1
JUSTIFICACIÓN
Esto es de utilidad ya que brinda noción y principio para tener una idea de cómo se fue desarrollando la educación a lo largo del tiempo; para los estudiantes de pedagogía y así buena información para la buena formación del carácter humano.
En estas culturas tan sobresalientes se marcaron una gran pauta en la educación de la humanidad, ya que sus avances y técnicas de enseñanza fueron mejorando en la vida cotidiana.
Por lo que se sabe esto es importante para mejorar las condiciones de vida de muchas personas y que sobresalgan más en la educación y cultura personal.
Esto es de suma importancia ya que como pedagogos esta materia es la mas sobresaliente debido es la base de la educación, al conocer como surgió el pedagogo y como se fue educando.
2
INTRODUCCIÓN
Lo que se presenta a continuación es muy importante ya que se
observará como obtener una buena educación para un niño (a) ya que la
educación que se les presentaba es parta ser personas de gran utilidad y
piensen que son superiores a otros y tener la noción hay alguien superior
que nosotros que es DIOS hoy en la actualidad los niños van a la escuela y
le faltan respeto a sus padres.
Con esto se lograra entender que es lo que falta para brindar una
buena educación en nuestro entorno cuando finalicemos nuestra carrera.
Para consagrar una moral intachable y la capacidad de relacionar
conocimientos que poseemos para resolver una determinada situación como
brindar una educación útil para servir al estado.
Con todo esto se pretende conocer mas sobre los cambios y
características que se ha presentados en la educación a lo largo de su
historia en relación con las cualidades sociopolíticas y culturales de la que
forman parte.
Esta investigación consta de 4 temas como lo son:
1. La educación de Roma.
2. La educación cristocentrica.
3. La educación patrística.
4. La educación de la Edad Media.
A continuación se detallan los temas de lo cual se hizo mención:
3
ÍNDICE
JUSTIFICACIÓN………………………………………………………………1
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………...2
ÍNDICE………………………………………………………………………….3
CONTENIDO
ETAPAS DE LA HISTORIA DE LA PEDAGOGÍA………………………….7
1. EDUCACIÓN EN ROMA……………………………………………....81.1. CRONOLOGÍA EN INSTITUCIONES………………………..9
1.1.1. IMPORTANCIA DE LA HISTORIA DE ROMA…………..91.1.2. LAS ÉPOCAS………………………………………………91.1.3. CIVILIZACIÓN ROMANA…………………………………12
1.2. EDUCACIÓN EN LOS TIEMPOS PRIMITIVOS……………161.2.1. LA FAMILIA ROMANA……………………………………161.2.2. EL OFICIO DEL AGRICULTOR………………………….171.2.3. LA EDUCACIÓN DE LA VIDA……………………………171.2.4. LA ESCUELA DE LUDI – MAGISTER…………………..191.2.5. LA EDUCACIÓN FÍSICA………………………………….21
1.3. LA EDUCACIÓN ENCÍCLICA EN ROMA (DESDE MEDIADOS DEL SIGLO II A. DE J. C.)…………………………………….22
1.3.1. LA INTRODUCCIÓN DE LA CULTURA GRIEGA……...22
1.3.2. LAS NUEVAS EXIGENCIAS Y EL ORIGEN DE LA EDUCACIÓN SECUNDARIA…………………………23
1.3.3. LA ESCUELA DEL GRAMÁTICO (LA FORMACION ENCÍCLICA)………………………………………………..24
1.3.4. LA INSTRUCCIÓN DE LAS ÉLITES ROMANAS………261.4. LOS TEÓRICOS DE LA EDUCACIÓN EN LA ÉPOCA
REPUBLICANA Y LA PEDAGOGÍA DE LAS “HUMANITAS”...271.4.1. EL ORIGEN DE LA TEORÍA EDUCATIVA Y LA LUCHA
POR LAS TRADICIONES: CATÓN EL VIEJO (234 – 149)....................................................................................27
1.4.2. MARCO TERENCIO VARRÓN (116 – 27) Y LOS ORÍGENES DE LA ENCICLOPEDIA EN ROMA…………29
4
1.4.3. MARCO TULIO CICERÓN (106 – 43) Y EL IDEAL DE LA “HUMANITAS”……………………………………………….30
1.5. LA EDUCACIÓN TERCIARIA Y LA ÉPOCA IMPERIAL……321.5.1. LOS CAMBIOS HISTORICOS……………………………..321.5.2. EL ORÍGEN DE LA EDUCACIÓN TERCIARIA (LA
ESCUELA DEL “RETHOR”)………………………………..341.5.3. LA ESPECIALIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA SUPERIOR.
BIBLIOTECAS Y UNIVERSIDADES………………………351.5.4. LA COLLEGIA LUVENUM………………………………….371.5.5. LA FUNDACIÓN DE LAS ESCUELAS DEL ESTADO…..371.5.6. LA EXPANCIÓN DE LAS ESCUELAS ROMANAS……...39
1.6. QUINTILIANO (40 – 118) Y EL IDEAL DEL ORADOR…………………………………………………………39
1.6.1. EL NUEVO CARÁCTER DE LA TEORÍA PEDAGÓGICA………………………………………………46
1.6.2. EL PROCESO DE LA FORMACIÓN DEL ORADOR…...401.6.3. FACTORES DE LA EDUCACIÓN HUMANA ……………421.6.4. LA SUPERIORIDAD DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA SOBRE
LA PRIVADA…………………………………………………431.6.5. LAS CUALIDADES DEL MAESTRO………………………44
2. EDUCACIÓN CRISTOCENTRICA…………………………………….452.1. IMPORTANCIA DEL CRISTIANISMO EN LA HISTORIA DE LA
EDUCACIÓN……………………………………………………..462.1.1. LA HERENCIA JUDAICO – ISRAELISTA…………………462.1.2. LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO EN SUS RELACIONES
CON LA EDUCACIÓN…………………………………….…472.1.3. JESÚS EDUCADOR…………………………………………49
2.2. LOS COMIENZOS DE LA EDUCACIÓN CRISTIANA…….….512.2.1. LOS TIEMPOS APOSTÓLICOS………………………….…512.2.2. SAN PABLO (2 A. DE J. C. -66 D. DE J. C.) Y EL
UNIVERSITARIO CRISTIANO……………………………...522.2.3. EL CARÁCTER DOMÉSTICO DE LA EDUCACIÓN…….532.2.4. LA DIDACHÉ…………………………………………………54
3. LA EDUCACIÓN PATRISTICA…………………………………………563.1. LA PATRÍSTICA EN SUS RELACIONES CON LA
EDUCACIÓN…………………………………………………….573.1.1. CONCEPTO Y DIVISIÓN DE LA PATRÍSTICA………….57
3.1.1.1. LA PATRISTICA……………………………………..58
5
3.1.2. LAS ESCUELAS CATECÚMENAS, DE CATEQUISTAS, EPISCOPALES Y DE GRAMÁTICA Y RETÓRICA…...60
3.1.3. EL PENSAMIENTO EDUCATIVO DE LOS PADRES GRIEGOS………………………………………………….62
3.1.4. EL PENSAMIENTO EDUCATIVO DE LOS PADRES GRIEGOS………………………………………………….63
3.1.5. GRANDES EDUCADORES DE LA ÉPOCA. CLEMENTE ALEJANDRINO……………………………………………66
3.1.6. ORÍGENES, SAN GREGORIO NACIANOENO, SAN BASILIO, SAN JUAN CRISÓSTOMO……………………67
3.1.7. SAN JERÓNIMO Y LA PEDAGOGIA FEMENINA PATRÍSTICA………………………………………………..68
3.1.8. SAN AGUSTÍN (354 – 430)……………………………….683.1.9. REPERCUCIÓN DE LA PATRÍSTICA……………….…..70
4. EDUCACIÓN EN LA EDAD MEDIA………………………………….724.1. LA EDUCACION EN LA EDAD MEDIA (PRIMERA PARTE.
INTEGRACION)………………………………………………....734.1.1. LA SINTESIS CULTURAL Y EDUCATIVA……………...734.1.2. BIZANCIO…………………………………………………...734.1.3. LOS PUEBLOS GERMANICOS…………………………..75
4.2. LA EDUCACION EN LA EDAD MEDIA (SEGUNDA PARTE. ESTRUCTURA)………………………………………………...77
4.2.1. LA TRADICION CULTURAL. SAN ISIDORO DE SEVILLA…………………………………………………….77
4.2.2. HECHOS SOBRESALIENTES………………..………….784.2.3. LA EDUCACIÓN MONASTICA Y CLERICAL…………..79
4.2.4. LA EDUCACIÓN CABALLERESCA Y NOBILIARIA…..80
4.2.5. LA EDUCACIÓN GREMIAL Y CIUDADANA……………814.2.6. LA EDUCACIÓN MUNICIPAL………………………….....82
4.3. LA EDUCACION EN LA EDAD MEDIA (TERCERA PARTE. CULMINACION)……………………………………………......83
4.3.1. LAS ARTES LIBERALES…………………………………834.3.2. LA CULTURA SUPERIOR……………………………......844.3.3. LAS ÓRDENES MENDICANTES………………………..844.3.4. LA ESCOLASTICA………………………………………...86
4.3.5. LAS UNIVERSIDADES…………………………………..90
4.3.6. LA PEDAGODIA DE SANTO TOMAS DE AQUINO…..945. ANEXOS………………………………………………………………..97
6
5.1 EDUCACIÓN EN ROMA5.2. EDUCACIÓN CRISTOCENTRICA5.3 EDUCACIÓN PATRISTICA5.4. EDUCACIÓN EN LA EDAD MEDIA
CONCLUSIÓN………………………………………………………………..102
BIBLIOGRAFIA……………………………………………………………….103
7
8
9
1.1.- CRONOLOGÍA E INSTITUCIONES
1.1.1.- IMPORTANCIA DE LA HISTORIA DE ROMA
La historia de roma tiene enorme importancia para los pueblos
europeos. En un milenio de existencia ha creado un sistema de instituciones
políticas y sociales que han determinado el desarrollo ulterior de la historia
universal.
Ante todo, los romanos han sido el mejor vehículo para transmitir las
letras, las ciencias y las artes, que en buena proporción, recibieron de los
griegos. Sus porfiadas conquistas y colonizaciones a lo largo de su historia
crearon un basto imperio que unificó las culturas y pueblos mas distantes,
llevándose a efecto, así, el fenómeno de la romanización.
Pero también aporta Roma a la cultura humana nuevos elementos y
formas de vida. Ha creado el derecho, el arte de gobernar y la jurisprudencia.
Puede decirse que Roma ha dado las técnicas sociales de organización de
las que se ha gestado la diversidad de instituciones políticas del mundo
occidental.
Su imperialismo y su exaltación militarista fueron los medios
impuestos por las circunstancias para llevar a cabo su misión histórica.
1.1.2.- LAS ÉPOCAS
Las tradiciones romanas, negadas por muchos historiadores
contemporáneos, señalan el año 753 a. de J. C., como el de la fundación de
Roma que, durante la primera época de su vida, estuvo bajo un gobierno de
10
reyes. El último de estos fue expulsado de la ciudad, en 509, terminando así
la realeza.
De 509 a 260 a. de J.C., se organiza el gobierno republicano, al propio
tiempo que los romanos extienden su dominación por toda la península
itálica. La vida interna se caracteriza por el conflicto entre patricios y
plebeyos. En esta lucha, logran los últimos que se establezca la institución
del tribunado. (Los tribunos fueron funcionarios defensores de los plebeyos.)
Después (450) exigen que el derecho sea escrito: Ley de las doce tablas; en
fin, obtienen el derecho de ser elegidos en todos los cargos públicos
(consules o representantes del poder ejecutivo; dictadores, nombrados en
momentos difíciles para al integridad de la república; pretores, con funciones
judiciales; cuestores, encargados de la administración fiscal, senadores,
etc.).
De 260 a 120 a. de J. C., Roma extiende su dominación por toda la
cuenca del mediterráneo. Las guerras púnicas le dan posición de Cartago,
después de vencer al gran estratega Aníbal. En España, a pesar de la
resistencia de Viriato, en Numancia, controla buena parte de la Península.
La conquista mediterránea transforma las costumbres romanas. El
pueblo comienza a olvidar sus grandes virtudes familiares y cívicas; pero su
cultura intelectual y artística va asimilando las grandes creaciones de Grecia.
Se vuelve a recrudecer la lucha entre las clases sociales, ahora
representadas por los nobles, los caballeros y los pobres. En vano Tiberio y
Cayo Graco promueven la reforma agraria (133 – 121).
De 120 a 30 a. de J. C., tienen lugar en Roma las guerras civiles;
cobra auge el militarismo político. Mario, vencedor de Yugurta, de los
Cimbrios y los Teutones, halla su rival en Sila. Despues aparecen Pompeyo y
Craso. Al fin. Catilina y el gran orador Cicerón, quien salva a Roma de una
conjura de aquél. El gran hombre de estado, Cesar, liquida definitivamente
11
(63) las guerras intestinas. Éste había formado parte de una nueva forma de
gobierno: el triunvirato (tres hombres en el poder). A su muerte aparece un
segundo triunvirato: Antonio, Lépido y Octavio.
De 30 a. de J. C., a 14 d. de J. C., se otroga a Octavio el titulo de
Augusto. Su época logra inusitado esplendor (“Siglo de Augusto”). Sus
generales ensanchan el imperio desde el Danubio hasta el Elba. Para
gobernar tan vasto territorio se crean nuevos funcionarios: los perfectos, los
gobernadores de provincia y los legados. La agricultura, la industria, el
comercio, etc., se desenvuelven admirablemente. Brillan grandes escritores:
el historiador Tito Livio, los poetas Virgilio y Horacio.
Durante los dos primeros siglos de la era cristiana ocupan el poder
tres dinastías. Des sus emperadores sobresalen Vespasiano, Tito y
Domiciano y los antoninos Trajano, Adriano, Antonio y Marco Aurelio. Hacia
esta época el imperio adopta la forma de una monarquía absoluta. El
derecho de ciudadanía romana se extiende a casi todos los hombres libres
del imperio, asegurando de este modo la unidad romana. Se construyen por
doquier grandes obras materiales: acueductos, termas, teatros, circos,
anfiteatros, etc. Se difunden las ideas hasta todos los confines. El
cristianismo, por su parte, cobra fuerza cada vez mayor.
En el siglo III d. de J. C., se inicia la decadencia del imperio Romano.
Dos hechos la determinan: en el interior, la anarquía militar (235 – 285); en el
exterior, las invasiones de los barbaros, las cuales alcanzan su apogeo a
fines del siglo IV. Diocleciano (285 – 305) trató de contener el derrumbe
creando el sistema de la tetrarquía: dividió el Imperio en cuatro grandes
partes, gobernadas por dos augustos y dos césares. Constantino (306 – 337)
introduce otras reformas; crea la monarquía administrativa; un cuerpo de
funcionarios, bajo un plan unitario de acción, por el Edicto de Milán (313)
12
reconoce oficialmente al cristianismo. Constantinopla se va convirtiendo de
hecho en la capital del reino, que recibe ahora el nombre de bajo imperio.
Las postrimerías del siglo IV marcan el fin del Imperio Romano. La
historia del bajo imperio cuenta tres importantes acontecimientos: 1o., el
triunfo del cristianismo; 2o., la división del Imperio en Imperio de Occidente
(capital Roma), e Imperio de Oriente (capital Constantinopla); 3o., la
destrucción de Imperio de Occidente por los bárbaros del Norte. La historia
se caracteriza por una intensa lucha de las tradiciones paganas contra el
cristianismo, el cual triunfa definitivamente y se organiza sobre el modelo del
Imperio.
1.1.3.- LA CIVILIZACIÓN ROMANA
La gran originalidad romana ha sido la organización del derecho. El
pueblo Romano pasa por varias formas de gobierno: realeza, república,
principado, monarquía absoluta. La administración pública la ejercen los
magistrados (los que gobiernan): cónsules, pretores, censores, ediles,
atributos, etc. El senado, compuesto de 300 miembros, tiene el derecho de
resolver los más graves negocios del Imperio. Un senado consulto es la
opinión de la gran mayoría senatorial.
Las clases sociales.- Ante todo figuran los que poseen el derecho de
ciudadanía: ciudadanos. En un principio lo obtienen únicamente los patricios;
tiempo después, la plebe. Los peregrinos eran habitantes libres de las
provincias que carecían de los derechos de ciudadanía. Los esclavos están
reducidos a condición de cosas. Los libertos son los esclavos manumitidos.
Andando el tiempo se llamaron nobles los descendientes de algún
ciudadano que había desempeñado una magistratura; los caballeros eran los
ciudadanos ricos.
13
La familia fue la base de la vida romana; el padre, su jefe supremo. El
matrimonio tuvo tres formas: confarreatio (enlace religioso), coemptio
(compra simbólica de la mujer) y usus (después de vida marital)
Los derechos privados más importantes eran cinco:
a) Del padre sobre los hijos (patria potestas).
b) Del marido sobre la mujer (manus).
c) Del amo sobre sus esclavos (potestas dominica).
d) De un hombre libre sobre otro mediante convenio (Manus capere).
e) De todo hombre sobre su propiedad (dominium).
La religión romana fue politeísta, como la griega, pero siempre tuvo un
práctico.
El culto consiste en hacer lo que place a sus dioses, para recibir un
beneficio. Los sacerdotes supremos, encargados del culto, eran los
pontífices, los cuales obedecían al pontifex maximus. Existen también la
vestales, vírgenes que cuidaban de fuego sagrado de Vesta; había, además,
un extenso organismo de funcionarios religiosos; tales eran los augures, que
pronosticaban el porvenir; los haruspices, que examinaban las entrañas de
las victimas; los fetiales, que ponían los tratados de guerra bajo laprotección
de los dioses, etc. Los sacerdotes, en general, no constituían una casta, y los
ciudadanos podían rendir culto por cuenta propia.
El ejército, formado por la legión (la leva) y que tuvo tan señalada
importancia en la historia de Roma, se integró al principio por ciudadanos
que se equipaban a costa propia. Sólo más tarde fue una institución
organizada y pagada por el Estado. Las incesantes guerras fueron la mejor
escuela de la milicia. El arte defensivo y ofensivo de los ejércitos le
reportaron a Roma brillantes triunfos. La disciplina era ruda: el general tenía
derecho de vida y muerte sobre todos sus hombres.
14
El arte romano tuvo siempre a la vista modelos griegos; pero no dejó
de aportar nuevos elementos. En arquitectura usó el arco y la bóveda; en la
plástica y pintura fue realista; el gusto por el retrato se tradujo en verdaderas
obras maestras. La ingeniería romana saturó de magníficas obras no sólo a
Roma, sino a las numerosas provincias del Imperio.
Por lo que hace a la ciencia, Roma no superó en lo fundamental a la
enciclopedia Griega. En las ciencias de observación destacó Plino; en
cambio, los romanos aplicaron con ventaja los rendimientos de Grecia en
este respecto, aunque también es verdad que muchos sabios griegos
trabajaron para Roma.
En filosofía, tras la muerte de Aristóteles (322 a. de J. C.) se inicia el
período helenístico – romano, que se prolonga hasta el siglo V de la Era
cristiana. Destacan cinco doctrinas: el epicureísmo, el estoicismo, el
escepticismo, el eclectismo y el misticismo.
Para las cuatro primeras, la filosofía reviste un carácter práctico.
Epicuro (341 – 271), que adopta la concepción atomista de Demócrito,
enseña que el conocimiento de la naturaleza libera del miedo de ultratumba.
Su ideal de vida es la ausencia de dolor. El estoicismo, fundado por Zenón
de Citia (335 – 263), declara que hay que someterse a la razón universal.
Quien vive conforme a la naturaleza esta a salvo de las pasiones (apatía) y
es dueño y señor de su exigencia (autarquía). El escepticismo (Pirrón de
Elea, 360 – 270) señala que la verdadera tranquilidad se logra dudando de
todo; y el eclecticismo (de ex – lego, escoger) ve la manera de conciliar las
diversas doctrinas (Cicerón, 106 – 43), para una vida sin preocupaciones. La
liberación de éstas llegó a ser un ideal negativo para muchos. En el siglo III
de la Era cristiana, Plotino (250 – 270), nació en Licópolis, Egipto, pero que
enseñó en Roma, funda el misticismo. Sólo la unificación del hombre con lo
Uno, Dios, mediante el éxtasis, asegura a aquél su verdadero destino.
15
La lengua oficial en Roma era el latín o dialecto del Lacio, que es una
de las lenguas más perfectas; por su concisión y elegancia, una de las más
expresivas.
También en la literatura los romanos siguieron, en sus mejores
tiempos, las huellas de Grecia. Antes de la vigorosa influencia helena (hacia
el siglo II a. de J. C.) el documento literario más importante llegado hasta
nosotros es la Ley de las Doce Tablas.
Generalmente se divide la historia de la literatura romana del siguiente
modo:
1) Época arcaica, hasta a mediados del siglo III a. de J. C.
2) Época de la primera influencia griega, que se caracteriza por
traducciones y adaptaciones de comedias griegas (Livio Andrónico,
Nevio y Ennio). Cierta independencia poseen Terencio y Plauto. Catón
el Censor descuella en la prosa didáctica.
3) Época clásica, desde Cicerón hasta la muerte de Augusto. Asimilación
profunda de la literatura griega. Sobresalen Lucrecio, Cátulo, Julio
Cesar, Salustio, Cornelio Nepote; los tres grandes poetas latinos
Virgilio, Horacio y Ovidio; el historiador Tito Livio y los dramáticos
Higinio y Flaco.
4) Desde la muerte de Augusto hasta la decadencia romana. Brillan en la
poesía, la retórica, la historia y la enciclopedia, Juvenal, Marcial,
Tácito, Quinto Curcio, Marco Aurelio, Séneca y Quintiliano.
16
1.2.- LA EDUCACIÓN EN LOS TIEMPOS PRIMITIVOS.
1.2.1.- LA FAMILIA ROMANA
En los más remotos tiempos, Roma tuvo un tipo de educación
doméstica: la vida familiar era la principal institución donde se educaba al
niño. La familia se prestaba por modo admirable para esta tarea. Fue, desde
sus orígenes, una institución jurídicamente reglamentada que garantizó su
cometido. La madre ocupo un rango preeminente. Aunque el padre ejerce en
el hogar un poder ilimitado, la madre tiene en la crianza y educación de la
prole señalada importancia. Ella misma amamanta a sus hijos y no la
nodriza: los instruye en el culto de los dioses domésticos (lares y penates).
Incluso dirige las distracciones y juegos de ellos. Todo esto teniendo a la
vista el precepto en el que resumía Juvenal tan escrupuloso cuidado de la
niñez: máxima debetur puero reverentia (al niño se le debe la máxima
reverencia).
El ideal preside esta educación austera, condicionada por el amor a la
patria y el culto rendido a los dioses. Piedad, honestidad, austeridad. Según
Fustel de Coulanges, todo tiene un sentido divino en la familia. El hombre
ama entonces su casa, como más tarde amará su iglesia.
Este ideal educativo tenía también ciertas virtudes derivadas de la vida
campesina. En efecto, el contacto con la tierra hizo del trabajo un esencial
objetivo de su existencia. Laboriosidad, constancia y parsimonia: he ahí
estas virtudes agrícolas, por así decirlo.
Sin género de duda, el padre de familia, ciudadano y miembro de la
república, es el responsable de la educación de sus hijos, pero el carácter
práctico del pueblo asoció a la mujer en todos los asuntos delicados de la
casa. La situación de la mujer en Roma, dice Juvenal, era más elevada que
en el resto de los demás países de la antigüedad. Esta innegable influencia
17
no consistía en que participase en la vida pública, en la que apenas se hace
alusión a ella, sino por la elevada autoridad que ejercía en la familia. Aunque
la cifra de ejemplos concretos no es muy copiosa, en ningún otro pueblo de
la antigüedad se dan casos de la influencia de la mujer comparables con el
de la madre de los Gracos.
1.2.2.- EL OFICIO DE AGRICULTOR
Para comprender debidamente la educación en estos tiempos, precisa
subrayar la importancia de la agricultura. La primitiva educación es práctica:
sus elementos intelectuales son limitados. El joven romano aprende sólo
aquello que debe saber su propietario rural, sobre todo la agronomía. Si no
cultiva él mismo la tierra, por lo menos debe dirigir la explotación de vigilar el
trabajo de los esclavos o aconsejar a su granjero.
Vinculados al oficio de agricultor, figuran otros conocimientos
prácticos. Así unos rudimentos del arte de curar (medicina), así el
aprendizaje de memoria del texto de las XII Tablas, el ejercicio de un
lenguaje conciso y elocuente y manifiesta habilidad guerrera para defender la
patria y, con ella, la propiedad privada.
1.2.3.- LA EDUCACIÓN DE LA VIDA
La vigilancia permanente de la madre sobre el niño cesaba éste debía
ya acompañar al padre en su vida civil (generalmente a los 15 años). A falta
de escuelas, el joven romano se educa en la vida cotidiana; ayuda a su
padre en las faenas de la siembra y la labranza, disfruta con él de las fiestas
del amigo, y con él asiste al Foro (la plaza donde se tratan los asuntos
públicos). En todos estos sitios observa cómo se desenvuelva la vida; poco a
18
poco es aleccionado por su propio padre en el arte de la lectura y escritura.
El designio inmediato y más elevado de este aprendizaje era el de formar
buenos ciudadanos. Por eso la Ley de las Doce Tablas (redactadas por una
comisión de decenviros a mediados del siglo V a. de J. C., y grabada en
doce tablas de bronce), tuvo para la formación del pueblo romano, durante
esta época, la misma importancia de los poemas de Homero para el pueblo
griego, pues como se refiere Cicerón, entre los griegos algunos se dirigen
con todo su espíritu a los poetas, otros a los matemáticos, otros a los
músicos, otros también, como los dialécticos, abren un nuevo circulo de
actividad y dedican todo su tiempo y toda su vida a las artes que son
necesarias para formar el espíritu de la juventud, la humanidad y la vida; los
hijos de los romanos, en cambio, son educados fundamentalmente, para que
un día puedan servir a la patria y por ello se les tiene que instruir en la
organización del Estado y en las instituciones de los antepasados. “La patria
nos ha creado bajo la condición de que dediquemos a su servicio la mayor
parte y las mas bellas energías de nuestro espíritu, de nuestro talento y de
nuestra inteligencia”.
Característica de esta educación era la influencia formadora de la vida
de los grandes personajes, cuya biografía escuchaba el joven en los
discursos laudatorios y conmemorativos. (La biografía de los grandes
hombres como formación del carácter de la juventud.) Este hecho tiene más
importancia de la que a menudo se le ha concedido. El muchacho adquiría la
conciencia histórica de su pueblo, advertía que el pasado se halla vinculado
al presente, fortaleciéndose así el sentimiento patriótico de las generaciones.
Esta educación por la vida y para la vida, terminaba de un modo
simbólico, cuando el muchacho cambiaba su vestimenta, adornada con una
franja de color (toga praetexta), por una túnica viril completamente blanca
(toga virilis).
19
Por su parte, las niñas seguían bajo la completa vigilancia de la
madre, aprendiendo las faenas de la vida doméstica. Nadie mejor que
Hermadoro de Éfeso, coautor de la Ley de las Doce Tablas, ha expresado el
ideal formativo de la joven romana.
“Extranjero, mi historia se dice con brevedad;
Escucha y lee con cuidado:
Esta tumba contiene los restos
De una mujer hermosa
Cuyo nombre fue Claudia. A su señor
Lo amó con todo su corazón
Tuvo dos hijos; uno aún vive,
Otro lo tiene a su vera,
Sus palabras fueron tiernas, sus costumbres puras,
Gobernó paz en su hogar.
Supo usar la rueca y el telar.”
1.2.4.- LA ESCUELA DEL LUDI – MAGISTER
Andando el tiempo, la creciente complejidad de la vida impuso la
necesidad de otro tipo de educación, que ya no pudo adquirirse en el seno
de la familia. Al lado de la educación suministrada por la influencia de los
grandes factores de la vida social, surgen las primeras escuelas elementales.
20
A juzgar por las fuentes, este tipo de escuelas fue tomado de los
etruscos; su introducción en Roma tiene lugar hasta el siglo IV, bien que una
crónica delante de su existencia casi un siglo.
Se les llama ludi (plural del sustantivo ludus, que significa juego,
diversión); lo que indica claramente que su función era un tanto
complementaria de la educación paterna y familiar. Como en Atenas, tales
escuelas tenían un carácter privado; se instalaban en algún rincón de la
ciudad, en algún pórtico, o se anexaban a un templo o edificio público. El
maestro de ellas llevaba el nombre de ludi – magister. Seguramente, tal
designación de escuelas y maestros, se debe a que en ellas el discípulo
encontraba cierto entretenimiento del que no podía disfrutar en compañía de
su padre. También se les llama escuelas del litterator, vale decir, del que
enseña las primeras letras.
La escuela del ludi – magister suministra una instrucción elemental
que consta de lectura, escritura y rudimentos del cálculo. El aprendizaje de la
lectura se lleva a cabo por el procedimiento del deletreo, que ya Quintiliano
criticó justamente. La escritura se enseña haciendo copiar al niño con un
estilo en una tábula de cera los modelos que en la parte superior dibuja el
maestro. El cálculo tuvo merecida importancia, por su aplicación en los
negocios. Para ejercitarlo, se empleaban los dedos y los tableros de guijas.
La disciplina era severa, se echaba mano de castigos corporales; en
caso de graves faltas, se usaban la vara y el látigo.
Todo esto se aprendía desde los 7 hasta los 12 años; el conocimiento
inclusive era frecuente: se leían y escribían sentencias morales (como las de
Apio Claudio Caecus), y sobre todo los preceptos de Ley de las Doce Tablas.
El maestro era poco apreciado; se le retribuía modestamente, no
obstante que su trabajo diario empezaba a despuntar el sol.
21
Al terminar esta época, aparecen ya bien delineados los orígenes del
tipo histórico de la educación romana. Ésta ofrece un carácter utilitario y
realista, atenta a la socialización del joven ciudadano y vinculada
fuertemente a la tradición patriótica del pueblo.
1.2.5.- LA EDUCACION FÍSICA
La orientación física entre los griegos se orientó muy pronto hacia la
actividad deportiva desinteresada; en Roma, tuvo ya en los primeros siglos,
un propósito práctico. Era esencialmente una preparación para la vida de
soldado. Formaban parte de esta educación, carreras, luchas, natación,
manejo de las armas y equitación.
Una viva imagen de lo que era la cultura física en esta época, la hace
Plutarco al referir cómo Catón el Viejo educaba a su hijo: “No sólo le enseñó,
dice, la manera de manejar el arco, luchar con armas y montar a caballo,
sino también a pelear con los brazos y los puños, a resistir tanto el calor
como el frío, y a nadar en los ríos de mayor corriente y caudalosos.”
Por su parte, los adultos se ejercitaban en evoluciones militares en el
Campo de Marte, y después de tales ejercicios nadaban en el Tíber para
limpiarse y quitarse el sudor.
El adolecente griego frecuentaba el gimnasio; el adolecente romano
prefería el circo y los combates del anfiteatro. Los espectáculos del circo y
del anfiteatro son una imagen de la lucha y de la guerra. El muchacho
romano sabe conducir corceles, y carros, y arrojar la jabalina.
La danza también fue practicada por los jóvenes romanos, y viejas
canciones y cantos de guerra prueban que la formación musical no fue
extraña a ellos, aunque nunca se desarrollo como entre los griegos.
22
Parece ser que Paulo Emilio, el conquistador de macedonia, fue uno
de los primeros en aceptar para su hijo la forma griega de educación física,
aunando a los fines puramente militares los propósitos deportivos y
gimnásticos.
1.3.- LA EDUCACIÓN ENCÍCLICA EN ROMA (DESDE
MEDIADOS DEL SIGLO II A. DE J. C.)
1.3.1.- LA INTRODUCCIÓN DE LA CULTURA GRIEGA
Desde mediados del siglo III antes de la Era Cristiana, experimenta
Roma profundos cambios sociales y políticos que tuvieron repercusiones en
su vida educativa. De un lado, las victorias militares que extienden su
dominio por Italia y fuera de Italia; de otro, la creciente invasión de la cultura
helenística, que se acentúa una vez convertida Grecia en provincia Romana
(146 a. de J. C.).
El contacto reiterado con otros pueblos hizo que la educación romana
dejara de ser estrictamente nacional y acogiese otros elementos culturales.
Los militares, comerciantes y diplomáticos necesitaron para el mejor
desempeño de su cometido el conocimiento de la lengua griega; la guerra y
la política se hicieron cada vez más complicadas y difíciles; la jurisprudencia
se fue convirtiendo en una disciplina que exigía ciertos conocimientos ya no
susceptibles de ser aprendidos por la mera audición de las disertaciones
publicas; en fin, el arte oratorio llego a ser el medio más eficaz para ocupar
las magistraturas o influir poderosamente en la vida social.
Como es comprensible, la vieja escuela del ludi – magister no pudo ya
satisfacer por sí misma las nuevas demandas; junto a ella se fue gestando
un nuevo tipo de instituciones.
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1.3.2.- LAS NUEVAS EXIGENCIAS Y EL ORIGEN DE LA
EDUCACIÓN SECUNDARIA.
La cultura griega suministró los materiales de esta nueva educación, a
pesar de la resistencia que opusieron a ello algunos romanos de pura cepa,
con Catón el Viejo, al frente.
Ya en el siglo III traducía al latín Livio Andrónico (284 – 204) la
Odisea; tras él, Spurio Carvilio, Ennio y otros promovieron esta helenización
de la cultura romana. Al principio, se tuvo sólo a la vista el estudio práctico de
la lengua griega pero más tarde se fue asimilando la filosofía, el arte, etc. Tal
asimilación fue favorecido por el hecho de que muchos gramáticos, filósofos
y retóricos griegos se trasladaron a Roma, ya como embajadores, ahora
como maestros ambulantes. Los edictos de la época son un testimonio de
que para muchos romanos la penetración de la cultura griega significaba un
peligro nacional. “Todo fue en vano. Nada podía detener la carrera victoriosa
de la civilización griega. El influjo de Grecia creó por primera vez la literatura
romana. Y, en efecto, las necesidades del teatro, por una parte, y de la
escuela, por otra, han sido los que han promovido la literatura latina. El
dramaturgo y el maestro han creado de los elementos griegos la literatura
romana. Este proceso no fue sólo inevitable: la estructura de nuestra
civilización europea, se basa en esta transmisión, en la transformación de la
antigua cultura romana por la civilización griega universalista.
“La escuela fue así una poderosa palanca en este movimiento. Aquélla
emprendió la tarea de transmitir la formación griega y así surgió la primera
escuela de Europa que tuvo como fundamento la enseñanza de la lengua
extranjera, su gramática y sus escritores modelos. Esta es la idea básica de
los establecimientos que se llamaron, mucho más tarde, colegios o
instituciones humanistas.”
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En otras palabras: junto y sobre la enseñanza puramente nacional que
proporcionaba la escuela del ludi – magister, surge una orientación
pedagógica que, haciendo materia de estudio una lengua y una cultura
extranjera, condujo a una educación supernacional a una educación humana
en general. Se advirtió que hay algo en la educación que está por sobre
pueblos y tiempos, algo que pertenece al hombre por le hecho de ser
hombre. Los teóricos de la educación de entonces llamaron humanitas a este
ideal general de la educación.
1.3.3.- LA ESCUELA DEL GRAMÁTICO (LA FORMACION
ENCÍCLICA)
La idea de la humanitas se redujo en un principio a una educacion
bilingüe (griego y latín). A eso se debe que todavía reciban el nombre de
humanidades los estudios literarios, frente a la formación que suministran las
ciencias reales. Pero ya entre los romanos se ensanchó el sentido de la
humanitas como aquella cultura general que trasciende los intereses locales
y nacionales e incluye no sólo las lenguas extranjeras, sino también los
conocimientos de todo orden. Ya se perfila incluso una humanitas política.
Precisamente, esta evolución de la humanitas se operó en la escuela
del gramático, según la designación dada a los establecimientos de segunda
enseñanza que aparecen en esta época.
El programa de estudios de la escuela del gramático era, en sus
orígenes, exclusivamente literario: se trataba de instruir el arte de hablar y
escribir el griego y el latín. La gramática era la base de la formación; a ella se
enlazaba la literatura y la crítica de textos. El arte literario se ejercitaba en
textos de Homero, Menandro, Plauto, Terencio. Comprendía las siguientes
fases:
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a) Dictado de un fragmento de texto, a modo de ejercicio ortográfico;
b) Memorización del fragmento;
c) Traducción del verso en prosa y viceversa;
d) Expresión de una misma idea en diversos giros;
e) Composición literaria.
Con el tiempo se introdujo un curso rudimentario de retórica, que más
tarde se reservó para la educación terciaria (universitaria).
En cambio, las disciplinas reales (geografía, aritmética, geometría,
astronomía, teoría musical), que llegaron a formar parte del curso de estudio,
se mantuvieron como algo esencial de este grado de enseñanza. Con ello se
venía a dar una verdadera educación enciclopédica, una educación propia
del hombre libre. Por su carácter general, se le dio desde entonces el
nombre, como en Grecia, de formación encíclica.
No todos los alumnos perseguían asta el fin, los estudios impartidos
en estos establecimientos. De ordinario, a los 16 años se iniciaban los
jóvenes en alguna profesión. Unos aprendían la agricultura bajo la dirección
de un agricultor experimentado; otros se incorporaban a la armada; los hijos
de los nobles seguían aleccionándose en el arte oratorio.
En cierto modo puede hablarse de los comienzos de una educación
técnica, hacia este periodo. Hay huellas de que existió una escuela
domestica en Siracusa, y aunque no se mencionan en texto alguno
instituciones docentes consagradas a suministrar el arte de la construcción
civil, es de creerse que también existieron éstas, si se toman en cuenta las
magnificas obras arquitectónicas erigidas, que suponen, por necesidad,
conocimientos y técnicas especializados.
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Frente a la situación, baja y despreciada, el ludi – magister, el maestro
de gramática tuvo en Roma un merecido rango, un ejemplo: Suetonio
asegura que el gramático Remmio Palemon obtenía un sueldo de 400,000
sextercios al año.
1.3.4.- LA INSTRUCCIÓN DE LAS ÉLITES ROMANAS.
Con el tiempo, la influencia de la cultura y educación griegas en la vida
romana toca un extremo: no sólo las clases superiores instruyen a sus hijos
con preceptores griegos; las propias élites directoras fueron formadas en la
enciclopedia griega.
Uno de los muchos ejemplos lo ofrece la forma como fue educado
Marco Tulio Cicerón. Terminado que hubo los estudios primarios, acudió éste
a la escuela de Filón, filósofo de la Academia, a quien entre los discípulos de
Clitómaco, estimaban más los romanos por su elocuencia t nobles
costumbres. Al mismo tiempo frecuentaba la casa de Mucio Scévola, famoso
jurisconsulto y miembro del senado, con quien hizo sensibles progresos en la
ciencia de las leyes; y así mismo se aplico a la milicia bajo Sila, durante la
Guerra Mársica. Después, viendo que la República se agitaba por las
guerras civiles y que en ellas asomaba el fantasma de la monarquía
absoluta, se trasladó a Grecia.
Una vez en Atenas, se aplico al estudio de las matemáticas y de la
retórica. Antióco Ascalonita fue maestro suyo. Después navegó al Asia y a
Rodas, para entrar en contacto con otros filósofos y oradores. Cuenta
Plutarco que, cultivado ya Cicerón fue requerido en una ocasión por
Apolonio, que ignoraba la lengua latina, para que declamara en griego.
Después de haber declamado en esta lengua con suma corrección, todos
quedaron asombrados, en particular Apolonio quien dijo: “A ti ¡oh Cicerón!, te
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admiro y te alabo, pero lamento la suerte de Grecia, al ver que los únicos
vienes que le han quedado, la ilustración y la elocuencia, son también por ti
también llevados a Roma.”
1.4.- LOS TEÓRICOS DE LA EDUCACIÓN EN LA ÉPOCA
REPUBLICANA Y LA PEDAGOGÍA DE LAS “HUMANITAS”.
1.4.1.- EL ORIGEN DE LA TEORÍA EDUCATIVA Y LA
LUCHA POR LAS TRADICIONES: CATÓN EL VIEJO (234 – 149)
La teoría pedagógica hace su objeto de estudio a la naturaleza y
sentido de la educación. En estas reflexiones tropieza necesariamente con el
problema de los fines, con el tema que plantea los objetivos que se
persiguen en la formación de las generaciones jóvenes. Como hemos visto
ya, pensando en dichas cuestiones nace la pedagogía socrática, que culmina
en el gran sistema del idealismo platónico. Frente a una parecida situación,
se va gestando la teoría pedagógica entre los romanos. El hecho inmediato
fue la creciente invasión de la cultura griega con sus formas e ideales de
vida, hacia a mediados del siglo II a. de J. C. Muchos y leales ciudadanos
veían en ello un peligro y opusieron siempre fuerte resistencia, lo que dio
lugar a que se pidieran y expusieran razones acerca del problema. Todavía
en los comienzos del primer siglo a. de J. C., los censores daban a luz este
edicto: “Se nos ha notificado que ciertas personas han instituido una nueva
clase de disciplina; que nuestra juventud acude a sus escuelas; que han
asumido ellos el título de retóricos latinos, y que nuestros jóvenes, reunidos,
malgastan ahí su tiempo. Nuestros antecesores señalaron la instrucción
suficiente que debían recibir sus hijos y las escuelas que debían frecuentar.
Estas novedades, contrarias a las costumbres e instituciones de nuestros
antecesores, ni las aprobamos, ni nos parecen buenas. Por tanto,
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entendemos que es nuestro deber expresar nuestro juicio de que tanto los
que mantienen esas escuelas como los que asisten a ellas merecen nuestra
reprobación”.
Suetonio en su Vidas de Gramáticos Ilustres expresa, en cambio, la
convicción contraria: “En los tiempos antiguos la gramática no estaba en
boga en Roma; verdaderamente era de muy poco uso en aquel rudo estado
de la sociedad, en que el pueblo estaba constantemente ocupado en la
guerra y apenas tenía tiempo para cultivar las artes literarias. Por otro lado,
sus pretensiones eran muy sutiles para aquellos hombres primitivos; los que
eran oradores y poetas podían considerarse como semigriegos”.
Catón el Viejo participaba en este debate con más enjundia: no solo
se inclina por una cultura puramente nacional; trata de justificar su posición
desde puntos de vista teoréticos: se eleva la doctrina pedagógica, en cuanto
discute sus objetivos de la formación de su pueblo.
Sus dos opúsculos: Sobre la Educación de los Niños y Preceptos para
el Hijo, desgraciadamente perdidos, trataron de diseñar un ideal educativo.
Catón advierte que lo decisivo en la educación es formar el carácter. Por eso,
el arte oratorio, sobre el que escribió por primera vez un tratado especial, ha
de tener como último designio la realización de la virtud.
Otro de sus equipos versaron sobre economía, jurisprudencia, arte de
la guerra, medicina. Todos ellos vinieron a integrar una rudimentaria
enciclopedia. El fundamento de la educación romana, empero, sigue siendo
para él la agricultura. Pedagógicamente, su obra De re rustica justifica esta
idea.
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1.4.2.- MARCO TERENCIO VARRÓN (116 – 27) Y LOS
ORÍGENES DE LA ENCICLOPEDIA EN ROMA.
Marco Terencio Varrón toma en el problema de la lucha de las
tradiciones una posición conciliadora; es partidario de una cultura romano –
helénica: cree con acierto que en el dominio de la educación pueden
completarse mutuamente los intereses nacionales y los elementos griegos.
Entre sus numerosas obras (la cifra total de ellas, parte en prosa,
parte en verso, pasó de setenta, en 600 libros), tuvieron grande importancia
para la educación sus Nueve Libros de las Ciencias (Disciplinarum libri
novem), una enciclopedia que comprendía la gramática, la dialéctica, la
retórica, la geometría, la aritmética, la astronomía, la música, la arquitectura
y la medicina. En ellos ofrece de modo inmediato la materia de enseñanza,
acotada por indicaciones pedagógicas y apreciaciones en torno a su utilidad
práctica.
La historia y la sátira son recursos que también emplea en la
educación. Sus Imágenes o Hebdomades contienen 700 biografías de
hombres ilustres. Con ellas quiso hacer con Roma lo que cada familia hacía
con sus vástagos, a saber, formarla en el culto de sus mayores.
Sus Sátiras Menipeas, una miscelánea de historia, geografía y demás,
tienen el propósito de restaurar la virtud romana –poetas, honestitas,
austeritas- haciendo mofa de ciertos hombres y ciertas ideas. La propia obra
esta sembrada de máximas edificantes con la mira de que la juventud las
memorizara con fines prácticos.
Su acción pedagógica tuvo otra influencia benéfica: a el se debe en
gran parte el origen de la filosofía latina, que creo sobre el modelo de la
teoría filológica griega. De ello son testimonio sus Veinticinco libros acerca
de la lengua latina, y su historia de la política y religión de Roma desde los
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tiempos más remotos, conocida bajo el nombre de Antiquitates rerum
humanarum et divinarum.
Los trabajos de Varrón tuvieron inmensa resonancia pedagógica:
llegaron a ser el modelo de las obras enciclopédicas que se redactaron en la
Edad Media y en el Renacimiento.
1.4.3.- MARCO TULIO CICERÓN (106 – 43) Y EL IDEAL DE LA
“HUMANITAS”.
Un paso más lo da Marco Tulio Cicerón. Con él la teoría pedagógica
de los romanos se integra en sus partes esenciales. M. T, Cicerón no sólo se
plantea el tema de los fines de la educación; asimismo busca una respuesta
a la fundamentación psicológica del acto pedagógico.
Cicerón se inclina por el ideal del orador: ve en la elocuencia la fuerza
decisiva de la vida pública romana. El verdadero orador es rara avis: reúne
las cualidades de dialectico, del filósofo, del poeta, del jurista y del actor;
pero, sobre todo, es un hombre de moral ejemplar. En su obra Orator
describe estas cualidades del tribuno; en el libro Brutus (o de los insignes
oradores), busca la prueba histórica de su pensamiento; en sus tres libros De
Oratore, enseña el arte de la palabra hablada. Justo: en su obra de Cicerón
replantea con acierto el problema de la pedagogía y, de seguro, su
pensamiento alcanza la altura nada menos que de un programa de reforma
educativa.
Su ideal educativo encierra ya un sentido cosmopolita, mundial: se
funda en la idea de la formación humana general, cuyos elementos
esenciales los ha creado Grecia. El orador, en otras palabras, encuentra su
base de sustentación en la humanitas. “Los que crearon las palabras latinas
y las aplicaban rectamente, llamaban humanitas a algo que los griegos
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designaban como paideia. Es lo que nosotros llamamos también eruditio et
institutio in bonae artes. Aquellos que se entregan de todo corazón a estas
bonae artes son humanissimi. Pues el aspirar a esos productos espirituales
es solo dado entre todos los seres vivos al hombre y por eso se llama
humanitas”. Las bonae artes son ciencias en general. De ahí que Cicerón
haya subrayado una y otra vez que el orador deba ser perfecto en toda clase
de discursos, en todos los aspectos de la humanitas.
La humanitas romana, aunque inspirada por la paideia Griega, ofrece
diferencias respecto de esta, que Cicerón precisó conceptualmente: a) toda
humanitas es moral; b) toda humanitas es literaria; c) toda humanitas es
política. El ideal ecuménico de la humanitas se vincula, por otro lado, a un
objetivo político de Roma: reunir a los diversos pueblos de un Imperio, el
Imperio Romano.
Tocante a la base psicológica de la educación, se apoya en las ideas
de Aristóteles y acoge la doctrina platónica de las vocaciones humanas. Al
lado del desarrollo de la naturaleza humana general, existen en el hombre
ciertas disposiciones peculiares de las que hay que derivar la profesión de
cada individuo.
Cicerón puso en práctica sus ideas pedagógicas en tres obras de
carácter didáctico, puesta la mirada en la formación del orador: Partitiones
oratoriae, Topica y De optimo oratore.
En fin, conviene con los grandes teóricos de la educación griega, en
que la vida educativa se encuentra en inseparable relación con la vida del
Estado. Como el propio Platón, escribe un libro acerca de la organización
política de la República (de re publica) y otro de las leyes que han de regirla
(De legibus). En ambos, subraya la importancia de lo histórico (tradicional) y
en ambos hace ver que el ideal educativo debe arraigar en las circunstancias
sociales de cada lugar y tiempo.
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Cicerón asume en filosofía una actitud ecléctica: funda la doctrina
estoica con elementos sacados de otros sistemas. Cree que la existencia de
Dios, de su providencia y de la inmortalidad del alma son ideas innatas y
comunes a todos los hombres, y, por tanto, aceptables como verdaderas. En
esta naturaleza común de todos los hombres cree, asimismo, poder fundar
un derecho igual a todas las gentes (derecho natural), y de ahí derivar
normas de carácter civil, penal, internacional. Cicerón es el fundador de la
ciencia del derecho.
Las ideas pedagógicas de Cicerón tuvieron muy pronto notable
resonancia: han sido en muchos aspectos el punto de partida de la
organización pedagógica en los tiempos del Imperio.
Pero su influencia pedagógica trasciende la antigüedad. La
formulación filosófica de sus ideas y el perfecto estilo literario con que las
revistió, llegaron a ser modelo de los humanistas y pedagogos del
Renacimiento. Aún hoy las obras de Cicerón son paradigma de la mas pura y
bella latinidad.
1.5.- LA EDUCACIÓN TERCIARIA Y LA ÉPOCA IMPERIAL
1.5.1.- LOS CAMBIOS HISTÓRICOS
Bajo el imperio tienen lugar importantes acontecimientos históricos
que es preciso tener en cuenta del mejor modo las transformaciones de la
vida educativa en Roma.
El estado económico experimenta los fenómenos concomitantes de la
prosperidad material: nace el lujo y la aguda visión de las clases sociales;
muchos libertos llegan a ser potentados; los que ejercen una profesión
productiva, como los maestros, los artistas, los artesanos, viven a expensas
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de los ricos, a quienes viven honores. “Debajo de esta multitud inmensa,
cosmopolita, perezosa, que era la clientela del estado, y que se designaba
generalmente con el nombre de panem et circenses: a ella se consagraban
los regalos esplendidos de los triunfos que duraban días enteros; los juegos,
sobre todo en los circos, que costaban sumas inmensas”. Más abajo aún
figuraban los esclavos tratados como cosas y sobre los que en última
estancia recaía la producción agrícola y fabril.
El latín llego a ser la lengua común de Occidente, como el griego lo
fue del Oriente; y esto trajo consigo que la dramática y la retórica siguieran
su fecunda evolución. La literatura se perfecciono a tal grado que en el “Siglo
de Augusto” pudo alcanzar su época de oro, a pesar de su carácter
cortesano.
Se va produciendo paulatinamente una centralización política que, en
sus momentos culminantes, hizo de cada provincia una dependencia
burocrática, y llego a considerar las órdenes del emperador con fuerza de
ley. De esta suerte, el arte de gobernar, la política deja de ser objeto de una
discusión pública libre, para convertirse en un secreto del emperador y sus
funcionarios, quienes en las peores épocas, fueron libertos sin escrúpulos.
Para organizar tan poderosa máquina burocrática, fue tomando gran
vuelo la jurisprudencia y la administración de justicias (Salvio Juliano, Cayo,
Papiniano, Ulpiano, Pablo y Modestino).
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1.5.2.- EL ORÍGEN DE LA EDUCACIÓN TERCIARIA (LA
ESCUELA DEL “RETHOR”).
A compás de los cambios históricos, la cultura griega seguía
imponiéndose en todos los aspectos de la vida romana. El efecto más visible
de todo esto se revela en el nacimiento de un nuevo tipo de escuela. Ya no
fue suficiente para muchos la formación encíclica secundaria. Como alguna
vez en Grecia, se sintió la necesidad de una enseñanza superior terciaria.
La rama del saber que gozaba de mayor predilección en al época, era
la retórica: una retórica, es decir verdad, apologética y, en el mejor de los
casos, de tipo forense, pues la vida democrática con sus conflictos de partido
iba perdiendo toda importancia a medida que los emperadores se
aproximaban más al sistema de la monarquía absoluta.
Al principio, las escuelas del retórico, como se llamo a estos
establecimientos, fueron mal vistas. Hasta la época de Julio Cesar dejan de
ser combatidas por los gobernantes. Augusto ya fomentó estos estudios
creando una biblioteca palatina; Vespasiano llegó a señalar honorarios al
gran pedagogo español Marco Fabio Quintiliano; Adriano fundó en el
Capitolio el Ateneo, y otros emperadores fomentaron en general la
enseñanza superior.
El programa de estudios de estas escuelas era amplio, pero la retórica
ocupaba el lugar preferente. Entre todos los géneros de la elocuencia, la
judicial y la panegírica y filípica fueron las más cultivadas.
Respecto a la primera, el aprendizaje comprendía los siguientes
capítulos:
a) Invención, o sea la rebusea de las ideas para admitir o rechazar el
objeto materia de la disputa.
b) Disposición, a saber, el ordenamiento lógico de los argumentos.
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c) Elocución, esto es, la expresión correcta y elegante de los
pensamientos.
d) Memorización del discurso.
e) Acción corporal con gracia y dignidad.
Por su parte, la elocuencia panegírica y filípica tomaba en cuenta los
siguientes tópicos:
a) Elogio del autor, de la sentencia o de la acción que venía al caso.
b) Paráfrasis, esto es, el arte de decir en otro giro el propio pensamiento.
c) Comparación con otros autores o sentencias.
d) Conclusión, en forma de moraleja y exhortación.
1.5.3.- LA ESPECIALIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA SUPERIOR.
BIBLIOTECAS Y UNIVERSIDADES.
Con el tiempo, la educación retórica cayó en un formulismo y huero
virtuosismo que censuraron muchos pensadores. Por ventura, el auge de la
ciencia del derecho y la filología, a la sazón, colmó insensiblemente aquellas
deficiencias. Con efecto, la educación terciaria pronto tuvo escuelas de
derecho. En la época republicana la ciencia jurídica se adquiría oyendo en
los tribunales los grandes jurisconsultos. Ahora se hace imprescindible ya
una formación sistemática del jurista y magistrado. Durante el imperio existe
una clase especial de maestros de derecho: los profesores iuris civilis. Roma
y Constantinopla tuvieron los mejores centros docentes de este género. En la
primera se daban las lecciones en latín; en la segunda en griego. Pero desde
mediados del siglo II d. de J. C., Roma se erigió en la sede de jurisprudencia.
El plan de trabajo comprendía la explicación de las Instituciones y Pandectas
(recopilación de leyes) debidas a Justiniano; la duración de los estudios se
extendía por cinco años.
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Junto a estos establecimientos existían aún las escuelas de filósofos y
los institutos helenísticos, donde se desenvolvían las ciencias particulares.
Todas estas instituciones hicieron posible, a la postre, el nacimiento
de las universidades en Roma. La fundación del Ateneo por el emperador
Adriano fue el primer paso hacia la organización de ellas. El Ateneo era un
centro de cultura superior en el que retóricos y poetas instruían a la juventud.
Más tarde se restauró la Universidad de Atenas. Alejandro Severo creó
cátedras de medicina, matemáticas y mecánica.
Las universidades romanas se originaron con la idea de reunir no sólo
diversas disciplinas, sino también a los maestros y discípulos que a ellas se
consagraban. Se percibieron las ventajas que reportaba esta colaboración
académica. Puede decirse que constituyeron el germen de lo que más tarde
se llamo, universittas litterarium (la universidad del saber). Una vez
organizadas, los emperadores las protegieron, promulgando decretos que
aseguraban su estabilidad y promoviendo la formación de profesores e
investigadores. Además de la Universidad de Atenas, fueron celebres las de
Constantinopla y de Roma.
Al propio tiempo fuéronse multiplicando las bibliotecas, de tanta
importancia para la enseñanza superior. Augusto, Trajano y otros
emperadores enriquecieron las bibliotecas existentes y fundaron otras
nuevas. Todo esto revela el impulso que se daba a los estudios superiores,
que Constantino garantizó en la celebre ley Ad Volusianum, cuyo texto dice:
mandamos que los gramáticos y los demás profesores de Letras y Doctores
en Leyes, junto con sus mujeres e hijos y las cosas que en las ciudades
poseen, sean inmunes de todas las cargas civiles y públicas; y no sean
obligados en las provincias a recibir huéspedes, ni a desempeñar cargos, ni
se los lleve a juicio, o exima o exhiba, ni haga injuria… Mandamos,
asimismo, que se les paguen los honorarios y salarios, para que más
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fácilmente puedan instruir a muchos en las artes literales y estudios
mencionados”.
1.5.4.- LA COLLEGIA LUVENUM
La educación física y deportiva tuvo también en esta época una
institución importante: los collegia luvenum, una especie de clubes juveniles
de tipo aristocrático.
Augusto fue el iniciador de ellos. Lo empujó a ello la idea de inculcar a
la juventud, sobre todo de la clase senatorial y ecuestre (o de los caballeros)
la afición de las prácticas militares, a los ejércitos bélicos del Campo de
Marte, descuidados en las últimas décadas.
Estos clubes preparan y organizan certámenes, los cuales reciben el
nombre de ludi iuvenales. Una vez creados en Roma, se difunden por todo el
Imperio, bajo la protección de los emperadores, quienes los revisten de una
intensión política.
Con el tiempo algunos Collegia luvenum introdujeron pruebas
literarias, sin mayor éxito. En cambio, junto a las prácticas militares, en
muchos de ellos tuvieron lugar juegos del circo y del anfiteatro, como los
combates con fieras.
En la época de la decadencia romana los clubes eran ya centros en
donde la juventud dorada se iniciaba en los deportes y en la vida social.
1.5.5.- LA FUNDACIÓN DE LAS ESCUELAS DEL ESTADO
Los emperadores no solo cuidaron la enseñanza superior; muchos de
ellos tomaron prácticamente en sus manos la educación elemental, no
obstante que la enseñanza en todos los grados tuvo siempre un carácter
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privado. Pero llega una época en que surge, con el crecimiento del
proletariado, el peligro de que los hijos de esta clase social carezcan de
instrucción. “Entonces los grandes emperadores que siguieron en Nerva
emprendieron la organización de escuelas elementales a costa del Estado,
que en cierto modo eran asilos para los niños desamparados. Nerva dio
alimento de las ciudades de Italia, a costa del Estado, a los niños y niñas de
padres pobres. Trajano parece haber tenido la preocupación de dar
educación y alimento a los niños pobres de Italia, según una inscripción
encontrada en un municipio Itálico. Más tarde se hicieron fundaciones
caritativas para la educación de las niñas, especialmente para las mujeras de
la casa Imperial” (Dilthey).
No se trataba en rigor de monopolizar la enseñanza, sino de favorecer
la cultura general del pueblo, poniéndola a salvo de peligros. Por ejemplo, el
emperador Antonio estatuyó los exámenes oficiales, para aquellos que
deseasen consagrarse a la enseñanza. Bajo Constantino, el fundador de la
monarquía administrativa, la educación estuvo organizada por funcionarios
municipales. Juliano organizó un rudimentario sistema de inspección escolar
por parte del Estado.
En la época imperial existió, pues, un sistema de educación que
comprendía los tres grados clásicos de la enseñanza:
a) Las escuelas del ludi – magister, que suministraban la educacion
elemental.
b) Las escuelas del gramático, que atendían lo que llamaríamos hoy la
segunda enseñanza, con sus propósitos de educación encíclica.
c) Los establecimientos de educación terciaria, que iniciaba con la
escuela del retórico, y que, acogiendo la enseñanza del derecho y
filosofía, se convierten en una especie de universidades.
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1.5.6.- LA EXPANCIÓN DE LAS ESCUELAS ROMANAS
Los emperadores se encargaron también de propagar la educación
romana en las provincias que sometieron al Imperio. Sobre todo el Occidente
recibió estos beneficios. España tuvo numerosas escuelas y produjo
hombres eminentes: Séneca, Quintiliano, Marcial, Trajano, etc.; en Huesca
se fundó Sertorio, el año 89 a. de J. C., una institución de cultura superior.
En Noráfrica tuvieron escuelas famosas utica, Madaura y Cartago.
Marciano Capella y San Agustín, son testimonio de ello.
Pero sin duda alguna, en Galia Meridional, florecieron los mejores
establecimientos provinciales: Cornelio Gallus, amigo de Virgilio, Lucio
Plotius, insigne orador; Valerio Catón y otros muchos, rivalizaban como los
sabios romanos.
1.6.- QUINTILIANO (40 – 118) Y EL IDEAL DEL ORADOR
1.6.1.- EL NUEVO CARÁCTER DE LA TEORÍA
PEDAGÓGICA
La nueva etapa de la teoría pedagógica, que inaugura con Séneca y
Quintiliano, tiene un carácter más didáctico que filosófico; se aplica con
predilección a los problemas prácticos, y pasa por alto los grandes temas en
torno de los fines y de la crítica de las instituciones educativas. El gran estilo
de plantear y resolver las cuestiones poniendo en relación inseparable la
política y la pedagogía, tal y como lo llevaron a sus radicales consecuencias
Platón, Aristóteles y el propio Cicerón, se ha olvidado. A ello contribuyó, sin
duda alguna, el abandono en que se hallaba la ciencia de la política y la
critica del Estado, no obstante que Roma exigía cada vez más una
educación uniforme en su vasto territorio. El hecho es tan característico, que
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incluso los escritores que ocasionalmente se ocupan de temas pedagógicos,
no tocan el problema central de la educación publica, limitándose a dar
sugerencias y reglas prácticas de procedimiento.
En el mejor de los casos, los teóricos de la educación exponen y
justifican los ideales educativos de la época, y tratan de suministrar los
procedimientos idóneos para lograrlos.
1.6.2.- EL PROCESO DE LA FORMACIÓN DEL ORADOR.
Marco Fabio Quintiliano es el más característico representante de este
tipo de pedagogía. En su obra De institutione oratore (La Educación del
Orador) describe el proceso formativo del orador, desde la cuna hasta la
edad madura.
Ante todo hay que elegir nodrizas virtuosas, pues la educación en la
primera infancia es un hecho puramente imitativo y “los vasos nuevos
conservan el sabor del primer licor que en ellos se ha echado, y una vez
teñida la lana no recobra nunca su blancura originaria”. Asimismo, los
estudios han de comenzar cuanto antes. “Aprovechemos la primera edad,
con tanta mayor razón, cuanto que el aprendizaje de las letras no reclama
sino memoria y ésta en los niños es muy eficaz”.
La enseñanza de la lectura y la escritura debe ser simultánea. Las
frases que sirven de modelo para cada aprendizaje han de contener
máximas morales. Además todo ha de hacerse en un ambiente de grata
complacencia. “Sea el estudio un juego para el niño, hagámosle preguntas,
démosle alabanzas y que reconozca a veces sus constantes progresos”.
Terminado en la escuela de ludi – magister el aprendizaje de la lectura
y escritura, pasa en joven a manos del gramaticus. En el nuevo
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establecimiento recibe una formación encíclica. Aunque la asignatura
fundamental es la gramática, el futuro orador no debe ignorar las demás
ciencias que, por otra parte, estudiará simultáneamente: ¿Se deberá acaso
no estudiar más que la gramática, luego la geometría y en el intervalo olvidar
lo que se haya aprendido? A tanto equivaldría aconsejar al agricultor de no
cultivarse al mismo tiempo sus campos, sus viñedos, sus olivares y sus
arboles y que no cuidara a la vez de sus granos, de sus ganados, de sus
jardines y de sus abejas”.
La cultura encíclica tiene un carácter instrumental con respecto a la
formación del orador, objeto y designio final de la didáctica. La escuela del
rethor da una especie de formación terciaria. Quintiliano pone el peso
principal de la enseñanza en el contenido del discurso. Ciencia jurídica,
historia y filosofía son conocimientos imprescindibles del orador. Pero no es
la verdad por la verdad el desiderátum de la cultura oratoria, sino el punto de
vista de la acción moralmente orientada. “Por eso fue atendida la filosofía
práctica, la ética. El filósofo cabal ha de coincidir en el pensar y el vivir, en el
hablar y en el actuar. El gran orador es también el hombre moralmente
bueno. En todas sus intervenciones debe desprenderse su noble carácter. La
dignidad de la humanidad está a su alcance; con su elocuencia tiene un
enorme poder sobre los espíritus, y por ello esta en el sagrado deber de
utilizarla solo en un sentido moral. En efecto, no puede ser un hombre malo,
pues sólo de un espíritu inocente, libre de cuidados, y no del corazón
atormentado y destrozado del malvado, surge el torrente de la elocuencia
verdadera, que conmueve al espíritu de los oyentes”. Quintiliano llega casi
hasta la exageración al decir: “la oratoria es una virtud”.
42
1.6.3.- LOS FACTORES DE LA EDUCACIÓN HUMANA.
El proceso total del la formación del orador es complicado y difícil;
pero Quintiliano cree que los factores de tal educación han sido ya
descubiertos por Aristóteles. Estos son tres: natura, ars, exercitatio.
Las disposiciones naturales son de tres especies: físicas, psíquicas y
morales. El orador ha de menester de una constitución corporal sana y
vigorosa: enérgica voz, exterior agradable, modales varoniles. Las dotes
espirituales dan la posibilidad de toda sabiduría. “¿Os ha nacido un hijo?
Concebid de él las mejores esperanzas”. Los hombres reacios a la
instrucción son monstruos. Lo que se necesita es saber cómo y cuándo hay
que cultivar el espíritu. “Así como a las aves les es propio el vuelo y a los
caballos la rapidez, así también al hombre es innata la capacidad de pensar”.
Quintiliano practica finas observaciones psicológicas: reconoce la diversidad
de aptitudes. “Algunos necesitan la escuela, otros la rienda”. El maestro, por
su parte, debe tomar en cuenta la individualidad de cada cual. El hombre, por
naturaleza, se halla inclinado a la virtud. Pero no hay que olvidar que es un
don natural, que si no se desenvuelve permanece en estado latente. La tarea
de la filosofía práctica es llevar al hombre al perfeccionamiento moral.
Quintiliano admite que la virtud puede enseñarse; reconoce un fundamento
intelectual de la vida moral.
De ahí que la instrucción sea el recurso pedagógico para cultivar las
disposiciones naturales. La instrucción es un arte; consta de normas
técnicas. El orador necesita de un variado repertorio de reglas en su
actividad práctica, ante todo no debe temer la luz del foro. El estudio de las
mejores piezas oratorias de los grandes tribunos es el mejor medio para
lograr el éxito deseado.
El tercer factor del proceso formativo es el ejercicio. El progreso en la
educación supone una práctica reiterada. Las mejores aptitudes naturales y
43
la más certera enseñanza son inútiles, si no se traducen en hábitos reales.
Por ello, el gran pedagogo demanda la práctica diaria de composición y
elocución. La conducta moral es hábito.
Dentro de los tres factores de la educación, se ha de tomar muy en
cuenta el ingenio de los alumnos. Los hay agudos, medianos, bajos…
1.6.4.- LA SUPERIORIDAD DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA
SOBRE LA PRIVADA.
Ahora bien, puesto que la vida humana es interacción, Quintiliano
acentúa con justeza el aspecto social del hecho educativo. Sostiene que la
educación pública tiene indudables ventajas sobre la educación privada.
El niño y el adolecente pierden en contacto con sus compañeros
aquella tendencia a la vida solidaria y al retraimiento; a menudo las mejores
inteligencias languidecen por falta de estímulos, que siempre se encuentran
en la comunidad de trabajo.
Pero los mejores argumentos que presenta Quintiliano a favor de la
enseñanza colectiva se refieren al valor pedagógico de la emulación y a la
educación social del niño. Para dirigir el alma infantil y formar su carácter hay
que conocerlos profundamente. “Para mí, dice Quintiliano, prefiero a los
niños que excite la recompensa, que sean sensibles a la gloria, que los haga
llorar el fracaso. La ambición será su alimento; el honor aguijoneara su
acción. Nunca temo que pueda caer en la pereza un niño de esta índole.”
La instrucción pública fortalece la convivencia humana. “Pues si se
aparta el niño de la sociedad, que es natural no sólo al hombre si no a las
mismas bestias mudas, ¿dónde ha de aprender aquel sentido que se llama
común?”.
44
1.6.5.- LAS CUALIDADES DEL MAESTRO
La pedagogía de Quintiliano hace también objeto de reflexión la
personalidad del educador. Advierte con sagacidad que el buen éxito de la
educación es obra del maestro. A decir verdad, sus observaciones no calan
hondo en el problema psicológico, como fue en el caso de sus análisis
acerca de la naturaleza del educando, bien que concebidos según el modelo
aristotélico. El pedagogo latino español más bien tiene a la vista la
personalidad moral del maestro. Pide que no tenga vicio ninguno, que sea
“serio, pero no desapacible; afable, sin chocarrería; pero que lo primero no lo
haga odioso, y lo segundo despreciable. Hable a menudo de la virtud y la
honestidad; pues cuando más documentos de, tanto más ahorrará el castigo.
Ni sea iracundo, ni haga a la vista gorda lo que tiene enmienda; sufrido en el
trabajo; constante en la tarea, pero no desmesurado. Responda con agrado
a las preguntas de los unos y a otros pregúnteles por sí mismos. En alabar
los aciertos de los discípulos no sea escaso, ni prolijo; lo uno engendra
hastío trabajo, en otro confianza para no trabajar. Corría los defectos sin
acrimonia ni palabras afrentosas.”
45
46
2.1.- IMPORTANCIA DEL CRISTIANISMO EN LA HISTORIA DE
LA EDUCACIÓN
2.1.2.- LA HERENCIA JUDAICO – ISRAELITA.
El cristianismo es la religión fundada por Jesús de Nazareth, por
Cristo, esto es, el “ungido”. En sentido lato, el cristianismo es el conjunto de
las manifestaciones histórico – religiosas que derivan de la doctrina y de la
vida del propio personaje.
El cristianismo recibe la herencia religiosa de los judíos. Los tres
dogmas (puntos de doctrinas) en que se sienta la religión judía: 1. Un solo
Dios creador y rector del mundo, omnipotente, eterno y justo; 2. La idea de
un Mesías, de un enviado de la Divinidad para libertar y redimir al pueblo de
Israel, antes de la resurrección de los muertos, y 3. El concepto de la
santidad; se condensan en la doctrina de la Trinidad cristiana: “Padre, Hijo y
Espíritu Santo”.
También es herencia judía el hecho de que en el cristianismo los fines
religiosos ocupen el lugar preeminente en la vida y en la educación. El
cristianismo ha nacido en Palestina, la tierra del pueblo mejor dotado para la
religión. En efecto, ninguna cultura antigua posee una historia religiosa de
más grandes alcances que la hebrea por sus repercusiones en el mundo
occidental.
Dos circunstancias decisivas determinaron este desarrollo prodigioso
de la religión entre los judíos. Por un lado, las excelencias de su ley. Los
Diez Mandamientos constituyen, en su brevedad impresionante, uno de los
documentos más eficaces que ha producido la historia para normar las
nobles relaciones humanas. No sólo los judíos deben fundamentalmente al
Decálogo su educación moral; los cristianos de todas las confesiones son
tributarios de tan egregio documento.
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De otro lado, la recia organización de la familia, cuya importancia fue
incontrastable en todos los eventos de la existencia de los judíos. “Lo que
para los griegos y romanos fue el Estado, es para ellos la familia. Ésta
conserva las costumbres tradicionales, cultiva la legitimidad y es comunidad
de culto (2º. De Moisés, 13, 1 – 16). La significación de la familia arroja su
clara luz también sobre la mujer, por otra parte tan menospreciada en
Oriente. Aquella no es mera fuerza de trabajo, es la compañera del hombre,
y su alabanza es altamente proclamada. Ella da a la estirpe lo más valioso,
los niños, y posee también gran influjo en su educación”.
“La prosperidad que produjo al pueblo judío este respeto a la mujer y
esta situación honorable en la familia, fue infinitamente grande. El mundo
antiguo se hundió, por el menosprecio de la mujer y la destrucción de la vida
familiar. El judaísmo, a pesar de que todos sus miembros fueron dispersados
por el mundo, se ha conservado tenazmente. Fue por esto una bendición
para la humanidad el que Cristo acogiera en su religión universal, junto a la
eminente ley jurídica, la antedicha concepción de la familia”.
2.1.2.- LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO EN SUS
RELACIONES CON LA EDUCACIÓN.
Con todo, el cristianismo supera la concepción judaica de la religión;
aporta elementos radicalmente nuevos acerca de Dios, del hombre y del
mundo. Los judíos se habían elevado ya a la idea de la justicia divina, que
premia a los buenos y castiga a los pecadores; el Evangelio (la buena
nueva) va más adelante: reconoce que Dios también es amor (charitas), que
con infinita misericordia perdona al pecador arrepentido; más no como
severo juez, sino como padre amoroso que se acerca a los hombres como
hijos suyos. “¿Qué hombre hay de vosotros, dice San Mateo, a quien su hijo
le pidiese pan y diera piedras?”. La charitas es lo verdaderamente nuevo de
48
las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad). La religión judía sólo
conoció la fe sobrenatural y la esperanza en un Mesías.
Semejante relación entre Dios y el hombre trae consigo una
revaloración de este último. El alma humana puede dignificarse hasta el
grado divino. “Acoged la divinidad entre vosotros”, dice el Evangelio. Caridad
como virtud humana que exige el amor al prójimo como a nosotros mismos.
Con razón, Hegel caracteriza por modo admirable el cristianismo cuando
declara que es la presencia de Dios en el espíritu del hombre. La voluntad
divina se convierte en móvil del género humano.
Además, al proclamar el cristianismo de todos los hombres como hijos
de Dios tienen el mismo destino, y que todos son iguales ante Él, sustenta
por vez primera las ideas de fraternidad e igualdad sociales. Para los demás
elevados fines de la existencia y respeto a la conducta moral y la salvación
eternal, desaparecen las diferencias sociales del rico y del pobre, de hombre
y mujer, de joven y viejo. Con ello se destaca como nunca el valor ético de la
intimidad humana. “De qué aprovecharía al hombre conquistar el mundo
entero, si perdiese el alma”.
A las ideas de igualdad y fraternidad humanas se asocia otro carácter
no menos importante: se ve en la educación una obra de misericordia.
El ideal educativo del cristianismo es un renacer a un mundo nuevo
del espíritu. San Juan lo ha visto con sutil clarividencia. “Respondió Jesús (a
Nicodemo que vino a Él de noche): De cierto te digo que el que no naciere
otra vez del agua y del espíritu, no podrá llegar al reino de Dios”. De ahí la
importancia de los seres más plásticos para la formación, los niños. “¿Quién
es el mayor en el reino de los cielos?”, y llamando Jesús a un niño lo puso en
medio de ellos…” “Dejad a los niños que se acerquen a mí; de ellos es el
reino de los cielos.”
49
Otro rasgo esencial del cristianismo, eje en torno del cual se mueve
asimismo su educación, es la universidad de su doctrina, que supera los
limites todos del nacionalismo judío: “Señor, dice la samaritana, nuestros
padres adoran sobre esta montaña, mientras vosotros decís que en
Jerusalén está el lugar donde se debe adorar. –Mujer, créeme a mí, le
respondió Jesús, ya llegó el tiempo en que ni en este monte ni en Jerusalén
adoraréis al Padre, ya llega el tiempo en que los verdaderos adoradores le
adorarán en espíritu y verdad.”
Con el cristianismo aparece, así, un nuevo tipo histórico de educación.
Da, frente a los ideales griegos y romanos, inéditas normas de vida y
conducta. En el Sermón de la Montaña, el más conceptuoso de los discursos
que se conservan de Jesús (Mat. 5-7; Luc, 6:20-49), se consagra una visión
del mundo y de la vida en ostensible contrate con las de culturas
precedentes, fundadas en un ideal heroico, aristocrático terreno de la
existencia. “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el
reino de los cielos”. “Bienaventurados los que apaciguan, porque ellos serán
llamados hijos de Dios”.
Más este reino de Dios que comienza ya a instaurarse con la prédica
de Jesús no consiste en el poder público, ni en la gloria mundana, sino en
una comunidad de almas vinculadas por la caridad.
2.1.3.- JESÚS EDUCADOR.
Jesús es el dechado perfecto del maestro cristiano. Clemente de
Alejandría llámalo el Pedagogo de la Humanidad, pues considera que ha
dado, por su ejemplo y su enseñanza, los principios eternos de la educación
y conductas humanas: Cristo como criterio y norma de vida. Se lee en el
Evangelio de San Mateo: “El que halla su vida, la perderá; el que la perdiere
50
por mi, la hallará”; y San Juan añade: “El que cree en Él no es juzgado; en
que no cree, ya está juzgado”.
La condición de ser Jesús el Hijo de Dios, el Verbo encarnado, el
mediador y Redentor, le confieren el rango de maestro por excelencia. “Me
llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy”.
Jesús ama con ternura a los niños. Exalta su dignidad, recuerda con
insistencia el respeto que merecen y lanza a los más terribles anatemas a
cuantos por sus actos y palabras les pervierten. Por otra parte, trae a los
niños y mira con honda satisfacción a los jóvenes que se le acercan en
busca de una orientación para la vida.
Jesús posee todas las cualidades de educador consumado. Los
recursos pedagógicos que emplea conducen al educando con grata y honda
alegría a la verdad esencial que Él se propone enseñar. Por ello, pudo
sacudir y despertar la dormida conciencia de su pueblo anegado en la carga
exorbitante de la Ley mosaica y en la política imperialista de la época.
Las enseñanzas de Jesús se adaptan siempre al auditorio. Pronuncia
sus palabras de modo que el oyente las comprenda y en las ocasiones más
oportunas. Recurre con frecuencia a la imagen y a la parábola, para hacer
más plástica sus ideas.
La pedagogía de Maestro es, asimismo, gradual. Nunca cae en
precipitaciones que puedan malograr el buen éxito del aprendizaje; arroja la
simiente y espera que germine y fructifique: “Tengo muchas cosas aún que
deciros, pero, por ahora, no estáis en aptitud de comprenderlas”.
Como todo genial educador, posee Jesús, en alto grado, el arte de
interrogar, de exponer, de excitar el interés de sus discípulos. Sus coloquios
discurren siempre en un ambiente de incomparable simpatía. Es digno,
severo, paciente, a tenor de las circunstancias y de los interlocutores.
51
Hace sus enseñanzas claras e intuitivas. Forja figuras literarias y
busca ejemplos de la vida cotidiana para esclarecer su pensamiento. “Ha
perfeccionado la parábola en su forma y la ha revestido de un esplendor
incomparable”.
Su doctrina tiene un dejo de autoridad (“Yo soy el camino, la verdad,
la vida… Todo poder me ha sido dado”), aunque ejerce ésta de un modo
suave, dulce. “Responde con bondad a sus contradictores de buena fe; con
energía, a los que tratan de confundirle”. Este carácter de su enseñanza,
significa una ruptura con los viejos cuadros de la educación judía. En efecto,
es ésta, prevalecía la erudición, la cita oportuna. Jesús no cita jamás una
autoridad superior a Él, como no sea la del Padre o la Biblia.
Encauza la conducta del individuo mediante la practica de las virtudes
teologales (fe, esperanza y caridad) y las creencias sobrenaturales. Apela a
la oración (“pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá”), al
premio (paz, gloria y bienaventuranza eternas) y al castigo (el infierno, en
“donde el será el llanto y crujir de dientes”).
En fin, como maestro perfecto, fortalece su doctrina y autoridad con el
ejemplo: “¿Quién de vosotros me convencerá para pecar?” La afrentosa
muerte de que fue víctima, ha sido la fontana de la vida religiosa de Mundo
Occidental.
2.2.- LOS COMIENZOS DE LA EDUCACIÓN CRISTIANA
2.2.1.- LOS TIEMPOS APOSTÓLICOS
Muerto Jesús, se inicia la propagación del cristianismo. De inmediato
se difunde en el seno de pequeñas comunidades, de las cuales las más
importantes fueron las de Galilea y de Judea: de casa en casa iban los
heraldos del evangelio predicando la nueva fe, sin otro recurso que el
52
entusiasmo desbordante por hacer oír la doctrina y la vida del Mesías
crucificado.
Los tiempos apostólicos constituyen una de las épocas más
importantes de la historia del cristianismo, pues es una época en que la
doctrina de Jesús se expande por el mundo en su originaria pureza y en que
aparecen las primeras comunidades cristianas. Al difundirse el cristianismo
primitivo, empero con viejas concepciones del mundo y de la vida, no sólo de
Palestina, sino de Grecia y Roma, se fue gestando un conjunto de creencias
e ideas cada vez más universal. El resultado de ello fue la Iglesia Católica.
Pueden distinguirse tres grandes etapas de esta importante época. La
primera es la de una de las comunidades primitivas en el estrecho territorio
de Palestina, y que culmina con las misiones de los apóstoles y las
persecuciones de que éstos fueron víctimas en el suelo Oriental. El apóstol
Pablo llena el segundo período, sacando el cristianismo de su marco judaico:
por obra de su prédica y obra literaria, el Evangelio se difunde por Grecia y
Roma. La tercera etapa marca lo orígenes de la organización eclesiástica
con una lucha enderezada contra dos frentes: los emperadores romanos, y
los cimas y herejías surgidos en el propio seno de las nuevas comunidades.
2.2.2.- SAN PABLO (2 A. DE J. C. -66 D. DE J. C.) Y EL
UNIVERSITARIO CRISTIANO.
La educación apostólica cumplió su misión. Educó en la vida y
doctrina de Jesús y aplico el cristianismo a la conducta humana. Con San
Pablo toma el evangelio su carácter universalista; desde luego suprime los
ritos externos de los judíos como la circuncisión. Más tarde predicó “la
salvación para todos, griegos y judíos”, e hizo posible de esta suerte la
extensión rápida del cristianismo entre los gentiles. De ahí el nombre de
“Apóstol de los gentiles”, con que se ha designado a San Pablo y que
caracteriza maravillosamente su vocación.
53
La evolución del cristianismo naciente fue difícil. “La lucha entre
particularismo judío y el universalismo cristiano fue la entablada entre Pedro
y Pablo, entre Jerusalén y Antioquía. Una primera entrevista celebrada en
Jerusalén, condujo a una transacción que fue transgredida casi
inmediatamente por una y otras partes. Pablo continúo con su apostolado
universalista en el Asia Menor, luego Filipos, en Macedonia, en Tesalónica,
en Atenas, en Corinto, de donde volvió, por Éfeso, a Antioquía. La
evangelización de Éfeso había sido iniciada por un judío alejandrino: Apolos;
pronto hizo tales progresos que los mercaderes de baratijas piadosas,
destinadas al culto de la Artemisa efesia, llegaron a preocuparse y
promovieron un motín, prototipo de muchos otros que los cristianos
primeramente, luego los reformadores del cristianismo, tuvieron que sufrir.
En materia de instrucción, San Pablo exhorta a los padres a cuidar del
cuerpo y del alma de sus hijos. Ve en el aprendizaje de un oficio manual una
tarea muy conveniente, y en la enseñanza de las verdades cristianas el
supremo designio de la existencia.
2.2.3.- EL CARÁCTER DOMÉSTICO DE LA EDUCACIÓN.
Ningún testimonio escrito nos revela la existencia de escuelas
propiamente dichas en los tiempos apostólicos. La educación tenía un
carácter doméstico. “Cada casa cristiana, dice Juan Crisóstomo, era un
santuario”. La tierna solicitud de aquellos primeros padres cristianos por la
instrucción religiosa de su prole, es una de sus bellas características. Le
enseñan en los primeros albores de la inteligencia, los nombres sagrados de
Dios y el Salvador. Procuran conducir hacia Dios el espíritu infantil de sus
hijos, por narraciones familiares de las Escrituras, de José, del joven Samuel,
de María y del niño Jesús. La historia de los patriarcas y de los profetas,
apóstoles y santos, cuyas vidas se narran en el libro sagrado, fueron las
leyendas infantiles con que se vino a formar el tierno espíritu de sus hijos. A
54
medida que se desenvolvía en espíritu de los niños, los padres consideraron
una obligación, bien que agradable, ejercitarlos en la recitación de pasajes
selectos de las Escrituras, relativos a la doctrina y deberes de la religión.
Pero muy pronto las comunidades cristianas sobrepasaron el círculo
familiar de la evangelización. En las catacumbas, se produjeron nuevos
hechos de socialización religiosa. De ahí se originaron las primeras escuelas
cristianas.
2.2.4.- LA DIDACHÉ.
La educación cristiana abrióse camino dentro del propio seno de la
paideia griega y de la humanitas ronama. La exhortación de Jesús a sus
apóstoles de llevar el evangelio a todos los hombres, se emprendió con
sobra de entusiasmo. El método que comenzó a ponerse en práctica, fue la
catequesis, ello es, una enseñanza de viva voz planeada y realizada
mediante preguntas y respuestas.
La enseñanza catequística fue reforzada en seguida con la aparición,
primero, de los escritos del Nuevo Testamento; después, con la oración del
Credo, ya manuscrita, y otros opúsculos de carácter dogmático. Dentro de
estos últimos, sobre la Didaché. Esta obrita, destinada a instruir en la nueva
religión, tuvo, en efecto, gran difusión. Habla de los caminos de la vida y de
la muerte, de la liturgia, de la organización eclesiástica y del fin del mundo y
de los signos que la anunciarán.
Es digno de mencionar el papel que se asigna en la obra a los
maestros. Son ellos preferentemente quienes han de explicar la doctrina
cristiana con la mira de consumar la metanoia, ello es, el cambio que ha de
operarse en el pensar y sentir del convertido frente a la concepción pagana
del mundo y de la vida.
55
La Didaché era algo así como una colección de instrucciones, muchas
de las cuales son las propias enseñanzas de los apóstoles. Se trata del
primer esbozo de la doctrina cristiana, escrito con clara intensión
pedagógica.
56
57
3.1.- LA PATRÍSTICA EN SUS RELACIONES CON LA
EDUCACIÓN.
3.1.1.- CONCEPTO Y DIVISIÓN DE LA PATRÍSTICA
La predicación evangélica va tomando con el tiempo caracteres más
complejos. Conforme el cristianismo penetra en nuevas tierras y llega a ser
conocido por nuevos hombres, se hace objeto de constantes debates. Por
otra parte, la doctrina misma, transmitida de ordinario en forma de narración
histórica, da lugar a las más variadas interpretaciones.
De esta suerte se fue imponiendo la necesidad de fijar en un cuerpo
de doctrina dogmas, culto y disciplina de la nueva religión. Se llaman padres
de la Iglesia, en el sentido amplio del término, aquellos escritores y clérigos
que, explicando y defendiendo los principios de la nueva fe, han establecido
los dogmas, ideas, ceremonias y costumbres de la Iglesia naciente.
La realización de tan importante obra fue lenta, secular. En un
principio, aparecen los padres apostólicos, así llamados por su contacto
inmediato o muy próximo con los apóstoles. Las obras de los padres
apostólicos son sencillas instrucciones y exhortaciones a la fe y costumbres
cristianas, redactadas por lo común en forma de cartas. Entre ellos figuran
Clemente Romano, San Policarpo y San Papías.
Ya en el siglo II aparecen los padres apologistas. Su obra se
caracteriza, por su doble propósito. De un lado, redactan apologías a favor
de los cristianos, de la tolerancia y equidad de las leyes en materia de fe;
todo ello, con el designio de hacer ver que la religión por ellos profesada era
digna de la más alta estima. De otro lado, escriben con un acentuado
carácter polémico, ora contra las ideas paganas politeístas, ora contra las
58
primeras herejías, nacidas dentro de las mismas comunidades cristianas.
San Justino, Taciano, Atenágoras, Minucio Felix, Hegesipo, San Ireneo y
otros fueron padres apologistas.
Un paso adelante da la práctica en el siglo III. Superando el carácter
apologético y polémico del cristianismo anterior, ve con acierto la urgencia de
presentar, ya por modo científico, la doctrina eclesiástica. En esta empresa
destacan Tertuliano, Clemente Alejandrino y Orígenes. Fue un periodo aún
de transición. Se le llama la época de los padres catequistas, por haber
propagado desde Alejandría la ciencia cristiana. El cristianismo, empero,
todavía era presa de persecuciones.
Desde principios del siglo IV, en que se proclama la libertad religiosa
por el Edicto de Constantino (313), adquiere más amplios vuelos la actividad
científica de la Patrística. En esta época, es cuando se busca con ahinco la
conciliación de la filosofía pagana con la doctrina religiosa y moral del
cristianismo y cuando llega a formular, en términos filosóficos, la teología
dogmática, esto es, la disciplina que trata de Dios y sus atributos a la luz de
los principios revelados. San Agustín es aquí la cabeza rectora del tiempo. El
período se conoce con el nombre de la época de los padres teólogos.
La última etapa de la Patrística, que se extiende desde mediados del
siglo V hasta finales del siglo VIII, se caracteriza por la tendencia a
reelaborar y sistematizar la obra de los predecesores. Pertenecen a esta
época, Pseudo Dionisio Areopagita, Máximo Confesor y Juan Damasceno.
Este último es un precursor de la corriente escolástica, tanto por sus ideas
filosóficas y pedagógicas, cuanto por la materia de exponerlas.
3.1.1.1.-LA PATRISTICA
Se conoce con el nombre de patrística, al movimiento por los padres
de la Iglesia, con carácter ideológico, dogmatico, ceremonial y de
59
costumbres; su propósito común fue unificar la reciente religión, mediante el
establecimiento de los dogmas, la defensa de la doctrina, y el control y guía
de la práctica.
El desarrollo histórico de la patrística comprende las siguientes
etapas:
1 a De integración. Desde los apóstoles hasta el Concilio de Nicea, el
año 325. Aquí aparece la obra de los padres apostólicos (discípulos directos
de los apóstoles), y de los padres apologistas (defensores de la doctrina en
su rectitud dogmatica y en su santidad).
2a De apogeo. Desde el Concilio de Nicea, en 325, hasta el Concilio
de Calcedonia, el año 451. Aquí se destaca la obra de los padres catequistas
(difusores de la doctrina y directores de la vida cristiana), y de los padres
teólogos (fundamentadores y exégetas del cuerpo doctrinario cristiano).
3a De decadencia. Desde el Concilio de Calcedonia, en 451, hasta la
desaparición de la labor patrística. En Occidente, el ultimo padre fue San
Isidoro de Sevilla, muerto en 636; y en oriente lo fue San Juan Damasceno,
muerto en 749.
La literatura cristiana de la época patrística fue abundante y en ella se
agrupan, de manera piramidal, los escritos que han servido de base para la
estructuración, el fortalecimiento y la conservación de la doctrina cristiana.
Se designa como escritores de la Iglesia, a los autores cuya obra
literaria y religiosa, con ser de significación cristiana, no fue reconocida por la
Iglesia en todas sus partes. Entre los escritores eclesiásticos de la época,
han de citarse a Orígenes (185-253), a Tertuliano (155-220), a Cipriano (200-
258), a Lactancio (260-330)…
De entre los escritores, destacan los padres de la Iglesia, cuya labor
rebosa los marcos de la mera producción literaria, para alcanzar la de
maestros. Son notas características de los padres: su antigüedad, su
santidad de vida, su doctrina ortodoxa, y su aprobación implícita por la
60
Iglesia. Como padres de la Iglesia han de mencionarse, entre otros, a
Clemente de Alejandría (150-215), a Gregorio el Taumaturgo (213-273), a
San Gregorio de Nisa (335-385), a San Paulino de Nola (451-553), a San
Isidoro de Sevilla (+636), a San Juan Damasceno (+749)…
También de entre los padres sobre salieron los doctores de la Iglesia,
cuya obra ilustra, no solo a los fieles, sino a la Iglesia misma. Los doctores
reúnen además las características de los padres, estas dos precisas:
erudición eminente, y declaración expresa. Son doctores de la Iglesia
Oriental: San Atanasio de Alejandría (295-373), San Basilio el Grande (330-
379), San Gregorio de Nicianzo (330-390), y San Juan Crisóstomo (347-407);
y son doctores de la iglesia de Occidente: San Ambrosio (339-397), San
Jerónimo (347-379), San Agustín (354-430), y San Gregorio (540-604); unos
y otros, reconocidos en ambas iglesias, por su significación cristiana
ecuménica.
De acuerdo con la lengua en que predicaban o escribían, los padres
pueden clasificarse en griegos y latinos; y por su aportación al desarrollo de
la educación y la pedagogía cristiana, ha de mencionarse, entre los primeros,
a Clemente de Alejandría, a Orígenes (también de Alejandría), a San Basilio
el Grande (de Capadocia), y a San Juan Crisóstomo (de Antioquia); entre los
segundos, a Tertuliano (de Cartago), a San Jerónimo, y a San Agustín (de
Hipona).
3.1.2.- LAS ESCUELAS CATECÚMENAS, DE CATEQUISTAS,
EPISCOPALES Y DE GRAMÁTICA Y RETÓRICA.
La educación en estos tiempos se desarrolla en intima relación con los
progresos de la patrística. El carácter doméstico que tenia la enseñanza en
los tiempos apostólicos, pronto se transforma.
61
La Iglesia toma a su cargo la enseñanza de la dogmática e historia del
cristianismo. Para ellos, afina éste un procedimiento, vivo y sencillo: el de la
catequesis. Catecismo se dice en griego kateechismo y significa compendio
de alguna ciencia, particularmente de doctrina religiosa. Por ello la palabra
catecúmeno, se aplicó a las personas que se instruían en materia de religión.
En sus orígenes, las escuelas catecúmenas prepararon a los adultos
para recibir el bautismo. Un sacerdote les instruía, de preferencia, durante la
cuaresma, acerca de la dogmatica y la moral cristiana. Corriendo el tiempo,
entraron a formar parte de estas escuelas los niños. Con ellos se añadió a
esta instrucción religiosa la enseñanza elemental. La institución del
catecumenado era, en cierto modo, flotante; los santuarios, las criptas, las
catacumbas eran lugares propicios para la enseñanza.
El crecimiento de las instituciones escolares trae consigo, casi siempre
la necesidad de la formación de los maestros. Así como algunas escuelas
catecúmenas se fueron transformando poco a poco en escuelas de
catequistas, esto es, de maestros encargados de enseñar el catecismo.
El primero y más importante de estos nuevos establecimientos fue la
Escuela de Catequistas de Alejandría. Se considera a Panteo como su
fundador. A él le siguió Clemente Alejandrino, con quien rayó a gran altura y
tomó carácter de escuela superior. En efecto, con Clemente se introducen en
ella los estudios clásicos, cuyo conocimiento era imprescindible para
catequizar a los gentiles. Orígenes fue más adelante: hizo de la escuela no
solo un semillero de catequistas, sino un centro de enseñanza para preparar
obispos y funcionarios eclesiásticos. Así nacieron escuelas de enseñanza
superior para la formación de clérigos, las cuales, por haberse erigido en los
obispados, recibieron el nombre de escuelas episcopales.
En poco tiempo se propalaron las nuevas instituciones docentes.
Cesárea, Antioquía, Edesa, llegaron a tener escuelas catequistas; de esta
62
suerte surgieron los planteles de enseñanza destinados a la profesión
eclesiástica.
Junto a las escuelas catecúmenas y catequistas, existieron también,
por esta época, las escuelas de gramática y retórica. En tales
establecimientos se instruía acerca de las ciencias griegas. Eran planteles de
segunda enseñanza, y no pocos cristianos acudían a ellas en calidad de
maestros y discípulos.
3.1.3.- EL PENSAMIENTO EDUCATIVO DE LOS PADRES
GRIEGOS
Los primeros escritos cristianos se dieron en griego, por haber sido
esa lengua la que representaba la universalidad intelectual de la época. A
lo largo de la cuenca oriental del Mediterráneo, se construyeron grupos
religiosos y escuelas, en donde predominaba el uso de la lengua griega.
Así aparecen Alejandría, Palestina, Antioquia, y la región de Capadocia,
en donde grandes figuras de la Iglesia enseñaron y predicaron, aportando
elementos doctrinarios para una pedagogía plenamente cristiana.
Clemente de Alejandría (150-215). Dentro de una obra mayor;
compuesta de tres partes, en la segunda, de nombre El Pedagogo,
expresa el camino que ha de seguir el hombre, hacia el estado de
perfección, conciliando los estudios de ascendencia clásica, con la fe
cristiana y con las enseñanzas de la Biblia.
Orígenes (185-253). Discípulo del anterior en la escuela de
Alejandría, consideraba a la filosofía griega como el antecedente
necesario para comprender la teología cristiana, según él, la Biblia no
debía leerse en sentido literal, si no tratar de comprenderla
alegóricamente, para extraer de ella el espíritu moral y la significación
mística. En su obra Contra Celso, desarrolló algunas ideas pedagógicas
en defensa de la recta interpretación de la doctrina cristiana.
63
San Basilio el Grande (330-379). Es la figura principal de la
Escuela de Cesárea de Capadocia. Escribió una exhortación a los
jóvenes Sobre el modo de sacar provecho de la literatura pagana, en la
que hace ver el sentido de las obras de los escritores y poetas clásicos.,
supeditándolas a un criterio cristiano, que preserve la fe contra cualquier
influencia nociva.
San Juan Crisóstomo (347-407). Eminente maestro y predicador de
la Escuela de Antioquia. Hizo notar la diferencia entre la educación
pagana y la cristiana, haciendo ver que esta preserva contra el pecado,
que es el más grave mal de la humanidad. Escribió un tratado, al que
tituló Sobre la Vanagloria y la educación de los niños, donde aconseja la
conducción del trabajo educativo con apego a la doctrina y practicas
cristianas.
3.1.4.- EL PENSAMIENTO EDUCATIVO DE LOS PADRES
GRIEGOS
Tertuliano (155-220). Convertido al cristianismo, y después
separado de él, representa el primer teólogo cristiano, y al integrador de
la terminología religiosa en latín. Su obra radical y hasta fanática fue muy
amplia, entre las que han de mencionarse tratados teológicos y morales,
los primeros para enriquecer la fe, y los segundos para guiar la vida
cristiana de acuerdo a la doctrina. Su Tratado de la paciencia está muy
lejos de ser un libro didáctico, pero sin embargo ofrece un desarrollo de la
moral cristiana, expuesto para despertar, enriquecer y conservar esa
virtud, como eje de la vida práctica, y como nexo con los grandes temas
de la fe; de ahí se desprende su valor educativo.
San Jerónimo (347-379). Desarrollo su actividad intelectual, tanto
en Roma como en Oriente. Es famosa su celebre traducción de la Biblia
al latín, conocida como Vulgata, y que sirvió para unificar su lectura y su
64
interpretación. En materia educativa, combatió el rigor de la enseñanza,
pidiendo que esta se realizara con amor y dulzura; reconoció a las
educaciones física y estética, como complemento de la intelectual. Fue el
primero en ocuparse de la educación de la mujer; según lo hace notar en
algunas de sus celebres Cartas.
San Agustín (354-430). Es la figura mas destacada de todo el
periodo patrístico. Obispo de Hipona, y uno de los filósofos mas
relevantes de toda la historia, su enseñanza práctica empezó en el campo
de la sabiduría pagana, hasta su conversión al cristianismo, donde, a
través de sus numerosos escritos, llego hacer guía del pensamiento y la
práctica cristianos. Sus obras, en las que hay aportación para la
pedagogía, son las siguientes: La Ciudad de Dios, donde presenta al
mundo como asiento de los enemigos de Dios, y a la Ciudad Divina, como
una promesa para los hombre; el cristianismo es la victoria sobre la
ciudad diabólica, y la educación el medio para asegurarla. Tratado de
Trinidad, en la que enseña como iluminación contemplativa lleva a un
acto amoroso, que consiste en el goce de Dios, siendo ese el fin supremo
de la enseñanza cristiana. Tratado de la Doctrina Cristiana donde
previenen que la enseñanza religiosa debe basarse en los pasajes del
Antiguo y del Nuevo Testamento; que el catequista procederá imitando a
Cristo, impregnando su comunicación docente de paternidad y alegría; y
que el educando posee memoria, entendimiento y voluntad. Tratado
sobre la enseñanza de los campesinos, en el cual explica como la
sencillez de la vida rústica, hace a los hombre aptos para la gracia, sin
impedirles el cultivo de su inteligencia, por lo cual el catequista debe
actuar con verdadero espíritu de caridad, hallando en cada hombre una
verdadera imagen de Dios. Tratado del Orden, en el que explica como el
mundo se halla sometido a una ley universal, y conforme a ella la
educación debe ser gradual y ordenada (lectura, escritura, calculo,
gramática, retorica, dialéctica, geométrica, filosófica y teológica.
65
Confesiones, donde refiere su experiencia propia al recibir la educación, y
hace reflexiones sobre la educación física e intelectual. Y Tratado del
Maestro, en el que muestra al logo como el órgano de todo aprendizaje,
como un maestro interior, que actúa por iluminación sirviéndose de
palabras y signos, que recibe como auxiliares externos, de parte del
maestro.
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3.1.5.- GRANDES EDUCADORES DE LA ÉPOCA.
CLEMENTE ALEJANDRINO.
La iglesia ha sido concebida desde un principio como congregación de
los fieles. Este llamado a la cristiandad se practica y practicó por la vía de la
instrucción religiosa. Los padres de la Iglesia fueron ejemplo y modelo de tal
enseñanza.
Clemente Alejandrino es el primero de los grandes educadores de
este periodo. Presenta el problema del cristianismo a la sociedad de su
época desde el punto de vista de la pedagogía. Su formación pagana le
permitió llevar a cabo tan importante empresa. Considera que la Ley de
Moisés y la filosofía griega están inspiradas por igual en el logos, que educa
para la definitiva revelación de Jesús. La educación superior debe comenzar,
según sus ideas, con las ciencias humanísticas; después ha de instruir en la
filosofía y la teología. En contraste con muchos escritores eclesiásticos de su
tiempo, toda su obra refleja el sano optimismo de la cultura clásica.
Se ha sostenido, con razón, que la historia de la pedagogía cristiana
constituye un hito a la trilogía de Clemente Alejandrino: el Protréptico, el
Pedagogo y los Stromata.
El Protréptico es una invitación a los paganos para abrazar el
cristianismo. Así lo acusa la etimología del título: La Buena Nueva exige un
cambio de vida, una conversión. Justifica su propósito censurado el
politeísmo, las religiones de misterios y los sacrificios a los ídolos. A la
inversa, acepta muchas ideas de la filosofía griega, en particular de Platón,
atribuyéndoles un origen divino.
La obra central de esta trilogía es el Pedagogo. La doctrina aquí
desenvuelta hace ver que el viejo ideal de la imitación de Dios, cobra un
67
sentido de plenitud con la llegada de Cristo. La imagen perfecta del padre se
hace ahora viva y más accesible, en la figura de Jesús. Pero el Dios-hombre
no es solo un modelo de vida; es asimismo el pedagogo de la humanidad.
“¡La educación! Es el verbo quien la da… Pedagogo, Padre conductor de
Israel, Padre conductor de la humanidad”.
3.1.6.- ORÍGENES, SAN GREGORIO NACIANOENO, SAN
BASILIO, SAN JUAN CRISÓSTOMO.
En parecida actitud pedagógica se halla Orígenes. Ve en la ciencia y
filosofía griegas, una propedéutica, una preparación intelectual para
comprender la teología. Enseña que en la Biblia no hay que detenerse en el
sentido literal de los términos, sino penetrar en el espíritu moral y meístico de
la letra. Las mujeres deben participar en la enseñanza superior.
Con San Gregorio Nacianceno se inicia la patrística griega. A ella
pertenecen entre otros, San Basilio y San Juan Crisóstomo. San Gregorio
Nacianzeno formado como éstos en los estudios griegos, dice que la
educación busca tanto la salud eterna como la profana.
Entre los padres griegos también destaca San Basilio. En su homilía A
los Jóvenes se esfuerza para demostrar que la sabiduría griega ayuda a
comprender la Sagrada Escritura. Toma gran empeño en la educación de los
niños pobres y huérfanos, a quienes les abre las puertas de la educación
eclesiástica, en sus normas para la vida monástica, contenidas en su Regla
breve.
En San Juan Crisóstomo se acentúa cada vez más la diferencia entre
la educación pagana y la educación monacal. Su directiva pedagógica es:
“Hay sólo un mal, el pecado; todo lo demás es polvo y humo”.
68
3.1.7.- SAN JERÓNIMO Y LA PEDAGOGIA FEMENINA
PATRÍSTICA.
San Jerónimo tiene el merito de haber combatido la disciplina excesiva
en la enseñanza de su época. Recomienda que se respete la personalidad
del alumno y que la instrucción se haga en un ambiente de amor y dulzura.
En sus cartas pedagógicas dirigidas a Leta y Gaudencio, sobre la
educación de sus dos hijos, se advierte la falta de cultura física y estética.
En cambio, tiene el merito de haber planteado de nueva y original
manera el tema femenino de la pedagogía. Lo hace puntualmente en la
mencionada epístola a Leta. San Jerónimo toma a la virgen como modelo de
la educación femenina, exigiendo una cultura intelectual de tal extensión, que
significa nada menos que un programa revolucionario. Esta educación no
será inferior a la que deba exigirse al hombre; y, como en éste, hade estar
vinculada a la vida moral y ascética. “No basta conocer lo bueno; aquello
pertenece al juicio y discernimiento, esto al esfuerzo y trabajo”.
San Jerónimo pondera la razón social y religiosa del matrimonio, pero
hace ver las virtudes de la virginidad. En todo caso, la educación de la
afectividad de la muchacha ha de ser inseparable de su educación intelectual
a tenor de la pedagogía jeronimiana.
La nueva historiografía pedagógica ve en San Jerónimo un importante
clásico, acaso el primero dentro del cristianismo, del tema de la educación
femenina.
3.1.8.- SAN AGUSTÍN (354 – 430)
Transformación importante experimenta la pedagogía patrística en
San Agustín. El cristianismo comienza a verse como un medio de disciplina,
y la pedagogía, como un proceso de contemplación.
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El punto de partida de la pedagogía agustiniana es la situación
conflictiva y de inquietud en que se halla el hombre. El hombre es voluntad y,
como tal, tiene que decidirse entre diversos propósitos, a veces antagónicos.
Frente a este conflicto, la única respuesta es la disciplina, la disciplina
cristiana. El cristianismo enseña que el fin último es el disfrute de Dios. Los
demás objetivos de la vida sólo deben tener valor de uso. Teoría del frui et
uti.
Dicho en otro giro: el punto céntrico de la doctrina agustiniana, es
Dios. Lo que ha de gozarse, dice en su obra De Trinitate, el es el Padre, el
Hijo y El Espíritu Santo. Este goce, además, es un acto amoroso.
Tocante al objeto de la enseñanza, hace ver que las palabras
imprescindibles en el acto del aprendizaje, solo son signos de los objetos
mismos. Que éstos se adquieren por contemplación inmediata de la verdad,
cuyo más elevado fin es el mundo de las ideas divinas. Noli fora ire, in te
ipsum redi: in interiore homini habitad veritas. Por ello, la educación liberal
debe culminar en la filosofía y la teología.
La obra más importante que compuso San Agustín sobre pedagogía
se llama De Magistro. En ella se habla del proceso de la enseñanza,
haciendo ver, con criterio platónico, que el órgano de todo aprendizaje es el
logos o maestro interior. Pero éste actúa por iluminación divina, sirviéndose
de las palabras y signos como medios de comunicación. Esta teoría de la
iluminación no se compagina con la idea platónica de la reminiscencia. Para
el cristianismo el alma no pre – existe respecto del cuerpo. La iluminación de
la verdad es gracia divina.
En su Tratado de la Doctrina Cristiana esboza un plan muy complejo
sobre enseñanza religiosa y moral, la cual ha de impartirse refiriendo pasajes
del Antiguo y Nuevo Testamento. El catequista procederá en la enseñanza
70
imitando en lo posible a Cristo, pues el hombre, además, impondrá a su
comunicación docente constancia y alegría.
Cuatro son para San Agustín las causas del fracaso pedagógico: poca
capacidad del maestro, reiteración fastidiosa de conocimientos, muy reducida
inteligencia del educando e inatención de éste en el acto de la enseñanza.
En su obra autobiográfica Confesiones, toca ocasionalmente San
Agustín aspectos de educación física e intelectual.
En su opúsculo De la catequización de los incultos, pondera San
Agustín la tarea de educar a los analfabetos, recordando que Cristo encarno
en hombre rebajándose al nivel de éste.
Un objetivo final, claramente religioso, tiene ante sí la pedagogía
agustiniana. De su extraordinaria obra De civitate Dei, se desprende tal
objetivo en relación inseparable con sus ideas de filosofía de la historia. La
historia de la humanidad es la lucha entre dos reinos opuestos entre sí: el de
los enemigos de Dios o del reino terrestre y el de la ciudad divina. El
advenimiento del cristianismo significa la victoria, en este mundo, de la
civitas dei; y la educación cristiana del género humano, el medio
imprescindible para asegurar esta victoria.
3.1.9.- REPERCUCIÓN DE LA PATRÍSTICA.
Grande fue la influencia de la Patrística, por varios conceptos. Logro la
conciliación de la ciencia y la literatura paganas por la doctrina moral y
religiosa del cristianismo, y las ideas de sus más plecaros educadores
coadyuvaron a restablecer la libertad religiosa de la enseñanza. Como se
sabe, el edicto de Milán, promulgado en 362 por Juliano el Apóstata, había
limitado el prohibir a los maestros no paganos abrir escuelas. Gracias a la
pedagogía patrística, en 364, el emperador Valentiano revocó oficialmente
esta ley juliana de enseñanza. En fin, superando la pedagogía femenina en
71
la antigüedad, propugno la patrística porque la mujer participara en la
educación superior, intelectual y artística.
72
73
4.1.-LA EDUCACION EN LA EDAD MEDIA (PRIMERA PARTE.
INTEGRACION)
4.1.1.- LA SINTESIS CULTURAL Y EDUCATIVA
La cultura medieval, y dentro de ella la educación, fueron el resultado de
un síntesis histórica, en la que los elementos principales estuvieron
constituidos por las realidades ideológicas, social y política de la época.
Dichos elementos aparte la acción del cristianismo, como fuerza decisiva y
constante, fueron los siguientes:
a) El establecimiento de Bizancio, como productor del desplazamiento
hacia Oriente, de la cultura helenística y de la política romana. Con
ello nació una nueva y original estructura histórica, que tuvo un
milenio de duración.
b) La presencia de los pueblos germánicos, productos de la fusión de
los barbaros del norte con los romanos. Dichos pueblos mas tarde,
fueron los difusores del cristianismo en Europa, y los creadores de
las nuevas naciones.
c) La experiencia del Islam, que a partir de su asiento en Arabia, se
extendió por el norte de África, hasta España, y por el oriente hasta
Persia. Culturalmente, desempeñó la importante función de
preservar y difundir la cultura clásica, a partir de Alejandría.
4.1.2.- BIZANCIO
El milenio bizantino ha pasado a la historia como el escenario de una rica
cultura, que no declinó ante la presencia de los hechos políticos
transcendentales, que conmovieron la estructura intima del propio imperio. El
establecimiento de Constantinopla, de la capital del antiguo Imperio Romano,
el año 300; la separación de Bizancio, del antiguo Imperio Occidental, para
74
erigirla como capital del Imperio de Oriente, el año 550, los ataques de los
árabes, en 673 y 717; la separación de la iglesia oriental de la iglesia
romana, en 1054; y la caída de Constantinopla en poder de los turcos, el año
1453, son los acontecimientos políticos mas relevantes de su historia.
Bizancio fue la sede de una población culta, y decidida a conservar esa
calidad; la clase social superior no era, ni la que tenia el poder ni la de los
religiosos, sino de la gente cultivada. La buena educación era reconocida
como la máxima virtud, ser ineducado era una deshonra, reconociendo la
diferencia entre un bizantino cristiano y un bárbaro, precisamente en la
instrucción de aquél, frente a la ignorancia de éste.
En la educación bizantina se reconoce un afán por conservar la
educación clásica en general, sobreviviendo el clasicismo a pesar de la
tradición profundamente cristiana. Los maestros paganos tuvieron una gran
ascendencia en la formación de una nueva cultura. Este afán de cultivo hizo
que se propagara en todo el imperio, los centros educativos, aunque con una
ausencia, casi total, de ideólogos y pedagogos propios. Pueden advertirse,
de hecho, dos sistemas operantes simultáneos, para proporcionar educación:
el laico, de orientación humanista, y el religioso de inspiración cristiana.
La educación laica contó con instituciones diseminadas por todo el país.
El nivel primario no perdió ciertos aspectos de la pedagogía humanística; el
nivel secundario se fundaba en la gramática; y el nivel superior se dedicaba
al cultivo de los estudios clásicos, siendo la universidad de Constantinopla, el
modelo de estos últimos centros.
La educación religiosa también se impartía en instituciones escolares.
Aunque tardíamente, aparecieron escuelas parroquiales, para dar educación
elemental, tanto de cultura religiosa como pagana, la escuela patriarcal era
un centro para formar teólogos, pero tal formación con notarias influencias
humanistas, ya que simultáneamente se incluían las artes liberales y la
enseñanza de la filosofía. Cada patriarca era el rector de estas escuelas, que
tenían un carácter y un nivel universitarios.
75
4.1.3.- LOS PUEBLOS GERMANICOS
Los pueblos germánicos eran de raza arisa, y provenientes de la India y
de Persia; habitaban allende el Rhin y el Danubio. En la época del imperio
Romano, se les llamaba “bárbaros”, siguiendo la antigua costumbre griega
de llamar así a los extranjeros, costumbre de después adoptaron los
romanos, para nombrar a los pueblos que no hablaban latín, o que eran
ajenos a la cultura grecorromana.
Los antiguos germanos tuvieron una educación guerrera y campesina. El
ambiente educativo por excelencia era la familia, y en ella el anciano
ostentaba la máxima autoridad. La familia era una pequeña comunidad que
se bastaba a sí misma, y preparaba en todo lo que requería la vida. Los
ejercicios físicos eran parte de la educación y de la actividad necesaria. En
una ceremonia cívica, los jóvenes eran reconocidos como mayores de edad.
La educación espiritual también procedía de la familia. El ambiente y la vida
extrafamiliar eran reconocidos, porque los niños acompañaban a sus padres;
y la práctica de la adopción temporal de hijos de parientes, de vecinos y de
amigos, favorecía el cambio de ambiente educativo. No conocían la
enseñanza libresca, ni tenían escuelas. Todo se transmitía de manera oral, y
si perduraba.
El año 406 de nuestra era, se produjo la invasión del Imperio Romano por
los germanos, y al derrocamiento material del Imperio, siguió el proceso de
integración de una nueva cultura, resultado de la fusión de estos tres
elementos: la cultura clásica (grecorromana), el carácter germánico (belicoso
y persistente), y el cristianismo (en su esencia espiritual). Así se integró una
de las grandes entidades históricas de la época: el Occidente Europeo; las
otras dos eran el Oriente bizantino, y el mundo árabe.
El mundo germánico se fue integrando con la unificación de los pueblos
que los componían, y en esa integración tuvo un lugar preponderante la
76
unión del poder espiritual de los papas, y del poder temporal de los
emperadores. Desde los Pirineos hasta Rusia, y la Italia meridional, el
Imperio Germánico se constituyó en defensor del papado, y en depositario de
una tradición de nobleza hasta entonces desconocida. Varios emperadores
se sucedieron hasta el año 771, en que se ciñó la corona Carlomagno, quien
lo denominó Sacro Imperio Romano-Germánico. Hacia 987 se dividió en
pequeños dominios, dando nacimiento al feudalismo, y más tarde a las
nuevas nacionalidades.
El más noble de los emperadores germánicos fue Carlomagno (742-814),
quien hizo una importante obra educativa, que puede resumirse así:
Para ilustrar a los nobles y a los funcionarios, así como a su familia, fundo
la escuela palatina, donde se enseñaba desde lo más elemental, hasta las
humanidades.
Señaló a las iglesias, conventos, organizaciones estatales y señoríos, la
obligación de crear escuelas, para instruir sobre todo a los menores.
Introdujo un sistema de control de la educación por parte del Estado,
mediante la aplicación de una serie de ordenanzas, relativas a la creación de
escuelas para educar al pueblo.
Creo la función de la inspección escolar, con funcionamientos de la corte,
para controlar la educación que se daba en las escuelas.
Carlomagno se hizo asesor del Alcuino (753-804), primero en el
organización y organización de la escuela palatina, en la cuidad de
Aquisgrán, donde enseño las artes liberales, y después en la formulación y
redacción de la Ordenanzas (o capitulares), destinadas a las creación de
escuelas y al fomento de la educación en todo el reino.
La política carolingia en materia de educación sirvió de ejemplo a otros
reinos, que siguieron sus lineamientos casi en su integridad.
Por ejemplo: en Alemania, durante la dinastía de los Othones, se dio
impulso a la educación elemental, se cultivo la educación superior en un
77
escuela palatina; a este incremento de la cultura y la educación contribuyó
grandemente Rabano Mauro (786-856), llamado con justicia el “preceptor de
Alemania”.
En Inglaterra Alfredo el Grande difundió la obligación de dar escuela
elemental a los niños; y en su escuela palatina, se estudiaban obras muy
significativas, tales como las Cosas de la Naturaleza, del venerable San
Veda, la Consolación por la filosofía, de Boecio, la Pastoral de San Gregorio,
y otras; este monarca inglés se hizo auxiliar por el eminente filósofo Juan
Escoto Erigena (829-880).
4.2.- LA EDUCACION EN LA EDAD MEDIA (SEGUNDA PARTE.
ESTRUCTURA)
4.2.1.- LA TRADICION CULTURAL. SAN ISIDORO DE
SEVILLA
Al declinar la cultura patrística, la cultura occidental sufrió un considerable
decadencia, que puede explicarse como determinada por dos clases de
causas: unas internas, derivadas de la senectud del pueblo romano, que no
producía hombres de talento relevante; y otras externas ocasionadas por las
circunstancias sociales occidentales del Imperio Romano.
La fuerza civilizadora, que sobre el ámbito de la latinidad salva a nuestros
pueblos, y configura la imagen de Europa, es precisamente el cristianismo.
Urgía la salvación del saber clásico y patrístico, en inminente riesgo de
perderse; personajes cristianos, con educación romana realizaron esa noble
tarea, en las nuevas civilizaciones nacientes.
El saber grecorromano y patrístico, fue recopilado en enciclopedias que
aunque con defectos, fueron de gran utilidad. Semejante labor se inicia en el
78
siglo V, y perdura hasta el IX. La figura mas relevante de este periodo fue,
sin dudas, el español San Isidoro de Sevilla (565-636).
San Isidoro recoge la influencia de figuras anteriores, sobre todo de la
patrística y de la cultura romana; son innegables las opiniones que recoge,
en asuntos religiosos y espirituales, de San Agustín y de Boecio entre otras.
San Isidoro se reconoce como el antecedente de grandes figuras de la
cultura medieval; sus obras Sobre las cosas de Naturaleza, sirvió de base a
la del mismo nombre que escribió el venerable San Veda y su Libro de las
Sentencias (asuntos morales), es el antecedente de las Sentencias de Pedro
Lombardo.
Es interesante la concepción filosófica de San Isidoro. Entiende a la
filosofía divina en tres partes: la Física, la Lógica y la Ética. La Física o
tratado de la naturaleza, busca la causa de las cosas, y señala seis clases de
seres, no vivientes y vivientes, no racionales y racionales, mortales y no
mortales; sigue la teoría de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego);
reconoce al hombre como un compuesto de cuerpo y alma. La Lógica,
versando sobre la verdad, busca la razón del entender. Y la ética indagando
el orden moral, busca el orden de la vida. Todo el saber filosófico, confluye
en Dios.
La obra educativa de San Isidoro de Sevilla, es de índole tanto práctica
como teórica. Además de fundar en las principales iglesias, escuelas para el
mejoramiento de la cultura de los clérigos, acometió la magna empresa de
reunir todo el caudal científico de su tiempo, en su celebre obra Etimologías,
compuesta por veinte libros en los que explica las siete Artes Liberales, la
Medicina, el Derecho, la Historia y la Antropología, además de otras materias
variadas.
4.2.2.- HECHOS SOBRESALIENTES
Con resonancia educativa, se pueden señalar los siguientes hechos, que
aunque variados, se verificaron dentro de entidades mayores: 1º La
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cristianización de los pueblos germánicos, y la expansión de la Iglesia; 2º El
régimen feudal, la integración de la nobleza, y las cruzadas; y 3º El
incremento de la industria y el comercio, el surgimiento de la ciudades, y la
integración de la clase burguesa.
Estos hechos determinaron la fundación de tipos humanos, con especial
conciencia de clase y de necesidad educativa, como fueron: el clérigo
ilustrado, que buscó el desarrollo de su capacidad de lucha, y el fomento de
la capacidad adquisitiva. El campesino estuvo abandonado, social, política y
espiritualmente, hundiéndose cada vez más en la servidumbre.
4.2.3.LA EDUCACIÓN MONASTICA Y CLERICAL
Una forma de vida religiosa, propia de la Edad Media, fue el Monacato, y
se llama así por que se desarrollo dentro de los monasterios. El oriente, el
monacato fue fundado por San Basilio el Grande, en el siglo IV, y en
Occidente por San Benito de Nursia, en el siglo VI. Los monjes basilianos,
como los benedictinos, fueron depositarios de la tradición educativa dentro
de los claustros.
La educación monástica ofrecía los siguientes s grados:
El oblato, niño al que sus padres consagraban a la Iglesia desde corta
edad; vivían en los conventos o en las dependencias eclesiásticas;
aprendían las oraciones y las rubricas del culto.
El novicio, joven que se preparaba para la carrera eclesiástica, en la
escuela monástica (claustral o interior), si iba para monje, o en la
escuela clerical (canoníca o exterior, que era equivalente a las
catedralicias), si se preparaba para el clero secular; aprendían el latín
y el griego.
El profeso, era fraile admitido por la orden, o el clérigo en ejercicio; su
función dentro del convento era de traductor o copista de los clásicos
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paganos y cristianos, y fuera del convento de cura de almas, maestro
de la juventud, y consejero en la vida social, jurídica y política. Para
ello era cultivador de las artes liberales llamadas en su conjunto el
suptivium, constituido por el trívium (gramática, retorica, y dialéctica)
que es la base, y por el quadrivium (aritmética, geometría, astronomía
y música) que era el grado superior.
La vida monástica llego a significar una inspiración para todos los que
buscaban un alejamiento del mundo, recluyéndose a un monasterio. Esta
vida conventual ofrecía modelos o prototipos, que eran imitados por los
novicios, como camino de perfección y de ascesis, estos modelos fueron los
propios fundadores del monasterio, y mas tarde de las ordenes religiosas:
San Benito de Nursia, San Basilio el Grande, San Francisco de Asís, Santo
Domingo de Guzmán.
4.2.4.LA EDUCACIÓN CABALLERESCA Y NOBILIARIA
La caballería fue un estilo de vida militar, en que se fusionaban usos
militares, prácticas cortesanas y costumbres de la nobleza. Nació del
entusiasmo con que se preparaba la primera Cruzada, el año de 1096, y
declinó después del fracaso de la última, el año de 1270. La caballería
mantuvo en el estado feudal, una idea de vida heroico-cristiano; los fines
mas elevados de la disciplina cortesana, fueron: el valor, la constancia, la
fidelidad al señor, a la iglesia y a la dama, y la defensa y ayuda a las mujeres
y a los débiles.
La educación caballeresca discurría por los siguientes grados:
El paje, niño entre los siete y los catorce años, que estaba al servicio
de alguna dama de la corte, donde aprendía las costumbres y usos de
la vida de palacio.
81
El escudero, joven entre los catorce y los veintiún años, que, al
servicio de un caballero, aprendía las artes de la guerra y las
costumbres de la caballería.
El caballero, guerrero y noble, reconocido por su valor, con renuencia
a toda labor libresca, se empeñaba en cultivar las siete perfecciones
de un caballero auténtico, que eran: equitación, natación, lanzamiento
de la flecha, y de la jabalina, lucha con lanza y con la espada, caza,
juego del ajedrez, y versificación, acompañándose del laúd.
El ideal de la clase nobiliaria era el permanente sentimiento del honor, la
nobleza interior, la fuerza moral, el arrojo, la valentía y el triunfo. Y ese ideal
se encontraba en modelos a seguir, como: Carlomagno, el Cid Campeador,
Roldan, y otros.
4.2.5.- LA EDUCACIÓN GREMIAL Y CIUDADANA
Los gremios eran agrupaciones de trabajadores, tanto artesanos como
comerciantes, que desempeñaban su oficio en las ciudades; y por la
economía de estas actividades en el ambiente urbano, se formó la clase de
la burguesía, de la que procedía el propio gobierno de la localidad, o burgo.
Los burgos florecieron hacia e siglo XII, con plena autonomía canónica
y política, y son el antecedente del actual municipio libre.
La educación gremial, recorría los siguientes grados: el aprendiz, era
el niño que asistía al taller o al negocio de un amigo del padre, para
familiarizarse con al oficio y aprenderlo en su desempeño.
El operario o compañero, era el joven que, bajo la dirección del dueño
de un taller o de una negociación, desempeñaba un trabajo remunerado,
82
admitiendo las indicaciones para mejorarlo, y dispuesto siempre a un
progreso en su eficiencia, y a una estimación de la enseñanza recibida.
El maestro, era el titular de la profesión artesanal o mercantil, que
había llegado a adquirir las habilidades profesionales, la capacitación social,
la solvencia moral, y con orgullo representaba el espíritu de su organización
o gremio.
El ideal formativo y de vida de los agremiados, estaba representado
por ciertos “patrones”, generalmente hombres ejemplares o santos: San
José, de los carpinteros, San Pedro, de los pescadores, San Ciprian, de los
Zapateros, etcétera.
4.2.6.- LA EDUCACIÓN MUNICIPAL
El incremento de las actividades burguesas, despertó en los
agremiados la necesidad de una educación escolar, para cuya satisfacción,
el gobierno de las nacientes ciudades tuvo que subvencionar a los maestros,
y construir grandes edificios, la educación que recibían los hijos de los
agremiados, comprendían la lectura, la escritura, y el cálculo, agregándose
nociones de latín, que era la lengua internacional.
Así surgieron las escuelas urbanas o municipales, sobre las que el
gobierno de la ciudad ejercía el derecho de patronato, lo que comprendía el
nombramiento y la inspección de los maestros, los cuales se reclutaban,
primero entre los clérigos, y después entre los procedentes de la facultad de
artes (liberales), siendo dirigidos por su trabajo, por el rector de la escuela.
83
4.3.- LA EDUCACION EN LA EDAD MEDIA (TERCERA PARTE.
CULMINACION)
4.3.1.- LAS ARTES LIBERALES
Herencia de la cultura griega, y motivo de un cuidadoso cultivo en las
instituciones romanas de educación, fue el contenido de la enciclopedia
helénica, que comprendía, tanto los conocimientos a cerca de la lengua, en
sus formas escrita y oral, como el saber científico, representado por la
matemática y sus aplicaciones.
Por su significado en la formación humana, ese conjunto de disciplinas
que esmeradamente constituían la esencia del saber, Séneca las señaló con
el nombre de artes liberales (actividades que exhibían la libertad del espíritu),
y Cicerón las llamo bonae arte. Su número y su especificación, según la
opción de diversos pensadores, eran muy variados; se trataba de un
programa de saber, confuso, no precisado, pero incluía lo que esencialmente
era conocido, como la forma suprema del conocimiento generado por el
hombre; Quintiliano y Plutarco usaban para nombrarlo, la expresión griega
enkiklios paideia.
Del conocimiento al valor de estos estudios, participó también la
patrística, sobre todo a través de San Jerónimo y San Agustín. Más tarde,
fueron introducidos en los monasterios, y llegaron a convertirse en un
auténtico patrimonio cultural de la Iglesia. Finalmente, San Isidoro de Sevilla
(570-636), en su obra enciclopedia Etimologías, explica y desarrolla cada
una de estas disciplinas, determinándolas así: gramática, retórica, dialéctica,
aritmética, geometría, música y astronomía.
Las artes liberales, pues, se reconocieron en números de siete, de ahí
que a su conjunto se le denominara septivium; y para su tratamiento
84
didáctico se organizaron en dos grupos: el instrumental compuesto por la
gramática, la retórica y la dialéctica, tres diciplinas que componían el trívium,
y el científico, formado por la aritmética, la geometría, la música y la
astronomía, que por ser cuatro se denominaban cuadrivium.
Las artes liberales llegaron a constituir, en la Edad Medias, el saber
propedéutico necesario para los estudios superiores, impartido más tarde en
las universidades. Dichas artes liberales constituyeron la enseñanza en la
Facultad de Artes, o facultad menor, antecedentes para la Facultades
mayores (Filosofía, de Derecho, de Medicina y de Teología).
4.3.2.- LA CULTURA SUPERIOR
La edad Media no fue una época de obscurantismo, ni “intermedia”
entre las claridades clásica y moderna. El nombre no corresponde con su
realidad cultural.
Fueron elementos propiciadores de la cultura superior en la Edad
Media, los siguientes: la unidad cristiana, producto de la generalización
ideológica; la armonía entre la autoridad eclesiástica del Papa y el gobierno
civil de los pueblos, hermanados por la religión; la preponderancia de la
Iglesia en los ordenes económicos, social, político y cultural, y la supremacía
de la teología, que surgió de la exégesis bíblica, poniendo la filosofía a su
servicio, aunque también se cultivaron las letras clásicas.
La educación superior en la Edad Media, se cultivo a través de tres clases
de agencias: las órdenes mendicantes, como organismo al servicio de la
Iglesia; la escolástica, como forma de educación institucionalizada, y las
universidades, como instituciones de alta cultura.
4.3.3.- LAS ÓRDENES MENDICANTES
Las órdenes mendicantes fueron instituciones religiosas al servicio del
Papa, que colaboraban con él, de manera universal y rápida, en cualquier
85
parte. Se trataba de una forma de vida monástica, que sustituyo al monje
(monachus), recluido en la soledad campestre de una abadía, por el (fraile),
que vivía en el convento y fraternizaba con la gente del pueblo o de la
ciudad, a tendiendo al culto, consolando a los agobiados por el sufrimiento, y
dando ejemplo viviente de virtud.
Nacieron estas órdenes a principios del siglo XIII, cuando la vida
urbana empezaba a predominar sobre el feudalismo. Se les llamó
mendicantes, porque sus frailes vivían en régimen de pobreza, tanto
individual como institucional, actuando con un total despego a los bienes
materiales, y sustituyéndolos por las limosnas.
En esta época, se establecieron cinco órdenes mendicantes
principales: la de los frailes predicadores, fundada por Santo Domingo de
Guzmán en 1216, y aceptada por el Papa Honorio III el mismo año; la de los
frailes menores, fundada por San Francisco de Asís en 1219, y aceptada por
el mismo Papa Honorio III en 1223; la de los frailes carmelitas, de antigua
tradición, pero restablecido por San Simón Stock en 1245, y aceptada por el
Papa Inocencio IV en 1247; la de los ermitaños agustinos, también de
antigua tradición, y constituida para integrar en ella a todos los grupos de
clérigos que bajo la inspiración de San Agustí, funcionaban aislados, siendo
su creador el Papa Bonifacio VIII en 1303; la de los frailes mercedarios, que
en su origen fue una orden militar, fundada por San Pedro Nolasco en 1235,
pasando después a su orden religiosa mendicante, por decisión del Papa
Gregorio IX, 1325.
Culturalmente, las órdenes mendicantes se distinguieron en la difusión
religiosa, en el cultivo de la escolástica, y en la enseñanza universitaria, dada
la recia formación clásica y humanística de sus frailes. A través de España,
estas órdenes tuvieron gran importancia en la evangelización de América.
Sobre todo en la enseñanza universitaria, las órdenes mendicantes
fueron duramente atacadas, siendo famosa la embestida lanzada contra
86
ellas, por el docto y apasionado canónigo y maestro Guillermo de Saint-
Amour, a mediados del siglo XIII, hasta que el Papa Inocencio IV ordenó la
universidad de Paris la aceptación de los frailes como catedráticos, brillando
así, años después, la sabiduría y la dialéctica de Santo Tomás de Aquino y
de San Buenaventura, entre otros.
4.3.4.LA ESCOLASTICA
Un nuevo problema educativo se planteo en el seno del cristianismo, y
ahora consistía en la unificación de la enseñanza de la teología, a partir de
una base filosófica común. Así como la patrística se propuso integrar el
contenido doctrinario del cristianismo, la escolástica se propuso la práctica
de una labor docente adecuada a las exigencias culturales de la época.
En los primeros siglos de la Edad Media, se entendían por “escolásticas”
al trabajo en la escuela, que consistían en las enseñanzas de las siete artes
liberales. Más tarde se especifico su significado, a la enseñanza de la
teología en las escuelas que enseñaban a la doctrina aristotélica, como base
de la teología, enseñanza que tenía una unidad doctrinaria metodológica.
Las circunstancias de que fueran clérigos los más destacados
escolásticos, explica su contenido, su método y su proyección. Se trataba de
transmitir la cultura antigua y la doctrina de los padres de la Iglesia; por ello
se limito a enseñar ciencia y filosofía, pero no a investigar ni a filosofar; de
ahí la importancia que dentro de este movimiento tiene el método deductivo,
sobre todo en su forma silogística. Y todo ello explica como la escolástica,
del campo teológico, paso al campo de la enseñanza escolar, primero en
instituciones religiosas, y después en las universidades.
Como forma de vida intelectual, la escolástica ofrece un desarrollo de seis
siglos (del IX al XV), que bien puede dividirse en tres periodos:
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1º El periodo de formación (del siglo IX a mediados del siglo XII); dos
siglos de especulación prepararon el ambiente, hasta la aparición de
los grandes maestros.
San Anselmo de Canterbury (1033-1109) inició el trabajo
filosófico a través de su obra Proslogium, en donde expuso su celebre
prueba de la existencia de Dios. Pero sobre todo desencadeno la
importante polémica de los universales o conceptos, a los que
consideraba como cosas (en latín res), de donde deriva el nombre de
realismo, dado a su posición, la que fue contradicha por Roscelino, que
los consideraba como simples palabras (en latín nomina), por lo que a
esta postura opuesta le llamo nominalismo.
Pedro Abelardo (1079-1142) intervino en la polémica, ofreciendo
una solución conciliadora, consistente en dar a los conceptos un sentido
mayor, y una estructura más compleja que la concretó en su obra Si y No,
a la que por ello se consideraba como la generadora del propio método
escolástico.
Pedro Lombardo (1100-1164), perfecciono el método,
estableciendo la relación entre el saber y la fe; es clásico su celebre libro
de la Sentencias, donde exhibe un magistral manejo del método
deductivo.
2º El periodo de apogeo (de mediados del siglo XII a finales del siglo
XIII; época en el que se crearon los grandes sistemas, siendo sus
principales representantes:
Alberto el Grande (1193-1280), al reconocer la diferencia entre las
verdades reveladas y ciertos principios de la filosofía, se empaño en
evitar que entre una y otra surgiera una oposición insuperable, buscando
en la razón, la unidad explicativa de ambas formas de conocimiento.
Rechazaba que los misterios de la teología pudieran explicarse
racionalmente; pero probo que todo lo que pueda ser conocido por la
filosofía, vale también en teología. Según él, el alma solo puede conocer
88
lo que ella misma trae consigo, y por eso en el conocimiento de ciertos
hechos superiores a la naturaleza del alma, hay que acudir a la
revelación; la fe no puede fundar en ningún conocimiento natural; la
revelación es suprarracional, pero no antirraiconal.
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), expuso su pensamiento
pedagógico en su Tratado del Maestro. El conocimiento reside en el alma
humana en forma de potencia, y es labor del maestro convertirla en acto.
El maestro no transmite su ciencia al alumno, sino que ayuda a este a
formarse dentro de si a una ciencia análoga; y ello, porque la palabra y
los signos que emplea el maestro, son más aptos para generar el proceso
intelectual del alumno, que las imágenes sensibles a este. La educación
es posible, porque el saber tiene cierta estructura susceptible de ser
asimilada (principuim scientiae), y por que el alumno posee capacidad
para similarlo (via collactiva). En cuanto a la educación moral, advierte la
necesidad de formar buenos hábitos, pero mediante el ejercicio, y no por
meros preceptos; el fin de toda vida moral, es el bien supremo: Dios. La
verdad es la adecuación de la inteligencia con las cosas; de ahí el
carácter racionalista de esta doctrina.
San Buenaventura (1221-1274), pensó en su obra Itinerario de la
mente de Dios, que el fin de toda educación es Dios, y para alcanzarlo ha
de llevarse el alma, por la vía mística, hacia el cumplimiento de una serie
de grados de perfección que van desde lo sensible hasta el éxtasis,
reconociendo la presencia de Dios en el alma, por que se siente, y por
que la razón la advierta y compruebe. La educación cultiva la voluntad por
la fe, pues es más importante amar a Dios que conocerlo. La es superior
a la inteligencia; esta posición voluntarista, fue la oposición al
racionalismo, dentro de la escolástica, y la causa mas remota de su crisis.
3º El periodo de decadencia (de principios del siglo XIV al XV); nacido
de una polémica entre el racionalismo tomista y el voluntarismo de los
franciscanos, se desarrollo un movimiento de crítica a la escolástica,
89
que anuncia el Renacimiento, y en su antecedente filosófico. Sus
grandes figuras fueron:
Rogerio Bacon (1214-1294), quien reconocía los caminos de la
observación y de la experimentación, tanto en el trabajo de la ciencia,
como en la enseñanza.
Raymundo Lulio (1235-1315), que negaba su valor epistemológico
al método deductivo; recomendaba desechar el latín como instrumento de
la enseñanza, y cambiarlo por la lengua materna.
Juan Duns Escoto (1271-1308), renovó la lucha entre el
voluntarismo y el racionalismo, señalando a la voluntad como génesis de
la virtud, con supremacía sobre la inteligencia, que era la simple
explicación de dicha virtud.
Guillermo de Occam (1280-1347), rechazaba la psicología
aristotélica, señalando que la conciencia es una sola, y la distinción de las
facultades (memoria, entendimiento y voluntad), era formal. Se propuso
al dominio absoluto del principio de autoridad, sobre todo en lo relativo al
ejercicio de la razón. Negó que la teoría pudiera ser demostrada por la
razón, sosteniendo que era en su totalidad materia de fe.
Como procedimiento didáctico, la escolástica consta de las
siguientes etapas.
a) La lección, o lectura de algún texto, realizada por un auxiliar
del catedrático, al que se llamaba lector.
b) La colación, o conversación breve entre los alumnos y el
catedrático, para aclarar algún pasaje oscuro del texto que se
estaba leyendo.
c) La glosa o comentario sobre el texto leído, que
magistralmente hacia el catedrático, sin admitir
interrupciones, ni mucho menos oposiciones.
d) El dictamen, o ejercicio de composición realizado por los
alumnos, en que vertían su opinión del texto escuchado.
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e) El dialogo, o catequesis, que era una serie de preguntas y
respuestas bien coordinadas y articuladas, sobre del
contenido del texto leído.
f) La discusión, o ejercicio de razonamiento, que realizaban
los alumnos entre si, ante la presencia de el catedrático, por
medio de proposiciones probables.
g) Las cuestiones disputadas, de carácter ordinario, que tenia
por objeto la aclaración de algún texto, mediante argumentos
en pro y en contra.
h) Las cuestiones quo dobitales, de carácter extraordinario, que
surgían de temas libres propuestos por el catedrático, para
promover una discusión por oros catedráticos.
4.3.5.- LAS UNIVERSIDADES
La máxima institución educativa medieval fue la Universidad;
primitivamente recibió el nombre de studitum generale, porque desde su
aparición en el siglo XII, recibió en sus aulas a todos los estudiantes, sin
diferencia de nacionalidad. Mas tarde se uso el mismo nombre para aludir el
saber que en ellas se cultivaba, y que comprendía todas las ramas conocidas
como de valor general (artes liberales, medicina, derecho, filosofía y
teología). Finalmente, hasta el siglo XIV, se introdujo el termino Universitas,
como sinomimo de corpus consortium collegium communio societas, que
significa corporación, comunidad o totalidad de personas, agrupadas bajo
cierto régimen, por que todos, los maestros y alumnos, se hallaban
asociados en el fin de realizar en conjunto labores académica de
investigación y de alta docencia.
Son antecedentes históricos que propiciaron la aparición de las
universidades, los siguientes: la estabilización social, económica y política,
91
que prevaleció en el siglo XII, la organización de la sociedad, son gentes del
mismo gremios corporativos de gentes de la misma clases y profesión
(universitas); el alto grado cultural manifestado en el siglo XII, como
consecuencia de la tranquilidad material previa; el poderoso influjo de la
sabiduría árabe, difundida a través de la enseñanza en sus grandes
ciudades, desde Córdova a Bagdad, la importancia que lograron adquirir las
escuelas catedralicias y monacales, y la integración cabal y la aplicación
particular del método escolástico.
La capacidad cultural y la disposición para hacer de esa cultura el objeto,
de una enseñanza adecuada, fueron hechos determinantes de la creación
pluralizada de las universidades. Las más antiguas remontan su origen en el
siglo XII, y fueron las Italianas de Salerno y Bolonia (donde se cultivaban
respectivamente la medicina y el derecho), las francesas de Montpellier, y de
Paris (destacadas por su enseñanza de la medicina la primera, y de teología
la segunda), y la Inglesa de Oxford (con preponderancia en la enseñanza de
la teología). En el siglo XIII, se establecieron 19 universidades más, sobre
saliendo las francesas de Orleans y Toulouse, las Italianas de Padua, Siena,
Plascencia, y Napoles; la Portugueza de Coimbra, la Inglesa de Cambridge y
las españolas de Valencia, Valladolid, Lérida, y Sevilla, fundada por Alonso
El Sabio, quien también dio brillo a la de Salamanca. En el siglo XIV, se
crearon otras 25 universidades, entre ellos las de Avignon, Roma, Praga,
Cracovia, Viena, Heidelberg, Colonia, Lovaina.
La universidad Medieval no fue simplemente un centro de educación
Superior, como pudieron serlo la Academia Platónica, El Liceo, Aristotélico,
El Ateneo de Roma, la Biblioteca de Alejandría, o la Universidad de
Constantinopla; era, además de eso, una institución en cuya existencia,
organización y funcionamiento, operaban estas tres características
esenciales.
92
Corporatividad; era una corporación de maestros y discípulos,
dedicados unos y otros, al estudio (universitas magistrorum et
scholarium), a la usanza de los gremios artesanales.
Universalidad; en varias dimensiones, se ostentaban su carácter
generalizador: la procedencia universal de los estudiantes, el sentido
universalista del saber, la universalidad de la lengua latina, al estilo
universalizado de los métodos didácticos, el valor universal de los
contenidos, y el reconocimiento universal de los títulos (ilus ubique
docendi).
Autonomia; en el aspecto académico, igual que en el jurídico y en el
administrativo, cada universidad tenia un régimen autónomo. Las
autoridades civiles, le otorgaban seguridad y privilegios. El Papa era
reconocido como suprema autoridad jurídica y doctrinaria.
De reconocida significación era el establecimiento de las universidades,
compartido, meritoriamente, por las autoridades religiosas, por las
autoridades civiles, o por la sola corporación de sus integrantes. Así, se
pueden diferencias por su origen, las universidades con carta de fundación
papal o pontificia, como la de Roma, con carta de fundación real o imperial,
como la de Salamanca; con doble carta de fundación, como la de Viena (y
más tarde lade Mexico); y sin carta de fundación, es decir, por derecho
consuetudinario, como la de Oxford.
Pero independientemente de la autoridad que estableciera la universidad
en atención al reconocimiento que todas partes tenia la institución, los
miembros de estas gozaban de ciertos privilegios o distinciones, como estos:
derecho de conceder a su graduados la facultad de enseñar en todas partes:
vigencia del futuro académico, o sea el no poder ser juzgado si no por
tribunales universitarios; con donación de impuestos y contribuciones;
exención del servicio de las armas; el uso de capa como atuendo, y de
espada como arma defensiva.
93
Las universidades estaban organizadas en facultades, o sea las unidades
académicas en que se cultivaban las diferentes ramas del saber. Se concia
la existencia de dos clases de facultades: la menor, o de artes (por que ella
se enseñaban las artes liberales), y que servían de antecedentes a las
mayores, que eran las de filosofía, teología, derecho, y medicina.
Naturalmente que la mas común y de mayor alumnado era la de artes.
El gobierno universitario estaba a cargo del Rector, elegido
periódicamente y al cual asistían dos cancilleres, encargados de los asuntos
administrativos y de los académicos. Cada facultad estaba representada pro
un decano, el catedrático más respetable y de más antigüedad.
La terminación de los ciclos de estudios daba lugar al otorgamiento de
grados académicos; el más bajo era el de bachiller, que se otorgaba al
concluir los estudios en la facultad de artes. Las facultades mayores
otorgaban a sus egresados el grado de licenciatura; los graduados
ostentaban licencia para enseñar en la propia facultad, con lo cual podían
asumir el cargo de magister. El tercero y último grado era el de doctor,
otorgado, no a los enseñantes, sino a los que destacaban en la investigación,
o búsqueda y ampliación del saber. El otorgamiento de los grados exigía la
práctica de un acto académico público, el examen, cuyo resultado se
patentizaba en un documento especial, llamado titulo; al examen
acompañaban ciertos hechos formales, como la entrega de la toga, del
birrete, el del anillo y del libro.
La enseñanza de cada facultad, se documentaba en textos considerados
como la máxima autoridad doctrinaria, así:
La facultad de artes se apoyaba en los textos de Aristóteles.
La facultad de medicina utilizaba textos de los médicos griegos,
Hipócrates (460-377a.c.), y Galeno (131-200d.c.), así como la
Enciclopedia Medica, compuesta por el medico y filosofo árabe
Avicena (980-1037).
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La facultad de derecho se documentaba en dos grandes obras: para el
derecho temporal o profano, el Corpus Juris, redactada por orden de
Justiniano; y para el derecho eclesiástico, el Corpus Jaris Canonici,
que era una recopilación de los acuerdos conciliares y los mandatos
pontificios.
La facultad de teología recurría a la Biblia, en la traducción unificada
que hizo San Jerónimo (Vulgata Latina); a las Sentencias, de Pedro
Lombardo; y mas tarde la Suma Teológica, de Santo Tomas de
Aquino.
Y por ultimo, la formad e efectuar la enseñanza, seguía un proceso
riguroso y rutinario, que constaba de tres partes:
La lectura, que se hacia de la selección de un texto, escogido entre los
que se reconocían como la autoridad.
La petición, que implicaba la memorización, previa las explicaciones y
los comentarios.
La disputa, que era motivada por la tesis que representaba un
maestro, la cual era apoyada u objetada por otros.
4.3.6.- LA PEDAGOGÍA DE SANTO TOMAS DE AQUINO
La producción filosófica y teológica de Santo Tomas es fruto, en su
mayor parte, de su actividad de maestro. Fue un gran maestro, y además
eficaz.
El método de exposición doctrinal que sigue en la cátedra, hace de su
enseñanza una obra rigurosa y segura, y comprende los siguientes pasos:
1. Enunciación de la cuestión a tratar;
2. Distinción de las cuestiones particulares con las que se articula;
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3. Exposición de las tesis adversas sobre cada una de esas
cuestiones particulares;
4. Citación de textos sagrados contrarios aquellas tesis;
5. formulación de la solución justa, y demostración de la misma con
argumentos racionales;
6. Refutación, una por una, de las tesis adversarias.
En lo que respecta a la teoría pedagógica, en el sentido de que la
educación es autoeducación, Santo Tomas denuncia y demuestra la
diversidad de orientación general que subsiste respecto a la de San Agustín,
diversidad que se remota a la antítesis entre platonismo y aristotelismo. Para
Santo Tomas, el proceso de la enseñanza responde a la relación de potencia
al acto, y lo explica así: no niega la anterioridad del proceso del aprender,
pues es el intelecto del discípulo lo que se desarrolla en tal acto; pero lo
mismo que en cualquier otro desarrollo, también el del intelecto es un transito
de la potencia al acto, del estado de virtualidad del saber a la efectiva
posesión del saber.
El alma intelectiva es tal, en cuanto Dios la creo como capacidad para
entender, como fuerza nativa, a la que llamamos “Luz de razón”, y que se
determina en principios o conceptos universales, o como nociones comunes,
las cuales, al darse las condiciones oportunas, se revelan como actualmente
presentes en el sujeto y agentes en el proceso de conocer. Ahora bien, si la
luz de la razón y las nociones comunes son puras virtualidades, el paso de
potencia al acto exige la acción de una causa motriz o eficiente, en la que
este ya realidad la potencialidad en la que el saber sea ya poseído
efectivamente. Es decir, que el desarrollo del intelecto es el paso de la
potencia al acto, por que el intelecto, tiene la capacidad o virtualidad de
entender, es luz natural de razón, que se determina en algunas nociones
comunes, como el ser la causa, la substancia, etc.; pero si el intelecto es
virtualidad, es necesaria una causa eficiente que efectúe el paso de la
96
potencia al acto, y que la acción del maestro; el paso al educando es interior,
pero la obra externa del maestro es indispensable. Y con esto, San Tomas,
dentro de la interioridad del mismo acto educativo, justifica el momento de la
enseñanza.
La obra del maestro que desde afuera solicita este traspaso interior de
la potencia al acto, es pues indispensable, aun cuando esta obra no puede
ser otra cosa que colaboración con la naturaleza, solicitación de ese principio
característico del alma intelectiva e interior en ella. El arte educativo, en lo
que respecta al saber, es análogo, al arte del medico respecto de la salud: el
medico actúa desde fuera para que la naturaleza, con sus fuerzas propias,
restituya la normalidad a las funciones del organismo. De este modo, Santo
Tomas establece la importancia de la didáctica: la educación es
autoeducación, pero no es auto aprendizaje; por eso es indispensable la obra
didáctica (motriz) del maestro.
Santo Tomas quiere disipar también otro equivoco que puede nacer
del análisis de este proceso; podría sostenerse que el maestro comunica su
saber al discípulo, y que es entendido por este, en tanto que en ambos
existen un intelecto único, que piensa y entiende. Por ello establece una
distinción entre la actividad del sujeto que entiende y la naturaleza de la cosa
entendida; esta última es idéntica y única en el maestro y en el discípulo, en
tanto que aquella es individual y propia de cada centro intelectivo, y por lo
tanto es distinta en el maestro y en el discípulo.
97
98
EDUCACIÓN EN ROMA
99
EDUCACIÓN CRITOCENTRICA
100
EDUCACIÓN PATRISTICA
102
CONCLUSIÓN
En esta investigación se resalto la importancia que inculcaron estas
culturas en la formación del hombre actual, sus métodos de enseñanza, los
aportes importes importantes para la educación.
Se observó como la historia política en Roma es el marco para la
historia de la educación. Sus épocas políticas y la importancia de estas en el
establecimiento de la educación superior, la popularización de la educación
elemental y el desarrollo de la teoría pedagógica, herencia de la educación
103
doméstica y las virtudes ciudadanas de respeto a las leyes y culto a los
dioses.
También se señalo la gran importancia que tuvo la educación
cristocéntrica. El cristianismo cuya doctrina y practica están basadas en las
enseñanza de Jesús de Nazareth.
Otro aspecto importante en la historia de la educación es la Patrística,
el cual es un movimiento promovido por los padres de la iglesia y cuyo
propósito fue unificar la naciente religión, mediante el establecimiento de los
dogmas, la defensa de la doctrina, y el control y guía de la practica.
Además se investigo la educación en la Edad media la cual nació de
hechos como la cristianización de los pueblos germánicos y la expansión de
la Iglesia; el régimen feudal y las cruzadas y el crecimiento de la industria y el
comercio.
Todas estas culturas fueron precursoras en la educación actual y
pusieron grandes aportes para la formación de la educación.
BIBLIOGRAFIA
Larrollo, Francisco (1986) Historia General de la
Pedagogía. México: Purrúa
Villalpando Nava, José Manuel (2008). Historia de la
Educación y de la Pedagogía. México: Purrúa.