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ENTREVISTA A RÁUL ESCUDERO, protagonista de “POVEDA”
“TODOS TENEMOS LA CAPACIDAD PARA PODER SEGUIR
LEVANTÁNDONOS Y LUCHANDO POR LLEGAR A DONDE NOSOTROS
QUEREMOS O CREEMOS”
Actor y músico, Raúl Escudero (Palencia, 1980) es el protagonista de “Poveda”, película
dirigida por Pablo Moreno que lleva a la gran pantalla la vida del sacerdote y pedagogo
linarense San Pedro Poveda. Curtido en las tablas, este es su quinto largometraje, el primero
como protagonista. Escudero, premio al mejor actor por la Unión de Actores de Castilla y
León en 2012, destaca el tesón y la capacidad de superación como dos características
esenciales del personaje que interpreta.
Una vez finalizado el rodaje de “Poveda” ¿crees que ha habido un antes y un después? ¿Qué
ha supuesto para ti encarnar la vida de este santo?
Para mí ha sido sobre todo, un cambio grande tanto en el aspecto personal como profesional.
Había abordado papeles protagonistas antes pero siempre en el teatro nunca en cine. El
cambio ha sido sobre todo en cuestión de confianza, de una experiencia muy grande en todos
los niveles. Y en la parte personal también, porque cuando te acercas a un trabajo, al que sea,
empiezas a investigar qué tipo de persona, cómo lo vas a abordar, a qué se dedica, qué le pasa,
qué le sucede… y de repente te
encuentras aquí con un
personaje real, que la gente
conoció y lo que hace es
generarte una responsabilidad
grande. Lo que hay que hacer es
quitársela, es decir, descubres
que Pedro Poveda fue una
persona normal y corriente,
como cualquier otra persona que
se ríe, que se cae, que tendrá sus
momentos y que tiene sus
necesidades como todo ser
viviente. Lo que hizo es lo
extraordinario. Descubres que lo principal, o lo más importante para mí, que tuvo él es esa
capacidad de superación y de seguir avanzando pase lo que pase. Y si te van poniendo trabas,
da igual. Se trata de levantarse, encontrar la estrategia nueva para continuar. Al final es una
similitud, con tu vida personal y tu vida profesional. Tienes dificultades pues vamos a ver
cuáles son los recovecos para salir adelante. Y personalmente lo mismo, siempre va a haber
palos en la vida, gente que te ponga zancadillas y circunstancias que te van a impedir a priori
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avanzar. Lo grande está en encontrar cuáles son los lugares por los que colarte o los puntos
débiles de ese muro que al final se puede romper.
- ¿Cómo preparaste el personaje?
Hay muchos campos abiertos sobre los que un actor trabaja. Nunca empiezo a abordar los
trabajos de la misma forma. Me fio mucho de la intuición. Hablamos del personaje, pero
también de un estilo narrativo que vamos a usar, de un estilo estético…. En unos igual empiezo
por el plano más físico, en otros por el más emocional o por algo totalmente externo, pero
siempre procuro llegar a un grado interno, que salga de dentro. Con este personaje, empecé
primero a ver cómo fue. Al ser
un personaje real y con muchas
referencias, a parte de la
responsabilidad y el miedo que
te provoca que haya mucha
gente pendiente de eso,
también te ofrece muchas
posibilidades de información.
Primero te documentas, te
fundamentas sobre su vida,
sobre su forma de ser, lees y
escuchas. Tuvimos la suerte de
tener a María Dolores Gómez
Molleda, que es una gran
experta en Poveda. Ese fue el
primer acercamiento, rasgos de actitud, de carácter. Luego el tema físico, puesto que el
personaje comienza con poco más de 20 años y acaba con 62. Eso también era un reto muy
grande. Empiezas a abordar el tema energético, el tema físico, la cadencia que tiene una
persona de cierta edad tanto la mayor como la joven, de moverse, de hablar, de asimilar las
cosas,…, Porque normalmente nos olvidamos de eso, nos quedamos solamente en lo físico,
pero nos olvidamos de lo intelectual y de lo emocional. Y después también ver hacia donde te
va llevando el texto, el guion, qué viaje emocional tienes durante toda la película.
- Dado que has profundizado en el personaje de Pedro Poveda ¿Qué destacarías de esta
persona?
El tesón y la capacidad de superación. ¡Le pusieron tantos palos en las ruedas! Y él siguió
levantándose y luchando por lo que él creía. Cada persona tendrá sus motores, sus creencias,
sus motivaciones pero lo que está claro, que es común a cualquier persona, es que todos
tenemos la capacidad para poder seguir levantándonos y luchando por llegar a donde nosotros
queremos o creemos.
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- ¿Dónde te ha gustado rodar más de los sitios donde habéis rodado “Poveda”?
Todos, cada uno tiene algo especial. Igual que cada persona tiene una energía especial, cada
lugar también. Rodar en Covadonga fue una energía muy bonita, inspiraba mucha paz y
tranquilidad. Pero Guadix fue, por ejemplo, todo lo contrario. Es otra energía más viva. La
gente que hay en ese lugar es diferente, tiene una energía común muy distinta. En Salamanca
fue en el claustro de la Pontificia, que es maravilloso. Ciudad Rodrigo es otra cosa, es un
entorno, ¿cómo diría?, que forma parte de ti. Llega un momento que estás en Ciudad Rodrigo
tres días seguidos y ya estás, como si estuvieras toda la vida aquí. Me quedo con todos. Con
Madrid también.
- ¿Cómo ha sido la experiencia
de rodar con niños?
Muy bonita, muy cansada, se
dispersan muy rápido, porque
te exigen mucha atención
constante. Requiere mucha
energía de uno mismo para
tenerles centrados cuando
están rodando la secuencia,
pero claro te dan algo tan
maravilloso. Es también una
experiencia muy clarificadora.
Hay que aceptar desde el
minuto uno, que si grabas con un niño, el plano es suyo, es así y como intentes pelear contra
eso, mal vas. Es muy clarificador también porque los actores muchas veces nos olvidamos de
que la base de toda interpretación, yo al menos lo creo así, es la generosidad, darle al otro y
trabajar para el otro, ya el otro trabajará para ti, y al final es algo recíproco. Con un niño no te
queda otra opción. Como intentes trabajar para ti, has cavado tu tumba.
- Es un biopic, se cuenta desde que Pedro Poveda es joven hasta que es mayor. Hay una
transformación física ¿cómo has vivido estas transformaciones?
Son duras, pero a la vez son bonitas. Las sesiones han sido muy largas. Por ejemplo, las
caracterizaciones. Primero, la más básica ha sido el pelo. Yo no tengo y Pedro Poveda tenía.
Recuerdo el primer día que me vi con pelo, con el peinado que iba a llevar durante toda la
película, ver que eso es totalmente verosímil, creíble al cien por cien. Y poco a poco te vas
viendo. Es un proceso. Hay veces que la gente piensa que los actores nos ponemos un
vestuario, una peluca, o una prótesis en la cara, y ya. Y claro, no. Hace falta un tiempo de
asimilación. De ver por donde va y de que todo tú, entero, te pegues a esa cosa que te han
puesto. El proceso ha sido mágico, agotador, pero bonito. Cuando me ponía las prótesis de
envejecimiento, son entre cuatro y cinco horas de maquillaje. Hay que tomárselo muy
tranquilamente. Ha habido días de empezar a las seis de la mañana para grabar a la una o las
dos de la tarde, y luego estar rodando hasta las doce de la noche. Después estar hasta la una
de la mañana que te lo quitan. Eso es muy matador porque las prótesis acompañan tu
movimiento facial pero para evitar que se dañen, y se despeguen, quitando los momentos
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imprescindibles en el momento del rodaje, lo suyo es no forzarlas. No podía masticar, procuras
no gesticular prácticamente nada. Todos los ratos muertos estás con la cara relajada, tiesa,
pero… al igual que la emoción te lleva a tener una actitud física, también la actitud física te
lleva a la emoción. Entonces al final te das cuenta de que has estado prácticamente un día
entero, a parte de sin poder
masticar, o comiendo purés
o sopas, con un estado no
muy positivo que digamos,
no es tristeza global pero sí
es como apesadumbrado, y
eso agota mucho claro.
- Una vez finalizadas estas
intensas semanas ¿con qué
te quedas? ¿Qué queda en
tu interior?
Queda tristeza y felicidad.
Tristeza porque hay un
tiempo, un proceso con el
que has disfrutado mucho y se ha acabado. Eso es duro. Forma parte de nuestra profesión
pero uno no llega a acostumbrarse. Y felicidad porque creo que como cualquier proceso
artístico tiene que cambiarte. Y pienso que todas las personas, seamos artistas o de cualquier
otra profesión, tenemos que ir cambiando a lo largo de nuestras vidas porque significa que
vamos aprendiendo. Por eso me siento feliz también, porque creo que todo este proceso me
ha servido para aprender muchas cosas, en cuestión personal y profesional, pero con las que
más me quedo son con las vitales para uno mismo. Aprender de la tenacidad, de la capacidad
de superación, de la honestidad de la gente con la que trabajas, ayuda mucho. Trabajar al lado
de gente honesta, que cree en lo que hace y que pelea por lo que hace.