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ciclospoemas reunidos1992 - 2012

José da Cruz

José da Cruzhttp://[email protected]

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Edición digital y foto de tapa por Gonzalo Gutiérrez / Pájaros [email protected]

El silencio y la luz

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I

De este lado la playa, aceites y fogones.Quienes lavan la ropa amontonadaviven cual cuerpo múltiple.Gritan al leñador, ofrecen mercancíasy en el anochecer se van del puerto.

Donde la barca es huésped, no habitante,cavan las aguas en abismos de barro.Así transmutan nuevas constelaciones.

Si ya echaste los dadosquédate entre los niños.No habrá mácula.Quien tierra adquierecontempla mar ajeno.

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II

Negras pestañastiene el mascarón,tan suaves pechos,tan mínimas orejas.¿Cual fue la manoque dibujó los nombres?

Desde las atalayas,no conoces la margengemelo espejo de ésta.Los malecones,las radas, las bahías,prolongan el trayectomas no son el trayecto..Realidad paralela,superpuestos cristalescrecen aquellos pasosque no quisiste dar.Sientes su ausencia viva,oscura como un bosque.

Tu corazónya pesa igual a un muerto.La arena tiene precio:entorpece la marcha.

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III

La ciudad no es la meta,es punto de partida.Está encerrada en su mampostería.Sus dedos pedregososse estiran en el agua.También es cenagosa,rutinaria, feroz.Se eleva así como tú la elevaste.

Tamboriles repicanentre las simples casas,relativizan trinos,trenzan voces, se burlan.En la orilla hay alcoholes,tabacos y barrigas,hay voluptuosidad, vocinglería.Son hilos abundantesy modos de enlazar.Quienes vieron el astroen su magnificente joyería,utilizaron la tijera afilada.

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IV

Míralos apurados,buscan al de la culpa,giran en torno al árbol.

Todos los días declaranmañana partirán, mañana mismo.Hoy les faltan los trastos, la caldera.Trae el fuego y los hijos,deja que leude el pan,hay ollas en la hornalla,apaña los cilindros.

Es a tí a quien custodian.

Cruza por ese lago color de calamina,abandona el pretérito imperfecto:en toda dirección hay un final.

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V

Gime el cordaje,cruje la escalerilla,rechinan los resortes,cabecean las quillas.

Lo demas es violentoe inútil remolino.

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VI

No anuncies tu partida,mas si partes no olvides:el mar borra facciones,las disuelve en el limo.

Las cartas te hablarándesde incógnitos nombresy de recién nacidosque no conocerás.

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VII

Esas once mil islasdan forma al archipiélago.Bellas e inalcanzables,las hijas de la brumase rodean del agua necesaria.

No reclaman, se bastan, ni siquierasu garganta y su vientreesperan bendiciones.Hasta ellas llegan los pájaros anuales,los dones y las dádivas.

Regiones de silencio,luminosas regiones,habita el extranjero.

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VIII

Taciturnos despiertanlos nombres de las naves.Son estrellas y espadas,son santos y mujeres.Bienvienen la alegría,la fortuna solar.

¿Será verdad aquello que comentan?Dicen que quienes vuelvan del destierrose desmoronarán en la restinga.

Los negadores del tiempo circulartememos el regreso.

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IX

Vacío de sonidos,¿cómo conjurarías sin el Nombre?¿Escribes “sol” y crees que amanece?

Un único regalo recibirás:el aire.

Continúa con ese formularioy confía en la ley de la dialéctica.Alguna sílaba podría liberarse,penetrar en las islas,regresar como un eco.

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X

Tirita la alta noche,mientras los automóvilesatraviesan viaductos.

Plenitud de caletas,ilusión de pontones.Arpa y laúd. Meditas.

El largo, inalcanzable amanecerentra por la ventana.Sorpresa duradera.

Vaciaste tu bolsillo.Esas monedas fuiste, esos pocos papeles arrugados.Llanto, bostezo, sueño,las sumas y las restas.

El espejo te observa.A lo mejor es ciertoque estás vivo y escribes.La ciudad divorciaday su ajetreono esperaron presencias.

Ciclo de Mariefred

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I

Paso por el pequeño cementerio.Hay velas encendidas, tenues lámparas.Un hombre alumbra un cigarrillo y tose.

Explanada del parque, los jóvenes conversan.Altas suenan las voces.Toman cerveza en lata,ríen, escupen, fuman.

Mi hijo está entre ellos.Viene a mí, me saluda.Que qué hago aquí, pregunta. No sé –contesto– qué hago.

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II

Castillo de Gripsholm,murallas vegetales te protegen,la cerrazón te oculta,las torres te defienden.

Rojizo resplandorde cúpulas de cobre,de mansardas vacías,de ladrillo implacable,arden en reflectores solitarios.

Tras el bosque, Estocolmo.Un lejano deslumbre,vapores amarillos, falsa aurora boreal.

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III

Tejas monótonas, días iguales.Las casas son imágenesunas de otras, imágenessitiadas por el campo.

Esquinas de madera, cortinados,luces en la ventana.Amable hacinamiento de bazar,selecta artesanía,también los antepechosson puestas en escena.

Agradezco otra veztantas invitaciones.También a aquellosque me ceden el pasopero me aplican secamudez condenatoria.

Abruma la tinieblacomo un poncho mojado.El cuerpo latesu ofrenda necesaria.

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IV

Alejado ladrido,monólogo del hielo.Bajo el cuero del lago no existe la marea.

Bordona, contrabajo,oscila, repercuteun sonido sintético,lámina de metal.

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V

Es el corazónlo que busca, y siempre el cuerpolo que encuentra.Interminable melodía virtiéndoseen la noche. Tan débiles somos,pero tan sospechosos

Hans LodeizenDe visita

Es la fiesta gratuita.Vieja resurrección, prodigio moratorio,original intarsia,estigma triangular,bienestar de tu seno,sol contra sol, eclipse.

Tú, sibila del miedo, melindrosa,ante la eternidad y sus hoguerasseamos gotas fijadas por un vidrio.

Una historia mayorte designó otro cuerpo.Nunca te encontrarécon mi mirada en viaje.

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VI

¡Oh el infructuoso navegar alrededor de las islasdonde las mujeres ofrecen al viajerola fresca balanza de sus senosy una extensión de terror en las caderas!

Álvaro MutisNocturno Escucha los caballos: es el viento.Golpea las paredes, siembra nievedesde la pálida extensión del lago.Las ondas congeladasson palma, son exedra.Porque quieren entrarrascan las ramas.

Me despiertan campanas: es la hora final.Sigue el invierno su estación sin pausa.El hueco de tu brazo hirsuto apunta:surges la misma Venusen concha peregrina. Viejo y concupiscentemiro desde la esfera.

Vibran los vidrioscon el rumor del frío.Costras de hielo abrazana los faroles públicos.La tormenta ha cubiertolos anuncios, las islas.

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las ventanas en guardia,la lenta madrugada.Hace arder en el airelo que no va a habitareste mundo del sueño.

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VII

Una mañana de funestos líquidosse anticipa a sí misma.Collar de notas forma el clavicémbalo.

En su estrategia de supervivencia,escala una espiral cada nuevo fraseo.

Rachas huracanadas sobre la costa oeste.Una mujer anciana camina en la ventisca.Quiere llegar, aún no sabe adónde.

Allá en el otro mundo, bajo un sol de martirio,lloran los perros de hambre.

No es nuestra culpasi los climas presentannotables diferencias.

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VIII

Kurt Tucholsky,amigo de Bertold Brecht,departe en Mariefredcon los agricultores,marineros polacos,comerciantes locales,huéspedes mansosdel viejo camposanto.

Visitas de Alemania Democráticadepositaban floresen la lápida grisdel satírico y trágico Tucholsky.

Ya descansaba en pazen el cuarenta y nuevey continuó feliz en su ignoranciadespués del tres de octubre del noventa.

Débiles reaplandoresveo en el cementerio.Hoy es dos de noviembre,el día de difuntos.

Ciclo de verano

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I

La noche escandinava.Lago de leche,luna cuchara.

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II

Barrio de asfalto.Edificios de serieperforados y grises,penetran en el cielo.

Luz en las estaciones.Pasa el tren subterráneo.Huele a electricidaden la cresta del aire.

La gente en los andenes va a paso apresuradocomo si regresarade la última guerra.

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III

Hay días que la calleapesta de amoníaco, como carnicería.De entre la multitudparten miradas cruelesy un súbito temorcomo ataque de alergianos impulsa a tomarnos de la mano.

Poquito a poco también nosotrosya comenzamosa sentir cierto amor hacia las máquinas.

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IV

Si doy vuelta la esquinaimagino mi historiade hiedra sobre el muro.

Tu calle también pasa,en su terco ondular de mecedora.

Lóbrego vaso, genera mi mirada una placita exiguasombreada por rugosos paraísos.

Dudo que alguna vezhayas estado en ella.

Un albor de arenalesla deshace en la blancagratitud matinal.

Olvido el año nuevo,que empezó tantas veces.

Nuevos giros,redondos,dio el planeta.

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V

Junto al Plataplanicies campesinasy olvidados bolichestristes como los tangos.

Los rincones ocultan marinerospara asombrar a quienesdejan la adolescencia.

–Ustedes los muchachossí que tienen mujeres.Baltimore, so long baby,nunca más Veracruz.Los marinerostoman la copay beben de la sombra.

Pontón de recaladaen la quieta ciudadocupada por bárbaros.

Artes poéticas

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I

Tú me dirás qué hago con la parte del sueñodonde tu nombre cae en algún pozo oscuro,y aquí alguien entra a su departamentose golpea una puerta, escucho pasadores,el martilleo del motor de un vehículo.Rayos de luz pasean por mi techo.

Convoco la panoplia de las simbologías.Pervertido abanico con figuras plegadas,por propia voluntad penetran una en otra.Somos vulgar vigilia combatida de a trozos,un estado de alerta, un sueño intermitente.

Debo pensar ahora que así estaba previsto,cuando en los nidos cálidos de toda madrugadame reclamas derechos, convenciones, parágrafos.

Y tu imagen simbiótica, repentina y voraz–¡no hay razón, no hay razón!– ancla en su densidad,no acepta el armisticio.

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II

Pues, no aprendí los nombres de pájaros ni árboles.De la mitad del mundo, escatimado así,amputado siniestro sin la naturalezadebo vivir, y pesa mi herencia extravagante.

Quiero creer que elijo pero no elijo nada.Una infantil y rígida sensación de estuporme lleva de regreso a la misma utopía.

Atado y obligado a la normalidad,como si todo fuera irrisoria aventuranos rodea la vieja circunstancia.

De esta calle pasamos a la calle vecinay en laberinto crece la familia del pobre.Piden amor, exigen; hay que ir al trabajo;necesitan zapatos, la ropa y el dinero.

Mitad mentira somos y una piernasubimos al cordón de la vereda.Las fábulas se ahogan en infelicidad.

Después viene el vacío, los ritmos regulares,las paredes simétricas, traslados, permanencias,sucesión limitada de los cortes de pelo...

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III

No me alcanzó el consumo de la literatura.Disciplinado he escrito en métricas y líricasquiméricos poemas de estilos imposibles,garrotazos impíos a la surrealidad.

En realidad es tanta mi privada ignoranciaque cada vez camino con mayor lentitud.Acepto los acosos del enlentecimientoy los brillos oblicuos de tanta rapidez.

Todos mis versos vanen vías de desarrollojustamente hacia aquello–estábamos seguros hasta la vanagloria– justamente hacia aquelloque nunca supusimoshabíamos querido.

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IV

Para Jorge y Adolfo NigroEn memoria de Ernesto Drangosch y Hugo Duval

Pienso en mí y en ustedes, confidentes. Somos punto de cruce de los cuatro elementosy también la tortuga que sostiene este mundo.Con gratitud compruebo la estadía en la Tierra.Pregunto tardíamente dónde quedó el puñadode nuestro generoso, confuso pensamiento.

¿No produjimos todo lo necesariolo debido opcional obligatorio?¿No pagamos la culpa?¿Debe estorbar la gentepreguntando la hora?.

Vengan, muchachos.Siéntense aquí conmigo.Seamos árboles.El silencio innombrableespera por nosotros.

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V

Tienen pequeños misteriosque no conocen sus mujeres.Esos son mis amigos, poetas.

Son modestos, son miopes.Regresan al suburbioen ruidosos tranvías.Preguntan, se imaginan,fabulan y demuestran.

Otra gente comerciazapatillas peludaso costillas de cerdo.No fabrican imágenes.Pasan en auto, miran.

Nos envidiamos levemente–tuercas no son metáforas–y protestamos ruborizados.

Un juego inútil–este misterio–y no agradablecomo un poema.Como un poema.

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VI

Por eso, viajero, cuidadocon las tristezas del camino,con los misterios en los muros.Pablo Neruda

No confíes en ciudades renovadas: es seguro que esconden acechanzas. Las miradas dan cuerpo a las paredes.

Y recela también de la autopista, del aeropuerto, de los helicópteros que pasan con su ruido por encima.

Recoge eterna historia silenciosa. Aquella esquina te recuerda a otras; la confusión de lenguas, tus palabras.

Toda ciudad creció junto a campanas. Toda voz es campana y en el aire siempre está la memoria del sonido.

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VII

Y miraré por otros ojos,como antes de nacer,y veré entoncesel laberinto de porqués ajustando sus partescon la calma felizde todo mecanismoperfecto,cuando ya sea tarde.

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VIII

Nadie señale en mapas estrechos y ensenadas.La costa de Malabar, el mar de Coromandel,la nao de especiería, velero, esquife, vaso.

Marinero que llega no quiere regresar.Todos aceptan tratos y aventuras. Porque nada poseen, nada los ata al mundo.

Extranjero de siempre, paz al hombre, el beato.Llegaron con asombro y viven asombrados,y dejarán su cuerpo sin tristeza mañana.

Hambre y guerra expulsadas, el oro es un capricho;cuchillos y trabucos, para orna y filigrana. Las mujeres disfrutan del pan y del deseo.

Las velas europeas no pueden descubrirnos, con su angustiada busca de la inmortalidad, su dios muerto en la iglesia repleta de relojes.

El aire, alto es el aire, cúpula consagrada.Altos son los palacios contra el cielo distante.

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Índice

El silencio y la luz .................................................................... 5

Ciclo de Mariefred ................................................................... 17

Ciclo de verano ........................................................................ 29

Artes poéticas ........................................................................... 37


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