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CAPITULO VI
LA NUEVA CONFIGURACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES DE RESISTENCIA AL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA LATINA.
1. Los Movimientos Sociales en las Ciencias Sociales.
Este capítulo es considerado como la parte más crítica y reflexiva de
esta investigación, atiende los procesos de movilización social en América
Latina y es por ello que los movimientos sociales, como fenómeno político y
social, han sido fundados como objeto y como sujeto para la investigación
política, sociológica y antropológica, por poseer su propia especificidad
fenomenológica.
Se parte aquí de la manera de pensar, en las Ciencias Sociales,
haciendo alusión al pensamiento crítico tanto en Alain Touraine y Jurguen
Habermas, acerca de los movimientos gestados en respuesta a la crisis
civilizatoria que hoy vive la humanidad y es por esta causa que con el
resurgimiento tanto de las nuevas formas hegemónicas están las nuevas
formas de emergencias alternativas que vienen operando por la puesta en
marcha el Consenso de Washington.
Las acciones colectivas y las protestas populares, que hoy han
conformado una red de emergencias alternativas “han logrado desestabilizar
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un conjunto de significaciones sedimentadas en el sentido común, por
décadas de políticas neoliberales y siglos de prácticas coloniales” (Contreras,
2008). Han puesto en tela de juicio las formas hegemónicas de la
racionalidad moderno-occidental que se asienta en el proceso de
mundialización donde han configurado de América Latina un sistema de vida
que gira en torno al capitalismo mundial, en términos de la racionalidad
económica, en torno al mercado.
Los movimientos sociales que se han dado en los últimos 30 años,
representan y simbolizan el nuevo imaginario insurgente y también
determinan el esquema de representación de la negación de la racionalidad
occidental, al mismo tiempo que determinan la disfuncionalidad de un
sistema cuya racionalidad ha dislocado los imaginarios locales.
El que la forma de fracturar el proceso de mundialización se aplique a
las funciones económicas del neoliberalismo en la estructura de la sociedad,
se reduce la voluntad innovadora a los aspectos vinculados con los ámbitos
culturales, pues éstos han permitido incidir sobre la organización social,
afectando el poder global del neoliberalismo. Aquellos ámbitos culturales,
indígenas, afro descendientes, campesinos, que forman parte de la
estructura y la diversidad del mundo, que conduce la acción política,
comprometen a las Ciencias Sociales a revisar las teorías correspondientes
para analizar las nuevas corrientes sociales.
Desde esta perspectiva, la importancia de los actores como Habermas
y Touraine, se busca esclarecer el concepto de los movimientos sociales y
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encuadrar con ambos autores, este fenómeno con la realidad y la búsqueda
de estos movimientos, su estructura como marco teórico para adaptarlo a los
hechos que se han suscitado en América Latina a raíz de la implementación
de los programas de ajuste, que trajo como consecuencia el despertar
colectivo para demandar su pertenencia. Habermas elabora una teoría crítica
en el que pretende, no solo la explicación y la descripción de lo social, sino la
transformación de lo social, es una manifestación honesta a la más pura
tradición marxista, por ello, le permite descubrir la nueva ideología de las
sociedades capitalistas. Ello le permite comprender las estructuras y
conflictos de la sociedad de hoy en día, de la supremacía del sistema
dominante sobre el mundo de la vida, personificada en la personalidad, la
cultura y la sociedad y de cómo una está supeditada a la otra y como
suprimir ese dominio en una sociedad que día a día demuestra más sus
complejidades.
En el caso de Tourain, su tesis conduce el fin de la esperanza
socialista, con relación al paradigma marxista. Tourain, se afana en
descalificar el marxismo clásico, define y defiende los movimientos sociales,
como actor político, inspirados en su afán de transformar las orientaciones
culturales a través de la organización social, “definidas a la vez por normas
culturales generales y por las relaciones de dominación social” (Touraine
1995). En estos dos aspectos se va a definir el propósito de estos
movimientos altermundista en su esencia sociológica y antropológica en
unión con la ciencia política.
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2. Los Movimientos Sociales en Alain Touraine y Jurguen Habermas.
La misma lógica acumulativa del capitalismo, caracterizada por la
separación del ser humano de la naturaleza y en el dominio de los espacios
culturales, por el capital mercantil, productivo industrial y especulativo
financiero internacional que ha impuesto la globalización neoliberal, ha
generado, a decir de Boaventura de Sousa Santos, un “fascismo social” y ha
desatado los impulsos emancipatorios de América Latina con características
multiétnicas.
El neoliberalismo de libre mercado, desatada a partir de la década de
los ’70 del siglo XX, inaugura una nueva forma de anticolonialidad a través
de los movimientos sociales o antisistémico mundial, según Wallerstein
(1997), conocido como,
Movimiento altermundista, se inicia a partir de tres momentos simbólicos como fueron la revuelta de los zapatistas en Chiapas en 1994, las protestas de activistas contra la OMC en Seattle en 1999, y el primer FSM en Porto Alegre en 2001
Estos movimientos han sido una alternativa para la emancipación del
sujeto (del yo y nosotros y el otro). Surgen en un momento en que la
izquierda mundial se había desarticulado a raíz del derrumbe del bloque
soviético y del comunismo como ideología anticapitalista. De acuerdo al
criterio manejado porTerán(2010),
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Fueron el muro de contención ante el rápido avance neoliberal en pro de la desposesión de sus recursos básicos para vivir; pero sobre todo, fueron alternativa por las formas cómo se estructuraron, se organizaron y por los sujetos y cosmovisiones encarnadas por ellos. Era el surgimiento del otro subalterno excluido, que se hacía sentir y aparecía de la invisibilidad a la que había sido condenado por la modernidad-colonial, pero era también el surgimiento de una alteridad de la propia «política», que apunta hacia lo que Dussel llama la transmodernidad Para el autor de esta investigación, se hace fundamental, interpretar a
dos autores de trabajos sociológicos que han venido analizando los llamados
conflictos que atraviesan las sociedades modernas a raíz de las mismas
diferencias de clases, en este sentido, en lo que atañe a la interpretación de
estos nuevos movimientos de protestas es fundamental hacer alusión a los
criterios manejados por Alain Tourain, sociólogo francés quien ha escrito
libros referido a los movimientos sociales, considerado dentro de su método
de análisis, el accionalismo.
Este concepto opera como un campo de la investigación sociológica y
surge de un enfoque y programa empírico en torno a las acciones sociales
incorporado a lo que Touraine ha denominado “Sociología de la Acción” y es
a partir de allí, desarrolla su teoría de la acción colectiva a través de los
movimientos sociales.
Otro aspecto a destacar es el manejo conceptual que desarrolla el
mismo Jurguen Habermas, sociólogo alemán, quien destaca el papel de los
movimientos sociales a través de sus categorías sociológicas sistema,
mundo de la vida y colonización del mundo de la vida. Utiliza las categorías
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marxista para analizar los conflictos sociales como las luchas entre el
proletariado y capitalistas, desde allí comienzan a interpretar estos
enfrentamientos a través de los movimientos sociales que es la lucha misma
contra el sistema.
2.1. Los Movimientos Sociales, como práctica colectiva según Alain Tourain.
Muchos de los investigadores de esta área de estudiose han abocado
a plantearse tres interrogantes para el análisis de este fenómeno que se
inició a partir de los años ’90 del siglo XX, como una formas de
inconformidad y de reclamos, por el rescate de la cotidianidad del sujeto, las
nuevas formas de protestas, es un desafío al discurso dominante, mediante
el reclamo de los espacios, de los productos que están dentro de ese
espacio, y del sujeto mismo que es parte de ese espacio. Estos elementos
son parte vital de existencia misma del sistema capitalista para su
preservación, “pues como nunca, este fin justifica los medios” (Terán, 2010).
De las presentes interrogantes surge el cuándo, cómo, por qué y para
qué de estos movimientos y sus formas de protesta. El ¿por qué? de estos
movimientos sociales constituye el análisis de este capítulo que vendría a
ser la variable dependiente de este estudio. Considerando que los
movimientos puesto en marcha específicamente en América Latina, posee
una especificidad muy propia al resto de los movimientos del mundo, se
auto-organizan para resolver problemas que no están dispuestos a postergar
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en aras de un futuro cambio social. Por eso, “toman iniciativas rápidas que
algunos han calificado como movimientos espontáneos” (Vitale, 1985)
En este sentido es necesario definir que son los movimientos sociales
y por qué surgen en un momento de crisis, a este respecto Ibarra (2000)
acota que:
Un movimiento social es una forma de acción colectiva, y la existencia de una acción colectiva implica la preexistencia de un conflicto, de una tensión que trata de resolver –haciéndolo visible, dándole dimensiones-esa acción colectiva. Pero –importante llamada de atención- no cualquier conflicto desemboca en una acción colectiva que toma la forma de un movimiento social.
AlainTouraine lo define desde la perspectiva de su propio análisis
sociológico denominado “Sociología de la Acción” evadiendo la tesis
estructuralista del accionalismo social que fue tomado por los modelos
estructuralistas y la teoría de las clases sociales, lo cual generaron un vacio
teórico con respecto a este término. “Touraine interpreta ciertos tipos de
acciones colectivas que han surgido acompañadas por nuevos actores
sociales, demandas novedosas, formas de acción y organización no
convencionales y por un conjunto de concepciones políticas y proyectos
socioculturales en ocasiones inéditos” (Castañeda, 2000).
Este enfoque manejado por Touraine permitió definir el por qué de los
movimientos sociales, mediante el enfoque accionalista, que ha permitido
detectar las acciones o intenciones contraculturales que giran en torno a
nuevas valorizaciones de demandas sociales. Con esta categoría, el mismo
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Touraine (1984), distinguió nuevas signos de organización y estilos de lucha,
logrando rescatar la heterogeneidad de lo social, lo que para Boaventura de
Sosa Santos es la diversidad e interculturalidad, para Touraine, esta
característica de los movimientos sociales, es lo que distingue lo social de lo
político, igual para Boaventura de Sousa Santos.
Touraine, se enfoca, para su interpretación y análisis en las
dimensiones culturales y sociales de las prácticas colectivas, “son los
actores sociales, a través de su acción los encargados de reinterpretar sus
normas y creencias, a las que les asignan nuevos valores, para rebasar los
límites que le ha impuesto la política.” (Castañeda, 2000).
Desde esta perspectiva, define a los movimientos sociales como
acciones colectivas, que buscan transformar las relaciones de dominación
social ejercidas sobre los principales recursos culturales. Los movimientos
sociales poseen un tipo de conducta colectiva, quizás de solidaridad, en las
luchas. La formula sociológica de Touraine para interpretar este fenómeno,
está en las mismas conductas colectivas y las luchas que son la clave para
analizar los conflictos sociales.
En este contexto un movimiento social “es una acción conflictiva
mediante la cual se transforman las orientaciones culturales y un campo de
historicidad en formas de organización social, definidas a la vez por normas
culturales generales y por relaciones de dominación social” (Touraine, 1995).
Algunos exponentes del marxismo definen el movimiento social desde
el punto de vista de la clase social, está de por si define una situación,
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mientras que el concepto en sí, de acuerdo con Touraine, es una acción, la
acción del actor, en este caso, el sujeto en sí. Es por ello, que el mismo
Touraine señala que es preferible hablar en “primera instancia de
movimientos sociales” antes que de clases sociales, en sus propias
palabras, manifiesta que los movimientos sociales están orientadas
culturalmente hacia la acción conflictiva, “de una clase social definida por su
posición dominante o dependiente en el modo de apropiación de la
historicidad, de los modelos culturales de inversión, de conocimiento y
moralidad” (Touraine, 1995). Por su capacidad organizativa, encuentra en
los movimientos sociales, agentes activos de cambio.
Es estos términos y de manera general, este autor, define a los
movimientos como acciones colectivas organizadas y entabladas contra un
adversario en un mismo entorno, aquí, es necesario admitir que dicha
definición posee matices que se les puedan adaptar al caso de los Chiapas
en 1994, un movimiento armado de indígenas y campesinos, que adversaron
la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) en México y para ese entonces
asumieron una actitud de adversidad, como acción de conflicto y se
desterraron en su propio hábitat, quienes retomando viejas demandas de
oprimido, plantean la necesidad de reconstruir un nuevo mundo, “un mundo
en el que quepan todos”.
Es en este sentido, que las viejas demandas propuestas en este
ejemplo es lo que indica Contreras (2008), que en lo político, estos
movimientos no emerge sino del reclamo de formas de ordenación
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simbólicas de la política (según Bourdeau), en la búsqueda de diversos
métodos de sobrevivencia y de participación, donde reclaman, democracia,
libertad y justicia, como signos distintivos que lo diferencia del resto de la
sociedad. Bajo este criterio gira el propósito de esta investigación.
2.2. Jurguen Habermas, el Sistema sobre el Mundo de la Vida.
Ante el fracaso de la razón burguesa de la sociedad capitalista puesto
en evidencia por sus aspectos deshumanizadores durante el siglo XIX, se
levanta, como una respuesta el pensamiento marxista y más adelante, el
pensamiento weberiano. La tarea de Marx fue la enfrentar y explicar los
argumentos puestos en práctica del capitalismo, en tanto Max Weber
conceptúa la expansión de la razón instrumental en las esferas económicas,
administrativas y jurídicas como la expansión de la razón instrumental, de allí
el manejo weberiano de la racionalidad burocrática.
Para Habermas, estas interpretaciones reduccionistas es lo que va a
enfrentar en su tesis, “tratando así de recuperar el legado del humanismo y
de la ilustración” (Unzueta, 1996). En su trabajo Teoría de la Acción
Comunicativa desarrolla un importante trabajo conceptual para explicar los
elementos que conforman la sociedad moderna, para Habermas,
considerando a Unzueta (1986), “La sociedad se muestra desde la
perspectiva del actor participante como mundo de la vida y desde la
perspectiva del observador como sistema”. A partir de allí, el autor en
171
referencia distingue el concepto de sociedad mediante estos dos niveles,
donde cada uno presupone al otro.
Mediante la modernización del capitalismo ha predominado, según
aporta Habermas, un proceso selectivo de racionalización que conduce a la
colonización del mundo de la vida, en este sentido, es la conquista o la
imposición de la racionalidad burguesa o instrumental ante la racionalidad
sustantiva de los sujetos y es a través de la acción comunicativa lo que va a
dar cuenta razonada de las crisis y patologías de la sociedad capitalista
avanzada.
En la acción comunicativa, los sujetos logran comunicarse en el
horizonte del mundo de la vida para interpretar el mundo objetivo y el mundo
social que comparten, según su propio legado o acervo que les son propios
en su mundo que en su acción comunicativa van a afrontar en su mundo de
la vida las situaciones que se han tornado problemáticas, mediante acuerdos
entre los sujetos. Para Habermas, la misma tradición cultural compartida
entre sus miembros de una comunidad es un elemento constitutivo del
mundo de la vida. Este mundo de la vida intersubjetivamente compartido
constituye su trasfondo de la acción comunicativa.
Los movimientos de acción emergentes como respuestas a las
patologías sociales
Es el sistema que en la sociedad avanzada está por encima del
mundo de la vida, esta mediatización, según Habermas, se transforma en
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colonización del mundo de la vida, lo que da lugar a patologías sociales “sólo
cuando los mecanismos sistémicos expulsan a los mecanismos de
integración social de ámbitos en los que éstos no pueden ser sustituidos”
(Unzueta, 1996). En respuesta a las mismas patología y a la lucha de las
racionalidades interpuestas por un lado el sistema y por otro lado el mundo
de la vida como el entendimiento de participación es lo que conduce a una
mayor comprensión de la dinámica social, esto hace que la sociedad entre
en una etapa de crisis de racionalidad
La importancia del levantamiento de los movimientos en la acción
como emergentes, ha definido de manera teórica la nueva expresión que
hoy en día las Ciencias Política, Sociológica y Antropológica, maneja como
expresión social discursiva en contra de los valores impuestos por la
globalidad capitalista y como expresión de una nueva racionalidad
sustantiva, siguiendo a Habermas (1989)1, a través de la acción por las
patologías que afectan el mundo de la vida (entre ellos está el sujeto).
El Estado y la economía emprenden acciones contra el mundo de la vida y producen en él patologías y crisis. Estos sistemas despojan al mundo de la vida y la acción comunicativa se orienta cada vez menos hacia el logro del consenso. La comunicación se hace menos flexible, se empobrece y se fragmenta cada vez más, y el mundo de la vida aparece como un mundo envenenado al borde de la disolución (Ritzer, 1993:511).
1Exponente de la Teoría Crítica de la Sociedad de la Escuela de Frankfurt.
173
A tal efecto, el mismo Habermas, recurre a las bondades
conceptuales de Marx al interpretar las luchas básicas en el seno de la
sociedad, mediante el conflicto entre el proletariado y los capitalistas, de las
formas explotadoras del sistema capitalista de donde Habermas se inclina
en el manejo de sus categorías, en la colonización del mundo de la vida por
el sistema de donde define a través de su formula conceptual las luchas que
se han venido produciendo a raíz de la crisis del mismo sistema. Considera
que el surgimiento de los movimientos sociales, según Seidman (1989:25),
Es por una mayor igualdad, una mayor autorrealización, de la preservación del medio ambiente y la paz (…), a pesar de la diversidad de intereses y de proyectos políticos de estos grupos heterogéneos, se han opuesto a la colonización del mundo de la vida. Para el mismo Habermas, el futuro se encuentra en la creación de un
mundo en el que el sistema y el mundo de la vida estén en armonía y se
enriquezca mutuamente en un grado superior de alianza.
Los conflictos que hoy en día se suscitan entre el mundo de la vida y
el sistema en vigencia ya no es por el reclamo de la distribución de los
bienes materiales que era el tipo de negociación al cual estaban asociados
los sindicatos o los partidos políticos, ahora se lucha por la reproducción
cultural y la socialización.
Los nuevos conflictos y los movimientos sociales asociados, se
derivan solo de los problemas que pueden resolverlos reconquistando el
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mundo vital por medio de la razón comunicativa, y por transmutaciones
concomitantes del orden normativo de la vida cotidiana.
3. Aportes desde la perspectiva marxista en la comprensión de los movimientos sociales
Los aportes del marxismo para la comprensión teórica del esquema
de los procesos de conflictividad social en América Latina son
fundamentales por razones tanto en lo teórico como a nivel de la práctica
revolucionaria y por su especificidad en el continente latinoamericano. Sobre
este aspecto vale la pena destacar los aportes teóricos conceptuales para la
explicación de los conflictos sociales, esto resume que a raíz de los
procesos histórico-social, la ciencia de la dominación, llámese positivismo,
ha inculcado a nivel ideológico una racionalidad científica sobre la
interpretación de los procesos históricos, que se asume al margen de las
determinaciones sociales, ubicándose del lado de la observación
contemplativa de los procesos sociales.
De esta manera la ciencia se pone al servicio de la dominación y
subordinación. “Esa concepción misma de la ciencia, en el campo de la
racionalidad instrumental, configura un saber de los hechos para el
mantenimiento del orden social existente, con efectos políticos” (Fonseca,
1997:57). Abordar la relación de conocimiento tanto de las formas de control
político, como las formas de participación política de los sectores sociales y
sobre el orden, discurso político, progreso, representatividad, coerción,
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consenso, desarrollo, poder, coerción, entre otros, representan el análisis
conceptual dirigido en la comprensión del aspecto simbólico que mantiene la
dominación y la participación a nivel político.
Aquí de lo que se trata es la búsqueda del camino que permita
reubicar en una dimensión crítica la dinámica que se gesta en el proceso de
producción de conocimientos, “la relación de lo práctico y lo teórico, cobra
nuevo significado, deben unificarse y convertirse en unidad-síntesis”
(Fonseca, 1998:56), esto es lo que permite, dentro del carácter marxista de
interpretación de la realidad, generar la epistemología del saber y hacer, es
decir: conocimiento-sociedad, conocimiento-historia y conocimiento-
intencionalidad.
En este sentido, interpretar los hechos que se han acaecido en el
continente Latinoamericano desde el paradigma científico, conduciría a la
comprensión e interpretación y a la vez en un modo de conocimiento de los
sectores organizados que les permita instaurarse en sujetos de acción
histórica. Por esta razón, a partir de la corriente marxista, no pretende
exponer sobre un tema tan complejo, sino simplemente esbozar algunos
puntos de vista sobre sus conceptos claves puesta al servicio de la Ciencia
Social para comprender la realidad de los procesos históricos.
Los aportes que a continuación se mencionan permitirán rescatar la
comprensión de los movimientos sociales, considerados por el autor de esta
investigación propuesta no definitivas para el análisis sociopolítico de los
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movimientos sociales, pero que a la vez conducen a entender la significación
histórica y sociológica de la misma:
a) Relación entre sujeto-conocimiento: La opción por un conocimiento
alternativo pasa por un proceso de reestructuración de la relación entre
sujeto-conocimiento, relación constituye el núcleo central del estudio
epistemológico para la comprensión de los procesos sociales y desde allí los
sectores populares, en su dinámica cotidiana, desarrollan sus luchas y en
ese proceso se convierten en sujeto-actores, ejemplo de ello, la misma crisis
económica desatada en la década de los ’90 del siglo XX, a consecuencia de
ella, se desata igualmente se va incrementando la conflictividad social. Es
una respuesta por las mismas experiencias vividas que buscan aportar
nuevas experiencias, es decir, se ofrecen respuestas reflexivas a la
pluralidad de los acontecimientos que conforman la cotidianidad.
Para darle mayor vigor a esta expresión, Fonseca (1998:63), indica:
“La vida cotidiana de los sectores subalternos está llena de expresiones
organizativas, participativas y movilizadoras que se articulan en una
multiplicidad de actividades de la más variada gama, intensidad y
significación”, es decir, que cada una de las cuales se constituye en espacio
propicio para dar contenido a la lógica emancipadora.
b) El concepto de totalidad: En 1923 el marxista húngaro George
Lukacs en su libro “Historia y Conciencia de clase”, postulaba que “lo
definitivo del Materialismo Histórico no era su énfasis en lo económico sino
en la totalidad” (Lukacs, 1984:126)
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Para Marx, el concepto de totalidad es la razón de la sociedad en
forma total, no a través del análisis fragmentado. Por ello, la concepción
metodológica para entender los hechos sociales desde la totalidad es la que
se refiere al estudio de la ciencia social misma, “considerada no como un
saber compartimentado, fragmentado, sino como una ciencia unitaria de la
sociedad”. (Vega, 2002:78)
La misma concepción metodológica de totalidad a la que se refiere la
ciencia social misma, la ciencia alternativa, transformadora, “es ciencia
unitaria de la sociedad, ciencia que comprende aspectos económicos,
sociológicos, antropológicos, pero en la que estos aspectos figuran como
“disciplinas” sino tan sólo como las facetas de un mismo problema y de una
misma ciencia: ciencia social”. (Silva, 1975:199.
El aporte de esta categoría, para Marx, en el estudio de los
movimientos sociales o cualquier contenido de la conflictividad social, puede
ser comprendido en relación con el todo, que a su vez se refleja en los
fenómenos del acontecer.
En cualquier categoría “se refleja el hecho de que la sociedad
representa una unidad dialéctica entre ser y conciencia, y por tanto es un
todo”. (Kofler, 1973:51)
Para el estudio de los acontecimientos fenomenológico de la
sociedad, tal como acontece con los movimientos gestados a partir de los
años ’90 del siglo XX, su comprensión se manifiesta a precisar la existencia
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de un conjunto de relaciones que constituyen una totalidad concreta, lo cual
permite entender la esencia de una totalidad.
c) La conflictividad social como dinamizadora de la historia:
Uno de los elementos más calificados pero a su vez menos conocidos en la
tesis de Marx es aquel que está relacionado con las clases y la lucha de
clases, por eso afirmaba “La historia de todas las sociedades que han
existido hasta nuestros días - escribió Marx en el Manifiesto Comunista
(exceptuando la historia de la comunidad primitiva, añade más tarde Engels)
es la historia de las luchas de clases”, esta famosa frase, como sentencia,
“es una célebre afirmación programática para el conocimiento respecto a la
conflictividad social como motor de la dinámica humana a través de la
historia” (Vega 2009).
La proposición básica de que las clases sociales, el conflicto de clase
y la conciencia de clase existen y desempeñan un papel importante en la
historia y así se va construyendo los procesos transformadores en la historia.
Cada una se constituye en su propio espacio, uno en su lógica de
dominación y la otra, en su lógica de emancipación.
Las mismas experiencias cotidianas de las clases populares en el
proceso de cambio, constituyen un evento abierto hacia la transformación, si
la ideología que absorbe sus hechos, se transforme en conocimiento crítico,
de esta forma y como tal, se considere como parte fundamental su identidad
y su proyecto de vida.
179
En otros términos, las clases sociales son las que cumplen un papel
particular en la sociedad, y por ocupar un lugar en la producción, pondera
cierto tipo de relaciones sociales con las otras clases, resguarda sus
intereses, genera una serie de valores ideológicos y “culturales”, son
aspectos perennes en la contribución de Marx a la explicación histórica.
La incorporación de la noción de clase al análisis de la historia
significó para el devenir histórico y el estudio de los procesos políticos, por
parte de Marx, la construcción de una “sociología histórica”; es decir, “el
intento de encontrar nexos funcionales entre distintos grupos de la sociedad,
relacionarlos con la totalidad social, examinar las formas de conciencia
social, la ideología, el Estado, etc.” (Gandy, 1985:201).
Para Marx, las clases sociales se constituyen en el proceso de su
enfrentamiento, obteniendo identidades y diferencias a partir del
conocimiento de las formas de opresión, de los mecanismos de explotación
o de supremacía (en el caso de las clases dominantes)., En este sentido,
algunos sociólogos, filósofos e historiadores marxistas han enfatizado la
contribución de Marx, en el sentido de que las clases no existen al margen
de la lucha, sino que ellas se configuran como tales en el desarrollo de su
confrontación.
Destacar el papel de las clases en el devenir histórico, es romper con una interpretación mecanicista de la historia, que le asignaría a fuerzas “objetivas” externas distintas a los hombres mismos y por encima de ellos, una determinación fatalista. Una teoría de las clases enfatiza que la acción de los sujetos conscientes es el verdadero motor (Vega, 2009)
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El estudio y comprensión de los procesos históricos, es atraer la
historicidad de los procesos o pensar históricamente. Para que Marx pudiera
desarrollar su famosa tesis económica, aunque no fue un historiador, tuvo
que pensar y discernir en términos históricos. Con ello, como bien lo indica
Vilar, (1979:178) “lo que se quiere significar es que si El Capital, por ejemplo,
no es un libro de historia, su autor sí reflexionaba como historiador integral”.
Marx partió de una rica y compleja visión de totalidad, trabajó
esmeradamente con fuentes históricas, empleó una rica herramienta
conceptual que le permitió absorber la riqueza del material empírico
detallado. “En el fondo de cualquier trabajo de Marx subyace la mirada
histórica para interpretar el nacimiento, desarrollo y contradicciones de
cualquier proceso, sea de naturaleza económica, política, social o cultural.”
(Vega, 2009)
La necesidad histórica para comprender las acciones colectivas entre
las clases que conformas el espacio social, las confrontaciones entre esas
clases, sus intereses de clase, sus luchas para construir una teoría de la
acción social critica
4. El reinicio del ciclo de protesta social a partir de mediado de la década de los ’90 del siglo XX en América Latina.
El continente latinoamericano, en su conjunto, se adhirió a los planes
capitalistas, después de la Segunda Guerra Mundial con una propuesta de
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desarrollo en tres periodos. En el primer periodo con el proyecto
desarrollista de la Cepal, orientado por el economista Raúl Prebish, quien
propuso, luego de la Segunda Guerra Mundial el modelo de industrialización
para América Latina, Sustitución de Importaciones, “El proyecto se apoyaba
en pactos sociales entre sectores capitalistas y la parte organizada de los
trabajadores y un papel regulador con el Estado” (Houtart, 2007), para ese
entonces se habían instaurado gobiernos populistas que se enfocaban en
las economías de bienestar keynesiano, donde el Estado era el regulador de
la economía. Este primer periodo una vez fracasado, se instaló en la región,
sobre todo en los países del cono sur y de esta manera entra el segundo
periodo que consistió en la instauración del primer periplo de la gesta
acumulativa del neoliberalismo, durante el gobierno de facto de Augusto
Pinochet en 1973 en Chile
A finales de 1979, con la elección de Margaret Thatcher en el Reino
Unido y posteriormente Ronald Reagan en los Estados Unidos en 1980, el
neoliberalismo se sumerge en su etapa de globalización y en este periodo se
da el lanzamiento de la globalización del mundo impulsada por las elites
económicas, propagándose por el resto de Europa y toda Latinoamérica,
desde finales de la década de los ’80 del siglo XX y a comienzo de la década
de los ’90 siguiente, considerado como la tercera etapa, se propagó a los
países ex comunistas.
Desde ese entonces se llevó a cabo un periodo de supuesta
consolidación, en presencia de los denominado regímenes “democráticos” el
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saqueo económico, social y cultural o como muy bien lo anuncia Harvey
(2004), “acumulación por desposesión”, para el sostenimiento de la lógica
acumulativa del capitalismo sobreviviente, “aunque en este caso sea sobre
los escombros de la humanidad” (Terán, 2010).
Durante las dictaduras en América Latina, el despojo económico por
parte de las grandes transnacionales, tuvieron la complacencia de estos
regímenes, destruyendo los movimientos de tilde revolucionarios, diezmando
de esta manera, la intencionalidad de expresarse colectivamente en contra
de las políticas impuestas por los organismos multilaterales como el FMI, el
BM, el BID, que conformaron el Consenso de Washington. En lo
económico,según Houtart(2007):
El neoliberalismo significó para el continente en general, con pocas excepciones una reducción relativa del crecimiento de PIB y una serie de crisis financieras. Hubo también una ola de privatizaciones, en ciertos países equivalentes a una verdadera piratería a favor de intereses capitalistas, en gran parte extranjeros y se iniciaron los tratados de Libre Comercio (TLC), empezando en México en 1994. Los salarios reales bajaron, muy a menudo en una escala más alta que en los países de fuerte industrialización y se precarizó e l trabajo. Esto, evidentemente forjo aun más la pobreza, la economía informal y
el aumentos de las migraciones y se incrementa la desigualdad, la
corrupción y una pérdida paulatina de valores, y a decir de Atilio Borón,
(citado por Espeche, 2003) “se debilita hasta los grados extremos la
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integración social y se disuelven los lazos colectivos y la trama de
solidaridades preexistentes”
Con la presencia de las políticas neoliberales en el continente y con
toda esta amalgama de deficiencias políticas, sociales, culturales,
económicas y hasta culturales, se comienza a desatar una ola de protestas
que forjaron el advenimiento de los nuevos movimientos sociales con
características multiétnicas, de donde abrieron espacios para las luchas
sociales.
Se gesta una nueva forma, desde el punto de vista sociológico, de
conflictividad social, pero algo ocurre con la expresión de nuevos
movimientos sociales en América Latina “sí podemos hablar de la existencia,
desarrollo y consolidación de nuevos movimientos sociales –de obreros,
campesinos, sin tierras, sin techos, aborígenes, negros, mujeres
ambientalistas, defensores de los derechos humanos y otros”. (Regalado,
2006:227).
Estas características se dieron el contexto latinoamericano, puesto
que sus luchas, su composición y sus formas organizativas y el resto de sus
características, responden a nuevos contenidos de lucha y formas más
avanzadas de dominación y explotación. “Son en su mayoría, sujetos o
actores sociales históricos, hoy organizados en nuevos movimientos”
(Regalado, 2006:277). En este caso Petras (2008:12), ha manifestado que
“Los movimientos y procesos de cambio en América Latina, pocas veces han
adoptado patrones uniformes, al menos durante los últimos cuarenta años”.
184
A finales de la década de los años ’60 del siglo XX y comienzo de los
’70, en los países del Cono Sur, los países del área Andina, del Caribe como
Guyana y Jamaica, eran países con gobiernos de izquierda con poderosos
movimientos sociales. En cambio, en países como Brasil, Venezuela,
Colombia, América Central, República Dominicana, Grenada y México,
gobernaban regímenes militares o de derecha civil (Petras, 2008:12).
A partir de mediados de los 70 del siglo XX, en pleno auge de
dictadura chilena y el hospedaje de las medidas neoliberales de Milton
Friedman con los Chicagos Boys y hasta mediado de los 80, el Cono Sur,
Brasil y los países del área andina, habían dictaduras derechistas militares y
neoliberales. En Nicaragua estaba comenzando a gestarse la revolución
Sandinista.
Para la década de los ’90, casi todos los países latinoamericanos
tenían gobierno civiles complacientes con el capitalismo, con una
“democracia representativa y un Estado débil ante el mercado, entre ellos,
Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, México y
América Central, en ese contexto se fueron gestando poderosos
movimientos campesinos, trabajadores del campo y la gente de los centros
urbanos en condición de pobreza. Estos vieron ante la coyuntura y la propia
crisis estructural que había dejado el programa de ajustes, encontraron
expresarse como movimientos poderosos de la región.
A raíz de los catastróficos resultados que había arrojado el
neoliberalismo en el continente, las acciones de los movimientos sociales
185
fueron adquiriendo más ímpetu y acción que fueron buscando alternativas al
neoliberalismo. Se fue gestando una nueva izquierda, ejemplo de ellos, las
primeras revueltas de los zapatista, en Chiapas en 1994, quienes en un
principio se opusieron a la firma del Tratado de Libre Comercio entre
Estados Unidos, Canadá y México, la aparición de los piqueteros
argentinos, el Movimiento en Brasil de los Sin Tierra, los indígenas cocaleros
en Bolivia, el movimiento indígena en Ecuador, las protestas surgidas en
Ecuador en el año 2000 y en Argentina en el 2001, fueran éstas acciones las
que fueron generando una nueva manera de hacer política de protestas en
el continente, como una apropiación de sus espacios desafiante ante el
orden establecido, que logro estructurar un conjunto de recursos discursivos
para intensificar la debilidad que existía en la región, producto de las
medidas capitalistas de ajustes estructurales. (Ver Gráfico 4).
186
Gráfico 4 Movimiento antisistémico en América Latina
Fuente: Martínez, 2012.
Esto fue una demostración del resquebrajamiento de los paradigmas
coloniales y de la “manifestación como sujetos identitariamente diferente,
como alteridad no-occidental” (Terán, 2010). Fue un proceso de
fragmentación, que generó una ruptura de mentalidad sujeta a la
racionalidad occidental, para convertir los espacios en aéreas de reflexión
anticolonial.
187
Para Wallerstein, estos movimientos, denominados movimiento
antisistémico mundial o movimientos altermundista se inicia a través de
momentos muy emblemáticos en la historiografía de los movimientos
populares, las protestas que empezaron a finales de 1999 con la reunión de
la OMC en Seattle. Allí movimientos y organizaciones sin aspectos en
común se encontraron para protestar. Eran los sindicatos obreros de los
Estados Unidos, movimientos indígenas de América Latina, en particular los
Zapatistas, campesinos sin tierra, mujeres, ecologistas, que finalmente
tenían todos los mismos adversarios.
Estas protestas surgieron durante todo un periodo largo, contra los
poderes del mercado y los poderes de decisión económica a nivel mundial:
el Banco Mundial, el FMI, la OMC, el G8, la Cumbre Europea y la Cumbre
Latinoamericana.
Por otra parte, se desarrollaron también encuentros en concordancias
con los movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales ONG.
Uno de los primeros fue El Otro Davos, (Houtart y Polet, 2000), que se
organizó en enero 1999, donde se dieron cita cinco movimientos sociales
importantes, el Movimiento de los Sin Tierras de Brasil, los sindicatos
obreros de Corea del Sur, las cooperativas agrícolas de Burkina Faso, el
Movimiento de Mujeres de Quebec y el Movimiento de Desempleados de
Francia, juntos con algunos analistas, como Samir Amín, Susan George,
Riccardo Petrella, entre otros.
188
Estos encuentros estimularon la idea de dar origen al Foro Social
Mundial de Porto Alegre, que se celebró por vez primera en el año 2001,
donde tuvieron gran participación, los presidente Lula da Silva de Brasil,
Hugo Chávez de Venezuela. En dicho Foro, con el slogan "otro mundo es
posible", se convierte en un proceso permanente de búsqueda y
construcción de alternativas, no limitándose exclusivamente a los eventos
que le den apoyo. El Foro Social Mundial es un proceso de carácter mundial.
Todos los eventos que se realicen como parte de este proceso tendrán una
dimensión internacional.
Para este Foro del 2001, se esperaban unas 4 000 personas y se
presentaron 20. 000. Al año siguiente, en el 2002, se encontraron 60. 000,
en el siguiente 100. 000. En Mumbai, en 2004, participaron 110. 000
personas. A Porto Alegre, en 2005, asistieron 155. 000. En 2006, el Foro
Social Mundial se descentralizó, en Bamako, Caracas y Karachi. Se
organizaron foros continentales en Asia, África, América, Europa; hubo foros
nacionales y foros temáticos.
Es bueno destacar el contexto donde se gestan estos grandes
movimientos globales que comenzaron a darle un giro a la interpretación
sociológica a las acciones sociales y a los agentes históricos que buscan
sean escuchados sus voces, por el rescate de su identidad, de la otredad.
Estos movimientos, de significancia planetaria han logrado además
“reconfigurar las agendas públicas de los Estados nacionales
latinoamericanos y otorgar nuevos significados al formato demo-liberal
189
occidental naturalizado como forma comprehensiva de las realidades de la
región” (Contreras, 2008:09), las demandas han sido las respuestas en tres
vertientes, la primera, se justifica por las demandas sociales en términos de
pobreza, desigualdad, hambre, desempleo, pérdida de valores, corrupción,
entre otros, en tanto, por su condición de actores sociales o como sujetos de
acción, buscan la ruptura del cordón umbilical con el sistema, con el proceso
histórico-estructural; la segunda vertiente, el rescate de sus espacios
territoriales de vida producto del saqueo y el tercero, por el reclamo de su
identidad como sujetos históricos.
En términos sociológicos y antropológicos, este nuevo panorama
político ha sido influido por las vertientes mencionadas y por los movimientos
de resistencias que han sido caracterizadas por las tendencias, que han
creado un nuevo paradigma en oposición al pensamiento único, según
Theotonio dos Santos. Para investigadores como Hardt y Negri (citados por
Houtart, 2007), han propuesto el término de multitud, para expresar su
reacción contra el neoliberalismo, considerados para ellos, una multitud de
agentes creativos2. Ellos, para Hart y Negri, forman un sujeto social activo a
partir de lo que las singularidades tienen en común. Un sujeto capaz de
comunicar y actuar como un todo. De esta forma, para los autores citados
por Houtart (2007:07), ya no mencionan movimiento popular, sino
movimientos de multitudes y de muchedumbre, porque la multitud no está
2Considérese que para hoy en día ya no se les reconoce como grupos espontáneos
190
fragmentada, anárquica o incoherente, puesto que en ella convergen una
gama de diversidades multiétnicas con varios fines.
Dentro de la misma idea, estos autores insisten en la importancia de
las redes de apoyo, comunicación y solidaridad, es decir, de convergencia,
pues en estos grupos, hay democracia, hay política y solidaridad. Pero el
término de multitud, no tiene aceptación política, porque solo es un concepto
manejado por Hardt y Negri y no como sujeto de acción quizás sin un fin
político.
4.1. La Epistemología del sur como alternativa de emancipación social.
Con el advenimiento a la palestra social y quienes han sido
invisibilizado durante toda la historia del capitalismo, por el poderío de los
monopolios, aparecen en respuesta, en palabras de Boaventura de Sousa,
nuevos “actores colectivos”, provocadas por la crisis socio-estructural que
habían sido estimuladas por las medidas económicas de ajustes, y en otrora,
por el vacío político que había dejado el neoliberalismo y que desde la
perspectiva de Basualdo (2002), “en esta crisis fue determinante la
cooptación por parte del poder económico de dirigente políticos y sociales”.
El mismo autor se refiere, en términos gramscianos de “transformismo” de la
dirigencia.
“Esto sumado al aniquilamiento de referentes sociales durante las
dictaduras, produjo un descabezamiento de las clases populares” (Espeche,
191
2003), este descabezamiento fue a consecuencia de que muchos de esto
dirigentes colaboraban con ciertas medida impuestas por el neoliberalismo,
como por ejemplo, con las reformas de ajustes y las privatizaciones de las
industrias. “En tanto los partidos político que representaban a la mayoría
homogeneizaron su discurso y sus prácticas, despegándose en algunos
casos de sutradición ideológica (Basualdo, 2002).
Toda esto generó una situación de vacío y un resquebrajamiento de
las iniciativas políticas que durante los gobiernos denominados por los
Dependentista “populistas”, se había articulados y tenían un proyecto
coherente de cambio y transformación social.
El enfoque que desarrolla Boaventura de Sousa, quien viene
estudiando minuciosamente la situación de acción colectiva, destaca el
término de “pluralidades despolarizadas” (de Souza Santos, 2008:166), lo
que sin duda significa que hay una ruptura epistemológica con aquellas
teorías que explicaban de manera muy mecánica la acción de los
movimientos sociales. Desde allí, Boaventura de Sousa acuña la posibilidad
de un concepto diferente de unidad de acción. Aquí Boaventura de Souza,
comienza a analizar la acción colectiva, no como “multitud”, sino como
actores colectivos, es decir, el vinculo entre los movimientos sociales con
organizaciones política bien fragmentadas ya no se trata de multitudes, ya
de lo que se trata es de una nueva dinámica a favor de las acciones
comunes, tal es el caso de la reunión efectuada en el Centro Martin Luther
King en la Habana en el año 2007, donde participan 50 movimientos sociales
192
con el tema: “América Latina: Movimientos Sociales, alternativas políticas y
paradigmas emancipatorios”. Ya aquí no se trata de asumir una forma de
negar la diversidad, siguiendo las propias ideas de Rebellato, como
paradigma emergente, de lo que se trataba era de superar el paradigma de
la simplificación sustentado sobre la base del pensamiento único. (Rebellato,
2000)
Asumir una nueva postura, no de resistencia, sino de convergencia,
donde la multiplicidad de agentes de cambios asuma el papel integrador de
los actores reunidos para manifestaciones de protestas, para el debate e
intercambio de experiencias, para la construcción de alternativas.
Para Boaventura de Sousa la construcción teórica de la
Epistemología del Sur, es buscar la ruptura de todo discurso abstracto sobre
la diversidad, por ello con Boaventura de Sousa se logra definir una
emergencia histórica de la diversidad que desafía la impronta abstracta y
universalista del los paradigmas de los discursos de la negación, de lo que
se trata es de lograr una alternativa que suponga un cambio de la
percepción de la realidad y de los mismos valores dentro de esa percepción.
En este caso, en su trabajo Epistemología del Sur, se trata de aprender del
sur “que es una comprensión del mundo mucho más amplia que lo que nos
da la comprensión occidental y que a pesar de ser cada vez más clara no
está todavía contabilizada en las soluciones políticas y teóricas que por
ahora tenemos” (De Sousa Santos, 2011).
193
Por eso su Sociología supone una ruptura con el universalismo
eurocéntrico al llamar a la producción de la Epistemología del Sur por medio
de una ecología de saberes donde estén sumados los científicos sociales
hasta epistemologías y saberes Otros producidos desde el Sur. “La ecología
de saberes es un principio epistémico fundamental en la obra de De Sousa
Santos que constituye el punto de partida dialógico que permite escapar del
monólogo monoculturalista eurocéntrico” (Grosfoguel, 2008)
El trabajo de De Sousa Santos, es de igual manera, una contribución
fundamental a descolonizar las ciencias sociales, su trabajo implica una
teoría critica de la descolonización producida desde el mundo occidental, se
trata de descolonizar la razón occidental, en diálogo crítico con el
pensamiento del Sur Global, y por ello afirma De Sousa Santos (2011)
Hay que aprender de toda la riqueza práctica y también teórica que en el Sur Global ha surgido en las últimas décadas. Por eso es necesario pensar que la diversidad del mundo es inagotable, por lo que hay una teoría general que pueda surgir y dar cuenta de toda esta diversidad.
En este contexto, las Epistemologías del Sur reflexionan sobre una
realidad que está en crisis, donde las injusticias y las desigualdades van
acompañadas de poder y hegemonía, ofrece un diagnóstico critico del ahora,
del presente que tiene como elemento constitutivo la emergencia de
reconstruir, expresar y legitimar opciones para una mejor sociedad, y eso es
lo que De Sousa plantea en su “anti-texto”.
194
De Sousa Santos justifica su posición y su propuesta por la crisis
profunda que vive la teoría crítica eurocéntrica, y se manifiesta de varias
maneras, según el autor, a) una de ellas es la respuesta a la crisis mundial y
los mismos conceptos que deben ser integrados como derechos humanos,
democracia y desarrollo, que durante la Guerra Fría fueron utilizadas para
impedir la emancipación, al igual que la palabra desarrollo para colocar al
lado la palabra subdesarrollo, “para que la gran mayoría de los pueblos del
mundo sean considerados, de un día para otro subdesarrollados.
La palabra desarrollo fue creada para generar ese efecto (De Sousa
Santos, 2008); b) la segunda crisis se manifiesta por la emergencia de los
cambios y no precisamente del sistema sino de civilización, “de
mentalidades, de sociabilidades, de maneras de vivir y de convivir. Por ello
hay una contradicción entre la urgencia de los cambios y la transformación
civilizatoria que se requiere” (De Sousa Santos, 2008); c) la tercera tiene que
ver con la pérdida de los sustantivos (De Sousa Santos, 2010), como
socialismo, comunismo, luchas de clase, reificación, fetichismo de las
mercancías, alienación.
Eran palabras que correspondían al lenguaje del pensamiento crítico,
muy utilizado para interpretar la situación económica y social de los países
“subdesarrollados” y eran muy utilizados por la teoría crítica eurocentrica
hasta quedarse ahora con los adjetivos. “Es decir, si la teoría convencional
habla de democracia, nosotros hablamos de democracia participativa,
radical, deliberativa; si la teoría convencional burguesa habla de desarrollo,
195
nosotros hablamos del desarrollo democrático, sostenible, alternativo (…)”
(De Sousa Santos, 2011), finalmente, d) la cuarta manifestación, la relación
entre teoría y práctica, como una relación fantasmal [sic].
La teoría crítica no ha reconocido que los cambios progresistas
efectuados han sido los grupos sociales, para ellos, estos están
invisibilizados, las mujeres, los indígenas, los campesinos, los obreros, entre
otros. “Así, se ha negado el proceso histórico a un conjunto de gente, de
actores que, además, no viven en las grandes ciudades urbanas como
pensábamos, siguiendo a Karl Marx” (De Sousa Santos, 2011). A partir de
esta idea, la relación teoría y práctica tiene una relación fantasmal, puesto
que la teoría no habla con la práctica y a la inversa.
Reinventar la emancipación social para De Sousa Santos, al pensar
en la diversidad del mundo, tiene que ver con la idea de diversidad e
interculturalidad y es allí donde parte de la premisa de que hay que
comprender el mundo, entenderlo y aplicarlo para la transformación social,
desde la Epistemología del Sur.
Es una reflexión teórica y epistemológica de De Sosa Santos que le
permiten estudiar las alternativas a la globalización neoliberal y al
capitalismo global que han diseñado por los movimientos sociales y las
organizaciones no gubernamentales en su lucha contra la exclusión y la
discriminación en diferentes campos sociales y en diferentes países. El
objetivo del proyecto radica en determinar en qué medida la globalización
196
alternativa podía ser producida desde abajo y cuáles son sus posibilidades y
límites.
Existen formas y maneras de pensar, sentir “de sentir pensando y de
pensar sintiendo”, actuar de diferentes formas de relación, de humanos con
no humanos, con la naturaleza. Por estas razones, la Epistemologías del Sur
parten del trabajo de otro subalterno, de la cotidianidad, de la diversidad, de
la interculturalidad, considerando el presente “como un pasado incompleto”
de cada hecho real a través de la Sociología de las ausencias y la Sociología
de las emergencias, que no es más que proponer una no una ciencia social
alternativa, sino un modelo diferente de racionalidad, es “expandir el
presente y contraer el futuro”, se trata de un presente más amplio, como lo
evalúa De Sousa Santos(2006:02):
“Sólo así será posible crear el espacio-tiempo necesario para conocer y valorar la inagotable experiencia social que está en curso en el mundo de hoy. En otras palabras, sólo así será posible evitar el gigantesco desperdicio de la experiencia que sufrimos hoy día. Para expandir el presente, propongo o una sociología de las ausencias; para contraer el futuro una sociología de las emergencias.