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DONDENADIE LLEGApj Ruiz - 2008
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Para Pilar, una hermosa islaen un ocano depredador.
A veces, cuando echaba la vista hacia arriba, le pareca que era la cima quien mirndolo a l se
burlaba con fastidiosa crueldad. Le dola muchsimo la pierna, pero no estaba dispuesto a parar, entre
otras cosas porque no caba la vuelta atrs en esas condiciones de inhumana altitud y en su lamentable
estado. Por tanto, la pierna tendra que resistir como fuera. Ya habra tiempo para el dolor cuando
estuviese coronando y fuese capaz de pensar en algo ms que buscar el siguiente apoyo, y quizs ni para
eso. A veces el hombre ms grande aparece dentro del cuerpo ms desvalido, y ste era uno de esos
momentos, justo cuando cada tomo de su ser le rogaba, le suplicaba que desistiera y se entregase de la
manera ms suave posible a las manos placenteras del descanso eterno. Pero a pesar de la convincente
sutilidad del reclamo, todos los sentidos de aquella figura herida estaban alerta mientras su maltratado
sistema nervioso mandaba mensajes de stop desesperados al cerebro, mensajes que resultaban
imposibles de atender en semejantes circunstancias, tan slo por la voluntad frrea del corazn
indomable que en aquel pecho lata.
Desde pequeo el escalador haba sido ducho en avanzar carente de miedo, sin considerar la
posibilidad del fracaso ms que como un freno temporal al que haba que sobreponerse mediante el
aprendizaje y la disciplina. Sus inquietudes rayaron siempre el extremo de lo que los dems
consideraban absurdo y carente de sentido, pero nunca se desanim, porque en el fondo saba que cada
persona tiene un camino, un destino, una meta a la que aspirar, y posiblemente la suya estaba en llegar a
donde otros no lo hicieron o por senderos muy distintos de los llamados normales.
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Gracias a esa inquietud haba sido capaz de alojar una creatividad poderosa, fundamentada en el
deseo ntimo de dar vida a cosas, ideas o conceptos que nunca antes de l estuviesen entre los hombres.
Eso le pareca excitante, e impulsaba su mquina mental con un poder que pocos lograban entender, en
lo que no era otra cosa que un constante aprendizaje y perfeccionamiento hacia el espritu completo que
siempre haba pretendido ser.
El escalador era, definitivamente, uno de esos hombres que verdaderamente tiran del mundo,
aportndole la fantasa que la sociedad se encarga de aplastar con habilidad mediante leyes y normas que
enaltecen los prejuicios y elevan los falsos dogmas a la categora de realidades inexpugnables. De ese
modo todo aparece plano, material y carente de humanidad, el ambiente propicio para el control por
parte de las mentes ambiciosas que gobiernan un planeta cuajado de sombras y con una alucinacin
colectiva sustituyendo a la verdad.
Pero a fin de cuentas qu es la verdad? quin la posee? La verdad no es nada, porque de nada
est hecha y se moldea al gusto de cada ser que puebla el mundo. Por tanto nadie la posee, porque su
masa es cero, y el cero, aunque lo inunda todo, no puede ser atrapado por nuestro universo material. Esa
es la pura realidad sobre la verdad, no nos llevemos a engao. Y la verdad del escalador era tan buena y
simple como todas las dems, excepto por el hecho categrico de que, al estar formada de sueos e
ilusiones en constante creacin, se acercaba ms al cuerpo original del que estn forjadas las verdades
que las de cualquier otra persona carente de esas cualidades.
Matemticamente, por tanto, su verdad lunatizada y sustancialmente colorista, era ms perfecta
que la verdad de un agente de bolsa de Wall Street o un polica de Camboya, a pesar de que las tres sean
dignas de todo respeto. Pero es evidente que hay diferencias, y por tanto, nos vemos obligados a escoger,
de ese modo est planteada la vida. En ese caso el financiero y el polica pierden, no? As debera ser, al
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menos, si somos lo suficientemente sensibles como para mirar al cielo nocturno viendo algo ms que
estrellas.
Lo raro en este caso era el lugar inhspito donde el escalador haba encontrado su verdad, y los
riesgos que le conllevara cultivarla y portarla a la en muchas ocasiones pequea casa del gozo interior.
Le haba llegado muy pronto la atraccin de la montaa, a pesar de haberse criado en tierras llanas,
en parte porque siempre le impresion la estampa imponente de las grandes cimas del mundo como en la
que ahora se encontraba, cuyo pster haba presidido su habitacin de mal estudiante durante un periodo
largo de la pubertad junto a mujeres semidesnudas de culos perfectos. Saba que las montaas no matan
hroes, que slo lo hace la imprudencia y la incapacidad del hombre para razonar en condiciones
extremas, y que era injusto atribuirles cualidades tan humanamente horribles como la capacidad de
seleccionar a sus vctimas.
Ninguna cumbre es un depredador, aunque algunas lo parezcan.
Por tanto, esa cima por la que ascenda no debera llevar el sobrenombre de asesina, aunque bien
cierto es a su vez que si alguna optaba a ello esa era la formidable Godwin Austen, ms conocida como
K2, en los montes Karakorum, una cumbre que todos los aos sumaba cadveres imposibles de rescatar
a sus laderas heladas como si de un collar de necrfagas cuentas caras se tratase. Haca mucho que haba
planificado este asalto al mayor reto que poda asumir un alpinista, y en atencin al historial
maquiavlico del objetivo lo haba hecho con un mimo especial, conocedor de la dificultad sobrehumana
de sobrevivir a un monstruo as sin ayuda de nadie, en solitario, slo acompaado por un pequeo
bagaje de elementos de sujecin y millares de recuerdos que se iban enriqueciendo a medida que
completaba cada tramo.
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Para l no tena atractivo ascender en una cordada de varias personas, no, por mucho que hubiesen
pretendido convencerle tiempo atrs. Le deba a esa montaa demasiada fascinacin como para ultrajarla
con compaa alguna, y adems no era escalada lo que pretenda hacer en ella, sino el estrechamiento de
un lazo fantsticamente irreal entre un montn de carne y otro de piedra, quizs mantener el ltimo acto
de un idilio que haba comenzado muchsimos aos antes. Como un gran cazador, le tena gran respeto a
su presa, porque a fin de cuentas, cuando uno caza algo le arrebata todo, y l estaba convencido de que
cuando pusiese sus botas sobre el K2 ya nada sera igual para ninguno de los dos. La bestia
inexpugnable habra sido domesticada y el cazador temerario ya no tendra mayor presa que cazar. Eso
estaba ms all de toda apreciacin sobre criaturas u objetos inanimados, y se haba transformado en una
cuestin de honor que tena que llevar adelante hasta las ltimas consecuencias, por su bien y el de la
formidable cumbre.
Otras veces, en cambio, miraba a la montaa casi como a una bella seorita cuyo beso no quera
compartir con nadie. Una seorita de 8611 metros y muchas tallas de anchura, desde luego.
Lo que de cualquier modo estaba claro era que subir en esa soledad por semejantes laderas era un
esfuerzo grande, demencial. No haba lugar en la mole para el descanso, el solaz o el entretenimiento, y
el hecho de no contar con una mano amiga, una voz clida sonando entre el fro, o simplemente alguien
que te escuchara quejarte de vez en cuando, supona redoblar el problema hasta elevar su magnitud de
modo considerable. Nadie debera encontrarse tan slo jams, pero al menos en este caso el escalador
haba tomado voluntariamente este hecho terrible como una eleccin ms, a fin de metafricamente
matar a la montaa presuntamente asesina en total intimidad, como quien acecha intentando que las
ramas no crujan bajo los pies. Si lo consegua saba que sus patrocinadores sacaran oro del logro, y
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parte de ese oro acabara en su cuenta, aunque eso no le importaba lo ms mnimo, ya que su
satisfaccin final no podra ser pagada con toda la riqueza del mundo. Esa no estara en venta nunca.
A fin de cuentas, lo hubiese dado todo por estar exactamente donde estaba. Al menos todo cuanto
tena qu importancia poda tener un puado de metal amarillo en forma de monedas?
Hasta ese momento haba sido intenso todo, lleno de sabor y promesas, pero por un lapso
desafortunado, un instante roto en el flujo de los acontecimientos, su sueo se estaba convirtiendo en la
pesadilla que ningn hombre de las alturas quiere.
Ahora slo poda subir y subir sin posibilidad de retornar a la base, pero cada metro le costaba
sangre en sentido literal (jams crey tener tanta para dejarla escanciada sobre las rocas), y se
encontraba especialmente debilitado desde que el equipo de oxgeno dej de funcionar al romperse la
vlvula en el accidente, dejndolo con una respiracin catica acompaada de algunos sntomas de la
inevitable y contradictoria deshidratacin. Pero al menos el edema pulmonar pareca respetar su
sufrimiento ralentizando la posible llegada o prolongando la agona, que casi todo en el mundo depende
del punto de vista desde el que se mire.
S, sin duda el escalador estaba ms slo de lo que haba esperado jams, haciendo frente a la peor
de las circunstancias imaginables y muy cansado. Mucho de todas las cosas malas, desde luego, adems
de herido y maltratado por un lacerante dolor en su mano y la destrozada pierna derecha. Contra todo
pronstico, haciendo valer su condicin de hombre preparado para sobrevivir, se agarraba al saliente
negruzco helado con fuerza, con toda la pericia de unas zarpas firmes, acostumbradas a engancharse en
un minsculo centmetro de promesa. Sin embargo muchas partes de su mente comenzaban a cerrar la
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tienda de las voluntades mucho antes de la hora anunciada, y como consecuencia su atencin volaba con
demasiada prontitud y exasperante recurrencia.
Tambin con ella la sensacin de peligro, porque, a fin de cuentas, a veces le daba igual fallar en el
agarre y volver a despearse, sabedor de que tena que poner todo el riesgo en sus acciones si pretenda
llegar arriba, y eso le acercaba ms al fracaso final que cualquier otra cosa. Un escalador nunca debe
perder la sensacin de peligro, y l no es que la hubiese perdido, es que ni tan siquiera la reconoca ya.
El premio, el ansiado premio, por otro lado, era coronar, y no estaba nada seguro de conseguirlo, pero de
cualquier modo el precio ya estaba pactado con el diablo, y ahora slo restaba seguir jugando la partida
en aquellas abruptas laderas de la montaa ms difcil del planeta.
Maldito pilar del infierno! S que te duele que est aqu, pero te vencer! Nada hay en este
mundo que me pueda detener si consigo el tiempo que necesito! Ojal logre detener la hemorragia y te
vas a enterar! Pensaba enrabietado por el dolor mientras suba, suba, suba... Se sorprendi a s mismo
dndose cuenta de que, por primera vez, estaba idealizando a la montaa como a un enemigo pese a que
slo era un trozo de roca enorme saliendo del suelo al que haba llegado a ver unas veces como presa y
otras como seorita alta, pero jams como oponente.
Quin cazaba ahora a quien? Quin aceptaba o rechazaba el romance?
Al principio, antes del accidente, haba subido con enorme agilidad bajo la mirada atenta y
asombrada del grupo de hombres que lo miraban con telescopios desde los distintos campamentos
situados cerca de la base del K2. Despus de terminar la primera arista, esos observadores lo perdieron
del ngulo de visin, pero estaban fascinados con la marca que la araa humana en solitario haba
establecido, ya que supona un nuevo rcord en aquella pared mortal. Eso le haba conferido mucho
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tiempo extra, y hasta ah todo iba a las mil maravillas y no haba nada que hiciera anticipar la tragedia
que en las cumbres estaba a punto de producirse.
Sucede que cuando todo va increble hay veces en que algo, quizs el menos trascendente de todos
los componentes que rodean a alguien que pende de un hilo, falla, y el fracaso corre a buscarlo como
una fiera hambrienta que se libera de sus cadenas dispuesta a morderlo con colmillos desgarradores. Es
curioso cmo es cierto que siempre llega este perro sanguinario con mayor velocidad que el gatito
mimoso del xito, y extendiendo viscosamente sus babas por todo cuanto rodea el acontecimiento hasta
teirlo de un sucio color gris que apesta a irona, burla, y mucho de mala suerte.
O de destino? Ser verdad, finalmente, que todo cuanto sucede lo hace con un fin
predeterminado, y que nada podemos hacer para eludirlo? Que no existe la casualidad? Sin duda es lo
que parece en muchas ocasiones. Es como si un libro estuviese escrito en algn lugar conservando un
registro exacto de acontecimientos futuros a los cuales se cie el director de la escena del da a da para
repartir los papeles y otorgarnos la realidad, siempre con la sensacin de que estamos en una aparente
libertad que en esa realidad no existira. El destino, en este caso, no sera ms que la lnea argumental
invisible que regira los aconteceres de los hombres y sus cruces razonables de manera que no alterasen
a otros destinos globales ms grandes y colectivizados. Una segura locura inviolable y eterna slo
dirigible por un sabio loco cargado de indiferencia con su gran batuta de director exenta del
cumplimiento de toda ley que no estuviese escrita en el oculto texto. Orden dentro del caos e inexistente
aleatoriedad de sucesos, ambigedad, persistencia Un cisma para la libertad.
El elemento que fall en esta ocasin era un mosquetn muy normal aparentemente en escalada y
muy caro, de aluminio rojo, construido en Barcelona por una empresa especializada dotada de medios
ultra modernos para el control de calidad. En una radiografa colectiva rutinaria esa pieza haba pasado
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desapercibida entre otras cuarenta y ocho sin que mquinas u operarios notasen la pequea fractura que
parta desde la nervadura inicial hacia el exterior. Una fisura sin importancia aparente en una pieza de
aluminio de gran calidad, excepto si finalmente no era una aleacin tan pura como se presuma e iba a
ser usada a ms de 8000 metros en temperaturas por debajo de veinte bajo cero y soportando un peso de
casi noventa kilos.
El motivo de este error, comn en toda la cadena ese da en algunas piezas al azar, haba sido una
reduccin en la calidad del aluminio debido a la filtracin de elementos anmalos, especialmente plomo,
en las calderas electrolticas por parte de una serie de obreros en huelga que no haban medido la
consecuencia de sus acciones. Nada grave para ellos, un pequeo sabotaje debido a la demanda de
mejoras salariales necesarias en la difcil economa moderna por parte de buenos hombres, padres de
familia y amantsimos de sus hijos. Algo as, pensaron, pero se equivocaron.
Lo que ocurri es que ese da salieron de la fbrica camino de las montaas diecinueve mil
mosquetones, algunos de ellos en mal estado, y eso s que era algo muy grave, aunque los responsables
nunca se enteraran del resultado de su funesto sabotaje que no hizo dao alguno a la empresa, pero s a
personas inocentes que se batan el cobre (o el aluminio?) en circunstancias extremas.
Desde luego el desastre estaba servido y escondido como un gag del destino, pero nadie lo sabra
nunca. La empresa no acept las mejoras solicitadas por la fuerza, dejando a aquellos hombres buenos
sin trabajo en menos de diez das bajo un expediente de regulacin de empleo, aprobado por va de
urgencia con auxilio de polticos corruptos e instituciones locales de renombre. Ya diran los tribunales
dentro de algunos aos, pero mientras tanto batalla perdida para los ms dbiles, como suele suceder
regularmente.
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Y tambin para los afectados colaterales.
El escalador era uno de los que siempre haban confiado en aquella marca de elementos de
montaismo, y reuni buena parte de esos mosquetones rojos que tan buen resultado le dieron siempre,
desconocedor de que en esta ocasin estaban cargados de destino a administrar por el director escnico
con su dedo impersonal. Destino. Entre ellos haba media docena de unidades adulteradas con plomo, y
por tanto potencialmente asesinas, pero nunca lo sabra tampoco, aunque s apreci en primera persona
el resultado de su maltrecha calidad. Es curioso como a veces nadie sabe nada de por qu ocurre algo, y
sin embargo casi siempre suele haber alguien detrs, aunque los velos de ignorancia cubran los hechos
hasta hacerlos irreconocibles.
Pero todo tiene un principio, incluso el milagro de que alguien tenga la necesidad perentoria de
trepar por paredes imposibles y no aptas para el ser humano. El hombre colgado con sus manos de la
ladera terrible siempre haba admirado al gran Mallory, el mito por el cual haba hecho sus primeras
ascensiones mucho tiempo atrs en las cimas peninsulares, ms tarde en los Alpes, Apeninos, Andes
Casi siglos antes de proponerse la escalada en solitario de la ms peligrosa montaa del mundo, el lugar
donde casi con toda seguridad ese da iba a dejar su vida. Lo que jams pens es que acabara como su
hroe de juventud, agarrado desesperadamente a la culminacin de un sueo que lo llevara a la
oscuridad eterna, aunque mucho ms desprovisto de gloria que aquel hombre al que no podra nunca
compararse en nada, salvo quizs un poco en la ponzoosa locura de subir an ms cada jornada, ms
all de donde los otros haban llegado.
Record en sus divagaciones mentales, mientras trepaba y trepaba como una mquina a la que se le
haba dado una dosis extra de energa, que su genial mentor pas el ao 1923 de gira por Amrica,
promoviendo la nueva expedicin al Himalaya despus de dos intentos fallidos en el Everest en 1921 y
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http://es.wikipedia.org/wiki/1923http://es.wikipedia.org/wiki/Am?ricahttp://es.wikipedia.org/wiki/Himalayahttp://es.wikipedia.org/wiki/1923http://es.wikipedia.org/wiki/Am?ricahttp://es.wikipedia.org/wiki/Himalaya -
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1922, la montaa inexpugnable en una poca en que se escalaba con cuerdas de camo y tejidos de
calle. All, lejos del ambiente ingls, donde dominar la mole negra se haba convertido en una cuestin
nacional, Mallory se encontr con una opinin globalizada de personas vulgares y sin la menor
aspiracin que no comprendan la finalidad de una ascensin al lugar ms alto del mundo. La leyenda
dice que a la pregunta de por qu escalarla, hecha por un periodista en representacin de esos seres
vulgares y abundantes, l se limit a mirarle con ojos framente profundos para contestar: "Porque est
ah". Se produjo un silencio reverencial, demostrando la diferencia enorme entre ambas personas. Esa
cita permanece en la memoria humana como ejemplo de la imparable determinacin que gua a veces a
los grandes hombres, dejando en evidencia al grueso que son incapaces de acercarse si quiera a lo que
significa un logro nico para un corazn vido de llegar A dnde? A donde sea! Sin lmite! Ah reside
la escasa grandeza que ha hecho a esta tibia versin del ser humano avanzar abatiendo los obstculos.
Sera muy bueno para la civilizacin que todas las personas, las construidas en cadena por sistemas
educacionales perfectamente perfilados para cultivar la estupidez, conocieran lo que es ese sentimiento,
en lugar de restregarse por la cloaca de la vida envueltas en su cmoda ignorancia carente de inquietudes
y disfrazada de presunta sencillez, que acaba pudrindolo todo hasta que ya no queda nada. Lo que
ocurre es que es difcil darse cuenta de esa manipulacin antes de que nos destruya, pero para eso
debera estar la inteligencia, si es que existe en la generalidad de la especie humana. Otra cosa sera de
todos si esto fuese as, pero no lo es, y las personas capaces de ir un paso ms all siguen siendo las
grandes incomprendidas hasta que llega el momento del logro. Entonces todo el mundo aparece para
hacerse la foto y beber del xito como vampiros emocionales que se congregan miserablemente para
darse un banquete social de primer orden.
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Seores, disparen sus cmaras, pongan sus grabadoras en funcionamiento, conecten las fibras
pticas y sintonicen las televisiones, que los de siempre, los que mandan, van a aprovecharse de los que
avanzan!
Pattico!!!
Sigamos con Mallory, que como el escalador era uno de los hombres que estaban muy por encima
de lo anterior. Fue en 1924 cuando una nueva e inevitable expedicin britnica lleg al lugar una vez
ms con intencin de doblegar la mtica cumbre, que hasta entonces haba resistido todos los intentos
con holgura. El comandante era, como en la ocasin anterior, Charles Bruce, un britnico fuerte y
aguerrido que contra todo pronstico no tard en enfermar, por lo que la responsabilidad de tomar
decisiones recay por lgica y consenso en los escaladores importantes de la expedicin: estos eran
Somervell, Norton y Mallory, todos muy experimentados. Uno de los nuevos miembros reclutados
recientemente era un tal Andrew Irvine, un jovencito fuerte y desconocido de veintids aos que estara
ms tarde llamado a entrar en una de las ms trgicas, enigmticas y controvertidas pginas de la
historia en compaa de su maestro.
Irvine conoca a la perfeccin el funcionamiento de los entonces novedosos aparatos de oxgeno y,
si bien careca de experiencia en alta montaa, haba demostrado un comportamiento ejemplar en una
expedicin a las islas Spitsbergen, en tierras heladas, no haca mucho, lo cual le haba hecho ganarse la
papeleta, nunca mejor dicho, para formar parte de la historia misma como protagonista.
Antes de que ninguna cordada hiciera su primer intento, un temporal sorprendi a cuatro sherpas,
los sufridos nepales que se encargan de todo el trabajo sucio, que estaban realizando ese da tareas de
abastecimiento en altura, dejndolos en una situacin difcil, por decirlo de un modo suave. Tras sopesar
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http://es.wikipedia.org/wiki/1924http://es.wikipedia.org/wiki/Andrew_Irvinehttp://es.wikipedia.org/wiki/Irvinehttp://es.wikipedia.org/wiki/Alta_monta?ahttp://es.wikipedia.org/wiki/Spitsbergenhttp://es.wikipedia.org/wiki/Sherpahttp://es.wikipedia.org/wiki/1924http://es.wikipedia.org/wiki/Andrew_Irvinehttp://es.wikipedia.org/wiki/Irvinehttp://es.wikipedia.org/wiki/Alta_monta?ahttp://es.wikipedia.org/wiki/Spitsbergenhttp://es.wikipedia.org/wiki/Sherpa -
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que llevaban cuatro das atrapados, y an cuando el tiempo no mejoraba, Norton, Somervell y Mallory
ascendieron en un honorable gesto para rescatar a los sherpas, exponiendo claramente el objetivo final
de la expedicin por causas humanitarias.
La experiencia, exitosa en lo tocante a lo personal, agot de manera importante a los tres
escaladores, pero a pesar de ello al poco se decidi valientemente entrar al trapo y hacer dos intentos de
atacar la cumbre a fin de asegurar, en la medida de lo posible, que al menos uno de ellos pudiese llegar
arriba si el otro fracasaba. Somervell y Norton, sin botellas de oxgeno, lo intentaran primero por el
Gran Corredor (que en adelante sera conocido como Corredor Norton). Mallory e Irvine lo intentaran
despus con botellas, tomando la ruta de la arista norte hasta conectar con la arista noreste. La suerte
comenzaba a echarse de manera imperceptible.
De acuerdo con los planes, la primera cordada parti despus de unos das de descanso camino de
la cima. Norton y Somervell ascendieron sin oxgeno hasta los 8570 metros, a slo 314 de la cumbre, sin
mayor problema, pero a partir de ah es extremadamente difcil seguir, y es necesario cada pice de
energa. Lo que sucedi es que Norton arrastraba una dolencia de garganta que dificultaba su respiracin
y lo agotaba, por lo que hubieron de dar media vuelta sin remisin, haciendo honor a la mxima de
regresar a la menor duda y conservar la vida.
Fallida la primera, era el turno de la segunda cordada. Mallory, que ya tena treinta y ocho aos por
aquel entonces, saba que esta era seguramente su oportunidad decisiva de escalar el techo del mundo.
As lo revelan sus ltimas anotaciones:
"La suerte est echada. De nuevo por ltima vez avanzamos por el glaciar de Rongbuk en pos de
la victoria o de la derrota final"
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http://es.wikipedia.org/wiki/Sherpahttp://es.wikipedia.org/wiki/Irvinehttp://es.wikipedia.org/wiki/Sherpahttp://es.wikipedia.org/wiki/Irvine -
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. El da 7 de junio la otra cordada con Mallory (con una foto de Ruth Turner, su esposa, guardada
en el bolsillo de su chaqueta para dejarla en la cumbre en reconocimiento a sus aos de paciente espera)
y el joven Irvine, acompaados por algunos sherpas, partieron hacia la cumbre por la arista noreste.
Otros dos escaladores de la expedicin, Noel Odell y Hazzard, permaneceran en un campamento en el
collado norte como apoyo al grupo. Tras la primera jornada de marcha, el grupo alcanz los 8160
metros, donde instalaron el ltimo campamento, el C6. Despus, una vez concluido su trabajo, los
porteadores descendieron, dejando a los dos especialistas slos ante el coloso. Al da siguiente Mallory e
Irvine partieron hacia la cumbre con determinacin tal como estaba previsto. Desde su campamento en
el collado norte, Noel Odell segua atentamente la progresin de los dos hombres con un telescopio.
Suyo es el ltimo testimonio registrado mientras la expedicin segua an activa:
Toda la arista somital y la cumbre delEverestse hallaban despejadas. Mis ojos quedaron fijos en
el pequeo punto negro que se recortaba en una cresta de nieve situada debajo de un resalte rocoso de
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http://es.wikipedia.org/wiki/7_de_juniohttp://es.wikipedia.org/wiki/Irvinehttp://es.wikipedia.org/wiki/Noel_Odellhttp://es.wikipedia.org/wiki/Msnmhttp://es.wikipedia.org/wiki/Irvinehttp://es.wikipedia.org/wiki/Everesthttp://es.wikipedia.org/wiki/7_de_juniohttp://es.wikipedia.org/wiki/Irvinehttp://es.wikipedia.org/wiki/Noel_Odellhttp://es.wikipedia.org/wiki/Msnmhttp://es.wikipedia.org/wiki/Irvinehttp://es.wikipedia.org/wiki/Everest -
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la arista; el punto negro se movi. Entonces apareci otro punto negro que se desplaz por la nieve
hasta reunirse en la cresta con el primero. ste se aproxim entonces al gran escaln rocoso y al poco
apareci en lo alto; el segundo le imit. Entonces toda aquella fascinante visin se desvaneci, una vez
ms, envuelta en nubes.
Y se acab!
Despus de aquello nunca se supo ms de Mallory e Irvine. En los das siguientes Odell los busc
desesperadamente. Subi en dos ocasiones hasta el C6 con la esperanza de hallarlos, pero ya no se
encontraban all. l estaba seguro de haberlos visto superar el segundo escaln (aunque con varias horas
de retraso), por lo que siempre defendi la tesis de que antes de morir haban alcanzado la cumbre. Ahnaci el mito, porque huelga decir que los dos hombres ya no aparecieron, hasta que en el
excepcionalmente seco verano de 1999, setenta y cinco aos ms tarde, una expedicin hall los restos
de George Mallory a 8500 metros de altitud sin el menor indicio delator de si haba fallecido subiendo o
bajando, y con el fmur y la tibia de su pierna derecha rotos. Haba sufrido una cada importante, aunque
pareca haber sobrevivido a ella y muerto en lo que pudo ser una triste y dolorosa agona.
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http://es.wikipedia.org/wiki/Irvinehttp://es.wikipedia.org/wiki/Irvine -
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En cuanto al cuerpo de Irvine, son varias las expediciones que han tratado de localizarle, pero
hasta ahora no ha sido posible, por lo que la resolucin del enigma planteado sigue pendiente.
Hasta sus ltimos das Noel Odell insisti en que pese a la ausencia de pruebas, para l, Mallory
haba alcanzado la cima. Al ser preguntado por qu crea tan desesperadamente que aquel hombre mal
pertrechado y agotado haba tocado el techo del mundo respondi sencillamente: porque era Mallory.
La cumbre? Nunca se supo, pero lo cierto es que la foto que Mallory pensaba dejar en ella no
estaba en los bolsillos de su tosca y pesada ropa, justo donde debera haberse hallado en caso de haber
fracasado. Demasiado peso para dar verosimilitud final al hecho de que Hillary y Ten-sing hubiesen sido
aos ms tarde los primeros en culminar con xito el ataque al gigante de piedra, pero as se construye la
historia.
El escalador recordaba la hazaa, la gesta, pero no se vanagloriaba de perecer del mismo modo
como su legendario mentor haba hecho cientos de kilmetros ms al sur. Haca dos aos que haba
ascendido en equipo la cumbre que derrot a Mallory, y en un gesto noble visit mientras suban el lugar
donde reposan sus restos, a ms de 8500 metros de altitud. All, entre los murmullos y comentarios de
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sus compaeros de cordada, haba dicho una palabras emocionadas y dejado un pequeo piolet de plata
que haba hecho fabricar para la ocasin. Fue muy emocionante encontrarse cerca del ltimo lugar de
reposo de alguien que, sin conocerlo, le haba dado tanto.
Pero ahora eran muchas las cosas que se haban roto ms abajo junto con la pierna, y todas le
llevaban al mismo sitio: el ms solitario y glido de los abandonos. Nada que envidiar por mucho que lo
acercara a su ser de leyenda, a un hombre que, a fin de cuentas, slo qued al final en eso: alguien
solitario y perdido, con los huesos machacados, abandonado a su suerte y poseedor de una certeza total
de muerte en pocas horas.
Pero no era momento de lamentaciones absurdas, pues la fatalidad es algo que entra dentro de las
posibilidades cuando se planea una escalada de mximo riesgo, y slo era tiempo de sacar pecho y
plantar cara a lo sucedido, por muy desventurado que pudiese ser el resultado. A fin de cuentas, despus
de perdido casi todo, an le quedaba la vida, y no estaba dispuesto a entregarla sin luchar a eso que lo
persegua desde haca horas a travs de los riscos nevados.
Lo haba visto de nuevo haca poco mucho ms abajo, trepando a pulso con sus manos recubiertas
de piel vieja acartonada, libres de guantes y protecciones de ningn tipo. Cuando cay no quiso dar
crdito a sus bien entrenados ojos, pese a que eran una de sus piedras angulares en el mundo de la
escalada, y ni tan siquiera a sus odos. El blindaje mental le gritaba que no creyese cuanto sus sentidos le
dictaban, y que se concentrase en subir, pero una vez ms continuaba vindolo todo de un modo
perfectamente claro. Su ltima impresin haba sido que se trataba de un espejismo continuado
producido por el mal de altura, pero lo descart porque su experiencia le adverta de que para nada se
hallaba bajo los efectos de ninguna sensacin narctica. Eso, fuera lo que fuese, pareca decididamente
real, y ascenda con la agilidad de quien est por encima de la hipotermia o la falta de aire, sin elementos
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de fijacin, cuerdas ni nada que se le pareciese. Slo el dolor lacerante de la pierna inutilizada que le
agitaba con latigazos tremendos cada vez que se mova, impelido por la imperiosa necesidad de subir,
subir, subir le recordaba que estaba muy lejos de tener condiciones para lograr su meta, pero la
alternativa no exista con aquello rozndole los talones. Tena que hacer cumbre como fuese, aunque la
morfina se hubiese roto en sus jeringas y no pudiese aliviar un poco su sufrimiento Cuanta burla!
Y despus de llegar arriba qu?!!!
Despus ya habra tiempo para morir!
No podra descender, al menos de un modo normal, eso lo saba, as que esperara pacientemente a
que su cuerpo fuese desconectndose por el fro mirando un paisaje slo reservado a gente muy especial.
Haba sido inslitamente fcil asimilar esa terrible realidad pese a que siempre haba sido un hombre
optimista y vital. Si, saba que ese sera su ltimo momento, y no le importaba compartirlo con su
pasin, la montaa Qu sitio mejor para dejar impresionado en los ojos mientras se iban cristalizando?
Adems, a diferencia de Mallory, el escalador no tena a una Ruth esperndolo en casa a nadie.
Ninguna persona lo echara de menos tanto como para buscarlo o llorar. Sencillamente desaparecera de
los registros del hombre en poco tiempo, a pesar de que le siguiesen llegando por una temporada
toneladas de cartas a su buzn. Ofertas, clubes de alpinismo, hacienda, bancos Nada que mereciese
preocupacin en el momento postrero. Era libre, algo que pocos pueden decir, y eso ayuda mucho a un
hombre perdido.
Recordaba a Raquel cada da. La recordaba y echaba de menos, pero por desgracia se fue haca
casi seis aos ya. Haba sido mucho ms que su compaera, esposa o amiga. Raquel haba sido el amor
de su vida, la mujer que haba sabido llevar consigo su mitad y honrarle cada momento que estuvieron
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juntos. Pero la naturaleza no gusta de cosas perfectas, y pone trampas en el camino para que las personas
felices no se olviden de que estn en un planeta de materia y sufrimiento. El camino escogido fue un
accidente de trfico mientras l estaba escalando las laderas del Aconcagua, en los Andes, y un corto
coma terminal de tres das, los suficientes como para no darle tiempo a reaccionar y llevarse por delante
a la bella mujer y al hijo comn que alojaba en su interior.
Le cost mucho sobreponerse a la cruel realidad de que su media alma haba fallecido estando
lejos, sin la menor posibilidad de recibir su consuelo o una simple despedida. Dola mucho, aunque
haba aprendido a controlarlo y a vivir cada instante sin tener el peso enorme de no tener ya en el mundo
a la nica persona que lo haba querido de verdad, desinteresadamente, comprendindolo y sin invadir
sus inquietudes para amoldarlo a su capricho. Ella nunca le haba pedido que dejase aquella peligrosa
pasin por la montaa, y eso haba sido muy importante para granjearse el respeto mutuo. Ahora el
escalador la recordaba y se encomendaba a su proteccin, intentando que la fuerza del recuerdo le
ayudase a ser mejor y poder culminar la hazaa de morir.
Aydame, que queda poco para vernos, nena Aydame, Raquel!
Si, la presencia de ella en su interior le consolaba, pero definitivamente saba que igualmente
morira slo. Eso no empaara su logro si consegua hacerlo en el sitio que tanto haba anhelado durante
una vida de 43 aos, aquel del que le haba hablado a veces a la orilla del mar o en un hotel perdido de
cualquier sitio despus de hacer el amor. Su ascensin al Everest no le haba aplacado el instinto
montaero, a pesar de ser el punto ms elevado del planeta, no, el mismo donde George Mallory y
Andrew Irvine dejaron el mundo. l tena que doblegar a la cumbre ms fiera, a la ms inaccesible,
vencer a su sueo de pubertad. En ello estaba Y tan cerca!
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Vamos, vamos T puedes!
Se encontraba en medio de un tramo vertical en el que le costaba clavar el piolet en el hielo
endurecido. Saba que la cuerda que haba estado usando antes del accidente haba quedado lejos a su
izquierda, algo ms arriba de donde se encontraba ahora, y repas el momento del suceso como a
cmara lenta, en una larga escena de moviola digna del peor thriller.
Escalaba una zona muy tcnica, una pared de unos diez metros que penda sobre el acantilado
norte. Estaba en perfectas condiciones y muy esperanzado, puesto que llevaba un buen registro desde
que parti del C5. Sus sherpas haban quedado abajo con instrucciones precisas de no buscarlo caso de
no volver, por lo que no esperaba la menor ayuda, y aunque el telfono por satlite funcionaba, slo
pensaba usarlo cuando llegase arriba para gritar al mundo su logro a travs de las emisoras de radio y
televisin que haban financiado su intento.
La rotura del mosquetn del que penda, uno rojo de gran calidad fabricado y testado en Barcelona,
le cogi por sorpresa mientras buscaba un grigr para asegurarse al nuevo tramo que acababa de abrir. El
aluminio intoxicado de plomo no resisti y se parti por la mitad con un chasquido seco. Bruscamente y
sin paso previo se sinti caer al vaco mientras los dems, todos de la misma marca, se iban
desprendiendo o reventando, posiblemente tambin defectuosos, hasta que la cuerda se liber. Alejado
finalmente de toda sujecin, iba bajando con una verticalidad exasperante, en silencio, sin manoteos,
gritos ni nada parecido, slo masticando el sabor amargo de la cuando viene a derrotarte de un
martillazo Haba sido una sensacin extraa, muy desconocida para cualquier persona que no se haya
visto impelido a las negras fauces del abismo. Slo un imperceptible suspiro que se ahog con el tenue
ruido de la nieve descolgndose y el crepitar de su ropa en el viento sonaron por encima del silencio.
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La sorpresa no haba terminado de subirse a su cabeza cuando adquiri conciencia de que estaba a
punto de morir, y fue en ese instante, cuando mir hacia abajo esperando ver las rocas que el destino le
haba preparado para destrozarlo, que distingui aquello por vez primera con una nitidez que no dejaba
resquicio a la duda, y eso lo salv.
All estaba, arropado con una tnica negra rada que le cubra de la cabeza al suelo y brazos muy
abiertos. Bajo la capucha no se vea nada, slo viento helado, pero la forma era indiscutiblemente
humana, aunque no se trataba de ningn escalador o algo que se le pareciese. Dos manos grotescas de
dedos largusimos salan de las mangas anchas en actitud de espera, en postura de recibir el grueso fardo
que desde arriba caa. Aquello, fuese lo que fuese, lo estaba esperando en un sitio donde nadie espera, en
una situacin donde slo la muerte tiene el privilegio de contar con el tiempo a su favor. Se dio cuenta
de lo que era y qu quera, y un torrente de electricidad le recorri el cuerpo antes de que llegase la
rpida negacin de la razn propiciada por una mente en proceso de reseteo de urgencia, advirtindole
de que en realidad no era posible que hubiese visto lo que todos sus sentidos le gritaban que s. Era
sencillamente imposible, as que decidi en un microsegundo que no haba visto nada en absoluto y
destin sus neuronas a la presunta realidad que estaba a punto de tragrselo.
Ese es el modo en que se salv.
Rpidamente, incapaz de saber si todo era una fantasa delirante, en un gesto lleno de reflejos el
escalador gir sobre s mismo y complet una maniobra slo reservada a personas con enorme podero
fsico y la agilidad que da el verse preso de circunstancias sin amparo alguno. Su impulso en el vaco fue
tal que logr asir su mano derecha, la buena, a un saliente casual del que no se desprendi pese al
tironazo que sus huesos sufrieron. Saba que por ello haba recibido desgarrones que le provocaran
fuertes hematomas, pero lo que le preocupaba era que su mano aguantara. Todo sucedi en menos de un
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segundo. La sangre, atravesando el guante, marc la roca dejando escapar un humito repelente en los
treinta y tantos bajo cero de aquel da cercano a la cumbre, y el dolor recorri sus nervios hasta el
cerebro. Pero eso no fue nada ms tarde, cuando el cuerpo entero bascul como un pndulo y su pierna
derecha se quebr por varios sitios del fmur al estrellarse contra la pared rocosa en la peor de las
posiciones, mandando un espasmo hacia arriba que slo pudo ser reducido con un fuerte grito que nadie
pudo or.
La mano no se abri.
El equipo de oxgeno se rompi.
Las cmaras cayeron al vaco.
All, colgado como un fardo balanceante, roto por varios sitios y herido moralmente, el escalador
se dio cuenta de que haba escapado contra todo pronstico de una muerte segura, de un modo tan
inesperado que la imposible forma all abajo emiti un rugido, algo gutural y siniestro Era el sonido
de la frustracin por la presa que se escapaba.
No es posible, no! le gritaba su mente. Tiene que tratarse de una alucinacin! sentenciaba
mientras digera el sablazo. Con infinito esfuerzo, tras estabilizar el balanceo logr situarse de nuevo
sobre la roca en posicin de trepar, y mientras intentaba sobreponerse mnimamente busc un lugar
donde poder hacerse un rudimentario entablillamiento con el bastn de escalada, que an permaneca
asido a su espalda. Ascendi hasta all con fuerza, intentando auparse con el tren superior y la pierna
izquierda, hasta que lleg a una estrecha cornisa que le servira de improvisado puesto de socorro. All
se puso el hueso en su sitio, que doli tremendamente. Se apret bien unos torniquetes alrededor de la
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Sin la menor vacilacin se puso la dosis de adrenalina con un golpe seco en el trasero. Ni siquiera
sinti la aguja atravesando la carne entumecida, pero unos minutos ms tarde recobr parte del mpetu
que necesitaba para trepar a pulso.
Y cunto dola la pierna! Qu ltigo incansable lo azotaba a cada esfuerzo, dejando un rictus en
su cara helada! Aunque estaba a casi 8500 metros de altura, a slo 111 de la cima, su energa y ansia de
victoria eran ms que suficientes para mantenerle en el rumbo correcto y seguir trepando por la
tremenda rampa final hacia el sueo de todo alpinista convertido en tormento desesperado, en meta
lejana y casi inalcanzable Ms rpido, ms rpido! antes de que el oscuro designio le pillara y tirase de
sus pies para llevrselo sin dejarlo tocar un xito que comenzaba a creer que no le estaba reservado. A
pesar del dolor en la pierna la usaba, intentando mantenerla caliente aunque los trozos de hueso se
astillasen y le provocasen mil hemorragias, pero necesitaba su ayuda a cualquier precio. No estaba en un
lugar para cojos, y la certeza de que pasase lo que pasase iba a morir le ayudaba a ser ms fuerte y
resistente que nunca. Apretaba los dientes hasta que crujan y aguantaba, repasando los torniquetes y el
entablillado con regularidad. Hubiese deseado que el miembro se volviese insensible, pero no lo
consegua, y mientras tanto mora.
El telfono tambin haba reventado en el impacto. Lo llevaba anudado a la cintura, pero se haba
soltado y basculado, estrellndose en la roca y convirtindose en un objeto intil, como la mayora de las
cosas que el hombre ha inventado cuando las sometemos a rigores autnticos. Ni siquiera estaba en zona
donde pudiesen seguirle visualmente, y eso slo significaba que nadie acudira a rescatarle. Al menos a
tiempo.
Todava tena tres mosquetones rojos, fabricados en Barcelona, en su bolsillo izquierdo. Aliger
peso y tir dos de ellos.
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Aunque no tena ya margen para nada, an pudo en su paroxismo percibir el esplendor potico de
las montaas y glaciares de los alrededores, el Baltoro, el Savoia todo inconfundiblemente por debajo
de donde estaba ahora. El sol se mostraba enorme y muy poderoso, extrayendo reflejos multicolor de
cada ngulo, y propiciando la aparicin del arcoiris a travs de los cristalitos de hielo en suspensin, en
un espectculo bellsimo que no podra disfrutar si quera coronar.
Adems cada tramo era ms duro, ms exigente incluso estando en buenas condiciones. Slo
contaba ya con sus manos y piernas, porque haba soltado todo cuanto le diese molesto peso. Felizmente
el piolet le acompaaba, as como una renacida fuerza en ambos brazos, fruto seguramente de la
sobredosis de adrenalina, la desesperacin y un corazn lleno de determinacin. Se apoy en una arista,
un saliente negruzco, para recuperar un aliento que se le escapaba en forma de vaho entre ambientes
carentes de oxgeno y desde all vi como su perseguidor segua su progresin algo ms abajo,
totalmente ajeno al cansancio. No tena mucho estilo, pens, pero s el beneficio de la ausencia total de
sufrimiento y la seguridad del logro final. Lo derrotara en satisfaccin si lograba coronar, eso seguro.
Mientras pensaba as empezaba a sentir como la respiracin se le helaba, y se dio cuenta de que estaba
entrando en el lento proceso de irse lentamente. Tena que continuar antes de desfallecer y no detenerse
ms.
Ms arriba, ms arriba! Aydame, Raquel! Dame fuerzas. Te necesito, nena Como cada
da, pero hoy ms Vamos!
Ni siquiera la seguridad de la buscada gloria aliviaba la presencia enervante de la cercana muerte,
y adems qu gloria poda haber para alguien solitario y herido en un lugar donde nadie podra saber
nunca ms de l? Compensaba la gloria interior el padecimiento que estaba teniendo? Contra todo
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pronstico decidi que s, y clav el piolet una vez ms con fuerza en el hielo dursimo para terminar el
tramo ms difcil de los que quedaban a la vez que masticaba un complejo energtico para fortalecerse
un poco. Su mente, mientras se encaramaba a caballito de la cresta final y senta el alivio de su mano
derecha, se fue mucho ms atrs, a otro hito histrico cargado de valor y miseria, quizs en un intento
por comprender de un modo ms amplio lo que estaba sucediendo y obtener la voluntad necesaria para
completar su hazaa personal.
El explorador Robert Scott, otro de sus dolos e inspiradores, durante el viaje que hizo en busca del
Polo Sur en 1912, fue informado de que Roald Amundsen tambin se diriga hacia all, y se involucr
con honor en una carrera personal por derrotar al noruego y ser el primero en alcanzar el lugarms
inaccesible de la Tierra. Fue un reto que dej escritas pginas de oro en la historia del valor humano, uno
de esos relatos que se cuentan con solemnidad entre personas que aprecian el valor de lo verdadero.
Cuando Scott, acompaado por el teniente Henry Robinson Bowers, el Dr. Edward Wilson, el
contramaestre Edgar Evans y el capitn del ejrcito Lawrence Oates, alcanz el Polo tras mucho sufrir el
17 el 18 de enero de 1912, descubri para su tristeza y desesperacin que Amundsen, su rival, haba
llegado all un mes antes. El noruego, sin embargo, regres a su base en perfecto estado, mientras que
toda la expedicin de Scott pereci en un viaje de vuelta en el que sufrieron condiciones de fro extremo
que tan slo han vuelto a ser registradas una vez desde la implantacin de las estaciones meteorolgicas
modernas. Fue en la dcada de 1960, confirmando la terrible fatalidad en que se vio envuelta la
expedicin. Las intenssimas nevadas y el hecho de no querer abandonar una cantidad importante de
muestras geolgicas, sin duda motivaron la ralentizacin de la marcha, y con ella se propici el
desastroso resultado final.
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http://es.wikipedia.org/wiki/Roald_Amundsenhttp://es.wikipedia.org/wiki/Polo_Surhttp://es.wikipedia.org/wiki/Henry_Robinson_Bowershttp://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Adrian_Wilsonhttp://es.wikipedia.org/wiki/Edgar_Evanshttp://es.wikipedia.org/wiki/Lawrence_Oateshttp://es.wikipedia.org/wiki/1912http://es.wikipedia.org/wiki/Roald_Amundsenhttp://es.wikipedia.org/wiki/Polo_Surhttp://es.wikipedia.org/wiki/Henry_Robinson_Bowershttp://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Adrian_Wilsonhttp://es.wikipedia.org/wiki/Edgar_Evanshttp://es.wikipedia.org/wiki/Lawrence_Oateshttp://es.wikipedia.org/wiki/1912 -
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acta la muerte, pero ni con toda la saa podra hacerlo padecer ms, y eso lo consolaba. A veces, entre
el sonido sordo de la ventisca, poda distinguir ruidos que slo pudo interpretar como quejidos y
murmullos agrios proferidos por un ser del averno muy contrariado, obligado a trabajar en exceso por
una simple alma que fortuitamente lo haba burlado.
Faltaba poco, y el fro aumentaba a medida que el sol se esconda despacio por detrs de las
montaas distantes. Tambin el tiempo escaseaba y el aire, y el agua y hasta la vida misma, que se
iba tan lentamente como el ocaso, en un apagamiento escarpado. La congelacin es prcticamente una
desconexin bien organizada del sistema sensorial. Pero incluso con la pierna arrastrando destrozada y
corrodo por el virus del dolor extremo an tuvo fuerzas para encomendarse al espritu de Lenidas y
seguir la lucha hasta la extenuacin como aquellos trescientos hroes. No quedaban ms de unos veinte
metros, muy poco pero mucho. Muchsimo para alguien tan roto que caminaba a saltos por una
dorsal inviolada cerca del cielo infinito, con acantilados de miles de metros a ambos lados. La cosa
bufaba detrs de l, a poca distancia.
Estoy cerca, Raquel. Muy cerca de ti. Lo noto ya.
Tosi, y sinti el sabor cobrizo de la sangre en sus labios, revelando finalmente la presencia del
temido edema. Sonri irnico al darse cuenta de que decididamente iba a reunir en un slo cuerpo todas
las adversidades posibles, pero no iba a detenerse ya por nada, sabedor de que su alma segua intacta y
esperanzado en un acopio final de fuerzas propio de la desesperacin que le impulsase hasta el objetivo
de su vida.
Caminaba y dola, pero necesitaba la pierna an, convertida en un guiapo sanguinolento, porque
al menos le permita el apoyo clavando el hueso astillado en la carne, y desech la macabra idea de
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cortrsela definitivamente y arrastrarse. Gracias a dios estaba bien ah mientras serva a su fin, y eso le
ahorr el corte que sin duda se hubiese hecho en el muslo con su navaja hasta desprenderla.
As sigui avanzando sin mirar, sin detenerse por aquella arista final que iba llenando de sangre
que se congelaba instantneamente, denotando la llegada de una hemorragia de gran nivel, fruto
seguramente de las mltiples perforaciones que en el msculo estaba haciendo el hueso al apoyarse con
brusquedad.
Casi ni se dio cuenta, pero de repente ya no haba rampa y el suelo se volvi agradablemente llano.
Estaba tan cansado y desangrado que su percepcin no le haba avisado de que parase, de que haba
llegado, que casi haba comenzado el descenso por el otro lado, absorto en la idea de seguir adelante
Estaba arriba, por fin, slo y de pie! Alz sus brazos en un gesto de victoria, se arranc las gafas
mientras una lgrima se le congelaba en la mejilla, y se desplom dando gracias a quien quiera que
escuche a los hombres valientes, por permitirle hacer cumbre no en una montaa, sino en su vida Y lo
haba hecho slo, sin oxgeno, sin radio, muy mal herido y con una criatura horrible persiguindolo!
Aqu estoy, nena! Lo hemos conseguido!
Esperaba sentir ms, un fuego elctrico, una inyeccin de adrenalina pero no fue as.
Mallory, Scott Lo hemos logrado!
Para su sorpresa slo tena dentro el placer del trabajo concluido, la seguridad de haberse realizado
desde las perspectivas de la niez y una impasible soledad que lo miraba fijamente. Demasiado poco,
quizs, pero tena forzosamente que ser suficiente, pens, porque a fin de cuentas haba hecho lo que
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ningn otro hombre en el mundo. Tena que tener un sentido O es que la gloria slo es una ilusin que
se desvanece como mercurio entre los dedos? Tan efmera es y tan leve su sabor? Acaso es algo ms
que una sensacin egosta que nos llena presumidamente corrompiendo nuestra sencillez? O
simplemente la sencillez es un consuelo a usar por aquellos incapaces de aspirar a algn tipo de gloria?
Preguntas, preguntas, preguntas Djate respirar y no pienses en nada! Relaja tu mente y muere
en paz, relaja tu mente Te quiero, Raquel. Ojal estuviese a tu lado
Haciendo un ltimo esfuerzo se apoy en los brazos y se sent sobre la nieve con ambas piernas
estiradas. Se quit los torniquetes y desprendi el ensangrentado bastn de escalada, liberando un trozo
de carne que ya no pareca tener la fisonoma de una pierna.
Ya voy, cario. S que me esperas Ya voy. Dame slo un minuto
Esper mientras la ventisca iba ascendiendo, dndose cuenta de que si todo hubiese ido bien ya
estara preparando el descenso, casi sin tiempo para contemplar el paisaje. S, es el sino de los grandes
escaladores cuando afrontan los retos ms grandes. Sufren mucho para subir y slo pueden estar arriba
unos minutos, tomar unas fotos y dejar una parte de su alma antes de iniciar peligrossimos descensos
hacia la luz, hacia la vida y el reconfortante calor del mundo. Esa parte del alma que se quedaba arriba
aseguraba que la persona en cuestin ya nunca podra renunciar a la idea de volver.
En muchos aspectos, subir a lugares como el K2 permiten saber lo que es algo parecido a la nada
que devora el alma de las personas temerariamente avanzadas, atrayndolas hacia lo imposible en busca
del mayor logro final, el nico camino hacia la justificacin de sus vidas. Parece frvolo, pero en el
fondo es la realidad misma y la mxima expresin de superacin que debe caracterizar a las especies
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- Tus palabras no me hacen sentir mejor. Desde que te esquiv me has seguido
abusando de mi inferioridad, me has acorralado como a una presa, y ahora vienes a
agasajarme antes de matarme. Dime, puta: te hubieses detenido alguna vez en la
persecucin pese a que te he demostrado mi valor? a la muerte no le molest lo
ms mnimo el insulto. Estaba muy acostumbrada a ellos, y viniendo de aquella voz
entrecortada no significaba nada. Era presa fcil.
- No, nunca. Estoy aqu desde hace mucho y me he enfrentado a los hombres ms
duros que puedas imaginar, a personas que no aparecen en libros ni leyendas, pero
que han sabido demostrar su valor al mirarme cara a cara. Hombres como tu y
mucho ms fuertes an. Hoy estoy segura de que hubieses llegado a la cima por
muy alta que esta estuviese, y en ningn momento he pretendido arrancarte tu
ansiada gloria humana, porque te la has merecido. Podas haberte abandonado a m
ah abajo, y todo hubiese sido rpido e indoloro, pero has seguido pese a todo, y me
he congratulado en jugar un poco contigo mientras terminabas tu camino. Ahora
que ya ests arriba. Dime: es todo tal como esperabas? El escalador mir a su
alrededor mientras anocheca. El paisaje era grandioso, abierto, elevado a ms no
poder y l estaba en la cima de la parte ms alta de cuanto se vea. Sus ojos,
enrojecidos por dentro y amoratados por fuera, se alegraron entre la ventisca que
comenzaba a soplar resquebrajando sus ltimas caloras. Con un tirn se quit los
guantes, sintiendo el fro intenso en las manos. Con dedos azulados se restreg los
prpados y sonri.
- Oh, si! Ha valido la pena, claro que s La muerte lo mir sintiendo algo parecido
a la admiracin despus de haber conocido a tantos humanos, y pens en voz alta.
- Qu raros sois los hombres! Qu increblemente complejos y difciles de entender!
- Por qu dices eso?
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- Porque no valis nada, y sin embargo algunos de vosotros, muy pocos, sois capaces
de tener el don de la grandeza. Eso os hace mejorar durante una existencia entera,
para al final de vuestros das, cuando ya sois insuperables, perecer y llegar a sentir
el sabor de la vida justo cuando yo os la siego. Es vuestro sino. El escalador solt
una carcajada profunda, ms bien una cadena de sonidos nerviosos que rompieron
el silencio de la cumbre mientras cada espasmo le haca sentir dolor en todo el
cuerpo. Unos segundos despus puso en orden sus ideas y habl.
- Sabes? Estoy satisfecho con mi vida. Despus de esto, s. Puedes estar segura,
puta. Hace un momento, cuando llegu aqu, dud de que hubiese servido para algo
todo mi esfuerzo, pero ahora lo veo, si. Ha servido para que en el libro del hombre
quede la constancia de que realmente he existido y realizado un sueo La vida?
Todos deberan ser capaces de darla por conseguir algo as. S, estoy muy
satisfecho, y lo nico que me pesa es no haber estado cuando te llevaste a los mos.
- El libro de la vida dices Te has detenido a pensar en qu lugar est realmente ese
libro? Has considerado si en verdad existe? El libro de la vida podra estar en
blanco, y tu ni siquiera lo sabras.
- Qu sabes tu de la vida, puta! Llvate mi alma, pero ni se te ocurra negar mi
esperanza! Hizo un ademn de levantarse amenazadoramente para enfrentarse a la
figura negra, pero su pierna agarrotada y deshecha se lo impidi devolvindole un
ltimo tormento profundo en forma de aguda punzada al girar de nuevo el hueso en
fro. Grit y despus aguant las lgrimas con gallarda.
- Vamos, a qu esperas! Acaba tu trabajo de una vez! Estoy cansado ya de este
dolor Y alguien me espera.
- S, Andrs, ha llegado para ti el momento de dejar de sufrir. Ven y toma mi mano,
porque ahora vamos a subir juntos a una cumbre que no puedes ver. Acabar con tu
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dolor El escalador alarg la mano sanguinolenta hacia aquella extremidad
acartonada y ttrica, pero antes de dejrsela rodear por ella record algo y la
recogi.
- Lo consigui?
- Qu?
- Mallory Subi? Lleg?
- Mallory? No s quin es. Vamos, es tarde.
- Ni siquiera tienes recuerdos, puta Te puedo hacer antes otra pregunta? Pasaron
unos segundos, y la muerte pareci asentir con la vehemente paciencia de quien se
las entiende con un nio caprichoso.
- Soar?
- No lo s, pero creo que si tienes toda esa fe que has demostrado por qu no?
- Entonces soar! y agarr decididamente el apoyo ofrecido.
La mano estaba muy fra y correosa, pero aquello ya no import, porque el escalador dej de sentir
al instante. Antes de cerrar los ojos crey ver entre las piedras nevadas de la cumbre algo Le cost
identificarlo, sin embargo no supo lo que era porque estaba expirando. Despus su cuerpo qued all,
slo, perdido, olvidado Estaba en el ms escondido sitio donde podra hallarse jams cualquier
hombre del planeta, y en horas aparecera cubierto de nieve, imperceptible a cualquier ojo. Alguien lo
encontrara mucho ms adelante, quizs al da siguiente, pero desde luego sera un valiente o un loco.
Despus, nada ms disiparse la negrura de sus sentidos cerrados en el final del ocaso pakistan, vio
la cara maravillosa y familiar de Raquel que le sonrea al fondo de un tnel luminoso, y se sinti feliz e
ingrvido en ausencia total de sensaciones fsicas, pero lleno de una desconocida paz.
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Fue el peor da con el ms hermoso final.
En la nieve qued el ltimo mosquetn rojo, fabricado en Barcelona, que se le haba escurrido de
los bolsillos al quitarse el entablillado. Un mosquetn rojo de aluminio puro en perfecto estado, sin
rastro alguno de plomo.
Volar es un sueo, hacer cumbre la realidad