Oana María Sevastru Sevastru
José Luis Gómez Urdáñez
Facultad de Letras y de la Educación
Grado en Geografía e Historia
2016-2017
Título
Director/es
Facultad
Titulación
Departamento
TRABAJO FIN DE GRADO
Curso Académico
Auge y ocaso del jesuitismo en el siglo XVIII
Autor/es
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Auge y ocaso del jesuitismo en el siglo XVIII, trabajo fin de grado de Oana MaríaSevastru Sevastru, dirigido por José Luis Gómez Urdáñez (publicado por la Universidad deLa Rioja), se difunde bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-
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Trabajo de Fin de Grado
Auge y ocaso del jesuitismo en el siglo XVIII
Autor:
Oana María Sevastru
Tutor/es:
Fdo.José Luis Gómez Urdáñez
Titulación:
Grado en Geografía e Historia [602G]
Facultad de Letras y de la Educación
AÑO ACADÉMICO: 2016/2017
1
Índice
Resumen……………………………………………………………………………......3
1.Introducción………………………………………………………………………. ...5
1.1. Estado de la cuestión…………………………………………………………......6
2. La iglesia en el siglo de las luces español……………………………………….....11
3. Trascendencia de la Compañía de Jesús en la Edad Moderna en España……..13
3.1. Reformismo borbónico y la Compañía de Jesús………………………………..13
3.2 Jansenismo………………………………………………………………….…...14
3.3 Poder político de los jesuitas………………………………………………...... ..15
3.4 La Compañía y otros sectores de la iglesia……………………………… .…….17
3.5 Declive del jesuitismo español en el siglo XVIII………………………….....…18
4. Antecedentes a la expulsión…………………………………………………….… 21
4.1 Expulsión de Francia………………………………………………………….....21
4.2 Expulsión de Portugal……………………………………………………….......22
4.3 El motín de Esquilache……………………………………………………….....24
5. Causas de la expulsión; la Pesquisa secreta………………………………….…...27
5.1 Consejo Real Extraordinario………………………………………………….....27
5.2 Acusaciones……………………………………………………………………..30
5.3 Carlos III………………………………………………………………….….….35
Conclusiones…………………………………………………………………….….…37
Bibliografía……………………………………………………………………...….…39
2
3
Resumen
Entre el 31 de marzo y el 2 de abril de 1767 se llevó a cabo una de las operaciones más
relevantes del siglo XVIII. La expulsión de la Compañía de Jesús mediante la Real
Pragmática emitida por Carlos III llevó al extrañamiento de más de 5.000 jesuitas de
todos los territorios de la corona hispánica. Se trató del resultado de una investigación
secreta iniciada en 1766 con motivo de las revueltas causadas por el conocido como
Motín de Esquilache. Dicha investigación, denominada Pesquisa secreta, fue llevada a
cabo por algunos de los personajes más relevantes del gobierno de Carlos III. Aunque el
motivo inicial de dicha pesquisa fue hallar a los instigadores de las revueltas, se acabó
culpando a los jesuitas de otros delitos que llevarán no solo a la expulsión, sino también
a la extinción de la orden en 1773.
Palabras clave; jesuitas, jansenismo, regalismo, orden, Campomanes, Aranda,
Pesquisa, expulsión.
Abstract
Between March 31 and April 2, 1767, one of the most important operations of the XVIII
century took place. The expulsion of the Society of Jesus through the Real Pragmatics
issued by Carlos III, provoked the estrangement of more than 5,000 Jesuits from all the
territories of the Spanish crown. It was the result of an investigation initiated in 1766
because of the revolts caused by the one known as Riot of Esquilache. This
investigation, called Secret Search, was accomplished by some of the most important
characters of Carlos III’s government. Even if the initial reasonfor such an inquiry was
to find the instigators of the revolts, the Jesuits were finally blamed for other crimes that
which not only led to their expulsion but also to the extinction of the order in 1773.
Keywords; Jesuits, Jansenism, realism, order, Campomanes, Aranda, Search,
expulsion.
4
5
1.Introducción
El siglo XVIII se inicia en España con un cambio dinástico. La llegada de los borbones
introducirá también el espíritu ilustrado europeo. Con Felipe V se iniciará un proceso
reformista cuyo principal objetivo será colocar a España a la altura de los grandes
estados europeos, un proceso que no acabará hasta el reinado de Carlos IV. Para
conseguirlo, los borbones, se apoyarán en ministros capacitados para entender las
necesidades del país. Durante este período se desarrollará un absolutismo monárquico
que alcanzará su máximo esplendor durante el reinado de Carlos III, basado en el
centralismo y regalismo, y con la intención de unificar y compensar todos los territorios
españoles bajo el dominio del monarca. Al mismo tiempo, se produce la introducción de
la noción de Estado, que ya circulaba por Europa desde principios de la Edad Moderna.
Los jesuitas emprendieron el nuevo siglo desde la cúspide del poder, el cual afianzaron
con la ocupación del confesonario real durante el reinado de Flipe V. De hecho, durante
el reinado de este y de Fernando VI, la influencia de los jesuitas no paró de crecer.
Mientras tanto, también se multiplicaban sus enemigos, desde políticos e intelectuales a
otras órdenes religiosas.
A mediados de siglo, los jesuitas se encontraban en un ambiente hostil, no sólo en
España, en Europa ya se habían producido las expulsiones de Francia y Portugal, por lo
que la expulsión de los jesuitas españoles en 1967 no fue ninguna sorpresa. El motín de
Esquilache resultó la excusa perfecta para quienes llevaban años intentando deshacerse
de la Compañía. No contentos con concentrar a todos los jesuitas en los Estados
Pontificios, España, Francia y Portugal prosiguieron la lucha hasta conseguir la
extinción de la Compañía mediante el breve Dominus ac Redemptor emitido por el papa
Clemente XIV en 1773.
El principal objetivo del presente trabajo es esclarecer qué ocasionó la caída de los
jesuitas en el siglo XVIII. Cuáles fueron las causas oficiales y cuáles fueron las
verdaderas que llevaron al extrañamiento. Al mismo tiempo, analizaremos también
hasta qué punto influyó el cambio de mentalidad generado por el movimiento ilustrado,
así como las relaciones entre la Santa Sede y los monarcas absolutistas. Por último,
ahondaremos en el proceso de investigación que fue llevado a cabo por el Consejo
6
Extraordinario y en quienes fueron los principales responsables de la inculpación de los
jesuitas.
En cuanto a la metodología, el desarrollo de trabajo se ha efectuado mediante la
consulta, análisis y comparación de fuentes secundarias, ya que el acceso a fuentes
primarias habría sido problemático. Se ha consultado bibliografía comprendida entre el
siglo XVIII y la actualidad que ha tratado la temática del extrañamiento de los jesuitas,
así como el contexto tanto nacional como internacional en el que este se produjo. Tras el
análisis y síntesis de la información, el trabajo ha sido dividido en cinco apartados cuyo
objetivo no es seguir un orden cronológico, sino más bien un orden que ayude a la
comprensión del contexto y las causas que llevaron a la caída de los jesuitas en España.
1.1 Estado de la Cuestión
La Compañía de Jesús ha generado a una amplia bibliografía debido a la abundancia de
fuentes documentales que se han conservado. El único momento de su historia que
quizá haya generado una documentación de la cual se haya perdido una gran parte fue la
Pesquisa secreta, liderada por el fiscal Campomanes. que condujo a su expulsión.
Nosotros nos vamos a centrar en lo que se ha escrito en relación a las causas de
condujeron a la expulsión de la Compañía y a la posterior extinción de la misma.
En principio destacaríamos la obra de Inmaculada Fernández Arrillaga, Memorias de un
exilio: diario de la expulsión de los jesuitas de los dominios del Rey de España (1767-
1768) del Padre Manuel Luengo. La obra nos ofrece una visión de cómo se vivió desde
dentro de la Compañía la expulsión, las inquietudes de los jesuitas, así como sus
sospechas sobre las causas de su destierro. Lo mismo podríamos decir sobre el
testimonio del P. José Francisco Isla editado por Enrique Giménez López e intitulado;
Historia de la expulsión de los jesuitas: (memorial de las cuatro provincias de España
de la Compañía de Jesús desterradas del reino a S.M. el rey don Carlos III) / José
Francisco de Isla. La obra recoge el original del mismo título que fue escrito por el P.
Isla entre 1767 y 1768 y cuya intención era informar a Carlos III de las desventuras y
sufrimiento que estaba padeciendo la Compañía tras su expulsión. Ambas obras nos
7
aclaran que los jesuitas creían en la verdadera inocencia de Carlos III y como la
monarquía había sido víctima de conspiraciones.
Dos de los autores que más se han introducido en la temática jesuítica han sido sin lugar
a dudas Teófanes Egido y Enrique Gimenez López.
El primero, ha publicado varios artículos y libros sobre los jesuitas en la Edad Moderna.
Si podemos destacar sus obras más importantes, estas serían Las causas gravísimas y
secretas de la expulsión de los jesuitas por Carlos III y Los jesuitas en España y el
mundo hispánico. La primera de las dos obras fue escrita en compañía de Isidoro Pinedo
y publicada en 1994, se centra en la documentación secreta, tanto en la correspondencia
encontrada entre los principales implicados, Campomanes, Roda, Moñino, etc., como en
los dictámenes emitidos por el Consejo Extraordinarios, que fueron encontrados en el
archivo de la familia Campomanes. Nos relata cómo una investigación secreta para
hallar a los culpables de los motines de 1766 se convirtió en un propósito de encontrar
culpables a los jesuitas.
En la segunda obra mencionada, publicada en 2004, Teófanes Égido colabora con Javier
Burrieza Sánchez y Manuel Revuelta González. La obra está dedicada por completo a la
historia de la Compañía de Jesús desde sus inicios hasta el siglo XXI. Al ser una obra de
carácter más general no se centra tanto en la expulsión y extinción de la Compañía,
aunque nos ofrece una importante perspectiva de cómo era el panorama de los jesuitas
en la primera mitad del siglo XVII. La misma información la podemos encontrar en la
obra de José Luis Betrán; La Compañía de Jesús y su proyección mediática en el mundo
hispánico durante la Edad Moderna, Madrid, 2010.
Enrique Giménez López, catedrático de la Universidad de Alicante ha dirigido un grupo
de investigación del cual ha sido el director, desde la década de 1990. Sus principales
líneas de investigación giran en torno al proceso de expulsión en sí y sobre todo la
rapidez con la que se llevó a cabo y al establecimiento y estancia de los jesuitas
expulsos en Italia, hasta la extinción de la Compañía. Ha publicado diversas obras sobre
los jesuitas, nosotros nos vamos a centrar en dos; Expulsión y exilio de los jesuitas
españoles, Alicante, 1997, e, Y en el tercero perecerán; Gloria, caída y exilio de los
jesuitas españoles en el siglo XVIII, Alicante, 2010. La primera nos relata
detalladamente el proceso de expulsión y el exilio de los jesuitas en Italia. Claramente
Enrique Gimenez no le da tanta importancia a las causas que llevaron al extrañamiento
8
de la Compañía y se centra sobre todo en las desventuras sufridas por los expulsos. La
segunda obra es mucho más completa en relación a las causas que llevaron a la
expulsión dándonos información también sobre el desprestigio alcanzado por la
Compañía en las misiones de los territorios de la monarquía hispánica.
Una obra importante a destacar que trata la llegada y establecimiento de los jesuitas en
Italia es Miguel Batllori en su obra, La cultura Hispano- italiana de los jesuitas
expulsos, Madrid, 1966. José A. Ferrer Benimeli recoge en su obra La expulsión y
extinción de los jesuitas según la correspondencia diplomática francesa, Zaragoza,
1996, la diplomacia secreta en torno a los sucesos de los años siguientes a la expulsión
en tierra italiana.
El último texto reeditado que nos puede interesar en relación a este tema es; Dictamen
fiscal de la expulsión de los jesuitas de España (1766-1767) Pedro Rodríguez
Campomanes, publicado por Jorge Cejudo y Teófanes Egido en 1977. El dictamen
recoge todas las causas por las que la Compañía era nociva para la monarquía hispánica,
y porqué era de máxima urgencia que se la alejara del reino.
Sobre los motines y los acontecimientos previos a la expulsión nos ofrece su punto de
vista el Conde Fernán Núñez en la biografía de Carlos III, Vida de Carlos III, editada en
1898, con el prólogo de Juan Valera. Menciona la Pesquisa secreta, no da detalles ya
que estos eran desconocidos, pero sí ofrece un análisis de los hechos siguientes a la
expulsión que desembocaron en la extinción de la Compañía. Señala directamente al
Duque de Alba y a Roda como autores de la conspiración. El autor se muestra, en cierto
modo, afligido por la suerte de los jesuitas ya que se había criado con ellos1. A los
mismos autores apunta también el P. José Pignatelli2. Sin embargo, Menéndez Pelayo
afirma además que las conspiraciones contrarias a los jesuitas se iniciaron ya desde el
reinado de Fernando VI y que en esa ocasión tuvo como protagonistas a Wall, al
embajador M. Kenee y Pombal, siendo ellos ,de hecho, quienes consiguieron apartar al
P. Rávago3. El autor también le otorga mucha importancia a la influencia del
1 FERNÁN NÚÑEZ, Vida de Carlos III, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1988. Sobre los motines de 1766 y sus repercusiones para los jesuitas hay que destacar también las obras de Constancio Eguía Ruiz, Los jesuitas y el motín de Esquilache, Madrid, 1947, y el artículo de Lesmes Frías del mismo título, publicado en 1911 en la revista Razón y Fe. 2 P. JAIME NONELL, El V. P. José Pignatelli y la Compañía de Jesús en su extinción y restablecimiento, Manresa, 1893. 3 MENÉNDEZ PELAYO, M., Historia de los heterodoxos españoles VI, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1948. El autor le da también importancia al conflicto por el control de la enseñanza que se produjo tanto de las universidades como de la enseñanza secundaria, que estaba
9
jansenismo en las conspiraciones contra la Compañía. En torno al jansenismo en España
en el siglo XVIII y sobre todo el conflicto entre jansenistas y jesuitas hay que
mencionar la obra de Manuel Fraile Miguélez Jansenismo y Regalismo en España
editado en 1895.
Modesto Lafuente en su Historia General de España, Tomo XXI, Madrid, 1858,
considera a los jesuitas, víctimas de la situación de conflicto entre regalistas y el
papado. También le da importancia al enfrentamiento doctrinal entre jesuitas y
jansenistas. En cuanto a la expulsión el autor considera que era inevitable debido al
clima de tensión que se había alcanzado. No es esa en cambio la visión que tiene
Antonio Ferrer del Río en su biografía del monarca4, en que acusa a los jesuitas de
instigadores de los motines debido al recelo que sentían por haber perdido el control
sobre el monarca.
Por último, en relación a la expulsión de la Compañía y del proceso diplomático que
llevó a ello, podemos destacar la obra de Enrique Giménez López; Misión en Roma.
Floridablanca y la extinción de los jesuitas, publicada en 2008, en la que señala como
principales artífices de la extinción de orden a José Moñino, futuro Conde de
Floridablanca y Pedro Rodríguez Campomanes. El libro hace un análisis detallado sobre
la estrategia que siguieron ambos fiscales.
En torno a las relaciones diplomáticas entre la monarquía y Roma a finales del siglo
XVIII y sobre todo las actuaciones de Roda, destaca la obra de Rafael Olaechea, Las
relaciones hispano-romanas en la segunda mitad del XVIII, Zaragoza, 1965. También
la obra de José Antonio Ferrer Benimeli, Relaciones Iglesia- Estado en Campomanes,
Madrid 2002, sobre el principal artífice de la operación. La figura del Conde de Aranda
también es importante ya que, a pesar de hacer participado en la diplomacia de la
expulsión, se sabe que fue un mero ejecutor de órdenes y que su papel en la decisión
final fue bastante reducido, tal y como apunta Rafael Olaechea y José A. Ferrer
controlada por los jesuitas. La aversión de los jesuitas por los cambios chocaba con las intenciones reformadoras de los ilustrados, lo que les hizo ganar más enemigos. 4 FERRER DEL RÍO, A., Historia del reinado de Carlos III, Madrid, 1856. Otra biografía a mencionar es la de Manuel Danvila y Collado, Reinado de Carlos III, tomo III, Madrid, 1894, en la que se sacan conclusiones parecidas a las de Ferrer, sin embargo, se trata de una obra mucho más completa y exacta en relación a las acciones del Consejo Extraordinario durante la Pesquisa secreta.
10
Benimelli El Conde de Aranda (Mito y realidad de un político aragonés) Zaragoza
19785.
5 Cuando terminamos este trabajo acaba de aparecer el último libro de Enrique Giménez López, un compendio de diez de sus estudios prologado por Niccolo Guasti. GÍMENEZ LÓPEZ, E., La Compañía
de Jesús. Del exilio a la restauración. Diez estudios, Universidad de Alicante, Alicante, 2017.
11
2. La iglesia en el siglo de las luces español
La iglesia española del siglo XVIII estaba enormemente extendida en la sociedad
debido, sobre todo, al intenso proceso de clericalismo llevado a cabo en el siglo
anterior6. Las costumbres y moral cristiana estaban muy arraigadas en la sociedad
española del siglo XVIII. Sin embargo, a lo largo del siglo se producirán numerosos
cambios impulsados por los intelectuales que llevará al freno de la expansión clerical.
La estructura de la iglesia seguirá estando estrictamente jerarquizada. Estas
desigualdades no solo serán de recursos sino también a nivel de instrucción de los
clérigos, un hecho que tendrán muy en cuenta los ilustrados españoles, por lo que el
reformismo borbónico también se centrará en corregir estos aspectos.
Este siglo marcará también un punto de inflexión entre las relaciones Iglesia-Estado. El
cambio dinástico trajo consigo el enfriamiento de las afinidades entre la monarquía
española y la Santa Sede debido al posicionamiento de Clemente XI a favor del
archiduque Carlos de Austria, durante la Guerra de Sucesión. Al mismo tiempo, Roma
suponía una enorme carga económica para el Estado español, por lo que es lógico
pensar que también pudo haber razones económicas detrás de este distanciamiento7. Las
relaciones mejorarán durante el reinado de Fernando VI con la firma del Concordato de
1753. Mediante este texto se le concedía al Estado español una serie de beneficios frente
al poder de la iglesia, por lo que el Papa Benedicto XIV, acepta la condición de la
monarquía española como “Patronato Universal”.
6 SÁNCHEZ HERRERO, J., Historia de la iglesia en España e Hispanoamérica, Madrid,2008, p. 271. 7 Ibídem, p.275.
12
Estos altibajos en las relaciones diplomáticas entre los borbones y el papado son
importantes para entender la suerte de la Compañía de Jesús, quienes siempre han sido
un símbolo del poder del Papa.
13
3. Trascendencia de la Compañía de Jesús en la Edad Moderna en España
3.1. Reformismo borbónico y la Compañía de Jesús
Las relaciones entre la monarquía y la iglesia del siglo XVIII en España estuvieron
marcadas por el espíritu ilustrado y reformista de los borbones. Las órdenes regulares
pronto quedaron bajo el punto de mira de los ilustrados. La reforma de la iglesia
introdujo unos cambios que afectaron a todos los sectores, aunque con los jesuitas se
llegaron a desencadenar verdaderos conflictos.
La máxima expresión de la política borbónica del siglo XVIII es el regalismo, una
corriente ideológica que pretendía desvincularse de Roma y crear una iglesia nacional
que quedara subordinada a la monarquía. Una evidencia más de las reformas centralistas
de los borbones, aun así, no se trataba de nada nuevo, los Austrias también desarrollaron
cierto regalismo, aunque no con tanta fuerza como la nueva dinastía8. Esta corriente
generará numerosos conflictos con la Santa Sede a lo largo del siglo.
Se introducirán cambios que van a reflejar el razonamiento ilustrado sobre todo en torno
a la educación y formación de clérigos9. Estos cambios, naturalmente, generaron
oposición dentro del seno de la iglesia sobre todo por parte de los regulares. De estos los
que más destacaron fueron los jesuitas ya que las demás órdenes supieron adaptarse
8 MARTÍNEZ RUIZ, E., El peso de la Iglesia; Cuatro siglos de Órdenes Religiosas en España, Actas, Madrid, 2004, p. 386. 9 Una de las principales críticas de los ilustrados, y contra la cual fueron dirigidas algunas reformas, fue el excesivo número de regulares que se había alcanzado y que según los entendidos había conllevado a una laxitud de los valores con los que habían sido creadas debido, sobre todo, al poder económico que habían alcanzado. Aunque hubo numerosos intentos de reforma anteriores, incluido Ensenada, esta medida no se hará efectiva hasta el reinado de Carlos III. Op.Cit., p.390.
14
para poder sacar algún beneficio en el futuro. Para entender mejor esta oposición al
jesuitismo hay que recordar la estrecha relación de orden con la Santa Sede desde el
momento de su creación.
3.2 Jansenismo
Desde el siglo XVII se fue forjando cierta separación entre diferentes corrientes morales
cristianas que acabarán creando verdaderos conflictos en el siglo XVIII, siendo los más
importantes los que surgen en torno al jansenismo. Se pueden distinguir dos conceptos
para el jansenismo, uno teológico y otro histórico. Es un movimiento que hunde sus
raíces en el Renacimiento, en un momento en el que la iglesia tradicional había dejado
de dar las respuestas requeridas. El país en el que más se desarrolló fue Francia, donde
nació, y desde donde se extendió por toda Europa. El jansenismo español se
desarrollará de forma muy débil y no tendrá tantas repercusiones como en el resto de
Europa. De hecho, el grupo de los jansenistas españoles será tan heterogéneo que
algunos autores llegarán incluso a dudar de ellos10. Sin embargo, sí hubo muchos
intelectuales españoles que compartieron los ideales jansenistas de renovación de la
iglesia.
Su mayor preocupación gira en torno a la relación de la libertad del hombre con la
gracia divina, se puede decir que tiene la finalidad de adaptar el razonamiento ilustrado
a la moral cristiana. Afirmará que el hombre no es nada sin Dios, sólo se puede salvar
por gracia divina. Estos ideales chocarán con las doctrinas jesuíticas, quienes le
conceden un mayor poder al hombre y a su libertad11.
Podríamos colocar su origen en el Concilio de Trento, o mejor dicho las cuestiones que
este dejó sin resolver. Sin embargo, el término en sí es posterior a la aparición de la
doctrina ya que este surge a mediados del siglo XVII portando el nombre del obispo 10 MENÉNDEZ PELAYO, M., Historia de los heterodoxos españoles, vol.VI, p.131. 11 Los jesuitas eran partidarios del molinismo, un movimiento que seguía las doctrinas del jesuita Luis de Molina. Esta ideología le otorgaba más importancia a la libertad humana, otorgándole de este modo al hombre cierta capacidad de decisión en su destino, aparte de la voluntad de Dios.
15
Yprés Cornelio Jansenio en cuya obra Augustius se basan los postulados de la doctrina.
La obra será duramente criticada desde Roma, Urbano VIII e Inocencio X condenaran
cinco de los postulados que aparecen en la obra. Ocurrirá lo mismo más tarde con la
Bula de Unigenilus Dei emitida en 1713 por Clemente XI contra la obra de Quesnel,
Reflexiones Morales.
Criticaban el laxismo y pedían un mayor rigorismo a la hora de cumplir con las
responsabilidades morales de los cristianos. También estaban en contra del
probabilismo, doctrina que defendía que, si un hecho era moralmente probable, era
bueno en sí12. Los jansenistas vinculaban estos ideales al jesuitismo y, por el contrario,
los jesuitas vinculaban el rigorismo o probabiliorismo, del que estaban en contra, a los
jansenistas.
En España tuvo un menor desarrollo que en resto de Europa, de hecho, el desarrollo fue
tan pobre que existe un cierto debate entre los historiadores sobre su alcance. El
jansenismo español se vio repercutido por el Concilio de Pistoia en 1786, el cual
defendía una moral clerical más puritana y una mayor austeridad. Será además, en esta
década cuando el jansenismo se extienda hasta ámbitos políticos, sobre todo con la
desaparición de los jesuitas. Muchos ilustrados españoles fueron acusados de
jansenistas, pero algunos autores afirman que no tenían que ser necesariamente
jansenistas, si no que se trató simplemente de ilustrados católicos. Lo único que tenían
en común con los jansenistas era la defensa del regalismo13.
3.3 Poder político de los jesuitas
Uno de los aspectos más importantes de los jesuitas en el siglo XVIII fue el papel que
ejercieron como confesores reales. Tradicionalmente el confesionario real de los
Austrias estuvo ocupado por dominicos, pero con los Borbones lo ocuparon los jesuitas,
por influencia francesa. El cargo de confesor real suponía el control tanto del confesor
como de su orden sobre las decisiones del rey, por ello que hablamos de poder
12 MARTÍNEZ RUIZ, E., El peso de la Iglesia; Cuatro siglos de Órdenes Religiosas en España, Actas, Madrid, p.495. 13
GUIMERÁ RAVINA, A., El reformismo borbónico; una visión disciplinar, Alianza, Madrid,1996, p. 159.
16
político14. Podríamos decir que del confesor dependía la organización religiosa del
estado y las relaciones con la Santa Sede.
Durante el reinado de Felipe V se sucedieron varios confesores reales, el primero de
ellos fue el P. Guillermo Dubenton, impuesto por su abuelo Luis XIV. La influencia
francesa siguió con el siguiente confesor el P. Pierre Robinet. Ambos confesores
coincidieron con un momento político inestable, la Guerra de Sucesión, por lo que
tuvieron mucha importancia en las decisiones políticas del monarca. Robinet será
destituido por Isabel Farnesio en un intento de terminar con los grupos de presión
franceses en la Corte. Sin embargo, a Robinet le sucederá su predecesor Dubenton hasta
1723, cuando ocupará el confesionario real el P. Gabriel Bermúdez que, aunque solo
ocupará el puesto tres años, le tocará lidiar con un momento de crisis spiritual del
monarca por lo que apenas se introdujo en cuestiones políticas. Esta crisis será la que
finalmente lleve a Felipe V a la abdicación al trono en 1724, según el decreto de
renuncia, acompañada de un voto de no volver a ocupar el trono15.
El problema que se generó con la muerte de Luis I, quien también tuvo un confesor
jesuita durante su conto reinado, el P. Juan Martín, puso de manifiesto el poder de los
confesores en las decisiones de Estado. En este caso se producirá un conflicto de
intereses entre el P. Bermúdez e Isabel de Farnesio en torno a si Felipe V podía volver a
gobernar a pesar de su voto. Dos años más tarde se producirá la sustitución del P.
Bermúdez por la del P. Guillermo Clarke, quien le sugirió a Felipe V la fundación del
Seminario de Nobles, y ocupará el cargo entre 1727 y 1743. Su sucesor el P. Jacques-
Antoine Févre caerá con el inicio del reinado de Fernando VI en 1747.
Con el cambio de monarca, podría decirse que el gobierno del Estado quedó en manos
de tres personajes que marcaron el reinado de Fernando VI; José de Carvajal y
Láncaster, Secretario de Estado, Ensenada como ministro de Hacienda, Marina e Indias
y Guerra, y el P. Francisco Rávago como confesor real, favorecido por los dos
anteriores. Se podría decir que con Rávago se produjo el inicio del fin de los jesuitas. El
14 Teófanes Egido afirma que la ocupación del confesionario real por los jesuitas durante buena parte del siglo XVIII no solo significó su ascenso a la cúspide del poder, sino que también provocó su caída estrepitosa, ya que un cargo tan poderoso conlleva a la aparición de enemigos, sobre todo en el contexto regalista que pronto comenzará a chocar con los ideales de los jesuitas. Jesuitas en España y el Mundo
hispánico, p.235. 15 Felipe V era un cristiano fervoroso que sentía una gran preocupación por la salvación eterna, sus inquietudes religiosas le llevaron a confiar plenamente de sus confesores, por ello estos tuvieron mucho poder sobre sus decisiones.
17
poder acumulado por el confesor provocó la proliferación de enemigos de la Compañía.
Todo ello en un ambiente de un creciente antijesuitismo europeo fomentado por la
expansión del jansenismo y confrontaciones con los ilustrados, Portugal y la Santa
Sede16.
3.4 Los jesuitas y otros sectores de la Iglesia
Durante el siglo XVIII vamos a seguir encontrando las mismas hostilidades entre
órdenes que habían sido comunes en el siglo anterior. Según Enrique Giménez, los
jesuitas concebían como una muestra de envidia estas manifestaciones. La Compañía se
concebía a sí misma como una orden distinta a las demás, la más importante o necesaria
entre todas. Gran parte de sus innovaciones se debían a la necesidad de ser distintos a
los demás, aunque eran conscientes de que esto podía ocasionar resquemor entre sus
competidores.
No eran vistas con buenos ojos las críticas de la Compañía hacía las principales
doctrinas de la mayoría de las órdenes religiosas, Santo Tomás y San Agustín, a las que
menospreciaban a través de críticas y burlas, ya que ellos defendían el molinismo. Por
ello, los enfrentamientos doctrinales eran frecuentes. Uno de los casos más notorios de
enfrentamiento entre la Compañía y el resto del catolicismo fue la beatificación de Juan
de Palafox, uno de los grandes enemigos de los jesuitas en el siglo XVII, cuya
canonización iniciada en 1691 fue frenada por estos. Sin embargo, tras el reemplazo del
Rávago se volverá a iniciar el proceso por impulso de Carlos III y Ricardo Wall, aunque
tampoco conseguirán efectuar dicha canonización, de hecho, llevará a cabo hasta el año
201117. Los enemigos de la Compañía vieron con este acto una oportunidad para
debilitarla. La publicación de las obras de Palafox en la década de 1760 fue una prueba
más de la pérdida de poder de los jesuitas. Al mismo tiempo se produce un cambio en la
16
En 1747 se creó el Índice Expurgatorio de la Inquisición por dos padres jesuitas, José Carrasco y José Casani, quienes incluirán la obra del cardenal Enrico Noris, Historia Pelagiana, previamente aprobada por Benedicto XIV. Este problema no tardó mucho en convertirse en un conflicto entre el pontífice y Fernando VI, el cual perduró hasta la sustitución de Rávago. 17
Ibídem, p. 287.
18
concepción pública hacia Palafox, quien pasa de ser el antagonista, a ser el injustamente
acusado por los jesuitas.
Otro enfrentamiento importante será el que surja con la publicación de Fray Gerundio
de Campazas, alias Zotes, en 1758, obra escrita por el P. Isla bajo el pseudónimo de
Francisco Lobón de Salázar, en la que se satiriza la instrucción de los regulares del siglo
anterior. Levantó un enorme revuelo debido que numerosas órdenes se vieron
reflejadas, por ello, la Inquisición se vio obligada a intervenir condenando la obra.
Hay que mencionar también la disputa que se generó en torno al nuevo culto del
Corazón de Jesús. Esta devoción se extendió por España gracias a los jesuitas, quienes
consiguieron que incluso Felipe V se hiciera devoto del Sagrado Corazón de Jesús. Sin
embargo, la Santa Sede se mostró contraria al culto, por lo que intentó frenarlo.
Además, el carácter del mismo fue criticado por los jansenistas, quienes lo consideraron
el resultado del fanatismo propio de los jesuitas.
Por último, la mejor prueba de la relación entre la Compañía y las demás órdenes es, sin
duda, la animada participación de estas a la hora de declarar en contra de los jesuitas
durante la Pesquisa secreta y el regocijo que mostraron con el anuncio de la expulsión18.
3.4 Control sobre la enseñanza
Uno de los principales propósitos de la Compañía desde su fundación fue controlar la
enseñanza de sus fieles, convencidos de que el adoctrinamiento de la población era un
método más efectivo para luchar contra la reforma. Los jesuitas se volcaron en esta
tarea, desarrollando modelos pedagógicos muy avanzados para la época. En el momento
de su expulsión contaban con 188 colegios y 31 seminarios en todos los territorios de la
monarquía hispánica. Según Mestre Sanchis, la enseñanza de los jesuitas cumplía una
doble misión, por un lado, realizaba un servicio social a las masas sin recursos, y por
otra, era una manera muy efectiva de captar miembros. En un principio se centraron,
sobre todo, en secundaria, grupo sobre el que tuvieron el monopolio hasta el siglo
XVIII. Su oferta educativa no solo se centraba en la enseñanza de latín, sino también en
18
Ibidem, p. 291.
19
asignaturas de humanidades como Historia o Geografía, así como artes, dentro del cual
se encontraba la filosofía, y ciencias.
Sin embargo, los ilustrados del siglo XVIII comenzarán a verla como una formación
atrasada19. Consideraban que la sociedad española tenía problemas más importantes que
solventar. Pese a ello, los jesuitas sí realizaron algunas actualizaciones del modelo,
aunque resultaron ser insuficientes.
En cuanto a su papel en las universidades, se creó una actitud hostil en relación a esto
que irá en aumento a mediados del siglo XVIII. La ocupación de las cátedras les
otorgaba concesiones como las pro religione, por las que la propia orden elegía quien
debía ocupar la cátedra20. Destacó su labor en la universidad de Cervera, de gran
importancia simbólica tanto para los Borbones como para jesuitas. Con la desaparición
de la Compañía, la disputa por el control de las universidades quedará entre augustinos
y tomistas.
3.5 Declive del jesuitismo español en el siglo XVIII
Los acontecimientos de Francia y Portugal provocaron un gran revuelo en España donde
pronto comenzaron a circular escritos tanto a favor como en contra de la Compañía. En
la propaganda negativa destacaron Campomanes y Mayans. No ayudaron mucho los
escritos difundidos por jesuitas como defensa, ya que los ataques contra Pombal y los
parlamentos franceses no fueron bien recibidos por el público. Lo cual fue bien
aprovechado por Campomanes para atacar a la Compañía.
La publicación de la Monita Secreta en italiano en 1760 aumentó los recursos para las
facciones contrarias a la Compañía, que vieron en ella una prueba de la falsedad que
giraba en torno a los jesuitas.
19
Gregorio Mayans y Siscar fue una de las figuras más relevantes de la ilustración española de la primera mitad del siglo XVIII, junto a Feijoo y Ferreras, autores que sentirán una gran preocupación por el nivel cultural de España. Durante la década de 1730, Mayans propondrá una reforma de la iglesia para adaptar la religiosidad y moral cristiana a las nuevas ideas ilustradas. También intentó cambiar el modelo de gramática latina, del cual se encargaban los jesuitas, ofreciéndose el mismo a crear uno nuevo. MESTRE SANCHIS A., Humanistas, políticos e ilustrados, Alicante, 2002. 20SÁNCHEZ HERRERO, J., Historia de la Iglesia en España e Hispanoamérica, Sílex, Madrid,2008, p.230.
20
Uno de los principales puntos criticados es su estricta estructura piramidal que acaba en
la figura del general, al que sus inferiores siguen y obedecen ciegamente. De esta forma
se elimina cualquier atisbo de individualismo en la Compañía. La falta de
individualismo es importante, ya que debido a ella se acabará expulsando al cuerpo
entero. Sus detractores estaban convencidos de que los jesuitas estaban preparando algo
desde las tinieblas, gracias en parte, a las teorías conspiratorias de Campomanes, quién
se había basado en la literatura antijesuita anterior21. Tras el atentado de 1758 contra
José I de Portugal, se intentará vincular a la Compañía al regicidio22.
Surge a la vez una preocupación por la expansión de las doctrinas jesuitas entre la
nobleza, cuya educación controlaban. Así mismo, también se origina una desconfianza
hacia los llamados terciarios, personajes afines a la Compañía que, según sus enemigos,
eran los que movían los hilos a favor de los jesuitas. Para ellos, el máximo exponente de
los terciarios era Ensenada acompañado, aunque en un segundo plano, Arrillaga y
Azpuru.
21 Campomanes utilizó varias obras para inspirarse, como la ya mencionada Retrato de los jesuitas
formado al natural, o la obra de Etienne Pasquier, Catéchisme de 1602, así como las” tres inocencianas “de Juan de Palafox y Mendoza. 22 Campomanes y sus colaboradores intentaron asociar a los jesuitas con la obra de Hermann Busenbaum Medulla theologiae moralis, en la que se planteaba el tiranicidio en cuestión de defensa personal, aunque no fue interpretado así por el fiscal. Esta acusación se convertirá en una de las principales excusas para proponer la extinción de la Compañía.
21
4. Antecedentes a la expulsión
4.1 Expulsión de Portugal
Los sucesos acontecidos en Portugal en 1759 sirvieron de precedente para las
expulsiones que tendrán lugar en Francia y España. Las hostilidades se acentuaron con
el nombramiento del marqués de Pombal como primer ministro de Portugal en 1750,
quién inició una verdadera campaña de desprestigio de la Compañía de Jesús que
acabaría extendiéndose por las demás monarquías europeas. Entre 1754 y 1755 tuvo
lugar el primer enfrentamiento importante entre el gobierno y los jesuitas cuando estos
últimos llegaron incluso a recurrir a las armas para mostrar su oposición a las
resoluciones tomadas por la monarquía.
Para deshacerse de la influencia de los jesuitas en la corte, Pombal optará en primer
lugar por destituir al confesor real, jesuita, una práctica que será imitada tanto por
Francia como por España en el futuro.
22
Pombal fue creando, poco a poco, una red de colaboradores que compartían su mismo
deseo de acabar con la Compañía, una red que se extendía hasta el Vaticano. El papa,
Benedicto XIV se vio obligado a mandar al P. Saldanha para reorganizar la Compañía
portuguesa, sintiendo una especial preocupación por las misiones americanas. Se les
fueron quitando progresivamente todos los privilegios de los que habían disfrutado
hasta entonces.
El proceso de extinción de la Compañía se aceleró con el atentado que sufrió José I el 3
de septiembre de 1758, una baza que Pombal supo aprovechar. La explicación oficial de
los acontecimientos fue que todo había formado parte de una conspiración de algunos
sectores de la nobleza y los jesuitas para acabar con el rey. Los nobles supuestamente
implicados en el atentado fueron ejecutados mientras que en el año que trascurrió desde
el atentado hasta la expulsión, Pombal, se dedicó a desprestigiar a la Compañía,
ordenando por fin su expulsión el 3 de septiembre de 1759. Clemente XVIII se vio
forzado a aceptarlos ya que a diferencia de lo que haría Carlos III, Pombal no les ofreció
ninguna clase de pensión a los expulsos. A parte de esto, Pombal también consiguió la
ejecución de Malagrida a través de la Inquisición, y fue acumulando cada vez más poder
para la monarquía frente al poder eclesiástico, logrando incluso la elección de obispos.
Se sabe que este acontecimiento tuvo una importante repercusión en España, en la
correspondencia de algunos personajes importantes de la época se puede observar un
cierto interés o preocupación, por los sucesos que se estaban produciendo en Portugal23.
Gran parte de las discusiones giraban en torno cuanto afectarían los sucesos de Portugal
a la concepción de Carlos III sobre la Compañía. La decisión de este de devolver las
tierras conquistadas a Portugal a los jesuitas en 1762, hizo pensar que el rey era
favorable a la Compañía y si a esto le sumamos que el confesor real, al igual que otros
padres que se encargaban de la educación de sus hijos eran jesuitas, los partidarios de la
Compañía en España se quedaron tranquilos. Otros, sin embargo, se mostraban más
escépticos en cuanto al posicionamiento del rey advirtiendo de las hostilidades hacia la
Compañía que estaba creciendo por toda Europa.
23
GIMÉNEZ LÓPEZ, E., Expulsión y exilio de los jesuitas españoles, Universidad de Alicante, Alicante ,1997, p. 16.
23
4.2 Expulsión de Francia
En Francia, al igual que en Portugal, los problemas entre gobierno y jesuitas se habían
hecho cada vez más evidentes en las últimas décadas. Estos giraban en torno a la
rivalidad de la Compañía con los jansenistas, apoyados por el llamado “tercer partido”,
su principal opositor en el parlamento. Aunque últimamente la popularidad jesuita había
disminuido, estos volvieron a tener poder con el inicio del reinado de Luis XV, quien se
mostró favorable a la Compañía y nombró como confesor real a un jesuita, el P. Fleuryl,
un personaje muy influyente en la corte.
El principal problema al que se enfrentaban los jesuitas franceses era que el parlamento
estaba plagado de partidarios del movimiento jansenista, quienes unieron sus fuerzas
conspirando para derrocar a la Compañía.
Francia también tuvo lugar un suceso que fue aprovechado por los enemigos de la
Compañía para deshacerse de esta. Esta vez se trata de una crisis económica que afectó
a la zona de las Antillas francesas en la cual estuvo implicado el P. Lavalette, el
encargado de la misión de esa zona. Un error de este llevó a la exigencia de los
acreedores del dinero perdido en la crisis, un dinero que les fue exigido a los jesuitas
franceses en general. Como estos se negaron a pagar, el problema llegó a los tribunales
del parlamento de París. El parlamento dictó inmediatamente sentencia favorable a los
acreedores y acusó a toda la Compañía de lo sucedido. Aprovechando este empujón, los
opositores de los jesuitas pidieron al Parlamento una investigación en relación al
establecimiento de la Compañía en Francia. El resultado de esta fue que no existía
ninguna formalidad que legitimara la existencia de la Compañía en Francia. Sin
embargo, a pesar de estas acusaciones, el monarca seguía mirando con buenos ojos a la
Compañía y hubo incluso un intento por parte de este y otros personajes eclesiásticos de
legalizar a los jesuitas.
La única opción que les dieron para quedarse era la aceptación de los fundamentos de la
iglesia galicana, lo cual la Compañía se negó a aceptar. En los meses sucesivos el
Parlamento fue reuniendo más pruebas contra la Compañía acusándolos de moral
perniciosa y tiranicidio.
Se les despojó progresivamente de sus actividades y de sus bienes, y al final se optó por
expulsar a todo aquel que no jurase los principios de la iglesia galicana. El Parlamento
emitió el decreto oficial en 1764.
24
En España, los sucesos de Francia causaron tanto o incluso más revuelo que los de
Portugal. Una vez más, la correspondencia de la época muestra división de opiniones
respecto al tema. En el caso francés nos encontramos una nueva realidad y unos nuevos
protagonistas, los jansenistas, como principales opositores de los jesuitas instigadores
de propaganda antijesuita. De hecho, parte de esta propaganda llegó hasta España, como
es el caso de Historia del pueblo de Dios de del Padre Berruyer, una obra jansenista que
consiguió un notable éxito en la península24.
La expulsión de Francia planteó otro problema para los ilustrados españoles, la decisión
de acoger o no a los expulsos. El alojamiento de los jesuitas franceses suponía una
verdadera preocupación para sus simpatizantes españoles, ya que algunos estados
europeos se habían negado a aceptarlos. A parte de esto, había que tener en cuenta la
dificultad que tenían los Estados Pontificios de admitirlos debido a que ya habían
alojado a los jesuitas portugueses. De modo que, parte de los jesuitas expulsos fueron
recibidos calurosamente por algunos de sus hermanos españoles.
4.3 El motín de Esquilache
Podríamos considerar el motín de Esquilache como un factor determinante en para la
suerte de los jesuitas, ya que fue el acontecimiento que originó la investigación y la
posterior inculpación de la Compañía. El incidente fue aprovechado correctamente por
los enemigos de la Compañía para poder deshacerse de la misma.
Todos los esfuerzos reformistas de los monarcas absolutos a lo largo de la primera
mitad del siglo XVIII no mejoraron de ninguna manera la vida del estado llano, lo cual
se evidencia en la sucesión de revueltas que se dieron durante este siglo en Europa y que
acabaron en revoluciones.
En España el descontento popular se confirmó con las revueltas de 1766, de las cuales
destaca el llamado motín de Esquilache. Aunque fueron las revueltas de Madrid las más
famosas, hubo numerosas protestas populares en distintas partes de España. En cuanto a
los motivos, a parte de la presión fiscal y la escasez de alimentos que era habitual en la
24 GIMÉNEZ LÓPEZ, E., Expulsión y exilio de los jesuitas españoles, Universidad de Alicante, Alicante ,1997 p.20.
25
vida del tercer estado, esta vez hay que añadirle una serie de reformas sanitarias,
higiénicas y urbanísticas promovidas por el monarca. La intención de Carlos III y sus
ministros fue mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de Madrid, la cual era
deplorable, así como acabar con la delincuencia y criminalidad de la capital. Para ello se
llevaron a cabo algunos cambios como el asfaltado de las calles, alcantarillado, normas
de recogida de basura, iluminación de las calles, normas referentes al uso de armas,
prohibición de llevar embozo y sombrero de ala ancha, etc. Estas medidas estaban
encaminadas, en su mayoría, a los sectores más marginados de la sociedad, sin
embargo, acrecentaron el descontento popular de los últimos años. El pueblo encontró
como culpables de estas medidas a los ministros extranjeros, es decir Esquilache y
Grimaldi, pero sobre todo el primero.
La presión popular del 24 de marzo frente al Palacio Real obligó al rey a escuchar las
peticiones de la muchedumbre, lo cual significó una humillación para el monarca. El
pueblo le exigió la bajada del precio del pan, el destierro de Esquilache y de la guardia
valona, así como el nombramiento exclusivo de ministros españoles. El rey se vio
obligado a aceptar estas exigencias, sin embargo, esa misma noche abandonó, en
secreto, el Palacio Real y huyó a Aranjuez.
A raíz de estas revueltas el conde de Aranda pasó a ocupar la presidencia del Consejo de
Castilla. Su principal misión al llegar al poder fue encontrar a los verdaderos culpables
del motín, ya que existía la posibilidad de que el pueblo hubiera sido controlado por
miembros de las clases altas. Para ello se llevaron a cabo una serie de pesquisas
organizadas por Aranda y Campomanes, quien era el fiscal del Consejo de Castilla.
Unas pesquisas que señalarán directamente a los jesuitas como culpables de los
acontecimientos, colocándose así España en el ambiente antijesuita que estaba
predominando en Europa en estos momentos.
26
27
5. Causas de la expulsión; la Pesquisa secreta
5.1 Consejo Real Extraordinario
Lo primero que hay que tener en cuenta al analizar el proceso en torno a la Pesquisa
reservada, es la magnitud de los acontecimientos que la provocaron. El motín de
Esquilache y los posteriores que se extendieron por toda la península provocaron un
gran impacto político, sobre todo para Carlos III a quien el motín de Madrid le provocó
un temor que le acompañó durante el resto de su vida.
El suceso, generó una violenta respuesta que no se limitó a las clases bajas, sino que
afectó también a los círculos intelectuales, en los que hubo grandes víctimas ilustradas
como Ensenada quien fue desterrado. Las autoridades estaban convencidas de que esas
ideas no podían haber surgido en el pueblo llano y que detrás de todo aquello había una
verdadera conspiración generada en las altas esferas. El primer informe redactado por
Aranda tuvo el propósito de calmar el nerviosismo del rey sosteniendo que los motines
solamente iban dirigidos contra Esquilache, que la plebe nada tenía en contra del rey.
Sin embargo, esta noticia no consiguió calmar los ánimos del rey, además ahora les
invadía una nueva preocupación, la extensión de los motines y sobre todo la divulgación
28
de propaganda que ridiculizara la monarquía. Se interpretó que los autores de los textos
fueron los mismos que instigaron los motines por lo que el peligro todavía no había
pasado. Era de vital urgencia encontrar a los culpables cuanto antes. Este fue el
principal hecho que desencadenó la formación del Consejo Extraordinario, así como la
Pesquisa secreta.
De este modo se puso en marcha la investigación para hallar a los culpables. El recién
creado Consejo Extraordinario fue presidido por el conde de Aranda y el fiscal Pedro
Rodríguez Campomanes. El procedimiento utilizado estará inspirado en los de la
Inquisición basada en acusaciones y testigos secretos. Hay que mencionar que el
secretismo es una característica que va a acompañar este proceso desde el principio y en
todos sus aspectos25. El Consejo Extraordinario mediante el Real Decreto del 21 de abril
de 1766.
La selección de los integrantes del Consejo se realizó en función de sus capacidades y
experiencia en el Consejo de Castilla, pero quizá el mayor interés a la hora de llevar a
cabo la selección fue la ideología de los seleccionados en relación al ambiente regalista
de aquellos momentos. Siguiendo estos criterios se unieron el ministro don Miguel
María Nava, don Pedro Ric, don Luis del Valle Salazar y el escribano don José Payo
Sanz, quien fue nombrado escribano de cámara del Consejo. Debido a la magnitud de
las primeras averiguaciones la plantilla aumentó con otros tres miembros en octubre, el
conde de Villanueva, don Andrés de Maraver y Vera, y don Bernardo Caballero. El
último en sumarse meses más tarde fue don Pedro Colón de Larreátegui. De los
implicados ajenos al Consejo hay que destacar la figura de Roda, secretario de Gracia y
Justicia como mediador entre Carlos III y el Consejo26.
En cuanto a la actuación que tuvieron estos en la toma de decisiones, el mayor
responsable de la solución final fue sin lugar a dudas Campomanes. Tras él, podemos
colocar a los primeros seleccionados, Aranda, Nava, Ric y del Valle Salazar, mientras
que los últimos en incorporarse no hicieron más que ratificar lo que ya había sido
establecido por los anteriores.
5.1.1 Campomanes como principal artífice de la pesquisa secreta
25 Para la investigación de la Pesquisa reservada se decidió que lo más indicado sería crear un consejo a parte y no tratar un tema de tal magnitud en el Consejo pleno ya que ello aumentaría las posibilidades de generar filtraciones sobre el tema en cuestión, se necesitaba un grupo reducido. 26 Ibidem p. 34.
29
Campomanes no tardó en crear y presentar ante el Consejo su propio Dictamen en el
cual reflejaba sus meditaciones en torno a los resultados de la pesquisa. Lo primero que
hay que tener en cuenta es que fue creado con la intención de convencer al rey, antes
que al Consejo. Campomanes va a resaltar ciertos comportamientos o acciones de los
jesuitas para demostrar su necesaria expulsión. En primer lugar, la obediencia de estos
hacia una institución ajena al reino, como la Santa Sede, a la cual subordinan la
autoridad del monarca. También destaca su desobediencia ante cualquier autoridad, ya
que incluso entraron en conflicto con numerosos miembros de la iglesia, por lo que nos
presenta a la Compañía como un cuerpo difícil de dominar. No se olvida tampoco de la
venganza, que, según él, los jesuitas tenían pendiente con la monarquía debido a la
pérdida del puesto de confesores de los reyes, lo que los habría llevado a actuar contra
la monarquía. El fiscal destacará también la capacidad de la Compañía para
enriquecerse lo que lleva a una progresiva acumulación de poder, un poder que no
dudará a la hora de enfrentarse al poder monárquico, como ya se había demostrado en
algunos enfrentamientos de las misiones27.
Por último, el fiscal atacará también la doctrina del probabilismo que, según él, eran
partidarios los jesuitas y que era una prueba más de su peligrosidad, sobre todo para el
monarca ya que puede conllevar al tiranicidio28.
Poco después del Dictamen de Campomanes se produjo la Consulta del Consejo
Extraordinario la cual obtuvo unos resultados muy parecidos a los juicios del fiscal,
debido al control que est ejercía cobre el consejo.
Se constató que los motines fueron provocados por la Compañía de Jesús, la cual
llevaba años conspirando contra el monarca. Presenta a los jesuitas como un poder
incompatible al del rey, y ven totalmente factible el regicidio, hacen hincapié en que lo
que está en juego es la vida del rey. El principal problema de la Compañía era lo
extendido que estaba el mal en ella, tanto, que era imposible elegir a las manzanas
podridas, todo el cuerpo estaba infectado y había que deshacerse de él.
Para apoyar su teoría se utilizaron los ejemplos de Francia y Portugal, pero el Consejo
recomienda una mayor precaución a la hora de planear la expulsión, para no cometer los 27 Campomanes no dudará en recordar en su Dictamen el voto de pobreza que acompañaba a la Compañía desde la fundación por Paulo III en 1540, por la cual solo se les permitía la propiedad de colegios dedicados a la enseñanza. CAMPOMANES RODRÍGUEZ, P., Dictamen Fiscal de la expulsión de los
jesuitas en España, Madrid, 1977, p.95. 28 Ibidem, p. 147.
30
mismos errores. Por ello, es mejor que el monarca evite negociar con la Santa Sede ya
que esta siempre se va a colocar en defensa de los jesuitas29. También afirman que es
importante la concesión de pensiones a los expulsos ya que esta acción mostraría la
compasión y bondad del monarca.
Tras la Consulta, se produjo el 23 de enero de 1767 la votación del Consejo que dio
como resultado, como era de esperar, la decisión unánime de extirpar la Compañía. La
sentencia final fue presentaba ante el rey el 29 de enero de 1767 como resultado de la
Pesquisa reservada.
5.2 Acusaciones
5.2.1 Implicación en los motines de 1766
La primera acusación que se va a formular contra los jesuitas será, además del motivo
por el que se inició la pesquisa, su implicación en los motines de 1766. La investigación
para hallar a los autores pronto se convertirá en un intento de demostrar o convencer al
monarca de la culpabilidad de los jesuitas, para lograrlo se llevó a cabo una exhaustiva
búsqueda. Como pensaban que los jesuitas habían actuado con el apoyo de parte de la
nobleza, centraron su atención en el entorno de la Corte, que de hecho será el lugar más
pesquisado, junto al Colegio Imperial.
Los dos principales sospechosos eran el Padre Bramieri, confesor de Isabel de Farnesio
y el Padre Isidro López, no sólo de los motines de Madrid, sino de todos los que se
generaron en España. Según los pesquisidores los motines llevaron mucho tiempo
preparándose por lo que parte de las investigaciones estuvieron orientadas en saber
cuánto tiempo duró este proceso, ya que existían incluso rumores de que en Roma ya se
conocía lo que iba a ocurrir en Madrid.
En cuanto a las motivaciones que llevaron a la Compañía a actuar de esta manera contra
el monarca, los investigadores tendrán varias teorías. En primer lugar, apuntan al deseo
de los jesuitas de recuperar el control tanto del reino, por lo que intentaron general la
eliminación de sus adversarios entre los que se encontraba el monarca. El método que
encontraron más efectivo para debilitar al rey fue la propagación de rumores mediante
panfletos y folletos. También se les atribuyó unos intereses económicos, lo que a la vez
se convirtió en una prueba más de la culpabilidad de los jesuitas ya que la preparación
29 EGIDO, Teófanes, Op.Cit., p.55.
31
de los motines tuvo que ser muy costosa, algo que solo un cuerpo eclesiástico muy
poderoso podría financiar. Llama la atención en la concepción tan negativa que tenían
los pesquisidores sobre el pueblo al que venían incapacitado para movilizarse por sí
mismo y general semejantes rumores30.
5.2.2 Poder alcanzado en las misiones
Uno de los rasgos que definen la Compañía de Jesús desde sus comienzos, es su afán
misionero y de apertura hacía nuevos mundos. Felipe II será el primero en enviar
jesuitas a las Indias a partir de 1560. Estos ya habían demostrado su capacidad
misionera en Europa y además eran los artífices de un efectivo sistema educativo que
podría ser muy útil en las indias. Por lo tanto, aparte de tener una misión cristianización
de los nuevos territorios, los jesuitas eran concebidos también como civilizadores. A
medida que entraban en contacto con los indígenas, surgió dentro de la Compañía un
debate en torno a la moral y salvación de los conversos ya que consideraban que la
imitación del estilo de vida de los europeos llevaría a la condenación de sus almas.
Desde el establecimiento de la Compañía en las Indias comenzaron a ser cuestionados,
lo que conllevó a numerosos conflictos con los obispos. Quizá el suceso más famoso y
que fue uno de los desencadenantes de la caída de los jesuitas, fueron las misiones del
Paraguay. Se trataba de un amplio territorio que abarcaba las repúblicas de Argentina,
Uruguay y algunas provincias de Brasil31. La organización del nuevo territorio quedó en
manos de los jesuitas en 1609. Los jesuitas utilizaban todos los recursos que estuvieran
en sus manos para evangelizar a la población. Intentaron crear un paraíso, un mundo
ideal aprovechando la pureza de los indígenas, por ello eran los encargados de “cuidar”
que esa inocencia no se corrompiese, así pues, se convirtieron en la autoridad de las
reducciones.
Estos modelos de ciudad pronto comenzaron a levantar sospechas en el continente ya
que muchos las interpretaban como una forma de negación del poder real. Circulaban
sobre como los jesuitas esclavizaban a los guaraníes, ya que estos no pagaban ningún
impuesto a la monarquía. Otro problema al que tuvieron que hacer frente los padres de
la zona fueron las incursiones de los mercenarios que capturaban indios cristianizados 30 “¿Qué unión ni qué talento se encuentra entre los mendigos y rústicos plebeyos para sembrar estas
especies malignas de largo tiempo atrás y hacerlas prender en los sencillos e incautos poco a poco
esperando el movimiento de la sedición?”, CAMPOMANES Rodríguez, Op. Cit., p.50. 31 EGIDO, T.(coord.), Los jesuitas en España y en el mundo hispánico, Marcial Pons Historia, Madrid, 2004, p.209.
32
para hacerlos esclavos, hecho que llevó enfrentamientos armados entre jesuitas y
mercenarios que estaban protegidos por las autoridades. Para ello se tomó también la
decisión de instruir a los indios con armas de fuego para que pudiesen defenderse de los
ataques, lo cual generó un enorme revuelo.
En torno a esta polémica y con absoluto secretismo, el consejo consiguió hacerse con
los documentos sobre las misiones de Paraguay, algunos de ellos procedentes de los
enfrentamientos de los límites entre España y Portugal entre 1752 y 1761. En estos
venían recogidos todos los conflictos de la Compañía con otros miembros de la iglesia a
lo largo de los años, desde órdenes hasta verdaderas autoridades eclesiásticas. Se
presentaron las Reducciones como verdaderos reinos incompatibles con el poder del
monarca32.
Otro de los hitos de la iglesia católica del siglo XVII fue el conflicto entre Juan de
Palafox y Mendoza, obispo de la Puebla de los Ángeles y la Compañía de Jesús. Los
inicios de la disputa se debieron a la negación de los jesuitas de pagar los diezmos, un
acto por el cual se ganan la enemistad del obispo. A este, que se le sumarán otros
conflictos como el asunto de las doctrinas y las licencias ministeriales. Bajo estas
circunstancias hostiles, Palafox centrará su atención en las misiones jesuíticas en
oriente.
El motivo que provocó que el obispo centrara su atención en este asunto fueron las
acusaciones que recibió por parte de dominicos y franciscanos. Para la creación de una
acusación convincente que creara efecto en Europa, el obispo basó sus argumentos en el
testimonio del dominico Juan Bautista de Morales, quien al igual que Palafox tenía
muchas sospechas en relaciona la compañía y sus métodos de evangelización. Y es
precisamente en este último punto en el que se va a basar la denuncia del obispo. Los
jesuitas fueron acusados de no mostrar imágenes de la crucifixión, de participar en ritos
locales “ritos chinos” en honor a deidades paganas, combinar estos ritos paganos con
los cristianos, y la relajación de las obligaciones de los creyentes. Palafox tampoco veía
con buenos ojos los tranquilos métodos utilizados por la Compañía para la conversión
de los paganos, ya que era partidario del martirio de los misioneros para alcanzar la
gracia divina.
32
Campomanes aprovechará la ocasión para hacer hincapié sobre los beneficios económicos que sacaba la Compañía con el trabajo de los indios, cómo debido a ello, los jesuitas se han vuelto cada vez más independientes llegando a negar la autoridad real.
33
Palafox y Morales presentarán, en un principio, sus sospechas sobre la Compañía ante
Felipe IV a través de un memorial en el que se le atribuía una enorme importancia al
asunto tratado. A pesar de su anhelo de poner a la monarquía de su parte, el mayor logro
de Palafox y el de mayor trascendencia en la historia posterior de la Compañía será la
creación de la llamada III Inocenciada33. El texto causó un gran revuelo, en un principio
fue condenada por la Inquisición, sin embargo, a medida que crecían las hostilidades
hacia la Compañía en la segunda mitad del siglo XVIII la carta fue aprobada. En el
interior de la misma se encuentran todo tipo de acusaciones hacía los jesuitas que no
solo se centran en las misiones en china, sino que incluye todos los conflictos que había
tenido el obispo con la Compañía hasta ese momento, acusándoles incluso de planear su
asesinato34. Quizá el punto más interesante a destacar de las teorías de Palafox sobre los
jesuitas en relación a sus prácticas de evangelización es que estos acabaron siendo
seducidos por los ritos y cultura local y que ello les hizo abandonar el camino correcto.
Fue especialmente utilizado en contra de los jesuitas el hecho de que estos pusieran
trabas al establecimiento de otras órdenes en este territorio, aunque la principal razón
fuera que estos querían llevar a cabo una conversión lo más organizada posible. Sin
embargo, estas actuaciones fueron interpretadas por los detractores de la orden como
una manifestación de su exclusividad35. Ante todas estas acusaciones, y sobre todo el
efecto causado por la III Inocenciana, lo único que los jesuitas podían hacer en su
defensa era denunciar la carta como falsa, negando la autoría de Palafox.
5.2.3 Amenaza para la monarquía borbónica
Para entender esta acusación hay que tener en cuenta el clima regalista y la presión que
se estaba ejerciendo sobre los eclesiásticos. Se trataba de conseguir el sometimiento de
la iglesia al estado. Carlos III estaba rodeado por un séquito de obispos que apoyaban
todas sus decisiones para satisfacer sus propios intereses. Por lo tanto, la mayoría de
estos no tuvieron ningún problema a la hora de declararse contrarios a la Compañía.
Tampoco ayudó mucho a los jesuitas la enorme cantidad de escritos que se encontraron
criticando el mal gobierno de Francia y Portugal. No se tuvo en cuenta que los escritos 33 Palafox envió al papa Inocencio X tres cartas entre 1645 y 1649. La primera de ellas se basaba en una serie de denuncias sobre sus conflictos con otros clérigos, pero las dos siguientes van dirigidas directamente contra la Compañía, siendo la última de ellas la más trascendental, utilizada posteriormente por todos los enemigos de los jesuitas para apoyar sus argumentos, sobre todo a finales del siglo XVIII. 34GIMÉNEZ LÓPEZ, E., Y en el tercero perecerán; gloria, caída y exilio de los jesuitas españoles en el
siglo XVIII, Alicante,2002, p.131. 35 Ibidem, p. 140.
34
iban dirigidos sobre todo en contra de los parlamentarios y Pombal, y que nada tenían
en contra de los monarcas. Para el dictamen en torno a este tema se solicitó la ayuda de
miembros ilustres de la iglesia36. Estos analizaron entre el 8 y 26 de octubre de 1766
todas las pruebas reunidas por el consejo, tras lo cual dieron su aprobación.
Una de las principales misiones del consejo era relacionar los motines con las supuestas
actitudes regicidas de los jesuitas para así convencer al rey del peligro que estos
representaban para su persona. No les fue difícil convencerlo ya que tenían como
ejemplo la intentona contra el monarca portugués. Se produjo la unión de las
monarquías portuguesa, francesa y española contra un enemigo común. Las
conclusiones a las que se llegó fueron que los jesuitas llevaban muchos años
conspirando y actuando desde las sombras y que suponían un grave peligro para
cualquier institución monárquica. No se dudó en acusarles también de otras revueltas y
motines anteriores a las de 1766, no solo en territorio hispánico sino también en los
estados vecinos37.
5.3 Carlos III
En cuanto recibió los resultados de la consulta del Consejo Extraordinario, Carlos III no
puso ninguna objeción y se mostró acorde, no había tiempo que perder debido a la
gravedad y secretismo del asunto. Ordenó la creación de un nuevo consejo, de cuya
formación se encargó Roda, a partir de personajes próximos al rey y de declarado
antijesuitismo como el duque de Alba, Grimaldi, Jaime Masonés de Lima, Muniain,
Múzquiz y el propio Roda38. A lo largo de veinte días se dedicaron a ultimar los detalles
de la expulsión, quedaba nada por investigar ya que la decisión estaba tomada, solo se
encargaron de los pasos a seguir. Se tuvieron que cambiar algunos aspectos propuestos
en la Consulta del Consejo que reflejasen la bondad del rey con los expulsos.
En primer lugar, se insistió en no hacer públicas los verdaderos motivos de la expulsión
de la Compañía, los cuales debían quedar bajo “el real ánimo del rey”. En cuanto a la
desamortización de los bienes de los jesuitas y su incorporación a las arcas del Estado, 36 Miguel Fernando Merino, obispo de Ávila, el maestro Manuel Pinillos, agustino descalzo y Basilio Sancho de Santa Justa y Rufina, arzobispo en Manila y miembro de los escolapios, p.45. 37 Se acusó a la Compañía de haber generado murmuraciones y habladurías sobre una posible relación adúltera de la señora de Esquilache con Carlos III, lo que según ellos explicaría las concesiones que el monarca le hizo a Esquilache. 38 EGIDO, Teófanes. Op.Cit., p.57
35
la junta sentenció que la iglesia era la que más beneficiada debía verse por este asunto
por lo que la mayor parte del patrimonio de los jesuitas acabó en manos de otras
órdenes, instituciones caritativas, colegios de enseñanza y la conservación de las
parroquias más necesitadas, lo que ponía de manifiesto el espíritu ilustrado del monarca.
Para esta operación y su complejidad, se tuvo que crear un nuevo Consejo
Extraordinario. Se acordó una pensión vitalicia de cien pesos anuales a sacerdotes y
noventa ducados a coadjutores, dejando fuera a los novicios. La razón por la cual estos
últimos no recibían pensión se debe a que no estaban obligados a abandonar el reino, no
se les consideraba peligrosos ya que todavía no estaban corruptos como sus superiores.
Se les ofreció la posibilidad de abandonar la Compañía y quedarse, si seguían a la
Compañía en el exilio no recibirían ninguna pensión. Por último, se decretó el delito de
lesa majestad por cualquier tipo de comunicación con los expulsados por parte de los
vasallos del rey, pero dicha pena no se aplicaría con los familiares de los expulsados.
La sentencia final de Carlos III, decretada el 27 de febrero de 1767, cumpliría con todo
lo acordado por la Junta, el rey no puso ninguna objeción.
En cuanto a los verdaderos sentimientos del monarca sobre la Compañía, los jesuitas
nunca dudaron de la bondad del monarca al que consideraban víctima de las
conspiraciones de sus malvados ministros, nunca lo vieron como un enemigo. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que Carlos III estaba muy al corriente de los
movimientos de la Pesquisa Reservada a parte de la campaña de convencimiento que
llevaron Roda, Campomanes y Tanucci para convencerle de la peligrosidad de los
jesuitas. Tanucci, era el hombre de confianza en Nápoles con el que estaba
continuamente en contacto y que era a la vez un manifiesto antijesuita, por lo que no es
de extrañar la enorme influencia que este tuvo sobre el monarca durante años. El
monarca en sí no se había declarado abiertamente antijesuita se sabe que sí sentía
animadversión por la Compañía39.
39 GARCÍA CÁRCEL R.(coord.), Historia de España, siglo XVIII: La España de los Borbones, Madrid, 2002. Carlos III era profundamente religiosos y hubo dos cuestiones, anteriores a la pesquisa, que aumentaron su aversión por la Compañía. El primer lugar la oposición que mostraron los jesuitas a la canonización de Juan de Palafox, un antiguo enemigo de la Compañía, y en segundo el rechazo hacia la obra de Menseguy, Doctrina Cristiana o Instrucción sobre las principales verdades de la religión, ambos personajes muy admirados por el monarca.
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Conclusiones
El principal aspecto que podemos sacar en claro es que un gran poder puede conllevar a
la aparición de enemigos, lo cual podría explicar la proliferación del antijesuitismo en el
siglo XVIII. La rapidez con la que se llevó a cabo el proceso manifiesta la urgente
necesidad que tenían los enemigos de la Compañía en deshacerse de ellos, es decir, que
estos a su vez veían a los jesuitas como unos enemigos muy poderosos. A la vez
podríamos decir, que uno de los principales errores de los jesuitas fue no darse cuenta
de cómo su situación había cambiado desde el reinado de Felipe V, ya no tenían tanta
influencia como a principios de siglo y, sin embargo, siguieron confiando en su posición
privilegiada.
La segunda conclusión a la que podemos llegar tras todo lo expuesto es que la decisión
tomada por el consejo extraordinario tras la Pesquisa secreta, poco tuvo que ver con el
motivo por el que se inició, es decir, el motín de Esquilache. Se trató de una decisión
política tomada por una serie de personajes cercanos a la figura de Carlos III, muy
capacitados, que supieron aprovechar la coyuntura para llevar a cabo una acción que
llevaba tiempo en sus pensamientos.
Un tercer aspecto a tener en cuenta es que tanto la expulsión como la posterior extinción
de la Compañía de Jesús en el siglo XVIII, debe entenderse dentro del contexto
internacional y sobre todo de las relaciones iglesia-estado imperantes en esos
momentos. El creciente antijesuitismo de estos momentos no fue exclusivo de España,
sino que llevaba años gestándose en los círculos intelectuales de toda Europa. Para
comprender mejor esta situación hay que tener en cuenta también el cénit de la
construcción de los estados absolutistas de esta época. El regalismo jugó un papel
esencial dentro de las políticas centralizadoras desarrolladas por estos monarcas, que no
era otra cosa sino otra forma de reafirmar aún más su poder. Los borbones serán los
máximos exponentes de esta política. Dentro de estos estados centralizados, los
monarcas trataron de incluir también la iglesia, la cual comienza a ser vista como un
cuerpo extranjero dentro del propio estado, un cuerpo que hay que nacionalizar. De este
modo podríamos pensar que, los jesuitas quienes siempre han sido vistos como un
símbolo del poder del papado debido a su cuarto voto, podrían haberse convertido en el
blanco perfecto de quienes deseaban debilitar al Papa.
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El cuarto y último aspecto a tener en cuenta es el cambio de mentalidad que se produjo
a lo largo de este siglo. Un nuevo contexto en el que la Compañía de Jesús representaba
el inmovilismo con unos ideales arcaicos que los ilustrados vieron necesario suprimir.
De hecho, pusieron tanto empeño en ello que no se contentaron solo con la expulsión de
la Compañía, sino que, continuaron su lucha hasta lograr la extinción de la misma en
177340. Los jesuitas, de repente, se encontraron con unos enemigos a los que no estaban
acostumbrados, los ministros ilustrados de Carlos III dispuestos a hacer lo que estuviera
en sus manos para deshacerse de la Compañía. Con la caída del absolutismo, el
jesuitismo quedó ligado a las ideas y sectores conservadores, lo que marcará su
trayectoria desde la restauración de la Compañía durante el reinado de Fernando VII, en
1815. Hasta la actualidad, su situación en España ha dependido de la ideología que haya
estado en el poder, siento suprimida hasta en dos ocasiones más entre 1820 y 1823, y en
1868.
40 La decisión de deshacerse definitivamente de la Compañía comenzó a gestarse en los días siguientes de la expulsión efectuada por Carlos III. Fue una decisión en la que participaron tanto Francia como Portugal. A finales de la década de 1760 la fobia a los jesuitas en estos países no se había mitigado, sino que había aumentado, por lo que el paso a la extinción de la Compañía parece comprensible. Entre 1767 y 1773 se intensificarán las relaciones diplomáticas entre estos tres países y la Santa Sede, en España destacarán las actuaciones de Manuel de Roda y el embajador en la Santa Sede, José Moñino, futuro conde de Foridablanca. GIMÉNEZ LÓPEZ, E., “La extirpación de la mala doctrina, los primeros pasos para la extinción de la Compañía de Jesús”, Instituciones de la España Moderna II; Dogmatismo e
Intolerancia, Actas Editorial, Madrid, 1997, pp. 257-275.
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40
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