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Curso “Introducción a los Derechos Humanos”
Actividad Individual Módulo 3
Comisión C
Rita Segato, en Racismo, discriminación y acciones afirmativas: Herramientas
conceptuales (2006), dedica un apartado para explicar a que refiere con
“Formaciones nacionales de alteridad”
Al respecto, lo primero a lo que hace mención Segato, es al hecho de que el
racismo siempre es producto de las relaciones que se fueron estableciendo entre
los pueblos con sus respectivos cuerpos y marcas raciales a lo largo de la historia.
Es mediante la clasificación de los cuerpos de esos pueblos en relación a quienes
vencieron y a quienes fueron vencidos en donde se realiza una atribución de
valoraciones negativas tanto morales como intelectuales como si fueran
inherentes a las condiciones raciales de los sujetos-grupos en cuestión.
En relación a ello y en lo que respecta a las “formaciones nacionales de
alteridad” hay que tener en claro la salvedad que hace la antropóloga en tanto que
La racialización tiene dos estratos (…) Por un lado sobre todas las
sociedades nacionales del continente latinoamericano pesa una marca racial
(…) y son vistas como sociedades no-blancas. Por otro lado, en cada una de
estas naciones, a lo largo de su historia, se ha instalado una matriz de
construcción de alteridad racialmente marcada al interior, que sirve de base
para los mecanismos de exclusión por parte de las élites que controlan el
estado y sus recursos (Segato, 2006, p.7)
En ese segundo nivel de estratos, donde las naciones marcan a su interior esas
alteridades, es donde se comienzan a vislumbrar las “formaciones nacionales de
alteridad”. Allí, siguiendo a Segato, la nación cumple un rol fundamental a la hora
de definir cuál será la diversidad abarcada y las fracturas internas, dado que así
como las naciones acaban siendo definidas racialmente en función del lugar que
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ocupan en relación a los imperios centrales, las naciones generan mediante la
formación de alteridades internas una exterioridad propia frente al centro
constituido como poder nacional.
Uno de los elementos que este proceso de “formaciones nacionales de
alteridad” en cierta medida tira por tierra, es la “ficción jurídica de la ciudadanía
universal”, como así también esa pretendida “unidad mestiza” que en los hechos
se presenta más utópica que concreta.
La dimensión histórica sumada a las particularidades localizadas propias de
cada nación, configura racismos que deben ser considerados en plural, dado que
cada nación genera sus alteridades internas no solo distintas, sino a través de
procesos diversos que el resto de las naciones. Lo distintivo entonces en las
“formaciones nacionales de alteridad” esta no solo en las alteridades que cada
nación genera, sino el proceso utilizado para demarcar cada una de estas
alteridades.
Para el caso especifico de Argentina, la antropóloga indica que el proyecto
político y cultural estuvo fundamentado en la conformación de un “ser nacional”
concebido como una etnicidad unitaria, siendo también que
La importancia del marco nacional para comprender las configuraciones de
alteridad que le son específicas se debe a que las estrategias de unificación
implementadas por cada estado nacional y las reacciones provocadas por
esas estrategias resultaron en fracturas peculiares en las sociedades
nacionales, y es de esas fracturas peculiares que partieron, para cada caso,
culturas distintivas (…) e identidades relevantes en el juego de los intereses
políticos. (Segato, 2006, p. 8)
No podemos dejar de mencionar que en las “formaciones nacionales de
alteridad”, se conforman también las “alteridades históricas”, que no pueden
trasladarse sin más a otras naciones, y que son grupos sociales, cuyas formas de
“ser otro” en el marco de la nación, proviene de la historia y es lo que configura su
especificidad.
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En relación a ejemplificar mediante situaciones concretas las distintas
dimensiones de las “prácticas sociales discriminatorias” a las que se alude en el
módulo 3, podemos decir lo siguiente.
En primer lugar, necesitamos aclarar que entendemos en el curso como
“prácticas sociales discriminatorias”. En el Plan Nacional contra la Discriminación
se entienden como tales a: A) Acciones que generen o difundan estereotipos
sobre cualquier grupo humano B) Hostigar, maltratar y/o excluir a algún miembro
de un grupo humano por el hecho de pertenecer a tal grupo C) Generar
distinciones económicas, legales o de movimiento a un miembro de un grupo
anulando sus derechos y libertades. En síntesis,
Cuando hablamos de prácticas sociales discriminatorias estamos
tematizando aquellas formas de obrar, pensar y sentir que, sobre la base de
la asignación de atributos estereotipados, tienen como resultado
menoscabar, restringir o anular la capacidad de las personas para poner en
práctica y gozar plenamente de sus derechos (Clase 3, 2015, p. 3)
Siguiendo lo planteado en la clase, las prácticas sociales discriminatorias
hacen a dimensiones distintas: una dimensión simbólico-discursiva; una
dimensión físico-corporal, y por último una dimensión institucional normativa. La
primera dimensión refiere a las distintas acciones que hacen tanto a generar
como reproducir estereotipos y representaciones simbólicas sobre un
determinado grupo, “reduciendo la complejidad social a un aspecto saliente
vinculado a prejuicios y lugares comunes” (Clase 3, 2015, p. 4).
La dimensión físico corporal refiere a las formas de hostigamiento físico y de
violencia directa sobre determinados grupos de personas, fundadas en
“construcciones simbólicas” que hacen de fundamento a tal ejercicio de violencia
sobre el cuerpo de las personas. Por último, en relación a la dimensión
institucional-normativa, nos damos con prácticas que establecen distinciones que
están inscriptas en el marco de instituciones sociales, que demarcan la inclusión y
la exclusión en las instituciones.
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A la hora de pensar en situaciones concretas para ejemplificar estos tipos de
dimensiones, en relación a la práctica social discriminatoria simbólico-discursiva,
pensando en mi contexto más inmediato, la sociedad cordobesa actual, pienso
por ejemplo en el modo en el cual se utiliza en el discurso la expresión “negro
villero” que refiere al grupo constituido por personas pertenecientes a las villas
miserias o a los barrios más carenciados de la ciudad, y que hacen a la
constitución de un estereotipo donde esas personas pertenecerían no solo a un
estrato más bajo de la sociedad, sino con mayor propensión a comerter actos
delictivos, conductas que atenten contra el resto de los ciudadanos, etc, etc. La
simbolización discursiva de la figura del “Negro” no hace al color de piel de estas
personas, sino que refiere a crear el estereotipo peyorativo atribuido a este grupo
humano por el hecho de tener condiciones materiales concretas diferenciales, por
habitar en determinadas zonas de la ciudad. Los modos del habla y el universo
simbólico que se asocia en el discurso a los “Negros villeros” construyen ese
estereotipo asumido por el colectivo de la sociedad cordobesa.
En la dimensión físico-corporal, pienso en otra cara de la situación que
mencionara en el ejemplo anterior, cuando las personas que conforman el grupo
estereotipado y significado como el de los “negros villeros” poseen ciertas
características físicas, tez más oscura, pelo y ojos negros, corte de pelo, que los
“diferenciarían” del resto en términos negativos, y que los vuelven más proclives a
recibir represiones por parte, por ejemplo, del cuerpo policial de la provincia, que
los trata con un mayor nivel de agresividad física y de violencia física, tanto en la
vía pública como en comisarias o demás dependencias policiales, por el solo
hecho de que por “portación de rostro” o de las características enunciadas, son
sospechosos de actos delictivos, y por ende, son los principales destinatarios de
la agresión y la violencia directa.
Por último, en lo que refiere a una situación concreta en la cual se perciba una
práctica social discriminatoria en una dimensión institucional-normativa, pienso
por ejemplo en determinadas instituciones como fue el caso en su momento del
Colegio Nacional de Monserrat que en nombre de la “tradición”, por mucho tiempo
se negó a abrir sus puertas a mujeres, a pesar del constante reclamo por parte
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del mismo estudiantado y de la sociedad en general. Este elemento demarcaba
quienes estaban incluidos y quienes excluidos de acceder a una institución
educativa de prestigio, nacional y gratuita. Otro ejemplo podría ser el hecho de
que las personas homosexuales no pueden casarse por iglesia, lo cual los
mantiene aún en la actualidad sin poder acceder de pleno “derecho” a esos
ámbitos institucionales en términos de contraer matrimonio a través de la
profesión del culto católico, lo cual marca los parámetros que esta institución
manifiesta sobre lo que incluye y lo que excluye.
Lucía Ríos.
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