Download - El Polizón
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Enesto f - lOn le h iSar lo. 10 u loro nosleVa a nO\le90l lun l0 a Cristobal COI6na bordo de 10Santa Mario en su primer
\IIoje OCIO el NuellO MundO.En10nove vtojo lomblen Gobri I .
nino de doce eros ooe se nc em or-
coda CIonCleslinomer)le n 10 ' * ' Go -mero
Cuondo IU€Qo de dlez dios de 1'10-v€QOC16nsin ovlsto : l ie rr I l r' pu l cI6npt'eporo un rna ' 1 ' 1 _ G iel sedispone aCI¢ SU vic;1opcvo salvor 10 de l coplron
flClesenl c e o impr vsro y OIuClnonie, cora 01 teeter uno nuevo v lsI6n del<lescu imiento de AmerlCO.
CAPITULO I
jPOLIZON A BORDO!
~tardecia en la isla Gomera y las chalu-
.• pas*aunestabanllevandoagua,leiiay
sacos de alimentos a bordo de la Santa Maria,
la Pinta y la Nina. Crist6bal Colon, aparente-mente tranquilo, se paseaba por la cubierta
de lacarabela capitana dando las ultimas ins-
trucciones del embarque. Al dta siguiente,
antes del alba, las tres naves zarpartan de las
Canarias rumbo a las Indias. EI nerviosismo
propio de la partida se hacia sentir en las
6rdenes secas y en las caras terisas.· Pero elunico de verdad asustado era' Gabriel. unni-
no flaco y chico de solamente doce anos de
edad, que habia logrado esconderse dentro
de un saco y ser lanzado como-un 'bulto en la
bodega de la Santa Maria. Estaba semiahoga-
do en la harina, pero no se atrevia a mover ni
eldedo menique de miedo aque 10descubr ie-
ran antes de zarpar." En la bodega oscura
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JACQUELINE BALCEu..s
donde estaba, seofan los gritosde los marine-
ros y las carreras de los ratones. Trat6 de
acomodarse dentro del saco, abri6 con las
unas un pequeno orificio en latosca tela, sac6
la nariz para respirar mejor y a pesar de sus
temores, como nino que era, muy pronto se
qued6 dorrnido.
Muchas horas despues, Gabriel se des-
pert6 bastante adolorido ymuerto de ham-
bre, Por el ruido de las olas y el vaiven del
barco, no Ie cupo duda de que ya iban nave-gando. Entonces el poliz6n rasg6 con todas
sus fuerzas elsaco en que estaba y salt6 fuera
junto con la mitad de la- harina. Camin6 a
tientas por entre los bultos y atados de Lena
basta encontrar una escotilla que se puso a
golpear con los punos, No pasaron. ni dos
minutos cuando un enorme rnarinero, de pe-
10negro e hirsute y cara de no muy buenos
amigos, abri6 la trampa de un golpe.
~jPoliz6n a bordoooooo!- grit6, 0mas
bien aullo, en cuanto vio al nino que desde
abajo 10miraba enharinado basta las pestanas
y temblando como una hoja. Acto seguido 10
Ievanto:por el cuello de lacamisa y pegandole
un punta pie tras otro 10pase6 por lacubierta.
lnmediatamente acudieron otros marineros
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JACQUELINE BA1J:E1L
que entre carcajadas y garabatos Ie dieron
una paliza como si el pobre Gabriel fuese el
peor de los maleantes.
Ycuando el nino, adolorido yave:-gonza-
do, sepuso al fin a lloriquear, oy6 elvozarr6ncruel del marinero arnenazandolo:
-Y ahora, [donde el Almirante! [Ya ve-
ras c6mo te castiga! [Ya veras el trato que
damos a los que se meten de contrabando en
una de nuestras naves!
Y asl fue como Gabriellleg6 ante la pre-
sencia del jefe de la expedici6n.
Crist6bal Col6n estaba sentado en su es-
critorio estudiando unos mapas, cuando el
marinero gigante que habra encontrado a Ga-
briel toc6 a su puerta y entr6 con el a em-
pujones.
-jAlmirante! [Descubrf este polizon a
bordo! -dijo el hombr6n moreno. que se
Ilamaba Francisco yera el contramaestre de la
Santa Maria.
Col6n mir6 al nino -que. en el estado en
que seencontraba yjunto a ese homb!e gr~e-so y tosco, pareda tener no doce anos smoseis-. se compadeci6 instantaneamente de ely dirigiendose al contrarriaestre Ie dijo:
[L POLiZON DE LA SANTA MARIA
=-Dejame a solas con el-Y cuando estepartie, se levant6 bruscamente de su sill6n
con lacara seria yel cefio fruncido, yse ptlso a
interrogarlo con una voz que parecfa furiosa.
-,Me puedes explicar que haces tu aquf,a una edad en que deberias estar junto a lasfaldas de tu madre?
Gabriel era un nino tenaz y valiente, y no
se habla amilanado con los golpazos que re-
cien habia recibido. Levant6 entonces lacabe-za y, secandose las lagrimas, respondi6:
-Mi padre era marino y muri6 en un
naufragio, senor. Yo quiero seguir sus pasos
pero mi madre se opone. Entre ella y mis
herman as me cuidan como tres gallinas conun solo pollo. IY yo ya soy un hombre!
Colon, sin dejar traslucir la risa que Ie
produjo esta fiera respuesta, sigui6 interro-
gandolo.
-c!C6mo te llamas?
. --Gabnel, senor.
-,Que edad tienes?
- Tengo doce anos, y ya se leer, escribir,
aritmetica y un poco de latin --contest6 elnino rapidarnente.
-,Hasta latin sabes? ,Y c6mo es eso?
-Ie pregunt6, intrigado, el Almirante.
10 JACQUELINE BALCELLS
-:-Es que mi madre quiere que yo sea unhombre de tetras, un sabio. Y me lIeva todos
losdlas.donde el padre Damian para que el
. me enseiie. Ella dice que el mar es un mons-truo rnaldito, agazapado, a la espera de sus
vfctirnas, Y que jarnas me dejara ser marino.
Es por eso, senor, que he tenido que embar-
carme asf.v.
-~Y por que has elegido este barco?-jPorque vaal Africa! iASierra Leona!
Mi padre tarnbien estuvo en Africa... -con-test6 el nino con entusiasmo; pero luego, al
EL POLiZON DE LA SANTA MARIA
ver 12cara de sororesa del Almirante, du-
d6-:~Oquizas va aun mas alia. al Oriente ...?
-Sf. vamos al Oriente -respondi6 Co-
16n.pensativo-, mas no por Africa. sino que
dando lavuelta alrnundo, iguai que elSol.No
bordearemos las costas. a la manera de esos
portugueses timoratos*. Nosotros atravesare-
mos este oceano entero para llegar a las in-
dias por el otro lado. Porque la Tierra. Ga-
briel. es redonda.
Al ofr estas palabras de Colon, el nino sequed6 mudo de impresion. Algo habfa estu-
diado el de geografia con el buen cura Da-
mian. pero eso de que la Tierra era redon-da... [Dios! eNo estaria este hombre un poco
loco? eNo llevaria a sus barcos a un desastre
seguro? Mir6 por las ventanillas hacia el marinmenso donde las otras dos carabelas pare-
clan unas pajaritas de papel, se acordo de su
madre y sus herrnanas, y otra vez le vinieron
unas ganas tremendas de llorar. Gruesas la-
grimas se agolparon en sus ojos sin que pu-
diese disimularlas.
- Ya, ya.jovencito .... ianimo! eEsque vas
a asustarte ahora, tu, un hombre hecho yderecho e hijo de un valiente marino? [Va-
mos, seca tus lagrimas! Desde hoy trabajaras
II
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"JACQUELINE BALCElLS
para ml: te ocuparas de servirme lacomida y
de asear mi carnara: y en las tardes, ya que
eres un hombre cuIto, me leeras la Biblia.
-~La Biblia? ~Sois tan piadoso ?raso co-
mo el padre Damian?
-No s610 soy piadoso, sino que estoy
seguro de que Dios, y nadie mas que Dios,
puede sostenerme en esta empresa. Y si vuel-
vo a Espana con las naves cargadas de oro,
arrnare un ejercito para recuperar Jerusalen,
que esta hace siglos en manos de los rr.'0ros.
[Asf, este viaje servira para rescatar la ~lUdad
Santa y para que la Cruz vuelva a remar ·en
ellaI
EL POLiZOS DELA SAIIoiT A M:\RIA
CAPITULO Il
SANTO Y PALOMO
La vida de Gabriel en la Santa Maria se lIen6
inmediatamente de mil obligaciones. Se pas.a-
ba los dlas barriendo el pi so de la camara,
frotando los vidrios, limpiando instrumen-
tos; desempolvando libros, enrollando rna-pas sirviendole la com ida al Almirante y re-
me~dand~le la ropa. Y por las tardes, a la luz
de una vela, lela en voz alta algun capitulo de
la Biblia mientras la carabela se balanceaba yColon, se'ntado en su sillon.Io oia con los ojos
cerrados. Luego, llegada la noche, se echaba
en unjerg6n a los pies de lacama del ma~mo,
y sedorrnia feliz de estar en medio del oceanoy de ser un hombre de mar, como 10habia
sido su padre.Pero no todo era paz y alegrla para el
muchacho. Los otros grumetes* y ~neros,envidiosos de la atencion que el Alrnirante Ie
prestaba, no perdlan oportunidad de moles-
tarlo.-iAh! va el favorito!.......<:t<;ciansu pas~.
Y acto seguido 10tapaban de msultos, hurni-
llandolo.
JACQUElll'.:E BAlCELLS
El primer dia que hubo mar grue~a y
Gabriel se mare6, las risas y burlas de la tripu-laci6n lIegaron al limite. Francisco, elcontra-
maestre, viendolo palido y desmad:;J2do, 10mand6 a desenredar un cabo a media altura
del palo mayor. EI barco ~e rnovia como unac a s c a r a de nuez en la rnarejada", yGabnel, que
se senna morir, habria seguramente caido
desde elmastil siCol6n no 10hubiese visto en
apuros y no hubiese enviado a un marinero a
socorrerlo.
No es que los hombres de la tripulacion
fueran todos malos, sino que, rudos e igno-
rantes como eran, velan en el poliz6n de las
Canarias, pequeno pero letrado, a un ser tandistinto a ellos que les costaba aceptarlo. Y
por eso 10hostigaban.
EI nino, sin embargo, no se achicaba y
jarnas iba con quejas donde el Almirante. En
cambio, le rogaba a este que 10tratara c0rr. '0a
un grumete mas del barco y que 10dejaraaprender las maniobras de cordajes y ve-lamen.
-iVa soy un hombre, don Crist6bal!
[Dejadme aprender a ser un marinerol -Ie
rogaba-. iTengo doce anosl
Colon, finalmente, accedi6 a los ruegos
EL POL iZON DE 1A SANTA MARIA
del muchacho, y 10confi6 al cuidado de An-
selmo, un viejo marinero, rara que este Ie
fuera enseftando las cosas de mar. Mas, lIega-
da la tarde, Gabriel debra presentarse siern-
pre en la cama~a .para leer en voz alta uncapitulo de la Biblia,
Los marineros, que en su gran rnayorta
eran hombres supersticiosos y de vidas disi-padas, comenzaron entonces a reirse de estas
diarias lecturas.
-lEh,jovencito! -Ie gritaban cuando 10
veian dirigirse hacia la camara=-. ~Eres mo-
naguillo 0marinero? [Los rezos son para lasmujeres!
Y uno que era un poco mas culto que losdernas, el grumete Jer6nimo, 10acosaba di-
ciendole:
-Mira, polizon, mira el mar por cl quevamos...; mira el horizonte ... ~No vas a creer
que este infinito fue hecho en un dia? []a! iA
otro con ese cuentol
-(Yno creeras que ese Sol que brilla
sobre la tierra y esa Luna que levanta las
aguas fueron hechos en un solo dia? [Vamos!
[Eres una ninita a la que los curas Ie llenaron
la cabeza de historias!
Gabriel se defendia como podia.
"
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'6 JACQUEUNE BALCELLS
-,V c6mo el Almirante, yel piloto, y el
condestable, que son hombres valientes,
creen?
-IPorque son gente de sal6nl rTienen
demasiada fantasia y muy poco seso! Pero anosotros, hombres de puro mar, nadie nos
cuenta cuentos ...
Ast, dla a dta iban lIenando de dudas al
joven poliz6n, que, a fin de cuentas, no eramas que un nino desamparado. Y una tarde
en que lela precisamente laprimera parte del
Genesis, donde se cuenta la Creaci6n del
mundo, Gabriel se qued6 de pronto sin voz,
con un nudo en la garganta.
-Pero, ~que te pasa? -Ie pregunt6 Co-
lon desconcertado.
-Es que ya casi no creo en estas pala-
bras . .. Ahora me estoy convirtiendo en un
marinero y no puedo seguir leyendo cosas de
mujeres y de curas. {Como puedo a los doceanos seguir creyendo que el mar, el Sol, las
estrellas y el mundo han sido hechos en una
sernana, como dice aqui? [Por favor, don
Cristobal, no me pldais que os leade nuevo la
Biblia!-YGabriel escondi61a cara entre las
manos.
Cristobal Colon se le quedo mirando
'8 JACQUELINE BALCEUS
muy serio; luego Ieaearici6la cabeza y Iedijo
que d.ejara de leer por ese dia y se fuera a
dormir.
Esa neche el Almirante se pase6 durante
largo tiempo por su camara con las manos
tras la espalda y el sernblante ensombrecido.
"Este inocente nino -se decia- no hace
mas que repetir 10que la tripulaci6n Ie ha
dicho. EI no me preocupa: sus dudas y des-
conciertos pasaran. Pero si mis hombres no
tienen fe, ~c6mo van a resistir este viaje a 10
desconocido? .:Con que fuerzas van a perse-verar si pasan los dias y este oceano, por el
cual nunea nadie seha aventurado antes, no
nos muestra ninguna tierra? [No querran se-
guir adelantel , Y que sacarla yoentonces conhablarles de cosmografla y calculos astrono-
micos?"La preocupaci6n de Col6n no era vana.
Hacia mas de dos semanas que habfan zarpa-
do de las Canarias y yalas miradas de soslayo
y los murmullos subitamente interrumpidos
cuando else acercaba a algun grupo de hom-
bres eran mas que notorios.
"~Y cual sera el animo -se preguntaba
inquieto eI Almirante esa noche- en las otras
dos naves de la flota, la Pinta y la Nina?"
tL POLi ZON DE LA SANTA MARlA
Finalmente, pasada la medianoche, se
decidi6:
"Estos debiles tienen que lIegar a tener
una fe ciega en mf. Si no, fracasaremos 0
morirernos. [Lesrevelare un misterio que los
dejara. encandilados!"
AI dia siguiente, poco despues del arna-
necer, Col6n reuni6 a toda la tripulaci6n en
cubierta. All!estaban, viejos yj6venes; vascos,
asturian os, catalanes, leoneses, portugueses,
moros conversos y andaluces; desertores, la-
drones, vagabundos, criminales y uno que
otro hombre honrado.
-jHombres de la Santa Maria! -Ie. gri-
t6-. iQuiero daros una prueba fuerte y mis-
teriosa de lagrandeza de este viaje que hemos
emprendido!
Y con la cara muy solemne interrog6 aljoven poliz6n que estaba entre los hombres:
-Gabriel , ~c6mo me lIamo?
EInino, asustado pero tambien halagado
de ser distinguido por elAlmirante en publi-
co, Ie respondi6 sin dudar:
-Seilor, osllamais don Crist6bal Col6n.
-,V sabes tu quien fue Crist6bal?
-Crist6bal, senor ... -titube6 Gabriel,
que trataba de imaginar que respuesta era la
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20 JACQUELINE 8ALCELLS
que el Almirante esperaba-, Crist6bal, se-
nor..., Crist6bal... -yen su angustia por con-
testar rapido dijo, finalmente, 10unico que
sabia-: -Crist6bal, senor, fue [San Crist6-
bal! lEI gigante que paso en sus hombros a
Cristo nino, de una ribera a otra, a craves deun ancho rio!
-Bien -10 aprob6 CoI6n-. ,Y sabes
quien es Colon, 0Colombo, como los mas me
Ilaman?
-Colombo ... Colombo ...
Gabriel sequed6 pensando, tratando de
recordar sus estudios y lecturas con el padre
Damian y 10que habia leido en elLibro Santo,
pero nada ... Tenia la mente en blanco. Los
hombres a su alrededor estaban en silencio,
pero el sentia el peso de sus miradas hoscas y
prestas a las burlas. "Colombo, Colombo" ...
Dios, [si se acordara! Y de pronto, con una
serie de gritos estridentes, respondi6:=-Colon, Colombo, [Columbus! Colum-
bus en latin quiere decir "palorno".
-jExactament;!! -respondi6 el Almi-
rante, mirando luego a la tripulaci6n como
preparandola a oir 10 mas importante. Losmarineros, inm6viles, se espiaban de reojo
preguntandose con lamirada que,diablos ida
El POUZON m LA SANTA MARIA
a terminar diciendoles ese italiano excen-trico.
-Y dinos, Gabriel -continu6 CoI6n-,
,cual fue el palomo?, ~que hizo eI palomo?-EI palorno, senor -vacil6 el nifio--, el
palomo, senor .. . No me acuerdo de ningun
palomo ...
-!Vamos, poliz6n!--exclam6 el Alrni-
rante con los ojos en llamas fijos en el mucha-
cho--. ~Cual fue elprimer palomo de lahisto-
ria? cQue hizo? ITu 10sabes! [Responde!
Se oyeron unas risitas mientras algunos
de los hombres se codeaban mirando a Ga-
briel que, rojo de vergiienza, trataba infruc-
tuosamente de recordar. Lo que mas temla
era el desprecio del Almirante, que por pri-
mera vez en el viaje 10 trataba de polizon.
-EI pri-primer pa-pa-lomo, senor-s-tar-
tam ud eaba Gabriel-, el pa-pa-Iorno ...
jAHHH! jYASE!-grit6 frenetico-e--: [el pa-lomo fue el ave que llev6 aI Arca una ramitade olivo en el pico y se la entreg6 a Noe para
que supiera que la tierra habia emergido de
las aguas y que el Diluvio habia terminado!-jBravo! [Esoesl=-do celebro Colon con
u!' .b~llo de alegria en la mirada. Y luego,dirigiendose a la multitud de rnarineros per-
22 JACQUEUJ'.;[ BALCElLS
plejos, les dijo--: [Ya 10 sabeis! No es casuali-dad que mi nombre sea Cristobal Col6n. Es
un. signa de mi destino y del vuestro. Yo soy
Cristobal, y tal como San Cristobal con Jesus
en sus hombros, osllevare a vosotros ya nues-
tra fe por estas anchas aguas, sanos y salvos,
hasta la otra orilla. Y yo soy tambien Colon,
Columbus, y como el palomo de Noe, sere el
pnrnero en. encontrar una nueva tierra que
lasaguas dejaran aflorar ycuya noticia llevare
de vuelta a Espafiajunto con vosotros. jNadateneis que temer! [Confiad en mil
. Los ma~ineros, en un principio boquia-
biertos, volvieron luego a sus labores en silen-
cia y pensativos. Era la primera vez que seencontraban con un capitan semejante. ,Se
habria vuelto completamente loco este geno-
yes? A 10mejor se habia puesto de acuerdo
con el poliz6n para engafiarios con sus lati-
EL POUZON DE LA SANTA MARIA
nes. cO seria acaso verdad que era un enviadode Dios?
En cuanto .aGabriel, tan maraviIlado 10
dejo la revelaci6n de Colon, que desde ese
momento sepuso a pensar con toda seriedaden su propio nombre, yen sieste Iesenalaba a
el tambien un destino especial. cQuien habta
sido Gabriel? Gabriel fue el angel anuncia-
dor .., ,Iria a anunciar alga el, un pobre poli-
z6n? jQue misterio!
2'
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24 JACQUELINE BALCEU.s
CAPITULO III
SIETE DIAS DE PLAZO
Pas6 otra semana en paciencia y calma. Pero
los efectos de la solemne declaraci6n del AI-mirante fueron atenuandose ante el terrible
horizonte del oceano que seguia desnudo co-
mo una navaja. EIviento soplaba fuerte y las
tres carabelas navegaban a buena velocidad,
mas ni un asomo de pajaros en el cielo 0 deramas de arbol flotando en elagua indicaba la
proximidad de alguna costa.
Gabriel habia vuelto a las lecturas de laBiblia y se sentia ahora muy avergonzado de
haber dudado de la palabra de Dios por pres-
tar oido a los ignorantes. EI Almirante no Ie
habia hecho comentario alguno alrespecto, y
seguia escuchando al nino con los ojos cerra-
dos y una sonrisa en los labios.
Mientras tanto los marineros comenza-
ban nuevamente a murmurar ya inquietarse.
-c:No nos prometieron al salir de la Go-
mera que eI viaje durarfa, a 10mas, veintedias? -se preguntaban-. Y eso que hemos
tenido buen viento...
ELPOUZON DE LA S ANTA MARIA
Francisco, eI contrarnaestre. los alar-
maba:-Yo, que lIevo cuarenta aiios en el mar,
os digo que aquf sucede algo muy extrario ...[De esta no saldremos vivos1
Yel grumeteJer6nimo no tard6 en aco-
sar a Gabriel, burlandose de la inconmovibleconfianza de este en el Almirante.
-Poliz6n -Ie deda-: c:tuSan Cristobal
sabra hacia d6nde se halla laotra orilla de este
riachuelo?o tarnbien:-Poliz6n: c:nose Ie habra caido la rama
de olivo del pico a tu palomo? [No la vcmos
por ninguna parte!Gabriel sufrta mucho con estas y otras
burlas, pero como era muy hombre a pesar desus cortos anos, nunca decia una palabra de
ello al Almirante. Mas un dfa, cuando ya se
cumplla un mes desde que habian zarpado,Gabriel, que estaba junto al palo mayor en-
sayando un nudo muy diffcil que Ie habla
enseiiado el viejo Anselmo, sinti6 de prontoque 10agarraban por lacamisa y Iedaban un
violento tir6n. Sedio vuelta y seencontr6 Conlacara de Francisco, roja de ira y con los ojosinyectados en sangre.
26 J A CQU E Ll f' tO E B A LC E LL S
-Oyeme bien, piojo...~y6 que ledecia
mordiendo las palabras=-, esta misma tarde,en vez de leerle cuentos de curas a ese loco, It:
diras que ni un solo hombre de esta carabela
navegara un dta mas hacia eI oeste. Yque sielquiere seguir, 10podra hacer solo y en una
chalupa mientras tu, sentado a su lado,le lees
de pe a pa esa maldita Biblia. c:Mehas enten-
dido? -Ie grit6, mientras 10 remeda con
fuerza-. jAyde ti simanana mismo no orde-
na volver rumbo! -acab6 diciendole mien-
tras 10empujaba con tal violencia que Gabrielrode por el suelo.
Esa tarde, cuando como de costurnbre
Col6n sesent6 a escuchar lalectura del Libro
que el nino tenia abierto sobre lamesa,juntoa la vela, en vez de la clara voz oyo UIJOS
suspiros profundtsimos. Extranado, pensoque Gabriel habia vueito a sus dudas de antes,
pero algo en su actitud Iehizo advertir que elasunto era ahora distinto.
-c:Que te sucede, Gabriel? c:Porque nolees?
-Don Crist6bal -murmur6 el pol i-
z6n-, c:creeisque aun falta mucho para lle-gar a las Indias?
-c:Por que me 10preguntas?
ELPOLJZON DE LA SANTA MARI A
-No se ... IEs que ya hemos navegado
tanto y . .. !
El nino estaba muy palido y, pese a los
esfuerzos que hacta para que no se Ienotara,
comenz6 a temblar.
-c:Quien ha estado violentandote? c:Quete han dicho para aternorizarte asi? [Respon-
de! -Ie orden6 Col6n con firme voz.
-Naaaaadie, naaaaada, don Cristobal.
S610cosas que he oido alpasar -Ie respondioen un susurro Gabriel, que hubiera muerto
antes de convertirse en un delator.
25
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2 . JACQUELINE BALC£LLS
Col6n sedio cuenta inmediatamente del
~liJema en que ponia al nino, y no 10sigui6mterrogando. Luego, murmur6 para si:
"[Es Francisco! [No puede ser ningun
otro! Ese andaluz de mala ralea es el unico
capaz de amedrentar a este pobre para ame-nazarrne a traves de el",
Mas, de todo esto nada Iedijo al poliz6n.
Al dia siguiente, al alba, el Almirante
hizo reunirse una vezmas a la tripulaci6n encubierta.
-IQuien tenga algo que decirme que de
un paso al frente! -los conmin6, al tiempo
que miraba de hito en hito a Francisco que
estaba en medio de la muchedumbre in-quieta.
Se produjo entonces un interminable si-
lencio. Los marineros que rodeaban al con-
tramaestre Ie daban con los codos disimula-damente, urgiendolo a hablar por ellos. Ga-
briel, por su parte, escuchaba con el alma en
un hilo y se encomendaba a todos los santos
que conoda, rogandoles para que elAlmiran-.
te encontrara la manera de dominar a esos
hombres violentos. Pero Francisco, tan feroz
can Gabriel, tan bravuc6n entre sus secuaces,
30 JACQUELINE BAl.CELLS
no se atrevla ahara a sostener la mirada de
Col6n, quien no se la despegaba, paralizan-
dolo can su fuego y su rectitud. Y alli se
qued6, cabizbajo y humillado, y su odio au-
ment6, como siempre crece el rencor de los
cobardes contra el que no han osado en-
frentar.
Y, uno a uno, los marin eros fueron aga-
chando la cabeza.
Entonces, por sobre el golpear de las ve-
las en el viento, el Almirante alz6 la voz y les
dijo:
-I Hombres de mar! Ayer se cumpli6 un
mes desde que zarpamos de la Gomera. Se-
gun mis calculos, la tierra no puede estar
lejos, pero bien se que desconfiais de mf. Es
por eso que os ha invadido el miedo. Contra
ello no tengo otra soluci6n que emplear la
fuerza: [el primero que vaya hablando de
amotinarse para regresar sera colgado, en el
acto, del palo mayor! [No tendre misericor-
dia! Pero tarnbien yoquiero comprometerme
ante vosotros. Navegaremos todavia una se-
mana con rumbo oeste. Pero sialcabo de ella
no hemos avistado aun tierra, yoosjuro ante
Dios y en nombre de nuestros reyes Fernan-
do e Isabel, que rnandare volver el rumbo y
EL POliZON DE LA SANTA MARIA
regresar a Espana. Hasta entonces, recordad-
10,[rni rnano sera de hierro!
Y dando media vueI ta, el Almirante se
dirigi6, alta la cabeza y seguras los pasos,
hacia su camara,
51
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JACPUELINE BALCELLS
CAPITULO IV
EL PLATO ENVENENADO
Uno. dos. tres, cuatro ...• fueron pasando ra-
pidos los dtas de esa ultima sernana. EImar. el
terrible mar seguia imperturbable y con su
horizonte herrnetico, como si nunca hubierasabido 10 que era dejar asomar tierra. Hubo
falsos gritos de tierra. falsas senas desde la
Pinta. esperanzas vadas que solo contribuye-ron al malestar creciente de la tripulacion
acobardada.
EIAlmirante, en carnbio, pareda impasi-
ble, indiferente a todo cuanto no fuera la
navegacion y la lectura de la Biblia.
Gabriel. sin embargo. intuia el drama
que estaba viviendo para sus adentros ese
hombre tan tranquilo. [Era su vida entera la
que estaba en juego! [Nadie sino el era elresponsable de vidas y barcos ydel exito de la
expedicionl [Nadie sino el tendrta que rendir
cuentas a los reyes!
Por esos dfas, el Almirante Ie pedia al
poliz6n una y otra vezque Ie leyese la Crea-
ci6n del rnundo, como si en esas palabras
encontrara un inmediato consuelo. "En el
EL POLJZON DE LA SA NTA MARlA
principio cre6 Dios los cielos y la tierra "i..Tanto habfa repetido el nino esos primeros
versiculos del Genesis. que ya no necesitabamirar el Libro.
Un dia -el quinto de esa ultima sema-
na- Gabriel se anim6 a preguntarle a Colon:
-Don Cristobal, c:por que me haceis lee-
ros siempre el primer capitulo del Genesis?
-:;Hijo _;Ie contesto este rniraridolo SU;l-
vemente=-, te hago leerrnelo porque nada en
todo el Libro Santo esmas parecido a nuestra
situaci6n actual en este barco que la que ahi se
relata. la del comienzo del mundo. Porque
hasta el mismo Noe, durante el Diluvio, espe-
raba que reaparecieran luego las mismas tie-
rras que el ya conoda y que sabia sumidas en
las aguas. Pero nosotros ... [Para nosotros tie-
ne que comenzar el mundo de nuevo. igualque en el Genesis!
-c:De nuevo el mundo? -Ie pregunto e!nino. sin entender nada.
-iSi. asi est [Nosotros vamos hacia un
nuevo mundo y un nuevo cielol -exclam6
Colon con la voz estremecida y esa mirada
ardiente como ninguna-. iYalia encontrare-
mos tambien el Paraiso! -agreg6. con tanto
,. JACQUELINE 8ALCELLS
entusiasmo, que se levant6 del sill6n y agit6
las manos en el aire.
-jEI Paraisol -La sorpresa de Gabriel
no tenia limites-. c:HabJais del Jardin de
Adan y Eva?
-ISf! JSI! [DelJardin del Eden del que
fueron expulsadosl [Alla estal [Hacia el occi-
dente!
-jOhhh! -exdam6 el nino. que no po-
dia creer 10que estaba oyendo-. IQue mara-
villa! jOjala aparezca luego!
-Dios 10 quiera, hijo, Dios 10 quiera ...
-suspiro Colon. saliendo de lacamara ainte-
nogar alvigfa del rnastil, como 10hacia todas
las noches antes de irse a dormir.
Esa noche Gabriel sono que lIegaba al
Paraiso, y que cuando mas feliz estaba descu-
brfa a Francisco. el contrarnaestre, con cuer-
po de culebra y enroscado en un manzano.
Y asi llego, sin novedad, el sexto dia de
esa ultima semana de plazo que el Alrnirante
habiajurado respetar ante los hombres de laSanta Maria. EI sol brillaba en un cielo sin
nubes, y el viento del este inflaba las velas de
las tres pequenas naves. haciendolas cortar el
agua azul raudamente. Miradas desde lejos,se habria dicho que eran tres delicadas golon-
ELPOL IZON DE LA S ANTA MARI A
drinas blancas volando a ras de las olas. Masel
dima entre los hombres de lacarabela capita-
na ya no podia ser mas amenazador. Hada
dos dias que elalguacil del agua sehabia visto
obligado a racionar la bebida, disminuyendo
la cuota diaria a un vaso por hombre. Y la
rnazamorra, con lacarne salada agusanada, y
lagalleta rancia, apenas daba para sostener a
esos rudos hombres en pie. Muchos estaban
ya enfermos del temible escorbuto, la enfer-
medad que mataba mas que el mar.
-IEste asesino terminara con nosotros!-grunian.
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3. JACQUELINE 8ALCEu.s
-jNunca nos alcanzaran losviveres para
volver, si es que este demente decide algun
dia carnbiar de rumbo!
-Moriremos de sed. [Ya no tenemos
vuelta!
-Aunque el genoves cum pia su palabra
y manana emprendamos el regreso, ~queva-
mos a comer ybeber de aquf a Espana? ~Ori-
na y cuero de cinturones?
-~Y con que viento volveremos si este
nos empuja sin cesar hacia el maldito oeste?
-IPor culpa de ese lunatico estamos per-didos!
-iEstamos perdidos! [Estarnos per-
didos!
Amediodta, cuando Gabriel fue al fog6nen busca de lamazamorra del Almirante, en-
contr6 a Francisco junto alcocinero. Yestaba
tarnbien con el uno de sus secuaces predilec-
tos -un sevillano medio moro ycon fama debrujo--, que encucIillado cerca de las brasas
parecta muy interesado en eI pocillo de Col6nque ya humeaba en medio de una fuente.
AI verlo acercarse, los tres hombres, en
vez de recibirlo con las groserias de costum-
bre, se apartaron, haciendose los desenten-
didos.
58 JACQUELINE BALCELLS
Gabriel tuvo una subita sospecha: c!ysi
hubiesen estado envenenando la comida del
Almirante? Pero, c!c6moestar seguro? (Que
hacer? Tom6 la bandeja y se dirigi6 lenta-
mente por la cubierta hacia la camara. Al
caminar, sentfa cIavadas en su espalda las rni-
radas de losfacinerosos. c!Estarfaenvenenada
esa comida? ~Y si simulaba un tropiezo y la
arrojaba por sobre la borda? Pero era tan
poco el alimento que quedaba en la pobre
nave que no se animaba a perder esa raci6n
por una simple sospecha.
Francisco y el moro segufan vigilandolo
desde elfog6n. Ya pesar de que elpoliz6n iba
caminando cada vez mas lentopara darse
tiempp,la puerta de la camara ya estaba alli ,frente suyo.
"(Que hacer? (Que hacer?", se repetfaGabriel, angustiado. Tampoco podia contar-
Ie sus sospechas a Colon, pues si estas eran
infundadas, el Almirante, con toda raz6n,
serfa eI primero en recriminarlo. Pero, (y si
esos trozos de carne salada 0 esa masa de
harina estaban realmente envenenados, co-mo el temfa? <!Ysi don Crist6bal, por culpa
suya, morfa? ~Que hacer? (Que hacer?
Repentinamente, casi sin pensarlo, eI ni-
EL POUZON DE LA SANTA MARIA '9
no sedecidi6: apoy61a bandeja en el picapor-
te de la puerta de la camara, libr6 una mano y
tomando con tres dedos un trozo de carne y
mazamcrra se 10lIev6 a la boca y se 10trag6
rapidamente, sin masticarlo siquiera. Yluego
golpe6 para entrar.
-IAdelante! --dijo Col6n.
Pero nadie entre en su carnara, porque
en ese mismo momenta Gabriel, afuera, sin-
tio una pufialada en el est6mago que 10hizo
doblarse ycaer alsuelo de dolor. Se Ie nubl6
lavista, pocillo y bandeja rodaron lejos tinti-
neando, y un sudor frio 10empap6 de pies a
cabeza. Asf, cuando Colon, extranado por elruido, abrio elmismo finalmente lapuerta, se
encontr6 con el nino que se revolcaba en el
suelo, presa de violentos espasmos.
Al verlo caido, tiritando y boqueando,
con esa cara blanquecina <Juetienen los ago-
nizantes, el Almirante sintio que ladesaz6n y
el dolor 10abrumaban. En un segundo cay6
en la cuenta de que ese nino era como un
angel que DiosIe habia enviado para acompa-
narlo en su inmenso viaje, y que el 10habia
descuidado, dejando que Ie acaeciera una
desgracia. Se agacho, lIamando a gritos al
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40 .IACQlIELIKE 8ALCELLS
viejo Anselmo, tom6 a Gabriel en sus brazos y
10fue a acostar a su cama.-iEs el escorbuto! -grun6 Anselmo
apenas vio a Gabriel-. iEsta mal! Ire a prepa-
rarle una tisana*...Y salio de la camara a gran des pasos.
Toda la tarde la pas6 Col6n cerca del
enfermo. Se indinaba, acariciaba lafrente del
nino y trataba inutilrnente de aplacar las vio-
lentas sacudidas que 10acometlan, Luego,
desesperado, salta al puente y escudrinaba el
horizonte, instruia al piloto 0 interrogaba al
vigia.Como una maldici6n eterria, la respues-ta desde el palo mayor era siernpre larmsma:
-iNada al oeste! [Nada al oeste!Esa noche fue Crist6bal Col6n quien
abri6 la Biblia y se puso a leer con voz ronca
junto a lacabecera de Gabriel: "En el princi-
pio Dios cre6 los cielos"...Pero el nino ya casi 0:10 daba senales de
vida.
IL POLilON DELASANTA MARIA
CAPITULO V
EL MOTIN
Mientras tanto, Francisco y sus secuaces se
reunian en la oscuridad para decidir 10que
iban a hacer.-iSi ese maldito poliz6n serecobra, auri-
que sea por un segundo, nos delataral -<u-
chiche6 el contramaestre-. [Y nos colgaran
del palo mayor!-~No habra manera de acabar de una
vez por todas con el? -se pregunt6 el moro.
-IImposible! iEI genoves ronda cerca
suyo! Y el viejo Anselmo tampoco querr ..
ayudarnos ... A menos que .. .
-~A menos que que? [Dil [Dil
-A menos que Ie digamos al viejo que
estamos arrepentidos de haber tratado mal al
muchacho, y que quisierarnos pedirle perd6n
en cuanto recupere el conocimiento -dijo
Francisco, y continu6-: y side veras 10recu-
pera, vamos, 10 agarramos y ICRUAC! -:-ehizo un adernan como elde estirarle elcogote
a una gallina-. En todo casumanana mismo
vence el plazo que el maldito italiano jur6
respelar. Si al caer la noche no da sefias de
41
• • JACQUELINE BALeELLS
querer cambiar el rumbo y volver a Espana,
[comoque me lIamo Francisco que 10ernpuja-
re yo mismo por la borda al mar! Y una vez
muerto el, poco importa 10que suceda con
ese poliz6n entrometido.
Finalmente amaneci6 el septimo dia, el
ultimo de la semana que se habia dado de
plazo el Almirante. El tiernpo, hasta entonces
despejado y bueno, se mostr6 amenazador
desde las primeras luces del alba. Una barra
negra y gigantesca, que cerraba el horizonte,
fue acercandose al pasar las horas hasta en-
sombrecer con sus nubarrones la superficie
del mar que los rodeaba. A mediodia, el vien-
to se levant6 violentamente, y las otras dos
carabelas se vieron obligadas a alejarse de la
Santa Maria para tener espacio en sus rnanio-bras. Las olas se fueron hinchando y ahon-
dando hasta elpunto que las naves se perdian
de vista a cada instante.
Gabriel aun vivia. Pero tendido en el
lecho de Col6n, blanco y frio como la nieve,
apenas respiraba. Ya no reconoda a nadie. EI
Almirante habia hecho traer un brasero a la
camara para calentarlo, y a cada rato trataba
de hacerle beber unos sorbos de tisana. Mas
todo 10hacia sin muchas esperanzas.
ELPOLiZON DE LA SANTA MARlA
Afuera, la tormenta que ya estaba enci-
rna oscureci6 eldta de tal manera que parecla
haber caido la noche a mediodia. La inmensa
extensi6n de las aguas se redujo a una suerte
de caverna movediza en laque laSanta Mariaa duras penas cabfa. Desde 10alto se desplo-
m6 un diluvio, y las reventazones de las olas
comenzaron a hacer crujir elcasco de la cara-
bela como si10estuviesen demoliendo. Col6n
gritaba 6rdenes; los hombres corrfan a asegu-
rar cabos, a arriar velas, a afirmar los mil
bultos que volaban por cubierta.
Todas las ilusiones del Almirante se ve-
nlan abajo. Con esa tempestad trernenda,
aunque tuviesen tierra delante de sus narices,
nunca la verlan. 0peor, se estrellarian contra
ella. iYeste era elultimo dtal iEIdfaque habfa
jurado emprenderfa la vuelta a Espana silas
Indias no aparecian en el horizonte! iQue
fatalidad!
Francisco y los suyos velan la cara dernu-
dada de Col6n y se regocijaban pensando en
el fracaso del genoves, [No Ie quedarla otra
que disponer eI regreso! Y si no...
Cuando Anselmo salia de la carnara, el
contramaestre 10interpelaba, mascullando:
-iViejo! .:C6mo esta el poliz6n?
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• • JACQUELINE BALCELLS
Yel veterano bajaba lavistay negaba con
la cabeza:-No, no, ese nino no se recupera ... Ya
casi no tiene pulso.
Pasaron las horas. Gabriel agonizaba, latempestad aumentaba su violencia y Colon,
con la muerte en el coraz6n, asistia a la ruina
de sugrandioso proyecto. Cuando lleg6 al fin
lanoche nadie a bordo del barco 10supo, tan
oscuro habta sido el dia. El mar, como un
gigante enloquecido, rugia rnordiendoloscon los terribles colmillos de sus olas. En los
treinta anos de su vida de marino, elAlmiran-
te no se habia hallado en ningun viaje ni mar
con una tormenta como esta, ~Volverian a
encontrarse con laPinta y laNina a lasque no
divisaban desde hacia doce horas?
Pese a que los aullidos del viento ahoga-
ban las voces, Francisco logr6 comunicarse
con elmoro y sus otros secuaces. Habia llega-do la hora de terminar con el genoves,
-jSe cumpli6 el plazo y nada ha dicho!
-INunca ordenara volver!
-ISe esta aprovechando de la tem-
pestad!
-IAprovechemosla nosotros tambienl-lSI, ahora 0nunca!
EL POUZON DE LA SANTA MARIA
-Iremos los seis a la camara -<on6
Francisco--. Lo apresaremos y 10 echaremosal mar por la borda. Sus oficiales flaquearan
ante su desaparicion y dispondran inmedia-
tamente el regreso a Espana. Eso es seguro.
{Hecho?
-I Hecho! -mascullaron losotros cinco.
Y luego, a tientas por lacubierta inunda-
da, se fueron descolgando hacia lacarnara del
Almirante.
Era medianoche pasada. Crist6bal Co-
16n,a laluzde un candil* que sebalanceaba de
.,
46 JACQUELINE BALCELLS
un lade a otro colgado de una viga, velaba a
Gabriel . Ese poliz6n, que moria ahi ante sus
ojos, ,serla acaso un signo enviado por Dios?,
se preguntaba una y otra vez. ~Que habria
venido a anunciarle? Mas ,que importaba
ahora saberlo, puesto que Gabriel agoniza-
ba?.. Y ~no se extinguia tambien, esa misma
noche, un infeliz navegante llamado Col6n?
,No amaneceria manana, junto alcadaver del
poliz6n, un muerto en vida que se verfa obli-
gado a volver a Espana con las manos y el
alma vadas? ~Que rey de Europa Ie creerta
otra vez?ISuempresa ysu vida estaban termi-
nadasl Y las lagrimas de Col6n Ie corrieron
por las mejillasmientras se incIinaba hacia elnino para cerciorarse de que aun respiraba.
Ala luztenue del candilv.entrecortada
por lade l(_)s.elampagos de afuera, la peque-fia cara apareda casi irreconoeible.' el mori-
bundo habia envejecido den anQs. Colon, al
no sentirya el.mas leve sopIo de aliento en su
mano extendida ante laboca del nino, seech6
sobre el; consternado, para tratarde oir loslatidos de su: corazon. Pero en ese preciso
instante, acompanada de un horroroso true-
no, la puerta se abri6 de un golpe y seis figu-ras oscuras, chorreando agua y con ojos bri-
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4 . JACQUELINE BAlCELLS
lIantes como los de los lobos en invierno, en-
traron a tropezones en la carnara. .
Colon, arrodillado Junto a Gabriel, se
volvi6 hacia ellos Conla mirada velada por el
dolor. Mas cuando Francisco. de una patada,
cerr6 la puerta tras suyo, el Almirante sele-vant6 prestamente y enfrentandolos los in-
terpelo con voz calma y firme: .
-~Que significa esto? ~Que quereis>
-.jVolver a Espaiia! JEI plazo se cum-
pli6! -grit6 Francisco. que. cobarde cO.moera, tenia que levantar la voz para sentirse
mas fuerte.
-Yo soy el Almirante. de esta pota-afirmo CoI6n-. ysoy yo qUIenda las orde-
nes. [Salid ahora mismo de mi carnaral ,iMa:iiana os pondre a los seisen elcepo! [Salidl Si
no por mi. ~no tcndrcis al menos.respew por
un nino que muete? -acab6 dlcle~do mle~-
tras se acercaba, temblando de Furia contern-da, al contramaestre y sus cinco cornplices.
Francisco, entonces, enloquecido, 10es-
quivo dando un saIto ha~ia dond,e yacia Ga-
briel. y sacando un cuchillo, gnto:
-jMuera este polizon maldito y muere
tu genoves mal nacido!• EI moro y los otros, que tarnbien habian
EL POLJZON DE LA S ANTA MAR IA
sacado sus pufiales, seecharon sobre elAlmi-rante, que no hizo un solo gesto para defen-
derse 0huir. Y alii mismo hubiera perecido
traspasado si un grito mas penetrante que el
aullido del vienro y mas profundo que los
truenos no se hubiese dejado olr en ese rno-
mento en lacamara. Era una voz espeluznan-
te que sonaba tan pr6xima yal mismo tiempo
tan lejana, que a los hombres se les hel6 lasangre en las venas.
-000000000000000000 ...-sonaba el grito.
Los cornplices, con las navajas aun en
alto. se miraban aterrorizados; el mismo Co-
16n. que habra visto lIegar su ultima hora y
cerrado los ojos encomendandose a Dios, sesobresalto con ese grito escalofriante.
-0000000000000000000000_
00000000000 -ululaba la voz sin parar,
como si elaliento que la producia fuera el deun gigante.
Se volvieron todos hacia eI fondo de la
carnara en penumbras. y allfvieron a Gabriel
que, de pie y sernidesnudo, los miraba con la
boca abierta: ide ella salia ese grito que los
paralizaba! La cara del nino. apergaminada
como lade un anciano, parecia iluminada por
50 JACQUELINE BALCELLS
dentro, como si en el interior del craneo tu-
viese una vela encendida. Sus pequenas ma-
nos. abiertas y extendidas hacia ellos, tembla-
ban como tiemblan las llamas.
Boquiabiertos ante esa aparicion, los seis
amotinados bajaron los punales y se replega-
ron, apartandose de Colon. Este se adelant6
hacia Gabriel para abrazarlo, pero se detuv?
cuando el nino. dejando bruscamente de.gn-
tar. avanz6 por la carnara, 10h. rnaravillal:
mientras los demas tenfan que sUJetarse para
no caer -tales eran los bandazos y cabeeeosde la Santa Maria en la tormenta-. Gabriel
marchaba muy derecho y sin un~ oscilaci6n.
Pas6 asi, en silencio.junto al Alrnirante y porentre los marineros, que Ieabneron paso lIe-
nos de espanto. Su euerpo entero sem~jaba
una lampara viva. y de el se desprendia un
olor penetrante, parecido ,al de las lefias de
pino cuando arden. Llego hasta la p,:,erta.que se abri6 de un golpe ante el. La lluvia yeJ
agua espumosa de las olas, impelidas por el
ventarron, penetraron en el cuarto, desba-
rajustandolo y.anegandol~ en un segundo. Sc
apag6 el candil, volaron libros, mapas e ms-
trumentos; los hombres quedaron calados
hasta los huesos. Pero a Gabriel en el urnbral,
E l POUZON DE LA S Al 'j TA MAR. IA
ni una gota de agua 0soplo de viento pare-
dan tocarlo. Salio entonces al puente donde
se detuvo, brillante como una antorcha en
medio de la oscuridad que rugta y se revol-
caba.
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JACQUELINE BALCELLS
CAPITULO VI
EL NUEVO GENESIS
Sujetandose con dientes y unas para no caer-
se, Crist6bal Col6n salio de la carnara tras
Gabriel; los amotinados, sin saber por que, 10
siguieron. Afuera, el aullido de los aires y el
rodar interminable de los truenos encogian el
alma y hacian vacilar el entendimiento. Y en
medio de esa negrura y feroz confusion nun-
ca vistas, ellosvolvieron a oir entonces esa voz
sobrenatural que nada era capaz de ahogar.
Pero ahora no fue un grito ininteligible elque
Ie oyeron proferir a esa figura iluminada,
sino unas palabras claras, solemnes y tan anti-
guas como el mundo:
-"La tierra era caos y confusion yoscu-
ridad por encima del abismo",
Al oir esto, Colon y los otros, que a duras
penas se sostenian agarrados a cuerdas, azo-
tados por olas y rafagas, comprendieron que
estaban, de verdad, viviendo un caos de infi-
nita confusi6n, igual alque habia precedido a
la Creaci6n del mundo: ya no distinguian el
arriba del abajo; ya no sabian cual era elmar y
cual elcielo, cual el agua dulce que caia de las
JACQUELINE BALCELLS
al fin separadosl ~'Nohabia sido asl el segun-
do dta de la Creaci6n? .
Yen el pequeno cuerpo de Gabriel volvi6a resonar la voz inmensa:
-Dijo Dios: "Acumulense las aguas por
debajo del firmamento en un soloconjunto, y
dejese ver 10seco".
Crist6bal Col6n y los otros oyeron en ese
instante, como un debil eeo de lavoz del nino,
otra voz que, mas ,allade la Santa Maria, gri-taba:' . .
-jTierra! [T'ierra l
Ypor. entre laPinta y la Nina recien apa-
ELPOLI ZON D E LA S AN TA MA RIA
nubes y c~all~ salada que saltaba de las olas;
ya no sabian sr el nino era una aparici6n 0un
ser humano c<;>mollos; no sablan si estabandespiertos y VIVOS, 0 sofiarrdo, 0 muertos ...
Ynuevamente lavozde Gabriel dijo, maspotente que los truenos:
-"Dijo Dios: 'Haya luz', y hubo luz",
. ~n ese momc:nto, como una luciernagaincretblemenra lejana, Colon, Francisco, el
moro ylos otros, vieron aparecer, hundida en
el S~?<;>e las nubes tormentosas, una luz
?eb!llSl~a que poco a poco fue afirrnandose.IEraeldla! [Era eldia que Hegaba! Ay,~un dia
como eI primer dla del Genesis? ...
Y el nino grit6 otra vez:
-Dijo Dios: "Haya uri firmamento por
en medic de las aguas, que las aparte unas deotras".
M.ar y cielo, como si 10obedecieran, en-treabneron entonces sus inmensas fauces os-
curas, separando de un golpe las lIuvias de las
olas, 10.dulce de 10salado; y alla en el fondo,
ese fintsimo punto de luz aparecida fue ex-
tend ..:ndose a izquierda yderecha, hasta esta-blecer lalarga llnea.del horizonte en la negru-
ra. [Ah, el oceano y la b6veda celeste estaban
53
"L POUZON DE LA SANTA MARlA
recidas en la aurora, vieron hacia el oeste,
sobre la linea palida del horizonte, una espe-
cie de gaviota gris que con las alas abiertas,
planeaba, lejanlsima e inm6vil. Pero no;.no
era un ave, y tampoco era una nube, [Era la
leve cumbre de una isla que asomaba! [Era la
tierra, al fin! [Era la tietra! Las lagrimas co-
rrieron libremente por las mejillas del Almi-
rante, y Francisco ysus secuaces, todavia aga-
zapados en eI puente, se pusieron a gemir
como si hubiesen visto su propia tumba.
Gabriel, cuya luz interior no habla sido
apagada por la del alba, segufa aliide pie, con
sus ojos de cie~o, sordo a los gritos y a lasvoces de regocijo que se alzaban en la' SantaMarla y en las otras dos carabelas, ahora cer-
Canas.Sopl6luego eI buen viento alisio, ycon
sus manos transparentes empuj6 las tres na-ves hacia esa isla aparecida.
Y entonces la voz en .Gabriel volvi6 adejarse oir: .
-Dijo Dios: "Produzca la tierra vegeta-
cion".
En la cruda luz del amanecer, los nave-gantes, con el coraz6n lleno de gozo, vieron
c6mo los rebordes delas montafias y la costade la isla verdedan y se·agitaban: eran arbo-
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5 . JACQUELLI'IOE BALC[Ll:S
les, bosques que la cubrfan, ondulando al
viemo.
-As! secum pie el tercer dia del Genesis
-murmur6 Colon, estremecido. .
Y grit6 Gabriel otra vez:
-Dijo Dios: "Haya luceros en ~I firma-
mento celeste".
De~de popa un relarnpago dorado ilurni-
n6 de repente las altas velas. Los hombresse
volvier.on y -contemplaron la salida del sol
glorioso por el Orientety, desde su fuego,vieron salir mil rayos que .J?a!' rasganda .:las
nubes, y disipandolas, despejando I,1n.cielo
azul purisimo en el que una ufuta de luna se
desvanecia.
[Los astros! lEI rey del dta y la reina de la
noche! IEra el cuarto dfa de la Creaci6n cum-
plido ante sus ojos! .
Para entonces, ni un solo marinero de laSanta Maria habta dejado de comprender que
estaba viviendo un heche unico, rnisterioso,sagrado. Algunos estaban d~ rodillas. Otros
miraban en profundo silencio hacia el puen-
te, donde el cuerpo rntnirno y lumin.oso de
Gabriel servia de altavoz a esa presencia colo-
sal que todos sentian:
JACQUELINE BALCELLS
-Dijo Dios: "Bullan las aguas de anima-les vivientes, y aves revoloteen",
EI mar, de repente, hirvio; y miles de
peces voladores tendieron sobre la s'-'perficie
la malla irisada de sus planeos. Por el aire,
una bandada de loros rojiverdes que venia de
la isla, se cruz6 con gaviotas y petreles que
revoloteabansobre cardumenes invisibles. La
manana selIen6 de gritos. Una golondrina de
mar, mansa como ningun pajaro, vino a po-
sarse en el hombro de Col6n.
[Era el quinto dial [La Creaci6n estabacasi terminada!
De pie al lado de Gabriel, el Almirante
advirti6 que el rostro del nino se opacaba.
Pero todavla lavoz, n!tida y poderosa, sedej6
oir a traves de el: .
-Dijo Dios: "Produzca latierra animales
vivientes". Y dijo Dios: "Hagamos al ser hu-mano a nuestra imagen" ...
Desde la isla, tan cercana ahora que po-
dian distinguirse la playa rosada de arena de
coral y los troncos de la primera linea de
palmeras, se oyeron unos ladridos: dos pe-quenos perros pardos vinieron corriendo ha-
cia la orilla y se detuvieron ante el borde del
agua. Y tras ellos. desde las sombras del bos-
EL P OL lZON D E LA S AN TA MAR IA
que, los atonitos marineros de laNina, laPintay la Santa Maria, vieron avanzar hacia elmar amuchos hombres, mujeres y ninos que, des-
nudes, gritaban y agitaban las manos, dando-
les la bienvenida. [Cumplido estaba el sexto
dta de la Creaci6n!
Crist6bal Col6n, rnaravillado, se volvio
hacia Gabriel, y 10 vio caido en el suelo. Se
abalanz6 a tomarlo. Estaba frfo, endurecido,y tenia los ojos vidrioso]. [Su'cuerpo era el de
alguien rnuertohacfa yamu~has.horas!. Ab:u-mado por el dolor 'I el rmsterio, se mchn6para besarle la frente. Y entonces escuch6 en
su mente, en su corazon y en su ser entero,una voz clara y alegre -Ia' voz de Gabriel
rodavta=-, que Ie decia:
-"Y vio Dios que todo estaba bien".
Mucho rato estuvo el Almirante junto al
cadaver del nino. Unos pasos mas alia, Fran-ciscoy sus hombres, con elalma en un hilo, se
aprontaban a morir colgados en castigo de su
infamia. Pero cuando Colon al fin se irgui6,
los busc6 con la vista, y llamandolos, les or-
den6:-jVosotros seis! [Construid un ataud
para este nino y una cruz para su turnba! - y
lesdijo esto sinasomo de ira, como siya no se
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5/11/2018 El Poliz n - slidepdf.com
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6Q JACQUELINE BALCELLS
acordara de que ellos habian estado a punto
de matarlo.
Luego, con su habitual pericia, dirigi6 la
maniobra para fondear su carabela en una
bahla deaguas profundas y protegida de lasvientos. '.
. . ~.
EPILOGO
AMERICA'
La primera embarcaci6n que hombres, muje-
res y nifios de Guanahani vieron Uegar hasta
la playa desde una de esas enormas casas que
flotaban, traia a unhombre' vestido con un
traje que brillaba y con una cara terriblernen-
te seria, y a otros seisque remaban. Luegode
varar el bote en la arena, elhombre de la cara
triste camino playa arriba, lleg6 junto-a los
arboles, y deteniendose, se toco la frente, el
pecho y los dos hombros con una mano.
Poco despues, los otros seis hombres 10
siguieron, llevando un cajon de madera. dospalos cruzados y un asta con un pano de vivos
eolores. Los vieron cavar entonees un hoyo
profundo entre dos palmeras, depositar en el
fondo elcajon. volver a cubrirlo yclavar sobre
elmonticulo de arena los dos palos cruzados.
Vieron luego como el hombre triste del
traje brillante se arrodillaba, murmuraba lar-
62 J AC QU EL IN E B AL CE LL S
g, .ncnte y de nuevo se tocaba la frente, el
pecho y los dos hombros antes de ponerse de
pie. Yvieron como los otros seis seechaban a
los pies del triste, rogandole por algo: y como
este asemia y los hacia levantarse.
Oyeron mas tarde su fuerte voz, cuando
sosteniendo el asta con el pano de colores
flameando en 10alto, hablo en su lengua ex-
trafia mientras muchos otros hombres barba-
dos 10escuchaban en. profundo silencio. .
Vieron, por ultimo, que el hombre de
cara triste se volviahacia ellos -los hombres,
mujeres y nines de Guanahani- y les son-
reia.Era -pero ellos no 10sabian-, era el 12
de octubre de 1492.
Chilecomparte.cI Darth Magnus
Para lIegar a ser escrltora (l.qujz~s a ti tarnbien te gus-
tarra?). Jacqueline Balcells fue, en primer lugar , y desde
muy nina, una gran lectora. Segun ella misma nos euenta.
e ra u na autentlca d ev ora do ra d e c uen to s. u na viajera des-
lumbrada, que recorrta, siempre asombrada, todas las tie-
rras, tan to las que ex isten en los mapas de verdad, como
aqueltas que 5610 existen en la geografla propia, en mapas
dibu jados a la luz de Ia mas fecunda imaginaci6n, tierras
pobtadas po r singulares habitantes, cuyos suenos. desafios
y oroezas acompafiaba, oanoores de su propio valor , de su
propio entusiasmo por lavida y por la belleza, de sualegria
incontenible por 10 que Ilene elcoraz6n de luz y calor.
Cuando era pequena, Jacqueline Ba/cells sufri6una.larqa
enfermedad, que la tuvo en cama mucho tiempo. jQue abu-rrido pudo ser,.l.vercad?! Y sin e mb arg o, p ara elta se. trans-
torrno en un viaje de largos meses, en un vlaie tantasnco,
gracias a los muchos cuentos que ley6 0 invent6; un viaje
q ue d ur 6 tanto como l a e n fe rme d ad misrna. l oTe imag inas?
i M as e s r e co r ri en d o las mas ex t raordinari as c om a re a s que
puedan existir! jVaya suertel
Jacqueline Balcells ha escrtto mucho. Algunas de sus
obras mas i m po r ta nt e s s o n: EI nino quese tue en un erbo! y
otros cuentos, EJArchiph§lago de las Puntuadas, EI pals del
agua, Cuentos de fos reinos inquietos. y, jun to a su amiga