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SIR
CHARLES SHERRINGT
I0 M BR
-
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Titulo original:
an
on his
Nature
Trad.ucci6n:
Francisco
Martin
Asesor cientifico de la colecci6n: Pedro Puigdomenech
Direcci6n
de
la
colecci6n:
Virgilio Ortega.
INDICE
Prologo a Ia segunda edicion
de
1951
9
Prologo a la primera
edicion
de 1940
10
Naturaleza
y tradicion . . . . .
11
Lo
natural
y
la supersticion 37
La
vida
en
su minima expresion
63
La
sabiduria del cuerpo
87
La
recomposicion de
Ia
tierra 111
Un conjunto formado por
sus partes
129
EI cerebro y
su
funcionamiento 147
E16rgano
de
union . . . . . . . .
163
El
cerebro
colabora con la ps ique 181
La
alquimia
de Ia Tierra
. . . . 195
Dos
formas
de una mente
(mica
213
Altruismo .
225
©
Foto
portada:
Aisa
© 1940, Cambridge University Press
© Tusquets
Editores, S. A.,
Barcelona
© Por la presente edici6n, Ediciones Orbis, S.
A.,
1985
Distribuci6n exclusiva para Argentina, Chile, Paraguay, Peru
y Uruguay:
HISPAMERICA r:::;;C::CNES ARGENTINA, S.
A.
Corrientes, 1437. 4.° piso. (1042) Buenos Aires
Tels. 46 4385/4484/4419
-if
I
ISBN:
84-7634-310-8
Dep6sito legal:
M.
24337-1986
Impreso por Artes Grlificas EMA, S. A.
Miguel
Yuste, 27.
28037
Madrid
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LARMOR
:1
Printed in Spain
7
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-!(
;
PROLOGO
A LA
PRIMERA
EDICION
Se
me
pide
una
introducci6n
para este
libro,
y
considero
que 1 mas
apropiado
es dar las gracias a la Universidad de Edimburgo
par
su
ama-
bilidad al invitarme a
pronunciar
estas conferencias, invitaci6n a la que
respondi
superando
ciertas dudas
que, supongo,
comprend era ellector.
Por otla
parte,
debo agradecer a
sir
S.R. Christopher, miembro de la
Royal Society, a quien me une
una amistad
de anos,
su
gentileza al revi-
sar las pruebas del texto y la
digresi6n
sabre
parasitologia
de
la
malaria
que conforma el
ultimo
capitulo; tambiElil mi agradecimiento mi buen
amigo
J. Reid MOir
miembro de
la Royal Society, por sus buenos oficios
en
relaci6n
can
las referencias
ocasionales
a la vida y a los trabajos
del
hombre prehist6rico y otros temas
similares que
figuran en el texto.
En
muchos parrafos, especialmente en
los primeros
capitulos, el texto
incide en
Ia
obra del medico del siglo XVI Jean Ferne!, un
personaje
segu-
ramente poco conocido, salvo para los historiadores de la medicina,
y
so-
bre el que espero publicar un libro
1
mas
documentado
desde e1
punto
de
vista
biografico
y bibliografico.
Ii
Para terminar, deseo expresar mi agradecimiento a la University
J',
Press
par
su
esmerada
edicion, sin olvidar mi reconocimiento al Dr. Ro-
bert Chambers por su amable autorizaci6n para reproducir
dos
notables
microfotografias de
su
labaratario.
C.S.S.
Agosto
de 194
1 The Endeavour
of
Jean
Ferne , Sir
Charles Sherrington, editado par Catnbridge
Univer·
Sir
Charles Sherrington. Fotografia de Allan Chappelow,
B.A.
sity Press en 1946.
-
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PROLOGO A LA SEGUNDA
EDICION
Hemos procurado
realizar
en esta segunda edicion una
revision
bas-
tante minuciosa. El
libro
hace
hincapie
en la
consideracion de que
el
hombre
es uno
de tantos productos de las fuerzas naturales que actuan
sobre 10
material
en las condiciones pasadas y presentes
de
nuestro pla-
neta.
El autor
se
dara
por satisfecho si, gracias a
estas
paginas, logra
despertar en el
lector
un interes favorable al tema.
C.S.S.
Abri l
de 1951
t.
NATURALEZA
Y TRADICION
Quemcumque
aegrum
ingenio praestantem curandum
in
viseba
t. siquidem
morbi vehementia
pateretur
familiarem cum eo
sermonem
aliquandiu
conferebat,
cum philosophis Philosophica, cum mathematicis Mathematica,
cum
ducibus
ac militibus, de urbium situ, et fluvlls eas alluentibus, deque
instrumentis bellicis et eorum inventoribus; cum nautis de
naVigandi
ratione et
regionibus
nuper repertis; cum theologis de Deo
Vida de Jean Femel,
de
Guillaume Plancy,
1607.
Univ.
Medicina
(Cuando algun' paciente :;con
formaci6nle
consultaba,.el.(Fern
Fl
l), ';i el
estado
del
caso 10
permitia.
se complacia en darle conversaei6n;
si
era un filesofo,
sobre filosolia; 5i
era
matemchico.
sabre
rnatematicas;
si
era un oHeial 0 un
soldado,
sobre
la situaei6n de las eiudades,
de
los rios
que
las
banan
y
sobre
las maquinas belicas
y
sus inventores; si era marino, sobre navegacion
y
tierras reeien descubiertas;
si era
un te6logo, de DiOs.)
; (
-
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1
r Sobre teologia natural
y
10
que
por
ella se entiende, contamos con no
pocas definiciones celebres. Bolingbroke, prototipo
genuino
del intelec-
tual del
dieciocho,
escribio
al
poeta Alexander Pope: «Lo que yo
concibo
por primera filosofia es una
teologia
natural ,
y
considero la contempla-
cion constante de la Naturaleza, entendiendola
como
el conjunto del sis-
tema
de la
obra
divinaque se da
a nuestros
sentidos,
la
fuente comun de
todas las ciencias
y
de ella misma,
es decir,
de la Teologia Natural.))
Tambiem
esta la famosa definicion de lord Bacon
1
: «Chispa del conoci-
miento
de Dios, que puede obtenerse mediante la luz de la naturaleza y
el
estudio de
las
cosas
creadas; y
por 10
tanto,
que puede con toda
razon
considerarse divina en relacion
ca n
su objeto
y
natural
en relacion
con su
fuente
de
informacion.»
. La ciencia natural es una ra ma del conocimiento,
segun consenso uni-
v e r ~ a l
no
basada en
el
a
priori
La
ciencia natural
observe.
y
opera
por
medio
de la experimentacion para entender
y
desentranar el
(como» de
(
10 que sucede
en
la Naturaleza.
Progresa
por generalizacion de ese
({comQ) e intenta descifrar algo de 9 en el pa s
ado
y prever cualquier dato
j
~ s p ~ r sobre todo,
su
mayor empeno 10 constituye la
descripcion ctel «como» de un modo total y exacto, mediante la observa-
cion a:rrectaen e1 presente. Es precisamente
un
empeno que forma
parte
del «gusto
de
vivir)), principio
que
el estudio
de
1a biologia identifica
como motor en todos los seres vivos. No es que la ciencia natural admita,
ni que 10
que acabamos
de exponer implique, que
la
curiosidad
de
la
ciencii' por la
Naturaleza
se
base
exclusivamente
en los
beneficios que
de ella pueda extraer; conviene
precisar
con toda
sinceridad
que su ob-
jeto, cuando menos parcial, es aprender el
«como»
de la naturaleza por
amor
al propio «como» por ser uno
de los
aspectos de la «verdad».
Sin embargo,
10 que no incluye en su
objeto.
ni plantea. es
si
ese
HCOmO» es
«buena» 0 «malo», a de
donde
procede
en ultimo
extremo.
Tal
objetivo implica una actitud totalmente distinta
hacia
la Naturaleza
desde la perspectiva de esos
dos interrogantes. Es
una actitud seme-
jante a
la
del nino que contempla
una
actividad y quiere saber como se
hace. Podria
alegarse
que, para una fraccion infinitesimal de un todo
complejo,
enorme e inimaginable,
esta fraccion es inutil
para
percibir el
todo. y menos aun
entender,
y
que
disponerse a
pronunciarse
sabre la
excelencia de ese
todo,
a
sobre
sus circunstancias
buenas
0 malas, es
1.
De
Augmentis III. 2.
13
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para esa
fracdon minuscula un a transgresion
de su
propi8 inteligencia
un exponente del falso criterio de sus propias proporciones eticas. Puede
alegarse que cualquier
alabanza 0
critica que exprese tal eDte es pura
impertinencia.
Pero, aunque la
validez
de
un juicio elaborado
en
tales
circunstancias equivalga en
abstracto a nada, su
aplicacion al todo sea
de
muy poca utilidad,
cabe
la posibilidad
de que sea
valida para el hom-
bre debido a Ia repercusion que ejerce
sobre el
hombre mismo, Quizas
asumir esa
postura,
aunque
esta, considerada
desde una
perspectiva
es-
trictamente Iogica y
revisionista
de ese todo, parezca casi inaudita-
mente
ccantropocentrica»
sea
un paso propio del
hombre que se siente
obligado para consigo mismo, Si
el
hombre tiene una obligacion para
consigo mismo
0 para con sus
semejantes y
su entorno, ese ambito, en e1
que
se aventura
para indagar
el significado de
ese
todo del que
forma
parte,
puede realmente
serle muy
provechoso
a el y a
su especie. El he -
cho
de
intentarlo es otro
de
los aspectos
de
su
empeno en a1canzar
la
verdad.
Algunos fijan la fecha del comienzo
de
la Edad Modema
en
e1 Renaci-
miento. Me
remito
allibro
de un medico,
quizas el
mas eminente de su
epoca, muy leido en
su
tiempo y muchos anos
despues
de
su
publica-
cion, que,
entre otras
cosas, representa
todo un tratado
casi filos6fico.
Su
autor, residente
en
Paris y
en
contacto con la Corte, obligado a
tratar
a
pacientes y a
atender
consultas de medicos
de
allende las fronteras de la
propia
Francia, era un espiritu liberal
y
un reformista de
la medic
ina
y
de
sus
metodos.docentes.
La
obra, aunque nunca conocio
una
edicion
en
lengua vemacula,
iba
dirigida allector medio de la epoca
y
es una
dis-
quisicion sobre el lugar
del
hombre
en
la
Naturaleza,
Femel,
antes de
dedicarse exclusivamente
a
la medicina, habia
sido
lector de filosofia en
la Universidad
de
Paris.
Fue
tambien
un
notable matematico
se
dedico
con
gran
entusiasmo al estudio de
la
astronomia y la geodesia. Su libro
De
Abdit is
Rerum
Causis De las
ca
usas
ocultas)
podria servirnos
de
refe-
rencia.
Ya
en la epoca
en que
10 escribi6
estaba
Fernel en el cenit
de su
carrera medica.
En aquella epoca, mediado el siglo XVI la medicina se encontraba aun
fundamentalmente
control
ada
por las caritativas manos de Ia Iglesia,
pero Jean
Ferriel a diferencia
de
Linacre, su a::;,te-c:ec;::r
V contempora-
neo,
no
era
sacerdote. Como
medico, destacaba en
no
pocos
aspectos y
habia
adquirido
gran
fama por sus exitos
profesionales
en
la
Corte
cu -
rando a
ricos
y
tambien
a
pobres que acudian en
procesion a
su consulta,
Fernel
fue
el primero
en
estructurar la
fisiologia
en una
sola disciplina,
denominandola con ese termino por vez primera
y
sosteniendo que era
introduccion imprescindibl e a la medicina cientifica. Su obra, primoro-
samente editada en
folio
en Paris, en 1542, por Simon
de
Colines, consti-
tuye el punto
de
partida de
la
fisiologia
moderna, En la universidad se
dedico
mas
a la cosmologia y al estudio
de
Ciceron, Aristoteles PUnio
que
a
la
patristica.
En cualquier apoca, el
concepto
que los
medicos
ela-
boran sabre
la
Naturaleza es exponente basico de
la
opini6n culta
de sus
,contemporaneos, aparte de que el
caracter mismo
de
la
profesion
me -
dica siempre induce a contemplar
la Naturaleza con
el hombre
como
centro
neuralgico.
Es
precisamente
10
que sucede
con
la
obra
de
Fernel:
los
antecedentes dellibro
y de
autor
son,
por
una parte,
el renacer hu-
manistico
aun vigente
por
aquel entonces
y
por
otra,
el
conflicto reli-
gioso que, en
la
propia Francia, comenzaba
a recurrir
con
furia
al fuego y
a
la
espada. El libro
hace
poca
0 ninguna referencia
a
este aspecto.
. Jean Fernel fue medico de Enrique II de Francia, por eso su libro esta
dedicado al monarca. Circulo durante much
os
anos en
forma
de
manus-
clito,
se imprimio
en 1548
y conoci6 muchas
ediciones posteriores, pues
aun 100
afiosl mas tarde tenia lectores.
Es
indudable
que
la obra ex -
presa,
cuando menos
en
parte,
el
pensamiento de la
cristiandad de
la
epoca. Las
reediciones
italiana, suiza, alemana, holandesa, e incluso la
francesa, nunca
aparecieron
en
Jengua
vernacula, 10 que
indica
que
circulu entre
un
sector de lectores
bastante cultos, La
dedicatolia ex-
plica un poco Ia genesiS
de
la obra e incluye
un
aforismo de Hipocrates,
~ i e m p r e presente
en
las r e f l e ~ i o l ' § E - 9 , . E 2 - ~ ~ J n e l : I : : ? L J } } t e r r ~ g a n t e si la
§ vfermedad
n O ~ l t a l g o _ s o f i r e n a t u r a b
it
Selov,
quid divinum?
Es significativo tanto por
el
hombre como por
la
epoca el que
Ferne1
diera vueltas en
su
cabeza a
este
interrogante. La
frase habia
sido mo-
tivo de
discus
ion desde tiempos
de
Galeno. quien la habia interpretado
como indicio
de
supersticion. En uno de
los escritos hipocraticos mas
fa-
mosos.
el titulado
Sobre
la enfermedad sagrada, se rechaza
explicita-
mente la
atribucion
de la enfermedad
a
la
magia,
pero para la sensibili-
dad
de Fernel, en
una
epoca
mas
refinada
que
la
de los
antiguos
1, Mas de treinta ediciones
en
100 anos,
14
15
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curanderos
de Cos, la
escueta brevedad
del interrogante «LHay algo
80 - )
brenatural
en
Ia enfermedad?» sabia
a
algo
oculto
que pugnaba por
ex
presarse. No hay que olvidar que, para
Fernel,
la
frase evocaba
siglos
de
-
creencia
en
Ia magia y en el milagro. LNo habria Hip6crates (el
vate
de la
j
medicina tradicional)
intentado
transmitir una profunda
verdad can
un
enunciado
criptico, con la intenci6n de que durante cierto t iempo s610 ,
los sabios lograran
descifrarla?
Y asi inicia Fernel su
Dialogo , en
el
que
dos
de
los personajes van en
busca
de un tercero -un
medico- para
plantearie el celebre interrogante
hipocratico, formul8.ndolo
como
co sa
suya,
como si se
tratase de una
cuesti6n viva de aquellos tiempos de mediados del siglo XVI. Fernel ini
cia
sus
razonamientos
par el
principio. Es
su
estilo. Si
su
incursi6n
de
ju
ventud
en
el
ambito
de la
geodesia
Ie impuls6 a realizar
una nueva
me
dici6n
de la Tierra, cuyos calculos fueron celebres
durante mucho
tiempo,
en
este caso, el interrogante ante la naturaleza de
Ia
enfermedad
Ie induce automaticamente a preguntarse que es el hombre y cual es la
estructura del mundo. En su estudio, no hay escisi6n alguna sobre
hom
bre y naturaleza.
En
su
deseo de empezar
POr
el principio, Fernel no se arredm ante
pre
guntas para las que con toda honestidad admite no tener respuesta.
LQue es
la
Naturaleza?, se
pregunta, porque considera que
ni los escrito
res
hipocraticos
ni Arist6teles,
pese
a
las innumerables referencias
a
ella, la
han
definido
con
rigor. Tal vez sea que el resumen
aristotelico
de
la misma, reduciendo la
a
simple
movimiento,
se
Ie
antoja demasiado
ra
dical,
puesto que opina
2
que la
«Naturaleza universal»
de Arist6teles es
equivalente
a
la
Anima
Mundi de
Plat6n
y
sanciona la observaci6n
de
Tully de que ta l (Naturaleza»
debe
significar una Deidad Suprema
3
Fer
nel admite que la Naturaleza es un principio evidente, pero
de
par
sf
in
demostrable de forma aislada. «iLo
habeis visto alguna
vez, 10
habeis
te
nido en la mano?», pregunta Brutus, y Filiatros
contesta:
«No intento
mirar
con el
sentido
real de la vista
10 que infiero por
la reflexi6n.»
Fernel dio a su tratado
forma
de dialogo, una ~ u y en
boga
entre
los fil6sofos. Ya
Plat6n
afirmaba
que
~ n s a m i e n t 9 . J un dialogo
interior del alma.
En
el
Dialogo de Fernel, ~ n tres personajes,
Brutus, prototipo
del
hombre de
la
calle,
es un
hombre culto cualquiera
del barrio
universitario
del.
Paris
del siglo
XVI;
yo co:u.cGptu
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tad universi taria. Fernel
observaba
en la Naturaleza la evidencia de
un
poder y de una
intel igencia soberanos
que el identificaba
con
Dios; esa
religion natural
era
para
e1 un elemento
importante
de su actitud reli
giosa. No
era de
esos medicos, frecuentes
mas
tarde
en
los siglos XVII
y
XVIII, para quienes , cuando eran creyentes, Ia Naturaleza era Ia unica
religion. En
su
epoca
n i
en los
cien anos
siguientes-, para
Fernel, la
Na
turaleza
no
era un
Reino autosuficiente
Ley; Galileo y
Newton
aun no
habian cuestionado e1
«primer Motor
inmovil» de
las esferas celestes,
y
ademas Fernel
basaba
su fe
en
las verdades cristianas. Pero, para
e1.
am
bas
constituian una
sola religion,
aunque
consideraba
necesario un
sis
3
tema; por ello, religion natural y religion
espiri tual requerian
una
armo
J
nia
que evitara esa contradiccion.
Sin
ello,
la vida
carecia de
paz,
de
plan,
de direccion.
En u n parrafo,
escri to
unos
cuatro anos
antes de
su muerte,
cuando
ya
habia alcanzado e1 cenit de su
fama,
y su
nombre de medico-filosoio
era
.tan
popular
en la
Corte
del emperador como en
la del
rey, enuncia
1 que
podemos
equiparar
a
u n a
especie
de credo sucinto
sobrela
NaturaIeza :
La Naturaleza
que
abarea todas las casas y penetra en cada una de ellas, rige el
curso las
revoluciones del
Sol y Ia Luna y
de las otras
estrellas, y la sucesi6n del
tiempo, los eambios
de
estaei6n
y
las mareas del
oceano. La
Naturaleza
dirige esa
inmensidad
de
casas con
un
orden firme e invariable. ,Como dirigiria bien todo
esto Ia Naturaleza sino as por la intercesi6n de una Inteligencia divina
que, al
ha
ber
creado
el mundo, 1 conserva?
Es
decir,
la Naturaleza opera bajo
Ia
direcci6n
divina. Esta piausibiUdad, esta perdurabilidad de Ia ley, es Ia mayor
virtud
de 1a
Naturaleza.
Su regIa
la corona. Sin ella
nada en su
reino seria
estable,
ni
el
propio
mundo. Este rei no
de
la ley fue creado
con el
mundo para el propio
mundo;
cier-
tamente representa la mente
y Ia voluntad divinas. El padre
de
los
dioses, dice
Platon, cuando cree el mundo y la Naturaleza, los
some
tic a leyes
inmutables.
Cada
animal,
cada planta, cada mineral, todo 1 que
existe
en este mundo sublu
nar, contiene
una
Naturaleza particular
que 1 sustenta
a
el y
a
sus semejantes.
El
conjunto se funde en una
Naturaleza
universal
que
es
soberana, po r decirlo asi,
par
consenso y simpatia unanime
de
todas las
cosas.
Par 1 tanto, la Naturaleza
esta perfectamente ordenada y se rige
par
una regIa adecuada e infalible. Por 10
que, segun
10
que
antecede,
para
el fisico
no
hay
nada en
el hombre
que no se
ajuste a la ley de la Natura ezS .,.nada, sC'lurn:;u entendimienlo y au libre albedrio
cognitio voluntatisque a rbitr ium).
En una palabra: su «espiritu de raciocinio».
Si
consideramos
este
parrafo bajo
una
perspectiva
co1ateral,
podemos
interpretarlo
como un
manifiesto
de
Fernel.
El era un medico que
vivia
en una
sociedad
en la que
1
sobrenatural
formaba
parte
de cualquier
discusion sobre la salud y la enfermedad y se relacionaba
con
la minima
peripecia
vital
extraordinaria. La
astro10gia y la magia eran manifesta
ciones
por
las cuales 10 sobrenatural
reclamaba credibil idad
de
cultos
e
incultos
y concedia a sus interpretes buenos
beneficios
y
fama.
Oficial
mente,
1a
Iglesia
las reprababa,
pera la astrologia tenia mucha fuerza.
1
Therap.
I, pret., ct tambilim Dialogo, I, 10.
POI las mismas
fechas
en que Fernel
escribia
e1 panafo citado,
el
emba
jador espanol
ante
la Corte
en
que Fernel era
medico oficial. informaba a
Ia
reina sobre el
caso
de dos herejes, ambos
adalides
de los partidarios
franceses de Ia
Iglesia protestante:
«No hay
dia
en que
el
italiano
no
re
cuna a los
horoscopos
y apriete las tuercas a
unos munecos
de tamano
natural , construidos
por
alemanes a
imagen de CoIogny
y
Conde.
Nin
guno
vivira
mucho))'.
En
Ia
epoca
de
Fernel,
habian ya
pasado los t iempos
de esplendor del
Renacimiento
literario, hacia ya siglo y
medio
de
la
muerte de
Petrarca,
denominado e1 primer «moderno».
Fernel
sentia con entusiasmo
juvenil
los logros
de
los
Nuevas Tiempos. Estas son
sus
pa1abras
2
:
La
tierra circunnavegada, la imprenta
sustituyendo a
diez mil escribanos,
el
papel
en
lugar
del
pergamino, el mundo de
las
letras abierto a
todos
gracias a la
lectura;
la
escultura,
la arquitectura,
la
musica,
la pintura, al mismo
nivel
que las
obras
cumbIe de
la Antiguedad.
La recuperaci6n de
los textos autenticos
de las
obras maestras de la sabiduria griega; el florecer del
estudio
y
las Bellas Artes
tras un invierno
de
trece siglos. Nuestra
Nueva
Epoca no desmerece
la
compara
ci6n can los mejores
tiempos
de Ia Antiguedad.
Nuestro
deber
es
ser
emprende
dores.
Ante
la crist iandad
se
abrian los horizontes
de un gran mundo
instau
rado por
el
propio cristianismo,
y al
crist ianismo correspondia la tarea
de
entrar en el y tomar posesion.
Son
aspiraeiones
taciles
de
entender,
pues, cronologicamente,
Fernel
apenas si
esta mas alejado
de nosotros que
de
los personaies
de
Shakes
peare, que en gran medida
nos parecen
contemporaneos.
Con el
Renacimiento surge
quizas
un mayor interes par 1a
Naturaleza,
una
mayor
respuesta a su Hamada. El
renacer humanist ico desbordo
a
la
epoca como si fuese su
ambito
natural . no cientifica, sino estet icamente:
Petrarca, con
su «vida solitaria»
y su
melancolia
humana,
reflejada
en
el
paisaje;
Eneas Silvius,
con
sus relatos de
los
bosques italianos. Los pin
to
res comienzan a
sentir
que la nube,
la
colina y
el
arbol son en
S
dignos
del de1eite cortesano,
palaciego; Ia
cosa viva,
en
su mu1tiplicidad de tar
mas, atrae al
artista. Pero
aun.·estabf. por venir el renacirniento cienti
fico,
y se a1ega que el
renacer humanist ico fue la
causa de su retraso. El
renacimiento
de
la
cieneia es un episodio
posterior,
aunque en la epoca
de Fernel hubiera portentos, algunos de elIos entregados a
la
reflexion
sobre
la
botanica
de Plinio,
cerebros que,
en realidad, ya eran una
critica
en ciernes,
cuya
l imitada rebeldia
representa
un indicia
de cambio. Tan
solo
unos das anos despues
del
Dir l1ogo de
Fernel se produciria un acon
tecimiento
cientifico:
la publicacion de un libra
dedieado
al Papa, aun
que posteriormente incluido en e1
indice,
cuestionando
el
sistema
ptolo
meieo.
La obra
3
, surgida
del
lecho
de muerte del anciano astronomo polaeo
1. Catalina de Medicis. Paul Roeder, Londres.
1937.
pag.
411.
2 Dialogo, prel.
3.
De
revolutionibus, etc., 1543.
18
19
-
8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf
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CopEHnico, esta considerada e1
autentico punto de
partida
renaci
miento cientifico. La medicina tendria
alm
que esperar hasta el siglo si
guiente,
ochenta anos
despues
de
la
muerte
de
Fernel, para
su
gran
re
surgir,
cuando
e1
medico
de Carlos I
de
Inglaterra, William Harvey,
J
descubridor
1
de Ia circulaci6n
de la
sangre, restableciera
para
esta cien
cia, tras catorce siglos de tinieblas, el metoda fundamental de la «com
probacion experimentabl.
En
el parrafo que
hemos transcrito
anteriormente,
Fernel
recune
a 10
que
Keats
llama «gusto
por
el tono isabelino», compartiendo al maximo
Ia actitud cultural y progresista de
su
epoca, pero resulta
medieval
en e1
conocimiento de la
Naturaleza
que Ie rodea, sigue
arraigado
en
el cono
cimiento cientifico
de
su
epoca
y
representa, quiza como
nadie; e1
acervo
del conocimiento naturalista de sus contemporaneos,
un
conocimiento
aun
medieval,
que
poco habia progresado tras las saludables esperan
zas de
los
siglos
XIII
Y XIV. Cierto es que
la
modernidad
de su
tempera
mento y su
cultura
contribuye a que apreciemos su interpretacion de la
Naturaleza y
del lugar que
en
ella
asigna al hombre, pero, con
todo,
de
tectamos facilmente con cuanta frecuencia
su
interpretacion es erronea,
S1
bien hay que anadir que no es
un
defecto personal, sino de
la
Sin
este condicionante, Fernel no habria sido una figura tan caracteris
tica y representativa, valedor infatigable
de
la audaz acti tud renacen
t ista de profundo entusiasmo por la vida.
Para Ferne , la vinculaci6n del
hombre
al resto de la Naturaleza es
t riba en que la vida en el es
parte
de la
misma
vida que informa
toda
la
creacion a n i m a d ~ plauras
incluidas. Pero,
en Fernel, el concepto de
«vida))
y
el
concepto de «mente» significan algo separable de la materia
concreta en que"se
manifiestan.
La
Naturaleza
es
el principio
que,
regido
por
Dios,
permite
que estas se manifiesten en 10
concreto. Este principio
de la Naturaleza
t iene que
contar con
algo sobre 10
cual actuar, del
mismo
modo
que
el escultor (mecesita bronce para
una estatuall. Ese
algo
es la materia. Hasta aqui Fernel es aristotelico. Lo concreto, cada
cosa
concreta,
es
desglosable en materia y forma.
La
Naturaleza
es la
causa, la causa productora y la que 10
mantiene.
Cuando
se
crea algo, a
10
unico que
se
da principia es a
su
forma, y,
cuando
la cosa-perece, s6lo
su
forma
desapa:rece. 8i la
propia
materia de
sapareciese,
haria
t iempo queel
mundo
habriactesaparecido, se
habria
gastad0
2
. Hay
una
jerarquia de
formas
y una
escala
de materia.
El
estado
final
de la materia escapa a nuestra observacion, pero la razon ha
conce
bido, por
medio de
la contemplacion, cuatro elementos.
Cada uno
de
elIos
es
una
combinaci6n
de materia y forma, cada
uno
de ellos es algo
relativo
con
respecto
a todo 10 concreto. Los cuatro elementos
son
tierra,
aire, fuego
y agua. No los percibimos en su pureza, ya
que, par ejemplo,
el fuego
-e l
fuego puro- solo se encuentra en las esferas celestes, fueIa de
1. Descubrimiento
que en pur idad debe
considerarse, como
tantos
otros,
la culminacion
de
un
proceSQ se
incia con
e1
damasceno
Ibn Nafis (siglo XIII) y, a
t raves del
aragones MI-
guel Servet y 1511-1553),
llega
hasta Harvey. Para ampliacion de
detal les
historio
graticos, vease Historia de 1a
circu1acioll
de la sangre de
J.
Baron Fernandez, Espasa Cal
pe,
1973.
N.
del
T.)
2
Dialogo 1. 1
la tierra. La tierra sin rastro de humedad s610 existe en el centro del
globo. E1 aire
puro solo
esta en el empireo. Esos cuatro elementos que
daron
encerrados en
la cascara
de
nueve capas
del sistema
ptolomeico.
Cada
elemento
posee
una de
las cuatro virtudes cardinales
del
mundo:
calor,
frio, sequedad, humedad,
junto con
una huella de su «compati
ble».
Por
10
tanto,
cada elemento
es diametralmente opuesto a su con
trario
y, por si
mismo, siempre permanece
inmutable,
pero
reacciona
con su contrario. Todo 10 inanimado y animado es
una
mezda de estos
cuatro elementos. Componen el cuerpo del hombre y el alimento que 10
nutre.
Los
cuatro elementos llegan
hasta
Fernel tras un de diecinueve
siglos. Son
la
«raiz
de las
cosas»,
y
desde
Empedocles
se
transmiten al
cristianismo a
traves
de Hipocrates y
Aristoteles,
convirtiendose en
dogma. No obstante, Fernel Uene
suficiente
categoria como
para
ha
blar de
ellos sin cerrar categoricamente el discurso.
un
capitulo
desarro11ado en el ialogo can
amplitud
de
estilo es
colastico: 1I1 Son
estos
elementos sustancias
0 cualidades?»
Que
Fernel
entre
en
semejante discusion es indicio de que,
al
menos en su caso,
el
renacer clasico no
habia
desplazado completamente el criterio
cienti
fico del siglo XIII. Es
evidente que
conoda a los maestros
de
la medicina
arabe y que,
con
tal planteamiento, contradice a Avicena.
El ialogo no
dice
casi nada sobre la especulacion
«atomista»,
y Fer
nel hace
referencia a
la teoria de una
forma un tanto singular diciendo
que la ciencia
no tiene cabida para
la
especulacion pura y sin trabas, 10
cual,
no obstante,
es una puntualizacion admisible referida ala
antigua
especulacion de Democrito. Puntualizacion que
alm seria
fructifera
en
manos de Rutherford. Mientras otros veian la Naturaleza exclusiva
mente
como
una
multiplicidad
de acontecimientos divinos y semidivi
nos, de indole magica, etc., surge, al parecer, enseguida, en la mente
de los
griegos
jonicos,
el
concepto
de que
constituia
un mundo
operacional de esos productos
observables. Podemos
imaginarnos per
fectamente que la exploracion de ese algo en la Naturaleza
fue
casi
el
autentico arranque de la ciencia
natural. Que esa
indagacion
no
fuera
en aquella epoca evidente en
si
10
testimonia la reaccion
que
pro
dujo POT
parte de
Platon,
perc el
interrogante a
durar.
De
hecho,
mastaroe se Ie consideraria 10 que William JaT 1es denoIHin",ba ((con-
ceptos
de
sentido comun».
Una vez establecida
la premisa, la suposicion de que, en vista de
la
movilidad
y
cambios camaleonicos de la naturaleza,
ese
algo
debia
es
tar
compuesto de particulas finales moviles
y
subdivisibles
de distinta
variedad,
no
era una idea
muy intrincada
ni original, y a
ella
se 11ego
rapidamente.
Pero era dificil demostrarla.
Se
mantendria en el
epigrafe
de las puras
especulaciones
mas
de 2.000
sin
que,
al
pareeer,
in
fluyera
para nada en Newton,
puesto
que se cree que
la
hipotesis new
toniana sobre la
naturaleza
corpuscular de
la luz
procede de sus pro
pios experimentos. El tratamiento newtoniano de los vapores, en tanto
que compuestos de particulas,
parece
remitirse a los ({corpusculos)) de
Gassendi
y
Boyle, y las «particulas finales»
del
quimico Dalton, religan
historieamente
con
los corpusculos de Newton. Solo mas
tarde
las de
20
21
-
8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf
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a
c
'
nominaria «atomos)), reinstaurando Ia moda del termino griego claslco.
El
hecho
genial
estribaba, no en la especulacio n definidora del atomo,
sino en la
demostracion
de su existencia.
j
Fernel creia
que
la doctrina de los
cuatro
elementos era mas demos
trable que
la de los «atomos».
Habia
sido, y seguia siendo,
uno
de
los
fun
damentos de la medicina durante todo el cristianismo y
el Islam.
Para
lSi
los
personajes del
Dia]ogo constituye
el nexo entre su concepto
de
Natu
raleza y Ia religion, yen cierta medida los caracteriza, a modo de declara
cion cientifica,
el que e1 mundo no fuera, como muchos sostenian, un
simple producto
material del
Azar y el Caos.
La ciencia
de las casas [dice
Fernel
en
el "Prolegol)
1J
al principie era simplista y
solo
aprehendia
Ie
que
Ies sentidos de la vista y el
oide
transmitian. Los efectos
se
descubrian tras poca reflexi6n. Con el tiempo, Ia observacion fue profundizando,
el conocimiento
super6
la
percepci6n
sensorial y se alcanzo
10 abstruse.
La pri-
mera filosofia nacio en la palabra y la obra, tilosofia que trata de di'scemir la multi-
plicidad de
efectos de
sus
causas y reconciliarlos.
Sin
embargQ,
aun hay muchas
casas
oscuras. Sonreimos cuando se evoca la
antigua
teoria de los ,homos y nos
preguntamos como puede nadie estar convencide
de
su existencia
-tal
cantidad
de
corpuscules
indivisibles
que,
par una especie
de azar
aglutinante,
han contor-
rna do Ia inmensidad, la variedad, la exorbitancia y la totalidad de la vasta multi-
plicidad de
tedo el ornate de este
mundo. Sin embargo,
s1
Democrito
pudiera
re-
gresar,
se
motaria de nosotros, como era su costumbre, incluso ahora, por
nuestros presuntos elementos.
No
es
que yo
sugiera que
la teoria
de
los
cuatro
elementos
sea una
filia:
la
existencia
de
los
elementos
es
verosimil y razonable.
La
que
quiero dejar
bien sentado es que
los
que
convierten los cuatro
elementos
en causa
de todo 10 existente,
son
arrastrados muy lejos por sus prop10s argumen
tos. Las causas de muchos acontecimientos estan en algo mas.
En mi opinion, el parrafo
expone
el deseo de Femel de declarar
dos
co-
sas:
primero, que no
Ie
satisface
en
absoluto e1 materialismo. Cuando
re
dactaba
este
texto, la
Universidad
de
Padua era
averroista y materia
lista. Segundo, y s 10 mas notable,
que consideraba simple
hipotesis la
doctrina, de antiguo sancionada y generalizada, de los cuatro elementos
proverbiales
constilutivus d6. toda sustancia
corpore::::.. Ned ::::
mejor
que
el para saber
hasta
que
punto
la doctrina estructurabi;l.la cosmologia y Ia
geodesia, y que todo e1 armaz6n de la medicina,
tanto
hipocratica como
galenica, descansaba
sobre
ella.
Nada hay
que
demuestre
mejor su sa
bia independencia, presta
a
apartarse de
caminos
trillados.
Fernel sen
tia 10 nuevo a
t raves
de 10 antiguo:
modemo
en
su
insistencia de que un
dogma
sancionado hist6ricamente,
y no demost rable por la observacion,
es una hipotesis; pero anticuado al no
recurrir
al
metodo
experimental
para
corroborar los
hechos
que postulaba.
Tambien anticuado
al proce
der, a partir de
ello,
a una elaboracion
casi
absoluta. Los
elementos
con
fieren
su
propia
caUdad a
un compuesto
por el
hecho de formar
parte
de
el. Aunque nuestros sentidos no puedan percibir los elementos como ta
les,
son
materiales, y, si tuvieramos
sentidos
mas perfectos y
medios
de
1.
Diillogo
II,
pre .
analisis
mas refinados,
podriamos aislarlos y
contemplarlos
en
su
pu
reza
I. A pesar de
ello,
despues de esta
manifestacion, los
trata
como
si su
existencia
estuviera probada
y parece
olvidar que
esta razonando sobre
una
simple hipotesis. Cierto
es que,
en
este
caso,
hace
10
que todo
el
mundo en
aquella
epoea, y no hay que olvidar que a poco podia recurrir.
Algo
que pareee notable
es
que
este universo, como nosotros 10
llama
mos, y que pereibimos a nuestro alrededor
con
nuestros sentidos, es un
universo unitario,
un universo
tridimensional,
a
pesar
de
que
algunos
de
nuestros sentidos
10
capten en
forma
bidimensional.
Sin
embargo, es un
universo
variado,
por
profundamente
homogeneo que
sea
como feno
meno.
Las lentes que 10 exploran hasta su mas remota estrella se basan
en el mismo principio
que
el microscopio
que
nos
revela
los «microbios)}
mas
invisibles
para
el
ojo
desnudo.
Al
pasar de
la
fisica
a
la
biologia,
el
nivel del hecho se funda
en
la
misma estructura, a pesar de
que la
vida,
tal como la vemos,
sea algo
mas
entranable.
Que
el
ojo,
con
ayuda
del
te
lescopio,
nos
permita captar otros universos,
es
indicio de
que
todos los
universos son uno
solo. Esperamos
como agua de mayo
Ia
pluralidad de
mundos de Giordano
Bruno
dentro
de universos
fundamentalmente
si
milares.
En aqueUa epoca, no
existia
una
quimica
que superase la vigente
en
tiempos de Arist6teles. Lo que
habia
procedia de
atanores, alambiques
y
retortas, y, en parte,
de las mistificaciones
intencionadas de
la alqui
mia;
la quimica propiamente dicha tardaria
easi un
siglo.
En t€nminos
generales, podemos afirmar que
es una
ciencia que no cobra
inteligibili
dad hasta Robert
Boyle.
Fernel, a su manera,
iba
por buen camino, pero
segun
el
metodo alquimista de
entOJ:1ces.
En el DiaJogo cita un procedimiento para Ia obtencion
de
la
piedra
fi-
losofal,
pero soJo como pretexto para que el personaje
principal,
con gran
lucidez,
10
desautorice.
El
modo en que
Femel
enfoca la
gran
ciencia de
la
quimica aun
par nacer procede
de sus
propias
y
agudas observaciones
sobre el cuerpo humano, al relaeionar ciertos procesos que se originan
en
el higado con la fermentacion, aunque no
creo
que
fuera el
primero
en
hacerlo.
Actualmente,
el quimico sabe que en el higado t ienen
lugar
nu
merosas fermentaciones.
Sigamos un poco el pensamiento de Fernel en su aceptacion de los
cuatro elementos.
Tras
admitirlos,
Ia
hipotesis Ie arrastra
muy
lejos
y, en
su explicacion
de
la
Naturaleza
y
del
hombre, se ve obligado a razonar
0
exponer ideas que
actual
mente son
lugares
comunes de la quimica
que
se
ensena
en
la
eseuela. Primero,
expone
con
dificultad que
los
com
puestos
constituidos
por los
elementos
no son simples
mezclas,
sino
uniones
elementales. En
su accion reciproea,
sus cualidades
se
templan
mutuamente, y el resultado es un nuevo euerpo aunque persistan de
forma latente las
eualidades
elementales: la diversidad
se
ha
heeho
uni
dad. Semejante
raciocinio
serviria actualmente de simple introduccion
al
capitulo de la combinacion quimica, pero, en tiempos
de
Fernel, es
tructura todo un
preambulo
a la doctrina del temperamento.
En
el Dia10go
Eudoxus habia por boca del
propio
Ferne . Sin
duda
1 Riolanus, Commentar.
Liber de
elementis
cap.
6,
schoL
22
23
http:///reader/full/estructurabi;l.lahttp:///reader/full/estructurabi;l.lahttp:///reader/full/estructurabi;l.la
-
8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf
13/127
estenombre
sugiere
el
del
astronomo-filosofo
tan estimado
pOI Aristote
les el
que
analizaramatematicamente elcursoaparente
de
losplane
;-1
tas.El propioFernelhabiaestudiado
provechosamente
astronomia,
ye l
EudoxusdeAristotelesescribioun
librosobre
la Proporcion,como
tam
bienhicieraFerneF.Eudoxus,el personaje
del
Dialogo, esunsabiome
dico
ensu
madurez.El cultoFiliatros
Ie
inducea
hablar
sobreel temadel
equil ibrio.Entodos los
cuerpos
compuestosintervienentres factores:
materiaelemental,
forma
y temperamento.Unacosarequiereuna
forma
paraserdichacosa,perosu temperamentoeslaclaveparaentendersu
estadoy su comportamiento.La
quimica
analitica
actual
no habriaser
c;
vido
para informaralcientifico
de la epocade
Fernel
nadaque
desease
saber.
A 10
unico
queentonces
se
aspirabaera
a
conocer
la
genesis
del
J
resultado
de
las. cualidadesprimordiales.
Esa
resultante
era
el tempera
j
entodel
cuerpo
humano,la
«constitucion». Su perfectoequilibrio
era
un
ideal
inalcanzable,un patronidealconelqueseevaluaba10 concreto
y, entreello, el hombre.
Enelmundo
animado,
y en el
propiohombre,
lascuatrocualidades
j
i
que
caracterizabana
los
cuatro
elementos
circulabana
t raves
de
loscua
tro humores. ((Quatuor humores
in
nostro
corpore
regnant)},
deda
el
·
i
poema
medic0
3
• La
sangre,
pujantey humeda,la
coleradel
higado,
con
i
\
trapartida
delaireelemental,
la
atrabalis
0 melancoliapropiadel bazo
r
querepresenta
la
t ierrafriay seca; laflema erael elemento
agua,
hu
:i
medoy frio, propiodel cerebroy delpulmon.La saludesunequilibrio
.,
c
aproximadoentreloscuatrohumores,unequilibriocontendenciaa de
=i
r.ivar
durante
el
ciclo
vitalhaciaunadelas
docedirecciones.
Una
ten
-I
den
cia
mas
0
menosmarcada,
porello
en
nuestrossemejantesse
dan
los
:j
oj
t ipos
sanguineo,
colerico,
flematico
y melancolico,combinadosencada
individuo.Todospertenecemosa
uno
u otro
de
esostipos.Nuestratipo
logiaes 10 primeroqueelmedicotomaenconsideracionparainterpre
1
,
tarnos.Enlibros
4
doctos.figuraban
losdiversostipos
de
temple
0 tempe
ramento.El termino
hal legado
hastanuestra
epoca
comolugar
comun
1
entodaslas
lenguas
de
la crist iandad.
Cualquier
desviaciondel
equili
brio
aproximado
normal
seconsiderabaenfermedad,pewsiempre
ha
;
biauncontrariosusceptible
de
actuarcomoremedio, y, asi,ca da planta
.Y yerbaposeiaesapotencialida.d.
MientrasFernello
escribia,
los
espa
.. fiole;; saqueabane1 nuevoITnlndo
bus
cando«contrarios»frescos.En to
das
lasregiones,la
Naturaleza
ofrecia
remedios
para los
temperamentos
t rastornados,las
enfermedades
locales,peroFernel
en
su
Dialogo pone
en
tela
de
juicio
estapretensionuniversal,yes Eudoxusquien
dice:
«Si.
el desequil lbrioconsti tucionalesla
enfermedad,
pero10 importante
es
1. En
la
Eticaa Nic6maco,IV. 2, Ie mencionacomohedonista.Theodore
Gaza.
enunIi
brito,
Liber de m ensib us
atticis,
editado
pocos
aii.os antes
(1535,Paris)porel
editordeFernel.
Colines,mencionaelviaje delastr6nomoEudoxus a Egipto.
2. De proport ionibus, Paris,1528.
3.
De
Secretis
Mul ierum, de Chirurgia, de Modo Medendi ,
LibriVII, "Poema
medicum
nuncprimumll,edidit Dr. Car.
Daremherg
(Napolesy Paris,
1885).
8vo.VI, 27,
linea
490.Siglo
XlII,
MSBib!.Nat.
4.
Un
ejemploposterior
en
lenguavernaculaesDes natures
et
complexions des hommes
de
Jacques
Aubert,
Paris,
1572.
24
1
·-1
'
:1
la causa.Haycausas
que
ignoramos»l.
Aunque
no disponia
de
microsco
pionipodiarecurrira laquimica,Fernelera
partida
riodelcriteriodeque
la enfermedady la
epidemiason
venenosintroducidosen el organismo
que
se
diseminan,y comparabaesacausadesconocidaconesealgodes
conocidoque
hay
en la mordedura
de un
perro
rabioso.Suimaginacion
ibatrasalgo
queaun
tardaria
300anos
en descubrirse:
el microscopioy
los virusinvisibles
para
el
ojo
humano.
jCausas naturalesde la enfermedad todaviadesconocidas!Enel
si
gloXVI,enque
se
habiallevadoa cabo lacircunna vegacio nterrestre y en
el quela
imprentasustituia
a 10.000escribanos ... jIncreible
l
El sistema
medico
de
Hipocrateshabiaalcanzadosu maximaperfeccion,y
cada
en
fermedadconstituiaun
t rastorno
de temperamento
demostrable.
LDe
quecausasnaturalesocultaspodiat ratarse?Puesbien,Fernel se
vale
del
personaje
Eudoxus
paraensenarnosquealgunasde lasenfermeda
des
sonde na tura leza
desconocida. LSobrenatural, no natural?, pre
gunta
Brutus.
No,
replicaEudoxus,porqueesta
pens
an do en algoque
sea natural . . aunque procedade
las
estrellas.
Ferneldesbrozaelcamino
haciaelrastreo
d e f i n i t i v ~ de
lascausas
ocultas.
LHabraal
final,de ver
dad,
un
rasgosobrenatural?
Contemplandoesa
«escala
de vida»,La que
distancia
de10 humanose
s i tuaba
el
travesanoanimalen laconcepciondenuestro medico-filo
sofo?Sindudapara
Fernel
el
vinculoreal
entre
animal
y hombre
eraque
ambos fueran
creacionesde
Dios.
ParaAristoteles,elhombre
y
elanimal
eran
una
mismacategoria
de
seres;
para
Fernel,
no.
La
piadosa
fequeIe
nutrl;:)' rechazaba
ese
concepto,lamente
de
Fernelno
daba
cabidaa un
vinculo
deparentescoentrehombre
y
animal.
Nila
mas
levesospecha.
Porello
esinteresante
examinar
algunasde
sus
ideas
posit ivistassobre
la naturalezaanimal,ya que,
segun
su criterio,estaeramasproximaa la
vegetalque a
la
humana,
aunque
su espiri tu
fuese
distinto
al
de
las
plantas,concepcionqueso
steniaaun
enelcaso
de
lasmas
humildes
es
peciesanimales.«Laostray otrosmoluscos
adheridos
a
la
roca
son
inca
pacesde
movimiento(locomocion),
perosienteny t ienen
ciertaimagi
nacion
y ciertopensamiento (figendi cogitandique facultas))2. Si se
les
coge,
se escurren.Imaginoque
la
opiniondeAristoteles
no
habria
sido
muydistinta
3
.
En
elcasode Fernel,la dificultadresidiaenno poderdife
.. renCIar{(vida»
de
« m e n t e » ~ r a ta el,LJ.ue los
vegetales
se
nutrieran
del
suelo-nosabiaquetambien
10 hacian
delaire-
eraevidenciadeuna
mente
internade la
planta.La aceptacionuniversal
de un
principio
vital,
uno
de
cuyos
donesera
la
mente,impedia
la
consideracion
de
cualquier
casoconcretode vidacomoalgoquenofuera indivisiblementeviday
mente.
«Todoslosanimalestienenla
nocion
de
10 placenteroy 10
desa
gradable,y estesentidolos impulsaa moverse
hacia
un objeto0 a a1e
jarsedee1»5.
La sensacion
provoca
«una
agitacioninternaque
impu1sa
a1
1.
Dia.logo, II, 13.
2.
Physiol. V,
cap.
9, pag.
109.
3.
De
generat ione animalium,
I,
23.
4.
Physiol. V,
cap. 18,
pag.
125a. ({Eadem
mens naturae
utens
facul tat ibus corpus univeI-
sum
alit}), etc.
5. Physiol.
V, cap. 9. pag. 109a.
25
http:///reader/full/el,LJ.uehttp:///reader/full/el,LJ.ue
-
8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf
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t
que cada uno produjera su
propia especie, y
la otra clase
residia
en los
1!
animal
a
buscar
10 placentero y
10 provechoso))l
y a
evitar 10 opuesto. Ta
les movimientos son
inevitables y necesarios
en su naturaleza. Fernel
1
. ; . ~
senala algunas 'de las fases del proceso
en
la siguiente
forma.
Las imagenes de un objeto externo se forman
en
un organo
del
sentido
desde
el
que se transmiten al
«sentido
interno))
del
cerebro. Al ser reco
nocidas
como 10 que son por este
sentido interno, dos subfacultades
de
,
dicho sentido, es decir
la
memoria
y
la imaginacion
-situadas en
la parte
oJ
nterior del cerebro-, juzgan
si
son placenteras, desagradables, prove
chosas
0
nocivas,
segun
el caso. A esto
sigue un
impulso
instintivo de
"
;;;;
conmocion appetitus) que «causa)} un movimiento de
acercamiento
al
21
objeto agradable
0
provechoso, 0 de
alejamiento
del desagradable 0 no
civo. El
movimiento
opera
2
por
contraccion (sistole)
del
cerebro, la cual
impulsa los espiritus animales desde
sus
camaras frontales hacia la ca
mara mas posterior (cuarto ventriculo)
y, a
partir de
esta,
por el canal
de
l
1
la medula
espinal y a traves
de los nervios
hasta
los musculos, tensando
!1
los adecuados a1
acto.
No habia posibilidad de eleccion para el animal
"
en
todo
el proceso. Ellibre
albedrio
era
facultad
exclusi.va
del
hombre.
Cuando, unos cien anos
mas tarde,
Descartes
pensaba que
los animales
actuan como
automatas,
no se apartaba mucho de
las
tesis de FerneL
.;I
Y
no hablemos
de
la
epoca
posterior
a
Fernel, en
la
que los naturalis
;ji
tas, muchos de elIos medicos, confeccionaron el catalogo
del
reino de la
Naturaleza con arreglo
a
la forma, con un celo no menos acendrado por
II
que
fuera su vision. La clasificacion
siguio
vigente,
y
actual
a
ser el
inventario
de todas las formas de vida. En la
epoca
algunos de
los
que se dedicaban
a
la taxonomia
llegaron
a
ciertos tiP05 idealeshacia los que supuestamente tendian
am
.,
plios grupos de individuos,
inconscientemente,
como
5i
de un
objetivo .'
de
la Naturaleza
se tratara.
Se
pretendia la existencia de un
{(universal
1
I
]
d
hacia el que intentaba encaminarse
10 individual.
Habia un arquetipo
imaginario de planta con flores, un arquetipo de vertebrado.
La
tesis
atrajo incluso
al
propio Goethe, quien contribuyo a
afianzarla.
Pero era
lgo
Husorio, y su propio entusiasmo Ie arrastro hacia una cierta distor
1
ian de
los hechos.
'1]
· 1
Sin embargo,
el
futuro tenia
reservado un gran
descubrimiento, y
fue
principalmente como
consecuencia del
estudio
de
I:::.
fair::.1U
::m bruto
par
el que
Charles
Darwin
llego a
dilucidar que la
«escala .de la vida»
era en
realidad un arbol genealogico.
En Fernel.
no hay el
menor atisbo
de se
mejante concepto.
La
que
a
elle impresiona
es
que las
series
vitales su
.4
gieran cierta
continuidad,
que
la
tribu animal se funda
con la
tribu
vege
tal. LQuien puede decir
si una
esponja
es
animal 0 planta?
La
tierra sigue
produciendo formas
inferiores
a partir
de
S1 misma;
las genera el limo
fluvial y maritimo, y la carrona eria abejas e insectos. Este concepto tan
ambig uo de generacion
era en
la
epoca,
y
patrimonio
de cultos e
"
incultos. La autoridad
patrfstica 10
respaldaba, pues San Agustin habia
ensenado que desde el principio
existian
dos clases de origen de vida:
el
elementos
y
solo se
activaba
en determinadas condiciones.
Dos
siglos
despues de Fernel,
el naturalista
Buffon seguia ensenando
10
mismo.
El material procedia de cualquier parte. Pero Y la forma? En las
for-
mas superiores, la forma
es
de
procedencia
limitada. La forma del
caba
llo
requiere que se produzca el caballo,
la
forma del hombre
mente humana. Que ambos
tengan
dos
ojos, una cabeza y
cuatro
extremidades, no
sugiere a Fernel
un tronco comun. La
Naturaleza
en su
fertilidad produjo en
un
momento dado una
de
esas dos formas y, en
otro
momento,
la otra. Ambas eran, en sentido literal extrema,
una
r E ~ a ~ l O n
especial. No habia una historia, en el sentido actual, que las
fundamen
tara.
Cada una de elIas
era
una
creacion sin
rakes en el pasado,
un
rayo
en el
espacio.
Para
Fernella
uiorma»
de los seres
vivos
es
algo separable
de
su sus
tancia;
y no simplemente en el sentido analitico, sino tambien en el exis
tencial. Dice que, en
las
cosas inanimadas, es
la
forma haciendose mate
ria 10
que
las dota de individualidad. En los
seres animados,
es la forma
que
los estructura
10
que no solo les individualiza, sino la
que
les
da
vida.
En
una
planta
0
en un
animal, hay dos componentes: los cuatro
elemen
tos,
con
la constitucion
resultante, y la «iorma)).
La
forma
se halla en su
estado mas
simple
en los elementos. En las plantas mas perfectas
la
forma aporta el crecimiento y la reproduccion.
Aun
mas perfecta es
la forma animal que incluye sensacion y movimiento, Y la mas perfecta
es
la humana, la suprema 1
de todas
las
formas
sublunares.
Es esta
una
concepcion
ferneliana
a la
que
hay que habituarse. El
cuerpo,
a pesar
de
que
en
ls
ajustan
armoniosamente los cuatro
ele
mentos dandole
«constitucion»,
no tiene poderes
propios.
No
actua: esta
sometido a actuacion. Lo
que
realiza no es efecto
propio,
sino del ente
que
10
habita. Para Fernel y
su
epoca, la materia era
un
sustrato inerte .
Para nosotros,
es un
sistema
de
unidades en continuo movimiento; una
proliferacion de actividad
que
se automantiene, una poblacion
de car
gas
electricas
que se
mueven en espiral, se atraen, se repelen, giran
mi
Hones de
veces por
segundo.
El mismo termino y concepto
de
«materia))
cede
actualmente el supuesto al
de
energia, acto. La sustancia inerte de
Fernel,
incluso en
sus estados
mas estaticos,
se ha
convertido actual
mente en equilibrio de
avalanchas
dinamicas. Su propia continuidad
es
continuidad
de
cambio. En
lugar de
escindir
forma
y"materia,
estas se
hacen
inseparables
Y una misma
cosa, y constituyen e1 movimiento en
s1. Asi
es por
doquier exista materia:
en una raca, un
arbol 0
en
e1
hombre.
A
Fernel,
en su simplicidad pragmatica de
juicio, Ie
cuesta,
como
a
Aristoteles,
perder de
vista el individuo.
Esta
forma
suprema,
que es
propia
del hombre
y 10
configura
y 10
completa,
es
una forma
total
que
domina todas las formas de todas las
partes.
Es una perfeccion, pero Fer
nel
anade
que no
hay
que
considerarla
una mera
armonia
2
Una
armonia
es un
conjunto
de
sus partes. La forma total
es
un individuo,
una
unidad
Creador habia situado una clase en los animales
y
en las plantas para
1. DiBlogo I.
3.
406
j
2. Diillogo
1.
3, 407
1
Ibid. cap.
12.
pag.
154a.
;]
2
Ibid. cap.
13.
pag.
156a.
27
1
1l
26
1
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-
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indivisible
en S
misma. Es
una eausa de armonia, hace
armonicas las
partes
del cuerpo.
Este concepto excluye 10 que
en
pSicologia
actual
se
denomina
«figurismo» y
parece
un tanto
-
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Fisiologia adolece de aplicacion religiosa.
Pero,
aunque todo 10 arabe de
sagradaba
a Fernel, es precisamente en el,
l igeramente
mas que en los
propios
arabes,
en quien
persiste la
«simplicidad», como la denomina
Renan,
de la
concepcion aristotelica. Esa
simplicidad
era inevitable
mente complicada par
la
tendencia orientalista de las
fuentes
sagradas
de Fernel.
Eudoxus
contesta
a
Filiatros
1
: «El
universo es doble.
Hayen
el, por
una
parte, 10 visible, 10 concreto, 10 corporeo; por otra, un mundo que
escapa
a nuestros sentidos,
un
mundo incorporeo.
Este
otro mundo es ta
lleno
de
formas
simples, puras, disueltas.
Las
mentes carecen de toda
dimension
y de
todo elemento
corporeo;
un
mundo
de
10 mas excelso y
deseable,
morada de
Dios
y
de
10
divino.))
Y
ese
Ser Supremo,
de morada tan
re
mota y
lejana,
mas
alIa incluso de Saturno, el
planeta mas
distante, LPor
medio de
que
sistema
ejerce la
guia y gobierno de
la Naturaleza
y
del
propio
mundo?
El
no era,
para
Eudoxus
y
los interlocutores d el Dialogo,
un
Espectador negligente
0 indiferente
respecto a
10 que habia creado.
Para
elIas, no
caia
un
solo gorrion
sin que
El 10 supiera. «El, que ha
creado la
Naturaleza, es quien
la
guia; El
no
abandona
el barco
que El
const
ruy0
2
El
era el timonel, el piloto.
LDe que
sistema?)) Filiatros
dice:
«Con tu permiso,
discutamos esto. Brutus,
tu cita a
Platon; Eudoxus
a
Aristoteles; y yo,
las
Sagradas Escrituras))3.
Asi
10 hacen,
yen
el disCUISO
van recurriendo a las
diversas fuentes
para
establecer los
antecedentes
bibliogr8.ficos sobre
la
organizacion de la
administracion divina
de la
naturaleza y el mundo. El
razonamiento se estructura sobre 10
que pode
mos
denominar
l ineas
de
autoridad. Las autoridades se aceptan con una
universalidad un tanto desconcertante
para el lector moderno. Cita
a
So
lon,
Aristoteles, Platon, las
Sagradas EscritUIas, Virgilio,
Plotino,
Jam
blico, Hipocrates, Temistio,
DioniSio,
Teodoreto,
Porfirio,
Jeronimo
y
otros, con 10 cual
no dejan
nada para una
refutacion
equiparable
en
ter
minos generales. Es como
si,
desde el criterio pagano, se buscara una
confirmacion de la
fe
cristiana.
El tema que nos ocupa
l inda con la tesis
de una
jerarquia
de
formas
que, sometida
al
Dios supremo,
compartiera
la
administracion de la Naturaleza
y
del
mundo, y dellugar
del espiri tu
del
hombre en
relacion
con dicha
jerarquia. Estan los
nueve
caras
de
«formas)) celestes, en
grado
decreciente
desde los
serafines
hasta
los
an
geles.
Esta
Zakiel, el angel guardian
de
Abraham,
y
Rafael
y
Metraton,
de Jacob
y
Moises respectivamente. Salen
los «daimones))
de Platon
y
el
promio «daimOlll
familiar
de
Socrates.
No se
escatiman
ni los Lares y Pe
nates. Realmente,
muy
lejos
de
Aristoteles y del comentario que de el
hace
Ibn
Roschid:
«La verdadera
religion de
los filosofos es el estudio
de
10 que
existe.))
Los
espiri tus
invocados son todos de
indole celestial,
y asi se situa el
«espiritu del
hombre)) en su debido nivel. «Todo 10 que Dios
creo
en su
momenta ,
en
el
cielo
0
en
la tierra, es
cu i
dado
y regido
por
El. SU
provi
dencia y celestial gobierno de las casas
es directo
y
de primera mana.
Pero administra animales, plantas y
otros
seres mortales mediante la
lD -
tervencion de los cielos. Y para proceder a tal delegacion ha dictado a
sus
ministras
leyes que
preven
la
creacion
y preservacion
de las cosas
mortales»l.
Pero el
espiri tu
del
hombre,
al compartir, como
es
efcaso,
la
naturaleza
celestial,
no
queda incluido en
esas
cosas mortales y
se
halla
bajo el gobierno directo de
la
Divinidad.
En
cuanto a
la naturaleza del hombre, los dialogantes coinciden
en
que
no
basta
con saber que clase de individuo es el
hombre;
la
clave
es
t r iba
en
gran medida
en
el
como
ha
llegado a ser 10 que es.
Natural
mente, esto no
significa
que muestren predispoSicion alguna por 10 que
actualmente
denominamos evolucion.
Lo que inquieren es como la crea
cion
elabora
al individuo,
en
su
tipologia
perenne
Y
de
inmutable
sempi
terna repeticion,
dentro
de
los
limites
de
las propias
especies creadas.
LEs la perfeccion del nuevo individuo en su principia, antes de haberle
sido
insuflada
la vida, un perfeccionamiento
de
materia,
a
la
que
se Ie
ha
dotado de cualidades potenciales?2 Eudoxus rechaza esta opinion, y la
discusion aumenta de tono y dramatismo. Fernel ha
lIevado
a estos tres
personajes
a
un antiguo terreno
de batalla, y, aunque
han t ranscurrido
ya dos siglos
y media desde la batalla
original, su sola mencion, al me
nos en
el
Paris de entonces,
al tera el
pulso.
El obispo
Stephane Tempier,
con el celebre decreto de
1276-77,
logro
condenar
los principales errores de
la
doctrina aristotelica Y averroista
que, por
entonces, se ensenaban corrientemente en la Universidad de
Paris.
El
decreta apuntaba directamente a
Sigerio
de
Brabante
Y a su
ra
cionalismo averroista, pero algunos de los ccerrores condenados consti
tuian parte
esencial del aristotelismo
«ortodoxo))
de
Santo Tomas de
Aquino
y
de los profesores de Paris.
El
obispo Tempier condeno
219 cche-
rejias , Una de
elIas era la «individualizacion de la materia»,
centro de
la
discusion en es te parrafo del Dialogo de Fernel. Los ccarticulos condena
dos ,
0
por ser exactos, 216 de ellos, fueron editados de nuevo en Padua,
poco
menos de
unos doce anos
antes del
nacimiento
de
Fernel, por el
im
presor Mathias
Cerdonis,
hacia
1485
3
. La controversia seguia
viva
en
el
reducto paduano
del aristotelism o. El articulo
103 decia:
«Forma
hominis
non est ab
extr inseco sed
edueitur de potentia
materire»,
y
va
en contra
de 10 que argumenta Eudoxus
en
el Dialogo, escrito
cincuenta
anos des
pues.
Eudoxus
derrota dialecticamente
a Brut\.ls .
No hay simple perfec
cionamiento de
materia
que valga, no hay mer
a
entelequia. Lo tinieo
po
sible es la evolucion de 10 que hay de potencial en la materia,
aunque
esto aun seguira siendo
cuali tat ivamente
materia. Pero no basta; el
hombre
posee
poderes superiores
a los de
la
materia. No; en
el rudi
menta
corporeo
debidamente dispuesto y en
el cuadragesimo
dia de su
devenir, empieza la forma
especifica;
es
celestial,
procede de allende las
estrellas. Despues,
claro esta,
comienza
una
nueva vida
individual.
Hasta ese momenta solo ha sido parte de la vida materna.
\
I
1
Dialogo,
I, 10,449.
1
Dialogo,
I 9,
en
especial.
2
Dialogo, 1.
7.
3 Art icul i Parisius condemnati . sub bone memorie
reverendo patr i domino
Stephano
Dialogo, I 10, 448.
3 Dialogo, I 9, 443. anno 1276 . Padua, Mathias
Cerdonis, 4to
(c. 1485).
33
32
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8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf
18/127
En
e1 Dialogo mientras tanto, Brutus ha
salido
de
escena «con
la ca
beza hecha
un lio».
En espera
de
su regreso, Filiatros prop
one resumir, a
modo
de
«epilogo»,
e1 razonamiento conseguido.
Y
10
hace de
un modo
sucinto
1
:
Todo
10
que
Ia
Naturaleza engendra
consta,
desde
su
primer momenta,
de
ma
teria
y forma. De
las
dos, la forma es
con
mucho
la
mas importante y constituye la
cosa
tal
como la
conocemos. De 10 que
se
sigue
que
la
cosa engendrada no es esta
ble nf permanente. La forma por Ia que la cosa comienza a existir no
puede
perma
necer
unida
a
su
materia
para
siempre. Se une·a ella en cierto momenta,
de
pronto, en
un
instante.
Este es el
verdadero
sentido del
«nacimiento)).
De igual
modo,
en
determinado momento, la abandona: es
Ia
muerte. Antes
de
que
la
forma se incorpore al material, este
debe estar
dispuesto. Sin ello la union
de
la forma con
el
material no pod ria
producirse.
Sin embargo, esto es
una
simple
preparacion. A esta organizacion preparataria contribuye el padre, mediante
la
semilla,
a
de
algun otro modo.
Esta organizacion
preliminar esde
divers
as
dases:
Ia union de los cuatro
elementos formando
un temperamento,
la
proporcion del
cuerpo
y de sus partes, la
provision
de
los
tres espiritus corp6reos a
modo
de me
diadores. Todo ella procede
de
los
padres
a traves del
germen.
Una vez culmi
nado este
proceso preparatorio,la forma,Ia
especie, entra sin
mas de
forma natu
ral. y digamos par
necesidad inevitable. Como
esta «forma)
es
muy
simple, en
modo alguno esta constituida
por subformas. Sin
embargo, las
facultades
que po
see Ie permiten
desempenar
la pluraJidad de cosas que debe hacer. Los que juz-
gan meramente
por el senti
do
y solo observan las
causas
inmediatas infieren que
la
forma
se obtiene y procede de potencialidades
de
la materia. Pero hay muchos
argumentos validos que refutan tal afirmaci6n. El padre, que engendra
a
otro ser
del
mismo nombre y clase, no 10 crea. Todo
10
que hace
el
padre es actuar
de me
diador
en
Ia concomitancia que une
la materia
a la forma.
Par
encima del padre
hay
un
Artifice
mas
poderoso y
mas
sublime que al. que es quien envia la forma,
como insuflada par un soplo.
Lo has
resumido
bien -comenta Eudoxus.
E1
argumento,
dadala inclinacion de
Fernel
hacia
la naturaleza y Ia
re
ligion, era mas concebible que el de
Ia
materia
viva,
tras millones
de
anos de
«preparacienn, decirlo
conla pA1AhTA
qllA
Almismo emplea,
fuera desarrollando una modificacien
progresiva
de la
vida
en su propio
seno.
La vida, en
sentido humano, parece
tener un buen
futuro en nuestra
superficie
terrestre,
pero es un mecanisme muy
especializado
y
deli
cado,
y
sus creaciones singulares no duran mas que un plazo limitado.
Esta
brevedad
individual
provee
pingues oportunidades de ulterior
me
jora
de
las generaciones subsiguiente s por efecto de
las
leyes de
Darwin.
Un plazo
intergeneracional de
veinticinco anos, .comparado
con
un
mi
llon,
0 incluso medio millen de anos,
presenta grandes
oportunidades de
mejora
hereditaria. 0 de deterioro de la
raza,
particularmente por efecto
del stress de
la
civilizacion. La formacion de «especies» impliea
especia
lizacien
y,
una
vez
obtenido 10 geneticamente especial, es
dificil
de eli
1. Dialogo I 7.
minar.
Una
de
las
eonclusiones de la historia biologica es la de que la es
pecializacion de la estructura heredada, a 10 largo de los cambios sucesi
vos de
la
superficie de
nuestro planeta,
ha resu1tado
fatidica para mu
chos
de
nuestros
poderosos antecesores. Es
este
amplio
margen
de
utilidad
de
Ia mente 1 que ha permitido que el desarrollo relativo y pro
gresivo del cerebro sea
una
excepcion. Y es tan
acusado
que
el hombre
ha llegado
a considerar
esa
erguida cabezota
humana como un rasgo de
belleza biologica.
Actuaimente Ia Naturaleza se
nos
muestra mas
amplia
que nunca y
nos integra m as que nunca. Es,
si
quereis, una
maquina, pero
una ma
quina parciaImente mentalizada y, por el hecho de integrarnos a
noso
tras,
es una maquina
con
cualidades menta les humanas. Es un torrente
vivo de energia
-mental
y fisica- y, a diferencia de
las
maquinas cons
truidas por el hombre, la animan emociones, temores y esperanzas,
aversiones
y
amores. Promete aduefiarse
del
planeta,
mira adelante y
atras».
A que
a
qUien debe esa condicion
eminente y
en
apariencia
unica?
Su respuesta decisiva es
que se Ia
debe
a
sl misma. Pero,
para Ia
concurrencia
semidivina
que
la
contempla, dada
su
proverbial ignoran
cia,
la
respues ta resulta impertinente. Es
de
suponer que,
si
las estrellas
10 oyeran,
sonreirian. E1 pensamiento humano
vaga errabundo.
GDe que
nos sirve? El hombre es demasiado pequeno
y perecedero
para ser su ob
jeto. Un consejo
seda
«aguantar y estarse
quieto»;
es
el
consejo mas facil
de
seguir porque es,
en
apariencia.
10
unico que
podemos
hacer, al
me
nos par ahora.
34
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u
LO
NATURAL Y LA
SUPERSTICION
Come son
f jsse
Ie stelle in
cislo
(jQue
fijas
estan
las
estrellas en el cielo )
D.G Rossetti
Videme
mademo
multos Japides
virtutibus olim
sibi
attr ibutis deficere.
"(Vemos que
en los
tiernpos rnodernos
rnuchas
piedras
carecen de las virtudes que se les atribuian,)
Petrus Garcias Episcopus
d sanctissimu patrem et dnm
Innocenti i i papa viij in
determinationes
magistraies contra conc1usiones Joanni Pici
Mirandulani.
Roma,
1489,
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2
Nuestro
medico-filosoto
del siglo
XVI,
JeanEernel, suponia
la existen
cia en el cuerpo de algo incorporeo. EI
C1.1 ElrPO
materigJmo funcionaba por
S mismo; estaba regido por algo que hada «vrvrr;;. En cilento a T sac-
tOB del cuerpo, sususfancfa corporea era como una
herramienta
en ma
nos
de un artesano,
y
ese artesano era
el regidor incorporeo
del cuerpo .
En
esta descripcion, Fernel menciona repetidas veces el anima, con
un significado muy similar
a1 que figura
en
e1
tratado
psicologico
de
Aristoteles, titulado De Anima. Para traducir con
una
palabra
e1
sentido
con
que
Fernel emplea
tan
ampliamente el vocablo, habria que imaginar
que
palabra habria empleado
si
hubiera
escrito
en
nuestro idioma. Pero
no
redacto
sus tratados en lengua
vernacula, por 10
que carecemos de
pistas, pero, en
el
siglo
XVII,