuertosinconoceraunmédico.Selevantóydevolviólasillaasulugar,antesdedespedirse.—Veréquele traiganunlibroeninglés.Quizáencuentresolazenlapoesía.
Losespírituselevadosusaneselenguajeparaexpresarse.OtrareferenciaaLuisMoránquesalíadesubocasinproponérselo.Laesposa
deDavid era dignade lástima, peronopor estar enferma sinopor su carácteragrio y su incapacidad para sentir gratitud. ¡Qué distinta su condición a la deaquelmineroaquienlosanálisiscondenaban,yqueescribíaversosysoñabaconcabalgar en el valle! Decidió que le haría una visita, para compensar el malmomentopasadoconChloeAmherst.Saliódelpabellóncomouna tromba, furiosacon lamujer, conel tenientey
conellamisma,quenohabía logradocontener su temperamento.Sumadre ledecíasiempre:“Lapacienciamuevelasrocasmáspesadas”.Yellalaperdíaenunsuspiro.Casicorrióel trechoqueseparabaelpabellónTornúdelMuñiz,y llegóa la
saladeloscondenadosjadeandoyconlasmejillassudorosas.Luislaviovenirydeinmediatocaptósuánimo.Guardóconcuidadolashojas
enlasqueescribíayseenderezóensucama.—¿Cómoseencuentrahoy?—graznóJuliana.—Muchomejorqueusted,doctora.Larespuestasarcásticadisolviólafuriadelajoven.—Acertó.Estoyunpocoenojadaconmigomisma,peroyapasará.Luisentrecerrólosojos.—¿Setratadelospacientes?—¡No! Es decir, sí —confesó avergonzada—. Algunas personas no son
agradecidasconloquelestocóensuerte,yesomeofende.—Mimadredecíaquenosepuedepedirperasalolmo.Julianaseechóareír.—¡Desdechicaescuchéeso!Siempremecausógracia,aunquenoconocíalos
olmos.—Enmipueblorodeabanlahaciendadeunextranjeroalquerobábamosfruta
cuandollegabalahoradelasiesta.JulianaseadmiródelafacilidadconqueLuissoltabasuconfidencia.Raravez
lehablabadesuvidaanterioralaenfermedad,sólosabíaqueeramineroyquesumadrehabíamuertodetisis.—¿Quépuebloeraese?—quisosaber,curiosaytambiéndeseosadeolvidar
suentrevistaconlamujerdeDavid.Luisseencogiódehombros.—EstáenlaQuebradadelaLuna.LollamanLaMisión,creoqueporqueen
otrostiemposhubounaiglesiadefranciscanos.Yosóloconocílasruinasdondehabíafantasmas.
—¿Enverdad?¿Loshavisto?La ansiedad infantil arrancó una sonrisa a Luis. Lo había dicho con el
propósitodedistraerla.Suinfanciahabíaestadomarcadaporlassupersticionesdel pueblo, noches en que los viejosmurmuraban toda clase de conjuros paraahuyentarlosespíritusquepululabanentrelosadoquinesdelamisión.Sedecíaqueallíibanapararlosmalditosylosquenoencontrabandescansomientrasnolescelebraranunamisaenlanochedelunallena.Algoque,porsupuesto,nadiesesentíacapazdehacer.—Nuncalosvi,peroesonosignificaquenoexistan.Lajovencontemplóelrostrovaronilconatención.Unavezmás,LuisMorán
parecía sermás de lo que aparentaba, y esa profundidad la atraía. El carácterapacible del hombre había logrado serenarla, y en los ojos negros leía unainteligentecomprensióndesupropioestadodeánimo.Resultabainauditoqueunpacientelebrindaseelconsueloqueelladebíadarle.Redoblóensufuerointernoelpropósitode lucharpor su saludy esquivar esepronóstico funesto.Aquellamiradahondanopodíaapagarseenlaenfermedadmórbida.Julianasintiódeseosdedevolverleelfavorycomentó:—¿Le gustaría ver cómo marchan los preparativos de Navidad? El padre
Antoniopermitióquearmáramosunárbolenelvestíbulo,ycadadíaagregamosunadorno.Piñas,flores,cintas,cosasasí.—Megustaría—selimitóaresponderLuis.—Alguienestá tallando figurasparaelpesebrequesonverdaderasobrasde
arte.El padre estámuy entusiasmado con ellas, quiere lucirlas para ganarle alárbol.—¿Leagradanlasfiguras?—¡Sonhermosas!Sólounartistapodría lograralgo tanbello.Cuandoestén
todas,prometomostrárselas.Deprontosesintióentristecidaal recordarquenadiepodíasalirdelentorno
delhospital.Erainjustoquearmasenelpesebredondelosinternosnopudieranverlo.
—Quisiera…—YLuisapretólosdientes,insegurosobreloquepediría.—Dígame,ysiestáenmisposibilidadesselotraeré.¿Tienesuficientepapel?—Tengo ganas de ver algo más que la terraza. ¿Podré recorrer el jardín
también?Era una osadía, pero Juliana estaba imbuida de un afán que no reconocía
límites. Si aquel paseo contribuía a la salud espiritual de Luis Morán, ellaconseguiríaquesecumpliesesudeseo.—Prometo ocuparme —respondió sonriendo, y rozó la mano morena que
descansabasobrelacolcha.Élgirólapalmayapresólamanofemeninaentresusdedos.Erauncontacto
nuevo,alejadodelprofesional.Julianapercibióelcalorquesubíaporsubrazohasta el vientre. Asustada, se irguió para fingir que se ocupaba de asuntostriviales. Al despedirse, esquivó los ojos negros que sintió clavados en suespaldahastasalirdelasala.Luis permaneció despierto mucho tiempo después de que apagaran las
lámparas ymurmuraran las oraciones. En la última visita de esa noche, habíasidoLucindalaencargadadeauscultarloydeanotarlasmediciones.Élnadadijoante la mirada maliciosa de la rolliza joven. Se sentía exultante por habercontribuido a alegrar a la enfermera de ojos dorados. Había podido captar surabia y su dolor en carne propia. De modo misterioso, sabía que esossentimientos provenían de algo relacionado con el apuesto músico que habíallegadodíasatrás.Luis no era nadie y nada ambicionaba, salvo dar rienda suelta a su poesía,
cabalgarenelvalleysentirlatierrabajosuspies.Rendirhomenajealabellezaque lo rodeaba lo hacía sentirse grato a los ojos deDios.Como la enfermerahabía dicho: ser agradecido por los dones que la naturaleza ofrecía a manosllenas. ¡Lástima que ahora tuviera que hacerlo encerrado entre esas paredes!Claro que, de no haber sido así, tampoco habría conocido a JulianaBalcarce.Sonrióenlaoscuridad.Podíapensarsequeeldestinolejugabaunapulseada,aversieracapazdeencerrarel sentimientoqueella ledespertabaenunpoema
memorable. Y de mantenerse entero para cumplir el desafío que le habíaplanteado:unacabalgataantesdequeelveranoacabase.Odequesuvidaseextinguiese.
Juliana contaba las estrellas desde su lecho cerca de la ventana. Estabaexhausta, tanto por el calor que caía a plomo sobre la sierra como por lasemociones que se agolpaban en su pecho. El encuentro con Chloe le habíadejadounsaboramargoylaconviccióndequelaesposadeDavidnoerafelizjuntoal teniente.Elladebíade saberque su esposono la amaba lo suficiente.Juliananoqueríapensarenlosmotivos,pueséleraahoraunhombrecasadoynadadeloquedijesepodíaalterareso.TambiénlaconmocionabaLuisMorán.Elminerohabíapasadoarepresentar
algomásqueunpacientealqueellaanhelabasalvar,eraunhombrequeposeíaeldondeentendersinpalabras;quizáporesoescribíaversos,paraexpresarlasemociones que tan bien captaba. Desde aquella tarde en que lo descubrióañorando la vida de afuera y soñando con montar caballos, una sensaciónindefinibleseapoderódeella,comosisuscorazonespudiesenentenderseenelsilenciocómododelasalmasafines.Lasalmas,unconceptoqueaChloeAmherstleresultabaextraño.¡Quédifícil
era resolver los entuertos que no obedecían al cálculo ni a las pruebas delaboratorio!Suspiró.Eltrajíndeldíasiguienteleharíaolvidarlospesaresylasdudas. Una mujer de ciencia debía poseer un temple afinado y constante.Atenerse a los hechos, sin imaginar cosas que no existían y sobre todo, nodesvariar.Justoantesdedormirse,recordólafrasedeLuisMorán:“Quenolosveano
significaquenoexistan”.
Enotropabellón,ajenaalospadecimientosdelosdemás,Chloesecepillabaelcabellofrentealespejoquehabíajuntoasucama.Davidlahabíavisitadounratoantesparadesearlebuenasnoches,yellasehabíamostradomásreceptivaquedecostumbre.En supresenciaél jamásdaba rienda suelta a lapasión,nocomoeneseconciertoqueseempeñóenofrecer.Ella,que lohabíaescuchadotantas otras veces, comprendió que aquella noche su marido se encontrabaatormentado y no hizo falta deducir demasiado pues saltaba a la vista queaquellamujerdeverdeeralacausa.Cuandopreguntóalaenfermerasunombre,lohizosóloparaconfirmarloqueyasabía:esajovendeespléndidacabelleraeralamisma a la que el tenienteAmherst enviaba sin descanso cartas en las queconfesabalapasiónqueloconsumía.Conpacienciadignadeunmonje,Chloehabía interceptado cada una de esas misivas mientras estuvieron juntos en elcuartel.Consiguióconfundiralmensajerodiciéndolequeellamismalasllevaríaalaoficinadecorreos.Alserlahijadelcoronel,nadieosabaoponérsele.Abrió el bolso de malla que la acompañaba siempre y miró el paquete de
sobresatadosconunacinta.Jamássedesprenderíadeeseenvoltorio;suesposonodebíasaberqueaquellascartasnunca llegaronadestino,o laodiaríaporelrestodesuvida.Chloepreferíacontarconsufidelidadysucompasión.Eraalgo,almenos,yaquesucorazónjamásseríasuyo.
Debodecirqueestoysorprendido.El ceño del tisiólogo se fruncía en señal de concentración. Juliana
estabaexpectantedesuspalabras.Amboshabíanmirado losúltimosanálisisylos resultados decían con claridad que la cantidad de bacilos de Koch en elorganismodeLuisMoránsemanteníaaraya.—Es un caso excepcional; dadas las circunstancias —seguía diciendo el
médico—,noalcanzoadiscernircuálpuedeserlarazón.Claroqueestepacienteesuncasoparadigmático,puestoquesufortalezadesmientesucondición.AquellapalabreríateníaparaJulianaunsolosignificado:Luisnoempeoraba
comoeradeesperarse,sinoquesuestadoseconservabaestable.Lashermanasasegurabanquenohabíanvistosangreenlasalivaderayqueporlasnochesnotosía.EraelmejorregalodeNavidadqueJulianapodíapedir.Se habían recibido noticias menos alentadoras del pabellón Tornú, donde
estaban los enfermos saludables, si es que cabía esa expresión, dado que laesposa del teniente Amherst sufría una recaída. Aquel informe sobresaltó aJuliana. Temió que su visita la hubiese alterado y que el teniente se hubieraenfurecido por ello. La alegría por el estado de Luis Morán le permitió sermagnánimaconlaotrapacienteyacudióaverladenuevo,pesealoocurridolavezanterior.Yanolaencontrósentadasinotendidaenlacama,conelcabellorevueltoy
máspálidaquedecostumbre.Tenía losojoscerradosylarespiraciónfatigosa.Otra diferencia fue que no estaba sola: su marido se hallaba acodado en elbarandalquedabaalaglorieta.Julianaentróconsucarpetadeanotacionesylos
instrumentosenlosbolsillos.Algodebiódealertaralteniente,quesevolviódeinmediato.—¿Duerme?—susurróella.Élasintió,clavándoleunamiradademortificación.—Desdehacehoras—respondióenvozbaja.Ambos contemplaron a la enferma, uno a cada lado del lecho, intentando
desentrañarelenigmaqueeldestinohabíaarrojadoanteellos.—Tosertantolahaagotado—prosiguióél—,yporprimeravezarrojósangre.Juliana hizo una seña para invitarlo a salir del cuarto. Prefería tratar los
detallesmédicoslejosdelosoídosdelpaciente.Sibienlamujerlucíadormida,tal vez entre sueños podía escuchar ciertas palabras que conspiraran contra surecuperación.Unavezafuera,caminaronalolargodelpasillorumboalaterraza.—Eldoctormedijoquehubounarecaída—comenzóJuliana.—Lahubo,yesmiculpa.Aquellaconfesiónlasorprendió,peroaguardóaqueélseexplicara.—AnochemedespedídeChloe,yal llegaramihabitaciónmedicuentade
quehabíaolvidadomicajaderapé.Eselúnicovicioquemepermitoyenestascircunstanciasnoquiseprescindirdeél.Sonlargaslasnochesymeacechanlosrecuerdos.Ellapasóporaltoloquepodíasignificaraquelloysiguióescuchando.—Encontré aChloe levantadayme sorprendí,más aúncuandoal verme se
sobresaltóydejócaeralgoque teníaentremanos.Me inclinépara recogerloylanzóungrito.Yonopensabahacerotracosaqueentregárselo,perosucaradeespantomeobligóamirarlo.Davidcalló,yJulianaquedópendientedesuspalabras.—¿Quéera?—dijoalfin,alverqueélestabaconmocionado.—Tus cartas. Es decir, mis cartas, las que te estuve enviando antes de
comprometermeconella,antesdequemisuperiormerogasequelaamparara.Chloeinterceptómicorrespondenciadurantetodoeltiempoqueestuvimosenel
cuartel.Ignorocómolohizo,dequéartimañassevalió,elcasoesquelogróqueningunadeesascartasllegaraatusmanos.Creíquelahijadelcoroneleraunaniñaenfermizaysola,yresultóserunabrujadespiadada.—Ounamujerenamorada—observóJuliana.Davidapretóloslabiosconfuria.—Todamividalapaséintentandoserquerido—farfulló—,creyendoquepor
alguna razónqueyo ignorabamipadremedespreciabayquemimadrehabíamuerto por mi culpa. Cuando al fin supe que ella nos había abandonado, ydespuésdequeelviejoyyohicimoslaspaces,luegodequemediounhermanoqueesmimejoramigo,cuandoal finpodíaesperaralgobuenode lavida,mepermitísoñarquealregresardelejércitotebuscaría.Nomeengañé,Juliana,séque también para ti significó algo ese tiempo breve que compartimos. ¿Teníarazonesparaesperarverte,onolastenía?¡Dímelo!La exigencia del tono reveló que la noche anterior había habido un drama
entre los esposos; sin duda el teniente estalló de furia y la esposa, al versedescubiertaensuarteroengaño,sedejóvencerporlaenfermedadcomorecursoparaescapardeldesprecioylaira.—DebemospensarenChloe—dijoJulianaenuntonomesuradoyprofesional
delqueladoctoraGriersonsehabríasentidoorgullosa—.Noeselmomentodejuzgar sus actos ni de condenarla por ellos. Lo primordial ahora es que serecupere. Tu esposa…—ydudó antes de decirlo—me pareció unamujer singanas de vivir. El día que la visité hizo comentariosmuy cínicos yme dio laimpresión de que deseabamorirse. Tal vez tampoco ella se siente querida—arriesgó.Lohabíadicho,sólocabíaesperarlareaccióndelteniente,quefuelaqueella
temía.—¡Hahechopocoparamerecerlo!—casibramó—.Cumplíconmipalabrae
hicetodoloqueseesperabadeunesposoparacomplacerla,aunacostademispropiosintereses.ViajéconellaporEuropa,lallevéaloslugaresmáselegantesy le ofrecí en bandeja los caprichos que exigió. Debí suponer que su padre
necesitabaquealguienloreemplazaseenelpapeldetutorcomplaciente.Chloeesunaconsentidaysevaledesuenfermedadparalograrloquesepropone.—Nocreoqueestéenfermaporsugusto—replicóJulianaelevandoel tono
—,nohayquienpuedalograrsertuberculososinoloestá.Losanálisisclínicosdetectaron el bacilo, y por muy simuladora que sea tu esposa, es incapaz desembrarloensusangre.Lamirada de acero que le dedicóDavid le recordó los tiempos en que ella
intentabadevolverleelespírituyélrespondíaconcinismo.Enelfondo,seguíasiendounhombreatormentado.Yella,unatontasipretendíacambiarlo.Julianalesostuvolamiradaconencono.Podíaentenderlafrustracióndeltenienteyquelarevelacióndelengañolohubieseenfurecido,perolaesposaseguíasiendosuresponsabilidad, tanto como la de ella. En eso no cedería. Ante todo eraenfermera,yeseservicionovariaríapormásqueélhubiesesidosuprimeramor.—Informarédeestasituaciónalmédico—advirtió—,sóloparaqueevalúeel
efectodelasemocionesenlasaluddetuesposa.Sinentrarendetalles—agregódeinmediato—,veremoscómotranquilizarsuánimoparaquenoseagiteyevitetoser.Estabaapuntodemarcharseydejarlosolo,cuandoalgoensuinteriorvibró,
una compasión familiar en ella que la instó a tomar la mano de David ypresionarlaconsuavidad.—DémosleaChloeotraoportunidaddeexplicarse,cuandoestémástranquila
—dijoentonocalmo.—Siguessiendounamujerespecial—respondióélcontristezaenlavoz.Se despidió con una sonrisa que le costómucho articular, y caminó a paso
medidohastaquedar fueradesuvista.Luego, lospies la llevarona todaprisahaciasucuarto,dondesearrojósobre lacamayrompióa llorar,ahogandolosgemidos en los pliegues de la colcha. ¡Así que eso era deshacerse por dentro,romperelcorazónenmilpedazosyquedarhueca!Porunestúpidoengañotodassus ilusionessehabíanperdido.Lecostabareconocerenello lasendacorrectadeldestino.Sihabíaidoalaestaciónclimatéricaeraentoncesparadesengañarse
porcompletoynoparaencontrarnadanuevo.Entrehiposysollozos,enjugósusmejillas y se lavó el rostro con el agua helada que tanto criticaba Lucinda.¿Dóndeestaríasucompañera?Necesitabadesuschanzasparaaliviarseunpoco.La tarde se prolongaba con la dulzura propia del verano. El perfume de
azahares le acercaba el relincho lejano de los caballos. Juliana se asomó a laventanaycontemplónubesdeshilachadasquehuíanhaciaelcordónmontañoso.Eraunespléndidoatardeceryellallorosa,sinpoderapreciarlo.Suspiró,vencida.—Mañana—sedijoenvozalta—,mecentraréenloimportante.Abriólospostigosdeparenpar.Esanochequeríadormiracunadaporlaluna.
Esperó hasta que los pasos de la monja a cargo de la ronda nocturna seapagasen, y abandonó su lecho. Trepó con agilidad a la ventana. Afuera noquedabanadiequepudiesedescubrir su escapada; así y todo caminócontra elmuro,evitandoelfaroldelaescalinata.Sudestinoeraelpequeñobrazoderíodondeseencontrabanlasmejorespiedras.Antesderodarporelterraplén,aspiróconvehemencia el aromade la fronda silvestre.El airenocturno lovivificabamás que los brebajes que la enfermera le suministraba con puntillosidad depreceptor.O tal vez fuese la combinación de ambas cosas, el caso era que sesentíafortalecido.LoanimósaberqueellaadmirabalasfigurasyquelaNavidadle importaba. Se esmeraría con la talla del Niño y la Virgen, queríaimpresionarla.Luisatravesó lasortigas.Paraapaciguarelardormetiósuspiesen el agua y caminó con lentitud, gozando de la sensación resbalosa bajo susplantas.Apenaslalunasequebróenlasuperficie,comenzóaelegirlaspreciadaspiezas que se convertirían en rostros o cuerpos. Llenaba sus bolsillos con laspiedrasmásgrandesybrillantes,y lasque ibadescartandohendíanelaireconcertero lanzamiento que acababa en un chapuzón discreto. ¿Qué dirían en lacoloniasisupiesenqueuninternosepaseabaporlasnochesinfringiendotodas
las reglas? Corría el riesgo de que lo expulsaran, después de todo era unfavorecidoporlabecaparanecesitados.Siesoocurría,noleimportabatampoco.Llevabaensusangre lamaldiciónqueacabaríaconsuvida, tardeo temprano.Lo único que lo angustiaba era escribir por fin el poemade amor que JulianaBalcarceleinspiraba.Temíaquelamuerteloalcanzasesinhaberladesafiadoenlacarreradecriollos.Comoreflejodesuspensamientos,unrelinchobrotóentrelosarbustos.Luis
avanzóconlamanoextendidayrozóelhocicohúmedodeunodeloscaballosqueacostumbrabaamirardesde suventana.Eramansito, sedejóacariciar sintemor. Sin duda buscaría la hierba de las orillas blandas que ese estrecho ríobañaba.—Amigo—lesusurróconvoztierna—,metenésquedejarbienparadoconla
doctora.ElanimalcabeceóyLuisseechóareír.—Estamosconversando,¿eh?—dijo,frotándoleellomo.Unaidealocaloasaltó.¿Ysi lomontara,enprevisióndeldíadelacarrera?
Probar si aquel caballo era el apropiado no causaría daño en esa noche deverano. ¿Qué podía ocurrir? El ruido de cascos o relinchos no llamaría laatencióndenadie.Casi al tiempo que lo decidía saltó sobre la grupa, aferrado a las crines, y
taloneóalcaballocondestrezarumboalvalle.Alprincipioelanimalseresistióun poco, sorprendido y quizá fastidiado por verse obligado a dejar el sitioelegido,perosiguiendoel instinto libredesu razasepusoal troteypor finalgalope,cortandoelvientoconlamismafruiciónquesujinete.
Julianadabavueltasentresussábanas,inquieta.ParanodespertaraLucindahabíareprimidosusdeseosdeleer,loquehubiesecalmadolaansiedadfebrilquela consumía. La luna asomaba su faz platinada, invitándola a gozar de ese
diciembrequeparaalgunosinternospodíaserelúltimodesusvidas.Elpensamientolaangustióysaltódelacama.—¡No puede ser que un traidor me distraiga de mi misión! —masculló
rabiosa.Lucindase removió,yJulianadecidióventilar su furiaenelpatio,dondeel
resplandoryaseenseñoreabadelosmacizosylascolumnas.Enlanochetibiasedejómecerporelcantodecentenaresdegrillos.¿Aquésufrir,cuandolabrisatraía reminiscencias de veranos felices y rostros sonrientes que le prometíaneternoscuidados?Sinuncahallabaesposo,almenostendríaasuspadresyasushermanos.Yasusamigos,muchomásvaliososqueunextranjeroingrato,fueseonopartedelafamiliadesuabuela.—Enelcastigoestálapenitencia—murmuró,pensandoenqueDaviddebía
cargarconlamaléficaChloeportodalavida.Una sombra fugaz y lejana llamó su atención. ¿Un jinete? Imposible que
alguien cabalgase a esas horas, amenos que hubiese cometido un crimen. Laidea le produjo un estremecimiento y se acordó de los espíritus del pueblo deLuisMorán.Elfantasmavolvióaapareceruninstantebajolalunaylaoscuridadse lo tragó. Juliana no creía en apariciones, y aunque la imagen de aquellasruinasembrujadascruzó sumente, se armódevalorybajó las escalinatas.Lanoche creaba fantasmagorías allí donde el día mostraba inocentes arbustos osenderos de piedra. Juliana atisbó la lejanía y por fin, poseída por la rabia demomentosantes,seenvolvióensubatayechóacorrer.Sialguienpululabaporelvalle,ellaseencargaríadedesenmascararlo.Bajóalostumboslacolinaqueseparaba el sanatorio del río y una vez allí, buscó el sitio donde las piedrasformabanunpuentenatural.Erariesgosocruzarlodenoche,peroconesa lunaredondapodíaverbiendóndepisaba,yaesaaltura lacorriente seestrechaba.Delotroladolarecibiólafraganteoscuridadysesintiótontaporhabercedidoaese impulso, hasta que la tierra vibró bajo sus pies y el jinete temerario sepresentóanteellaencarneyhueso.—¡SeñorMorán!
Elnombradosofrenóasucabalgaduraenseco.Habíacreídoverunaapariciónéltambiénenesasiluetablancaquesalíadelrío.—¿Estáusted loco?—exclamóel femenino fantasmamientras tropezabaen
sudirección.LasonrisadeLuisbrillóbajolaluna.—Ya casi soy un muerto, doctora —contestó en son de broma—, déjeme
vagarpormitierra.—Morirá si no se cuida como es debido. ¿Qué bicho le picó para salir a
montar caballos salvajes en la noche? ¿Y desde cuándo lo hace? —agregó,intuyendolaverdad.—Salir,salgodesdehaceuntiempito,peromontarsemeocurrióhoynomás.LasencillezdelarespuestacolmólapacienciadeJuliana.—Deberé informardeesto—loamenazó—,porquesucuracióndependede
loscuidados,ysinolosrespeta,obtendremosfalsosdatos.Elmédicotienequesaberlo.Seestáburlandodenosotros,señorMorán,ynoselovoyapermitir,seaustedquiensea.—Yonosoynadie,enfermera,yporesonoimportaloquemesuceda.LacóleraestallóenelpechodeJuliana.—¡Nomedigaaquépacientesdebocuidaryacuálesno!Todossonenfermos
ymerecenelmismotrato.Estánenpabellonesdistintossegúnsugravedad.Meofende,señorMorán.Bájeseyvuelvaconmigoasucama.La frase le sonó mal no bien la pronunció, y las sombras benefactoras
ocultaronelruborquesubióasusmejillas.Luisdesmontóconlentitud.Fueradelas paredes del hospital, lucíamás alto y fornido.Era un hombre en elmedionaturalque lohabíavistocreceryquedabasentidoasuvida.Julianacaptó lahombríayelsentimientoquebrotabaenlosojosdesupaciente.—Lléveme—seburlóél.—Volveráasícomovino—leretrucóella,yencaróelpuentedepiedraconel
corazóndesbocado.Luisnolaseguía,sinembargo.Aldarsecuentadequeelhombrehabíavuelto
amontar,Julianaseexasperó,ymásaúncuandolovioecharsealgaloperiendo.—Alcánceme—loescuchódecir.¡Laestabadesafiando!Lajovennoentendíaporqué,siellaseencontrabaa
pie, hasta que sus ojos se habituaron a la oscuridad y advirtió la presencia deotros caballos.Él sabía, entonces, y le recordaba la apuesta. Julianamordió larabiaconunapizcadeexcitaciónybuscóunapiedradondesubirseyalcanzarlagrupadelanimalqueestabamáscerca.Alsentirelpesolivianosobresulomoelcaballosaltóhaciaadelantecomosihubieseesperadoelmomento.Prontoellatambiénseconvirtióenunjinetenocturnoquelevantabaterronesasupaso.Luispermitióquesepusieseasualturaparaadmirarsucabelloensortijadoy
loscoloresquerelucíanensusmejillas.La“doctorcita”eratodaunaamazona.Y en verdad lo era, ya que Juliana Balcarce había heredado el amor de su
padreporloscaballos;desdepequeñaadorabamontarysaltarcercos.FranciscoBalcarcesolíadecirquecuandoestabanalomosdeuncaballo,élysuhijateníaneldiabloenelcuerpo.Julianarecuperólasensacióndelibertadabsolutaquelaembriagaba cada vez que cortaba el viento pegada al pescuezo del animal.Nisiquieraprecisabaderecado,podíamontarenpeloalamaneraindia.¿Porquéno, si al fin y al cabo algo de esa sangre ancestral corría por sus venas?LuisMoránnolosabía,perolaenfermeraquelocuidabaerapartedelatierraigualque él, sólo que con bastante instrucción ymodales en su haber. Su padre lehabíatransmitidoesaestirpeorgullosa.Siaquelminerolosupiese,sesinceraríamásconella,puestoquenoexistiríaunabismoentrelosdos.Esos pensamientos le arrebataron la razónmientras galopaba a la par de su
paciente,queenlugardecederleladelanteraconlacortesíadeuncaballeroledisputabacadatrozodeterrenocomosienelloselefueralavida.Lavida.UntesoroqueLuisMoránpodíaperdersinllegaraviejo.Esaideala
paralizó.¿Quéestabahaciendoal seguirleel juego?¿Condenándolo?ObligóasucaballoadetenerseyentrepiafadashizoquetambiénLuislohiciera.—¿Qué?—gritóéldesdelejos.—Vamosaregresar.
—¿Serinde?Laburlanolehizomella.—Ustedgana,señorMorán.Alahoradecuidarlasalud,sinembargo,soyyo
quienmanda.El hombre volvió grupas y desanduvieron el camino en silencio. Sólo el
bufidodelosanimalesrompíaelhechizodelanochequieta.—Montabien—comentóélentonoadmirativo.—DesdeniñamispadresmellevabanalaestanciadeunosamigosenTandil,
dondesecríanbuenoscaballos.—Aunasí,esraroqueunamujercomoustedmontesinriendasnirecado.Ellalelanzóunvistazo.—¿Porqué,meconsideraunaremilgada?Luis contuvo la risa.De ningúnmodo hubiera pensado eso, después de ver
cómo lidiaba con lospacientesydequémanera lo engatusabapara tomar susasquerosasmedicinas.—Entoncesganélaapuesta—latoreó.—Asíes.—¿Quéprendapuedopedir?—Nuncadijimosnadaacercadedaralgo.—¿Mepermitearriesgar?Julianatemióqueelhombreseexcedieraensuconfianza,peroaesaalturaera
difícilponerlelímites.Loalentóaseguir,ylasorprendióelpedido.—Quieroquemecuentequiénesesehombrealtoquevinoatocarelpianoel
otrodía.Yporquéustedsealteraensupresencia.Un atajacaminos revoloteó ante ellos antes de que Juliana esbozase la
respuesta.—Esunmilitarqueconocícuandovivíaconmiabuelaensupueblonatal.Porsupuesto,aLuisleinteresabaotracosa.—¿Yustedseenamoró?—SeñorMorán,lerecuerdoquepasarsedelarayanoespartedeestaapuesta.
—Yomeenamorétambién—acotóél—,ysinremedio.Elcorazónnosecuraconmedicina.—Entoncessomosdoslosenfermos—repusoellaconunsuspiro.Alllegaralcrucedelrío,Luisseinclinósobreelcaballoylacontemplóserio.—Con su permiso, doctora, usted no debería ir detrás de alguien que no la
merece.Eltiposecasóconotra.LaverdaddelargumentoafligióaJulianahastalaslágrimas.—Comobiendijo,señorMorán,elcorazónnosecuraconremedios,asíque
confiaréenquelohagaporsímismo,afuerzaderesistir.—Comoyoconmicuerpo.—Exacto.Ellalededicóunaojeada.Aquelhombreposeíaunasutilezaparaentenderque
lapasmaba.Depronto, recordóque lehabíahechounaconfidenciamomentosantes.—¿Yquéocurrióconsuenamorada?—Elenamoradosoyyo.Ellaloignora.—Deberíadecírselo,asíalmenossabráaquéatenerse.—¿Ustedhizoeso?Juliana reflexionó y tuvo que admitir que era demasiado inexperta cuando
aquellos sentimientos la abrumaron, y que había habido otro hombre quetambiénlacautivabaeneseentonces:elpropiohermanodeDavid,Ismael.ContartodoesoaLuisMoránhabríasidounalocura,demodoquesimplificó
surespuesta.—Fuehacemucho,unamordeniña.Crucemosdeunavezelrío,antesdeque
lasaguassetornencaudalosas.Desmontaron,yloscaballospermanecieronpastandoenlaorilla.Luispisaba
dondeellalohacía,respirandoconciertadificultadquenopasódesapercibidaaloídoentrenadodelaenfermera.—Siénteseatomaraire—leindicóalllegaralotrolado.Desdeallíeradifícilquepudieranverlos,ytodosdormiríanaesahora.Juliana
contabaconeso.Quería,además,darsetiempopararecobrareldominiodesusemociones.LaluzdelospasilloseradelatorayLuisMoránveríasusemblantedescompuesto.En cuanto a él, hacía grandes esfuerzos por no demostrar la flojera que lo
acometiódurantelacaminataderegreso.Laspiedraslepesabanenlosbolsillosy tenía llagados los pies. Aquella mujer poseía coraje, pero le resultabaimposible ocultar la debilidad de su corazón. Un puñado de versos vino a sumente. Los escribiría apenas recobrara el aliento. Lo último que deseaba eracausarasucuidadoraproblemasconlosmédicosolasmonjas.—Novolveréasalir,loprometo—soltóenvozbajaycontrolada.—Estábien,creoensupalabra.Ymedisculpoporhaberlegritado.Pareceque
nosoycapazdetenerpacienciaconlosenfermosyesomepreocupa,siquieroconvertirmeenmédico.Luisseencogiódehombros.—Haypacientesjodidos.LaexpresiónarrancóunasonrisaaJuliana.—Hastaconellosdebosertolerante.¿Creequepodrásubirasusala?YalverquelosojosdeLuissedirigíanalaventana,exclamóhorrorizada:—Ah,no,esono.Subiráporlaescaleraconmigo.Diremosqueessonámbulo,
siesnecesario.—Ustedtampocosiguelasreglas,doctora—semofóél.Nadielessalióalencuentroantesdequellegaranalpabellónyningunodelos
internossehallabadespiertoaesashoras,demaneraqueLuispudoregresarasulecho sinalterar la rutinadeesanoche.Salvopor lapresenciade Juliana,queaguardópacienteaquesecubrieseconlamanta.Unruidoextrañolahizofruncirlascejas.—¿Quéllevaallí?Eralaconfidenciaquefaltaba,yLuisserindió.Conungestoresignado,dejó
caersobrelasábanalaspiedrasquehabíarecogido.Laúltimarevelaciónentreambos.
—Eltalladoresusted.Luiscerrólosojos,agotado,yasintió.Cuandolosabrió,ellacontinuabaahí,
mirándolo con una expresión indefinible. Tristeza y algomás, un sentimientoqueélnopudodescifrar.—Diosloguarde,señorMorán.Yoharétodoloposibleporquesesane.Laenfermerasaliódelasalaysedirigióasucuartotransidadeemoción.Unmineropobre,poetayartista,enfermodetisisyamantedelavidaalaire
libre.Unhombre soloy enamoradodeun imposible.Laúltimamiradaque ledirigió ledijoelsecretoqueélguardabaconcelo:elobjetodesusamoreseraella,JulianaBalcarce.Denadavalíafingirporqueelcorazónseescapaporlosojos.YlosdeLuis
Moránreflejabanconintensidadtodocuantoalbergabaelsuyo.Julianaseechódebrucessobrelacamacomosielmundoenterocayesesobre
ella,hundidaenelcolchónyagotadaporlacabalgataylasrevelacionesdeesanoche.Lucinda roncaba y ella se tapó la cabeza con la almohada. A la doctora
Griersondeseguronolehabíansucedidotalescosasmientrascumplíasurolderesidente.Ensulecho,mientrastanto,Luisintentabaescribirversosalaluzdelaluna,
queyaescapabade laventana.Sofocóuna tos inoportunaypor finsedurmióexhausto,dispuestoaganaralgodereposoluegodesemejanteincursión.Suúltimopensamiento,antesdeperderseenelsueñoreparador,fuesobrela
misión que le aguardaba: recuperar el brillo dorado en los ojos de JulianaBalcarce.Ysuúnicaarmaparalograrloeralapoesía.
EnlassombrasdelpabellónTornú,unhombresolitariocontemplabala lunaconnostalgia.Habíavistoalaenfermerasubiendolacuestaencompañíadeun
jovenque,ajuzgarporsuaspecto,eramáspobreaúnqueaquellosindiosquesuregimiento se empecinaba en mantener a raya. Quizá esa fuera la llave delcorazóndeJuliana:lanecesidad.Eramuyprobablequelamujerqueloteníaamaltraerfloreciesecuandoalguienlareclamaba.Élnopodíadejardeserquienera,sinembargo:undescendientedelprimerbaróndeAmherstycasadoconunatísica que conmalas artes lo había alejado de la única felicidad posible. Congustohabría empeñado la gloria adquirida en el ejército a cambiodeuna solamiradaamorosadelajovenqueconocióbajolalunadeunaNavidadtanlejanacomouncuentodehadasdelainfancia.Aquellaotralunaseelevabaporsobrelacrestadelasierraysederramabaenelvalle,desnudandosecretosescondrijos.Presa de un impulso descabellado, DavidMalcolmAmherst levantó su rostrohacia la noche y le dedicó un pensamiento que era en realidad un ruego. Seabandonó a la magia y al misterio como lo había hecho algunos años antes,aunquesinlamismaconfianzadeentonces.—Que sea lo que Dios quiera —murmuró—, y sobre todo que seas feliz,
pequeñaJuliana.
Ladestinatariadeesepedidodormíaextenuada,ajenaa losdeseosqueesosdoshombresproyectabansobreella.Sualmasehabríaregocijadoalsaberquedoscorazonestandistintoscoincidíanenunmismosentimientodeabandonoygenerosidad. Juliana Balcarce se hallaba, una vez más, en la encrucijada delamor.¡YjustoenvísperasdeNavidad!
Elgritoestridentedelbenteveorepicóbajolaventana.Segúnfueseeltrino,veníaprecedidodemalaugurioenla tradiciónpopular,opodíasignificar
novedades.Julianaentornóelpostigo.Lucindaparloteabaacercade losnuevos internos
quehabíancolmadolassalasy,comodecostumbre,criticabaelaguafríadelavertiente.Tambiénsequejódelosdulcesdelcocinero,culpablesdequelafaldale ajustase demasiado en la cintura. Juliana la escuchaba con aire ausente. Loocurridolanocheanteriorlahabíasumidoenlamelancolía.—Las monjitas pretenden que las ayudemos a armar el árbol, como si no
hubiera suficiente tarea. Menos mal que el padre Antonio se encargará delpesebre, que si no… Por lo menos, tenemos asegurada la turronería y elbizcochón.Elcocinerotienemanodeartista.Juliana,¿estásoyendo?—Teescucho.—Además,hoylosmédicosdecidierontrasladaralaesposadeltenienteaeste
pabellón.Alparecer,lapobretuvootrarecaída.Esanoticiaalertólossentidosdelajoven.—¿LaseñoraAmherstsigueempeorando?—Así parece. Ya decía yo que esa palidez, y tan delgaducha… Dudo que
resista.—¡Lucinda!Nonostocadarpronósticos.—Yalosé—respondiólaotraconfastidio—.¿Peroquéquieren?¡Unaseda
cuentaylisto!Elpobrehombreyaestáviudoynolosabe.LoquesíesperoesquenosuelteelalientoenNochebuena,resultaríamalpresagio.Julianareprimióelsermónquemerecíalacabezahuecadesucompañerayse
dirigióalasalafemeninadelpabellónparacomprobarlosdichosdeLucinda.AllíyacíaChloe,perdidaentresábanasqueresaltabansublancuraenfermiza.
La Navidad de su tierra venía a buscarla y la envolvía en un frío capullo denieve.Latisishabíaesculpidosufaz,tornándolacadavérica.Unarecaídaferoz.Una jugadadeldestino,cuando laesposadel tenienteeraunapacientecrónicaque podía sobrellevar su mal con ciertos cuidados. ¡Qué miserable debía desentirse,conaquelcielodeveranoentrandoporlasventanas!Julianaseacercóconunasonrisa.—SeñoraAmherst,¿seencuentracómoda?Losojos,queahondabansunegruraporcontrasteconlapalidez,seclavaron
enlaenfermeraconfijeza.—Tengosed.Juliana se apresuró a cumplir el pedido de esa voz cascada irreconocible.
Chloe era como una corola que desplegaba sus pétalos y se marchitaba derepente. La ayudó a beber, y con cuidado devolvió a su sitio la cabezadesmechada.Unpuntazodepenalahizodecir:—¿Lemolestasimeocupodepeinarla?Lamanolánguidaseñalóunmaletínqueelapuronohabíapermitidoubicar,y
laenfermerahallóeltocadordeladama:unconjuntodecepillos,unespejooval,un frasco de loción y una cajita de metal repleta de horquillas. Enderezó laalmohada tras laespaldade laenfermaycomenzóadesenredarelcabelloquedebiódehabersidoespléndidoy la faltadevitalidad tornabaopaco.Las tosessofocadasyelpéndulodelrelojdepieeranlosúnicossonidosqueacompasabanelmovimientodelcepillo.Julianaelaboróunpeinadodistinguido:unadiademaderizosybuclesrozandolassienes.Usólamayorcantidadposibledehorquillasy humedeció el cabello con unas gotas de loción para procurar un halo queconjuraseelalientoenfermo.Chloe no había abierto la boca. Al presentarle Juliana el espejo, deslizó la
miradasobresuimagenpulcrayenseguidaobservóalaenfermeraatravésdel
azogue.—Hizobuentrabajo—admitió.—Tengoprácticaconmisrizos,sonrebeldesylidiéconellostodamivida.
ApesardequeJulianalerestabaimportancia,sugestohabíasidoamable.—Seloagradezco.Unasesientepartedelmobiliarioalestaraquíconfinada.
Mi única distracción son las visitas de mi esposo, pero ahora que he sidodeclaradainfame,dudoquelodejenvermecomoantes.—SeñoraAmherst, no sea tan dura. Estar aislado requiere paciencia, ya ve
quealosenfermosselesdice“pacientes”.Lamujeralisabalosplieguesdelasábanabarruntandoloquediría.—Supongoquesealegrarádemiestado.—¿Cómodice?UnachispacruelencendióporuninstantelamiradadeChloe.—Sétodoacercadesusamoresconmiesposo.—Entonces no sabe nada, señora, ya que nunca he tenido amores con el
teniente.—Me refiero a que estuvieron enamoriscados. Es infantil que pretenda
disimularlo, loshevistoduranteelconcierto.Élnuncatocótanemocionado,yustednolequitabalosojosdeencima.Juliana quedó muda. ¿Así que eran tan visibles su anhelo y desencanto?
Recordó la pregunta de LuisMorán, amodo de prenda por perder la carrera.Tambiénéllohabíanotado,ysinserpartedelasituación.Eraunatonta,llevabaelcorazónpintadoenlacara.—Conocíasuesposoencasademiabuelaycompartimosunalindaamistad.
Nohubotiemponiocasióndeprofundizaresevínculo.Lamentoquepiensequetengosegundasintenciones,ymásaúnquemecreacapazdesolazarmeconlaenfermedadajena.Esruindesuparte,señoraAmherst.Chloelacontemplóconcuriosidad.—Esmuyprofesionalusted,enfermera,nosepermiteemocionesenel trato
conlospacientes.Voyacontarlealgoquequizálaaltereunpoco.Sétodoacercadelossentimientosquealbergabamiesposoenaquelentonces,yaqueinterceptélas cartas que le enviaba. Es probable que usted nunca haya sabido que él leescribía,yahoraselodigoyo:miesposo,tenientedelemblemáticoRegimientodeCaballeríadeCuster,entreteníasushorasdedescansoenrománticasmisivasa una señorita que jamás volvería a ver. En cambio yo, que estaba a su lado,recibía sólo un trato caballeroso y protector quemi padre encontró apropiadoparaentregarmeaélalahoradesumuerte.—¿Noamaustedasuesposo?—alcanzóadecirJuliana,asombradaportodo
loqueoía.—Oh,síqueloamo.Élesmibastión,mirefugio.¿Quéharíasolayenferma?
Deseguroterminaríaenunhospicio.Tiemblodepensarlo.—Lonecesita,entonces—observóconamargura.LosojosdeChloerelucieroncomolaspiedrasnegrasdelrío.—Elamores tambiénnecesidad,notodosonpalabritasdulcesymiradasde
arrobo. Usted es joven, pero su profesión la ayudará a entender las miseriashumanas.Haymuchasclasesdeamor,señoritaJuliana.YomoriríasinDavid.Aquellaspalabras,dichasconintenciónosinella,calaronhondoenelalmade
Juliana.Fueronlasentenciademuerteparaelsentimientoquepugnabaporinstalarse
denuevoensupecho.Ellajamásalentaríaesperanzasenunhombrecasado,ysiChloelacreíacapazdealegrarseconladesgraciaajena,sedebíaaqueeraunamujer despechada. Juliana debía mantenerse por encima de las bajezas. Asíhabíasidoenseñadaporsuspadres,ysuvocaciónpor lacienciade lasaludleexigíaunaconductadesacrificio.DavidMalcolmAmhersteraunviejoamigoalque volvía a encontrar en circunstancias que no permitían otra cosa que nofuesenlacortesíaylaamabilidad.Con dolor que consiguió enmascarar bajo la preocupación por el prójimo,
dijo:—Leagradezcoquemecuenteloocurridoenelpasado,señoraAmherst.Es
un peso que usted debió de llevar en el corazón todo este tiempo. EstamospróximosaNavidad,laocasiónparaintentarsermejoresenelañoquevendrá.Silodesea,puedoenviaralpadreAntonio,aunquenoseadesumismareligión.AlahoraderendirnosaDios,cualquiercaminoesbueno.Mientrashablabaabríadeparenparlaventanaycolocabaelramitodeflores
queadornabaelalféizarsobrelamesadeluzdeChloe,paraquelotuviesealavista.LarespuestadelapacientenofuelaqueJulianaesperaba.—Gracias,perononecesitoaningúncura.TengomiBibliaylaleerécuando
pueda.—Meretiroentonces,señoraAmherst.Diréasuesposoquevengaaverla.No
estátangravecomoparanopoderrecibirvisitas.Sealejódeprisa,ansiosaporrespirarotroairequenoestuvieseenvenenado
por la acidez de la esposa del teniente. ¡Pobre David, condenado por unapromesadelealtad!La brisa veraniega acarició su rostro con dulzura benefactora. Las sierras
lucíansusverdoresyelríodestellabacomopiedrapreciosa.Eraundíaradianteyelladebíaagradecerquepudiesevivirloconintensidad,dedicadaaloquemásle gustaba: el servicio. Allí dentro, una dama también joven se encontrabapostrada y envuelta en una perfidia que le impedíamejorar su estado. Julianareflexionó sobre lasposibilidadesdeChloe.Si algobuenopodía lograr enesaNavidad, era que aquella mujer se arrepintiese de su conducta y se tornaseagradable a los ojos de su esposo. Sería un doble regalo: para Chloe y paraDavid.Decidió ocuparse de esa tarea, ajena a su conocimiento científico perocercanaasuinstintodesanación,queeraelimpulsomásfuertequelaanimaba.—Sicura,esmedicina—sedijoenvozalta,recordandolaspalabrasdeaquel
otrohombrequeconocióenlablancaNavidaddeAmherst:Ismael.AhorasíentendíaparaquéDioslahabíaenviadoalaestaciónclimatérica.
LahermanaIsaurasolíacircularentrelascamasconaguabenditaylimonadacon azúcar, atendiendo las necesidades y las inquietudes espirituales de losenfermos.Algunossólopretendíanunosminutosdecharlaparaaliviarse;otrosse quejaban de continuo y requerían permanente cháchara para olvidar que sehallabanpresosdelmalyde lasreglasdelsanatorio,nosiemprerecibidasconpasividad. Aquella monja incansable nunca se malhumoraba, así que Julianaacudióaverla,deseosade sanar suánimoconturbadopor las revelacionesdeldía.
Isauralemostróunavalijademaderaqueensusalasdesplegadasalbergabayuyos,sales,pócimasytinturas.—Esuncuralotodomilagroso.ObradeDios—aclaró,temiendoinfringirlas
reglas.AJulianaleresultóextraordinarioelmaletín,ydeseóprofundizarlaamistad
conlahermanaafindeaprenderloqueellasupierasobrelasdotesdelasplantascurativas.—Toméalgunasclasesdebotánicamédica—dijolamonjamientrasdoblaba
lasropasquehabíanllegadodellavadero—.Nadadeotromundo.Julianaintuíaqueaquellasdosisencerrabanelmilagroquetardeotemprano
elmundocientíficodescubriría.Isaura le contó también sobre Mary Seacole, mitad escocesa, mitad
jamaiquina.—UnamujerquefuealaguerradeCrimeayheredódesumadreestesaber
antiguopusoenprácticarecetasqueconjuraronelcóleraylafiebre,detuvieroninfeccionesysalvaronlavidademuchosheridos.Eso,ylasreglasdehigieneysalubridad.—LadoctoraGriersonnoshablódeFlorenceNightingale—repusoJuliana—.
Leímossusnotas,publicadasaraízdeesamismaguerra.Ignorabaquehubiesehabidootrasamaritanacomoella.—Mary lo fue. Los soldados la llamaban “MamaSeacole”.Y ahora que lo
menciona,ledecíantambién“laNightingalenegra”.AmbasfueroninstrumentosdeDios,puesenseñaronalmundocosasbuenasapartirdealgodiabólicocomola guerra. Mary es tal vez más digna de admiración porque luchó contra elprejuiciodebidoasu raza,nocontabaconel respaldoque recibióFlorence.Ydebo decir—añadió Isaura con un matiz de reprobación en la voz— que nocontótampococonelbeneplácitodeella.ElCielosabrásusrazones.Juliana se entretenía escuchándola en el reducido espacio del cuarto de
planchado, sentada sobre un canasto y balanceando las piernas, sintiéndose asalvode la intensa actividaddiaria.Esos ejemplosde amor a la humanidad le
brindabanelconsueloquenecesitaba.—Esdifícilserbuenodeltodo—adujopensativa—,porquesiempresefiltra
algúnsentimientomezquino.Sumente se remontaba al teniente y a su esposa, aunque la religiosa no lo
sabía.—Dios tiende sumano y no hay réprobo que no tenga su oportunidad.Un
curaqueconozco lediríaque la lluviaqueÉlnosmandanosmojaa todos—concluyóIsaura.—Quéhermosaexpresión.—Oh, él es capaz de levantar un oratorio con sus manos. ¡Cortó dos mil
postesdeálamoparalacasadeejercicios!Ahorasupequeanduvoenfermo.—Conrazónsehaenfermado,sitrabajatanto.—Bueno, consigueque lagente lo ayudeyeneso resideelmayormilagro.
Serranostoscos,malandrines,gentedeavería…todosloescuchan.—¿Esdeporacá?—LaVilla delTránsito está del otro ladode las sierras grandes, un camino
queél recorrióa lomodemulavariasveces.Ademásesmuy leído,estudióencompañíadegenteimportante.¡HastasedicequeesamigodeJuárezCelman!—Megustaríaconocerlo.Lareligiosanegóconpesar.—MehandichoquelollevaronaCórdoba.Afemía,debedeestardeseando
que lo echen de allí. Es hombre de la tierra, como ese muchacho artista delpabellón.LamencióndelmineroalertóaJuliana.—¿SabíaustedqueLuisMoránfabricabalastallasdepiedra?—seadmiró.—Porsupuesto.¡SisoyyoquienselasllevaalpadreAntonio!Lanaturalidadconqueseresolvíanesosasuntosasusespaldaslamaravilló.
Habíaunatramaquefuncionabacomounamáquinamilagrosacuyosengranajesse ajustaban en secreto. Como ese otro cura que iba y venía en su mula,convirtiendo a hombres toscos y malvados en gente dedicada al trabajo y la
oración.—EstoyintentandoreforzarlasaluddeLuisMorán—confesócontientoala
monja—, con ayuda de pócimas como las de esemaletín. Obtuve el permisoparaprepararuntónicoquefortalezcasuorganismo.LahermanaIsauralamiródesoslayomientrasdoblabaencuatrounasábana
dehilo.—Eso y lamisericordia divina ayudarán.Usted se preocupamucho por los
enfermos,doctora—agregó,repitiendoeltítuloquesolíanendilgaraJuliana—,yesecuidadoesmedicinatambién.Ahorabien,esejovenesduro,nohaycómonegarlo.—¿Aquéserefiere?Lamonjasacudióotrasábanaconenergía.—Para mí que es como esos serranos a los que el sacerdote que le conté
arranca lospecadosa fuerzade trabajoysermones.Nodigoqueseacriminal,esono,perosíariscoydesobediente.Laotranoche—ysedetuvopara tomaraire— lo vi trepando el muro y corriendo hacia el valle. Nada dije porquetambiénlovivolver,peroaustedselodigo,doctora,hayquevigilarlobien.Julianacalló,pues ignoraba si lahermana Isaura lahabíavisto regresarcon
LuisMorándesuescapadanocturna.Mejoreranoahondarenelepisodio.—Hay pacientes que sienten trastocada su vida cuando deben recluirse;me
temoque el señorMorán es como las criaturas silvestres, no se acostumbra avivirencerrado.—Que el Señor se apiade y le otorgue resignación. Losmales de esta vida
debenseraceptados,eslavoluntaddeDios.—Si es capaz de tallar figuras tan hermosas, no debe de ser tan rústico—
aventuróJulianapensativa.—Su paciente es una roca que esconde un núcleo precioso, doctora, pero
habráquepulirlamuchoparavereseinteriorcristalino.¿Yquiénharálatareaenestesitioretiradodelmundo?Lamonja se alejóparaentregar las sábanas limpiasy Julianaquedóa solas
consuspensamientos.LavoluntaddeDios,comoellalaentendía,abarcabalosesfuerzosqueloshumanospodíanhacerparamejorarysanarse.Pormuchoquerezarayudara,Diossindudaquerríaquesehicieraalgoenposdelosdemás,yesoeraloqueJulianateníaplaneadoparaLuisMorán.Antes de retomar su labor, pasó por su propio dormitorio. Un impulso la
movió a rebuscar en el baúl de su equipaje los pocos recuerdos que laacompañaban.En lugarde abrir la cajitademúsica con formadepiano, tomóentresusdedoslaalhajarústica,regalodeIsmael.Jamáslahabíausado,eraunadorno tribal que no cuajaba entre las gentes con las que ella se codeaba, ycarecía de vestimenta apropiada para lucirlo. Una pluma de águila blanca ymoteadadenegro,colgabadelcollarformadoporpiedrasysemillasunidasenunintrincadodibujo.Eltiempohabíateñidodesepialascuentasdelcollar,perolaplumapermanecíaluminosaysuave.Julianaladeslizóporsumejilla,enunacariciaqueleprodujoestremecimientos.Lavozhuecadelnativodeloshuronesvolvióa sumente.Él lehabíaconfiadoelmaravilloso secretoqueescondía laLunaLarga,yesemisterioloshabíaunidoalostresaquellanochedeinvierno.Julianasesentía ligadaporunapromesa, tantoaDavidcomoa Ismael,peseaquedesdeentoncesyhastaesemomentonohabíasabidodeellos.AhoraDavidvolvía a su vida en condiciones muy distintas, y ella no podía gobernar loslatidosdesucorazón.Cuidado con lo quepides, podría cumplirse.Erauna advertenciaquehabía
escuchadoencasadesuspadres.AquellaNavidadJulianahabíasidogenerosa,su pedido estuvo vinculado a la felicidad y a la liberación de las culpas y eltormento,nohabíasidoprecisaencuantoasuspropiossentimientos,nohabíapedidoquealgunodeaquelloshombrescayeserendidoasuspies.¿Porquénolohizo?Puesporqueentoncesnosabíacuáldeelloslaatraíamás.Yporqueteníala cabecita repleta de proyectos y sueños de futuro. Pensar en casarse, poratractivoquefueseelcandidato,hubierasignificadotruncarsucarrera,losabíaporintuición.Poresohabíapedidoalalunaalgoquenocomprometiesesuvida.Ahora debía aceptar lo que laNavidad pasada le había dado: regresar a su
tierra,volverasufamiliaycontinuarconsuvocación.Tal vez la presencia deDavidMalcolmAmherst fuese una prueba que otra
luna,ladelaNavidadpresente,learrojabapordelanteparadecidirsiibaenelcaminocorrecto.Juliana se colocó la gargantilla con la pluma y se contempló en el espejo.
Aquelregaloeraunwampun,unaofrendaquelosuníaparasiempre.—Creo,Wanaka,quesupistedesdeelprincipioquellevosangreindia.Elsol,prontoadesaparecertraslasierra,diodellenoensurostroyelcollar
relumbró.Fueunsegundoquebastóparaconmocionarlaentera.—¡Diosbendito!Parecesreciénsalidadelastolderías.La exclamación de Lucinda le produjo un cimbronazo de realidad. Y le
recordóqueerahorariodetrabajoyellaseperdíaenensoñacionesnostálgicas.—Esunviejorecuerdodeltiempoencasademiabuela—explicómientrasse
quitabaelcollaryloguardabaconprimorosocuidado.Lucindaomitiócomentarlaincongruenciadeunregaloindioenmanosdesu
compañera,yencambiolecontólasnovedadesdeldía.—Laesposadelpianistaseencuentraestable.Alparecer,lavisitadelesposo
la serenó un poco. Yo no sé cómo esa mujer no se cuida lo suficiente parareponerseyvivir loqueDiosdisponga, teniendounmaridocomoese. ¡Yonoperderíaniunminutoenlacama!Y al darse cuenta de que su afirmación había brotado con doble sentido
aunquesinproponérselo,cambiódetema.—El padreAntonio está exultante.Ya tiene a laVirgen con elNiño, ahora
deliberansobresidejarelpesebreen lacapillao traerloal salón,paraque losinternoslodisfruten.¿Tienesalgoqueverconelcambiodeplanes,Juliana?—Sólolecomentéalpadrequeseríapenosoprivarlosdesuvista,ycomoél
detesta el árbol de Navidad, sin duda querrá armar el pesebre ahí paracombatirlo.—Muysagaz—convinoLucinda.
—¿Cuándorecibióelpadrelaúltimatalla?—Nolosé.Hayungranmisterioentodoesto,espartedeladiversión.—Iré ahora mismo a preguntarle, siempre que no necesites que me quede,
Lucinda.Laotraenfermeraseajustólacofiaconungestoqueparecíadecir:“yamelo
veíavenir”,peroenelfondodeseabaqueJulianaseanimase,lanotabaalicaídayle complacía darle gusto y seguirle la corriente. Sería una buena doctora,preocupadaporsuspacientesmásalládelosdiagnósticosylasrecetas.—Vetranquila,quemeabastezcosolaparaloquefalta.Sólotepidoacambio
quenoomitasdetalledeloqueconversenenSanRoque.Lasmonjitashacendetodounsecretodeconfesión.Alsalir,setopóconDavid.Elmilitaribaensubuscaysemostróaliviadoal
verla.Juliana se alisó el delantal, ansiosa por ocultar la conmoción que le había
producidoelencuentro.—GraciasaDios—dijoélsinpreámbulos—.Venconmigo,quemiesposase
harebeladocontralosmédicos.Detestaquelaausculten,yellossecohíbenalnocomprendersuidioma.Élseguíadandoórdenes,segúnsucostumbreypordeformaciónprofesional,
sinduda.Malhumoradaportenerquedesviarsedelrumboprevisto,Julianalosiguióen
silencioatravésdelpredioqueuníaambospabellones.Enelcentroselevantabael edificio destinado a los pacientes particulares, justo al final del caminoquecomunicabaconLaParada.Eraun sitio rodeadodealfalfaresen supartebajaconvistasalríoCosquín,queeneseinstanterelumbrabacomounamiríadadejoyasenelatardecer.DavidatravesabaelcampoazancadasyJulianadebíatrotarparaalcanzarlo.
Llegaron,ellasudorosaycon lospensamientos revueltos,élcomosiestuviesecumpliendo un objetivomilitar, y subieron las escaleras con fuerte eco de laspisadasdeDavid.
Enelcuartoserespirabaelalcanformezcladoconelaromadeyuyosdeunatisanaolvidadasobre lamesitadenoche.Labrisa traíael rumorde laacequiaalimentadaporelrío.Losfacultativosdejaronpasoalesposo,ycuandovieronaJulianasesintieronrespaldados.Ladoctorcitaenciernesteníafamadeablandaralospacientesmásdíscolos.Chloesehallabahundidaenlasalmohadas,conelsemblante endurecido por el empecinamiento y los rasgos marcados por ladelgadez.—Buenas tardes, señora Amherst —la saludó en inglés—. Vengo a ver si
puedoayudaraqueseentiendaconlosdoctores.¿Hayquedarlemedicina?—inquirió,estavezencastellano,paraque losotrossupiesenquedeahíenmásseríalaintérprete.David se mantenía apartado, su rostro varonil iluminado por el sol que se
filtraba por la ventana y acentuaba el metal de sus ojos. Era “la hora de lafiebre”, la hora tan temida por los enfermos. La fiebre, se decía, era hija delbaciloypreferíaelatardecer.Eltisiólogoibaacompañadodeunpracticante,yelmuchacholucíatemeroso
deincurrirenungestoquedesataselairadeesapacientedifícil.—Es sólo un examen de rutina, pero la señora no desea que haya nadie
presenciándolo. Intenté explicarle que es el modo natural de transmitir laenseñanzadelamateria,ycreoquenomeentiende.Con lamirada, elmédico le estaba diciendoque a su juicioChloe entendía
muybien,yquesehabíaencaprichado,ideaqueJulianacompartía.Lajovensedirigióalaenfermaconunasonrisanoexentadefirmeza.—Eldoctornecesitaexplicarsumalasuasistente,porsihubieranecesidadde
recurrir a él en su ausencia. Usted no querrá quedar en manos de personasignorantesde losdetalles.Si lodesea,puedocolaborarconelexamen.Ambassomosmujeresynodebemosavergonzarnosdenuestrocuerpo.LosojosdeChloerefulgíanconodio.Estabaenmanosdelamujeralaquesu
esposoamaba,yambosconocíanlaverdadsobresusartimañasparaimpedireseamor.OdiabaaDavidporponerlaenesa situación,yodiabaa Julianapor ser
sana, hermosa y decidida, una pareja ideal para el hombre del que ella bienconocía suvalentíaydeterminación.Supadre lahabía arrojadocomocarnadaanteeltenienteparagarantizarleprotecciónyunbuenpasar,yaunqueconellosatisfacía también sus propios deseos, era capaz de odiarlo por eso. En sucorazón,elresentimientohabíatrazadounsurcoprofundoquesangraba.Acorralada,debióacceder.—Quesevayantodos,menoseldoctoryusted—dijo,cortante.Juliana tradujo esa voluntad, y al final quedaron solos con la tísica. Era
preferiblehacerelexamendetodosmodos,antesqueirsedeallíconlasmanosvacías.—Esepracticantealqueustedrechazópuedeserelmédicoquesalvesuvida
mañana—sentencióJuliana.Chloesemordióloslabiosperonadadijo.Eldoctorprocedióaauscultarla,y
mantuvoelsemblanteimpasiblealverloshuesosprominentesdelesternónbajoelescote.JulianacomprendióqueChloeacentuabasuenfermedadparamantenercautivoaDavid,ysibien ignorabadequémodopodíaesoserposible,estabasegura de dar en el clavo. Poseía un instinto certero y, como bien supovislumbrarIsmaelaquellaotraNavidad,ellacaptabalatotalidaddelenfermo:sucuerpo, sumente y su espíritu. Eran cualidades con las que había nacido, asícomolacompasiónparadejardeladocualquierrencorybrindarseporenterosilanecesitaban.Lospacientes tuberculosos secaracterizabanpor lasemocionesexaltadas y la sensibilidad extrema. Y Chloe era una paciente, antes que laesposadelhombrequeellahabíaamado.EldoctoranotóensucartillalosdatosqueobtuvoyselosmostróaJuliana,
que sin autorización tradujo en términos sencillos lo que acababan de decirle.Sentíalamiradareprobatoriadelmédicoensunuca,peroentendíaquelaúnicamanerade ablandar aChloe erahacerlaparticiparde los intentosde curación.Nadie en su sano juicio elegiría enfermarse, así que debía pensar en ladesesperaciónquelallevabaadecaerhastaesepunto,yenesetemaDaviddebíadeserlarazónprimerayexclusiva.
Pretextó la necesidad de acomodar el cuarto para quedarse a solas con laenferma.—Su esposo está muy preocupado, señora Amherst. Creo que quiere verla
repuestaparavolverasutierra,dondesindudasesentirámásagusto.—EnAmherst tendremosque vivir con el viejo, así que no estoy lo que se
diceansiosaporvolver.LaáridarespuestarequeríadeunmayoresfuerzoporpartedeJuliana.—Esun sitiomuybonitoy en el vallehayhermosas casas.Tal vezpuedan
rentar alguna o construir un lugar propio. La de mi abuela es pequeña peroacogedora,ynosenecesitamásparatenerunhogaralgustodeuna.—¿Es hogareña también? —se burló la esposa del teniente—. ¡Vaya,
enfermera,esustedundechadodevirtudesqueloshombressindudaapreciarán!—Entremisvirtudes,comousteddice,lastareasdomésticasnosonmifuerte,
peromelasarreglobienconotrasactividadesquepuedensersocialestambién.—¿Comocuáles?—Soybuenaamazona.Amoloscaballos,comomipadre.Ymontomuybien,
sinmodestialodigo.AloslabiosdeChloesubióuncomentariogrosero,Julianapudoleerloensus
ojos,perolamujersecontuvo.Noestabatodoperdido,pensólajoven.—Imaginoquesupadretambiénamabamontar,sipertenecíaaunregimiento
decaballería.—Élnuncamepermitiósubirauncaballo,temíaquemuriesedeungolpey
quedarsolo,despuésdehaberperdidoamimadre.Fueunade lasrazonesporlasquevivísiemprebajotecho:elmiedodemipadreaperderme.Elovilloempezabaadesenredarse.—¿Selohadichoalteniente?—Élesunhombre impermeable a lasnecesidades femeninas.Talvezusted
creyeraotracosa—aventuró,cínica.—No nos tratamos como para conocernos tanto, pero pude apreciar su
carácter hermético. Al parecer, tiene usted un fuerte punto en común con su
esposoynolosabe,señoraAmherst.Amboslidiaronconpadresquecoartaronsusinclinaciones.—Es probable queDavid se sincerara con ustedmás que conmigo—adujo
Chloeconrabia.—Quizápercibióqueustedestabademasiadoinmersaensupropiatristeza.El contrapunto interesó aChloe, como si se tratara de un partido en el que
nuncasabíaadóndeiríaapararlapelota.—Alparecerestambiénadivina.—Voyaconfiarlealgo,señoraAmherst.—YJulianasesentósinpermisoen
elbordedelacama—.Yomecriéenunhogardondetodoshablandeloquelessucede,inclusopersonasquenosondenuestrafamilianosvisitanadiarioynoscuentansussinsaboresyalegrías.Esoesobrademimadre,queesunespírituafectuosoyconciliador.Sipormipadrehubierasido,viviríamosaisladosenunpáramo, porque cuando él conoció a mi madre era un hombre salvaje quehabitabapocomásqueunatapera.—¿Tapera?—Unrancho,unacasamuypobre.—¿Supadreesunhombredesahuciado?—¡Para nada! Pertenece a lo más rancio de la sociedad de este país, pero
tambiéntuvounareyertaconsupadrastro,yaraízdeesosefugódelacasayviviócomounermitaño.Fueelamordemimadreelqueloredimió.Hoyesunhombrefelizysegurodesufelicidad.Quierodecirque,enmiopinión,nohayhombrequeresistalosefectosdeunamujerpacienteyhonestaqueloentiendeyloapoya.Elamor,señoraAmherst,eslaverdaderamedicina.—Cuántasabiduría—semofóChloe,perodesviólamiradayJulianapercibió
unbrillosospechosoenlosojososcuros.—Usted tiene al hombre, no yo—siguió diciendo, tajante—.Ahora en sus
manosestálallavedesufelicidad.Odesudesdicha,comoprefiera.Julianaselevantóparairse,ycuandoestuvoconunpieafueradelcuarto,la
vozdeChloeladetuvo.
—Nuncameperdonaráelengaño.—Sisabequelohizoporamorynopormaldad,meatrevoadecirquesí.La
perdonará con el tiempo y empezará a descubrir en usted la persona que es,señoraAmherst.Cerrólapuertaconsuavidadyrespiróhondo.Yaestaba.Habíajugadosuúltimacarta.EltenienteDavidMalcolmAmherstyanolepertenecía.Trató de ignorar el latido desacompasado de su corazón, el temblor de sus
manosyelpeligrosoardordesusojos.Intentótragarsalivaparaaliviarelnudoensugargantayeldolorfuetal,quesufrióunaccesodetos.EnesetrancelaencontróDavid,queaguardabaaquesalieseparaabordarla.—¿Estásbien?¿Sucedióalgo?Ellaseirguiócuanaltaeraylomiróconunaextrañaseveridad.—Muy bien. Chloe aceptó auscultarse, pero quiere hablarte sobre algo que
pesaensucorazón,ysiereslobastantegenerosoparaescucharla,entrarásallíyseráspartedesucuración.Suvidaestáentusmanos.Atónito,eltenienteindagóenlaprofundidaddelosojosdoradosquehabían
pobladosussueñosysupo,demanerainexplicable,queellaacababadedecirlealgofundamentalsinsiquieranombrarlo.AquellamiradalerecordólanocheenqueJulianaloinstóaenfrentarsuoprobioporhaberparticipadodeunamatanzasin nombre. Le recordó que existíanmujeres así, de elevada condiciónmoral,capaces de renunciar a la dicha con tal de cumplir elmandato que la vida lesimponía.Unamujer como jamás seríaChloe. Su esposa necesitaba de él paraenderezarse.Juliananoprecisabadenadie.—Iré—dijo,mirándolaconinfinitapesadumbre.Porprimeravez,elacerodesusojosparecióatenuarse.—Gracias—respondióella.Élsevolvióparaverlaantesdeentrar,yJulianaechóacorrerhaciaelcamino
quedescendíahastalacapilla.La oscuridad se adueñaba de la acequia, de los tréboles del sendero y del
mistol, el árbol milagroso que custodiaba la galería. Sombras en la lunacolmabandepresagioslanoche.Juliananoeraconscientedelatenebrosidadquelarodeabamientrascorríacuestaabajo.
Luismeditaba, encaramadoenel alféizarde suventana, como tantasotrasnoches.
Lalunaasomabapormomentos,desnudandolassierrassinpiedad,lamismaluna que lo había visto derramar lágrimas furtivas luego de comprender quevivíaenposdeunaquimera.JulianaBalcarcenuncaloveríaconotrosojosquelos de un profesional y él jamás se repondría de su mal del pecho. Estabacondenadoacarecerdeambascosas:elamorylasalud.Poresodecidióescribirelpoemaaquellanoche.Yluego,desaparecerparasiempre.EraunbecariodelEstadonacional,nadielamentaríaqueabandonaseellecho,
y les ahorraría esfuerzos que podrían dedicar a otro que tuviese mejorespronósticos. El tónico que la doctorcita le suministraba le daría fuerzas paravolverasuterruñoamorir,ytalvezsualmapenaseentoncesentrelasruinasdelamisiónfranciscana.Eracurioso,ahoraque teníadecidido irse,suespírituseserenaba.Unaveztomadaladecisión,sóloquedabaejecutarla.PodíaesperaraNavidad,perotemíaquesisesabíaquiéneraelautordelaspiezasdelpesebre,suausenciasenotaríamás.Mejoreradesvanecersemientrassólofueraunpobreminerosinfamilianisustento.Desenrolló el papel que ocultaba bajo la almohada, y a la esquiva luz
garabateólosversosquehabíaesculpidoensumente.
Quisieranoquererte,salvarmedelacompasión.Yoséquenohayrazón
parasoñarcontuvida,yaunquesufraelalmamíaeseamorestáprohibido.Lodicencomotestigoselcampoyloszorzales.Todoscantansusverdades,ylaLunasumaldición.
Continuóescribiendofebril,amedidaquesualmasevaciaba.Deprontosupoquenodebíadejarcomoúltimalíneaunlamento,sinodeseardichaa lamujerquelocautivaba,asíqueprosiguió:
Quebrillesiempreesaluzentusonrisasincera.Quedescubrasalqueesperasysólopiensaenvos.Aunquenopuedaseryo,quemecontentoconverte,esperotengaslasuertedeencontrarelamor.
Aseguró lahojasobre lacarpetaqueJuliana lehabíadado.Pretendíaqueelpoema fuese una despedida y en ciertomodo, un recuerdo de su paso por lacolonia para cuando él desapareciese. Su final ya era una certeza,mejor seríaquelellegaraensoledadyenelpaisajequebrindabasosiegoasuespíritu.Otroscomoélyacíanenaquellasaladonde losronquidossemezclabancon
lastoses,hombresenlaflordelaedad,porquelatuberculosissecebabaenlosmásjóvenes.Habíaescuchadoalmédicodarlarazóndeesoperonorecordabalos términos.Loque lodiferenciabadeesosotrosquearrastrabansu juventudporelsanatorioerasuaparienciasaludable,biendistintadelapalidezyelaire
nerviosoqueaquejabaaaquellos.Así y todo, con su físico rotundo y su tez morena, él también estaba
condenado.Luis aguardó a que la hermana de la ronda nocturna se alejase y palpó su
bolsillo, constatando la presencia del camafeode sumadre.Luego, con el ojoalertaa las sombrasque surcaban lagalería, saltócomo tantasveces sinhacerruidoyatravesóloscanterosquedabanalrío.Llenósuspulmonesdeairefresco,guardóensuinteriorelaromadelosyuyos,elrumordelCosquínyeltitilardelasestrellas.Miróalcieloynoencontrólaluna.Malaugurio.Apesardetodo,un anhelo se filtraba en sus venas, justo cuando el final se acercaba.Deseabavivir porque amaba la vida. Aunque no lo retuviese ningún afecto, no podíaresignarse a perder la sombra fresca del algarrobo ni la noche estrellada, o elsaboramargodelosyuyosalaveradelarroyo.Sintiórepentinasansiasdebeberlamieldelmollecomocuandoerapequeñoysumadredestilabaellíquidodelhervorde los frutosmaduros.Quizáeraeso loque lohabíaconservado fuertepesealmal,elmollelehabíadadosuesenciadiluidaensusangre.Ensupechodolorido,unaseddevidaseabriópaso,infundiéndolefuerzas.Se
habíaquedadosolodemasiadopronto,perosiseperdíaenelmonteamigo,yanolo estaría. Su espíritu se entregó confiado a los brazos de la noche que lebrindaba consuelo. La debilidad que sentía entre las paredes del sanatorio sedesvaneció.Lasmontañasseagigantaronenlaoscuridad,peroLuisnolestemía.Elegiría
unode loscaballitosdelvalleyasí fuesendíasenterosdecabalgata, se sentíacapazdeafrontarlos.Eralobuenodehabersecriadoenelmonte,conocíacadasenda, cada guadal, sabía cómo procurarse alimento y hallar aguadas. Habíatenidolaprudenciadeguardarelalmuerzoylacenadeesedía; luego,cazaríavizcachas o esquilmaría al algarrobo, que proveía con generosidad sus frutos.Entrelaspeñasabundabanlosabrigosnaturalesquedatabandelaépocadeloscomechingones, según palabras de aquel geólogo que lo contrató. “Casas depiedra”, le había explicado, y esas cuevas hundidas en la tierra tuvieron otro
significadoparaéldesdeentonces.Lasierraerasuhogar.Nadalefaltaría.
Lacapillaseencontrabasolitaria.Lasparedesdeadobecreabanuncapullodesilencioen su interior. Julianaavanzóen las sombrasy supasohizo titilar lasvelasdelcopóndesanRoque.El inciensoflotabaenelaire todavía,mezcladoconunaromafrescodeleñareciéncortada.LajovensepersignóantelaVirgeny deambuló por lo que el padre Antonio se empecinaba en llamar “la navecentral”yeraapenasuntrechocubiertosiempredeplumasdecortaderaqueelvientoarrojabaporlapuerta.Alcostadodelaltarencontrólasnuevasimágenes.Seinclinóparaverlasmejoralaescasaluzdeloscirios.LaVirgenyelNiño
enbrazos.Deslizó un dedo con suavidad por el rugoso perfil de la madre de Dios,
admiradadequesepudieseextraerdulzuradeuntrozodepiedra.RecordóqueLuiseramineroyquesindudamanejaríaconpericiaelcincel.Aunasí,habíaquesermuydiestroparatallaralgoenunguijarropequeño.NotóciertoapuroeneltalladodelNiño,queapenasparecíaunapéndicedelaotrafigura.Esedetallele hizo fruncir el ceño. ¡Qué raro que el artista echase a perder el conjuntocuando esculpía la piezamás importante!Tal vez el padreAntonio lo hubiesepresionado,elcuraestabaimpacienteporlucirsupesebre.¿Ysisehabíasentidodébilparacontinuar?Juliana sepreocupabaporLuisMorán,yahoraqueconocía loqueel joven
albergabaensucorazón,tambiénsesentíaalgoculpable.Losmédicosasociabanmucholatuberculosisalasemocionesyprocurabanquelospacientesmoderaransuslecturasyactividadessociales,paraevitarexacerbarlas.Ellahabíaintimadocon Luis, un grave error. Las confidencias y el contacto pudieron haberloinducidoacrearunailusión.Y,sierasinceracomoacostumbrabaserlo,también
ella había caído presa de cierto embrujo. Con sus ojos soñadores, el caráctertemplado y su espíritu resistente a los embates del mal, el minero resultabaatractivo.Porotrolado,ycontinuandoconsusinceridad,debíareconocerquesuafánprofesionalledictabaelorgullodesacarloadelantepesealacondenadelosanálisis. Había sido temeraria, porque ¿qué sería de Luis Morán cuando ellavolviese a Buenos Aires? ¿Acaso los médicos se ocuparían de reforzar suorganismo como ella lo hacía? Él era un paria sin recursos para pagar eltratamiento,unpacientequeelsanatorioaceptabaporconvenioconelEstado.Julianaacariciólasimágenes,distraídaenunamultituddepensamientossobre
cómosolucionarel futurodeLuiscuandoellanoestuviese,pues la residenciaterminaríayelladeberíaregresarasusestudios.Un rayo de luna atravesó la penumbra, iluminando con su magia los
candelabros, las flores, los santos y el altarcito. Juliana alzó sus ojos hacia elhueco de la ventana y su semblante se suavizó en una sonrisa que se fueensanchandoamedidaquela idea tomabaformaensumente.¿Cómonose lehabía ocurrido? La angustia que le causaba ver a David sin duda habíaobnubiladosurazón.¡Estabatanclarotodo!Entusiasmada, decidió visitar a Luis esa noche misma para contarle sus
planes. Intuía que el jovenminero anhelaba salir del sanatorio, y que al verseimpedidodevolveralamina,nosabríaquérumbotomar.Ellaibaaseñalárselo.Con ese aliciente corrió cuesta arriba, sin notar que almismo tiempoque ellatraspasabalagalería,unasombrafurtivasalíadisparadaensentidocontrario.Laluna,cómplice,ocultósucaraeneseprecisomomento.
Davidhabíasalidoafumaruncigarroparaaquietarsuespíritutorturadoporver a su esposa consumirse en brazos de la enfermedad.Chloe estuvo sinceraconél,quizáporprimeravez.Lehablóde suscelos, suscaprichos,y lepidiódisculpasporhaber traicionadosuconfianza.Alparecer, lavisitadeJuliana la
habíaconmovido.¡Quéironíaquelamujerqueamabahubiesesanadosumatrimoniosinamor!Élno teníaderechoacausardañoaningunade lasdos.Aceptaría loque la
vida ledeparasedelmismomodoqueal regresardel regimientoconsupiernamalaylavistabuena,aceptóelcaminoquelascircunstanciastrazaronparaél.La intervenciónmaligna deChloe también era obra del destino, y no podía
culpar a una joven sentenciada amuerte de envidiar los sentimientos que otramujer, sana y hermosa, inspiraba en los hombres. El tisiólogo le habíacomentado en un aparte que el malhumor, el egoísmo y la crueldad eransíntomascomunesentrelostuberculosos.DavidAmhersteraconscientedesusresponsabilidadesyhabíaaprendidolas
lecciones. De nada servía rebelarse contra lo inexorable, y bien podíatransformarelvínculoconsuesposaenunarelacióndemutuorespetoyciertocariño.Parecíapocacosa,peroasíhabíasidoparaelviejotambién,hastaquelavidalepagóconcreceselsacrificio.Pensarensupadrelearrancóunasonrisa.El barón Amherst se había convertido en un mozo enamorado desde que laabuela de Juliana aceptó el cortejo. Era bueno haber hecho las paces con elpasado, David se sentía fortalecido y dispuesto a cualquier empresa. InclusopodíallevaraChloeaunsanatoriosuizorenombrado,ellaahíseencontraríamásagustoysintemerlarivalidaddenadie.Élperderíaelcorazónquelequedaba,perosieseerasucamino,lorecorrería.Unabrisatibialeacaricióelrostroyelevósusojosalcielo,dondelasestrellas
lucían tan cercanas, que se sintió tentado de extender la mano y tomar unpuñado. Si él fuese más joven, si hubiese conservado la inocencia, podríaofrecérselasaJulianacomoprendadeamoreterno,peronoerasuestilo.Yellanolasaceptaría.Soltó el humo, pensativo. Lamuy sinvergüenza los había besado a los dos
aquellaNavidad.Esoeraloquemásleatraíadelajovenenfermera,suaudaciacándida,siesquecabíaaquellaconjunción.Julianapodíaacometerloquefuera,queenellajamásresultaríavulgarnipecaminoso.Unhalolaenvolvíasiempre,
comoeldeesalunaqueeneseinstantederramabasuluzsobrelosmalvonesdelpatio, tornándolosvioláceos.Descendió laescalinataycaminósobreelcéspedhúmedoderocío,sintiendoelplacerdevagarsinrumboenlanochedeverano.A lo lejos, las sierras eran centinelas silenciosos que prometían distanciasinfinitas.¿Cómoseríaatravesarlasydescubrirelvalledelotrolado?Seimaginóa lomos de un caballo junto a Juliana, y justo cuando se reprendía por dejarcorrer la imaginación,ungritoangustiosoenelquereconociólavozamadalosobresaltó.—¡David!Ella corría hacia él desmelenada, todavía con uniforme, sacudiendo algo en
unamanoquereciénalacercarse,élpudoidentificarcomouncartapacioazul.—¡David,sehaido!¡Luissefue!Ylaculpablesoyyo.Sialgolesucede,me
harémonja.La afirmación le provocó un rictus de risa pese al estado calamitoso de la
joven.Davidlasujetóporlosbrazoseinclinósucabezaparamirarlafijoalosojos.—Nohabránecesidaddeeso,espero.¿AdóndefueLuis?Supo,sinpreguntar,quesereferíaaljovenpacientequelahabíaacompañado
enlasalidanocturna.Julianalerespondióentrelágrimas.—Estabamuy enfermo, pero yo confiaba en su recuperación—jadeó—.Es
fuerte,másqueotros,ytieneespíritu.Yoséqueesocuenta,David,eslaclavedetodo.Eneldeseodevivirestálacura.—¿YporquéesteLuisquerríamorirseantesdetiempo?—ironizóelteniente.—Porque…—yJulianadejócaersucabeza, rendida—sehaenamoradode
mí.Davidfingióunasorpresaquenosentía.¡Eratanfácilenamorarsedeella!—Ynolecorrespondiste.—¡Claroqueno!Perotalvezfuidemasiado…—Cariñosayatenta—terminódiciendoDavid.
Ellaalzósusojosanegadosyledirigióunamiradatantriste,queeltenienteestuvoapuntodeestrecharlaensusbrazosparaconsolarla.—Lo fuiste también con Chloe—sentenció, en cambio—. Es tu modo de
hacer medicina, como diría nuestro Ismael, y no debe avergonzarte. A ver,pensemosdóndepuedehaberhuidoestejovenheridodeamor.—Noteburles—lorecriminó.—Pequeña,jamásloharía,luegodehabersidountontoenamoradotambién.Julianalededicóotramirada,estaveztaníntimaeintensaqueDavidsequedó
sin respiración. Buscó un tema que los distrajese del sentimiento que flotabaentreellos.—¿Estásseguradequehuyóporeso?Por toda respuesta, Juliana le extendió la carpeta donde guardaba Luis sus
versos, sóloquehabía enellauna solahoja, ladelúltimopoema,dondea lasclaras cantaba su amory la liberabaparaque fuese feliz.David leyó todoesoconrapidez,entendiendomásinclusodeloquelapropiaJulianacreía.
—Vamos—laalentó—.IremosenbuscadeLuis.Caminaron en pos de agua y provisiones a la cocina, vacía a esas horas, y
tomaron la decisiónde usar lasmontas que sin dueño aparente pastaban en elvalle.Comprenderque se lanzaban auna aventurayprometerse alcanzar el éxito,
fuecosanaturalentreellos.David,acostumbradoalasmisionesdelregimiento.Juliana,decididaapagarelpreciodesuinconsciencia.Ambosempeñadosenunobjetivo.Algomástarde,mientrasavanzabanporlossenderosrocososguiadostansólo
porlaluna,Davidpensóqueaquellaensoñacióndeunratoanteshabíasido,enverdad,unapremonición.
En las entrañas de la sierra, bajo un alero que se recortaba sobre el nítidoamanecer, Luis se reponía de la cabalgata que lo había alejado de la
estaciónclimatérica,largashorasalomodelnoblecriolloquenocejóniunpocoensu ritmo.Locontemplóconcariñodesdesu lecho,alamparodel rocíoqueenfriabasuspulmones.—Teportaste—murmuró,yloacometiólatos.Cuandoserepuso,elpecholelatíaendesparejocompás.¿Habríavistoellael
poema?Quizá había hecho mal en exponerse de ese modo, delatando su torpe
escritura, revelando la ausenciadeescuela. ¡Tantodabaa esaaltura!Nunca lavolveríaaveryencambio,podíamorirseconlasatisfaccióndesaberqueesosdos se encontrarían por fin. La doctorcita y el teniente estaban hechos el unoparaelotroyloignoraban.Orgullososydiscretos,malacombinación.Eseeraelinconvenientedeposeerunalmadepoeta,Luisleíalossentimientosmejorquelosmismosquelospadecían.Recordóconculpalamiradadepreocupacióndesumadrealdescubrirloun
díaenla leñera,garabateandoconuntrozodecarbónenelpapeldelaremesadel lavado.Jamásbrotóunreprochedelos labiosmaternos,peroLuiscaptólapena en sus ojos ante la evidencia de que el hijo no estaba preparado paraafrontarlavidamiserable.Sibienlamujernuncasupoqueélescribíapoemas,síadivinólasensibilidadqueloincitabaaaislarseenbuscadepensamientosquelollevaranlejosdelarealidadquevivían.Esainclinaciónsólopodíatraerleproblemas.—¿Quéhay,viejo?
El caballo olisqueaba en dirección a la sierra, venteando el aire fresco quebrotaba de los yuyales. Era un lindo lunarejo, distinto del animal que montódurante el desafío con la doctora.Había sido el quemejor se distinguía en lanochedenubarrones,ypor eso fueel elegido.Buenadecisión, el criollo supoandarsinespantarseentrelosmatorralesyenlassubidasestrechasdecaídafácil.Luis montaba desde muy pequeño, sabía guiar a su cabalgadura en cualquiercircunstancia, de ahí su admiración por Juliana, que se desempeñaba como sitambiénellahubiesenacidoalomosdeuncaballo.Desechóelpensamientoqueanadaconducíaybebióaguadesucantimplora.
Eraunadelasescasaspertenenciasquellevóalsanatoriocuandolointernaron.Depronto,loasaltóelremordimiento.Habíaprometidonoescaparotravez,yloestabahaciendodemaneradefinitiva.Faltóasupalabrayconelloperjudicabaaladoctora.Mientrassedebatíaensumenteentrelaculpayeldeber,sintióunapesadez extraña en la cabeza y la dejó caer sobre la roca plana que habíaoficiadodealmohadadurantelanoche.El sol subía en el cielo diáfano y sus rayos le causaron cierto vértigo.Luis
cerrólosojos.Alabrirlosdenuevo,unhalodoradoloencegueció.—Jodidosestamos—murmurócondesolación.Laenfermedadveníaporélmásrápidode loquehabíacreído.Sabíaqueel
día llegaría, y sin embargo no estaba preparado. La vida y lamuerte no ibanparejas,avecesparecíanignorarse,peroelencuentroerainevitable.EsopensabaLuismientraspugnabaporacomodarlavistaenesaluminosidad
queleimpedíaverloqueteníadelante.Escuchóunrelincho,quesonóapagadoen la bruma de las alturas, y luego una voz que lo despabiló del todo. Seincorporó, de súbito alerta, y su cabeza chocó contra la piedra. Soltó unamaldición y se arrastró fuera del alero, dispuesto a descubrir con quién se lastenía que ver. En aquellas soledades solían vagar algunos perseguidos quebuscaban perderse entre los montes. Luis llevaba su cincel, otra de las pocascosasqueposeía,ysiemprecontabaconsuspuños.Una figura montada lo observaba desde el risco. A contraluz no podía
distinguirdequiénse trataba,sibiensucontinenteparecíapacífico.LasnubespasajerasatenuaronlosrayosdesolyLuispudoverentoncesquelamontaeraunenormemuloyel jineteunsacerdote.Elhombreavanzóentre lasbreñasyLuisadvirtióqueunpañuelo rojoceñía lacinturade su sotana raídayqueunponchobayolecolgabadelhombro.Ensucabeza,unsombrerodealaredondano alcanzaba a ocultar su rostro afeado por algunasmarcas, ni disimulaba lasgrandes orejas en el semblante adusto. Ese poncho podría haber parecidoincongruente en el calor del verano, pero Luis sabía que por las nochesrefrescabamuchoentrelassierras,ysindudaaquelcuraibamejorpertrechadoqueél,siusabaaquellaprendacomoalmohada.—AveMaríapurísima—losaludóconvoztemplada,siguiendolacostumbre
desumadrecuandollegabaalguienalrancho.—Diostebendiga,hijo.¿Quéhacésacá?El sacerdote hablaba con autoridad. Era un hombre menudo pero recio, y
había tal fuerza en lamirada y susmanos eran tan curtidas que podría haberpasadoporunminerotambién,ounlabrador.Luisfruncióelceño.—Vuelvoalpago—ledijo,sinaclarar—.Estuvefuerauntiempo.—Buena cosa. Yo también vuelvo ami sitio. Los días en la ciudad yame
pesabanmucho.ReparóLuisenquelasensacióndeagobioensufrentehabíadesaparecido,y
queveíaalsacerdoteconmuchamayorclaridadinclusoquelonormalaesahoradeldía.El hombre desmontó y caminó hacia él con paso largo. Llevaba un rosario
enrollado en lamuñeca y algunos achaques que su voluntad férrea conseguíadisimular.—Permiso.¿Habráunmate?Luisseavergonzódereconocerquehabíasalidoconlopuesto,sinproveerse
de los elementos de esa costumbre tan propia del país. El sacerdote no seamoscó.Volvióasucabalgadura,queyaramoneabaentrelaspiedras,yluegode
propinarleuncoscorrónporretrocederdeimproviso,hurgóenlaalforjaysacóunabolsitadeyerba,elmate,labombilla,yunapavitatropera.—Hacemelugar—dijo,yentrelosdosarmaronconramitasylaayudadeun
yesquerounpequeñofogóndondecalentarelaguaque,esosí,Luispudoofrecerde su cantimplora. De no haber quedado, igual podían ir en busca de unavertiente.Amboslosabían,eranhombresdelatierra.—Jesús,JoséyMaría,lasalvacióndelalmamía—rezóelsacerdotealprimer
sorbo.Matearon en silencio, compenetrados de sus pensamientos y del ambiente
fragantequeofrecíalasierraenlamañana.Alcabodeunrato,Luisleoyódecir,comoalpasar:—Voyparaelotrolado,metocóelcuratodeSanAlbertoymisfielesdeben
decirsequemehicierongualichoydesaparecí.Recién entonces, al escuchar ese dato, Luis contempló al sacerdote con
atención.Susojosibandelafiguracampechanaasuladohastaelenormemuloquepastabayque,sisetratabadequienélcreía,eratanfamosocomosujinete.Lassiguientespalabrasleconfirmaronsusospecha:—Yo ya no veo mucho, pero me conozco de memoria los caminos. Cada
piedra, cada yuyo. —Y se echó a reír como si hubiera en eso una bromaescondida—.VoyyvengotantoqueestemalencaradoyapodríairenmilugaralosEjercicios.—¿Ustedes…elseñorBrochero?—Así mismo. Anduve malito y me llevaron a Córdoba, pero me zafé
enseguida.Aquíestámilugar,elquemeencomendóDios.Luishabíaoídohablardelcura,algunospaisanosinclusohabíanviajadocon
él en la peregrinación que les hacía a la Casa de Ejercicios Espirituales deCórdoba cada año, y otros participaron en la construcción de la que el propiocurahabíalevantadoaloestedelassierras.Élnuncalohabíavisto,yahoraqueloteníadelante,leresultabatansimpleensusmodosysuaspecto,queleparecía
mentiraquecargaseuntítulodemaestroenFilosofía.Eracriollazo,depómulospronunciados,labiosgruesosyrasgosduros.Brocheroeraunhombrecultoypreparado,perohabíaelegidovivirentrelos
serranospobresparasalvarsusalmas.LamadredeLuis lecontóundíacómoalgunosmalandrinescambiarondehábitosgraciasaél,volviéndosegentebuenaypiadosa.—Disculpe,nolohabíaconocido—musitóavergonzado.Elcuraletendióelmate.—Mejor,asímedaslaocasióndecontarte.Estemacho—yseñalóalmulo—
sevieneconmigopor las sierraspastoreando,yvamosconociendounpoco loqueafligeamigente.¿Avosquétepasa?Le echó de golpe una mirada tan frontal que Luis se movió hacia atrás,
sorprendido.—Estoyenfermo.—Yotambién—afirmóelcuraretomandoelmate—.¿Quétenés?Animadopor lasencillezde lapregunta,Luis refiriósuhistorialclínico,sin
guardarselaideadequeelmaldelpechoproveníadesuherenciafamiliar.—TodovienedeDios—lorefutóelcura—,lobuenoylomaloquenospasa.
SonpruebasqueÉlnosponepordelante.Luiscayóentoncesenqueestabancompartiendoelmate,yenelsanatorioles
asignabancubiertospropiosalllegar,quesiempresedesinfectaban.Palidecióalpensar que el pobre sacerdote podría contagiarse. Elmiedo al contagio era elfantasmaqueacechabahastaalosmismosmédicos,queeludíanelcontactoysemanteníanaciertadistancia.LasHermanasdelaCaridadtambiénsemostrabanelusivas. Sólo Juliana parecía tranquila al respecto, como si intuyese que laenfermedadnoeraalgooprobioso.
El cura parecía compartir esa idea porque arguyó, casi leyéndole elpensamiento:—Así pues, es Dios el que decide mandarnos algo, y no hay nada que
podamoshacerconeso,salvoaceptarsuvoluntadyaprenderasersufridos,nocomodones.Ah,perosobre todo loselegidos recibenciertaspruebas.Hayqueagradecerlacargaquenostoca,laaceptaciónesfeygratitud.—Semehacedifícil,sabiendoquemorirépronto—reconocióLuis,apesarde
laspalabrasdeBrochero.—¡EsotambiénlodecideDios!—loreprendióelsacerdote—.¿Ytufamilia?—Nada me quedó, ni el rancho. Viví en la mina del cerro Fantasma los
últimostiempos.—Entonces, m’hijo, tenés todas las virtudes que alegran a Dios. Pobre y
enfermo, no has de ser olvidadoporÉl. Sos afortunado.Y es por algo que tevino este asunto, no por castigo sino por algún otro designio que pronto
sabremos.Sepodráestarabandonadodetodo,peronuncadeDios.Dichoesto,elcuraparecióperderseenpensamientosprofundosqueelcebado
delmatenointerrumpía.Luisquedósilenciosotambién.Porsumentepasabanraudoslosrecuerdosviejosdesuvidaenelrancho,juntoconotrosmásrecientesde losmesesenel sanatorio.Enestos, la imagendoradade Julianaprevalecíasobretodo.Elsentimientoqueellaleinspirabahabíaalcanzadoelrangodeunideal,algoque jamásseríasuyoperoque lehabíapermitidosentirsevalorado.Laenfermera,consusonrisaabiertaylafrancaadmiraciónporsusversosysustallas,ledevolvió,sinsaberlo,laconcienciadeseralguien,aunquenoestuviesea su altura. Recordó su enojo cuando él le dijo, despechado, que a nadieimportaría sumuerte. Había sido sincera al reaccionar con furia. Aquel gestocalóhondoenelalmadeLuis.Porprimeravez,unapersonaquenoerasumadreseinteresabaporéldeverdad.Un nublado de emoción cruzó el rostro de Brochero de repente. Aquella
comarca, silenciosa a esas horas, pareció traerle un recuerdo ingrato. Luispercibióelcambiodehumordelcurayleofreciócambiarlayerba.—Ande,muchacho—lecontestócontonopaternal—,aversiaclara.Conlosprimerossorbosdelnuevomate,Brocherocomenzóahablar,sinque
el joven supiese si aquel relato provenía de una necesidad propia o iba en subeneficio.—Avecessecargandolores,comoladrillosenellomo.Unospesanmásque
otros.Mirá,yoarreoalmasdelasmásdurasquehay,yconalgunasdejomediopellejo en el intento. Sabrás que estuve a punto de conseguir que elmentadoSantosGuayama fuese a losEjercicios delTránsito.—YaquíBrochero clavósusojosenlosdeLuiscontalagudezaqueestesintióunhormigueoportodoelcuerpo—. Todos lo llamaron bandido, pero para mí fue un amigo manso ydispuestoavolversecorderodeDios.Enfin,cosasdeestavidayestatierra,nolopude llevarconmigocomoquería.Otrosmeganaron lapartida.Cargaréesacruzhastaquemuera.Así,pues,atodosnostoca.Latuya,m’hijo,serálivianasicompartíssupesoconlosquemásnecesitandevos.
Luis sabía de aquel montonero, perseguido de la justicia y apadrinado porcaudillos políticos que sacaban provecho de su bravura. El fantasma deGuayamatodavíaflotabaenlaregióndondehabíalabradosuleyenda.Elcuraselevantóconesfuerzoysedesperezócomosiacabasedesalirdela
siesta.LuissupoqueseguiríacaminorumboalaVilladelTránsito,peronoseleocurríaquémásdecirleparaentablarconversaciónquelodetuvieraunrato.FueelpropioBrocheroelquesacóuntema,aunquenoelqueélesperaba.—¿Porquéseráquemeparecequeandáshuyendo?Luisseruborizóhastalasorejas.—Mefiguréciertascosas—adujo—,quenodebípensar.—Siyaestánpensadas,aquéafligirse.Quépucha,yotodavíanecesitomanos
fuertespara seguirconstruyendoen laparroquia.Ymehanprometido lasvíasdelferrocarril.Vayaasabersillegoaverlas.Mientrastanto,meconformoconmispobres,quenadatienenytododan,seapormiedoal infiernooamipico,queesbastanteafilado.Alomejor,querésvenirtambién.—¿Delotroladodelasierra?La cara de Luis debió ser de azoramiento, pues el cura se echó a reír y su
rostroajadosearrugócomounanuez.Asíytodo,aljovenleparecióangelical,comoeldeunniñograndequeconservaelalmaintacta.Seanimóapreguntar:—¿PuedeDiossanarelcorazón,padre?Brocherolepusounamanosobreelhombro.Luissintióalgoindefinibleque
loatravesaba,unacorrienteeléctrica,yenmediodelaconmoción,escuchóqueelsacerdotedecía:—YolepedíaDiosmásimposiblesymelosdiotodos.Nohaycosachiquita
para Él. Si has de pedir, pedí en grande, m’hijo. A Dios le gusta queambicionemosmuchodelobueno.Notequedéscorto.SevolvióhaciaelmuloyLuisobservóquellevabaespuelassobrelasbotas,y
unrebenquequeagitóanteelmalacaraporpuroalardenomás.—Esarisco—explicómientrasmontaba—,yasílepongolospuntossobrelas
íes.Yasabés,muchacho,siquerésservirbienaDios,teesperoenlavilla.Diostebendiga.Tedejoelmate.¡Quécaray,unpaisanosinsuyerba…!Luis se quedó viéndolo alejarse hacia la sierra, hasta que lo tragó la
hondonada.Calculóquetendríatresdíasdecabalgataantesdellegaradestino,peroalcuranoparecíaimportarle.Unalborotodetrinosenlosalgarroboslodevolvióasusituación.Durante la visita intempestiva de Brochero, la mañana pareció haberse
detenido,quizáparaescucharmejorlaspalabrasquebrotabandeaquelloslabios.Suencuentroconelcurahabíasidounparéntesisyahoraeldíarecuperabasuritmo.Tambiénensu interior sehabía interrumpido lamarañadesentimientosqueletaladrabanelpecho,yensulugar,unapazbalsámicaloinvadió.Recogiólospertrechosdelmateyapagóelfuegoechándoletierraypiedras.
Deprontosesintiódistinto,animadoporunafuerzadesconocida.¿Adóndeiría?Sólosehabíaplanteadomorirenalgunaparte,mientrasqueenesemomentolapreguntaquemartilleabaensumenteeradóndevivir,enquésitioecharraícespara seguir adelante.Recordó que el cura le había dicho algo sobre aceptar yagradecer.Eraundesagradecidosihuíasinexplicaciones.Ledebíaalmenosesoaladoctora.Yelsentimientoquebrotóalpensarenellayanodoliótanto,podíaencararelregresosintemoresniculpas.—Vamosalvalle,viejo—dijoalcaballo,queseacercóenposdeunacaricia.Volvería.Luego,cuandoserepusieradelajetreoyaclararasupropósito,emprenderíael
viajehacialaVilladelTránsito.Alguienloesperaba,porfin.Ysieralavoluntaddivina que no peinase canas, con gusto la aceptaría. Mientras, sus manosdejaríanhuellaenlosrinconesserranosdondesehabíacriadoydondelegustabapermanecer.El mismo sendero enmarañado que recorrió en la noche se abrió ante él
soleadoytibio,reflejandolaalegríadeldespertar.Comenzóadescenderlacuesta.Los cascos de su lunarejo resonaban entre las piedras ahuyentando a los
matuastosyestorbandoalasavispaszumbonasquebrotabandelasmatas.Mientrastanto,arriba,nubecitasaborregadasbajabandelascumbres.Aquellaeravida,duraraloquedurase.
La noche se encontraba encendida de estrellas cuando emprendieron lamarcha,despuésde requeriren lacaballerizade los sulkysunpardeaperosyriendassimples.Altenerinternadaasuesposaenlacoloniayserextranjeroporañadidura,nadiehizopreguntassobrelosingularqueresultabasaliracabalgardenoche.David se admiró del ojo de Juliana al elegir los caballos. Él, que había
integradounregimientodecaballería,sabíacuándoestabaanteunconocedor.Lajovenpodríaserunadiestraamazona,sinembargoélseríasuprotectorapartirdeeseinstante.Enplenaoscuridadysinsaberacienciaciertaadóndedirigirse,de ningúnmodo permitiría que una chiquilla ansiosa llevase las riendas de labúsqueda.—Habrá tomado el camino de La Misión, su pueblo natal —decía ella
animada.—¿Aquédistanciaqueda?—Nosé,perosiseguimoselrumbodelasierra,hemosdellegar—leaseguró.El teniente calló una observación cínica. En todo ese asunto le llevaba la
corrienteporqueentendíasudoloryporque,dealgúnmodo,sentíaenloshuesosqueeldramadelmuchacho losacercabaelunoalotro.Élyanoeraun jovenatormentado al que JulianaBalcarce anhelaba ayudar; el tiempo había sanadosus heridas internas y ahora le tocaba actuar como sostén de las debilidadesajenas.Yporciertoquelamujermásimportantedesuvidaencontraríaenélelrefugioqueprecisara.Siguieron el débil resplandor de las farolas hasta donde pudieron y luego
acostumbraronsusojosa lanocheque,pormomentos, sedejabameceren los
brazosdelalunaylesofrecíasuclaridadenlossenderosrocosos.—Lucinda se encargará de avisar a la hermana Isaura —comentó Juliana,
rompiendoelsilencioalquelesobligabaelmarcharenhileraporelúnicoatajoquepermitía elmonte—.Lepedídiscreciónparaquenadie se alarmey sobretodoparaqueelseñorMoránnoseaexpulsado.—¿Esopodríapasar?—Me temo que sí. El estatuto del sanatorio es riguroso porque de su
observancia depende la curación, y los pacientes suelen ser díscolos; inclusoalgunosnieganestarenfermos,apesardeverseentrelasparedesdeunasalayrodeadosdemédicos.La tuberculosis tienemala fama,esunaenfermedadqueavergüenzaycreadistanciaentrelagente.CallóaldarsecuentadequehablabasobrealgoqueelmismoDavidsentiría
tal vez, por tener enferma a su esposa, pero el teniente no pareció sentirsemolesto.—Lasreglassonnecesarias—selimitóadecir—.Esunacuestióndeorden.Anduvieron largo trecho atentos a cualquier señal humana y también a las
trampasquelasviejassendas,angostadasporlosmatorrales,podíantenderaloscaballos.—Másnoshubieravalidounpardemulas—observóJulianadesesperanzada.En la oscuridad colmada de aromas inquietantes, la voz de la joven sonaba
confiadaalosoídosdeDavid.Élabríalamarcha,mirandohaciaunoyotroladoenbuscadeseñalesquedelataran lapresenciadelpacientehuido.Viajabanencómodacompañía,yesaproximidadabriópasoaunaconfesióndelteniente.—Notedijelaverdadcuandonosvimosenlacapilla.SiviajéhastaBuenos
Aires,fueconelpropósitodehallarte.Paséportucasadelaciudadyhablécontumadre.LasorpresaleprovocóunrespingoqueespantólamontadeJuliana.Unavez
quedominóalanimal,ellainsistiósobreelasunto.—¿Ymimamátedijodóndeencontrarme?¡Nuncasupenadadeeso!—Meofrecí a llevarun regalode tuabuelaa la familia,paraestaNavidad.
Emilyinsistiómuchoenqueeraimportante.Julianasonrióenlaoscuridad.“PícaraGranny”,pensó,yluegosepreguntósi
suabuelasabríaqueeltenienteestabacasado.EllanuncahabíarecibidonoticiasdeencuentrosfamiliaresenAmherst.Talvezsuabuelasoñabaparasunietaungran amor, o quizá quería que se desilusionara cuanto antes para no seguiresperandoenvano.—Entonces,quisistevermedespuésdetodo.Leentristecíacomprobarquehabíanestadoapuntodeseralgoelunoparael
otro,yquelascircunstanciasadversashabíanfrustradoesailusión.—Muytarde—admitióelteniente—,peronopodíaresignarmeajamássaber
de ti. ¿Acaso puedo esperar que hayas tenido un pensamiento semejante,Juliana?—Nosé.Lafaltadenoticias…Yahorasabertecasado…Pormásquehayas
prometidocuidara lahijade tusuperior inarticulomortis,me resulta extrañotodoesto.Elsilencioquesiguióasuspalabrasledioladimensióndeldolorquedebía
sentirelhombrealescucharlas,ycomoeralasegundavezqueDavidindagabasobresussentimientos,prefiriósersincera.Detodasformasaquellonopodríaser,ydenadavalíafingir.—Siempreterecordé,aligualqueaIsmael.—Ypercibióunmovimientoen
laespaldadeltenientealoírmencionaralmediohermano—.Peroconeltiempofue tu imagen laqueprevaleció.Creoquenosuniómuchoel conflicto con tupadre.—Ymicarácterdescortés.—Eso también—reconoció ella sonriendo—, porque pude comprender las
razones.—Todocuantohacesvaprecedidodeunaentrega.Eresadmirable,Juliana.La joven calló, pensandoque tal vez hacíamal en ser tan comprensiva con
todoelmundo,pueslatomabancomosamaritanaynocomounaposibleesposa.Siesocontinuaba,sucorazónserepartiríaentrelospacientesynoquedaríasitio
paraelamor.Continuaron al paso por entreveradas sendas ymatorrales, hasta queDavid
supoqueera imposiblehallar aLuisMorándurante lanoche.Esaconvicción,sumadaalcansancioquedetectóenJuliana,lodecidieronahacerunalto.—Debemosaguardaraquelosanimalesserepongan—dijoconautoridad.—¡Ledaremosventaja!—protestóJuliana,altiempoquesesobabalaespalda
acalambradaporlacabalgata.—Yalatiene.Ynoganaremosnadacayendoporunbarrancoodeslomandoa
loscaballosenunatravesíadescabellada.Acampemos.Era una idea audaz, pero a esa altura habían dado muestras de suficiente
audacia como para echarse atrás. Juliana desmontó y palmeó el anca de sucriolloparaanimarloapastarentrelasrocas.Davidhizootrotantoycaminóenderredorprocurandohallarunclarodondecobijarsealamparodelanoche.Unosmetrosmásarriba,descubrióunacuevanaturalqueofrecíaunsitioplanoparaarrimarse al fuego.Había llevado el capotemilitar y unamanta enrollada quesiempreloacompañaba.ExtendiólamantayechóelcapotesobreloshombrosdeJuliana.—Siéntate.Yofumaréuncigarro.—Creí que tu vicio era tomar rapé —le contestó combativa, al verlo tan
tranquilomientrasellabebíaansias.Labúsquedadelpacientequeporsuculpahabíahuidoylasconfidenciasdeltenientelecarcomíanlosnervios.—Ahoratengomásdeuno.El humo del cigarro se expandió en el aire fresco y brindó a Juliana una
sensación de bienestar. Su padre fumaba a veces esos cigarros cuando seencontraba pensativo en su despacho, y el olor característico se filtraba por larendijadesupuerta, inundandoelvestíbulo.Sumadreentoncesacudíaconunabanico para demostrarle que no aprobaba el humo dentro de la casa. EsosepisodiosacababanentrerisasquedistraíanaFranciscoBalcarcedelhumorquellevaba. ImaginóqueDavid también se hallaría de un talante huraño, con unaesposaenfermayenmediodeunaaventurainesperadaconlamujerqueéldecía
haberañoradotanto.—Lamentohabertecomprometidoenestalocura—ledijo.Davidsevolvióhaciaellaconunaexpresiónentredivertidaymalévola.—¿No es lo que haces siempre, pequeña? Confieso que he extrañado las
locurasdesdequevolvídelafrontera.Mividahasidomonótona,adecirverdad.Creíqueodiabaelejército,peroluegodehacertecasoyvolverparacerraresecapítulo,entendíquehabíasidoimportanteparamí.Nomearrepientodedecirque estuve en el Séptimo de Caballería, aunque haya cometido actosvergonzososalgunavez.Tambiénloshuboheroicosymequedoconesapartedelahistoria.Lavidadecivilmeofreciólaoportunidaddeseguirelcaminodelamúsicay tambiénmealegra,aunqueningunodelosdosmedio todavía lapazquemiespíritunecesita.LapredisposicióndelhombreahablarllevóaJulianaaindagarmássobrelas
razones de David para casarse con una mujer que al parecer no amaba losuficiente.—¿YChloecompartetuamorporlamúsica?Eltenienteapagóelcigarroconlosdedosysesentóalladodelajoven.—Metemoquenosonmuchaslascoincidenciasconmiesposa,peroodiaría
criticarla.Sihayalguienculpabledelrumboquetomaronnuestrasvidas,esesoyyo.Nadiemeobligóanada,decidíatarmeaunamujersóloporserlahijademisuperior y por creer que la otra que seguía palpitando enmimenteme habíaolvidado.¿Porquénointentasteescribiralgunacartatambién,Juliana?El entorno agreste impedía que el roce de sus cuerpos resultase ofensivo,
parecíanaturalqueenaquellaoscuridad,alejadosdelavidasocial,compartiesenintimidadessinpreocuparseporlasconvenciones.Julianarecordóderepenteelencuentro furtivo con Ismael en el bosque helado deAmherst, donde supo elsignificadodelaLunaLarga,ypensóqueDavidnohabíaparticipadodeaquellaceremoniasecreta.Sintiólanecesidaddecompensarlo.Quizáesafueralaúltimaocasión.—EstaNavidadserádiferentedelaquetuvimosenelValledelosPioneros—
comenzó diciendo—, pero con la ayuda de Dios puede ser buena para sanartambién. Si tu esposa interceptó las cartas que enviabas, bien hubiera podidohacer lomismocon lasquerecibieses.Denadavale reprocharnoseso,aunquereconozcoqueesperabaalgunaseñalparaescribirte.Quizáasídebieronser lascosas, quién sabe. Todos tenemos que aprender de nuestros errores y seguiradelante.DavidlacontemplabamientrasJulianahablabaconlavistafijaenla lejanía
quepermitíalaquebrada,pordondeelcieloasomabacuajadodeestrellas.Unasemoviórepentinamente.—¡Mira!—exclamó la joven, señalando hacia ese hueco entre las rocas—.
¡Unaestrellafugaz!Hayquepedirundeseo.Davidlatomódelabarbillaparaobligarlaaenfrentarlo.—Yalohepedido.Julianaseinclinóhacialamiradagrisquelaatraíasinremedio.Aquelhombre
habíapobladosussueñoshastaconvertirseenunimposible.Huboépocasenquelecostabarecordarelcolorexactodesusojos,olasensaciónqueleproducíalatristezaenelgestode suboca.Eraelmismoya lavezno loera.EsteDavidMalcolmAmherst era unhombre queno exigía revanchade la vida, sinoqueaguardabaloquevinieseconmansedumbre.UnDavidmásmaduroysabio.Unhombrequesufamiliaencontraríafascinante.Los dedos del teniente rozaron sus labios y con suavidad lograron abrirlos
parapalparlatibiezadesulengua.Unremolinolesubiódesdeelregazohastalagarganta,yJulianacreyóquesedesplomaríasobrelahierba.Elcapoteocultabaelpalpitardesupechoyelruborensusmejillas,peroeraimposibledisimularelarrebatodeatracciónensusojos,queDavidabsorbíacomoaguademanantial.—MipequeñaJuliana,nuncahabráotraenmivida,paseloquepase.El aliento impregnado de tabaco entibió el rostro de Juliana, que
insensiblementeseabandonóalacaricia.—Perdón—murmurólavozmasculina.Y los labios de David ocuparon el sitio que habían dejado sus dedos
momentosantes.El beso desató en la joven desconocidas sensaciones.Había sido besada en
otra Navidad por dos hombres diferentes, y aquella vez no pudo evitarcompararlos ni deleitarse pensando en uno y en otro, hasta confundir en unaespeciedevértigolosrecuerdosqueafuerzadeperdercontactoconlarealidad,acabaron siendo incorpóreos.Estenuevobesodel tenienteAmherstnada teníade irreal.Eraaudazydescarado,entrabaensu intimidadcon la fuerzadeunaemocióncontenida.Julianaseentregóaélconpasiónredoblada.Labocaduradelhombreexigiólarespuestaqueesperaba,laqueduranteesos
añoshabíacreídocierta:queJulianasentíaalgomásqueunasimplenecesidaddeayudarlo.Se llevaría con él esa certeza y sería un consuelo en la aridez de su
matrimonio.Recorrió el interior de la joven con intenso anhelo, guardando para sí la
dulzuradeunabocafrescaquesólohabíaconocidodosbesosensuvida.Algoensuorgullomasculinolollevóadesearquefueraelsuyoelqueperduraraparasiempre.Sesepararon,yelabrazodeltenientesedemoróunpocomásenlacinturade
Juliana.Élhubieraqueridomásdeella,muchomás,peronoteníaderecho.Contristeza,dejóunúltimoycastobesoenloslabiosfemeninosyacunósu
rostroentresusmanosgrandesyfuertes,másdemilitarquedepianista,antesdesoltarla.Julianasesentíaabochornada.Suconductaeradeltodoimpropia:besabaaun
hombrecasadoyalentabaesperanzasenotro.¿Quépasabaconella?¿Adóndehabía ido a parar la enseñanza familiar? Tal vez no sería nunca una buenamédica,sinolograbaecharaunladolasapetenciaspersonales.Esepensamientodeformósuexpresiónconunamuecadeangustia.—Porfavor,nollores.Hesidounbrutoalforzarte,nodebí…Julianaalzóunamanomientrasconlaotraserecomponíaelcabello.
—¡Basta!—exclamóimpetuosa—.Novoyaacusaraotrosdemispasosenfalso.Tehebesado,ydebocargarconeso.—Tampocoesparatanto—protestóél.—Lo es porque estás casado, tu esposa es mi paciente, y yo soy una
desvergonzadaque ignora losdeberesmáselementalesdemiprofesión.Quizádebarenunciaratodoyaprendercosturaconlaamigademimadre.Esa afirmación provocó una sonrisa en el teniente, que ya estaba
acostumbrándose a los arranques de Juliana. Ella solita se componía ydescomponía.—Amínomepareceunbuendestinoparaunamujercomotú.En tu lugar,
antesquecostureramevolveríajinetedecaballería.Julianalomiróconencono.—Teburlas.Élrozóconelíndicelanarizpecosadelaenfermera.—Sóloquierovertefeliz.Yesehasidomideseo.Elbesotelorobéparamí,
yosoyelladrón.Juliana permaneció silenciosa. La luna, que en ese momento se decidió a
reinarenlanoche,habíasidolaúnicatestigodesufalta.Sejuróserotravezlaestudianteaplicadaquesefijabametasyprometióensufueroíntimoquenadaladesviaríadeeserumbo.—Tenemos que buscar al señorMorán—dijo, incorporándose—.Es lo que
nostrajohastaaquí.—Cuandoclaree—repusoinflexibleDavid—,asíveremosmejorlashuellas
delcamino.Juliana estuvo a punto de replicar, pero en su fuero interno sabía que él
llevabarazón.¡HastaLuisdebíadehaberacampado!Eramásprudenteaguardarelalba.Ellanopegaríaunojo,asítendríatiemposuficienteparaarrepentirsedesuspecados.Eltenienteencendióunafogata,extendiólamantadecampañaenelsitiomás
confortable que encontró, y condiscreciónpermitió que Juliana se acomodase
bajoelcapoteasuplacer.Habíanllevadoaguayunpaquetedeyerbasvarias.—Prepararé unpocode ese brebaje que aquí llamanmate cocido—repuso,
con la intención de levantar el ánimo de la joven. Odiaba ser la causa de subochorno.Ymientraslealcanzabaeljarrohumeante,leofreciógalletasdelacocinadel
hospital.—Tambiénrobéestas—ledijoconunguiño—,yanotengoredención.Julianatuvoquesonreírunpoco,puesportemperamentosiempregozabade
unabuenachanza,aunqueevitódirigirlelapalabradurantelanoche,hastaqueelsueñolavenció.Peseasupropósitodehacerlavigiliadurmióprofundamente,conlacabezaapoyadaenlasmangasdelcapotemilitarqueolíaatabacoyalaesenciamasculinadelteniente.David montó guardia a la entrada de la cueva. Una a una fueron
desapareciendo las estrellas, a medida que el alba se anunciaba. La claridadlúgubre se esparció por sobre el filo de las cumbres. Acodado sobre el sueloarenoso,Davidbebíasutéymeditabasobreelfuturoqueleesperaba.PensóenChloe, que aún estaría dormida, ignorandoque su esposo pasaba sus horas devigilia conotramujer, y tomó ladecisiónque sabíamásdolorosa. ¡Vaya si losabía!Eraimperioso,sinembargo.Unavezquehubiesenhalladoalprófugo.En lugardedetestaraLuisMoránporhaberseenamoradodeJuliana,sentía
gratitudhaciaélporquesuaccióndescabelladaleshabíapermitidosincerarseycalmarlosrencoresquelaausenciadenoticiaspodríahaberalimentado.JulianaBalcarceeraunamujerlibreparaejercerlamedicina,casarseotomar
loshábitossilodeseaba.Élno.MientrasChloeviviera,ysilavidalosmanteníajuntos,aélletocabavelarporsuesposa,quenohabíatenidolafortunadesanarsualma.Nisiquieraelalbaqueasomaba,rosadayresplandeciente,eratanclaracomo
supensamientoenesosmomentosdequietud.Bebiódeuntragoelúltimosorboquelequemólalengua,yapagóelfuego.
—Pequeña —dijo con voz queda para evitar sobresaltarla—. Hay queemprenderelcamino.Yenesafraseestabacontenidatodalaesenciadeaquellanoche.
El cascabel de un cencerro en las alturas acompañó a Luis durante sudescenso. Un rebaño de cabras marchaba en fila por el risco, y tras ellas, lafigura empequeñecida del pastor pisaba sin miedo las rocas que la laderadesprendía.EsaimagensencillaycotidianadespertóenLuisunansiatremendade volver a ser el niño que era, confiado en que la vida le proveería de lonecesario. Apuró el paso para dar por fin un respiro a su caballo, y desde elúltimotramoavistóadosjinetesqueibanensudirección.“Al final, el desafío de cabalgar no fue sólo conmigo”, pensó entristecido,
pero de inmediato la fuerza que aquel cura había sembrado en él vino en suauxilio.—Si no puedo amarla, al menos podré quererla —dijo en voz alta, para
convencerse.A lo lejos, la doctora y el teniente hacían una espléndida pareja: él con su
portearroganteyellaconsuaudacia,que lahabíaempujadoa seguirlocontratodaprudencia.Elhombrecargabaconunaenferma,peroDiosacomodaría lascosas,pensó
Luis.LaentrevistaconelpadreBrocherolohabíadotadodeunavisióndistinta.Sin
atinar a saber la razón, se sentía como el jote, volando alto, captando todo almismotiempoconunamiradaagudaycertera.Taloneóalcriolloparaqueellosloviesenyasíevitarleseltramodesubida.—¡Allá!—exclamóJulianaentusiasta,ytambiénellaacicateóalcaballopara
apurar el encuentro. En su corazón había temido que al sentirse desahuciado,LuisMorán hubiese cometido una barbaridad. Le devolvía el alma al cuerpo
verloasalvo,montadoenunodeloscaballitosdelvalleyviniendohaciaella.Habíatenidosusmotivosparahuir,perosuregresosignificabaarrepentimiento.Yledebíaalgunasexplicaciones.Coneseánimocombativoloencaróalaalturadelosmollesqueorillabanla
sierra.—¡SeñorMorán! Hemos recorrido leguas para encontrarlo. ¿Adónde creyó
queiba?Era inocultable la alegríaqueencerrabanesaspalabrasde reproche,por eso
Luislecontestócontranquilidad.—Habíaunhombreacáenlasierraalqueteníaquever.—¡Nome diga! ¿Y qué clase de hombre se cita con un enfermo para que
chupetodoelfríoposibleyagravesusalud?¡Hadeserunbandoleroinfame!—Yonolollamaríaasí,doctora.—¿Cómo,entonces?DégraciasqueelseñorAmherstyyosupimosdarcon
surastro,quesino,menudoproblematendríamos.—Esosí—aceptócompungidoLuis—,mepesahaberlapreocupado,poreso
volví.—¡Poreso,ynoporeltratamientoquememolestéenindicarle!ElenojodeJulianaibasubiendodetonoamedidaquesualiviosobrelasalud
deLuisMoránaumentaba,pueselminerolucíacasitansanocomoella.Ningúnindiciodefiebreotos,nadadeojerasocansancioevidenteensucuerpo.Sinolohubieseconocidoantes,Julianahabríadichoqueeraunserranoquebajabaparavenderquesoscumbrerosolashortalizasdesufundo.Davidsehabíadetenidounosmetrosatrás,paranointerrumpirelsermón.La
dejódesahogarseunratoyluegoavanzóconparsimonia.—¿Estáustedbien?Luis le dedicó una mirada cautelosa. De cerca, el teniente era un hombre
mayordeloqueélsuponía,yconunafirmezaenlamiradaquelerecordólosojosagudosdelcura,quelotaladraban.—Meestabadisculpandoconladoctora—repuso.
Hubo algo más, un sutil intercambio silencioso entre ambos, como siestuviesendefendiendosus respectivos territorios,oquizámidiendoel alcancedesuspretensiones.—Lo importante es que se encuentre bien, ya habrá tiempo de aclarar.
¿Volvemos?EraindudablequeeltenienteAmherstestabaacostumbradoatomarelmando
yresolvíademanerapráctica,demodoquetantoJulianacomoLuisecharonaandartrasél,alprincipioensilencioyluego,amedidaqueelsolcalentabasusvenas,cuchicheandoalasespaldasdeDavid,quefingíanodarseporenterado.Asíllegaronalvalledondedejaríanloscaballosparacruzarelrío.—Mepreocupémucho,señorMorán—ledijoJulianamientrasDavidquitaba
losaperosquedebíandevolver—.Creíqueestabausteddesesperado.—Asífuealprincipio—admitióLuissintapujos—,yquiseevitarledisgustos
cuandomuriese.Sóloqueahora…—Ycalló, inseguro sobre cómoexplicar elcambioquesehabíaoperadoenél.—¿Ahoranoleimportadisgustarme?Lasonrisadelaenfermeraeralamismaqueélhabíadescubiertoalllegaral
sanatoriolaprimeravez:sincera,invitadora,uncantoalavida.Leparecióqueen aquella sonrisa también se filtraba el mensaje del cura que le devolvió elalma.—Ustednomorirá,señorMorán,confíoensurecuperación.—Serébuenoestavez—prometióél,justoantesdequeDavidpasasejuntoa
ellos.—Meadelantaréparaentreteneralagentemientrasustedesentran—lesdijo,
imperativo y a la vez comprensivo—, y si me veo en problemas, hablaré eninglésdemodoquenomeentiendannada.Julianadedicóaltenienteotrasonrisa,teñidadeunamelancolíaquenopasó
desapercibidaaLuis.“Ladoctoraestáenamorada,comoyo,deunimposible”,pensó.Y también se dijo que lo único que podía ofrecerle eran sus rezos cuando
estuviese en El Tránsito. Si las palabras viajaban entre las cumbres como lohacíaaquelgauchoconvertidoencurayeranigualdeeficaces,algunasolucióntendríasumaldeamores.—Usted escribió un poema —comenzó ella con prudencia mientras
caminabanporlaorilladelríobuscandoelpuente.—Nohagacaso.Avecesmepierdopensando.—Mepareciómuybello.—Gracias,peronosoybuenoeneso,apenassiconsigorimarunpoco.Juliana se detuvo y puso una mano en el brazo de Luis, para obligarlo a
escuchar.—Estuvepensandomientraslobuscábamos,ysemeocurrióalgoquetalvez
le interese. Cuando salga de aquí, me gustaría que conociese un lugar muyhermosoyparecidoaesteenciertomodo.Séquenopodrávolveralamina,lahumedadyelpolvoenelairesonmalsanos,ysinolequedafamilia,conozcoauna que con gusto lo albergará a cambio de un trabajo que usted puededesempeñar comonadie.Este sitioque ledigo tiene sierras también, esbuenatierra y los Zaldívar son grandes amigos de mis padres. Hay caballos enabundanciaysiemprenecesitanpersonasquesepanadiestrarlosocuidarlos.Esdondeaprendíacabalgar.Luis recordó la noche en que admiró su porte de amazona, durante su
escapada.Meditóunosmomentos.Loúltimoquequeríaerarechazarunapropuestatan
generosa,peroeraciertoquehabíatenidootraapenashorasantes,unaquequizácuadrabamejorasuespírituserrano.—¿Quélugaresese?—preguntó,paradarsetiempo.—SellamaElDuraznilloyquedaenTandil,encamposdeBuenosAires.El
aireeslimpiocomoacá,sindudalesentarábien.Ypodremosvernosdetantoentanto,yaquemifamiliapasatemporadasenterasconlosZaldívar.Esa idea le pareció peligrosa, pues consideraba que su sentimiento hacia
Julianatalveznecesitaradeladistanciaparadesaparecerdeltodo,perotomando
en cuenta que tanto una como otra oferta dependían de una curación que noestaba seguro de vivir, resolvió aceptar lo que la doctora le ofrecía con elcorazónasomadoalosojos.—Estará cerca de la ciudad—insistió ella—, y si sigue interesado en tallar
figuras,habráunartesanoquelesirvademaestro.Lomismosidecidecomponerversos,serámásfáciladquirirconocimientosalláqueacá,digoyo.—Esbuenaidea—contestóélconsencillez—,paracuandosalga.Satisfecha, Juliana loacompañóalpabellóndonde intentarían,unavezmás,
queLuis ingresarasinque lasHermanasde laCaridad loviesen,ysin toparseconlarondamédicadelamañana.Despuésdelaaventuravivida,aquelloeraunahazañainsignificante.
EsanocheseríaNochebuena.Sepalpabaenelentusiasmodelasmonjasqueiban y venían secreteando, y en la autoridad con que el padre Antonio
dirigíaelarmadodelnacimientoque,aojosvistas,estabadestinadoaopacaralárboldeNavidad.Habían colocado un canasto demimbre de los que se usaban para guardar
verdurasamaneradepesebre,ylocubrierondehojasypiñasparadarleaspectodegrutanatural.Las figuras talladasporLuisyvestidaspor lashermanascontrozos de telas coloridas ocupaban el sitio de preferencia, alternando concapullos de algodón que representaban la nieve y el frío que, por cierto, allíresultabaajenoyhastaabsurdo.ElcuraadmitióaqueldislateenhonoraJuliana,que le contó del pesebre de su madre en Buenos Aires. Si una maestra ydirectora de escuela tan importante admitía esas incongruencias, ¿quién era élparaoponerse?Despuésdetodo,loprincipaleranlasfiguras,yconellasestabamásquesatisfecho.—Un poco más acá… ¡No, no tanto! Así, de frente, eso es. Ahora, las
guirnaldas.Los regalos, sencillos presentes comprados a las gentes del pueblo que se
apresuraronaacarrearloshastaallíyacobrarlosabuenprecioparaescándalodelasmonjas,seapilabanbajolaramadepinoquelospeoneshabíancortadoparala ocasión.Recostada bajo las luces del vestíbulo, la enorme rama parecía unanimalantediluviano,perolosafanesdelasmonjaslaconvirtieronenunprimordecintas.Elconjuntoerapintorescoytransmitíalaalegríanavideñaquedebíareinar en la época. Salvo por lamelancolía dibujada en los rostros de los quesospechaban que esa sería su última Nochebuena, se vivía en la colonia
climatéricaunespírituanimado.Lucinda, aliviada con el regreso de Juliana y de su paciente favorito, se
pavoneaba entre los huéspedes anunciando que habría sorpresas que sólo ellaconocía.Lamayoría de los internos recibieronpermisopara permanecer en elvestíbulo y disfrutar de los preparativos, y los necesitados de reposo absolutocontaronconsillasparaobservarlotodoalreparodelascorrientesdeaire.—YoibaapasarlasFiestasconmifamiliayalfinaldecidíquedarmeunpoco
más,haciendoclima—decíaunamujerdelgadahastaellímite,queafuerzadepastillasMontagúytónicoyodadomanteníaarayala tosqueladoblabacomohojaseca.Otra paciente, jactanciosa por ostentar gordura en un sitio donde casi todos
perdíanpesodemaneraalarmante,diouncodazoasuvecinodereposera.—Esa—dijoconvozpetulante—perdiólailusiónenelcabaret.Yniegasu
mal,comotodaslasquesueñanconvolverasusarrabales.¡Haciendoclima,ja!Elhombretaciturnodirigiósusojosalamencionadayaprecióqueerajoven,
debonitafigurayrasgosdelicados.Pobreinfeliz.Laexpresión“hacerclima”erausadaporlosquerenegabandesucondiciónyaparentabaninternarseporelairebenéfico de las sierras y no por estar enfermos. Todos lo sabían y, aun así,continuaban hablando como si el otro les creyese. Era su estrategia desubsistencia.Julianahabíadormidopocoaraízdelaaventura,demodoqueabusódelagua
delavertienteparadespabilarse.Suintencióneraquetodoslosinternosgozasendeesanochesinpensarenelmalquelosaquejaba.Tareaardua,puesloshabíade todos los talantes, pero a ella losdesafíos la incentivaban.Había solicitadounaconsultaconel tisiólogode turno, recién llegadoa laestaciónclimatérica.Talvezunaopinióndiferenteaugurasecambiospositivosenlostratamientosdelospacientesquemáslapreocupaban:LuisyChloe.Inclinadosobreunacarpetaenlaqueseñalabadatosconunlápiz,eldoctorla
aguardaba.Elconsultorioerauncuartobienventilado,conunaventanaquedabaal jardín y que por orden de la doctora Grierson también se adornaba con
macetas de flores que alegraban la vista. Al ver el rostro del nuevo médico,Julianasintióunapunzadadealarma.Eraunhombredeojilloshundidosquelosgruesosvidriosdesusgafasachicabanmásaún,conuntonocerúleosimilaraldelosenfermos,yunbigotefinoqueleotorgabafisonomíadecalavera.Lajovensintióporéluninmediatorechazo.—Así que es usted la practicante interna de Buenos Aires—la saludó sin
ningunasimpatía.—Sí,doctor,porinvitacióndeladoctoraGrierson.Aquella aclaracióndespertómás encono en elmédico, que sin dudaodiaría
toparseconmujeresenelámbitocientífico.Guardóel lápizenelbolsilloy leindicóquesesentara.—Estuverevisandolasplanillas,yhaymuchoscasosmalatendidosaquí.Julianasepusoenalerta.—EldoctorRodríguez…—Nomerefieroaldirector,sinoalosmediquillosquepululansinsaberbien
quéhacer.Haymétodosnuevosenmateriadetuberculosis,ynosehanpuestoenpráctica.—¿Quétipodemétodos,doctor?—Elneumotórax,porejemplo.Se inyectaaireen laspleurasyesoalivia la
consunción.Hechoconciertafrecuencia,esuntratamientoefectivo.Afuerzadelecheyhuevos crudosnovamos a ir a ningunaparte.Muchomenos con esosmejunjesquehevistoenlabotica.Lacirugíaesunmétodomásradical.—EnElMonitordelaEducaciónComúnsehaceénfasisenlarecuperación
fisiológica,doctor,yoheleídosobreampliareltóraxconejerciciosyaumentardepesoparafortalecerelcuerpo.JulianaaludíaalarevistaquehabíafundadoSarmientocomosuperintendente
general de Escuelas y que publicaba artículos de educadores y hombres deciencia. Al ser hija de una educadora, estaba al tanto de esas novedades. Lamencióndedichasteoríasdesatóotroraptodefuriaenelintransigentemédico.—¡Pamplinas! Son conceptos que atrasan la ciencia. Hoy existen prácticas
alejadas de este cuento de la tuberculosis como mal del alma. ¡El alma noenferma,sóloelcuerpo!SemejanteafirmacióncausódisgustoenJuliana,convencidadelaimportancia
de conservar en equilibrio el organismopara lograr la armonía de la salud.Elcriteriodelnuevodoctordabapor tierracon todo loqueellacreíayafirmaba.Estemédicoextirparíaunpulmónsindudarlo,contaldeacabarconlaslesionestuberculosasqueloafectaban.Julianaseloimaginórecorriendolospabellonesconunescalpeloyseleerizóelvellodelanuca.—Ustedveníaparaconsultarmealgo,¿noescierto?—laapuróél.Lajovencarraspeóparadarseánimoycomenzóaexplicarlosdoscasosque
lapreocupaban,unoporlagravedadsobrevinienteyelotropornoresponderalcuadrotípicodesucondición.Elmédicomiróambasfojasymoviólacabeza.—¿Espobredesolemnidad?JulianasupoquehabíanotadoqueLuisMoránestababecado.—Esunhombresoloquevivíaenlamina…—¿Peroespobredesolemnidad,osólopobre?Paralospobrescomunes,sino
puedenpagarciertatarifaestánlosdispensarios,adondeellospuedentrasladarsedesdesuscasassinocuparunsitioreservadoacasosextremos.—El señorMorán llegó hasta aquí por ser considerado “caso extremo”—
porfió Juliana, y en breves palabras le contó que no ofrecía los síntomashabitualespesealosanálisisdeesputoqueindicabanlapresenciadelbacilo.—¿EsteMoránes…—yelmédicoleyóconmásatenciónlaficha—…indio,
porcasualidad?—¿Quétieneesoquever?—Señorita, permítame explicarle algo muy simple pero determinante: las
razasposeensuspropiasdebilidades,yessabidoquelosindiossonpropensosalas del pulmón. Es lamentable decirlo, pero así es como se purifican lassociedades,eliminandoalosindividuosqueposeencarácterdegenerativo.Eldelseñor Morán es un caso cerrado para mí. Ni siquiera intentaría practicarle
cirugía,seríamalgastaresfuerzosenunmoribundo.—¡Estámásfuerteysaludablequeotros!—sehorrorizóJuliana.—Es por su constitución física, pero sin dudamorirá. El caso de la señora
Amherstesdistinto.Comomujer,tienenaturalinclinaciónabeberpocaaguayaalimentarsedemododeficiente.Esosinmencionar lascrisisnerviosasquesinduda sufre.Así y todo, esunapacienteparticulary si deseapermanecer en elsanatoriotodalavida,nopodemosimpedírselo.—¿YquétratamientoprescribiríaparalaseñoraAmherst?—inquiriólajoven
mordiéndoselalengua,quepugnabapordecircosasdelasquesearrepentiría.—Antetodo,obedienciayningúnafán.Lasmujeres,al igualquelosindios,
tienen sus propias debilidades. La señora Amherst es rica, y su mal estaráagravado por un temperamento apasionado y neurasténico. Si se sometiera almarido, ganaría mucho en salud, aunque no descarto aplicarle prácticasincisivas.Juliana pensó que aquel médico debía de haberse endurecido tanto con la
vecindaddeldolorquenocabíaenéllacompasión.Ysuideadeencasillaralosenfermos según su sexo o su sangre le resultó repugnante. La Santa Cruz deLorena había salido perdiendo con el cambio de tisiólogo, pero ella no podíadesobedecer las órdenesmédicas, amenos que hiciese figurar esa falta en suexpedientedeinterna.Salió de la consulta con las mejillas encendidas de ira y así la encontró
Lucinda,queibaensubusca.—¡Aquí estás! Quería decirte que las hermanas se rehúsan a los fuegos de
artificio. ¡Con lo que costó conseguirlos! ¿Por qué no intercedes ante ellas,Juliana? ¿Qué te pasa, qué ocurrió? —se cortó la joven al ver el semblantedescompuestodesucompañera.—Acabo de escuchar cosas horribles, Lucinda, cosas que ningún médico
honestodeberíadecir,yestamosdemasiado lejosde ladoctoraGriersoncomoparahacerlesaberqueelnuevo tisiólogoesunhombre inhumanoycausará lamuerteanticipadademuchospacientes.
—Juliana,measustas.¿Quéestásdiciendo?Lajovenlerevelóeldiálogosostenidoconeldoctor,yLucindahizograndes
aspavientos,comosipudiesepropinaralgunosgolpesqueenderezasenlacabezaaesesujeto,quemalpuestalatenía.—Querida—la tranquilizó—, hoy esNochebuena, y elmaldito nada podrá
hacerparacambiarlascosasenestosdías,asíquenotelotomesalatremenda.Consuerte,resbalaráenlasescalerasysepartirálacrisma.—¡Lucinda!—Yasé,yasé.Esonovaaocurrirdetodosmodos.¿Porquénoesperasaque
paseNavidadypidesaudienciaconalgúnotromédico?—No,Lucinda,debemosactuardeinmediato.Tienesrazónenquenihoyni
mañana habrá cambios, pero hay que anticiparse a los movimientos. Por lopronto,iréahablarconeltenienteAmherstparaquesaquedeaquíasuesposa.Élpuedesalvarla.EncuantoalseñorMorán,lehiceunaofertaque,envistadeloqueacabodesaber,nopodrárechazar.¿Puedescreerquelohadesahuciadoporserindio?Lucindaabriógrandelaboca.—¿Esindio?—Es probable, y el doctor dice que los indios son sensibles al bacilo de la
tuberculosisynadasepuedehacerparasalvarlos.¡Yquenovalelapena!LafuriadeJulianaevitóqueLucindadijesequeenefectohabíaleídoalgode
untalMateoFranceschi,médicoenlafrontera,acercadelafaltadehierroenlapampa y el escaso valor nutricio de la leche materna en las indias. Se habíaextendido la ideadeque“los indiosdeRoca”,comose llamabaa loscautivosque llegaron a Buenos Aires, carecían de anticuerpos. Tuvo el tino de nocomentaresosdatosaJuliana,queechaballamaradasporlosojos.—¿Qué haremos con los fuegos de artificio? —aventuró en cambio, para
eludireltema.—¡Explotarán!—exclamó Juliana, y salió rumboal pabellóndonde estaban
losAmherst.
La luna resplandeciente emergió de las crestas oscuras.En esa claridadqueteñía de azul la noche, una sola estrella parpadeaba, recordando el nacimientodelSalvador.La colonia climatérica también brillaba, con sus bujías encendidas, sus
ventanales abiertos para recibir el perfume de azahares y la pequeñamultitudreunidaenelvestíbulopresenciandolamisaqueimpartíaelpadreAntonio.Lashermanashabíanimprovisadounaltar,afindequetodossinexcepciónpudiesenescucharel sermónycomulgar.Ningún lugarmásapropiadoparaestarenpazconDiosqueelsanatorio.Elbuensacerdotenopudoconsugenioydespuésdelosvillancicosensalzó
lasfigurasdelpesebre,presentándolascomola“misteriosaobradeunartesanoprodigioso”.AJulianaleparecióunbuenmomentopararevelarlaidentidaddelartista,de
modo que a toda prisa se acercó a Luis, que se hallaba desprevenido, ytomándolodelamanolotironeóhaciaadelante,dondetodospudieranverlo.—Padre,esunmilagroqueentrenosotrosseencuentreelautordelasfiguras.
DiosquisosindudaqueloconociéramosenestaNochebuena.EselseñorLuisMorán.Ylomiróradiante,anteelestupordelcuraydelahermanaIsaura,quenose
habríaatrevidoatanto.Luisenmudeció,contodoslosojosfijosenél,muchosnotandosuexistenciaporprimeravez, incómodopor llamar laatenciónyalgoamoscado con la doctora, que lo había embromado sin aviso. El ruido de losaplausosenaumentoledevolviólaconfianzaypudocorrespondera lasonrisadeJulianasinreservas.El padre Antonio descendió del improvisado púlpito para felicitarlo y le
estrechólamanosindescanso,mientrasleproponíafuturasobrasparalacapilla.Entreloscomentariosylosbocadillospreparadosconesmeroparalaocasión,
sinolvidarlanormadelascomidasricasenhierroygrasas,transcurriópartedela noche festiva, hasta el momento de repartir los regalos, que no llevabannombre sino que eran elegidos al azar. Había cestos de mimbre, pantuflas,turronesdemieldechañar,mantillastejidasalcrochetyeneltelar,sonajerosdepezuñas, dulces caseros y hasta una vieja armónica oxidada que despertó lasrisasdetodos.Muchosintercambiabansusregalosaldescubrirquenoerandesusexoni de su tamaño.Unpaquetepequeño llevaba el nombrede Juliana, y alabrirloellaencontróunapulseradealpaca,sindudaadquiridaenunnegociodelpueblo.Porinstinto,susojosbuscaronaltenienteylohallaroninstaladojuntoasuesposaenelrincónmásalejadodelvestíbulo.En lavisitaprecipitadaque leshizoparaaconsejarlesquepartiesen loantes
posible,Davidsemostrómuyserioyhermético,comositambiénélsehubiesearrepentido de la intimidad compartida. A pesar de que eso resultaba lógico,Julianasesintióherida.ApenasrelatósudiálogoconelmédicoyseaseguróquetantoélcomoChloeentendieranqueeramejorbuscarotrodestino,seretiródelpabellóncontristeza.EsperabaquelafiestadeNochebuenaatenuaralaaridezdeeseúltimoencuentro,peroDavidyChloesemanteníanajenosalbullicio,y laactituddelamujererahostil,comositodoaquelloleresultaseofensivo,aunquecada vez que el esposo le dirigía la mirada, ella le obsequiaba un sonrisacomplaciente,enabiertodisimuloqueJulianapudocaptarmuybien.—Ustedmeganó,doctora,noenlacarrerasinoenlapulseada—dijounavoz
familiarasulado.LuisMorán lamirabaconpicardíamientras sosteníauncanapéen sumano
morena.Julianadecidióolvidarsudesazónycompartirlapequeñafelicidadquedesegurosentíasupacientefavoritodespuésdetantoselogiosinesperados.—Tengo mis recursos —le respondió juguetona—, y soy buena para los
secretos.Séguardarloshastaelinstantejusto.Semerecequeconozcansuarte.Ydigaquenomeaniméaproclamarquecomponeversos,quesino…ALuislecambiólaexpresión.—Esono,doctora,hastaahíno.
Julianaseechóareír.—Tranquilo, que no soy chismosa, pero las figuras del pesebre no podían
quedar sin dueño, hubiese sido una injusticia. ¡Y el padre Antonio quiereemplearlo!EsavezfueLuiselquerioconganas.—Esbuenosaberquehayotrostrabajosapartedelamina.Julianasepusoseriaderepente,alrecordarloocurridoenlaconsulta.—Luis,yasabeque lapropuestade iraElDuraznilloescierta,peroquiero
que sepa algo que no le dije antes porque acabo de descubrirlo. El nuevotisiólogoesunhombrequenocreeenelfortalecimientodelcuerpoyelespíritucomoelanterior.Yanopromoverálascaminatasalairelibrenilostónicos,puesespartidariodetratamientosdrásticos.Además—ybuscólamaneraelegantededecirlo—,decideaplicaresostratamientosaciertospacientesyaotrosno.—Y yo soy becado —asumió Luis, creyendo que por ser pobre no se
esmeraríanconél.Julianaprefiriódejarloenesacreencia.—Yavecómoesciertagente.Lainstrucciónnoablandaloscorazones,pero
noseaflija,queapenaspaseNavidadmeocuparédegestionarelviajeaTandil.Yo misma pediré un relevo, pues he decidido terminar mis estudios lo antesposibleenBuenosAires.Omitió decir que cuando él y David se fuesen de la colonia, se sentiría
demasiado tristeparacontinuaralejadadesu familia. Julianaeraunmanantialquenecesitabadesbordarseporcaucesquelacondujesenalamordelossuyos.—Primeromegustaríavisitaraesebandidodelasierraquelecomenté.—SeñorMorán,simeestátomandoelpelo…—Hablo en serio, doctora. Es un buen hombre y me ofreció su casa para
cuandoquiera.—¡No puedo permitir que corra riesgos! Lograremos el altamédica, con la
condicióndeseguireltratamientoenunsitioadecuado.Ustedpuedeseruncasocrónicodelosquesobrellevanlaenfermedadsinpadecerla.¿Losabe?
ALuisledivertíaelenojodeJuliana,erasupequeñavenganzaporelapurónquelehabíahechopasar,peroalfindecidióconfiarlesusecreto.—Ese hombre que le digo es el señor Brochero, el cura de las sierras. Yo
nunca lo había visto, sólo escuché hablar de él. Dicen que hizo escuelas ycaminos, y que ablandó hasta a los tipos más duros. Me lo encontré cuandoacampaba y estuvimos conversandomucho.Me hizo bien, doctora, casi tantocomosusremedios.Creoquepuedoayudarloensumisión,yalsentirmeútilmevoyacurarunpoco.Julianaescuchabasindarcrédito.¡ElpadreBrocheroeraentonceselmismo
delquehabíahabladolahermanaIsaura!Unpersonajeapreciadoportodosenlaregión,aunsinhaberloconocido.¡YLuisMoránselohabíaencontrado!Porélhabíaregresadoentonces.DesigniodeDios,sinduda.—Entonces,mipropuestadeTandil…—Queda para cuando vuelva—la atajó Luis—, si sigue en pie y ustedme
dicecuándo.Julianamiró alminero a los ojos y vio en ellos tanta entrega a la voluntad
divina,talgradodeconfianzayaceptacióndesudestino,queestuvoapuntodesoltar lágrimas delante de él. En cambio optó por abrazarlo, en un súbitoarranquedeemoción.Luistuvoelimpulsoderetrocederpormiedoacontagiarla,perolosbrazosde
la doctora eran fuertes y el perfume de su cabello bajo la nariz le impidióalejarla.Poruninstante,gozódelcontactofísicodeaquellamujerextraordinariaquelehabíadevueltolaalegría.Paraél,aquellaNochebuenahabíaobradounmilagro.Elestampidolosseparóyduranteunmomentonosupieronquéocurría,hasta
queJulianaexclamó:—¡Sonlosfuegos!Salieronalporche,dondetodosalababanlasexplosionesseguidasdelluvias
de luces, y se unieron al coro de gritos y aplausos. Juliana cerró los ojos confuerzayrememoróelcuentodelosduendesdeNavidadquelerefirióladoctora
Grierson.¡Ojaláellosescucharansuruego!Nadie prestaba atención a los rezongos del padre Antonio, que sacudía la
cabezacomosiaquellasgentesnotuviesenremedio.—¡Québarbaridad,enlafiestadelSeñor!Tierradesalvajes…
Davidcontemplabalosfuegosdeartificioconmezcladepenaysimpatíaporel regocijo de aquellos pacientes que por unas horas olvidaban su miserablecondición.Suesposa sehabíanegadoapresenciar lamisay apenas accedió apresenciarlosfestejos.Sehabíacomportadomáscaprichosaquenunca,ysóloelrecuerdodesuinterludioconJulianadulcificóelánimodelhombreyleimpidiódiscutirconella.Cuandolajovenacudiósofocadaadecirlesquelesconveníamarcharsedeallí
rumboaunsitiodondeseledieseaChloetratamientomásacordeasuestadocrítico, él ya tenía decidido llevársela a Suiza. Conocía la existencia de unsanatoriomodeloenlosAlpesqueobrabamaravillas,ysibiennoteníaquejasde la SantaCruz deLorena, sabía que para su esposa sería una buena noticiadejaratráslatierradondevivíalamujerqueélamaba.Yanoquedabansecretosentre ellos, sehabíandicho todocuanto eraposibley estaba claroque lavidajuntoaChloeeralaúnicaquecabíatener.Observóelcabello rojizodeJulianaa ladistancia, relucientebajo la luna,y
viotambiénelgestoafectuosoquetuvoconelmineroenfermo.Asíeraella,poresolaamaba.Y quiso formular una promesa en lomás íntimo de su ser, una que Juliana
jamás conocería y que tal vez nunca podría cumplirse. Porque de algo estabaseguro: esa Navidad en el sur del continente había cambiado su vida parasiempre.—Quieroirarriba.Chloe,queexigíasuatención.
—Vamos,querida.Supongoqueestaráscansada.—Esteambienteesinsufrible.Parecequeestuviéramosenunmanicomio.No
veolahoradepartir.¡Hastalosoloresmelastiman!ElesfuerzodeChloeporlevantarlavozleprodujounaconvulsiónqueacabó
en arcadas y un vómito de sangre.Atónito ante la recaída,David pidió a unahermanadelacaridadquepellizcabadulcescercadeellosquellamasealmédicoyalpadreAntonioconurgencia.—¡No!—bramóChloeconelrestodevozquelequedaba—.Nolosquiero
cercademí.¡Losmaldigoatodos!¡Atitambién,yaesaperdidadepelorojo!Mientraslamonjaescuchabaparalizadalatemiblemaldición,Chloetuvoun
espasmoyotrovómitoquelasumióenlainconsciencia.Davidlalevantóenbrazosygritóalareligiosa:—¡LlamealaenfermeraJuliana,pronto!
LamañanadeNavidadcoronabadenubeslacimadelassierras.Elcieloserevistió de un brillo acerado y las chicharras acunaron con su canto el
despertar de la modorra provinciana. En el sanatorio las tareas habíancomenzado tarde, pues muchos pacientes pagaban el precio del festejodurmiendomásosintiéndoseagotados.HacíaratoqueJulianaacompañabaaChloeensucrisisdeestertores.Apenaslabuscaronparadecirlequelaesposadel tenientehabíasufridouna
conmoción,dejó la fiestaparaacudira todaprisaalpabellónMuñiz,encuyospasillossemultiplicabanlosecosdelastosesbrevesysecas,síntomainnegabledelmal.Al verla tendida inmóvil cual estatua de alabastro, con susmanos cruzadas
sobreelregazoenungestodeoraciónajenoaella,Julianahabíacreídolopeor,peroluegovioquelaspestañasletemblabansobrelospómulosyqueloslabiosdescoloridosmurmurabanincoherencias.Davidla traspasóconunasúplicaenlosojos.QuefuerapiadosaconChloe,
queríapedirle.Sino sehubiese tratadodeuna situacióndramática, ellahabríareaccionado ofendida por sospecharla capaz de ser insensible ante unamoribunda.La esposa del teniente seguía viva, y lo peor de su crisis había pasado,
dejándolaexhausta.Lahemoptisis tan temidasehabíapresentado juntocon larespiracióncrepitante,yfueprecisoaplicarleventosasenlaespaldaeinyectarleclorhidratodeemetinaluegodequeelmédicoadvirtiesealauscultarlaunsoploqueponíaenpeligrosuvida.Davidacompañólavigiliaencompletosilencio.Seacercóatomarlamanode
su esposa varias veces, y depositó un beso en la frentemarmórea cuando ellaabriólosojos.Julianacumplíasupapeldeenfermeraconeficiencia.Dirigióunamiradaaltenientecuandodebióalejarse,paraindicarlequeestuvieseatento,ylededicóunasonrisaalnotarqueChloecomenzabaarespirarconnormalidad.—Haterminado—ledijo,aliviada.Élclavósusojosenlosdeella.—Graciasati.—Almédico,másbien.Yoaúnnolosoy.—Estoysegurodequenohabríapasadolanochesinohubiesesvenido.Sin responder a eso, Juliana se asomó al barandal en procura de sol y aire
fresco. Notó ruidos bajo el balcón y descubrió a tres o cuatro hombresharapientosquelamirabantambién,mudosyexpectantes.—¿Quédesean?Luegodeunossegundos,unodeelloshablóenrepresentacióndelosdemás.—Perdoneusted,señorita,estamosviendosi…Queremossabersiencasode
quedarsindueñoalgunaropita,oenseresquenoprecise…laenferma,digo.CayóJulianaen lacuentadequeaquellospobres infelicesacudíancadavez
que se corría la voz de alguna muerte, para ver si podían aprovechar laspertenencias del difunto.Y lo hacían con rapidez, pues era regla del sanatorioquemarlasparaevitarelcontagio.Elloserantanpobresqueniaesotemían,contaldedisponerdealgo.Conmovidahastalomáshondo,respondióentonobajoparaevitarserescuchadadesdeadentro.—Laseñoraestábienahora,peropasenporlapuertadeatrássinecesitanpan,
carneoleche.Elhijodelcocineroesmiamigo,lediréquelesarmeunpaquete.Se volvió para decir a David que los dejaría solos un momento, pero el
tenienteseadelantóasusdeseos.—Iréyo.Amínadiemenegaránadaypuedoinclusodarlesdinero.Quédate
conChloe.Porfavor.Loviocerrarlapuertaysesumergióenladesazónmásprofunda.Ellazoque
laatabaaDavidAmhersteratanfuertequesuausencialedejabaunhuecoenel
corazón.
—Juliana.SesobresaltóalescucharlavozdébildeChloe.Laenfermalamirabaconuna
lucidez extraña en los ojos,más brillantes y oscuros después de los cuidadosrecibidos.—SeñoraAmherst,sesientebien,¿verdad?Nosdiounbuensusto.—Rechacélossacramentos—murmuróChloe.—¿Cómodice?¿VinoaverlaelpadreAntonio?
—Yoloimpedí.Noqueríaveranadie.Austedtampoco—agregó,mirándoladereojo.—Sé que los médicos y enfermeras no somos compañía grata, pero sí
necesaria.—Porfavor,noseaamableconmigo.Acabodemaldecirlayprefieropagarmi
deuda.Tamaña confesión dejómuda a Juliana.David nada le había dicho sobre lo
ocurridoantesyellaencontróaChloecasienagoníacuandollegóalpabellón.Saber que aquellamujer enferma le había deseado elmal le produjo un dolorinexplicable.—Mañanamiesposopediráuntransporteparasalirdeaquí.IremosaBuenos
AiresyenunvaporaEuropa.—Losé,serálomejorparausted.—Quieroquesepaqueanochesentíunaespeciedemuerte.—Sedesvaneció,porquelahemoptisis…
—Porfavor,déjemeexplicar,nomequedamuchavoz.Julianacallóysesentóeneltabureteasulado.Chloerespirólomáshondoquepudoyfijandolavistaen el cielorraso, comenzó a contar lo que debió de haber pensado una y milvecesantesdedecirloalamujerquesuesposoamaba.—AnochelavienlafiestayvitambiéncómoDavidlamiraba.Tuvecelosy
envidiaporqueéljamásmemiródeesemodo.Poresoreaccionéfuribundaylosmaldijealosdos.Rechacéalsacerdoteporquenoqueríanadadeestesitio,paramíestabacontaminadoyyoeraunaextrañapara todoelmundo.Larabiaquesentí en mis venas fue muy grande, enfermera, una hiel que me subió a lagarganta,poresotuvearcadasyvómitodesangre.Algonegroymuyfeocrecióadentrodemí.Hasalidoya.Yanochediceustedqueestuveinconsciente,peroyosentíquesoñaba,yporprimeravezdesdequeélmurió,soñéconmipadre.Sufría por mí y no alcanzaba la paz por mi culpa. Mi padre fue un hombrebueno,aunquenuncameentendiónitampocoamimadre.Suformaciónmilitarlo hizo ver las cosas sinmuchosmatices, y tantomimadre como yo fuimos
complejas y veleidosas. Dejé que convenciera a David de desposarme, aunsabiendo que no me amaba. Recuerde que yo supe de sus cartas desde elprincipio.Lo hice porqueme había encaprichado con él.Otros hombres en elregimiento me cortejaban, pero yo quería al único que no me miraba comomujer,asíqueindujeamipadreapensarensutenientecomocandidatoparalahija. Lo logré, como todo lo que me propuse. Lo que quiero, Juliana, es superdón.Nopuedoirmedeeste lugarsinsaberquepesea todamimaldadyeldañoquelecausé,albergaustedunsentimientoderabiahaciamí.Porqueenesesueñoquevivíanochemipadremepedíaquevolvieseaempezar.Elmalvuelveparacastigarnos,yDiosquierequepaguepormisculpas.—Diosnoquiereeso,esdemasiadobuenoycomprensivo.Loúnicoquenos
pide es arrepentimiento sincero, y ya se puede volver a empezar, como usteddice.Creoqueelespíritudesupadrevinoabuscarla.Ustedllegóallímiteyesonoscambiadesdeadentro.Diosofreceunayotravezlaocasióndeserbuenos,nosecansadeintentarlo.Enestahallegadoatocarsucorazón,Chloe.Los ojos de la enferma se veían dilatados por el sufrimiento y hondamente
oscurossobreelcutismuyblanco,comodetalco.—Sentí una serenidad desconocida mientras soñaba—observó—. No temo
morir, enfermera, sino perderme en un limbo. Si usted y mi esposo meperdonaran,hastaseríacapazde…Calló,unpocoporqueelhilodesuvozsedebilitaba,yotropocoporquelo
que le venía a lamente era tan difícil que no hallaba las palabras adecuadas.Juliana entendió queChloe intentaba reconciliarse propiciando en el futuro launióndeambos,quesunecesidadderedenciónhabíallegadotanaltoquehastapodíabendecirlos,cuandohorasanteshabíaechadosobreellosunamaldición.SiesonoeraunmilagrodeNavidad,nadamásloera.En lugar de permitirle seguir hablando, tomó su mano y apretándola con
sinceroafecto,lepropuso:—Recemosjuntas.LasvocesdeambasseunieronenunasencillaplegariainglesaqueaJuliana
le resultaba familiar desde los tiempos de la Navidad con su abuela. Quizá,cuando la esposa del teniente se repusiera, hasta podría llegar a ser vecina yamigadeGrannyenAmherst.Aliviada, la esposa de David esbozó su primera sonrisa sincera desde que
llegóalvalledelCosquín,yladestinatariafuelamujerquecreíaodiarmásqueanadaenelmundo.Asílasencontróeltenientealregreso,ysusorpresasetrocóenmelancolíaal
comprender que Juliana acababa de sellar una efímera amistad con Chloe,cerrandoparaéllaspuertasdesucorazón.Selimitóasonreíryacontarlessusanécdotas en el reparto de los restos del festejo en la cocina. Un rescoldo deesperanzaalbergabaensufuero interno,sinembargo,yera la ilusióndeveraJulianaBalcarceconvertidaenmédico.Luego,élseguiríaconsuvida.
Aldía siguiente, en el anochecer que empezaba adespuntar, las lucesde lacolonia se encendieron y una luna transparente guió el camino del coche quellevabaalosAmhersthastaLaParada,dondeunservicioespeciallosacercaríaala ciudad en la que abordaríanunvapor hacia la curacióndeChloe, si es queesosplanesestabanenlavoluntaddeDios.Desde su ventana en el dormitorio del pabellón, Juliana contemplaba la
partida y lloraba en silencio lágrimas que nadie vería, ni siquiera la curiosaLucinda,puesantesdequepudiesenadvertirsutristezaregresaríaasuhogarenBuenosAires,unavezquehubieraresueltolascondicionesenqueLuisMorándejaríaelsanatorioparairenbuscadesunuevavida.Losdíasenlasierrahabíanterminadoparaella.
E
CiudaddeBuenosAires,tresañosdespués
l vestíbulo de la Facultad deCienciasMédicas que reemplazó a la viejaCasadelasMagnoliassehallabaatestadodegente.Hombresymujeresde
todas las edades, niños encorsetados en sus trajes de fiesta, hablaban en vozquedaporimposicióndelamajestuosaarquitectura.Delotroladodelaspuertasdobles, el estrado aguardaba, engalanado con candelabros de cristal quedesprendíanunasuaveluzsobreelgobelinodelasparedes.Ungrupodejóvenesatildadossonreían,nerviososantelasolemnidaddelacto
queseavecinaba.EntreellosJuliana,ataviadaconuntrajeazulconfeccionadoporlasmejorescosturerasdelaMaisonBruni,reíatambién,sabiendoqueenelbullicioapagadoquesepercibíaatravésdelamaderaseencontrabasufamiliaen pleno, junto con los amigos más cercanos y los hijos de estos, todoscompartiendo la emoción de presenciar la entrega de diplomas a los nuevosmédicosdelaArgentina.Algunosdelosinvitadosacudíanmovidosporlacuriosidaddeverdecercaa
unadoctoraque,siguiendolospasosdeCeciliaGrierson,habíadecididodedicarsuvidaadevolverlasaludalaspersonas,sacrificandoinclusolapropia.Y entre los presentes, un orgulloso Francisco Balcarce, fiel a su
temperamento,caminabadeladoaladoazancadas,alteradoporlademora.—Querido, es la hora prevista, no pasa nada irregular —lo tranquilizaba
Elizabeth,aunsabiendoqueseríaenvano,puesparasuesposohabíasidodifícilaceptarquesuúnicahijadecidierasermédicoen lugardemaestra,oesposay
madre,simplemente.Pese a haber vivido junto a una mujer que abandonó su comodidad en la
progresistasociedaddeBostonparaenseñareneldesiertopampeano,cuandosetratabadesuhija,Franciscorecuperabasucaráctertemible,elqueensuépocalohabíaenfrentadoalaporteñeríaenplenoyhastaalapropiaElizabethO’Connor.Loshijosdeambos,SantosyFrancisquito,advertíanlosintentosdesumadre
y cruzabanmiradas cómplices. Cuando el padre se encontraba de ese humor,sólounapersonapodíaapaciguarlo,yesapersonasehallabadelotroladodelaspuertas,esperandoculminarlametadesuvida.La llegada de los grandes amigos, Julián Zaldívar y su esposa Brunilda,
distrajeronunpocoalansiosopadre,queaceptólasbromasconsabidasacercadesupapeldeguardiacárcelconrelativapaciencia.Porfinlaspuertasseabrieron,yenelrecintoiluminadoconglobosdevidrio
y revestido de mármoles y espejos venecianos, apareció ante la multitud deinvitados el ramillete de jóvenesmédicos. En el centro, la cabellera rojiza deJuliana,susonrisaysusojoscentelleandodealegría.Losdoctoradosocupabanlaprimerafilaenlaplatea,entantoquelosamigos
yparientessefueronubicandoenelrestodelasbutacas,amortiguadoslosruidosporelterciopelodelostapizados.Tosesbreves,carraspeos,susurros,elcorodepequeñosgestos seacallócuando laspersonalidadesmédicasentraronal salóndeactos.ElizabethseinclinósobreBrunildaasulado,paraindicarlelapresenciadela
doctoraGrierson.—Esella—ledijo,ynohizofaltaaclararquién,puestodossabíancuántola
apreciabaJuliana.Asistíanaladiplomaturavariosdelosmásilustresdoctoresdelpaís.Algunos
habían sido profesores de Juliana, otros eran conocidos por susméritos en elejercicio de la salud pública o por sus investigaciones científicas. MuchosmédicossevinculabanalapolíticaydesempeñabancargosenelCongresooenalgún ministerio, poniendo su saber al servicio de los cambios que el país
necesitaba.AllíestabaeldoctorEmilioConi,reconocidohigienistapromotordemuchas
buenas ideaspara laprofilaxisde lasenfermedadescrónicas,sobre todoen losniñosyenlosnecesitados.Era,además,buenamigodeCeciliaGrierson,yfuequienlaapoyóenelpedidodeotorgaralaEscueladeEnfermerasyMasajistasuncarácteroficial.TambiéneldoctorJoséMaríaRamosMejía, fundadordelCírculoMédicoy
especialista en enfermedades nerviosas, y el pediatra Gregorio Aráoz Alfaro,personalidadesquelosinvitadospresentesconocíansólodenombreenalgunoscasos,yqueteníanlaoportunidaddeapreciarapalmosdedistanciaesedía.Seesperabaquealgunodelosdiplomadosofrecieseunaspalabrasalmomento
de recibir los títulos, pero ni Francisco ni Elizabeth sospecharon que Julianafuera a ser la elegida, en especial porque en los días anteriores no habíaaventuradounasolaintenciónalrespecto.Hubounmurmulloalverlaascenderlospeldañosdelpúlpitojuntoalestrado,seguidodeunsilencioexpectanteporloqueaquellajovenpudieradecirantelagente.Másdeunoimaginóunvehementediscursoplenodeexaltaciónfemenina,ycuandolavozclarayfirmedeJulianacomenzó a desgranar las primeras frases, las sonrisas furtivas y los gestospedantessedesvanecieron.Poco a poco, con sencillez, agradeció Juliana a los que la habían apoyado
desde el principio y no omitió a nadie, ni siquiera a la doncella de sumadre,Cachila,quelellevabalastisanasdurantelasnochesdeestudioparaquenosedurmiesesobreloslibros.Hablódelejemploquelehabíanbrindadosuspadres,cada uno a su modo, de la perseverancia que marcó siempre sus días, de lacomprensión que halló en los amigos de la infancia cuando sus humoresvariaban, frutode losberrinchesque los asuntos académicos le producían, delvalor que representaba para ella la amistad y que había aprendido de susmaestros a resaltar losméritos ajenosy a noocultar los propios, pues los quecaminaban por la misma senda debían reconocerse e invitar a otros acompartirla.
Suspalabrasfinalesfueronparalamujerquelahabíainspirado:—Hagomíoellemademiqueridamaestra,ladoctoraCeciliaGrierson:Res
nonverba,porquesonloshechos,ynolaspalabras,losquemuevenalmundo.YladoctoraGriersonsiemprebuscósaberprimero,parapoderhacer,y luego,lograrqueotrostambiénhagan.Esaenseñanzalallevarégrabadaenmimenteymicorazón.Apartirdehoy,cumpliréconelviejoaforismomédico:“Mejoraraveces,aliviaramenudo,peroconsolarsiempre”.Un instante de silencio coronó el final de la breve exposición hasta que de
pronto,comosisequebraseuncristal,laconcurrenciaprorrumpióenaplausos.Julianafuefelicitadaporsuscondiscípulos,quelarodearon,yenlafamiliaridaddeltratoqueledispensabansehizoevidentequeellahabíasidounacompañeramásyseríaunacolegaenelfuturo.Elizabethlagrimeabasinremedio,aligualqueBrunilda,quenohabíapodido
dejardeadmirarcómolucíalajovensutrajedealtacostura.FranciscoBalcarceapretabatantolamandíbulaquesuexpresiónresultabamáshoscadelohabitual.Y cuando su hija se volvió sonriente hacia ellos y en sus ojos brilló una
emociónquetransfigurósurostro,élsepusodepie,hinchóelpechoyavanzóasu vez para estrecharla en sus brazos. Se paró en seco cuando su esposa lodetuvo con discreción. Francisco advirtió entonces con estupor que la sonrisaresplandecientey lamirada luminosano ibandirigidasaél,sinoaalgoquesesituabadetrásdeellosyquehabíaprovocadounimpactoenJuliana.Enconmovidosilencio,conelbastónylosguantesenunamano,enfundado
en un casimir y peinando distinguidas canas en las sienes, un hombre alto yerguidoclavabasumiradadeaceroenlaúnicamujerqueexistíaparaéleneserecinto.LadoctoraJulianaBalcarceO’Connor.Asírezabaelnombreenlalistaqueaparecíaenlavitrinadelpasillo,conuna
mencióndehonor.Élpodíadarfedelasdotescurativasdeesamujercita,pueshabíasanadosuvistatiempoatrás,yluegotambiénsucorazón.Eraunamédicacompleta.
Juliana se sentía flotar sobre las butacas, como si una nube algodonosa lahubiese envuelto y transportado a otro tiempo, lejos de la ceremonia, de sufamiliaydelosplanesdesuprofesión.HabíapasadotreslargosañossinsaberdeDavidMalcolmAmherst y supuso que sus vidas se habían bifurcado parasiempre. Hubo noches en que le dedicó un pensamiento, pero enseguida loacallaba, porque lo ocurrido en el sanatorio de las sierras era para ella unapromesatansagradacomoeljuramentohipocráticoqueacababadepronunciar.Yahoraesehombrevolvíaaapareceranteella.¿Qué buscaba el teniente en Buenos Aires? ¿Sabría sumadre que él había
vuelto?¿Yquéibaadecirasupadrecuandolopresentara?Davidestuvoendospasosjuntoaella.—Pequeña,lolograste.Siempresupequeloharías,perovineparaverlocon
misojos.Ledijea tumadrequenoteavisaraantes, temíquemipresencia talvezteincomodara.Juliana,mudacomonuncaensuvida,miróde reojoaElizabeth,que fingía
conversar con su amiga Brunilda cuando en realidad ambas contemplabannerviosas las reacciones de sus respectivos esposos. Francisco acribillaba alrecién llegado con sus ojos, en tanto que Julián se contenía para evitar uncomentariodesafortunado.—SetratadelhijodelbarónJeffreyAmherst—lesaclaróElizabeth—,queha
viajadodesdeNorteamérica.ÉlyJulianaseconocieroneneltiempoquenuestrahijasequedóconmimadre.Esunviejoamigo.Alparecer,lasmujeresdelafamiliateníansecretos,ysabíanguardarlosmuy
bien.Franciscointuyódeinmediatoquede“amigo”esehombrenoteníanada,yqueelconocimientoqueJulianahubiesehechodeélenotrotiempohabíadejadohuella profunda. Lo que no cabía en su cabeza era cómo nunca lo habíanmencionadoenlamesafamiliar.Adecirverdaderaunsujetobienplantado,perosibuscabacortejar a suhija,primerodeberíahablar conélparaexponerle suspretensiones. Por cierto, ella debía ejercer la medicina allí, en su tierra. ¡Siacababadegraduarse!
—Querido, vayamos saliendo, que el tumulto es ensordecedor. Afuera tecontarébiencómofuequeDavidsupoqueJulianasegraduaba.Francisco sedejóconducir a lacalle soleadadondeyamuchosvitoreabana
los nuevos médicos, palmeándoles la espalda mientras les proponían unafrancachela para festejar el título. Él no estaba para festejos, se sentía feliz yazoradoalmismotiempo.
David empujó a Juliana con suavidad hacia un rincón del vestíbulo. Nadiereparabaenellosentretantagentealborozada.—Aunquenolohayassabido—repusoconairecontritoqueellasupofingido
—, estuve al tanto de tus cosas. Tanto Emily como Elizabeth fueron miscómplices.Si no te dijeronnada fuepor indicaciónmía, noquería perturbartenunca más. Como te dije allá en Córdoba, lo último que deseo es causartebochornoo tristeza,perocomomeenterabadetusavancesyveíaquehastaelmomentonohabíassidocortejadaformalmentepornadie,meatrevíavenirparadarteesteregalo.NoesmíosinodeChloe.UnasombracruzóelrostrodeJuliana.Tanprontosehabíailusionadoalverlo,
que lamención de la esposa fue una cuchillada. Tomó en susmanos la cajitaforradaensedaqueeltenienteleofrecía.—Ábrela.Lajovenlointerrogóconlamirada.—¿Ytuesposa?¿Ellanohavenidotambién?—Ábrela,pequeña.David no cesaba demirarlamientras ella, con dedos nerviosos, desataba la
cinta y levantaba la tapa. Vio en el interior papeles doblados y apilados enprolijomontón.Conelcorazóngalopándoleelpecho,abrióunaydescubrióqueeraunacartadirigidaaellayfirmadaporelteniente.Sufechadatabadeltiempoen que sus vidas transcurrían separadas, él en la frontera y ella estudiando en
Buenos Aires. Abrió otra y encontró lo mismo, una carta con idéntica letraenérgicaypuntiagudaqueesbozabapalabrasdeamoryrenovabapromesasdeencuentro.EranlascartasqueChloehabíainterceptado.—Noentiendo—dijoJulianaconunhilodevoz—.¿Paraquémeregalaella
esto?—Chloehamuerto,Juliana.Hacedosañosya.Ensulechodeagoníamedijo
quedeseabaquetuvierasestascartas,quesólosileprometíadártelasalcanzaríala paz que tanto anhelaba. Como verás, soy un hombre que cumple suspromesas,aunqueavecesmeocasionenperjuicioodolor.SereferíaalaquehabíahechoalpadredeChloe.Julianadejócorrerlágrimasporsusmejillaspecosas,sinatinaraenjugarlasy
sinimportarlequeotroslasvieran.—PobreChloe—murmuróconsincerosentimiento—,yonoquisenuncaque
muriese.—Losé.Yella tambiénlosupo.MedijocuandoestuvimosenSuizaquese
avergonzaba de haber tenido pensamientos mezquinos luego de conocer aalguiencomotú.Miesposamurióenpaz,Juliana.Nadaquedódeaquelrencor.Yparaqueteconsueles,eltiempoquepasamosenelsanatoriodeDavosfueelmejordenuestravidaencomún.LaNavidadenlassierrasprodujounmilagro.Lajoventragósaliva,compungidayalavezconfusaacercadelmotivoporel
cualDavidhabíaviajadohastaallí,cuandopodíahaberenviadoesepaqueteenunvapor.Lodescubriósonriéndoleconternura.—Te diré por qué vine. Quería decirte en persona lo de Chloe, en primer
lugar,peroporsobretodoqueríaproponerteempezardenuevo.—¿Denuevo?—Comosicomenzáramosaconocernos.Tepidoquemepermitascortejarte,
Juliana. Si es cierto lo que leo en tus ojos, y si aceptas a este viejo mediorengo…
—¡Noeresviejo!—Notantocomotupadre.—Mipadretampocoesunviejo.—Yaveoquetendrérival.Elcontrapuntologróelobjetivodelteniente,yJulianasoltóunarisainfantil
que fue música en sus oídos. Él era un hombre distinto después de haberacompañadoasuesposahastaelúltimosuspiroyhaberlaenterradoenAmherst,dondepodríaponerfloresensutumbayrecordarquehabíasidoenunaNavidadargentinaqueChloevolvióanacerenunavidacorta,peroauténtica.LevantóelmentóndeJulianacondelicadeza.—¿Puedo,entonces?Ellalecorrespondióconunasonrisaanchallenadeesperanza.—Empecemosconunbesoquenosearobado—lecontestó,pícara.El teniente no podía creer que estuviese coqueteando con tal descaro, pero
cuandoellaleofreciósuslabios,supoquelapromesahechabajolalunaserranaibaacumplirse.Lacondujohaciaunsectorresguardadotraslascolumnasy,cubriéndolacon
sucuerpoparaquenadielaviese,oprimiósubocacontraladeella.AqueleraelbesoqueJulianaanhelaba,eldelencuentro,elbesodelamorque
tanto había esperado y que en su caso había sido el primero. Y mientrassaboreabalaentregadelteniente,recordódemanerafugazelconsejoquelediouna vez la amiga que cuidaba de su abuela Emily en Amherst: “Tómese sutiempo, señorita. Aléjese y viva la vida, así podrá saber si el sentimiento esgenuinoosimplecaprichodelmomento”.Sehabíaalejado,habíavivido,yaquelamordelquealprincipiodudó,ahora
volvíaporella.Eraelamorverdadero.Unavezafuera,bajoelsoldelmediodíaymientrasseencaminabanhaciala
familiaqueaguardaba,eltenientecomentóconunasonrisaenigmática:—Mi hermano Ismael te envía sus saludos. Él tuvo…En fin, es una larga
historiaqueyahabrátiempodecomentar.
E
EPÍLOGO
LosCocos,sierrasdeCórdoba
sporaquí?David recelaba de la orientación del cochero, que los llevaba
traqueteandodesdehacíabuenratoenposdeladirecciónindicada.—Ahí,señor,arriba.El hombre les señaló una casa en lo alto de una meseta enclavada en la
serranía.Altayespaciosa,lomásnotableerasuporcheembaldosadodondeunpardesillasbajolasombradeunespinilloinvitabaapresenciarelponienteenesaprimavera.—Es esa—terció Juliana,mirando atenta los detalles—. ¿Ves el árbol?Por
esosellamaElEspinillo.Aquíesdondevive.—¿Vanaveraladoctora?—¡Sí!¿Ustedlaconoce?—quisosaberJuliana.—Uy,si trajoalmundoamihijohacecuántosañosya.Ustedvaaveruna
puntadechicosque fueronparidosconayudade ladoctora,poracá.Además,ayudaalaescuelita.Todoslaquierenmucho,señora.La jovenmédica sonrió. Entonces, aun en tiempos de retiro, aquellamujer
extraordinaria habíamantenido intacto su corazón demaestra y su espíritu deluchadora.—Habráquesubirunpoco—advirtióelhombre.Y comenzó a recorrer la cuesta bordeada de pinos, chilcas y florecillas con
aromamedicinal, asustando a los burros que pastaban confiados a la vera delcamino.—Hastaacállego,señor—dijoelcochero,ysevolviópararecibirlapagade
manosdeltenienteAmherst—.Elúltimotrecho…—Sí, sí, ya sé, tendremos que hacerlo de a pie —respondió David
malhumorado.Aveces la pierna le dolía, y en el estado de Juliana le parecía un disparate
haberse lanzadoenbuscadeladoctoraGriersonalcaerelsol,cuandopodríanhaber ido al día siguiente. Su esposa era insistente, sin embargo, y sabíaconvencerlo.—Toma mi brazo —le ordenó, antes de emprender la subida por unos
escalonesdepiedra.—¿Estaráellaencasa?—Por mi vida, que si después de todo este periplo no tuviste el tino de
averiguarlo…LacarcajadadeJulianasuavizósutalante.Élsolíacaerenestadosdeánimo
insondable a veces, pero a la mujer que había desposado no le hacíanmella.Poseía un fuego interior que la ponía a salvo de cualquier desplante. Y eltenientereconocíaqueJulianaBalcarceerasumejormedicina.A medida que subían, una casita pintada de celeste fue emergiendo de la
espesura,comoundesprendimientodelamásalta.—Debedeserlacasadelosartistas—exclamóJulianaentusiasmada.LadoctorahabíafundadoenLosCocosunaescuelaparaquelosmaestrosde
artedictasencursosdedibujo,yensuúltimacarta lehabíacomentadoquesufavoritoeraÍtaloBotti,poresoserodeabadesuscuadrosconelpaisajeserranoquetantoamaba.OtracasitamásconfirmóaJulianaque,enefecto,setratabade
lasviviendasqueCeciliahabíalevantadoparalosamigosqueprecisaranreponerfuerzas o disfrutar de la contemplación de la naturaleza.Así era ella, siempreanteponíalasnecesidadesajenasalaspropias.Elaromadelasalviaacompañóelúltimotramohaciaelporche,iluminadode
rosaporlosrayosquesehundíantrasloscerros.Desdelejosresonabanrisasdeniñosqueelvalleibaapagandodeapoco.Habíaunambientederecogimiento,comosinadapudieseturbarelsueñodelatarde.LaansiedadcarcomíaaJuliana.Hacíamuchotiempoquenoveíaaladoctora,
ysabíaporsusallegadosquecadavezveníamásseguidoasurefugioserrano,enbuscadelapazquesuespírituleexigía.Tantaluchasintreguahabíaacabadoporminarsusfuerzas,queparecíaninagotables.Poresoquisoverla,alsaberquese encontraba en una de sus temporadas, aprovechando que David estabainteresado enunas tierras que se rematabandel otro ladode laSierraGrande.LuegodeiryvenirsindescansodeBuenosAiresaAmherst,administrandolaherencia del padre y visitando a los Balcarce, por fin el teniente habíacomprendido quemás les valía instalarse en el país donde la esposa tenía susraícesysusafectos.Sobretodoahoraqueseanunciabaelheredero.ElsonidodeunrelojdepénduloinundóelvestíbulocuandolapropiaCecilia
abriólapuerta.Allíestaba,genioyfigura,algorollizaperoconesaluzjuvenilque irradiaban los ojos chispeantes y la sonrisa pronta. Se le notaban losachaques,sí,peroparaJulianaeralamismamujerqueencontróaquellatardeenla entrada de la Facultad de Ciencias Médicas, cuando aún no imaginaba elrecorrido que haría por las sierras en la estación climatérica, ni soñaba quealgunavez,rotayalaesperanza,recuperaríaasuprimeramor.—¡Bienvenidos!
El último sol presenció el abrazo maternal que la doctora brindó a sudiscípula,ylapicardíaconquedijo,alnotarenJulianalaredondezdelvientre:—Aesteniñoquevendrá,siDiosmedavida,meencantaríaasistirlo.Lassombrasenvolvieron loscerrosyelporchequedósolitariobajoelárbol
que la doctora Grierson amaba pues, al igual que ella, el espinillo resistíavendavales y sequías, por su tronco corría una savia poderosa y sus ramas sedoblabansinquebrarsejamás.Adentro, con las luces encendidas y un buen fuego, la casa en las sierras
relucíacomounaluciérnagaenlaoscuridad.
NOTADELAAUTORA
Enestanovelahaynombresdefantasíaqueescondenrealidadeshistóricas.Laminadel cerroFantasmaestá inspirada endosyacimientos: laminaLos
CóndoresenSanLuisyladelcerroÁsperoenCórdoba,ambasproductorasdetungstenoowolframio,mineralcuyaextraccióntuvosuaugedurantelasguerrasmundiales.En cuanto a la estación climatérica Santa Cruz de Lorena, mi modelo fue,
comohabránadivinadoloslectorescordobeses,elHospitalColoniaSantaMaríaen el valle de Punilla, establecido por la ley 3.807 en 1899 y que abrió suspuertasen1900,untiempodespuésdelafechaenquetranscurreestahistoria.La Cruz de Lorena fue elegida como emblema de la lucha contra la
tuberculosis en el IV Congreso Internacional de Tuberculosis celebrado enBerlín en 1902. Es la cruz roja con doble barra de Godofredo de Bouillon,príncipedeLorraine,que la llevabaensuestandartealconquistar Jerusalén,yqueseconvirtióensímbolode lasCruzadas.Fue también laqueusóJuanadeArcoyacabóporidentificaralaLorraineensuescudo.Representalaresistenciaalinvasor,queenestecasoseríalaenfermedad.Elegícamuflaresasrealidadesparagozardelibertadalrecrearlavidademis
personajes,peroenlofundamentalseguíelrastrohistórico,asícomolabellezadelpaisajeserrano,quesiempremehacautivado.
AGRADECIMIENTOS
AmiesposoGuillermo,queestavezrastreólibrosimposibles.A los lectores cordobeses que me recibieron siempre con afectuosa
hospitalidad.ACarlosGarcíaConi,porenviarmedesdelaprovinciadeMisionesmaterial
bibliográficosobresuancestro,eldoctorEmilioConi.A Silvia de Patalibro, en SanMartín de los Andes, por socorrerme con un
libroesencial.AGelly,mipuntalenCórdoba.Amieditora,FlorenciaCambariere,miángelguardián.AGabrielaVigo,editoradePenguinRandomHouse,pordisfrutarconmigode
latríadanavideña.
A finesdelsigloXIX, lacienciamédicahaavanzado,aunque
notantocomoparafacilitarelingresodelasmujeresalacarrerademedicina.JulianaBalcarce,quedesdetempranaedadsesintióatraídaporelartedecurar,desafíaalasociedadporteña.Perolavocacióntienesusdesventajas.Nohaycandidatoqueveaenella
aunaesposaadecuada.YJulianaarrastraunapenadeamordesujovenpasado.¿Seráquenoessudestinoformarunhogarfelizcomoeldesuspadres?HijadeunadelasmaestrasnorteamericanasqueelpresidenteSarmientoconsiguetraeralpaís,sesientecapazdeenfrentarlotodo.
Decide hacer sus prácticas en las sierras de Córdoba, donde funciona unsanatorio modelo para enfermos de tuberculosis. Allí se encontrará en unaencrucijada que pondrá a prueba su firmeza. En ese lugar donde losmilagrosparecenimposibles,laNavidadpropiciarálaoportunidadparacreerenellos.
Lunaquebradaeslasegundanoveladelatrilogía“TreslunasdeNavidad”,quecosecha elogios desde su aparición.Una vezmás,GloriaV.Casañas recrea larealidadhistóricaenunatramadeficciónencantadora.
GLORIAV.CASAÑAS
Esargentina.SuprofesióndeabogadaysulabordocenteenlaUniversidaddeBuenosAireslacondujeronporloscaminosdelahistoria.Investigadora rigurosa y viajera incansable, Gloria construye la trama de susnovelas recreando episodios auténticos con personajes inolvidables y fielesdescripcionesdeépocas,tantodeArgentinacomodeotrospaíses.Esunadelasvocesmásdestacadasensugénero.En2012fuedistinguidaconelPremiodelLectordelaFeriadelLibrodeBuenosAires.
Foto:©AlejandraLópez
Otrostítulosdelaautoraenmegustaleer.com.ar
Casañas,GloriaV.Lunaquebrada/GloriaV.Casañas;ilustradoporRaquel
Cané.-1aed.-CiudadAutónomadeBuenosAires:P&J,2017.(Narrativafemenina)Librodigital,EPUB
ArchivoDigital:descargayonlineISBN978-950-644-446-4
1.NarrativaArgentina.I.Cané,Raquel,ilus.II.TítuloCDDA863
Ilustraciones:RaquelCané
Diseñodecubierta:RaquelCanéFotodelaautora:©AlejandraLópezFotodecubierta:©SinaDomke/TrevillionImages
Ediciónenformatodigital:diciembrede2017©2017,PenguinRandomHouseGrupoEditorial,S.A.HumbertoI555,BuenosAireswww.megustaleer.com.ar
PenguinRandomHouseGrupoEditorialapoyalaproteccióndelcopyright.Elcopyrightestimulalacreatividad,defiendeladiversidadenelámbitodelasideasyelconocimiento,promuevelalibreexpresiónyfavoreceunaculturaviva.Graciasporcomprarunaediciónautorizadadeestelibroyporrespetarlasleyesdelcopyrightalnoreproducir,escanearnidistribuirningunapartedeestaobraporningúnmediosinpermiso.AlhacerloestárespaldandoalosautoresypermitiendoquePRHGEcontinúepublicandolibrosparatodosloslectores.
ISBN978-950-644-446-4
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Índice
LunaquebradaDedicatoriaEpígrafePrólogo123456789101112EpílogoNotadelaautoraAgradecimientosSobreestelibroSobrelaautoraOtrostítulosdelaautoraCréditos