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La noche es perfecta. La silueta de los cerros de Tepoztlán se perfi la contra el cielo iluminado por la luna llena. El chamán, José, nos explica el sim-

bolismo del ritual que un grupo de ocho amigas esta-mos a punto de iniciar. Se trata de un recorrido con los ojos cerrados y los pies descalzos por el laberinto de Chartres, tan antiguo e impredecible como el hombre mismo y, por lo tanto, lleno de signifi cado. Es toda una experiencia.

José le da el toque místico al ritual con un tambor y otros instrumentos musicales; a la vez que nos pone el ejemplo y nos instruye: “Pon una intención en tu cami-no, es una metáfora de la vida. Se trata de sentirlo, de sentir su energía, de meditar acerca de lo que cargamos y de lo que quisiéramos depositar en el inframundo que es el centro, para así salir renovados del laberinto”.

A mi ego la tarea le parece fácil y divertida; sin ima-ginar el frentazo que se dará. Con las montañas en el horizonte aquietamos la mente y creamos nuestra in-tención para iniciar el recorrido.

El laberinto, que se encuentra en el Hostal de la Luz en Amatlán, Morelos, es una copia exacta, en el diseño y las proporciones, del que se encuentra en la Catedral de Chartres, en Francia, y que se construyó en el año 1220.

Se trata de un “mándala cosmológico”, un circuito de 11 vueltas y un solo camino. Una espiral hermosa, complicada e ingeniosamente diseñada, que se basa en la geometría sagrada y cuyo recorrido debe proporcio-nar equilibrio y serenidad. El camino de piedra lisa, bor-deado por piedras de río, marca un límite para guiarse y nos conduce siempre al centro. Es un lugar para medi-tar, soltar lo que no deseamos y recibir las bendiciones del silencio y del universo.

Sin otra guía que la sensación en los pies, iniciamos el recorrido, nos acompañan el aroma del incienso y

Gaby Vargas ///// / / Twitter:@gaby_vargas

GENIO Y FIGURA GENIO Y FIGURA

El laberintode Chartres

el sonido de los instrumentos prehispánicos que re-suenan en el vientre y conmueven el alma. Todo era precioso menos la sensación de estar completamente perdida. Al poco tiempo comienzo a sentir ansiedad, no obstante me domino y continúo con pasos fi rmes, como lo ordena José.

Después de un buen rato en que mi mente se con-vence de ir por buen camino, el chamán me detiene del brazo y me dice al oído “abre los ojos”. El impacto de comprobar que estaba a punto de caer por una es-calinata de piedra de casi treinta peldaños, me deja sin aire.

Regreso con el corazón acelerado e intento retomar el camino, fi el a la instrucción de mantener los ojos ce-rrados. Al rato escucho de nuevo la voz de José: “Vas al revés”. Me empiezo a desesperar. Nunca he tenido sentido de la orientación, menos aún cuando se trata de un laberinto diseñado -así lo comprobé-, para engañar al ego. Y basta que intentes saltarte un tramo o te deses-peres -como fue mi caso-, para caer prisionera.

Una a una mis amigas llegaron al centro. Mientras yo seguía perdida en el laberinto, hasta que el chamán se compadeció, me tomó del brazo y me condujo al centro. La frustración y la sensación de fracaso noqueó mi ego. Fue una lección difícil de asimilar. El laberinto puede volverse un espejo de algo que necesitamos ver y traba-jar para el crecimiento personal.

Para nuestro asombro, el regreso con los ojos abier-tos a todas nos pareció más largo y complicado. Pero agradecí enormemente el abrazo que José me dio al término de la experiencia, lleno de compasión y ternura.

Al día siguiente, me levanté temprano para volver a recorrer el laberinto a solas y meditar sobre las lec-ciones que tenía que aprender: paciencia y humildad sin duda.

Una espiral hermosa, complicada e ingeniosamente diseñada, que se basa en la geometría sagrada y cuyo recorrido debe proporcionar equilibrio y serenidad

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