Compartiendo un silencio
Juan Pablo Valderrama Pino
Compartiendo un silencio
Autor
© Juan Pablo Valderrama Pino
© Editorial Zenú
www.editorialzenu.com
Primera edición: 2013.
Dirección editorial
Henry Andrés Ballesteros Leal
Fotografía portada
© Juan Carlos Vásquez – Vaquerroca Media Group
Fotografía de reseña biográfica
© Santiago Villamil Bonfante
Diseño de portada
Sergio Andrés Zuleta Tovar
Dibujos
© Montserrat Magre Colorado
ISBN: 978-958-57715-7-4
Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del
copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o
parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la
reprografía, el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares
de la misma mediante alquileres o préstamos públicos.
“¿Qué son las palabras? Hoy son los abrazos y besos que
no te puedo dar; son las aves mensajeras que llegan a ti y
te dicen cuánto te quiero. Las palabras son las manos con
las que te acaricio en la distancia.”
Un poema para hacerte feliz
ÍNDICE
Me haces sonreír 11
Tu nombre 12
Juntos 13
La ilusión de tenerte 15
Tú 16
Llueves sobre mí 17
Un último baile 19
Amor 20
Espuma del recuerdo 21
Un suspiro… Un abrazo 22
Las historias de mi corazón 24
Te echo de menos 26
Se acercan las caricias inimaginables 27
Sonrisas y lágrimas bajo la lluvia 28
Yo 29
Pensando en ti mientras la noche me abraza 30
Las horas 31
Epifanía 32
Sueños 34
Un poema para hacerte feliz 35
Nuevamente son las noches de insomnio 39
Ahora te busco 40
En el hospital 41
Aquí 43
Acércate 44
Días como hoy 45
Antes de dormir 47
Reflejo en el espejo 48
Alas muertas 49
Cicatrices 50
Hacerte el amor 51
Vida 54
Oscuridad 55
Cántico de lágrimas 56
Aliento de existencia 57
Leerte 61
Su mirada 63
Tu mirada ausente de tus ojos 65
IV 67
Contacto 68
Lejos 69
Estás en mí 70
Alma 71
11
Me haces sonreír
El deseo de verte se ve truncado por la realidad…
Realidad que me golpea contra las almohadas y me obliga
a buscarte en los sueños.
Tus ojos se fijan sobre mí y lo que antes creí que ya no
existía vuelve a nacer. Después de mucho tiempo de
desventura, pensé que ya no quedaba nada de mí para
entregarle a este mundo, pero cuando acariciaste mi piel
con tu mirada me di cuenta de que en este ser-que-soy hay
cosas aún sorprendentes y sencillas.
Te veo y me envuelvo en melodías que se mezclan en mi
interior. No entiendes mis palabras, pero sabes que estoy
aquí… me miras y no entiendes mi mirada, ves a un hombre
que intenta seducirte con sus historias.
Los años me van enseñado a esperar y amar… me quedo
en silencio en el transcurrir del tiempo, y sonríes mientras
la memoria desdibuja tu silueta. Quisiera adornar tu rostro
con las marcas de mis besos… marcas que sólo tú puedas
ver cuando cierres los ojos y sientas el cosquilleo de mis
labios por tu cuello.
Tengo palabras y miradas, muchas cosas por enseñarte…
este sentimiento para envolverte en medio de momentos
que te inunden de alegría.
Ahora me iré a dormir pensando en ti, para que cuando te
sientas sola, nunca olvides que yo pienso en ti, que eres
importante y me haces sonreír.
12
Tu nombre
Empiezo a recordar cada movimiento de tu cuerpo mientras
el silencio en mi habitación me hunde en un sueño profundo;
la oscuridad ilumina tu recuerdo y me retuerzo entre las
sábanas que ya no pretenden abrazarme.
Mis ojos se abren ―parpadean― tratando de ver lo que
acontece, pero sucede que te pienso y todo lo que miro
está impregnado de tu color: ausencia de tu voz, de tu
mirada y de tu caminar.
El aroma de tu cabello aún sigue acariciándome cuando
duermo… en sueños te encuentro y te abrazo, nos vamos
de paseo por las playas de todas las ciudades y nos
sentamos a ver el atardecer… un sol que se oculta y deja
crecer este sentimiento, este anhelo, deseo: Es un acontecer
en mi existencia.
Ahora camino pensando en canciones y poemas, en letras
y expresiones que llevan tu nombre.
13
Juntos
Se apagan los sonidos y mi mente se deja llevar por la
imaginación.
Te veo sentada frente a mí, como aquella vez en la heladería.
Los días van pasando y la distancia aumenta, pero sigo
recordando las palabras y los deseos que nos dijimos
cuando estuvimos en la playa. Tus pies sucios de arena, tu
cabello mojado, tu sonrisa radiante. Nuestras existencias
se unieron en la memoria para hacernos inmortales en la
ausencia.
Me confundo con las palabras y no logro decirte lo que
quiero, por eso me callo y te miro a los ojos. Pongo mis
manos sobre las tuyas: ¡Mírame a los ojos!
Es en el silencio donde nos decimos las cosas más hermosas
y grandes. Es también donde no nos decimos nada.
¿Qué pasará mañana? ¿Seguirá este sentimiento?
No tengo certeza sobre el porvenir, pero sé que esto se
transformó en un estado del alma, y así será eterno, aunque
dure un instante. La huella que tu sonrisa dejó en mí se
convierte en las sonrisas que hoy le regalo al viento.
No sé si el sol saldrá después de la luna y si mi cuerpo se
moverá en medio de las calles nuevamente… estamos
cosidos al incansable presente.
14
Al tocar tu piel siento que te callas sólo para sentir, para
vivir. Tus ojos me miran con fuerza, libertad, alegría,
secretos y misterios que tal vez se queden en silencio.
¿Podemos, tan sólo, estar juntos un momento? Debo decirte
algo, es un asunto entre nuestros labios.
¿Puedes acercar tu cuerpo al mío? Un abrazo nos une en
medio del amor. Estamos latiendo… respirando… viviendo.
15
La ilusión de tenerte
Los sonidos de nuestro alrededor.
Creí que era algo especial, pero fue un simple momento
donde nos unimos para interpretar el baile de una canción.
¿A dónde irás? ¿Qué rostros vas a conocer?
Recuerdo ese momento donde te tuve entre mis brazos y
sólo me importaba el hecho de que tu aroma se pegaba mi
piel y te sentí tan mía, tan completamente extraña y cercana
que te reclamaba como mía.
La lluvia me golpea fuertemente y ya no reconozco quien
soy…
Nos movemos bailando bajo la luz de la noche, y esto que
siento es la ilusión de tenerte.
16
Tú
El suave pasar de la brisa.
Un aroma que se desprende de las copas de los árboles.
Mucha gente camina por las calles.
Me quedo quieto, mirando a través de la ventana, recordando
tu sonrisa.
El oleaje en la bahía es delicado.
Mi corazón late como un bebé dando patadas al interior
del vientre materno.
Por la mañana despierto pensando en ti.
La angustia me persigue y me encuentra en las esquinas de
un salón con grandes ventanas.
Eres la presencia ausente.
17
Llueves sobre mí
¿Es la vida realmente cruda y sin sentido?
Cada día me enfrento a la angustia y la desesperación al
encontrar la profunda banalidad de todas las cosas del
mundo.
Me escapo ―por momentos― en medio de distracciones,
pero ya me he cansado de tanto correr… me detengo y
abrazo la tristeza, deleitándome en la soledad; penetro el
sinsentido de la existencia para darme cuenta de que la
felicidad no se construye a partir de razones.
El amanecer o anochecer, la lluvia o la sequía; nacer o
morir… Todo acontece y nunca podremos justificar el por
qué. Ese es el secreto… no hay que buscar el sentido, es
necesario aceptar esa ausencia de propósito para vivir feliz.
La angustia se disuelve y surge una nueva paz, antes
desconocida, que me lleva a chocar ante la vida con otros
colores.
A lo lejos, en la profundidad del horizonte, se acerca un
aliento que se mezcla con guiños y gestos. Con cada paso
se transforma en un cuerpo. Me toca y se aleja, elevándose
entre las nubes para luego llover sobre mí y dejarlo todo
impregnado de su esencia.
¿Fue ese toque un simple acontecer?
Aquel toque fue un abrazo, un beso tierno, una conversa-
ción y un silencio. Ese toque fue sentarse en las murallas
contigo para ver el atardecer.
18
Ahora que no estás, estás en todas partes y te encuentro en
cada cosa, en cada esquina, en cada mirada hacia el cielo.
¿Es la vida realmente cruda y sin sentido?
No importa… lo que importa es estar y ser capaz de estar
incluso en la ausencia que ya venía anticipada, mucho
antes de la despedida.
Al mirarte a los ojos se detiene el tiempo mientras sigo
envejeciendo y me enfrento a una sensación profunda que
trasciende a mi espíritu y me llena de tranquilidad.
Ahora que llueves sobre mí me ahogo con tu epifanía y
me levanto ante la vida con una sonrisa.
19
Un último baile
Bailemos delicadamente, el viento está a nuestro favor. Las
estrellas tiemblan en el cielo y mis manos acarician la piel de
tu espalda.
Nuestros pasos se pierden en derredor, al mismo tiempo que
nuestro aliento se esparce en la distancia.
No te preocupes por lo que viene, sólo dame un abrazo
ahora, antes de que ya no estés.
Las horas confabulan para empujarnos al pasado y des-
dibujar nuestros rostros, por eso respira hondo, escapémonos
un momento de este mundo real; refugiémonos bajo la
oscuridad de la noche, en la orilla de la playa.
Miremos las estrellas.
Estaremos juntos, sentirás mis brazos a tu alrededor y sabrás
que estoy contigo.
Mientras bailamos no puedo dejar de mirarte. Algo dentro de
mí se acelera por querer decir más que una simple palabra.
El deseo de que este momento sea eterno sólo es la
pretensión de existir sobre el tiempo. Mis lágrimas se
transforman en los diamantes que adornan tu collar. Tu
mano posa sobre mi hombro y tus pies rozan los míos. El
sentimiento que te abarca es el color que pinta tus mejillas.
Antes de que te vayas déjame saber si nuestros horizontes se
volverán a cruzar.
20
Amor
Simplicidad… Sencillez.
Así eres tú.
Lo que eres es profundo y pesado, pero al mismo tiempo
llano y leve.
No hay contradicción, es difícil encontrar una definición.
Un abrazo contigo no sólo es el estar de nuestros cuerpos
entrelazados, es también el latir de mi corazón junto al
tuyo. Es la liberación de las palabras cautivas, prohibidas
por el lenguaje.
Suavidad… Dulzura.
Así eres tú.
Pero también eres fuerte y cruda… Eres el Sí y el No.
Un movimiento de tu mano me saluda, pero luego me
despide. Un solo gesto, un acontecer: significaciones.
Estar contigo: Abrazarte es abrazar y estar con tu ausencia.
Amor… Atracción.
21
Espuma del recuerdo
Las huellas húmedas que han marcado el suelo son el
pasado de mis pasos que se evaporaron ante ti.
Sonrío con tu recuerdo mientras mi imagen en el espejo se
demacra con el pasar del tiempo.
Las lágrimas que he derramado se secaron en el camino de
mis mejillas. Me deleito sobre la orilla de la playa donde
me desvanezco con la espuma de las olas.
Mi corazón late en armonía con el viento mientras mis
brazos se elevan por encima de las nubes; me aferro a los
sueños que alegran mi existencia durante las noches frías e
infestadas de soledad.
Contra las piedras desnudo mi aliento y entierro mis
manos en el barro. Me oculto en el silencio…
Estoy aquí, estoy allá… estoy en medio de una mirada
cazurra: La mirada que se devuelve del espejo cuando lo
veo.
Levanto las manos al cielo, agrandando mis anhelos para
que acaricien la lejanía y me lleven más allá de lo que he
imaginado.
22
Un suspiro… Un abrazo
Un suspiro sale de mi boca y tu imagen se dibuja con
pequeñas nubes de cigarro que suben con lentitud al cielo
y se desvanecen con la brisa. Eres un abrazo anhelado que
se olvida con el sueño, pero que regresa con el despertar.
Camino a través de las calles perdido en mí mismo… en
las olas de mi pensar.
Acaricio las páginas imaginarias de una historia que no ha
sido contada… Eres el beso que mis labios buscan en otra
realidad. Las noches pasan y me derramo sobre el olvido
de mi almohada mientras, tú ―ya en otra realidad―, te
vistes en tu habitación.
No sé dónde estás. Sólo sé que respiras y te vas en medio
de caminos… Son tu historia, las calles de una ilusión.
Te imagino sentada a mi lado, mirando la pared así como
yo la miro, llenándola de deseos y cicatrices que se dibujan
en los labios.
Dame tu mano y déjame llevarte como si cabalgaras con
los ojos cerrados. Mira al horizonte y siente el aliento que
se pasea a nuestro alrededor.
No hay nada más en qué pensar que en ese «tú y yo», como
dos personas distintas que se mezclan por un momento y
se miran a los ojos sin nada qué decir, porque las palabras
sobran cuando tu piel toca la mía, o cuando nos damos la
espalda y caminamos alejándonos.
23
Pasea tus manos sobre las paredes que te rodean y escucha
la voz que nunca te ha hablado al oído…
Soy esa voz que se escurre entre los segundos de esta noche
fría que se disfraza de poeta.
Me quedo mirando al cielo, pretendiendo ver tus ojos en
las nubes y sentir tus brazos en la brisa, anhelando sentir
tus caricias para dibujarlas en mi alma e irme a dormir
nuevamente, para despertar mañana y buscarte otra vez…
para tocar tu mano y decirte que el amor no es nada más
que esta mirada y este deseo desesperado de verte sonreír,
de escuchar tu voz y oler tu cabello.
Aunque te imagine, no te veo. Pero estás ahí mientras llueve,
y mientras llueve soy yo el que espera afuera… mojado
por la tormenta… y lo que tú eres no es otra cosa que yo
mismo escribiendo este pretexto de poema que se desliza
como las gotas de lluvia por tu ventana mientras tomas el
café de la mañana.
Si lees estas palabras no digas nada, busca en el cielo un
pequeño destello, algo que te haga sonreír y transforme el
dolor en alegría.
24
Las historias de mi corazón
No hay que inventar historias, ellas nos crean.
Por mis ojos se pasea una imagen sin forma… es un deseo.
Mis historias se deslizan en los sueños que aturden mi
cerebro. Por muchos años he estado en la sombra de mi
lenguaje, limitándome a pretender ser un pintor de la
escritura… de sentimientos.
Pensé que estaba solo, pero nunca conocí la soledad.
En la arena de la playa se hunden mis pies, mojándose con
la espuma de las olas estrelladas en la orilla.
Pura expresión de dolor es lo que guardo ahora, pero
siento un suave soplo de alegría que me impulsa a desear
cosas maravillosas… Son mis ojos los que no pueden ver,
porque mi cuerpo ya no quiere moverse más entre las
calles… Mis manos ya no quieren intentar moldear
mundos donde se esconda mi espíritu.
Soy un hombre sin poderes, sólo con manchas de tinta en
mi sangre.
Ahora espero despertar cada mañana y encontrarme con el
viento, no preocuparme por cosas que me llenan de
tormento.
Quiero abrazar al silencio y decirle que ya no me destruye.
Anhelo mostrarme que no soy un vómito asqueroso, que
soy un hombre que respira y siente, que vive para construir
25
caminos que tal vez lleven a otros más interesantes…
caminos que van en la misma línea que se bifurca
indeterminadamente…
Una llama consume mi mente, devora mis alientos… Mis
pasos se dirigen a ningún lugar.
En estos momentos me siento como el residuo de un jugo
que queda en el fondo de un vaso.
Pero sé que en el fondo están las cosas maravillosas que
nunca antes hubiera visto.
26
Te echo de menos
¿Cómo puedo atraparte en mis palabras?
Un abrazo tuyo es lo que deseo cuando cae la noche y con
la guitarra canto las canciones que me hacen recordarte.
¿Cómo lograré llamar la atención de tus ojos?
La vida se desliza por nuestros cuerpos y el tiempo deja su
marca. Aún guardamos recuerdos y algunas lágrimas se
derramarán por nuestras mejillas.
He soñado muchas veces que te veo, y hay días en los que
duermo más de la cuenta, sólo para soñarte.
27
Se acercan las caricias inimaginables
Se van formando pequeñas olas que llegan débiles a la
orilla de la bahía resignada. Encuentro un hilo de silencio
oculto entre el balbuceo de los pasos que atraviesan el
cielo.
¿Qué veo? Eso no importa. Las explicaciones ya no sirven…
No pienses más, déjate llevar por el momento que se
desarrolla. Deja a un lado las cargas mentales y mantén
los ojos abiertos.
Se acercan las caricias inimaginables… Me susurran al oído.
28
Sonrisas y lágrimas bajo la lluvia
Las gotas de lluvia caen sobre la calle vacía, la van
llenando y su color cambia; ahora es más oscura y la brisa
corre con violencia… Es como un fresco murmullo que
interrumpe de golpe mi silencio.
Vuelvo y te recuerdo; ahora sonrío y le pido al cielo que te
cuide. Mientras, me mojo con estos recuerdos que caen
sobre mí.
Puedo sentir al tiempo despedirse, dejando arrugas que tal
vez no se notan aún, pero que van dibujando mi vejez.
La lluvia cae y no tengo lugar alguno para esconderme.
La tinta de mi bolígrafo se corre mientras escribo; son las
lágrimas que he escondido para fingir que soy fuerte…
pero soy como una roca débil, anhelando sonreír.
29
Yo
Ya no entiendo el paso del tiempo sobre mí, las horas han
sido un amargo manjar que ha destrozado mis entrañas.
Paseo por las calles y avenidas de mi ciudad, pero cada
movimiento que hago me hace ver que no hay nada en mí,
no hay nada y estoy lleno de pensamientos vacíos.
De lo más profundo de mi alma quiere salir un grito que
fragmente esta realidad que se me presenta; quiero quebrarla
para escapar y ver una luz diferente, ya no soporto el
gemido de las olas y la constante vigilancia de las estrellas.
¿Dónde estoy?
Todos me ven, pero aunque me vean no saben dónde estoy.
Estoy como las rocas… pero también estoy en mí, en un
lugar donde nadie puede verme realmente.
Las miradas se mezclan como pincelazos mal hechos.
Cuando averigües dónde estoy, me encontrarás con los
ojos cerrados, tapando lágrimas que se evaporan debajo de
mis párpados.
Y verás mi corazón de otro color…
Ya no verás lo que pensabas… soy sólo este gesto de
sinceridad que sale de mi interior en forma de sonrisa.
30
Pensando en ti mientras la noche me abraza
Hace tiempo no venía a La Soledad a escuchar el sonido
del agua de la fuente del parque.
Hace tiempo no te escribía una carta donde quiero que sepas
que te extraño.
Ahora siento al viento rozar mi piel; el peso de las horas
nocturnas se marca en mi cuerpo y me quedo hasta muy
tarde tratando de saber a dónde ir.
Mi corazón ha quedado limpio. Ya no hay ira ni rencores
que aplaquen el amor que nunca pude dar.
Hoy quisiera verte y que estés aquí a mi lado mirando la
entrada del Palacio de la Inquisición. Le pido un momento
a la vida para volver a conversar contigo y sentir la cálida
temperatura de tus manos.
31
Las horas
Puede ser que no tenga nada que decir, que mañana sople
el viento y te encuentres con mi ausencia.
Puede ser que hoy duermas sola y se acaben las horas.
Hoy mis ojos tiemblan, se me escapa el aliento de la boca.
Miro por la ventana, me quedo así hasta la madrugada,
extrañando tus abrazos, deseando tocar tus labios pulidos
con fresas.
Puede pasar que me pierda en el silencio, que no encuentres
un bolígrafo para escribirme una carta con tus escasas
palabras, pero llenas del amor que late con pasión dentro
de ti.
Puede ser que me sienta un poco triste, pero es que ya se
nos están acabando las horas.
32
Epifanía
Estamos muy cerca, puedo sentir los profundos latidos de
tu corazón y tu aliento que impregna mi piel de tu aire.
Nuestros ojos ya no se cruzan, están mezclados. Tus manos
tiemblan y te deslizas como un pequeño río que atraviesa
el parque donde mis pesadillas parecen historias sin fin.
Luego desapareces y quedan las huellas de tus labios en
mi rostro. La noche se revuelve como un vómito ácido y
desagradable. Miro la pared y cada grieta me grita e
insulta… ¡Pero no! Son sólo murmullos que salen de mi
mente… ¡Soy yo mismo! Como si mi reflejo me gritara
constantemente y sin espejo para verlo.
El sueño se aparta de mí como una novia decepcionada que
espera renacer en otro tiempo. Me quedo impertérrito ante
la ventana, dejando que las horas pasen… bailan como niños
traviesos que golpean todo a su alrededor.
Los recuerdos surgen y me embriagan con la tristeza. Se
acerca la soledad y me envuelve por la espalda. Miles de
lágrimas comienzan a salir: ¡Hierven! y me queman sin
piedad.
Me estrello contra tu epifanía en medio de todo el enredo
de mi mente y me absorbes con tus brazos.
Lloro como un niño sin saber qué es lo que siento.
Caigo de rodillas y nuevamente vienes y acaricias mi
cabello… Intentas decir algo pero no puedes decir nada
porque ni siquiera estás aquí. No eres más que una imagen,
una manifestación de este sentimiento… sólo eres un bello
33
trazo de mi imaginación. Me hundes en la desesperación
porque tus caricias se disuelven sin ser sentidas.
Caen gotas de lluvia dentro de mi cabeza… es una lenta
tormenta que se extiende en la infinitud. Me olvido de las
cosas que debí decir y me entrego al silencio.
34
Sueños
Cierro mis ojos y las estrellas empiezan a cantar. La luna
me arrulla mientras me lleva de la mano al mundo de los
sueños.
Las náuseas surgen como una sensación deliciosa, semejante
a las caricias que me dabas.
Mientras mi alma camina a través del pasillo del entre-
sueño, tu voz me abraza y me hace recordar las pasiones
que nacían después de cada «hasta luego».
La brisa del abanico acaricia mis piernas en medio de las
sábanas, y mientras se abren las puertas de mi incons-
ciente, tu nombre aparece de golpe como algo dado desde
el principio.
La duda y la incertidumbre se escurren por debajo de la
puerta de mi habitación, empiezan a plantearme preguntas
para enfermarme con la desesperación…
¿Dónde estás? ¿Volverás? ¿Iré a ti? ¿Podrán nuestros
cuerpos tocarse y fundirse en nuevos momentos?
Caigo en medio del baile de mi imaginación y esas preguntas
me causan dolor… Dolor como heridas horribles hasta que
tu epifanía, dulce y suave, viene y me acaricia con la
esperanza de rozar nuestros párpados.
35
Un poema para hacerte feliz
¿Soy un poeta?
No es fácil encontrar una respuesta.
¿Cómo puedo ser tan atrevido al pretender ser poeta? La
definición no se encuentra en la letra impresa, sino en el
aliento que se respira.
Te tomo entre mis brazos y te miro a los ojos, tratando
de hacerte entender que no tienes que pensar en lo que
faltó por hacer, sino que es momento de que descanses
en medio de mis brazos.
¿Qué son las palabras? Hoy son los abrazos y besos que
no te puedo dar; son las aves mensajeras que llegan a ti
y te dicen cuánto te quiero. Las palabras son las manos
con las que te acaricio en la distancia.
Llegas cansada y te acuestas sobre la cama, tomas un
dulce suspiro y lo dejas escapar mientras caes sobre las
sábanas… no te rodea nada más que paredes y el sonido
de tu propia existencia. ¿Te has preguntado dónde estoy?
Sólo tienes que poner tu mano en tu pecho y sentir el
latido de tu corazón.
Lentamente nos hemos ido tocando con algunas miradas
que se desenvuelven como olas de alegría; tu sonrisa brilla
y me contagias… tu voz me devuelve las fuerzas que
pierdo al caminar por las calles de esta ciudad vacía.
36
¿Realmente soy un poeta? Soy alguien que te quiere llevar a
vivir mejores días… el que hoy te escribe estos besos y
abrazos… estas caricias que bajan del cielo y te arrullan
para que duermas tranquila.
39
Nuevamente son las noches de insomnio
Otra vez aquí… Las luces de la ciudad palidecen y mi
mente se disuelve lentamente con cada recuerdo tuyo que
aparece ipso facto.
Las noches que usé para desangrarme con lágrimas no
fueron suficientes. Ahora vienes con otro color y me
extiendes la mano…
Tal vez me preocupo tanto que no puedo disfrutar del
silencio, o tal vez el silencio es tan fuerte que no lo oigo.
Cada día ha sido como una vieja fotografía olvidada,
haciendo bulto dentro de una caja oculta en lo más oscuro
y sucio de la habitación.
En mi interior me escucho a mí mismo y escucho una
canción triste que no tiene nombre.
Tu voz me envuelve otra vez como si disfrutara del Cielo
en medio de los brazos del Creador.
¿Es sólo una fantasía? Sí, así es.
Una fantasía que no puedo vivir ni embriagándome, porque
no hay alcohol suficiente en este mundo que me lleve a
esa realidad.
Sólo hay miradas crudas dirigidas a la pared del patio bajo
la luz de la luna… Noches de insomnio me dominan y ya
no hay lágrimas que derramar.
40
Ahora te busco
De nuevo miro el rostro que se refleja en el espejo sin
saber quién soy y por qué estoy aquí… ¿Para qué vivir?
Durante muchos días dibujados con silencio lloré sin saber
a dónde ir o dónde morir sin ti.
Ahora te busco y encuentro un sentido a este dolor que por
tanto tiempo me ha atormentado. Por más que intente
ocultar tu luz en mi interior, siempre brillarás en mí.
Aunque borre mi sonrisa y calle mi voz, en mis palabras tú
estarás, cambiando el color de mi mirada.
41
En el hospital
¿Qué sucede en mí? ¿Qué es este dolor que se apropia de
mi cuerpo?
Algo me ha invadido y no me deja respirar. Las luces del
cielo tiemblan mientras me disuelvo. Caigo sobre mis
recuerdos y derramo lágrimas que nadie ve.
Agujas penetran mis brazos… Traen la promesa de la
salvación, pero mis ojos se han entregado al mutismo y
saborean la luz de la muerte.
El aire se me acaba y no puedo hacer nada, me ahogo en
pequeños movimientos débiles. Aparecen manchas en mi
mirada mientras veo el interior de mi soledad.
Mi cabeza explota y se desvanece en gemidos inaudibles
que forman la melodía de mi despedida.
Mi garganta cerrada atrapó mis palabras en mis entrañas,
envenenándome con sus significados.
Sentí que no podía soportar más y me entregué a lo
desconocido.
Luego de un rato me di cuenta de que estuve un momento
en la oscuridad de mi pensamiento. En la inconsciencia,
dejé de ser presente y me desvanecí un rato.
Abrí mis ojos, creyendo que había dejado este mundo.
42
Desperté y el dolor había menguado, mis lágrimas se
secaban y la luz del sol me iluminaba como alguien
redimido.
43
Aquí
Los árboles han crecido y en derredor se deslizan los
cánticos de la inmortalidad.
Atravieso los oscuros pasillos de mi mente y llego al
jardín de mi existencia.
Ahí vienen los recuerdos corriendo junto con el viento, se
revuelcan con las flores y manchan todos mis caminos.
Me siento en una banca de mármol y miro al horizonte. Mi
cuerpo se queda aquí, pero mi espíritu se pierde en la
distancia a través de mi mirada.
Me quedo impertérrito ante las sonrisas que descienden de
las nubes y se pudren en el suelo.
Veo a la muerte sentarse cerca de mí, me mira con tristeza
como si ella quisiera morir también… su silencio oscurece
el cielo y hace llover sangre sobre mí.
Me levanto y elevo mi aliento, tratando de escapar de aquí.
44
Acércate
Acércate y mírame a los ojos, siente mi mirada recorrer tu
piel y mis manos acariciar tus suaves brazos. Entre tus
dedos se mezclan los míos, transmitiéndote toda la pasión
que he guardado durante muchas noches.
Mírame a los ojos y deja escapar ese aliento que retienes
con tantas fuerzas, ¡entrégamelo! Dame toda la energía
que tienes.
Acércate y dime lo que quieres, soñemos un momento,
veamos las estrellas y dibujemos en el cielo los garabatos
que vemos como grandes obras de arte.
¿Quieres marcharte? No te obligo a quedarte, sólo te exijo
que disfrutes este momento, que lo sientas en tu interior y
sepas que ahora estamos los dos. Al rato puedes dejarme
solo. ¿Quieres volver? Aquí estoy.
Acércate y pon tus manos sobre mi pecho, siente mi
corazón latir bajo esta piel que tocas y saboreas cuando
estamos solos en medio de la habitación.
Vete lejos y acuérdate de mí, acuérdate de estas caricias,
de los secretos que conocimos… acuérdate, y si te gusta
no lo pienses tanto, sólo acércate.
45
Días como hoy
Hay días en los que por más que intente ser como una
pared, me vuelvo el cristal más débil y frágil que haya
existido.
Días como hoy, donde sólo he podido ver fragmentos de
mi corazón volando a mí alrededor. El doloroso deslizar
de la sangre coagulada bajando por mis brazos… sangre
de tristeza.
Camino enmudecido por un sendero lleno de árboles que
se evaporan con cada respirar.
Detrás de mí están las memorias que gimen y se retuercen;
delante de mí hay sombras que bailan desesperadamente…
son las sombras incoherentes de mi pensamiento, se enredan
entre ellas mismas mientras que una desagradable náusea
surge en mi interior.
Levanto mis manos, pero ya no tengo fuerzas para tomar
otro aliento que me lleve más adelante en este camino lleno
de sufrimiento. Miro al suelo pero no hay donde pueda
acostarme a descansar, mis pies sangran… ¡Tengo que
seguir!
Si me quedo aquí, en medio de esta oscuridad, quedaré
consumido en un simple aliento que se perdió en la
tristeza.
Necesito envejecer y dejar que mis lágrimas se transformen
en los tesoros más grandes de mi vida, que sean ellas las
46
que me impulsen a sonreír en días como estos, días que no
deberían de ser tan lentos.
Como un canto melancólico surgen estas palabras que
salen de mí, salen sin saber a dónde ir, parece que se
quedarán pegadas en el papel… ¡Pero no!
Están alrededor de mi cabeza, dan vueltas sobre mí y
balbucean, me persiguen, me miran de lejos, se acercan y
no dicen nada, me dejan solo y luego vuelven para no
dejarme dormir.
47
Antes de dormir
Contra la pared choca un sonido, se esparce y transforma
las grietas del techo en oídos sordos.
Sobre el sofá cae mi cuerpo agotado, sin fuerzas en mi
carne, pero con un dulce aliento que viene desde lo más
recóndito de mi alma, me levanto con esfuerzo para mirar
las manchas de mi mente sobre los papeles que están regados
en el suelo.
Hago sonar mi guitarra con los arpegios y melodías que
encierran los sentimientos más sublimes que he vivido.
Pero luego siento que algo no está bien…
En mi cabeza surgen ríos que fragmentan mis pensamientos,
los latidos de mi cerebro me adormecen en un suave dolor
que me obliga a cerrar los ojos.
Escucho la música de un silencio lleno de sonidos lejanos
que llegan a mis oídos.
Contra mi vida caen las coloridas gotas de la soledad.
Dejo escapar un bostezo y me entrego al sueño.
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Reflejo en el espejo
Sales de tu casa y caminas hasta sentir el peso de las horas
taladrando tus piernas. No sabes a dónde ir porque no
sabes dónde has estado.
Esas calles llenas de gente parecen ser un lugar solitario
cuando las atraviesas y recuerdas las heridas que te hacen
ver las sombras dentro de ti.
¡Tus errores no te determinan! Te muestran lo que no eres.
No te escondas en ti misma, no camines más así. La luz
del sol ilumina tu rostro, pero temes sonreír y mostrar tu
sonrisa.
El vacío en ti va creciendo cada día un poco más…
Te miras al espejo y no sabes qué es lo que ves.
Llega la noche y tus ojos se pasman de tanto llorar aquellas
lágrimas que llueven eternamente en tu corazón.
Cuando ya estás destrozada diriges tu mirada al espejo
para ver las arrugas en tu semblante, la cruda existencia de
tus labios y el rastro de los lamentos en tus mejillas.
Te miras al espejo y no sabes qué es lo que ves.
No sabes que aquel reflejo en el espejo soy yo… yo en
medio de todas tus luchas… yo mientras caminas y te
pierdes en ti misma… mientras te alejas de mí.
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Alas muertas
Caen alas muertas, son los sueños que fallecieron en el
cielo… caen como gotas de lluvia en un aguacero.
Me resbalo y caigo en un jardín lleno de bestias y monstruos.
Los maniquíes se burlan de mí. Son como voces que se
mezclan en un eterno silencio adormeciendo mis oídos.
Me vuelvo una máquina que camina sin sentido por las
calles, muchos me ven pero ya yo no veo.
Mis pasos se evaporan. Intento volar y salir del sufrimiento,
pero son tantas las espinas oprimiéndome que a duras penas
logro respirar.
Se han desbaratado mis colores, he quedado límpido en la
tristeza.
Caen alas muertas, se revuelven y se mezclan en la
inmortalidad del olvido que se desliza a través de mi
existencia.
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Cicatrices
Los días son las agujas que cosen mis heridas. Dibujan
cicatrices… la sangre se seca y los coágulos en mi cerebro
no me dejan dormir.
Me veo al espejo y mi reflejo acéfalo palpita hundido en
nerviosismo. No logro distinguir la felicidad de la tristeza,
lo oscuro de lo claro… Todo es confuso y simple.
Un punto sobre la superficie inerte del suelo, es una
estúpida mancha, una huella mal marcada… Es el paso
arrojado al olvido.
Me envuelvo en trinos inaudibles, son voces ahogadas por
el dolor. Gemidos sin aire… aliento muerto.
Mi piel me rescata de los pensamientos más absurdos,
mientras que mis ojos obnubilados se derriten por culpa de
las cicatrices insoportables que he guardado en mi interior.
El viento corre en libertad y acaricia mi existencia,
moviéndome hacia los bordes del sendero indeterminado
que es la vida.
Mis pies están cansados de vagar.
Cicatrices… no es el rastro de cada herida, es el sentimiento
evaporado que embriaga con el recuerdo… son los trazos
de este dibujo que soy.
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Hacerte el amor
La oscuridad de la noche se extiende a través del cielo,
impregnando tus ojos de un brillo diferente.
Tu cabello negro acaricia mi rostro moviéndose con el
viento. Siento un leve cosquilleo… un aroma dulce, una
perfecta expresión de seducción.
Llueve… en la ventana se deslizan pequeñas gotas cazurras
que anhelan hacer el amor antes de aglutinarse y convertirse
en un charco que se mezcla con el barro del patio de la casa.
La luz tenue de la habitación me hace verte más hermosa
y sensual que nunca. Acaricias uno de tus muslos mientras
empujas delicadamente la media de seda que envuelve la
piel de tus piernas.
Tu sonrisa, tu mirada… El conjunto de tu rostro es la
perfecta agrupación de tantas cosas que producen este
algo en mi alma.
Tus pasos son como suaves arpegios de guitarra… son
música erótica.
Por un momento cierro mis ojos y trato de imaginar una
vida diferente… una vida con amor.
La palabra amor se revuelve en mi cabeza y luego siento
tus caricias por mi espalda desnuda. Son tus manos
transmitiéndome algo más que un simple contacto. Te
miro a los ojos y te quedas en silencio. Tu respiración es
imparcial; a veces suave, a veces fuerte.
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Te acercas más y dejas reposar tus piernas sobre mí.
Ahora te siento tan cerca que tu calor me invade y tu
aroma me intoxica con excitación.
Si podemos hablar de un acto justo o una expresión de
sabiduría, no habría nada más justo y sabio que besarte.
Deleitarme en tus labios no es lujuria o fornicación… es la
liberación del amor cautivo en nuestro espíritu, en nuestra
imaginación.
Nuestras lenguas se tocan y tragamos nuestra saliva
mezclada… Nos detenemos en un hondo suspirar mientras
nuestras bocas se confunden en una sola.
Meto mis manos por debajo de tu vestido, voy sintiendo tu
piel, viendo tus ojos y tu sonrisa. Lanzo tu ropa decorada
con pequeñas florecillas rojizas y azules. Tu desnudez es
sencillamente bella… suave y leve; es tan leve que es
dulce, tan simple que es magnífica, llena de sentido y
color.
Pronuncias unas cuantas palabras y tu voz termina de
completar esta hermosa fotografía viva. Tu imagen ya no
es la composición de distintas características, sino la
abstracción total de un sentimiento… es la representación
de un deseo.
Tu boca me besa con tu existencia y mueve en mí las
pasiones que anhelan hervir en la inmediatez para luego
trascender y marcar mis recuerdos.
Tus gemidos son tan agradables… me llenan de alegría,
así como cuando un anciano escucha las carcajadas de sus
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nietos felices que corren de un lado a otro, tatuando el
momento con el sonido de sus pasos y gracia.
… El final no parece realmente el final, es más bien el
fluir unísono de nuestra energía… la combinación
maravillosa de nuestras esencias. Es la proyección de un
abrazo, una pintura de un paseo por el parque del placer.
Dime, ¿qué es el amor?
¿Qué es ser justo y sincero?
Si esto no es amor y no hay justicia y sinceridad, entonces
dime qué es, porque no puedo ver nada mejor que estar
aquí en medio de tus piernas, sintiendo tu existencia junto
con la mía, dejando mi corazón latir a través de tus
latidos… Besarte, no hay nada más sabio que besarte.
A esto le llamo hacerte el amor.
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Vida
La dulce danza de miradas y sensaciones…
La música biológica que se interpreta al desnudo, sin
vergüenza.
El universo expone el-ser y lo confronta con la existencia.
La melancolía de la tierra… sus pesares inaudibles para
nosotros, seres llorados y arrojados por nuestro creador.
El remolino fantástico de casualidades naturales que no
encuentra lugar ni en lo absurdo.
Lo metafísico derritiéndose en derredor.
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Oscuridad
Sonidos en la calle.
La luz se debilita y estoy a punto de respirar mi último
aliento.
Las paredes me ahogan y me resbalo por la esquina perdida
de la muerte que agoniza antes de caer sobre el cielo oscuro
de la noche.
Las nubes parecen coágulos de sangre… Se seca la mirada
del hombre sabio en medio de un mundo frívolo y plagado
de hipocresía.
Mi pecho vacío… estoy listo para partir.
Mi aliento se desvanece y parece que el mañana no será
más una promesa evidente. Mis cicatrices laten. Puedo
sentir la brisa arrancar lentamente mi piel.
Mis lágrimas se pudren en el suelo.
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Cántico de lágrimas
El suelo gime… palabras coloreadas con sangre.
El sol no volverá a iluminar tu rostro.
La ciudad está triste. Sus calles pierden su sentido y se
sumergen en el olvido.
La lluvia acaricia la ventana así como nos dormimos
arropados por la muerte.
Los días pasan eternamente y no estoy más a tu lado… No
hay nada en ti, tus ojos rotos dejan escapar tu identidad.
En el cielo los ángeles danzan tristes, elevan un cántico de
lágrimas… ¡Levanta tu voz! ¡Tu última palabra! ¡Di
adiós!
La humanidad se desangra por causa de su ignorancia.
Vives muerta… estamos muertos… Los ángeles claman
para que volvamos a la luz.
Cantemos el himno de los ángeles, no aguanto estas
tinieblas, no soporto mi piel podrida… Déjame decirte
adiós.
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Aliento de existencia
El tiempo ha pasado sobre mí y me ha hundido en
profundas meditaciones que lograron conmover los sedi-
mentos de mi mente.
Ahora soy menos joven y mi mirada se pasea sobre lo
inmediato.
Mis manos acarician los pétalos del ahora… pétalos que
se escurren por mis dedos, dejando arrugas en mi piel.
Por muchos días fui cautivo de la tristeza, pero hoy siento
la necesidad de proyectarme y abandonarme en el olvido
del pasado, convirtiéndome en el hombre que seguirá
escribiendo estos papeles, manchándolos de su existencia.
Con suavidad me acerco a la superficie del mar, meto mis
pies y siento cómo mi cuerpo se desbarata y se hace
viento; viento que se revuelve con el azul del cielo y
desciende hasta el suelo en forma de aliento.
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Leerte
Me dijiste que eras como un libro y al instante me llené de
dudas que, seguramente, tendrían respuestas si te leía con
atención.
Entonces analicé la portada, acaricié los relieves y admiré
cada detalle. Tus páginas, que son como tu piel, empe-
zaron a absorberme en una lectura profunda, agitada y
emocionante.
Las palabras son como tu mirada, como tu sonrisa.
Cuando me hablas al oído, me siento como un niño
disfrutando de la canción más mágica y hermosa que
nunca antes había escuchado.
Para leerte cada día debo ser paciente y cuidadoso, no
quiero perderme ni una letra, saltarme algún párrafo u
omitir un punto o una coma. Quiero sufrir la emoción de
cada capítulo.
Creyéndome siempre el intelectual que se acerca para
leerte, se me olvida que tú, como libro, existes para
enseñarme, para confrontarme, hacerme reflexionar y
hasta cambiar de opinión.
Eres experta en el suspenso y, en la medida que van
pasando las páginas, aumenta la pasión, deslumbrándome
después con un nuevo gesto.
Para leerte debo tomarte entre mis brazos y comprender lo
que me dices en silencio. Cuando cierras los ojos y el
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viento se mezcla con tu cabello… ahí es cuando debo cerrar
los ojos también y sentir tu aroma.
Me invitas a quitarme la maleta donde traigo el peso de mi
pasado para desnudarme en soledad y silencio, para
entenderme y conversar conmigo mismo.
Extiendes tus manos hacia mí y acaricias mi cabeza, no
dices nada, las palabras dejan de funcionar y lo único
importante que queda entre los dos es el contacto.
Me obligas a detenerme y contemplar lo que acontece,
vuelves y me dices: No desesperes. Me robas el aliento y
me dejas vulnerable a tu mirada, quedo sin nada más que
la pretensión de cortar tu silencio, tomar un bolígrafo y
escribir en ti una nueva página.
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Su mirada
Y cuando menos lo pienso me encuentro con una mirada
profunda, una mirada que la deja en evidencia y me
embriaga de lo más bello que un hombre podría pensar en
un instante. En ese momento siento que el lenguaje se
transforma y quedo de frente a sus hondos suspiros y
profundos latidos.
Esa mirada es la que me persigue en silencio cuando me
alejo... es la mirada que me gusta y que intento persuadir.
Varias veces he intentado hacerla sonrojar, pero basta con
que ella me mire para invertir mi movimiento, pintando en
mi rostro las huellas rojas de su alma. Trato, sin embargo,
de enamorarla sin palabras, sólo con gestos y miradas, con
el estar de nuestros cuerpos en el silencio.
Respiro y este mismo aire es respirado por ella. Luego me
voy y regreso a mi habitación, trayendo conmigo su
recuerdo, su mirada, su sonrisa.
¿Qué hay de especial en ella? ¿Qué la hace diferente y
única? Ella es lo que nunca había conocido, es lo
inimaginable, la canción que nadie más canta, el sueño
que va más allá de la inconsciencia, y se me ha aparecido,
dejándome sin palabras, sin pensamientos. He quedado
deslumbrado ante su rostro… me entrega sensaciones, me
arroja al fenómeno de su amor.
Ahora me siento cobarde por no ser capaz de penetrar su
mirada con mi silencio y hacer temblar sus labios de
nerviosismo… nervio pasional y cariñoso.
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Mi sangre hierve y se mezcla con las dulces emociones de
nuestras almas a través de un beso imaginario.
Su mirada me logra intimidar.
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Tu mirada ausente de tus ojos
Te tomo entre mis manos, siento la tersura de tus pétalos…
estás aquí conmigo y me dejas sentirte tan mía como nunca.
El viento me ataca con recuerdos y el paso del tiempo me
hunde en pensamientos de oscuros colores.
Estás aquí, me susurras al oído, no son palabras, no son
sonidos, se trata de una voz inaudible que me envuelve y
me arroja a la inmovilidad. Estoy aquí y no sé qué hacer.
Te tengo entre mis manos y me desmorono mientras te
sostengo.
Te miro a los ojos y veo que me miras, te veo verme y me
pregunto muchas cosas… me pregunto qué dices.
Tus ojos penetrantes que te ponen en evidencia, y esta
incapacidad mía de tomar tus manos.
¿Qué dices ahí cuando tu boca calla? ¿Qué dices cuando
me miras?
Tu mirada me persigue y se oculta entre mis sueños para
sembrar esta incertidumbre que llevo por dentro. Mi guitarra
llora porque ya no la toco, pero es que ya no sé qué expresar.
Estás aquí, entre mis manos. Lates con el calor de la vida
y me impregnas de tu aroma. Me abandono en el silencio
y camino largas distancias, deleitándome en las olas de mi
pensar… pensar abstracto y espeso. A lo lejos veo tu
mirada sin tus ojos… la persecución de tu presencia.
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Me esfuerzo por dar lo mejor de mí en lo que sé hacer, pero
no logro nada distinto… me frustro ante el espejo en blanco
que es este papel, me derramo con la tinta del bolígrafo y
me pierdo entre el punto y la coma.
Y mientras estás aquí me consumes como un fuego que
quema profundamente. Estoy frente a la pared mirando lo
que no puedo atravesar. El sueño huye de mí y me quedo
hasta tarde dibujando palabras… tan sólo palabras.
¿Podrás, alguna vez, escucharme y arroparme con tus
delicados brazos?
Me ilusiono con tu voz diciéndome buenas noches… voz
ausente.
Caigo roto en diminutas partes que se adhieren a este
papel… mi olor desaparece y el calor de mis manos se
transforma en letra muda.
67
IV
Te veo, me acerco y me alejo… sonríes, extiendes tu
mano y me arropas con tus brazos. Mi mente inquieta se
calma cuando mis ojos se ven absorbidos por tu mirada y
tu voz mengua las cargas que llevo sobre mi espalda.
Por momentos me pregunto, como un necio, qué es el
tiempo.
Cuando te veo, no veo sólo tu silueta y tus movimiento,
siento que soy eterno mientras los segundos se desvanecen
dejando marcas en mi interior… son las marcas de tus
caricias, tatuajes delicados que adornan mi piel.
¿Quieres caminar o sentarte?
Déjame acompañarte.
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Contacto
Nuestro cuerpo trascendente, el placer de la mente, la
alegría del alma.
Nos sentamos juntos mientras llueve dentro de nosotros…
caen gotas de emociones que sonrojan nuestros rostros.
Dame un abrazo, juntemos nuestros pechos para que no
sólo sea un beso entre nuestros labios, sino los latidos de
nuestros corazones haciendo el amor en silencio.
Cierra tus ojos e imagina mi ausencia mientras te aferras a
mis brazos; estar juntos, cariño mío, es poder abrazarnos
cuando el cuerpo falta.
Tu mirada me acompaña en la noche, se desliza por mis
sueños y me despierto pensando en ti.
Busco una manera de sorprenderte. Y cuanto más busco
mi corazón se abre y las sombras salen al encuentro de la
luz, dejándome indefenso ante tu sonrisa; me seduces con
tu pensamiento y mi existencia se afina con la música de
la naturaleza.
¡Cómo me encanta verte! ¡Cómo me encanta pensarte!
Nuestros cuerpos trascendentes, los placeres de la mente,
las alegrías del alma.
Seguimos sentados… juntos, y la lluvia continúa cayendo
mientras el jardín de mi alma crece y se hermosea con la
felicidad.
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Lejos
Preso en mis pensamientos… Aliento enfermo.
Camino en medio de esta habitación infectada de tristeza,
buscando algún recuerdo para regocijarme.
Ausente en el viento, mis pasos ya no recorren las calles…
pero pronto volveré con un corazón renovado.
Tus abrazos siguen aferrando mi piel a tu calor.
Cuando estés triste y se derramen lágrimas por tu rostro
quiero estar ahí para besarte y sacarte una carcajada sincera.
Lejos de ti es una pesadilla… Quiero despertar y correr en
la realidad contigo.
Me estrello con pedazos de mí mismo que he ido regando
alrededor de la habitación… me desvanezco en la esquina
y caigo de rodillas con lágrimas que arden.
Las sombras me sumergen en el mutismo de un grito
interno, pero no demoro en darme cuenta de que el dolor
no es una razón para caer.
Dame la mano, no quiero estar lejos.
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Estás en mí
¿Cómo puedo hablar acerca de los sentimientos si ellos
mismos se escapan de los límites del intelecto humano?
Estoy condenado a las analogías, a la poesía… ¡Metáforas!
Siempre camino… Mis pasos van en medio de una calle
silenciosa. La brisa mengua el calor, creando un ambiente
fresco para el pensamiento. Los árboles se inclinan como
monjes rezando al borde del abismo del olvido.
Cada sentimiento que me atraviesa me arroja de frente a la
incertidumbre de lo indeterminado.
Para algunos es locura…
Para otros es el simple estar-abiertos.
Día a día el viento cazurro murmura los secretos de la
existencia.
Me asombro con el estar inmerso en el mundo… Cierro
mis ojos y veo cómo las nubes cambian de color y la
lluvia se torna suave y delicada.
Respiración… La sangre llena de vida, hirviendo y que-
mando.
Me detengo para descansar y en medio de todo mi silencio
me acuerdo de ti, estás presente… me rodeas y abrazas mi
espíritu.
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Alma
Ella se acerca sonriendo. Me mira y se alegra. Me toca y
me besa.
Sus manos sostienen mi rostro cuando caigo en la
recóndita oscuridad de mi tristeza.
Paseo mis labios por su piel. Siento su esencia en cada
habitación de mi corazón.
Nunca está distante… Siempre dispuesta a recibirme con
los brazos abiertos.