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P l a n o d h l
AMBITO DE TRABAJO
d e l D r . WlNNICOTT
EN EL
87CHESTERSQUARE
L o n d r e s
1. Terrado
2. Despacho3. Libros4. Sala de espera5. Pared blanca + ventana ciega6. Techo en declive7. Sótano patio8. Librerías9. Librerías
10. Juguetes11 •Escaleras hacia el terrado, etc.
12. Consultorio13. Cortinas14. Libros15. Librerías16. Escritorio17. Libros
Dibujo ile
E. Brillan
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PSICOANALISIS
DE UNA NIÑ APEQUEÑ A
(The Piggle)
por D. W. Winnicott
GEDISA
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Título de l original fr anc és:The Piggle. An Account of the
Psycho-Analytic Treatment ofa Little Girl© Clare Winnicott, 1977
Traducción: Horacio Vázquez Rial
C ub ierta: Rolando - Mem elsdorff
1.* edición en Barcelona, abril de 1980
© by GEDISA, S. A.
Muntaner, 460, entlo. 1*Tel. 211 05 16Barcelona / España
ISBN: 84-7432-088-7Depósito Legal: B. 7074-1980
La reproducción total o parcial de este libro, en forma idéntica o modificada, escrita a máquina o con sistema multigraf,mimeógrafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, violalos derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamentesolicitada.
Impreso en Gráficas DiamanteZamora, 83 - Barcelona-18Impreso en EspañaPrinted itt Spairt
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INDICE
p r e f a c i o — Clare Winnicott y R.D. Shepherd . . 9n o t a pr e l im in a r — IshakRamzy............................. 13i n t r o d u c c i ó n — D. W. W in nicott........................... 21LA P A C IE N T E .................................................................................................. 25
PRIM ER A C O N S U L T A ............................................................................. 2 9SEGUNDA C O N S U L T A ............................................................................. 4 3
TERCERA C O N S U L T A ............................................................................. 5 7
CUARTA C O N SU L TA ......................................................................................... 7 1
QUINTA CO N SU L T A ......................................................................................... 8 1
SEXTA C O N S U L T A ......................................................................................... 9 1
SÉ PTIMA C O N S U L T A ........................................................................................ 1 0 5
OCTAVA CO N SU LT A .............................................................................................H l
NOVENA C O NSULTA............................................................................................. 1 2 1
DÉ CIMA CO N SU L TA .............................................................................................1 5 3
UNDÉ CIMA C O N S U L T A ....................................................................................1 4 5
DUODÉ CIMA CO N SU LTA ....................................................................................1 5 9
DECIMOTERCERA CONSU LTA...........................................................................1 7 3
DECIMOCUARTA C O N S U L T A ...........................................................................1 8 5
DECIMOQUINTA C O N S U L T A ...........................................................................19 1
DECIMOSEXTA C O N S U L T A ...........................................................................201e píl o g o — Por los padres dela paciente . . . 205
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ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR
«The Piggle» es el conjunto de las notas toma-das por el Dr. Winnicott en el curso de un trata-miento psicoanalítico. En consecuencia, aparecen
en sus páginas innumerables reiteraciones, frases inconclusas y comentarios abreviados, que cons-
piran contra una deseable pulcritud en el estilo. He optado por respetar hasta en sus menores de-talles el original inglés, convencidos de que la
espontaneidad, la evidencia del libro en acto, cons-tituía uno de los aspectos más valiosos de esta
crónica. No se impute, pues, lo que pueda parecer desaliño, a una supuesta desidia del traductor.
H. v. R.
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PREFACIO
Presentamos en este libro la transcripción literal de las notas tomadas por un psicoanalista en el curso del tratamiento de una niña. Se ofrece al lector la rara oportunidad de ser admitido en la intimidad del con-sultorio y estudiar a la paciente y el terapeuta en fun-ciones. Lo cual resultará de especial valor para quienes se relacionen profesionalmente con niños, así como también para quienes se preocupen por ellos y por su desarrollo.
The Piggle revestirá un particular interés para aque-llos que se encuentren familiarizados con los escritos del fallecido Dr. Winnicott. En sus comentarios y notas ocasionales para el lector, describe el tratamiento a medida que éste avanza, y nos revela su concepción teórica de lo que está sucediendo. A la vez, aquello
que dice, y la forma en que lo dice, ilustran vivida-mente sus contribuciones a la teoría psicoanalítica y a la técnica del tratamiento de niños. Pero éste no es un pesado libro de texto. Es el registro vivo de los actos de dos personas que trabajan y juegan juntas con decidida intensidad y placer. Desde el punto de vista de Winnicott, «no es posible para un niño de esta edad desentrañar el significado de un juego, a menos que
lo juegue y lo disfrute». La ansiedad se domina y pasa a formar parte del conjunto de la experiencia por me-dio del placer (Decimotercera consulta).
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Los lectores sentirán la satisfacción del propio Win nicott en su juego con la niña. Toma conciencia de la transferencia y la acepta, pero hace mucho más: le da vida, representando los diversos roles que se le asignan. La dramatización de su mundo interior permite a la niña experimentar y jugar con las fantasías que más la molestan. La posibilidad se le proporciona en peque-ñas dosis, y en un marco que ha devenido lo bastante seguro merced a la habilidad del terapeuta. La tensión creativa en la transferencia se mantiene, y el nivel de ansiedad e incertidumbre es conservado en los límites
de la capacidad de la pequeña, de modo que el juego puede continuar.
El Dr. Winnicott adaptaba su técnica a las necesida-des de cada caso en particular. Si hacía falta y era posible un psicoanálisis extenso, procedía a realizarlo. Si no, variaba el método, pasando de las sesiones regu-lares a las sesiones «a pedido», o a consultas terapéuti-cas aisladas o prolongadas. En el caso que nos ocupa,
se empleó el sistema de entrevista «a pedido».En el manuscrito de este libro, el Dr. Winnicott
había indicado por escrito, para recordarlo en el mo-mento oportuno, la necesidad de hacer un comentario sobre su forma de trabajar con los padres de la pa-ciente. Lamentablemente, no llegó a redactarlo por extenso, pero sus notas cifradas permiten entrever sus sentimientos acerca de su relación profesional con
ellos. Rezan así: «Material disperso respecto de los padres —no terapia familiar —no asistencia por sepa-rado —psicoanálisis partagé (disperso). Ninguna de-fraudación de su parte, y no interfirieron.»
Hay también una nota en que se sugiere que tanto la participación de los padres como lo espaciado de las entrevistas, tuvieron como efecto el diluir la pose sividad, dejando libre el camino para que la relación de la paciente con sus progenitores se desarrollara como parte del proceso terapéutico en total. Los lec-tores apreciarán que, en el caso que nos ocupa, los
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pudres eran profesionales, y conocían el terreno psico terapéutico. Su colaboración fue decisiva para los re stiltados de la tarea.
La terapia duró dos años y medio, con encuentros poco frecuentes. En los intervalos, la paciente solía en-viar mensajes y dibujos, adjuntos a las cartas que des-
pachaban sus padres, para decir al Dr. Winnicott cómo se sentía. Era vital para la labor terapéutica que las visitas se concertaran a solicitud de la niña, y tal téc-nica cobraba la mayor importancia en el mantenimien-to de la relación. La intensidad de la transferencia no cedió, y se resolvió finalmente de un modo conmo-vedor y convincente para satisfacción de ambos.
Clare WinnicottR. D. Shepherd
Comité de Publicaciones Winnicott
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NOTA PRELIMINAR
Presentar este libro del difunto Dr. Donald W. Win-nkott constituye un privilegio y un honor. É l habíaredactado este detallado y fascinante documento clínico, conservándolo aparte durante varios años, sindecidirse a facilitarlo a otros lectores que no fuesenMis. Clare Winnicott y los padres de la pequeña quehabía tenido a su cuidado. Llegué a conocer el manus-crito, merced a una oportunidad que sólo un hombreromo Winnicott podía brindarme, un año antes de sumuerte, ocurrida en 1971. Las notas correspondientesa las largas discusiones que sostuvimos durante elverano de 1969 y nuestra subsiguiente correspondencia, que tenía por finalidad ayudarle en la preparacióndel libro para su publicación, han sido las líneas maestras a las que me atuve para editarlo en su nombre. Ensu mayor parte, lo que pudo haber hecho, y pensó hacer, de haber contado con el tiempo necesario pararevisar algunos pasajes y ampliar varias notas breves,ha permanecido irrealizado, para no modificar el formato ni el estilo que, en su origen, Winnicott pretendíadar a su contribución. Como quiera que fuese, es pro
bable que, tal como está, quede como ejemplo elocuente de una rara perspicacia clínica, e invalorable ilustración de la teoría y la técnica de uno de los máscreativos y destacados maestros del tratamiento psico-analítico, en su trabajo con un niño.
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Tal vez se deban mencionar algunos datos relativosa Winnicott, especialmente para aquellos lectores queno hayan tenido acceso a ninguna reseña biográficasuya. Hijo de padres auténticamente británicos y criadoen la abundancia, Winnicott se graduó en medicina poco después de los veinte años. Comenzó a ejercercomo pediatra en el Hospital de Niños de PaddingtonGreen, en Londres, y allípermaneció durante cerca decuarenta años, en el curso de los cuales estimaba habervisto, aproximadamente, 60.000 pacientes, entre madresy niños. A poco de haber iniciado su práctica pediátrica,
entró en contacto con Ernest Jones, quien le envió aanálisis con James Strachey. Por esos años, Winnicottescribió: «Estaba entonces en mis comienzos comoespecialista en pediatría, y es fácil imaginar cuán excitante me resultaba encontrarme ante infinidad decasos clínicos y obtener, por parte de padres sin cultura, miembros de las clases sociales que acuden a loshospitales, la confirmación de que todos podían nece
sitar de las teorías psicoanalíticas que estaban comenzando a adquirir un significado para mía través de la propia experiencia. En aquella época no había ningúnotro analista que fuese también pediatra, de modo quedurante dos o tres décadas fui un fenómeno aislado.»1
La fama y el reconocimiento mundial le llegaronen los últimos quince años de su vida. No había creadoescuela, ni lideraba un grupo de seguidores que difundieran sus enseñanzas. Logró ser reconocido gracias ala forma, modesta pero directa, y el estilo, sencillo pero inimitable, en que comunicaba sus descubrimientos. Oralmente o por escrito, daba vividos ejemplos,tomados de su actividad real —pruebas irrefutables desus conclusiones—, a los círculos científicos y a los
periódicos especializados en psiquiatría y psicoanálisis,1
1. "A Pe rson al View of the Kleinian C on tribu tion" . En: The
M aturational Processes and the Fac ilitating Env ironme nt. NL-wYork, International Universities Press; Londres, Hogarth Press,1965, p. 172.
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v, muy a menudo, a los círculos, mucho más amplios,de padres, trabajadores sociales, maestros y personas
interesadas en general en la educación, la salud mental y el cuidado de niños. Winnicott hizo historia enla ciencia de la naturaleza humana por el descubrimiento del significado de aquello que la gente sabía, pero cuya importancia para el desarrollo y la realización personal no se comprendía. Según una lista de suslibros y artículos publicados, en la cual no constan laslechas, sus títulos llegan a 190.2El detalle de los temasmás importantes de obra tan voluminosa, ocuparía porsí solo un tomo; pero es posible acceder a lo esencialde las aportaciones de Winnicott mediante la lecturade la introducción que Masud Khan redactó para lanueva edición de sus artículos completos, Through Paediatrics to Psycho-Analysis ( Por la pediatría, al psicoanálisis ) .3
Tras haber sido uno de mis maestros más estimados, Donald Winnicott fue, durante casi veinte años,
mi amigo y consultor. Como tenía la costumbre de pasar por Londres toda vez que iba a Europa para asistir al Congreso Internacional de Psicoanálisis, escribía Winnicott en junio de 1969, preguntándole si disponía de tiempo para recibirme y conversar conmigo antes de que nos encontrásemos demasiado ocupados porlas actividades previas al Congreso, camino de Roma.Me respondió inmediatamente, proponiendo una cita
tan pronto como hubiese llegado a Londres. Pero enel siguiente correo, el mismo día, recibí otra carta, enla que se leía:
«Tengo algunas noticias para usted. ¡Aunque nolo sepa, el 22 de julio, entre las dos y media y lascuatro menos cuarto de la tarde, me va a supervisar en presencia de los visitantes del pre-Congreso!
»Ello es debido a mi enfermedad, que determinó
2. Véase la bibliog rafía prep ara da po r el ed ito r en The Matura- tional Processes and the Facilitating Environment, cit.
3. Lo ndres, H og arth Press, 1975.
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que algunos de mis alumnos tuviesen que ir a otra parte en busca de supervisión; no he dado con ninguno que tuviese un caso adecuado para trabajar enese momento. De modo que pedí autorización para sersupervisado en voz pasiva y le estoy pidiendo que lohaga.
«Ofreceré una hora de análisis de niños, que proba blemente usted encuentre bastante horrorosa comotal, pero que llevará a la discusión. Aguardo la experiencia con entusiasmo. Cuando nos encontremos, le
informaré cualquier otra cosa que quiera saber, encaso de ser necesario. Tengo la esperanza de que selimite a hacer eso.»
Apenas llegué a Londres, una noche, tras una suntuosa cena que Clare había preparado para nosotros,Winnicott me habló de la representación que nos atañía, prevista para el 22 de julio como parte del Programa Científico del pre-Congreso ofrecido por la So
ciedad Psicoanalítica Británica. Cuando inquirísi habíaalgunas notas que pudiese leer para ponerme al corriente de las particularidades del caso, me dijo contono despreocupado que no hacía falta que perdierael tiempo en preparación alguna ni que ocupase mimente con otros detalles que aquellos que él iba aexponer, en los cuales debía basar mis observacionescomo supervisor y mi actividad como moderador en
la discusión abierta que tendría lugar en la reunión.Sólo después de un amable cambio de impresionesme entregó una copia mecanografiada de las notasrelativas al caso, del cual aún no había decidido quéaspecto presentar.
Al regresar al hotel, movido por mi preocupación por la posibilidad de que el público se sintiera decepcionado al no ver a Winnicott supervisando, como se
había anunciado —viéndolo en cambio supervisado, y por un colega menos conocido—, me apresuré a revisarlas páginas del manuscrito para conocer su contenidoy ver cómo podría llevarse la discusión. Como si hu-
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biese hallado un tesoro, mi emoción y mi deleite antelo que leí disiparon toda preocupación y me hicieroncontemplar la representación con anticipada alegría.
Ese manuscrito es el que se entrega al lector en estelibro.Los asientos del amplio anfiteatro estaban ocupa
dos en su totalidad, y quienes llegaron tarde tuvieronque conformarse con permanecer de pie. Según lalista de asistentes registrados, entre el público se contaban psicoanalistas de los cuatro rincones del mundo;tan sólo unos pocos eran ingleses, puesto que el Programa Científico del pre-Congreso estaba concebido
primordialmente en función de los visitantes de ultramar. Tras explicar por qué no iba a presentar unasupervisión propia y en cambio iba a ser supervisado
por mí, a su propio pedido, Winnicott, procedió, consu voz suave y su tono modesto, a exponer el caso yrelatar el trabajo que había hecho en el curso de la
primera sesión con la paciente. Una de las cuestionesque se discutieron en el subsiguiente coloquio fue la
de si el tipo de tratamiento que Winnicott describíacon el nombre de «psicoanálisis a pedido», con sus sesiones poco frecuentes e irregulares, era análisis o
psicoterapia. É l respondió llamando la atención sobrelo que había hecho con la transferencia y el inconsciente, y no sobre los acuerdos formales de la situaciónanalítica, ni sobre la frecuencia y regularidad de lassesiones. En el curso de la discusión, un espectadorimpaciente comentó, en un audible susurro: «Si hay
alguna duda de que se trata de un análisis, ¿cómo esque se sigue considerando el caso del Pequeño Hans 4como un clásico de la literatura psicoanalítica?» En su
propia introducción a este volumen, Winnicott se ocupade las ventajas del método «a pedido».
Lo cierto es que Winnicott ya había definido su
4. Fre ud , S. (1909), “Analysis of a Ph obia in a Five-Year-OldBoy”. Standard É di tion, 10:3-149. Londres, Hogarth Press, 1955.
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concepción del psicoanálisis en 1958,5 al decir: «Hesido invitado a hablar del tratamiento psicoanalítico
y, en compensación, un colega ha sido invitado a ha blar de la psicoterapia individual. Confío en que ambos partamos del mismo problema: ¿Cómo distinguir unacosa de otra? Personalmente, no me veo en condicionesde precisar la diferencia. Para mí la cuestión es: ¿Hatenido el terapeuta preparación analítica, o no?
«Tal vez nos resulte más provechoso contrastarnuestros dos temas con el de la psiquiatría infantil,
que contrastarlos entre sí. En mi ejercicio profesionalhe tratado miles de niños de ese grupo de edad [la-tencia] mediante técnicas de la psiquiatría infantil. Herealizado (en mi condición de analista) psicoterapiaindividual en algunos cientos de casos. También hesometido a cierto número de niños de ese grupo deedad a psicoanálisis; más de doce y menos de veinte.Los límites son tan imprecisos que me resulta imposible ser exacto.»
Unos años más tarde (1962),6 volvió sobre el tema;dijo: «Me divierto haciendo análisis y siempre piensocon ilusión en el fin de cada caso. El análisis por elanálisis mismo no tiene sentido para mí. Hago análisis
porque el paciente lo necesita y le hace bien. Si el paciente no necesita análisis, hago otra cosa. En cuantoal análisis, uno se pregunta cuál es el límite máximo de lo que es posible permitirse hacer. Por el contrario,
en mi práctica clínica la consigna es: ¿Qué es lo menos que se puede hacer?»
Concluye el mismo artículo con la siguiente declaración: «En mi opinión, nuestros objetivos en la aplicación de la técnica estándar no se ven afectados sillegamos a interpretar mecanismos mentales que corresponden a desórdenes de tipo psicótico y a niveles
5. "Child Analysis in the Laien cy P erio d”. En: The Maturational Processes and the Facilitating Environment, cit., p. 115.
6. "The Aims of Psycho-Analytical T rea tm en t”. En: The Matura-tional Processes and the Facilitating Environment, cit., pp. 166-170.
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primitivos en los estadios emocionales del individuo.Si nuestro propósito sigue siendo el verbalizar la con-
ciencia naciente en términos de transferencia, estamoshaciendo análisis; si no, somos analistas en el ejerciciode cualquier otra técnica que estimemos adecuada parala ocasión. ¿Y por qué no?»
Ishak Ramzy, M. A., Ph. D.Topeka, Kanscts, octubre, 1974
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INTRODUCCIÓ N
Este libro, que se presenta bajo mi nombre, estáescrito en parte por los padres de la niña apodada•The Piggle».1 Está compuesto por resúmenes de car-tas referidas a Gabrielle, redactadas conjuntamente
por ambos, y por mis notas clínicas, en un intento de brindar una descripción detallada de las entrevistas psicoanalíticas. He agregado comentarios, pero no lossuficientes —así lo espero— para impedir al lectorhacerse una idea personal del material y su evolución.
Surge la cuestión de si es o no correcto publicarlos detalles íntimos de un análisis, pero el hecho deque en este caso la paciente tuviese dos años y cuatromeses de edad al comenzar el tratamiento hace másfácil la decisión. También, asumiendo parte de la res-
ponsabilidad, sus padres han considerado que el tomarconocimiento de la publicación de esta descripción no
dañará a Gabrielle cuando sea mayor.12 No aseveraría que el tratamiento haya terminado.Siempre me resulta difícil considerar completo un tra-tamiento cuando el paciente es tan joven que el pro-ceso de desarrollo en sípuede tomarse por un comienzo
1. En Inglaterra, el apodo "Piggle" es un término cariñosoempleado frecuentemente en el trato con niños pequeños.
2. En fecha posterior, la mad re ofreció unos pocos com enta-rios a la transcripción, no destinados a la publicación. Algunosde ellos se incluyeron finalmente en el libro.
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de éxito analítico. En este caso es dable apreciar queal principio la enfermedad de la niña domina la escena,de modo que es fácil atribuir la mejoría clínica al
trabajo realizado en análisis. Con el tiempo, sin em- bargo, la niña comienza a liberarse de las pautas de larígida organización defensiva que constituye la enfer-medad, y entonces se hace muy difícil distinguir entremejoría clínica y desarrollo emocional, entre el trabajorealizado en tratamiento* y el proceso de maduraciónque entonces encuentra trabas.
Los padres entraron en contacto conmigo en enerode 1964, cuando Gabrielle tenía dos años y cuatro me-ses. Vi a Gabrielle catorce veces, «a pedido», comenzan-do a sus dos años y cinco meses. Tenía cinco años enocasión de la decimocuarta sesión.
En este análisis, debido al hecho de que la niña vivíaa considerable distancia de Londres, el tratamiento fuehecho «a pedido», y ello afectó a la finalización delmismo. No hay razón alguna por la cual el método«a pedido» no debe ser continuado e incluir, tal vez de
tanto en tanto, fases de tratamiento intensivo. El lejanofuturo no se puede predecir —y tampoco es necesa-rio—. Se verá, no obstante, en esta relación, que elanalista es más propenso a la tolerancia en lo referentea la sintomatología de la niña, que los padres, quienestienden, una vez iniciado el tratamiento, a ver en laaparición de síntomas, invariablemente, un indicadorde que la pequeña debe regresar a la consulta. Una vezque un niño se pone en tratamiento, se pierde de vista
la rica sintomatología de todos aquellos a los que secuida en sus propios satisfactorios hogares. Es posibleque en realidad el tratamiento perjudique algo tanvalioso como la capacidad del medio doméstico paratolerar y hacerse cargo de los estados clínicos del niñoque revelan tensión e interrupciones temporarias enel desarrollo emocional, o que perjudique inclusive el propio desarrollo.
A este respecto, el método «a pedido» tiene venta-22
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jas sobre el de sesión diaria cinco veces por semana.Por otra parte, no se debe creer que un compromisosea de gran valor; o bien el niño debe analizarse sobrela base de una sesión diaria, o bien debe ser visto a
pedido. Los tratamientos de una-vez-a-la-semana, quese han convertido casi en un compromiso aceptado, sonde dudosa utilidad, puesto que decaen entre una y otrasesión e impiden que se realice un trabajo verdaderamente profundo.
El lector puede llegar a la conclusión de que el
estado clínico de esta niña es correctamente descritoen las cartas que los padres escribieron entre horasde tratamiento. Es posible ver en ellas, que fueronredactadas sin el menor propósito de publicación, sencillamente para informar al analista, que la enfermedad de Gabrielle adquirió rasgos más precisos y unaorganización más clara como dolencia tipo después del
primer par de sesiones. Luego, poco a poco, las carac
terísticas fueron haciéndose en cierta medida más difusas, dando paso a una serie de estadios de maduración que debían volver a manifestarse a pesar de habersido satisfactoriamente superados en la infancia deGabrielle; por ejemplo, antes del embarazo de la madre. Es, sin embargo, a partir de la descripción deltrabajo psicoanalítico que el lector puede observar loesencialmente saludable de la personalidad de estaniña, cualidad que siempre resultó evidente para elanalista, aun cuando clínicamente y en el hogar la pequeña estuviese realmente enferma. Ello dio un im pulso al tratamiento, claramente visible desde los comienzos e indudablemente reforzado por la confianzade los padres y de la paciente en el analista. Los detalles del trabajo demuestran que, desde el principio,Gabrielle iba a trabajar, y que cada vez que acudía altratamiento llevaba un problema que estaba en con
diciones de exponer. En todas las ocasiones el analistatuvo la impresión de ser informado por la niña de un
problema específico, si bien hubo muchas áreas de
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juego indeterminado o conducta o conversación en lascuales parecía faltar orientación. Esas fases de juego
indeterminado constituían a todas luces un rasgo im- portante para extraer del caos un sentido, el de ladirección del desarrollo, y la niña alcanzaba, a travésde ellas, a experimentar una sensación de auténticanecesidad, la necesidad que la había impelido a pedirotra sesión. He dejado intacto adrede el material im- preciso en su forma original, tal como lo recogí en elmomento de tomar las notas.
D. W. Winnicott, F. R. C. P.
22 de noviembre, 1965
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LA PACIENTE
EXTRACTO DE LA PRIMERA CARTA DE LOS PADRES, ESCRITA POR LA MADRE
Enero, 4, 1964
«¿Dispone usted de tiempo para ver a
nuestra hija Gabrielle, que tiene dos añosy cuatro meses? Tiene problemas, que lamantienen despierta por las noches, y aveces parecen afectar el conjunto de suvida y su relación con nosotros, aunqueno siempre.
»He aquíunos pocos detalles.»Es difícil describirla como un bebé;
parece en muchos aspectos una personaadulta, y da la impresión de poseer gran-des recursos interiores. Hay poco que in-formar acerca de la alimentación; apa-rentemente, se realiza sin dificultades ycon naturalidad; así fue el destete. Fue amamantada hasta los nueve meses.1 Te-nía un gran sentido del equilibrio: raravez se cayó, al aprender a caminar, yrara vez lloró al caerse. Desde los prime-
1. La curs iva m e perten ece . D. W. W.
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ros tiempos, evidenció sentimientos muyapasionados hacia su padre, y fue en cier-
to sentido despótica con su madre.»Tuvo una hermanita (actualmente de
siete meses) a los veintiún meses; yo con-sideraba que era demasiado pronto. Y tan-to esto como (se me ocurre que también)nuestra ansiedad al respecto2 parece ha- ber dado lugar a un gran cambio en ella.
»Se aburre y se deprime con facilidad,cosa que antes no sucedía ostensiblemen-
te, y ha cobrado de pronto gran concien-cia de sus relaciones y especialmente desu identidad. La fuerte angustia y losabiertos celos de su hermana no duraronmucho, si bien la angustia fue muy in-tensa. Ahora ambas se encuentran recí-
procamente muy divertidas. Hacia su ma-dre, cuya existencia había dado la impre-sión de ignorar, Gabrielle muestra una
mucho mayor calidez, aunque a veces,también, manifieste más resentimiento.Adquirió muy evidentes reservas respectode su padre.
»No intentaré darle más detalles sobreel particular, sino referirle las fantasíasque la llevan a llamarnos a gritos hasta
bien entrada la noche.»Tiene una mamá y un papá negros. La
mamá negra se le presenta por la nochey dice: ‘¿Dónde están mis yams?' (‘Yam'=comida. Se señala las tetillas, las llama‘yams’ y las estira, buscando agrandarlas.)A veces la mamá negra la pone en el váter.La mamá negra, que vive en su vientre, ycon la cual se puede hablar por teléfono,se enferma con frecuencia, y es difícil quemejore.
La enfermedad descripta
clínicam ente
2. No supe hasta m ucho más tarde que la propia m adre había pasado p o r la experiencia de te n er un h erm ano a esa m ism a edad.D. W. W.
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»E1 segundo producto de la fantasía, deaparición posterior, es el ‘babacar’. Cada
noche grita: ‘Habladme del babacar, decidme todo acerca del babacar’. La mamáy el papá negros suelen estar juntos en el
babacar-, o algún hombre solo. Muy detanto en tanto se manifiesta una ‘Piggle’negra (llamamos ‘Piggle’ a Gabrielle).
«Hubo una época, ya pasada, en que searañaba el rostro gravemente todas lasnoches.
«Muchas veces se la ve enérgica y es
pontánea y llena de vida, pero en estaocasión decidimos pedir su ayuda paraque no se fije ni se endurezca como única
posibilidad de hacer frente a su angustia.»
EXTRACTO DE CARTA DE LA MADRE
«Las cosas no han mejorado en ningúnsentido desde que le escribí. Ahora esrara la vez en que Piggle se concentra enel juego; es difícil inclusive que acepteser ella misma: es el ‘baba’ o, más frecuentemente, la mamá. ‘La Piggah se fue,fue al babacar. La Piggah es negra. Lasdos Piggahs se encuentran mal. ¡Mamá,quéjate del babacarV
«Le dije que había escrito al Dr. Win-
nicott ‘que entiende de babacar es y ma-más negras’; desde entonces ha cesado suruego nocturno: ‘Habladme del babacar’. Dos veces me pidió, de modo imprevisto:‘Mamá, llévame donde el Dr. Winnicott.’»
Un estado clínico
degenerativo
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PRIMERA CONSULTA
(Febrero, 3 , 1964)
Los padres trajeron a la niña y empe-zamos por pasar un rato juntos en el
consultorio. Gabrielle se veía preocupada,y me parecía evidente que había venidodispuesta a ponerse a trabajar tan prontocomo traspusiera la puerta.
Llevé a los tres a la sala de espera yluego intenté hacer regresar a Piggle ami despacho. No estaba completamentedecidida a recorrer ese trayecto, y al atra-vesar el corredor dijo a su madre:
«¡Soy demasiado tímida!»Por esta razón, hice pasar a la madre
con ella, con la recomendación de que notratase de ayudar en absoluto; volvió asentarse en el diván con la niña a sulado. Yo ya había hecho amistad con elosito de felpa que estaba sentado en elsuelo junto el escritorio. Ahora me encon-
traba en la parte trasera de la habitación,entreteniéndome en el suelo con los ju-guetes. Dije a Piggle (a quien en realidadno alcanzaba a ver): «Trae el osito aquí,quiero mostrarle los juguetes». Trajo el
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oso de inmediato y me ayudó a mostrarlelos juguetes. Luego comenzó a jugar ella,dedicándose fundamentalmente a apartar
trozos de trenes del desorden general.Repetía: «Encontré un... (lo que fuese)».Al cabo de cinco minutos, la madre saliódiscretamente a la sala de espera. Dejamos la puerta abierta; era importante
para la niña, que observaba los preparativos. Entonces comenzó algo que fue dicho una y otra vez: «Aquíhay otro uno...y aquí hay otro uno.» La frase aludía las
más veces a camiones y locomotoras, perono parecía muy preocupada por el ob- peto a que se refiriera. Por consiguiente,lo tomé como mensaje y dije: «Otro bebé.El Bebé Sush.» 1Fue ostensible que habíasido la observación correcta, puesto queen ese momento empezó a hablarme dela época en que había llegado el BebéSush, tal como ella la recordaba. Dijo losiguiente: «Yo era un bebé. Estaba enuna cuna. Estaba dormida. Sólo tenía el
biberón.» En ese instante hubo algo acerca del lamer, como esperaba, y pregunté:«¿Dijiste que estabas lamiendo?» «No, noestaba lamiendo», respondió. (En realidad, según supe más tarde, nunca habíatenido biberón, pero se lo había visto al
bebé.) Insistí: «Y entonces hubo otro bebé», instándola a proseguir con la his
toria del nacimiento.Cogió un objeto redondo con una porción central saliente que en un tiempohabía correspondido al eje de un carrua
je, e inquirió: «¿De dónde viene esto?»Contesté en referencia a la realidad: «¿Yde dónde vino el bebé?» Replicó: «Lacuna.» Llegados a ese punto, tomó un
1. Así es cómo Gabrielle llam a a su herm anitameses.
Estableciendocomunicación
Susan, de ocho
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pequeño muñeco que figuraba un hombrey trató de colocarlo en el asiento del con-ductor de un coche de juguete. No cabía porque era demasiado grande; intentó ha-cerlo pasar por la ventanilla y por otrosmuchos lugares.
«No entrará; se traba.» Cogió a conti-nuación un palillo, lo introdujo en laventana y comentó: «El palillo entra.»Dije algo acerca del hombre poniendo algodentro de la mujer para hacer un bebé.Me hizo saber: «Tengo un gato. La pró-
xima vez traeré el gatito, otro día.»En ese punto quiso ver a su madre y
abrió la puerta. Mencionó algo referidoa hablar con el osito. Había cierta ansie-dad a la que tenía que hacer frente. Hicela tentativa de verbalizarla: «Estás asus-tada; ¿tienes sueños que te asusten?» Res-
pondió: «Sueño con el babacar.» Esa erala palabra que ya su madre me había he-
cho saber, relacionada con el bebé, elBebé Sush.
Para entonces, Gabrielle había quitadola cinta al cordero de juguete y la habíacolocado en torno de su propio cuello.Parece ser que pregunté qué comía el ba-
bacar. Su respuesta: «No sé. Tengo un...azul... oh, no, eso era un globo.» (Habíallevado consigo un globo desinflado y, en
efecto, el juego había comenzado por unainfructuosa manipulación de ese elemen-to al que ahora se refería.)
Levantó una bombilla eléctrica sobrecuya superficie opaca había sido dibu-
jado el rostro de un hombre. «Dibujahombrecito», dijo. Volvía dibujar un ros-tro de hombre sobre la bombilla. Reco-gió unas pequeñas cestas plásticas para
fresas; preguntó: «¿Puedo poner estodentro?» Comenzó a guardar todo en ca- jas muy pausadamente. Había un sinfín
Ansiedad...
c a m b i o
d e t e m a
C o n t a c t o c o n
s u m a d r e ...
alivio
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de pequeños objetos y aproximadamenteocho cajas, de una a otra clase. Le hice elsiguiente comentario: «Estás haciendo be-
bés como si cocinases, mezclándolo todo.»
Sus observaciones fueron del tipo de:«Debo poner orden. No debo dejar el lu-gar desordenado.»
Finalmente, absolutamente todo, hastalas menores minucias, fue empacado enlas seis cajas. Me preguntaba cómo hacerlo que tenía que hacer y, con bastante poca discreción, aludí a la mamá negra:«¿Alguna vez te enfadaste con la mamá
negra?» Yo vinculaba la idea de una mamánegra con su rivalidad con su madre,debida a que ambas amaban al mismohombre, papá. Era muy claro que se ha-llaba profundamente unida a su padre,y me sentí bastante seguro al hacer lainterpretación. En algún nivel debía seracertada.
Cuando hubo puesto todo a un lado, Negacióndijo: «Me gustaría ir a buscar a papá y ¿Le ia confusión mamá.» Al dirigirse a la sala de espe-ra, agregó: «He puesto orden.»
Mientras ocurría todo esto, Gabrielle mehabía ayudado a poner todos los juguetes bajo el estante, incluido su propio osito,y ambos volvimos a atar la cinta en tomodel cuello del cordero.
Entonces me entrevisté con la madre,en tanto el padre cuidaba de la niña en
la sala de espera.
ENTREVISTA CON LA MADRE
La madre aseveró que la salud de laniña se había resentido en los últimostiempos. No era traviesa y se portabaamablemente con el bebé. Resultaba difí-
cil expresar el problema en palabras.32
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Pero no era ella misma. En realidad, senegaba a ser ella misma, y decía: «Soy
la mamá. Soy el bebé.» No quería que sedirigiesen a ella como tal. Parloteaba envoz alta como si se tratara de otra persona. Cuando hablaba en serio, ahuecabala voz. De bebé, Piggle era extraordinariamente independiente y segura de suinfluencia. Al nacer Susan, la madre tomóconciencia de inmediato de que Pigglenecesitaba mucha más atención. Habíauna canción2 asociada con la época anterior al nacimiento de la hermanita; los padres la habían cantado hacía poco y ellahabía llorado amargamente, diciendo:«Basta. No cantéis esa canción.» (Estando conmigo, había tarareado una melodía y se había mostrado satisfecha aloírme comentar: «Los barcos que vienennavegando.» Supe que la canción se lahabía enseñado su padre.)
La que rechazaba era una canción alemana con letra inglesa que, con toda evidencia, se hallaba estrechamente relacionada con la íntima relación de la madrecon su bebé. El idioma natal de la madreera el alemán; el padre es inglés.
Volviendo sobre la mamá negra y el ba- bacar, hay detalles que no comprendíconclaridad. Las pesadillas de la niña podíanreferirse a un babacar, y también a untren.
Esta niña no había sido preparada paracontrolar los esfínteres, pero al llegar elnuevo bebé aprendió sola en una semana.Era uno de esos niños que no hablaban
Descripción poste rior
de la enfer-
medad
2. Nota de los padres: "Convertimos una vieja tonad a en unacanción de cuna, con el estribillo «...y la mamá y el papá estarán
aquí...» (po r ejem plo, mien tras la niña duerm e). Du rante muchotiempo, cuando alguien tarareaba la tonada, sus ojos se llenabande lágrimas. Ahora cambiamos la letra (la canción original es dedespedida); a veces le gusta, a veces dice «¡Basta!»."
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ha sta que, de improviso, se ponen a hab larsin dificultad. Solía jugar todo el tiempo,
pero desde el cambio comenzó a echarseen su cuna y succionarse el pulgar sin jugar. Su equil ib iro había sido siem preexcelente, pero desde el cambio habíaempezado a caerse y llorar y hacersedaño. Era despótica. Su madre no erasino alguien que estaba allí para cum-
p lir sus órd enes. Desde los seis mesesadoró al padre; a esa edad dijo: «¡Papá!»Pero pronto olvidó la palabra, o perdió
la capacidad de usarla. Desde el cambio,dio la impresión de ver a su madre comouna persona distinta y le tomó afecto, ala vez que se hacía más reservada respecto de su padre.
Unos días más tarde, en una conversa-ción telefónica con la madre, supe quedespués de la consulta, la Piggle se había
perm it id o, por prim era vez desde el na-
cimiento de la hermana, ser un bebé envez de protestar constantemente. De he-cho, se había acomodado en el cochecitocuna y había tomado innumerables bibe-rones. No obstante, no toleraba que nadiela llamase «Piggle». Era el bebé o la ma-dre. Las «Piggles» eran malas y negras.«Soy el bebé.» La madre creía percibirque Gabrielle no estaba demasiado angus-tiada. Había encontrado una forma desimbolizar sus experiencias, según elladecía. No parecía capaz de ver los aspec-tos positivos de la aptitud de la niña paraPor otra parte, tenía razón al no sentirresolver cosas med iante procesos internos,se satisfecha con esa situación.
Piggle se echaba en la cama y llorabasin saber por qué. Cuando se iban, dijo:«El b ab acar» , como si hubiese olvidado
algo. Luego agregó: «El Dr. Winnicott nosabe de babacares... del babacar.» Comen
Confianza en el analista
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tó también que el osito quería volver aLondres y jugar con el Dr. Winnicott, pero ella no. Dicho sea de paso, había
estado a punto de dejar el osito entre losdemás juguetes, pero a último momentolo recordó y se lo llevó a su casa. Escomo si se lamentase constantemente deno haber sido capaz de hablar al Dr. Win-nicott acerca del babacar. Los padres sevieron obligados a revivir la agonía detensión que ella había atravesado en rela-ción con la mamá negra y el b a b a c a r has-
ta que «algo se quebró». La madre no co-nocía el origen exacto del babacar, peroestaba ligado al negro, mamá negra, yonegro, gente negra. En medio de situacio-nes felices, Gabrielle se mostraba de im-
pro viso preocupada y decía: «El baba-
car», con lo cual lo echaba todo a perder.Esto es coherente con la idea de que, aquí,el negro significa que ha entrado el odio
(o la desilusión).Hay otro detalle, el de que a veces la
madre debe caer y hacerse daño, paraque entonces Piggle la alivie. Ello muestraaún más a las claras, si fuese necesario,que el odio y el amor a la madre aparecensimultáneamente, y que Piggle es capazde valerse de su madre agresivamente.También ha de ser capaz de concluir que
caer es quedar embarazada. Así, se incluyela agresión del padre.
COMENTARIOS
Siento que la entrevista y el informe dela m adre justificaron el que hubiese tom a-do el término «tímido» como palabra cla-
ve. La paciente estaba en el proceso deelaboración de una nueva relación con lamadre, en la cual cupiese el odio debido a
Desilusión
Ambivalencia
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su amor al padre. Su amor al padre, deseis meses, no fue asimilado en el conjun-to de su personalidad y yace a un lado de
la relación con la madre, quien, por esaépoca, aún era un objeto subjetivo.3
El cambio vinculado con el nacimientode la nueva niña trajo consigo ansiedad yuna falta de libertad en el juego, así comotambién pesadillas. No obstante lo cualacarreó cierta aceptación de la madrecomo persona distinta y, por consiguiente,el establecimiento de sí misma con una
identidad y con un fuerte lazo con su padre. Es de presum ir que la «mamá ne-gra» sea un vestigio de su noción subjeti-va preconcebida de la madre.
Al volver sobre los detalles de la con-sulta, se me ocurre que lo más importan-te tuvo lugar al principio. Esto es, cuandoPiggle respondió a mi interpretación acer-ca de «otro bebé» afirmando su posición
de bebé en la cuna y prosiguiendo con pregunta s a propósito del problem a delorigen de los bebés. Ello evidencia unamadurez no siempre tan claramente de-mostrable a los dos años y cinco meses.
Los que siguen son algunos de los pun-tos importantes, a destacar, de esta con-sulta:
1. «Soy tímida» es la prueb a de un
ego fuerte y organizado, y de la institu-ción del analista como «persona papá».
2. Las dificultades comen zaron con lallegada de un nuevo bebé, lo cual forzó
un desarrollo prematuro del ego de laPiggle.
3. Resp ecto del térm ino "ob jeto subjetivo", véase W innicott
(1971), Plaving and Reality, Londres, Tavistock Publications, p. 80.[Hay edición castellana: Realidad y juego, Gedisa, Barcelona, 1979.]Véase también The Maturational Processes and the Facilitating Environment, Nueva York, International Universities Press; Londres, Hogarth Press, 1965, pp. 180-181.
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No estaba preparada para la sim ple am-
bivalencia .3. Ind icación de elem entos de locura:
babacar, sistem a re negro, etc., pesadillas.4. Facilidad de com unicación.5. Solución tem po raria po r regresión
al bebé en la cuna.
CARTA DE LOS PADRES,
ESCRITA POR EL PADRE
«Fue muy amable por su parte el reci- birnos; y fue de gran ayuda su llam ada precisam ente cuando nos estábam os pre-guntando cuál sería la mejor forma de co-municarnos con usted.
»Como usted ya sabe, el día siguiente a
aquél en que le vio, la niña lo pasó enel cochecito, succionando un biberón. Yono percibí que eso la satisficiera, y pron-to renunció a su propósito. Ahora es, al-
ternativamente, la Gran Mamá (una muyindulgente) y el bebé, pero nunca ellamisma; no nos permite siquiera llamarla p o r su nom bre. ‘La Piggah’ (dice) ‘s’a ido.
Es negra. Las dos Piggahs son negras.’»La hora de acostarse sigue siendo muy
difícil; suele despertar a las nueve o diez,‘por el babacar’. Durante el día, en dosocasiones, tras haber pasado un rato agra-
dable, ha dicho: ‘Llora M am á’ — ‘¿Po rqu é?’ — ‘Po r el babaca r’. Los baba ca resaparecen por lo general vinculados conla mamá negra; pero en los últimos días, por vez prim era, una m am á buena entró
en escena. La vocecita más bien ansiosay gazmoña, que no parece suya, no de-muestra gran cosa. La emplea principal-mente para hablar de su baba —su muñe-
ca, no su hermana. Con Susan, su herma-na (‘el Ba b a S u sh ’) t iene una buena reía
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ción: da la impresión de ser auténticamen-te compasiva con ella, a pesar de ocasio-
nales maltratos, y hacen ruidos desagra-dables en compañía, para gran regocijo de
ambas. Repitió en varias oportunidades,como con pesar, que el Dr. Winnicottno sabe nada del babacar, y dijo: ‘No
me llevan a Londres’. También hubo algoacerca de haberle proporcionado infor-
mación falsa, diciéndole que había viaja-do en coche [viajó en tren; aunque pue-do haberme equivocado al no preguntar-
le]. Luego el tema no se volvió a tocar du-rante varios días, hasta cuando no pudorecordar una canción y me pidió que lellevara a ver al Dr. Winnicott: al día si-guiente me pidió que no lo hiciera. Luegose entretuvo en reunir carretadas de ju-guetes para traer a Londres, para ‘jugary conversar’. En los últimos días tuve que
ser la Piggah, y ella la Mamá: ‘Te llevaré
al Dr. W. Di que no.’ — ‘¿Por qué?’ —
‘Porque necesito que digas que no.’»Los últimos dos o tres días me pidió
con mucha insistencia que la llevase alDr. W.; la primera vez fue cuando co-menté que se la veía triste y ella aseguró
que había estado triste toda la mañana:‘Llévame al Dr. W.’ Le dije que esc ribi-ría para hacerle saber al Dr. W. que esta-
ba triste. Tras una pesadilla, anoche (re-
ferida al babacar, la mamá negra que que-ría sus ya m s y ponía a Piggle negra y conel cuello rígido) dijo: ‘El b a b a c a r estáite.’ Inqu irí qué significaba ‘ite ’ y me res-
pondió que se lo explicaría al Dr. W. Hayuna nueva fantasía que ella repite con m u-chas variantes, acerca de que todo el mun-do va a chapotear, chapotear en el barro,o en ‘brrroooo’.
»Sigue mostrándose con frecuencia apá-tica y triste, pero ha estado jugando más
Negativa
transferencia
resistencia
Ambivalencia
en transferen-
cia
Reflejo del
desorden de los
ju guete s
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y ha recobrado cierto interés por las co-
sas, cosa que encontramos alentadora.
«No ha dejado de actuar con mucha re-serva en relación con su padre, compa-rando su conducta con la de antes denacer Susan; parece ser que sólo puede
manifestar ternura cuando es un bebé.Cada vez que le sucede algo inquietante,o nuevo, o hace algún descubrimiento,afirm a que eso le ha ocu rrido an tes, ‘cuan-
do era un bebito en mi cuna’. Acertamos
a oírle por la noche, llamando a su bebéy hablándole con gran ternura.
»Creo que tenía usted razón al decir quehabíam os sido dem asiado ‘inte ligen tes’ al percibir su angustia. Nos sentim os muy
comprometidos y culpables por no haberevitado tener otro bebé tan pronto y, dealgún modo, su desesperado ruego noc-turno —‘Habladme del bab ac ar’— nos
pone en el apuro de decir algo signif ica-tivo.«Nunca le hemos hablado a usted de
cuando era bebé; daba la impresión deser notablemente sosegada y segura desí, de tener autoridad dentro de su mun-do. Tratamos por todos los medios, se me
ocurre que con éxito, de evitarle inciden-tes que hicieran su mundo demasiadocomplicado. Cuando nació Susan, Gabrie
lle se vio de algún modo arrojada fuerade su molde y separada de sus fuentes
de nutrición. Nos resultó muy dolorosoverla tan disminuida y reducida, y ellaha de haberlo percibido. Hubo tam bién un período de tensión en tre nosotros dos
[los padres].«Si bien, como usted dice, no se las
arregla del todo mal, no parece haber
hallado realmente el camino de regresoa sí misma. Pensamos que le gustaría veralgunas fotos clásicas, que tal vez le den
Recuerdo de
madre
pream biv ale nte
y reproche
a la madre real
presente
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una idea más precisa que cualquier des-cripción de nuestras impresiones.»
CARTA DE LA MADRE
«Me gustaría hacerle llegar unas pocasnotas más, antes de que vea a Piggle.
«Aparentemente, se las apaña bastante bien y ha llegado a com prender cosas muyrazonablemente y con considerable triste-
za. Oído en la cama: ‘No llores, bebito ,el Baba Sush está aquí, el Baba Sush estáaqu í.’ Dice qué lindo es ten er un a h erm a-na y todo eso; pero intuyo que lo estáconsiguiendo a un costo muy alto paraella.
»Pasa gran parte de su tiempo ordenan-do y limpiando y lavando... especialmentelavándolo todo bajo el sol. Por otra parte,
no juega mucho y suele estarse sin hacernada y un tanto triste. Consume bastan-te tiempo en poner cómodo a su baba[una muñeca, una figura altamente ideali-zada].
»Hace ‘trav esura s’ con m ucha m ás fre-cuencia; por ejemplo, da puntapiés y chi-llidos al ir a la cama, etc. Cuando se en-fada, es habitual que ceda al fantasma y
se apresure a decir: ‘Soy un bebé, soy un bebé’; tiene grandes dif icultades para irsea dormir por la noche, asegura, ‘debido al
babacar’.
»E1 babacar ‘lleva negrura desde míhasta ti, y entonces me asusto de ti’. ‘Es-toy asustada de la Piggah negra ’ y ‘Soym ala’ han surgido m uy a menud o en losúltimos tiempos. (No tenemos por cos-tumbre decirle que es una niña mala nininguna otra cosa de ese tipo.) Tiene mie-do de la mamá negra y de la Piggah ne-gra; afirma: ‘Porque me ponen negra’.
Desarrollo
del ego
en la
capacidad
ser traviesa
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»Ayer me dijo que la mamá negra mehabía arañado el rostro, me había arran-cado los yams, ensuciado y asesinado con‘b r r r r ’. Comenté que debía de esta r sus-
pirando por tener nuevamente una m adremuy limpia. Me aseguró que tenía unacuando era un bebito.
«Parecía muy satisfecha de que ustedle fuese a recibir. A veces, cuando se vecon problemas, habla de llamar al Dr.Winnicott. Sigue jugando: ‘Tú eres Piggle,yo soy la mamá, te llevaré al Dr. Winni-cott, ¡di que no!' — ‘¿Por qu é?’ — ‘Parahablarle del b ab acan d le’ (en vez de ba- bacar, con una sonrisita furtiva, como si
disfrazase b ab a ca r).
»(De paso sea dicho, a veces es difícilentenderla; no puede pronuncia la ‘R’.Dice ‘Yom ano’ por ‘Rom ano ’.)
«Constituye un gran alivio para noso-tros el que usted la vea. Creo que el saber
que usted se ocupa del problema ha te-nido por efecto el que nuestra conductase hiciese, por así decirlo, más natural,menos forzadamente tolerante con ella,lo cual parece haber sido bueno.
«Habla de ir a verle, de contarle algoacerca del babacar. Ahora el babacar, a
juzgar por las apariencia s, traslada negru-ra de una persona a otra.»
EXTRACTO DE CARTA DEL PADRE
«Un religioso amigo mío, muy pater-nal, vino a tomar el té hace unas semanasy Piggle se mostró muy tímida. Ayer, ha-
blando de él, dijo: ‘Fui muy tím ida’; yagregó que él era ‘un ho m bre m uy pa pá’(las palabras que había usado para des
Referencia a
la madre
pream biv alente
subjetiva
Disminución
de la ansiedad
de los padres
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cribirle previamente), y eso podía hacerque la gente se sintiera tímida. Se quedócallada y al cabo de un largo rato dijo:
Dr. W innicott’, pa ra volver a sum irse enel silencio. Eso fue todo.»4
4 - M ás t ar de se c onfirm óooy tím ida . que la clave de la primera sesión era
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SEGUNDA CONSULTA
(Marzo 11 , 1964)
Piggle (dos años, cinco meses) llegó ala puerta con su padre (madre en casacon Susan) y tomó posesión de inme-diato. Quería pasar al consultorio, peroeso hubo de ser pospuesto, de modo que
entró con su padre a la sala de espera.Allí, el padre y ella trabaron conversación.Es probable que él le leyera algo de unlibro. Cuando estuve en situación de aten-derla, entró con absoluta displicencia y sedirigió sin vacilar al lugar en que se halla-
ban los juguetes, detrás de la puerta , en lamitad posterior de la habitación. Cogió un pequeño tren y lo nom bró. Luego apartóla única cosa nueva que había, una copaanatómica para baño de ojos, de color
azul.«¿Qué es esto?» Entonces se interesó
po r el tren: «Vine en tren. ¿Qué es esto?»Volvió a decir: «Vine en tren». En re ali-dad, su modo de hablar resultaba claro
para sus padres, que entendían su lengua- je, pero a mí me sonaba un tanto extraño.Luego cogió la bombilla eléctrica amari-
lla con la que habíamos jugado la vez an-terior y en la cual había dibujado un ros
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tro. Pidió: «Haz que esté m areado» , ytuve que agregar una boca. A continua-ción tomó un cubo lleno de juguetes y
lo vació. Alzó una pieza redonda con elcentro perforado, venido de Dios sabe
dónde.«¿Qué es esto? Yo no tengo uno así.»
Cogió un pequeño camión y preguntó:«¿Qué es esto? ¿Sabes algo sobre el babacar?» Le pedí dos veces que me dijese quéera, pero fue incapaz de responder. «¿Fueel cochecito de la Piggle? ¿Es el cochecito
del bebé?» Entonces interpreté. Asumí elriesgo. «Es el interior de la madre, dedonde salió el bebé.» Se mostró aliviada ydijo: «Sí, el interior negro.»
Como si se debiera a lo que acababa deafirmar, cogió el cubo y lo llenó hasta lostopes de juguetes. Traté de averiguar qué
buscaba m anifestar in terpre tando el he-cho de diversas maneras. (Siempre hacía
algún gesto indicador de lo que opinabasobre mis palabras, bueno o malo.) La in-terpretación que pareció surtir mayorefecto fue aquella según la cual se tra-taba de un estómago de Winnicott, node un interior negro. Mencioné algo rela-tivo a ser capaz de ver qué entró y recor-dé que en la sesión anterior yo había ha-
blado en térm in os de hacer un bebé me-diante el trámite de llenar el cubo, másallá de toda codicia. Puesto que había de-masiadas cosas en el cubo, siempre caeríaalguna. Se trataba de un efecto planeadodeliberadam ente. Inte rpre té qu e ese era elsignificado de estar mareado, como ellame había ihdicado al hacerme dibujar la
gran boca en la parte superior de la bom-
billa . Comenzaba a ver qué ocurría:
Yo: W innicott es el bebé de Piggle; esmuy goloso porque quiere a Piggle, su
Clave de la
sesión
Fecundación
oral
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madre, mucho, y ha comido tanto que
está mareado.Piggle: El bebé de la Piggle ha comido
demasiado. [Entonces dijo algo acercade venir en el nuevo tren a Londres.]
Yo: La cosa nueva que quieres tiene quever con el bebé Winnicott y la mamáPiggle, con el amor de Winnicott porPiggle [m ad re ], el com erse a Piggle yel estar mareado.
Piggle: Sí, así es.
Podía decirse que el trabajo corres- pondiente a la sesión estaba hecho.
Ahora había que jugar con la cara. Se pasó la lengua por los labios: la im ité,de modo de comunicarnos respecto delhambre y el gusto y los ruidos hechoscon la boca, respecto de la sensualidadoral en general. Fue satisfactorio.
Dije que tal vez estuviese oscuro dentro.
¿Estaba oscuro el interior de su estó-mago?
Yo: ¿Da miedo lo oscuro?Piggle: Sí.Yo: ¿Sueñas con ser negra por dentro?Piggle: Piggle asustada.
Hubo entonces un momento en que Pig-
gle se sentó en el suelo y se puso muyseria. Finalmente, dije: «Te gusta ver aWinnicott». «Sí», respondió.
Pasamos un largo rato mirándonos.Luego volvió a poner más juguetes en elcubo, así que el mareo fue actuado nueva-mente. Me dio la bombilla eléctrica.
Comunicación
no verbal e
interpretación
Consolidación
de la
transferencia
Piggle: Ponle más ojos y más cejas.
Ya estaban indicadas con mucha clari-dad y las destaqué aún más. Entonces co
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gió otra caja y la abrió. Dentro, encontróanimales. Inmediatamente revisó el con-tenido y extrajo los dos animales más
grandes y suaves, un cordero y un faunode lana. Los situó de forma que pudiesenalimentarse de la caja, y agregó algunos
juguetes a los pequeños anim ales que ha- bía en ésta: «Están comiendo». Cubrió amedias la caja de alimentos con la tapa.Entonces tuvo lugar una suerte de fenó-meno transicional, en el cual, entre ellay yo, estaban los grandes animales delana comiendo, comiendo una comida Winnicott es
compuesta en su mayor parte por anima el bebéles. Interpreté, por consiguiente, como si goloso,
estuviese ante su relato de un sueño: caníbal«Aquí estoy yo, el bebé Winnicott, salien-do del interior de Piggle, naciendo dePiggle, muy goloso, muy hambriento, muyencariñado con Piggle, comiéndome los
pies y las m anos de Piggle.»También arriesgué la palabra «pecho»entre los dem ás objetosparte. (Debí ha be rdicho «yams».) Piggle estaba de pie, conaire muy grave y una mano en el bolsillo.Se dirigió sin vacilar al otro extremo dela habitación, que asociaba con los adul-tos. Echó una larga mirada a las jardine-ras de ventana con flores de azafrán. Estu-
vo a punto de acercarse a la silla que aso-ciaba con madre, pero optó por la sillaazul que asociaba con el padre. Allí sesentó y dijo que era como papá. Volvía hablarle de Winnicott como bebé dePiggle.
Yo: ¿E res la m am á o e’l papá?Piggle: Soy el papá y la mamá también.
Miramos comer a los animales y des- pués se puso a ju gar con la puerta . T ratóde cerrarla, pero no era fácil (en ese
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tiempo, el pestillo necesitaba compostu-ra). Entonces fue hacia su padre, en lasala de espera. Creo haberle oído decir:«Soy la mamá». Tuvo lugar una largaconversación entre ella y su padre, y es-
peré un buen ra to sin hacer nada. Llegadocierto punto, entró con el padre, llevandocieto punto, entró con el padre, llevando
puesto su som brerito tejido; hizo algo queindicase que consideraba que ya era horade irse. Era evidente que la ansiedad es-taba operando. Luego regresó con su pa-dre a la sala de espera. Entró con suabrigo y dijo: «Vamos a irnos pronto» .
Volvió a la sala de espera. Releí misnotas. Al cabo de cinco minutos, Pigglese atrevió a entrar en la habitación y meencontró todavía sentado entre los jugue-tes, cerca del cubo lleno y «mareado, enel piso, todo el tiempo». Tenía aspecto deestar muy preocupada. «Puedo coger un
juguete», dijo. Tuve la segurid ad de saberdónde me encontraba con la suficiente cla-
ridad para asumir un riesgo.
Yo: W innicott es un bebé m uy goloso;
quiere todos los juguetes.
Siguió pidiendo sólo un juguete, perorepetí lo que era regla del juego decir.Finalmente, llevó un juguete a su padrea la sala de espera. Me pareció oírle de-
cir: «El beb é qu iere todos los juguetes».Pasado un rato devolvió el juguete y semostró muy satisfecha de que yo fuese
goloso.
Piggle: Ahora el bebé Winnicott tiene to-dos los juguetes. Iré donde Papá.
Yo: Temes al goloso bebé Winnicott, el bebé que nació de Piggle y que ama
a Piggle y que quiere comérsela.
Necesidad del
padre para
comunicarse
conmigo
Dudas acerca
de la capacidad
de su padre
p ara to le rar
sus ideas
Piggle no es
golosa;
Winnicott es
infinitamente
gotoso
Piggle en el
rol de la
madre
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Fue hacia su padre e intentó cerrar la puerta al sali r. Oí al padre en la sala, es-forzándose por entretenerla, porque (porsupuesto) no sabía en qué punto del jue-
go se encontraba.Hice pasar al padre a la habitación, y
Piggle entró con él. Se sentó en la sillaazul. Ella sabía qué había que hacer. Sesubió a sus rod illas y dijo: «Soy tímida» .
Pasado cierto siempo, mostró al padreel bebé Winnicott, ese monstruo que ha-
bía dado a luz, y que era lo que la hacía
sentir tímida: «Y esa es la comida quecomen los animales». A la vez que hacíaacrobacias sobre las rodillas de su pa-dre, le contó todos los detalles. Entoncesinició un capítulo del juego nuevo y muy
prem edita do: «Yo tam bién soy un bebé»,anunció, mientras hacía pasar su cabeza por en tre las pie rnas del padre.
Yo: Quiero ser el único bebé. Quiero to-dos los juguetes.
Piggle: Tienes todos los juguetes.Yo: Sí, pero quiero ser el único bebé; no
quiero que haya ningún bebé más. [Vol-vió a treparse a las piernas de su padrey volvió a nacer.]
Piggle: Yo también soy el bebé.Yo: Yo quiero ser el único bebé [y, en
un tono de voz diferente], ¿tendré que
enfadarme?Piggle: Sí.
Nacida del
cuerpo de papá
como si fuera
el de la madre
Hice mucho ruido, golpeé los juguetes, pata leé y dije: «Quiero ser el único be- bé». Eso le agradó mucho, a pesar de quese la veía un tanto asustada, y comunicó
a su padre que eran los corderos de papáy mamá los que se estaban alimentandoen el comedero. Luego siguió con el jue-go: «Yo tam bién qu iero ser el bebé».
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Todo ese rato lo pasó succionándose
el pulgar. Cada vez que era el bebé, nacía por entre las piernas de su padre hacia el
suelo. Llamaba a su acto «nacer». Final-
mente, dijo: «Pon el bebé en el cubo dela basura». Traté de averiguar quién era
quién. Descubrí que yo era Gabrielle, yella se iba convirtiendo en los nuevos be-
bés, uno tras o tro , o el nuevo bebé redu- plicado. En cierto m om ento , dijo: «Ten-go un bebé llamado Gallgalligalli» (cf.Gabrielle). (En realidad, una de sus mu-ñecas se llama así.) Siguió naciendo desdelas piernas de su padre hacia el piso, yfue el nuevo bebé y yo tuve que ponermede mal humor, pasando a ser el bebé Winnicott que salía del interior y nacía dePiggle... y tuve que ponerme de muy malhumor queriendo ser el único bebé.
«No vas a ser el único bebé», protestóella. Y entonces nació otro bebé, y luegootro , y luego dijo: «Soy un león», e hizo
ruidos de león. Hube de asus tarm e po rque
el león quería comerme. Aparentemente,el león era un retorno de mi gula de bebé W in nicott que lo quería to do y que-ría ser el único bebé.
Gabrielle respondía positiva o negativa-mente, según yo diese en el clavo o no,diciendo, por ejemplo: «Sí, eso». Enton-ces hubo un león bebé.
Piggle: Sí, eso [fuertes ruidos de león].
«Acabo de nacer. Y no estaba negroadentro.» En ese punto, sentí que habíasido recompensado por la interpretaciónhecha en la sesión anterior en el sentidode que el interior negro tenía que ver conel odio al nuevo bebé que estaba en el in-terior del vientre de la madre. Ella había
desarrollado una técnica para ser el bebé
Intercambio
de los papeles
del bebé
y Gabrielle
Primer alivio
de la fobia
al negro
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y, a la vez, permitirme representar su pro- pio papel.1
Hubo un nuevo avance. Estaba nacien-do de un modo diferente, desde la par-
te superior de la cabeza de su padre.2Era divertido. Lo lamenté por el padre yle pregunté si lo podía soportar. «Sí, perome gustaría quitarme el abrigo», replicó.Hacía demasiado calor. De todos modos,
podíam os term inar allí, porque Piggle te-nía lo que había venido a buscar.
«¿Dónde está la ropa?», y se puso elsombrero y el abrigo y se fue a casa sin
dificultad y con aire de gran satisfacción.
COMENTARIOS
Los siguientes temas aparecieron enesta sesión:
1. El ten er bebés en térm inos de sen-tirse mareada.
2. El em barazo como resu ltado de laavidez oral, el comer compulsivo (funciónde separación).
3. In ter ior negro, odio al inte rio r y sucontenido.
4. Reso lución en la tran sfe ren cia al
convertirse Winnicott en la Gábrielle per-dida, para que ella pudiese ser el nuevo
bebé, reduplicado.
Identificación tran sitoria con ambos pa-dres.
5. Via W innicott = Gabrielle = avi-dez = bebé tiene sus propios derechos.
6. El in te rio r se hace no negro.
1. Se r concebido, po r ejemplo, como
1. La madre comentó: “De qué modo sorprendenteuso de la transferencia del filo de navaja que separa lación de la interpretación.”
2.Ser concebido, p. ej., nacer como una idea en 1deseado. D. W. W.
surge el participa-
a mente;
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en la mente. La mente localizada en lacabeza como si se tratase del cerebro.
CARTA DE LA MADRE
«Cuando Piggle regresó de Londres, nomencionó su visita, pero jugó con muchoentusiasmo el resto del día. Nosotros per-cibimos que se había sentido mucho más
libre desde la última visita que le hizo austed; en ocasiones, vuelve a jugar solay habla en la que parece su propia voz.
»A1 irse a la cama, el día de su visitaa usted, dijo: ‘El Dr. bebé estaba de muy
mal humor, el Dr. bebé daba puntapiés. No lo arro jé al Sihni. .. (corrig iéndose) al plum ero (en inglés duster , por dustbin,
cubo de basura); no puse la tapa’.»En medio de la noche gritó: su ‘peque
ñ ito ’ se ha bía lastim ado , dijo; ten ía queir al doctor. Dije que se veía un poco rojo, por el pañal o porque lo había frota do.Respondió que lo había frotado, que ibad d d como un tren, eso era lo que laasustaba por la noche. Eso la ennegrecía.
Luego habló de la mamá negra. Olvidécómo comenzó, pero siguió con la mamánegra que decía: ‘¿Dónde están mis
y a m s?’ — ‘Los y a m s están en el servicio,el agua se los lleva.’ — ‘La mamá negrame permite jugar con sus juguetes, mehizo natillas con uvas pa sa s’ (realm enteyo había puesto uvas pasas en las natillas,
cosa que le gustó mutho). Se la veía muyconfundida, y dijo: ‘Estoy enfadada conmi pa pá’. ‘¿P or qué? ’ ‘Po rque le qu iero
demasiado.’»
[Me desconcierta esa recurrente «bon-dad» de la «mamá negra». No parece vin-cularse con el ver como una misma per-
sona como bu ena y m ala mam á. ¿Se trata
Redescubri-
miento de la
propia id enti-
dad, con re-
greso al juego
Excitación
erótica y
fanta sías
edípicas
subyacentes
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acaso de alguna confusión entre sus pro- pias partes buenas y m alas? El te m a delaplacamiento de la mamá mala vuelve a
surgir.]»A la noche siguiente, en la cama, ha-
bló la rgo rato, excitada, pero no oí quédijo.
»Por la mañana me dijo: ‘Fui a Londresa ver al Dr. Winnicott. Había mucho rui-do. El Dr. W. muy ocupado. Era un bebé.
Yo también era un bebé. No hablé de lamamá negra. Era un bebé, muy enfadado.La mamá negra es muy importante parael Dr. W innicott.’ En tonces in trod ujo unimperdible en el grifo. ‘Lo reparo conun alfi ler .’ Algo ace rca del agua en con-
diciones de volver a correr. A mí: ‘¿En-tra ste y dijiste que no estaba bien? ’ Yo:‘Ha de hab er sido en tu sueño.’ ‘Sí, en-traste y dijiste que no estaba bien, quehab ía suciedad de ntro .’ Luego algo sobre
la mamá negra que no logré oír bien.
«Ultimamente se me ha dicho con fre-cuencia que la mamá negra viene y me(a la madre) ennegrece. A la hora de acos-tarse tengo que ‘telefon ear’ a la m am á ne-gra y al Bebé Sush negro. La conversaciónse limita al ‘Aló’.
»Esto me recuerda: uno o dos días an-
tes de que ella fuese a verle (habiéndosequejado de pesadillas acerca de la mamá
negra), le pregunté: ‘¿Dormiste bien? ¿Vi-no la mam á n egra? ’ — ‘La mam á negra noviene, la mamá negra está dentro mío.’»
Referencia a
la masturba-
ción clitórica
Probable
referencia
al
funcionamiento
mental
OTRA CARTA DE LA MADRE
«A mediados de abril nos marchamos por unas tres semanas.
»Piggle ha estado muy perseguida porla ‘mamá negra’. Ha estado teniendo pe
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sadillas y no se va a dormir hasta muyentrada la noche.
»‘No le he hablado al Dr. Winnicott de
la mamá negra porque está muy ocupado.Dr. Winnicott muy ocupado, era un bebé.Me dio miedo hablar al Dr. W. de lamamá negra. Estaba muy enfadado, era
un bebé. Yo era un bebé también. Me hu- biese dado vergüenza hab lar al Dr. W. de
la mamá negra.’»Su principal queja respecto de la
mamá negra es que ennegrece a Piggle,
y entonces Piggle ennegrece a todo elmundo, incluido el papá.
«Anoche despertó ‘asustada de la mamá
negra’ y pidió a su padre ‘dar a la mam á
negra uvas pas as ’ (a Piggle le gu stan es- pecia lmente las uvas pasas).
«También despertó asustada del BebéSush negro, que la ennegrece. (El día an-terior había revolcado a Susan, ganando
en consecuencia cierta antipatía generali-zada.) El S u s h B a b a negro viene con bas-
tante frecuencia y hay que telefonearleantes de que ella se vaya a dormir. (ElBaba Sush es una referencia a Susan.)
«Es considerablemente menos habitualque Piggle sea la mamá o el bebé. Esmucho más desobediente en el sentidode negarse a ir a la cama, etc., pero en ge-
neral con tristeza. Hay algo más: ‘Bebé bablan’ — a parece en todas las cartas queescribe y dibujos que hace; debe ser pues-to en los sobres. No tengo idea de lo quesignifica. Creo haberle dicho que el bebéde Piggle se llama ‘GabyGaby’, que me parece que es ‘Gabrielle ’, nom bre queno puede pronunciar. [Bebé Gobla (nohablan) . Arriesgaría que es otra versión
de Gabrielle, como GalyGaly o GalliGalli... no sé en qué difieren las dos ver-
siones.]»
Mayor
tendencia a
ser ella
misma
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NUEVA CARTA D E LA MADRE
«Piggle pidió verle, aparentemente con bastante urgeficia. Cuando le dije queno habría tiempo antes de m archa r a Fran-cia, aseveró con gran violencia que lohabía.
«Esta mañana despertó con verdaderafuria destructiva, rompiendo todo lo quehabía a la vista, y luego se retiró a sucochecuna diciendo que quería ver alDr. Winnicott. Entonces se metió dentrode mi bata (que llevaba puesta) y me dijoalgo acerca de un sueño en que la mamánegra se la había comido. Salió y me hizo
pregunta s sobre el nacer. Le conté , comosolía hacerlo antes, cómo salió, fue en-vuelta en un paño y entregada a mí. ‘Y túme de jaste caer .’ — ‘No.’ — ‘Sí. El pañ ose había ensuciado.’
»Ha estado un poco triste últimamen-
te. Se me ocurre que debe suponer unagran tensión para ella estar con nosotrostanto tiempo; hay pocos niños por aquí.Estoy buscando un parvulario para quela tengan una o dos mañanas por semana.En la mayoría de ellos sólo aceptan ni-ños que vayan cada día, pero opino quesería excesivo.»
CARTA DEL PADRE
«Quisiéramos hacerle llegar algunas no-tas sobre Piggle. Ha pasado los últimosdías en un estado de gran tensión y an-siedad, diciendo cosas como: ‘Estoy muy
preocupada. Quiero ver al Dr. W innicott.’Cuando le preguntamos por qué, respon-
de siempre que es a causa del ‘babacar’,la ‘m am á n eg ra ’ o los 'yams de la mamánegra’. También está asustada por el Baba
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Sush neg ro (= Susan ): ‘La enn eg recí’. Lomismo dice acerca de la mamá negra. Si-gue repitiendo con frecuencia, antes de ira la cama: ‘La mamá negra pregunta dón-
de están sus y a m s y una mañana, des- pués de esto , pidió beber de los pechos desu madre.
»Casi todas las mañanas quiere meter-se dentro de la bata de su madre, o serenvuelta en form a de ‘arro llado’ en unaalfombra. Parece estar sufriendo enorme-mente por lo que una vez llamó ‘sensaciónde pecado’. Se inquieta muchísimo cuan-
do rompe o ensucia algo; a veces se ponea dar vueltas, m urm urand o para sus aden-tros: ‘No im porta, no im po rta’, con unavocecita suave, artificial... también, cuan-do golpea a Susan, a quien es marcada-mente sensible, a pesar de ocasionales des-lices. Puso reparos a las ropas que le com-
pram os porque ‘hay dem asiado blanco:quiero un jersey negro’. Dijo que podía
usar ropas negras, puesto que era negray mala.
«Tomamos notas sobre ella ayer, si bien no fue un día típico. E staba peo r quede costumbre y pasó todo el día con no-sotros. Por lo general, nuestra criada, aquien ella llama ‘W attie’, un a m u jer deedad, pasa las mañanas en casa. Estámuy ligada a ‘W attie’.
»Por la mañana nos entregó su queridoTeddy, el osito, al que había hecho un agu-
jero en una p a ta y del que había extraídotodo el relleno; y estaba muy angustiada
por ello. Pasó to do el día pidiendo deses- peradam ente cosas que po r lo general nole negamos, como si tuviese que librar unagran batalla para obtenerlas de nosotros.Dijo a su madre que quería casarse. Cuan-
do se le sugirió que sería una buena ideaesperar para ello, dijo con más insisten
Ansiedaddepresiva
El negro
vinculado
con el
sentimiento
de culpa
Este juego
aparece en
una sesión
posterior
Fuga de la
inmadurez
a la idea de
adultez
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cia: ‘No, no, soy una muchacha grandeahora’ , y dio a entender que era demasia-do mayor para juguetes.
»La ida a la cama dio lugar a una granescena.. . como ocurre bastante a menudoactualmente. Dice que teme que la mamá
negra venga tras ella. A las diez tenía todala ropa de cama en el suelo. Saltó de lacama e insistió en acercar su silla a la puerta. Afirm ó que era suya, y que sólonecesitaba un cojín: ‘Un cojín negro: asíme po dré sen tar en él.’ — ‘¿Porqu e eresne gra?’ — ‘Sí. Po rque rom pí en pedazosa la m am á negra. Estoy preo cup ada .’
— ‘No tienes por qué estarlo .’ — ‘Quiero preocuparm e. Tengo el trasero in flamado,¿puedo ponerme un poco de crema blan-ca ?’ Un ruego, un nuevo prólogo y un
pedido de protección, ha de ser repetid ouna y otra vez.»
N ota agregada: «‘Aparto los juguetes
de W innicott, po r si los rom po .’ Piggledijo esto al ir a verle la última vez, en eltaxi. Olvidé decírselo entonces.»
Culpa
relacionada
con la
destrucción
compulsiva
Magia
empleada para
defenderse de
ideas
aterradoras
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TERCERA CONSULTA
(Marzo 10, 1964)
Piggle (dos años y seis meses) parecíamenos tensa que antes, y ese estado semantuvo constante. Daba la impresiónde estar un escalón por encima de las
inquietudes reales de las cuales hablaba.En verdad, yo recién comprendía hastaqué punto había estado hasta entoncesen ellas, como un niño psicótico. Fui ala sala de espera y la encontré con su‘bebé’, una muñequita con pañal y un im-
perdib le . Le daba vergüenza e n tra r conmi-go al consultorio, de modo que lo hicesolo. Luego la fui a buscar y me mostró
un saco en el cual había puesto arena yun a piedra. Lo hab ía recogido p or la calle. No deseaba en tra r, así que dije: «Papátambién viene» (que era lo que ella que-ría). Trajo el saco con la arena y la piedra,y dejó el bebé. El padre se sentó en susilla, en la mitad de la habitación desti-nada a los adultos, y la mitad del tiempoél y nosotros estuvimos separados por lacortina. Se dirigió sin vacilar a los jugue-tes e hizo exactamente lo mismo que lavez anterior.
Símbolo de
desesperación
po r quedar
embarazada
como una
mujer adulta
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Piggle: ¿Para qué es esto?Yo: Es lo que preguntaste la última vez
y te respondí: ¿De dónde vino el bebé?
Pregu nté po r la pied ra y la arena : ¿Dedónde vino esto?
Piggle: Del mar.
Cogió otros objetos y el cubo y, osten-siblemente, lo recordó todo. Repasó todos
los detalles:
Piggle: ¿Qué es esto? Un tren. Una loco-motora. Vagones. Camiones.
Llamó a uno «leoncito». Luego cogió elniño pequeño.
Piggle: ¿Tienes otro pequeño?
Encontró un hombrecito y su esposa.
Piggle: Me gusta éste [el niño].
Tuve que ayudarla a sentarlo. Luegootra locomotora.
Piggle: Vine en un tren a Londres a ver a
Wiñnicott. Quiero saber por qué lamamá negra y el babacar.
Yo: Trataremos de averiguarlo.
Lo dejé así. Siguió escogiendo juguetes;el Indio Rojo (que es de plástico azul).
Piggle: No tengo de esos coches.
Estaba sacando todos los juguetes, dis- poniéndolo s uno jun to a otro:
Piggle: Me pregunto qué es esto. ¿Tienes
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alguna embarcación? No encuentro lu-gar para sentarlo [una figura de plásti-co sentada],Winnicott no debe ser un bebé; serun Winnicott. Sí me asustó. No ser un bebé o tra vez.
Era evidente que estaba jugando conla idea de repetir el juego de la vez an-terior.
Piggle: ¿Puedo sacar todo lo que hay enel cubo?
Yo: Sí. Ése era el bebé que se mareabacuando Winnicott era un bebé.
Entonces habló del vagón para guardarcosas. Luego otro tren. Cogió dos cochesiguales entre sí y los comparó y los puso
junto s.
Yo: No son como Piggle y el bebé, por-
que Piggle es más grande que el bebé.Puso varios juguetes uno junto a otro,
prosiguiendo:
Piggle: ¿Qué es esto? Una locom otora.Vine en taxi. ¿Fuiste en taxi? Dos taxis.A ver a Winnicott. A trabajar con Win-nicott.
Luego trató de inducirme a reventar elglobo del cual yo suponía me había deja-do en su primera visita. No tuve muchoéxito. Restregó el balón, me mostró sucierre y dijo: «Sube y vuelve a bajar». Meinstó una vez más a reventar el balón.Afirmó que tenía una lapicera, posible-mente una referencia (la única) al hechode que yo escribiese con un lápiz al tomar
notas. En ese momento descubrió los ani
Afirmación
de que
trabajamos.
El juego es,
en esta etapa,
comunicación, no placer
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malitos en una caja, lo cual la llevó aqu erer un perro e ir a buscarlo. No estabaa la vista, pero recordaba los dos anima-les suaves de la última vez. Los puso uno
jun to a otro, y los em pujó para que que-dasen tendidos en el suelo (llamaba pe-rros a ambos, a pesar de que uno era un
fauno).
Piggle: Un perro estaba enfadado.
Ambos perros fueron al encuentro deltren, y ella los aplastó despiadadamente
contra el piso.
Piggle: ¿Tienes otro perro?Yo: No.
Fue a mostrarle a papá tres vagones.Tuvo una conversación con él en la cualdijo algo acerca de toda clase de colores,y luego dejó caer los juguetes y dijo: «El
tren cae». Estaba mostrando que era pre-meditado e indicando defecación. Enton-ces se acercó a mí y trató de poner alhombrecito y la mujer dentro del vagón.
Piggle: Demasiado grande para entrar.Un día debo hallar un hombre pequeño.
Yo: ¿Un bebé varón en vez de un papá?
Se aproximó al papá y comenzó a uti-lizarlo, y yo corrí la cortina que lo es-condía para que tomara parte en la situa-ción de juego. Se trepó a su padre y él(consciente de que iba a ser un períodoagotador) se quitó el abrigo. Ella se su-
bió a su cabeza m ientras él la sostenía (re-gresaba el juego de la vez anterior).
Piggle: Soy un bebé. Quiero ser bryyyyyh.
Ansiedad
relacionada
con la
violencia, o
conducta
compulsiva
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Esto, comprendí, significaba excremen-tos. (El padre explicó que Susan jugabaa estar suspendida sobre su cabeza y Pig-gle estaba muy intrigada y se había en-
tretenido m uchas veces en im itar al bebé.Era como si negase el hecho de ser ver-daderamente demasiado pesada para ese juego.)
Piggle: Soy Piggle.
Poco a poco, comenzó a ser parida haciael suelo por entre las piernas de su papá.
Piggle [a mí]: No puedes ser un bebé porque eso me asusta mucho.
De algún modo se las ingeniaba paramantener un control de la situación quele permitiera ju g a r en ella m ás que e s ta r en ella. La vez anterior estaba en ella.Por último, dije: «¿Seré una Piggle enfa-dada?» «Enfádate ahora», replicó. Así lohice, y desordené los juguetes. Ella seacercó y los recogió todos.
Del proceso
prim ario
al secundario
Piggle: ¿Por qué estás enfadado?Yo: Quería ser el único bebé, de modo
que me sentí mareada. Mamá tuvo un bebé bryyyyyh.
Piggle: Mamá no tuvo bryyyyyh, sólo pequeñitopequeñito.
Entonces habló del bebé de Piggle:«Llamo a mi bebé Gaddygaddygaddy» (cf.Gabrielle, Babybaby, Galligalligalli).
El padre observó que probablementeesto tuviese que ver con Gabrielle. Se re-fería al bebé muñeca de la sala de espera.
Nos ayudó a salir dic iendo: «Girliegirliegirlie» (niñitaniñitaniñita), dando un
significado adicional a la palabra, y em
Preferencia
por la idea
genital del
embarazo
sobre la
pregenital
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pezó a elaborar la id ea de irse a casa (an-
siedad).
Yo: Esas cosas te hacen s en tir miedo porque yo era un bebé enfadado.
Piggle: ¡Enfádate mucho! [Y lo hice. Ha- blé de un bebé bryyyyyh.]
Piggle: No, un Bebé Sush.Yo: Yo [Yo = Piggle = bebé ] quería que
papá me diese un bebé.Piggle [a su padre]: ¿Le darás un bebé
a Winnicott?
Hablé sobre Piggle enfadada, cerrandolos ojos, sin ver a la mamá que se había
puesto negra porque ella (la niña) estabaenfadada con ella porque papá le habíadado un bebé a mamá.
Piggle: En la cama por la noche me asus-té mucho.
Yo: ¿Un sueño?Piggle: Sí, un sueño; una mamá negra y
un babacar detrás mío.
Llegados a este punto cogió una ruedacon un eje puntiagudo —procedía de unode los trenes— y se introdujo el eje en la
boca.
Piggle: ¿Qué es esto? [Podía decirse queestaba escogiendo la única cosa peligro-sa de entre los juguetes y relacionándo-la con su boca.]
Yo: ¿Si la mamá negra y el babacar teatrapasen te comerían?
No dejaba de poner orden, y estaba an-
siosa porque no lograba colocar la tapa deuna de las cajas. Estaba demasiado llena.
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Yo: Cuando tuviste el sueño, ¿qué esta- ban haciendo m am á y papá?
Piggle: Estab an abajo con R enata, co-miendo brócolis [Renata era la nuevamuchacha a u p a i r .] A Renata le gustan
los brócolis y cenar.
Piggle continuaba apartándolo todo or-
denadamente.
Yo: ¿Descubrimos algo sobre la mamá ne-gra y el babacar?
Piggle: No. Quiero volver a mi bebé [mu-ñeca]; ¿esperará un momento?
Jugaba con la puerta.
Piggle: Sé un Winnicott. Papá cuidará de
ti. ¿Sí, papá? Si cierro la puerta, Win-nicott tendrá miedo.
Yo: Tendré miedo de la mamá negra y
del babacar.
Entonces cerró la puerta tanto como lefue posible y salió a buscar al bebé. Cuan-do regresó, dije que tenía miedo de lamamá negra y del babacar, pero papáme había cuidado. Al volver, jugamos mu-cho con ese bebé (muñeca), y las palabras«abierto» y «cerrado», referidas al pañal
de la muñeca y su enorme imperdible. El padre ayudó. Ella pasó un la rgo ra to po-
niendo el pañal.
Piggle: ¿Quieres un bebé Winnicott? Po-drás tener el mío después.
Papá siguió supervisando la técnica delcambio de pañales y ayudando.
Piggle: No lo cierres [el imperdible].
Luego sostuvo una conversación secre
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ta con su padre acerca de darle tarta y paste l al bebé. Dijo: «Es un bebé muy
bryyyyyh» (lo cual sig nif icaba que se ha- bía ensuciado y se lo estaba cambiando).Se me acercó y me mostró su pulgar ne-gro, que obviamente se había apretadocon algo. Sacó dos paraguas de juguete desu bolsillo y me puso uno en el pelo. Alzóa su bebé y le puso los dos paraguas enel pelo. Intentó sentar al bebé en la sillita,
pero se puso celosa de él y optó por sen-
tarse ella. En tonces quiso m o stra r al bebélo graciosa que se la veía en el espejo.
Yo: El bebé es Winnicott.
Piggle: No, Gaddygaddygaddy.
Es taba ya d ispuesta a irse, dejando todoen orden. Le alcanzó el abrigo al padre para que se lo pusie ra, y recogió la arena
y la piedra que estaban en el saco.
Yo: Muy bien, ¿pero hemos entendido lode la mamá negra y el b a b a c a r ?
Miró todos los juguetes cuidadosamen-te dispuestos y dijo: «El babacar está enorden». Y tuve la impresión de que estabadiciendo que el babacar tenía que ver
con el bryyyyyh y el pequeñopequeño per-teneciente a la mamá negra que es negra
porque ha sido odiada desde que papá ledio un bebé.
Me quedé sentado en el suelo y ella tras- puso la puerta de la casa, bastan te feliz,en compañía de su padre.
COMENTARIOS
Los siguientes temas fueron los más
destacados de la sesión:
El olvido
como defensa
contra la
confusión y
la ansiedad
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1. Recuperación del juego de la vez an-terior, pero d e m o r a asociada con ansie-dad.
2. Nueva capacidad para ju g a r a (arre-
glándoselas así), más que es tar en la fan-tasía temible — (a) alivio y alcance másamplio, (b) pérdida de experiencia directa.
3. El salir al encu en tro de la ans iedad por medio del peligroso eje aguzado, ensu boca, sugería una fantasía de la expe-riencia de la avidez oral de la madre porel pene del padre.
4. Ahora su bebé (la muñeca) le daba
cierto lugar como niña con identificaciónmaterna = self.
5. Resolución parcial sob re la base dela vinculación del negro con el odio rela-cionado con el tema de papá dando un
bebé a mamá, pero un tanto in te lectualizada.
6. Lo oscuro fue ap arta do , p. ej., olvi-dado.
7. Im po rtanc ia de mi no comprens ión
de aquello cuyas claves aún no habíasido capaz de proporcionarme. Sólo ellaconocía las respuestas, y cuando pudo al-canzar el significado de los temores, tam-
bién me perm itió entender.
CARTA DE LA MADRE
«Quisiera hacerle llegar unas pocas no-tas relativas a la Piggle, si bien creo quemi esposo ya le adelantó algunas cosas
por teléfono.«Volvió de la sesión de un humor horri-
ble; y los días que siguieron estu vie ronllenos de escenas, especialmente a la horade ir a la cama. Ahora parece haber re-cobrado la serenidad.
«Durante unos días quiso ser el bebé
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3. — PSICOANALISIS
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de Susan —una situación muy frustrante, por cuanto Susan no responde; al pre-guntársele por qué: ‘Trato de que me
guste el Sushbaba’.«Durante uno o dos días después de la
sesión estuvo muy agresiva con otrosniños. Tenía un títere, y me decía sobre
él: ‘Hazlo avergonzar, así puedo escon-derlo’.
»En la mañana siguiente a la sesión, medijo: ‘Tengo miedo de la mamá negra.Tengo que volver al Dr. Winnicott, el nue-
vo Dr. W inn ico tt’. Siem pre h ab la de lassesiones en ese tono formal, menos la úl-tima vez, en que, antes de ir a verle, estu-vo can turre an do : ‘W innicott, W inn icott’con considerable afecto.
«Dijo varias veces que debe ir al Dr.Winnicott por la mamá negra. ‘¿Cómo?¿No le has ha blado al Dr. W. de ella ?’ ‘No,le hablé del babac ar .’ ‘¿Es de allí que vie-
nen los niños?’«Se quejó po rqu e ten ía el ‘pe qu eñ o’ irri-
tado . ‘¿Te fro tas te o fue el pañ al? ’ ‘Fro té.Es negro. Dame crema b lanca para quemejore. Entonces podré volver a frotarlo.’
«Observaba cómo la oscuridad ocultabalas montañas. ‘Cuando está oscuro, ten-dré miedo. El Dr. W. no sabe que tengomiedo de la osc urid ad .’ — ‘¿P or qué? ¿Nole ha s h ablado de eso ?’ — ‘Aparté todolo oscuro.’
«En los días que siguieron a la sesiónfui una mamá realmente muy negra. No
creía nada de lo que yo dijera. Rompióvarias cosas, especialmente el azucarerodel que constantemente se servía ‘gran-des azúcares’, a pesar de estar prohibido.
Parece sentirse muy mal ante cualquiertipo de destrozo que cometa si no se lo
puede rep ara r in m ediatam ente, aunquesea insignificante. Desde que mi madre
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está con nosotros, es ella quien tiende aser la mamá negra, de modo que pjggiey yo seguimos bien. Entonces yo Soy Pig.gle y ella es la mamá. Ahora no es tan
solícita y cuidadosa. Dos conversacionesayer: ‘Piggah, ¿me qu iere s?’ — Yq : *s í .>
— Ella: ‘¿Recuerdas cuando rom pí ]afuente?’ — Ella: ‘¿Me quieres?’ — Yo:'Sí. ¿Y tú ?’ — ‘No, yo no te quiero. Eresnegra, y luego me querrás hacer negra.’»
CARTA DE LA MADRE,
P.SCRITA DURANTE LAS VACACIONES EN EL EXTRANJERO
«Queremos escribirle nuevamente por-que nos encontramos muy preocupados por Piggle y nos gusta ría que consid erasela posibilidad de un análisis co m ple to __ si
bien no sabemos cómo nos las arreglaría -mos en ese caso.
»Lo que más nos inquieta es el estre-chamiento de su experiencia; parece es-tar completamente atrapada en sn propio
mundo, como inaccesible a la experienciaexterior. Los únicos pensamientos que laocupan, aparte su constante deseo de co-sas y su aspecto personal, son sus recuer-dos (por lo general rumores, historias defamilia) de cuando era bebé y n0 podíahablar.
»Su discurso se desarrolla con cada vezmayor constancia en una vocecita falsa,y cada vez se comporta de modo másafectado e inauténtico. Se aleja a grandesdistancias para llamar la atención sobresí, creando a menudo escenas dramáticas.
«Sigue teniendo mucho miedo por la no-che; habla menos sobre el tema antes deir a la cama, no obstante lo cual se des
Deterioro.Rigidez de
defensas
organizadas
Enfermedad
ahora
organizada.
Yo auténtico
escondido
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p ierta varia s veces duran te la noche, enocasiones gritando.
»Llora, según dice, porque lo oscuro
quiere hacerla negra. (En cierta oportuni-dad entró en mi habitación a ver si yo
estaba negra.) Por la noche parece recor-dar todas las ofensas que pudo haber
inferido durante el día. (Actualmente tien-de a cometer actos de agresión, comoarrojarme una piedra a la cabeza, o cojerla mano de Susan con un cajón.) ‘¿Se las-
timó la mano de Susan ?’ ‘¿E stá rota tucabeza?’ ‘Dame una a guja p ara re m en da rmi m anta .’ ‘¿Quieres rem en da r mi cabe-
za?’ ‘No puedo rem en da rte a ti, eres de-masiado dura.’
»Otra vez, por la noche, dijo: ‘¿Recuer-das cu ando el do ctor me pinchó? ’ (inyec-
ción). ‘Debo ir al doctor, estoy enferma.Aquí...’ señalando su ‘pe qu eñ ito’.»
CARTA DE LA MADRE,
TRAS EL REGRESO AL HOGAR
«Me gustaría contarle algo más sobrePiggle.
»De algún modo que no logro definir,siento que está mejor; ha pasado por un
perío do de aburrim ien to , apatía y des-contento y a veces resultó gratuitamentedestructiva, rompiendo cosas, o quebrán-dolas, o ensuciándolas. Ahora da la im-
presió n de estar viviendo su vida, y es me-nos amanerada y afectada.»Yo no había comprendido antes hasta
qué punto la obsesiona la culpa y la res- ponsabilid ad por su destructivid ad. Men-ciona con enorme angustia destrozos dehace semanas en los que apenas reparé en
el momento. Le di una palmada cuandointentó persistentemente alzarme las fal
Expulsión de
la propia
maldad
Ansiedad
depresiva
Fan tasías
masturbatorias
La instalación
de la familia
ha
proporc io nado
el hospital
mental en
el cual ella
pued e llegar a
su enfermedad
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tías en una tienda, y luego olvidé el inci-dente. Dos semanas más tarde dijo:'Mamá, no volveré a alzarte las faldas’.
0: llevando a Susan, su hermanita, en brazos, la golpeé contra la puerta y gritó .I’iggle: ‘Fue culpa tu ya.’ Yo: ‘Sí, fue culpamía.’ Piggle, muy inte resada: ‘¿Soñaráscon esto ah ora ?’ E staba tan preoc up adacomo cuando, por las noches, teme quela mamá negra y el babacar la hagannegra.
»La conversación sobre cosas muertaslia cobrado gran importancia últimamen-te Anoche quiso hablarm e con gran urcencia sobre la mamá negra. Comenzó enla habitual voz monótona: ‘La mamá ne-cea dice: ¿Dónde están mis y a m s , dóndeestán mis y a m s ? ’ Luego: ‘La mamá negratiene una playa y un colum pio.’ (Yo lahabía llevado a la playa por primera vez,
v adora los columpios.) Comenté que paiecía no gustarle que la mamá negra tu-viese cosas tan buenas. Ella: ‘No, quieroecharlas a perder. Quiero echar a perdertus cosas.’ En tonces dijo que yo teníagrandes y a m s y que ella los quería. Traslo cual se mostró confundida y dijo queyo quería sus y a m s y se me veía muyi onfundida. Observé que ella tenía peque-
ños ya ms , y que cuando fuese grande, lostendría grandes. ‘Sí, cuando pueda coi inar.’ (Yo le había dicho al e n tra r quedebía darme prisa porque estaba prepa-rando la cena para papá y para mí.) Yo:‘Ya has empezado a aprender a cocinar;hiciste natillas.’ Ella: ‘Sí, sólo puedo co-cina r cosas m uer tas.’ Luego agregó: ‘Lavida es difíc il’ (frase m ía); ‘Me hace daño’
(añadido suyo).»Le menciona a usted cada tanto, más
bien despreocupadam ente; por ejem plo ,de pronto dice que quiere ir a jugar con
Depresiónmelancólica
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los juguetes del Dr. W. y hablarle de lamamá negra; o, al dibujar un poblado,una casa es la del Dr. W.»
CARTA DE LA MADRE
«Ésta es para confirmar que Piggle iráa verle con su padre.
»Desde hace dos días me pide succionarmis y a m s (pechos) cuando se hubo idoa la cama, por la noche. Lo pidió contanta insistencia que se lo permití. Yo:‘¿Por qué?’ ‘Quiero chuparlos como un pirulí.’ Más tarde me pidió algo que pu-diese chup ar y m asticar y luego d ejar ca eren su vientre. Para entonces nuevamentetenía miedo de la mamá negra y que-ría ir donde el Dr. Winnicott. Cuando ledije qué día iba a ir, respondió: ‘Y alotro día, y al otro.’ Cuando salí, oí unllanto que partía el corazón: ‘Quiero mi
bebé, mi bebé, mi Galligallibebé’ (Galligallibebé es el nombre de su muñeca, entorno de la cual solía girar la mayor partede sus actividades, si bien últimamentecon menos asiduidad, y es también laforma en que ella pronuncia su propionombre, Gabrielle, que aún no puede pro-
nunciar correctamente.)»
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CUARTA CONSULTA
( M ayo 26, 19 64 )
Como supe más tarde, por teléfono, Ga brielle (ahora de dos años y ocho meses)hizo el viaje en tren hecha un ovillo so-
bre las rodil la s de su padre, succionándo-
le el pulgar.
Se dirigió rectamente al revoltijo de ju-guetes, a la vez que decía: «Hace ca loraquí. Vinimos en tren. ¿Ha visto...»
Cogió los barquitos y los puso sobre laalfombra. Fue a buscar uno de los gran-des perros suaves. Unía locomotoras convagones. Entonces, espontáneamente, di- jo: «Vine por lo del babacar».
Llegados a este punto, la ayudé a aco- plar las parte s de algunos trenes. Dispusolos juguetes de una manera no lo bas-tante precisa como para permitirme en-tender. Dijo: «La ventana (de la habita-ción) no está abierta.» Cuando la abrí,observó: «Abrimos la ventana aquí.»
Retomamos el trabajo que habíamos co-
menzado.
Necesidad
consciente
de ayuda;
pro blem a
específico
Piggle: ¡No es éste un lindo coche! Megusta mucho venir aquí. Vine en tren.
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¿Me está esperando papá? Dos habita-ciones, una para papá y una para mí.El tren temblaba y temblaba y tem-
blaba.
Cogió una pequeña valla de madera yla quebró y metió la astilla a la fuerzadentro del salón comedor por la ventana.Fue una operación muy pausada. Dijealgo acerca de papá tratando de hacer
bebés (valiéndose del vagón como mamá).Arrancó dos trozos de madera.
Piggle: ¡No hace calor en la habitación!En vacaciones hacía calor. Nos tosta-mos. El bebé estaba tostado, bebé Susan tostado, mi hermana. Sube escale-ras gateando. Orina en el orinal ahora.
Yo: ¡Está creciendo! ¿No?
Dijo algo acerca de «crecer»; conducía
el coche. Dijo: «Ser un bebé. Qu itar todoslos coches.» Jugaba cierto juego con loscoches, nombrando sus colores.
Piggle: ¡Dos coches, Sr. Winnicott! ¡Eresel Sr. Winnicott!
Había algo que quería desechar.
Piggle: ¿Oíste el ruiseñor? Es una lástimaque te hayas mudado tan lejos. [Estotenía que ver con el hecho de que re-cién estaba comenzando a entender queyo no era un vecino cercano.] ¿Recuer-das...?
Yo: Hace mucho me querías.Piggle: Me gusta que revientes el globo.
[Allí estaba el viejo globo arruinado,con el cual pasó bastante tiempo ju-gando con no mucha constancia; en oca-
Recurso a la
objetividad
Coquetería:
transferencia
del padre
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siones la ayudé.] Hay una iglesia conuna punta (aguja) encima.
Colocó la iglesia con un coche a cadaludo. Entonces comenzó a interesarse porun objeto del cual, de hecho, no podía•uber nada. Era un objeto plano, circu-lar, una pieza separada de lo que habíasido un trompo.
Piggle: ¿De dónde viene esto? [Había en-trado en la primera sesión.]
Yo: No sé.
Sonreía, y ello tenía algo que ver conuna cuna mecedora con juguetes prepara-dos para ilustrar.
Piggle: ¡No hace calor en la habitación!Piggle tiene un jersey de algodón concremallera. [Para ilustrar esto tiró dela cremallera y se golpeó el codo con-
tra la puerta. Hubo un leve ruido. Con-sideró el lastimarse bastante divertido.]
Piggle cogió barquitos de diversos co-lores, y dijo que el blanco era rosa. Tratóde pararlos boca abajo, lo cual era impo-sible (juego indeterminado). Dijo algo enese mom ento: «¿Por qué me quieres?»Y agregó: «Porque me hablas del baba
car.» Conversé con ella sobre el tema porque había pronuncia do mal la palabra,y era evidente que no había entendido bien. Quería que ella me ayudase a acla-rar las cosas en mi propia mente.
Piggle: Hay la mamá negra.
Traté de descubrir algo respecto de si
la mamá negra estaba enfadada o no. Es-taba haciendo un coche idayvenir. Aquí
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reintroduje una cosa, una cuestión quetenía que ver con el enfado de la mamánegra con Gabrielle, debido a que Ga
brie lle estaba enfadada con m am á porhaber tenido un nuevo bebé. Y entoncesmamá pareció ser negra. Todo esto fuemás bien vago. Jugaba por su cuenta,
a s igna ndo d ive rsos coc he s , a m í o a sí
misma.
Piggle: Mis zapatos son demasiado peque-ños; me los quitaré.
La ayudé un poco. Había algo relacio-nado con el crecimiento de los pies.
Piggle: Estoy creciendo dentro de unamuchacha grande [y prosiguió:] pi pi pi [e tc ., hablando para sí m ism a]. Hayuna hermosa dama esperando por el co-che, una bonita dama para venir porlos niños. La mamá negra es traviesa.
Buscó una locomotora y la puso en elinterior de algo, y se presentó la idea deun grande y un baba.
Piggle: ¿Empacaremos y guardaremostodo [ansiedad]? Esto se cae.
Arrojó un nenúfar a la papelera. (Esenenúfar, hecho por alguien en papel, era
un resto de la sesión anterior.) Desordenótodos los juguetes. No había ansiedad ma-nifiesta; cogió sus zapatos y recorrió el
pasil lo hacia donde se encontraba su pa-dre, en la sala de espera. Durante algunos
minutos les oí conversar.
Piggle: Quiero irme; por favor, vámonos.
Y así. Yo estaba tomando nota del con
Primer signo
del tema del
yo-no-yo
Manifestación
de ansiedad
pro bable m ente
debida a
temores
edípicos
Rechazo
tardío de la evidencia
de mi contacto
con otros
niños
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.iderable desarrollo de una personalidadcoherente en evidencia y de, por primeravez, algo que podía llamarse equilibrio.Diría que era feliz. Entró para despedir-se. El papá trataba de persuadirla parai|ue se quedase: «No, aún no puedes irte»,decía.
Piggle: Quiero irme.
Hice sentar a papá en la silla de la otra parte de la habitación, y ella se instaló
sobre sus rodillas. Ahora el juego volvíaa girar en torno del bebé que nacía de papá, entre sus piernas. Se repit ió una yotra vez. Conllevaba una gran tensión fí-sica para el padre, pero él siguió, incons-ciente de sí, haciendo exactamente lo quese le había dicho. Señalé a la niña que eraimportante que tuviese padre cuando ledaba miedo permanecer sola con Win
nicott y jug ar con W innicott a cosas comoesa, valiéndose de un varón como madre para ser parida. Los zapato s del padrecobran gran relevancia en todo el asunto,debido a un conflicto referido al quitár-selos o no; pronto estuvieron en el suelo,ella pegada a su padre. Yo decía: «No sénada de babacars».
Piggle tenía una actitud muy decidida
hacia su padre, arrodillándose y succio-nándole el pulgar (yo no sabía entoncesque había estado succionándole el pulgardurante el viaje, acurrucada sobre sus ro-dillas en el tren). Dije que estaba asustadaa causa del juego en el cual yo me habíaconvertido en la Piggle enfadada. Peroesta vez, el padre se había quitado el abri-go y estaba tratando de arreglárselas enmangas de camisa.
Yo: Winnicott es Piggle enfadada y Pig
Equilibrio
notable para
su edad
(Carta de los
padres, enero
4, 1964)
Recuperación
de la reacción
ante la
negativa
(fracaso del
valor del ego)
Padre
utilizado
como madre
en la
transferencia, dejándome en
libertad para
otras
funciones
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gle era el bebé que nacía usando a papá en lugar de mamá. Ella me tem ía
porque sabía cuán enfadada debía es-tar, y el nuevo bebé chupaba el pulgarde papá [el pecho de mamá].
Me miró de un modo singular y yo pre'gunté: «¿Me he puesto negra?» Lo pensóun largo rato y respondió: «No», y negócon la cabeza.
Yo: Soy la mamá negra.Piggle: No [jugando con la corbata de
su papá].
Hubo muchos saltos y succiones del pulgar del padre, y yo hice una in terp re-tación casi definitiva que tenía que vercon el querer a papá todo para ella sola,
así mamá se volvía negra, lo cual revelabaira. Parece se r que dije: «Ella quiere
echar a Gabrielle al cubo de la basura»(observación arriesgada). Dio la impresiónde sentirse agradada por ello, y siguió
jugando con la corbata de papá, haciendocorrer el nudo. Mencionó algo relacionadocon la ausencia de la mamá negra, y quetenía algo que ver con la noche oscura.Ya había quitado el otro zapato al padrey, de habérselo permitido, lo hubiese des-nudado por completo. Junto a esto, estabala idea de hacer que mamá se pusiese ne-gra. Dije algo acerca de volver a nacer,esta vez de papá. Para entonces, papáse estaba atando los zapatos y Gabriellese estaba subiendo a su espalda.
Piggle: ¿Puedo volver a ponerme encimatuyo?
Seguía diciendo: «Haciendo que mamáse ponga negra». Entonces Gabrielle dijo
Se tranquiliza
al recordarse
que su madre
era en realidad
un hombre
Ahora el padre
es el padre
real
Desarrollo
de tema
alternativo
con padre
como padre y analista como
madre celosa
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ion bas tante claridad: «Mamá quiere serla niñita de papá».
Tenía muchísimas energías, y hubiese proseguido con el juego, pero papá ya
tenía suficiente, y comenzó a negarse. Ha-cía mucho calor. También quedaba pocotiempo. La había parcelado.
Yo: La mamá negra es ahora Winnicott,y va a despedir a Piggle. Va a echar aPiggle a la papelera, como el nenúfar.
La sesión finalizó, y se mostró muyamistosa. Me quedé donde me encontra- ba, siendo la enfadada mamá negra que
que ría ser la niña de pap á y estaba celosa
de Gabrielle. A la vez, yo era Gabriellecelosa del nuevo bebé con madre. Corrióhacia la puerta, salió y saludó. Sus últi-mas palabras fueron: «Madre quiere serla niñita de papá». Y ésa pasó a ser la
princip al interpreta ció n de la sesión.
Por teléfono, esa noche, supe que habíavenido acurrucada y succionando el pul-gar de papá. Tras la sesión se convirtió
en una niña más adulta. Estuvo de buentalante y muy feliz. Por otra parte, fueobservando todo en el camino a casa, vien-
do gatos y otros animales, comiendo sucomida y sin crear problemas. Se había puesto fr ancam ente positiva en re lacióncon su padre y había perdido la conductaregresiva. Esa noche jugó constructiva-mente, de un modo en que no lo hacíadesde tiempo atrás. Les visitó su tío y, al
princip io , actu ó con timidez, pero luegose la vio muy gentil y amistosa. Por úl-timo, al irse a la cama, dijo como si nadaocu rriese : «No sé qu ién es el tío Tom yquién es papá.»
Pensé que era posible ver en ello sucreciente capacidad para aceptar la ad
VSegundo tema
establecido
Clave para la
sesión
Empecé a
verme indeciso
en cuanto a
llamarla
Piggle o
Gabrielle
en esta etapa,
debido al tema
del yo-no-yo
que se había
introducido
Alivio
resultante del
trabajo hecho
en sesión
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hesión de la gente a las figuras básicas padrem adre, y que la observación hacíareferencia al modo en que se valía de míy de su padre, según su deseo, cambiandonuestros roles de acuerdo con los requi-sitos del juego. En otras palabras, lo queimportaba era la comunicación —la ex- perie ncia de ser entendid o— . En el fondode todo esto hay un sentimiento de segu-ridad en cuanto a su padre y su madrereales.
Podía décirse que se había desarrollado
una zona más amplia para la experienciade juego, que implicaba identificacióncruzada, etc. En la actuación compulsiva,había habido una serie de acciones deconversión en madre, padre, bebé, etc.,así que el juego por placer estaba fuerade la cuestión. Ahora había llegado al pla-cer en el juego. Tal liberación de fantasíallevaba a una mayor l ibertad en la comu-
nicación y en la exploración de lo malo,lo negro, lo destructivo, y otras ideas.
COMENTARIOS
Los siguientes son los temas más im- p ortan tes de en tre los surgid os en estasesión:
1. En el viaje en tren , acu rru ca da so- b re las rodillas de su padre, succionán-dole el pulgar (yo no lo sabía).
2. D ram atización del ac to sexual mas-culino sádico.
3. Idea de crecimiento natura l, m adu-ración.
4. Sentido de la distanc ia en tre nos-otros en los intervalos entre sesiones (fin
de la negación).5. Ide a en evolución de m am á enfa
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dada con Gabrielle por ser la niñita de papá.. . superpuesta a la idea de la cólerade Gabrielle ante los nuevos bebés naci-dos de papá.
6. E rotism o u retr al, excitación clitórica y masturbación evidente como bases
funcionales de algunas de las formacionesfantásticas, y como parte de la búsquedade información.
CARTA DE LA MADRE
«Piggle ha pedido verle en varias oca-siones, y ayer en su juego llevó carreta-das de juguetes a Londres. Propuso que-darse con su abuela (llamada Lalala),
que vive cerca de Londres. Tardó alre-dedor de tres horas en irse a dormir. Du-rante unos días no me permitió besarla, po r si la ponía negra; pero ha esta do mu-
cho más afectuosa conmigo y me ha be-
sado espontáneamente, cosa que nuncaantes había hecho. La otra noche, me dijoque era una linda mamá y luego procedióa arañarme. Aseveró que estaba rascando
lo negro, y luego intentó quitarlo de laalmohada soplando.
»Cada noche hay la misma ceremonia:‘Te hablaré del babacar... La mamá negradice: “¿Dónde están m is yam s?”’ (pechos).
Una vez pregunté con impaciencia ‘Bueno,
¿ d ó n d e es tá n?’ ‘En el servicio, con aguje-ros.’ Está m uy preocu pada p or los yams. Ayer dijo de improviso: ‘Lástima, misy a m s no tienen leche’. Cuando le doy las
buenas noches suele abotonarm e el ca rd igah para que mis y a m s no se ‘ensucien ymueran’. Ha estado muy preocupada por‘lo m ue rto ’ últimam ente. E n una ocasiónle comenté: ‘Pronto tus y a m s crecerán’.
Ella: ‘Y los tuyos m orir án ’.
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«Después de estar con usted dijo, muyresuelta, que nunca más iría a Londres.Cuando le pregunté por qué, respondió
que el Dr. Winnicott no quería que yome trepara sobre papá. De paso sea dicha,eso de trepar sobre el papá es algo quenunca hizo en casa siendo bebé; es lo quesu hermana, Sush Baba, hacía, y parecíadivertir enormemente a Piggle.
»Me dijo en otra oportunidad: ‘Intentévarias veces trepar sobre el papá. El Dr.W innicott dijo: “No".’ Aseguró que el
Dr. W. sabía sobre el babacar.«La noche que siguió a su visita a usteddijo que no podía precisar la diferenciaentre Tom —su muy querido tío, a quiensólo ha visto tres veces— y el papá. Mástarde afirmó: ‘Papá, Tom y el Dr. Win-nico tt son todos hombrespapá: ¡no es di-vertido !’ De pro nto , comentó a su padre :‘Dr. W. tiene juguetes divertidos’. Y otravez: ‘No puedo decir la diferencia entre
mis juguetes y los juguetes de Sush Baba.Juguetes muy divertidos.’
«Ultimamente ha fantaseado —lo repi-tió durante dos noches— que si el papáestá en la cocina, las botellas están rotas
—la botella del Jarabe Rose Hip (in m en-samente popular) y el biberón de SushBaba—, debe de haber cristales por todas partes y Piggle andar por encim a.
«En general, por lo que a su talanterespecta, ha estado muy deprimida en oca-siones, y también desenfrenadamente des-tructiva y sucia. Ello se alterna con pe-ríodos razonablemente buenos, por enci-ma de su edad y situación, y dosis con-siderables de limpieza y orden —lo cualllama la atención en nuestra muy descui-dada familia.»
Función
masculina
comparada
con
agresión, miedo a la
identificación
femenina, que
supone el
ser rota
Depresión
como
evidencia de
unidad del yo
hacia el
reconocimiento
del propio
impulso
agresivo.
Dentro de la
depresión, la fan tasía
es caos oculto, que se
convierte
en pulcritud
en fases
de conducta
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QUINTA CONSULTA
( J unio 9 , 1964 )
Gabrielle tenía entonces dos años ynueve meses, y Susan un año.
Era un día caluroso y habíamos abiertola ventana. Ello dio paso al mundo ex-terior en varios momentos. Mis notas sonrelativamente oscuras debido al calor ya mi somnolencia.
Ella estaba ocupada en juguetes, el pa-dre estaba en la sala de espera.
Piggle: Todo se cae. Tuve una así. Teníaun montón de lindos juguetes [mostran-do una barrera]. No hiciste vacaciones.
Yo: Sí, las hice.
Piggle: Tengo una linda hermanita. Saleen su cesta para dormir. Tantos trenes.¿Por qué? [Estaba armando un tren ynecesitaba ayuda; era verdaderamentedifícil.] Soy cada vez más, más grande.Voy a cumplir tres años. ¿Cuántos tie-
nes tú?Yo: Tengo sesenta y ocho.
Repitió «sesenta y ocho» cinco veces.
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Piggle: Me gustaría que estuvieses cercade nosotros [dando a entender que ladistancia entre mi casa y la suya erademasiado grande]. ¿Tendré tres añosy un bebé al que le guste jugar... un
buen bebé que no está enfermo? [Aquíhubo un recuerdo de la enfermedad re-
presentada por el cubo, desbordado porlos juguetes. Estaba examinando una fi-gura.] Sí me gusta jugar con los jugue-tes. El bebé tira mis juguetes a la ba-
sura.
Probablemente
referido
también
a la gran
diferencia
de edad
Iba haciendo diversas tentativas de po-ner orden en los juguetes (interrumpién-dose para atender el paso de un carrocon su caballo por el camino). Puso lasiglesias en fila (interrumpida por los so-
nidos «u, u» de los pajarillos).
Inconvenientes
debidos a la
ventana
abierta
(fallo del
sostén del ego)
Piggle: Ruidos horribles.
Estaba pensando.
Yo: Esas cosas te molestan mientras tra- bajas.
Piggle: Mis zapatos son demasiado abriga-dos.
Deshizo la doble atadura del lazo. Lohizo sola, lo cual constituía una verda-dera hazaña.
Piggle: Mis zapatos... diez zapatos. Hayarena.
Yo: ¿En Francia?Piggle: No.
Pasó un avión, y por ello volvió a in-ter ru m pir su juego. Dijo: «He estado enun avión.»
Había dispuesto cuatro casas y dos ca
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sas y puesto las dos iglesias a un lado.La ansiedad comenzó a manifestarse enla forma de: «¿Está papá preparado paramarcharse? Papá está cansado.» (Esta era
una referencia a la sesión anterior.) «Estádescansando en la sala de espera», res- pondí.
Hubo ruidos de dientes y pregunté quéestaba mordiendo.
Piggle: ¿T.e gusta el pan con mantequilla?Yo: Es como tomar una comida.Piggle: «Gansita, gansita, ganso» [recitan-
do].* Aquí hay un juguete divertido
[nuevam ente los restos de un viejo som- brero de chim enea], ¿Lo a rro ja ré al sue-
lo o no?
Lo ar ro jó delan te suyo: «Oigo agua quegolpea, golpea, golpea» (quiere decir «go-tea»; se oye el ruido de un grifo quegotea en la parte alta de la casa, y que
nos llega por las tuberías). Cogió el cubo:«No hay más juguetes aquí dentro. ¿Lo
llenaré hasta que esté otra vez lleno?»Hice una observación relativa a la sen-
sación de hambre si se lo llenaba, y alhecho de no divertirse comiendo, sinoatracándose, para mantener el hambrelejos. Puso las casas en fila y preguntó:¿Quién vive aquí? Un hombrecito, unamujer también.. . La Sra. Winnicott.»
En ese punto se puso un zapato y selo ató: «Voy a volver con mi mam á», y
dijo la dirección. Respondí: «De modoque vas a volver donde papá y mamá.»Regresó al juego como si la ansiedad hu-
biese desapare cid o, en re lació n con la ideade la Sra. Winnicott (introducida en el es-
La enfermedad
...resultado de una avidez
compulsiva
Conducta compulsiva
control
de la función
de separación
* En inglés “Goosey, goosey, gander", de la letra de una cancióninfantil . (Ñ . T.)
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quema de las cosas por primera vez). Asíque vació el cubo y puso los trozos sobran-tes en la papelera. Le dio trabajo el neu-mático de un coche. Intentó ponerle unarueda al vehículo: «¡Dr. Winnicott, ayiVdeme!» Entre ambos colocamos las rue-das. Se preguntó entonces cómo arreglarunos barcos.
Yo: ¿Cómo arreglarlos cuando papá ymamá están juntos?
Piggle: Demasiado grande. El bebé es de-
masiado grande ahora.
Esto fue interrumpido por alguien quese encontraba fuera, al otro lado de laventana abierta, y más tarde por el ruidode un avión. Piggle se mostraba ansiosay se distraía con los ruidos del exterior, pero la ventana ab ierta era un elem entoreal, si bien inusual, y hacía difícil ex-
cluir el exterior. Hacía mucho calor.Todo ello era vago y estaba articulado
de manera poco clara. Lo d ejé así. Enton-ces Piggle pareció abocarse al tema deldía. Jugueteó con su cabello perfectamen-te estirado y dijo: «Mi cabello es rizado».1Me valí de ello para una interpretación.
Yo: Quieres tener un bebé tú misma.
Piggle: Pero tengo un bebé girlie-girlie. Yo: No, no Sush Baba.
Piggle: Un bebé para tener en mi cama.Yo: ¿En tus rizos?Piggle: Sí.
Simbolismo
del pelo
rizado, un bebé
Se volvió al juego y cogió dos barcos; puso uno sobre el zapato que tenía pues-to. Quería ir a lo de su papá pa ra mosti ar-
le los dos botes.
1. N ota de la m adre : Es Susa n quien tiene el cabello m uyrizado, tanto que todo el mundo hace alharaca al respecto.
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Piggle: ¿A quién quiere papá? El babacar y mamá.
Fue y le mostró a su papá los dos bo-tes, y cerró la puerta.
Piggle: Volveré en medio minuto. Ayúda-me a cerrar la puerta. [Era realmentedifícil y necesitaba ajuste.]
Dejó abierta la cerradura. Estaba «co-miendo» los dos botes. Dije: «Comiendo para hacer bebés.» Apartó to dos los ju -
guetes y fue a buscar a su padre. Dijoentonces: «Y luego nos iremos.» Los ju-guetes estaban ordenados y apartados.Interpreté: «Tienes miedo de que quie-ran que hagas bebés comiéndote los bar-cos.»
Piggle: ¿Le diré «hola» a papá? [Fue yvolvió.] No regresaré otra vez.
Yo oía a su padre engatusándola paraque volviera, y a ella andando de un lado para otro. Papá entró y se acomodó en lasilla y sostuvo conmigo una breve conver-sación, porque la necesitaba. Luego ambosregresaron a su casa.
Apunté al cabo de esta hora que si bienlas notas eran confusas e incompletas (de- bido en parte al calo r y a mi somnolen-
cia), lo que quedaba claro era su inten-ción de tener un bebé propio, hecho concomida. Ese era el trabajo que había ve-nido a hacer.
COMENTARIOS
1. Calor, y su consecuencia.2. La observ ación sob re el rizo y mi
interpretación. Parecía ser el punto clave
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de la sesión. Su propio embarazo en fan-
tasía pregenital.3. H ace r niños con com ida... ansieda-
des asociadas con ello.4. Progreso (en cuanto a la m adura-
ción) desde los pechos de mamá al pene,de papá.
5. Sra. W innico tt en el esqu em a de las
cosas.
CARTA DE LA MADRE
«Desde la última visita que le hizo, lavieja cantilena nocturna sobre la mamánegra ha cesado virtualmente y no parecetemer el ir a dormir.
»En una ocasión volvió a referirse a lamamá negra, en los siguientes términos:‘Llévame al Dr. Winnicott, él me ayuda-rá.’ Tra tando de desalen tarla en ese mo-
mento, le respondí: ‘Pero si él ya te haayu dado .’ ‘Sí, pero devolví a la mam á ne-gra a su lugar.’ Me limité a de cir ‘H m m m ’.Hubo entonces algo más sobre volcar una
papele ra, y un sueño acerca de los senti-mientos. Usted debe saber a qué se refiere
todo esto.»Por dos veces pidió con mucha insis-
tencia succionar mis pechos, y dio la im- presión de d isfru tar muy especia lm entede la oportunidad. Siempre mezcla los
posesivos ‘m i’ y ‘tu ’ cuando habla de ellos.»Tras una discusión acerca de sus malos
tratos a su hermanita, besó a su padre yherm ana, y dijo al pad re: ‘No me beses,me pones negra. ¿Qué es negro?’
»Mi marido no sabía con certeza cuál
era la opinión de usted sobre Piggle, ycomo ella estaba presente en el curso desu charla al final de la hora, no pudo ex- presarse con libertad.
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«Cuando le dijo que la encontraba ‘nor-m al’ en su tra to con usted, pero tam bién planteó el tem a de un análisis con unanalista, no me quedó claro si pensabaque el análisis era necesario, y que no podía poner las cosas en movim iento enun nivel lo bastante profundo en el nú-mero de entrevistas que estaba en condi-ciones de ofrecer a la niña, y en conse-cuencia sugería este doctor, o si no creíanecesario hacer nada más, a menos queestuviésemos excesivamente ansiosos.2
«Tengo una especie de prejuicio en fa-
vor de dejar que las cosas sigan su propiocamino, y no interferir a menos que re-sulte imprescindible.
«Sigue teniendo aún esas súbitas (apa-rentemente) depresiones, en que se acu-rruca y se succiona el pulgar, o se sientay grita su galimatías, y no es capaz de ha-cer otra cosa. En otros aspectos se la vemuy mejorada, y más vital, pero no puedo
asegurar que no sea posible que retornea las profundidades en que daba la im- presió n de perderse cuando nació su hermanita. A juzgar por las apariencias, fueun golpe inesperado y atroz, y creció muy
pronto y, de alguna m anera, en falso. Me pregunto si podrá, sin ayuda ulterio r, ha-llar lo que dejó atrás. Tal vez lo esté ha-ciendo ahora, pero no me veo en condi-ciones de juzgar si es así. Tal vez no lologre nunca, suceda lo que suceda.»
2. Un ana lista que se superv isaba conmigo me hab ía hablad ode una niña de tres años, precisamente en esa época, y pensé enderivar a Gabrielle a su consulta. Ello me afectó, me hizo sentirculpable y me encontré confundido al hablar del asunto al padre. No o bstante , en mi m edita da opin ió n, el que las sesiones fu es en
"a pedido” no alteraba el que la niña estuviese siendo analizada.D. W. W.
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CARTA A LA MADRE
«Gracias por su carta. Le respondo por-
que sé que dije cosas un tanto confusasa su esposo. Lo cierto es que tengo re-mordimientos de conciencia, debí asegu-rarle que no era yo quien les impedía unanálisis por extenso para Piggle. Si fuesetan sencillo para ustedes vivir en Londrescomo hacerlo donde lo hacen, creo proba- ble que lo desearan, en el caso de que es-tuviese disponible una persona adecuada.
Pero estoy convencido de que no sería tanfácil para ustedes venir a vivir a Londres,y muchos viajes representarían una com- plicación. Es m ucho m ejor pensar en té r-minos de recuperación natural, con al-guna entrevista ocasional conmigo paraayudar a la evolución de los aconteci-mientos.
»Piggle es una niña muy interesante,
como ustedes saben. Tal vez prefiriesenque no lo fuera tanto, pero lo es, y confíoen que no tarde asentarse y convertirseen un ser absolutamente corriente. Se meocurre que buen número de niños tienensimilares pensamientos y preocupaciones,aunque por lo general no tan correcta-mente verbalizados, lo cual en el caso dePiggle tiene mucho que ver con el hecho
de que ustedes sean bastante singular-mente conscientes de los problemas de lainfancia y tolerantes con sus cosas.
«Siento una gran admiración por la for-ma en que el padre de Piggle ha soportadoel estar sentado y ser utilzado por la pe-queña, cuando gran parte de lo sucedidoha de haber sido un misterio para él.»
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DE UNA LLAMADA TEL EFÓ NICA
DE LA MADRE
«Piggle estuvo mejor durante un tiem- po, pero luego volvió a caer en la depre-sión y la apatía, sin dormir por las no-ches y preocupada por la idea de la muer-
te. Tuvo un sueño: ‘Ninguna semilla crece,o sólo un poco, por las cosas malas quellevan dentro.’»
COMENTARIO POSTERIOR
DE LA MADRE
«¿Se vincula también este tema de lamuerte con la parte de su persona quehay que ‘devolver a su lugar’, es decir,matar? ¿La parte rapaz, envidiosa, porejemplo?
»Me interesa sab er cu án tas veces devuel-ve al Dr. Winnicot a su lugar dejándolo enuna habitación y saliendo a otra, la sala
de espera, y cerrando la puerta.»3
3. El po de r olv idar tiene sus requisito s. D. W. W.
Ansiedadesdepresivas
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SEXTA CONSULTA
( Ju l io 7, 1964 )
La paciente tenía entonces dos años y
diez meses. La saludé cuando llegó alumbral, diciéndole «Hola, Gabrielle». Esa
vez supe que debía llamarla Gabrielle, noPiggle. Se dirigió hacia los juguetes in-mediatamente.
Yo: Gabrielle ha vuelto a verme.
Gabrielle: Sí.
Puso uno junto al otro los dos grandesanim ales suaves y dijo: «E stán jun to s y se
quieren.» También reunió dos vagones deun tren.
Yo: Y están haciendo bebés.Gabrielle: No, están haciendo amigos.
Seguía reuniendo trozos de trenes y yo
observé: «Puede que estés reuniendo lasdiferentes veces en que me viste.» «Sí»,
replicó.Es evidente que hay muchas interpre-
taciones posibles del hecho de reunir par-
tes de trenes, y se las puede emplear se-
Concepto de
afinidad de
ego
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gún el modo que se percibe más adecuadoal mom ento, o para tran sm itir los propios
sentimientos. Recordé a Gabrielle mi in-
terpretación de la sesión anterior, relativaal nexo entre el cabello rizado y el tener
un bebé propio.
Gabrielle: Cosas en las que pienso.
Hizo entonces una distinción (en cual-quier caso, bastante clara entre) el decir y el m o s t r a r (lo cual me llevó a pensar
en la canción de My Fair Lady, «Show
Me!» — «¡Muéstrame!») .
Yo: Quieres decir que mostrarme algo es
mejor que decírmelo.
Gabrielle cogió una pequeña botella ehizo un ruido parecido al del agua: «Ha-cen un gran círculo cuando tú chapoteas
mucho». Ceceaba, y a veces resultaba di-fícil comprender qué decía: «Tengo un pequeño estanque para chapotear afuera(referencia al jardín) y dos invernaderos.Hay nuestra gran casa, y luego mi casa
pequeña.»
Yo: La pequeña es tu propia persona.Gabrielle: La tuya. [Lo dijo tres veces, y
luego: ] G abrielle. W innico tt.
Unió dos vagones.
Yo: Gabrielle y Winnicott son amigos, pero Gabrielle sigue siendo Gabrielle yWinnicott sigue siendo Winnicott.
Gabrielle: No encontramos nuestro gato, pero yo vi uno dando un paseo. Vi uno
corriendo a lrededo r de todo. ¿Qué arras -traba esto?
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La ayudé, y dijo: «Winnicott me cogede la mano.»
Había en ello una suerte de estableci-miento de identidades. Comenté algo acer-
ca de Gabrielle y sus diversas relacionescon Winnicott, papá, mamá, Sush Baba. Gabrielle hizo un ruido de Gabrielle ydijo: «El Bebé Sush hace un ruido wa»;
produjo un sonido más, cubrié ndose la boca con la mano.
Lo pasaba bien con ese entretenimientocon variaciones, tapando y destapando la boca. Acababa de so ltar una vento sidadcuando dije: «Quizás ese sea un ruido de
Gabrielle.» Entonces habló de un modocaracterístico, fácilmente identificable, yyo aseguré: «Eso tiene que ver con papá».En otras oportunidades había hablado deese modo especial al sentirse fuertemente
identificada con su padre.
Se las estaba
viendo con
el límite entre
fusión y
separación
Gabrielle: No hables así [pero hablemosde papá]. El Bebé Sush es demasiado pequeño para hablar. ¿Q ué es esta cosarara?
Me mostró una palanca atada con unacuerda. Quería que la pusiera a la loco-motora para poder arrastrar la por todala habitación. Estaba encantada con ello.Comenté algo acerca de ser un bebé Ga-
brie lle que ella estaba recordando, y res- pondió : «No, es una hermanita»; luego, de
pronto: «M ira este herm oso cuadro» (elretrato de una niña muy seria, de seis osiete años, que yo tenía en la habitación).«Es una niña mayor que yo. Mayor que yocomo yo soy mayor que el Bebé Sush. Ella[Susan] ya anda sin cogerse a nada.»(Hizo una exhibición, andando, corriendo,andando, y cayendo luego.) «Y puede le-vantarse» (otra exhibición).
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Yo: De modo que ya no necesita de sumamá todo el tiempo.
Gabrielle: Pronto se pondrá más grande
y andará sin papá ni mamá, y Gabrielle podrá andar sin W innicott o sin nadie .Alguien dirá: «¿Qué haces?» Este es milugar. Quiero ir a tu lugar. Sal del paso.
Apoyo
consciente
en la
administración del proceso
demaduración
Estaba ilustrando un juego del Rey delCastillo,1 con Gabrielle estableciendo su propia identidad y esperando recib ir undesafío. Cogió dos vagones y los frotó
rueda contra rueda.
Yo: ¿Están haciendo bebés?Gabrielle: Sí. A veces me tiendo de espal-
das con las piernas levantadas cuandohay sol. No haciendo bebés. Tengo unvestido para el sol y bragas blancas.
Hizo una demostración tendiéndose enel piso con las piernas lazadas buscando
el sol.
Gabrielle: Tengo zapatos nuevos. [No losque llevaba puestos.]
Estaba desatando uno de los zapatos yquitándose los calcetines. Era una activi-dad del tipo «dentrofuera, dentrofuera».Quería que yo mirara su calcetín, en elmomento de pasar su grande y gruesotalón por el agujero.
Masturbación
con la
fa ntas ía de
una forma
deintercambio
entre
personas
Yo: Me estás mostrando grandes pechos.Gabrielle: Como pies.
Desató el otro zapato, y mostró la plan-
tilla del otro lado. Se entretuvo con ello,
1. W innico tt, D. W. (1966), "Psyc ho-som atic Illness in its Positiveand Negative Aspects", In te m at . J. Psycho-Anal., 47:510-516.
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haciendo ver que uno de sus pies se habíaido, en un juego que acababa de inven-
tar.
Gabrielle: Está todo sobre el pie malo[esto era una broma].
Había cambiado entre sí sus calcetines,y así fue hacia los juguetes del cubo. Dije:«Gabrielle se come el mundo y así comedemasiado» (pero para entonces el cubono estaba sobrecargado). Gabrielle repli-
có: «No está mareada».
Se había quitado un zapato y jugaba aquedarse sin el calcetín. Había algo com- ple jo que hacer con calcetines y zapato s,e insistió de un modo muy hábil, pero no
tuvo éxito.
Yo: ¡No es difícil!Gabrielle: Sí que lo es.Yo: Gabrielle no puede hacerlo todo sin
mamá y no puede ser una mamá com-
ple ta .
Así se acercó a un gra n tren y dijo: «Es- pero que no hayamos venido dem asia dotemprano». Luego habló de las razones po r las cuales ella y su padre había n lle-gado temprano. En realidad habían dadovueltas por las tiendas para no adelan-tarse a la hora convenida.
Percibí que era necesario que la ayu-dara con una correa que presentaba es-
pecia les dif icultades, y acced í; ta m bié ncon la otra.
Gabrielle: Oigo un gran golpe [real].Yo: ¿Hay alguien enfadado?Gabrielle: No. El Bebé Sush golpea.
Reconoci-miento
de inmadurez
y relativa
dependencia
Las
identidades
se clarifican
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Luego susurró que iría a ver a su papá,
y abrió la puerta de par en par y volvióa cerrarla. En un minuto estuvo de re-
greso, por sus medios, sin necesidad de papá. Estuvo apartando los ju guetes.
Gabrielle: Los juguetes están desordena-dos. ¿Qué dirás?
Yo: ¿Quién?Gabrielle: El Dr. Winnicott.
Puso a un lado los grandes animales(perros) suaves. El proceso de puesta enorden se hacía muy detallado, con selec-ción de los diversos tipos de juguetes.
Gabrielle: Oh, la tapa se sale; no importa;mamá está en casa.
Entonces Gabrielle los apartó todo pul-cram en te y dijo: «¡Tienes un lindo lugar
para juguetes!» (En realidad, el embrollo
de mis juguetes tenía un lugar en el sue-lo, debajo de la librería. Encontró uno odos juguetes raros, de los que había pres-cindido, y los separó del resto. «Yo tengolos míos fuera, en la papelera.»
Iba a salir, y no había juguetes por allí.Pasó un rato afuera, con su padre, en lasala de espera, diciéndole qué había he-cho; él le hablaba de ello. Luego hizo
entrar a su padre. Le dijo: «Quiero queentres», pero él vacilaba. «Entra con elDr. Winnicott», le dijo el padre.
Gabrielle: ¡No! ¡No! ¡No!Yo: Ven, porque falta poco para la hora
de irse. Entra.
Entró y se comportó de un modo muyamistoso.
Me preguntó si iba a tomarme vacacio
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nes y qué haría. Le respondí que iría alcampo y me divertiría. Ese fue el final dela sesión, y al p a rti r inquirió: «¿Cuándovolveré?» «En octubre», repliqué.
Un detalle importante en esta sesión esel momento del establecimiento de la iden-tidad, el juego del Rey del Castillo, si-guiente a los experimentos relativos a laseparatidad procedente de la fusión.
COMENTARIOS
1. Mi conciencia de que debía dirigir-me a ella llamándola Gabrielle.
2. Desa rrollo gradu al del tema de laidentidad.
3. Una versión de la dec laración de Reydel Castillo.
4. Jueg o con p a rte s de o b je to s que pre-fieren la idea de pechos (juegos «dentrofuera»).
5. Avidez que se convierte en apetito.6. Confusión den tro del orden. Anun-
cio del tema de la confusión por venir.
CARTA DE LA MADRE
«Ha vuelto a dormir bien por la noche.Su único comentario sobre la sesión fue:‘Quería decirle al Dr. Winnicott que mi
no m bre e ra G abrielle, pero él ya lo sabía.’Lo dijo con satisfacción.»2
2. Este detalle m uestra la imp ortancia de hab er captado su p rim er m ensaje , en el um bral, ente ndie ndo que debía decir G ab rielley no Piggle. o un nombre que pudiese tener que ver con uno u otrode sus muchos papeles. D. W. W.4
4. — PSICOANALISIS 97
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CARTA DE AMBOS PADRES, ESCRITA POR LA MADRE34
«No sé por qué me resultó difícil escri- birle; ta l vez me haya sentido un tantoconfundida con Gabrielle y sin haber to-mado toda la distancia necesaria de ella, pero espero que esto se resuelv a por símismo.
«Gabrielle parece encontrarse muchomejor; con esto quiero decir que es capazde investir el mundo exterior con signi-
ficados propios, y de aprovechar una di-versión toda vez que se le presenta laoportunidad.
«No es tan tímida, pero le es difícil en-trar en contacto con otros niños, si bienanhela profundamente hacerlo y sufre an-
te los desaires. Le duelen enormementelas desilusiones, porque pone muchas es- peranzas en esas re laciones.
«Hace notables progresos en lo que res- pecta a su herm ana, a pesar de alg unosataques pasajeros —por ejemplo, batir
palm as en el medio de la calle, anuncia n-do que está cansada de tener una hermanita—. Con excepción de tales ocasiones,la trata como una persona, con una com-
prensió n compasiv a que im presiona gran-
demente.
«Aún persiste parcialmente lo que a míme parecía una fantasía un tanto falsa:no sé en qué medida es arrastrada a ella
por sí m ism a, y en qué m edida se tra tade una defensa efectiva contra unos pa-dres bastante fisgones.4
«Recién en estos últimos días ha vueltoa resu ltarle imposible ir a d orm ir, ha vuel-to a visitarla la mamá negra y ha estado
3. Con versación telefónica no rese ña da aquí.4. ¿Po día esto relacio na rse con mi ign oran cia respec to del fenó-
meno del negro? D. W. W.
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hablando más de ir donde el Dr. Winnicott. Parece muy preocupada por un ries-go de envenenamiento; y comió una baya,
insistiendo en que era venenosa y narrán-donos cuán enferma iba a ponerse. Tam- bién in sis tió en que su ‘b r r r ’ está ata scadoen su interior, pese a que no parece sufrirconstipación física. Pero nada de esto fuemanifiesto en el resto del verano. Signi-ficó mucho para ella el tener el númerode teléfono de usted.
»A juzgar por las apariencias, usted esmuy importante para ella y puso cosas en
movimiento nuevamente cuando daban laimpresión de haber entrado en un círculovicioso extenuante. También recuerda mása la niña sólida que era antes del naci-miento de Susan, y parece haberse resta-
blecid o cierta continuid ad.»
CARTA MIA A LOS PADRES
«Recibí la postal de Gabrielle. Creo quea ustedes les gustaría que volviese a verla,y reservaré tiempo para ella. Sin embar-go, tal vez consideren buena idea dejarcorrer los acontecimientos unas semanas,en cuyo caso confío en que me lo hagansaber.
»Por lo que he visto de Gabrielle, y porla carta que me enviaron, creo que ya nodebemos pensar en ella en términos de
enfermedad. Hay en ella muchos más ele-mentos sanos. Quizá quieran informarmequé esperan que yo haga.»
(Debo recordar aquí la influencia so- b re mí del hecho de no disponer de tiem - po para in ic ia r el tra tam iento de un nuevocaso; pero también percibía que estos pa-dres, por alguna razón especial, no se fia-
ban del proceso de desarrollo que, en esta
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niña, podía explicarse en prescindenciadel tratamiento.)
CARTA DE LOS PADRES
«Gracias por su carta y la oferta de unaentrevista, que nos agradaría concertar.
«También creemos que ya no es posi- ble considerar a Gabrielle como una niñamuy enferma; son muchísimas las áreas
de su persona que han vuelto a la vida.Y sin embargo hay pozos de angustia yansiedad muy marcados, que a veces pa-recen llevarla a aislarse absolutamente detodo sentimiento... y, en consecuencia, avivir una vida muy articulada, pero bidi
mensional.»La última vez que le escribí, acababan
de presentarse dificultades al ir a dor-
mir, después de haber pasado la mayor parte del verano consid erablem ente bien;y ahora pasa regularmente entre tres ycuatro horas despierta, una vez en lacama.
«Ahora tiene una ‘Linda mamá negra’,que le corta las uñas (quizás usted recuer-de que solía arañarse la cara durante la
noche cuando estaba angustiada, y lo ha
hecho recientemente). La mamá negra, noobstante, vino a cortarle el pulgar con untrinchante. Pero dijo que le contaría alDr. Winnicott que la mamá negra se ha-
bía ido.
«En la actualidad está profundamenteinteresada en la muerte de sus padres; pero habla de ello de un modo muy des-
apasion ado y vago. A su mam á: ‘Me gus-taría que estuvieses m uerta .’ ‘Sí. Tambiénlo lam en tarías .’ ‘Sí. Gu ardaría tu foto enmi cartera.’
«Lanza indirectas acerca de las cosas
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más desagradables en la relación entre sus padres, y se sin tió profundam ente con-movida y trastornada cuando vio algo másde lo habitual del cuerpo de su madrecuando ésta se cambiaba para tomar un
baño. Si bien ésta s parecen ser preocupa-ciones bastante comunes, se angustia ysubsiguientemente elude sentir, y se in-quieta por ello durante la noche, lo cualnos indica que aún puede ser necesaria
una pequeña ayuda.»La llevamos a un parvulario donde,
como le hemos dicho, no le resulta fácil
establecer contactos, a pesar de que démuestras de desearlo: ‘Mamá, coge un li-
bro. Me aburriré , y no sabré qué, y noconoceré a nadie, y no querré que nadie
me mire.’»
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SEPTIMA CONSULTA
(O ctu br e 10, 196 4)
Gabrielle (que tiene ahora tres años yun mes) vino con su padre y se dirigió
in vacilar a los juguetes, rozándome al pasar el codo con su cabeza , por cuantoyo me encontraba sentado en el suelo. Co-
ció un juguete suave y grande.
( ¡abrielle: ¿Empezaré con las casas enfila? ¿Has oído la campanilla cuandollamé? La hice sonar tres veces. Sr. Win
nicott,1¿qué es esto?Yo: Es un camión.Gabrielle: Ah [y comenzó a combinarlo
con algo]. Todos los problemas se hanido, así que no me queda nada que de-
cirle.Yo: Estoy viendo a Gabrielle sin proble-
mas; sólo Gabrielle.Gabrielle: Tenía una mamá negra que me
traía problemas, pero ahora se ha ido. No me gustaba la mamá y yo no le gus-taba a ella. Me decía tonterías.
1. Aauí se inicia una indicación recu rren te de la existencia deun Winnicott no terapeuta.
103
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Había dispuesto una larga hilera decasas según una curva en forma de «S»
poco pronunciada, con una ig lesia en cada
extremo. Luego cogió la bombilla eléctricacon la ca ra pin tad a y dijo: «Olvidaba
esto». Hubo aquí algo acerca del estar en-fadado ante el nacimiento del bebé. Co-mentó: «Una niña pequeña entra a la
iglesia con la niña grande.» En este punto,cierto juego, no registrado con precisión.Tenía que ver con poner algo para los perros y las vacas... y algo alteraba la paz
en las casas de cada extremo de la curvaen «S».
Gabrielle: Ahora haremos un ferrocarril
Cogió dos piedras que había traído enuna ocasión anterior en una bolsa de pa- pel, y había una aún m ayor en el saco.
Esto tenía relación con la mamá negra.
Entonces vinculó la piedra grande con ¡asdos más pequeñas.
Gabrielle: Sr. Winnicott, ¿por qué no tie-
nes más trenes?
Buscó algo más y los encontró, aunque, por supuesto, sabía que estaban allí:«¿Cómo llegaron a ti, Sr. Winnicott?»
Había coches y un camino y otra pie-dra; los quitó de en medio y comentó:«Este tren arrastra los dos trenes; aho-ra... más botes, trenes» (montones de rui-dos, hablando para sí de un modo ininteli-gible).
Pasado un rato se enfrentó con la cues-tión, mirándome y sonriendo con la in-
tención de obtener una respuesta. Es de p resum ir que todo ello tuviese vin cula-ción con la os cu rida d d e lo que seg uía de- b ida a su in tro v e rsió n y a su modo de
Aquí tenía una
experiencia
personal de
la realidad
interior y, me p erm itía
conocer los
detalles de
contenido sólo
vagamente
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jugar, in in te ligib le para mí. En algún punto, colocó un tren sobre un barco, lo cualera absurdo en cierto sentido, puesto que
el tren era mucho más grande que el bar-co de juguete.
Gabrielle: ¿Te gustan mis juguetes? Soncomo los juguetes franceses, ¿no? He-mos estado en Francia. Yo no queríaque nadie estuviese en Francia con-
migo.
Jugaba con el muy pequeño tren de ma-dera, y cogió trozos de madera y los dis- puso radia lm ente , num erándolo s: uno,dos, tres. Apretaba un bastón contra la al-fombra, tratando de hacerlo quedar eri'iiido, sin éxito. La ayudé un poco y seguíel tren. Casi me arroja el tractor aco- plado a un vagón porque no lo quería .Ordenó muy lentamente los juguetes. Ha-
bía una hilera de casas en «S» en el cen-tro, con una iglesia en cada extremo, ysobre su lado estaba ella misma y nu-merosos objetos que la rep resen taba n. AIotro lado, el mío, de la línea en «S», es-taba el tractor que me había arrojado,y también yo y otros objetos. No habíaninguna representación de mi persona.Se trataba de un mensaje absolutamentemeditado, en el cual se mostraba que ha-
bía logrado esa separació n de mí como parte del establecim iento de su yo. Tam- bién constitu ía una defensa contra la rein -vasión. Había algo que cruzaba la línea.Tenía que ver con unos coches que ve-nían de su lado hacia el mío, y mencionóalgo relativo a «nadie sabe cómo...»
A la larga fue evidente que sentía quealgo había sucedido, puesto que comenzóa cantar, y cuando hice una observaciónrelativa a tener cosas dentro, completó
Pregunta:
p rotesta por
las vacaciones
Referencia a
la introversión
Acto de
agresión
destinado a
liberar sus impulsos,
transmitién-
domelos
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la frase acotando que se mantenía «es-condidas» (destaqué en las notas que esa
había sido la palabra exacta). Hablaba
para sí: «Un niño hay que ponerlo conuna niña para que vaya con la niña; Ri-cha rd mi amigo; y Sarah» (y algunos o trosnombres femeninos). Había ya dos líneasformadas por casas y otros juguetes, quese encontraban en uno de los extremos.Una de las niñas se llamaba C lare.2 Creoque tenía que ver con las vacaciones deverano. Me hablaba de un lugar en el
cual vivía Clare.
Gabrielle: Allí es donde voy a veces. No,no voy.
Me dio a entender que alguien tenía
paperas all í en ese m om ento, lo cual leimpedía ir.
Gabrielle: Así que no puedo ir más aun El tema de laque quiera. No los puedo ver y ellos no cuarentename pueden venir a ver. No sé qué hacer. equivale aAsí que fui a la escuela a jugar. Me ¡a barrera
gustó. Todo anduvo mal por allí por defensiva
las paperas. No pueden salir ni bañarse. entre yoQuieren pero las pape ras no los dejan. v no-yoA mamá le preocupa que pesque unresfriado de ella. Así que mamá dijo
«no», luego preguntó, yo estaba terri- blem ente .. . No sé qué hacer.
Yo: No entiendo [había interpretado entérminos de establecimiento de identi-dades].
Gabrielle: ¿Dónde está ese lindo bote?¿Dónde puse los botes? [Buscamos,
pero no pudim os encontrarlos.] ¿E sta-rán en el cubo? No, no pueden estar
2. ¡Mera casualidad que Clare sea el nombre de la Sra. Win-nicott!
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allí. Mira mi mano sucia. [Tenía los botes en la mano.] Pero, ¿dónde estánlos otros? Me pregunto dónde se habránido. Aquí hay otro. Yo antes sabía dón-de estaban los botes. Antes estaba acos-tumbrada a ti, pero ahora no lo estoy.Soy adulta. Andan y hablan.
Aquí hubo algo referido a un pavo real.
(1abrielle: Pero ellos no entienden. Es baa.
Los pavos reales sacuden la cabeza comodiciendo que no. Nunca dicen «Oh, ca-
riño».
Gabrielle cantó una canción para ilus-trar el uso de «Oh, cariño». Luego dis- puso una serie com pleta de botes con la popa apuntada hacia afuera en relacióncon ella: «¿Quién va en todos esos bo-tes?» Cantaba una canción que tenía quever con los botes. Volvió a acomodarlos,
y también trozos de madera: «Ambos hi-cimos botes. Ahora pondremos orden., Por qué tienes tan tos b otes p ara mí? Esdivertido.»
Siguió con el juego en que había mu-chos botes ante ella, con la popa haciaafuera. Había una hilera similar de cochesun poco más allá, y muchas otras cosasen su lado de la línea que la separaba del
tractor y de mí. Todo en su lado fue cui-dadosamente dispuesto, de modo que losobjetos no se tocaran entre sí. Cantaba,algo referente a tener coches de diversoscolores.
Gabrielle: ¿Para qué es esta cuerda? Pon-
gámosla aquí.
Yo debía cortarla así que estuviese ten-sa, y ella arrastró la locomotora por todala habitación.
Pavo real =
D.W.W.
Defensa:
objetos
internos dispares
entre vida
y muerte,
controlados
107
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Gabrielle: ¿Dónde han ido a parar las ti- jeras? [porque yo usaba un cuchil lo ].
Yo: He dejado mis tijeras arriba [siem-
pre llevo tijeras en el bols illo].
Volvió a los juguetes.
Yo: Estás lista para volver a irte [porqueveía que estaba poniendo orden],
Gabrielle: ¿Dónde han ido a parar las ca-sas... [y así de seguido].
Me entregó un tren y comenzó a arro- jarm e cosas porque, después de todo, meencontraba al otro lado de la frontera dela barrera. «Allí estás», repitió varias ve-ces, «allí». Introdujo en el juego la ideade mi persona en una caja. También medio algo a guardar, algo que le gustaba.
Gabrielle: Cuando vuelva encontraré que
tienes todo ordenado.
Parecía estar libre de algo, así que toméuna nota: «al fin libre». Tenía algo quever con el b ab acar. Dijo: «Espera un mi-nuto. Aclararé todo. Allí estamos.» Contólos trenes. «¿Qué es mejor para los tre-nes?» Y los dispuso pulcra y ordenada-mente: «Los juguete s en orden.» Luego
se ocupó de las piedras: «Ahora apartara mamá. Ahora, ¿dónde va esto, Sr. Winnicott?» Y a continuación: «Ordenar
bien.» Jugueteó un poco con la copa deO p tre x pa ra bañ o de ojos. Luego: «¿Quién
puso la cosa oscura en los juguetes?» Pa-recía estar a punto de finalizar; fue a buscar el lío de la cuerda y lo m etió enel cubo. Había una caja llena de trozosde objetos: «Aquí estamos. Ahora, ¿dóndevan estas cosas? Ahora está un poco orde-nado.» Había una caja olvidada. Lo ex
D.W.W. allí
Ansiedad
guiada por
el estableci-miento y
aceptación
del ego
108
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presó así: «Ahora. Lim piemos la alfom bra
ahora. ¡De qué lindo material es! ¿Quiénte la dio? La alfombra dura [palo tren-
zado, debajo del «lindo» cubrealfombraoriental] no es tan linda. Es sólo paracuidar el piso. Espantosamente lindo ma-terial el de esta alfombra. Y éste también[acercándose a la silla], y éste.» Se acercó
al diván y examinó el material en que es-taba hecho, y el de los cojines. Siguió másallá y com entó: «y esta silla es espan tosa-mente linda»; y luego fue a buscar a su
papá para que la llevase a casa.
Observación
de objetos
externos,
objetividad
COMENTARIOS
1. Ella m ism a po r sí m isma, no a causa
de las dificultades.2. Clara decla rac ión so bre el yo y el
noyo.3. Exp eriencia de intercom unicación.4. Cuaren tena. Muro defensivo en tre
yo y noyo.5. Control de los ob jeto s exte rno s en la
limpieza.6. O bjetividad de los ob jetos reex ter-
nos.
La transferencia positiva se realizaba
en parte en relación con un Sr. Winnicott
real (es decir, no terapéutico) y su habi-tación (esposa).
Es dable esperar que el fenómeno delnegro también afecte aspectos de objetosdel mundo real exterior a ella, y separadode ella.
El negro persecutorio corresponde a losresiduos de fusiones regresivas, en la de-fensa organizada.
109
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CARTA DE LOS PADRES
«A Gabrielle le gustaría volver a verle,creo que con bastante urgencia, si bien
vacila en pedirlo. Me sugirió enviarle unregalo. También quería enviar un regaloa una mujer que trabajó para nosotros,a la que quería mucho, y que se marchó.3
»E1 tema de la mamá negra ha vuelto asurgir, aunque de manera distinta: ‘Nohe escrito a la mamá negra... Me dio un
hermoso florero con algo dentro que cre-ce’. (‘W attie ’, nue stra criada, un a m ujer de
edad, querida por todos nosotros, le habíaregalado un bulbo en un jarro.) ‘Tengomiedo de la mamá negra. No le he pagado.Me regaló una he rm osa copa de m ad era .’El pagar a la mamá negra ha sido men-cionado repetidamente.
»Hace bastante poco ha comenzado a te-ner nuevamente dificultades para ir a dor-mir. Necesita tener todas sus muñecasositos y libros, sobre la cama, hasta el
punto de que queda poco espacio paraella. Durante el día, ha tendido últimamen-
te a portarse mal, como si nuestra auto-ridad, y aun nosotros mismos, no contá-
semos para nada. Tal vez hayamos sidoun tanto negligentes en lo que a mostrar-nos firmes y hacemos valer respecta, ytratamos de remediarlo. Pero, en las oca-siones en que Gabrielle se encuentra bien,es verdaderamente muy buena.»4
3. La gratitud implica aceptación de la sep ara tidad , del prin -cipio de realidad, un fruto de la desilusión. D. W. W.
4. D ificultad en el m ane jo del niño enferm o que se está recu -
perando; la pregunta : ¿cuán do ser fir m e y ac tu ar sobre la base dela normalidad del niño? Esto es, cuando se está recuperando de unsuperego patológico y t iende a ser un niño espontáneo en un mediofamiliar. D. W. W.
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OCTAVA CONSULTA
(Diciembre 1, 1964)
Gabrielle (ahora, de tres años y tres me-ses) entró y dijo: «Primero jugaré conestos juguetes, después con este lindo juguetito.» Había traído un enorme soldadode plástico... «Lindo. Hagámoslos entrara todos en el lindo pueblo.»
Hice mención de la existencia de ciertasuciedad. Cogió el tra c to r y dijo: «Es lin-do. Susah también tiene un perro.» En-contró un trozo de cuerda y comentó queel tractor podía sujetarse al trenecito.«Fuimos en el tren», y lo colocó detrásde nosotros (resultaba gracioso y habíaotras indicaciones de la probable existen-cia de elementos anales en el material).
«Muchos trenes tienes, Sr. Winnicott.»Quiso que le ayudara a sujetar la cuerda.
Gabrielle: Es bonito. Podía haber venido por la tarde, ¿no? Hubiese estado bien.Visitarte [iba agregando trenes, detrásde los otros]. No los arrastres, tren.
Yo: ¿Dónde vive el tren de Winnicott?¿Aquí o dentro de Gabrielle?
Gabrielle: Allí dentro [señaló un punto],¿Qué va en este tren? ¿Y en éste? [En
Tema de la
negación de
la suciedad
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contró un gancho perteneciente a un va-gón.] Cuando pongo un tren... ¡Ay! ¡Ay!¡Ay! Casi aprieto al soldado y le hagollorar. Viene de mi casa. ¡Oh!, hay unlindo tren aquí detrás. ¿Dónde está laestación, Sr. Winnicott? [Coloqué dos barreras.] Sí, esa es la estació n [iba re-uniendo vagones]. Esa es la estación delferrocarril. Me ayudó el Sr. Winnicott.¿Qué es esto?
Yo: Para el equipaje y otras cosas.
Gabrielle: Aquí hay otro viejo tren conuna gran locomotora. Tengo lindos za- patos nuevos. Esto es un furgón paraequipajes. Mejor seguir con esto [e ibadisponiendo los furgones y el equipaje].Susan es una gran molestia. Rompeca-
bezas. Se acerca y lo desordena. Cuandoes una Susan más grande será capaz dehacer lo que yo hago; sigue viniendo y
distrayéndome. Me gustaría un nuevo bebé que no se acercara y se llevara lascosas.
Hice un comentario referente a su po-nerse negra.
Gabrielle: No, la hace llorar. Entoncesgrito muy fuerte, me enfado mucho
y grito más fuerte, y ella vuelve a llo-rar, y luego mamá y papá están enfada-dos. Ella es como Kiko, que es un ososalvaje en Francia. Una vez los dos seasustaron de un oso como Kiko. Habíauna mamá Kiko cariñosa y bebé estabafuera de la jaula y ella estaba en la jau-la. Ella era enorme como un bebé den-tro de una mamá. El bebé Kiko no es-taba en la jaula. Los monos sí y losleones y osos.
Yo: ¿Y qué más?
Gabrielle: Ni vacas ni jirafas. Serpientes
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sí. Perros sí, me parece, no. Gatos tam- bién. Tenemos un gato negro . Viene averme cada noche. Voy al piso. Allí estáel gato negro. Lo acaricio. A veces estáen mi casa. Mamá le da algo de comer.¿Para qué es esto? [Se trataba de untrozo de una casa, maltrecho.] ¿Por quées así? Fue hecho con una madera tor-cida.
Yo: Hecho por un hombre torcido [pen-sando en la canción infantil y haciendoretroceder la idea].
En ese momento se estaba comiendo elhombre de plástico. Dije que se lo estabacomiendo porque quería com erme a mí.
Yo: Si me comieras me llevarías dentrotuyo, y entonces no te importaría irte.
Gabrielle: ¿Dónde se sienta? Puede entraren la casita. No en la que está torcida,en ésta [una iglesia] o ésta. Es especial-
mente linda.
Se sentó sobre el cordero. Seguía mi-rando al soldado, que estaba junto al tren.
Gabrielle: Este es un perro tonto [el cor-dero]. ¿Quién le ató una cinta en elcuello? Es bonita. Yo también puedoatarla, pero el bebé no. Susan no puede.A veces ato un vestidito alrededor de
mi bebé para que se vea lindo. Y des- pués salgo de com pras con él. Oh,¿quién hizo esto? [el otro juguete sua-ve, el fauno]. No se quedan de pie. Sí,se quedan. Lindos perros.
Los estaba poniendo en equilibrio, y noladrábamos y decíamos «woffwoff». Hicemención de ella y el Bebé Sush.
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Gabrielle: ¿Sabes que Susan estaba enfa-dada? [hizo ruidos de enfado], realmen-te está enfadada y gritó. Cuando estoy
un poco enfadada grito un poco. Grito por la noche, con los dedos en la boca.Tengo que gritar con la boca abierta.¿De dónde es esto? Quizás una ruedecita de un cochecito. Ese cubo debíaestar aquí. Estas casas son lindas. Estoyhaciendo una casita para el perro. To-das las casas son para los perros. Se
pelean en la casa. O tro perro entra.
Aquí hay otra casa [se tratabá de unacasa aislada].
Hablé de la necesidad que ella y Susantenían de habitaciones separadas o casasseparadas, debido a sus peleas.
Gabrielle: Cuando sea grande, me harévieja antes de que Mamá sea vieja, an-
tes de que ella sea vieja. ¿Para qué esesto? [Cogió una vez más la copa parael baño de ojos y la examinó.] Si mamáfuera vieja, yo también sería vieja. Ha-cerlo dentro de una casita. Dime: todoslos perros vienen [es decir, cada unotiene una casa] así no se pelean. Siem-
pre pelean, ladran, ru ido horrib le.. .creo que Papá quiere que me vaya.
Yo: ¿Pero has conseguido deshacerte detus temores?
Gabrielle: Me asusta la Susan negra; asíque juego con tus juguetes. Odio a Su-san. Sí, la odio mucho sólo cuando mequita los juguetes [implicado: aquí, encasa del Dr. W. puede usar los juguetesy Susan está excluida] . Es una casa tan bonita. Cuando Susan está bien vestida,ella también es bonita. Entonces le gus-taría esta casa y, ¿sabes qué hace?Cuando me quiere viene y se inclina y
Contenido
de ansiedad:
pro bablem ente ,
odio a la
hermana
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dice aaa y me besa. Cuando Mamá está por ir a la ciu dad, es muy amable , cuan-
do Susan me quiere.
l o: Odias y amas a Susan, las dos cosasa la vez.
Gabrielle: Cuando jugamos con lodo, lasdos estamos negras. Las dos nos baña-mos, las dos nos cambiamos de ropa.Entonces Mamá cree a veces que tienelodo y Susan también. Quiero a Susan.Papá quiere a Mamá. Mamá quiere me-
jo r a Susan. Papá me quiere m ejor.¿Saldré a decirle a Papá que no quieroirme todavía? No puedo abrir la puerta.¡Oh!, lo hice.
Ambivalencia
Lodo es heces,
es decir, amor
fusionado
Fue hacia donde estaba Papá (40 minu-tos de comenzada la sesión). Regresó:«Sr. Winnicott, ¿cuál es la hora?» Se lodije. «Cinco minutos más. ¡Un portazo!»(lo hizo). «¿Cómo va esto? Tengo puestoun montón de ropa» (enumeración deta-llada). «Tengo muy mucho calor. Como...»(lo repitió varias veces). «Susan se quitael vestido cuando quiere quitárselo [co-gió la cuerda]. Podíamos poner esto sobreel tren. Cuando nos gusta jugar, jugampsal corro. Fíjate» (me fijo). «Podríamoscortar esto. ¡Córtalo! [lo hago], Gracias,Sr. Winnicott.»
Jugaba con el tren y la cuerda: «Esto
es mejor, es demasiado pequeña. Tengoqufe inclinarme un poco.» Me habló deltren real en que había llegado. Debía serarrastrado por una cuerda muy, muy
fuerte.
Gabrielle: Por favor juega... [Había uncarretón para varios soldados]. Susana veces da vuelta las cosas. No me en-
fado por eso [aparta bruscamente el
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tren]. ¡Oh!... ¿quisieras que pusiera lascosas en orden? [Indirecta evidente.]
Yo: Déjalo por mi cuenta.
Gabrielle salió con su padre, d e já n d o m e
con la suciedad y el desorden. Compáreseesta actitud con el orden escrupuloso y lanegación de la confusión anteriores. Ga-
brielle m ostraba una cada vez m ayor con-fianza en mi capacidad para tolerar eldesorden, la suciedad, las cosas interiores,incontinencia y locura.
COMENTARIOS
1. La pa lab ra clave era «lindo», pre-sagio de suciedad . Suc iedad = fusión de ex-
pulsión agresiv a con dació n de am or = de- pendencia de cómo éste es recib ido.
2. Comienzo de un enfrentars e con la
pérdida por incorporación y su consecuen-cia: ansiedad y apoyo en relación a losobjetos interiores. Defensa: decoracióndel exterior de la persona (cinta en elcuello).
3. Su elta de algunos ob jetos interio res por disparidad (defensa... véanse sesionesanteriores).
4. Ambivalencia y lodo.
5. P rim era vez que me deja el desorden.
CARTA DEL PADRE
«En el camino a casa, Gabrielle fue lamayor parte del tiempo un ‘baba peque-ño’; el pulgar metido en la boca, y sólo
qu ería decir ‘bba’ (se succiona el pu lgarcon mucha frecuencia en la actualidad:comenzó a hacerlo al nacer Susan).
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»A1 llegar a casa, quiso ver a Susan , yestuvo al borde de las lágrimas al encon-trarle dormida. Luego insistió en armarun rompecabezas antes de prepararse para comer; parecía muy im portante paraella armarlo.
«Esta mañana se despertó temblando,ya que había soñado con la Susan negra.I a Susan negra ‘quería cansarme, ten er-me despierta con su llanto’.»
CARTA DE LOS PADRES
«Una última nota antes de que vea aGabrielle.
«Hace pocos días dijo, y lo ha repetidouna o dos veces, ‘He pagado a la mamánegra’.
»[Nota de la m ad re:] El ‘pag ar a la
mam á ne gra ’ siemp re me ha preocupad o.Me pregunto en qué medida no se trata
de aplacar, empleando valiosas energías,empleando parte de sí misma para man-tener quieta a la mamá negra, y así noser puesta negra a cambio. Y me preguntosi las cosas de este tipo pueden desembo-car en defensas rígidas contra la confu-sión entre lo bueno y lo malo, o en autén-tica confusión.
»Se convive con la mamá negra. Sinembargo, ello no resulta en ir a dormirmás temprano. Ahora tiene problemas conla Susan negra. Viene a mi lado por lanoche porque a mí me quiere pero ellaes negra.
«En realidad Susan es muy tierna conGabrielle, pero muy enérgica cuando quie-re algo. Es capaz de ser cruel.»
«He pagado»
significa:
«He dejado
lodo, heces, confusión, lo
cual fue
aceptado
117
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CARTA DE LA MADRE
«Gabrielle ha preguntado por usted va-rias veces. Ha estado notablemente bien,
pero hace bastan te poco ha comenzado amostrarse nuevamente inquieta por las,noches, y no parece ser enteramente ellamisma durante el día.
»Ha seguido pidiendo que la llamáse-mos Susan (el nombre de su hermana) yno por su propio nombre, y no deja desuccionarse el pulgar y estar más bienapática y desinteresada de las cosas. Vol-
vió a llamarme en medio de la última no-che. ‘¿Qué te o cu rre? ’ ‘Yo mism a, debierahacerme morir yo misma, pero no quiero,
porque soy tan linda.’
«También habló de que quería que yomuriera y de dormir con su padre ‘y en-tonces pienso, “pero quiero precisamente
esta mamá'” .«Ella quiere llevarle a Susan ‘porque
el Dr. Winnicott es muy buen mejoradorde bebés’.
«Cuando hace cosas como pintar, sedesanima muy pronto, y entonces lo chafa
todo. Ama la limpieza y el hacer las cosas bien.»
CARTA A LOS PADRES
DEL DR. WINICOTT
«Lamento no poder ofrecer a Gabrielleuna entrevista inmediata. Me es muy di-fícil decir una cosa así. Quizá les resulte posib le explicarle que mi in tenció n es verla aunque no esté en condiciones de ha-cerlo de inmediato. No dejar de llamarme por te lé fono o escribirm e si percib en queme he olvidado. Den a Gabrielle mis ca-riños.»
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( ARTA DE LOS PADRES
Gabrielle ha estado pidiendo verle de
un modo tan urgente, y parece estar tandeprimida últimamente, que pensamos en
hacérselo saber.»La otra noche quería que mirásemos
los horarios de trenes nocturnos a Lon-dres para ir a verle ‘porque no puedo es-
perar m ás’.«Cada vez se resiste más a ir a dormir.
Una de las razones que dio para ello fue
la de que no quería crecer, así como tam- poco ser adulto y tener bebés (se tra ta deun cambio de actitud... antes solía desear bebés). Sin embargo, desde hace un tiem-
po, no quiere do rm ir porque ‘qu iero sen-tirme viva’.
«Se succiona el pulgar constantemente,y por lo general se la ve triste y tensa. Se
despierta muy temprano por la mañana,
y también por la noche, inquieta por la‘mamá negra’.
«Tuvimos que prometer a Gabrielle quele escribiríamos; y también entendemos
que se debe hacer algo por ayudarla. In-cluimos una pintura que Gabrielle desea
se le envíe con urgencia, hecha esta ma-
ñana.»
CARTA DE LOS PADRES
«Nos ha hecho sentir muy aliviados elque pudiese hallar tiempo para Gabrielle.
Las cosas parecieron cambiar muchísimo para ella cuando le dijim os que iría averle. ‘Entonces puedo sacar todas mis preocupaciones... , pero no alcanzará el
tiem po .’ No se succionó el pulgar en todala mañana.«Nos gustaría hablarle de algo que nos
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inquieta especialmente en relación con
Gabrielle, pero no sabemos bien cómoexpresarlo. Parece tener dificultades consu identidad. Se desconoce, negando lla-namente haber mordido a Susan en elculo; o es Susan, negándose a ser llamada por su pro pio nom bre, haciendo charcosen el suelo y gimoteando.
«También hay una parte de su personade apariencia tan asombrosamente madu-
ra que resulta posible que sea nuestra res- puesta lo que le hace más difícil reun irlos diferentes aspectos.
«Tiene mucha tos y un fuerte resfriado.Espero que esté bien cuando la llevemos.»
NOTA D E LA MADRE
«No me queda del todo claro por quétenía tantas dificultades con su identidady debía ser la mamá o Susan, no Piggle.Cuando su nariz gotea, habla del resfria-do de Susan. Y recordé cómo, aún enton-ces, cuando respondía a su propio nom-
bre, contaba a la gente cómo estaba S u-
sa n cuando se le preguntaba cómo se en-contraba ella. Me pregunto si esto tendráque ver con el dejarle a usted temprano,y ‘puse mis malas inquietudes en el Dr. W.y cogí buenas inquietudes’... o algo así.»
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NOVENA CONSULTA
(Enero 29 , 1965)
Gabrielle (ahora de tres años y cuatromeses) entró sin vacilar a la habitación yse dirigió a los juguetes, dejando ir a su padre a la sa la de espera .
( ¡a br i d l e : Le he visto varias veces antes[mientras coge uno de los animales sua-ves del revoltijo general de pequeños
ju guete s. Haciéndose con unos tr enes: ]Esto es algo que encaja en el furgón;
a veces Susan se irrita por las mañanas.Llamé a los adultos: «¡Susan está irri-tada!» Ella dice: «Mi hermana mayorestá levantada.» Despierta a mamá y a papá por la noch e; un pequeño mons-
truo. ¡Mamá! ¡Papá! ¡Tiene que tomarun biberón de noche! [Casi dándome aSusan por ella misma.]
Todo este tiempo jugó con los juguetes.«Este no tiene nada que encaje» (mostrán-
dome un furgón sin gancho). «Este es lin-do...» Coge algo de entre la confusiónreina nte. Digo: «Baño de ojos» (era lacopa azul de Optrex para baño de ojosque siempre le había interesado). Sacó
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objetos del cubo. Tenía un resfriado es-
pantoso y quería un kleenex, que le traje.Pero en su conversación todo ello se mez-claba con palabras acerca de los camio-
nes. Secán dose la nariz, com entó: «Susantiene un resfriado muy fuerte».
Yo: Supongo que yo estaré estornudandomañana.
Gabrielle: Estarás estornudando mañana.Lo sé, Sr. Winnicott, lo preparas aquí.
Le señalé que estaba tratando de enten-der algo en base a un montón de partes,y ello significaba entender algo de Susan,Winnicott, mamá, y papá. Había cosas se- paradas dentro de ella, pero no era capazde reunirlas en una sola. Ahora cantabamientras arrastraba el tren y se aferraba
a la cuerda que se había enredado en
torno de una de las locomotoras de ma-dera. Dijo algo acerca de un bulto, y lo-gró que la ayudase.
Desarrollo
de conceptos
acerca
de objetos
completos
Gabrielle: Un troc ito de cu erda . Ponlo.
[Hablaba para sí misma.] Hemos deci-dido que Susan es realmente un peque-
ño monstruo. La llamamos Sra. Hicka bout. Sim ón y el Rey 1 Kickabout Alre-
dedor y Alrededor del Carbón Encen-dido; una niñita asando castañas. Esta
niñita tarda mucho [aparentemente uncomentario del Padre acerca de Susan].
Sobre la mamá negra. Viene cada noche. No puede hacer nada. Es m uy difícil.Se mete en mi cama. No se la puedetocar. «No, ésta es mi cama. Voy a
1. La can ción infa ntil: "El viejo Don Simón el ReyY el joven Don Simón el CaballeroY la vieja Señora HickaboutDieron de puntapiés al Señor Kickabout
En to m o de nuestra hoguera."
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tenerla. Debo dormir en ella.» Papá y
mamá están en la cama en otra habita-ción. «No, ésta es m i cama. ¡No! ¡No!¡No! Esta es m i cama.» Esa es la mamá
negra. Alguien hace sonar la orquesta.Dos tunantes [otra vez, aparentemente,
el comentario de alguien sobre los dos
niños]. Papá va a decir que soy vite.Yo: ¿Qué significa vile?
Gabrielle: La gente traviesa. Yo soy tra-viesa a veces. [Aquí algo sobre viajar en
tren al venir a Londres.] Nos metimos bajo tierra . ¡Mira! [Ha echado mano
del animal suave de juguete.] Susan es-taba triste porque Gabrielle se iba a
Londres. Oh [voz cantarína], ¿cuándo
volverá de Londres mi hermana mayor? Necesita mi ayuda para u sa r el orin al.Esta mañana abrí el servicio; entró enmí; quería que sacara algo para hacercaca. Tengo una gran preocupación cadanoche. Es la mamá negra. Quiero mi
cama. Ella no tiene. No hay impermea-
ble, así que tengo que m ojarm e. No cui-da de sus niñitas.
Yo: Estás hablando de tu mamá y de
cómo no sabe cuidar de ti.
Gabrielle: No sabe mamá. Es la mamá
con una cara negra muy horrible.Yo: ¿La odias?Gabrielle: No sé qué me sucede. Lo mejor
estoy siendo obligada a salir de la cama
por la m am á negra y tengo una camatan linda. «No, Piggle, no tienes unalinda cama» [aquí estaba «en» una ex-
perie ncia]. «No, Piggle no tienes unalinda cama.» Está enfadada con mamá.
«¡Tienes una cama tan horrible paraesta horrible niña!» La mamá negra mequiere. Cree que estoy muerta. Horri- ble [necesariam ente oscurecido]. Es
toro (?) a verme. No sabe nada de niños
Separación
de la madre
buena de la
madre mala
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y bebés. La mamá negra no sabe de bebés.
Yo: Tu mamá no sabía de bebés cuando
te tuvo a ti, pero tú le enseñaste a seruna buena madre para Susan.
Gabrielle: Susan se pone terriblem entetriste si salgo de compras, y es felizcuando vuelvo. ¡Oh, mamá, mamá, ma-
má! [dijo esto con mucho sentimiento]. No quiero una linda herm ana mayorque me besará cuando ella está tristey para marcharse. Tienes juguetes de-
trás de ti. Es difícil sacarlos de allí.Aquí hay unas casas. Susan me despertó por la noche una vez.
Yo: ¡Oh, qué fastidio!
Gabrielle reunía una locomotora con va-
rios furgones, pero con dificultad porqueno encajaban. Hubo un largo lapso deactividad indefinida, y yo mismo he de
haber dormitado en el entretanto sin nada preciso en curso (m is notas son defi-
cientes aquí, lo cual revela mi propia di-ficultad). Murmuró cosas relativas a lostrenes , a las ruedas, y luego dijo : «Tengofrío. Tengo unos guantes.» Mi retirada de-
bía de haber sido to m ada en cuenta . Esto
mismo estaba relacionado con el materialindefinido a causa de la retirada de Ga-
brie lle. En cierto sentido, «tomé» su pro-yección, o «capté» su talante. En estoapunté claramente que me había dormido,
pero no tengo la m enor duda de que mehubiese despertado de haber sucedidoalgo. Este vago período finalizó cuando
ella me solicitó que le dibujase un tigresobre la bombilla eléctrica amarilla.
Experiencia
de contacto
entre ella
y la mamá
buena
(antes de la
llegada de la
hermanita)
ahora perdida.
Experiencia
de pérdida, recuerdo
de buena
experiencia
Gabrielle: Es encantador. Lo he visto an-tes. Se lo mostraré a papá. Durante mu-
cho tiempo, mamá no quiso un bebé y
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luego quiso un niño pero tuvo una niña.2Vamos a tener un niño cuando seamosadultos. Yo y Susan. Tendremos queencontrar un hombre papá para casar-
nos. Aquí hay unas botas. ¿Oíste lo quedi je, Dr. W inn icott? Conseguí unos prei ¡osos furgones para equipaje.
Arriesgué una interpretación en estelimito en relación con su posición de valón frente a Susan en el triángulo edí
p¡( o. Ella pro sig uió : «Es mi cama, así queno puedo ir en tren a ver al Sr. Winnicott. No, tú no quie re s ir a ver al Sr. Winni•<itt. Él sabe rea lm en te so bre los malossueños. No, no sabe. Sabe. No sabe» (seli atab a de una conversación en tre e lla yiiIra parte de ella). «No quiere que yo medesembarace de ella.»
Hablé de la mamá negra como de unsueño, tratando de aclarar en lo posible a(¡abrielle que la mamá negra pertenecía alueño y que en el despertar radicaban las
ideas contrastantes de la mamá negra ylas personas reales. Había llegado el mo-mento de poder hablar de sueños en lugarde una realidad interior, ilusorio interior«real».
(¡abrielle: Estuve m intiendo sobre miarma. Traté de dispararle. Se apartó atiempo. ¿Sabes qué me hace la gente?Yo dormía. No podía hablar. Era sóloun sueño.
Yo: Sí, era un sueño con la mamá negradentro.
Pregunté si quería que la mamá malafuese una persona real o un sueño.
2. N ota de la ma dre: Sa bía que a mí no imp ortab a que fuesevarón o niña, y que yo q uería un varón y n o un a niña cu andonació Susan.
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Gabrielle: ¿Sabes que en la TV hay genteque dispara? [aquí «disparó» varias veves, hundiendo el dedo en el agujerodel vientre del fauno]. Me preguntaba por qué hacía un ruido tan agradable.Alguien puso paja dentro. Está lloran-do. No está preparado para hacer be-
bés. ¿Recibis te la ta rje ta que te envié? No me im porta. ¿Sabes qué tengo? Ten-go unos dóminos para... [nombró a un pequeño de su vecindario . E staba jugan-do con barcos]. Alguien disparando yasí no se puede levantar [cogió un fur-gón verde]. Es un hermoso color [hizoun sonido musical], Susan a veces mehace cosquillas.
Gabrielle dijo entonces algo así como«Gaggaagur». Esto tenía que ver con laconversación entre ella y Susan. «¿Quées esto?» (Era parte de la barrera.) «Sr.Winnicott, no puedo quedarme aquí mu-cho rato más; ¿podrás verme otro día?»
Hubiese sido fácil concluir que estabainsatisfecha conmigo por haberme queda-do dormido, pero en realidad es más pro-
bable que el episodio (in clu id o mi sueño)estuviese relacionado con la gran ansie-dad de Gabrielle, que hacía imposible lacomunicación clara. Ciertamente, la ansie-
da d tenía qu e ver con el sue ño de la
m a m á n e g ra . Pregunté entonces por lossueños y me respond ió: «Soñé que ellaestaba muerta. No estaba allí.» En ese
punto hizo algo de lo que estoy convencidoque tenía gran significado, fuese lo quefuese aquello que simbolizaba. Dedujeesto del hecho de que la cualidad de lasesión se vio alterada sustancialmente.Como si todo se hubiese detenido paraque sucediese eso. Cogió la copa azul del
baño de ojos y la puso dentro y fuera
Ansiedad en
relación con
el tema, aún
poco clara
Esto es lo
significativo
en la
experiencia
de conducta
de la niña
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ilc su boca, haciendo ruidos de succión,v se puede d ec ir que experimentó algomuy cercano a un orgasmo generalizado.
( .abridle: La quería mucho. Baah. Estoes lindo. ¿Quién mató a mamá? Teddytenía un arma y está rota. La mamá ne-gra es mi mamá mala. Me gustaba la
ma má n e g r a [aquí un sueño comuni-cado en forma de juego. Siguió hablan-do acerca del precioso furgón:] Siga-mos jugando.
Fue cuando dije que era hora de irse.I;.n ot ras pa lab ras , la ansiedad había sidoaperada de alguna manera durante la
liara —un nuevo estadio en el procesohacia la ambivalencia.
Esa noche los padres me telefonearon para pedirm e inform ació n sobre lo que podía querer hacer, y yo les dije que la
hora había sido difícil de comprender, pero que to do había llevado al punto enque mamá era muerta. En ese esquema iamamá negra es la mamá buena que haestado perdida. El incidente con la copa para el baño de ojos y la experiencia orgásmica parecían delimitar un lugar enque Gabrielle descubría a la madre buena perdid a jun to con su capacid ad orgásm i
i a, evidentem ente perd ida con la m adre buena.
N o t a
He aquí un recuerdo de una madrereal, devorada orgiásticamente y tambiénmuerta en la ambivalencia, que reemplaza
la más primitiva división entre madre buena y m adre negra rela cionadas entresí a causa de la división entre lo subje
en el marco
an alítico
Ahora lo negro
pasa a ser la
negación de
la madre
luminosa
o blanca o
idealizada de
la etapa
pream biv a-
lente la de
la madre
como objeto
subjetivo
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tivo y aquello que es objetivamente per-cibido.
Unos días más tarde los padres llama-ron para informar de un cambio muy
grande en la niña. Se había convertido en«una persona más rica y una pequeña'llena de entusiasmo». Ahora jugaba consu hermanita y se sentía menos perse-guida. Ello daba por resultado que la her-mana menor la agrediese menos. Se habíavuelto más afectuosa con su madre y es-taba en mejor disposición de jugar conella. Dijo espontáneamente: «Dejé mis
preocupacio nes en casa del Dr. W in nicotty cogí buenas» (sacando partido de lanueva separación de identidades).
Esa mejora duró tres semanas. Luegocomenzó a preocuparse nuevamente porla mamá negra. En esas tres semanas los
progresos habían sido tan notables quelos padres se sentían alentados. La niñahabía enfermado físicamente, a pesar delo cual seguía viéndosela mucho más vital
que antes, y jugaba con su hermana. Ha- bía esta do pre gunta ndo: «¿Cuándo es elcumpleaños de Winnicott? Quiero enviar-le un regalo, pero no debe ir en vue lto »En una ocasión dijo a su madre: «Teconviertes en una mamá negra cuando teenfadas.» En el estrato más profundo,sin embargo, la mamá negra es la madreoriginal buena o mamá subjetiva.
Envuelto
significa
oscurecido
por mecanismos
de defensa,
al igual
que su juego
cuando se
envuelve
COMENTARIOS
(Un fuer te res f r iado. )
1. Dificultad con los ob jetos intern osu objetos de su experiencia diaria entérminos de realidad psíquica interior.
2. Mam á negra : rival en las camas,idea de ser «malvada».
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\ Mamá neg ra como versión dividiil.i de madre; una que no comprende a
lus bebés, o una que los comprende tan
Inrn que su ausencia o su pérdida lo ponelodo negro.
4. Elem ento positivo en la m am á nei i .i. Tristeza en «mamá, mamá, mamá» =
memoria.5. Zonas de calma en la en trev ista:
mutua.6. Mamá negra, aho ra en térm inos de
sueño: ensueño.
7. M emoria volcada a la experienciaoral erótica con cualidad orgásmica.
8. M uerte de la a m a d a mamá negra(muerte violenta). Hay cólera contra lamamá perdida: con incorporación coléri-
ca alternativa.
9. El regalo p ar a el Dr. W innico tt —sinenvolver—, significa abierto, claro, evi-
dente (bebé).
CARTA DE LOS PADRES,
ESCRITA POR LA MADRE
«Gabrielle quería que le escribiera para
pedirle que la viese. No me dio, comoera costumbre, ninguna razón para ello,
pero parece considerarlo urgente. Hizo su pedido la noche de mi cum pleaños; dabala impresión de sentirse muy dolida porque no fuese su aniversario, si bien hizolo posible por que todo resultase bien;
se me acercó varias veces para pegarmecon fingida seriedad y no pudo dormir
‘por mi cumpleaños’.
»La veíamos muy bien desde su última
entrevista con usted; daba la impresiónde hallarse muchísimo más fuerte y de-finida que antes.
5. — PSICOANALISIS
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«La única cosa negativa que creo poder
informar es su succión del pulgar, y laforma en que llama la atención sobre símisma en compañía de adultos gritandogalimatías y mostrándose en general ex-citada; con otros niños es tímida.
»Con su hermanita es paciente v com- prensiva en una m edida que a veces mehace avergonzar.
«Siento que no tengo nada importante
que comunicarle esta vez; su propia vidaes muy privada, y vivida en su interior.
«(Mientras ésta se escribía, Gabrielle hadecidido enviarle dos dibujos, que inclui-mos. En el sobre había puesto: ‘amor alSr. W inn ico tt’.)
CARTA DE LA MADRE
«Gabrielle no se encuentra en absolutoen el mismo punto en que se hallaba.Parece mucho más entera, si bien a vecesda la impresión de estar dominada poruna grave determinación.
«Tenía mucha urgencia por verle. ‘¿Có-mo se hace para llevarle bebés al Dr. Win-nicott? Q uiero llevar a Su san.’ Nos pre-guntamos en qué medida Susan ha pasado
a formar parte de Gabrielle. Está siemprehablando de ella, sobre todo acerca de sudescaro y su desobediencia, aun cuandola gente le pregunta por ella misma.
«Si estuviese en plan de preocuparmeexcesivamente por ella, repararía en sufrecuente y melancólica succión del pul-gar, y sus estallidos de caprichosa destruc -tividad. A diferencia de su hermana, nun-
ca se muestra destructiva de modo for-tuito; es cuidadosa hasta lo meticulosocon sus cosas, arreglándolas y limpiándo-las con frecuencia. La destructividad pare
La succión
del pulgar se vincula
con la
experiencia
orgásmica
con el objeto
Poseída po r
la agresión
dividida, no integrada
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. dom inarla de oslen-
'¿¡?£?¿S £ ' « - * *“ * " • ser,a’
mente mucho mas a
»<>lía.»
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DECIMA CONSULTA
( Marzo 23, 1965 )
Gabrielle (ahora de tres años y seis me•i's) llegó acompañada por su padre, y
la hice esperar un poco. Dijo varias vei es: «Vuelve a tu s muñecas». Se pusoa trabajar como de costumbre, ambos senlados en el suelo, parloteando constanlemente. Hubo algo especial: «El libro
de Susan en el tren. Mi libro favorito. Natalie Susan, un bonito nombre . Es ita-liano. Yo soy Deborah Gabrielle.»
Le divertía articu lar esos nom bres.1 Es-taba en medio de los juguetes; cogió unoy dijo: «¿Qué demonios es esto? Cosas detodas clases que yo no tengo...» Se pusoa reunir vagones: «Tantos juguetes. Dios,qué cantidad de juguetes» (yo no había
agregado ningún juguete desde la prime-ra visita, excepto la copa de Optrex, comoya indiqué).
Hablaba para sí misma y muy satisfe-cha. Prosiguió: «¿Qué demonios...?» Sehabía hecho con otro tren y estaba reu-niendo los vagones.
1. Cf. la activid ad oral orgástica en torn o del ob jeto en la sesiónanterior.
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Hice un comentario referido a que nos
estaba reuniendo, a ella misma y a mí.
Gabrielle: En el tren... zumo de manza-na... lo pasamos muy bien en el tren to-dos juntos. Había un largo, largo tren.
Este es largo [hizo un movimiento conel brazo para indicar la longitud].
Yo: La gran distancia tiene que ver conel tiempo entre esta visita y la anterior,
y Gabrielle se está tomando un largotierripo para descubrir si yo estoy vivo.
Esto pareció darle pie.
Gabrielle: ¿Cuándo será tu cumpleaños?Quiero hacerte algunos regalos.
En el planteo me descubría a mí mismosumado a la idea de unir la vida con la
muerte.
Yo: ¿Y el día de mi muerte?Gabrielle: Veremos qué podem os hacer
por ti. Mamá escribió una ca rta a Fran-cia; lleva tres horas, casi un día, llegarallí.
Yo: Si yo estuviera muerto, tardaría bas-
tante más.Gabrielle: No la podrías abrir porque es-
tarías muerto. Es terrible.
Entonces agregó algo acerca de sercomo un disparo, un trozo de cuerda.Se deja caer la cosa y el polvo se levantade golpe; es muy peligroso; sólo viven silos muerde una serpiente. Seguía de algún
modo con el tema de la muerte (no regis-trado fielmente).
Gabrielle: Es terrible. Las serpientes sonhorribles. Pero sólo si se les hace daño.
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Entonces muerden. Una vez mamá fueal zoo y un papagayo que había allí
dijo: «Hola, cariño» [lo contó imitando bastante bien al papagayo].
Yo: Quieres decir que había otras cosasen el zoo, como serpientes.
(•iibrielle: Dije a mi papá: «¿Son veneno-sas?» Estaba a punto de poner la mano, pero papá me apartó de un em pujón(aquí, algo sobre una niñita]. Se podíadecir que era feliz por su rostro.
Ya: ¿Eres una niñita feliz?
Gabrielle dijo algo referido a Susan.
( ¡abr idle: Quiero de stru ir si co nstruyoalgo. Pero ella no quiere hacer lo mis-mo. Tenía biberones con pezón de goma.Empecé a alimentarla, pero se alejabay no me permitía hacerlo. Es un baba
pequeño lindo.
Yo: A veces la golpeas.( ¡abr idle: No, a veces estoy en paz con
ella.Yo: Esa es una de las razones por las
que te gusta venir aquí; alejarte de ella.( ¡ a br id le : Sí. No puedo quedarme mucho,
porq ue pronto tendré que tom ar mi al-muerzo; ¿así que podré venir otro día?
En esto mostraba la habitual ansiedad
por vivir una vida separada de la de Su-san, y tenerme para ella sola, lo cual leresulta muy importante. Prosiguió: «Sien-to que hayamos llegado un poco tempra-no, porque no podía quedarme más encasa, porque estaba deseando ir dondeSr. Winnicott. Susan quería con toda sualma y donde Sr. Winnicott. Dice: ‘¡No! No! ¡No!’; en vez de decir ‘sí’, dice ‘no’y se despierta por las noches. Despierta a
todos los bebés. Es horrible. A mí no me
Enfrenta-
miento
con el
concepto de
objeto de
venganza
relacionado
con el
sadismo oral y la
ambivalencia
Ansiedad
relacionada
con la alegría
representada
por y mis
ju guetes, libertad
de Susan
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despierta. Yo ni siquiera oigo. Apenas sila oigo. ¿Dice? ‘Mamma mammma nar
ciosso papppa papppa narciosso mammamammma mapalfiler hueso pollo.’»
Gabrielle colocaba las casas, como las palabras, en una fila, con una to rre enun extremo. Creí que era un tren. Comen-tó: «A los perros no se les permite comerhuesos pequeños porque tienen una es- pecie de asti llas en su inte rio r.» Pasaba la Hacia la
mano por debajo de las ruedas del tren masturbación1de un modo en que se tenía impresiónde que estaba haciendo la demostraciónde algo que se hacía a sí misma. Dijo:«Duele mucho. ¿Tienes perro?»
Yo: No.Gabrielle: La abu elita tiene; se llama
Bunny.
H a dispuesto los juguetes de modo que
queden dispersos y ninguno en la misma línea qu e cua lqu iera de los o tro s? Se lohice no tar; respond ió: «Sí», y algo más:«Golpea de nuevo.» Me tocó la rodilla, pero se apartó de un salto, dic iendo:«Debo salir a ver a papá. Volveré. Quierotraer mi muñeca.» Era una muñeca enor-me llamada Francés. La iba a buscar paraque le estrechara la mano. Me acariciabael zapato. La ansiedad se había manifesta-
do junto con los contactos afectuosos. Laseparación de cada objeto de los demásera una defensa en ese respecto. El con-tacto conmigo era central, y varias clasesde culpas parecían vincularse con ello
—culpa porque Susan no estuviese allí,culpa también debida a la destrucción
Separación de objetos entre
sí, con su
opuesto:
choques contra
2. Véase la ca rta de la m adre q ue sigue inm ediatam ente a laSegunda Consulta.
3. Cf. jug ue tes disp are s en su lado de la línea, al esta ble cer su propia id entidad; véase Sép ti m a Consulta.
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,1,1 objeto que había sido hallado—, de.... do que tras la separación de los ob-laos entre sí podía suponerse un estadoInterior caótico hecho de partes de obje-
to» destrozados.
i,abridle: Una noche tuve un mal sueño.Pue sobre... Cerré los ojos. Vi un her-moso caballo. Se llamaba Stallion. Temaoro en las orejas y en la crin. Es tanhermoso. Oro, lindo oro brillante [puso
la mano entre las piernas]. El hermo-so caballo venía y pisoteaba el trigo[explicó que el trigo era una especie de
cerea l]. . ,Y<>: Estás describiendo una imagen de
papá sobre m am áhaciendo nuevos be-
bés, algo que tiene que ver con el
amor.Gabrielle: Sí. ,Yo: Tal vez donde m am á tiene pelo l alu-
diendo a la crin].
Entonces dijo algo acerca de ir a lahabitación de papá y mama para impedirmíe el caballo pisoteara el trigo, colocán-
dose en tre ellos. Agregó: «A veces se me perm ite detenerm e para cenar» brindán-
dome así un marco de realidad para elsueño en el cual evitaba el comercio se-
xual; también un marco del cual Susanestaba excluida, Susan como complica-ción que no podía autorizar por entero.
Gabrielle: Nos gusta incorporarnos en lacama pero por la m añana estamos can-sados por ello [recogiendo una pequeñafigura] Este hom bre no puede sentar-
se. Papá [cf. Stallion] es hermoso.
Gabrielle ya había dispuesto los jugue-tes de un modo diferente, con todos los
Relato de
un sueño
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árboles y figuras de pie y una sensacióngeneral de vida en el arreglo.
Gabrielle: Papá es hermoso. Hay un cua-dro en una de las paredes de casa dedos personas que pasean y otra queestá allí parada.
Comparé esto con el sueño donde algo pisotea a algo.
Yo: Vienes a hab larme del sem ental El (stal l ion) que pisotea el trigo.
Gabrielle reacomodó los juguetes demodo de formar una larga hilera curva decasas y otra larga fila que parecía condu-cir directamente a la curva. Dijo algoacerca de Susan, que lo destruiría todo,valiéndose así de su hermana para proyec-tar sus propias ideas destructivas no de-seadas.
Gabrielle: Susan ab re los bolsos de lasseñoras y saca de ellos los polvos y loshuele y molesta a mamá cuando seestá vistiendo. Es terrible.
Yo: Eso hace que tengas ganas de pe-garle.
Gabrielle: Mamá tiene una herm osa es-
tatua.
Entonces puso en pie al perro (cordero), pero tam bién cogió el otro gran anim alsuave (fauno) y comenzó a estrujarlos yvaciar el serrín de sus vientres, continuan-do así las actividades destructivas de lasesión anterior. Metió el dedo muy pausa-damente, quitando el relleno, que cayó al
piso. Su ansiedad se m anifestó en su pues-ta en contacto con el padre, a quien salióa pedirle que no dijese «basta».
trabajo de
la sesión
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Yo: Hoy has venido sin ser llamada.
Parecía satisfecha, como si algo se hu- biese arregla do, y regresó a los ju guete s,acomodándolos, poniendo en pie los ani-
males y todo sobre la alfombra. Surgióalgo entonces respecto de un secreto, ym i s manos pasaron a encontrarse entresus piernas.
(»abriel le: Querido Sr. Porter. Estaba le-yendo Ev erybo dy’s y me llevaron hastaCrewe. Lo tendré en el tren. Me lleva-ré al Sr. Crewe.
Estaba reordenando los juguetes y re- petía: «Leyendo Everybody’s me llevaronhasta Crewe».4
(¡abrielle: No me esperes. Vete a Alabama con un banjo sobre mi rodilla. Her-mosa música.
Puede reconocer las diferentes tonadas.Cantaba con aire alegre y despreocupado,introduciendo sus propias variaciones.
Gabrielle: ¿Querrías pasarme algunas co-sas? Él está haciendo su brrrrrh [queriendo decir heces].
y quitó todo el serrín, todo lo que pudo,del vientre del fauno.
Gabrielle: ¡Míralo!Yo: Ha hecho mucho brrrrrh sobre la al-
fombra y en el cesto.
4. "Oh, Sr. Po rter, ¿qué ha ré? E staba leyendo Everybody's y mellevaron ha sta Crew e” (un a canción pub licitaria de ante s de laPrimera Guerra Mundial).
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Gabrielle: Lo siento. ¿Te molesta?Yo: No.
Gabrielle: Huele.Yo: Estás sacand o a la luz sus secretos.
Aún lg queda algo de brrrrrh.Gabrielle [al cabo de un rato]: ¿Es hora
de irse? Piggle hace un olor horrible.Yo: Hacer olor es confiar secretos [colo-
có un poco de brrrrrh sobre el tractor yen los vagones y por todas partes]. Unacosa dorada [uniendo esto con la ima-
gen],
Gabrielle cogió todos los juguetes y losreunió, aglutinándolos.
Yo: Ahora todos e stán en con tacto con, todos y nada está solo.
Esto señala
el final del
trayecto desde la fantasía
intestinal
hasta la idea
de los adultos
y su capacidad
de dar
nacimiento
a bebés reales;
es decir, acep-tación de lo
que está
dentro, entre
el comer y la
defecación
Dijo algo acerca del perro (fauno) va-cío:
Contraste con
la disparidad
Gabrielle: Sé bueno con él. Dale su lechey su comida.
Yo: Deberás irte pronto.Gabrielle: Deberé irme aho ra [y apre tó
el serrín en el vagón]. Me llevaré untren. Ahora tendremos que irnos. Te de-
jarem os con todo el desorden.
También dejó su enorme muñeca Fran-cés, pero regresó a buscarla y me encon-tró aún (adrede) sentado en el suelo enmedio del considerable revoltijo que había
producid o. No se llevó realm ente ningúntren.
COMENTARIOS
1. Fácil res tab lecim ien to de la relaciónexpresamente comunicado en el juego.
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2. Mi cum pleaño s. Inte rpre tació n: díailr la muerte.
3. Sep aratidad (jug uetes dispares), yi hoques y golpes en el contacto .
4. Culpa po r los impulso s destru ctivo shacia el objeto bueno.5. Lo mism o en términos de hom bre
v m ujer en la exp eriencia sexual.6. Iden tificación con el hom bre, sa-
dismo hacia el vientre y los pechos (con-tinente).
7. Olores y confusión sec retos; oro y belleza.
8. M aterias inte riore s liberad as de lasdobles obligaciones; es decir, de repre-sentar (engañosamente) su realidad psí-quica interior, ahora comunicable en for-ma de sueño.
CARTA DE LA MADRE
«Gabrielle quisiera volver a verle; me
pre guntó hace un tiem po si usted podríarecibirla y traté en lo posible de dar lar-
gas al asunto.»De algún modo parece estar bien en
sí misma; ha comenzado a asistir a un parv ula rio duran te dos horas y mediacada día, y le encanta. Juega ju n to a, másque con, niños y eso la satisface. No obs-tante, tiene muchas ansiedades, y perci-
bim os que frecuente m ente encuentra di-ficultad en emplearse a sí misma por en-tero, que hay una parte de su persona cla-
vada y congelada.»Le describiré el día en que con más ur-
gencia pidió verle, por si acaso arroja al-guna luz sobre el problema.
»La noche anterior, pidió succionar mis pechos. Lo había reclam ado varia s vecesantes y yo lo había ido aplazando; pero
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esta vez le permití hacerlo. Succionó con
graji alegría, en todas las formas y postu-ras, con ocasionales ansiedades de mor-derme.
»En la noche siguiente tuvo un muy malsueño, que la llevó a abandonar la habita-
ción, y la hallamos sollozando bajo unamanta a la mañana. Me preguntó si las
b ru jas tenían pechos. Dijo que era ta ntraviesa que crecería dentro de un grupode bandidos y que Susan sería el jefe.
»Por la tarde me preguntó si yo tenía
un gran wee (cosita). Afirmó que ella creíaque sí. Le respondí que era una mujercomo ella iba a ser. ‘Supongo que usascam isas y blu sa s’ (con aire de dud a). Le
pregunté de donde im agin aba ella queha bía sacado mi g ran wee. ‘El p ap á.’ ‘¿Y
el pa pá? ’ ‘De sus alum no s.’ ... ‘¿P od ríaver al Dr. W innic ott?’ ... Más tarde : ‘¿Es
Doctor Winnicott? ¿Hace sentir mejor ala ge nte?’ ... ‘¿No te hace se n tir m ejo r
a ti?’ ... ‘No, sólo me escucha. No mehace sentir mejor.’
«Cuando salimos de viaje, hace poco,durmió en una habitación próxima a lanuestra, con una puerta intermedia. Leresultó muy excitante, y trajo buen núme-
ro de dificultades.»
CARTA DE LA MADRE
«Gracias por la cita para Gabrielle. Ha partido hacia Londre s para verle varia s
veces últimamente, y sólo a duras penasse la pudo convencer de que no era posi-
ble ir cuando se le ocurriese.»Exteriormente, parece e star bien en va-
rios sentidos, pero se encuentra a menudodeprimida. ‘No, no estoy cansada; sólo
tris te .’ Cuando la presionam os, dijo que
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no
causa de la neg ra' P et°
¡::,S»So b l e n e - t - ünuas r
- " » * f “ S a S n e a acerca de l o s
ii iones ylu-bés’.»
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esta vez le permití hacerlo. Succionó con
gran alegría, en todas las formas y posturas, con ocasionales ansiedades de mor
derme.»En la noche siguiente tuvo un muy mal
sueño, que la llevó a abandonar la habitación, y la hallamos sollozando bajo una
manta a la mañana. Me preguntó si las
brujas tenían pechos. Dijo que era tan
traviesa que crecería dentro de un grupo
de bandidos y que Susan sería el jefe,»Por la tarde me preguntó si yo tenía
un gran w e e (cosita). Afirmó que ella creía
que sí. Le respondí que era una mujer
como ella iba a ser. ‘Supongo que usas
camisas y blusas’ (con aire de duda). Le
pregunté de donde imaginaba ella que
había sacado mi gran w e e . ‘El papá.’ ‘¿Y
el papá?’ ‘De sus alumnos.’ ... ‘¿Podría
ver al Dr. Winnicott?’ ... Más tarde: ‘¿Es
D o c to r Winnicott? ¿Hace sentir mejor a
la gente?’ ... ‘¿No te hace sentir mejor a ti?’ ... ‘No, sólo me escucha. No me
hace sentir mejor.’»Cuando salimos de viaje, hace poco,
durmió en una habitación próxima a la
nuestra, con una puerta intermedia. Le
resultó muy excitante, y trajo buen número de dificultades.»
C A R T A D E L A M A D R E
«Gracias por la cita para Gabrieile. Ha
partido hacia Londres para verle varias
veces últimamente, y sólo a duras penas
se la pudo convencer de que no era posible ir cuando se le ocurriese.
»Exteriormente, parece estar bien en va
rios sentidos, pero se encuentra a menudo
deprimida. ‘No, no estoy cansada; sólo
triste.’ Cuando la presionamos, dijo que
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ora a causa de la mamá negra, pero no
pudimos ^ te”®r “oha^continuas conver-«Desde hace poco hay los
saciones y especulaciones acerca
‘bebés’.»
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UNDECIMA CONSULTA
(J u n io 16, 19 65 )
Gabrielle (ahora de tres años y nuevemeses) es traída por su padre. Entra, en
un estado que podría calificarse de gozo
tímido. Inmediatamente fue hacia los juguetes del modo acostumbrado; habló en
una voz gangosa, comenzando con: «La
otra noche desperté y tuve un sueño sobre un tren. Llamaba a Susan próxima
puerta. Susan parece entender. Ha pasado
su cumpleaños y ahora tiene dos años.»
Siguió jugando con los trenes y dijo: «Ahora necesitamos una locomotora porque los trenes no marchan sin locomotora. Susan entiende mejor» (dando a entender «mejor que D.W.W.»).
C om parar con
t im ide z
inicial
G ab riel le: No puede hablar.Y o : ¿Sería mejor que yo no hablara?G ab rie l l e : Si escuchas, será mejor [esta
ba en el proceso de reunir las partes del tren].
Y o : ¿Hablaré o escucharé?G ab rie l l e : ¡Escucha! A veces Susan y yo
estamos quietas como ratones. Esta locomotora no cabrá dentro de esto... [Uno de los ganchos no entrará en el
E n tra d a
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agujero.] Lo estoy haciendo demasiado largo. Vimos unos trenes que no te
nían estas cosas detrás.
La mano de Gabrielíe acarició la locomotora, que ha colocado en el final del tren que estaba armando. Hacía un montón de ruidos al respirar, debido quizás
a las adenoides y la necesidad de inspirar
por la boca.Quería que la ayudara con su gancho, y
me las arreglé para agrandar el agujero
con mis tijeras de bolsillo. Mientras le
daba la espalda, dijo: «Dr. Winnicott, tienes puesta una chaqueta azul y el cabello azul.» Eché una mirada y vi que estaba contemplando el mundo a través de
la copa de Optrex, que tan altamente significativa había resultado en su anterior
visita (en realidad, había dos). Volvió a
sus juegos con el tren, apartando los tro
zos qué no se podían sujetar por sus defectos. Susurraba: «locomotora»; «mira lo
que hay dentro»; «sí, ¡es divertido!»... había puesto la otra copa de Optrex sobre
uno de los furgones. Para entonces tenía
cuatro trenes organizados; se cubrió nuevamente los ojos con las copas y cantó: «Dos pequeños cubos contra la pared./ Dos pequeños cubos colgados de una pa
red.» Tenía muy poca conciencia de sí, y terminó la canción en un graznido: «Diez
gatitos fueron...»Reunió trozos de tren de modo de for
mar uno completo, susurrando y hablando
para sí, juntando palabras y, a veces, canciones infantiles.
G a b r i e l í e : Sally dio la vuelta al tubo de
la chimenea un sábado por la tarde.
Mira ahora este largo tren.Y o : ¿Qué me estás diciendo acerca de
Im p lic a c ió n
de la
t rans f e renc ia
d e s u s
s e n t i m i e n t o s
hacia la copa
de Opt rex
a to d a m i
p ersona .
Id e n tific a c ió n
con e l
anal is ta.
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ese largo tren? [pensando en mi papel de mero escucha].
G a b r i e l í e : Es largo [lo dijo varias veces]
como una serpiente.Y o : ¿Es como la gran cosa de papá?
G a b r i e l í e : No, una serpiente. Las serpientes son venenosas si muerden. Si no succionas la sangre, el hombre muere. Pudieron morderme. Sí, si me muevo. Si no m é1muevo, no me morderán. Entonces, debo tener cuidado [pausa]. Es un
tren muy' largo [buscando más vago
nes]. Locomotora echa humo-humo humolocomotora-locomotora-locomoto
ra [gestos] echa humo.
Gabrielíe ataca «Sally puso la tetera», alterando la última línea de la letra con
algo alusivo a su situación: «Susan la ha
quitado».
G a b r i e l í e : Susan no puede decir: «Fuimos»; así que dice: «Pap fuim». Es
idiota.Y o : Erais dos antes, y ahora sois cuatro. G a b r i e l í e : No; tres y tres cuartos. Yo soy
muy grande. No soy del todo cuatro. Y o : ¿Quieres ser cuatro?G a b r i e l í e : Sí. jAhá!
Cogió el objeto circular roto y jugó con
él, cantando.
G a b r i e l í e : Pastelillos, pastelillos, panadero. Hágame una torta cuanto antes.
Y o : ¿Por qué tanta prisa?G a b r i e l í e : Es que tiene que estar lista
antes de la noche, cuando todo el mundo esté en la cama. Amásela, golpéela
y hágala. Póngala en el horno para
Susan y para mí [lo repitió, reempla
c e a q u í u n
anuncio de la
fellatio y el
s a d i s m o o r a l
( v é a s e a b a j o )
e n f o r m a d e
p ro yecció n
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zando siempre «mamá», que figura en
v la letra original, por «Susan»].Y o : ¿Tal vez los pastelillos sean los pe
chos de mamá?G á b r i e l le : Sí [dicho con poca convicción...
quizás debiera haber empleado el término «yams»]. ¿Saldrá bien? [estaba
tratando de asegurar algo a la cola del tren]. No entrará.
Entonces Gábrielle empezó a contar
desde uno, olvidando algún número, has
ta llegar a «once». Hubo un clímax en el
ocho, que tenía que ver con la longitud
del tren: «¿Qué será si agrego otro? ¿Nueve? No, será cuatro» (parecía una teoría). Luego se dirigió a un punto situado detrás
mío para coger el animal suave (fauno) cuyos interiores había vaciado casi por
completo en la entrevista anterior. Lo
llevó hasta el otro lado del montón de
juguetes y sistemáticamente extrajo una buena cantidad de relleno, ensuciando
considerablemente. Lo verbalizó en alguna
medida, hablando de recoger relleno de
los interiores del perrito y hacer un lío en
el suelo.
G á b r i e l le : Esto va a ser algo más. Voy
a abrir el edredón. Él ha de hacer algo
más. Huele maravillosamente. Un maravilloso olor a perfume. ¿Por qué el interior huele tan bien? Bien, ya ves, esto
es de una parva [juntando serrín en
una de las copas de baño de ojos]. Hoy es el cumpleaños del niño de la
casa de junto a la nuestra.
Habló de un niño llamado Bemard, de
otro llamado Gregory, y así de seguido. Para entonces había un gran revoltijo de
serrín (o heno seco, o lo que fuese).
C o m o si
l levara
la cuenta
d e l n ú m e r o
de ses iones
habidas
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G á b r i e l le : Ahora sí que hay un buen lío. ¿Puedes verme [con una copa en el ojo]?
Algo golpeó contra el suelo.
G á b r i e l le : Caí al suelo e hice temblar la
habitación. Para despertar a los trenes
para que volvieran a ponerse en marcha. Fuimos en un tren. Londres está
tan lejos...Y o : Lo que me estás diciendo con el tren
es que sus trozos componen a Piggte,
tres y tres cuartos; y es también la larga cosa de papá.
Ya era un tren muy largo (había unido vagones y furgones). Manipulándolo, lo hizo retroceder un trecho y dijo: «Nuestro tren fue hacia atrás» (es decir, los
trenes en que ella y su padre vinieron. Había puesto el tren en una amplia curva).
«Esta locomotora necesita cuerda.»Lo arreglamos de modo que pudiese
arrastrar el tren. Habló de bloquearlo hizo
bromas sobre la palabra s n a p p e r (de
s n a p = romper, quebrar, hacer saltar), debido tal vez a que yo había empleado ti
jeras para extraer un trozo de la maraña
de cuerdas. Gábrielle dijo: «Un gran wee;
cortado de un tijeretazo; no» (aquí, zona
oscura). Esto tenía que ver con un sueño
de trenes. Le pedí que me dijera más al
respecto.
G á b r i e l l e : Arrastrar un gran tren; oh, se
suelta, hace lá prueba y choca contra
algo, oh, cariño. Ahora comienza todo
otra vez.
Reunió todos los trozos del tren lenta
mente y, así, lo desordenó de un golpe,
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apartándolo de su lugar y acercándolo
a mí. En el sueño todo vuelve a comenzar.
G a b ri e lle ; Un día una bruja, una bruja del mar, una bruja mujer, no un brujo
[en inglés, juego de palabras]; bebé-
confusión-horrible. No puedo encontrar
el pequeño agujero por el que tiene que
pasar. Las mujeres tienen dos agujeros,
uno para w e e y el otro para los bebés
[puso un tren sobre un carro de caballos, como si se burlase]. El wee-wee de
papá en el agujero de una muchacha; ¡Mira cómo sale! [refiriéndose a la chi
menea del tren].
Entonces Gabrielle me habló de niños
que ponían-piedras en las vías del ferrocarril. Un hombre se golpeó horriblemente. Los niños eran traviesos. Les gustaba
hacer eso. ¿Estaban enfadados con el w e e -
w e e de papá?
G a b ri e ll e : Sí. Fue los hombres que trataban de trabajar en las vías, no el conductor de la máquina.
Manipulaba el volante del tractor, diciendo: «Voy a sentarme en el asiento del
tractor» (y lo hizo, aunque el asiento' del
tractor no midiese más de diez centímetros): «Conduzco» (el tractor estaba deba
jo suyo, cerca de su «agujero de muchacha». Dirigió el tractor rectamente hacia
D.W.W. «No me puedo levantar. Levantaré esto.» Hizo una suerte de juego muy
veloz, poniendo primero el tractor a la
altura de mi pene y subiéndolo luego rá
pidamente hasta los pechos (yo sabía que
la reciente visión de los pechos de su madre había suscitado en ella una gran reac-
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ción). Jugaba con las palabras permanentemente.
G ab rie l le : T ip p le , top p le , p i t t e r p a t te r (li-
■ teralmente: bebida, volcar, golpeteo), gotas de lluvia, oigo el trueno, oigo el trueno. P i t t e r p a t te r (golpeteo) gotas de
lluvia. Aquí Hay un hombre con gafas
[yo tenía las gafas puestas, como el hombrecito de juguete]. Va a guiar el tractor. Parece divertido.
Di jé que- se estaba riendo de mí al con
siderarme un hombre con w ee -w ee en lugar de pechos. Volvió la figura de hombre
y presionó con el dedo el lugar en que
debía hallarse el pene, con el hombre completamente en su poder, diciendo: «Dibu
ja sobre la bombilla».1 Dibujé el rostro
de un hombre, como en la ocasión anterior... dijo algo que incluía «un gran w e e -
w ee , como un pecho».
Control de un
hombre; defensa contra
la ansiedad
re-división
sádica
de la función
sexual
masculina
G ab rie l le: ¿Qué es esto? ¿Qué es esto?Y o : Estás enfadada con el w ee -w ee del
hombre; no debería tenerlo.G ab rie l le : El hombre es un gran ladrón; E n v id ia
es horrible. de
Le dije que estaba hablando del hombre
que usaba su wee de un modo horrible
para hacer bebés (recordando el vaciado
del perrito).Entonces inició con gran lentitud un
nuevo juego, disponiendo una larga hilera
de casas y otra en ángulo, de modo de
formar un patio (era la hora, pero aún no
estaba preparada para marcharse).Y o : ¿Qué es lo que he estado escuchan
do hoy?
1. Véase Décima consulta.
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G a b r i e l t e : Uno de los vecinos dice: «Dime y te diré».
Lo repitió varias veces porque le diver
tía. Ignoró mi anuncio de que debía marcharse, porque no había finalizado. Buscó lentamente los animales pequeños, y, cuando los hubo encontrado, los colocó en el centro del patio.
Hice entonces mi interpretación de con junto, y pareció ser lo que ella esperaba. T ra b a jo to ta l
de la ses ión
Y o : El hombre es un ladrón. Roba los pechos a la madre. Luego usa los pechos robados como una cosa larga (como el tren), un w e e - w e e , que pone dentro del agujero para bebés de la muchacha, y siembra allí bebés [animales en el juego], No 'lfe hace sentir tan mal el haber robado.2
Ahora sí estaba dispuesta a marcharse, y fue a buscar a papá,
G a b r i e l t e : Mejor nos vamos, porque nuestro tren debe de estar esperándonos para partir, y es mejor que nos demos prisa.
Y no se dejó desanimar cuando su pa
dre intentó explicar que no corría prisa porque de todos modos habrían de esperar. Piggle se veía muy feliz al partir con su padre y no necesitó saludarme con la mano con más intensidad que de costumbre.
2. Véase el trabajo de Melanie Klein sobre reparación y poten-cia viril.
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C O M E N T A R I O S
1. D.W.W. escucha. Incluye control de
D.W.W.2. Control de la función sexual masculina diferenciada = temor al pene, que
incluye:3. Envidia de pene francamente ex
puesta.4. Interpretación del hombre y su fun
ción sexual masculina que incluye la fantasía sexual: es decir, fin de la función
diferenciada.
5. Inclusión de la reparación del hombre respecto de la culpa por su agresión
(véanse sesiones anteriores y su propia
posición depresiva).
C A R T A D E LA M A D R E
«Gabrielle ha pedido volver a verle. Se
ha sumido de repente en la tristeza y el aburrimiento, tras un período notable
mente bueno.»Una de las cosas que estimo un tanto
preocupante es la fiereza con que se golpea a sí misma, cuando le hago algún comentario, por ejemplo, acerca de hacer
ruido y despertar a su hermana. Es extraordinariamente «buena» hasta que
inesperadamente se pone traviesa a cualquier costo. Su hermana es muy difícil de
resistir, con su llanto lleno de cólera y
alicaído reproche; Gabrielle se queda
quieta, con las manos en los oídos, cuando se mantiene firme, y a menudo cede.
Sigue sumamente bien, y comparte cualquier botín, como chocolate o bizcochos, con bastante espontaneidad.
»Otra cosa que quiero referirle; sus
ideas acerca de ser una niña. Me pre
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guntó dónde estaba el agujero por el cual entraban los bebés, y luego si yo tam
bién deseaba ser un chico; desea enormemente ser varón, pero no ha elaborado el porqué. En la escuela, dice, no le gustan ‘los chicos’. No sé hasta qué punto es esto relevante; perdimos la llave del cuarto de baño, de modo que cuando su padre se baña, Gabrielle y Susan entran y alborotan un poco.»
C A R T A M I A A L O S P A D R E S
J u l io 12, 1965
«Debo pedirles que digan a Gabrielle que no la puedo ver en estos momentos. Todo tendrá que esperar hasta setiembre.3
»E1 rumbo que siguen las cosas no me lleva a desesperar en absoluto. Los niños
deben trabajar sobre sus problemas en casa, y no me extrañaría que Gabrielle fuese capaz de dar por sí sola con la salida de la fase presente. Naturalmente, ella piensa en venir a verme porque así lo ha hecho en muchas otras ocasiones, e indudablemente volveré a recibirla, pero no ahora.»
: í
C A R T A D E L A M A D R E
J u l io 13, 1965
«Yo me limité a transmitirle el pedido de Gabrielle, sin darle mi propia opinión acerca de si necesita verle. Encuentro casi imposible hacerlo, dado lo muy implicada que me siento.
3. El verano de 1965 fue una época excepcionalmente agotadorae incluyó un período de enfermedad.
154
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»Gabrielle ha estado deprimida y llorosa, pero estoy convencida de que es capaz
de superar ésta y otras cosas, en términos de corto plazo. Si habrá a largo plazo los
suficientes elementos en ella de los que
pueda hacer un uso creativo, es lo que
realmente importa; y no me considero en
situación de asegurarlo. A veces me parece, un tanto falsa, no completamente ella
misma, como si no se pusiera por entero
en la que hace y dice. Pero qui2ás este
no sea el momento indicado para hablar
de preocupaciones de tal alcance.«El mensaje de Gabrielle es absoluta
mente fiel a sus instrucciones.»
N O T A D E G A B R I E L L E (D ic ta d a )
«Querido Sr. Winnicott, Querido Sr. Wínnícott, Querido Sr. Winnicott, espe
ro que sigas bien (no puedo escribir).»
C A R T A D E L A M A D R E
( D o s m e s e s m á s ta r d e )
«Gabrielle parece hallarse bastante bien
adaptada actualmente, aunque no sé sobre
qué bases. Se ha convertido en una niña
muy organizada y controlada, con muchas consideraciones prudentes realizadas an
tes de comprometerse en cualquier curso de acción.
»Le gusta su parvulario —concurre dos
horas y media por día— y anhela un amigo, pero encuentra muy difícil hacer amigos y por lo general juega sola, si bien
creativamente. Da la impresión de haberse volcado a la compañía de su her
mana, y se ha acercado mucho a ella.
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»Ha adoptado un enfoque mucho más
benevolente respecto de su madre.
»Como siempre, me asombra su penetra
ción psicológica de la gente (incluyéndome a mí) y de las situaciones, y su capacidad para formular las precisiones del
caso.
»Cuando se menciona su nombre, su
rostro se endurece y cambia de tema.
Esta fue su respuesta también ahora,
cuando le dije que había llamado usted
para preguntar por ella (si bien no suelo
mencionar nuestras conversaciones telefónicas). Al poco rato me dijo que pensaba
que Wattie —nuestra vieja y muy querida
criada— se había marchado porque ella
había dejado de gustarle. Tambiéri dijo
que los' niños de la escuela no la querían.»Pasó un período muy tormentoso a
fines de julio y comienzos de agosto; se la
veía muy deprimida y pasaba en vela la
mitad de la noche. Al principio no podía
creer que fuese imposible ir a verle. Tuvo
un sueño recurrente en el cual su padre
y su madre eran cortados en pequeños
trozos, hirviendo en algún recipiente; toda
vez que cerraba los ojos, la imagen retornaba, de modo que trataba de permanecer despierta.
»La siguiente conversación, que se repitió durante un tiempo, la registré el 7 de
agosto: ‘El sueño ha vuelto, el de los
trozos cortados.' ‘¿No puedes hacer un
esfuerzo para reunidos, para repararlos?’ £No, no puedo. Son demasiado pequeños,
astillas; y me hago daño con el agua hir- viente. Son tan pequeños como esas cositas que hacen daño en la boca. Debo ir
donde Sr. Winnicott. D r . Winnicott. ¿En
ferma a la gente sana? No creo que quiera a nadie como me quiere a mí. Tiene
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un montón de cosas delicadas. No podría
llevar a Susan, las rompería.’»A1 día siguiente dijo algo acerca de
habérselas ingeniado para reunir los trozos; pero siempre había alguien que separaba. No conozco el destino último de su
fantasía; parece haber remitido.»Unos días más tarde anunció: ‘Temo
no haber sido una niña tan linda como
soy ahora. Soy una hermosa niña aseada; limpio las cosas.’ Había estado poniendo orden eñ las cosas con gran dedicación
(lo cual en cierto sentido es una bendición
en una familia tan desaseada). Percibo que
estoy en la imagen sólo en el nivel más
superficial.»
C A R T A D E L A M A D R E
( T r e s se m a n a s m á s t a r d e )
«Gabrielle ha pedido varias veces verle. No tengo idea de con qué grado de urgencia.
»Previamente, me había pedido que le
dijese que estaba enfadada con usted y no
le solicitase entrevista. Cuando le sugerí que se lo hiciese saber por sí misma o
dictase una carta, respondió que era demasiado tímida.
»Ha venido mostrándose muy destructi
va últimamente; busca con urgencia cosas ‘traviesas’ que hacer, y lo anuncia con
orgullo. Esto toma la forma, por lo general, de rotura o corte de cosas, o de revoltijos. Es algo nuevo en el conjunto. Está
mucho menos ansiosa respecto de las cosas; quiero decir, mucho menos en apariencia. También pasa mucho tiempo succionándose el pulgar y revolviéndose el
cabello, de modo que ha de hallarse en
dificultades.»
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DUQDEGIMA CONSULTA
{Octubre 8 , 1965)
Yo estaba en la puerta cuando el padre y la niña (ahora de cuatro años y un mes) llegaron en un taxi. El padre se dirigió a la sala de espera, y yo dije: «Hola, Ga- brielle». Me clavó los ojos y luego pasó a la habitación en que los juguetes se hallaban amontonados bajo el estante, como
de costumbre. Llevaba un bolso de piel más bien pesado al hombro, pendiente de una correa. Habiéndome observado a satisfacción, se sentó en el suelo y dijo: «Vamos a mirar los juguetes». Entonces cogió el cordero.
G a b r i e l l e : Tenemos uno así en casa. Lamento haber llegado tan tarde, pero el tren se detenía y se detenía y se detenía y luego la parte de atrás se incendió, pero afortunadamente nadie se lastimó [¡lenguaje muy adulto!]. Y entonces el tren se detuvo durante un largo rato. Se supone que los trenes van rápido y no se detienen, pero el tren se detuvo.
Según iba diciendo, unía las partes de
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un tren; luego jugó y habló para sí en
un susurro... hizo una especie de montón
de trenes cortos entre los que se contaban
un caballo con carreta y un tractor. Le
confundía un tanto que algunos vagones
no tuviesen eslabones de enlace, y yo lo
oía reflejado en su susurro... «No puedo
juntar...» De todos modos, los unía o los
dejaba.Esta vez yo estaba sentado en la silla,
no en el suelo (por primera vez), tomando
notas como de costumbre. Fue asombroso
el modo en que, como solía, se confió de
inmediato a mí y a la situación. Era como
una ilustración de «la capacidad de estar
solo en presencia de alguien», sentada en
el suelo, jugando, mascullando, y obviamente consciente de mí.
Advertí que por azar me había tocado
la pierna con el cuerpo al agacharse para
coger los nuevos juguetes. No fue en absoluto exagerado, y no se retiró cuando
ocurrió. Es así con su padre. A veces se
sentaba casi sobre mí pie hablando para
sí en voz bien audible y haciendo ruidos
de trenes. Pasado un cuarto de hora, dijo:
«¡Fiuuu!» Eso significaba que hacía bastante calor. Accidentalmente, puso la cabeza contra mi rodilla, con considerable
naturalidad, sin exagerar. Yo seguía callado. El bolso aún pendía de su hombro.
Tenía una mano sobre su bolso al apoyarse.
Dispuso cuatro grandes casas en un cuadrado y colocó otra en el medio. Comprendí que eso representaba algo importante
y tenía que ver con su capacidad de ser
un recipiente; lo asocié con el hecho de
que ahora llevase un bolso. Fue en uno de
esos momentos que se deshizo del bolso
y se quitó el c a r d i g a n , sin dejar en ningún caso de frotarse contra mi rodilla
160
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mientras yo permanecía sentado. Dijo que
hada calor, lo cual era cierto. Estaba jugando con los restos del s i n g i n g - t o p . Hubo
un primer signo de ligera ansiedad, si bien la ansiedad no se manifestó real
mente en el curso de toda la hora. Se evidenció en sus miradas a mis notas. Esos
restos de s i n g i n g ~ t o p es uno de varios
entre el revoltijo de juguetes que habían
Jugado un papel importante en el pasado. Sacó las cosas de otra cesta, cada trozo
por separado, hablando para sí, moviendo
los labios, pero sin pronunciar nada audible, salvo algunas palabras como «jugue
tes». Luego se volvió y sonrió, y percibí
que estaba ocurriendo algo especial. De
hecho, había dado con la pequeña bombilla eléctrica que había desempeñado un
rol trascendental en sesiones anteriores.
G á b r i e l l e : Ponle una falda.
Rodeé la bombilla con un trozo de papel, y se convirtió en una señora, y ella
la colocó en la librería, frente a nosotros.
Y o : ¿Es mamá?G á b r i e l l e : No.
Es característico en esta niña que las
palabras «sí» y «no» tengan su significado exacto en las sesiones.
Y o : ¿Es aquello que Gábrielle quiere llegar a ser?
G á b r i e l l e : Sí.
El contacto conmigo •se hizo un poco
más estrecho, y percibí cierta ansiedad en
lo que ocuría. Vi que frotaba un cochecito con e l dedo. Comprendí que se refe
6 . — PSICOANALISIS
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ría a la masturbación, y permanecí en silencio.
G a b r i e l í e : Este coche es un coche tonto.
Va por aquí y por allí cuando no se lo
espera.
Y le dio vueltas y vueltas en sus manos. Entonces cogió una pequeña figura que
empleó como hembra.
G a b r i e l í e : Esta señora está siempre acos
tada. Se acuesta una y otra y otra vez. Y o : ¿Es mamá?
G a b r i e l í e : Sí.
Intenté obtener mayor información, sin
éxito. Siguió jugando y luego dijo: «¿Ahora que tenemos aquí?» Hablaba para sí: «Por favor puedo tener este... y este... y
este?» Y entonces dijo a algunos animales: «Poneros de pie.» Trajo la palabra
«negro» a colación, con referencia a uno
de los animales. «Negro es nada. ¿Qué es?»Yo estaba muy interesado en el uso por
Gabrielíe de la idea de «negro», y aquí surgía una nueva versión del tema.
Y o : ¿Es negro lo que no ves?G a b r i e l í e : No puedo verte porque eres
negro.
Y o : ¿Quieres decir que cuando no estoy
soy negro y no puedes verme? ¿Y entonces pides venir y verme y me miras
bien y yo soy claro o cualquier otra cosa
distinta del negro?G a b r i e l í e : Cuando me voy y te miro te
pones negro, ¿no, Dr. Winnicott?Yo; Así que pasado un tiempo tienes que
verme para ponerme blanco de nuevo.
Pareció ocuparse de la idea y siguió ju
A q u í el n egro
e s e n p a r t e
u n a d e f e n sa ;
no se t ra ta de
n o v e r m e
c u á n d o e s to y
a u se n t e e n v e z
d e r e c o rd a rm e
en m i a u se n c ia
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gando con gran lentitud. Trataba de mantener en pie una pequeña figura sobre un
furgón, una tarea imposible, y al hacerlo golpeó su cabeza contra mi rodilla. No lo
gré comprender en toda su amplitud lo
que sucedía.
Y o : Si pasa mucho tiempo, empiezas a
preocuparte por esa cosa negra que me
pone negro, y no sabes qué es la cosa
negra.
Aquí, yo me refería a la mamá negra y
a los objetos negros de sus estados ansiosos.
G a b r i e l í e : Sí [en un tono bastante convincente].
Y o : Así cuando vienes me echas una buena mirada y me vuelves a poner blanco.
G a b r i e l í e : Sí.
Ahora pasó al asunto de su bolso, que
se encontraba en el suelo, junto a ella.
G a b r i e l í e : Tengo una llave en mi bolso. Aquí está. Espero que esté [y eso era
exactamente lo que sentía]. Abre tu
puerta. La cierro para ti si quieres salir. Tú no tienes una llave aquí, ¿no?
Le llevó un largo rato abrir el broche del bolso, murmurando: «No puedo; pue
do». Siguió, exagerando los movimientos
necesarios. Cuando finalizó su lucha con
el bolso, soltó un suspiro indicando que
le había dado mucho trabajo (trabajo
contra el conflicto).Volvió a los juguetes, contemplando una
cestita. Yo seguía sin decir nada, salvo lo
que informé. Cogió el perro (cordero) y
le apretó el vientre. Ello me recordó lo
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que había hecho las dos o tres veces an- l tenores, y que había culminado en el
gran desorden de la última sesión. Había
hurgado con el dedo en el vientre del otro animal y vaciado su contenido en el
suelo. Ella, por supuesto, recordó lo mismo y dijo: «Sr. Winnicott, ¿dónde está
ese perro?» Señalé un gran paquete que, de hecho, contenía al perro vacío, y ella
agregó: «¡Oh!»Volvió a juguetear con el coche, pasán
doselo por la boca y la nariz. Cogió un lá
piz que resultó ser rojo, golpeó con é l su propio vientre y luego lo empleó para
colorear la falda de la mujer-lámpara, a
la cual puso un sombrero (la copa de Op-
trex). Golpeaba una y otra vez la cabeza
de bombilla con el lápiz, tratando tal vez
de colorearía, y luego le quitó la falda,
tras haber dicho que la representaba a
ella como mujer adulta, y comenzó a
rascar la parte de abajo con el lápiz. Al cabo, volvió a colocar la falda. Ahora era
de color rojo. Entonces puso una pequeña
figura contra una gran casa.
Y o : ¿Qué es eso?G a b r i e l í e : Está entrando a toda velocidad
a la iglesia [entonces dijo lo que había
tenido in mente todo el tiempoj. ¿Qué
sucedió con el perro que está en la bol
sa? ¿Dentro de qué se encuentra?Y o : Echa una mirada si quieres. G a b r i e l í e : Muy bien.
Investigó con suma cautela, tomándose
muchísimo tiempo, y ni siquiera al final deshizo el envoltorio. Por último lo arrugó y lo devolvió a su lugar bajo el estante diciendo: «Su nariz ha desaparecido;
a perdido su nariz; un perro en un saco.»
A n tic ip o d é
l a p u b e r t a d ■
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Y o: La última vez le quitaste todo lo
que tenía dentro y lo desparramaste por
el piso.G ab riel íe: Sí.
Empecé a jugar con interpretaciones: «Es un pecho si soy una mamá, o un
W ee- w ee si soy papá.» Dijo con tono definitivo: «No, es una cosa w ee -w ee (el «no»
significaba no un pecho).
Y o : Querías sacar un bebé de la con
fusión.G ab r i e l í e : Sí.Y o : Pero no sabes muy bien cómo. G ab r ie l íe : No.
Ahora jugaba con un tren, y.comenzó a
mostrar cierta ansiedad, aunque no de
modo muy llamativo.
G ab riel íe: Ahora vamos rápido en el tren.
Dejamos a Susan en casa, Susan debe de estar muy enfadada porque nos fui
mos tan lejos.yo: Entonces empezó a asustarte un poco
la idea de tener a papá todo para ti sola
en el tren, especialmente al pensar en
lo que querías hacerle, porque tú quieres hacerle a papá lo mismo que me
muestras al quitar el relleno al perro. El quererme te lleva a querer comerme el w ee -w ee [esto había aparecido antes en
el temor a la mordedura de la serpiente, véase más arriba].
Dijo a uno de los vagones que manipulaba: «¡No te prendas a mi falda!» Y comenzó a ponerse el c a r d i g a n , operación
que le llevó un tiempo considerable.
Y o : Realmente te asustó un poco pensar
en comerte el interior del w ee -w ee .
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G a b r i e l l e : Sí. ¡Caray! [con lo cual quería
decir: «No hace calor, y qué cansada
estoy»].Y o : ¿Quieres ayuda?G a b r i e l l e : No.
Entonces hice varias interpretaciones.
Y o : Te asustó un poco pensar en Winni- cott negro, que estaba allí, pero era invisible, o realmente no estaba allí y tú te
encontrabas enfadada con él porque no
estaba allí.Te asustaba también la idea del hocico
que faltaba al perro porque debía de
estar mordiendo mi w e e - w e e . Estabas
enfadada conmigo por no estar siempre a tu disposición.Te asusta pensar que si me quieres
arrancas el relleno de mi w e e - w e e .
G a b r i e l l e : Sí.Y o : Si es el pecho de la madre, sacas lo
que lleva dentro para engordar y crecer, pero cuando se trata de un w e e - w e e , lo
que verdaderamente deseas es tener
dentro algo con que hacer bebés. G a b r i e l l e : ¡Oh, sí!Y o : La llave en tu bolso es como tener
un lugar en que almacenar todo lo que
sacas de mí, un wee-wee que es tuyo,
para guardarlo, algo que podría convertirse en un bebé.
Durante todo ese tiempo la operación
del c a r d i g a n siguió su curso. Habían pasado tres cuartos de hora, y dijo algo
acerca de que ahora todo había terminado. Tenía el c a r d i g a n puesto. Estaba cansada. Se puso de pie, sin quitar la mano
del bolso. Lo abrió y sacó la llave y hurgó
con ella en la cerradura.
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Y o : Si fueras un hombre, meterías tu
w ee -w ee en el agujero que la falda cubre.
G ab rie l te: ¿Sabes que voy a beber un
poco de zumo de manzanas en el tren?
Papá dijo que debíamos acordarnos de
reservar un poco para Susan.Y o : Te asusta un poco tenerme realmen
te todo para ti sola. Cuando me tienes
a mí o a papá a solas tienes el w ee -w ee
entrando y haciendo bebés, y así no tienes que ir hasta él y quitar lo que lleva
dentro, así no lo sientes tan horrible,
pero entonces sientes que Susan se pondrá celosa porque es muy bueno.
Gabrielle volvió a los juguetes. En todo
ese tiempo no manifestó ansiedad, salvo
aquella que el observador podía postular
sobre la base de la conducta y los datos
verbales. Jugó con dos, luego tres, luego
cuatro objetos.Interpreté que me estaba demostrando
que podía juntar dos personas, y podía
meterse entre papá y mamá para unirlos
o separarlos, y así ser tres. Pero incluir a
Susan excedía sus posibilidades... un cuarto no cabía. Eso parecía correcto.
G ab rie l le: Sr. Winnicott, voy al servicio. Volveré en un minuto.
Y salió, dejando su bolso en el suelo,
junto a los juguetes, con absoluta confianza. Cerró cuidadosamente la puerta
(que, en sus visitas anteriores, era difícil de cerrar; había sido reparada, y dio
muestras de haber advertido el cambio).
Regresó a los tres minutos, volvió a cerrar
la puerta con la mayor solicitud, y se puso
a jugar nuevamente.
A n sied a d
R eg res ió n
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G a b r i e l l e [revolviendo dentro del bolso]: Puse; ¿dónde lo puse? [varias veces].
Era de esperar que la llave estuviese
aquí, pero no está. Oh, aquí está [entre
los juguetes].
Entonces cogió la llave y la probó en
mi puerta (el pestillo cubre el agujero
de la cerradura, y no se puede mover a
causa de la pintura reseca. Intenté ayudarla, pero- fracasé).
Y o : Podrías probar desde el otro lado
[afuera].G a b r i e l l e : Pero me quedaré encerrada
afuera [esbozo de broma]. Y quería
estar dentro. Entonces, cuando traté de
ir lo abriría desde fuera... [lo cual implica: esta idea no funciona]. No sería
capaz de entrar para permitirme salir.
Sólo podría salir si me encierro dentro. Y pronto...
Y o : Pronto será la hora de irse... G a b r i e l l e : Sí. Si cierro lo de fuera, te en
cierro dentro.Y o : Y me tienes como la llave en el bolso.
[Apenas si necesitaba decirse.] Ya es hora.
Estaba casi preparada para marcharse,
de modo que recogió su bolso, con la
llave bien segura en su interior, en el compartimiento adecuado. Pero dejó caer una
tarjeta postal del bolso. Le hablé de ello
y me la mostró: «Unos conejitos cruzando
un río; a veces lo hacemos cuando salimos a pasear.» Salió y cerró la puerta con
su llave mágica, diciendo «adiós, adiós»,
cosa que repitió desde el otro lado de la puerta ya cerrada, tras haberse reunido
con su padre, y cuando salió con él.
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C O M E N T A R I O S
Yo en la silla, por primera vez.
1. El tema del recipiente con objeto
internalizado = D. W. W. sujeto y preservado.
2. Ella misma como niña con faldas.3. Actividad onanística critorial feme
nina.4. Idea de la mujer siempre acostada
(preparatoria para el tema de la menstruación).
5. El negro como negación de ausencia (mirada como negativa al no ver), cubriendo el recuerdo del objeto ausente.
6.0 El cierre de su bolso. Llave en la
puerta. Rojo en las faldas (menstruación). Idea del erotismo genital femenino-vulvar, vaginal.
7. Atención re-ataque sádico sobre el vientre del fauno (o perro).
8. Bebés surgidos de los hombres. In
madurez para ser tolerada.9. Tema de la cuarta persona; no hay
lugar para su hermana (Susan).
C A R T A D E L A M A D R E
«He querido agradecerle el envío de la
copia mecanografiada de su última sesión
con Gabrielle. Es muy generoso de su par
te, y anhelaba hacerle saber cuánto nos satisfizo leerla.
»Creo que mi esposo le dijo por teléfono que se encontraba mucho más serena
desde su última entrevista con usted: menos succión del pulgar, muy pocos arranques de destructividad y una actitud mucho más tolerante para con sus propias
manías.
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»$e me ocurrió los otros días que siempre le escribimos acerca de lo que va mal
en Gabrielle, no de lo que va bien y se
encuentra en su lugar; pero es lo que en
cada caso parece más urgente.»Me gustaría que supiera —aunque us
ted ya debe de saberlo— cuánto me ha
ayudado el escribirle; de algún modo, el dar forma a mis perplejidades y temores,
con la conciencia de que van a ser recibidos con gran comprensión; y la sensa
ción de hallarme relacionada con usted. Estoy segura de que todo ello me fue de
utilidad para enfrentar nuestras ansiedades para con Gabrielle y reencontrar nuestra relación correcta con ella. Mis ansiedades eran muy intensas por la época de
su nacimiento... No sé si le he dicho que
tengo un hermano, del cual estoy seriamente distanciada, que nació cuando yo
tenía casi exactamente la misma edad de
Gabrielle al nacer Susan.»
C A R T A D E LA M A D R E
«Su carta llegó cuando me disponía a
escribirle. Gabrielle da la impresión de
encontrarse muy bien últimamente; algo
de esa desolada succión del pulgar; juega
con entusiasmo, y da con sus propios
juegos.»Hace dos o tres días se quejó de malos
sueños: ‘Dr. Winnicott no ayuda’, Y luego: ‘¿Cómo hicieron los hombres para
volver a instalar la antena de televisión
cuando se vino abajo?’»AI día siguiente, durante el almuerzo:
‘Cuanto más voy donde el Dr, Winnicott, peores sueños tengo’. Yo, con cierta so
lemnidad; ‘Quizá quieran decirte algo y tú no quieras escucharlos’. ‘No quiero.’
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A Susan: ‘Enviaremos un cuchillo al Dr. Winnicott para que corte sus sueños’. A
mí: ‘¿Por qué D o c to r Winnicott? (Esto lo
había preguntado varias veces.) ‘Porque
e s un doctor.’ Entonces jugueteó con la
palabra ‘docdoc’, con la cual designa Susan el chocolate.
«Tras el almuerzo dictó la carta que ad junto. Más tarde dijo: ‘El Dr. Winnicott encontrará divertido recibir esa carta’. Yo: ‘¿Quiere ser divertida, o muy seria?’ ‘Un poco de cada cosa.’»
C A R T A D E G A B R I E L L E (Dictada)
«Te enviaremos un cuchillo para que
cortes tus sueños, y mandaremos nuestros
dedos para coger las cosas, y te enviaremos unas bolas de nieve para arrojar
cuando viene la nieve, y te enviaremos
unos lápices para que dibujes un hombre. Te enviaremos un traje para que te pon
gas al ir al colegio.»Con los mejores deseos para tus flores
y tus árboles y tu pez en tu pecera.
Cariño de(Firmado) G a b r i e l le . »
(A decir verdad, yo no tengo jardín, pero
se ve una pequeña galería con flores desde
la ventana posterior del consultorio.)
C A R T A D E LA M A D R E
«Desde mi última carta —hace sólo tres
o cuatro días—, Gabrielle ha estado muy
triste, echada en el suelo succionándose
el pulgar, lloriqueando a la menor provocación, e incapaz de dormir por las no*
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ches. Ha pedido verle con urgencik. Me
ha preguntado varias veces por la carta
que le escribió, diciendo que ha olvidado lo que ha puesto en ella.
»A1 día siguiente de haberla enviado, estaba tendida en el suelo, con el pulgar
en la boca. ‘¿Cansada?’ ‘No, triste.’ '?’ ‘Por el Dr. Winnicott, por el wee del Dr. Winnicott. Quiero ver al Dr. Winnicott mañana. Esta vez quiero decirle realmen
te lo que sucede.’ ‘Eres afortunada si lo
sabes; mucha gente lo ignora.’ ‘No lo sé,
pero a él siempre puedo decírselo.*»VoIcó ‘accidentalmente’ un cesto de
manzanas sobre Susan desde lo alto de las
escaleras y rompió su teléfono. Después
es muy dura consigo misma, quiere que
Susan la abofetee y se golpea con gran
intensidad. La violencia de sus autorrecri-
minaciones me asusta un poco, si bien no
aparecen sino de tarde en tarde.»P. S. Releyendo, percibo que he dado
una imagen demasiado oscura. Lo que he
descrito es tan sólo lo aparecido muy recientemente, y de modo más bien inesperado, aun cuando siento que se encuentra
en general bien desde su última entrevista
con usted.»
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DECIMOTERCERA CONSULTA
( N o v i e m b r e 2 3, 1 96 5)
Hubo una entrada muy especial, caracterizada por la timidez; Gabrielle tenía
ahora cuatro años y tres meses. Cuando
penetró en la habitación cerró la puerta
y se dirigió sin vacilar hacia los juguetes.
Yo me encontraba nuevamente sentado
en una silla, y tomaba notas sobre el escritorio.
G a b r i e l l e : Salid [y retiró tjdos los juguetes, esparciéndolos por el suelo y cogiendo para sí una buena cantidad]. La
iglesia va aquí, ¿no, Sr. Winnicott?
[Había disposiciones especiales de las
casas.] Las casas pequeñas en una fila y las casas grandes en otra.
Hablamos de esos conjuntos como de
hileras de niños y de adultos.
G a b r i e l l e : Sí, éstos son los adultos, y éstos
son los niños [y así de seguido].
Luego repartió los niños entre los adultos.
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G a b r i e l l e : Sabes, cuando Susan estaba esperando su cena, cayó del cochecito y
se partió el labio. Tomaba su cena. El
labio estaba partido. Se curó. ¿No es
divertido? Curado.Y o : ¿Tú te has curado?G a b r i e t t e : No. Tengo un corte que me ras
co desde hace mucho.
Estaba indicando que era lo opuesto a
Susan, al mantener sus heridas abiertas.
Veía que estaba hablando de mí en di
versos roles.
Y o : Susan no ha venido a verme.
(Yo sabía que muchas veces había pensado en traer a Susan, pero era muy importante para ella no hacerlo y tenerme
entero para ella sola.) Siguió jugando y
dijo: «Ahora mira; esto se desprende del
tren; puedo arreglarlo yo sola.» Y lo hizo.
Y o : Sabes arreglar las cosas, de modo que
ya no me necesitas para eso. Así que
soy el Sr. Winnicott.G a b r i e l l e : Unos hombres hacían repara
ciones en el tren. Sabes, no había asiento y tuvimos que quedarnos de pie y
anduvimos y anduvimos y encontramos
un lugar y nos sentamos donde había una maleta; alguien había olvidado su
maleta allí.
Estaba acomodando dos furgones; a veces los colocaba cabeza con cabeza, a veces cola con cola. Entonces dijo: «Todos
los Caballos del Rey no pudieron poner...»
Y o : No pudieron arreglar a Humpty
Dumpty.
174
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G a b r i e l l e : No, porque era un huevo.Y o : Sientes que no tienes arreglo.1G a b r i e l l e : Cada noche Susan quiere un
huevo, tanto le gustan; a mí no me gus
tan mucho. A Susan le gustan tanto los huevos que no come otra cosa. ¿No es divertido?
Aquí tenía dificultades respecto de reparaciones reales.
G a b r i e l l e : No tengo dónde asegurar esto.No hay ganchos. ¿Encontraremos al
guno?
Había una especial disposición de los juguetes, con varias casas, trenes y camiones en líneas paralelas, ordenados pero no con cuidado obsesivo. «El Dr. Winni- cott tiene un montón de juguetes para que yo juegue con ellos», comentó Ga- bríelle; continuó manipulando los trenes, separándolos de la confusión reinante.
G a b r i e l l e : El gancho se ha zafado de aquí;¿no es tonto-tonto? Lo estoy arreglando [y lo hizo, con mucha habilidad].Realmente puede volver a ponerlo.
Y o : Gabrielle también repara.G a b r i e l l e : Papá sabe reparar cosas; somos
inteligentes. Mamá no es nada inteligente. En la escuela, yo misma hice un tractor, e hice uno para Susan también.Al hacerlo me llené de cola de pegar.Era un lindo tractor. Uno para Susan, pero lo olvidé en la escuela. Empezaron las vacaciones y no pude recuperarlo.Sabes, Sr. Winnicott, el tren iba despacio, pero no se detuvo en todo el ca
1. Creo que estaba equivocado; debería haber esperado el proceso posterior.
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mino a Londres [nieve caída hoy]. Luego fue rápido nuevamente.
De pronto, Gabrielle advirtió que, sobre el estante de encima de su cabeza, había un gran tazón.
G a b r i e l l e : Me gusta ese tazón con un dibujo chino.
Y desarrolló todos los detalles del juego
de los niños. Debíamos hacerlo girar una y otra vez. Dijo: «Uno de los niños ha caído». Se daba cuenta de todo y le agradaba.
G a b r i e l le [cantando]: Hace mucho que no te veo, a s i que siento vergüenza al entrar a verte, y no te veré mañana ni mañana ni mañana.
Y o : ¿Te entristece eso?G a b r i e l l e : Sí. Me gustaría verte todos los
días, pero no puedo porque debo ir a la escuela. Se supone que voy a la escuela.
Y o : Antes venías aquí para que te reparase, y ahora vienes porque te gusta.Cuando viniste a que te reparase, viniste, fueses o no a la escuela. Pero ahora te gusta, de modo que no puedes venir
con tanta frecuencia. Es triste.G a b r i e l l e : Cuando vengo a verte soy tu
visitante. Tú eres mi visitante cuando vienes a Oxford. ¿No es raro? Tal vez quieras venir después de Navidad.
Y o : ¿Hay algo que reparar hoy?G a b r i e l l e : No, no rompo nada más. Ahora
rompo cosas en pedazos. Este tornillo cabe.
Y o : Sí, lo has arreglado por ti misma, y puedes repararte a ti misma.2
2. Podía haber dicho: "Tienes un Winnicott reparador dentrotuyo que siempre llevas contigo, etc...."
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G a b r i e l l e : Hoy Susan entró en la casilla
del perro. Es un nuevo juguete.
Pisaba el elefante, y el elefante chirriaba.Entonces me pidió que la ayudara a
reparar el tren con el que tenía dificul
tades.
G a b r i e l l e : Tú eres doctor, un verdadero
doctor, es por eso que te llaman Dr.
Winnicott.Y o : ¿Te gusta ser reparada o te gusta
venir por mero placer?G a b r i e l l e : Por placer, porque entonces
puedo jugar más [lo dijo en un tono
categórico]. Oigo a alguien que silba
fuera.
No oí nada y pregunté: «¿O fui yo al
escribir?»
G a b r i e l l e :
No, alguien silba [verdad]. No
alcanzan los ganchos. Cuando vinimos
era un poco temprano, así que dimos
una vuelta, porque debo comprar algo
para Susan y mamá. Quiero a Susan y
a mamá.Y o : Aquí estamos Gabrielle y yo. ¿Se en
fada Susan cuando vienes a verme?
G a b r i e l l e : Conoces a Susan... le gusta verme bailar. ¿Cuántos años tiene? Dos. En
el próximo cumpleaños, yo tendré cinco
y Gabrielle tendrá tres.
Para entonces tenía casi todos los juguetes ordenados en líneas paralelas, y
un grupo de tres casas colocadas forman
do ángulo.
G a b r i e l l e :
Dr. Winnicott, voy al servido.
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Cuida los juguetes. No dejes entrar a
papá.
Cerró cuidadosamente la puerta al salir, y estuvo fuera tres minutos.
G ab r ie l l e : Aquí, Dr. Winnicott, voy a quedarme un poco más que de costumbre. Puedo jugar más si tengo más tiempo. No necesito precipitarme.
Y o : A veces te asustas de algo, y entonces quieres irte de improviso.
G a br ie l l e : Porque se hace tarde. No puedo desabrochar esto [lo hice por ella].
¿Crees que se podrá poner esto allí arriba? [es decir, sobre el estante con el retrato de la niña de siete años]. Esto
también podría ir allí. No lo bajes, ¿quieres?... déjalo allí.
Y o : Hasta la próxima vez que vengas. Percibes que esto te da cierta esperanza
de volver a verme.G a br ie l l e : Todo el tiempo.
Entonces miró el retrato, colocado en
su marco oval, y dijo: «Mira, es un
huevo.»
Y o : Si no tuviera un lugar en que estar, sería como Humpty Dumpty y se haría
pedazos; pero aquí tienes un lugar en
que puedes estar.
Entonces me dio una conferencia sobre
huevos.
G a b r ie l l e : Si se rompe un huevo sin hervirlo, cuando está blando, se derrama
y ensucia todo, pero si uno ló hierve bien y lo abre, se desmenuza.
Y o : Pongo un huevo alrededor de Gabrielle, y ella se siente bien.
C apac i dad
d e s e r
i ndu l ge n t e
cons igo
m ism a ,
p e ro e s to
tam bié n
susc i ta
ans i e dad
178
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Cogió todas las casas azules y las dispuso en un círculo, con la roja en el medio, diciendo: «Voy a hacer una fila de
casas como esta.» Y puso las casas, una
junto a la otra, bien cerca, en una hilera cerrada.
G a b r i e l l e : Si veo algo más, lo pondré en
la fila.
Reunía figuritas de personas, árboles y
animales: «Muchas cosas» (hablando sin
cesar). Las puso en pie sobre la alfombra lo más lejos posible. Yo no alcanzaba
a oír lo que decía, puesto que hablaba
para sí, feliz, cómoda, satisfecha, creativa
e imaginativa. Me daba la espalda y murmuró algo así como: «Lo dejo como está. Sr. Winnicott, ¿puedo llevarme esto, y
esto, y esto? Lo devolveré. Cogeré dos.
Dejaré tres o cuatro para ti. Tengo tres.»
(En realidad, finalmente no tuvo necesidad de llevarse nada, y, aparentemente,
olvidó todo el asunto.)
G a b r i e l l e : ¿A quién le corresponde limpiar el lavabo?
La respuesta a ello daba la impresión
de ser compleja. Tenía que ver con la
competencia con su hermana en lo tocante a sus privilegios. No tomé por seguro que hubiese verdadera competencia
en ese terreno específico en su casa, mirándolo desde el jiunto de vista de los
padres. Hizo ruidos de animales con algunos animales en la mano.
G a b r i e l l e : Me gusta limpiar el lavabo. Tú
te quedas aquí [se dirigía a los animales]; no tú, vaca, tú, perro; tú, vaca, no
te muevas para nada; si lo hacéis... se
réis convertidos en brujas.
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Y o : ¿Me estás contando un sueño? G a b r i e l l e : Sí. No me gusta. Es horrible.
Ser convertido en una persona peque*
ñita con pies chiquitines. Me volví un
gigante por la mañana. En otros tiempos no había tiendas.
Y o : ¿Sí? [alentándola a proseguir]. G a b r i e l l e : Bueno, no construían tiendas
y vendían espliego cantando por allí: «¿Quién compra mi espliego?».'., [cantando]. Un penique puedo gastar. Si Susan no deja a nadie subir las esca
leras, tendrán que pagar seis peniques;
¿no es mucho?... Yo sólo les hago pagar
un penique, poco, ¿no?
Intentaba precisar qué quería dar a entender; temar que ver con la importancia
de Susan. Entonces miró por la ventana.
G a b r i e l l e : Alguien tiene una galería con
flores; es agradable; no puedo subir allí. Me pregunto cómo riegan las flores. Abren la ventana con una barra de
hierro y echan el agua desde la chimenea. Mojan todas las flores, y todo
queda mojado. Con una cuchara desde
la chimenea dejan caer el agua, y luego
lo vuelven a hacer. [Al cabo de un
rato]: ¿Ese cobertizo es tuyo? ¡Oh! No
puedes llegar hasta él, ¿no? ¿Son de
plástico esas flores?Y o : No, son reales,G a b r i e l l e : Me gusta el plástico. Son de
plástico [dicho en broma].Y o : ¿Te gustan más los niños y los ani
males de verdad o los de plástico? [Es
cogió los de verdad.]G a b r i e l l e : ¿Qué es esa cosa de madera?
[Había descubierto una regla cilindrica
de madera, dejada allí por otro niño, y
180
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que se hallaba entre los libros.] ¿Puedo
sacarla?Y o : Si quieres...G a b r i e l l e : ¿Para qué sirve?
Y o : Es una regla.
Gabrielle usó la regla a modo de rodillo, como si hubiese sido precisamente lo que
estaba buscando. Primero la empleó para
aplanar pasta. Luego para otra función, la de cocinar; se lo hice notar. Todo ello
derivó en un juego que terminó por abarcar toda la habitación.
G a b r i e l l e : Cuando la mujer viene a reparar cosas, la cocinera pretende irse a
dormir. Tienes que decirle que despierte y cocine algo más.
Trataba de expresar lo que ocurría con
los demás roles de Winnicott, cuando Win-
nicott asumía uno de ellos. El Dr. Winnicott que repara se ha marchado de vacaciones, de modo que allí está el Sr. Winnicott, que cocina. Cuando ella necesita
reparación, el Dr. Winnicott regresa. Luego se dirigió hacia la estufa de gas,
G a b r i e l l e : ¿Cómo se enciende el gas?
Me acerqué y le mostré cómo.
Y o : Ahora, el Winnicott que repara y el
que cocina se han ido, y queda otro
Winnicott, el Winnicot que enseña. Y
luego está el Winnicott que juega.
(En mi fuero interno, en-el planteo, no
quedaban dudas de que el más valioso de
los roles era el relacionado con el juego, especialmente en los momentos en que
ella se hallaba, como he dicho, «sola en
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mi presencia».) Ella recordaba otro rol, vinculado con el uso del cesto de los papeles, que podría definirse como él de
un Winhicott que la ayuda a desprenderse
de aquello con lo que ha terminado (Win-
nicott Cubo de Basuras).En el curso de esos minutos, Gabrielle
perfeccionó la organización de un juego
en el cual hacía rodar la regla hacia adelante y hacia atrás, y se acercaba cada
vez más, hasta que en un movimiento de
la regla fue a dar contra mis rodillas. Me
estaba señalando un quinto sentido en que yo era importante para ella, alguien
contra quien se golpeaba al moverse y
que, así, podía serle de utilidad en su
esfuerzo por distinguir lo que no era ella, de su propia persona. En cierto punto en
que la regla me golpeó la rodilla, me volví hacia atrás y entré en el juego con placer
para darle la satisfacción que necesitaba.
(Para un niño de esa edad es imposible
desentrañar el significado de un juego, a
menos que lo ju e g u e y lo d i s f r u t e . Por
principio, el analista siempre permite que
se establezca el goce del juego antes de
emplear su contenido para interpretación.) Aparentemente, Gabrielle había
completado su lista de modos en que me
había utilizado. Hubo un período al final en que percibió que se estaba quedando
un poco más de lo habitual s im p l e jn e n te
p o r q u e le g u s ta b a e s ta r c o n m ig o c u a n d o
n o s e s e n t ía a s u s ta d a , y cuando se veía
capaz de obtener placer y expresar en forma positiva su relación conmigo como
persona. A último momento agregó uno
más a la lista de roles y dijo: «Te dejaré
acomodar las cosas.» Y así se marchó,
poniendo gran cuidado en cerrar completamente la puerta. Recogió a su padre en
la sala de espera. En esa ocasión, abrí la
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dones con la parte de sí misma que llaipa
la «niña toro».
»En contacto con extraños especialmente hombres, es tímida, muy afectada, y responde con una especie de falsa femineidad penosa. Los extraños se sienten mucho mejor con su hermana Susan, que
tiene el pelo rizado, es extrovertida y descarada, que ante las largas miradas inquisitivas de Gabrielle.
»Gabrielle está muy próxima a Susan,
la trata con gran circunspección, la halaga, media a menudo entre ella y nosotros. Nos conmueve la frecuencia con
que quiere hacerse lugar desviando la
atención de Susan o urdiendo alguna artimaña, más que por ataque directo, a
pesar de que a veces se ve triste e inútilmente consumida por los celos, y Susan
nada puede hacer que sea adecuado. Los
otros días, en medio de una violenta pelea,
inesperadamente, besó a Susan y dijo:
«Pero te quiero». Es muy diferente de
Susan, que, alternativamente, levanta los
ojos fervorosamente hacia su hermana, o
desea terminar inexorablemente con su
superioridad.»
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DECIMOCUARTA CONSULTA
( M a r z o 2 2, 1 9 66 )
Gabrielle (ahora de cuatro años y seis
meses) fue traída por su padre. Era evidente que le complacía enormemente encontrarse una vez más ante la puerta de
entrada. Permanecí en mi lugar y, poco a poco, avanzó cautelosamente detrás de su
padre y entró a la casa escondida. Se dirigió sin vacilar a la habitación y dijo: «Me quitaré el abrigo.» Lo dejó caer al suelo e inmediatamente fue en busca de
los juguetes. Hablaba sin cesar mientras
los acomodaba: «’ste; ’ste; ’quí; oh, esto
se ha enredado.» Comprendí que tenía la
nariz muy congestionada. No tardó en empezar a toser, pero, de todos modos, su estado general, físicamente, era bueno.
Ga b r i e l l e : Aquí. Aquí. ¡Muy bien!
Estaba completamente concentrada en
el suelo, dándome la espalda, y tomaba
contacto con otras visitas. Sus palabras
describieron su actividad. En cierto momento preguntó: «¿Es éste el modo de hacerlo o no?» Exhibía un superego con el
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cual se identificaba sin dificultad. Respondí: «Sí, eso creo, pero puedes hacerlo
como te plazca.»
Gabrielle siguió hablando acerca de cómo encontraba los juguetes. Como si
los hubiese dejado en un paquete, aquí encontró dos en uno y dos en otro paquete. Trataba de establecer una conexión
entre los vagones de los trenés de diferente tipo. Entonces me dio algo para ajustar, como tantas veces había hecho en el pasado. Mientras yo lo hacía, se dirigió a
un nuevo juguete de sobre la librería, la
imagen de un niño pequeño que arrastraba un trineo en el cual iba una niña.
G a b r i e l l e : ¿Es de las Navidades? Es bonito. ¿Funciona?
Y o : Sólo funciona si imaginas que funciona.
Volvió por lo que yo había arreglado.
G a b r i e l l e : Gracias. Voy a sacar todos los
juguetes.
Los puso todos en un gran montón en
el suelo, renovando el contacto con sus
viejos amigos.
G a b r i e l l e : Mira, esta cesta tiene manchas
de fresas, y ésta también.
De modo que allí estaban las dos cestas
de fresas. Con una sonora exclamación,
cogió la cesta y la vació de todos los demás juguetes.
G a b r i e l l e : Debe de estar allí, ¿no?
Apartó el asno y el carro correspondiente, colocándolos sobre la librería.
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Y o : ¿Cómo diablos fue a parar eso entre
los demás juguetes?G ab r ie l l e : Una vez lo cogimos de allí
arriba.
Para entonces, ya estaba en contacto
con mi pierna. Cogió el cordero y preguntó: «¿Qué le sucedió al perro?» Le tendí el envoltorio que contenía los restos del perro.
G ab rie l le: ¿Por qué está allí dentro? [Miró
adentro.] Aún no lo has hecho reparar. ¡Eres malo! Verdaderamente, debías haberlo reparado.
Cogió la cosa misteriosa y preguntó: «¿Qué es esto?» Nunca habíamos sabido
qué era; probablemente fuese parte de un
s in g in g to p .
G ab rie l le: ¿Qué es esto? No es bueno.
Le dije que era un camión-tanque. Ella
se refería a que no tenía ganchos. Estaba
llegando al final de la renovación de su
contacto y pidió: «¿No tienes una caracola? Quiero oír el sonido.» Ya estaba sentada sobre mi pie, y yo hablé de ir a sentarse con su padre a la playa. Es como si sintiera una ligazón con lo que la playa
significase para ella y no podía creer que
el sonido del mar no llegase hasta allí.Cogió un tren con muchas ruedas y las
numeró, atribuyéndoles colores. Lo acarició amorosamente y lo besó y se lo pasó
por los iriuslos y luego por la cabeza, desde detrás hacia adelante. Todo eso se convirtió en un juego, y el juguete se deslizó
por sobre su rostro y cayó al suelo con
un ruido que tuvo su clímax. Intentó unirlo a un vagón, sin éxito. Tomó las figuras
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del viejo y el niño y las sentó, diciendo:
«Tú, siéntate allí. Tú, siéntate allí.» Luego, aún en la recuperación de viejos detalles,
dijo: «¿Puedes dibujar [sobre la bombilla]? Haz un zigzag de arriba a abajo. En
realidad es una bombilla.» La dejé caer.
G a b r i e l l e : Debería dar luz.
Prácticamente había finalizado con los
juguetes cuando me preguntó: «¿Vas a
la iglesia?» Yo no sabía qué responderle.
Y o : Sí, a veces. ¿Y tú?G a b r i e l l e : Me gustaría ir, pero a mamá
y a papá no les gusta. No sé por qué. Y o : ¿Por qué va la gente a la iglesia?
G a b r i e l l e : No sé.Y o : ¿Tiene algo que ver con Dios?
G a b r i e l l e : No.
En ese momento tenía una casa y se la
llevaba a la boca. Trajo algo de la sesión
anterior: «¿Dónde está eso que rueda?»
Se refería a la regla cilindrica olvidada
por algún otro paciente. Di con ella e instituyó un juego que terminó por ser la
mayor parte de su comunicación. Tenía
raíces en el pasado, de modo que pudimos
emplear abreviaturas de toda suerte. Nos
ponemos de rodilla, muy cerca el uno del
otro y enfrentados, en la habitación delantera. Hace rodar la regla hacia mí y eso
me mata. Muero y se esconde. Luego revivo y no logro encontrarla.
Gradualmente, lo fui convirtiendo en
una especie de interpretación. Para cuando lo hubimos hecho varias veces, y en
ocasiones había sido yo quien la matara, estaba muy claro que tenía que ver con la
tristeza. Por ejemplo, si ella me mataba, al recobrarme no podía recordarla. Ello
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se representaba mediante su escondite, pero a la larga yo la hallaba y decía: «Oh, ahora recuerdo lo que había olvidado.» Si bien este juego resultaba muy placentero, la ansiedad y la inquietud estaban presentes, de modo latente. Aquél que se escondiera debía dejar una pierna u otra parte
de sí a la vista, para que la agonía de no
ser capaz de recordar a la persona perdida no fuese prolongada o definitiva. Ello
se vinculaba, entre otras cosas,, con lo
que ocurría cuando no me veía durante
un lapso muy prolongado. Poco a poco, el juego fue variando, especializándose en
su aspecto de escondite. Por ejemplo, yo
debía ir de puntillas hasta el otro lado
del escritorio, donde se hallaba ella, para
que ambos nos encontrásemos allí. A la
larga, quedó bastante claro que su juego
se derivaba de su idea del nacimiento. En
una u otra ocasión puse de manifiesto
que una de las razones por las cuales se
sentía feliz la constituía el tenerme a solas. Respecto de este detalle, cuando salió
por la puerta delantera, la oí preguntar a
su padre: «¿Dónde está Susan?»Finalmente, debí repetir una aparición
súbita desde debajo de las cortinas que
parecía ser una especie de parto. Entonces, tuve que convertirme en una casa, y
ella entró cautelosamente en la casa y se
fue haciendo cada vez más grande, hasta que la casa ya no pudo contenerla y es
talló, expulsándola. Cuando el juego avanzó, le dije: «Te odio», en el momento de
expulsarla.Encontró muy emocionante ese juego.
De pronto sintió un dolor entre las piernas y en seguida salió a echarse agua. El clímax lo constituyó la puesta en contacto
con la necesidad de la madre de expulsar al bebé cuando es demasiado grande. Con
T r a b a j o s o b r e
l a s d i f eren tes
reacciones
ante la
separación
y la
t e r m i n a c i ó n
189
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ello se asocia la tristeza por ser mayor, en tamaño y en edad, y el hallar cada vez
más difícil jugar a encontrarse dentro
de la madre y nacer.La sesión finalizó con un período en el cual cogió las dos cortinas del centro de
la habitación y corrió hacia adelante y
hacia atrás sin soltarlas.
G a b r i e l l e : ¡Soy el viento! ¡Mira!
No había mucha hostilidad en el juego,
y me referí a la respiración, lo esencial para estar vivo, y de lo cual no se podía
disfrutar antes de nacer.En ese punto tuvo ganas de marcharse.
C O M E N T A R IO S
1. En armonía con el superego.
2. Evidencia de capacidad potencial
para el goce genital.3. Exploración de las reacciones ante
las separaciones prolongadas y la preparación para terminar.
4. El tema del nacimiento.
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DECIMOQUINTA CONSULTA
(A g o s to 3, 1966)
Gabrielle (ahora de casi cinco añas) llegó con su padre; lucía muy bien y muy madura. Estaba impaciente y llena de sentido de la anticipación. Hablamos un poco de las vacaciones que acababa de pasar y de mi casa, que, evidentemente,
estaba en manos de los fontaneros. Se dirigió sin vacilar a los juguetes (mientras el padre entraba a la sala de espera), y antes de que yo me hubiese acomodado en la silla baja de junto a la mesita sobre la cual tenía papel para tomar notas, dijo: «Lindo perrito», cogiendo el trozo de viejo s in g in g to p . «Ahora tengo cuatro años... en agosto» (aludiendo al hecho de estar
a punto de cumplir cinco años). Sucedieron muchas cosas que no pude apuntar, y me valí de una especie de taquigrafía para los detalles de la confusión de juguetes.
G ab rie l le: Barcos. Mi exhibición de bragas. ¿Dónde está el rodillo?
Le señalé la regla cilindrica que había empleado para su juego especial en la sesión anterior.
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G a b r i e l l e : Es bonito. Jugaremos al juego...
Me dirigí a la parte principal de la habitación y tomamos posiciones. Fingí no
estar seguro de cuál era el juego y ella
me mostró cómo hacía avanzar y retroceder el rodillo. Golpeó mis rodillas con él, y me mató y caí muerto y siguió un período de escondite y búsqueda. Cuando
apunté esto, observó: «Siempre escribes.»
Y le expliqué que tomaba notas para poder recordar lo sucedido en detalle.
Y o : Lo recuerdo todo sin notas, pero no
puedo retener los detalles, y me gusta
recordarlo todo para poder pensar en
ello.
Jugamos, haciendo avanzar y retroceder
el rodillo, con consiguiente escondite y
búsqueda, a partir del momento en que ella me daba muerte. Luego, yo la mataba
y me escondía, para que ella me hallase.
Le dije que me estaba haciendo saber que
me olvidaba y que yo la olvidaba a ella
cuando nos separábamos por las vacaciones, pero que en realidad sabíamos que
era posible encontrarse.
No tardó en finalizar lo que tenía que
decirme en su lenguaje de escondite-y-bús-
queda, y regresó a los juguetes. Hizo algo
bastante deliberadamente seductor. Cogió la pequeña bombilla eléctrica con el
dibujo de una cara y se la llevó a la boca,
mirándome de un modo significativo; luego se alzó las faldas hasta la altura de las
bragas. Era una especie de invitación de
m u s i c - h a l l. Junto a ello, aseguró que conocía una forma perversa de recitar El buen
Rey Wenceslao, que su madre sabía:
S e p a r a c i ó ns in
d e s e s p e r a c i ó n
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G ab r ie l l e : El buen Rey Wenceslao miraba la fiesta de San Esteban.
Una bola de nieve le golpeó el hocicoy se lo quebró;
Mucho brillaba la luna esa noche, aunque el dolor fuera cruel.
Entonces vino el doctor, montado enuna muía...
En el curso de este episodio, pleno de cierta excitación difusa, yo había dibujado el perro, cooperando con ella. Comenzó como una copia del rostro de la bombilla.
G ab r ie l l e : Te mostraré lo que sé dibujar. Me cuesta hacer orejas; tiene el pelo largo, hermoso pelo... mira, me he ido al otro papel, y a la mesa. Es un poco garabato...
Dije que aparentemente, dibujaba para mostrarme un sueño, y el sueño se había derramado en la vigilia. Todo parecía indicar que eso era lo que ella quería, porque me contó un sueño y sonó como si tal vez fuera lo que había venido a decirme.
G ab r ie l l e : Soñé contigo. Llamaba a la puerta de tu casa. Vi al Dr. Winnicott en la pisciha en su jardín. Así que me zambullí. Papá me veía en la piscina,
abrazando y besando al Dr. Winnicott, así que él también se zambullía. Luego lo hacía mamá, luego Susan y [aquí, enumeró a los restantes miembros de la familia, incluyendo a los cuatro abuelos]. Había peces y todo. Era agua seca húmeda. Salimos todos y anduvimos por el jardín. Papá se tendía en la playa. Fue un buen sueño.
R esu m e n d e l
t r a b a j o d e l
análisis
193
7 ------PSICOANALISIS
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Percibí que ya había puesto todo en la
transferencia y, a su modo, había reorganizado el conjunto de su vida en términos
de experiencia de una relación positiva
con la figura subjetiva del analista, y el
interior del mismo.
Y o : La piscina está aquí, en esta habitación, donde ha ocurrido todo, y donde,
imaginariamente, todo puede ocurrir.
Dijo algo acerca de sus manos, húmedas por haber estado nadando.
G a b r i e l l e : Voy a dibujar lo que pueda sobre la lámpara.
Estaba bastante feliz y serena, y sacó
todos los juguetes pequeños y las partes de juguetes. Cantaba el tema de «Jun
tos».
G a b r i e l l e : ¡Qué revoltijo sobre tu piso!
Tuve que reparar un gancho. Hablaba
mucho mientras ponía en juego todos los
juguetes. Luego cogió la figura del padre
(de unos siete centímetros, muy realista,
hecha sobre la base de un limpiapipas),
y comenzó a maltratarla.
G a b r i e l le : Le tuerzo las piernas [etc.].Y o : ¡Ay! ¡Ay! [como interpretación de
aceptación del rol que se me había asignado].
G a b r i e l l e : Lo tuerzo más... sí... ahora, el
brazo.
Y o : ¡Ay!G a b r i e l le : ¡Ahora el cuello!Y o : ¡Ay!G a b r i e l l e : Ahora ya no queda nada... está
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todo torcido. Voy a torcerte un poco
más. Grita más.Y o : ¡Ay! ¡Ay! ¡Ayyyyyy!
Le agradaba mucho.
G ab r ie l le : Ahora ya no queda nada. Está
todo torcido y con la pierna salida y se
le ha salido la cabeza, así que no puedes gritar. Te arrojo lejos. Nadie te
quiere.Y o : Así Susan jamás podrá tenerme. G ab r ie l le : Todo el mundo te odia.
Entonces cogió una figura de niño, similar a la anterior, y repitió la operación.
G ab r ie l le : Estoy torciendo las piernas del chico [etc.].
En medio de todo ello, dije: «De modo
que el Winnicott que has inventado era
todo tuyo y ahora has terminado con él y
ya nadie podrá tenerlo.»Me pedía que gritara más pero argüí
que ya no me quedaban gritos.
Y o : Se ha ido todo.G ab riel le: Nadie volverá a verte. ¿Eres
doctor?Y o : Sí, soy doctor y puedo ser el doctor
de Susan, pero el Winnicott que tú inventaste ha terminado para siempre.
G ab r ie l le : Yo te hice.
Se entretenía con el tren (imitando sus
ruidos).
G ab r ie l le : Quiero quitar esto.Y o : No sale.
Odio por od io
(véase ses ión anter ior )
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En realidad, ella sabía que el tractor estaba unido al carro de heno y no se los
podía separar.
G a b r i e l l e : Oh, cariño, no sale.
Aseguró entonces que todo se veía azul;' había cogido las dos copas de Optrex y
miraba el mundo a través de ellas. Preguntó cómo hacer para asegurarlas delante de sus ojos. Le daban la sensación de
estar nadando o debajo del agua. Atornilló los ojos de cada uno a los del otro.
Yo podía sostener las copas de baño de ojos con mis músculos orbiculares, y, tras
alguna práctica, ella logró hacer lo mismo
con una.
G a b r i e l l e : Me gustaría llevármelas a casa.
Siguió hablando de fragmentos de cerámica hallados junto a una carretera en
Francia, y me dio una visión infantil de
la arqueología, el descubrimiento de lo
que había pertenecido a la vida mucho
tiempo atrás. Exploró la caja de tizas y
encontró o redescubrió el Seccotine (un
adhesivo). Eso era lo que quería, y comenzó su último juego (pero tenía otras
cosas que decir... ¿recibiría una carta
suya? Y así...).
Tomó una hoja de papel y puso Seccotine en el centro y luego alrededor, formando un marco cuadrado. Quería saber
cuántos pacientes más visitaría.
Y o : Eres la última antes de mis vacaciones.
G a b r i e l l e : Tendré cinco años, dentro de
muy poco.
Indicó que deseaba verme para ese tra
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tamiento... Winnicott finalizado mientras
todavía tuviera cuatro años.
Y o : A mí también me gustaría terminar
contigo, para poder ser los otros Win- nicotts y no verme obligado a ser este
Winnicott especial de tratamiento inventado por ti.
Alcanzaba a ver que lo que estaba haciendo con el Seccotine era una especie
de lápida o túmulo del Winnicott que había sido destruido y muerto. A sus instan
cias, cogí un trozo de papel y dibujé una
Gabrielle en él. Luego retorcí sus brazos
y piernas y cabeza, y le pregunté si dolía. Rió y dijo: «¡No, hace cosquillas!»
Decoró bastante el entorno del Seccotine, hasta con rojo. Era algo para llevarse a casa. Sería lindo para Susan.
G a b r i e l l e : Debo poner un poco más de
azul.
Lo dobló y el Seccotine se terminó, y
tuve que ayudarla a hacer un agujero para
poder asegurarle una cuerda. Era una
cometa.
G a b r i e l l e : Debo ir a preguntarle a papá
por las hermosas tejas con el alegre
niño encima.
Dejándome al cuidado de la cometa, fue
a buscar dos antiguas tejas (niño alegre) que su padre había traído y que estaban
envueltas en papel como si se tratase de
un regalo, presumiblemente para su madre. Las desenvolví y las admiré.
Siguió explicando al padre.
G a b r i e l l e : Está terminado. Nadie quiere
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ver a Winnicott. Completamente terminado. Lo destrocé. Hice esto como regalo para Susan. Huele mal, es horrible... he usado todo el Seccotine. Ten
drás que comprar más, no más vendremos.
Agregué algo referente a quitar el tapón
para indicar el significado fecal de la destrucción de las figuras masculinas y la
tablilla mortuoria. Eso le agradó.
G a b r i e l l e : Tengo las manos todas sucias.
Juego con esa horrible y maloliente cosa
de pegar. Cómo se llama... ah, sí, Seccotine, horrible nombre, horrible olor. Nosotros usamos Yoohoo, no huele, sabes...
Veía que había acabado conmigo en todos los planos y en todos los sentidos,
y lo dije. Dijo: «Sí, terminar contigo.»
Y o : Así que si vengo a visitarte a tu casa,
si veo a Susan, habrá un Winnicott diferente... no el que tú inventaste, que
era enteramente tuyo y con el cual acabas de terminar.
G a b r i e l l e : Ahora se ha terminado el pegamento... ¿qué haremos? Todo el Win
nicott todo en pedazos, ¿qué hemos de hacer cuando todo se ha ido? Me alegra
no ver a Winnicott si huele mal y es
así de pegajoso. Nadie lo quiere. Si vienes a casa, diré: «Viene el hombre pegajoso.» Escaparemos.Eso finalizó.
G a b r i e l l e : Me gusta pintar cuando voy...
Este es un buen papel. ¿Es hora de que me marche?
Y o : Sí, casi.
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G a b r i e l l e : Debo lavarme... volveré a verte.¡Píntalo de rojo [la cometa]!
La sostuve por la cuerda mientras se
lavaba. Volvió por ella y salió con su padre, arrastrando y tratando de remon
tar su pesada, húmeda, pegajosa cometa.
C O M E N T A R IO S
1. Eclosión de la madurez adecuada a
la edad.
2. Se enfrenta con la separación y sabe
que la reunión es posible.3. Ejercicio de la seducción femenina.4. Resumen del análisis, habiendo reor
ganizado su vida dentro de una transferencia positiva.
5. Así, el odio se puede sentir y ejercer
desde que no destruye la buena experiencia interanalítica.
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DECIMOSEXTA CONSULTA
( O c t u b r e 2 8, 1 9 66 )
Gabrielle tenía ahora cinco años y dos
meses. Esta sesión no fue como las visitas
previas. De hecho, se asemejó más a la
visita de un amigo a otro. Tras aguardar
con su padre por espacio de cinco minu
tos, porque habían llegado temprano, el padre pasó a la sala de espera; pronto
advirtió los diversos cambios habidos en
la habitación, y comenzó a hacer lo que, obviamente, deseaba hacer.
La hora que pasamos juntos se dividió
en tres partes, siendo la primera la más
importante. Preguntó por el rodillo. Esto
es, la regla cilindrica. Tuvimos 25 minutos de viejo juego, que se llevó a cabo en
medio de una gran excitación, pero con una intensidad acorde con el modo de
jugar de los cinco años. Hizo rodar el rodillo hacia mí, y cuando golpeó mis rodillas, caí muerto. Cuando estuve muerto, se escondió. Pero ahora conocíamos todos
los caminos hacia los rincones demasiado
bien. En el curso del juego, tomó sus posiciones una tras otra: yo debía revivir, empezar a recordar que había alguien a
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quien tenía olvidado, y, poco a poco, buscarla. Al cabo, la hallaría. A veces era ella
quien moría del mismo modo; entonces
me buscaba. Siguió hasta estar satisfecha,
hasta haber tenido lo suficiente. Y pasamos a la fase dos.
Mientras me sentaba en la pequeña silla
para tomar notas, como en los viejos
tiempos, se sentó en el suelo dándome la
espalda... «sola en mi presencia». Hablaba
a los animales y a los juguetes, y sólo ocasionalmente me aclaraba que esperaba
que yo escuchara. Al comenzar, cogió el
cordero y dijo: «¿Dónde está el perro?» Encontré el paquete con los restos del
perro, y me habló del agujero y lo exploró
con el dedo. Aseguró que el perro no estaba lo bastante vacío como para no poder
tenerse en pie, y lo colocó junto al cordero. Luego inició el proceso de sacar los
juguetes y vaciar el cubo. Pasó un rato
tratando de armar un tren, hablando de
modo inteligible, pero para sí misma. En
una oportunidad dijo: «¡Mira qué tren
largo he hecho!» Pero no era largo porque
no hacía más que recordar cómo era en
las sesiones anteriores, no jugaba con el propósito de comunicarse.
Y o : Estás recordando para ti misma loque los juguetes significaban cuandoeras una pequeña Piggle en vez de una
gran Gabrielle.G a b r i e l l e : Vamos a volver a jugar.
Y volvió a apartar unos pocos juguetes
de los que había sacado y los ordenó bajo
el estante de la librería. Hacía esto a la
vez que tocaba una cesta y otros juguetes
amorosamente y decía cosas como: «Aquí estás.» En esto, su cabeza tocó mi rodilla.
No fue algo premeditado, ni retrocedió
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ante ello. Sólo sucedió. Apartó el perro en su envoltorio y dijo adiós. Y puso el cordero cerca del paquete. Entonces dijo:
«¡Ahora!» ...significaba que íbamos a entrar en algo diferente.
Nos levantamos, y en un principio pareció que fuésemos a seguir jugando con el rodillo (escondite y búsqueda). Lo que hizo, sin embargo, fue encontrar un libro de dibujos infantiles. Lo observó atentamente y pareció divertida con los pequeños trozos de historia que yo podía con
tarle. Entonces miramos otro libro, que tenía numerosas ilustraciones, pero era demasiado complicado, de modo que cambiamos una vez más y escogimos un volumen de figuras con un cuento. Seguí la historia con ella mientras ella volvía las páginas. Al final, eligió mirar un libro de animales. Cuando le era posible, decía el nombre del animal, y se sentía feliz y c o n t e n t a .
Le di la oportunidad de hablarme de cosas; la palabra «negro» apareció en uno de los relatos y le recordé la mamá negra.
Y o : Te da vergüenza contarme algunas de las cosas que piensas.
Asintió, pero con poco entusiasmo.
Y o : Yo sé cuándo estás verdaderamente avergonzada, y es cuando quieres decirme que me quieres.
Su gesto de asentimiento fue muy definido.
Ya era hora de marcharse, y estaba bastante dispuesta a ir a buscar a su padre. Era evidente que había disfrutado de la
visita, y no dio muestra alguna de hallarse molesta, como si hubiese intentado
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algo sin lograrlo. Sonó enteramente natural al decir adiós, y dejó la impresión de
una niña verdaderamente fresca y psiquiátricamente normal, de cinco años.
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A algunos lectores pueden interesarle unas pocas
observaciones sobre la experiencia de los padres en
este caso, y tal vez deseen poseer datos acerca de la
niña en la actualidad.Ha sido de gran valor para los padres el que se les
permitiera participar en un proceso de crecimiento y
reparación. Ello ha evitado lo que es frecuente observar: el que los padres se sientan abandonados a la
intemperie, y así alimentan sentimientos de rivalidad
y competencia con el terapeuta; o tal vez envidia del
terapeuta o del niño, o de ambos alternativamente. Con
la finalidad de evitar tan dolorosas impresiones y para
no caer en la insidiosa obstructividad que de ellas
suele derivar, los padres deben apartarse, saliendo del
campo de fuerzas de una relación viva con el niño, limitándose a entregarlo a una autoridad más experimen
tada y sabia.
Si bien el peligro de una intromisión no profesional debe de asomar en la mente de algunos lectores, ello
parece haberse evitado mediante el tacto, «sensibili
dad» y larga experiencia del terapeuta, la cual aparece
avalada por un conocimiento tan grande que se puede
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prescindir de recordarlo permanentemente, para em
plearlo de una forma libre y espontánea, con una segu
ridad de contacto digna de la mayor confianza.
Quizás también se permita a los padres decir una
palabra en las ulteriores discusiones sobre los pro y '
los contra de un tratamiento «a pedidor.
Entonces sentimos que no podíamos acceder a un
tratamiento fundado en otras bases. Por otra parte, el consenso de percepciones, que se fue haciendo cada
vez mayor, en lo. relativo a la necesidad de una nueva
sesión es notable, y también nos asombró la lectura
del guión, al comprender cómo la paciente recogía los hilos de la entrevista anterior, como si no hubiese
transcurrido tiempo entre una y otra, o como si ahora
estuviese dispuesta a dar el paso siguiente.
Sea como fuere, el hecho de que, en este marco, el
tratamiento no pudiera llevarse a cabo en el momento
en que se lo solicitaba (como entre la undécima y la
duodécima sesiones), podía tener violentas repercu
siones, y, como puede parecer en este caso, poner al
paciente al borde mismo del desastre interior.
Los lectores querrán saber también cómo se encuentra la paciente en la actualidad, cuáles son los resulta
dos a largo plazo de tal tipo de tratamiento.
Gabrielle no es tímida, es una muchacha espon
tánea, muy integrada a un grupo de compañeros de
escuela de su misma edad. Parece haber recobrado el
equilibrio que había perdido antes de comenzar el tra
tamiento. Alrededor de los ocho años tuvo algunas dificultades de aprendizaje (se aburría en la escuela y no
le fue fácil aprender a leer), pero ahora es muy com
petente en su tarea, y siempre se las arregla para hallar
la interesante. Se muestra más doméstica que varonil
en sus inclinaciones. De momento, aspira a ser profe
sora de biología. El cultivo de plantas de interior cons
tituye su principal afición. Es su seguridad en lo que
respecta a los valores, su independencia interior de
ju ic io , y también q u i z á s un modo de ponerse en con
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tacto con la gente en muchas longitudes de onda, lo
que lleva a preguntarse si no seguirá funcionando el estímulo de alguna experiencia satisfactoria en el sen
tido de ser entendida en un nivel profundo.No hubo casi ningún comentario posterior acerca
de las sesiones... muy de tanto en tanto, tal vez, alguna
risita sofocada debida a un recuerdo, o un detalle en
el juego. La triste noticia de la muerte del Dr. Winni-
cott nos llegó por medio de un visitante casual, y su
reacción inmediata quedó velada por la circunstancia
social. El Dr. Winnicott la había preparado para la
eventualidad de su muerte de modo muy sensible, y
ella había mencionado en una o dos ocasiones el asunto
como algo dispuesto en el lugar correspondiente.El Dr. Winnicott solía tomar notas durante las
sesiones, y Gabrielle cree que estaba escribiendo su
autobiografía y que de alguna manera le estaba reservando un pequeño rincón en la misma: «Él acostumbraba escribir y yo acostumbraba jugar.»
Cuando se discutió con ella la publicación de este
material (que aún no había visto), primero vaciló, pero luego pensó que podría ser de utilidad para otros
—como en realidad se espera que sea—. Dio su consentimiento.
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8. — PSICOANALISIS
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Colección
PSICOTECA MAYOR
g i l i -o 'd o n n e l l E l ju e g o
MANNONI, M.
L a p r im e r a e n t r e v i s ta c o n e l p s ic o a n a l is ta
MINUCHIN, S.F a m i li a s y t e r a p i a f a m i li a r
WINNICOTT, D. W.
R e a l id a d y ju e g o
SMALL, L.
P s i c o t e r a p i a s b r e v e s