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Bachata Rosa en tres tiempos
Copyright 2010
© Jesús M. Santiago Rosado
Todos los derechos reservados bajo las International and Pan American Copyright Conventions. Prohibida la reproducción en cualquier forma y por cualquier medio, de esta edición. Los derechos particulares de la obra permanecen en posesión del autor. Ninguna parte de este libro puede reproducirse de ninguna manera, sin el permiso escrito del autor o de sus herederos. Concepto de portada: Yolanda Arroyo Pizarro Foto del autor: Zulma I. Oliveras Vega Primera Edición Noviembre 2010 Edición de autor Colaboración: Boreales Carolina, Puerto Rico
Contactar a: [email protected] [email protected] http://narrativadeyolanda.blogspot.com/
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Contenido
Los tres tiempos de un poemario juglar y vagabundo ....... 12 La Bachata Rosa y los tiempos I .......................................... 20
PRIMERA PARTE La Piel Deseada De La Rosa ............................ 24 Protegido ................................................................................... 26 De(s)velo ................................................................................... 28 Tiempos ..................................................................................... 30 Desliz ......................................................................................... 32 (Re)vuelto .................................................................................. 34
Fragmentos de un adolescente .......................................... 36 @ Kikita .................................................................................... 38
Fragmentos de un adolescente .......................................... 40 Muchas veces quiero ............................................................... 42
Fragmentos de un adolescente .......................................... 46 Enumeraciones de una piel queriendo ser habitada ........... 48
SEGUNDA PARTE Las Espinas ........................................................ 60 Como en el principio ............................................................... 62
Fragmentos de un adolescente .......................................... 64 Y vivir ........................................................................................ 66 Nombrar(te) .............................................................................. 74 Humo ......................................................................................... 76
Fragmentos de un adolescente .......................................... 82 Regreso ...................................................................................... 84
TERCERA PARTE El Sabor De La Rosa ......................................... 86 Borges, tú y yo .......................................................................... 88 Peregrinación ............................................................................ 92
Fragmentos de un adolescente .......................................... 96 Paseándote por la Boca ........................................................... 98
Fragmentos de un adolescente ........................................ 102 Llevarte muy adentro............................................................. 104 Inmensidad.............................................................................. 108 Interestatal 5 ........................................................................... 110
Fragmentos de un adolescente ........................................ 114 Madrugada ............................................................................... 116 Humedad ................................................................................. 118
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Pintura de una sagrada familia ............................................. 120 Circunferencia ........................................................................ 124 La Bachata Rosa y los tiempos II ....................................... 126 Agradecimientos..................................................................... 130
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A la Bachata Rosa,
por los tiempos,
por las historias,
por los sueños.
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“¿Será la rosa?
¿será el trámite
de la sombra debajo de los pétalos?
¿será la rosa
o será la espinísima ferocidad de a diario?
¿será la rosa,
será tal vez el pétalo desnudo y transitorio?
[…]
¿será la rosa
olida y sorprendida por los ojos,
brutalmente fugaz;
tocante tocadora
tocada para siempre su armonía
por el recuerdo musgo de su historia
por el recuerdo feroz y demarcado
de su huella difusa y siempreviva;
por el recuerdo punzante y afilado detrás de cada espina
de cada esquina,
de cada ruina diluida en distancia y asombro?”
Ángelamaría Dávila
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“Los dientes de la rosa muerden
cuando te identifican”.
Yolanda Arroyo Pizarro en Medialengua.
“Pareces prosa
y yo quería hacernos un poema”.
Carlos Vázquez Cruz en Sencilla mente.
“serrucho de mentiras tu nombre
en tres pedazos dedicados a ti”.
Guillermo Rebollo Gil en La carencia.
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Los tres tiempos de un poemario juglar y
vagabundo Por Yolanda Arroyo Pizarro
stoy en una encrucijada. ¿Cómo he de lograr una efectiva invitación a la lectura de un libro tan emblemático como Bachata Rosa en
tres tiempos, sin que se filtre la ávida circunspección de atestiguar este alumbramiento con ojos lúdicos? Voy a intentar explicarlo… en tres tiempos.
Primer tiempo. Debo iniciar por llamar la atención a los amantes de la buena literatura sobre la capacidad que tiene esta propuesta para explicar un elemento esencial: que la realidad queda suprimida en toda obra literaria, que cada escritor crea un mundo que debe imponerse sobre el mundo «real», y que este mundo aunque nace y muere una vez cerrado el libro, permite que esa muerte esté sujeta a resurrecciones y encarnaciones alternas, si fuera el caso que el libro lograra esa trascendencia.
Refraseo estos comentarios de una lectura previa a una entrevista al escritor peruano Iván Thays, en la que el colega latinoamericano también da cuenta del trascender de un texto si este demuestra una minuciosa obsesión por los detalles y una búsqueda incesante del orden que subyace con la estructura que convierte la coincidencia en contingencia. Concuerdo con Thays en que “escribir es ordenar y estructurar” y que “leer es descubrir ese orden y esa estructura que nace no en lavida, sino en el texto”. Jesús M. Santiago Rosado es el autor de los versos
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hilvanados en historias de años, décadas y ciclos, que suspira, se lamenta, nos hace apetecer un norte y nos permite desear con ansias locas a la Vida, esa Vida con mayúscula en Bachata Rosa en tres tiempos. Santiago Rosado dispone para nosotros un precepto: un multiVerso denotado por los signos del tiempo, por los códices de la infancia, la adultez y la madurez. El autor ha confeccionado un ramo de contingencias versadas sobre el jarrón de un orden cronológico creado con simbología entendible y transmisible. Somos todos parte del origen y somos el origen.
Bachata Rosa en tres tiempos es un canto a la búsqueda del Yosoyelotro en tres diferentes etapas progresivas, distintivas y marcadas con un carimbo esclavista. Amo y esclavo son las estrofas, los epígrafes de contemporáneos insignes, el verso libre que encadena la siguiente historia con la que acaba de concluir. Se me ocurre pensar en Juan Ramón Jiménez, quien recibiera el premio Nobel de literatura en 1956 y tres días después muriera Zenobia, su musa y razón de escribir. Tres días, tres. La lírica de este autor que amó a Puerto Rico aparece igualmente signada como poeta que se fragmenta en diversas etapas, más bien una tríada como ya han identificado los eruditos: la época sensitiva, la época intelectual y la época suficiente. La raíz de la que surge la poesía juanramoniana no cambia, pero sí evoluciona, influenciado por otros autores, distintos movimientos, pensamientos, incluso sucesos. Santiago Rosado se nutre de esta bitácora de viaje, de ese mismo pozo a donde se transmuta uno a beber savia versada. Se notan en este, su primer poemario, influencias de otros maestros: el propio
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Jiménez, las vivencias ilustradas en la poesía de Pablo Neruda y la voz de Miguel Hernández.
Sobre el juego de espejo con Neruda, sus etapas de sentimiento pasional, de cambios romanceros, de cantos dolorosos e imposibles de olvidar que retornan a la memoria como destellos de luz, marcan, igualmente, los acontecimientos de su época. Esta exposición de sentimientos, paralelos con la “Bachata Rosa”, se convierte en una cartografía que da cuenta de las puestas de sol, los mares obcecados, la caída de estrellas, la construcción de un cuadro de la Sagrada Familia (Pintémoslo, pero no le coloquemos un marco), hechos naturales, tan simples, pero maravillosos para los creadores; Neruda y Santiago Rosado ambos observan el diario a través de su ventana vitral.
Otra convergencia agradable es el encuentro de la voz susurrante de Miguel Hernández en los textos de Bachata Rosa en tres tiempos. Con Hernández podemos destacar tres grandes temas de su poesía, que incluso él mismo declarara en “Llegó con tres heridas”, poema perteneciente a Cancionero y romancero de ausencias:
“[…] Con tres heridas yo: la de la vida, la de la muerte, la del amor”. Estas tres heridas vienen a configurar el ámbito
temático de la poesía de Miguel Hernández y amonestan la profecía de los versos que años siguientes nos harían tropezar con el poema “Humedad” de Santiago Rosado:
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“Encerrado en una gota de lluvia experimento la urgencia de derramarme y humedecerte las llagas de las heridas provocadas por los tiempos”. Hábil vaticinio de los entuertos que crecen con
Kronos, los poetas no nos abandonan para que encontremos, junto a ellos, la significancia de los procesos antropológicos de nuestro devenir. Las heridas son importantes, y así las destacan; son una oportunidad de crecimiento y superación de la adversidad.
Segundo tiempo. Uno de los principales antropólogos del mundo dijo en cierta ocasión: “Por primera vez en la historia de nuestra especie entendemos que el amor es la más importante necesidad sicológica fundamental del hombre. Es el centro de todas las necesidades humanas, tal como el Sol es el centro de nuestro sistema solar y los planetas giran alrededor de él”. Esta confesión/sentencia, esta verdad sobre la importancia del amor para el bienestar humano no es nada nuevo, pero en las ocasiones en que manifiesto y talento confluyen, el motivo de la celebración se vuelve regalo. Encontrar un documento de actualidad, en donde las cartas geográficas, los rollos del Mar Muerto modernos y las piedras del Padre Nazario actuales señalen el camino del amor, amor al mundo, amor a los amantes, amor a lo humano, es siempre la provocación idónea para comprometer los sentidos. En términos etimológicos, las palabras antiguas que se utilizan principalmente para denotar amor en los sentidos supracitados son ’a·hév y ’a·háv (amar), junto con el sustantivo ’a·haváh (amor), y es el contexto lo que determina el sentido específico de amor
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que representan, desde la esencia arcaica hebrea. Con respecto al verbo griego latinizado más adelante fi·lé·ō, los expertos han comentado que se debe distinguir de amar la vida (agapaō )en que phileō denota más bien un afecto entrañable. Tanto amar la vida, tal como se demuestra en la obra de Santiago Rosado, como amar a la Vida, significan consideraciones del verdadero motivo de vivir, la pasión por el otro y su universo entramado en palabras y la querencia a las mismas.
Tercer tiempo. Supe desde muy jovencita que los términos trovador y juglar casi siempre iban de la mano con el término vagabundo. Tal vez con canciones de amor cortés y con el asunto de la caballería. Sé que trovadores y juglares no se limitaron a estos temas aun cuando se les conozca más por la canso d’amor (canción de amor) y normalmente se les represente ofreciendo serenatas a una dama. El amor no fue su única preocupación. Se interesaron en muchos de los asuntos sociales, políticos y religiosos de su época. Los trovadores florecieron en los siglos XII y XIII en el sur de Francia. Fueron poetas, músicos cortesanos que mantuvieron sus escritos en la más refinada de las lenguas romances vernáculas: la lengua de oc, el idioma común de aproximadamente toda la zona francesa que queda al sur del río Loira y de las regiones limítrofes de Italia y España. Me hace ilusión pensar en la poesía musical, sobre todo en la que propone este libro: un entuerto aterciopelado que se crea cuando se mezclan y se conectan conceptos musicales como una bachata, el color rosa, o la flor, y los diferentes tiempos, tres, un trípili armonioso. Los tiempos en la música son elementos inherentes al ritmo, a la cadencia, a la prosperidad de los
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cuerpos que, poco a poco, desean unirse gracias a la melodía y que en la obra de Santiago Rosado se vuelven promesas de vívida saliva a depositarse en los labios. Los trovadores y juglares viajaban de ciudad en ciudad, y ejecutaban sus canciones con arpa, viola, flauta, laúd o guitarra. Los viajes eran un elemento distintivo. Los viajes, los viajeros, el traslado continuo de haberes y afectos. La colección superlativa de marchas, éxodos y migraciones. Me place encontrar, igual que en antaño, radiografías del movimiento de traslación perenne que nos caracteriza como especie: “ […] Transitas tembloroso por el Valle de California. Te deslumbras con el paisaje. Y ahí le ves. Observas los contrastes de todos los matices; marrón y verde, montaña y valle, uvas y algodón. Y le piensas”. “ […] Ven, cabalguemos las alas del tiburón y desde ahí, cortemos la promiscuidad del viento y pintemos de otro color a su más azul y antiguo amante, para que todo lo que existe entre Miami y LA sepa que aunque me esperas no te dejé allá abajo,
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que estás conmigo aquí”. Los poemas “Interestatal 5” y “Peregrinación” dan fehaciente cuenta de que el poeta, mezcla de pintor, compositor, juglar y vagabundo guía su pluma tanto con el corazón como con la mente de las intertextualidades. Por ello, los buenos versos, los de este libro, nos inspiran o nos hacen reflexionar, nos mueven a reír o a llorar. Le damos la bienvenida a la bachata y los tiempos de Jesús M. Santiago Rosado.
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La Bachata Rosa y los tiempos I
“Y es necesario recordar que siempre se vuelve sobre las cosas iniciales”.
Manuel Ramos Otero
ué diferencia existe, si alguna, entre las historias y la poesía? Una noche de insomnio, un hombre joven decidió una vez más recorrer los estantes de su biblioteca personal con la intención de
releer algún texto. De pronto se topó con una libreta verde de carpeta dura que guardaba celosamente desde su adolescencia. Por un momento dudó en abrirla y reencontrarse con lo que en ella reposaba. Representaría visitar al joven de hace poco más de década y media atrás, al muchacho de quince años de edad. La libreta, casi vacía, contenía una serie de poemas que había escrito para aquel entonces. Se armó de valor, la agarró y decidió abrirla. Y allí estaban, las letras de un adolescente enamorado que había resuelto escribir sus secretos de amor, aquellos que parecían imposibles de descifrar, desde los referentes que hasta entonces conocía acerca de la expresión poética.
Le resultó inevitable evocar las imágenes, los olores y los momentos que atesoraba de aquella época de su vida. Había sido la primera vez que se enamoraba de verdad, y
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según cuentan, la única. De pronto, le asaltó al pensamiento la idea de juntar algo de aquellos poemas con algunas otras piezas que había escrito de adulto. El resultado sería la historia, desde sus inicios, de un amor. Aquel hombre soltó la libreta y, decidido, abrió el archivo de sus escritos en el ordenador. Buscó los intentos de poesía que le habían asediado por aquellos días ya de adulto, algunos con visos narrativos y los releyó. Entonces pudo ver una historia contada, desde los versos. Una misma voz poética que evoluciona con el pasar de los días, de los meses, de los años, igual que como cambia la gente, igual que como cambian los espacios.
Los temas, la fuente de inspiración y el deseo de contar la historia seguían intactos. El junte de los escritos le hizo retroceder en el tiempo. Cerró su computadora y recordó cantar a Mercedes: “Cambia, todo cambia…pero no cambia mi amor…”.
Varias interrogantes hicieron aparición: ¿Podrán conversar esos textos? ¿Ejercicio histórico? ¿Poético? ¿Qué puedes hacer con tus intentos de poesía de adolescente y con los de adulto?
-Los quiero juntar- se dijo. -A fin de cuentas, son el inicio y desarrollo de una historia, de una piel deseada, conquistada y amada que sigue presente, más que nunca. Se lo debo a esa piel, a esa voz y también a mí- pensó.
La historia, las historias de las gentes y de los pueblos que son contadas, se construyen, se manipulan. Casi siempre llevan ritmo ascendente. Pues esta es la historia de una voz poética que tuvo principio, que está en
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proceso de desarrollo, que le falta mucho por madurar y que aún no ha tenido un final.
Aquel hombre decidió organizar sus poemas partiendo de los escritos durante su adultez. Algunos de ellos son antecedidos por estrofas de intentos de poemas creados durante su juventud a los que decidió llamar Fragmentos de un adolescente. El ejercicio de encontrar nexos entre ellos a pesar de las distancias y diferencias de tiempo y espacios le sedujeron para que los invitara a dialogar. Quiso plasmar sus amores de inicio, sus sinsabores, sus deseos materializados y los que todavía faltan por cumplirse.
Los textos que recopiló y organizó fueron escritos entre Puerto Rico, Los Ángeles y San Francisco. Involucran su adolescencia, su etapa adulta y el constructo del anhelo para el devenir, tres tiempos agrupados en tres partes.
“Te regalo una rosa, la encontré en el camino…”. Esa hermosa canción de Juan Luis Guerra lo remontaba, inevitablemente, a su juventud temprana. Y sin sospecharlo, había pasado a ser marco referencial de su vida desde entonces. Cada vez que escribía un poema, la escuchaba. La canción era su rito, su acompañante en las noches de soledad y en los momentos de intimidad. Sigue teniendo magia, vigencia.
¿Acaso debe renunciar la poesía a los amores? ¿Los amores a la poesía? Aquí les va una historia, la de él y la de mucha otra gente; una historia que pide ser contada,
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perpetuada, enmarcada en la melodía… interpretada en tres tiempos.
Esto fue lo que le salió…
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PRIMERA PARTE La Piel Deseada De La Rosa
“Saber vivir
es un arte y una tragedia
Saber vivir
es aprender a morirse
bien”.
Javier Febo Santiago
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Protegido
“Te regalo una rosa, la encontré en el camino…” Juan Luis Guerra
En este caminar accidentado de rosas
me arropo con las sonrisas que vas desparramando
entre las piedras,
entre los hoyos,
entre la tierra
para protegerme del bien
y del mal
y de ti.
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De(s)velo
“Te regalo mis manos, mis párpados caídos…” Juan Luis Guerra
Te dedico mis madrugadas,
mi desvelo
que se yergue
y mis manos
que le escriben
tu nombre,
letra a letra
y entonces
para ti también,
develo
lo que era encierro,
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el descorrer
y al final,
como fuente,
el correr
del velo…
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Tiempos
“Te regalo un otoño, un día entre abril y junio…” Juan Luis Guerra
y todos los días del calendario que van marchando
por las avenidas de la inconsciencia
para que los (des) tiempos,
las sazones y las edades
se graben en las hojas
de mi árbol sembrado
hasta el tuétano
de tu ser.
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Desliz Con tus labios casi cegando mis pupilas
Déjame deslizarme entre las olas de las lágrimas
que secan tus desencantos,
amparado sobre una tabla que garantice
mi hundimiento en tus corrientes.
Recorrer cada una de las líneas
que cuartean tus labios
y sembrar en ellas
banderas de conquista
con nombres que inventemos para denominar
nuestro compartido imperio.
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(Re)vuelto
“La memoria es este amor intermitente”. Moisés Agosto Rosario
Cada vez que das vuelta a las palabras
creyendo que son arcos de fuego
con las mismas manos sonoras
con las que me volteas
se me revuelven las ansias,
revoloteas mis espacios
y vuelvo
a confiar,
a creer,
a esperar,
a desear…
a (re) volver.
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“Eres la estrella en mi anochecer. Eres el sol en mi amanecer.
Mi amor por ti es tan fuerte
que nada lo hará decaer.
Como el pétalo en una flor,
como un pájaro cantor…
Así me siento vida mía
esperando encontrar tu amor”.
20 de junio de 1993
Fragmentos de un adolescente
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@ Kikita
“Supongamos que te quedas, que te lanzas sobre el miedo
para cortarlo en dos, que prefieres sumergirte y no huir de la historia
para enfrentarla con garras hasta la muerte”.
José H. Cáez Romero
Déjame abrazarte como la ola irrumpe al peñasco
para formar esa fusión que se pasea elegante
entre los azules, blancos y verdes
y entonces rozar tus profundidades
desde la tempestad del viento insaciable;
deshacerme como algodón de feria entre tus labios
humedecidos por mis corrientes
y fundirnos hasta inventar espumas
de cerveza y limón y toronja
y prometernos lo de siempre,
lo que dejamos ir,
a lo que le tememos
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para volver a sobrevivir
e intentar seguir existiendo...
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“Deseo estar contigo
y así poder amarte.
Desearía besarte
y convertirme en tu abrigo.
Recuerda que siempre te amo
y siempre te seguiré amando
porque en realidad tú eres,
tú eres el amor mío”.
2 de diciembre de 1992
Fragmentos de un adolescente
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Muchas veces quiero
“Préndeme, hazme llama agitada de presura.
Hazme chispa agigantada, vorágine que consume. Hazme mecha acelerada que detona bien los cuerpos,
que lubrica orificios y se hace trueno, que invade el aire y se apodera del oxígeno”.
Aixa Ardín Pauneto
Hoy quiero incrustarme en tu ser,
hoy quiero rasgarte todo el pasado.
Hoy quiero refrescar los contornos
de tu piel accidentada.
Hoy quiero hacer revolución
en las nostalgias de tu cuerpo trazado.
Hoy quiero que tus lluvias me sangren las espaldas hasta
matar el placer.
Hoy quiero convocar a las ninfas y a los orishas
para que me acompañen en el baile.
Hoy quiero hacerte brillar
el lustre que siempre ha estado.
Hoy quiero almidonar las arrugas
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que te marcan el dolor.
Hoy quiero adentrarme por tus pestañas,
por las cavidades de tus ojos
y llenarlos de amores.
Hoy quiero hacer desangrar
los coágulos que entorpecen el fluir
de tus sensaciones inagotables.
Hoy quiero recorrer cada contorno de tus superficies y
perderme en tus olores de mar, de almendra.
Hoy quiero probar tus sabores, morder tus texturas, palpar
tus colores.
Hoy quiero marcarte
la epidermis de tus pensamientos con tinta indeleble.
Hoy quiero construirte libertades
fundadas en mis deseos de esclavizarme.
Hoy quiero irrumpir en tus adentros
violentando,
galopando hasta la cumbre de tu centro.
Hoy quiero absorber de tus néctares
que curan mis ansias de ti.
Hoy quiero que mi lengua te recorra,
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que convierta en jalea tus cosechas.
Hoy quiero degollar los tatuajes de andantes
que se perdieron en sus propias rutas contigo.
Hoy quiero reescribir tu historia
y fundirla en las hendiduras de mis presentes.
Hoy quiero poseerte con tal fuerza
que no haya exorcismo que lo borre.
Hoy quiero romperte, zurcirte, reconstruirte.
Sí, lo he repetido muchas veces.
Pero una vez más,
hoy quiero.
Hoy te quiero.
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“Eres la flor más bella
que en mi jardín está.
Quédate aquí conmigo
que por siempre te he de amar.
Cada vez que te miro
deseo estar contigo.
Pero sé que es imposible
porque tu corazón aún no es mío”.
2 de diciembre de 1992
Fragmentos de un adolescente
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Enumeraciones de una piel queriendo ser
habitada “Mi trapecio se partió en sus caderas filosas,
aprendí con sus besos el vértigo de la altura, de su cuerpo la mirada a espejos sin destinos”.
Amarilis Tavarez Vales
A tu cuerpo
Si tuvieras una idea de lo mucho
que esta piel que te habla fantasea con recorrer
cada uno de tus rincones,
de tus curvas,
de tus pliegues,
de tus picos,
de tus orificios.
Recorrerte lentamente,
como lentas son tus palabras,
como lentos son tus vaivenes.
Desde el primer día que te vi,
esta piel que te habla no para de imaginarte,
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de tocarte,
de poseerte en sus epidérmicos pensamientos,
de acariciarte.
Recuerdo ese primer momento.
La cadencia natural que emana de ti,
esa enloquecedora mezcla de tu color
y tus hoyuelos,
tu sonrisa a medias,
tu hablar intermitente
y tus ojos…
tus ojos que hicieron que los míos
siguieran buscando.
Y mientras más se adentraban,
más encontraban mientras seguían
invadiendo tus Meninas.
Te miré y sentí la vida.
Te miré y sentí la nación.
Sentí guerra,
pasión,
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ardor,
humedad,
feromonas,
saliva,
agua salada,
olor a piel,
caballo y delfín,
Boquerón y el putero,
el maví y el sake japonés.
Te miré y me acordé de mí.
Recordé que soy ontos
que siento,
que quiero,
que necesito,
que complazco,
que estremezco,
que saco gritos,
gemidos,
lágrimas,
sonrisas
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y jugos internos.
Tus ojos,
tus ojos me debilitan,
me desarman,
me apendejan,
me asustan,
me desnudan,
me roban el aliento.
Tus movimientos torpes mientras aprendías a bailar
me invitaban a morderte,
a rasgarte,
a violentarte,
a desafiarte
y a tragarte.
Y tu paso produciendo sonidos de combate
en cada movimiento
me despertaban la ansiedad de la guasábara.
Me puse atrevido, fresco, libidinoso
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y con premeditación y alevosía te invité a mi casa
después de un par de tragos y canciones.
Allí despertamos los cuerpos
que me habitan en mi recinto.
Betances y Mariana,
Albizu y Julia,
Hostos y Federico,
Cernuda y Cortázar.
Transgredimos tu paladar roquero
para derramarte mis orgasmos auditivos…
Aute, Mercedes,
Silvio, Haciendo Punto…
Y cantó Pablo:
“Todavía te pregunté te quedarás,
temo mucho a la respuesta de un jamás…”
y te pedí que te quedaras.
Tu cuerpo dijo que sí.
Y ese sí me hizo sentir tensión,
dureza,
encumbramiento.
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Con ese sí descubrí que puedo experimentar multiplicidad
de sensaciones,
de corrientes,
sin verter.
Mis demonángeles cantores
conspiraron para que te quedaras.
Sentí el terremoto,
el incendio,
el diluvio,
el rayo,
el huracán.
Instantáneamente mi cuarto se preparó
con olor a lujuria,
a Mary Jane,
a algodón de feria,
a Playa Buyé,
a estiércol de vaca,
a canal de Venecia,
a spa,
a sala de operaciones,
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a garita de Viejo San Juan,
a almendras del Escambrón.
Recordé nuestro primer encuentro en esta playa,
en esta misma costa que nos comparte hoy
aquí en mi habitación.
Al entrar te despojaste
primero de tus zapatos y medias
y descubrí tus pies cincelados perfectos
y tus dedos,
que no corrieron la misma suerte.
Luego,
tu camisa,
y al quitártela casi desaparezco.
Tu piel,
la odié.
Era más apetecible que las que había tenido antes.
La quise rasgar,
pellizcarla,
morderla,
marcarla.
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Era más deslumbrante que la del René de Virgilio.
Descubrí muchas marcas lunares.
Pero una, una sola.
Esa marca de tu espalda me confirmó
tu naturaleza de semideidad del Olimpo.
Los dioses se apiadaron de mí,
te enviaron.
O mejor aún,
renunciaste a tu orden cuasidivino
para transgredir de tu escenario al mío.
La ruptura de Jitrik,
el event de Lotman.
Te volteaste.
Eras como imaginaba.
Tus aureolas me invitaban a lamerlas
como manjar de los mares.
Tus pequeños lunares me incitaban a desgarrarlos,
robarlos y comerlos en un gran vaso de helado
o mejor aún,
desde el terraplén de tu mismísimo suelo,
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como cachorro que se alimenta desde la acera.
Me abrazaste,
tu cuerpo de locura,
de pasiones y sorpresas…
me tocaste a mí,
piel ruborizada,
cobarde,
que jamás se ha atrevido a gritar lo que siente,
lo que desea
y lo que busca y espera.
El aire de tu susurro en mi oído fue el culpable,
el culpable del aviso que sentiste
de que mi superficie se acababa de sublevar,
de que un golpe de estado entre mis inquilinos
había tenido lugar.
Y me deje llevar por mi maldita piel,
por tu cuerpo,
por el susurro.
Y mi meñique izquierdo
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acarició tus suspensiones en el aire
y jadeaste.
Posees mis voluntades desde que te vi.
Y te sigo descubriendo.
Nos quedan promesas,
palabras,
vidas.
De esas que salen de esta mezcla
cuerpo-piel.
Y es esta piel que te lo dice hoy:
quiero que acampes en mi cabaña,
que me recorras,
que me cures,
que acentúes las marcas de mis cicatrices
de tres veces en el quirófano,
que las acaricies
con el ungüento que brota de tu fuente
y que las vendes con tu lengua.
Déjame abrazarte,
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de adentro hacia afuera.
Cuerpo-piel,
ámame
que nos falta mucho.
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SEGUNDA PARTE Las Espinas
“...las despedidas viven del vacío de las manos”.
Cezanne Cardona
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Como en el principio
“Abandonarse es, a veces, la única manera de comenzar”.
Mayra Santos Febres
Guardaré un minuto de silencio ante tu partida.
Tú, partida anacrónica,
ante tu adiós
a dios guardaré un minuto de silencio
y entonces tocarás una vez más
mi puerta.
Y todo será como en el principio,
caos,
creación,
falsedad.
Pero hay que creer,
crear,
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como en el principio.
Así que esta vez
guardaré un minuto de silencio
antes que te vuelvas a ir
como lo has hecho
desde el principio.
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“Recuerdo la primera vez
que tú y yo nos abrazamos…
me llevaste hasta los cielos
me enseñaste tus encantos.
Pero todavía recuerdo
el día que dijiste adiós.
Qué tristeza me dejaste.
¡Ay!, que grande es mi dolor”.
24 de diciembre de 1992
Fragmentos de un adolescente
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Y vivir
“ahora
la noche se eterniza en el ruido
y la piel, como el poema, en otra despedida”.
Ana María Fuster
Esperaste tantos largos años
y varios intensos meses por ese momento.
Lo habías soñado.
Lo habías deseado con vehemencia
y llegó.
El momento que hasta ese entonces
te había parecido imposible
se hizo realidad,
se materializó.
Una llamada, el anuncio, la venida.
Todavía recuerdas como si hubiese sido ayer
la primera vez que le viste.
Te volteaste a tu izquierda
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e inesperadamente le encontraste.
Aquella piel no era común.
Tampoco el lado derecho de su rostro,
ni el pómulo,
ni el atisbo de sus labios
que aun hoy te siguen pareciendo únicos.
Y de inmediato
todos tus pensamientos se alborotaron.
Irrumpiste en su vida como nadie.
Nadie lo había hecho así en la tuya.
Pasaron los días, los tiempos, las personas,
la escuela superior, la universidad, las ceremonias,
los retoños, los viajes, las casas, los apartamentos,
los regresos, los cuentos, las películas,
las historias que se creían amorosas (¿?)
y las canciones.
Sobreviven los códigos y expresiones
que más nadie entiende.
Igual los abrazos,
68
los nombres,
los “ojitos”,
los sueños, las anécdotas
y el dulceamargo secreto,
secreto que te ha servido de oxígeno
durante todo este tiempo.
Y es que los secretos de amor,
esos que te obligan a creer,
que te enseñan a esperar
y que te acercan con la misma facilidad
a los cielos de oro y cristal
y al más asqueroso de los infiernos de Dante
te han hecho fuerte.
Pero te han limitado,
eres un bonsái.
Has cerrado muchas puertas.
No quieres abrir ninguna otra que no sea esa,
aunque casi nunca quien debe usarla entre.
Y entonces la llamada.
69
El advenimiento.
“Voy por ahí”,
no hacía falta escuchar nada más.
Y de pronto te encuentras en las nubes,
viviendo la experiencia celestial.
Y vistes tu alcoba con las mejores galas.
Haces espacio en tus gavetas.
Corres y compras
lo que perfectamente sabes que le gusta.
Vuelves a desempolvar ese perfume
que les ha servido de cómplice
durante todo este tiempo.
Y llega.
Y te abraza como nunca,
interminable,
insuperable abrazo.
Y convives.
De pronto ves como te organizan las copas
de una forma distinta a tu diseño original.
70
Y suena la música que le gusta oír.
Recibes una llamada desde el supermercado preguntando
qué “nos hace falta”.
Cuando sales,
sientes urgencia de regresar para recibirle.
Y esperas en el balcón su llegada.
Le abres la puerta de tu magistral sonrisa.
Hablan de sus anécdotas del día
y se abrazan demasiadas veces.
Caminan por la playa.
Van al cine.
Lavan juntos la ropa.
Y hasta has movido de sitio
la otra silla de tu balcón
que antes estaba vacía
para leer en cercanía por las noches.
Van a Walgreens y eligen el shower gel.
Y visitan juntos tus hanging places
sin miedo a nada.
Durante las noches se aman,
71
sin prisa,
sin miedos,
sin remordimientos,
compartiendo pasiones;
sin llorar casi a punto del estallido
porque ya no tienes que pensar
que pronto te volverá a acompañar la soledad.
Y cambias tus horarios de acostarte y levantarte.
Ya casi no hablas por teléfono con tus amistades.
Y sientes que las paredes de tu casa
se impregnan de su olor,
que en su desnudo caminar por los pasillos
va derramando partículas de su piel por las losetas.
Y descubres una sonrisa
mucho más hermosa a la acostumbrada.
Ya no te acuestas en soledad
y le acaricias mientras duerme.
Le robas el sabor a sus labios.
Y sientes que es demasiada felicidad
72
para que todo esto pueda ser cierto.
Varios, algunos días.
Cielo que duró días.
El anuncio.
Debo regresarme.
Me voy.
Te juro que no quiero
pero el deber se impone.
Entonces sabes que no eres tú la razón
ni la fuerza de atracción más poderosa.
Hay otras que te superan.
Y entonces descubres que no eres de los elegidos para estar
en su espacio celestial.
Eres del montón,
de las otras ovejas que no pertenecen a ese rebaño.
Tienes que conformarte con jugar con animales
en el menos malo de los casos,
esa es la felicidad eterna que te toca a ti,
no la del cielo… la del espacio terrenal.
Y lloras desde tus entrañas.
73
Pero se te cumplió el sueño.
Ahora estás listo para vivir.
R.I.P.
74
Nombrar(te)
“He inventado una palabra para llamarte, y tú respondes sin saberlo”.
Rubis M. Camacho
Intento acallar el silencio
que se empeña en repetir
el sonido de tu existencia cuestionada,
innombrable.
El eco perdido de Darwin,
sin origen.
Especie-eslabón que grita
como perdida
buscando una cadena
de la cual formar parte,
la mía.
75
Te inventaré una palabra
para nombrarte
y que existas:
...
76
Humo
“Nuevamente tu imagen insiste en pasearse por el marco de mi puerta,
el brillo de tu mirada vuelve a asaltar con sublime resplandor los latidos de mi memoria,
y el reflejo de tu pequeña silueta, vestida del perfume del calor de tu piel,
amenaza con arrebatarme la tranquilidad de aceptar que ya no estás...”.
Alan José Cuadrado
Te mueves.
Abres desesperadamente la puerta.
Allí,
sentado en el balcón trasero de tu apartamento
agitas incesantemente tus piernas.
Tu respiración avanza,
te levanta la caja del pecho una y otra vez,
rápido, con fuerza.
De nuevo la humedad se apodera de tus ojos.
77
Extiendes tu mano a la silla del lado, vacía.
Alcanzas la cajetilla.
La abres.
Esta vez decides por uno de los de la fila trasera.
Agarras el encendedor y lo estimulas
hasta que se prende en fuego.
Mientras observas los matices
de azul, rojo, anaranjado y negro
que conviven en una misma flama,
te acercas lentamente
el cigarrillo de turno
a la boca.
La cercanía del pitillo
te va humedeciendo los labios.
Los contraes y sientes su tristeza
que se va aderezando con tus babas.
Una vez colocado ya entre tus belfos,
se te salta una lágrima,
una de esas con fuerzas de caminante
que comienza su travesía sin saber
78
hacia dónde se dirige.
Pero ahí va, no para.
Parece querer recorrer la vía directa
hasta la cita con tu pecho,
allí donde palpita el corazón
esperando cercanía.
Sientes celos del ardiente y apasionado encuentro
entre la llama y la nicotina.
Por eso retrasas lo más posible
el contacto determinante de la prendida.
Sientes celos
porque ya no tienes quien te prenda a ti.
Entonces quieres ser tú el cigarrillo,
te conviertes en un wanabí de Benson.
Eres un tercero, sobras entre ellos.
El tabaco y la flama son suficientes.
Una vez lo vuelves a admitir,
no te queda de otra que no sea
dejar que se prenda.
79
El oscuro tabaco va adquiriendo color,
poco a poco.
Decides comenzar a inhalar
y sientes,
otra vez,
el pecho a mil.
Descubres que el humo,
al igual que la lágrima,
busca su centro,
pero recorriendo el esófago.
Quizás por eso te guste fumar tanto.
Porque el humo del cigarrillo
se empeña en acompañarte el pecho,
por ahí, cerquita del corazón.
No te falla.
Cada vez que utilizas tus fuerzas
para que se te adentre
le piensas.
Entonces, otra lágrima apesadumbrada
80
trata de alcanzar la ruta del humo.
Cada bocanada que sueltas
la imaginas como señal que envías
para que regrese,
para hacerle saber que le imaginas junto a ti,
que se le extraña
y que siempre estarás ahí.
Pero no hay respuesta.
Por eso sigues fumando.
Ya casi a punto de terminarlo,
aumentas el ritmo de movimiento de tus piernas,
y le amas en silencio,
en aquel espacio recóndito del alma.
Te secas los ojos,
te acomodas en la silla
y te aprestas para culminar el rito.
Con pesar te das la última jalá,
ese dos que siempre te pide cuando están juntos.
Expulsas el humo final y, triunfante,
81
la soledad se vuelve a apuntar
un trofeo más
dentro de lo que es reflejo de tus adentros,
tu cenicero.
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“Quizás aún me recuerdas
como una aventura más
pero yo siempre te recuerdo
como el amor de verdad.
Camino por el mundo
queriendo otras cosas probar
pero nada ha podido
ni te podrá igualar.
Pero mi alma espera
con desespero y ansiedad,
espera que llegue el día…
el día en que volverás”.
6 de diciembre de 1992
Fragmentos de un adolescente
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84
Regreso
“Los árboles sólo han nacido para entregarse en el arranque”.
Xavier Valcárcel
Me he desprendido de tu árbol muchas veces,
de ese tronco que ha quedado derramando sangre
ante el violento desgarre
del pedazo de madera que soy.
Me convierto en astilla que va sin rumbo,
sin norte,
como intentando buscar un nuevo rompecabezas
en el cual acomodarme
amoldando mis pedazos,
mi punta hiriente.
En cada intento pierdo filo,
se me descascara una parte.
Entonces regreso,
me doy vuelta y me olvido.
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Me reúno contigo una vez más
aprendiendo y volviendo
a encajarme en tu corteza.
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TERCERA PARTE El Sabor De La Rosa
“Mi garganta tiene el sabor de las rosas hechas dulce…”.
Emilio del Carril
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Borges, tú y yo
Escribir un poema es una magia menor.
Imaginarte desde el poema es el hechizo.
No soy poseedor de una estética.
Sólo tú circundas los linderos
de mi escasa armonía.
Creo no tener un solo enemigo,
salvo tu ausencia.
El tiempo me ha enseñado algunas astucias
mientras tú me exorcizas de razones.
Preferir las palabras habituales a las palabras asombrosas
te convierten en realidad y eternidad coexistentes.
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Si la realidad es precisa la memoria no lo es.
Por eso disfruto recordar tus imperfecciones.
Recordar que las normas anteriores no son obligaciones y que el tiempo se encargará de abolirlas
me hacen pensarte libertad.
La poesía no es menos misteriosa que los otros elementos del orbe.
La poesía somos tú y yo inventando los misterios.
Tal o cual verso afortunado no puede envanecernos.
Hagamos la belleza vanidad.
Sólo los errores son nuestros.
Eres mi sentido de pertenencia.
En este mundo la belleza es común.
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Entonces, refúgiate en mi universo.
(Los versos en bastardilla son fragmentos de la autoría de Jorge Luis Borges).
91
92
Peregrinación
martes, 9 de marzo de 2010
Por los aires, de Miami a LA
“Desde el exilio de tu cuerpo me he convertido
en el mejor cartógrafo de tus puntos cardinales”.
J. D. Capiello
Al beso que me diste aquella mañana.
Mientras dibujo una peregrina en las nubes,
siento el olor de tu mirada que me invade las sienes
y encuentro tus embrujantes hoyuelos
en uno de los ramilletes de algodón
que descansan sobre el manto azul.
Y es que te estoy pensando,
acá arriba,
esperando que saltes
para que recorramos número por número
y color por color
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lo que te he dibujado.
Te traje conmigo, y ahora lo sabes.
Ven, cabalguemos las alas del tiburón
y desde ahí,
cortemos la promiscuidad del viento
y pintemos de otro color
a su más azul y antiguo amante,
para que todo lo que existe entre Miami y LA sepa
que aunque me esperas
no te dejé allá abajo,
que estás conmigo aquí.
Que me acompañas a intentar entender
la cabeza sin cabeza de Cabiya.
Que le hacemos cosquillas a Iwasaki
mientras lo despojamos de su funesto ajuar
y perdonamos a sus monjas canibalescas
en este fetiche de letras
develado anteriormente en una mesa
al Viajero del Siglo.
94
Que viniste a humedecerme la boca
con cada cilindro congelado
que se me derrite en los labios.
Redemarquemos los límites de nuestro mapa
e inventemos nuevos puntos cardinales
para desplazarnos
por los mundos de nuestros adentros.
En este inverso mar contagiado de espumas,
quiero que construyamos
nuestra siempre pista de baile
para que nos desgastemos al compás
del más armonioso de los ritmos.
Y el beso que te di me regalará
tu aroma de madrugada escapatoria.
Y tu abrazo me invadirá la piel
por nueve días.
Y entonces tu sonrisa
me durará hasta que vuelva.
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“Eres la rosa perfumada que mi jardín engalana
que por tu aroma peculiar
todos te quieren amar.
Sólo espero que llegue el día
en que tu boca sea mía.
Deseo robar tu sonrisa
porque tú eres
el amor de mi vida”.
16 de junio de 1993
Fragmentos de un adolescente
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Paseándote por la Boca
“Cobro tres por beso enredado un par de labios que aprietan esta lengua que serpentea…”.
Melany Rivera
Después de una hermosa respuesta de Luzma Umpierre por
Facebook y pensando en la Vida.
Camino, si acaso, entre madejas de colores,
por entre los lienzos de tus texturas
como evocando rituales ancestros que prescribieron mi
enfadado destino de recorrerte
sin hallar nunca el final de este sendero
que se empeña en albergar mis sandalias
ya fundidas
por el tiempo,
por el destiempo,
por los contratiempos.
Andante que se desdobla
99
frente al muro de tus labios
para intentar rendir honores, cultos, reverencias
a las deidades que se pasean cadenciosas
detrás de ese pulposo castillo morado
que se abre para despojarlas y degustar del néctar,
de la sublime y misteriosa pomada
que intente curar las marcas provocadas
por los senderos atravesados
sin un ápice de desesperanza.
Recorro despacio, de a poco
los pasadizos, esquinas y ladrillos de tu fuerte
mientras las mancebas babosas que lo habitan
me regalan el fluir de sus orgasmos
ante la presencia de mi deseo humedecido
por el dulce contoneo de las ninfas danzantes
que discurren por entre las perlas de tu boca.
Ligadas mis manos a las formas de tu cintura
continúo mi viaje exploratorio por la edificación
y entonces ellas, tus ninfas burbujeantes,
100
se me apoderan y me roban el oxígeno,
me ahogan
obligándome a succionar de ti
todo el hálito de vida posible
para que pueda culminar esta aventura
que me arrincona, que me amarra.
Ostento todo el aire necesario
para proseguir mi travesía
y palpo poco a poco,
muy de a poquito
las estatuillas de tu colección perlada.
Y mi punta se desplaza por sus hendijas
intentando grabar cada detalle, con minucia
asegurándose de que nada se le ha de olvidar
porque este instante será plasmado,
habrá registro del encuentro para la posteridad
por temor de que otros declaren primacía
en el terreno ya conquistado,
recorrido,
reclamado.
101
Sintiendo la incapacidad para retirarme
decido acampar en tu castillo,
convertirlo en mi morada
y desde su balcón
robarme los atardeceres y devolverle sus mañanas
escuchando el eco que le sobreviene
del calabozo palpitante,
el de más abajo
que grita
esperando ser
de igual forma recorrido.
Pero por ahora, sólo por ahora,
haré vigilia en tu boca.
102
“Si supieras lo que siento
cada vez que te veo
estarías a mi lado
ofreciéndome tu aliento.
Mi corazón se alegra
pero a la vez se asusta.
No sabe cómo decirte
que por tu amor se desvive.”
2 de diciembre de 1992
Fragmentos de un adolescente
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104
Llevarte muy adentro
“ese espacio que eres no tiene interior ni
exterior”. Liliana Ramos Collado
“a veces urge tatuarse el tiempo entre las alas abrirse a los segundos la carencia
dolerse desde la cronometría de la mirada y deshilar el aire desde el vuelo hacia el espejo”.
Ángel Antonio Ruiz
Con tu sabor inundando mis labios.
Hoy di el salto a la llenura
hasta entonces irreconocible,
desde las altitudes de tu presente a mi lado.
Recorrer tus marcas, tus confines, tus adentros,
me lanzó al vacío de tu siempre sonriente tristeza,
con seguridad, con certeza, sin miedos.
105
Creía, yo creía que te amaba
sin posibilidades de amarte más,
que habías logrado empujarme
a los límites imposibles
de mis capacidades de sentir.
Pero no.
Hoy descubrí que puedo superarme.
Hiciste que me estirara la piel
hasta pintarme nuevas líneas
que demarcaran rutas a encuentros insospechados,
inesperados y no deseados hasta entonces,
por no saber.
Por no saber que podía más.
Por no saber que era capaz de tenerte,
de sentirte,
de conquistarte,
de invadirte como lo hago hoy.
¿Sabes qué?
Soy otro.
Soy otro en ti.
106
¿Sabes qué?
Ya no te amo.
Mi nuevo yo no te ama.
Ama a tu nuevo tú.
Ese nuevo ser que me habita
quiere crecer junto a ti.
Desea jugar desde su reciente niñez
con tus sonrisas ingenuas,
hacerle cosquillas a tus nuevas pieles
desde tu recién vientre.
Ese nuevo niño quiere agarrarte de la mano,
saltar la cuerda contigo,
descubrir su nueva adolescencia
y regalarte sus primeros momentos,
otra vez.
Nazco,
frescura, descubrimiento, expectativa.
La sonrisa de La Maga.
Desarrollo de un nuevo lenguaje
basado en la Academia de tus contornos.
107
Tus olores, tus sabores y tus texturas
serán los nuevos referentes
desde los que se construirá
este nuevo proyecto de existencia
parido nuevo.
Tu reino, grande, poderoso,
invencible hasta hoy,
se depositó sobre el mío.
Mi reino, por elección, te acompaña,
lo hace más fuerte, indestructible.
Porque a fin de cuentas,
llevarte muy adentro
me saca a las afueras.
108
Inmensidad
“Suelta las riendas Déjate llevar por la marea
Donde el caudal se hace extenso Y la lluvia moja el trueno”.
Alex Samuel Vélez
Camino al primer encuentro con el Pacífico
y creo que lo abrazaré.
Lo voy a esconder entre mis dedos
para bañar tus arenas a la vuelta.
Asisto puntual a mi cita
con el inmenso cielo inverso.
Llego.
Sudo.
Jadeo.
Se me apodera de todo.
Me va a querer.
Me seduce.
Me invita a adentrarme.
109
Mis manos no son suficientes
para agarrar todas sus aguas.
Sucumbo.
Me moja.
Pero quiero que me devuelva.
110
Interestatal 5
Transitas tembloroso por el Valle de California.
Te deslumbras con el paisaje.
Y ahí le ves.
Observas los contrastes de todos los matices;
marrón y verde,
montaña y valle,
uvas y algodón.
Y le piensas.
En cada destello amarillo,
en cada naranja que pende a orillas de la carretera
se te dibuja alguno de sus confines
y se te escapa una sonrisa
al recordar que minutos antes
te han declarado extrañado.
De pronto,
un grupo de árboles blancos y desnudos
111
intentan llamar tu atención
y te ríes.
Les deseas al menos
una pequeña porción de tu inmensa felicidad
para que renazca en ellos las hojas de contentura
que vas desparramando tú
hace tres horas por la Interestatal 5
desde LA rumbo a San Francisco.
Y te sientes más fuerte que el gobernador Terminator.
Y vas espachurrando el fruto de la vid
en cada kilometro recorrido,
como haciendo vino de amores
con el que se embriagarán juntos en el reencuentro.
Cuatro días y ahí estarás.
De pronto miras a tu izquierda y ves una tímida luz.
Y el cobarde sol se esconde ante tus ojos
por no poder brillar más
que esa persona en tu pensamiento
112
y no lograr desplazarla de ahí.
Que se esconda.
Jamás podrá.
113
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“Todas las noches sueño contigo
creyendo que tu amor es mío.
Cuando despierto me doy cuenta
que mi corazón sigue vacío.
Pero algún día me querrás
y convertirás el sueño en realidad.
Espero que llegue el día
en que tú me habrás de amar”.
20 de junio de 1993
Fragmentos de un adolescente
115
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Madrugada
“Ya te lo dije, casi amanece y la luz del sol más tarde nada nos trae
ni tu voz ni mi gemir ni mi grito ni tu piel ni nada…”
Mairym Cruz Bernal
Busco alguna de tus pestañas entre mis sábanas
para que acompañe mi desvelo.
Cada latigazo del segundero me duele
me grita ferozmente tu nombre
y me marca.
Atenta contra mis formas,
me flagela esta piel construida
con el barro moldeado por el tiempo.
Me ensordece el silencio de madrugada
no quiero escucharlo más.
¡Lapídenlo!
Debo enterrarlo
para entonces colocar tus flores sobre mi lecho
antes que se subleve el día.
117
118
Humedad
“¿Y si fuera otra cosa? Un poco más que un pronóstico de lluvia. Algo que me hiciera prescindir de manos y tragarme sus palabras a
bocanadas hasta dar con la hechura de su centro”. Mayda I. Colón
Encerrado en una gota de lluvia
experimento la urgencia de derramarme
y humedecerte las llagas de las heridas
provocadas por los tiempos.
En este encierro mojado
grito como queriendo ser libre
aunque me cueste chocar,
golpearme,
y sobre las esporas de tus helechos
verterme.
119
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Pintura de una sagrada familia
“Desde el principio siempre fuimos Nosotros los primeros
que nada tuvimos que ver con el Jardín”. David Caleb Acevedo
Retocando día a día el cuadro de los sueños,
de esos forjados desde el acompañamiento,
vamos dando forma en el lienzo tatuado
por el junte de nuestros andares,
cargado de años e instancias,
a estampas de una historia
que se niega a tener fin.
En cada abrazo punzante,
decidido y cargado de significado
vas añadiendo colores, detalles y trazos
de mil y una noches incontables, inacabables.
Entonces redescubro la infinitud de lo posible,
y el pincel se me apodera haciéndome saber
que a nuestra obra todavía le faltan sonrisas,
121
lágrimas,
que necesitamos seguir pintando proyectos, agendas y
latidos nuevos
que se sumen al compás de los nuestros.
Armándome de todo el espectro de luces
te lanzo la propuesta que convertirá
nuestra magistral creación
en proyecto parido de vida,
en lo completo.
Sonríes y te sumas.
Tarde de verano en la que,
como apoderados por el espíritu de un perturbado,
liberado, contradictorio y sacrílego Miguel Ángel,
descubrimos el toque de gracia
de los artistas sin miedo,
de esos que desafían las formas establecidas,
decididos a añadir más diversidad a lo existente
y acordamos perpetuar nuestra historia pintada sumándole
otra.
122
Lo imaginamos, le asignamos nombre,
lo pensamos y decidimos plasmarlo,
darle forma, con tonalidades no tradicionales
obligando al Bosco a que convierta la nuestra,
en la octava estampa capital
que siga manteniendo viva a la gente
y a Spregelburd a sumar
otra pieza a su Heptalogía.
Esa será la parte que inmortalizará nuestra pieza,
la que nos garantizará la entrada
al museo de la plenitud incorruptible.
Pintémoslo,
pero no le coloquemos un marco.
123
124
Circunferencia
Nota:
Esta voz que te ha contado
ha decidido dejar esta parte del firmamento
en blanco
para que podamos seguir añadiendo noches
a esta historia sin punto final…
125
126
La Bachata Rosa y los tiempos II
Cuando culminó su ejercicio de juntar sus poemas,
aquel hombre joven se levantó de su silla. Escuchó una
vez más la canción: “…eres la rosa que me da calor…”, se
miró al espejo y entonces descubrió que estaba vivo, listo
para su tercer tiempo.
Dicen que hoy día, continúa construyendo su
historia, historia que pretende seguir contando más de
mil y una noches al ritmo de la Bachata, de la Poesía…de
la Vida.
127
128
“Porque después del miedo viene la
libertad.”
Carlos Rubén Andino
129
130
Agradecimientos
uchas personas, de una forma u otra, han
sido parte de este proyecto. Algunas por lo
enseñado, otras por el apoyo, otras por el
inmenso regalo de ser parte de mí desde la grandiosa
plataforma de la amistad, por los amores y otras por la
inspiración provocada por sus letras y ejemplo:
A mi maestro Pedro Cuperman, por el amor a los
signos, a las letras y a la rigurosidad escritural.
A mis profesores del Programa Graduado de
Español de Syracuse University, por provocar el
encuentro con muchos de los textos que hoy me
sirven de brújula.
A mi maestra-poeta, Mairym Cruz Bernal, por
despertarme la inquietud de atreverme a hacer.
A grandes escritores, muchos amigos y a
compañeros de talleres que con sus letras, afectos,
conversaciones, contubernios y sus textos han
M
131
servido de inspiración. Están todos, de una forma
u otra, en este libro.
A mi hermano Víctor Santiago, por su
complicidad. Love you brother.
A mis padres, por motivos sencillamente
innombrables.
A mis estudiantes de la universidad, en especial a
Juan A. Torres, Emmanuel Santiago y Luis
Aguilera por motivarme a hacerlo mejor cada día y
por enseñarme.
A María del Pilar Rodríguez, por el valor, por la
fuerza y los oídos de su corazón.
A Andrés Neuman, el Viajero del Siglo, por la
extraordinaria conversación que sostuvimos al
compartirme la historia de sus inicios como
escritor, la cual sirvió de gasolina para atreverme a
comenzar en algún momento de mi vida.
132
Al gran Luis Negrón, por las palabras que no se
olvidan.
A Mayra Santos Febres, por la cercanía, por lo
mucho que me ha enseñado en tan poco, por
hacerme parte de sus proyectos, por la confianza y
la amistad.
A Emilio del Carril, por la complicidad, los afectos
y la adopción.
A mi comparsa doradeña de amigos que son
familia, por el apoyo incondicional, por escuchar
mis textos y reaccionar, por estar ahí, por lo que
nos hermana. Los amo.
A Carlos R. Andino, por el caminar, por lo
incondicional del apoyo, por creer.
A mi Eternamente Yolanda Arroyo Pizarro, porque
reencontrarte me ha hecho crecer, creer, despertar,
hacer, vivir. Por tus letras extraordinarias, por
compartirte, por las oportunidades. Eres grande.
Te lo debo. Te adoro hermana.
133
134
135
Jesús M. Santiago Rosado nació el
24 de febrero de 1977 en Río
Piedras, Puerto Rico. Ha
publicado textos literarios y
artículos pedagógicos en revistas y
periódicos de Puerto Rico, Chile y
España. Ha realizado trabajo
editorial dentro y fuera del país.
Posee un grado de Maestría con concentración en Lenguaje,
Literatura y Cultura Hispánica, un Certificado Graduado de
Estudios Latinoamericanos y un Certificado Graduado de
Enseñanza Universitaria de Syracuse University en NY. Ha
participado en talleres literarios con escritoras de la talla de
Mairym Cruz Bernal, Mayra Santos Febres y Yolanda Arroyo
Pizarro, junto a quien fundó Revista Boreales, publicación de
literatura puertorriqueña y latinoamericana. Actualmente
avanza en sus estudios doctorales, dicta cursos a nivel
universitario en las áreas de Español y Educación y se
encuentra inmerso en la preparación de su nueva propuesta
literaria de narrativa corta.