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so, yo no tenía el menor derecho sobresu vida. Y la conversación derivaba rápidamente hacia mi estupidez y mi irremediable brutalidad. Al cabo de algúntiempo, toda otra situación llegó a hacérseme inimaginable.
Cecilia desapareció de mi vida repentinamente. Uno de sus amantes logró sacarla por fin de su remolino fantasmalcomo una pesca preciosísima. No sé quéhabrá sido de ellos. Tal vez Cecilia estéabsorta levantando sus terribles laberintos para esta alma privilegiada. Tal vezse ha apagado, renunciado a la ilusión deexistir que con sus juegos de espejosconseguía. N o sé, Cecilia es inesperada:no cree en su realidad, corre hacia loque cree ser y se le esfuma - y tieneque seguir y seguir sin descanso, sintérmino, hasta el infinito, hasta la nada.Tiene que destruir, corromper, envenenar. Su mirada hiela las cosas y luegolas traspasa.
Desde entonces estoy solo, soy un incurable. Recuerdo con una nostalgia escalofriante aquellos meses, cuando mivida era infinita como el infierno. Sóloel glacial abrazo del mal podría despertarme. Nunca amaré a otra, a una quetal vez no llegará al fonclo; que tal vezno vendrá revestida, como un verdugo,del ropaje llameante del destino; que talvez no me hará sentir, como una puntaacerada que me haga casi aullar otra vezde desesperación y de abandono, su fatalmisión de aniquilarme totalmente. Todas me parecen pequeñas, ninguna podría sepultar hasta mi último latido enla inmensa frialdad de su abismo.
La base de existencia de la burguesíahaitiana es muy variable: la política, laindustria, el comercio, los bienes heredados. El modo de vida no lo es menos:viajes, vida de casta, exclusividad de deportes lujosos tales como el tennis, mezclas por uniones matrimoniales, etc.
Una observación: el nivel intelectuales muy bajo. Ahora bien, la producción ola continuación de esta sociedad calcadasobre la producción y sobre las colisiones políücosociales -con el fin de quela disociación siga siendo marcada- sehace. muy débil. Los elementos nuevospierden cada vez más el gusto de los estudios y su sentido de existencia se dirigeúnicamente hacia el mantenimiento delos goces por medios desvergonzados.Esta sociedad dividida en clases crea males cada vez- mayores para el país, descontento por la excentricidad y el egoísmo de su género de vida, y despierta lasconciencias clorm iclas.
Así, la minoría de Haití vive en un espejismo, en las ilusiones peligrosas queprecipitan su caída, en la ignorancia másabsoluta de las teyes de la historia, y sueña en la eternidad de sus goces y de susprivilegios. La estructura social actual deHaití es real: una clase posee sin producir, una clase produce sin poseer. Seestá, lejos, en consecuencia, de la sociedad humana, igualitaria, del establecimiento de la sociedad sin cLases.
¿l/na clase 'III('dia?
Es seguro que existe una clase mediaen Haití. Pero Jos mismos fenómenos queconducen a la clase proletaria a no for-
Por BONAPARTE
todo, destruyéndome miserablemente. Cecilia se me escapaba como el humo, comola pérfida onda, no tenía bulto.
De esta niebla devorante no me salvóni siquiera el descubrimiento de que meengañaba. Pude pensarlo en el primermomento, a solas; pero junto a ella nunca nada llegaba a ningún sitio, todo recomenzaba sin fin, ilimitadamente. A vecesconfesaba, se lanzaba en explicaciones tancomplicadas, tan llenas de repentinos recodos, que yo acababa por perderme. Alfinal resultaba ser yo vituperable y cobarde, causante, casi autor de su infidelidad. Luego negaba todo, se mostrabaultrajada, cambiaba el sentido de todassus confesiones anteriores, ante mis propios ojos, con una rapidez de prestidigitador que me dejaba sin aliento. Otrasveces no tenía nada que explicarme, entre nosotros no había ningún compromi-
ESTRUCTURA DE LA SOCIEDADHAITIANA
L A DIFERENCIACIÓN entre las clasessocii\les en Haití es muy marcada.Los fenómenos que determinan al
mismo tiempo la clase y la sociedad sonaparentes; pero el gracia de adaptaciónes muy diferente, ya sea porque el accesoa una clase "superior" o más desahogadaes nuevo, o porque la degenerescenciaroe una parte de la sociedad antiguamentedesahogada y que sigue reivindicando oviviendo según concepciones caducas quenada justifica. En cualquiera de los doscasos, el carácter burgués persiste, incluso cuando la asimilación a la clase se hahecho posible gracias a factores incoherentes.
y la dase proletaria, por su lado, vive,como en todos los países "civilizados",con medios reducidos, en la necesicIad ytambién en la servidumbre disfrazada delibertad. La servidumbre necesariamenteno debe hacerse oficial para que sea real.
¿ Una burguesía colmada?
Puede comprobarse sin embargo quepermanece igual lo que determina la clase, a saber: el modo de división del trabajo, el modo cle vida, los privilegios.el modo de repartición de la producción.Pero muchas gentes en nuestra sociedadde facto tienen la idea, la mentalidad declase "superior" sin apoyarse sin embargo en factores económicos que los favorezcan.
lía. Dos días después, no era raro que,tras otro desconcertante escamoteo, mereprochara precisamente mi infantilismode aquel día. Si yo en ese momento, enlugar de no entender nada con mi grosera sensibilidad, hubiera hecho algo, ungesto decidido, un acto inteligente ... Pero era demasiado tarde, y en aparienciayo no tenía remedio. Hubiera queridodar patadas contra aquel laberinto de espejos, hundirme en mi torpeza renunciando a todo. Pero estaba tan desesperado,y tan m;:deado ya por mi desesperación,que sólo podía seguir por aquella cuesta,con la fuerza de la inercia, en medio deun atónito vacío.
Así estaban las cosas cuando de pronto un día se me entregó. Fue todo tanbrusco y tirante que no tuvimos tiempode sentir ·ternura. Yo no obtuve gran placer, ni creo que ella ninguno; y sin embargo recordaré siempre aquel día único,aquella sensación de reposo casi fuera deltiempo cuando, reclinada la cabeza sobresu cuerpo fresco y pequeño, me adormecí unos segundos. Me sentía como el náufrago que yace por fin, exhausto, en laorilla de la que ya desesperaba desgarradoramente: asido en el último instantea aquella poca materia delicada, sustraídopor milagro a un ml1lido turbio y confuso que se precipitaba en el vacío.
Pero aquello fue sólo un respiro. Eln.áufrag:o, salvado de la muerte, seguíaSIendo Juguete de las olas. Ahora Ceciliahablaba sin cesar, larga, fríamente, denuestra relación. Examinaba despiadadamente su imposibilidad, su esencia absurda e inútil. Nuestros encuentros eran como de conspiradores; nos juntábamospara hablar sombríamente de aquello como de un insondable pecado que habíaque ocultar en la oscuridad a todo trance.Este espan toso secreto nos ligaba de unamanera tan terrible y casi ultraterrena,que cualquier otro lazo hubiera sido risible entre nosotros. Y era precisamenteporque éramos amantes, porque lo habíamos sido una noche, por lo que no podíamos vivir como hombre y mujer. Yotodavía lo intentaba a veces, en ciertosaccesos de salud y buen sentido cada vezmás raros. Pero pronto abandonada, sin
.tiéndome atrozmente vulgar, aquella pretensión ñoña de vivir por lo menos nuestro pecado - puesto que no tenía remed~o. Nuestra culpa era más grande que laVIda, y parecí~ que la rebajaríamos cobardemente al dispersarla en hechos cotidianos. Eramos dos monstruos castos.. Seguimos viviendo en el vértigo. Ceci
ha me buscaba, me huía, pedía mi apovo,me abandonaba con desprecio. Me telefoneaba a las horas más insólitas faltabaen cambio a las citas, cambiaba' los plan.es en el ~ltimo momento. Cuando porfm nos velamos, evocaba con frenéticacuriosidad los más nimios detalles denuestro amor de un día. Decía que no volvería a verme, pero volvía bruscamente.Otras veces sentía gran piedad por mí,prometía que me cuidaría y me consolaríahasta la muerte como una trágica hermana. y después se reía de mis torpes remordimientos de hombre, hablaba con alegre dese~lVoltura,,ridicu~izabami ingenuidad: ¿com.o habla podIdo yo creer queaqu~llo le Imp?rtaba? Hacía su papel demUjer sana, libre, un poco frívola conla misma perfección, la misma convi'cciónque los otros. Yo vivía en un mundoi~real, corriend~ ?etrás de fantasmas queSlll cesar se dISIpaban, tropezando con
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mular ni comprender sus aspiraciones legítimas son las que se encuentran en estaclase media. La inacción, la resignaciónse encuentran lo mismo en la clase proletaria que en la clase media. Y sin embargo esta última es la clase de los intelectuales. Pero los elementos que la constituyen sufren más que los que formanel proletariado, porque tienen los conocimientos su ficientes para percatarse elela ilegitimidad de sus condiciones y tienen más necesidades, pero no poseen esaconciencia de clase que fuerza las barreras sociales. N o imaginan, en su pasividad, ningún medio de transgredir el orden social establecido. Esta resignaciónes muy acusada entre los elementos ele laclase media.
Hay también d comportamiento. Nopiensan que se harían valer manteniendoellos también una idea de clase semejantea la que se alimenta en la clase opuesta,sino que aspiran, ya sea por cambios econÓl1\icos temporales y arti ficiales o accidentales, ya sea por favores políticos, :l
entrar, a fusionarse con la clase burguesa. La toma de conciencia no es total, sies que no está ausente. Es exactamente
.10 que se ha visto durante los últiniosaños.
La clase media está formada generalmente por empleados, funcionarios, unosy otros económicamente débil·es. Y porañadidura con familias numerosas, siempre económicamente débiles con relaci6na las entradas ele la clase burguesa y, enun grado superior, a las entradas de laclase proletaria. Las relaciones de negocios, las relaciones sociales ilusorias lesdan el gusto de imitar a la clase burguesaen sus excesos. cuando no en su modo deexistencia. Se percibe tin fenómeno muycurioso: las gentes llegan a vivi¡' por encima de sus medios, Sus necesidades aumentan, se empobrecen más, de donde seproduce una regresión social a veces inaparente. Pero basta un tropiezo en elorden económico para que la realidad delas condiciones sustituya a las ilusiones.Esta clase también desaparecerá si no tiene cuidado.
el acceso al poder del campesino DUl11arsair Estimé.
Pero ¿ qué sucedió? La clase media, esaclase intelectual rodeada de miserias queno tenía ninguna especie de esperanza enel mejoramiento de sus condiciones devida, compartió bruscamente el poder conel proletariado. De pequeños profesores,esos seres se convertían en Embajadoreso Ministros. La transición era demasiado brusca. El, proceso de la toma de poder, el ac'ceso a la dirección de los asuntos del Estado los embriagaban tanto, queaquellos contra quienes se había hecho larevolución fueron a fin ele cuentas losque se beneficiaron con ella.
En lugar de tratar de mantener lasnuevas conquistas sociales, de asegurar elporvenir de su clase, se empeñaron envivir como aquellos que combatían. Larevolución los sobrepasó. Perdieron elpoder. La reacción volvió' a tomarlo. Sinembargo, la reacción se hizo más acomodaticia. Mantuvo en sus puestos a algunos de ellos para ·no tenerlos a todos enla oposición. Quiso así precaverse contra
UNIVU.sIDAD DÉ MlXtco
L~ ,clase ~roletaria ~t,n0tor de la producclOn- VIve en condICIOnes miserablescondiciones de pobreza, de ignorancia yde desprecio. Las leyes se votan para favorecerla. Se aplican para des favorecerla.Porque el obrero haitiano no tiene seguro social, no tiene subsidios familiares, no tiene seguro de enfermedad-invalidez, contra los accidentes de trabajo.Además de esto, es el patrón el que determina la duración del trabajo - lasleyes referentes a las horas extra de trabajo no·-existen. El mismo patrón determina también el salario. Cierto que hayuna ley referente al salario mínimo legal,pero queda en ficción.
El poder no obliga al capital. Esto secomprende si se sabe que los hombresque constituyen el poder forman partedel capital. Pero también se comprendemuy mal cuando se sabe que el procesohistórico de la evolución actual debe tender hacia el mejoramiento de la suerte delos explotados.
Las reivindicaciones sindicales sonahogadas. Redundarían necesariamente en
La Revolución de 1946. "su modo de f.1"istenc·ia. crea una. desproporc'ión social acenlllada"
Durante más de treinta años, la mayoría del pueblo haitiano fue oprimidapor una minoría. Los mismos vectoresque condicionan la existencia de la min~ría dominante adual son los que determmaron durante treinta años la vida social ele Haití.
El Sr. Lescot, entonces presidente deHaití, vino a agravar peligrosamente esteaspecto del problema al ol'vidar que lasocieda~ estaba dividida en clases, creyendo precIsamente que la minoría era todala Sociedad y la Nación. Esto se dehiósin duda a que el Sr. Lescot no teníaun grado de cultura elevado, una personalidad igual o superior a la de sus predecesores que habían mantenido una po-'lítica de equilibrio. .
El luj? del que el Sr. Lescot hizo galafue tan msultante, que un bu'en día comprendió bruscamente sus errores al encontrarse en el exilio. El 11 de enero de1946, el pueblo haitiano le había arrebaté<do el poder.
Esta revolución dio lugar a una sobreexcitación sin lími.tes. Hubo incluso pers?nas que confuc::heron sus prejuicios soCiales can prejuicios de? raza. La consecuencia ~le esta ¡'evolución, con su desencadenamIento de fuerzas populares, fue
toda nueva revolución. Lo ha logrado encierta medida.
Pero, por las leyes de la historia, estarevolución se hará, porque el. gocee)' elegoísmo que eran los determinantes' delmodo de vida de la clase de 46 están todavía vivos. en nuestros días.' En 1946,cada uno pensó en sí mismo, nadie pensóen la clase. . .
El fracaso de la revolución de 46 esla más grande elerrota del proletariadohaitiano desde el período de independencia, es la más terrible en la historia social del país. Teóri·camente esta revolución había alcanzado sus propósitos: latransformación ele la sociedad. Prácticamente había degenerado por la pérdidade los valores y la no-conciencia -nodigo inconsciencia- de los derechos adquiridos.
. f.a clase proletm·ia.
La más numerosa y la más desfavorecida. Un político haitiano, un burgués, lallamó "el 95% políticamente amorfo satisfecho del régimen político actual". Estina calamidad decir así en voz alta loque no debería ni siquiera pensarse envoz baja.
rei vindicaciones de clase y turbarían elorclen sociaL Estas reivindicaciones sonahogadas meeliante la compra de almas,la compra ele conciencias. Los verdaderos líderes sindicales han sido apartados..Los recién llegados que- se creen Jídereso que desean llegar a serlo favorecentodavía más a la reacción para conservarlos débiles privilegios o amistades quereciben a cambio.
Así pues, la lucha entre clase .dominada y clase dominante no ha entrado todavía en su verdadera fase a causa de laausencia ele teóricos que condicionen esalucha. Históricamente hablando, deberátener lugar. Tendrá lugar.
Porque cuando la producción, la fuerza del dinero, las fuerzas políticas permanecen concentradas entre las manos detina minoría ávida de sus goces y de sus'privilegios, celosa de su modo de existencia, que crea así una desproporciónsocial acentuada; cuando la miseria, laignorancia, las privaciones, la injusticiasiguen siendo los únicos modos de vidaele una mayoría oprimida, llega un díaen que esta mayoría toma conciencia elesus derechos y lucha por su liberación.
Siempre vale má~ evitar la sangre queafrontarla.