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CAPTULO XII
LOS TIEMPOS MODERNOS:DESCOMPOSICI N Y REFORMA
La eucarist a sepultada por formularios e interpretacionesno tradicionales
A partir del siglo xi , los oficios recitados en Occidente por cicoro durante la onci n eucar stica, pero prcticamente independientes de su contenido, desaparecen. Son progresivamente sustituidos por otro desarrollo, que no carece de analog as con el de loscantos del coro en Oriente, pero cuya calidad es todav a ms dudosa. No es que se aadan cantos o respuestas enteramente nuevos,pero se viene a guarnecer el sanctus y el benedictus con todos losotros cantos del ordinario con eso que se llamarn tropos. Su origen parece germnico, pero pronto se los ve proliferar a travs de
toda la Europa gtica, con la sola excepci n de Italia. Concurrentemente con los desarrollos mel dicos, y muy pronto polif nco,de los antiguos cantos, se introducirn palabras intercalares sobre
las vocalizaciones que hab an comenzado, pr longando indefinidamente las slabas. Tanto en lat n, como en lengua vulgar, son en unprincipio una parfrasis del texto de base. Pero de la parfrasis sepasa pronto a una amplificaci n libre, que se aparta cada vez ms
del texto original.
En estos tropos se refleja la sensibilidad religiosa de la poca:adoraci n de la humanidad del Salvador presente en la eucarist a,
1. Cf. A. JUNGMANN, El sacrif,ct de a ,,,isa. p. 174..
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Los
empos modernos: descomposici n y reforma
evocaci n afectiva de su pasi n, expresi n del sentimiento de indignidad de los que se acercan al misterio augusto : tales son sus teniasmejores. Pero pronto se llegar casi a meter en ello cualquiercosa. Al final de la edad media, en las composiciones de mltiples
partes, no ser raro oir una u otra voz que canta sin empacho laspalabras de una tonada entonces en boga, empleada para el usolitrgico y mezclada con las palabras latinas del sanctus.
Por lo que hace al sacerdote mismo, las apolog as y los actos depiedad afectiva para con el Salvador presente y sacrificado continan, sin embargo, hinchando el rezo del canon
Un nuevo factor intervendr a partir del siglo XIII y pesar
gravemente sobre la evoluci n de la eucarist a. Es la llueva elevaci n de las especies que se introduce inmediatamente despus delrelato de la instituci n, y la exhibici n de la hostia, que es su raz nde ser. Saludada con motetes compuestos ad /loc para adorar la
presencia del Salvador, esta ceremonia acabar. por atraer hacia si
toda la devoci n popular a la misa. Tenemos aqu un producto de la
teolog a desarrollada contra Berengario y su negaci n de la presencia real del verdadero cuerpo de Cristo : por reacci n, toda lamisa tender a concentrarse en la producci n de esta presencia, enfocada como el resultado de la repetici n de las palabras de Cristosobre el pan y el vino ,
Al mismo tiempo, a la rarefacci n de las comuniones se superpondr e1 desarrollo de las misas llamadas privadas. Se ofrecenpor las intenciones ms diversas, mezcladas con frecuencia consupersticiones ms mgicas que religiosas. Por lo menos, se tiendei ver en la misa una como reiteraci n del Lalvano, destinada a ob-tenernos cada vez todo lo que podamos desear ms en particular.La afirmaci n ulterior de la Confesi n de Augsburgo, segn la cualse habr a llegado a creer que la cruz slo hab a expiado el pecadooriginal, mientras que cada misa estar a destinada a expiar nuestrospecados actuales, es quiz una descripci n exageradamente sistematizada. Sin embargo, es dif cil negar que formule una tendencia
que estaba por lo menos en el aire y que ni siquiera era lo peor quepoda hallarse entre las deformaciones de la poca.
2. Cf. A. 3 VNGMAWN, Op. CiL, p. 1 7Q.
3. Ibid., p. l7Oss. 4. Ibid.. p. 180s,.
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Forniuliirioa e interprct.cionn 110 trndicionaIe
Sin ir hasta estos casos extremos, hay que reconocer que en losmejores comentarios de la misa producidos para uso de los sacerdotes a lo largo de la edad media, corno el de Inocencio iii , o mstarde en el de Gabriel Biel en el que se formar Lutero en la pie
dad eucar stica, apenas si se halla ya ms que vestigios del sentidoprimitivo de la eucarist a como acci n de gracias por los mirabiiaDei, o de la anamnesis como presencia sacramental del misterioredentor. La acci n de gracias se reduce a un agradecimiento porel don de Dios recibido en la comuni n o aguardado de ia celebraci n.
La actualidad sacramental del sacrificio cede ci puesto a la con
sideraci n de los frutos que se esperan de l y que no se cesade enurnerar. Pero las ms de las veces no tienen gran cosa en comn con la antigua visi n, expresada tan magnficamente por sanAgust n, de la Iglesia entera que se consunla e su participaci ncomn en el nico sacrificio redentor.
En la piedad de los mejores aparece la misa conm una repre-sentaci n del sacrificio, no en el sentido sacramental que poda
adoptarla
palabra, por ejemplo, en un Tertuliano, sino enel
sentidode una piadosa dramaturgia. Debe excitar, mediante su evocaci nfigurada del Calvario, los scntiniicntos de compasi n y de compunci n que la presencia innledit;t, tangible de ste habr a podido despertar en almas piadosas. Entre las f rmulas del canon, la espiritualidad, al igual que la teolog a, slo se fija en las palabras de Ja
instituci n, que le parecen resucitar este espectculo, para el almaque las medita, en el instante en que renuevan la presencia real delcuerpo partido, de la sangre derramada por nuestros pecados.
Francis Clark, S.J., ha tratado recientemente de convencer deerror a los historiadores protestantes o anglicanos ...o incluso cat licos, culpables de haber seflalado estas deformaciones. Para hacerlo ha espigado algunas bellas f rmulas en las que sobrevive.hasta fines de la edad media, algo de la antigua tradici n . Es obvio
que sta no poda morir enteramente en la Iglesia, pero de lo que se
5. INOCENCIO iii, De sanctissinv altaris ,flvscrO. PL 217.6. Cabrielis Riel Canonis Minee csposiS, i,spirado en su maestro EELING ]JECKER.
y que tiene gran difusi n a partir de su publicaci i bajo el nombre de 1iie.i cii 1488.
fue reeditado por iit,go A. OsziuMsn y ViLzAM J. couaTzNAy, Viesbaden 1965.7. F,cis cLARI,E,,charistt Sacrifire end fin Refor,,,ation, Lo,,dres 1960.
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Las tiempos modernoti: duscompoiicl n y refornu
trata es de saber en qu medida estas f rmulas aparecen como realmente caracter sticas de la piedad media, tanto del clero como delos simples fieles. Un hermano en religi n del padre Clark, el padreStephenson, ha podido establecer sin dificultad que la cosa dista
mucho de ser as Ha llegado hasta a sostener que la representaci n de Cristo en la eucarist a, incluso en santo Toms, debe entenderse en el sentido puramente imaginativo en que tomamos la
palabra representaci n en el lenguaje moderno. Aun sin estar
plenamente convencidos por esta contradeniostraci n, hemos de recoiiucer que algunas f rmulas del santo doctor relleian ciertamente
algo de esta concepci n. Lo menos que se puede decir es que era
va una de las ms propagadas en torno al.
Esto reclamaba una enrgica reforma, con otras muchas cosasen la prctica y hasta en la teor a de la Iglesia a comienzos del si
glo xvi, y en todo caso se puede decir que lo mejor de los te logosy maestros de la vida espiritual estaban convencidos de ello. Tam
bin lo mejor del humanismo cristiano, con el retorno a as fuentesque preconizaba, pod a hacer esperar un redescubrimiento de lo
esencial, en un nuevo hallazgo de lo primitivo, restituido a su verdadera interpretaci n, que con tanta sobrecarga y comentarios aberrantes se hab a olvidado o pervertido. La desgracia de la reformaprotestante, en este punto, como en tantos otros, fue que una precipitaci n ms entusiasta que perspicaz, lejos de hacer volver siempre
a las fuentes ms antnticas, indujo a rechazar con frecuencia indis
tintamente lo mejor y lo peor. En cambio, se retuvo, no va lo primitivo y lo esencial, sino lo ms secundario y lo ms reciente.
La historia de la Missa lyrica, a que ya hemos aludido, es unailustraci n tan perfecta de este fracaso, que parece casi incre ble.
Flacius Illyricus, en lo ms vivo de las controversias entre protes
tantes y cat licos sobre la eucarist a, ech mano a un manuscritodel siglo xi, en el que estaba consignada una serie de devociones
sacerdotales que conten an una oraci n para cada rito o f rmulade la misa tradicional. Pero en ella no se hallaba ninguna expresi n
clara de la presencia real, mientras que sta vino a ser una obsesi nen los siglos siguientes, como reacci n contra Ratramno y Beren
8. a,c ctheologicai Siudies, voi. 22, i6 i , p. S8Sss.Cf ira i,. 370,
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La Forniula l issae y la 1 eutschc il esse de Lutero
gano. Tampoco se hallaba ninguna expresi n del sacrilicio eucar stico, tal como lo hab an concebido los padres. Podo se reduc aa una explicaci n pueril del ritual interpretado como una evocaci n
pormenorizada de todos los detalles de la pasi n. Sobre este caa
mazo se insertaba una serie de oraciones de penitencia y de medita
ciones emocionales sobre los padecimientos del Salvador. Fiacius
Illyricus crey haber desenterrado una liturgia primitiva, exenta
de las corrupciones medievales, y public su manuscrito como unajustificaci n de as tesis y de las prcticas protestantes sobre laeucarist a. Un realidad, como tuvo pronto que reconocer, no hab a
exhumado sino una compilaci n de f rmulas tard as destinadas a
recargar de aadiduras caprichosas la liturgia tradicional. Pero sin
quererlo hab a demostrado, a la vez, que las liturgias y las teolog as
que pretend an ser las ms reformadas, lejos de volver a la euca
rist a primitiva, no conservaban ya de la eucarist a medieval sino
sus desarrollos privados de base en la antig edad cristiana.
La Fonnuk .lissoc la Deutsche Mene de Lutero
La comprobaci n es tanto ms sorprendente cuanto que Luterohubiera podido parecer relativamente bien equipado para volver, atravs de la selva de excrescencias medievales, al humus primitivo.
En primer lugar, como ha mostrado Gustaf Auln en su bello libro
Christus Victor Lutero hab a ciertamente descubierto en fecha
temprana algo de la concepci n patr stica de la cruz, como victoriade Dios en Cristo, derribando a todos los poderes de enemistad
entre el hombre y Dios, y restaurando al hombre en una relaci nle hijo con el Padre celestial
Por otra parte, Vngve Brilioth ha subrayado no menos justamente las riquezas espirituales, todas ellas tambin patr sticas, delserm n Von dem hochw rdigen Sahrament des heiligen wahren
Leichnams Christi und von den Bruderschaf ten, de 1519. Es unaexpresi n renovada de la concepci n agustiniana, segn la cual est
Cristo presente en la eucarist a con todo su cuerpo mstico, para in
i,. Cf. 1, Aei.,c, Chr,s12,s 1 u nr, IuP, ligio rl c;,1hul, .c,I,re Lutero.
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Los tiempos modernos descomposiei n y reforma
corporarnos a l y hacernos vivir en adelante una vida que no seasino la expansi n en nosotros de su misterio salvador. Ni tampocose equivoca Brilioth al subrayar que Lutero se mantuvo adicto alas formas de la eucarist a tradicional, no ya por simple conservativismo, sino por la impresi n imborrable del encuentro del homInc con el misterio divino, que hab a dejado en l el uso piadosode estas formas ".
Todo esto, sin embargo, cuando a partir de 1523, debido a lainstigaci n de los que le rodeaban, quiso traducirlo en innovaciones litrgicas, qued no solamente falseado, sino desvitalizado. Sise buscan las razones de ello, salta pronto a la vista que sus preocu
paciones polmicas, por mucho peso que tuvieran, tuvieron ciertamente mucho menos que la inercia de prcticas y de concepcionesmedievales, de las que no hab a logrado emanciparse, como tam
poco lo lograron los otros protestantes que vinieron despus de l.Desde entonces est sin duda obsesionado por una idea fija, la dequitar todo pretexto a las falsas concepciones del sacrificio de lamisa que tend an a hacer de ella un sacrificio diferente del de
la cruz, que el hombre podr a ofrecer para nuevos fines. Pero a esteobjeto no ver otra posibilidad que la de desterrar toda idea de lapresencia del sacrificio de Cristo en la misa y para ello expurgarel canon de la misa de todo lo que exprese tal idea. Sin embargo, a]
hacer esto no har sino sacar las consecuencias l gicas de la ideamedieval latina de que las palabras solas de la instituci n, aisladasde su contexto tradicional, son esenciales para la consagraci n eucarstica. Y as ceder sin ms resistencia a la devoci n concentradaconsiguientemente en la ostensi n y en la adoraci n de la hostiaconsagrada.
Otros factores tendern, sin duda, a compensar e cierta medidaestos dos defectos mayores heredados de la edad media y llevadoshasta sus ltimas consecuencias. La reacci n de Lutero contra lamultiplicaci n abusiva de las misas privadas, con la reintegraci n
de la comuni n, tanto de los fieles como del sacerdote, como pieza
esencial de la celebraci n, tendr un efecto positivo. Pero ste quedar muy atenuado por el hecho de que Lutero, todav a en la l nea
ti. ci. Y. JtRI.zoTu, re rrsfh Jaiti, aud Pnser,ec, EtL,rreiier! and cjdie,1o,,drts 1930, p.
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La Formula Missae y la Deutsche [esse de T.utero
medieval, ver en la comuni n ante todo la ocasi n por excelenciapara hacer actos penitenciales empalmados con la adoraci n delChristus passus. La nica acci n de gracias que conservar ser la
acci n de gracias medieval por la seguridad, as renovada, delperd n.
Su idea de que la misa es, ante todo, el testamento de Cristo,que nos entrega su cuerpo y su sangre como testimonio perpetuode la remisi n de nuestros pecados, con la riqueza que daba a estaexpresi n su visi n de la redenci n, habr a quiz podido permitirlealcanzar la idea primitiva del memorial eucar stico 12 En realidad,la forma polmica en que la opondr pura simplemente a la ideade una presencia del sacrificio de Cristo le impedir sacar las consecuencias ms positivas. Ver que la eucarist a debe llevarnos aun puro sacrificio de acci n de gracias por el don recibido delSalvador. Pero ya en l mismo, y ms estrechamente en sus discpulos, este don tiende a reducirse a la conciencia subjetiva del perdn. As se llegar a la mayor paradoja de la eucarist a protestante:para impedir
quela
misaaparezca
como un nuevosacrificio distinto
del de Cristo, que los sacerdotes pudieran hacer surgir a discreci n, no se admitir otro sacrificio que la of renda subjetiva de s
mismo que debe hacer el creyente comprometindose a servir aDios en el reconocimiento suscitado por el sentido renovado de su
perd n. Entre los protestantes estrictos, para quienes esto rio ser
posible sino sobre la base de una comuni n efectiva con Cristo
muerto y resucitado, deb a haber aqu un conato virtual de vuelta,por lo menos embrionaria, a las concepciones patr sticas sobre
nuestra participaci n en el nico sacrificio salvador. Pero como lo
ha observado cnn raz n Eric Mascali, en los otros protestantes, querechazan ms o menos decididamente la presencia real, no podrya haber en la eucarist a otro sacriFicio que el conlpietafl]ente pela
giano que el hombre, y s lo el hombre, ofrece a Dios en reconoci
miento por sus beneficios.
Y as ten a necesariamente que suceder.una vez que se hab a excluido toda idea de participaci n en el nicosacrificio, completamente divino, al rechazar la comunicaci n sacra
mental de su realidad.
22. cf. JiIILIOTH, OP. Cii., I. 98.13. Cf. E. MASC`IS., Corpus Christi, Londres 2 165, ji. IO6s.
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Los tiempos modernos: descomposici n y reforma
La Fonnula .llissae que produjo Lutero en 1523 es corno el 1110-numento de su fracaso fundamental, aun cuando hasta estos ltimostiempos se haya tomado de ah lo mejor de as liturgias luteranas.Fuera del restablecimiento de la comuni n general, no representa
en modo alguno un retorno a la eucarist a primitiva. Es, por elcontrario, el ltimo trmino de las tendencias ms aberrantes queminaban toda la prctica y teor a medievales de la eucarist a. Contodo, hay que reconocerle un innegahlc mrito literario, aunqueste consiste sencillamente en haber adaptado, con mucha mshabilidad y valent a de como se hab a hecho hasta entonces, la eucarist a antigua a la piedad y a la teolog a eucar sticas de la edad
media, en lo que stas ten an de ms ajeno a la tradici n primitiva.Para ello era preciso, como iba a hacerlo Lutero, evacuar todos loselementos de esta tradici n, cuyo sentido se tend a a perder ya muyanteriormente a l, y volver a modelar los otros en un sentido queles era extrao.
Lutero conserva el prefacio comn, pero slo hasta el per CkrisIzan Dominum nostrum. Aqu, con una ocurrencia ingeniosa, intro
duce inmediatamenteel
gui pridie guam pateretur y el resto delrelato de la instituci n. Slo entonces viene el sanctus. Durante elened ictus eleva el sacerdote juntamente la hostia y el cliz. En estemomento se acaba la eucarist a propiamente dicha en el sentidoprimero del trmino. Luego se pasa al pater noster despus alpax Domini, y se distribuye la comuni n durante el ugnus Dei,despus que el sacerdote ha dicho en voz alta, pero en plural, lasegunda
delas
oracionespreparatorias del
misalromano moderno:
Domine lesu Cisriste, Fui Dei vivi, gui ex voluntate Patris, etc....
A sta sigue el canto de la ant fona de la comuni n como ya enla prctica medieval, en lugar de acompaarla. La misa termina conuna poscomuni n invariable, hecha de las dos oraciones medievalesde devoci n quod ore sumpsimus y corpus tuuuz introducindosetambin en esta ltima el plural ".
14. Cf. LUTHER ft Raso, The Luzlseran Liturgy, Filadelfia 21960, p. 755, y Bu.Li0Ta, op. oit., p. ll4ss. Lo que dice Lutero sobre el niantenimienso de la elevaci n,
sobre todo donde los fieles hayan sido instruidos sobra su significado, quiere decir que
ni, ha de ligarae al sacrificio, sino a la sola adoraci n de la presencia. Puede decir.. que
redujo la misa a una bendici n con el aanli,,ij,,o sacramento un siglo antes de que los
cat licoa mismos inventaran esta cerenionia Ci.
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La Formula Missae y la Deutsche Messe de Lutero
Nu se puede negar que este servicio es de una composici n muyhbil y plenamente armoniosa. Pero no es en modo alguno una reforma de la prctica medieval, si se entiende por ello un retorno a
la eucarist a de los padres y dd Nuevo testamento. Es ms bienuna ltima deformaci n de aquel tipo que lleg a reducirlo todo ala presencia real, consagrada por las solas palabras de la instituci n,antes de una comuni n, en la que el perd n de los pecados absorbetodas las dems perspectivas de la uni n del creyente con el Salvador crucificado. De rechazo, la acci n de gracias no es ms que unagradecimiento anticipado por el testimonio que se va a recibir de
este perd n.Dos aflos ms tarde produc a Lutero otra liturgia, no va en
lat n, como la Formula Missae, sino en alemn: la Deutsche Messe.Llevaba todav a ms adelante la exclusi n de los elementos ms priniitivos de la misa, Se puede considerar como la primera de esasinnumerables liturgias protestantes de la eucarist a, que no contienen ya, hablando en rigor, nada eucar stico. El prefacio, en efecto,
ha desaparecido, y no hay otra oraci n para reemplazarlo, sino unaexhortaci n a los fieles, que conduce a las Verba Christi. Con todo,stas se califican todav a formalmente de consacratorias der
;nl4nge. La comuni n se distribuye inmediatamente, primero conla hostia, despus de las palabras pronunciadas sobre el pan, y conci cliz, despus de las pronunciadas sobre el vino, al canto delsanctus y del agnus Dei en parfrasis alemanas. Pero Lutero sub
raya todav a la conveniencia de la elevaci n saludada inmediatamente por el sanctus-benedictus, como en la Formula Missae. Estavez puede decirse que la l gica irresistible de la herencia medievalhab a llegado a doblegar definitivamente todo lo que en la eucarist a autnticamente tradicional se negaba todav a a dejarse reducir .
No hay, sin embargo, que olvidar que esta misa alemana noera, segn su pr logo, sino un expediente transitorio destinado ala instrucci n de las poblaciones menos ilustradas. A travs de sus
propias explicaciones se deja percibir el sentido confuso de queaqu se pierden efectivamente elementos de la tradici n cuyo valor
segu a reconociendo Lutero, aunque no saba qu puesto asignarles
15. cf. Rr.ED, op. oit., jx l4ss, y Bt [L1OTH, op. cii., p. l2Oss.
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Los tiempos modernos: descomposici n y reforma
en su enseanza. Confiesa sin ambages que no es partidario del usoexclusivo de la lengua vulgar en la liturgia, a excepci n de las lecturas bblicas y de los cantos corales, que parafrasean ms o menos
directamente los himnos tradicionales. Teme que una liturgiacom
pletamente en alemn se convierta en fuente de un provincialismorligioso y de una ruptura con la tradici n de la Iglesia universal.Ms profundamente, desear a que se conservara lo ms posible delas formas tradicionales de la eucarist a. Desea, pues, expresamenteque el tipo de la Formula Missae sea por ello de uso habitual especialmente de las escuelas y de las universidades.
De hecho,la
Deutsche Messe de 1525 slo servir prcticamentede modelo a las liturgias de los pases renanos, donde el luteranismo recibir influencia, en fecha temprana, por otra forma de protestantismo mucho ms radical en su ruptura con la tradici n: la
de las Iglesias llamadas reformadas, influidas por Zuinglio o por
Calvino. Pates sern los ordines de Wurtemberg compuesto por
Brenz, de Estrasburgo por Bucer, de Baden, de Worms, del
Palatinado renano,etc....
All como en las liturgias zuinglianas o calvinistas, ha desapa
recido pura y simplemente la oraci n eucar stica. Pero, contraria
mente a lo que sucede en stas, las palabras de la instituci n siguen
concibindose como realizadoras de la presencia real del cuerpoy de la sangre de Cristo en los elementos del pan del vino, aun
cuando estas palabras no se siten ya en una oraci n o en una
exhortaci n dirigida a losfieles.
La mayor a de las otras Iglesias luteranas se atendrn general
mente a traducciones y a adaptaciones de la Fortnula Missae, que
con frecuencia la aproximarn ms al orden tradicional, Por ejem
plo, se restablecer la conexi u inmediata entre el prefacio el
sanctus, o se conservarn los diferentes prefacios propios.
Pero, tambin con frecuencia, se dejar sentir la influencia dela
Deutsche Messe. Por ejemplo, se pronunciarel
padrenuestrocomo en sta, no despus, sino antes de la consagraci n. Es lo que
se halla en la liturgia compuesta en 1528 por Bugenhagen para
Brunswick, que ser utilizada casi tal cual indistintamente en Ham
burgo y en Lubeck, y luego en Dinamarca. Lo mismo se observa
en la liturgia de Sajonia, compuesta por Jonas en 1539 para las
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La Formula Missae y la Deutsche Mcsse de Lutero
fiestas por lo dems, se conserva la Deutsche Mene para los do-nungos ordinarios. Inversamente, la liturgia de BrandemburgoNuremberg, de 1553, s lo conoce el esquema de la Deutsche Messe,aunque restituyendo el padrenuestro a su puesto tradicional y conservando buen nmero de oraciones y de cantos latinos.
En cambio, en el electorado de Brandeburgo, la liturgia compuesta bajo el influjo de Joaqu n ji, por Stratner, Buchholzer yMathias von Jagow, ir mucho ms atrs que la Formulo Missae.Los prefacios latinos, seguidos del sanctus, se conservan y duranteel canto de este ltimo dice el oficiante en voz baja cuatro oracionesen alemn: por el emperador y las autoridades, por el clero, por la
unidad de la Iglesia, por la remisi n de los pecados, despus de locual dice, o canta, en alemn las palabras de la consagraci n, seguidasde la elevaci n y de un motete latino o de un canto alemn. Siguenel padrenuestro y el agnus Dei. Luego se intercala una exhortaci n
inspirada en la Deutsche IViene tornada tal cual del ordo de Nu
remberg antes de la comuni n. Todav a en 1571, David Chytraeus
compondr para los luteranos de Austria una liturgia de inspiraci n
anloga. Las mismas tendencias se manifiestan en Riga 1530 yen Palatinado-Neuburgo 1543. Pero en forma general, el modelo
de la Formulo Missae se impondr ms o menos completamente enla Alemania luterana .
Es interesante y hasta divertido ver la reacci n de Lutero anteestas tendencias divergentes. Interrogado con cierta ansiedad por
Buchholzer, capelln de Joaqu n u, sobre el conservativismo litr
gico de su seor, no tendr nada que objetar. Sin embargo, la socarroner a de su respuesta traduce de manera cancter stica una iro
na que no perdona ms al ritualismo del elector que a los escrpu
los de los reformadores ms avanzados. Si vuestro seor, el
margrave y elector, deja que se predique abiertamente, claramente
y sin mezcla el Evangelio de Jesucristo y que los dos sacramentos
del bautismo y de la carne y sangre de Cristo se administren y se
den segn su instituci n,. .
entonces, id enhorabuena en procesi n,llevad una cruz de plata o de oro, y casulla y alba de terciopelo, de
seda o de lino. Y si a vuestro seor, el elector, no le bastan una
16. Sobre todo esto, vase REZO, op. oit., p. SSaa.
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Los tiempos modernos: descomposici n reforma
casulla o un alba, poneos tres, una encima de otra, como Aar n...Porque tales cosas, si no se abusa le ellas, no quitan ni aaden nadaal Evangelio... y si el papa quisiera dejarnos libres en el particulary que se predicara el Evangelio, ya pod a mandarme que nie pusiera
los calzones alrededor del cuello, que ve le dar a gusto
La eucarist a no ,ueur stjca de los reformadores
Jsa mezcla, no tan antiptica que digamos, de espritu tradicional y de libertad, no ser a en modo alguno del agrado de los otrosreformadores, y en particular de los que se llamar an reforma
dos, por oposici n tanto a los luteranos como a los cat licos, talescomo Zuinglio y Calvino. Para stos no era el caso de reformar la
misa, sitio sencillamente de abolirla.Lo que se pondr en su lugar bajo el nombre de santa cena,
aun pretendiendo volver a la eucarist a primitiva, no conservarde ella sino el relato de la instituci n, anegado en exhortacionescada vez ms prolijas y cada vez menos religiosas. Las oraciones
que se le vayan aadiendo se desarrollarn siempre, sin embargo,en el sentido completamente medieval de las apolog as y de lasmeditaciones afectivas de la pasi n. As esta ruptura con la tradici n.en nombre del Evangelio solo acabar de hecho por no retenersino los elementos ms exang es de una tradici n posterior al siglo x, Raras veces se ha visto que una reforma desembocara enla prctica en una contradicci n tan total de su principio te rico.
Zuinglio en Zurich, comoEcolampadio
en Basilea, negarn radicalmente, no s lo el carcter sacrificial de la misa, sino todaidea de presencia real en la eucarist a. Para Zuinglio en particular,comer la carne y beber la sangre del Hijo del hombre significaexclusivamente alimentarse por la fe con la palabra del Evangelio.La eucarist a slo es un banquete de comunidad, en el que losfieles proclaman, en reconocimiento a Dios, su fe comn, imitandoc hacindose presente la ltima comida tomada por Cristo conlos suyos. Pero no se trata en modo alguno de que el sacramentoen s mismo, comoquiera que se lo entienda, los una con Cristo.
17. Ewozi.s, Msrii,, Lulhers Briefw.chsel, vol. xii, p. 116n.
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La eucarist a no eucar stica de los reformadores
Rste permanece en el cielo, Y expl citamente se atirnia que en la
santa cena no est ms presente, ni de otra forma, que en cualquierreuni n en que los fieles escuchan juntos su palabra 18
Sin embargo,en una primera fase, lo mismo Zuinglio en Zurich
que Ecolampadio en Basilea, se guardarn bien de introducir un
servicio, tan violentamente diferente de la iilisa, como hab a de ser
la santa cena re forniada. A l ul, en su / e ca,ionc missae epicheiresis,
le 1523, acepta conservar la misa tal cual, poco ms o menos, hasta
el sosetus inclusive. Pero entonces sustituye el canon romano por
cuatro oraciones latinas que llevan al relato de la instituci n, com
pletado con las palabras de san Pablo sobre el anuncio de la
muerte de Cristo en la eucarist a. Viene luego la comuni n, intro-
ducida por el llamamiento de Cristo Venid a m todos los que
estis fatigados y gravados, que yo os liberar, y sigue luego elnunc dimittis. La prifliera de las cuatro oraciones a las que sigue
e padrenuestro es una conmemoraci n de la historia de la salvaci n
en acci n de gracias, que no deja de recordar las antiguas anforas.
Pero la segunda, en que se ruega a Dios que nos alimente con el
pan celestial, puntualiza que este pan es la sola palabra de Cristo.- pesar de esto, la tercera habla no s lo de Cristo que se da como
alimento a nuestras almas bajo las formas de pan y de vino, sino
tambin de nuestra participaci n en su cuerpo y en su sangre. Si
se leyera haciendo abstracci n de la precedente, podr a creerse
que deja a la eucarist a su sentido tradicional:
Se nos dio cuino ah! lien 1,, de modo que como l venci al nl undo,nosotros, alimentados de l, pidamos a nuestra vez vencer al mundo...Ot rganos, piles, Ii Padre misericordioso!, por Cristo, tu Hijo, nueshr,,Seor, por quien t das la y ib a ti sI, is y renuevas y sI st ci es todas lacosas, que pidamos ,iiani festarlo en nuestra vida de suerte que sea recobradala seme] auza que pcrdii mis en A din. Y para que as sca, ot rgan o eec ti va-mente a todos lis que participaniris en el cuerpo y en la sangre de tu Hijo,que tengamos un solo esp ritu y un solo fin, y que nosotros mismos seamos
unos en l, que es uno contigo.
Finalmente, la ltima oraci n pide que los comulgantes participen
dignamente por la luz de la gracia en el banquete del Hijo, donde
18. c. BR.,iotu, Op. cii., p. 153ss.
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los tiempos modernos descomposici n y reforma
l mismo es a la vez nuestro husped y nuestro alimento, lo cualconduce directamente al relato de la instituci n. Hay que reconocerel hecho parad jico de que esta oraci n eucarstica se acerca a las
f rmulas tradicionales ms que ninguna antigua f rmula luterana.Leda por un lector piadoso, pero poco cr tico, pod a ciertamenteexcitar uua devoci n eucarstica de buena calidad, pese al carctervaporoso de sus alusiones al sacrificio, incluso al de la cruz. Perole da con discernimiento revcla un arte casi renano de no expresarsino trivialidades racionalizantes bajo las f rmulas tradicionales ycon el tono de unci n ms apropiado para dar gato por liebre.
El mismoao
tenemos en Basilea un ensayo anlogo en DasTestament Jesi Christi de Ecolampadio, aunque en l las oracionesutilizan ms marcadamente los temas sacrificiales, pero exclusivamente para aplicarlos a la ofrenda de s mismo hecha por el cristiano en la fe 19
Menos que nadie hab a de tomar Zuinglio en serio su primeracomposici n litrgica, que hab a concebido nicamente como tran
sici n destinada a preparar los espritus para lo que quer a obtenerde ellos. Ya en abril de 1525, sintindose ms seguro de s en laciudad, publica su Action oder Bruch des Nachtmahls. Un rasgocaracter stico del zuinglianismo desarrollado es la exclusi n de todocanto. Aqu el dicono, y no el celebrante, lee una exhortaci n.Despus de esto se reza el padrenuestro. Luego el celebrante sololee el relato de la instituci n, y a continuaci n se pasa a la distri
buci n del pan y del vino que los fieles reciben sentados.El servicio comienza antes de la comida propiamente dicha, con
una oraci n en que se pide la gracia de practicar como convienela alabanza y la acci n de gracias que tu Hijo, nuestro Seor ySalvador Jesucristo, nos prescribi a los fieles hacer en memoriade su muerte. Pero esta alabanza y esta acci n de gracias no serealizan en concreto sino en la recitaci n del gloria u excelsis, inter
calada entre la lectura de ICor 11,20-29 y la de Jn 6,47-63, antesde la comida, y la del salmo 113 segn la numeraci n hebraicadespus. De oraci n propiamente eucarstica no hay aqu asomo
Por otra parte, esta liturgia eucarstica sin eucarist a, no est
19. Cf. ERILIOTH, op. cit., p. iS9ss,20. Cf. BRILlo?.!, . Ct., p. 160ss.
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La eucarist a no eucar stica de los reformadores
prevista sino para cuatro celebraciones anuales en navidad, pascua,pentecosts y una vez en otoo. Toda ella est concebida comouna fiesta de la comunidad cristiana, en la que sta se afirma enese banquete excepcional. Es ciertamente un acto religioso social,
pero que tiende a ser nicamente social. Con raz n se ha subrayadoque consiguientemente persistir largo tiempo en Zurich el hechodesconcertante de que la comuni n rene a muchos ms participantesijue la asistencia regular a los oficios dominicales.
Calvino, en parte por el influjo sufrido en Estrasburgo, de loque Bucer hab a conservado de luterano, se esforzar por restituir aesta cena un contenido religioso y sacramental. Sin ensear la
presencia real en los elementos mismos, como segu an hacindololos luteranos, mantendr que la manducaci n no es un mero signo denuestra fe comn en la palabra del Evangelio, sino un signo dadopor Dios, de una comuni n real en el cuerpo y en la sangre de suHijo crucificado por nosotros. Sin embargo, como Zuinglio, mantieneque el cuerpo de Cristo no existe sino en el cielo, del que no puedevolver a descender. Pero no por eilo deja de afirmar, no menos enr
gicamente, que los signos dados por Dios nos elevan al cielo, contal que los recibamos con fe, y nos incorporan a Cristo glorificado,de modo que la Iglesia viene a ser, mstica pero realmente, sucuerpo misnio.
Con todo, no cambiar sustancialmente gran cosa de la cenazuingliana, recibida en Ginebra en una forma mucho ms prolija,
pero no por ello mejorada, debida a Guillermo Farel.
El servicio de Farel comprend a, despus de una primera exhortaci n, una f rmula de confesi n de los pecados, la oraci n domini
cal, el s mbolo de los apstoles, una segunda exhortaci n que con
duc a al relato de la instituci n, una tercera exhortaci n, la distri
buci n ile la comuni n y, finalmente, una cuarta y ltima exhortaci nantes de la bendici n y de la despedida. Aqu el didacticismo msobsesionante ocup el lugar, no slo de la oraci n eucar stica, sino
de toda oraci n, fuera de la confesi n de los pecados .
21. ci. Baza.soTu, op. cil., p. 175,5, y sobre todo J. cADaER, La doctrine calvinisi.de la Sei,,te-Ch,e, en iitudes thlologiques ti religi.uses, Monlpellier 1951.
22. cf. BRI,,,oTu, op. cii., p. 172s. La Mcnilre ci fasson, atribuida a FARra., fueimpresa en Serrires cerca de Neuchatel en 1533.
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Los tiempos tiinderno dcstjrimposiei ii y re forma
El servicio de Calvino, despus de una oraci n por la Iglesiay la lectura del relato de la instituci n segn san Pablo introduceuna excomuni n dirigida contra toda una serie de pecadores juzgados particularmente escandalosos, que est tomada del ritual de
Estrasburgo, compuesto por Bucer; viene luego una muy largaexhortaci n, en la que Calvino trat de exponer completamente sudoctrina de la cena, tal como antes la liemos resumido precisamentesegn este texto. Sigue luego la distribuci n de la comuni n, acompaada ya del canto de un salmo, ya de vers culos bblicos recitadospor el ministro. Una oraci n de acci n de gracias, en el sentidoestrecho de agradecimiento por los dones recibidos y de profesi n
de una renovada fidelidad, pone fin a todo, con el nunc dimittisy la bendici n SS
Calvino habr a querido que esta cena se celebrara cada domingodespus del oficio de lecturas de oraciones. Pese a su esfuerzodoctrinal por insuflarle un contenido de que carec a completamentela cena zuingliana, se comprende que este oficio, casi tan pesadamente didctico como el de Farel, no haya logrado nunca celebrarse
con ms frecuencia queel
de Zuinglio. El realismo sacramentalte rico de Calvino no cambiaba nada de la realidad exang e de la
comida ritual a la que lo aplicaba: se ten a sencillamente unaeucarist a no eucar stica.
La liturgia sueca desde Olaus Petri hasta Juan III
Por el contrario, la misa luterana, a travs de todo el siglo xvii
y hasta muy entrado el siglo xviii, ser el foco vivo de la piedadde los luteranos: una piedad que el renuevo teol gico de la grantradici n nacida de Johann Gerhard alimentar con una verdaderamstica de Cristo en nosotros, tomada en particular de *los palres griegos. Sean los que fueran sus defectos, que, repitmoslo,son defectos medievales llevados hasta sus ltimas consecuencias, estamisa luterana conservar a para los fieles todo lo mejor que
23. cf. BAjen T,io,rpsov, Litu,gfrs of lije es rIn Ch,,reh, cleveland N llevaYork 1961, p. i8Sss. Primera edici n de la li:rgia calvinita en Ginebra en 1542 La
forme de pr res, etc..
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La liturgia sueca
hallaban cii la iiiisa en la edad media. La ausencia de elementosile] canon, como la anamnesis, por chocante que sea, pasalsiprcticamente inadvertida. Haca micho tiempo que estos elemen
tos no slo no eran odos, sino ni siquiera conocidos por loslaicos, ya que no se ten an en cuenta en la enseflanza sobre laeucarist a que hab an recibido desde hac a siglos. En camhio,como vena tras un oficio sustancioso de lecturas y de cantos, enel que no se haba cambiado nada de la misa anterior a la reforma,pero en el que todo se haba hecho ya comprensible, el prefacio,las palabras de la consagraci n pronunciadas en voz alta, la adoraci n - de rodillas, al
son dela campanilla -
dela sagrada pre
sencia saludada cori el sanctus y el benedictu.s, no slo reten an- gracias a la lengua vulgar y a la instrucci n catequtica -, sinoque popularizaban todo lo que haba subsistido de propiamenteeucar stico en la liturgia de la edad media. Por otra parte, estaliturgia, desembarazada del invadente recargo de los tropos y de lasdevociones adventicias, enriquecida con la piedad tierna y viril delos cantos corales, al mismo tiempo que conservaba lo mejor de ladevoci n afectiva al Salvador muerto por nosotros, en una imploraci n del perd n esperado de su gracia salvadora, volv a a centrarlaen la comuni n frecuente restituida a su puesto normal en la celebraci n eucar stica. Con el ceremonial, el canto litrgico, los ornamentos sagrados, el crucifijo y las sagradas imgenes, el inciensoy las luces, los luteranos piadosos hallaban an en su culto toda la
atm sfera de adoraci n que hab an hallado todav a en torno a la sagrada presencia y a la evocaci n de la cruz salvadora los mejorescristianos de la edad media. Pero sin darse cuenta de ello aparteel hecho capital de que ya no se contentaban con asistir a la misa,sino que comulgaban en la misma - hab an ciertamente avanzado, enlugar de retroceder, por el camino fatal que sin cesar haba alejadoa sus predecesores de la tradici n de la Iglesia antigua y primitiva:por muy rica que fuera con frecuencia su piedad eucar stica, vano se adher a sino a un mun de eucarist a .
Sin embargo, esta situaci n en Alemania sobrevivir con dificultad a las perturbaciones de la guerra de los treinta aos y acabar
a. c. PEEn, p. cii., Ii. iO5, y IR iI,IOTII , op. cii., p. i2 ss.
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1.os t iclupos modernos descompos ri , y re forma
por descomponerse por la influencia oficial en los Estados en quela uni n de Prusia impondr una conformidad con las prcticasreformadas ms desvitalizadas. Pero esta misma abolici n habiade suscitar por reacci n un renacimiento consciente del viejo lute
ranismo, que en nuestros das lo llevar a veces casi a empalmarcon el catolicismo de los primeros siglos.
Este renacimiento no se desarrollar sino tres siglos despusle la reforma. Sin embargo, haba sido por lo menos esbozado desdefines del siglo xvi en circunstancias que merecen retener nuestraatenci n. Es el primero de los renacimientos litrgicos en el protestantismo, que haba de caracterizar hasta nuestros das la Iglesia
de Sueda5.El protestantismo se haba introducido en Suecia, como en otros
muchos lugares, por razones principalmente polticas. Pero all sehaba mantenido sumamente moderado en su transformaci n de lasformas tradicionales de la vida eclesistica, y particularmente delculto. Su principal promotor haba sido el predicador Olaus Petri,formado en Wittenberg. Es el autor de la primera misa sueca, pu
blicada en 1531.fsta se acerca mucho a la Forrn.uia 4lissae de Lutero, en cuanto
liga inmediatamente las palabras que el saictus y el benedictus vieneni saludar la elevaci n. Pero difiere de ella en un punto capital, al
introducir algo de la anfora tradicional, no en forma de oracionesde intercesi n ms o menos inspiradas co las del canon, como en la
liturgia de Brandemburgo de 1540, sino con una amplificaci n delprefacIo
mismo.Esta amplificaci n combina de manera inesperada, pero a fin decuentas muy feliz, la preocupaci n medieval y protestante por el
perd n de los pecados de los partIcipantes, con una evocaci n de la
historia de la salud. Briliotlt piensa, seguramente con raz n, queesta amplificaci n debi ser inspirada por el prefacio pascual. Perono se puede excluir absolutamente la suposici n de un primerinflujo discernible, si no de las liturgias orientales, por lo menosde los padres griegos, en una liturgia protestante.
Veamos el texto:
3. 21. I3ICILIOTU, op. cil,, p. JJSss, Vase lajiibin 1.? rrs, op. cii., 1. 4, en lareedici n de 1843, p. bOas.
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La liturgi sueca
ls verdaderamente digno y justn, equitativo y saludable que te driiiugracias siempre y en todo lugar, Seor santo, Padre todopoderoso1 1 hos
eterno, po? todos los beneficios, pero muy en particular porque, despus que
el pecado nos hab a reducido a un estado en el que s,do pod amos aguardar
la perdici n y la muerte, sin que criatura alguna en el cielo ni en la tierra
pudiera prestarnos auxilio, enviaste a tu Hijo nico, Jesucristo, uno contigoen la unidad de una sola naturaleza divina, para que, hacindose hombrepor nosotros, destruyera nuestros pecados, y sufriera la muerte cuando
nosotros hubiramos debido morr para siempre; l, por el contrario, ha
biendo vencido a la muerte, resucit para la vida y ya no volver a roe
nr, y as todos los que creen en l, han sido constituidos por l vencedores
del pecado y de la muerte, y herederos de la vida eterna. El mismo, para
que no olvidramos nunca sus beneficios, la noche en que fue entregado, etc...
Despus del sanctus-benedictus se pasa a la comuni n por el
padrenuestro, el paz Donvini y el agnus Dci. Inmediatamente antesde la distribuci n se introduce una exhortaci n, tomada de la liturgia de Nuremberg, como el canto del nunc dinrittis, que acompaaa la comuni n misma 26
Por otra parte, el aspecto subjetivo y peuitencial est todav apresente en la f rmula de confesi n colectiva que precede a todoel servicio antes del introito uno de los primeros ejemplos de talescomposiciones en las liturgias protestantes. Por el contrario, estausente de la posconiuni n fija que termina el servicio y que es de
un esp ritu completamente tradicional, con una notable referencia
escatol gica.Esta misa sueca no estaba destinada, a lo que parece, a reem
plazar la misa mayor, sino ms bien a proporcionar lo que nosotros
llamar amos una misa rezada de comuni n. Cuarenta aos ms tardeel arzobispo Laurentius Petri, hermano de Olaus, adaptar a a lamisma misa solemne el formulario de su hermano. Pero mantendr a,adems del conjunto de los cantos latinos tradicionales, la posihilidad de conservar y de cantar siempre en lat n los prefacios propios, prescribiendo que en este caso fueran seguidos inmediatamente
por el sanctus, antes de las palabras de la consagraci n. Estas dis
posiciones iban acompaadas de una ordenaci n detallada, gracias
2. texto sueco y traducci n inglesa en E.E. Ynvzaroa, Tite Mass ja Sweden
Henry flradshaw Society, n. 57, Londres 1919, p. 37.38, conientarin co Iten,, ct..
p. 11 3ss. Ntese que la f rmula final: Por esto, no, los ngeles y los arcngeles, etc..
ser reintroducida por Juan ti antes del .scncti,s.
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La liturgia sueca
retorno puro y simple al canon romano, sino una tentativa, quiz
ms ingeniosa que lograda, de reinsertar algunos de su. elementosdejados de lado en el esquema de la misa de Olaus Petri, sin modificar por ello su estructura, heredada de la Formitia Missae de
Lutero. Todav a hay que aadir a esto un esfuerzo, esta vez indudable, por inspirarse en las liturgit orientales. Una frase del nuevo
formulario, tomada 1iteralnntnte de la liturgia de sao Juan Cris s
tomo, es suficiente para titestignarlo. Adenis, el rey mismo hab a
justificado anticipadamente su reforma litrgica ante la asamblea
del clero en Estocolmo el ao 1574, basnduse en la necesidad de
volver a los modelos antiguos de las liturgias de Santiago, de san
Basilio, de san Juan Cris stomo, de san Ambrosio y de san Gre
gorio. La lectura del nuevo texto convence efectivamente sin
dificultad de que si las liturgias orientales que Olaus Petri hab a
invocado ya en fa ir de su composiciti, lial,;:n podido ser alegadas
por l con toda confianza, ahora no suced a va ciertauieiite lo n]ismo.
Al igual que en la liturgia de Laurentius Petri suegro de Lau
rentius Petri Gothus, a los antiguos prefacios propios, como al
prefacio de Olaus, o al prefacio comn dado como f rmula de re
cambio aadida a ste para los domingos y los das ordinarios se
ligan las palabras de la consagraci n por medio de la f rmula:
]"l mismo, para que no olvidramos jams sus beneficios, la noche
en que fue entregado. etc... Despus de a conclusi n tradicional
de los antiguos prefacios se canta o se reza el sanctus. Pero,
mientras se canta en la misa solemne, o despus de recitado en la
misa rezada, aade el sacerdote una anamnesis y una epiclesis, dela que hasta entonces no ten a nada equivalente ninguna liturgia
luterana, ni siquiera las ms conservadoras. Estas oraciones para
frasean en forma muy interesante el unde et memores, el supra quae
y el sup.plices del canon romano:
Acordndonos, pues, tambin nosotros, Seor, de este precepto salu
dable y de la bienaventurada pasi n y muerte, corno tambin de la resurrec
ci n de los muertos y de la ascensi n a los cielos de tu mismo Hijo, nuestro
Seor Jesucristo, al que en tu inmensa misericordia nos otorgaste y diste
para que fuera la vctima de ohiesi ros pecados y con su nica oblacito en
576. cf. ta,nbin Yri.vrsi,s, op. cii., p. ?S-,,, cree e ,,iii,,a daniexite Ser ci p rinler,que reproduce este texto.
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1 .ost coipos modernos descomposici n reforma
la cruz pagara por nosotros cerca de ti el precio de nuestra redenci n,diera satisfacci n a tu justicia y realizara un sacrificio provechoso a los
elegidos hasta ci fin del mundo, por la fe lomamos posesi n de este mismoHijo tuyo, que nos es as propuesto, y de su muerte y de su oblaci n, como
de la hostia pura, de la hostia santa, de la hostia inmaculada, nuestra pro
piciaci n, nuestro escudo y nuestra protecci n contra tu clera, contra elterror del pecado y le la muerte, y la ofrecemos a tu gloriosa majestad
por medio de nuestras humild simas oraciones, dndote gracias por tantos1oneficios de que nos has colmadi , desde el fundo del el raz n, y con plenaV /, no tanto cuino debemos, sino tanto como sontos capaces.
Y te rogamos, soplicndote por tu nl isnio 1-lijo nico, que fue comis-tituido nuestro intercesor cii el secreto consejo le tu divinidad, que dirijasuna mirada propicia y favorable hacia nosotros y hacia nuestras oraciones,
que las recibas en tu altar celestial como agradables y aceptables, en tuclemencia, y hagas que todas las veces que, por la participaci n en estealtar, recibamos el alimento y la bebida benditos y santificados, el sagradopan de la vida eterna y el cli a de la salud perpetua, el cuerpo santisilnude tu Hijo so sangre preciosa, seamos llenos de toda grac a y bendici ncelestial .
Sigue un no/ns quoque, en el que sencillamente se han suprimido
los nombres de los santos aunque no su menci n general, queconduce a la conclusi n del canon romano: Pci quem haec omnia,etctera... El fin del servicio corresponde al de la liturgia del anterior
arzobispo. fuera de que se proponen diversas poscomuniones alter
nativas.
Es tambin interesante notar lo que la anamnesis conserva del
ande et snemores romano y lo que le ai5ade. Comienza enlazando el
memorial al precepto mandatuni de Cristo. Esto parece a primeravista tradicional, pero lo que no lo es, es que el memorial se con
vierte aqu de hecho en una conmemoraci n subjetiva de la ltima
cuita ;tntes de evocar como por azar la pasi n y toda la obra
salvfica. Nos hallamos de golpe situados en la concepci n medievaly protestante. Pero todo lo que sigue tratar de forzarla hastahacerla converger, en cuanto sea posible, con la concepci n antigua.
La segunda amplificaci n, que subraya la misericordia divina yexalta la unicidad del sacrificio de la cruz, puede apoyarse no s lo
en la epstola a los Hebreos, sino tambin en formularios pr ximosa la era patr stica, como el de Teodoro. Sin embargo, no cabe duda
29. LEnUN, np, cii., p. 142-143; cf. Vmo.vsm, ros, np. cii., p, lO6ss.
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La liturgia sueca
de que estas f rmulas tienen por objeto satisfacer a una teolog aprotestante, en la que la unicidad del sacrificio redentor se confundecon la imposibilidad, no slo de repetirlo, sino de perpetuar supresencia sacramental. La explicaci n que se da de este sacrificio,como si se redujera a la concepci n anselmiana de la satisfacci npenal, es absolutamente t pica, no slo de Lutero mismo, sino de laescolstica luterana, la cual hab a echado mano de esta explicaci npara encerrar estrechamente en el pasado toda la redenci n. Luegoal utilizar las expresiones hostiam puram, kostiarn sauctani, hostiaminunacutta,n se aplican, efectivamente, slo a la cruz, pero no enmodo alguno al sacramento mismo del sacrificio.
Pero el contexto prepara una reintroducci n de todo lo queparece, pues, haberse excluido, lo que revela una habilidad consumada. El viraje se efectuar mediante una acumulaci n de expresiones tomadas directamente de Lutero, pero que, como lo ha mostradobicn Auln, ponen su pensamiento en estrecha conexi n con el delos padres griegos. En efecto, a Cristo crucificado se le calificade pro pitiationem, scutum et umbraculum nostrum contra iram tuavi,
contra terrorem peccati et inortis. La presentaci n de Cristo muertoal Padre, para que nos proteja contra su clera, es una expresi nfamiliar a Lutero para describir el modo como concibe nuestrajustificaci n por la fe. La idea que hallamos aqu, de la liberaci ncje los terrores de la muerte y del pecado, que tambin es muy suya,est tomada directamente del texto bblico ms frecuentemente citadopor los padres por los griegos en particular para expresar elefecto de la redenci n Heb 11,14-15. De ah es de donde laoraci n tomar, en trminos todav a completamente luteranos, sureintegraci n de la idea de una presencia objetiva de la cruz enla misa y de una ofrenda consecutiva del nico sacrificio, que aqupodernos hacer nuestra: eutndem Filium tuuni, usdem mortem
et oblationeni... nobis proposituni fide amplectintur, tuaeque praeclarae inaiestati hutn.illimi.s vostris precibus offeritnus. Nada msluterano, en cierto sentido, que esta apropiaci n de la nicaoblaci n de Cristo por los creyentes, en la oraci n de la fe. Peroel que Cristo y su oblaci n sean considerados inseparablemente como
no bis j5ropositum en la celebraci n eucar stica, y el que se diga quenosotros lo ofrecemos con esa oraci n misma que lo aprehende
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Los tiempos modernos: descomposici n y reforma
por la fe, equivale a introducir en el centro de la visi n ms irre
prochablemente luterana de la salud, esa visi n tradicional de la
misa, que Lutero mismo no hab a de hecho logrado nunca integrar.
Xi c mo hubiera podido hacerlo, puesto que el sacrificio eucar s
tico, segn l, hab a significado siempre un sacrificio distinto del de
la cruz, que evidentemente hab a que rechazar, o una simple expre
Si n de nuestro reconocimiento por el perd n otorgado a nuestra
fe? Aqu, por el contrario, vuelve a ser la eucarist a el encuentro
sacramental, en el que nuestra fe puede efectivamente apropiarse
la cruz, pero elio porque Cristo muerto * resucitado le es propuesto
objetivamente, de modo que nosotros seamos asociados a su ofrenda
nica en la oraci n que se apropia este don celestial. Puede decirse
que se ha conservado todo lo positivo que implicaba la concep
ci n luterana de la salvaci n, pero todo es reintegrado en la con
cepci n antigua de la eucarist a, a la que Lutero mismo se bah a acer
cado a veces, pero sin poderla jams despojar claramente de sus
caricaturas posteriores.A fin de cuentas esta composici n, tan ingeniosa que llega a
reproducir todas las f rmulas a partir de las cuales hab a sido
expulsado de la eucarist a el sacrificio para acabar por reintrodu
cirio en ellas, es de lo ms artificial. En efecto, la deseada 1-cintegra-
ci n habr a exigido, para no ser facticia, el abandono inicial de la
falsa evidencia segn la cual el memorial no es sino una conmemo
raci n subjetiva de la ltima cena de Jess con los suyos. En
tanto los protestantes no llegaran a despojarse de esta concepci n
estrechamente psicol gica y anecd tica, herencia - infortunad simamente no criticada - de la edad media, todos los esfuerzo. porsalir de la alternativa: sacrificio nico de la cruz o multiplicaci n
de sacrificios aadidos a la cruz, dar an la sensaci n de querer
conciliar lo inconciliable.
La epiclesis refleja un procedimiento exactamente semejante
al de la anamnesis. Funde en uno el .rupra quae y el su.pp&-es, en
una forma que hubiera podido ser sugerida por el De sacramen-tisrecordemos que Juan iii citaba expresamente a san Ambrosio
entre los testigos de la antigua eucarist a a quienes hab a que re
tornar. Pero omite, con la menci n de los sacrificios antiguos, la
del ngei, para sustituirlos por una evocaci n una vez ms ms-
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La liturgia sueca
pirada por la epstola a los Hebreos de Cristo que intercede pornosotros en el santuario celestial. El final repite el del suppliees,introduciendo dos f rmulas desaparecidas del unde et memorespanem sane tum vitae aetenzae et caiicem scilutis perpetuae. Pero
es evidente que aqu no se os prolongar la idea, esbozada en laoraci n precedente, del sacrificio nico que viene a ser nuestro enla eucarist a, de modo que todo se reduce a pedir la aceptaci n denuestras oraciones. Sin embargo, dado que estas mismas oracioneshab an recobrado un poca antes un significado sacrificial, no es imposible volver a verter en esta epiclesis el contenido antiguo de las
f rmulas romanas que la inspiraron.
No hay nada que decir sobre el nobis quo que, pero es notableque no se osara reintroducir ni el memento de difuntos ni ningunaoraci n formal por ellos, por temor de exponerse abiertamente ala sospecha de que toda oraci n por los difuntos en la misa implicauna reiteraci n, y no una simple actualizaci n sacramental, delnico sacrificio.
Pero hay que aadir la particularidad ms curiosa de toda esta
liturgia, que consiste no slo en haber reintroducido una epiclesispropiamente consacratoria antes del relato de la instituci n y enhaberla dirigido al Espritu Santo a imitaci n de las liturgias orientales, sino en haberla situado antes del comienzo de la eucarist apropiamente dicha. La raz n de esta innovaci n extraa es sencilla:una vez que se quer a guardar intacto! el esquema de la FormulaMissae adoptado por Olaus Petri, no se le poda ya hallar otrolugar. As el ofertorio termina con una sucesi n de tres oraciones,la primera de las cuales es una como secreta invariable; la segunda,una recuperaci n del te igitur, en el que, una vez ms, la menci ndel sacrificio es sustituida por la de nuestras oraciones, y la tercera,que reza as :
Seor Dios, que quisiste que la sant sima y venerable cena de tu Hijofuera la prenda ms cierta de tu misericordia para con nosotros, excita nuestros esp ritus para que, mientras la celebramos, hagan memoria de manerasaludable, de tus beneficios y sean verdaderamente y para siempre agradecidos
por ellos; aydanos a tus ministros y a tu pueblo a realizar dignamente elmisterio tan grande del nuevo testamento y de la eterna alianza, haciendomemoria de esa hostia santa, pura, inmaculada y saludable que tu mismo
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Hijo realiz por nosotros en el altar de la cruz. Bendice y santifica porla virtud de tu Espritu Santo el pan y e1 vino presentados y destinadosa uit uso sagrado, para que as utilizados sean para nosotros el cuerpo y lasangre de tu Hijo muy amado, los alimentos de la vida eterna que aguardamos y buscamos con todo nuestro deseo, por el mismo Jesucristo, etc..
Aqu ms que nunca se intent lo imposible: despus de laformulaci n ms intensamente subjetiva del memorial, se designa,sin embargo, la eucarist a con la expresi n rnysterium peragere,realzada por su paralelo con el hosS... i ara crucis peracta. Noobstante, el final constituye una epiclesis lo ms marcada posible,aunque volviendo todav a a las expresiones sacro usui destinatae e
vero usu, tan familiares a los odos protestantes.Para la escolstica luterana influida por Melanchton y tan preo
cupada por acercarse lo ms posible a los calvinistas, significabanque la presencia eucar stica se reduce a la celebraci n y hasta a lasola manducaci n de las especies. Parece evidente que nada de esose entiende ya por estas palabras, sino, cuando mucho, que la misano es saludable para los que en ella participan, sino por cuanto
acuden a ella con las disposiciones convenientes. En otras palabras:en esta oraci n, quiz ms que en ninguna de las otras, se percibela doble ambig edad de toda esta liturgia: todas las f rmulas luteranas vienen ciertamente a ser susceptibles de un sentido perfectamente cat lico, pero por su parte todas las f rmulas cat licas sepresentan en tal forma desarticuladas, que pueden parecer no tenerms sentido que el luterano. De hecho, la intenci n sincera del rey
parece haber sido la de volver a la tradici n antigua, aunque sinperder nada de los elementos positivos del luteranismo. Pero hayque reconocer que el procedimiento empleado parec a que, para camuflar una doctrina cat lica bajo f rmulas luteranas, aparentabaadaptar las f rmulas cat licas a la doctrina luterana. El deseoincontestable del rey, de restituir a Suecia a la unidad cat lica, en unmomento en el que los esp ritus no estaban preparados para ello,s- ms todav a las maniobras ocultas de
negociadores demasiado h30. LEBRUN, op. ce., p. 137; cf. YEI.VERTON, op. cit., p. lOlat. Es proliab1 que ci
cefi Sa,iciificaco, introducido ye en la nnsa ronana medieval anirnara a insertar estaverdadera cpiclesis en cate lugar. De ah, repitmoslo, la acentuacic n de una desviaci nde la edad media por la reforma: aqu, el ofertorio tiende a convertirae en un duplicadoanticipado del Canon.
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bites que se agitaban en su derredor, convencer an a todo el mundo- o no andar an muy lejos - de que tal era el verdadero carcterdel texto. Como lo hab a previsto el arzobispo Laurentius PetriGothus, el libro rojo de Juan iii, en &l momento mismo en quel hab a dado el visto bueno, no pudo satisfacer verdaderamentea los protestantes ni a los cat licos. De hecho, inmediatamente despus de la muerte del rey, su liturgia ofreci nicamente un excelentepretexto al pequeo partido de los te logos reformados radicales,patrocinado por el duque Carlos, que desempeaba la regencia, pantratar de inclinar a Suecia de un lado. Pero los esfuerzos destos no hab an de tener ms xito que los de l, y Suecia no tar
dar a en volver a la liturgia de Olaus Petri, tal como la hab a puestoa punto Laurentius Petri en 1571. Desde entonces la iba a conservarcasi intacta hasta nuestros das
Cranmer y la eucarist a anglicana
Un ejemplo muy diferente de una liturgia protestante susceptible de sentido cat lico lo hab a ofrecido desde mediados del siglola primera liturgia eucar stica anglicana. Pero aqu, lejos de tratarsede reintroducir un sentido cat lico en las f rmulas luteranas, s lose hab a pensado en la posible introducci n de un sentido zuinglianoen f rmulas cat licas cosa que, como hemos visto, hab a intentadoya Zuinglio en su primera liturgia, totalmente provisional. Naturalmente, queremos hablar del texto compuesto por Cranmer
ypublicado en 1549 en su primer Pruyer Book.
Este libro mismo procede a su vez de una liturgia muerta alnacer: la que hab a patrocinado el arzobispo de Colonia, Hermannvon Wied, y que hab a sido redactada por Bucer en colabonci ncon IJelanchton. Dicha liturgia reflejaba algo de la mayor a de losordin.es luteranos ya publicados, especialmente de los dos ordinesdivergentes de Brandemburgo, aunque esforzndose, como las Ii-turgias de Suecia, por acercarse tambin a las liturgias antiguas.
La oposici n enrgica del cap tulo, sostenido por la universidad,
31. cf. BRILIOTU, op. ch., p. 254ss.
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impidi que esta composici n publicada en 1543, tuviera aplicaci nlocal alguna. Carlos y prohibi su uso, y Herrnann, excomulgadopor Paulo iii en 1546, muri privado de su sede en 1552. Sinembargo, el libro a que hab a dado su nombre, aunque no se utiliznunca en Colonia, tuvo algn xito entre los luteranos de Hessey del Sarre, y en algunos lugares de Alsacia .
Cranmer s lo tomar de l, para su liturgia de la misa inglesa,la confesi n general de los pecados al comienzo y los vers culosbblicos los conf ortabk words que acompaan luego a la absoluci n. Pero no se inspirar en su prefacio eucar stico, en el queparecen haberse combinado influencias galicanas y orientales, y alque segua, inmediatamente despus del sanctus, el relato de la instituci n. En efecto, Crannier por su gusto literario personal propend a a conservar lo ms posible de las f rmulas tradicionales, alas que Enrique viii se hab a mantenido fuertemente adicto, comotambin, por su parte, a las doctrinas cat licas sobre los sacramentos; no era, ni hab a sido jams ms luterano que su seor.Haba, no obstante, abandonado las doctrinas medievales sobre laeucarist a, aunque guardndose diligentemente de hacerlo notar aEnrique, para adoptar inmediatamente un zuinglianismo radical. Conla misma prudencia de que hab a dado prueba Zuinglio en Zurich,iba a tratar primero de insinuarlo bajo una fraseolog a de apariencia todav a cat lica, comenzando ya desde el final del reinado, y deexpresarlo luego sin rodeos gracias al protestantismo del gobiernode Eduardo vI.
En efecto, Gregory Dix ha establecido de manera irrefutableque la interpretaci n que durante largo tiempo dieron los anglicanoscatolicizantes, de la diferencia entre su eucarist a de 1549 y la quese produjo en 1552, es absolutamente insostenible. La primera, lejosde ser todav a cat lica, o cuando mucho luteranizada, no escat lica sino de apariencia y recubre simplemente bajo un velo deambig edades la misma doctrina, no s lo reformada, sino propiamente zuingliana, que traduce francamente la segunda. Pero, como la
32. Cf. REED, op. cit., p. iO2ss,, Bazniotu, op. cit., p. 202. Ntese que en 1548 sehab a publicado una traducci n inglesa del ordo de colonia, vase la introducci n delThe .First and Second Prayer Books of Edward VI, en la edici n de la EverymansLibrar nueva edici n, Londres 1952, con una noticia h4st rica y bibliogr flea deE.c. Rctirr, p. VIII.
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primera liturgia de Zuinglio, y todav a ms hbilmente la primera
liturgia de Cranmer retiene todo lo que se pod a guardar de las
antiguas f rmulas, hacindolas susceptibles de un sentido comple
tamente diferente.la
misma prudencia le invitaba a ello, no s lo
frente al rey, sino tambin frente a os sentimientos todav a funda
mentalmente cat licos de la masa del pueblo y de gran parte del clero
ingls. Solamente hay que aadir que su humanismo refinado le lle
vaba ciertamente a poner en este juego un gusto de anticuario y de
artista, sin lo cual no se explicar a el sorprendente resultado y el
xito duradero de aquella equ voca composici nu Veamos este
texto, fundamental para toda la historia dela
liturgiaanglicana:
Es verdaderamente digno y justo, y es nuestro deber darte gracias entodo tiempo y en todo lugar, Seor, Padre santo, Dios todopoderoso yeterno. Por esto, con los ngeles y los arcngeles, y con toda la santacompa a de los cielos, alabamos y ensalzamos tu nombre glorioso, ala
bndote sin cesar y diciendo: Santo, santo, santo, Seor, Dios de los
ejrcitos. El cielo y la tierra estn llenos de tu gloria. Hosanna en los
alt simos lugares. Bendito es el que viene en el nombre del Seor: Gloria
a ti, Seor, en los alt simos lugares.
Dios todopoderoso y que vives para siempre, que por tus santos ap sto
les nos enseaste a hacerte oraciones y splicas y a darte gracias por
todos los hombres, te suplicarnos humildemente recibas en tu gran misericordiaestas oraciones que ofrecemos a tu divina majestad, suplicndote inspires
continuamente a la Iglesia universal por el Espritu de vcrdad, de unidady de concordia; otorga a todos los que confiesan tu santo nombre que seentiendan en la verdad de tu santa palabra y vivan en la unidad y en el
amor divino. Te rogamos especialmente que salves y defiendas a tu siervoEduardo, nuestro rey, de modo que bajo l podamos ser gobernados en la
piedad godly y en la tranquilidad. Otorga a todo su consejo y a todoslos que ha investido de autoridad debajo de l, que administren la justiciaverdadera y equitativamente, para castigar la maldad y el vicio y mantenerla religi n divina y la virtud. Da a todos los obispos, pastores y prrocos,1oh Padre celestial l, la gracia, a la vez para su vida y su doctrina, deexponer tu palabra viva y verdadera y de administrar digna y fielmente
rightely ant! duely tus santos sacramentos; y a todo tu pueblo dale tugracia celestial para que con coraz n humilde y con la debida reverenciaescuchen y reciban la santa palabra, te sirvan verdaderamente en la san
tidad y en la justicia todos los das de su vida; te suplicarnos muy humil
33. Vase GREGORY Dix, Tite Sitafre of tite Liturgy, p. 648ss, y Sreus BRoou,Tite Lanuage of tite Book of Coynmon Prayer, Londres 1965.
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demente en tu bondad, Seor, que consueles y socorras a todos los que en
esta vida pasajera se hallan en turbaci n, tristeza, necesidad, enfermedado cualquier otra adversidad.
Recomendamos especialmente a tu bondad misericordiosa esta comunidad
aqu reunida en tu nombre para celebrar la conmemoraci n de la gloriossima muerte de tu Rijo. Y te tributamos la ms alta alabanza y las mssinceras acciones de gracias por la gracia y la virtud maravillosas quedeclaraste cn todos tus santos desde el comienzo del mundo; ante todo enla gloriosa y soberanamente bienaventurada virgen Mar a, madre le tu
1-lijo Jesucristo, nuestro Seor y Dios, y ea tus santos patriarcas, profetas, ap stoles y mrtires: dgnate Seor, concedernos que sigamos susejemplos, su firmeza en tu fe y en guardar tus santos mandamientos. Re
comendamos, Seor, a tu misericordia a todos tus otros servidores quenos dejaron con el signo de la fe y reposan ahora en el sueo de la paz:ot rgalcs, te suplicamos, tu misericordia y la paz eterna, y que el dia
de la resurrecci n general nosotros y todos los quc pectenece-i al cuerpomstico de tu }JUo seamos todos puestos a tu derecha y oigamos tu gozosapalabra: Venid a mi, vosotros, benditos de mi Padre, y poseed el reino queos ha sido preparado desde el principio del mundo; ot rganoslo, oh Pa
dre !, por el amor de Jesucristo, nuestro nico mediador y abogado.
j Oh Dios!, Padre celestial, que en tu tierna misericordia diste a tuElijo nico, Jesucristo, para
quesufriera la
muerte en la cruz por nuestraredenci n, el cual hizo en ella por su nica oblaci n ofrecida una vezun pleno, perfecto y suficiente sacrificio, oblaci n y satisfacci n por lospecados del mundo entero, e instituy y nos orden en su santo Evangelio que celebrramos una memoria perpetua de su preciosa muertehasta que l retorne, escchanos, oh Padre misericordioso!, te lo suplicarnos, y, por tu Esp ritu Santo y por tu palabra, dgnate bendecir y santificar estos dones aqu presentes, estas criaturas de pan y de vino, desuerte que sean para todos el cuerpo y la sangre de tu muy amado Hijo,
Jesucristo, que, la noche que fue entregado, tom pan y, hahindolo bendecido y habiendo dado gracias, lo parti y dio a sus disc pulos diciendo:Tomad, comed, esto es mi cuerpo, que es dado por vosotros, haced esto enmemoria de m. Asimismo, despus de cenar, tom la copa y, habiendo dadogracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos, porque esto es mi sangredel Nuevo Testamento, que es derramada por vosotros y por muchos pararemisi n de los pecados: haced esto, todas las veces que de ello bebis, enmemoria ma.
En este lugar, una rbrica prescribe al sacerdote que, tomandosucesivamente en la mano el pan y la copa, quede vuelto al altar,sin elevaci n ni ostentaci n del sacramento a los fieles. La oraci ncontina:
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Por esto, oh Seor y Padre celestial!, segn la instrucci n de tu muy
amado Hijo, nuestro salvador Jesucristo, nosotros, tus humildes servidores,
celebramos y hacet,os, en presencia de tu divina majestad, con estos santos
dones que vienen de ti, el memorial que tu Hijo quiso que hicirarnos,
teniendo en la memoria su bienaventurada pasi n, su poderosa resurrecci ny su gloriosa ascensi n, tributndote las ms sinceras acciones de gracias
por los innumerables hendidos que as nos has procurado, deseando ni
camente de tu bondad paterna que tenga a bien aceptar misericordiosamente
este nuestro sacrificio de alabanza y de acci n de gracias: suplicndote
muy humildemente nos otorgues, por los mritos y la muerte de tu Hijo,
Jesucristo, y por la fe en su sangre, que nosotros y tu Iglesia entera obtengamos la remii n de todos nuestros pecados y todos los otros benefi
cios de su pasi n. Y te ofrecemos aqu y te presentamos, j oh Seor!, a
nosotros mismos, nuestras almas, nuestros cuerpos, como sacrificio racional, santo y VIVO a tus ojos, suplicndote humildemente que todos los
que participen en tu santa comuni n reciban dignamente el preciosisimo
cuerpo y sangre de tu 1-lijo Jesucri-4o, sean llenos de tu gracia y de [tulbendici n celestial, y hechos un solo cuerpo con tu 1-lijo Jesucristo, de
suerte que more en ellos y ellos en l. Y aunque somos indignos por mies-
tros numerosos pecados de ofrecerte sacrificio alguno, no obstante, te
suplicamos que aceptes este nuestro deber y servicio y ordenes que estas
oraciones y splicas sean, por ministerio de tus santos ngeles, llevadas
hasta tu santo tabernculo, a la vista de tu divina majestad, sin tenerconsideraci n con nuestros mrito:, sino perdonndonos nuestras ofensas,
por Cristo nuestro Seor, por quien, y con quien, en la unidad del Esp
ritu Santo, sean todo honor y toda gloria a ti, oh Padre todopoderoso!,
por los siglos de los siglos. Amn k
Esta eucarist a inglesa parece haber sido muy mal acogida porlos laicos, que en general no deseaban entonces, en modo alguno,
que se abandonase la liturgia latina, que les hab a sido siemprefamiliar, Pero es incontestable que la masa del clero con un barnizde humanismo, por muy adicto que se mantuviera todav a a lasdoctrinas cat licas, no vio inconveniente en servirse de estas f rmulas anglicizadas ms bien que del canon de la misa romana. Elobispo 3ardiner, un poco ms tarde, se apoyar en dos pasajes deeste texto para sostener, contra el mismo Cnnmer, la legitimidad
34. En nuestra traducci n seguimos el texto de la E eryns sos Librar3 antes loencionado, p. 221ss. Ntese que los prefacios propios de navidad, de pescua, de la asan-si n, de pentecosts y de la Trinidad son conservsdos por Cranmer, pero en un iextoparafraseado a veces reducido, como en el caso del ltimo, pero a veces tambin peobogado, como en el de pentecosts.
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permanente en la Iglesia anglicana, de la enseanza que hab a sidosiempre la de la Iglesia cat lica. En primer lugar, citar estas palabras del canon de Cranmer, inmediatamente anteriores del relato
de la instituci n: Escchanos, oh Padre misericordioso!, y portu Espritu Santo y tu palabra dgnate bendecir y santificar estosdones, estas criaturas de pan y de vino, de modo que sean para nosotros el cuerpo y la sangre de tu muy amado Hijo Jesucristo. Conello relacionar las palabras que siguen al mismo relato : suplcndote humildemente.., que todos los que participen en tu sant simacomuni n puedan recibir dignamente el precios simo cuerpo y
sangre de tu Hijo... A lo cual aada todav a la oraci n preparatoriapara la comuni n: Ot rganos comer la carne de tu muy amadoHijo Jesucristo y beber su sangre en estos santos misterios de tal
forma, que podamos continuamente permanecer en l. Pero Cranmer replicar secamente que interpretar estos textos. como lo hac ael obispo de Winchester era una pura falta de verdad a plainuntruth.
Hay, en efecto, que estar atentos al sentido que Cranmer, siguiendo a Zuinglio, da constantemente a las f rmulas evanglicassobre la manducaci n del cuerpo o de la carne de Cristo, y sobresu sangre, que viene a ser nuestra bebida. Su Defence no se cansade repetir que el nico sentido posible de estas expresiones es el decreer en nuestros corazones que su carne fue rota y desgarradapor nosotros en la cruz y su sangre derramada por nuestra salva
ci n. Como todav a lo dice l mismo, esta manducaci n no es enmodo alguno espec fica de la eucarist a, se come y se bebe a Cristo,
y se alimenta uno de l en tanto pertenece a su cuerpo [mstico,evidentemente], de modo que se poda comer y beber en el AntiguoTestamento lo mismo que hoy. En estas condiciones, la cena fueinstituida para que todo hombre que coma y beba de ella se acuerde de que Cristo muri por l y ejerza as su fe y se consuele con
el recuerdo de los beneficios de Cristo. No solamente rechazaCranmer expresamente toda idea de una santificaci n de los alimentos distinta del hecho material de separarlos para la celebraci n, sino que le es igualmente extraa la idea de Calvino, de unamanducaci n espiritual, pero real del cuerpo y sangre de Cristo presentes en el cielo. Para l comer la carne y beber la sangre no es
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sino una metfora que significa creer a la vista del pan y del vino,aunque tambin sin ello en los beneficios de la cruz que la solapalabra del Evangelio nos da a conocer. No se podr a pedir msclaridad en este punto.
Lo mismo, y con ms raz n, se aplica a las expresiones sacrificiales de que puede servirse en su oraci n eucarstica. El tsacrificio dealabanza y de acci n de gracias se opone, todav a en su Def ente,al sacrificio propiciatorio por el que Jesucristo nos reconcilicon Dios.
Es otra especie de sacrificio que no nos reconcilia con Dios, peroque hacen los que estn reconciliados con Dios para dar pruebade nuestros deberes para con Dios y mostrarnos agradecidos con l,por lo cual tales sacrificios se llaman sacrificios de alabanza y deacci n de gracias. La primera especie de sacrificio fue ofrecida porCristo a Dios por nosotros; la segunda la ofrecemos nosotros mismos a Dios por Cristo. Y por la primera especie de sacrificio nosofreci Cristo a nosotros tambin a su Padre, y por la segundanos ofrecemos nosotros mismos y todo lo que tenemos a l y a suPadre. Y este sacrificio, en general, es toda nuestra obediencia a
Dios, guardando sus leyes y sus mandamientos. As, no slo son completamente distintos el sacrificio pro
piciatorio ofrecido por Cristo solo, y nuestro sacrificio de puroreconocimiento y de obediencia, sino que no se puede siquiera decirque Cranmer deje *la va abierta a una presencia cualquiera en la
eucarist a, del sacrificio del Salvador, para que ste venga a serla fuente de nuestra acci n de gracias obediente. Para l no hayen la eucarist a presencia alguna de ningn sacrificio fuera de esteltimo. En esta manducaci n, en esta acci n de beber, en este usode la cena del Seor, no hacemos de Cristo un nuevo sacrificiopropiciatorio para la remisi n de los pecados. Mas la humilde confesi n de todos los corazones penitentes, su conocimiento de los
beneficios de Cristo, su acci n de gracias por esto mismo, su fe y suconsolaci n en Cristo, su humilde sumisi n a la voluntad de Dios
y a sus mandamientos, constituyen un sacrificio de alabanza kiwiami praise, no menos acepto y agradable a Dios que el sacrificio
del sacerdote. En otras palabras: segn l, en punto a sacrificio no hay sino los solos sentimientos de reconocimiento de los
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fieles y su disposici n a obedecer a Dios en todas las cosas, ni sueucarist a quiere expresar otra cosa
Evidentemente, el hecho de que a l y a tantos otros protestantes no parezca of recrseles otra alternativa
que la de una reiteraci n de la cruz o un sacrificio puramente subjetivo, revela hastaqu punto en la mentalidad religiosa de fines de la edad media hab apodido descomponerse la noci n del memorial sacrificial y sacramental. Pero qu viene a ser en esas condiciones ese sacrificio,nico cuya presencia se quiere reconocer toda-va en la eucarist a?Este sacrificio de nuestra alabanza, de nuestro reconocimiento, denuestra obediencia, as desconectado de toda relaci n con el sacrificio de Cristo sobre la base de una presencia sacramental, vienea ser, como lo subraya Eric Nascall, un sacrificio completamentepelagiano el hombre lo- ofrece tras Cristo y en respuesta al deCristo, pero no por la sola virtud del de Cristo.
Una vez que se ha comprendido esta transposici n de todaslas nociones tradicionales, se puede admirar el arte, mucho msconsumado que el del mismo Zuinglio en su primera eucarist a, conel que lleg Cranmer en la suya a conservar el esquema y hastalos detalles de la antigua eucarist a romana. Adaptando sta, noslo a sus ideas, sino a la lengua y a la ret rica de su poca, realizuna obra que literariamente no deja de tener analog as con la refundici n de las antiguas eucarist as que hemos visto operarseen Siria en el siglo iv. Sin embargo-, en esta reelaboraci n no fuetan osado como lo hab an sido entonces. Se limit a reagrupar
en una sola serie las diferentes intercesiones y conmemoracionesque parecen desparramadas a travs del canon romano. En lugarde relegarlas al final, las reuni todas en la primera parte, disponindolas en torno al te igitur, al memento de vivos, y -luego entorno al communicantes y al hanc igitur. Pero dej subsistir en suspuestos primitivos lo que nosotros hemos llamado la preepiclesis delte igititr, la epiciesis consacratoria del quam oblationem, que pre
inmediatamente al relato de la instituci n, y la segunda epiclesis
35. Sobre todo esto, vase GREGORY Dxx, op. cje., p. 648-oSS, que nos henilaqu a resumir. El trabajo ms reciente de A. CAvANAGH, Tite Conccfl ofMemorial in tite Canon revised by Thomas Cranmer archbishop of Canterbury, St. Mrad, indiana USA, 1949, nuestra por su parte el carcter puramente sutijetivocinemorial tal como lo entiende cranmer.
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Crannier y la eucaristia anglicana
que se desgaja de la anamnesis en el supra quae y el sup plices,e implora que la eucarist a produzca todo su efecto en los quela celebran.
Si se presta atenci n a las interpretaciones dadas por Cranmermismo a las f rmulas que utiliza, todas estas oraciones y la anamnesis misma aparecen como vaciadas de su contenido primitivo.Pero como conservan, poco ms o menos, todas las expresiones
antiguas, con el mnimo de retoques necesarios pan que puedan
plegarse al sentido desvitalizado en que las toma, el que no posea
la clave de su lenguaje perpetuamente metaf rico, caer fcilmente
enla
trampa. Creer uno repetir sencillamenteel
antiguo canon,en un orden, a todas luces, ms coherente y debajo de un envoltorio de piadosa ret rica humanista. Es verdad que los trminosms dif ciles de alegorizar de esta manera, tales como oblaci n o
sacrificio, desaparecieron de los lugares en los que s lo pod an
tener un sentido obvio, que ya no se les quer a dar. Pero se hallan
en otros lugares, aplicados o s lo a la cruz de Cristo o s lo a la
ofrenda de si mismos por los cristianos, y hay que estar muy enguardia para observar que la celebraci n eucar stica no se enfocanunca como un vnculo objetivo entre los dos. Si se tuviera alguna
vaga sospecha acerca de la prestidigitaci n que se ha operado, entonces los detalles secundarios de las antiguas oraciones conservadosen su puesto original, desde el recurso inicial a la demencia paternal de Dios hasta las referencias al altar celestial y al ngel del
sacrificio, para acabar mediante la oposici n entre la insuficienciade nuestros mritos y la libertad sin limites de la gracia divina,todos estos detalles, decimos, podr an bastar para tranquilizartocante a las buenas intenciones del autor. Si una f rmula demasiadoclara se ve parafraseada, se hace siempre bajo el paliativo de una
alusi n bblica escogida con tan infalible destreza, y el conjunto estfundido en una prosopopeya de una unci n tan constante y de una
expresi n tan melodiosa, que cuesta trabajo -aun despus de lasdeclaraciones tan tajantes de la Def ente - convencerse de quetanto arte, y tan piadoso, no es en fin de cuentas ms que un artede hablar en tono devoto para no decir nada.
Esto se olvida tanto ms fcilmente y de tanto mejor gana cuantoque cuando Cranmer no tiene empeo en vaciar de su contenido
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las f rmulas propiamente sacrificiales o sacramentales, se revelaun liturgista igual a los ms grandes de la antig edad. El rasgoms feliz de su arte consiste en el toque tan delicado con que de unextremo a otro de la oraci n supo hacer presente sin cesar, conuna palabra o una expresi n, el tema fundamental de acci n de gracias, de modo que ste corre, presente en todas partes, a travs deuna oraci n tan copiosa, como el hilo de oro que la mantiene en
cohesi n. Lo mismo debe decirse del tema de la Iglesia y de suunidad: insinuado desde el comienzo de las intercesiones como el
lazo que las encadena, de un extremo a otro de la eucarist a nocesar de ser tra do a la memoria mediante una sucesi n de arquea
das infalibles, hasta llegar a su magnfica emergencia final. Laevocaci n de la gracia y bendici n celestial del canon romano seprecisa entonces, efectivamente, en la inolvidable invocaci n final,
en la que se pide que seamos un solo cuerpo con Cristo y quepermanezca l en nosotros y nosotros en l.
Particularmente lograda es tambin esa retractatio del quamoblatioitenz, con la que Cranmer introdujo la menci n conjunta
del Espritu Santo y de la palabra para bendecir y santificarlos elementos eucarsticos. Querr a acaso con esta adici n conduciruna oraci n que es t picamente romana, a una concordancia sinfnica no slo con la epiclesis siria, sino tambin con las antiguasepiclesis alejandrinas, como la de Serapi n? Parece que no ten aun conocimiento suficiente de las liturgias orientales como paraconcebir expl citamente tal sntesis, y que sta procede sencillamente
de su gusto instintivo. Dom Gregory Dix est probablemente enlo cierto al suponer que no hizo aqu ms que insertar una explicaci nde la consagraci n eucarstica procedente de Pascasio Radberto ,
pero que toda la edad media hab a reproducido atribuyndola a sanAgust n.
La liturgia eucarstica de Cranmer es, por consiguiente, una incontestable obra maestra. La perfecci