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MEDITACIONES Y ANCDOTAS DEl
papa JUAN XIII ,
PARA EL CONSUELO DEL ALMA
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INDICE DE LOS EXTRACTOS:
LIBRO 1: Diario del Alma. Autor, Juan XXIIIPg 1
LIBRO 2: Juan XXIII, Ancdotas de una vida, Autor, Jos Luis Gonzlez BaladoPg 10
LIBRO 3: Juan XXIII, Autor, Len Algisi.Pg17
LIBRO4:El Papa Juan, Ernesto Balducci....Pg19
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LIBRO 1:
Diario del Alma.
Autor, Juan XXIII
Mi jornada debe ser siempre una ORACIN; la
ORACIN es mi aliento" (Juan XIII, Diario del Alma)
LO QUE HA HECHO POR M EL SEOR
Qu delicioso es pensar en lo que hizo Jess para fundar la Iglesia! En vez de llamar de las academias, de las sinagogas, de las ctedras a los
doctos, a los sabios, puso sus ojos amorosos en doce pobres pescadores, rudos
e ignorantes. Les admiti a su escuela, les hizo las ms ntimas confidencias.
Les hizo objeto de sus ternuras ms amorosas, les confi la gran misin de
renovar la Humanidad.
Para dilatar su reino, para participar de alguna manera en la obra de los
Apstoles, Jess en el correr de los tiempos, se ha dignado llamarme tambin
a m. Me ha sacado del campo desde pequeito, con afecto de madre amorosa
me ha provisto de todo lo necesario. No tena pan y me lo busc, no tena
para vestirme y me visti, no tena libros para estudiar y tambin pens
en ellos. A veces me olvidaba de l y siempre me llam con dulzura; me
enfriaba en su afecto y l me calent en su seno, con la llama en que arde
perennemente su corazn. Los enemigos suyos y de la Iglesia me cercaron y
me tendieron emboscadas, me arrastraron al medio del mundo, al fango, a las
inmundicias, y l me preserv de todo mal y no permiti que el mar me
engullese; para elevar mi espritu a ms fuertes sentimientos de fe, de
caridad, me trajo a su tierra bendita, a la sombra de su Vicario, junto a
las fuentes de la verdad catlica, junto a las tumbas de sus Apstoles, donde la
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tierra est todava enrojecida por la sangre de sus mrtires y el aire est
embalsamado con el perfume de santidad de sus confesores, y no se da reposo
ni un instante, ni de da ni de noche, como no lo hiciera una madre con su hijo
pequeo. Despus de todo esto, en recompensa de tantos cuidados, no sabe
otra cosa que preguntarme con ansiedad: Hijo mo me amas? Seor,
qu puedo responder? Mira mis lgrimas, fjate cmo palpita mi
corazn, cmo tiemblan mis labios, cmo se escapa la pluma de mis
manos Qu puedo decir yo? Domine, tu scis quia amo te.
Que yo pueda amaros con el amor de Pedro, con el entusiasmo de
Pablo y de vuestros mrtires; que a la caridad se una la humildad y el
bajo aprecio de m mismo, el desprecio por las cosas del mundo, y
despus HACED DE M LO QUE QUERIS: UN APSTOL, UN
MRTIR, OH SEOR. (Ejercicios espirituales post captivitatem Babylonis, 10-20 diciembre, 1902, en el seminario de Roma, con el p. Francisco Pitocchi, con 21 aos, Diario del alma, pp. 157-58).
"Los deberes de mi vida se compendian en estas tres palabras, slo
debo hacer esto: CONOCER, AMAR, SERVIR A DIOS SIEMPRE Y A
TODA COSTA; la voluntad de Dios debe ser la ma, la nica que debo buscar
incluso en las cosas ms pequeas"(Ejercicios espirituales para subdiaconado,
seminario de Roma, 1-10 de abril-1903, con 21 aos, p. 200)
"...pensar que Jess pas treinta aos de su vida oculta, siendo Dios,
siendo el esplendor de la sustancia de Padre, habiendo venido a salvar al
mundo, y que hizo esto solamente para ensearnos cun necesaria es la
humildad y cmo debe practicarse... Y yo, tan gran pecador, miserable en
exceso, no pienso ms que en complacerme de m mismo, en complacerme
por los triunfos con vistas a un pequeo honor mundano; no s concebir ni
siquiera el pensamiento ms santo, sin que se introduzca en l el gusto de mi
propia reputacin ante los dems, aunque aparente devocin, espritu de
caridad y devocin, no s soar con un ideal pursimo, sin que el otro "yo"
venga a buscar su parte, quiera hacerse ver, hacerse admirar de prximos y
lejanos, de todo el mundo, si posible fuera. Y lo peor es que yo, en ltimo
trmino, no s adaptarme sino con gran esfuerzo a la idea del verdadero
escondimiento, segn lo practic y me lo ense Jesucristo." (id. p.205)
"Lo mismo que un resplandeciente rayo de sol disipa de repente las
nubes del cielo y devuelve la vida, as mi buen Maestro se ha dignado
elevarme, esclarecerme en este da, que es para m quiz el ms solemne
(jueves santo). Me he sentido inundado de una gran paz, cuando me he
acercado a recibirlo; he sentido todo el gozo de su presencia, he escuchado
con emocin su ltimo discurso, las ltimas palabras de adis, y
TEMBLANDO DULCEMENTE EN TODO MI SER POR NO S QU
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TERNURA QUE ME HUMEDECA LOS OJOS, LE HE ACOMPAADO
AL REPOSO DEL MONUMENTO". (id. p.206)
Imitacin de Cristo: Cuatro cosas que causan gran paz: procura, hijo, hacer antes la voluntad de otro que la tuya. Escoge siempre tener menos
que ms. Busca siempre el lugar ms bajo y est sujeto a todos. Desea
siempre, y ruega que se cumpla la voluntad de Dios. (Id. Ejercicios espirituales en Groppino, 10 de agosto de 1914, tras diez aos de sacerdocio,
secretario de Mons. Radini, 32 aos. p.264)
"En cuatro aos de guerra, transcurridos en medio de un mundo
convulso cuntas gracias me ha concedido el Seor, cuntas experiencias,
cuntas ocasiones de hacer el bien a mis hermanos! Jess mo, te lo agradezco
y te bendigo. Conservo el recuerdo de las muchas almas de jvenes con
quienes he entrado en contacto durante ese tiempo: a no pocas las he
acompaado hasta la otra vida. Ahora me siento emocionado, y el pensar que
rogarn por m me da consuelo y aliento." (Fue llamado a filas como
consecuencia de la declaracin de guerra contra Austria, el 24 de mayo de
l915, con 33 aos, y destinado a los hospitales de Brgamo, primero como
suboficial y luego, a partir del 28 de marzo de 1916, como capelln; fue
licenciado el 10 de diciembre de 1918, con 37 aos. El texto es de su Diario,
p. 271, la nota, de la p. 269)
"La breve experiencia de estos meses de episcopado me viene a confirmar
que, para m, no hay nada mayor en la vida que llevar la cruz, segn el Seor
me la pone sobre los hombros y en el corazn. Debo considerarme como el
hombre de la cruz y amar la que Dios me da, sin pensar en otra cosa. Todo lo
que no es honra de Dios, servicio a la Iglesia y bien de las almas debe ser
accesorio y sin importancia para m." ( En Roma, haciendo ejercicios
espirituales en el monasterio de san Pablo, 27 de noviembre-2 de diciembre,
1926, con 45 aos. visitador apostlico en Bulgaria , Diario, p. 284).
"Para m debe ser una perenne invitacin la imagen de San Francisco de
Sales, que me gusta repetir entre otros: "Yo soy como un pajarillo que canta
en un bosque de espinas". As, pues, pocas confidencias sobre lo que pueda
hacerme sufrir. Mucha discrecin e indulgencia en el juicio de personas y
situaciones; inclinacin a orar especialmente por quien me fuere motivo de
sufrimiento; y en todo, GRAN BONDAD, PACIENCIA SIN LMITES,
recordando que cualquier otro sentimiento -a lo macednico, como se puede
decir aqu- no est de acuerdo con el espritu del Evangelio, ni de la
perfeccin evanglica. CON TAL DE HACER QUE TRIUNFE LA
CARIDAD A TODA COSTA, PREFIERO SER TENIDO POR UN POBRE
HOMBRE. Me dejar aplastar, pero QUIERO SER PACIENTE Y BUENO
HASTA EL HEROSMO. Slo entonces ser digno de que me llamen obispo
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perfecto, y merecer participar en el sacerdocio de Jesucristo, quien, al precio
de sus condescendencias, humillaciones y sufrimientos, fue el verdadero y
nico mdico y salvador de toda la humnidad: "cujus livori sanati sumus"
(Retiro anual en la casa de los padres pasionistas de Ruschuk, 28 de abril-4 de
mayo, 1930, con 48 aos, Diario, p. 293).
Reanudo mi trabajo decidido siempre a redimere tempus. En esto tengo que insistir y castigar sin piedad el cuerpo y el espritu. Quiero y debo
rendir ms, incluso en mi actual ministerio (En Bulgaria casi no poda ejercer su ministerio pastoral por la escasez de catlicos, y los pocos que haba estaban muy
dispersos; y tambin las enemistades de stos con los ortodoxos, se lo ponan muy
difcil; estaba entre dos fuegos) Por tanto, mayor escrpulo en el uso de mi
tiempo: hacer todo pronto y bien; no aguardar, no poner las cosas secundarias
antes que las principales; siempre rpido, ocupado, sereno. Pero sobre todo et in omnibus preocupado por expresar en mi vida interior y en mi actividad exterior la IMAGEN DE JESS MITIS ET HUMILIS CORDE. DEUS ME
ADIUVET. (Breve retiro espiritual en Bujukada, junto al Bsforo, casa de los padres conventuales, 18-21 de junio, 1931, con 49 aos, Diario, pp. 296-
97).
La prolongada vida de representante pontificio en este pas me acarrea con frecuencia agudos e ntimos sufrimientos, que me esfuerzo por ocultar.
PERO TODO LO SOPORTO Y SOPORTAR DE BUEN GRADO,
INCLUSO GOZOSAMENTE POR AMOR A JESUS, PARA
ASEMEJARME A L LO MS POSIBLE, PARA HACER EN TODO SU
SANTA VOLUNTAD, por el triunfo de su gracia en medio de este pueblo
sencillo y bueno pero cun desventurado!-, para el servicio de la Santa Iglesia y del santo padre, para mi santificacin. Domine, tu omnia nosti, tu scis quia te amo (Retiro espiritual en Sofa, con los padres capuchinos, 4-8 de septiembre, 1933, con 51 aos. Diario, p. 298).
Para el cristiano, para el eclesistico, la idea de ser pecador NO ES EN ABSOLUTO DEPRESIN DE ESPRITU SINO ABANDONO CONFIADO
Y HABITUAL EN EL SEOR JESS, que nos ha redimido y perdonado (Ejercicios espirituales en la casa de las religiosas de Ntra. Sra. De Sin, junto
al Bsforo, 25 de noviembre- 1 de diciembre, 1940, delegado apostlico en
Turqua y Grecia, con 59 aos, meditando el salmo Miserere por invitacin del papa Po XII; haba empezado la segunda guerra mundial, Diario, p. 319).
La manifestacin de las cosas inciertas y ocultas de la Divina Sabidura vienen por s mismas. EL AMOR A LA VERDAD ES UNA
INFANCIA PERENNE, FRESCA, DELICIOSA (Meditando tambin el salmo Miserere en el versculo: Asperges me hisopo et mundabor, p. 323).
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LA DULZURA ES LA PLENITUD DE LA FUERZA (Ejercicios espirituales con su clero en la Delegacin de Estambul, 25-31 de octubre de
1942, con 60 aos, muy cerca de los 61. Esta frase la cita monseor Roncalli
tomada de un autor de apellido Gratry y que su vez la cita el cardenal Mercier,
Diario, p. 338).
Familiaridad con el pensamiento de la muerte que sirve para dar tanta soltura y alegra a la vida. (En los mismos ejercicios, p. 339).
Recuerdo el elogio de san Fulgencio hecho por san Isidoro de Sevilla y que figura entre mis notas de los Ejercicios de 1942 en Estambul. Es una
pgina estupenda Debo fijarme especialmente en la inter omnia et castitatis eminentiam, como repite san Isidoro y como yo deseo conseguir a toda costa. Pondr cuidado a este respecto, en las conversaciones, que deben
caracterizarse por la ausencia de todo juicio temerario y de toda falta de
respeto a la dignidad episcopal de quienquiera que sea y a los superiores
eclesisticos ms o menos elevados, de los que depende la nunciatura. An a
precio de mortificaciones ntimas y de humillaciones ms personales, quiero a
todo trance conseguir esto. Y dgase lo mismo de la benignitas y charitas, de la hospitalidad en la nunciatura. San Isidoro dice que Diversorium episcopi cunctorum debet esse receptaculum. Mi temperamento y la educacin recibida me ayudan en el ejercicio de la amabilidad con todos, de la
indulgencia, de la cortesa y la paciencia. NO ME APARTAR DE ESE
CAMINO. Sn Francisco de Sales es mi gran maestro. Ojal me asemejase a
l de veras en todo! Con tal de no faltar al gran precepto del Seor, estar
dispuesto a afrontar incluso burlas y desprecios. El mitis et humilis corde no dejar de ser la aureola ms resplandeciente de un obispo y de un
representante del Papa. Qudese para los dems el acopio de astucia y de la
llamada destreza diplomtica: YO SIGO CONTENTNDOME CON MI
BONDAD Y SENCILLEZ DE SENTIMIENTO, DE PALABRA, DE
TRATO. Al final, las cuentas resultan siempre ventajosas para quien permanece fiel a la doctrina y a los ejemplos del Seor. ( Ejercicios espirituales, 8-13 de diciembre, 1947, Pars, Clamart, Villa Manresa de los
padres jesutas, nuncio en Pars desde el 1 de enero de 1945, con 66 aos,
Diario, pp. 347-48).
Cuanto ms voy madurando en aos y experiencia, ms me convenzo de que el camino ms seguro para mi santificacin personal y para el mejor
resultado para el servicio a la Santa Sede es siempre el esfuerzo vigilante por
reducir todo principios, directrices, posiciones, asuntos-, AL MXIMO DE SENCILLEZ Y DE CALMA, con cuidado de podar en todo tiempo mi via,
de lo que slo son hojas o ramas intiles, marchando derecho a lo que es
VERDAD, JUSTICIA Y CARIDAD; sobre todo caridad. Cualquier otro
sistema de actuacin no es ms que jactancia y afn de afirmacin personal,
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que pronto se traiciona y resulta molesta y ridcula. Oh la sencillez del
Evangelio, del libro de la Imitacin de Cristo, de las Florecillas de san Francisco, de las pginas ms exquisitas de san Gregorio en los Moralia: Deridetur justi simplicitas, con lo que sigue! Todos los sabios del siglo, todos los astutos de la tierra, incluso los de la diplomacia vaticana, qu papel
ms mezquino representan, PUESTOS A LA LUZ DE GRACIA QUE
EMANA DE ESA GRANDIOSA Y FUNDAMENTAL ENSEANZA DE
JESS Y DE SUS SANTOS! Esta es la habilidad ms segura, que confunde
la sabidura del mundo y se adapta igualmente bien o incluso mejor- con exquisitez y autntico seoro, a lo que hay de ms alto en el orden de la
ciencia tambin de la ciencia humana y de la vida social- en conformidad con las exigencias de tiempos, lugares y circunstancias. SEOR JESS,
CONSERVADME EL GUSTO Y LA PRCTICA DE ESTA SENCILLEZ
QUE, MANTENINDOME HUMILDE, ME ACERCA MS A VUESTRO
ESPRITU Y ATRAE Y SALVA A LAS ALMAS. (Retiro espiritual en el monasterio benedictino del Sagrado. Corazn, en Calcat, Dourgne, 23 - 27 de
noviembre, 1948, nuncio en Pars, con 67 aos, Diario, p. 350)
As termina, como conclusin de mis veinticinco aos de episcopado, el captulo de la Imitacin con que los comenc (nemo bonus nisi solus Deus Lc. 18,19-, qui est super omnia laudandus et in omnibus benedicendus), lo cual me deja siempre para mortificacin saludable de mi espritu, el recuerdo de mis culpas cogitatione, verbo et opere-, cuntas, cuantas en veinticinco aos! Y me permite a la vez la inextinguible confianza
de mi sacrificio diario, hostia divina e inmaculada, ofrecida pro innumerabilibus peccatis et offensionibus et negligentiis meis. Veinticinco aos de misas episcopales, ofrecidas con todo el esplendor de las buenas
intenciones y tambin con todo el polvo del camino, qu misterio de gracia y a la vez de confusin! La gracia de las ternuras de Jess pastor et episcopus para con el que eligi para sacerdote suyo; la confusin de ste QUE NO ENCUENTRA CONSUELO SINO EN EL ABANDONO. (Breve retiro en Orn, Argelia, 6-9 de abril, 1950, viernes, sbado santo y Pascua, en
la casa de monseor Lacaste obispo de Orn, en el 25 aniversario de su
consagracin episcopal, nuncio en Pars, con 68 aos, Diario, p. 355).
Mi presente. Aqu estoy en vida, con 69 aos en curso, postrado ante el crucifijo, para besarle el rostro y las llagas santsimas, para besarle el
corazn descubierto; aqu estoy en acto de amor y de dolor. Cmo no renovar
a Jess mi agradecimiento por encontrarme todava joven y robusto de cuerpo,
de espritu, de corazn? El nosce te ipsum ME MANTIENE HUMILDE Y SIN PRETENSIONES. Algunos se fijan en mi pobre persona con admiracin
y simpata; pero, gracias a Dios, YO ME AVERGENZO DE M MISMO,
DE MIS INSUFICIENCIAS, DE LO POCO QUE SOY PARA UN PUESTO
TAN IMPORTANTE, donde el Santo Padre me quiso y me mantiene por su
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bondad. Desde hace tiempo y sin esfuerzo HAGO PRETENSIN DE
SENCILLEZ, reprendiendo amablemente a todos los espritus que, en la
bsqueda de las dotes de un diplomtico de la Santa Sede, prefieren las
apariencias de la envoltura exterior al fruto sano y maduro. Y sigo fiel a mi
principio, que sigue teniendo, segn me parece, un puesto de honor en el
sermn de la montaa: bienaventurados los pobres, los mansos, los pacficos,
los misericordiosos, los que tienen sed de justicia, los puros de corazn, los
atribulados, los perseguidos, el judicium mortis, cuando nos lo hacemos familiar, es bueno y til para mortificar la vanidad, para imponer a todo el
sentido de la mesura y de la calma Me reserva todava el Seor algunos o tal vez bastantes aos de vida? Me querr pronto en la patria celestial? Le
dar gracias por ello, pero siempre suplicndole que no me conserve en la
tierra si soy intil para la Santa Iglesia o sirvo de estorbo. Pero tambin en
esto LA SANTA VOLUNTAD DEL SEOR Y NADA MS, Voluntas Dei pax nostra. (El mismo retiro en el mismo lugar, pp. 355-57).
Llevo conmigo el sentimiento de confusin y dolor pro innumerabilibus peccatis e ofensionibus et negligentiis meis, por lo poco que he sacado en limpio y por lo mucho ms que habra podido y debido hacer en
servicio del Seor, de la Santa Iglesia, de las almas. Pero, a la vez, no puedo
olvidar el cmulo de gracias y misericordias con que Jess me obsequi
generosamente contra todo merecimiento mo. Por eso semper laus eius in ore meo. Simplicitas cordis el labiis. Cuanto ms avanzo, mejor advierto la dignidad y hermosura conquistadora de la sencillez en el pensamiento, en el
trato, en las palabras. Una tendencia que se aplica a simplificar todo lo que es
complejo, a reducir todo al mximo de espontaneidad y claridad, sin
preocuparse por primores y embrollos de pensamiento o palabra. Simplicem esse cum prudentia. El lema de san Juan Crisstomo cunta doctrina en dos frases!. AMABILIDAD, CALMA Y PACIENCIA IMPERTURBABLE.
Debo recordar siempre el sermo mollis frangit iram. Cuntos fracasos nacen de la aspereza, de la impulsividad, de la falta de aguante! A veces, el
temor de ser menos apreciado, de aparecer como gente de poco valor, se
convierte en acicate para mantenerse erguido, para darse tono, para imponerse
un poco. Eso es contrario a mi carcter. El ser SENCILLO, SIN
PRETENSIN ALGUNA, A M NO ME CUESTA NADA, Y es una gran
gracia que el Seor me concede. Quiero continuar y hacerme digno de ella. Retiro espiritual en Montmartre, religiosas del Carmelo, jueves-sbado santo,
10-12 de abril, 1952, con 70 aos, nuncio en Pars, pp.358-59).
Slo deseo que mi vida acabe santamente. Temo ante el pensamiento de tener que soportar dolores, responsabilidades, pruebas superiores a mis
pobres fuerzas, (ya habas pasado por muchas y seguas en Pars pasndolas; eras la
humildad en persona!) pero CONFO EN EL SEOR, SIN PRETENSIN
ALGUNA DE TRIUNFOS O MRITOS LLAMATIVOS Y SINGULARES.
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(tu sencillez, mansedumbre y humildad haban llamado la atencin y los comentarios de
toda clase de personas en Pars y en cualquier ciudad o lugar por donde pasabas).
Estar atento a una piedad religiosa ms intensa. Evitar el exceso de prcticas
secundarias y nuevas, antes bien, fidelidad a las fundamentales CON
FERVOR VIBRANTE. Santa Misa, breviario, rosario, meditacin, lecturas
edificantes, UNIN NTIMA Y FRECUENTE CON JESUS
SACRAMENTADO. Me parece tener la conciencia en paz, y confo en Jess,
en su Madre y ma gloriosa y amantsima, en san Jos, el santo predilecto de
mi corazn, en san Juan Bautista, en torno al cual me gusta ver reunida a mi
familia y parentela segn la carne y la sangre. Y me dispongo a subir al
templo del Sagrado Corazn que me aguarda para una noche luminosa y
solemne, que quiere ser smbolo de la resurreccin de las almas, de la Santa
Iglesia y de las naciones. La cruz de Jess, el Corazn de Jess, la gracia de
Jess: eso es todo sobre la tierra; es el comienzo de la gloria futura reservada a
los elegidos para siempre: Cor Jesus, vita et resurrectio nostra, pax et reconciliatio nostra, salus in te sperantium, spes in te movientium, deliciae
sanctorum omnium. Cor Jess, miserere nobis. (El mismo retiro en el mismo lugar, con 70 aos, p.360)
Desde abril del ao pasado, cuando me recog a la sombra del Sagrado Corazn en Montmartre, Pars, hasta mayo de este ao, que me encuentro aqu
a los pies del Grappa como cardenal y patriarca de Venecia, qu
transformacin se ha operado en torno a m! No s en qu detenerme ms: en
el laetatus sum in his quae dicta sunt mihi, con lo que sigue, o ms bien en mi confusin, que me lleva a SENTIMIENTOS DE HUMILDAD Y DE
ABANDONO EN EL SEOR. ES L QUIEN REALMENTE HA HECHO
TODO, Y LO HA HECHO SIN M , QUE NI REMOTAMENTE HABRA
PODIDO IMANIGAR O ASPIRAR A TANTO. Un motivo de gozo interior
es que el conservarme humilde y modesto no me cuesta gran trabajo y
responde a mi temperamento natural. Envanecerme o enorgullecerme, de
qu, Seor mo? meritum meum no es todo miseratio Domini? (Retiro espiritual con los obispos de la provincia trivneta en Fietta, en el edificio del
seminario de Venecia, siendo patriarca de esta ciudad y dicesis, 15-21 de
mayo, 1953, con 71 aos, p. 361).
Dos espinas dolorosas tengo ya aqu, entre tanto esplendor de dignidad eclesistica y de respeto, como cardenal y como patriarca. La exigidad de los
ingresos de la mesa y la turba de pobres y de solicitudes de empleos y ayudas. Sin embargo, me gusta bendecir al Seor por esta pobreza un tanto
humillante y a menudo embarazosa. Gracias a ella, me parezco ms a Jess
pobre, y a san Francisco, seguro como estoy de que no morir de hambre.
Bienaventurada pobreza, que me asegura una mayor bendicin para lo dems
y para lo que es ms importante en mi ministerio pastoral! La entrada triunfal
en Venecia y estos dos primeros meses de contacto con mis hijos son una
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prueba de la bondad natural de los venecianos para con su patriarca: me
proporcionan un gran aliento. No quiero imponerme otros preceptos. Seguir
por mi camino y con mi temperamento. HUMILDAD, SENCILLEZ,
FIDELIDAD verbo et opere AL EVANGELIO, CON MANSEDUMBRE INTRPIDA, CON PACIENCIA INEXPUGNABLE, CON CELO
PATERNAL EN INSACIABLE POR EL BIEN DE LAS ALMAS. Veo que
se me escucha de buena gana y mi palabra sencilla va directamente al corazn.
Pondr, sin embargo, sumo cuidado en prepararme bien, para que mis
discursos tengan siempre dignidad y logren cada vez mayor edificacin. (El mismo retiro en el mismo lugar, p. 363).
El curso de mi vida en estos dos aos -28 de octubre de 1958 hasta el 27 de noviembre de 1960-, registra una intensificacin espontnea y ferviente
de la unin con Cristo, con la Iglesia y con el paraso que me aguarda.
Considero como indicio de una gran misericordia del Seor Jess para
conmigo, este conservarme su paz y las seales, incluso externas, de su gracia,
que explican, por lo que oigo decir, LA PERENNIDAD DE MI CALMA.
Este, me permite disfrutar de una sencillez y dulzura de espritu que me
conserva siempre en todo momento de mi jornada, la disposicin a dejar todo
y partir an inmediatamente para la vida eterna.
Mis defectos y miserias, por los que pro quibus innumerabilibus peccatis et offensionibus et negligentiis meis- ofrezco a diario la misa, son
para m motivo de interna y continua confusin, la cual no me permite
enaltecerme en modo alguno, si bien tampoco debilita mi confianza, mi
abandono en Dios, CUYA MANO CARIOSA SIENTO SOBRE M
SOSTENINDOME Y ANIMNDOME. Ni siquiera siento tentaciones de
envanecerme o complacerme. Lo poco que s de m mismo basta para confundirme, (como dice la hermosa frase puesta por Manzoni en labios del cardenal Federico). In te Domine speravi, non confundar in aeternum.
A mis ochenta aos comenzados lo que importa es eso: humillarme,
confundirme en el Seor y permanecer en actitud de confiada espera en su
misericordia, para que me abra la puerta de la Vida Eterna. Jess, Jos y
Mara, en vos descanse en paz el alma ma. (Retiro espiritual en el Vaticano, 27 de noviembre al 3 de diciembre, 1960, con 79 aos, p. 380).
Lo confieso. Fue una inspiracin repentina en m. De nio, muy nio todava, observ la devocin privada a la preciossima sangre de Jess en mi
anciano to Javier, el primognito de cinco hermanos Roncalli, y en realidad,
el primer iniciador en la prctica religiosa de que brot muy pronto,
espontneamente dira yo, mi vocacin sacerdotal. Recuerdo los libros de
devocin de su reclinatorio, y entre estos uno: Preziosissimo Sangue, que le serva durante el mes de julio. Oh recuerdos santos y benditos de mi infancia!
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Qu preciosos me resultis a la luz de este atardecer de mi vida, para precisar
los puntos fundamentales de mi santificacin y como visin consoladora de lo
que uno espera como humildemente confo- en la eternidad. Cruz y eternidad: pasin de Cristo a la luz de la interminable eternidad. QU
DULZURA, QU PAZ! As y siempre as debe ser vivificada la vida que
todava me queda por vivir aqu abajo, a los pies de la cruz de Jess
crucificado, regada con su preciossima sangre y con las lgrimas de la
Dolorosa Madre de Jess y Madre ma. (El mismo retiro en el mismo lugar, p.
386).
La fuente de todo sacerdocio es Cristo, como dice Sto. Toms. Esto debe decirse del papa eminenter, y por la conciencia del papa que se siente investido de la presencie, de la gracia, de la luz de Cristo y a l se encomienda
en todo, pensamientos y operaciones en las mltiples expresiones de su
actividad apostlica. BASTA LA PREOCUPACIN DEL PRESENTE: no
hace falta gastar imaginacin y ansiedad para construir el futuro. El Vicario de
Cristo sabe lo que quiere de l, no es preciso que se adelante a darle consejos
o anticiparle proyectos. Regla fundamental de la conducta del papa es esta de
contentarse siempre con su estado presente, y de NO ANGUSTIARSE POR
EL FUTURO, SINO ESPERARLO DEL SEOR, sin hacer sobre l clculos
o previsiones humanas, y guardndose, incluso de hablar de l con seguridad y
ligereza con cualquiera. La experiencia de estos tres aos de mi servicio
pontifical que tremens et timens, acept en pura obediencia a la voluntad del Seor es:absoluto abandono en Dios en cuanto al presente, y perfecta tranquilidad en cuanto al futuro (Retiro espiritual como preparacin al cumplirse el octogsimo ao de mi vida en noviembre de ese ao-, Castelgandolfo, 10-15 de agosto, 1961, con 79 aos, p. 393).
* * * * *
2 LIBRO:
Juan XXIII, Ancdotas de una
vida,
Autor, Jos Luis Gonzlez
Balado, Madrid, 2000, PPC. (Extractos)
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An no nos hemos dado cuenta de que en el quinquenio juaneo, casi
inadvertidamente, algo se puso en movimiento en inspir un cambio positivo
ad intra y ad extra de notable calado, como una renovada tensin contemplativa y apostlica de la Iglesia de Cristo. (Walter Lippman) (p.321)
Cmo pudo un eclesistico de este jaez, que deca de s mismo No me cuesta reconocer y repetir que no soy nada ni valgo absolutamente nada, conjugar conservadurismo y renovacin, no es un misterio. Lo logr
mediante la obediencia al Espritu, el esfuerzo de imitacin de los paladines
de la fe y de la santidad y la docilidad al dinamismo nsito en el mensaje
evanglico: Nadie sentir siquiera la tentacin de pensar escribi el cardenal Garrone- que la eficacia singular del ministerio de este Papa no
tenga ninguna relacin con su actitud interior. Nadie osar afirmar que una
audacia tan extraordinaria, felizmente recompensada, haya de explicarse a
pesar de esta sorprendente continuidad interior con la tradicin sacerdotal.
La intimidad evanglica de Juan XXIII se manifest en la actividad exterior;
Dios pudo servirse de l porque no opuso ninguna resistencia. As pues, no
pese a su profunda fidelidad sino a causa de la misma rompi muchas
barreras. (p. 323)
Un diario espiritual que no tiene nada, absolutamente nada, de los grandes diarios espirituales, de las sugestivas pginas autobiogrficas de los
msticos, que no conoce manifestaciones sobrenaturales sorprendentes, el
humilde diario de un seminarista, de un buen cura, de un obispo, cuya
hermosura radica slo en un CONSTANTE CANDOR CASI INFANTIL Y EN
EL DESCUBRIMIENTO DE UNA SERENIDAD INTERIOR QUE NO
DESFALLECE, ANCLADA COMO STA EN TODO MOMENTO EN LA
VOLUNTAD DIVINA. Es esto lo que ha impresionado al mundo como el de
nuestros das, que se dira que presta atencin exclusivamente a lo
sensacional (Cardenal Lercaro). (p.210)
La diferencia que yo notaba entre Po XII y Juan XXIII la resumira de esta manera: A Po XII lo admiraba todo el mundo. A Juan XXIII todo el
mundo le quera. Y en tanto la admiracin en cierto sentido, distancia, el
cario aproxima. Por esto, todos consideramos a Juan XXIII tan cercano a
cada uno de nosotros, como un amigo y un padre (Cardenal Tarancn). (P.212)
Algn pensamiento que consideraba el Papa til para su alma lo copiaba en un cuadernillo que tena siempre al alcance de su mano, como ste de
Antonio Rosmini: Jess no alab nunca las dotes de inteligencia sino las del corazn. Ingenio lo posee tambin el demonio, el ser ms malvado que existe;
pero no corazn. Los hombres aman ms un buen corazn que una gran
inteligencia. De hecho, tambin en el mundo se considera peligrosos a los
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grandes ingenios, que tienen muchos enemigos, en cambio, quienes est
dotados de un gran corazn son amados por todos.
Este gran Papa ha sido humilde. El Espritu Santo no ha encontrado obstculos en l, por lo que han bastado pocos meses de pontificado para que
se abriese a la gracia una brecha que durar siglos. Por esa brecha pasar el
Espritu sin que nada lo pueda detener. Juan XXIII ha sido el Papa de la
esperanza, y qu esperanza! Claro, habamos credo siempre que un da
habr un solo rebao bajo un solo pastor, pero al final de los tiempos. Hoy
sabemos que esa realidad est en marcha y que esa marcha durar milenios,
pero que ha empezado ya. Bendito sea Juan XXIII por haber bendecido a
todos los hombres, por haber dirigido a todos la palabra como un padre
amoroso, por haber amado a este mundo tal como lo han engendrado tantos
males y tantos crmenes, pero tambin el genio y la santidad. Su recompensa
es la de haber sido escuchado y comprendido por la humanidad entera,
incluidos aquellos que est separados de la vieja madre Iglesia, y hasta por
los filsofos que han decretado la muerte de Dios. Y nosotros, sus hijos hemos
tomado conciencia, gracias a l, de que, a pesar de unas estructuras
gastadas, el agua viva de los primeros das sigue brotando. (Paul Mauriac) (p.49)
El que hemos recibido ha sido un Papa, un anciano Papa, procedente de los pobres. Este Papa ha aceptado la velocidad de nuestro tiempo Ha tendido los brazos al mundo entero y lo ha abrazado. Ha estado cerca de
todos Fue testigo humilde, fiel y sonoro de un Dios paterno y bueno. Testimonio que le perteneca como a cualquier humano. Nos ha anunciado y
recordado que el evangelio de Cristo debe ser proclamado en lenguas
humanas, que no se le puede separar del lenguaje de Cristo, de ese lenguaje
que es la bondad tan devaluada en el mundo, es con nuestro corazn la carne
de la caridad (Madeleine Delbrel)
Los observadores atentos de los hechos, y los investigadores del
pensamiento, se encuentran frente a frente a un cristiano dispuesto a dejarse
guiar y transformar por el Espritu hasta el punto de no pertenecer a s
mismo, para identificarse con los indigentes y poco apreciados, que Cristo
eligi en primer lugar y envi al mundo como mensajeros de liberacin y
salvacin. El secreto del xito de Roncalli est en la matriz tradicional y,
pese a todo, dinmica de su formacin y cultura eclesistica. Est en la
aparente paradoja entre el severo conservadurismo y la humana y
evanglica apertura. (pp.329-30)
Hablar a los pequeos, tratar a los enfermos y ancianos, acoger complacido a los huspedes, partir el pan en fraternidad con todo el que se
le acercaba, constituan los momentos ms bellos de innata y educada
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inclinacin a comunicar y difundir la riqueza de su exquisita sensibilidad
sacerdotal. (p.333)
El papa Juan, el bueno, no suscita nostalgias, que equivaldra mirar hacia atrs; ms bien nos estimula a emprender la aventura del testimonio,
y nos invita a reabrir el Libro Divino para descubrir su inspiracin para la
FIDELIDAD y la RENOVACIN, binomio acuado por l como hilo
conductor del Concilio Vaticano II y de su fiel actuacin.
Este ngelo Giuseppe, ngel del Seor, renueva ahora la advertencia de vigilar cuando desciende la noche; de prestar atencin, de no rendirse a las modas recurrentes y cambiantes; y lo hace con autoridad de los
carismas recibidos, la elocuencia del ejemplo y la fuerza de la bondad. (p.336)
El pontificado, breve pero intenssimo de Juan XXIII dio enseguida la sensacin de su alma privilegiada. La oracin y las lgrimas del mundo
con motivo de su muerte envidiable, han dejado el presentimiento de una
gloria imperecedera; pero SU COLOQUIO CON EL SEOR que ahora se
nos desvela (cuando recibi y ley el Diario del alma su secretario Mons.
Loris Capovilla) confiere a tal sensacin una medida insospechada, que
produce vrtigo y brinda a tal presentimiento una explicacin que tiene EL
RESPLANDOR DE LOS DONES DEL ESPRITU SANTO Un sentimiento que no dudo en definir como asombroso, penetra de manera
saludable en el corazn de nosotros los hombres de iglesia, cuando vemos
el ejemplo y el sumiso pero perentorio reclamo que proviene del
aniquilamiento asctico por parte de quien como l se vio colocado en el
trono ms augusto de la tierra y SE GRANJE, ACASO SIN
COMPARACIN EN LA HISTORIA, LA SIMPATA, EL APLAUSO, EL
AMOR DE TODO EL MUNDO (pp. 288-89, palabras del cardenal Ottaviani en una carta a Mons. Capovilla).
El que sera saludado lricamente como vendimiador de las vias de la esperanza, colono del arado ms profundo, seor de gentes sin
fronteras (M. Vincieri), emprendi en Roma el itinerario que lo conducira a predicar y testimoniar unidad, libertad y paz donde quiera que
lo destinara la Providencia. Los unos con los otros y para los otros, nunca
los unos sobre los otros, en la comn persuasin de que la vida ya no est destinada a ser un peso para muchos y una fiesta para algunos, sino una
tarea para todos de la cual tendr que dar cuenta cada uno. (Manzoni) (p.309).
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Fiel al Speculum asceticum de su puericia, colgado a la entrada de la casa del prroco de su pueblo, don Francisco Rebuzzini, cuyas palabras se
le decan que eran de san Bernardo y cuyo recuerdo jams borr de su
mente: Paz en tu corazn. Recuerda, sin embargo, que te esperan luchas sin cuento. Por consiguiente, no creas en todo lo que te dicen, no juzgues
todo lo que ves, no hagas todo lo que creas que puedes hacer, no te
desprendas de todo lo que tienes, no digas todo lo que sabes, reza, lee,
huye, calla, descansa. Fiel al ideal madurado en los aos de seminario de Brgamo y Roma: Unidad, libertad y paz. Una voz le susurraba al odo. En la medida en que madures en sentido cristiano, todo el mundo saldr
beneficiado; por medio de ti hombres y mujeres, casi insensiblemente, se
acercarn al Verbo Hijo del Padre que se encarn para reunir a los hijos de Dios dispersos(Jn.11,52), liberarlos de los condicionamientos del pecado y llevarlos a las faldas del monte de las bienaventuranzas. (pp.312-313).
Desde la ventana de su apartamento privado, la noche de la inauguracin del Concilio Vaticano II, ante una plaza de san Pedro a
rebosar de gente con antorchas encendidas organizada por jvenes de
Accin Catlica pronunci estas palabras: Hijos mos queridos, oigo vuestras voces. La ma es una sola voz, pero resume las del mundo entero.
Aqu est representado todo el mundo. Dirase que hasta la luna se ha
apresurado esta noche (miradla all en lo alto!) a contemplar este
espectculo que, la baslica de san Pedro, con cuatro siglos de existencia,
haba contemplado jams. Mi persona no importa en absoluto. Es un
hermano que os habla; un hermano convertido en padre por voluntad de
nuestro Seor. Pero todo, paternidad y fraternidad, es gracia de Dios;
todo, todo Al regresar a casa encontraris a vuestros nios. Hacedles una caricia y decidles: esta caricia es del Papa. Encontraris alguna
lgrima. Enjugdsela y decidles: el Papa est junto a vosotros, sobre todo
en los momentos de dolor y de sufrimiento. (Discurso de la luna, fue mucho ms largo, todo improvisado, p.326)
La persona del sacerdote es sagrada () La buena ndole, los estudios severos, la propiedad de la palabra y del gesto, son como la capa
que cubre la humanidad del sacerdote; pero la linfa divina de su
aplicacin a los divinos misterios y a las obras de apostolado seguir
recibindola del altar. Ese es el puesto que le conviene ante todo. Desde l
habla a los fieles y al dirigirse a ellos con el lenguaje elaborado y
asimilado en la meditacin, ha de aparecer como de casa en el templo del
Seor, y las sagradas palabras del misal, del breviario o del ritual deben
resonar en la intimidad misteriosa de su alma antes que el las bvedas del
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santuario. (Discurso de Juan XXIII al clero, el 25 de enero de 1960, p.331)
La oracin recitada en un encantador escenario natural: las montaas bergamascas, los jardines floridos de Sofa, las orillas
perfumadas del Bsforo, el mirador de la casa patriarcal de Venecia, la
colina vaticana, junto a un enfermo, en las catacumbas romanas, en la
ttrica rotonda de la crcel Regina Coeli con los presos, o en la fastuosa sala Clementina del Vaticano con los pequeos mutilados de Don Orione,
iluminaba su rostro, hasta el punto de reflejar su luz sobre quien le
observaba de cerca y comprenda que se hallaba en contacto con un hombre
que crea en lo que lea, enseaba lo que crea y practicaba lo que enseaba. (p.333)
Feliz hora cuando Jess llama de las lgrimas al gozo del espritu(De la Imitacin de Cristo, uno de sus libros favoritos, escrita en la foto de su cuerpo fallecido. p.334)
Nos gustara recorrer ahora con l el ao jubilar 2000, ao de su beatificacin, con l, hombre prudente y sabio, antiguo y moderno,
confiado y nada iluso, optimista, no arrogante, satisfecho de su fe, no
orgulloso, dinmico, no imprudente; con l, hombre que renueva la trmula
pregunta Centinela qu hora de la noche es?Noche de religin y de razn, noche de voluntades flacas y de pasiones desencadenadas. El pastor de la Iglesia universal es ante todo el guardin y el custodio que
vigila sobre la grey de Cristo. Es muy natural que pueda surgir y
preocuparnos alguna hora de incertidumbre y debamos dirigirnos a l, al
humilde vicario de Cristo que os habla con las palabras de Isaas: A qu hora de la noche estamos?Qu hora es? El guardin, el mstico pastor, no podr responder: Es un claror que anuncia el amanecer, pero volver la noche? Hay que seguir preguntando. Mas el pastor guardin del rebao proseguir advirtindonos buenamente: Arrepentos de vuestros errores y volved todos juntos. Venid, no obstinados en malentendidos o crueldades entre pueblos hermanos, sino con la ley de la humana y cristiana
sabidura, que ser esplendor de verdad y de justicia para gloria
verdadera del pueblo de Dios. (Juan XXIII, 2 de febrero de 1962). Pero para venir, para volver, hay que desprenderse del lastre. Esto significa
cautela y vigilancia: liberarse de orgullos, de arrogancias, de
concupiscencias, del abuso de los bienes terrenales, de despilfarros, de
presunciones. (pp.336-37)
El Papa Juan suscribira el angustioso llamamiento de Gogol, cuyos acentos encontramos en las catequesis de los pontfices del siglo veinte:
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Para nosotros slo hay una propaganda posible: nuestra vida. Con nuestra vida debemos defender a nuestra Iglesia, que est completamente
viva; con la pureza de nuestra alma debemos anunciar su verdad. EL PREDICADOR DEBE PRESENTARSE AL PUEBLO DE MODO QUE SU
MISMO ASPECTO HUMILDE, OJOS AUSENTES Y VOZ CALMA,
SUGESTIVA, QUE VIENE DE UN ALMA EN LA QUE HAN MUERTO
LOS DESEOS DE ESTE MUNDO, INDUZCAN A TODOS A
CONVERTIRSE AN ANTES DE QUE L EXPLIQUE DE QU SE
TRATA; Y ENTONCES, AL UNSONO LE DIR: No pronuncies palabras, incluso sin ellas sentimos la santa verdad de tu Iglesia (esta ltima frase es de Nicolaj Gogol, literato insigne ruso, fiel de la iglesia
ortdoxa, pp.337-38)
Bendito Papa Juan! l nos ha enseado a tocar a las almas antes de abrir los labios. Como hablaba a su Seor con el texto admirable del
Imitacin de Cristo: Oh, Jess, resplandor de la eterna gloria, consuelo del alma peregrina. Delante de ti est mi boca muda, y mi silencio te
habla. (p.338. Los ltimos prrafos de estas hojas, desde la pgina 299, estn tomados de la 3parte del libro Ancdotas, titulada Dos ojos y una sonrisa, de monseor Loris Capovilla, secretario particular del Juan XXIII, a excepcin de los prrafos interclados de su Diario del alma).
El Concilio Vaticano II fue un Concilio convocado por Juan XXIII que no se hubiese atrevido a convocar Pablo VI, pero llevado a feliz
trmino por Pablo VI que Juan XXIII no hubiera sido capaz de concluir (Una prueba ms de que la Divina Providencia es la que mueve los hilos de la Historia).
(del libro Pablo VI, autor: Jos Luis Gonzlez Balado, p. 17. S. Pablo, Madrid, 1995).
* * * * *
LIBRO 3:
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Juan XXIII,
Autor, Len Algisi. Sal Terrae, 1960. (Extractos)
Los resultados de pacificacin de la obra del Nuncio quedaron de manifiesto de una manera simptica en los ltimos das en Pars, cuando
pudo permitirse el lujo de invitar a un banquete a todos los Presidentes de
Consejo de los varios gobiernos que se haban sucedido en el cargo durante
su nunciatura Todo se desarroll en un clima maravillosamente sincero, cordial y afectuoso. Al levantarse de la mesa tuvo una palabra para todos,
viva y rica en evocaciones personales de un pasado de notable amistad. En
nombre de todos, y para darle las gracias, tom la palabra Eduardo Herriot,
siempre spero, pero al fin profundamente conmovido. Dijo: El pueblo francs no puede olvidar la bondad, la finura de trato, las pruebas de
amistad despus de haberos conocido no solamente como diplomtico, sino
como un amigo que ha visitado Francia avanzando hasta las costas
africanas, vido de pginas antiguas y profundo conocedor de los hombres.
El Pueblo francs, a pesar de sus defectos, se deja fcilmente seducir por la
bondad del corazn; y ha encontrado tanta bondad en el Nuncio, este
italiano afrancesado, que se ha abierto a Vos cordialmente. Agregaba que l mismo haba citado la ltima leccin recibida del Nuncio en la
presentacin de los augurios de fin de ao: el mejor camino para llegar a
feliz trmino es CONOCERSE; despus PROCEDER CON FE, CON
OPTIMISMO, CON AMOR. Haba sido entendida la leccin. El Nuncio no
logr saber nunca si haba logrado llegarle al corazn. Pero muchos as lo
creyeron cuando el viejo anticlerical mora unos aos despus pidiendo
auxilios religiosos. (Pars, 1953)(pp.230-31)
Los cardenales permanecan en sus puestos, sonrientes; los tronos estaban cados. Slo el del Electo, cuya silla estaba vaca, apareca alzado,
y bajo el baldaquino, en gruesos caracteres, se lea: Cardenal Angelo
Roncalli. Juan XXIII haba ya anunciado al mundo su nombre que revelaba
de un golpe la novedad de su figura y encerraba en sencilla sntesis, ternura
de afectos, religiosidad de sentimientos y profundidad de cultura.
Comenzaba de nuevo a difundir serenidad en torno suyo. El entusiasmo de
los venecianos y de los bergamascos desbordaba. En la humilde casa de
Sotto il Monte los familiares a duras penas dominaban el llanto y la
emocin. Los hermanos acababan de regresar del campo y se miraban las
manos callosas preguntndose si de veras comprendan lo que l haba llegado a ser. Todos los que le haban conocido de cerca en Brgamo,
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Venecia, Roma, Francia, Bulgaria, Turqua, Grecia y en otras partes,
lanzaban exclamaciones de asombro. Ninguno en realidad se haba
figurado aquella hiptesis; tan sencillas, familiares, amistosas y humanas
haban sido sus relaciones con aquel hombre que ahora se distanciaba de
ellos al escalar la alta dignidad de Vicario de Cristo.
Juan XXIII apareci desde la logia de san Pedro inclinndose ante todas las gentes en un caracterstico abrazo de alegra y de paz universal.
Lo que apareci en la espontaneidad y ternura de sus gestos, revel pronto
un no s qu de su alma. El mundo no tard en leer sobre su rostro la
bondad y el gozo de poderle llamar exactamente con el verdadero nombre
de El Dulce Cristo en la tierra.
l, por su parte, haba dado comienzo a su nueva vida, seguro ya de
no encontrar ms curvas imprevistas (estaba en lo ms alto), con su
acostumbrada paz interior y su abandono. Haba pasado insomne la ltima
noche del cnclave, pero logr descansar en la primera noche despus de su
eleccin. Prueba inequvoca de que en todo aquello obraba exclusivamente
la voluntad de Dios y l no haba hecho ms que aceptarla. Una nueva
ocasin para aplicar su lema episcopal: Obedientia et pax. Por la larga experiencia saba bien que poda aceptar todo lo que le viniere de Dios sin
temor y sin turbarse. Y al secretario, que despus de la eleccin le
preguntaba qu era lo que ms le urga que se hiciera, respondi: Por ahora cojamos el breviario y recemos Vsperas y Completas. Y avanzada ya la noche se le sincer declarndole cul era la impresin ms bella y
ms fuerte de todo aquel cambio: Pienso en mi casa de Sotto il Monte, pienso en mi padre y en mi madre
Realmente, tampoco la nueva vida modificaba su sencillez y su modestia. Y quien ahora est cerca de l (el padre Loris Capovilla, su
secretario), asegura que permanece inmutable.
Juan XXIII se ha presentado al mundo como un Pastor. El tema del Pastor ha punteado todos los discursos de su vida episcopal en Sofa,
Estambul y Venecia. Se nota cmo en muchos de sus discursos, el tema de
las innumerables gentes y de los innumerables pases, encontrados a lo largo de su vida se repite transfigurado por una dulce emocin a veces con
sabor de poesa. Y poesa es, porque es desinters, condicin de toda
poesa; pero es especialmente riqueza interior, conocimiento superior y
detallado de las virtudes y de las miserias de los hombres.
Las tristes consecuencias de la divisin entre la Iglesia y el Estado Italiano desde 1870, haban confinado a los Pontfices a una soledad que
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con excesiva facilidad se haba considerado como parte integral de su
carcter sagrado. Por eso la concreta actividad pastoral es algo ms que una
necesidad para el corazn de Juan XXIII. Es la expresin de su concepcin
teolgica e histrica del papado cuyo modelo es la vida real del supremo
Pastor, Cristo. (pp. 309-313. Todo esto est escrito antes de salir al mundo el Diario del alma, nadie conoca estas pginas tan sublimes y a la vez tan sencillas que escribi Juan XXIII durante toda su vida. Solamente su secretario Mons. Loris Capovilla lo supo al final del pontificado del papa y, aos ms tarde, l mismo -el secretario- las hizo publicar).
* * * *
4 LIBRO:
El Papa Juan,
Ernesto Balducci, Ed. Catlica, Madrid, 1964. (Extractos)
Al Cardenal Cicognani, 30 de mayo de 1963, h. 21, cuatro das antes de su muerte: Oh, qu agradecido me siento! El verme objeto de delicadas atenciones me conmueve y me deja perfectamente tranquilo en
mi habitual sencillez, a la vez que me siento unido ms que nunca a tantos
y tantos que sufren en los hospitales y en los domicilios, y que se ven
angustiados en diversas formas. Este inters por el Papa, que
humildemente representa al Seor, entraa en nuevo fervor de oracin,
pensamientos y propsitos de paz, conviccin neta y clara de que en la
vida lo que tiene algn valor est siempre en la direccin del Evangelio,
que es mansedumbre, bondad y caridad. Deseo que todos reciban una
seal de mi emocionada gratitud, y que so voluntad de permanecer unidos
conmigo les sirva de motivo e impulso de amor fraterno y recproco Bendigo y aliento.
Al Cardenal Cicognani, 31 de mayo de 1963, h.10, tres das antes de morir, entrando en agona: Estoy contento porque se me ha dicho que estamos entrando en la casa del Seor. (p. 29)
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El juego de Dios.
Haba logrado llegar hasta el umbral de la ms provecta edad pasando poco menos que por un hombre de bien, de agradable
conversacin, de buena mesa, un poco conformista ante los magnos
problemas culturales que agitaban al mundo religioso: un diplomtico de
no mucho lustre, aunque de una absoluta sumisin; en suma, uno de esos
prelados que saben, sin menosprecio de la asctica, combinar en un sabroso
conjunto el buen natural campesino y el refinamiento curial. Hizo carrera
no tanto por sus extraordinarias cualidades cuanto porque, en tres o cuatro
ocasiones, el Vaticano tuvo necesidad de un servidor obediente, que fuese
capaz de conservar el buen humor en medio de las situaciones ms
complicadas.
Liberado del yugo de la obediencia, bajo el cual haba estado dispuesto a morir sin dejar especial rastro de s, empu las riendas de la
autoridad suprema sacando a luz desde el primer momento su genialidad
creadora, mantenida hasta el momento en humilde inhibicin. (pp. 36-37)
El Pontificado de Juan XXIII ha sido calificado de milagroso an por hombres que usan el trmino con parsimonia y sin sentido sobrenatural,
por la riqueza de poder creador que lo distingue (por ejemplo: Walter
Lippmann, en New York Herald Tribune, 7 de junio de l963). Los cristianos (y no
slo los catlicos) prefieren, sin embargo, usar el trmino en su sentido ms
legtimo. Fue justamente un Obispo separado el primero en aplicar al Papa Roncalli el versculo de San Juan: Fuit homo missus a Deo cui nomen erat Johannes (el Patriarca Atengoras de Constantinopla en su encuentro con Pablo VI el 5 de enero de l964, en Jerusaln). El estupor nacional que nos
invade cuando observamos, en sntesis y en anlisis, este quinquenio
extraordinario, slo encuentra una explicacin satisfactoria dentro de las
categoras con que la fe concibe la Historia. (pp.39-40)
La intuicin y el carisma.
El actual Pablo VI, entonces arzobispo de Miln, al anunciar a su pueblo la muerte del Papa Juan, el 3 de junio de l963, dijo, entre lgrimas:
Bendito este Papa que nos ha demostrado que la bondad no es debilidad o flaqueza, no es irenismo equvoco, no es una renuncia a los grandes
derechos de la verdad y a los grandes deberes de la autoridad, sino la virtud
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principal de quien representa a Cristo en el mundo. Bendito este Papa que
nos ha hecho ver, una vez ms, que la autoridad de la Iglesia no es
ambicin de dominio, no es paternalismo consuetudinario, no es
alejamiento de la comunidad de los fieles. Bendito este Papa que nos ha
permitido gustar una hora de paternidad y de familiaridad espiritual, y que
nos ha enseado a nosotros y al mundo que la Humanidad de nada necesita
tanto como de amor (p.44)
Las lneas caractersticas de su Pontificado.
Ha sido motivo de sorpresa para muchos la constatacin de que mientras ningn Papa, en este ltimo perodo de tiempo, ha tenido como l
el gusto por las cosas antiguas y por el pacfico respeto a las instituciones
existentes, nadie como l las ha sacudido y renovado desde sus
fundamentos (p. 45)
En una Iglesia que pareca agitada por las dos corrientes de los progresistas y de los tradicionales, l sorprendi a unos y a otros,
remitindoles a algo superior a sus esquemas, a un punto en que los
esquemas no valen nada. Su preocupacin, que de vez en cuando se
transparentaba, no se deba a las tradiciones amenazadas por la edad
moderna, sino al convencimiento de que la Cristiandad no haba
comprendido todava todas las exigencias del Evangelio.
En un coloquio ntimo, el 3 del ltimo mes de mayo ha contado Mons. Guerry, Arzobispo de Cambrai-, el Papa me confiaba su pena al
pensar en tantos hombres de buena voluntad que en el mundo piensan que
la Iglesia les ataca y les condena. Entonces mostrndome el crucifijo que estaba sobre su mensa-, deca con entusiasmo: Pero yo represento a Cristo, y les abro hasta el fondo mi corazn. Yo les amo y soy su padre.
Estoy siempre dispuesto a recibirles. Despus, volvindose a m: Monseor, no se comprenden todas las exigencias del Evangelio! (p.47)
l abri su corazn ms all de los lmites de nuestra prudencia carnal.
Cuando un papa habla de sus hijos, puede dar a estas palabras
diversos contenidos afectivos. Puede pensar en los catlicos fieles a l,
puede pensar en todos los bautizados, puede pensar en todos los hombres
sin distincin alguna. En el Papa Juan era este ltimo el sentido inmediato
y preponderante, y era de tal manera sincero que fueron precisamente los
hijos prdigos los que mejor le entendieron, mientras que los
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escandalizados fueron los hermanos mayores, a quienes el sentido demasiado legal de la fidelidad cristiana ha dado, en no raras ocasiones,
dureza de corazn y espritu farisaico.
Monseor Loris Capovilla ha contado en una conferencia suya del 5 de octubre de 1959, un episodio sucedido en el primer ao de Pontificado
de Juan XXIII, que ilumina claramente el objetivo de su obra. Pasebamos por los jardines del Vaticano cuando, sorprendido por el espectculo de la
cpula de Miguel ngel, iluminada por el sol, el Papa se detuvo. Estaba
escuchando la lectura de unos apuntes suyos de un documento que no tardar en salir y era la Encclica Princeps Pastorum, del 28 de noviembre siguiente. Resuena fulgurante escribe Capovilla- una frase escultrica de San Juan Crisstomo, uno de los Padres preferidos y ms
familiares a Juan XXIII: Cristo nos ha puesto sobre la tierra para que seamos faros que iluminan, doctores que ensean; para que cumplamos
nuestro deber como ngeles, como anunciadores entre los hombres; para
que seamos adultos entre los menores, hombres espirituales entre los
carnales con el fin de ganarlos; para que seamos semilla y llevemos mucho
fruto. Ni siquiera sera necesario exponer la doctrina, si nuestra vida
irradiase de esta manera; no sera necesario acudir a la palabra, si nuestras obras diesen ese testimonio. No habra ningn pagano, si
nosotros nos comportsemos como verdaderos cristianos (aqu pensaba el Papa en los hombres y mujeres de buena voluntad que sin estar bautizados tienen
dentro la semilla del Verbo en frase de Juan Pablo II). Unos momentos de
silencio. Dice el Papa: Estamos en el punto clave. A quien quiera conocer las lneas caractersticas de mi Pontificado, se le puede responder con
estas o parecidas palabras. Esto es todo. Pasarn precisamente tres aos y estas lneas caractersticas tendrn solemne proclamacin en el discurso de apertura del Concilio. Esto -como escribi el Cardenal Montini- sabe a profeca en el doble sentido de la palabra, es decir, en el vigor lrico y
religioso que conmueve nuestra vida presente, y en el vaticinio proyectado
hacia el futuro del mundo. (Y ciertamente as est sucediendo hoy, 21 de diciembre de 2013: los papas que siguieron a Juan XXIII, Juan Pablo I (Albino Luciani) -lstima que slo fuese papa 33 das-, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco estn cumpliendo con creces esta profeca y poniendo en la prctica las enseanzas del Concilio del Papa Bueno; la total apertura de la Iglesia al mundo, su cercana, la de los papas y los clrigos y la participacin activa y comprometida de los laicos, son una muestra de ello, sin hablar de los viajes que han hecho estos papas por el mundo entero, la cercana con los ortodoxos, anglicanos, judos, incluso musulmanes, orando en comn con todos los lderes religiosos del mundo varias veces en Ass,y un largusimo etc; y como broche final el Papa actual, Francisco, tiene un carisma especial para acercarse a todos los que sufren, besar a los nios, abrazar a los jvenes; la JMJ de Ro de Janeiro fue la apoteosis, el no va ms, con dos millones y medio, la mayora
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jvenes, etc, etc, etc ; pero el mal sigue reinando en muchas regiones del mundo; hay hambre, pobreza, catstrofes naturales, atentados terroristas, persecucin a los cristianos en muchos pases; crisis econmica y de valores espirituales; queda muchsimo por hacer).
La intuicin del Papa Juan pasar como herencia, a travs del Concilio, a toda la Iglesia futura (ciertamente as est sucediendo, querido Balducci; t tambin eres profeta, porque estas letras tuyas fueron escritas hace casi
50 aos!). Segn esta intuicin, la Iglesia, abandonando posiciones y
estructuras exigidas por otras pocas, debe reconquistar su propio mdulo
especial, determinado en el Evangelio, y hacerse presente a los hombres no
como depositaria de cultura, de filosofa, de tcnica, de poltica, de
riquezas materiales, sino como testimonio inerme y luminoso del Reino de
Dios. Este es el servicio de la Iglesia al mundo, ste es el servicio
pontifical. Desde el punto de vista terico, no es sta una posicin nueva.
Siempre se llam el Papa servus servorum Dei. Pero el haber llevado este
servicio a una pureza de expresin, el haberlo librado de su envoltura
principesca, el haberlo traducido en palabras, gestos y expresiones
perfectamente conformes con la esperanza del mundo moderno, he
aqu el carisma del Papa Juan. (s seor! as se escribe, Balducci!). De manera particular se manifiesta en esta perfecta adaptacin a las esperanzas
del mundo moderno. Es tan cabal, que ningn telogo y ningn hombre de
cultura lo hubiera podido prever -y ni mucho menos los cardenales que le eligieron- ni programar de esta manera. Estamos convencidos de que, aunque favorecida por su larga experiencia de hombres y de pueblos, no
fue su personal sabidura solamente la que le inspir: fue el Espritu del
Seor. Me parece a veces que soy un saco vaco dijo una vez jocosamente a un amigo- al que el Espritu Santo llena sbitamente de
fuerza. Su discrecin ocult ciertamente a nuestros ojos el aspecto milagroso de aquellas sbitas iluminaciones interiores, que se reflejaban
sobre nosotros con una luz suave y familiar. Pero algo se dej traslucir en
ocasiones, como, por ejemplo, al contar la ocurrencia que tuvo de reunir un
Concilio Ecumnico: Para el anuncio del Concilio Ecumnico, Nos habamos recibido una inspiracin: en la humildad de nuestra alma,
consideramos la espontaneidad como un toque imprevisto e inesperado. (O.R., 29 de abril de 1959).
El ritmo sosegadsimo de su vida espiritual calmaba, absorbindolos,
los impulsos de Dios, y resolva en pacfica esencia de sentimientos
humanos aun las ms ardientes experiencias contemplativas. l siempre
desconfi, con ejemplar equilibrio, de los hombres de voz inspirada y de
fantica devocin; tambin en esto nos hizo un amable servicio. Sentse a
nuestra mesa, habl palabras comunes, como las nuestras; comparti
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el pan cotidiano de nuestras tribulaciones y de nuestras alegras, y al
final del todo nos dimos cuenta de que el Seor haba estado una hora
con nosotros y nos haba transformado el corazn. (genial, Balducci! y as sigue hacindolo el Papa Francisco, 21 de diciembre de 2013). (pp.48-51)
Obediencia y paz.
1. El misterio Roncalli
Roma haba destinado a Pars al Delegado Apostlico de Estambul porque haba experimentado su ms absoluta docilidad, unida a los
recursos, muy tiles para Pars en aquellas circunstancias, de un carcter
imperturbable y jovial. Para un diplomtico de la Santa Sede, obediencia no
es solamente una virtud profesional. ngel Roncalli haba tenido siempre
muy clara la idea de lo total, irrevocable e independiente de las formas
concretas de su ejercicio, que es la consagracin que el sacerdote hace de s
mismo a Dios y a su Iglesia.
La vida diplomtica de un prelado de la Santa Sede as escriba l con fecha 11 de octubre de 1954-, es como una magna y continuada Misa,
con su canon que envuelve en un misterio secreto la celebracin sustancial
del sacrificio; pero hay antes y despus del canon una trama de
enseanzas, de plegarias, de cantos, que son gozo del espritu, suavidad
encantadora para el corazn sacerdotal y edificacin conmovedora para
los fieles. En este mismo sentido, otro Nuncio, buen amigo mo,
desaparecido tambin hace tiempo, escriba pblicamente que un
diplomtico de la Santa Sede, en cuanto tal, es un libro cerrado con siete
sellos, que no se abre si no es ante el Papa (Scritti e discorsi, vol.I, p.330)
En un hombre como l, firmemente convencidos de que la voluntad
de Dios se manifiesta tambin a travs de las instituciones eclesisticas, no
importa si de origen divino o de derecho positivo, la obediencia exige hasta
el rechazo de toda reserva interior y el empeo por enterrar en el corazn,
si fuera necesario, en sacrificio definitivo convicciones o iniciativas no
conformes con las directrices de la autoridad. De esta manera su obediencia
se arrebola de cierta nobleza filial que se preocupa por salvar, ante los ojos
de los dems, la dignidad del superior en todo momento, aun en aquellos
casos en que no sera estrictamente ilcito manifestar que un
comportamiento impopular se debe nicamente a la obediencia y no a las
convicciones personales.(PP.64-65)
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Los que no tuvieron un trato muy ntimo con l, tal vez lo tuvieron por poco ms que un buen hombre, siempre dispuesto al servicio, pero
poco abierto a las inquietudes de la inteligencia cristiana. Don Jos De
Luca -Giovanni XXIII in alcuni scritti de Don Giuseppe De Luca, ed. Morceliana, 1963, pp.60-61- parece aludir a esta difundida opinin -que ya estaba un poco en decadencia cuando l escriba en 1961- en este
fragmento de fcil pero sabrosa psicologa: En contra de la opinin corriente, vuelvo a decir, yo no soy de aquellos que le tienen por un hombre fcil, agradable, ocurrente, toda una simptica y bella fiestecita de familia o de colegio. Al contrario. l sabe lo que quiere, no lo dice, pero lo manda decir. Y lo consigue. Sonre, bromea, pero su secreto permanece con l. A puerta cerrada y en su interior, tanto su oracin como su alma, y, aunque podramos prometernos ni siquiera del ms querido amigo una sonrisa ms franca y una acogida ms calurosa, nadie podr creer nunca haberlo cogido o poder cogerlo, ni un tantico as, en una palabra. La primera idea, cuando debe ser suya, es suya, y l se levanta todas las maanas tan imprevisible como el da que apunta.
Y, sin embargo, l tena su secreto: estaba celebrando en silencio su
canon. El tesoro de luces que sbitamente sali de bajo el celemn y fue colocado en el candelero para que alumbrara la casa del hombre, estaba ya
en l, pero oculto por las consignas de la obediencia diplomtica o, ms
an, por el holocausto que, como hombre de Iglesia, haba hecho y haba
renovado continuamente ante Dios. Solamente prestando atencin a esta
interioridad, siempre alerta sobre s misma, se puede explicar el misterio Roncalli.
Este es el misterio de mi vida -dijo l mismo a una peregrinacin de venecianos, el da 15 de marzo de 1959-. No busquis otra explicacin. Me
fue siempre familiar la frase de San Gregorio Nazianceno: Non voluntas nostra sed voluntas Dei pax nostra: nuestra paz no est en nuestra voluntad sino en la voluntad de Dios (pp.65-66)
2. La conversin de ngel Roncalli.
Tena poco ms de veinte aos. Apenas haba vuelto del servicio militar ( Post Captivitatem Babylonis, escribe) y haba visto, con sus ojos inocentes y aterrorizados, muchas infamias cuyo nombre mismo
desconoca hasta entonces; pero juntamente haba tomado contacto con la
vida libre, donde la bondad logra florecer y crecer sin tener los ojos
bajos Volvi al seminario con alegra a la antigua disciplina, pero con el
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corazn cambiado. Una vez comprendida con claridad la armona entre la voluntad de Dios y la propia espontaneidad humana, el joven Roncalli
comenz a respirar a pleno pulmn e inici su ascensin gozosa y alegre.
No quiero hacerme santo estropeando un discreto original e intentando una copia desgraciada de otros que tienen una ndole diversa
de la ma, escribe el 10 de agosto de 1904. Un santo haba nacido ya,
aunque lo sabremos slo despus de medio siglo. -con todos los santos pasa lo mismo-. Tambin cambiaron los mtodos de santidad en estos primeros meses de 1903. El puesto de San Luis Gonzaga fue ocupado por
San Francisco de Sales: Qu bella estampa de hombre, de sacerdote, de Obispo! Si yo tuviese que ser como l no me importara nada, aunque me
hicieran Papa. Me es dulce pensar con frecuencia en l, en sus virtudes, en
su doctrina. Cmo descienden suavemente sus sentencias al corazn!,
qu animado me siento a la luz de sus ejemplos, a ser humilde, dulce,
tranquilo!... Nada de extraordinario en m, en mi conducta, fuera del modo
de hacer las cosas ordinarias: omnia communia sed non comuniter. Amor grande, ardentsimo, hacia Jesucristo y su Iglesia; inalterable serenidad de
espritu, dulzura inefable con el prjimo: esto es todo. (Diario, 29 de enero de 1903). Y junto a San Francisco de Sales, el otro modelo del
humanismo cristiano: Felipe Neri, el santo con quien se le compara ms
veces Ciertamente el santo florentino tena un registro psicolgico ms amplio y ms apropiado para encerrar dentro de los lmites de la
normalidad un comportamiento extravagante y con apariencias de locura.
l, Roncalli, despus de todo, no era un dscolo de Oltrarno; era un
muchacho del campo bergamasco y por lo mismo, tena en demasiada
consideracin el buen sentido. Pero, en fin de cuentas, tambin l
perteneca a la familia espiritual de los cristianos que no saben tomarse en
serio; se mantienen en paz, a pesar de todas las contrariedades, no se dejan atraer o turbar por la ambicin, la calumnia o los juicios humanos y
solamente llegan a comprender que las acciones humanas son ms dignas
de risa que de llanto. (Genial, Balducci!)
Por qu no tendr el tiempo y la facilidad para escribir de este santo como yo quisiera y como me dictara el corazn? San Felipe es uno
de los santos que me es ms familiar, a cuyo nombre estn asociados
muchos recuerdos dulces de mi historia ntima. Siento que amo a San
Felipe de una manera particular, y me encomiendo a l con gran
confianza. Oh, mi buen padre Felipe: sin hablar, vos me entendis! El
tiempo se acerca; dnde est en m vuestra copia?, dnde el espejo de
vuestra virtud? Ah!, que yo entienda los verdaderos principios de vuestra
escuela mstica para el cultivo del espritu y los aproveche: humildad y
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amor. Seriedad, seriedad, bienaventurado Felipe, y alegra santa, pursima
y arrojo fecundo para las grandes empresas. (Diario est tomado de una edicin publicada, quiz, por el P. Leo Algisi distinta de la que yo tengo. Esta frase, por ejemplo no aparece , pp.69-72)
Que este acercamiento al fundador del Oratorio no es forzado lo demuestra el hecho de que el binomio oboedientia et pax (que escogi el ao l925 como emblema episcopal, diciendo con espritu proftico: Estas palabras son en cierto sentido mi historia y mi vida. Oh, sean ellas la
glorificacin de mi pobre nombre en los siglos!) lo aprendi el joven Roncalli, en 1907, estudiando la vida de Baronio, el discpulo predilecto de
Felipe Neri. Del gran Cardenal le haba impresionado un episodio que l
mismo narr en un artculo escrito precisamente en aquel perodo, con
ocasin del tercer centenario de su muerte: En Roma, hacia la hora de vsperas, durante un largo nmero de aos, se vea todos los das a un
pobre sacerdote atravesar el puente San ngelo y dirigirse grave y
pensativo hacia la Baslica Vaticana; daba unos ochavos a los golfillos frente a la puerta del templo que se ponan de rodillas en torno suyo;
despus, entrando con reverencia en la Baslica, se diriga directamente
hacia la estatua de San Pedro y besando el pie del Apstol pronunciaba
siempre estas dos palabras: Oboedientia et pax. Era el Baronio El artculo conclua, profticamente: Quisiera que un da fuese esta mi grandeza: por los caminos de la obediencia llegar exultante a la gloriosa conquista de la paz!
su celo le empujaba a subordinar la routine burocrtica a la fantasa pastoral; su confianza en el hombre le llevaba a descuidar los
manejos de la astucia; su temperamento le sacaba demasiado fcilmente de
las cortinas aterciopeladas de las oficinas eclesisticas y le llevaba a las
calles y a las plazas donde se mueve la humanidad viviente, aquella entre la
cual circulaba misericordioso y paciente, Jesucristo. (bravo, Balducci!) Si no tenemos en cuenta que para un hombre de Dios la obediencia, adems
de una virtud moral, es una norma especfica de la fe y que, como tal, tiene
razones que la razn ignora, nunca podremos esclarecer, como ya hemos indicado, el misterio Roncalli; el mundo de ideas y de programas que
Roncalli hubiera podido desarrollar, si se hubiera liberado de s mismo, fue
sacrificado por l, hasta el punto de no dejar vivir a otro que al hombre de
la obediencia. Ese otro yo -escriba el 25 de noviembre de 1933, desde Sofa- que est siempre en m, aunque encadenado, quisiera a veces
moverme a compasin, y agita sus grilletes, y quisiera chillar y gritar. Que
se est ah, en su prisin, usque ad mortem et ultra. Yo llevo siempre alta y todava invicta mi bandera con su mote: Oboedientia et pax
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3. La pura prdida.
Hasta la muerte, pues. Y en efecto, ya estaba para escurrirse de las manos de la historia -y la posteridad no hubiese sabido nada o casi nada de
l, -como de tantos y tantos otros- cuando Dios lo sujet. Algisi recoge una carta suya dirigida a un amigo unos aos antes de su eleccin para el
Pontificado: Vivir al da. Nada se pierde, aunque se tenga o se d la impresin de estar perdiendo los aos. Bossuet, en sus Elevations sur les Mystres, tiene 22 captulos sobre la Presentacin de Jess en el templo. Doctrina dulce y sublime. En la ltima elevacin dice: Simon a inmol lamour de la vie et la laisse pour ainsi dire sexhaler Dieu en pure perte: qu misterio en este desgranar la vida ante Dios en una pura prdida! Y no la perdi del todo. Su tiempo inoperante le prepar para presentar ante el mundo a Cristo Salvador. Ahora te dir que mi pobre
vida sigue desgranndose como t sabes: con mi habitual cilicio, que me es tan querido, pegado a los costados Esta extraordinaria confidencia basta para levantar el velo sobre las races de una espiritualidad que ha
conmovido al mundo. Sexhaler en Dieu significa renunciar a encontrar un sentido humano a nuestras vicisitudes, dejarse llevar, con toda
naturalidad, por el soplo de Dios. Esta pura prdida viene tambin a
identificarse con el abandono de toda autodefensa y de toda
preocupacin, y favorece una completa autenticidad humana. Sacerdote,
obispo, diplomtico, cardenal, pastor, Papa: ngel Roncalli no cambi
nunca su estilo de vida; la variedad de sus funciones no interrumpi nunca
la continuidad de su modo de ser. Fue Papa sin hacer el Papa. Estoy haciendo mi noviciado de Papa, dijo a los fieles en una de sus primeras audiencias. Pero hizo muy bien el noviciado, porque en realidad no tena
nada que aprender: le bast seguir siendo lo que era. La causa de esta
facilidad estaba en su abandono total a la simplicidad de la accin de
Dios y en el olvido de s mismo. (genial, Balducci! poner el yo debajo de mis pies, deca a su secretario Capovilla ,y lo hizo desde joven) l mismo fue el que nos cont que, no pudiendo una noche dormir a causa de una
gran preocupacin referente al gobierno de la Iglesia, se dijo
inesperadamente a s mismo: Pero quin es el que gobierna la Iglesia?
Eres t o el Espritu Santo? Y ahora, a dormir!, Juan! (genial y santo, Papa Juan!) Y a los fieles del Laterano, en un momento gravsimo de su ministerio pontifical les dijo con candor: No creis que el Papa pasa noches de insomnio. No, el Papa duerme muy bien. Su convencimiento de que las instituciones de la Iglesia estn gobernadas por el Espritu Santo le
bastaba para darle un sentido cabal de su responsabilidad. Antes de ser
Papa, la obediencia a las directrices de otro le resultaba fcil, aun en el caso
de que su punto de vista fuese distinto: saba que a l no le tocaba decidir
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sino ejecutar. Y acaso ms de una vez esta conformidad fue calificada de
conformismo y de estrechez de entendimiento; pero l ni siquiera se
preocup del juicio de los hombres: le bastaba saber que haba hecho
lo que Dios le haba pedido por medio de la Iglesia. Nada hizo por salir
del rgimen de la obediencia ms fervorosa y simple; cuando, hecho Papa,
tuvo en sus manos todos los resortes del poder, comenz a obrar segn
su propia iniciativa o, mejor dicho, segn su manera espontnea de
entender la voluntad de Dios. Apareci entonces su genialidad y
quedaron estupefactos todos los que le haban juzgado sin tener en
cuenta la profundidad de su obediencia.
El Seor sabe cmo y cunto me ha costado la separacin -escribi
en 1939 a un amigo que haba tenido que alejarse;- cuando Pio XII le nombr Nuncio en Pars; tuvo que dejar todos sus asuntos en manos del segundo en responsabilidad de la Delegacin en Estambul, despedirse a toda prisa de las principales autoridades, recoger sus objetos personales y salir en menos de quince das a Pars, para pronunciar el discurso de Ao Nuevo el 1 de enero de 1940 ante el presidente De Gaulle. Esta confidencia, seguramente se la escribi a su querido amigo Mons. Bernareggi, obispo de Brgamo, con el que mantena una correspondencia muy frecuente e ntima; y tambin en esa misiva fue donde probablemente comparaba su precipitada salida de Estambul a Pars como cuando el profeta Habacuc fue trasportado por un ngel, agarrado de su cabellera, de Jerusaln a Babilonia-. Esta vez todo se ha realizado segn la voluntad del Seor. Fracto alabastro: he aqu un caso bien claro en que la frase se
aplica a la perfeccin.(Algisi) (pp.72-77, estractos del libro de Balducci).
4. La voluntad de los dems.
Estando en Turqua, recibi de Roma orden de trasladarse a Atenas para tratar complicados asuntos para cuya solucin hubiera sido mejor, a su
parecer, esperar. La orden era un mudo reproche. l hizo el siguiente
comentario: No estamos ya en la partida del Padre Cristbal para el cuaresmal de Rmini, sino all mismo. El buen Monseor Roncalli calla, sonre y va.(Algisi). Con esta ltima expresin de amabilidad -el buen Monseor Roncalli- pretenda registrar una difusa opinin, que para otro hubiera sido motivo de amargura y para l era una ocasin de sonreir.
La opinin debi nacer y crecer entre ciertos individuos de la diplomacia
eclesistica a los que l, ya Nuncio en Pars, haba de llamar los de la otra escuela. Su sonrisa no era la de un hombre bonachn, que lo soporta todo
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falto de toda dignidad; era una sonrisa consciente, de un hombre que mira
lejos, en el doble sentido de la palabra; lejos en la historia y lejos en Dios.
Cuando, por ejemplo, fue trasladado de Bulgaria a Estambul, muchos pensaron que aquel traslado fue todo menos una promocin:
Estaba en la boca de todos la manera como le haba engaado el rey Boris
acerca del bautismo del heredero. Pero l parti, alegre probablemente
tambin ahora, callando y sonriendo. En aquella ocasin escribi: Estoy muy contento. Muchas personas de ambas partes de Europa y de Asia me
compadecen y me llaman desafortunado. Yo no veo por qu. Hago lo que
me pide la obediencia y nada ms. Yo s me entristezco ante el lento pero
fatal caer de muchas cosas que eran el ornamento del catolicismo y del
nacionalismo de otros tiempos. Tal vez me esperan das feos y situaciones
penosas. Pero yo no dejo de mirar hacia arriba y hacia adelante. (Algisi)
La obediencia no le libraba de la prueba de las contradicciones del pensamiento, porque l estaba muy por encima del doble peligro de la
obediencia: el formalismo farisaico, que todo lo pone en la mecnica
docilidad a las normas de la institucin, y el misticismo, que pretende
superar las contradicciones entre la conciencia y la realidad, refugindose
en el insondable misterio de Dios y dejando la historia al juego del absurdo
que parece gobernarla La escrupulosa fidelidad a las disposiciones
generales y particulares de la Iglesia, que fue siempre un rasgo de nobleza
en el diplomtico Roncalli, nunca engendr en l la confusin entre
fidelidad a Dios y fidelidad a la ley. La verdadera norma de su vida era la
voluntad de Dios.
Me estoy haciendo cada vez ms dogmtico -escriba en 1948 en Pars, con 67 aos- acerca de la eficacia de este fiat voluntas tua, que es tambin la Oboedientia et pax de mi lema episcopal tengo la conviccin de que este sacramentum voluntatis nostrae, absorbido por el sacramentum voluntatis Dei es verdaderamente la cspide de nuestra perfeccin y el motivo ms seguro de nuestra alegra y de nuestra
tranquilidad interior
Pero no era este recurso a la voluntad divina una manera de evadirse hacia las regiones interiores, donde los problemas concretos de la historia
no causan turbacin. l no renunciaba a pensar y a mirar lejos, no slo en
la vertical que lleva a Dios, sino en la horizontal que atraviesa el presente
en direccin al futuro, en la realidad existencial del mundo -donde van
cayendo fatalmente las defensas del catolicismo- proyectada en una situacin futura: aquella que Dios, al margen de toda previsin, haba
confiado a su prudencia de Pontfice (id.pp.79-80)
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El genio de la simplificacin le condujo, paso a paso, hacia xitos no slo religiosos, sino tambin polticos y de tal envergadura que superan,
en capacidad de duracin, a los conseguidos por los hombres ms expertos
en el arte de gobernar, que no son pocos ciertamente en nuestro siglo.
Aceptar con sencillez el honor y el peso del Pontificado, con la satisfaccin de poder decir que no hice nada por provocarlo,
completamente nada; ms an, con un empeo esmerado y consciente por
no suministrar de mi parte ningn reclamo sobre mi persona Qu maravillosa frmula: recibir las buenas inspiraciones del Seor,
simpliciter et confidenter! Sin haberlo pensado jams, sacar en el primer coloquio con mi Secretario de Estado, el da 20 de enero de 1959, la
palabra Concilio Ecumnico, Snodo Diocesano y recomposicin del
Derecho Cannico El primero en sorprenderse por esta propuesta ma, fui yo mismo, pues nadie me haba hecho nunca ninguna sugerencia. Y
decir que todo, en fin, me parece tan natural en su inmediato y posterior
desarrollo. (Diario)
los diplomticos ms hbiles lo tenan por demasiado locuaz, los intelectuales lo encontraba poco entusiasta del valor renovador de las
teoras; los tradicionalistas vean en l una inclinacin excesiva hacia
cuanto de bueno y vlido surge en el campo enemigo; los progresistas le
encontraban demasiado enamorado de las sanas tradiciones de un
cristianismo devoto y un tanto campestre, y demasiado fiel a las consignas
de la obediencia; los obispos no vean en l los signos convencionales de la
solemnidad episcopal. En resumen, antes de que, elegido Papa, nos
infundiese a todos, en bien pocos meses, la ms filial admiracin, l no
lograba entrar en ninguno de los esquemas con que solemos medir y exaltar
a un hombre. Lo saba, y viva en paz. Y sigui viviendo en paz, aun
despus, cuando, una vez Papa, sin hacer tantas historias, sigui
adelante como antes, sin ms diferencia que el empeo por permanecer
oculto ya no tena resultado y que sus decisiones afectaran a todo el
mundo. Dej de obedecer a los hombres, pero no dej de vivir en paz,
porque sigui obedeciendo a Dios. (pp.82-83)(Todos se equivocaron, los de dentro y los de fuera, porque eras nico, como todos los santos)
Qu ser de m en el futuro? Ser un buen telogo, un insigne jurista, un prroco rural, o tal vez un simple pobre clrigo? Mi Dios es todo. Todas estas cosas, mis ideales de ambicin, de hacer un bonito papel ante el mundo, el buen Jess tendr que convertrmelo en humo Si quiero ser verdaderamente grande, un gran sacerdote, debo despojarme de
todo, como Jess en la cruz, y enjuiciar todos los acontecimientos de mi
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vida, las disposiciones de mis superiores sobre mi persona, con espritu de
fe. No llevemos, por caridad, la crtica a este campo!: o beata simplicitas, o beata simplicitas! (Diario, 1904, con 22 aos!)
El pensamiento que ms fuertemente ocupa hoy mi mente, en este gozo de mi decenio sacerdotal, es ste: yo no me pertenezco a m mismo ni
a los dems: yo soy de mi Seor en la vida y en la muerte, mi yo debe aniquilarse, que mis energas no deben estar orientadas a otra cosa que a
cooperar con el reino de Jess en la mente y en el corazn de los hombres,
as, por las buenas y siempre en la oscuridad La sonrisa habitual que aflora a los labios debe saber ocultar la lucha interna, a veces tremenda,
del egosmo, y manifestar nicamente la victoria del espritu contra la
repugnancia de la sensualidad y del amor propio; que Dios y mi prjimo
tengan as siempre la mejor parte de m mismo Las preocupaciones del amor propio en torno al porvenir retardan la obra de Dios en nosotros, Tengo que vigilar mucho este punto, da a da, porque presiento que, con el
correr de los aos, y acaso pronto, tendr batallas con el amor propio.
Que pase y que siga hacia adelante el que quiera; yo me quedo, sin
ansiedades, all donde me coloca la Providencia, dejando libre el camino a
los dems. (Diario, 1914, 33aos)
Particularmente me obligo a buscar la pobreza de espritu en el olvido absoluto de m mismo, no preocupndome ni poco ni mucho de
puestos, de carrera, de distinciones o de cualquier otra cosa (Diario, 1919, 38 aos)
Ves cmo la obediencia te ha ayudado? Obedece siempre, con sencillez y con bondad, y deja obrar al Seor. l es el que habla a los
corazones (Dilogo entre san Francisco y el hermano Len, recogido por el Papa Juan en su Diario) A una distancia de dieciocho aos, vuelvo a pensar, con emocin que no puedo contener, en la belleza de aquella
doctrina del pequeo viejo libro; (Diario,1922, 41 aos, Director nacional de Propaganda Fidei, pp. 85-90)
5. El realismo evanglico:
1. Santidad al natural.
Si hubiese que resumirlo en una palabra, me parece que se podra decir que Juan XXIII ha sido un hombre singularmente natural y
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sobrenatural al mismo tiempo. La naturaleza y la gracia formaban una sola
cosa en una unidad viviente llena de encantos y de sorpresas.
Todo brotaba de la misma fuente. Con toda su naturaleza era
sobrenatural, y era natural con tal espritu sobrenatural que no se poda
percibir la lnea de suturacin. Respiraba la fe, como respiraba la salud
fsica y moral, a pleno pulmn. Viva en l presencia de Dios se ha escrito- con la simplicidad de uno que va de paseo por las calles de su ciudad
natal Dio a San Jos la sorpresa de introducirlo en el canon de la misa y a unos santos de la regin lombardo-vneta la de elevarlos al honor de los
altares: as a San Gregorio Barbarigo y a los beatos Inocencio de Berzo y
Luis Palazzolo La bondad espontnea, directa, siempre atenta de Juan XXIII era como el rayo de sol que disipa la oscuridad, derrite el hielo y se
insina sin ser advertido, como quien entra por su casa.(pp.97-98),
(Palabras del Cardenal Suenens ante el Concilio, el 27 de octubre de l963, subrayadas por un sonoro aplauso de toda la Iglesia)
El suave fulgor del Papa Juan, que har ciertamente poca en la tradicin cristiana, se puso en el justo momento en que los grmenes de la
renovacin catlica estaban para abrirse y dar la bienvenida a la primavera
profetizada por Po XII.(p.99)
2. La inteligencia cristiana.
Fijmonos, por ejemplo, en el hecho que tanto ocup a la Prensa de marzo de 1963. Est en Roma el director de un diario sovitico junto con su
esposa. Quieren ver al Papa El Papa Juan juzga segn la fe, y se comporta de acuerdo con su intuicin, mantenindose en todas sus palabras
al nivel de la fe. Qu sucedi? Nada, en apariencia. Los dos esposos, son
tal vez, ateos todava; entre la Iglesia Catlica y el mundo sovitico nada ha
cambiado sustancialmente. Sin embargo, nadie se atrevera a decir que no
ha sucedido nada. La Humanidad no farisaica capt en este gesto, mejor
que en todos los discursos teolgicos, la trascendencia de la Iglesia sobre
la poltica: en todo el mundo un gesto sencillo ha producido ms luz y ms
disponibilidad hacia el cristianismo que 100.000 cuaresmales.(pp.102-3)
3. El Evangelio y la vida.
La modernidad del Papa Juan est sustancialmente en este su confiar, por encima de toda prudencia carnal, en la capacidad del Evangelio
para dominar el misterio individual y colectivo del hombre y para trazar
una regla suprema de relaciones concretas que no se confunden con
ninguna otra regla, por buena y legtima que sea(id.)
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La manera precisa y preciosa con que citaba la Escritura, especialmente en los discursos solemnes -pensemos en el de la apertura del
Concilio-, revelaba en l una gran capacidad para establecer relaciones
entre la historia sagrada y la historia de los hombres. La historia de los
hombres no presentaba ante su mirada la configuracin que todos nosotros
hemos aprendido en los manuales de cultura y que nos tiene, en el caso
menos lamentable, atados a u