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EL FESTIVAL DE TANGO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. DESDE EL SIMBOLO DE UNA IDENTIDAD HASTA UNA
INDUSTRIA DEL TANGO
Ariel Toms Rodrguez
Director Acadmico: Dr. Oscar Moreno
CARRERA DE LICENCIATURA EN GESTION DEL ARTE Y LA CULTURA
DEPARTAMENTO DE ARTE Y CULTURA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRES DE FEBRERO
2013
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TRABAJO FINAL DE GRADO
ASIGNATURA: TALLER DE ELABORACION DEL TRABAJO FINAL
Ctedra: Profesor Titular: Lic. Enrique Valiente
Director del Departamento de Arte y Cultura
A/C Lic. Anbal Y. Jozami
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Caseros, 22 de Noviembre de 2012 Sr. Profesor
Lic. Enrique Valiente
Me dirijo Ud. con la finalidad de presentar mi Trabajo Final "El festival de
tango de la Ciudad de Buenos Aires. Desde el smbolo de una identidad hasta
una industria del tango", correspondiente a la carrera de Licenciatura en
Gestin del Arte y la Cultura, para ser sometido a su respectiva evaluacin.
Sin otro particular, saluda a Ud. muy atte.
Ariel Toms Rodrguez
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Caseros, 22 de Noviembre de 2013 Sr. Profesor
Lic. Enrique Valiente
Me dirijo Ud. con la finalidad de prestar conformidad, en mi carcter de
Director Acadmico, a la presentacin del Trabajo Final "El festival de tango de
la Ciudad de Buenos Aires. Desde el smbolo de una identidad hasta una
industria del tango", del alumno Ariel Toms Rodrguez, correspondiente a la
carrera de Licenciatura en Gestin del Arte y la Cultura, para ser sometido a su
respectiva evaluacin.
Sin otro particular, saluda a Ud. muy atte.
Dr. Oscar Moreno
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Agradecimientos
A Sara Atue A mis familiares y amigos
A Oscar por su paciencia y apoyo A los docentes y estudiantes de la UNTREF
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Resumen El presente trabajo explica algunos aspectos que han configurado el llamado
resurgimiento del tango, ms especficamente, aquellos relacionados con las
activaciones patrimoniales que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha
llevado adelante desde la ltima dcada del siglo XX. En este marco temporal,
los esfuerzos de la investigacin se orientan hacia la actividad de las nuevas
formaciones de tango y su insercin en los planes que instrumenta el Estado
para el estmulo y preservacin del gnero. Dentro de esas acciones, el festival
de tango de la ciudad de Buenos Aires representa un caso paradigmtico para
analizar los efectos de la activacin patrimonial. Durante su historia, este
evento ha reflejado la fisonoma de las polticas destinadas al tango,
convirtindose adems, en una instancia de seleccin y consagracin en donde
distintos agentes compiten por la legitimacin y los recursos que el Estado
pone a disposicin para el gnero. La investigacin se ha realizado en base a
la sistematizacin y anlisis de mltiples fuentes documentales especializadas
en el tema que es objeto de estudio.
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Summary This paper explains some aspects that have shaped the so-called tango revival,
more specifically, those related to heritage promotions that the Government of
the City of Buenos Aires has carried forward since the last decade of the
twentieth century. In this timeframe, research efforts are directed towards the
activity of new formations of tango and their insertion in the State implemented
plans for encouragement and preservation of the genre. Among these actions,
the Tango Festival of Buenos Aires represents a paradigm for analyzing the
effects of heritage promotion. During its history, the event has reflected the
aspect of policies designed for tango, also becoming an opportunity for
selection and for obtaining reputation where different agents compete for
legitimacy and resources that the state provides for the genre. The research
has been carried out based on the systematization and analysis of multiple
specialized documentary sources on the topic that is the subject of study.
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ndice Introduccin 9 Captulo 1 - Cultura, Polticas Culturales y Diversidad Cultural 13 1.1 La nocin de cultura en la modernidad, algunas nociones para su comprensin 13 1.2 La industria cultural y la Escuela de Frankfurt 16
1.3 La influencia de la UNESCO en las polticas culturales 18
1.4 De la cultura a la cultura como recurso 24 1.5 Del informe McBride a la diversidad cultural 28 1.6 Francia y Estados Unidos: dos estrategias frente a los bienes culturales 34 Captulo 2 - El Tango y las activaciones patrimoniales en la Ciudad de Buenos Aires 38 2.1 Diversidad cultural e industrias culturales en Buenos Aires 38 2.2 Activaciones patrimoniales en la Ciudad de Buenos Aires 47 2.3 El tango y las polticas patrimoniales 51 2.4 Turismo cultural y mercantilizacin del patrimonio, Buenos Aires como capital mundial del tango 56 2.5 El tango como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad 69 Captulo 3 - El festival de tango de la ciudad de Buenos Aires 76 3.1 De la fiesta popular del tango al festival de tango internacional 76 3.2 Autoconvocados por el tango: los primeros cuestionamientos hacia la gestin oficial 84 3.3 El festival despus de la crisis, desde el smbolo de una identidad hasta una industria del tango 89 3.4 El tango que se cosecha en Agosto 93 3.5 La Unin de Orquestas Tpicas y los festivales de tango independientes 96 Consideraciones finales 109Bibliografa 114
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Introduccin
En el transcurso de las ltimas dos dcadas, las expresiones culturales
vinculadas al tango han experimentado un notable incremento. Luego de
ocupar un lugar preponderante dentro de la cultura Argentina, desde la dcada
del sesenta el tango experiment un declive que lo llev a convertirse en un
gnero devaluado, cultivado casi exclusivamente por grupos minoritarios. Entre
las principales causas de esta decadencia, se pueden contar el avance de
gneros forneos y la censura que los diversos regmenes militares impusieron
sobre esta manifestacin. Sobre el final del siglo, comienza a registrarse una
revaloracin que revierte la carga negativa que el tango haba soportado como
smbolo de un pasado obsoleto y nostlgico. En el plano de la actividad
musical, este resurgimiento se materializa a partir de la reposicin de orquestas
tpicas y otras formaciones, que protagonizan una apropiacin y transmisin de
los saberes constitutivos de la tradicin musical.
Este hecho implic la intervencin estatal por medio de polticas culturales,
inscriptas en un proceso de activacin patrimonial (Prats, 1997) que determin
una serie de acciones orientadas a estimular y fortalecer las manifestaciones
ligadas al tango. Dentro de estas acciones, el festival de tango de la ciudad de
Buenos Aires representa un caso paradigmtico para observar los efectos de
esta activacin.1
Se advierte que desde comienzos del actual siglo, el proceso de activacin
patrimonial relativo al tango, (y por extensin, el festival de tango) configura un
terreno de disputa y negociacin en el que se superponen racionalidades
econmicas, polticas y estticas. Estas racionalidades, pretenden asignar a las
prcticas culturales, valores, jerarquas y funciones que reflejan las asimetras
e intereses existentes entre los diferentes agentes culturales involucrados; de
esta manera, el tango como produccin simblica, se inscribe en una disputa
por fijar sentidos2 (Crespo y Lander, 2001: 4), librada entre diferentes grupos o
sectores sociales. En ese contexto, el rol del tango como soporte de una
1 La Activacin patrimonial es un trmino usado por Loren Prats para definir la accin de seleccionar y transformar el recurso en producto patrimonial. En la parte final de ese proceso de activacin patrimonial, se procede a la eleccin y materializacin fsica de servicios y elementos de mediacin que facilitan la visita, favoreciendo la decodificacin, presentacin y difusin de los valores y la informacin que atesora el recurso, convirtindolo en un medio de comunicacin cultural al servicio del conjunto de la sociedad.(1997:41)
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identidad local vinculada a las necesidades de reconocimiento de grupos
minoritarios, se redefini a partir de la utilizacin de una parte de su acervo con
fines turstico-comerciales; el Estado, que tradicionalmente estaba encargado
de su custodia, se asoci a otros sectores que vean en el patrimonio, un
potencial para activar nuevos circuitos de produccin y consumo cultural.
Planteada esta situacin, el objetivo de este trabajo es analizar cmo el festival
de tango expone las tensiones y desequilibrios existentes entre los dos
principales propsitos de las activaciones patrimoniales implementadas por el
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: satisfacer las demandas culturales de
sus habitantes y responder a intereses de sectores que ven en la cultura un
recurso econmico.
A partir de estas premisas, se descubre un cuadro de situacin que permite las
siguientes preguntas: Cuales son las acciones que el estado lleva a cabo en
el proceso de activacin patrimonial relativo al tango?, quines son los
actores que el estado habilita o excluye para participar e intervenir en estas? y
de qu manera se posicionan estos frente el poder oficial? En tal sentido, las
ideas de Alfons Martinell resultan sumamente tiles para describir estos
mecanismos:
Las funciones y competencias de los agentes culturales evolucionan paralelamente a la realidad social, y adquieren una importancia de acuerdo con la funcin que se les otorga en los planteamientos y contenidos de las polticas pblicas. Tambin pueden adquirir un protagonismo desde la perspectiva de su propia iniciativa social, y como elementos de presin sobre las estructuras de las administraciones pblicas. Por lo tanto, el papel de los agentes culturales tiene que considerarse como un factor importante para la construccin y significacin que puede darse a las necesidades y a las problemticas de la sociedad. (Martinell, 1999)
Para ejemplificar estas posiciones, se utilizarn los casos de organizaciones
del tercer sector que agrupan a msicos y gestores culturales dedicados al
tango; la intencin es demostrar como estas, en tanto agentes culturales en
contacto con las instancias institucionales de organizacin, acceden a distintos
niveles de intervencin en el festival de tango.
A partir de esta problemtica, las conjeturas que orientan este trabajo son las
siguientes:
1) Las activaciones patrimoniales relativas al tango han propiciado un
estrechamiento de los vnculos entre el sector pblico y privado, cediendo los
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sectores ms lucrativos del patrimonio a este ltimo, y limitando el traspaso de
recursos a los agentes culturales sin capital, quienes se vieron obligados a
organizarse a travs de la autogestin y el cooperativismo.
2) El festival de tango de la ciudad de Buenos Aires ha representado la accin
ms significativa dentro de las activaciones patrimoniales del gnero. A lo largo
de su existencia, este evento ha evidenciado como, paulatinamente, el poder
oficial ha postergado las demandas culturales de la poblacin, favoreciendo los
intereses de sectores hegemnicos que ven en la cultura un recurso
econmico.
Este trabajo est dividido en tres captulos: en el Captulo I se presentan
algunas perspectivas tericas sobre la nocin de cultura. Luego de realizar un
recorrido por la evolucin del concepto en la modernidad, se describir el
proceso por el cual, desde mediados del siglo XX, la imbricacin entre cultura y
mercado se vuelve cada vez ms estrecha. Seguidamente, se analizar como
en paralelo a este hecho, la intervencin estatal fue consolidando su avance en
la regulacin de la cultura a travs de distintos modelos de polticas pblicas.
En tal sentido, se observar la importancia central de las agencias
supranacionales (UNESCO y OMC) y los gobiernos, en tanto espacios por
donde han transitado la mayora de los debates en torno a los asuntos
culturales. Esto ltimo tiene aqu especial importancia ya que la nocin de
cultura se ha modificado sustancialmente a partir de su vinculacin con
desarrollo o el patrimonio y la diversidad cultural de las naciones.
A travs de este recorrido, se expondr el proceso por el cual las distinciones
entre alta cultura, cultura en sentido antropolgico y cultura de masas, son
anuladas a favor de una legitimacin de la cultura como recurso social, poltico
o econmico. Estos diferentes usos de la cultura (Ydice, 2002), jugarn un
papel clave en el marco de las disputas entre pases que ocuparn posiciones
encontradas al momento de defender sus intereses en el intercambio de bienes
y servicios culturales.
En el Captulo II se describe en qu forma el poder poltico local llev adelante
distintas activaciones del patrimonio que dieron paso a su utilizacin como
recurso. Como se demostrar sobre el inicio de este captulo, la defensa de la
diversidad cultural como herramienta para contrarrestar las amenazas que el
libre mercado proyectaba sobre las identidades locales, ha justificado la
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intervencin del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre el patrimonio y
las industrias culturales. En lo relativo al tango, las intervenciones realizadas a
finales de los noventa, dieron cuenta de una voluntad poltica que persegua
dos objetivos: en primer lugar, proteger y preservar esta expresin frente a los
efectos del mercado y la globalizacin. En segundo lugar la posibilidad de
integrar el tango a la industria del turismo cultural. Estos hechos han tenido
consecuencias riesgosas sobre los bienes y los sujetos portadores del
patrimonio, ya que a veces, el poder oficial, al tiempo que consagra y legitima
algunas expresiones, oculta y relega las que quedan al margen de su inters.
Para ilustrar esto ltimo, se abordarn una serie de casos particulares que
muestran como el encuentro del turismo cultural con un sector de la poblacin
local, deriv en una sinergia que aliment a ambos, promoviendo la expansin
de una industria cultural relativa al tango.
Asimismo, la declaracin del tango como Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad (PCIH) tomar un papel preponderante en este sentido.
El Captulo III trata sobre el festival de tango de la ciudad de Buenos Aires. En
el mismo se realizar un detallado relevamiento del evento desde sus inicios,
en el ao 1998, hasta el 2012. Las variaciones en las caractersticas del festival
(distribucin geogrfica, fechas en el calendario, programacin artstica,
financiamiento etc.) permitirn distinguir etapas que sern encuadradas en un
contexto ms amplio, que contemple fundamentalmente la coyuntura poltico-
econmica y las restructuraciones ocurridas dentro de los organismos
culturales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
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CAPITULO 1
Cultura, Polticas Culturales y Diversidad Cultural
La cultura en la modernidad, algunas nociones para su comprensin
La palabra cultura es uno de los significantes mas abarcativos y complejos que
ha producido el lenguaje humano. Desde la definicin propuesta por Edward
Tylor en 1871 hasta la actualidad, las diferentes ramas de las ciencias sociales
han producido aproximaciones que resultan funcionales a sus esquemas
tericos y metodolgicos. En este lapso de tiempo, la antropologa y la
sociologa han sido quizs las disciplinas que ms preocupacin han
demostrado por situar los alcances del trmino, generando una vasta familia de
conceptos y nociones.
Ante esta evidencia, se observa que la nocin de cultura ha de ser
necesariamente incompleta y perfectible, un concepto en permanente
construccin en donde no existe un consenso universal sobre el alcance del
termino y su uso un signo, un recipiente vaco esperando por las personas
(tanto acadmicos como simples comunicadores) que lo llenan de significado
(Baldwin et al, 2006: 4)
Las primeras acepciones del trmino, tienen origen en el verbo latino colere
que significa cultivar la tierra. Una forma del verbo es cultuvare, que significa
preparar el terreno para el cultivo, en otras palabras, lo que actualmente
llamamos agricultura. Esta definicin presenta ya una primera idea de
intervencin del hombre sobre la naturaleza, sobre un espacio virgen o salvaje
que es pasible de ser modificado. A partir de la traslacin de esta imagen hacia
la figura humana, se utiliz esta palabra para significar el cultivo del hombre
como medio de superacin espiritual, intelectual y esttica.
Ante la imposibilidad de referir los detalles inherentes a la nocin de cultura en
el largo recorrido que comienza con la civilizacin grecolatina; se comenzar
por mencionar que ya en la Espaa del siglo XVI las voces culto, cultura,
inculto e incultura, comienzan a utilizarse para referirse a la posesin de un
conjunto de caractersticas que otorgan a una persona, grupo social o entidad,
una distincin frente a los otros. Dichas caractersticas estaban formadas por el
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acceso a las bellas artes y el refinamiento del comportamiento como
indicadores de status y pertenencia a un grupo social.
En el Siglo XVIII, surgen dos nociones que ejercieron una fuerte influencia
desde la modernidad hasta el presente. Esquemticamente estas nociones
pueden dividirse en dos grandes grupos: por un lado la concepcin de cultura
generada por la Ilustracin y por otro, una denominada Romntica asociada al
pensamiento del romanticismo Alemn.
La ilustracin fue un movimiento cultural y filosfico europeo que se propuso
observar el mundo a travs de la lente de la razn y el conocimiento. La
filosofa moderna fundada en el pensamiento descartiano y los avances en el
campo cientfico, inspiraron una extraordinaria fe en el progreso y en las
posibilidades de los hombres para dominar y transformar el mundo. As, los
ilustrados exaltaron la capacidad de la razn para descubrir las leyes naturales
y la tomaron como gua en sus anlisis e investigaciones cientficas. Esta
nueva valoracin de la intervencin del hombre sobre lo que hasta entonces
haba sido dominio de la naturaleza o de la fe, propici el surgimiento del
antropocentrismo y el racionalismo, siendo Francia e Inglaterra los pases en
donde estas corrientes tuvieron mayor arraigo. Como consecuencia de la
expansin de estas naciones, seguidas de cerca por sus vecinos continentales,
se configur una nocin de cultura fuertemente equiparada a la idea de
civilizacin, palabra que tiene su origen etimolgico en el trmino civilit.
La tradicin ilustrada invoca entonces, el concepto de cultura realizando una
oposicin tajante entre aquellas sociedades que detentan su posesin y otras
que no han accedido a este estadio, considerando a la cultura de algunos
pueblos como primitiva en relacin a los pases centrales Europeos. En
oposicin a esa postura, el romanticismo rescata el valor intrnseco de cada
cultura en un esquema que puede asociarse al relativismo cultural adoptado en
el SXX.; para esta lnea de pensamiento, cada cultura es autnoma y no debe
ser sometida a comparaciones con otras. El rechazo a la nocin de civilizacin
presente a travs del anti-iluminismo Alemn, conduce a una crtica del
cosmopolitismo y sobre todo, del colonialismo europeo, valorando en cambio el
cultivo del mundo interior, la exaltacin de la individualidad y el rechazo hacia la
racionalidad tcnica y econmica de la urbe.Las nociones ilustrada y romntica,
se disolvieron en el positivismo, en donde la confianza en la racionalidad
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cientfica y el predominio de la razn como gua, guardaba continuidad con el
proyecto de la ilustracin; en el sentido de que era el progreso indefinido de las
ciencias lo que aseguraba la superioridad de la civilizacin europea.
En ese contexto Edward Taylor define en el ao 1871 la primer nocin de
cultura en un sentido antropolgico "Cultura o civilizacin, tomada en su amplio
sentido etnogrfico, es ese complejo de conocimientos, creencias, arte, moral,
derecho, costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hbitos que el hombre
adquiere como miembro de la sociedad" (citado por Baldwin et.at, 2006: 9)
Siguiendo a Raymond Williams, Balwin et al, indican que al concluir el SXIX, se
establecen en Europa tres categoras en torno al significado del trmino cultura.
El primero se refiere al cultivo de los individuos y grupos de personas en trminos del proceso general de desarrollo intelectual, espiritual y esttico, un uso que comenz en el siglo XVIII. Los otros usos, cada uno ms contemporneo, incluyen un modo de vida particular, sea de un pueblo, un perodo, un grupo o la humanidad en general y las obras y prcticas de propiedad intelectual y especialmente la actividad artstica. Este ltimo significado, Williams afirm, es el ms utilizado, y se refiere a la literatura, el arte, la msica, la escultura, el teatro y otras formas de arte. (Baldwin et.at, 2006: 6)
Como resultado del debate entre las distintas corrientes de pensamiento de
finales del S XIX la nocin de cultura sufre un fuerte cuestionamiento y
comienzan a dibujarse los contornos de una nueva idea. Durante ese mismo
siglo, la antropologa evolucionista se haba basado en el mtodo comparativo
tomando a Europa para referirse a una idea de civilizacin que supona la
culminacin de un esquema de fases evolutivas. Utilizando una idea de
desarrollo desde las culturas salvajes al eurocentrismo, la trada salvajismo-
barbarie-civilizacin del antroplogo estadounidense Lewis Morgan, puede
considerarse como una ejemplo claro de las concepciones del evolucionismo.
Cuando en 1899, Franz Boas se hace cargo del departamento de antropologa
de la universidad de Columbia, l y sus discpulos, sientan las bases del
relativismo cultural. Boas sostena que el mtodo comparativo del
evolucionismo, supona un obstculo que impeda considerar la
interdependencia entre las distintas culturas. Las culturas deben entenderse
desde su interior, (la perspectiva Emic) y no desde un investigador situado en
una cultura extraa y "superior". El relativismo cultural sostiene que cada
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cultura puede entenderse dentro de sus propios parmetros y postula la
negativa a imponer un punto de vista nico en la interpretacin de las culturas.
Al romper definitivamente con la concepcin etnocntrica de cultura, la
antropologa estadounidense, con Boas y sus discpulos, establecen un marco
conceptual que abre las puertas a una definicin ms amplia de cultura., en
palabras de Garca Canclini:
De esta manera excesivamente simple y amplia de la definicin de la cultura, como todo lo que no es naturaleza, ayud a superar las principales formas de etnocentrismo () Cada sociedad tiene cultura, se dijo, y por lo tanto no hay razones para discriminar o descalificar a los dems. La consecuencia poltica de esta definicin es el relativismo cultural: El reconocimiento de que todas las culturas tienen derecho a sus propias formas de organizacin y estilos de vida, incluso cuando estos incluyen aspectos que para nosotros podran ser sorprendentes, como los sacrificios humanos o la poligamia. Sin embargo, al abarcar tantas dimensiones de la vida social (la tecnologa, la economa, la religin, la moral, el arte), la nocin de cultura ha perdido su eficacia operativa (Garca Canclini, 2006: 119)
Frente a la vaguedad y excesiva complejidad de esta acepcin amplia de la
cultura, fue imprescindible adoptar un recorte ms especifico, con posibilidades
efectivas para definir ciertos mecanismos de la dinmica social. En tal sentido,
Rubens Bayardo indaga en el campo de la cultura para interpretar los
mecanismos de construccin de hegemona:
Esta definicin restringida de cultura deja de lado su vaguedad omniabarcativa en pro de establecer niveles especficos de anlisis y de proponer relaciones entre los mismos. La cultura, como uno de esos niveles, se convierte en objeto de disputa en los procesos de construccin de hegemona y deja de ser una entidad esttica y homognea, superando tanto la ausencia de causalidad como el determinismo previo. La centracin en el aspecto significante focaliza la problemtica a considerar y aproxima esta concepcin al sentido corriente de cultura como actividades intelectuales y artsticas. Ello posibilita un anlisis ms adecuado de este mbito especializado que contribuye a las reelaboraciones de la esfera cultural global y proporciona instrumentos para pensar e intervenir en polticas culturales. (Bayardo, 1997)
La industria cultural y la Escuela de Frankfurt
Unos de los enfoques ms e influyentes en el estudio de la cultura en un
sentido restringido es el utilizado por Horkheimer y Adorno en su crtica a las
industrias culturales incluida en la obra Dialctica del Iluminismo de 1944
(Horkheimer, y Adorno, 1988). Estos integrantes de la escuela de Frankfurt
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emigrados a los Estados Unidos, estudiaron la capacidad de la economa
capitalista de aquel pas para producir bienes culturales en forma masiva y
sealaron cmo la banalizacin de los objetos culturales a travs de la
estandarizacin, guardaba una estrecha relacin con la supresin de la
reflexin crtica de la sociedad. El anlisis de los efectos sociales que estos
tericos produjeron al observar el encuentro entre la cultura con las fuerzas
productivas del capitalismo y la lgica del mercado, introdujo una visin
negativa acerca de las consecuencias de la produccin seriada de los bienes
culturales como vehculos de alienacin y conformismo masivo.
La exgesis del texto de Adorno y Horkheimer escapa largamente a las
posibilidades de este trabajo, pero es necesario sealar una idea que es
importante a los fines del mismo: a partir del despliegue de la industria cultural
comienzan a borrarse los lmites entre las clasificaciones del arte. En un libro
del ao 1967, Adorno revisa el texto escrito en colaboracin con Horkheimer,
indicando que
La industria cultural es la integracin deliberada de los consumidores, en su ms alto nivel. Integra por la fuerza incluso aquellos dominios separados desde hace milenios del arte superior y el arte inferior. Perjudicando a los dos. El arte superior se ve frustrado en su seriedad por la especulacin sobre el efecto; al arte inferior se le quita con su domesticacin civilizadora el elemento de naturaleza resistente y ruda que le era inherente, desde que no estaba controlado enteramente por el superior. (Adorno y Morin, 1967: 7)
Si bien Adorno utiliza la palabra arte, es claro que se aqu se produce un viraje
decisivo en lo que respecta a la nocin de cultura.
Continuando esta perspectiva de anlisis, Blanca Muoz sostiene que luego
de la Segunda Guerra Mundial, la aparicin de los medios de comunicacin de
masas y su desarrollo tecnolgico, desplazaron a las nociones de cultura
popular y cultura humanista, crendose una nueva categora que desplazaba
la tradicin intelectual, esttica e incluso psicolgica de las poblaciones del
neocapitalismo multinacional. (Muoz, 2005: 10)
Por su parte, Octavio Getino reconoce en Herbert Marcuse una continuidad del
pensamiento de la escuela de Frankfurt en El hombre unidimensional
(Marcuse, 1987). Si las comunicaciones de masas renen armoniosamente y a
menudo inadvertidamente el arte, la poltica, la religin, y la filosofa con los
anuncios comerciales, al hacerlo conducen estos aspectos de la cultura a su
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comn denominador: la forma de mercanca.(citado por Getino, 2006: 28)
Getino, adems seala que estas ideas eran la contraparte de ciertos
defensores de las industrias culturales, que reivindicaban el papel ejercido por
los medios como productores y socializadores de expresiones artsticas,
informacin y cultura y, por ende de lo que se propugnaba como
democratizacin comunicacional y cultural. (Getino, 2006: 47)
La influencia de la UNESCO en las polticas culturales
Despus de la Segunda Guerra Mundial, la imbricacin entre cultura y mercado
es cada vez ms estrecha, as como tambin es cada vez ms creciente la
intervencin del Estado a travs de polticas culturales. Pero cuales fueron los
factores que posibilitaron este hecho?
El primer factor esta dado por la evolucin de un proceso que Armand Mattelart
denomin la institucionalizacin de la cultura (Mattelart, 2006: 55), o en otras
palabras, la emergencia de los debates y negociaciones sobre la cultura en el
plano poltico nacional e internacional.
Los antecedentes para el surgimiento estos debates deben rastrearse en la
Declaracin Universal de Derechos Humanos adoptada y proclamada por la
Asamblea General de la UNESCO en 1948. Luego de la Segunda Guerra
Mundial, la Organizacin de las Naciones Unidas consider necesario elaborar
un documento que expresara la voluntad de garantizar la libertad, la justicia y la
paz para las naciones. As, esta declaracin fue un nuevo punto de partida para
reestablecer un terreno de entendimiento sobre una cuestin universal que
rebasaba los desacuerdos producidos durante las hostilidades: la humanidad
misma y el sentido de su existencia. En el texto de la declaracin se incluye
explcitamente y con el consenso de las naciones involucradas, la cuestin
cultural. Dentro de ese documento, el artculo 27 indica que Toda persona
tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a
gozar de las artes y a participar en el progreso cientfico y en los beneficios que
de l resulten.(UNESCO, 1948: 4) Esta declaracin traslada a nivel
internacional el reconocimiento de los derechos culturales (pertenecientes a la
llamada segunda generacin de derechos) que ya haban sido contemplados
por primera vez en la Constitucin del Estado Mexicano de 1917.
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Luego de la Segunda Guerra, tanto los organismos multilaterales como los
Estados redoblaran sus esfuerzos por equiparar los derechos culturales a los
derechos sociales y econmicos. Jess Prieto de Pedro, sostiene que esta
orientacin ha sido impulsada por una progresiva identificacin de la cultura
como factor de desarrollo humano, por parte de los intelectuales y tericos
Considero que este cambio es uno de los fenmenos intelectuales ms importantes de nuestro tiempo. Ha provocado la explosin que en estos momentos manifiestan las Ciencias Sociales en relacin con los estudios culturales, la economa, las ciencias polticas, el derecho a la cultura etc.; y constituye la causa, en el mbito de los derechos, de que exista una fuerte demanda en la construccin y definicin de los derechos culturales. (Prieto De Pedro, 2004)
El segundo factor de incidencia es la aparicin del llamado Estado de Bienestar
en las economas centrales de la Europa de posguerra. Desde una descripcin
muy acotada, se puede caracterizar al Estado de Bienestar como una etapa
signada por una gran prosperidad econmica y una fuerte intervencin del
estado en todas las esferas. De esa manera el fortalecimiento de las
economas nacionales junto al crecimiento del aparato estatal, permiti destinar
recursos a aquellos sectores que haban sido histricamente postergados,
como es el caso de las artes y la cultura. Paulatinamente, la integracin de las
polticas culturales3 a la categora de polticas pblicas, revel la voluntad del
Estado en dirigir y ordenar un conjunto de acciones destinadas a satisfacer
ciertas necesidades, en las que participan una serie de agentes en calidad de
beneficiarios o productores de los bienes y servicios culturales. En este
contexto, la poltica cultural comienza a percibirse como una globalidad, es decir, como una concepcin que articula una serie de acciones aisladas que se
aplicaban a distintos sectores culturales.(Nivn Boln, 2006: 54) Esta
percepcin es, al decir de Eduardo Nivn Boln, la verdadera novedad en esta
materia desde el fin de la segunda Guerra hasta la actualidad.
Hasta aqu se han abordado los factores que permitieron el surgimiento de
polticas culturales desde una perspectiva global, pero dado el contenido de
trabajo, cabe entonces la tarea de realizar una caracterizacin de las distintas
polticas culturales aplicadas en Argentina. Para ello se utilizar una
3 Nstor Garca Canclini define a las polticas culturales como "el conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el desarrollo simblico, satisfacer las necesidades culturales de la poblacin y obtener consenso para un tipo de orden o de transformacin social" (1987:26)
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modelizacin tripartita propuesta por Pablo Mndez Calado (Mndez Calado,
2004: 35) quien distingue entre polticas democratizadoras, democrticas y
recursistas.
Segn este autor las polticas democratizadoras son aquellas que equiparan la
idea de cultura a las bellas artes la filosofa y la historia occidental. El Estado
interviene aqu custodiando el patrimonio y difundiendo las manifestaciones
artsticas que este consagra y legitima como las nicas que merecen ser
cultivadas por la ciudadana para su provecho.
Las polticas democrticas amplan el concepto de cultura hacia un registro
antropolgico, incluyendo dentro de esta, otras manifestaciones ligadas a la
cultura popular. Aunque la accin estatal conserva las funciones antes
mencionadas, se fomenta la participacin de la ciudadana en la vida cultural
desde un rol ms activo.
Finalmente, las polticas recursistas son aquellas que incluyen dentro de la
rbita cultural una serie de aspectos sociales que anteriormente eran vistos
como ajenos a ella. As el Estado comienza a utilizar un enfoque cultural para
trabajar sobre los problemas derivados relacionados con la inclusin social,
desempleo, desarrollo econmico, salud, etc.
Debe advertirse que Mndez Calado es muy cuidadoso al momento de
delimitar los periodos temporales de cada modelo. Como seala el autor, en
algunos casos ocurre una superposicin de rasgos de uno u otro modelo dentro
de un gobierno o etapa poltica. Dicho esto, se pretende destacar que estos no
son compartimientos estancos, sino que pueden pensarse como
caracterizaciones de diferentes modos de entender la relacin entre cultura
poltica y sociedad.
La emergencia de los derechos de segunda generacin determin, entre otras
cosas, la aparicin de la UNESCO como organismo rector en las polticas
culturales a nivel internacional, en las ltimas seis dcadas la agencia
especializada en asuntos culturales globales. (Lins Ribeiro, 2009). ngel
Carrasco Campos y Enric Saperas Lapiedra sostienen que el contexto poltico
de la guerra fra impuls la participacin de la UNESCO en la definicin de un
nuevo arquetipo cultural. Este arquetipo (que equivale a lo que hemos llamado
nocin de cultura)
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se desarrollar al amparo de las organizaciones de carcter internacional que protagonizarn la delimitacin y el impulso de una nueva forma de definir la cultura mediante el diseo, promocin y gestin reglada de programas para el desarrollo de polticas culturales de valor internacional, y a travs de la armonizacin de polticas nacionales educativas basadas en nuevos parmetros reconocidos y aceptados por la comunidad de naciones. (Carrasco y Saperas, 2012: 3)
En la dcada del sesenta, la polarizacin de los bloques impulsados por la
U.R.S.S y los EE.UU., comenz a perder protagonismo ante la recuperacin
econmica de Japn, Europa y la emergencia del Tercer Mundo; por lo que a
las tensiones producidas en el marco de la Guerra Fra se le agregaban los
intereses de los pases emergentes, cuyo dominio en el plano ideolgico,
poltico y econmico ser el terreno de disputa entre capitalismo y comunismo.
En este orden mundial y ante la imposibilidad de acercamientos de orden
poltico, el mbito de la cultura ser utilizado como un terreno de dilogo y
entendimiento mutuo en el que la UNESCO mediar fomentando estudios
descriptivos y prospectivos de base cientfico-social mediante los cuales
explicar y proteger ante injerencias financieras y mercantiles el valor para el
desarrollo social de este nuevo arquetipo cultural. (Carrasco y Saperas, 2012:
1)
A continuacin se realizar un breve repaso a las declaraciones y los diversos
documentos que el organismo ha emitido sobre la problemtica cultural.
Se toma como punto de partida la Declaracin de los Principios de la
Cooperacin Cultural Internacional (1966), el primer documento emitido por la UNESCO en calidad de instrumento normativo para los Estados-miembro.
Tal como su nombre lo indica, el documento de 1966, estuvo orientado a
consolidar la idea de la cooperacin entre Estados, como una herramienta para
disolver los antagonismos belicistas y reforzar la estabilidad de la paz entre las
naciones a travs de la cultura. Eduardo Nivn Boln indica que la UNESCO,
conciente de que las guerras nacen de la cabeza de los hombres, se decidi
(tal vez por el clima belicoso que se viva) a dar una nueva vuelta a la tuerca de
la paz a travs de la cultura. (Nivn Boln, 2002). Aparte de esta idea central
referida a la cooperacin, desde el primer artculo de la declaracin se seala
la importancia del derecho a la cultura, y se establece una postura acerca de la
diversidad, el multiculturalismo y principio de igualdad de las culturas.
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En la Conferencia Intergubernamental sobre Los Aspectos Institucionales,
Administrativos y Financieros de las Polticas Culturales (Venecia, 1970) se
constata una preocupacin por conjugar estos aspectos con los vnculos
existentes entre la cultura y el desarrollo. En su informe final, se plantea la idea
que extiende las nociones de desarrollo hacia un modelo mas abarcativo la
idea de desarrollo se ha ampliado diversificado y profundizado gradualmente y
el desarrollo cultural se concibe ahora como una parte integrante del desarrollo
global que, como tal, debe ser objeto de una poltica de dimensin nacional. La
poltica cultural no se distingue, en cuanto a su metodologa, de la poltica
general del desarrollo. (UNESCO, 1970: 7)
Dos aos despus, la Conferencia Intergubernamental sobre las Polticas
Culturales en Europa, celebrada en la ciudad de Helsinki en julio de 1972,
destaca la compleja relacin entre crecimiento econmico y desarrollo cultural,
sosteniendo que el papel de los Estados ser:
garantizar el propio desarrollo cultural y la colaboracin con otros Estados en un momento en el que la economa y el mercado se impondrn, soterrada o abiertamente, como parte de la cultura y en el que los sistemas pblicos de proteccin cultural y de medios de comunicacin iniciarn un proceso hacia su convivencia con sistemas privados, con una presencia dominante de los criterios impuestos por una creciente libertad de flujos culturales y comunicativos en el marco de un mercado internacionalizado como consecuencia de las innovaciones tecnolgicas que desbordan los lmites impuestos tradicionalmente por las fronteras nacionales.(Carrasco y Saperas, 2012: 4)
La Conferencia Intergubernamental sobre las Polticas Culturales en Amrica
Latina y el Caribe (Bogot, 1978), fue la cuarta de una serie de eventos
programados en Venecia que tuvieron como finalidad cubrir las distintas
regiones del globo; luego de Helsinki, sigui la de diciembre de 1973 en
Yogyakarta destinada a Asia, en octubre-noviembre de 1975 en Accra para los
Estados Miembros de frica y en Bagdad en 1981 para los Pases rabes.
Esta conferencia permiti a los pases participantes definir lneas de accin y
para abordar las problemticas especficas de la regin. Aparte de las
cuestiones ya establecidas en torno al desarrollo y la cooperacin cultural,
surgi con ms fuerza la necesidad de sumar a estos, la idea de Identidad
Cultural y sus lazos con el pluralismo cultural y el patrimonio.
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Los esfuerzos en este sentido continuaron durante la Conferencia Mundial
sobre las Polticas Culturales (MONDIACULT 1982) y el Decenio Mundial para
el Desarrollo Cultural (1988-1998). Durante el transcurso del mismo se produce
un nuevo cuestionamiento en torno a la idea de desarrollo desde el seno de la
UNESCO; se trataba de explicar el agotamiento del modelo en vigencia y
entender sus limitaciones como modelo universal en trminos de aplicacin en
las naciones que se encontraban por fuera de las economas centrales. La
visin unvoca y el constante peligro de que la nocin de desarrollo caiga
exclusivamente dentro de la lgica del mercado (o en otras palabras, a ser
medido en trminos econmicos) llevaron a la UNESCO a crear una comisin
que se ocupara de identificar, describir y analizar las cuestiones bsicas, los
problemas y los nuevos desafos en cuanto a las relaciones entre cultura y
desarrollo. Ya no se poda seguir concibindolo como un camino nico,
uniforme y lineal, porque eso eliminara inevitablemente la diversidad y la
experimentacin culturales, y limitara gravemente la capacidad creativa de la
humanidad con su valioso pasado y un futuro impredecible (UNESCO, 1996:7)
En 1993, la Comisin Mundial para la Cultura y el Desarrollo encabezada por
Javier Prez de Cuellar, produjo el informe Nuestra Diversidad Creativa, que
fue presentado en el ao 1996. El objetivo principal de este documento fue
incrementar la incorporacin de perspectivas culturales a la nocin de
desarrollo, indagando sobre su compromiso con el pluralismo, los medios, las
cuestiones de gnero, niez y juventud, patrimonio y medioambiente.
Si bien estas cuestiones ya estaban presentes en los debates desde la
Declaracin de los Principios de la Cooperacin Cultural Internacional, a lo
largo de este recorrido, estos aspectos fueron tomando mucho ms relieve. La
evidencia ms clara de esta voluntad esta en su ttulo mismo en el que por
primera vez se apela a la diversidad por sobre otros elementos.
En el prlogo del informe, el presidente de la comisin destaca que por
mandato de la Conferencia General de la UNESCO, las conclusiones de esta
deban orientarse hacia la formulacin de polticas culturales. Por tanto, la
misma decidi centrar su agenda en el logro de un conjunto de objetivos
claramente definidos, entre los cuales el ms importante, fue crear un
mecanismo permanente para investigar y esclarecer las cuestiones clave de la
cultura y el desarrollo. (UNESCO, 1996:10)
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Consecuentemente, la Declaracin Universal de la UNESCO sobre la
Diversidad Cultural (2001) y luego la Convencin sobre la proteccin y la
promocin de la diversidad de las expresiones culturales (2005) ratificaron el
compromiso de 30 Estados Miembros por medio de la adopcin de un texto
jurdico vinculante que entr en vigor el 18 de marzo de 2007.
La Conferencia Intergubernamental sobre Polticas Culturales para el
Desarrollo (Estocolmo, 1998) supuso una continuidad en muchos temas que permanecieron y evolucionaron hasta obtener una importancia central en el
diseo de las polticas actuales. En el documento producido como resultado de
ese encuentro la UNESCO recomend a los estados la adopcin de cinco
objetivos de poltica (1) hacer de la poltica cultural un componente central de la
poltica de desarrollo; (2) promover la creatividad y la participacin en la vida
cultural; (3) reestructurar las polticas y las prcticas a fin de conservar y
acentuar la importancia del patrimonio tangible e intangible, mueble e inmueble
y promover las industrias culturales; (4) promover la diversidad cultural y
lingstica dentro de y para la sociedad de informacin; (5) poner ms recursos
humanos y financieros a disposicin del desarrollo cultural (UNESCO, 1998: 5 y
ss.)
De la cultura, a la cultura como recurso
Hasta este punto del trabajo, se ha realizado un recorrido que comenz por una
breve indagacin sobre la nocin de cultura, esto es, su origen etimolgico y
las diferentes representaciones que este concepto ha tenido desde la
modernidad hasta el presente. Seguidamente se analizaron los aportes de la
UNESCO en razn de su tarea de difusin, y desarrollo conceptual en lo
relativo a la problemtica de la cultura y las polticas culturales.
Al abordar estos temas, se superponen varios elementos que no pueden
pensarse separadamente; cualquier interrogacin hacia uno de ellos, equivale
a obtener respuestas que sirven para pensar los restantes. Con lo dicho, se
hace referencia a los elementos que pueden agruparse bajo lo que Ricardo
Santilln Gemes denomin la trada, Polticas culturales, cultura y gestin
cultural. En palabras del autor Ninguno de estos elementos (conceptos y
prcticas) pueden comprenderse aisladamente, conforman una gestalt, y
cuando, por algn motivo, se hace figura alguno de ellos, los restantes siguen
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operando significativamente como fondo. Dicho de otra manera: todo tipo de
poltica cultural (implcita o explcita) conlleva un concepto operativo de cultura
que sostiene una determinada lnea de gestin o accin cultural y no otra.
(2009: 65)
Entonces, si es imposible comprender separadamente los elementos de la
trada, de que manera se pueden relacionarse entre s?
Obviando la posibilidad de realizar una distincin entre los diversos modelos de
gestin cultural, partiremos desde una simplificacin de la trada, que est
dada por la asuncin de que la gestin cultural es un modo de ejecutar la
poltica cultural. De manera que al definir ciertas polticas culturales, tambin se
esta definiendo una (o varias) nociones de cultura y viceversa. Esta relacin es
tan estrecha que algunos autores a veces intercambian el uso de los trminos.
As, por ejemplo Santilln Guemes indica;
Muy en grandes lneas podra afirmarse que, en la actualidad, coexisten dentro del campo de las polticas culturales y su gestin diversas concepciones de cultura que se fueron gestando a lo largo del tiempo. En principio, las mismas podran agruparse de la siguiente manera: Las de corte socio antropolgico (formas de vida; matriz cultural bsica). Las que ponen el nfasis, de manera implcita o explcita, en la produccin simblica o produccin de sentido ya sea desde una perspectiva a) ms amplia (simblico antropolgica) o: b) ms restringida y elitista (bellas artes). Las que, en tiempos de globalizacin, ponen claramente el acento en la cultura como recurso: a) de exclusiva acumulacin econmica; b) de inclusin social, construccin de ciudadana, etc. (2009: 66)
Por su parte, Pablo Mndez Calado invierte el orden al abordar la ltima
categora citada por Santilln: consideraremos polticas recursistas a aquellas
que conciben como culturales una pluralidad de problemas anteriormente
ajenos: desarrollo econmico, exclusin social, gnero, desempleo, urbanismo,
comportamiento cvico, discriminacin, migraciones, ecologa, etc. (Mndez
Calado, 2004: 35)
Por ltimo, en una lnea similar Oscar Moreno indica que la nica cultura que
se puede gestionar es la que esta en condiciones de ser institucionalizada, lo
que nos devuelve nuevamente al tema polticas pblicas y la produccin de
consenso sobre sus prioridades sociales o econmicas
se puede hablar de un primer contorno para definir la gestin cultural. El debe incluir necesariamente un registro de las polticas pblicas por una parte. Y por el otro, el reconocimiento de carcter
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regulatorio que tiene lo cultural en la produccin de ideologa. En ese dibujo el problema se traslada a la produccin de consenso, acerca de si se ha de priorizar el negocio o el derecho ciudadano (el consumo cultural), en tanto lugar de tensin de la diversidad (Moreno, 2002: 2)
Lo que se pretende destacar luego de estas largas citas, es que dentro del
amplio espacio que existe entre los modos de instrumentar la cultura,
esquematizados a travs de los polos cultura/negocio y cultura/social, puede
identificarse la nocin de cultura entendida como recurso. Pero como ha sido
esta transformacin de la nocin de cultura? y Qu caractersticas asume?
Anteriormente se seal que luego de la Segunda Guerra Mundial, Adorno y
Horkheimer advirtieron un proceso de integracin del arte superior con el arte
inferior bajo el influjo de la industria cultural. Estas ideas tuvieron su
continuacin en Marcase, quien demostr que el arte, la poltica, la religin, y la
filosofa estaran ahora subsumidos en el mercado.
Esa misma nocin de cultura (como recurso) fue la que orient el discurso de la
UNESCO cuando comenz a desplegar su influencia en el terreno de las
polticas culturales. La operatividad del vnculo cultura y desarrollo, sirvi a esta
agencia para sostener cierta representatividad e imponerse como un referente
en el terreno de las polticas culturales. En el perodo que abarcan los decenios
del sesenta y setenta, las recomendaciones de la UNESCO tuvieron una
influencia notoria para la consolidacin del paradigma de democratizacin
cultural (aunque en el caso Argentino esta la ltima etapa fue escenario de la
irrupcin de una privatizacin neoconservadora).
Durante esos aos, el fortalecimiento del arquetipo cultural compuesto por
cultura, tecnologa, comunicacin y mercado experiment un crecimiento que
estrech aun ms los mrgenes entre cultura y mercado. La
transnacionalizacin del comercio, motorizada por las posibilidades tcnicas de
los medios de comunicacin hizo posible este vnculo con una rapidez y
eficacia que continua incrementndose hasta la actualidad.
A finales de la dcada del setenta, la legitimidad del modelo de desarrollo
cultural comenz a sufrir cuestionamientos dirigidos desde el interior de
UNESCO, por algunos Estados miembros que se vean perjudicados por sus
efectos. Ms all de los detalles de este suceso, el impacto de estos ataques
provoc un cambio de perspectiva acerca de los contenidos y los objetivos de
las polticas culturales. As, las asociaciones entre cultura y desarrollo
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econmico comenzaron a ceder terreno frente a la nocin de la cultura como
factor de reafirmacin identitario, como derecho individual de los ciudadanos,
etc. Aqu se encuentran las ideas que prefiguran un aspecto de la nocin de
cultura como recurso.
El pasaje de la democracia cultural hacia una nocin recursista de la cultura se
dio a partir de la dcada del noventa, cuando el neoliberalismo y sus polticas
de austeridad econmica, debilitaron la intervencin estatal en todo el espectro
de las polticas culturales, dando paso a las iniciativas de la sociedad civil y el
sector privado en la formulacin de estrategias de accin para satisfacer las
demandas que el estado haba dejado abandonadas. Esto ocurre en un
contexto de globalizacin, donde el Estado tambin ha abandonado en parte su
inters en el campo cultural como espacio para la construccin de hegemona.
La nocin de cultura como recurso, ha sido propuesta por el intelectual
norteamericano George Ydice en su libro del ao 2002 El recurso de la
cultura. En la introduccin al primer captulo, el autor ofrece ya el objetivo
general de su obra:
examino cmo la cultura se invierte, se distribuye de las maneras ms globales, se utiliza como atraccin para promover el desarrollo del capital y del turismo, como el primer motor de las industrias culturales y como un incentivo inagotable para las nuevas industrias que dependen de la propiedad intelectual. Por tanto, el concepto de recurso absorbe y anula las distinciones, prevalecientes hasta ahora, entre la definicin de alta cultura, la definicin antropolgica y la definicin masiva de cultura. (Ydice, 2002: 16)
Esta frase solo ilustra una parte del concepto, ya que este encierra una riqueza
mucho mayor. Dentro de la nocin recursista de la cultura existe una faz
mercantilista (de exclusiva acumulacin econmica) y otra social (de inclusin
social, construccin de ciudadana) que representan distintos modos de
instrumentar la cultura. En su aplicacin, estas dos lgicas se superponen y se
mezclan configurando un campo de tensin que es justamente, objetivo de
anlisis de este trabajo. En palabras de Santilln Guemes
El valor de la propuesta de Ydice est en haber sealado la relevancia que adquiri el fenmeno mencionado en los ltimos tiempos atravesados por los procesos de globalizacin y en haber dado cuenta de cmo estalla la esfera de la cultura en sentido estricto (el Sector Cultura) para pasar a ser operada de manera explcita (consciente, poltica), por agentes de otras esferas (la econmica y la poltica). Esto tanto en funcin de producir transformaciones y ms que
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nada consumos en el campo de la cultura integral (cultura(s), formas y proyectos de vida, horizontes simblicos) como de incrementar los rditos econmicos y afirmar el fundamentalismo del mercado o, por el contrario, para impedirlo, resistirse o apropiarse de ciertos elementos en pos de concretar nuevos empoderamientos dentro de la sociedad civil con sus distintos niveles y modalidades. (Santilln Gemes, 2009: 73)
Del informe McBride a la Diversidad cultural
Hasta aqu se demostr cmo la nocin de cultura es transformada a partir del
encuentro de la cultura con las fuerzas productivas del capitalismo (es decir, su
insercin dentro de la lgica del mercado) y su progresiva institucionalizacin
(los debates y negociaciones sobre la cultura en el plano poltico nacional e
internacional). El resultado de esa transformacin, implico una legitimacin de
la cultura como recurso; concepto que a su vez abarca los distintos modos de
instrumentar la cultura anteriormente descriptos. Como se indic anteriormente
estos modos usos de la cultura esquematizados a travs de los polos
cultura/negocio y cultura/social, han configurado un campo de tensin en donde
el mercado y el estado ocupan posiciones, muchas veces, antagnicas.
Para delinear los contornos de ese campo de tensiones, se utilizar una
caracterizacin de polticas culturales elaborada por Rubens Bayardo, quien se
centra en cmo los particularismos: desarrollo y diversidad, han impactado en
la formulacin de las polticas culturales.
En su trabajo Polticas Culturales, Derroteros y Perspectivas Contemporneas
(Bayardo, 2008), Rubens Bayardo reconoce cuatro generaciones de polticas
culturales en donde una primera, es funcional a intereses de los Estados-
Nacin que utilizaron la cultura como un instrumento para lograr la cohesin
social y generar un relato unificador de lo nacional libre de conflictos o
tensiones. Las bellas artes, la literatura y el patrimonio darn legitimidad a ese
modelo impuesto a travs de la hegemona detentada por una elite interesada
en generar una cultura oficial.
Segn Bayardo existe cierto consenso entre sus colegas en entender una
segunda generacin como producto de la expansin conceptual y pragmtica
de la cultura hacia los dominios de las industrias culturales y los medios de
comunicacin. Esta expansin llega con los modelos de desarrollo impulsados
por las economas centrales luego de la segunda guerra mundial. En este
esquema, el desarrollo estaba ligado fuertemente al crecimiento de la
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economa en un contexto de libre mercado; el incremento de la productividad,
la industrializacin y el uso masivo de la tecnologa como medios para alcanzar
un grado de bienestar, equipararon la nocin de desarrollo a la de crecimiento
econmico. El modelo, claro est, fue irradiado desde las potencias
hegemnicas hacia las ms postergadas, por medio de la transferencia de
tecnologa y la integracin de estas ltimas a proyectos econmicos de escala
global. El fracaso de esta teora de la modernizacin en los pases perifricos,
y las consecuencias negativas de este, llevo a cuestionar muchos aspectos del
modelo de desarrollo y tratar de corregir el rumbo mediante la inclusin de una
serie de factores que el pensamiento economicista haba excluido desde un
primer momento. Como no poda ser de otra manera, la cultura fue uno de los
componentes clave en este cambio de perspectiva.
La tercera generacin de polticas culturales llega con la imbricacin de la
cultura y el desarrollo, y la puesta del hombre en el centro de esta
problemtica. Las conferencias auspiciadas por la UNESCO (desde Venecia en
1970 hasta Mxico en 1982) mencionadas en anteriormente, son un ejemplo
bastante representativo de lo que el autor llama un giro civilizatorio e impasse
dentro de las polticas culturales, al tiempo que sealan la preocupacin por
parte de agencias internacionales, en indicar los aspectos negativos de la
mencionada expansin conceptual y pragmtica de la cultura hacia los
dominios de las industrias culturales y los medios de comunicacin.
Una cuarta generacin, estara marcada por el impulso que desde la UNESCO
se brind a la nocin de diversidad cultural, como una herramienta con cierto
potencial para revertir las desigualdades y proponer una alternativa que
contemple los intereses de las naciones menos favorecidas por el desarrollo
Conviene ahora revisar esta cuarta generacin de polticas culturales, en donde
se configura la nocin de diversidad cultural, concepto que tendr una
importancia decisiva en los asuntos culturales tratados en el seno de la
UNESCO.
Aunque el texto de Bayardo no indica lmites temporales, es el decenio de 1980
el que marca una divisin entre naciones que perseguan distintos intereses en
cuanto a la circulacin de bienes culturales. El debate sobre este tema se inicia
en 1977 cuando la UNESCO comienza a preocuparse por los mencionados
aspectos negativos del desarrollo, encargando a una comisin presidida por
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Sean McBride la elaboracin de un informe sobre la problemtica de la
comunicacin4. El resultado de este trabajo, presentado en la XXI Conferencia
General de la UNESCO (Belgrado 1980) desvel las amplias desigualdades
existentes entre las economas con capacidad de imponer condiciones por
medio de conglomerados transnacionales que garantizaban un modelo univoco
en el campo de la produccin, distribucin y consumo de ciertos bienes
culturales (entre los cuales la industria del cine y la msica son un buen
ejemplo de esta situacin). En el apartado un impulso y una amenaza para la
cultura el documento advierte sobre las implicancias negativas de esta
dualidad apelando a la influencia de los fines comerciales y publicitarios, as
como las formas conformistas de la cultura aprobadas por los burcratas que
amenazan con y nivelar empobrecer la vida cultural (UNESCO, 1980: 55)
Los resultados del Informe McBride motivaron el alejamiento de la UNESCO
por parte de Estados Unidos en 1984, seguida en 1985 por Gran Bretaa y
Singapur; el primero de estos pases vio en el informe una amenaza contra su
liderazgo en el sector de las comunicaciones y por ende, en un sector de la
economa en plena expansin. El director general Mhatar MBow fue acusado
por la derecha norteamericana de favorecer las posiciones de pases
socialistas convirtiendo la organizacin en un terreno de batalla poltico y de
utilizar la cultura como propaganda para esos sistemas de gobierno.
Pero estas razones fueron, en realidad, la cara visible de una disputa entre
diferentes bloques de naciones que abarcaba intereses ms amplios.
Primeramente, se debe indicar que el informe McBride fue el resultado de una
iniciativa de la UNESCO denominada NOMIC (Nuevo Orden Mundial de la
Informacin y Comunicacin ) como un proyecto internacional de
reorganizacin de los flujos globales de informacin a travs de distintas
acciones de organismos gubernamentales y del tercer sector. El NOMIC
juntamente con otras acciones del mismo tenor, fueron vistas por EE.UU. y
Gran Bretaa como un desafo a su hegemona en el campo de la poltica
internacional, ms precisamente en la ONU.
Miquel Vilar explica que
4 El Informe de la Comisin Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicacin, se complet en diciembre de 1979. Sean McBride , presidente de la comisin, presento el informe al Director General de la UNESCO en Febrero de 1980.
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El proceso de descolonizacin multiplic el nmero de Estados que tenan reconocida su soberana, y por tanto voz y voto en el sistema de Naciones Unidas. No es de extraar que, paralelamente al incremento del nmero de sus actores, los foros multilaterales resultasen mbitos cada vez ms politizados. Por primera vez, organizaciones de carcter universalista como la UNESCO, ofrecern a los pases recin incorporados, subdesarrollados en su mayora, la posibilidad de poseer el control de los votos. La cristalizacin del movimiento de Pases no Alineados complicar an ms el dilogo de sordos que tradicionalmente solan mantener en la ONU los dos bloques. Fue en la UNESCO donde ms pronto se dejaron sentir voces que discutan el liderazgo americano. La reaccin de Estados Unidos fue desde un principio criticar a una organizacin donde la democracia de funcionamiento no iba acompaada de una democracia de financiamiento. (Vilar, 1998: 221)
Continuando con las ideas de Vilar y otros, se llega a la conclusin que la
retirada de la UNESCO por parte de Estados Unidos y sus aliados, (basada en
pretextos dbiles como los problemas de financiamiento, politizacin y
atentados contra la libre circulacin de la informacin) fue en realidad una
demostracin de fuerza frente a quienes desafiaban su histrico liderazgo en la
ONU, efectivizada a travs del cese del respaldo a una de las agencias con
mayor visibilidad del organismo. Pero ms all del poder simblico de esta
demostracin y sus efectos en otras reas de la organizacin, exista una
preocupacin evidente por preservar el control de los medios de comunicacin
y sus conglomerados audiovisuales y de informacin. En este sentido,
Carrasco y Saperas afirman que
Los intereses privados de las primeras grandes corporaciones internacionales, que de algn modo haban visto en el nuevo arquetipo cultural, nuevas posibilidades de aumentar sus beneficios econmicos y mantener el estatus quo, se vieron as amenazados en un contexto institucional sensible a intereses hasta entonces marginados. Bajo la defensa de ideales liberales (libertad de informacin, libertad de comunicacin, libertad de mercado), vieron en el posible posicionamiento proteccionista de la UNESCO un atentado directo contra sus intereses. (Carrasco y Saperas, 2012:11)
Luego del alejamiento de M`Bow en 1987, la UNESCO se vio forzada a adoptar
una posicin ms moderada denominada Nueva Estrategia de la
Comunicacin que signific una forzada distensin mediada por el abandono
del NOMIC y el consiguiente retroceso sobre las posturas de McBride,
desviando los reclamos negativos con acciones que tendan a buscar la
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reconciliacin con los Estados disidentes. En tal sentido su nuevo presidente, el
Espaol Federico Mayor Zaragoza deca
"Esta evolucin es sumamente importante para la Organizacin, que podr salir de las speras controversias de los ltimos aos. Al adoptar esa nueva estrategia de comunicacin, los Estados Miembros optaron claramente por inscribir a la UNESCO en la va de la libertad y de la solidaridad".(citado por Marquez de Melo, 1991: 15)
Asi, la nueva estrategia estuvo guiada por la preocupacin de disminuir las
brechas entre las desigualdades en la comunicacin desde un sentido
tecnolgico-formativo, promoviendo inversiones en infraestrutura, ampliando y
modernizando las redes de comunicaciones de los pases en desarrollo,
Desarrollando programas destinados a educar a los usuarios de los medios de
comunicacin, pero siempre ocultando el problema de base que el informe
McBride haba indicado.
Cules fueron los resultados concretos de estas disputas y de que manera
influyeron sobre el nacimiento de la diversidad cultural?
En primer lugar, con el alejamiento de EE.UU. y sus aliados la UNESCO se vio
privada de una importante fuente de financiamiento y apoyo, por lo que debi
orientar sus esfuerzos a volver a tejer los vnculos con los pases escindidos.
En segundo lugar, provocaron un giro retrico al momento de abordar el
fracaso del modelo de desarrollo cultural basado en el crecimiento de las
industrias culturales y los medios de comunicacin. As lo expona Javier Perez
Cuellar en el prologo del informe Nuestra Diversidad Creativa. Informe de la
Comisin Mundial De Cultura y Desarrollo (1996) las iniciativas de desarrollo
haban fracasado con frecuencia porque en muchos proyectos de desarrollo se
haba subestimado la importancia del factor humano, la compleja trama de
relaciones y creencias, valores y motivaciones que es el corazn de una
cultura. (UNESCO, 1996:9)
Trazando un breve resumen de lo explicado hasta aqu, se considero al
Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural (1988-1997) como un paso
decisivo en la transicin hacia la incorporacin de perspectivas culturales a las
estrategias de desarrollo, que pusieron a la Diversidad en un primer plano;
tambin en pginas anteriores se ha visto como en 1996 el informe Nuestra
Diversidad Creativa comenz a plantear la necesidad de redisear las polticas
culturales con la diversidad como eje articulador. La Declaracin Universal
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sobre la Diversidad Cultural (UNESCO, 2001) que se aprob el 2 de Noviembre
de ese ao, es el resultado de una readecuacin sobre las posturas ms
radicales del informe McBride, que demostr la flexibilidad para retomar las
discusiones sobre viejos asuntos desde nuevos puntos de vista.
Segn Maider Maraa, esta Declaracin fue una importante llamada de
atencin en la comunidad internacional y orient a los Estados Miembros a
profundizar en el debate internacional sobre los problemas relativos a la
diversidad cultural, especialmente los que se refieren a sus vnculos con el
desarrollo (Maraa, 2012: 11)
El documento producido en aquel encuentro concentr sus esfuerzos en los
siguientes principios 1) identidad, diversidad y pluralismo, 2) diversidad
cultural y derechos humanos 3) diversidad cultural y creatividad y 4) diversidad
cultural y solidaridad internacional
El primer principio impone la nocin de Diversidad como un patrimonio comn
de la humanidad estableciendo un parangn con la diversidad biolgica y
plantea la nocin de pluralismo cultural como la respuesta poltica de la
diversidad; tambin observa que la diversidad es un instrumento para el
desarrollo que no debera entenderse solo en trminos econmicos sino
tambin como medio de acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y
espiritual satisfactoria (UNESCO, 2001: 4). En el segundo principio se
exponen las relaciones entre los derechos humanos, derechos culturales y la
diversidad, indicando el estrecho vnculo y la indivisibilidad de estas categoras.
El patrimonio cultural debe nutrir de la creatividad en toda su diversidad, siendo
las polticas culturales, custodios de ese cometido y responsables de crear las
condiciones para que los bienes culturales detenten un estatus diferente a otras
mercancas (tercer principio). El cuarto principio invoca la necesidad de lograr
un equilibrio entre los flujos e intercambios de bienes culturales a escala
mundial, por medio de la cooperacin y la solidaridad; la asociacin entre el
sector pblico, el sector privado y la sociedad civil, debera colaborar en esta
empresa.
En el tercer y cuarto principio, se encuentra el punto central en donde converge
el debate acerca del carcter de los de bienes culturales y los desequilibrios en
su intercambio: El artculo 8 titulado Los bienes y servicios culturales,
mercancas distintas de las dems expresa de forma clara y concreta
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Frente a los cambios econmicos y tecnolgicos actuales, que abren vastas perspectivas para la creacin y la innovacin, se debe prestar una atencin particular a la diversidad de la oferta creativa, a la justa consideracin de los derechos de los autores y de los artistas, as como al carcter especfico de los bienes y servicios culturales que, en la medida en que son portadores de identidad, de valores y sentido, no deben ser considerados como mercancas o bienes de consumo como los dems.(UNESCO, 2001: 5)
Con igual elocuencia, el articulo 10 indica Ante los desequilibrios que se
producen actualmente en los flujos e intercambios de bienes culturales a escala
mundial, es necesario reforzar la cooperacin y la solidaridad internacionales
destinadas a permitir que todos los pases en transicin, establezcan industrias
culturales viables y competitivas en los planos nacional e internacional
(UNESCO, 2001: 5)
Francia y Estados Unidos: dos estrategias frente a los bienes culturales
Llegando a este punto, surge la pregunta sobre quines son los contendientes
en esta puja por los bienes culturales, quines defienden las posiciones del
libre mercado y quienes sostienen el proteccionismo como un medio para
conseguir el equilibro en los intercambios?, Cules son las arenas de batalla
donde tiene lugar esta contienda? Y, cmo se ha llevado a cabo la
instrumentacin poltica de la retrica basada en la diversidad cultural?
Las respuestas a estas preguntas surgen del anlisis de las posiciones
representadas por los intereses entre Estados Unidos y Francia y sus
respectivas modalidades en el manejo de su poltica cultural. El ejemplo del
sector audiovisual, es clave para entender las posiciones de ambos pases, en
donde el expansionismo estadounidense, se ve desafiado por Francia y el
bloque de la Europa continental en un intento por preservar sus intereses
locales.
En Estados Unidos, el esquema keynesiano aplicado despus de la Segunda
Guerra Mundial, produjo un crecimiento sostenido de la economa que se
extendi hasta la dcada del sesenta. Este funcionamiento llev a las
industrias culturales de este pas (con el sector audiovisual a la cabeza) a
ocupar un lugar de privilegio dentro de sus exportaciones. Al igual que en otros
sectores de la economa, los Estados Unidos haban previsto que para que el
crecimiento del sector audiovisual sea exitoso, era necesario colocar sus
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productos a nivel global. El firme apoyo que el gobierno a ofreci a Hollywood
en las negociaciones internacionales del sector audiovisual, tuvo su retribucin
cuando, en un gesto patritico, la Motion Picture Association of America ofreci su ayuda a la administracin Bush para ayudar a revertir la propaganda
negativa en la imagen internacional del pas que produjo la invasin a Irak.
Con este ejemplo, puede entenderse lo que representa el sector audiovisual
para los intereses estadounidenses, tanto en el plano econmico como en el de
afirmacin identitaria y construccin de consenso interno. En ese marco de
proteccionismo interno y externo, el cine estadounidense se convirti en la
punta de lanza de una penetracin que durante medio siglo, ha debilitado las
industrias culturales de todo el mundo.
A partir de la dcada del noventa, la conversin de los estudios de cine en
empresas que integran estudios de cine con unidades de televisin, redes (de
transmisin area y de cable), compaas de msica, empresas de Internet,
firmas de videojuegos, parques temticos, espectculos teatrales, etc, ha
llevado a una concentracin global del sector audiovisual, a un nivel que puso
en alerta a las industrias culturales de otros pases. Desde luego que este
expansionismo insaciable se despleg en el marco de un proceso de
liberalizacin del comercio extendido a la mayor parte de los bienes y servicios
comercializables; dentro de las cuales, la cultura cobraba cada vez ms
importancia. Una vez ms, George Ydice propone un valioso enfoque sobre
este asunto
Se invoca la cultura cada vez ms no solo como un motor del desarrollo capitalista, y ello se manifiesta en la repeticin ad nauseam de que la industria audiovisual ocupa, en Estados Unidos, el segundo puesto despus de la industria aeroespacial.() Esta culturalizacin de la economa no ocurri naturalmente, por cierto, sino que fue cuidadosamente coordinada mediante acuerdos sobre el comercio y la propiedad intelectual, tales Como el GATT y el OMC, y mediante leyes que controlan el movimiento del trabajo intelectual y manual (por ejemplo, las leyes de inmigracin). En otras palabras, la nueva fase del crecimiento econmico, la economa cultural, es tambin economa poltica. (Ydice, 2002: 31)
La anterior cita, obliga a hacer un retroceso temporal en el orden de los
sucesos y situarnos en el terreno formal de disputa: los organismos
multilaterales. La controversia comenz en 1993, en la etapa final de las
negociaciones de la Ronda Uruguay por el acuerdo general sobre el comercio
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de los servicios (AGCS, o GATS en ingls). En estas negociaciones Francia,
Canad, Blgica y otros Estados, bregaban por excluir los servicios
audiovisuales del acuerdo, bajo el pretexto que la cultura y los bienes culturales
deban sustraerse de de las consideraciones econmicas por su impacto social
y otras razones que ya han sido mencionadas anteriormente. La estrategia
ideada ofreca dos alternativas: la primera, defendida a rajatabla por Francia,
era la de excepcin cultural; que implicaba excluir totalmente a los bienes y
servicios culturales de los acuerdos. La segunda conocida como especificidad
cultural fue propuesta por la Comisin Europea (con el comisario britnico
Leon Brittan al frente) que impulsaba la inclusin del sector cultural pero con
algunas restricciones particulares.
Siguiendo su tradicin, los Estados Unidos impugnaban estas posiciones
partiendo de la idea que la cultura era una actividad comercial similar a otras y
cualquier intervencin del Estado atentaba contra el libre mercado. El cierre de
las negociaciones de la ronda Uruguay, dio origen a la Organizacin Mundial
de Comercio, que recogi los resultados de las discusiones sobre el trato del
sector audiovisual definidas recin en diciembre de 1993. En este particular, se
lleg a un punto de equilibrio bastante complejo: por un lado la pretendida
excepcin cultural del bloque encabezado por Francia, fracas debido a la
influencia de los Estados Unidos; por ello, la cultura entr dentro de los
acuerdos de libre comercio.
Por otro, la Comunidad Europea y sus Estados miembros, no tomaron
obligaciones de liberalizacin en el acceso al mercado y al trato nacional
amparndose en las exenciones que permite el art 2 de GATS. Desde luego
este equilibrio de fuerzas estaba condicionado por el plazo de las exenciones
(no mayor a 10 aos) y la imposibilidad de adoptar nuevas medidas
proteccionistas a partir de la aprobacin del acuerdo.
Ante esta apertura de posibilidades, ambos bloques disearon estrategias bien
diferentes. Estados Unidos se concentr en lograr acuerdos bilaterales,
presionando fuertemente a pases como Chile y Australia; que finalmente se
vieron limitadas en el control interno de sus polticas. Adems, Estados Unidos
se convirti en el impulsor principal del Acuerdo Multilaterales de Inversiones
(AMI) y la cumbre mundial de la OMC (en 1998 y 1999 respectivamente);
ambos encuentros naufragaron, no tanto por la presin de los grupos anti-
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globalizacin, sino mas bien por los desacuerdos entre las naciones en algunas
reas clave ,como las regulaciones medioambientales y las subvenciones
agropecuarias. Todas estas instancias perseguan un mismo fin: la
liberalizacin de las barreras al comercio de bienes y servicios.
El bloque francs se dedico a tejer alianzas con pases que compartan su
punto de vista, potenciando la visibilidad de distintas ONGs y los organismos
gubernamentales, para lograr abrir otro frente de batalla en la UNESCO;
objetivo que se logr con la Declaracin Universal sobre la Diversidad Cultural
en el 2001. Ms all del impacto en los organismos culturales de cada pas, el
texto del documento era de naturaleza declaratoria, es decir, no era un texto
jurdicamente vinculante que obligara a los Estados a tomar compromisos;
situacin que se corrigi con la Convencin Sobre la Proteccin y la Promocin
de la Diversidad de las Expresiones Culturales (Unesco, 2005).
Durante el lapso de tiempo que trascurri entre la declaracin y la convencin,
los especialistas del Encuentro Internacional de Organizaciones Profesionales
de la Cultura y el Comit de Enlace Internacional de Coaliciones para la
Diversidad Cultural produjeron sucesivos documentos que fueron apuntalando
la nocin de diversidad cultural. Como seala Armand Mattelart, el concepto se
ha extendido como una mancha de aceite y sigue inspirando polticas
pblicas respecto de las industrias de la cultura () su creciente audiencia
desde el comienzo del nuevo milenio demuestra que las desborda y que tiende
a convertirse en una referencia fundamental para la bsqueda de una nueva
ordenacin del planeta (Mattelart, 2005: 139)
La Declaracin de Montreal del ao 2001, fue seguida por la del Louvre (2003),
Sel (2004) y finalmente las de Madrid y Buenos Aires en el 2005 (esta ltima,
tan solo un mes antes de la convencin de la UNESCO). Justamente, el hecho
de que Buenos Aires haya sido una de las sedes para estos encuentros, obliga
a examinar las causas de la Instrumentacin poltica del discurso de la
diversidad en Buenos Aires.
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CAPITULO 2
El Tango y las activaciones patrimoniales en la Ciudad de Buenos Aires
Diversidad cultural e industrias culturales en Buenos Aires
Comprender la gnesis del discurso sobre la diversidad cultural en la ciudad de
Buenos Aires, implica retroceder hasta la crisis poltico-econmica del ao
2001, para examinar los rasgos de la poltica cultural y las modificaciones que
se estaban produciendo en su interior. Estas modificaciones tienen su origen
en los profundos cambios en torno al valor de la cultura como recurso
descriptas en el anterior captulo. Dentro de esa concepcin, se observa que
los modelos de gestin cultural vigentes en las economas ms prsperas,
comienzan a aplicarse en el diseo y la gestin de los planes y programas
locales. En tal sentido, la potencialidad del sector cultural como generador
directo o indirecto de ingresos, comenzaba ya a ser considerada en la gestin
que realizada por Daro Loprfido (como Secretario de Cultura) y Hernn
Lombardi (como Secretario de Turismo) durante el mandato de Fernando De la
Ra como Presidente de la Nacin. Este giro productivo que se articula en
torno a las industrias culturales, termina de tomar forma cuando, luego de la
dimisin de De la Ra, la crisis deja paso a un periodo de relativa recuperacin
en el plano econmico e institucional. En contraste con lo ocurrido en el relevo
del Poder Ejecutivo Nacional, el traspaso de la Jefatura de Gobierno de la
ciudad, se realiz en trminos menos conflictivos, teniendo como resultado la
eleccin de Anbal Ibarra en Agosto del 2000.
Este relativo orden en el sistema poltico de la ciudad, no eximi totalmente a
esta de los trastornos provocados por la crisis; al contrario, por su condicin de
ciudad capital, se convirti en la caja de resonancia de todas las voces que
manifestaron su descontento con los efectos provocados por el fracaso del
modelo neoliberal.
Durante los aos del despliegue de ese modelo, la progresiva
desindustrializacin de la ciudad, dej paso a una economa basada en los
servicios. Para dar un ejemplo de esto, basta indicar que en el periodo que
abarca desde 1993 a 2001, el sector financiero registr una participacin en el
PBI del 10,8% al 19,2%, mientras que la industria cayo del 16 al 11.4%. Sin
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entrar en los detalles de las disputas entre devaluadores y dolarizadores,
puede decirse que la salida de la igualdad peso-dlar, favoreci el
enriquecimiento de los grupos econmicos de capital local y extranjero con
actividad exportadora; lo que es decir, aquellos que comercializaban
commodities y bienes con escaso valor agregado.
Si se asume que la recuperacin econmica estuvo motorizada por el sector
agro-industrial y los beneficios en las exportaciones que este obtuvo por el tipo
cambio; tambin se debe considerar que el alcance de las externalidades de
ese sector por s solas, estaban lejos de generar un impacto significativo en la
economa de la ciudad. En efecto, por sobre la industria y el comercio, los
servicios son el sector que ms ha aportado a la recuperacin de la economa
en trminos de generacin de producto y empleo.5La desagregacin del sector
servicios, incluye tambin el turismo receptivo que tiene una gran incidencia en
el comercio, el mercado inmobiliario y las industrias culturales. Como se ver
ms adelante, las estrechas relaciones entre los organismos oficiales
encargados de turismo y cultura, sern un punto clave para entender las
polticas culturales con respecto al tango.
En su trabajo The Tango Machine: Musical Practice and Cultural Policy in
Post-Crisis Buenos Aires, Morgan James Luker afirma que Muchas de las
polticas de la ciudad con respecto a las industrias culturales, se formaron en
respuesta a los desafos planteados por la crisis, y han sido diseados para
aprovechar las nuevas y diferentes tipos de estrategias de desarrollo que se
cree que son eficaces en el contexto de ese evento (Luker, 2009: 52). Sin
negar la veracidad de las proposiciones de Luker, debe indagarse quines
fueron los agentes culturales que impulsaron esas polticas y cuales fueron sus
principales objetivos.
La primera de las acciones destinadas a proteger a las industrias culturales, fue
la Ley 25.750, de Preservacin de Bienes y Patrimonios Culturales. En su
artculo 1ro, la ley indica:
En orden a resguardar su importancia vital para el desarrollo, la innovacin tecnolgica y cientfica, la defensa nacional y el acervo cultural; y sin perjuicio de lo dispuesto por leyes especiales destinadas a tutelar los intereses estratgicos de la Nacin, la poltica del Estado
5 Para el ao 2005, los servicios ocuparon el 74% del Producto Bruto Geogrfico (PGB) de la ciudad. Fuente: Direccin General de Estadstica y Censos (Ministerio de Hacienda gcba).
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nacional preservar especialmente de a) El patrimonio antropolgico, histrico, artstico y cultural; b) Las empresas dedicadas a la ciencia, tecnologa e investigacin avanzada que resulten fundamentales para el desarrollo del pas; c) Actividades e industrias de relevante importancia para la defensa nacional; d) El espectro radioelctrico y los medios de comunicacin (Ley 25.750, 2003)
Como bien seala Luker, los oportunistas extranjeros como coleccionistas y
conglomerados de medios, obtuvieron grandes beneficios en los meses
siguientes a la crisis. Por ello, la nueva ley intentaba frenar estas prcticas
asociadas a una compra depredadora de bienes patrimoniales, propiedades
intelectuales e infraestructuras comerciales.
Lo que Luker omite, es que la ley 25.750 fue implementada para eximir a los
grandes conglomerados locales de las consecuencias que implicaba su grave
endeudamiento con acreedores extranjeros. En el artculo nmero 2, se
encuentra el ncleo central del tema:
Establcese, a partir de la entrada en vigencia de la presente ley, que la propiedad de los medios de comunicacin, que se definen en el artculo 3 de la misma, deber ser de empresas nacionales, permitindose la participacin de empresas extranjeras hasta un mximo del 30% del capital accionario y que otorgue derecho a voto hasta por el mismo porcentaje del 30% (Ley 25.750, 2003)
En un detallado anlisis del articulado, Francisco Junyent Bas et al, cuestionan
la legitimidad de la ley indicando que:
La exclusin a favor de empresas que explotan "bienes culturales" es producto del lobby de conocidos empresarios; es un eufemismo para favorecer a un conocido grupo empresario multimedios. No existe fundamento vlido para sostener que empresas insolventes vinculadas a medios de comunicacin tengan un tratamiento diferenciado de forma tal que la legislacin genere dudas respecto al derecho constitucional de ig