Download - En los tiempos de jesus
Antípatro, el padre de
Herodes, había sido
hecho gobernador de
Judea por Julio César; el
mismo Herodes, después
de una agitada carrera,
logró que en el 47 a.c.
Julio César lo nombrara
procurador de Judea. En
el año 40 a.c. logró que
Marco Antonio poseedor
de la parte oriental del
Imperio Romano lo
nombrara rey de Judea.
Continúa pag. 2
Cuando Jesús nació,
Herodes el Grande era el
rey de los judíos. Éste
hábil y cruel soberano
reinaba a la vez sobre
Samaria, Galilea, Judea e
idumea. Aunque de
origen idumeo
(descendiente de Esaú,
también llamado Edom,
por el guisado rojo o
rojizo con el cual vendió
su primogenitura)
Herodes profesaba la
religión judía.
Herodes, comenzó a
reinar 40 a.c. y murió en
el año 4 a.c. La fecha de su
muerte es uno de los
datos que se usan para
decir que Cristo nació en el
año 4 a.c. y no en el año 1
cuando se hizo la
separación de a. C y d. C.
La separación de fecha
apareció en el siglo IV d. C.
El judaísmo había casi
dejado a un lado el
aspecto de la redención y
arrebatamiento como
introducción al Reino,
conforme a las promesas
del AT; y el pueblo en
general centraba sus
esperanzas en un reino
terrestre que les daría la
independencia y
grandeza nacional.
Todas las atenciones
estaban en los aspectos
externos del reino,
olvidaban las bases
morales y de redención
sobre el que éste debía
ser erigido.
Contiúa pag.3
Circunstancias políticas en el tiempo de Jesús
La condición religiosa en los tiempos de Jesús
D E P A R T A M E N T O D E
E D U C A C I O N C I C M
En los tiempos de Jesús M A Y O 2 0 1 4 V O L U M E N I E D I C I Ó N I
Herodes I el Grande
ejecutó a los niños
nacidos en Belén y
menores de dos años.
Según el pasaje de
Mateo, Herodes dio
esta orden al verse
engañado por los sabi-
os del oriente que
habían prometido
proporcionarle el lugar
exacto del nacimiento
de Jesús. Mateo dice
que este acontecimien-
to cumple con la
profecía de Jeremías
(31:15).
Distrito FL Norte
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P A G E 2
Herodes Arquelao
(23 a. C. - c. 18 d. C.)
Fue el etnarca de
Judea ,Samaria e
Idumea, a partir del
4 a. C. al 6 d. C. era
hijo de Herodes el
grande y Malthace,
hermano de Herodes
Antipas, y el medio
hermano de Herodes
elipe I.
Mateo 16:12 Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
Circunstancia políticas en el tiempo de Jesús
Herodes gobernaba con
el apoyo de los romanos
pues los judíos no lo
querían por no ser judío.
A la muerte de Herodes,
su reinado fue dividido
entre sus hijos.
Arquelao recibió Judea,
Samaria e idumea
Herodes Antipas tuvo
Galilea y Perea
Herodes Felipe el territo-
rio situado al noroeste
del mar de Galilea
Aquelao reino 4 ac. Al 6
dc. Recibió el reino por
voluntad de su padre pero
no lo recibió hasta que se
presentó en Roma ante
Cesar Augusto. En Roma
se opuso a su hermano
Antipas y muchos judíos
que temían.
Sofocó con crueldad ex-
trema una sedición de los
fariseos, matando a cerca
de tres mil de ellos.
Arquelao era tan malo
como su padre, por eso
José cuando regreso de
Egipto con el niño, no
quiso volver a Judea sino
que se fue a la región de
Galilea, donde gobernaba
Antipas el hermano de
Aquelao.
Aquelao se opuso fuerte-
mente a Antipas.
Arquelao se divorció de
su esposa Mariamne para
casarse con Glafira, quién
era viudad de su hermano
Alexander a pesar de que
el segundo marido de
ésta, Juba, rey de Maurita-
nia, estaba vivo. Esta vi-
olación de la ley de Moi-
sés, junto con su cruel-
dad, provocaron que
Arquelao despertara la ira
de los Judíos, que se que-
jaron ante César Augusto.
Arquelao fue depuesto en
el año 6 y desterrado a
Viena en las Galias. Ju-
dea ,Samaria e Idumea se
fusionaron en la provincia
romana de Judea bajo un
procurador romano. Esta
situación se mantuvo has-
ta la rebelión que acabó
con la destrucción de Je-
rusalén en el año 70 d.c.
Jesús predice la destruc-
ción de Jerusalén
Lucas 19:41-44 41 Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, 42 diciendo: !!Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encu-bierto de tus ojos. 43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 44 y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
E N L O S T I E M P O S D E J E S Ú S
La condición religiosa en los tiempos de Jesús
P A G E 3 V O L U M E N I E D I C I Ó N I
Los Evangelios nos presentan dos
partidos dirigentes: los fariseos y los
saduceos.
Los fariseos eran religiosos y tenían
mucha más influencia sobre el pueblo
que los saduceos; pero ponían su
tradición teológica, las ceremonias y
las sutilidades por encima de la Palabra
de Dios.
Habían llegado a transformar la
religión de Moisés y de los profetas en
un formalismo estrecho, estéril,
desprovisto de espiritualidad.
Los fariseos se opusieron a las ense-
ñanzas de Jesús, a Sus doctrinas tan
opuestas a sus tradiciones, y, sobre
todo, se resintieron de que citara las
Escrituras en oposición a la tradición.
Los saduceos eran los representantes
de la aristocracia (la nobleza). El
poder político y económico de los
judíos recaía sobre ellos. Las familias
de los sumos sacerdotes pertenecían
a este partido.
Influenciados por la cultura pagana,
los saduceos rechazaban las tradi-
ciones de los fariseos, y se in-
teresaban más en la política que en la
religión.
Los saduceos acabaron por mani-
festarse opuestos a Jesús, temiendo
que sus acciones perjudicaran el
equilibrio político.
La mayor parte de ellos a que no
todos, pertenecían a las clases infe-
riores de la población. La espera de
un Salvador, de un Libertador del
pecado, había subsistido entre ellos.
Jesús vino de uno de esos ricos en
piedad. En la época de Cristo, el
pueblo judío seguía siendo aún un
pueblo religioso, conocedor del
AT, que era leído en las sinagogas y
enseñado a los niños. La nación
manifestaba su interés en la religión
y se agitaba en el plano político.
Estos hechos explican la eferves-
En ese tiempo se seguía llevando a
cabo el suntuoso ceremonial del
Templo de Jerusalén. Grandes mul-
titudes frecuentaban fielmente las
ceremonias religiosas. El fervor de
la nación, celosa de sus privilegios,
no había sido nunca tan grande. De
vez en cuando, una explosión de
patriotismo, mezclada con
fanatismo, avivaba las esperanzas
del pueblo. Sin embargo, quedaban
israelitas que mantenían el espíritu
y la fe de una religión sin arreglos.
cencia popular suscitada
por las predicaciones de
Juan el Bautista y de Jesús,
la hostilidad que ambos
suscitaron en las clases
dirigentes, el éxito del
método que Jesús usó en la
predicación de las Buenas
Nuevas, y la persecución y
muerte violenta que Él
mismo había ya anticipado.
Porque este hombre hace muchas
señales.
48 Si le dejamos así, todos creerán
en él; y vendrán los romanos, y
destruirán nuestro lugar santo y
nuestra nación.
49 Entonces Caifás, uno de ellos,
sumo sacerdote aquel año, les dijo:
Vosotros no sabéis nada;
50 ni pensáis que nos conviene que
un hombre muera por el pueblo, y
no que toda la nación perezca.
51 Esto no lo dijo por sí mismo, sino
que como era el sumo sacerdote
aquel año, profetizó que Jesús ha-
bía de morir por la nación;
52 y no solamente por la nación,
sino también para congregar en
uno a los hijos de Dios que estaban
dispersos.
53 Así que, desde aquel día acorda-
ron matarle.
Mateo 11
45 Entonces muchos de los judíos
que habían venido para acompañar
a María, y vieron lo que hizo Jesús,
creyeron en él.
46 Pero algunos de ellos fueron a
los fariseos y les dijeron lo que Je-
sús había hecho.
47 Entonces los principales sacer-
dotes y los fariseos reunieron el
concilio, y dijeron: ¿Qué haremos?
Que un hombre muera por el pueblo “Esto no
lo dijo por
si mismo.”
P A G E 4
El nombre de
los fariseos
significa “los
que se
separan.”
Los Fariseos
Los Saduceos Los saduceos fueron los sucesores de los hele-nistas. Seguían siendo la clase rica y dominan-te, y estaban identifica-dos con el sumo sacer-docio y con el pensa-miento griego. El nom-bre colectivo del grupo, saduceos, puede que se derive de Sadoc, para indicar su relación con el sumo sacerdocio. Descubrieron que el mundo era un buen lu-gar donde vivir, y esta-ban interesados en el aquí y ahora en lugar de creer en una resu-rrección, un juicio o una vida en el más allá. Rechazaban la idea de la resurrección en favor de la idea griega de la inmortalidad, y creían que podían demostrar que la idea de la resu-
rrección corporal era ridícula. Limitaban el canon de las Escrituras a los cinco libros de Moisés, que es la razón de que Jesús limitara su argumento a estos li-bros al refutar los argu-mentos de ellos en con-tra de la resurrección (Mt. 22:23-32). Los sa-ducesos rechazaban la creencia en ángeles o espíritus, y seguían una moralidad de “sentido común;” el bien y el mal, creían ellos, eran el resultado de las ac-ciones personales. En tiempos de Jesús, los saduceos tenían la ma-yoría en el Sanhedrín, y la intensidad de la ani-madverión que existía entre ellos y los fari-
seos con respecto al te-ma de la resurrección iba a ser aprovechada por Pablo cuando com-pareció ante el San-hedrín (Hch. 23:6-10). Los saduceos se habrían opuesto a Jesús al reco-nocer su enseñanza co-mo contraria a la de ellos. Fue después de enseñar acerca de la resucción y de la resu-rrección de Lázaro que los principales sacerdo-tes (saduceos) resolvie-ron dar muerte a Jesús (Jn. 11:45-53). Lo de-bieron ver como un agi-tador que podía trastor-narlo todo (para ellos, la clase dominandte) y qu etenía que ser deteni-do a cualquier precio (Jn. 11:48-50).
que exilio había sido
resultado de que sus
antecesores habían
quebrantado la ley de
Dios. Querían ser le-
galmente puros, sepa-
rados de cualquier tipo
de contaminación.
Creían que la diferen-
cia entre “limpio” e
Los fariseos seguían en
línea directa de los ha-
sidim. El nombre de
ellos significa “los que
se separan.” Había
unos seis mil de ellos
en la época de de Je-
sús. Su mayor preocu-
pación recaía en su
vida religiosa, y creían
“inmundo” dependía
de aquella ley, Lo que
era “limpio” era obe-
diencia a la ley; lo que
era “impuro” era
desobediencia a la ley.
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E N L O S T I E M P O S D E J E S Ú S
P A G E 5
¿Era lícito
sanar el
sábado?
Los Fariseos continuación Pero esta postura con
respecto a la ley originaba
problemas, porque aun-
que hay en la Tora (los
libros de Moisés) seiscien-
tos trece mandamientos,
no siempre son específi-
cos. Si el día del sábado
ha de ser “santificado,”
¿Qué es entonces exacta-
mente lo que se puede
hacer, y lo que no? Había
prolongadas discusiones
acerca de cuestiones co-
mo si era legítimo o no
(“impuro”) consumir un
huevo puesto en sábado.
Los fariseos desarrollaron
una serie de normas pen-
sadas para impedir que las
gentes quebrantaran la ley
misma, e intentaron apli-
car la antigua ley a nuevas
situaciones. Se hizo nece-
sario que se contaran his-
torias ilustrando los prin-
cipios de la ley (la Haga-
dá), y se hizo necesario
transmitir decisiones ace-
ra de la ley a otros. Los
responsables de esta acti-
vidad eran los escribas, y
había varias diferentes
escuelas de interpreta-
ción. La escuela estricta
de pensamiento estaba
acaudillada por Shammai,
que procedía de una rica
y aristocrátia familia. La
escuela moderada de
pensamiento estaba
acaudillada por Hill’el,
que provenía de la clase
media, y que comprendía
al pueblo. Las diferencias
de interpretación eran
cuestiones candentes,
por lo que se pidió a Je-
sús que diera su opinión
acerca de las discutidas
leyes dek divorcio (Mt.
19:3-12).
Las interpretaciones de
la ley eran de poca con-
secuencia para el común
del pueblo, que rehusaba
unirse a los fariseos, lo
que conllevaba la exis-
tencia de hostilidad en-
tre ambos grupos. Los
fariseos creían en las
doctrinas históricas del
judaísmo: en la unidad,
santidad y providencia
de Dios; en la resurrec-
ción, en el alma inmortal
que llevaría a un aviva-
miento del cuerpo; y en
el juicio final y en la elec-
ción de Israel. Daban
diezmos de todo lo que
poseían, y conducían sus
vidas de manera moral.
Los fariseos sobrevivie-
ron a todos los demás
grupos, y al desarrollarse
sus tradiciones, se con-
virtieron en los fundado-
res del judaísmo mo-
derno.
Es difícil comprender por
qué hubo un conflicto tan
grande entre los fariseos
y Jesús, aunque probable-
mente son varias las ra-
zones. Jesús gozaba de
popularidad con el co-
mún de la gente, en tanto
que los fariseos no habían
logrado tener mucha in-
fluencia (Mr. 12:37; Jn.
12:19). El quid del asun-
to parece haber estado
que, al tratar de vivir
conforme a la ley los
fariseos, no habían llega-
do a comprender cuál
era el propósito de la ley.
Cuando Dios les dio ori-
ginalmente la ley, lo hizo
como un acto de supre-
ma gracia. La gente esta-
ba en tinieblas, descono-
ciendo lo que Dios de-
mandaba. La ley decía:
“Esta es mi norma; si vi-
vís conforme a ella, os
salvaré.” Parece que los
fariseos tomaron la ley y
la cambiaron de un acto
de gracia en una enorme
carga.
E N L O S T I E M P O S D E J E S Ú S
Los helenitas y los hasidim tomaron cuerpo durante el periodo de cultura griega en que los griegos con-
trolaban el país. Después que Alejando Magno hubo conquistado Oriente, comenzó una intensa y perma-
nente influencia griega sobre Israel. El establecimiento de soldados griegos, el empleo del griego como
lengua expresiva, y el énfasis en el estilo griego de vida y en los entretenimientos llevó a la asimilación del
pensamiento y de las ideas griegas. ¿Acaso no había llevado la civilización griega a una conquista y a una
cultura sin precedentes?
Desde que los líderes del pueblo judío entraron en contacto con los gobernantes griegos en Antioquía de
Siria, y por cuanto tenían suficientes riquezas para poder sobornar a sus gobernantes griegos para que les
dieran protección armada cuando la necesitaban, la clase gobernante en Israel aceptó por lo general el
estilo de vida griego. Un momento crítico les vino al pueblo judío cuando se alinearon con los gobernan-
tes greco-egipcios en contra de los greco-sirios, con la esperanza de conseguir alguna independencia.
El gobernante greco-sirio, que quería imponer la paz sobre su imperio por medio del establecimiento de
centros culturales griegos, decidió que podría ir mucho más lejos que esto en el caso de los judíos, elimi-
nando la oposición al helenismo por medio de la erradicación del judaísmo. En general, los gobernantes
judíos accedieron a esto. Aceptaron el sumo sacerdocio de un hombre llamado Jasón, que edificó un gim-
nasio en la ciudad, y alentó a los jóvenes a que se vistieran a la moda griega. Después de la revuelta de los
macabeos, cuando a los reyes-sacerdotes les fue necesario hacer un compromiso político con los sirios,
los gobernantes helenistas seguían estando en una posición de poder influencia.
Pero entre el común de la gente se dio una intensa reacción en contra del proceso de helenización. El
pueblo creía que las ideas griegas estaban corrompiendo su fe religiosa, y por un conservadurismo innato
rechazaron instituciones como el gimnasio, los juegos griegos, y los ropajes griegos. Creían asimismo que
los jóvenes estaban siendo arrastrados a un estilo de vida griego decadente.
La mayor reacción contra la helenización surgió en las zonas rurales, donde había unos núcleos de gente
de clase media que podían reflexionar a fondo acerca de qué actitud debían adoptar. Vinieron a ser cono-
cidos como los hasidin (en algunas traducciones castellanas de los apócrifos se da el término asideos o
hasideos), que significa “piadosos” o “con gracia”. Se ridiculizaba a los hasidim como “los tiernos” debido
a que tenían una conciencia sensible frente a los nuevos enfoques.
Cuando los macabeos emprendieron la revuelta en contra de los sirios, los hasidim se mostraron dispues-
tos a unirse en la lucha en defensa de la libertad religiosa. Pero tan pronto como los sucesores asmoneos
de los macabeos se implicaron en una lucha en pos del poder político y a colaborar con los helenistas en
sus propias comunidades y con los griegos en Antioquía, fueron abandonados por los hasidim, que que-
rían ser fieles a su fe religiosa. Los asmoneos necesitaron por tanto el apoyo de los helenistas, continuan-
do por tanto moviéndose en la misma dirección. Los helenistas y los hasidim no aparecen en el N.T., pero
sus sucesores nos son muy conocidos (saduceos y fariseos respectivamente).
Ref. Nuevo manual de usos y
costumbres Ralph Gower
Los helenitas y los hasidim